El populismo latinoamericano y Cárdenas

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Realidad social latinoamericana y derecho
Cátedra Dr. Galderisi
Unidad V
• El Populismo como expresión política latinoamericana
Lic. Flavio C. A. Colina.
La década del treinta es testigo de la conformación de una nueva experiencia política en
Latinoamérica. El Populismo sería una nueva vía para el ingreso de fuerzas sociales que,
hasta entonces, había quedado marginadas en la vida de los estados y que pretendían una
respuesta a sus atávicos anhelos. En el México post revolucionario, la presidencia de
Lázaro Cárdenas establecerá ese nuevo modelo estatal sobre las bases dejadas por el
movimiento de 1910. En Brasil, se constituirá bajo el liderazgo de Getulio Vargas; en Perú,
en torno a la figura de Raúl Haya de la Torre; en Bolivia, a través de las presidencias de
Víctor Paz Estenssoro y de Hernán Siles Suazo pertenecientes al Movimiento Nacional
Revolucionario; y en Argentina, con el gobierno y el ideario de Juan Domingo Perón. Estas
figuras serán los catalizadores de ese particular proyecto político latinoamericano.
El Populismo latinoamericano.
La aparición del modelo populista en Latinoamérica se corresponde con la crisis
económica mundial de los años treinta. Tras el crack bursátil de 1929, cuando las acciones
de la bolsa de Wall Street cayeron en picada ante una corrida masiva de ahorristas que
pretendían evitar la completa pérdida de sus ahorros, la economía capitalista se vio
gravemente golpeada. Como consecuencia del quiebre bursátil, numerosas empresas y
bancos debieron cerrar generando desempleo, pérdida de capitales y la reducción de todas
las actividades financieras y económicas. Los estados debieron tomar medidas para evitar la
fuga de capitales en metálico1, reducir sus préstamos y compras al exterior, para intentar
paliar la depresión general. Esta situación provocó una notoria reducción del comercio
internacional y obligó a recurrir a nuevas formas de proveerse de aquellos bienes que antes,
eran libremente importados.
Los países latinoamericanos no quedaron al margen de este proceso económico
general. Ante el crack de 1929, se produjo el cierre de numerosas empresas y bancos
extranjeros y locales y también, una fuerte caída en la balanza comercial. La producción de
materias primas se vio resentida y las importaciones de manufacturas industriales cayeron
considerablemente ante el cierre de los mercados europeos y estadounidenses.
Esta compleja situación económica y financiera impactó sobre toda la sociedad
latinoamericana y el modelo político vigente desde mediados del siglo XIX. La falta de
1
Hasta los años treinta, todas la monedas dentro del sistema capitalista eran libremente convertibles en oro.
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trabajo dio lugar a un proceso migratorio desde el ámbito rural hacia las grandes ciudades.
Esas nuevas poblaciones conformaron anillos habitacionales en torno a los grandes núcleos
urbanos, viviendo en condiciones de extrema pobreza aunque con la íntima convicción de
haber mejorado con respecto a sus lugares de origen y con la esperanza para ellos y sus
hijos acerca del futuro. La ausencia de manufacturas importadas obligó a generar en los
estados latinoamericanos un proceso de industrialización por sustitución de
importaciones. La aparición de estas industrias permitió paliar las necesidades que tenía la
sociedad y también, dar una solución a las altas tasas de desempleo. Aquellas masas de
emigrantes rurales encontrarán nuevos espacios de trabajo en las recién establecidas
industrias nacionales. Esa flamante clase obrera no llegará a definir una mentalidad propia
y distintiva, estando atenta fundamentalmente, a conservar su empleo a expensas de sus
derechos sociales.
La crisis económica de los años treinta también tuvo sus consecuencias políticas
para el espacio latinoamericano. El modelo estatal establecido en la segunda mitad del siglo
XIX, que legalizaba y legitimaba el gobierno de las aristocracias locales, entró en una crisis
terminal ante las consecuencias del crack de 1929. La primacía política, socio – económica
y cultural de esas elites quedó gravemente debilitada cuando se cerraron los mercados
extranjeros a las materias primas que producían. Dueñas de los principales recursos del
país, la crisis redujo drásticamente sus ganancias y puso en entredicho su capacidad para
afrontar una solución fuera de los cánones liberales tradicionales.
Surgía entonces, la imperiosa necesidad de construir un nuevo modelo estatal que
diera una respuesta a las nuevas circunstancias políticas, socio – económicas y culturales.
Ante el evidente fracaso de la clase política tradicional, de raíces aristocráticas y liberales,
se requería una renovación del liderazgo estatal. Las Fuerzas Armadas (FF. AA.) y, más
concretamente, el ejército serán el nicho político para el surgimiento de un nuevo modelo
de país. Su tradición dentro de la historia política latinoamericana, su fuerte nacionalismo,
la composición de sus cuadros con sectores de las nuevas clases medias y la propia
concepción acerca de su rol como guardianes de los valores nacionales, sustentaban el rol
político que adquirían. Dentro de esa naciente nueva clase política se fueron definiendo
ciertos liderazgos personales que delimitaron el nuevo modelo estatal latinoamericano de
los años treinta, cuarenta y cincuenta.
El Populismo surge en Latinoamérica a partir de la crisis del modelo liberal
neocolonial y del nuevo posicionamiento político de las FF. AA, pero a través de la
definición personal de ciertos líderes. El nuevo paradigma estatal se centraba en torno a una
figura carismática que personificaba a la nación y a los deseos y voluntades de las nuevas
clases obreras urbanas. Estos líderes proponen una democracia social antes que política,
donde la alianza entre las distintas clases bajo la dirección de los sectores medios que él
representa, permita consolidar el desarrollo industrial nacional e independiente de los
poderes extranjeros. La conformación de este modelo requería de una subordinación
indiscutida por parte del conjunto de la sociedad que, aunque movilizada, no se organizaba
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ni se estructuraba políticamente fuera del control del liderazgo estatal. Ideológicamente, el
Populismo atiende fundamentalmente, a la rebelión contra el sistema liberal tradicional y, a
partir de allí, se construye aunando posiciones doctrinales muy diversas. El nuevo modelo
estatal latinoamericano se constituye desde un realismo político que permite conjugar
aspectos del Fascismo, del Socialismo, del Liberalismo y de la Doctrina Social de la
Iglesia.
El estado populista abandona los criterios económicos liberales tradicionales y
adoptaba la concepción impulsada por el economista británico John Maynard Keynes. El
Keynesianismo, defensor de un modelo capitalista liberal menos ortodoxo, proponía una
mayor intervención del Estado en el proceso productivo para equilibrar la sucesión de picos
y caídas que naturalmente tiene el sistema. A través de su participación podría fomentarse
el pleno empleo, lograr una tasa de interés baja y redistribuir el ingreso a fin de aumentar el
consumo y la inversión. Con esta política se lograría el crecimiento general, limitando las
consecuencias sociales de una crisis, tales como desocupación y subocupación, a partir de
un consumo masivo por parte de una población activa plenamente ocupada con mejores
salarios y protegida desde el propio Estado. El Keynesianismo fue el fundamento
ideológico del Estado de Bienestar.
El Estado de Bienestar se sostenía sobre un fuerte intervencionismo sobre el
mercado económico y laboral. El estado tenía un rol de árbitro en las relaciones económicas
y sociales, garantizando el funcionamiento del sistema y controlando la inflación que
surgiera naturalmente al otorgar aumentos salariales, al ampliar el gasto público o ante un
exceso de la demanda sobre el mercado productivo. En esa función, le correspondía el
dictado de normas legislativas que sirvieran de protección para la población trabajadora.
Las leyes sociales, como el sistema jubilatorio por reparto, la cobertura médica para el
obrero y su familia, las indemnizaciones por despidos, los seguros de accidentes, los
salarios familiares, el aguinaldo, entre otras, debían crear un marco regulatorio que
favoreciera el consumo masivo y el pleno empleo. El Estado de Bienestar que estableció el
Populismo, logró el crecimiento económico esperado pero sostenido sobre un orden político
muy vertical y un equilibrio económico, financiero y social muy rígido.
El populismo mexicano.
Lázaro Cárdenas alcanzaría la presidencia de México impuesto por Plutarco Elías
Calles en el marco del Maximato. Sin una formación académica, el nuevo presidente había
militado desde joven en las fuerzas de la Revolución bajo las órdenes de Pancho Villa y de
Venustiano Carranza. Desde 1928, cuando el proceso revolucionario había ingresado en
una etapa de plena institucionalización, se iniciará su labor plenamente política. Se
sucederán entonces, los distintos cargos de gobierno. Actuará, entre 1928 y 1933, como
gobernador de Michoacán, presidente del Partido Nacional Revolucionario (P.N.R.),
secretario de gobierno del presidente Ortiz Rubio y de guerra y marina bajo la
administración de Abelardo Rodríguez. Esta experiencia política personal y la creencia de
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su incapacidad intelectual, sirvieron para que Calles lo designara para la sucesión
presidencial de 1934, para así, preservar su autoridad.
La llegada de Cárdenas al poder hacia suponer la inalterabilidad del Maximato, pero
resultó todo lo contrario. El nuevo presidente comenzó a tolerar las huelgas y los conflictos
sociales que sacudían a México, generando la reacción de los sectores políticos ligados a
Calles en el Congreso, que exigían la represión y la imposición de orden en el país. Frente a
esa oposición, Cárdenas tomó una serie de medidas que le permitirían recuperar el pleno
ejercicio del poder presidencial. Con una gran rapidez política, el presidente designó un
nuevo gabinete, tras obligar a los callistas a dimitir. Recuperó la dirección del P.N.R.
reemplazando a su presidente por un dirigente de su confianza, Silvano Barba González.
Tomó el pleno control sobre el ejército, el Congreso y los gobernadores, desplazando a los
sectores ligados a Calles. En 1936, esa reorientación de la política mexicana llegó a su
punto máximo cuando se expulsó a Calles por opositor al gobierno. A partir de ese
momento, el modelo estatal de Cárdenas encontraba el espacio para su construcción.
El
Cardenismo
fue
una
expresión
netamente
mexicana
del
populismo
latinoamericano. Como proyecto político y socio – económico tenía un pilar fundamental
en la tradición revolucionaria del país. Las propuestas de 1910 que había dado origen al
movimiento contra el Porfirismo no se llegaron a concretar en su plenitud e incluso, desde
1917, parecieron perderse en el marco de la lucha política por el poder. Cárdenas procuró
recuperar aquellos ideales inconclusos, atendiendo a las nuevas circunstancias socio –
económicas de la década del treinta.
En este sentido, relanzó la política de tierras en pos de velar por la población
campesina. Bajo su gobierno, se amplió la legislación laboral incorporando a los grupos de
trabajadores rurales, se impulsó la educación entre las comunidades campesinas, se
dividieron grandes latifundios entre pequeños productores individuales y propiedades
comunales o ejidos. Atendiendo a ese sector de la población, y diferenciándose de otros
ejemplos populistas en Latinoamérica, Cárdenas indujo el desarrollo industrial de acuerdo
con la realidad agraria del país. Los ejidos y las pequeñas comunidades industriales,
subordinadas a aquellos, constituían los pilares fundamentales del proyecto populista
mexicano, en pos de lograr un completo e integral desarrollo del país.
Si bien el Cardenismo tuvo como eje fundamental de su labor de gobierno a la
población campesina, no desconoció la situación de los obreros urbanos. Unificó el
movimiento obrero a través de la creación en 1936 de la Confederación de Trabajadores de
México (C.T.M.) y estableció un sistema de cooperativas obreras, limitando así, la
oposición política de esos sectores y subordinándolos a su liderazgo. En pos de mejorar la
condición social de los trabajadores urbanos, veló por el cumplimiento de las normas del
derecho laboral y favoreció el incremento salarial que posibilitara un mayor consumo
interno. Como contraparte, la preocupación constante por la situación campesina derivó en
un aumento constante de los productos rurales y su consiguiente impacto inflacionario.
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Situación ésta, que debilitó el poder adquisitivo real de la población urbana y,
consecuentemente, su fidelidad política al presidente.
En la conformación de su modelo populista, Cárdenas impulsó una política
nacionalista que le asegurara la plena posesión de los recursos naturales del estado, a fin de
reorientar sus ganancias hacia las áreas más sensibles de acuerdo con el proyecto
gubernamental. En este sentido, la cuestión del petróleo resultó particularmente evidente. A
partir de 1930, tras el descubrimiento de nuevos yacimientos en el espacio mexicano, las
empresas petrolíferas inglesas y estadounidenses adquirieron una participación más efectiva
en ese mercado. Desde 1935, con la conformación del Sindicato de Trabajadores Petroleros
de la República Mexicana, se inició el conflicto entre éste y las empresas extranjeras por
cuestiones fundamentalmente de carácter salarial. La imposibilidad de alcanzar un acuerdo
entre ambos obligó a recurrir a la justicia para hallar una solución. El fallo de la Corte
Suprema de Justicia mexicana dispuso la obligación empresarial de otorgar el aumento
salarial según los requerimientos obreros. La respuesta de las compañías extranjeras fue el
rechazo y el incumplimiento de lo dictado por el alto tribunal. Ante esa actitud, el gobierno
de Cárdenas tomó una medida contundente. Acusando a las empresas de desconocer la
soberanía del estado mexicano y de sus instituciones de gobierno, se decidió expropiarlas.
Cárdenas crea entonces, la empresa estatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) y reconoce que
los bienes de las compañías extranjeras se pagarían apropiadamente y de acuerdo a la ley
vigente2. La medida sirvió para encolumnar a la población bajo el liderazgo presidencial y
para exaltar el nacionalismo mexicano. Sentimientos que se profundizaron ante el rechazo
extranjero a la disposición y el posterior bloqueo a PEMEX de las empresas
estadounidenses que exigían el pago inmediato de la expropiación, no en petróleo, y
atendiendo a las ganancias futuras pérdidas. A pesar de las presiones, Cárdenas logró
imponer su criterio de pago a las compañías extranjeras y afirmar así su autoridad
presidencial.
La consolidación de la autoridad presidencial tuvo además, un punto crucial en la
reorganización del P.N.R. a través de la conformación del Partido de la Revolución
Mexicana (P.R.M.). Tras la expropiación petrolera, el gobierno de Cárdenas se encontró
con una fuerte oposición externa que le dio mayores fuerzas a los críticos internos. En ese
marco se hizo necesario consolidar el apoyo de las distintas fuerzas sociales en una
estructura política e institucional nueva. En marzo de 1938, la asamblea nacional del P.N.R.
establece una nueva forma de ordenar su configuración interna. Se definieron cuatro
sectores, el obrero, el campesino, el popular y el militar, que habrían de constituir el
esqueleto fundamental del nuevo partido presidencial.
Al finalizar el gobierno de Cárdenas en 1940, las dificultades económicas
complicaban la elección de un sucesor. Esa situación provocaba además, la confrontación
2
El Congreso mexicano había aprobado una nueva ley de expropiación en 1936. Por ella, el gobierno podía
nacionalizar cualquier tipo de propiedad pagándola según sea su valor fiscal, en tanto existiera una causa de
utilidad pública. La ley establecía además, que existía un plazo de diez años para pagar los bienes expropiados
desde el momento en que ésta se realizaba.
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entre los grupos de la derecha y de la izquierda del P.R.M. en torno a la política futura y las
reformas emprendidas y por emprender. Cárdenas designó como su sucesor al secretario de
defensa nacional, general Manuel Ávila Camacho. Representante del sector moderado del
partido, con él hubo de terminar la experiencia populista en México del presidente Lázaro
Cárdenas.
Bibliografía consultada
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mundial, México, Siglo XXI, 1985.
Fernández, Antonio, Historia Universal. Edad Contemporánea, Barcelona, Vicens Vives,
1996.
Gaggero, Horacio y otros, Historia de América en los siglos XIX y XX, Buenos Aires,
Aique, 2004.
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Alianza, 2005.
Ravina, Aurora (Dir.), Historia de América Latina, Buenos Aires, Colegio Nacional de
Buenos Aires y Página 12, 2002 – 2003.
Zea, Leopoldo (Dir.), América Latina en sus ideas, México, Siglo XXI y UNESCO, 2000.
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