Hogar de Sor Eusebia

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Hogar
Sor Eusebia
Nº1 / 2013
REPORTAJE
Historias de
exclusión,
historias de
esperanza
ENTREVISTA
J.V. Martínez
Rico, presidente
del hogar:
“Ayudando a
los demás, me
ayudo a mí
mismo, soy feliz”
Nueva
etapa
La junta directiva apostó por la
profesionalización de todas las áreas que
integran la cartera de servicios de Sor Eusebia
Hogâr
Sor Eusebia
Edita:
Hogar Sor Eusebia
Junta directiva:
Presidente:
José Vicente Martínez Rico
Vicepresidenta:
Rosalía Martínez Velasco
Tesorera:
Amparo Otero Rey
Secretario:
Ricardo Gómez Pico
Vocales:
Manuel Marcos Franco Otero
Juan Ramón Rojo de Castro
José Luis Quintela Julián
Reynaldo Corral Francos
SUMARIO
Editorial
Redacción:
A. Losada, Alberto Leyenda,
Víctor Porto y Pilar G. Pérez
Nueva etapa. Un hogar con sólidos
cimientos
Diego Utrera: “Me interesó el Hogar Sor
Eusebia por el gran valor social de su trabajo”
Víctor Hugo Castillo: “No renuncié
al hábito, mi labor siempre será la caridad“
Dolores Mosquera: “El trabajo es duro,
pero es raro el día que no me saca una carcajada”
José Manuel Mendoza: “Tenemos que
ser eficientes con nuestros recursos para dar
un servicio de calidad”
Un día en Sor Eusebia
Fotografía:
Alberto Leyenda y archivos del
Hogar Sor Eusebia y Aguamarina,
comunicación y eventos
Testimonios. Historias de exclusión,
historias de esperanza
Semana cultural en el hogar
Director:
Paco Docampo
Diseño y maquetación:
Marta Álvarez
Produción:
Aguamarina,
Comunicación y Eventos.
aguamarinacomunicacion.es
Imprenta: Mundo
Depósito Legal: C 2489-2013
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Jacobo Rodríguez-Losada: “Con el
edificio de Sor Eusebia busqué albergar al máximo
número de personas en el mínimo espacio”
ENTREVISTA.
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JOSÉ VICENTE MARTÍNEZ RICO:
“Ayudando a los demás, me ayudo a mí
mismo, soy feliz”
MECENAS
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HISTORIA DEL HOGAR SOR EUSEBIA. 36
Todo empezó con siete camas y un pozo
MEMORIA VIVA
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AMPARO OTERO: “Lo que hago en
Sor Eusebia no es un esfuerzo, es una
satisfacción”
RICARDO GÓMEZ PICO: “En el hogar, ves
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una parte de la sociedad que suele estar oculta”
IN MEMORIAM.
44
Carmen Rodríguez-Losada
‘Mi prima Carmiña’, por Camilo José Cela
46
Heliodoro de Vicente, embajador de Sor
Eusebia en Galicia
OPINIÓN. Carlos Negreira, Mar Barcón,
Diego Calvo, Beatriz Mato
SOR EUSEBIA. Fe y determinación.
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HOGÂR / 3
EDITORIAL
Dos décadas después de su fundación, el
Hogar Sor Eusebia inicia una etapa más
acorde con las exigencias de la sociedad del
siglo XXI. Un nuevo período caracterizado por
la profesionalización. Ahora no solo funcionamos desde la buena voluntad sino desde
el conocimiento y el saber. Eso sí, sin perder
nuestro espíritu fundacional: ayudar a los que
menos tienen y más necesitan, a los excluidos
de la sociedad, a los que nadie quiere. Ayudar
a los que están tirados en nuestras calles, a
los enfermos que carecen de un lugar para
morir. Atender a nuestros hermanos machacados por la vida.
La junta directiva de Sor Eusebia hemos tenido
que tomar una decisión difícil. Este paso hacia la profesionalización de nuestra cartera de
servicios supone un incremento de los gastos en
un momento en que no es fácil captar nuevos
recursos. Pero una vez más, confiamos en la protección divina y en la ayuda de nuestros socios
y mecenas. Entre todos, estabilizaremos una
estructura funcional y orgánica que, estamos
seguros, redundará –está redundando ya– en
una mejor atención y en una mejor calidad de
vida de los residentes: nuestro primer objetivo,
nuestra razón de ser.
Hemos tenido la fortuna de incorporar a nuestra asociación a personas de amplio recorrido
profesional y contrastado currículum en su
ámbito de actuación. Lo hemos hecho no solo
por las exigencias de las distintas administraciones sino desde una profunda convicción.
Asumimos con agrado el pasado, protagonizado por los anteriores equipos gestores, a los
que agradecemos su dedicación y esfuerzo, e
iniciamos una nueva andadura con ilusión y
esperanza.
Con ánimos renovados, editamos Hogar Sor
Eusebia para informar a nuestros socios y
mecenas, a las instituciones y a la ciudadanía
qué hacemos en nuestra sede de Bens, cómo
es la vida de los residentes puertas adentro, en
qué gastamos lo que generosamente nos donan
y cómo han transcurrido nuestros casi veinte
años de existencia.
Con esta publicación pretendemos, también, llegar a más corazones generosos, con la esperanza
de ampliar nuestra nómina de socios que nos
permita mantener no solo nuestra actividad sino
mejorarla e incrementarla. Por eso recabamos la
ayuda de nuestros lectores porque las necesidades, en estos momentos de crisis, son cada vez
mayores y más acuciantes.
A todos los que nos echan una mano y a todos
los que se decidan a sumarse a esta buena causa
gracias, muchas gracias.
Junta directiva del Hogar Sor Eusebia
NUEVA ETAPA
NUEVA ETAPA
Un hogar con sólidos
La profesionalización de
Sor Eusebia ha ido desde la
dirección hasta todos los servicios
que se prestan a los residentes
Por ARTURO LOSADA
Diego Utrera, director del Hogar
Sor Eusebia desde el mes de mayo
de 2013, es la cabeza visible de
la nueva etapa de la institución.
Formado en Francia, respondió
a la oferta de empleo que José
Vicente Martínez Rico publicó en la
prensa, solicitando un profesional
que se hiciese cargo del bienestar
de los residentes y de la buena
marcha del hogar. “Este es un
centro de inclusión social, donde
lo primero es darle un techo a
quien lo necesita –asegura– pero
donde también debemos procurar
que desarrollen conductas lo
más próximas posibles a lo que
se considera normal. Al fin y al
cabo, el hogar forma parte de la
sociedad”.
El edificio situado en el Lugar de
Mazaido, en Bens, no ha cambiado
su apariencia externa, pero sí su
interior. Diego Utrera habla de
“transformación” para referirse al
momento actual. Desde su punto
de vista, durante el período de
los Hermanos Misioneros de los
Enfermos Pobres, “el trabajo se
realizó con buenas intenciones.
Nosotros las mantenemos, pero
añadiendo la perspectiva de una
gestión profesional”. El primer paso
de este cambio fue establecer una
infraestructura organizativa, que es
“la osamenta de toda institución, la
que hace que funcione”.
HOGÂR / 5
HOGÂR / 5
Diferentes áreas del hogar
cimientos
El núcleo de esta organización
lo forman el propio Utrera y el
subdirector, Víctor Hugo Castillo,
quienes residen en el hogar las 24
horas del vía, y viven y conviven
con los residentes. Mano a mano
con ellos colabora la trabajadora
social, Dolores Mosquera, que
gestiona el historial social de los
internos.
Y completan la plantilla del hogar
el administrador, José Manuel
Mendoza -que se ocupa de
gestionar y controlar las cuentasy la cocinera, Encarna Queijo, de
cuyas manos salen los menús de
toda la semana, combinando con
imaginación y creatividad los
alimentos disponibles. La mayoría
llegan a través de donaciones que
provienen esencialmente del Banco
de Alimentos, pero también de
empresas y comerciantes, aunque
algunos, como la carne o la fruta,
se compran cuando son necesarios
para completar una dieta sana y
equilibrada.
Otros servicios se encuentran
externalizados para una mayor
eficiencia y un menor coste. Así,
se ha contratado a una profesional
para atender la enfermería del
hogar adaptando su funcionamiento
a los patrones actuales vigentes
en la materia. Se estableció
un protocolo para repartir la
medicación y se crearon registros
de las distintas prestaciones
prodigadas a los residentes:
controles de peso, tensión arterial,
curas, tratamiento de diabéticos,
etcétera.
También se han producido mejoras
en cuanto a la higiene y el cuidado
personal de los que viven en la
institución. Antes esta tarea se
encomendaba a algunos residentes,
de manera que los más autónomos
debían velar por la higiene de los
más dependientes. Ahora, una
auxiliar de geriatría se hace cargo
de estas tareas, y controla que todo
el mundo se duche, que las camas
estén hechas y las habitaciones
organizadas. Del mismo modo,
la limpieza diaria la realiza una
empresa exterior, si bien esta
tarea es asumida por un grupo de
residentes los fines de semana.
“Hasta ahora, el trabajo
se realizó con buenas
intenciones. Nosotros
las mantenemos, pero
añadiendo una gestión
profesional”
Diego Utrera, director
NUEVA ETAPA
El director, el subdirector
y la trabajadora social
forman el núcleo duro
de esta nueva etapa. La
plantilla fija se completa
con el administrador
y la cocinera
“Al dejar estos asuntos en manos
de profesionales podemos estar
seguros de que funcionan, y
establecemos una organización
de la convivencia diaria, una base
sobre la que trabajar”, explica
Utrera. Y, desde ahí, se marca el
camino hacia una vida normalizada,
que se refuerza con una cartera de
actividades y servicios. En palabras
del director: “Procuramos ofrecerles
conocimientos, hábitos y prácticas
útiles para la vida diaria, como la
actividad de inicio a la informática,
que acabamos de poner en marcha,
o el taller de habilidades sociales.
Para eso contamos con el apoyo de
una terapeuta ocupacional”.
Por otra parte, y como una vía más
de integración, el hogar ha llegado
a un acuerdo con el Ayuntamiento
para que los residentes puedan
participar en actividades en
el exterior, como natación o
gimnasia. De este modo, cuidan su
salud al tiempo que mejoran sus
habilidades sociales. “Esta es una
oferta que nos gustaría ampliar, y
estamos buscando el apoyo de otras
instituciones para conseguirlo, para
que cada uno tenga la oportunidad
de acercarse a lo que más le
interese”, sostiene Diego Utrera.
Aquellos residentes que lo
desean también pueden emplear
sus habilidades para ayudar al
buen funcionamiento del hogar,
trabajando en la cocina, en labores
de intendencia o cultivando la
pequeña huerta habilitada junto
al edificio, entre otras cosas, pues
siempre hay algo que hacer.
Otros servicios como
la enfermería o la
limpieza, se encuentran
externalizados
“Establecemos una organización
pensada para ser compatible
con la sociedad. Queremos
que todos los residentes sean
capaces de desenvolverse por sí
mismos, ir al médico o salir a
tomar un café. Nuestra meta es
ir más allá de proporcionarles
bienestar y cuidados”, explica el
director. “Muchas de las personas
que llegan a nuestras puertas
tienen graves secuelas de sus
experiencias anteriores. Físicas,
en algunos casos, pero, sobre todo,
psicológicas. Por lo tanto, queremos
ayudarles a recuperarse”, añade.
Esto empieza por establecer
pautas de conducta básicas, como
comer en horas fijas, ducharse y
mantener un mínimo de orden
personal. Son cuestiones que es
fácil olvidar cuando uno duerme
en la calle, pero que ayudan a
“reestructurar una mente dañada”.
Las normas, y el contenido que se
oculta tras ellas, tienen la virtud
terapéutica de devolverles a las
personas el autorrespeto. Como
señala Utrera, “en estos casos, no
hay medicinas milagrosas, la cura
se consigue día a día”.
HOGÂR / 7
Otras dependencias del hogar, con la cocinera, la auxiliar de geriatría y la enfermera
Aquellos residentes
que lo desean pueden
emplear sus habilidades
para ayudar al buen
funcionamiento del hogar
No obstante, Sor Eusebia no
funciona como un cuartel, sino
como un hogar familiar. Como
explica su director, “quienes viven
aquí disponen de bastante libertad,
a cambio de asumir también
algunas responsabilidades.
Además, ellos saben que siempre
hay alguien para ayudarles,
aunque no siempre nos vean, y
eso les da más seguridad que un
control estricto”.
Como novedad, del 9 al 13
diciembre, se organizó una semana
cultural con la colaboración
de colectivos como la Casa de
Andalucía, la Tuna de Veteranos, y
los coros Allegro ma non troppo y el
grupo de teatro Entre lusco e fusco,
ambos formados por miembros
del Centro Socio-comunitario
del Barrio de Las Flores. Los
propios residentes interpretaron, el
jueves día 12, dos piezas de teatro
breve y escenificaron algunas
escenas humorísticas. También
se celebraron torneos de ajedrez,
dominó y tute.
Para Diego Utrera, el siguiente
paso debería ser “pensar en la
reinserción laboral. Dadas las
secuelas y comportamientos
problemáticos de muchos de ellos,
es casi imposible que consigan un
empleo normal por su cuenta, pero
existen programas especializados
que pueden serles de utilidad. Así,
podrían obtener independencia y
recursos económicos, lo que nos
permitiría que algunos, con apoyo
y tiempo, logren reincorporarse
a la sociedad”.
Por otra parte, la institución
ha ultimado acuerdos con las
La institución ha llegado
a un acuerdo con el
Ayuntamiento para
ofrecer actividades como
natación o gimnasia
universidades de Santiago y A
Coruña para que los estudiantes
de Trabajo Social y Terapia
Ocupacional, respectivamente,
puedan realizar prácticas en el
hogar. “De este modo, no solo
contaremos con ayuda, sino
que se nos reconocerá como
un organismo formador.”
“Para las personas que
viven aquí no hay medicinas
milagrosas, la cura se
consigue día a día”
Diego Utrera
El Hogar Sor Eusebia, declarado
de Utilidad Pública por el
Gobierno de España y premio
Melvin Jones del Club de Leones,
ha cambiado mucho desde aquel
refugio que solo aspiraba a darle
un techo y una comida caliente
a quienes más la necesitaban.
Y, durante esta nueva etapa,
cambiará aún más, siempre por el
bien de los que menos tienen y a
los que pocos quieren.
NUEVA ETAPA
Diego Utrera:
“Me interesó el Hogar Sor Eusebia
por el gran valor social de su trabajo”
El nuevo director vive y convive con los residentes,
a quienes conoce y trata cara a cara
Por A. LOSADA
D
iego Utrera es la cabeza
visible del equipo que dirige
el Hogar Sor Eusebia en su
nueva etapa. Desde mayo de este
año ocupa el puesto de director
del albergue y pone su amplia
experiencia al servicio de la
institución y sus residentes.
Nacido en el Puerto de Santa
María (Cádiz), en 1950, emigró
a Francia en su juventud. Allí
se licenció en Psicología y se
formó como director de centros
sociales, en un programa de 700
horas homologado por la Escuela
Nacional de Salud Pública del
país galo. En 1979 fue nombrado
director adjunto de un centro de
día para niños psicóticos, situado
HOGÂR / 9
Permaneció allí tres años, hasta
que cruzó de nuevo la frontera
española. Trabajó durante algún
tiempo en un centro geriátrico de
Málaga, hasta que pudo jubilarse
por la Seguridad Social francesa.
“Estuve un tiempo sin hacer
nada, pero se me hizo muy cuesta
arriba”, recuerda Utrera.
Fue entonces cuando vio en la
prensa un anuncio del Hogar Sor
Eusebia, en el que se solicitaba un
nuevo director. Según él mismo
explica: “La oferta me interesó por
el gran valor social que percibí en
ella. La vi como una oportunidad
de ser útil y poner un broche a
mi carrera profesional”. Así, llegó
al Lugar de Mazaido, dispuesto a
capitanear una nueva etapa para
la institución.
En Francia, fue responsable de
un hospital de niños psicóticos
y de un complejo de centros
para adultos discapacitados
en la localidad de Senlis, en el
departamento del Oise, unos 40
kilómetros al norte de París.
En 1987 regresó a España,
para hacerse cargo del
departamento de Servicios
Sociales Especializados en el
Ayuntamiento de Jerez, puesto en
el que permaneció durante una
década y media. Con el cambio de
siglo, en 2000, regresó de nuevo
a Francia, cuando recibió una
oferta para trasladarse a Beuvais
a dirigir un complejo de dos
centros sociales, uno destinado
a adultos con deficiencias
mentales y otro para residentes
que sufrían tanto discapacidad
psíquica como física.
Utrera ha dirigido el
Departamento de
Servicios Sociales
Especializados del
Ayuntamiento de
Jerez y un centro
geriátrico en
Málaga
“Es curioso, pero en mis últimos
años, cuando todo el mundo
busca un puesto relajado, yo me
he incorporado a uno realmente
exigente en el plano físico. Estoy
disponible 24 horas al día y siete
días a la semana, pero no me
arrepiento. Sé que lo que estoy
haciendo vale la pena”, asegura.
Utrera vive en el hogar, y convive
en todo momento con sus
ocupantes, a los que conoce cara
a cara. La puerta de su despacho
está siempre abierta, y desde
allí resuelve consultas y afronta
los problemas del día a día, con
un estilo que aúna cordialidad
y eficiencia. Tanto se ocupa de
coordinar las visitas al médico
de los residentes como revisa
los desperfectos en el edificio o
atiende a un recién llegado que
necesita un nuevo par de zapatos.
Nada de lo que sucede en Sor
Eusebia le es ajeno.
NUEVA ETAPA
Víctor Hugo Castillo:
“No he renunciado al hábito, mi
labor siempre será la caridad”
El subdirector del Hogar
Sor Eusebia, antiguo
hermano misionero,
ha sido un testigo de
excepción del cambio
de etapa que vive la
institución Por A. L.
V
íctor Hugo Castillo representa,
en cierto modo, la nueva
etapa que se abre en el Hogar
Sor Eusebia. Miembro de los
Hermanos Misioneros de los
Enfermos Pobres, llegó al hogar
durante los últimos meses en los
que estuvo bajo la dirección de
esta asociación de fieles y chocó
con la forma de hacer las cosas en
aquellos momentos. Fue testigo de
la transición en primera persona y,
en una decisión que define como
“muy dura y difícil”, optó por dejar
la vida consagrada y continuar en
el hogar, ayudando a los demás,
como subdirector del centro y
mano derecha de Diego Utrera. “No
he renunciado al hábito, mi labor
siempre será la caridad”, aclara.
Nació hace 30 años en la capital
de Perú, Lima. Y a los 26, supo que
quería dedicar su vida a ayudar a
los demás. Entró en los Hermanos
Misioneros y fue destinado al norte
del país andino, a un refugio para
necesitados. “Allá las causas de la
pobreza extrema son muy distintas
y tienen más que ver con la vejez y
el abandono, pero no se ven tantas
enfermedades mentales”, explica.
Dos años después, su presencia fue
requerida en España, y se trasladó
a Vigo, al hogar que la asociación
regenta en Teis. Permaneció allí
durante casi un año, hasta que fue
destinado a A Coruña para servir de
relevo generacional en Sor Eusebia.
En el edificio de Bens se encontró
con que “las cosas no funcionaban,
aunque intentábamos ayudar”.
Se esforzó al máximo, siempre
por el bien de los residentes, y su
trabajo llamó la atención de la junta
directiva.
Cuando se puso en marcha la
nueva etapa del hogar, José Vicente
Martínez Rico, presidente del Hogar
Sor Eusebia, no quiso prescindir
de Víctor Hugo Castillo, pues
Entró en la vida religiosa a
los 26 años y realizó trabajos
humanitarios en Perú, hasta que
se trasladó a Vigo
HOGÂR / 11
“Las cosas no funcionaban
con los hermanos, aunque
intentábamos ayudar”
se paraban a saludarme, me pedían
consejo e incluso me invitaban a
sus casas. En España no ocurre lo
mismo, se ha perdido esa relación”.
consideraba que aún tenía mucho
que aportar, así que le pidió que se
quedara. Para el joven peruano, esta
oferta supuso un terrible dilema.
“Puso a prueba mis convicciones”,
asegura. Él era consciente de que
en el hogar se estaban realizando
muchas buenas obras, y que la
labor de los Hermanos Misioneros
era “mejorable”, pero al mismo
tiempo se sentía obligado hacia la
iglesia.
Llegado el momento de decidir,
“tenía que escoger lo que realmente
quería: vestir un hábito o servir a
los demás con la ayuda de Dios.
Esa luz la vi en el momento en que
los hermanos se fueron y quedé
en manos del Señor”, explica el
subdirector de Sor Eusebia.
Para entender el conflicto de Víctor
Hugo Castillo, hay que situarse
en su lugar. En Lima, optó por la
vida religiosa para ayudar a los
necesitados, por ser la vía más
habitual en Sudamérica. Para él,
abandonar el hábito suponía, en
cierto modo, traicionar los valores
a los que ha decidido dedicar
su vida. “En Perú, los religiosos
están asociados con los trabajos
humanitarios. Allá, cuando salía a
la calle con el hábito, las personas
“En mi país, cuando salía
a la calle con el hábito,
las personas se paraban
a saludarme e incluso me
invitaban a sus casas”
“Ahora, los residentes viven
mejor, están más contentos
y mejor atendidos, y así nos
lo hacen saber”
Ahora, Víctor Hugo es testigo
de excepción de la nueva etapa
del hogar, en la que colabora
mano a mano con el director,
Diego Utrera, y con la trabajadora
social, Dolores Mosquera, con
quienes forma “un equipo muy
bien compenetrado”, según sus
propias palabras. “Colaboramos
perfectamente y nos entendemos
porque tenemos el mismo
objetivo: el bienestar de los
residentes, hacer todo lo posible
para que tengan una buena calidad
de vida”.
El subdirector apoya a Diego Utrera
en la gestión diaria, asume un
papel de proximidad y confianza
con las personas que viven en Sor
Eusebia, y se ocupa de solucionar
todos los imprevistos que puedan
surgir. De hecho, el inicio de esta
entrevista hubo de retrasarse por
una llamada urgente del Banco de
Alimentos. Disponían de varios
kilos de verdura para donar, pero
era necesario ir a recogerlos cuanto
antes. Tras el aviso de Utrera,
Víctor Hugo salió inmediatamente
a buscar las provisiones que tan
necesarias son para atender a los
allí alojados.
“Somos un equipo muy
bien compenetrado, porque
tenemos el mismo objetivo:
el bienestar de los demás”
“No tengo dudas de que los
cambios que la junta directiva
ha realizado son buenos. Los
residentes viven mejor, están más
contentos y mejor atendidos, y así
nos lo hacen saber”, concluye Víctor
Hugo Castillo, cuyo compromiso
con los más necesitados le ha
llevado a cruzar un océano y a
atravesar la frontera de la vida
seglar. Por su mirada, queda
claro que no se arrepiente.
NUEVA ETAPA
Dolores
Mosquera:
“El trabajo es duro, pero es raro el
día que no me saca una carcajada”
Por A. LOSADA
L
a trabajadora social Dolores
Mosquera tuvo su primer
contacto con el Hogar Sor
Eusebia a principios de 2012,
durante el ocaso de la gestión
de los Hermanos Misioneros de
los Enfermos Pobres. Su buen
entendimiento con los residentes
hizo que la directiva la tuviese
en cuenta para la nueva etapa,
y ella aceptó gustosa la oferta.
“El cambio ha sido enorme, y va
mucho más allá de las simples
cuestiones organizativas. Hay que
verlo para creerlo”, señala.
En la actualidad, Dolores
Mosquera es un pilar fundamental
para el buen funcionamiento del
hogar y se muestra orgullosa
del trabajo que realiza. “Es duro,
no lo niego, y tiene un fuerte
componente vocacional. Pero para
mí es una gran satisfacción, me
llevo una alegría con cada avance,
cada pequeño detalle positivo.
Sinceramente, es raro el día que
no me sacan aquí una carcajada”.
Una sonrisa involuntaria se
dibuja en su rostro cuando
explica que ha conseguido que
un chico con un grave trastorno
autista, incapaz de relacionarse,
la salude todos los días cuando
llega. “Antes se escondía detrás
de las puertas, y se pasaba allí
“Me llevo una alegría con
cada avance, con cada
pequeño detalle positivo”
horas. En su caso, un ‘hola’ diario
fue un gran logro”, afirma la
trabajadora social.
Su currículum es extenso
y variado. Trabajó en el
departamento de servicios
sociales de los ayuntamientos
de Sada y Verín, en el área de
valoración de discapacitados
de la Consellería de Traballo
e Benestar. También tuvo
responsabilidades en el servicio
autonómico de adopciones, en
un colegio de educación especial
y en un centro de dependientes.
Fue coordinadora del Servizo de
Axuda no Fogar, en el municipio
de Arteixo, y formadora del
programa Rede Xiana de la
Diputación de A Coruña.
En el hogar, desempeña una
función muy amplia, y está
presente allí donde se le necesita.
Empieza por recibir y valorar
las demandas de ingresos que
llegan desde otras instituciones,
HOGÂR / 13
“Procuro velar por los
intereses de los residentes
y defender sus demandas,
cuando son razonables”
su hijo padece esquizofrenia,
porque es una dolencia que
se asocia a los asesinos de las
películas”, explica la trabajadora
social. De ahí surgen muchos
desencuentros, que no pocas
veces terminan con una persona
durmiendo en la calle.
exterior del hogar, incluyendo el
trato con los familiares.
“A menudo, las familias
no quieren saber nada
de sus parientes internos
en Sor Eusebia”
como centros sanitarios,
ONG’s o colectivos sociales.
A continuación, evalúa las
necesidades de cada residente,
tanto las demandadas como las
detectadas, para poder realizar
un proyecto de inserción
individualizado. Acompaña en
los trámites administrativos
cuando la situación lo requiere,
gestiona las solicitudes de
cambio de centro y propone
(tras un adecuado estudio)
las determinaciones de grado
capacidad, discapacidad y
dependencia ante la Fiscalía.
También se ocupa de solicitar las
ayudas a las que los residentes
pudieran tener derecho y, en
general, de cualquier actividad
relacionada con la proyección
“Hablar con las familias no
siempre es sencillo –asegura
Dolores Mosquera–. La mayoría
están muy quemadas, porque el
trato diario con estas personas
no es fácil. Aquí están en un
ambiente organizado y saben que
hay unas normas y unas figuras
de autoridad, además de un
control médico. Saben donde están
los límites. Pero en casa no tienen
nada de eso, allí es más fácil que
dejen de tomar su tratamiento, o
que acompañen las pastillas de
una cerveza. Eso se traduce en un
comportamiento más agresivo,
que acaba estropeando la relación
con los parientes”.
“La enfermedad mental
sigue siendo un tabú. Pocos
reconocen que una persona
cercana la padece”
No es extraño que los familiares
no quieran saber nada de los
residentes del hogar o, incluso,
que sean estos los que prefieran
no hablar con ellos. “Existe
mucho desconocimiento en torno
a las enfermedades mentales, y
no hay un servicio de apoyo a
las familias para tratar con ellas.
Además, son un tabú. Casi nadie
quiere reconocer que su tío o
A veces, porque así es la
naturaleza humana, la
reconciliación llega por la vía
económica. Cuando el Hogar Sor
Eusebia consigue que alguno
de sus residentes reciba una
pensión, algunas familias vuelven
a mostrar interés en su antigua
oveja negra. E incluso se ocupan
de que tenga de nuevo un hogar.
En el día a día el trato con las
personas que viven en el alberque
ocupa buena parte de la jornada
de Dolores Mosquera: “A menudo
tengo que hacer de psicóloga y
practicar medidas de contención,
ayudarles a calmarse si se enfadan
o se ponen nerviosos. Hay que
discutir mucho con ellos para
confrontarlos con la realidad. La
mayoría tienen enfermedades
mentales, o patologías asociadas a
las adicciones, y tienen una visión
distorsionada de la realidad, por lo
que les cuesta reconocer las cosas
tal como son”.
Cuando es necesario, la
trabajadora social se enfunda
la bata de profesora y realiza
tareas educativas, enseñando
a los residentes a gestionar su
propio dinero, entre otras tareas
cotidianas. Y también ejerce de
correa de transmisión entre los
residentes y la dirección del
hogar, a la hora de trasladar
peticiones y solicitudes. “Procuro
velar por sus intereses y defender
sus demandas cuando son
razonables. En resumen, que hago
de todo”, sentencia, entre risas.
NUEVA ETAPA
José Manuel
Mendoza:
“Tenemos que ser eficientes
con nuestros recursos para
dar un servicio de calidad”
El contable señala que
el hogar cerrará 2013
con unos ingresos de
275.000 euros, todos
ellos invertidos en los
servicios a los internos
Por A. LOSADA
L
a contabilidad es uno de
los pilares fundamentales
de cualquier organización e
institución. Da igual lo buenas
que sean las intenciones que
alimentan su actividad, si las cifras
no cuadran, está abocada al fracaso.
Sor Eusebia no es una excepción a
esa regla, pero cuenta con un buen
profesional para vigilar que los
números no se tiñan de rojo, José
Manuel Mendoza, contable, que
desde septiembre de 2012, trabaja
en pos de unas cuentas saneadas.
Mendoza fue uno de los primeros
en sumarse al equipo que
representa la nueva etapa de
la institución, y asegura que
cuando llegó se encontró “una
contabilidad un tanto deslabazada”.
Y su primera tarea fue adaptarla
al Plan General Contable para
Entidades No Lucrativas, de
obligado cumplimiento a partir de
2012. “Ahora presentamos nuestros
balances en el formato requerido
por las administraciones y tratamos
de clarificar toda la información
sobre ellos”, explica.
Tiene una larga experiencia
profesional en distintas
Los residentes que disponen
de ingresos aportan al hogar un
75% de los mismos, pero esa
contribución no alcanza para
pagar las facturas
empresas del sector mercantil,
de la construcción y de las
telecomunicaciones. Los
números no guardan ya muchos
secretos para él. Sin embargo,
en Sor Eusebia aprendió a ver su
trabajo con otros ojos, desde una
perspectiva solidaria. “El enfoque es
muy diferente –explica–, aquí no se
trata de de maximizar el beneficio
empresarial o contable, sino de
administrar de manera eficiente y
de prestar un servicio de la mejor
calidad posible”.
La clave de su labor en el hogar
es “sacar el máximo partido de
los escasos recursos de los que
disponemos”. El hogar terminará el
año 2013 con unos ingresos en torno
a los 275.000 euros, de los que hasta
el último céntimo se ha invertido
en mantener y mejorar los servicios
de la institución. Y la gran mayoría
de estos fondos provienen de tres
fuentes principales, tres pilares que
sostienen el edificio de Sor Eusebia.
El primero son los propios
residentes. Aquellos que reciben
pagas entregan el 75% de las
mismas para ayudar a mantener
el hogar pero, como puede
imaginarse, esa contribución no
alcanza para pagar las facturas.
“De las 59 personas que viven aquí
actualmente, solo el 70% tiene
algún tipo de ingreso mensual. Y, de
estos, casi todos perciben pensiones
no contributivas. La mayoría de las
aportaciones de los residentes son
de 274 euros al mes”, explica José
Manuel Mendoza. Es decir, una
cifra que a penas cubriría los gastos
más elementales de la gran casa del
Lugar de Mazaido.
Tan solo el 22% de los ingresos
de la entidad provienen de las
administraciones públicas, a través
de subvenciones del Ayuntamiento
de A Coruña, la Diputación
Provincial y la Consellería de
Traballo e Benestar de la Xunta de
Galicia. Son instituciones que, de
una forma u otra, han colaborado
con la obra del Hogar Sor Eusebia
casi desde sus inicios, y que se ha
mantenido durante los últimos
años, ya que la reorganización del
HOGÂR / 15
La generosidad de los 375
socios es imprescindible para
que Sor Eusebia pueda seguir
realizando su tarea de ayudar
a quienes han cruzado la
frontera de la exclusión social
El tercer pilar son los
aproximadamente 375 socios
del hogar, cuya generosidad es
imprescindible para que Sor
Eusebia pueda seguir realizando
su tarea de ayudar a quienes han
cruzado la frontera de la exclusión
social. “Muchos son personas
humildes, que nos aportan tres
o seis euros al mes, porque no
pueden permitirse más. Otros
llegan hasta los 20 y otros prefieren
realizar un solo pago al año, para
aportar cantidades superiores”,
señala el contable. Cada cual da
lo que puede y como puede, pero
aún así, todos estos ingresos
sumados no bastan para cubrir
la manutención, atención sociosanitaria y alojamiento de las 59
personas que tienen su hogar en
Sor Eusebia.
hogar de un modo más profesional
y eficiente ha permitido que cumpla
los requisitos para presentarse a
sus convocatorias públicas y ha
mejorado sus posibilidades de éxito.
En este sentido, José Manuel
Mendoza agradece las aportaciones
de las administraciones, sin las
que el hogar no podría sobrevivir,
pero lamenta que solo lleguen “a
través de ayudas que se convocan
puntualmente y en las que hemos
Tan solo el 22% de los fondos
de la entidad provienen de las
administraciones públicas
El resto de los recursos
necesarios para el
funcionamiento del hogar
son donaciones particulares
de competir con otras muchas
instituciones similares. Creo que
en aquellos casos, como el nuestro,
en los que se realice una labor
constante y probada, deberían estar
más abiertas a firmar convenios de
larga duración, que nos garanticen
los ingresos mínimos para salir
adelante”. Así, podría reducirse la
dependencia de las contribuciones
puntuales, sin “tener todos los años
una espada de Damocles encima”.
El resto de los recursos necesarios
para esta obra solidaria se alcanzan
con tesón, perseverancia, una pizca
de suerte y mucho de generosidad.
Proviene de donaciones de
particulares e instituciones,
mecenas de los que hablamos
en estas mismas páginas, y que
no siempre aportan dinero, sino
alimentos, ropa u otro tipo de
ayuda. En torno a los pilares ya
mencionados, ellos ponen el techo
y los muros que cobijan a los
residentes.
“Sobrevivimos, pero nunca
estamos seguros de los recursos
con que contaremos. En Navidad,
por ejemplo, aumentan las
colaboraciones puntuales. Y de vez
en cuando, muy de vez en cuando,
alguien nos deja en herencia algún
bien o alguna cantidad de dinero.
Con confianza, seguimos adelante”,
sentencia José Manuel Mendoza.
REPORTAJE
llave del cuarto donde se guarda
la ropa; necesita un pantalón
limpio para uno de los residentes.
Un día
en Sor Eusebia
Los internos
colaboran
en algunas
tareas como
la recogida
de comida, la
preparación de
las mesas y la
limpieza de las
habitaciones
Por ALBERTO LEYENDA
Son las diez de la mañana de un
lunes de diciembre, el sol empieza
a derretir la helada de la noche
anterior sobre los campos de
Bens y el hogar registra un trajín
que recuerda al de cualquier
centro de trabajo. La mayoría de
internos llevan ya dos horas en
pie, han desayunado y ordenado
sus habitaciones y han hecho sus
camas. Un grupo de ellos salió
con el subdirector, Víctor Hugo
Castillo, a buscar un cargamento
de comida al Banco de Alimentos.
Otros están en sus tareas
habituales, ayudando en la cocina
o en la lavandería. Unos pocos
hacen cola ante la enfermería
para que se les practiquen sus
curas diarias.
En su despacho, el director, Diego
Utrera, analiza con Amparo Otero
una lista de precios de pescados
y mariscos. Están preparando los
menús especiales para las fechas
más señaladas de la Navidad.
Todo el centro está ya decorado
con guirnaldas, árboles y otros
adornos típicos de la época
navideña, actividad a la que se
han dedicado los internos el fin
de semana, explica el director.
Interrumpe la conversación la
auxiliar de geriatría, para pedir la
La mañana es el momento de la
jornada que registra un mayor
movimiento. Aunque no hay
toque de diana, los internos se
despiertan hacia las ocho, algunos
porque ponen sus propias
alarmas, otros por el ruido de
los compañeros de habitación.
Antes de las nueve, cuando
está marcado el desayuno, los
que necesitan medicación, que
son mayoría, ya han tomado la
primera dosis del día.
Para lo único que suena el
timbre es para las comidas: a
las nueve, a la una y a las ocho
y media de la tarde. Varios de
los internos coinciden en que se
encuentran más cómodos con
la mayor autonomía de la que
gozan en esta nueva etapa. Antes,
comentan, la disciplina era más
severa y el cumplimiento de
los horarios más rígido. “Ellos
saben cuándo tienen que hacer
cada cosa, no hace falta tocar la
trompeta”, señala Diego Utrera.
La mañana es el momento de
la jornada que registra un mayor
movimiento; aunque no hay
toque de diana, los internos
se despiertan hacia las ocho
Fuera acaba de llegar la furgoneta
con los alimentos. Como el
pequeño patio -que también
hace de aparcamiento- está
atestado de coches, la maniobra
se complica. Los residentes, entre
risas, dirigen a Víctor Hugo
Castillo, que se toma con humor
las bromas. Una vez aparcado
el vehículo, una docena –varios
de los cuales han sido llamados
por megafonía- proceden a la
descarga, que hacen de manera
ordenada y rápida, a través de una
eficaz cadena. Es una tarea que se
realiza cada quince días, así que
está perfectamente engrasada.
HOGÂR / 17
REPORTAJE
Varios internos coinciden en que
se encuentran más cómodos
con la mayor autonomía de la
que gozan en esta nueva etapa
Uno de los coches que llenan el
aparcamiento es el de Guillermo
y Rocío, una pareja de jubilados,
socios del centro, que han venido
por iniciativa propia a traer algo
de ropa y comida. Hace cerca
de un año que conocieron la
labor de Sor Eusebia, buscando
organizaciones benéficas de la
ciudad con las que colaborar.
Se quedaron impactados con su
trabajo, así que decidieron aportar
su grano de arena, afiliándose y
donando periódicamente lo que
está en su mano.
Al poco rato de vaciar la
furgoneta con la comida, Víctor
Hugo Castillo se vuelve a marchar
con otro grupo, esta vez al puerto.
Ha atracado en la ciudad un
trasatlántico que va a cambiar las
mantas y sábanas de sus camas y
las donarán a distintas entidades,
entre ellas el Hogar Sor Eusebia.
Dentro del edificio, un goteo
constante se acerca por el
despacho de la trabajadora
social, Dolores Mosquera, a
la que tratan con gran cariño.
“Nunca la vi entrar con cara
seria, siempre tiene una sonrisa.
Eso es una maravilla”, comenta
uno de los internos. Entre otras
obligaciones, ella administra el
dinero de aquellos que tienen
problemas para controlar sus
gastos. También gestiona el
tabaco de algunos, para evitar que
fumen en exceso. La imagen de
un puñado de residentes apurando
sus cigarrillos en el patio es una
constante durante toda la jornada.
“Ellos saben cuándo tienen que
hacer cada cosa, no hace falta
tocar la trompeta”
Diego Utrera
Hacia las doce, de manera
espontánea, se organiza una
numerosa cola frente a la
enfermería. Toca la segunda
toma de medicación, esta vez
repartida por la enfermera, que,
desde el pasado mes de junio,
trabaja en el Hogar durante
cuatro horas al día. Destaca lo
“bien acostumbrados” que están a
tomar sus medicamentos, muchos
para afecciones psiquiátricas. A su
llegada, resalta, le sorprendió la
amabilidad y el buen carácter de
los residentes, cuando se esperaba
un perfil más conflictivo. También
ella se ocupa de lidiar con las
citas médicas, pero como ese
lunes había huelga en la sanidad
ningún interno acudió a los
centros médicos.
Dolores Mosquera administra
el dinero de aquellos que tienen
problemas para controlar
sus gastos y también gestiona
el tabaco de algunos
Mientras, en la cocina, Encarna
Queijo ayudada por dos
residentes, da los últimos toques
al menú. De primero habrá
lentejas, para combatir el frío,
y de segundo pescado frito con
patatas cocidas. Para la noche
está prevista una sopa y una
fideuá con chipirones, gambas y
otros productos del mar. “Comen
bien, muy variado”, señala. Las
mesas del comedor están ya
perfectamente puestas, trabajo
que hacen también los internos. A
la una suena el timbre y todos van
tomando asiento.
Es después de comer cuando se
registra una caída en la actividad.
Los internos se retiran a sus
habitaciones, a descansar o a ver
la televisión. Es en este momento
cuando el hogar se transforma en
un auténtico “remanso de paz”,
tal y como lo definen algunos
residentes y algunas visitas
puntuales de los colaboradores.
A partir de las cuatro vuelve a
comenzar el movimiento.
“Nunca la vi entrar con cara
seria, siempre tiene una sonrisa.
Eso es una maravilla”, comenta
uno de los residentes sobre la
trabajadora social
Algunos bajan a la ciudad a dar
un paseo o tomar un café, otros
hacen lo propio por la zona
de Bens. Los que están en la
lavandería y en el ropero
–ordenando la ropa, planchándola,
zurciendo algún descosido–
vuelven a sus tareas. Aunque el
día que se hizo este reportaje no
les tocaba, dos veces a la semana
van a la piscina y al gimnasio,
en el Palacio Municipal de los
Deportes de Riazor. También,
por las tardes, voluntarios
y alumnos de prácticas de
terapia ocupacional organizan,
junto con la terapeuta, otras
actividades, como juegos, talleres
informáticos, de manualidades y
de habilidades sociales.
Además, justo ese lunes, 9 de
diciembre, se estaba ultimando
la función enmarcada en la
semana cultural, que tendría
Después de comer los internos
se retiran a sus habitaciones y
el hogar se transforma en un
auténtico remanso de paz
lugar el jueves siguiente. Cuatro
de los internos interpretarían
dos pequeñas obras. Alguno de
los actores andaba por el centro
con el guión en el bolsillo,
para poder ojearlo en cualquier
momento y aprenderse su papel.
Asimismo, haciendo gala de
su origen andaluz, el director
promovió una suerte de chirigotas
para que los internos cantasen
a los empleados. Por ejemplo,
con la melodía de una conocida
canción cubana, le cantaron a
la enfermera, llamada Cristina,
aquello de “María Cristina me
quiere empastillar, y yo le sigo, le
sigo la corriente...”. Una muestra
clara del buen ambiente que reina
en el Hogar Sor Eusebia.
Testimonios
HOGÂR / 19
Historias de exclusión,
historias de esperanza
Siete internos cuentan cómo el Hogar Sor
Eusebia cambió unas vidas condicionadas por
el alcoholismo y los problemas psiquiátricos
Por ALBERTO LEYENDA
La vida de los que habitan en el
Hogar Sor Eusebia está marcada
por el desgarro, por la soledad,
por la exclusión. Pero cada uno de
ellos tiene su propia historia, con
sus condicionantes particulares.
Algunos internos, por su origen
social o por sus problemas
psiquiátricos, responden al tipo
de perfil que la sociedad asocia
a estos centros. Otros son gente
que tenía un trabajo y una familia,
y a los que las circunstancias
empujaron a la autodestrucción.
Siete de los residentes nos
cuentan sus trayectorias vitales,
sus ilusiones, también sus miedos.
“Me gasté todo en
juergas, alquileres y
coches. Cuando tienes
pasta todos son amigos
tuyos, después ni te
conocen” A.A.H.l
Y cómo Sor Eusebia los ha
rescatado del abismo.
El alcohol es un factor presente
en la mayoría de estas historias.
Es el caso de A. A. H. C., que llegó
al centro hace quince meses
desde el Complejo Hospitalario
de A Coruña. Allí estuvo un mes,
a causa de un ictus mal curado
La vida de los que habitan
en el Hogar Sor Eusebia está
marcada por el desgarro,
la soledad y la exclusión
que había padecido tiempo antes.
En su día, hacia 2005, dirigió
una academia de oposiciones y
de informática, pero el negocio
no funcionó. Después trabajó
como relaciones públicas para
un local nocturno, ambiente
en el que empezó a frecuentar
compañías que resultaron poco
recomendables.
Para cubrir gastos, vendió una
propiedad inmobiliaria por
más de 200.000 euros, pero el
dinero se esfumó “en juergas,
alquileres y coches”. El cuerpo
dijo basta y sufrió el accidente
cerebrovascular. Entonces pidió
ayuda a su hermano, ingeniero
de caminos, que vive en Oviedo.
En la ciudad asturiana estuvo un
año en la cama recuperándose,
periodo del que le han quedado
secuelas en las rodillas. “Pero allí
no tenía nada, así que me volví
a A Coruña”, cuenta. Pero, una
vez en casa, se encontró con que
aquí tampoco podía contar con
nadie: “Cuando tienes pasta todos
son amigos tuyos, después ni te
conocen”.
Ahora ya no bebe. En el centro se
encuentra a gusto, y la natación y
el gimnasio le
ayudan a curar
sus maltrechas
articulaciones.
A sus 56
años, A. no
se resigna
y confía en
reinsertarse
en la sociedad.
“Estaré aquí
dos años
más y luego
alquilaré una
habitación
en la ciudad
y buscaré
un trabajo”,
dice con
convicción.
Otro de los
que está
seguro de que
volverá a la
TESTIMONIOS
V. C. es ciego y tras superar
su alcoholismo está tramitando
los papeles para poder vender
cupones de la ONCE
vida fuera de Sor Eusebia es V.
C., que es ciego. En la actualidad
está tramitando los papeles para
poder vender cupones de la ONCE.
Hace años ya desarrollaba esa
actividad, pero su adicción al
alcohol provocó que la entidad
le retirase la autorización. Si no
le dan plaza en A Coruña se irá a
cualquier otra ciudad española,
pero nunca volverá a establecerse
en su pueblo natal, Ribeira,
donde consumía su pensión no
contributiva y las limosnas que
conseguía en alcohol y en pagar
una habitación.
V. se muestra afable y hablador,
y no duda en bromear con los
empleados del hogar con los
que se cruza. Mantiene una gran
autonomía, y de hecho él solo
da largos paseos desde Bens
hasta la trama urbana de la
ciudad. Destaca el gran cambio
que percibió desde la entrada
del nuevo equipo: “Agora se
preocupan máis pola xente”.
También A. F. aspira a reinsertarse
en la sociedad. El suyo es un caso
atípico, pues solo cuenta con 26
años. Muy joven abandonó su
casa, debido a las malas relaciones
con su madre, para sumarse a una
comunidad religiosa en
O Barco de Valdeorras, donde
hacía de pastor de ovejas. Sin
embargo, una serie de conflictos
que no quiere detallar le
provocaron una inestabilidad
mental que le condujo a un centro
psiquiátrico en Toén (Ourense).
Desde allí llegó hace ocho meses a
Sor Eusebia, donde ha encontrado
la paz. Ahora ha podido retomar
sus estudios primarios, que había
dejado de lado en su día. Todas
las tardes va al instituto y por las
noches, después de cenar, estudia.
De momento, los resultados son
buenos, cuenta. En ese sentido,
agradece el apoyo que le ofrece
el personal del centro. También
ha mejorado la relación con su
familia, con la que no ha perdido
el contacto. “Quiero ser una
persona que viva sola, que pueda
hacer su propia vida”, afirma.
En cambio, otros residentes han
descubierto en el centro su lugar
en el mundo. Uno de esos casos
“Quiero ser una persona que
viva sola, que pueda hacer
su propia vida” A. F
HOGÂR / 21
“Estoy cómodo,
no me falta de
nada. Estoy
muy agradecido”
J.L.P.
“Quiero que me dejen siempre aquí, no voy a
estar mejor en otro lugar porque volvería a un
hábito perjudicial” J.J.C.
es el de J. L. P. Lleva aquí diez
meses, y, a sus 50 años, no se le
ocurre un sitio mejor para él. La
mayor parte de su vida la pasó
pidiendo en la calle, de albergue
en albergue. El lustro anterior
a su entrada en el hogar estuvo
viviendo en una casa abandonada
en Burela. Allí trabajaba en el
puerto, en la descarga de pescado,
pero lo poco que ganaba apenas
le daba para saciar su adicción al
alcohol. Un día, una enfermera
jubilada lo vio en la estación
de ferrocarril, consumiendo un
cartón de vino, y se lo llevó para
su casa. También se preocupó
de contactar con el centro y de
gestionar su ingreso en él.
“Esa mujer me dio la vida, si no es
por ella estaría muerto”, asegura
J.L. Tiene cuatro hermanos, de
los que no sabe nada desde hace
cinco años. Uno
de ellos, el varón,
está casado en A
Coruña. “Pero no
consigo contactar
con él, mi familia
no sabe que estoy
aquí”, explica.
Como siempre le
gustó la cocina, en
el centro se ofreció
para ayudar a
preparar las
comidas, actividad
que desarrolla con
gran entusiasmo.
“Estoy cómodo
aquí, no me falta
de nada. Estoy
muy agradecido
por todo lo que
hacen”, sentencia.
En una línea
similar se expresa
J.C.C.: “Quiero que me dejen
siempre aquí, no voy a estar mejor
en otro lugar porque volvería a
un hábito perjudicial”. Ese hábito
nocivo es una vez más el alcohol,
al que se enganchó con 18 años, a
raíz de un accidente de moto que
le dejó incapacitado para trabajar.
Los problemas mentales asociados
le llevaron al psiquiátrico de Toén
en el que le recomendaron Sor
Eusebia. De eso hace cuatro años
y cuatro meses.
Así pues, también ha vivido
la transición entre la anterior
dirección y la actual, y coincide
con sus compañeros en que “todo
ha mejorado” con el nuevo equipo.
J.C. desempeña uno de los turnos
de recepcionista, en el que se
encarga de atender el teléfono,
del servicio de megafonía, cuando
lo requiere la dirección, y estar
pendiente de abrir y cerrar el
portal. En su caso no ha dejado
de ver a su familia, que de vez en
cuando lo va a visitar. En otras
ocasiones es él quien vuelve a
casa, y de hecho preveía pasar
con los suyos la Nochebuena.
Junto a los que mantienen la
esperanza de volver a integrarse
TESTIMONIOS
Junto a los que mantienen la
esperanza de volver a integrarse
en la sociedad y a los que han
encontrado su sitio en el hogar,
otros han perdido la ilusión
en la sociedad y a los que han
encontrado su sitio en el hogar,
hay un tercer grupo: el de los
que han perdido la ilusión,
carecen de expectativas y asumen
su estancia en el centro con
resignación. Dos de ellos también
han querido contar su historia,
aunque, significativamente,
piden mantener el anonimato y
rechazan ser fotografiados.
Uno es de Mugardos, y recuerda
con precisión el día que entró
en Sor Eusebia, el 21 de julio
de 2010, después de estar 51
días hospitalizado a causa de un
“colapso total” producido por la
mezcla de alcohol y ansiolíticos.
Tiene 48 años y entró en barrena
después de quedarse en paro. Fue
un familiar el que le recomendó
el centro, y aunque tenía sus
reparos –sobre todo porque estaba
gestionado por religiosos– aceptó
que era la única vía de salida, pues
por sí mismo no podía valerse.
“Fue un choque, un palo”, señala.
Antes de perder el empleo trabajó
para varias empresas auxiliares
del naval ferrolano. Ahora le
cuesta mirar hacia adelante. “¿Mi
futuro? No lo sé, ni lo piensas,
vives al día, no tienes ilusión
por nada”, responde cuando se
le pregunta por sus expectativas
vitales. En este sentido, comenta
que en sus paseos por la ciudad
ve situaciones relacionadas
con la pobreza que nunca había
presenciado. “Y yo con 48 años, ¿a
dónde voy? ¿Salir fuera a buscar
trabajo? Ya soy mayor para eso”,
concluye.
Otro de los que vive con
resignación su estancia en Sor
Eusebia es ya veterano, pues lleva
unos nueve años en el Hogar.
Entró para curar su alcoholismo,
objetivo que ha logrado, y le
gustaría poder hacer una vida
como la de cualquier trabajador.
“Pero como no puede ser, hay que
aguantarse”, indica. Es parco en
palabras y denota incomodidad
ante las preguntas por su vida
personal.
Trabajó muchos años en la
Marina Mercante, pero en
una revisión le detectaron
“un desgaste muy fuerte en la
columna”, y le prohibieron volver
a embarcar. Su adicción al alcohol
acabó por romper su matrimonio,
del que nacieron cuatro hijos,
con los que mantiene el
contacto. Sin embargo, la falta
de medios económicos le aboca
a permanecer, contra su deseo,
en el centro. Con todo, es un
pilar fundamental en la actividad
“¿Mi futuro? No lo
sé, ni lo piensas,
vives al día, no
tienes ilusión por
nada”, dice un
residente que
prefiere permanecer
en el anonimato
diaria de Sor Eusebia,
pues se encarga de
acompañar a los otros
residentes al médico.
Es él quién habla con
los doctores cuando se
trata de internos que no
se valen por sí mismos,
y el que atiende a las
explicaciones sobre los
tratamientos a seguir.
“Soy más conocido en el
hospital que el pupas”,
comenta en la única
concesión al humor
durante la entrevista.
SEMANA CULTURAL
HOGÂR / 23
Los residentes salen a escena
Sor Eusebia organizó una semana de actividades culturales que culminaron
con la representación de dos obras teatrales por parte de cuatro residentes
Por ALBERTO LEYENDA
Durante la semana del
9 al 13 de diciembre
el Hogar Sor Eusebia
acogió su I Semana
Cultural, una apuesta
de la nueva dirección
por crear un programa
de actividades
teatrales, musicales y
de ocio estructurado
y con vocación de
futuro, de forma que
se establezca como
una cita anual. Hasta
el momento, en el
centro se realizaban
actuaciones puntuales,
“pero no de forma
organizada”, explica el
director, Diego Utrera.
El plato fuerte tuvo
lugar el jueves 12, con la
representación por parte
de cuatro residentes
de dos pequeñas obras
teatrales, de corte
humorístico, y algunos
sketchs. Se trata de la
primera vez que un
grupo de internos se
atreve a subirse al
escenario, lo que fue
posible en parte por la
labor de la terapeuta
ocupacional, Nuria
Suárez. A tenor de las
carcajadas del público,
que llenaba el salón
del centro, el éxito fue
rotundo.
de sus colaboradores,
entre ellos miembros
de la Asociación María
Auxiliadora.
Entre los asistentes
se encontraban varios
miembros de la junta
directiva de la asociación
con el presidente, José
Vicente Martínez Rico,
a la cabeza. También
acudieron el concejal
de Servicios Sociales
del Ayuntamiento de A
Coruña, Miguel Lorenzo,
el plantel completo
de trabajadores de
Sor Eusebia y varios
Después de las
escenificaciones, también
se entregaron los
trofeos a los internos
ganadores de los
torneos de ajedrez, tute
y escoba. Para finalizar
la jornada, residentes
y profesionales se
unieron en el escenario
para entonar una
chirigota basada en
fragmentos de canciones
populares. Cada una
Residentes y trabajadores se unieron en
el escenario para entonar una chirigota
basada en canciones populares
Público asistente, entre ellos, el concejal Miguel Lorenzo
de esas melodías
estaba dedicada, en
tono humorístico, a los
empleados del centro.
Y para la última estrofa
tenían reservada una
sorpresa especial: el
agradecimiento expreso
a Pepe do Pato, que
es el apodo de José
Vicente Martínez Rico
y el pseudónimo que
utilizaba en sus escritos.
El presidente, situado en
primera fila, recibió con
los ojos abiertos y entre
risas la alusión.
“Son pequeñas locuras
controladas que de vez
en cuando airean los
pasillos del hogar”,
comenta Diego Utrera.
Al margen del día de
producción propia,
a lo largo de esa
semana los residentes
pudieron disfrutar
de las actuaciones
del coro y del grupo
de teatro del Centro
Socio-Comunitario de
Traballo e Benestar del
Barrio de las Flores, de
la Tuna de Veteranos y
del coro de la Casa de
Andalucía.
LA SEDE
JACOBO RODRIGUEZ-LOSADA, arquitecto
“Con el nuevo edificio
busqué albergar al máximo
número de personas
en el mínimo espacio”
No me fui a una arquitectura moderna, de filigranas
y techos planos, sino a un edificio funcional, fácil de
limpiar y de conservar en buen estado
Por PACO DOCAMPO
Jacobo RodríguezLosada Allende es un
arquitecto coruñés
de éxito. De fama le
viene al galgo: su
abuelo y su padre
también ejercieron
el noble arte de la
arquitectura. Y no
termina ahí la saga
porque dos de sus
hijas siguen sus
pasos profesionales.
Sobrino de Carmen
Rodríguez-Losada, es
el autor del proyecto
y de la dirección de
obra de la actual sede
de Sor Eusebia, en
cuya construcción
se invirtieron 100
millones de pesetas.
Trabajos que realizó
desinteresadamente
como también ha
hecho con otros
edificios que fueron
promovidos por su tía
para dar cobijo a los
que menos tienen y
a los excluidos de la
sociedad.
¿Cómo le llegó el
encargo de realizar el
proyecto de la sede del
Hogar Sor Eusebia?
Por mi tía Carmiña
(Carmen RodríguezLosada). Su profesión
era ayudar a la gente
y, cuando podía,
me implicaba a
mí. Ya en 1991 me
había encargado
que proyectase una
residencia para
niños abandonados
en Betanzos, que
finalizamos al año
siguiente. Y, cuando Sor
Eusebia tuvo que dejar
la casita de la Torre, a
causa de la edificación
del paseo marítimo,
me pidió a mí el nuevo
edificio. Lo llevamos
a cabo en 1994, y en
2005 firmé también
una ampliación. Tras
la muerte de mi tía,
sin embargo, he tenido
menos contacto con
la asociación. Para mi
tía diseñé, también, el
Hogar Santa Lucía, para
mujeres abandonadas, y
la residencia Remanso,
de la tercera edad. Ella
no descansaba nunca,
porque sabía que para
fundar una asociación
benéfica se necesita
corazón, no dinero.
¿Qué criterios
inspiraron el
proyecto, desde
el punto de vista
arquitectónico y
funcional?
Busqué albergar al
máximo número de
personas en el mínimo
espacio, y que el
mantenimiento fuese
muy barato. No me fui
a una arquitectura
moderna, de
filigranas y
techos planos, sino a
un edificio funcional al
cien por cien, fácil de
limpiar y de conservar
en buen estado. Al
mismo tiempo, cumplía
todos los requisitos de
la Xunta de Galicia para
centros de este tipo.
¿Qué opinión le
merece la labor que
se realiza en Sor
Eusebia?
Recuerdo que
funcionaba muy bien,
y que las personas que
dormían allí recibían
un trato excelente.
Disponían de mucha
libertad, y tenían un
sitio donde dormir
mientras quisiesen. En
este sentido, A Coruña
es una ciudad con
mucha cobertura social,
gracias a instituciones
como esta, Padre
Rubinos, la Cocina
Económica...
¿Cómo era su tía?
Era monja, y lo dejó para
cuidar a mis abuelos. Y
HOGÂR / 25
Mi tía Carmiña sabía
que para fundar una
asociación benéfica
se necesita corazón,
no dinero. Por ayudar
a los demás, hipotecó
hasta su casa
cuando ellos murieron,
empezó a ir por las
cárceles, los hospitales
y las calles recogiendo
a quien lo necesitaba.
Por ayudar a los demás,
hipotecó hasta su casa.
Ese es su perfil
público pero, ¿cómo
era en familia?
Era muy abierta y, como
no tenía hijos, siempre
estaba con nosotros.
Comía y cenaba en casa
de sus hermanas, y allí
iba también cuando
estaba enferma y era ella
quien necesitaba que la
cuidasen. Era una mujer
que no se detenía ante
nada, que conseguía
todo lo que se proponía,
y que hizo milagros.
¿Recuerda alguna
anécdota?
Hay una que contamos
mucho en mi familia,
a la que llamamos el
milagro de don Eduardo.
Fue cuando el Deportivo
jugó la final de
la Copa del
Rey contra
el Valencia
en 1994,
aquel partido
que tuvo que
suspenderse
por la lluvia.
Iban empatados
a unos, y faltaban
diez minutos por
jugar. El día que iba a
terminarse el encuentro,
mi tía apareció en mi
estudio y me pidió que
le dejase ver la tele,
“un minuto solo”. Decía
que había hablado con
su padre, Eduardo, que
llevaba años muerto
y que, como era muy
deportivista, le habia
prometido un gol en el
primer minuto. Pasaron
50 segundos de juego
y marcó Alfredo. En
cuanto lo vio, Carmiña
se levantó y se fue,
diciendo “ya está”.
¿Por qué cree que
no volvió a la vida
religiosa?
Creo que se dio cuenta
de que ella tenía que
hacer más cosas en
el mundo que estar
en un convento. Ella,
como otras dos de sus
hermanas, pertenecía a
la orden de las Esclavas
del Sagrado Corazón de
Jesús, cuya misión de
Era (Carmen
Rodríguez-Losada)
una mujer que no se
detenía ante nada,
que conseguía todo
lo que se proponía,
y que hizo milagros
educar a las niñas se ha
quedado obsoleta desde
que el Estado asume la
enseñanza. Ahora tienen
colegios concertados, en
los que han renunciado
a su ideario, y creo que
Carmiña lo percibió así.
¿Cómo fue su muerte?
Muy tranquila. Tenía
un cáncer desde hacía
varios años, que se la
acabó llevando. Falleció
en casa de su cuñada,
Proyecto de
ampliación
Emilia, rodeada por sus
seres queridos.
¿Nunca tuvo crisis de
fe?
Nunca. Ella siempre
estuvo muy ligada a sus
hermanas monjas, hasta
que murieron. Una llegó
a ser secretaria general
de las Esclavas, y la otra
acabó siendo carmelita,
y estuvo de misionera
en Filipinas.
¿Y momentos de crisis
en su vida social?
Siempre se las
arreglaba para cumplir
sus compromisos. Tenía
una calidad humana
que le permitía llevarse
bien con Fraga, con
el alcalde de Oleiros
y con Paco Vázquez.
Eso sí, tenía una idea
de cómo debían de
ser las cosas, pero
no siempre coincidía
con las normativas
autonómicas o
municipales.
¿Qué relación
mantenía con la gente
a la que ayudaba?
Muy buena y nada
proselitista. Ella
los cuidaba y se
preocupaba de que
estuvieran atendidos,
A Coruña es una ciudad
con mucha cobertura
social, gracias a
instituciones como el
Hogar Sor Eusebia,
Padre Rubinos, la
Cocina Económica...
pero les dejaba tomar
sus propias decisiones.
¿De dónde sacaba el
dinero?
Se movía como podía.
Buscaba socios, y
conseguía préstamos a
bajo o ningún interés.
Ella se movía bien por
la ciudad, porque era
muy querida por todo el
mundo, y siempre solía
sacar algo.
¿Cómo valora la
trayectoria de su tía?
Ha sido una de
las personas más
importantes de esta
ciudad, y una de
las más vinculadas
al bienestar de los
pobres. Lo hizo todo
sin alardear, pero sin
detenerse nunca. Fue
una mujer feliz.
ENTREVISTA
José Vicente
Martínez
Rico
“Ayudando
a los demás,
me ayudo a
mí mismo,
soy feliz”
Hacer el bien
no tiene límite,
porque siempre
se pueden hacer
más cosas,
siempre hay
espacio para
ayudar sobre
todo en estos
tiempos de crisis
HOGÂR / 27
¿Cómo nace el Hogar?
Yo vivía en la calle Betanzos, en A Coruña. Una
Nochebuena, cuando salía con toda mi familia a la
Misa del Gallo, encontramos un mendigo en el portal.
Resultó ser maño, como la familia de mi mujer, así
que nos quedamos charlando con él. Empecé a pensar
en cómo podía ayudarle, y también a otros en su
misma situación, para que no durmiesen en la calle.
En aquel momento, ya me defendía bastante bien
económicamente, y pensé que podía invertir algo en
esta causa, sin miedo a arruinarme. En mi cabeza,
visualizaba una casita en la que los excluidos sociales
pudieran cobijarse ante una gran pota de caldo, un
plato que para mi es exquisito (ríe).
José Vicente Martínez Rico es un hombre
hecho a sí mismo. Nació en Miño, en 1940,
en el seno de una familia de comerciantes.
Sus padres eran propietarios de un
establecimiento en el que vendían un poco
de todo: alimentos, telas, muebles...Desde
pequeño, al igual que sus dos hermanos, no
hizo otra cosa que trabajar. Sus progenitores
no querían que estudiara. Aún así, siempre
tuvo inquietud para aprender. Preparó
su ingreso al bachillerato, a escondidas,
sintonizando una emisora educativa del
instituto laboral de Betanzos. Los estudios
medios los realizó en el servicio militar. Hizo
el preparatorio en la Escuela de Náutica de
A Coruña y en Madrid inició los estudios de
ingeniero técnico que abandonó para crear
su primer negocio de envases de plástico.
Le fue bien, se casó y hoy es propietario de
media docena de empresas en los sectores
de la marmolería, carpintería, maquinaria,
herramientas y ropa de seguridad. También
tiene intereses en el sector inmobiliario. De
profundas convicciones religiosas, nada de lo
que le ocurre al prójimo más necesitado le es
indiferente. Solidario y misericordioso es el
fundador y presidente del Hogar Sor Eusebia.
Por PACO DOCAMPO
¿Qué hizo para llevar esa idea a la práctica?
Me informé de todas las iniciativas similares que
existían en A Coruña. Visité la Obra de la Señora,
y me entrevisté con su fundador, que me enfrió un
poco los ánimos. Yo quería hacer una cosa sencilla,
para ayudar a quien no tenía techo, pero él me hizo
ver que existían bastantes trabas administrativas.
Sin embargo, no abandoné el plan y seguí dándole
vueltas, hasta que al cabo de un mes, me llamó
Carmen Rodríguez-Losada.
¿Por qué le llamó?
Porque ella también había ido a la Obra de la Señora
con una idea similar, y allí le dieron mi contacto.
Fue ella la que me convenció de crear una asociación
para que el trabajo tuviera continuidad el día que yo
faltara. En paralelo, mantenía relación con Heliodoro
de Vicente, desde que le había comprando la fórmula
del OxiNo, que aún hoy exploto comercialmente. Era
un hombre encantador, y nos hicimos muy amigos.
A través de él conocí a Sor Eusebia. La figura de esa
monja me impactó mucho y me hice muy devoto de
ella, incluso fui a Huelva con don Heliodoro para
visitar el convento donde vivió y escuchar de primera
mano los testimonios de gente que la había conocido.
De niña, fue mendiga
y anduvo con su padre
pidiendo limosna por los
pueblos de Castilla. Por
Los fundadores
eso, cuando empezamos
fuimos mi mujer,
con la asociación, quise
ponerle su nombre.
Isabel, Carmen
Carmen RodríguezRodríguez-Losada,
Losada tenía otra
denominación pero
Josefina Salorio,
accedió a mi propuesta.
María del Carmen
Por supuesto, también
invité a Heliodoro de
Nogueira, don
Vicente a colaborar con
Heliodoro y Pedro
nosotros, y se apuntó
encantado.
Díaz Casteleiro,
Usted, Heliodoro de
Vicente y Carmen
Rodríguez Losada fueron,
entre otros
ENTREVISTA
pues, los fundadores del
Hogar de Sor Eusebia.
En realidad, los
fundadores fuimos diez,
porque Carmen y yo
llamamos a algunos de
nuestros amigos para
constituir la primera
junta directiva. Los dos
solos no hubiéramos sido
capaces. Estaban también
mi mujer, Isabel, Josefina
Salorio, María del
Carmen Nogueira, el ya
citado don Heliodoro de
Vicente y don Pedro Díaz
Casteleiro, entre otros.
¿Donde se constituyó la
asociación?
En una casa de la calle
Rubine, en el domicilio
de una amiga de Carmen
Rodríguez-Losada. Allí se
redactó el acta, y allí la
firmamos todos.
¿Cuáles fueron los
siguientes pasos?
Yo ya había mantenido
contacto con José
Fernández Pernas, el
presidente de Renacer.
Poco después de la
constitución, me llamó
porque había encontrado
una casa que nos podía
interesar, cerca de la
Torre de Hércules. Fui
inmediatamente a hablar
con la propietaria, y la
alquilamos por unas
6.000 pesetas al mes.
Hicimos rápidamente
los arreglos necesarios,
con la ayuda de muchos
benefactores.
¿Cómo captaron a los
primeros residentes?
El primero fue un chico
de Vigo, que dormía
cerca de la capilla de
San Roque. Era un
lugar con ratas, y él les
había puesto nombre.
Accedió en seguida a
acompañarnos. Se corrió
la voz y rápidamente
El primer residente
que tuvimos fue
un chico de Vigo,
que dormía cerca
de la capilla de San
Roque, en un lugar
lleno de ratas
En la primera
etapa, el centro
estuvo dirigido
por Luis Caramés,
un hombre que
trabajaba con
drogadictos
Al equipo de
Luis Caramés lo
sustituyó el de
los Hermanos
Misioneros de los
Enfermos Pobres.
En aquel momento,
fue una excelente
solución
Nos fuimos de
la Torre a Bens
porque la casa nos
fue expropiada
para hacer el paseo
marítimo
tuvimos siete personas, todas las que cabían en la
casa en aquellos momentos. Poco a poco la fuimos
ampliando, incluso con una vivienda prefabricada
que nos regalaron y que montamos en el huerto.
Después, don Heliodoro compró un terreno adyacente
y pudimos crecer más. Llegamos a tener hasta 30
residentes... Recuerdo que un día me llamó Carmen,
como era habitual, para avisarme de que había
llegado uno nuevo, que era ciego. Fui a conocerlo
y, en cuanto lo vi de lejos, me di cuenta de que era
Luisiño, un chico que había sido vecino mío en Miño,
al que no veía desde hacía 30 años. Le di un abrazo, y
cuando le dije quien era, se quedó estupefacto.
Aún hoy sigue en el hogar.
¿Cuál era el perfil de aquellas personas?
Como se dice en los estatutos, eran el desecho de
la sociedad. Los más pobres de los pobres. Aquellos
a los que nadie quería. Tuvimos criminales,
alborotadores, drogadictos...
¿Quién les atendía?
Al principio, el encargado era Luis Caramés, un
hombre que ayudaba a los drogadictos, y que nos
pareció el perfil ideal. Formó su propio equipo y llevó
el Hogar durante años. Hizo una gran labor, pero
terminó por caer en prácticas que no eran deseables,
y no pudo continuar... Contado así, todo parece muy
fácil, pero a lo largo de los años tuvimos toda clase
de problemas... A pesar de todo seguimos adelante,
porque el Hogar Sor Eusebia es algo que forma parte
de mi vida y de mi familia. Es como un hijo más.
¿Cómo fue el relevo del equipo de Luis Caramés?
Carmen Rodríguez-Losada, que era una gran
trabajadora, siempre dedicada al prójimo, pensó en
recurrir a los Hermanos Misioneros de los Enfermos
Pobres, que tenían unas instalaciones en Vigo. Y
hasta allí fuimos los dos. En aquel momento, fue una
excelente solución porque los hermanos trabajaban
por vocación, y nosotros no teníamos dinero para
contratar a profesionales. El hermano Donaire, el
superior de la orden, aceptó en seguida la propuesta.
¿Los hermanos llegaron a trabajar en la Torre?
No, se incorporaron a las nuevas instalaciones en
Bens. Nos fuimos de la Torre porque la casa nos fue
expropiada para construir el paseo marítimo. Carmen,
que tenia buena relación con el alcalde, Paco Vázquez,
consiguió que se comprometiera a financiarnos las
obras de un nuevo edificio. Y el arquitecto Jacobo
Rodríguez Losada, sobrino de Carmen, nos hizo el
proyecto y no nos cobró.
¿Y el solar?
Era de unas escuelas municipales. Nos
fue cedido por el Ayuntamiento en
compensación por la expropiación de
los terrenos que teníamos en la Torre.
HOGÂR / 29
Allí edificamos el actual centro con capacidad para 60
personas.
¿Cómo fue aquella segunda etapa?
Llegamos a un acuerdo verbal con los hermanos para
pasarles una cantidad mensual. Desgraciadamente,
solo pudimos cumplirlo durante dos años porque
después entramos en una muy mala situación
económica. Ellos aceptaron correr con los gastos, y
nosotros pagábamos lo que podíamos. Invertíamos
todas las cuotas de los socios en el hogar, además de
alguna herencia y donativos que recibimos.
¿Cuántos socios tenían?
Unos 500. Es una cifra que, con altibajos, se ha
mantenido estable casi desde los inicios. Supongo
que nos ha fallado el marquéting... Pero, insisto, todos
los recursos de la asociación se invertían en el hogar.
El problema fue que los hermanos, sin nosotros
saberlo, se quedaban con el 75% de los ingresos
de los residentes, ya que muchos de ellos recibían
pensiones no contributivas. Cuando me di cuenta,
no me importó, porque al fin y al cabo dedicaban su
Prescindimos de
los hermanos, con
la colaboración de
los superiores de la
orden, y buscamos
un equipo de
profesionales
Necesitábamos
un director que
aceptase vivir
en el centro, y
contratamos a
Diego Utrera
vida al hogar y estaban
haciendo un buen
trabajo. Ese acuerdo
funcionó durante
unos 20 años, ellos
llevaban el día a día,
y nosotros, la junta
directiva, ayudábamos
en lo que podíamos y
supervisábamos todo.
¿Y qué ocurrió?
Que la sociedad
evoluciona, y la propia
Administración cada
vez exige más por las
ayudas que recibimos
y por principios. Ahora
son necesarias medidas
de seguridad para que
no haya accidentes,
mayor higiene, cuidados
a los enfermos y otras
cosas muy razonables.
En los últimos años,
las inspecciones de la
Xunta detectaron una
serie de cosas que había
que mejorar, pero los
hermanos no estaban por
la labor.
Y ahí empezó la tercera
etapa.
Efectivamente. Apliqué
el conocimiento
empresarial, pensando
en la sostenibilidad
económica. Prescindimos
de los hermanos, con
toda la colaboración
por parte de los
superiores de la
orden, y buscamos
ENTREVISTA
un director y un
equipo profesional,
al menor coste, para
cumplir las exigencias
administrativas y tener
acceso a las ayudas
públicas. Fue como nadar
y guardar la ropa.
¿Qué hicieron?
Reconozco que la crisis
nos ayudó a incorporar a
nuestra plantilla a unos
excelentes profesionales,
a un precio asequible
para el hogar. Encontré
a un excelente
administrador, que
aceptó un contrato de
cuatro horas. Es un gran
trabajador, que puso en
claro de qué recursos
económicos disponíamos
y, a partir de ahí,
completamos el plantel
técnico. Necesitábamos
un director que aceptase
vivir en el centro, y
fichamos a Diego Utrera,
un gran profesional. Con
él, partimos ya de un
planteamiento distinto.
¿Quién completó el
equipo?
En primer lugar,
Víctor Hugo Castillo,
que llegó con los
hermanos misioneros
pero abandonó la
congregación y hoy es
nuestro subdirector.
Nos demostró un
gran compromiso, es
de origen peruano, y
superó todos los trámites
necesarios para trabajar
aquí. Contamos también
con una cocinera
y una trabajadora
social, Dolores, que ya
colabora con nosotros
desde la época de los
hermanos, porque su
figura es indispensable
para una asociación
como la nuestra. La
limpieza la lleva una
empresa externa, al
El 90% de los
residentes tienen
alguna enfermedad,
y nosotros estamos
en condiciones
de ofrecer toda
la atención que
puedan necesitar
La mayoría de los
internos fallecen
en el hogar. Las
personas que viven
allí son difíciles de
reinsertar. No las
quiere ni su
propia familia
igual que otros servicios como la fisioterapia, que
mantendremos en tanto en cuanto podamos pagarlos.
¿Cuál es la cartera de servicios de Sor Eusebia, más
allá del alojamiento y la manutención?
El 90% de los residentes tienen alguna enfermedad
y nosotros estamos en condiciones de ofrecer toda
la atención que puedan necesitar, salvo en el caso de
grandes dependientes. Contamos con un microbús
que todos los días los lleva a las consultas médicas, y,
hasta hace poco, una doctora de la Cruz Roja visitaba
el hogar dos días por semana, de forma altruista.
¿Quiénes viven hoy en el hogar?
Los que no tienen otro lugar a donde ir. Por ejemplo,
tenemos a tres hermanos, todos ellos con graves
problemas psiquiátricos, que no pueden estar con
sus padres..En general, cuando en el Hospital de
A Coruña tienen a alguien con dependencia y sin
recursos, nos lo mandan a nosotros. Hemos acogido
a mucha gente con cánceres terminales que pasan en
Sor Eusebia sus últimos días. Cada dos o tres meses
fallece un interno.
¿Hay personas que van a morir a Sor Eusebia?
La mayoría de los residentes fallecen en el hogar. Las
personas que viven allí son complicadas de reinsertar.
A muchas ni las quiere su propia familia... Recuerdo
a un hombre que pasaba temporadas con nosotros, se
HOGÂR / 31
recuperaba y descansaba,
pero no era capaz de
adaptarse a nuestra
disciplina. Entonces se
marchaba, pero sus padres
no querían que entrase
en casa, por lo que a los
pocos meses volvía a ser
un pordiosero, y regresaba
al hogar. Recuerdo
que un día lo vi en los
Cantones, harapiento, y
le compré un bocadillo.
Estaba durmiendo en un
600 abandonado, frente
a Capitanía. Le convencí
para que volviera con
nosotros.
¿Tienen residentes que
se hayan reinsertado?
Los hay, pero pocos.
Son personas a quienes
la vida ha machacado
mucho, y eso siempre
deja secuelas.
¿Cuál es el futuro de la
asociación?
Hacer el bien no tiene
límite, porque siempre se pueden hacer más cosas,
siempre hay espacio para ayudar sobre todo en
estos tiempos de crisis. Pero, siendo realistas,
tenemos dos caminos posibles: o ampliamos el
hogar para dar cabida a más personas, o acudimos
directamente a las casas de los necesitados para
darles atención y comida. Estos son proyectos a
largo plazo y para desarrollarlos necesitaríamos
apoyo.
¿Cuáles son, entonces, sus proyectos más
inmediatos?
Estoy trabajando para desarrollar la atención a
matrimonios. Hace poco, me encontré en el hogar a
una señora, que venía a visitar a su marido, que es
uno de nuestros residentes. Están pasando una mala
racha y no pueden ni mantener a su hijo, que está
viviendo con los abuelos. Nosotros solo albergamos
a hombres por lo que ella vive en una habitación
que le facilita el Ayuntamiento. Están separados y
solo se ven dos horas al día (se emociona)...
No es justo que les separen las circunstancias
económicas...
Ella estaba sentada allí, sumisa, esperando a su
marido como si fuesen niños en el recreo. Sé
que hay más matrimonios en esa situación y me
pregunto cómo es posible que esto pueda llegar
a ocurrir. Por eso, quiero hacer todo lo posible
para reunirlos.
Disponemos de
algunas habitaciones
vacías y apartadas en
el hogar en las que
podríamos albergarlos.
Comida tenemos, con
la que nos donan, y
espacio también. Serán
para ellos, para que no
estén en la calle.
¿Qué supuso para
usted Sor Eusebia ?
Mucho.
Espiritualmente, me ha
enriquecido. Ayudando
a los demás, me ayudo
a mí mismo. Me siento
feliz porque ¿qué cosa
mejor se puede hacer?
Y gracias al hogar, he
aprendido que no soy
el único que piensa
así, que hay muchos
que están dispuestos
a ayudar. He visto
que en el mundo las
personas buenas son
muchas más que las
malas, muchísimas
más. Como nos enseña
la religión, Dios hizo al
hombre bueno, aunque
a veces el demonio se
salga con la suya.
¿Y cómo percibe su
familia el proyecto Sor
Eusebia? Ya ha dicho
que su mujer estuvo
en la primera directiva
pero ¿y sus hijas?
Saben que es algo
inherente a nosotros,
que es una parte de
nuestra familia. Al fin
y al cabo, todas ellas
asistieron al nacimiento
de la asociación, en
aquella Nochebuena
en la que íbamos a la
Misa del Gallo. Una
de mis hijas, que es
psicopedagoga, es la
vicepresidenta. Y esta
decisión no fue idea
mía, sino de Carmen
Rodríguez-Losada.
Nuestros residentes
son personas a
quienes la vida ha
machacado mucho,
y eso siempre deja
secuelas
Tenemos dos
caminos de futuro:
ampliar el hogar,
para acoger más
personas, o acudir
a las casas de
los necesitados
para atenderlos
y darles comida
Estoy trabajando
para desarrollar
un programa
de atención a
matrimonios
He visto que en
el mundo las
personas buenas
son muchas más
que las malas,
muchísimas más
MECENAS
Asociación
María
Auxiliadora,
siempre junto a
los necesitados
La Asociación María Auxiliadora,
vinculada al Colegio de los
Salesianos y a la parroquia del
mismo nombre en A Coruña, es
uno de los socios más antiguos
del Hogar Sor Eusebia. El vínculo
entre los dos colectivos es sólido, y
está representado por la figura de
Amparo Otero, que forma parte de
las directivas de ambos.
Inmaculada Soto, presidenta de la
entidad desde octubre de este año,
explica que “desde que Amparo
entró en Sor Eusebia, hace unos
veinte años, todos los meses de
enero realizamos un donativo
para el hogar”. Su importe oscila
entre los 400 y los 600 euros,
dependiendo de los recursos
disponibles en cada ejercicio.
“En nuestra asociación no hay
cuotas fijas, cada uno da lo que
puede y cuando puede, y tenemos
que repartirlo. Pero nunca faltamos
a nuestro compromiso con Sor
Eusebia, porque la importancia
de su obra es enorme”, asegura
Inmaculada. Sus fondos provienen
de los donativos que los feligreses
depositan en las capillas de la
iglesia tras el Colegio de los
Salesianos, o directamente bajo la
imagen de la beata de Salamanca
que se guarda en este templo.
En la parroquia están siempre
disponibles, además, los formularios
para hacerse socio del hogar.
La asociación colabora también con
otras causas, como un proyecto de
Club de Leones, comprometidos
con lo más próximo
El Club de Leones La Coruña
Decano lleva casi medio siglo
de compromiso con los más
necesitados en el entorno de la
ciudad, lo que inevitablemente
incluye el apoyo y la colaboración
con el Hogar de Sor Eusebia. Esta
ayuda se ha materializado a lo largo
de los años con aportaciones para
mejorar los equipos de cocina o el
sistema de megafonía. La penúltima
de estas contribuciones fue la
donación de 200 kilos de arroz el
pasado mes de julio.
Y el sábado 30 de noviembre, la
entidad celebró su cuadragésimo
quinto aniversario con una
“Sabemos la labor y las
necesidades de Sor Eusebia.
Muchos de nuestros socios
colaboran con el hogar”
J. L. Álvarez Fernández
Algunos integrantes de la directiva de María Auxiliadora
“Nunca faltamos a nuestro
compromiso con Sor Eusebia,
porque la importancia
de su obra es enorme”
Inmaculada Soto
cooperación en Senegal, un donativo
fijo a la Fundación Juan Soñador,
y el apoyo a diversas misiones
sacerdotales. Además, recaudan
fondos cuando es necesario paliar
alguna tragedia, como el terremoto
de Haití.
cena-tómbola, el 50% de cuya
recaudación se ha destinado a
distintas entidades benéficas, entre
ellas el Hogar. “Sabemos la labor
que hacen y las necesidades que
tienen, muchos de nuestros socios
colaboran directamente con ellos”,
afirma el presidente, José Luis
Álvarez Fernández.
Con todo, José Luis Álvarez
lamenta que el “50 o el 60% de la
ciudadanía” de A Coruña desconozca
una trabajo que, dice, les tiene
“impresionados”. Él mismo, que
lleva un año al frente la junta
directiva del Club, ha visitado varias
veces las instalaciones, experiencia
que la ha propiciado sensaciones
contradictorias: “Es gratificante ver
cómo trabajan con los internos, pero
por otro lado te deja medio desolado
que, por los recortes, no se pueda
hacer mucho más”.
HOGÂR / 33
Pescaderías de As Conchiñas,
la ayuda más fresca
Como cada sábado al mediodía, el
30 de noviembre la furgoneta del
centro, con un grupo de residentes
abordo, se dirigió al barrio de
As Conchiñas para recoger los
productos del mar frescos que
donan la pescadería Mari y los
distintos puestos de la plaza. Se
trata de los excedentes que quedan
sin vender y que si no fuese el
hogar a buscarlos acabarían en el
cubo de la basura. “Es una pena
cuando entre semana tenemos
que tirarlo”, explica una de las
pescaderas.
Uno de los residentes va pasando
por cada puesto y recogiendo la
mercancía: jureles, parrochas,
algunas castañetas y hasta un
pulpo. Ese día el lance no fue muy
copioso. “Una vez se llevaron de
aquí casi 20 cajas a reventar; antes
Panadería Cuns,
un horno de lumbre generosa
“Una vez se llevaron casi
20 cajas a reventar; antes
quizás se les daba más”
Una pescadera
que quede lo menos posible sin
comercializar. El responsable de
uno de los puestos con expositor
vacío comenta: “Hoy no tenemos
nada, bien para nosotros, mal para
ellos”. Su compañera de negocio le
corrige: “Bien para ellos también,
así otro día le podremos dar más”.
personas que realmente necesitaban
lo que para nosotros solo eran
sobras”, recuerda la panadera.
Desde entonces, todos los días,
cuando cierra el establecimiento,
la furgoneta del hogar se acerca
hasta su puerta, donde recibe
un cargamento de pan, bollería,
empanadas y otros productos
valiosos para el estómago. “Para
nosotros, es una satisfacción saber
que toda esa comida se aprovecha
por una buena causa”, sentencia
Fina Nieto.
“Hay quien prefiere tirar la
mercancía antes de donarla.
No es nuestro caso”, asegura
Fina Nieto. Junto a su marido,
Manuel Mourelle, gestiona la
Panadería Cuns, en el número
2 de la calle Santiago de la
Iglesia, en el Agra del Orzan,
y desde hace diez años donan
buena parte de los productos
que quedan en los estantes al
terminar el día a beneficio de
los residentes del Hogar Sor
Eusebia.
“Una de nuestras clientas, con
la que teníamos muy buena
relación, nos preguntó un día
qué hacíamos con lo que no
se vendía. Le dijimos que pan
rallado, torrijas, o ese tipo de
cosas. Y entonces nos habló
de Sor Eusebia, donde había
quizás se les daba más”, comenta
otra vendedora. Y es que con la
caída del consumo propiciada por la
crisis, los establecimientos procuran
ajustar al máximo los pedidos para
“Para nosotros, es una
satisfacción saber que toda
esa comida se aprovecha
por una buena causa”
Fina Nieto
En los últimos años, sin embargo,
la Panadería Cuns ha tenido
que ampliar su labor solidaria.
También ayudan a familias y
vecinos que, a causa de la crisis,
se han quedado sin recursos para
comprar alimentos. Como explica
Fina Nieto: “La gente nos pide
ayuda, y no podemos negarnos.
Preparamos paquetes para
ellos, y solo les reñimos por no
habérnoslo dicho antes”.
MECENAS
Cristina
Bañobre,
toneladas de
patatas y de
buen corazón
Hace años, Cristina Bañobre
escuchaba a menudo a su padre
hablar de un centro de ayuda a los
desamparados de A Coruña. Él tenía
algunos campos en Miño, donde
vive la familia, en los que cultivaba
manzanos como pasatiempo. De
vez en cuando decía: “Vou a Sor
Eusebia”, y se plantaba en las
instalaciones con unas cuantas
cajas de manzanas. Su hija guardó
el recuerdo de esas donaciones y,
cuando hace cinco años montó su
explotación de patatas y cebollas,
no dudó en ponerse en contacto con
la dirección para poner su grano
de arena en forma de toneladas de
estos productos.
“Cando o
precisan,
chámanme
e eu levo un
cargamento.
Suminístrolle
entre 300 e
400 kilos de
pataca e 100
de cebola
ao mes”
Al principio, cuenta, era
ella la que tomaba la
iniciativa, pero desde
hace un año la relación
se intensificó y se hizo
más fluida. “Temos
ese acordo, cando o
precisan chámanme
e eu vou levarlles un
cargamento. O meu
obxectivo é que non
lles falten patacas
e cebolas”, explica
Cristina Bañobre.
Con todo, teme que,
en ocasiones, se
queden sin remesas
y por “reparo” no la avisen. Las
aportaciones dependen de la
temporada, pero calcula que
suministra entre 300 y 400 kilos de
patata al mes y 100 de cebolla.
Siempre que puede va ella en
persona, para “ter constancia de
que está todo correcto”, y para
intercambiar impresiones con la
gente del centro. De sus estancias
allí, Cristina Bañobre –que insiste
en no publicitar el nombre de su
empresa– destaca “o ambiente de
paz incrible” que le inspira “algo
moi especial”.
Central Lechera Asturiana,
un sustento esencial
La delegación de la Central Lechera
Asturiana en Bergondo, tiene
un papel muy relevante en los
suministros alimentarios que recibe
Hogar Sor Eusebia.
Aporta desde hace seis meses la
gran mayoría de los lácteos que se
consumen en el centro. “Cuando
tenemos un excedente de producción,
los llamamos y vienen a buscarlo;
normalmente un par de veces por
semana”, señala Leonardo Bello,
delegado comercial para la provincia
de A Coruña.
económicas cualquier ayuda que
podamos dar creo que es bienvenida”.
Los suministros varían en función de
las circunstancias de producción, pero
suelen oscilar entre diez y quince cajas
“El trabajo del Hogar Sor
Eusebia es muy importante,
y es de agradecer que exista
gente que ayuda a los que
más lo necesitan”
Leonardo Bello
de yogures, a razón de 48 unidades
por caja; y unos 30 cartones de
leche. A veces también se incluyen
algunos quesos.
La colaboración se restableció hace
medio año, después de un “largo
parón”, cuenta Leonardo Bello. Él
asumió el cargo a finales de 2012 y
varios compañeros le transmitieron
que en el pasado, hace unos cuatro o
cinco años, se realizaban donaciones
a Sor Eusebia. Así pues, decidió
retomarlas: “Dadas las circunstancias
Bello todavía no ha tenido
oportunidad de visitar las
instalaciones del Hogar,
pero espera poder hacerlo
próximamente. De todas formas,
considera que la labor del centro
es “impagable” con los más
desfavorecidos. “El trabajo social
que hacen es muy importante en
la sociedad en la que vivimos y
es de agradecer que exista gente
así que ayuda a los que más lo
necesitan”.
Cáritas, un apoyo
en casos graves
Cáritas fue uno de los puntos de
apoyo de Sor Eusebia en sus primeros
años, mediante donativos económicos,
de ropa y comida. Si había riesgo de
que los residentes pasasen hambre o
frío, allí estaba Cáritas para aportar lo
necesario y, con su generosidad, hizo
posible el despegue.
A medida que la infraestructura del
hogar se fue ampliando y mejorando,
esta colaboración fue haciéndose
más esporádica, pero se mantiene en
la actualidad. “Cuando surge alguna
situación difícil, en Sor Eusebia saben
que pueden recurrir a nosotros”,
asegura Mercedes Carrión, directora
técnica de Cáritas en A Coruña.
Desde su punto de vista, “el hogar
realiza una gran labor, porque en esta
ciudad no hay demasiados centros de
acogida. Es, además, una institución
con un espíritu muy especial y
una enorme calidad humana. Es
difícil regentar un centro de estas
características porque siempre surgen
problemas, pero ellos lo consiguen de
manera encomiable”.
“Sor Eusebia tiene un
espíritu muy especial”
Mercedes Carrión
HOGÂR / 35
Panadería Agra,
27 años alimentando
la solidaridad
Casi desde el mismo momento en que
el hogar empezó su labor de asistencia a
los desamparados, tuvo en la panadería
Agra una fuente de solidariedad en
forma de pan y repostería. Todo empezó
cuando María Meizoso, la propietaria,
asumió el negocio. De aquella uno
de los hermanos del centro paraba a
comprar “cuatro o cinco barritas” para
llevar a los internos, y ella le daba los
productos que le sobraban.
“Cuando se despacha toda
la producción se cocinan
por la tarde 20 o 30 barras
para el hogar”
María Meizoso
“Un día nos sobró muchísima
empanada, así que llamamos a la
Cocina Económica y nos pidieron
que se la lleváramos. Pero como no
teníamos ningún repartidor libre
avisamos al hogar, que sí vino a
buscarla. A raíz de eso, siempre le
damos lo que no vendemos”, rememora
María. Todas las noches, 365 días al
año, algún empleado o residente del
centro se pasa por la panadería para
recoger estos alimentos.
Aunque la cantidad varía en función
de las ventas, lo habitual es que se
lleven dos sacos con pan, además de
la pastelería y las empanadas, todo
ello fabricado esa misma jornada.
Los días en que se despacha toda la
producción se cocinan ex profeso
por la tarde “20 o 30 barras para
que no se vayan con las manos
vacías”, explica María Meizoso.
Cada Navidad recibe la invitación
del centro, al que ha acudido varias
veces para comprobar in situ el
“extraordinario” trabajo que realiza.
Banco de Alimentos,
una despensa para los
desfavorecidos
Cuando nació el Banco de
Alimentos de A Coruña,
hace cerca de tres años, el
Hogar Sor Eusebia fue de
las primeras entidades que
solicitó su colaboración, según
cuenta el responsable de
relaciones externas, Antolín
Pardo. Desde entonces, cada
15 días, los responsables del
hogar se acercan a recoger su
correspondiente cargamento de
víveres a la nave del polígono
industrial de A Grela que sirve
de almacén al banco.
Una parte de la comida
llega del Fondo Español de
Garantía Agraria (Fega), y la
otra se recolecta a través de
las distintas operaciones kilo
que se organizan a lo largo
del año. A finales del pasado
noviembre, se realizó una
campaña especial en toda
España. En la provincia de
A Coruña se consiguieron
en dos días un total de 150
toneladas de mercancía.
“Todavía la estamos
clasificando, da gusto ver el
almacén”, comenta Antolín Pardo.
Los suministros se reparten
en función del número de
personas a las que atiende cada
entidad, siempre dependiendo de
posibles limitaciones. Se trata
de un cargamento variado de
“Todavía estamos
clasificando las 150
toneladas que recogimos
en noviembre, da gusto
ver el almacén”
Antonlín Pardo
productos no perecederos, como
pasta, arroz o latas de conserva,
aunque puntualmente se pueden
incluir alimentos frescos. Para
hacer posible que el Banco de
Alimentos en A Coruña cumpla
sus objetivos unos 40 voluntarios
trabajan de manera altruista,
cerca de 30 en el almacén y otra
docena en la oficina, haciendo
tareas administrativas.
No están todos los que son
La solidaridad de los colaboradores de Sor Eusebia es tan grande
que no cabe en estas páginas. Además de aquellos que dan aquí su
testimonio, el hogar también recibe ayuda habitual de la Lonja de A
Coruña, la Refinería de Repsol en Meicence, la asociación Airiños da
Terra, la Fundación Amancio Ortega y la pescantina Concha Vidal,
de Sada, así como de otras entidades y personas que han preferido
mantener el anonimato.
HISTORIA
Todo empezó
con siete camas
y un pozo
El Hogar Sor Eusebia ha recorrido
un largo camino desde sus
orígenes, en una pequeña casa
junto a la Torre, hasta su actual
ubicación en Bens
Por A. LOSADA
El primer paso en el
largo camino que ha
recorrido el Hogar
Sor Eusebia se dio un
24 de diciembre de
1984. Como cuenta
en la entrevista que
publicamos en estas
mismas páginas, José
Vicente Martínez Rico
salía de casa para acudir
con su familia a la Misa
del Gallo. A la salida de
su portal, encontró a un
hombre durmiendo en la
calle, una persona cuya
situación despertó sus
sentimientos cristianos,
y le impulsó a hacer
algo para ayudarle a él
y a otros en similares
circunstancias.
Estado del edificio alquilado para la primera sede de Sor Eusebia
que tomasen forma las
buenas intenciones que
alimentaban este hogar.
Querían “una casita
vieja, que pudiésemos
alquilar barata y
reformar dignamente”,
en palabras del ya
presidente de la
asociación. Y quien
la encontró fue José
Fernández Pernas,
fundador de Renacer, que
no tardó en avisarles.
Estaba en el barrio de
Monte Alto, al pie de
la Torre de Hércules,
y próxima a la antigua
prisión provincial.
Era un edificio
destartalado, de 82
Martínez Rico entró en
metros cuadrados, que
contacto con Carmen
la junta directiva alquiló
Rodríguez-Losada,
por 10.000 pesetas
que había estado
al mes. La reforma
persiguiendo por su
era imprescindible,
cuenta un objetivo
pero aquella naciente
similar, y alistó para
asociación no tenía los
esa causa solidaria
recursos suficientes.
a su amigo, socio y
Fueron el propio
confidente, Heliodoro de
Martínez Rico, el
Vicente. De la suma de
sus tres voluntades, nació constructor Enrique
Álvarez Conchado, el
el Hogar Sor Eusebia,
diseñador de moda
que el 1 de octubre de
1985 quedó inscrito en el Antonio Pernas y el
Registro de Entidades de empresario Francisco
García quienes
la Xunta de Galicia, con
resolvieron este
el número 200.
problema que parecía
insalvable. Ellos y gran
Comenzó entonces la
parte de sus proveedores
búsqueda de un espacio
aceptaron trabajar
físico, un edificio en el
gratis para adecentar el
inmueble.
Poco a poco, con ayuda
de muchas personas,
la idea fue tomando
forma. Se dividieron
siete habitaciones, con
camas donadas por las
Hermanas del Refugio, se
construyó la cocina y un
cuarto de baño y, como
no había traída, se abrió
En la Nochebuena de
1986 abrió las puertas la
primera sede, una casa
alquilada en Monte Alto,
al pie de la Torre
un pozo de barrena para
obtener agua potable.
Así, el 24 de diciembre de
1986, dos años después
de aquel primer impulso
de José Vicente Martínez
Rico, se inauguró el
Hogar Sor Eusebia. Su
primer director fue Luis
Caramés, que había
conocido la iniciativa
por ser compañero de
Carmen RodríguezLosada en Renovación
Carismática.
Esa misma Nochebuena
llegaron los dos primeros
HOGÂR / 37
El Hogar Sor
Eusebia se inscribió
en el Registro de
Entidades de la Xunta
de Galicia el 1 de
octubre de 1985
Autoridades y miembros de la junta directiva, el día de la inauguración
residentes, M. L. y A.
L. Luis y Carmen les
enseñaron la casa y lo
primero que pidieron fue
darse una buena ducha.
Los dos llevaban años
durmiendo en la calle y, a
las pocas semanas, A. tuvo
que ser operado de una
grave úlcera de estómago.
De no haber estado en el
hogar, hubiera fallecido.
“Me tocó la lotería”, solía
decir. Se corrió la voz
de la buena obra que
estaba ya en marcha, y
los siete dormitorios no
tardaron en llenarse. Hubo
que habilitar literas y
aprovechar el espacio, y
allí llegaron a vivir hasta
21 personas.
En aquellos primeros
años, Cáritas y la
Cocina Económica
suministraban la
comida que se les
servía a los residentes,
que se enriquecía
ocasionalmente con
donativos de ciudadanos
particulares. El hogar
era como un Portal
de Belén, en cuya
puerta se depositaban
los donativos, que
mantuvieron viva la obra
de Sor Eusebia hasta que
el número de socios fue
creciendo y garantizó
unos ingresos mínimos.
En enero de 1989, la junta
directiva decidió comprar
la casa de la Torre y
ampliarla, para lo que
recurrieron a un crédito
bancario. José Vicente
Martínez Rico, Heliodoro
Carmen Rodríguez-Losada, Paco Vázquez, Martínez Rico y Julián Barrio
En 1996 se inauguró el nuevo edificio en
Bens, cuyo proyecto realizó gratuitamente
Jacobo Rodríguez-Losada
Uno de los primeros
residentes tuvo que
ser operado de una
úlcera de estómago.
En la calle hubiera
fallecido
de Vicente y Enrique
Álvarez Conchado se
encargaron, una vez más,
de que el grueso de las
obras se realizase a coste
cero. Y al cabo de un año,
la transformación fue
completa. El renacido
inmueble constaba
ahora de 28 dormitorios
individuales, seis cuartos
de baño, comedor, sala
de fumadores, cafetería,
oficinas e incluso una
pequeña capilla. A
quienes lo habían visto
en su estado anterior,
aquello les parecía un
hotel de lujo.
Y, sin embargo, también
terminó por llenarse,
porque es imposible poner
límite a las buenas obras.
De nuevo volvieron las
literas a los cuartos, y de
nuevo se hizo necesario
pensar en un espacio
más amplio. Pero en esta
ocasión, la respuesta vino
dada con las obras del
Paseo Marítimo.
El Ayuntamiento expropió
los terrenos que ocupaba
Sor Eusebia en el entorno
de la Torre, y a cambio
le ofreció a la asociación
el terreno ocupado por
la antigua escuela de
Bens, de unos 6.000
metros cuadrados, y una
subvención de 90 millones
de pesetas para construir
allí una nueva sede.
El arquitecto Jacobo
Rodríguez-Losada
Allende, sobrino de
Carmen, se encargó
desinteresadamente
de elaborar el proyecto
y dirigir las obras. La
primera piedra se colocó
el 15 de mayo de 1995
y, en un plazo de ocho
meses, el nuevo hogar se
convirtió en realidad. La
inauguración oficial tuvo
lugar el 23 de enero de
1996, con la presencia
del entonces alcalde,
Paco Vázquez, y del
arzobispo de Santiago,
Julián Barrio. Con el
traslado a Bens, se inició
la segunda etapa en la
historia del albergue de
Sor Eusebia. Por acuerdo
de la junta directiva, la
administración del hogar
quedó a cargo de los
Hermanos Misioneros
de los Enfermos Pobres,
quienes ya estaban
realizando una labor
similar en Vigo.
La obra no dejó de crecer,
gracias al permanente
apoyo de sus socios y
a la generosidad de los
coruñeses. Se realizaron
varias ampliaciones
en el edificio, siempre
pensando en el bienestar
de los residentes. Y,
precisamente con ese
objetivo en mente, se
abre ahora la nueva
etapa que hemos
detallado en estas
páginas. Un tiempo
nuevo para el hogar.
MEMORIA VIVA
Amparo Otero:
“Lo que hago en Sor
Eusebia no es un trabajo,
es una satisfacción”
Miembro de la junta directiva y
colaboradora de Sor Eusebia desde
hace años, se ha convertido en el
alma del hogar, que visita a diario
Por A. LOSADA
Amparo Otero se convirtió en
colaboradora del Hogar Sor
Eusebia de la mano de una de sus
fundadoras, Carmen RodríguezLosada. “Ya colaboraba con doña
Carmen en las escuelas del caldo
–las Escuelas Populares de A
Coruña–, que había fundado su
abuelo, don Camilo. Trabajé allí
durante 26 años, y tuve la suerte de
conocer a toda la familia. Por eso,
ella pensó en mí cuando se abrió el
hogar en la casita de la Torre”.
Amparo, cuya solidaridad es a
prueba de bomba, es también
animadora social en la Asociación
de María Auxiliadora, en el Colegio
de los Salesianos, y Carmen
Rodríguez-Losada le propuso
HOGÂR / 39
que entrase en Sor Eusebia como
representante de esta primera
institución. Desde entonces, la
colaboración entre ambas entidades
sociales se mantiene, firme,
constante y en beneficio de quienes
más lo necesitan.
En aquellos años, Amparo ponía su
coche a disposición de la institución
benéfica y recorría la ciudad en
busca de los donativos de comida y
ropa para los residentes del hogar.
Sacaba el tiempo de donde podía, ya
que compaginaba sus actividades
solidarias con su jornada de trabajo,
pero poco a poco fue implicándose
más, hasta pasar a formar parte de
la junta directiva, donde ocupa el
cargo de tesorera.
El cambio de
siglo le trajo
dos nietas
y solicitó la
prejubilación
para poder
cuidar de
ellas. Sin
embargo, a
medida que
las niñas
crecieron,
su abuela se
fue repartiendo entre ellas y su
otra familia, la que duerme en Sor
Eusebia. “El presidente me pidió
que, ya que estaba más libre, fuese
de vez en cuando por el hogar,
para ver cómo estaban las cosas. Al
principio venía dos o tres horas, un
par de veces por semana. Ahora, ya
no me sacan de aquí. Hace dos años
que vengo todos los días”.
“El cariño que
recibo de los
residentes
compensa
todo el
esfuerzo
que realizo”
Hoy, Amparo Otero es una pieza
fundamental en el nuevo proyecto
de Sor Eusebia, según reconoce el
nuevo director Diego Utrera: “Tiene
trato con todos los residentes más
antiguos, que confían en ella, y
siempre está pendiente de todas
las cuestiones de intendencia”.
Un paseo con Amparo por las
instalaciones del hogar no deja
lugar a dudas de la veracidad de
estas palabras. Recorre el edificio,
que conoce como la palma de su
mano, sin parar de saludar y de
“Empecé viniendo una o
dos veces por semana.
Ahora no hay quien me
saque de aquí”
recibir muestras de afecto. “Hay
muchachos que son un encanto,
que en cuanto te ven, te preguntan
si necesitas algo, y se desviven por
echar una mano”, asegura.
Está pendiente de todos los
detalles, y cuando advierte algún
problema o desperfecto, se desvive
para solucionarlo. “Acabamos de
cambiar todas las puertas, porque
estaban muy deterioradas. Y
ahora vamos a hacer una reforma
en los baños de la planta baja,
porque cuando la gente se ducha,
sale el agua al pasillo. Poquito
a poco, vamos haciendo todo lo
que hace falta”. Con su ejemplo,
Amparo demuestra que “en la junta
directiva nos desvivimos por los
residentes, todos los recursos que
tenemos los invertimos en ellos,
en asegurar que no les falta de
nada. Queremos que estén bien
atendidos. Este es el hogar de los
que no tienen hogar”.
En sus casi treinta años de relación
con el Hogar Sor Eusebia, ha
vivido toda clase de anécdotas,
en su mayoría positivas. Muchos
“La mayoría de las
personas que están
aquí solo nos tienen
a nosotros. Este es el
hogar de los sin hogar”
de los residentes pasan sin dejar
testimonio de su historia, pues
“algunos prefieren no hablar, y
nosotros no les preguntamos, para
que no les duela”. Pero otros, a
veces por casualidad, dejan entrever
su pasado. “Recuerdo a un chico
que, cuando llegó, me sonaba
muchísimo. Le pregunté de dónde
era, y resultó que había nacido en
mi barrio, y que había estudiado
con mis hijos”. Este joven había
caído en la droga a los 13 años, y
desarrolló tendencias violentas. Una
orden de alejamiento le impedía
mantener contacto con sus padres,
por lo que se había quedado en la
calle. Pero en Sor Eusebia encontró
una segunda vida.
Recientemente, Amparo estuvo
enferma y no pudo acudir al hogar
durante unos cuantos días. Cuando
regresó, este joven le regaló un
dibujo en el que había intentado
retratarla. “Pensé que ya no iba
usted a volver –le dijo-, así que la
“Muchos de nuestros
socios son jubilados, que
nos dan tres o cuatro
euros al mes. Para ellos es
un esfuerzo enorme”
pinté para poder seguir viéndola”.
Con el cariñoso garabato en las
manos, ella se emociona y afirma:
“Esto para mí no es un trabajo,
es una satisfacción. Hace que me
sienta útil, y todo el esfuerzo que
realizo queda más que compensado
por el cariño que recibo de las
personas que están aquí. La
mayoría no tienen a nadie, solo a
nosotros”.
En este sentido, la tesorera
muestra su agradecimiento a los
más de 375 socios y a los muchos
colaboradores de Sor Eusebia, que
son quienes hacen posible que
las buenas obras sigan adelante.
“Tenemos a muchos jubilados, con
la pensión mínima, que nos dan
lo que pueden, tres o cuatro euros
al mes. Puede parecer poco, pero
para ellos es un esfuerzo enorme.
Y entre todos, pasito a pasito,
hacemos mucho bien”.
MEMORIA VIVA
Ricardo
Gómez Pico:
“En Sor Eusebia, ves
una parte de la sociedad
que suele estar oculta”
Me consta que en el hogar hay
personas cuyas familias tienen recursos
más que suficientes para mantenerlos,
pero han preferido abandonarlos
Por PACO DOCAMPO
Ricardo Gómez Pico tiene
69 años, edad que no
aparenta. Humanista y
solidario, hizo sus pinitos en
política: primero en el PSG
y después en La Coruña
Unida -“un grupo de amigos
ilusionados en cambiar la
ciudad”- con la que llegó a
ser concejal. Se retiró de
la vida pública convencido
de que no servía para esta
actividad, en la que se veía
como “un aficionado en un
terreno de profesionales”.
Trabajó durante toda su vida
en el sector de los seguros,
donde empezó con un puesto
humilde y llegó a subdirector
general de una gran
compañía. Después de una
exitosa operación a corazón
abierto, sigue en activo.
Desde 1999 es el secretario
de la junta directiva del
Hogar Sor Eusebia.
HOGÂR / 41
¿Cómo entró en contacto
con el Hogar?
Durante muchos años pertenecí
al Club de Leones Decano, y
fui uno de los fundadores del
Club de Leones Marineda, que
creamos para llevar a cabo nuevas
actividades e iniciativas. Una
de ellas fue la de subvencionar
la cafetería del edificio de Sor
Eusebia, en Bens, que acababa
de inaugurarse. Donamos una
nevera, una máquina expendedora
de refrescos y una cafetera.
Después, les ayudamos a comprar
sábanas y aportamos muebles
para el segundo piso. A raíz de
estas colaboraciones, entablé
trato personal con José Vicente
Martínez Rico. Y un día, tomando
un café, me ofreció el puesto de
secretario de la junta directiva.
Era el año 1999.
Y en ese puesto sigue.
Sí, porque es una asociación en
la que no hay grandes luchas por
ocupar puestos (ríe).
En nuestro país,
muchas veces,
convertimos en
caridad lo que debería
ser justicia
¿Qué impacto recibió cuando entró
en Sor Eusebia?
Me di cuenta de la gran obra
que realiza el hogar. Y de
que en nuestro país, muchas
veces, convertimos en caridad
lo que debería ser justicia.
Instituciones como la nuestra,
la Cocina Económica, Padre
Rubinos, Cáritas... realizan tareas
que debería afrontar el Estado
con nuestros impuestos. Sin
embargo, la experiencia nos
indica que, por muy rico que sea
un país, siempre hay personas
que quedan marginadas, y a
las que solo atiende una parte
de la sociedad civil, de forma
altruista y voluntaria. Sin ir más
lejos, hace dos días, mi mujer,
Carmiña, yo encontramos a un
anciano durmiendo en la calle.
Nos contó su historia, era un
camionero de León, su esposa
acababa de fallecer, y no tenía
hijos. Intentamos convencerle de
que fuese a Sor Eusebia, donde
estaría protegido del frío y tendría
comida caliente. Pero no quiso,
porque no se veía capaz de seguir
las normas. Son situaciones muy
difíciles de resolver.
En Sor Eusebia he visto
como personas que
estaban tiradas en la
calle, sucias y con ropa
harapienta, recuperaban
su dignidad
¿Qué encontró en las personas que
residen en el hogar?
He visto como personas que
estaban tiradas en la calle, sucias
y con ropa harapienta recuperaban
su dignidad. Hay muchos que son
casos perdidos para una sociedad
como la nuestra, pero allí son
felices, dentro de sus problemas.
¿Cuáles son las patologías más
comunes?
Problemas mentales, en su
mayoría. De hecho, durante una
temporada, el psiquiátrico de
Toén, en Ourense, nos remitió a
varias personas que consideraba
reinsertables. En Sor Eusebia, ves
una parte de la sociedad que suele
estar oculta.
¿Las familias se preocupan por los
residentes?
En general, el contacto es muy
limitado. Incluso hay algunos
que, nos consta, tienen familiares
con recursos, pero han sido
abandonados. Solo un diez o un
veinte por ciento reciben visitas
de cuando en vez. Sin embargo,
la suerte que tienen, dentro de su
desgracia, es que la mayoría no
echan de menos esa compañía, a
causa de su estado mental.
¿Cómo es su relación con ellos?
Son personas encantadoras, y
muy agradecidas. Hay infinidad de
anécdotas que podría contar...
Pues cuente alguna, por favor.
Hay un chico con el que me llevo
muy bien, que está en recepción.
Siempre me tutea, pero a veces
llego y me llama “don Ricardo”.
Entonces sé que hay alguien de
fuera esperando (ríe). También
hay otro que tiene una cicatriz de
un corte en la mano, desde hace
dos años. Pero siempre que lo
veo, me la enseña y me dice que
le duele. En realidad solo busca
cariño.
¿Cuáles han sido los momentos
más duros que ha vivido en el
hogar?
En realidad, he vivido
pocos momentos difíciles
personalmente. Si acaso, me han
contando alguna riña entre dos,
que luego al día siguiente ya
estaban tan amigos. Pero no he
tenido verdaderos problemas.
Yo allí soy feliz. Hace poco se lo
explicaba a mi nieto, Alejandro,
que tiene siete años. Le decía
que, en la vida hay una cosa que
cuanto más das, más tienes. “¿Qué
es, abuelo?”, me preguntaba. “La
felicidad”, le dije. Y eso es lo que
pasa en Sor Eusebia, aunque es
difícil de explicar. Hay que vivirlo.
Cuanta más felicidad das,
más tienes. Y eso es lo que
pasa en Sor Eusebia
¿Qué le ha dado a usted Sor
Eusebia?
Ya lo digo, felicidad. Y también
amigos. Considero que los
residentes son mis amigos, y
sé que ellos también me ven
así, sin interés... Puede que sea
imposible, pero a mí me gustaría
que toda la sociedad funcionara
como el hogar, en cuanto a
relaciones de amistad. Cuidamos
unos de otros sin esperar nada.
Yo me preocupo por ellos, y les
MEMORIA VIVA
La Xunta nos exigía cubrir
una serie de puestos
de trabajo, pero no nos
garantizaba el mínimo de
ingresos para mantenerlos
Cuando yo llegué, iniciamos
una campaña de captación
de socios, para lograr unos
ingresos fijos. También
empezamos a luchar por
subvenciones
quiero.... Por ejemplo, había uno
que padecía de alzheimer, que se
perdía, se olvidaba de su cuarto,
y siempre tenía frío. Cuando lo
veía, lo llevaba a su habitación y
le ponía un jersei, y él se quedaba
tan agusto. Es un detalle simple,
ayudas a un hombre y le quitas
el frío, pero a mí me hacía muy
feliz.
¿Qué recuerda de la etapa de los
Hermanos Misioneros?
Ellos cuidaban de los residentes,
pero tenían una absoluta carencia
de organización moderna. El
funcionamiento del hogar se
basaba en la buena voluntad
del presidente y de los otros
miembros de la directiva, pero
no había una estructura que le
diera estabilidad.
¿Y qué hicieron?
Cuando yo llegué, iniciamos una
campaña de captación de socios,
para lograr unos ingresos fijos.
También empezamos a luchar por
subvenciones. Tenemos reuniones
habituales con la Xunta, muchas
de ellas tensas, en las que vamos
consiguiendo ayudas. Poco a
poco fuimos haciendo reformas.
El edificio de Bens se construyó
con habitaciones individuales, en
un 90%. Pero nos dimos cuenta
de que no era lo ideal que los
residentes durmiesen solos,
porque muchos tienen problemas
físicos, y agradecen que alguien
les ayude si se encuentran
indispuestos durante la noche.
Tiramos tabiques y de dos cuartos
individuales hicimos uno triple,
con lo que ganamos plazas y la
gente está más contenta. Por
otra parte, hemos mejorado los
servicios sanitarios, y hemos
encontrado a una doctora
que, voluntariamente, viene a
pasar consulta, al margen de la
asistencia que reciben del Sergas.
Háblenos de la nueva etapa.
La Xunta nos advirtió de
que, si queríamos seguir
recibiendo ayudas, teníamos
HOGÂR / 43
esta Navidad, además de otras
actividades, como viajes o visitas
a museos, para aquellos que
pueden salir. También tenemos
un administrador, José Manuel,
que me ha liberado a mí de
mucho trabajo.
Cuanto más viejo voy, más
me doy cuenta de que
cumplir la ley no puede ser
una excusa para dejar de
hacer lo que debes
¿Cómo funciona la junta directiva
de Sor Eusebia?
Nos reunimos una vez al mes
de forma ordinaria, y debatimos
con toda claridad y sinceridad.
Además, una vez al año,
celebramos la asamblea ordinaria,
a la que pueden acudir los socios,
y en la que presentamos las
cuentas.
que profesionalizar nuestra
estructura. Nos exigían cubrir
una serie de puestos de trabajo
que, desde luego, son muy
necesarios, pero tampoco nos
garantizaban el mínimo de
ingresos para mantenerlos...
De todos modos, nos movimos
y encontramos un excelente
director, Diego Utrera, que ya ha
organizado una semana cultural
Les pregunté (a los
funcionarios) si preferían que
tramitásemos primero los
papeles, mientras se moría
gente de frío en la calle
¿Cuál es la situación económica?
Cerramos los ejercicios de 2011
y 2012 sin déficit, pero fue
gracias a la donación de algunas
herencias. Sin embargo, es un
recurso esporádico con el que no
podemos contar. En 2013, si todo
va bien, finalizaremos también
sin deudas.
¿Y las subvenciones?
Este año, bien, pero en los
anteriores tuvimos algunos
problemas. Recuerdo en 2011 una
reunión especialmente tensa con
los representantes de la Xunta.
Nos exigieron unas reformas y
adaptaciones de las instalaciones,
de golpe, algo que no podíamos
hacer. Les pregunté si preferían
que tramitásemos primero los
papeles, mientras se moría gente
en la calle. Fue en aquel invierno
tan frío en el que fallecieron
varias personas en las calles
en A Coruña. Habíamos hecho
unas obras sin autorización para
acoger a nuevos residentes. Y nos
costó un problema. Cuanto más
viejo voy, más me doy cuenta de
que cumplir la ley no puede ser
una excusa para dejar de hacer lo
que debes.
¿Cómo ve el futuro? ¿Hay relevo?
Desde luego. Ya tenemos gente
joven en la junta rectora, y estoy
seguro que irán llegando más.
Mi ilusión sería que no hiciera
falta el servicio que presta Sor
Eusebia, pero eso es una quimera,
así que tenemos que ir renovando
la directiva, buscando gente
dispuesta a ayudar.
¿Es un sacrificio?
En absoluto. Simplemente, yo
sé que el tercer miércoles de
cada mes tenemos la reunión de
la directiva, y ya reservo el día.
Hay quien lo hace para jugar al
fútbol sala, o para hacer surf. No
tiene más misterio. Pero vivimos
en una sociedad muy egoísta...
Lo explico con una anécdota.
Hace poco vino una compañera
a venderme lotería para una
asociación de párkinson, en la
que está su padre. Y se la compré,
pero le eché la bronca por no
habérmela vendido el año pasado,
cuando su progenitor aún no
estaba enfermo. Hasta entonces
la causa de los enfermos de
párkinson le tenía sin cuidado.
No nos comprometemos, hasta
que tenemos el problema en casa.
Exacto. Y por eso a la gente no le
importa Sor Eusebia, hasta que
algún familiar, o ellos mismos,
tienen que entrar un día en el hogar.
El paso a la exclusión social es
fácil, ¿no?
Le puede tocar a cualquiera. En
el Club de Leones de Oleiros, al
que pertenezco, estamos ahora
recogiendo alimentos para
familias que nunca hubieran
pensado verse en esa situación.
Y, como ya he dicho, me consta
que en Sor Eusebia hay personas
cuyas familias tienen recursos
más que suficientes para
mantenerlos, pero han preferido
abandonarlos. No sé que nos
está pasando, pero nos hemos
deshumanizado de todo.
In memoriam
¡Cuánto
te esperé!
Carmen tuvo una infancia muy feliz.
Desde muy niña se llenó de ese
amor a Dios y a los pobres que le
transmitieron sus padres, y que fue
el hilo conductor de toda su vida. Ya
entonces llegó a vivir situaciones un
tanto extraordinarias.
Para mí fue una gran
maestra y un gran
apoyo. Ante cualquier
dificultad acudía
a ella, y siempre
me sorprendía por
la rapidez con que
buscaba las soluciones
Cuando tenía 15 años, tuvo una
fuerte experiencia de Dios que
cambió su vida, ella lo cuenta así:
“Me encontré con Dios, me convertí
y me entregué, vino Dios con una
fuerza tremenda y se quedó”. A los
17 años descubre su vocación, Dios
la llamaba a consagrarse a Él, a
vivir para Él, y cuando cumplió los
18 años, a pesar de que le costaba
mucho separarse de sus padres y
hermanos, decidió ingresar en la
Congregación de las Esclavas del
Sagrado Corazón de Jesús. Allí, con
sus luces y sombras, permaneció
hasta los 47 años, momento
en el que decidió abandonar
temporalmente el Instituto
para cuidar a sus padres, según
Por la HNA. ENCARNACIÓN
HERRERO, directora del
Hogar Santa Lucía
Con este título, que es el mismo de
su autobiografía, quiero empezar
este artículo porque expresa muy
bien cuál era el motor que movía
la vida de la mujer a la que voy a
dedicar estas líneas.
Doña Carmen Rodríguez-Losada
Trulock, nacida en La Coruña en
1922, fue una mujer que tuvo el
privilegio de nacer en una familia
donde el amor era el alimento
diario, una familia numerosa con
buena posición social. Su padre era
arquitecto de profesión y músico de
alma, como decía ella; pero sobre
todo, era un hombre de fe, siempre
atento a la voluntad de Dios. La
atención a los pobres era una de sus
ocupaciones principales, además
de la familia y el trabajo. La madre
fue una mujer dedicada totalmente
a los suyos, que, junto con el padre,
transmitió los valores cristianos a
sus hijos.
Carmen Rodríguez-Losada
acordaron entre los hermanos.
Al mismo tiempo, en los ratos
libres, empezó a ayudar a los
pobres, según las situaciones que
se le iban presentando: Atención a
mujeres que estaban en un centro
penitenciario, ayuda a los niños
acogidos en Agarimo -centro
fundado por el Capuchino Nemesio
Fernández Villa- en Arteixo, La
Coruña, colaboración con el Colegio
Santiago Apóstol en Santa Cruz…
**************
Siempre encontró las
personas adecuadas
para cada una de sus
iniciativas, con las
mismas inquietudes, los
mismos deseos de ayudar
a los más necesitados
***************
Cuando sus padres fallecieron,
tras hacer un buen discernimiento
personal y con la orientación de su
familia y de su director espiritual,
decidió continuar viviendo como
religiosa en su casa para dedicarse
exclusivamente a Dios y a los
pobres. Desde esa libertad que le
concedía el estar fuera de unas
estructuras y guiada por la luz del
Espíritu Santo, pronto empieza a
hacer sus grandes obras en favor
de los más necesitados. En 1985,
junto con don José Vicente Martínez
Rico, funda el Hogar Sor Eusebia
para dar acogida a hombres sin
recursos, en situación de calle.
Fue grande su alegría cuando, la
víspera de Navidad de ese año,
pudieron ofrecer una casa a un
grupo de personas que carecían de
lo más necesario. Lo contaba con
enorme entusiasmo, se emocionaba,
estaba llena de vida, sus proyectos
empezaban a hacerse realidad. Este
pequeño hogar, en 1996 se convirtió
en un gran hogar con capacidad
para 60 usuarios, situado en Bens,
La Coruña, donde no solo se les
ofrece un lugar donde vivir sino que
también cuentan con otros muchos
recursos para su rehabilitación.
HOGÂR / 45
**************
Fueron muchas las
dificultades por las
que tuvo que pasar en
cada una de las obras,
pero todo lo ponía en
manos de Dios
***************
Con sus ganas de hacer el bien,
en 1993, crea una casa de
acogida para niños en Betanzos,
y posteriormente, en 1996, funda
una casa de acogida para mujeres
sin techo, ubicada primero en
Borroa y posteriormente en Bens.
En este centro, se ofrece a las
residentes una atención integral
para su rehabilitación y posterior
reinserción social.
Y su última obra fue la residencia
Remanso, en el Barrio de los Rosales
de La Coruña, con la intención de
acoger a personas mayores con
escasos recursos. Su deseo fue ir
dejando estas iniciativas en manos
de congregaciones religiosas para
darles continuidad. Y así lo hizo.
De este modo, trató de atender
a los más vulnerables: niños y
**************
Era una mujer fuerte,
en el sentido bíblico
de la palabra, estaba
fundamentada sobre roca,
vivía pobremente, se
conformaba con poco
***************
Carmen con su Seat 600
Carmen Rodríguez-Losada con otros miembros de la junta directiva y colaboradores de Sor Eusebia
ancianos, hombres y mujeres en
situación de desamparo. Además, en
un pequeño local, ayudaba también
a muchas personas que acudían a
buscar ropa, juguetes, mantas… y
todo tipo de información.
Pero si importante ha sido su
trabajo, no ha sido menos el
realizado por todas las personas que
la ayudaron a dar vida a cada una
de estas obras. Siempre encontró
las personas adecuadas para
cada una de ellas, con las mismas
inquietudes, los mismos deseos
de ayudar a los más necesitados.
Y también se las arreglaba para
buscar patrocinadores, tenía un arte
especial.
Fueron muchas las dificultades por
las que tuvo que pasar en cada una
de sus obras, pero todo lo ponía en
manos de Dios, en Él descansaba.
Carmen fue una gran mujer, de
carácter fuerte, alegre, jovial, pronta
para el bien. Alma de corazón limpio,
transparente, con grandes ansias de
encontrarse con su amado Jesús.
Para mí fue una gran maestra y un
gran apoyo. Ante cualquier dificultad
relacionada con el Hogar Santa
Lucía acudía a ella, y siempre me
sorprendía por la rapidez con que
buscaba las soluciones, rasgo que
la caracterizaba. Uno de sus deseos
más profundos era evangelizar,
catequizar, cosa que ya hizo desde
pequeña, fruto de su amor a Jesús.
Cuando tenía 72 años le
diagnosticaron cáncer, ella supo
**************
Mientras su enfermedad
avanzaba y le marcaba el
final de su vida, nos decía
que ese era el billete para
el cielo
***************
aceptarlo y vivirlo desde la fe, todo
lo vivía con Jesús, todo era por Él y
para Él, y mientras su enfermedad
avanzaba y le marcaba el final de su
vida, nos decía que ese era el billete
para el cielo. Percibía a Dios en
todo, vivía en permanente contacto
con Él, solo deseaba darle gusto,
hacer su voluntad.
Era una mujer fuerte, en el sentido
bíblico de la palabra, estaba
fundamentada sobre roca, vivía
pobremente, se conformaba con
poco. Su carácter fuerte, a veces
le jugaba malas pasadas, y, como
todo ser humano, tuvo sus fallos
y errores, pero sabía tanto pedir
perdón como perdonar. Cuando
tenía clara una cosa, actuaba
con determinación, era capaz de
arriesgarlo todo por amor a Cristo,
quien le daba la fortaleza que
necesitaba para aceptar y superar
las dificultades que iba encontrando.
A los 84 años nos deja para
“cambiar de lugar”, decía ella, para
el abrazo definitivo con el Padre y
el tan deseado encuentro con Jesús.
“¡Cuánto te esperé!”, ¡qué nostalgia
la suya!
IN MEMORIAM
Mi prima
Carmiña
Es una rara mezcla
de cristiana primitiva,
anarquista de las
barricadas y donadora
de sangre del espíritu
a todo el que se lo pida
Por CAMILO JOSÉ CELA,
premio Nobel de Literatura
Mi prima Carmiña quiere que le
llame Carmen pero yo no puedo
romper así de golpe, una inercia de
setenta años. Mi prima Carmiña
es una mujer que cree en Dios, que
cree en las virtudes teologales, que
cree en el hombre y que también
cree en la acción propia y la buena
fe de los demás.
Mi prima Carmiña es una rara
mezcla de cristiana primitiva,
anarquista de las barricadas y
donadora de sangre del espíritu
a todo el que se lo pida. Mi prima
Carmiña se vierte en los demás
porque le sobra todo lo que tiene, y
menos dinero, tiene todo de sobra:
amor, entusiasmo y fe, mucha fe.
Yo creo que mi prima Carmiña sería
capaz de levantar pesos, adivinar
el porvenir y hacer equilibrios en
la cuerda foja y volatines en el
trapecio del circo. Yo sé de sobra
que no, porque en sus ojos habita el
Espíritu Santo, pero a veces llegué
a pensar si no tendría pacto con
**************
Al hombre hay que
ayudarlo mientras le lata
el corazón en el pecho
porque, aunque no lo
parezca, es obra de Dios
***************
Foro por MDCarchives (Trabajo propio)
[CC-BY-SA-3.0
(http://creativecommons.org/licenses/
by-sa/3.0)
el demonio. Sólo me resta añadir
que mi prima Carmiña no se parece
a nadie porque está hecha con
mínimos pedazos de cada uno de
nosotros, con minúsculos trocitos
del cuerpo y del alma de quienes
andamos por la calle –y por la vida–
llevando a rastras e incluso con
cierta emoción nuestros anhelos y
nuestros fracasos, nuestras úlceras,
nuestras renunciaciones y nuestras
ilusiones.
**************
Mi prima Carmiña
no se parece a nadie
porque está hecha con
mínimos pedazos de
cada uno de nosotros
***************
En mi prima Carmiña admiro, sobre
todo, la diafanidad, la firmeza de las
tres ideas o propósitos con los que
juega al naipe de la vida en orden y
provechoso buen juicio: al hombre
hay que ayudarlo mientras le lata el
corazón en el pecho porque, aunque
no lo parezca, es obra de Dios y Dios
nos pide a todos que no permitamos
que nadie desfallezca. Hay algo
que no debe ser olvidado jamás:
una mano abierta al prójimo puede
salvar dos almas y dos voluntades:
las de quien abre la mano y las de a
quien a ella se agarra, quizá como a
un clavo ardiendo.
Miguel de Unamuno, aquel
cristiano en permanente agonía, en
permanente lucha, que no siempre
fue bien entendido, nos dejó dichos,
entre cientos de verdades, dos
versos de muy honesto buen deseo
y muy saludable lección: “Dios te
conserve fría la cabeza / caliente
el corazón, la mano larga”. Fría la
cabeza para discernir, caliente el
corazón para amar, la mano larga
y dadivosa para dar paz y pan
también, ¿por qué no?, un vaso de
vino para ayudarnos a seguir el
camino. El calendario nos dice que
es imposible, pero estos dos versos
parecen escritos pensando en mi
prima Carmiña.
HOGÂR / 47
El embajador de Sor
Eusebia en Galicia
Heliodoro de Vicente, salmantino de
nacimiento y coruñés de adopción, fue uno
de los pioneros del hogar, al que permaneció
vinculado hasta su fallecimiento
Por VÍCTOR PORTO
Heliodoro de Vicente es uno de los
fundadores y mecenas del Hogar
Sor Eusebia. Sus más de ochenta
años de existencia se pueden
resumir en una sola frase: “pasó
por el mundo haciendo el bien”.
Era un hombre bueno, generoso,
cariñoso y atento. Se hacía querer.
Dedicó su larga vida a su esposa
-a la que adoraba- a sus inventos y
a los que menos tenían, a los más
necesitados.
Don Heliodoro, salmantino de
nacimiento y coruñés de adopción,
era creativo y emprendedor. Un
investigador dotado con una
portentosa imaginación. Es el padre
del famoso antioxidante Oxi...No, o del
aditivo para carburantes Sol Fuerza.
**************
Don Heliodoro era
creativo y emprendedor.
Un investigador dotado
con una portentosa
imaginación
***************
De carácter emprendedor y siempre
activo, vinculado profesionalmente
a la Armada, ya en sus años mozos
diseñó con éxito prendas militares
para el Ejército. Hasta llegó a
inventar un tipo de pavimento
para las aceras de nuestras calles
y dedicó tiempo y esfuerzo a
crear unos bloques de carbonilla y
cemento.
**************
Sus más de ochenta años
de existencia se pueden
resumir en una sola
frase: “pasó por el mundo
haciendo el bien”
**************
Desde una posición económica
desahogada, le encantaba
encerrarse en su “laboratorio” para
hacer las pruebas más dispares y
crear nuevos productos. Su cabeza
no descansaba nunca. Esta afición,
hecha pasión, le proporcionó
notables ingresos con los que
podía dar empleo a los expulsados
del mercado laboral por sus
discapacidades.
Heliodoro de Vicente era un hombre
de fe y coherente con sus creencias.
Por eso no podía permanecer
impasible o indolente ante el
sufrimiento ajeno, ante la exclusión
social. Por eso estuvo desde los
orígenes hasta su muerte vinculado
al hogar. Era muy devoto de la
beata Sor Eusebia, a la que su mujer
conoció en el colegio donde estudió,
en el que su querida monja realizaba
tareas domésticas. Una devoción
que contagió a José Vicente
Martínez Rico, que optó por poner
ese nombre al hogar que abriría a
los pies de la Torre de Hércules. Don
Heliodoro era el embajador de Sor
Eusebia en Galicia.
El señor de Vicente era un
hombre sencillo, hacía el bien con
discreción. No tuvo hijos, a no
ser que consideremos como tales
a los residentes de Sor Eusebia.
Esta gente a la que nadie quería,
a la que nadie acogía, esos seres
humanos a los que la sociedad
desechaba, eran una prioridad y
una razón de ser para él. Se volcó
con el hogar. Y cuando había que
**************
Heliodoro de Vicente
era un hombre de fe
y coherente con sus
creencias. Por eso no
podía permanecer
impasible o indolente
ante el sufrimiento ajeno
**************
aportar fondos para incrementar su
capacidad de acogida, hacer unas
obras de mejora o adquirir algún
elemento que facilitase la vida a
los residentes, allí estaba Heliodoro
de Vicente, como lo estaban los
también ya fallecidos Carmen
Rodríguez-Losada y Enrique Álvarez
Conchado Y otros afortunadamente
vivos que aparecen en estas mismas
páginas.
OPINIÓN
Una gran familia
Mi satisfacción por coincidir en tiempo y
lugar con personas capaces de semejantes
historias de justicia y solidaridad
Hace muchos años, en una
pequeña casita al pie de nuestra
majestuosa Torre de Hércules,
algo importante empezó a
gestarse en la ciudad. Se llamaba
Hogar de Sor Eusebia, y fue uno
de esos proyectos callados y bien
hechos, con pocas luces y flashes,
que solo con el paso del tiempo
se aprecian en toda su potencia y
dimensión.
El Hogar de Sor Eusebia,
auspiciado por Carmen Rodríguez-
Losada Trulock y José Vicente
Martínez Rico, nació en el año
1986 como apoyo concreto y
tangible a personas en situación
de calle. La urbanización
posterior del Parque de la Torre
de Hércules, diez años después,
fue el catalizador del traslado del
hogar a su actual emplazamiento,
en el Lugar de Mazaido, en
Bens. Allí, de la mano del
Ayuntamiento, el hogar creció y
ganó en posibilidades, plazas y
expectativas de futuro.
Sor Eusebia significó en su día,
como el femenino Hogar de Santa
Lucía, un recurso de media y larga
estancia en el que los usuarios
podían normalizar su vida y, en
muchas ocasiones, volver a tener
una identidad propia dentro de
un grupo humano estable. Y eso
se ha mantenido con el tiempo,
apoyado por las personas socias
en la ciudad. Sor Eusebia es hoy,
en cierta forma, una gran familia.
Una familia que mejora y se
adapta a las condiciones de cada
una de sus etapas vitales.
Sin el Hogar Sor Eusebia,
muchas personas estarían
perdidas
La crisis está haciendo que los ciudadanos sean
más conscientes de la importancia de su labor
Mar Barcón formó parte de la
junta directiva del Hogar Sor
Eusebia, como representante
del Ayuntamiento de A Coruña,
entre 1999 y 2003, un período
en el que ocupó la Concejalía de
Servicios Sociales. Prefirió no
delegar esa responsabilidad y
ocupar ella misma el asiento que
le correspondía.
Durante esos cuatro años, asistió
a todas las reuniones periódicas
de la institución y conoció de
primera mano su funcionamiento
bajo la gestión de los Hermanos
Misioneros de los Enfermos
Pobres, ya en el edificio del
Lugar de Mazaido. Participó
en campañas de recogida de
donativos y de captación de
socios, y se implicó en el buen
funcionamiento de la institución,
en lo que para ella fue “una
experiencia muy grata”.
“El trabajo que se realiza en
Sor Eusebia es muy positivo
y demasiado desconocido
pues, sin él, muchas personas
estarían perdidas”, asegura la
actual portavoz del PSOE en el
Ayuntamiento de A Coruña.
Y añade que “la crisis está
haciendo que los ciudadanos
sean más conscientes de la
importancia de su labor y de la de
otras instituciones como Renacer,
Santa Lucía, la Cocina Económica
o Padre Rubinos. Entre todas,
HOGÂR / 49
Hoy el Hogar de Sor Eusebia,
en cuyo gobierno participa
también activamente el
Ayuntamiento, está regido
por una junta directiva
donde sigue al frente José
Vicente Martínez Rico. La
entidad, con una nueva
dirección, apuesta por la
profesionalización de sus
servicios, ha renovado
parte de sus instalaciones y
afronta el futuro con ilusión
y capacidades renovadas.
En ese camino les expreso
mi reconocimiento y apoyo,
así como el orgullo de un
alcalde por coincidir en
tiempo y lugar con personas
capaces de semejantes
historias de justicia y
solidaridad.
Carlos Negreira Souto,
alcalde de A Coruña
conforman una red de apoyos
que resulta fundamental para
aquellos que han caído en lo
peor de la exclusión social,
y sin la que no podrían
sobrevivir. La implicación
pública en este campo es
imprescindible, y en ningún
caso deberíamos renunciar a
ella, pero el esfuerzo de estos
colectivos no tiene precio,
porque están allí donde no
llega la Administración”.
Barcón valora, además,
el esfuerzo realizado en
Sor Eusebia en esta nueva
etapa, por modernizarse y
“caminar hacia la integración
y la reinserción laboral, en
aquellos casos en los que sea
posible. Solo tengo elogios y
palabras de agradecimiento
para José Vicente Martínez
Rico y todas las personas
que trabajan con él, por el
gran bien que han hecho en
Carlos Negreira Souto,
nuestra ciudad”.
alcalde de A Coruña
Si se
quiere,
se puede
Lo que ha sucedido
en el Hogar de Sor
Eusebia, es un paso
de gigante en la
profesionalización
Cuando los Hermanos Misioneros
de los Enfermos Pobres se vieron
en la necesidad de abandonar el
Hogar de Sor Eusebia podrían
haber sucedido muchas cosas.
El centro podría haber cerrado
sus puertas y cesado su actividad,
ante la ausencia de un relevo
generacional que hiciera posible
mantener su gestión.
El centro podría haber mantenido
esa atención a los más
necesitados durante un tiempo
determinado, buscando ayudas
para desempeñar su trabajo
y confiando en las siempre
generosas y desinteresadas
aportaciones de los socios.
Existía una tercera posibilidad:
que los misioneros siguieran
trabajando pese a su avanzada
edad, lo que, sin duda, supondría
un descenso en la calidad de la
atención.
Pero no. Nada de eso ocurrió, sino
que se dio la mejor de las opciones
posibles. Se dio paso a la transición.
A una transición natural. A una
transición que, a ojos de muchos,
pasó totalmente desapercibida
precisamente por esa naturalidad
con que se llevó a cabo.
Lo que sucedió en este hogar
ha sido un ejemplo para todos
nosotros. ¿Por qué? Por algo muy
sencillo. Por la capacidad que ha
demostrado un equipo directivo
al adaptarse a las nuevas
circunstancias y convertir lo
que funcionaba como un centro
de acogida gestionado por una
asociación religiosa en un centro
profesional, con trabajadores
cualificados y con nuevos
servicios.
El resultado está a la vista de
todos. El hogar funciona y la labor
que desempeña es idéntica a la
que provocó su fundación hace ya
más de 20 años. Y, como entonces,
las personas más necesitadas
encuentran siempre una puerta
abierta cuando muchas otras se le
cierran.
En resumen, lo que ha sucedido en
el Hogar de Sor Eusebia, ese paso
de gigante que se ha dado en la
profesionalización de un centro tan
importante como este, demuestra
algo que, aunque suene a tópico,
sigue siendo una gran verdad: si se
quiere, se puede.
Diego Calvo
Pouso,
calvo Pouso,
presidente de la Diputación
de A Coruña
OPINIÓN
Entidades como Sor
Eusebia nos abren los ojos
La conselleira de Traballo e Benestar destaca
la labor de las organizaciones que “ayudan, de
manera anónima, a que la sociedad sea mejor”
La conselleira de Traballo e
Benestar, Beatriz Mato, expresa
su agradecimiento a las entidades
que, como el Hogar de Sor
Eusebia, “están ayudando de
una manera anónima a que
la sociedad sea mejor”. “El
reconocimiento tiene que ser
no solo público y notorio, sino
constante”, afirma la responsable
de los servicios sociales de la
Xunta de Galicia.
“Para nosotros no se trata solo
de hacer un reconocimiento,
sino que son una fuente de
información, porque en los
momentos difíciles que vivimos,
la entidades como Sor Eusebia
nos abren los ojos más si cabe”,
añade Beatriz Mato. En este
sentido, explica que gracias al
contacto con estos centros de
inclusión tienen una información
directa sobre los efectos de la
coyuntura económica. “La peor
consecuencia de la crisis es que
muchas personas que tenían
una circunstancia económica y
personal tranquila, hoy por hoy,
la han perdido”.
Así, la titular de Traballo e
Benestar señala que, más allá
del “diálogo fluido” con estas
organizaciones, la Administración
tiene la “obligación” de que
ese compromiso “se constate
y se palpe en la priorización
del dinero público”. Para ello,
explica, el Gobierno gallego,
a través de una orden de
concurrencia competitiva,
destinó a estas entidades tres
millones de euros en 2013, un
13% más que el año anterior. En
el caso de Sor Eusebia, aportó
24.000 euros, 4.000 más que en
2012, en función de las plazas
residenciales y de comedor que
ofrece.
“Nuestra perspectiva es seguir
haciéndolo y seguir avanzando
en ese compromiso, porque
anónimamente están haciendo
un trabajo impagable”, destaca
Beatriz Mato. Desde la Xunta,
comenta, tienen claro que
“la prioridad son las personas
y sus necesidades básicas” y,
en especial, “las de los más
necesitados”.
La conselleira conoce de primera
mano el trabajo del Hogar
Sor Eusebia, puesto que ha
visitado en varias ocasiones sus
instalaciones. Su última estancia
fue hace año y medio, y se llevó
una “muy buena impresión”.
“Estaba en perfecto estado, con
una habitaciones amplias, pulcras,
con la farmacia perfectamente
organizada”, recuerda. “Pero me
ha comentado el presidente, José
Vicente Martínez Rico, que ahora
está aún mejor, con lo cual tengo
que ir de nuevo por allí”.
HOGÂR / 51
Sor Eusebia,
herramientas son su gran
memoria, sus profundas
convicciones y su sencillez.
fe y determinación
Su libro de cabecera
es Las llagas santas
de Jesús, del que toma
notas y apuntes que
transmite a los demás.
“Quizá no haya ningún
párroco de España que
no haya recibido una
carta de sor Eusebia, a
propósito de la esclavitud
mariana”, se puede leer
en su expediente de
canonización.
De familia muy pobre, ingresó en
la orden de las monjas salesianas,
falleció a los 36 años y Juan Pablo II
la elevó a los altares
Por POR PILAR G. PÉREZ
Eusebia Palomino Yenes,
nació en Cantalpino,
Salamanca, a finales del
siglo XIX, en el seno
de una familia pobre,
muy pobre, pero de
profundas convicciones
religiosas. Su padre,
Agustín, se dedicaba a las
tareas agrícolas cuando
los terratenientes de la
comarca tenían a bien darle
trabajo. Cuando carecía
de esta fuente de ingresos
ejercía la mendicidad,
tarea en la que, a veces, le
acompañaba Eusebia. No
le quedaba más remedio
si quería alimentar a sus
cuatro hijos y a su mujer,
María, que cuidaba del
hogar y de la familia.
_________________
Trabaja duro, pero no
descuida su vida espiritual
y entra en contacto con
las monjas Salesianas. Los
domingos acude al oratorio
de la orden. Las hermanas
le piden ayuda y ella,
desde una total entrega y
generosidad, acepta con
entusiasmo: limpia la casa,
ayuda en la cocina, lava y
tiende la ropa, acarrea leña,
Su padre, Agustín, se
dedicaba a las tareas
agrícolas. Cuando
carecía de esta
fuente de ingresos
ejercía la mendicidad
junto a Eusebia
En este contexto de
pobreza, Eusebia va poco
a la escuela. Se pone a
trabajar a los siete años
como niñera, primero en su
pueblo natal y más tarde
en la capital de la provincia
a donde se desplaza, en
compañía de su hermana
mayor. Era una forma de
huir de la miseria y de
dejar de ser una carga
para sus padres.
hace recados y acompaña
a la escuela a las alumnas.
Su deseo, no revelado
inicialmente, es dedicarse
a la vida religiosa: “Si
cumplo con diligencia
mis deberes tendré
contenta a la Virgen y un
día podré pertenecer a la
congregación”. Hasta que
le confiesa su intención a
la madre superiora que la
acoge y admite.
El 5 de agosto de 1922
inicia el noviciado. Son
días tan duros como
apasionantes: estudio,
trabajo y oración. Dos años
después, hace los votos
religiosos y es destinada
a Valverde del Camino
(Huelva). Allí se encarga
de la cocina, la portería y
del huerto, y atiende a los
niños. La ya Sor Eusebia,
se gana el afecto de los
más pequeños contándoles
anécdotas de Dom Bosco,
la vida de algunos santos
y episodios marianos. Sus
En los convulsos y fratricidas
años 30, “se ofrece al Señor
como víctima para la
salvación de España y por
la libertad religiosa”. En
1932 tiene el primer grave
problema de salud, que se
complica con su patología
asmática. El sufrimiento
físico es enorme, pero lo es
todavía mayor el espiritual:
tiene visiones de sangre,
como el del asesinato de
su madre superiora, que
se producirá cuatro años
después, en 1936.
La enfermedad progresa y se
apodera de su cuerpo, pero
no de su mente, siempre
lúcida, delicada y amable.
El 10 de febrero de 1935, a
los 36 años, fallece mientras
duerme. Los que vivieron
ese momento proclaman
que fue “en lor de santidad”.
El papa Juan Pablo II la
elevó a los altares, primero
como venerable y después
como beata.
EL HOGAR. Junta directiva
Presidente
José Vicente
Martínez Rico
Vicepresidenta
Rosalía
Martínez Velasco
Tesorera
Amparo
Otero Rey
Secretario
Ricardo
Gómez Pico
Vocal
Manuel Marcos
Franco Otero
Vocal
Juan Ramón
Rojo de Castro
Vocal
José Luis
Quintela Julián
Vocal
Reynaldo
Corral Francos
ÉCHANOS UNA MANO
HAZTE
SOCIO
Entre todos
mantenemos
el hogar
HOGAR SOR EUSEBIA
Lugar de Mazaido, Bens, 15191 A Coruña
Teléfono: 981 14 30 88 (José Manuel Mendoza)
[email protected]
En la lucha contra la
exclusion social
toda ayuda es poca.
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