Recensiones «LA TOLERANCIA EN LA VIDA COTIDIANA: EL ARTE DE SABER RESPETAR» AMALIA GÓMEZ GÓMEZ Ediciones Martínez Roca 2001 De cuando en cuando es necesario que nos recuerden la importancia y valor de cada minuto de nuestras vidas. En muchas ocasiones es conveniente que nos hagan sentir con intensidad nuestra condición de seres humanos. Siempre debemos recibir con satisfacción las reflexiones de quienes, como la autora del libro, desean dar un sentido profundo, desde el respeto mutuo, a las cotidianas relaciones con nuestros semejantes. En numerosas ocasiones, especialmente ligadas a grandes catástrofes o a acontecimientos trágicos –inundaciones, huracanes, agresiones motivadas por racismo o xenofobia, etc.–, conceptos tan grandilocuentes como solidaridad y tolerancia cobran especial significado. Sin embargo, con demasiada frecuencia olvidamos que las diversas manifestaciones que se esconden tras dicha expresión podemos llevarlas a cabo en nuestra vida cotidiana. El libro «La tolerancia en la vida cotidiana: el arte de saber respetar», nos pone ante nuestros ojos que es posible practicar la tolerancia en nuestro quehacer diario, ya sea en el entorno familiar, ya sea en nuestras relaciones de vecindad o de trabajo, ya sea en nuestros numerosos contactos sociales con personas que precisan un especial respeto (mayores, discapacitados, inmigrantes, etc.). Amalia Gómez desarrolla el tema central del ejercicio de la tolerancia a lo largo de los diversos apartados en que se divide el libro. Tras unas consideraciones de carácter general, que le permiten reflexionar sobre la tolerancia como valor fundamental que debemos aprender desde niños, para luego convivir con él a lo largo de toda nuestra vida, la autora dedica capítulos específicos al ejercicio de esa tolerancia en la familia, en las relaciones intergeneracionales y de género, en relación con el fenómeno de la inmigración, en el respeto a las personas discapacitadas, etc. Desde su experiencia como Secretaria General de Asuntos Sociales, Amalia Gómez va salpicando de recuerdos y anécdotas ilustrativas, vividas en el ejercicio de dicha responsabilidad política, sus pensamientos y reflexiones. El libro finaliza con unas «breves sugerencias para ser tolerante», por tratarse en palabras de la autora, de «orientaciones elementales, a modo de recetas, que poseen la ventaja de no tener fecha de caducidad»: la paciencia como camino hacia la tolerancia; poner el apasionamiento al servicio de las causas y no contra las personas; la rutina del asentimiento conduce a la indiferencia; la palabra como puente y no como arma arrojadiza; la prepotencia como enemiga de la tolerancia y, finalmente, la tolerancia en el hogar, pues somos muchos los que nos esforzamos en ser o en parecer tolerantes en la vida civil, y en casa no intentamos ni lo uno ni lo otro. A mi juicio, dos ideas básicas conforman el núcleo central sobre el que giran los diversos capítulos del libro: la primera, que la tolerancia es algo más que urbanidad, no es sólo REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35 199 RECENSIONES permisividad o cesión de posiciones para evitar discrepancias; la segunda, la posibilidad y, por añadidura, necesidad de practicar la tolerancia en el día a día, es decir, vivir la tolerancia con una actitud permanente e intrínseca a nuestra condición humana. Ambas ideas quedarían englobadas en una reflexión general que da sentido a dichas ideas principales: la tolerancia como valor y como instrumento para facilitar la convivencia y la comunicación en todos los niveles de la vida. la discrepancia con una raya en el tiempo y no buscar en la descalificación el sustituto de las razones o argumentos. Como dice Pilar Cernuda en el prólogo del libro, «sobre la tolerancia hay mucha demagogia. Se confunde permanentemente con la aceptación de los hechos diferenciales, incluso se confunde con la aceptación de los defectos ajenos». Es precisamente esa idea que podemos llamar pasiva de la tolerancia, la que se rechaza expresamente en el libro. En efecto, como pone de manifiesto Amalia Gómez, «en ocasiones se empieza a detectar un fenómeno social preocupante y es el rechazo de la discrepancia en sí. Es como si se rehuyera la posibilidad de contrastar opiniones, zanjando las cuestiones desde posiciones irreductibles, sin darle oportunidad a los razonamientos». «El aprendizaje de la tolerancia es un ejercicio continuado de asumir la posibilidad de discrepar. Pero, sobre todo, hay que hacerlo tratando de comprender las razones que llevan a nuestro interlocutor a posiciones distintas y distantes de las propias… La tolerancia tiene precisamente su razón de ser en relación con la discrepancia y como ejercicio de libertad», apostilla Amalia Gómez. ¿En qué consistiría una idea «activa» de la tolerancia? En palabras de la propia autora, «discrepar desde la tolerancia es discutir y mantener posiciones, pero sin el rechazo de las opiniones contrarias. Hay que evitar que una divergencia se convierta en un enfrentamiento que puede deteriorar la convivencia entre personas, ya sean familiares o compañeros de escuela o trabajo». No tendría sentido hablar de tolerancia o respeto si ello no fuera referido a circunstancias o relaciones de confrontación o conflicto. Se tolera o respeta aquello que no se comparte o de lo que se discrepa, y siempre desde el eje de la propia visión del hecho o cuestión. En todos los casos hay que salvar siempre lo que nos hace humanos: no tirar las palabras por la borda de la intransigencia, no romper 200 Como he indicado anteriormente, estas ideas se ven reforzadas a lo largo del libro con ejemplos de los múltiples ámbitos, privados y sociales, en los que podemos poner en práctica la tolerancia activa: en el seno de la familia; en la escuela; en la comunidad de vecinos; en el lugar de trabajo; en el trato diario. La segunda idea que está presente a lo largo de los diversos capítulos del libro es la necesidad de aprender a ser tolerantes y de ejercitar permanentemente esa tolerancia. Ello requiere, sin lugar a dudas, que la tolerancia sea asumida y vivida desde nuestra infancia como un valor irrenunciable y un principio rector de toda nuestra existencia. Se trata de una tolerancia mucho más cotidiana, sin grandilocuencias, una tolerancia de letras minúsculas, pero tan profundamente arraigada que brotará por sí misma en todo momento y no sólo en circunstancias excepcionales. Cada persona, sea cual sea su edad y situación, tiene que aportar a la causa de la tolerancia la cuota diaria de su disponibilidad… Con demasiada frecuencia se observa que el ejercicio de la tolerancia es más una cuestión de opiniones y gestos que de actitudes. Es más, se percibe una excesiva preocupación por la formalidad de la tolerancia en relación con lo opinable. Tal vez estemos ante una sociedad de grandes gestos y no de valores íntimamente asumidos. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35 RECENSIONES En España hemos conocido cómo, cuando se producen catástrofes naturales o hechos de especial gravedad, todo el mundo se vuelca en prestar su ayuda y colaboración; ahora bien, tras pasar ese efecto de inmediatez, terminamos olvidándonos del problema que generó esa eclosión tan unánime de solidaridad. Este es un rasgo muy propio del cáracter español, que vive la solidaridad de una forma muy profunda ante tales acontecimientos, pero por cortos períodos de tiempo. Por ello es tan importante la educación en valores de tolerancia y solidaridad, enseñados ya desde la escuela e interiorizados como compromiso personal y social que podemos y debemos ejercitar constantemente. Educar para la tolerancia. Esta es la clave para afrontar con optimismo el futuro. La escuela - a través de su contexto como comunidad abierta y tolerante- y particularmente a través de sus maestros y profesores, debe ser un espacio relevante y trascendental para la formación de esas actitudes de tolerancia y de esos valores de igualdad y solidaridad, fundamentos en última instancia de toda sociedad democrática, y de máxima importancia en el mundo del futuro, cada vez más interdependiente, pluricultural y sin fronteras. Es muy importante que la solidaridad sea una actividad habitual en la vida diaria, porque esto será un indicio claro de que el mundo empieza a cambiar para mejor, no volviendo la espalda a los que la propia sociedad se la vuelve. Un campo con enorme futuro en nuestro país para desarrollar esa solidaridad es el voluntariado, pues, como señala Amalia Gómez, «no se nace voluntario pero, menos los que se autoexcluyen, todo el mundo puede llegar a serlo… Cada ser humano aporta lo mejor de sí mismo, incluso hace aflorar cualidades que no sospechaba tener y que, a partir de detectarlas, aplica a su propia vida». niendo de una persona que dedicó una buena parte de su actividad política al desarrollo de medidas y actuaciones encaminadas a erradicar de nuestra sociedad actitudes tan contrarias a los derechos fundamentales como la violencia de género o las agresiones por motivos de racismo o xenofobia. Muy duras, y necesarias a mi entender, son las reflexiones que la autora dedica a la violencia sobre las mujeres, destacando que «la violencia, como expresión de la peor forma de intolerancia, se ha instalado en la cultura de muchos hombres que siguen considerando a la mujer como objeto de su propiedad… La intolerancia más atroz subyace en estos tratos vejatorios que algunos hombres infligen a las mujeres, y ante estas situaciones la sociedad no puede mirar para otro lado». Por lo que se refiere a la inmigración, tras recordar que en los últimos veinte años Europa se ha convertido en el destino preferente de muchas personas, atraídas por la estabilidad económica, las posibilidades de empleo fácil, el acceso a prestaciones sociales inexistentes en sus países de origen y la garantía de los derechos humanos que supone el Estado de Derecho de los países de la Unión Europea, Amalia Gómez nos recuerda que los inmigrantes son personas que merecen todo nuestro respeto, porque los derechos humanos se derivan de la propia condición humana y no de la nacionalidad de los individuos. PEDRO EXTREMO CASADO Por su permanente y desgraciada actualidad y gravedad, especial mención merecen los capítulos dedicados a la violencia contra las mujeres y a la inmigración, máxime viREVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35 201