Usos e Instrumentos Jurídicos

Anuncio
51-53USOS
20/7/04
19:42
Página 1
U SOS E INSTRUMENTOS JURÍDICOS
Reacción social organizada jurídicamente contra el delito
La pena
En el marco del derecho criminal, cuya nominación en nuestro
ordenamiento jurídico es la de Derecho Penal, la pena,
entendida en un sentido muy amplio, no es otra cosa más
que las consecuencias adversas que el delito repercute en el reo
del mismo. Así, frente a quienes agreden los bienes jurídicos
esenciales, la sociedad, a través del Derecho Penal, pone
en marcha mecanismos destinados a protegerlos,
reprimiéndolos mediante la imposición de penas.
S
e trata, pues, de una reacción
social organizada jurídicamente frente al delito. Ahora
bien, esa reacción experimenta diferenciaciones muy importantes,
tanto a efectos de contenido como
de intencionalidad, como queda demostrado en dos variaciones extremas pero significativas en la finalidad de las penas criminales como
es la prefijada en la vieja Ley del
Talión, frente al modelo de reformatorio de función resocializadora.
En todos los casos la función y finalidad de la pena se atiene a criterios
retributivos, preventivos y resocializadores.
es estar organizada justamente, es
decir, reconocida jurídicamente, lo
cual la diferencia de la impuesta por
reacciones tumultuosas o masivas y
amorfas de grupos sociales.
Junto a los dos anteriores, algunos autores exigen para la pena la
certidumbre del efecto punitivo, es
decir, que por su mediación prevalezca la sociedad sobre el reo.
En todo caso, cuando hablamos
de pena entendemos la misma como
aquel castigo que se impone a un individuo por un hecho delictivo. Es
decir, se conmina e impone al culpable de un delito por causa de haberlo cometido. La pena consiste en
un sufrimiento o una aflicción. Además, se determina en función de la
importancia del bien lesionado, la
gravedad del delito y la culpabilidad
del autor, fijándose su duración por
la Ley y más concretamente por los
tribunales. Las penas son, por principio, reacciones de la sociedad contra una lesión sufrida o un peligro
corrido por un bien protegido especialmente.
En cuanto a la evolución de la
pena en el desarrollo histórico y social de la humanidad, los autores
distinguen dos periodos muy diferenciados e importantes. En un primer momento, referido a la época
primitiva de la penalidad, la pena es
interpretada como un efecto de venganza individual, esto es, una reacción puramente instintiva del lesionado contra quien le causaba el mal
Naturaleza y evolución
de la pena
La naturaleza de la pena se asienta en dos supuestos fundamentales y
desde ellos se legitima su aplicación.
El primero es su condición de social,
es decir, la pena no debe responder
a criterios de venganza personal o de
reacciones individuales. Por el contrario, siempre debe enmarcarse en
un incuestionable ámbito de interés
y acción social.
Por otra parte y, también como
requisito imprescindible de la pena,
Julio 2004 • PROCURADORES / 51
51-53USOS
20/7/04
19:42
Página 2
o dolor. Esa misma reacción será la
que se mantenga cuando los grupos
se organizan en familias o clanes,
pero a nivel y como reacción del
grupo contra quien daña al mismo
en cuanto grupo o a alguno de sus
miembros.
Habrá que esperar a la constitución de los Estados para que la imposición y señalamiento de las penas
responda a criterios de lesión jurídica y, en consecuencia, impuesta
por jueces y graduándose por razones de la gravedad de la lesión. Con
ello entraremos en el segundo periodo, es decir, en la que la pena aparece como una institución pública.
Distinguen los autores dos periodos en esta última modalidad. El primero de ellos caracterizado por la
aplicación de lo que se conoce por
Ley del Talión, y que ha sido principio básico en los pueblos orientales y
en la Roma de las XII Tablas. Dicha
aplicación ha tenido dos modalidades diferenciadas. Una primera consistente en aplicar el principio de “ojo
por ojo, diente por diente”, mientras
otra trataba la pena como un castigo
al órgano corporal que sirvió de instrumento para cometer el delito.
En el segundo periodo tenemos
el concepto de pena vinculado a un
fin jurídico asignado a cada aplicación de las penas. Puede tratarse, según los casos, de penas destinadas a
preservar el modelo de Estado y su
sistema de organización; o las destinadas a preservar la integridad de
los individuos que constituyen dicho Estado.
Lo que sucede en la evolución del
concepto de pena es que lo instintivo va cediendo su espacio a lo reflexivo. Se produce, pues, una inhibición de la reacción social difusa,
en una pausa tras la cual sobreviene
la pena decretada por quien tiene
poder para ello y estableciéndose
cierta ecuación entre el delito y la
pena. Es el momento de lo que hemos calificado como reacción social
organizada contra el delito.
52 / PROCURADORES • Julio 2004
Principios que deben regir
en la pena
Los principios rectores en materia de pena son los siguientes:
◗ Legalidad. No puede existir
una pena justa sin que exista
una ley que fije su adecuación al Derecho. Las penas,
pues, deberán estar fijadas
por la Ley y ser conocidas. El
Derecho Penal define qué derechos son dignos de su protección y qué manera tiene la
sociedad de reprimirlos, así
como las penas que se imponen por su trasgresión.
◗ Irretroactividad. Las penas
sólo pueden imponerse de
conformidad a leyes vigentes, y nunca a otras que se
creen con posterioridad. A
este principio general se puede suponer una excepcionalidad en el caso de que las mismas beneficien al reo.
◗ Jurisdiccionalidad. Las penas
sólo pueden ser impuestas
por los jueces o tribunales legitimados para hacerlo. Hemos indicado anteriormente
cómo la aplicación de las
penas evolucionó históricamente, haciéndose éstas justas en la medida que fueron
impuestas por profesionales
jurídicos legitimados socialmente para ello: los jueces y
tribunales, entendidos estos
últimos como uno de los tres
poderes que sostiene y legitima el Estado de derecho.
◗ Proporcionalidad. Otra de las
grandes características de la
pena justa es que guarda una
lógica adecuación a la gravedad del delito por el que se
aplica. La proporcionalidad
se convierte en algo tan importante que, incluso, debe
prevalecer contra la fijación
en Derecho.
◗ Individualización. No se debe
olvidar que las penas, por razón del principio de la propia
proporcionalidad, se mueven
en una banda de aplicación
individualizada y matizada.
Es, en cierta medida, una exigencia de la naturaleza misma de la Justicia, que siendo
igual para todos en Derecho
su aplicación sólo podrá ser
justa en la medida que se adecua a la peculiaridad de cada
caso particular. La pena no
puede ser ajena a este principio general y, por lo mismo,
exige esa concreción individualizada.
Estos principios son los que deben regir a la hora de imponer las
penas. Las penas dependen enteramente del Estado, quien las impone
mediante la función judicial y jamás
estará condicionada a otros principios, ni a la acción de los ofendidos
directamente. En tal sentido no podrán considerarse como penas las
sanciones ajenas a la jurisdicción criminal y que no sean expresadas mediante sentencia.
Así, siendo el Estado el sujeto
activo de la pena, el sujeto pasivo
lo será el reo del delito, sin posibilidad de que la misma sea trasmitida simultánea o sucesivamente a
cualquiera de sus allegados no declarados responsables criminales. La
muerte del reo extingue la pena.
Fines, materia y catálogo
de las penas
Si partimos de una clasificación
básica y elemental de los delitos en
graves, menos graves y leves, el fin de
la pena será el de castigar, para los
primeros, corregir para los segundos
y advertir para los terceros.
En cuanto a la materia, las penas
pueden afectar a cuatro ámbitos de
la realidad del sujeto pasivo de la
pena, es decir, del reo. Nos referimos
a su vida, su libertad, su honor o su
patrimonio individual. En nuestro
51-53USOS
20/7/04
19:43
Página 3
mentos y efectos del delito y el pago
de costas.
Éste es el catálogo de las penas
que han existido o existen en nuestro ordenamiento jurídico. No podrá
haber otras penas que las establecidas previamente a la declaración de
delitos.
Conclusión
caso y como actualmente vigentes
en el ordenamiento jurídicos español, las penas ofrecen las siguientes
clases: primero la privación de libertad, o pena reina de nuestro ordenamiento jurídico criminal, con la
que se persigue apartar de la sociedad a los sujetos que pueden alterar
algunos de sus bienes considerados
como esenciales y efectuar un control absoluto sobre el reo.
Junto a la anterior tenemos las
penas consistentes en la suspensión
y privación de derechos (suspensiones, inhabilitaciones, privaciones, etc.) y los trabajos en beneficio
de la comunidad, entendido éste
como un sistema de naturaleza rehabilitadora.
Como penas importantísimas y
socorridas tenemos las sanciones pecuniarias con el conocido “día multa” que, en lugar de fijar una cuantía total, se hace fijando una cuantía
por día. La multa proporcional según sea el valor en el momento y en
el mercado del delito, y la responsabilidad personal subsidiaria en caso
de impagados. Finalmente, existen
las penas accesorias, es decir, las que
se añaden a la pena principal, como
es el caso de la prisión más la inhabilitación para cargo público, por
ejemplo.
En todo caso, y ateniéndonos al
catálogo general las penas que his-
tóricamente han existido en nuestro
ordenamiento jurídico, son las siguientes, divididas en los siguientes
tipos: aflictivas, dentro de las que
se encuentran la pena de muerte,
la cadena perpetua, la reclusión
perpetua, la relegación perpetua, el
extrañamiento perpetuo, la cadena
temporal, la reclusión temporal, la
relegación temporal, el extrañamiento temporal, el presidio mayor,
la prisión mayor, el confinamiento,
la inhabilitación absoluta y perpetua, la inhabilitación absoluta y temporal, la inhabilitación especial perpetua y la inhabilitación especial
temporal, refiriéndose éstas últimas
a cargo público, derecho de sufragio
activo y pasivo, profesión u oficio
Por su parte, las penas correccionales se refieren al presidio correccional, a la prisión correccional, al
destierro, a la represión pública, a la
suspensión de cargo público, derecho de sufragio activo o pasivo, profesión u oficio y al arresto mayor.
En cuanto a las leves tenemos la
pena del arresto menor y la represión privada, siendo las penas comunes la multa, que puede, según la
cuantía, ser leve, aflictiva y correccional.
Finalmente, tenemos las penas
accesorias, entre las que se incluyen
la degradación, la interdicción civil,
la pérdida o comiso de los instru-
A tenor de todo lo anteriormente expuesto, y a modo de conclusión,
podemos afirmar que el fin esencial
y último de la pena es la realización
del derecho, es decir, el restablecimiento del mismo cuando éste ha
sido violado y más concretamente,
la realización del principio de Justicia. Lo que se persigue con la pena
es preservar el orden social, convirtiéndose así en restauradora del derecho, a fin de constreñir la actividad delictiva y la reinserción social
del reo real o potencial.
Paralelamente la pena que es
coercitiva para el reo sirve de ejemplo que advierte a quien se proponga infringir el derecho y aplaca el resentimiento de los ofendidos por el
delito.
La pena sólo puede derivarse
del derecho y no debe depender de
reacciones relacionadas con el capricho humano. Debe estar preestablecida por la ley, ser cierta en el
sentido de que nadie va a poder
substraerse a ella, e igual, de forma
que ante idénticas circunstancias la
pena sea la misma.
Mediante la pena se contrapone
a la voluntad individual perversa la
fuerza del derecho, imponiéndose
una realidad aflictiva como compensación exigida por la Justicia frente
al acto delictivo. Será, además, suficiente y necesaria, ambos requisitos
imprescindibles para que la pena sea
justa, y pública, para que al tiempo
que se conozca el delito se conozca
el castigo que se infringe por motivo
del mismo.
HELEN GLOVER
Julio 2004 • PROCURADORES / 53
Descargar