UNIVERSIDAD RAFAEL LANDIVAR FACULTAD DE TEOLOGÍA LICENCIATURA EN CIENCIAS RELIGIOSAS “La misericordia para los Maristas hoy: Análisis de las circulares del Hno. Seán Sammon sobre la identidad de los Hermanos Maristas a la luz de textos bíblicos y teológicos” TESIS DE GRADO EDGARDO RAFAEL LÓPEZ RÍOS Carné 20204-97 Guatemala de la Asunción, mayo de 2014 Campus Central LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY UNIVERSIDAD RAFAEL LANDIVAR FACULTAD DE TEOLOGÍA LICENCIATURA EN CIENCIAS RELIGIOSAS “La misericordia para los Maristas hoy: Análisis de las circulares del Hno. Seán Sammon sobre la identidad de los Hermanos Maristas a la luz de textos bíblicos y teológicos” TESIS DE GRADO TRABAJO PRESENTADO AL CONSEJO DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA Por: EDGARDO RAFAEL LÓPEZ RÍOS PREVIO A CONFERIRSELE EL GRADO ACADÉMICO DE LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS Guatemala de la Asunción, mayo de 2014 Campus Central 1 LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR RECTOR: P. EDUARDO VALDES BARRIA, S.J. VICERRECTORA ACADÉMICA: DRA. MARTA LUCRECIA MÉNDEZ GONZÁLEZ DE PENEDO VICERRECTOR DE INVESTIGACIÓN Y PROYECCIÓN: DR. RAFAEL CABARRÚS PELLECER, S.J. VICERRECTOR DE INTEGRACIÓN UNIVERSITARIA: MGTR. LUIS ESTUARDO QUAN MACK VICERRECTOR ADMINISTRATIVO: LIC. ARIEL RIVERA IRÍAS SECRETARIA GENERAL: LIC. FABIOLA DE LA LUZ PADILLA BELTRANENA DE LORENZANA AUTORIDADES DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DECANO: MGTR. RODOLFO ALBERTO MARÍN ANGULO VICEDECANO: MGTR. HECTOR ANTONIO ESTRELLA LÓPEZ SECRETARIO: LIC. GUILLERMO ENRIQUE TELLEZ IBARRA NOMBRE DEL ASESOR DE TRABAJO DE GRADUACIÓN LIC. MANUEL VALLEJO PLAZA TERNA QUE PRACTICÓ LA EVALUACIÓN LIC. GUILLERMO ENRIQUE TÉLLEZ IBARRA 2 LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 3 LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 4 LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 5 A mi abuela, Carmen Granados Vda. de Ríos, QEPD, porque al Padre Misericordioso de la parábola se me hace más fácil imaginarlo como una anciana bajita, de pelo blanco y camisón floreado de pie junto a una puerta de aluminio. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 6 ÍNDICE RESUMEN……....………......................................................................................................... 8 I. INTRODUCCIÓN.……........................................................................................................ 9 1. LA MISERICORDIA EN LA BIBLIA…............................................................................ 12 1.1. Vocablos y conceptos en el texto hebreo….............................................................. 12 1.1.1. Rhm…................................................................................................................. 12 1.1.2. Hesed…............................................................................................................... 14 1.1.3. Rekham …........................................................................................................... 17 1.1.4. Khanan…............................................................................................................. 17 1.1.5. Hasid…................................................................................................................ 17 1.1.6. Otros términos hebreos....................................................................................... 17 1.1.7. En Zacarías 7:9-10….......................................................................................... 17 1.2. Vocablos y conceptos en el texto griego….............................................................. 18 1.2.1. Eleos, eleeo y eleemon…................................................................................... 18 1.2.2. Oikteiro, oiktirmos y oiktirmon…...................................................................... 20 1.2.3. Splánjna y splanchnízomai…............................................................................. 20 1.2.4. Otros términos griegos…................................................................................... 21 1.2.5. En Lucas 10:25-37…......................................................................................... 21 1.2.6. En Lucas 15:11-32…......................................................................................... 23 1.3. Síntesis del capítulo 1….......................................................................................... 25 2. LA MISERICORDIA EN LIBROS DE VARIOS AUTORES CONTEMPORÁNEOS..... 28 2.1. En La entraña del cristianismo…............................................................................ 28 2.2. En El principio misericordia…................................................................................ 32 2.3. En El Regreso del Hijo Pródigo…........................................................................... 37 2.4. Síntesis de los capítulos 1 y 2…............................................................................... 41 3. LA MISERICORDIA EN LAS CIRCULARES DEL HNO. SEÁN SAMMON SOBRE LA IDENTIDAD DE LOS HERMANOS MARISTAS.…………………………………….…..… 43 3.1. En Una Revolución del Corazón….......................................................................... 43 3.1.1. La misericordia, amor práctico…....................................................................... 44 3.1.2. Como en Lc 15, el amor gratuito y misericordioso del Padre…........................ 44 LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 7 3.1.3. Como en Lc 10, el amor al prójimo…................................................................ 45 3.1.4. La misericordia manifestada en la evangelización…......................................... 45 3.1.5. La opción por los pobres, signo de la misericordia…........................................ 46 3.2. En Compañeros Maravillosos….............................................................................. 46 3.2.1. El amor misericordioso vivido en comunidad…................................................ 47 3.2.2. La acogida misericordiosa de los hermanos difíciles…..................................... 49 3.2.3. Como en Lc 15, vivir el perdón y la reconciliación…....................................... 50 3.2.4. La opción por los pobres, un signo de la misericordia…................................... 52 3.2.5. La misericordia manifestada en la misión comunitaria….................................. 53 3.3. En Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar….................................................... 53 3.3.1. Los Maristas han nacido de una experiencia de misericordia…........................ 54 3.3.2. La misericordia, amor práctico…....................................................................... 56 3.3.3. La misericordia manifestada en la evangelización…......................................... 57 3.3.4. La misericordia manifestada en la solidaridad…............................................... 58 3.3.5. La opción por los niños y jóvenes pobres, un signo de la misericordia…......... 60 3.3.6. Actuar movido a misericordia…........................................................................ 64 3.3.7. La misericordia implica conversión…............................................................... 66 3.3.8. Como en Lc 10, responder a las necesidades del hombre a la orilla del camino 67 3.3.9. Como en Lc 15, vivir el perdón y la reconciliación…....................................... 69 3.4. Síntesis del capítulo 3…........................……………………..……………….......... 69 3.4.1. La misericordia en el carisma y la espiritualidad marista……….………..…... 69 3.4.2. La misericordia y la vivencia comunitaria………………………………...…... 71 3.4.3. La misericordia y la misión marista……………………..…………………...... 72 4. PROPUESTA DE LINEAMIENTOS PARA LOS MARISTAS……………………..…... 75 4.1. La misericordia en el carisma y la espiritualidad marista………………..……..…... 75 4.2. La misericordia y la vivencia comunitaria……………………..………………...... 76 4.3. La misericordia y la misión marista……………………..……………………….... 77 II. DISCUSIÓN.……………..….…………………………………………………………….. 80 III. CONCLUSIONES…..………………..…………………………………………….…..… 83 V. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS……………….…………………………………… 85 LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 8 RESUMEN Este estudio, titulado La Misericordia para los Maristas Hoy. Análisis de las circulares del Hno. Seán Sammon sobre la identidad de los Hermanos Maristas a la luz de textos bíblicos y teológicos, tiene como objetivo ahondar en el contenido del concepto misericordia y descubrir qué le tiene que decir la misericordia a los Hermanos y Laicos maristas del siglo XXI. La misericordia se manifiesta en el ser y el obrar de Dios y de Jesús, y se encuentra en la raíz del carisma marista. Para ahondar en ella, este estudio comienza repasando el significado y el uso de los vocablos hebreos y griegos que subyacen al concepto misericordia en textos del Antiguo y el Nuevo Testamento. Luego, se enriquece la definición de misericordia con los aportes hallados en los libros de tres autores contemporáneos. Con toda esa información se llega a una síntesis que servirá como criba para analizar los documentos maristas. Los documentos seleccionados son tres circulares del Hno. Seán Sammon. Estos forman una trilogía en la que Sammon aborda el tema de la identidad de los Maristas en este tiempo de redefinición para la vida religiosa y laical marista. En ellas se encuentran pinceladas que ayudarán a construir un mosaico de lo que puede implicar la misericordia para los Maristas hoy o para cualquier persona que la quiere vivir. Se presentan unos lineamientos para los diversos grupos que conforman la Familia Marista. Los lineamientos abordan qué tiene que decir la misericordia respecto de la espiritualidad, el carisma, la vida comunitaria y la misión. El estudio cierra con una discusión de los hallazgos y unas conclusiones. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 9 I. INTRODUCCIÓN La vida religiosa nació en una época agrario-autoritaria con un esquema de ideología religiosa, cuya función primordial era el adoctrinamiento religioso. En ese marco nace la Congregación de los Hermanos Maristas1 en la zona rural del sur de Francia a inicios del siglo XIX. La vida religiosa de hoy se encuentra en medio de “un cambio de época, y dentro de ella, ante un cambio religioso que no conoce precedentes” (Martínez , 2010, 2). La forma de entender la fe y, por ende, de vivir la religión ha sufrido transformaciones. Las formas y caminos tradicionales no parecen cumplir su misión de ser mediación para el encuentro personal con Cristo, con Dios, con el Misterio. La fe ya no parte de afirmaciones que han de ser pregonadas, comprendidas, sostenidas y ejercidas. Hoy en día la fe tiene más que ver con hacer camino, con hacer experiencia de encuentro. Una propuesta de adoctrinamiento es insostenible en la nueva cultura emergente que habla de pluralismo, diversidad y apertura a la búsqueda de la verdad. Para continuar siendo relevante para el mundo de hoy, la vida religiosa debe recuperar los valores humanos fundamentales que se encuentran en su génesis. La misericordia es un valor que conecta con la sensibilidad de los seres humanos más allá de cosmovisiones y paradigmas. La misericordia “no es lo único que ejercita Jesús, pero sí es lo que está en su origen y lo que configura toda su vida, su misión y su destino” (Sobrino, 1992, 37). Se encuentra en la raíz del carisma marista. Es la experiencia del Buen Samaritano que no da la vuelta ante el hombre apaleado, sino que atiende sus heridas. Y también es la experiencia del Padre Bueno que espera a su hijo a la puerta de su casa con abrazo, con beso y con fiesta. Las congregaciones religiosas, y el Instituto de los Hermanos Maristas de manera particular, se encuentran en un tiempo de redefinición de su identidad de cara al futuro. La experiencia de la misericordia puede aportar mucho a las búsquedas y respuestas que se den hoy. En esa línea, el presente estudio persigue ahondar en el contenido de la palabra misericordia, para los Maristas hoy, ver qué le puede decir ese vocablo –que había caído en 1 Congregación de los Hermanos Maristas de la Enseñanza: Instituto religioso laical o Instituto religioso de hermanos fundado por Marcelino Champagnat el 2 de enero de 1817 en la Valla (Francia), con el nombre de Hermanitos de María, y concebido en sus inicios como una rama de la Sociedad de María. Es aprobado por la Santa Sede en 1863 como Instituto autónomo y de derecho pontificio. Respetando su nombre de origen, le da a la congregación el nombre de Hermanos Maristas de la Enseñanza (F.M.S.: Fratres Maristae a Scholis). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 10 desuso hasta que el Papa Francisco lo ha devuelto a la palestra 2 – a la vida y misión de los Hermanos y Laicos maristas del siglo XXI3. El estudio comienza (capítulo 1) estudiando los diversos vocablos hebreos y griegos que subyacen al término misericordia en el Antiguo y el Nuevo Testamento, con su complejidad significativa y la evolución del concepto a nivel histórico y teológico. El estudio se detiene en algunos textos que arrojan particular luz sobre estos aspectos: Zacarías 7:9-10, Lucas 10:25-37 y Lucas 15:11-32. Y se concluye el capítulo con una síntesis sobre lo que se expuso con más detalle anteriormente. El capítulo 2 busca profundizar aún más en el concepto de la misericordia de la mano de varios autores contemporáneos. Estos han sido seleccionados tomando en cuenta que cada uno ofrece una visión muy particular sobre la misericordia, marcados por sus diversas visiones y puntos de partida. En La entraña del cristianismo, Olegario González de Cardedal (1997) parte desde la teología y la eclesiología para acercarse a la misericordia como algo vital que brota de la ternura intra-trinitaria. En El principio misericordia, Jon Sobrino (1992) parte desde los pueblos crucificados para lanzar un llamado a la conversión y al compromiso con el Reino efectuando cambios estructurales. En El regreso del hijo pródigo, Henri Nouwen (2011) parte desde la contemplación del misterio que encierra el relato lucano y una determinada representación artística para revelar a un Dios gratuito y misericordioso que actúa en su propia vida. Al finalizar este capítulo se presenta una síntesis de los primeros dos que servirá a modo de criba para el análisis que prosigue. Contiene varias acepciones de misericordia, las cuales, como un mosaico, dan forma al concepto. Ayudado por esta síntesis, se pasa a analizar unos textos maristas: la trilogía de circulares que escribió el Hno. Seán Sammon4 con el fin de modelar una identidad para los Maristas que esté acorde a los tiempos actuales y que apunte a lo esencial. Cada circular aborda una dimensión de la vida de los Maristas: espiritualidad, vida comunitaria y vida apostólica, pensando en un 2 “La Iglesia, por lo tanto, está llamada a diseminar la levadura y la sal del Evangelio, y por lo tanto, el amor y la misericordia de Dios que llega a todos los hombres, apuntando a la meta ultraterrena y definitiva de nuestro destino…” (Papa Francisco, 2013). 3 Otra motivación para este estudio surge de mi interés por profundizar en cómo mi vocación personal a ser misericordia participa de la vocación que nos ha legado Marcelino Champagnat y del llamado de Dios en Cristo Jesús a –de alguna manera– ser signos de su misericordia. 4 Hno. Seán Sammon: Superior General de los Hermanos Maristas, 2001-2009, a quien conozco personalmente, pues tuve la oportunidad de ser su traductor y guía en varias visitas que realizó a Guatemala. Lo considero un hombre de fe y un pastor acorde al corazón de Dios. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 11 primer momento en los Hermanos, pero atento también a los Laicos que comparten el carisma de Marcelino Champagnat5. A través de estas interpelaciones, el Hno. Seán intentó provocar una necesaria “revolución del corazón” en el Instituto. De cada una de las circulares se extraen las perspectivas que ofrece al respecto de la misericordia, y al final del capítulo éstas se recogen en una síntesis, organizada por núcleos temáticos: la misericordia en el carisma y la espiritualidad marista; la misericordia y la vivencia comunitaria; la misericordia y la misión marista. El capítulo 4 contiene una colección de lineamientos para los Maristas hoy y, por ende, para la humanidad. Estos están organizados usando los mismos núcleos temáticos del capítulo precedente. El trabajo termina con una discusión de los hallazgos y las conclusiones. El presente estudio tiene una serie de limitaciones. Algunas provienen de los textos seleccionados para estudio, otras tienen que ver con el alcance de este estudio. Primero, al elegir para análisis las circulares del Hno. Seán Sammon, el estudio se enfoca únicamente en la vida marista. Segundo, algunas secciones de las circulares están dedicadas a los Hermanos Maristas y sólo por añadidura a los Laicos Maristas. Del mismo modo, este trabajo no aborda suficientemente el tema del Laicado. Tercero, el Hno. Seán Sammon escribió 5 circulares durante su mandato. El presente estudio se enfoca en tres de ellas, las que fueron escritas como una trilogía. Un estudio más amplio del pensamiento de Sammon sobre la misericordia debería incluir sus otras dos circulares y sus numerosas cartas. Cuarto, el mandato del Hno. Seán como Superior General concluyó en el 2009. Una mirada actual supondría estudiar los escritos del nuevo Superior General, Hno. Emili Turú, pero su única circular no ofrece suficiente material para este estudio. Por último, en este estudio se menciona la importancia del silencio y de la alteridad para entrar en relación y, en consecuencia, para vivir la misericordia. Pero, estos temas – silencio y alteridad– no se han explicitado suficientemente en este estudio. 5 Marcelino Champagnat: Sacerdote rural, fundador del Instituto de los Hermanos Maristas, se apasiona por Dios y se entrega con entusiasmo a favor de los niños y jóvenes, especialmente los más necesitados. Nace en una aldea del sur de Francia el 20 de mayo de 1789 y fallece el 6 de junio de 1840. Es canonizado el 18 de abril de 1999. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 12 1. LA MISERICORDIA EN LA BIBLIA En el proceso de acercarse al término misericordia se han de tomar en cuenta varios vocablos hebreos que le subyacen. Y también los vocablos griegos que a partir del texto bíblico de los LXX introducen nuevos matices, pero que en el fondo reflejan los vocablos hebreos. Esto iluminará la riqueza que contiene y evidenciará la dificultad que enfrentan los traductores. 1.1. Vocablos y conceptos en el texto hebreo 1.1.1. Rhm Las palabras hebreas más comúnmente usadas para expresar la idea de misericordia son el verbo rakham y el sustantivo rakhamim (Tenney y Silva, 2009, 204). Estos términos se derivan del vocablo rekhem, “vientre” (Gn 49:25), o también “vísceras, entrañas”, usado como metáfora similar al uso actual de “corazón”6. El verbo y el sustantivo describen la misericordia que surge de las entrañas7. Con frecuencia los términos de la raíz rhm son usados en el Antiguo Testamento en conexión con el amor de un superior por su súbdito, y nunca por el de una persona hacia Dios (Jenni y Westermann, 1997, 227). En algunos casos se vincula el vocablo rakhamim al verbo kamar (“estar agitado”) para expresar los sentimientos que surgen del corazón (Gn 43:30; 1 R 3:26; Os 11:8). a) El verbo rakham aparece en el Antiguo Testamento en unos cincuenta contextos y consistentemente significa mostrar u otorgar misericordia o compasión. El término se usa tanto para Dios como para los seres humanos. Cuando aparece en relación con Dios, rakham se refiere a la manera en que Dios derrama su misericordia sobre su pueblo (Dt 13:18; Isa 30:18; Sal 102:13); a veces en respuesta a la miseria de su pueblo (2 R 13:23), y en otras porque ésa es su voluntad (Ex 33:19) (Tenney y Silva, 2009, 204). Una expresión de la misericordia de Yahvé es la restauración de Israel, garantía de la renovación de la compasión divina. En estos casos rakham es usado de forma similar a la que se usa el término hesed, concepto ligado a la alianza (cf. Is 14:1; Jr 12:15; 30:18; 31:10; 33:26; Ez 39:25; y también Is 49:10, 13; Os 2:1; Mi 7:19). Por otro lado, en ocasiones 6 En el lenguaje actual tendemos a referirnos al corazón como el centro de donde brotan los sentimientos, pero en la cultura hebrea los sentimientos más profundos brotaban de las vísceras, de las entrañas, centro de nuestra energía sexual, de nuestro afecto, de nuestra ira. Y de ahí es desde donde salen espontáneamente actos de compasión o de perdón (Sal 106, 43; Dan 9, 9). 7 La última edición de la Biblia de Jerusalén (2009) utiliza diversos vocablos en su traducción, según los textos y los contextos: compasión, ternura, bondad, amor, misericordia. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 13 Yahvé amenaza con retirar su compasión al pueblo que le ha dado la espalda (cf. Is 9:17; Jr 13:14) (Renn, 2005, 634). En Os 1:6 el profeta relata que le puso el nombre de “No Misericordia” a la hija ilegítima de Gomer, como denuncia simbólica contra los israelitas. Debido a sus pecados, a ellos se les negará el acceso a la compasión de Yahvé. En Sal 116:5, se halla una afirmación de la misericordia divina, y en Ha 3:2, una súplica a Dios para que recuerde su misericordia. Cuando se relaciona con los seres humanos, esta emoción sentida físicamente es consecuencia de lo que Dios permite o se expresa en un contexto de lazos familiares. Es la forma en que naturalmente actúa una madre con “su niño de pecho” (Is 49:15), un padre con su hijo querido (Jr 31:20) o un amante con su amada (Os 2:23). Cuando esos lazos no existen, como en el caso de un conquistador que muestra compasión hacia el vencido, las Escrituras le atribuyen la motivación a Dios, cuya acción tras bambalinas genera compasión en un individuo de otro modo inmisericorde (Is 13:18; Jr 6:23: 2:17; 1 R 8:50; Jer 42:12) (Tenney y Silva, 2009, 204). El rechazo de la gente a mostrar misericordia es registrado en Is 13:18; 49:15; Jr 6:23; 21:7; 50:42 (Renn, 2005, 634). b) El sustantivo rakhamim aparece aproximadamente sesenta veces con el sentido de misericordia, que incluye el aspecto de la compasión. En la mayoría de los casos se refiere a Dios, y cuando se relaciona con personas ocurre en contextos en los que Yahvé toma la iniciativa de proveerla o en los que le pide a su pueblo que la manifieste. El término rakhamim indica aquella emoción de compasión, lástima o amor características de las relaciones familiares antes mencionadas (Renn, 2005, 634). Es una cualidad propia de Dios en virtud de la cual los rebeldes presentan sus súplicas (Dn 9:9) y que se extiende a quienes son rescatados por Yahvé como uno de sus beneficios (Sal 103:4) (Tenney y Silva, 2009, 204). La misericordia le da a un pueblo de creyentes en la alianza esperanzas de mantener una relación continuada con su Dios. Al creyente se le pide que practique esta cualidad en su relación con los demás, en especial con aquellos que se encuentran en necesidad (Za 7:9-10). Del mismo modo que con la forma verbal, rakhamim aparece en Sal 119:77 como súplica a Yahvé para que muestre su misericordia; en Sal 40:11, como súplica para que ayude a derrotar al enemigo; y Dt 13:17; Is 54:7; 63:7; Jr 42:12 muestran ocasiones en las que Dios otorga su misericordia a su pueblo. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 14 Os 2:21: “Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en hesed y en rakhamim” muestra que rakhamim es una de las cualidades en las que Yahvé fundamenta la renovación de su alianza con una Israel adúltera. 2 S 24:14; Ne 9:19, 27ss; Sal 51:1; 119:156; Dn 9:18 muestran la grandeza de la misericordia divina para con su pueblo y Lm 3:22 atestigua que la misericordia de Dios no se agota jamás. Detrás de estas representaciones se encuentra el cuidado de Dios por los seres humanos en su mezquindad y en su creaturalidad. En un sentido negativo, Jr 15:5 muestra que Dios le retira su misericordia a su pueblo (Renn, 2005, 635). Y, de forma llamativa, en Dt 7:2 y Jos 11:20, Dios le dice a Israel que actúe sin misericordia contra las naciones que debe echar de la tierra que va a habitar. Cuando hesed y rakhamim aparecen juntos (Sal 103:4; Za 7:9; cf. Dn 1:9), hesed siempre precede a rakhamim aún cuando aparezcan distantes el uno del otro (Sal 51:3; Jr 16:5; Os 2:21; Za 7:9), lo cual sugiere que rakhamim demuestra cómo se expresa la actitud de hesed (Jenni y Westermann, 1997, 1230). 1.1.2. Hesed El vocablo hebreo hesed constituye uno de los términos teológicos más significativos del Antiguo Testamento, ligado a la alianza. Se aplica mayormente a Dios, pero también se utiliza para describir una cualidad humana, así como para expresar el compromiso humano con la alianza 8 . En algunas traducciones de la Biblia aparece como “misericordia”; la Biblia de Jerusalén alterna “misericordia”, “amor”, “piedad” y “lealtad”. Cuando se aplica a Yahvé, hesed es fundamentalmente una expresión de su lealtad, de su devoción y fidelidad a las exigencias de la alianza. Un número significativo de textos vinculan el concepto de hesed a la alianza, confirmando que cuando ese amor es manifestado por Yahvé la respuesta divina surge del compromiso solemne para con su pueblo (Ex 15:13; Esd 9:9; Sal 98:3; Is 54:8,10; 63:7). En Os 2:21, Yahvé promete renovar su desposorio en base a un vínculo que no se romperá jamás. Una de las características de esta nueva relación será el hesed de Dios (Renn, 2005, 633). La “misericordia por mil generaciones” se manifiesta de forma particular a quienes aman a Dios y siguen sus mandamientos (Ex 20:6; Dt 5:10; 7:9,12; 1 R 8:3; Ne 1:5; Sal 25:10; Dn 9:4) 8 Esta acepción refleja la aceptación del trabajo de Nelson Glüeck, quien argumenta que hesed está conectado con la terminología de la alianza (Ex 20:6; Jos 2:12-14; cf. Tenney y Silva, 2009, 204). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 15 (Renn, 2005, 633). Ese amor inmutable es el que Dios muestra a Abraham en Gn 24:27 y a José en Gn 39:21. 2 S 7:15 presenta la resolución divina de no retirar su hesed de David como con Saúl; y en Sal 51:1, David suplica a Dios que no le retire su hesed. A Dios con frecuencia se le alaba con estas palabras: “Porque es eterno su hesed” (cf. 1 Cro 16:34; Esd 3:11; Sal 100:5; 106:1; 107:1; 118:1ss; 136:1-26; Jr 33:11; Lm 3:22) (Renn, 2005, 633). En Ex 33:19 la misericordia divina es presentada no como una obligación, sino como una elección de Dios, en consonancia con su naturaleza, puesto que Él es “misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor (hesed) y fidelidad” (Ex 34:6) (Powell, 2011, 570). Hesed se halla con mucha frecuencia en la literatura narrativa y en los libros sapienciales, especialmente en los Salmos. Se encuentra 127 veces en los Salmos; 12 en 2 Samuel; 11 en Génesis, 10 veces en Proverbios y 2 Crónicas, 4 en Éxodo y en 1 Samuel; 3 en Deuteronomio, Josué, Miquea, Job, Rut y Esdras; 2 veces en Números, Jueces, Jonás, Lamentaciones, Ester, Dan; y una vez en Joel y Zacarías. Está ausente de los documentos P9 y no es muy común en los profetas. Sin embargo, es teológicamente fundamental en Oseas, Jeremías, y en el Deutero-Isaías con un sentido diverso. En los Salmos usualmente describe la actitud de Dios (Jenni y Westermann, 1997, 449). Cuando hesed se usa para seres humanos implica una decisión consciente e indica “compasión”, “bondad” o “misericordia”. En Jb 6:14 se usa para la humanidad en general, mientras que en Gn 19:19 una vida –la de Lot– es salvada debido a la intervención misericordiosa de unos ángeles. Hesed también se refiere a “amor” o “bondad” en las acciones nobles de Booz para con Nohemí y Rut (Rt 2:20); y de forma semejante en la amistad cercana de David y Jonatán (cf. 1 S 20:8ss; 2 S 9:1ss). En todas éstas hay un compromiso con la relación respectiva. Dios también le ordena a su pueblo a que demuestre hesed hacia su prójimo (Za 7:9). El hesed que Dios pide del ser humano es el amor que se traduce en una alegre sumisión a la voluntad de Dios y en la caridad con el prójimo. Éste es el ideal de los Jasidim (1 M 2:42), recogido en los libros de los Macabeos. En el contexto de una promesa solemne entre dos o más personas, hesed indica la “bondad” y la “lealtad” requerida de los implicados. Por ejemplo, en Gn 47:29, Jacob hace que José jure enterrarle en Canaán y no en Egipto. A José se le pide que con ello muestre hesed hacia 9 Documento sacerdotal. De acuerdo con la hipótesis documentaria el Pentateuco está compuesto por documentos de cuatro diferentes tradiciones, una de las cuales es la sacerdotal o P. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 16 su padre. De igual modo, en Jos 2:12, Rajab le suplica a los espías que la traten con la misma “bondad” con que ella les ha tratado. Su acción misericordiosa al prevenir que las autoridades de Jericó les descubrieran sustenta su solicitud por un acto similar de “bondad”. (Renn, 2005, 634). También en Jr 2:2 se reconoce la “devoción” y la “lealtad” de Israel hacia Yahvé en los inicios de su relación establecida en el Sinaí. Allí hesed se refiere a la respuesta afirmativa de Israel a los compromisos adquiridos por la alianza. Os 6:6 busca resaltar que hesed hacia Dios y hacia el pueblo han de estar ligados: “Porque yo quiero amor (hesed), no sacrificio, conocimiento de Dios mejor que holocaustos”. En este oráculo, Yahvé revela con fuerza emotiva su proceder contra la falsedad del culto y la hipocresía de la conversión del pueblo. Israel no ha aprendido la lección, pues continúa favoreciendo el culto exterior sin someterse a su Dios. Oseas no rechaza todo sacrificio (cf. 9:4), sino que denuncia un culto vacío. Contrasta misericordia y culto, pero de aquel culto que excluye la devoción humana; pues devoción y culto han de tener unas consecuencias éticas que vinculan al otro (cf. Am 8:4-6) (Jenni y Westermann, 1997, 459). El profeta propone hesed como la respuesta fiel del pueblo de la alianza para con su Dios (Brown, Fitzmyer y Murphy, 2004, 332-333), anunciando un futuro pleno de justicia y respeto por el otro, en el que el pueblo conocerá y escuchará a Yahvé, el compasivo y fuerza de vida. (Brueggemann, 2003, 216). Concluyendo con esta parte, el término hesed tiene muchas capas de significación. De acuerdo a Glüeck (cf. Jenni y Westermann, 1997, 451), hesed no se refiere a una bondad espontánea y gratuita, sino a un modo de comportamiento que surge de una relación definida por derechos y deberes (esposo-esposa, padre-hijo, gobernante-súbditos). Sin embargo, en los escritos tardíos del Antiguo Testamento, este término evoluciona de un sentido del deber a una emoción que vincula a la vida del otro. Al mismo tiempo, del receptor del hesed se espera una disposición y unas actitudes que van más allá de lo obligatorio (Jenni y Westermann, 1997, 456). Esta manifestación de bondad y compasión, tanto de Dios (Jr 3:13) como de los seres humanos (Za 7:9), hace difícil de distinguir hesed de rakhamim (en Za 7:9 aparecen en paralelo). Pero, si bien hesed tiene muchos paralelismos con rakham, se distingue en que hesed no es tan sólo unilateral sino también mutuo, así que en algunas ocasiones (pocas) el ser humano expresa hesed hacia Dios (Jenni y Westermann, 1997, 450). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 17 1.1.3. Rekham El equivalente arameo de rakham sólo aparece en Dn 2:18, donde se refiere a “la misericordia del Dios del Cielo”. En este episodio, Daniel y sus tres compañeros imploran a Dios que le dé el conocimiento a Daniel para interpretar el sueño del rey, y así escapar de la muerte (Renn, 2005, 635). 1.1.4. Khanan Otro término ligado a la misericordia se encuentra en el verbo hebreo khanan, “que se apiade, que muestre su favor y su misericordia” (Sal 57:1; 123:2-3). El concepto que está en la raíz es el de “favor, gracia, aprobación” (hen), utilizado en la expresión “hallar favor a los ojos de” (Gn 6:8), que si bien se refiere a la condición del que suplica (Jb 19:21), el énfasis está en el éxito alcanzado por el necesitado. Esta respuesta no se limita a Dios, evidenciado por textos que exhortan a mostrar khanan a los pobres, los huérfanos y viudas (Sal 37:21, 26; 112:5; Pr 14:21, 31; 19:17; 28:8, todos en el contexto sapiencial). En Dt 7:2 prevalece el sentido de lástima; a los israelitas se les instruye así: “No harás alianzas con ellas, ni les tendrás compasión”. 1.1.5. Hasid La palabra hasid aparece en unos treinta contextos, con el sentido principal de santo o sagrado. Sin embargo, en tres ocasiones remite a la misericordia de Yahvé (cf. 2 S 22:6; Sal 18:25; Jr 3:12) (Renn, 2005, 635). 1.1.6. Otros términos hebreos Otros términos hebreos que expresan la idea de misericordia o compasión son los verbos hus y hamal (Jr 13:14, donde ambos verbos aparecen con rakham). También el vocablo hemlah, un sustantivo que aparece sólo dos veces, en ambas refiriéndose a la misericordia de Dios. En Gn 19:16, esta misericordia se extiende a Lot, rescatado de Sodoma por dos ángeles (hesed aparece en 19:19). Is 63:9 habla de Yahvé que rescata a su pueblo de antaño por su amor y compasión. 1.1.7. En Zacarías 7:9-10 En el libro de Zacarías, el autor imagina un mundo deshecho y rehecho por Yahvé, un mundo que responde a las exigencias éticas de la fe y en el que se restablece la voluntad y el poder divinos (Brueggemann, 2003, 256). La primera mitad de este libro post-exílico (1-8) resalta la importancia de la reconstrucción del Templo y de la acción de Dios en la historia. La tercera parte de ese segmento (7,1-8,23) reúne una serie de oráculos acerca de prácticas religiosas, LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 18 preguntas éticas, la búsqueda de la voluntad divina cuando la realidad no coincide con lo profetizado, la conciencia histórica del pueblo y el rol del profeta como portador de esperanza. En medio del desconcierto de la restauración los representantes del pueblo se acercan a los sacerdotes y a los profetas con una pregunta sobre el culto (Za 7:2-3). Yahvé responde de forma inmediata, apasionada y profética denunciando las motivaciones de estos representantes e indicando el comportamiento justo (Za 7:9-10) (Brown, Fitzmyer y Murphy, 2004, 548). “Así dice Yahvé Sebaot: Celebrad juicios justos, practicad entre vosotros hesed y rakhamim. No oprimáis a la viuda, al huérfano, al forastero o al pobre; no maquinéis malas acciones entre vosotros.” Este texto presenta ambos vocablos, hesed y rakhamim, de forma paralela y casi sinónima. Rakhamim caracteriza el modo en que se irradia la actitud de hesed. Para Zacarías el interés por el culto y el Templo no excluye la dimensión ética; han de nutrirse el uno del otro. Por eso en este texto, Dios ordena a su pueblo a ser misericordiosos con sus semejantes. La condición de indigencia en que estos se encuentran no escapa a la mirada de Dios y de ahí es de donde surge la misericordia. 1.2. Vocablos y conceptos en el texto griego 1.2.1. Eleos, eleeo y eleemon a) Eleos (ἔλεος) es el vocablo griego más común para expresar “misericordia”, utilizado para traducir las palabras hebreas rakham, khanan y hesed, con más frecuencia esta última (Powell, 2011, 624-625). Su sentido es semejante al de hesed pero no expresa una situación jurídica sino psicológica, “una profunda conmoción de ánimo, que se traduce en gestos de compasión, bondad y piedad (Rossano, Ravasi y Girlanda, 1990, 1217). Se usa tanto para Dios como para seres humanos y aparece en unos treinta contextos bíblicos. En lo que respecta a la misericordia humana, Dios desea que su pueblo manifieste esta cualidad. En Mt 23:23 Jesús condena a los escribas y fariseos por no mostrar “la justicia, la misericordia y la fe” en su relación con los demás, y en St 2:13 a “quien no tuvo misericordia” (Renn, 2005, 636). En relación a Dios, en el texto lucano la misericordia es dada “a los que le temen” (Lc 1:50, 54; 1:72, 78) en el sentido de hesed ligado a rakhamim. Mientras que en las Epístolas eleos se asemeja a “gracia”, pero se diferencia de ésta en que la primera es el amor divino expresado a su pueblo en su miseria y la segunda es ese amor gratuito expresado a un pueblo pecador (Tenney LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 19 y Silva, 2009, 206). Son “objetos de misericordia” (Rm 9:23) quienes han sido destinados a recibir su gracia y su misericordia, lo cual incluye a los gentiles (Rm 11:31; 15:9). En numerosos textos se invoca la misericordia divina (Ga 6:16; 1 Tm 1:2; 2 Tm 1:2, 16; Judas 2; Tt 1:4; Hb 4:16; 2 Jn 3) y en otros se alaba como atributo de Dios (Ef 2:4; Tt 3:5; St 3:17; 1 P 1:3; Judas 21) (Renn, 2005, 636). Finalmente, la misericordia es don indispensable para presentarse ante el Señor en el último día (2 Tm 1:18). Eleos sugiere bendiciones y compasión gratuita tanto como indulgencia, perdón, bondad, fortaleza y aún salvación y generosidad. Es a lo que Jesús invita en Lc 10:37, donde cuenta la parábola del buen samaritano para explicitar lo que actuar con misericordia puede significar. En otra parábola, sugiere que Dios podría retener su misericordia de aquellos que no hayan sido misericordiosos (Mt 18:23-25). La misericordia también juega un papel importante en la forma en que Jesús interpreta la ley desde la ética, pues prioriza la misericordia de manera que preocupaciones legítimas pasan a un segundo plano. En el evangelio de Mateo, Jesús cita Os 6:6 en dos ocasiones, para indicar que Dios prefiere la misericordia por encima de los sacrificios (Mt 9:13; 12:7). b) Eleeo (ἐλέησον) es el verbo de eleos y aparece unas treinta veces en la Escritura, con el sentido de “tener misericordia” o “mostrar misericordia”, acompañada por el sentido de “compasión” y “piedad”. Es el verbo usado para traducir el vocablo hebreo khanan, aunque en los profetas usualmente traduce rakham (Os 1:6) (Tenney y Silva, 2009, 205). La práctica de “ejercer misericordia” aparece en Rm 12:8. La obligación de mostrarse compasivo es presentada en la parábola del sirviente ingrato, quien fue objeto de misericordia por parte de su rey cancelándole su deuda, pero que no se compadeció de su compañero que le debía muy poco (Mt 18:33). En el resto de los casos en que se usa eleeo es en contextos en los que Dios o su Hijo son la fuente de la misericordia. En numerosas ocasiones ciegos y leprosos le suplican misericordia a Jesús (Mt 9:27; 20:30ss; Mc 10:47-48; Lc 17:13; 18:38-39); y otros suplican por sus hijos (Mt 15:22; 17:15). Entre los que reciben su misericordia también se encuentran el geraseno (Mc 5:19) y el apóstol Pablo (1 Tm 1:13,16). Otros textos hablan de la soberana misericordia divina (Rm 11:30ss; 1 Co 7:25; 2 Co 4:1; Flp 2:27; 1 P 2:10) (Renn, 2005, 635) que inspira los ministerios en la comunidad (2 Co 4:1) y permite que un pecador se convierta (1 Co 7:25) (Tenney y Silva, 2009, 205). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 20 c) Eleemon (ἐλεήμων) es una forma adjetival de eleeo y eleos, que aparece sólo dos veces en las Escrituras. En Mt 5:7 se refiere a la condición de bienaventurados de los “misericordiosos”, quienes a su vez recibirán la misericordia divina. En Hb 2:17 se refiere al Hijo de Dios como nuestro “sumo sacerdote misericordioso y fiel” (Renn, 2005, 635). 1.2.2. Oikteiro, oiktirmos y oiktirmon a) Oikteiro (οἰκτίρω) es un verbo sinónimo de eleeo que significa “tener compasión o piedad de alguien”. Es usado en Rm 9:15 para referirse a la voluntad divina hacia su pueblo: “Seré misericordioso con quien lo sea”, que hace referencia a Ex 3:19. b) Oiktirmos es el sustantivo derivado de oikteiro y traducido como “misericordia” o “compasión” en los cinco contextos en que aparece; está relacionado al vocablo hebreo rakhamim y también a splánjna o las “entrañas” de donde surgen los afectos (Renn, 2005, 636). Se refiere a las “misericordias” de Dios (Rm 12:1; 2 Cor 1:3) y a la “entrañable misericordia” de Cristo (Flp 2:1). En Col 3:12 se pide al creyente que viva las cualidades de Cristo, una de las cuales es las “entrañas de misericordia” (σπλάγχνα οἰκτιρμοῦ). Y en Hb 10:28 se comenta del uso de la pena capital “sin compasión” contra quienes no cumplieran con la ley. c) Oiktirmon es la forma adjetival de oikteiro y oiktirmos. Aparece sólo en tres lugares. En Lc 6:36 se invita a ser misericordiosos como Dios es misericordioso; y St 5:11 declara que “el Señor es compasivo y misericordioso”, en referencia a Sal 103:8 (Renn, 2005, 636). 1.2.3. Splánjna y splanchnízomai En menor grado en el Nuevo Testamento se usa el vocablo splánjna (σπλάγχνα), el cual equivale a rehamîm. Tal como la raíz hebrea, se refiere al lugar –las vísceras– de donde brotan las pasiones instintivas, los sentimientos de amor, cariño simpatía, benignidad y misericordia (Coenen, Beyreuther y Bietenhard, 1990, 104). El verbo splanchnízomai (ἐσπλαγχνίσθη) designa el comportamiento de Jesús y el modo de obrar de los protagonistas de tres de sus parábolas. Es usado en numerosas ocasiones para expresar el sentir y actuar de Jesús que se conmueve ante la desgracia humana: ante la súplica del leproso (Mc 6:4), al ver a la muchedumbre fatigada y decaída (Mt 9:36), ante los dos ciegos que le ruegan (Mt 20:34), al contemplar a la viuda de Naín (Lc 7:13). También es utilizado en parábolas para expresar un sentimiento muy fuerte de compasión o de amor que cambia totalmente la situación: del rey ante el siervo que suplica (Mt 18:27) y del padre ante el hijo pródigo (Lc 15:20). En ambos textos expresa la ilimitada misericordia de Dios. Mientras que en LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 21 el encuentro del samaritano con el hombre que halla en el camino (Lc 10:33) el verbo splanchnízomai supone una actitud existencial que está dispuesta a ayudar al otro poniendo todos los medios necesarios para ellos: tiempo, esfuerzos, la misma vida. 1.2.4. Otros términos griegos a) Hilaskomai se encuentra en dos lugares. En Lc 18:13 se traduce como “ten compasión de mí, que soy pecador” y en Hb 2:18 como “hacer expiación”. b) Hileos es un adjetivo que aparece en dos ocasiones. En Hb 8:12, el Dios compasivo declara que “me apiadaré” y me olvidaré de los pecados de mi pueblo (Renn, 2005, 636). 1.2.5. En Lucas 10:25-37 En el evangelio de Lucas, el largo viaje a Jerusalén de Jesús y sus discípulos (9:51-19:27) presenta una serie de encuentros, sanaciones, instrucciones y parábolas que van educando a la comunidad naciente. Lc 10:25-37 contiene una controversia entre Jesús y un legista, y la validación de la respuesta del legista por parte de Jesús, además de una parábola –o más bien una historia ejemplarizante—y la exegesis de ésta en boca de Jesús. La controversia surge en el contexto de la pregunta por la vida eterna, tema debatido en el Judaísmo del primer siglo (Míguez, 2003, 67) y que remite al sentido último de la vida. El legista responde uniendo Dt 6:4-9 y Lv 19:18, y Jesús reitera que tendrán vida en plenitud aquellos que “hacen” vida el amor por Dios, por el prójimo y por sí mismos (10:27-28). Sin embargo, el legista, proveniente de un orden social lleno de reglas y delimitaciones (Tenney y Silva, 2009, 450) e incapaz de captar el espíritu de Lv 19:18, reta a Jesús a que defina los límites del ser prójimo (10:29). Y es en este contexto en que Jesús rompe barreras respecto a quién es el prójimo y cómo estamos llamados a vivir la misericordia desde el Reino. Jesús no responde a la pregunta con una definición legal sino con una historia retadora (10:30-35). El hombre herido no es definido por nombre, raza, edad, credo o nación, sólo por lo que le acontece (Keck et al., 1995, 227); puede ser cualquier víctima inocente de la violencia. Tras conocer la situación, la audiencia espera que alguien atienda al herido. Pero, el sacerdote y el levita pasan de largo sin parar (10:31-32); no se da ninguna razón para ello, pero tampoco es que exista justificación para ser indiferente ante un ser humano necesitado (Keck et al., 1995, 229). El tercero que pasa sí hace algo, pero no es quien la audiencia esperaba. Al colocar a un samaritano como héroe de la historia, Jesús cuestiona el prejuicio que les ve como impuros, LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 22 cismáticos y mestizos, y causa escándalo10. Basta ya de la discriminación por causa de la raza, la procedencia o la religión, pues el hombre dejado a la orilla del camino no discrimina; quienquiera que tenga misericordia de él y pare a ayudarle será su “prójimo” (Dunn, 2009, 665). El samaritano se conmovió en sus entrañas (splanchnízomai). Luego “se acercó”, “vendó”, “vertió”, “montó”, “llevó”, “cuidó” y mostró que sus bienes no son sus dioses pues pone su aceite, su vino, su dinero y su animal de carga al servicio del hombre herido. El legista evita usar la palabra samaritano en su respuesta (10, 36-37), pero en un giro interesante define “prójimo” como “el que practicó la misericordia” (eleos). Lc 10:37 presenta uno de los pocos textos bíblicos en que la palabra “misericordia” es usada para expresar una cualidad o un compromiso humano11. Al final, tanto el herido como el samaritano son prójimos. Y el que muestra misericordia será heredero en el reino, pero Jesús no le promete recompensa pues su ser prójimo trasciende todo cálculo. De este texto se pueden extraer varias lecciones que ayuden ahondar en el sentido de la misericordia: a) La vida eterna, el sentido último de la existencia, está ligada al reconocimiento del otro e implica responder con misericordia al necesitado, expresar amor de forma concreta y compartir los bienes. b) El culto verdadero requiere atención misericordiosa al ser humano, en particular al necesitado. El sacerdote y el levita parece que priorizan la pureza cultual, pero Jesús apunta en otra dirección. c) Jesús evita dar una definición o una sentencia, pues actuar como prójimo no es un asunto de definición teórica sino de cómo comportarse ante el necesitado. Con la parábola Jesús sugiere que quien pregunte por la definición de “prójimo” debe colocarse en el lugar de quien ha sido apaleado, despojado de sus cosas y dejado medio muerto. La vida cotidiana y la misericordia revelarán quiénes han de ser los prójimos. 10 Al inicio de su viaje a Jerusalén, Jesús, un judío, le enseña a sus discípulos, incluyendo a los setenta que envió a Samaria, que un samaritano mestizo e impuro ha hecho la voluntad de Dios contenida en la Torá, amar a su enemigo (Lv 19:18), y que el samaritano heredará la vida eterna, el don prometido al pueblo de la alianza (Lv 18:5), pero que el sacerdote y el levita no han hecho “lo que estaba escrito en la ley” (Lc 10:26). Ciertamente, Jesús va camino a la cruz (Lc 9:22, 43-45) (cf. Dunn, 2009, 665). 11 Algunos ejemplos: la llamada del profeta para que el pueblo de Dios muestre bondad y misericordia unos para con los otros (Za 7:9); Jesús invita a ser misericordiosos (Mt 5:7; Lc 6:36) y renueva la llamada de Os 6:6 a la misericordia (Mt 9:13; 12:7). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 23 d) “Prójimo” y “misericordia” van íntimamente ligados: Ser prójimo y actuar como tal es una decisión voluntaria y responsable que establece una conexión en la que el herido y el samaritano se vuelven compañeros de camino. La projimidad 12 no existe antes de la acción misericordiosa; surge de la relación. e) Amor a Dios y amor al prójimo se implican y se necesitan mutuamente. Amar a Dios sin amar al prójimo, o con una definición abstracta de Dios o del prójimo, se convierte en un ejercicio teórico que niega al otro y al Otro. Pero, sin referencia a Dios, el amor al prójimo corre el peligro de perderse en asistencialismo y de negar la alteridad del sujeto. Y, si la definición de Dios es estrecha y exclusivista, entonces la pregunta por el prójimo es estrecha y exclusivista, y viceversa. 1.2.6. En Lucas 15:11-32 En los episodios que preceden a Lc 15 Jesús va de camino hacia Jerusalén acompañado de una gran cantidad de gente, mientras que va exponiendo una serie de condiciones para ser su discípulo. Está rodeado de los indeseables de la sociedad —publicanos y pecadores—, que se acercan para escucharle, y también por los considerados en más alta estima —los fariseos y los doctores de la ley—, quienes critican su cercanía a los indeseables y que se siente a comer con ellos. Jesús sale al paso de estas críticas a través de tres parábolas que forman una unidad (15:132), por el énfasis que hacen en la misericordia y en el gozo por haber encontrado lo perdido. En ellas Jesús transmite la misma idea que expresa sobre su misión en Lc 19:10, “El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.” En la primera el pastor celebra el gozo de encontrar su oveja perdida, en la segunda la mujer se regocija con la dracma perdida y en la tercera el padre sale al encuentro del hijo perdido. En estas parábolas se legitima el comportamiento de Jesús con los pecadores, demostrando que con su actitud de acogida se cumple la voluntad salvífica de Dios, mientras que se critica a los fariseos y los doctores de la ley por ir en contra del plan de Dios. Si Jesús acoge a los publicanos y pecadores y hasta come con ellos es porque Dios mismo los acepta y los quiere (Fitzmyer, 1987, 675); ellos son los verdaderos extraviados. La tercera parábola es comúnmente conocida como “La parábola del hijo pródigo” (15:11-32), pero Fitzmyer prefiere el título conferido por Joachim Jeremias, el cual entiende que 12 Término acuñado por Olegario González de Cardedal (1997) para referirse a la cualidad de prójimo. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 24 se acerca más al sentido de la narración: “La parábola del amor del padre” (Fitzmyer, 1987, 672). De modo que el padre es el verdadero personaje central. La parábola presenta al padre como símbolo del amor propio de Dios: una misericordia incondicional, abierta, ilimitada, que no sólo se vuelca sobre el pecador arrepentido –el hijo menor–, sino que también sobre el crítico intransigente – el hijo mayor–, que se obstina en su incomprensión. Y al mismo tiempo, la parábola ofrece una representación del mensaje de Jesús, y del Reino que predica (Fitzmyer, 1987, 672). Este relato abre con el hijo menor solicitando su parte de la herencia y alejándose de la casa paterna (15:13), con lo cual expresa su rechazo a ser hijo de su padre y su pretensión de ser dueño de sí mismo, como hacen Adán y Eva en Gn 1. Debido a sus propias acciones su situación se vuelve tan crítica que tiene que aceptar un trabajo vergonzoso para un judío: criar cerdos, un animal que es considerado impuro (15:15-16). El hijo menor recapacita y expresa en un monólogo el inicio de su arrepentimiento y el deseo de regresar a la casa paterna (15:17-19). No más verle en la distancia (15:20), el padre le reconoce. Se le conmueven las entrañas (σπλαγχνίζομαι, splanchnízomai), sale corriendo a su encuentro, toma la iniciativa del perdón y muestra su cariño. Lo único que cuenta es el amor. Al encontrarse con su hijo, el padre “se echó a su cuello y le besó efusivamente” (15:20). Éste no es el beso convencional de bienvenida sino la manifestación afectuosa del perdón paterno. El hijo confiesa su pecado (15:21), pero antes de que pueda hacer su petición el padre le interrumpe y le llena con otros signos de perdón: la entrega del traje ceremonial, el anillo familiar, el calzado de las personas libres. Y con la carne se marca el carácter extraordinario de la ocasión, pues no era un alimento común en ese contexto cultural. El sacrificio de un ternero, y más aún de uno cebado, es signo de fiesta excepcional, de la satisfacción del padre por haber recuperado a su hijo sano y salvo. Cuando el hijo mayor regresa, se da cuenta de que hay fiesta y se entera de lo que ha pasado, se queda afuera irritado y sin comprender la actuación del padre ante el pecado del hijo menor (15:28). “Para el hijo mayor el pecado es la violación de una estructura exterior, la desobediencia de un precepto, es decir una “transgresión”, que se manifiesta visiblemente” (Sabourin, 2000, 296). Para el padre, sin embargo, el pecado era la autosuficiencia que rechaza la filiación; y el hijo ha retornado. Igual que con el hijo menor, el padre sale al encuentro del hijo mayor. No desmiente a su hijo ni le reprocha, se enfoca en los vínculos afectivos: “Hijo, tú LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 25 siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo” (15:31). Luego corrige las palabras del hijo mayor cambiando “ese hijo tuyo” por “este hermano tuyo” (15:30.32), recuperando el sentido auténtico. Esta parábola del amor del padre revela cómo el padre de familia, Dios, ama al pecador cuando aún es pecador, le da la posibilidad de arrepentirse y toma la iniciativa del perdón. Esta iniciativa y perdón de Dios resultan ser un desafío a la falta de gratuidad humana, manifestada no sólo en la postura del hijo mayor sino también en la convicción del hijo menor: “ya no merezco ser llamado hijo tuyo” (15:21). Este amor divino incluso en la situación de pecado permite al hijo menor descubrir el amor paterno y lo que es ser hijo. Es lo que realmente hace posible la conversión (Fitzmyer, 1987, 676). En la parábola del amor del padre, Jesús revela a un Dios que acoge a todos de manera incondicional, tanto a quien se ha ido lejos de la casa del padre con su conducta como al crítico intransigente que se sitúa fuera del círculo familiar. El padre actúa con misericordia y toma la iniciativa del perdón puesto que se le conmueven las entrañas ante la condición del pecador. Ese amor gratuito que posibilita la conversión del pecador, el retorno a casa, desafía los esquemas humanos y los cortos sentidos de magnanimidad. Por encima del pecado está el amor del padre, y Jesús es quien revela ese Dios misericordioso. 1.3.Síntesis del capítulo 1 Las Escrituras utilizan una rica variedad de vocablos e imágenes para expresar el concepto “misericordia”. Estos términos contienen varias capas de significación que evolucionaron a lo largo del desarrollo de los textos. El concepto “misericordia” aparece cientos de veces en las Escrituras. En la mayoría de los casos se aplica a Yahvé o a lo que éste provoca que el rey haga. Cuando se refiere a personas a menudo expresa cómo el enemigo o el pueblo de dura cerviz actúan sin misericordia. Pero, hay ocasiones (pocas) en las que se refiere a personas. Los vocablos de la raíz rhm expresan una misericordia que surge de las entrañas, una emoción sentida físicamente propia de las relaciones familiares. Remiten a un Dios que cuida de los seres humanos en su mezquindad y en su creaturalidad. El vocablo hebreo hesed evoluciona: de estar ligado al deber y al compromiso con la alianza a un concepto emocional que re-liga a la vida del otro. Del receptor de hesed se espera que actúe con una actitud similar a la del emisor, con una disposición que va más allá del deber. Esta acepción de hesed hace difícil distinguirle de rakhamim (de la raíz rhm). Pero, si bien hay muchas similitudes, hesed no es sólo unidireccional sino también de dos vías; además, en algunas LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 26 ocasiones las personas muestran hesed hacia Dios. Mientras tanto, su uso en paralelo, en varios textos, sugiere que rakhamim evidencia la actitud de hesed. Para los Profetas el culto y la ética están íntimamente ligados; la misericordia hacia Dios y la misericordia entre los seres humanos van de la mano. Y eso es lo que Yahvé urge a su pueblo a vivir en Za 7:9, a expresar por medio de actos la misericordia de la que han sido objeto a lo largo de su historia: don recibido, don compartido. El vocablo griego éleos designa el hecho de enternecerse o conmoverse; oiktirmós señala la exteriorización de la compasión ante el infortunio del otro; y splánjna se refiere al lugar donde se experimenta este sentimiento. Estos sustantivos y sus variaciones tienen como trasfondo los conceptos hebreos, en especial rehamîm y hesed. El verbo splanchnízomai usado en los evangelios expresa el sentir y actuar de un Jesús que se conmueve ante la desgracia humana y actúa en favor de la vida. Con el buen samaritano, invita a actuar de igual modo. Algunas definiciones del término eleos enfatizan el sentido jurídico de su precedente hebreo hesed. Sin embargo, es tal en cuanto se viva en conexión íntima a rakhamim. La misericordia es respuesta emotiva que dispone a ayudar al otro. Esta disposición, aunque sentida en el interior, se manifiesta externamente por medio de acciones. La persona que responde a Dios se ve a sí misma como receptora de misericordia; por lo tanto, a su vez, derrama misericordia sobre los demás. El uso actual de la palabra misericordia la asemeja a la compasión, en el sentido de voluntad para perdonar al ofensor y disposición para auxiliar al necesitado. La misericordia tiene una fuerte carga emocional, usualmente identificada con la lástima, la compasión o el amor, pero conlleva la demostración práctica de esa bondad en respuesta a la condición o las necesidades de quien es objeto de la misericordia. Es tanto un atributo de Dios como una virtud que se recomienda al ser humano. Como enseña Jesús con sus palabras y actos, el culto verdadero requiere atención misericordiosa al ser humano, y, en particular, al necesitado. “Prójimo” y “misericordia” van íntimamente ligados. La projimidad no existe antes de la acción misericordiosa; surge de la relación. Por ende, amor a Dios y amor al prójimo van unidos y se necesitan mutuamente. Jesús revela a un Dios que acoge a todos de manera incondicional, tanto al que le da la espalda a Dios con su conducta como el que, resentido, critica su actuación y olvida su condición filial. Revela a un Dios que, conmovido en las entrañas por la situación del pecador, actúa con LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 27 misericordia y toma la iniciativa del perdón. Ese amor gratuito posibilita la conversión del pecador. Esto desafía los esquemas humanos y los cortos sentidos de magnanimidad. Por encima del pecado está el amor del Dios misericordioso que se ha manifestado en Jesús. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 28 2. LA MISERICORDIA EN LIBROS DE VARIOS AUTORES CONTEMPORÁNEOS 2.1. En La entraña del cristianismo En este libro Olegario González de Cardedal intenta mostrar la esencia más íntima, personal, humana y entrañable del cristianismo, contemplándolo desde lo histórico teológico, lo comunitario institucional y lo subjetivo personal, acercando al lector a la Buena Nueva de la Encarnación. En el camino toca numerosos temas bíblicos, cristológicos y eclesiológicos. La forma en que González de Cardedal concibe la misericordia está relacionada con cómo concibe la relación de Dios con los seres humanos. Para él lo primero en Dios es la ternura; la misericordia viene después, lo cual se evidencia en las siguientes palabras en las que habla de Dios: “Él mira en primer lugar a nuestro ser de hijos salido de sus entrañas y fruto de su amor; en segundo lugar se compadece de nuestra pobreza y tiene misericordia de nuestra debilidad; en tercer lugar nos ofrece perdón de nuestros pecados. Éste es el orden en que hay que pensar de Dios: ternura, misericordia y compasión, perdón” (González de Cardedal, 1997, 48). Para profundizar en la misericordia de Dios, González de Cardedal remite a Santa Teresa de Lisieux, quien marca un hito en la historia de la espiritualidad, pues en el marco de una Europa jansenista y racionalista señala que lo esencial de la Biblia es el Dios que es amor misericordioso. Esta mujer sin mayor instrucción teológica invierte los énfasis de su época trocando: la exigencia que Dios presenta por la gracia que brinda, la justicia humana por su misericordia, la búsqueda humana de perfección por su santificación (González de Cardedal, 1997, 56). En el escrito “Acto de ofrenda al amor misericordioso” de Santa Teresa de Lisieux se puede encontrar una síntesis de estas mismas ideas: En la tarde de la vida, apareceré en tu presencia con las manos vacías, porque no os pido, Señor, que contéis mis obras. Todas nuestras justicias son manchas ante vuestros ojos. Yo quiero revestirme de vuestra propia justicia, y recibir de vuestro Amor la posesión eterna de Vos mismo.” “A fin de vivir en un acto de Amor perfecto, yo me ofrezco como víctima de holocausto a vuestro amor misericordioso, suplicándoos que me consumáis sin cesar, dejando desbordar en mi alma, las olas de ternura infinita que estén encerradas en Vos y LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 29 que llegue así a ser Mártir de vuestro Amor, ¡oh Dios mío! 13 (Teresa de Lisieux, 1898/1997, 318-320). En este acto de ofrenda Teresa de Lisieux aborda, entre otros: la gratuidad divina que Teresa reconoce en un Dios que no “cuenta las obras”, la magnanimidad de un Dios que es capaz de darse a sí mismo en auto-donación, y la ternura que se halla en Dios. Un tercer elemento que González de Cardedal resalta es la relación entre la forma de actuar de Jesús y los vocablos griegos splanchna y splachnikso, que se pueden traducir como entrañas, y por contexto se refieren a ternura, misericordia, compasión, conmoción de las entrañas, compadecerse. A Jesús se le conmueven las entrañas a compasión ante un enfermo, ante la madre que ha perdido a un hijo o ante los dos ciegos de Jericó: “Ellos le dijeron: “Señor que se abran nuestros ojos”. Jesús conmovido en sus entrañas (σπλαγχνισθεὶς), tocó sus ojos, y al instante recobraron la vista y seguían en pos de él.” (Mt 20:34). En estos casos, los necesitados le piden a Jesús y él responde, pero en otras ocasiones no le han interpelado, como en el caso de la viuda de Naím que ha perdido a su hijo: “Viéndola el Señor se conmovió en sus entrañas (ἐσπλαγχνίσθη), compadeciéndose de ella, y le dijo: No llores” (Lc 7:13) (González de Cardedal, 1997, 61). De modo que los signos que Jesús realiza son frutos de la misericordia. Pero no es sólo la enfermedad o la muerte lo que remueve las entrañas de Jesús, incitándole a la ayuda y a la curación. Es también la situación de cada hombre en soledad, de la muchedumbre en desamparo, de la masa sin norte ni guía. Ante la indigencia de la multitud Jesús responde con el anuncio de la misión apostólica: “Al ver tanta gente, sintió compasión (ἐσπλαγχνίσθη) de ellos porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9:36-37) (González de Cardedal, 1997, 63). A este respecto comenta González de Cardedal (1997, 366): Esos signos – portentos – potencias no eran propuestos por Jesús con voluntad de ostentación y de poder o como medios para conquistar prestigio o de hacer proselitismo, sino como manifestación de la misericordia del Padre, de su compasión por el dolor y carencias de los hombres, a la vez que como invitación a la conversión, y finalmente como llamada de atención para posar la mirada en el que era su mensajero: Jesús. 13 Los subrayados son de la autora del texto. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 30 Esta praxis de Jesús va de la mano con su predicación. Y de acuerdo a González de Cardedal: “La entraña de la predicación de Jesús era que el mundo estaba ante un acontecimiento decisivo: una oferta de gracia, del perdón y de la misericordia de Dios invitando a los hombres a un cambio radical o conversión” (González de Cardedal, 1997, 365). Este mensaje se halla de manera particular en las parábolas del hijo pródigo y la del buen samaritano, puesto que condensan el amor misericordioso de Dios manifestado en las acciones de Jesús. En la parábola del hijo pródigo, cuando el Padre ve a su hijo que regresa se le remueven las entrañas, la ternura se convierte en acogimiento gozoso y la alegría en perdón reconstructor: “Estando él todavía lejos, lo vio su padre y se conmovió (se enternecieron sus entrañas, ἐσπλαγχνίσθη), corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.” (Lc 15:20). Esta parábola va más allá de la justicia que solicita el hermano mayor. Lo primero para el padre es la presencia, la reintegración al hogar; lo demás vendrá después. “La parábola es una defensa de la actuación de Jesús con los pecadores, hecha desde una definición de lo que es la hesed, el amor y la misericordia de Dios. Si Dios tiene esas entrañas, Jesús tiene que reflejarlas así al mundo. Las entrañas del Hijo son las entrañas del Padre, porque de lo contrario no sería el Hijo” (González de Cardedal, 1997, 63). De esta parábola, González de Cardedal resalta que Jesús revela cómo es Dios en su misericordia, cómo actúa él y qué están llamados a vivir sus seguidores. En la parábola del buen samaritano, González de Cardedal identifica al samaritano con Jesús mismo y resalta la forma en que éste mira al hombre que se encuentra a la orilla del camino. “Todos los que han pasado delante del caído en manos de los ladrones le han visto con los ojos del cuerpo. Sólo el samaritano se ha dejado conmover en sus entrañas y le ha ayudado eficazmente. El levita y el sacerdote pasaron adelante” (González de Cardedal, 1997, 63). El autor de La entraña del cristianismo comprende esta parábola como una auto-declaración de Jesús: él es el verdadero samaritano, que viene de otra tierra, se acerca a los seres humanos caídos, cura sus heridas y vela por su salud. De esta manera, González vincula projimidad y encarnación. “Él es el prójimo absoluto del hombre, el que siendo el más lejano se ha hecho el más cercano. Jesús es lo que es, porque en él actúa Dios y él refleja el ser y el comportamiento de Dios con el mundo. La aproximación absoluta de Dios al hombre (encarnación) nos ha hecho posible a los humanos descubrir la projimidad y asumir sus consecuencias” (González de Cardedal, 1997, 64). Haciéndose cercano LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 31 en Jesús, Dios enseña al ser humano a ser prójimo misericordioso hasta las últimas consecuencias. Una última parábola que examina el autor en relación a la misericordia es la Parábola del siervo sin entrañas (Mt 18:23-35). En un primer momento el rey busca ajustar cuentas y el siervo suplica paciencia; “movido a compasión (σπλαγχνισθεὶς) el señor de aquel siervo, le dejó ir y le perdonó la deuda.” (Mt 18:27). Pero, al encontrarse el siervo en una situación similar actúa sin misericordia contra quien le adeudaba. Por un lado, esta parábola propone, según González de Cardedal, que la misericordia es cualificación y exigencia para que sus seguidores puedan ejercerla. La misericordia divina precede a la de los hombres para que puedan practicarla con los demás. Y, por otro lado, la compasión y el perdón que Dios ejerce con el hombre, tiene él que prolongarlos y recrearlos con su prójimo, hasta el punto de que no es posible contar con el perdón de Dios si no se ofrece ese perdón al hermano. “El don de Dios funda y exige la misericordia interhumana” (González de Cardedal, 1997, 65). Un último aspecto de la misericordia que aparece en La entraña del cristianismo es la experiencia que viven quienes siguen a Jesús. La misericordia de Dios se hace presente con Cristo Jesús y transforma sus vidas, más allá de toda previsión: El gran vuelco en la trayectoria intelectual de San Agustín, quien sabía todo de Dios por sus lecturas de los libros platónicos, pero que en su ternura hubiera llegado hasta la encarnación y su misericordia hasta la crucifixión, eso no lo encontró en aquellos libros. Y justamente eso fue lo que curó, por un lado, su soberbia y, por otro, superó su desesperación (González de Cardedal, 1997, 84). Puede entonces el seguidor de Jesús irrumpir en canto a un Dios con “entrañas de misericordia”, tal como en el Magníficat o el Benedictus y alabar a Dios por las maravillas que ha realizado. Resumiendo, en La entraña del cristianismo Olegario González de Cardedal resalta algunos rasgos de la misericordia divina: que es la reacción de Dios ante la miseria humana y que va precedida por la ternura de Dios; que es gratuita y sin medida, tal como su auto-donación; y que ha mostrado su misericordia y cercanía encarnándose, haciéndose cercano, prójimo, revelando así el camino para vivirla. La misericordia es cualificación y exigencia para que sus seguidores puedan ejercerla. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 32 De la misericordia de Cristo Jesús, dice González de Cardedal, que es como la de su Padre, y que se manifiesta en sus palabras y en sus actos: en cómo se le remueven las entrañas ante la miseria humana, en los signos que realiza como manifestación de la misericordia divina, y en aquellas parábolas que expresan el amor misericordioso de Dios. En éstas las entrañas de ternura de Dios se manifiestan como acogimiento del lejano, como curación del enfermo y también como perdón de quien no puede pagar sus culpas. 2.2. En El principio misericordia: Bajar de la cruz a los pueblos crucificados En este libro Jon Sobrino recopila una serie de artículos en los que intenta: definir qué es lo esencial de la misericordia, señalar la necesidad de que la misericordia configure el quehacer eclesial y teológico, exponer la realidad crucificada del tercer mundo, y acercarse a manifestaciones y testigos de esa misericordia. El autor pretende de este modo impulsar una nueva comprensión de la misericordia (y por ende de Dios) desde la realidad de los marginados de América Latina. Sobrino acuña el término “principio-misericordia” para mostrar esta nueva comprensión, puesto que el término “misericordia puede connotar cosas verdaderas y buenas, pero también cosas insuficientes y hasta peligrosas: sentimiento de compasión (con el peligro de que no vaya acompañado de una praxis), “obras de misericordia” (con el peligro de que no se analicen las causas del sufrimiento), alivio de las necesidades individuales (con el peligro de abandonar la transformación de las estructuras), actitudes paternales (con el peligro del paternalismo)…” (Sobrino, 1992, 32). Sobrino alerta de que si la solidaridad fuese sólo ayuda, no pasaría de ser una limosna magnificada, con la que el donante da algo de lo que tiene, sin que por ello se vea comprometido en lo más profundo suyo personal ni se vea urgido a mantener esa ayuda. La solidaridad enraizada en la misericordia compromete a las personas a niveles más profundos que el mero dar, convirtiéndose en un proceso continuado. Este proceso lleva a que la ayuda no sea en una sola dirección, sino un mutuo dar y recibir. Esta solidaridad no se desencadena por una decisión intencional o por imposición desde arriba, sino que ante la realidad de miseria los seres humanos se han sentido interpelados, cuestionados y “movidos a misericordia” (Sobrino, 1992, 215). Por principio-misericordia Sobrino se refiere a “un específico amor que está en el origen de un proceso, pero que además está presente y activo a lo largo de él, le otorga una determinada dirección y configura los diversos elementos dentro del proceso” (Sobrino, 1992, 32).Es una re- LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 33 acción ante el sufrimiento ajeno interiorizado, que ha llegado hasta las entrañas y el corazón propios, en tanto y en cuanto que esta acción es motivada sólo por ese sufrimiento. Y ese sufrimiento es, en el caso que expone Sobrino, el de todo un pueblo, un sufrimiento infligido injustamente y que incide en los niveles básicos de su existencia (Sobrino, 1992, 33). Sobrino entiende la misericordia como amor, pero puntualizando que es una específica forma del amor: “el amor práxico que surge ante el sufrimiento ajeno injustamente infligido para erradicarlo, por ninguna otra razón más que la existencia misma de ese sufrimiento y sin poder ofrecer ninguna excusa para no hacerlo” (Sobrino, s. f.). Sobrino prioriza a los que sufren por ser víctimas, respecto a cualquier otro tipo de sufrimiento. Ese “principio-misericordia” es el principio fundamental de la forma de actuar de Dios, “el principio que nos parece más estructurante de la vida de Jesús”, (Sobrino, s. f.) y por lo tanto debe ser el principio fundamental de la actuación de la Iglesia de Jesús. “El lugar de la Iglesia es el herido en el camino –coincida o no este herido, física y geográficamente, con el mundo intraeclesial–; el lugar de la Iglesia es “lo otro”, la alteridad más radical del sufrimiento ajeno, sobre todo el masivo, cruel e injusto” (Sobrino, 1992, 39). La re-acción de la misericordia es lo que verifica si la Iglesia se ha des-centrado y en qué medida lo ha hecho. En la elaboración de este principio, Sobrino parte de una serie de presupuestos: a) Que la misericordia implica ultimidad, humana y cristiana, ante el pueblo crucificado. b) Que la misericordia no es lo único, ni es suficiente por sí sola, pero que es absolutamente necesaria en un mundo que hace todo lo posible por ocultar el sufrimiento y evitar que lo humano se defina desde la reacción a ese sufrimiento. c) Que lo que “está en juego en el principio-misericordia es la misma noción –y posibilidad real– de formar todos una sola familia. En lenguaje cristiano, lo que está en juego es poder rezar el Padrenuestro. Utopía, ya lo sabemos, y por ello sofocada y aún despreciada. Pero, sin esa utopía, mal futuro nos espera a todos. Y esa utopía –creemos– pasa necesariamente por la configuración de nuestras vidas y de nuestras instituciones por el principio-misericordia” (Sobrino, 1992, 8-9). d) Que la verdad más honda de nuestro mundo es que es un mundo de pecado y un mundo de gracia, lo cual no interesa al Primer Mundo, pero que es evidente desde los pobres y las víctimas. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 34 Para explicitar este “principio-misericordia”, Sobrino se acerca a la vida de Jesús, a sus acciones y a sus palabras. En el fondo va buscando qué es lo que mueve a Jesús a misericordia, qué es lo que mueve a los personajes de las parábolas, qué ha de mover a quien practique la misericordia. De Jesús se dice que hace curaciones, y a veces se le muestra entristecido porque los curados no se lo agradecen; pero no aparece que Jesús realizara dichas curaciones para recibir agradecimiento, ni para que reconocieran su poder divino, sino movido a misericordia. “La misericordia no es lo único que ejercita Jesús, pero sí es lo que está en su origen y lo que configura toda su vida, su misión y su destino” (Sobrino, 1992, 37). En los relatos evangélicos, a veces aparece de forma explícita el término misericordia y a veces no, pero como trasfondo de la actuación de Jesús con las mayorías pobres, débiles y privadas de dignidad se encuentran las entrañas conmovidas. Y ellas son las que configuran a su vez su saber, su esperar, su actuar y su celebrar. De acuerdo con Sobrino, cuando Jesús proclama en las Bienaventuranzas “¡Bienaventurados los misericordiosos!” (Mt 5:7) no es por la recompensa que sugiere el evangelio de Mateo “alcanzarán misericordia”, sino porque “quien vive según el principiomisericordia realiza lo más hondo del ser humano, se hace afín a Jesús y al Padre celestial” (Sobrino, 1992, 37). Ahondando más en el “principio-misericordia”, Sobrino utiliza las parábolas del buen samaritano y del hijo pródigo –como González de Cardedal en el texto precedente. De Lc 10:25-37 Sobrino señala que en esta parábola Jesús presenta al samaritano como ejemplo consumado de quien cumple el mandamiento del amor al prójimo, pero que en el relato no aparece para nada que el samaritano socorra al herido con el propósito de cumplir un mandamiento, por más loable que sea, sino, simplemente, “movido a misericordia” (ἐσπλαγχνίσθη). Esta re-acción evidencia la humanidad del samaritano puesto que “ser un ser humano es, para Jesús, reaccionar con misericordia; de lo contrario, ha quedado viciada de raíz la esencia de lo humano, como ocurrió con el sacerdote y el levita, que “dieron un rodeo” (Sobrino, 1992, 34). En el encuentro con los heridos en el camino es donde se decide lo humano: o se da un rodeo o se curan las heridas. Ese es el testimonio que han dado muchos de los mártires de estas tierras centroamericanas. Por misericordia a las víctimas, tocaron a los ídolos que producen esas LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 35 víctimas, lo cual implica riesgo y cruz, lo cual significa arriesgar la vida y las instituciones. El ser consecuentes en misericordia les llevó a dar la vida (Sobrino, 1992, 152). De Lc 15:11-32 Sobrino examina qué mueve al Padre a la misericordia. Del Padre celestial se dice que acogió al hijo pródigo; pero no se insinúa siquiera que aquello fuese una sutil táctica que contemplaba conseguir que el hijo confesara sus pecados y pusiera en orden su vida, sino que actúa simplemente “movido a misericordia”. Y la forma de actuar de Jesús es reflejo de la del Padre: En la dialéctica pecado-perdón, el polo teologal más primigenio está en el perdón. En la lógica del Nuevo Testamento, la acogida del pecador es lo que le descubre como pecador, le da fuerzas para reconocerse como tal y para cambiar radicalmente. En las escenas sinópticas que Jesús “perdona” pecados (Mc 2,5; Lc 7,48) más que el perdón-absolución aparece el perdón-acogida. La acogida incluye la absolución, pero es mucho más. Jesús sale al encuentro sin esperar al pecador como juez; muestra misericordia antes que justicia; ofrece dignidad y futuro a quien se siente sin posibilidades (Sobrino, 1992, 143). Este perdón libera al hijo pródigo y a todo pecador para, a su vez, poder acoger y perdonar a otros. “El perdonado gratuitamente es el agradecido. Ese agradecimiento de saberse acogido es el que lleva al descentramiento de uno mismo, a la acción generosa, a vivir y desvivirse para que el experimentado amor de Dios sea una realidad histórica en este mundo” (Sobrino, 1992, 149). A su vez, dejarse acoger por Dios perdonadoramente significa creer en Dios y esclarecer en qué Dios se cree, un Dios parcial para con el pecador. Sobrino argumenta que el relato de Mc 3,4 revela la confrontación de la misericordia y la anti-misericordia (Sobrino, s. f.). Jesús elige curar al hombre de la mano seca, por encima de las prescripciones en torno al sábado, no por ser liberal sino por ser misericordioso. Al final del relato, los adversarios de Jesús se confabulan para eliminarlo, revelándose la contraposición de misericordia y anti-misericordia. Mientras la primera se reduzca a “obras” es tolerada, pero cuando se convierte en “principio configurador”, la anti-misericordia reacciona erradicando a la primera. “Jesús murió ajusticiado por ejercitar la misericordia consecuentemente y hasta el final” (Sobrino, s. f.). Asumir la misericordia como principio configurador no sólo de la praxis a favor de las víctimas, sino también del ejercicio teológico, la celebración, las relaciones, las prioridades implica asumir que habrá cruz (Sobrino, s. f.). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 36 Otro aspecto que explora Sobrino es la relación entre misericordia, fe y cruz. Las situaciones de miseria en estas tierras centroamericanas claman al cielo y llevan al creyente a preguntarse por Dios, tal como lo hizo Job y como Jesús en la cruz, porque ¿cómo es Dios un Dios de vida si hay tanta muerte, tanto dolor, tanta injusticia, tanta pobreza? La realidad de miseria lacerante cuestiona nuestra fe. Como dice Sobrino, partiendo de la experiencia personal y comunitaria (1992, 24): En esa situación, lo único que puede hacer el creyente es aceptar que Dios está en la cruz, impotente como las víctimas, e interpretar esa impotencia como el máximo de solidaridad con ellas. La cruz en la que está el mismo Dios es la forma más clara de decir que Dios ama a las víctimas de este mundo. En ella su amor es impotente, pero es creíble. Y desde ahí hay que reformular el misterio de Dios. El Dios que se revela en Jesús es un Dios-con-nosotros un Dios-misericordia aún y especialmente desde la cruz. Ante tantas situaciones de cruz que ha visto Jon Sobrino en El Salvador y las experiencias de compromiso con los crucificados, el autor comparte algunas lecciones sobre la misericordia (Sobrino, 1992, 26): a) “Hay que historizar la misericordia según sea el herido en el camino” y en El Salvador los heridos son pueblos enteros crucificados, así que desde la misericordia el llamado es a trabajar por la justicia, a “bajar de la cruz” a quienes han sido injustamente oprimidos. b) La misericordia que se torna en justicia es automáticamente perseguida por los poderosos, y por ello la misericordia tiene que mantenerse con fortaleza. c) Hay que anteponer la misericordia a cualquier cosa; hay que arriesgar no sólo la vida personal, sino que también la institución. d) El ejercicio de la misericordia da la medida de la libertad. Para Jesús nada se podía convertir en obstáculo para el ejercicio de la misericordia; por ser misericordioso es que transgredió las leyes y curó en sábado. En síntesis, cuando Jon Sobrino explicita el principio-misericordia no se refiere a las obras de misericordia, sino a la estructura fundamental de reacción ante las víctimas de la injusticia. Esta estructura consiste en que el sufrimiento ajeno —fruto de la injusticia y que atenta contra la vida— se interioriza en uno, y ese sufrimiento interiorizado mueve a una re-acción —y configura un proceso—, sin más motivos para ello que el mero hecho del herido en el camino, porque desde la propia humanidad se es “movido a misericordia”. Ese “principio-misericordia” es LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 37 el principio fundamental de la forma de actuar de Dios y de Jesús, y por lo tanto debe ser el principio fundamental de la actuación de la Iglesia de Jesús. Lo que está en juego es la propia humanidad, la vida de los pueblos crucificados y la posibilidad de que los humanos formemos una sola familia. Pero asumir la misericordia como principio configurador del ser y el actuar implica enfrentamiento con la anti-misericordia y, por ende, riesgo y cruz. 2.3. En El Regreso del Hijo Pródigo Henri J. M. Nouwen escribe este libro a partir de su encuentro con el cuadro de “El Regreso del Hijo Pródigo” pintado por Rembrandt, el cual captura la esencia de la parábola y le revela a Nouwen sus anhelos más profundos. Meditar con este cuadro le llevó a un viaje al interior de sí mismo, al encuentro de la reconciliación, el perdón y la cura interior, a descubrir y dejarse abrazar por un Dios misericordioso (Nouwen, 1992/2011, 17). De este relato personal se pueden extraer una serie de apuntes acerca de la misericordia: a) La alegría y la compasión del Padre evocan el dolor previo. El cuadro retrata el momento en que el hijo menor regresa al hogar tras haberlo abandonado. El padre sale al encuentro del hijo, le acoge en su regazo y le da la bienvenida. La inmensa alegría al volver el hijo perdido lleva detrás la inmensa tristeza de la marcha. Los ricos colores de la ropa del hijo combinan con los rojos y mostazas de los ropajes paternos; pero, se ha de notar que el hijo va vestido de harapos y que hay una historia de dolor detrás de ello: En el contexto de un abrazo apasionado, nuestra ruina interior puede parecernos hermosa, pero su única belleza proviene de la compasión que despierta... Para comprender el misterio de la compasión en toda su profundidad, tengo que observar con honestidad la realidad que evoca (Nouwen, 1992/2011, 39). El joven le ha pedido al padre su herencia (lo cual equivale a desear que estuviera muerto), y se ha ido a un país lejano –un corte drástico con la forma de vivir transmitida por la familia y la comunidad. Para Nouwen esto equivale a negar la realidad de que se pertenece a Dios con todo el ser: “de que Dios me tiene a salvo en un abrazo eterno, de que estoy grabado en las palmas de las manos de Dios y de que estoy escondido en sus sombras” (Nouwen, 1992/2011, 42). b) La acogida misericordiosa del Padre lleva al hijo menor a sentirse en casa. El hijo va de camino pensando ofrecerse como “jornalero” y se encuentra con la total acogida del Padre que le recibe en casa. Este hogar es el centro del propio ser, allí donde se puede escuchar la voz LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 38 que dice: “Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco” (Mc 1:11), la voz que libera de vivir en la oscuridad, ayuda recuperar la propia identidad y a enfrentar libremente, sin temor, la cruz. Sin embargo, esto no se da con un solo paso, aunque se sea acogido, otra cosa es aceptar la acogida en el día a día, dejar de culpabilizarse por el pasado y de preocuparse por el futuro. De lo más difícil en la trayectoria espiritual es dejarle a Dios ser Dios y acoger su perdón. c) Al reconocer la propia miseria el hijo menor reconoce su identidad. El hijo menor parece haber querido demostrarse a sí mismo que no necesitaba del padre, que podía ser plenamente independiente. Sin embargo, se encuentra sin dinero, salud, honor, dignidad, reputación. Lo ha despilfarrado todo; está rapado, abandonado de sus amistades y herido. Denota miseria y sufrimiento. Al perder todo reconoce su identidad, que todavía era el hijo de su padre. Al valorar el lazo que les unía decide regresar. Al regresar deja atrás su rebelión y su no al amor paterno. “El “No” del hijo pródigo refleja la rebelión original de Adán: su rechazo al Dios en cuyo amor hemos sido creados y cuyo amor nos sostiene” (Nouwen, 1992/2011, 48). d) La ira del hijo mayor le impide participar de la acogida misericordiosa. La parábola muestra que el hijo mayor no está en la casa cuando el padre abraza a su hijo y le muestra su misericordia; más bien, cuando el hijo mayor llega del trabajo, la fiesta de bienvenida en honor a su hermano está en su apogeo (Nouwen, 1992/2011, 69). Aún así, Rembrandt pinta al hijo mayor observando el momento del abrazo. Pero este abrazo no se encuentra en el centro del cuadro; el hijo mayor está de pie a la derecha, sin alegría, sin deseo aparente de acercarse, y en el centro se encuentra un espacio abierto que genera una tensión que está esperando ser resuelta. De este modo, Rembrandt resume su propia lucha espiritual e invita a sus espectadores a que tomen una decisión personal sobre sus vidas (Nouwen, 1992/2011, 74). Resulta que no sólo se perdió el hijo menor, sino que también el que se quedó en casa se perdió. Aparentemente hizo todo lo correcto, trabajó duramente, pero en su interior se alejó del padre; la obediencia se convirtió en carga y el servicio en esclavitud. Este extravío es más difícil de identificar; los demás le consideran el hijo modelo, pero cuando vio la alegría de su padre por la vuelta de su hermano menor, surge el resentimiento acumulado durante años, el cual le impide participar de la alegría (Nouwen, 1992/2011, 78). e) La parábola deja la pregunta abierta de si el hijo mayor acogió la misericordia del Padre. La parábola no tiene un final feliz, sino que “nos pone cara a cara ante una de las cuestiones espirituales más difíciles: confiar o no confiar en el amor de Dios que lo perdona LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 39 todo” (Nouwen, 1992/2011, 81). El abrazo del padre está lleno de luz. El hijo mayor está fuera del círculo de amor, negándose entrar. Está llamado a participar de la fiesta pero el padre no le fuerza. El amor del Padre no fuerza al amado. “Aunque quiere curarnos a todos de nuestra oscuridad interior, somos libres para elegir permanecer en la oscuridad o caminar hacia la luz del amor de Dios. El amor de Dios no depende de nuestro arrepentimiento ni de nuestros cambios” (Nouwen, 1992/2011, 85). La parábola no cuenta si se reconcilió con su hermano y consigo mismo. f) La misericordia del Padre es tanto para un hijo como para el otro. El padre “sale” a recibir al hijo menor y también “sale” (Lc 15:20.28) a encontrarse con el hijo mayor. Y le dice “Tú estás siempre conmigo” (Lc 15:31). Esta declaración de amor incondicional del padre confirma que el hijo menor no es más querido que el mayor. El hijo mayor no ha dejado nunca la casa, y el padre lo ha compartido todo con él: “Todo lo mío es tuyo” (Lc 15:31). “No se puede encontrar una afirmación más clara del amor sin límites del padre hacia su hijo mayor. Así pues, el padre ofrece este amor sin reservas a los dos hijos, y por igual” (Nouwen, 1992/2011, 87). g) El Padre en su misericordia asume el precio de la libertad. La parábola más que del hijo en realidad trata sobre el amor del Padre: un anciano sereno, medio ciego, que reconoce al hijo no con los ojos del cuerpo, sino con los del corazón, que acoge a su hijo y le bendice. Como Padre, quiere que sus hijos sean libres, libres para amar. Esa libertad incluye la posibilidad de que se marchen de casa, de que vayan a “un país lejano” (Lc 15:13) y de que allí lo pierdan todo. El corazón del Padre conoce todo el dolor que traerá consigo esta elección, pero su amor no le deja impedírselo. Como Padre, quiere que los que estén en casa disfruten de su presencia y de su afecto. Pero sólo quiere ofrecer amor que pueda ser recibido libremente (Nouwen, 1992/2011, 104). h) Al acoger la misericordia del Padre el hijo se abre a ser como el Padre. “Cuando el hijo pródigo vuelve casa, vuelve no para seguir siendo un niño, sino para descubrir su condición de hijo y convertirse él mismo en padre” (Nouwen, 1992/2011, 127). El viaje espiritual que Nouwen comparte en este libro le llevó a reconocer que junto a su inmenso deseo de acercarse a Dios se encontraba también el miedo al poder de Dios. Este proceso conllevó no sólo reconocerse pecador, saberse perdonado y recuperar la felicidad, sino también acoger la invitación radical de Jesús en Lc 6:36: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso.” Tanto el hijo menor como el mayor están llamados a ser herederos, a ser como el Padre y a ofrecer la misma LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 40 compasión que Dios ofrece (Nouwen, 1992/2011, 134): Para descubrir por mí mismo la paternidad espiritual y la autoridad misericordiosa que me pertenece, tengo que dejar que el hijo menor rebelde y el hijo mayor resentido salten a la plataforma para recibir el amor incondicional y misericordioso que me ofrece el Padre y descubrir allí la llamada a “ser acogida” como mi Padre “es acogida”. (Nouwen, 1992/2011, 145). i) A través de esta parábola Jesús revela un Dios de misericordia. Con esta parábola —y las precedentes de la dracma y la oveja perdida— Jesús reacciona ante los fariseos que reprueban sus encuentros con pecadores (Lc 15:1-3). Jesús les revela que Dios perdona a pecadores arrepentidos, acoge a los pecadores en su casa, y es misericordioso con la gente de mala reputación. Y que si Dios actúa así, entonces aquéllos que tienen fe deberán hacer lo mismo. “Si Dios es misericordioso, los que aman a Dios deberán ser misericordiosos. El Dios que Jesús anuncia y en cuyo nombre actúa, es el Dios de la misericordia, el Dios que se ofrece como ejemplo y modelo de comportamiento humano” (Nouwen, 1992/2011, 135). j) La paternidad misericordiosa implica dolor, perdón y generosidad. El dolor ayuda a reconocer los pecados del mundo, a estremecerse ante ellos, a mirarlos a través de los ojos del corazón de Dios y a llorarlos. El perdón constante permite llegar a ser como el Padre, con lo difícil —casi imposible— que es perdonar de corazón, pues se puede perdonar de palabra y continuar resentido buscando demostrar que se tiene la razón o dándole vueltas a ponerle condiciones al perdonado (Nouwen, 1992/2011, 140). Y la generosidad ha de ser como la del Padre, que cubre de regalos no solicitados al hijo menor y que no se guarda nada para sí con el hijo mayor pues “Todo lo mío es tuyo” (Lc 15:31). “Para llegar a ser como el Padre, tengo que ser tan generoso como Él” (Nouwen, 1992/2011, 142). En síntesis, a través de su camino espiritual, en su relación con el cuadro de El regreso del hijo pródigo, Henri Nouwen revela que: Ser misericordioso le implica al Padre dolor y asumir el precio de la libertad de los hijos. Se desborda al ver al hijo menor llegar. La misericordia le hace salir al encuentro tanto de un hijo como del otro. Y hace que el hijo menor —quien ha reconocido su propia miseria y su identidad de hijo— se abra a esta misericordia y se sienta acogido en casa. Por otro lado, el hijo mayor no goza de esta misericordia mientras se mantenga en el resentimiento; la elección es suya. Al acoger la misericordia del Padre los hijos podrán ser como el Padre misericordioso, lo cual implicará dolor, renovar el perdón y vivir con generosidad. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 41 2.4. Síntesis de los capítulos 1 y 2 Concepto de Misericordia Una emoción sentida físicamente propia de las relaciones familiares, que surge de las entrañas y que religa a la vida del otro. Se expresa por medio de actos: don recibido, don compartido. Es respuesta emotiva que dispone a ayudar al otro. Implica tanto el enternecerse o conmoverse ante la desgracia humana como el actuar en favor de la vida. Del receptor se espera que actúe con una actitud similar a la del emisor, con una disposición que va más allá del deber. Voluntad para perdonar al ofensor y disposición para auxiliar al necesitado. Relacionada con la lástima, la compasión o el amor, pero conlleva la demostración práctica de esa bondad en respuesta a la condición o las necesidades de quien es objeto de la misericordia. Permite que surja la projimidad. Es tanto un atributo de Dios como una virtud que se recomienda al ser humano. La misericordia hacia Dios y la misericordia entre los seres humanos van de la mano. Dios, rico en misericordia Remite a un Dios que cuida de los seres humanos en su mezquindad y en su creaturalidad. Un Dios que acoge a todos de manera incondicional, tanto al que le ha dado la espalda a Dios con su conducta como el que, resentido, critica su actuación y olvida su condición filial. La misericordia del Padre le implica dolor y asumir el precio de la libertad de los hijos. Le hace salir al encuentro tanto de un hijo como del otro. Al acoger la misericordia del Padre los hijos podrán ser como el Padre misericordioso, lo cual implicará dolor, renovar el perdón y vivir con generosidad. Revela a un Dios que, conmovido en las entrañas por la situación del pecador, actúa con misericordia y toma la iniciativa del perdón. Ese amor gratuito posibilita la conversión del pecador. Y a la vez desafía los esquemas humanos y los cortos sentidos de magnanimidad. Jesús, imagen del Padre misericordioso Dios ha mostrado su misericordia, gratuidad y cercanía encarnándose, haciéndose cercano, prójimo, revelando así el camino para vivirla. La misericordia es cualificación y exigencia para que sus seguidores puedan ejercerla. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 42 La misericordia de Cristo Jesús es como la de su Padre: se manifiesta en sus palabras y en sus actos: en cómo se le remueven las entrañas ante la miseria humana, en los signos que realiza como manifestación de la misericordia divina, y en aquellas parábolas que expresan el amor misericordioso de Dios. En las parábolas las entrañas de ternura de Dios se manifiestan como acogimiento del lejano, como curación del enfermo y también como perdón de quien no puede pagar sus culpas. El principio-misericordia Es la estructura fundamental de reacción ante las víctimas de la injusticia. Consiste en que el sufrimiento ajeno —fruto de la injusticia y que atenta contra la vida— se interioriza en uno, y ese sufrimiento interiorizado mueve a una re-acción —y configura un proceso—, sin más motivos para ello que el mero hecho del herido en el camino, porque desde la propia humanidad se es “movido a misericordia”. Es el principio fundamental de la forma de actuar de Dios y de Jesús, y por lo tanto debe ser el principio fundamental de la actuación de la Iglesia de Jesús. Aunque asumirlo como principio implicará enfrentamiento con la anti-misericordia y, por ende, riesgo y cruz. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 43 3. LA MISERICORDIA EN LAS CIRCULARES DEL HNO. SEÁN SAMMON SOBRE LA IDENTIDAD DE LOS HERMANOS MARISTAS 3.1. En Una Revolución del Corazón El Hno. Seán Sammon se propuso escribir tres circulares sobre la identidad de los Pequeños Hermanos de María14 porque consideró que “modelar una identidad contemporánea y sólida para el Instituto” era una tarea pendiente desde el Concilio Vaticano II y porque entendió que ése era un momento oportuno “para afrontar el reto de soñar de nuevo la identidad de nuestro Instituto” (Sammon, 2003, 7). Cada circular aborda una dimensión: oración, vida comunitaria y apostolado, pensando en un primer momento en los Hermanos, pero atendiendo también a “los seglares maristas, que se sienten atraídos por el espíritu del fundador y están igualmente ansiosos por clarificar su identidad” (42)15. El Hno. Seán considera esencial definir cuál es la manera particular de seguir al Señor de los Maristas, cuál es su modo peculiar de buscar la trascendencia. Y el XX Capítulo General16 subrayó que la espiritualidad es el lugar donde se ha de comenzar si se quiere cambiar los corazones (42). Por lo tanto, en esta primera circular Sammon intenta “resaltar el papel primordial que debe ocupar la espiritualidad de Marcelino en la búsqueda de una identidad actual para sus Pequeños Hermanos de María” (7): “Si tú y yo queremos emprender una revolución del corazón, éste es el punto de partida” (42). Para ello, comienza ubicando el tema de la identidad en un contexto (capítulos I y II). Después (capítulo III), se acerca a la historia de Marcelino y de los primeros hermanos. Torna a las fuentes para buscar respuestas a dos cuestiones medulares: “quiénes somos los maristas” y “qué es lo verdaderamente importante para nosotros” (9). Las respuestas a estas preguntas, entiende Sammon, les ayudará a forjar una identidad renovada y convincente, galvanizará sus energías y les llevará a reafirmarse en sus compromisos. 14 Pequeños Hermanos de María o Hermanitos de María: nombre original que le dio el fundador a lo que hoy se conoce como Instituto de los Hermanos Maristas de la Enseñanza. 15 Éste y el resto de los números en paréntesis de esta sección (3.1) hacen referencia a Sammon, 2003, la 1ª de las circulares. 16 Capítulo General: “asamblea representativa de todo el Instituto. Expresa la participación de todos los hermanos en la vida y en la misión del Instituto, así como su corresponsabilidad en el gobierno. El Capítulo ejerce la autoridad suprema extraordinaria” (Hermanos Maristas, 138). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 44 3.1.1. La misericordia, amor práctico La espiritualidad de Marcelino Champagnat que presenta el Hno. Seán Sammon es “la expresión de un cristianismo práctico, capaz de transformar a la persona y al mundo en el que vivimos” (28). La expresión “cristianismo práctico” la volverá a repetir en la circular y a explicitarla como “una espiritualidad profundamente encarnada” (49), una vivencia espiritual que se hace visible en gestos de entrega y de misericordia, en la cual “toda persona que encontraba en su camino se convertía para él en imagen de aquel Señor resucitado” (49). A su vez, la espiritualidad encarnada supone pasión por el Señor y por la misión (54). Como dice el título de la circular, Sammon invita a una revolución del corazón, a una profunda conversión. Ella ha de impulsar a los Maristas a ser “memoria viva de la acción salvadora de Dios a través de los tiempos” y a ser responsables en la “construcción de la comunidad humana presente y futura” (8). La espiritualidad encarnada ha de llevar a acciones salvadoras y a construir comunidad. 3.1.2. Como en Lc 15, el amor gratuito y misericordioso del Padre Pero el Hno. Seán subraya que tanto la espiritualidad como las acciones salvadoras no son fruto de la voluntad, sino que brotan del reconocimiento del amor gratuito y misericordioso del Padre: Primero, “no tenemos que hacer nada para ser merecedores del amor de Dios. Se nos da gratuitamente, sin condiciones” (67). Segundo, “la espiritualidad tiene que ver más con el agradecimiento a Dios por el regalo de su amor incondicional que con cualquier práctica piadosa” (51); y tercero, “la gratitud… es el fundamento del amor y la caridad. Marcelino lo entendió y nos invita a nosotros a hacer hoy lo mismo” (51). A pesar de esto, Sammon señala que al ser humano le cuesta aceptar ese amor gratuito de Dios, que le cuesta creerlo posible: “nos resulta difícil creer que Dios nos quiere con un amor incondicional… la palabra “pero” parece estar asomando ahí detrás, sin darnos lugar a concluir la frase con convicción” (52) y especifica la razón por la cual a muchos les cuesta aceptar ese amor gratuito de Dios: “porque nos da vergüenza esa pasión ilimitada de Dios por nosotros” (67). Acoger el amor gratuito y compartirlo van íntimamente ligados en esta circular. Para explicarlo, Sammon hace referencia a la parábola del hijo pródigo: “Jesús nos pide que no imitemos a ninguno de los dos hermanos. Nos anima a seguir el ejemplo del padre, un hombre abierto al agradecimiento y lleno de compasión” (71). El agradecimiento por el amor gratuito es condición para un corazón compasivo, como el del padre misericordioso de la parábola, y como LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 45 el de San Marcelino. Las cartas escritas por el P. Champagnat son ilustrativas de su corazón. En una nota dirigida al hermano Marie-Laurent, fechada el 8 de abril de 1839, escribió: “Su carta, querido amigo, me inspiró mucha compasión. Desde entonces nunca me acerco al altar sin pedir por usted a Aquel en quien no esperamos en vano y que puede ayudarnos a superar los mayores obstáculos” (55). 3.1.3. Como en Lc 10, el amor al prójimo La espiritualidad de Marcelino “descansó sobre cimientos sólidos: el amor a Dios y al prójimo” (48). Tal como revela el texto evangélico de Lucas 10, el amor a Dios y el amor al prójimo van unidos. De ese mismo modo lo vive el fundador: “Amaba la humanidad de Dios. Consciente de que Dios se revela en las personas y acontecimientos de la vida, el fundador estaba convencido de que el camino para una relación de amor con Dios implica una relación de amor con los semejantes” (48). Y de ese modo actuó Marcelino Champagnat en lo cotidiano de su vida. Le movía un gran amor por las personas, y éste lo traducía en acción (63): “¿Estaba enfermo un hermano? El fundador acudía sin dilación a visitarlo” (63). El episodio del Acordaos, cuando Marcelino estuvo a punto de morir en una tormenta de nieve, ofrece una oportunidad para captar el corazón de este hombre. Dadas las condiciones climáticas, es comprensible cuestionar que Marcelino saliera de viaje: “¿Cuál fue la razón que movió a Marcelino para ponerse en camino? La preocupación por un hermano enfermo. El amor a sus primeros discípulos fue uno de los rasgos más destacados del fundador” (63). Ese amor práctico, “la compasión por los demás”, lo aprendió de su padre, Juan Bautista Champagnat (46). Es lo que transmitió a sus Hermanos, de quienes dice hoy Hno. Seán Sammon: “la gracia de Dios nos empuja directamente al corazón del mundo” (61). 3.1.4. La misericordia manifestada en la evangelización El amor de Marcelino por el mundo se hace patente en la forma en que orienta su corazón y su vida en dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar (49). Fruto de años de encuentros con la realidad de los niños y los jóvenes de las zonas rurales y de su reflexión a partir de ello, y a la vez fruto de su disposición y su talento para entrar en relación de manera “espontánea y cordial” con ellos (63), Marcelino se empeña en la educación y la evangelización de los niños y jóvenes. Y con frecuencia declara: “No puedo ver a un niño sin que me asalte el deseo de enseñarle el catecismo y de decirle cuánto lo ama Jesucristo” (63). Estas palabras resumen el reto de los LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 46 Maristas desde su fundación (79) y revelan el corazón misericordioso de su fundador que contempla una situación (ver a un niño), se conmueve (asalta el deseo) y se pone en acción (enseñarle, decirle). 3.1.5. La opción por los pobres, signo de la misericordia Continuando con su exposición acerca de la espiritualidad de Marcelino Champagnat, Sammon expresa que, al igual que Jesús con sus discípulos, Marcelino deseó para sus hermanos la unión de vida interior y la integridad moral (69). En esa integridad moral destacan la pasión por la justicia (69) y la opción preferencial por los pobres (12). A su vez, éstas respuestas redundan en el fortalecimiento de la vida espiritual: “A nadie le debe extrañar que el trabajar por la justicia y a favor de los pobres sea una de las actitudes que más redundan en el fortalecimiento de la vida espiritual” (70). Sammon, en línea con Mateo 25, une el amor a Dios y el amor al prójimo: “al final de los tiempos seremos juzgados sobre cómo tratamos a las personas pobres. Ésa será la exacta medida de cómo tratamos al Señor” (70) e invita a identificar a “los Juan Bautista Montagne17 de nuestro tiempo” (12). La espiritualidad no puede desentenderse de las situaciones de dolor: Nos engañamos al pensar que podemos relacionarnos con Dios sin preocuparnos constantemente por los miembros más débiles de la sociedad y analizar honradamente de qué manera nuestro modo de vida contribuye a su dolorosa situación. Una espiritualidad que se tenga por tal no puede desentenderse de las personas que sufren la pobreza. No puede olvidarse de sus problemas ni dejar de cooperar para que la sociedad sea cada vez más justa (70). De acuerdo con estas palabras, opción por los pobres y lucha por la justicia van unidas a la espiritualidad. Son signos de una espiritualidad encarnada y misericordiosa. Se implican y se nutren mutuamente. 3.2. En Compañeros Maravillosos La segunda circular de la trilogía de circulares sobre la identidad de los Maristas se llama Compañeros maravillosos: La vida comunitaria entre los Pequeños Hermanos de María. Esta circular retoma la discusión sobre la identidad, esta vez desde el punto de vista de la vida 17 Juan Bautista Montagne fue un joven a quien atendió Champagnat cuando el joven estaba moribundo. En el análisis de la tercera circular se abundará al respecto. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 47 comunitaria. Siendo éste un tema tan amplio, Sammon se enfoca en los retos apremiantes que afrontan los Maristas al vivir la vida comunitaria marista y en las cualidades “que cualquier persona espera encontrar en una experiencia de vida en común que se precie de seguir la tradición de Marcelino” (Sammon, 2005, 6). Esas cualidades inciden en la cuestión de la identidad, puesto que “lo que atesoramos y apreciamos debe transparentarse no sólo en nuestra vida espiritual, sino también en nuestra vida de comunidad” (6)18: en la sencillez de vida, en el estilo de oración, en las relaciones interpersonales, y en el espíritu de perdón y reconciliación. Cabe señalar que esta carta trata sólo sobre la vida en común de los hermanos, puesto que la vida de los laicos maristas asume formas comunitarias muy diversas y se alargaría el documento. Las aborda en una carta posterior. La circular “Compañeros maravillosos” está dividida en tres partes. En la primera, Sammon presenta varios artículos de las Constituciones que tratan de la vida comunitaria, algunas diferencias generacionales y culturales que existen en la vida comunitaria marista hoy y un modelo que se ha utilizado para describir la vida en común. En la segunda parte, analiza las fases por las que pasan las comunidades en su formación y desarrollo. En la tercera, menciona algunos desafíos concretos de muchas comunidades y sugiere cómo abordarlos. En la conclusión, Sammon lanza a los Maristas unos retos y “señala las cualidades que caracterizan a una comunidad que Marcelino acogería como suya” (16). 3.2.1. El amor misericordioso vivido en comunidad Marcelino Champagnat valoraba grandemente la vida comunitaria, lo cual queda reflejado en su Testamento Espiritual: “Os encarezco, muy queridos hermanos, con todo el cariño de mi alma y por el que vosotros me profesáis, que os comportéis de tal modo que la caridad reine siempre entre vosotros” (10). Consecuentemente le expresa a sus hermanos: “Sabéis que sólo respiro por vosotros; que no existe ningún bien que no pida a Dios cada día para vosotros y no esté dispuesto a conseguíroslo a costa de los mayores sacrificios” (75). Numerosos gestos en la vida de Champagnat revelan su “preocupación por sus hermanos, su disposición a hacer lo que hiciera falta en favor de ellos, su realismo y espíritu fraterno” (56). En línea con el fundador, el Hno. Seán Sammon invita en esta circular a vivir el amor en comunidad: “conseguir que nuestro corazón sea modelado y nutrido por la fuerza del amor” (10); 18 Éste y el resto de los números en paréntesis de esta sección (3.2) hacen referencia a Sammon, 2005, la 2ª de las circulares. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 48 “que dentro de nosotros crezca un corazón amoroso” (11). Y a que ese amor refleje a “un Dios que nos inunda de amor incondicional” (77). Ese amor brota de las relaciones intra-trinitarias: “el amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es el manantial de toda vida comunitaria. Nuestra unidad atestigua así que Dios es amor y que este amor, infundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo, es más fuerte que nuestras limitaciones humanas” (17). En la vivencia de ese amor y en la escucha atenta del otro se podrá descubrir la misericordia de Dios: “podremos entrever el amor que Dios siente por él y que le ha manifestado en el decurso de su vida, en los momentos buenos y en los tiempos de dificultad” (26). La imagen que pinta Sammon del amor vivido en comunidad es muy realista: “la vida en comunidad hoy exige que estemos dispuestos a vivir un amor exigente y retador más que un amor que sólo se produce en los sueños” (75), un amor a ser vivido “con gratuidad y generosidad, incluso aunque no recibamos nada a cambio” (75). Sammon ha constatado que ese amor es vivido por muchos hermanos “que se esfuerzan por vivir juntos en comunidad con generosidad y espíritu de sacrificio” (67). Para Sammon, la vivencia de este amor requiere una serie de cualidades: “el espíritu de generosidad, la apertura a los otros, la pasión por el Señor, la inclinación a pensar bien de los demás, el celo en la misión, la sencillez de vida” (79); “el interés por los hermanos, la aceptación y el respeto hacia ellos, la preocupación por su bienestar” (79); estar “atentos para adivinar sus dificultades y compartir sus alegrías” (19); la buena comunicación, el respeto a la diversidad y el espíritu de tolerancia (30). Esta reflexión de Sammon se ve enriquecida al citar el artículo 63 de las Constituciones de los Hermanos Maristas: La comunidad es una gracia del Espíritu Santo. Reunidos sin habernos escogido unos a otros, nos aceptamos mutuamente como don del Señor. Por nuestro esfuerzo de reconciliación y de comunión, renovado sin cesar, llegamos a ser signo de unidad para quienes nos ven. Pero comprobamos también el desfase de esta gracia, siempre ofrecida, y nuestra vida consagrada. Por eso oramos para permanecer unidos, a pesar de las dificultades, en nombre del Señor Jesús. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 49 Este artículo de las Constituciones presenta varios aspectos de la vida en comunidad: comunidad como don y testimonio, que requiere aceptación, esfuerzo de reconciliación y comunión, y realismo en afrontar las dificultades. Sammon después cita el Mensaje del XX Capítulo General, el cual recuerda a los Maristas que están llamados a construir comunidades en las que el crecimiento de cada uno sea una preocupación de todos, en las que se transparente la confianza, las sanas relaciones interpersonales, el respeto, el afecto, el perdón, la acogida del que llega y el espíritu de familia (78) y cuestiona a los Maristas con hondura: “¿qué estamos dispuestos a sacrificar en favor de nuestra comunidad, o de cualquier comunidad a la que hayamos de pertenecer?” (11). Ninguno de estos textos utiliza el término misericordia, pero según lo expuesto anteriormente en los capítulos 1 y 2 al hablar del amor vivido en comunidad esta circular recoge muchos de los aspectos que la misericordia conlleva: acoger al otro en su realidad, afrontar las dificultades que surgen como consecuencia, esforzarse en la reconciliación, sacrificarse, darse de forma gratuita y generosa; y, además, brota del amor incondicional de Dios. 3.2.2. La acogida misericordiosa de los hermanos difíciles El Hno. Seán Sammon aborda con valentía y objetividad “el eterno reto de la gente difícil en comunidad: los que coleccionan injusticias, los plañideros crónicos, los negativos, los que tienen reacciones fuertes, por citar algunos” (54), puesto que, aún cuando sean pocos, causan un impacto grande en las comunidades. Y también aborda cómo situarse frente a hermanos que estén viviendo con algún tipo de adicción o atravesando por un periodo particularmente confuso y doloroso (54). El asunto de la gente difícil en comunidad es complicado. Sammon invita a ser cautelosos al calificar a alguien como difícil y a seguir unos pasos: reconocer que todas las personas tienen etapas difíciles, examinar lo que uno mismo pueda estar aportando al tema, evaluar si se han tomado todas las medidas para una sana comunicación fraterna y preguntarse por la causa de la conducta difícil. Luego, propone que se cambie el tipo de reacción frente su conducta: ante un quejicoso crónico, tratando de hacerle pasar de la queja a la resolución del problema; ante un negativo crónico, manifestando con sencillez nuestro propio optimismo realista o preguntándole qué es lo peor que podría suceder; ante un hermano adicto o que sufre trastornos psicológicos, colaborar con los responsables de la Provincia para que esa persona se ponga en manos de los LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 50 especialistas (64-65). Con quienes tienen conductas destructivas que generan sufrimiento a los demás pero escaso dolor a sí mismo, no disculparle sino construir soluciones junto con él (66). Sammon subraya que a todos los hermanos se les debe la misma caridad. “En el caso de los que son demostradamente difíciles, esa caridad nos llevará a cambiar el modo de reaccionar ante su conducta y a dar pasos que vayan encaminados a conseguir la ayuda que les es necesaria” (67). Un proceso vivido de esta manera inevitablemente llevará a vivir la misericordia, pues implicará la acogida del otro en su verdad y el actuar en favor de la vida: la del otro, la de la comunidad y la propia. 3.2.3. Como en Lc 15, vivir el perdón y la reconciliación Sammon considera que la reflexión sobre el perdón y la reconciliación ha de ocupar un lugar central en todas las comunidades (12, 30, 67) y que “una comunidad marista verdadera tiene que estar impregnada de espíritu de reconciliación” (71). Por lo tanto, le dedica atención particular a este tema en la circular y propone que cada comunidad se cuestione: “¿cómo podemos construir una comunidad marista en la que el perdón sea un hábito y la reconciliación no resulte extraña?” (15). Sammon expone una serie de habilidades necesarias para la vida en común: “La capacidad para discrepar, para dar y recibir la felicitación, sentirse a gusto con los sentimientos de preocupación, afecto y ternura, hablar con sinceridad, y extender y aceptar el perdón con espontaneidad” (69), respetar a los miembros de la comunidad, sacrificarse por el bien común y trabajar para que haya buen entendimiento (71); tratar los conflictos de forma que al final el grupo salga fortalecido, y aceptar cada uno la parte que le corresponde en los problemas que surgen (15). Sammon insta a ser comprensivos unos con otros en la vivencia cotidiana de desacuerdos, decepciones y susceptibilidades (14). “Si hemos obrado mal pedimos perdón y si han obrado mal con nosotros somos los primeros en perdonar” (20). Las comunidades maristas pueden llegar a ser iconos de reconciliación y paz para las sociedades donde están insertas. “Muchos jóvenes manifiestan hoy su interés por esa posibilidad radical que tienen los adultos de vivir juntos en comunidad para testimoniar la reconciliación y la paz” (67). Para poder dar este testimonio Sammon subraya la importancia de la oración, puesto que ésta ayuda a vivir las cualidades que fomentan el espíritu de reconciliación: “Si oramos tenemos más capacidad de practicar la paciencia, ocultar la sabiduría, y amar con generosidad” LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 51 (67) y también la oración vuelve a los seres humanos “más sencillos, más humildes y compasivos” (67). Luego, Sammon aborda de forma más detallada cómo vivir el perdón, el cual supone opción y decisión, y conlleva un proceso (72). Primero, dice, se entra en “un proceso mediante el cual optamos por impedir que la herida que hemos sufrido se interponga en el camino de nuestra relación que debe continuar” (72). Segundo, “decidimos responder a quienquiera que nos haya hecho daño en lugar de permanecer encerrados en nuestro sufrimiento. Aquello que pasó queda perdonado en consideración de quien lo hizo” (72). Después, se ha de dar tiempo para que se cure la herida y que la confianza traicionada sea reconstruida. En este proceso, es necesario reconocer que hay factores que pueden dificultar el proceso: las diferencias culturales, la carencia de un lenguaje emotivo adecuado o la influencia de experiencias dolorosas previas (72). Por último, Sammon advierte que cuando se producen heridas a menudo todas las partes tienen algo de responsabilidad: “Cuando repaso las circunstancias tengo que admitir que yo también contribuí a ello. De esta forma el perdón verdadero se apodera de mi herida. Ya no puedo usarla en contra del otro” (73). El Hno. Seán Sammon concluye la sección sobre “Cualidades que se encuentran en una comunidad marista sana” reforzando su defensa de la vivencia de la reconciliación en comunidad con varios puntos: a) Si cada uno está abierto a la gracia de Dios y dispuesto a concederse tiempo para la reconciliación no hay herida o disgusto que sea imposible de curar (73). b) La sanación que surge de la reconciliación puede ser una gracia no sólo para los que están en conflicto sino que también para la comunidad entera (73). c) “La reconciliación nos ayuda a situarnos ante nuestra propia debilidad, y de esa manera crece en nuestro corazón la compasión y el amor” (73). El ejercicio de la reconciliación ensancha el propio corazón de modo que se logra ver a cada miembro de la comunidad como un hermano, el corazón va sanando y se hace luz en el interior de cada uno (73). Al estilo del Padre bueno de Lucas 15, una comunidad en la que el perdón y la reconciliación son temas de reflexión y esencial a su espíritu comunitario es indudablemente misericordiosa. Recordando lo dicho anteriormente, la misericordia planteada en esa parábola desafía los esquemas humanos. Hay voluntad para perdonar al ofensor – lo cual remite a la opción y la decisión de la que habla Sammon. Y el hecho de que quien se conmueve ante el otro LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 52 toma la iniciativa del perdón: “Aquello que pasó queda perdonado en consideración de quien lo hizo” (72). Sammon entra en una serie de elementos y pasos para llegar a la reconciliación que no están explicitados en el icono del Padre bueno y los dos hijos, pero que sí forman parte de su espíritu. Al dirigirse a un público específico que está viviendo unas situaciones muy concretas puede detenerse a exponer situaciones y a recomendar medidas a tomar para que la misericordia se haga vida en esa realidad, tales como: extender y aceptar el perdón con espontaneidad, sacrificarse por el bien común, tratar los conflictos de forma que al final el grupo salga fortalecido, aceptar cada uno la parte que le corresponde en los problemas que surgen, practicar la paciencia, ocultar la sabiduría, orar… Sammon no es ingenuo en su defensa de la reconciliación, sino muy humano, y por lo tanto, muy divino, pues esto del perdón requiere que los seres humanos estén “abiertos a la gracia de Dios” (73). Y esa gracia se hace extensiva a la comunidad entera. Liga no sólo a Dios y a los seres humanos como individuos, sino que incluye a la comunidad, lo cual remite a la comprensión de la misericordia en las Escrituras. Por último, Sammon señala que la comprensión de la debilidad propia hace posible la compasión ante la debilidad del otro. Ayuda a ver en el otro a un hermano, a ser prójimo del otro. 3.2.4. La opción por los pobres, un signo de la misericordia Para vivir la opción por los pobres, Sammon contempla a Jesús y al Dios de Jesús: “el Dios que contemplamos en Jesús es un Dios que nos inunda de amor incondicional, y cuya fidelidad jamás podremos cuantificar. Sí, el nuestro es un Dios que camina en medio de su pueblo” (77). Un Dios fiel, que ama incondicionalmente y que camina con su pueblo, de la misma manera que lo hizo Jesús, quien fue condenando porque evidenció estar a favor de los pobres y proclamarles la Buena Noticia: “El clamor de los pobres y de los que viven en la marginación social eran tan grandes que Jesús no paró de predicar y anunciar la Buena Noticia, incluso a costa de su vida” (77). Más aún, “los relatos del evangelio nos recuerdan que allí donde la vida quedó dañada, vino Jesús y la restauró; donde el espíritu humano quedó aprisionado, Él hizo sentir su presencia y lo liberó” (77). Dios, en su infinita misericordia, no puede sino conmoverse ante la desgracia humana y actuar a favor de la vida. Intentando desde su realidad hacer esto vida, Marcelino Champagnat funda a los Hermanos Maristas en una Francia posrevolucionaria para evangelizar a los niños y jóvenes LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 53 desfavorecidos (8), para “dar a conocer a Jesús y hacerlo amar entre los niños y jóvenes desfavorecidos” (19). En el espíritu del fundador, las Constituciones en su artículo 34 instan a hacerse “solidarios de los pobres y de sus causas justas”, darles preferencia, “compartir su condición”, y ponerse “en contacto con la realidad de su vida cotidiana” (58). Champagnat y las Constituciones exhortan a los Maristas a hacerse prójimo del necesitado. Sammon añade que, en calidad de discípulos de Jesús, los Maristas han de evitar las comodidades estériles y adoptar un estilo de vida sencillo, austero, que “no sólo nos libra de nuestras preocupaciones inherentes a la posesión personal sino que nos capacita para ser más efectivos en nuestro servicio entre los que son materialmente pobres” (59). 3.2.5. La misericordia manifestada en la misión comunitaria Las comunidades maristas fueron fundadas con el objeto de vivir el Evangelio y proclamar la palabra de Dios, lo cual Sammon recalca de diversas maneras: “Nuestra primera misión es amar a Dios y hacerle conocer y amar” (36); “como comunidad, la tarea que tenemos en nuestras manos: ser hermanos los unos para los otros y proclamar la Buena Noticia de Jesús a los niños y jóvenes desfavorecidos” (50); “lo que tenemos que ser nosotros hoy: compañeros maravillosos para una nueva generación de hermanos; hombres apasionados por la misión de dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar entre los niños y jóvenes desfavorecidos” (80). Por lo tanto, como María, “estamos atentos a las necesidades de la comunidad y del mundo, imitando la generosidad de su corazón al visitar a Isabel y al asistir a las bodas de Caná” (18). Y además “toda la comunidad se muestra solidaria, sosteniendo y estimulando a cada miembro en su trabajo apostólico” (55). El sueño es que la misericordia se viva hacia dentro de la comunidad y hacia los jóvenes desfavorecidos. Ambos movimientos se nutren el uno al otro. 3.3. En Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar Esta circular cierra la trilogía en la que el Hno. Seán Sammon aborda el asunto de la identidad de los Maristas hoy, tanto de hermanos como de laicos. En ella examina el tema de la identidad dentro del contexto de la misión de la Iglesia y de las tareas apostólicas del Instituto. Esta tercera circular se enfoca en la misión porque ésta pertenece al núcleo de la vida consagrada marista, porque a partir del Concilio Vaticano II en el Instituto y en la Iglesia se evidenció una LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 54 baja en el compromiso con la misión ad gentes 19 , y para ahondar en qué significa para los Maristas hoy las palabras de Marcelino Champagnat: “Amar a Jesús y darlo a conocer y amar, ése es el fin de nuestra vocación” (Sammon, 2006, 9). Con esto, el autor se propone dilucidar la naturaleza y los objetivos del Instituto en estos tiempos, para que en todo el Instituto se tomen decisiones valientes sobre el apostolado y otros aspectos esenciales de la vocación. La circular consta de cuatro partes. La primera recoge los fundamentos históricos y teológicos de la labor apostólica marista, analiza el significado del carisma, la relación entre consagración y misión, y lo que dicen Champagnat y las Constituciones al respecto. En la segunda parte se contempla la identidad y la vida apostólica hoy: las semejanzas y las diferencias entre las vocaciones de los Maristas laicos y hermanos, el lugar privilegiado de la escuela católica y la necesidad de emprender nuevas iniciativas pastorales, situar las labores apostólicas en el marco eclesial y a las instituciones maristas en el marco de la propagación del Evangelio. La tercera parte está dedicada a reflexionar en torno al deseo de San Marcelino de dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar entre los niños y jóvenes pobres. Por último, en la cuarta parte, se encuentra una carta del Hno. Seán Sammon dirigida a todos los Maristas para que participen en una nueva iniciativa misionera. 3.3.1. Los Maristas han nacido de una experiencia de misericordia Antes de examinar el texto de la circular, vale la pena acercarse al encuentro de Marcelino Champagnat con el joven Montagne, harto conocido por todos los Maristas y considerado por muchos como el relato fundacional: sirviendo como sacerdote en una parroquia rural del departamento del Loira en Francia, a Marcelino Champagnat le pidieron que fuera a un caserío para confesar a Juan Bautista Montagne, un joven de 16 años que estaba gravemente enfermo. Marcelino pasó dos horas al lado del joven hablándole de Dios, pues el joven no sabía nada sobre el sentido de la vida y el amor de Dios. Champagnat salió de allí profundamente conmovido y regresó un poco más tarde para preguntar por él, pero el joven ya había muerto (Furet, 1856/1989, 60-61). Marcelino llevaba tiempo preocupado por la situación formativa de la juventud y la niñez de la zona. Un informe de la época sobre la región del Loire, a la que pertenece La Valla, “pintaba este inquietante cuadro sobre el estado de la educación: “Los jóvenes viven en la más 19 Esfuerzo misionero de intentar encarnar la propia fe en una cultura distinta, en donde se practica otro credo o donde la Iglesia local no es suficientemente fuerte para sostenerse a sí misma, puede también referirse a quienes salen en pos de los más marginados de su sociedad (Sammon, 2005, 107-108). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 55 espantosa ignorancia, entregados a un vagabundeo alarmante”.” (“Achievement from the depths”, estudio citado en Sammon, 2006, 26). Tiempo atrás venía con la idea de convocar Hermanos y le había expresado a sus compañeros de la Sociedad de María la necesidad de Hermanos (Furet, 1856/1989, 30). En la circular Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar, el Hno. Seán Sammon reflexiona sobre esta experiencia: Estas circunstancias debieron pesar mucho en el corazón de Marcelino aquella mañana en que le llamaron a la cabecera de la cama del joven Jean Baptiste Montagne, que se estaba muriendo. De alguna manera, el encuentro con el muchacho moribundo ayudó a Marcelino a ver más claramente la misión que el Espíritu había dispuesto para él. Tenía ante sus ojos una víctima de la exclusión. Su necesidad de consuelo e instrucción en las verdades de la fe determinaron la respuesta del fundador hasta consumir en ese empeño su vida (26)20. Marcelino, un hombre de profunda oración, contempla al joven que tiene delante de sí y la situación en la que se encuentra, que es también la de muchos otros. Y sale estremecido por la experiencia. Pero, Marcelino no sólo se conmueve ante la desgracia de un joven concreto, sino que se siente responsable (Clark, 2008, 8-9). Este suceso conecta con sus preocupaciones previas y con sus intuiciones sobre la necesidad de Hermanos (26) para atender estas situaciones. Éste es el suceso que colma la copa y le confirma su intuición. Marcelino no sólo se siente responsable sino que se pone a actuar efectivamente en favor de la vida. Este encuentro, que cambia el rumbo de la vida de Champagnat y la de muchos otros, contiene entonces todos los elementos que presentan las definiciones de misericordia de los capítulos precedentes: un hombre dispuesto a la escucha y sensible ante la desgracia humana que se encuentra con una persona concreta en situación de gravedad, que se conmueve ante ella, que reflexiona, opta y actúa a favor de la vida, “hasta consumir en ese empeño su vida”. A partir de ese momento, Marcelino Champagnat se empeña en congregar y formar a un grupo de jóvenes dedicados a “inculcar en los niños espíritu, sentimientos y costumbres religiosas, las virtudes del buen cristiano y del honrado ciudadano… auténticos educadores, conviviendo con los niños el mayor tiempo posible” (Furet, 1856/1989, 547-548, citado en 20 Éste y el resto de los números en paréntesis de esta sección (3.3) hacen referencia a Sammon, 2006, la 3ª de las circulares. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 56 Sammon, 2006, 27). Marcelino no quería que estos primeros hermanos fuesen solamente instructores o que sólo fuesen catequistas, sino que se esforzaran en dejar una profunda huella en la vida de los muchachos encomendados a sus cuidados. “Por eso les animaba a rezar por aquellos a quienes estaban llamados a servir; les exhortaba a amarlos, a ganarse su respeto” (26). Además, Marcelino veló porque el modo como vivían él y los primeros Hermanos transparentara su preferencia por los niños necesitados (70). 3.3.2. La misericordia, amor práctico En la síntesis del capítulo 1 se puntualiza que la misericordia está relacionada con el amor, pero que conlleva la demostración práctica de ese amor en respuesta a las necesidades de quien es objeto de la misericordia. En esta circular se encuentran palabras del Hno. Seán que van en esa misma línea. Al comentar la importancia que le dio Champagnat a la preparación de los Hermanos para sus tareas Sammon alaba su “amor práctico a los niños y jóvenes, en especial los más desatendidos” (25). Y al exponer la importancia del carisma como un don que el Espíritu concede para el bien de todos, enfatiza la importancia del amor: “un amor que se hacía más visible en acciones que en palabras vacías.” (28) La misericordia del fundador en el encuentro con el joven Montagne, continuará informando su ser y su actuar de apóstol. De este modo, cuando Sammon habla del compromiso de los Maristas con los pobres señala: “El fundador ardía en amor compasivo por los que sufrían la necesidad. Por eso quería que nosotros les atendiéramos a ellos antes que a nadie” (79). Además, a lo largo de la circular se encuentran textos que remiten a cómo vivir ese amor: “constancia en la donación de sí” (29), “rezar por aquellos a quienes estaban llamados a servir; les exhortaba a amarlos, a ganarse su respeto” (27), preocuparse personalmente por los alumnos y ganarse su respeto (55). Y repite las afectuosas palabras del fundador recogidas en sus cartas: “Digan a sus niños que Jesús y María los quieren mucho a todos” (24); “Para educar a los niños hay que amarlos; y amarlos a todos por igual” (55); “Siempre que veo a los jóvenes me vienen ganas de catequizarles, de hacer que se den cuenta de lo mucho que los ama Jesucristo” (112). Ese amor tiene un origen, la experiencia del amor recibido gratuitamente de Dios: “Su pasión nacía de una íntima convicción del amor que Jesús y María tenían para con él y todos nosotros” (112). E implica conversión: “una vez que se haya obrado el cambio en nuestros corazones nos veremos movidos por una mayor compasión hacia aquellos con quienes nos relacionamos” (87). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 57 Ese amor práctico se hace realidad en el servicio, al cual Sammon invita en esta circular: “Como religiosos apostólicos, estamos llamados a una vida de servicio… compartir nuestro tiempo, talentos y preparación con los demás; mostrar un espíritu de generosidad; proporcionar cuidado a los niños, los ancianos, los enfermos u otros grupos necesitados” (38); “ofrecer un servicio generoso en nombre de Cristo” (42); “rezar por aquellos a quienes estamos llamados a servir” (27). Y no sólo invita a servir, sino a reconocer que ése es el llamado central para un Marista: “nuestra llamada a servir a los niños y jóvenes desatendidos” (9). Para vivir con actitud de servicio, anima a contemplar el ejemplo de María en el encuentro con su prima Isabel: “En la Visitación, ella fue la portadora de Cristo a Juan el Bautista, cuando acudió presurosa a ofrecer su servicio con sencillez, generosidad y caridad” (10). El servicio implicará cruz y llevará a la transformación: “Lo que sufrimos por los demás nos ayuda a definirnos y nos hace ser lo que somos” (43). Marcelino Champagnat se conmueve y se siente responsable ante la situación de la niñez y juventud que le rodeaba. Descubre que hay jóvenes que no han descubierto el rostro del DiosAmor y el sentido de la vida. Decide formar a un grupo de jóvenes para que fueran Hermanos dedicado a evangelizar, a “dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar” (35), frase usada por el fundador para hablar de la misión evangelizadora del Instituto. 3.3.3. La misericordia manifestada en la evangelización A lo largo de esta circular el Hno. Seán se refiere a esa misión evangelizadora de la siguiente manera: “nuestra misión es dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar” (35); “evangelizar mediante la formación de buenos cristianos y buenos ciudadanos” (54); llevar “el evangelio de Jesús a los niños y jóvenes necesitados” (43); “formar buenos cristianos y buenos ciudadanos en medio de los niños y jóvenes pobres del mundo” (101); que los jóvenes cristianos que confiados a los Maristas lleguen “de verdad a conocer y amar a Jesucristo” y que se manifiesten “en sus vidas las enseñanzas y valores de la Buena Noticia” (43); y que los de otros credos lleven “consigo la capacidad de dialogar, un espíritu de tolerancia y mayor estima de sus propias creencias” (43); ofrecerles a todos espacios donde lleguen “a amar a Dios de todo corazón” (72); “ayudar a los niños y jóvenes pobres de las aldeas a convertirse en buenos cristianos y buenos ciudadanos” (43). Ampliando, el Hno. Seán cita a un ex alumno marista ordenado sacerdote que le contó cómo los Hermanos “me ofrecieron mucho más que una LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 58 educación. Sí, hicieron mucho más que eso; tus hermanos me abrieron las ventanas al mundo, a mí y a muchos otros” (23). Marcelino Champagnat entendió la educación como “una herramienta poderosa para formar y transformar las mentes y los corazones de los niños y jóvenes” (26). Lamentaba las tareas administrativas y añoraba el contacto directo con los pequeños: “Cuánto me gustaría tener la dicha de enseñar, de consagrar de una manera más directa mis desvelos a formar a estos tiernos niños” (23). E instruía a los Hermanos sobre lo que ese tipo de educación comprehendía: “Nuestro propósito es más ambicioso; aspiramos a inculcar en los niños espíritu, sentimientos y costumbres religiosas, las virtudes del buen cristiano y del honrado ciudadano”. Por lo tanto, se quiso asegurar que las instituciones de los Hermanos fuesen lugares donde primordialmente se proclamaba “el evangelio a los jóvenes de palabra y de obra”, que los Hermanos pasaran tiempo con los niños con “una presencia marcada por el espíritu de fraternidad por encima de cualquier otra cosa” y que tuviesen “una disposición a hablar del amor de Jesús y de María que se notara con claridad” (27). El deseo de Marcelino de evangelizar no surge de una necesidad eclesial por ganar adeptos o tan sólo de su fervor apostólico; surge de la necesidad constatada en la región que habitaba de que hay jóvenes que no han descubierto al Dios-Amor. El deseo de Marcelino de servir no surge de una búsqueda de sí mismo ni de unos presupuestos morales sobre su rol eclesial sino para dar respuesta a unas necesidades concretas que están frente a él. La respuesta consiste en una vida de servicio y entrega generosa, con sencillez a favor de los niños y jóvenes desatendidos, evangelizando a esos niños y jóvenes, dándoles a conocer a Jesucristo y haciéndolo amar. Hay rostros concretos de jóvenes que provocan su re-acción, y toda una serie de gestos concretos que invita a sus Hermanos a vivir: inculcar sentimientos, costumbre y virtudes, proclamar con la palabra y la obra, compartir en espíritu fraterno, formar, enseñar, dialogar, consagrar los desvelos, rezar, servir, dejar huella… con el deseo de mejorar la situación del niño y del joven. 3.3.4. La misericordia manifestada en la solidaridad La solidaridad como se entiende en esta circular está muy cercana a la misericordia y participa de ella. En el contexto de la circular y de la discusión sobre el carisma recibido de Marcelino, el Hno. Seán define la solidaridad como: “una elección deliberada por nuestra parte LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 59 para ir al mundo de los niños y jóvenes que viven en la marginación social” de modo que los Maristas lleguen a “compartir sus luchas y frustraciones, así como sus gozos y esperanzas” (73). Y cita las Constituciones de los Hermanos Maristas en su artículo 34: Guiados por la Iglesia y según nuestra vocación propia, nos hacemos solidarios de los pobres y de sus causas justas. Les damos preferencia allí donde nos encontremos, cualquiera que sea nuestro empleo. Apreciamos los lugares y casas que nos permiten compartir su condición y aprovechamos las ocasiones que nos ponen en contacto con la realidad de su vida cotidiana. Al comentar ese artículo de las Constituciones, el Hno. Seán expresa: La solidaridad con los niños y jóvenes pobres puede llevarnos a una transformación del corazón, moviéndonos por una parte a replantearnos los criterios que hemos asumido sobre el uso de los bienes materiales, cosa que va unida a la sencillez de vida, y por otra a recordar la obligación que tenemos de denunciar toda injusticia que veamos (74). La sencillez de vida, señala el Hno. Seán, facilitará “ir al encuentro de los jóvenes allí donde están, especialmente aquellos cuya necesidad de Jesús se manifiesta en su pobreza material y espiritual” (112). En estos textos citados se encuentran elementos propios de la misericordia: atención al otro en situación de necesidad, opción, salir de sí para ir al encuentro del otro, empatía, situarse como compañero en el camino, transformación a raíz del encuentro con el pobre, cambio en estilo de vida y denuncia de la injusticia. Dando un paso más, en la circular se invita a vivir esta solidaridad desde Jesús y al estilo de Jesús. Resalta la relación entre la solidaridad y la encarnación de Jesús, de modo que comparte la condición humana, asume la realidad de la gente sencilla que le rodea. El texto a continuación puede iluminar este punto: La idea de solidaridad nos ayuda a entender mejor que Dios envió a su Hijo a la tierra para estar entre nosotros y así revelar el rostro divino, pero también para encarnarse plenamente como ser humano. Jesús asumió la vida de la gente común y corriente que le rodeaba. Compartía sus luchas por la supervivencia, sus desilusiones, sus celebraciones, su sentido de la historia y su experiencia de pueblo amado y salvado por Dios (12). Continuando con la relación entre solidaridad y encarnación, Sammon invita a los Maristas a vivir según el modelo de Jesús, a “acoger la condición y las circunstancias de las LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 60 personas a las que hemos sido llamados a servir”, lo cual está íntimamente ligado a esta cita de Jon Sobrino sobre el principio-misericordia: “La misericordia no es lo único que ejercita Jesús, pero sí es lo que está en su origen y lo que configura toda su vida, su misión y su destino” (Sobrino, 1992, 37). La misión de Jesús, por tanto, no fue algo que él superpuso a su condición de hombre; su misión fue compartir la vida humana. Su camino estaba inspirado por la solidaridad con las gentes sencillas de su tiempo. Siguiendo el modelo de Jesús, los Maristas están llamados a acoger la condición y las circunstancias de las personas a las que han sido llamados a servir, persuadidos de que compartir la vida de una comunidad no es una cuestión preliminar a la misión sino más bien inherente a ella (13). El anonadamiento de Jesús, quien “se vació de sí mismo y se hizo pobre, para que nosotros fuéramos ricos” sirve de modelo para el Marista, puesto que Jesús “nunca tuvo necesidad de demostrar que se solidarizaba con los marginados, porque él mismo era uno de ellos. Él vivió en medio de los pecadores, los enfermos, los excluidos de la sociedad” (76). 3.3.5. La opción por los niños y jóvenes pobres, un signo de la misericordia a) La misión Marista se caracteriza por la atención a los niños y jóvenes necesitados. A lo largo toda la circular el Hno. Seán dirige la atención del lector a los niños y jóvenes necesitados: “Continuar la misión que él nos encomendó de ayudar a los niños y jóvenes pobres de las aldeas a convertirse en buenos cristianos y buenos ciudadanos” (34); “nuestro trabajo con los niños y jóvenes desfavorecidos” (55); “de los niños y jóvenes necesitados que nos corresponde atender” (102); “llevando el evangelio de Jesús a los niños y jóvenes necesitados” (43); “aliviar el sufrimiento y la miseria de los jóvenes” (88); “los jóvenes que han sido confiados a nuestros cuidados” (101); “preferencia de Marcelino por los niños necesitados” (70). Tanto la mirada del fundador como la del Hno. Seán y la de Laicos y Hermanos Maristas hoy está atenta a los niños y jóvenes en necesidad, lo cual no es sólo un rasgo de la misión, un deber, sino que también del carisma, algo que brota del corazón marista. Esto lleva a Sammon a exclamar: “¡Ojalá nuestras obras fuesen conocidas como lugares donde se acoge a cada uno de los niños y jóvenes que llaman a la puerta!” (90). b) El llamado es a atender de manera particular a los jóvenes pobres y marginados. Sammon va más allá de poner su atención en los niños y jóvenes necesitados. Le dedica una extensa parte de la circular a subrayar el valor de atender a los niños y jóvenes pobres, socio- LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 61 económicamente pobres. Éste es, para el Hno. Seán, uno de los tres aspectos claves que están claros desde los comienzos del Instituto: “demostrar una preocupación particular por los niños y jóvenes pobres, los que viven en las orillas de la sociedad” (72). Además, expone que una característica básica del carisma es: “dentro de los jóvenes estamos llamados a trabajar específicamente con los pobres y marginados. Si nosotros no les llevamos la Palabra de Dios a ellos, ¿quién lo hará?” (36). Enfatiza la importancia de este elemento en la misión Marista: “en nuestra misión de preparar a los niños y jóvenes pobres para la llegada del Reino” (54); “hermanos que han de proclamar la Palabra de Dios a los niños y jóvenes pobres” (37); “nuestro objetivo son los jóvenes, y de entre ellos los desfavorecidos” (37); “para educar a los niños y jóvenes pobres” (61); “para los jóvenes empobrecidos que estamos llamados a atender” (87); ser “presencia visible en medio de los más abandonados” (90); trabajar directamente con los niños y jóvenes que viven en los márgenes de la sociedad” (63); “vistas desde la perspectiva de los niños y jóvenes pobres que estamos llamados a servir” (66); “decisiones que nos conducirán más determinadamente hacia los niños y jóvenes en situaciones de marginación” (71); “el deseo ardiente del fundador de dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar entre los niños y jóvenes pobres” (11). Y cuando habla de la misión evangelizadora marista presenta a Jesús citando al profeta Isaías (Lc 4, 18-19): “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Noticia, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Resulta llamativo el uso insistente de “niños y jóvenes pobres” en esta circular. El autor explica por qué usa esta frase en lugar de la más comúnmente usada: “los niños y jóvenes, en especial a los más desatendidos” (Hermanos Maristas, 2011, 2). Por un lado, “nuestro fundador en sus cartas aludía con frecuencia a los niños y jóvenes pobres, textualmente, cuando se refería a los fines del Instituto” (10) y, por otro, cuando “utilizamos expresiones como “los menos favorecidos” y “una preferencial, aunque no exclusiva, opción por los pobres”, da la impresión de que queremos suavizar un poco lo que ha sido una llamada inequívoca y rotunda por parte de la Iglesia…” (11). Sammon busca que no se diluya la llamada, para que no se diluya la respuesta. Aún así, el Hno. Seán no excluye “la posibilidad de que se realicen otras tareas en determinados casos” (37) e invita a “guardarnos de ser excesivamente restrictivos” (37), puesto que el mismo fundador atendió otros destinatarios en circunstancias determinadas. Pero, se ha de tomar en cuenta que LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 62 “sea cual sea el lugar donde los hermanos de mi Provincia o Distrito quieren que yo sirva, es preciso que lleve conmigo un corazón inclinado hacia los pobres” (12). c) La congregación y la Iglesia hacen un llamado hoy a optar por los pobres. Acentuando la opción por los pobres, el Hno. Seán Sammon lanza un fuerte cuestionamiento y una invitación a los Maristas. Primero, les invita a preguntarse “a la luz de nuestro carisma, del voto de pobreza y las llamadas de la Iglesia y los Capítulos generales y provinciales a servir a los marginados de la sociedad, ¿dónde hemos de invertir nuestras energías apostólicas como grupo en estos momentos y en el futuro?” (63). Y luego señala que urge un consenso sobre el significado de “la opción por los pobres” (67) puesto que esto ayudará a “acoger con más autenticidad el mandato evangélico —nuestra inspiración fundante—, y las recientes llamadas de la Iglesia en que se nos exhorta a dedicar nuestras fuerzas al cuidado de los niños y jóvenes necesitados” (67). Su llamada conecta tanto con la “inspiración fundante” como con las llamadas que ha realizado la Iglesia, a raíz del Concilio Vaticano II, numerosos Capítulos generales y provinciales (71). Por un lado, es parte esencial de la herencia recibida: “El fundador ardía en amor compasivo por los que sufrían la necesidad. Por eso quería que nosotros les atendiéramos a ellos antes que a nadie” (79). Y, por otro, la Iglesia en los últimos años se ha empeñado en: invitar “de modo especial a los religiosos a poner su atención en los pobres y necesitados” (68), “animar a los religiosos a dirigir sus esfuerzos principalmente hacia los que viven en condiciones de pobreza” (71), “a unirnos a sus filas con la sencillez de vida y el testimonio profético” (77), y “atender cada vez con más entrega a los que están excluidos de la sociedad en que nos toca vivir” (83). Los miembros del XX Capítulo General de los Hermanos Maristas —en el año 2001— “nos animaron a emprender nuevas acciones en las que se manifieste nuestra opción preferencial por los pobres” (82). Por lo tanto, dice el Hno. Seán Sammon, los Maristas han de dejar de un lado los debates y la retórica para pasar a la creación: “empezar a imaginar qué respuesta creativa e ilusionada podemos dar a ese reto en las situaciones concretas que se presentan ante nosotros. Ha de ser una respuesta audaz y a largo plazo...” (83). d) Esta opción por los pobres ha de ser visible en gestos concretos. El Hno. Seán señala que “una preocupación apasionada por los pobres y marginados… debe traducirse en conductas que otros puedan ver y entender” (39); “Nuestro empeño en responder con valentía a LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 63 esa invitación —a trabajar con los más necesitados— debe manifestarse no sólo en los documentos, sino también en todo lo que decimos y hacemos” (72); “con el deseo de sentirnos más solidarios con los necesitados, podemos optar por tomar sólo una comida al día durante un determinado periodo de tiempo” (80); e insta a realizar “…una seria evaluación de sus recursos apostólicos con la mirada puesta en ir encarrilando los esfuerzos hacia los que sienten la necesidad y la exclusión” (88). Los planes, los gestos, los movimientos que se realicen han de abordar, de acuerdo al Hno. Seán, preguntas de fondo tales como: “¿Promueven (nuestras prácticas actuales) una pasión más grande por el evangelio y por el servicio a los pobres?” (41). e) La opción por los pobres conlleva grandes retos. En la circular se reconoce que una opción por los pobres comporta retos para las personas y para las instituciones. Por lo tanto, primero, invita a identificar qué dificulta hacer de esta opción una realidad: “¿qué escollos tenemos que sortear para poner la preocupación por los pobres de Dios en el centro de todas nuestras tareas?” (11). En algunos lugares éstas provienen de entender la llamada a los pobres como “una muestra de desprecio hacia todo lo que se ha venido haciendo hasta el presente” (63); en otros “los hermanos parecen haberse eximido de una seria reflexión sobre su dedicación a los niños y jóvenes pobres” (64); y a veces las quejas surgen de los apostolados que se ven desplazados cuando una orden religiosa ha buscado “enderezar sus pasos hacia el servicio directo de los económicamente desfavorecidos” (82). Segundo, aceptar que “hacernos presentes entre los marginados es fundamentalmente un cambio de corazón” (12). Tercero, invita a reconocer que “nos conducirá, con el tiempo, a los límites de la sociedad” (89). Por último, plantea que “vivir plenamente nuestra opción preferencial por los pobres es una tarea inacabada” (66). f) La opción por los pobres implica reconocerles como instrumentos privilegiados de Dios. “La idea de optar por los pobres encierra dentro de sí la convicción bíblica de que los que viven en la marginación son los instrumentos privilegiados de la providencia de Dios” (65). En sintonía con la paradoja de la encarnación, “una y otra vez Dios ha escogido a los débiles para sorprender a los fuertes, a los locos para confundir a los sabios” (73). Y en este punto, el Hno. Seán cita el final del artículo 34 de las Constituciones: “Por fidelidad a Cristo y al fundador, amamos a los pobres: son bendecidos del Señor, atraen sobre nosotros sus bondades y nos evangelizan” (74). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 64 Después advierte que la solidaridad es un regalo, que no se ha de dar por supuesto: …la solidaridad no es un derecho que podamos exigir o dar por garantizado. Es, más bien, un regalo que nos ofrecen los que sufren la pobreza, los que están arrinconados por la sociedad en la que viven. Y lo dan a su propio tiempo y manera, y sólo a los que vienen a ellos despojados de actitudes de paternalismo y superioridad. Si le tuviéramos que poner envoltorio de obsequio al regalo de la solidaridad, la tarjeta que lo acompañaría llevaría este mensaje: a pesar de las diferencias de procedencia, color de la piel o lengua, vemos en ti a alguien que está unido en espíritu y corazón a los que somos pobres (74). Su experiencia le hace atestiguar que como fruto de esa vivencia de encuentro gratuito los corazones de quienes van hacia los pobres son “transformados por aquellos a quienes han ido a servir” (87). Esta solidaridad se asienta sobre un mutuo dar y recibir. Tanto la mirada del Marcelino Champagnat como la del Hno. Seán y la de Laicos y Hermanos Maristas hoy está atenta a los niños y jóvenes en necesidad. Éste es un rasgo esencial del carisma, algo que brota del corazón Marista. Y de entre los niños y jóvenes, de manera particular, a los pobres y marginados, por la sola razón de estar en mayor necesidad. Motivados por las grandes urgencias que se constatan en el mundo de hoy, los llamados de la Iglesia y la congregación, y la inspiración fundante, el Hno. Seán invita a renovar la opción por los pobres. Propone pasar de la retórica a las respuestas audaces y los gestos concretos. La misericordia es amor práctico que responde a las necesidades de quien es objeto de la misericordia. La opción por los pobres conlleva sobrepasar grandes retos personales e institucionales. También implica reconocer a los pobres como instrumentos privilegiados de Dios: “La idea de optar por los pobres encierra dentro de sí la convicción bíblica de que los que viven en la marginación son los instrumentos privilegiados de la providencia de Dios” (65). Esto llevará a reconocer que la solidaridad es un regalo, que no se ha de dar por sentado, y que la otorgan los marginados a quienes llegan despojados de paternalismo y superioridad. Quienes salen al encuentro de los pobres son transformados por ellos, en un mutuo dar y recibir. De la acción misericordiosa surge la relación, y de ésta, la projimidad. 3.3.6. Actuar movido a misericordia Jon Sobrino define el Principio-Misericordia como el sufrimiento interiorizado que mueve a una re-acción y configura un proceso, como “el principio fundamental de la forma de actuar de Dios y de Jesús, lo cual implica enfrentamiento con la anti-misericordia y, por ende, riesgo y LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 65 cruz” (Sobrino, 1992, 152). “La solidaridad enraizada en la misericordia compromete a las personas a niveles más profundos que el mero dar, convirtiéndose en un proceso continuado” (Sobrino, 1992, 215). Lleva a “vivir y desvivirse para que el experimentado amor de Dios sea una realidad histórica en este mundo” (Sobrino, 1992, 149). Lo que propone el Hno. Seán Sammon en esta tercera circular está en línea con esa comprensión de la misericordia: analizar la situación para descubrir sus causas, buscar soluciones junto con los que se encuentran en necesidad y organizar planes a largo plazo. El primero de estos puntos es el de analizar la situación para descubrir sus causas. La dimensión analítica de la opción por los pobres se encuentra en el artículo 34 de las Constituciones: La preocupación por los pobres nos impulsa a descubrir las causas de la miseria y a liberarnos de todo prejuicio o indiferencia respecto de ellos. Por lo mismo, nos sentimos más responsables de los bienes que están a nuestro uso y que debemos compartir con los más necesitados. Evitamos ofenderlos con un nivel de vida más holgado de lo necesario (77). El trabajo de análisis comienza con un proceso de discernimiento y reflexión. Se han de plantear preguntas tales como: “¿por qué razón han sido marginados estos niños y jóvenes?, ¿cuáles son las consecuencias que han sufrido?” (77). Y se ha de examinar cómo participa uno en esta situación de injusticia que se está enfrentando: “¿qué estamos haciendo nosotros para que los que se ven confinados en los límites de la sociedad sigan estando en ese lugar?” (77). Segundo, el Hno. Seán propone que los Maristas han de comprometerse a trabajar junto con los que sirven para encontrarle salida a la situación en que se encuentran. Esto a su vez logrará que las soluciones propuestas sean útiles y se puedan poner en práctica (77), y que los destinatarios descubran su propia capacidad de salir adelante: “Para liberarse de sus sentimientos de desesperanza, los que viven en la penuria y la exclusión deben poder hablar y actuar en nombre de ellos mismos” (78). En definitiva, “estos dos pasos, encontrar los remedios y conseguir la ayuda de los demás para aplicarlos, se recorren mejor con aquellos cuyos derechos han sido pisoteados” (78). Además, como atestiguan las Escrituras, hemos de creer confiada y humildemente que “los que están a la orilla del camino tienen un especial regalo que darnos a los demás” (81). Por consiguiente, el Hno. Seán invita a los Maristas a cambiar la forma de ofrecer LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 66 su tiempo y atención a los niños y jóvenes marginados para encontrar la manera de que ellos sean parte de la solución (81). El tercer punto, realizar planes a largo plazo, se subdivide en una serie de pasos que detalla el Hno. Seán Sammon: examinar las iniciativas previas (83); reconocer desde el principio que no existen soluciones ideales para estos desafíos (83); trazar líneas estratégicas de largo alcance con la participación de todos (84); y examinar rigurosamente los motivos que llevan a servir a los que menos tienen (86). Habrá algunos que “están bien dotados para trabajar en contacto con los niños y jóvenes desfavorecidos”, pero la llamada del Hno. Seán es a que todas las personas, comunidades e instituciones sean parte, de alguna manera, de un plan integral. Varios textos extraídos de la circular tratan de estos aspectos: Las Constituciones nos retan a dar preferencia a los pobres, a vivir con sencillez, a buscar las raíces de la pobreza y a desprendernos de todo prejuicio e indiferencia hacia los menos favorecidos. Teniendo en cuenta la estrecha vinculación que hay entre evangelización y promoción humana, hemos de ayudar a quienes padecen la necesidad, a la vez que cooperamos con los que se afanan por la justicia y la paz en el mundo (113). Por eso nos reta a nosotros a luchar constantemente en las circunstancias del día a día para reparar los agravios de los que sufren el abandono, la soledad, la alienación; para proteger la dignidad de los desfavorecidos y hacer causa con los oprimidos que luchan por alcanzar su libertad (76). Como Instituto tenemos que actuar con eficacia en nombre de ellos en dos frentes interrelacionados: el servicio directo a los que padecen la marginación, y el empeño por erradicar las causas que la provocan (88). Estos textos señalan acciones en las que se hace vida la misericordia: ayudar a quienes padecen la necesidad, proteger su dignidad, desprenderse de prejuicios e indiferencia hacia ellos, hacer causa con los oprimidos que luchan por alcanzar su libertad, buscar las causas de la pobreza y empeñarse en erradicarla, y cooperar con quienes se afanan por la justicia y la paz. 3.3.7. La misericordia implica conversión El Hno. Seán invita a los Maristas a la conversión. Esto conllevará el ejercicio diario de cuestionarse a uno mismo y el hacer opciones audaces que le lleven al contacto directo con los marginados. Primero, ha plantearse cada día la siguiente pregunta: “¿Hay espacio (dentro de nosotros) para aquellos a los que casi siempre se les mira como intocables en el mundo en LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 67 general, en esta sociedad global en la que nos encontramos cada vez más inmersos?” (81). Y lo otro que propone es no limitarse al conocimiento teórico de datos y estadísticas que no cambian los corazones, sino que tener la experiencia del encuentro con el otro: “Vivir y trabajar en medio de los niños y jóvenes que sufren la necesidad, o colaborar en los esfuerzos que van hacia esa meta, puede llevarnos a una transformación que nos haga reconducir nuestras energías hacia un empeño en favor de la justicia” (86). Para ilustrar este punto, usa el ejemplo de Monseñor Óscar Romero, quien sabía sobre la realidad de los pobres en El Salvador antes de entrar en contacto con ellos. “Pero su corazón sólo empezó a cambiar cuando compartió de cerca las vidas de aquellos hombres, mujeres y niños cuya miseria ya era evidente, lo mismo que la causa que la producía” (86). De ese mismo modo, los corazones de los Maristas que entren en contacto con los pobres se irán transformando por aquellos a quienes han ido a servir (87). En este asunto, Sammon invita a tener cautela, pues “la decisión de ir a trabajar entre los desfavorecidos es otra de las experiencias donde hay peligro de autoengaño” (87). Esto requiere examinar concienzudamente las motivaciones a lo largo del camino para no actuar partiendo del orgullo (87). La conversión de los corazones conllevará en definitiva que “nos veremos movidos por una mayor compasión hacia aquellos con quienes nos relacionamos” (87). 3.3.8. Como en Lc 10, responder a las necesidades del hombre a la orilla del camino En la introducción a la carta el Hno. Seán Sammon plantea una pregunta que se ha venido debatiendo en las congregaciones religiosas desde el Concilio Vaticano II: “¿A quiénes hemos de atender, dónde tenemos que hacerlo?” (13). Estas preguntas han generado tensión en numerosas Provincias y Distritos del Instituto, puesto que tocan temas sensibles tales como las diversas concepciones de misión, el carisma, la herencia recibida, el futuro del Instituto y de las personas que le rodean. Sammon propone que se dé respuesta a las “nuevas necesidades que han surgido” puesto que éstas son “el hombre a la orilla del camino” (9). Esto implica “apertura y sensibilidad a los signos de los tiempos” (25). Sin embargo, no es posible dar respuesta a todas las necesidades del mundo hoy, lo cual implica tomar opciones. Como pista, propone que los Maristas han de “dar una respuesta generosa a las urgentes necesidades humanas que tienen que ver con nuestro espíritu fundacional” (89). Con esto, no quita que las respuestas sean nuevas, inusitadas, puesto que “el carisma no se puede reducir a la herencia que se recibe en un momento dado, sino que es portador de vida nueva y por ende reta a ir más allá” (35). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 68 Sammon considera esencial para la vitalidad y viabilidad del Instituto promover “proyectos orientados a atender necesidades humanas urgentes y descuidadas, necesidades parecidas a las que golpearon el corazón del fundador y le movieron a entrar en acción” (57). El documento invita a fijar la mirada en la situación de millones de niños a nivel mundial: “Actualmente hay en todo el mundo cerca de 200 millones de niños excluidos de la educación básica y más de 800 millones de adultos que son analfabetos” (16); “…la educación presenta todavía un extraordinario desequilibrio dentro de la población mundial, con el “abismo de la calidad” agrandándose entre las escuelas a las que asisten los pobres y las que tienen alumnos más favorecidos” (16). Y después lanza una provocación y varias preguntas: “Las dificultades que tenemos ante nosotros, por tanto, están bien claras. Lo que ahora queda por resolver es la naturaleza de nuestra respuesta” (17). “¿Será innovadora? ¿Entraremos en ambientes inexplorados?.. ¿Qué acciones hemos de emprender en nombre de la justicia con la generación que ahora está surgiendo?” (17). “¿Qué respuesta podemos dar a las nuevas circunstancias que acompañan a los niños y jóvenes necesitados, los sin techo, los que no tienen familia, los excluidos de las sociedades, los que viven esclavizados, explotados, sin esperanza?” (17). El Hno. Seán propone para la congregación una nueva ola de espíritu misionero, vivido tanto dentro de cada unidad administrativa como a nivel global. Y lanza una invitación al proyecto de Misión Ad Gentes en Asia, la región más pobre del mundo en los segmentos de juventud, de acuerdo a las Naciones Unidas, y donde habita dos terceras partes de la población mundial (106). Están los que en su mismo país asumirán misiones “en medio de los niños y jóvenes que se ven excluidos de la sociedad a la que pertenecen. Su casa está en medio de los más abandonados, aquellos que no tienen a nadie que los atienda” (108). Y un segundo grupo que deje su país natal “para proclamar la Buena Noticia en lugares en que aún no ha sido escuchada o donde la Iglesia no es suficientemente fuerte para sostenerse a sí misma… su donación total es un gran ejemplo para todos nosotros” (108). A unos y a otros invita a prestar particular atención al “compromiso con los derechos humanos a escala planetaria, disposición a trabajar con los demás en favor de un orden mundial equitativo en lo político y lo económico, y velar por la integridad de la creación” (108). En sintonía con la “Parábola del amor del padre”, Sammon declara que “el hombre a la orilla del camino” en el siglo XXI son las víctimas de nuevas formas de marginación y exclusión. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 69 Invita a contemplarles con ojos de misericordia y a “dar una respuesta generosa a las urgentes necesidades humanas que tienen que ver con nuestro espíritu fundacional” (89). Considera que es esencial para la vitalidad y viabilidad del Instituto promover “proyectos orientados a atender necesidades humanas urgentes y descuidadas, necesidades parecidas a las que golpearon el corazón del fundador y le movieron a entrar en acción” (57). Esa será la forma de hacer actual el carisma y de hacer presente el amor misericordioso del Padre. 3.3.9. Como en Lc 15, vivir el perdón y la reconciliación El Hno. Seán Sammon también aborda en esta circular, aunque brevemente, el tema de las comunidades maristas. Reitera que están formadas para la misión y anima a dar pasos para renovarlas “de manera que se conviertan en lugares de perdón y reconciliación, escuelas de fe para nosotros y para los jóvenes empobrecidos que estamos llamados a atender” (87). 3.4. Síntesis del Capítulo 3 Con esta trilogía de circulares sobre la identidad el Hno. Seán Sammon se propuso sacudir a los Hermanos Maristas y a quienes comparten el carisma de San Marcelino Champagnat, retando a plantearse “¿en quién o en qué ponemos nuestro corazón?” (Sammon, 2003, 13; 2005, 6), y cómo se transparenta eso en la vivencia comunitaria y en la misión. De forma más específica, pregunta a los miembros de comunidad “¿qué estamos dispuestos a sacrificar a favor de nuestra comunidad…?” (Sammon, 2005, 9) de modo que arda en cada uno un corazón amoroso y que las comunidades respondan al sueño de San Marcelino; y en la misión, reta al Instituto a plantearse hoy, a la luz del carisma heredado, de las llamadas de la Iglesia, del mundo, y de los niños y jóvenes marginados del siglo XXI, “¿qué respuesta hemos de dar…?” (Sammon, 2006, 9). Con estas interpelaciones, Sammon sacude al Instituto y busca mover a misericordia, a mayor fidelidad, a conversión, partiendo con frecuencia de la experiencia personal y colectiva del amor incondicional de Dios y de la experiencia fundacional, por la cual los Maristas han nacido de una experiencia de misericordia. Si bien la palabra misericordia no aparece en las circulares, hay conceptos y experiencias muy ligadas a la misericordia que se registran en estas páginas y eso es lo que se documenta en forma de síntesis a continuación. 3.4.1. La misericordia en el carisma y la espiritualidad marista Marcelino Champagnat, sacerdote rural de la Francia posrevolucionaria, un hombre de profunda oración, conmovido ante la situación de indigencia, ignorancia y desconocimiento de la LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 70 experiencia de Dios de los jóvenes de su tiempo, se encuentra un día ante un joven moribundo. Contempla al joven que tiene delante de sí y la situación en la que se encuentra, que es también la de muchos otros. Y sale estremecido por la experiencia. Pero, Marcelino no sólo se conmueve ante la desgracia de un joven concreto, sino que se siente responsable. Este suceso conecta con sus preocupaciones previas y confirma su intuición sobre la necesidad de Hermanos: “Tenía ante sus ojos una víctima de la exclusión. Su necesidad de consuelo e instrucción en las verdades de la fe determinaron la respuesta del fundador hasta consumir en ese empeño su vida” (Sammon, 2006, 26). Este encuentro, que cambia el rumbo de la vida de Champagnat y la de muchos otros, contiene todos los elementos que presentan las definiciones de misericordia de los capítulos precedentes: un hombre dispuesto a la escucha y sensible ante la desgracia humana que se encuentra con una persona concreta en situación de gravedad, que se conmueve ante ella, que reflexiona, opta y actúa a favor de la vida. La misericordia del fundador en el encuentro con el joven J. B. Montagne ilustra la manera en que vive su ser y su actuar de apóstol: “El fundador ardía en amor compasivo por los que sufrían la necesidad. Por eso quería que nosotros les atendiéramos a ellos antes que a nadie” (Sammon, 2006, 79). Vive un amor práctico que busca dar respuesta a las necesidades de quien está en necesidad. Descubre que hay jóvenes que no han descubierto el rostro del Dios-Amor y el sentido de la vida. Decide formar a Hermanos que se dediquen a “dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar” (Sammon, 2006, 35). Por ende, la espiritualidad de Marcelino Champagnat es “la expresión de un cristianismo práctico, capaz de transformar a la persona y al mundo en el que vivimos” (Sammon, 2003, 28), una espiritualidad encarnada, que lleva a acciones salvadoras y a construir comunidad. Pero, tanto esa espiritualidad como esas acciones salvadoras no son para Marcelino fruto de la voluntad, sino que brotan del reconocimiento del amor gratuito y misericordioso del Padre. La gratitud ante esa “pasión ilimitada de Dios por nosotros” (Sammon, 2003, 67) es “el fundamento del amor y la caridad” (Sammon, 2003, 51). El agradecimiento por el amor gratuito es condición para un corazón compasivo, como el del padre misericordioso de la parábola, y como el de Marcelino. Marcelino Champagnat vive en lo cotidiano el amor a Dios y el amor al prójimo. “Amaba la humanidad de Dios. Consciente de que Dios se revela en las personas y acontecimientos de la LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 71 vida, el fundador estaba convencido de que el camino para una relación de amor con Dios implica una relación de amor con los semejantes” (Sammon, 2003, 48). Le movía un gran amor por las personas, y éste lo traducía en acción (Sammon, 2003, 63): “¿Estaba enfermo un hermano? El fundador acudía sin dilación a visitarlo” (Sammon, 2003, 63). 3.4.2. La misericordia y la vivencia comunitaria Al hablar del amor vivido en comunidad, Sammon recoge muchos de los aspectos que la misericordia conlleva: reconocer el amor incondicional de Dios, acoger al otro en su realidad, afrontar las dificultades correspondientes, esforzarse en la reconciliación, y darse de forma gratuita y generosa. Propone el ejercicio de contemplar al hermano de comunidad, al otro, en quien se podrá captar la misericordia de Dios: “podremos entrever el amor que Dios siente por él y que le ha manifestado en el decurso de su vida, en los momentos buenos y en los tiempos de dificultad” (Sammon, 2005, 26). Invita a vivir la caridad con todos los hermanos, incluso con quienes son demostradamente difíciles. En estos casos, acoger al otro en su verdad y actuar en favor de la vida implicará cambiar el modo de reaccionar ante su conducta y dar pasos para conseguir la ayuda que necesiten. La vivencia de la misericordia en la comunidad supone optar una y otra vez por la relación con el otro por encima de la herida causada y el propio orgullo herido, y esto conlleva un proceso. Dirigiéndose a un público específico –los Hermanos Maristas– y habiendo contemplado diversas situaciones alrededor del mundo, Sammon enumera una serie de elementos necesarios para llegar a la reconciliación, para que la misericordia se haga vida en las comunidades: extender y aceptar el perdón con espontaneidad, sacrificarse por el bien común, tratar los conflictos de forma que al final el grupo salga fortalecido, aceptar cada uno la parte que le corresponde en los problemas que surgen, practicar la paciencia, ocultar la sabiduría, orar, y aceptar la propia miseria y la propia responsabilidad. Más aún, la comprensión de la propia debilidad hace posible la compasión ante la debilidad del otro; ayuda a ver en el otro a un hermano, a ser prójimo del otro. Sammon no es ingenuo en su defensa de la reconciliación, sino muy humano, y por lo tanto, muy divino; entiende que la vivencia del perdón requiere que los seres humanos estén “abiertos a la gracia de Dios” (Sammon, 2005, 73). La gracia que surge de la reconciliación se hace extensiva a la comunidad entera, tal como lo reflejan las Escrituras. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 72 La misericordia que se vive dentro de la comunidad se ha de transparentar en la vivencia de la misericordia en medio de los jóvenes desfavorecidos. Y se han de nutrir mutuamente. Las comunidades han de ser, en palabras de Sammon, “lugares de perdón y reconciliación, escuelas de fe para nosotros y para los jóvenes empobrecidos que estamos llamados a atender” (Sammon, 2006, 87). 3.4.3. La misericordia y la misión marista Para hablar de la misión, Sammon invita a los Maristas a comenzar por contemplar al Dios fiel, que ama incondicionalmente y que camina con su pueblo, de la misma manera que lo hizo Jesús, quien fue condenando porque evidenció estar a favor de los pobres y proclamarles la Buena Noticia. Jesús, como el Padre misericordioso, se conmueve ante la desgracia humana y actúa a favor de la vida, allí donde ésta se ve amenazada. Luego relata cómo Marcelino Champagnat, intentando desde su realidad hacer esto vida, funda a los Hermanos Maristas en una Francia posrevolucionaria para “dar a conocer a Jesús y hacerlo amar entre los niños y jóvenes desfavorecidos” (Sammon, 2005, 19). En el espíritu del fundador, las Constituciones en su artículo 34 instan a hacerse “solidarios de los pobres y de sus causas justas”, darles preferencia, “compartir su condición”, y ponerse “en contacto con la realidad de su vida cotidiana” (Sammon, 2005, 58). Champagnat y las Constituciones exhortan a los Maristas a hacerse prójimo del necesitado. El deseo de Marcelino de evangelizar surge de los rostros concretos de jóvenes marginados que no han descubierto al Dios-Amor. Su respuesta consiste en una vida de servicio y entrega generosa, sencilla y dedicada a los niños y jóvenes desatendidos, dándoles a conocer a Jesucristo y haciéndolo amar: “No puedo ver a un niño sin que me asalte el deseo de enseñarle el catecismo y de decirle cuánto lo ama Jesucristo” (Sammon, 2003, 63). Estas palabras revelan el corazón misericordioso del fundador, que contempla una situación (ver a un niño), se conmueve (asalta el deseo) y se pone en acción (enseñarle, decirle). En esta misma línea Sammon propone al Instituto elegir deliberadamente ir al mundo de los niños y jóvenes que viven en la marginación social de modo que llegue a “compartir sus luchas y frustraciones, así como sus gozos y esperanzas” (Sammon, 2006, 73). Esto conllevará atención de quien está en situación de necesidad, opción, salir de sí para ir al encuentro del otro allí donde está, empatía, situarse como compañero en el camino, transformación a raíz del LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 73 encuentro con el pobre, el compartir sus condiciones, la elección de un estilo de vida sencillo y la denuncia de la injusticia. Tanto la mirada de Marcelino Champagnat como la del Hno. Seán y la de Laicos y Hermanos Maristas hoy está atenta a los niños y jóvenes en necesidad. Éste es un rasgo esencial del carisma, algo que brota del corazón Marista. Y de entre los niños y jóvenes, de manera particular, a los pobres y marginados, por la sola razón de estar en mayor necesidad. Motivados por las grandes urgencias que se constatan en el mundo de hoy, los llamados de la Iglesia y la congregación, y la inspiración fundante, el Hno. Seán invita a renovar la opción por los pobres, y a pasar de la retórica a las respuestas audaces y concretas. La misericordia es amor práctico que responde a las necesidades de quien es objeto de la misericordia. La opción por los pobres conlleva sobrepasar grandes retos personales e institucionales. También implica reconocer a los pobres como instrumentos privilegiados de Dios, y que la solidaridad es un regalo que pueden otorgar los marginados a quienes llegan despojados de paternalismo y superioridad. Quienes salen al encuentro de los pobres son transformados por ellos. Esta solidaridad se asienta sobre un mutuo dar y recibir. De la acción misericordiosa surge la relación, y de ésta, la projimidad. En la circular sobre la misión el Hno. Seán Sammon hace una serie de propuestas a los maristas que están en la línea del Principio-misericordia de Jon Sobrino: ayudar a quienes padecen la necesidad, proteger su dignidad, desprenderse de prejuicios e indiferencia hacia ellos, hacer causa con los oprimidos que luchan por alcanzar su libertad, buscar las causas de la pobreza, empeñarse en erradicarla, y cooperar con quienes se afanan por la justicia y la paz. Todo esto remite al Principio-misericordia: el sufrimiento interiorizado que mueve a una re-acción y configura un proceso, el cual lleva al enfrentamiento con la anti-misericordia, de modo que el amor de Dios que se ha experimentado sea una realidad histórica. Sammon propone que “el hombre a la orilla del camino” en el siglo XXI son las víctimas de las nuevas formas de marginación y exclusión, y que los Maristas han de re-accionar con “proyectos orientados a atender necesidades humanas urgentes y descuidadas, necesidades parecidas a las que golpearon el corazón del fundador y le movieron a entrar en acción” (Sammon, 2006, 57). Vivir de ese modo requiere hacer opciones audaces que lleven al contacto directo con los marginados, tal como lo vivió Monseñor Romero, de quien dice el Hno. Seán: “…su corazón sólo LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 74 empezó a cambiar cuando compartió de cerca las vidas de aquellos hombres, mujeres y niños cuya miseria ya era evidente, lo mismo que la causa que la producía” (Sammon, 2006, 86). Y también requiere conversión y el ejercicio diario de cuestionarse a uno mismo: “una vez que se haya obrado el cambio en nuestros corazones nos veremos movidos por una mayor compasión hacia aquellos con quienes nos relacionamos” (Sammon, 2006, 87). La vivencia de la opción por los pobres y la lucha por la justicia irá unida a la sencillez de vida y a una espiritualidad encarnada y misericordiosa. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 75 4. PROPUESTA DE LINEAMIENTOS PARA LOS MARISTAS Con el deseo de hacer presente la misericordia en el mundo, se propone a continuación una serie de lineamientos que surgen de los descubrimientos presentados en este estudio. Están dirigidos a los Laicos, Hermanos, Agentes (aquellos adultos que laboran en la misión marista en ámbitos formales y no formales, sin ser Laicos maristas) y Jóvenes maristas (niños y jóvenes de ambos sexos, destinatarios principales de la misión marista). Los lineamientos están organizados utilizando las mismas clasificaciones del resultado del análisis de la trilogía de circulares del Hno. Seán Sammon. 4.1. La misericordia en el carisma y la espiritualidad marista Para Hermanos, Laicos, Agentes y Jóvenes: a) Inspirados por la llamada de los Profetas a mantener íntimamente ligados el culto y la ética, revisar en qué medida la forma en que se celebra la fe (en las comunidades, en los movimientos pastorales y en los centros educativos) responde a la vida o a un deber ser. b) El saberse receptor del amor gratuito de Dios, de su “pasión ilimitada por nosotros” –como dice el Hno. Seán Sammon–, es condición para estar en disposición de compartirlo con otros. Reconociendo que don compartido y don recibido están ligados, potenciar la vivencia de la gratitud por medio de talleres y de pequeños gestos. c) Profundizar en la misericordia por medio de la contemplación de la auto-donación divina en Cristo Jesús y los sacramentos. Esto ayudará a vivir la projimidad y a asumir sus consecuencias. d) Potenciar el acercamiento al Jesús de los Evangelios en su ser y en su hacer, que revela cómo es el Padre y cómo están llamados a vivir sus seguidores. e) Escuchar –Hermanos y Laicos– las lecturas desde la vida que realizan las comunidades pobres cuando están unidas y comprometidas en luchar contra la marginación. Acompañar a los Agentes y a los Jóvenes que deseen vivir estas experiencias f) A la luz del camino espiritual relatado por Nouwen en su libro, de las parábolas del Buen samaritano y del Padre bueno, y del relato fundante marista, recuperar la importancia de los relatos, los cuales pueden reavivar las brazas del fuego vocacional y encender otras. g) Cultivar el silencio en todos los ámbitos y edades, de modo que se esté dispuesto a la escucha y la contemplación del otro y del Otro. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 76 h) Como colectivo, tomar conciencia de las palabras del Hno. Seán Sammon de que para cambiar los corazones la espiritualidad es el lugar donde se ha de comenzar. i) Con el fin de que en cada uno arda un corazón amoroso plantearse a todos los niveles “¿en quién o en qué ponemos nuestro corazón?” (Sammon, 2003, 13; 2005, 6). Para Hermanos y Laicos: j) Realizar procesos que ayuden a Hermanos y Laicos a reconocer la propia miseria y a descubrirse receptores de la misericordia divina. k) Si para Dios lo primero es la ternura –como señala González de Cardedal– entonces se ha de prestar atención para captarla. Realizar itinerarios que ayuden a reconocer la presencia de Dios en la propia vida y en la vida de la comunidad, así como su actuación. Realizar ejercicios de relectura de la vida. l) Preparar los corazones para asumir las situaciones de riesgo y de cruz desde la contemplación del Crucificado y Resucitado, y el compromiso cercano con las causas justas del pueblo. Para los destinatarios: m) A imitación de Nouwen en su contemplación del cuadro del cuadro de Rembrandt, aprovechar las posibilidades que ofrece el arte y la estética para conectar con lo más profundo de los Jóvenes y disponerles a la experiencia espiritual. n) Potenciar todos aquellos espacios que ayuden a que la espiritualidad de Agentes y Jóvenes sea más encarnada. 4.2. La misericordia y la vivencia comunitaria Para Hermanos y Laicos maristas: a) Potenciar el reconocimiento de que todos los humanos son hermanos unos de otros para renovar la acogida gratuita e incondicional del otro. b) Recordar repetidamente, como lo hace el Hno. Seán, la importancia de vivir en permanente espíritu de conversión. c) Incluir en itinerarios el crecer en libertad en las relaciones interpersonales, de modo que el amor sea libremente dado y recibido. d) Vivir procesos de sanación y reconciliación con uno mismo para acoger la misericordia de Dios. e) De forma asidua orar por los miembros de la misma comunidad o Fraternidad y reflexionar juntos el Padrenuestro, con el deseo de que el ser hermanos unos de otros se vaya haciendo LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 77 realidad. Contemplar a cada Hermano intentado captar la acción de Dios en su vida y verles como Él les ve. f) Iluminados por González de Cardedal, estudiar Laicos y Hermanos las relaciones intratrinitarias como fuente de vida para la comunidad. Para las comunidades de Hermanos y para las Fraternidades maristas: g) Dar pasos en el crecimiento de los niveles de comunicación, con la ayuda de fichas, talleres y facilitadores externos. Además, empeñarse en procesos de autoconocimiento para desenmascarar las tretas que dificultan las relaciones interpersonales. h) Realizar celebraciones de la reconciliación. i) Promover que los miembros de las comunidades y Fraternidades se planteen la pregunta que propone el Hno. Seán Sammon (2005, 9): “¿qué estamos dispuestos a sacrificar a favor de nuestra comunidad…?” de modo que las comunidades respondan al sueño de San Marcelino. Para las comunidades de Hermanos: j) Asignar tiempos cada semana para el compartir en comunidad de forma distendida. Además, que cada miembro de comunidad le dedique tiempos gratuitos al compartir en comunidad. k) Que a nivel personal, comunitario y regional se reflexione sobre diversos aspectos de la vida comunitaria de modo que las comunidades caminen en el espíritu fraterno que soñó el fundador: relaciones interpersonales, vida de oración, sencillez de vida, el perdón y la reconciliación. l) Tomar conciencia de que la actuación a favor de la vida no ha de ser solamente en la misión, hacia fuera de la comunidad, sino que ha de comenzar por la vivencia comunitaria. m) Donde haya un Hermano demostradamente difícil, dialogar con el animador comunitario sobre el tema para examinar lo que cada uno puede estar aportando, evaluar las medidas tomadas, preguntarse por la causa de la conducta y acordar unas estrategias, que probablemente implicarán cambiar el modo de reaccionar ante su conducta y dar pasos que vayan encaminados a conseguir la ayuda que necesite. 4.3. La misericordia y la misión marista Para todos los ámbitos: a) Cuestionarse a todos los niveles lo siguiente: a la luz del carisma heredado, de las llamadas de la Iglesia, del mundo, y de los niños y jóvenes marginados del siglo XXI, “¿qué respuesta hemos de dar…?” (Sammon, 2006, 9). LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 78 b) Como congregación, provincia, centros, personas… renovar la opción por los pobres, optar por identificarse con sus causas, abrir obras en zonas donde la vida se ve amenazada, denunciar las injusticias. Para Laicos, Hermanos, Agentes y Jóvenes: c) Puesto que la misericordia es cualificación y exigencia para ejercerla, realizar ejercicios que ayuden a tomar conciencia de cómo y cuándo se ha experimentado la misericordia. d) Reconocer que los Maristas han nacido de una experiencia de misericordia y potenciarlo en la reflexión y la oración. e) Orar con los rostros concretos de aquellos con quienes se entra en contacto. f) Ayudarles a pasar del voluntarismo a descubrir al otro, y a eventualmente sentirse responsables por el “herido a la orilla del camino”, como lo hizo Champagnat. g) No limitarse al conocimiento teórico de datos y estadísticas, sino que entrar en contacto con la experiencia de quienes viven en situaciones de marginación. h) Aprovechar toda oportunidad que le sitúe a uno en contacto respetuoso con quienes están en situaciones de necesidad, y hacer a los jóvenes partícipes de ello. Para Laicos y Hermanos: i) Retomar los propios relatos vocacionales. Ofrecer experiencias que ayuden a discernir la llamada de cada uno. j) Potenciar la inteligencia emocional en los jóvenes para que sepan reconocer lo que experimentan en el encuentro con los otros y para que aprendan a verbalizarlo y a pasarlo al nivel consciente. k) Que un mayor número de Hermanos y Laicos maristas tengan la oportunidad de acercarse a las realidades crucificadas de nuestros pueblos, de conocer y reflexionar sobre su realidad. l) Tomar medidas para compartir las condiciones de vida de aquellos a quienes se está llamado a servir. m) Estar conectados a los documentos de la Iglesia universal que hablan de la misión, a los esfuerzos que se realizan a favor de los pobres en la Iglesia local y a las llamadas que surgen desde la realidad nacional. n) En espíritu de realismo y humildad, cooperar con otros en las luchas por la justicia y la paz. o) Cuando se acompaña a personas en situaciones de marginación, potenciarlas para que descubran sus propias capacidades para salir adelante. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 79 Para los destinatarios: p) Apoyar y acompañar las iniciativas solidarias que surgen de los jóvenes de modo que descubran que tienen la capacidad de actuar a favor de la vida. Para los Equipos de Pastoral: q) Revisar los planes de la pastoral solidaria para reconocer las insuficiencias y desenmascarar posibles actitudes paternalistas. Estudiar las causas que se encuentran detrás del sufrimiento de los marginados. r) Analizar los planes pastorales con la ayuda de agentes externos a la propia obra, centro, provincia, de modo que se cuestionen las prioridades y se tomen decisiones audaces. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 80 II. DISCUSIÓN Detrás del término misericordia yace una gran riqueza histórica y teológica. Recorrer el desarrollo del vocablo a lo largo de la Escritura ha significado, a su vez, abrir una ventana a la historia de la concepción del hombre y de Dios. Además, ha ofrecido la oportunidad de captar interrelaciones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, ver cómo Jesús se nutre de la sabiduría de textos proféticos, tales como Lv 19:18 y Za 9:7. Al profundizar en el concepto acompañado de varios autores contemporáneos –con visiones y puntos de partida muy diversos– se ha evidenciado la importancia de acoger diversas perspectivas. Cada autor enfatiza un aspecto de la realidad, de Dios y, por ende, de la misericordia. Al priorizar unos rasgos, deja otros atrás. Al mirarlos en conjunto, las visiones se complementan. Junto con esto, es importante reconocer el paradigma desde el cual escribe cada autor, para asegurarse de que se está ampliando la visión. Habiendo nacido los Maristas dentro de un paradigma pre-moderno es importante acercarse a autores que elaboren teología desde otras comprensiones de la persona y de Dios, que indudablemente supondrán otras conceptualizaciones de misericordia. Este estudio se ha visto enriquecido por varios relatos: las cautivantes parábolas lucanas, el camino espiritual de Nouwen en relación al cuadro de Rembrandt y el relato fundacional marista. Vale la pena subrayar el valor de los relatos en la transmisión de valores universales más allá de credos e ideologías. La misericordia como concepto encierra una gran complejidad de capas de significado. Es una emoción profunda que lleva al movimiento: desde captar la miseria del otro hasta conmoverse; desde sentirse impulsado en favor del otro hasta efectivamente actuar en favor de la vida. Requiere una disposición que va más allá del deber, en respuesta a la condición de quien es objeto de la misericordia. Está muy ligada a otros conceptos: compasión, comprensión, perdón, reconciliación, ayuda, protección, conversión, amor. No es igual a ellos, pero los supone. Lleva a la projimidad, a descubrir que con el otro se comparte una misma humanidad, y a vendar las heridas del necesitado. En Jesús, Dios se hace cercano, prójimo, y revela así el camino para vivir la misericordia. Jesús de Nazaret experimenta hasta el fondo la miseria de la humanidad y responde con su misericordia compasiva, hasta el punto de dar la vida. Dios entrega a sus hijos la posibilidad de LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 81 corresponder a la misericordia recibida y, a la vez, la responsabilidad de actuar en consecuencia. La misericordia es, por tanto, respuesta agradecida de quien se vuelve hacia los que están necesitados de misericordia. Esta respuesta, a la luz de la miseria de los pueblos marginados, consiste en que el sufrimiento ajeno se interioriza, y éste mueve a una re-acción, sin más motivos para ello que el mero hecho del herido en el camino. Desde la propia humanidad se es movido a misericordia. La misericordia, entendida de esta manera, está en la raíz de la herencia marista. Es la experiencia de Marcelino Champagnat ante el joven moribundo que ignora el sentido de su vida y el amor de Dios, encuentro que le confirma su intuición de “Necesitamos Hermanos” (Furet, 1856/1989, 30) y le lleva a actuar. Marcelino reconoce el amor gratuito de Dios en su vida; esto fundamenta su vivencia del amor y la caridad. Su amor práctico busca dar respuesta a las penurias de quien está en necesidad, un cristianismo que transforma a la persona y al mundo. De suerte que decide formar a Hermanos que se dediquen a “dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar” (Sammon, 2006, 35); y de esta forma multiplicar la misericordia. Del mismo modo, la misericordia se encuentra en la espiritualidad heredada de Marcelino. Su vida habla de un hombre de profunda oración e intimidad con Dios. Remite a un Dios que acoge a todos de manera incondicional. Ese amor gratuito desafía los esquemas humanos, posibilita la conversión de los implicados y es fuente de entrega. Esta entrega se ha de transparentar tanto en la vida apostólica como en la comunitaria. Sammon propone que las comunidades sean lugares de perdón y reconciliación, donde se viva el espíritu del fundador y los primeros hermanos. Invita a vivir la caridad con todos los hermanos, incluso con quienes son demostradamente difíciles. La vivencia de la misericordia en la comunidad supone optar, una y otra vez, por la relación con el otro por encima de la herida causada y el propio orgullo herido. Esto conlleva proceso, paciencia, decisión, autoconocimiento, oración y apertura a la gracia de Dios. El ejercicio de contemplar a cada hermano ayudará a captar cómo se ha manifestado la misericordia de Dios para con él. En relación a la vida apostólica, Sammon invita a los Maristas a contemplar al Dios fiel que camina con su pueblo y a Jesús, su Hijo, quien se conmueve ante la desgracia humana y actúa en favor de la vida, allí donde ésta se ve amenazada. De los rostros concretos de jóvenes marginados que no han descubierto al Dios-Amor surge el deseo de Marcelino de evangelizar. En esta misma línea Sammon propone al Instituto elegir deliberadamente ir al mundo de los niños y LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 82 jóvenes que viven en la marginación social, por la sola razón de estar en mayor necesidad. Esto conllevará grandes retos para los Maristas: salir al encuentro de los marginados, ser transformados por ellos, situarse como compañeros en el camino, hacer opciones audaces y denunciar las injusticias, entre otros. Los lineamientos ofrecidos en torno a la espiritualidad y el carisma apuntan hacia cultivar la relación entre fe y vida, descubrir la acción de Dios y desde ahí, potenciar la gratitud y la ternura. Invitan también a acercarse a Jesús y a contemplarle en el Pesebre, en el Altar y en la Cruz. Acercarse también a la vivencia de la fe de los pobres, y a cultivar el silencio, la escucha y la contemplación. Los lineamientos sobre la misericordia y la vivencia comunitaria tienen un componente personal y otro grupal. A nivel personal llaman a la conversión, a crecer en libertad en las relaciones interpersonales, a vivir procesos de sanación y reconciliación, y a reconocer la común humanidad compartida. A nivel grupal, invitan al crecimiento de los niveles de comunicación, a dedicar tiempos gratuitos al compartir en comunidad, a reflexionar juntos y a celebrar la fe en comunidad. Los lineamientos ofrecidos sobre la misericordia y la misión marista tienen diversas dimensiones: personal, comunitario e institucional. En un primer momento, invitan a tomar conciencia de cómo y cuándo se ha experimentado la misericordia. También a orar con los rostros concretos de los marginados y a crecer en sencillez de vida. A nivel institucional, los lineamientos proponen que se los Maristas reconozcan que han nacido de una experiencia de misericordia, que renueven la opción por los pobres, aumenten la conexión con otros agentes de cambio, entren en mayor contacto con los marginados y que les potencien. Así mismo, invitar a otras personas a que descubran su propia capacidad de actuar a favor de la vida. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 83 III. CONCLUSIONES El aporte más significativo de este estudio es el producir una criba, un cedazo desde el cual releer los documentos maristas. Quienes deseen profundizar en el tema de la misericordia pueden utilizar la síntesis realizada y aplicarla a los documentos de sus congregaciones, grupos o instituciones, tanto de vida religiosa como laical. El otro aporte de peso es el de resaltar el tema de la misericordia. En el proceso de los Hermanos Maristas de redefinición de su identidad y en el proceso de los Laicos Maristas de búsqueda de su identidad, la misericordia ha de marcar la manera particular de seguir a Jesús de los Maristas. Y esto ha de darse en cada uno de los niveles hacia los que apunta este estudio: espiritualidad, vida comunitaria y vida apostólica. Marcelino Champagnat vive en lo cotidiano el amor a Dios y el amor al prójimo. Su espiritualidad es expresión de un amor práctico que busca dar respuesta a las necesidades de quien está en necesidad. Ese amor es respuesta agradecida a un Dios que se ha revelado como misericordia y que le invita a ser signo de su presencia. Para que haya conversión en el Instituto a todos los niveles y se crezca en misericordia, se ha de comenzar por la espiritualidad. Se ha de clarificar en quién o en qué se está poniendo el corazón. El Hno. Seán Sammon no es ingenuo en su defensa de la vivencia de la misericordia en la comunidad, sino que parte de una larga experiencia en acompañar procesos personales y grupales. Reconoce que la vida en comunidad requiere optar una y otra vez por la relación con el otro por encima de la herida causada y el propio orgullo herido, y esto conlleva un proceso. La comprensión de la propia debilidad hace posible la compasión ante la debilidad del otro; ayuda a ver en el otro a un hermano, a ser prójimo del otro. Para que las comunidades respondan al sueño de San Marcelino y la misericordia se haga vida en cada miembro de comunidad, se debe estar claro qué se está dispuesto a sacrificar en favor de la comunidad. Tal como hace el hno. Seán Sammon, para examinar la labor apostólica se ha de comenzar por contemplar al Dios fiel que camina con su pueblo y a su hijo Jesús. Es desde ahí, y de los rostros concretos de los marginados, desde donde se pueden hacer opciones valientes y arriesgadas a favor de la vida, allí donde ésta se ve amenazada. Esto podrá llevar al Instituto a elegir deliberadamente ir al mundo de los niños y jóvenes que viven en la marginación social y compartir sus luchas y sus esperanzas. Para ser fieles al carisma heredado, a las llamadas de la LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 84 Iglesia, del mundo y de los jóvenes marginados del siglo XXI, las comunidades, obras y regiones han de discernir qué respuesta han de dar a las necesidades del mundo hoy. LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY 85 IV. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Brown, R. E., Fitzmyer, J. A. y Murphy, R. E. (2004). Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo: Antiguo Testamento. ( J. P. Tosaus Abadía y J. Pérez Escobar, Trads.). Navarra: Verbo Divino. Brueggemann, W. (2003). An Introduction to the Old Testament: The Canon and Christian Imagination. 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