A. y S. T. 10, pág. 286 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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PREVISIONAL. RECUPERO DE PENSIÓN. LEY APLICABLE. EQUIPARACIÓN
DE LA HIJA DIVORCIADA A LA HIJA VIUDA
A. y S. T. 10, pág. 286
En la ciudad de Santa Fe, a los dieciséis días del mes de
octubre del año dos mil siete, se reunieron en acuerdo los señores
Jueces de la Cámara de lo Contencioso Administrativo N° 1, doctores
Alfredo Gabriel Palacios y Federico José Lisa, con la presidencia del
titular doctor Luis Alberto De Mattia, a fin de dictar sentencia en
los autos caratulados “ESTRADA, Rosa María contra PROVINCIA DE SANTA
FE sobre RECURSO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO” (Expte. C.C.A.1 n° 114,
año 2006). Se resolvió someter a decisión las siguientes cuestiones:
PRIMERA: ¿es admisible el recurso interpuesto?; SEGUNDA: en su caso,
¿es
procedente?;
TERCERA:
en
consecuencia,
¿qué
resolución
corresponde dictar?. Asimismo, se emitieron los votos en el orden que
realizaron el estudio de la causa, o sea doctores Lisa, Palacios y De
Mattia.
A la primera cuestión el señor Juez de Cámara doctor Lisa dijo:
I.1. La señora Rosa María Estrada interpone recurso contencioso
administrativo contra la Provincia de Santa Fe, tendente a obtener el
recupero de la percepción o goce del haber de la pensión otorgada por
resolución
1125/66,
y
el
pago
de
las
retroactividades
correspondientes, con más intereses y costas.
Luego de referir a la admisibilidad del recurso,
por
fallecimiento
de
su
padre
-el
señor
Carlos
relata que
Dionisio
Estrada
Bello- ocurrido el 18.10.1965, la Caja de Jubilaciones y Pensiones de
la Provincia, por resolución 1125/66, otorgó la pensión a su esposa
Amanda Artesima Diambri y a ella como hija menor, de conformidad a la
ley 4800 vigente a esa época; que como consecuencia de lo dispuesto
por el artículo 55, inciso 3, de la ley 4800, mientras se mantuviera
soltera
-sin
límite
de
edad-
y
no
desempeñara
cargo
público,
conservaba su derecho al goce o percepción del haber de la pensión;
que percibió ese haber hasta el día 19.12.1969 en que contrajo enlace
con el señor Juan Manuel Mayoraz; que su madre, la señora Diambri de
Estrada Bello, fallece el 11.1.1996, momento al cual
vivía con ella
atendiendo su subsistencia al encontrarse separada de hecho desde
diciembre de 1992 según surge de la sentencia de divorcio vincular a
la
que
refiere;
y
que
por
haber
sido
otorgada
la
pensión
por
aplicación de la ley 4800, solicitó el recupero del goce o percepción
del haber de conformidad con el artículo 56, inciso 1) de dicha ley.
Refiere a los hechos, y concretamente en punto a la procedencia
expresa que en el decreto 1997/04 (mediante el cual se le rechaza el
recurso administrativo de apelación) se considera erróneamente que se
trata de un “pedido de pensión”, cuando se trata de un “recupero del
goce o percepción del haber” de una pensión ya otorgada.
Por lo tanto, propone distinguir “derecho a pensión”, que se
rige por la ley vigente al momento del fallecimiento del causante y
es imprescriptible, del derecho “al goce o prestación del haber” de
pensión, que sí prescribe y puede suspenderse transitoriamente por
alguna de las causales que establezca la ley, “sin que ello implique
la pérdida del derecho a ‘pensión’”.
Refiere a la evolución legislativa en materia de “recupero” de
pensión, destacando que de conformidad al artículo 55 de la ley 4800
“las pensiones son vitalicias”, aunque “el derecho a percibirlas” se
extingue
y
pierde
en
determinados
casos,
y
puede
recuperarse
(artículo 56).
Así, explica que su pretensión consiste en recuperar el goce
del haber que perdió al contraer matrimonio, no el derecho a la
pensión que adquirió por fallecimiento de su padre y cuya pérdida no
está prevista en el mencionado artículo 55; que de conformidad a la
ley 4800 las hijas sólo perdían la percepción de la pensión cuando
contrajeran
matrimonio
o
desempeñaran
cargos
públicos
rentados
(artículo 55, inciso 3); y que de conformidad al artículo 56 inciso
1, recuperan ese derecho a la percepción del haber “la hija del
causante viuda, cuando no gozara de una entrada mensual igual a la
que correspondía en concepto de pensión”.
Considera que ésas son las normas que deben aplicarse al caso
por ser las vigentes a la época del fallecimiento del causante, y que
la equiparación de la hija viuda con la divorciada no fue óbice para
la pretensión de recuperar el goce o prestación del haber.
Añade que la demandada denegó el beneficio por entender que se
trataba de un pedido de nueva pensión, reclamada con motivo del
fallecimiento de su madre ocurrido el 11.1.1996, fecha a la que regía
la ley 6915, con lo que por aplicación del artículo 29 -que entre
otros requisitos exige incapacidad- se rechazó el pedido.
Entiende que ese enfoque es erróneo, por cuanto lo pretendido
es recuperar el goce perdido del haber al desaparecer la causa que lo
provocó -el matrimonio- y por estar previsto en el artículo 56,
inciso 1 de la ley 4800 que es la aplicable al ser la vigente al
momento del fallecimiento de su padre.
Reitera que como la pensión es “vitalicia”, la pérdida y su
recupero de la percepción o goce se rigen por la misma ley porque se
trata
de
la
misma
pensión,
por
lo
que
-a
su
juicio-
los
actos
impugnados, al considerar el recupero del goce del haber como pedido
del derecho a una pensión, la saca de la ley aplicable y aplica la
vigente a la época del fallecimiento de la madre, que no contempla el
recupero.
Además -dice- es sabido que no existe la “pensión de pensión”
como lo trata la demandada al caso al considerar que se pretende la
pensión de la madre pensionada.
Por otra parte, entiende que es intrascendente que la madre
esté viva gozando de la pensión o esté muerta, ya que el derecho al
goce del haber que pretende es intuito personae, correspondiéndole
con independencia de que exista o no otro beneficiario con el mismo
derecho.
Al
respecto,
explica
que
si
su
madre
estuviera
viva,
coparticiparía con ella la percepción del haber de pensión, como
coparticipó mientras no contrajo matrimonio; y describe las razones
por las que -a su modo de ver- no resulta aplicable al caso la
doctrina
jurisprudencial
de
la
Corte
nacional
sentada
en
autos
“Francisco Fessa”.
Sostiene
que
la
ley
4800
es
la
única
del
plexo
normativo
previsional que prevé el instituto del recupero del goce o percepción
del haber a quien es vitaliciamente titular o cotitular originario
del derecho, distinguiéndolo claramente del otorgamiento del derecho
al beneficio de pensión, al que tienen vocación los parientes que le
siguen
en
el
orden
de
prelación,
siempre
y
cuando
no
existan
copartícipes.
Concluye en que confundir status con el goce de la prestación
importa en el caso privar de un derecho, haciendo una selección
equivocada
de
la
norma
aplicable,
y
violando
así
su
derecho
previsional y patrimonial garantizado constitucionalmente.
Pide, en suma, se declare procedente el recurso; con costas.
2. Declarada la admisibilidad del recurso (f. 38), comparece la
Provincia
(f. 38) y contesta la demanda (fs. 51/54 vto.).
Considera que el caso debe analizarse conforme a la ley 6915
(texto anterior a la ley 11.373), y que el supuesto de autos es
similar al resuelto por la Corte en autos “Cossovich” (A. y S. T.
111, pág. 356), en los que se resolvió en ese sentido la cuestión,
debiéndose por ende analizar si se dan los requisitos exigidos por el
artículo 25, inciso c, de la mencionada ley 6915.
En ese sentido, señala que, contrariamente a lo ocurrido en
“Cossovich”,
posterioridad
el
a
divorcio
la
vincular
solicitud
del
de
la
actora
beneficio,
se
aunque
decretó
con
invocándose
abandono voluntario y malicioso del hogar por parte del marido en el
año 1992.
Asimismo, señala que sin perjuicio de la falta de elementos
para la determinación de la culpabilidad en la separación de hecho,
resulta
definitorio
para
el
rechazo
de
la
pretensión,
que
la
recurrente no haya podido rebatir con éxito lo afirmado por la Caja
en orden a que no estaría configurado el supuesto de “estar a cargo”
de la causante y de “incapacidad laboral”, aduciéndose que no se
halla desprotegida económicamente en virtud de los bienes adjudicados
y el estado de indivisión del acervo societario más el usufructo de
los bienes detallados en la copia de la escritura obrante a fojas
11/13.
Pide, en suma, se rechace el recurso interpuesto; con costas.
Abierta la causa a prueba (f. 56), y producida la que consta en
el expediente, alegan las partes sobre su mérito (fs. 66/68 vto. y
fs. 69/72).
Dictada (f. 73) y consentida la providencia de autos, queda la
presente causa en estado de ser resuelta.
3. De conformidad al artículo 23, inciso a), de la ley 11.330
corresponde emitir pronunciamiento sobre la admisibilidad del recuso.
Al respecto, no se han invocado, ni se advierten, razones que
justifiquen apartarse del auto obrante a foja 38 (A. y S. T. 5, pág.
290).
Voto, pues, por la afirmativa.
A la misma cuestión, los señores Jueces de Cámara doctores
Palacios y De Mattia coincidieron con lo expresado por el señor Juez
de Cámara doctor Lisa y votaron en igual sentido.
A la segunda cuestión el señor Juez de Cámara doctor Lisa dijo:
II.1. Conforme surge del relato que antecede, la actora, en
razón de su divorcio vincular, reclama el recupero del goce de la
pensión que -en concurrencia con su madre- le fue acordada por el
fallecimiento de su padre (resolución 1125/66; f. 17; expte. adm.
15101-0046118), y que dejó de gozar en razón de contraer matrimonio.
Invoca
el
régimen
de
la
ley
4800,
y
en
particular,
la
concurrencia del supuesto previsto en el artículo 56, inciso 1) de
dicha ley 4800, considerando que si bien la norma refiere solamente
al derecho de la hija viuda, es porque a la época de su vigencia no
existía
la
ley
23.515,
no
habiendo
óbices
-a
su
juicio-
“para
asimilar la situación de la hija divorciada vincularmente con la de
la hija viuda” (f. 66 vto.).
Por su parte, la demandada, con base en el criterio sentado por
la Corte Suprema de Justicia de la Provincia en autos “Cossovich” (A.
y S. T. 111, pág. 356), se opone a la pretensión de la actora por
considerar -en síntesis- que resulta aplicable el régimen vigente al
momento del fallecimiento de la madre de la recurrente, es decir, el
de la ley 6915 (anterior a la reforma de la ley 11.373) a la luz del
cual aquélla no reuniría las condiciones necesarias para acceder al
beneficio.
Adelanto mi opinión favorable a la posición de la actora, y,
por ende, a la procedencia del recurso.
2. Esta Cámara ya ha tenido oportunidad de referir al principio
según
el
cual
los
beneficios
previsionales
se
rigen
por
la
ley
vigente al tiempo de producirse el hecho generador de la prestación
(“Tiscornia”, A. y S. T. 3, pág. 75; y más recientemente en “Didier”,
A. y S. T. 9, pág. 474).
Así lo ha declarado siguiendo el inveterado criterio de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación según el cual es sabido que el
derecho a las prestaciones previsionales se rige, en lo sustancial y
salvo disposición en contrario, por la ley vigente al momento de
producirse el hecho generador del beneficio, esto es, la que rige al
momento
del
cese
o
fallecimiento
del
afiliado
(Fallos:
274:30;
276:255; 280:328; 285:121; 311:140; 318:491, entre muchos otros); por
lo
que
tales
condiciones
no
son
susceptibles
de
modificación
ulterior, ya que otra inteligencia importaría modificar indebidamente
uno de los elementos que constituyeron el status jubilatorio en forma
incompatible con las garantías reconocidas por los artículos 14 bis,
17 y 18 de la Constitución nacional (Fallos: 307:906; 313:730).
En idéntico sentido, y precisamente en materia de pensiones, el
Alto Tribunal nacional ha considerado que ellas “se rigen por la ley
vigente al tiempo de producirse el hecho generador del beneficio”
(C.S.J.N.: “Ávila”, Fallos 318:491; “Digier”, Fallos 318:1770; entre
muchos otros); es decir, “por la ley aplicable a la fecha del deceso
del causante” (Fallos:
229:653; 232:657;
288:254 y
405; 291:350;
295:574; 322:2676; entre otros).
3. En el caso, no es dudoso que el “causante” del beneficio
pretendido es el padre de la actora; y que el “hecho generador” del
mismo, no es el fallecimiento de su
madre, sino -otra vez- el de su
padre.
Entender sin más lo contrario, esto es, que en autos el hecho
generador del beneficio es el fallecimiento de la madre de la actora,
importaría tanto como considerar jurídicamente posible la existencia
de pensiones derivadas de pensiones, lo que, como también es sabido,
no
encuentra
sustento
en
el
ordenamiento
jurídico
previsional
santafesino, cualquiera sea el que se considere aplicable (de esta
Cámara: “Lecruit”, A. y S. T. 5, pág. 314).
Similar criterio ha seguido -en anterior integración- la Corte
Suprema de Justicia de la Provincia, incluso -y precisamente- en
causas vinculadas a pretensiones de “recupero” de pensión.
Así, in re “Godoy” (A. y S. T. 57, pág. 180) expresó que la
pensión “es un derecho que la ley acuerda a determinados deudos del
agente público con derecho a la jubilación o en estado de jubilado”;
que
consiste
“en
el
pago,
a
ellos,
de
una
suma
de
dinero
periódicamente durante el tiempo que la norma fija y hasta tanto no
ocurran las causales legales que impidan el goce de tal beneficio”;
que el allí causante -padre de la recurrente- había fallecido estando
en vigencia la ley 2722; y que, por lo tanto, la actora -que, como se
dijo, precisamente aspiraba al recupero del beneficio de pensión de
su padre- “accedió al status de pensionada dentro del régimen de esa
ley”, a la luz del cual en definitiva se analizaron las pretensiones
vinculadas al goce del citado beneficio.
Análogo temperamento mantuvo después en autos “Comas” (A. y S.
T. 128, pág. 89), en los que ponderó que el causante había fallecido
en el año 1935, “generando el derecho a pensión de su hija [...]
según la ley de jubilaciones 2092”; siendo por lo tanto “a partir de
ese cuerpo legal que corresponde analizar la pretensión vinculada al
recupero del goce del citado beneficio”.
Es cierto que en ambos precedentes la Corte también analizó los
respectivos reclamos a la luz de los regímenes que se sucedieron
(leyes 4800 y 6915); pero también es cierto que así lo hizo para
concluir que los pretendidos “recuperos” eran improcedentes aun bajo
la
óptica
de
tales
ordenamientos,
y
-es
decisivo-
ponderándose
debidamente que en ambos casos las peticionarias gozaban de sendos
beneficios previsionales.
Se
concluye,
pues,
que
sin
perjuicio
de
la
eventual
aplicabilidad de normas posteriores en tanto permitan la adecuada
preservación de los principios que inspiran al régimen previsional,
peticiones como las de autos deben analizarse a la luz del régimen
que
rige
al
beneficio
que
pretende
recuperarse,
y
que
-además-
determinó su extinción.
En
consecuencia,
sustancial,
a
la
luz
el
presente
de
la
ley
caso
4800;
debe
lo
analizarse,
que
también
en
lo
resulta
coincidente con el criterio mantenido por la Corte nacional en la
causa “Cutaia” (Fallos 322:2676).
En dicho precedente, por aplicación del principio según el cual
“las pensiones se rigen por la ley aplicable a la fecha del deceso
del causante” (considerando 5), y los más generales de hermenéutica
en
materia
previsional
(considerando
6),
accedió
a
un
pedido
de
rehabilitación de pensión a pesar de que la peticionaria no se habría
encontrado incapacitada a la muerte de su progenitor causante del
beneficio.
Para así decidir, consideró el caso a la luz de la ley 18.037
(vigente
al
fallecimiento
del
causante)
sin
las
modificaciones
posteriormente introducidas por la ley 21.451, y valoró no sólo que
la
peticionaria
padecía
de
un
alto
grado
de
incapacidad,
“sino
también [...] su condición de hija separada de hecho por culpa de su
esposo
[...]
sin
actividad
lucrativa
alguna
e
imposibilitada
de
obtenerla, y que después de la muerte de su padre había continuado
cuidando a su progenitora en su enfermedad” (considerando 7).
4. La anterior conclusión acerca de que corresponde en el sub
judice
aplicar
la
ley
4800,
no
implica
sin
más
-a
mi
juicio-
contradecir al criterio seguido por la Corte local en los mencionados
autos “Cossovich”.
En efecto, ya se ha señalado que en las citadas causas “Godoy”
y “Comas” la Corte -aunque reconoció que la norma aplicable era la
vigente al momento
del fallecimiento
igualmente
analizó
si
vigente
aquel
a
los
momento
del causante
ordenamientos
captaban
las
del beneficio-
jurídicos
distintos
situaciones
de
las
al
allí
reclamantes.
Y bien, lo mismo hizo en autos “Cossovich”, aunque esta vez
concluyendo
en
que
la
situación
de
la
actora
-a
la
luz
de
los
principios interpretativos que inspiran la materia- encuadraba en la
ley
6915
vigente
al
momento
del
fallecimiento
de
la
madre
pensionaria.
Es más, debe destacarse que si bien el Alto Tribunal local
aplicó en definitiva la ley 6915, así lo hizo pero no sin antes
señalar
enfáticamente
que,
aunque
como
“punto
de
partida”,
la
aplicación de la ley 4800 “es indiscutible”.
Es decir que luego de reconocer la aplicabilidad “indiscutible”
de la ley 4800, examinó la cuestión a la luz de un ordenamiento que
sí permitía satisfacer los fines que inspiran al régimen previsional,
decidiendo en consecuencia.
Es por que ello que -a mi juicio- el tan medularmente invocado
criterio “Cossovich” -que, como se observa, en definitiva encarna un
excepcional apartamiento del principio general acerca de que el hecho
generador
es
el
fallecimiento
del
causante
jubilado
y
la
ley
aplicable la vigente a ese momento- no puede ser sin más utilizado
para denegar -en contra de los mencionados principios específicos, y
de los más generales de hermenéutica en la materia- un beneficio
previsional.
Entiendo que es así como debe leerse el criterio sentado por
esa Alta Corte en autos “Cossovich”, oportunidad en la que, por lo
demás, no enfocó la pretensión de la peticionaria estrictamente desde
la óptica de una pretensión de “recupero”, sino desde una perspectiva
más bien propia de una pretensión de acceso a un beneficio; al igual
que en autos “Dabat” (A. y S. T. 131, pág. 73): de tal modo, que en
ambos precedentes el Alto Tribunal condenó a la demandada a que
dictara el “acto de otorgamiento del beneficio”.
Sin perjuicio del alcance que postulo respecto al análisis del
precedente “Cossovich”, y aun cuando los fallos de ese Alto Tribunal
gozan
para
esta
Cámara
de
una
fuerza
vinculante
que
es
posible
extraer no sólo de su condición de superior tribunal, sino también de
la trascendente posición constitucional que conserva específicamente
en
materia
contencioso
administrativa
(artículo
93,
inciso
2,
Constitución provincial) (“Bargero”, S. T. 1, pág. 151), entiendo que
no puede considerarse que la solución aisladamente otorgada a dicho
asunto
configure
una
doctrina
judicial
“constante,
sostenida
y
consolidada” (criterio de “R.R.O.”, A. y S. T. 112, pág. 334) que
dificulte su apartamiento por esta Cámara.
5. Resultando aplicable la ley 4800, corresponde ahora analizar
si la situación de la peticionaria es susceptible de ser encuadrada
en dicho régimen.
Al respecto, debe liminarmente señalarse que la negativa de la
demandada al reconocimiento del derecho postulado por la actora se
basa exclusivamente en la aplicabilidad al caso de la ley 6915 y en
la no concurrencia de los requisitos previstos en ella.
No se ha cuestionado, pues, ni siquiera ad eventum, el derecho
de la recurrente a recuperar el goce del beneficio de pensión de
conformidad a la ley 4800.
Tampoco en el decreto 1997/04 (impugnado) se ha argumentado en
torno a que el pedido sea improcedente aun a la luz de dicho régimen;
es
más,
en
la
resolución
1020/02
de
la
Caja
de
Jubilaciones
y
Pensiones de la Provincia, meramente se afirma que la señora Estrada
debería haber cumplido las condiciones legales establecidas en el
artículo 56 de la ley 4800 “mientras la misma se encontraba vigente”
(cuarto
considerando),
abundándose
en
argumentos
tendentes
a
demostrar que la situación de aquélla no encuadra en lo dispuesto en
el artículo 29 de la ley 6915.
Aunque
la
ausencia
de
debate
sobre
el
punto
bastaría,
en
principio, para hacer lugar a la demanda, señalo que la situación de
la recurrente sí es -a mi modo de ver- susceptible de ser equiparada
a los supuestos de recupero previstos en la ley 4800.
En este sentido, una primera cuestión a dilucidar es si, en el
régimen de la ley 4800 (artículo 55, inciso 3), el matrimonio es una
causal que extingue definitivamente el derecho al goce de la pensión.
En el caso, este punto presenta particular interés, pues la
demandada -ya en el decreto 1997/04- refiere a los criterios seguidos
por la Corte nacional en Fallos 224:453, 225:138 y 317:77.
De conformidad al primero de esos precedentes, “cuando la ley
dispone que el beneficio cesará en la oportunidad que ella determina
y nada dice sobre una recuperación posible de él, la cesación es
definitiva”; de conformidad al segundo (Fallos 255:138) “tampoco cabe
rehabilitar la pensión de que gozara la interesada por cuanto, a
falta
de
una
disposición
legal
expresa,
la
cesación
del
derecho
ocurrida en razón de su matrimonio ha sido definitiva” (considerando
3); mientras que según el tercer precedente citado, el posterior
fallecimiento
del
cónyuge
de
la
peticionaria
“no
tiene
eficacia
jurídica para hacer renacer la pensión derivada de la muerte de su
padre, ni habilita a suceder a la madre en el goce del beneficio,
dado
que
su
derecho
había
matrimonio
contraído
y
disposición
expresa
en
no
cesado
podría
contrario-
definitivamente
adquirirse
por
en
virtud
nuevamente
hechos
del
-salvo
ocurridos
con
posterioridad a la muerte del causante” (Fallos 317:77; considerando
5).
Como se observa, el planteo de la demandada soslaya que, aunque
la
causal
de
extinción
por
matrimonio
ha
sido
considerada
“definitiva” en los precedentes citados, así lo fue pero dejándose
expresamente
a
salvo
la
existencia
de
disposiciones
expresas
en
contrario.
Tal el caso de la ley 4800, la que legisla expresamente sobre
el “recupero”, y en la que ni siquiera el posterior matrimonio de la
viuda del jubilado acarrea la extinción definitiva del beneficio.
Efectivamente, de conformidad al artículo 56, inciso 1, de la
ley 4800, recuperan sus derechos “la viuda en segundas nupcias y la
hija del causante viuda, cuando no gozaran de una entrada mensual
igual a la que correspondía en concepto de pensión”.
Por ende, puede afirmarse que, en el régimen de la ley 4800, el
matrimonio de la viuda y el de las hijas no operan como causales
estrictamente de “extinción” o “pérdida” definitiva del beneficio,
sino
-en los términos de la Corte local (“Godoy”, citado)- como
supuestos
de
“incompatibilidad”,
por
lo
que
ni
los
mencionados
precedentes, ni el juzgado por el Alto Tribunal provincial -en su
actual integración y como tribunal de garantías constitucionales- en
autos “Cano” (A. y S. T. 210, pág. 167, y A. y S. T. 212, pág. 41),
pueden obstar a la procedencia de la demanda.
6.
A
esos
efectos,
resta
todavía
analizar
si
la
situación
concreta de la actora (que no es viuda sino divorciada vincularmente)
es susceptible de ser encuadrada en el mencionado artículo 56, inciso
1.
Sin perjuicio de que -se reitera- ello no ha sido negado por la
demandada,
situación
ni
de
siquiera
la
en
los
recurrente,
actos
impugnados,
divorciada
entiendo
vincularmente
(fs.
que
la
54/55;
expte. adm. 15.101-0048525-8) y sin obligación alimentaria a cargo
del cónyuge (f. 21; expte. adm. cit.),
es en principio equiparable a
la de la “hija del causante viuda” carente de una “entrada mensual”
igual a la correspondiente a la pensión.
En ese sentido, no surge de la ley disposición alguna que
permita extraer una conclusión adversa a dicha equiparación; por el
contrario, no es desechable el argumento según el cual la ley 4800 no
contempló expresamente la situación en razón de la inexistencia del
instituto
cuestión
a
aquella
esta
que
fecha
-como
-recién
se
dijo-
introducido
no
ha
por
sido
ley
23.515-,
rebatida
por
la
Administración ni en sede administrativa ni en esta judicial.
Pues bien, a los fines propuestos, no pueden marginarse los
testimonios vertidos en el expediente administrativo -no valorados en
los actos impugnados-, que dan cuenta de que la actora siempre estuvo
a cargo de sus padres, hasta que contrajo matrimonio, y que, al
divorciarse, “vuelve a vivir con su madre [...] cubriendo ésta su
cuota alimentaria dado que su esposo al divorciarse fija cuota sólo
para
los
hijos”
(f.
22;
expte.
adm.);
que
la
actora
nunca
ha
trabajado ni trabaja en relación de dependencia, ni tiene beneficio
previsional alguno; y que después de su separación vuelve a vivir con
su madre (f. 23; expte. adm. cit.).
Asimismo,
en
el
informe
ambiental
producido
por
la
Caja
(obrante a fojas 138/139; expte. adm.), consta que la actora expresó
que
vive
acompañada
por
su
hija
de
24
años
de
edad,
que
“es
estudiante del I.E.S. pero momentáneamente suspendió su estudio dado
que hay que pagar mensualmente una cuota y yo no tengo para darle”;
que preguntada acerca de si no recibe ayuda del padre, respondió que
“en realidad se cansó de pedirle para que la ayude económicamente,
pero en oportunidades ese pedido se transformó en ruego, por eso casi
no quiere pedirle más”; que su otro hijo “hace algunos trabajos con
el padre para tener algunos pesos [...] y mi hija mayor [...] es
casada y vive en Buenos Aires”; que a la pregunta acerca de qué vive,
respondió que “antes cuando estaba mamá ella me solucionaba todos los
problemas económicos, yo estando ella no tenía problemas, el drama se
presentó cuando mamá falleció, yo no trabajo, he buscado pero no
consigo y en este momento subsisto con lo poco que me da a veces mi
ex marido”; y que preguntada en relación a de quién es la propiedad
de la casa en la que viven, respondió que “esta casa era de la
familia Mayoraz, luego se llevó a cabo la sucesión y Mayoraz arregló
con la familia quedando la propiedad para él, por eso vinimos a vivir
a esta casa. Nada de lo que ve aquí es mío. El teléfono sólo lo puedo
utilizar para recibir llamadas, me lo cortaron por falta de pago.
Como podrá ver mi economía es un desastre [...]”.
Consta también en dicho informe ambiental que una vecina de la
recurrente expresó que a ésta “lamentablemente a veces se la ve mal
por los problemas económicos que padece”; y que con tal apreciación
coincidió el encargado del edificio.
Nada de ello ha sido objetado, no advirtiéndose tampoco razones
que, en el caso, obsten la equiparación pretendida; solución esta
que, por lo demás, no es extraña a la jurisprudencia de la Corte
nacional.
En efecto, en el ya mencionado precedente de Fallos 224:453,
aun cuando el Alto Tribunal aludió a los principios ya referidos,
finalmente
equiparó una
situación no
prevista expresamente
en la
norma (la de la “hija viuda” del causante) con la prevista (“hija
soltera”).
Como lo dictaminó el señor Procurador General en dicho asunto
“lo que ésta [la ley] ha querido, respecto de las hijas, es excluir a
las que gozan del presunto amparo asistencial proveniente del esposo.
Faltando el marido, por no haber mediado matrimonio o por haber caído
la
hija
en
estado
de
viudez,
es
lógico
admitir
la
paridad
de
situaciones”.
Salvando las diferencias fácticas y jurídicas entre dicha causa
y la ahora en examen, entiendo que el criterio que la inspira en
torno a la equiparación es trasladable al caso.
7. En tren de abundar, señalo que la solución que se propone
también atiende al criterio seguido por la Corte local en la ya
citada causa “Dabat”, en la que se otorgó el beneficio de pensión con
fundamento en que la actora -hija del causante del beneficio- estaba
divorciada por culpa exclusiva del marido; su estado condicionaba una
acentuada incapacidad física; vivía en el domicilio de su padre; y no
gozaba de prestación alimentaria
ni beneficio jubilatorio.
Es más, en torno a la mencionada incapacidad para el trabajo
expresamente aclaró que ella “hay que ponderarla según el criterio de
la Corte Suprema Nacional
cuyos
principios
en ‘Noriega’
fueron
22.11.1974, según ‘Kirkerup’
que
corresponde
distinguir
reiterados
fallado
en ‘Ruíz
(Fallos: 290:441),
entre
el 31.7.1973,
incapacidad
e
Moreno’
donde
del
consideró
invalidez,
porque
incapacidad laboral no es concepto esencialmente asimilable al
de
invalidez
aquélla,
en
en
forma
de
estado
de
algunos
enfermedad
física, pues
supuestos
o
si
la
dolencia
precariedad o desamparo”.
bien
esta
incapacidad
sino
última
se
como
supone
presenta
producto
no
de
un
Asimismo, la solución que propongo se ajusta al criterio más
recientemente
(Fallos
seguido
326:4793),
en
por
la
el
que
Corte
se
nacional
reconoció
en
el
autos
“Martínez”
derecho
a
pensión
derivado del fallecimiento del padre a la hija que “contaba con 52
años de edad”, “era hija única, subsistía de la jubilación de aquél y
nunca había desempeñado ocupación remunerada alguna, por lo que sus
posibilidades de inserción en el mercado laboral eran prácticamente
nulas y se configuraba un estado de desamparo [...]”.
En tal precedente, la Corte destacó que el a quo, como a mi
juicio lo ha hecho la Administración en esta causa, “ha omitido
ponderar la totalidad de los elementos obrantes en autos, tales como
la información sumaria agregada al expediente que corre por cuerda y
la prueba testifical producida en sede administrativa, las cuales
están dirigidas a demostrar que estaba a cargo del causante y la
insuficiencia de recursos propios para poder vivir [...]”.
En suma, admitió las impugnaciones de la apelante “toda vez que
las conclusiones del fallo desatienden aspectos fácticos del caso y
el principio que impone a los jueces actuar con suma cautela cuando
deciden cuestiones que conducen a la denegación de prestaciones de
carácter
máxime
alimentario
cuando
este
(Fallos:
Tribunal
303:857
tiene
y
306:1312,
resuelto
que
entre
la
otros),
legislación
previsional no requiere el estado de indigencia de quien solicita una
prestación
para
que
el
beneficio
sea
procedente,
pues
basta
la
demostración de la insuficiencia de los recursos propios en orden a
la subsistencia de la peticionaria (Fallos: 205:544; 227:55)” (la
cursiva no es del texto).
En cuanto a esta última cuestión -cuya relevancia en el caso es
relativa en razón del régimen que se considera aplicable- señalo que
lo atinente al acervo conyugal pendiente de liquidación no puede per
se obstar el recupero, en tanto ello no se traduzca -claro está- en
una “entrada mensual” igual a la que correspondía en concepto de
pensión.
8. Conclusión de lo hasta ahora expuesto es que corresponde
reconocer el derecho postulado.
Ahora bien: aunque así habrá de concluirse deben sin embargo
establecerse algunas precisiones.
En primer lugar, no puede en el caso dejarse de lado que el
criterio
jurídico
que
-de
prosperar
este
voto-
corresponde
en
definitiva adoptar, es el postulado por la propia recurrente acerca
de que su status de pensionaria surge de la ley 4800.
A su vez, esta Cámara tiene dicho que el porcentaje en base al
cual se liquida el beneficio “no constituye un aspecto extraño al
status, sino que, por el contrario [...] refiere directamente a un
componente clave de aquel estado [...]” (“Tiscornia”, citado).
En tales condiciones, entiendo que en las circunstancias del
caso, en que no se resuelve acerca del acceso a un beneficio previsto
en otro régimen, ni siquiera acerca de la sucesión en el beneficio
del
que
gozaba
la
madre
de
la
actora,
sino
-tal
como
ha
sido
pretendido- respecto de la reanudación en el goce del beneficio que
en su momento ejerció la recurrente, corresponde reconocerlo en el
porcentaje del 60% de conformidad al artículo 53 de la ley 4800.
Efectivamente, a la luz de las consideraciones que sustentan
este voto, no podría razonablemente -al menos en supuestos como el de
autos- oponerse normas que eventualmente conduzcan al reconocimiento
de un beneficio distinto.
En otros
prevista
en
términos:
la
-naturalmente-
ley
no
la
4800,
sólo
actora
y
en
a
pretende
ello
las
recuperar
corresponde
condiciones
la
pensión
acceder,
allí
aunque
previstas,
sino
también con los respectivos límites.
En segundo lugar, deben efectuarse algunas precisiones de tipo
temporal.
Así,
corresponde
establecer
el
término
inicial
del
reconocimiento, respecto de lo que propongo se considere la fecha en
que fue dictada la sentencia de divorcio (26.6.1997), tal como, por
lo demás, se
había reconocido
en sede
administrativa (resolución
589/02; fs. 112/113, expte. adm. cit.) sin objeción alguna por parte
de la actora.
A su vez, corresponde destacar que el recupero pretendido no
podrá
entenderse
anteriormente,
definitivo,
el
eventual
pues,
goce
como
por
surge
la
actora
de
de
lo
considerado
una
“entrada
mensual” igual a la pensión, obstaría en principio a su percepción.
Por ello, el presente decisorio -de prosperar este voto- de
ningún modo cancela las potestades de la Caja en torno al periódico
control
de
la
existencia
de
rentas
(o
genéricamente
“entrada
mensual”, en los términos de la ley) igual al beneficio a cuyo goce
corresponde restituir a la recurrente.
En cuanto a las costas, opino que deben imponerse por su orden,
pues los términos del citado precedente “Cossovich” pudieron generar
en la demandada la convicción de que tenía razón basta para oponerse
al reconocimiento del derecho postulado (artículo 24, primer párrafo,
ley 11.330).
Con ese alcance, pues, voto por la afirmativa.
A la misma cuestión, los señores Jueces de Cámara doctores
Palacios y De Mattia expresaron similares fundamentos a los vertidos
por el señor Juez de Cámara doctor Lisa y votaron en igual sentido.
A la tercera cuestión el señor Juez de Cámara doctor Lisa dijo:
Atento el resultado obtenido al tratar la cuestión anterior,
corresponde declarar procedente el recurso interpuesto con el alcance
que surge de lo expresado en el considerando II.8. precedente; y, en
consecuencia, disponer el recupero del goce de la pensión 5420 en
favor de la actora, desde el 26.6.1997 hasta cuando corresponda, y en
el porcentaje del 60%. Condenar a la Provincia de Santa Fe a pagar a
la recurrente en legal forma -según liquidación que deberá practicar
la demandada en un plazo no mayor de treinta días- los retroactivos
pertinentes desde aquella fecha, con más intereses desde que cada
prestación se debió percibir a la tasa pasiva promedio mencionada en
el artículo 10 del decreto nacional 941/91. Imponer las costas por su
orden,
y
diferir
la
regulación
de
honorarios
hasta
tanto
se
practiquen y aprueben las liquidaciones respectivas.
Así voto.
A la misma cuestión, los señores Jueces de Cámara doctores
Palacios
y
De
Mattia
dijeron
que
la
resolución
que
correspondía
adoptar era la propuesta por el señor Juez de Cámara doctor Lisa y
así votaron.
En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la Cámara
de lo Contencioso Administrativo Nº 1 RESOLVIÓ: Declarar procedente
el recurso interpuesto con el alcance que surge de lo expresado en el
considerando
II.8.
precedente;
y,
en
consecuencia,
disponer
el
recupero del goce de la pensión 5420 en favor de la actora, desde el
26.6.1997
hasta
cuando
corresponda,
y
en
el
porcentaje
del
60%.
Condenar a la Provincia de Santa Fe a pagar a la recurrente en legal
forma -según liquidación que deberá practicar la demandada en un
plazo no mayor de treinta días- los retroactivos pertinentes desde
aquella fecha, con más intereses desde que cada prestación se debió
percibir a la tasa pasiva promedio mencionada en el artículo 10 del
decreto nacional 941/91. Imponer las costas por su orden, y diferir
la regulación de honorarios hasta tanto se practiquen y aprueben las
liquidaciones respectivas.
Registrarlo y hacerlo saber.
Con lo que concluyó el acto, firmando los señores Jueces de
Cámara por ante mí, doy fe.
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