ADR 5929/2015 - Suprema Corte de Justicia de la Nación

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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 5929/2015
QUEJOSA Y RECURRENTE: **********.
PONENTE: MINISTRO JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ
SECRETARIA: ROSALBA RODRÍGUEZ MIRELES
En atención a lo dispuesto por el artículo 73, segundo párrafo, de la Ley
de Amparo, así como la jurisprudencia 53/2014 de rubro:
“PROYECTOS DE RESOLUCIÓN DE LA SUPREMA CORTE DE
JUSTICIA DE LA NACIÓN Y DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS
DE CIRCUITO. SÓLO DEBEN PUBLICARSE AQUELLOS EN LOS
QUE
SE
ANALICE
LA
CONSTITUCIONALIDAD
O
LA
CONVENCIONALIDAD DE UNA NORMA GENERAL, O BIEN, SE
REALICE LA INTERPRETACIÓN DIRECTA DE UN PRECEPTO
CONSTITUCIONAL O DE UN TRATADO INTERNACIONAL EN
MATERIA DE DERECHOS HUMANOS”.
A continuación se hace público el fragmento del proyecto de
sentencia, en el cual se realiza el estudio de constitucionalidad
respectivo:
58.
Como puede observarse, el Tribunal Colegiado de Circuito realizó
una interpretación sobre el derecho a la libertad personal y la forma
en la cual, desde su perspectiva jurídica, ésta podía afectarse de
forma válida. Sin embargo, tal interpretación no se ajustó a los
precedentes que sobre el tema ha emitido esta Primera Sala,
pues el órgano colegiado para realizar tales afirmaciones -la
confesión de la víctima actualizó un delito y ello justificó que se
privara de su libertad- no estudió si la detención se dio por
flagrancia, caso urgente u orden de aprehensión, supuestos
únicos a la luz de la doctrina constitucional que ha desarrollado
esta Corte al interpretar el artículo 16 constitucional, que
justifican la detención de una persona.
59. En efecto, esta Primera Sala en el amparo directo 14/20111 destacó
que “[e]l artículo 16 de la Constitución Federal consagra un régimen
general de libertades a favor de la persona, entre las cuales está
―por supuesto― el derecho a la libertad personal”, entendida “como
una categoría específica equivalente a la libertad de movimiento o
libertad deambulatoria”.
60.
Dicho precepto establece de forma limitativa “en qué supuestos el
Estado puede generar afectaciones válidas a este derecho y bajo
qué condiciones”. En el mismo sentido, se señaló que “el artículo 7.2
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos prohíbe las
afectaciones al derecho a la libertad personal salvo por las
condiciones y causas fijadas de antemano por la Constitución”, al
establecer literalmente que “[n]adie puede ser privado de su libertad
física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano
por las Constituciones Políticas de los Estados Partes o por las leyes
dictadas conforme a ellas”.
61.
En este precedente se señaló también que el propio artículo 16
establece taxativamente los supuestos en los que está autorizada
realizar una afectación a la libertad personal, los cuales se reducen a
1
Sentencia de 9 de noviembre de 2011, resuelta por unanimidad de cuatro votos de los señores Ministros Jorge
Mario Pardo Rebolledo, José Ramón Cossío Díaz (Ponente), Olga Sánchez Cordero de García Villegas y
Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Ausente el señor Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia.
“la orden de aprehensión, las detenciones en flagrancia y caso
urgente.” De esta manera, se explicó que “[p]or regla general, las
detenciones deben estar precedidas por una orden de aprehensión”
(énfasis añadido); mientras que las detenciones en “[l]os casos de
flagrancia y urgencia son excepcionales”.
62.
En este orden de ideas, también se destacó que “es el juez ―por
su posición de independencia orgánica y su función de contrapeso
con respecto a los demás poderes del Estado― quien mejor puede
cumplir con la encomienda de anteponer el respeto de los derechos
humanos de los gobernados y dar eficacia a la Constitución Federal”,
lo que implica que está llamado a “fungir como un contrapeso, esto
es, como un tercero imparcial, capaz de invalidar detenciones
contrarias a los derechos recogidos por la Constitución”.
63.
De acuerdo con lo anterior, también se enfatizó que si bien la
regla general es que las detenciones deben estar precedidas de una
orden judicial, esta posibilidad no existe “cuando se actualizan los
supuestos excepcionales previstos por el mismo artículo 16 de la
Constitución”, como sucede en el supuesto de flagrancia y caso
urgente.
64.
Así, sobre las detenciones en flagrancia, en el citado amparo
directo 14/2011, esta Primera Sala desarrolló los lineamientos
constitucionales que deben cumplir las detenciones en flagrancia. Al
respecto, se destacó que de la actual redacción del quinto párrafo
del artículo 16 constitucional se desprende una definición de lo que
es un “delito flagrante”, al señalar con toda claridad que “[c]ualquier
persona puede detener al indiciado en el momento en que esté
cometiendo un delito o inmediatamente después de haberlo
cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más
cercana y ésta con la misma prontitud, a la del Ministerio Público”.
65.
Por lo demás, esta Primera Sala constató que esta definición
constitucional tiene un sentido “realmente restringido y acotado”, que
es consistente con la interpretación que esta Suprema Corte había
realizado históricamente sobre este concepto, al determinar que “un
delito flagrante se configura cuando (y sólo cuando) se está
cometiendo actual y públicamente” y, en consecuencia, “una
detención en flagrancia no es aquella en la que se detiene con
fundamento en una simple sospecha sobre la posible comisión de un
delito”.
66.
Así las cosas, se determinó que una detención en flagrancia sólo
es válida en alguno de los siguientes supuestos: (i) cuando se
observa directamente al autor del delito cometer la acción en ese
preciso instante, esto es, en el iter criminis; o (ii) cuando se persigue
al autor del delito que se acaba de cometer y existen elementos
objetivos que hagan posible identificarlo y corroborar que en el
momento inmediato anterior se encontraba cometiendo el delito.
67.
Así, esta Primera Sala determinó en el precedente en cuestión
que “la policía no tiene facultades para detener ante la sola
sospecha de que alguien pudiera estar cometiendo un delito o de
que estuviera por cometerlo”, ni “[t]ampoco puede detener para
investigar”, precisándose que en el caso de los delitos
permanentes, “[s]i la persona no es sorprendida al momento de
estar cometiendo el delito o inmediatamente después de ello, no
es admisible que la autoridad aprehensora detenga, sorprenda
al inculpado y después intente justificar esa acción bajo el
argumento de que la persona fue detenida mientras cometía el
delito”. En esta línea, se aclaró que “la referencia a una actitud
sospechosa, nerviosa o a cualquier motivo relacionado con la
apariencia de una persona, no es una causa válida para impulsar
una detención amparada bajo el concepto ‘flagrancia’”.
68.
Con esta nueva aproximación, esta Suprema Corte distinguió
claramente el concepto de delito flagrante, el cual está definido
desde la Constitución, de la evidencia que debe existir previamente a
que se lleve a cabo la detención sobre la actualización de la
flagrancia. Como puede apreciarse, se trata de una distinción
fundamental para poder analizar la constitucionalidad de una
detención en flagrancia.
69.
En este sentido, la función de los jueces no consiste
exclusivamente en verificar si la persona detenida efectivamente se
encontraba en flagrancia. El escrutinio judicial también debe
comprender el análisis de la evidencia que se tenía antes de realizar
la detención. Así, la constitucionalidad de una detención en
flagrancia no depende exclusivamente de que la persona detenida
efectivamente se haya encontrado en flagrancia. También debe
examinarse la manera en la que se “descubre” o “conoce” la
comisión de un delito flagrante. De esta manera, si no existe
evidencia que justifiquen la creencia de que al momento de la
detención se estaba cometiendo o se acababa de cometer un delito
flagrante, debe decretarse la ilegalidad de la detención.
70.
Esta aproximación al problema impide que en retrospectiva se
puedan justificar como legítimas detenciones en flagrancia aquéllas
que tienen en su origen registros ilegales a personas u objetos o
entradas ilegales a domicilios que una vez realizados proporcionan
la evidencia de la flagrancia. Con todo, este análisis debe
completarse con los supuestos establecidos por esta Primera Sala
de lo que se ha denominado “control preventivo”, que eventualmente
sí puede llegar a justificar una detención en flagrancia, solo que por
las particularidades del caso se estima innecesario abordar dicho
estudio.
71.
Detención por caso urgente. Respecto a este tema en principio
esta Primera Sala al resolver la contradicción de tesis 105/2006-PS2,
posteriormente retomadas en el amparo en revisión 135/20113, así
como el amparo directo en revisión 2470/20114, sostuvo que del
contenido del artículo 16 de la Constitución Federal se desprende
que éste faculta –solo- al Ministerio público para que, en dichos
supuestos y ante el riesgo fundado de que la persona indiciada se
sustraiga de la acción de la justicia y siempre que no se pueda
2
Resuelta en sesión de Primera Sala correspondiente al 15 de noviembre de 2006, bajo la ponencia del
Ministro José Ramón Cossío Díaz, por unanimidad de votos.
3 Resuelto en sesión de Primera Sala correspondiente al 6 de febrero de 2013, bajo la ponencia del Ministro
Jorge Mario Pardo Rebolledo, por unanimidad de votos.
4 Resuelto en sesión de Primera Sala correspondiente al 6 de febrero de 2013, bajo la ponencia del Ministro
José Ramón Cossío Díaz, por unanimidad de votos.
acudir ante la autoridad judicial, por razón de la hora, lugar o
circunstancia, ordene
su detención, bajo la responsabilidad del
órgano investigador.
72.
Posteriormente, en el amparo directo en revisión 3506/20145 se
destacaron las características ontológicas normativamente previstas
en la Constitución Federal, de la detención por caso urgente,
determinadas por esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, considerándose que éstas son las siguientes:
a) Es una restricción al derecho a la libertad personal;
b) Es extraordinaria, pues deriva de condiciones no ordinarias,
como el riesgo fundado de que la persona acusada de cometer un
delito grave se sustraiga de la acción de la justicia y que por razón
de la hora, lugar o circunstancia, el Ministerio Público no pueda
ocurrir ante la autoridad judicial a solicitar una orden de
aprehensión;
c) Es excepcional, pues se aparta de la regla general sobre el
control judicial previo dentro del régimen de detenciones.
d) Debe estar, siempre, precedida de una orden por parte del
Ministerio Público, una vez que se han acreditado los tres
requisitos que la autorizan: i) que se trate de un delito grave, ii)
que exista riesgo fundado de que el inculpado se fugue y ii) que
por razones extraordinarias no sea posible el control judicial
previo.
5
Resuelto en sesión de 03 de junio de 2015, por unanimidad de cinco votos, bajo la ponencia del Ministro José
Ramón Cossío Díaz.
73.
Del mismo modo, se precisó que de las características
ontológicas de la detención por caso urgente, destaca que dicha
medida implica una excepción al control judicial previo, que es
preferente en el régimen de detenciones. Sin embargo, para esta
Primera Sala, esta excepción se encuentra razonablemente
compensada en la Constitución. En efecto, la caracterización de la
detención por caso urgente como una medida restrictiva de la
libertad personal, extraordinaria, excepcional y sujeta a la orden
previa del Ministerio Público, constituye una garantía normativa que
tiene como finalidad salvaguardar el derecho a la libertad personal
cuando no existe control judicial previo.
74.
En efecto, los requisitos constitucionales a los que está sujeta la
detención por caso urgente configuran un control normativo intenso
dispuesto por el legislador, que eleva el estándar justificativo para
que el Ministerio Público decida ordenar la detención de alguna
persona sin control previo por parte de un juez. Por ello, esta
Primera Sala considera razonable que el constituyente determinara
que el Ministerio Público deba demostrar que los tres requisitos
establecidos
en
el
artículo
16
constitucional
se
actualizan
concurrentemente. Asimismo, para que se pueda acreditar que los
tres requisitos se actualizan conjuntamente, esta Primera Sala
considera que deben existir motivos objetivos y razonables, que el
Ministerio Público tiene la carga de aportar para que la existencia de
dichos elementos pueda ser corroborada posteriormente por un juez,
cuando éste realice el control posterior de la detención, como lo
dispone el artículo constitucional analizado. Ahora bien, el tipo de
indicio que se requiere para acreditar la existencia de un caso
urgente, se determina según el requisito de que se trate.
75.
El primer requisito para determinar si se configura el caso
urgente, establecido en el artículo 16 constitucional, es que se trate
de un delito grave, así calificado por la ley. Para apreciar de qué tipo
de delito se trata bastará que el Ministerio Público haga el análisis de
la conducta típica, a partir de los elementos de prueba con los que
cuente, para que después clasifique el delito, según el código penal
y, con ello, esté en condiciones de consultar nuevamente la ley penal
para saber cómo se determina la gravedad de los delitos y cuáles
son estos. En nuestro país, existen dos métodos distintos, pues
algunos códigos establecen un catálogo preciso y previo de delitos
graves y otros los definen según el término medio aritmético.
76.
El segundo requisito consiste en que exista riesgo fundado de
que el indiciado pueda sustraerse a la acción de la justicia. La
expresión “fundado” significa que el riesgo de sustracción a la acción
de la justicia se encuentre apoyado con motivos y razones, así como
con indicios objetivos que sean eficaces para afirmar su existencia.
Esto es, el Ministerio Público deberá probar que existían motivos
objetivos y razonables para considerar que el implicado podría
sustraerse de la acción de la justicia, de no realizarse la detención
en dicho momento; sin que sea necesaria la existencia de prueba
plena, de que el inculpado puede evadir la acción penal, para que se
considere acreditado este requisito.
77.
El tercer requisito estriba en que el Ministerio Público no pueda
ocurrir ante la autoridad judicial por razón de la hora, lugar o
circunstancia. Si bien la norma no precisa por qué el Ministerio
Público debe ocurrir preferentemente ante un juez para llevar a cabo
una detención, se entiende que ello es para solicitar una orden de
aprehensión, lo que tiene aparejado el control judicial previo a la
privación de la libertad.
78. Ahora bien, el precepto dispone con claridad los dos primeros motivos
que el Ministerio Público puede oponer válidamente para justificar que
no le fue posible ocurrir ante un juez: la hora o, bien, el lugar en el que
se pretenda ejecutar una detención. Como ejemplo, el primer motivo
podría configurarse cuando la detención se pretende ejecutar fuera de
los horarios laborales de los juzgados penales y que éstos no hayan
dispuesto alguna guardia para las horas posteriores a la jornada laboral
ordinaria. En ambos casos, la imposibilidad de que algún juez controle
la detención previamente trae aparejada la posibilidad de que el
inculpado no sea detenido. En cuanto al segundo motivo, éste podría
configurarse en aquellos casos en que, en el lugar en el que se
pretende ejecutar una detención no existan jueces con quienes se
pueda acudir o, bien, el juzgador se encuentra en diverso lugar cuya
lejanía implicaría la imposibilidad de ocurrir ante él oportunamente, lo
que conlleva también la posibilidad de que el inculpado no sea
detenido.
79. Además de los dos motivos anteriores –la hora y el lugar–, el
precepto dispone que el Ministerio Público podría justificar la
imposibilidad de acudir ante un juez para solicitar una orden de captura,
cuando las “circunstancias” en el momento en que se pretende ejecutar
una detención no se lo permitan.
80. Las citadas “circunstancias” se refieren al contexto de modo, tiempo y
lugar que configura el momento en que resulta necesario y perentorio
llevar a cabo la detención de una persona que se le atribuye haber
cometido un delito grave, porque de no hacerlo en esa justa
oportunidad la persona podría evadirse de la acción de la justicia. En
estos casos, para acreditar la existencia de las circunstancias referidas,
el Ministerio Público deberá contar con motivos objetivos y razonables
que permitan considerar dichas circunstancias; sin que sea necesaria
prueba plena, pero que permitan su corroboración por parte del
juzgador que controle la detención con posterioridad.
81. Una vez acreditados concurrentemente los tres requisitos anteriores,
el Ministerio Público podrá ordenar la detención de la persona, bajo su
más estricta responsabilidad, fundando y expresando los indicios que
motiven su decisión. Esto significa que sólo mediante una orden –que
constituye una resolución– emitida previamente por el Ministerio
Público, que se encuentre debidamente fundada y motivada, podrá
ejecutarse la detención posterior de una persona.
82. Ahora bien, debe tenerse presente, que los párrafos quinto y sexto
del artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos y el artículo 7 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos integran un mismo régimen en materia de detenciones.
83. Lo anterior es así, porque el numeral 7.2 del Pacto de San José
remite a la legislación de los Estados para que en ésta se determinen
las causas y condiciones a partir de las cuales una persona puede ser
privada de la libertad y porque en términos de los incisos segundo y
tercero del artículo 31 de la Convención de Viena sobre el Derecho de
los Tratados, para interpretar un instrumento internacional –como ahora
se hace– se debe tomar en cuenta el sistema al cual se inscribe, lo que
puede hacerse considerando el marco normativo estatal, si este último
no es restrictivo de los derechos humanos. Esta orientación tiene
particular importancia para el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos, que ha avanzado sustancialmente mediante la interpretación
evolutiva de los instrumentos internacionales de protección.6
6
Al respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos determinó lo siguiente:
“Esta Corte ha dicho que ‘al dar interpretación a un tratado no sólo se toman en cuenta los
acuerdos e instrumentos formalmente relacionados con éste (inciso segundo del artículo 31 de la
Convención de Viena), sino también el sistema dentro del cual se inscribe (inciso tercero del
artículo 31)’. Esta orientación tiene particular importancia para el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos, que ha avanzado sustancialmente mediante la interpretación evolutiva de los
instrumentos internacionales de protección”. Caso Tibi vs Ecuador. Sentencia de 7 de septiembre
de 2004 (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), párr. 144. La Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha hecho este mismo ejercicio, por ejemplo, en materia de
tortura (vrg. Casos Tibi vs Ecuador, Bueno Alves vs Argentina), en materia de medidas de
protección para menores y adolescentes (Caso Hermanos Gómez Paquillauri vs Perú) y en
materia de derechos de los pueblos indígenas (vrg. Casos de la Comunidad Mayagna (Sumo)
Awas Tingni vs Nicaragua, del Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku vs Ecuador y de la
Comunidad indígena Yakye Axa vs Paraguay). En el caso de la Comunidad Yakye Axa vs
Paraguay, cuya sentencia fue dictada el 17 de junio de 2005, la Corte Interamericana determinó el
alcance del artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos a la luz de los
derechos reconocidos a los pueblos indígenas en la Constitución de Paraguay. Así lo expuso el
tribunal regional: “126. En este sentido, esta Corte ha afirmado que al dar interpretación a un
tratado no sólo se toman en cuenta los acuerdos e instrumentos formalmente relacionados con
éste (inciso segundo del artículo 31 de la Convención de Viena), sino también el sistema dentro
del cual se inscribe (inciso tercero del artículo 31 de dicha Convención)”. Y continuó: “127. En el
presente caso, al analizar los alcances del citado artículo 21 de la Convención, el Tribunal
considera útil y apropiado utilizar otros tratados internacionales distintos a la Convención
Americana, tales como el Convenio No. 169 de la OIT, para interpretar sus disposiciones de
acuerdo a la evolución del sistema interamericano, habida consideración del desarrollo
experimentado en esta materia en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos”. En
cuanto a la referencia al derecho interno del Estado, el tribunal internacional expuso que: “138. La
Constitución paraguaya reconoce la identidad cultural de los pueblos indígenas y la liga al
respectivo hábitat de cada uno de ellos, otorgándoles, además, una serie de derechos
específicos, que sirven de base para que este Tribunal defina el alcance del artículo 21 de la
Convención […]”.
84. Además, el artículo 1º constitucional dispone que las normas relativas
a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con la propia
Constitución y con los tratados internacionales de la materia
favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia.
Por ello, las normas constitucionales como las convencionales en
materia de derechos humanos integran un mismo parámetro normativo
que forma parte del orden jurídico interno.
85. En ese sentido, como ya se determinó, los requisitos genéricos
establecidos en la Constitución Federal para la detención de una
persona en el supuesto de “urgencia”, en relación a la gravedad del
delito, este elemento se determina a partir del término medio aritmético
de la pena que corresponda al delito que se haya cometido o bien de
acuerdo al listado que establece los ilícitos que deben ser considerados
graves; con relación al segundo requisito genérico, un supuesto
casuístico, no limitativo, para determinar en qué casos existirá “riesgo
fundado”, debe considerarse que existirá éste en atención a las
circunstancias personales del inculpado, a sus antecedentes penales, a
sus posibilidades de ocultarse, a ser sorprendido al tratar de abandonar
el ámbito territorial de jurisdicción, de la autoridad que estuviera
conociendo del hecho, o, en general, a cualquier indicio que haga
presumir fundadamente que puede sustraerse de la acción de la
justicia.
86. En cuanto a “las circunstancias personales”, los “antecedentes
penales del inculpado” o a “sus posibilidades de ocultarse”, como
justificación para considerar de que existe riesgo fundado, esta Primera
Sala considera que, en su caso, deberá probarse por parte del
Ministerio Público, por medio de pruebas indiciarias, objetivas y
razonables que las referidas “circunstancias”, “antecedentes” o
“posibilidades”, por sí mismas, son eficaces para acreditar que el
imputado o inculpado7 está en posibilidad y tiene la intención de
sustraerse de la acción de la justicia.
87. Lo anterior significa que no sólo porque el inculpado se encuentre en
determinadas circunstancias personales, tenga antecedentes penales o
pueda ocultarse, se puede considerar que ello, como consecuencia
indefectible, traerá aparejada la configuración del riesgo fundado; sino
que deberá probarse indiciariamente que dichas “circunstancias”,
“antecedentes” y “posibilidades” reflejan de manera objetiva y razonable
la intención del inculpado de sustraerse de la acción de la justicia y que,
además, está en posibilidad de hacerlo.
88. Una vez que fue expuesto por esta Primera Sala el sentido del caso
urgente como justificación para llevar a cabo una detención, debe
concluirse, que cuando no se cumplen de manera concurrente los
tres requisitos genéricos previstos en el artículo 16 constitucional
y no existe orden previa emitida por el Ministerio Público, la
detención que se llegara a ejecutar deberá calificarse como ilegal,
pues resulta contraria no sólo al texto constitucional sino también
a los numerales 7.1 y 7.2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.
7
Se le denominará de manera indistinta.
89. Ahora bien, esta Primera Sala de la Suprema Corte analizará cuál
deberá ser la reparación adecuada en aquellos casos en los que se
haya ejecutado una detención ilegal, con motivo de que no se
acreditaron los tres elementos genéricos dispuestos en la Constitución
Federal que justifican la detención por caso urgente, a partir de una
orden previa emitida por el Ministerio Público.
90. Para determinar lo anterior, deberá considerarse el órgano que
realiza la detención y el momento en que se lleva a cabo el control de la
misma. Aquí existen las siguientes posibilidades:
a) Si la policía llevó a cabo motu proprio la detención de una
persona sin mandato previo por parte del Ministerio Público en la
que justifique el caso urgente, el órgano ministerial deberá
calificar la detención como ilegal, una vez que la persona haya
sido puesta a su disposición, y deberá ordenar que la persona
detenida sea puesta inmediatamente en libertad. Asimismo, el
Ministerio Público estará imposibilitado para admitir, considerar y
valorar todo elemento de prueba que tenga un vínculo directo o
que haya sido producto de la detención ilegal, por tener la calidad
de pruebe ilícita.
b) Si la detención la realizó la policía por mandato previo del
Ministerio Público y éste aprecia que no se acreditan los
elementos del caso urgente, deberá actuar en términos del inciso
anterior.
c) Si la detención fue ilícita, en términos de los dos incisos
anteriores, y esta circunstancia no es corregida por el Ministerio
Público al momento en que la persona es puesta a su disposición,
el juez, al calificar la detención, una vez radicada la consignación
hecha por la autoridad ministerial, deberá declararla ilegal y
procederá a estudiar si las pruebas existentes tienen algún
vínculo u origen con la detención para proceder a su anulación.
Una vez hecho ésto, deberá estudiar el impacto en la situación
jurídica de la persona detenida al dictar el auto de término
constitucional.
d) En segunda instancia, si el órgano de apelación aprecia que la
detención fue ilegal, la calificará así y anulará las pruebas que
tengan vínculo con la detención o cuyo origen se deba a ella.
91. Los razonamientos anteriores dieron origen a la tesis 1a. CCLII/2015
(10a.), sustentada por esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación8, que dice:
DETENCIÓN POR CASO URGENTE. REQUISITOS PARA SU
VALIDEZ. El artículo 16, párrafo sexto, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, prevé que sólo en casos urgentes, cuando
se trate de delito grave así calificado por la ley y ante el riesgo fundado
de que el indiciado pueda sustraerse a la acción de la justicia, siempre
que no se pueda ocurrir ante la autoridad judicial por razón de la hora,
lugar o circunstancia, el Ministerio Público podrá, bajo su
responsabilidad, ordenar su detención, fundando y expresando los
indicios que motiven su proceder. Ahora bien, de las características
ontológicas de la detención por caso urgente, destaca que: a) es una
restricción al derecho a la libertad personal; b) es extraordinaria, pues
deriva de condiciones no ordinarias, como el riesgo fundado de que la
persona acusada de cometer un delito grave se sustraiga a la acción de
la justicia y que por razón de la hora, lugar o circunstancia, el Ministerio
Público no pueda ocurrir ante la autoridad judicial a solicitar una orden de
aprehensión; y, c) es excepcional, pues se aparta de la regla general
sobre el control judicial previo dentro del régimen de detenciones. En ese
sentido, para que sea válida o legal la detención por caso urgente debe
estar precedida de una orden del Ministerio Público, una vez que se han
acreditado los tres requisitos que la autorizan: i) que se trate de un delito
grave; ii) que exista riesgo fundado de que el inculpado se fugue; y, iii)
que por razones extraordinarias no sea posible el control judicial previo.
Así, estos requisitos constitucionales a los que está sujeta la detención
por caso urgente configuran un control normativo intenso dispuesto por el
8
Publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Libro 21, Agosto de 2015,
Tomo I, página 466. Tesis que derivó del Amparo directo en revisión 3506/2014. 3 de junio de 2015. Cinco votos
de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Olga
Sánchez Cordero de García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Los Ministros Zaldívar, Pardo, Sánchez
Cordero y Gutiérrez, reservaron su derecho para formular voto concurrente. Ponente: José Ramón Cossío Díaz.
Secretaria: Rosalba Rodríguez Mireles.
legislador, que eleva el estándar justificativo para que el Ministerio
Público decida ordenar la detención de una persona sin control previo
por parte de un juez. Por ello, esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación considera razonable que el Constituyente
determinara que el Ministerio Público deba demostrar que los tres
requisitos establecidos en el artículo 16 constitucional se actualizan
concurrentemente. Además, deben existir motivos objetivos y razonables
que el Ministerio Público tiene la carga de aportar para que la existencia
de dichos elementos pueda corroborarse posteriormente por un juez,
cuando éste realice el control posterior de la detención, como lo dispone
el artículo constitucional referido.
92. Así, de acuerdo con este vasto marco conceptual, esta Primera Sala
estima que el Tribunal Colegiado deberá atender si el planteamiento de
la quejosa respecto a la detención de la que se dice fue objeto, está o
no comprendida en alguno de los supuestos de excepción previstos en
el artículo 16 de la Constitución Federal, para lo cual deberá realizar su
razonamiento de un modo compatible con la doctrina que esta Sala ha
establecido sobre este concepto constitucional.9
93. Segunda cuestión. ¿Es correcto que el Tribunal Colegiado haya
resuelto que las agravantes contenidas en el 350, fracciones I y VII,
del Código Penal para el Estado de Coahuila no vulneran el
artículo 23 de la Constitución Federal en relación con el principio
de non bis in ídem que le deriva?
94. Esta Primera Sala determina que la respuesta a tal cuestionamiento
debe responderse en sentido afirmativo. Para comprender mejor por
9
No se soslaya que al inicio del presente estudio se aludió a la orden de aprehensión, como otro supuesto para
justificar como constitucional la detención de una persona. Sin embargo, es evidente que este caso, previo a la
detención de la quejosa, no existió orden de aprehensión alguna, por lo que se estima innecesario estudiar su
parámetro de regularidad constitucional, pues al no existir orden de aprehensión en su contra resulta evidente
que forzosamente la detención de ella solo podía justificarse bajo los siguientes dos supuestos constitucionales:
flagrancia o caso urgente, cuya doctrina constitucional se desarrolló en párrafos que anteceden.
qué se afirma lo anterior, el examen de este rubro se dividirá en dos
temas: la interpretación que esta Primera Sala ha efectuado sobre el
artículo 23 Constitucional, en relación con el principio non bis in idem
que le deriva, y la verificación de esa interpretación realizada por el
Tribunal Colegiado al caso concreto.
95. Interpretación del artículo 23 Constitucional, en relación con el
principio non bis in ídem que le deriva. Esta primera Sala al resolver
el amparo directo en revisión 2104/201510 y en el diverso amparo
directo en revisión 3731/201511 sostuvo que la de prohibición de doble
juzgamiento o non bis in ídem es una máxima del el derecho penal, que
se encuentra consagrada en el texto de la primera parte del artículo 23
Constitucional, que dice:
Artículo 23. Ningún juicio criminal deberá tener más de tres instancias.
Nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito, ya sea que en el
juicio se le absuelva o se le condene.
[…].
96. Asimismo, se sostuvo que la esencia normativa de este precepto que
consagra el principio non bis in idem, es la de que nadie pueda ser
sometido a un proceso más de una vez y, en consecuencia, que
tampoco pueda ser doblemente sancionado por los mismos hechos.
97. En las citadas resoluciones se destacó que dicho precepto ha sido
interpretado por esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, en el sentido de que la prohibición de doble juzgamiento
recae en los hechos atribuidos que configuran una conducta delictuosa
10
Aprobado por unanimidad de votos en sesión de 2 de septiembre de 2015, bajo la ponencia del Ministro
Jorge Mario Pardo Rebolledo.
11 Resuelto por unanimidad de cuatro votos en sesión de dos de diciembre de dos mil quince, bajo la ponencia
del Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
concreta y no a la denominación general del delito. Su justificación
radica en que una sentencia definitiva obtiene una firmeza tal que
permite considerar su estudio como cosa juzgada, es decir, irrebatible,
indiscutible, inmodificable ordinariamente por un órgano jurisdiccional y
acatable en sus términos.
98. Del mismo modo, el citado principio se encuentra previsto en el
artículo 8.4 de la Convención Americana sobre de Derechos Humanos,
que establece:
Artículo 8. Garantías Judiciales.
[…]
4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a
nuevo juicio por los mismos hechos.
[…].
99. Asimismo, se encuentra reconocido en el artículo 14.7 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos que dice:
Artículo 14.
[…]
7. Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual haya
sido ya condenado o absuelto por una sentencia firme de acuerdo con la
ley y el procedimiento penal de cada país.
[…].
100. Como puede advertirse, la figura en estudio está dirigida a dotar de
seguridad jurídica a todo gobernado frente a la actuación represiva del
Estado, pues la circunstancia de que una persona pueda ser procesada
o sancionada por segunda ocasión con respecto a un mismo hecho,
atenta contra la dignidad humana, la libertad, la presunción de
inocencia y, en general, al debido proceso, todo esto derivado del
ejercicio excesivo o arbitrario del Estado.
101. De esta forma, la prerrogativa constitucional y convencional en
estudio, prohíbe la persecución penal múltiple, es decir, que alguien sea
juzgado más de una vez por la misma conducta delictuosa o por los
mismos hechos constitutivos de un delito previsto por la ley, por lo que
lo importante es que no se haga más de un pronunciamiento en
relación con una conducta concreta, ya sea que obtenga una sentencia
condenatoria o absolutoria.
102. Lo anterior, constituye un derecho de libertad y de legalidad en favor
de todo gobernado la imposibilidad de ser objeto de una persecución
estatal doble, o bien, a ser sancionado con la imposición de varias
penas por un mismo hecho. Con ello, se tutela el derecho a la
seguridad jurídica, que trasciende como principio de la cosa juzgada,
por lo que se impide la multiplicidad de juzgamientos y, en
consecuencia, de penas por el mismo hecho (un solo juzgamiento, una
sola sentencia por un solo delito, así como una sola pena para el
inculpado) y que ese derecho también prohíbe que pueda imponerse a
una misma conducta una doble penalidad, con lo que se evita que se
sancione penalmente más de una vez.
103. Derivado del análisis de los instrumentos jurídicos citados, la doctrina
constitucional sostiene que el principio en estudio tiene dos
modalidades:
1) Una vertiente sustantiva o material, consistente en que nadie
debe ser castigado dos veces por la misma conducta. Con lo que
se veda la plural imposición de consecuencias jurídicas sobre una
misma infracción; y,
2) La vertiente adjetiva–procesal, que consiste en que nadie
debe ser juzgado o procesado dos veces por el mismo hecho,
siempre que sobre el mismo haya recaído una sentencia firme,
auto de sobreseimiento, o confirmación del no ejercicio de la
acción penal definitivo.
104. En la vertiente sustantiva o material estamos frente a la previsión de
que a ninguna persona se le pueden imponer dos consecuencias
jurídicas respecto de un mismo proceder.
105. Mientras que en la modalidad adjetiva–procesal el principio en
estudio prohíbe un segundo procesamiento con relación un mismo
delito; es decir, una vez que un gobernado ha sido definitivamente
juzgado por un hecho, ya sea que haya sido absuelto o condenado, el
principio fundamental en estudio es susceptible de ser vulnerado con la
tramitación de un nuevo procedimiento.
106. Esto es, en la primera vertiente, el presupuesto estaría constituido
por la identidad de la infracción y la consecuencia por la sanción de
contenido punitivo o, en su caso absolución definitiva; en cambio, en la
segunda, el presupuesto radicaría no en el delito, sino el hecho, por lo
que la consecuencia sería evitar el segundo proceso. Así, se constituye
como una protección prejudicial, precisamente para evitar la carga de
una segunda tramitación procesal.
107. Se estima aplicable la tesis aislada en materia penal sustentada por
esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,12 que
dice:
NON BIS IN ÍDEM, VIOLACIÓN NO CONFIGURADA AL PRINCIPIO
DE. El artículo 23 de la Constitución prohíbe que alguien sea juzgado
más de una vez por el mismo hecho, pero ello no significa que si alguien
ejecuta una serie de conductas y se le procesa ante un Juez por algunas
de ellas y otro es el tribunal que conoce de las restantes, se le esté
juzgando dos veces por el mismo hecho. La circunstancia de que las
conductas de referencia integren la misma figura ilegal es intrascendente;
lo que importa es que no se haga más de un pronunciamiento en relación
con una conducta concreta. Imaginando el caso de quien ejecuta una
serie de robos y es enjuiciado tan sólo por parte de los mismos por no
haberse descubierto los demás, nada impide que una vez acreditados los
que permanecían ocultos se le enjuicie, pues tales hechos no fueron
materia del pronunciamiento anterior que comprendía únicamente los
que con anterioridad habían quedado acreditados.
108. Por otro lado, en las citadas resoluciones se estableció que la
doctrina constitucional en torno al derecho fundamental en estudio
perfila tres elementos configuradores o también llamados presupuestos
de identidad, los cuales, tienen que ser constatados en cada caso a
efecto de que pueda operar esta prerrogativa constitucional:
a) Identidad del sujeto;
b) Identidad en el hecho; e,
c) Identidad de fundamento.
109. Con respecto al primer presupuesto de identidad (sujeto), podemos
afirmar que como el derecho fundamental en estudio, representa una
garantía de seguridad individual, únicamente puede proteger a la
12
Consultable en la Séptima Época del Semanario Judicial de la Federación, Volumen 58, Segunda Parte, pág.
57.
persona que perseguida penalmente haya recibido sentencia pasada
por la autoridad de cosa juzgada, a fin de que no vuelva a ser
perseguida, procesada o sentenciada en otro procedimiento penal que
tenga por objeto la imputación por el mismo hecho. Sin duda, se trata
de un presupuesto de operatividad necesario que deviene personal e
intransferible.
110. Tocante al segundo presupuesto de identidad (hecho), consiste en la
identidad fáctica, elemento se refiere a que la persecución penal debe
tener como base el mismo comportamiento o delito atribuido a la misma
persona. A este elemento, también se le conoce como identidad
objetiva.
111. Finalmente, en lo referente al tercer presupuesto de identidad
(fundamento), se refiere a la constatación de la existencia de una previa
decisión de fondo o definitiva que hubiera puesto fin a la controversia,
ya sea absolviendo o condenando a la persona en contra de la cual se
pretende realizar una segunda imputación o juzgamiento, o en su caso,
que mediante alguna resolución análoga (sobreseimiento o no ejercicio
definitivo) se hubiere generado el efecto de inafectabilidad de la
situación jurídica establecida a favor del gobernado.
112. Es aplicable al respecto, la tesis aislada en materia penal, sustentada
por la Sala Auxiliar de este Alto Tribunal,13 que dice:
NON BIS IN ÍDEM. NATURALEZA DEL PRINCIPIO. El artículo 23
Constitucional prohíbe que una persona sea juzgada dos veces por el
13
Consultable en la Séptima Época del Semanario Judicial de la Federación, Volumen 56, Séptima Parte, pág.
39.
mismo delito, pero de ninguna manera alude, en forma estricta, al
nombre de este delito, sino que se refiere a los hechos materiales o
individualizados constitutivos de ese delito, por lo que una primera
condena por determinados y concretos hechos que se adecuan a la
tipificación de cierto ilícito, no impide otra posterior por diversos hechos
pero constitutivos también del mismo tipo.
113. A lo anterior debe agregarse que el fundamento jurídico que describe
y
sanciona
la
conducta
atribuida
al
quejoso
no
debe
ser
necesariamente el previsto en el mismo cuerpo normativo, pues puede
ocurrir que se instruya una causa penal a una misma persona por los
mismos hechos, pero en una legislación diversa, correspondiente a otra
entidad federativa o en distinto fuero.
114. Es importante destacar que la vulneración al derecho humano sobre
la prohibición de doble juzgamiento por los mismos hechos, debe ser
analizada oficiosamente por los órganos ministeriales y jurisdiccionales,
con independencia de que las propias partes lo hayan hecho valer;
examen que además, es procedente en cualquier etapa del proceso,
lógicamente incluida la fase de recursos ordinarios e incluso, en sede
constitucional de amparo. Esto, al tratarse de una violación directa al
artículo 23 Constitucional.
115. Así, podemos concluir que el derecho fundamental en examen es un
principio de derecho que respeta la dignidad humana, al prohibir
expresamente la doble persecución, procesamiento o juzgamiento de
una misma persona con relación a un mismo hecho. Es de carácter
personal y absoluto, y se proyecta en todos los sistemas punitivos,
exigiendo que el ejercicio el derecho sancionador estatal se realice de
manera armónica, sistemática y articulada cuya eventual vulneración es
de estudio oficioso y preferente para todos los órganos del Estado.
116. Se estima aplicable por identidad de razón, la tesis aislada en materia
constitucional y penal, sustentada por esta Primera Sala,14 que dice:
ARTÍCULO 23 CONSTITUCIONAL, VIOLACIÓN DEL. El hecho de que
otras personas hayan sido sentenciadas en el proceso del que emana el
auto de formal prisión contra el quejoso, no puede considerarse una
violación al artículo 23 constitucional, que prohíbe que una persona sea
juzgada dos veces por el mismo delito.
117. Con motivo de lo anterior, se considera que fue correcta la
interpretación realizada por el Tribunal Colegiado de Circuito referente a
que al establecer la posibilidad de que existan en un solo caso de
manera simultánea las agravantes previstas en las fracciones I y VII del
artículo 350 del Código Penal para el Estado de Coahuila no vulnera el
artículo 23 Constitucional relativo al principio non bis in ídem, pues
como correctamente lo determinó el citado tribunal, ambas agravantes
califican hechos diferentes.
118. Las fracciones I y VII del artículo 350 del Código Penal para el estado
de Coahuila, dicen:
Artículo 350. CIRCUNSTANCIAS CALIFICATIVAS DE HOMICIDIO Y
LESIONES. Se entiende que el homicidio y las lesiones son calificados
cuando concurra cualquiera de las circunstancias siguientes:
I. RETRIBUCIÓN DADA O PROMETIDA. Cuando se ejecuten por
retribución dada o prometida.
[…]
VII. PREMEDITACIÓN, VENTAJA, ALEVOSÍA O TRAICIÓN. Cuando se
cometan con premeditación, ventaja, alevosía o traición.
14
Consultable en el Quinta Época del Semanario Judicial de la Federación, tomo LXXXIII, pág. 3196
Hay premeditación, cuando el agente reflexiona serenamente sobre el
homicidio o las lesiones que decide cometer.
[…].
119. Conforme a tales fracciones el órgano colegiado correctamente
desestimó los conceptos de violación de la quejosa, respecto a la
inconstitucionalidad de la existencia de forma simultánea de tales
agravantes, pues correctamente consideró que la retribución dada y la
premeditación para cometer el delito ********** son calificativas distintas
que regulan supuestos diferentes.
120. En efecto, el artículo 350 del código en cuestión establece como
calificativa agravante cuando el ********** se realice por retribución
dada o prometida, esto es, cuando el activo paga a una persona o
prometa pagarle para que prive de la vida a otra; en cambio, la
premeditación lo que sanciona como calificativa es la reflexión serena
o meditación durante cierto lapso de tiempo respecto a la forma de
llevar a cabo o realizar el ********** por parte del autor del delito.
121. Por lo que, ambas agravantes tratan supuestos diferentes, ya que
una agrava el pago para que otro cometa el delito y, la otra la reflexión
serena por parte del autor de cómo cometerlo, pudiendo coexistir
ambas pues agrava actos diversos, por lo que no podría considerarse
que la inclusión de ambas en las citada norma vulnere el artículo 23
constitucional, de ahí que se considere que la interpretación
constitucional que realizó el Tribunal Colegiado sobre ese punto es
acertada.
122. Tercera cuestión. ¿La interpretación que llevó a cabo el Tribunal
Colegiado del artículo 20 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, en relación con el derecho de defensa
adecuada, en su vertiente conflicto de interés se ajustó a la
doctrina desarrollada por esta Primera Sala de la Suprema Corte
de Justicia de la Nacióna?
123. Como indicó en párrafos que anteceden tal cuestionamiento debe
responderse en sentido negativo. Como se recordará, en esencia, la
quejosa planteó en la demanda de amparo que se violó su derecho de
defensa adecuada, pues se generó un conflicto de intereses al designar
ante el fiscal para su defensa al mismo abogado que nombraron a uno
de sus coinculpados, quien hizo señalamientos en su contra, con lo cual
se trasgredieron las formalidades esenciales del procedimiento.
124. En respuesta a lo anterior, en la sentencia de amparo, el Tribunal
Colegiado determinó que en el caso no se actualizaba un conflicto de
intereses. Para llegar a dicha conclusión, el órgano colegiado estimó
que a pesar de que a la quejosa y su coacusado ********** los asistió en
su declaración ministerial la misma defensora de oficio, de sus
declaraciones se desprende que ambos aceptaron que existió un
acuerdo entre ellos para privar de la vida a **********, pues los dos
aceptaron su intervención en el injusto penal que se les atribuyó,
haciéndose imputaciones entre sí precisas y directas, sin eludir su
propia participación en los hechos.
125. Bajo esas premisas, atento a las consideraciones sostenidas por el
Tribunal Colegiado, en suplencia de la deficiencia de la queja,
contenida en el artículo 79, fracción III, inciso a), de la Ley de Amparo,
esta Primera Sala advierte que la interpretación que llevó a cabo
respecto al derecho de defensa adecuada, previsto en el artículo 20 de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, no es
acorde a la interpretación que esta Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación sostiene al respecto.
126. En efecto, esta Primera Sala considera que para identificar en qué
casos se vulnera el derecho de defensa adecuada es necesario: a) se
aprecien imputaciones de cargo recíprocas en los coinculpados, sin el
ánimo de exonerar su responsabilidad; y b) los coacusados coincidan
en manifestar haber participado –aunque en grado distinto-, en la
comisión del delito.15
127. Ahora bien, como se mencionó, al resolver el argumento de la
quejosa en los cuales alegó que se violó en su perjuicio el derecho de
defensa adecuada por conflicto de intereses, el órgano de amparo
determinó lo contrario, debido a que estimó que aunque existen
15
Así lo sostuvo esta Primera Sala al resolver por unanimidad de votos el amparo directo en revisión
3044/2012, en sesión de 07 de febrero de 2014. Cabe precisar que en dicho precedente, el Ministro ponente del
asunto que nos ocupa, en voto concurrente, disintió de lo señalado por la Sala, en la parte relativa al tema de
“conflicto de interés”, señalando en este último lo siguiente: “…a) Sobre el parámetro para determinar la
existencia del conflicto de intereses en la defensa. Considero poco claro el criterio empleado por la Sala
para analizar lo relativo a si en un caso concreto existió conflicto de intereses en el desarrollo de la defensa de
dos coinculpados por parte del mismo abogado. Estimo que la asistencia técnica del defensor en averiguación
previa podría partir de la verificación de las circunstancias siguientes: Que se le permita al inculpado y al
defensor, siempre que lo soliciten, la entrevista previa; que tengan acceso a las constancias de la investigación
y puedan conocer las causas de las que deriva la imputación; que no exista obstáculo para ejercer el derecho
de defensa; que se respete la libertad de designación del defensor, aun cuando los detenidos se imputen
recíprocamente acusaciones. Sin embargo, los indiciados deberán tener pleno conocimiento de estas
circunstancias y aceptar, en estos términos, la representación del mismo defensor; en caso de que solamente
exista un defensor público, que sea asignado por la autoridad, el inculpado debe tener pleno conocimiento de la
imputación que le está realizando su coinculpado. Pues no se puede soslayar del derecho a la asistencia por
defensor técnico por parte del Estado, en caso de que el inculpado no nombre defensor particular. En el
entendido de que el detenido podrá declarar siempre que insista en hacerlo, a pesar de tener conocimiento de
que solamente puede ser representado por el mismo defensor público que asistió a su coinculpado. De lo
contrario la autoridad ministerial deberá realizar todo cuanto esté a su alcance para nombrar un defensor
público diferente a los detenidos con intereses opuestos.---…”
imputaciones de cargo recíprocas y la quejosa junto con su coacusado
coincidieron en que participaron en la comisión del delito no existió
conflicto de interés en las declaraciones ministeriales de cinco de
septiembre de dos mil cuatro entre ella y su coacusado **********, por lo
que no resultó violatorio de derechos humanos que hubiesen sido
asistidos por la misma defensora de oficio.
128. De lo anterior, se advierte que la interpretación efectuada por parte
del Tribunal Colegiado sobre el alcance del derecho fundamental de
defensa adecuada en lo referente al conflicto de intereses, previsto en
el artículo 20 de la Constitución Federal, no es compatible con lo que al
respecto ha sostenido esta Sala. En ese sentido, es claro que la
interpretación aquí establecida debe tener un impacto en la revisión de
los planteamientos de legalidad que haga el órgano colegiado.
129. De este modo, con base en las consideraciones anteriores, deben
devolverse los autos al Tribunal Colegiado del conocimiento para que
éste proceda nuevamente al estudio de legalidad que le corresponde,
bajo los lineamientos constitucionales mencionados, a efecto de
determinar si se violó el derecho de defensa adecuada por conflicto de
intereses en perjuicio de la quejosa.
130. Cuarta cuestión. ¿Realmente la defensa material o técnicamente
efectiva forma parte del derecho humano a contar con una defensa
adecuada dentro del proceso penal?
131. La respuesta a esta interrogante debe responderse en sentido
afirmativo. Como se indicó en párrafos anteriores, esta Primera Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación advierte que el Tribunal
Colegiado fue omiso en examinar los conceptos de violación que
formuló la quejosa respecto a que tuvo una inadecuada defensa
material o técnica durante el proceso, debido a que manifestó que
existió descuido o torpeza por parte de sus defensores [oficiales y
particulares] en el proceso penal seguido en su contra y que ello le
impidió ofrecer pruebas paran demostrar la veracidad de sus
afirmaciones.
132. Lo anterior, obligaba al órgano colegiado a realizar un estudio
constitucional sobre al tema de defensa material o técnicamente
efectiva oficial y particular como parte del derecho humano de todo
procesado de contar con una defensa adecuada, tutelado en el artículo
20, apartado A, fracción IX, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos aplicable al caso, por lo que al no haberlo efectuado
así, se procederá a realizar el estudio constitucional correspondiente.
133. El derecho a gozar de una defensa adecuada se encuentra inmerso,
a su vez, en el derecho a gozar de un debido proceso y está tutelado en
el artículo 20, apartado A, fracción IX de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, previo a la reforma constitucional de
dieciocho de junio de dos mil ocho,16 en relación con el numeral 14 de
16
Debe hacerse la precisión de que en la presente ejecutoria, el análisis de constitucionalidad está sujeto al
contenido normativo constitucional vigente con anterioridad a la reforma publicada en el Diario Oficial de la
Federación el dieciocho de junio de dos mil ocho, por tratarse de la norma jurídica base del control de
constitucionalidad aplicable. Lo anterior porque la sentencia definitiva reclamada en el juicio de amparo directo,
del que deriva el recurso de revisión que se resuelve, tiene su origen en un proceso penal instruido de
conformidad con las reglas adjetivas que rigen el sistema procesal penal tradicional mixto, anterior al de
carácter acusatorio incorporado con motivo de la mencionada reforma. El proceso penal instruido al
demandante de amparo, se instruyó por el Juez Tercero de Primera Instancia en Materia Penal del Distrito
Judicial de Saltillo, con residencia en Saltillo, Coahuila, quien registró la causa penal bajo el número **********.
la propia Carta Magna y el artículo 8.2 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.17
134. El debido proceso se refiere al conjunto de requisitos que deben
observarse en las instancias procesales, con la finalidad de que las
personas estén en condiciones de defender adecuadamente sus
derechos ante cualquier acto del Estado que pueda afectarlos.18 Se
17
Tales artículos dicen:
Artículo 20. En todo proceso de orden penal, el inculpado, la víctima o el ofendido, tendrán las
siguientes garantías:
A. Del inculpado:
IX.- Desde el inicio de su proceso será informado de los derechos que en su favor consigna esta
Constitución y tendrá derecho a una defensa adecuada, por sí, por abogado, o por persona de su
confianza. Si no quiere o no puede nombrar defensor, después de haber sido requerido para
hacerlo, el juez le designará un defensor de oficio. También tendrá derecho a que su defensor
comparezca en todos los actos del proceso y éste tendrá obligación de hacerlo cuantas veces se
le requiera; y, […]
Artículo. 14. […]
Nadie podrá ser privado de la libertad o de sus propiedades, posesiones o derechos, sino
mediante juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos, en el que se cumplan las
formalidades esenciales del procedimiento y conforme a las Leyes expedidas con anterioridad al
hecho.
[…]
Artículo 8. Garantías Judiciales
[…]
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se
establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
[…]
a) derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o intérprete, si no
comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal;
b) comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada;
c) concesión al inculpado de tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su
defensa;
d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de su
elección o de comunicarse libre y privadamente con su defensor;
e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado,
remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni
nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley;
f) derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la
comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los
hechos;
g) derecho a no ser obligado a declarar contra si mismo ni a declarar culpable, y
h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.
18
Cfr. Corte.I.D.H. Caso del Tribunal Constitucional Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31
de enero de 2001. Serie C No. 71, párr. 69; y, Caso de Personas Dominicanas y Haitianas Expulsadas Vs.
República Dominicana. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de
agosto de 2014. Serie C No. 282, párr. 349. Asimismo, al respecto esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, en la Jurisprudencia 1a./J. 11/2014 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial
de la Federación, Décima Época, Libro 3, Febrero de 2014, Tomo I, pág. 396, sostuvo los siguiente:
compone de diversos requisitos que deben observarse en las instancias
procesales y éste se materializa y refleja en: i) un acceso a la justicia no
sólo formal sino que reconozca y resuelva los factores de desigualdad
real de los justiciables, ii) el desarrollo de un juicio justo, y iii) la
resolución de las controversias de forma tal que la decisión adoptada se
acerque al mayor nivel de corrección del derecho, es decir que se
asegure su solución justa.19
135. En efecto, el derecho a gozar de una defensa adecuada es un
componente central del debido proceso que obliga al Estado a tratar al
individuo en todo momento como un verdadero sujeto del proceso, en el
más amplio sentido de este concepto, y no simplemente como objeto
DERECHO AL DEBIDO PROCESO. SU CONTENIDO. Dentro de las garantías del debido
proceso existe un "núcleo duro", que debe observarse inexcusablemente en todo procedimiento
jurisdiccional, y otro de garantías que son aplicables en los procesos que impliquen un ejercicio
de la potestad punitiva del Estado. Así, en cuanto al "núcleo duro", las garantías del debido
proceso que aplican a cualquier procedimiento de naturaleza jurisdiccional son las que esta
Suprema Corte de Justicia de la Nación ha identificado como formalidades esenciales del
procedimiento, cuyo conjunto integra la "garantía de audiencia", las cuales permiten que los
gobernados ejerzan sus defensas antes de que las autoridades modifiquen su esfera jurídica
definitivamente. Al respecto, el Tribunal en Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación,
en la jurisprudencia P./J. 47/95, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Novena Época, Tomo II, diciembre de 1995, página 133, de rubro: "FORMALIDADES
ESENCIALES DEL PROCEDIMIENTO. SON LAS QUE GARANTIZAN UNA ADECUADA Y
OPORTUNA DEFENSA PREVIA AL ACTO PRIVATIVO.", sostuvo que las formalidades
esenciales del procedimiento son: (i) la notificación del inicio del procedimiento; (ii) la oportunidad
de ofrecer y desahogar las pruebas en que se finque la defensa; (iii) la oportunidad de alegar; y,
(iv) una resolución que dirima las cuestiones debatidas y cuya impugnación ha sido considerada
por esta Primera Sala como parte de esta formalidad. Ahora bien, el otro núcleo es identificado
comúnmente con el elenco de garantías mínimo que debe tener toda persona cuya esfera jurídica
pretenda modificarse mediante la actividad punitiva del Estado, como ocurre, por ejemplo, con el
derecho penal, migratorio, fiscal o administrativo, en donde se exigirá que se hagan compatibles
las garantías con la materia específica del asunto. Por tanto, dentro de esta categoría de
garantías del debido proceso, se identifican dos especies: la primera, que corresponde a todas las
personas independientemente de su condición, nacionalidad, género, edad, etcétera, dentro de
las que están, por ejemplo, el derecho a contar con un abogado, a no declarar contra sí mismo o
a conocer la causa del procedimiento sancionatorio; y la segunda, que es la combinación del
elenco mínimo de garantías con el derecho de igualdad ante la ley, y que protege a aquellas
personas que pueden encontrarse en una situación de desventaja frente al ordenamiento jurídico,
por pertenecer a algún grupo vulnerable, por ejemplo, el derecho a la notificación y asistencia
consular, el derecho a contar con un traductor o intérprete, el derecho de las niñas y los niños a
que su detención sea notificada a quienes ejerzan su patria potestad y tutela, entre otras de igual
naturaleza.
19 Cfr. Corte. I.D.H Caso Ruano Torres y otros Vs. El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 05 de octubre de 2015. Serie C No. 303, párr. 151.
del mismo.20 Esto cobra especial relevancia tratándose del proceso
penal, debido a los bienes jurídicos que se encuentran inmersos, como
lo es la libertad del gobernado, por lo que esta Suprema Corte de
Justicia de la Nación en su jurisprudencia le ha proporcionado matiz
especial y diferenciado en tratándose de otras materias.
136. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se
ha pronunciado en diversos precedentes de manera exhaustiva sobre el
alcance de la obligación de las autoridades del Estado sobre el respeto,
la protección y la forma a garantizar el derecho a contar con una
defensa adecuada como parte del derecho humano a un debido
proceso del que debe gozar toda persona sujeta a un procedimiento
penal. Se ha destacado que para tener un real y efectivo acceso a la
justicia dentro de un proceso penal es necesario cumplir, entre otros
requisitos, con el derecho a contar con una defensa adecuada durante
el mismo, lo cual implica que la persona a quien se le imputa la
comisión de un delito tenga acceso a los medios necesarios, tanto
materiales como técnicos para definir e implementar una estrategia de
defensa.21
137. En efecto, se ha sostenido que para garantizar la defensa adecuada
del inculpado, es necesario que esa defensa esté representada por una
persona con licenciatura en derecho, para que cuente con la capacidad
técnica para asesorar y apreciar lo que jurídicamente le es conveniente
20
Cfr. Corte.I.D.H. Caso Barreto Leiva Vs. Venezuela. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 17 de
noviembre de 2009. Serie C No. 206, párr. 29, y Cfr. Caso Ruano Torres y otros Vs. El Salvador. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 05 de octubre de 2015. Serie C No. 303, párr. 151.
21
Amparo directo 47/2011, resuelto en sesión de 28 de noviembre de 2012, bajo la ponencia del Ministro José
Ramón Cossío Díaz. Secretario: Julio Veredín Sena Velázquez.
al inculpado, características que no se satisfacen con la sola asistencia
de una persona de confianza, de ahí que esta Alta Corte hubiese
establecido que es necesario que dicha defensa recaiga en un
profesionista en derecho.
138. Del mismo modo, se ha destacado que la defensa adecuada no es
una mera formalidad mero requisito formal, sino que requiere la
participación efectiva del imputado y su defensa en el procedimiento.
Por ello, la persona detenida puede ejercer el derecho a defenderse
desde que es puesto a disposición del ministerio público y durante la
etapa del procedimiento penal, contando desde ese momento con el
derecho a que su defensa, entendida como asesoría legal, esté
presente físicamente y en posibilidad de brindarle una asesoría
efectiva.
139. Al respecto es aplicable la Jurisprudencia 1a./J. 26/2015 (10a.),
sustentada por esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación,22 que dice:
DEFENSA ADECUADA EN MATERIA PENAL. LA FORMA DE
GARANTIZAR EL EJERCICIO EFICAZ DE ESTE DERECHO HUMANO
SE ACTUALIZA CUANDO EL IMPUTADO, EN TODAS LAS ETAPAS
PROCEDIMENTALES EN LAS QUE INTERVIENE, CUENTA CON LA
ASISTENCIA
JURÍDICA
DE
UN
DEFENSOR
QUE
ES
PROFESIONISTA EN DERECHO. Conforme al parámetro de control de
regularidad constitucional, que deriva de la reforma al artículo 1o. de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publicada en el
Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de 2011, que se configura
por la observancia y aplicación de las normas constitucionales y de
fuente internacional en materia de derechos humanos, así como la
directriz de interpretación pro personae; el artículo 20, apartado A,
fracción IX, del referido ordenamiento constitucional, texto anterior a la
reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 18 de junio de
22
Publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Libro 18, Mayo de 2015,
Tomo I, pág. 240.
2008, debe interpretarse armónicamente con los numerales 8.2, incisos
d) y e), de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y 14.3,
incisos b) y d), del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y
Políticos, así como el criterio contenido en la tesis aislada P. XII/2014
(10a.) (*), emitida por el Tribunal Pleno de esta Suprema Corte de
Justicia de la Nación, de rubro: "DEFENSA ADECUADA DEL
INCULPADO EN UN PROCESO PENAL. SE GARANTIZA CUANDO LA
PROPORCIONA UNA PERSONA CON CONOCIMIENTOS TÉCNICOS
EN DERECHO, SUFICIENTES PARA ACTUAR DILIGENTEMENTE
CON EL FIN DE PROTEGER LAS GARANTÍAS PROCESALES DEL
ACUSADO Y EVITAR QUE SUS DERECHOS SE VEAN
LESIONADOS.", y la propia doctrina de interpretación constitucional
generada por esta Primera Sala. Lo anterior, para establecer que el
ejercicio eficaz y forma de garantizar el derecho humano de defensa
adecuada en materia penal implica que el imputado (lato sensu), a fin de
garantizar que cuente con una defensa técnica adecuada, debe ser
asistido jurídicamente, en todas las etapas procedimentales en las que
intervenga, por un defensor que tenga el carácter de profesional en
derecho (abogado particular o defensor público); incluso, de ser posible,
desde el momento en que acontezca su detención. La exigencia de una
defensa técnica encuentra justificación al requerirse de una persona que
tenga la capacidad técnica para asesorar y apreciar lo que jurídicamente
es conveniente para el imputado, a fin de otorgar una real y efectiva
asistencia legal que le permita estar posibilidad de hacer frente a la
imputación formulada en su contra. Lo cual no se satisface si la
asistencia es proporcionada por cualquier otra persona que no reúna la
citada característica, a pesar de ser de la confianza del referido
imputado.23
140. Esta asistencia legal, en sentido amplio, se relaciona con los
derechos reconocidos en los instrumentos internacionales de derechos
23
Amparo directo en revisión 1519/2013. 26 de junio de 2013. Mayoría de cuatro votos de los Ministros Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez Cordero de
García Villegas. Disidente: Jorge Mario Pardo Rebolledo, quien formuló voto particular. Ponente: José Ramón
Cossío Díaz. Secretario: Julio Veredín Sena Velázquez. - - -Amparo directo en revisión 1520/2013. 26 de junio
de 2013. Mayoría de cuatro votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz,
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Disidente: Jorge Mario Pardo
Rebolledo, quien formuló voto particular. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretaria: Carmina Cortés
Rodríguez. - - - Amparo directo en revisión 2809/2012. 28 de agosto de 2013. Mayoría de cuatro votos de los
Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga
Sánchez Cordero de García Villegas. Disidente: Jorge Mario Pardo Rebolledo, quien formuló voto particular.
Ponente: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Secretario: José Alberto Mosqueda Velázquez. - - - Amparo directo en
revisión 449/2012. 28 de agosto de 2013. Mayoría de cuatro votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea, José Ramón Cossío Díaz, quien formuló voto concurrente, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez
Cordero de García Villegas. Disidente: Jorge Mario Pardo Rebolledo, quien formuló voto particular. Ponente:
Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretario: José Díaz de León Cruz. - - - Amparo directo en revisión 3535/2012.
28 de agosto de 2013. Mayoría de cuatro votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón
Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Disidente: Jorge Mario
Pardo Rebolledo, quien formuló voto particular. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretaria: Carmina
Cortés Rodríguez.
humanos: el derecho a la tutela judicial, el derecho a un recurso
efectivo y el derecho a la igualdad. Este conjunto de derechos tiene por
objeto garantizar el acceso a un órgano jurisdiccional predeterminado,
independiente e imparcial que decida, basándose en el derecho, en un
proceso que respete las garantías procesales, en un sistema que las
prevea y donde el acceso sea garantizado a todas las personas, sin
distinciones que no puedan ser justificadas con argumentos objetivos y
razonables.24
141. Así, se ha concluido que la defensa adecuada tiene dos aspectos: el
formal y el material. El primero consiste, en esencia, en no impedirle al
inculpado el ejercicio de ese derecho, como sucede por ejemplo, entre
otros, con la garantía de contar con la asistencia legal de un licenciado
en derecho, y el segundo, respecto de la asistencia efectiva a través del
defensor (presencia física y ayuda efectiva).
142. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que el
derecho a la defensa se proyecta en dos facetas dentro del proceso
penal: por un lado, a través de los propios actos del inculpado, siendo
su exponente central la posibilidad de rendir una declaración libre sobre
los hechos que se le atribuyen y, por el otro, por medio de la defensa
técnica, ejercida por un profesional del Derecho, quien cumple la
función de asesorar al investigado sobre sus deberes y derechos, así
como el de ejecutar, entre otras cuestiones, un control crítico y de
legalidad en la producción de pruebas.25
24
Amparo directo 47/2011, resuelto en sesión de 28 de noviembre de 2012, bajo la ponencia del Ministro José
Ramón Cossío Díaz. Secretario Julio Veredín Sena Velázquez.
25 Cfr. Caso Ruano Torres y otros Vs. El Salvador. párr 153.
143. En efecto, el ejercicio efectivo del derecho humano de defensa
adecuada, exige de una intervención activa del defensor y no
solamente presencial. De esta forma, debe comprenderse que si desde
el inicio del proceso penal el inculpado debe contar con la asistencia
efectiva del asesor legal, esto es con la finalidad de garantizarle una
defensa adecuada, sin que haya razón alguna para que esa efectividad
de la defensa se disminuya o reduzca durante el juicio, a lo largo de
todas sus etapas procedimentales.
144. Al respecto es ilustrativa la tesis 1a. XVII/2016 (10a.), sustentada por
esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,26 que
dice:
DEFENSA ADECUADA EN MATERIA PENAL. ANTE LA AUSENCIA
DEL DEFENSOR PARTICULAR, ESTE DERECHO HUMANO DEBE
GARANTIZARSE POR EL JUEZ DE LA CAUSA CON LA
DESIGNACIÓN DE UN DEFENSOR PÚBLICO QUE ASISTA
JURÍDICAMENTE AL PROCESADO. La garantía del derecho humano
de defensa adecuada se satisface siempre que en los actos que
constituyen el proceso penal en que intervenga, el imputado cuente con
la asistencia jurídica de un profesional en derecho; es por eso que el juez
que instruye la causa penal debe designar defensor público en caso de
ausencia de defensor particular que lo había venido representando. En el
entendido de que en la prerrogativa de defensa adecuada, el defensor
tiene que cumplir con las condiciones necesarias para que el imputado
sea asistido jurídicamente; por lo tanto, resulta necesaria tanto la
Publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época,
Libro 26, Enero de 2016, Tomo II, pág. 963. Amparo directo en revisión 94/2014. 3
de septiembre de 2014. Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea,
José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de
García Villegas y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente: José Ramón Cossío Díaz.
Secretario: Julio Veredín Sena Velázquez. Amparo directo en revisión 3250/2013.
24 de septiembre de 2014. Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez
Cordero de García Villegas, quien reservó su derecho para formular voto
concurrente, y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea. Secretario: Javier Mijangos y González.
26
presencia física del defensor, como que realice actos jurídicos efectivos,
en todas las diligencias en que aquél intervenga directamente.
145. El derecho a contar con una defensa no puede limitarse a los
aspectos meramente procesales o de trámite, sino que requiere que se
implementen todas aquellas medidas y gestiones necesarias para
garantizar que el imputado ha tenido en su defensor a una persona
capacitada para demostrar jurídicamente su inocencia, o bien, cualquier
otro aspecto sustancial que le pudiera resultar benéfico, como lo sería
la reducción de la pena.
146. El solo nombramiento de un letrado en derecho para que asuma la
defensa de un imputado, no satisface ni efectiviza, por sí mismo, el
derecho a gozar de una defensa adecuada, para ello es menester que
el letrado además de estar presente físicamente en las diligencias
correspondientes, se encuentre en posibilidad de brindarle una asesoría
material o técnicamente efectiva, por lo que para estar en aptitud de
sostener que existe una verdadera defensa adecuada, se debe valorar
y tomar en cuenta la efectividad de éste, y no solo considerarse
satisfecha con la presencia física de quien sea designado como
defensor.
147. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que el
solo nombramiento de un abogado para cumplir con una formalidad
procesal, equivaldría a no contar con defensa material o técnica, por lo
que es imperante que el defensor actúe de manera diligente para
proteger las garantías procesales del acusado y evitar así que sus
derechos se vean lesionados.27
148. Por su parte, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en su
jurisprudencia ha desarrollado una doctrina garantista del derecho a
una defensa adecuada otorgándole un contenido material. Desde el
caso Artico vs Italia28 sostuvo que el Convenio Europeo no está
destinado a garantizar derechos teóricos o ilusorios, sino derechos
prácticos y efectivos, esto es, que se permita a las partes acceder a
ellos, requiriendo para ello una defensa materialmente y técnicamente
efectiva.
149. Derivado del estudio anterior, es factible afirmar que como parte del
derecho a gozar de una defensa adecuada se encuentra comprendido
que el defensor tenga una actuación diligente y eficaz, esto es, una
verdadera intervención material o técnica, dirigida no solo a asegurar el
respeto de los derechos del acusado, sino también a que las decisiones
proferidas en el curso del proceso penal se encuentren ajustadas al
derecho y a la justicia, pues no debe soslayarse que en gran medida el
que otros derechos se materialicen, dependerá de la efectividad de la
defensa.
150. Por ejemplo, en el supuesto de que una decisión sea adversa a los
intereses de su defendido, el defensor debe utilizar todos los medios de
defensa instituidos, para estar en aptitud de garantizar una defensa
27
Cfr. Corte I.D.H., Cabrera García y Montiel Flores Vs. México. Sentencia de 26 de noviembre de 2010. Serie
C No. 220, párr. 155; y, Caso Ruano Torres y otros Vs. El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 05 de octubre de 2015. Serie C No. 303, párr. 157.
28
TEDH. “Artico v. Italy”, Sentencia de 13 de mayo de 1980.
materialmente o técnicamente efectiva a favor de aquél,29 de lo
contrario no tendría sentido alguno, que el inculpado tenga derecho a
gozar de un recurso efectivo, si finalmente su defensa omite
interponerlo.
151. Una vez que ha quedado establecido que la defensa material o
técnicamente efectiva es parte del derecho humano a contar con una
defensa adecuada dentro del proceso penal, esto nos conduce a
cuestionarnos si en aras de garantizar ese derecho ¿el juzgador debe
29
Inclusive, en el nuevo sistema de justicia penal existe un capítulo especial dirigido a regular las funciones del
defensor dentro del procedimiento penal. En el artículo 117 del Código Nacional de Procedimientos Penales, se
establecen una serie de directrices específicas que deben seguir los defensores, con la finalidad de garantizar
que la defensa del imputado sea materialmente efectiva. Tal numeral dispone:
Artículo 117. Obligaciones del Defensor
Son obligaciones del Defensor:
I. Entrevistar al imputado para conocer directamente su versión de los hechos que motivan la
investigación, a fin de ofrecer los datos y medios de prueba pertinentes que sean necesarios
para llevar a cabo una adecuada defensa;
II. Asesorar al imputado sobre la naturaleza y las consecuencias jurídicas de los hechos
punibles que se le atribuyen;
III. Comparecer y asistir jurídicamente al imputado en el momento en que rinda su
declaración, así como en cualquier diligencia o audiencia que establezca la ley;
IV. Analizar las constancias que obren en la carpeta de investigación, a fin de contar con
mayores elementos para la defensa;
V. Comunicarse directa y personalmente con el imputado, cuando lo estime conveniente,
siempre y cuando esto no altere el desarrollo normal de las audiencias;
VI. Recabar y ofrecer los medios de prueba necesarios para la defensa;
VII. Presentar los argumentos y datos de prueba que desvirtúen la existencia del hecho que la
ley señala como delito, o aquellos que permitan hacer valer la procedencia de alguna causal de
inimputabilidad, sobreseimiento o excluyente de responsabilidad a favor del imputado y la
prescripción de la acción penal o cualquier otra causal legal que sea en beneficio del imputado;
VIII. Solicitar el no ejercicio de la acción penal;
IX. Ofrecer los datos o medios de prueba en la audiencia correspondientes y promover la
exclusión de los ofrecidos por el Ministerio Público o la víctima u ofendido cuando no se ajusten
a la ley;
X. Promover a favor del imputado la aplicación de mecanismos alternativos de solución de
controversias o formas anticipadas de terminación del proceso penal, de conformidad con las
disposiciones aplicables;
XI. Participar en la audiencia de juicio, en la que podrá exponer sus alegatos de apertura,
desahogar las pruebas ofrecidas, controvertir las de los otros intervinientes, hacer las
objeciones que procedan y formular sus alegatos finales;
XII. Mantener informado al imputado sobre el desarrollo y seguimiento del procedimiento o
juicio;
XIII. En los casos en que proceda, formular solicitudes de procedimientos especiales;
XIV. Guardar el secreto profesional en el desempeño de sus funciones;
XV. Interponer los recursos e incidentes en términos de este Código y de la legislación
aplicable y, en su caso, promover el juicio de Amparo;
XVI. Informar a los imputados y a sus familiares la situación jurídica en que se encuentre su
defensa, y
XVII. Las demás que señalen las leyes.
evaluar en todos los supuestos si la persona sometida a proceso
penal gozó de una adecuada defensa material o técnica, sin
importar si ésta recayó en un defensor particular u oficial? La
respuesta a esta interrogante es negativa.
152. Esta Primera Sala Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre el
tema específico [defensa material o técnica] ha sostenido, sin realizar
diferenciación alguna entre defensa privada u oficial, que el
derecho a contar con una defensa material, no puede llegar al
extremo de evaluar los métodos de defensa empleados por el
defensor o su pericia, pues la obligación del Juez de asegurarse de
que se satisfacen las condiciones que posibilitan la defensa adecuada,
no implica que deba evaluar la forma en que se conduce el defensor.
153. De igual modo, que el juzgador no puede evaluar los métodos que el
defensor emplea para logar el cometido de la representación, es decir,
verificar que éste efectivamente llevará a cabo una estrategia más afín
a los intereses de los coinculpados, porque el determinar lo anterior,
implicaría excederse de la obligación del Juez de vigilar que en el
proceso se garantice una defensa adecuada, pues cualquier deficiencia
al respecto en todo caso sería materia de responsabilidad profesional
del defensor.
154. Lo anterior se sostuvo en las sentencias que dieron origen a la
Jurisprudencia 1a./J. 12/2012 (9a.), de esta Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación,30 del rubro:
30
Publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro X, Julio de 2012, Tomo 1,
pág. 433. Del mismo modo, recientemente dicho criterio se sostuvo en las sentencias emitidas por mayoría en los
DEFENSA ADECUADA. FORMA EN QUE EL JUEZ DE LA CAUSA
GARANTIZA SU VIGENCIA. La garantía individual de defensa adecuada
contenida en el artículo 20, apartado A, fracción V, de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos (en su texto anterior a la
reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 18 de junio de
2008) entraña una prohibición para el Estado consistente en no
entorpecer el ejercicio del derecho de defensa del gobernado y un deber
de actuar, en el sentido de informarle el nombre de su acusador, los
datos que obren en la causa, brindarle la oportunidad de nombrar un
defensor, no impedirle que se entreviste de manera previa y en privado
con él y, en general, no impedir u obstaculizar el ejercicio de las cargas
procesales que le corresponden dentro del proceso penal para desvirtuar
la acusación del Ministerio Público. Así, para proteger la citada garantía
es necesario que la labor de quien funja como defensor sea eficaz, pues
aquélla no puede concebirse como un mero requisito formal, sino que
debe permitir una instrumentación real para tener oportunidades de
descargo que, básicamente, permitan al imputado una efectiva
participación en el proceso. Ahora bien, el juez de la causa garantiza la
posibilidad de defensa al permitir que se den todas las condiciones
necesarias para que el inculpado sea debidamente asistido, tanto formal
como materialmente, de manera que si en los hechos no puede calificar
su adecuada defensa -en razón de la forma en que se conduce el
defensor respectivo-, ello no significa que el juez de la causa viole la
garantía en cuestión, pues el control de la correcta o incorrecta actitud
procesal del defensor, del debido ejercicio de las cargas procesales, así
como de su pericia jurídica, sólo podrían ser materia de responsabilidad
profesional, en términos de las leyes administrativas o penales, y según
se trate de un defensor de oficio o particular. Esto es, el juez respeta la
garantía de defensa adecuada: (i) al no obstruir en su materialización
(como ocurre cuando niega el derecho a una entrevista previa y en
privado o interfiere y obstaculiza la participación efectiva del asesor) y (ii)
al tener que asegurarse, con todos los medios legales a su alcance, que
se satisfacen las condiciones que posibilitan la defensa adecuada, sin
que ello signifique que esté en condiciones de revisar la forma en que los
defensores efectivamente logran su cometido, pues ello excedería las
facultades que tiene a su cargo para vigilar que en el proceso se
garantice una defensa adecuada.
amparos directos en revisión 3844/2013 bajo la ponencia del Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena el 10 de junio de
2015 y en el 1732/2016 bajo la ponencia de la Ministra Norma Lucía Piña Hernández fallado el 06 de julio de 2016.
155. Sin embargo, un nuevo paradigma constitucional conduce a esta
Primera Sala a separarse parcialmente de las consideraciones
expuestas en la citada jurisprudencia, tratándose específicamente de
aquellos supuestos en los cuales la defensa del inculpado recayó en un
letrado oficial. No así, cuando ésta se llevó a cabo por un abogado
particular o privado designado por el propio imputado.
156. En efecto, cuando la defensa del inculpado recayó en un letrado
privado, el órgano judicial no puede ni debe supervisar su actuación, es
decir, si existió una verdadera pasividad o falta de pericia profesional
por parte de éste. Lo anterior es así, porque a diferencia de lo que
acontece con la elección del letrado de oficio, en los defensores
particulares su nombramiento y asistencia es de libre designación, por
lo que se parte del presupuesto de que existe una previa relación de
confianza por parte del imputado con el profesional que él decidió
nombrar para asumir la defensa de sus intereses en el procedimiento
penal seguido en su contra.
157. Por lo que, tocante a la defensa particular o privada, son otros los
mecanismos jurídicos con los que, de ser el caso, contará el imputado
para exigirle responsabilidad por su falta de pericia, pues ello se
traduciría, de ser el caso, en responsabilidad profesional del defensor.31
De ahí que se sostenga que si bien el derecho a contar con una
defensa material o técnicamente efectiva forma parte del derecho
humano a gozar de una defensa adecuada, el juez no puede evaluar
los métodos empleados por el letrado privado o su eficacia técnica,
31
De manera similar se ha pronunciado el Tribunal Constitucional Español en la sentencia STC 91/1994, de 21
de marzo de 1994.
porque implicaría que el juzgador intervenga más allá de su función en
la voluntad del imputado, quien decidió de manera libre optar y designar
a un abogado particular, por lo que será el propio imputado quien
asuma las consecuencias del nombramiento que él realizó.
158. Caso contrario acontece con el defensor oficial, pues además de que
la relación de confianza antes descrita es prácticamente inexistente o
nula, por lo menos de forma inicial durante el procedimiento penal, su
nombramiento no obedece a un acto de libre voluntad o consentimiento
por parte del inculpado, sino que deriva, la mayoría de las veces, de su
falta de capacidad económica para elegir un abogado particular que lo
represente, pues ante la ausencia de medios necesarios para contratar
un letrado particular, se ve obligado a designar uno de oficio, o bien, el
propio juzgador ante la ausencia de designación le nombra uno.
159. Tal designación deriva de un imperativo constitucional y convencional
previsto, respectivamente, en el artículo 20, apartado A, fracción IX, de
la Constitución y en el numeral 8.2, inciso e), de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, por lo que, como otros derechos
dentro del procedimiento penal, para que sea garantizado y efectivizado
debe ser susceptible de protección, en la medida de lo posible, por
parte del juzgador.
160. En efecto, de los citados numerales se obtiene que si el imputado no
quiere o no puede designar un letrado que lo defienda durante el
proceso penal, el Estado representado por el Juez o Ministerio Público
de acuerdo a la etapa correspondiente, tendrá la obligación de
asignarle uno, por conducto de la Defensoría Pública, sea Federal o de
alguna Entidad Federativa, según sea el caso. Por lo que el Estado a
través del órgano jurisdiccional correspondiente deberá extremar las
medidas necesarias para que el derecho de defensa no sea meramente
formal, sino que éste se materialice de una forma efectiva a favor del
inculpado.
161. El órgano jurisdiccional debe velar por evitar la vulneración de ese
derecho en perjuicio del justiciable durante el proceso penal que
designó un letrado de oficio, no bastando para tutelarlo la sola
designación de un letrado en derecho, pues, se insiste, su realización
efectiva requiere proporcionar una asistencia letrada real y operativa
por parte del defensor que ha sido designado por el Estado para velar
por los intereses del imputado.
162. Esto se traduce en una obligación especial de cuidar que los
derechos de los ciudadanos a defenderse de una forma material o
técnicamente efectiva no se vean disminuidos, al no tener opción de
elegir un letrado en derecho de su confianza, por lo que en estos
supuestos el juzgador se encuentra constreñido a velar la actuación del
letrado de oficio, como parte del derecho de todo procesado de gozar
de una defensa adecuada, comprendido, a su vez, en el derecho a un
debido proceso.
163. La Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Caso
Ruano Torres y otros Vs. El Salvador,32 en donde una de las
32
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 05 de octubre de 2015. Serie C No. 303.
alegaciones principales fue que la defensa técnica provista por el
Estado no actuó de una manera eficiente, sostuvo que en tratándose
del defensor de oficio el solo designarlo y con ello cumplir con una
formalidad procesal prevista en la Convención equivaldría a no contar
con defensa técnica, por lo que estimó que era imperante que el letrado
oficial actuara de manera diligente con el fin de proteger las garantías
procesales del acusado, para evitar que sus derechos se vean
lesionados.33
164. Para tal fin, refirió que era necesario que la institución de la defensa
pública, como medio a través del cual el Estado garantiza el derecho
irrenunciable de todo inculpado de delito de ser asistido por un
defensor, sea dotada de garantías suficientes para su actuación
eficiente y en igualdad de armas con el poder persecutorio. La Corte
Interamericana sostuvo que para cumplir con este cometido el Estado
debe adoptar todas las medidas adecuadas.34 Entre ellas, contar con
defensores idóneos y capacitados que puedan actuar con autonomía
funcional.
165. Por su parte, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en su
jurisprudencia, como se indicó, ha dotado de un contenido material a la
defensa adecuada tratándose de defensores de oficio, que supera al
del simple nombramiento de un abogado, para lo cual ha destacado
que las autoridades están obligadas a intervenir cuando la asistencia
33
34
Cfr. Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México, supra, párr. 155.
Cfr. Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez Vs. Ecuador, supra, párr. 159, y Caso Cabrera García y Montiel
Flores Vs. México, supra, párr. 155.
jurídica proporcionada por el defensor de oficio es manifiestamente
ineficaz, destacándose, entre otras, las sentencias siguientes:
 En Daud vs Portugal35 el citado Tribunal encontró la
existencia de una violación procesal debido a que el
demandante tuvo una defensa inadecuada, pues su primer
abogado no tomó medida alguna para su defensa y el
segundo le fue asignado sólo con tres días de anterioridad
al inicio del juicio.
 En Czekalla vs Portugal36 determinó que el hecho de que
el abogado de oficio del demandante hubiese interpuesto
una apelación sin explicar en qué forma se violaron o
aplicaron mal los preceptos jurídicos, constituía una
violación al derecho de defensa. Para el Tribunal Europeo
la falta de cumplimiento de un simple requisito formal, para
el supuesto examinado, era un “fallo manifiesto” que
ameritaba una intervención positiva de las autoridades
competentes. El tribunal sostuvo que los Estados no eran
responsables de cualquier deficiencia o error en la
conducción de la defensa de oficio, sin embargo, precisó
que bajo ciertas circunstancias, una deficiencia para cumplir
con una condición puramente formal, no puede
considerarse como una estrategia de defensa o
imprudencia ante la falta de argumentación. Lo anterior,
refirió, para los supuestos en los cuales, como resultado de
esa negligencia al acusado se le privó de la oportunidad de
que el recurso fuese llevado al tribunal superior.
 En el caso Falcao Dos Santos vs Portugal37 el Tribunal
Europeo determinó que hubo violación a los derechos del
demandante, porque el abogado de oficio permaneció en
TEDH, “Daud v. Portugal”, Sentencia de 21 de abril de 1998, parr. 39 y ss.
TEDH, “Czekalla v. Portugal”, Sentencia de 10 de octubre de 2003, parr. 68 y ss.
37 TEDH, “Falcao dos Santos v. Portugal”, Sentencia de 3 de julio de 2012, parr.42-49.
35
36
silencio durante el proceso, sin contrainterrogar a los
testigos de cargo, lo cual cobró relevancia debido a los
reiterados señalamientos del demandante acerca de la falta
de efectividad de su abogado. El citado tribunal concluyó
que las autoridades no garantizaron la “asistencia legal”
efectiva en virtud de que ésta no se satisface con el simple
“nombramiento” de un abogado.
166. Lo antes expuesto nos lleva a la conclusión de que cuando la
defensa recaiga en un defensor de oficio, el juzgador debe evaluar su
actuación y verificar si la persona sometida al proceso penal gozó de
una adecuada defensa material o técnica. De lo contrario, carecería de
sentido la obligación del Estado de ofrecer dicha defensa al inculpado,
si no se le garantiza que la persona que el mismo Estado le ha
designado tiene los conocimientos y capacidad necesarios para
defenderlo efectivamente.
167. Como se ha destacado, el derecho de defensa adecuada debe
comprender un carácter de defensa eficaz y oportuna, realizada por
gente verdaderamente capacitada, que permita fortalecer la defensa
conforme a los intereses del inculpado y no como un simple medio o
requisito formal con la finalidad de cumplir con un imperativo
constitucional o convencional. Una defensa aparente, solo para darle
legitimidad al proceso o para validar actuaciones por la presencia del
defensor de oficio, es violatorio del derecho a contar con una defensa
material o técnicamente efectiva previsto en artículo 20, apartado A,
fracción IX, de la Constitución y en el numeral 8.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.
168. Ahora bien, es importante precisar que no toda deficiencia o error en
la conducción de la defensa del letrado de oficio, de facto, implica una
vulneración al derecho a gozar dentro del proceso penal de una
defensa material o técnicamente efectiva.38 Una discrepancia no
sustancial con la estrategia de defensa o el resultado desfavorable del
proceso penal respecto a los intereses del inculpado [que haya sido
condenado], no será, por sí misma, razón suficiente para afirmar que se
vulneró el derecho en cuestión, sino que deberá comprobarse o
demostrarse una negligencia inexcusable o una falla manifiesta.39
169. Para ello, es menester que concurran una serie de circunstancias que
permitan establecer que la defensa de oficio incurrió en verdaderas
omisiones o fallas graves que hicieron evidente que al inculpado no se
le brindó un patrocinio efectivo. Por lo que, el juzgador tendrá que
verificar, además, si lo anterior constituyó una negligencia inexcusable
en el ejercicio de la defensa que tuvo o puede tener un efecto decisivo
en contra de los intereses del imputado.
38
En similar sentido y haciendo referencia al TEDH se pronunció la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en la citada resolución de Ruano Torres y Otros vs. El Salvador, en donde además enfatizó lo
expuesto por la Asamblea General de la OEA en el sentido de que la Asamblea General del citado organismo
de que México es parte, ha instado a los Estados a que “adopten acciones tendientes a que los defensores
públicos oficiales cuenten con presupuesto adecuado y gocen de independencia, autonomía funcional,
financiera y/o presupuestaria y técnica”. A criterio de la Asamblea General tales medidas son apropiadas para
garantizar “un servicio público eficiente, libre de injerencias y controles indebidos por parte de otros
poderes del Estado que afecten su autonomía funcional y cuyo mandato sea el interés de su defendido
o defendida” [Resolución AG/RES. 2801 (XLIII-O/13), Hacia la autonomía de la defensa pública oficial como
garantía de acceso a la justicia, 5 de junio de 2013, párr. 4; Resolución AG/RES. 2821 (XLIV-O/14), Hacia la
autonomía y fortalecimiento de la Defensa Pública Oficial como garantía de acceso a la justicia, 10 de junio de
2014, párr. 5. Véase también, Resolución AG/RES. 2656 (XLI-O/11), Garantías para el acceso a la justica. El rol
de los de los defensores públicos oficiales, 7 de junio de 2011, párr. 4; Resolución AG/RES. 2714 (XLII-O/12),
Defensa pública oficial como garantía de acceso a la justicia de las personas en condiciones de vulnerabilidad,
4 de junio de 2012, párr. 4.].
39
Corte IDH, Caso Ruano Torres y otros Vs. El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 05
de octubre de 2015. Serie C No. 303, párr. 164 y 166.
170. Lo anterior, nos conduce a cuestionarnos cuáles serán esas
circunstancias a evaluar o parámetros a seguir por parte de los
Tribunales Colegiados en un juicio de amparo directo y que a su vez les
permitan establecer si se vulneró o no en perjuicio del quejoso su
derecho a contar con una defensa material o técnicamente efectiva en
el proceso penal del que deriva el acto reclamado. Esta Primera Sala
se considera que los pasos a seguir son los siguientes:
171. En primer lugar, el Tribunal Colegiado deberá verificar que las
deficiencias o fallas en la defensa de oficio no sean imputables al
quejoso, esto es, que no sean el resultado de su intención de evadir el
proceso y la administración de justicia, sino que se debieron a causas
ajenas a su voluntad. Un criterio orientador que permite dilucidar de que
no se está en ese supuesto, es cuando el inculpado manifestó
constantemente ante el juez del proceso penal su inconformidad con el
defensor oficial que le fue designado, debido a la falta de actividad de
éste, llegando a solicitar, incluso, su cambio.
172. En segundo lugar, el órgano colegiado deberá evaluar que las fallas
o deficiencias en la defensa oficial no sean, desde ningún punto de
vista, consecuencia de la estrategia planteada por el defensor de oficio
con la finalidad de favorecer los intereses de su representado, pues al
ser licenciado en derecho se le reconoce un amplio margen de libertad
para ejercer sus funciones. Sin embargo, a pesar de ese libre ejercicio y
desarrollo de su función, lo que se intenta evitar con la verificación de
este factor, es que la figura del defensor oficial se vuelva una mera
cuestión formal o decorativa sin carácter efectivo o material alguno a
favor de los intereses del inculpado.40
173. Un criterio orientador que permite verificar lo anterior, es por ejemplo
que la ausencia parte del letrado oficial hayan afectado de manera
manifiesta y notoria otros derechos del imputado, en particular, los que
forman parte sustancial del debido proceso penal. Para ello, el tribunal
colegiado deberá cerciorarse, por ejemplo, si en la causa penal
aconteció lo siguiente:
 El defensor no desplegó una mínima actividad probatoria,
a pesar de la manifiesta existencia de pruebas de cargo
legalmente obtenidas contra su defendido.
 Que en las diligencias correspondientes el abogado de
oficio permaneció en silencio durante todo el proceso, o
bien, que el propio inculpado no emita versión alguna de
los hechos que le son imputados, sin que ese silencio
implicara de forma evidente una estrategia de defensa,
sino una omisión real por parte del letrado. Lo anterior
acontece, por ejemplo, cuando el letrado omite interrogar
o contrainterrogar a los testigos de cargo durante todo el
juicio, a pesar de ser evidente las imputaciones
realizadas contra su defendido.
 Falta de interposición de recursos legalmente
procedentes en detrimento de los derechos del inculpado.
 Abandono total de la defensa o ausencia constante en las
diligencias que tengan impacto en el proceso penal.41
40
De manera similar se ha pronunciado la Corte Constitucional de Colombia, entre otras, en las sentencias C127/11 de 02 de marzo de 2011, T- 395/10 de 24 de mayo de 2010, C-069/09 de 10 de febrero de 2009 y C212/07 de 21 de marzo de 2007.
174. Esta Primera Sala, como ya se indicó, no soslaya que cada abogado
es autónomo en el diseño de la defensa a seguir a favor del inculpado,
conforme al caso sometido a su conocimiento, pues el mismo puede
presentar diversas estrategias metodológicas. Por lo que, el silencio o
la inactividad del inculpado o su defensor puede ser interpretado como
una estrategia legítima de defensa a favor de los intereses del primero,
derivada
de
una
táctica
defensiva
ponderada
y
examinada
cuidadosamente por el propio defensor de oficio, máxime si conforme al
principio de presunción de inocencia, es al Estado a quien, a través del
Ministerio
Público,
le
corresponde
demostrar
el
delito
y
la
responsabilidad plena del inculpado.42
41
La Corte Interamericana de Derechos Humanos en el citado caso Ruano Torres y otros Vs. El Salvador,
para evaluar los puntos anteriores, citó diversos casos resueltos por Colombia, Argentina y Costa Rica, en
donde los tribunales nacionales han identificado una serie de supuestos no exhaustivos que son indicativos de
una vulneración del derecho a la defensa y, en razón de su entidad, han dado lugar como consecuencia la
anulación de los respectivos procesos o la revocación de sentencias proferidas:
a) No desplegar una mínima actividad probatoria.
b) Inactividad argumentativa a favor de los intereses del imputado.
c) Carencia de conocimiento técnico jurídico del proceso penal.
d) Falta de interposición de recursos en detrimento de los derechos del imputado.
e) Indebida fundamentación de los recursos interpuestos.
f) Abandono de la defensa.
42
Al respecto es ilustrativa la Jurisprudencia 1a./J. 26/2014 (10a.), sustentada por esta Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,
Décima Época, Libro 5, Abril de 2014, Tomo I, pág. 476, que dice:
PRESUNCIÓN DE INOCENCIA COMO ESTÁNDAR DE PRUEBA. La presunción de inocencia
es un derecho que puede calificarse de "poliédrico", en el sentido de que tiene múltiples
manifestaciones o vertientes relacionadas con garantías encaminadas a regular distintos
aspectos del proceso penal. Una de esas vertientes se manifiesta como "estándar de prueba" o
"regla de juicio", en la medida en que este derecho establece una norma que ordena a los jueces
la absolución de los inculpados cuando durante el proceso no se hayan aportado pruebas de
cargo suficientes para acreditar la existencia del delito y la responsabilidad de la persona;
mandato que es aplicable al momento de la valoración de la prueba. Dicho de forma más precisa,
la presunción de inocencia como estándar de prueba o regla de juicio comporta dos normas: la
que establece las condiciones que tiene que satisfacer la prueba de cargo para considerar que es
suficiente para condenar; y una regla de carga de la prueba, entendida como la norma que
establece a cuál de las partes perjudica el hecho de que no se satisfaga el estándar de prueba,
conforme a la cual se ordena absolver al imputado cuando no se satisfaga dicho estándar para
condenar.
175. El derecho a guardar silencio lejos de ser una restricción del derecho
a la defensa o del debido proceso, constituye una garantía del
inculpado prevista en el artículo 20, apartado A, fracción II de la
Constitución Federal y el numeral 8.2, inciso g), de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, la cual debe interpretase, para el
punto que nos ocupa, en el sentido de que aquél no podrá ser obligado
a declarar ya sea para autoincriminarse, para exponer su versión
defensiva de los hechos que le son imputados o para que su defensa
exponga los argumentos o las pruebas sobre las cuales sustentará o se
centrará su defensa.
176. Por tanto, si bien el silencio o la nula actividad probatoria por parte de
la defensa puede ser interpretada como una estrategia legítima de éste
a favor de los intereses de su coinculpado. Sin embargo, es importante
que el tribunal examine cuidadosamente que lo anterior no obedeció al
descuido, apatía o desinterés evidente por parte del letrado de oficio en
realizar una defensa material o técnicamente efectiva a favor de los
intereses de su defendido.
177. Lo anterior no debe entenderse en el sentido de que el Tribunal
Colegiado debe examinar, por ejemplo, si las promociones o los
recursos presentados por el defensor de oficio estuvieron lo
suficientemente fundados o motivados, pues no debe olvidarse que a
diferencia de otros países, en el proceso penal mexicano [en primera y
segunda instancia], así como en el juicio de amparo, existe la figura de
la suplencia de la queja deficiente a favor del inculpado, que de suyo
implica que si existen fallas de esa naturaleza, el juzgador se encuentra
obligado a subsanarlas de serle benéficas al reo.
178. Del mismo modo, tampoco debe interpretarse en el sentido de que el
Tribunal Colegiado debe estudiar, en aras de verificar si se vulneró el
derecho a contar con una defensa material o técnicamente efectiva [no
aspectos de fondo del acto reclamado], si las pruebas ofertadas fueron
suficientes o conducentes para demostrar la versión de la defensa, o
bien, si el interrogatorio o contrainterrogatorio de la defensa en las
diligencias respectivas fue lo suficientemente eficaz, pues implicaría
valorar aspectos ajenos al arbitrio del juez y que trastocarían el principio
de imparcialidad judicial.
179. Se trata de evaluar cuestiones de hecho más que de fondo, por
ejemplo, ausencia absoluta de pruebas sin justificación alguna, lo cual
es diferente a estudiar su contenido o conducencia en aras de
beneficiar la versión del inculpado; o bien, ausencia absoluta de la
interposición de recursos,
lo que es
diverso a examinar la
fundamentación y motivación de éste, pues entonces el juez lejos de
ser el rector del proceso, se convertiría en el defensor del inculpado, lo
cual es jurídicamente inadmisible.
180. En tercer lugar, el Tribunal Colegiado deberá evaluar si la falta de
defensa material o técnica impactó o no en el sentido del fallo, pues
podría acontecer, por ejemplo, que a pesar de que existieron fallas u
omisiones evidentes y graves en la defensa, el inculpado es absuelto
del delito que le fue imputado.
181. Lo antes expuesto, permite sostener que el criterio para definir si
existió o no violación al derecho a contar dentro del proceso penal con
una defensa material o técnicamente efectiva, debe analizarse y
evaluarse tomando en consideración caso por caso, pues el ámbito de
protección de ese derecho no consiste en examinar de forma aislada
una actuación o el contenido de un diligencia en particular en la que
intervino el defensor o dejó de hacerlo.
182. Se trata de estudiar detalladamente el caso entendido como un todo,
pues la vulneración al derecho que nos ocupa solo es determinable a
partir de la evaluación de un conjunto de circunstancias que rodean al
caso concreto, por ser ésta la forma de medir las verdaderas
consecuencias jurídicas de una afectación de esta magnitud, lo anterior
para que esto no entre en conflicto con otros derechos como el de
pronta y oportuna impartición de justicia, o bien, afecte de manera
indiscriminada los derechos de la parte contraria.
183. Por tanto, serán la suma de todas las circunstancias antes expuestas
las que deberá evaluar el Tribunal Colegiado cuando en un juicio de
amparo directo le sea alegado por parte del quejoso que se vulneró en
su perjuicio el derecho a contar con una defensa material o
técnicamente efectiva. Por lo que, de encontrarse que sí se vulneró el
citado derecho en perjuicio del peticionario de amparo y que además
ello tuvo un impacto en el fallo, el Tribunal Colegiado deberá ordenar
la
reposición
del
procedimiento
a
partir
de
la
diligencia
inmediatamente anterior de donde surgió la vulneración al citado
derecho.
184. Finalmente, es importante precisar que de considerarse que durante
el procedimiento penal el juzgador advierte algunas de las citadas
fallas o deficiencias, en estos supuestos el juez deberá informar al
inculpado de tal circunstancia, por lo menos hasta antes del cierre de
instrucción, con la finalidad de preguntarle si a pesar de las fallas u
omisiones detectadas, desea continuar con su mismo defensor de
oficio.
185. Si el inculpado decide cambiar el abogado de oficio, el juzgador
deberá ordenar que se le designe un nuevo letrado, previo informe a la
autoridad respectiva [defensoría pública], informándole de las fallas del
letrado oficial y las razones de su cambio, para que ésta actúe según
corresponda. Al efectuarse el cambio, deberá otorgarse al inculpado y
su defensa el tiempo suficiente y necesario para subsanar las fallas o
deficiencias
que
se
hubieran
presentado,
atendiendo
a
las
circunstancias del caso concreto, previa vista al inculpado y a su nueva
defensa, con la finalidad de que éstos manifiesten lo que estimen
conducente y así evitar que el derecho a contar con una defensa
adecuada se vea nuevamente vulnerado.
186. Ahora bien, si el inculpado insiste en seguir con el mismo defensor
oficial, el juzgador deberá informarle detalladamente, en presencia de
su abogado, de las posibles consecuencias de su decisión, así como
que éstas, al tenor de lo expuesto en el primer punto, se considerará
como una deficiencia o falla en la defensa material o técnicamente
efectiva imputable a él, no así al órgano jurisdiccional, dado que él fue
debidamente informado de la situación y aun así aceptó sus
consecuencias. De todo lo anterior, deberá dejarse constancia en el
expediente, con las firmas de las partes que intervinieron en la
diligencia.
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