Tomo 6- Folio 297- Resolución 276

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Resolución N° 276 – F° 297 – T° 6
En la ciudad de Santa Fe, a los 15 días del mes de Diciembre del año dos mil ocho,
se reunió en Acuerdo Ordinario la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo
Civil y Comercial de Santa Fe, integrada por los Dres. Raúl J. Cordini, Edgardo I.
Saux y Juan Carlos M. Genesio para resolver el recurso de apelación interpuesto por
la parte actora (fs. 232) y concedido por el A quo (fs. 232 vta.) contra la resolución
de fecha 28 de diciembre de 2.007 (fs. 220/231 vta.) dictada por el Juzgado de
Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial de la Primera Nominación en
los autos caratulados “GELLER, ROBERTO GABRIEL C/ PROVINCIA DE
SANTA FE S/ ORDINARIO” (Expte. Sala I N° 119 – Año 2008). Acto seguido
el Tribunal estableció el orden de votación conforme con el estudio de los autos
-Dres. Cordini, Saux, Genesio- y se planteó para resolver las siguientes cuestiones:
1era.: ¿Es justa la resolución recurrida?
2da. : ¿Qué pronunciamiento corresponde dictarse?
Determinado el orden de votación en cuya virtud éstos pasan a estudio, a la
primera cuestión, el Dr. Cordini dijo:
Previa deducción de medidas de aseguramiento de pruebas, Roberto Gabriel
Geller, promueve demanda ordinaria contra la Provincia de Santa Fe en procura del
cobro de la suma de $137.470 o la que determine el juzgado, intereses y costas.
Afirmando la pertenencia en propiedad de hologramas para ser exhibidos en
muestras en diversos lugares de la Provincia, el actor dice que en junio de 1996
acordó el “alquiler”de esas obras para que sean expuestas en el marco del programa
“Circuitos Culturales de la Provincia de Santa Fe”, lo que se formalizó mediante la
forma de un contrato de locación de servicio.
Al vencer dicho acuerdo el 31 de diciembre de 1996, el Subsecretario de
Cultura firmó un nuevo convenio por la misma suma acordada en el anterior como
contraprestación,($1.700 mensuales), permaneciendo los hologramas en poder de
esa repartición quien las utilizó en varias oportunidades exhibiéndolas, pero agrega
que la Provincia no atendió el pago de lo acordado, recibiendo el día 30 de julio de
1997 una notificación mediante la cual se le hacía saber que debía cesar de
inmediato en cualquier tarea que prestara en el ámbito de la mencionada
Subsecretaría de Cultura.
Ante esa comunicación, respondió aclarando el vínculo que lo relacionaba
con el Estado, dando por rescindido el contrato y reclamando la restitución de los
bienes así como el pago de lo adeudado en dicho lapso de uso por parte de la
administración.
Expone que interpuso reclamo administrativo habiendo constatado mediante
escribano público que algunas de las obras estaban destruidas, ampliando entonces
su reclamo requiriendo el pago de la reparación de los daños causados.
Atribuyendo responsabilidad a la demandada, reclama el pago del “valor
locativo” consistente en las prestaciones impagas ($1.700 por mes) durante el año
1997, el pago del valor de las obras dañadas que tasa en $4.590, además la suma de
$700 en concepto de la merma que afirma ha producido la pérdida de obras en el
valor de la muestra y como lucro cesante consecuencia de la reducción o
eliminación de las posibilidades de explotación comercial que estima en $15.000
mensuales por el período de vida útil que tasa en $90.000.
Asimismo acciona reclamando indemnización por el daño moral sufrido
según afirma como consecuencia de la destrucción de las obras mencionadas merma
del valor genérico que le ocasionó amargura, desazón, frustración de proyectos, el
que estima en $7.000.
Corrido traslado y producida la contestación de la demanda en cuya
oportunidad la Provincia niega las afirmaciones del escrito introductorio y la
procedencia de la reparación pretendida, tramitado el juicio cuyas alternativas son
suficientemente relatas en los resultandos del fallo impugnado, a los que me remito a
fin de evitar repeticiones innecesarias, el 28 de diciembre de 2007 el juez de primera
instancia dicta sentencia haciendo lugar parcialmente a la demanda.
Considerando que no fue motivo de cuestionamiento la competencia del
juzgado no obstante el carácter administrativo de la contratación en que se funda el
reclamo, habiéndose pactado esa competencia expresamente, juzga acreditada la
existencia de una locación de servicios acordada entre el Subsecretario de Cultura de
la Provincia y el actor en cuya aplicación este último asumía el compromiso del
desarrollo de tareas de coordinación de la muestra holográfica dentro del programa
“Circuitos Culturales de la Provincia de Santa Fe”, el que sujetaba su validez a la
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aprobación posterior del Ministerio de Educación, lo que se produjo el 11 de octubre
de 1996, rigiendo desde el 15 de junio hasta el 31de diciembre de ese año,
consignando la clausula cuarta, en referencia a los objetos que constituían la
muestra, que los gastos de transporte y seguro estaban a cargo de la Subsecretaría
de Cultura, y que la mencionada muestra se encuentra en perfecto estado de uso y
conservación, obligándose la administración a reintegrarlas en las misma
condiciones; concluye el A quo que dichos hologramas eran puestos bajo la
responsabilidad de la mencionada Subsecretaría hasta su devolución.
Continúa el fallo analizando que el segundo contrato, fechado el 30 de
diciembre de 1996, por el cual el actor se comprometía a cumplir similares tareas
desde el 1 de enero de 1997 hasta el 31 de diciembre de ese año, percibiendo una
remuneración de $1.700 por mes, repitiendo la clausula de competencia y
condicionamiento de aprobación por parte del Ministerio de Educación para su
validez, nada dice respecto al material de la muestra, concluyendo que la
Subsecretaría estaba aun de los hologramas al momento de suscribirse el segundo
contrato.
La ausencia del dictado de la aprobación del acuerdo por parte del Ministerio,
lleva al juez a estimar que las reclamaciones emergentes del mismo no pueden ser
atendidas, pero considera no obstante que al haberse dado un principio de
cumplimiento usufructuando la muestra en Gobierno en cuatro oportunidades, debe
resarcir ese uso.
Analiza el fallo que los objetos fueron recibidos por la demandada en buen
estado, lo que se desprende de la recepción a pesar de la poca formalidad de
realización y fueron devueltas con los daños que refiere el acta confeccionada por el
Escribano Taboada, detallada además por el Oficial de Justicia que realizó la
constatación ordenada como prueba (fs, 148/149), informando que 21 se encuentran
dañadas; pero agrega que siguiendo el orden y nombre de la obra de acuerdo al
inventario del año 1996, se encuentran perjudicadas 16 al momento de su
devolución, dejando de lado hologramas que no figuran en el mencionado inventario
de recepción.
No habiéndose producido la prueba pericial ofrecida por el actor, como
tampoco acreditada la irreparabilidad de los daños, el A quo toma la valuación de la
compañía aseguradora concediendo
respecto
de
las
obras dañadas
una
indemnización de $4.190.
En relación con el pago de lo acordado o compensación por privación de
ingresos, el fallo admite este último rubro ante la inexistencia de contrato válido,
estimando que probada la presentación de muestras en cuatro oportunidades siendo
la contraprestación promedio de $500, otorga una compensación de $ 2.000.
Como consecuencia de los deterioros de algunos de los hologramas que
componían la muestra y en carácter de compensación por la pérdida del valor del
conjunto, se hace lugar a una indemnización de $7000.
Rechaza la demanda de reparación por lucro cesante por obras dañadas
considerando que se encuentra comprendida esa pretensión en el rubro mencionado
anteriormente y condena al pago de $600 como compensación por la devolución
tardía desde el 22 de agosto de 1997 al 5 de enero de 1998, con sustento en la
posibilidad frustrada de realizar dos muestras mensuales.
Rechaza la sentencia la pretendida indemnización por el daño moral,
estimando que el mal uso o daño se encuentra comprendido dentro de las
posibilidades y riesgos de la exhibición resultando manifiesta la fragilidad de los
hologramas, lo que justificaba la contratación de un seguro, tratándose de un riesgo
asumido la posibilidad de que algún daño pudiera producirse.
Esta decisión es recurrida por la parte actora, quien expresa agravios a
fs.245/251.
En dicho acto, en primer lugar se hace referencia a la prueba confesional que
habiendo sido propuesta por la recurrente el A quo en la sentencia no la considera,
entendiendo que correspondía dirigir el oficio al Poder Ejecutivo Provincial y no a
la Subsecretaría de Cultura. Al respecto se dice que esa invalidez declarada de la
confesión ficta motivada por la incontestación del pliego remitido por el tribunal, le
produce agravio.
La sentencia en un resumido párrafo (fs.227 vto., punto IV), advierte que el
oficio fue remitido al Subsecretario de Cultura de la Provincia y no al Gobernador,
teniendo por no realizada esa prueba.
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En relación con esa decisión que agravia al actor, debe tenerse en cuenta que
si bien resulta cierto que el Juzgado ofició al Subsecretario de Cultura y no al
Ejecutivo Provincial, es también el principal responsable de la frustración de la
prueba decidida en la sentencia.
Resulta evidente que el Juez de grado cuando en el decreto de fecha 23 de
junio de 2005 (fs.153 vto.) dispone intimar a la Subsecretaría mencionada para que
en el plazo de 15 días evacue las posiciones requeridas en un oficio anterior no
respondido, bajo el apercibimiento de tenerlo por confeso, entendió que el
funcionario facultado por ley para representar a la Provincia en el caso concreto era
aquel que estaba a cargo de la repartición que había intervenido en la contratación,
situación que habiendo sido del conocimiento de la demandada no fue motivo de
impugnación alguna.
Si tanto la parte como el juez concluyeron que por su relación directa con el
devenir de los acontecimientos vinculados a la contratación precedente incumplida y
a la frustrada que origina el pleito, la autoridad que estaba en mejores condiciones
de responder las posiciones era el ministerio del área por medio del funcionario
relacionado directamente con las contrataciones, oficiando a la Subsecretaría de
Cultura y ninguna observación u oposición manifestó la demandada, que consintió
lo actuado, esa prueba resulta válida, siendo procedente la aplicación de los
apercibimientos decretados al oficiar.
Ahora bien, de la lectura del contenido del pliego de fs. 154 (posiciones 1 a 4)
se desprende que aunque resulte confesa la Provincia, lo admitido como cierto
refiere a cuestiones que en el juicio han sido admitidas o acreditadas, y respecto de
las posiciones 5 y 6 no es suficiente tener por aceptado o reconocido fictamente lo
que se presenta como confesión de parte, sino que su eficacia como prueba debe
apreciarse en función de todos los elementos de juicio que obran en el proceso y de
las circunstancias de la causa (Zeus 48-J-201; Alvarado Velloso “Estudio
Jurisprudencial...” T. IV, pág. 286).
En relación con el reclamo por daño moral, rechazado por el A quo
argumentando en primer lugar que no existe demostración alguna respecto de los
sentimientos expresados en la demanda para justificar su procedencia y además que
el mal uso o daño por falta de cuidado estaba previsto como riesgo de la exhibición
de las obras, cuya fragilidad era conocida y aceptada por el propio actor, los
agravios rechazan la asunción de riesgos como motivo invalidante de la procedencia
de la indemnización, afirmando que no es necesario acreditar la presencia de daño
moral cuando puede inferirse sin mayor esfuerzo, ante la destrucción de alguno de
los componentes de la muestra, la existencia de pesar, aflicción y frustración de
proyectos, superando la falta de pago durante un año de los ingresos esperados y la
pérdida mencionada el estándar normal de incumplimiento contractual.
Al respecto debe evaluarse, y ello es puesto en evidencia por el A quo, que el
presente caso presenta una particularidad muy especial, por cuanto si bien la
demanda persigue el reconocimiento y cobro de daños derivados de un
incumplimiento de contrato, y es en relación con dicha inobservancia de
obligaciones de naturaleza contractual que se afirma la existencia de padecimientos
de índole moral, en realidad ateniéndonos al contenido de lo que puede definirse
como precontrato, cuya copia obra a fs. 43 del expediente administrativo requerido
en las medidas de aseguramiento de pruebas, el mencionado acuerdo, de fecha 30 de
diciembre de 1996 firmado por el actor y el entonces Subsecretario de Cultura,
nunca fue aprobado por el Ministerio de Educación de la Provincia, dependiendo su
validez de dicha actividad administrativa según lo determina la clausula 8°, no
existiendo precedente alguno que acredite que el actor requirió fehacientemente esa
aprobación.
Contrariamente a lo que debiera haber constituido la actividad de quien tenía
pleno conocimiento de la precariedad o inexistencia de un contrato válido ya que el
acuerdo para alcanzar plena vigencia estaba sometido a una condición previa, de
autos surge, y es admitido expresamente en la demanda, que la reacción del actor se
produce recién después de recibida por parte del Subsecretario de Cultura en
actividad en el año 1997, la nota comunicando que Geller había cesado en las tareas
(no se conoce con certeza cuáles) que venía desarrollando en dicha repartición y la
reacción, tardía por cierto, consistente en dar por rescindido el “contrato” no
convalidado por la autoridad competente y reclamar el pago por la utilización de las
obras durante el año 1997 y hasta su devolución.
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Volviendo al tratamiento vinculado con el daño moral reclamado, tiene como
fundamento, además del incumplimiento contractual respecto de un acuerdo
inexistente o falto de la convalidación necesario para su vigencia dentro del mundo
jurídico, el sufrimiento que el actor enuncia derivado de la destrucción de algunas
piezas y pérdida del valor de la muestra.
Estas especiales características del convenio en el que se funda el
requerimiento, y la circunstancia anotada por el juez de grado en el sentido que la
posibilidad de deterioro estaba presente dada las característica de los elementos que
componían la muestra; de allí la necesidad de contratar un seguro para cubrir
posibles daños; unido a la mencionada ausencia de reclamo previo al Ministerio a
fin de que emita el acto administrativo que otorgue validez al contrato, o bien la
entrega de los bienes al actor para su guarda hasta tanto esto se produzca, imponen
un mínimo de actividad probatoria orientada a acreditar la presencia del daño
acusado.
Para ponderarla entidad del daño moral, el juez deberá “atender a la índole
del hecho generador de la responsabilidad y circunstancias del caso (art.522
Cód.Civ.)”.(Ramón D. Pizarro, “El daño moral en el incumplimiento contractual”,
Rev. de Derecho Privado y Comunitario 9, N°17, Responsabilidad Contractual I,
pág.139), y son precisamente las circunstancias del caso y la índole del hecho
generador que en el presente caso hacen necesaria la prueba de las afecciones
aludidas por el actor.
No se conoce con certeza qué función o actividad cumplía Geller en la
Subsecretaría de Cultura, ni se explica como aceptó sin reclamar debidamente ante
el Ministerio de Educación que las obras que afirma son caras a sus sentimientos,
permanezcan en algún lugar depositadas para ser exhibidas, aparentemente sin el
control del dueño.
Surge entonces el interrogante respecto a si el acontecimiento generador del
daño tiene la virtualidad de provocarlo de acuerdo con un acontecer natural, lo que
en caso de tener respuesta afirmativa libera al reclamante de la necesidad de
probarlo, y en este caso preciso, la afección aparenta derivar una cuestión de índole
más económica que espiritual.
Podría incluso encuadrarse la situación en estudio dentro del denominado
daño moral por responsabilidad precontractual, atendiendo a la inexistencia de
perfeccionamiento del acuerdo, situación ésta que no integró el contradictorio, pero
que sella en atención a las particularidades especiales ya mencionadas, la necesidad
de aportar las pruebas que acrediten la invocada alteración de espíritu, frustración y
amargura y frustración de proyectos. “No se puede considerar a priori que el
perjuicio moral constituye una categoría de daño in re ipsa, pues la necesidad de
prueba no deriva de la órbita en que se haya producido (contractual o aquiliana) sino
de su calificación como hecho normal en cada caso que se somete a juzgamiento”.
(Cám. Nac. C. y Com. , Mar del Plata, S.II, de 206-80)” (en cita de Matilde Zavala
de González, “Resarcimiento de Daños”, T.5 pág.160).
En consecuencia de lo expuesto, el agravio vinculado al rechazo de la
indemnización por daño moral no merece acogida favorable.
Pasando a considerar el agravio relacionado con la pretensión de
compensación por la privación de ingresos por el año 1997, que el A quo concede
tomando el promedio de lo percibido por cada exposición (cuatro en dicho año),
acordando la suma $2.000, manifiesta el recurrente que la sentencia omite
considerar que la Provincia detentó la muestra durante todo el año privándole de
percibir ingresos al no disponer de la obra durante ese período, debe tenerse en
cuenta que el juez consideró que no existió contrato válido, lo cual provoca que el
actor carezca de derecho para requerir el pago de las mensualidades pactadas.
Al respecto, resulta cierto que el cobro de haberes o retribución por el uso
carece de apoyo contractual, como también que el actor no instó la convalidación de
lo acordado en tiempo y forma, y por último que no acredita la mencionada
frustración de presentaciones, (ninguna prueba se produjo en tal sentido), lo que
indica, teniendo en cuenta la documentación relacionada con actividades anteriores
incluidas las realizadas por los terceros a quienes pertenecieron los hologramas, que
todo el ingreso derivado de contrataciones de ese tipo provinieron siempre de una
relación con el Estado Provincial o Comunas pero siempre respecto de entes
públicos, lo que acota la expansión de las exhibiciones.
En relación con la demora en restituir la muestra , a cuyo respecto el fallo
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considera suficientemente recompensada con el pago de $6.000, los agravios
volcados en procura de que se pague un monto igual a los haberes pactados en el
contrato inválido, por esa misma razón no merecen recepción favorable.
Por el mismo argumento, la pretensión de percepción de haberes o
compensación por privación de ingresos durante el año 1997 que persigue el pago de
una prestación nunca convalidada y cuya validez expresamente se supeditó a la
aprobación ministerial, nunca otorgada, resulta improcedente,.
En relación con el rubro que el recurrente define como lucro cesante o
pérdida de chance de explotación comercial, cuyo fundamento estaría en la presunta
desvalorización de la muestra en su conjunto por el deterioro de varios de los
hologramas, que el fallo rechaza por considerarlo contenido en la indemnización por
el valor de las obras destruidas ($7.000), el agravio consiste en manifestar que el
magistrado confunde lucro cesante con ganancias esperadas, que en el peor de los
casos debió considerar que existía si no lucro cesante, pérdida de chance, insistiendo
en que se trata de obras de procedencia extranjera, de compleja tecnología y únicas
en la región, siendo razonable que aquellas no dañadas continuaran en buen estado
por otros siete años.
Reiterando lo señalado anteriormente, en el sentido que la prueba arrimada
consistente en diversos contratos de depósito de cosa mueble celebrados con
anterioridad por el entonces propietario, fueron todos pactados con autoridades
públicas, no apareciendo el interés privado en su contratación, salvo auspicios, lo
que en cierta forma acota la posibilidad de exhibiciones con la permanencia y
asiduidad que menciona el actor, teniendo además en cuenta que no se arrimó
prueba alguna que demuestre el fracaso o frustración de contratos similares durante
el lapso que la demandada retuvo las obras, ni se produjo aquella que pericialmente
determine, ante la negativa de la contestación de la demanda, que las deterioradas no
son pasibles de ser restauradas y la incidencia de aquéllas en el valor e interés total
de la muestra, de hecho había algunas obras que no figuran en el inventario, como lo
pone en evidencia el A quo a fs. 229/230, lleva a rechazar el agravio en estudio.
Finalmente y en relación con los intereses que la sentencia condena a pagar
(12%) y que el actor considera no contemplan la realidad económica, esta Sala en
reiteradas oportunidades y cuando se trata de accesorios debidos a particulares, es
decir donde no intervienen entidades financieras, se ha expedido considerando
compensatorio el promedio entre tasas activas y pasivas (de descuento de
documentos a treinta días y colocaciones a plazo fijo por el mismo tiempo), que
establece el Banco de la Nación Argentina, por lo cual corresponde hacer lugar al
recurso respecto de intereses sobre las sumas acordadas en concepto de
indemnización.
Por ello, así voto.
El Dr. Saux expresó, a su vez, iguales razones en parecidos términos y votó,
por lo tanto, en igual sentido.
A la primera cuestión, el Dr. Genesio dijo:
Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente
concordantes de dos jueces, de conformidad al art. 26 de la Ley 10.160 y a la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, me abstengo de
emitir opinión.
Respecto a la segunda cuestión, los Dres. Cordini y Saux manifestaron,
sucesivamente, que de acuerdo a lo que antecede corresponde hacer lugar
parcialmente al recurso de apelación y en consecuencia revocar el fallo apelado en la
parte que determina un interés del 12%, correspondiendo el devengamiento de esos
accesorios a la tasa mixta según se indica al tratar la segunda cuestión. Costas,
atento que el recurso prosperó sólo respecto a los intereses y su diferencia con las
pretensiones económicas del apelante, a cargo de la parte actora. (art. 251 CPCyC).
A la segunda cuestión, el Dr. Genesio dijo:
Por similares razones a las expresadas al tratar la cuestión primera, me
abstengo de emitir opinión.
Por los fundamentos del acuerdo precedente, la SALA PRIMERA DE LA
CÁMARA DE APELACIÓN EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE SANTA FE,
RESOLVIÓ: Hacer lugar parcialmente al recurso de apelación y en consecuencia
revocar el fallo apelado en la parte que determina un interés del 12%,
correspondiendo el devengamiento de esos accesorios a la tasa mixta según se indica
al tratar la segunda cuestión. Costas, atento que el recurso prosperó sólo respecto a
Resolución N° 276 – F° 297 – T° 6
los intereses y su diferencia con las pretensiones económicas del apelante, a cargo de
la parte actora. (art. 251 CPCyC). Los honorarios de alzada se liquidarán en la
proporción establecida en el artículo 19 de la ley 6767, oportunidad en que se
correrá vista a la Caja Forense.
Insértese, hágase saber, bajen.
Concluido el acuerdo, firmaron los señores Jueces de Cámara por ante mí,
que certifico.
CORDINI
SAUX
GENESIO
MARÍA CAROLINA MOYA
(Secretaria a/c.)
Recurrentes: Dres. Víctor R. Moliterni y Carlos Depetris por la parte actora.
Contestó traslado: Dr. Jose L. Del Sastre por la parte demandada.
Origen: Juzgado de Prim. Inst. de Dist. en lo Civ. y Com. de la 1era. Nominación.
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