De más: que tus ahorros ayuden a una empresa uruguaya a crear

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De más:
que tus ahorros ayuden a una
empresa uruguaya a
crear empleos y exportar
Andrés Rius - Sebastián Fleitas - Carolina Román
Instituto de Economía
Facultad de Ciencias Económicas y de Administración
Versión: 29 de setiembre, 2010
1
Introducción
El Uruguay atraviesa por un período casi sin precedentes de altas tasas de crecimiento.
Inicialmente, este crecimiento se apoyó en la recuperación de niveles de producto
perdidos luego de la crísis de 2002, y en la utilización de capacidades productivas que la
crisis había dejado ociosas. Sin embargo, los márgenes de la economía de crecer sobre
esas bases parecen irse agotando, y el mantenimiento de la trayectoria de crecimiento
requiere expandir y crear nuevas capacidades productivas. Aunque la situación varía por
sectores de actividad, la no expansión de esas capacidades en algunos sectores clave
puede transformarse en cuellos de botella para el crecimiento sostenido.1
La administración que asumió el 1º de marzo de 2010 parece haber reconocido estas
realidades. Como paso intermedio para asegurar la sostenibilidad de la trayectoria de
crecimiento, voceros del más alto nivel expresaron tempranamente su intención de
elevar la tasa de inversión sobre el producto a un entorno del 25% en el transcurso del
período de gobierno. La idea de que el crecimiento sostenido demanda superar
apreciablemente las tasas de inversión prevalecientes en el país en las últimas décadas
resulta muy plausible. Examinando desempeños de vecinos latinoamericanos en
tiempos de bonanza, muchos analistas probablemente coincidan que una meta
ambiciosa pero factible se ubica en algún punto más allá del 20% y más acá del 30%.
Lo que no está tan claro son los requisitos que dicha meta impone. La administración
anterior y la actual han dado pasos deliberados y consistentes para facilitar la inversión
en general, y para atraer al inversor extranjero a instalarse en el país. Sin embargo,
alcanzar una meta de inversión como la planteada representa una ruptura significativa
con la historia reciente. Siendo así, es esperable que requiera algo más que reglas de
juego claras y estables, o incentivos fiscales y la creación de zonas de exportación. En
este ensayo nos centramos en uno de esos requerimientos relativamente poco analizado:
los que tienen que ver con los niveles agregados de ahorro interno, y lo que podrían
hacer las políticas públicas para aproximarse a satisfacerlos.2
En el artículo se examinan las implicaciones de las metas de inversión en términos de
ahorro doméstico, se revisa la literatura empírica sobre los determinantes del ahorro y se
evalúa su poder explicativo, y se proponen hipótesis alternativas de comportamiento
que podrían mejorar las explicaciones disponibles y abrir otros espacios de actuación
para las políticas públicas. El artículo concluye precisamente identificando opciones de
política.
1
Sobre este diagnóstico véase, por ejemplo, los trabajos contenidos en Yuravlivker (2010)
Otro correlato (o eventual cuello de botella) son los requerimientos en materia de calificación de la
fuerza de trabajo. Comienza a ser evidente que no todos los proyectos potencialmente rentables son
consistentes con el perfil de calificaciones de la mano de obra empleable (Gabinete Productivo, 2009 y
2010).
2
2
De menos: Que no se sostenga el crecimiento por
debilidad del ahorro interno
La administración que asumió funciones en marzo 2010 expresó en diversas instancias
la meta de alcanzar una tasa de inversión del orden de un 25% del Producto Bruto
Interno (PBI), para acelerar el crecimiento de la economía de Uruguay. Esto ya había
sido planteado durante la campaña electoral y el Presidente Mujica lo había definido
públicamente en febrero del 2010 “como un sueño”.3 Al día siguiente de esta
afirmación, el entonces designado Ministro de Economía y Finanzas, Fernando
Lorenzo, planteaba que la meta era viable pero sólo si se consideraban los diversos
obstáculos que el desarrollo de la inversión ha enfrentado en Uruguay. En relación a las
políticas del gobierno para aumentar la inversión, el Ministro planteó que, por un lado,
se intentará mejorar el clima de inversión y que, por el otro lado, se hará una nueva
reglamentación de la Ley de Promoción Industrial.4 En abril, Lorenzo volvió a
confirmar la meta de una tasa de inversión de 25% del PBI y afirmó que el Ministerio
trabajará para que ocurra.5 Sin embargo, en ninguna de estas entrevistas se mencionan
objetivos de ahorro que acompañen estas metas de inversión. En la Exposición de
motivos del Presupuesto Nacional 2010-2014 se plantea un ahorro externo negativo
durante el año 2010 (0,3%), cero para el año 2011, y positivo pero en cifras menores al
1% para los años siguientes (-0,2%, -0,4%, -0,6% y -0,9% para 2012, 2013, 2014 y
2015 respectivamente.
Paralelamente, una publicación reciente del Banco Mundial plantea que Uruguay
debería aumentar su tasa de inversión al 23 ó 25% del PBI para sostener el crecimiento
de la economía en el largo plazo.6 Por su parte, durante el año 2009 el Fondo Monetario
Internacional (FMI) realizó la revisión periódica de las economías de los países
miembros. El staff del FMI elaboró un informe donde se presentan las estimaciones
para la inversión bruta doméstica, el ahorro bruto nacional y el ahorro externo.7 De
acuerdo a estos datos y proyecciones la inversión bruta doméstica de Uruguay, tras
haber superado durante algunos años el 20%, convergería entorno a ese valor hacia el
2014. A su vez, los datos del FMI permiten distinguir la evolución del ahorro bruto
nacional y del ahorro externo, que financian la formación bruta de capital. Como se
observa en el Gráfico 1, la evolución esperada por el staff del FMI presupone una lenta
caída del ahorro externo que hacia 2014 convergería hacia cero. Así, hacia 2014 la
inversión bruta convergería del 20% del PBI estaría completamente financiada por
ahorro bruto nacional.
3
Ver notas en www.180.com.uy del 24/11/2009 y El Espectador del 11/2/2010 www.espectador.com.
Ver nota en El Espectador, 11/02/2010, www.espectador.com
5
Ver nota en La Diaria, 15/4/10, www.ladiaria.com.uy
6
Yuravlivker (2010): p. 14
7
Estas son estimaciones realizadas por el staff del FMI pero que no comprometen las visiones de la
institución, tal como aclara el documento.
4
3
Gráfico 1: Proyecciones del informe del Staff del FMI (2003-2014)
Fuente: Fondo Monetario Internacional (2009)
Definiciones contables
En el marco del Sistema de Cuentas Nacionales la formación bruta de capital (FBK) es
igual al ahorro bruto (Banco Central del Uruguay, 2009). Esta igualdad es una identidad
contable que no expresa mecanismos causales y el ahorro total que financia la inversión
está formado por componentes sobre los que las políticas públicas tienen distinto grado
de incidencia.
En este sentido es fundamental distinguir los dos componentes del ahorro bruto: el
ahorro bruto nacional (ABN) y el ahorro externo (AX). El ahorro bruto nacional se
define, como describe la Ecuación 1, igual a la diferencia entre el ingreso nacional
disponible bruto (YNDB) y el gasto en consumo final (GCF), y este último incluye
tanto el consumo final de los hogares (GCFH) como el consumo del gobierno (GCFG).
Por su parte, el YNDB, tal como se plantea en la ecuación 2, se define como el ingreso
bruto interno (que en magnitud es igual al PBI) más la remuneración neta de factores
productivos del exterior (RX) y las transferencias netas corrientes del exterior (TRNC).
ABN = YNDB – GCF
YNDB= YBI + RX + TRNC = PBI + RX + TRNC
(Ecuación 1)
(Ecuación 2)
A su vez, desde el punto de vista del enfoque del gasto se deduce que el ahorro externo
es el opuesto del saldo en cuenta corriente de la balanza de pagos (SCC). Recordando
que el PBI es la suma del gasto en consumo final (GCF), la formación bruta de capital
(FBK) y el saldo neto de exportaciones menos importaciones (E-M), se deduce que la
inversión de una economía se financia con el ahorro bruto nacional más el ahorro
externo (Ecuación 7).
ABN = YNDB – GCF = PBI + RX + TRNC – GCF
ABN = (GCF + FBK + E - M) + RX + TRNC – GCF
ABN = FBK + E – M + RX + TRNC
ABN = FBK + SCC
FBK = ABN – SCC = ABN + AX
(Ecuación 3)
(Ecuación 4)
(Ecuación 5)
(Ecuación 6)
(Ecuación 7)
4
A su vez, el ABN puede descomponerse por agentes: el ahorro bruto nacional privado
(ABNP) y el ahorro bruto nacional del gobierno (ABNG). De esta forma podemos
obtener el ABNP como el residuo entre el ABN y el ABNG y su magnitud será relativo
a la definición de gobierno que se adopte. En este sentido, si se utilizara por ejemplo
una definición del total del sector público (incluyendo el sector público financiero y el
no financiero), el ABNP reflejaría estrictamente las decisiones de ahorro de los agentes
privados. Por el contrario, si por motivos de disponibilidad de fuentes de información,
se considerara el ahorro del gobierno solo como el gobierno central, entonces la
seguridad social, las empresas públicas y el sector público financiero serían
implícitamente considerados como parte del sector privado.
La relación entre inversión y ahorro
Ex ante, los planes de ahorro y de inversión de los agentes de una economía no tienen
por qué coincidir. Si los agentes desean invertir por encima de los ahorros generados
por los residentes pueden recurrir al ahorro externo, mientras que los agentes que tienen
superávit podrían intentar canalizar sus ahorros hacia proyectos atractivos en cualquier
parte del mundo. En este sentido, Feldstein y Horioka (1980) encuentran el resultado
paradójico (denominado “puzzle F-H”) de una fuerte correlación positiva entre la
inversión bruta y el ahorro doméstico, que indicaría la escasez o ausencia de movilidad
de capitales.
En la literatura se ha discutido este efecto en numerosos trabajos que en general tienden
a encontrar evidencia de correlación entre ambas variables. Sin embargo, estos estudios
encuentran que el grado de movilidad de capitales es más alto en países en desarrollo
que en países desarrollados, entre otros factores, por la magnitud de la ayuda externa, el
tamaño del sector no transable, los niveles de apertura comercial y la estructura
financiera de cada país (Apergis y Tsoumas, 2009).
Cuadro 1: Correlaciones ahorro-inversión por grupos de países
(Clasificación del Banco Mundial) 1960-2008
Correlación
Ingreso Alto
0.93
Ingreso alto (OCDE)
0.92
Ingreso alto (no OCDE)
0.33
Ingreso Mediano
0.80
Ingreso Mediano Alto
0.43
Ingreso Mediano Bajo
0.94
Ingreso Bajo
0.88
Ingresos Mediano y Bajo
0.81
Fuente: Elaboración propia en base a World Development Indicators. El Banco Mundial reporta la
formación bruta de capital (como porcentaje del PBI)
y el ahorro doméstico (definido como el PBI menos el Consumo).
En el Cuadro 1 se presentan las correlaciones entre ahorro e inversión, estimadas con
datos a 2008, para los grupos de países por niveles de ingresos según la clasificación del
Banco Mundial. Tal como se encuentra en la literatura, se observa que las correlaciones
son altas en todos los casos con excepción de los países de ingreso alto que no
5
pertenecen a la OCDE, -que son los de menor ingreso dentro de este grupo de ingreso
alto-, y para los países de ingreso mediano alto. Estos resultados expresan la vigencia
del “puzzle F-H” y sugieren una imperfecta movilidad internacional de capitales. Como
notan Apergis y Tsoumas (2009), lo paradójico del puzzle se materializa en la fortaleza
de la correlación para países como los de la OECD entre los que se verifica
empíricamente un arbitraje casi perfecto de retornos de los activos financieros.
Por otro lado, los grupos de países de ingreso mediano alto y los de ingreso alto no
OCDE podrían caracterizarse como países de alta movilidad de capitales, porque
presentan una baja correlación entre ahorro e inversión. Uruguay pertenece a la
categoría de países de ingreso mediano alto en los cuales la correlación entre ahorro e
inversión es baja. Esta situación podría deberse a que son países con algunas
condiciones para un desarrollo económico acelerado (aceptable infraestructura, riqueza
de recursos naturales, mano de obra calificada, etc.), pero cuyas economías sufren una
alta volatilidad.8 Eso podría generar que existiera un volumen elevado de proyectos de
inversión con alto retorno potencial. En períodos de relativa calma, los capitales se
moverían hacia esas economías para aprovechar esos retornos. Sin embargo, cuando las
condiciones macroeconómicas cambian, el brusco cambio en la rentabilidad esperada de
los proyectos podría generar un corte abrupto del ingreso de capitales (o sudden stop).
Así, el resultado conjunto de estos movimientos podría ser el que genere una baja
correlación entre el ahorro y la inversión.
Feldstein-Horioka para Uruguay
Con referencia a Uruguay, se examinaron las series de ahorro e inversión en base a
fuentes nacionales para el período 1960-2007. En línea con lo encontrado para el grupo
de ingreso medio-alto del Banco Mundial, en Uruguay los coeficientes de correlación
no son elevados en el total del período ni en subperíodos.
Cuadro 2: Correlación entre Ahorro e Inversión para Uruguay
Coeficiente
19602007
0.21
19601974
0.21
19742007
0.18
19601969
0.04
19701979
0.62
19801989
0.04
19901999
-0.14
20002007
-0.17
Fuente: Elaboración Propia en base a datos del Banco Central del Uruguay.
Los variables ABN y FBK se definieron de acuerdo a las Ecuaciones 1 y 7 planteadas anteriormente.
Sombreado más intenso indica significación estadística mayor de la correlación.
Para determinar posibles variaciones históricas de la inserción del país en los flujos de
capitales, se testearon las correlaciones tomando diferentes períodos (de 6 a 9 años),
pero los coeficientes de correlación observados tampoco fueron elevados, alcanzando
valores máximos en torno a 0,6 en algunos años puntuales. Las correlaciones no son
estadísticamente significativas, y si algo muestran sería una reducción luego de la
liberalización financiera de los 1970s y la crisis de comienzos de los 1980s.
Se examinó además la correlación entre ahorro e inversión con respecto al ciclo
económico, teniendo en cuenta el comportamiento fuertemente procíclico de la
inversión y el consumo y un comportamiento procíclico del ahorro externo (Kamil y
Lorenzo, 1998 y Carbajal y de Melo, 2006). La asociación entre la correlación ahorro-
8
Véase, e.g., Carbajal y De Melo (2006).
6
inversión y el ciclo económico no resultaron significativas.9 En este escenario, la baja
correlación entre el ahorro e inversión podría deberse al patrón de movimientos del
ahorro externo, que pasa a ser negativo durante los períodos de crisis económica, pero
aún presenta fluctuaciones durante los períodos de crecimiento respondiendo a
dinámicas internacionales. En este sentido, la volatilidad del ahorro externo medida
como el desvío estándar de la tasa de ahorro externo es mayor a la del ahorro interno
bruto y la de la formación bruta de capital fijo. El hecho de que exista una baja
correlación entre ahorro doméstico e inversión no significa, entonces, que el ahorro
nacional no sea importante para alcanzar las metas de inversión. Por el contrario, la
volatilidad del saldo de la cuenta corriente hace más importante la existencia de ahorro
doméstico estable y cuantitativamente significativo, como fuente de financiamiento de
la inversión de largo plazo.
Inversión, Ahorro y Saldo de Cuenta Corriente
En el gráfico 2 se presenta la evolución del ahorro bruto nacional, la inversión y el saldo
en cuenta corriente –el opuesto al ahorro externo- para el período 1970-2007. En primer
lugar, cabe destacar que en promedio el SCC fue negativo en torno al 1,3% del PBI.
Esto significa que, en promedio, la economía uruguaya recibió anualmente 1,3% por
concepto de ahorro externo.
Gráfico 2: Ahorro bruto nacional, inversión y saldo en cuenta corriente
1970-2007
INVERSIÓN; AHORRO NACIONAL Y CUENTA CORRIENTE
(en porcentaje del PBI)
20%
15%
10%
5%
0%
-5%
FBK
ABN
2006
2004
2002
2000
1998
1996
1994
1992
1990
1988
1986
1984
1982
1980
1978
1976
1974
1972
1970
-10%
SCC
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Central del Uruguay
Los variables ABN y FBK fueron utilizadas de acuerdo a las Ecuaciones 1 y 7 y el SCC fue tomado
de la Balanza de pagos del Banco Central del Uruguay www.bcu.gub.uy
Tal como fuera planteado más arriba, el comportamiento de la tasa de ahorro externo ha
sido pro-cíclico, incrementándose más durante las fases de crecimiento económico y
disminuyendo durante las crisis. La serie ahorro externo describe una trayectoria
estacionaria sobre su media (según el Test de Dickey-Fuller Aumentado) pero con una
9
Como medida del ciclo económico se utilizó alternativamente la tasa de crecimiento y el componente
cíclico del PBI calculado a partir de la utilización del filtro de Hodrik-Prescott. Para testear la robustez a
la aplicación del filtro se utilizaron dos valores usualmente usados en la literatura (6,25 y 100) para el
parámetro de suavizado.
7
elevada volatilidad. De mantenerse el patrón de comportamiento del ahorro externo, y
aún si su nivel promedio se situara en torno a 1,3% del PBI, el ahorro nacional debería
financiar prácticamente toda la inversión que se aspire a alcanzar. Más específicamente,
si bien por períodos breves el ahorro externo podría facilitar el crecimiento de la
inversión, el mismo no aparece como una respuesta sostenible a las restricciones al
crecimiento de la economía uruguaya.10
Ahorro Bruto Nacional por agente: ahorro público y ahorro privado.
A los efectos de analizar la relación entre el ahorro público y el privado, se realizó una
estimación del ahorro bruto nacional del sector público (ABNPU). Se consideró la
definición de ahorro público que utiliza Loayza et al (1998a), pero se utilizaron
directamente las fuentes nacionales, Banco Central del Uruguay y Ministerio de
Economía y Finanzas en vez de los datos del Fondo Monetario Internacional.11 La
información disponible permite construir la serie de ahorro público para el período
1970-2007 considerando únicamente el resultado fiscal del Gobierno Central. Así, la
definición de ahorro público utilizada deja fuera, por ejemplo, la seguridad social, las
empresas públicas y el sector público no financiero. Una vez obtenido el ahorro del
sector público, por residuo se calculó el ahorro privado, es decir, restando del ahorro
bruto nacional el ahorro del sector público. Las tres series se ilustran en el gráfico 3.
Gráfico 3: Ahorro por sector institucional
1970-2007
AHORRO POR SECTOR INSTITUCIONAL
(en porcentaje del PBI)
25%
20%
15%
10%
5%
0%
-5%
-10%
2006
2004
2002
2000
1998
1996
1994
1992
1990
1988
1986
1984
1982
1980
1978
1976
1974
1972
1970
-15%
AHORRO BRUTO NACIONAL
AHORRO BRUTO NACIONAL PUBLICO
AHORRO BRUTO NACIONAL PRIVADO
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Central del Uruguay
www.bcu.gub.uy y del Ministerio de Economía y Finanzas
En el gráfico 3 se observa que el sector público (Gobierno Central) presenta en general
tasas de ahorro negativo por lo cual el ahorro del sector privado es superior al ahorro
bruto nacional. Los valores más bajos de la tasa de ahorro público se presentan en los
10
Bresser-Pereira y Gala (2007) concluyen de manera similar que no es viable sostener el crecimiento a
partir del ahorro externo.
11
Las fuentes del FMI no permitían mejorar la cobertura del sector público (incorporar algún elemento
más que el Gobierno Central) y por lo tanto permitían la misma estimación que las fuentes nacionales.
8
años de crisis 1982 y 2002. Adicionalmente, de acuerdo al gráfico parece existir una
relación negativa entre la evolución del sector público y la del sector privado. En la
siguiente sección se discutirá este comportamiento.
De más: Que el ahorro doméstico contribuya a un
círculo virtuoso de crecimiento
Los determinantes del ahorro privado
Las teorización económica del ahorro ha sido mayormente de naturaleza “residual”, ya
que está basada en el estudio del comportamiento del consumo. Las teorías sobre el
consumo han evolucionado desde la contribución de Keynes, quien postuló una función
de consumo macroeconómica que depende positivamente del ingreso corriente, pasando
por los aportes de Fisher al introducir la dimensión intertemporal en las decisiones de
los consumidores, y más tarde, la teoría del ingreso permanente de Friedman y del ciclo
de vida de Modigliani.
Según la teoría keynesiana el consumo es explicado por el nivel de ingreso actual, la
propensión marginal al consumo se encuentra entre 0 y 1, y la propensión media al
consumo disminuye cuando aumenta el ingreso (Keynes, 1936). Desde el punto de vista
del ahorro, se deduce entonces que su propensión media a ahorrar creciente con el
ingreso. Fisher introduce la dimensión temporal argumentando que agentes
maximizadores realizan una elección intertemporal entre ahorro y consumo. El consumo
depende del ingreso que el agente espera obtener a lo largo de toda la vida y cuánto más
se espera ganar en el futuro más se consume en el presente. La tasa de interés aparece
como el precio relativo del consumo presente versus el consumo futuro, y el efecto de
dicha tasa sobre el ahorro dependerá de la magnitud relativa del efecto ingreso y del
efecto sustitución. En este modelo se supone un perfecto mercado de capitales donde los
agentes pueden pedir préstamos –permitiéndoles consumir en el presente más que su
ingreso corriente. Sin embargo, si los consumidores no pueden acceder al crédito
(enfrentan restricciones de liquidez), su consumo podría depender únicamente del
ingreso corriente.
Basados en el modelo de Fisher, Friedman desarrolla su hipótesis de ingreso
permanente y Modigliani su hipótesis de ciclo de vida. Friedman (1957) elabora su
teoría del ingreso permanente basado en la hipótesis que los individuos realizan sus
decisiones considerando el flujo de ingresos a recibir a lo largo de su vida y no
solamente el ingreso corriente. Los individuos utilizan el ahorro y los préstamos para
equilibrar el consumo ante variaciones transitorias del ingreso. La hipótesis de ingreso
permanente destaca el rol de las expectativas de los individuos y, dentro de su marco,
solo los cambios de política que afecten el ingreso permanente tendrán efecto sobre el
consumo. Si a los supuestos de la hipótesis de ingreso permanente se agrega el de
expectativas racionales, sólo los cambios no predecibles de política podrán tener algún
impacto sobre el consumo. Por su parte, Modigliani y Brumberg (1954) desarrollan la
teoría de los ciclos de vida del ahorro basados en la idea que el ingreso de los agentes
varía a lo largo de sus vidas y el ahorro permite a los consumidores trasladar ingreso
entre dichas etapas. Por lo tanto, en un horizonte de largo plazo, la propensión a
consumir depende de la riqueza que perciben los individuos a lo largo de toda su vida, y
las personas ahorran durante su etapa laboral activa y desahorran cuando se jubilan
9
A partir de estas teorías se puede identificar un conjunto de factores que afectarían las
tasas de ahorro. Los estudios empíricos no son concordantes en cuanto a los
determinantes efectivos del ahorro observado, y en cualquier caso las variables
convencionales no parecen ser suficientes para dar cuenta de las variaciones espaciales,
temporales e intra-nacionales y, por ende, para informar cabalmente las opciones de
política (Deaton, 2010).
La evidencia internacional
Un hecho estilizado resaltado por diversos autores y estudios es que las tasas de ahorro
varían considerablemente entre países y a lo largo del tiempo (Edwards 1995, Loayza et
al 2001). Si consideramos desde la década de los sesenta, se ha producido una
divergencia en las tasas de ahorro, y en particular, entre los países en desarrollo: se han
incrementado en los países de Asia del Este, en América Latina y el Caribe se han
estancado y han caído en África Subsahariana aunque con un repunte a partir del 2000.
Por su parte, los países de la OCDE, en promedio, siempre han tenido las tasas de
ahorro más altas, con excepción de los años más recientes, 2001-2008, en que fueron
superados por Asia del Este. Algunos autores señalan que la disparidad regional de las
tasas de ahorro se encuentran relacionada con la divergencia de los ingresos per cápita:
los países con mayores tasas de ahorro presentan un mayor crecimiento del ingreso
(Gavin et al 1997, Loayza et al 2000).
Cuadro 3 – Tasas de ahorro doméstico como porcentaje del PBI (%)
1960-1975
América Latina y
el Caribe
África SubSahariana
Asia del Este y
Pacífico
Asia del Sur
OCDE
Mundo
1976-1981
1982-1990
1991-2000
2001-2008
18,5
17,6
16,9
17,0
16,5
12,1
9,7
8,1
8,1
10,8
18,3
22,6
19,9
23,7
25,3
9,3
26,9
17,8
11,4
23,7
17,9
11,3
24,1
16,5
20,5
24,0
16,2
18,4
24,9
18,2
Nota: Promedios del ratio de la tasa de ahorro doméstico como porcentaje del PBI (en dólares).
Fuente: Elaborado en base a World Bank Data Base: World Development Indicators (WDI).
10
Gráfico 5
Tasa de ahorro doméstico como porcentaje del PBI
(en porcentaje) 1960-2008
35
30
25
20
15
10
5
ALC
Africa Subsahariana
OCDE
Asia del Sur
2008
2005
2002
1999
1996
1993
1990
1987
1984
1981
1978
1975
1972
1969
1966
1963
1960
0
Asia del Este y Pacifico
Fuente: World Bank Data Base: World Development Indicators
Para el caso de América Latina, el hecho más relevante es que las tasas de ahorro han
permanecido bajas a pesar de las reformas financieras aplicadas y la estabilización
macroeconómica alcanzada (Gavin et al 1997, Gutiérrez 2007, Reinhardt 2008). Los
bajos niveles de tasa de ahorro nacional restringen las posibilidades de inversión en la
medida que los países pasan a depender del ahorro externo para financiar sus
inversiones, y por ende, obtener un crecimiento económico sostenible (Gutiérrez 2007).
La dependencia en el ahorro externo ha implicado agregar vulnerabilidad a la economía
frente a las crisis debido a la volatilidad de los flujos de capitales, además de no
constituir una fuente de financiamiento sostenible en el tiempo.
Durante la década de los noventa se han desarrollado diversos estudios empíricos con el
objetivo de estudiar el comportamiento del ahorro en el largo plazo entre países y
analizar cuales son sus determinantes. En particular, uno de los trabajos más
comprensivos es el de Loayza et al (2001) que sintetiza los resultados encontrados por
diversos estudios en base a datos de 134 países entre 1960 y 199412. Estos autores
identificaron un conjunto de hechos estilizados:
i. La mediana mundial de la tasa de ahorro nacional ha disminuido desde los 70
y muestra diversos patrones entre regiones.
ii. El ahorro público ha disminuido en los países industrializados desde mediados
de los setenta, pero ha aumentado en los países en vías de desarrollo desde los
80.
iii. El ahorro privado ha permanecido estable en los países industriales y en los
países en desarrollo ha tenido una disminución a mediados de los 80 y una
recuperación cíclica en los 90.
iv.
Se encuentra una correlación positiva, tanto para cortes transversales como
para datos de panel, entre las tasas de ahorro y los niveles de ingreso. Y
12
Loayza, López y Schmidt-Hebbel (2001) presentan los resultados de un proyecto de investigación
titulado “Saving Across the World” del Banco Mundial que elaboró diversos estudios empíricos sobre el
comportamiento del ahorro y el consumo a partir de una base de datos elaborada específicamente. Dicha
base abarca el período 1960-1994 y a 112 países en desarrollo y 22 países industrializados. Esta base de
datos se describe en Loayza, López y Schmidt-Hebbel (1998a).
11
v.
también, la correlación es positiva entre la tasa de ahorro y las tasas de
crecimiento de ingreso aunque en este caso la relación es más alta para los
países industriales (los países con mayores tasas de crecimiento presentan altas
tasas de ahorro). Esta última relación ha sido considerada como una evidencia de
la existencia de círculos virtuosos de ahorro y prosperidad, junto con trampas de
pobreza y bajo ahorro.
Las tasas de ahorro y de inversión doméstica están positivamente
correlacionadas apoyando la hipótesis de Feldstein y Horioka (1980).
Estudios anteriores sobre los determinantes de las tasas de ahorro en base a datos de
panel, como los de Edwards (1995) para 36 países, y posteriores, tales como los de
Gutiérrez (2007) para América Latina y Reinhardt (2008) para 43 países de ingreso
medio, respaldan las líneas principales que identifican Loayza et al (2001)13.
Luego de constatar las diferencias entre las tasas de ahorro entre países y a lo largo del
tiempo, la mayoría de los trabajos se han planteado analizar cuáles son los factores que
explican estas divergencias y cuál es el rol que puede cumplir la política en la
promoción de las tasas de ahorro.
Los principales resultados de la investigación empírica sobre el ahorro privado se
sintetizan en los dos cuadros siguientes:
Cuadro 4. Factores explicativos de la tasa de ahorro privado
y resultados empíricos
Factores
explicativos
Persistencia
Efecto esperado sobre la tasa de ahorro
privado
Ingreso
corriente
Según la función de consumo keynesiana,
se espera un efecto positivo del ingreso
sobre la tasa de ahorro.
Distribución
del ingreso
El efecto esperado de la concentración del
ingreso sobre el ahorro de los hogares es
positivo. Se espera que las personas más
ricas ahorren una proporción mayor que
aquellas de menores ingresos (el ahorro
sería un “bien superior”). El
ahorro
depende de la distribución funcional del
ingreso (por ejemplo Kaldor), y/o de la
distribución personal del ingreso.
Las teorías de ingreso permanente de
Ingreso
Evidencia empírica
Elevada auto-correlación serial en las
tasas de ahorro Loayza et al (2000) y
Reinhardt (2008)
Efecto positivo del ingreso per cápita
real sobre las tasas de ahorro en el corto
plazo. La relación es más robusta y
cuantitativamente importante en los
países en desarrollo que en los
desarrollados (Edwards 1995, Loayza
et al, 2000 y Reinhardt, 2008).
En el largo plazo, el aumento del
ingreso se acompaña de cambios
demográficos y la urbanización, que
tienden a reducir el ahorro.
En general, no se detecta efecto
significativo (Edwards, 1995), pero
Gutiérrez (2007) encuentra un resultado
positivo.
Si bien la evidencia tiende a rechazar la
13
Además, los trabajos de Edwards (1995) y Loayza et al (2000) distinguen el ahorro por agentes: a nivel
nacional, el sector público o el gobierno y el sector privado. Gutiérrez (2007) discrimina, además, dentro
del sector privado el ahorro de las familias y de las empresas.
12
Factores
explicativos
transitorio y
permanente
Efecto esperado sobre la tasa de ahorro
privado
Friedman y la hipótesis de ciclo de vida de
Modigliani esperan que los shocks
permanentes de ingreso afecten el consumo
mientras que los transitorios aumenten el
ahorro.
Crecimiento
El efecto del crecimiento sobre el ahorro es
ambiguo. Según la teoría del ingreso
permanente
un
mayor
crecimiento
económico –mayores ingresos en el futuroreduce el ahorro corriente. Según el modelo
del ciclo de vida, el efecto depende de las
cohortes que se benefician más con el
crecimiento del ingreso y de las
restricciones de liquidez.
La causalidad sigue siendo tema de debate
(e.g., Gavin et al 1997).
La hipótesis del ciclo de vida describe un
patrón de consumo y ahorro que sigue la
forma de una U invertida. Se ahorra más en
las edades activas y se desahorra cuando las
personas son dependientes jóvenes o
después que se jubilan.
Evidencia empírica
hipótesis de ingreso permanente, el
impacto positivo de un aumento
transitorio del ingreso per cápita sobre
el ahorro es mayor que el impacto de
un aumento permanente del ingreso.
(Loayza et al 2000).
Según la evidencia para paneles de
datos existe una fuerte asociación entre
las tasas de ahorro y el crecimiento real
per cápita. (Edwards, 1995; Loayza et
al 2000; Gutiérrez 2009).
La evidencia es controversial: las tasas
de ahorro no son tan altas en la edad de
situación activa. Las personas jubiladas
ahorran o no desahorran tanto como se
espera teóricamente (Loayza et al
2000). No obstante, parece sí
observarse una relación negativa entre
las tasas de dependencia de jóvenes, y
ancianos, y las tasas de ahorro privado
(Edwards 1995, Loayza et al 2000).
Se espera que un mayor nivel de Generalmente se utiliza la inflación
Incertiincertidumbre aumente el ahorro porque se como indicador de la incertidumbre –
dumbre
supone que los consumidores son adversos macroeconómica- y su efecto sobre el
al riesgo y disminuyen su consumo por ahorro debería ser positivo (Loayza et
motivo de precaución.
al 2000, Gutiérrez 2007), aunque no
resulta significativa en otros estudios
empíricos (Edwards 1995; Reinhardt
2008).
Fuente: Elaboración en base a Loayza, Schmidt-Hebbel y Servén (2001).
Trabajos citados: Edwards (1995): 36 países industrializados y en desarrollo, 1970-1992, datos de panel;
Loayza, Schmidt-Hebbel & Sevén (2000): 69 países industrializados y en desarrollo, 1965-1994, panel
dinámico, variable explicativa ahorro privado; Reinhardt (2008): 43 países de ingreso medio, 1976-2000,
datos de panel (estático y dinámico), variable explicativa: ahorro bruto doméstico; Gutierrez (2007): 9
países latinoamericanos, 1990-2003, datos de panel (estático), variable dependiente: ahorro nacional.
Demografía
13
Cuadro 5: Efectos de las políticas para promover
el ahorro privado y resultados empíricos.
Política
Política fiscal
Ahorro público
Incentivos
tributarios
Reforma
sistema
pensiones
del
de
Liberalización
financiera
Endeudamiento
externo y ayuda
externa.
Efecto esperado
Resultados
Según la Equivalencia Ricardiana, un
aumento permanente del ahorro del
gobierno es compensado por una
reducción equivalente en el ahorro
privado.
La elasticidad del ahorro privado a
las tasas netas de retorno (después de
impuestos) no es clara debido a la
contraposición de los efectos
sustitución e ingreso.
En la mayoría de los trabajos se observa un
efecto negativo del ahorro público sobre el
ahorro privado, pero con un coeficiente menor
a la unidad. (Edwards 1995, Loayza et al
2000).
Cuando se ha encontrado efectos positivos de
los incentivos tributarios sobre el ahorro, estos
han sido de pequeña magnitud, y además hay
que considerar que, al menos en el corto
plazo, tienen un impacto negativo sobre el
ahorro público.
El impacto de la reforma depende de la forma
en que se financia el déficit de la transición al
nuevo sistema y de las ganancias de eficiencia
que se obtengan.
El pasaje de un sistema de reparto a
un
sistema
de
capitalización
individual tendría un impacto
favorable sobre el ahorro.
En el corto plazo, tendría efecto
directo negativo y en el largo plazo
un efecto indirecto positivo. El efecto
directo opera a través del canal de
precios –tasa de interés- y de
cantidades –expansión del crédito
privado-. El efecto indirecto de la
liberalización, se daría a través de la
inversión
y
el
crecimiento
económico.
No hay consenso sobre cuál es el
efecto del ahorro externo sobre el
ahorro nacional.
Las tasas de interés no muestran influencias
significativas o consistentes sobre el ahorro,
Edwards (1995), Loayza et al (2000),
Gutiérrez
(2007) y Reinhardt (2008).
Evidencia de efecto negativo directo en el
corto plazo, vía expansión del crédito.
Algunos trabajos encuentran que el
financiamiento externo tiende a desplazar el
ahorro nacional (Edwards 1995; Loayza et al,
2000). Sobre la ayuda financiera los
resultados son ambiguos ya que en países en
transición hacia mayores tasas de ahorro, los
flujos de ayuda externa estuvieron asociados
con aumentos del ahorro nacional (Rodrik
2000).
Fuente: Ver cuadro 4.
En síntesis, la mayoría de los estudios han encontrado como factores claves para el
aumento de la tasa de ahorro privado el crecimiento económico (incremento del
ingreso per cápita), el nivel de ingreso y el ahorro público (evidencia de Equivalencia
Ricardiana parcial). El efecto de la incertidumbre macroeconómica no aparece
respaldado empíricamente. El ahorro externo podría desplazar el ahorro privado, pero
no de forma completa. Sobre la hipótesis del ciclo de vida la evidencia no es
concluyente, ya que en algunos casos la tasa de dependencia tiene un efecto negativo
para aumentar el ahorro pero en otros estudios no resulta significativa. Por último, la
tasa de interés, el desarrollo del sistema financiero y la distribución del ingreso tienen
efectos ambiguos.
En relación con los factores que afectan el ahorro público, Edwards (1995) encuentra
que el crecimiento económico aparece como uno de las variables más importantes. Por
14
el contrario, afectan negativamente el ahorro público la inestabilidad política y el ahorro
externo (en menor proporción).
De la discusión anterior sobre los resultados de los estudios empíricos, basados en
cortes transversales de países y series de tiempo, surge que solo algunos de los
determinantes convencionales del ahorro resultan significativos y con los signos
esperados en función de la teoría, mientras que otros resultados ambiguos teóricamente
se muestran igualmente inciertos en la evaluación empírica.
La evidencia para Uruguay
Para el caso de Uruguay, la evidencia tiende a estar en línea con los resultados
encontrados a nivel internacional, y en particular para América Latina.
Noya (1988) analiza las relaciones entre los cambios en la política financiera, los
cambios en la composición de la cartera financiera de las familias -la estructura de
activos y pasivos financieros- y el desempeño de las inversiones, en el periodo 19741984. Concluye que las reformas financieras produjeron cambios en la composición de
la cartera financiera de las familias pero no tuvieron los efectos esperados sobre la tasa
de ahorro e inversión, aunque es posible que haya existido un efecto positivo al
disminuir la restricción externa.
Rama y Forteza (1993) estudian la relación entre la indexación de activos y ahorro
privado en el caso de Uruguay en el período 1961-1990. Su objetivo es contrastar la
hipótesis de que una mejor protección del valor de los activos financieros frente a la
inflación, a través de la introducción de activos indexados, estimula el ahorro privado.
Encuentran que no hay una relación fuerte entre la introducción de activos con menor
riesgo, indexados, y el nivel de ahorro privado, pero plantean que la adopción de un
marco proclive a la dolarización parece haber tenido un impacto favorable sobre el nivel
del ahorro privado.
Noya, Lorenzo y Grau (1998) analizan los determinantes del ahorro doméstico,
desagregando el ahorro privado y el ahorro público, considerando datos anuales para
1955-1994 y trimestrales para 1975-1994. El estudio se concentra en las consecuencias,
sobre el ahorro privado, de la liberalización financiera y dos intentos de estabilización
basados en el tipo de cambio (los preanuncios del tipo de cambio entre 1978 y1982, y la
flotación dentro de una banda a partir durante los 90s). La evidencia que aportan no
permite sostener la hipótesis de ingreso permanente y ciclo de vida, aunque si una
dependencia contemporánea entre el crecimiento del consumo y del ingreso debido a las
restricciones de liquidez que se mantienen aún luego de las reformas financieras de
liberalización. Por otra parte, no encuentran respaldo a la hipótesis de Equivalencia
Ricardiana estricta. En cuanto al resultado del sector público, este no depende de los
elementos no discrecionales de la política fiscal, y los componentes discrecionales
parecen relacionarse con el ciclo político-electoral.
Forteza (1998) analiza los efectos fiscales de la reforma del sistema de seguridad social
uruguayo, que introdujo un pilar de capitalización individual en un sistema original de
reparto. Examina un horizonte de largo plazo, entre 1996-2050. Concluye que el
resultado fiscal de la reforma depende de la capacidad de reducir la evasión y/o dar
incentivos para aumentar la edad de la jubilación. En el caso que la edad media de
15
jubilación permanezca y no se reduzca la evasión, se darían aumentos permanentes del
déficit global y de la deuda del gobierno, y por el contrario, si a través de la reforma se
aumentara por lo menos dos años en la edad media de jubilación, o se logra disminuir la
evasión, esto puede generar una caída del déficit global y de la deuda a mediano y largo
plazo.
Finalmente, el trabajo de Lorenzo y Osimani (2001) analiza los determinantes
microeconómicos del ahorro de los hogares de bajos ingresos, a través de la Encuesta de
Gastos e Ingresos de los Hogares (1994-1995), y examina la disponibilidad de
instrumentos para su incentivo. Identifican un comportamiento diferencial del ahorro de
las familias de bajos ingresos, y en general detectan efectos significativos del ingreso
corriente, el ciclo de vida (aunque no verifican una “U invertida” sino ahorro creciente
con la edad), y el acceso al crédito para vivienda. En el estudio, la incertidumbre incide
positivamente sobre ahorro, pero no del mismo modo entre los hogares de menores
ingresos.
En síntesis, los resultados encontrados señalan que las tasas de ahorro son bajas y que la
liberalización financiera, iniciada a mediados de los 70s y profundizada a partir de los
90s, no tuvo los efectos esperados en cuanto a la tasa de ahorro e inversión (Noya 1988;
Noya, Lorenzo y Grau 1998). La reforma del sistema de seguridad social de mediados
de los 90s no tiene un efecto claro en términos del ahorro nacional (Forteza 1998). Las
tasas de ahorro no se ven afectadas por la disponibilidad de instrumentos financieros –
introducción de activos con menor riesgo- (Forteza y Rama 1993), no se sostiene la
hipótesis de ingreso permanente ni la del ciclo de vida, y tampoco se encuentra
evidencia de la Equivalencia Ricardiana estricta (Noya, Lorenzo y Grau 1998). Cuando
se estudia el ahorro privado de los hogares de menores ingresos, se encuentra un
comportamiento diferencial respecto al observado a nivel agregado, y aparecen como
factores claves del ahorro, el ingreso, el ciclo de vida del hogar y el acceso al crédito
para vivienda (Lorenzo y Osimani, 2001).
Nueva evidencia sobre los determinantes del ahorro en Uruguay
En el apartado siguiente se presenta evidencia actualizada pero preliminar sobre la
relación entre el ahorro privado y el ahorro público, y sus principales, determinantes
para el Uruguay en el período 1970-2007.
Ahorro privado
Inicialmente, se estimó el Modelo 1 regresando el ahorro privado contra los
determinantes más usuales encontrados en la literatura: el ahorro privado rezagado, el
ahorro público, el nivel de ingreso (el logaritmo del PBI per cápita), la tasa de
crecimiento del PBI per capita, la tasa de interés real (tasa activa promedio del
mercado), el ahorro externo, la diferencia del logaritmo de la inflación como indicador
de inestabilidad macroeconómica, la tasa de dependencia demográfica para testear la
hipótesis de ciclo de vida, un indicador de profundidad financiera (calculado como el
M2 sobre el PBI) y la distribución del ingreso a través del Índice de Gini. El cuadro 6
presenta los resultados encontrados.
16
Cuadro 6: Determinantes del ahorro privado, Uruguay 1970-2007
Estimación por MCO, P-valores entre paréntesis.
Modelo 1
-0,020
(0,859)
-0,556
(0,000)
0.000
(0,808)
0,007
(0,886)
0,190
(0,062)
-0,052
(0,001)
-0,007
(0,411)
-0,067
(0,896)
0,094
(0,218)
0,000
(0,570)
0,16
(0,606)
36
Modelo 2
R2
0,7932
0,724
R2 Ajustado
0,07105
0,700
P-value F test
0,000
0,000
Ahorro privado rezagado
Ahorro público
Logaritmo PBI PC
Crecimiento PBI pc
Tasa de interés real
Ahorro externo
Dif logaritmo inflación
Dependencia demográfica
Dinero
GINI
Constante
Observaciones
-0,511
(0,000)
0,022
(0,000)
-0,477
(0,000)
0,140
(0,000)
38
Fuente: Elaboración propia.
Nota: La construcción de las variables de ahorro privado, ahorro público y ahorro externo fueron
explicadas en la sección anterior. El PBI per cápita fue construido a partir de datos del BCU para
los datos de producto y del INE para los de población. La tasa de inflación fue tomada del INE.
La tasa de interés real se construyó a partir de la tasa de interés activa promedio del sistema
financiero y la inflación. El indicador de profundidad financiera fue calculado como la cantidad
total de dinero (M2) en porcentaje del PBI corriente, ambos tomados del BCU. El Índice de Gini
fue tomado de Bértola (2005) hasta 1985 y en adelante del Área de Empleo e Ingresos del
Instituto de Economía basado en Encuestas Continuas de Hogares.
De estas variables, en el Modelo 1 solo el ahorro público y el ahorro externo resultan
significativos. La tasa de dependencia demográfica no resulta significativa, rechazando
la hipótesis de ciclo de vida. El coeficiente del ratio M2 sobre PBI no resulta
significativo, apoyando la hipótesis que la profundización financiera no tiene efectos
sobre la tasa de ahorro. Estos resultados van en la línea con los trabajos de Noya (1988)
y Noya, Lorenzo y Grau (1998). Sorprende que el crecimiento del producto per cápita
no sea significativo en relación a las tasas de ahorro privado y que, en todo caso,
presente un coeficiente negativo. No obstante, la relación entre ahorro y crecimiento es
teóricamente ambigua, como se señaló en la sección anterior. Algunos estudios
empíricos para paneles de países como el de Reinhardt (2008) tampoco encuentra
significativo la tasa de crecimiento económico para los países de ingreso medio, e
incluso para la muestra de países latinoamericanos el coeficiente es negativo. Sin
embargo Edwards (1995), Loayza et al (2000), Gutiérrez (2007) sí encuentran un efecto
positivo del crecimiento económico. Quizás este último resultado se explique por el
hecho estilizado encontrado que los países con mayores tasas de ahorro presentan
también mayores tasas de crecimiento económico, pero esta relación no necesariamente
debería darse cuando se analiza el caso de un solo país. El gráfico 5 presenta la relación
17
entre el ahorro privado y el crecimiento del PBI per capita en Uruguay. Así, en el
período 1970-2007 el ahorro privado parece tener una relación negativa con el
crecimiento del PBI per cápita. En parte dicha relación viene dado por los altos valores
de ahorro que se verificaron con caídas considerables del producto en las crisis de 1982
y 2002. Si se controla por estos valores atípicos la relación negativa deja de sostenerse.
.1
.12
.14
abnpr
.16
.18
.2
Gráfico 5: Relación entre tasa de ahorro privado y crecimiento del PBI per cápita
-.1
-.05
0
crecpbipc
.05
.1
Fuente: Elaboración propia
En el modelo 2 se estimó solo las variables que resultaban significativas en el Modelo 1,
como forma de evaluar la robustez a la exclusión de variables no validadas en la primer
estimación. Se re-estima incluyendo el ahorro externo, el ahorro público y la tasa de
interés real. Los resultados serían consistentes con la evidencia empírica previa, ya que
se rechaza la existencia de Equivalencia Ricardiana completa pero sí existe una
sustitución parcial (-0,511) del ahorro privado. En relación con el ahorro externo, este
genera un desplazamiento del ahorro privado con un coeficiente de -0,477, coincidiendo
con Edwards (1995) y Gutiérrez (2007). La tasa de interés por su parte, es significativa
pero su efecto cuantitativo parece muy modesto.
Ahorro Público
En el caso del ahorro público la estrategia de estimación fue la misma que se siguió en
el caso del ahorro privado, testeando en el Modelo 1 las variables claves señaladas por
la literatura: el ahorro externo y la tasa de crecimiento del producto (Cuadro 7).
18
Cuadro 7: Determinantes del ahorro público, Uruguay 1970-2007
Estimación por MCO, P-valores entre paréntesis.
Modelo 1
0,252
Crecimiento PBI pc
(0,000)
-0,161
Ahorro externo
(0,194)
-0,026
Constante
(0,000)
Observaciones
38
R2
0,404
R2 Ajustado
0,370
P-value F test
0,000
Fuente: Elaboración propia en base a BCU
Modelo 2
0,253
(0,000)
-0,029
(0,000)
36
0,374
0,357
0,000
De acuerdo a estas estimaciones la relación entre el ahorro público y el ahorro externo
no es significativa para la economía uruguaya durante el período 1970-2007. Por otro
lado, el crecimiento económico (medido por la tasa de crecimiento del PBI per cápita)
aparece como un determinante positivo y significativo, al igual que encuentra Edwards
(1995). Esta relación entre ahorro público y el ciclo económico explicaría por qué la
tasa de crecimiento del PBI per cápita no es significativa en las ecuaciones estimadas
para explicar el ahorro privado que incluyen el ahorro público. Kamil y Lorenzo (1998)
y Carbajal y De Melo (2006) también encuentran pro-ciclicidad del resultado fiscal
respecto al producto.
De menos: No saber qué es el consumo conspicuo, el
efecto demostración, o las decisiones “por defecto”
Como se vio, las teorías económicas convencionales sobre el consumo han tenido éxito
limitado procurando explicar las variaciones de la tasa de ahorro privado entre países y
a lo largo del tiempo. Dicha conclusión justifica la exploración de hipótesis alternativas
de comportamiento. Algunas de ellas tienen una larga y honrosa historia en el
pensamiento económico pero han tendido a ser olvidadas a pesar de su validez empírica;
otras han cobrado forma más recientemente con avances metodológicos de la disciplina.
Una mejor comprensión del comportamiento de los agentes puede revelar nuevos
espacios para formular políticas públicas orientadas al desarrollo económico.
Efecto demostración
“Salvo que usted sea un economista profesional próximo al retiro, el nombre James S.
Duesenberry probablemente le resulte desconocido.(…) La verdadera sorpresa es que la
amplia mayoría de los economistas menores de 50 tampoco han oído hablar del Sr
Duesenberry. Esto es un enigma porque su teoría del comportamiento del consumidor
claramente supera a las teorías alternativas que la desplazaron en los años 1950s –una
inversión en el patrón habitual en el que las teorías son desplazadas por alternativas que
explican mejor la evidencia.” (“The mysterious disappearance of James Duesenberry”,
Robert H. Frank, The New York Times, June 9, 2005; traducción propia)
La noción de que las decisiones de los consumidores se encuentran influidas por los
patrones de consumo de otros individuos o grupos circula en la economía desde los
19
orígenes de la disciplina, pero ha sido persistentemente resistida desde entonces.14
Conflictos ideológicos y metodológicos empujaron estas ideas hacia el dominio de otras
ciencias sociales. Sin embargo, en las décadas del ’40 y ’50 varios economistas
propusieron modelos analíticos y formales que explicitan interdependencias sociales en
el consumo.
En Income, saving and the theory of consumer behavior (1949), James Duesenberry
parte de la observación de que, contra lo que sugerirían los estudios de corte transversal
(en su caso, para Estados Unidos, los “estudios de presupuestos” de 1935-36 y 1941-42,
que muestran el resultado habitual de tasas de ahorro crecientes por deciles de ingreso),
en los estudios longitudinales extensos la tasa agregada de ahorro no muestra una
tendencia a crecer con el aumento del ingreso real (o sea, a medida que más familias se
mueven a los niveles de ingreso real en los que se verificaban mayores tasas de ahorro
en los cortes transversales anteriores). En cambio, Duesenberry muestra que la
evidencia empírica es consistente con la existencia de efectos demostración. Dicho
efecto resulta del deseo extendido de consumir bienes de calidad superior; y de que la
“calidad” de los bienes es “observada” a partir del conocimiento de los patrones de
consumo de estratos superiores de la sociedad.
A través de cada contacto con bienes de calidad superior, los consumidores revisarán a
la baja la satisfacción con sus niveles corrientes de consumo. Si los ingresos de otros
aumentan, ello generará en el consumidor una exposición más frecuente a bienes de
calidad superior, alimentando la insatisfacción con la canasta propia de consumo (en
otras palabras, la utilidad individual derivada de un nivel de consumo dado depende del
ratio de ese consumo contra un promedio ponderado del gasto de consumo de los
miembros de la sociedad con los que el consumidor está en contacto). Estos procesos
pueden inducir aumentos del consumo total con el transcurso del tiempo, aún a niveles
constantes de ingreso real.
En su comentario para la American Economic Review, el futuro premio Nobel Kenneth
Arrow consideró el libro de Duesenberry “una de las contribuciones más significativas
del período de posguerra a nuestra comprensión del comportamiento económico”.15
Duesenberry y Arrow exponen o resumen evidencia que sostendría la pertinencia de las
hipótesis del primero (por ejemplo, la estabilidad de largo plazo de las tasas de ahorro
nacionales en los Estados Unidos, o las mayores tasas de ahorro de familias de color,
para cada nivel de ingreso, al tener sus “aspiraciones” techos de consumo más bajos
determinados por la segregación racial). Más recientemente, la literatura sobre
“economía de la felicidad” ha generado otra vertiente de resultados ampliamente
consistentes con hipótesis como las de Duesenberry. Dicha literatura se apoya en el
bienestar reportado a través de encuestas representativas de la población (Graham,
2005), y muestra convincentemente que la satisfacción individual es fuertemente
influida por el consumo relativo. Los datos para amplias muestras de países muestran
que la privación absoluta afecta negativamente a la felicidad, pero luego de que se
satisfacen ciertas necesidades básicas, las aspiraciones crecientes y las diferencias de
14
Duesenberry (1949) cita menciones de Jevons, Marshall y Pigou al respecto, aunque nota que dichas
consideraciones no ingresan en el análisis formal de los autores sobre comportamiento de los
consumidores.
15
Arrow (1950)
20
ingresos relativos se vuelven cada vez más importantes como determinantes de la
felicidad (Graham, 2005; p.47; Easterlin 2001).16
En las décadas subsiguientes, otros autores exploraron hipótesis similares a las de
Duesenberry, y sus estudios no precisamente terminaron en ignotos periódicos
(Leibenstein, 1950; pero también Pollak, 1970, 1976). Quizás la contribución más
relevante para nuestros propósitos es la de Ragnar Nurkse (1953), ya que plantea la
existencia de efectos demostración a nivel internacional y las implicaciones para
economías subdesarrolladas. En particular, Nurkse observa que los niveles de consumo
de los países pueden estar interrelacionados de manera similar a la que observa
Duesenberry entre estratos sociales de una misma economía nacional. La observación
de pautas de consumo superiores en otros países puede conducir a la imitación en países
más pobres, y por tanto la información que se difunde internacionalmente sobre los
estilos de vida de países avanzados contribuye a elevar el consumo y reducir el ahorro
en los menos adelantados.17
Para Nurkse, el efecto demostración internacional es una función de dos factores: la
distancia de ingresos y consumo entre países industrializados y los menos
desarrollados, y el conocimiento de esas brechas a nivel masivo en los segundos. En
tanto la modernización, urbanización y expansión de los medios de comunicación van
extendiendo cada vez más rápidamente el conocimiento de los estilos de vida de los
países avanzados, las brechas de ingreso y consumo en general no se reducen o han
aumentado. Lejos de promover un mayor esfuerzo laboral y productivo, el conocimiento
extendido de las pautas de consumo del mundo desarrollado haría que el ingreso extra
generado en países menos desarrollados se destine a procurar una sensación de
inmediato (aunque ilusorio) achicamiento de las distancias. Irónicamente, en la medida
que crece el ingreso real de los países más pobres, e incluso el ingreso relativo, el mayor
acceso a la información que lo acompaña promueve la expansión acelerada del consumo
corriente y conspira contra el aumento del ahorro. El efecto demostración internacional
también podría explicar las tensiones recurrentes en la balanza de pagos, al inducir una
demanda siempre creciente de bienes de consumo importados.
Algunos de los principales hechos estilizados sobre los niveles y trayectoria del ahorro a
nivel internacional serían consistentes con la hipótesis del efecto demostración.18 Carlos
Filgueira ya había observado este tipo de efecto en su estudio de los cambios en el
consumo que acompañaron la liberalización económica en América Latina en los años
1970s (Filgueira, 1981). En relación a la literatura reseñada más arriba:
16
Aronsson y Johansson-Stenman (2010) citan además evidencia convergente de experimentos basados
en cuestionarios, e incluso de estudios neurológicos (Fliessbach et al., 2007). D’Ambrosio y Frick (2007)
confirman los hallazgos con datos individuales de panel; Miles y Rossi (2007) aportan evidencia para
Uruguay.
17
Nurkse destaca en particular la difusión e influencia del estilo de vida americano, pero el mismo efecto
podría observarse con otros países centrales como “modelos” (por ejemplo, si Francia fuera el modelo
influyente en el Africa occidental, o los estilos de vida de Hong Kong o Shangai lo fueran para países más
pobres del Asia-Pacífico).
18
Evaluar el poder explicativo de éstas hipótesis, a partir de datos actualizados de paneles de países y
estudios de experiencias nacionales significativas, forma parte de nuestro programa de investigación
(Rius, 2009).
21
(a) la caída mundial (en la mediana) de las tasas de ahorro desde los años 1970s es
consistente con un mundo crecientemente más urbano e interconectado
culturalmente;
(b) el patrón de tasas de ahorro privado por países (más altas aunque decrecientes en
los países industrializados, bajas y estables en América Latina, altas en Asia y
decrecientes en África) condice con niveles relativos de urbanización (un
poderoso difusor de estilos de consumo), y la exposición relativa a los modelos
culturales de Norteamérica y Europa;
(c) los efectos neutros o adversos de la liberalización financiera sobre las tasas de
ahorro serían consistentes con tasas muy elevadas de descuento de consumidores
de los países en desarrollo, que aprovecharían el relajamiento en las restricciones
de liquidez a aumentar su consumo y verían escasos incentivos a ahorrar en tasas
pasivas moderadas.
En el Cuadro 8 se presentan resultados de un análisis preliminar de datos de panel, para
43 países de ingresos medios, en las tres décadas terminadas en 2008.19 Mientras que la
primera ecuación incluye algunos regresores estándar en la literatura internacional sobre
determinantes del ahorro, la segunda agrega un indicador que permite evaluar la
presencia de efectos demostración a nivel internacional. La tercera ecuación muestra los
resultados de re-estimar la ecuación anterior eliminando las variables no significativas.
19
La muestra es la usada por Reinhardt (2008) e incluye 18 países Latino Americanos que fueron
considerados países de ingreso mediano la mayor parte del período 1975-2008: Argentina, Bolivia, Brasil,
Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras,
Jamaica, México, Panamá, Perú, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Los otros países, incluyen 25 países en
desarrollo, que pertenecieron al grupo países de ingreso medio al menos parte del período considerado:
Algeria, Botswana, Camerún, Congo, Cote d´Ivoire, Egipto, Gabón, Indonesia, Jordania, Malasia,
Mauritania, Mauritius, Marruecos, Nigeria, Papua Nueva Guinea, Filipinas, Singapur, Sudáfrica, Sri
Lanka, Siria, Tailandia, Tunicia, Turquía, Zimbabwe, República Corea.
22
Cuadro 8: Determinantes del ahorro doméstico, en base a una muestra de 43
países de ingreso mediano, 1976-2008
Modelo 1
EA
EA
-26.217
(0.240)
-21.787
(0.005)
1128
1128
1002
1002
1158
1158
Within
0.352
0.3518
0.3411
0.3399
0.2807
0.2798
Between
0.186
0.1920
0.2551
0.2786
0.2283
0.2415
Overall
0.237
22.67
(0.00)
0.2447
0.2870
15.18
(0.00)
0.3099
0.2350
0.2478
Log PBI pc
Log inflación
Tasa de interés
real
Ahorro externo
(% PBI)
Dinero (% PBI)
Dependencia
demográfica
Efecto
demostración
Constante
Observaciones
EA
5.470
(0.000)
0.145
(0.000)
0.724
(0.000)
0.002
(0.778)
-0.475
(0.000)
-0.000
(0.406)
0.015
(0.528)
Modelo 3
EF
6.723
(0.022)
0.146
(0.004)
0.709
(0.001)
0.001
(0.763)
-0.440
(0.000)
-0.000
(0.121)
-0.116
(0.231)
-0.221
(0.022)
-19.064
(0.456)
Crecimiento PBI
pc
EF
6.022
(0.011)
0.146
(0.002)
0.769
(0.000)
0.002
(0.657)
-0.470
(0.000)
-0.000
(0.003)
0.020
(0.800)
Modelo 2
5.958
(0.000)
0.145
(0.000)
0.636
(0.000)
0.001
(0.918)
-0.446
(0.000)
-0.000
(0.682)
-0.129
(0.000)
-0.246
(0.000)
-11.739
(0.184)
EF
8.798
(0.001)
0.113
(0.068)
0.627
(0.004)
7.963
(0.000)
0.114
(0.004)
0.564
(0.000)
-0.406
(0.000)
-0.413
(0.000)
-0.201
(0.021)
-43.771
(0.017)
-0.204
(0.000)
-36.6
(0.000)
Rsq
F stat
(Prob)
Wald chi2
(Prob)
Breusch Pagan
(Chi2)
Hasuman Test
(Chi2)
7.82
(0.00)
350.04
(0.00)
503.55
(0.00)
5146.54
(0.00)
161.99
(0.00)
285.75
(0.00)
284.42
(0.00)
131.00
(0.00)
Notas: P-valores entre paréntesis. Se utilizó una matriz robusta de varianza y co varianzas para que los
errores estándar sean consistentes en presencia de heteroscedasticidad. Se aplicó el contraste de Hausman
para testear la hipótesis de existencia de correlación entre las variables explicativas y el término de error.
Para los modelos 2 y 3 los resultados del test nos llevan a rechazar la hipótesis nula y preferimos el
modelo de efectos fijos que es consistente. Para el modelo 1 el resultado del test no nos permitió decidir
concluyentemente sobre el mejor modelo.
Variable dependiente: ahorro doméstico como porcentaje del PBI en dólares. Variables explicativas: tasa
de crecimiento del PBI pc en dólares 2000, logaritmo del PBI pc en dólares, tasa de interés real = (1+tasa
de interés nominal)/(1+inflación) -1, logaritmo de la inflación (para los valores negativos se asumió un
valor 0.01), tasa de dependencia demográfica, cantidad de dinero como % del PBI), ahorro externo (saldo
contrario de la cuenta corriente de la balanza de pagos), efecto demostración (la brecha de ingreso per
cápita relativa a Estados Unidos ponderada por la cantidad de televisores cada 100 habitantes).
Fuente: Elaboración propia. Se utilizaron los datos de World Development Indicators del Banco Mundial
para todas las variables con excepción de la cantidad de televisores que se obtuvo de la International
Telecommunications Union, ICT Indicators Database 2010.
En el modelo 1, no resultan significativos el efecto de la tasa de interés real ni la tasa de
dependencia demográfica (en ninguna de las dos estimaciones); el indicador de
profundidad financiera (M2 como porcentaje del PBI) no resulta significativo (en la
estimación con efectos aleatorios) o tiene un impacto cercano a cero (con efectos fijos).
23
El ingreso per cápita, su crecimiento, la inflación, y el ahorro externo, revelan efectos
sobre la tasa de ahorro significativamente distintos de cero, y del signo anticipado por la
revisión de literatura empírica.
El modelo 2 introduce en la estimación un indicador del “efecto demostración
internacional”, definido como el producto de un indicador de las brechas de consumo
con respecto a la economía líder (la diferencia entre el ingreso per cápita de Estados
Unidos y el de cada país, en cada año), y otro indicador del acceso a información sobre
estilos de vida internacionales (la cantidad de televisores cada cien habitantes). La
estimación muestra que dicha variable compuesta entra en la regresión con el signo
esperado según las hipótesis de Nurkse (i.e., deprimiendo el ahorro), y el coeficiente
respectivo es estadísticamente significativo.20 El resto de las variables independientes
mantienen su relación estadística con el ahorro detectada en la estimación previa, y en
línea con la evidencia empírica internacional. Finalmente, el modelo 3 excluye las
variables no significativas, y confirma un efecto positivo del nivel de ingreso per cápita
y de la tasa de crecimiento (significativo al 10% pero no al 5%), la inflación (motivo
precaución), y un efecto negativo del ahorro externo que tiende a desplazar
parcialmente al ahorro doméstico.21 El efecto demostración sigue siendo significativo y
con signo negativo, tal como predice Nurkse.
La hipótesis del efecto demostración no requiere aceptar que ciertos bienes de calidad
superior tengan un valor social más allá del flujo de servicios que proporcionan a quien
los adquiere o posee, pero Duesenberry y otros autores que extendieron esa indagación
no pasaron por alto que los resultados se refuerzan si existen bienes con valores
simbólicos que trascienden su utilidad práctica. Ello nos conduce a examinar
brevemente las hipótesis del consumo conspicuo o posicional.
Consumo conspicuo
En The theory of the leisure class (1899), Thorstein Veblen argumenta que el consumo
–especialmente, pero no solamente—de los segmentos más ricos de una sociedad
responde fuertemente a los comportamientos y reacciones de otros, y no exclusivamente
o primordialmente en las preferencias individuales. Para Veblen los bienes tienen al
mismo tiempo valores “instrumentales”, o como medios para alcanzar ciertos fines, y
valores “ceremoniales”, o como símbolos de status. Aunque suele confundirse la
concepción de Veblen con el esfuerzo constante por gastar más que otros (que podría
consistir en un efecto demostración exagerado), el autor expresamente estipula que la
expectativa social que su teoría destaca determina que cada quien consuma lo que es
20
Debe elegirse la estimación por efectos fijos, por resultar consistente a partir de los resultados del test
de Hausman.
21
La relación positiva entre la tasa de ahorro y el nivel de ingreso constituye uno de los hechos
estilizados señalados por Edwards (1995), Loayza et al (2000), y Reinhardt (2008). El crecimiento
económico aparece como un determinante positivo de la tasa de ahorro, significativo al 10% pero no al
5%, (en Gutiérrez, 2007, el coeficiente no resulta significativo), y persiste la ambigüedad acerca de la
dirección de la causalidad. No se encuentra evidencia a favor de la hipótesis del ciclo de vida, al igual que
en Gutiérrez (2007) y a diferencia de Loayza et al (2000). La tasa de ahorro no resulta afectada por la tasa
de interés real al igual que en los trabajos de Edwards (1995) y Reinhardt (2008). El indicador utilizado
de profundización financiera tampoco resulta significativo, como Loayza et al (2000). En relación a la
inflación, se encuentra evidencia a favor de un efecto positivo en la tasa de ahorro, coincidiendo con
Loazya et al (2000) y Gutiérrez (2007).
24
“apropiado” para su status. En tanto trata del valor simbólico de los bienes, consumir
más allá de niveles y formas “apropiados” podría atraer atención indeseada, tanto como
consumir menos que los niveles o formas simbólicamente adecuados para la posición en
la estructura social.
Las modas y el efecto de los medios masivos tienen una relación tangencial con la teoría
de Veblen. La teoría mantiene que los bienes conservan la naturaleza dual, como
instrumentos y símbolos de status. Aunque una teoría de los precios que ignore los
segundos será incompleta y con pobre poder explicativo, el consumo de bienes
posicionales despegado de su rol instrumental hace que éstos pierdan su valor simbólico
rápidamente (e.g., como cuando el uso de merchandising de una marca de auto de alto
status no se acompaña del acto de conducir un modelo de la misma). Más aún, aunque
es frecuente y obvio el esfuerzo de la publicidad para adherir contenido simbólico a
ciertos bienes, la interdependencia en el consumo enfatizada por Veblen no implica o
requiere la existencia de un sustancial poder manipulador del marketing. El valor
simbólico de los bienes más frecuentemente deriva de una conexión, basada en el valor
instrumental en las circunstancias de cada segmento social, entre bienes y posiciones
sociales.22
Siguiendo a James (1987), la teoría del consumo conspicuo complementa y refuerza las
implicaciones del enfoque de Nurkse. Específicamente, el reconocimiento de las
dimensiones simbólicas y posicionales del consumo, conectados a teorías sociológicas
de la modernización, aportarían fundamentos a los efectos demostración durante el
proceso de desarrollo, y contribuirían a explicar fenómenos como la rigidez a la baja de
consumos suntuarios entre los pobres, o la constancia o caída de la tasa de ahorro al
aumentar el ingreso per cápita.23 En breve, tanto por la presión al alza que generan
domésticamente, como por el contenido simbólico de status que adquieren los
consumos del mundo desarrollado en un planeta más integrado, el consumo posicional o
conspicuo se transforma en obstáculo adicional al ahorro en economías en desarrollo.
El cuadro 9 permite ilustrar algunos de los mecanismos a través de los cuales se generan
y difunden patrones de consumo entre grupos sociales, que pueden inducir una
expansión acelerada de las aspiraciones y afectar el ahorro.
22
Aunque sus ideas son actualmente más influyentes en otras disciplinas, es bueno recordar que Veblen
recibió en 1925 el ofrecimiento para presidir la American Economic Association, el que rechazó. Harvey
Leibenstein (1950) elaboró las implicaciones de las preferencias interdependientes para el análisis de
equilibrio parcial de los mercados. Además de los efectos demostración y consumo conspicuo
(ligeramente re-interpretado), reconoció la existencia de bienes snob (el consumidor individual
demandará menos de ellos, cuanto más se difunda su consumo).
23
James emplea un ejemplo numérico derivado de Lebenstein (1975) para ilustrar el eventual impacto
adverso del crecimiento del ingreso en la tasa de ahorro, en presencia de consumo conspícuo. En el
ejemplo, el consumo posicional “apropiado” de un estrato superior es un cierto factor constante, x, del de
un estrato inferior. Cuando al aumentar el ingreso per cápita el estrato inferior aumentara su consumo
conspicuo, el estrato más rico debe incrementar su consumo posicional proporcionalmente (al consumo
conspicuo del estrato pobre) reduciendo consumos no posicionales y/o el ahorro (James, 1987, pp 25960).
25
Cuadro 9: “De más” y “de menos”, de Revista Galería
De más
De menos
D+1: Alquilar una segunda casa para los jóvenes
de la familia y sus novios (477)
D-1: Tener roto la cappota del Mercedes
Araña clásico (477)
D+2: Sorprender a tu marido/esposas en el
aniversario con una reserva en Fernando de
Noronha (456)
D-2: Ir a escuchar de afuera un recital y
comprar merchandising para que crean que
entraste (478)
D+3: Haber hecho un curso de cata de quesos
durante tus vacaciones en París (456)
D-3: Las copias de Starbucks (458)
D+4: Tener un original de Jasper Johns en tu casa
de veraneo (478)
D-4: Lavar los platos descartables para volver
a usarlos (339)
D+5: Casarte por civil en el yate familiar (478)
D-5: Dar vueltas por el free shop con cara de
euforia (339)
D+6: Haber recorrido la costa atlántica con tus
amigos en un motor home (478)
D-6: Comprarte toda la ropa en los outlet
(334)
D+7: Tener un número de cliente en la Opera de
París (458)
D-7: Hacerle un forro de tela al sillón de
cuero para que los nenes no lo estropeen
(351)
D+8: Saber distinguir qué cosas de D&G son finas
(458)
D-8: Viajar solo con pasajes low cost (351)
D+9: Tener cancha cerrada de squash en el casco
de tu estancia (334)
D-9: Servir el vino en vasos porque te
quedaste sin copas (345)
D+10: Salir con tu avioneta de Carrasco y no de
Melilla (334)
D-10: No tener champaña en tu velero (430)
D+11: Tener un vehículo para el invierno y otro
para el verano (481)
D+12: Viajar con tus amigas a NuevaYork y París
como despedida de soltera (418)
D+13: Ir a curarte el acné a las termas francesas de
Avéne (406)
Fuente: Revista Galería del Semanario Búsqueda, números seleccionados (número de publicación
indicado entre paréntesis).
El cuadro contiene items relacionados a la generación de efectos demostración (i.e.,
evidencia de diferenciales de calidad en el consumo de estratos superiores) así como
items que revelarían formas de consumo conspicuo (consumo con connotaciones
simbólicas y/o posicionales). Así, por ejemplo, D+1, D+2, D+3, D+6, D+7, D+9, D+11,
D+12 o D+13 pueden leerse como ejemplos de consumos de “calidad superior” (e.g.,
por proporcionar mayores niveles de confort, disponibilidad privada de bienes
usualmente compartidos, calidad en el aprovechamiento del tiempo libre, o como D+13,
una posible eficacia instrumental). Esas formas de consumo seguramente trascienden a
través de la interacción social (quizás a través de publicaciones como Galería). Aún si
los que las disfrutan podrían preferir no hacerlas visibles, su conocimiento
probablemente eleva las aspiraciones de no han accedido a ellas.
Pero en otros casos es pensable que un efecto buscado con ciertos consumos sea
precisamente el reconocimiento externo. Ellos incluyen ejemplos de los anteriores,
26
cuando quién las aprovecha desea además hacerlas conocer, pero también ejemplos
como D+5 (y quizás D+4), más evidentemente orientados a ser visibles. Mientras D+10
puede interpretarse en ambos sentidos, D+8 revela que incluso las diferencias entre lo
“apropiado” y lo que no alcanza a serlo puede ser tan sutil como diferenciar productos
dentro de un rango estrecho de variación. La muestra de D-s seleccionados incluye
ejemplos de sacrificios (relativamente menores) de calidad resultantes en ahorros,
sutiles déficits que pondrían límites inferiores al consumo simbólico “apropiado” (D-1 y
D-10), o comportamientos que evidenciarían falta de familiaridad con ciertos patrones
de consumo y/o una valorización excesiva del ahorro (D-5).
Economía del comportamiento
Unlike Econs, Humans predictably err. (Thaler y Sunstein, 2008, p. 7)
La “economía comportamental” (behavioral economics) viene poniendo en evidencia en
las últimas cuatro décadas que los supuestos de la corriente principal de la economía son
empíricamente inválidos, y conducen a predicciones erróneas. Akerlof y Shiller (2009)
y Thaler y Sunstein (2008) proporcionan excelentes panorámicas de la literatura
relevante (en adelante identificados como AS y TS); Repetto (2001) realiza una muy
buena síntesis de partes sustanciales de esa literatura, y la evalúa desde la perspectiva de
Chile.24
A diferencia del agente representativo neoclásico, el sujeto caracterizado por los
hallazgos (mayormente experimentales) de la economía comportamental:
-
comete errores sistemáticos, debido a fallas de la percepción sensorial u otros
problemas de apreciación del entorno
-
sigue reglas “simplificatorias” de decisión en vez de recalcular su respuesta
óptima en cada circunstancia, exponiénose a sesgos sistemáticos.25 Entre las
estrategias heurísticas principales, el sujeto de la economía del comportamiento:
o estima datos desconocidos por “anclaje” (a datos conocidos) y “ajuste”
o se deja influir por la “accesibilidad” y “saliencia”, sobre- o subestimando
las probabilidades de eventos infrecuentes según la proximidad a la
experiencia individual
-
exhibe un sesgo optimismo y excesos de confianza, lo que puede resultar en
subestimar el valor de los seguros o el beneficio precautorio de los ahorros
-
psicológicamente, valora de forma desproporcionada una pérdida respecto a una
ganancia del mismo valor absoluto o, en otras palabras, exhibe aversión a las
pérdidas
24
AS y TS tienen una clara vocación de divulgación, pero son convenientes y oportunas síntesis de
cuantiosos cuerpos de la literatura especializada, y sus afirmaciones están cuidadosamente respaldadas
por las referencias correspondientes a la literatura técnica.
25
Según Thaler y Sunstein (2008), dos ejemplos de “reglas aproximadas” que en general funcionan son
“diez personas elevarán la temperatura de un salón promedio a razón de un grado farenheite por hora”, y
“no más del 25% de los invitados a una cena de la universidad pueden provenir del departamento de
economía si no se quiere estropear la fiesta” (p. 22).
27
-
en parte como consecuencia del sesgo anterior, exhibe un sesgo favorable al
status quo; consecuencias relevantes del mismo incluyen
o la tendencia a mantener incambiado un patrón de asignación de ahorros a
activos financieros, aún si pequeños ajustes podrían impactar
significativamente en la velocidad de acumulación (e.g., distribución del
aporte marginal entre portafolios “seguro” y “rentable”)
o la tendencia a seguir pagando por servicios no utilizados luego de un
período de contrato “gratis” (e.g., canales adicionales en suscripción de
TV por cable)
o como resultado, las opciones “por defecto” tienden a adquirir
rápidamente una gran participación de mercado (aún cuando cambiarlas
no tenga costos)
-
es fácilmente influenciable por la forma en la que se le presenta la información
(y por recordatorios simples y “neutros” de acciones deseables o a evitar)
-
experimenta problemas para controlar las tentaciones y por lo tanto exhibe
comportamiento dinámicamente inconsistente
-
tiende a adecuarse (“conformar”) al comportamiento del grupo, incluso de
grupos de individuos desconocidos, en parte porque sobre-estima la atención que
el grupo le dedica
-
exhibe “ilusión monetaria”, confundiendo variaciones nominales con reales, o
cambios en la liquidez de la riqueza por cambios en su cuantía
Como no escapa a los autores antes citados, estas regularidades de comportamiento
permitirían superar algunas limitaciones de la corriente principal en la explicación de las
diferencias entre grupos, y variaciones en el tiempo del ahorro. TS observan dos
regularidades con consecuencias sobre el ahorro: la gente tiene dificultades para realizar
muchos de los cálculos requeridos para hacer elecciones óptimas, y carece de fuerza de
voluntad para llevar adelante los mejores planes o intenciones. Incluso decisiones
aparentemente simples como decidir la edad de retiro en un sistema de pensiones de
“beneficios definidos” involucran cálculos no triviales, y errar en la decisión tiene
consecuencias irreparables sobre la necesidad de “desahorro” durante la jubilación.
En la asignación del ahorro, se ha observado que los trabajadores que tienen una opción
entre dos portafolios sistemáticamente asignan 50-50% de sus aportes a uno seguro
(típicamente, bonos públicos) y uno de mayor retorno-riesgo (típicamente, acciones).26
Por los efectos de inercia discutidos antes (o el poder de las elecciones “por defecto), no
cambian su asignación a lo largo de su vida activa. Como el portafolio más riesgoso
crece en el largo plazo más que el seguro, el portafolio (usualmente sencillo de
modificar) cuando el trabajador aproxima su edad de retiro está sesgada precisamente
hacia el sub-portafolio menos seguro, y muchos trabajadores son sorprendidos por las
crisis y severamente penalizados en sus beneficios de jubilación. Una mayor atención al
comportamiento de los portafolios no necesariamente ayudaría a estos trabajadores, ya
que se ha observado que las actitudes hacia las pérdidas, y el comportamiento de
manada, inciden generando decisiones que distan mucho de ser óptimas. Modificar las
26
TS citan al padre de la moderna teoría del portafolio, Harry Markowitz, reconociendo que “debería
haber calculado las covarianzas históricas de las categorías de activos y delineado una frontera de
eficiencia. Sin embargo,… dividí mis contribuciones cincuenta-cincuenta entre bonos y acciones”.
28
decisiones “por defecto”, en cambio, puede ser una manera eficaz de ayudar a
consumidores limitadamente racionales a hacer lo que más les conviene.
En su discusión del uso del crédito, TS presentan evidencia de los significativos costos
monetarios que experimentan los consumidores como consecuencia de sus desvíos de la
racionalidad económica convencional. En el mercado de los créditos hipotecarios, por
ejemplo, la complejidad de los contratos determina que los prestatarios menos educados
paguen significativamente más en costos de contratación que los más educados, y que
los préstamos concretados por brokers sean apreciablemente más caros que los
realizados directamente por el financista. En conjunto, estos resultados muestran que
cuando los mercados se vuelven más complicados, los compradores menos sofisticados
pagan más por un producto similar. Esos consumidores seguramente reciban consejos
interesados de quienes en principio ocupan roles de asesoramiento.
En el caso de las tarjetas de crédito, la ilusión de riqueza a que podría inducir la
sencillez de expansión del endeudamiento (e.g., la gente está dispuesta a pujar por el
doble en remates on line en que se puede pagar con tarjeta que en los que requieren
pago en efectivo), sumada a problemas de auto-control, suelen crear serios problemas
para algunos consumidores. La forma en que se presentan los estados de cuenta y
formas de pago disponibles también puede inducir a pagar más intereses de los que en
otras circunstancias el consumidor hubiera elegido pagar.
El Cuadro 10 resume cómo los desvíos de la racionalidad convencional puden afectar
negativamente el ahorro:
Cuadro 10: Desvíos de la racionalidad convencional y ahorro
Comportamientos observados
Forma en que afectan al ahorro
Reglas simplificatorias: uso de “compartimentos
mentales” para manejo de ingresos de distinto tipo
Familias que mantienen al mismo tiempo ahorros
líquidos con bajo retorno y deudas a altas tasas de
interés
Sesgos en la estimación de probabilidades, sesgo
optimista o exceso de confianza
Ahorro insuficiente para afrontar desempleo
Sesgo a favor del status quo
Ahorro insuficiente para el retiro
Dificultades para entender y aprovechar
información financiera; impaciencia hoy y
paciencia en el futuro; decisiones dependientes de
la formas de recibir información
Endeudamiento a altas tasas de interés y altos
costos
Debilidad de la voluntad, optimismo sobre la
fortaleza de voluntad futura, e inconsistencia
temporal de las decisiones
Ahorro insuficiente para el retiro, endeudamiento
“Ilusión monetaria”
Unida a interdependencias en el consumo, aumenta
la propensión marginal a consumir
Efectos demostración y consumo conspicuo
Reducen propensión marginal a ahorrar; aumento
del consumo visible de estratos que ahorran poco
aumenta prop. marginal a ahorrar de los más ricos
29
Implicaciones de política
Para alcanzar algunas metas enunciadas de inversión el Uruguay necesita que crezca el
ahorro privado. No es pensable que el ahorro externo proporcione consistentemente el
financiamiento para que el país pueda continuar creciendo a tasas elevadas. Aunque el
propio crecimiento del ingreso puede facilitar el aumento del ahorro, es muy probable
que se requieran al mismo tiempo estrategias específicas para incentivarlo, o al menos
para no socavar sus bases. La evidencia para el Uruguay y países de similar nivel de
desarrollo, la evidencia menos conocida pero robusta de la economía comportamental, y
evidencia primaria a favor de la existencia de interdependencias en el consumo, apuntan
conjuntamente hacia la necesidad de innovar en las estrategias de promoción del ahorro
privado. En particular, las estrategias convencionales basadas en la oferta a los
ahorristas de nuevos activos financieros y/o la mejora de sus tasas netas de retorno, se
muestran como claramente insuficientes.
Thaler y Sunstein (2008) y Repetto (2001) examinan variados arreglos que permitirían
evitar trampas, o generar tecnologías de compromiso, para consumidores que suelen
postergar el ahorro. Si bien la intervención pública no es indispensable para su
implementación, el Estado podría facilitarlas o, al menos, no boicotearlas
inadvertidamente. Entre dichos esquemas se cuentan los programas de ahorro voluntario
facilitados por los empleadores, diseñados de manera “inteligente” para evitar o
aprovechar sesgos y miopías, ayudando a los consumidores a hacer algo que quizás no
valoren suficientemente hoy, pero que van a apreciar mañana. Precisamente, los
programas “ahorre más mañana” comprometen a nuevos empleados a comenzar a
ahorrar un porcentaje predeterminado y relativamente modesto de su ingreso, a partir de
su primer ajuste nominal de salarios. En algunos casos, los empleadores hacen una
contribución similar a la del empleado, a una cuenta que quedará a disposición del
segundo al verificarse alguna condición.27 La postergación del inicio, y la coincidencia
del comienzo de las deducciones con un aumento nominal, hacen menos “doloroso” el
ahorro para consumidores que tienen ilusión monetaria, altas tasas de descuento y
dificultades para mantener decisiones cuando requieren sacrificios “presentes”. TS han
probado con éxito esas políticas en grandes empresas, reforzando su aceptación con su
inclusión “por defecto” en los contratos de trabajo (para contrarrestar la tendencia a no
suscribirse a un programa beneficioso cuando ello requiere que el beneficiario tome la
iniciativa). Estos esquemas podrían ser favorecidos por la política tributaria, pero
Repetto (2001) advierte sobre las limitaciones en la eficacia de dichas políticas.
Otras medidas no convencionales para promover el ahorro pasarían por evitar el sobreendeudamiento de las familias (o segmentos relevantes de ese universo). Como se vio,
ante la presión del entorno a consumir bienes posicionales, o el deseo de emular pautas
de estratos superiores; ante tasas de descuento exageradas y/o ofertas de financiamiento
con condiciones difíciles de evaluar adecuadamente, el consumidor caracterizado por la
economía del comportamiento es propenso a caer en trampas de excesivo
27
La condición podría incluir el desempleo o retiro, dos circunstancias en las que se suele lamentar no
haber ahorrado lo suficiente. Nótese que si esas fueran las condiciones, el sistema financiero podría tener
interés en captar estos fondos que tendrían trayectorias previsibles de acumulación. La política pública
podría crear condiciones para su asignación a proyectos con alto retorno social.
30
endeudamiento e incluso endeudamiento empobrecedor (i.e., una trampa en la que el
consumidor vea deteriorarse su consumo mientras solo paga los intereses para renovar
la deuda). Una mejor información (más sencillamente digerible, y no necesariamente
más abundante) sobre los costos del endeudamiento puede contribuir a que esos
consumidores eviten o manejen mejor las compulsiones o tensiones psicológicas de
postergar consumo. Eventualmente, de verificarse situaciones patológicas y socialmente
perversas (como círculos viciosos de consumo excesivo y endeudamiento
empobrecedor), el Estado debiera considerar desincentivar la oferta de crédito fácil pero
caro (e.g., vía tarjetas de crédito) a sectores “vulnerables”. Esta posible necesidad de
“desincentivo” no debiera interferir con el esfuerzo por extender la bancarización
basada en el uso de tarjetas de débito.28 (Un aspecto lateral pero no menor de una
estrategia de promoción del ahorro consiste en mejorar la disponibilidad de datos sobre
la situación económica-financiera de las familias; una encuesta regular de finanzas de
las familias, como el Survey of Consumer Finances de la Reserva Federal de los
Estados Unidos, permitiría avanzar sustancialmente en el diseño afinado de políticas.)
El análisis anterior sugiere que las autoridades hacen bien en poner sobre la mesa el
desafío de recuperar la captación de pequeños ahorros y su agregación, como una de las
funciones claves de un sistema financiero funcional al desarrollo.29 Aunque pueda
parecer difícil que la banca privada adopte como eje principal de su negocio la
promoción del ahorro privado, ello podría ser más explícitamente priorizado por la
banca pública. La experiencia de casos exitosos de “ahorros postales” (e.g., Japón) o
instituciones públicas ad-hoc (como el Patronato del Ahorro Nacional de México)
podrían ser consideradas, aún si la accesibilidad a la red física que justificaba
originariamente a los primeros es una limitante menos significativa en un país como
Uruguay. Asimismo, esquemas de ahorro voluntario como los sugeridos más arriba,
unidos a mayor estabilidad macroeconómica y de reglas de juego, ofrecerían incluso a
intermediarios con clara finalidad de lucro el atractivo de unos flujos predecibles de
fondos para colocar en proyectos de inversión.
El gobierno tiene a su disposición un instrumento adicional para promover el ahorro
privado. A la luz de la evidencia empírica, el ahorro público no desplaza completamente
al ahorro privado, sino que ambos son relativamente complementarios. En este sentido,
pautas de manejo de la política fiscal que apunten a un presupuesto equilibrado
(ajustado por la fase respectiva del ciclo económico), constituirían un puntal adicional
de una política de ahorro para el desarrollo.
28
En este segundo caso, debería monitorearse la oferta de líneas de sobregiro, ya que operarían igual que
las tarjetas de crédito facilitando el consumo por sobre el ingreso corriente y a elevadas tasas de interés.
29
“Economía pidió a los bancos que incentiven la captación de ahorro”; www.elpais.com.uy;
Miércoles 08.09.2010. (…) “El ministro convocó a los bancos a optar por una nueva estrategia de
captación de depósitos a la par del proceso de inclusión financiera que el gobierno está impulsando.
"Quedo siempre sorprendido de que tratamos de explorar las imperfecciones de nuestra intermediación
bancaria desde los indicadores de crédito", afirmó.” (…)
31
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