MÁS DE CINCO DÉCADAS DE LARINGECTOMÍA HORIZONTAL

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Acta Otorrinolaringol Esp 2004; 55: 430-442
REVISIÓN
MÁS DE CINCO DÉCADAS DE LARINGECTOMÍA
HORIZONTAL SUPRAGLÓTICA
(TÉCNICA DE ALONSO)
A. DEL CAÑIZO-ÁLVAREZ
CÁTEDRA
Y
SERVICIO
DE
OTORRINOLARINGOLOGÍA
Y
Y
PATOLOGÍA CÉRVICO-FACIAL. FACULTAD
HOSPITAL UNIVERSITARIO
DE
DE
MEDICINA
SALAMANCA.
RESUMEN
E
n este trabajo intentamos demostrar la importancia de la
contribución española e iberoamericana en el desarrollo y
difusión de la laringectomía horizontal supraglótica o técnica
de Alonso, realizada en España y Suramérica desde la década de
los ’50. Citamos a los autores más importantes con la intención de
recordar sus nombres y sus ideas con la finalidad de dar a conocer
sus muy valiosas aportaciones casi nunca recordadas y menos referenciadas en las publicaciones modernas.
PALABRAS CLAVE: Supraglótica. Historia. Cáncer laríngeo. Técnica de Alonso.
ABSTRACT
MORE OF FIVE DECADES OF SUPRAGLOTTIC LARYNGECTOMY
[ALONSO’S TECHNIQUE]
I
n this paper we attempt to prove the relevance of the spanish and iberoamerican contribution, in the expansion and
development of Alonso’s technique for surgical treatment
of supraglottic cancer, that begun in Spain and Southamerica
in the fifty´s. We mentione the most important authors and
their ideas, and we explain their contribution to this surgical
procedure which has been remained forgotten in the latest publications.
KEY WORDS: Supraglottic. History. Laryngeal Cancer. Alonso’s Procedure.
Correspondencia: Agustín del Cañizo-Álvarez. C/Gran Vía, 36. 37001 Salamanca.
E-mail: [email protected]
Fecha de recepción: 3-8-2004
Fecha de aceptación: 3-10-2004
430
Acta Otorrinolaringol Esp 2004; 55: 430-442
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ACTA OTORRINOLARINGOLÓGICA ESPAÑOLA
JUSTIFICACIÓN
A finales de los años 40, Justo Marcelo Alonso1
de Montevideo (su segundo nombre fue Marcelo y
no María, como ampliamente se cree en España;
nació en Colla, hoy Rosario, del uruguayo departamento de Colonia, el 15 de enero de 1886; murió
en Montevideo en 1974), enunciaba, describía y
publicaba los primeros resultados de la LHS2, comenzada e ideada por este autor en 19393,4. Después de la Segunda Guerra Mundial, la técnica del
profesor uruguayo es conocida en España y, por
primera vez en Europa, es llevada a cabo en Madrid, por el doctor Aciego de Mendoza5,6. Quizá este autor fue el primero, según nuestras fuentes,
pero son muchos los especialistas españoles, junto a suramericanos, los que desarrollan el método.
A través de ellos, la técnica pasa a Italia y Francia. Sería largo citar el extenso número de contribuciones publicadas, ya fuese sobre lo íntimo de
la LHS y sus detalles quirúrgicos, sobre sus problemas y complicaciones, así como sobre sus resultados; y nos limitaremos a las más importantes.
El lector, se preguntará y no sin razón, el porqué
de esta contribución. En primer lugar, llamar la atención a los especialistas más jóvenes y recordar a
los más viejos, que la LHS es casi una técnica
nuestra. Un método hispano, revolucionario en su
día, que permitió la conservación de toda la fisiología laríngea, curando su cáncer. Es quizá comprensible que en la bibliografía centroeuropea y norteamericana no aparezcan estas citas. Ya que la
mayor parte de ellas se encuentran publicadas en
nuestro idioma y como afirmaba el insigne Ramón y
Cajal7, el español no forma parte del grupo de lenguas sabias. Sin embargo, nos resulta imperdonable que los modernos especialistas, tanto españoles
como iberoamericanos, nos inunden de citas de autores, casi siempre angloparlantes, cuyo mayor mérito, en muchas ocasiones, ha sido emular las descripciones e ideas de nuestros primeros maestros.
La segunda razón, quizá la fundamental, es la
aparición de publicaciones norteamericanas recientes8,9, describiendo la técnica, sus indicaciones, complicaciones y resultados actuales10. En todas ellas se repite lo publicado hace más de cinco
décadas y además, suelen presentar la LHS casi
como una novedad y lo peor, según se desprende
de algunas de estas contribuciones, como algo inventado por ellos, citando a Alonso de pasada y
casi siempre referenciando la misma cita bibliográfica del profesor uruguayo (Alonso JM. Conservative Surgery of the Larynx Trans Am Acad Ophtalmol Otolaryngol 1947;51:633.) como si fuese la
única contribución de este autor, haciéndonos pen-
sar que no saben de ninguna otra y en base a sus
comentarios, a sospechar que la mayoría de ellos,
ni siquiera han leído las publicadas en inglés11,12.
Efectivamente, desde los comienzos de la cirugia del cáncer laríngeo y en su desarrollo, la contribución hispana ha sido importantísima. Fue D.
Antonio García Tapia13, modificando la técnica de
Gluck, el primero en obtener resultados lo suficientemente alentadores para seguir este tipo de tratamiento; y de la misma forma, Alonso14 enunció el
concepto de la ‘unidad vestibular’ y describió la laringectomía horizontal supraglótica provocando
una revolución en el capítulo de la cirugía funcional. De igual manera, en el terreno del tratamiento
quirúrgico de las metástasis ganglionares los primeros en aplicar razonadamente, las siempre citadas, ideas de Crile15, fueron Agra16 y Del Sel17, de
la República Argentina, estandarizando el vaciamiento radical de cuello, tal como hoy lo conocemos; también argentinos fueron Begnis 18 y Suárez19,20, que describen, el denominado en nuestro
medio, ‘vaciamiento funcional’, introducido en España por César Gavilán21. Añado que sobre el tratamiento de las metástasis ganglionares, la contribución hispana es enorme y podría ser objeto de
una publicación similar (Gavilán22).
A pesar de estas palabras, no queremos reivindicar autorías de técnicas, ni pecar de chauvinistas.
Hay están las citas bibliográficas para demostrarlo.
Sino llamar la atención de la tremenda injusticia y
reclamar el respeto que se merecen nuestros maestros, que en la época heroica de la Cirugía a la que
se sumaron grandes y graves vicisitudes políticas,
fueron capaces no sólo de hacer progresar la Laringología, sino de lo que es más difícil, de crear Escuela y convertirse en maestros en el más amplio
sentido de la palabra. Siendo a ellos, precisamente,
a quienes debemos dedicar esta contribución, en la
que fue nuestro deseo desempolvar y en esta ocasión, resucitar sus nombres y sus ideas.
Por otra parte y a mayor abundamiento, como
decíamos, estamos hartos de leer en inglés, falsas
autorías y opiniones copiadas. Conceptos antiguos
y paradigmas enunciados por nuestros predecesores, presentados al día de hoy, como novedades o
ideas originales que vienen a hacernos sospechar,
que si bien el español ‘no es una lengua sabia’ en
más de una ocasión se ha sabido traducir o escuchar demasiado bien.
INTRODUCCIÓN
Efectivamente, han pasado más de sesenta
años, desde que Alonso23, describiera la laringec-
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tomía horizontal supraglótica, que junto a la cordectomía, inició el largo capítulo de la cirugía funcional de laringe. Desde entonces, en España y
Suramérica, se viene practicando esta técnica de
forma rutinaria, casi veinte años antes que en el
resto de Europa y Estados Unidos, que no se habla de ella hasta finales de los años cincuenta.
Las bases de la operación, derivaron de las observaciones, como todos sabemos, de Baclesse24,25 y
Leroux-Robert26, aparte de los datos ontogénicos
de Maisonnave27 y los estudios sobre la vascularización de las diferentes porciones de la laringe,
que intentaban justificar el peculiar crecimiento del
cáncer supraglótico. Hoy día, sabemos que no todos aquellos conceptos eran ciertos, sobre todo en
lo que atañe a la vascularización linfática (Cañizo
Alvarez28, Welsh29, Verge30 y Werner31) y la descripción de la compartimentación conjuntiva de la laringe (López Aguado32; Pressman33, Welsh34); pero
lo que sí sigue invariable, son las indicaciones de
las técnicas horizontales, basadas en los hechos
clínicos y en los resultados curativos de la técnica
de Alonso, autor que demostró que la región supraglótica constituye una unidad oncológica.
Aunque no está, dentro del sentido de esta comunicación, describir exhaustivamente las indicaciones y las técnicas quirúrgicas; para poder comprender los detalles y las dificultades de la laringectomía
horizontal supraglótica, no tenemos más remedio
que repasar sus diferentes pasos, para demostrar el
peso histórico y las pruebas; así como las evidencias publicadas por nuestros antecesores. Al respecto, son sorprendentes las declaraciones de Silver35 que en su obra ‘Surgery for the Cancer of the
Larynx’, editada por este autor en 1981, afirma:
Alonso dejaba un faringostoma temporal debido a
las dificultades que se presentaban para unir la base de la lengua con el muñón laríngeo después de
la resección; las molestias concominantes y la necesidad de un cierre secundario impidieron que esta
técnica alcanzara una aceptación popular. Fue Ogura36 en 1958, el primero que publicó la técnica de la
LHS, con cierre primario y vaciamiento radical…
Estas palabras que todos podemos leer en esta
difundida obra nos demuestran el total desconocimiento del autor de los trabajos y de las publicaciones del profesor uruguayo, además no las corrige en ediciones posteriores 37,38; efectivamente,
cuando Alonso39 empieza a realizar la LHS deja un
faringostoma primitivo, pero no por no poder suturar, sino por miedo a las complicaciones infecciosas postoperatorias, ya que la comienza a realizar
a finales de los años treinta. Ya, a partir de 194940,
Alonso describe la técnica en un tiempo 41, mostrando la forma de dar los puntos en la mucosa fa-
432
ríngea y anudarlos posteriormente a la elevación
de la laringe y, en su libro ‘Cancer Laríngeo’, publicado en 195442, se pueden comprobar estas afirmaciones, aparecidas cuatro años antes de que
Ogura43 publicase su tan citado trabajo. El mismo
Alonso en la página 245 de la obra nos los relata
así: …La operación consistió desde un principio
(1939) en extirpar la lesión dejando un faringostoma lateral para evitar la entrada de saliva y otras
secreciones a las vías respiratorias. Poco a poco,
nos fuimos convenciendo de que el faringostoma
lateral, dejado de forma sistemática, no sólo era
innecesario, sino que era inconveniente. Dos factores intervinieron, principalmente, para que nos
decidiéramos por el cierre primario de la herida faríngea: el uso de los antibióticos y el empleo del
material plástico en forma de moldes intralaríngeos
(esto fue abandonado poco después). Dado que
no era necesario hacer la operación primitiva, con
faringostoma, tal como la expusimos en la American Academy of Ophtalmology and Otolaryngology
en 1946; en Chicago, en 1951, en la misma American Academy, explicamos las ventajas del cierre
inmediato del faringostoma (en el mismo tiempo)…
(Alonso JM. Cáncer Laríngeo. Literal).
Así queda claro que el primero que hizo la LHS
en un tiempo fue el mismo Alonso44; aunque la opinión de Silver parece haber prevalecido, al igual
que en otros45; y como Kleinsasser46, que afirmaba,
además, que toma muchas precauciones antes de
realizar una LHS; teniendo en cuenta, dice este autor, las altas complicaciones postoperatorias y al temor de no hacer una resección completa del tumor.
Siendo éste un concepto, superado en España, en
la década de los ’50. También, el mismo Alonso,
dedica el capítulo XII de su libro (pg. 281-289) a la
conveniencia del vaciamiento de cuello47, más tarde
publicado en inglés48. No obstante hacerlo o no, en
un tiempo fue muy debatido hasta los ’60.
La LHS desde sus comienzos fue una intervención controvertida, ya que hasta los años 50 no se
generaliza su uso en España e Italia, que son los
países pioneros en Europa, para pasar posteriormente a Francia, Alemania, los EE.UU. e Inglaterra, donde tardó mucho en admitirse y aún hoy, se
puede comprobar en publicaciones bastante recientes, como la de Holden49, que en el año 1977,
en la obra Recientes Avances en ORL, la incluye
como novedad, casi cuarenta años después de la
comunicación de Alonso. Del mismo modo, Terracol50 en su libro Les Maladies du Larynx no la cita,
ni tampoco las observaciones de Baclesse (loc.cit),
iniciadas en los años treinta y que culminaron en
la publicación de una monografía que vio la luz en
1938, con una segunda edición ampliada en 1960.
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Tampoco lo hace Georges Portmann en su Traite
de Technique Operatoire51. Se demuestra así el escepticismo de casi todos los laringólogos del mundo, excepto los españoles y suramericanos que
son los que verdaderamente la impulsan y la propagan. Se pueden citar, por otra parte, obras más
recientes, como las de Snow 52 (Controversies in
Otolaryngology) y Fried53 (The Larynx: A multidisciplinary Approach), o el capítulo 44 de la obra de
Myers54, escrito por Jonas Jhonson55, donde ni se
molestan en citar a Alonso, como ocurre también
en la monografía ‘Management of Head and Neck
Cancer’ de Million-Cassisi 56 y en la Shah57. Otro
ejemplo de ignorancia histórica inusitada de muy
reciente aparición, es la demostrada por Kacker58
en el capítulo 15, en la última edición del libro de
Myers59 y para qué referir más.
Estos comentarios los hacemos porque creemos que los españoles y suramericanos debemos
revindicar nuestra autoridad en la técnica, que a
partir de Alonso, como decíamos, es casi nuestra.
Hay que reconocer de forma indiscutible, que los
laringólogos españoles son los verdaderos promotores de la LHS en Europa; Sánchez Rodríguez60,
Cañizo Suárez61, Capellá62 y Alvarez Pérez63, son
los difusores de la técnica del profesor uruguayo.
Los franceses, a pesar de las observaciones de
Leroux-Robert64, no generalizan su empleo hasta
los sesenta (Piquet65 y Guerrier66,67), pues la técnica
de Leroux68 data de 1956; este detalle histórico,
hoy contemplado en escasas guías bibliográficas,
es reconocido por Guerrier y Mounier-Kuhn69, que
escriben en la pg. 432 de su monografía sobre Historia de la ORL: …Ensuite, Leroux-Robert a creé
sa technique de laryngectomie horizontale sus-glottique, en 1956… (literal). De la misma manera se
manifiesta Willemot70 y el mismo Leroux-Robert en
su Histopathologie ORL et Cervico-Faciale71. Todos
ellos transcriben una bonita frase leída en francés
por Alonso72, durante el Congreso de la Sociedad
Francesa de 1961 en París. …Si la nature, presque
toujours, arrête un cancer sus-glottique sur une ligne passant au-dessus du fond du ventricule; pourquoi ne pas écouter la voix sage de la nature,
pourquoi ne pas extirper la tumeur en passant audessus de cette ligne marqueé par une main plus
sage que la notre… que puede leerse en español
en la pg. 839 del Tratado de ORL de Alonso-Tato,
Edición de 1961 (Paz Montalvo, Madrid).
No digamos los autores sajones, que casi hasta
hoy, como ya hemos citado, limitaron demasiado su
empleo. Recordemos las palabras de Bocca73 criticando la réplica a él mismo, por parte del británico
Daly74, que nada menos en 1966, criticaba la LHS
afirmado que ‘un margen de tejido sano tan peque-
ño, traduce unas acrobacias quirúrgicas que incrementan las recidivas; no existiendo tales cortando
por lo sano y extirpando la laringe’, es decir, aconsejan una actuación terapéutica desproporcionada a
la lesión, y traduce la opinión generalizada sobre la
LHS de las escuelas sajonas del momento.
Decíamos, que la LHS, podemos considerarla,
en su evolución y promoción como una técnica
nuestra. Ya está bien de buscar, por parte de las
escuelas sajonas, antecedentes de autores no hispanos, como Huet75, Trotter76 y Orton77, justificando
que estos tienen publicados casos de faringotomías para la extirpación de la epiglotis; al respecto, un autor español también los aventaja en fechas. Tapia78, publicó un caso de este tipo en la
Revista Española de Laringología, nada menos
que en 1911. Se ha de reconocer el mérito hispano, ignorado injustamente y así lo debemos reafirmar en cualquier lugar al que vayamos, pues si de
algo la O.R.L. española puede estar orgullosa, es
de su Escuela de Laringología.
IMPORTANTES CONTRIBUCIONES
HISPANAS
Se puede afirmar que la técnica original de
Alonso no ha sufrido modificaciones importantes
desde su aparición y las descritas, son detalles mínimos que contribuyen a facilitar su desarrollo y basadas fundamentalmente en las costumbres de cada laringocirujano. La primera variante, estaría
representada por la descripción de Leroux-Robert79,
o LHS de acceso anterior, seguida en España por
Rafael García-Tapia Hernando, Álvarez Pérez y por
Guerrier y Piquet80, impulsores de la LHS en Francia. Esta vía de acceso es la más descrita en los
manuales de cirugía recientes y la ahora replicada
en casi todas las publicaciones norteamericanas
por haber sido difundida en lengua inglesa por Laccourreye81, aunque Bocca previamente describió la
técnica de Alonso en la revista Journal of Otolaryngology82 y en los Annals of Otolaryngology en 1968,
además de una contribución posterior en Laryngoscope83. También es Bocca84 el primero en modificar
la técnica de Ogura, ampliada a una cuerda vocal85
o laringectomía 3/4, difundida en España por Poch
Viñals86. Añadimos que Ogura, en 1958, publica la
técnica de Alonso en los EE UU siendo una cita
múltiples veces referenciada por todos los autores
americanos. Inexplicablemente, la LHS de Ogura87,
como ellos la refieren, no fue muy seguida por los
cirujanos del momento y hay que esperar bastantes años para comprobar su aceptación en la bibliografía norteamericana.
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Históricamente, se ha de citar a D. Andrés Sánchez Rodríguez88, catedrático que fue de Salamanca, que efectuaba la LHS sin traqueotomía y con
anestesia local. Con anestesia local se llevaba a
cabo casi la totalidad de la cirugía de la laringe ya
que la intubación endotraqueal no se generaliza
hasta bien entrados los ‘50. Varios autores de la
época llaman la atención sobre las ventajas de esta anestesia sobre la general, entonces con el aparato de Ombredanne y sin tubo. D. Andrés, publicó
102 casos, sin traqueotomía, realizando la LHS en
dos tiempos, e introduciendo una cánula larga a
través del faringostoma y entre las dos cuerdas vocales. También las laringectomías totales se hacían
con local. El advenimiento de la intubación y de la
cánula de doble balón cambió el panorama y es
cuando realmente se comienza a realizar la LHS
en un tiempo. Hasta entonces, para paliar la ausencia de la cánula con balón insuflable, se usaba
la clásica de plata con taponamiento de Mickulic,
en el caso de practicar la traqueotomía.
Los argentinos Alejandro Agra y Jaime del Sel89,
en 1948, describen la LHS con vaciamiento de
cuello como procedimiento de rutina, dato e idea
muy importante que traduce el alto nivel científico
de la escuela rio platense de la época. Antes, en
1945, Ries Centeno 90, también de la Argentina,
apoya la práctica del vaciamiento de cuello rutinario durante la LHS y su compatriota Humberto Bisi91
propone incluir el hueso hioides para asegurar la
exéresis del espacio preepiglótico en la práctica de
la LHS. Importantes también, fueron las contribuciones de Osvaldo Suárez92 y Jaime del Sel93.
Es Ries Centeno94, quizá el primero en publicar
una monografía sobre la cirugía funcional del cáncer laríngeo, dedicando un capítulo a la técnica de
Alonso, a sus indicaciones y resultados, resaltando
la necesidad del vaciamiento del cuello en todos estos tumores. La obra data de 1945 y ya describe las
formas de extensión del cáncer de laringe para justificar la LHS, conceptos preminotorios del posterior
y magnífico trabajo de López de la Torre95, donde se
hace un estudio exhaustivo del cáncer supraglótico
y se justifica histológicamente su peculiar forma de
crecimiento, llamando la atención la invasión del estrato glótico cuando se afecta el espacio paraglótico, fondo del ventrículo, pie de epiglotis o la comisura anterior. Vaya…¡¡ Ahora nos dicen lo mismo
autores como Kirchner en el ’8796 y ’9797 y Weinstein
y Laccourreye, en la revista The Laryngoscope98 como si del descubrimiento del Mediterráneo se tratara. Incomprensiblemente Alfio Ferlito99, de la escuela italiana, publica una contribución similar.
En diciembre de 1951, Alonso vino a España a
impartir un curso, bajo los auspicios de la Sociedad
434
Española de ORL, presidida en aquellos días por el
Dr. Adolfo Hinojar. Durante ese curso hay demostraciones quirúrgicas y se debaten ciertos aspectos de
la LHS, técnica ya conocida en España. Alonso se
sorprende y así lo manifestó, de la altura y dominio
de la laringocirugía de todos los asistentes. No era
para menos; casi todos eran discípulos más o menos directos de D. Antonio García Tapia. Pero este
viaje no es el único de Alonso. Se traslada varias
veces a Europa y da a conocer su técnica en varios
foros importantes. Rafael García-Tapia100, habla sobre la contribución de Alonso en la Revista Española y Americana de Laringología, Otología y Rinología101, en dos artículos, donde explica los casos
operados por el profesor uruguayo en el Hospital de
la Princesa de Madrid. No olvidemos que la LHS
fue realizada antes por Aciego (loc.cit) y según los
datos aportados por el Dr. López Moya102, D. Andrés
Sánchez Rodríguez, realizó su primera supraglótica
el 28 de abril de 1951 y Rafael Pulido103 publica un
caso en 1952 y en otra contribución plantea el problema de las metástasis ganglionares104.
Cañizo Suárez, según datos extraídos de su
curriculum, hace su primera LHS en la República
Argentina en el Hospital Rawson de Buenos Aires105, cuyo servicio de ORL estaba a cargo de los
Drs Del Piano (Otología) y Jaime del Sel (Laringología) y posteriormente, a su regreso a España, en
diciembre de 1950, en el Instituto Nacional del
Cáncer de Madrid, regentado entonces por el Dr.
Ager. Ya y casi desde entonces, en todos los tratados en español de la época, como el de Alonso y
Tato106 y el de Bertelli107, se contempla la LHS con
la amplitud que merece.
Durante los años ’55 al ’58, aparecen en España varias contribuciones importantes. Incluso dirigidas al médico general; para llamar la atención sobre la importancia del diagnóstico precoz108 y los
conocimientos que sobre el cáncer de laringe debe
tener el médico práctico109. Sánchez Rodríguez110,
relata su experiencia de 25 años de tratamiento
del cáncer laríngeo y su casuística en LHS111, añadiendo una brillante descripción de la técnica112, de
sus posibles complicaciones113 y problemas y formas de evitarlos114. Las contribuciones de D. Andrés son tan numerosas que a una de ellas la tituló ‘Más sobre laringectomía Horizontal
Supraglótica’ que ve la luz en 1959115.
En 1954, Bocca116 referencia, por primera vez la
técnica de Alonso, como avance y novedad. Aunque Caliceti117, presentó tres casos en con II Congreso Panamericano de ORL, celebrado cuatro
años antes. En el mes de enero del ’58, Casimiro
del Cañizo es invitado a Milán por Luigi Pietrantoni, catedrático de aquella Facultad de Medicina a
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instancias del Dr. Bocca, entonces profesor adjunto de la cátedra. Este dato es, para nosotros, de
suma importancia histórica pues fue casi el primer
paso para la divulgación de la técnica en Italia, publicándose un importante trabajo en el Archivo Italiano de ORL118. Bocca, que domina perfectamente
la lengua tedesca, muestra la técnica en Alemania,
la difunde en Italia, y a partir de 1960 comienza a
realizarla con vaciamiento de cuello 119 de forma
sistemática120, siguiendo las premisas de Pietrantoni121, su maestro y uno de los pioneros en el tratamiento quirúrgico de las metástasis ganglionares,
presentando 30 casos operados en el Congreso
de la Sociedad Francesa (París) y apareciendo en
la revista Tumori en 1961122.
La reunión anual de la Sociedad Española de
ORL de 1958, es el ‘Congreso de la Supraglótica’. La
ponencia oficial a cargo de los Drs López de la Torre
y Torrens Terré123, abren la discusión con varias contribuciones muy importantes, destacando las de Cañizo, Sánchez Rodríguez, Alvárez Pérez y Ferichola,
Terol, Capellá, Pulido, Aciego de Mendoza y Vasallo
de Mumbert. El debate se centró fundamentalmente
en las ventajas e inconvenientes de realizar la LHS
en uno o dos tiempos y se reconoce de forma unánime la importancia del vaciamiento de cuello.
Cañizo Suárez124 en 1959, publica en la revista
de Portmann (Rev. Laryng. Bordeaux), la técnica
de la LHS con variaciones, llamando la atención
sobre su realización en un tiempo con vaciamiento
radical de cuello, concepto importado por él de la
República Argentina y presentado en el Congreso
de la Sociedad Española (Salamanca) de 1957.
En él, se resaltó la importante contribución de
Sánchez Rodríguez125 que lograba, en dos tiempos, evitar la traqueotomía en todos los casos;
afirmando, además, que la normalización de la deglución era más fácil y temprana. En aquellos
años fue un motivo de discusión importante por el
temor a las complicaciones intra y postoperatorias.
Al mismo tiempo basa científicamente la técnica,
demostrando su utilidad curativa, siguiendo las observaciones de López de la Torre (loc.cit). Cañizo
(loc.cit) aconsejaba la LHS en uno, o dos tiempos,
dependiendo de la edad de paciente y de su estado broncopulmonar.
El ’59, el Acta Española de Otorrinolaringología
está plagada de contribuciones sobre la técnica.
Siguiendo las páginas del volumen correspondiente leeremos las de Sánchez Rodríquez126, Guillermo Videgain127, Poch Viñals128, Rafael Bartual129, Terol Figuerola130, Joaquín Portela131, José Antonio de
la Puente132, Julio García Polo133, Álvárez Pérez134,
Casimiro del Cañizo135,136, José Mozota137, Manuel
Ferichola138 y Herminio Morera139. En el Acta Ibero-
Americana de ORL (Barcelona) de 1958, hoy Anales, ven la luz las contribuciones de Gabriel Capellá140 y José Güell141.
En aquellos años, posiblemente es D. Andrés
Sánchez Rodríguez, el que más experiencia tiene
de Europa y, en Catania, en 1961142, presentó 236
operados de LHS dentro de una estadística global
de 1.965 casos de cáncer laríngeo; número enorme para la época. A partir de entonces se institucionaliza la LHS como tratamiento de elección del
cáncer vestíbulo epiglótico.
Los años ‘60 están llenos de contribuciones hispanas y podemos citar la publicación de Cañizo sobre el primer caso de LHS en una mujer143 y también, sobre la importancia del vaciamiento de
cuello, descartando la llamada toilette ganglionar,
inclinándose por las ideas de Silvestre Begnis144 y
Suárez, introducidas en España por Gavilán y que
han sido motivo de polémica y toneladas de publicaciones en los EE UU casi hasta ahora. En esta
década de los ’60 la LHS se hace ya siempre en
un tiempo145 y se acompaña de la indicación del vaciamiento ganglionar como procedimiento de rutina;
debiéndose citar la contribución de D. Rafael Bartual146 publicada en alemán y en francés147, las de
Ager Muguerza148,149, Álvarez Pérez150, García Tapia151, Ferichola152, Fernández153, Ferrando154, Alfaro155 y Pascual de Juán156. Aparece la TNM y Gabriel Capellá157 publica unos comentarios sobre esta
clasificación teniendo en cuenta la importancia del
cáncer vestibular como ‘unidad oncológica’. Posteriormente, Talavera Sánchez158 revisa sus características histológicas en base a su forma de expansión y crecimiento, confeccionando su Tesis
Doctoral bajo la dirección de Sánchez Rodríguez
sobre ‘Estado Actual del Tratamiento del Cáncer
Vestíbulo-Epiglótico’, publicada en el Acta Salmanticense159 y en los Anales de Barcelona, para aparecer después un estudio monográfico sobre el
Cáncer Laríngeo, editado en la Universidad de Alicante160. Preocupa el problema de la radioterapia
combinada a la cirugía y Guillermo Videgaín161 describe sus posibles complicaciones y la mejor forma
de paliarlas que, como hoy, era descartar la LHS
en la mayoría de los enfermos radiados; siendo,
como ahora, una de sus indicaciones difíciles162.
En los Progresos en ORL, editados por el Prof.
Poch (1966), se puede leer el trabajo de Fernando
Casadesús163 y el año siguiente (1967) el de García González 164. En estos años, Sánchez Rodríguez presenta la técnica y resultados en el congreso mundial (Tokyo) de la IFOS165, apoyado en
una película, de gran valor docente y donde punto
por punto se muestran todos los detalles de la técnica, en el vivo y con dibujos animados. Además,
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A. DEL CAÑIZO-ÁLVAREZ. MÁS DE CINCO DÉCADAS DE LARINGECTOMÍA HORIZONTAL SUPRAGLÓTICA
D. Andrés sigue publicando sobre el proceder de
Alonso166, en italiano y español 167, exponiendo la
ampliación de la exéresis a un aritenoides.
En 1970, también en el tomo correspondiente
de los Progresos en ORL del Prof. Poch, aparece
un importante trabajo de D. Rafael Bartual168 y otro
de D. Rosendo Poch169, ambas contribuciones tratan la LHS, presentan sus casos y describen todos
los detalles de las técnicas.
De igual modo, en 1972, los Progresos de ORL
aportan los trabajos de Cañizo170,171, el de Bocca172
y el de D. Andrés Sánchez Rodríguez173.
Esos años y los siguientes, se caracterizan por
la aplicación de la LHS y la ampliada o laringectomía tres cuartos174, además de aparecer las técnicas reconstructivas 175 y las subtotales. Se habla
menos de la técnica de Alonso pues ya se realiza
en todos los hospitales de España, del más grande
al más pequeño, estando la técnica tan asumida,
que la discusión se centra en las ampliadas176,177.
No obstante la Ponencia Oficial del IX Congreso de
la Sociedad Española (Málaga, 1975) fue sobre el
Cáncer Faringo-Laríngeo y estuvo a cargo de los
Drs. Juán Bartual, Jaime Marco y Teodoro Sacristán178. En ella se tratan todos los temas de la cirugía del cáncer de laringe y se llama la atención sobre la importancia de la contribución hispana (pg.
370), presentándose la experiencia de todos sus
laringólogos. Otras dos veces más, el cáncer laríngeo fue el tema de la ponencia oficial; ambas dirigidas por los Drs. Alvarez Vicent y Sacristán179,180.
Es en la época de los ’70, cuando se acepta
globalmente en los EE UU y Europa. Durante
aquellos años las relaciones de la ORL española y
la italiana, son muy estrechas. Ettore Bocca, de
Milán, asiste a la mayor parte de los congresos y
reuniones organizados en España y al tiempo, se
establecen más vínculos con los laríngologos franceses y alemanes. Es quizá Bocca, gran políglota,
el que más da a conocer la técnica de Alonso por
Europa y los EE UU; aprendida en España y de
españoles, y es por tanto, desde España, como se
difundió el proceder de Alonso a todos los países
de nuestro entorno y centroeuropeos, siendo el
maestro milanés su embajador más importante.
En 1991, el mismo Bocca (loc cit), publica en
los Annals of Otolaryngology de San Luis, la historia de la LHS, vivida por él mismo. Como nosotros
afirma, que desde la aparición de la técnica hasta
entrados los ’70, no se realiza de forma rutinaria
más que en España, Italia y Suramérica. …A pesar de todos nuestros esfuerzos y la publicación
de los resultados, la LHS no caló hondo en el resto del mundo, sin tenernos en cuenta y a pesar de
las contribuciones de Ogura y Som181 en los EE
436
UU, siempre referenciados en las publicaciones
modernas pero esquinados y casi olvidados por
sus coetáneos (Bocca, literal).
RECORDANDO LA TÉCNICA182
Poco se puede añadir, desde los años ’40, a las
observaciones de Alonso. Sus publicaciones son
bastante explicativas y no digamos su libro, una
verdadera guía, aún válida, para el que se inicia en
esta cirugía. El libro de Justo Marcelo Alonso es
una joya histórica. En él, con brillante redacción,
describe paso a paso el procedimiento con gran
claridad, traduciéndose la enorme experiencia del
autor. En el prólogo escribe ...Este libro está dirigido
a los laríngologos de los países latinos. He tratado
de volcar en él mi experiencia de 34 años y de más
de 1.200 operaciones… Ya en la página 216, escribió ...Podemos decir, antes de entrar en el estudio
de las nuevas técnicas, que todo tumor laríngeo de
desarrollo moderado, sea cual fuere su localización,
puede ser extirpado eficazmente conservando las
funciones laríngeas… párrafo premonitorio del concepto, que parece nuevo, de la ‘preservación del órgano’. Distintas palabras para la misma definición
apoyadas en la nueva instrumentación, quimioterapia y cobaltoterapia; añadiendo los actuales medios
de radiodiagnóstico. Es decir lo mismo, pero más
moderno, interpretado y dictado en el lenguaje de
nuestros días. En español ‘preservar’ es sinónimo
de proteger, y quizá sería más adecuado decir conservar la función, tal como se apuntó entonces.
La incisión cutánea propuesta por Alonso fue
en ‘5’, seguida por Sánchez Rodríguez183 en 1951,
e ideada para una mayor protección del eje carotídeo facilitando además la confección del faringostoma primitivo, ampliando la horizontal del cinco hacia el lado contrario y posteriormente
abandonada, sustituyéndola, por la ‘U’ de GluckTapia, logrando un campo más cómodo para el
tratamiento ganglionar al hacerla ya en un solo
tiempo y considerar el vaciamiento necesario en
todos los casos.
Una vez realizada la incisión, se sigue con la disección y levantamiento del colgajo cutáneo, incluyendo el platisma, pero respetando la aponeurosis
superficial del cuello. Posteriormente se seccionan,
a nivel de su inserción, los músculos omohioideo y
esternocleidohioideo; se localiza el asta mayor del
tiroides y se secciona ésta (Recomendación de
Sánchez Rodríguez, 1957) pudiendo dejarse un
punto de referencia, para visualizar el pedículo neurovascular superior y ligarlo, pero procurando conservar el nervio laríngeo superior. Traccionando de
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la laringe hacia el lado contrario y rotándola, resaltaremos el borde posterior del cartílago tiroides y se
apreciará muy fácilmente la inserción del constrictor
inferior del faringe, que seccionaremos de arriba
abajo, siguiendo el borde posterior del cartílago,
hasta el nivel inferior de los 2/3 superiores del ala tiroidea. Sin pasar nunca de ese límite pues podría
conllevar una lesión del recurrente. Posteriormente
pasaremos a seccionar y separar el pericondrio del
tiroides, separando éste y rebatiéndolo hacia abajo,
seguimos con la separación de las partes blandas
de la laringe del pericondrio interno. Después se
secciona el ala tiroidea, siguiendo la línea que divide el tercio inferior de los 2/3 superiores y que corresponde al nivel del ventrículo.
Realizadas las maniobras descritas, el campo está preparado para abrir la hipofaringe y proceder a la
exéresis del vestíbulo. Es el momento de realizar la
traqueotomía, extraer el tubo endotraqueal convencional y sustituirlo por uno en ‘U’; de este modo no
nos perturbará en los tiempos de extirpación posteriores. Para la entrada a la hipofaringe y visualización del vestíbulo, tomaremos como referencia el asta mayor del tiroides previamente seccionada;
traccionado de ésta con la pinza de disección, arrastraremos la mucosa hacia fuera formando una especie de tienda de campaña; por delante y por encima
del asta, haremos un ojal en la pared que será ampliado hacia delante y hacia abajo. Esta incisión,
convenientemente agrandada, nos permite palpar la
tumoración y visualizarla en toda su extensión. Observaremos la epiglotis y si es preciso ampliaremos
la brecha faríngea cortando con la tijera, en dirección oblicua, hacia arriba y hacia delante, desde la
porción posterior, lo que nos proporcionará un campo magnífico para visualizar la epiglotis, el surco glosoepiglótico y todo el vestíbulo con el tumor (Recomendación de Cañizo Suárez, 1959).
Aunque la visión es suficiente, la mejoraremos si
clampamos la epiglotis con una pinza y traccionamos hacia la brecha faríngea realizada, apreciándose toda la cara lingual de la epiglotis, el surco glosoepligótico y el pliegue glosoepiglótico medio.
Traccionando de la epiglotis con la pinza comenzaremos a realizar el corte del vestíbulo. Muchos
autores, empiezan la resección cortando el ligamento ari-epiglótico, inmediatamente por delante del aritenoides correspondiente, como es lógico, del lado
por donde hemos hecho la entrada. Nada más erróneo que esto, pues no tenemos visibilidad suficiente, para poder apreciar las relaciones anatómicas,
lo que hace posible que no hagamos la resección
por el sitio debido o lesionemos la cuerda vocal.
Hay que comenzar cortando por encima de la epiglotis, siguiendo el surco gloso-epiglótico en direc-
ción a la línea media pegados al hueso hioides, o
por encima de él si hemos de incluirlo en la extirpación, e inclusive, en algunos casos llegar en la exéresis a incluir parte de base de lengua; esta maniobra conviene hacerla con el electrocauterio y
colocando progresivamente, según avanzamos en
el corte, pinzas de hemostasia, ya que es una zona
muy vascularizada y, por lo tanto, sangrante. Este
último detalle es muy importante, la laringe queda
muy móvil, y traccionando de ella con una herina,
hacia abajo y hacia el lado opuesto, se nos presenta el vestíbulo en toda su amplitud, lo que nos permitirá extirpar éste con la seguridad más absoluta.
Es ahora, después de haber hecho esta sección
superior, siguiendo el surco gloso-epiglótico hasta
el rafe laríngeo medio, cuando se procede a realizar el corte del ligamento ari-epiglótico, por delante
del aritenoides. Conviene, en este momento, proveerse de un frontoluz o fotóforo, con el que iluminaremos las partes menos accesibles a la luz de la
porción opuesta del vestíbulo, sobre todo si son tumores muy exofíticos y de gran tamaño; aunque la
mayoría de las veces la visión es tan buena que no
es preciso utilizar este sistema de iluminación y la
luz de la lámpara de techo es suficiente.
Debemos, en este momento, localizar el aritenoides del lado por el que hemos hecho la entrada.
Para ello, el ayudante traccionará de la laringe con
la herina de la forma que antes se indicaba, es decir hacia abajo y hacia el lado opuesto. El cirujano,
por otra parte, sujetará y traccionará, con la mano
izquierda la pinza que clampa la epiglotis. Localizado el aritenoides, se apreciará perfectamente su
vertiente anterior, que en este momento puede
confundirse con la banda ventricular; así mismo veremos el repliegue ariteno-epiglótico. Esta región,
vertiente anterior del aritenoides, banda y ligamento ariteno-epiglótico, se aprecia perfectamente si el
tumor no la tapa; pero sí el cáncer ocupa toda la
banda, ligamento y llega hasta la vertiente anterior
del aritenoides, puede ser difícil la orientación, sobre todo en las primeras operaciones.
Cuando la lesión no llega a impedir la visualización de estas zonas, o están lo bastante libres,
cortaremos con la tijera por la vertiente anterior del
aritenoides, bordeando su convexidad y en dirección directa hacia la banda ventricular. Lo primero
que seccionamos es el ligamento ari-epiglótico e
inmediatamente después la banda ventricular. Es
conveniente, por no decir imprescindible, localizar
la cuerda vocal y el ventrículo; para conseguirlo,
una vez seccionado el ligamento ari-epiglótico, el
vestíbulo habrá adquirido mayor elasticidad y podremos ver bien la banda y, por debajo, la entrada
al ventrículo de Morgagni, y en un plano más infe-
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rior a este, la cuerda vocal, con su aspecto típico,
nacarado, que ha de estar absolutamente libre.
A veces, por la exhuberancia del tumor o porque
no podemos desplazar los tejidos, pueden existir dificultades para localizar el ventrículo y cuerda vocal;
entonces, haremos lo siguiente. Nos colocaremos
en una posición más hacia la cabeza del enfermo
(provistos del fotóforo) para conseguir una incidencia visual de arriba a abajo, siguiendo la posición
anatómica y con una cánula de aspiración (recomendamos una curva de unos 3 mm de diámetro)
en la mano izquierda, la introduciremos, en el fondo
ventricular, donde la mantendremos mientras seccionamos, con la tijera, hacia abajo, la banda, para
caer en la cavidad del ventrículo, donde se encuentra el extremo de la cánula de aspiración que nos
habrá servido para proteger la cuerda vocal del corte, hecho casi a ciegas, en estos casos.
Así, queda ultimado el tiempo más difícil de la
LHS. Pues, ahora, según vamos cortando, irán
apareciendo el resto de las estructuras anatómicas
que nos orientan. Primero, al llegar al ventrículo,
vemos la cuerda vocal, fácilmente reconocible por
su aspecto característico. Cambiamos entonces, la
dirección del corte, colocando la punta de la tijera
de disección hacia arriba; que será ahora de atrás
a delante, siguiendo inmediatamente la superficie
superior de la cuerda y paralela a ésta, hasta que
lleguemos a la comisura anterior. Pasaremos posteriormente a la hemilaringe opuesta, siguiendo
seccionado el vestíbulo, de delante a atrás, de la
misma forma que anteriormente por encima de la
cuerda vocal, despegando la pared interna del ala
tiroidea de este lado, hasta llegar a la vertiente anterior del aritenoides contrario, seccionado el ligamento ari-epiglótico, de forma similar al otro lado,
pero ahora en sentido inverso. Suelen existir aquí
vasos arteriales más gruesos, que iremos coagulando por medio del electrocauterio o mejor con la
pinza bipolar, para que el campo no se llene de
sangre y nos perturbe la visión.
Por último se secciona, lo que nos faltaba de la
región alta, es decir, la otra mitad del surco glosoepiglótico y la pieza pasa a nuestras manos.
Reconstrucción de las zonas laríngeas cruentas. A continuación se deberá hacer la hemostasia
pertinente y pasar posteriormente al tiempo reconstructivo siendo este, el momento más adecuado, a nuestro juicio, para la realizar la sección del
músculo cricofaríngeo; para ello, nos ayudaremos
del dedo índice de la mano izquierda, que introduciremos en la hipofaringe, cortando las fibras trasversalmente con la tijera o bisturí (Recomendación
de Cañizo Suárez, 1959).
La reconstrucción se realizará con vicryl o con
438
cualquier sutura reabsorbible a largo plazo, comenzando por la base de la lengua, dando puntos
de trasfixión y asegurando los nudos. Las zonas
cruentas del vestíbulo, se realizarán con hilo más
fino, antiguamente se hacía con catgut crómico del
2/0. La reconstrucción ha de ser cuidadosa. Hemos de recubrir con mucosa las zonas cruentas
dejadas al extirpar las bandas y los ligamentos ariteno-epiglóticos, así como la vertiente anterior de
ambos aritenoides.
Los aritenoides, normalmente están recubiertos
de una mucosa muy elástica y holgada que puede
ser desplazada, con toda facilidad hacia delante,
para cubrir no sólo la vertiente anterior, sino también la zona externa de la cuerda vocal, cruenta
por la sección del vestíbulo. En ocasiones esta
mucosa no es suficiente para cubrir la zona cruenta aritenoidea, y entonces nos valdremos de la
mucosa de la pared interna del seno piriforme,
también muy elástica; para ello, cortaremos con la
tijera en la pared anterior del seno, hacia abajo. La
extensión del corte se calcula fácilmente, ya que
probaremos cubrir el aritenoides con ella; en el caso de que no sea suficiente, seccionaremos ésta
unos 3 ó 4 mm antes de volver a intentarlo, dando
cortes sucesivos hasta lograrlo (Recomendación
de Sánchez Rodríguez; 1957).
De este modo, y colocando la mucosa en la
parte más anterior, comenzaremos a suturar ésta
para cubrir la zona cruenta. No importa que sean
puntos perforantes. Se dan dos o tres puntos hacia la parte posterior, hasta dejar toda la zona cubierta. Se repetirá la maniobra en el lado opuesto.
No es necesario dar muchos puntos, con cuatro o
cinco es suficiente, y queda todo cubierto, dándolos bastante separados, para evitar en lo posible el
edema aritenoideo postoperatorio.
Como el ala tiroidea opuesta ha quedado intacta y suele sobresalir mucho, conviene rebajarla algo con el fin de que al elevar la laringe no quede
oblicua (Recomendación de Cañizo y Sánchez Rodríguez, 1956). Esta resección será de un centímetro, después de haber despegado los pericondrios
externo e interno, los cuales una vez resecada esta
porción de cartílago serán suturados uno contra
otro, protegiendo el borde cruento del cartílago. Así
mismo igualaremos la superficie del cartílago de la
zona de entrada al vestíbulo, y en este momento
pasaremos la sonda naso-gástrica de alimentación,
que haremos fácilmente y que podemos guiar a
través del seno piriforme del lado laríngeo sano.
Reconstrucción y cierre de la hipofaringe. Elevación de la laringe. Una vez finalizado el paso
anterior y colocada la sonda de alimentación, procederemos a pasar los hilos de sutura que cerra-
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rán las paredes de la hipofaringe. Estas suturas se
realizarán con vicryl de 2/0 o de otro material reabsorbible a largo plazo. La brecha faríngea tiene
forma de 'V' abierta hacia delante, por lo que pasaremos los hilos de atrás adelante; es decir desde la parte más posterior o vértice de la 'V'; los
primeros puntos, que son los más posteriores, se
podrán anudar fácilmente, pero según vamos suturando hacia la parte más anterior, por ser más
grande la separación de los bordes, no podremos
unir las superficies; estos puntos, no los anudaremos de momento, ya que lo haremos una vez elevada la laringe, haciéndolo entonces con toda facilidad (Recomendación de Alonso para la técnica
en un tiempo, Zeitschrift fur Laryngologia, Rhinologie, Otologie und ihre Grenzgebiete 32.1,21 1953).
Pasadas las suturas de cierre faríngeo, fijaremos
la laringe al hioides o a la base de la lengua, para
lo cual emplearemos hilo grueso (vicryl del 2). La
sutura de la laringe se realizará pasando el hilo a
través del cartílago, justamente a nivel de la comisura anterior y por la zona de la membrana crico-tiroidea, el primer punto, con cuidado de no lesionar
las cuerdas; el otro extremo lo pasaremos a través
del hioides o tomando una buena porción de base
de lengua si este no ha sido respetado. Pasaremos
otros hilos, por las partes laterales de la laringe, dos
o tres a cada lado, que abrazarán del igual forma al
hueso hioides. Pasados todos los hilos, flexionaremos la cabeza el enfermo retirando el rodillo colocado debajo de los hombros desde el principio de la
intervención, y anudaremos estos llevando la laringe hacia arriba, hasta tomar contacto con la base
de la lengua. Elevada la laringe y aseguradas las
suturas con al menos cuatro nudos, se procederá a
anudar a continuación los hilos libres dejados a nivel de la brecha faríngea, cerrándose ésta, pues al
subir la laringe los bordes de la misma se han aproximado. Este procedimiento, tomado de Alonso y
empleado desde 1951 (Cañizo Suárez y Sánchez
Rodríguez) fue recomendado por Conley en 1978184.
Dejamos de esta forma la laringe elevada y cerrada la herida faríngea, pasando a reconstrucción
los planos superficiales. En primer lugar colocaremos el pericondrio externo del cartílago que fue
rebatido hacia abajo al extirpar el ala tiroidea del
lado de la lesión, y después reinsertaremos los
músculos omo-hioideo y esterno-cleido-hioideo, así
como cerraremos los planos más superficiales, y
la piel. Se colocarán cuatro tubos de drenaje. Finalmente se retirará el tubo de anestesia y se colocará la cánula de traqueotomía con balón de baja presión, quedando ultimada la técnica de
Alonso, tal cual hoy hacemos, en un tiempo y sin
grandes variaciones desde su descripción original.
CONSIDERACIONES FINALES
Hemos intentado exponer la contribución española e iberoamericana en la técnica de la LHS de
Alonso, con el objetivo de demostrar su enorme importancia en su desarrollo y difusión. Creemos que
esta modesta comunicación, extraída de nuestras
propias lecturas y lo oído directamente de boca de
algunos de sus pioneros, sirva para apuntalar a la
‘supraglótica’ como algo ligado íntimamente al desarrollo de la Laringología Española. Animo al lector
a rebuscar y repasar los viejos volúmenes que reposan, testigos del progreso, en nuestras Facultades de Medicina. Si algo es importante en el dominio de la especialidad es conocerla desde su
historia y que los manes de nuestros predecesores,
magníficos maestros, nos iluminen; su ingente labor
docente, marcada por su humanidad y enorme altura científica, hicieron que en todos los rincones de
España, desde los grandes hospitales a los más
modestos, se practique una laringocirugía de la máxima altura; hecho no comparable en los países de
nuestro entorno y esto, creemos, debe ser reconocido y estar por encima de cualquier otra consideración. Pensamos, además, que las contribuciones de
ellos publicadas en otro idioma, aunque escasas,
son suficientes para la época. Además, casi las únicas aparecidas en las revistas extranjeras del momento, añadiendo que viajaron y aquí recibieron a
los más eminentes laríngologos del mundo, dando a
conocer e intercambiando su ciencia fuera de España, siendo inexplicable e injusto no ver sus nombres referenciados en las publicaciones modernas.
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