conflicto en ucrania. el escenario

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CONFLICTO EN UCRANIA.
EL ESCENARIO
Ucrania es un país ubicado en Europa del Este. Su forma de gobierno es la república que se rige por un
sistema semipresidencial. Su territorio está organizado según un Estado unitario compuesto por
veinticuatro óblast (regiones o provincias), una república autónoma (Crimea) y dos municipios con un
estatuto especial: (Kiev, la capital, y Sebastopol, que alberga la flota rusa del mar Negro bajo un contrato
de arrendamiento). Limita con Rusia hacia el este, con Bielorrusia al norte, con Polonia, Eslovaquia y
Hungría hacia el oeste, con Rumania y Moldavia al suroeste y con el mar Negro y el mar de Azov al sur.
La ciudad de Kiev es la capital y la ciudad más grande del país. El nombre del país proviene del término
krajina, que en eslavo puede tener dos significados: «territorio fronterizo» o «país».
Superficie
Población total
• Censo
• Densidad
PIB
• Total (2011)
603 628 km². Puesto 46.º
Puesto 30.º
44 854 065(2 011) hab.
74,44 hab./km²
Puesto 46.º
US$ 179 725 mill.
• PIB per cápita
IDH (2012)
Moneda
US$ 72.002
0,7403 (78.º) – Alto
Grivna)
Vértigo en Ucrania
La destitución de Yanukóvich
El paisaje político de Ucrania está sufriendo cambios vertiginosos, impulsados por la fuerza de
la calle y desatados por el peor baño de sangre en la historia reciente de Kiev. Los
acontecimientos de esta caótica transformación significan el colapso del régimen autoritario
del presidente Víctor Yanukóvich y han convertido en papel mojado el acuerdo alcanzado el
viernes, con mediación de la UE, entre el dictador y la oposición que habían llegado a los
siguientes acuerdos:
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•
Gobierno de salvación. El acuerdo prevé la restauración de la Constitución de 2004
con todas sus enmiendas y la intención de crear un Gobierno de unidad nacional en 10
días.
Equilibrio de poder. Enmienda a la Constitución para restar atribuciones al presidente
reequilibrarlas con el Parlamento y el Gobierno.
Elecciones. Las presidenciales deben celebrarse cuando se adopte la nueva ley
fundamental y no más tarde de diciembre de 2014, con una nueva ley electoral.
Investigación de los actos de violencia. Las autoridades no impondrán un estado de
emergencia y tanto el Gobierno como la oposición se abstendrán del recurso a la
violencia.
Conflicto de Ucrania
Los protagonistas
Fechas clave en el origen del conflicto
Cronología de la crisis
Desde el pasado mes de noviembre Ucrania vive las mayores protestas ciudadanas desde la
Revolución Naranja', en 2004. La crisis, motivada por el descontento ante la negativa del
Gobierno de Yanukóvich de firmar un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (UE), ha
provocado decenas de muertos en las últimas horas. Mientras los enfrentamientos continúan,
la UE valora posibles sanciones contra el régimen ucranio.
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21 de Noviembre de 2013: El Gobierno de Kiev rechaza firmar el acuerdo de
asociación con la UE y dice que reforzará en cambio sus relaciones con Rusia. La
oposición convoca manifestaciones de protesta.
24 de noviembre de 2013: Gran concentración en Kiev en favor de que la UE.
25 de noviembre de 2013: La oposición proeuropea se enfrenta a la policía.
26 de noviembre de 2013: La UE rechaza la propuesta de Kiev de poner en marcha
un diálogo a tres bandas con Rusia, pero mantiene abierta la opción de firmar el
acuerdo de asociación. Moscú asegura que no revisará sus acuerdos energéticos
con Ucrania si firman el tratado con la UE.
1 de diciembre de 2013: Una multitud toma la plaza de la Independencia y pide la
dimisión de Yanukóvich
8 de diciembre de 2013: Decenas de miles de personas protagonizan la llamada
Marcha del millón. El barrio gubernamental es bloqueado. Los opositores derriban
una estatua de Lenín
17 de diciembre de 2013: Putin y Yanukóvich cierran en Moscú un acuerdo
económico, con la concesión de ayuda económica y una rebaja sustancial del
precio del gas ruso.
22 de diciembre de 2013: La oposición crea la Unión Popular "Maidán (Plaza)" y
exige elecciones anticipadas y la reforma constitucional.
15 de enero de 2014: La oposición bloquea el Parlamento.
22 de enero de 2014: Se radicalizan las protestas por las leyes restrictivas
aprobadas por el Gobierno contra la libertad de concentración y de expresión
23 de enero de 2014: Tregua entre los manifestantes y la policía para que
Gobierno y oposición negocien.
26 de enero de 2014: Las protestas se extienden a otras ciudades. La oposición
asalta el edificio de los antidisturbios tras una tregua temporal.
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24 de enero de 2014: Es destituido Alexander Popov, el alcalde de la capital
ucrania.
28 de enero de 2014: Dimite el Gobierno del primer ministro Nikolái Azarov. El
Parlamento deroga las leyes mordaza y, un día después, aprueba la amnistía de los
detenidos en las protestas.
31 enero de 2014: El presidente promulga la ley de amnistía y revoca las leyes
represivas.
4 de febrero de 2014: La oposición pide en el Parlamento la reforma de la
Constitución.
16 febrero de 2014: Fin de la ocupación del Ayuntamiento de Kiev y otras sedes
administrativas, luego de dos meses y medio exigiendo la liberación de los
detenidos.
17 febrero de 2014: Entra en vigor la ley de amnistía, que beneficia a los
manifestantes presos.
18 de febrero de 2014: Kiev vive los peores enfrentamientos desde el comienzo de
la crisis. Los manifestantes intentan entrar en el Parlamento y atacan varios
edificios, entre ellos, la sede del partido de Yanukóvich. La Policía asalta la Plaza de
la Independencia. Mueren 16 civiles y 10 policías.
19 de febrero de 2014: Fracasan las negociaciones entre el presidente y la
oposición para intentar poner fin a la violencia. En la UE empieza a barajar la
posibilidad de adoptar sanciones contra el Gobierno.
20 de febrero de 2014: Después de una efímera tregua, se producen violentos
enfrentamientos que dejan decenas de muertos. Los ministros de Exteriores de
Polonia, Francia y Alemania visitan Kiev como paso previo a la discusión en
Bruselas de posibles sanciones.
-21 de febrero de 2014. El régimen cede y el el Parlamento aprueba un “acuerdo
para resolver la crisis política” y adelantar elecciones. El pacto plantea que en el
plazo de 48 horas se deberá votar una disposición para reinstaurar la Constitución
de 2004 y, en un máximo de 10 días, se formará un gobierno de unidad nacional.
Además se aprueba una ley que puede conducir a la liberación de la ex primera
ministra Yulia Timoshenko. El Maidán responde con recelos. Bruselas suspende las
sanciones hasta que concrete el acuerdo.
-22 de febrero. Yanukóvich abandona Kiev. El Parlamento, que le ha destituido, ha
convocado elecciones en una jornada en la que, a través de diferentes votaciones,
se ha dado un giro completo a la situación política del país. Por la tarde se produce
la liberación de Timoshenko. El presidente destituido califica en en un canal de
televisión que lo sucedido constituye "un golpe de Estado".
La clave de las propuestas
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/01/140126_ucrania_claves_protestas_az.shtml
ENTRE LA UNIÓN EUROPEA Y RUSIA
Un poco de historia
Ucrania: las fronteras de un país bipolar
La historia ucrania gira en torno a un zona de influencia rusa, en el este, y otra europea, al
oeste. Ambas han experimentado la represión soviética
Pilar Bonet Kiev , 20 de febrero de 2014
El Estado de Ucrania, que surge del derrumbe y desaparición de la Unión Soviética en 1991, es
una suma de territorios con distintas biografías históricas y distintas influencias exteriores, las
cuales se superponen, se entrelazan y se disuelven a lo largo de los siglos. El primer Estado de
los eslavos orientales, la Rus de Kiev en el siglo IX, está en las raíces culturales y de identidad
de Rusia y Ucrania y de ahí la importancia que tiene Kiev como punto de referencia para los
dos países vecinos, pues fue allí donde el príncipe Vladimir el Grande adoptó el cristianismo de
Bizancio en el año 988.
A lo largo de los siglos, el territorio de la actual Ucrania ha sido escenario de los avances y
retrocesos de diversos conquistadores, como el Estado Polaco-Lituano, la Rusia zarista, el
Imperio Austrohúngaro y el imperio Otomano. En sus expansiones, estos conquistadores
incorporaban a sus dominios a pueblos de lealtades cambiantes, que conservaban, no
obstante, sus propias características y sus propios intereses. Ucrania es la tierra de los cosacos,
hombres guerreros que servían a uno u a otro invasor, sellaban y rompían alianzas, siguiendo
siempre sus propios intereses y aspirando a su propia independencia. La tradición cosaca
puede considerarse como uno de los componentes de la identidad ucrania actual y su estudio
ayuda a comprender actitudes que se reflejan en los procesos políticos actuales.
En la historia de Ucrania hubo varios intentos de crear Estados, siendo los proyectos más
notables el Estado cosaco de Bogdán Jmelnitski, que pactó con el zar de Rusia Alexei
Mijáilovich (1654), y en el siglo XX el proyecto de la República Popular de Ucrania y la Ucrania
Soviética, ambos en 1918.
La influencia del imperio Austrohúngaro y del imperio zarista se refleja en los dos mundos
culturales que predominan en la Ucrania de hoy. En el entorno de influencia austrohúngaro
predomina la tradición de los uniatos (grecocatólicos de rito oriental que se someten al
Vaticano) y en el entorno dominado por el imperio zarista, la religión ortodoxa.
También los idiomas dividen a Ucrania. El idioma ucranio se benefició de la diversidad
aceptada en los territorios del imperio austrohúngaro y fue reprimido por la política zarista. De
ahí que en los territorios del oeste el idioma ucranio sea predominante, y en el este lo sea el
ruso, aunque entre estas dos lenguas hay diversas variedades dialectales (el surzhik) que los
combinan.
El territorio de Ucrania (más de 603.000 kilómetros cuadrados) se consolidó como una unidad
administrativa en época de la Unión Soviética. Ucrania fue una de las 15 repúblicas socialistas
soviéticas federadas en la URSS y formalmente era un país con representación en la ONU (al
igual que la República Socialista Soviética de Bielorrusia) y voluntariamente integrado en la
Unión Soviética. En virtud del pacto de la URSS con la Alemania nazi en el otoño de 1939, Stalin
incorporó a Ucrania territorios procedentes del derrumbe en 1918 del imperio Austrohúngaro,
que habían pasado a ser parte de países como Polonia y Rumania, y también territorios que
habían pertenecido al imperio zarista. Fue así como se sumaron a Ucrania los territorios de la
Galizia oriental, la Bukovina del Norte y la Volhyna. Cierto es que a los dirigentes soviéticos
trazaban los mapas a su antojo y despojaron a Ucrania del Transdniester, para formar lo que
actualmente es Moldavia, y también de territorios orientales que ahora forman parte de Rusia.
En 1946, Stalin unió a Ucrania la región de la Transcarpatia cedida a la URSS por
Checoslovaquia. En 1954, Nikita Jruschov le incorporó la península de Crimea, perteneciente a
Rusia desde el siglo XVIII y, antes, un floreciente janato tártaro.
Este conglomerado multicultural forma hoy un país de 24 provincias y una región autónoma
(Crimea), donde el único idioma estatal es el ucranio, aunque existen otras lenguas
reconocidas en las regiones, tales como el ruso. En Crimea, que goza de un estatus especial, el
ruso es de hecho una lengua cooficial.
Los ucranios del este y del oeste han sufrido todos ellos la experiencia represiva soviética. En el
este, la hambruna, el Golodomor, que causó la muerte de millones de personas a principios de
los años treinta, y en el oeste, las deportaciones a Siberia que siguieron a la anexión soviética
en 1939 y tras la Segunda Guerra Mundial.
Entre las dos Ucranias es posible encontrar denominadores comunes y, en épocas de paz y
prosperidad, ambas partes tienden a acercarse. Es más, las dos Ucranias quisieran un gobierno
democrático por encima de las diferencias culturales. Sin embargo, cuando los hilos se tensan
y se plantean los conflictos de lealtades, todos y cada uno de los ucranios tiende a sus
referentes tradicionales, ya sea en Europa ya sea en Rusia.
LA NOTICIA.
EL PODER CAMBIA DE MANOS
La lógica revolucionaria se impuso este sábado (22 de febrero) en Ucrania donde el poder
cambiaba de manos a una velocidad de vértigo sin que sea aún posible prever las
consecuencias para el futuro del país y las repercusiones sobre su entorno internacional. La
ciudad Járkov se constituía como un polo de oposición a lo que sucedía Kiev, aunque está por
ver cuál será su fuerza de atracción para las regiones rusoparlantes del sur y el este del país, si
es que la primera capital de la Ucrania soviética llega a constituirse como un polo alternativo
de
poder,
lo
que
hasta
ahora
no
ha
llegado
a
ocurrir.
La ex primera ministra YuliaTimoshenko comenzó una intervención muy emotiva y dramática
ante el Maidán, en la que pidió a los manifestantes que no se fueran de la plaza hasta que no
haya acabado el proceso de transformación que tiene lugar ahora en el país.
La ex primera ministra dijo erigirse en “garante” de que la política a partir de ahora no se hará
en los pasillos. “Ustedes se han ganado el derecho a dirigir Ucrania”, dijo. Timoshenko se
deshizo en cumplidos al Maidán y en lamentos por no haber podido estar con ellos mientras se
encontraba en la cárcel. El pánico y la confusión hizo que Timoshenko tuviera que poner fin a
su discurso. La primera ministra hablaba sentada en una silla de ruedas.
Timoshenko fue liberada y abandonó la clínica de Jarkov donde ha cumplido dos años y medio
de los siete a los que fue condenada por haber firmado unos gravosos contratos de compra de
gas a Rusia en 2009. A su llegada en avión a Kiev, Timoshenko, con aspecto emocionado y débil
y sostenida por sus ayudantes, fue a depositar flores a un improvisado monumento a los
manifestantes del Maidán caídos en los enfrentamientos. Este personaje carismático y
controvertido se configura como la nueva fuerza tal vez capaz de unir con su liderazgo las
fisuras que se han formado en el país. Todo depende de si en ella predomina la visión de
Estado o el deseo de vengarse de Yanukóvich, cuya victoria electoral en enero de 2010 nunca
llegó a aceptar.
Antes de que Timoshenko se convirtiera en la nueva protagonista del día, el presidente de
Ucrania, Víctor Yanukóvich, que se encontraba en Járkov, fue “destituido” por la Rada Suprema
sin más formalismo que la votación de 328 diputados que apoyaron una disposición al efecto
en vista de que, según dijeron, Yanukóvich había renunciado él mismo al poder, cosa que el
jefe del Estado desmintió en un video difundido este sábado.
Un oficial del servicio del Servicio Estatal de Fronteras informó por la noche de que se había
impedido despegar un avión charter desde Donetsk que pretendía salir del país sin la
documentación necesaria. En el avión iba el presidente, según este funcionario.
La Rada destituyó a Yanukóvich alegando que éste había “dejado de cumplir sus competencias
constitucionales, lo que amenaza la gobernabilidad del Estado y la integridad territorial y la
soberanía de Ucrania, y la transgresión masiva de los derechos y libertades de los ciudadanos”.
Desde el punto de vista constitucional la “destitución” del presidente es más que cuestionable,
ya que, además de una mayoría de dos tercios de la cámara (450 diputados), se requiere
también la formación de una comisión investigadora de los motivos por los que se pretende
destituirlo. A todo eso se superponía la ambigüedad sobre el marco jurídico, entre la
constitución de 2010 y la constitución de 2004, a la que Ucrania retorna en función de un
acuerdo firmado la víspera entre los jefes del la oposición parlamentaria y Yanukóvich.
En sus declaraciones desde Járkov, Yanukóvich calificó lo que estaba a sucediendo en Kiev de
“golpe de Estado” y “vandalismo” y lo comparó con “la toma del poder por los nazis en la
Alemania de los años treinta”. “No tengo intención de presentar mi dimisión”, dijo Yanukóvich,
que anunció su deseo de viajar por el Este y sur del país y encontrarse con la gente en las zonas
donde es “menos peligroso”. Manifestó también Yanukóvich que su coche había sido tiroteado
y que iba a dirigirse a los observadores y mediadores internacionales para que “paren” a los
bandidos. “No son la oposición, son bandidos y las decisiones que tomaron son ilegales. No
firmaré nada con los bandidos que aterrorizan al país y avergüenzan a Ucrania”, manifestó.
Yanukóvich dijo haber hablado con Putin la víspera y haber enviado al jefe del parlamento,
Vladímir Ribak, al extranjero para curarse, ya que, según dijo, le habían pegado y habían
disparado sobre su coche.
La Rada Suprema aprobó también una resolución para celebrar elecciones presidenciales el 25
de mayo y comenzó a elegir nuevos cargos, comenzando por Alexandr Turchínov, el vice del
grupo parlamentario de Timoshenko, que pasa a ser el nuevo jefe del parlamento. Los
diputados se dedicaron a nombrar ministros, incluidos aquellos que en teoría son competencia
del presidente. Al frente del Ministerio de Defensa, fue elegido el general Vladímir Zamánov,
que dimitió como jefe del Estado Mayor por no querer ser involucrado en el uso de la fuerza
contra la población civil. Como jefe de los servicios de Seguridad, eligieron al almirante
Valentín Naliváichenko, que ya desempeñó este cargo siendo presidente Víctor Yúshenko. Al
frente de la Fiscalía del Estado, se eligió a Oleg Mojnitski, un abogado miembro del partido
nacionalista Libertad. Como jefe del Ministerio del Interior fue nombrado Arsen Avakov, del
partido de Yulia Timoshenko.
En lo que se refiere a las presidenciales anticipadas, el presidente de la Comisión Electoral
Central, Mijail Ojendovski, anunció que el principal problema era la falta de recursos
financieros para llevarlas a cabo, según el periódico Zérkalo Nedelii.
Todo esto sucedía, mientras los órganos de orden público y los militares anunciaban que no se
inmiscuirían en política. Este tipo de comunicados de neutralidad (lo que en realidad equivale
a aceptación del nuevo orden) venían del Ministerio de Defensa, de las Unidades de Infantería
de Marina y de los Servicios de Seguridad y Espionaje.
Yanukóvich debería haber acudido el sábado a un congreso de dirigentes de las regiones
rusoparlantes del sureste del país y de Crimea que se celebraba en Járkov, pero el jefe del
Estado no apareció en este foro, que había sido cuidadosamente coordinado con medios rusos
próximos al Kremlin y que muchos consideraban como una plataforma desde la cual se podía
dirigir una escisión del país. El foro fue muy crítico con la oposición y los sucesos en Kiev, pero
no llegó a adoptar resoluciones radicales, en parte, según medios informados, porque los
representantes de la provincia de Donetsk, de la que es oriundo Yanukóvich, intervinieron con
mucha moderación a favor de la integridad de Ucrania y en contra de una federalización del
Estado que actualmente tiene carácter unitario. Al parecer detrás de esta intervención está la
figura del oligarca Rinat Ajmétov. En las resoluciones del foro se recomienda a los órganos de
poder local que ejerzan sus competencias y defiendan el orden constitucional en el ámbito de
las mismas. El diputado del partido de las Regiones, Oleg Tzarev, acusó al parlamento en Kiev
de haber tomado ya el poder con ayuda “extranjera” y de querer alejar de la capital a los
20.000 hombres armados que han defendido el Maidán. Tzarev hizo alusión a la inseguridad en
la que se sienten los diputados del partido de las Regiones. También el ex vicejefe del
Parlamento, Stepan Gavrish, en unas declaraciones al canal Inter, se refirió al peligro que corre
Yanukóvich, desprovisto de su apoyo institucional.
Los organizadores del foro de Járkov, el alcalde de la ciudad Gennadi Kernes, y el jefe de la
administración provincial, Mijail Dóbkin, salieron por la puerta de servicio y no participaron en
el mitin que los esperaba en el centro de la localidad, según fuentes locales. Ambos políticos
abandonaron Ucrania camino de Rusia, según confirmó el servicio de guardafronteras a la
agencia Interfax Ukraina. Otros dos altos funcionarios, el fiscal general Víctor Shonga, y el
ministro de hacienda, Alexandr Klimenko, fracasaron en su intento de cruzar la frontera hacia
Rusia en un puesto en la región de Donetsk, y huyeron hacia paradero desconocido.
Mientras tanto, la señorial villa de Víctor Yanukóvich en las afueras de Kiev, fue tomada por los
destacamentos de autodefensa del Maidán, que organizaron excursiones por el territorio que
rodea la mansión. Las lujosas verjas de hierro forjado se abrieron al pueblo y éste se precipitó
en riada hacia los jardines. La villa en sí misma permaneció cerrada aunque por los cristales era
posible ver los jarrones y los mármoles del interior. Las colas de los ucranianos que
emprendían excursiones en coche deseosos de ver la villa de Yanukóvich llegaron a alcanzar
varios kilómetros.
El servicio de autodefensa del Maidán se apoderó también de los edificios oficiales, Gobierno y
Administración presidencial incluidos, y montó guardia alrededor y frente al parlamento,
formando un corredor para abuchear o vitorear a los diputados. Desde el viernes, todas las
fuerzas del Ministerio del Interior y de las unidades antidisturbios habían sido trasladadas
fuera de la capital, lo que dejó Kiev en manos de los manifestantes. En el pueblo de Brovarski,
en las afueras de Kiev, un autobús cargado de tropas de intervención especial (las Berkut) que
abandonaban la capital, fue tiroteado y saqueado a conciencia. El jefe de la unidad, que se
marchaba de la capital, Vladímir Turenko, dijo que dos de sus hombres habían sido llevados a
paradero desconocidos por los asaltantes, y las armas que llevaban, robadas.
La violencia intensa dentro de un Estado, aunque no llegue a la guerra civil, puede seguir dos
direcciones totalmente distintas. Puede desgarrar el Estado, como en el caso de Siria y la
antigua Yugoslavia, o, si la gente colabora para apartarse del borde del abismo, puede unir más
aún una nación, como en Sudáfrica. Un Estado-nación es un país en el que el Estado crea la
identidad nacional común de los ciudadanos, en lugar de consolidar una identidad étnica única
ya existente.
Un motivo por el que los últimos meses en Ucrania han sido tan caóticos es que, a pesar de ser
independiente desde hace más de dos decenios, no es ni un Estado plenamente funcional ni
una nación completamente formada. Hablar de “fuerzas del orden” al describir lo sucedido en
Kiev durante la última semana es como comparar una merienda de té y pastas con un cóctel
de vodka, cartílagos y sangre. El presidente Víktor Yanukóvich es un matón, pero además es un
matón incompetente. Unas fuerzas de seguridad eficientes y disciplinadas no dispararían casi
al azar contra los manifestantes un instante y dejarían las calles en sus manos un minuto
después.
Tampoco la Administración, el Parlamento y la economía de Ucrania tienen nada que
ver con los de un Estado europeo normal. Están extraordinariamente infiltrados y
manipulados por oligarcas, camarillas y la familia del presidente, también conocida
como La Familia. Por poner solo un ejemplo: según la edición ucrania de la revista
Forbes, en enero de 2014, el hijo de Yanukóvich, antiguo dentista, obtuvo el 50% de
todas las licitaciones del Estado; seguramente la mayor extracción dental de la historia.
Lo que está en juego en Ucrania
Timothy Garton Ash, 22 de febrero de 2014
Desde el futuro del país hasta el de la propia Europa, pasando por la suerte de Rusia y del
presidente Putin, estas son las claves que hay que tener en cuenta al contemplar el drama de
la insurrección
Más allá de las barricadas en llamas y los cadáveres en las calles, he aquí cinco grandes cosas
que están en juego en el drama de la insurrección en Ucrania.
» 1. El futuro de Ucrania como Estado-nación independiente
La violencia intensa dentro de un Estado, aunque no llegue a la guerra civil, puede seguir dos
direcciones totalmente distintas. Puede desgarrar el Estado, como en el caso de Siria y la
antigua Yugoslavia, o, si la gente colabora para apartarse del borde del abismo, puede unir más
aún una nación, como en Sudáfrica. Un Estado-nación es un país en el que el Estado crea la
identidad nacional común de los ciudadanos, en lugar de consolidar una identidad étnica única
ya existente.
Un motivo por el que los últimos meses en Ucrania han sido tan caóticos es que, a pesar de ser
independiente desde hace más de dos decenios, no es ni un Estado plenamente funcional ni
una nación completamente formada. Hablar de “fuerzas del orden” al describir lo sucedido en
Kiev durante la última semana es como comparar una merienda de té y pastas con un cóctel
de vodka, cartílagos y sangre. El presidente Víktor Yanukóvich es un matón, pero además es un
matón incompetente. Unas fuerzas de seguridad eficientes y disciplinadas no dispararían casi
al azar contra los manifestantes un instante y dejarían las calles en sus manos un minuto
después.
Tampoco la Administración, el Parlamento y la economía de Ucrania tienen nada que ver con
los de un Estado europeo normal. Están extraordinariamente infiltrados y manipulados por
oligarcas, camarillas y la familia del presidente, también conocida como La Familia. Por poner
solo un ejemplo: según la edición ucrania de la revista Forbes, en enero de 2014, el hijo de
Yanukóvich, antiguo dentista, obtuvo el 50% de todas las licitaciones del Estado; seguramente
la mayor extracción dental de la historia.
Sin Kiev, Rusia dejará de ser un imperio y tiene la oportunidad de derivar en un estado-nación
Esa situación, además de la brutalidad de los soldados, es la que tanta indignación despierta
entre muchos ucranios, algunos de los cuales han dado su vida en la lucha para cambiarla. No
obstante, si se logra consolidar el acuerdo propuesto —que consiste en formar un Gobierno de
coalición, llevar a cabo una reforma constitucional que devuelva más poderes al Parlamento y
celebrar una elección presidencial antes de que termine el año—, estos días cubiertos de
sangre podrían pasar a la historia de Ucrania como un capítulo decisivo en el camino hacia
convertirse en un auténtico Estado-nación independiente. Si no, el peligro es la desintegración.
» 2. El futuro de Rusia como Estado-nación o como imperio
Con Ucrania, Rusia sigue siendo un imperio; sin Ucrania, tiene la oportunidad de convertirse
también en un Estado-nación. El futuro de Ucrania es mucho más importante para la identidad
nacional de Rusia que el de Escocia para la de Inglaterra. Hace siglos, los habitantes del
territorio que hoy constituye Ucrania fueron los primeros rusos. Hoy, los ucranios van a
determinar el futuro de la Rusia actual.
» 3. El futuro de Vladímir Putin
El periodista ruso independiente Konstantin von Eggert dijo en una ocasión que el hecho más
importante de la política rusa en los últimos 10 años no se había producido en Rusia, sino que
fue la revolución naranja de 2004 en Ucrania. Para el régimen de Putin, la revuelta de 2004 fue
la más peligrosa de los 15 años de revoluciones de colores o de terciopelo que habían
comenzado en Europa central en 1989. De ahí que, con un talento y un éxito considerables, los
“tecnólogos políticos” de Putin empezaran a desarrollar técnicas para contrarrestarla. Para
conseguirlo, por supuesto, recurrieron a la brutalidad, pero no solo, porque también contaron
con montañas de dinero, varias ONGOG (organizaciones no gubernamentales organizadas por
el Gobierno) y una manipulación de los medios de comunicación que hace que, a su lado, el
famoso portavoz de Tony Blair, Alistair Campbell, parezca una hermanita de la caridad. Cuando
Putin superó la oferta de asociación que le había hecho la UE a Ucrania, llena de reglas y
escasa de fondos, con una contraoferta de nada menos que 15.000 millones de dólares, el
conocido tecnólogo político ruso Marat Gelman tuiteó: “Instalación en Maidan vendida por
15.000 millones: la obra de arte más cara de la historia” (Maidan es la plaza de la
Independencia de Kiev, epicentro de las protestas).
La UE se equivocó al exigir al país entre ellos y nosotros sin dar el dinero que necesitaba
Sin embargo, los planes no dieron el fruto deseado. De modo que, hace 15 días, Putin y
Yanukóvich se entrevistaron en Sochi; el lunes pasado, Rusia desembolsó otros 15.000
millones de dólares; y el martes, la milicia de Yanukóvich empezó a utilizar fuego real contra
unos manifestantes cada vez más desesperados y en ocasiones violentos. El hecho de que
Putin estuviera dispuesto a arriesgarse a una reacción negativa de la comunidad internacional
durante sus preciosos Juegos Olímpicos demuestra lo importante que es Ucrania para él.
Ahora, ante los acontecimientos ocurridos sobre el terreno, ha decidido emprender una
retirada táctica, pero no nos hagamos ilusiones: no va a dejar de intervenir.
» 4. El futuro de Europa como potencia estratégica
De la misma manera que Ucrania no sufre una mera división entre Este y Oeste, desde el punto
de vista geopolítico no se trata de saber si Ucrania se une a Europa o a Rusia. Se trata de saber
si Ucrania se integra cada vez más en la comunidad política y económica de Europa y al mismo
tiempo mantiene una relación muy estrecha con Rusia. Y se trata de saber también si la Unión
Europea va a defender los valores europeos fundamentales en su propio umbral, algo que no
fue capaz de hacer en Bosnia hace 20 años.
Resulta ya innegable que la UE se equivocó en otoño al presentar un ultimátum y obligar a
Ucrania a elegir entre “ellos o nosotros” sin ofrecerle el dinero que tanto necesitaba ni una
perspectiva clara de integración en la UE. Como dice el experto en Ucrania Andrew Wilson, la
UE acudió con una barra de pan a una pelea con navajas. En las últimas semanas se ha
mostrado más astuta. El acuerdo propuesto el viernes fue un éxito diplomático personal de los
ministros de Exteriores de Alemania, Polonia y Francia. Ahora bien, ¿puede una Europa
debilitada por la crisis de la eurozona tener la imaginación estratégica y la determinación que
hacen falta a largo plazo?
» 5. El futuro de la revolución
He escrito que, en nuestra era, el modelo de revolución de 1789 ha sido sustituido por el de
1989: en lugar de la radicalización, la violencia y la guillotina, ahora recurrimos a protestas
pacíficas de masas seguidas de una transición negociada. En los últimos tiempos, el modelo
está algo maltrecho, no solo debido a las heridas de Ucrania, sino por el otoño violento que
siguió a la primavera árabe. Sin embargo, si se consolida el frágil acuerdo ahora conseguido y
se contiene la furia en las calles, Europa quizá pueda volver a demostrar que, a veces, somos
capaces de aprender de la historia.
Timothy Garton Ash es catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde
dirige www.freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution, Universidad
de Stanford. Su último libro es Los hechos son subversivos: Ideas y personajes para una década
sin nombre. Twitter: @fromTGA.
Los oligarcas mantienen el caos
La fusión entre negocios y política en Ucrania no es la excepción, sino la
norma. Las sanciones de la UE pueden ayudar a resquebrajar el statu quo
ORYSIA LUTSEVICH, 21 de febrero de 2014
El sistema corrupto y oligárquico de Ucrania que mantiene secuestrado el país desde hace más
de 20 años ha estallado en la crisis más sangrienta desde que se logró la independencia. 67
muertes confirmadas solo en los dos últimos días, cientos de desaparecidos y miles de heridos
graves, por las balas de francotirador y las granadas de aturdimiento de las fuerzas
antidisturbios contra los manifestantes para proteger el poder del presidente Víctor
Yanukóvich. Esa ha sido la indignante reacción del Gobierno al ver que su poder empezaba a
tambalearse ante las protestas para que Ucrania reanude la vía de la integración europea, que
se han extendido más allá de Kiev.
Desde que Yanukóvich llegó al poder en 2010, en unas elecciones generalmente consideradas
limpias, la libertad de prensa se ha deteriorado, se ha encarcelado a los líderes de la oposición
y la corrupción se ha disparado. El grupo empresarial presidido por su hijo, el antiguo dentista
Oleksandr Yanukóvich, ha vivido una enorme expansión hasta el punto de que se ha
incorporado a la lista de los 100 hombres más ricos de Ucrania en solo dos años.
Hay otros oligarcas como Rinat Ajmetov, principal financiero del régimen y aliado histórico del
presidente, que solo un año después de las elecciones había incrementado su valor de 5.800
millones de dólares a 16.000 millones. En 2011 ocupó el puesto 39 en la lista de los hombres
más ricos del mundo de la revista Forbes.
Además de controlar las exportaciones de electricidad en Ucrania y más del 50% de la
producción de carbón, Ajmetov se ha enriquecido acudiendo con información privilegiada a las
licitaciones públicas. Forbes.ua informa de que, en enero de 2014, las empresas de Ajmetov
obtuvieron el 31% de todas las licitaciones del Estado. El hijo de Yanukóvich le supera, con el
50% de los contratos estatales “ganados” en ese periodo.
Otros oligarcas próximos al régimen son magnates pertenecientes al Partido de las Regiones,
como Vadim Novinsky, el tercer hombre más rico de Ucrania, y Serguei Tigipko, antiguo
candidato presidencial y ministro de Trabajo. Ambos son miembros del Parlamento.
Por último, están el magnate del gas Dmitro Firtash y el viceprimer ministro Igor Boyko, y su
más estrecho aliado, Serguei Liovochkin, que ha dimitido como jefe de la administración
presidencial, pero sigue asesorando a Yanukóvich.
En Ucrania, la fusión entre los negocios y la política no es la excepción, sino la norma. Ocupar
altos puestos legislativos y ejecutivos permite entrar en un sistema clientelar, proteger las
propias las empresas, tener acceso al dinero público y gozar de inmunidad jurídica. Rinat
Ajmetov y Dmitro Firtash, que, además de dominar grandes sectores de la economía del país,
controlan a unos 80 parlamentarios del Partido de las Regiones, podrían contribuir,
irónicamente, a la salida de la crisis. Hasta ahora, se han limitado a hacer declaraciones
públicas en las que condenan la violencia y subrayan la necesidad de negociar. Pero no ha
servido de nada.
El talón de Aquiles del régimen son los clanes empresariales. Con las prudentes sanciones
aprobadas por el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE, relacionadas con los
activos financieros y la negación de visados, Occidente puede ayudar a resquebrajar el statu
quo en Ucrania.
Las grandes empresas necesitan acceso a los mercados europeos, así como a sus propiedades
inmobiliarias y filiales en la Unión. Si continúa la inestabilidad, sus activos perderán cada vez
más valor. Cortar el oxígeno europeo significaría que el coste de hacer negocios con
Yanukóvich de presidente sea excesivo. Y esa es la principal arma de la UE y Estados Unidos.
Austria ya ha congelado y empezado a investigar las cuentas bancarias de Andrei Kluev, jefe de
la administración presidencial, lo cual constituye un poderoso mensaje para los demás. Una
acción coordinada de la UE debería precipitar el “punto de inflexión”. Ante la presión de las
sanciones, estos empresarios cuentan con el número suficiente de parlamentarios como para
formar una nueva mayoría, en alianza con la oposición y unos cuantos congresistas
independientes.
Ya se ven fisuras en el Partido de las Regiones. Hace dos noches, tras conocerse las sanciones
de la UE, 34 de los 210 miembros del grupo parlamentario votaron a favor de la propuesta de
detener la violencia y retirar a las fuerzas antidisturbios. Durante los recientes sucesos han
dimitido unos 17 parlamentarios del partido gobernante. Pero la noche de la votación no
estaba presente en el Parlamento ninguno de los diputados que controla Ajmetov, y también
se ausentó la mayor parte del grupo de Kluev.
Si estos oligarcas siguen protegiendo al régimen y fingiendo ser neutrales, corren el riesgo de
perder sus fortunas cuando el régimen se venga abajo, con o sin ellos.
Orysia Lutsevich es investigadora titular en el Programa de Rusia y Eurasia en Chatham House
Cuestión de fondo
Ucrania se debate entre dos mundos
La perspectiva de integración europea promete progreso, pero la dependencia energética
afianzan la opción rusa
Pilar Bonet Kiev, 22 de noviembre de 2013
¿Quiénes son los vencedores y quiénes, los vencidos? El 70º aniversario de la liberación de
Kiev de los ocupantes nazis se conmemoró el 6 de noviembre con un desfile militar. En
Jreschátyk, la calle más emblemática de la capital, colocaron grandes retratos de los
defensores supervivientes con un lema común: “Ellos están entre nosotros”. A “ellos”, en su
mayoría, se les veía pobremente vestidos y peinados con desaliño, como si los diseñadores del
evento hubieran sido indiferentes al aspecto de sus héroes. En las condecoraciones prendidas
a las pecheras de los veteranos, la causa y el nombre del Estado por el que se batieron
resultaban ilegibles. El desfile, con enfermeras de guerra en minifalda y soldados de estilizados
uniformes, era parco en referencias a la URSS, el vencedor que ya no existe, e igualmente
parco en relación a Alemania, el invasor vencido, que es hoy la primera economía de la Unión
Europea, la organización a la que Ucrania había preparado un tratado de Asociación ahora
congelado.
La identidad es un concepto complicado en Ucrania. El país sigue dividido entre una zona
occidental con la impronta de Polonia y el imperio austrohúngaro y una zona oriental y
meridional marcadas por Rusia. En Kiev, la organización Opción Ucraniana hizo una campaña
contra la integración europea. Esquemáticos dibujos de figuras del mismo sexo —rosas y
azules— asidas de la mano pretendían ser una crítica del matrimonio gay desde la perspectiva
de ese grupo liderado por Víctor Medvedchuk, un político que en verano fue anfitrión del
presidente ruso Vladímir Putin, cuando este acudió a Kiev a seducir a Ucrania. Putin argumentó
que el pueblo ruso y el ucranio son inseparables. Por esta razón, Rusia quiere ver a Ucrania en
la Unión Aduanera (UA), la asociación de la que forma parte junto con Bielorrusia y Kazajistán.
Los vestigios de la Guerra Fría aún plantean dilemas en Centroeuropa. ¿Adónde quieren ir los
ucranios? En abril, un 42% querían ir hacia la UE, frente a un 32% que preferían la UA, según
sondeos del centro Razumkov de Kiev. Tras las amenazas económicas que Moscú intensificó en
los últimos meses, el porcentaje de los proeuropeos subió hasta un 49% en octubre, señala
Andrii Bychenko, director del servicio sociológico del citado centro. La esperanza de gozar de
mayor transparencia y menor corrupción, la mayor eficiencia económica y el deseo de vivir
como en la UE, son los argumentos aducidos para la opción proeuropea, señala el sociólogo. La
cercanía mental y la posibilidad de rebajar el precio de las importaciones energéticas son los
principales motivos para optar por Rusia. A diferencia de la OTAN, cuyo apoyo es minoritario
(del 20% al 22%), la UE siempre fue popular en Ucrania.
Como países eslavos emparentados, Ucrania y Rusia tienen mucho en común, pero sus metas
son muy diferentes. Moscú tiene ambiciones globales y trata de redefinir las reglas de juego
que se volvieron en contra de ella al desmembrarse el imperio soviético; Ucrania se ve a sí
misma como una potencia regional y se autoafirma ante las presiones del “hermano mayor”,
que a menudo no la considera un ente independiente, sino como una parte de su propio
cuerpo.
No todos quieren elegir. Entre el 5% y el 10% de los ucranios no ve contradicción entre la UE y
la UA y quiere estar en la UE y en la UA a la vez, dice Bychenko. Algo parecido deseaba el
presidente Víctor Yanukóvich al llegar al poder en 2010, pero las zonas intermedias grises y los
solapamientos no están en el orden del día ni en Bruselas ni en Moscú. En septiembre, en una
reunión a puerta cerrada con sus colegas del partido de las Regiones en Kiev, Yanukóvich
afirmó que, cada día, al levantarse rezaba a Dios y le pedía paciencia y aguante para tratar con
los socios rusos, según contaba el prestigioso semanario Zérkalo Nedelii. Yanukóvich se quejó
de que sus interlocutores en el Kremlin y en Gazprom intentaban humillarle y pisotearle, lo
que, según él, equivalía a ofender a toda Ucrania. El presidente acusó a Gazprom de no
respetar la promesa de rebajar el precio del gas, por el que Kiev paga más que Alemania, Italia
o Austria, y concluyó que “no se puede esperar una relación de igualdad y respeto” por parte
de Rusia. Por esta razón, dijo, “la decisión a favor del vector europeo no tiene alternativa”.
Las arcas del Estado tienen cada vez más problemas para atender a los compromisos sociales y
las pequeñas y medianas empresas están ahogadas por los impuestos. Los sondeos indican que
los ucranios perciben un aumento de la corrupción desde la llegada al poder de Yanukóvich en
2010. A los grupos de oligarcas que se repartían el poder político y económico en el pasado se
ha incorporado la familia del presidente liderada por su hijo Alexandr, un dentista de 40 años,
que con 510 millones de dólares de patrimonio se ha convertido en la segunda fortuna de la
región de Donetsk.
El pacto con Rusia tal vez ayude a Yanukóvich padre a financiar su campaña, pero fomentará
las relaciones que tanto le humillaban y lo más probable es que fomente también las viciadas
prácticas electorales que remitieron después de la Revolución Naranja en 2004.
VÉRTIGO EN UCRANIA
El País, 23 de febrero de 2014
En una sesión de alto voltaje emocional, y después de que los manifestantes se adueñaran sin
oposición del complejo presidencial, el Parlamento de Ucrania ha decidido deponer a
Yanukóvich y convocar elecciones presidenciales el 25 de mayo. En la misma sesión, el
Legislativo ha puesto en libertad a la líder opositora y ex primera ministra Yulia Timoshenko. El
Ejército asegura que no se implicará en el conflicto político y Yanukóvich afirma, en
declaraciones televisadas, que no abandonará el país y que considera un golpe de Estado lo
sucedido.
La vorágine parece escapar no solo al control de las figuras opositoras supuestamente al frente
de las protestas, abucheadas tras el pacto del viernes. Los acontecimientos en Ucrania,
escenario de un duelo geopolítico entre Rusia y Occidente, van también mucho más deprisa
que la capacidad de las fuerzas exteriores para encauzarlos. La UE y EE UU, pese a su vigoroso
esfuerzo diplomático de última hora, se ven por momentos tan sobrepasados como Vladímir
Putin, mentor de Yanukóvich, a quien obviamente le resulta indigerible la idea del gran vecino
sumido en el caos.
El espectro de una guerra civil, hacia la que Ucrania parecía encaminarse hace 48 horas, deja
paso ahora, si no prevalece el buen sentido, a la amenaza de una ruptura en dos de la ex
república soviética. Dirigentes de las regiones prorrusas se reunían ayer de urgencia para
desafiar la legitimidad del Parlamento nacional. Que la secesión no prospere dependerá
decisivamente de la actitud del Kremlin frente a la mitad del país que se identifica con su
legado.
Hay muchos más interrogantes que respuestas tranquilizadoras en el tobogán de Ucrania,
donde a la espera de un Gobierno provisional no manda efectivamente nadie. El reto
inmediato, devolver la paz y la estabilidad a un país al borde del enfrentamiento civil, es más
formidable en ausencia de estructuras institucionales consolidadas o de líderes políticos no
desacreditados por décadas de corrupción (incluida Timoshenko) y con capacidad de
convocatoria suficiente a escala nacional.
La reciente violencia asesina hace más difícil un compromiso civilizado. Yanukóvich,
representante de una cultura política gansteril, al frente de un régimen corrompido y
ensangrentado, parece amortizado. Pero en el escenario ucranio, junto a la expresión
admirable de un pueblo decidido a no dejarse aplastar, han emergido fuerzas peligrosas,
ultranacionalistas y ultraderechistas, cuyo papel en los acontecimientos de Kiev puede resultar
determinante en el futuro inmediato.
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