EFECTO INVERNADERO Y CLIMA La atmósfera, entre otros efectos, es responsable del mantenimiento de una temperatura relativamente uniforme y moderada en la superficie del planeta. Los dos componentes más influyentes al respecto son el dióxido de carbono, CO2 y el vapor de agua, H2O. La energía que nos llega del Sol viene principalmente en forma de luz visible y radiación infrarroja (IR) de onda corta. Esta energía calienta la Tierra, que entonces emite radiación IR de onda larga. Pero es absorbida por el CO2 y H2O atmosféricos, no dejándola salir al exterior y manteniendo, por tanto, una temperatura que hace habitable la superficie terrestre. Es lo que se conoce como efecto invernadero (Los cuerpos calientes emiten radiación IR, cuya longitud de onda es tanto menor (más energética) cuanto mayor es su temperatura). En un invernadero, los cristales dejan pasar la radiación IR corta del Sol, pero son opacos a la IR larga, emitida por los cuerpos del interior al calentarse. El invernadero se comporta, lo mismo que la atmósfera, como una «trampa de calor». Aunque la cantidad de H2O atmosférica se mantiene prácticamente constante, el nivel de CO2 se ha incrementado por la combustión masiva de combustibles fósiles en todo el mundo. Además, las masas vegetales se están reduciendo por su explotación poco racional, y no son capaces de absorber por fotosíntesis el exceso de CO2 Los expertos han calculado que una duplicación del CO2, con relación a su concentración actual provocaría un aumento de temperatura de unos 3°C. Un aumento de solo 1°C podría originar el deshielo de los casquetes polares, con la consiguiente elevación del nivel de las aguas oceánicas y la inmediata alteración del clima a nivel mundial.