Los espejismos de la introspección: Wittgenstein critico de James Christiane Chauviré1 R esumen La concepción de introspección es problemática, según Peirce: no tenemos acceso inmediato y privilegiado a sí mismo; nuestro conocimiento del mundo interno es traído de la observación de hechos externos. Se pudiera creer que era el fin del mito de la interioridad, pero las ciencias de la cognición vuelven a la introspección. Wittgenstein critica el lenguaje privado y la estructura interior/exterior (la actitud de ‘yo pienso’ es diferente a la de ‘él piensa’), en la que la introspectiva corre el riesgo de crear espejismos, porque esta actitud no es epistémica sino el eco deformado de una asimetría gramatical. James cayó en esta trampa supuesta por medio de un razonamiento por analogía y no ve la dimensión del lenguaje de la introspección. James distingue los ‘estados substantivos’ (las paradas) y los ‘estados transitivos’(los vuelos de la corriente de pensamiento), pero la paradoja de la introspección es seleccionar los estados substantivos y no los transitivos. Wittgenstein critica también la toma del ‘pensamiento al vuelo’ porque el proceso cognitivo o epistémico de tratar de observar su propio pensamiento para saber que es él, no nos lleva a saber lo que significa la palabra ‘pensar’, tarea que requiere un enfoque gramatical, porque este concepto no es de experiencia sino de capacidad. Así mismo, si el partidario de la introspección quiere mostrar que el pensamiento es un proceso observable sincronizado con la palabra, y se articula con ella, para Wittgenstein esto es una ‘imagen’ tramposa estimulada por los giros de nuestro lenguaje, crítica que enfoca a James que relaciona los diferentes momentos del pensamiento en fragmentos temporales. Se trata de criticar el movimiento llamado ‘reflexión’ donde todos, desde Descartes a Sartre, están de acuerdo con nominarla como la esencia misma de filosofar. Wittgenstein denuncia esta ilusión análoga, con ambición metafísica. Igualmente, al fisiologizar el ‘yo’ (lo sicológico debe explicarse por lo fisiológico: preconcepción dogmática propia de una metafísica cientista), James desplaza la solución, porque nos aleja del problema lógico, conceptual y hace aparecer el espejismo de dificultades que no existen o de soluciones que no resuelven nada. Palabras clave: William James, pragmatismo, introspección, crítica fisiológica. 1 Doctor en Filosofía. Actualmente Profesora de Filosofía en la Université de la Sorbonne-Paris I. Los espejismos de la introspección [...] - Christiane Chauviré Introducción Desde Auguste Comte se sabe que la introspección es problemática: el hombre no puede partirse en dos para observarse él mismo (no más que el ojo no puede verse)2. Anticipándose al behaviorismo, Peirce afirmaba en 1868 de manera pionera3, y bajo un tono definitivo, que 1) no tenemos poder de introspección que garantice un acceso inmediato y privilegiado a sí mismo, ni una facultad intuitiva como conocimiento directo y auto-justificado, y que 2) nuestro conocimiento del mundo interno es extraído de la observación de los hechos externos. Se pudiera creer que era el principio del final del mito de la interioridad (cf. Chauviré 1985). Actualmente parece que las ciencias de la cognición vuelven a la introspección4. La decisiva crítica hecha por Wittgenstein del lenguaje privado y de la estructura interior/exterior no las ha desestimulado. Las fracasos de la introspección sobre los diferentes objetivos asignados han sido muy bien señalados por este autor en el seno del behaviorismo5. El principio de la crítica wittgensteiniana de la introspección6 es sencilla: cuando nos observamos a nosotros mismos, 1) no encontramos aquello que buscamos, 2) su postura introspectiva corre el riesgo de crear espejismos; 3) aquello que hacemos no se llama observar en el sentido científico, experimental del término, mientras que William James, que utiliza grandemente este método en los Principles of Psychology, aunque denuncia las dificultades, 2 Esta crítica viene de Bonafd (cf. Braunstein 2002 806), parece tener un lazo entre la epistemología positivista y la crítica de la introspección. Comte quiere remplazar la sicología introspectiva por dos ciencias positivas y experimentales del pensamiento: la frenología y la sociología. A su turno, los miembros del Círculo de Viena optaron por una sicología científica en tercera persona, de inspiración behaviorista. Notemos que en Comte y Peirce la crítica de la introspección está asociada a aquella del individuo (Comte) y del yo individual puramente ilusorio (Peirce). 3 En “Questions concernant certaines facultés attribuées à l’homme” (“Preguntas que conciernen ciertas facultades atribuídas al hombre”) (Collected Papers 5.213-5.262) 4 Como lo anota Descombes (1995 29), Fodor no duda en hacer del cognitivismo el heredero de la filosofía de la conciencia representativa, convertida en sicología cognitiva sin cognición, subraya Descombes, “la que se modela sobre el concepto cartesiano de una conciencia como puro ‘conocimiento interior’ y que ha renunciado a unir la suerte de la psicología a la perspectiva de la primera persona” (30). En cuanto a las neurociencias, ellas sacrificaron también el mito de los ‘datos de la introspección’, según Descombes, tal como Changeux (1983). 5 No estamos haciendo evidentemente de Wittgenstein un behaviorista sino un autor que supo explotar filosóficamente aquello que había para quitar en esta corriente de pensamiento. 6 De hecho, es una crítica con un gran espectro si se combina con aquella del lenguaje privado: ella llega no solamente a James y la sicología introspectiva sino a todas las filosofías de la conciencia y de sus dominios inmediatos, la teoría del sentido íntimo, las ideas de Locke, los sense-data y el solipsismo. [162] Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. X ∙ No. 20 - 21 • 2010 • Págs. 161-174 tiene la ambición de hacer sicología científica. Notemos que James quiere combinar, después de Stumpf, la aproximación en primera persona (introspección) y aquella en tercera persona (experimentación científica). Criticando así la introspección, Wittgenstein tiene ciertamente en la cabeza los pasajes de los Principles en donde James, después de distinguir los ‘estados substantivos’ (las paradas) y los‘estados transitivos’ (los vuelos de la corriente de pensamiento) (Principles I 244), deplora las dificultades de este método que trata de captar los elementos transitivos del pensamiento. Sabiendo que “a cada momento, todo pensamiento tiende hacia otro estado substantivo que aquel que acaba de dejar”, escribe James: Es difícil percibir de manera introspectiva lo que son verdaderamente los estados transitivos. Si éstos no son sino vuelos hacia una conclusión, pararlos para observarlos antes de llegar a la conclusión conduciría a destruirlos. Mientras que si esperamos a llegar a la conclusión, ésta va más allá tanto en vigor como en estabilidad, los eclipsa y los envuelve en su luz. Si uno trata de cortar el pensamiento por la mitad para observar el corte, se verá la gran dificultad de la observación retrospectiva de las zonas transitivas7. El entramado del pensamiento es tan rápido que nos conduce casi siempre a la conclusión antes de que hayamos tenido tiempo de pararla. Como un copo de nieve tomado en la palma de la mano tibia no es más un copo sino una gota, así mismo, en lugar de asir el sentimiento del movimiento de una relación hacia su término, nos encontramos en posesión de una cosa substantiva, en general así pronunciado el último término, tomado estáticamente, la función, tendencia y significado particular en la frase se han desaparecido totalmente. La tentativa del análisis introspectivo en este caso es como dejarse tomar de un trompo en movimiento para sorprender el movimiento, o, tratar de poner luz rápidamente para ver a qué se parece la obscuridad. Las consecuencias de esta dificultad propia a la introspección son funestas. Si es tan difícil fijar los estados transitivos de la corriente de pensamiento sin observarlos, entonces el gran error que las escuelas corren el riesgo de cometer es de no comprenderlas, y de insistir mucho sobre los estados más substantivos de la corriente (Principles I 244). 7 Para un comentario de este pasaje y de su crítica por Peirce, ver Girel (2003). [163] Los espejismos de la introspección [...] - Christiane Chauviré La paradoja de la introspección es la de solo seleccionar los estados substantivos del pensamiento mientras que lo que quisiéramos es captar los otros. Los espejismos de la introspección Ya, la idea misma de tomar el pensamiento al vuelo parece extraña a Wittgenstein, no porque el pensamiento iría muy rápido, sería imposible objetivarlo, ni porque el acto de observación desnaturaliza lo observado o lo haría desaparecer, sino porque tentarse a observar su propio pensamiento para saber aquello que es (proceso epistémico o cognitivo) no nos hace de ninguna manera entender aquello que significa la palabra ‘pensar’ en el uso ordinario, que sólo interesa al filósofo (esta tarea requiere un proceso gramatical): “Para sacar en claro el significado de la palabra ‘pensar’, mirémonos en estado de pensar: aquello que observamos allí no sería lo que la palabra significa! Pero no es en este sentido que uno se sirve de este concepto” (RPP 1 §316). En efecto el examen de la gramática de pensar en el uso ordinario muestra que el concepto de pensar no es un concepto de experiencia (RPP II §257), sino de capacidad con sentido ocurrente para ciertas personas de ciertos tiempos. La introspección no sabría enseñarnos nada más de lo que nos da la gramática. Aquello que busca especialmente el partidario de la introspección, es mostrar que el pensamiento es un proceso observable sincronizado con la palabra, que lo acompaña y está articulado como ella—una ‘imagen’ tramposa hacia la cual nos empujan los giros de nuestro lenguaje8. La crítica de Wittgenstein enfoca en este punto a James que relaciona los diferentes momentos del pensamiento con los fragmentos temporales. Ahora, según el filósofo de Cambridge, es imposible relacionar por medio de procesos descriptivos el susodicho proceso del pensamiento en un lapso de tiempo preciso. Desde el punto de vista de la duración, hablar puede ser descrito, pensar no, pensar no es, unavez más, un concepto de experiencia con un principio, un desarrollo y un final, el pensamiento no es un fenómeno temporal que se experimenta: 8 James ve en la separación entre los ‘yo’ personales la brecha más grande de la naturaleza (Principles IX 231). Por esto él se opone a Peirce que, sustentando la audaz tesis de la continuidad entre los ‘yo’ personales, veía en el egoísmo un grave error metafísico y moral: “Usted debería despojar esta metafísica de la perversidad (wickedness). En primer lugar su prójimo es en cierta manera usted mismo, más de lo que [...] usted lo creería. En realidad, el egoísmo que a usted le gusta atribuirse, es en su mayoría la ilusión más vulgar de la vanidad” (Collected Papers 7 571). “Aquellos que se aman a ellos mismos en lugar de amar a su prójimo se encontrarán atrapados por un poisson d’Avril quand le Premier Avril dévoilera la vérité: tanto el yo como aquel del prójimo no son más que vecinos (Vicinties)” (Collected Papers 4 68). [164] Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. X ∙ No. 20 - 21 • 2010 • Págs. 161-174 ‘Pronunciando estas palabras yo pensé...’ relaciona ciertamente el tiempo de referencia; pero cuando se trata para mí de caracterizar el ‘proceso’ en cuestión, yo soy incapaz de describirlo como un evento perteneciendo a este lapso de tiempo, incapaz de decir, por ejemplo que una u otra fase del proceso está situada en ese segmento temporal. Al contrario de aquello que vale para el acto de palabra, porque éste yo puedo describirlo. Tal es la razón por la cual no se puede sino difícilmente llamar el pensamiento como un proceso (Ni un acompañamiento de la palabra) (RPP 11 §266). Por otro lado en el Cahier bleu (Cuaderno Azul) Wittgenstein afirma que las pretendidas dificultades de la introspección son ilusorias, creadas completamente por un giro tramposo de nuestro lenguaje: así cuando escudriñamos nuestra memoria en la búsqueda de aquello que hemos pensado hay veces que parecería casi que la dificultad consiste en acordarse exactamente de aquello que pasó cuando pensábamos una cosa, una dificultad de introspección o algo de este género; mientras que de hecho, la dificultad aparece cuando miramos los hechos a través de un medio de expresión tramposa (p. 30). La forma verbal tramposa es entonces la verdadera fuente de la dificultad y además, como medio opacante, ella impide al filósofo reconocer su naturaleza de lenguaje. Así, como lo afirma, “una analogía (Gleichnis), recibida en las formas de nuestro lenguaje, determina una falsa apariencia: esta última nos preocupa: ‘Esto no es sin embargo así’—digamos. ‘Pero debe ser así!’” (PU §112). De esta manera se devela el mecanismo de la ilusión: una forma de expresión tramposa nos conduce a acentuar aquello que solo es apariencia (Schein): afirmando que debe ser así, el ‘debe’ siendo la marca del dogmatismo filosófico: Wittgenstein describe allí el argumento que lo lleva en el Tractatus, a pesar de ciertas reservas (‘no es sin embargo así’), a presentar que una proposición debe ser una imagen, pasando de aquello que solo es una analogía a una afirmación dogmática de valor universal. De su lado, el Cahier Brun presenta una crítica decisiva de la postura filosófica, en tanto que ella reconstruye impresiones transitivas, para hablar como James, engendrando toda clase de ilusiones sobre todo cuando esta postura utiliza la introspección; así, de la sensación de rojo Ahora, de qué se trataba cuando, filosofando, yo dije que la palabra ‘rojo’ se presentaba de una manera muy fuerte ?... Qué pasa? Te concentras, tu fijaste, por decirlo así, tu mirada sobre las sensaciones. Y es exactamente eso que has hecho cuando has dicho que ‘rojo’ se presen- [165] Los espejismos de la introspección [...] - Christiane Chauviré taba de una manera particular... aquello que tiene de particular en la manera en que ‘rojo’ se presenta, es aquello que se presenta mientras tu filosofas sobre ese propósito, así mismo como aquello que hay de particular en la postura cuando te concentras en ella, era la concentración. Nos damos la impresión de estar a punto de describir la manera, pero no lo oponemos en realidad a ninguna otra manera. Hacemos énfasis, no lo comparamos, pero nos expresamos como si este acento fuera en realidad una comparación del objeto con él mismo; parece haber una comparación reflexiva (158-160). Frecuentemente tenemos la impresión en filosofía de reflexionar sobre objetos extraños, pero es solamente porque los sustraemos de la vida ordinaria y focalizamos en ellos nuestra atención: es cuestión de fraseo o de acento, no de comparación, o inclusive se trata de una comparación reflexiva, como en el caso de ciertas tautologías falsas9. No es ese rojo que es particular, es nuestra actitud con respecto a nuestra sensación de rojo que lo es cuando filosofamos, es un efecto de nuestra concentración (158), no es inclusive un acto de mostración interna: Parece que me muestro a mí mismo aquello que resiento, como si el acto de concentrarme fuera un acto de mostración ‘interior’, un acto en el que yo solo soy consciente [...]. Pero yo no muestro el sentimiento prestándole cuidado. Mejor aún, poner cuidado al sentimiento quiere decir producirlo o modificarlo (al contrario observar la silla no quiere decir producir o modificar la silla) (Cahier brun 1996 174). Al subrayar esto, llegamos a la hipostasis de un sentimiento o a una impresión allí donde el uso ordinario —sólo él es soberano, y que es la medida sobre la cual debemos juzgar nuestras reflexiones filosóficas— no lo pide evidentemente, hasta lo excluye, es un artefacto de la postura introspectiva de la filosofía. Todas las entidades hipostasiadas de la filosofía, ideas platónicas (el rojo en sí), universales, esencias tienen tal vez este mismo origen. Se trata de hecho de criticar el movimiento llamado reflexión donde todos, desde Descartes a Sartre, concuerdan con ver la condición de posibilidad, incluso la esencia misma del filosofar. Otro artefacto de la postura filosófica, cuando me introspecto, que aparece en los textos más tardíos como RPP: el sentimiento del “infranqueable abismo 9 Cf. 161 donde Wittgenstein localiza la fuente de ciertos ‘problemas’ después de haber leído en los Principles el pasaje citado anteriormente sobre los elementos transitivos e intransitivos: operar una abstracción hipostática, sostiene entonces Peirce, consiste en inmovilizar un pensamiento transitivo y tomarlo como objeto de pensamiento. [166] Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. X ∙ No. 20 - 21 • 2010 • Págs. 161-174 entre la conciencia y el proceso cerebral” (RPP 1 §412), y el vértigo que viene con él. Ellos solo intervienen si Yo dirijo mi atención de una manera determinada sobre mi conciencia y que me digo sorprendido: esto debería ser engendrado por un proceso cerebral–tocándome la frente, por decirlo así. Pero qué es lo que esto puede significar; ‘dirigir mi atención sobre mi conciencia?’ Hay algo tan extraordinario como realizar semejante cosa! Eso que nombro así (porque esas palabras no son utilizadas en la vida ordinaria) era un acto de la mirada. Yo miraba fijamente delante mío pero no sobre algún objeto o un punto determinado. Mis ojos estaban completamente abiertos, mis cejas fruncidas (como están la mayoría de las veces, cuando un objeto determinado me interesa). Ningún interés de este género había precedido el hecho de mirar. Mi mirada estaba ‘vacía’ o se parecía a la de un hombre que admira la luminosidad del cielo y se empapa de su luz. Piensen desde ese momento que la proposición que pronunciaba como una paradoja (a saber que esta ha debido ser engendrada por un proceso cerebral!) no tenía en sí nada de paradójico. Yo hubiera podido pronunciarla durante mi experimento, cuyo objetivo era mostrar que el efecto de la luz que veo sería engendrado por la estimulación de cierta parte del cerebro. Pero no pronunciaba la frase en el ambiente en el que ella hubiera tenido un sentido banal y no paradójico. Y mi atención no era del género de aquella que le era propio a la experimentación. (Mi mirada ha sido ‘con propósito’, no ‘vacía’ (RPP 1§412). La introspección no me proporciona nada determinado, nada de aquello que busco en ella; un cinéfilo diría que ella se hace ‘eyes wide shut’. En rigor, se podría agregar que el yo que se observa, observa un yo observando, no observado. En el capítulo siguiente, la concepción del sí de James se menciona: Estamos aquí en presencia de un caso de introspección; muy parecido a aquellos por los cuales William James presentaba que el ‘yo’ consistía principalmente en ‘movimientos peculiares en la cabeza y entre la cabeza y la garganta (peculiar motions in the head and between the head and throat)’. Y aquello que mostraba la introspección de James, no era el significado de la palabra ‘yo’ (si esto significa algo como ‘persona’, ‘hombre’, ‘él mismo’, ‘yo mismo’) ni el análisis de naturaleza semejante, pero el estado de atención de un filósofo, que pronuncia en torno a sí la palabra ‘yo’ y busca analizar el significado [Y esto es inclusivo muy instructivo] (RPP l §413). [167] Los espejismos de la introspección [...] - Christiane Chauviré Todo aquello que nos enseña aquí la introspección es entonces el contenido de la vivencia del filósofo en estado de auto-observación: una enseñanza fenomenológica, cierto, pero que no es la que se está buscando. Un estado próximo en cierta medida de la hipnosis, agregaría yo, o que comporta en todo caso un fuerte elemento de autosugestión porque el filósofo se persuade de que él se observa u observa su yo. Pero en realidad la mirada no se dirige a un objeto determinado como en una observación auténtica, él está ‘vacío’, no es la mirada de alguien que experimenta. En PU, Wittgenstein denuncia una ilusión análoga, a la ambición metafísica, propia del filósofo: “Tengo el sentimiento que si yo pudiera fijar mi mirada exactamente sobre el hecho, y ponerlo en el centro de mi mirada, debería asir la esencia de la cosa” (PU §113): de hecho uno se enceguece al mirar fijamente. Así mismo PU §106 nos invita a volver a los objetos de pensamiento cotidianos, “no estancarnos hasta el punto de creer que debemos describir hasta lo más fino, mientras que no sabríamos describirlos del todo con los medios que disponemos”. Por una vez más, nuestro autor no quiere decir que uno no puede objetivar la conciencia, o que “el yo personal existe en el sentido que un snark existe” como sustenta Peirce (CP 8.82), pero que si se busca a observarse a uno mismo, no se está en estado de observación, sino en un estado que se asemeja un poco a la ‘atención flotante’ de los sicoanalistas. Al contrario, un estado muy fuerte de concentración corre el riesgo de hacer nacer quimeras filosóficas como lo sugiere el ‘ejercicio de arqueología filosófica’ (Hacker et Baker) de PU §113. Otro argumento contra la introspección, sacado esta vez de la gramática, pero que se quedó en el estado implícito en Wittgenstein, en virtud de la asimetría reconocida entre la primera y tercera persona: los verbos sicológicos en los años 1940, los enunciados en primera persona como ‘yo pienso’ no son de ninguna manera los informes de introspección pero tienen un valor expresivo de Äusserungen. ‘Yo pienso’ no describe ningún contenido o estado mental, no proporciona ninguna información al otro sobre lo que me pasa a mí, la noción de estado mental objetivado, identificable, para observar siendo de todas formas problemático. Los enunciados en la primera persona que pudiéramos formular como tentativa de introspección no tendrían de ninguna manera el estatuto de enunciados de observación, y es inclusive dudoso, según las lecturas de Wittgenstein (Hacker), que tengan un valor cognitivo directo. Al contrario ‘él piensa’ es un enunciado de observación (pero su veracidad implica criterios). La asimetría que James toma erradamente por epistémica entre los usos de dos personas (yo tendría un acceso privilegiado y directo a aquello que pasa en mí, y un acceso indirecto a aquello que le pasa al otro) se deriva de la imagen interior/ exterior afianzada en nuestro lenguaje éste no es sino el eco deformado de la asimetría gramatical muy real actualizada por Wittgenstein. [168] Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. X ∙ No. 20 - 21 • 2010 • Págs. 161-174 La actitud con relación a sí mismo no es igual que aquella en relación con el otro, pero esta diferencia de actitud no es epistémica o cognitiva no refleja una diferencia de opinión, la actitud precede la opinión (IE§38), y no es del orden de un saber. Entonces James cayó en la trampa que opone mi interior a aquel, escondido, del otro, y que no puedo sino suponerlo por medio de un razonamiento por analogía (‘cada flujo de conciencia está encerrado sobre él mismo’); ahora, no hay ninguna razón por analogía, pero una “enseñanza gramatical que me es completamente clara” (RPP 1 §350), sustenta con fuerza Wittgenstein: vemos directamente la tristeza ‘personificada’ en y por una cara (RPP l §570), y entendemos inmediatamente las fuentes expresivas naturales del cuerpo humano “(‘no puedo sino adivinar aquello que siente el otro’— ¿esto tiene un sentido cuando yo lo veo, por ejemplo, cubierto de heridas y sufriendo terriblemente?” (EPRP§964). James no tiene razón al pensar que podemos ‘equivocarnos’ en el caso de nuestros estados interiores, que serían totalmente definidos pero que no llegamos del todo a descifrarlos, porque aquello que podemos decir de importante de un juego de lenguaje donde la duda y el error están excluidos (y por consiguiente el saber también). Todo aquello que se pueda decir de sí es tomado en los juegos de lenguaje dotados de ciertas características que Wittgenstein se empeña en precisar. James no ve esta dimensión del lenguaje de la introspección: uno no se encuentra en introspección independientemente de un cierto lenguaje, el sujeto de la introspección es ante todo sujeto de expresión. En la introspección, todo pasa por los juegos de lenguaje en donde lo incierto no hace parte. L a crítica del punto de vista fisiológico James no resuelve el problema de la introspección, al ‘fisiologizar’ el ‘yo’, a los ojos de Wittgenstein, pero no hace sino desplazarla. La introducción de consideraciones fisiológicas sobre el yo situado entre la cabeza y la garganta no adelanta en el sentido de una sicología científica como lo cree James, que sigue siendo metafísico, a pesar de él: “el punto de vista fisiológico no hace sino confundir. Porque nos aparta del problema lógico conceptual” (RPP 1 §1038). La solución de los problemas de la sicología, en donde los conceptos son autónomos, no se encontraría en la fisiología, e inclusive si se sabe todo de las correlaciones mentales, para hablar como Changeux, esto no avalaría la autonomía de estos conceptos y de estos problemas que exigen un tratamiento gramatical en filosofía. Los progresos de la ciencia no pueden, en este sentido, hacer nada por la filosofía del espíritu. La idea que lo sicológico deba explicarse totalmente por lo fisiológico (idea que al final llevó al materialismo eliminativo de Churchland) es [169] Los espejismos de la introspección [...] - Christiane Chauviré una preocupación dogmática propia de una metafísica cientista: sólo la ciencia podría dar a la filosofía los medios para resolver las preguntas que le son propias. Sobre este punto, Wittgenstein no ha tenido tal vez razón, porque puede que la ciencia revele que un problema tenido por filosófico (por ejemplo un problema que concierna los colores) es de hecho científico y puede ser resuelto por la ciencia. Se pudiera creer que los conceptos de la folk psychology, que son más o menos aquellos con los cuales Wittgenstein creía limitar su examen gramatical, serían luego rechazados por las neurociencias, pero de hecho 1) son estables desde la generalidad de Aristóteles, y 2) no están, contrariamente a lo que afirma Churchland, en concurrencia con los conceptos neurológicos científicos, sino complementarios. Los unos y los otros pueden entonces coexistir pacíficamente. Se puede inclusive, que el vocabulario sicológico común se enriquezca de una palabra prestada al vocabulario científico (‘descarga de adrenalina’) sin que esto resuene en el conjunto de la sicología popular; esto es entonces menos una teoría falsa refutable y eliminable por las neurociencias que un esquema conceptual milenario que resiste a la prueba del tiempo. Además el punto de vista fisiológico es a su manera un productor de espejismos filosóficos: Pensar en términos de procesos fisiológicos es lo más peligroso para tener una posición clara sobre los problemas conceptuales en materia de sicología. Pensar en términos de hipótesis fisiológicas, hace aparecer delante de nuestros ojos o bien un espejismo de dificultades que no existen, o bien soluciones que no se resuelven. La mejor manera de curarse es pensar que yo no sé de ninguna manera si las personas que yo conozco tienen realmente un sistema nervioso. (RPP §1063) No se trata de tomar a la letra esta provocación de Wittgenstein, sino de ver una invitación a una experiencia de pensamiento, a la puesta entre paréntesis provisional del sistema nervioso, que es tanto más sabia que nuestras neurociencias que no nos dan ninguna información completa sobre las correlaciones supuestas de lo mental y de lo fisiológico, ¡inclusive los científicos pretenden que vamos a saber todo esto muy pronto! Setenta años después del Cahier bleu (Cuaderno Azul), la filosofía de la cognición tiene siempre como adquirido, en la línea de Descartes, de Sartre y de todos los filósofos de la conciencia como si Wittgenstein no hubiera nunca escrito nada, que “cada quien parece saber inmediatamente lo esencial de lo que piensa y siente a todo momento: uno parece capaz de ‘ver al interior’ de su espíritu o de introspectarse”10. 10 Como parece se hace en RPF: “entonces es perfectamente posible que ciertos fenómenos [170] Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. X ∙ No. 20 - 21 • 2010 • Págs. 161-174 Notemos sin embargo las comillas y la prudencia del autor en este pasaje, quien, lector de Wilfrid Sellars, parece bien consciente de las fallas de la introspección. El estudio experimental de Nisbett &Wilson, agrega él, parece haber mostrado que “aquello que se toma por un proceso particular de la introspección no es nada más que el esfuerzo de comprenderse, de la misma manera que se trata de comprender al otro (ver también Wilfrid Sellars con una hipótesis parecida)” (RPP§1063)11. La introspección no tendría nada de específico, no se basaría sobre una facultad de intuición especial. Más ambicioso un estudio de Simón y Ericsson que trata de puntualizar una teoría computacional de los mecanismos de introspección a partir de los datos disponibles en la memoria de corto y largo plazo y ‘de hipótesis especulativas sobre las funciones mentales’. Con una prudencia notable, el autor concluye: Estos trabajos tienen la tendencia a subestimar un punto lógico: inclusive si ciertas cosas pueden ser conocidas por introspección, no puede concluirse que uno pueda conocer introspectivamente lo que ellas son [yo subrayo], es posible que no se pueda saber aquello que uno puede conocer introspectivamente sino construyendo una teoría de la estructura del espíritu por medio de métodos no introspectivos (RPP§ 222). Sin ir hasta sustentar como Peirce que nuestro pretendido poder de introspección está basado en realidad en las inferencias sacadas de los hechos exteriores, este filósofo de la cognición prefiere los procesos en tercera persona. sicológicos no puedan ser el objeto de investigaciones fisiológicas, porque no les corresponde nada fisiológicamente” (l §904); “lo que quiero decir es que será imposible descifrar el proceso de pensamiento basado en el proceso cerebral” (§903). En consecuencia, se puede anotar que la teoría actual de la aparición en sus diferentes versiones se cuida de hacer corresponder punto por punto lo mental y lo cerebral, definiendo, al contrario, una relación entre ellos, de dependencia más flexible y suelta. Sólo Changeux parece querer descifrar el pensamiento lo mismo que el cerebro. Pero se está lejos del establecimiento de las leyes psico-fisiológicas (cf. la tesis de la anomia de lo mental sustentada por Davidson). Para Wittgenstein no hay razón para decir que debe haber una correspondencia regulada nomológicamente, entre lo mental y lo cerebral, y critica la metáfora del desciframiento, que sale de una concepción gramatical primitiva (cf. Ch. Chauviré 2000 32-33). Sin duda, él tiene razón de incitar al abandono de una pesada concepción causal y determinista de las condiciones fisiológicas de lo mental. Todo muestra que no es tan simple. La escolástica de la aparición tiene al menos el mérito de dejar sentir la complejidad de la pregunta. 11 Para Sellars la técnica de la introspección presupone una ‘concepción clásica’ del pensamiento que él critica: “Nosotros podemos ‘oírnos nosotros mismos pensar’, pero la imaginación verbal que hace posible esta aptitud no es el acto de pensar en sí mismo como no lo es el comportamiento verbal manifiesto en el cual éste se ha expresado y comunicado al otro. Es falso suponer que deberíamos tener una imaginación verbal —así mismo que una imaginación cualquiera— cuando sabemos aquello que nosotros ‘pensamos’, y que el ‘acceso privilegiado’ debe ser interpretado según un modelo perceptual o casi-perceptual” (1992 95). [171] Los espejismos de la introspección [...] - Christiane Chauviré Esto es lo que nos aporta la sicología introspectiva sesenta años después de los análisis críticos de Wittgenstein: muy pocos datos, algunas especulaciones. Es verdad que la imaginería mental, que podría remplazar la introspección, parece más prometedora, estudiando la estructura y organización interna de estos eventos internos con caracteres figurativos que son las imágenes mentales. Pero aquí los investigadores hacen prueba de prudencia: “La constatación de eventos mentales privados es una dificultad mayor en sicología” reconocía Michel Denis (1998 201). Cierto, en el caso de las imágenes visuales los investigadores parecen haber detectado no solo las correlaciones entre las propiedades de la imagen y eventos fisiológicos, sino también variaciones concomitantes entre las unas y los otros: “Así la dilatación de la pupila que acompaña la formación de una imagen visual es tanto más importante como la imagen es difícil a evocar” aunque “ella acompaña también otras formas de la actividad cognitiva” (ibid.). Las célebres experiencias de Shepard y Kossiyn van en el mismo sentido, mostrando que “la exploración mental de una imagen visual toma tanto más tiempo como más grande sea la distancia recorrida” y que se inspecciona una imagen por rotación mental; de allí a suponer que “tres procesos, propios a la imaginación y distintos de otros procesos cognitivos, engendran, inspeccionan y transforman las imágenes”, no hay sino un paso, aquel que conduce de la ciencia a su extrapolación filosófica. Pero que haya procesos comunes a la imaginación y a la percepción visual no tiene nada de raro. Wittgenstein sería refutado si presentara como hipótesis científica la ausencia de correlación entre mental y cerebral; pero como él no sostiene nada que vaya más allá de sus conocimientos reales, nosotros aconsejamos justo una experiencia de pensamiento que haga la ‘epoché’ del sistema nervioso para despejar mejor los problemas conceptuales al estado puro, esto nos parece justo un poco barroco. Los trabajos actuales sobre la cognición son muy interesantes, queda saber cuál es la buena conclusión filosófica que se puede sacar. Se puede, contestarían los filósofos de la cognición, sacar modelos del espíritu compatibles con los datos experimentales y sugeridos por ellos, aunque en cierta medida, especulativos. ¿Pero estos modelos no caen bajo la crítica dirigida por el Cahier bleu a todos los modelos del espíritu? La pregunta queda por estudiar... Trabajos citados Braunstein, Jean-François. “Bachelard, Canguilhem, Foucault: Le style français en épistémologie”. En: Les philosophes et la science. P. Wagner ed. Paris: Gallimard, 2002. Folio essais. [172] Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. X ∙ No. 20 - 21 • 2010 • Págs. 161-174 Changeux, Jean Pierre. L’ homme neuronal. Paris: Fayard, 1983. ---. L’ homme de vérité. Paris: Odile Jacob, 2002. Chauviré, Christiane. La philosophie dans la boîte noire. Paris: Kimè, 2000. ---. C.S.Peirce: “La fin du mythe de l’intériorité?”. En: Critique 455 (1985 abril). ---. “Le corps humain est la meilleure image de l’esprit humain” En: Wittgenstein: les mots de l’esprit. Philosophie de la psychologie, Co-ed. junto con S. Laugier, J.J. Rosat. Paris: Vrin, 2001. Churchland, Paul. A Neurocomputational Perspective: The Nature of Mind and the Structure of Science. Cambridge: MIT Press, 1989. Denis, Michel. “Imagerie cérébrale”. En: Vocabulaire de Sciences Cognitives. Paris: PUF, 1998. Descombes, Vincent. La denrée mentale. Paris: Minuit, 1995. Girel, Mathias. “Metaphysics and Logic of Psychology: Peirce’s Reading of James’s Principles”. En: TCSPS (2003 junio). James, William. Principles of Psychology. New York: Dover, 1950 ---. Essays in Radical Empiricism. Lincoln and London: University of Nebraska Press, 1996. Peirce, Charles Sanders. 1931-1935,Collected Papers. Cambridge: Harvard University Press. Sellars, Wilfred. Empirisme et philosophie de l’esprit. Trad. française F. Cayla. Paris: L’éclat, 1992 Wagner, Pierre, (Ed). Les philosophes et la science. Paris: Gallimard, 2002. Folio essais. Wittgenstein, Ludwig. Le Cahier bleu et le Cahier brun. Trad. française. J. Sadoir et M.Goldberg. Paris: Ed. Gallimard, 1996. ---. [EPRP] Etudes Préparatoires à la 2e. partie des Recherches Philosophiques (Derniers écrits sur la philosophie de la psychologie, T. I). Trad. Gérard Granel. TER, 1985. ---. [IE] L’ intérieur et l’extérieur (Derniers écrits sur la philosophie de la psychologie, T. II).Trad. Gérard Granel. TER, 2000. ---. [PU] Philosophical Investigations. Trad, de G.E.M. Anscombe. Londres: Blackwell, 1998 [1953]. [173] Los espejismos de la introspección [...] - Christiane Chauviré ---. [RPP] Remarques sur la Philosophie de la Psychologie. vols. I-II. Trad. Gérard Granel. TER, 1989. ---. Tractatus Logico-Philosophicus. Trad. Fr. de Gilles Gaston Granger. Paris: Gallimard, 1993. [174]