interponen accion declarativa de inconstitucionalidad

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INTERPONEN ACCION DECLARATIVA DE
INCONSTITUCIONALIDAD
Señores/as Jueces/zas de Tribunal Superior de Justicia:
Beatriz COHEN, en mi carácter de representante legal de la
Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), con domicilio
real en Av. Monroe 2142 1º "B" de la Ciudad de Buenos Aires; y Victor
E. ABRAMOVICH en representación del Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS), con domicilio legal en la calle Piedras 547, 1ro de la
Ciudad de Buenos Aires; Carlos José María FACAL, en representación
de la Fundación Poder Ciudadano, con domicilio legal en la Calle
Piedras 547, 2do.de la Ciudad de Buenos Aires, todos constituyendo
domicilio procesal en Piedras Nº 547 de esta Ciudad, y con el
patrocinio del Dr. Daniel Alberto SABSAY (Tº 29 Fº 289 CSJN.) y de
Diego R. MORALES, (Tº 69 Fº 721), Jimena GARROTE, (Tº 79 Fº 736) y
Demián Zayat (T. 76 F.405), nos presentamos y decimos:
1. PERSONERÍA.
Con las copias de los estatutos y poderes respectivos, acreditamos
nuestra personería para actuar en representación de las personas
jurídicas mencionadas.
2. LEGITIMACIÓN.
Las personas jurídicas actoras nos encontramos plenamente
legitimadas
para
promover
la
acción
declarativa
de
inconstitucionalidad, en virtud de lo dispuesto en el inciso b del
artículo 18 de la Ley 402.
3. OBJETO.
En virtud de ello, venimos a promover acción declarativa de
inconstitucionalidad en los términos del art. 113 inc. 2º de la
Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y de los arts. 17
y siguientes. de la Ley 402, contra las resoluciones administrativas Nº
71/03 y Nº 72/03 (puntos II, III, IV, y VIII), ambas de fecha 12 de
junio de 2003 (B.O.C.B.A. Nº 1.716 del 20 de junio de 2003, págs. 18
y 19), y dictadas por el señor Asesor General Tutelar, Dr. Roberto
Cabiche, máxima jerarquía del Ministerio Público Tutelar de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, con domicilio en Combate de los Pozos Nº
155 Piso 7º de esta Ciudad.
Lo que pretendemos, a través de esta acción, es el control de
constitucionalidad en abstracto de las precitadas resoluciones
administrativas de carácter general del Ministerio Público Tutelar, por
contrariar a la Constitución de la Ciudad Autónoma de la Ciudad. Así,
requerimos al Tribunal Superior de Justicia que en mérito a los
fundamentos que a continuación se expondrán, se declare la
inconstitucionalidad de tales resoluciones administrativas de carácter
general, haciéndoles perder vigencia, conforme lo establece el art.
113 inc. 2º CCABA., y disponiéndose la publicación de la sentencia en
el Boletín Oficial (conf. arts. 23 y 24 Ley 402).
4. ANTECEDENTES I. El dictado de las resoluciones
de la Asesoría General del Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires, Nº 72 y 71 del año 2003
Mediante la Resolución General Nº 72 del 12 de junio de 2003, el
Señor Asesor General Tutelar del Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires, dispuso establecer criterios generales de actuación para los
integrantes del Ministerio Público Tutelar, en virtud de lo establecido
en el art. 6 y 17 inc. 6º de la ley 21.
En este sentido, podemos adelantar, ahora, que los criterios generales
de actuación expresados en los puntos II, III, IV y VIII de la
Resolución 72, afectan al funcionamiento de la Asesoría Tutelar ante
el Fuero Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad de
Buenos Aires, ya que importan verdaderos criterios particulares en la
actuación de determinados casos, interfieren en la independencia
técnica necesaria de toda función y, sobre todo, resienten los
mecanismos existentes de control y protección de los derechos
humanos.
Por otra parte, a través de la Resolución Nº 71/03 se vulnera el
sistema de designación de Asesores en clara contradicción con las
normas vigentes.
En concreto, se argumentará a lo largo de esta presentación que las
Resoluciones 72 y 71 del año 2003 producen un detrimento y
afectación en los mecanismos constitucionales y legales previstos para
la protección de derechos de niños y niñas. Ello, en tanto estas
resoluciones desvirtúan no sólo los artículos de la Constitución de la
Ciudad de Buenos Aires que garantizan el acceso a la justicia a través
de mecanismos de control y protección adecuados y efectivos, sino
también las obligaciones asumidas por el Estado argentino con
relación a los tratados de derechos humanos previstos en el artículo
75 inc. 22 de la Constitución Nacional.
5. ANTECEDENTES II. La intervención judicial
En primer lugar, corresponde mencionar lo resuelto recientemente por
el Tribunal Superior de Justicia, con fecha 9 de febrero de 2005, en el
Expte. Nº 3.259/04 "Cabiche, Roberto s/queja por recurso de
inconstitucionalidad denegado" en "Moreno, Gustavo Daniel c/Asesoría
General Tutelar - Ministerio Público s/otros procesos incidentales" en
"Moreno, Gustavo Daniel c/Asesoría Tutelar s/impugnación de actos
administrativos" (Reg. Nº 1 Tº I, Fº 1/14, Año 2005); actuaciones
donde el señor Asesor Tutelar ante ambas instancias de la Justicia en
lo Contencioso Administrativo y Tributario, Dr. Gustavo Daniel
Moreno, impugnó judicialmente tales resoluciones administrativas.
En dichas actuaciones, este Superior Tribunal de Justicia dispuso dejar
sin efecto todo lo actuado en la causa, al hacer lugar a la queja
interpuesta por el señor Asesor General Tutelar, Dr. Roberto Cabiche.
En rigor, las Resoluciones mencionadas hubieron de ser suspendidas,
en el marco de las acciones judiciales antes mencionadas, desde el
día el 3 de febrero de 2004 –el Asesor General fue notificado el 2 de
febrero de 2004-, y recobraron eficacia a partir del 11 de febrero de
2005, en tanto el Asesor Tutelar fue notificado el día 10 de febrero de
2005 de la decisión de Tribunal Superior de Justicia.
Para así decidir, el voto del Sr. Juez Francisco Lozano al cual adhiere
el Sr. Juez José Oscar Casás, considera que el conflicto no constituye
una "causa" judicial en los términos del artículo 106 de la CCBA.
Adhiere en la parte dispositiva la Jueza Ana María Conde que
considera que sí había causa y que el requisito de la sentencia
definitiva era suplido por la trascendencia. En este orden de ideas, la
Dra. Conde consideró que la resolución fue dictada dentro del ámbito
de competencia del Asesor General Tutelar. Por otro lado, los Sres.
jueces Julio Maier y Alicia Ruiz consideraron que el recurso no
satisfacía el requisito de la sentencia definitiva.
Es en este sentido que al no haber una mayoría de tres votos
coincidentes en los fundamentos no puede tomarse lo resuelto como
un precedente que el Tribunal esté moralmente obligado a seguir. En
dicho fallo tenemos dos votos que dicen que no había "causa", otros
dos que dicen que no había "sentencia definitiva", y uno que dice que
las resoluciones no resultaban inconstitucionales. Lamentablemente,
el Superior Tribunal no pudo dar una pauta clara sobre cuál es el
derecho obligatorio en este conflicto. Es para iluminar este punto que
presentamos la presente acción de inconstitucionalidad.
6 ANTECEDENTES III. Una aclaración sobre el
ámbito de vigencia de las Resoluciones Nº 72/03 y
Nº 71/03
Conviene realizar una aclaración con relación a los efectos que tienen
las resoluciones Nº 72/03 (apartados II, III, IV y VIII) y 71/03 sobre
el trabajo cotidiano de la Asesoría Tutelar en lo Contencioso
Administrativo de la Ciudad de Buenos Aires.
En este sentido, debemos indicar que las reglas de actuación que
estas resoluciones definen inciden sobre tres mil (3.000) consultas
que anualmente contesta la Asesoría Tutelar. En efecto, los datos
incorporados en los informes anuales de la Asesoría Tutelar indican el
nivel de trabajo y la cantidad de respuesta que ésta otorga a la
comunidad.
De ahí que el análisis de los criterios de actuación previstos en la
Resolución 72/03 (puntos II, III, IV y VIII) debe efectuarse sobre la
base de estas consideraciones estadísticas.
7. REQUISITOS DE LA ACCIÓN DECLARATIVA DE
INCONSTITUCIONALIDAD
El inciso 2 del artículo 113 de la Constitución de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires (en lo sucesivo, CCABA) establece la competencia
originaria y exclusiva de este Tribunal para las acciones declarativas
de inconstitucionalidad contra normas de carácter general dictadas
por las autoridades de la Ciudad. El artículo 18 de la ley 402 establece
los requisitos, que se traducen en una legitimación amplia para
presentar acciones declarativas.
En esta acción atacamos la constitucionalidad de las resoluciones
72/03 (puntos II, III, IV y VIII) y la resolución 71/03 del Asesor
Tutelar General.
La idoneidad de la vía escogida ya ha sido puesta de relieve en el
considerando séptimo del voto del Dr. Luis F. Lozano en el fallo citado
en el capitulo 4, al decir "7. Que la cuestión no pueda ser propuesta
como objeto de un juicio no quiere decir que es una cuestión política
acerca de la cual no pueda pronunciarse una autoridad judicial. Por el
contrario, bastará que aparezca como punto en debate a propósito de
una causa o de una acción declarativa de inconstitucionalidad para
que pueda y deba ser debatida...". De este modo la acción declarativa
de inconstitucionalidad resulta adecuada para cuestionar las
resoluciones administrativas 72 y 71 del 2003; que representan
normas administrativas de carácter general emanadas por una
autoridad de la Ciudad, en tanto fueron dictadas por la máxima
jerarquía del Ministerio Público Tutelar.
8. FUNDAMENTOS QUE MOTIVAN LA PRETENSIÓN
8. I. La inconstitucionalidad de la Resolución 72/03. La
afectación de los mecanismos de protección de derechos
humanos. La independencia técnica necesaria para una
efectiva actuación.
A través de la Res. 72/03, de fecha 12 de junio de 2003, el Asesor
General Tutelar dispuso criterios generales de actuación para todos
los integrantes del Ministerio Público Tutelar, de ellos entendemos que
los criterios plasmados en los puntos II), III), y IV) resultan
inconstitucionales por violentar los artículos 10; 12 inc. 6º; 14; 39;
124; y 125 incisos 1º y 2º de la Constitución de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires; los artículos 18 y 43 de la Constitución Nacional,
además de los artículos 8.1.; 19; y 25 de la Convención Americana de
Derechos Humanos (aprobada por la ley 23.054), y artículos 3.1. y
27.3. de la Convención de los Derechos del Niño (aprobada por la ley
23.849), ambas con jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22º de la
Constitución Nacional). En lo que sigue expondremos los argumentos
que confirman tal aseveración.
Los criterios generales de actuación para los integrantes del Ministerio
Público, se encuentran normados por lo establecido en el art. 6 y en el
art. 17 inc. 6º) de la Ley 21. El artículo 6 señala que:
“La dependencia jerárquica, dentro de cada uno de los
organismos que componen el Ministerio Público, y de
cada fuero, tiene por fundamento permitir que cada
integrante del Ministerio Público, controle el correcto
desempeño de sus funciones por parte de los o las
integrantes de menor nivel jerárquico y de quienes lo
asisten.
Los o las titulares de cada uno de los tres organismos
que componen el Ministerio Público elaboran criterios
generales de actuación de sus integrantes, los que
deben ser públicos y comunicados por escrito a cada
uno de ellos/as y simultáneamente a la legislatura.
Estos criterios no pueden referirse a causas particulares
ni ser contradictorios con la misión de cada integrante
del Ministerio Público de promover la actuación de la
justicia en defensa de la legalidad y los intereses
generales de la sociedad”.
El artículo 17 que establece las facultades de, entre otros, el Asesor
Tutelar General, en su inc. 6º por su parte señala que:
“Elaborar anualmente los criterios generales de
actuación de los integrantes del Ministerio Público,
dentro de sus respectivas áreas. Cuando por razones de
la función resulte necesario modificar dichos criterios
antes de cumplido el año, debe consultarlo con los o las
integrantes del Ministerio Público actuantes en cada
instancia”.
Ahora bien, los criterios generales de actuación indicados en los
puntos II, III, IV y VIII de la Resolución Nº 72/03, expresan en su
conjunto –y como analizaremos seguidamente- un sistema de
consulta a la Asesoría General Tutelar de manera previa al inicio de
cada acción judicial, para la búsqueda de "otras soluciones" (ver
puntos II y III); constituyendo también un sistema de control por
parte de la Asesoría General Tutelar de los pedidos de informes y
requerimientos a las autoridades administrativas del Gobierno de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires que formulen los asesores
tutelares de las distintas instancias, en cuanto a su conveniencia,
procedimiento, y forma de tales pedidos o requerimientos (ver punto
IV).
Ello, en los hechos, importa que en cada caso el Asesor General
Tutelar afecta la autonomía funcional, su independencia técnica y la
eficacia de la función del asesor tutelar del fuero contencioso
administrativo y tributario, en tanto, estas acciones requeridas en la
Resolución Nº 72/03 constituyen instrucciones particulares en cada
caso concreto que atienda dicho asesor tutelar; ya sea para el inicio o
no de una acción judicial, sea para indicar si efectúa o no un
requerimiento a una autoridad administrativa, o qué tipo de
requerimiento debe efectuar.
Es por ello, y sin perjuicio del análisis particular que se hará de cada
criterio general de actuación que se impugna, podemos sostener que
los criterios generales de actuación plasmados en los puntos II, III,
IV, y VIII de la Res. 72/03 son inconstitucionales, ya que:
•
Obstaculizan el acceso a la justicia, la defensa en juicio, y la
protección judicial de las personas menores de edad y de las
personas insanas representadas por el Ministerio Público Tutelar
(art. 59 Cód.Civil. y art. 34 Ley 21), que tienen que ser
garantizados a través de acciones sencillas y rápidas ante los
tribunales, conforme lo imponen los arts. 12 inc. 6º y 14 de la
Constitución de la Ciudad; los arts. 18 y 43 de la Constitución
Nacional; y arts. 8.1. y 25 de la Convención Americana de
Derechos Humanos
•
Contradicen el interés superior de la infancia (art. 3.1. Convención
sobre los Derechos del Niño), y la garantía de la protección integral
receptada en tal Convención y en la Constitución de la Ciudad (art.
39 CCABA.), al obstaculizar acciones extrajudiciales y judiciales
(art. 59 Cód.Civil. y art. 34 Ley 21) que lleve adelante el Ministerio
Público Tutelar para requerir al Estado -en su caso ante la Justiciaque adopte medidas positivas para el niño (art. 19 Convención
Americana de Derechos Humanos), y medidas apropiadas para
ayudar a los padres y a otros responsables por el niño a dar
efectividad al derecho a un nivel de vida adecuado para el
desarrollo
[físico,
mental,
espiritual,
moral
y
social],
proporcionando en su caso, asistencia material y programas de
apoyo, particularmente con respecto a la nutrición, el vestuario y la
vivienda (art. 27.1 y 27.3. Convención sobre Derechos del Niño).
•
Restringen las funciones constitucionales propias del Ministerio
Público Tutelar tales como promover la actuación de la justicia en
defensa de la legalidad de los intereses de la sociedad (art. 125
inc. 1º CCABA.), y procurar ante los tribunales la satisfacción del
interés social (art. 125 inc. 2º CCABA.);
8.I.1 La afectación de los mecanismos de protección de
derechos humanos previstos normativamente
Vayamos por partes. Centrémonos en el análisis particular de cada
criterio general de actuación. En el Punto II de la Resolución Nº 72/03
establece que:
“Ante la modalidad creciente de la llamada "intervención
autónoma " por el Asesor Tutelar de primera instancia,
plasmada en la interposición de amparos judiciales para la
protección de derechos colectivos o intereses difusos, y
otros derechos, se dispone como criterio general, que con
carácter previo a cualquier presentación, se eleve el caso
a esta Asesoría General Tutelar en consulta, a efectos de
que esta instancia Superior evalúe previamente y en su
caso, la búsqueda de otros medios procesales de mayor
eficacia para la protección de tales derechos, ya sea ante
la jurisdicción, y/o la posibilidad de encontrar caminos
alternativos de consenso para la resolución de conflictos y
su exigibilidad, de modo extrajudicial y/o a través de
mediación que evita la judicialización” .
Este supuesto “criterio general” implica, tal como se desprende de su
texto, que ante cada caso que a criterio del Asesor Tutelar de primera
instancia amerite la interposición de una acción judicial, se debe
elevar al Asesor General Tutelar para que sea éste quien decida los
pasos a seguir con respecto a ese caso.
Como en el punto en análisis se alude a la protección de “otros
derechos” y a “cualquier presentación” que a criterio del Asesor
Tutelar del fuero contencioso administrativo se deba presentar, debe
concluirse que el criterio no solamente se aplica a la protección de
derecho de incidencia colectiva sino también a derechos subjetivos
(ver referencia a "otros derechos").
Esto sumado a que en el criterio general de actuación plasmado en el
Punto IV) se restringe la posibilidad de los asesores tutelares a
requerir informes a las dependencias administrativas del G.C.B.A
como gestión administrativa previa--, implica en la práctica que la
asesoría tutelar ante el fuero contencioso administrativo y tributario
se ha convertido meramente en la “Mesa de Entradas” de la Asesoría
General Tutelar, quien decidirá en todos y cada uno de los casos por
medio de instrucciones particulares la manera en que se deberá
resolver el conflicto planteado, instruyendo para ello a la Asesoría
Tutelar del fuero contencioso administrativo y tributario. Estas
instrucciones particulares vulnerarán drásticamente la independencia
técnica necesaria del asesor tutelar para la correcta representación de
los niños e incapaces.
Se ata, entonces, la intervención del Asesor Tutelar a la consulta y
evaluación previa de la Asesoría General Tutelar, sin plazo establecido
para ello, coartando toda decisión del Asesor Tutelar y supeditando la
oportunidad de accionar en sede judicial hasta tanto el Asesor General
Tutelar decida los pasos a seguir.
Este criterio general de actuación, alude también a que la Asesoría
General Tutelar arbitrará la búsqueda de otros medios procesales de
mayor eficacia para la protección de tales derechos, ya sea ante la
jurisdicción, y/o la posibilidad de encontrar caminos alternativos de
consenso para resolución de conflictos y su exigibilidad, de modo
extrajudicial y/o a través del proceso de mediación que evita la
judicialización.
No nos parece arbitrario establecer como criterio general que los
asesores tutelares del fuero contencioso administrativo y tributario
busquen soluciones alternativas para resolución de los conflictos,
previo al inicio de las acciones judiciales, siempre y cuando se
mantengan dentro de su esfera de competencia; sin embargo, tal
búsqueda debería ser efectuada por el propio asesor tutelar de la
instancia en la que se ha presentado el caso -que es la primera
instancia-, y no por la Asesoría General Tutelar -con actuación judicial
ante el Tribunal Superior de Justicia- ya que con ello se cercenaría la
independencia técnica en la toma de decisiones, y se violentaría el
principio de inmediación y rapidez con el ciudadano, quien ha llevado
su caso a la asesoría tutelar de la instancia inferior.
En cuanto a la posibilidad de utilizar el “proceso de mediación”,
entendemos que ello es un mecanismo de dificultosa concreción en la
medida que en el fuero contencioso administrativo no tiene aplicación
la mediación; y no es fácil aún en el ámbito judicial del fuero
contencioso administrativo y tributario -por óbices legales-, obtener
siquiera una conciliación o transacción de causas judiciales en las que
sea parte el Estado, al necesitarse autorización de la autoridad
competente con copia autenticada del respectivo acto administrativo
(cfr. arts. 258 y 259 CCAyT.).
Este supuesto “criterio general” vulnera el acceso a la justicia (conf.
art. 12 inc. 6º CCABA.) de las personas menores de edad y de las
personas insanas, en tanto cercena arbitrariamente a través de una
reglamentación (prohibida por el art. 10 CCABA.) la garantía
constitucional de protección y tutela judicial efectiva, ya que el asesor
tutelar del fuero contencioso administrativo y tributario -quien actúa
en representación de aquéllas personas- no podrá iniciar acción
judicial alguna sin consulta previa, y hasta tanto la Asesoría General
Tutelar se expida sobre su procedencia, careciendo de plazo para ello.
Ello se contradice con una adecuada defensa en juicio (art. 18 C.N.)
de los representados del Ministerio Público Tutelar, distorsionando la
garantía de la tutela judicial efectiva y protección judicial plasmada en
los arts. 8.1. y 25 de la Convención de Derechos Humanos, que en el
ordenamiento constitucional nacional y local se traduce en una acción
expedita y rápida (acción de amparo) que prevé el art. 43 de la
Constitución Nacional y el art. 14 de la Constitución de la Ciudad,
contra todo acto u omisión de autoridad pública o de particulares que
en forma actual o inminente, lesione, restrinja, altere o amenace con
arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos
constitucional o legalmente.
Conviene recordar en este punto lo señalado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en la Opinión Consultiva Nº 7,
sobre la exigibilidad del derecho de rectificación y respuesta, “En
efecto, considero que lo fundamental es el deber inmediato e
incondicional de cada Estado de respetar y garantizar los derechos
humanos fundamentales, para que éstos alcancen normalmente una
plena protección desde el punto de vista del derecho internacional,
aun frente a aquellos ordenamientos internos para los cuales el último
carece de inmediata exigibilidad. En virtud del deber de respetarlos, el
Estado no puede violarlos directamente, aunque no los haya
reconocido en su derecho interno; y en virtud del deber de
garantizarlos, tampoco puede violarlos indirectamente, negando a sus
titulares el amparo jurisdiccional y gubernativo necesario para exigir
su cumplimiento, tanto frente a las autoridades públicas como frente
a los propios particulares, ni siquiera bajo pretexto de que tal amparo
no haya sido provisto por su orden interno. Con otras palabras, el solo
irrespeto de tales derechos y la sola denegación de su amparo,
gubernativo o jurisprudencial, constituirán violaciones directas de los
mismos, en función del deber de respetarlos y garantizarlos
establecidos por el artículo 1.1 de la Convención…” (Ver en este
sentido, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión
Separada del Juez Pizza Escalante, OC Nº 7/86).
Además agregó, en lo que aquí especialmente nos interesa, en la
Opinión Consultiva Nº 11, que
“la protección de la ley la constituyen, básicamente, los
recursos que ésta dispone para la protección de los
derechos garantizados por la Convención, los cuales, a la
luz de la obligación positiva que el artículo 1.1 contempla
para los Estados respetarlos y garantizarlos, implica,
como ya lo dijo la Corte, el deber de los Estados Partes de
organizar todo el aparato gubernamental y, en general,
todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta
el ejercicio del poder público, de manera tal que sean
capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno
ejercicio de los derechos humanos” (Ver en este sentido,
Corte Interamericana de Derechos Humanos, OC Nº 11,
párrafo nº 23).
De ahí entonces que la Resolución Nº 72/03 afecta los mecanismos
vigentes de control y protección de los derechos humanos, tal como
son exigidos por los tratados de derechos humanos y sus órganos de
interpretación.
8.I.2 La desjudicialización de los reclamos o la justiciabilidad
de los derechos económicos sociales y culturales. Criterios de
interpretación
El criterio de actuación plasmado en el punto III) de la Resolución Nº
72/03 establece:
"Que en todos los casos de emergencia sociales,
advirtiendo esta Asesoría General el elevado índice de
litigiosidad y confrontación que se trasunta en la
actuación del Asesor Tutelar de primera instancia por ante
los Tribunales del fuero Contencioso Administrativo y
Tributario del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, se establece como criterio general de
actuación del Ministerio Público Tutelar, la búsqueda de
vías alternativas a la judicial, para la solución de
conflictos sociales de naturaleza estructural".
"Debemos atender los postulados constitucionales para la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en especial los de la
ley 114 que proscriben la judicialización de la pobreza de
base estructural. Los reclamos judiciales colectivos desde
el Ministerio Público para revertir las crisis de emergencia
social deberán ser excepcionales y no la regla común de
actuación; una vez que se hubiera demostrado la
ineficacia de las soluciones aternativas que se hubieren
consensuado con las demás áreas del Gobierno de la
Ciudad de Buenos AIres.
“A tal fin, en cada caso, con carácter previo a la
interposición de acciones judiciales de amparo u otras
vías procesales, que impliquen presentaciones masivas,
los/las integrantes del Ministerio Público Tutelar, deberán
elevar en consulta, según su dependencia jerárquica, la
situación planteada, a efectos de que la Asesoría General
Tutelar la evalúe y en su caso, promueva otras vías
alternativas a la judicial para la superación de los
conflictos emergentes, optando por la vía extrajudicial de
actuación, reafirmándose los caracteres de unidad e
indivisibilidad que connotan al Ministerio Público en
general".
"El Asesor General Tutelar por los deberes que le impone
el art. 16 y las facultades que se le acuerdan por el art.
17 de la ley 21 es el Magistrado llamado a intervenir en
todos los asuntos en los que se hallen involucrados el
interés de la sociedad y el orden público, siendo su
investidura un mandato constitucional reconocido en los
arts. 124 y 125 de la Constitución de la Ciudad de Buenos
Aires".
"Es entonces, el Asesor General Tutelar quien representa
y representará a la magistratura del Ministerio Público
Tutelar en sus relaciones con los otros poderes del
Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y sus
autoridades, políticas, administrativas y técnicas”.
Como lo sostuvimos anteriormente, no nos parece arbitrario
establecer como criterio general que los asesores tutelares del fuero
contencioso
administrativo
y
tributario
busquen
soluciones
alternativas a la judicial para resolución de los conflictos sociales de
naturaleza estructural (ver primer párrafo), siempre y cuando se
mantengan dentro del ámbito de su competencia. Sin embargo,
reiteramos que tal búsqueda debe ser efectuada por el asesor tutelar
de la instancia en la que se ha presentado el caso -que es la primera
instancia-, y no por la Asesoría General Tutelar, ya que de lo contrario
se ve afectada la inmediación con las víctimas, que son quienes mejor
conocen el conflicto. Es este Asesor Tutelar quien está en condiciones
de evaluar las distintas alternativas para solucionar el conflicto, y de
escoger la que mejor satisface los intereses de los niños.
Sí entendemos que en los fundamentos de tal criterio, vertidos en el
segundo párrafo del punto III), se desvirtúa el concepto de
desjudicialización de la pobreza plasmado en el art. 43 de la Ley 114,
que se desprende a su vez del art. 27.3 de la Convención sobre los
Derechos del Niño. En realidad, lo que busca la argumentación del
señor Asesor General Tutelar es obstaculizar la justiciabilidad y
exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales de la
infancia; lo que demuestra, o bien una nítida opinión en contra de su
justiciabilidad de los derechos sociales, o un verdadero
desconocimiento del derecho de la infancia.
Demás está recordar cuál es la competencia del fuero contencioso
administrativo y tributario de la Ciudad de Buenos Aires -en el que el
Asesor Tutelar ejerce funciones-, esto es, ejercer el control judicial de
los actos administrativos de alcance individual o general, así como
dirimir todas las acciones judiciales (por acción u omisión) que se
planteen contra el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, entre otras
competencias.
A diario advertimos la patentización de necesidades básicas
insatisfechas representadas a través de dificultades materiales,
económicas, alimentarias, laborales, sanitarias, educacionales y de
vivienda, encontrándose gran parte de la población infantil -junto a
sus familias- en un real estado de indigencia, sin recursos elementales
para subsistir. Tal situación vulnera derechos elementales de los
grupos familiares afectados, y en especial, de los niños, niñas y
adolescentes, como de las personas con padecimientos mentales.
Frente a tales situaciones de pobreza, los sistemas judiciales relativos
a la infancia se vieron (y se ven) requeridos a dar respuestas, y éstas
no fueron (y no son) siempre las deseadas -al menos desde la
perspectiva de la protección integral que plasmó la Convención sobre
los Derechos del Niño-, utilizándose remedios procesales que no son
los más adecuados para garantizar derechos sociales; como por
ejemplo el uso de los procesos cautelares de “protección de personas”
o “expedientes tutelares”, en los casos de familias que carecen de
prestaciones sociales (ej. alimentos, medicamentos, habitación,
vacantes escolares, etc.), entendiéndose así que las carencias sufridas
por las personas menores de edad importan "situaciones sociales de
riesgo".
Desafortunadamente, en ocasiones, algunas/os niñas/os llegan a ser
institucionalizadas/os debido a las carencias sociales de su familia,
apareciendo como objetos de protección, justificándose así
intervenciones judiciales coactivas (institucionalización, disposiciones
sobre las personas) sobre ellos y sobre sus familias, derivadas de sus
condiciones sociales. Es eso lo que la doctrina del derecho de la
infancia llama “judicialización de la pobreza”, que es lo que en la
Ciudad de Buenos Aires se intenta impedir a través de la aplicación de
los arts. 43 y 44 de la ley 114, y la ejecución de los programas
sociales tendientes a evitar tal "judicialización".
Por el contrario, el reclamo aún judicial de los derechos de los niños y
sus familias frente a la Administración en pos de sus derechos
económicos, sociales y culturales, no es judicialización de la pobreza
estructural -como lo afirma el Asesor General Tutelar-, sino por el
contrario, representa la exigibilidad y la justiciabilidad de los derechos
económicos, sociales y culturales de la infancia en el marco de la
protección integral que impone la Convención sobre los Derechos del
Niño.
Debemos indicar que si bien las condiciones de vida que son
necesarias para el desarrollo del niño son responsabilidad primordial
de sus padres (artículo 18.1. y 27.2. CDN.), no es menos cierto que
junto a esta última se encuentra la responsabilidad del Estado en
ayudar a los padres y a otras personas responsables por el niño, a dar
efectividad al derecho de todo niño a un nivel de vida adecuado para
su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social, debiendo
proporcionárseles -en caso necesario- asistencia material y programas
de apoyo, particularmente con respecto a la nutrición, el vestuario y
la vivienda (arg. art. 18.2. y art. 27 párr. 1 y 3, CDN.); lo que
importa la necesidad de adoptar medidas de acción positiva para
garantizar el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la
Convención y demás tratados internacionales vigentes sobre derechos
humanos.
La obligación surge también del artículo 10 párrafo 3º del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales, y Culturales, cuando
dice: "Se deben adoptar medidas especiales de protección y asistencia
a favor de todos los niños y adolescentes, sin discriminación alguna
por razón de filiación o cualquier otra condición...", como asimismo,
del artículo 19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
-Pacto de San José de Costa Rica-, que dispone: “Todo niño tiene
derecho a las medidas de protección que su condición de menor
requiere por parte de su familia, de la sociedad y del Estado”.
En el más reciente pronunciamiento de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en la materia, cuando brindó la Opinión Consultiva
OC-17/2002 del 28 de agosto de 2002 -solicitada por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos-, con relación a la "Condición
Jurídica y Derechos Humanos del Niño", se resolvió en el punto 8. de
la parte dispositiva:
"8. Que la verdadera y plena protección de los niños
significa que éstos puedan disfrutar ampliamente de todos
sus derechos, entre ellos los económicos, sociales y
culturales, que les asignan diversos instrumentos
internacionales. Los Estados Partes en los tratados
internacionales de derechos humanos tienen la obligación
de adoptar medidas positivas para asegurar la protección
de todos los derechos del niño".
En efecto, el efectivo goce de los derechos protegidos dependerá
primordialmente de la conducta que despliegue el Estado en el ámbito
interno. Y en todo caso, la actuación del poder judicial, al ser el último
garante de los derechos y garantías reconocidos por el ordenamiento
jurídico, deviene fundamental para la tutela real de los derechos y
garantías de los individuos.
En la Observación General del Comité de Derechos Económicos
Sociales y Culturales, órgano de interpretación del Pacto de Derechos
Económicos Sociales y Culturales, se desprende que la obligación de
los Estados es de asegurar la justiciabilidad de los derechos allí
contenidos brindando mecanismos adecuados para exigir su aplicación
ante los tribunales de justicia, así como la obligación de reconocer las
normas del Pacto en el ordenamiento jurídico interno a través de
medios adecuados. El Comité expresamente señala que
“La obligación fundamental que deriva del Pacto es que
los Estados parte den efectividad a los derechos
reconocidos en él. Al exigir que los gobiernos lo hagan por
todos los medios apropiados, el pacto adepta un
planteamiento amplio y flexible que permite tener en
cuenta las particularidades del sistema legal y
administrativo de cada Estado, así como otras
consideraciones pertinentes. Pero esta flexibilidad
coexiste con la obligación de cada Estado parte de utilizar
todos los medios que disponga para hacer efectivos los
derechos reconocidos en el Pacto. A este respecto, hay
que tener presente las prescripciones fundamentales de la
legislación internacional sobre derechos humanos. Por
eso, las normas del Pacto han de ser reconocidas en el
ordenamiento jurídico interno a través de los medios
adecuados: las personas individuales a los grupos de
agraviados han de disponer de medios adecuados de
reparación, o de recursos, y se han de establecer
mecanismos adecuados para garantizar la responsabilidad
de los gobiernos” (Comité de Derechos Económicos
Sociales y Culturales, Observación General Nº 9, La
aplicación interna del pacto, E/C.12/1998/24, del 3 de
diciembre de 1998, párrafos 1 y 2).
En otras palabras, el Comité afirma que la obligación fundamental que
surge del Pacto de Derechos Económicos Sociales y Culturales,
consisten en que los Estados den efectividad a los derechos
reconocidos en él, lo que implica que las personas o grupos
agraviados han de disponer de medios adecuados de reparación o de
recursos y que se han de establecer mecanismos adecuados para
garantizar la responsabilidad de los gobiernos.
Y cabe indicar, a guisa de ejemplo, que en materia de justiciabilidad
de las prestaciones de los programas sociales, el propio Tribunal
Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha
sostenido que las prestaciones sociales son disciplinadas por normas
jurídicas, de modo que la revisión judicial se limita a verificar el
cumplimiento de las obligaciones positivas y negativas establecidas
por aquellas normas, y en caso de incumplimiento, a ordenar su
remedio, sin que esto importe violación alguna de la división de
poderes o de la “zona de reserva” de la Administración (conf. TSJ, 21
de junio de 2001; Expte. N° 869/01 “P.,V.G. y otros c/Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires s/amparo -y su acumulado expte. 870/01-“,
argumento del voto de la Dra. Alicia E.C. Ruiz y del Dr. Julio
B.J.Maier; Reg. N° 166 T° II F° 351/365 Año 2001).
Por todo ello, lo que debe hacer una asesoría tutelar ante la Justicia
en lo Contencioso Administrativo y Tributario -fuero en el cual una
parte es el Estado (conf. art. 2 CCAyT.)-, es representar al niño sujeto activo de derecho (art. 39 CCABA)- con el objeto de reclamar
"extrajudicial" y/o "judicialmente" la ejecución de las prestaciones que
deben dar los programas sociales que existan (o deban existir) en el
ámbito de poder administrador (Poder Ejecutivo); ello, a fin de poder
satisfacer las necesidades básicas insatisfechas derivadas de carencias
sociales, abordando la problemática de inclusión social de la infancia y
de las personas con padecimientos mentales, desde la perspectiva
jurídica que dan los instrumentos internacionales de derechos
humanos (derechos económicos, sociales y culturales), entre los que
se encuentran la Convención sobre los Derechos de Niño, y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(PIDESC.).
De allí que la argumentación expuesta en el segundo párrafo del
criterio de actuación plasmado en el punto III) de la Resolución Nº
72/03, representa una interpretación no solo pobre, sino
inconstitucional del concepto de la desjudicialización de la pobreza,
conculcando los arts. 3.1. (interés superior de la infancia) y 27.3 de la
Convención sobre los Derechos del Niño, y del art. 39 de la
Constitución local.
8.I.3. La consulta administrativa interna o la limitación
irrazonable de los derechos y garantías constitucionales
Ahora bien, idéntica argumentación a la vertida con relación al punto
II) de la Resolución Nº 72/03 -demostrativa de la conculcación de las
mismas normas constitucionales (arts. 10; 12 inc. 6º; 14; 39; 124; y
125 incisos 1º y 2º CCABA., arts. 18 y 43 de la Constitución Nacional,
y arts. 8.1.; y 25 de la Convención Americana de Derechos
Humanos)-, puede atribuirse al tercer párrafo y siguientes del Punto
III) de la Resolución Nº 72/03.
En este criterio general de actuación, donde se mezclan cuestiones
dispositivas con fundamentaciones jurídico-fácticas y en las que no
surge claramente (aunque sí se infiere) quién llevará a cabo las
decisiones de toda la actividad extrajudicial en casos concretos (la
Asesoría General Tutelar), se establece lisa y llanamente una
instrucción particular que se patentiza en la respuesta que la Asesoría
General brinde a la “consulta” efectuada por el Asesor Tutelar del
fuero contencioso administrativo y tributario con relación a casos de
emergencia social (ver párrafo I) que a su criterio merezcan la
interposición de acciones judiciales de amparo "u otras vías
procesales" que impliquen presentaciones masivas.
Al respecto, debemos recordar que la Sala I de la Cámara de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario sostuvo
que: “...resulta innegable la legitimación que en el sub lite inviste el
Sr. Asesor Tutelar, por su carácter de integrante del Ministerio
Público, encargado específicamente de ejercer la representación y
protección promiscua de los derechos subjetivos y de incidencia
colectiva de los menores e incapaces, entablando en su defensa las
acciones y recursos pertinentes (art. 34, incs. 2 y 4, ley 21), así
como, en general, de promover la actuación de la justicia de acuerdo
con los intereses generales de la sociedad (art. 125, Constitución de
la Ciudad y artículo 1, ley 21)” (el subrayado nos pertenece Cám.CAyT., Sala I, 1 de junio de 2001, in re “Asesoría Tutelar Justicia
Contencioso Administrativo y Tributario de la C.A.B.A. c/G.C.B.A.
s/amparo”, EXP 899; Revista Jurisprudencia Argentina, del
22/8/2001, pág. 74, con comentario de Walter Carnota. El caso
judicial consistió en una acción de amparo interpuesta por el asesor
tutelar contra el G.C.B.A. por incumplimiento de la Ley 350 que
establecía la construcción de una escuela secundaria en la zona de
Villa 15 -Ciudad Oculta-).
Con el criterio general impartido por el Asesor General Tutelar, la
intervención del Asesor Tutelar del fuero contencioso administrativo y
tributario quedará ahora supeditada a la consulta y evaluación previa
de la Asesoría General Tutelar, sin plazo establecido para ello,
coartando toda decisión del asesor tutelar para accionar en sede
judicial hasta tanto el señor Asesor General Tutelar decida los pasos a
seguir, aún cuando se trate de casos relativos a emergencias sociales
-cuya urgencia es innegable-, como lo establece el primer párrafo del
punto III) de la Res. Nº 72/03.
En efecto, el tercer párrafo de este criterio debe unirse con el primer
párrafo, donde si bien se alude a “todos los casos de emergencia
social”, en la práctica la consulta que se elevará a la Asesoría General
Tutelar estará referida a uno o varios casos, pero siempre
individualizados con un problema específico. Ante la consulta, la
Asesoría General Tutelar buscará soluciones alternativas mediante el
“consenso” con las demás áreas del Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires. Luego de ello, “bajarán” la respuesta que la Asesoría Tutelar del
fuero deberá brindar.
Lamentablemente, el Asesor General parece desconoce en este punto
cuál es la competencia del Fuero en lo Contencioso Administrativo y
Tributario de la Ciudad y su función de órgano de control y protección
de derechos.
Recordemos, en este punto, el nivel de consulta y trabajo de la
comunidad hacia la Asesoría Tutelar en lo Contencioso Administrativo
y los efectos que sobre la actuación de esa Asesoría ocasionará la
consulta interna.
Como el criterio anterior, este supuesto “criterio general” vulnera
también el acceso de la justicia de las personas menores de edad y de
las personas insanas, en tanto se los priva a los representados por el
Ministerio Público Tutelar de recurrir a la acción constitucional de
amparo, que debe ser una acción rápida y expedita (art. 14 CCABA.,
art. 43 C.N.) y no obstaculizada por un sistema de consulta previa.
8.I.4 El acceso a la información y el ejercicio de una protección
efectiva de los derechos por parte del Asesor Tutelar
Respecto del criterio general plasmado en el punto IV) de la
Resolución Nº 72/03, éste establece que:
“En lo que respecta a pedidos de informes, o
requerimientos de índole similar, dirigidos a los distintos
organismos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y
que se practiquen en el marco de la actividad
extrajudicial, se dispone como criterio general de
actuación para los/las integrantes del Ministerio Público
Tutelar de las distintas instancias en que actúen que,
deberán elevar los oficios requirentes a esta Asesoría
General Tutelar, la cual evaluará en su caso, la
conveniencia, el procedimiento a seguirse y también la
forma en que aquellos pedidos serán diligenciados. Todo
ello en virtud de lo que establece el art. 17 de la ley Nº
21 cuando entre las facultades que coloca en cabeza del
Fiscal General, El Defensor General y el Asesor General,
expresa: “coordinar las actividades del Ministerio Público a
su cargo, con las diversas autoridades nacionales,
provinciales o municipales, requiriendo su colaboración
cuando fuese necesario".
"Por ello, toda actividad extrajudicial del Asesor Tutelar de
primera instancia que implique establecer vínculos
institucionales con organismo o autoridades del Gobierno
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cualesquiera
fuesen los motivos por los cuales se solicita colaboración,
debe canalizarse a través de la Asesoría General Tutelar”.
Esta disposición establece que la Asesoría Tutelar de primera instancia
no pueda recabar la información necesaria para realizar
eficientemente su tarea. Esto vulnera su independencia técnica y no le
permite cumplir su misión constitucional de satisfacción del interés
social (art. 125 inc. 2º CCABA.) para lo cual necesita recabar informes
de la Administración. Esto afecta la independencia técnica del Asesor
Tutelar ante el Fuero Contencioso Administrativo y Tributario, en
tanto se interfiere en las medidas previas que puede adoptar el
Asesor para determinar los pasos procesales técnicos a seguir ante
cualquier solicitud de intervención.
En el artículo 105, inciso 1º de la Constitución de la Ciudad se
menciona entre los deberes del Jefe de Gobierno el de “arbitrar los
medios idóneos para poner a disposición de la ciudadanía toda la
información y documentación atinente a la gestión de gobierno de la
Ciudad”.
La solicitud de información, como requisito para ejercer la función de
forma eficiente es parte de la independencia técnica que debe tener el
Asesor Tutelar. Está reconocido en el artículo 18 de la ley 21 cuando
se establecen facultades de investigación de los integrantes del
Ministerio Público diciendo que “en cualquiera de sus niveles, para el
mejor cumplimiento de sus funciones pueden requerir informes a los
organismos administrativos, los prestadores/as de servicios públicos y
los particulares, así como disponer la intervención de la autoridad
preventora para realizar diligencias y citar personas a sus despachos,
sin perjuicio de las demás atribuciones que les confieren los
ordenamientos procesales.” Es así como especialmente el art. 18 de la
Ley 21 reconoce el derecho a pedir informes a todos los integrantes
del Ministerio Público de todas las instancias.
Al respecto, en autos “Moreno, Gustavo Daniel -Asesoría Tutelar de la
Just. Cont. Adm. y Trib. de la CABA- c/G.C.BA. s/habeas data”, EXP
737/0, del Juzgado 11 Secretaría 22 del fuero, donde se requería
información sobre programas sociales, se dictó sentencia favorable
tanto en primera como en segunda instancia, la que se encuentra
firme. En su sentencia, el señor Juez de Primera Instancia Dr.
Fernando Juan Lima resolvió que: "...recuérdese que es función del
Ministerio Público promover la actuación de la Justicia en defensa de
la legalidad de los intereses generales de la sociedad y procurar ante
los tribunales la satisfacción del interés social (confr. artículo 125 de
la Constitución de esta ciudad)" (Juzgado 11, sentencia del 2 de
marzo de 2001, confirmada por la Sala I de la Cámara de Apelaciones
del fuero, 9 de abril de 2001).
En autos "Asesoría Tutelar Justicia Contencioso Administrativo y
Tributario c/G.C.B.A. s/habeas data (art. 16 CCABA)", EXP. 4514/0,
del Juzgado 12 Secretaría 24 del fuero, la Dra. Alejandra Petrella
concluyó favorablemente en la legitimación del Asesor Tutelar para
requerir información, aseverando que:
"...Esta conclusión resulta corroborada por las facultades
que confiere al Ministerio Público el artículo 125 de la
CCABA, particularmente al Asesor Tutelar por el artículo
34, fundamentalmente en sus incisos 1º, 2º, 3º y 9º. Por
lo tanto, puede concluirse que el Asesor Tutelar se
encuentra habilitado para requerir a la administración
centralizada, entre otras, información relativa a su
actividad administrativa" (Juzgado 12, sentencia del 27 de
marzo de 2002).
La Sala II de la Cámara de Apelaciones del fuero, al confirmar el fallo,
sostuvo:
"...Que asimismo cabe tener en cuenta que según prevé
el artículo 18 de la ley 21, los integrantes del Ministerio
Público, en cualquiera de sus niveles y para el mejor
cumplimiento de sus funciones, pueden requerir informes
a los organismos administrativos, los prestadores de
servicios públicos y los particulares, así como disponer la
intervención de la autoridad preventora para realizar
diligencias y citar personas a sus despachos, sin perjuicio
de las demás atribuciones que les confieren los
ordenamientos procesales" (Cám.CA.yT., Sala II, 30 de
abril de 2002).
Entre las funciones de los integrantes del Ministerio Público la CCABA
y la ley 21 fijaron la de promover la actuación de la Justicia en
defensa de la legalidad y de los intereses generales de la sociedad.
Por lo tanto, los integrantes del Ministerio Público, todos ellos, para
lograr cumplir esta misión necesitan y tienen establecidas facultades
de investigación. Y todos, porque todos, cada uno en su nivel, tienen
establecida como función genérica la mencionada, y a su vez, tienen
competencias específicas asignadas; y para su ejercicio pueden
valerse de las facultades de investigación.
Por lo tanto, la Legislatura, a través de la ley 21, dispuso otorgar
facultades investigativas a los integrantes del Ministerio Público, en
todos sus niveles, en razón de la misión esencial que a éstos les fue
conferida en cuanto a la protección de los derechos de las personas a
las que asisten -en particular- como derivación de la misión general
de “promover la actuación de la Justicia en defensa de la legalidad y
de los intereses generales de la sociedad”.
Y no puede el Asesor General, mediante una resolución, menoscabar
estas facultades, como lo ha hecho a través de la Resolución Nº
72/03, en tanto ésta desvirtúa la misión institucional que tiene el
Asesor Tutelar al dificultar el acceso a la información imprescindible
para realizar su tarea, generando en la práctica que los asesores
tutelares de instancias inferiores no puedan requerir por sí mismos
informes a los distintos organismos del Gobierno de la Ciudad o de
cualquier otra jurisdicción para el correcto y efectivo ejercicio de sus
funciones.
Por otra parte, entre las funciones específicas del Asesor Tutelar
establecidas en el artículo 34 de la ley 21, figura en el inciso 5º:
“Asesorar a personas menores de edad e incapaces, inhabilitados/as y
penados/as bajo el régimen del artículo 12 del Código Penal, así como
también a sus representantes necesarios, sus parientes y otras
personas que puedan resultar responsables por los actos de los/las
incapaces, para la adopción de todas aquellas medidas vinculadas a la
protección de éstos/a”.
En el caso “Moreno Gustavo Daniel y otros c/ GCBA s/ amparo (art.
14 CCABA)” del 30/9/03, la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo
Contencioso Administrativo y Tributario estableció, luego de citar su
precedente en autos “Barcalá Roberto Luis c/ Policía Federal Argentina
(art. 16 CCABA)” y la limitación que allí se explicó con relación a los
pedidos de información, que:
“Sin embargo, en ese antecedente se trataba de un
ciudadano lo que hace que ello difiera de la situación de
autos, en el que la requisitoria proviene de los integrantes
del Ministerio Público, órgano que funciona en el ámbito
del Poder Judicial en forma independiente (art. 1º, ley
21), con autonomía funcional y autarquía (art. 124
CCABA). Es por ello, que los límites establecidos en el
caso “Barcalá” no se aplican al presente ya que como se
señaló “la citada ley regula el derecho de la información
de los ciudadanos, y en tal sentido establece que por
información considera cualquier tipo de documentación
que sirva de base a un acto administrativo, así como las
actas de reuniones oficiales, aclarando que el órgano
requerido no tiene la obligación de crear o producir
información con la que no se cuente al momento de
efectuarse el pedido.” Sin embargo, agregó que “esa
restricción se asienta en la necesidad de que coexista el
derecho a la información de los ciudadanos y la obligación
de la administración de ejercer su competencia. Es decir,
se encamina a impedir que la requisitoria de información
obstaculice la actividad de la administración.” (conf. esta
Sala, voto de la mayoría en “Oliveira Alicia (Defensora del
Pueblo) c/ GCBA s/ amparo (art. 14 CCABA)”, sentencia
de agosto de 2003). Lo dicho en aquel momento respecto
del Defensor del Pueblo, resulta aplicable en autos, al
Ministerio Público. Tal es así que “no existe ese riesgo, en
tanto que se trata de peticiones puntuales, encaminadas
–en algunos casos– a proponer medidas que justamente
posibiliten un mejor desarrollo de esa función”. Esta
conclusión resulta de especial relevancia para dar solución
a la cuestión traída a conocimiento de esta alzada, si
tenemos en cuenta las características de la información
solicitada –relacionada con la implementación de un
nuevo régimen para las familias “en situación de calle”– y
la amplitud de la labor desarrollada en este fuero por los
actores en defensa de los derechos de las familias que
carecían de techo o refugio alguno”.
Si cualquier ciudadano puede solicitar información: ¿cómo es posible
que un integrante del Ministerio Público no pueda hacerlo por sí solo,
siendo que posee facultades más amplias en virtud de lo normado en
el art. 18 de la Ley 21?
Como destacó la Sala II en el mencionado fallo “Moreno”:
“Resta efectuar una breve mención con referencia a las
facultades del Ministerio Público, en virtud de las cuales
los actores ejercieron el derecho de solicitar y recibir
información.
Entre
las
funciones
reconocidas
constitucionalmente al Ministerio Público se encuentran
las de promover la actuación de la Justicia en defensa de
la legalidad de los intereses generales de la sociedad;
velar por la normal prestación del servicio de justicia y
procurar ante los tribunales la satisfacción del interés
social (art. 125, ics. 1 y 2 CCABA). Se menciona en el
artículo 124 la autonomía funcional y su autarquía dentro
del Poder Judicial. La ley 21 –como ya fue mencionado–
destaca su independencia funcional dentro de este Poder
y respecto de los otros Poderes del Gobierno de la Ciudad
(arts. 1º y 4º). La misma norma establece –entre otros–
que le corresponde intervenir en todos los asuntos en los
que se hallen involucrados el interés de la sociedad y el
orden público. A fin de lograr un mejor cumplimiento de
sus funciones se les otorga facultades de investigación a
los integrantes del Ministerio Público –en todos sus
niveles–. De estas normas se desprende que si bien el
Ministerio Público no se encuentra en el capítulo de
nuestra Constitución referido a los órganos de control,
ejerce en ciertas situaciones facultades de este tipo”.
Por último, la resolución confunde la posibilidad de solicitar informes
con el establecimiento de vínculos institucionales con otros
organismos o el hecho de requerir su colaboración. La solicitud de
informes no tiene relación alguna con establecer vínculos
institucionales, ya que requerir información tiene relación solamente
con la publicidad y el control de los actos de gobierno. De ello se
concluye que establecer vínculos institucionales con autoridades
administrativas no tiene ninguna relación con la posibilidad de
requerirles informes, sino más bien con la facultad de control de
políticas de la Administración.
En conclusión, este criterio general de actuación resulta
inconstitucional, en tanto impide el eficaz cumplimiento de la misión
de la Asesoría Tutelar, limitando el acceso a la información pública
para cumplir eficientemente con los objetivos esenciales de su cargo.
8.I.5 La independencia
particulares.
técnica
versus
las
instrucciones
La independencia técnica impide que el Asesor General Tutelar den
instrucciones particulares a los funcionarios que de él dependen,
pauta que se ha plasmado expresamente en el art. 6 de la Ley 21,
que solamente permite otorgar "criterios generales" de actuación.
En efecto, en el artículo 6º de la Ley 21 se establece que “...Los o las
titulares de cada uno de los tres organismos que componen el
Ministerio Público elaboran criterios generales de actuación de sus
integrantes, los que deben ser públicos y comunicados por escrito a
cada uno de ellos/as y simultáneamente a la Legislatura. Estos
criterios no pueden referirse a causas particulares ni ser
contradictorios con la misión de cada integrante del Ministerio Público
de promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y
los intereses generales de la sociedad”. .
A su vez, en el artículo 17 al indicarse las facultades, entre otros, del
Asesor General Tutelar, se dispone en el inciso 6º el control político de
precepto constitucional y legal de la autonomía funcional: “Elaborar
anualmente los criterios generales de actuación de los integrantes del
Ministerio Público, dentro de sus respectivas áreas. Cuando por
razones de la función resulte necesario modificar dichos criterios
antes de cumplido el año, debe consultarlo con los o las integrantes
del Ministerio Público actuantes en cada instancia. Todos los criterios
que se propongan y se establezcan deben constar por escrito, ser
públicos y comunicados simultáneamente a la Legislatura de la
Ciudad”.
Adviértase que el sentido "causa" que hace la ley 21 lo formula en
sentido amplio, y así debe entenderse aún más respecto del Ministerio
Público Tutelar, como cuando el art. 39 in fine CCABA. alude a
"causas asistenciales", o cuando el art. 59 Código Civil alude a todo
"asunto" extrajudicial o judicial; por lo que no puede inferirse que la
Ley 21 se refiera solamente a los “casos” judiciales con sentido
restrictivo, siendo que un asesor tutelar tiene una labor judicial y
extrajudicial, de igual jerarquía e importancia, para procurar la
defensa de los derechos de sus representados. Asimismo, de
entenderse un concepto mas restringido de “causa”, no puede dejar
de observarse que si la Resolución General establece que en cada
caso deberá consultarse con el Asesor General, y esperar su
recomendación, la misma será un criterio que se refiera a una causa
en particular, lo que está vedado por la ley 21.
Con relación a los artículos 6 y 17 inc. 6º de la Ley 21, corresponde
recordar el intenso debate que se originó en la Comisión de Justicia
para la sanción de la Ley 21, y que fuera puesto de manifiesto por
parte de los diputados Suárez Lastra, Jozami, Pierini y Fleitas Ortíz de
Rozas, entre otros (versión taquigráfica 18/98), acerca de la
necesidad de garantizar la autonomía en el desempeño de la función
de los fiscales, defensores, y asesores tutelares.
Después de un intenso debate, se buscó una fórmula que permitió
compatibilizar dos valores importantes y reconocidos para la
organización del Ministerio Público: la unidad de acción y la autonomía
de sus integrantes. Esta fórmula consistió en la elaboración de
criterios generales de actuación por parte de las cabezas del
Ministerio Público. Se estableció el carácter público de estos criterios,
que debían ser comunicados por escrito a cada uno de sus integrantes
y simultáneamente a la Legislatura para su intervención, y que estos
criterios no podrían referirse a causas particulares ni ser
contradictorios con la misión de cada integrante del Ministerio Público,
de promover la actuación de la Justicia en defensa de la legalidad y de
los intereses generales de la sociedad.
Por ello, la unidad de acción plasmada en el artículo 6º no debe
condicionar la absoluta capacidad de los integrantes del Ministerio
Público de desempeñar a fondo sus cargos sin ningún tipo de
condicionamiento (arg. diputado Suárez Lastra).
Todo esto es violentado en la Resolución Nº 72/03 donde se dan
verdaderas instrucciones particulares para determinadas causas
encubriéndose en "aparentes criterios generales" (ver por ejemplo,
punto II que se refiere a la promoción de acciones judiciales para la
protección de derechos colectivos o intereses difusos, y otros
derechos; y punto III que alude a los casos de emergencias sociales,
entre otros).
Se suma, que no puede dejar de reconocerse que en la Resolución Nº
72/03 se establecen ficticios criterios generales que en la práctica
implican la adopción -por parte de la Asesoría Tutelar del fuero
contencioso administrativo y tributario- de los criterios particulares
que la Asesoría General Tutelar indique para cada caso particular
luego de efectuada la consulta -como sucede en la actualidad-, por lo
que, esos criterios generales son verdaderamente aparentes.
Por su parte, resulta inconstitucional el criterio plasmado en el punto
VIII) de la Resolución Nº 72/03, en tanto importa la implementación
de la Resolución Nº 71/03 que modifica la competencia del asesor
tutelar del fuero contencioso administrativo y tributario, cuya
inconstitucionalidad será expuesta en el siguiente capítulo,
impartiendo instrucciones particulares a los Asesores Adjuntos.
En términos generales, por el contenido de su actividad, el asesor
tutelar para hacer su tarea necesita independencia técnica: protege a
los chicos y ejerce control sobre las políticas del ejecutivo. En este
sentido, estas resoluciones esconden instrucciones particulares
dirigidas a entorpecer el trabajo del asesor. No puede interpretarse
que estas instrucciones estén dirigidas a una mejor protección del
grupo, sino que van en la dirección contraria. En la medida que estas
instrucciones van en esa dirección y afectan la efectividad del trabajo
del asesor, son ilegítimas y vulneran el artículo 6 y 34 inc. b) de la ley
21.
Sí cumplió el Asesor General con la última parte de lo dispuesto en el
segundo párrafo del artículo 6 de la ley 21, y comunicó tanto la
resolución 72/03 como la 71/03 a la legislatura. La legislatura se
expidió al respecto y requirió por unanimidad con fecha 19 de junio de
2003 la revocación de ambas resoluciones mediante Declaración Nº
48/2003:
"La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
declara el rechazo de este Cuerpo a las resoluciones 71 y
72 del 12 de junio de 2003, emanadas de la Asesoría
General de Incapaces y firmadas por el doctor Roberto
Cabiche, y solicita la inmediata revocatoria de las
mismas".
Este control externo de las resoluciones ha sido desoído, y el Asesor
General no las ha revocado ni modificado.
8.I.6 Conclusiones parciales. La inconstitucionalidad de la
Resolución Nº 72/03
Por lo expuesto, en tanto los criterios generales de actuación
expresados en los puntos II, III, IV, VIII de la Resolución Nº 72/03,
expresan en conjunto un sistema de consulta a la Asesoría General
Tutelar de manera previa al inicio de cada acción judicial para la
búsqueda de "otras soluciones" (ver puntos II y III); como también
un sistema de control por parte de la Asesoría General Tutelar de los
pedidos de informes y requerimientos a las autoridades
administrativas del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
que formulen los asesores tutelares de las distintas instancias, en
cuanto a su conveniencia, procedimiento, y forma de tales pedidos o
requerimientos (ver punto IV); solicitamos se los declare
inconstitucionales, ya que vulneran el acceso a la justicia de los niños
e incapaces, limita la independencia técnica del Asesor Tutelar ante la
primera instancia, dificultando de este modo la protección integral de
sus derechos y, sobre todo, resiente los mecanismos de control y
protección de derechos previstos a nivel constitucional.
9.I. La inconstitucionalidad de la Resolución
vulneración al sistema de designaciones.
71/03.
La resolución 71/03 de la Asesoría General Tutelar del Ministerio
Público, publicada en el B.O. el 20/6/03 establece:
"1. Disponer la intervención por ante la Cámara en lo
Contencioso Administrativo y Tributario de esta Asesoría
General Tutelar, en todos los recursos de apelación que
habiliten la apertura de la segunda instancia y que
hubieran sido interpuestos por la Asesoría Tutelar de
Primera Instancia y concedidos por el Tribunal, contra las
decisiones de los señores Jueces de Primera Instancia en
lo Contencioso Administrativo y Tributario
Dicha intervención se dispone para que actúen en forma
conjunta, alternada o separada, los Asesores Generales
Adjuntos de esta Asesoría General Tutelar Dres. María de
los Ángeles Baliero de Burundarena y Dr. Roberto
Thompson respectivamente.
Asimismo, los Asesores Generales Adjuntos intervendrán
en los recursos de inconstitucionalidad, de queja por
denegación del recurso y en instancia ordinaria de
apelación ante el Tribunal Superior de Justicia, previstos
en los incisos 3, 4 y 5 del artículo 113 de la Constitución
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La
Lo anterior dispuesto es sin perjuicio de aquellas
intervenciones directas que caben al suscripto conforme a
las facultades conferidas por la ley Nº 21.
Regístrese, protocolícese..."
Para comprender esta resolución hay que tener en cuenta los
antecedentes fácticos y normativos. La ley 21 -Ley orgánica del
Ministerio Público- establece una estructura de la Asesoría Tutelar
integrada de la siguiente manera. Por un lado el Asesor Tutelar
General --cabeza del Ministerio Público Tutelar-- que actúa ante el
Superior Tribunal y tiene las atribuciones que establece el artículo 32
de la ley. A su lado actúan dos Asesores Tutelares Adjuntos, que
sustituyen o reemplazan al Asesor Tutelar General. Conforme al
artículo 33, un Asesor Tutelar Adjunto se dedicará a las personas
incapaces (en general) y el otro se dedicará a los menores de edad.
Luego la estructura se completa con Asesores Tutelares antes las
Cámaras de Apelaciones, y Asesores Tutelares ante los juzgados de
primera instancia (art. 3.3).
El problema se suscita desde que de toda esta estructura sólo han
sido designados siguiendo el procedimiento establecido en el artículo
126 de la CCABA, el Asesor Tutelar General Dr. Roberto Cabiche, y el
Asesor Tutelar ante ambas instancias Dr. Gustavo Daniel Moreno. Así
es como luego, el Asesor Tutelar General designa interinamente a sus
Asesores Tutelares Adjuntos, y --me-diante la resolución que se
cuestiona-- se les da otra competencia que la establecida en la ley,
quitando la otorgada por los órganos democráticos.
Lo que establece esta Resolución es que la intervención ante la
Cámara Contencioso Administrativa y Tributario de la Ciudad la
realizarán los Asesores Tutelares Adjuntos (interinos), y que el Asesor
Tutelar ante ambas instancias se limitará a intervenir solo en primera
instancia.
9.II. La Resolución vulnera el mecanismo de designación
democrático
La Constitución de la Ciudad, en el segundo párrafo del artículo 126
establece que "los restantes funcionarios del Ministerio Público que
actúen ante otros tribunales son designados de la misma forma que
los jueces, gozan de idénticas inmunidades, tienen iguales
limitaciones y son removidos por el Jurado de Enjuiciamiento". De
este modo, los miembros del Ministerio Público son seleccionados y
propuestos por el Consejo de la Magistratura para que la Legislatura
brinde su acuerdo, luego de la audiencia pública que dispone el
artículo 120 de la CCABA.
La selección por el Consejo de la Magistratura garantiza a la
ciudadanía que los postulantes cumplirán con un adecuado estándar
de idoneidad técnica. Por su parte, la audiencia pública ante la
Legislatura y el debate del pliego en sesión pública previo al
otorgamiento del acuerdo garantiza un adecuado estándar de
idoneidad moral y política. Gracias a este último paso es que la
ciudadanía puede dar su punto de vista, y se asegura que el candidato
deja conforme -al menos- a la mayoría del arco político ideológico de
los habitantes de la Ciudad.
Tanto el Asesor Tutelar ante el Superior Tribunal Dr. Cabiche, como el
Asesor Tutelar ante ambas instancias (Cámara de apelaciones y
primera instancia) Dr. Moreno, pasaron por este escrutiño de la
ciudadanía y la legislatura. De este modo, los Asesores Tutelares que
protegen los intereses de los incapaces durante todo el procedimiento
judicial poseerían este estándar adecuado de idoneidad técnica y
moral.
En este razonamiento, los menores y los incapaces de la ciudad saben
que los Asesores Tutelares que deben realizar la protección de sus
derechos (conforme el artículo 39 de la CCABA y concordantes de la
Constitución Nacional y Tratados de Derechos Humanos) serían
personas idóneas técnica y moralmente; y en caso de disentir con la
elección realizada por la legislatura, podrán hacer sentir su voz crítica,
promover mecanismos de remoción y castigar a los legisladores que
los votaron en las siguientes elecciones (de hecho, la legislatura abrió
mediante la resolución 66/2003 un juicio político al Asesor General
Tutelar, y aún tiene a estudio el proyecto de resolución 146/2005 que
le promueve un nuevo juicio político) . Este es un derecho garantizado
por la Constitución de la Ciudad y es un buen modo en que el Estado
cumpla con sus derechos. Es por esto que para los niños y los
incapaces no es lo mismo que su Asesor Tutelar sea uno designado
por el Consejo de la Magistratura con acuerdo de la legislatura, que
uno designado interinamente por el Asesor Tutelar General, sin
acuerdo de la legislatura, y sin saber si supera este estándar de
idoneidad técnica y moral.
Por medio de la resolución criticada se estableció que ante la Cámara
contenciosa, actuarán dos Asesores Tutelares Adjuntos, con
nombramiento interino, sin acuerdo, y que el Asesor con acuerdo de
la legislatura que venía entendiendo en esos casos deje de hacerlo.
Consideramos que esto es inconstitucional, ya que ni los niños y los
incapaces, ni la ciudadanía, ni los legisladores han podido hacer
escuchar su voz sobre su idoneidad técnica y moral.
Y este no es un punto menor. El valor epistémico de la democracia
consiste en que es el proceso deliberativo el que nos hace confiar en
la corrección de los resultados obtenidos (Nino, Carlos Santiago, La
Constitución de la Democracia Deliberativa, Gedisa, 1999, cap. 5) ya
que gracias a la deliberación, todos los posibles afectados han podido
dar su punto de vista y la solución adoptada es la que mayor
consenso obtuvo (el consenso unánime sería el equivalente a la
justicia procesal pura).
De este modo, la función del poder judicial es asegurar que se haya
cumplido correctamente con el proceso deliberativo. Para ello los
jueces deben prestar el mayor interés en revisar que los
procedimientos establecidos hayan sido cumplidos, y asimismo deben
garantizar que todos los ciudadanos gocen de sus derechos humanos
a priori para posibilitar que la participación en la vida pública sea
factible (Nino, op. cit. cap 7; John Ely, Democracy and distrust,
Harvard University Press, 1981, cap. 4).
Cuando el procedimiento de designación del Asesor Tutelar ante la
Cámara no ha sido respetado, los niños e incapaces no pueden confiar
que dicho funcionario sea el más idóneo para el cargo. Si ni siquiera
esto es así, no podríamos asegurar que la Ciudad Autónoma de
Buenos, y el Estado Nacional estén avanzando hacia la protección
integral del niño establecida en la Constitución de la Ciudad (art. 39),
y comprometida incluso internacionalmente.
10 Ambas resoluciones debilitan la eficacia de los mecanismos
de control y protección de los derechos humanos previstos
normativamente
Como hemos visto, lo que en la práctica realizó el Asesor General por
medio de sus resoluciones generales fue debilitar los mecanismos
existentes para la protección integral del niño y de los incapaces. La
resolución 72/03 establece que previo a la interposición de un amparo
o alguna otra medida considerada urgente por el Asesor Tutelar, deba
recurrirse en consulta al Asesor General, para que el Asesor General
evalúe previamente la medida, y busque otros medios procesales,
incluyendo la búsqueda política de consensos para la resolución
extrajudicial del conflicto. Esto dificulta sensiblemente el acceso a la
justicia de los niños e incapaces, haciendo que sus derechos más
elementales como ser la salud, alimentación y vivienda, puedan
quedar sin protección efectiva.
Si bien no descartamos que en algunos casos la mejor solución pueda
encontrarse por vías políticas, debemos recordar que la resolución la
está tomando el Asesor General Tutelar ante el Superior Tribunal, y
no algún funcionario de la Administración. El Ministerio Público no es
un órgano electivo, con responsabilidad política, y su principal ámbito
de acción debe ser el judicial. Asimismo, muchas veces, el impulso de
la acción judicial permite o facilita la solución política. Sobre todo en
casos como estos, donde están involucrados derechos sociales, un
bien entendido “activismo judicial” implica facilitar dentro del marco
del proceso judicial, la solución política (Marcelo Alegre,
“Igualitarismo,
democracia
y
activismo
judicial”,
Seminario
Latinoamericano de Teoría Constitucional y Democrática, Chile 2001.
Disponible
en
http://islandia.law.yale.edu/sela/salegre.pdf).
La
resolución 72/03 limita la participación de la justicia en estos casos,
vulnerando de este modo la protección efectiva de los derechos de los
niños e incapaces. Esto va en contra del artículo 39 de la Constitución
de la Ciudad, contra la Constitución Nacional, y contra los tratados de
derechos humanos citados. Asimismo, vemos que es un retroceso en
la protección de los derechos sociales. El artículo 26 de la Convención
Americana de Derechos Humanos establece que es deber del Estado
el desarrollo progresivo de los derechos sociales, por lo tanto el
estado no puede retroceder en la protección de estos derechos
(Abramovich, Victor y Courtis Cristian, Hacia la exigibilidad de los
derechos
económicos,
sociales
y
culturales.
Estándares
internacionales y criterios de aplicación ante los tribunales locales, en
AAVV, La Aplicación de los Tratados sobre Derechos Humanos por los
tribunales locales”, Del Puerto 1997.)
Por otro lado, estas resoluciones también implican el debilitamiento de
la independencia técnica necesaria del Asesor Tutelar para realizar su
tarea. Primero, le impide de por sí recabar información vital para la
protección de los derechos de los niños, al establecer que todos los
pedidos de informes se tramitarán luego de que el Asesor Tutelar lo
evalúe (punto IV de la Res 72/01). En segundo lugar la resolución
71/03 limita sustantivamente el ámbito de acción del Asesor Tutelar
designado por concurso y con acuerdo de la legislatura limitándolo a
la primera instancia, y establece que el trámite ante la segunda
instancia la realizarán los Asesores Adjuntos que fueron nombrados
sin pasar por el escrutinio de idoneidad y moralidad que establecen
los procedimientos democráticos.
Este debilitamiento de la independencia técnica y del ámbito de
competencia del asesor designado democráticamente, lo sufren
directamente los niños y los incapaces. Una representación de un
asesor que no puede realizar por sí mismo ningún pedido de informes,
para saber –por ejemplo- si es necesario entablar una acción judicial,
es claramente deficiente. Y el panorama se agrava aún más cuando
esta falta de independencia técnica del asesor tutelar la sufren los
niños pobres de la Ciudad, que no pueden encontrar en el estado otro
tipo de representante para llevar adelante la exigibilidad de los
derechos.
Por último, estos niños que ven dificultado el acceso a la justicia, una
vez que lo obtienen no tienen ninguna garantía de que en la segunda
instancia sean representados por un Asesor Tutelar idóneo, técnica y
moralmente, ya que lo serán por unos Asesores Tutelares Adjuntos
designados no por el Consejo de la Magistratura con acuerdo de la
Legislatura sino por el Asesor Tutelar General.
Este marco de actuación que impusieron las resoluciones 72/03 y
71/03 no hacen más que desproteger a los niños e incapaces al
dificultar el acceso a la justicia de los mismos. Es por esto que
solicitamos al Superior Tribunal de Justicia que declare la
inconstitucionalidad de las mismas.
Estas resoluciones se encontraron suspendidas en sus efectos por una
medida cautelar, que este Superior Tribunal dejó sin efectos el 9 de
febrero de 2005. Desde esa fecha, las mismas se encuentran en
ejecución y la protección a los niños e incapaces se ha visto
dificultada.
11. DOCUMENTACIÓN ACOMPAÑADA.
Se acompaña:
a) Estatuto de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales. Actas de
Asamblea Nro. 44/04 del 10 de Septiembre de 2004, y 45/04 del 29
de Octubre de 2004.
b) Estatuto del Centro de Estudios Legales y Sociales, CELS. Poder
especial de Representación otorgado a favor de Victor Abramovich,
Director Ejecutivo del Centro de Estudios Legales y Sociales.
c) Estatuto de la Fundación Poder Ciudadano. Acta de designación de
Carlos José María Facal
d) Copia del B.O.C.B.A. Nº 1.716 del 20 de junio de 2003 (Res. AGT
Nº 71/03 y Nº 72/03).
e) Copia del B.O.C.B.A. Nº 1.747 del 5 de agosto de 2003 (Res. AGT
Nº 71/03 y Nº 72/03).
12. PETITORIO.
En consecuencia, en virtud de las consideraciones expuestas
precedentemente, solicitamos a los/as señores/as Jueces/zas del
Tribunal Superior de Justicia que:
1) Nos tengan por presentados, parte, y por constituido el domicilio
indicado.
2) Declaren admisible la presente acción declarativa de
inconstitucionalidad, y oportunamente convoquen a una audiencia
pública.
3) Oportunamente, se declare la inconstitucionalidad de las
resoluciones administrativas de carácter general Nros. 72 (puntos
II, III, IV y VIII) y 71/03 de la Asesoría General Tutelar,
haciéndoles perder vigencia, conforme lo establece el art. 113 inc.
2º CCABA., y disponiéndose la publicación de la sentencia en el
Boletín Oficial (conf. arts. 23 y 24 Ley 402).
PROVEER DE CONFORMIDAD que
SERÁ JUSTICIA.
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