Joveret de Actualidad

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Actualidad
Genocidios
Cuando vinieron…
(Poema de Martin Niemöller)
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Genocidio armenio
Dos millones de personas vivían en Armenia Occidental bajo el dominio del Imperio Otomano antes de la
Primera Guerra Mundial, mientras que Persia dominaba la región oriental que más tarde sería anexada a Rusia. A
pesar de las diferencias étnicas y religiosas (cristianos los armenios y musulmanes los turcos) y de ser un pueblo
conquistado que vivía subyugado social, económica y culturalmente, durante 600 años no hubo enfrentamientos
armados entre ambos. Hasta que hacia fines del siglo XIX, impulsados por las ideas progresistas que llegaban de
Europa, algunos grupos de armenios comenzaron a dar muestra de querer modificar sus condiciones de vida. Pero
Armenia continuaba siendo ese territorio clave, cruce de caminos comerciales entre Oriente y Occidente, motivo
por el cual el Imperio no estaba dispuesto a aceptar el desmembramiento. Y, ante las primeras rebeliones, llegaron
las primeras respuestas. Dos masacres anunciaron lo que vendría: entre 1894 y 1897 fueron asesinados más de 200
mil armenios, y en 1909 se sumaron 30 mil a la lista.
Cuando estalló la Primera Guerra, en 1914, todo armenio barón y menor de 45 años que habitaba en
Turquía fue obligado a enlistarse en las tropas otomanas, ahora controladas por un grupo de universitarios
militarizados conocidos como los Jóvenes Turcos (miembros del partido Comité de Unión y Progreso, CUP), para
luchar junto a Alemania contra la amenaza zarista. En el bando enemigo, los armenios rusos formaban parte del
ejército del zar y debieron ir al frente europeo. Pero el resultado no fue el esperado. Por un lado estuvo la negativa
de los armenios que formaban parte de las tropas del Imperio Otomano a iniciar acciones contra los armenios que
habitaban territorio ruso; y por el otro, las acciones subversivas de armenios rusos en territorio otomano desataron
la ira turca. Y la represalia no se hizo esperar: los soldados armenios fueron culpados de traición por su sola
nacionalidad, desarmados y enviados a realizar trabajos forzados. Los Jóvenes Turcos habían comenzado su fase
antiarmenia.
Fue así que el 24 de abril de 1914 se formó una Organización Especial (OS) integrada por ex presidiarios
entrenados para limpiar de armenios el territorio turco. Se ordenó una deportación masiva hacia la Mesopotamia y
el desierto que, durante más de un año, se extendió en las zonas de influencia y en los campesinados alejados de
cualquier territorio de conflicto. Cada armenio contaba con dos días para abandonar su hogar. A los más
influyentes, a los más preparados, se los fusilaba directamente, y el resto debía lanzarse hacia una de las tantas
caravanas por el desierto en que las que se sucederían las matanzas indiscriminadas, los abusos contra mujeres y
niños, el abandono de personas hasta su lenta y agónica muerte por hambre y sed. Hubo en esos éxodos más de 25
campos de concentración, en su mayoría abiertos, y se hundieron en el mar barcos cargados de víctimas. El
desierto se cubrió de cadáveres sin tumba. Hasta que ya casi, no quedó nadie. De dos millones de armenios
sobrevivieron menos de 600 mil, y ninguno en territorio otomano.
Los que lograron escapar de la deportación se ocultaron gracias a la ayuda de funcionarios conocidos,
amigos o misioneros, y se exiliaron donde pudieron: Siria, el Líbano, Rusia. Y de allí a cualquier parte del mundo.
El genocidio fue negado desde el primer día en que comenzó. Y a lo largo del siglo XX Turquía se encargó de cuidar
y mantener su maquinaria del olvido. La intención era clara: borrar las huellas de la existencia armenia, por todas
las vías posibles. A la muerte tangente, real, vino a sumarse entonces la muerte simbólica: aquí no ha ocurrido
nada, no hay nada que transmitir. Arando cementerios, deportando a los niños en edad de recordar, imponiendo
leyes totalitarias que restringen el acto mismo del habla, el Estado turco quiso llevar el negacionismo al extremo.
No dejar rastros.
La famosa frase de T.W. Adorno: “cómo escribir poesía después de Auschwitz”, es trasladable a otros
horrores y a otras imposibilidades de dar cuenta por medio del lenguaje. Pero lo que plantea Adorno no es una
aseveración sino una pregunta: “¿Cómo hacerlo?”.
Fue la escritora, Claudia Piñeiro, autora del best seller “Las viudas de los jueves”, quien recogió la historia de una
familia tras el genocidio, para contarla en una obra de teatro, bajo el título “Un mismo árbol verde”. El núcleo de la
trama es el genocidio armenio, haciendo un paralelo con la dictadura militar argentina.
Dice la autora: “Será por eso que, se trate de la Shoah, del genocidio armenio o de los exterminios
realizados por al dictadura militar en argentina, nos encontramos todo el tiempo con escritores, filósofos,
ensayistas y hasta poetas intentando encontrar esa palabras que den cuenta de los hechos que no dejan de ser
siempre la misma cosa. Y digo cosa a propósito, para señalar esa dificultad, la de encontrar las palabras justas que
logren nombrar lo tremendo, lo aberrante, lo incomprensible de ciertos crímenes perpetrados en las mismas
sociedades en las que vivimos”.
Continúa diciendo: “El nombre de la obra, por ejemplo: ¿Por qué “Un mismo árbol verde?”. A veces, los
pueblos o las personas creen decir lo mismo y sin embargo hablan de cosas diferentes. Hay ciertas palabras que no
nombran lo mismo, teniendo en cuenta la historia personal, las vivencias, las realidades de quienes las pronuncian.
El hambre, ¿puede ser lo mismo para el que pasó hambre en una guerra o en un destierro, para quien está en los
límites intolerables de la pobreza, que para alguien que cuando siente hambre va a la heladera y se sacia?. Quienes
tenemos qué comer ¿podemos saber exactamente lo que nombra la palabra “hambre” cuando la pronuncia otro?
O “tortura”, o “humillación”, o “justicia”.
El título habla de eso, según Piñeiro, del valor relativo de las palabras. Encontrarlas, encontrar las
respuestas al cómo que plantea Adormo, es una tarea difícil que puede llevar a resultados no del todo
satisfactorios.
Y finaliza diciendo que: “A esta altura, aprendimos que la memoria es un valor superior que justifica ciertos
errores que podamos cometer al intentar describir el horror. El único valor que puede ayudarnos a no repetir
siempre la misma historia”.
Genocidio de Darfur
El conflicto en Darfur se desató en febrero de 2003. Pero recién ahora que la situación está incontrolable,
que miles y miles de civiles han muerto y que varios millones han tenido que abandonar sus hogares, la prensa
internacional le ha dado un lugar en las noticias. La guerra, vende. Si bien el Tercer Mundo, y sobre todo África, ha
protagonizado innumerables episodios bélicos a lo largo del siglo XX, la limpieza étnica que se está cometiendo en
la región de Darfur trae a la memoria de muchos el genocidio padecido por Ruanda hace más de diez años atrás.
Por eso hoy las miradas del mundo se posan sobre Sudán.
La guerra de Darfur está, sin dudas, vinculada a la guerra que Sudán padeció durante años entre el norte y
el sur. Los gobiernos pro-árabes han venido marginando a las regiones periféricas del país desde la independencia
de 1956; la riqueza del sur se ha explotado desde entonces en beneficio de esa elite dirigente del norte, árabe y
musulmana, en detrimento de las poblaciones negras del sur, cada vez más pobre y marginada de las decisiones
políticas.
Pero en Darfur también intervienen nuevos elementos: el petróleo. La guerra entre las grandes potencias
por la obtención de recursos petrolíferos, y el afán de Jartum en su explotación y exportación, es una de las claves
de esta lucha. Y es, al mismo tiempo, una de las razones por las cuales aún no se ha llegado a una pacificación de la
región. Hoy, frente al temor planetario de una crisis de desabastecimiento de energía, el petróleo es uno de los
recursos más buscados por los países hegemónicos, y es la causa principal de muchos de los conflictos del nuevo
siglo. Darfur tiene bajo su suelo nuevas y enormes reservas de oro negro, que obligan al gobierno sudanés, títere
de las grandes compañías extranjeras, a vaciar la región para facilitar su explotación. De igual manera, el negocio
de las armas es, junto al de la droga, uno de los que más dinero mueven en el mundo; y por esta razón las guerras
no son vistas por esta gran industria como conflictos que acaban con miles de vidas humanas, recursos e incluso
naciones enteras; no son más que un negocio y, como tal, debe ser constantemente estimulado.
Tanto los organismos internacionales como las organizaciones de Derecho Humanos deben ponerle pausa a
este conflicto de proporciones desmedidas. Y la opinión pública internacional también debería jugar un papel más
relevante en el asunto. Si tanto se han movilizado las poblaciones del mundo en contra de la guerra de Irak o de la
guerra entre judíos y palestinos, ¿cómo es que aún no lo han hecho por el pueblo sudanés? ¿Es que acaso ellos sí
merecen ser sometidos, exterminados o desplazados? Igualmente, los medios de comunicación del mundo
deberían ser más responsables en su tarea de formadores de opinión. Tienen la obligación de informar y
concientizar a las personas sobre las atrocidades que se están cometiendo, no sólo en Darfur, sino también en
otros lugares del planeta. Y deberían ocuparse menos de las declaraciones provocadoras de Chávez, o estar
tejiendo hipótesis sobre si Fidel Castro ha muerto o no, y ver un poco más las realidades de estas comunidades
que, si alguien no aboga rápidamente en su favor, serán condenadas a la desaparición.
Genocidio de Ruanda
Hoy se cumplen 18 años del inicio del genocidio que provocó más de 800.000 muertos y obligó a más de 2
millones de personas a convertirse en refugiadas. La magnitud del genocidio y la falta de respuesta de la
comunidad internacional convirtieron a Ruanda en símbolo de algo que no puede repetirse.
La mecha que incendió el brutal genocidio que asoló Ruanda en 1994, fue el derribo del avión en el que
viajaba el presidente del país, Juvenal Havyarimana. Tras el atentado arrancó la lucha genocida de los hutus sobre
los tutsis. Se desató un horror, que se había estado preparando minuciosamente desde mucho tiempo antes.
Según Linda Melvern, una reportera británica que tuvo acceso a documentos oficiales, en el momento del inicio de
la matanza la milicia ruandesa estaba compuesta por 30.000 hombres y organizados a lo largo del país con
representantes en cada vecindario. Algunos miembros de la milicia podían adquirir rifles de asalto Ak-47 con sólo
rellenar un formulario. Otras armas, como granadas no requirieron ningún papeleo y se distribuyeron
masivamente.
Todo esto se financió, por lo menos en parte, con el dinero sacado de programas de ayuda internacionales,
como la financiación proporcionada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional bajo un Programa de
Ajuste Estructural. Se estima que se gastaron 134 millones de dólares en la preparación del genocidio.
Pero los datos de la tragedia que vino después son de sobra conocidos: más 800.000 muertos (el 11% del
total de la población y un 4/5 de los tutsis que vivían en el país); 100.000 niños huérfanos; más de 2 millones de
refugiados (que permanecieron en diversos países, sobre todo el Congo, hasta 1997, y varias decenas de miles que
aún continúan fuera del país); miles de personas, civiles en su mayor parte, que participaron directamente en las
atrocidades; destrucción de la base económica del país.
Las Naciones Unidas, absolutamente desbordadas por la situación, no hicieron nada para impedir el
genocidio, incluso negaron su existencia, y en varias ocasiones tanto el Secretario General de aquella época,
Boutros Boutros-Gali, como sus sucesores han pedido disculpas al pueblo ruandés por la incapacidad del organismo
internacional en aquella crisis.
En países como Francia, el genocidio ruandés y el apoyo francés al régimen hutu que lo perpetró supuso un
enorme revuelo político y de la opinión pública, lo que motivó la creación de una Comisión parlamentaria, que
durante estos años ha investigado y demostrado el conocimiento y complicidad del ejército francés en la masacre.
Para las ONG, Ruanda también supuso una cruel constatación de los límites de la acción humanitaria y la
falta de coordinación agravó la situación de caos en la zona. La reacción de la mayor parte de las ONG fue bastante
autocrítica y buena muestra de ellos son la aprobación en los años siguientes de un Código de Conducta de las ONG
(1994), para la actuación en casos de desastres como el ruandés, y del llamado Proyecto Esfera (1998), de
establecimiento de normas mínimas de respuesta humanitaria.
En materia de justicia y reconciliación, se estableció un Tribunal Penal Internacional para los crímenes
cometidos en Ruanda y en 2005 las primeras sentencias comenzaron a ver la luz. Junto a este Tribunal, la
comunidad internacional ha aceptado la utilización de sistemas tradicionales de justicia, la llamada gacaca, para
juzgar a personas de menor rango involucradas en el genocidio, de modo que pueda favorecerse su reinserción en
la sociedad y el proceso de reconciliación. Es una apuesta arriesgada, pero un país como Ruanda no puede
permitirse mantener en la cárceles a más de 100.000 personas en espera de juicio.
16 años después Ruanda sigue viviendo una situación difícil, tanto desde la perspectiva política como
económica o en materia de derechos humanos y violencia los datos son preocupantes. ¿Vamos a volver a ser
cómplices?
Globalización
Hacia fines del siglo XX, y en estos primeros años del siglo XXI, los avances de la ciencia y de la tecnología,
sobre todo referidos a los medios de comunicación y transporte, permitieron que las relaciones entre los
diferentes lugares de¡ mundo se hicieran más cercanas. Este proceso de vinculación intercontinental, se conoce
como globalización o mundialización, y en él se internacionaliza la economía, la información y la cultura.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, el mundo quedó dividido por el dominio de dos potencias
hegemónicas: Los Estados Unidos y la Unión Soviética. Alrededor de las mismas, los demás países de¡ planeta se
fueron "alineando", situación que dio lugar a la formación de dos bloques, el bloque occidental o capitalista,
liderado por los Estados Unidos y el bloque orienta¡ o socialista, liderado por la Unión Soviética. Las tensiones
entre estos bloques, originaron la Guerra Fría.
Pero, tras la caída de la Unión Soviética y la disolución de¡ bloque socialista, los Estados Unidos se
convirtieron en la única superpotencia mundial, sin que nadie pudiese disputarle su liderazgo. Económicamente, el
mundo se organizó alrededor de los grandes centros de¡ capitalismo, que son los Estados Unidos, Japón y Europa
Occidental, en los que se toman las decisiones que marcan el rumbo de la economía y la política mundiales.
El comercio se expandió y se hizo mundial. En la actualidad no circulan solo mercaderías, sino también
capitales, seguros, licencias, patentes, productos culturales y artísticos, servicios bancarios, etc. Los medios de
comunicación ofrecen una información "al instante" de todo lo que pasa en cada lugar de¡ planeta, lo que permite
conocer las necesidades de cualquier región y, por ende, producir para ese mercado, por lejano que se encuentre,
utilizando, según la conveniencia, materias primas de un país y mano de obra de otro. Este proceso se ve facilitado
por el desarrollo de los transportes, ya que los fletes se tornaron más seguros, más rápidos y más baratos.
Las empresas multinacionales ubican sus fábricas en cualquier lugar, teniendo siempre como objetivo la
obtención de la mayor cantidad posible de ganancias. El accionar de las mismas está más allá de cualquier
localismo, pues al crearse nuevos lazos o relaciones comerciales basadas en movimientos de dinero, de tecnología
o de personas, es muy difícil establecer con precisión de que nacionalidad son las empresas y los productos que
éstas fabrican.
La interdependencia comercial, no significa de ninguna manera que todos los pueblos de¡ planeta estén en
una situación de igualdad, sino que por el contrario, los países centrales ejercen un dominio económico, financiero,
científico y cultura¡ sobre los demás. Se constituyen así, zonas centrales de gran desarrollo industrial y condiciones
de vida adecuadas, contrapuestas a regiones periféricas o subdesarrolladas, con gran atraso económico.
El tercer mundo
Se llamó así, por analogía con el Tercer Estado antes de la Revolución Francesa, al conjunto de países de
Asia, Africa y América Latina, que intentaron, a partir de la segunda mitad del siglo XX, salir del dominio que sobre
ellos ejercía otro país más poderoso, ya fuese socialista o capitalista. Actualmente, esta expresión designa a los,
países subdesarrollados en general, en los que vive el 75% de la población mundial pero, como muchos países
pobres se encuentran en el Hemisferio Sur, y la mayor parte de los países ricos están en el Hemisferio Norte, el
problema se plantea en la existencia de un mundo bipolar: norte desarrollado - sur subdesarrollado.
Si bien existen diferencias importantes en cuanto a los niveles de desarrollo de los países del Tercer Mundo,
podemos decir que las características principales de los países subdesarrollados son su dependencia económica
(también llamada neocolonialismo), de los grandes centros capitalistas mundiales; la coexistencia de un sector
industrial dinámico, generalmente controlado por capitales extranjeros, junto con un sector artesanal y agrícola en
el que predomina una economía tradicional; además de una desigual distribución de la riqueza.
De esta manera, la mayoría de la población vive en la pobreza, mientras que un pequeño grupo privilegiado
vive en la excesiva riqueza, y los sectores medios, son escasos o inexistentes. Las necesidades alimentarías no
están suficientemente satisfechas, como tampoco esta garantizado el acceso a la salud, a una vivienda digna, a la
educación, al trabajo, a la participación política y a la paz. Esta separación entre las zonas ricas y pobres del mundo,
es en la actualidad, una importante causa de conflictos, ya que los intentos realizados para reducir la brecha no han
dado.
La aldea global
El escritor canadiense Marshali McLuhan, llamó "aldea global", al fenómeno de interrelación de los
habitantes de¡ planeta, por la cual, la población mundial forma una sola comunidad. Todas las novedades,
incluidos los valores, las ideas y los adelantos científicos y culturales, trascienden las fronteras a través de los
medios de comunicación, los libros, la música y el cine. El turismo intercontinental está en auge y el inglés se
convirtió en un idioma casi universal.
El fin de la guerra fría terminó con la perspectiva de una tercera guerra mundial de carácter atómico, pero esto no
significó que el mundo estuviese libre de guerras en los años venideros. El tráfico de armas se hizo cada vez más
común y permitió que pequeños grupos de rebeldes de diferentes ideologías, pudiesen crear problemas en
cualquier parte de¡ mundo, como por ejemplo el IRA, en Irlanda del Norte, o la ETA, en el País Vasco. Los
presupuestos para controlar el accionar de estos grupos aumentaron en los últimos años del siglo XX.
Para complementar las economías en las diferentes regiones del mundo, se han formado grandes bloques
económicos que tienen como objetivo la eliminación de impuestos o barreras aduaneras, aumentar la
competitividad de las empresas, y sumar mercados internacionales en forma conjunta. A veces, estos bloques
regionales se proponen también una mayor integración de las sociedades y la cultura de los diferentes pueblos que
los componen.
Estos bloques regionales pueden organizarse como una unión aduanera, en la cual se eliminan todos los
impuestos aduaneros entre los diversos países miembros; un mercado común, que tiene las características de una
unión aduanera pero incluye, además, el intercambio de todos los factores de producción (salarios, rentas,
beneficios, intereses); o una unión económica, en la cual, a las características del mercado común se agregan la
toma de decisiones en forma conjunta, con respecto a políticas fiscales, monetarias y socioeconómicas.
Menores Infractores
El problema de la inseguridad es algo corriente en Uruguay, principalmente, aquella que tiene como causa
los delitos violentos cometidos por menores de edad. Los políticos hacen política desde hace meses con estos
miembros de las clases más bajas de la sociedad, juveniles excluidos del contrato social y sin perspectivas de
futuro, a quienes pretenden hacer ingresar al sistema penal de adultos, con el único fin de custodiarlos mejor, nada
más se ha debatido públicamente. La sociedad uruguaya, sus actores, poco y nada dicen sobre la responsabilidad
que les incumbe por la creación de estos “nuevos monstruos” que amenazan la tranquilidad.
Políticos y los medios masivos de información han comenzado una nueva “caza de brujas”, esta vez contra
los menores de edad violentos, y los presentan como la causa de los males de la sociedad actual por medio de la
creación de un sentimiento exacerbado de inseguridad. Exacerbado pero no irracional o tan alejado de la realidad.
La política uruguaya, los parlamentarios y sus asesores, la universidad, el Poder Judicial (recordemos que en
Uruguay no existe Ministerio de Justicia), centran su atención en dos posibles soluciones: a). Rebajar la edad de
imputabilidad penal y, b). Mantener los antecedentes de los menores infractores cuando llegan a la edad adulta.
En Argentina la edad de imputabilidad penal se ubica en los 16 años y se discute desde hace tiempo una
nueva rebaja, mientras que en Inglaterra son penalmente responsables menores con 10 años, sin embargo, los
delitos y los hechos de violencia cometidos por menores siguen quebrando la cabeza de criminólogos y policías y
ocupando la atención de la prensa que exige mayor represión.
La pregunta que queda pendiente es: ¿en qué argumentos científicos, dogmáticos, estadísticos o históricos
(racionales, no políticos) se basan quienes sostienen que el fenómeno de la delincuencia y la violencia ejercida por
menores se resuelve bajando la edad de imputabilidad y por medio del derecho penal? Además, ¿quién puede
sostener que el sistema penal uruguayo es eficaz en materia de prevención o reeducación?
El argumento formal de quienes sostienen la necesidad de la rebaja de la edad de imputabilidad se basa en
que con 16 años (¿o 14, por qué no 10?) los menores son capaces de entender el sentido de sus actos (conciencia y
voluntad dice el Código Penal uruguayo para imputar una conducta como ajustada a una intención). El argumento
material es una especie de “maldad radical” que existe en ciertos menores (explicada por Kant en “La religión
dentro de los límites de la mera razón”) potenciada por el consumo de la “pasta base” (o droga de los pobres y
marginados), que obliga a encerrarlos con medidas de seguridad y sin dulcificación en la cuantificación de la pena.
La ejecución de la pena (en recintos carcelarios repletos de presos sin condena) está en manos de la policía,
que por diversos motivos no aplica ni sabe cómo aplicar medios racionales, educativos y preventivos para con los
privados de libertad. De modo que una rebaja de la edad de imputación penal solo agravará el fenómeno de las
cárceles y de la privación de libertad en Uruguay.
Hoy en día hay una colisión flagrante de derechos de determinados menores de no ser estigmatizados y de
derechos de todos los miembros de la sociedad de no quedar a merced de sujetos violentos que por sus delitos
sólo reciben un sistema de “internamiento” del que tienen determinadas facilidades para escapar y no regresar.
Los derechos de los menores que cometen reiterados delitos violentos (y que no brindan expectativas de buen
comportamiento futuro) deben de ser ponderados con los derechos de todos los ciudadanos a la seguridad. El
Estado está obligado constitucionalmente a brindar seguridad a los ciudadanos (Art. 7) y a aplicar penas con una
finalidad reeducativa (Art. 26). Esa ponderación de derechos hoy en día tiene que ser realizada y buscar soluciones
a corto y largo plazo, porque el Estado tiene una posición de garante frente al cumplimiento de la Constitución.
Una solución posible, a largo plazo, sería adoptar un modelo de justicia para menores de tipo educativo o
reparador (como existe en Australia o Nueva Zelanda), en el que los menores tengan la obligación de reparar el
daño social causado de formas tan diversas como participando de encuentros con psicólogos, asistiendo a clases de
educación primaria o secundaria, participando de instancias de mediación con la víctima (según la naturaleza del
delito, y cuando ello fuera voluntariamente aceptado), realizando trabajos en beneficio de la víctima o de la
comunidad, participando de “círculos de diálogo” con sus padres, amigos, vecinos, asistentes sociales, porque en el
fondo, la delincuencia juvenil (aún la más violenta) es un problema que nos incumbe a todos como sociedad y que
el derecho penal está incapacitado de resolver. Cuando me refiero al derecho penal ineficaz desde un punto de
vista preventivo (reeducativo), me concentro en el método exclusivo del encierro, que solo deviene necesaria en
casos excepcionales (y no como sucede en Uruguay, prácticamente como la regla de todo procesamiento).
Nuestra sociedad sigue dando la espalda a las formas alternativas de justicia y a las penas alternativas a la
reclusión (necesaria solo para los casos más graves y los delincuentes más violentos). Ya es hora de reformar
totalmente el sistema penal para adultos y para menores, principalmente, sus procedimientos y sus consecuencias
punitivas. La pena con su finalidad preventiva y su función retributiva no agota las formas de reaccionar al delito,
porque formas alternativas que cumplan con una función de reparación que devuelva la paz jurídica y la paz social,
deben de ser tomadas en serio.
Terrorismo
Características
Dentro de la definición apuntada caben todo tipo de tendencias, según cuáles sean los autores, los medios
y los objetivos de los actos violentos, sin llegar a la guerra abierta.
Unas veces, quienes tienen el poder persiguen la neutralización o eliminación física de la oposición y el
sometimiento por el miedo de la población (terrorismo de Estado). En otras ocasiones, son los enemigos del poder
establecido los que pretenden su derrocamiento, pOr razones ideológicas (extremismos políticos o religiosos) o
para lograr la liberación de grupos sociales o nacionales oprimidos. En determinados casos, lo que se pretende es
movilizar a la población o crear un clima de inestabilidad que propicie el estallido de una revolución.
El término terrorismo suele aplicarse con más frecuencia a la subversión contra el Estado, y es un recurso
frecuente de minorías étnicas, sociales o políticas para luchar por sus derechos en países que sufren graves
desigualdades socioeconómicas o donde, al menos parte de la población, carece de libertades políticas. De hecho,
la distinción entre «terroristas» y «luchadores por la libertad» normalmente depende de quién aplique el término,
no del grupo o de las actividades calificadas por el mismo.
Los actos de terrorismo más frecuentes son los asesinatos de personalidades destacadas, los secuestros (a
cambio de contrapartidas económicas o políticas), los sabotajes y la explosión de bombas, que causan daños
materiales y humanos, y extienden el sentimiento de inseguridad. Por ello, la publicidad es un elemento
importante de los actos terroristas, porque multiplica sus efectos y su alcance.
Evolución histórica
Fue a partir de la Revolución Francesa (1789) cuando se generalizó el uso de la violencia como arma
política. Robespierre defendió abiertamente el recurso al terror contra los enemigos de la Revolución, dando
nombre al periodo conocido como el Terror jacobino.
Ya en el siglo XIX fueron los grupos radicales de signo anarquista los que recurrieron con mayor frecuencia a
los actos terroristas para luchar contra el Estado y despertar la conciencia popular. En este sentido, cabe mencionar
la actividad de los nihilistas rusos, cuya acción más señalada fue el asesinato del zar Alejandro II (1881). De hecho,
el asesinato de personalidades (magnicidio) fue una de las armas más empleadas por los sectores del anarquismo
violento. En atentados anarquistas murieron el presidente francés Carnot (1894), el rey Humberto 1 de Italia
(1900), el presidente estadounidense McKinley (1901) o el político español Cánovas del Castillo (1897).
Otros grupos, como el Ku-Klux-Klan, los republicanos irlandeses o los armenios, con motivaciones más o
menos claramente nacionalistas, recurrieron también a los - actos violentos en Estados Unidos, el Reino Unido y el
Imperio otomano, respectivamente. El asesinato del archiduque de Austria Francisco Fernando de Habsburgo en
Sarajevo, por un nacionalista serbio, fue la chispa que hizo estallar, en 1914, el primer gran conflicto de alcance
internacional.
El terrorismo contemporáneo
Tras la Primera Guerra Mundial, el siglo XX ha presenciado la difusión del terrorismo en gran escala,
facilitado por los adelantos técnicos (armas más eficaces y maneja bies, mejores medios de comunicación).
Regímenes totalitarios, como el nazismo alemán o el estalinismo soviético, recurrieron sistemática y masivamente
a la violencia contra sus propias poblaciones para crear un clima de terror que facilitara la imposición de la
ideología y los objetivos del Estado.
Otra forma de terrorismo aplicado por el Estado se produjo en el Tercer Mundo, en el marco de la lucha por
la independencia de países como Argelia (1954-62) y Vietnam (1954-75), por parte de las fuerzas militares
francesas y estadounidenses. La detención ilegal y clandestina de opositores, la tortura y la desaparición de las
víctimas fueron empleadas de manera sistemática, dentro de la llamada “Doctrina de Seguridad Nacional”, que a
partir de la década de 1960 aplicaron diversas dictaduras militares en América latina, Africa y Asia. El fin alegado
era destruir a las organizaciones guerrilleras y los movimientos de liberación que realizaban acciones armadas,
pero su aplicación se extendió a todo posible opositor.
La independencia no siempre ha satisfecho las aspiraciones de determinadas minorías, Lo que ha originado
actos de terrorismo contra los nuevos Estados. Puede mencionarse, en este sentido, la actividad de los tamiles en
Sri Lanka y la de los sikhs en la India (que asesinaron a la primera ministra Indira Gandhi en 1984); asimismo, habría
que aludir Al surgimiento de un integrismo islámico violento, especialmente grave en países como Argelia, o a
organizaciones palestinas como alFatah, en lucha contra el Estado de Israel. Precisamente, los terroristas palestinos
alcanzaron gran notoriedad internacional a finales de la década de los sesenta y principios de la siguiente, con
acciones espectaculares: secuestros aéreos, matanza de atletas judíos en los Juegos Olímpicos de Munich (1972),
etc.
En los conflictos políticos de América latina, en especial a partir de la década de 1960, surgieron grupos que
propugnaron la lucha armada contra los regímenes existentes. Algunos ejemplos serían las FARC colombianas, los
tupamaros uruguayos, los sandinistas nicaragüenses o Túpac Amaru en Perú (protagonistas de un espectacular
asalto a la embajada japonesa en Lima, en 1997). Estos grupos combinan la guerrilla rural con el terrorismo urbano,
y en muchos casos defienden también reivindicaciones indigenistas, como el EZLN (zapatistas) mexicano.
Paralelamente, han surgido organizaciones de ultraderecha (paramilitares), enfrentadas a los movimientos de
izquierda y normalmente apoyadas por los gobiernos (escuadrones de la muerte en Brasil, Triple A argentina,
«Contra» nicaragüense, etc.).
Los países europeos también se han visto afectad os por las acciones del terrorismo, bien en su versión
nacionalista (IRA irlandés, ETA en España, terrorismo corso), bien protagonizada por grupos ideológicamente
radicales, como los izquierdistas Baader Meinhof en Alemania, las Brigadas Rojas en Italia, el Ejército rojo japonés,
el GRAPO español o las ultraderechistas OAS y Acción Directa en Francia o el GAL en España.
¿Cuáles son los 10 grupos terroristas más peligrosos?
Aunque diversos países y organización mundiales mantienen una constante lucha contra el terrorismo, la
actividad sigue muy presente. Conozca los diez más activos y peligrosos.
Sus motivos son diversos y dentro de ellos se encuentran luchas separatistas, religiosas, nacionalistas, étnicas,
políticas o revolucionarias, entre otras. Así es que en todas las regiones del mundo existe actividad terrorista,
aunque en algunas zonas con mayor presencia y fuerza que en otras.
Mientras algunas organizaciones terroristas tienen en la mira a blancos específicos, otros lo hacen sin
importar si se trata de civiles o de aquellas personas o entidades contras las cuales luchan.
Algunos grupos terroristas están financiados y/u operan gracias al apoyo del estado, en tanto que otros lo
hacen en forma independiente en base a recursos que consiguen mediante procedimientos que, normalmente, no
son conocidos.
El modus operandi de los terroristas tiene diversas opciones. Están los ataques directos y brutales como los
armados (Ejemplo.- entrar a un lugar pública y ametrallar gente), los explosivos (estallar una bomba), el asesinato
selectivo y los suicidas o “kamikaze” (una persona se convierte en una extensión del artefacto explosivo), pero
también aquellos menos violentos, más indirectos y que, normalmente, no buscan la muerte. Aquí caben los
secuestros (toma de rehenes a cambios de dinero u medidas políticas), la ocupación de espacios públicos (una
embajada, un teatro, etc.) y los incendios. Por último, y un método más moderno, es a través de ataques
cibernéticos.
De todas formas, todos tienen en común el uso de la violencia, para así intimidar –psicológica y/o
físicamente- a sus rivales y a la población civil (que es la que tradicionalmente sufre las consecuencias).
A continuación, una lista con los diez grupos terroristas más activos y relevantes:

Al Qaeda: fundado en 1988, por el saudí Osama Bin Laden, tiene como principal objetivo el establecimiento
de un califato islámico a lo largo de todas las regiones musulmanas del mundo. En este sentido, su lucha se
centra contra las potencias occidentales, a través de una radical y desviada interpretación del concepto
“Yihad”.
Opera en: Magreb, Cuerno de África, Medio Oriente, Península Arábiga, Asia Central, Sudeste Asiático y algunas
zonas de Europa.
Filiales: Al Qaeda del Magreb Islámico (ex Grupo Salafista para la Predicación y el Combate), Al Qaeda-Iraq, Al
Qaeda-Península Arábiga. Se especula que tendría otras ramas en el Sudeste Asiático, Asia Central e incluso en la
triple frontera Argentina, Brasil, y Paraguay.
Modo de ataque: secuestro de occidentales, ataques selectivos y atentados masivos.

Boko Haram: comenzó como una “secta musulmana”, pero luego derivó en un grupo terrorista, cuyas
funciones como tal se iniciaron a fines de la década de 1990 o comienzos del siglo XXI. Lucha contra el
gobierno nigeriano y su objetivo es establecer un estado islámico radical. Se especula con posibles nexos
con Al Qaeda y es uno de los grupos terroristas más activos a la fecha.
Opera en: noreste de Nigeria
Modo de ataque: atentados masivos y atentados selectivos contra fuerzas gubernamentales nacionales e
internacionales.

Al Shabaab: sus orígenes están en la Unión de Cortes Islámicas (UCI) de Somalía, de la cual era el brazo
armado que luchaba contra el Gobierno Federal de Transición de Somalía. Con el tiempo reclutaron
muchos guerrilleros y convirtieron a buena parte del país en tierra de nadie. Su objetivo es establecer un
estado islámico y ataca objetivos somalíes y occidentales, además de las fuerzas de la Unión Africana.
Opera en: centro y sur de Somalía.
Modo de ataque: atentados masivos, asesinatos selectivos, secuestros, bloqueo de ayuda humanitaria y lucha de
guerrillas.

Jemaah Islamiyah: organización indonesia nacida a comienzos de la década de 1990. Su intención es crear
un estado islámico en todo el Sudeste Asiático. A partir de 1999 inició sus ataques, que normalmente son
contra intereses occidentales. Supuestamente, tiene nexos con Al Qaeda.
Opera en: Sudeste Asiático
Modo de ataque: atentados masivos.

Emirato del Cáucaso: su nacimiento fue en 2007, fecha en la cual fue fundado por Doku Umarov, un
islamista radical checheno. Su lucha es contra el gobierno de Rusia, a quien acusa de ocupar tierras que
deberían estar bajo “poder musulmán”.
Opera en: Rusia (Cáucaso Norte)
Modo de ataque: atentados masivos.

Lashkar-e-Tayyiba: de carácter islamista radical, surgió a mediados de la década de 1990. A partir de
entonces ha luchado por la liberación del estado de Kashmir (India), razón por la cual ha realizado diversos
atentados masivos y ataques selectivos contra fuerzas indias.
Opera en: Paquistán (capital) y zona fronteriza indo-paquistaní
Modo de ataque: atentados masivos y asesinatos selectivos

Abu Sayyaf: grupo separatista filipino, que pretende crear un estado islámico independiente en el sur de
Filipinas. Funciona como tal desde inicios de la década de 1990 y tiene relaciones con la Jemaah Islamiya.
Opera en: Sur de Filipinas
Modo de ataque: secuestros, asesinatos selectivos y atentados masivos.

Jaish-e-Mohammed: su creación fue a comienzos de la década de 2000 y su objetivo es unificar Paquistán
con la disputada zona de Kashmir (India y Paquistán tienen un largo contencioso en esta región).
Opera en: Paquistán y, últimamente, Afganistán.
Modo de ataque: atentados suicidas contra blancos específicos (gobierno, policía, etc.).

Hizbullah: normalmente se establece 1982 como fecha de creación de este grupo. Fiel defensor de
Palestina, Siria e Irán. Sus grandes rivales son Estados Unidos e Israel, aunque también ha tenido
camaleónicas posturas ante el gobierno libanés.
Opera en: sureste de Líbano y Beirut (capital del país).
Modo de ataque: secuestros y objetivos específicos, normalmente blancos estadounidenses o israelíes.

Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC): su historia comienza en 1964, momento en el cual
iniciaron en forma independiente su lucha armada de carácter ideológico. Con el tiempo, las FARC forjaron
alianzas con algunos “capos” del narcotráfico. Sus rivales son el gobierno de Colombia y Estados Unidos.
Opera en: en diversas zonas de Colombia, normalmente rurales. También registra actividad en países fronterizos
(Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela)
Modo de ataque: tras dejar atrás los atentados con bomba y los asesinatos selectivos, se enfocó en los secuestros y
la lucha de guerrillas.
ETA (Euskadi Ta Askatasuna), organización terrorista independentista vasca (su nombre, en euskera,
significa 'Euskadi y Libertad') cuyo objetivo es la obtención de la independencia del País Vasco (Euskadi) respecto
del Estado español, nacida en 1959 por la fusión de EKIN, un grupo nacionalista universitario, y ciertos sectores de
las juventudes del Partido Nacionalista Vasco. Su surgimiento tuvo lugar durante la dictadura del general Francisco
Franco, aunque su actividad se prolongó tras el fallecimiento de éste en 1975 y la consiguiente transición a la
democracia bajo el inicio del reinado de Juan Carlos I.
Apoyo social
ETA disponía de un considerable apoyo social durante el franquismo, periodo en que asesinó a Luis Carrero
Blanco, pero la transición a la democracia y su progresiva radicalización le hicieron ir perdiendo apoyos, lo cual se
hizo especialmente patente con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Su pérdida de simpatizantes fue
tan grande que la plataforma Euskal Herritarrok perdió la mitad de sus votantes tras la ruptura de la tregua.
Actualmente, su apoyo social es minoritario. Según el Euskobarómetro (estudio sociológico realizado por la
Universidad del País Vasco), más del 64% de los vascos rechaza totalmente a ETA, un 11% comparte sólo sus fines,
y menos del 2% apoya su violencia.
Características
Su logotipo consiste en una serpiente envolviendo un hacha, y su lema es bietan jarrai (“seguir los dos
juntos”). A ETA se le vincula en ocasiones con el llamado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV),
formado por distintas organizaciónes independentistas vascas, como las ilegalizadas Batasuna, Euskal Herritarrok y
Herri Batasuna, y sus juventudes de Segi (antes Haika, antes Jarrai y Gazteria), el sindicato LAB, Gestoras Pro
Amnistía y otras, que asumen unos principios comunes, dentro de lo que llaman izquierda abertzale (“izquierda
nacionalista vasca”, en euskera). Sus postulados ideológicos se resumen en la alternativa KAS.
Se financia principalmente a través del “impuesto revolucionario”, que obligan a pagar a empresarios del
País Vasco, bajo amenazas de asesinato, del cobro de rescates por secuestros, y otros. También cometen de vez en
cuando robos en almacenes de explosivos.
Se organiza en distintos “comandos”, cuyo objetivo es atentar en una zona geográfica determinada,
coordinados por una dirección o “cúpula militar”. Además, suelen tener redes de refugios o «casas seguras», y
zulos (“agujero”, en vasco), lugares ocultos donde suelen esconder armas y explosivos. Además, varios exmilitantes viven en países latinoamericanos como autodenominados refugiados políticos. Entre sus miembros se
distingue entre los “legales”, o miembros no fichados por la policía; los “liberados”, o refugiados en Francia; o los
“quemados”, que son los que están libres tras ser detenidos.
ETA ha matado ya a más de ochocientas personas, y el espectro social de sus víctimas ha ido creciendo con
los años hasta abarcar, entre otros, a:
El Presidente del Gobierno de la dictadura de Franco: Luis Carrero Blanco (1973)
Miembros del ejército y de las fuerzas de seguridad del estado español, ya sean de la Guardia Civil, la Policía
Nacional española, o de policías autonómicas o locales, como la Ertzaintza o los Mossos d'Esquadra.
Parlamentarios, concejales, y hasta simpatizantes de partidos políticos, ya sean socialistas como Fernando
Buesa (muerto el 22 de febrero de 2000 en Vitoria) y Ernest Lluch (Barcelona, 21 de noviembre de 2000, de un tiro
en la nuca); conservadores, como Miguel Ángel Blanco y Gregorio Ordóñez; o de cualquier otro partido que no les
apoye, como el fuerista navarro Tomás Caballero, asesinado en 1998.
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Jueces y abogados.
Empresarios, como Javier Ybarra.
Funcionarios de prisiones y judiciales.
Filósofos e intelectuales.
Profesores universitarios como Francisco Tomás y Valiente, muerto en 1996.
Periodistas, como el asesinado en mayo de 2000 José Luis López de la Calle.
Colectivos sociales y religiosos.
Profesionales que trabajan para el Estado, como el cocinero Ramón Díaz García (asesinado el 26 de enero
de 2001, por trabajar en la Comandacia de Marina).
Turistas extranjeros en España.
Las tácticas intimidatorias utilizados por ETA incluyen:
El atentado, utilizando generalmente el método del coche bomba o el del tiro en la nuca.
La violencia de persecución en forma de amenazas anónimas, carteles y pintadas (que obliga a llevar
escoltas a mucha gente, sobre todo en el País Vasco), usada en su momento contra el entonces consejero
(equivalente a ministro) de justicia del gobierno vasco Juan María Atutxa.
El cobro del “impuesto revolucionario”
El secuestro (argumentado con frecuencia como «castigo» por no pagar el «impuesto revolucionario»). Sus
atentados suelen circunscribirse al País Vasco, aunque no exclusivamente, y frecuentemente su actividad se
extiende a otros territorios del estado. Aun así, se sabe que en el pasado ha tenido contactos con otros grupos
como las FARC y, especialmente, el ERI, y sus miembros han recibido entrenamiento en Libia, el Líbano y Nicaragua.
Actualmente se investiga si en algún momento ha habido colaboración económico-logística entre ETA y Al-Qaida
aunque parece improbable que hayan colaborado en alguna acción violenta concreta debido al abismo ideológico
que separa ambas organizaciones.
IRA (Irish Republican Army), siglas en inglés del Ejército Republicano Irlandés, organización militar irlandesa ilegal
fundada en 1919 inicialmente para luchar contra el dominio británico en Irlanda, sustentadora de los objetivos del
Sinn Féin (el partido nacionalista irlandés que aboga por la unión de toda Irlanda, lo que significa acabar con la
dependencia de Irlanda del Norte respecto del Reino Unido), si bien ambos grupos operan por separado.
La primera vez que el IRA se involucró en la lucha armada fue durante la guerra de la Independencia
irlandesa, que tuvo lugar entre 1919 y 1921, como una de las fases de la denominada Revolución irlandesa. Sin
embargo, del mismo modo que el Sinn Féin sufrió una escisión tras el Tratado Anglo-irlandés, firmado en Londres
en diciembre de 1921, que estableció el Estado Libre de Irlanda, una pequeña facción del IRA aceptó el acuerdo y
se integró en el Ejército del nuevo Estado.
La parte mayoritaria del IRA, entonces llamada Irregulars, combatió al gobierno del Estado Libre de Irlanda
en la Guerra Civil de 1922 y 1923. Aunque el enfrentamiento cesó en ese último año, el IRA siguió reclutando y
entrenando miembros, y periódicamente llevó a cabo actos violentos. Fue prohibido en 1931 y, de nuevo, en 1935.
IRA (Irish Republican Army), siglas en inglés del Ejército Republicano Irlandés, organización militar irlandesa
ilegal fundada en 1919 inicialmente para luchar contra el dominio británico en Irlanda, sustentadora de los
objetivos del Sinn Féin (el partido nacionalista irlandés que aboga por la unión de toda Irlanda, lo que significa
acabar con la dependencia de Irlanda del Norte respecto del Reino Unido), si bien ambos grupos operan por
separado. (Para Ampliar Ver: Historia del Conflicto Irlandes)
La primera vez que el IRA se involucró en la lucha armada fue durante la guerra de la Independencia
irlandesa, que tuvo lugar entre 1919 y 1921, como una de las fases de la denominada Revolución irlandesa. Sin
embargo, del mismo modo que el Sinn Féin sufrió una escisión tras el Tratado Anglo-irlandés, firmado en Londres
en diciembre de 1921, que estableció el Estado Libre de Irlanda, una pequeña facción del IRA aceptó el acuerdo y
se integró en el Ejército del nuevo Estado.
La parte mayoritaria del IRA, entonces llamada Irregulars, combatió al gobierno del Estado Libre de Irlanda
en la Guerra Civil de 1922 y 1923. Aunque el enfrentamiento cesó en ese último año, el IRA siguió reclutando y
entrenando miembros, y periódicamente llevó a cabo actos violentos. Fue prohibido en 1931 y, de nuevo, en 1935.
El 10 de abril de 1998 se firmaron los acuerdos de paz en el castillo de Stormont, cerca de Belfast, que
parecieron poner fin al conflicto norirlandés. El IRA, que apoyó casi de inmediato el denominado Acuerdo de
Stormont, aceptó, el 6 de mayo siguiente, la participación de los candidatos del Sinn Féin en la prevista Asamblea
de Irlanda del Norte, pero se negó a entregar las armas. El 22 de mayo la mayoría de la población de la República
de Irlanda y la de Irlanda del Norte respaldó en un referéndum el pacto firmado el 10 de abril.
Tras el Acuerdo de Stormont, el grupo sufrió una escisión, opuesta al pacto y denominada IRA Auténtico,
que perpetró el 15 de agosto de 1998 un atentado terrorista, con el resultado de casi treinta muertos, en la ciudad
norirlandesa de Omagh. Poco después, ante el frontal rechazo de todas las fuerzas políticas de Irlanda del Norte,
incluido el del propio IRA, el nuevo grupúsculo anunció una tregua.
En los primeros meses de 1999, la negativa del IRA a entregar las armas retardó la puesta en práctica de lo
acordado en Stormont, pero cuando el mediador estadounidense George Mitchell logró desbloquear de nuevo las
negociaciones meses después, la organización hizo pública el 17 de noviembre de ese año su intención de llevar a
cabo su propio desarme una vez que quedara instalado el gobierno autónomo pactado. No obstante, en febrero de
2000 abandonó la comisión que supervisaba el desarme de los grupos en conflicto.
A partir de entonces, la verificación del Acuerdo de Stormont quedó estancada, así como la vía política en
que éste se enmarcaba. La persistente negativa del IRA a su desarme motivó la dimisión en julio de 2001 de David
Trimble como ministro principal del gobierno autónomo de Irlanda del Norte, la de los ministros unionistas de
dicho órgano y varias suspensiones de la autonomía norirlandesa por parte del gobierno británico.
Pero el 23 de octubre de ese mismo año, el IRA efectuó un comunicado en el que anunciaba que había
comenzado a inutilizar armas, municiones y explosivos de sus arsenales, con la intención de salvar un proceso de
paz prácticamente colapsado. El 16 de julio de 2002, en este nuevo contexto, el IRA efectuó una declaración en la
que manifestaba su compromiso con la vía pacífica y pedía perdón por los civiles que a lo largo de los años habían
resultado muertos o heridos como consecuencia de su actividad armada.
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