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<La esposa se apodera de información
íntima del esposo ubicada en un ordenador que
ambos comparten, y la aporta al juicio de divorcio.
La Sala revoca la Sentencia condenatoria del Juzgado, al
estimar que existe un error en la valoración de la prueba ya que realmente
no existía el "secreto" sino que ella conocía la existencia de esos "chats".
El voto particular cuestiona la naturaleza revisora de la Sentencia
cuando el Juzgador, en base a la inmediación, consideró probado y
argumentó seriamente los motivos para considerar que efectivamente se
trataba de un secreto.>
Roj: SAP IB 277/2014
Id Cendoj: 07040370012014100046
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Palma de Mallorca
Sección: 1
N° de Recurso: 304/2012
N° de Resolución: 36/2014
Procedimiento: PENAL - APELACION PROCEDIMIENTO ABREVIADO
Ponente: ANA MARIA CAMESELLE MONTIS
Tipo de Resolución: Sentencia
AUDIENCIA PROVINCIAL DE PALMA DE MALLORCA
Sección Primera
Rollo número 304/12
Órgano de Procedencia: Juzgado de lo Penal número Tres de Palma
Procedimiento de Origen: Procedimiento Abreviado n° 232/12.
SENTENCIA núm. 36/14
S.S. Ilmas.
Dª FRANCISCA MARIA RAMIS ROSSELLO
Dª ANA MARIA CAMESELLE MONTIS
Dª CRISTINA DÍAZ SASTRE
En PALMA DE MALLORCA, a 18 de Febrero de dos mil catorce.
VISTO por esta Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Palma
de Mallorca, compuesta por la Ilma. Sra. Presidenta DOÑA FRANCISCA
MARIA RAMIS ROSSELLO y de las Ilmas. Sras. Magistradas DOÑA ANA
MARIA CAMESELLE MONTIS Y DOÑA CRISTINA DÍAZ SASTRE el
presente rollo número 304/12 en trámite de apelación contra la sentencia
número 483/12 dictada el día 10 de octubre de 2.012 en el Procedimiento
Abreviado número 232/12, seguido ante el Juzgado de lo Penal número
Tres, de Palma, procede dictar la presente resolución sobre la base de los
siguientes,
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- El Juzgado de lo Penal indicado dictó sentencia
condenando a la apelante como autora criminalmente responsable de un
delito de descubrimiento y revelación de secretos, del artículo 197.1 ° y 6°
CP , sin circunstancia, a la pena de dos años y seis meses de prisión,
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el mismo
tiempo, y multa de 18 meses con cuota diaria de seis euros, con
responsabilidad civil subsidiaria de un día de privación de libertad por cada
dos cuotas no satisfechas, indemnización en la suma de 300 euros y costas,
incluidas en su mitad las de la acusación particular.
SEGUNDO.- Contra dicha sentencia fue interpuesto recurso de
apelación por parte de la condenada.
Producida la admisión de dicho recurso por entenderse interpuesto
en tiempo y forma, se confirió el oportuno traslado del mismo al Ministerio
Fiscal y la acusación particular, quienes lo impugnaron en tiempo y forma.
Remitidas y recibidas las actuaciones en esta Audiencia Provincial se
verificó reparto con arreglo a las disposiciones establecidas para esta
Sección Segunda, señalándose fecha para su deliberación.
TERCERO.- En la tramitación del presente recurso se han observado
las prescripciones legales, expresando el parecer de la Sala como Magistrado
Ponente ANA MARIA CAMESELLE MONTIS.
HECHOS PROBADOS
Devuelto el conocimiento pleno de lo actuado a esta Sala, no se
acortan los hechos probados de la Sentencia recurrida que se sustituyen por
los siguientes:
PRIMERO.- Probado y así se declara que en fecha no determinada
pero en cualquier caso durante un año antes de la separación matrimonial
habida entre D. Abilio y la acusada Leonor , con el conocimiento de ésta y
desde una cuenta aperturada en IRC Hispano , en la que usaba el nick "
Chapas ", el Sr. Abilio mantuvo numerosos chats y conversaciones con
terceras persona de uno y otro sexo y de orientación sexual indistinta,
desde el ordenador de uso común del matrimonio, con el fin de mantener
de mantener relaciones sexuales con aquellas, hecho que era conocido por
la acusada.
SEGUNDO.- La acusada entregó los "chats" impresos a Dña. María
Dolores Lozano Ortiz, Letrada en ejercicio que asistió legalmente a la
acusada en el procedimiento de medidas provisionales previas nº 247/11,
instado por Abilio ante el Juzgado de Familia n° 20 de Palma. Dicha Letrada
aportó contenido de dichos chats como prueba documental en e1 acto de la
vista celebrada en el marco de dicho procedimiento, sin que haya quedado
acreditado que al hacerlo conociera el modo en que la Sra. Leonor tuvo
acceso a los mismos.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- El recurso de apelación presentado ataca la resolución de
referencia bajo el motivo apelativo de infracción del principio de
presunción de inocencia, vulneración del derecho a la tutela judicial
efectiva, al no haberse valorado la prueba de descargo presentada e
inaplicación de precepto penal sustantivo, en concreto del artículo 14 CP .
Por su parte, las acusaciones impugnan el recurso por entender que se
está pretendiendo una nueva valoración del material probatorio, que está
vedada en esta sede.
SEGUNDO.- Centrada así la cuestión, la revisión de la valoración de la
prueba efectuada en la sentencia recurrida por la Juez a quo, se debe
concretar a la forma en que se han practicado o desarrollado en el plenario
las pruebas, si existen pruebas de cargo, y si la valoración efectuada obedece
a las reglas de la lógica, experiencia y de la sana crítica, y únicamente debe
ser rectificada, bien cuando no existe al imprescindible marco probatorio de
cargo, vulnerándose entonces el principio de presunción de inocencia, o
bien, cuando un detenido examen de las actuaciones revele un manifiesto y
claro error del juzgador «a quo» de tal entidad que imponga la modificación
de la realidad fáctica establecida en la resolución apelada, o más
concretamente, sólo cabe revisar la apreciación hecha por el Juez de la
prueba recibida en el acto del juicio oral en la medida en que aquella
valoración haya sido llevada a cabo por el órgano judicial de forma
arbitraria, irracional o absurda, es decir, si la valoración de la prueba ha
sido hecha mediante un razonamiento que debe calificarse de incongruente
o apoyado en fundamentos arbitrarios, como aquellos que aplican criterios
contrarios a los preceptos constitucionales.
En todo caso sabido es que el derecho a la presunción de inocencia,
consagrado en nuestro sistema con rango de derecho fundamental en el
artículo 24 de la Constitución , implica que toda persona acusada de un
delito debe ser considerada inocente hasta que se demuestre su culpabilidad
con arreglo a la Ley ( artículo 11 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos ; artículo 6.2 del Convenio para la Protección de los
Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, y artículo 14.2 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos ). Esto supone que es
preciso que se haya practicado una mínima prueba de cargo, cuya iniciativa
corresponde a la acusación, que sea suficiente para desvirtuar esa
presunción inicial.
Procede pues, analizar:
A/ Si existe en las actuaciones prueba practicada como fundamento
de la condena (prueba existente)
B/ Si dicha prueba de cargo haya sido obtenida y aportada a las
actuaciones con observancia de las garantías constitucionales y de las
normas aplicables en cada caso y en cada medio de prueba (prueba lícita)
C/ Si esa prueba de cargo, lícitamente obtenida y aportada al proceso
puede considerarse suficiente para justificar un pronunciamiento
condenatorio (prueba suficiente); y esta suficiencia ha de exigirse con rigor
ya que toda duda razonable en materia de prueba ha de resolverse
conforme al principio "in dubio pro reo" en favor del acusado.
Hay que decir que no puede prescindirse de la ineludible necesidad
de desplegar una prueba de cargo, razonablemente suficiente para
desvirtuar la presunción de inocencia del acusado. Presunción que no sólo
constituye un derecho fundamental declarado en nuestra Constitución sino
que además, es el "eje alrededor del cual giran las demás garantías
procesales y en definitiva el funcionamiento de todo el procedimiento
penal". ( STS 2 de diciembre de 2003 ).
Señala la Sentencia del Tribunal Constitucional 137/88 de 7 de julio y
ha reiterado en numerosas resoluciones, que la presunción de inocencia
ocasiona un desplazamiento de la carga de la prueba a las partes acusadoras
a quienes incumbe exclusivamente probar los hechos constitutivos de la
pretensión penal, debiendo ser suficiente para generar en el juzgador la
evidencia de la existencia de un hecho punible y de la responsabilidad
penal que haya tenido en él el acusado, así como sustentarse la actividad
probatoria en auténticos medios de prueba obtenidos con respeto a los
derechos fundamentales y practicados en el juicio oral bajo los principios
de igualdad, contradicción, inmediación y publicidad, exceptuándose los
supuestos de prueba preconstituida y anticipada siempre que se observe el
de un cumplimiento de determinados requisitos materiales (imposibilidad
de reproducción en el juicio oral), subjetivos (intervención del juez de
instrucción), objetivos (contradicción con la intervención de letrado) y
formales (introducción en el juicio través de la lectura de los documentos)".
Por su parte, también el Tribunal Supremo ha señalado
reiteradamente que aun cuando, en principio, la declaración de la víctima
puede ser hábil para desvirtuar la presunción de inocencia, atendiendo a
que el marco de clandestinidad en que se producen estos delitos, impide en
ocasiones disponer de otras pruebas, es necesario depurar con rigor las
circunstancias del caso para comprobar si efectivamente concurren los
requisitos que se exigen para la viabilidad de la prueba y que son los
siguientes: a) ausencia de incredulidad subjetiva; b) verosimilitud del
testimonio; c) persistencia en la incriminación y la concurrencia de datos
corroboradores.
Así pues, el Tribunal Supremo cuando defiende la legitimidad
constitucional y de la legalidad ordinaria, de la declaración de la víctima,
aunque sea única prueba, como suficiente para destruir la presunción de
inocencia si no existieren razones objetivas que hagan dudar de la veracidad
de lo que se dice, no es pues un problema de legalidad sino de credibilidad.
En realidad, como dice la STS de 7 de octubre de 1998, lo que acontece es
que para esa «viabilidad probatoria» es necesario no sólo que no se den
razones objetivas como para dudar de la veracidad de la víctima, sino
también que por los Tribunales se proceda a una «profunda y exhaustiva
verificación» de las circunstancias concurrentes en orden a esa credibilidad
que va de la mano de la verosimilitud.
Por último la STS núm. 58/2005 (Sala de lo Penal), de 21 enero
recuerda que «el principio pro reo tiene un carácter eminentemente
procesal, utilizable en el ámbito de la crítica de la prueba, e instrumental en
orden a resolver los conflictos en los que el Tribunal no puede llegar a una
convicción firme sobre lo probado, casos en los que la duda surgida debe
ser resuelta a favor del reo. Pero no es principio invocable en casación, ni
resulta aplicable en los supuestos en que el Tribunal, en méritos a la
disposición del art. 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal , llega a una
convicción en conciencia sobre el acreditamiento de un dato fáctico,
excluyéndose toda duda sobre su existencia.
TERCERO.- Pues bien, bajo las anteriores premisas deberá analizarse
si contó el juzgador de instancia con prueba válida y suficiente para
desvirtuar el principio de presunción de inocencia y la respuesta, según lo
que más adelante se dirá, es negativa.
Así, el apartado 1 del artículo 197 del CP , por el que se ha
condenado a la apelante, castiga al que, para descubrir los secretos o
vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus
papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros
documentos o efectos personales. Sobre dicha infracción punible la
jurisprudencia viene considerando que se trata de un delito doloso, pero no
de tendencia, bastando que el sujeto se represente la posibilidad de que
cualquier persona pudiera resultar afectada por la utilización de los datos,
sin exigir un ánimo específico de perjudicar a tercero ( sentencias de 18 de
febrero de 1999 ) y 9 de octubre de 2000 ). Por lo tanto, al acceder a estos
archivos, se asume como mínimo con dolo eventual o por mejor decir de
indiferencia, recogido por el Tribunal Supremo en numerosas resoluciones (
Sentencias de 2 de diciembre de 2004, 28 de septiembre de 2005 y 18 de
noviembre de 2005, entre otras), que con su proceder podría vulnerar la
legalidad penal. Se trata de un delito en cualquiera de sus versiones que no
precisa para su consumación el efectivo descubrimiento del secreto o de la
intimidad del sujeto pasivo, pues basta la concurrencia del elemento
objetivo, junto con la finalidad señalada en el precepto de descubrir los
secretos o vulnerar la intimidad (elemento subjetivo). Por ello se le ha
calificado como delito intencional de resultado cortado cuyo agotamiento
tendría lugar si dichos datos se difunden, revelan o ceden a terceros,
supuesto agravado previsto en el apartado 3º. 1 del mismo precepto al que
a continuación nos referiremos.
El apartado 5 (hoy sexto) del precepto incluye otro supuesto agravado
cuyo fundamento tiene por objeto la especial protección de lo que se
denomina el núcleo duro del derecho a la intimidad (la ideología, religión,
creencias, salud, origen racial o vida sexual), además de los casos en que la
víctima fuere un menor de edad o un incapaz.
Finalmente conviene significar que, si bien el tipo penal aplicado se
ubica en el capítulo I del Título X del Libro Segundo del CP , bajo la rúbrica
de "Del descubrimiento y revelación de secretos", lo cierto es que el artículo
197 tutela dos distintos bienes que son objeto de la protección jurídico
penal: la salvaguarda de los secretos propiamente dichos y, aparte, la
intimidad de las personas, viniendo a representar este tipo penal una
especie de desarrollo sancionador a las conductas que vulneren el derecho
fundamental a la inviolabilidad de las comunicaciones consagrado en el
artículo 18 de la CE como parte integrante del derecho a la intimidad
personal del individuo.
La sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia 1 de julio de
2004 aclara que "Los delitos de descubrimiento y revelación de secretos
ratifican la vigencia de las normas jurídicas que garantizan la reserva en
relación con los secretos privados; es decir, una parcela de la esfera privada
e íntima; en el caso de las personas físicas, es evidente que la privacidad de
los secretos constituye un aspecto parcial del derecho a la intimidad (
artículo 18 de la CE ), en la medida en que las infracciones que contempla
se caracterizan como accesos o difusiones no autorizadas de datos relativos
a ámbitos que la persona quiere mantener al margen del conocimiento de
otros o del conocimiento público; y así, en la doctrina española se ha
insistido tradicionalmente sobre la existencia de un elemento subjetivo
específico que, en el texto vigente resultaría explícito en las palabras para
descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro; y esta circunstancia
implica que el autor tenga la conciencia de que se introduce en un ámbito
reservado a la intimidad o haya cometido el hecho con el fin ulterior de
descubrir los secretos; siendo evidente que este elemento subjetivo
específico queda justificado tan sólo respecto a los hechos que, de cometerse
con otra finalidad diferente, se consideran no merecedores de sanción".
Expuestos los elementos de los tipos penales objeto de imputación, el
bien jurídico protegido por los mismos y su naturaleza de acuerdo con la
jurisprudencia que los interpreta, adentrándonos ya en el supuesto que se
enjuicia, y sin necesidad de modificar los hechos probados de la resolución
recurrida, advertimos que el primer elemento del tipo es la condición de
"secreto" de la información obtenida, de modo que, de faltar éste, en el
sentido que la información relativa a la intimidad fuese ya conocida por el
sujeto activo del delito, entonces faltaría el elemento esencial típico y
tendencial del delito, la voluntad de conocer, de descubrir, de saber algo
que hasta el momento se desconoce y es aquí donde, consideramos, falla la
sentencia de instancia y, en tal sentido, consideramos errónea la valoración
efectuada por el juez a quo pues, de la practicada, no se desprende de
manera lógica, razonable, cabal e indubitada, la conclusión alcanzada,
vulnerándose así el principio de presunción de inocencia pues, tal y como
se recoge en el recurso, habiendo dos versiones contradictorias, sólo se ha
atendido a la del denunciante, cuando la versión de la acusada ha venido
ciertamente corroborada por la prueba practicada, de modo que ante la
duda sobre las versiones sostenidas, consideramos que no hay elementos
probatorios suficientes para decantarse por la sostenida por el denunciante,
y ello supera la simple valoración de la prueba, al no haberse valorado la de
la acusada, de modo que se ha conculcado el principio in dubio pro reo,
que exige que, en casos, como el actual, en que la versión de descargo
también aparece mínimamente acreditada que, dicha duda, razonable, al reo
debe aprovechar, y esto sucede en el presente caso, por los siguientes
motivos.
No ha quedado acreditada la condición de secreto, no de la impresión
concreta de los chats, sino que de la práctica y mantenimiento por parte del
denunciante de dichas comunicaciones. Resulta así controvertido que el
supuesto apoderamiento se haya realizado con la finalidad de
descubrimiento que se le atribuye, de conocer lo desconocido y ello por
cuanto:
-ambos reconocen tener dos ordenadores en la vivienda, uno de uso
exclusivo del denunciante (al que no dejaba acceder a la acusada) y otro, en
el que estaban los chats, de uso indistinto por ambos, sin ninguna
limitación.
- Si lo anterior es así, en buena lógica, carece de sentido pensar que,
teniendo un ordenador de uso exclusivo al que vetaba el acceso a la
acusada, chatease el denunciante en el de acceso indistinto y común, salvo
que el objeto de las comunicaciones y conversaciones mantenidas, con
independencia de detalles y personas concretas, no fuese desconocido por la
acusada, que venía consintiendo su uso.
- Aunque se pudiera entender que el acceso a los chats desde el
ordenador de uso común fue excepcional (motivado por alguna deficiencia
del exclusivo o circunstancia similar), no se entiende, sino es porque la
acusada tenía conocimiento en términos generales de las prácticas o hábitos
de su marido, que éste, no sólo no evitase su uso para las mismas, sino que,
una vez producida la crisis de pareja, dejase allí el ordenador, permitiendo
su libre acceso.
-Cierto que también podrá decirse que si se despreocupó respecto a
dicho extremo, ello fue por considerar que, dado que para el acceso era
necesaria la clave, su esposa hoy acusada, jamás podría acceder y tener
amplio conocimiento del contenido de los chats y de las comunicaciones
mantenidas, y que, confiado en ello, no puso límites al acceso, ya que, como
al propio tiempo uno y otro indican, tenía escasos conocimientos de
informática la acusada, nunca pensó que pudiera acceder al historial, por
ello no le preocupó dicha cuestión.
-Lo anterior, una vez más, nos lleva a entender que si, partiendo de la
anterior premisa, posteriormente la acusada, pudo acceder a los mismos,
que quedaban grabados automáticamente, buscando términos de los
indicados, ello sería porque, en efecto, sí conocía la actividad en los chats de
su esposo, y la toleraba.
-Por otro lado, la testifical de la psicóloga Sra. Carina , es clara en el
sentido de relatar como la acusada le había contado la existencia de los
chats, ya en septiembre de 2.009, sin que, consideremos, como dice el
juzgador de instancia, que dicha afirmación no puede ser cierta habida
cuenta que resultaría ilógico que, de haber sido así, no se separase de
inmediato la acusada, más bien entendemos que lo razonable, si bien
dependerá de cada persona y pareja, es meditar la decisión un tiempo.
-Lo contrario nos haría llegar a la solución, a nuestro parecer
inverosímil de que, buscando "algo" (es decir, tratando, como se sostiene por
las acusaciones, de descubrir un secreto), sin tener conocimiento alguno de
las prácticas indicadas, a través de tercera persona, atendido su
desconocimiento de informática, y sin conocer la clave que sólo conocía el
denunciante, inicio una búsqueda, en el ordenador que ambos utilizaban
indistintamente, en la que introdujo, porque así se lo ocurrió, palabras tales
como sexo, travestis, trios, etc..., y así, con dicho ánimo, acertó y tuvo éxito
en su búsqueda y halló los chats de los que traen causa las diligencias.
-Entendemos que llegar a dicha conclusión resulta muy artificioso, si
no se tenía antes conocimiento de las prácticas o hábitos del denunciante, y
de la realidad de su participación en chats del tipo de los indicados.
-Al propio tiempo, la versión auto-exculpatoria que ofrece la acusada,
si bien no ha quedado debidamente acreditada en cuanto a la entrega
impresa de los chats por el propio denunciante, después de haber
mantenido relaciones sexuales, sí lo ha sido en el sentido de que, en efecto,
como el propio querellante reconoce, en una situación de cierto hastío y
crisis de pareja, el denunciante venía rogando a la acusada la práctica de un
trío y, en tal contexto, sí consideramos lógico que, para doblegar su
voluntad, le contase o comunicase las prácticas que otras personas llevaban
a término, a fin de hacerle ver que no era algo extraño ni malo, en
definitiva, para lograr de ella una mentalidad más abierta y así, doblegando
su voluntad, lograr mantener las prácticas sexuales que deseaba.
Es decir, todo lo anterior nos induce a pensar que, en términos
generales, la acusada era conocedora de la existencia de dichos chats y de
que su marido solía participar en los mismos, pues, de otro modo, no se
explica porqué fue precisamente a buscar eso. De modo que el término de
"chats privados" que se utiliza en los hechos probados de la sentencia no es
tal, sin que, por otro lado, se contenga en dichos hechos mención alguna a
que el acceso por parte de la acusada fuese dirigido al descubrimiento,
elemento tendencial insito en la naturaleza del tipo.
Así las cosas, resulta imprescindible que el contenido de los
documentos fuese, previamente al acceso, desconocido para la acusada, y las
versiones opuestas mantenidas al respecto, según lo antes dicho, en buena
lógica, no nos permiten llegar a dicha conclusión. Tal y como indica, la STS
de 10 de junio de 2.011 , este delito requiere "un tipo de dolo que, además
de incorporar el conocimiento de los elementos del tipo objetivo, integre el
especial elemento subjetivo consistente en que la acción haya sido
ejecutada con la finalidad de ("para") franquear el umbral de la
intimidad de otro" y, en este caso, en efecto, y en tal sentido compartimos
la argumentación del juez a quo, no hay prueba que permita entender que
el denunciante entregase impresos y en mano los chats a la acusada, pero sí
la hay de que ésta conocía la realidad de la existencia de los mismos, bien
que genérica, de su existencia y de que, en todo caso, no tenía directamente
vetado el acceso a dichos chats, como sí lo tenía del otro ordenador del
domicilio (véase en términos similares la Sentencia de la AP de Barcelona,
de 27 de julio de 2.012 ).
Por si lo anterior no fuese suficiente, tampoco de los hechos probados
se desprende el "modus operandi" de la acusada, en algo tan esencial como
el acceso, pues de si franquear el umbral de la intimidad de otro se trata, de
descubrir, con ese especial ánimo al que alude toda la jurisprudencia, lo
desconocido, habrá que conocerse qué especial medio, método, forma o
instrumento se ha utilizado para tal fin y, en los hechos probados, después
de dejar sentado el juez a quo que "se accedía de forma restringida
mediante una contraseña que únicamente conocía D. Abilio , si bien no ha
quedado acreditado que para acceder a ellos la acusada hubiera necesitado
saber dicha clave o contraseña" ( es como si se condenase por delito de
robo con fuerza, sin especificar en qué consistió ésta, si ello no se logra, se
estará ante un hurto, pero no se podrá suponer que al haberse franqueado
las medidas de seguridad puestas por el propietario para el acceso, concurre
seguro, en modo indeterminado, la fuerza).
Además, tal y como indica también el TS, en Sentencia de 10 de junio
de 2.011 , lo relevante es que la acción se haya ejecutado para franquear el
umbral de la intimidad, por lo que, si, a tenor de lo dicho, existía un previo
conocimiento, más o menos amplio y detallado, lo que, en su caso, resultó
"deliberadamente invadido fue una cierta privacidad propia de los
afectados", "no cubierta directamente por ese "para", sería imputable, a lo
sumo a dolo eventual y, por eso, no podría resultar penalmente relevante a
los efectos del precepto".
Siguiendo con lo dicho, respecto al carácter de secreto de la
información obtenida, el hecho de que se diferenciase claramente por los
cónyuges el uso de los dos ordenadores del domicilio, uno de uso exclusivo
del denunciante al que la acusada tenía más o menos prohibido o
restringido el acceso, y otro de uso común o indistinto, en el que se
hallaban los chats de autos, al que podía acceder libremente, y que, al
abandonar el domicilio, a diferencia del otro, no se llevó el denunciante,
nos lleva a entender que existía un consentimiento también tácito para
el acceso a lo que contuviese o estuviese grabado en dicho terminal,
consentimiento que no revocó el denunciante al irse de su domicilio,
siendo acto concluyente en tal sentido que allí lo dejase ( STS 173/2011, de
7 de noviembre ). También al respecto es interesante traer a colación
sentencias como la de la AP de Córdoba, de 28 de noviembre de 2.008 , que
con cita de la del TS de 30 de abril de 2.007 , viene a indicar, respecto a un
ordenador de titularidad pública, instalado en una oficina de tal carácter,
que no resultaba posible entender que dicho ordenador fuera el lugar
idóneo para el archivo o almacenamiento de datos relativos a la intimidad
de las personas, nota que también apreciamos, no por su ubicación, en el
domicilio, apta desde luego para albergar la intimidad, sino que por la
existencia de dos ordenadores, ubicados en distintas zonas y con distintos
usos atribuidos, así como con distintos accesos permitidos (piénsese que
incluso se dice que los hijos comunes tenían acceso al mismo, sin
limitación).
Tampoco compartimos con el juzgador de instancia la argumentación
relativa a los motivos por los cuales entiende que no ha quedado acreditada
la versión de los hechos dada por la acusada, y que desgrana en cinco
puntos, que entendemos no respetan el pro reo indicado y que giran en
torno a que es difícil creer que una persona que ha mantenido oculta su
identidad sexual durante casi un año decida, de repente, compartir sus
hábitos sexuales y entregarle de manera impresa las conversaciones, sin
embargo, olvida que el querellante sí lo ha reconocido en el plenario. Así,
primero dice a preguntas del Ministerio Fiscal que no le propuso hacer un
trío nunca, que es un montaje, para después afirmar que su relación estaba
desgastada por el matrimonio, manteniendo ya pocas relaciones sexuales y
que "puede que ocasional o puntualmente le propusiese un trío o con
travestis, (que no quiere desvelar la vida íntima), que no recuerda muy bien,
que se habla de muchas cosas", que también puede que ella se lo propusiese.
También a preguntas de la defensa dice que empezó en octubre de 2.009,
aproximadamente, a chatear, que no sabe exactamente, que cuando se fue de
casa tenía otra relación sentimental con Luz , que abandonó entonces el
chat, que fue algo puntual, que la relación la inició en agosto de 2.010, de
modo aproximado. Respecto al trío al que alude la condenada, con un
travesti, que indica que se lo pidió como regalo de cuarenta cumpleaños, no
quiere en principio contestar si es cierto o no que así se lo pidiese, pues no
quiere que se haga más pública su vida, y acaba diciendo, "que no es cierto
o sí es cierto dentro de la relación de varios años en la que se habla de
muchas cosas", o bien lo quería ella, primero lo niega y luego lo admite,
"puede que a lo largo de la relación se plantease esta opción -del trío-, igual
que se plantearon otras", sobre el trío con travestis, no se acuerda entonces
si es cierto o no", que "podía estar interesado en muchas cosas", "que claro
que estaba interesado en los tríos, al igual que en muchas cosas", "que tenía
necesidad de tener esos encuentros". Con todo lo anterior, no nos queda
sino afirmar nuevamente que sólo se ha atendido a una de las versiones
sostenidas con desprecio de la otra y de los elementos de descargo que
ayudaban y que existían para su corroboración, por tal motivo, y por
entender que no se está ante el concepto de secreto, según lo antes dicho,
procede estimar el recurso.
CUARTO.- Dada la estimación del recurso de apelación interpuesto,
procede declarar de oficio las costas correspondientes a esta apelación, así
como las de la primera instancia.
Vistos los preceptos legales citados, concordantes y demás de general,
obligada y pertinente aplicación. FALLO
LA SALA ACUERDA: ESTIMAR el recurso de apelación presentado
por la representación procesal de Leonor contra la Sentencia n° 483/2012
de fecha 10 de Octubre de 2012 dictada por el Juzgado de lo Penal n° 3 de
Palma en los en los autos de Procedimiento Abreviado n° 232/20132, y en
consecuencia DEBEMOS REVOCAR Y REVOCAMOS dicha resolución,
ABSOLVIENDO a la acusada del delito de descubrimiento y revelación de
secretos del que venia acusada, con toda clase de pronunciamientos
favorables y dejando sin
efecto cuantas medidas cautelares se hubiesen dispuesto en su contra ;
y todo ello con declaración de oficio de las costas ocasionadas en la
presente apelación y en la primera instancia.
Notifíquese la presente resolución a las partes; y con certificación de
la misma remítanse las actuaciones originales al Juzgado de lo Penal
expresado, a los efectos procedentes e interesando acuse de recibo.
Así por esta nuestra sentencia, de la que se llevará testimonio al Rollo
de apelación, definitivamente juzgando, lo pronunciamos y firmamos.
VOTO PARTICULAR
QUE FORMULA LA MAGISTRADA DÑA. CRISTINA DÍAZ SASTRE
EN LA SENTENCIA QUE RESUELVE EL RECURSO DE APELACIÓN
INTERPUESTO
CONTRA
LA
SENTENCIA
DICTADA
EN
EL
PROCEDIMIENTO ABREVIADO nº232/12 DEL JUZGADO DE LO PENAL Nº
TRES DE LOS DE ESTA CIUDAD, ROLLO DE SALA 304/12 DE LA SECCIÓN
PRIMERA DE LA AUDIENCIA PROVINCIAL DE PALMA DE MALLORCA,
EXPRESIVO DEL DISENTIMIENTO CON LA DECISIÓN ADOPTADA POR
LA MAYORÍA DE QUIENES HAN FORMADO EL TRIBUNAL de
conformidad con lo dispuesto en el art. 260-1º de la Ley Orgánica 6/85, de
1 de Julio, del Poder Judicial .
FUNDAMENTOS DE DERECHO
NO SE ACEPTA ni los Hechos declarados probados ni la
fundamentación jurídica de la sentencia dictada mayoritariamente por este
Tribunal, y SÍ SE ACEPTAN INTEGRAMENTE los de la sentencia de
instancia, que se dan por reproducidos.
La mayoría del Tribunal ha considerado, en síntesis, que el Juzgador
de instancia no contó con prueba válida y suficiente para desvirtuar el
principio de presunción de inocencia y estima errónea la valoración de la
prueba practicada en la instancia habida cuenta de que, estando ante dos
versiones contradictorias sobre unos mismos hechos, únicamente atendió a
la versión del denunciante, desdeñando las manifestaciones de la acusada,
cuando ésta ha venido corroborada por la restante prueba practicada. A
continuación, la mayoría del Tribunal, estima conculcado el principio de "in
dubio pro reo" ya que "ante la duda sobre las versiones sostenidas,
consideramos que no hay elementos probatorios suficientes para decantarse
por la sostenida por el denunciante, y ello supera la simple valoración de la
prueba, al no haberse valorado la de la acusada (...)".
Así, en contra del criterio de instancia, no considera el Tribunal
acreditada la condición de "secreto" en cuanto a que era conocido y
consentido por la acusada la práctica y mantenimiento por parte del
denunciante de dichas comunicaciones, y ello lo extrae de que el
denunciante chatease desde el ordenador fijo que había en la vivienda, de
uso indistinto para ambos, sin limitación; que al marcharse de la vivienda
conyugal el denunciante dejase allí dicho ordenador permitiendo su libre
acceso, extrayendo así una suerte de consentimiento tácito para el acceso a
lo que contuviese o estuviese grabado en dicho terminal y por último que si
la acusada pudo acceder al contenido de las comunicaciones, las cuales
quedaban grabadas automáticamente, buscando términos de los indicados,
era porque, en efecto, era conocedora de la actividad en los chats de su
esposo y los toleraba.
En apoyo a lo anterior, se citan las manifestaciones de la Psicóloga
Doña. Carina , quién fue conocedora de la existencia de los chats ya en
septiembre 2.009, lo que denota, a su entender, que la acusada era sabedora
de los chats mantenidos por su esposo.
Por otro lado, el Tribunal si bien considera no acreditada la
manifestación vertida por la acusada en cuanto a la entrega impresa de los
chats por el denunciante, sí considera acreditado que la acusada conocía la
existencia de los chats ya que éste le rogaba la práctica de un trío,
considerando lógico que para doblegar la voluntad de aquella, le contase o
comunicase las prácticas que otras personas llevan a cabo.
La discrepancia respetuosa de quien formula el presente voto
particular con el criterio mayoritario del Tribunal deriva de una distinta
valoración de la prueba practicada, aceptando íntegramente la efectuada en
la instancia, sin que se estime conculcado ni el principio de presunción de
inocencia ni el "pro reo" (no aplicable en el presente).
Harto sabido es que como una de las consecuencias derivadas del
principio de presunción de inocencia, se encuentra la afirmación de que
sólo puede considerarse prueba de signo incriminatorio o de cargo, sea o no
suficiente para enervar la misma, la que reúna las dos condiciones
siguientes: de un lado, que sea obtenida sin vulneración de derechos
fundamentales, directa o indirectamente, conforme requiere el artículo 11.1
de la Ley Orgánica del Poder Judicial , y de otro lado, que se practique en el
plenario o juicio oral, con las debidas garantías de contradicción, o, en los
supuestos de prueba anticipada o preconstituida, en la fase de instrucción,
cuando sea imposible su reproducción en aquél acto y siempre que se
garantice igualmente el ejercicio del derecho de defensa y la posibilidad de
contradicción.
En la sentencia mayoritaria, se utilizan argumentos en sí mismos
contradictorios, presunción de inocencia y error en la valoración de la
prueba. Así tal presentación, además de desconocer el ámbito del principio
de presunción de inocencia, excluyente de tal determinación subjetiva,
según reiteradísima jurisprudencia del Tribunal Supremo (sentencias de 29
de junio de 1.994 , 9 de febrero de 1.995 y 11 de marzo de 1.996 , entre
otras), es en sí misma incongruente en tanto que la valoración de la prueba
que compone su contexto es incompatible con una infracción constitucional
que precisamente supone ausencia o insuficiencia probatoria, pero que no
admite en su seno el debate sobre discrepancias valorativas y, menos aún, si
éstas se suscitan entre las conclusiones obtenidas por el Juzgador a quo y las
fijadas por la parte en un ejercicio inadmisible de invasión de funciones
procesales y constitucionalmente asignadas a dicho órgano jurisdiccional. O
no existe prueba de cargo en cuyo caso la sentencia condenatoria vulnera el
principio de presunción de inocencia, o existe prueba de cargo
indebidamente valorada en cuyo caso la sentencia condenatoria no
vulnerara el principio citado, pues el principio de presunción de inocencia
es definido por nuestra jurisprudencia ( sentencia del Tribunal Supremo de
fecha 28 de julio de 2.000 ) como el derecho de todo acusado a ser absuelto
si no se ha practicado una mínima prueba de cargo acreditativa de los
hechos motivadores de la acusación, desarrollada o contrastada y ratificada
en el juicio oral, con sujeción a los principios de oralidad, inmediación,
contradicción y publicidad.
En la presente sentencia se deberá partir de la doctrina por esta Sala
constantemente mantenida, siguiendo los dictados de nuestro Tribunal
Constitucional y Tribunal Supremo, y que puede ser resumida señalando
que en nuestro derecho procesal penal rige el sistema de libre valoración de
la prueba, así consagrado por el artículo 741 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal , que autoriza al Juez o Tribunal a formar su íntima convicción,
sin otro límite que el de los hechos probados en el Juicio Oral, a los que ha
de hacer aplicación de las normas pertinentes, siguiendo sus mandatos, así
como con el empleo de las normas de la lógica y de la experiencia. Este
principio de la libre valoración de la prueba ha sido reconocido y
complementado por la doctrina del Tribunal Constitucional, al socaire
sobre todo de la interpretación y aplicación de la presunción de inocencia,
integrada en el artículo 24 de la Constitución , como derecho fundamental,
en relación con el artículo 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal .
Pueden considerarse como requisitos esenciales de aquella doctrina que: a)
la prueba que haya de apreciarse ha de ser practicada en el juicio oral
(principio de inmediación), salvo los supuestos admitidos de prueba
anticipada; b) la carga probatoria incumbe a las partes acusadoras y no a la
defensa, por corresponder al acusado el beneficio de la presunción de
inocencia; y c) dicha prueba ha de ser de cargo, suficiente para desvirtuar
aquella presunción ( sentencia del Tribunal Constitucional de 23 de mayo
de 1.990 ).
Para que pueda ser acogido el error en la apreciación de las pruebas
es necesario que aparezca de modo palmario y evidente que los hechos en
que se haya fundamentado la condena carezcan de todo soporte probatorio,
o que en manera alguna pueden derivarse lógicamente del resultado de
tales pruebas, no pudiendo equipararse a tal error la mera discrepancia en
cuanto a la valoración de tales pruebas que ha hecho el juzgador de
instancia en aplicación de lo prevenido en el artículo 741 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal . Nuestro Tribunal Supremo ha venido a indicar
que el uso que haya hecho el juez de su facultad de libre apreciación o
apreciación en conciencia de las pruebas practicadas en el juicio
(reconocida en el artículo 741 citado) y plenamente compatible con el
derecho a la presunción de inocencia y a la tutela judicial efectiva, siempre
que tal proceso valorativo se motive o razone adecuadamente en la
sentencia, únicamente debe ser rectificado, bien cuando en realidad sea
ficticio por no existir el correspondiente soporte probatorio, vulnerándose
entonces incluso la presunción de inocencia, o bien cuando un ponderado y
detenido examen de las actuaciones ponga de relieve un manifiesto y claro
error del juzgador a quo de tal magnitud y diafanidad que haga necesaria,
con criterios objetivos y sin el riesgo de incurrir en discutibles y subjetivas
interpretaciones del componente probatorio existente en los autos, una
modificación de la realidad fáctica establecida en la resolución apelada. Más
concretamente, la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha venido exigiendo,
a fin de acoger el error en la apreciación de las pruebas, que exista en la
narración descriptiva supuestos inexactos, que el error sea evidente, notorio
y de importancia o que haya existido en la prueba un error de significación
suficiente para modificar el sentido del fallo.
Más concretamente, sólo cabe revisar la apreciación hecha por el Juez
en la medida en que aquélla no dependa sustancialmente de la percepción
directa o inmediación que el mismo tuvo con exclusividad y, en
consecuencia, el juicio probatorio no sólo será contrastable por vía de
recurso en lo que concierne a, las inducciones y deducciones realizadas por
el "Juez a quo", de acuerdo con las reglas de la lógica, pero no en lo relativo
a la credibilidad de los testimonios o declaraciones oídos por el Juzgado,
haciendo hincapié en si tales inferencias lógicas han sido llevadas a cabo
por el órgano judicial de forma absurda, irracional o arbitraria, es decir, si la
valoración de la prueba ha sido hecha mediante un razonamiento que cabe
calificar de incongruente o apoyado en fundamentos arbitrarios como
aquellos que aplican criterios contrarios a los preceptos constitucionales.
Consecuentemente con lo anterior, y aun partiendo de la
conceptuación de la apelación como un nuevo juicio, cuando no se han
practicado en la segunda instancia nuevas pruebas, y las que sirvieron para
basar el fallo de la sentencia recurrida fueron de carácter esencialmente
personales, testimonios de denunciantes y denunciados, testificales,
periciales etc, las posibilidades de revisión en la segunda instancia se
reducen por un lado a las cuestiones de derecho, de aplicación de la norma
procesal o sustantiva efectuada y por otro a la revisión del proceso lógico
que ha llevado al Juez a considerar las pruebas que directamente presenció
y oyó como suficientes para fundar la condena.
En reiteradísimas sentencias, esta Sección tiene declarado que no cabe
pretender una revisión o una nueva valoración de las pruebas en cuya
práctica no hemos intervenido, sin que se ponga de relieve en el recurso ni
se aprecie atisbo alguno de irracionalidad en la valoración efectuada.
Es por lo que, la sentencia que hoy es objeto de recurso de apelación,
en lo que se refiere a este aspecto del recurso, (la apreciación de la culpa de
la parte condenada) se muestra como correcta y ajustada a Derecho, tanto
en su apreciación fáctica como en la calificación jurídica efectuada por el
Juzgador de instancia, debiendo su criterio prevalecer, dado que ni es
manifiestamente erróneo, ni existe desviación en la aplicación del derecho,
ni se han practicado nuevas pruebas en la segunda instancia que desvirtúen
el resultado de las ya practicadas.
En el presente supuesto, se ha partido de la prueba consistente en la
declaración de las acusadas, testificales, pericial y documental. En ningún
pasaje de la sentencia mayoritaria se expone que alguna de las anteriores
pruebas haya sido obtenida vulnerando derechos fundamentales o que en el
acto de juicio no se hayan practicado con las debidas garantías. En realidad
lo que viene a exponer es que la practicada no es suficiente para enervar el
mencionado principio. De ahí que deba concluirse que hay prueba
válidamente obtenida siendo cuestión distinta su suficiencia o insuficiencia.
Teniendo en cuenta lo anterior y examinando la sentencia de
instancia, puede comprobarse que el Juzgador de instancia ha exteriorizado
de forma detallada y minuciosa las razones que le han conducido a
constatar el relato de hechos probados a partir de la actividad probatoria
practicada; y asimismo la racionalidad de dicha convicción ya que se ha
alcanzado a partir de pruebas de cargo con cumplido acatamiento de las
garantías que deben presidir un juicio justo, habiendo hecho el Juez "a quo"
expresa mención del testimonio coherente y detallado mantenido por la
víctima del suceso, relatando los hechos ocurridos, al tiempo que hace
mención a la declaración de la restante prueba, concretamente a la
declaración de la acusada y demás prueba personal.
En este sentido, la mayoría del Tribunal estima que atendidas las
declaraciones vertidas en el plenario no ha quedado acreditada la condición
de "secreto", esto es, que el supuesto apoderamiento de los chats se realizara
con la finalidad de descubrir algo, ya que según su criterio, la práctica y
mantenimiento por parte del denunciante de dichas comunicaciones era
algo ya conocido por la acusada.
Y en este extremo es donde se muestra la discrepancia respetuosa de
quién formula el presente voto particular con el criterio mayoritario del
Tribunal. El hecho de que el denunciante chatease en el ordenador usado
indistintamente en la vivienda, en lugar de utilizar el portátil de su único
uso y que una vez producida la crisis matrimonial lo dejase en la vivienda,
en modo alguno autoriza a inferir ese conocimiento de las comunicaciones
llevadas a cabo por el denunciante.
A tal efecto, como señala la sentencia del Tribunal Supremo de 14 de
Mayo de 2001 : "las alegaciones, repetimos, deben ser repelidas
rotundamente, porque esa invocada «dimensión familiar» de la intimidad no
autoriza en modo alguno a uno de los cónyuges a violar el derecho
fundamental a la intimidad que, como persona, tiene el otro cónyuge, ni a
vulnerar el secreto de las comunicaciones que, a toda persona otorga el art.
18 CE , tanto en el ámbito individual como en el familiar de su existencia".
Y en segundo lugar, el hecho de que los documentos estén en una mesa a la
vista y al alcance de la acusada, no excluye el delito, pues, como ya se han
indicado anteriormente, no es necesario que los documentos estén en lugar
cerrado, y que lo que sanciona el tipo es el apoderamiento de los
documentos, estén bajo llave o estén al alcance del infractor.
Tampoco estima quién formula el presente, que el hecho de rogar a la
acusada la práctica de un trío y que el denunciante le contase que otras
personas llevan a término esas prácticas sexuales, la haga sabedora y
conocedora del concreto contenido de las conversaciones por el
denunciante mantenidas sino es por el acceso inconsentido a las mismas.
Señalar además que ni el Juzgador de instancia ni la mayoría del
Tribunal ha otorgando credibilidad al extremo referido por la acusada en
cuanto a que fue Abilio quién le entregó impresas las conversaciones de
naturaleza sexual con el fin, alega, de que constatara que era normal
mantener intercambios de pareja con fines sexuales y para que ella pudiera
participar en dichas comunicaciones.
Y en este extremo, coincidimos atendiendo a que Abilio lo ha negado
con rotundidad "ni siquiera sabía que tal información estaba en el
ordenador, puesto que de saberlo, lo hubiera eliminado" (extremo ratificado
por el perito informático de la defensa al señalar que ese programa guarda
por defecto de forma automática los archivos de cada conversación y el
usuario desconoce que se almacenan) añadiendo "nunca le revelé a nadie
esas actividades que llevaba a cabo", lo que denota que eran secretas.
Segundo, porque si se atiende a las fechas de las conversaciones aportadas
por la acusada (octubre de 2.009 a agosto de 2.010) se constata que al
menos durante ese lapso temporal ha mantenido en secreto sus relaciones
sexuales con terceras personas; secreto que mal se compagina con quién
decide, espontáneamente, compartirlas con su esposa y no sólo eso sino
además, entregarle impresas las conversaciones mantenidas con personas
con las que pretendía mantener relaciones sexuales en la clandestinidad.
Por otro lado, altamente destacable es la inverosímil finalidad aludida por la
acusada sobre esa "entrega impresa de los chat", atendido el tenor de las
conversaciones en donde en lugar de "informar", Abilio trata de mantener
relaciones sexuales en breve, sin contar con la acusada, como ella indica.
En último término, si como manifestó la acusada fue a finales de
septiembre-octubre de 2.010 cuando Abilio le entregó impresos los chat,
llama poderosamente la atención que ante el contenido de los mismos la
separación no sea inmediata y espere a diciembre de 2.010 en pedirle que
abandone el hogar conyugal y además que no sea hasta finales de enero de
2.011 cuando acude por primera vez a la consulta de la Psicóloga Doña.
Carina , no en septiembre como afirma la Sala, y se trate este tema de las
conversaciones, siendo que al mes siguiente se rompen las negociaciones
entre las partes. Es más lógico, tal y como concluyó el Juzgador pensar que
la acusada tuvo conocimiento del contenido de esos chat con posterioridad
a la fecha que afirma (septiembre-octubre de 2.010) más próxima a la salida
del denunciante del domicilio conyugal y a la visita de la psicóloga y que se
los entregara a su letrada una vez en febrero de 2.011 se rompen, a
instancia de Abilio , las negociaciones sobre un posible convenio regulador.
Con todo, considero que sí estamos ante un "secreto" ya que los chats
eran conversaciones que el denunciante mantenía con terceros con el fin de
mantener relaciones sexuales y esas concretas circunstancias no eran
conocidas por la acusada, que no existe vulneración de la presunción de
inocencia al haberse valorado en la instancia tanto la prueba de cargo como
de descargo, y no estimar que el razonamiento del Juzgador sea ilógico,
arbitrario ni carente de sentido, que en modo alguno concurre el "pro reo"
atendiendo a que la mera lectura de la sentencia dictada en la instancia
pone de relieve, por el contrario, el firme convencimiento de la autoría y
que es evidente que los hechos encajan en la descripción típica del delito de
descubrimiento y revelación de secretos del art. 197,1 del Código Penal ,
por cuanto para vulnerar la intimidad de su víctima, la acusada accedió, sin
consentimiento, a los chats privados de su entonces esposo y dicho acceso
supone, sin más, una intromisión ilegítima en el ámbito privado y por tanto
íntimo, del denunciante; añadiendo que este acceso ilegítimo supuso, sin
necesidad de descubrir ni revelar ningún secreto, una vulneración del
derecho fundamental a la intimidad del perjudicado desde el mismo
momento en el que se introdujeron en sus conversaciones privadas, pues la
acción de la acusada, una vez que conoció la naturaleza del contenido de las
comunicaciones interceptadas e identificó a los comunicantes, se orientó
con claridad al apoderamiento de datos relativos a la intimidad estricta de
otra persona que constituían secretos de ésta en cuanto no resultaban
accesibles a terceros de forma indiscriminada por lo que, al encontrarnos
ante prueba personal, entiendo ajustada y racional, la conclusión a la que
llega el Juzgador de instancia, por responder a las reglas de la experiencia y
por tanto el recurso devenía improsperable.
En Palma de Mallorca, a 18 de febrero de 2014 LA MAGISTRADA
-CRISTINA DÍAZ SASTRE
Publicación.- Antonia Ferrer Calafat, Secretario del Tribunal, hago
constar que el Ilmo. Sr. Magistrado ponente ha leído y publicado la anterior
Sentencia en la audiencia pública correspondiente al día de su fecha, de lo
que doy fe y certifico.
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