Pensar la Discapacidad 25 cermi.es El periódico de la discapacidad MARZO 2009 Luis Cayo Pérez Bueno Presidente del CERMI La imagen social de las personas con discapacidad. A propósito de José Julián Barriga Bravo S obre esta cuestión de la imagen social de las personas con discapacidad podemos enunciar algunas impresiones, más que conclusiones. Impresiones porque se trata de un debate vivo y vigente, que no puede concluir todavía, y porque se trata de un trabajo en curso sobre el que no se puede decir nada definitivo, por suerte. Si los medios de comunicación, todos, pero fundamentalmente los audiovisuales, quieren parecerse a la sociedad a la que se dirigen tiene que mostrar la realidad de la discapacidad, con normalidad y naturalidad. Si escamotean, opacan o distorsionen a estas personas no estarán dando una imagen fiel del mundo que nos ha tocado vivir. Si aspiran a ser informativamente responsables, han de contar con la discapacidad. Desde la discapacidad, hemos de abandonar la tentación del victimismo, tan fácil y tan justificada, pues hemos sido durante demasiado tiempo víctimas; hemos de descartar el lamento intransitivo sobre el poco caso que nos hacen, la imagen inadecuada que ofrecen, lo residual de la atención. Estamos en una sociedad muy compleja, con múltiples focos de atención e interés. Las relaciones de la sociedad con los medios son muy arduas, para todo tipo de sectores y grupos. Más que quejarnos, lo que no significa renunciar a una crítica vigorosa, debemos esforzarnos en “seducir”a los medios. Con creatividad, con ingenio, con nuevas ideas, debemos atraérnoslos, haciéndoles ver que somos interesantes. Que somos, estamos, y contamos, y que tenemos algo que decir y que mostrar. Que nuestra presencia enriquece el panorama. La discapacidad es una cosa diversa, dispersa, plural y complicada. Es un dédalo a veces inextricable para los medios. Desde las organizaciones de la discapacidad debemos ofrecernos permanentemente a los medios para orientarlos, aclararles dudas, explicarles algunos matices, lo que ellos no tienen tiempo –por la dinámica de su trabajo– para abordar con serenidad. Deben vernos como aliados o asistentes para el perfeccionamiento de su trabajo. El que las personas con discapacidad accedamos como profesionales a los medios puede ayudar a esa imagen normalizada y naturalizada de la discapacidad. Si formamos parte de las redacciones o de los estudios, de la nómina de guionistas o creativos, al final podremos tener vías de acceso a las pantallas o a las páginas. No sólo tenemos que salir, sino que hemos de poder acceder a los contenidos. Los medios, sobre todo los audiovisuales o los nuevos soportes como la TDT, deben ser accesibles, como cuestión de derecho, a las personas con discapacidad. Hemos de hacer valer nuestra fuerza ante las empresas en tanto que consumidores de bienes, productos y servicios, en tanto que grupo de interés singularizado, con poder, aunque sea relativo de prescripción, para que la publicidad nos tome en consideración. La creación de redes inter-sectores, la generación de alianzas, como el Comité de Apoyo a la Discapacidad en los Medios Audiovisuales, que promueve la Fundación ONCE, son iniciativas acertadas en esta senda de normalización y naturalidad de la imagen social de la discapacidad. Desde la discapacidad debemos multiplicar, aunadamente, estos proyectos, en todas las esferas. La creación de un Foro de carácter permanente, constituido por las empresas de medios de comunicación, los profesionales, los artistas y creativos, los anunciantes y las organizaciones de personas con discapacidad y sus familias, en el que abordar todas las cuestiones que conciernen a la imagen social de la discapacidad, puede ser una medida acertada para que el debate, la aproximación y el trabajo en común se institucionalicen. Los medios de comunicación, pese a su importancia e influjo, son un elemento más de las sociedades complejas. Las minorías singularizadas como la discapacidad no debemos preocuparnos y ocuparnos, pero no obsesionarnos con ese “mátrix” a veces ingrato. Hay vida fuera de los medios al uso, y hay posibilidades de generar nuevos medios o explotar de nuevas formas los medios habituales. Internet, los “blogs”, las redes sociales, los móviles, etc., nos ofrecen posibilidades aún inéditas que podemos y debemos ensayar. Todas esas impresiones pueden extraerse de la lectura del libro “La imagen social de las personas con discapacidad. Estudios en homenaje a José Julián Barriga Bravo”. Se trata de la obra más amplia e integral editada en España para abordar esta cuestión tan poliédrica de la imagen social de la discapacidad. Bajo las directrices de Juan Antonio Ledesma, eficaz y solvente editor, la publicación reúne estudios sectoriales siempre pertinentes y esclarecedores sobre lo más relevantes aspectos de la imagen social de la discapacidad. En pocas ocasiones, pueden encontrarse en nuestra literatura sobre discapacidad o medios, artículos de fondo, investigaciones de las reunidas en este libro por Juan Antonio Ledesma. Publicidad y discapacidad, el estado de la cuestión en Europa, la imagen social a lo largo de la Historia, la proyección social del deporte paralímpico, los procesos de estigmatización, la imagen de la discapacidad en la vorágine de los nuevos medios y soportes tecnológicos, etc., son algunos de los asuntos que nuclean este libro multidisciplinar y variado, pero nunca disperso. P ero si bien es cierto que se trata de una obra científica, no lo es menos que en ella late una pasión, una pasión contenida, si se quiere, elegante, que no llega nunca a la efusión, pero que no reniega de un contenido afectivo. Y la afectividad viene dada porque se concibió como un homenaje a una persona concreta, a alguien como Julián Barriga que es quien más ha hecho en España por conciliar proactivamente la discapacidad y los medios de comunicación. Por dignificar la imagen social de las personas con discapacidad. Desde su cargo durante muchos años como director general de Servimedia, Julián Barriga, y siempre con arreglo a criterios profesionales, ha desplegado una actividad incesante para que el tratamiento de los medios hacia la discapacidad fuera normalizador. Primero, para cobrar visibilidad, y luego, para que una vez la discapacidad fuera visible, como un hecho más de los tantos que concurren en nuestro horizonte personal y social, adquiriera la nota de naturalidad. Para que se perdieran los sesgos y las aristas, los prejuicios y las inercias, las disolventes ideas recibidas. El trabajo de Julián, en esta área, ha sido ingente y enormemente productivo. Y de ahí la necesidad de un libro de estas características, un libro de amigos, pero también de profesionales, agradecidos y reconocidos. Gratitud y reconocimiento para alguien como Julián Barriga que nos ha ayudado, con su mejor saber y entender, que créanme es mucho, a que la discapacidad sea percibida con naturalidad, con normalidad. Tiempos extraños en los que la normalidad requiere de trabajos casi heroicos, pero que después de Julián pierdan esa nota casi de gesta, y se convierten en una prosaica normalidad. A pesar de ser Julián un representante de una tierra como la extremeña que se ha prestado tanto a la épica, su tarea ha permitido que la discapacidad conquiste el común y corriente espacio de la normalidad. Ser percibidos como seres humanos, comunes y corrientes, supone un cambio de efectos irreversibles. Ni héroes ni víctimas, sino puras y simples personas. Más que quejarnos, lo que no significa renunciar a una crítica vigorosa, debemos esforzarnos en “seducir” a los medios. Con creatividad, ingenio, con nuevas ideas