2014-06-15-JohnnyAlv..

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Nombre: Paternidad… un modelo terrenal y un modelo celestial.
Propósito: Quiero traer al conocimiento, que la Historia bíblica, contiene el
manual de paternidad.
Dios es nuestro padre celestial y tiene destinada la PATERNIDAD para
nosotros, al aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador, estamos
aceptando ser vasos llenos de gracia, misericordia y amor incondicional,
conceptos implícitos en la paternidad.
Solo por gracia de Dios, estoy aquí hablando de este tema, o quizás porque
Paul me ve desde hace 14 años que me congrego en esta comunidad,
llevando carteras, peluches, muñecas y demás detalles que mis hijas traen
con ellas pero que al final como papá debo andar cargando.
En fin que sobre todo cuando Dios te regala hijas tan valiosas, el corazón
no va con la razón, y siempre anda uno pensando en la mejor coartada que
diré al juez, si alguien se atreve a hacerles daño.
Solo tengo 18 años de ser padre y aprendí a serlo, siguiendo el modelo que
mi padre celestial diseñó, leamos en MATEO:
Mateo 1:18 El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su madre, María,
estaba comprometida para casarse con José, pero antes de unirse a él,
resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo.
Mat 1:19 Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería
exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto.
Mat 1:20 Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en
sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas
recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del
Espíritu Santo.
Mat 1:21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él
salvará a su pueblo de sus pecados.»
Mat 1:22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había
dicho por medio del profeta:
Mat 1:23 «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel»
(que significa «Dios con nosotros»).
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Mat 1:24 Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había
mandado y recibió a María por esposa.
Este es el primer paso de este modelo que aprendí, recibir y amar a mi
esposa. No podemos concebir la paternidad sin un profundo respeto y
amor a la maternidad, desde el mandato bíblico de Efe 5:25 Esposos, amen
a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella.
Entendiendo que ella es una hija de Dios y que al final de mis días, Mi padre
celestial ( no mi suegro) me preguntará si acepté y amé el regalo que me
dió, si su alma se ha salvado. Al igual que José, hemos de aceptar la
voluntad de Dios, escuchar la voz de Dios, acompañar en una vida de
entrega a la mujer que da vida a nuestros hijos, en el plan de hacer
FAMILIA, como la voluntad primaria de nuestro Señor, si somos buenos
esposos es muy seguro que seamos buenos padres, porque estamos
entendiendo ese diseño sacrificial de entrega de Cristo a su iglesia, ese
Misterio del que Pablo hablaba en su carta.
Asumimos nuestro sacerdocio, el de ser cabeza, el de AMAR a la esposa,
sin andar con ideas que son del mundo en relación a la belleza, la
sensualidad y patrones distorsionados que solo provocan una separación y
alejamiento. Y ella, la esposa se somete, se sujeta, claramente
entendiendo, lo que representa éste mandato, el de respetar y valorar a su
esposo, de animarlo y acompañarlo, con un profundo valor de la autoridad
y responsabilidad delegada sobre él.
Lidieth y yo, tenemos más de treinta años de estar juntos, nos amamos y
nuestras hijas nacieron en el tiempo de Dios y tras haber pasado un diluvio
de espera en nuestras vidas, pero el arco iris del pacto llegó con nuestra
hija Miranda, y también llegó nuestra alegría de caminar con el Señor al
nacer nuestra hija Clarisa.
Y con ellas llega el segundo paso del modelo que aprendí.
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Luc 2:40 El niño crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la gracia
de Dios lo acompañaba.
Luc 2:46 Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre
los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Luc 2:47 Todos los que le oían se asombraban de su inteligencia y de sus
respuestas.
Luc 2:52 Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más
gozaba del favor de Dios y de toda la gente.
Aprendimos que la paternidad conlleva un segundo mandato: llevar a
nuestros hijas al conocimiento de Dios, José instruyó a su hijo, asumió el
rol de Padre, cuando damos a nuestros hijos instrucción en la doctrina
bíblica, estamos educando para la vida eterna, doctrina viene de una
palabra hebrea que significa educación-enseñanza, instruirlos en el
conocimiento de Dios, de Su palabra y de las enseñanzas de Jesucristo y no
sólo de los Beneficios de seguirle.
Posiblemente algunos de nosotros latinos, nos enseñaron a hacer la carta
al niño Dios y continuamos nuestros días en sólo pedir a DIOS, así como
algunos, en otros países le piden a Santa Claus cada navidad. No es esa una
relación sana con el Padre y su voluntad.
No podemos pensar que el mundo o los docentes en las escuelas, los
están educando, es mi responsabilidad, la responsabilidad de cada uno de
nosotros el asumir ese papel, Proverbios 22:6 Instruye al niño en el
camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará. Cuál es ese camino,
el único camino, Jesús.
A veces toca a los abuelos, tíos o parientes, asumir el reto y llevar adelante
esta labor de educación por amor o misericordia, pero no restemos valor y
responsabilidad a quienes realmente fueron llamados a hacerlo y mucho
menos les quitemos la oportunidad.
Conforme les estoy compartiendo, resumo que la Palabra de Dios nos guía
a la paternidad desde estos dos modelos, amando a nuestras esposas e
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instruyendo a nuestros hijos en el conocimiento de Dios, dentro de una
familia.
Pero qué pasa cuando no hemos crecido dentro de este diseño de
paternidad y Satanás con toda su influencia sobre el mundo lo rompió.
Qué pasa con los que no conocieron a su padre biológico, o los que nunca
han sentido esa presencia masculina guiando sus vidas, los que desde el
abuso, el maltrato o la indiferencia han recorrido sus días, ajenos al abrazo
que conforta.
Como sanamos esa área de nuestras emociones, esa parte del alma, que
persigue el diseño divino y que los hombres nos niegan.
Como restauramos la paternidad terrenal ausente? Lo hacemos a través
del modelo en Jesucristo, si lo recibimos a ÉL en nuestras vidas, estamos
recibiendo su legado eterno, la Salvación del juicio venidero, la justificación
ante Dios Padre, la sanidad de la resurrección y la compañía del Espíritu
Santo en nuestras vidas.
Recibimos el Espíritu consolador que nos revela a CRISTO, que nos revela
Su palabra de vida, que Él mismo escribió, y que nos unge con Su poder
para ir y hacer discípulos, y que como dice en:
Rom 8:14-15 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son
hijos de Dios.
Y ustedes no recibieron un espíritu, que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba!
¡Padre!»
En esa adopción se nos revela la paternidad celestial, ese modelo que DIOS
en Su gracia nos ofrece, para restaurarnos en la fuerza inagotable del
poder de Cristo, para que entendamos que no se trata de añadir a Cristo a
nuestras vidas, sino de entender que no hay vida sin Cristo.
Es el espíritu de Dios en nosotros el que nos llevará a recordar cómo
fueron esas relaciones de paternidad en nuestra infancia, cómo vivimos a
nuestros padres terrenales, y a partir de allí, iniciar el proceso de sanidad,
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de restauración de ese pasado. Sólo el Espíritu Santo nos ungirá con el
aceite del perdón, como el único puente para alcanzar esa redención, y no
para que nos sintamos mejor, para que elevemos nuestra autoestima, o
para que seamos todo lo que debemos ser, sino para caminar en libertad,
para dejar atrás el pecado que nos ata al orgullo, al dolor, al resentimiento,
a la amargura, con el que le estamos gritando a Dios que ÉL no tiene el
poder de ser nuestro padre, que no queremos la adopción que nos ofrece,
que preferimos el infierno porque el sacrificio de sangre y amor con su
hijo, no es suficiente para nuestras vidas.
Hoy como dice en la carta a los Romanos los invito, a renovar diariamente
el entendimiento, a buscar la llenura del Espíritu Santo que viene con la
llenura de la Palabra de Dios, a permanecer en el Señor y entender y hacer
Su voluntad, a recibir esa paternidad que nos permita llevar por la
eternidad el nombre de Dios.
Seamos vasos llenos de gracia, misericordia y amor incondicional.
Seamos cristianos, conforme a la IMAGEN DE CRISTO.
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