Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 LOS DERECHOS FUNDAMENTALES COMO PRINCIPIOS Y SU RELACIÓN CON EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD SUMARIO: Introducción. La Concepción Decimonónica del Derecho. Derechos Humanos, Derechos Fundamentales y Garantías Individuales. El Principio de Proporcionalidad como Parámetro de Control en la Interpretación de los Derechos Fundamentales. Conclusiones. INTRODUCCIÓN En atención a los límites del presente ensayo, en una primera parte, como punto de partida, daré cuenta de algunas ideas sobre la concepción positivista del derecho integrado solamente por reglas y la concepción moderna del derecho integrados por reglas y, además, por principios; luego, algunos comentarios respecto de la distinción entre derechos humanos, derechos fundamentales y garantías, pues considero que si el Estado Constitucional de Derecho está caracterizado por la subordinación de las leyes a la norma superior o fundamental, o sea, el principio de supremacía constitucional; el respeto y vigencia plena de los derechos fundamentales; la autonomía, independencia, imparcialidad y eficiencia en la administración de justicia; la división de poderes, es decir, el sometimiento de todo acto de autoridad al orden constitucional y legal; y, la proscripción de la arbitrariedad y la impunidad; estos parámetros que en su conjunto pugnan por una “Constitución Normativa Garantizada.”; de ahí se sigue, en particular, que la delimitación y efectiva aplicación de los derechos fundamentales son ingredientes que inducen u obligan a reflexionar respecto a la función que en esa tarea tienen la moderna hermeneútica jurídica y el papel que pueda jugar el principio de proporcionalidad como parámetro de control; en la segunda parte, me ocuparé en particular del estudio del principio de proporcionalidad desarrollado por Robert Alexy, en la interpretación de los derechos fundamentales. Partiré de la hipótesis de que en una democracia constitucional el respeto de los derechos fundamentales es una condición necesaria en tanto que existen en el ámbito de lo jurídico-positivo, como la barrera infranqueable contra el ejercicio arbitrario del poder público –bien en sede administrativa, jurisdiccional o por el legislador democrático-, asimismo, dotar de contenido sustantivo a los derechos fundamentales, permite comprender la importancia que tienen un lado, su delimitación teórica –nivel de análisis que no se agota, como tradicionalmente se ha planteado en la doctrina jurídica constitucional nacional, en la dogmática jurídica-, de otro lado, la importancia de su efectiva aplicación; por tanto, considero que debe acuñarse el término “derechos fundamentales” en la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como vía jurídica alternativa en la construcción de la nueva teoría constitucional a la luz de la reforma constitucional de diez de junio de dos mil once sobre la denominación del Capítulo I de nuestra Constitución Federal denominado “De los derechos humanos y sus garantías”. La concepción de lo que son los derechos fundamentales puede encontrarse, entonces, en otros diversos campos de las ciencias sociales; a saber: en la teoría de la justicia, la filosofía de la política, la teoría del derecho, la sociología 1 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 en general, la sociología en particular y la historiografía, cada uno de los cuales pretende responder a interrogantes diversas1. Con destacar lo anterior no pretende desdeñar a la dogmática jurídica, más bien, busco dar razón y comprobar que ese sólo referente en un Estado Constitucional de Derecho, resulta insuficiente, porque esa perspectiva, se agota en lo que pudiéramos llamar, lo meramente formal, es decir, en la afirmación de la existencia de un derecho contenido en la Constitución o en una parte de ella, en la Tratados Internacionales en los que el Estado Mexicano sea parte. En cuanto a su aplicación efectiva en el Estado Constitucional de Derecho, la teoría tradicional de la interpretación jurídica, como trataré de comprobarlo, resulta insuficiente, si damos por sentado que el paradigma de la concepción decimonónica del derecho integrado únicamente por reglas, ha sido superada por la concepción moderna o contemporánea del derecho integrado no solamente por reglas, sino también, por principios y valores, de modo que el ámbito de la interpretación de los derechos fundamentales que por su propia naturaleza son positivamente establecidos a través de conceptos jurídicos indeterminados cuyas condiciones de aplicación. Efectiva no pueden preverse en todo su alcance posible, hasta en tanto en el plano de la praxis se busca la solución de un caso concreto en el que su entorno particular, las circunstancias que en él concurren, significa que el operador jurídico de la norma tienen que acudir a otros parámetros de control, como puede ser el principio de proporcionalidad que debe ser considerado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en su función de Tribunal Constitucional, al decidir sobre el contenido de los mismos. No pasa inadvertido el activismo en esta vertiente por parte de los Ministros José Ramón Cossío Díaz y Juan Silva Meza, quienes al delimitar el contenido del principio de constitucionalidad de igualdad con relación al ejercicio del poder público por el legislador democrático, han apelado a los principios de racionalidad, proporcionalidad y escrutinio estricto2. 1 Carbonell, Miguel, “Los Derechos Fundamentales en México”. Primera Reimpresión de la Primera Edición, México, Porrúa, 2005, “Los Derechos Fundamentales en la Constitución de 1917: Introducción General”, el autor plantea que la postura reduccionista jurídica de análisis de los derechos fundamentales, los hace refractarios a una realidad que transciende los ordenamientos jurídicos, p. 2. 2 Precedente: Amparo directo en revisión 988/2004, 29 de septiembre de 2004, Unanimidad de cuatro votos. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria: Rosalba Rodríguez Mireles. Localización: Novena Época. Instancia: Primera Sala Fuente: Seminario Judicial de la Federación y su Gaceta, XX, Diciembre de 2004, Página: 362, Tesis Aislada: 1ª. CXXXII/2004, Materia Constitucional: “IGUALDAD. CRITERIOS PARA DETERMINAR SI EL LEGISLADOR RESPETA ESE PRINCIPIO CONSTITUCIONAL. La igualdad en nuestro texto constitucional constituye un principio complejo que no sólo otorga a las personas la garantía de que serán iguales ante la ley (en su condición de destinatarios de las normas y de usuarios del sistema de administración de justicia), sino también en la ley (en relación en su contenido). El principio de igualdad debe entenderse como la exigencia constitucional de tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales, de ahí que en algunas ocasiones hacer distinciones estará vedado, mientras que en otras estará permitido o, incluso, constitucionalmente exigido. En ese tenor, cunado la Suprema Corte de Justicia de la Nación conoce de un caso en el cual la ley distingue entre dos o varios hechos, sucesos, personas o colectivos, debe analizar si dicha distinción descansa en una base objetiva y razonable o si, por lo contrario, constituye una discriminación constitucionalmente vedada. Para ello es necesario determinar, en primer lugar, si la distinción legislativa obedece a una finalidad objetiva y constitucionalmente válida: el legislador no puede introducir tratos desiguales de manera arbitraria, sino que debe hacerlo con el fin de avanzar en la consecución de objetivos admisibles dentro de los límites marcados por las previsiones constitucionales, o expresamente incluidos en ellas. En segundo lugar, es necesario examinar la racionalidad o adecuación de la distinción hecha por el legislador: es necesario que la introducción de una distinción constituya un medio apto para conducir al fin u objetivo que el legislador quiere alcanzar, es decir, que exista una relación de instrumentalidad entre la medida clasificatoria y el fin pretendido. En tercer lugar, debe cumplirse con el requisito de la proporcionalidad: el legislador no puede tratar de alcanzar objetivos constitucionalmente legítimos de un modo abiertamente desproporcional, de manera que el juzgador debe determinar si la distinción legislativa se encuentra dentro del abanico de tratamientos que pueden considerarse proporcionales, habida cuenta de la situación de hecho, la finalidad de la ley y los bienes y derechos constitucionales afectados por ella; la persecución de un objetivo constitucional no 2 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 LA CONCEPCIÓN DECIMONÓNICA DEL DERECHO Para dar una idea sobre el tema de este apartado, comenzaré por referir, que la concepción en las teorías positivistas del derecho en la Europa continental se propaló especialmente, con los trabajos de Hans Kelsen y H.L.A. Hart, quienes sostenían que el derecho estaba constituido exclusivamente por reglas, o sea, por normas determinadas, provistas de una estructura condicional hipotética, identificadas como reglas jurídicas sobre la base de su validez y/o eficacia. Esta idea básica responde en cuanto a la forma de aplicación de las reglas a los esquemas lógicos del silogismo judicial y la subsunción. Ello con base al paradigma de que todo el derecho estaba conformado únicamente por reglas, es decir, por normas integradas por un supuesto de hecho y una consecuencia jurídica, de ahí que el operador jurídico cuando tenía ante sí una determinada questio facti, aplicaba la questio iure en atención a su correspondencia diferenciada. Como Kelsen lo expuso en su teoría pura del derecho, la estructura de las normas es condicional hipotética representadas de la siguiente forma: si A entonces debe de ser B. En esta estructura, A es el supuesto de hecho de la norma, y B la consecuencia jurídica. De modo que la norma prevé, que de actualizarse en la realidad el supuesto hecho A de la norma, entonces, el operador jurídico debía atribuir la consecuencia B al sujeto que hubiera cometido la acción prevista en el supuesto hecho. puede hacerse a costa de una a afectación innecesaria o desmedida de otros bienes y derechos constitucionalmente protegidos. Por último, es de gran importancia determinar en cada caso respecto de qué se está predicando con la igualdad, porque esta última constituye un principio y un derecho de carácter fundamentalmente adjetivo, que se predica siempre de algo, y este referente es relevante al momento de realizar el control de constitucionalidad de las leyes, porque la Norma Fundamental permite que en algunos ámbitos el legislador tenga más amplitud para desarrollar su labor normativa, mientras que en otros insta el Juez a ser especialmente exigente cuando deba determinar si el legislador ha respetado las exigencias derivadas del principio mencionado.”, en el mismo precedente se sostuvo al tesis aislada que dice “IGUALDAD. CASOS EN LOS QUE EL JUEZ CONSTITUCIONAL DEBE HACER UN ESCRUTINIO ESTRICTO DE LAS CLASIFICACIONES LEGISLATIVAS (INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 1°. DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS). La igualdad es un principio y un derecho de carácter fundamentalmente adjetivo que se predica siempre de algo, y este referente es relevante al momento de realizar el control de constitucionalidad de las leyes, por que la Norma Fundamental permite que en algunos ámbitos el legislador tenga más amplitud para desarrollar su labor normativa, mientras que en otros el Juez debe ser más exigente a la hora de determinar si aquél ha respetado las exigencias del principio de igualdad. El artículo 1° de la Constitución Federal establece varios casos en los que proceded dicho estricto. Así, su primer párrafo proclama que todo individuo debe gozar de las garantías que ella otorga, las cuales no pueden restringirse ni suspenderse sino en los casos y con las condiciones que la misma establece, lo que evidencia la voluntad constitucional de asegurar en los más amplios términos el goce de los derechos fundamentales, y de que las limitaciones a ellos sean concebidas restrictivamente, de conformidad con el carácter excepcional que la Constitución les atribuye. Por ello, siempre que la acción clasificadora del legislador incida en los derechos fundamentales garantizados constitucionalmente, será necesario aplicar con especial intensidad las exigencias derivadas del principio de igualdad y no discriminación. Por su parte, el párrafo tercero del citado precepto constitucional muestra la voluntad de extender la garantía de igualdad a ámbitos que trascienden el campo delimitado por el respeto a los derechos fundamentales explícitamente otorgados por la Constitución, al prohibir al legislador que en el desarrollo general de su labor incurra en discriminación por una serie de motivos enumerados (origen ético o nacional, género, edad, capacidades diferentes, condición social, condiciones de salud, religión, opiniones, preferencias, estado civil) o en cualquier otro que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas. La intención constitucional es, por lo tanto, extender las garantías implícitas en el principio de igualdad al ámbito de las acciones legislativas que tienen un impacto significativo en la libertad y la dignidad de las personas, así como al de aquellas que se articulan en torno al uso de una serie de criterios clasificatorios mencionados en el referido tercer párrafo, sin que ello implique que al legislador le esté vedado absolutamente el uso de dichas categorías en el desarrollo de su labor normativa, sino que debe ser especialmente cuidadoso al hacerlo. En estos casos, el Juez constitucional deberá someter la labor del legislador a un escrutinio especialmente cuidadoso desde el punto de vista del respeto a la garantía de igualdad.”; las negritas y el subrayado es mío. 3 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 Como se dijo, la manera de operar las normas es con base en los esquemas lógicos del silogismo jurídico y la subsunción. La subsunción viene a corresponder en el silogismo integrado por dos premisas, y la conclusión; es decir, la premisa mayor es la norma con su estructura condicional hipotética, si A entonces debe ser B al paso que la premisa menor es un enunciado subjetivo de la forma: X es A. Este enunciado afirma que X es un caso de A; entonces, la conclusión se deriva de las premisas mayor y menor y establece que debe aplicarse la sanción y al caso X, por ser un caso de A. La forma característica de aplicación de las reglas es, por ello, la subsunción3. En suma, el positivismo coincide con un modelo de organización jurídica y política bastante preciso, que es el modelo postrevolucionario del Estado de Derecho basado en un concepto fuerte de soberanía, en la separación de los poderes, en la codificación y el imperio de la ley, en la figura del “juez autómata”4. Una de las ideas más importantes de la teoría del derecho contemporáneo, tanto en el mundo anglosajón como en el derecho de la Europa continental, es la concepción de que los ordenamientos jurídicos no están compuestos exclusivamente por reglas, es decir, por el tipo tradicional de normas jurídicas, sino también por principios. Pues bien, si el derecho actual está compuesto de reglas y principios cabe observar que las normas legislativas son prevalentemente Reglas, mientras que las normas constitucionales sobre derechos y sobre la justicia son prevalentemente principios (y aquí interesan en la medida en que son principios)5. A la concepción tradicional de la correspondencia necesaria entre las reglas y a la subsunción; en la teoría moderna del derecho, en especial a partir de la investigación del filósofo del derecho de Oxford, Donald Dworkin en el mundo anglosajón, con la tesis de que existe una respuesta correcta para cada caso se incluye en una teoría de los sistemas jurídicos que se distingue de las teorías positivistas apuntadas, a las que contrapone el modelo de los principios según el cual, el sistema jurídico está compuesto, además de por reglas, de modo esencial, por principios jurídicos, los que deben permitir que también exista una única respuesta correcta en los casos en que las reglas no determinan una única respuesta correcta, la que mejor pueda justificarse a través de teoría substantiva que contenga aquellos principios y ponderación de principios que mejor se correspondan con la constitución, las reglas del derecho y los procedentes, con la existencia de un Juez “Hércules”, con la habilidad, sabiduría, paciencia y a gudeza sobre natural, que estaría en la posibilidad de encontrar la única respuesta correcta; y, de Robert Alexy, profesor de la Universidad Kiel, Alemania, quien capta los déficits de la teoría de los principios a través de una teoría de la argumentación jurídica orientada de acuerdo con el concepto de razón práctica6. 3 Atienza, Manuell, “La Razones del Derecho. Teorías de la Argumentación Jurídica”, Editorial Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Primera Edición, 2003, p.174. 4 Prieto Sanchís, Luis, “Constitucionalismo y Positivismo”, Editorial Distribuciones Fontamara, S.A., Primera Edición, 1997, pégina 8. 5 Zagrebelsky, Gustavo, “El derecho Dúctil”, Editorial Trotta, Quinta Edición, 2003, páginas 109 y 110. 6 Alexy, Robert, “Derecho y Razón Práctica.” Editorial Distribuciones Fontamara, S.A., Segunda Reimpresión de la Primera Edición, 2002, página 7 y 8. 4 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 De esta forma se agregan a los principios, como parámetro de control en la determinación de contenido y aplicación efectiva de los derechos fundamentales, el principio de proporcionalidad. Así, se ha impulsado la convicción de que junto a la concepción positivista de las reglas de estructura condicional hipotética, existen los principios; por tanto, el descubrimiento acuñado de la existencia de los principios ha significado a su vez, el reconocimiento de una nueva forma de aplicación del derecho: el principio de proporcionalidad. Este principio constituye un instrumento de interpretación típicamente constitucional, especialmente, en el campo de los derechos fundamentales, que junto con otros estándares hermenéuticos modernos de análisis como la razonabilidad, el escrutinio estricto, la ponderación7, el escrutinio intermedio, la revisión basada en el fundamento racional, la interpretación conforme y pro homine, entre otros, pueden contribuir a suplir la insuficiencia de los métodos de interpretación clásicos en el ámbito constitucional, que hasta ahora se ha entendido en un sentido general, que la tarea de interpretar significa explicar, esclarecer y, por ende, descifrar el sentido de alguna cosa, interpretar una ley es revelar el sentido que ésta encierra, ya sea atendiendo a la voluntad del legislador, al sentido lingüístico de las palabras que utiliza, o bien, al sentido lógico objetivo de la ley como expresión del derecho, cuando se considera que el texto legal tiene una significación propia e independiente de la voluntad real o presunta de sus autores. Es decir, interpretar la ley es desentrañar y explicar el contenido de la norma, determinando su sentido y alcance con base en un análisis gramatical o literal, histórico, lógico o sistemático: métodos interpretativos que fueron creados bajo el paradigma del derecho integrado por reglas. De ahí surge la pregunta: ¿qué son las reglas y qué son los principios?. Veamos, las reglas nos proporcionan el criterio de nuestras acciones, nos dicen cómo debemos, no debemos, podemos actuar en determinadas situaciones específicas previstas por las reglas mismas; los principios, directamente, no nos dicen nada a este respecto, pero nos proporcionan criterios para tomar posición ante situaciones concretas pero que a priori aparecen indeterminadas8. Los principios son normas, pero no normas dotadas de una estructura condicional hipotética como un supuesto derecho y una sanción bien determinada; los principios son mandatos de optimización que ordenan que algo sea realizado en la mayor medida posible, de acuerdo con las posibilidades jurídicas y fácticas que juegan en ese sentido contrario, que se caracterizan porque pueden ser cumplidos en diversos grados y la medida ordenada de su cumplimiento no sólo depende de las posibilidades fácticas, sino también de las posibilidades jurídicas9, por tanto, los métodos de interpretación clásicos son insuficientes, pues ya no estamos ante un supuesto de hechos y la consecuencia jurídica. 7 Carbonell, Miguel, “Constitucionalismo y Democracia”, Editorial Porrúa, Primera Edición, 2004, en este extraordinario libro, el autor al exponer el tema: “La Transparencia que no llega: El Derecho a la Información y el Poder Judicial”, plantea que algunas leyes estatales de acceso a la información y alguna parte de la ley federal pudieran ser declaradas inconstitucionales si los jueces federales entendieran al derecho a la información dotado de diversos contenidos sustantivos y aplicaran estándares hermenéuticos modernos en su análisis; es decir, que los jueces tienen una tarea importante que jugar en la extensión de los principios democráticos; es decir, en la consolidación de la democracia, en cuanto guardianes de la legalidad, en suma: del orden constitucional democrático. 8 Zagrebelsky, Gustavo, ”El de derecho Dúctil”. Cit. P 110 9 Alexy, Robert, “Derecho y Razón Práctica.”, cit., p. 14. 5 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 Sirva de aproximación o acercamiento a la distinción entre derechos humanos, derechos fundamentales y garantías, la afirmación de que los derechos fundamentales son el ejemplo más claro de principios que tenemos en el ordenamiento jurídico. Por su redacción abstracta e indeterminada, estas normas tienen más bien la estructura de los principios que, en cuanto a mandato de optimización, ordenan que su objeto sea realizado en la mayor medida posible, de acuerdo con las posibilidades jurídicas y fácticas que juegan en sentido contrario. DERECHOS HUMANOS, DERECHOS FUNDAMENTALES Y GARANTÍAS INDIVIDUALES Tocante al tema de la distinción entre los conceptos de “derechos humanos”, “derechos fundamentales” y “garantías individuales y sociales”, seguiré en lo sustancial, la propuesta del Doctor Miguel Carbonell, en tanto que, en efecto, nos son equivalentes ni deben utilizarse indistintamente10, en razón de su estructura, contenido y funcionalidad. Considero pertinente acotar que en esta oportunidad, no profundizo en razones de análisis de estos referentes teóricos, atento a los límites de este ensayo, sólo diré que por lo primero comprendo sus elementos sustanciales conformadores; en cuanto lo segundo, se relaciona con el telos; y, en lo restante, las vicisitudes de su aplicación práctica relacionada con el ejercicio del poder público; jurisdiccional, legislativo o administrativo. 1. Los Derechos Humanos. En principio, convengo a afirmar que los derechos humanos son categoría más amplia, que en la práctica se utilizan con menos rigor jurídico que los derechos fundamentales; se hace referencia a los derechos humanos como expectativas que no están previstas de forma clara en alguna norma jurídica, con el objeto de reclamar lo que a algunas personas les puede parecer una actuación indebida de las autoridades; asimismo, las fronteras jurídicas de los derechos humanos son menos precisas que las que tienen los derechos fundamentales; pero la relación entre ambos, es estrecha, toda vez que vale la afirmación de que los derechos fundamentales son derechos humanos constitucionalizados11. En términos generales, podría decir que la finalidad de los derechos humanos es la salvaguarda de la persona frente al ejercicio arbitrario del poder público, constituyen un límite a la actividad estatal, que resulta válida para todo órgano o funcionario que se encuentre en una situación de poder, en razón de su carácter oficial, respecto de las demás personas. Así, los derechos humanos serían: en primer lugar, derechos universales; en segundo lugar; derechos fundamentales; en tercer lugar, derechos abstractos; en cuarto lugar, derechos morales; y, en quinto lugar, los derechos humanos se establecen con carácter prioritario respecto de cualquier otra clase de derechos 12. 10 Carbonell, Miguel, “Los Derechos Fundamentales en México”, cit. P.6. 11 Idem, pp. 8 y 9. 12 Alexy, Robert, “Teoría del Discurso y Derechos Constitucionales”, Editorial Distribuciones Fontamara, S.A., 1ª Edición, 2005, pp. 52 y 53. 6 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 Como colofón de esta breve reseña, propongo la definición siguiente, los derechos humanos son los bienes jurídicos universales, intransferibles e irrenunciables propios de las personas físicas, oponibles a cualquier acto ilícito proveniente del poder público o de la conducta de terceras personas, por lo que su titular debe ser protegido ante la expectativa de lesión inminente; o, de existir transgresión efectiva, corresponde su restitución, y de no ser esto posible, su indemnización. 2. Los Derechos Fundamentales. Ahora bien, respecto de la definición de derecho fundamental, es importante destacar que son fundamentales en cuanto derechos previstos en el texto constitucional y los tratados internacionales y no deben ser confundidos con los derechos humanos; todo derecho fundamental está incorporado en una disposición de derecho supremo, o sea, es un enunciado previsto en la Constitución o en los tratados internacionales; la disposición es un texto normativo que no ha sido dotado de sentido, que no ha sido interpretado; mientras que la norma sería el resultado de la interpretación del texto, que nos permitiría saber qué conductas están ordenadas, prohibidas o permitidas; de modo que, a partir de una norma de derecho fundamental se crea una relación de jurídica compuesta de tres elementos: un sujeto activo, un sujeto pasivo y un objeto de la relación; el primero de los elementos esta dado en función de la titularidad de derechos que asigne la norma, o sea, la persona destinataria del mismo; el segundo de los elementos, responde al tipo de enunciado que la norma de derecho fundamental contenga, ve a su contenido prescriptivo. Y en lo atinente al elemento restante, cabe decir que es variable y depende del objeto que persiga tutelar el derecho fundamental de que se trate13. Como una premisa del Estado Constitucional de Derecho, conviene precisar el concepto teórico de derechos fundamentales; a ese respecto, el Doctor Carbonell refiere, que una de las mejores definiciones de lo que debemos entender por ellos es la de Luigi Ferrajoli, para quien: son todos aquellos derechos subjetivos que corresponden universalmente a todos los seres humanos en cuanto dotados de status de personas, de ciudadanos o personas con capacidad de obrar14. De esta definición advertimos, en resumen, que los derechos fundamentales en su forma y estructura se distinguen de otros derechos –como los patrimoniales-, en cuanto que son universales (ómnium), en el sentido lógico de la cuantificación universal de la clase de sujetos que son titulares; son derechos indisponibles, inalienables, inviolables, intransigibles y personalísimos; por lo general, se materializan en normas de rango constitucional; y, por último, son verticales, en razón que dar lugar a una relación que se produce entre los titulares del derecho frente al Estado; de todo ello, destaca la característica de indisponibilidad de los derechos fundamentales que implica su sustracción de la esfera de decisiones de la 13 Carbonell, Miguel, “Los Derechos Fundamentales en México”, cit. p. 11. 14 Idem. P.12. 7 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 política como del mercado15. La esfera de lo no decidible –el “qué cosa” no es lícito decir (o no decidir)no es sino lo que en las Constituciones democráticas se ha convenido sustraer a la voluntad de la mayoría; en esencia son dos aspectos: la tutela de los derechos fundamentales –los primeros entre todos la vida y la libertad personal, que no hay voluntad de mayoría ni interés general ni bien común o público a los que puedan ser sacrificados- y la sujeción de los poderes públicos a la ley16. 3. Las Garantías Constitucionales. Por lo que toca al concepto de garantías individuales, parte de la doctrina nacional y retomada por la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al analizarlo y determinar sus elementos concurrentes, se remiten como punto de partida, a la clasificación que la Teoría General del Derecho realiza respecto a las relaciones jurídicas que se presentan en el campo del derecho, me refiero, a las relaciones de coordinación, supra a subordinación y supraordinación. En esas condiciones, las relaciones de coordinación son las entabladas entre particulares, en las que éstos actúan en un mismo plano, es decir, en igualdad, por lo que para dirimir sus diferencias e impedir que se hagan justicia por ellos mismo, se crean en la ley los procedimientos ordinarios necesarios para ventilarlas. En este tipo de relaciones se encuentran las reguladas por el derecho civil, mercantil, agrario y laboral. La nota distintiva de este tipo de relaciones es que las partes involucradas deben acudir a los tribunales ordinarios para que coactivamente se impongan las consecuencias jurídicas establecidas por ellas o contempladas en ley, estando ambas en el mismo nivel, existiendo bilateralidad en el funcionamiento de las mencionadas relaciones de coordinación. En cambio, las relaciones de supra a subordinación son las que se entablan entre gobernantes y gobernados, por actuar los primeros en un plano superior a los segundos, en beneficio del orden público e interés social; se regulan por el derecho público que también prevé los procedimientos para ventilar los conflictos que se susciten por la actuación de los órganos del Estado, entre ellos, destaca, en la órbita ordinaria, el procedimiento contencioso administrativo, así como los mecanismos de defensa de derechos humanos, mientras que en el parámetro constitucional, el juicio de amparo. Estas relaciones se caracterizan por la unilateralidad y, por tanto, la Constitución Federal dispone una serie de derechos humanos como limitaciones al actuar del gobernante, pues el órgano del Estado impone su voluntad sin necesidad de acudir a los tribunales, lo que en algunos casos pudiera dar lugar al ejercicio arbitrario del poder público. Finalmente, las relaciones de supraordinación son las que se establecen entre los órganos del propio Estado, en las cuales actúan en un mismo plano de igualdad superior, por encima de los particulares; 15 Ferrajoli, Luigi, “Los fundamentos de los Derechos Fundamentales”, Editorial Trotta, Segunda Edición 2005, pp. 29 a 35. 16 Ferrajoli, Luigi, “Jurisdicción y democracia”, en Carbonell, Miguel (coord…), “Jueces y Derecho. Problemas Contemporáneos”, Editorial Porrúa-Universidad Nacional Autónoma de México, Primera Edición 2004, p.106. 8 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 regulándose a su vez por el derecho público que prevé mecanismos de solución política y jurisdiccional, es decir, medios de control constitucional, destacando en este rubro, las controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad que señala el artículo 105, fracciones I y II, de la Constitución Federal Mexicana. En el contexto de lo expuesto, Ignacio Burgoa sostiene que el concepto de garantías individuales se integra de los siguientes elementos: a) La relación de surpa a subordinación, entre el gobernado (sujeto activo) y el Estado y sus autoridades (sujetos pasivos); b) Derecho público subjetivo que emana de dicha relación a favor del gobernado (objeto); c) Obligación correlativa del Estado y sus autoridades, consistente en respetar el consabido derecho y en observar o cumplir las condiciones de seguridad jurídica del mismo; y, d) Previsión y regulación de la citada relación por la Ley Fundamental17. Contrario a la concepción anterior, el Doctor Carbonell precisa que el maestro de la Universidad Nacional Autónoma de México, Héctor Fix-Zamudio ha demostrado en muchos de sus trabajos, que el concepto de garantía no puede ser equivalente al de un derecho; sino que es el medio para garantizar algo, hacerlo eficaz o devolverlo a su estado original en caso de que haya sido transgredido, violado, no respetado; de ahí que en sentido moderno una garantía constitucional tiene por objeto reparar las violaciones que se hayan producido a los principios, valores o disposiciones fundamentales18. Sobre el tema, el maestro Carbonell alude que, una idea más acabada del concepto de “garantía” la ha dado Luigi Farrajoli, quien a parte de la tesis de que “garantía” no es lo mismo que un derecho fundamental; de ahí se sigue la interrogante lógica: ¿por qué?; la respuesta se soporta en que las garantías en una primera acepción, serían las obligaciones que deriva de los derechos, pudiéndose hablar de garantías positivas y garantías negativas, de es manera –inversamente- las primeras obligarían a abstenciones por parte del Estado y de los particulares en el respeto de un derecho fundamental; en Tanto de las segundas, emergen obligaciones de actuar en determinado sentido con la expectativa que derive de algún derecho; ambas garantías se pueden subsumir en lo que el Ferrajoli llama las “garantías primarias o sustanciales” consistentes en las obligaciones o prohibiciones que corresponden a los derechos subjetivos en algún texto normativo; a diferencia de las “garantías secundaria o jurisdiccionales” que vienen a ser las obligaciones que tienen los órganos judiciales de aplicar la sanción ante actos ilícitos, o de declarar la nulidad cuando constaten la realización de actos no válidos que violen los derechos subjetivos y, por tanto, violen también las garantías primarias19. 17 Burgoa, Ignacio, “Las Garantías Individuales”, Editorial Porrúa, Trigésima Cuarta Edición, 2002, p. 187; sobre el tema puede consultarse Rojas Caballero, Ariel Alberto, “Las Garantías Individuales en México. Su interpretación por el Poder Judicial de la Federación”, Editorial Porrúa, Primera Edición, 2002, p.53 18 Carbonell, Miguel, “Los Derechos Fundamentales en México”, cit. p. 6. 19 Idem. p.7 9 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 Realizada la distinción de los conceptos precedentes, se está en la posibilidad de concluir, que es importante acuñar tanto en la doctrina cuanto en la jurisprudencia nacionales, el concepto de derechos fundamentales, porque responde en mayor medida a su positiva existencia en la Constitución Federal y en los Tratados Internacionales; asimismo, se corresponde a las ideas del neoconstitucionalismo o constitucionalismo moderno20, en el entendido que el catálogo de derechos que lo forman, representa lo que Luigi Ferrajoli denomina “la esfera de lo decidible, en su caso, es el constituyente quien puede aumentar dicho catálogo, no disminuirlo, de manera que ni legislador ordinario ni juez pueden inventar nuevos derechos que no estén reconocidos en la Ley Fundamental o en los tratados internacionales signados por México; sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación en su función de Tribunal Constitucional, y los Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito, y los Jueces de Distrito, a través de criterios interpretativos, en algunos supuestos especiales, pueden determinar o completar el contenido esencial de los derechos fundamentales previstos en la Constitución o en los tratados. Ejemplo de esta última tarea en nuestro país, viene a cuenta comentar que con la reforma del párrafo quinto, del artículo 1 Constitucional, publicada en el Diario Oficial de la Federación, el diez de junio de 2011, que a la letra dice: “…Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas…”, se creó una norma suprema que establece el derecho fundamental a la dignidad humana que trasciende a la prohibición al poder público que en el desarrollo general de su labor incurra en discriminación que trasciendan a los derechos y libertades de las personas derivados de su especial condición natural (origen étnico o nacional, género, edad, capacidades diferentes, salud, preferencias), social, cultural (religión, opiniones), jurídica (estado civil) o cualquier otra. Es decir, la dignidad de la persona humana como derecho fundamental, es muy probable que en el futuro inmediato sea objeto de delimitación sustancial y aplicación efectiva por la Suprema Corte, en los términos expresados en nuestra Constitución, y que puede tener una doble connotación jurídica, una desde el punto de vista positivo, pues comprende diversos derechos fundamentales como son el de salud, liberta de ideas, de expresión, a la integridad moral, etcétera, de los que es titular la persona; y, otra negativa, porque limita el ejercicio del poder público, en tanto que sus actos discriminatorios son incompatibles con la dignidad humana; por tanto, reconocer el derecho fundamental a la dignidad de la persona humana con una posición central, como un principio jurídico supremo, como referente lógico y ontológico para delimitación de contenido y aplicación de los demás derechos fundamentales, sería una postura importante para la consolidación y extensión de los principios democráticos, en los que los juzgadores tienen una factura pendiente, que es importante se empiece a saldar. 20 Por neoconstitucionalismo, constitucionalismo moderno o constitucionalismo, Prieto Sanchís, Luis, “Neoconstitucionalismo y Ponderación Judicial”, en edición de Carbonell, Miguel, “Neoconstitucionalismo (s)”, Editorial Trotta, S. A., 2003, p 123, estima que son tres las acepciones principales. En primer lugar, el constitucionalismo puede encarnar un cierto Estado de Derecho, designado por tanto, el modelo institucional de una determinada forma de organización política. En segundo lugar, el constitucionalismo es una Teoría del Derecho, más concretamente, aquella teoría apta para explicar las características de dicho modelo. Finalmente, por constitucionalismo cabe entender también la ideología que justifica o defiende la fórmula política a sí designada. 10 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD COMO PARÁMETRO DE CONTROL EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES En este apartado no pretendo realizar un estudio completo y exhaustivo, sobre el principio de proporcionalidad, sólo me ocuparé de trazar algunas directrices para comprender su importancia como método de la interpretación en el campo de los derechos fundamentales. Como precisé, la concepción moderna del derecho se orienta a establecer que se integra no solamente por reglas, sino también por principios, de ahí surge, pues, la cuestión relativa a desentrañar la forma de aplicar los principios y de resolver los conflictos o colisiones que puedan presentarse en el ámbito de los hechos, entre los principios o razones que jueguen en sentido contrario. Veamos, en una primera aproximación; la importancia del principio de proporcionalidad radica en que es utilizado en prácticamente todos los Tribunales Constitucionales europeos, además, como lo refiere Markus González Beilfus, citando a Javier Barnes y Peter Häberle, representa un indicador del emergente Derecho Público europeo o Derecho Constitucional común europeo21. Y es que, como dejó claro Ronal Dworkin, los principios están dotados de una propiedad que las reglas no conocen: el peso. Conocer cómo se integra el principio de proporcionalidad es toral, en la medida que permita ubicar este parámetro de control; al tenor de esta premisa, debe decirse que se compone de tres subprincipios: a) El principio de idoneidad; b) El de necesidad; y, c) El proporcionalidad en sentido estricto. Estos principios expresan la idea de optimización; de manera que interpreta los derechos fundamentales a la luz del principio de proporcionalidad supone tratarlos como exigencias de optimización, esto es, como principios y no como simples reglas, en tanto que exigencias de optimización, los principios son normas que requieren que algo sea realizado en la mayor medida de lo posible, dadas sus posibilidades normativas y fácticas22. Los principios de idoneidad y de necesidad se refieren a la optimización relativa a lo que es fácticamente posible. El tercer subprincipio, el de proporcionalidad en sentido estricto, o sea, el también denominado, ponderación, se refiere a la optimización respecto de las posibilidades normativas, que vienen definidas, fundamentalmente, por la concurrencia de otros principios; es así como el tercer subprincipio podría formularse mediante la siguiente regla: Cuanto mayor sea el grado de la no satisfacción o el detrimento de un principio, mayor debe ser la importancia de satisfacción del otro. Esta regla de acuerdo con Alexy, puede denominarse “Ley de la Ponderación”23. La palabra ponderación deriva de la locución latina ponderare que significa equilibrar, sinónimo de sopesar. Esta referencia etimología es 21 González Beilfus, Markus, “El Principio de Proporcionalidad en la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional”, Editorial Aranzadi, S.A., 2003 p.21 22 Alexy, Robert, “Teoría del Discurso y Derechos Constitucionales”, p.61. 23 Idem, p. 62. 11 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 significativa, porque cuando el operador jurídico pondera, su tarea se constriñe a pesar o sopesar los principios que colisionan en el caso concreto. La ley de la ponderación pone de manifiesto que la ponderación puede fraccionarse en tres pasos. El primero consiste en establecer el grado de insatisfacción o de detrimento del primer principio; el segundo, consiste en establecer la importancia de la satisfacción del segundo principio, que compite con el primero, y, finalmente, el tercer paso consiste en determinar si, por su importancia, la satisfacción del segundo principio justifica la no satisfacción del primero24. Como se apuntó, los principios tienen un peso en cada caso concreto y ponderar consiste, precisamente, en determinar cuál es el peso específico de los principios que entren en colisión, cuando se presenta una antinomia entre principios, por ello, uno de los principales temas en el debate actual en torno a la interpretación de los derechos fundamentales es el papel de la ponderación o del sopesamiento. La ponderación juega, como he dicho, un papel central en la práctgica de la mayoría de los Tribunales Constitucionales. Alexy puntualiza que en el caso del Tribunal Constitucional Alemán, la ponderación es una parte de lo que viene exigido por un principio más amplio ya expuesto líneas arriba: el principio de proporcionalidad25. La fórmula del peso deja evidencia de que el peso concreto de un principio es, en realidad, un peso relativo. La ponderación sólo se puede excluir cuando, como ocurre en el caso en que todo tiene el mismo valor, entonces, no sea posible hacer una graduación. Robert Alexy destaca que el papel de los derechos fundamentales es un sistema jurídico depende de cuatro puntos estrechamente relacionados entre sí: su fuerza vinculante; su institucionalización; su contenido, y su estructura. En la actualidad existe un amplio consenso en que si una constitución incluye derechos fundamentales, éstos deben ser “vinculantes como Derecho directamente aplicable para los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial”, esta idea permite postular el paradigma de la “Constitución Normativa Garantizada”, y en que esta fuerza debe ser tutelada por medio de algún tipo de control institucionalizado, ya sea mediante un Tribunal Constitucional u otra clase de órganos. Se sigue pues, que el verdadero debate comienza cuando se formulan cuestiones relativas a la estructura y al contenido de los derechos fundamentales. Sólo si se conoce qué exigen los derechos fundamentales y cómo se construyen estas demandas, para así arribar al conocimiento de qué se entiende por fuerza vinculante e institucionalización de los derechos fundamentales26. 24 Ibidem, p.64 25 Ibidem, p.61. 26 Ibidem, pp. 71 y 72. 12 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 El juicio de ponderación, en palabras de Luis Prieto Sanchos, viene a ser el método típico para resolver las antinomias contingentes o en concreto, antinomias o propias del discurso de aplicación o, más comúnmente, antinomias entre principios27. Visto así, la ponderación es entonces, la actividad intelectual del operador jurídico consistente en sopesar dos principios que entran en conflicto en un caso concreto, para determinar cuál de ellos tiene un peso mayor en las circunstancias específicas y, por tanto, cuál de ellos determina la solución. En razón de esta función, la ponderación se ha convertido en un parámetro de control metodológico indispensable para el ejercicio de la función jurisdiccional, especialmente, la que se desarrolla en los Tribunales Constitucionales europeos, que tienen la función de la aplicación de normas jurídicas como son los derechos fundamentales bajo la estructura de principios; desde luego, no puedo pasar por alto que la ponderación, como un subprincipio del principio de proporcionalidad, en tanto métodos de solución de conflictos ha generado discusión teóricas, que de ocuparme de ellas, desbordaría en presente trabajo, basta comentar en breve, el análisis crítico que José Juan Moreso realiza para demostrar, con base a los enfoques de Riccardo Gaustini y Robert Alexy, en síntesis, presentar una noción de ponderación que no se contrapone a la subsunción y establece que la ponderación es sólo un paso conceptualmente previo que hace posible la inevitable subsunción28. Finalmente, vale la pena establecer que existe una colisión entre principios, cuando en un caso concreto son relevantes dos o más disposiciones jurídicas que fundamentan prima facie dos normas incompatibles entre sí, y que pueden ser propuestas como soluciones para del caso particular. En el ámbito fáctico se presenta una colisión entre principios, por ejemplo, cuando en una población indígena, conforme a sus usos y costumbres, sus autoridades comunitarias disponen conforme a su derecho de libre autodeterminación, que los menores en edad de asistir al recibir educación primaria, disponen que no deben acudir a la escuela bilingüe, porque desde su punto de vista perderían la conciencia de su identidad indígena (artículo 2 constitucional); y contra esa determinación el Ejecutivo de la Entidad Federativa dispone que acorde con el derecho fundamental a la educación obligatoria, esa determinación queda sin efecto, por tanto, los menores en edad escolar primaria deben acudir a escuelas bilingües, pues con ello promoverá la igualdad de oportunidades de los indígenas y garantizaría mejores niveles de educación básica (artículos 2 y 3 constitucionales); aquí entran en colisión el principio del derecho a la conciencia de su identidad indígena, con el principio del derecho a la educación, ¿cuál debería pesar más que el otro en la mayor medida posible?. 27 27 Instituto de Investigaciones Jurídicas, “Enciclopedia Jurídica Mexicana”, Editorial Porrúa-Universidad Autónoma de México, Segunda Edición, 2004, Tomo V, p. 641. 28 Moreso, José Juan, “Conflicto entre Principios Constitucionales.”, Carbonell, Miguel, “Neoconstitucionalismo (s)”, pp. 99 a 121. 13 Segunda Reunión Regional del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal con magistrados de Circuito y jueces de Distrito Ponencia del Juez Miguel Ángel Medécigo Rodríguez Mesa 2 Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012 CONCLUSIÓN En la función pública de impartición de justicia, no debe postergarse la implementación de la aplicación de estándares hermenéuticos modernos de análisis como la razonabilidad, el escrutinio estricto, la ponderación, el escrutinio intermedio, la revisión basada en el fundamento racional, desde luego, la interpretación conforme y pro homine que ya están establecidas en la Ley Fundamental, entre otros, para que de esa forma se desplacen inercias y comprometan a los juzgadores en la consolidación del Estado Constitucional de Derecho. En ese orden de ideas, también, darles contenido sustancial a los derechos fundamentales con base en dichos estándares hermenéuticos, para su efectiva aplicación, sin duda pugnará la consolidación de la democracia, en la medida que obligará a la sujeción al principio de legalidad. BIBLIOGRAFÍA Atienza, Manuel, “Las Razones del Derecho. Teorías de la Argumentación Jurídica”, Editorial Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Primera Edición, 2003. Alexy, Robert, “Teoría del Discurso y Derechos Constitucionales”, Editorial Distribuciones Fontamara, S.A. Primera Edición, 2005. “Derecho y Razón Práctica.” Editorial Distribuciones Fontamara, S.A., Segunda Reimpresión de la Primera Edición, 2002. Burgoa, Ignacio, “Las Garantías Individuales”, Editorial Porrúa, Trigésima Cuarta Edición, 2002. Carbonell, Miguel, “Constitucionalismo y Democracia”, Editorial Porrúa, Primera Edición, 2004. “Los Derechos Fundamentales en México”, Primera Reimpresión de la Primera Edición, México, Porrúa, 2005. Edición de Carbonell, Miguel, “Neoconstitucionalismo (s)”, Editorial Trotta, S.A., 20034. (coord…), “Jueces y Derecho. Problemas Contemporáneos”, Editorial Porrúa-Universidad Nacional Autónoma de México, Primera Edición 2004h. Prieto Sanchís, Luis, “Constitucionalismo y Positivismo”, Editorial Distribuciones Fontamara, S.A., Primera Edición, 1997. Zagrebelsky, Gustavo, “El derecho Dúctil”, Editorial Trotta, Quinta Edición, 2003. Instituto de Investigaciones Jurídicas, “Enciclopedia Jurídica Mexicana”, Editorial Porrúa-Universidad Autónoma de México, Segunda Edición, 2004, Tomo V. Seminario Judicial de la Federación y su Gaceta, XX, Diciembre de 2004. 14