Instituto Nacional de la Leche - Ministerio de Relaciones Exteriores

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Presentación en INALE (Instituto Nacional de la Leche)
Ministro de Relaciones Exteriores
Rodolfo Nin Novoa
Es un verdadero privilegio para mi estar ante ustedes el día de hoy
(…)
La inserción internacional del sector externo uruguayo se procesa en el marco de un
fenómeno global, sobre el que hemos venido conversando en las ultimas apariciones
públicas referidas al tema.
El fenómeno de la globalización nos enfrenta en la actualidad a escenarios de cambios y
redefiniciones constantes, que nos exigen pragmatismo y decisión ante los riesgos y desafíos
existentes.
Vivimos en una sociedad internacional que experimenta un grado de interdependencia sin
precedentes en la historia; una coyuntura en la que ciertas pautas culturales y de
comportamiento han iniciado un proceso de creciente convergencia.
Este hecho, al tiempo que representa un riesgo desde el punto de vista de la identidad
cultural, también constituye una oportunidad, concretamente para hacer negocios. Todo
riesgo entraña oportunidades, una característica que se encuentra en la génesis misma de
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los negocios y el comercio.
La interconexión física y digital es uno de los factores que apuntala el proceso de la
globalización, que aumenta las fronteras de posibilidades de producción y consumo,
promoviendo el comercio y la especialización productiva.
Desde ese lugar debemos interpretar el escenario en el que estamos insertos y diseñar
estrategias para superar las dificultades y los retos que se presentan.
Hemos estado siguiendo con atención, desde la Dirección General de Integración y Mercosur
de nuestra Cancillería, el desarrollo de las negociaciones con Venezuela. La intermitencia en
la cadena de pagos que afecta la actividad de la industria láctea uruguaya tiene una
importancia prioritaria en el diálogo con este país.
Queremos ratificar el compromiso con un desarrollo exitoso de estas conversaciones,
allanando el camino para que los compromisos establecidos se concreten, dando una
solución a las empresas y los productores nacionales.
Quiero reiterar que cuentan con el total respaldo del Ministerio de Relaciones Exteriores en
este sentido, para salvaguardar el cumplimiento de las obligaciones internacionales
contraídas entre las empresas de ambos países.
Este ultimo es tan solo un ejemplo más del grado de convulsión que presenta el escenario
actual, crecientemente regulado y condicionado, con más interrogantes que soluciones. El
estancamiento de la Ronda Doha es un síntoma de la falta de convergencia de los países en
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lo que hace al comercio mundial.
El sector externo de la economía, por su incidencia en las cuentas nacionales, tiene mucha
sensibilidad para los intereses domésticos de los países, por lo que su abordaje representa
un sinnúmero de complejidades.
El mundo ha presenciado en los últimos 20 años un descenso paulatino de las trabas
arancelarias y un incremento inversamente proporcional de aquellas medidas conocidas
como no arancelarias. El caso específico de los quesos aún evidencia niveles de protección
arancelaria altos, en parte por la estrecha relación de la industria con los negocios familiares
y el empleo rural.
Al mismo tiempo, por su carácter alimenticio, la inherente vinculación con aspectos sanitarios
y de salud, la convierte en un blanco fácil de restricciones en este sentido. La inserción láctea
presenta por tanto una serie de obstáculos que no son menores.
Las negociaciones con terceros países revisten especial importancia para este sector, porque
ofician como espacios de diálogo para allanar el camino a los empresarios, permitiendo un
fluido acceso a mercados.
Cuando nosotros hablamos de negociar con terceros países, lo hacemos con la intención de
que esta sea una postura regional; pretendemos contribuir a que el MERCOSUR como
bloque asuma la responsabilidad de mejorar su acceso relativo al resto del mundo, para no
perder pisada frente a países exportadores que compiten de forma directa con nosotros.
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Esta convicción se basa en dos elementos, el primero de carácter político y el segundo de
índole pragmático.
En primer lugar, debemos recordar que tenemos un compromiso con la región, con su
agenda positiva y con el camino recorrido hasta ahora, que trasciende lo económicocomercial. Ese relacionamiento necesariamente debe tener una continuidad en el tiempo.
En segundo lugar, el poder relativo de nuestro país es muy marginal en el contexto global del
comercio internacional. En otras palabras, el poder y la capacidad de negociación que
tenemos como MERCOSUR es incomparable con un escenario hipotético en el que Uruguay
asume de forma individual dicha empresa.
Esto nos lleva a concluir que el mejor escenario posible es en el que nuestro país trabaja
para dinamizar el relacionamiento externo del bloque, argumentando por qué debemos salir a
mejorar nuestro acceso a mercados, buscando una repercusión favorable en los demás
países.
Debemos reconocer que existen actores alineados con esta posición en todos los países del
bloque, por lo que tenemos la esperanza de poder avanzar con el planteo.
Es interesante hacer un análisis comparativo del modelo de inserción internacional del
MERCOSUR y los países de la Alianza Pacífico (Colombia, Chile, México y Perú).
Allí vemos que la brecha en términos de dinamismo es enorme y las condiciones que
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algunos de estos países tienen para incidir en el acceso a mercados es muy distinta a la
capacidad con la que contamos nosotros.
Los acuerdos de tercera generación en materia comercial comprenden un conjunto amplio de
normas que trascienden las preferencias de carácter meramente arancelario. Hablamos de
compras gubernamentales, comercio de servicios, protección de propiedad intelectual,
promoción de inversiones, normas sanitarias y fitosanitarias, entre otros asuntos.
Acuerdos de este tipo institucionalizan foros en los que pueden discutirse muchos temas que
tienen una importancia estratégica para un país como el nuestro.
Estamos convencidos de que debemos propiciar dichas instancias, con miras a mejorar el
acceso a mercados, armonizando regulaciones, facilitando el comercio y creando
condiciones para que la actividad de los privados encuentre un terreno fértil en el que los
negocios prosperen y sean exitosos.
Permítanme ejemplificar una de las posibilidades existentes en materia de inserción
comercial, que tiene la capacidad de reducir potencialmente los costos del comercio
internacional entre un 12 y un 14%. Según estimaciones de la OCDE, ésta sería la reducción
(equivalente a la eliminación de un arancel) que tendría lugar si se diera cumplimiento al
Acuerdo sobre Facilitación de Comercio firmado en la Conferencia de Bali de 2013.
El mismo consiste en la simplificación de los procedimientos aduaneros, con el objetivo de
agilizar los tramites para despacho de exportación, importación y tránsito de mercaderías.
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Nuestro país se encuentra en proceso de aprobación parlamentaria del instrumento, al
tiempo que la Dirección Nacional de Aduanas ha venido trabajando en la simplificación de los
procedimientos y en la implementación de programas como el Operador Económico
Calificado y la Ventanilla Unica de Comercio Exterior, con miras a la aplicación interna de
estas reformas negociadas en el ámbito multilateral.
Es tan solo un ejemplo del conjunto de temas que pueden plantearse en una mesa de
negociación bilateral o plurilateral, que tiene el potencial de contribuir con una mejora en el
acceso a mercados, y sobre el que tenemos la obligación de continuar trabajando.
Por nuestra parte hemos sido claros y enfáticos, en el sentido de superar el letargo que
padecemos en materia de relacionamiento externo. Tenemos la voluntad política de avanzar
con estas negociaciones, y como todos saben, el primer reto que tenemos en el horizonte
cercano son las conversaciones con la Unión Europea.
No voy a hablarles de la importancia que tienen las barreras al comercio de lácteos en los
principales mercados del mundo, porque nadie sabe mejor que ustedes las dificultades que
enfrentan para competir afuera, siendo éste un país altamente eficiente en materia de
producción de leche.
Lo que sí creo que es importante remarcar, es que una inserción internacional exitosa
depende del compromiso de todos los actores involucrados en esto que debe ser una
verdadera Política de Estado.
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El Poder Ejecutivo, haciendo uso de su competencia constitucional para suscribir acuerdos
internacionales, tiene el deber de crear las condiciones necesarias en materia arancelaria y
no arancelaria, para que los privados puedan ingresar de forma preferencial en los mercados
potenciales de destino.
El sistema político con representación parlamentaria juega un rol significativo en el proceso
de aprobación de dichos acuerdos internacionales negociados y firmados, por lo que las
discusiones en el Poder Legislativo tienen una incidencia directa en la instrumentación de
esta política.
Asimismo, necesariamente debemos hacer referencia a la responsabilidad que tienen los
privados. Nosotros podemos crear las mejores condiciones de acceso, siempre que
contemos con un compromiso de parte de los empresarios interesados en la
internacionalización de sus productos y servicios.
Con relación a este tema, es preciso destacar que la decisión de exportar no es una cuestión
de mero procedimiento, casual u ocasional. Muy por el contrario, es una decisión estratégica,
que requiere profesionalismo y dedicación.
Necesitamos visión de largo plazo, análisis de potencialidades, estudios que analicen la
viabilidad del ingreso a nichos de mercado que privilegien la calidad por encima de la
cantidad. Debemos enfocar bien la proyección de nuestra oferta, manteniendo un
relacionamiento activo con contrapartes en todos los mercados.
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En términos absolutos, el Uruguay está muy diversificado en lo que refiere a mercados
(exporta a más de 170 países). No obstante, se debe continuar trabajando en términos
comparados, para reducir el peso relativo de ciertos mercados. Esto es muy importante.
Creo que es posible aprovechar mejor los atributos de nuestra Marca País, para sacar
ventaja de los beneficios que tiene una producción que cumple con estrictos estándares de
calidad, construyendo una imagen similar a la que hemos logrado con la industria cárnica.
El cuidado de elementos como la presentación, el embalaje, las cantidades, pueden
determinar el ingreso a mercados que son muy sensibles a estas variables; es el caso por
ejemplo del mercado japonés.
Cuando comenzamos a ver esta clase de características como aspectos que añaden valor
agregado al producto, en la medida en que lo diferencian y lo singularizan, entonces
podemos comenzar a repensar algunas tendencias que hacen a la inserción internacional.
Debemos hacer hincapié en los diferenciales nutricionales, en el valor agregado que éstos
tienen para la salud humana; son la clase de elementos que distinguen a un producto de
otro.
En septiembre del año pasado finalizamos una propuesta que transmitimos al gobierno de
los Estados Unidos, para el reconocimiento de cortes de carne uruguaya con calidad
diferenciada.
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Básicamente la idea consiste en sacar provecho de una singularidad que caracteriza a
nuestras carnes, mediante la creación de una certificación que la diferencia de otras
opciones presentes en el mercado de destino.
La iniciativa surge a partir de constatar que esa información es altamente apreciada por los
consumidores estadounidenses. Creo que es una buena práctica que bien puede ser
replicada en otros sectores de la industria alimenticia.
La diferenciación es la clave del éxito, en cualquier tipo de bien o servicio. La pregunta es
cómo diferenciar nuestros productos, cómo hacerlos atractivos para una demanda
internacional cada vez más diversa y segmentada.
Sabemos que hay debes, sabemos que es importante para el sector lácteo contar con
inversión en materia de nuevas tecnologías que posibiliten el salto cualitativo y cuantitativo
del que estamos hablando.
Pero también debemos reconocer la evolución y el aumento de la productividad que ha
tenido lugar en los últimos 10 años, en los que a pesar de una disminución del 20% de las
hectáreas dedicadas al rubro, se constata un crecimiento promedio anual del 7%.
Debemos capitalizar aún más este potencial que tenemos, empezando por reconocer que si
bien la dependencia de los precios internacionales es un cuello de botella importante, una
producción diferenciada en términos de calidad tendrá demanda siempre.
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Uno de los factores esenciales para construir eficiencia en términos de producción esta
directamente relacionado con la competitividad sectorial.
En el esfuerzo por ser competitivos, trabajando para crear productos que se diferencian de la
competencia, se produce un desarrollo integral, trasladando esa competitividad a los
sectores conexos, que de alguna manera retroalimentan el proceso a nivel sistémico.
La competitividad entre las empresas del sector es sana, en la medida en que alienta la
mejora continua y la superación, a eso me refiero cuando hablo de competitividad sistémica.
No quiero dejar de reiterarles que cuentan en el Ministerio de Relaciones Exteriores con un
aliado, para mejorar la internacionalización de sus productos, para afianzar la imagen de país
confiable, cuidadoso de su medio y promotor de emprendimientos exitosos.
Muchas gracias.
Montevideo, 4 de junio de 2015
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