Materiales sobre historia de la tortura

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Historia de la tortura
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Índice:
Aclaraciones previas
Algunas definiciones a lo largo de la historia
La aparición de la tortura en la ley griega
La tortura en la ley romana
Objeciones a la tortura en el pensamiento clásico
El derecho romano y las sociedades germánicas
De la Edad Media al siglo XVIII
La abolición de la tortura en los siglos XVIII y XIX
Precedentes de la corriente abolicionista del siglo XVIII
La reaparición de la tortura en el siglo XX
Bibliografía
-Anexos:
La tortura a través de los grabados: Galería virtual
Temas relacionados: Historia de la pena de muerte (incluye referencias a la
tortura)
Aclaraciones previas
1.- Diccionario de la RAE: "Tortura: grave dolor físico o psicológico infligido a alguien, con
métodos y utensilios diversos, con el fin de obtener de él una confesión, o como medio de
castigo."
2.- Declaración contra la tortura, artículo 1 (Naciones Unidas): "A los efectos de la presente
Declaración, se entenderá por tortura todo acto por el cual un funcionario público, u otra
persona a instigación suya, inflija intencionalmente a una persona penas o sufrimientos
graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información
o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche que ha
cometido, o de intimidar a esa persona o a otras. No se considerarán tortura las penas o
sufrimientos que sean consecuencia únicamente de la privación legítima de la libertad, o sean
inherentes o incidentales a ésta, en la medida en que estén en consonancia con las Reglas
Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos."
Cómo podemos ver, las dos definiciones no son coincidentes. El diccionario hace una
definición amplia de la tortura, y la Declaración contra la tortura se ciñe a los casos en los
que es ejecutada por los organismos de un estado.
Por su parte, Artículo 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos no define la
tortura, se limita a decir, esto sí, de forma contundente: "Nadie puede ser sometido a torturas ni
a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes."
1
La información de este apartado trata de la tortura desde la perspectiva de la definición
incluida en la Declaración contra la tortura de las Naciones Unidas. Por lo tanto, es una
historia de la tortura parcial. Trata principalmente de la tortura judicial (la regulada por los
ordenamientos jurídicos, en diferentes épocas históricas), pero también incluye referencias a la
tortura extrajudicial, aquella que es ejercida por "un funcionario público u otra persona instigada
por él", pero vulnerando el ordenamiento jurídico imperante.
Pero estos casos de tortura son sólo una parte de los casos de tortura que cotidianamente se
producen. Así, junto a los casos de torturas judiciales o extrajudiciales anteriores, existen
aquellos perpetrados por los grupos armados de oposición, y los perpetrados por la delincuencia
organizada. Y tampoco se acaba aquí, puesto que la lista se ha de alargar con aquellas personas
que la sufren en situaciones muy cotidianas, en ámbitos en los cuales en teoría habrían de estar
protegidas de cualquier peligro: las mujeres víctimas de violencia sexista, los niños víctimas de
violencia dentro del hogar, la gente mayor maltratada debido a su dependencia, los casos de
maltratos en el ámbito escolar, etc.
Algunas definiciones a lo largo de la historia
1. Ulpiano, jurista del siglo III, mantenía que "Por 'quæstio' (tortura) hay que entender el
tormento y el sufrimiento del cuerpo con el fin de obtener la verdad. Ni el interrogatorio
propiamente dicho ni el temor ligeramente inducido están relacionados con este edicto...".
2. En el siglo XIII, el jurisconsulto romano dedicado al derecho, Azo, da la siguiente
definición: "La tortura es la búsqueda de la verdad mediante el tormento".
3. En el siglo XVII, el jurisconsulto dedicado al derecho civil, Bocer, decía: "La tortura es el
interrogatorio mediante el tormento del cuerpo, respecto a un delito que se sabe que ha sido
cometido, ordenado legítimamente por un juez con el fin de obtener la verdad".
4. En el siglo XX, el historiador de derecho John Langbein escribió: "Cuando se habla de
tortura judicial, nos referimos al uso de la coacción física por funcionarios del Estado con el
fin de obtener pruebas para los procesos judiciales... En cuestiones de Estado, la tortura fue
también utilizada para obtener información en circunstancias no relacionadas directamente con
los procesos judiciales".
5. Otro historiador del siglo XX, John Heath, mantiene: "Entiendo por tortura la imposición
de un sufrimiento corporal o la amenaza de inflingirlo inmediatamente, cuando esta imposición
o amenaza se propone obtener información, o es inherente a los medios empleados para
obtener información o pruebas forenses, y el motivo es de índole militar, civil o
eclesiástica".
6. Completan las referencias anteriores el artículo I de la Declaración contra la Tortura ya
mencionado en la introducción.
La aparición de la tortura en la ley griega
2
Entre los antiguos griegos, encontramos, por primera vez en la historia occidental, la transición
de un sistema legal arcaico y comunal a otro mucho más complejo, en donde el problema de la
prueba y la distinción entre hombre libre y esclavo son particularmente relevantes.
En los primitivos conflictos legales se hacía poco uso de las pruebas y el delito no era visto
como nada diferente del agravio personal; el resultado final de estos conflictos dependía de la
posición social de los litigantes y de la opinión de los miembros más importantes de la
comunidad.
En el siglo V a.C., en el marco de las ciudades-estado, "la ley" ya no es el resultado de un
conjunto de enemistades o agravios personales. Los hombres van reconociendo paulatinamente
que puede ser útil no regirse ya por este sistema, que hay que independizar la ley de criterios
excesivamente personales, y que por tanto, hay que escribir la ley, establecer criterios claros de
juicio, y favorecer que, en caso de desacuerdo, se presenten testimonios que declaren sobre los
hechos. De esta manera, todos -los ciudadanos libres, por supuesto- se someten a la objetividad.
Los ciudadanos, puesto que son hombres libres con dignidad y honor, en caso de conflicto,
declaran, pero no pueden ser sometidos a tortura.
La importancia del honor de un ciudadano dividía las pruebas en "pruebas naturales", que se
obtenían fácilmente de la palabra del ciudadano, y "pruebas forzadas", que se conseguían de los
que no tenían ningún status de honor o de ciudadanía discernible: los extranjeros, los esclavos,
los que tenían ocupaciones vergonzosas o aquellos cuya deshonra era reconocida públicamente.
(Los esclavos pueden ser torturados porque no tienen honor ni dignidad y, en consecuencia, no
están supeditados por el deshonor en que incurre un ciudadano si comete perjurio. La fiabilidad
de la palabra de un esclavo no proviene del honor y dignidad de éste -que no tiene-, sino de la
reacción animal que el tormento despierta en él).
La tortura en la ley romana
En la ley romana más antigua, como en la ley griega, sólo los esclavos podían ser torturados si
eran acusados de un crimen. Como en Grecia, los propietarios romanos de esclavos tenían el
derecho absoluto de castigar y torturar a sus esclavos cuando sospechaban que eran culpables de
delitos contra la propiedad. Este derecho no fue abolido en la ley romana hasta el 240 d.C. por
un rescripto del emperador Gordiano.
Los hombres libres, originalmente exentos de la tortura (y de las formas de castigo capital
reservadas para los esclavos), fueron también torturados durante el Imperio y, después, en un
conjunto cada vez más amplio de casos establecidos por orden imperial.
Las viejas distinciones republicanas entre hombres libres y esclavos y, en el seno de los hombres
libres, entre patricios y plebeyos, se acabaron con las guerras sociales y la caída de la República.
Las nuevas distinciones que aparecieron en la ley del siglo III d.C. hablan de dos tipos de
ciudadanos: "honestiores" y "humiliores". Los primeros eran privilegiados y constituían la clase
gobernante efectiva del Imperio; los segundos eran el resto del pueblo, los que se dedicaban a
ocupaciones humildes, los pobres y desarraigados. Pues bien, la división de la sociedad romana
en dos clases hizo a la segunda de ellas vulnerable a los métodos de interrogación y castigo
reservados sólo para los esclavos. Incluso los honestiores pudieron ser torturados en casos de
traición y otros crímenes específicos, frecuentemente existentes tan sólo en la mente del
emperador.
3
Resumiendo: con la llegada del Imperio y la divinización de la figura del emperador, con el paso
efectivo de ciudadanos del Imperio a súbditos de su majestad y de sus divinas órdenes,
cualquiera puede ser acusado de crimen maiestatis, crimen de lesa majestad. La razón de estado
consigue pues imponerse y la inmunidad cívica es un anacronismo en una sociedad en la que no
hay realmente ciudadanos sino súbditos de su majestad y en la que la libertad se diferencia muy
poco de la esclavitud. La divinidad del Estado otorga al crimen político un carácter sacrílego
incompatible con las garantías de un proceso normal.
Objeciones a la tortura en el pensamiento clásico
A pesar de las objeciones a la tortura expresadas por filósofos, juristas y literatos del mundo
clásico, lo cierto es que no existe una condena moral de la tortura como tal -proclamando los
valores de la persona humana-, sino un cierto reconocimiento implícito de sus inconvenientes entre ellos preocupa sobre todo el hecho de que los esclavos puedan ser torturados para obtener
testimonios contra sus amos-.
En su libro "De partitione oratoria" (34.117-18), Cicerón, hacia el año 45 a.C., nos proporciona
información valiosa sobre el posicionamiento del abogado respecto a los testimonios obtenidos
mediante tortura:
"Si el examen de testimonios obtenidos mediante tortura o la solicitud que este examen se
realice pueden contribuir a resolver el caso, primero tenemos que defender esta institución y
hablar de la eficacia del dolor y de la opinión de nuestros antepasados, los cuales,
indudablemente, habrían rechazado todo esto si no lo hubiesen aprobado; y de las instituciones
de los atenienses y de los rodios, pueblos muy cultos, entre los cuales incluso los hombres libres
y los ciudadanos -por repugnante que esto sea- son sometidos a tortura; y también de las
instituciones de nuestros compatriotas, personas de sabiduría suprema, que, aunque no permitían
que los esclavos fuesen torturados para que testimoniasen contra sus amos, aprobaban el uso de
la tortura en casos de incesto. Asimismo, el argumento utilizado habitualmente para invalidar el
testimonio obtenido con tortura tiene que ser rechazado por ridículo y declarado irreal e infantil.
Por tanto, debéis inspirar confianza en la corrección y la imparcialidad de la investigación, y
valorar las declaraciones hechas bajo tortura con argumentos e inferencias".
El derecho romano y las sociedades germánicas
En la historia de las instituciones jurídicas y la mentalidad de los invasores y pobladores
germánicos del Imperio Romano después del siglo IV, podemos ver también la transformación
de prácticas legales arcaicas en otras más complejas, en parte como resultado de cambios
internos en el seno de las sociedades germánicas y en parte como resultado de la disponibilidad
de un derecho docto desarrollado, en este caso el romano. Como en la Grecia arcaica y tal vez en
la primitiva ley romana, el concepto de daño personal precede al de delito, el concepto de
enemistad familiar precede al de juicio, y la categoría de hombre libre no sólo distingue el
guerrero esclavo y el extranjero, sino que también le otorga muchas cualidades similares a las
que antiguamente habían protegido los ciudadanos atenienses y los ciudadanos romanos de la
clase de los "honestiores". Pero las sociedades germánicas de la primera Europa medieval no
desarrollaron y adaptaron rápidamente sus prácticas y valores a los del derecho romano.
En la mayoría de los casos, el derecho romano no se difundió y estudió en Europa hasta las
postrimerías del siglo XI. Respecto a los que no eran hombres libres o a los que eran sólo libres
4
deshonrados, la ley germánica permitía la tortura y los castigos de un género que rebajaba el
honor personal. Los esclavos acusados de crímenes, las mujeres de hombres de rango asesinados
por ellas y los hombres libres públicamente declarados traidores, desertores o cobardes, podían
ser tratados de esta forma. La obra Germania de Tácito, escrita a finales del siglo I, reconoce
claramente estas características de la cultura jurídica germánica.
Los germanos parece que se consideraban los equivalentes de los honestiores y, exceptuando
acciones puntuales no sancionadas por sus reyes, parece que mantuvieron los hombres libres
exentos de la tortura durante la mayor parte de su historia jurídica primitiva.
De la Edad Media al siglo XVIII
Uno de los procedimientos judiciales básicos en la Edad Media fue el acusatorio. Acusado y
acusador se encuentran cara a cara en un debate oral y público delante de un tercer personaje
arbitral: el juez. Es necesaria pues la existencia de un acusador y, si éste no aparece, no tiene
lugar el juicio con independencia de la gravedad del delito cometido. Podríamos decir
consecuentemente que este sistema no se basa en la tortura sino en la prueba; sin embargo, el
hecho que el acusador pueda solicitar al juez que el acusado sea torturado en caso de falta de
pruebas tiene como consecuencia, en muchos casos, la práctica del tormento.
En el siglo XII se produjo una revolución en el derecho y la cultura jurídica que marcó la
jurisprudencia penal en Europa hasta el siglo XVIII. Derivó de una transformación del derecho
que había existido entre el siglo VI y el XII y de una creciente conciencia de la necesidad de
crear leyes universalmente obligatorias y aplicables en toda la Europa Cristiana.
Una de las consecuencias más importantes de esta revolución fue que el procedimiento
inquisitorial desplazó el viejo procedimiento acusatorio. Tal como decíamos, el derecho penal de
Europa antes del siglo XII era predominantemente privado. Los funcionarios públicos no
investigaban crímenes. Los perjurios eran sometidos a la atención de los oficiales de justicia
para aquellos que lo habían padecido, y era responsabilidad del acusador vigilar para que el
funcionario legal actuase. El acusado generalmente sólo necesitaba jurar que la acusación era
falsa. Podía suceder que el tribunal decidiese que el juramento del acusado no era suficiente.
En algunos casos, particularmente aquellos contra hombres de mala reputación, ciertas
acusaciones, principalmente las de crímenes capitales, podían implicar el sometimiento del
acusado a una "ordalía", proceso en el cual se invocaba el juicio de Dios sobre la base que Dios
sólo permitiría la victoria de la parte que tenía la razón -decir la verdad equivalía, pues, a resistir
el tormento-.
¿Qué implica el procedimiento inquisitorial que acaba con este estado de cosas a partir del siglo
XII? Implica que la sociedad exige que se busquen, presenten y examinen pruebas -inquire
significa investigar-, que se clasifiquen los testimonios, que sean interrogados bajo juramento, y
que el acusado tenga algún medio racional de defensa contra las acusaciones.
Ahora bien, la necesidad de pruebas y la imposibilidad muchas veces de encontrarlas hizo que la
confesión se convirtiese poco a poco en "la reina de las pruebas", principalmente en el juicio de
delitos capitales. Fue la importancia otorgada a la confesión la que explica la enorme extensión
de la tortura como método para obtenerla, tanto en los tribunales civiles primero, como en los
eclesiásticos después -la Santa Inquisición-. La tortura llegó a ser "el método" mediante el cual
5
los herejes confesaban su desviación. La Iglesia consideraba la herejía el delito más grave. ¿Qué
es la herejía? La herejía es, para la Iglesia, un crimen de lesa majestad divina que consiste en la
negación constante de un dogma, o en la adhesión a una secta con doctrinas condenadas como
contrarias a la fe. Hay que subrayar la importancia que en estas épocas tiene "la unidad en la fe"
como sinónimo de unidad en el orden social. La idea de una coexistencia pacífica entre
creyentes y "herejes" -no creyentes, agnósticos, ateos, etc.-, tal como lo entendemos en el seno
de la sociedad laica actual, era entonces impensable.
La abolición de la tortura en los siglos XVIII y XIX
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, los estados civilizados, uno
tras otro, abolieron la tortura. Este proceso de abolición de la tortura fue en primer lugar parte de
una revisión general de los sistemas jurídicos penales, y, en segundo lugar, un proceso que tuvo
lugar en largos periodos de tiempo, normalmente décadas.
En líneas generales, el mérito de la abolición de la tortura se atribuye a los principios de la
llamada "Ilustración", al triunfo de las "Luces" sobre la oscuridad y el oscurantismo, a la
exaltación de la Naturaleza y del Hombre como un ser bueno -negando el pecado original- y, por
tanto, a la creencia en la necesidad de respetar y no lastimar -torturar- aquello que es noble y
valioso por naturaleza. La tortura no se verá ya como el método indicado y proporcionado a una
naturaleza humana degradada desde su nacimiento, sino como la trasgresión nefasta de la natural
bondad humana. Los seres humanos, libres, pueden rebelarse contra su bondad y cometer todo
tipo de delitos execrables, pero el deber de los Estados no es el de transgredir también ellos el
orden natural, sino el de preservarlo o, en todo caso, el de reconducir a los infractores hacia el
origen.
De todas formas, ¿por qué los escritores o escritores-filósofos del siglo XVIII consiguieron
acabar con la tortura, mientras que sus predecesores habían fracasado? En primer lugar, la
mayor parte de los críticos anteriores fueron teólogos o humanistas, intelectuales que escribían
frecuentemente en latín para una minoría. Voltaire, en cambio, es sobre todo un panfletista que
no pretende tanto aleccionar como provocar. Por otra parte, el éxito de la obra de Beccaria,
"Tratado de los delitos y las penas", se debe al olvido intencionado de cualquier forma de
discusión jurídica y al hecho de tener una redacción simple, abierta, agradable e inteligible. Hay
que tener en cuenta además, que la sociedad del siglo XVIII se presta, a través de las sociedades
intelectuales, logias masónicas, salones, academias, etc., a la difusión de las ideas, de las luces.
Pero dejemos que sean los mismos protagonistas de la abolición los que nos presenten sus
argumentos:
"El delito o está probado o no. Si lo está, no hay necesidad de otra pena que la impuesta por la
ley. Si no lo está, es terrible atormentar a un inocente". "Exigir que un hombre sea a la vez
acusador y acusado es confundir todas las reglas". "Hacer del dolor una regla de verdad es una
manera infalible de absolver al facineroso robusto y de condenar al inocente débil". "Aplicar el
tormento a un desgraciado para saber si es culpable de otros crímenes además de por el que ha
sido acusado, es hacer un razonamiento horroroso, es decirle al torturado: "Está probado que has
cometido un crimen. Puedes, en consecuencia, haber cometido muchos otros. La duda me
invade y quiero salir de esto con mi regla de verdad. Las leyes te hacen sufrir porque eres
culpable, porque puedes serlo, porque yo quiero que lo seas"".
(fragmentos de la obra de Beccaria).
6
"Cerca de una gran ciudad aparece un recién nacido muerto. Existe la sospecha que la madre sea
una mujer joven. La encierran en el calabozo y la interrogan. Responde que ella no ha podido
dar a luz al niño porque todavía está embarazada. Las parteras la visitan. Estas imbéciles
afirman que no está embarazada y que la retención de inmundicia inflama su vientre. La
amenazan con la tortura. El miedo conturba su espíritu. Confiesa que ha matado a su presunto
hijo. Es condenada a muerte y tiene el hijo mientras le leen la sentencia. Los jueces aprenden
que no hay que dictar penas de muerte con ligereza".
(párrafo de la definición de suplicio del Diccionario Filosófico de Voltaire).
Precedentes de la corriente abolicionista del siglo XVIII
Es obvio que una corriente abolicionista no nace súbitamente, sino que es el resultado de una
corriente crítica anterior. Con independencia de las objeciones del mundo clásico a la tortura que
hemos citado anteriormente, podemos decir por ejemplo que:
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•
El Evangelio no contiene ninguna condena explícita de la tortura, aunque el
pensamiento cristiano proclamó más tarde -con los conocidos y nefastos
paréntesis- que la ley de Cristo, bien entendida, la prohíbe. De hecho, la ley de
Moisés desconoce la tortura, cosa que explicaría en parte el silencio del
Evangelio.
San Agustín (Civitas Dei XIX, 6) presenta la tortura como un hecho moralmente
reprobable, definiéndola como una pena infligida a una persona, no para
descubrir si es culpable, sino porque se ignora si es inocente, olvidando que
frecuentemente el resultado de la tortura es el falso testimonio de quien no puede
soportar el dolor.
El papa Nicolás I (siglo IX) afirma que ninguna ley divina puede permitir la
tortura, que la confesión tiene que ser espontánea, y que debería resultar
vergonzoso para quien la practica comprobar como, casi siempre, o no consigue
ninguna prueba o consigue una falsa acusación de culpabilidad.
Bocaccio (siglo XIII) denuncia "la ciega severidad de las leyes de los que,
buscando con tanto esmero y crueldad, provocan la mentira" (Decamerón III, 1).
Por el lado protestante, destacamos dos nombres en la lucha contra la tortura: B.
Bekker, convencido que en los procesos de brujería se aplica la tortura a
enfermos mentales, y, sobre todo, J. Grevius que en su "Tribunal Reformatum"
(1624) niega que la tortura pueda justificarse por su antigüedad ni que sea
necesaria para mantener el orden social, y mantiene, además, que la tortura es
irreparable, prefigurando así una de las bases de la crítica moderna a la pena de
muerte. Finalmente, unas breves reflexiones suyas sobre la degradación
progresiva de los torturadores: "El torturador se va aficionando al sufrimiento,
pero la crueldad, como todos los vicios violentos, tiene el efecto de que pronto
sacia; así nace en el torturador, más pronto o más tarde, la curiosidad por el
tormento nuevo, inédito"
La reaparición de la tortura en el siglo XX
Es un hecho innegable. Como ciudadanos normalmente bien informados, conocemos las
miserias y la extensión de la tortura en el mundo actual. Los informes anuales de Amnesty
7
International son un buen ejemplo de información, denuncia y análisis. ¿Cuáles han sido las
causas de esta desdichada reaparición? Pues bien, los analistas hablan fundamentalmente:
•
•
•
De la aparición del Estado totalitario. El Estado es el gran valor a defender por
delante de los derechos de los ciudadanos que lo componen; de hecho habría que
hablar otra vez de súbditos más que de ciudadanos, a la vez que sus delitos son
vistos como sacrilegios, como crímenes de lesa majestad. El Estado, omnipotente
y unívoco, tiene miedo y desconfía de los derechos particulares de los
ciudadanos. Toda discrepancia respecto a la línea marcada por el Estado o sus
"dirigentes" es un atentado gravísimo, ya que no atenta contra un interés
particular, sino contra todos. No es extraño pues, que en las comisiones
revolucionarias de la URSS entre 1917 i 1922, después en la Italia y España
fascistas y, finalmente en la Alemania del Tercer Reich, la tortura reapareciese
bajo la autoridad estatal extraordinaria, revolucionaria y del partido, y más tarde,
en algunas circunstancias, bajo la autoridad legal ordinaria.
De la necesidad impuesta por las condiciones de la guerra moderna "de
indagaciones rápidas, fiables y efectivas", con la creación ad hoc de servicios
especiales y métodos especiales de interrogación de prisioneros, espías, etc.
Del terrorismo y de la amenaza que representa para la supervivencia de un
Estado todopoderoso y que, incluso en el caso de naciones democráticas, cae
frecuentemente en la tentación de actuar repitiendo los delitos ajenos.
Bibliografía básica
Alec Mellor, "La Tortura", Ed. Estela, Barcelona 1964
Edward Peters, "La Tortura", Alianza Editorial, Madrid 1985
F. Savater y Gonzalo Martínez Fresneda, "Teoría y presencia de la tortura en España", Ed.
Anagrama, Barcelona 1982.
Cesare Beccaria, "De los delitos y las penas", Alianza Editorial, Madrid 1982
Juan Pablo Forner, "Discurso sobre la tortura", Ed. Crítica, Barcelona 1990.
Tortura
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Esbirros de la Inquisición torturando a un detenido por homosexualidad. Grabado del siglo
XVIII.
8
La tortura es el acto de causar daño físico o psicológico intencionadamente a una persona o
animal.
El objetivo puede ser variado: obtener una confesión o información de la víctima o de una
tercera persona, como venganza por un hecho cometido por la víctima o por una tercera persona,
como preludio de una ejecución (en cuyo caso se habla de muerte-suplicio) o simplemente para
el entretenimiento sádico del torturador.
Este daño se puede causar de varias formas. El daño físico se puede causar mediante golpes,
rotura de huesos, desgarros musculares, castración, aplastamiento, pinchazos, cortes, descargas
eléctricas, desfiguración, quemaduras, aplicación de temperaturas extremas, ingestión de
productos químicos o elementos cortantes, baños con substancias químicas cáusticas,
ahogamiento, violación, privación del sueño o posturas corporales incómodas.
El daño psicológico se puede realizar mediante la privación sensorial, el aislamiento, la
humillación verbal o fisica (desnudez durante los interrogatorios), la manipulación de la
información sobre el detenido o sus allegados, la mentira (p.ej. falsas informaciones sobre daños
sufridos por amigos y familiares), la desorientación física y mental, o la simulación de torturas
fisicas o ejecuciones que contribuyan a la desmoralización. En general, lo que se busca con la
tortura psicológica es la ruptura de la autoestima y la resistencia moral del detenido, con el fin
de que el interrogador acceda más fácilmente a sus deseos, sean estos cuales sean.
•
Historia [editar]
Los hebreos habían inventado muchas formas de tortura. Unas veces, después de dar muerte al
criminal, suspendían su cuerpo de un poste o de una cruz. En otras ocasiones, sin duda más
graves, le suspendían vivo lo que según los rabinos, era el suplicio de los calumniadores y de los
idólatras. La lapidación estaba también en uso entre ellos y era el suplicio de los blasfemos. La
ley de Moisés señalaba la pena del fuego contra aquél que se hubiese casado con la madre y con
la hija y condenaba a las mujeres al mismo género de muerte. Los palos o la verberación era un
castigo cruel bajo cuyos golpes morían a veces los criminales. Últimamente, los judíos hacían
cortar la cabeza, aserrar en dos partes del cuerpo del reo y precipitar a éste desde lo alto de una
torre o de una roca, arrastrarle sobre espinas, arrancarles los ojos, los cabellos, etc.
Los persas infligían diversas clases de suplicio como pena a los reos condenados (véase Tortura
en Persia).
9
El martirio de San Felipe, de Ribera.
Entre los griegos y los romanos, la cruz era el suplicio ordinario: condenaban a ella a los
esclavos y a las gentes de la más baja y vil condición. Antes de clavar a los reos en la cruz solían
darles azotes con correas, sarmientos u otros instrumentos preparados al efecto. Plutarco dice
que los reos condenados a muerte de cruz estaban obligados a llevarla por sí mismos al patíbulo.
Comúnmente, los aseguraban en la cruz por medio de clavos si bien otras veces los ataban con
cuerdas. Este suplicio era tan común entre los antiguos que los latinos dieron al nombre de crux
y a sus derivadas cruciatus y cruciare una significación que se refiere a toda suerte de penas y
tormentos.
Tortura por colgamiento.
Se colgaba también a los reos unas veces de un poste, otras de un árbol y solían vendar la cara
del criminal durante el suplicio. Suspendían algunas veces a los reos de un pie solamente y les
ataban un peso al cuello, otras veces de un brazo o de ambos y les ataban fuertemente hasta que
expiraban. Se servían también de un cordón para apretar el cuello del criminal y ahogarle, como
se hizo en Roma con Léntulo, uno de los cómplices en la conspiración de Catilina. Y este
suplicio era en tal manera infamante y vergonzoso que los pontífices prohibían enterrar los
cadáveres de aquéllos que lo hubiesen sufrido.
10
La costumbre de cortar la cabeza con la hoz es muy antigua. Los romanos la usaron desde los
primeros tiempos de la fundación de su ciudad. Y así es que los lictores llevaban entre las haces
una seguro para este objeto. En Atenas y Roma se castigaba a los traidores de la patria
precipitándoles en Atenas a un foso profundo y en Roma desde la roca Tarpeya. Marco Suecio,
dictador de los albinos, fue descuartizado por orden de Tulio Hostilio por haber violado la
alianza que había hecho con los romanos.
El suplicio de la rueda, inventado en Alemania en tiempos de anarquía, era muy raro antes del
año 1538 y se dispuso contra los ladrones de camino real. La mujeres no han sido condenadas a
él nunca por razones de decencia.[1]
Desde el punto de vista jurídico [editar]
La lucha contra la tortura tiene un instrumento internacional específico: la Convención Contra la
Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (1984).
Adicionalmente la tortura está condenada en el artículo 5 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Otras normas jurídicas de derecho internacional que recogen la tortura son
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Convenio Europeo para la Protección
de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales.
El Día Internacional de Apoyo a las víctimas de la Tortura se celebra el 26 de junio.
La tipificación del delito varía según la regulación de cada país, pero en conjunto y de manera
genérica se considera tortura a efectos penales a «las acciones cometidas por funcionarios o
autoridades, o al consentimiento explícito o implícito por parte de las mismas para que terceros
las ejecuten, con el objetivo de obtener una confesión o información de una persona, así como
el castigo físico o psíquico que suponga sufrimiento y suprima o disminuya las facultades del
torturado o de cualquier manera afecten a su integridad moral».
Justificación legal del uso de la tortura [editar]
En cuanto a la justificación legal del uso de la tortura por los regímenes que la practican, se basa
principalmente en la figura de la anulación de toda protección jurídica del detenido. En el caso
de detenidos acusados de terrorismo o actividades políticas subversivas, como es el caso de
muchas dictaduras históricas o actuales o en el de la actuación de algunos ejércitos en guerras
vigentes, el razonamiento sigue varios puntos:
•
Se establece que el detenido no tiene la condición de un prisionero de guerra bajo las
Convenciones de Ginebra. Ello se justifica como consecuencia de que el detenido no
forma parte de una fuerza política, no lleva uniforme que lo distinga como combatiente,
sus líderes no son accesibles ni están reconocidos como posibles negociadores de una
paz y las hostilidades que su grupo practica son guerra irregular que viola todas las leyes
de la guerra.
•
Se establece que es un delincuente común de alta peligrosidad, cuya acción criminal
extraordinaria ha obligado al gobierno a emplear la fuerza armada para detenerlo.
•
Como ha sido detenido por la fuerza armada, tiene que ser interrogado preliminarmente
por ésta antes de ser puesto a disposición de policías comunes y magistrados.
11
•
El interrogatorio militar o policial extraordinario no forma parte de la acción penal, no
tiene jurisdicción en ella, pero el detenido no es tampoco un prisionero de guerra que el
Derecho Internacional Humanitario proteja.
El interrogatorio de contrainteligencia se convierte pues en un espacio de indefensión total del
detenido. En esto reside la vulnerabilidad o indefensión jurídica ( y también psicológica) del
detenido, que es la condición básica para que el interrogatorio de inteligencia tenga éxito.
En el caso de EE.UU., específicamente, el razonamiento jurídico se basa en el el hecho de que la
doctrina fundacional de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos y su ejército
en el extranjero no establece control judicial ni parlamentario de sus operaciones ya que éstas se
limitan a territorios extranjeros y no afectan a ciudadanos norteamericanos. Si no resultan
afectadas personas estadounidenses por sus operaciones en el extranjero, la CIA no tiene
limitación normativa estricta alguna. Así, en el escenario de una guerra o revuelta en un país
cualquiera, el estado de excepción impuesto por el Estado anfitrión en su propio territorio da
cobertura para que cualquier fuerza armada invasora pueda operar sin atascarse en problemas
judiciales.
La lucha contra la tortura [editar]
En el mundo, varias Organizaciones No Gubernamentales (ONG) se movilizan para ejercer una
presión sobre los Estados que practican la tortura, por ejemplo Amnistía Internacional (AI) o la
Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT).
Uno de los principales razonamientos contra el uso de torturas o tratos degradantes o inhumanos
es que cualquier persona sometida a ello es capaz de reconocerse autor de cualquier cosa, por
absurdo que sea, con tal de dejar de sufrir. Varios instrumentos de tortura son escondidos
actualmente en el Museo de la Inquisición en Perú, mientras que se muestran al público
únicamente aquellos que no afectan tanto la imagen del arraigado catolicismo presente en el
país[cita requerida].
Tortura en el cine [editar]
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La película El crimen de Cuenca, de Pilar Miró, relata hechos reales de las torturas que
recibieron unos campesinos españoles a manos de la Guardia Civil a principios del siglo
XX ([1]).
La película Saló o los 120 días de Sodoma, de Pier Paolo Pasolini, los señores del
castillos imponen torturas de todo tipo a sus victimas.
La película El experimento, de Oliver Hirschbiegel, trata sobre un experimento
sociológico en la Alemania contemporánea entre dos grupos: los carceleros y los presos
([2]).
La película The road to Guantanamo, de Michael Winterbottom recoge la historia de
varios detenidos británicos trasladados a la Base militar de la Bahía de Guantánamo.
Contiene descripciones precisas de las técnicas y procedimientos de tortura física y
psicológica allí practicados.
La película Hostel trata sobre un lugar en el cual determinadas personas pagan para
satisfacer sus fantasías macabras, torturando a sus víctimas mediante la utilización de
varios utensilios: sierras eléctricas (como las empleadas en carpintería), tijeras, tenazas e
incluso un mechero para realizar soldaduras.
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La saga Saw trata sobre un asesino llamado Jigsaw, quien tortura a las personas que él
mismo considera que "no valoran su vida, han transgredido límites humanos de lo
aceptable o la han malgastado en perjudicarse así mismos o a otros". Los dispositivos de
tortura, diseñados por el mismo Jigsaw, poseen mecanismos complejos que ocasionan
uno o más daños al cuerpo de sus víctimas (algunos dispositivos son fieles a los
utilizados en el pasado). Es interesante resaltar que la tortura que recibe cada persona en
la película es, en sí misma, una metáfora cruel pero catártica.
Tortura en el teatro [editar]
La obra de teatro La muerte y la doncella, de Ariel Dorfman, explora las consecuencias de
tortura. Otra obra, Pedro y el Capitán, de Mario Benedetti, se desarrolla exclusivamente en el
diálogo entre un torturador y un prisionero en una dictadura latinoamericana indeterminada del
siglo XX.
Instrumentos de tortura
Referencias [editar]
1. ↑ Del Diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat de 1906–1914, que se
encuentra en el dominio público.
Véase también [editar]
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Anexo:Instrumentos y métodos de tortura
Religión.
Escuela de las Américas
Peters, Edward (1987). La tortura. Alianza Editorial. ISBN 978-84-206-0251-6.
Informes de Naciones Unidas sobre la tortura en España
Centros clandestinos de detención de la CIA
Tortura en Abu Ghraib
Enlaces externos [editar]
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Amnistía Internacional España
Ciberactuaciones individuales a través de Amnistía Internacional
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Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes
— 10 de diciembre de 1984
Sitio web de la Organización Mundial Contra la Tortura, una ONG internacional con
base en Suiza (inglés, francés y español)
Campaña contra la tortura de Amnistía Internacional
Comité contra la tortura de Naciones Unidas
Human Rights Watch
Inquisición y tortura
Declaración Universal de los Derechos Humanos
Historia de la tortura y el orden represivo en la Argentina
La «Quistion de tormento» en la Inquisición española
Univ. George Washington. Enlaces a los manuales CIA sobre Técnicas Coercitivas
(Tortura Física y Psicológica) y No Coercitivas (Tortura Psicológica) de Interrogatorio.
27 de abril de 2009
La historia de la CIA y la tortura
Técnica del waterboarding
Tortura: "Acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona
dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales,
con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión (...)
cuando sean infligidos por un funcionario público
u otra persona en el ejercicio de funciones públicas".
Convenio contra la tortura, ratificado por EE UU
A partir de la reciente publicación de los memos de la administración de George W. Bush sobre
las técnicas "reforzadas" de interrogación aprobadas por el gobierno demócrata para que la CIA
se encargue de implementarlas, ha quedado demostrado que Estados Unidos practicó de manera
sistemática métodos de tortura a prisioneros por terrorismo. El deslinde de la administración
14
Obama ha sido tajante, pero sus iniciativas de investigación y accountability no son tan firmes
así que aun no queda claro si es que el Estado norteamericano va a abrir procesos por
violaciones de los DDHH a miembros del antiguo gobierno.
Para estar bien enterados sobre este tema, he preparado un pequeño dossier periodístico y
bibliográfico con lo mejor que he leido sobre el asunto. Nótese las contantes menciones a la
historia de la tortura relacionada a la CIA, como en el caso de la guerra de Vietnam.
La cara oculta de la historia es la tortura.
Varios de los elementos utilizados durante la Edad Media para realizar estas salvajadas fueron:
EL POTRO: La víctima era atada a los extremos y después se tiraba de las cuerdas hasta que los
miembros se descoyuntaban. Fue utilizado sobre todo en Francia y Alemania, durante los
tiempos de la Inquisición.
15
EL APLASTACABEZAS: Destinado a comprimir y reventar los huesos del cráneo. La barbilla
de la víctima se colocaba en barra inferior, y el casquete era empujado hacia abajo por el
tornillo. Los efectos de este artilugio son, en primer lugar, la ruptura de los alveólos dentarios,
después las mandíbulas y por último el cerebro se escurre por la cavidad de los ojos y entre los
fragmentos del cráneo.
EL TORMENTO DE LA RATA: Sobresalía por su refinamiento. También fue utilizado por la
Inquisición, pero su existencia se conoce desde los tiempos de la antiguo China. Consistía en
colocar una rata sobre el abdómen del torturado, encerrada en un jaula abierta por abajo,
mientras los verdugos la hacían rabiar con palos ardiendo, de forma que el animal tenía que
buscar una salida y a mordiscos abría un túnel en las tripas del condenado, llegando, a veces, a
salir por otro lado del cuerpo.
LAS JAULAS COLGANTES: Hasta finales del Siglo XVIII, en los paisajes urbanos Europeos,
era habitual encontrar jaulas de hierro y madera, adosadas al exterior de los edificios
municipales, palacios ducales o de justicia, etc. Los reos, desnudos o semidesnudos, eran
encerrados en las mismas. Morían de hambre y sed, por el mal tiempo y el frío en invierno; por
el calor y las quemaduras solares en verano. A veces, las víctimas habían sido torturados o
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mutilados como escarmiento. No solo significaban una incomodidad tal que hacían imposible al
preso dormir o relajarse, ya que estaban atados a los barrotes de las mismas. A veces se
introducían en ellas gatos salvajes, a los que los verdugos azuzaban con varillas al rojo vivo, o
se encendían fogatas debajo para abrasar al condenado.
LA DONCELLA DE HIERRO: Aun había otros artilugios como la doncella de hierro, esos
ataúdes que eran piezas de exquisita artesanía por fuera y por dentro. Por fuera por la gran
cantidad de grabados y relieves que adornaban su superficie; por dentro, por la espectacular
colección de pinchos, dirigidos a puntos concretos del cuerpo, que se iban clavando lentamente
sobre el inquilino, a medida que se cerraba la puerta. Los clavos eran desmontables, con lo que
se podían cambiar de lugar, con el fin de poseer un amplio abanico de posibles mutilaciones y
heridas que daban lugar a una muerte más o menos lenta.
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EL METODO DEL AGUA: Consistía en hacer tragar al torturado, un mínimo de 10 litros por
sesión, ayudándose de un embudo. Además de producir una insoportable sensación de ahogo, el
estómago podía llegar a reventar.
LA CABRA: Este sistema se hizo muy popular en las mazmorras de la Edad Media. Una vez
que al torturado se le habían fijado los pies a un cepo, se procedía a untar las plantas con sal o
sebo. La cabra atraída por el condimento, comenzaba a lamerlas, y la aspereza de su lengua
hacía que atravesara la piel y dejara los pies en carne viva, llegando en ocasiones hasta el hueso.
LA RUEDA: Era el más común en la Europa germánica. Convertía al preso, completamente
inmovilizado, en verdadero material de trabajo, para que el verdugo fuera descoyuntándole o
arrancándole miembros a voluntad. Era uno de los suplicios más horrendos de la Edad Media. El
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condenado, desnudo, era estirado boca arriba en el suelo, o en el patíbulo, con los miembros
extendidos al máximo y atados a estacas o anillas de hierro. Bajo las muñecas, codos, rodillas y
caderas se colocaban trozos de madera. El verdugo asestaba golpes violentos a la rueda,
machacaba todos los huesos y articulaciones, intentando no dar golpes fatales. Despúes era
desatado e introducido entre los radios de la gran rueda horizontal al extremo de un poste que
después se alzaba. Los cuervos y otros animales arrancaban tiras de carne y vaciaban las cuencas
de los ojos de la víctima, hasta que a ésta le llegaba la muerte.
EL GARROTE: Método por el cual un punzón de hierro penetra y rompe las vértebras
cervicales al mismo tiempo que empuja todo el cuello hacia delante aplastando la tráquea contra
el collar fijo, matando así por asfixia o por lenta destrucción de la médula espinal. La presencia
de la punta en la parte posterior no sólo no provoca una muerte rápida, sino que aumenta las
posibilidades de una agonía prolongada. Fue usado hasta principios del siglo XX en Cataluña y
en algunos países latinoamericanos. Se usa todavía en el Nuevo Mundo, sobre todo para la
tortura policial, y también para ejecuciones.
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EL TORO DE FALARIS: En este caso se quemaban a los herejes dentro de la efigie de un toro
a Falaris, tirano de Agrakas, que murió en el año 554 a.C. Los alaridos y los gritos de las
víctimas salían por la boca del toro, haciendo parecer que la figura mugía. El toro de Falaris
estaba presente en numerosas salas de tortura de la Inquisición de los siglos XVI, XVII y XVIII.
LA SIERRA: Este instrumento de tortura no necesita muchas explicaciones. Sus mártires son
abundantes. A consecuencia de la posición invertida del condenado, se asegura suficiente
oxigenación al cerebro y se impide la pérdida general de sangre, con lo que la víctima no pierde
el conocimiento hasta que la sierra alcanza el ombligo, e incluso el pecho, según relatos del siglo
XIX. La Biblia (II Samuel 12:31) hace mención a este tipo de tortura, en la época del Rey
David. Este hecho contribuyo a la aceptación de la sierra, el hacha y la hoguera. La sierra se
aplicaba a menudo a homosexuales (gays y lesbianas), aunque principalmente a hombres. En
España la sierra era un medio de ejecución militar hasta el siglo XVIII. En Cataluña, durante la
Guerra de la Independencia (1808-14), los guerrilleros catalanes sometieron a decenas de
oficiales enemigos a la sierra. En la Alemania luterana la sierra esperaba a los cabecillas
campesinos rebeldes, y en Francia a las brujas preñadas por Satanás.
LA CUNA DE JUDAS: El reo era atado e izado y una vez estaba elevado se le soltaba
dejándolo caer sobre una pirámide haciendo que, con su propio peso, se clavara la punta de la
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misma en el ano, la vagina, el escroto, etc. Esta maniobra se realizaba varias veces. Se utilizaba
practicamente para hacer confesar al condenado.
LA CIGUEÑA: El sistema de la cigueña, a parte de inmovilizar a la víctima, al poco rato ésta
sufre unos fuertes calamabres en los músculos rectales y abdominales, y poco a poco se van
extendiendo por el resto del cuerpo. Al cabo de las horas producen un dolor muy intenso sobre
todo en el recto. Además el reo era pateado y golpeado, e incluso en ocasiones llegaba a ser
quemado y mutilado.
EL CEPO: No hacen falta muchas explicaciones para este método. La víctima era inmovilizada
de pies y manos, expuesta, generalmente, en la plaza del pueblo, y sometida a todo tipo de
21
vegaciones, como golpeada, escupida, insultada, e incluso en ocasiones la plebe orinaba y
defecaba sobre ella.
EL PENDULO: Solía ser la antesala de posteriores torturas. Su función consistía básicamente en
la dislocación de los hombros doblando los brazos hacía atrás y después hacia arriba. La víctima
atada de manos en la espalda era izada por las mismas. Para provocar un mayor sufrimiento se le
colocaban en los pies una pesas.
LAS GARRAS DE GATO: Consistía en arrancar al prisionero la carne a tiras, llegándola a
arrancar de los huesos. Eran utilizadas como un rastrillo.
LA PERA: Estos instrumentos se usaban en formatos orales y rectales. Se colocaban en la boca,
recto o vagina de la víctima, y allí se desplegaban por medio de un tornillo hasta su máxima
apertura. El interior de la cavidad quedaba dañado irremediablemente.Las puntas que sobresalen
del extremo de cada segmento servían para desgarrar mejor el fondo de la garganta, del recto o
de la cerviz del útero. La pera oral normalmente se aplicaba a los predicadores heréticos, pero
también a seglares reos de tendencia antiortodoxas. La pera vaginal, en cambio, estaba destinada
a las mujeres culpables de tener relaciones con Satanás o con uno de sus familiares, y la rectal a
los homosexuales.
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Los medios mecánicos tampoco eran de despreciar. Algo tan simple como unas tenazas en las
manos de un hábil torturador podía arrancar de cuajo muchos dientes e incluso, si se terciaba, la
lengua.
Tampoco hay que olvidar las calzas colocadas en las piernas, que a martillazo limpio acababan
destrozando los huesos del tobillo. O las astillas metálicas que se introducían bajo las uñas, y se
clavaban poco a poco hasta que ya no quedaba uña donde clavar.
Por Pilar Jiménez
tortura
(Del lat. tortura); sust. f. 1. Torcedura, inclinación, desviación de lo recto: la tortura de su
columna, provocada por el continuo acarreo de peso, empieza a ser evidente a simple vista. 2.
Dolor físico o psicológico infligido a una persona con el fin de obtener de ella una confesión, o
como procedimiento de castigo: fue incapaz de soportar la fuerte tortura a que lo sometieron y
falleció antes de delatar a sus compañeros. 3. [Uso figurado] Dolor o aflicción de gran
intensidad, o cosa que lo provoca: dar clase a esa panda de mentecatos ignorantes todos los días
es una tortura para mí. Sinónimos Torcedura, inclinación, desviación, curvatura, torsión, desvío,
tormento, martirio, dolor, mortificación, agonía, congoja, desazón, ...
(2) [Historia] Tortura Se entiende por "tortura" aquel tormento físico o psicológico infligido a un
individuo normalmente con la finalidad de obtener información en un proceso judicial o político.
Las razones que han llevado a los hombres a torturar han sido: la intención de ejemplificar en el
caso de determinados delitos, razones científicas o, simplemente, puro sadismo. El concepto de
tortura es diferente si lo consideramos desde un punto de vista moral en el que es sinónimo de
cualquier tipo de sufrimiento infligido por un ser humano a otro, independientemente de que
tenga o no tenga un fin concreto. Esta interpretación es relativamente reciente, pues se constata
desde finales del siglo XVIII.
23
Nuevas consignas en Abu Ghraib, Bagdad
Los manuales de tortura del ejército de los Estados Unidos
por Arthur Lepic*
La tortura fue, ha sido y es una práctica ampliamente utilizada por los Estados Unidos y por otros muchos
países del mundo. Una historia que no se termina en Irak.
8 de junio de 2004
Prisión de Abu Ghraib, Bagdad, Irak.
Oficiales de la inteligencia militar obligando a detenidos civiles a ponerse en posiciones
humillantes para obtener fotografías destinadas a intimidar a los demás prisioneros.
La unánime condena a la tortura en Irak por parte de los parlamentarios estadounidenses después de la
publicación de las infamantes fotografías de malos tratos y abusos en la prisión de Abu Ghraib, no debe
hacernos olvidar que estos mismos parlamentarios exigieron el restablecimiento de la tortura para luchar
contra el terrorismo después de los atentados del 11 de septiembre. Las prácticas de tortura ejercidas
actualemente en Irak son las mismas que fueron escritas en los manuales militares de EE.UU., aún
vigentes y aplicados desde hace cuarenta años en América Latina, en un comienzo bajo las ordenes de
Klaus Barbie,(nazi refugiado en Bolivia), posteriormente bajo instrucciones de Dick Cheney y John
Negroponte.
La condenana casi unánime de los parlamentarios estadounidenses de las infamantes torturas y malos
tratos en el centro de detención de Abu Ghraib en Bagdad, después que fotografías tomadas en dichos
centros fueron difundidas por el canal CBS (EE.UU.), no deben ser motivo para relativizar estas prácticas,
ni tampoco dejar creer que han aparecido solamente después de los atentados del 11 de septiembre. No
hagamos referencia de las operaciones en Afganistán llevadas a cabo por los mismos afganos a finales del
2001, ni a la derrota del ejército iraquí en desbandada en marzo 2003.
Ante la ausencia de un conflicto convencional y oficial, que implica una confrontación directa entre dos
Estados, la guerra que los dirigentes de Washington han buscado y obtenido en Irak, sobrepasa todo limite
espacial y temporal, yéndose por las antípodas del marco legal fijado por las Convenciones de Ginebra.
Estas han sido efectuadas posteriormente y en gran parte bajo el pretexto de Secreto Defensa del Estado.
Todo esto nunca será, por más que lo pretendan las autoridades de la administración Bush, nuna será una
24
veradera guerra, nunca ha cobrado ni encarnado el aspecto de una verdadero conflicto, la cual sólo existe
en la retórica y demagogía oficial de los dirigentes estadounidenses.
No se trata de resolver un conflicto político mediante la confrontación de dos ejércitos, esto no es más que
una conquista colonial que tiene como objetivo de controlar a las poblaciones civiles y de explotar sus
recursos naturales.
¿Por qué fingir entonces estupefacción ante tales imágenes científicamente preparadas y escenificadas,
destinadas a contener psicológicamente al adversario real o potencial?
Porque si guerra hay, ésta es llevada a cabo contra los civiles en un primer lugar, sometidos al Shock and
Awe [1] hasta el embrutecimiento, su finalidad es atemorizar a estas poblaciones mediante la tortura, hasta
que nos le quede más que la resignación.
En ese sentido, no se le puede quitar el mérito y la lucidez a George Soros cuando declaraba en un
artículo reciente [2] que el acontecimiento que ha conmovido a los Estados Unidos es incontestablemente
«las fotos» y no el conocimiento de practicar la «tortura». Soros relata en una entrevista informal, su
experiencia con inversores de Wall Street, los cuales llegaron a un consenso para tomar medidas ante el
terrorismo, estaban en su mayoría a favor de la tortura, pero a condición de no darse por enterados.
¿Cómo explicar entonces las diferentes reacciones que han aparecido entorno al debate por el
restablecimiento de la tortura, hecho que entusiasmaba tanto a los juristas y políticos estadounidenses
desde los finales del año 2002? ¿Y cómo explicar el comportamiento frente a unas fotografías que
muestran unos hechos abominables pero que han sido ordenados desde arriba?...Todo esto sólo es
explicable si se acepta la idea que tales imágenes crean una reacción de emoción en la opinión.
Hablábamos prudentemente del «restablecimiento de la tortura», pero gracias a la existencia de
documentos propios a los servicios estadounidenses que fueron recuperados y conservados por
casualidad, apreciamos que desde el comienzo de los años 60’, dichos manuales enseñando el empleo de
la tortura fueron ampliamente difundidos en América Latina. Sobre todo al lanzarse el inicio de las
operaciones llevadas contra la insurrección o contra los grupos guerrilleros en dicho continente.
Documentos que atestiguan el empleo de la tortura en América Latina también han sido desclasificados
estos últimos años, y se constata simplemente que los pretendidos «errores», «atropellos», «palizas»,
invocados aquí y allá por el Estado Mayor del Ejército de los EE.UU. «para lavarse las manos», no es más
que una vil táctica, cuidadosamente estudiada, planeada y aplicada, a escondidas de miradas indiscretas de
la prensa. La tortura ha sido siempre una constante indisociable y constituye incluso uno de sus mejores
pilares de su estrategía política y militar.
Manual de tortura, CIA, 1963
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Manual de tortura, CIA, 1963. (Ver los documentos complementarios al final de este artículo para
telecargarlo).
La aparición de movimientos revolucionarios de guerrilla a comienzos de los años sesenta, la intensidad
creciente de la guerra en Vietnam y los primeros centros de resistencia marxista en América del Sur,
exaltaron a los consejeros de John Kennedy a elaborar métodos de contra-insurrección. Igualmente
pensaron también como desarrollar un conjunto de medidas militares, políticas y económicas para vencer
a los movimientos de liberación nacional en el Tercer Mundo.
Unidades especiales como las Boinas Verdes del Ejército de Tierra, los SEAL (que significa Sea-AirLand Comandos) de la marina y una fuerza de operaciones especiales de la fuerza aérea fueron destacados
en muchos países, como por ejemplo en Honduras, Indonesia, Tailandia o en las Filipinas, desbaratando
los planes y la ilusión de independencia política y económica de muchos movimientos sociales o
revolucionarios.
Es en el año 1963 que fue redactado el primer manual de conducta interrogatoria, llamado KURBARK
Counterintelligence Interrogation. «KUBARK» fue el nombre de código que la CIA se había autoatribuido para este proyecto. Se trataba de una guía detallada con los diferentes métodos a utilizar en
prioridad para sacar información o hacer hablar eficazmente a «elementos de la resistencia». El manual
especificaba como «llegar a ser un perfecto torturador», para obtener rápidamente las calificaciones
necesarias para llegar a ser un buen «interrogador», explicando en detalle las técnicas coercitivas para
llegar a este objetivo rápidamente.
Se encuentran muchas recomendaciones prácticas del siguiente tipo: «la corriente eléctrica debe ser
conocida con anterioridad por el utilizador, para que los transformadores eléctricos y otros aparatos de
conversión estén disponibles si necesidad hay». Se sugiere de mantener al prisionero parado y de privarlo
de sueño, de sensaciones táctiles o visuales durante mucho tiempo, a fin de romperle su voluntad.
El manual explica que si se llega a obtener las condiciones «ideales», el interrogado desarrolla la
impresión de inflingirse él mismo los malos tratos y que el empleo de dispositivos tales como una cuba
llena de agua o un «pulmón artificial» son «aún más eficaces». Claro está, que en las primeras páginas o
en la introducción del manual, se aconseja al torturador de tener cuidado para que no sea «considerado a
error como alguien autorizado a tener recurso a técnicas coercitivas. Aconsejándole también de no olvidar
de buscar un lugar discreto o secreto en donde poder realizar tales prácticas». (sic).
Extractos recopilados a partir de este manual, así que de otros manuales fueron recuperados para una
nueva utilización por parte del espionaje militar a mitad de los años 60, conocidos bajo el nombre de
«Proyecto X. Refundido para elaborar una segunda «Biblia» del perfecto torturador que fue intitulada
Human Resource Exploitation Training Manual - 1983 («Manual de Entrenamiento para la Explotación
de Recursos Humanos»), dichos nuevos manuales volvieron a ser utilizados a gran escala en América del
Sur de 1983 a 1987.
Este manual enseña prácticas similares a las que se han podido observar en la prisión de Abu Ghraib en
Irak. La versión original estipula: «Hablaremos solamente de dos tipos de técnicas, coercitivas y nocoercitivas. Nosotros no queremos insistir en la utilización de técnicas coercitivas, nosotros queremos
solamente hacerles tomar conocimiento de esto». Esta última frase es para que los torturadores utilizando
este manual no puedan ser acusados por la justicia en caso de ser descubiertos.
Posteriormente, el Senado de los EE.UU. realizó una investigación sobre las violaciones de los Derechos
Humanos en Honduras por los escuadrones de la muerte en 1988 y el párrafo del manual de tortura fue
26
modificado de la siguiente manera: «Si nosotros lamentamos la utilización de técnicas coercitivas,
nosotros queremos únicamente informarles seriamente de esto, a fin que usted pueda estar prevenido y
evitar de hacer uso». El manual advierte del mismo modo que «un recurso frecuente de la tortura degrada
el nível moral de la organización que lo ejerce y corrompe a aquellos que dependen...»
Manual de tortura, CIA, 1983
Documento ampliamente utilizado en América Latina entre 1983 y 1987 como manual de
referencia por los instructores de la CIA y las Boinas Verdes. (Ver documentos adjuntos al final
del artículo).
Desde el año 1966, los famosos manuales gozaban de una enseñanza prioritaria en la Escuela de las
Américas con sede en Panamá, dicho centro se mudó más tarde a Fort Benning (Estado de Georgia, en los
EE.UU.). Otra parte se fue a la Academia de Formación en Guerra Política que estaba instalada en
Taiwan (China Nacionalista). Durante diez años, las técnicas de interrogación fueron enseñadas a los
militares sudamericanos y asiáticos, los cuales llegaron a ser los encargados de efectuar este sucio trabajo
de la contra-insurrección. En 1976 este tipo de entrenamiento fue suspendido después que una comisión
parlamentaria estadounidense se enteró de dichas prácticas.
En efecto, el gobierno del presidente Carter confirmó en esa época su suspensión, pero la administración
del presidente Reagan la volvió a validar, reactivando los cursos de tortura en la Escuela de las Américas.
Para tal fin, hicieron una nueva edición del manual de la edición de 1983 pero «maquillado», manual que
será oficialmente aprobado, pero los torturadores en el terreno, preferieron seguir utilizando la vieja
versión de 1963, más explícita para sus gustos.
El equipo Reagan intentó de esta manera estar al día: confirmando su voluntad de combatir las guerrillas
«castristas» en América Central y no dudó un sólo momento en declarar por intermedio de Alexander
Haig, su Secretario de Estado, que el «terrorismo internacional», expresión utilizada por la administración
Reagan para designar las insurrecciones y los levantamientos revolucionarios «va a remplazar los
Derechos Humanos en nuestras preocupaciones» [3].
La traducción y la difusión masiva de esos manuales en América del Sur por las fuerzas militares en lucha
y aplicando la doctrina estadounidense de contra-insurrección locales terminará también por preocupar al
Pentágono a tal punto que en 1992 un informe secreto, intitulado Elementos inapropiados en los
manuales de inteligencia en lengua castellana fue enviado a Dick Cheney (actual vice-presidente de los
EE.UU.) pero que en esa época era Secretario a la Defensa del presidente George H. Bush (padre). El
informe señalaba la inquietud en cuanto a los «elementos criminales y dudosos que contienen esos
manuales», hecho que puede dañar la imágen de virtud que se proponía de dar el Southern Command, es
decir, la de promover un mayor respeto hacia los Derechos Humanos, en todo caso sobre el papel.
El peligro para ellos era que los manuales constituían de facto una prueba directa de sus fechorías y
27
«podían dañar la imagen y credibilidad de los EE.UU. además de poder ser comprometetidos seriamente»
por cualquier organización de derechos humanos.
Meses antes, una investigación del Departemento de la Defensa se había interesado en los siete
problemáticos manuales que circulaban de manera caótica y que los comprometían en múltiples casos,
casos que señalaban abusos, golpes, encarcelamientos abusivos, ejecuciones e inyecciones de serum
llamados de la verdad, todo esto desde los años 60. La instrucción que dio Dick Cheney fue de ubicar,
encontrar y de destruir todos estos manuales en circulación. La orden fue cumplida en el marco de una
«operación conjunta de corrección». En esa época, su programa de contre-insurrección puesto en práctica
hacía ya mucho tiempo atrás, había dado sus frutos y sometido gran parte de la América del Sur,
eliminando muchos movimientos revolucionarios.
Todo esto no correspondía más que a una inútil tentativa para disimular las pruebas de un plan nefasto,
bien estudiado con anterioridad [4].
Prisionero iraquí sometido a la tortura eléctrica en la prisión de Abu Ghraib, en Irak.
(Ver las fotos de los prisioneros iraquíes torturados en Abu Ghraib, abajo, al final del artículo.)
En un discurso sobre el estado de la Unión (EEUU) en el año 2003, el actual presidente estadounidense
George W. Bush declaraba a propósito del régimen de Sadam Hussein : «descargas eléctricas, marcas
calientes con hierros al rojo vivo, ácidos sobre la piel, mutilación con taladros eléctricos, ablación de la
lengua y violaciones. Si esto no es maléfico, entonces esta palabra no tiene sentido...» [5].
El debate abierto a finales del 2002, lejos de las cámaras indiscretas, no era nada más que una tentativa
para hacer aceptar o banalizar prácticas que son ampliamente utilizadas. Esta táctica se aprovechó de la
emoción que ocasionó los atentados del 11 de septiembre, muy vivos en esa época, pero emoción que se
ha ido apagando poco a poco, a medida que las víctimas de la «guerra al terrorismo» van sumando -y
varias veces en cantidad-, el número de víctimas del 11 de septiembre.
Más tarde, la captura a comienzos del año 2003 de Khalid Shaikh Mohammed, presumido brazo derecho
de Bin Laden, dio lugar a una polémica sobre la cuestión de la legalización de la tortura y no de la
utilización de esta, ya que la tortura era moneda corriente en las operaciones contra los insurgentes
revolucionarios. El hecho de enviar prisioneros para hacerse torturar en países que lo hacen
corrientemente, por ejemplo Egipto o Marruecos, era ya una realidad concreta desde hace tiempo, cuando
28
esta noticia y polémica llenaron los principales titulares de ciertos diarios.
Es el caso por ejemplo de Muhammad Saad Iqbal Madni, sospechado en aquella época por la CIA de estar
vinculado a Richard «zapatillas explosivas» Reid Iqbal Madni, y secretamente conducido desde Indonesia
hacia Egipto por los servicios USA para ser interrogado de manera brutal [6].
También hay que decir que el pasado colonial francés en Argelia y la represión que utilizó Francia en su
ex-colonia árabe para someterla a los finales de los años 50’ y principios de los 60’, para que no se
independice, interesaba mucho a los expertos del Pentágono antes que estos se lanzaran a la conquista del
Irak en 2003.
Este pasado colonial francés demostró ampliamente que una vez que se transgrede o se pasa el límite ético
por la utilización de la tortura, la confrontación permanente y constante es una hecho garantizado. La
tortura se convierte entonces en «el atajo más corto» para llegar a esa situación rápidamente. Tal vez sea
por ello que las revelaciones de Abu Ghraib han conocido una tal dimensión: era necesario romper o
terminar de una vez por todas con esta confrontación permanente antes que los sucesos tomen un aspecto
abominable e incontrolable. Como si se tratara de una bomba a efecto retardado,-que uno no se sabe
cuando va a explotar, explicaba el profesor David Cole en el diario The Nation en marzo 2003 [7].
Otro elemento contraproducente cuando se llega a situaciones incontrolables como el caos iraquí
enegendrado por la invasión, es que la inevitable incertidumbre ligada a la amenaza, beneficia la práctica
de la tortura, porque en momentos de duda y de inseguridad, esta se ejerce en toda circunstancia y con
toda impunidad. La experiencia francesa en Argelia se reproduzcó otra vez en Israel, mucho antes que el
Tribunal Supremo israelí no la prohíba formalmente, al menos sobre el papel, en 1999: «Muy pronto, y a
muy raras excepciones, la tortura se convirtió en una práctica corriente en Israel, en gran parte debido a
que el ejemplo metafórico de la «bomba a efecto retardado», ya que este concepto en boca o pensamiento
de los opresores, se convierte en una justificación de sus acciones, además la pueden postergar o
prolongar (manipular) a su gusto» y para su «buena conciencia», explicaba también Phil Roth en el diario
The Nation.
Pero antes de considerar la tortura como un medio de obtener informaciones, ¿no es la tortura la
encarnación y pura esencia del terrorismo estatal? Quien se atrevería a pretender que la población iraquí
no está aterrorizada a la idea de encontrarse entre las garras de los torturadores en la prisión de Abu
Ghraib?
Nos enteramos hoy en día que los EE.UU. exigen con insistencia que se les renueve una resolución en el
Consejo de Seguridad de la ONU para una exención de sus militares de ser perseguidos ante una Corte
Internacional de Justicia [8]. La estrategia de los EE.UU. es de este modo doble: por un lado lleva una
batalla judicial de desgaste, ahorrando en un primer momento que la responsabilidad recaiga sobre el Alto
Comando, en peor de los casos quemará algunos “fusibles” (responsables de bajo rango), pero la
dirección ejecutiva quedará protegida. Todo está planeado para esquivar a la justicia. Sólo les faltara
después afirmar que la tortura no fue empleada, ni por ellos, ni por sus mercenarios o países lacayos, ni
que existe tampoco los centros secretos de interrogación de la CIA.
El manual de 1983 fue especialmente redactado para difundir la tortura en América Central. Todos los
métodos eran buenos para impedir que las poblaciones civiles apoyen a los comunistas. Sobre el terreno
las operaciones eran dirigidas por John Negroponte. Es por esta larga “experiencia” en la materia que
George W. Bush lo ha designado como embajador de los Estados Unidos en Bagdad a partir del 1 de julio
2004 y no para poner fin a la tortura.
29
Documentos adjuntos
CIA-Human Resource Exploitation Training Manual-1983-1.pdf
(WAV - 2.2 MB)
CIA-Human Resource Exploitation Training Manual-1983-2.pdf
(WAV - 1.6 MB)
CIA_KUBARK_Julio_1963 parte 1 de 3 .pdf
(WAV - 70.5 KB)
CIA_KUBARK_Julio_1963 parte 2 de 3.pdf
(WAV - 2.5 MB)
CIA_KUBARK_Julio_1963 parte 3 de 3 .pdf
(WAV - 606 KB)
Arthur Lepic
Periodista francés, miembro de la sección francesa de la Red Voltaire esspecializado en
los problemas energéticos y militares.
Fotos de los prisioneros iraquíes torturados en Abu Ghraib por las fuerzas militares de EE.UU.
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31
[1] El Shock and Awe (chocar para hacerse respetar) designa los métodos para bombardear poblaciones
civiles, táctica estrenada por las potencias del Eje (Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial) en
Guernica (España), llevada a teoria por Harlan K. Ullman.
[2] «Victims turning perpetrators», por George Soros, Alternet, 19 mayo 2004.
[3] «La América fuerte» frente al Tercer Mundo, una nueva doctrina contra-insurgente» por Michael T.
Klare, Le Monde Diplomatique, abril 1981
[4] En derecho, cuando la tortura se aplica por órdenes dadas y en el marco de un plan elaborado es
susceptible que se le considere como un crimen contra la humanidad y no como un simple crimen de
guerra
[5] El texto integral del Discurso sobre le estado de la Unión del 28 de enero 2003 es disponible en la
sección «Hoja Diplomatica» (en inglés y buscar el documento el la sección en francés)
[6] «U.S. Behind Secret Transfer of Terror Suspects» (Los EEUU detrás del sospechoso terror), por Rajiv
Chandrasekaran y Peter Finn, Washington Post, 11 marzo 2002
[7] «In Torture we Trus?», por Eyal Press, The Nation, 31 marzo 2003
[8] Bush Negociates Future Impunity for American Soldiers (Bush negocia una futura impunidad para los
soldados estadounidenses), Federación Internacional de Derechos Humanos, 24 mayo 2004
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Informe de la ONU afirma que Estados Unidos tortura prisioneros en Guantánamo
De Wikinoticias, la fuente de noticias libre
Localización de la bahía de Guantánamo
14 de febrero de 2006
Una investigación de la ONU, ordenada por la Comisión de Derechos Humanos y publicada por
Los Angeles Times, afirma que el tratamiento a los detenidos en Guantánamo se aproxima a la
tortura y viola los derechos humanos.
El informe dice que la forma en que Estados Unidos trata a los detenidos viola su derecho a la
salud física y mental, exige al gobierno la clausura de la prisión y que los cautivos sean llevados
a juicio en territorio estadounidense, mientras afirma que la justificación dada por Washington
es una distorsión de la ley internacional.
El informe es el resultado de 18 meses de investigación y consultas, durante los cuales el
enviado de la ONU entrevistó a ex prisioneros, abogados de los detenidos y sus familias, y
oficiales norteamericanos. Aproximadamente 500 personas están detenidas en Guantánamo bajo
la figura de "combatientes enemigos".
Por su parte Estados Unidos restó credibilidad al informe a través del portavoz del
Departamento de Estado, Sean McCormack, que declaró que el informe está basado en
habladurías, ya que sus autores no estuvieron en la prisión. En noviembre de 2005 Washington
dio autorización al enviado de la ONU para visitar la prisión pero sin acceso a los prisioneros,
por lo cual la visita fue cancelada.
Antes de su publicación oficial el informa tiene que ser revisado y respondido por los Estados
Unidos.
El enviado de la ONU, Manfred Nowak, dijo que "el informe no tiene el propósito de criticar"
sino de “mirar lo que la ley internacional de derechos dice sobre Guantánamo. Esperamos que
este informe fortalezca el diálogo”.
33
15-12-2005
Los Estados Unidos han utilizado la tortura durante decenios
Naomi Klein/The Nation
Fue la "misión cumplida" del segundo mandato de George W. Bush, y un anuncio de tal
magnitud exigía un lugar convenientemente dramático. Pero ¿cuál fue el telón de fondo
adecuado para hacer la infame declaración: "No torturamos"? Con su audacia característica, el
equipo de Bush la colocó en el centro de Ciudad de Panamá.
Era ciertamente desacarado. A hora y media de camino de donde Bush estaba parado, los
militares de los Estados Unidos mantuvieron la famosa Escuela de las Américas (SOA), desde
1946 hasta 1984, institución educativa siniestra, que si tuvo un lema pudo haber sido "Nosotros
sí torturamos".
Es aquí en Panamá y, luego, en la nueva localización de la escuela, en Fort Benning, Georgia,
donde pueden ser encontradas las raíces de los actuales escándalos sobre torturas. Según los
manuales de entrenamiento ya públicos, los estudiantes de SOA -- oficiales militares y de
policía de todo el hemisferio -- fueron instruidos en muchas de las mismas técnicas de
"interrogación coactiva" que han emigrado a Guantánamo y a Abu Ghraib: captura a la
madrugada para maximizar choque, encapuchamiento e inmediato cubrimiento de los ojos,
desnudez forzada, privación sensorial, sobrecarga sensorial, "manipulación" del sueño y
alimentación, humillación, temperaturas extremas, aislamiento, posiciones extremadamente
incómodas -- y peores cosas. En 1996 la Oficina de Vigilancia de la Inteligencia, durante la
administración del presidente Clinton, admitió que los materiales de entrenamiento producidos
por Estados Unidos justificaron la "ejecución de guerrilleros, la extorsión, el abuso físico, la
coerción y el encarcelamiento arbitrario."
Algunos de los graduados de la escuela de Panamá volvieron a sus países para cometer los
crímenes de guerra más grandes del continente durante el último medio siglo: los asesinatos del
Arzobispo Oscar Romero y de seis sacerdotes jesuitas en El Salvador; el hurto sistemático de los
bebés de los presos, "desaparecidos" argentinos; la masacre de 900 civiles en el El Mozote en El
Salvador; y los golpes militares, demasiado numerosos para hacer la lista aquí. Sea suficiente
para decir, que escoger a Panamá para declarar "No torturamos", es un poco como aparecer en
un matadero para anunciar que los Estados Unidos son una nación de vegetarianos.
Aun cuando cubrían el anuncio de Bush, ninguno de los noticieros de los grandes medios
mencionó la historia sordida de su ubicación. ¿Cómo podrían? Hacerlo requeriría algo
totalmente ausente del discusión actual: admitir que el lío de la tortura durante la administración
de Bush por funcionarios de los Estados Unidos, tiene abundantes antecedentes y se ha hecho
parte integral de la política exterior de los Estados Unidos desde la guerra de Vietnam.
Es una historia que se ha documentado exhaustivamente en una avalancha de libros, documentos
desclasificados, manuales de entrenamiento de la CIA, expedientes de las cortes y en las
comisiones de la verdad. En su próximo libro "Una Cuestión de Tortura", Alfred McCoy
sintetiza este inmanejable ocultamiento de la evidencia, produciendo una indispensable y segura
cuenta, de cómo los experimentos monstruosos de la CIA en pacientes siquiátricos y presos, en
los años 50, se conirtieron en un modelo qué él llama "tortura sin contacto," basado en la
privación sensorial y el dolor autoinfligido. McCoy se remonta a cómo estos métodos fueron
34
experimentados en campo por los agentes de CIA en Vietnam, como parte del programa de
Phoenix, y después exportados a América latina y a Asia en forma de programas de
entrenamiento policial.
No son solamente los apologistas de la tortura quienes ignoran esta historia cuando culpan de los
abusos a "algunas manzanas podridas" -- lo hacen también muchos de los opositores más
prominentes de la tortura. Al parecer se olvidaron de todo lo que supieron alguna vez sobre las
desventuras de Estados Unidos durante la guerra fría; un número alarmante ha comenzado a
suscribir una narración antihistorica en la cual la idea de torturar a presos se les ocurrió primero
a los funcionarios de los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, punto en el cual los
métodos de interrogación utilizados en Guantánamo emergieron, al parecer completamente
formados, desde las profundidades sádicas de Dick Cheney y del cerebro de Donald Rumsfeld.
Hasta ese momento, nos dicen, Estados Undos luchó contra sus enemigos pero mantuvo su
humanidad intacta.
El propagador principal de este discurso (qué Garry Wills calificó como "sin pecado original")
es el senador John McCain. Escribiendo recientemente en Newsweek sobre la necesidad de una
prohibición de la tortura, McCain dice que cuando él era un prisionero de guerra en Hanoi,
rápidamente se dio cuenta "que éramos diferentes de nuestros enemigos... que nosotros, si los
papeles se invirtieran, no nos deshonraríamos cometiendo o aprobando tal maltrato contra ellos."
Es una distorsión histórica imponente. Por la época en que McCain fue capturado, la CIA había
lanzado ya el programa de Phoenix y, como McCoy escribe, "sus agentes dirigían cuarenta
centros de interrogación en Vietnam del sur, que mataron a más de veinte mil sospechosos y
torturaron a millares más," una denuncia que él sostiene con las citas de páginas de informes de
prensa así como indagaciones del Congreso y del Senado.
¿Disminuye de alguna manera los horrores de hoy admitir que ésta no es la primera vez que el
gobierno de los Estados Unidos ha utilizado la tortura para deshacerse de sus oponentes políticos
-- que ha operado prisiones secretas antes; que ha apoyado activamente los regímenes que
intentaron borrar la izquierda botando a estudiantes desde aviones? ¿Que, en el país, fotografías
de linchamientos fueron negociadas y se vendieron como los trofeos y avisos? Muchos parecen
pensar así. El 8 de noviembre el congresista demócrata Jim McDermott hizo en la Cámara de
Representantes la declaración asombrosa que "Estados Unidos nunca había tenido un
cuestionamiento sobre su integridad moral, hasta este momento." Molly Ivins, expresó su
consternación porque en los Estados Unidos está funcionando una cárcel gulag, y escribió que
"es sólo esta administración... y siempre en eso, parece ser sobre todo el vice presidente Dick
Cheney." Y en la edición de noviembre de Harper's, William Pfaff arguye que lo que realmente
distingue a la administración de Bush, a diferencia de sus precursores, es "su instalación de la
tortura como parte integral de los militares estadounidenses y las operciones clandestinas." Pfaff
reconoce que mucho antes de Abu Ghraib, hubo quienes denunciaron que la Escuela de las
Américas era una "escuela de la tortura", pero él dice que él estaba "inclinado a dudar que
realmente era así." Quizás para Paff es hora de echar una mirada a los libros de textos de SOA
enseñando técnicas ilegales de tortura, todos fácilmente disponibles en español e inglés, así
como la lista espeluznante de los graduados de SOA.
Otras culturas tratan de la herencia de tortura declarando "¡Nunca más!" ¿Por qué tantos
norteamericanos insisten en ocuparse de la crisis actual sobre torturas, gritando "¡Nunca antes!"?
Sospecho que tiene que ver con un deseo sincero de destacar la seriedad de los crímenes de esta
administración. Y la abierta aceptación de la tortura por la administración de Bush, de hecho no
tiene precedentes -- pero dejemos claro cuál es ese "sin precedentes" y acerca de qué: no de la
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tortura sino de la franqueza. Los gobiernos anteriores mañosamente mantuvieron en secreto su
"operaciones oscuras"; los crímenes fueron sancionados pero fueron practicados en las sombras,
negados oficialmente y condenados. La administración de Bush ha roto este reparto: Post-9/11,
exigió el derecho de torturar sin vergüenza, legitimado por nuevas definiciones y nuevas leyes.
A pesar de todo el discurso sobre el origen exterior de la tortura, la innovación verdadera de la
administración de Bush ha sido su génesis interna, con los presos que son abusados por los
ciudadanos de los Estados Unidos en prisiones operadas por Estados Unidos y transportados a
terceros países en aviones de los Estados Unidos. Es este abandono de la etiqueta clandestina,
más que los crímenes reales, lo que tiene tanto a la comunidad militar como a la inteligencia
manos arriba: Por atreverse a torturar sin disculpas y al descubierto, Bush ha despojado a cada
uno de la capacidad de negarlo satisfactoriamente.
Para ésos que se preguntan nerviosos si es hora de comenzar a usar palabras alarmistas como
totalitarianismo, este cambio tiene una significación enorme. Cuando la tortura se practica
secretamente pero se niega oficialmente y legalmente, todavía queda la esperanza de si se
exponen las atrocidades, la justicia podría prevalecer. Cuando la tortura es seudo-legal y cuando
los responsables tan sólo niegan que es tortura, qué mata lo que Hannah Arendt llamó "la
persona jurídica en el ser humano"; muy pronto las víctimas no se esforzarán más para buscar
justicia, al asegurarse de la inutilidad (y del peligro) de esa búsqueda. Esta impunidad es una
versión masiva de lo qué sucede dentro de la cámara de tortura, cuando le dicen a los presos que
pueden gritar todos lo que desean porque nadie puede oírlos y nadie va a salvarlos.
En América latina las revelaciones de las torturas de Estados Unidos en Iraq no se han resuelto
con sorpresa e incredulidad sino con el poderoso "ya lo sabíamos" y temores reanimados. Héctor
Mondragon, un activista colombiano que fue torturado en los años 70 por un oficial entrenado
en la escuela de las Américas, escribió: "Fue duro ver las fotografías de las torturas en Iraq por
haber sido yo torturado. Me vi a mí mismo desnudo con los pies amarrados y las manos atadas a
la espalda; con la cabeza cubierta por una bolsa de tela. Recordé mi sentimiento, la humillación,
el dolor..."
Dianna Ortiz, una monja americana que fue torturada brutalmente en una cárcel guatemalteca,
dijo, "no podría incluso estar parada para mirar esas fotografías... así que muchas de las cosas en
las fotografías también me las habían hecho a mí. Me torturaron con un perro espantoso y
también con ratas. Y ya son película."
Ortiz ha atestiguado que los hombres que la violaron y la quemaron con cigarrillos más de 100
veces, acataban a un hombre que hablaba español con un acento gringo, que llamaban "jefe." Es
una de las muchas historias contadas por los presos en América latina sobre los hombres de
habla inglesa misteriosos que caminan dentro y fuera de sus celdas tortura, proponiendo las
preguntas, ofreciendo recompensas. Varios de estos casos se documentan en el nuevo libro de
gran alcance de Jennifer Harbury, "Verdad, Tortura, y la American Way".
Algunos de los países que fueron azotados por regímenes torturadores patrocinados por Estados
Unidos, han intentado reparar su tejido social por medio de comisiones de la verdad y juicios de
los crímenes de guerra. En la mayoría de los casos, la justicia ha sido evasiva, pero más allá de
abusos se ha entrado en el registro oficial y sociedades enteras se han hecho preguntas, no
solamente acerca de responsabilidad individual sino de la complicidad colectiva. Estados
Unidos, aunque participante activo en estas "guerras sucias", ha pasado sin un proceso paralelo
de examen de conciencia nacional.
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El resultado es que la memoria de la complicidad de los Estados Unidos en crímenes "lejanos",
sigue siendo frágil, viviendo en viejos artículos periodísticos, libros agotados e iniciativas
populares firmes, como la protesta anual en los alrededores de la Escuela de las Américas (a la
que se le cambió de nombre pero sigue funcionado en gran parte sin cambios). La ironía terrible
de la discusión antihistórica actual sobre la tortura, está en que en nombre de la supresión de
futuros abusos, estos crímenes del pasado están siendo borrados del expediente. Cada vez que
los americanos repiten el cuento de hadas sobre su inocencia pre-Cheney, estas memorias ya
borrosas, se desvanecen aun más. La evidencia fuerte todavía existe, por supuesto, archivada
cuidadosamente en decenas de millares de documentos desclasificados, disponibles en el
Archivo de la Seguridad Nacional. Pero dentro de la memoria colectiva de los Estados Unidos,
los desaparecidos se están desapareciendo de nuevo.
Esta amnesia ocasional hace un pésimo servicio, no solamente a las víctimas de estos crímenes,
sino también a la causa de intentar suprimir tortura del arsenal de la política de los Estados
Unidos de una vez por todas. Ya hay muestras que la administración se ocupará del alboroto
actual sobre la tortura volviendo al modelo de la guerra fría, la negativa creíble. La enmienda de
McCain protege a cada "individuo bajo custodia o bajo control físico del gobierno de Estados
Unidos"; no dice nada sobre el entrenamiento para la tortura o la compra de la información de la
industria expansiva de interrogadores por contrato. Y en Iraq el trabajo sucio se está entregando
ya a los escuadrones de la muerte iraquíes, entrenados por los comandantes de los Estados
Unidos como Jim Steele, que preparó para el trabajo a unidades semejantes, sin ley, en El
Salvador. El papel de Estados Unidos en el entrenamiento y supervisión del Ministerio Interior
de Iraq fue olvidado, por otra parte, cuando descubrieron recientemente a 173 presos en los
calabozos del ministerio, algunos torturado tan gravemente que se caía su piel . "Mire, es un país
soberano. El gobierno iraquí existe", dijo Rumsfeld. Sonaba justo como el director de la CIA
Guillermo Colby, cuando fue interrogado en una audiencia del Congreso en 1971 acerca de los
millares muertos por Phoenix -- un programa que él ayudó a lanzar -- contestó que ahora era
"enteramente un programa vietnamita del sur."
Y ése es el problema con la ficción según la cual la administración de Bush inventó tortura. "si
uno no entiende la historia y las profundidades de la complicidad institucional y pública," dice
McCoy, "entonces uno no puede comenzar a emprender reformas significativas." Los
legisladores responderán a la presión eliminando un pedazo pequeño de la maquinaria de la
tortura -- cerrando una prisión, clausurando un programa, incluso exigiendo la dimisión de una
manzana realmente dañada como Rumsfeld. Pero, McCoy dice, "preservarán la prerrogativa de
torturar."
El Centro para el Progreso Americano acaba de lanzar una campaña publicitaria llamada "la
tortura no es los Estados Unidos." La dura verdad es que por lo menos durante cinco décadas, sí
ha sido. Pero no tiene que ser.
© 2005 The Nation
Traducción libre de un voluntario para indymedia Colombia.
www.thenation.com/doc/20051226/klein
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NUEVO FASCISMO
Tortura en los Estados Unidos
Próximo de lo que se había imaginado en la película "Fortress", el cinturón de constricción es un
instrumento de tortura teleguiada que provoca la perdida instantánea de todo control muscular.
Utilizada contra los prisioneros en el Campo de Guantánamo, su uso y empleo es cada vez mas
frecuente en las cárceles americanas, y mismo ante los tribunales. Un articulo del Washington
Post publicado por Courrier International.
A finales del mes pasado, el detenido John Allen Muhammad, el "sniper de Washington", se
rehusaba a someterse a un examen medico que no había sido ordenado por el tribunal y sobre el
cual no había podido discutir con su abogado. Frente a su negativa de cooperar, los guardias
activaron su cinturón de constricción, enviando una descarga eléctrica de 50.000 voltios en todo
su organismo.
Raros son aquellos que sienten alguna simpatía por este hombre que ha matado diez personas,
pero este incidente ha subrayado y puesto en evidencia la existencia de un dispositivo
banalizado e incomodo. De hecho, el uso y recurrir a este cinturón de constricciones en tales
circunstancias es ilegal, pero no tiene nada de excepcional. Considerado como violación a los
derechos humanos, estos dispositivos (cuya denominación inglesa, stun belt, significa
literalmente « cinturón incapacitante") han sido objeto de una condena internacional. Las
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autoridades locales y el Congreso deberían imponer nuevas consignas con respecto a su uso, por
defecto a su prohibición pura y simples.
A 800 dólares la unidad, estos cinturones son, por así decir, la ultima moda en el universo del
sistema penitenciario - un must (deber ser) para el ministerio publico (Procurador o fiscal), para
el guardián de la cárcel que conoce su profesión. Este sistema, que funciona con pilas, esta atado
al nivel de la cintura del detenido. El guardia tiene en mano un control remoto muy simple, por
el cual puede enviar una descarga de 50 000 a 70 000 voltios durante ocho segundos en el
organismo del detenido, lo que provoca la perdida instantánea del control muscular y la
incapacidad de moverse. Bajo el choque, la mayoría de las
personas orinan o defecan. Algunos pueden ser victimas de
arritmia cardiaca mortal. La debilidad muscular y la parálisis
son síntomas que duran entre treinta y cuarenta y cinco
minutos. En la ultima primavera, Sherifs (policías locales) de
Wisconsin quisieron demostrar a los medios de comunicación
el carácter inofensivo de estos cinturones enviando una
descarga eléctrica a un de sus colegas. Le choque de cinco
segundos le valió una estadía en el hospital después de
haberse herido al caerse en el suelo.
El recurso cada vez mas frecuente de estos dispositivos en los
Estados Unidos a hecho nacer la inquietud de algunos de
nuestros más próximos aliados en el plano internacional.
Amnesty International las clasifica en la categoría de
equipamiento de tortura y los describe como siendo "crueles,
inhumanos y degradantes". La Comisión de las Naciones Unidas contra la Tortura a igualmente
protestado, señalando que los cinturones de constricciones constituyan potencialmente una
violación de las Convenciones de Ginebra.
A pesar de estas objeciones, los cinturones de constricciones son utilizados en treinta cárceles de
Estado y en todos los tribunales federales. Para los prisioneros, tienen el mismo efecto que una
matraca eléctrica puntiaguda dirigida contra su cráneo. En todo momento, el guardia puede
apretar una tecla o botón y transformarlos en débiles y postrados. De hecho, la capacidad del
cinturón para « humillar el portador » es mencionada como "gran ventaja" en el prospecto de
presentación de un fabricante. Hace entender al detenido que una "simple presión del dedo o
apretar el botón le obliga a defecar y orinar sobre él".
Un tribunal a descubierto recientemente que el desencadenar accidentalmente era moneda
corriente. Así, Roy Hollaway, de Las Vegas, acusado de homicidio, estaba en un momento
critico de su proceso, cuando el fiscal, el dedo dirigido hacia él, preguntaba al jurado: "Hasta
que punto la violencia hace parte integrante de este hombre?" Como para ilustrar su propósito, el
cinturón incapacitante de Hollaway fue activado y recibió una descarga de 50.000 voltios. Bajos
la mirada del jurado, se desvaneció con espuma en la boca, y convulsiones.
La amenaza perpetua de un choque intencional o accidental ha empujado a ciertos tribunales de
limitar o a prohibir el uso de éste dentro su edificio.
Su utilización manifiestamente abusiva en contra de Muhammad es potencialmente un caso de
vía de hecho y debería ser objeto de una investigación. En los Estados Unidos, un detenido no
puede ser objeto de violencia por haber rehusado someterse a un examen medico. No hay
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ninguna diferencia entre este incidente y pasar a golpearlo. Sin embargo, estas golpizas son
raramente tratados como crímenes. En junio 1998, la juez Joan Comparet-Cassani, del Tribunal
de gran instancia de Long Beach, ordenó a un guardia activar su cinturón de un acusado, Ronnie
Hawkins, que no cesaba de interrumpirlo. Una comisión de investigación de la magistratura
rechazo sancionar a la juez, que sigue presidiendo en California.
El uso de estos cinturones debería estar prohibido en los tribunales y en todas las circunstancias
de naturaleza correccional, salvo los mas graves. Al menos, este asunto prueba que es necesario
de imponer nuevas restricciones, así como una formación para los guardias, los cuales deberían
ser perseguidos cada vez que se libran al uso excesivo de la fuerza.
Jonathan Turley
Articulo publicado en el Courrier International del 18 Septiembre 2003
DENUNCIA DE HUMAN RIGHTS WATCH
Estados Unidos tortura a prisioneros en Afganistán
Por: ARGENPRESS.info
Fecha de publicación: 09/05/03
El Pentágono tortura sin piedad a sus prisioneros en Afganistán, denunció hoy la organización norteamericana
Human Rights Watch, lo cual niega el supuesto mensaje humanitario que Estados Unidos difunde sobre su misión
en ese país.
Según un informe de esa entidad recibido aquí, en el Cuartel general de Washington en Bagram los detenidos son
sometidos a un constante martirio durante los interrogatorios.
Human Rights Watch afirma que las personas capturadas por tropas estadounidenses en esa nación centroasiática
reciben también serios maltratos psicológicos que les provocan trastornos de conducta.
Los oficiales de Estados Unidos violan los derechos humanos de los encarcelados, al impedirles que tengan un
abogado defensor o por propinarles fuertes golpizas.
Con frecuencia les prohíben dormir y alimentarse, entre otros castigos, reconoce el texto, tras sostener que la
mayoría de las veces los prisioneros desconocen la causa de su arresto.
También son obligados a permanecer desnudos o amarrados durante varias horas en un intento por parte de los
militares norteamericanos de sacarles alguna información.
Estas revelaciones desmienten la campaña sobre esa misión del presidente estadounidense, George W. Bush, quien
para ganarse a la opinión pública mundial, asegura respetar las leyes internacionales que prohíben los tratos
inhumanos y degradantes en las celdas.
De acuerdo con la citada investigación, la Casa Blanca utiliza la guerra supuestamente contra el terrorismo como
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pretexto para justificar y desarrollar tales abusos.
En este ambiente, desde hace más de un año, miles de uniformados estadounidenses buscan al mullah Muhamad
Omar, antiguo jefe del derrocado poder Talibán, y del saudita Osama bin Laden, presentado por Washington como
el autor de los atentados del 11 de septiembre del 2001, de quienes no se sabe nada.
Todavía sin Constitución y en pleno caos social y económico, la administración transitoria afgana controla
únicamente Kabul, capital afgana, con el respaldo de cinco mil soldados de la Fuerza Internacional de Asistencia a
la Seguridad (ISAF).
En el resto de Afganistán operan remanentes del movimiento Talibán (1996-2001) y los llamados 'señores de la
guerra', dirigidos por caudillos que cuentan con poderosos ejércitos privados, según datos de la ONU.
Tortura en los Estados Unidos
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Tortura en los Estados Unidos incluye casos de tortura documentados y referenciados tanto
dentro de los Estados Unidos como fuera de sus fronteras cometidos por personal del gobierno
americano. Notar que dichos incidentes no son necesariamente aprobados ni forman parte de la
política del gobierno del los Estados Unidos de América.
Lucha contra el terrorismo
En la actualidad han salido a la luz pública las torturas utilizadas por el ejército de los Estados
Unidos de Norteamérica en su lucha contra el terrorismo y la posterior liberación de Iraq en sus
cárceles de Abu Ghraib, en Iraq, y Guantánamo, en Cuba. Se entiende que dichas técnicas de
tortura no son sino la aplicación actualizada de las directivas de contrainteligencia del ejército y
los servicios de seguridad exterior de EE.UU., contenidas en los Manuales de Interrogatorio
Coercitivo (tortura), distribuidos entre los años 60 y 80 entre su personal y el de diferentes
regímenes del mundo y recientemente clasificados como "no secretos". La aplicación oficial de
dichas directivas de interrogatorio no fue derogada hasta 1991, aunque su uso informal sigue
estando a la orden del día, como muestran las evidencias de la cárcel de Abu Ghraib y la Bahía
de Guantánamo.
Dichos manuales CIA (conocidos como manuales KUBARK), fueron distribuidos entre los
cuerpos de seguridad de diferentes regímenes del mundo afines a la política de EE.UU. durante
la guerra fría. Entre dichos regímenes se encontraron varias dictaduras latinoamericanas que los
aplicaron en su política represiva contra partidos políticos disidentes, además de contra grupos
terroristas y la población reclusa y civil en general. La utilización de dichos manuales de tortura
CIA fue puesta en evidencia por La Comisión de la Verdad y Reconciliación oficial peruana en
su informe del 28 de Agosto de 2003.
Por otra parte, el gobierno de EE.UU. ha sido repetidamente acusado de trasladar presos
sospechosos de conspiraciones contra intereses de EE.UU hasta países donde el respeto por los
derechos humanos no es una prioridad de los gobiernos locales, y poner a dichos detenidos
secretamente bajo su custodia. De esta forma, se evita la responsabilidad directa en los malos
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tratos que los detenidos puedan haber recibido y se obtiene la información necesaria para las
actividades de inteligencia.
Los Estados Unidos de la tortura
Mumía Abu-Jamal
Desde hace ya varios años, desde el comienzo de la ocupación norteamericana de Irak (y la
instalación del gobiero títere iraquí), el pueblo norteamericano ha escuchado una plétora de
promesas de paz. Varias elecciones, redacción de una "constitución," arresto de Saddám
Hussein... Esos eventos supuestamente tenían que pacificar a Irak; cada uno de ellos debía
conducir a los coros angelicales de la paz y a la igualmente celestial aparición de la
"democracia."
En hecho, estos actos han llevado a más, no menos, descontento; y la violencia está
estrangulando al país entero, llevándolo por el camino de la guerra civil, sectaria.
El comportamiento del poder ocupante (los Estados Unidos) ha contribuído a llevar a esta
situación aterradora, en gran parte debido a como decenas de miles de iraquíes han sido tratados
una vez que han caído en las garras de los norteamericanos.
En hecho, estos actos han llevado a más, no menos, descontento; y la violencia está
estrangulando al país entero, llevándolo por el camino de la guerra civil, sectaria.
El comportamiento del poder ocupante (los Estados Unidos) ha contribuído a llevar a esta
situación aterradora, en gran parte debido a como decenas de miles de iraquíes han sido tratados
una vez que han caído en las garras de los norteamericanos.
Un reciente libro sobre prisiones de los Estados Unidos y, sí, sobre tortura en Afganistán, Irak y
aquí, en casa, sostiene que los norteamericanos alimentan con su ignorancia, su racismo y con la
forma como tratan a los iraquíes detenidos, la resistencia nacionalista y contra la ocupación.
Uno sólo tiene que mencionar el tristemente célebre centro de tortura Abu Ghraib para, con la
sóla mención de ese nombre, decir cientos de historias; pero el nuevo libro del escritor y
activista, Kristian Williams, "Métodos Norteamericanos: Tortura y Lógica de la Dominación",
(South End Press, Cambridge, MA., a publicarse en mayo de 2006), nos dice cómo fué tratado el
pueblo en otras partes de ese país, en otros paises, y aquí, en los Estados Unidos, para
mostrarnos lo central que es la tortura al modo de vivir norteamericano.
Naturalmente, si Usted es Africano-norteamericano o nativo de estas tierras, esta idea le es
dificilmente nueva. Pero, como la mayoría de los ojos están centrados en la aterradora guerra
contra Irak, Williams escribe: "Tortura es la técnica del imperio; el imperio es la estructura
ideológica y la infraestructura política de la tortura."
Williams sostiene que tortura es un instrumento de dominación del estado y es usada para que,
en éste caso los iraquíes, sepan del poder absoluto de los Estados Unidos.
El menciona un relativamente pequeño, pero elocuente, ejemplo: la entrevista de la revista
*Guardian* con Huda Alazawi, mujer irakí quién, con toda su familia, estuvo arrestada en Abu
Ghraib, donde trabajó recogiendo basura. Dijo Huda Alazawi:
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"Como yo podía hablar un poquito de inglés, me dieron el trabajo de limpiar botes de basura.
Nunca había comida suficiente para nosotros y un día, encontré a una mujer vieja que se había
desmayado de hambre. Los norteamericanos siempre estaban comiendo mucha comida caliente.
Encontré algo de comer en un paquete tirado en un bote de basura; se lo dí a la vieja mujer. Los
norteamericanos me descubrieron y me metieron como castigo en una celda de un metro
cuadrado. Por cuatro horas me rociaban agua fría en todo el cuerpo."
La señora Alazawi estuvo incomunicada por 157 dias.
Repito, éste es un caso relativamente pequeño, pero refleja cómo se trata a la gente común que
cae en manos de los norteamericanos. Gente ha sido forzado a hacer cosas desagradables, se ha
matado gente a golpes, se les ha humillado y violado sexualmente.
Sin embargo, si no hubieran fotografías, quién escribiría sobre éso?
La ocupación de un país es un asunto de poder, de violencia masiva, y del terror del país
ocupante contra el pueblo invadido.
Para tener una idea sobre esta increíble violencia, quiero invitarlos a que lean el libro de
Williams, que pronto será publicado.
Williams sostiene que tortura, sea en Abu Ghraib, en la Unidad 2 de la Estación de Policía de
Chicago, o en cualquier institución del estado, es un arma para crear terror; y silencio.
Escribe Williams:
"Tortura ... no es incidental al poder del estado; es característica de ese poder. La tortura no
representa una falla del sistema; tortura es el sistema." [p. 3]
Y, claro, esta forma de tratar a la gente no ocurrió... simplemente.
Vino de los niveles más altos del gobierno--de la Casa Blanca, del llamado, Departamento de
Justicia, del Departamento de Defensa--todos enviaron los mismos mensajes a la tropa: "todo
está permitido," "hagan lo que tienen que hacer," etc., etc..
Que todo éso en verdad nunca da resultados positivos casi no tiene importancia.
En diciembre de 2003, el President George W. Bush (o, en verdad quienes le escriben sus
discursos) proclamó, en un mensaje a la nación, "las cámaras de tortura y la policía secreta han
desaparecido para siempre." [p. 7]
Hoy, a la sombra de los recuerdos de Abu Ghraib, encontramos prisiones secretas manejadas por
el gobierno títere y muchos policías controlando todas las ciudades.
La tortura y el terror sólo han cambiado de administrador.
Copyright 2006 Mumía Abu-Jamal
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Traducción libre del inglés circulado por Fatirah, en el Freedom Journal de Mumía,
http://www.mumia.org/freedom.now,
Nuevas revelaciones sobre torturas de Estados Unidos evidencian la necesidad de una
comisión de investigación independiente
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Simulacro de ahogamiento en una película producida por Amnistía Internacional
© Amnistía Internacional
Stuff of Life – Película de Amnistía Internacional
© Amnistía Internacional
23 abril 2009
Condoleezza Rice aprobó el uso del simulacro de ahogamiento en 2002, según la información
publicada el miércoles 22 de abril por el Comité de Inteligencia del Senado estadounidense.
Esta información indica que, como Consejera de Seguridad Nacional del ex presidente George
W. Bush, Condoleezza Rice autorizó verbalmente a la Agencia Central de Inteligencia (CIA)
para que interrogase al presunto miembro de Al Qaeda Abu Zubaydah utilizando lo que se
conoce como técnicas de interrogatorio “mejoradas” que incluyen, entre otras, el simulacro de
ahogamiento.
La aprobación estaba sujeta a que el Departamento de Justicia determinase que los métodos de
interrogatorio solicitados por la CIA eran legales.
Amnistía Internacional ha afirmado que ésta y otras informaciones que están apareciendo en
relación con las prácticas de interrogatorio estadounidenses subrayan la necesidad de que se
establezca una comisión de investigación independiente. El martes 21 de abril, tras ordenar la
publicación de cuatro memorandos mantenidos hasta ahora en secreto sobre la aprobación y uso
de las técnicas de interrogatorio “mejoradas”, el presidente Obama se mostró favorable a un
proceso bipartidista en el Congreso para investigar las prácticas del pasado.
"Amnistía Internacional acoge con satisfacción la señal de apoyo del presidente Obama a una
investigación bipartidista en el Congreso; nuestra organización hace tiempo que reclama el
establecimiento de una comisión de investigación independiente”, afirmó Susan Lee, directora
del Programa Regional para América de Amnistía Internacional. "La publicación de los
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‘memorandos de la tortura’ la semana pasada fue un paso decidido hacia la rendición de cuentas
real. Instamos al presidente Obama a que llegue hasta el final".
El presidente Obama también declaró el martes que correspondería al fiscal general de Estados
Unidos determinar si deben emprenderse acciones judiciales contra las personas responsables
del entramado legal que autorizó esos métodos.
"Hace tiempo que se reconoce que la tortura constituye una violación del derecho nacional e
internacional. Amnistía Internacional ve con satisfacción que el presidente Obama haya
admitido que se trata de un problema legal y no sólo de una decisión política, y pide que todos
los responsables de torturas sean llevados ante la justicia”, afirmó Susan Lee.
La información sobre el papel desempeñado por Condoleezza Rice en julio de 2002 en relación
con el interrogatorio de Abu Zubaydah se incluye en la explicación cronológica del informe del
Comité de Inteligencia sobre cómo se concibió y aprobó en los niveles más altos del gobierno
del presidente Bush el programa de interrogatorios con métodos de extrema dureza de la CIA.
La revelación se produce un día después de que el Comité del Senado sobre los Servicios
Armados hiciera público un informe de 232 páginas que detalla los vínculos directos entre el
programa de interrogatorios con métodos de extrema dureza de la CIA y los abusos contra
detenidos en la prisión estadounidense de la Bahía de Guantánamo, Cuba, en Afganistán y en la
prisión de Abu Ghraib, Irak.
"Casi cada día, un nuevo informe, memorando, testimonio o relato individual viene a engrosar
los indicios crecientes de que autoridades gubernamentales eludieron la prohibición absoluta de
la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes”, afirmó Susan Lee. “¿Cuántas
pruebas se necesitan todavía para que los líderes de Estados Unidos actúen? Ya es hora de que
se respete el derecho internacional y de exigir a las personas que rindan cuentas de sus actos”.
"Amnistía Internacional insta al presidente Obama y al Congreso estadounidense a que se
establezca sin demora una comisión de investigación independiente con fuerza legal, poderes de
citación y dotada de fondos adecuados para llevar a cabo una investigación exhaustiva e
informar públicamente de la tortura y otros malos tratos a detenidos en el contexto de la ‘guera
contra el terror’”.
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