Perfeccionamiento del marco regulatorio de la Administración Pública Cubana. Autores: Dr. Julio Fernandez Estrada. Dra. Noris Tamayo Pineda Resumen Esta ponencia se ocupa de caracterizar desde el punto de vista jurídico el marco regulatorio actual de la Administración Pública cubana, para lo cual realizamos un bosquejo de los principios de organización y actuación de la AP como fenómeno histórico general, más allá de las fronteras nacionales y así arribamos a las condiciones de existencia de la AP en Cuba, con sus problemáticas y valores. Nuestro trabajo intenta realizar un grupo de propuestas acordes a los problemas detectados y resumidos en esta presentación, para lo cual hemos escogido las zonas de perfeccionamiento de la AP más urgentes en Cuba, según nuestro criterio, siempre desde un punto de vista jurídico-normativo, que incluye, lógica e indisolublemente, las perspectivas económica y política. Introducción El trabajo que se presenta aborda un tema que ilustra la significación actual del ordenamiento de la Administración Pública en Cuba. Se aproxima a un perfeccionamiento más profundo de esta disciplina, desarrollando un análisis más abarcador desde el punto de vista jurídico y la sugerencia de ideas para su mejoramiento, en un complejo contexto político, económico y social, que señalan la novedad del estudio. Antecedentes de este trabajo demuestran que el triunfo de la Revolución marcó el comienzo de una etapa de profundas transformaciones políticas, económicas y sociales, que encontraron un amplio campo teórico-práctico para las investigaciones y aplicaciones que condujeron al desarrollo de nuestra sociedad, asociado con la Administración Pública. Son diversos los trabajos realizados por autores cubanos que anteceden a lo que se presenta. Sin embargo, la bibliografía muestra importantes resultados, encuadrados en aspectos particulares de la amplia gama de elementos sobre este asunto. Por su parte, los resultados que muestran las investigaciones y experiencias de otros países indicaron la conveniencia de tomar en cuenta los avances del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano, por acercarse más al diseño político-social cubano y de cuyas ideas se pueden tomar aquellas que ayuden a dinamizar la práctica cubana. Nuestras reflexiones se plantean el siguiente objetivo: “lograr propuestas de perfeccionamiento jurídico-normativo, o del marco regulatorio de la Administración Pública en Cuba, a la luz de los lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados por el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba y la Asamblea Nacional del Poder Popular, así como de los objetivos del Partido en su Primera Conferencia Nacional” I Estado actual de la Administración Pública en Cuba La AP tiene fines públicos que se deben manifestar en las maneras y modos de su actuación. Esto implica que debe garantizarse un mayor potestades del poder público y los pudieran presentar sus destinatarios requerimientos equilibrio entre las que en relación con éste en tanto entendieran desconocido algún derecho legítimo. El núcleo central de la AP es el interés público y si se presenta como un triángulo equilátero en uno de sus lados tenemos el actuar conforme a Derecho, en otro el Control sobre la AP y en el tercero la Responsabilidad por su actuación. La lógica de este tríptico es que si se viola lo que la Legalidad norma o se viola el control sobre la AP, se debe responder ante la Ley. La AP cubana no está fuera de la ley, se encuentra regulada en el Derecho pero debemos avanzar hacia un amparo jurídico del perfeccionamiento y renovación que ella necesite. Ello significa el desvelo que debe existir por la protección del estado de Derecho en nuestro país, lo que se traduce en una ubicación de la norma jurídica por encima de la voluntad subjetiva en todo momento y circunstancia. Principios de organización y actuación de la AP. Ya es sabido que para que la AP pueda cumplir cabalmente su misión existencial , resulta vital el cumplimiento sagrado de los conocidos principios de organización y funcionamiento ; veamos: 1. Prevalencia del Interés Público: Determina todo el actuar y estructuración de la Administración Pública, para el logro de su finalidad, que se traduce en la satisfacción de los intereses y necesidades de la colectividad. 2. Legalidad: Representa el respeto a las normas que rigen la Administración Pública –la ley en sentido amplio- y el respeto al Derecho, como su necesario complemento, ya que no implica solo la obediencia a la ley, sino también al conjunto de principios y valores que integran el Derecho.1 1 Véase Artículo 10 de la Constitución de la República de Cuba (Legalidad Estatal). Todos los órganos del Estado, sus dirigentes, funcionarios y empleados actúan dentro de los límites de sus respectivas competencias y tienen la obligación de observar estrictamente la legalidad socialista y velar por su respeto en la vida de toda la sociedad; así como revísese Artículo 66 de la propia norma suprema (Legalidad en sentido absoluto). El 3. Control: Se presenta como el sometimiento de la AP a mecanismos que permitan comprobar y asegurar que dicha actuación se realiza según el sentido que establecen las normas jurídicas que la regulan. En nuestro país reconocemos Comunista (PCC), la el Asamblea Control Político que realizan, el Partido Nacional del Poder Popular (control parlamentario), y los que realizan ésta y las Asambleas Municipales (AMPP) sobre sus entidades administrativas locales; identificamos también el Jurisdiccional que lo ejercen los Tribunales (conocido como control judicial), Control y los órganos de la Administración Pública cuando conocen de las controversias que se originan en la vía administrativa; también se reconoce el Control Administrativo, que puede ser Externo (ejercido en la organización administrativa por una persona pública distinta a la que se controla) e Interno (el que se realiza dentro de una misma persona pública); y por último, el Control Popular que se identifica en las Consultas populares (referéndum y plebiscitos), en las reuniones de rendición de cuentas de los delegados a sus electores, y en la opinión pública (medios de prensa, estados de opinión, etc.). 4. Responsabilidad: La Administración y sus agentes son responsables y deben responder ante el incumplimiento de las normas que rigen su actuar y las posibles vulneraciones a los derechos de las personas con las que interactúan – administrados, personas jurídicas, usuarios-, ya sea dentro de la propia Administración o fuera de esta; así como también asume la responsabilidad por las afectaciones que cause; y a la par, ofrece los recursos, vías y procedimientos para exigir responsabilidad a la Administración una vez que ésta se separe del buen actuar que debe regir su función.2 En Cuba se expresa, básicamente, en el cumplimiento de la Constitución y de las leyes (término empleado en sentido material: se refiere a todas las disposiciones normativas), es deber inexcusable de todos. “La responsabilidad es la posición del sujeto a cargo del cual la ley pone la consecuencia de un hecho lesivo de un interés protegido.” Ramón Parada, Derecho Administrativo, Tomo I, Madrid, 1997, p. 676. 2 art. 68, 6 de la Constitución: “Los órganos estatales inferiores responden ante los superiores y les rinden cuentas de su gestión”. 5. Autotutela: En virtud de este principio la Administración está capacitada como sujeto de derecho para tutelar por sí misma sus propias situaciones jurídicas, eximiéndose de este modo de la necesidad, común a los demás sujetos, de recabar una tutela judicial. En relación con esto, la Administración es competente para crear sus propias normas, tomando como base la potestad reglamentaria. Define como ejecutivos y ejecutorios sus actos administrativos, presumiéndose en principio su legitimidad. 6. Objetividad: Este principio define la actitud de quien constata, afirma o decide, que debe estar pendiente exclusivamente de los datos que componen una situación y de las reglas que la regulan. Determina el actuar de la Administración y la elaboración de sus normas (objetividad normativa), así como la mutabilidad de las normas jurídicas que regulan su actuación, teniendo en cuenta que el actuar y estructuración de esta Administración, debe obedecer a las condiciones objetivas que demandan su función para satisfacer el interés público (Administración y administrados) a través del uso racional de recursos, estructuras y acciones. 7. Proporcionalidad: Establece que debe existir una correspondencia entre el resultado que se propone lograr con determinada acción administrativa y el grado de los medios que se utilizan en la realización de dicha acción. Esto significa que se deben utilizar exclusivamente los medios necesarios para obtener el resultado requerido. 8. Eficiencia: Es la capacidad de obtención de los objetivos fijados en razón de los medios disponibles. 9. Eficacia: significa la consecución del resultado que corresponde a los objetivos o normas preestablecidas. 10. Razonabilidad: Este principio se traduce en la idea de la exigencia de razonabilidad en la actuación de la Administración, que está en el fondo del principio de interdicción (prohibición) de la arbitrariedad, conlleva la necesidad de que las decisiones administrativas puedan soportar una explicación objetiva, no es una invención del estamento de los juristas para su propio recreo o para autoafirmar su hipotética preeminencia estamental en el sistema político; es, más bien, una forma imprescindible de la búsqueda del consenso democrático de la sociedad actual. 11. Transparencia: Implica que la exigencia de visibilidad de los mecanismos que conforman la actuación de la administración pública, en la medida en que sea posible, conectando con los principios de control y legalidad. 12. Moralidad: Señala que el funcionamiento administrativo debe ajustarse a los valores morales y de honestidad que rigen el desarrollo de la sociedad, aportando el componente ético necesario, particularizado y reforzado a partir de la perspectiva pública que entraña el funcionamiento administrativo. En definitiva, la AP existe al servicio de la colectividad y no para servirse de ella, y esa idea de vocación social y servicial la moralidad proyecta el valor principal que debe residenciarse en todo agente administrativo como condición moral para asumir su actuación. 13. Competencia: Significa que las distintas tareas, potestades, facultades, deberes, que le corresponde realizar a la AP deben estar distribuidas o repartidas entre los distintos órganos y organismos administrativos; La competencia está condicionada por diversos factores: territoriales, estructurales, temporales, objetivos. 14. Jerarquía: Es la relación de supremacía y autoridad de los órganos superiores respecto de los inferiores y recíprocamente, la relación de subordinación en que se encuentran los órganos inferiores respecto de los superiores.3 15. Coordinación: Persigue la obtención de un resultado como consecuencia del ejercicio adecuado e integrado de determinadas funciones pertenecientes a distintos órganos u organizaciones que se encuentran en el mismo nivel de jerarquía. Determina las formas funcionales de la estructura de la Administración Pública. 3 Bielsa, Rafael. Compendio de Derecho Público, Tomo II Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1952, ps. 107 y 108. 16. Centralización: En sentido más riguroso la centralización es aquella forma de organización pública en la que una sola administración, la del Estado, obviamente, asume la responsabilidad de satisfacer todas las necesidades de interés general y, consecuentemente, se atribuye todas las potestades y funciones necesarias para ello. Representa una forma de organización pública en la que una sola administración asume la responsabilidad de satisfacer todas las necesidades de interés general y, consecuentemente, se atribuye todas las potestades y funciones necesarias para ello. A este efecto las divisiones del territorio no suponen la existencia de otros entes públicos, sino que son simples circunscripciones de una misma Administración que sitúa en ella a sus agentes periféricos, sujetos a la autoridad central por vínculos de jerarquía. Esta es la modalidad más estricta, sin embargo existe otra en la que se admite la existencia de colectividades locales (municipios, departamentos, provincias) si bien es el estado quien define e interpreta sus necesidades y quien efectivamente dirige su actividad y servicios que, o bien, se consideran servicios del propio Estado o bien, sin perder del y todo su carácter estatal, satisfacen también intereses locales. En todo caso, el Estado controla estos entes locales a través de la facultad que se reservó de nombramiento y remoción de los titulares de sus órganos de gobierno y con el sometimiento de su actividad a rigurosas técnicas de tutela y control. 17. Descentralización: Es el proceso contrario a la centralización; es la competencia para decidir materias o asuntos relevantes para el sujeto sin depender del control o tutela -salvo la estrictamente jurídica- por parte de otro sujeto (superior). Esto implica una participación activa y directa de los entes locales en sus decisiones, sin sujetas para ello a los criterios del ente superior, siempre en el marco de sus competencias. 18. Concentración y Desconcentración: Se consideran como un binomio en la actuación de la Administración, pudiendo esta adoptarlos como modelo de gestión. Se afirma la concentración cuando las competencias resolutorias están dominantemente atribuidas a los órganos superiores de la organización; y la desconcentración cuando se atribuye a los órganos inferiores sin tener que consultar cada decisión con los órganos superiores. 19. Participación ciudadana: Implica la intervención de los administrados (ciudadanos) en la actuación (toma de decisiones, etc.) de la Administración, de forma que se tengan en cuenta los criterios de la colectividad y no solo de los agentes de la Administración. Su papel es de vital importancia, ya que los ciudadanos son defensores del interés general, estando a su vez afectados por las medidas que se adopten en función de este. 20. Doble subordinación: Establece que los órganos locales de la Administración Pública, como las direcciones locales de los distintos organismos del Poder Popular, responden funcionalmente a los órganos de administración local (Consejos de la Administración) y metodológicamente a los organismos superiores de cada sector en particular. Los entes ejecutivos y administrativos locales (direcciones provinciales y municipales), se subordinan de forma horizontal con el órgano de gobierno local a su nivel y en sentido vertical con el órgano de la instancia superior que atiende las tareas administrativas que el órgano local tiene a su cargo. Ello permite centralizar la dirección metodológica y técnica de cada rama de la Administración Central del Estado en todo el territorio nacional, logrando así una unidad de acción administrativa. Principales problemas en el orden jurídico- normativo de la AP en Cuba. Llegado a este punto de manera resumida estamos en condiciones de presentar los más acuciantes problemas que desde la perspectiva jurídica aquejan hoy por hoy la AP cubana., en tal sentido consideramos: Existe un quebrantamiento material de la idea de legalidad y de la jerarquía normativa. Existe mayor coherencia entre el accionar de la Administración Pública con la política que con el derecho. No existe conciencia jurídica de los fenómenos que no son inherentes a la administración pública, pero que constituyen entidades de prestación de servicios públicos. La cultura organizacional en lo administrativo de los dirigentes y los funcionarios públicos está basada en la conciencia política, pero no jurídica. No existe una norma jurídica que regula las cuestiones esenciales del funcionamiento administrativo (Ley del Régimen Jurídico de la AP, Ley de procedimiento administrativo). Hay mucha dispersión normativa, con los problemas que ello genera. La normativa jurídico-administrativa no responde a los principios del Derecho Administrativo, especialmente al principio marco de la objetividad normativa que establece que cada norma jurídica debe reflejar la práctica de lo regulado en el momento en que rige y, por tanto, se debe ir ajustando constantemente para que no se despegue de la realidad normada jurídicamente. Teniendo en cuenta que la administración pública, dentro de sus potestades, cuenta con la potestad normativa sobre su actuación (potestad reglamentaria), tiende a excederse en su poder, legitimándolo por norma reglamentaria. El control judicial de la AP no cumple el rol de importancia que debe tener a los fines de proveer un mejor funcionamiento administrativo y de protección de derechos e intereses de los ciudadanos y colectivos. Existen decisiones judiciales sin cumplir por la administración pública, lo que limita el actuar de los jueces, quienes son los que deben limitar jurídicamente la actuación de la administración pública. Falta de elementos normativos para la evaluación de la responsabilidad pública de los funcionarios públicos. Débil consideración del procedimiento administrativo, legislativo y judicial como elementos de medida de la efectividad en el cumplimiento de la responsabilidad pública, así como las técnicas procesales de protección constituyen la medida de los derechos subjetivos. Algunas propuestas en pos del perfeccionamiento del marco regulatorio de la AP cubana actual. Lo anteriormente identificado como problemática esencial en el escenario actual, indica la necesidad de introducir cambios que permitan abrir una etapa nueva en el perfeccionamiento al que estamos avocados; para ello estimamos urge: Hacer más coherente las referencias a la AP en el cuerpo constitucional. Elaborar un marco jurídico ordinario con mayor coherencia y eficacia para la AP (Ley de Régimen Jurídico de la AP, así como: Leyes de Procedimiento Administrativo, Estatuto del Funcionario Público, Ley de Municipios, y el cúmulo de normativas sectoriales que abarcan la organización y el funcionamiento administrativo, y actualizar la normativa administrativa desde los principios científicos y de coherencia objetiva, como por ejemplo una Ley de Protección a los Consumidores) Fortalecer el control judicial de la AP (una nueva Ley Procesal Administrativa que consagre el acceso pleno a la justicia frente a las actuaciones de la AP, así como potenciar el control desde la ciudadanía y desde estructuras que responda a esto último, como el tribuno Socialista). Para que se tenga una idea, baste enunciar algunos ejemplos, quizás los más urgentes: - La citada Ley de Municipios, debe estar enfocada a conceder al municipio la autonomía administrativa necesaria para que tenga capacidad de gestión en la determinación y dirección de las inversiones locales, a partir de recursos propios y para satisfacer las necesidades mínimas locales; instrumentar la iniciativa local como propulsora de la gestión y los resultados del municipio, en particular en la obtención y disposición de los ingresos; regular las diversas formas de participación popular en el poder. La participación ciudadana desempeña una función educadora: estimula la educación cívica, refuerza la solidaridad, fortalece la conciencia colectiva y eleva el espíritu patriótico. La participación popular es la fuente más directa de legitimación de los representantes políticos. La participación constituye un derecho político, constitucionalmente reconocido en los artículos 3, 68 y 131, consecuencia del carácter popular de la soberanía y una de sus formas de manifestación. En tal sentido la ley debe prever diversas formas de participación popular activa, como vía de acceso al poder y fundamento importante del consenso activo de los gobernados; e instrumentar la rendición de cuenta, el control popular y el mandato a los delegados provinciales y diputados. - En cuanto a la Ley de Protección a los Consumidores; ésta deberá centrarse en establecer los derechos de los consumidores, a fin de procurar equilibrio, certeza y seguridad jurídica en sus relaciones con los proveedores; ubicar la Oficina Nacional de Protección a los Consumidores como una entidad independiente de los Organismo de la Administración Central del Estado y Órganos Locales, creando el Instituto Nacional de Protección al Consumidor como el encargado de promover y desarrollar los temas relacionados con el consumo y la protección al consumidores, disponiendo su organización, competencia y sus relaciones con los órganos e instituciones del Estado, organizaciones de consumidores, proveedores y consumidores; reconocer las vías para garantizar el ejercicio de los derechos de los consumidores; y disponer las vías y las sanciones a los proveedores por la infracción de lo dispuesto en esta Ley. -En cuanto al fortalecimiento del control judicial de la AP nos estamos refiriendo básicamente a un Control popular de Servicios Públicos que se puede constituir como una organización coordinada por los Consejos Populares y que se componga de representantes sindicales, de proyectos comunitarios, de asociaciones y fundaciones, y por representantes de las organizaciones de masas tradicionales; deben realizar el rol de Contraloría Social de los servicios básicos, concentrando su actividad en apoyar la función de control que ejercen las Asambleas locales en Cuba y sus Administraciones. Este control debe enfocarse en la actividad de los operadores privados, que ganan fuerza en la economía y la sociedad cubanas. La forma en que se realizaría el control podría organizarse mediante asambleas o reuniones por las cuales el ente deliberará junto a los operadores privados, sobre los elementos problemáticos de su gestión y sobre todo, la forma en que esta gestión afecta a la ciudadanía y al orden público en general. -Refiriéndonos al tribuno Socialista, el mismo se concentraría en la defensa institucional del conjunto de derechos, el nuevo constitucionalismo latinoamericano ha consagrado la figura de la defensoría del pueblo, magistratura heredera del poder negativo indirecto propia del Tribunado de la Plebe de la República romana,4 que «nada podía hacer» pero «todo lo podía impedir». La eficacia de la defensoría se asegura en un contexto que conjugue su independencia institucional con el desarrollo de formas de poder popular que reivindiquen al mismo tiempo las formas del poder negativo directo.5 No existe impedimento doctrinal ni legal que impida establecer en Cuba un mecanismo institucional que amplíe la protección de derechos e intereses de la ciudadanía cubana. Para ello, es necesario abrir en el país el diapasón del debate cívico sobre los derechos y los mecanismos de su defensa ciudadana. 4 Las formas directas del poder negativo serían el derecho de resistencia y la huelga política, por citar dos. Las formas indirectas están relacionadas con las facultades de oposición y veto de instituciones defensoras de la soberanía popular, que tuvieran su origen histórico en el Tribunado de la Plebe de la República Romana, y que en la actualidad pueden y deben tener otras formas contemporáneas de expresión. 5 Recuérdese que en el constitucionalismo contemporáneo y en la vida política de los estados actuales el derecho de huelga y la resistencia, así como la rebelión y la recesión han sido reducidas a fórmulas de imposible realización dentro del ámbito de la legalidad y en otros casos han sido convertidas en instrumentos muy alejados de sus fundamentos reales (derecho de huelga solo como derecho de huelga económica). Si tal fuese la elección, el nuevo instituto tribunicio debe estar regido por los principios de colegialidad, temporalidad, revocabilidad popular y carácter vinculante de sus decisiones. Debe contar con el principio de independencia en la función y estar vertebrado según la estructura territorial del país. Los males de la burocratización y la corrupción de la figura del defensor del pueblo —en el marco de la división liberal de poderes— se sanearían con procedimientos acelerados aunque legítimos y adecuados al respeto a la seguridad jurídica y la legalidad y sometidos al control social. La organización de la institución deberá ser resuelta de forma particular y mediante una Ley Orgánica complementaria a la consagración constitucional. Ideas finales Los acontecimientos y cambios operados en nuestra sociedad durante el periodo especial, han dispuesto las nuevas necesidades de la sociedad cubana actual, en un entorno diferente al de los años 90s y en un mundo también distinto. Estas situaciones macro exigen los cambios que permitan atemperar nuestras nociones de socialismo a las realidades objetivas que estamos viviendo, al tiempo que luchamos por mantener los logros fundamentales de la Revolución. No existe una formula única, cualquier estructura que asuma la administración deberán estar condicionada por factores diversos en una coyuntura históricoconcreta y es que , en nuestra opinión, dicha estructura deberá interpretarse como un medio para que dicha administración pueda objetivamente alcanzar sus fines, entonces ineludiblemente tendrá que primar la intención de proyectar cuales son las necesidades del Estado , identificarla en su justa medida para , en consecuencia, dibujar la estructura , como un traje a la medida , acción que debe enfocarse como un proceso, paulatino, y cambiante, atendiendo a que estas propias necesidades se irán moviendo y en ese mismo ritmo tiene que cambiar la estructura, moldearse para que responda y de solución a esas nuevas necesidades que surjan. A nuestro juicio en la coyuntura actual deberá prevalecer el concepto esencial de que más que eficiencia lo que está urgida la Administración Pública es de eficacia, claro está sin desdeñar su condicionamiento. En este entramado vale interpretar apropiadamente su consustancialidad; si no se desarrolla la administración desde el punto de vista funcional, no se cumplen sus fines y por tanto en el empeño de ser eficiente no se logrará la añorada eficacia. El reto estaría sin lugar a dudas en diseñar un modelo de Administración que transite por patrones cada vez más descentralizados de gestión , unido al logro de una autentica autonomía local donde el municipio alcance verdadera relevancia que le permita concretar sus acciones en pos del mejoramiento de la calidad de vida de sus ciudadanos. En resumen el principal desafío sería concebir un nuevo sistema normativo que incluya mecanismos políticos, jurídicos y económicos que permitan resolver los principales problemas que hoy aquejan a la Administración Publica cubana. Bibliografía - Bielsa, Rafael. Compendio de Derecho Público, Tomo II Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1952 -Colectivo de Autores. (2004). Temas de Derecho Administrativo Cubano, Félix Varela, La Habana. -Constitución de la República de Cuba. (1976- reformada 2002), GO, MINJUS, La Habana. -Dromi, Roberto. “Derecho Administrativo” 3ra edición actualizada, Ediciones Ciudad Argentina. -Decreto Ley No.67 de Organización de la Administración Central del Estado de 19 de abril de 1983. GO, La Habana. -Decreto Ley No.147 de la Reorganización de la Administración Central del Estado de 21 de abril de 1994.GO, La Habana. -Fernández Bulté, Julio. (2001). Teoría del Estado. 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