Relatoría de «Pensar el pensamiento literario» de Julia Kristeva Por: Juan Manuel Ramírez Rave 1. Descripción sintética del contenido: En Pensar el pensamiento literario Julia Kristeva explora lo que a su juicio son las dos fuentes de la teoría literaria. En la primera parte del documento, publicado originalmente en el año 2000, la autora realiza un recorrido por la génesis del pensamiento teórico en el dominio de las artes y las letras, con especial énfasis en la teoría literaria en el sentido moderno del término, la cual se remonta a la filosofía y sus mutaciones desde finales del siglo XIX. En la segunda parte, la fuente de la teoría literaria es ubicada en un nuevo régimen del imaginario, contemporáneo de la mutación de la filosofía y de la estética, en donde, entre otras cosas, se gesta un encuentro entre literatura e imposible, el cual se hace posible gracias a tres variantes o momentos: Rimbaud, el Surrealismo, y la revista Tel Quel. Finalmente, Kristeva hace un llamado para que una vez superados el tiempo de lo sagrado y de lo religioso en la literatura, y ya instalados en el régimen recientemente develado del imaginario se logre un equilibrio entre «pensar» y «juzgar» a la hora de la interpretación de textos literarios. 2. Ideas o tesis principales del texto: Julia Kristeva esboza algunos antecedentes de la teoría literaria en el sentido de lo moderno, la cual, asegura, es tributaria de la filosofía y de la estética alemanas del fin del siglo XIX y principios del XX. La teoría literaria reciente se anida en un encuentro entre literatura e imposible. A su vez, para la autora dicho encuentro se constituye o se conoce en Francia a partir de tres variantes o momentos: a) Rimbaud; b) el Surrealismo y c) la revista Tel Quel. Julia Kristeva al preguntarse por la teoría literaria se propone presentar al lector el equilibrio que debe existir, a la hora de la interpretación de textos literarios, entre «pensar» y «juzgar». 3. Argumentos que sustentan las ideas o tesis principales: Sin olvidar que la teoría literaria existe desde Platón y Aristóteles, la autora se propone presentar los antecedentes de la teoría literaria y francesa en el sentido de lo moderno. En primer lugar, se destacan los aportes de Heinrich Wölfflin (18641945) quien «renuncia a explorar los casos singulares y destaca los trazos generales de la revolución artística» (248). De allí que la denominada «lengua artística» consista en la forma de visión común que tienen todos los artistas de una misma época, de tal manera que para Wölfflin los períodos históricos (Renacimiento, Barroco, etc.) entrar a formar parte fundamental del análisis literario. En segundo lugar, Ernst Cassirer (1874-1945) al descubrir la esencia del «símbolo» logra determinar que éste está llamado a expresar lo invariable detrás de las variaciones. Por otro lado, el fundador de la fenomenología Edmundo Husserl (1859-1938) quien es llamado por Kristeva como «el inspirador más radical del énfasis llamado “teórico” dentro del dominio de las artes y de las letras» (248) propone: a) abandonar la distinción entre forma y contenido, b) un pensamiento «lógico» por el cual todo dato debe ser «ubicado en la región del ser», es decir, de la experiencia. En cuarto lugar, Saussure (1857-1913) y Hjelmslev (1899-1965) ayudan a identificar el valor específico conferido a la formalidad literaria, labor que con el formalismo ruso alcanzará su realización más alta al destacar «las estructuras binarias del pensamiento poético y narrativo» (249). Finalmente, destaca la propuesta de René Wellek y Austin Warren quienes plantean una «teoría literaria», entendida como una rama de la literatura general y comparada y que se logra distinguir de la «teoría de la literaria» la cual se identifica con mayor facilidad con el formalismo. El reencuentro de la literatura con lo imposible se presenta como un acontecimiento que marca profundamente la experiencia literaria europea y que toma su forma más radical en la lengua francesa. Entre los antecedentes de este nuevo régimen imaginario se encuentran entre otros: el romanticismo alemán (hermanos Schlegel, Schelling, Hegel, Nietzsche, Hölderlin). Este reencuentro lleva a que la literatura renuncie al lenguaje de lo bello permitiéndole así explorar otros recursos de la propia palabra: ¿qué decir? ¿Cómo decirlo? ¿Qué significa decir? ¿Hacer y deshacer el sentido? Pero para conseguirlo la literatura debe primero entrar en un debate radical con la religión y la filosofía y, en segundo lugar, debe presentar resistencia a la realidad social, pero no con el objetivo de desmentirla sino para impedir ser su mero reflejo. Tres son los momentos de este reencuentro de la literatura con lo imposible en Francia: a) Rimbaud: se toma a dos precursores de los surrealistas para el primer momento: Rimbaud y Lautréamont. En ambos advierte una antinomia entre la sociedad y la poesía, entre una «cierta espiritualidad […] y la afirmación de un “método” elegante y cruel, que es pensar de cierta manera más allá del juicio, pensar con el cuerpo y con la lengua» (252). En ambos también advierte la necesidad de salir de la poesía decorativa, de entrar en combate con el Romanticismo, el Simbolismo, la retórica vacía y de una vez por todas confrontar la experiencia literaria con la filosofía y la ciencia. En otras palabras, el poeta debe entrar «en conflicto, a destacar lo inconciliable, a expresar la lógica de la violencia y de la ferocidad que está en el anverso del lenguaje hermoso, la violencia de la belleza literaria […]» (254). El poeta debe reivindicar el pensamiento radical lo que implica darle un sentido más radical, más rebelde a la enunciación clásica. b) El Surrealismo: este movimiento retoma el mensaje de Rimbaud y Lautréamont: el rechazo antilírico y la preocupación de un discurso objetivo y esto se da porque ―según Kristeva― «las refinadas letras francesas están demasiado habituadas al lenguaje bello y tienen temor del razonamiento» (255), por el contrario los surrealistas se oponen, por un lado, al pensamiento contemplativo y por el otro a la razón pragmática, en la medida que consideran ―en plena concordancia con Freud― que «existe un pensamiento en los límites de lo pensable: una práctica del lenguaje liberado de las riendas de la conciencia» (256). Al igual que Rimbaud los surrealistas reclaman un nuevo pensamiento que trastorne la esencia del pensamiento, pero esto implica un rechazo de lo decorativo, de la «poesía insignificante» para dar paso a un concepto de escritura como formadora del pensamiento sin dejar perder «esa navaja filuda entre la poesía y la realidad» (256). c) Tel Quel: una variante igual de radical que las dos anteriores y todavía casi invisible para el planeta mediático está presente en la revista Tel Quel, la cual se muestra como una representante de la «teoría literaria reciente». Dos son las razones esgrimidas para que Tel Quel aparezca como la tercera variante del encuentro entre literatura e imposible: 1) asume el legado de sus predecesores: «el agotamiento del lenguaje bello, el deseo de irradiar “un destello universal”, de narrar, la literatura de divertimento» (258). 2) se realiza una confrontación de la experiencia literaria más claramente con la historia de la filosofía, de la religión, de la psicología, entre otras. El objetivo es generar un espacio para la escriturapensamiento en donde se puedan medir, por un lado, los límites de la literatura (lo que la autora llama viaje al extremo de la noche) y por otro confrontar a los hombres y a las mujeres de hoy con su soledad y sus desilusiones, en fin con el sinsentido y el vacío, de esta manera lo imposible, el imaginario es rehabilitado y afirmado. Para Julia Kristeva la literatura sirve para pensar y hacer pensar la fragilidad del lazo social y del sentido compartido. Bajo estas circunstancias, el desafío de la experiencia imaginaria contemporánea invita a pensar lo pensado, es decir, la teoría literaria ―así entendida por Kristeva― debe partir de un equilibrio entre «pensar» y «juzgar» a la hora de la interpretación de textos literarios. De tal suerte que cuando se piensa el texto literario, lo que se pone en evidencia son sus lógicas, pero la diferencia radica en que el pensamiento interrogativo del crítico no debe llevar a una simple adhesión. Es decir, una vez se han puesto al descubierto las lógicas del autor estudiado la obligación de quien ha hecho la lectura es la de juzgar la obra con profundidad atendiendo a la perspectiva de la comunidad manifiesta a la cual pertenece y a la cual está destinada su lectura y su interpretación. Una vez planteado lo anterior conviene precisar que para Kristeva la teoría en la actualidad debe asumir el compromiso de auscultar la experiencia literaria contemporánea que se sitúa en el cruce de lo singular y de lo comunicable, una vez ha superado el tiempo de lo sagrado y el tiempo de lo religioso. Entonces la teoría «[…] debe ser ella misma una revelación de quien se implica: analizando y juzgando por supuesto sus propias confrontaciones con lo imposible» (262). 4. Aporte personal: Como lo afirma Julia Kristeva al inicio de su trabajo, la teoría literaria ha suscitado a lo largo de su historia muchos rechazos, atascos y malentendidos, afirmación que no resulta descabellada cuando se revisan los antecedentes o «la génesis del pensamiento teórico en el dominio de las artes y las letras» (246) y se logra constatar la presencia de un discurso «lógico», cientificista y positivista que no en todas las ocasiones desemboca en un análisis y una interpretación aguda y sensible del texto literario. Con la denominación de «nuevo régimen de lo imaginario» la autora propone un reencuentro de la literatura con el imposible, es decir, a un reencuentro con esa literatura que renuncia al papel de un lenguaje bello y más bien explora otros recursos de la propia palabra. Pero ante una literatura que explora un nuevo régimen del imaginario, más radical ―digamos―, debe surgir un tipo de teoría literaria transgresora e integradora de dicho régimen y un tipo de lector capaz de mantener el equilibrio entre «pensar» y «juzgar» a la hora de realizar la interpretación de textos literarios. Dos elementos adicionales para el análisis se desprenden de la propuesta de Julia Kristeva cuando en su ensayo nos invita a pensar el pensamiento literario, ellos son: a) Kristeva nos invita a transgredir el plano de la crítica tradicional. Pero recordemos que transgredir viene del latín transgredior, -gressum «ir (gladior) más allá (trans), atravesar, sobrepasar», es decir, el transgresor, es aquel que va más allá. La teoría y la crítica contemporánea así entendida invitan a la transgresión, pero a una transgresión que parte del conocimiento de cierta crítica que parece ideal, o como es denominada por la autora «la teoría literaria en el sentido moderno». b) Considero que el pensamiento literario, en sí la teoría literaria, debe optar por la estética como medio ineludible y la estética ―como se sabe― proviene del griego aiesthesis que significa sensibilidad. De igual forma se ha considerado desde Platón, pasando por Descartes hasta llegar a Hegel que la razón es la facultad humana por excelencia. Pero admitámoslo, hoy más que nunca se duda de una afirmación que va en declive junto al modelo de hombre que la promulga. Lo anterior no riñe con la condición humana de la razón, todo lo contrario, la humaniza, al considerar lo humano como un modo de ser sensible con el mundo. Nuestra experiencia es en definitiva, una experiencia sensible (Michel Serres) en un mundo tanto concreto como representacional o imaginacional. Evidentemente esta sensibilidad es ambigua en la medida que estamos felizmente sometidos por la inestable percepción. Entonces no cabe duda de que la realidad es distinta de como la vemos (Kia Nobre) y que la razón humana es ante todo una razón sensible. 5. Observaciones sobre el texto: En el documento se destaca la destreza de la autora para desarrollar planteamientos teóricos mientras los contrasta con ejemplos precisos a cada una de las acotaciones realizadas, esto se hace especialmente notable en la segunda parte del documento subtitulada «el nuevo régimen imaginario». La mayoría de las veces la posición crítica de la autora es clara. Finalmente, se aprecian en el documento algunos errores de digitación y corrección de estilo, pero es factible que estos errores en su gran mayoría sean producto de la traducción al español del documento original y de la edición que se ha realizado para los Cuadernos de Literatura. 6. Referencias citadas: Kristeva, Julia. «Pensar el pensamiento literario». En: Cuadernos de Literatura; Vol. 14, No 26 (2009). Departamento de Literatura, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.