Albelda Marco, Marta (2004): “Cortesía en diferentes situaciones comunicativas. La conversación coloquial y la entrevista sociológica semiformal”, en Bravo, D. y Briz, A. (eds.): Pragmática sociocultural. Estudios sobre cortesía en español, Ariel, Barcelona, pp. 109-134. CORTESÍA EN DIFERENTES SITUACIONES COMUNICATIVAS. LA CONVERSACIÓN COLOQUIAL Y LA ENTREVISTA SOCIOLÓGICA SEMIFORMAL Marta ALBELDA MARCO Grupo Val.Es.Co., Universidad de Valencia (España) 1. Introducción En las últimas décadas muchos de los estudios en torno al fenómeno de la cortesía se han centrado en una aprovechada y valiosa revisión crítica de los modelos tradicionales de Brown y Levinson ([1978] 1987), Leech (1983) o Lakoff (1973). Una de las líneas de trabajo más fructífera ha sido el reclamo de una perspectiva no etnocentrista del estudio de la cortesía (Ide, 1989; Mao, 1994; Matsumoto, 1988; Bravo, 1999, 2000; Hernández Flores, 2001). A tal fin se han dirigido las aplicaciones del análisis de la cortesía en diferentes culturas del mundo (diferentes lenguas y zonas geográficas), que han ido demostrando que ser cortés se manifiesta y se entiende de diverso modo en cada una de ellas (Boretti, 2001; Placencia, 2001; Cordisco, 2003). Si bien ya ha quedado suficientemente probada la variación cultural de la cortesía, todavía debe profundizarse más en otros factores extralingüísticos que actúan en conjunción con ella. La cortesía atañe directamente al ámbito de las relaciones humanas y tanto sus manifestaciones lingüísticas como sus funciones se diversificarán allá donde existan distintos modos de relación social. El lenguaje, herramienta en uso de la comunicación humana, varía en el espacio (variación dialectal del lenguaje), en el tiempo (variación diacrónica), en función de los estratos socioculturales (variación diastrática) y en función de las situaciones de uso (variación diafásica). Cada uno de estos aspectos sugiere extensas perspectivas de reflexión. Este trabajo se centra en la aproximación a uno de estos modos variacionistas del lenguaje, el registro, esto es, la variación del lenguaje según la situación de uso (Briz, 1998: 25-26; Briz y Grupo Val.Es.Co., 2002: 27). Se analizan dos modalidades discursivas orales prototípicas de los tipos generales de registro (Briz y Grupo Val.Es.Co., 2002: 17-20): la entrevista semidirigida entre hablantes de nivel sociocultural alto en el registro formal y en el informal, la conversación coloquial entre familiares y amigos. Por otro lado, se ha tenido en cuenta que los factores situacionales en los que se emplea el lenguaje no actúan aisladamente, sino que también resultan afectados por las variables sociolingüísticas (sexo, edad, grado de instrucción, nivel sociocultural, etc.) y geográficas de los interlocutores. Para centrar más el presente trabajo la investigación se ha acotado a una determinada zona geográfica, el español peninsular de la zona mediterránea y se ha considerado también la procedencia sociocultural o diastrática de los interlocutores. 2. Situación y registro de uso. La conversación coloquial; la entrevista semidirigida El español coloquial refleja un tipo de registro de habla, se emplea prototípicamente en conversaciones mantenidas en situaciones comunicativas informales (Briz, 1998: 36). Un registro es una modalidad de uso determinada por el contexto comunicativo. Podemos hablar de registros formales e informales, entre los que no hay una línea divisoria sino un continuum de rasgos que permite identificar registros intermedios, más o menos formales o informales. De acuerdo con Briz y Grupo Val.Es.Co. (1995) se distinguen dos tipos de rasgos en el registro, los rasgos primarios y los rasgos situacionales. Estos últimos atienden a la situación comunicativa que se crea a partir de la conjunción de una serie de factores contextuales y, en general, se reducen a cuatro: tipo de relación social y funcional entre los interlocutores, relación vivencial de proximidad o de distancia, marco de interacción en que se desarrolla la comunicación (el espacio físico y la relación de los interlocutores con dicho espacio) y tipo de temática. Por otro lado, los rasgos primarios son el resultado que una determinada situación comunicativa produce sobre el lenguaje. Así, los parámetros primarios, básicos, que definen un registro son el tono, la finalidad y la existencia o no de una planificación del discurso (Briz, 1998: 41). En resumen, los rasgos situacionales son los que configuran el tipo de registro, mientras que los primarios definen tal registro a posteriori. 2.1. LA CONVERSACIÓN COLOQUIAL En lo referente al registro informal o coloquial, los rasgos que lo definen encajan perfectamente en la modalidad discursiva de la conversación, de manera que habitualmente la conversación adopta el registro coloquial, siendo pues, la conversación, el modo discursivo prototípico de lo coloquial. No obstante, dicho registro coloquial es susceptible de aparecer en 1 otros tipos de discurso. La conversación es una modalidad discursiva que se caracteriza por una interlocución en presencia (cara a cara), inmediata, con toma de turno no predeterminada, dinámica y cooperativa. Añadamos a estos rasgos los propios del registro coloquial y obtendremos la caracterización global de la conversación coloquial (Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co, 1995, 2002; Briz, 1998): a) rasgos primarios - fin interpersonal - tono informal - ausencia de planificación b) rasgos situacionales o coloquializadores: - relación de igualdad entre los interlocutores - relación vivencial de proximidad - marco de interacción familiar, cotidiano - temática no especializada. Téngase en cuenta que lo que se ha definido no es el registro coloquial (R.C.) sino la conversación coloquial (C.C.). Se trata de una diferencia pertinente, pues la noción de registro coloquial es más extensa que la de conversación coloquial. Puede apreciarse de manera gráfica la ubicación de ambos conceptos en distintos ámbitos, y su relación, uno (C.C.) incluido en el otro (R.C.), en la siguiente imagen: Imagen 1 1 Empleamos en este artículo la expresión tipos de discurso como es equivalente a tipos de interacción o modalidades discursivas. R. C. C. C. Es posible que en una situación contextual encontremos algún factor que aisladamente no sería propio de un registro coloquial, pero que se compensa por otro rasgo situacional de carácter informal. Por ejemplo, el caso de un albañil y un profesor de universidad ingresados en la misma habitación de un hospital: el marco cotidiano y la relación vivencial de proximidad compensarían el factor de desigualdad funcional (Briz, 1995: 31). Obsérvese, en este sentido, el predominio del factor funcional (situacional) sobre otros factores, tales como la jerarquía social de los interlocutores, su grado de instrucción, etc. (Briz y Grupo Val.Es.Co., 2002: 27). 2.2. LA ENTREVISTA SOCIOLÓGICA FORMAL/SEMIFORMAL La entrevista semiformal constituye un caso de modalidad discursiva y de registro diferente al la conversación coloquial. Siguiendo las mismas pautas, nos pueden servir de referencia contrastiva los rasgos apuntados en el apartado anterior. Empezando por el registro, recordemos que estamos ante un hecho gradual, configurado por una conjunción de rasgos situacionales que aproximarán la realidad lingüística hacia un polo u otro de la escala. El registro empleado en general en las entrevistas que aquí se analizan responde a un tipo de registro semiformal, y que se caracteriza por: a) rasgos primarios - finalidad transaccional - tono semiformal - planificación diseñada, con acuerdo previo de los interlocutores b) rasgos situacionales o coloquializadores: - relación de +/- igualdad social entre los interlocutores; relación de desigualdad funcional - relación vivencial: desconocimiento mutuo - marco de interacción no familiar, no cotidiano - temática no especializada. La modalidad discursiva de la entrevista se distingue esencialmente de la conversación coloquial en dos rasgos: en la entrevista la toma de turno está predeterminada, pues es el entrevistador el que otorga o cede la palabra; en consecuencia, no existe, en principio, tensión dialógica; de cada pregunta se espera una respuesta. Si no hay pregunta y cesión de la palabra no existe la entrevista. Es más, una entrevista es una actividad ritualizada, cada participante posee un rol estático, no se pueden intercambiar los papeles de entrevistador y entrevistado. En este caso concreto, además, se analiza un subtipo de entrevistas: entrevistas semidirigidas de carácter sociolingüístico, es decir, elaboradas con el propósito de extraer datos variacionistas y sociolingüísticos de los entrevistados (vid. introducción a Gómez Molina (coord.), 2001). 2.3. OPOSICIONES Y COINCIDENCIAS En el cuadro 1 aparecen de manera gráfica las oposiciones de rasgos de ambos tipos discursivos y de registro. Cuadro 1 PARÁMETROS COMPARATIVOS Conversación coloquial Entrevista semiformal 1. Relación vivencial entre los interlocutores 2. Marco de interacción PROXIMIDAD NO PROXIMIDAD FAMILIAR/ COTIDIANO TRANSACCIONAL IGUALDAD SOCIAL Y FUNCIONAL +/- IGUALDAD SOCIAL/ 4. Temática NO ESPECIALIZADA NO ESPECIALIZADA 5. Toma de turno NO PREDETERMINADA PREDETERMINADA INFORMAL SEMIFORMAL AUSENCIA +/-PRESENCIA INTERPERSONAL TRANSACCIONAL RASGOS SITUACIONALES 3. Relación social/ funcional de los interlocutores 6. Tono RASGOS DISCURSIVOS 7. Planificación 8. Finalidad 9. ¿Dinamismo, tensión dialógica? SÍ DESIGUALDAD FUNCIONAL 2 3 NO o muy poca Estas diferencias de rasgos nos informan, pues, de que estamos ante discursos 4 diferentes. Según la modalidad discursiva empleada, existe una tendencia a emplear un tipo u otro de registro en cada uno de los diferentes modos discursivos. Es decir, el tipo de discurso favorece el grado de formalidad o informalidad del registro (Briz y Grupo Val.Es.Co., 2002: 27), aunque esto no significa que haya correspondencias uno a uno entre ambos aspectos. Así sucede, por ejemplo, en los casos aquí presentados: la entrevista habitualmente se realiza en espacios no cotidianos o desconocidos para uno de los participantes; la relación entre dichas personas en principio es de desconocimiento y de ausencia de experiencias comunes; una de ellas funcionalmente se encuentra jerárquicamente en una posición superior, dado que en esos momentos ocupa el rol de entrevistador y responsable de la actividad; por último, la temática dependerá del tipo de entrevista, y podrá ser tanto especializada como no. En definitiva, la entrevista, en principio, tiende a cumplir muchos de los rasgos situacionales que predisponen al empleo de un registro más bien formal. 2 Este rasgo dependerá del tipo de entrevistas. En principio, en las entrevistas aquí analizadas no se elige a la persona entrevistada por el contenido o la temática de la información que va a proporcionar, sino más bien por sus características sociolingüísticas. Lo que diferencia en este caso los dos tipos de temática en la conversación y en la entrevista es que en esta última los temas, las preguntas, los roles, etc. están preparados y establecidos a priori. 3 Transaccional en tanto que hay un propósito que guía estas entrevistas, el acuerdo entre dos personas por solicitar y ofrecer una determinada información. 4 Por ejemplo, un juicio oral, un debate, una conferencia, una clase, etc. 3.Cortesía y descortesía. Actos de refuerzo de la imagen. Actos de amenaza a la imagen 3.1. VALOR CONTEXTUAL DE LA CORTESÍA En un primer acercamiento, apreciamos que la cortesía, como fenómeno sociopragmático que es, se forma y conforma en un contexto. La cortesía lo es en el aquí y ahora, en esta situación comunicativa, en la relación entre estas personas con sus características concretas, en esta determinada cultura. Esto es, las formas lingüísticas adquieren la función de cortesía en cada empleo concreto. Además, observamos no sólo que la cortesía se crea en el contexto sino que parece ser que cada contexto configura la cortesía de una determinada forma, en función de su para qué, y por tanto, su valor o función será diferente en casa caso. Esto último es simplemente una intuición que funciona a modo de hipótesis de trabajo, y que habrá que probar en el análisis de los datos del corpus. Cabe señalar, sin embargo, que el hecho de que la cortesía se determine en último término en un contexto no significa que no se puedan establecer principios y/o criterios para su identificación y definición. Este es precisamente uno de los principales objetivos de este artículo (vid. lo que sigue en este apartado y en el §4.2 y §4.3). Decir que es el contexto el que determina la cortesía es aceptar que en la configuración del fenómeno de la cortesía intervienen los diferentes rasgos contextuales. Conviene aclarar que contexto y situación de uso se refieren a conceptos distintos, aunque muchas veces se tomen como sinónimos. El contexto de un enunciado o de un diálogo, y en general, de cualquier unidad estructural del habla, lo constituye la suma de todos los factores extralingüísticos que lo acompañan: los factores culturales, los factores geográfico-espaciales, 5 las variables sociológicas de los usuarios, y también, los rasgos situacionales. Por su parte, la situación comunicativa o situación de uso es, pues, un subconjunto del conjunto de factores que configuran el contexto (vid. supra. §2, los rasgos situacionales). La situación comunicativa tiene la peculiaridad de ser el componente extralingüístico que asume o integra todos los demás, es decir es el último subconjunto de rasgos que actúa (casi inconscientemente en la mente de los interlocutores) en la elección de unas formas lingüísticas u otras. Esto es, la cultura determina y restringe los modos y comportamientos lingüísticos (por ejemplo, la cultura andina del Perú), la variedad geográfica de la lengua y de la cultura en cuestión continúa este proceso de restricción (el español hablado en el Perú o el quetxua), también las variables sociológicas reducen en la persona dichas elecciones lingüísticas (por ejemplo, ser hombre, de estrato sociocultural bajo, de ochenta años), y por último, en una determinada situación comunicativa la persona hará uso de aquellas formas que le parezcan adecuadas. Sin pretensión de ser categóricos, se podría establecer la siguiente tendencia: cultura > variables geográficas > variables sociológicas > rasgos situacionales En el mismo sentido, Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002: 27) señalan que las características sociolectales y dialectales de los interlocutores limitan el tipo de variación lingüística que pueden actualizar, dado que no poseen “la capacidad lingüística para realizar cierto tipo de 5 Edad, sexo y estrato sociocultural; este último viene determinado a su vez por el grado de instrucción de la persona, por la profesión, por el nivel de ingresos económicos, por las condiciones del alojamiento (Gómez Molina, 2001: 30). actualizaciones”. En definitiva, “perfilan el registro de uso de un individuo” (Briz y Grupo Val.Es.Co., 2002: 27). Los valores lingüísticos se originan en la situación comunicativa, como resultado final de todos los rasgos contextuales, es decir, los rasgos situacionales son los que en último término determinan las funciones del lenguaje. De aquí, pues, que hayamos aludido a que la cortesía se constituye como tal, adquiere su entidad y existencia en la situación de uso concreta, pues la cortesía es una función del lenguaje. 3.2. TIPOS DE CORTESÍA E IMAGEN De acuerdo con Kerbrat-Orecchioni (1996) y Carrasco Santana (1999), reconocemos dos tipos de cortesía, una cortesía mitigadora, de carácter negativo, motivada por un posible riesgo de amenazas al interlocutor y que se dirige a evitarlas o repararlas; y una cortesía valorizante, de carácter positivo, en la que no existe posible riesgo de amenazas y su cometido es producir actos corteses. Kerbrat-Orecchioni (1996: 54) considera que la cortesía mitigadora es abstencionista o compensatoria, mientras que caracteriza la cortesía valorizante como produccionista. Estos dos tipos de cortesía nos permiten dar cuenta no sólo de los llamados FTAs, actos de amenaza a la imagen (Brown y Levinson, [1978] 1987), sino también de los FFAs, es decir, de los actos de refuerzo de la imagen (Kerbrat-Orecchioni, 1996, face flattering acts), actos propios de la cortesía valorizante. El objeto al que atañe directamente la cortesía es la imagen del interlocutor. De acuerdo con Bravo, la imagen tiene que ver con “el compromiso del hablante con su yo social” (Bravo, 1999: 181) y “da cuenta de la actuación del individuo frente a otros individuos” (Bravo, 2000: 6 1503). No considerando universales los aspectos positivo y negativo de la imagen social, adoptamos la propuesta de la tipología de la imagen de dicha autora: la autonomía y la afiliación como categorías sociales vacías susceptibles de ser rellenadas en cada cultura. Según Bravo, la autonomía se define como el deseo de la persona de ser vista con un contorno propio dentro del grupo; afiliación, por su parte, se refiere a todo aquello que permite a la persona identificarse con el grupo, es decir, percibir y ser percibido por la gente como alguien 7 que forma parte del grupo (Bravo, 1999: 160). Las dos modalidades de cortesía pueden orientarse tanto a la imagen de autonomía como a la de afiliación. Véase en el cuadro 2 la propuesta de cortesía a la que nos hemos referido (Albelda, 2003): 6 7 Véanse los numerosos trabajos que lo han puesto en duda: Boretti (2001), Bravo (1999, 2000, 2001), Cordisco (2002), Fant y Granato (2002), Ide (1989), Mao (1994), Matsumoto (1988), Murillo (2002), Placencia (2002), Strecker (1993), etc. Para una profundización en el estudio de estas categorías en el español peninsular, vid. Hernández Flores (2002). Cuadro 2 Riesgo de amenazas a de autonomía cortesía la imagen del oyente de afiliación mitigadora No amenazas a la de autonomía cortesía imagen del oyente de afiliación valorizante CORTESÍA motivos 4. Metodología de análisis Los apartados que siguen se dedican a analizar el corpus seleccionado y a extraer conclusiones. El análisis pretende servir de ilustración a las hipótesis de partida. Se comparan las manifestaciones lingüísticas de cortesía en interacciones realizadas en situaciones comunicativas diferentes. El objetivo es doble, examinar si los enunciados corteses son diferentes en cada una de ellas y en consecuencia, observar si los diversos contextos configuran la cortesía de manera distinta. 4.1. DESCRIPCIÓN DEL CORPUS El total de grabación oral analizada de las conversaciones es de 108‟, y de las entrevistas es de 186‟; las conversaciones las hemos tomado del corpus de Briz y Grupo Val.Es.Co. 8 (2002) y las entrevistas del corpus de Gómez Molina (coord.) (2001). Se han analizado diez interacciones, cinco de ellas son conversaciones coloquiales y las otras cinco entrevistas semidirigidas. Las conversaciones coloquiales han sido grabadas de forma secreta en situaciones de vida cotidiana. Las características de los hablantes y de la situación comunicativa responden a los principios que propician el empleo del registro coloquial en la conversación (vid. §2.1.). Por su parte, el corpus del que provienen las cinco entrevistas tiene como fin recopilar información sociolingüística, se pretende analizar la lengua con respecto a las variables sociológicas del informante. Las preguntas realizadas por el entrevistador van dirigidas a que el informante narre, describa, dé su opinión, argumente, etc. En este sentido, la elección de informantes se basa únicamente en su nivel sociocultural y en el origen geográfico de la persona (vid. §2.2). Ambos tipos de corpus recogen el español peninsular hablado en la zona mediterránea. Para la obtención de los datos se ha procedido a la búsqueda en el corpus de cuatro tipos de actos referidos a la imagen social: - actos que amenazan la imagen (FTAs) 8 Este último forma parte del conjunto de materiales diseñados por PRESEEA, Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y América. - actos que intensifican la amenaza a la imagen (FTAs intensificados) 9 - actos que atenúan la amenaza a la imagen (FTAs atenuados) - actos que refuerzan la imagen (FFAs) Son actos que se reconocen funcionalmente, es decir, a partir de las funciones y valores que desempeñan en la interacción y no en cuanto a su determinada forma lingüística. Identificar la presencia de estos cuatro tipos de actos en una interacción nos informa de qué tipo de cortesía se realiza, mitigante o valorizante y/o si, por el contrario, se realizan infracciones a la cortesía que no se reparan. Junto a la extracción de este tipo de actos, se presenta una breve descripción de las características situacionales de la interacción concreta estudiada como guía para conocer el marco en el que tienen lugar dichos fenómenos. 4.1. Criterios para la selección de FTAs y FFAs Veamos a continuación en qué criterios se ha basado la caracterización de estos actos. En primer lugar, cabe recordar el valor cultural de la cortesía, y en consecuencia, los actos analizados como corteses o amenazantes en estos contextos lo son en la cultura concreta en la que se realizan. Por otro lado, tal y como se observa, la muestra recoge desde actos en que se realiza la mera amenaza, actos en los que se acentúa o intensifica ésta, hasta actos en los que se atenúa la amenaza y actos en los que produce o genera cortesía sin que sean motivados por riesgos de amenaza (actos produccionistas de cortesía, Kerbrat-Orecchioni, 1996). En general, los actos amenazantes a la imagen en la cultura hispánica son aquellos que dañan el prestigio público de la persona a la que van dirigidos, que le hacen quedar mal, transmiten críticas u ofensas, en definitiva, que le humillan o le empujan a desempeñar alguna tarea sin contar con la voluntad del otro. Lingüísticamente se pueden manifestar de muchas formas, como por ejemplo, a través de imperativos, insultos, reprimendas, por medio de énfasis prosódico, con apelaciones directas al tú, olvidos, equivocaciones, etc., siempre que afecten o impliquen la esfera personal del tú. Se han encontrado, por otro lado, en algunas interacciones la presencia de actos amenazantes que están intensificados (FTAs intensificados) a través de medios semánticos y/o pragmáticos, son actos con un grado intencionado de amenaza más alto. Piénsese, por ejemplo, en la repetición insistente de un insulto, en la gradación creciente de la fuerza ilocutiva de una orden, o simplemente, en la confluencia de varios mecanismos de amenaza en un mismo acto. En cuanto a la atenuación de dichas amenazas (FTAs atenuados), ya entramos en el terreno de la cortesía. Por cualquier motivo, el acto “amenazante” debe realizarse, y el hablante que no quiere herir la imagen del otro y pretende ser cortés, acude bien a mecanismos sustitutorios del acto que amenaza (p. ej., la petición mediante una pregunta en lugar de mediante imperativos, la indirección), bien a actos acompañantes de la amenaza (p. ej. una petición acompañada de por favor), o bien a mecanismos reparadores (p. ej. pedir perdón tras una equivocación). La cortesía valorizante (FFAs), de carácter positivo, se logra también de varias formas; una de ellas es la realización de actos que halagan o ensalzan directamente la imagen u otro objeto íntimamente relacionado con la imagen del oyente: cumplidos, alabanzas, elogios, agradecimientos, recompensas. Otra forma de valorizar al tú es mediante las manifestaciones de acuerdo, de evaluación positiva hacia lo dicho o propuesto por el tú, la colaboración en la 9 Para una definición de las categorías lingüísticas de intensificación y atenuación, vid. Briz (1995, 1997, 1998). producción de su enunciado, etc. En este último caso, se incluyen las risas, siempre y cuando se dirijan a una finalidad valorizante del tú. En definitiva, con esta breve descripción de los elementos objeto de análisis de este estudio, y cuyos resultados se muestran a continuación, no se ha pretendido presentar una taxonomía definida de tales actos, puesto que, como ya se ha señalado, la cortesía/ descortesía de un acto se mide de manera comparativa dentro de su contexto. Ello no significa que resulte inabordable elaborar una relación mínima de los actos corteses y descorteses, pues existen ciertas tendencias en la asociación de formas lingüísticas y fenómenos sociales, tal y como lo acabamos de describir. Sin embargo, a pesar de catalogar aisladamente los actos, en último término siempre será definitivo el contexto en el que aparezca. 4.3. RESULTADOS CUANTITATIVOS DE LAS CONVERSACIONES COLOQUIALES Y DE LAS ENTREVISTAS SEMIDIRIGIDAS En los siguientes cuadros aparecen los resultados cuantitativos del análisis del corpus. Se señala el número de cada tipo de actos y los rasgos situacionales fundamentales de las conversaciones analizadas, lo que permitirá observar a primera vista la dependencia de los actos (des)corteses de los factores situacionales: Cuadro 3 Clave FTAS CONVERSACIONES FTAS INTENS. FTAS ATEN. FFAS H.38.A1 ( 30’) 50 33 1 58 G.68.B1 (39’) 12 0 13 127 MT.97.A1 (21’) 2 0 3 80 IH.340.A1 ( 7’) 3 0 1 38 RV.114.A1 ( 11’) 37 8 8 14 10 11 RASGOS SITUACIONALES - 4 chicos: 3 estudiantes, 1 profesor - AMIGOS ÍNTIMOS - nivel sociocultural medio - tema: relaciones de pareja, alcohol, cine - espacio físico: la playa - 2 mujeres (> 55 años) e hijo de una - FAMILIA: madre, cuñada, sobrino - nivel sociocultural bajo-medio - tema: asuntos de familia cotidianos - espacio físico: casa de la cuñada - 3 mujeres, 1 hombre, 26-55 años - COMPAÑEROS TRABAJO, ± AMIGOS - nivel sociocultural alto - tema: astrología, la educación - espacio físico: sala de profesores - 2 mujeres (27-33 años) - FAMILIA: hermanas - nivel sociocultural alto - tema: objetos casa, fotos de un viaje - espacio físico: casa de una de ellas - matrimonio, hijo, sobrina pequeña - FAMILIA - nivel sociocultural bajo - tema: enfermedades (discusiones) - espacio físico: casa de la familia En el cuadro 4 se presentan los resultados del análisis de las entrevistas. Los rasgos situacionales han sido tomados de las fichas técnicas de las entrevistas (Gómez Molina (coord.) 2001), por lo que cabe explicar sucintamente a qué se refieren estas expresiones. El parámetro relación E↔I atañe a la relación entre el entrevistador (E) y el informante (I). Los calificativos iguales solidarios e iguales no solidarios aluden a los tipos de relaciones sociales establecidos por Brown y Gilman (1969): las relaciones de solidaridad, se oponen a las relaciones de poder. Como sugieren Brown y Gilman (1969: 256), no todas las diferencias entre personas suponen diferencias de poder; las diferencias o similitudes también atañen a otros atributos como, por ejemplo, el lugar de nacimiento, edad, ciudad donde se vive, empleo, relaciones de parentesco, etc. La relación iguales no solidarios se refiere a que no existe ningún vínculo o avenencia en los modos de vida de los interlocutores. La expresión iguales no solidarios pero que actúan como iguales solidarios significa que se neutraliza la 10 En estos casos, muchos de los FFAs coinciden con las manifestaciones de acuerdo entre los interlocutores (claro, sí, etc.): al expresar acuerdo, un interlocutor puede estar pretendiendo a la vez mostrarse cortés. Resultaría interesante dedicar un estudio a las concurrencia de ambos aspectos. 11 De aquí, sólo cinco son halagos o elogios dirigidos directamente a ensalzar la imagen. carencia de vínculos comunes y/o se intenta favorecer o buscar dichos vínculos a lo largo de la interacción. El entrevistador siempre es el mismo, un hombre, profesor de universidad, de edad comprendida entre 26-55 años. En todas las entrevistas también está presente un alumno, quien será el encargado de realizar la primera transcripción, y que normalmente es el que conoce al informante y se lo presenta al profesor; por lo tanto, ambos, informante y entrevistador eran desconocidos hasta ese momento (Gómez Molina (coord.) 2001). Por otro lado, se ha incluido también el tratamiento pronominal empleado en la entrevista, elemento lingüístico revelador de la formalidad y confianza que se crea entre ambos interlocutores: Cuadro 4 Clave FTAS ENTREVISTAS FTAS INTENS. FTAS ATEN. FFAS 1 ¿? 0 8 22 0 0 5 9 1 ¿? 0 5 12 JRG.99-3 1 ¿? 0 11 4 JRG.99-8 1 ¿? 0 6 11 Nº 10 JRG.98-5 ( 39’) Nº 12 JRG.99-1 (44’) Nº 13 JRG.99-2 (34’) Nº 14 (33’) Nº 19 (36’) RASGOS SITUACIONALES (todos son de nivel sociocultural alto; espacio físico: un despacho de la facultad) - mujer, 58 años - estudios superiores: profesora - relación E↔I: iguales no solidarios - tratamiento: usted - hombre, 59 años - estudios superiores: inspector - relación E↔I: iguales no solidarios pero actúan como iguales solidarios - tratamiento: tú - mujer, 58 años - estudios superiores: profesora - relación E↔I: iguales no solidarios pero actúan como iguales solidarios -tratamiento: tú - mujer, 31 años - estudios superiores: profesora - relación E↔I: de E a I, igual solidario, de I a E, superior solidario - tratamiento: E a I, tú; I a E, usted - mujer, 48 años - estudios superiores: profesora univers. - relación E↔I: iguales solidarios - tratamiento: tú El reconocimiento y caracterización de los actos corteses y descorteses cuantificados en los cuadros 3 y 4 se ha realizado de forma aislada. En §5 se realiza un análisis cualitativo, es decir, se estudian estos en su contexto, teniendo en cuenta que la situación comunicativa puede 12 determinar su valor (des)cortés en última instancia. 12 En relación con el valor de la cortesía en actos aislados y en el contexto comunicativo en que se enuncia, vid. en este mismo volumen la diferencia que Briz establece entre cortesía codificada y cortesía interpretada. Dado que el número de minutos de grabación y transcripción de ambos corpus es 13 desigual, se ha hallado la media de la frecuencia de aparición de estos cuatro tipos de actos, en el cuadro 5 se pueden observar los resultados: Cuadro 5 FTAS FTAS INTENS. FTAS ATEN. FFAS TOTALES CONVERSACIONES 96‟29 37‟96 24‟07 293‟51 451‟83 ENTREVISTAS 2‟15 0 0‟18 0‟31 2‟64 TOTALES 98‟44 37‟96 24‟25 293‟82 454‟47 A partir de los valores del cuadro 5 se ha realizado un análisis estadístico de los datos 2 por medio del test de la χ (Murgui y Escuder, 1994: 234 y ss.; Tomeo y Uña, 1997: 278 y 14 ss.). Los resultados de dicho estudio permitirán aceptar o rechazar la hipótesis inicial sobre la dependencia entre ambas modalidades discursivas y situacionales y los actos de imagen que se realizan en cada una de ellas. El resultado es q< χ2 con el 99 % de probabilidad, lo cual se interpreta como que la dependencia o asociación entre ambos parámetros es positiva: los contextos situacionales determinan el número y el tipo de actos amenazadores de la imagen y de actos corteses. 5. Interpretación de los datos: análisis cualitativo Junto a la comparación del número de actos de cortesía y descortesía entre estas dos modalidades discursivas y situacionales, es importante observar si, además hay diferencias cualitativas en cuanto al tipo de cortesía empleado. Al analizar las diez interacciones se aprecia a primera vista que la cortesía en ambos tipos de discurso y de situación es de diferente cariz; además, como se aprecia en los datos de los cuadros de §4.3., la presencia de actos de carácter cortés/ descortés es mucho más reducida en las entrevistas. Si bien es verdad que no podemos tomar estas cifras de manera absoluta y 15 que debemos contar con un margen de error de interpretación, llegamos a la conclusión de que el marco contextual en el que se realizan las conversaciones coloquiales es más propicio para desarrollar las relaciones sociales que en las entrevistas. Y por tanto, en las conversaciones existe una mayor tendencia a poner en marcha mecanismos de trato social, bien del refuerzo de las imágenes o bien de la amenaza a éstas. El resultado estadístico nos habla también de otra diferencia en ambos tipos de discurso: en las entrevistas las relaciones sociales son estáticas (se mantienen los roles sociales y funcionales previos), mientras que en 13 14 15 El cálculo de la media nos muestra el número de cada tipo de actos en cien minutos de grabación. Para ello hemos observado las discrepancias entre las frecuencias observadas y las esperadas, medidas a través del estadístico q, cuyo valor resulta q = 3‟391. El grado de libertad es 3, y si elegimos como nivel de significación para χ2 α = 0‟01, es decir, un 99% de probabilidad, entonces, χ 2 3, 0‟01 = 11‟345, y, por tanto q = 3‟391 < 11‟345 = χ2 3, 0‟01 . Dado que se trata de un fenómeno social enfocado por el análisis de un solo investigador. las conversaciones coloquiales son dinámicas (pueden variar estos roles). Por otro lado, no sólo el número y el tipo de fenómenos sociolingüísticos varía de un tipo de interacción a otro sino que también dentro de la misma modalidad discursiva surge la diversificación, dependiendo de la situación donde se realiza. Con el objetivo de averiguar si se cumple nuestra hipótesis de partida, se examinarán las funciones sociales que adquieren los actos que se han considerado como corteses o descorteses aisladamente en el análisis cuantitativo. 5.1. ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LAS CONVERSACIONES COLOQUIALES 5.1.1. ¿Descortesía? En la conversación [H.38.A1] se han encontrado en torno a 50 FTAs y 33 FTAs intensificados; se trata de peticiones realizadas mediante órdenes y de manera directa (yee pasa las papas/ medio paquete os habéis hecho ya↓ cabrones/ déjame coger), críticas o insultos a los interlocutores (¡qué cabrón!; no cuentes ahora el chiste ESE↑ (...) lo habías contao ochenta veces ya), recriminaciones (tú no hables→ tú no hables; C: yo no di- yo no he mirado a nadie↓ ¡joder!/ ¡qué mal pensaos sois!/ tú has dicho que...), burlas descaradas (A: yo soy un caballero; D: un caballo), etc. En otro contexto, dichos actos amenazantes de la imagen podrían considerarse como descortesía que daña las relaciones entre los interlocutores, pero en esta situación concreta no se puede interpretar así. Incluso se podría aventurar que la realización de numerosos FFAs, como halagos, elogios, agradecimientos, en esta situación hubiera resultado inadecuada, sembrando más bien distancia entre este grupo de amigos. Debemos entender, pues, que los FTAs en este contexto adquieren un carácter desenfadado y son manifestación de la confianza existente en el grupo de amigos. En la cultura española peninsular el conflicto pude ser una manifestación de confianza. La confianza es uno de los contenidos de la imagen de afiliación en el español, es un valor para los españoles más apreciado que el del respeto inofensivo que puede mostrar un falso acuerdo. La confianza se asocia con la sinceridad y, por lo tanto, en una situación de proximidad social y afectiva se valora como positivo mostrar actitudes de afiliación al grupo. Y, por el contrario, la falta de confianza es una manifestación de distancia, actitud negativa entre los españoles (Briz, 2003; Hernández-Flores, 1999). Por otro lado, también la relación de confianza entre los interlocutores provoca auténticas discusiones en las que encontramos un numeroso caudal de FTAs, que en general tampoco se pueden calificar de descorteses, puesto que la estrecha e íntima confianza neutraliza el daño que podría causar a la relación social. Este es el caso de la conversación [RV.114.A1] donde la proximidad y confianza entre los interlocutores es aún mayor: dos esposos (A y C) y su hijo (B). No es necesario reparar las amenazas ya que no existe el peligro 16 de que se debiliten las relaciones sociales: (1) [RV.114.A1: 16-20; 51-52; 147-151]: C: pues nene↑ me he gastado CUATRO MIL pesetas en lah medicinas ¿eh? A: ¿y pa(ra) queé? C: ¡HOMBRE!// ¡pa(ra) sacártelas! ¿así cómo te vas a curaar↑? (2”) 16 Se marcan en letra negrita los actos que, aisladamente, se pueden considerar descorteses. B: pueh l’ha pegao cada trago al güihqui ((...)) C: ¿y tú por qué has tomao güisqui↓ si sabías que tenías que pincharte hoy?((...)) A: ¡hombre! ¿¡pos no te lo dije ayer!?§ C: § PERO YO L’HE DICHO que habías ido a coger un (( )) y t‟habías quedao ENGANCHAO↑§ A: § ENGANCHAO ¡NO!/// º( ((ya estoy hasta los cojones)) )º No se han realizado estrategias de cortesía para reparar las peticiones a los actos que Brown y Levinson, ([1978] 1987) habían calificado de intrínsecamente amenazadores: 17 quejarse o manifestar molestia, reprochar, polemizar, burlarse. Boretti (2001), refiriéndose a la cultura argentina, pero también aplicable al español peninsular, señala que “la confianza, contenido afiliativo, incluye la tendencia a usar un lenguaje directo” (Boretti, 2001: 85). 18 En definitiva, encontramos manifestaciones de desprecio, directivas sin atenuar, reproches, réplicas, rechazos, etc., todos ellos actos amenazantes de la imagen, que podrían funcionar en otro contexto más formal como auténticos debilitadores de las relaciones sociales, pero que en estos casos no lo hacen. Es más, incluso puede hablarse de que en 19 ocasiones crean lazos interpersonales más fuertes y positivos. 5.1.2. Cortesía mitigadora y valorizante A la vez que FTAs, también se han encontrado numerosos ejemplos de enunciados corteses, muchos de ellos presentes en las mismas conversaciones en las que existen abundantes FTAs. Así ocurre, por ejemplo, en algunos actos corteses de la conversación [H.38.A1]: risas, ofrecimientos (¿quiés cocacola↑ no?; ¿alguien quiere más↑// beber? C: tómate lo que queda); buenos deseos (buen provecho); manifestaciones de acuerdo (es verdad ¡cómo nos reíamos!; ah sí), y también actos de cortesía mitigadora (hombre↓ en eso ya empezamos aa (...) a disentir un poco). En el ejemplo (2) se recoge un fragmento de la conversación [G.68.A.1+ G.69.B.1]: la situación comunicativa tiene lugar entre P, tía de J y cuñada de C, J es hijo de C. El fin comunicativo de este fragmento es que no tomen a J por tonto; el fin social, mantener los vínculos, fortalecerlos, y para ello, evitar el daño a la imagen. 17 Los actos descorteses en español se han estudiado preferente en relación con el discurso político, vid. al respecto Blas (2001), Bolívar (2001). 18 Haverkate (1994) considera la manifestación de desprecio como un acto prototípicamente descortés. 19 Para un estudio más profundo, vid. Briz (2002), en especial la distinción establecida entre (des)cortesía codificada o normativa y (des)cortesía estratégica. (2) [G.68.A.1+ G.69.B.1: 333-405] P: ¿qué? ¿cómo va el coche ya↓ Juan? J: muy bien/ que lo diga la mamá→§ C: § ¡ay!/ está hecho un artista ((...)) le dije Juan/ no te duela lo que estás pagando/ tú es que vas a las clases °(un)° poquito distraído/ porque °(como)° llevaba tantas cosas en la cabeza↑§ P: § claro/ claro C: pues le decían a lo mejor/ la segunda a la derecha// BUENO// y ya no se acordaba/ u- cuando llegaba/ si era en la segunda o era en la tercera/ y eso es lo que fallaba/ mucho// entonces→/ como tampoco tenía nadie/ una vez sacao el carnet/ a quien recurrir/ para sacar el coche y hacer unas poquitas más prácticas/ tampoco era cuestión/ de que la chiquita del chalet dee Pili/ a las diez de la noche nos fuéramos a dar una voltereta por ahí/ porque yo tampoco vengo pronto↑ P: claro§ C: § entonces/ no era cuestión d‟eso/ ¿qué pasa?// que ha hecho→//(2‟‟) tu novia/ por no dejarlo mal/ dice (RISAS) °(en)° LA FAMILIA DICE QUE HA HECHO VEINTICUATRO PRÁCTICAS/ Y HA HECHO CUARENTA Y TANTAS J: pero ahora estoy or- or- o sea→§ P: § orgulloso§ J: § satisfecho de haberlas hecho/ [porque luego no he tenido/ ninguna dificultad// y no he tenido=] C: [porque ha salido sabiendo del todo///(2’’) todas las pifias] J: = que recurrir a nadie/ [para- para/// ponerme a tono] C: [todas las pifias las ha hecho en las clases/ todas las pifias]§ P: § claro La imagen de J peligra porque se le puede considerar poco habilidoso para conducir, puesto que además ha realizado un elevado número de prácticas. En este sentido, prevalece en esta conversación la cortesía de carácter mitigador, especialmente por parte de C y P, que están evaluando a J. En el caso de C, la madre de J, atenúa la fuerza de lo dicho (un poquito distraído), justifica (como llevaba tantas cosas en la cabeza) o realiza actos corteses valorizantes con el fin de compensar el daño a la imagen de su hijo (está hecho un artista; ha salido sabiendo del todo). El modo de ser cortés de P, la tía, es adherirse plenamente a las justificaciones y argumentaciones de la madre mostrándose comprensiva; obsérvense a tal efecto sus intervenciones con claro. Por otro lado, la cortesía directamente valorizante, que no tiene su origen en la 20 posibilidad de amenazas a la imagen, también es muy frecuente en este corpus. Este tipo de cortesía se puede manifestar tanto en actos de refuerzo directo a la imagen como en actos de refuerzo indirecto (manifestaciones de acuerdo, proargumentos, refuerzos colaborativos, etc.). En primer lugar, veamos en (3) un fragmento de la conversación [IH.340.A1] en la que se encuentran dos hermanas, una mostrándole su nuevo apartamento a la otra: (3) [IH.340.A1: 4-14; 42-45] V: ¿solamente tienes esta? A: no§ V: § ¿no? cuenta// la verdad es que es muy bonita ¿se parece a la mía?///(3”) ¿eh? ¿tú has visto la mía?// ¡OSTRAS!¡QUÉ MOONA!// ¡QUÉ GRACIOOSA!§ A: § mira cómo se queda 20 Para una mayor profundización en el estudio de la cortesía valorizante, vid. M. Albelda (2002). V: ¿cómo la has encendido↑?§ 21 A: § tocando (3”) V: ¡ay! pues sí/ sí que [ilumina=] A: [es un mue(ble)] V: = ¡qué cosa más bonita!¿eh?¡qué original! ((...)) es una monada ///(3”) es graciosísima/ ¿qué más? ///(3”) ¿qué más lámparas tienes? A: º(ya/ ninguna más)º ¡ah! sí/ las del cuarto 22 V: ¡ah! ((7”)) ¡ay qué mona! En (3) los halagos no se refieren al interlocutor sino a objetos que tiene en su casa, de manera que lo que se pretende alabar es el buen gusto de A y, en consecuencia, la coincidencia con los gustos de V. Véanse en el ejemplo (4) halagos dirigidos directamente a la imagen del tú: (4) [MT.97.A1: 424-435] D: ¿tú has ejercido alguna vez de maestra o no? ((...)) B: sí pero ma- antes de casarme/ luego ya después menos ((...)) a mí la docencia me gusta ¿no? entonces→/ me va// el explicar ¿no? me encanta C: explica muy bien ((...)) A: además explica muy bien/ a mí me ha dao clases y lo hace muy bien 5.2. ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LAS ENTREVISTAS SEMIDIRIGIDAS Como se ha adelantado, resulta llamativa la reducción de fenómenos de cortesía en las entrevistas semiformales con respecto a las conversaciones coloquiales. Buena parte de ello se explica por las características propias de una entrevista, donde el esquema de toma de turnos está totalmente determinado y el marco de la interacción es plenamente convencional. Las entrevistas se regulan por una serie de normas discursivas y también sociales, que los interlocutores asumen de entrada, y donde el margen de creatividad, de espontaneidad y de dinamismo es muy reducido o prácticamente inexistente. En este sentido, los roles de los participantes están muy marcados; existe de entrada una distancia entre los interlocutores que generalmente conviene mantener y respetar y, por lo tanto, el fenómeno social de la cortesía debe ser adecuado a estas convenciones. Esta es, pues, la causa de que las manifestaciones verbales de cortesía sean menores en estos contextos, puesto que, de manera general, en las entrevistas la cortesía se considera un elemento secundario de la interacción, siendo lo primordial el intercambio de información y el conocimiento de las opiniones del informante (predominio de la función representativa del lenguaje). Ello también provoca un estilo diferente de la cortesía en las entrevistas, de carácter mucho más convencional y ritualizado. Así, por ejemplo, algunos actos corteses rituales en las entrevistas son intercambiar saludos (buenos días, buenas tardes), dar las gracias al informante por la colaboración o responder de nada. Otro tipo de cortesía convencionalizada en estos casos es la de carácter mitigador: el entrevistador enuncia sus preguntas (aunque no frecuentemente) de forma más atenuada: por ejemplo, mediante un verbo de voluntad, el uso del condicional, dando opciones al interlocutor (Lakoff, 1973: 298), anunciando el final de la entrevista: 21 22 B hace un gesto que demuestra cómo encender esa lámpara. A y B se dirigen hacia el cuarto de baño. - quería preguntarte yo ahora sobre el conflicto generacional (...) [nº 19: 456] bien Pedro/ ¿quieres hablarnoss sobre tu familia? [nº 12: 2] me gustaría saber cuál es tu opinión (...) [nº 14: 239] (...) háblanos un poco sobre el servicio militar// dónde lo hiciste [nº 12: 169-170] (...) háblanos lo quee quieras/ o lo que recuerdes sobre tuu infancia/ tu niñez [nº 13: 1-2] muy bien Julia/ ya terminamos/ vamos a ver/ (...) ¿te ha tocado la lotería? [nº 13:410-11] ya terminamos/ la última [pregunta] [nº 19: 596] También por parte del informante se han encontrado algunos casos de cortesía mitigadora. De manera más llamativa en una entrevista, la nº 10, la informante pide perdón en varias ocasiones cuando se equivoca. Esta informante es de las pocas personas que ha tratado de usted al entrevistador en el conjunto de las veinticuatro entrevistas del corpus (Gómez Molina, (coord.) 2001). No es un problema de edad (incluso I es mayor que E) ni de diferencia sociofuncional; se debe más bien al desconocimiento de ambos, a la diferencia de género y/o a la costumbre de la informante. En muchas de estas entrevistas, llegado a un punto más avanzado de la interacción, el informante se siente más tranquilo, se ha conseguido una mínima confianza y ya solemos encontrar risas, o incluso alguna broma. Puede surgir entonces el interés por reforzar los lazos sociales y, por tanto, realizarse algunas formas de cortesía valorizante intermedia entre lo convencional (normativo) y lo estratégicamente social. Encontramos algunos FFAs (actos de refuerzo de la imagen), como por ejemplo, en la entrevista nº 19 el informante (B) ha explicado el modo de elaborar un plato, el arroz a banda: (5) [JRG.99-8: 296-297] B: ((...)) y luego se hace ajoaceite/ y se come con ajoaceite A: seguro que está riquísimo En el ejemplo (6), de la entrevista nº 12, el informante (B), inspector de educación, manifiesta su deseo de viajar, y su ilusión por haber sido piloto: (6) [JRG.99-1: 564-570] B: ((...)) es algo que me atrae- me atrae mucho la atención/ el viajar/ quizá porque m- me gusta cambiar// eventualmente de sitio/ aunque luego vuelva otra vez (risas)// [al- a la sede ¿no?] A: [de todas formas] de todas formas no te preocupes/ porque como profesor/ muy bueno y como inspector/ excelente/ así que como piloto (risas)/ no sabríamos... Otra de las formas de refuerzo de la imagen (FFA) son los apoyos a lo dicho por el otro interlocutor (intervenciones colaborativas, afirmaciones, ratificaciones, manifestaciones de acuerdo, repeticiones de lo dicho, etc.). También aparecen en ocasiones estas formas en el corpus de entrevistas, aunque con menor frecuencia que en las conversaciones coloquiales. Son estrategias afiliativas con una función más bien convencional, muestra de buena educación y del comportamiento formal. Piénsese, por ejemplo en los marcadores fáticoapelativos con función afiliativa del tipo ¿eh?, ¿no?, ¿verdad?: (7) [JRG.99-3: 342-345] B: la comida que más me gusta es el arroz con marisco (...) A: el marisco tiene mucho fósforo, ¿eh? O, por ejemplo, la manifestación de acuerdo en la entrevista nº 14: (8) [JRG.99-3: 317-319] B: (...) el conflicto de padres e hijos es un problema de edades A: natural/ es un problema que hay que pasar por él B: pues exactamente (...) Por otro lado, tal y como se observa en el cuadro 4, en estas entrevistas no existen casos de amenaza a la imagen (sin atenuar, es decir, FTAs), excepto uno en cuatro de las cinco entrevistas analizadas, del cual no hay certeza de que realmente lo sea. Se trata de la entrevista nº 10: A le ha preguntado a B qué haría si le tocase la lotería, B intenta contestar, pero no sabe muy bien qué responder, y afirma: es que eso me ha pillado de sorpresa ¿eh? [nº 10: 530531]. Podría interpretarse como una recriminación del informante al entrevistador. Por otro lado, al final de la entrevista nº 13 la pregunta de A también podría entenderse como un FTA: (9) [JRG. 99-2: 509-511] A: ¿tú crees en los futurólogos o en los adivinos? B: no A: ¿por qué no? (risas) En (9), si bien las risas pueden atenuar la pregunta, tal vez la segunda pregunta de A, por la insistencia y el modo directo en que se formula, puede resultar amenazante a B. De todas formas, queda abierta su interpretación. El hecho de que sean casi inexistentes las realizaciones de FTA en este tipo de entrevista, no es, sin embargo, razón suficiente para considerarlo como un rasgo característico de tal tipo de discurso. Tampoco se puede interpretar como un hecho exclusivo de estas entrevistas, pues es frecuente en otras modalidades discursivas. En general, en un corpus de entrevistas no se pueden interpretar como descorteses las preguntas que el entrevistador realiza al informante, pues forman parte constitutiva del esquema de la interacción. Sin embargo, en la entrevista nº 14 hay una intervención de A pidiendo información al informante de una forma más imperativa: (10) [JRG.99-3: 457-462] A: ¿qué harás mañana? B: (...) he quedado a comer con unos amigos (...) y supongo que a lo mejor vamos al cine (...) A: más cosas/ dime más cosas que vas a hacer El último caso es el modo, un tanto sobrio, en que A pide información a B: alguna fiesta que recuerdes/ de pequeña [nº 19: 126]. Vistos estos casos, no se puede concluir que estas posibles amenazas al interlocutor sean una manifestación de descortesía. Más bien, se pueden explicar como una consecuencia del tono de mayor confianza que se va creando según la progresión de la entrevista, no considerándose inadecuadas socialmente a esa situación. 6. Conclusiones 6.1. DISTINTAS SITUACIONES SUPONEN DIFERENCIAS CUALITATIVAS EN LA CORTESÍA Tras este análisis, de acuerdo con Hernández Flores (2001: 105-106), “proponemos, por tanto, que la cortesía en la conversación entre familiares y amigos tiene un valor en la constitución de las relaciones sociales y que presenta unas particularidades (...) que la diferencian de la cortesía en las relaciones formales”. Es, por tanto, un fenómeno de valor relativo: una forma lingüística transmitirá un valor cortés en una determinada situación comunicativa, contando con la presencia e influencia de todos los factores que la rodean. Para evaluar este fenómeno, el investigador debe tener en cuenta cada uno de estos factores, 23 empezando por uno muy básico, la forma de ser de los interlocutores (su carácter, educación, estado de ánimo) y también la relación que existe entre ellos, la intencionalidad con que se usan dichas formas y, en definitiva, los rasgos situacionales, culturales y sociológicos de los que ya hablamos. El corpus ha mostrado que no es cierto que el empleo de estrategias corteses sea menor en los casos de mayor familiaridad y que en relaciones sociales más distantes se realicen un mayor número de actos corteses; y, por lo tanto, tampoco se puede hablar de suspensión de la cortesía en las situaciones de familiaridad (cfr. Tusón y Calsamiglia, 1999: 163). La diferencia estriba, más bien, en el tipo de cortesía, son tipos cualitativamente distintos, es diferente en cada espacio (público y privado) la función y la finalidad de la cortesía. Carrasco Santana (1999: 32) así lo señala: “no nos parece que un mayor „atrevimiento‟ en la comunicación, por efecto del mayor grado de familiaridad, conlleve necesariamente una menor presencia de la cortesía. Lo que sí creemos es que el tipo de cortesía, o si se prefiere, el estilo de cortesía, es distinto”. Sin embargo, cabe señalar que, tal y como se infiere del análisis del presente corpus, 24 en situaciones que presentan características comunes, se hace uso de patrones de formas y fenómenos similares, pudiéndose hablar de tendencias o propensiones en los usos lingüísticos, susceptibles de ser estudiadas. El empleo de la cortesía no es exclusivo de determinadas situaciones comunicativas. Como se ha comprobado en el análisis del corpus, tanto en los resultados cuantitativos como cualitativos, el empleo de actos corteses también es muy frecuente en situaciones informales. Así, tal y como muestra el análisis, en 108‟ de corpus de conversaciones coloquiales, se han encontrado 317 casos de FFAs y 26 de atenuación de FTAs. En definitiva, se puede concluir que, no sólo en las situaciones formales, sino en cualquier tipo de actividad comunicativa, en tanto que es una actividad social, se puede hacer uso de formas corteses. La cortesía se plasma en actividades de imagen dirigidas al tú, al otro interlocutor, y la imagen como tal está siempre presente en las interacciones verbales. Goffman (1959) ya se había referido a la configuración 25 de la imagen en la persona según su aparición en el espacio público o en el privado. El tipo de comportamiento relacional en cada espacio será diferente. Si bien en ambos casos la persona configura su imagen frente a los otros, en el ámbito privado la persona puede 23 Algunas personas, por su forma de ser, tienden a emplear más estrategias de cortesía en sus intercambios comunicativos. 24 Piénsese, sin ir más allá, en la casi homogeneidad de los resultados estadísticos entre la mayor parte de los distintos tipos de actos en las cinco conversaciones aquí estudiadas, y del mismo modo, entre las cinco entrevistas. 25 Obsérvese que este es uno de los rasgos situacionales del registro del que hemos hablado, el espacio o marco de interacción. “descansar, quitarse la máscara, abandonar su texto y dejar a un lado su personaje”. Aunque la persona “abandone su máscara” en el espacio privado, ello no implica que se evite el esfuerzo del comportamiento cortés o que se exceda en el descortés. Abandonar la máscara, por otro lado, no significa que la imagen desaparezca sino que la imagen es otra, más sincera y auténtica, la imagen sin la máscara, y en consecuencia, el comportamiento social, y por tanto, lingüístico, varía. La metáfora de la máscara explica de forma gráfica que en el espacio público hay que actuar según unos modos establecidos social y convencionalmente, mientras que, en el espacio privado, la ausencia de dicha máscara refleja que los modos no están determinados, no hay normas sociales, solo los intereses propios de los interlocutores. A partir de los resultados obtenidos en el análisis del corpus, se pueden generalizar una serie de diferencias fundamentales en el empleo de la cortesía en función del tipo de situación comunicativa (téngase en cuenta que estamos hablando de tendencias en el español peninsular 26 de la zona mediterránea): - en las situaciones formales (vid. en relación con esto el análisis de las entrevistas semiformales, §4.3 cuadro 4 y §5.2): - es una cortesía necesaria, se exige para que el intercambio verbal sea adecuado y en consecuencia exitoso, fructífero (ténganse en cuenta la determinación que ejercen sobre el lenguaje los rasgos situacionales, descritos en el cuadro 4 para cada una de las entrevistas) - las formas corteses están más convencionalizadas y ritualizadas, son formas más o menos estereotipadas (intercambiar saludos, dar las gracias, preguntas realizadas mediante el verbo poder, intervenciones colaborativas, manifestaciones de acuerdo etc.) - como norma social de comportamiento: se trata de una cortesía establecida, regulada, de carácter público (un hecho ilustrativo de ello es que con frecuencia se repiten las mismas estructuras corteses en las distintas entrevistas) - predomina el respeto por la autonomía de los demás por encima del esfuerzo por facilitar la afiliación (vid. cuadro 4, apenas se documentan FTAs y en ningún caso se ha realizado un FTA intensificado). - en las situaciones informales (vid. en relación con esto el análisis de las conversaciones coloquiales, §4.3 cuadro 3, §5.1): - no es necesaria en cuanto a norma social adecuada, pero sí es más o menos conveniente para el éxito comunicativo y relacional - predomina la función valorizante de la cortesía, es una cortesía produccionista, por tanto de carácter más individual y libre (317 casos de FFAs en 108‟ de corpus). Vid. especialmente los ejemplos de las conversaciones [G.68.A.1+G.69.B.1] ej. (2), [IH.340.A1] ej. (3) y [MT.97.A1], ej. (4). - actúa con unos fines más estratégicos más directos (cfr. Briz, 2003); suele realizarse para reforzar los lazos entre los interlocutores, puesto que en estas situaciones sus deseos de imagen se dirigen a estrechar los lazos afectivos y a mantener las buenas relaciones (Hernández Flores, 2001: 108) (vid. al respecto la descripción de los rasgos situacionales de cada una de las conversaciones del corpus en el cuadro 3). 26 Recuérdese que para que una situación se considere informal debe caracterizarse por los rasgos presentados en §2.1 y para que se considere formal, deben cumplirse los rasgos situacionales expuestos en §2.2. - se tiende a favorecer la afiliación al grupo, mientras que es más habitual en estos casos no respetar la autonomía (se han documentado en el corpus 104 casos de FTAs y 41 casos de FTAs intensificados). En definitiva, se ha observado que en las conversaciones coloquiales el fenómeno de la 27 cortesía se sitúa, en general, en un primer plano, puesto que el fin principal de estas interacciones es el socializador, mientras que, en las entrevistas semiformales (y en general, en las interacciones de carácter más formal), los fines comunicativos son otros (intercambio o solicitud de información, aprendizaje, etc.) y el fin socializador, aun estando presente, pasaría a un segundo plano. Claro está, hay que excluir de esta afirmación aquellas situaciones formales de por sí sociales (presentaciones públicas, homenajes, recibimientos oficiales, acontecimientos solemnes, etc.), donde la cortesía es plenamente una convención ritual. 6.2. AMENAZAS A LA IMAGEN Y DESCORTESÍA EN LA CULTURA ESPAÑOLA PENINSULAR Como resultado del análisis empírico realizado y teniendo en cuenta que la cortesía se determina contextualmente, es necesario aclarar que no existe una relación biunívoca entre los FTAs (actos de amenaza a la imagen) y la descortesía. De modo abstracto, parece lógico pensar que amenazar la imagen conlleve ser descortés, pero este no ha sido el resultado que nos han mostrado los FTAs del corpus de conversaciones coloquiales. En muchas de ellas, se han realizado actos que aisladamente se pueden considerar amenazantes para la imagen, pero que al observarlos contextualizadamente, se percibe que no existe en el hablante la intención de ser descortés, como por ejemplo en la conversación [H.38.A1]. Esto ocurre 28 fundamentalmente en las situaciones donde hay proximidad social y relación de igualdad. Uno de los valores sociales y culturales en España es que la existencia de conflictos no se contradice con el hecho de que la imagen social sea aceptada y fructífera (Bravo, 1999: 169). Y no sólo no es contradictorio sino que un efecto de la descortesía puede ser el de reforzar la solidaridad dentro del grupo (Culpeper, 1996: 353; Leech, 1983), incluso reducir la posible distancia existente o igualar más las relaciones jerárquicas si las hubiera (vid. al respecto las conversaciones [H.38.A1], [ML.84.A.1], [J.82.A.1], [RV.114.A1] del corpus de Briz Gómez y Grupo Val.Es.Co, 2002). Es más, en casos de estrecha relación interpersonal, si un hablante se muestra muy cortés con su interlocutor, éste último puede sentirse ofendido o advertir una 29 falta de confianza por parte de su interlocutor. Por otro lado, no se puede seguir manteniendo la idea de que en las relaciones más familiares la descortesía sea mayor, “es absurdo argüir que la mayor intimidad lleve a alguien a emplear mayor descortesía” (Culpeper, 1996: 354). Como se ha visto, la diferencia 27 En este sentido tomamos el término de cortesía como autohiperónimo, es decir, refiriéndose tanto a la cortesía como a la descortesía (Escandell Vidal, 1995: 33, n.4). 28 Estos casos en los que no coincide un acto amenazante con la función de descortesía, han llevado a Briz (2002 y en este mismo volumen) a establecer la diferencia entre una (des)cortesía codificada y una (des)cortesía interpretada. 29 Que la descortesía sea una manifestación de confianza en determinadas situaciones es una prueba más para el cuestionamiento de la concepción universal de imagen postulada por Brown y Levinson ([1978] 1987). Muchos de los actos que Brown y Levinson han considerado descorteses funcionan de manera contraria en el español peninsular, se consideran como muestras de afiliación al grupo, de sinceridad con este, y por tanto, de refuerzo de los lazos sociales. cuantitativa de FTAs en las conversaciones coloquiales con respecto a las entrevistas semiformales no significa que exista mayor descortesía en las primeras, aunque sí mayor posibilidad de realizar FTAs, debido a la mayor confianza en estos casos (vid. conversaciones [H.38.A1] y [RV.114.A1]). Cabe más bien pensar que en estos casos interviene otro factor: la existencia de conflictos (discusiones, divergencia de opiniones, desacuerdos). Y estos no son propios de una determinada situación comunicativa, sino que pueden existir tanto en relaciones formales como en informales. En las entrevistas aquí analizadas la presencia de descortesía es casi inexistente, y ello se explica no porque la situación sea formal sino porque dichas modalidades discursivas en principio no tienden a crear conflictos. Sí poseen una mayor tendencia a la discusión otro tipo de discursos como, por ejemplo, los debates, los juicios orales, etc. Del mismo modo, también es posible el conflicto en las conversaciones coloquiales (Briz y Grupo Val.Es.Co., 2002: [RV.114.A1], [J.82.A], [MA.341.A.1], etc.), al igual que existen conversaciones con abundante empleo de cortesía. En algunas de ellas predomina de manera llamativa la cortesía valorizante (por ejemplo, encontramos 127 casos en [G.68.A.1+ G.69.B.1], 80 en [MT.97.A1]) siendo muy reducidos los casos de FTAs (en las mismas conversaciones anteriores sólo encontramos 12 FTAs en la primera y 2 en la segunda). Por último, en las situaciones de mayor intimidad, en general, los FTAs amenazan la imagen, pero no se corre el riesgo de perderla, por ello, no suelen ser descorteses, mientras que en las situaciones formales el amenazar la imagen del interlocutor normalmente implica que éste la pierda. Bibliografía Albelda Marco, M. (2003), “El refuerzo de la imagen social en la conversación peninsular”, en Actas del Primer Coloquio Edice. La perspectiva no etnocentrista de la cortesía: identidad sociocultural de las comunidades hispanohablantes, pp. 298-305. Blas Arroyo, J. L. (2001), “«No digas chorradas...». La descortesía en el debate político cara a cara. Una aproximación pragma-variacionista”, en Oralia, 4, pp. 9-45. Bolívar, A. (2001), “El insulto como estrategia en el diálogo político venezolano”, en Oralia, 4, pp. 47- 73. Boretti, S. H. (2001), “Aspectos de la cortesía lingüística en el español coloquial de Argentina”, en Oralia, 4, pp. 75-101. Bravo, D. 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