249-2014 Amparo Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de

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249-2014
Amparo
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. San Salvador, a las doce
horas del día veintiséis de marzo de dos mil catorce.
Analizada la demanda presentada por el señor Norman Noel Quijano González, en
calidad de ciudadano y candidato a Presidente de la República por el partido político
Alianza Republicana Nacionalista (“ARENA”, en lo sucesivo) para las elecciones
presidenciales 2014-2019, contra la resolución de las dieciocho horas y treinta minutos del
día 11-III-2014, emitida por el Tribunal Supremo Electoral (o “TSE”), mediante la cual
dicho órgano constitucional declaró improcedente la petición del “recuento de voto por
voto” formulada por aquél instituto político; junto con la siguiente documentación, que el
demandante presentó en fotocopias: a) resolución de inscripción de planilla presidencial al
cargo de Presidente de la República; b) resolución de declaratoria de improcedencia de la
solicitud de ARENA, emitida por el TSE el día 11-III-2014; y c) resolución del 9-IV-2012
(sic) emitida por el TSE que avaló la apertura de las urnas en la elección de diputados y
concejos municipales del municipio de Zaragoza. Al respecto se hacen las siguientes
consideraciones:
I. 1. El demandante señala que participó como candidato a Presidente de la
República en las elecciones que se celebraron el 9-III-2014. Que en horas nocturnas de ese
día, el TSE emitió los resultados preliminares, los cuales le daban una ventaja frente a su
contendiente, al contarse más del noventa y seis por ciento de los votos escrutados. No
obstante, esa “… tendencia se revirtió de una manera inusual, concediendo a [su]
contrincante una ventaja superior de aproximadamente de 6,000 votos…”. Por ello, y ante
denuncias de un “posible fraude electoral”, el día 11-III-2014 solicitó al mencionado
tribunal el “recuento o conteo de voto por voto, incluyendo los votos que fueren nulos e
impugnados”.
Agrega que fundamentó la petición en el hecho público y notorio consistente en que
cientos de actas redactadas por diferentes juntas receptoras de votos contenían anomalías de
forma y de contenido. Que la única forma de garantizar el respeto a la voluntad popular
expresada en las pasadas elecciones, es que el TSE realice el recuento de votos, papeleta
por papeleta, en todas las juntas receptoras de votos, incluyendo los nulos e impugnados.
Según el demandante, ese mismo día –11-III-2014– el TSE declaró improcedente su
petición, por lo que, estando firme la resolución, considera que se encuentra habilitado para
solicitar protección constitucional a esta Sala.
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2. El actor afirma que la actuación contra la cual reclama –objeto de control- que es
la resolución de improcedencia de la solicitud de recuento voto por voto, de fecha 11-III2014, le causa un agravio real, directo y actual, pues le impide conocer la “verdad real y la
voluntad popular de todos los ciudadanos que se expresaron en las urnas las pasadas
elecciones del día 9-III-2014”.
De acuerdo con el texto de la demanda, los derechos fundamentales que dicha
resolución contraviene son “… el derecho político que mi persona tiene de ejercer el
sufragio y el deber de ejercerlo (Art. 72 ord. 1° y Art. 73 ord. 1° Cn.)”; “… el derecho
político que mi persona tiene a optar a cargos públicos cumpliendo con los requisitos que
determinan la Constitución y las leyes secundarias (Art. 72 ord. 3° Cn.) y el deber (Art. 72
ordinal 1º Cn. –ambos derechos en conexión al principio de soberanía popular, establecida
en el inciso primero del Art. 83 de Constitución.…”–; y “… el principio de igualdad (Art. 3
Cn.), que impone el tratamiento igual respecto del precedente dictado por el Tribunal
Supremo Electoral en el escrutinio y la revisión de papeletas de votación en un evento
electoral pasado, que determina la obligación que tiene todo órgano con competencia
normativa de resolver del mismo modo los casos sustancialmente iguales y futuros,
garantizando con dicho actuar la seguridad jurídica (Art. 2 Cn.)”.
3. Como argumento colateral, el peticionario expone algunas consideraciones
genéricas sobre la interpretación conforme a la Constitución, el derecho al sufragio, el
principio de supremacía constitucional y la aplicación directa de la Constitución, afirmando
en este último punto que el TSE sostuvo “… de una manera muy corta [y] carente de
fundamento…” , que no era posible acceder a la petición relativa a que el escrutinio final
del proceso electoral se hiciera por el conteo voto por voto, porque “… la ley ya prevé el
mecanismo y procedimiento con que se lleva a cabo dicho escrutinio, y rechaza la petición
aduciendo [que esta] no [se] corresponde con el mecanismo establecido […] en el Código
Electoral”. Dicho en otras palabras, la autoridad explicó que “… como el legislador no
estableció el mecanismo de voto por voto, incluyendo los votos que fueren nulos e
impugnaciones, no se encuentra autorizado para acceder a utilizar dicho mecanismo…”.
4. El ciudadano Quijano González también se refiere a la supuesta violación del
principio de proporcionalidad, aduciendo sobre ello que es necesario dilucidar la verdad
popular expresada en las urnas, sobre todo cuando el número de los votos nulos puede
variar el resultado de la votación. Dado esto, considera que “… el mecanismo instaurado
por el legislador, resulta ser atentatorio al principio de proporcionalidad, cuando se presenta
una duda razonable y objetiva en los resultados preliminares, que puedan cambiar el
resultado final de la votación…”. Según el demandante, “… la negativa y denegación por
parte del Tribual Supremo Electoral en acceder al conteo de voto por voto, incluyendo los
votos que fueren nulos e impugnados, es contrario al principio constitucional de
proporcionalidad”.
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5. Por otra parte, el pretensor afirma que la resolución del TSE vulneró el principio
de igualdad. En este punto sostiene que en las elecciones para Concejos Municipales,
específicamente en el caso del Municipio de Zaragoza, el TSE emitió la decisión de las
veintidós horas y quince minutos del día 19-IV-2012, mediante la cual resolvió la nulidad
del escrutinio definitivo del mencionado municipio. De acuerdo con la demanda presentada
en este proceso, lo trascendental de la resolución “… no es el recurso de nulidad en sí, sino
el razonamiento que llevó al [t]ribunal ha (sic) decidir […] la procedencia de la práctica de
la diligencia de recuento de papeltas (sic) de votación de una urna determinada, a efecto de
determinar el número de papeletas de cada categoría: votos válidos, votos nulos,
abstenciones, impugnaciones, según lo actuado y decidido por los miembros de la Junta
Receptora de Votos”.
Según el actor, el TSE sostuvo en dicha decisión que “… revisar las papeletas de
votación se vuelve la única vía para poder establecer la verdad de los datos y de garantizar
el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas, dando vigencia a lo que expresa la
Constitución de la República en su artículo 83 inciso primero, parte segunda, que dice: „la
soberanía reside en el pueblo, que la ejercerá en la forma prescrita y dentro de los límites de
esta Constitución‟, y el artículo 86 inciso primero, parte primera de la misma Constitución,
que manifiesta: „el poder público emana del pueblo‟”.
Continúa afirmando el demandante que el TSE ha quedado vinculado, debido a que,
“… por exigencia de la seguridad jurídica y del principio de igualdad, debe estar dispuesto
a mantener, en lo sucesivo, el significado que atribuya a los enunciados constitucionales
que ha interpretado…”. De ahí que, al no haberlo hecho en el caso de las elecciones
presidenciales recién pasadas, el TSE ha violado el principio de igualdad y la seguridad
jurídica.
6. El señor Quijano González aclara que el tercero beneficiado con el acto
reclamado, es el partido político “Frente Revolucionario para la Liberación Nacional,
FMLN” (sic).
7. Según el demandante, el día 13-III-2014, el TSE dio a conocer los resultados del
escrutinio final, que quedarían firmes en los próximos días, tal como lo prescribe el art. 220
del Código Electoral, lo cual produciría un daño irreparable a sus derechos constitucionales.
Por ello, estima que es procedente la suspensión provisional del acto contra el cual reclama.
El actor, por lo tanto, solicita la adopción de una medida cautelar consistente en ordenar “al
Tribunal Supremo Electoral, que proceda nuevamente al recuento de los votos para el
escrutinio final, con la obligación de contar voto por voto, es decir, que el escrutinio final,
debe ser contabilizado tomando en cuenta todos (sic) las categorías de los votos, que
incluye los votos nulos e impugnados”.
II. En la presente resolución se observará el siguiente orden: en primer lugar, se
analizará la competencia de la Sala en asuntos electorales (III); posteriormente, se
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determinarán los presupuestos básicos de procedencia de las demandas de amparo (IV) y su
aplicación al caso concreto (V); luego, se abordarán las supuestas violaciones
constitucionales alegadas por el actor (VI); y por último, se pronunciará la resolución que
corresponda.
III. Determinados los argumentos esbozados por el peticionario, es necesario hacer
ciertas consideraciones sobre la competencia que la Constitución le ha atribuido a esta Sala
respecto a los actos emitidos por el TSE, en relación con la materia electoral.
Del texto del art. 208 inciso final de la Constitución se desprende que el TSE
constituye la máxima autoridad en materia electoral. Lo anterior implica que el referido
Tribunal es el órgano competente para resolver en última instancia todas las cuestiones
estrictamente relacionadas a dicha materia.
Por consiguiente, las decisiones que el TSE adopte dentro del marco de las
competencias electorales que la Constitución le ha conferido, no pueden ser revisadas por
ningún otro órgano del Estado, salvo la excepción prevista en la citada disposición; es
decir, “sin perjuicio de los recursos que establece esta Constitución, por violación de la
misma”.
Es preciso acotar que en la Resolución de fecha 13-V-2010, emitida en el Amp.
288-2008, se sostuvo que todo acto de autoridad puede ser susceptible de enjuiciamiento
constitucional por esta Sala, mediante los procesos de amparo, hábeas corpus e
inconstitucionalidad. De ahí que, cuando el art. 208 inciso final Cn., menciona el término
“recursos”, está haciendo referencia a los citados procesos constitucionales, cuyo
conocimiento se ha atribuido en exclusiva a esta Sala, según lo prescrito por el 174 inc. 1°
Cn.
Por ello, se concluye que esta Sala sí puede controlar los actos emitidos por el TSE
aun cuando su contenido sea de materia electoral, a fin de determinar si existe una
violación a derechos constitucionales, o si dichos actos contravienen o no los principios
consagrados en la Constitución. Sin embargo, es preciso aclarar que dicha competencia
tiene como única finalidad realizar un control de constitucionalidad de los actos emitidos
por el referido Tribunal.
IV. Tomando en consideración el contenido relevante de la demanda, es pertinente
hacer referencia a las condiciones que debe cumplir una pretensión de amparo para
justificar el inicio del proceso.
El proceso de amparo tiene por objeto realizar un análisis sobre la estimación o no
de la pretensión del demandante sobre una posible violación a los derechos que otorga la
Constitución (art. 247 Cn.). Esta pretensión debe consistir en un alegato sobre la supuesta
contradicción entre un acto definitivo -identificado como objeto de control-, susceptible de
producir un agravio a la esfera jurídica del actor, y una disposición constitucional que
estatuye un derecho fundamental y que, además, se sugiera como parámetro de control. El
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inicio y desarrollo de este proceso sólo es procedente cuando los elementos de dicha
pretensión concurren en el caso y están correctamente configurados. En la demanda, el
actor debe exponer suficientemente los argumentos que demuestren -con probabilidad
razonable-, que el acto cuya revisión se pretende vulneró efectivamente un derecho
constitucional. Una pretensión que no cumpla estas condiciones, es por tanto,
improcedente; esto es, que carece de aptitud para ser juzgada en una sentencia de fondo.
1. El acto u omisión reclamado como inconstitucional debe ser de carácter
definitivo (resoluciones de 20-II-2009 y 8-IX-2010, Amps. 1073-2008 y 353-2010,
respectivamente); de lo contrario, esta Sala no estaría habilitada para controlar su
constitucionalidad, ya que por tratarse de actos de mero trámite, de estricta legalidad o ser
de aquellos que resuelven incidencias colaterales en los procesos o procedimientos
tendentes a adoptar una decisión final.
En consecuencia, el control que ejerce la Sala a través de los procesos o recursos
constitucionales sólo puede realizarse sobre actos concretos y definitivos dado que esta
clase de actos posee la virtualidad de ocasionar un agravio irreversible o irrevocable a los
derechos fundamentales, incluidos los derechos políticos o electorales de trascendencia
constitucional.
2. Otro de los elementos de la pretensión que debe concurrir para tramitar
válidamente un proceso de amparo, es que el acto impugnado ocasione un agravio relevante
a un derecho constitucional. En consecuencia, las razones que invoque el demandante
deben demostrar que el acto que se cuestiona ha ocasionado una verdadera afectación o
agravio a uno o varios derechos fundamentales o, cuando menos, que sus argumentos deben
evidenciarlo de modo razonable. Al contrario, no procederá cuando dicho agravio sea
inexistente o no afecte la esfera jurídica de quien solicita el amparo; o cuando, no obstante
la existencia real de una actuación u omisión por parte de la autoridad a quien se le
atribuye la responsabilidad, ésta ha sido legítima (sentencia de 16-XI-2012, Amp. 242009).
Este tribunal también ha señalado que estamos en presencia de un agravio cuando el
acto u omisión contra el cual reclama la persona que solicita el amparo ha producido
efectos jurídicos directos en su esfera particular, entendiendo por tales efectos la dificultad
o imposibilidad para ejercer materialmente las facultades subjetivas derivadas de un
derecho del que se es titular. Esta exigencia del agravio se fundamenta en la dimensión
subjetiva del proceso de amparo, en tanto dicho proceso se creó por la Constitución como
una garantía jurisdiccional de protección de los derechos fundamentales, cuyo objetivo es el
de restituir en el goce material de dichos derechos a la persona que se haya visto privada,
limitada u obstaculizada en su ejercicio por la actuación de una determinada autoridad.
3. La correcta configuración de la pretensión de amparo supone que la
argumentación del actor debe justificar que su caso posee relevancia constitucional, que se
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trata de un acto definitivo, y que no es posible repararse a través de los mecanismos de
impugnación ordinarios.
Si lejos de plantear un “caso constitucional” el interesado expone un caso
meramente judicial, legal o administrativo, consistente en la simple inconformidad con la
decisión emitida por una autoridad dentro del margen de acción que el sistema de fuentes
del Derecho le confiere, esta Sala no estaría habilitada para realizar su labor de control. Por
lo que, para evitar invasiones indebidas en otros órganos constitucionales, debe respetar el
margen de acción que la Constitución confiere a otros órganos estatales.
V. En el presente caso, sobre la pretensión planteada por el señor Quijano González
contra la resolución de las dieciocho horas y treinta minutos del día 11-III-2014 por el TSE,
mediante la cual rechazó la petición del “recuento de voto por voto” que le hizo el partido
ARENA, se hacen las siguientes consideraciones:
La resolución del TSE impugnada por el actor fue dictada durante el desarrollo del
escrutinio final, es decir, cuando éste no había adquirido firmeza; por lo que dicha
resolución no constituye un acto de carácter definitivo y, en consecuencia, no puede
producir un agravio constitucional, susceptible de ser controlado mediante el proceso de
amparo.
Durante la realización del escrutinio final de las recientes elecciones presidenciales,
ARENA hizo una petición al TSE para que los votos se contaran uno por uno, a raíz de
ciertas denuncias sobre un “posible fraude electoral”. El tribunal declaró improcedente
dicha petición, argumentando que para llevar a cabo el escrutinio final sólo debían tomarse
en cuenta “los originales del acta de cierre y escrutinio de cada una de las Juntas Receptoras
de Votos” (art. 214 del Código Electoral), y no el mecanismo del recuento “voto por voto”,
que no está previsto en la legislación electoral.
Dado que la decisión adoptada por el TSE resolvió una incidencia colateral durante
la realización del escrutinio (basado, según el actor, en una sospecha o duda razonable de
un posible fraude), el acto impugnado en este amparo constituye un acto de trámite, y no de
carácter definitivo. Prueba de ello, es que el mismo Código Electoral establece que
“escrutinio final” es el que puede ser impugnado mediante el recurso de nulidad,
específicamente por la falsedad de los datos o resultados consignados en las actas y
documentos que sirvieron como base para el escrutinio final y que variaron el resultado de
la elección, que es precisamente el argumento con base en el cual se solicitó al TSE el
recuento voto por voto, a fin de conocer la verdad de los resultados electorales y respetar la
voluntad popular expresada en las urnas, responsabilidad que compete garantizar al TSE,
mediante elecciones democráticas, imparciales, libres y transparentes.
Según el actor, existen “sospechas o dudas razonables, rumores o indicios de un
posible fraude electoral”; sin embargo, omite identificar con precisión cuáles son los
hechos específicos sobre los cuales descansa tal apreciación subjetiva. Tampoco hace
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alusión concreta a ninguna de las conductas típicas constitutivas del delito de fraude
electoral, previstas en el art. 295 del Código Penal. De modo que sobre este punto, el actor
formula un planteamiento abstracto, general y deficiente que impide a esta Sala el
conocimiento sobre el mismo.
Se advierte, pues, que este Tribunal no puede conocer del reclamo planteado, pues
el acto impugnado no es de carácter definitivo, ni tiene, por lo tanto, la capacidad de
producir un agravio de trascendencia constitucional.
Además, el actor tampoco aporta los elementos suficientes para inferir
razonablemente que haya existido el fraude electoral mencionado, ya que, a pesar de
sostener alegaciones dirigidas a establecer una probable vulneración de sus derechos
fundamentales, en realidad, éstas van orientadas a que se establezca si efectivamente
existieron circunstancias que hagan dudar respecto a la legalidad de la elección presidencial
y del escrutinio practicado. En consecuencia, la pretensión planteada carece de relevancia
constitucional; esto es, que se trata de un asunto de mera legalidad cuyo conocimiento
corresponde al TSE.
VI. No obstante que los anteriores razonamientos son suficientes para rechazar la
demanda mediante la figura de la improcedencia, esta Sala estima necesario y pertinente
dar respuesta a los planteamientos del actor relacionados con las supuestas violaciones al
derecho de igualdad; al principio de proporcionalidad; y a los derechos a ejercer el sufragio
y a optar a cargos públicos.
1. A. En relación con la supuesta violación al derecho de igualdad, esta Sala ha sido
constante en afirmar que las pretensiones que busquen demostrar una afectación a este
derecho constitucional requieren acreditar diversas circunstancias argumentales a fin de
proceder a realizar el test que corresponde con una medida aparentemente discriminatoria.
Así, para proceder al juicio de igualdad es necesario que el demandante exponga la
supuesta diferenciación, los sujetos entre los cuales se realiza, el término de comparación
que obligaría al ente público a dar un trato diferenciado, y la irrazonabilidad del trato
diferenciado.
Respecto al derecho de igualdad que el actor considera vulnerado, la jurisprudencia
constitucional ha sostenido –v.gr. sentencia pronunciada el día 18-XII-2009 en la Inc. 232003– que: el derecho de igualdad es aquél que hace que los poderes, en sus actividades,
den a todas las personas, en condiciones similares, un trato equivalente; sin embargo,
también posibilita el que se dé, de forma deliberada y en condiciones distintas, un trato
dispar en beneficio de cualquiera de los sujetos involucrados, bajo criterios justificables y
razonables a la luz de la misma Constitución.
Además, se sostuvo que como la mayoría de derechos y principios constitucionales,
el derecho de igualdad no es absoluto. Lo que sí está prohibido, desde un punto de vista
constitucional, es el tratamiento desigual o diferenciación arbitraria, carente de razón
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suficiente. Dicha arbitrariedad exista cuando no es posible encontrar para ella un motivo
razonable o justificable que sea claramente comprensible.
B. En el presente caso, si bien se debe reconocer que los precedentes obligan a un
mismo tribunal en aquellos casos con semejanzas relevantes, el actor ha omitido las cargas
argumentales aludidas en relación con el precedente que invoca como similar a su solicitud
de recuento “voto por voto”, pues no ha expresado las semejanzas relevantes que su caso
posee con el que ha invocado como precedente (resolución de 19-IV-2012, ya mencionada).
Por el contrario, del contenido de la aludida resolución, se advierte que ambos casos poseen
connotaciones legales diferentes en cuanto al tipo de petición que se resuelve –nulidad de
escrutinio definitivo–, al supuesto habilitante para proceder a la verificación de las
papeletas de votación –acreditación de la falsedad en los datos consignados en las actas-.
Y es que, si bien el ciudadano Quijano González compara su caso con el que el TSE
resolvió en el municipio de Zaragoza en las elecciones municipales y de diputados del año
2012, los cuales considera semejantes, el actor incurre en un error al comparar dos
situaciones distintas, pues equipara la resolución impugnada mediante la cual el TSE
declaró sin lugar la solicitud que ARENA le planteó de contar los votos uno por uno, con la
resolución que en el 2012 declaró la nulidad del escrutinio final de las elecciones de
Zaragoza. Entre ambas decisiones existe una diferencia muy importante que hace imposible
su comparación: una –la que impugna el actor de este proceso– se emitió mientras se
llevaba a cabo el escrutinio; y la otra, se adoptó para resolver un recurso de nulidad, lo
cual impide apreciar el trato discriminatorio alegado.
Del planteamiento del actor se infiere, además, que los supuestos que compara recuento de votos en el municipio de Zaragoza en 2012, y el escrutinio del 19-III-2014sobre los cuales hace descansar la supuesta violación al derecho de igualdad, en realidad
contienen diferencias relevantes. Así: no sólo porque las elecciones de 2012 eran
municipales, sino que en aquél reclamo se identificaron las Juntas Receptoras de Votos que
contenían errores –las números 4012, 3996 y 3982-; se precisaron hechos específicos, tales
como errores materiales en los números de votos y la confusión en los formularios donde
debían consignarse los resultados, sin dejar constancia de ello; y, se señalaron
incongruencias entre las papeletas recibidas y las escrutadas.
Sin embargo, en el presente caso, el actor no identifica las papeletas o actas de
escrutinio que contienen los supuestos errores sobre los que descansa lo que el actor
denomina como “fraude electoral”; ni tampoco identifica los hechos concretos y específicos
en que basa los mismos señalamientos, pues se limita a mencionar, en abstracto, la
concurrencia de anomalías e irregularidades.
No quiere decir lo anterior que los casos deben ser idénticos, pero que sí concurren
en el actor ciertas cargas argumentales para exponer los elementos fácticos y normativos
del supuesto trato discriminatorio o desigualdad injustificada.
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Por tanto, este punto de la pretensión también deberá declararse improcedente por
concurrir argumentación deficiente en la supuesta violación al derecho de igualdad.
3. A. Respecto a la supuesta violación al principio de proporcionalidad, según el
demandante, “… la negativa y denegación por parte del [TSE] en acceder al conteo de voto
por voto incluyendo los votos que fueren nulos e impugnados, es contrario al principio
constitucional de proporcionalidad”. También sostuvo “que la finalidad de no proceder a la
revisión de los votos nulos, es en razón del principio de economía y celeridad, entendidos
éstos como la concreción dentro del proceso a las etapas esenciales, evitando dilaciones
innecesarias, con el objeto de la obtención del máximo resultado posible en el mínimo de
esfuerzo y tiempo posible”. Finalmente estima que “no puede el Tribunal Supremo
Electoral, simplemente rechazar su revisión y conteo, so pretexto del principio de celeridad
y economía…”, por ello considera que, “…aplicar preferentemente el principio de
economía y celeridad sobre el principio de proporcionalidad es violatorio de la
Constitución, en tanto la proporcionalidad, es un principio que integran y forman parte del
bloque de constitucionalidad”.
Según la jurisprudencia de esta Sala, el principio de proporcionalidad aparece como
un conjunto articulado de tres sub-principios: el de idoneidad, el de necesidad y el de
proporcionalidad en sentido estricto (ponderación). Cada uno de ellos expresa una
exigencia que toda intervención en los derechos fundamentales debe cumplir. Según el
primero, toda intervención en los derechos fundamentales debe ser adecuada para contribuir
a la obtención de un fin constitucionalmente legítimo. De acuerdo con el segundo, toda
medida de intervención debe ser la más benigna con el derecho intervenido, entre todas las
que revisten por los menos la misma idoneidad para contribuir a alcanzar el objetivo
propuesto. Y, de acuerdo al tercero, las ventajas que se obtienen mediante la intervención
en el derecho fundamental deben compensar los sacrificios que esta implica para sus
titulares y para la sociedad en general.
Todas estas exigencias deben ser aportadas y argumentadas racionalmente en el
proceso de amparo por el demandante, si lo que pretende de este Tribunal es un análisis
completo de proporcionalidad. Esta necesidad deriva no sólo del carácter general e
indeterminado de algunos de los enunciados constitucionales, sino también porque el
legislador así lo ha impuesto. El art. 14 n° 5 de la Ley de Procedimientos Constitucionales
determina que la demanda de amparo debe contener la “[r]elación de las acciones u
omisiones en que consiste la violación”. En realidad, este precepto legal exige que el
interesado haga un esfuerzo de interpretación y argumentación sobre la acción u omisión
que considera contraria a la Constitución y al derecho fundamental que estima que se le ha
conculcado.
El principio de proporcionalidad (que de acuerdo con la jurisprudencia
constitucional se encuentra establecido en el art. 246 inc. 1° Cn.), es un criterio estructural
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mediante el cual se determinan grados de intervención o afectación a derechos
fundamentales. Según esta jurisprudencia, por limitación, afectación o intervención de un
derecho fundamental se entiende la modificación de su objeto o sujetos –elementos
esenciales del derecho fundamental– de tal forma que implique una obstaculización,
restricción o impedimento para su ejercicio, con una finalidad justificada desde el punto de
vista constitucional (sentencia de 13-X-2010, Inc. 17-2006).
B. A partir de la argumentación del señor Quijano González, esta Sala no puede
inferir una real concreción de todas las exigencias impuestas por el principio de
proporcionalidad, en el caso del alegado derecho “a la verdad popular expresada en las
urnas”, que es precisamente el derecho que aduce como intervenido injustificadamente por
el TSE al denegar el recuento voto por voto.
En primer término, para emprender el análisis de la idoneidad de la decisión
impugnada, partiendo de la hipótesis de que se hubiera impugnado el acto definitivo
correcto, que para el actor se trata de una medida de intervención, es indispensable que el
actor establezca de antemano cuál es el fin que dicha decisión pretende favorecer y, luego,
corroborar que se trata de un fin constitucionalmente legítimo. El interesado hizo una
referencia genérica a la violación al principio de proporcionalidad sin dar argumentos para
justificar si la resolución del TSE perseguía una finalidad constitucionalmente admisible.
En segundo lugar, la aplicación del sub-principio de necesidad requiere la existencia
de por lo menos un medio alternativo a la medida adoptada. Si no existen estos medios
alternativos, es imposible efectuar la comparación entre ellos y la medida impugnada, para
determinar si alguno de aquellos cumple las siguientes dos exigencias de este sub-principio,
a saber: (i) si el medio alternativo tiene el mismo grado de idoneidad que la medida que
interviene el derecho fundamental para contribuir a alcanzar el fin constitucional; y (ii) si la
medida afecta negativamente al derecho fundamental en un grado menor.
En relación con lo anterior, el demandante omitió indicar cuáles eran los medios
idóneos alternos a la declaratoria de improcedencia del TSE, para poder efectuar este
examen; es decir, que no justificó si la decisión de contar los votos uno por uno era el
medio más idóneo para garantizar el respeto al principio de soberanía popular y al derecho
a conocer la verdad del resultado electoral.
En tercer lugar, mediante la aplicación del sub-principio de proporcionalidad en
sentido estricto (ponderación) se trata de comparar la importancia de la intervención o
afectación en el derecho fundamental, con la importancia de la realización del fin
constitucionalmente legitimo identificado por el actor, con el objetivo de fundamentar una
relación de precedencia condicionada. No obstante, dado que el actor no estableció si la
finalidad que el TSE pretendía obtener al pronunciar la resolución impugnada era
constitucionalmente admisible, no es factible realizar al análisis de este sub-principio.
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Por último, cabe destacar que la afirmación del actor respecto a que el TSE se
decantó por los principios de “celeridad y economía”, en lugar del de proporcionalidad, es
un argumento extraño a los motivos que el organismo electoral tomó en consideración para
declarar la improcedencia de la solicitud de ARENA. Según aparece en la resolución
impugnada –de las dieciocho horas y treinta minutos del día once de marzo del presente
año-, el TSE funda su rechazo en que el recuento voto por voto “no corresponde con el
mecanismo establecido por el legislador en el Código Electoral”. Es decir, que el alegato
del actor se aleja de las razones dadas por el TSE para rechazar su pretensión.
Si se tiene presente lo apuntado, no representa mayor dificultad concluir que en este
punto, el interesado, por un lado, no ha formulado una argumentación suficiente para
demostrar una afectación objetiva al principio de proporcionalidad; y por el otro, introduce
alegatos no contenidos en la resolución que impugna, lo cual constituye también otro
motivo de improcedencia.
4. En relación con el derecho y el deber al sufragio activo, y fundamentalmente, en
relación con el derecho a optar a cargos públicos, esta Sala no advierte ningún concepto de
violación concreto que sea producto del acto reclamado. En efecto, dentro de los modos de
ejercicio de dichos derechos no se fundamenta ningún nexo causal entre el acto reclamado
y la posible violación a los derechos políticos constitucionales del demandante que incida
negativamente o presente una situación de desmejora en los mismos.
Las restricciones ilegitimas a derechos constitucionales deben demostrar, cuando
menos argumentalmente, que en efecto se trata de una disminución de las posibilidades de
ejercicio en alguna de sus dimensiones, y que el acto reclamado guarda relación de
causalidad con dicha disminución; si no es posible acreditar estas circunstancias o son
obviadas por el actor, la pretensión de amparo no resulta procedente, pues precisamente son
estas circunstancias las que constituyen el objeto del proceso de amparo.
Desde esta perspectiva, el derecho al voto y a optar a cargos públicos, han sido
solamente señalados por el actor sin exponer sus contenidos concretamente vulnerados ni la
manera en que el acto reclamado incidió en su ejercicio; por ello, no es posible concluir en
el presente caso que el derecho al sufragio –activo y pasivo- haya sido conculcado mediante
la resolución de improcedencia del recuento de votos emitida por el TSE.
En cuanto al alegato de que existe una transgresión al derecho a optar a cargos
públicos del demandante, “en conexión con el principio de soberanía popular”, no se logra
tampoco advertir tal violación constitucional, ya que es un hecho notorio que el referido
derecho fue ejercido desde el momento en que fue postulado por su partido político como
candidato presidencial, y posteriormente se materializó tal derecho al ser inscrita dicha
candidatura por el TSE y participar como opción ante el electorado. En dicha elección, y
particularmente en la segunda vuelta del 9-III-2014, debía resultar como ganador el que, en
definitiva, hubiere obtenido la mayoría de votos, tal como está previsto en la legislación
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electoral aplicable, independientemente de la diferencia de votos entre ambos
competidores, tal como es propio del ejercicio de la soberanía popular.
Por tanto, este motivo debe ser declarado improcedente por argumentación
deficiente en los términos de la supuesta violación al derecho al sufragio y a optar a cargos
públicos.
5. En conclusión, del análisis de las circunstancias fácticas y jurídicas expuestas se
deriva la imposibilidad de juzgar, desde una perspectiva constitucional, el fondo del
reclamo formulado, ya que si bien el peticionario plantea una serie de alegatos mediante los
cuales pretende sustentar un supuesto perjuicio constitucional ocasionado en su esfera
jurídica y en la de “los ciudadanos votantes”, se advierte que tales alegatos se traducen en
la mera inconformidad del pretensor con lo resuelto por el TSE, respecto de la petición de
que se realizara el citado recuento voto por voto. Hay que agregar que el rechazo de esta
demanda también se basa en la insuficiencia argumentativa en sus planteamientos.
Por lo anterior, esta Sala se encuentra inhibida de conocer el asunto de fondo que ha
sido planteado, al estar en presencia de una decisión tomada por el TSE en el ejercicio de
sus funciones jurisdiccionales, y encontrarse impedida la jurisdicción constitucional de
revisar actuaciones de la justicia electoral, cuando –como en el caso en estudio– no existan
vulneraciones a derechos constitucionales.
Por tanto, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 13 de la Ley de
Procedimientos Constitucionales, esta Sala RESUELVE:
1.Declárese improcedente la demanda suscrita por el doctor Norman Noel Quijano
González, contra la resolución del Tribunal Supremo Electoral de 11-III-2014, en razón de
que esta Sala no está habilitada en el presente caso para ejercer el control constitucional de
la citada resolución, porque existen deficiencias en la configuración de la pretensión; no
reviste el carácter de un acto definitivo ni tiene trascendencia constitucional, ya que se trata
de asuntos de mera legalidad electoral y denotan la inconformidad del demandante con lo
resuelto por el organismo electoral.
La presente resolución de improcedencia no debe entenderse en el sentido de que
este Tribunal avala los resultados electorales de las recientes elecciones presidenciales;
tampoco debe entenderse que constituye un pronunciamiento acerca de la existencia o no
del fraude electoral que se menciona en la demanda.
2. Notifíquese.
12
Amparo
249-2014
Voto disidente de los Magistrados José Belarmino Jaime y Rodolfo Ernesto González
Bonilla.
No concurrimos con nuestro voto a la formación de la anterior resolución, por las
siguientes razones:
I. En primer lugar, como se afirma en el considerando III de la resolución de la cual
discrepamos, es claro que la Sala de lo Constitucional sí tiene competencia para controlar
el acto impugnado en la demanda.
1. La posibilidad de ejercer control constitucional sobre las decisiones del TSE está
reconocida expresamente en la propia Constitución, art. 208 inc. 4º, de manera que la
admisión, trámite y eventual decisión de fondo sobre una actuación de dicho órgano estatal
es un ejercicio legítimo de las competencias de esta Sala.
Desde hace casi quince años, la jurisprudencia constitucional determinó, con
suficiente claridad, que: “la legalidad de los actos de esta autoridad máxima en materia
electoral, relacionados exclusivamente con dicha función, no están sujetos a enjuiciamiento
jurisdiccional de legalidad, aunque sí puede revisarse la constitucionalidad de los mismos”
(Sentencia de 4-XI-1997, Amp. 44-C-96, cursivas suplidas; criterio jurisprudencial
confirmado en la Resolución de Improcedencia de 16-XII-1999, Amp. 882-99, y en las
sentencias de 17-XII-2004 y 29-IV-2011, pronunciadas respectivamente en los procesos de
Amp. 312-2004 e Inc. 11-2005).
De acuerdo a tal línea jurisprudencial, el hecho de que el TSE sea la “autoridad
máxima” en materia electoral no significa que sus actuaciones y decisiones administrativas
o jurisdiccionales estén excluidas del control de constitucionalidad que ejerce esta Sala:
cuando tales actuaciones y decisiones afectan –según criterio del demandante– derechos
fundamentales, principios o garantías constitucionales así como cualquier otro contenido de
la Ley Suprema, esta misma abre la posibilidad de hacer uso de los “recursos” –rectius:
procesos constitucionales– que permitan corregir las vulneraciones constitucionales del
TSE. Obviamente, dentro de tales “recursos”·se encuentra el proceso de amparo, previsto
en el art. 247 inc. 1º Cn.
2. Una lectura acorde con el valor normativo de la Constitución permite llegar a la
conclusión de que el TSE es la máxima autoridad en materia electoral, siempre que sus
actuaciones y decisiones no impliquen vulneración a los contenidos constitucionales,
especialmente los derechos fundamentales. Dicho en otras palabras, aunque el acto que se
impugna en un amparo tenga naturaleza “electoral”, siempre será susceptible de control por
este Tribunal, cuando en su producción se señalen violaciones constitucionales. El “margen
13
de acción” del TSE está condicionado por la Constitución, y de constatar su
incumplimiento y reparación se encarga esta Sala.
Es decir, lo que resuelve el TSE en su respectiva materia no es la última palabra –
como no lo es lo que dice la Corte de Cuentas de la República, la Sala de lo Civil o el
Tribunal de Apelaciones de los Impuestos Internos y de Aduanas, por mencionar tres
instituciones con funciones distintas pero todas ellas sometidas al control de
constitucionalidad– porque, aunque todas las instituciones estatales tienen la obligación de
aplicar la Constitución, la errónea aplicación de la misma es susceptible de control por la
máxima autoridad instituida para tal fin, que es esta Sala. En eso consiste precisamente el
carácter subsidiario de la jurisdicción constitucional.
3. Como bien se afirma en el segundo párrafo del punto resolutivo 1 del fallo, esta
Sala carece de competencia para establecer si en un proceso electoral se realizaron acciones
que puedan ser constitutivas de fraude electoral; tampoco le compete zanjar las disputas
sobre irregularidades, anomalías o infracciones legales atribuidas a un proceso electoral, ni
valorar la prueba para determinar si dichas circunstancias sucedieron. Esta Sala no puede
pedir a un demandante que haga “alusión concreta” a alguna de las conductas típicas del
delito de fraude electoral previsto en el art. 295 del Código Penal, porque la determinación
de tales conductas y la búsqueda de sanción corresponde a la Fiscalía General de la
República y a la justicia penal, no a esta Sala.
Pero ese no es el objeto de control planteado en la demanda. En esta se cuestiona la
denegatoria del TSE a una petición concreta de aplicación directa de la Constitución, en la
cual se requería una particular modalidad de escrutinio, petición que dicha autoridad
habría rechazado sin considerar el alcance de los derechos fundamentales invocados. Es
decir, no se le pide a esta Sala que determine si hubo fraude electoral, ni que por tanto
determine nulidad de la elección, sino la compatibilidad con la Constitución de una
determinada forma de escrutinio que se le pidió al TSE y este rechazó.
II. En segundo lugar, el acto impugnado sí tiene carácter definitivo.
1. La misma jurisprudencia que se invoca en la resolución de la mayoría –autos de
20-II-2009 y de 8-IX-2010, pronunciados en los procesos de Amp. 1073-2008 y 353-2010–
indica que el carácter definitivo del acto reclamado se refiere a que dentro del respectivo
procedimiento no exista la posibilidad de reparar el presunto daño causado a los derechos
fundamentales del demandante, mediante decisiones posteriores que resuelvan los recursos
idóneos que se interpongan para tal fin. Es decir, que el acto tenga un efecto conclusivo
sobre la cuestión que se plantea como violación constitucional.
2. Si se aplica esta idea a la demanda en estudio y se enfoca adecuadamente el
objeto de impugnación, la consecuencia debería ser la de aceptar que el acto reclamado
cumple con dicha condición. La demanda no pretende impugnar el resultado del escrutinio
14
definitivo del TSE, sino el rechazo –a juicio del demandante, injustificado– de una forma,
modo o manera de practicar dicho escrutinio.
Creemos que la exigencia del agotamiento de recursos, como presupuesto procesal
del amparo, no aplica con la misma intensidad, entre otros casos, en dos supuestos
relevantes: (i) cuando la autoridad se encuentre realizando actividades encaminadas a que el
acto reclamado adquiera firmeza; (ii) cuando tales recursos no sean idóneos para revertir la
situación que supuestamente causa el agravio personal y directo en el actor del amparo.
En cuanto al primer supuesto, se ha determinado que sería una carga excesiva para
el actor requerir que agote todas las instancias respectivas, si el acto ya ese está ejecutando
o está en proceso de ser ejecutado. Sus efectos pueden llegar a convertirse en irreparables
si, de la actitud de la autoridad demandada se advierte una estrategia dirigida a burlar el
control de constitucionalidad de sus actuaciones, consumando todos los posibles resultados
del acto impugnado.
En el presente caso la petición formulada por los representantes del partido ARENA
se dio en un momento previo al escrutinio final, precisamente para que se procediera al
mismo de una manera en que los votos nulos e impugnados fueran revisados por el TSE, a
fin de obtener una verdad real o por lo menos más fiable en cuanto a su resultado. Por ello,
la secuencia de actos posteriores (escrutinio definitivo) y los recursos que contra él se
habilitaron son independientes del agravio alegado por el actor, y no tienen la capacidad de
revertir la situación de desventaja que el actor aduce le genera el acto reclamado.
A lo anterior cabe agregar que la petición formulada no obedece técnicamente a una
impugnación dentro de las que están previstas en el Código Electoral, sino que pretendía
que se desarrollara una manera distinta de realizar el escrutinio definitivo (aspecto que el
mismo TSE reconoce que, de conformidad con el art. 214 CE, tiene la facultad de realizar
en la forma que estime conveniente). Desde esta perspectiva no se trata de una impugnación
del resultado ni del escrutinio, sino de una solicitud que –como bien señala el TSE– se
inserta dentro del art. 18 Cn., razón por la cual no cabría contra la improcedencia de 11-III2014 ningún recurso de los previstos en el Código Electoral.
3. Por tanto, dado que el objeto de la solicitud rechazada por el TSE consistía en la
manera de realizar el escrutinio, es razonable que la misma se planteara antes que dicha
actividad finalizara, con independencia de los recursos legales que se habrían de interponer
después para impugnar su resultado final. Por eso, al rechazar la petición del demandante y
consumar el desarrollo del escrutinio sin tomar en cuenta dicha solicitud, el TSE clausuró
las posibilidades y la utilidad práctica de volver a discutir la procedencia de la modalidad
pedida por el demandante. Y es que, terminado el escrutinio, se cerró la posibilidad de
modificar los efectos de la denegatoria mediante algún recurso posterior, porque la supuesta
violación constitucional señalada en la demanda no se refiere al resultado de las elecciones,
sino a la modalidad –es decir, la forma– en que ese resultado debió haber sido determinado.
15
III. En tercer lugar, el caso planteado no es un asunto de mera legalidad, ni una
mera inconformidad con el acto impugnado.
1. Ya hemos afirmado que la competencia de esta Sala para controlar las
actuaciones y decisiones del TSE es inobjetable, y lo que interesa definir en cada caso es la
relevancia o trascendencia constitucional del conflicto planteado en la demanda.
Para rechazar el carácter constitucional de un reclamo no basta constatar que el
acto impugnado ha sido emitido por la autoridad demandada en ejercicio de sus
competencias, aplicando las disposiciones legales pertinentes y ejerciendo para ello su
discrecionalidad administrativa o judicial. Estas condiciones solo garantizan la posible
legalidad de la actuación de una autoridad demandada, pero no su constitucionalidad.
2. Los legítimos márgenes de interpretación de la Constitución y la legislación
secundaria que tienen los poderes públicos son condicionados y hasta determinados por el
alcance de los derechos fundamentales y los principios constitucionales, y a esta Sala le
corresponde concretar el contenido de los preceptos de la Ley Suprema, lo que sin duda
influye en el sentido posible de las disposiciones legales que las autoridades aplican (sobre
esto último véase la citada Sentencia de 29-IV-2011, pronunciada en el proceso de Inc. 112005).
La consecuencia inmediata de ello es que la mera invocación de una regla legal y
su interpretación por la autoridad demandada, no bastan para excluir el control de
constitucionalidad sobre tales actuaciones. Si la decisión que aplica dicha regla afecta
derechos fundamentales, lo relevante para admitir o rechazar una demanda de amparo es
la presencia de suficientes elementos de juicio que configuren una probable violación
constitucional. Cumplido este requisito, el control constitucional se mantiene dentro de los
límites de su competencia fijada por la propia Constitución, y en lo que se refiere al control
sobre el TSE, dentro del límite fijado por el art. 208 inc. 4° Cn.; en este supuesto, el objeto
de un proceso de amparo contra dicha autoridad no es calificar la corrección del criterio del
TSE en el plano de la legalidad, sino determinar si dicho criterio es compatible o no con el
alcance de los derechos fundamentales invocados por el demandante.
3. Por las razones expuestas, es inadecuado referirse al presente caso como un
“asunto de mera legalidad electoral” o una “simple inconformidad” del demandante con la
interpretación realizada por el TSE, basándose exclusivamente en la competencia, base
legal y margen de interpretación de la autoridad demandada. La mayor parte de las
actuaciones públicas que afectan o limitan derechos fundamentales cumplen con esas tres
condiciones, pero ello no es garantía de que por eso tales actos respetan la Constitución. Si
se utilizara siempre un criterio tan amplio y autorrestrictivo para fijar la trascendencia
constitucional de las demandas de amparo, en la práctica el ejercicio de las competencias de
control que le corresponden a esta Sala quedan debilitadas.
16
IV. En cuarto lugar, la pretensión planteada en este caso sí contiene un agravio de
trascendencia constitucional.
1. Dicha trascendencia no depende de la fuerza probatoria que sustente las
afirmaciones del demandante sobre las presuntas irregularidades en el proceso de escrutinio
electoral. Mas bien, en la demanda se plantea que a una autoridad electoral se le pidió que
realizara una modalidad del proceso de escrutinio, complementaria a la legalmente prescrita
–basada en las actas de las Juntas Receptoras de Votos–, con base en el alcance que ciertos
derechos fundamentales y principios constitucionales proyectaban en dicha actividad de
escrutinio; sobre todo porque se invocó una decisión previa de dicha autoridad en las que
había admitido su obligación de integrar los mandatos legales con los preceptos
constitucionales para alcanzar la verdad real de la voluntad del pueblo expresada en la
respectiva elección.
2. En tal escenario, se alega que la respuesta de la autoridad demandada omitió por
completo cualquier consideración ponderada o proporcionada sobre los derechos
fundamentales y principios constitucionales en juego; y se limitó a parafrasear una
disposición legal, sin siquiera analizar la correspondencia entre el supuesto normativo de
esta y las condiciones peculiares del caso. Ante un planteamiento como este, respaldado
con la copia en que se hace constar el acto de la autoridad demandada, es razonable
reconocer la trascendencia constitucional del asunto y el fundamento de la petición de
medida cautelar que plantea el demandante.
Esto, si se tiene en cuenta la ya significativa jurisprudencia de esta Sala sobre la
vinculación de todas las autoridades públicas a la Constitución, el alcance del principio de
legalidad y su relación con los derechos fundamentales, cuya restricción debe siempre
respetar el principio de proporcionalidad.
3. En otras palabras, la denegación de la modalidad de escrutinio solicitada por el
demandante al TSE habría vulnerado algunos de sus derechos fundamentales invocados –
sufragio pasivo en relación con los principios de soberanía popular y proporcionalidad, así
como igualdad en la aplicación de la ley–, precisamente por haber ignorado la relevancia
de tales derechos en su resolución, lo cual se confirma con la ausencia absoluta de
ponderación o consideración proporcionada del alcance de tales derechos en su decisión
sobre si la modalidad de escrutinio pedida era o no procedente. Si las implicaciones de los
derechos invocados por el solicitante ni siquiera fueron analizados en la decisión del TSE,
la probabilidad de las violaciones constitucionales señaladas tiene un fundamento objetivo
suficiente para que se admita la demanda y se aplique una medida cautelar.
Y es que, la invocación que del art. 214 inc. 1° del Código Electoral hizo el TSE,
como argumento único de su decisión, es insuficiente para desvanecer la verosimilitud del
agravio constitucional, pues la solicitud del demandante contenía una fundamentación
fáctica con elementos, al parecer ajenos, a los del supuesto normativo de dicha disposición.
17
Estos elementos fueron: (i) una elección presidencial con un margen muy estrecho
de diferencia entre los resultados favorables a cada competidor; (ii) la existencia de
supuestas irregularidades en el proceso de escrutinio; (iii) la circunstancia de que “la suma
de los votos nulos es de tal magnitud que significa la existencia de prueba objetiva de la
posible variación en el resultado electoral”.
No parece, en principio, que un contexto fáctico como ese esté comprendido de
manera adecuada por el art. 214 inc. 1° del Código Electoral, lo cual obligaba a buscar una
respuesta que trascendiera de la simple legalidad, para llegar a una solución a partir de todo
el ordenamiento. En todo caso, sí resulta evidente que no bastaba con la simple invocación
de dicha disposición, sino que era necesario examinar, y en su caso, estimar o desestimar,
las particularidades de hecho de la solicitud planteada.
No obstante el supuesto “respeto por la legalidad” que se aduce en la justificación
del TSE, a partir de un análisis jurídico detallado se concluye que del Código Electoral no
puede extraerse ninguna regulación capaz de revisar ni siquiera la calificación de los votos
impugnados en una elección presidencial. En efecto, la disposición invocada como
fundamento de la negativa del TSE a acceder a la solicitud del demandante en este amparo
prescribe: “El Tribunal sólo podrá ordenar la revisión de papeletas de votación de una o
más Juntas Receptoras de Votos siempre y cuando con la suma de votos impugnados, el
resultado final de la votación del Municipio o Departamento, pueda cambiar al político o
coalición ganador” (resaltado suplido).
Si se pone atención en la estructura normativa del art. 215 inc. 2° del mencionado
Código (con base en un principio de legalidad formalista y superficial como el mismo TSE
asume en el acto reclamado), se puede advertir fácilmente que dicha disposición solamente
hace referencia a las elecciones legislativas y municipales. Así, de conformidad con la
sentencia de 17-V-2002, Inc. 6-2000, la distribución de las circunscripciones electorales es
uno de los elementos componentes del sistema electoral, que adquiere pleno sentido en las
elecciones de Consejos Municipales –circunscripción municipal– y Diputados de la
Asamblea
Legislativa
–circunscripción
departamental–,
pues
en
las
elecciones
presidenciales solo hay una circunscripción nacional.
En ese sentido, con una interpretación restringida de la legalidad a la que se aferra el
TSE, no es posible asumir que el art. 215 del Código Electoral se refiera a las elecciones de
Presidente y Vicepresidente de la República, pues en estas no existen circunscripciones
electorales Municipales ni Departamentales que tengan la capacidad de alterar un resultado
en la distribución de escaños. La conclusión obligada es que tanto para el recuento de votos
nulos como de los impugnados en una elección presidencial, no hay disposición en el
Código Electoral que lo regule. Por tanto, estamos en presencia de un supuesto no reglado
que ameritaba una respuesta ponderada por parte del TSE, y no ampararse en la
literalidad de una disposición que tampoco puede servir de sustento para dar una
18
respuesta negativa a la solicitud que planteó el demandante a la autoridad demandada en
este amparo.
V. En quinto lugar, afirmamos sin ninguna duda que los argumentos de la demanda
coinciden, en principio, con el contenido que la jurisprudencia de esta Sala ha atribuido a
los derechos y principios constitucionales invocados.
1. En cuanto al principio de legalidad, este Tribunal lo ha entendido mas bien como
principio de juridicidad, pues no se refiere solo a la observancia de la ley sino a la de todo
el ordenamiento, en su conjunto. Así, se ha afirmado que tal principio, en su vinculación
positiva, “consiste básicamente en la idea rectora del ordenamiento jurídico que los
funcionarios estatales, quienes ejercen las potestades públicas, se deben someter a lo
prescrito en las normas del ordenamiento jurídico (sentencia de 26-VI-2000, Amp. 461-99).
En otras palabras, tal principio “exige de las autoridades públicas sujeción y respeto no solo
a la normativa secundaria, sino al orden jurídico en su totalidad, pues comprende la
normativa legal y constitucional aplicables” (sentencias de 6-II-2008 y 25-VI-2009,
pronunciadas en los procesos de Amp. 630-2006 y 98-2007, respectivamente).
Más recientemente se ha expresado que: “el principio de legalidad, para los órganos
estatales y entes públicos (…) supone una „vinculación positiva‟ en el sentido que sólo
pueden hacer aquello que la ley les permite, a diferencia de lo que sucede con los
ciudadanos (…). Ahora bien, el vocablo „ley‟ utilizado en la disposición constitucional
comentada no hace referencia solo a la legalidad ordinaria, sino que se extiende al sistema
normativo como unidad, es decir que supone el respeto al orden jurídico en su totalidad, lo
que comprende a la Constitución. Por ello, la legalidad no es sólo sujeción a la ley, sino
también, preferentemente, a la Constitución” (Sentencias de 20-I-2009 y de 31-VII-2009,
pronunciadas respectivamente en los procesos de Inc. 65-2007 y 78-2006, esta última
suscrita por algunos de los miembros de la mayoría que suscribe la resolución de la cual
discrepamos).
2. Respecto de la aplicación directa de la Constitución, este Tribunal ha
determinado que una consecuencia del carácter normativo de la Constitución es su
aplicabilidad directa, pues “la falta de regulación en las normas secundarias no implica que
un acto privativo de un derecho fundamental quede sujeto a arbitrariedades (…); la
Constitución, como orden básico de toda la estructura estatal, debe ser el marco de
actuación de las autoridades por su carácter normativo, de aplicación y eficacia directa”
(sentencia de 27-X-2010, Amp. 358-2008). En consecuencia, “previo a limitar los derechos
de las personas, es obligación de todas las autoridades hacer cumplir de manera directa la
Constitución (…); los aplicadores del Derecho deben emplear la Constitución para
interpretar o completar la normativa infraconstitucional y [tener en cuenta] que los derechos
contenidos dentro de aquella son directamente aplicables” (sentencia de 26-X-2011, Amp.
282-2009). Y, especialmente, que “los procedimientos que no impliquen afectación a
19
derechos fundamentales (…) pueden ser creados por cualquier ente con potestades
normativas” (sentencia de 8-XI-2004, Inc. 2-2002, cursivas suplidas).
De tal jurisprudencia deriva claramente el hecho de que, en el ejercicio de la
jurisdicción electoral, cuando se pide la aplicación directa de la Constitución y se invocan
derechos fundamentales, el TSE no puede limitarse a responder con la repetición
automática de las palabras de la ley. El órgano aplicador del Código Electoral está
obligado a examinar con detenimiento si el alcance de los derechos comprometidos y el
contexto fáctico particular planteado en la solicitud modulan o condicionan el supuesto
normativo de las disposiciones legales aplicables. En todo caso, como ya se dijo, la
completa desconsideración de las cuestiones constitucionales involucradas en lo pedido es
una razón suficiente para asumir la probabilidad de que se han producido las violaciones
constitucionales alegadas.
3. Con relación al derecho de igualdad en la aplicación de la ley, específicamente
por el carácter vinculante de los autoprecedentes, la decisión de la mayoría sostiene que
este motivo es improcedente, porque no se ha demostrado la existencia de una semejanza
relevante entre las decisiones previas del TSE invocadas en la demanda y la resolución
impugnada en este proceso. No estamos de acuerdo con ese argumento.
Dentro de los presupuestos para proceder al test que determina si se ha producido
una violación a la igualdad no se exige al demandante que demuestre que los supuestos (los
del precedente y los de su caso) sean idénticos, sino que se evidencien “semejanzas
relevantes”. En el amparo que ahora nos ocupa, lo que pide el actor no es que se aplique la
misma disposición jurídica y conclusión que el precedente invocado, sino que el TSE
asuma las mismas premisas argumentales: (i) que existe una posible variación del resultado
(cuando menos numérica y abstracta –la cantidad de votos nulos e impugnados es mayor a
la diferencia en cantidad de votos que obtuvieron los candidatos contendientes–); (ii) abrir
las urnas para el recuento de los votos, uno por uno, es el único medio para alcanzar la
verdad material; y, (iii) que se utilizó un tipo de “razonamiento” (aplicación directa de la
Constitución por sobre la legalidad) que no se concedió al actor en un caso análogo o
similar.
La demanda indica con razonable claridad que el elemento que asimila los
autoprecedentes del TSE con la resolución impugnada es la insuficiencia de la regulación
legal expresa para tomar la decisión más adecuada en cada caso. Así, el término de
comparación es la existencia de un supuesto fáctico que carece de cobertura legal
suficiente y que amerita una integración de la normativa secundaria con los preceptos
constitucionales aplicables. En los autoprecedentes del TSE este reconoce la obligación de
efectuar esa interpretación integradora y de condicionar el alcance de las disposiciones
legales de conformidad con los derechos fundamentales y principios constitucionales en
juego.
20
Por el contrario, y en una diferenciación no justificada –pues no se argumentó
ningún cambio de criterio–, en el acto reclamado el TSE habría ignorado la invocación de
tales derechos y principios constitucionales y, en lugar de tomarlos en cuenta, se habría
limitado a la reproducción literal de un artículo del Código Electoral, sin realizar ninguna
ponderación de la solicitud de aplicación directa de la Constitución que se le había
realizado. Como se reconoce en la decisión de la mayoría, al plantear una posible violación
del derecho de igualdad no puede exigirse que los casos sean idénticos, pero tampoco se
debe desenfocar el argumento de la demanda para opacar el verdadero término de
equiparación entre los casos anteriores y el presente, pues de ese modo, el rechazo se
basaría en una distorsión del término planteado por el demandante.
Sobre el particular la Sala expone que se trata de peticiones distintas (de eso no
queda duda), pues una se da antes del escrutinio y la otra posteriormente al mismo; pero no
es una comparación del momento en que se emiten las resoluciones lo que debe tomarse
como diferencia relevante para desechar la pretensión por igualdad. Es decir, hay más
semejanzas –en cuanto a las premisas en ambos casos–, que diferencias –en cuanto al
momento en que se solicita el recuento “voto por voto”–. Y es que la violación
constitucional alegada se verifica en que el TSE asume en un caso (el precedente) la
existencias de lagunas y aplica preferentemente a la Constitución y en el otro (acto
impugnado en este amparo) deniega la existencia de lagunas y hace aplicación de una
legalidad formal o superficial con base en el silencio del Código Electoral, sin tener en
cuenta a la Constitución, la verdad material, la voluntad popular (principios que el TSE
denomina de esa forma para proceder al recuento en el precedente) y los derechos en
juego (expuestos por el actor en la demanda de amparo que nos ocupa).
4. A. La jurisprudencia de esta Sala ha indicado que, cuando los contenidos
constitucionales que deben ser aplicados son derechos fundamentales, la decisión
respectiva debe observar el principio de proporcionalidad, el cual ha sido considerado
como “una garantía del contenido de los principios y derechos constitucionales”, que
pertenece a “la esencia misma del derecho” y que constituye un límite a las restricciones de
derechos, pues funciona como “un patrón de medición que posibilita el control de cualquier
acto excesivo mediante la contraposición del motivo y los efectos” (sentencia de 12-VII2005, Inc. 59-2003). En otras palabras, la obligación de incorporar el principio de
proporcionalidad dentro del análisis para tomar una decisión deriva de la presencia de
ciertos derechos en juego y de la posibilidad de que con lo resuelto se restrinjan o limiten
tales derechos.
Una de las principales manifestaciones del análisis de proporcionalidad impide
“todo tipo de intromisión en el ejercicio de los derechos fundamentales que no tenga
justificación alguna” (sentencias, ambas, de 14-XII-2004, Inc. 20-2003 y 42-2003). Ello
implica que tal principio requiere “un mayor contenido de argumentaciones tendentes a
21
evidenciar la razón por la cual se sacrifica un derecho constitucional por salvaguardar un
bien jurídico constitucional” (sentencia de 8-XI-2004, Inc. 2-2002); lo anterior, a fin de
“verificar si las ventajas que se obtienen mediante una limitación al derecho fundamental
logran compensar los sacrificios que aquella implica para sus titulares (…). Es decir, si la
afectación al derecho es mayor que los frutos alcanzados con la medida, [y si] ésta resulta
desproporcionada” (sentencia de 21-IX-2012, Inc. 60-2005).
Si se aplican estos criterios jurisprudenciales al planteamiento de la demanda, se
observa que una solicitud de aplicación directa de la Constitución, dirigida a optimizar el
ejercicio de derechos fundamentales, exige como mínimo una consideración específica de
las razones que en el supuesto concreto justifican el carácter proporcionado de la medida –
el rechazo de lo pedido–. Esto solo es posible “mediante una ponderación entre el
contenido del derecho y el principio contrario que justifica la restricción (…); si hay
razones a favor o en contra, será preciso sopesarlas y ver cuál de ellas resulta
proporcionalmente más fuerte y más justa” (sentencia de 12-IV-2007, Inc. 28-2006).
Además, ello debe hacerse teniendo en cuenta que “en la ponderación existe una carga
argumentativa a favor de los derechos fundamentales” (sentencia de 29-VII-2010, Inc. 612009). En el presente caso, la omisión absoluta de esa ponderación refuerza la
verosimilitud de las violaciones constitucionales alegadas.
B. Como se reconoce en la decisión de la mayoría, el principio de proporcionalidad
implica distintos niveles de análisis (idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido
estricto) y el origen de la limitación excesiva o desproporcionada de un derecho puede
situarse en cualquiera de esos niveles. En vista de ello, no parece razonable ni compatible
con el acceso a la justicia la exigencia de que para controlar una supuesta violación en
alguno de dichos aspectos, el demandante deba realizar una reconstrucción completa del
examen de proporcionalidad, incluyendo los componentes ajenos a la violación y que son
por ello impertinentes.
La decisión de la Sala aduce que en la alegación por violación al principio de
proporcionalidad se debe declarar improcedente por diversas razones que no encuentran
asidero en la demanda:
a. Que el actor alega un supuesto derecho a la “verdad popular” expresada en las
urnas. De acuerdo con una lectura más objetiva de la demanda, claramente se deduce que el
principio de proporcionalidad debe integrarse como herramienta interpretativa con los
derechos que resultaren admisibles en el presente proceso de amparo y sobre los cuales el
actor alega una restricción excesivamente formal o no ponderada, tales como el derecho de
optar a cargos públicos (o de elección popular en el presente caso).
b. Que el actor no ha manifestado algún fin legítimo en la medida que juzga
desproporcionada. Sobre el particular claramente se puede leer en la demanda que el actor
plantea que la denegación de su solicitud tenía como fin la “celeridad y economía” para
22
conocer el resultado del evento electoral en el menor tiempo posible. Este no es un
“argumento extraño” ni un “alegato no contenido en la resolución que impugna”, sino una
implicación razonable de la decisión por el TSE, que se puede corroborar durante la
tramitación del amparo y que el demandante debe proponer por su cuenta, precisamente por
la ausencia del análisis de proporcionalidad en el acto impugnado.
c. Que el actor no ha expresado que el medio alternativo del recuento “voto por
voto” sea igualmente idóneo para alcanzar la finalidad anterior; sin embargo, el actor sí
expresa dicha circunstancia alegando que el TSE ha asumido (en el precedente citado por
violación a la igualdad) que esa medida es idónea para alcanzar otros bienes
constitucionales de igual o mayor trascendencia. Y es, precisamente, ese el argumento
principal del demandante: que hay una desconsideración por parte del TSE sobre el
sacrificio o los bienes constitucionales sacrificados esta vez (los mismos que se potenciaron
con el precedente), cuando la cantidad de votos nulos e impugnados podría variar el
resultado (con una simple consideración numérica abstracta).
Por tanto, en la demanda sí se identifica una medida limitadora de derechos –el
rechazo de la forma de escrutinio solicitada–, una finalidad constitucionalmente admisible
para ella –la promoción de un principio de economía y celeridad en la comunicación de los
resultados electorales– y un supuesto de exceso o desproporción, en el plano de la
ponderación o proporcionalidad en sentido estricto –pues, según el demandante, al negar la
forma de escrutinio solicitada, la mayor celeridad de los resultados no compensa el daño
que se produce en el derecho al sufragio activo y pasivo, en relación con el principio de
soberanía popular–. No hay nada de abstracto en este planteamiento y es suficientemente
claro para justificar su examen en una sentencia de fondo.
5. En cuanto al derecho al sufragio pasivo, este puede justificar, bajo ciertas
condiciones, la exigencia de una modalidad específica de escrutinio electoral.
La razonabilidad del vínculo entre el derecho fundamental al sufragio pasivo –en
relación con el principio de soberanía popular– y la modalidad concreta de escrutinio
solicitada al TSE también corresponde, en principio, con los estándares interpretativos
fijados por la jurisprudencia de esta Sala.
En tal sentido, se ha determinado que: “la soberanía popular implica que la gestión
de los asuntos públicos afecta a la generalidad (…); las decisiones generales que afectan el
destino colectivo debe tomarlas el pueblo (…). El derecho al sufragio descansa sobre tres
elementos: el principio de soberanía popular; la democracia como forma de gobierno; y la
representación política (…); el derecho al sufragio es un principio básico del ordenamiento
democrático. Visto como principio, el sufragio tiene una dimensión institucional
indiscutible que radica en el hecho de que sin sufragio no hay democracia (…); el
reconocimiento constitucional del derecho al sufragio pasivo va encaminado indirectamente
23
a la protección de la regularidad de los procesos electorales” (sentencia de 29-VII-2010,
Inc. 61-2009).
Aunque dicha jurisprudencia no lo detalla, sí anticipa que la dimensión objetiva del
derecho al sufragio y su conexión con el principio de soberanía popular implica la necesaria
observancia de ciertos principios electorales, dirigidos a la “protección de la regularidad”
de las decisiones y sus resultados, como una exigencia inherente a la función del sufragio
en la democracia, es decir, a que efectivamente funcione como “un procedimiento
institucionalizado mediante el cual el cuerpo electoral se manifiesta políticamente, a fin de
designar a los titulares del poder político” (sentencia por último mencionada).
Ello tiene como consecuencia el indispensable respeto al principio de veracidad,
fiabilidad o certeza de los resultados electorales. Este principio está reconocido en el art. 2
del Código Electoral, al imponer la obligación de garantizar “la pureza del sufragio”, y ha
sido declarado por el propio TSE, en uno de los autoprecedentes citados en la demanda. El
rechazo de una modalidad de escrutinio que, de acuerdo con las circunstancias del caso
concreto, daría cumplimiento a dicho principio, cuando esa negativa omite analizar el peso
de los derechos fundamentales en juego, amerita el ejercicio del control constitucional
mediante el presente proceso de amparo.
Es lamentable que el considerando VI 4 de la resolución de la cual discrepamos, se
exprese una concepción tan restringida del derecho al sufragio pasivo, al decir que el actor
pudo ejercer tal derecho “con total libertad, desde el momento en que fue postulado por su
partido político como candidato presidencial, y posteriormente se materializó tal derecho al
ser inscrita dicha candidatura por el TSE y participar como opción ante el electorado”.
Afirmamos lo anterior porque el derecho al sufragio pasivo implica también que a un
candidato no le sean anulados arbitrariamente, sin posibilidad de control ulterior, votos que
legal y legítimamente hayan obtenido. La determinación de si eso ocurrió o no en la
elección del 9-III-2014 solo pudo ser determinado al hacer un recuento voto por voto, no
con el conteo de las actas.
6. De lo expuesto anteriormente se tiene que, atendiendo al contexto
complementario del principio de proporcionalidad, este se puede integrar con los
argumentos que pretenden evidenciar una violación al derecho de optar a cargos públicos –
art. 72 ord. 3° Cn.–, en relación con la soberanía popular –arts. 83 y 86 Cn.–.
En efecto, el demandante sostiene que el TSE solamente consideró que la ley ya
prevé el mecanismo y procedimiento con que se lleva a cabo dicho escrutinio y rechaza la
petición porque no se corresponde con el mecanismo establecido en el Código Electoral.
Esta excusa –afirma– esgrimida por la autoridad demandada en el acto impugnado, no
debería impedir que el TSE, basado en la ponderación de intereses y derechos en juego
accediera a proceder de una manera diferente en el conteo de los votos.
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A criterio del actor, la finalidad de no proceder a la revisión de los votos nulos
obedece a los principios de economía y celeridad, para obtener el máximo resultado
posible, con el mínimo esfuerzo y en el menor tiempo posible. Ahora bien –sostiene–, ello
no es motivo suficiente para que el TSE rechace la revisión de los votos y su recuento,
sobre todo cuando la cantidad de votos nulos pueda dar lugar a la modificación del
resultado electoral. Aplicar preferentemente la celeridad y economía, en detrimento de la
proporcionalidad es contrario a la Constitución, pues se debió elegir la medida menos lesiva
para los derechos fundamentales en juego, es decir, la que permitiera alcanzar la finalidad
perseguida con el menor sacrificio a los derechos e intereses del afectado. Sin embargo, el
TSE ha elegido la medida más gravosa a su derecho fundamental de ejercer el sufragio
pasivo en conexión con el principio de soberanía popular.
Así, la premisa inicial del argumento del demandante descansa en que su derecho a
optar a cargos públicos está directamente relacionado con el conteo de todos los votos
(válidos, nulos e impugnados), y que se ha denegado la petición del recuento, pues a pesar
de que no está regulado en la legislación electoral, hay un derecho fundamental involucrado
que hubiera requerido del TSE hacer una ponderación, con un resultado diferente para su
solicitud (la planteada por los representantes del partido ARENA), atendiendo a la estrecha
diferencia en la cantidad de votos que cada contendiente obtuvo.
Por tanto, se infiere que el demandante pretende demostrar una restricción
desproporcionada en la respuesta del TSE que le genera un agravio personal y directo en su
candidatura, aludiendo a una laguna o imposibilidad generada por el principio de legalidad
entendido de manera restrictiva, de utilizar el mecanismo de conteo solicitado por el
demandante.
De los argumentos reseñados, nos parece que sí estamos en presencia de los motivos
suficientes para conocer sobre el fondo de la pretensión, en cuanto a la supuesta violación
al derecho de optar a cargos públicos o sufragio pasivo –art. 72 ord. 3° Cn.–, en relación
con el principio de soberanía popular –arts. 83 y 86 Cn.–, desde la perspectiva del principio
de proporcionalidad –art. 246 Cn.–, pues se han plasmado los términos de la violación
constitucional alegada y su incidencia en el derecho invocado.
VI. En el presente caso sí es procedente adoptar la medida cautelar pedida por el
demandante.
1. Las medidas cautelares invocan la idea de prevención, es decir, de anticiparse a
ciertas consecuencias negativas en la situación fáctica alegada por alguna de las partes y
resguardar preventivamente los posibles efectos estimatorios de una sentencia.
Cada juez dentro de su potestad jurisdiccional –juzgar y hacer ejecutar lo juzgado–
posee esta capacidad de decretar ciertas medidas (imponer conductas, ordenar la abstención
de las mismas) a efectos de garantizar que la función jurisdiccional que concluya con una
sentencia no quedará en letra muerta sin capacidad para alguna de las partes de ver
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restablecido materialmente sus derechos. Por ello es que pueden decretarse tanto a petición
de parte como de oficio, siempre que se logre determinar la apariencia fundada del alegato
que da lugar al proceso y el riesgo que produciría la consecución de actos posteriores al
reclamado.
Asimismo, se ha reconocido que existen casos en los cuales las actuaciones
impugnadas no son actos que sean susceptibles de ser “suspendidos”; sino que, por el
contrario, las reclamaciones van encaminadas contra sus implicaciones y no contra el acto
mismo, de manera que la única forma de resguardar la eficacia de la eventual sentencia es
conceder precautoriamente otro tipo de medidas.
La opción de adoptar una medida cautelar distinta a la suspensión del acto
reclamado encuentra fundamento en el art. 437 del Código Procesal Civil y Mercantil –de
aplicación supletoria en los procesos de amparo–, donde se establece la posibilidad de
adoptar “otras medidas que se estimen necesarias para asegurar la efectividad de la
protección jurisdiccional que pudiere otorgarse en la sentencia estimatoria”.
En ese orden, se aclara –tal como se ha hecho en ocasiones anteriores, v. gr. auto de
14-I-2002, Amp. 12-2002– que, si bien la Ley de Procedimientos Constitucionales
únicamente se refiere a la suspensión del acto reclamado como medida cautelar en el
amparo, esta previsión legislativa no constituye un obstáculo para decretar cualquier otro
tipo de medidas tendentes a asegurar la ejecución de las decisiones que se dictan en esta
sede, atendiendo a la naturaleza y contexto del caso y los derechos fundamentales en juego.
Así lo ha reconocido esta Sala en reiterada jurisprudencia, donde se han decretado
medidas cautelares innovadoras en los distintos procesos constitucionales, con el fin de
poder hacer efectivo un eventual pronunciamiento estimatorio en sentencia definitiva –por
ejemplo, Hábeas Corpus correctivo 175-2011 del 8-VI-2011; Amp. 32-2012 del 15-II-2012;
Amp. 155-2013 del 6-III-2013; Inc. 63-2013 del 15-VII-2013, entre otras–.
2. En el presente caso, el actor expuso ciertos argumentos relacionados con el
supuesto daño irreparable que se puede alcanzar con el acto impugnado; en adición, esta
Sala puede determinar que el eventual pronunciamiento definitivo es capaz de generar
algunas dificultades operativas en relación con el tiempo con que se contaría para realizar
un nuevo escrutinio final mediante la contabilización de todos los tipos de votos
(calificados como válidos, nulos e impugnados).
En efecto, la tramitación de este proceso puede implicar un lapso lo suficientemente
extendido como para que un eventual efecto restitutorio en la sentencia (ordenar el conteo
de todos los votos) sea tardío, pues la misma Constitución señala el día de inicio el periodo
presidencial –art. 154 Cn.–.
Asimismo, tomando en consideración que los supuestos perjuicios al actor de este
amparo están vinculados fácticamente con el estrecho margen en la diferencia de votos
entre los candidatos, la más razonable y ponderada opción de medida cautelar era proceder
26
de manera anticipada al recuento (el cual incluye la revisión de la calificación hecha por las
JRV) de los votos nulos e impugnados; pues precisamente en el caso de estos votos no hay
mecanismo previsto en la legislación que permita a los candidatos tener certeza sobre su
adecuada calificación.
Desde esta perspectiva también es pertinente que la tramitación de este proceso
obedezca a esa urgencia, en atención al plazo constitucional para la toma de posesión de los
cargos de Presidente y Vicepresidente de la República.
En ese sentido, es preciso recalcar que el hecho de que la Ley de Procedimientos
Constitucionales, principalmente por su carácter preconstitucional, no contenga una
regulación apropiada de los cauces procesales que la Sala de lo Constitucional deba utilizar
para la real actualización y concreción constitucional, lleva consigo indudablemente
importantes consecuencias, como el reconocimiento a esta Sala de una capacidad de
innovación y autonomía procesal.
Si bien esta capacidad de la Sala no implica la alteración o anulación de los cauces
mediante los cuales se ejercen las competencias que por Constitución le corresponden, sí le
posibilita dar respuesta a las lagunas existentes y a la acomodación de los procesos
mediante la aplicación directa de las demandas que cada derecho o disposición
constitucional reporta para su adecuada y real protección. En otras palabras, el Derecho
Procesal Constitucional debe ser entendido como un derecho al servicio del cumplimiento
de la Constitución y, como tal, dinámico y garantista.
En consecuencia, no se trata de aplicar la Constitución en función de las normas
procedimentales, sino de darle a éstas un contenido propio, conforme a la Constitución;
pues si bien el Derecho Procesal Constitucional también requiere partir y remitirse a los
principios del Derecho Procesal general, ello solo será posible en la medida que se
fortalezcan primero los principios y valores constitucionales.
3. Luego de estas afirmaciones, puede concluirse que el Derecho Procesal
Constitucional, lejos de ser entendido en un sentido meramente privatista, es una
normatividad derivada y al servicio del Derecho Constitucional material, lo que implica que
su estructura debe responder como una verdadera garantía que atienda tanto a las demandas
formuladas por los particulares (tutela subjetiva de derechos fundamentales) como a las
exigencias generales del Estado Constitucional de Derecho (defensa objetiva de la
Constitución).
En ese sentido, también la tramitación del proceso de amparo debe realizarse en
función del derecho que pretende tutelar, y evitar el ritualismo y las interpretaciones que
supediten la eficacia del derecho a aspectos puramente formales o literales.
Ahora bien, el art. 21 de la Ley de Procedimientos Constitucionales prevé que en la
resolución donde se admita la demanda se pida un primer informe al sujeto pasivo del
amparo –a rendir en un plazo de 24 horas–, con el único objeto que se pronuncie respecto a
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la existencia o no del acto reclamado, sin necesidad de fundamentar nada al respecto. Sin
embargo, puede ocurrir que la notificación de dicho auto se demore ante la cantidad de
asuntos pendientes por comunicar; lo que implica que –en la práctica– este informe no sea
rendido efectivamente a las 24 horas de admitida la demanda y se retarde con ello la
siguiente etapa procesal, es decir, el auto que confirma o revoca la medida cautelar
adoptada y que manda a pedir un segundo informe al sujeto pasivo. Este segundo informe
se rinde en un plazo de tres días –según lo prevé el art. 26 de la misma ley–, ya no
simplemente para que la autoridad se pronuncie sobre la existencia o no del acto u omisión
reclamados, sino también sobre los fundamentos y las razones en que apoye la
constitucionalidad del acto o la inexistencia del mismo. De igual manera, este plazo de tres
días empieza a contar al día siguiente a aquel en que se notifica efectivamente la resolución.
Por tanto, ante la necesidad de procurar celeridad en la tramitación de este proceso,
en virtud de los derechos fundamentales en riesgo y de las características propias del caso,
en una resolución de admisión la Sala podría haber requerido los informes a los que se
refieren los arts. 21 y 26 de la Ley de Procedimientos Constitucionales para tener
oportunamente delimitadas las omisiones reclamadas, sus fundamentos y la resistencia de la
autoridad demandada, es decir, realizar una concentración de actos procesales, justificada
por la urgente necesidad de dar una pronta respuesta a la reclamación de tutela de los
derechos fundamentales en juego en el presente caso.
Y es que, el art. 11 del Código Procesal Civil y Mercantil –de aplicación supletoria
de los procesos constitucionales– establece que los actos procesales se realizarán con la
mayor proximidad temporal entre ellos, debiendo el juez concentrar en una misma sesión
todos los actos que sea posible realizar; asimismo, procurará en una misma resolución todos
los puntos pendientes.
Trasladando dichas nociones a este caso, debió solicitarse al TSE que rindiera sus
respectivos informes en un plazo único, contestando la demanda, afirmando o negando los
hechos, exponiendo los fundamentos de su posición, lo cual habría posibilitado que incluso
la decisión de fondo se hubiera pronunciado oportunamente, como consecuencia de la
concentración de actos procesales, como ya hizo esta Sala en el proceso de Amp. 310-2013,
que se conoció y decidió sobre el fondo del asunto en un plazo de 48 días.
VII. 1. Finalmente, es importante aclarar que la admisión de esta demanda de
amparo y la adopción de una medida cautelar de ningún modo suponen un irrespeto a la
voluntad popular ni a la decisión soberana del pueblo salvadoreño, precisamente porque
lo que está en cuestión es la determinación certera o fiable de cuál fue esa voluntad,
mediante un proceso de escrutinio que garantice de manera real o efectiva la pureza del
resultado electoral.
Las insinuaciones de que el control constitucional sobre las actuaciones y decisiones
del TSE representaría un daño al ejercicio de la soberanía popular son engañosas, porque
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dan por sentado o definido lo que cabalmente es objeto de la discusión y que, en
consecuencia, no puede darse por establecido hasta que la discusión termine, lo que, según
la Constitución, habría sucedido con la sentencia o pronunciamiento definitivo emitido por
esta Sala.
2. Por otra parte, atendiendo al contexto poselectoral en el que se presentó la
demanda de amparo, lamentamos la dilación que en esta Sala ha tenido el examen liminar
de un caso de tanta trascendencia para el país; el escrito de demanda fue presentado en la
Secretaría el 14-III-2014 y su análisis liminar termina hoy, 26-III-2014, fecha en la cual el
TSE ha concluido –con una sospechosa celeridad– el trámite de escrutinio, resolución de
recursos y consolidación de resultados de las elecciones recién pasadas, y ha otorgado ya
las credenciales que reconocen a los candidatos electos como Presidente y Vicepresidente
de la República a partir del 1 de junio de 2014 –es decir, más de dos meses antes de la
fecha en que constitucionalmente deben asumir su cargo–; tiempo en el cual, de haber sido
admitida la demanda y hecho el recuento en la modalidad solicitada por el actor, se habría
tenido certeza respecto de los resultados de las elecciones del 9-III-2014.
3. Y es que, en principio, no puede partirse de la premisa de que el único fin de la
pretensión es que, como resultado de la realización del escrutinio conforme a la modalidad
pedida, se alteren o cambien los resultados de las elecciones del 9-III-2014 –ello puede
suceder pero no es lo que ha pedido a la Sala, sino la remoción del obstáculo impuesto por
el TSE a la posibilidad de hacer un recuento en una modalidad diferente a la ya hecha–.
En vista de las circunstancias excepcionales que han concurrido en el presente caso, tal
modalidad viene exigida por los derechos fundamentales y principios constitucionales que
están en juego, y no se puede afirmar que la realización del mismo produciría un daño
irreparable a los intereses de los partidos y candidatos contendientes.
Más bien ha sido la denegación arbitraria de dicha modalidad de escrutinio la que
por ahora está demostrando que puede afectar de manera grave los derechos fundamentales
y principios constitucionales que se invocan en la demanda, así como el resultado de las
elecciones presidenciales efectuadas, y proyecta una sombra de duda sobre quiénes
efectivamente han ganado los cargos de Presidente y Vicepresidente de la República, que
no abona en nada a la necesaria legitimidad de los titulares de estos importantes cargos, y
que se podría haber evitado si se hubiera accedido a lo pedido por el actor en este amparo.
San Salvador, 26 de marzo de 2014.
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