hacer famllla FILOSOFÍA Y FAMILIA Los orígenes de la vida Hemos hablado el mes pasado del origen del universo, pero ¿qué había concretamente en el comienzo de la vida? Desde luego, el universo no es un inmenso recipiente lleno de cosas ya terminadas, sino más bien es como un inmenso árbol, que se va desarrollando en el tiempo (Forment, E., 2009:17) El universo que acoge a los seres vivos, y cada uno de ellos, a su vez, “están dotados de un proyecto, que a la vez, lo representan en sus estructuras y cumplen con sus funciones” (Monod, J. 1993:20). L a abiogésis es la disciplina que se refiere justamente al estudio del origen de la vida a partir de la materia inorgánica. La hipótesis más extendida en el ámbito de la ciencia natural establece que la vida comenzó en un momento comprendido en el período que va desde hace 4.400 millones de años (fecha estimada acerca de cuando el vapor de agua se condesó por primera vez) y 2.700 millones de años, tal vez hace unos 3.800 millones de años (Artigas, M. y D. Turbón, 2008:30) La vida “no pudo surgir de un encuentro único de un gran número de moléculas diversas, que produjera algo así como una impresionante coalescencia, y diera origen a unas células constituidas por materiales concretos y seleccionados. Más aún, el proceso de organización de lo inerte a lo vivo no parte de unos materiales elementales con información para el proceso mismo y, por tanto, no hay propiamente autoorganización. Esta primera etapa del camino hacia la complejidad es físico-químico y no biológico” (López Moratalla, N. et. al, 2009:128). Es aconsejable saber previamente, según lo anteriormente expuesto, que “las mutaciones toman su especie y su dignidad, no del punto de partida, sino del final. Por consiguiente, una mutación es tanto más perfecta y principal cuando lo es el término al cual se 44 www.hacerfamilia.es dirige; (…) así, la creación es más perfecta y principal que la generación y la alteración, porque tiene por objeto final la sustancia íntegra de la cosa, y lo que se concibe como el término de partida es el no ente en absoluto” (S. Th. I, q. 45, a. 1, ad 2). El ensayo químico en el laboratorio o la observación de procesos geoquímicos o astroquímicos, que produzcan los constituyentes de la vida, en las condiciones en las que se piensa que pudieron acontecer en su entorno natural, son los procedimientos metodológicos usuales. “De hecho, se constata los datos geológicos de la edad oscura de la Tierra a partir de análisis radiométricos de rocas antiguas, meteoritos, asteroides y materiales considerados prístinos, así como también la observación astronómica de procesos de formación estelar. Incluso, se pretende hallar las huellas presentes en los actuales seres vivos de aquellos procesos mediante la genómica comparativa y la búsqueda del genoma mínimo. Y, por último, se trata de verificar las huellas de la presencia de la vida en búsqueda del genoma. Y, tras ello, se contrastan las huellas de presencia de vida en las rocas, como microfósiles, desviaciones en la proporción de isótopos de origen biogenético y el análisis de entornos, muchas veces extremófilos semejantes a los paleoecosistemas iniciales” (www://es.wikepedia/wiki/ Abiogénesis; Consultado: 5/04/2014). ¿Cuáles fueron las condiciones fisicoquímicas en las que pudo emerger la vida? Aún no se tiene una propuesta completa acerca de la complejidad biológica. Se ha propuesto como hipótesis plausible el entorno del ARN. “Stanley Miller experimentó con éxito diversos supuestos de la composición de la atmósfera primitiva. Una revisión en 2007 de los materiales originales de experimentos sellados y preservados, comprobó la presencia de más de 20 aminoácidos distintos en la mezcla altamente reductora de gases (metano, amoniaco e hidrógeno) y agua, a la que se aplicaban descargas eléctricas para simular las fuentes de energía presentes en la atmósfera a partir de rayos y descargas coronales. La publicación de Stanley Miller en 1953 apareció tan sólo tres semanas después de que Francis Crick y James Dewey Watson dieran a conocer la estructura del ADN. Este descubrimiento marcaría los posteriores trabajos e hipótesis acerca del origen de la vida” (www://es.wikepedia/ wiki/ Abiogénesis; Consultado: 5/04/2014). Hermann Joseph Muller actualizó la teoría general sobre la naturaleza primordial de los genes de la vida en 1961, con la publicación de su artículo titulado “Ácido nucleico genético: el material clave en el origen de la vida”. “Para él, la esencia de la vida es una sustancia capaz de catalizar reacciones y al mismo tiempo ser capaz de autorreplicarse (“genes primero”). Aleksandr Oparín (1894-1980), bioquímico soviético, respondió el planteamiento de Muller, admitiendo un lugar esencial de los ácidos nucleicos en el origen de la vida, pero afirmando que la síntesis de proteínas era el resultado de la “evolución prebiótica”, reacciones entre los polipéptidos primordiales y los ácidos nucleicos” (www://es.wikepedia/wiki/ Abiogénesis; Consultado: 5/04/2014). El caldo prebiótico, el barro prebiótico, también denominado primordial, primitivo o nutricio, pudo haber sido un amasijo, más o menos fluido de compuestos orgánicos, tales como el carbono, el nitrógeno y el hidrógeno. A partir de ello, expuesto a rayos ultravioleta y a la energía eléctrica, habría dado como resultado reactivo ciertas estructuras de ARN, una versión primitiva del ADN, que sería la base del origen de la vida. El ADN es una molécula demasiado compleja como para haber surgido “por casualidad”, sobre todo porque el ADN parece no poseer un medio propio de copiarse a sí mismo. Por ello, muchos investigadores apuntaron hacia el ARN (ácido ribonucleico) como la primera forma de vida potencial, ya que el ARN puede portar información y, en algunos casos, también puede catalizar reacciones químicas” (Artigas, M. y D. Turbón, 2008:31). No obstante, se discute acerca de si el origen de la vida fue autótrofo (organismos que sintetizan todas las sustancias necesarias para su metabolismo) o heterótrofo (incapaces de elaborar su propia sustancia orgánica a partir de sustancias inorgánicas). En este último supuesto, se hace necesario que los nutrientes estén en la tierra, ya sea procedentes del espacio o mediante síntesis inorgánica natural (Oparín, A., 1968). Una característica importante de la evolución de la biosfera, no obstante, es “el hecho de que todas las células –desde las formas más simples de forma de vida bacteriana, hasta los animales más evolucionados, hombre incluido- utilizan casi exactamente el mismo mecanismo bioquímico. Si no fuera así, no sería posible, por ejemplo, sintetizar por ingeniería genética proteínas humanas como la insulina o la eritropoyetina en bacterias. Pero esto también quiere significar que, una vez puesto en marcha el aparato metabólico de las células, hasta hoy ya no ha cambiado más” (Schuster, P., 2008:51). Hecho que resulta sorprendente. Emilio LÓPEZ-BARAJAS ZAYAS Catedrático de Universidad en Fundamentos de Metodología Científica JULIO/AGOSTO 45