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En los sindicatos trabajan... y cobran por ello
En los sindicatos trabajan... y cobran por ello
Si alguien que no supiera nada de España llegara hoy al país y se informara por los medios de comunicación de
qué está ocurriendo, podría quedarse con la idea de que el principal problema de la sociedad española es el
exceso de liberados sindicales y el despilfarro y enriquecimiento de los sindicatos en épocas de crisis.
Es obvio que esto no es así. A nadie se le escapa que el principal problema de España es su crisis económica y en esto
los sindicatos tienen una responsabilidad tangencial. Cierto es que no están exentos de toda culpa en la marcha de los
acontecimientos del país, pues en su haber debería estar, desde hace más de un año, un buen acuerdo con los
empresarios sobre una reforma laboral que hubiera ayudado a España a frenar los devastadores efectos de la crisis.
También es cuestionable la oportunidad y el fondo de una convocatoria de huelga general en el momento actual. Es
obligación de los medios de comunicación cuestionar la efectividad con la que los sindicatos gestionan el dinero público
que reciben para formar a ocupados y desempleados. Ahora bien, es menos lícito atacar el papel de unos representantes
a los que votan casi seis millones de trabajadores por lo que hacen en su tiempo libre o porque cobren por su trabajo,
como el resto de asalariados.
Ni los liberados sindicales -que lo son por decisión de sus compañeros del comité de empresa que les ceden las horas
sindicales que les corresponden- ni los miles de técnicos y trabajadores de estructura de los sindicatos permanecen de
brazos caídos. "Y, lógicamente los cientos de asesores, abogados y administrativos cobran por su actividad, casi siempre
a tiempo completo" resalta un alto dirigente sindical.
Por tanto sería injusto pretender que estos profesionales que negocian los expedientes de regulación de empleo (ERE) o
asesoran y representan legalmente a dos millones de afiliados no cobraran por ello.
Cuando un empleado es despedido y acude a una asesoría sindical, el trabajador del sindicato le atiende, le aconseja y en
el caso de que sea conveniente le acompaña en todo el proceso judicial, junto con los abogados correspondientes. A los
afiliados no se les cobra por labores de asesoría ni por interponer una demanda. Y en el caso de que el afiliado lleve
cotizando, por lo general un año (cada sindicato fija su periodo), la central tampoco se queda con ningún porcentaje de
la indemnización.
Si bien, los sindicatos también asesoran a trabajadores no afiliados. En estos casos, las minutas están tasadas y son
inferiores a las del sector privado. Por no estar afiliado o no estarlo el tiempo suficiente, la central se queda con un
porcentaje de la indemnización (entre el 7% y el 15%).
Asesoría en los ERE
De igual forma, en el caso de un ERE el sindicato puede actuar como asesor y representante de todos los trabajadores
afectados, a instancias del comité de empresa. Pero a los afiliados afectados no se les cobrará de forma individual por el
servicio ni se les retrae parte de la indemnización.
Por otra parte están los liberados sindicales. Esta figura nace de la posibilidad recogida en el Estatuto de los
Trabajadores de "pactar en convenio colectivo la acumulación de horas de los distintos miembros del comité de empresa
en uno o varios de sus componentes, sin rebasar el máximo total, pudiendo quedar relevados del trabajo, sin perjuicio de
su remuneración». El liberado dedica todo su tiempo de trabajo a defender los intereses de sus compañeros.
CEOE dice que hay unos 4.200 liberados en el sector privado y, según qué fuentes, en la Administración Pública existen
entre 2.000 y 4.000 liberados sindicales.
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El anuncio de la presidenta de la Comunidad de Madrid de reducir en 2.000 el número de liberados de esta
Administración ha abierto una espita en contra de esta figura desde algunas instancias. Ayer mismo, el presidente de la
Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, se mostró favorable a reflexionar sobre el número de liberados, aunque el
vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, afirmó en cambio que en el Ayuntamiento "no sobra ninguno".
Es cierto que el liberado cobra el salario que recibía como trabajador en activo, bien de parte de la Administración o de
la empresa. Pero, a cambio, el resto de delegados sindicales de su comité de empresa no pierden las 15, 20, 30 o 40
horas sindicales mensuales que les corresponden (dependiendo del tamaño de la compañía). De ahí que ni siquiera los
empresarios vean esta regulación sindical como un daño a la economía de sus sociedades. El número dos de la patronal
lo ha dicho claro: intentar cambiar la ley para reducir el número de horas sindicales "no es ni mucho menos una
prioridad".
Otras fuentes empresariales precisan que en lugar de cuestionar la posibilidad práctica de juntar todas las horas
sindicales en un sólo liberado podría hablarse de si son necesarias tantas horas sindicales o si hay un abuso de la figura
del liberado.
Fuentes de CC OO admitieron que la ley española es de las que más potestad da a los delegados sindicales que, a
cambio, deben ganarse su representatividad en las urnas. Esto es similar en Francia, Alemania o Italia, no así en el
mundo anglosajón (Reino Unido, EE UU o Canadá), donde el sindicato se vende como asesor en las empresas y allí
donde compran sus servicios, pagan todos los trabajadores de la compañía y se convierten en sus representantes.
Raquel Pascual
Cinco Días
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