El maestro de ceremonias eres tú. Prepárate para vivir la ópera en todo su esplendor desde tu salón. AÑO XXI - Nº 210 - Julio 2006 - 6,30 € 2 8 DOSIER OPINIÓN CON NOMBRE PROPIO Paul Sacher Una vida polifónica Paul Dombrecht Harry Halbreich 114 Un mecenas politeísta Pablo J. Vayón Santiago Martín Bermúdez 118 Paul Sacher y su obra Isabel Rey 10 113 Cristóbal Halffter Joaquín Martín de Sagarmínaga 122 La Fundación Sacher 11 György Ligeti Germán Gan Quesada Francisco Ramos 12 AGENDA 18 ACTUALIDAD NACIONAL ACTUALIDAD INTERNACIONAL 44 58 ENCUENTROS Fiorenza Cedolins Rafael Banús Irusta Efemérides japonesas Guzmán Urrero Peña EDUCACIÓN ENTREVISTA Pedro Sarmiento JAZZ Bruno Serrou Discos del mes SCHERZO DISCOS Sumario 65 126 ESTUDIO Marc Minkowski 64 124 130 134 Pablo Sanz 136 LIBROS LA GUÍA CONTRAPUNTO 138 Norman Lebrecht 140 144 Colaboran en este número: Javier Alfaya, Daniel Álvarez Vázquez, Julio Andrade Malde, Rafael Banús Irusta, Camino Bengoechea Menéndez, Emili Blasco, Alfredo Brotons Muñoz, José Antonio Cantón, Pedro Elías Mamou, José Luis Fernández, Fernando Fraga, Germán Gan Quesada, José Luis García del Busto, José Antonio García y García, Mario Gerteis, José Guerrero Martín, Álvaro Guibert, Harry Halbreich, Cristóbal Halffter, Fernando Herrero, Bernd Hoppe, Paul Korenhof, Norman Lebrecht, Luciana Leiderfarb, Fiona Maddocks, Santiago Martín Bermúdez, Joaquín Martín de Sagarmínaga, Enrique Martínez Miura, Blas Matamoro, Marco Antonio Molín Ruiz, Miguel Morate, Juan Carlos Moreno, Antonio Muñoz Molina, Rafael Ortega Basagoiti, Javier Palacio, Josep Pascual, Enrique Pérez Adrián, José Luis Pérez de Arteaga, Javier Pérez Senz, Paolo Petazzi, Francisco Ramos, Arturo Reverter, Leopoldo Rojas O’Donnell, Stefano Russomanno, Carlos Sáinz Medina, María SánchezArchidona, Pablo Sanz, Bruno Serrou, Franco Soda, José Luis Téllez, Guzmán Urrero Peña, Asier Vallejo Ugarte, Claire Vaquero Williams, Pablo J. Vayón, Juan Manuel Viana, Albert Vilardell, Carlos Vílchez Negrín, Francisco Villalba. Traducciones: Rafael Banús Irusta (alemán) - Fernando Fraga (italiano) - Barbara McShane (inglés) - Juan Manuel Viana (francés) Impreso en papel 100% libre de cloro PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN: por un año (11 Números) España (incluido Canarias) 63 €. Europa: 98 €. EE.UU y Canadá 112 €. Méjico, América Central y del Sur 118 €. Publicación subvencionada por: Esta revista es miembro de ARCE, Asociación de Revistas Culturales de España, y de CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos. SCHERZO es una publicación de carácter plural y no pertenece ni está adscrita a ningún organismo público ni privado. La dirección respeta la libertad de expresión de sus colaboradores. Los textos firmados son de exclusiva responsabilidad de los firmantes, no siendo por tanto opinión oficial de la revista. 1 OPINIÓN OPINIÓN EDITORIAL 2 NUEVOS ESPACIOS, NUEVAS IDEAS E n los primeros días de este mes de julio abrirá sus puertas el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial, una obra esperada en la Comunidad de Madrid y con algo de sintomática respecto a por dónde van las cosas una vez concluida y puesta en práctica con éxito aquella política de creación de espacios culturales que ocupó los años de la transición, ligada a la creación o renovación de orquestas y que constituye probablemente la clave fundamental para entender el desarrollo de la música en España en los últimos tiempos. San Lorenzo de El Escorial, como saben nuestros lectores, es una preciosa villa situada en la sierra madrileña, cercana a Madrid y con una población que crece significativamente en verano. Antes de su creación, el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial era sometido a la tensión artificial —pero no inocente— de buscarle un modelo. Y pensando bastante más en el fasto inmediato que en la necesidad real y en la capacidad para gestionarla, la pregunta era si habría que parecerse a Salzburgo o a Glyndebourne. Lo primero no parece. Y lo segundo menos todavía, pues la situación del edificio hace imposible el picnic y, hablando en serio, porque la fórmula de gestión y desarrollo del hermoso teatro de East Sussex es, hoy por hoy, impensable entre nosotros. Bajando, pues, de los cielos a Madrid —en viaje inverso al siempre propuesto por la mitología capitalina— se trata ahora de dar contenido a una obra que merecerá polémica por su ubicación —los consejeros de Cultura y Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid pasaron como sobre ascuas por la cuestión paisajística cuando en la presentación del Auditorio se les preguntó por la misma—, que es de alabar por su buen diseño exterior, bastante menos por el algo tristón de sus dos salas y mucho por las posibilidades técnicas de la mayor de ellas. La clave, en todo caso, estará en su uso futuro, en que realmente sirva a la comunidad en la que se asienta, a los habitantes de San Lorenzo de El Escorial y de pueblos y urbanizaciones cercanos, y atraiga a los residentes en Madrid con una programación que les anime a pensar que está más cerca que lejos. El comienzo, con un improvisado Festival que ha puesto a prueba —superada con creces— la capacidad de trabajo de los gestores de la ORCAM, no querrá decir nada si la continuidad del espacio no responde a un servicio cultural del que todavía no se sabe quién será responsable, si bien en el citado acto de presentación se habló de sacar su gestión a concurso. Ya se sabe que en el pliego de condiciones puede exigirse la realización de determinado número de óperas y conciertos, pero es de suponer que para que al final la inversión del ganador sea rentable éste acuda a otra clase de actos que atraigan a otros públicos y que probablemente diluyan la pátina de excelencia cultural con la que el espacio se ha vendido desde que era sólo una idea. La Comunidad de Madrid ha anunciado que no construiría más teatros en la capital, por lo que la oferta musical seguirá allí centrada casi en exclusiva en un Auditorio Nacional que no da abasto y en el que se ofrecen conciertos a horas nocturnas impensables en cualquier capital europea. Proponer como coartada que ya está el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial es una idea que no debiera tentar a los políticos autonómicos, poco claros, demasiado evasivos, como si el asunto no les entusiasmara demasiado, el día de la presentación de éste. Madrid necesita otro auditorio y el serrano no es alternativa alguna. No iba a serlo desde el principio y no tiene sentido que lo sea ahora. Para que verdaderamente atraiga a un público foráneo, y aparte de este Festival que deberá definirse con arreglo a una idea que le otorgue personalidad propia —ni Salzburgo ni Glyndebourne, por tanto—, sus responsables tendrán que trabajar duro y echarle imaginación. El proyecto, para quien se atreva a ello, es apasionante. Desde aquí deseamos fervientemente que salga bien. OPINIÓN La música extremada PRESENCIAS LEJANAS Diseño de portada Argonauta Edita: SCHERZO EDITORIAL S.L. C/Cartagena, 10. 1º C 28028 MADRID Teléfono: 913 567 622 FAX: 917 261 864 Internet: www.scherzo.es E mail: Redacción: [email protected] Administración: [email protected] Presidente Santiago Martín Bermúdez REVISTA DE MÚSICA Director Luis Suñén Redactor Jefe Enrique Martínez Miura Edición Arantza Quintanilla Maquetación Iván Pascual Fotografía Rafa Martín Secciones Discos: Juan Manuel Viana Educación: Pedro Sarmiento Libros: Enrique Martínez Miura Página Web Iván Pascual Consejo de Dirección Javier Alfaya, Manuel García Franco, Santiago Martín Bermúdez, Enrique Pérez Adrián, Pablo Queipo de Llano Ocaña y Arturo Reverter Departamento Económico José Antonio Andújar Departamento de publicidad Cristina García-Ramos (coordinación) [email protected] Magdalena Manzanares [email protected] DOBLE ESPACIO S.A. [email protected] Relaciones externas Barbara McShane Suscripciones y distribución Alicia Andújar [email protected] Colaboradores Cristina García-Ramos Impresión V. A. IMPRESORES, S.A. Depósito Legal: M-41822-1985 ISSN: 0213-4802 © Scherzo Editorial S.L. Reservados todos los derechos. Se prohíbe la reproducción total o parcial por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabados, o cualquier otro sistema, de los artículos aparecidos en esta publicación sin la autorización expresa por escrito del titular del Copyright. E n una sala pequeña de Nueva York se escuchan músicas para piano de España y América Latina cada lunes caluroso de junio: Albéniz, Granados, Lecuona, Ginastera, Guastavino, Villa-Lobos, Turina, Piazzola, Ernesto Halffter, Falla, Mompou, Gerhard. El primer día, Rosa Torres-Pardo toca los tres primeros cuadernos de Iberia, y en los lunes siguientes los intérpretes son casi todos profesores y graduados recientes de las formidables escuelas de música de la ciudad, Juilliard, Manes, Manhattan School. La radio clásica de aquí, la emisora del New York Times, transmite los conciertos en directo, acentuando así, para quien escucha esas músicas del todo inusuales en los repertorios norteamericanos, un efecto de originalidad y templado exotismo, la sugestión de esa presencia lejana a la que alude Vladimir Jankelevich al escribir sobre Albéniz y Mompou. La presencia lejana de los lugares en los que no se ha estado nunca, apenas nombres estremecidos de resonancias poéticas; la de los lugares que se recuerdan sabiendo que no se va a volver a ellos, o los que se imaginan mirando una postal, como las postales coloreadas que inspiraron a Debussy su Puerta del Vino o las que se ven en la película El Sur de Víctor Erice mientras suena la Danza española n° 5 de Granados. Una joven pianista china, menuda, casi translúcida, toca El Puerto, y los colores fuertes de la música se diluyen en una delicadeza casi de acuarela orien- tal, transmitiéndonos una lejanía aún más insalvable que la que separaba a un Albéniz desterrado y enfermo de los lugares que invocaba en su música. Ese Puerto no parece el de Santa María, sino el de Nagasaki, visto en la distancia serena y ligeramente neblinosa que hemos intuido escuchando a Puccini. Al desdibujarse sus perfiles más obviamente hispanos, la música cobra una plena intemporalidad, convierte los nombres de lugares españoles en accidentes de una geografía fantástica que sólo es del todo real en la música, del mismo modo que las alusiones a la música popular quedan liberadas de citas folclóricas. El Madrid de Lavapiés es novelesco, barriobajero y algo canalla, como el Buenos Aires de Piazzolla, con un presentimiento del Berlín de Kurt Weil. Averiguar cómo suena Corpus Christi en Sevilla para un oído que no reconoce la Tarara no es menos difícil que saber cómo imagina el Albaicín, Triana, o Almería quien no tiene otra información sobre esos lugares que el sonido de sus nombres y el de las partituras que Albéniz compuso para ellos sabiendo que iba a morirse pronto y que ya no volvería a visitarlos nunca más. Me gustaría ser quien está solo en casa y encuentra por sorpresa estas músicas, quien va conduciendo en la noche de junio y las encuentra en la radio, invitaciones a un viaje para el que no existen mapas. Antonio Muñoz Molina 3 OPINIÓN SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD DE JOHANNES BRAHMS C A R TA S Señor Director: E 4 n el dosier dedicado a Robert Schumann (con motivo del ciento cincuenta aniversario de su fallecimiento) del nº 206, de marzo del presente año, de SCHERZO, apareció un artículo titulado Santa Locura, firmado por Blas Matamoro, en el que pretende analizar, de manera poco documentada, los trastornos mentales del autor de Papillons. Más que comentar este punto me referiré a la mención que hace sobre la “homosexualidad” de Brahms. Es bien conocida la fecunda relación que existió entre el matrimonio Robert y Clara Schumann con el joven Brahms, desde que éste los fue a visitar cuando tenía 20 años. Dice el articulista que Johannes tomó a los Schumann como “padrecitos postizos” (¿?). Además, asienta que siempre se ha tendido a ver en Brahms un enamorado platónico de Clara Schumann “cuando, en verdad, amaba el reflejo de Robert en ella”. Pero lo que más llama la atención es que el señor Matamoro, así de un plumazo, dice que “Brahms era homosexual y que no escapa a un buen lector de su epistolario, que estuvo enamorado de Joseph Joachim, el violinista que también integró el círculo de los Schumann….”. Estos juicios que, a primera vista, más que nada me sorprenden, parecen no sólo descabellados sino, esencialmente, infundados y poco informados. Veamos. Conozco sólo parte de la correspondencia entre Brahms y Joachim, contenida en la excelente obra Brahms, su vida y su obra1, de Karl Geiringer (1900-1989). El señor Matamoro no precisa la fuente del epistolario de estos dos músicos por la cual concluye, campantemente, la homosexualidad del autor de Un Réquiem alemán. He leído y releído esas cartas contenidas en el capítulo “Brahms como escritor de cartas” en la mencionada obra de Geiringer, en las que se detecta, más que nada, la profunda y desinteresada amistad así como el encendido elogio que Johannes hace de las composiciones de su amigo Joseph. Sí hay algunas expresiones de afecto íntimo, como en la carta de septiembre de 1853, que Brahms termina así: “Te echo de menos, como si hubiéramos pasado ya años desde nuestro útimo encuentro. ¡Tengo tal cantidad de cosas hermosas que contarte! Escríbeme diciendo que vendrás pronto a ver a tu amigo Johannes”. Me parece oportuno mencionar que, en esa época de desbordado romanticismo, era frecuente encontrar apasionadas efusiones de amistad y afecto en el inter- A L D I R E C TO R cambio epistolar entre los buenos amigos, como sucedía claramente, por ejemplo, en la correspondencia de Chopin. Concluir, por ese tipo de expresiones, el diagnóstico de homosexualidad, me parece muy aventurado. Mencionaré sólo dos cartas más, una que aboga por esa admiración y devoción hacia las composiciones del violinista, donde dice: “Tus composiciones ¿hasta dónde llegarán? ¡Probablemente más allá del séptimo cielo! Espero que te dés cuenta, aunque sólo sea a medias, de cuánto me absorben tus obras y con qué afecto y confianza pienso en ti. Recibe los más cordiales saludos de tu amigo, Johannes”. Y la otra, fechada en 1863, donde felicita a Joachim por su compromiso con Amalie Weiss: “¡Qué tipo con más suerte! ¡Qué otra cosa puedo escribirte que no sea una exclamación semejante! ¡Ahora tomas para ti la más bella y madura manzana del paraíso!”. ¿Son esas exaltadas expresiones, manifestación de un enamoramiento homosexual entre Brahms y su querido y admirado amigo? Veamos ahora otros aspectos de la personalidad de Johannes Brahms que dan luz sobre su interés claramente heterosexual, aunque sí, teñido de una firme y decidida actitud de no entablar ninguna relación amorosa duradera. Como sabemos, Brahms siempre permaneció soltero, aunque haya tenido un buen número de amistades íntimas con mujeres residentes en Viena, la mayoría de ellas cantantes que interpretaban sus obras vocales. Eran señoras, casi siempre casadas, para no crear vínculos comprometedores. Le recomendaría al columnista Matamoro que leyera el capítulo “Brahms y las mujeres” escrito por el profesor británico Michael Musgrave en su libro The Brahms Reader2, considerado actualmente como la mejor biografía moderna del músico hamburgués. Tanto en esa obra como en el New Grove Dictionary of Music and Musicians 3 en el apartado Carácter y Personalidad de Brahms, se da cuenta detallada y concreta de los “apetitosos partidos y de los ligues con los que el famoso músico jugaba y gozaba en la Viena imperial”. Otra razón, claramente fundada por estudiosos de esa mancuerna SchumannBrahms, fue el amor y veneración que tuvo Johannes por Clara (sentimientos auténticos y no, como dice fantasiosamente Matamoro, suplantados por la figura de Robert) y que fueron como un freno para que Brahms se comprometiera radicalmente con alguna otra mujer. Con estos argumentos he tratado de rebatir los juicios expresados sobre la condición homosexual de Johannes Brahms, juicios que, por otro lado, no desmerecen en nada la figura de una de las máximas figuras del período romántico tardío y de uno de los grandes maestros de la historia de la música. Lo que me movió a escribir esta crítica fue, más que nada, la tergiversación de la personalidad de este compositor, con argumentos pobremente sustentados y producto de impresiones personales ligeras y fantasiosas. Además, debo decir que ese artículo incurre en falsedades históricas que, se espera, no aparezcan en una publicación especializada en la “gran música” y que tiene ya más de 20 años de vida. Solo una muestra: dice Blas Matamoro, cuando se refiere a Felix Mendelssohn — “romántico y, como tal, destinado a morir joven”— que tanto él como Robert Schumann, ¡“fueron ajenos a la producción operística”! Finalmente quiero rematar que, con estos comentarios y críticas, sólo he querido reafirmar la autenticidad y congruencia de la personalidad musical y artística de Johannes Brahms. Enrique Torre López San Luis Potosí México Karl Geiringer, Brahms. Su vida y su obra. Madrid, Altalena, 1984. 2 Michael Musgrave, A Brahms Reader. New Haven and London, Yale University Press, 2000. 3 Stanley Sadie (ed.), The New Grove Dictionary of Music and Musicians. Londres, MacMillan, 1980, III, págs. 161-63. 1 UNA RESPUESTA Señor Director: H e leído las indignadas líneas del lector que escribe desde San Luis Potosí, México. No entro a considerar sus criterios, porque son tan diversos y válidos como cualesquiera otros. Pero me interesa responder a sus invectivas sobre documentación o falta de ella en lo que escribo. Ante todo, porque el buen hombre ignora que he escrito un libro entero sobre Schumann (Ediciones Península, Barcelona). Luego, en cuanto a la homosexualidad de Brahms, que no debe tomarse como un demérito ni como una acusación —¡ a esta altura de los tiempos!—, me remito, por ejemplo, OPINIÓN al libro de Rolf Schneider Die Reise zu Richard Wagner (Paul Zsolnay, Wien, 1989) acerca de las relaciones de Brahms con Joseph Joachim y Hermann Levi. El conocimiento del corresponsal espontáneo sobre el epistolario brahmsiano es muy escueto. Ahí van más referencias: Johannes Brahms: Briefwechsel, volúmenes I/XVI, Deutsche Brahms Gesellschaft, Berlín, 1907-1922. La correspondencia concreta entre Brahms y Joachim fue editada en dos volúmenes por Moser (Berlín, 1908). A. L. Holde exhumó las partes suprimidas por la censura en “Suppressed Passages in the Brahms-Joachim Correspondence” en Musical Quarterly, XIV, año 1959. En cuanto a si Mendelssohn murió joven o viejo, me remito a cualquier diccionario biográfico. Tanto él como Schumann, en efecto, son ajenos a la producción operística, porque apenas compusieron una ópera cada uno, obras que poco o nada significan en sus catálogos, siempre desde mi modesta y firme opinión. Porque tanto la Genoveva de Schumann como Las bodas de Camacho de Mendelssohn son partituras de escasa importancia dramáticamente hablando. Mendelssohn compuso para representaciones domésticas un par de Singspieler que no pueden considerarse óperas. Blas Matamoro Madrid Prismas VIEJA RETÓRICA A ciertos políticos parece que les cuesta apearse de antiguas retóricas, de modo especial cuando se encuentran en el mundo en el que posiblemente se sienten más incómodos, que suele ser el de la cultura. Es frecuente que recurran a viejas retóricas, de modo especial a la que podíamos llamar “retórica del Nodo”, aquel noticiario que bajo el inefable lema de “El mundo entero al alcance de los españoles” hacía un somero repaso del acontecer nacional e internacional antes de cada película durante la era franquista. Guerras y partidos de fútbol, terremotos y acontecimientos políticos, todo ello filtrado por el aparato de una omnipresente censura, tuvo la pretensión de mantener a la sociedad española si no inmune al contagio extranjero si al menos prevenida ante sus peligros, mediante una propaganda triunfalista. Lo que importaba era que el español medio se tragara —y se lo tragó en incontables ocasiones— que el país era un oasis de paz, un ejemplo de armonía y de progreso en un mundo convulso y que en el fondo y aunque lo disimulara, nos envidiaba terriblemente. Así a los españoles se les contaba cada semana que vivían en una especie de Tierra de Jauja donde casi todo era perfecto, especialmente el gobierno. De aquella propaganda, que a veces alcanzaba visos delirantes, queda esa retórica, ese lenguaje hiperbólico que atribuye a cada acontecimiento un carácter de excepcional. De ese modo, por ejemplo, un modesto intento de montar un festival cualquiera de música se convierte, en boca de ciertos políticos, en un peligrosísimo competidor de otros festivales europeos, por ejemplo, el de Salzburgo, porque dentro de un par de años, no más, se va a convertir en el más relevante del continente, al que acuda el público más exigente y los artistas más renombrados. Nada más y nada menos. Al oír prédicas semejantes uno siente el deseo de que alguien — quizá alguno de esos asesores que acompañan a los políticos importantes— tuviera la buena idea de enseñarles un poco, aunque sea sólo un poco, de modestia. Que la vieja retórica termine de pudrirse en el baúl de los malos recuerdos y que aprendamos entre todos a que todavía, aunque vayamos por un buen camino, hay muchas cosas que deben madurar para que sean verdaderamente importantes. Esos desvaríos retóricos son una huella más de unos arcaicos complejos que están ahí, siempre presentes, y que deberían pasar a mejor vida de una vez por todas. Javier Alfaya 5 OPINIÓN Música reservata SOBRE ARTE Y RESPONSABILIDAD C 6 on demasiada frecuencia se tiende a enjuiciar el texto artístico desde el punto de vista exclusivo del referente, pero desde la perspectiva de la creación, la noción de responsabilidad sitúa el problema del lenguaje en el centro del debate: cabe recordar la célebre afirmación de Jean-Luc Godard según la cual “un travelling es una cuestión moral”. Otrosí: “la obra de arte no es un obús” (opinión de otro cineasta: Imanol Uribe). Si su acción fuese tan inmediata y contundente, su poder estético sería deleznable. El arte es un dispositivo textual que actúa en el frente ideológico y su efecto es dilatorio, profundo, escalonado en estadios sucesivos. Por supuesto, nada de ello proscribe la posibilidad de un arte de agitación de la mayor altura: ahí estaría el verdiano Nabucco, de efectos sociales incuestionables por mucho que no fuera ése su propósito inicial. Empero, si esta obra admirable sigue interpelándonos hoy no es por su posición política, sino por su energía enunciativa como referencia histórica y como referencia vocal. Es su cualidad de ópera y no su función como panfleto augural del risorgimento (función ya monumentalizada por el tiempo) lo que en el presente nos interroga y nos exige nuevas lecturas. Naturalmente, el problema pareciera desvanecerse si pensáramos únicamente en la música. Su carencia de significado (entendiendo por tal la denotación, la designación conceptual) hace que esa exigencia de responsabilidad, en tanto que responsabilidad política ligada a una situación concreta, semeje carecer de toda lógica. Pero la realidad es que, desde el plano expresivo de la música y su capacidad para proyectar emotivamente cualquier imago extramusical que pueda asociársele, pocas cosas resultarán más evidentes que la fuerza arrebatadora que es capaz de trasmitir. El poder persuasivo de (digamos) ciertos himnos es irresistible (pensemos en La Marsellaise o La Varsoviana): el problema es que similar efecto electrizante puede experimentarse con cantos que glorifican posiciones políticas diametrales. La primera responsabilidad del músico es indistinguible de aquélla que debe exigirse al ciudadano: tomar conciencia de los intereses a cuyo servicio pone esa formidable maquinaria emotiva que constituye el objeto de su oficio. La obra de arte no perduraría de no afrontar el problema del lenguaje. Mao Tse Tung señaló que “las obras políticamente defendibles son ineficaces si carecen de valor artístico” (corre por ahí alguna sinfonía de Shostakovich para demostrarlo). El compositor de tradición escrita (a diferencia del músico de tradición oral) debe asumir la responsabilidad de explorar las posibilidades inéditas que el lenguaje le ofrece, afrontando el riesgo de que el resultado de su búsqueda pue- da ser repudiado o ignorado por su destinatario. Es la responsabilidad artística lo que mueve a Verdi a desplazarse gradualmente de Nabucco a Falstaff, a estas alturas su ópera menos favorecida por el gusto convencional. La responsabilidad del artista estriba en su intolerancia para con las formas heredadas y los gustos dominantes y, en consecuencia, en su deliberación para transformarlos o para sustituirlos, enfrentándose a los cimientos del lenguaje y enfrentando con ellos a los espectadores de su trabajo. El artista es un creador de futuros públicos, no un fabricante de souvenirs. El arte existe para situarnos en el universo: se aprende a mirar el mundo contemplando pintura, a escucharlo oyendo música, a comprender la dimensión profunda de la palabra leyendo poesía y a explorar los propios sentimientos asistiendo al cine o al teatro. La función del arte es ejemplar y educativa, y de ahí que, en la música, ese necesario mediador que es el intérprete deba asumir igualmente una parte de la responsabilidad exigible al creador, en la medida en que debe comprometerse con su presente y proponer, en su propio repertorio, un horizonte tan amplio como le sea factible: porque de lo que se trata es de dilatar el oído (la conciencia) del espectador hasta la última frontera practicable. ¿En qué medida compete la responsabilidad estética a quienes no son artistas ni ejecutantes?. Para profesores, comentaristas, periodistas, escritores, analistas o críticos, la responsabilidad se cifra en su obstinación en desentrañar, hasta el último grado de su saber, ese arcano del arte en cada uno de sus rostros y en los de sus diferentes encarnaciones para ayudar a otros, menos informados o menos atentos, a fijar en ella su mirada y captar lo que, sin su palabra, pudiera pasarles inadvertido, colaborando a que su diálogo con el objeto artístico sea lo más productivo posible. Para ese fin debe trabajar el estudio del texto, el esfuerzo analítico, el entusiasmo ante la obra: ésa es la medida de su responsabilidad, idéntica al conocimiento del objeto que puedan desarrollar y trasmitir, que nunca será suficiente para alcanzar la última articulación de lo bello y para describirla después con la mayor claridad y el mayor calor posibles. Ahí reside su compromiso como estudiosos y exégetas: en huir de la mentira, desdeñar la palabra inspiración, denunciar todo intento de explicar la obra de arte por la biografía de su autor o de sustituir el análisis textual por el sociologismo, distinguir entre éxito y belleza, concentrarse en todo lo que en ésta es trabajo, producción significante, arquitectura interna, acción de la voluntad sobre la materia y, conociéndolo, hacerlo explícito hasta donde su capacidad pudiera permitirlo. José Luis Téllez CON NOMBRE PROPIO PAUL DOMBRECHT Mirjma Devriendt PROPIO CON NOMBRE En el bicentenario de Arriaga N 8 acido en 1948, Paul Dombrecht forma parte de la segunda generación de músicos vinculados al historicismo, la que tras los pioneros Leonhardt, Harnoncourt o Brüggen consolidaron el movimiento como una de las aportaciones cruciales de las últimas décadas, sin la que el panorama interpretativo de la actualidad resultaría por completo incomprensible. Dombrecht fue posiblemente el pri- mer gran virtuoso del oboe barroco del siglo XX. En su sonido reconocemos ya el instrumento que luego han contribuido a difundir intérpretes más jóvenes, como Alfredo Bernardini, Paolo Grazzi o Patrick Beaugiraud. Es este un proceso natural, que han seguido todos los instrumentos antiguos: a una primera fase de rescate, en la que la técnica es aún imperfecta y el sonido irregular, sigue una segunda fase de consolidación, dominada por unos pocos solis- CON NOMBRE PROPIO PAUL DOMBRECHT tas, capaces de pulir la técnica y de crear una escuela, abriendo así una tercera fase, de virtuosismo y expansión de los logros ya asentados. Pues bien, Dombrecht sería uno de esos maestros de la segunda fase. Para entendernos, la distancia que existe entre él y Jürg Schäftlein, quien fuera oboísta del Concentus musicus Wien, es la misma que existe entre un August Wenzinger, pionero de la viola da gamba, y un Savall o un Wieland Kuijken, los dos grandes maestros de quienes han bebido todos los violagambistas actuales. Dombrecht nació y se formó en Flandes, uno de los centros de irradiación esenciales de la música antigua a finales de los años 60 (y aún hoy), lo que le permitió colaborar desde el principio de su carrera con algunos de los intérpretes más destacados del Barroco, de los veteranos Leonhardt y Brüggen a los hermanos Kuijken, René Jacobs o Philippe Herreweghe, compañeros de generación. Miembro fundador del conjunto de vientos Octophoros, en 1989 Paul Dombrecht creó su propio grupo, Il Fondamento, formación variable entre el conjunto de cámara y la orquesta del primer Romanticismo, con el que ha obtenido un extenso reconocimiento internacional, especialmente en la música del tardobarroco y del Clasicismo, de la que está dejando un amplísimo reguero de grabaciones para los sellos Vanguard, Passacaille y Fuga Libera. Paul Dombrecht y su grupo son bien conocidos en España, tanto por sus discos, que tienen amplia distribución, como por sus giras, como la que en diciembre del año pasado los llevó a Valencia y Jerez de la Frontera con un programa dedicado a Telemann. Coincidiendo con el segundo centenario del nacimiento de Juan Crisóstomo de Arriaga y el 250 aniversario del de Mozart, Il Fondamento ha preparado una serie de programas con música de ambos compositores que están interpretando por diversas ciudades europeas, de Praga a Madrid, de Varsovia a Bilbao, Brujas o Granada. En concreto, en el Festival granadino ofrecerán dos matinales (8 y 9 de julio), producidas en colaboración con la Quincena Musical Donostiarra, con un interesante recorrido por la obra del malogrado maestro bilbaíno, pues junto a piezas habituales y bien conocidas, como la Sinfonía, el Noneto, el O salutaris o la obertura de Los esclavos felices, podrán escucharse obras casi por completo desconocidas y que ocupan su último disco, como fragmentos de las escenas dramáticas Edipo y Medea y de la cantata Erminia o el Stabat Mater op. 23. Pablo J. Vayón Granada. Festival. 8, 9-VII-2006. Il Fondamento. Paul Dombrecht. Arriaga. DISCOGRAFÍA SELECCIONADA ABEL: Oberturas. IL FONDAMENTO. Vanguard (1994). ARRIAGA: Obras vocales. IL FONDAMENTO. Fuga Libera (2005). BACH: Cantatas para bajo. MAX VAN EGMOND, bajo. Conjunto. Director: FRANS BRÜGGEN. Seon (1977). — Conciertos de Brandemburgo. GUSTAV LEONHARDT. Conjunto de solistas. Seon (1980). BEETHOVEN: Sinfonía nº7. Obertura de Fidelio. (Versiones para conjunto de vientos.) OCTOPHOROS. Accent (1985). COUPERIN/HOTTETERRE/DORNEL/PHILIDOR: Música francesa para oboe. WIELAND KUIJKEN, violonchelo; ROBERT KOHNEN, clave. Accent (1990). FASCH: Oberturas (suites). IL FONDAMENTO. Fuga Libera (2004). FUX: Oberturas. IL FONDAMENTO. Vanguard (1994). KRAFFT: De Profundis. Levavi oculos meos. IL FONDAMENTO. LA SFERA DEL CANTO. Passacaille (2000). MOZART: Quinteto KV 452. / BEETHOVEN: Quinteto op. 16. JOS VAN IMMERSEEL, piano; ELMAR SCHMID, clarinete; PIET DOMBRECHT, trompa; DANNY BOND, fagot. Accent (1985). — Sinfonías tempranas. IL FONDAMENTO. Passacaille (2000). TELEMANN: Tríos. CON WIELAND KUIJKEN, viola da gamba; ROBERT KOHNEN, clave. Passacaille (1996). — Conciertos para oboe y oboe d’amore. IL FONDAMENTO. Passacaille (2002). TORRI: Missa pro Defunctis. Il Fondamento. LA SFERA DEL CANTO. Passacaille (2001). ZELENKA: De Profundis. Miserere. Réquiem. IL FONDAMENTO. Passacaille (1998). — Prague, 1723. IL FONDAMENTO. Passacaille (1999). 9 CON NOMBRE PROPIO Sobre todo el instinto ISABEL REY 10 Juan M. Morales H ace ya más de quince años, una joven soprano valenciana entonces sin experiencia, me impresionó con fuerza y por partida doble. Se llamaba Isabel Rey. El marco inicial fueron unas Clases Magistrales de Montserrat Caballé en Madrid. Cuando le tocó el turno a Isabel Rey, los asistentes habíamos oído ya algunas buenas voces, pero no había aflorado todavía ningún genuino talento artístico. Y eso mismo fue lo que algunos creímos percibir en ella, cuando cantó con fina musicalidad el aria Ah, non credea mirarti de La sonámbula. Con la misma página, revalidó la buena impresión unos días más tarde, en el siempre difícil contexto de una gala de figuras líricas. Desde entonces ha llovido mucho. Su escasa experiencia se ha convertido en un envidiable currículo, y su actividad la ha hecho asidua en teatros tan relevantes como las óperas de Zúrich o Viena, y al servicio de batutas como las de Nikolaus Harnoncourt (esencial en su formación), Marc Minkowski o Franz Welser-Möst. En lo que atañe al repertorio, posee amplios intereses, que abarcan desde Monteverdi y el Barroco hasta entrado el siglo XX, con parada obligada en Mozart, el Romanticismo italiano o la música española. Es errónea la afirmación de que la dieta barroca, servida sobre todo por Harnoncourt, la convirtió de forma gradual en una cantante de sonido fijo o poco vibrante. Un temprano documento de 1993, como es su Barbarina de Las bodas de Fígaro (con el propio Harnoncourt), demuestra que ya entonces el vibrato estaba muy controlado, con intencionada adherencia a un estilo determinado, y, en realidad, este recurso lo administra con mayor o menor contención según los casos. A requerimiento, pues, del estilo, su voz lírico-ligera se robustece y el perfil acentual es más remarcado cuando aborda piezas como, por ejemplo, el dúo del acto I de Otello (que ha cantado en el Teatro Español, junto a Aragall). Y cuando canta el rol de Mélisande en el Pelléas de Debussy, o el Aria de la quinta Bachiana brasileira, de Villa-Lobos, la emisión deviene más blanda y acaso más esfumada. Cantante también muy La Coruña. Festival Mozart 1-VII-2006. Isabel Rey, soprano; Alejandro Zabala, piano. Martín y Soler, Mozart, Gluck. San Sebastián. Quincena Musical Donostiarra. 10-VIII-2006. Martín y Soler, Mozart. intuitiva, hay en ella una adecuada conjunción entre dos elementos esenciales en el canto, como son el control y el instinto. Este cúmulo de atributos (al margen del agudo, no siempre equilibrado), le han permitido salir airosa de las confrontaciones más peliagudas en lo tocante a repertorio y compañeros de reparto. En el Stabat Mater de Rossini, por poner un ejemplo, cuando canta con Daniela Barcellona, su escrúpulo estilístico no es menor y su timbre es más cordial. Y para mí no es ni mucho menos inferior, en el cómputo global, a las dos sopranos españolas más célebres de hoy: María Bayo y Ainhoa Arteta. Con clara vocación, ha sabido plantar cara a sus muchas dificultades, mostrando voluntad y tesón y haciendo suya la famosa divisa de Camilo José Cela: “Quien resiste, gana”. Joaquín Martín de Sagarmínaga DISCOGRAFÍA SELECCIONADA MOZART: Las bodas de Fígaro. HAMPSON, MARGIONO, BONNEY, SCHARINGER, LANG, MURRAY, MOLL, LANGRIDGE, REY. CORO DE LA ÓPERA DE LOS PAÍSES BAJOS. REAL ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW DE ÁMSTERDAM. Director: NIKOLAUS HARNONCOURT. 3 CD TELDEC 450990861-2 (Grab.: Amsterdam, V/1993). ROSSINI: Stabat Mater. REY, FLÓREZ, BARCELLONA, ANASTASOV. ORQUESTA Y CORO DE LA JONDE. Director: ALBERTO ZEDDA. (Grab. radiofónica, en la Semana de Música Religiosa de Cuenca: Teatro Auditorio, 18-IV-2003). Natsu no Omoide (Recuerdos de verano). Obras de Vivaldi, Giuliani, Schubert, Ravel, Falla, Villa-Lobos, J. Ovalle, P. Barroso, García Lorca e Y. Tanaka. ISABEL REY; soprano, ICHIRO SUZUKI; guitarra. DISCMEDI BLAU 866 02 (Grab.: Barcelona, 20/25-VI-2003). CON NOMBRE PROPIO GYÖRGY LIGETI Desaparece el músico de la modernidad Betty Freeman GYÖRGY LIGETI C on el fallecimiento de György Ligeti, a los 83 años de edad, desaparece una de las figuras claves de la música en la segunda mitad del siglo XX, época marcada, como se sabe, por algunas de las mayores convulsiones en el lenguaje de los sonidos. Ligeti ha llegado al final de su carrera no poco fatigado. Ya a principios de los años ochenta, el giro que tomó su música, que viró desde las masas abstractas a cierta vuelta al melodismo clásico, coincidió con una importante crisis de salud. Ahora, tras pasar varios años sin apenas componer, se despide de nosotros un autor contemporáneo al que el gran público ha tenido acceso gracias al empleo que de su música se ha hecho en el cine: Kubrick usa fragmentos que se han hecho muy populares de Atmósferas, el Réquiem y Lux Æterna en el film 2001 y, más recientemente, de la Musica ricercata en Eyes wide shut. El Hamburg Concerto, estrenado en 2000, ha sido la última obra de importancia que deja Ligeti, cuando ya la enfermedad le impedía volcarse sobre el que iba a ser la continuación de su ultimo gran legado, los Estudios para piano. En efecto, la figura de Ligeti ha traspasado el umbral por el que se reconoce a los artistas que determinan una época. Humanamente de un humor excepcional y abierto a todas las culturas, Ligeti se ha convertido en el paradigma del autor comprometido con la modernidad y su nombre está en boca de todos los aficionados a la música; es una referencia ineludible. Su arte, que nació influido por el lenguaje basado en Béla Bartók, el compositor-insignia de su país natal, Hungría, derivaría hacia formas novedosas, nunca antes planteadas en la música, a partir de su asentamiento en Alemania tras su heroica huida del yugo comunista impuesto por las autoridades húngaras. Su llegada a la médula de la vanguardia, la ciudad alemana de Darmstadt a comienzos de los años sesenta, fue saludada como un seísmo. El estilo de Ligeti mostraba nuevos caminos al lenguaje sonoro, sendas de exploración cuyos ecos aún no se han agotado y que han influido tanto en la composición “culta” como en las experiencias llevadas a cabo por muchas agrupaciones procedentes del pop electrónico. El empleo de manchas sonoras en lugar del típico puntillismo de la vanguardia representada por Boulez, hace que la música de Ligeti se perciba en la escucha con la misma sencillez con que observamos las fuerzas de la naturaleza. De fácil habitabilidad para el oyente, la música de Ligeti responde a un mundo en expansión, un mundo tecnológico: discurso sonoro plagado de atmósferas y ambientes capaces de suscitar la curiosidad por el más allá, por lo desconocido. Es el ámbito sonoro desplegado en obras maestras de nuestro tiempo: Atmósferas, Lontano, Ramifications, Volumina, Concierto para violín, El Gran Macabro… Francisco Ramos 11 AGENDA AGENDA Aniversarios de Mozart y Shostakovich DE LO NUEVO Y DE LO VIEJO Londres. Promenade Concerts. Del 14 de julio al 9 de septiembre de 2006. www.bbc.co.uk/proms L 12 a novedad y la familiaridad, la audacia y la tradición resumen los Proms, el festival musical más grande del mundo, como tan cariñosa y acertadamente es descrito, patrocinado todos los años por la BBC, desde mediados de julio hasta mediados de septiembre. Los 73 conciertos principales, interpretados en la enorme pista victoriana del Royal Albert Hall y emitidos cada noche por Radio 3, ahora también se encuentran on line durante siete días (www.bbc.co.uk/proms) para todo el mundo en todos los lugares. También habrá conciertos de música de cámara en Cadogan Hall, que complementarán los temas y aniversarios de la temporada de 2006. No es sorprendente que Mozart y Shostakovich dominen este año, con obras memorables que incluyen un nuevo final de la Misa en do menor de Mozart, dirigida por Sir Charles Mackerras, y un Così fan tutte procedente de Glyndebourne. El punto álgido de las festividades Shostakovich será un fin de semana completo dirigido por Valeri Gergiev (incluyendo una Lady Macbeth del distrito de Mtsensk íntegra, con la Ópera Kirov). El aniversario de otro compositor importante, Schumann, se celebrará con interpretaciones de dos de sus sinfonías —desgraciadamente no todas— y varias obras de cámara. La música contemporánea es central para el credo de los Proms. Este año los notables aniversarios que se celebrarán son los de Steve Reich (70), György Kurtág (80), Hans Werner Henze (80), Henri Dutilleux (90) y Colin Matthews (60). Está programada la música de los compositores británicos MarkAnthony Turnage, George Benjamin, Peter Maxwell Davies y Jonathan Harvey junto con la de otros compositores internacionales: Argentina (Osvaldo Golijov, de reciente fama), USA (Steven Stucky), Austria (H. K. Gruber), Japón (Toshio Hosokawa, Dai Fujikura), de Finlandia (Magnus Lindberg) y de muchos más sitios. Sin embargo, son los nombres estelares los que producen las ovaciones de las multitudes y que proporcionan a los Proms un ambiente especial: este año estarán presentes Simon Rattle y la Filarmónica de Berlín, Evgeni Kissin, Susan Graham y Juan Diego Flórez, Christoph Eschenbach (dirigirá Sigfrido), Bernard Haitink, Kurt Masur, Esa-Pekka Salonen y un montón de orquestas de primera. Pero este año el público también puede convertirse en estrella: por primera vez, los asistentes han recibido una invitación para interpretar ellos mismos a lo largo de un día de música que celebrará a la voz humana. Una parte del público siempre ha tarareado, con demasiada fuerza a veces, los fragmentos que más le gusta de una obra. Pero este año, por vez primera, ¡va a estar permitido! Fiona Maddocks AGENDA Recorrido desde Monteverdi a la ópera experimental FESTIVAL Y TEATRO S e inaugura el Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial y lo hace por todo lo alto, dando vida simultáneamente a un festival. La sesión inaugural nos trae a Coro y Orquesta del Mayo Musical Florentino, con Riccardo Muti en el podio y los solistas Barbara Frittoli, Sonia Ganassi y Ferruccio Furlanetto, gala un tanto convencional con fragmentos de óperas de tema español y dos de las Cuatro piezas sacras de Verdi. Una de las sesiones más atractivas de esta primera edición del festival va a ser, con pocas dudas, el Réquiem mozartiano por el Coro Monteverdi y los English Baroque Soloists, dirigidos por John Eliot Gardiner. Los dos conciertos de la Orquesta Sinfónica de Galicia, con Víctor Pablo Pérez a la batuta y los pianistas Enrique Pérez de Guzmán y Sylvia Torán, insisten fundamentalmente en la conmemoración mozartiana, bien que recuerden también a Martín y Soler y Arriaga con dos oberturas. Velada de madrigales de Monteverdi por Concerto Italiano y Rinaldo Alessandrini. La Orquesta de la Comunidad de Madrid y José Ramón Encinar —con José Segovia al clave y Karina Azizova al piano— apuestan por un programa contemporáneo, con piezas de Boccherini-Berio, Marco, Casella y C. Halffter. Una convocatoria que atraerá multitudes será La flauta mágica mozartiana, con dirección escénica de Daniele Abbado y musical de Colin Davis. En el foso, la Sinfónica de Londres. Solistas: Alfred Reiter, Gregory Turay, Rachel Harnisch, Nicola Ulivieri, Sylvia Schwarz, Sylvia Koke, Caroline Stein, Heidi Zehnder; con ellos, el Coro de la Comunidad de Madrid. Otra ópera, bien que en versión de concierto, será el Siegfried de Wagner, con la Orquesta de París y Christoph Eschenbach, que vienen de hacerlo en París, dentro del ciclo completo de la Tetralogía montada por Robert Wilson, y también tocarán en uno de los Proms londinenses. El reparto lo integran Jon Fredric West, Olga Sergeieva, Volker Vogel, Evgeni Nikitin, Sergei Leiferkus, Kurt Rydl, Qiu Lin Zhang y Natalie Kart. Una ópera nada tradicional ha de ser Experimentum Mundi, con música de Giorgio Battistelli, que se encargará de la Festival de San Lorenzo de El Escorial. 3-VII/1-VIII-2006. www.festival-escorial.es dirección de la versión interpretada en El Escorial. También hay ballet, con la compañía del Royal Ballet del Covent Garden, que bailará Romeo y Julieta de Prokofiev, en coreografía de Kenneth MacMillan y musical de Graham Bond al frente de la Orquesta de Extremadura; y zarzuela, una llamada Noche de verano en la verbena de la Paloma —que es de suponer que sea simplemente la obra de siempre de Bretón— que llega en la producción del Hebbel Theater de Berlín y cuenta con José Antonio López, Amparo Navarro, María José Suárez, David Rubiera, Emilio Sánchez, Marina Pardo, Federico Gallar y Nuria Castejón en el reparto, Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid, y direcciones musical de Miguel Roa y escénica de Marina Bollaín. Iniciativa Artística Rolex Paul Labelle PINCHAS ZUKERMAN, MENTOR DE MÚSICA 2006-2007 E l violinista y director de orquesta Pinchas Zukerman será el Mentor de música en el ciclo 2006-2007 de la Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulos. Nacido en Tel Aviv en 1948, Zukerman ha actuado como solista y director con las mejores orquestas del mundo. Desde 1998, es Director Musical de la Orquesta del Centro Nacional de las Artes de Ottawa, Canadá, donde reside actualmente. Su discografía comprende más de cien títulos e incluye dos premios Grammy, en 1980 y 1981. Zukerman reemplaza al pianista y director Daniel Barenboim, quien trabajará fuera del marco oficial del programa con tres jóvenes directores surgidos de la Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulos. En reconocimiento del talento y el potencial de esos tres directores, Rolex ofrecerá diez mil dólares a cada uno para que trabajen con Barenboim el próximo año. La Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulos es un programa filantrópico internacional que busca promover el acercamiento entre grandes maestros y artistas jóvenes y prometedores en una amplia gama de disciplinas, mediante un año de colaboración creativa entre un tutor y discípulo en cada una de ellas. Junto a Zukerman, son mentores de la presente edición de la Iniciativa Artística el pintor John Baldessari, el escritor Tahar Ben Jelloun, la bailarina y coreógrafa Anne Teresa De Keersmaeker, el director de cine Stephen Frears, y la actriz de teatro Julie Taymor. 13 AGENDA Nuevo festival en Santiago UN CAMINO MUSICAL E l nacimiento de un nuevo festival es siempre una estupenda noticia y más cuando éste ingresa en el panorama nacional con un nivel de calidad muy alto. Nos referimos a Via Stellæ, una convocatoria, promovida por la Sociedad de Xestión do Plan Xacobeo de la Consellería de Innovación e Industria de la Xunta de Galicia, que se desarrolla este mes de julio en Santiago de Compostela en torno a la idea de la ciudad y sus caminos. Aunque el festival no se plantea en principio como especializado en música antigua, su apuesta en este terreno en la primera edición es muy pronunciada. La jornada inaugural está a cargo de Europa Galante y Fabio Biondi, que proponen un concierto de La Europa de las Naciones, con obras de Vivaldi, Geminiani, Leclair, Haendel y Bach. Incluso la inmediata sesión de la Orquesta Sinfónica de Galicia cobra un sesgo autenticista por la presencia de Giovanni Antonini en el podio para dirigir la Militar de Haydn y la Segunda de Beethoven. El grupo L’Arpeggiata y su directora Christina Pluhar han preparado una velada que llaman Los imposibles, con tarantelas, chaconas y fandangos del Viejo y el Nuevo Mundo. La Capella De’ Turchini, el Collegium Compostellanum, con Liso, Zanfardino, Foresti, Varriale y Schiavo como solistas, recuerdan el aniversario mozartiano con una de sus obras más olvidadas, el oratorio Betulia liberata, sobre texto de Metastasio. Carlos Mena, Al Ayre Español y Eduardo López Banzo recuperan la cantada española en América, con obras de Nebra, Torres y otros autores. Uno de los hitos del festival va a ser, con pocas dudas, la serenata de Vivaldi Andromeda liberata, una de las recuperaciones más significativas del compositor veneciano de los últimos tiempos. Su valedor, Andrea Marcon, la Orquesta Barroca de Venecia, y los cantantes Kermes, Cencic, Rosique, Basso y Tucker, son sus intérpretes en Santiago. Kermes, director y orquesta ofrecen también Una noche en Venecia, con arias, conciertos, sinfonías y motetes de Vivaldi, Galuppi, Marcello y Albinoni. Les Musiciens du Louvre y Marc Minkowski dan un salto hasta Haydn, con las Sinfonías nºs 94, 99 y 101. Y de vuelta a Vivaldi para la sesión de arias de ópera, a cargo del sensacional contratenor Santiago de Compostela. Via Stellæ. 5/28-VII-2006. www.compostelacultura.org Bejun Mehta, el Ensemble Matheus y Jean-Christophe Spinosi. Tras la sesión de la soprano Cécile van de Sant y el clavecinista Laurence Cummings, otro plato fuerte: Madrigales de Monteverdi por Concerto Italiano y Rinaldo Alessandrini. Siguen dos recitales instrumentales, el de la clavecinista Céline Frisch, que se enfrenta al monumento de las Variaciones Goldberg bachianas, y el de Manuel Vilas, al arpa de dos órdenes, con un programa de música española titulado Luz y norte. Y nuevo encuentro con Bach —la Segunda Suite, el Quinto de Brandemburgo y los dos Conciertos para violín—, por Gli Incogniti y Amandine Beyer. La Real Compañía de Ópera de Cámara dedica un recuerdo al gran contemporáneo español de Mozart, Vicente Martín y Soler, cuya Ifigenia en Aulide se ofrece en versión semiescenificada. El reparto lo forman Pitarch, Haas, Aruhn-Solén, Espada y Guillot. La dirección musical es responsabilidad de Juan Bautista Otero, quien colabora con Isidro Olmo en la escénica. La escenografía es de Joaquín Roy. La orquesta de la ciudad, la Real Filharmonía de Galicia, y Antoni Ros Marbà, cierran esta primera edición, con obras de Mozart y Haydn, de un festival que entra pisando fuerte. IIMCM y Magistermusicae.com NUEVAS INICIATIVAS DE LA FUNDACIÓN ALBÉNIZ E 14 l Instituto Internacional de Música de Cámara de Madrid, una iniciativa de Paloma O’Shea, presidenta de la Fundación Albéniz en la que figuran como patronos el Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid, la Fundación Caja Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, iniciará su primer curso en octubre de 2006 y estará bajo la dirección académica de la Escuela Superior de Música Reina Sofía. El claustro de profesores del Instituto está integrado por maestros de nivel excepcional como: Hansjörg Schellenberger, Radovan Vlatkovic, Menahem Pressler, Ralf Gothoni, Eldar Nebolsin o Martá Gulyás. Magistermusicae.com es un proyecto de tecnología aplicada a la educación y la cultura desarrollado por la Fundación Albeniz. Su catálogo comprende tres mil horas de enseñanza virtual de primer nivel grabadas a lo largo de diez años, un “claustro virtual” de más de doscientos maestros, 80.000 videoclips clasificados según el concepto así como una búsqueda avanzada con seis criterios simultáneos. Esta escuela virtual, que no tiene precedentes, tanto por el nivel de su profesora- do como por el volumen de sus contenidos, permite asomarse a la clase de maestros como András Schiff, Zakhar Bron, Teresa Berganza, Natalia Gutman, Lorin Maazel, Vitali Margulis o Vladimir Ashkenazi. El acceso a Magistermusicae.com se puedo realizar mediante subscripciones individuales o mediante acuerdos con instituciones y centros de enseñanza. AGENDA Del Liceu al Palau SAVALL CUMPLE UN VIEJO SUEÑO U na de las viejas aspiraciones de Jordi Savall era consolidar una temporada estable de conciertos en Barcelona para presentar los programas que lleva de gira por todo el mundo. En un país civilizado, el hecho de que uno de sus músicos de mayor proyección internacional tuviera una temporada propia debería ser la cosa más normal del mundo. Pues no. Hasta ahora, y eso que el gran violagambista catalán lleva décadas en la cumbre, sus actuaciones han sido más espaciadas de lo deseable y apenas han tenido respaldo publicitario. A pesar de todo, ha contado siempre con el seguimiento de un público fiel que, cuando se enteraba, podía acudir a sus conciertos en marcos históricos de la ciudad. Pero Savall, que es hombre tenaz y paciente, ha encontrado finalmente un sólido aliado en el Auditorio de Barcelona para consolidar su presencia artística en la Ciudad Condal. El músico catalán y el director general del Auditorio, Joan Oller, presentaron a los medios de comunicación un acuerdo de colaboración que deja la programación de su primera temporada estable en manos de Savall y reserva al Auditori la organización y promoción de los conciertos. La temporada cuenta con un presupuesto inicial de 260000 € y ofrecerá desde el próximo 8 de octubre hasta mayo de 2007 siete conciertos, tres de ellos en el Saló del Tinell y la basílica de Santa María del Mar. Lo que el Auditori aporta es su experiencia práctica que dirige, Hespèrion XXI, La Capella Reial de Catalunya y Le Concert des Nations. Otra baza importante para captar más público, especialmente joven, es el asequible precio de las localidades: todos los conciertos tienen fijado un precio único de 20 €. El prestigio internacional en la organización y difusión de los conciertos, tarea que cada vez representaba más cargas y quebraderos de cabeza. Con los problemas de logística a cargo del Auditori, Savall puede concentrar sus esfuerzos en el diseño de programas, grabaciones y conciertos al frente de las formaciones de Savall, su pasión a la hora de recuperar y divulgar el patrimonio musical, y el gran nivel de calidad de los grupos que dirige suponen un preciado activo que el Auditori incorpora a su oferta artística regular, que desde este mismo año incluye el tradicional Festival de Música Antigua creado por la Fundación La Caixa. La temporada se abrirá con un programa dedicado a las músicas nocturnas de Mozart en la sala grande del Auditori, escenario que acogerá otras dos propuestas: música de la antigua España cristiana, judía y musulmana, y de otros países, bajo el lema Oriente-Occidente, y un monográfico con célebres suites de Haendel (Música acuática y Música para los reales fuegos artificiales). En la nueva sala de cámara, Savall recordará uno de sus mayores éxitos mediáticos en un concierto con la música de la película Tous les matins du monde. El Saló del Tinell acogerá un concierto bajo el título Los paraísos perdidos, un fascinante viaje histórico a la época de Cristóbal Colón a través de músicas áraboandaluzas, judías y cristianas que convivieron hasta el descubrimiento del Nuevo Mundo. Los dos conciertos que completan la temporada se celebrarán en la hermosa basílica de Santa María del Mar: un programa navideño con músicas que retratan los viajes de San Francisco Javier, y una audición del Llibre vermell de Montserrat que celebrará los veinte años de vida de La Capella Reial de Catalunya. Javier Pérez Senz ABAO TODO VERDI EN BILBAO L 16 a Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAOOLBE) ha presentado su proyecto Tutto Verdi. Se trata de poner en escena todas las óperas del compositor italiano, en todas sus versiones, entre las temporadas 2006-2007 y 2020-2021, una aventura sólo conseguida anteriormente por la Ópera de Saratoga, en Estados Unidos. Las dos primeras temporadas presentarán dos títulos, aumentando a tres a partir de la 2008-2009 y cerrándose con cinco en la 2020-2021. La próxima incluirá dos nuevas producciones: Rigoletto —con la Semperoper de Dresde y dirigida por Emilio Sagi— y Oberto, Conte di San Bonifacio, con dirección escénica de Ignacio García. Además del trabajo inevitable de búsqueda de voces para los títulos y las revisiones menos frecuentados —se cuenta ya, entre otros, con Inva Mula, Violeta Urmana y Marcelo Álvarez, la ABAO quiere cuidar especialmente la selección de los directores musicales, y anuncia nombres como Bruno Bartoletti, Renato Palumbo o Mark Elder. Como complementos al proyecto, se incluyen ciclos de conferencias, grabaciones, publicaciones y exposiciones. En el comité de honor de Tutto Verdi figuran nombres como los de Claudio Abbado, Carlo Bergonzi, Riccardo Chailly o Giulietta Simionato. ACTUALIDAD Música Antigua Aranjuez DEL AMAZONAS AL TAJO Capilla del Palacio. 17-VI-2006. Solistas Bolivianos. Florilegium. Director y flauta: Ashley Solomon. Música barroca en las misiones de chiquitos y moxos. NAC I O NA L ACTUALIDAD ARANJUEZ ARANJUEZ Ashley Solomon (a la derecha) con otros miembros del grupo Florilegium 18 Ashley Solomon, su grupo Florilegium, Solistas Bolivianos y el musicólogo Piotr Nawrot, están desarrollando un proyecto fascinante, sacar a la luz una parte, siquiera sea mínima, de los originales de la música en las misiones jesuitas en tierras de los indios moxos y chiquitos. Como quiera que lo conservado en los archivos alcanza la paralizante cifra de diez mil folios manuscritos, la labor que queda por delante es ciertamente ingente. Pero esos viejos códices han empezado a transformarse en sonidos: existe ya un disco —se anuncia un segundo para fin de año— y la iniciativa hasta ha atraído a una importantísima cadena televisiva norteamericana, que hará conocer sus progresos a millones de espectadores potenciales. Magnífica, por lo tanto, la idea de Música Antigua Aranjuez de programar una de sus sesiones a base de este repertorio. Desde luego que esta música nació con una función bien concreta, facilitar la comunicación de los misioneros con los naturales del país; de ahí que algunas piezas se encuentren en lenguas indígenas, hecho del que se derivan varios problemas notorios de adecuación de la música a la prosodia del idioma, señaladamente en los recitativos. Obviamente, la participación de los Solistas Bolivianos garantiza la correcta pronunciación, aunque el grupo deba también expresarse en español y latín. Como tal conjunto, los cantantes responden con solvencia, pero cuando deben ejercer de solistas la modestia de los medios es demasiado evidente, como puso de manifiesto un ostensible percance del tenor. Pero una obra como el villancico Si el amor se quedare dormido de Juan de Araújo fue dicha con alegría y vivacidad. Excelente el Beatus Vir de Zipoli, el compositor de mayor entidad del programa, frente a los numerosos anónimos, algunos de ellos francamente endebles. Sensacional trabajo instrumental de Florilegium, comprobable en la Folía de ignoto autor. Un concierto interesantísimo. Enrique Martínez Miura ACTUALIDAD BARCELONA Cedolins se presenta como Butterfly LA ÓPERA POPULAR Bofill Gran Teatre del Liceu, 12-VI-2006. Puccini, Madama Butterfly. Fiorenza Cedolins, Enkelejda Shkosa, Richard Leech, Carlos Álvarez. Director musical: Yves Abel. Director de escena: Moshe Leiser y Patrice Caurier. Coproducción: G. T. Liceu/Royal Opera House, Covent Garden, Londres. BARCELONA Enkelejda Shkosa, Fiorenza Cedolins y Richard Leech en Madama Butterfly de Puccini en el Teatro del Liceo Una de las formas por la que se quiere popularizar la ópera es aumentar el número de funciones de las obras más conocidas y que existan funciones fuera de abono, para que las entradas estén al alcance de un mayor número de personas. Este es el caso de esta Madama Butterfly, de la que se darán veintidós representaciones con cuatro repartos distintos, con cantantes que actúan en los primeros teatros. Para ello el Liceu ha coproducido con el teatro londinense la obra de Puccini con un planteamiento muy sencillo, abusando de la simplicidad, con unos paneles que suben y bajan, puertas correderas, dejando ver algunas perspectivas, el puerto, las flores o la entrada del Bonzo, de forma algo simple y utilizando algunos efectos ingenuos, que permiten la acción pero que aportan poca emoción. La parte orquestal estuvo a cargo de Yves Abel que planteó una versión más pendiente del volumen que del detalle, y que además se diluía en determinados pasajes, con una orquesta del teatro que respondió con cohesión y mejora de sonido, aunque no alcanzó el nivel de otras funciones no italianas. La prestación del coro del teatro fue buena, aunque la intervención que cierra el segundo acto quedó, desde mi perspectiva, algo lejana. La protagonista era Fiorenza Cedolins que triunfó en su debut, con una voz de calidad, homogénea en todos los registros, segura en el agudo y que captó el carácter inocente del primer acto con un canto introvertido, que daba inocencia y desarrolló una importante fuerza dramática a partir del segundo, con una escena final llena de patetismo sin excesos, aunque su actuación teatral debería contenerse a veces algo. También destacó la Suzuki de Enkelejda Shkosa, por la sobriedad, musicalidad y el buen gusto de su interpretación y por su contraste con la soprano. El tenor Richard Leech posee un timbre bello en determinados registros, sobre todo el agudo, pero en otros pierde color y con frecuencia surge un excesivo vibrato, faltándole a su actuación un cierto carácter, mayor pasión, un fraseo más cuidado y una mejor expresión, mientras que el barítono Carlos Álvarez hizo un cónsul lleno de detalles teatrales, algunos poco habituales como resaltar sus advertencias al marino, y destacando su bella voz y su estilo señorial, aunque a veces parecía algo distante. Debe destacarse la intervención de Francisco Vas, como Goro, que demostró nuevamente su idoneidad para este tipo de roles. Albert Vilardell 19 ACTUALIDAD BARCELONA Debut de Nello Santi en el Liceu EL VALOR DE LA TRADICIÓN Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 21-V-2006. Maria Guleghina, Joyce DiDonato, Leo Nucci, Aquiles Machado, Giacomo Prestia. Orquestra Simfònica y Cor del G. T. del Liceu. Polifònica de Puig-Reig. Director: Nello Santi. Verdi, Nabucco. Versión de concierto. Bofill Q ue un director del historial de Nello Santi debute en el Liceu es un acontecimiento, pero si además demuestra que mantiene, a pesar de su edad, la fuerza y el dominio de la tradición de los maestros que amaban la ópera, su actuación se convierte en un deleite. Su versión estuvo llena de espíritu verdiano, sabiendo reflejar con suavidad los momentos más líricos e imprimiendo una brillantez en aquellos otros de gran tensión dramática, consiguiendo un buen rendimiento de la orquesta del teatro, con matices que sonaban a nuevo, a pesar de algunos ligeros desajustes, posiblemente debidos a la limitación de ensayos. El Coro del Liceu al que se unió la Polifònica de PuigReig consiguió válidos resultados, remarcando intensida- Aquiles Machado, Maria Guleghina y Nello Santi en Nabucco des y sutilezas, convirtiendo al pueblo en co-protagonista de la obra. La otra gran triunfadora de la tarde fue Maria Guleghina capaz de superar todas las dificultades del rol de Abigaille, con su voz brillante, densa, homogénea en todos los registros y con seguridad en el agudo, a la vez que, como en la escena de la muerte, remarcaba el aspecto más humano del personaje. El veterano Leo Nucci mostró su gran dominio del estilo, su fraseo elegante y cuidado, contrastando los diferentes estados de ánimo del titular de la obra. Completaban el reparto Giacomo Prestia, como Zaccaria, con un instrumento importante y una línea homogénea, a la que falta un cierto señorío, Aquiles Machado que estuvo sólo correcto y la presencia de Joyce DiDonato que posee un timbre bello y penetrante y un canto cuidado. Albert Vilardell Temporada de la OBC TRACA FINAL CON VOLODOS Barcelona. L’Auditori. 19-V-2006. Arcadi Volodos, piano. OBC. Director: Ernest Martínez Izquierdo. Obras de Prokofiev y Mahler. F 20 inal de temporada y despedida del director Ernest Martínez Izquierdo como titular de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya. La cancelación de la pianista Maria João Pires obligó a buscar un sustituto de categoría para la clausura de los conciertos regulares de la OBC y difícilmente podría haberse encontrado uno mejor que el ruso Arcadi Volodos, hoy en el Olimpo del pianismo mundial. Cierto es que impuso la misma obra que ya había tocado el 22 de febrero en el mismo Auditori, en aquella ocasión dentro de la temporada de Ibercàmera: el Concierto para piano y orquesta nº 2 en sol menor op. 16 de Prokofiev. Pero se trata de públicos distintos y, en todo caso, quien haya repetido habrá disfrutado por partida doble. Volodos es un fenómeno del piano. Su interpretación fue espectacular, grandiosa, arrebatadora. Con aspecto relajado y aparente facilidad, destaca en él su impecable técnica, su sonido contundente, el manejo de las resonancias, la suavidad de las transiciones, la precisión en las dificultades. Su musicalidad. Su profundidad conceptual. Volodos es un volcán controlado. Todo tiene sentido. Nada es gratuito ni superfluo. Una delicia también su bis, con el que se sumó a la fiesta: un arreglo de un célebre Adagio de Benedetto Marcello. Martínez Izquierdo contribuyó a la esplendidez de la velada con un impecable acompañamiento en el Concierto de Prokofiev y con una muy interesante versión de la Sinfonía nº 1 en re mayor, “Titán”, de Mahler, en la que alcanzó momentos de gran expresividad, dentro de una concepción general de la obra que pareció dar a entender un frío y profundo análisis de la misma y, tal vez, unas nuevas perspectivas del joven director barcelonés dentro de este repertorio, con aportación de distintos y refrescantes puntos de vista. La orquesta no quiso ser menos en la despedida y se manifestó homogénea, brillante y contundente —en exceso con Mahler, pero así se lo pedía la batuta—, pese al buen número de caras nuevas que presentaba. Curiosamente, Martínez Izquierdo cosechó uno de los más grandes éxitos de su mandato, pero a buen seguro se unieron aquí las circunstancias del adiós y del reconocimiento por parte del público de una labor de cuatro años, con sus altibajos correspondientes, aciertos y momentos menos logrados. Se cierra una etapa y se abre otra. Veremos. José Guerrero Martín ACTUALIDAD ELCHE / HUELVA Construido por Granzig UN ÓRGANO PARA LA MARE DE DÉU De acontecimiento cultural de primer rango puede considerarse la solemne inauguración del nuevo órgano de la Basílica de Santa María de la ciudad alicantina de Elche. La importancia de la participación del Patronato del Misteri d’Elx en este proyecto ha sido determinante, junto con la Generalitat Valenciana, Fundación Caja de Ahorros de Murcia y el Obispado de Orihuela-Alicante. La construcción de este instrumento ha sido realizada por el prestigioso maestro organero Gerhard Grenzing — autor de órganos tan significativos como los de las catedrales de Madrid y Bruselas, y los de los auditorios de Valencia y Madrid—, que ha conseguido una magnífica pieza de tres teclados manuales y pedalero, con un total de tres mil veintitrés tubos distribuidos en cuarenta y seis registros, que seguramente lo convierten en el más importante de esta región levantina. La elección del maestro Ayarra, organista titular de la Catedral de Sevilla, para el concierto inaugural ha tenido el interés que supone la seguridad de contar con un músico sólido y de contrastada experiencia que, pudo ofrecer gran parte de las características del instrumento, especialmente su dinámica, el llamativo color de su sonoridad, y su enorme capacidad de mixturas y combinaciones, que permiten pueda interpretarse un repertorio amplio que va desde el primer barroco, pasando por el romanticismo, hasta la más compleja composición de nuestro tiempo. La imponente Fantasía y fuga en sol menor BWV 542 de Bach dejó de manifiesto un conseguido equilibrio acústico para las dimensiones del templo, de manera determinante en la creciente dinámica del final de la fuga. La serenidad del Coral Jaime Brotons Cano ELCHE Basílica de Santa María. 26-V-2006. José Enrique Ayarra, órgano. Obras de Bach, Mozart, Franck, Lefebvre, Cabanilles y Torres. Wachet auf BWV 645 permitía percibir la belleza de los flautados, siempre verdaderos referentes para valorar las calidades de un instrumento de esta naturaleza, como quedaría reflejado también en la expresiva Oración de Eduardo Torres, un íntimo y sentido homenaje de Ayarra a tan ilustre maestro de capilla de la Catedral hispalense del primer tercio del siglo pasado. El personalísimo órgano español estuvo representado por un tiento de Cabanilles, produciéndose uno de los momentos de mayor esplendor del concierto, y nada mejor que el Coral nº 3 de Franck para apreciar el extraordinario trabajo que ha desarrollado Grenzing con la registración, dejando constancia de refinamiento y gusto en el respeto a la mejor tradición romántica, que tuvo su apogeo en el genial organero del siglo XIX Aristide Cavaillé-Coll. Con la Sortie en mi bemol mayor de Lefebvre se cerraba el programa de un concierto extraordinario de imborrable recuerdo. Ahora queda seguir la necesaria tarea de dar vida y proyección cultural a este órgano, grandioso regalo de los ilicitanos a su Mare de Déu. José Antonio Cantón Compromiso y personalidad LA EFEMÉRIDES Y EL SELLO Gran Teatro. 19-V-2006. Javier Perianes, piano. Obras de Mozart y Chopin. HUELVA Una de las cualidades que dignifica al pianista onubense Javier Perianes es su timbre, acrisolado con un mimo que permite descubrir al oyente los tesoros entrañados en una partitura. Su riqueza expresiva en el espectro del matiz piano hace posible interpretaciones donde la frescura y la calidez (las metas más difíciles cuando se elabora música en vivo) reflejan no sólo un compromiso estético; sino también una personalidad arraigada profundamente. Ejemplo de lo dicho, la Sonata nº 3 en si menor op. 58 de Chopin: primer movimiento radiante, expuesto con el aplomo nobilísimo de quien sabe llamar a la música cuando ya ha trascendido los límites materiales propios de la técnica, síntesis instintiva que sus manos iban tejiendo por el teclado a lo largo del Scherzo-Molto vivace en frases consistentes, como si hubieran sido las raíces de varios árboles abrazándose entre sí. Una prodigiosa fuerza interior convertiría al tercer movimiento en música pura y latente donde Perianes logró extraer al piano una transparencia cada vez mayor en variedad de matices que se asemejaron a galerías de terciopelo; cada efecto armónico deparaba un goce nuevo mientras todo a su alrededor se iba envolviendo de un estado de gracia. El Finale fue un discurso enérgico, sin dureza y muy bien estructurado en esas líneas tempestuosas que cimentan a este cuarto tiempo sin empañar el heroico talante de la melodía; aunque, en rasgos generales, no se llegó a la altura de los movimientos anteriores. De una pulcritud obsesiva su Mozart, desfigurado incluso por los contrastes sistemáticos que aplicase en la dinámica y por la acentuación recargada en los allegri, tocados con tal rapidez que privó de temperamento a pasajes cruciales, como el Tempo primo de la Fantasía K. 475. Bien es cierto que ambas obras del salzburgués sonaron con mucho gusto, particularmente el Adagio de la Sonata en do menor K. 457 (una lección magistral de tersura al estilo de una nana que podría haberse cantado al oído); pero quizá en el intento de aproximarse a un fortepiano a veces Perianes se quedaba alicorto. Marco Antonio Molín Ruiz 21 ACTUALIDAD LA CORUÑA El Festival Mozart recupera una ópera de Ramón Carnicer EN LA COCINA DEL INFIERNO LA CORUÑA Luego del necesario trabajo de catalogación y estudio, la música de Carnicer inicia el proceloso camino para su incorporación al repertorio. El montaje de Il dissoluto punito —que iba a verse también en Pésaro este verano pero ha sido pospuesto— formaba parte del hilo conductor del Festival Mozart coruñés de 2006, que giraba en torno al Don Giovanni del compositor de Salzburgo, aunque en una decisión más bien surrealista la propia obra de Mozart no ha figurado en el cartel. De hecho, en el año del bicentenario ninguna ópera de Mozart ha sido incluida en el festival gallego de su nombre. Pero lo cierto es que el libertino de Carnicer mal hubiera convivido con la obra maestra absoluta que es Don Giovanni. Desde luego, la programación del Dissoluto es un acierto, porque de una de estas indagaciones en nuestro pasado es probable que surja alguna obra digna de ingresar en el repertorio. Es muy dudoso que sea ésta; el drama semiserio de Carnicer ofrece una música agradable —e intranscendente— sobre fórmulas descaradamente rossinianas y multitud de citas de Mozart, incluida la de la obertura misma, a cargo del trombón, cuando suena el motivo de la aparición de la estatua en la cena del Don Giovanni. El libreto, con escenas enteras —el cementerio, la cena— tomadas de Da Ponte, hubiera causado serios problemas de derecho de autor en nuestros días y sólo se comprende en un momento en que todavía no había llegado Don Giovanni a España. El montaje de Michieletto y Sanchi era divertido, aunque MiguelÁngel Fernández Teatro Rosalía de Castro. 9-VII-2006. Carnicer, Il dissoluto punito. Dimitri Korchak, Wojtek Gierlach, Annamaria Dell’Oste, Juan Luque Carmona, Enrica Fabbri, José Julián Frontal. Coro y Sinfónica de Galicia. Director musical: Alberto Zedda. Director de escena: Damiano Michieletto. Escenografía: Edoardo Sanchi. Vestuario: Carla Teti. Palacio de la Ópera. 10-VI-2006. Stravinski, The Rake’s Progress. Hao Jiang Tian, Lishir Inbar, James Schaffner, Chester Patton, Maria Gortsevskaia. Sinfónica de Galicia. Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana. Director musical: José Ramón Encinar. Director de escena: Calixto Bieito. Escenografía y vestuario: Rifail Ajdarpasic y Ariane I. Unfried. 22 José Julián Frontal y Dimitri Korchak en Il dissoluto punito de Carnicer su cocina permanente no tuviera nada que ver con la acción narrada en la obra. Algún detalle más bien kitsch de figuración hacía descender el nivel innecesa- riamente. Muy buena versión musical gracias sobre todo a Zedda, que aprovechó a fondo el contenido rossiniano de la partitura, y reparto más que cumplidor, con un sen- sacional Dimitri Korchak en la belcantista línea del tenorio. También espléndido José Julián Frontal como el Leporello más bien soso de Carnicer; y muy correctos el resto, sobresaliendo la Doña Ana de Dell’Oste. Un libertino muy distinto es el de Stravinski, pues su Rake’s Progress es tan extrañamente ambigua como fascinante por su música. La escenografía de Ajdarpasic y Unfried, así como la dirección de Calixto Bieito optaban, en cambio, por una óptica muy clara, entre la demostración circense y el concurso televisivo de verano. Por fortuna, ningún cantante sufrió percance alguno al evolucionar sobre el suelo o los decorados de plástico hinchable. Los movimientos robóticos del coro en el segundo cuadro del acto primero no hicieron sino acentuar el tono de astracanada de la propuesta. Otras decisiones de dirección, como el suicidio de Nick Shadow, incurren en la mera reescritura del original. Musicalmente, Encinar pareció preocuparse más de la precisión, que logró en alto grado, que del color instrumental, pues la prestación de la orquesta sonó un tanto gris. Destacaron vocalmente el socarrón Shadow de Chester Patton, magnífico actor por lo demás; y el Tom Rakewell de James Schaffner, libertino a su pesar. Menos convincentes, pero aceptables, las féminas, la Anne Trulove de Lishir Inbar y la Baba la Turca de Maria Gortsevskaia. Francamente endeble el Trulove de Hao Jiang Tian, a quien se veía comprensiblemente preocupado de no caerse al foso de la orquesta. Enrique Martínez Miura ACTUALIDAD LA CORUÑA Festival Mozart GOZA DE BUENA SALUD A pesar de ciertos inconvenientes y de algunas críticas, el IX Festival Mozart, justo como en la célebre frase del Don Juan, de Zorrilla, goza de buena salud. Bajo el título Ayer y hoy de Don Juan, se celebró un encuentro internacional, en tres jornadas; dirigió Jacobo Cortines y contó con la presencia de numerosas personalidades. Loable intento de acercar a Mozart al público de la calle, en especial a los niños, llevando a los barrios coruñeses un espectáculo con marionetas, actores, cantantes y músicos, con el sugerente título de La alegre partitura. Cristina Vázquez fue confirmada oficialmente como directora del Festival, actividad que ya venía desempeñando con la asesoría de Alberto Zedda y de Víctor Pablo Pérez. Debido a una inoportuna faringitis, la mezzosoprano Sonia Ganassi hubo de anular su recital previsto para el día 17; formuló solemne promesa de venir el año próximo. También el tenor José Manuel Zapata excusó su participación como protagonista en la ópera Le comte Ory; le sustituirá Marc Laho que acaba de cantar hace pocos meses el mismo rol principal en Lieja bajo la batuta de Alberto Zedda. En fin, el violinista Frank Peter Zimmermann canceló los dos conciertos previstos con la Sinfónica de Galicia bajo la dirección de Víctor Pablo Pérez; su indisposición fue debida a un accidente de bicicleta, lo que demuestra la peligrosidad de ese artefacto de pretendida inocuidad y condición ecológica. Christian Zacharias ofreció un concierto y un recital. En el primero, con eficaz desempeño como solista y director, interpretó dos conciertos de piano de Mozart —los nºs 6 y 19— obteniendo del teclado los sonidos más delicados, las expresiones más elegantes y estimulando en la orquesta la producción de un sonido mozartiano. En su función rectora, ofreció una ensoñadora y refinada versión de los ravelianos Valses nobles y sentimentales; tal vez sea éste su lado más natural de expresión; pero ello no impidió que dirigiese una versión brillante y apasionada de las Danzas concertantes de Stravinski. En el Teatro Rosalía de Castro, como sucedió con Sokolov, la excelente acústica de la sala permitió escuchar con absoluta nitidez el arte singular de este excepcional pianista que es Zacharias: la limpia digitación, la expresión pura (Mozart); las suaves, evanescentes y originales armonías (Ravel); los sutiles contrastes dinámicos (Schubert). La Sinfónica de Galicia está integrada por verdaderos profesionales que acostumbran tocar en agrupaciones menores para realizar música de cámara. Fue pri- Rafa Martín La Coruña. Palacio de la Ópera. 26-V-2006. Sinfónica de Galicia, Christian Zacharias, director y pianista. Obras de Mozart, Ravel y Stravinski. Teatro Rosalía de Castro. 27-V-2006. Christian Zacharias, piano. Obras de Mozart, Ravel y Schubert. Iglesia Colegiata. 28-V-2006. Solistas de la OSG. Obras de Martín y Soler y Mozart. 1-VI-2006. Palacio de la Ópera. Real Filharmonía de Galicia. Mark Kaplan, violín; María José Martos, soprano. Director: Antoni Ros Marbà. Obras de Trillo, Bruch y Falla. Iglesia Colegiata. 2-VI-2006. Trío Manuel Quiroga. Fumika Yamamura, violín. Mozart-Anónimo, Don Giovanni, transcripción para cuarteto de cuerda. Teatro Rosalía de Castro. 4-VI-2006. Orquesta de Cámara de la OSG. Massimo Spadano, director y violinista. Obras de Martín y Soler y Mozart. CHRISTIAN ZACHARIAS mero un Octeto que, bajo la denominación Solistas de la OSG, agrupó a primeros atriles de los vientos: Hanley y McLeod (oboes), Ferrer y Anguera (clarinetes), Harriswangler y Greaves (fagotes), Buschnell y Schimmelmann (trompas). El programa, del mayor interés, incluyó una interesante selección de Una cosa rara, la ópera de Martín y Soler, y la extensa y notable Serenata nº 11, KV 375, de Mozart; las obras fueron magníficamente interpretadas. El Trío Manuel Quiroga (Fabris, violín; Quiggle, viola; Ethève, violonchelo), CORAL DE CÁMARA DE PAMPLONA CONVOCA AUDICIONES para cubrir plazas profesionales Interesados ver bases en www.coraldecamaradepamplona.com -en el apartado de noticiaso en el telf.: 848 050 073 reforzado con la violinista Yamamura, realizó una excelente versión de la soberbia transcripción para cuarteto de arcos del Don Giovanni mozartiano. La Orquesta de Cámara de la OSG, con el violinista Massimo Spadano desdoblado en los roles de solista y director, tocó las dos oberturas de Martín y Soler —Caprichosa corregida y Árbol de Diana— y la célebre Serenata “Haffner”, de Mozart. El concierto de la Real Filharmonía de Galicia dirigida por su titular, Ros Marbà, fue un poco desigual. El precioso Primer Concierto para violín de Bruch contó con el inestimable concurso de Mark Kaplan, excelente intérprete que además toca en un maravilloso stradivarius llamado “El Marqués”; tanto en la versión orquestal de El tricornio (que incluyó la breve e inhabitual intervención de la soprano) como en la partitura del compositor gallego, Trillo, la agrupación se mostró más entonada. La obra de Trillo, Divertimento (ma non troppo), es definida por su autor como un simple divertimento y en ese sentido cumple con eficacia tal propósito. En fin, un recital de la soprano Monar, la mezzo Cusí y el barítono Menéndez, acompañados al piano por Rubén Fernández mostró un cierto carácter improvisatorio que condicionó en gran medida el resultado; una lástima, porque los cantantes mostraron buenas cualidades individuales y el repertorio ejecutado —arias y tercetos de Martín y Soler y de Mozart— prometía hacernos pasar una deliciosa velada. Julio Andrade Malde 23 ACTUALIDAD LAS PALMAS Concurso Nacional de Escenografía DE LA METRO GOLDWYN MAYER Teatro Cuyás. 16-V-2006. Donizetti, Don Pasquale. Carlos Chausson, Isabel Rey, Pietro Spagnoli, José Zapata, Elu Arroyo. Coro del Festival de Ópera. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Director musical: Miquel Ortega. Director: Curro Carreres. LAS PALMAS Una de las vías de inyectar savia nueva a un género que muchos tachan de anacrónico o inmovilista como es el operístico (y en algunos casos no sin razón, cuando se repite de forma rutinaria un mismo repertorio) consiste en buscar alternativas renovadoras en lo que a la presentación de los espectáculos se refiere. Porque se puede variar el repertorio e incluir nuevas óperas (otra de las opciones), y sin embargo no conseguir innovar nada. Los Amigos Canarios de la Ópera, veteranos indiscutibles en programación de temporadas, buscan continuamente nuevas alternativas para estar a la altura de los tiempos y así, con la colaboración de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, llevamos ya dos ediciones del Concurso Nacional de Escenografía, cuya última convocatoria premió la pro- Escena de Don Pasquale de Donizetti puesta de equipo de Curro Carreres, Esmeralda Díaz y Silvia García Bravo para Don Pasquale. La originalidad principal radica en trasladar la acción de la ópera a bordo de un lujoso crucero, digno de las películas de los Hermanos Marx o de los primeros musicales de Fred Astaire y Ginger Rogers. Con un cui- dadísimo vestuario, numerosas acciones teatrales a cargo de figurantes y de los miembros del coro y una excelente iluminación, la novedosa escenografía sirve de marco idóneo para realzar la gracia de las situaciones del libreto así como para hacer más chispeante y glamurosa una partitura pródiga en ello de por sí. Reparto de lujo además, con el imprescindible Carlos Chausson, absolutamente indisociable del personaje donizettiano, rico en matices, poderoso en lo vocal y carismático como pocos en lo escénico; Isabel Rey, que no deja escapar ni una sola nota sin la intención justa, con apropiado color de voz, amén de hermosa figura muy en la línea cinematográfica propuesta. Pietro Spagnoli, cuyo Malatesta resulta antológico en lo vocal y lo teatral, y José Zapata, de timbre aterciopelado sumamente apto para este repertorio y hermoso fraseo. Estupendo también el Notario de Elu Arroyo. Miquel Ortega imprimió a la orquesta el brillo y la chispa demandada, con excelente respuesta de los profesores (espléndidos los solos de chelo, así como el de trompeta de Ismael Betancor), al igual que por parte del coro. Leopoldo Rojas-O’Donnell Tributo mozartiano MUCHO MÁS QUE UN TRÁMITE Las Palmas. Teatro Cuyás. 13-VI-2006. Mozart, Idomeneo. Coro del Festival de Ópera. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Bruce Ford, Isabel Rey, Carmela Remigio, Ruxandra Donose, Ricardo Mirabelli, Francisco Navarro, Juan Muruaga, Kenia Reyes, Carmen Sánchez, Jesús Cabrera. Director musical: Eric Hull. Director de escena: Emilio Sagi. N 24 o podía faltar en la presente temporada del Festival de Ópera “Alfredo Kraus” el título mozartiano de rigor, dadas las circunstancias conmemorativas. Con muy adecuado criterio, la dirección artística se decantó por Idomeneo, con lo que, además de cumplir el obligado tributo al salzburgués, se daba la opción de ampliar el repertorio en el cartelón. Musicalmente, la complejidad de la partitura de Idomeneo fue magníficamente resuelta en esta versión llena de claridad y de nervio en los momentos dramáticos, por parte del maestro Eric Hull, que dirigió a una Filarmónica de Gran Canaria en plena forma y al en general compensado cast vocal, que resultó sumamente adecuado, especialmente en las voces femeninas. De entre ellas destacó la idoneidad vocal de Isabel Rey, absolutamente deliciosa en su aria del último acto; la Elettra entregada y sin miedo al riesgo de Carmela Remigio y la belleza del instrumento, con gran adecuación estilística de la Donose. De los varones, resaltemos la generosidad interpretativa con la que Bruce Ford compensa un cierto desgaste vocal, y la correcta prestación de los tenores locales Francisco Navarro y Jesús Cabrera, junto a las sopranos Kenia Reyes y Carmen Sánchez, en tanto que Mirabelli resultó algo desdibujado en la escritura melismática de su aria. Emilio Sagi retomó la producción de la Ópera de Oviedo ya conocida, a la que ha incorporado nuevos efectos que contribuyen a mejorar una propuesta ya acertada de por sí. Todos los elementos escénicos más los musicales ya reseñados, amén de la excelente actuación de un coro muy adecuado a la sonoridad mozartiana, redondearon estas representaciones en que se nos brindó un auténtico tributo a Mozart, que excedió con mucho, el puro trámite. Leopoldo Rojas O’Donnell ACTUALIDAD LUGO Festival Ciudad de Lugo AMADÍS DE GAULA Y OTROS CABALLEROS 31-V-2006. Nicolai Luganski, piano. Obras de Beethoven, Franck y Chopin. 7-VI-2006. L’Assemblée des Honestes Curieux. Dominique Visse, contratenor. Cantatas de Bach. 9-VI-2006. Sonia Prina, Jordi Domènech, María Espada, Sharon Rostorf-Zamir. Al Ayre Español. Director: Eduardo López-Banzo. Haendel, Amadigi di Gaula (versión de concierto). LUGO Caballeros andantes que, como es de rigor, han venido hasta Lugo traídos por una dama, la Concejala de Cultura del Ayuntamiento, promotora del Festival y a la que es obligado felicitar. El recital de Luganski tuvo lugar en el Conservatorio y ello le restó parte del público habitual, pero estuvo contrarrestado por el entusiasmo de los presentes. Las dotes del joven pianista ruso se pusieron de manifiesto ya en la relativamente poco interpretada Sonata nº 16 de Beethoven, que tocó con la claridad y elegancia exigidas por la obra. Continuó con una soberbia versión de la tan germánica obra de Franck Preludio, coral y fuga y culminó el recital con una poderosa y a la vez delicada visión de la Sonata nº 3 de Chopin. Hace tan sólo tres meses se la habíamos podido oír nada menos que a Zimerman en La Coruña y la de Luganski resultó perfectamente comparable en calidad, contando con la ventaja, además, de un público bastante más atento, sin toses ni aplausos a destiempo. Ambos hicieron trizas el cada vez menos creíble tópico de la languidez chopiniana. Escuchar a Dominique Visse cantar en Bach fue una experiencia curiosa. El timbre tan especial de este contratenor, muy adecuado para determinados papeles operísticos, resultó bastante chocante en las dos Cantatas BWV 54 y 170 para voz solista. Quizás por sus muchas tablas y veteranía, a su exposición le sobró teatralidad. La bachiana sesión se completó con el Concierto BWV 1055 en su versión para oboe d’amore y con la Suite nº 2 para orquesta, con unas muy dignas prestaciones de los jóvenes componentes de L’Assemblée des Honestes Curieux y particularmente del flauta solista en esta última obra. De extraordinario hay que calificar el Amadigi di Gaula ofrecido por López Banzo, su orquesta de época y los cuatro cantantes. Están haciendo una gira con ella por varias ciudades, rodando una previsible grabación y les salió redonda, sin un solo pero que poner, lo que es bien difícil en una ópera. Los cuatro solistas vocales (Sharon RostorfZamir cantó Melissa y el breve papel de Orgando) estuvieron a gran nivel. De destacar algo, el fulgor de esta soprano en el aria con trompeta obligada que cierra el acto II, la Pena tiranna que cantó Doménech, la hermosa voz de María Espada y la entrega de Sonia Prina, venciendo las dificultades vocales del endiablado papel protagonista, que Haendel compuso para el célebre castrato Nicolini. La orquesta, magnífica en todas sus secciones, desde el continuo al trompeta solista. El entusiasmo recíproco de público e intérpretes fue el mejor homenaje que se le pudo tributar a la genial sabiduría operística de Haendel. Por último, desear que se confirme la grabación, pues sólo se disponía de la que hizo en su día Minkowski para Erato, ya inencontrable. José Luis Fernández 25 ACTUALIDAD MADRID Drama del miedo MEMORABLE MADRID Javier del Real Teatro Real. 8-VI-2006. Poulenc, Dialogues des carmélites. Andrea Rost, Raina Kabaivanska, Gwynne Geyer, Barbara Dever, Patricia Petibon, William Burden. Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid. Director musical: Jesús López Cobos. Director de escena: Robert Carsen. Escenografía: Michael Levine. Figurines: Falk Bauer. 26 Es Diálogos de carmelitas la ópera del cantabile más logrado de todo el siglo XX. Textos prosaicos se convierten en canto tonal con mucha modulación gracias al instinto de Francis Poulenc, autor de unas 140 canciones. Es además obra de fusión entre tragedia y pieza sacra (hay un tenso y lírico Ave Maria y un escalofriante Salve Regina final), y es el drama del miedo, y del miedo que lleva a la pérdida del honor, y del honor que se recupera en la ecclesia, la asamblea de los iguales (ágape), la comunión de los santos. La ópera es obra de un católico, pero también de alguien lleno de angustias y terrores, que a punto estuvo del colaboracionismo, por pánico. La novela en que Bernanos basó su texto es de Gertrud von Le Fort, también una aterrorizada; una Casandra que vio lo que venía (la novela es de 1931). Y si Le Fort se proyecta en Blanche de La Force, Poulenc se autobiografía en Blanche y en la angustiada protagonista única de La voz humana. Blanche es Poulenc, en un sentido muy distinto a cuando Emma es Flaubert. Curiosamente, ambas óperas han servido para iniciar y concluir la temporada madrileña en dos teatros distintos. La traducción de todo la hemos visto en el Real en una impresionante puesta en escena del canadiense Robert Carsen, sobria, austera, y al tiempo muy expresiva, dibujada sobre una escenografía despojadísima de Michael Levine, y basada en la fuerza histriónica y de canto de cinco espléndidas intérpretes femeninas, y en el acompañamiento poderoso y delicado, sutil y sin embargo elocuente de la batuta de Jesús López Cobos (pese a alguna “desviación” Patricia Petibon y Andrea Rost en Diálogo de carmelitas de Poulenc en el Teatro Real de tal o cual instrumento). Del foso surgía el comentario-paisaje de un Poulenc que se desvive por el canto, y así lo tradujo este inspirado director que tanto foso y tanto canto lleva a las espaldas. Carsen utilizó coro y masas con soberbia precisión, tanto para elaborar un icono (la verja en el locutorio) como para actuar sobre el atrezo de manera puramente dramática (las masas desnudan el escenario para la catástrofe, sin que lo sintamos, mientras avanzan de derecha a izquierda). Y lo hizo culminar todo en una soberbia escena final, no muy distinta de la propuesta por Marthe Keller en su puesta para la Opera del Rin, que está en DVD, pero con esa especie de ballet de las monjitas que van a ser ejecu- tadas: filía, plegaria, ofrenda, crucifixión… Para ponerte los pelos de punta. La excelente Andrea Rost dio una Blanche que se superaba hacia el final, como si escatimara al comienzo y cumpliera sobre todo en el tercer acto. Su excelencia se daba al lado de cuatro monstruos: Raina Kabaivanska, que es espléndida aunque no canta lo cantabile de la Primera Superiora como lo hubiera hecho en tiempos; Gwynne Geyer, magnífica Segunda Superiora, de “refinada llaneza”, por decirlo así; Barbara Dever, excelente Madre María de la Encarnación, papel que crece hasta tornarse poco menos que coprotagonista, y que exige una voz dramática con capacidades líricas: así, Dever. Y, en fin, una Sor Constance insuperable, la misma del Rin, Patricia Petibon, de apariencia frágil y temperamento histriónico impresionante, que cantó dando todo desde el principio, con un dominio increíble del grupo de monjitas en la Salve final, con una línea de canto de soprano ligera que la ha llevado a repertorios alejados de éste, como el del Grand Siècle. No hay que olvidar la buena línea del tenor William Burden en sus dos escenas como Caballero de La Force. ¿Es la mejor propuesta del Real de esta temporada? Lo sería, tal vez, con De la casa de los muertos. Como siempre, desde que se abrió este teatro, lo mejor es el repertorio del siglo XX; el pasado siglo. Santiago Martín Bermúdez ACTUALIDAD MADRID Revista de prensa MAGISTERIO Y ATREVIMIENTO Madrid. Auditorio Nacional. Ciclo de Grandes Intérpretes. 23-V-2006. Richard Goode, piano. Obras de Bach, Brahms, Schoenberg y Schubert. 13-VI-2006. Paul Lewis, piano. Obras de Beethoven. L os dos últimos conciertos del ciclo de Grandes Intérpretes presentaron dos pianistas muy distintos, Richard Goode y Paul Lewis. Sobre la actuación del primero, Juan Ángel Vela del Campo, en El País, apreciaba así la propuesta del programa: “Su recital de anteayer ha sido contundente, ya desde la elaboración del programa. En la primera parte, un atrevido salto de la abstracción bachiana al romanticismo de las fantasías de Brahms pasando por el expresionismo de la segunda Escuela de Viena; en la segunda, una de esas sonatas para la eternidad, la última de Schubert”. En cuanto a la interpretación, el critico juzgó que “Goode mostró con cierto distanciamiento a Bach, con precisión peliaguda a Schönberg y con impulsivo arrebato a Brahms”, y ya en la sonata de Schubert —la D. 960—, en ella hubo “transparencia en el sonido, luminosidad en el fraseo, ausencia absoluta de retórica. Hasta se alcanzaba un punto primoroso de vivacidad en el allegro vivace. Una gran versión, en suma”. Curiosamente, sobre la actuación de Goode puede encontrarse hasta la opinión de la persona que se oculta tras el lema “El amante del volcán” en un blog de Internet, donde se puede leer que el pianista tocó “un Bach de elegante factura”, pero “despojado de su visión cósmica y universal”, unas fantasías de Brahms “llenas de melancolía y pasión desde una visión enormemente personal” y una sonata de Schubert en la que “Goode destacó bien todo aquello que Schubert no dice”. Paul Lewis, por su parte, se enfrentó a tres sonatas beethovenianas, las nºs 15, 25 y 29. Vela del Campo, en El País, señalaba la condición de “programa ambicioso, sin concesiones, de los que definen la categoría y musicalidad de un pianista, con una Hammerklavier, de Beethoven, como punto máximo del atrevimiento, y con dos sonatas tan hermosas como la 15 y la 29 para abrir boca”. Afirmaba el crítico que “Hay en sus acercamientos una madurez casi me atrevo a decir que impropia de su edad”. […] “La limpieza en la ejecución está a la altura de la comprensión global. La espontaneidad, la frescura, la sensación de facilidad, sobresalen”. Y en cuanto al plato fuerte de la sesión, “La sonata número 29, conocida por Hammerklavier, es un miura de los de leyenda. Creo que era Brendel el que decía que está un pianista preparándose media vida para tocarla, y cuando está en condiciones para hacerlo con soltura ya se le ha pasado la edad. En estos ciclos de grandes intérpretes la han bordado en los últimos años Aimard y Pollini. Paul Lewis hace una buena versión pero no llega de momento a la altura de estos hitos interpretativos”. Por su parte, Gonzalo Alonso, en La Razón, defendía que “Lewis ya no es tan joven […] Sin embargo tampoco alcanza nivel como para incluirlo en la presente serie de solistas consolidados”; y más adelante: “se presentó con un monográfico Beethoven absolutamente equivocado, porque él no es un pianista que transmita emociones y Beethoven lo precisa”. Sentenciando: “Lo que se escuchó esta vez fue una sucesión de notas sin contenido emocional”. 27 ACTUALIDAD MADRID Música de Manchado para la película de Dreyer RETRATO DE JUANA Madrid. Teatro de la Zarzuela. 31-V-2006. Manchado, Música para La pasión de Juana de Arco, película de Carl Theodor Dreyer. Victoria Marchante, soprano. Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: Carlos Cuesta. J uana, a la que se refería François Villon:Jeanne de Loraine / qu’anglais tuèrent à Rouen… Tengo un recuerdo de hace exactamente cuarenta años. Dos Juanas; la de Dreyer y la de Bresson. Qué distintas, qué opciones tan opuestas. Las daban en una sesión doble en aquel cine club de la calle Cadarso, en Madrid; no en la Sala Cadarso, teatro alternativo, sino en un cine club cercano que muchos recordarán porque allí se veían muy buenas películas. Por la película de Dreyer, y junto al protagonismo inquietante de Falconetti, se pasea nada menos que Antonin Artaud. Bresson descreía de la música; no así Dreyer, que no sabemos si habría admitido esta nueva partitura de Marisa Manchado, esta propuesta espiritual de una compositora que demuestra con esta hora y del asesinato de muchachas por parte de una maquinaria pública rabiosa. Acaso la evocación de cierto escandaloso martirio postbélico ha influido en el retrato de Juana. Durante la proyección, pudimos percibir en una primera lectura, que ya nos gustaría repetir, la riqueza de una partitura larga y pródiga en bellezas. Sabemos que la guarda Radio Nacional de España; menos mal. La obra de Manchado tiene que darle gracias al foso; gracias a la bella voz de Victoria Marchante, y a la dirección que Carlos Cuesta le imprimió a la Orquesta y al Coro de la Comunidad de Madrid, que respondieron con muy buen nivel. Por cierto, el Coro de Jordi Casas sigue sorprendiendo. En resumen: una bella partitura para una película inolvidable. Fotograma de La pasión de Juana de Arco de Dreyer media larga de secuencia sonora que domina el sentido de su oficio, el arte de su oficio, además del oficio mismo. La Juana de Arco de Marisa Manchado es una propuesta espiritual, un amplio retrato de Juana en el que priman las gamas piano, y no faltan, aunque escase- an, fortes muy motivados. Tanto la solista como la orquesta y el coro susurran, sugieren, evocan la grandeza espiritual de Juana sin necesidad de pautas a lo “vida de héroe”. Juana es una muchacha que va a ser asesinada legalmente por los ingleses y sus colaboradores patrios. Algo sabe Marisa Manchado Santiago Martín Bermúdez Concierto de Primavera DE JANINE AL CIELO 28 del injustamente subestimado Max Bruch se reveló como lo que es: una de las más inspiradas partituras del repertorio violinístico de la época, a la que sólo ha perjudicado su supuesto (y erróneo) epigonismo brahmsiano. La joven violinista holandesa Janine Jansen, que a finales de abril ya demostró sus cualidades en este mismo auditorio con un sobresaliente Bartók en el ciclo Liceo de Cámara, se erigió en protagonista absoluta de la velada. Perfecta afinación, elegante fraseo, sonido bello y cálido, incluso en el registro más agudo, y dotes virtuosísticas suficientes para traducir con arrojo el ardiente Allegro energico final fueron JANINE JANSEN L a visita de la venerable Orquesta Hallé de Manchester, la más antigua agrupación sinfónica profesional del Reino Unido, al VIII Concierto de Primavera organizado por Fundación Caja Madrid ha permitido escuchar tres genuinas obras maestras —cada una en su género— del repertorio romántico. Si la Obertura del rossiniano Guillermo Tell —planteada con una correcta dosificación de las dinámicas y las diversas atmósferas que animan cada una de sus cuatro secciones— permitió calibrar las facultades como director operístico de Mark Elder, titular del conjunto desde hace seis años, el Concierto nº 1 Mitch Jenkins Madrid. Auditorio Nacional. 5-VI-2006. Janine Jansen, violín. The Hallé. Director: Mark Elder. Obras de Rossini, Bruch y Brahms. sus bazas. Sólo cierto exceso de preciosismo, de regodeo en la pura belleza sonora, que provocó un asomo de languidez en el precioso Adagio central, podría objetarse como mínima mácula a una ejecución excelente. Adecuado el acompañamiento de Elder, cuidadoso de no tapar a la solista. Menor interés tuvo la Cuarta de Brahms, cuyos claroscuros escaparon a la batuta. Si al Allegro ma non troppo, demasiado plácido, le faltó tensión interna y una mayor temperatura en la coda y el Andante moderato adoleció de una sonoridad algo pastosa, sin esa transparencia mendelssohniana que Brahms otorga siempre a las maderas, el Allegro giocoso resultó demasiado contundente y algo plana, sin magia, la genial chacona conclusiva. Juan Manuel Viana ACTUALIDAD MADRID Ópera de cámara NO ES FÁCIL ESCRIBIR PARA LA VOZ Madrid. Teatro de la Abadía. 3-VI-2006. Pérez Maseda, Bonhomet y el cisne. Pedro Casablanc, narrador; David Azurza, contratenor; Isidro Anaya, barítono; Celia Alcedo, soprano. Yoko Taira, Aida Badía y Andrea Méndez, bailarinas. Solistas de la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director musical: José Luis Temes. Director de escena, escenografía e iluminación: Tomás Muñoz. Figurines: Ariane Unfried. E l Bonhomet de Eduardo Pérez Maseda, que se basa en el relato de arranque de la novela de Villiers de l’Isle Adam sobre ese personaje, consta de dos partes o actos. La primera, Swan (El peso de la sombra) se remonta en el tiempo, y tiene una sonoridad percutiva muy sugerente. Presenta un narrador, que recita pero no canta; y un contratenor. No es teatro, en rigor, es relato con música. La segunda (La aparición) es reciente, y presenta un trío vocal: soprano, barítono, contratenor. Ahora ya aparece una orquesta. La trama de fondo es siempre bella, siempre sugerente, siempre rigurosa. Pérez Maseda es un excelente compositor que sabe tratar los conjuntos. Lo que falla en esta obra es el tratamiento de la voz, de la prosodia, de la frase. No hay composición para voz, sino notas excesivas en su valor para un discurso que, por otra parte, roza la pedantería. PEDRO CASABLANC Recuerdo una escena de una ópera muy anterior de Pérez Maseda, Luz de oscura llama, de 1991; le echaban una buena bronca a San Juan de la Cruz, pero no había nervio ni apenas subdivisión en aquel discurso. Debían de ser blancas, en su mayoría. Cómo se puede echar una regañina en blancas, o en negras con puntillo. Ahora sucede lo mismo. No hay nervio, no hay subdivisión de la línea, no hay apenas semicorcheas, no hay tresi- llos, y además todo se da en una especie de interminable legato; no hay apenas un staccato. Monotonía, torpeza en el tratamiento de la voz. Además, a veces se obliga a algún cantante a moverse en una tesitura demasiada forzada, o que no le corresponde, como al barítono que personifica a Bonhomet. Es un mal muy extendido en los operistas españoles contemporáneos. ¿Por qué? Un espacio escénico muy bien definido, muy imagina- tivo, permitía el movimiento de personajes, cisnes y mundo acuático. La puesta en escena tuvo algún que otro detalle ridículo (salvo que la culpa sea de la figurinista): lencería de medio pelo para las tres bailarinas que personifican a los cisnes acechados por Bonhomet; bata de cola poco menos que rociera o de Feria de abril, aunque negra, para personificar al cisne-sirena que viene a pedirle cuentas a Bonhomet en su lecho de muerte. Cumplían como podían tanto el actor como los solistas, de muy buen nivel. Menos mal que había un director de orquesta como la copa de un pino, José Luis Temes, que torea este tipo de toros, y muchos otros; desde Berg hasta Messiaen. Y que consigue con buen oficio, mucho trabajo y mucha inspiración que aquello se mantenga sin más menoscabo que el que ya lleva como carga. Santiago Martín Bermúdez Cátedra Alfredo Kraus de la Fundación Ramón Areces ZARZUELA Y MOZART Madrid. Auditorio Nacional. 17-VI-2006. Galina Gurina, Francisco Corujo, Agnieska Grzywacz, Fabiola José González, Silverio de la O Madalit Lamazares, piano. Orquesta Freixenet. Director: Antoni Ros Marbà. Números de zarzuela, Mozart. T odos estos jóvenes cantantes, cuatro sopranos, un tenor y un barítono, la más joven con 23 años (Gurina) y la que menos con 33 (González), alumnos de la Cátedra Alfredo Kraus de la Fundación Areces, interpretaron páginas españolas, preferentemente zarzuelísticas, siendo éste un repertorio que no les iba a ninguno ni por medios, preparación o carácter. Pese a ello, se pudo apreciar la excelente musicalidad de Iwona Sobotka en tres canciones de Obradors, haciendo gala de unas regulaciones exquisitas, la bien resuelta voz del tenor canario Francisco Corujo, un lírico-ligero a años luz de la vocalidad que demandan Rafaelillo o Don Gil de Alcalá, la desenvoltura de la venezolana Fabiola José González sobre todo como Soleá en el dúo del Gato montés, así como la seguridad de la ucraniana Galina Gurina más caliente la voz en La Marchenera que en su romanza inicial de la Niña Estrella del Don Gil de Pene- lla. La polaca Agnieszka Grzywacz hizo una ininteligible aunque agradable lectura del aria de Ascensión de La del manojo de Sorozábal y Silverio de la O dio cuenta de una voz ambigua y algo apagada, cuyos medios baritonales suenan demasiado claros y livianos para la romanza de Carrasquilla. Todos acompañados con más ahínco que sutileza por la pianista cubana Lamazares, en lo que pareció un familiar acto escolar de clausura de curso. En chocante contraste con esta primera parte, en la segunda ese gran mozartiano que es Ros Marbà dio una lección de concepto, estilo, planteo, desarrollo y clase con la Sinfonía nº 29 del salzburgués al frente de una orquesta dócil y flexible, la Freixenet de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, con un riquísimo grupo de cuerdas que es el idealmente exigido para dar cuenta de tan deliciosa partitura. Fernando Fraga 29 ACTUALIDAD MADRID XIII Gala de ganadores de concursos españoles de canto Liceo de Cámara LAS BUENAS INTENCIONES ESA QUINTA VOZ Madrid. Teatro Monumental. 19-V-2006. Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española. Director: Adrian Leaper. E stas veladas líricas del Monumental a veces cuentan de antemano con algún nombre que empieza a revestirse con las galas del prestigio o destinado a impresionarme. En el pasado ha sido el caso de Ofelia Sala, Emiko Suga, Micaela Carosi o Jorge de León, entre otros. Pero ahora sólo me era conocida la soprano Barbara Quintilliani (ganadora del Viñas). Y como canceló su participación en la gala, ésta se convirtió en un hecho desprovisto de a prioris. El bajo Tomasz Slawinsky (Gayarre), cantó el Aria del catálogo de Don Giovanni. Lució una voz algo seca, de tintes baritonales. Una voz muy lírica, claro está, a la que perjudicó la posición tan retrasada con que ciertas notas eran emitidas. La soprano Elena Rivera (Acisclo Fernández), derrochó una gran pasión en la difícil aria del I acto de La traviata. Cantante aún no del todo cuajada, sorprendió sin embargo por algún detalle de clase inesperado, como la cresta con que coronó el agudo en frases como “Solinga n’e tumulti”. Su romanza de El canastillo de fresas fue servida con conocimiento del género lírico español y algún sonido algo velado. El barítono Matteo Suk (Aragall), tiene un material algo claro, a veces escorado hacia un tipo de vocalidad atenorada, pero es recio y teatral, y está dotado de una gran expansión. Cantó el Prólogo de Payasos y Cortigiani de Rigoletto, dos páginas de signo diverso, en las que debe diferenciar más los estilos. El tenor Manuel Díaz-Obregón (Logroño), afrontó Un autre est son époux, de Werther. Posee bellas cualidades vocales, no exentas de resonancia gutural. Su abordaje, tan ardiente y lanzado, le lleva a forzar a veces el sonido, lo que a la larga puede pasarle factura. Otro tenor, Manuel de Diego (Lavirgen), también se recreó al escanciar los acentos del recitativo de su aria de Lucia, por ejemplo. Debe pulir su ya estimable línea de canto y cuidar más la dicción italiana. En algún momento su grata voz suena algo apretada. Valderrama fue de una musicalidad envidiable y una habilidad endiablada en la Navarra de Sarasate, Erzhan Kulibaev llevó la parte segunda con una precisión digna de mención. Alberto Menchén interpretó una Fantasía de Carmen con una seguridad y una habilidad insuperables sobre todo en los agudos. Por su parte, Cecile Brielles y Mirka Scepanovich ofrecieron una magnífica lectura de Bach con una compenetración y una interpretación de los planos sonoros bastante efectiva y efectista. Para el fin de fiesta se unió Miguel Colom en una magnífica interpretación del Concierto para cuatro violines de Vivaldi. Federico Villalba Enrique Martínez Miura J. Martín de Sagarmínaga JUVENTUD Madrid. Auditorio Nacional. 15-VI-2006. Ana María Valderrama, Erzhan Kulibaev, Alberto Menchén, Anne Cecile Brielles, Mirka Scepanovic, Miguel Colom. Orquesta de Cámara de la Escuela Reina Sofía. Director: Antoni Ros Marbà. Obras de Sarasate, Bach y Vivaldi. L 30 Sofía. Estos conciertos, son una oportunidad inigualable para los jóvenes de demostrar su trabajo y ampliar su currículo. Esperemos que este tipo de actividades no se quede en flor de un día y que siga creciendo el apoyo institucional. La Orquesta de Cámara Reina Sofía va creciendo progresivamente como entidad. Desde sus primeros titubeos hasta ahora, hay un mundo. La orquesta, apoyada por batutas experimentadas como la de Antoni Ros Marbà, se va haciendo un nombre. No es para menos. Brilló mucho la cuerda y demostró una capacidad musical embriagadora. Todos los violinistas mostraron unas habilidades espectaculares. Ana María L as dos veladas que cerraban el XIV Liceo de Cámara se centraban fundamentalmente en los Quintetos de Mozart, obras en las que el compositor salzburgués va probablemente más lejos que en sus cuartetos. El Cuarteto Prazak, al que se sumaba el viola Vladimir Bukac, se enfrentó a los K. 406 y K. 516, de los que dio versiones virtuosistas y tímbricamente jugosas, bien que acaso no extrajese todas las posibilidades de la audacia de la escritura de esta última. En el Quinteto con piano en la mayor de Dvorák, fue patente la falta de entendimiento entre los instrumentistas de cuerda y la pianista Rosa Torres-Pardo. La lectura resultante no puede calificarse sino de una prosaica y superficial puesta en sonidos. En especial, la Dumka discurrió con una irritante neutralidad expresiva. El Cuarteto de Leipzig no fue tal vez una buena elección para cerrar un ciclo caracterizado por la presencia de las formaciones de primerísima fila. Este grupo disfruta de un buen rendimiento instrumental, pero su estilo en los Quintetos K. 515 y 614 de Mozart —con el viola Hartmut Rohde— se evidenció aséptico y convencional. La mejor prestación del Leipzig se dio en los 12 Microludios de Kurtág, más que en el Officium breve del mismo autor. Cerrada la importantísima etapa fundacional y de consolidación del Liceo de Cámara, el curso que viene comienza una nueva fase para este ciclo fundamental de la vida musical madrileña. Escuela Reina Sofía as comparaciones son ociosas, pero en materia de educación musical nunca está de más cotillear un poco en la cultura germana. Tradicionalmente, nuestro sistema ha heredado los vicios nefandos de la escolástica: mucha teoría y poca práctica. Mientras tanto, en el centro de Europa, el plan de estudios ha incluido conciertos con orquestas profesionales, intercambios, prácticas y seminarios diversos. De esta manera, el solista sale de la academia directamente a la sala de conciertos, mientras que nuestros artistas terminan en escuelas y conservatorios perpetuando el círculo vicioso. Parece que algo de esto quiere cambiar. Por lo menos en la Escuela Reina Madrid. Auditorio Nacional. 18-V-2006. Cuarteto Prazak. Vladimir Bukac, viola; Rosa Torres-Pardo, piano. Obras de Mozart y Dvorák. 7-VI2006. Cuarteto de Leipzig. Hartmut Rohde, viola. Obras de Kurtág y Mozart. ACTUALIDAD MADRID Música religiosa francesa EL ARTE DE PROGRAMAR Madrid. Auditorio Nacional. 14-VI-2006. Ofelia Sala, soprano. Coro de la RTVE. Coro de la Comunidad de Madrid. Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: Jesús López Cobos. Obras de Messiaen y Poulenc. JESÚS LÓPEZ COBOS N unca llueve a gusto de todos y mucho menos a la hora de programar. La historia nos ha dejado bellos ejemplos de sangrientas disputas entre lo viejo y lo nuevo (Monteverdi contra Artusi o Brahms contra Wagner), lo italiano y lo francés (Gluck contra Piccini, en la famosa querella de los bufones) e incluso mortales prohibiciones de programar determinados compositores en la Europa de la II Guerra Mundial. Historias aparte, las temporadas interesantes se cuentan con los dedos de la mano. Las exigencias de los directores invitados, los caprichos de los solistas o la falta de un proyecto global y definido, marcan las tendencias directrices de muchos teatros. En este sentido, la temporada de la Orquesta Sinfónica de Madrid es un modelo a imitar. A lo largo del curso, se han podido escuchar las grandes obras del siglo XX, alternando con un repertorio bastante más convencional. El programa de esta velada es un buen ejemplo de cómo dar gusto a todos: por una parte, las dos obras programadas son fundamentales en la literatura musical del siglo XX y nada frecuentes, para sorprender al público erudito. Por otra parte, son bastante amenas y espectaculares para entretener al público aficionado. Si a esto se le suma, una orquesta efectiva y voluntariosa y una de las mejores batutas españolas, el éxito está más que asegurado. La Orquesta Sinfónica se mostró sólida y coherente, ofreciendo una magnífica versión de las Tres pequeñas liturgias de la presencia divina. En la segunda parte, estuvo más brillante aunque con ligeras imprecisiones en determinadas entradas del tutti. ¿Falta de ensayos? Con el ritmo de trabajo que tiene la orquesta no sería de extrañar. Jesús López Cobos es el valor fundamental de esta orquesta. Sus interpretaciones son siempre pulidas e interesantes. En este caso, estuvo muy fino y sugerente. Mención especial a los dos coros, que estuvieron soberbios. Cabe destacar el trabajo de los distintos planos sonoros, el fino empaste y la amplitud de matices. Por último, Ofelia Sala en su breve aparición en el Gloria de Poulenc volvió a hechizar con la dulzura de su voz. No obstante, no es un papel para su voz delicada. Sus entradas, casi todas con el coro y la orquesta a plena potencia, se perdían tras los ecos de las fanfarrias. Una pena. Hubiera sido una delicia haberla escuchado en toda su plenitud. Federico Villalba 31 ACTUALIDAD MADRID Josep Pons dirige dos grandes obras sinfónico-corales del siglo XX Siglos de Oro FINAL CON SABOR ESLAVO CONEXIÓN VIENESA Madrid. Auditorio Nacional. Temporada de la ONE. 21-V-2006. Frank Peter Zimmermann, violín. Director: Josep Pons. Obras de Mozart y Arriaga. 28-V-2006. Amanda Roocroft, soprano; Catherine Wyn-Rogers, contralto; Nikolai Schukoff, tenor; José Antonio López, barítono; Peter Mikulas, bajo. Coro Nacional de España. Director: Josep Pons. Obras de Bartók y Janácek. D espués de que Frank Peter Zimmermann volviera a deslumbrarnos por su aplastante técnica, su increíble sonido, su rutilante musicalidad en la segunda entrega de los Conciertos para violín mozartianos, en los que observamos una todavía mayor comunión entre el solista y los músicos de la ONE, con unos resultados absolutamente antológicos que quedarán para el recuerdo, y tras completar acertadamente el programa con una bien armada Sinfonía de Arriaga, Josep Pons cerró el ciclo 2005-2006 de la ONE con dos partituras mayores de la música coral del siglo XX: la misteriosa Cantata profana de Bela Bartók y la originalísima Misa glagolítica de Leos Janácek. Las dos composiciones recibieron unas lecturas sólidas, compactas, bien trazadas, con un buen sentido dramático. El tenor austriaco Nikolai Schukoff se enfrentó con valentía a la tesitura extrema de la obra de Bartók, y mostró un bonito color y expresividad en la de Janácek, requiriendo sólo un punto más de volumen. La soprano inglesa Amanda Roocroft, ya no en su mejor momento, sólo dejó entrever muestras de su clase junto a cierta acritud en los solicitados agudos de la Misa, donde la mezzo Catherine WynRogers y el bajo Peter Mikulas cumplieron en sus mucho menos comprometidas partes, al igual que José Antonio López en la Cantata. Espectacular el solo del joven organista sudafricano Jeremy Joseph, que se ganó la más calurosa ovación. El Coro Nacional supo estar a la altura en ambas composiciones, mostrando su claramente ascendente línea bajo el mando de Mireia Barrera, aunque las dos piezas se cantaron, curiosamente, en alemán y no en los idiomas originales en que están escritas (posiblemente, por no añadir una dificultad lingüística aún mayor a las puramente musicales), lo cual les hizo perder algo de su particular encanto. es, por lo escuchado en la excelente interpretación del Proyecto Guerrero y Temes, de una factura técnica impecable y de un colorido variado y caleidoscópico; y, episódicamente, de una sorprendente sutileza; como la aplicada en Turner, evocación de una serie de cuadros del pintor inglés. Destellos de resonancia es un dúo de piano y platos, de muy atractivos planteamientos agógicos, en donde, de nuevo, se exhibió el virtuoso Bernat. Güell Concert, dedicada al director de Musicadhoy, es una divertida y desenfadada actualización, observada desde diversos ángulos instrumentales y rítmicos, de distintas Cantigas de Alfonso el Sabio. Arturo Reverter Enrique Martínez Miura Musicadhoy FULGORES INTERMITENTES Madrid. Auditorio Nacional. 15-VI-2006. Miquel Bernat, percusión. Proyecto Guerrero. Director: José Luis Temes. Obras de De Pablo y Sierra. E 32 para el tratamiento de los timbres. Hay diálogos entre el solista y el tutti de notable consistencia y alada plasmación y momentos deslumbrantes, como el que inicia el Perpetuum mobile, con un solo de vibráfono muy jazzístico. El discurso revela una ligazón más convincente en la Ensalada final. La entrada de la tuba cantando un tema de aire popular es memorable. Los secos acordes, la constante pulsación, los estratégicos silencios, el permanente jugueteo del solista con la xilorimba — muy activa durante toda la obra—, las intervenciones de los demás instrumentos, el sostén del piano contribuyen a dotar de personalidad al fragmento. La música del puertorriqueño Roberto Sierra (1953) P arece cada vez más claro que no hay nada que vincule con España la figura del compositor austriaco Karl von Ordonetz — ésta es una de las grafías posibles, además de Ordonez u Ordoniz— y que la forma de “Ordóñez” es por sí misma una elección demasiado deliberada a favor de la conexión hispana. Sea como fuere, la inclusión de su música en los Siglos de Oro supuso una excelente oportunidad para juzgar el nivel alcanzado por el clasicismo vienés aun en sus representantes de no primera línea. Cierto que esta velada consagrada a cinco de sus sinfonías y su único Concierto para violín conocido reveló que Ordonetz también componía en ocasiones aplicando fórmulas de fácil engranaje que hacen progresar el discurso sin mayor esfuerzo. Sin embargo, los notables ecos del estilo Sturm und Drang en alguna partitura dan a su música un contenido más rico. Posee igualmente rasgos de originalidad, como el papel concertante otorgado a un violín y una viola en el tiempo lento de la Sinfonía en si bemol mayor, obra que gozó de una de las mejores interpretaciones de la tarde. El rendimiento de la Camerata Anxanum, con algunas imprecisiones y pérdidas de empaste en la inicial Sinfonía en do mayor, fue ganando notablemente según avanzaba el concierto. No en su mejor día Spadano en el Concierto para violín en re mayor, perteneciente al Ordonetz menos interesante. Rafael Banús Irusta n Sombrío, un encargo de Musicadhoy, un amplio grupo de cámara dialoga con un percusionista que toca indistintamente la marimba y el vibráfono. Bernat supo obtener los colores, frecuentemente oscuros — de ahí el título—, y calibró, parece que justamente, dinámicas y ritmos. Esta música nos recordó a la que el mismo autor escribiera hace años para txalaparta. En sus cinco movimientos — Impromptu, Intermedio, Meditación, Perpetuum mobile y Ensalada—, tocados sin solución de continuidad, Sombrío muestra un discurso de intermitente fluidez, que no acaba de encontrar un desarrollo pleno. Lo que no impide que surjan instantes magníficos en los que se revela el talento de De Pablo El Pardo. Patio de los Borbones del Palacio Real. 21-V-2006. Camerata Anxanum. Director y violín: Massimo Spadano. Obras de Ordonetz. ACTUALIDAD MADRID Enrique Diemecke ESTRUCTURAS Madrid. Auditorio Nacional. 23-V-2006. Mariana Gurkova, piano. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: Enrique Diemecke. Obras de Sofía Martínez, Ruiz-Pipó y Respighi. ENRIQUE DIEMECKE A unque figurara erróneamente en los comentarios del programa de mano como de otro autor español, el concierto fue abierto con Roma, obra sugerida a la alavesa Sofía Martínez por su estancia en la ciudad que le da título. De estructuralismo innegable como su atractivo básico, la obra en díptico trabaja la variación tímbrica para obtener un particular colorido que desemboca en un auténtico caos orquestal pretendido a base de repetir esquemas obsesivos y parafrasear células sonoras. Intercala la autora un pequeño texto que dijo-cantó Lola Bosom. Importante el Concierto para piano y vientos de Ruiz-Pipó, que estéticamente mueve su marcada expresividad entre Falla y Poulenc, como se nos sugiere, ¿o Ravel? En cualquier caso, son tres sólidos movimientos con algún toque incluso reminiscente oriental —a cargo de la flauta—, un sugerente tiempo lento y un final scherzando. También importante la entrega y el poder sonoro de Mariana Gurkova, que tiene dos destacadas cadenza en la obra, y nos obsequió con una caribeña propina dicha curiosamente con dulce pulsación. Desde el comienzo del concierto, el mejicano Diemecke dio muestras de ser un director eficaz, extravertido y no exento de refinamiento en el color orquestal. Así, la versión que hizo de Los pinos de Roma tuvo contenido, con sonoridades evocadoras, lejanía, brillo orquestal, fraseo y respiración, aunque no llegase a la última medida en cuanto a voluptuosidad de dicción y planificación sonoras. Demasiado cercano el piar canoro en Los pinos del Janículo, sí hubo una excesiva espectacularidad en Los pinos de la Via Appia, con distribución de los vientos por la sala y una búsqueda de impactar innegable. José Antonio García García 33 ACTUALIDAD MADRID Trío Modus ENTRE ESPAÑA Y VIENA E l Trío Modus —Mariana Todorova (violín), Jensen Horn-sin Lam (viola) y Susana Stefanovic (chelo)— es un lujo para el ambiente musical de Madrid, como lo sería en cualquier parte. Sus tres componentes son solistas de clase, intérpretes sensibles y, sobre ello, su trabajo camerístico ha logrado la cohesión sonora, el empaste, la compacidad que son propios solamente de los grandes conjuntos de cámara. Su concierto para el CDMC fue otra contundente prueba de la calidad del Trío Modus. Comenzaron interpretando de nuevo el espléndido Trío que compuso para ellos Jesús Torres en 2002, obra densa y tensa, portadora de la bien reconocible personalidad de este compositor y que fue tocada como puro repertorio: versión madura y caracterizada por la firme creencia de los intérpretes TRÍO MODUS Madrid. Auditorio del Museo Nacional Centro de arte Reina Sofía. 5-VI-2006. Trío Modus. Obras de Mosquera, Bustamante, Torres, Webern y Schoenberg. en la calidad de lo que nos estaban ofreciendo. En realidad, es ésta una característica del quehacer del Modus, y pronto se pudo refrendar observando la interpretación del Trío de Roberto Mosquera que se daba en estreno absoluto, pero con calidades que parecen reservadas para la música largamente trabajada y querida. Mosquera no está tan presente en los programas como parece aconsejar el interés de las piezas que de tarde en tarde oímos. Este Trío, también dedicado al Modus, está perfectamente construido, con solidez formal que apuntala debidamente un discurso amplio, rico en contrastes y con una escritura que —al menos observada desde fuera— muestra gran idoneidad ins- trumental: se disfruta de cada parte, así como del tutti, visto como un instrumento de doce cuerdas. La presencia de música española actual en este concierto se completaba con la reposición del Trío op. 3 de Miguel Bustamante, obra de 1999, una de las primeras que motivó el Trío Modus al poco de constituirse como grupo estable. Estructurado en tres tiempos, la sabia escritura, el eclecticismo estilístico y las múltiples referencias culturales que se dan en su seno hacen que el Trío de Bustamante resulte de gratísima escucha y de seguro éxito. Nuestros compositores no estuvieron mal acompañados: una pieza póstuma para trío de cuerda de Anton Webern y las honduras del magnífico Trío op. 45 de Schoenberg pusieron fin a un concierto redondo. José Luis García del Busto Programa de música suiza actual SOLIDEZ Madrid. Auditorio Nacional. Musicadhoy. 16-VI-2006. Mario Formenti, piano. Orquesta de la RTVE. Director: Luca Pfaff. Obras de Huber, Jarrell y Kyburz. U 34 n concierto que ha puesto en evidencia, una vez más, el magnífico estado de salud de la música suiza actual. El patriarca Huber (1924) revela en Tenebræ, de 1967, su competencia en el manejo de las series con un lenguaje en esa época de insólita crudeza tímbrica, dotado de una aspereza que iría limando con el tiempo y que nos proporciona instantes de impresionante desolación. Se trata, nos dice Marco en sus notas, de una meditación sobre la Pasión de Cristo tomada como metáfora del sufrimiento humano. El misticismo derivado del refinado cierre es sobrecogedor. El trabajo de Jarrell (1961) en Abschied, un curioso concierto para piano, es de un detallismo y finura espléndidos. La música fluye imparable y atraviesa las extremas regiones del espectro sonoro. Hay una constante energía, irrefrenable y demoledora, que aparece animada desde un teclado iridiscente y minucioso, de una escritura de alto virtuosismo, que resolvió con una pulcritud y un impulso magníficos Formenti. Si grande era el contingente orquestal para las dos obras comentadas, aún LUCA PFAFF más lo es el prescrito para Noesis de Kyburz (1960), que alterna rápido-lento-rápido en un discurso muy complejo y denso dentro del que se producen, a veces con insóli- ta violencia, auténticas deflagraciones tímbricas, reacciones monumentales, virulentas y sobrecogedoras, en la línea marcada hace décadas por un precursor como Varèse. Nos pareció muy bueno el trabajo de la rejuvenecida Orquesta de la RTVE, demostrativo de su vigencia y calidad, ahora que se discute sobre su incierto futuro. Pfaff ofreció su acostumbrado aplomo y claridad, con un gesto quizá en ocasiones demasiado amplio, escasamente detallista. No es amigo de subdividir. Arturo Reverter ACTUALIDAD MADRID XXXIII Ciclo de la Universidad Autónoma UNA COSA RARA Madrid. Auditorio Nacional. 10-VI-2006. Ensemble Accordone. Director: Marco Beasley. Tarantelas de la Nápoles de las Dos Sicilias. ENSEMBLE ACCORDONE C uando llegan los primeros calores del estío y los grandes ciclos van cerrando sus temporadas, comienzan a surgir en nuestros auditorios programas especiales, galas de zarzuela, finales de curso y otros mil conciertos del estilo. Vienen a ser como las reposiciones televisivas de agosto: nadie sabe por qué pero siempre vuelven cada año como una gabela por todos los bienes recibidos el resto del año. El grupo Accordone parte de unos planteamientos un tanto rebuscados. Tal vez por eso dedican seis páginas de las notas al programa para explicar su proyecto. El concierto consiste en una recopilación de tarantelas napolitanas. Después de largo y meditado estudio, nos las presentan orquestadas con instrumentos de época (tiorba, guitarra barroca, laúd, clave y pandero) y cantadas con unos gestos y una voz natural como si estuviésemos en cualquier callejue- la de Nápoles. El efecto vendría a ser como sacar a unos cantaores del Sacromonte y llevarlos a la Scala de Milán a cantar por bulerías con instrumentos barrocos. Superando esta pequeña barrera de la descontextualización, el concierto fue ameno y agradable. Las canciones, divertidas. El conjunto funcionó a las mil maravillas y las voces eran espléndidas. Cabría destacar el solo de pandero de Mauro Durante como una de las cosas más singulares que han desfilado jamás por el Auditorio. Marco Beasley, director y mentor del proyecto, hizo alarde de su poderosa presencia en escena y de un carisma especial. El Auditorio celebró esta curiosa idea con una prolongada salva de aplausos. Cuando llegan los primeros calores del estío y los grandes ciclos van cerrando sus puertas, cuando algunos estamos ahítos de Brahms y de Wagner, estos programas extravagantes vienen a ser como una ducha fría que nos recuerda que hay música más allá de las formas de expresión tradicionales. Federico Villalba Recuperación de Martín y Soler RIVAL DE MOZART Madrid. Centro Cultural de la Villa. 15-VI-2006. Martín y Soler, Ifigenia en Aulide. Olga Pitarch, Betsabée Haas, Leif Aruhn-Solén, Marina Pardo, Judith Gauthier. Real Compañía de Ópera de Cámara. Director musical: Juan Bautista Otero. Director de escena: Isidoro Olmo Castillo. Versión semiescénica. E l compositor valenciano Vicente Martín y Soler fue amigo y colaborador del libretista Lorenzo Da Ponte, quien en sus Memorias le alaba como un buen maestro, adjuntándole el mérito —infrecuente para él entre los compositores—, de “saber leer los libretos”. Martini, como era conocido, fue también rival de Mozart en la corte vienesa de José II. Entre los dos actos de su Ifigenia, estrenada en Nápoles en 1779, existe un contraste muy claro. El primero es de una endiablada dificultad técnica y virtuosística; en el segundo, la música encuentra acentos más remansados, y las líneas de amplio aliento sustituyen a las acrobacias. Es música lo suficientemente pegadiza para halagar la memoria de los espectadores que la oyeron nacer, pero remisa a dejarse atrapar, porque enseguida sale huyendo. A menudo su ligereza es tal que contradice de forma clara el tremendismo de la acción escénica que viene a ilustrar. Su obertura, agraciada en sus perfiles, se apoya en secciones bien definidas y contrastadas. Las arias son muy difíciles. En concreto las de Agamenón y Ulises del primer acto exigen grandes alardes de fiato para culminar las líneas largas y una soberana extensión para enfrentarse a los temibles saltos del canto di sbalzo. El tenor Leif AruhnSolén hizo valer su agradable vocalidad, así como su contención en los recitativos, sólo rara vez dichos un poco de carrerilla. Marina Pardo derrochó bravura y temperamento en un personaje que no daba respiro, y Olga Pitarch arrojo no exento de liviandad. Ésta mejoró mucho en el segundo acto, donde prodigó bellas ligaduras y piani, y la voz adquirió rasgos aún más aéreos. La dirección de Juan Bautista Otero, llena de entusiasmo y entrega, se movió entre los límites del coraje y la ligereza. La aportación escénica se apoyó en unos pocos elementos de atrezo, que transmitieron los rasgos esenciales del drama, sugeridos ya en los colores del vestuario. J. Martín de Sagarmínaga 35 ACTUALIDAD MÁLAGA / MURCIA Objetivo cumplido CERRANDO EL CICLO MÁLAGA Con un programa de corte eminentemente clásico se presentaba ante la OFM Jean-Jacques Kantorow, como director-solista. En el Concierto para violín y orquesta nº 2 K. 211 de Mozart condujo con equilibrio desde su instrumento, haciendo música con elegante soltura, como destacó en el movimiento central, un Andante que favorece al sentimiento que ha de cantar el solista. Su protagonismo se vio incrementado en el Konzertstück para violín y orquesta en re mayor D. 345 de Schubert, decayendo su actuación, al no llegar a realzar la paradójica belleza de esta obra que parece haber quedado desconectada de la gran estética de su autor. La función específicamente de director quedó para la segunda parte en la Serenata nº 2 K. 101 de Mozart y la Sinfonía “Trágica” D. 417 de Schubert donde mantuvo el tono de su experimentada musicalidad. Aldo Ceccato está cerrando el ciclo dedicado al corpus concertante y sinfónico de Beethoven del que quiso servirse al tomar la titularidad de la orquesta malagueña hace dos años, como vehículo de conexión con el público, y como sustancial elemento de trabajo en su tarea de recobrar la solvencia de esta formación que venía soportando tensiones no deseadas en la última temporada de su anterior titular, el iraní Alexander Rahbari. J.J. KANTOROW Teatro Municipal Miguel de Cervantes. 3 y 16-VI-2006. Orquesta Filarmónica de Málaga. Director y violín: Jean-Jacques Kantorow. Obras de Mozart y Schubert. Solista: Alessandro Marangoni, piano. Director: Aldo Ceccato. Obras de Beethoven. Básicamente ambos objetivos han sido alcanzados. La obertura La consagración del hogar ha servido para iniciar este programa. El maestro milanés indicó siempre con pulso firme la creciente gradación dinámica que pide esta pieza, de cierta intrascendencia en sus motivos pero muy eficaz en la elocuencia de su forma. La transcripción para piano del Concierto en re para violín y orquesta, op. 61 quedó muy diluida ante la interpretación de un solista frío ante la constante acentuación de canto que exige este arreglo del propio Beethoven. Alessandro Marangoni es un pianista que no trasciende especialmente por su técnica así como por su académica musicalidad. En los tiempos extremos de la Sinfonía nº 8 Ceccato hizo vibrar a sus músicos, no alcanzando tal rotundidad en los centrales. José Antonio Cantón Davis dirige la Sinfonía en tres movimientos de Stravinski UN PROGRAMA A MEDIDA Auditorio y Centro de Congresos Víctor Villegas. 27-V-2006. Leonidas Kavakos, violín. Orquesta Sinfónica de la BBC. Director: Andrew Davis. Obras de Bach, Szymanowski, Gerhard y Stravinski. MURCIA Una de las más representativas orquestas británicas de los últimos tres cuartos de siglo ha tenido ocasión de cerrar el ciclo más relevante de conciertos de este importante auditorio, uno de los más activos de nuestra geografía patria. El programa contenía unas obras que iban a propiciar la excelencia de esta formación, en esta ocasión conducida por su Director Laureado, honor especial que ha otorgado a modo singular a Sir Andrew Davis por lo que ha significado su titularidad en los últimos años. El arreglo orquestal que éste ha realizado del Pasacaglia y fuga en do menor BWV 582 de Bach queda muy lejos de la trascendencia estética de la obra, no alcanzando la densidad de su discurso, ciertamente lejos 36 de los aciertos que obtuvo Leopoldo Stokowski en empeños semejantes con alguna de las grandes obras para órgano del Cantor de Santo Tomás de Leipzig. Así puede entenderse que el inicio de este concierto sinfónico quedara distante de las expectativas que tan magna partitura ofrece en su versión original, dando más la sensación de un académico ejercicio de adecuación instrumental que un dominio brillante del amplio y variado tejido orquestal. Se completaba la primera parte con el Concierto nº 2 para violín y orquesta de Karol Szymanowski, composición que hace honor a su influencia folclórica en la que el solista es absoluto protagonista. Kavakos asumió su papel con la solvencia que caracteriza su técnica y dominio del instrumento, sin llegar en momento alguno a transmitir las provocadoras tensiones que pretende el compositor en contraste con las distintas sonoridades de la orquesta, de tal modo que sólo el Andantino trascendió en el conjunto de esta interpretación. Las Danzas de Don Quijote de Roberto Gerhard, que abrían la segunda parte, transfiguraron el concierto haciendo que aparecieran las excelencias de orquesta y director en toda su plenitud. La rica inventiva del compositor tarraconense surgía en todo su esplendor pudiéndose percibir ese difícil equilibrio entre inspiración netamente musical con el desarrollo serial de su exposición, apuntando constantemente las raíces populares de su inspiración. Davis demostró su dominio de la batuta y la perfecta conjunción con sus músicos llegando a altas cotas de expresividad en el sonido impregnado siempre de un refinamiento absolutamente sensitivo. Sin duda la gran interpretación de esta velada sinfónica. Tal nivel se mantuvo hasta el final con la Sinfonía en tres movimientos de Stravinski, sobresaliendo el sentido contemplativo del planteamiento del director en el Andante, haciendo fluir aquí la música con luminosa transparencia. El concierto llegó al punto culminante en el bis final con el trepidante pasaje instrumental de La tempestad de la ópera Peter Grimes de Benjamin Britten, que provocó en el auditorio una intensa y unánime ovación. José Antonio Cantón 37 ACTUALIDAD ÚBEDA / SANTIAGO XVIII Festival Internacional de Música y Danza FESTIVAL DE SOLISTAS atrapado en sus pentagramas, obligando al instrumento a sacar todas sus potencialidades polifónicas en dinámica y color. La versión de Luganski estuvo en esa línea sin llegar a la profundidad de sonido que requieren algunos pasajes. Su mecanismo limpio hizo que su Chopin, Sonata nº 3, adquiriera un grado de referencia, que no se dio en la Sonata op. 31, nº 1 de Beethoven que, por su entrecortado fraseo, resultó muy plana en emotividad. Dentro del ciclo de música de cámara se presentaba Ilya Rashkovskiy, el ganador del Premio Jaén del año 2005. La progresión que se aprecia en este joven pianista, desde que alcanzó tal galardón, es muy seria, especialmente en el control de los tempi que demuestran una Vicente Simón Tras el extraordinario concierto que supuso la apertura de la presente edición del Festival a cargo de Temirkanov y la Sinfónica de Londres, la programación ha destacado por la presencia de solistas que han alcanzado en algún caso verdadera trascendencia para la historia de este acontecimiento musical, cada año más considerado en la vida musical de Andalucía. Nikolai Luganski se presentaba con un programa en el que destacaba el Preludio, coral y fuga de César Franck, obra enormemente significativa del piano romántico que pone al descubierto de manera exigente la musicalidad que ha de tener todo intérprete que intenta aproximarse a ella. Es como si el gran órgano del XIX hubiera quedado JAVIER PERIANES ÚBEDA Auditorio del Hospital de Santiago. 28, 31-V/2, 10-VI-2006. Orquesta Filarmónica Janácek de Ostrava. Roman Patocka, violín. Director: Jakub Hrusa. Ilya Rashkovskiy, piano. Nikolai Luganski, piano. Javier Perianes, piano. Orquesta Nacional de España. Director: Josep Pons. musicalidad de gran altura. Esa cualidad quedó de manifiesto en una sorprendente interpretación de la Fantasía en do menor K. 475 de Mozart, que abría su recital. La solvencia de un mecanismo sólido quedó patente en la Sonata Dante de Liszt, para desarrollar una gran variedad de recursos en los Preludios op. 28 de Chopin. La actuación del jovencí- simo violinista checo Roman Patocka, de sólo quince años, ha significado todo un descubrimiento al hacer de la Sinfonía Española de Édouard Lalo un referente de cómo rescatar, desde el virtuosismo y la musicalidad, determinadas obras que han quedado aprisionadas por la moda y el gusto del momento de su creación. El arte de Javier Perianes cerraba el Festival con el Concierto para piano y orquesta K. 467 de Mozart, que tan popular hizo Bo Widerberg al incluirlo en su film Elvira Madigan. Lejos de identificarse con la excesiva tensión que el pódium imprimió a esta obra concertante, se manejó con la fluidez necesaria para mostrar la serena delicadeza que encierra. José Antonio Cantón Fin de curso de la Filharmonía DANZAS Y PERCUSIONES SANTIAGO Santiago de Compostela. Auditorio de Galicia. 8-VI-2006. Javier Perianes, piano. Real Filharmonía de Galicia. Director: Maximino Zumalave. Obras de Esplá, Groba, Scriabin y Ginastera. 15-VI-2006. Katia y Marielle Labèque, pianos; Sylvio Gualda y Jean-Pierre Drouet, percusión. Director: Josep Pons. Obras de Bartók y Schumann. 38 Un par de meses después de que María Bayo y Ros abrieran su concierto con las Canciones playeras de Esplá, Maximino Zumalave inició el suyo con La pájara pinta, otra deliciosa obra del compositor alicantino, llena de reminiscencias populares, tratadas ya con delicadeza, ya con ironía. Las maderas tienen en la orquestación un destacado papel y las de la Filharmonía no desaprovecharon la ocasión de lucimiento, juntamente con una cuerda cada vez más sutil. El estreno absoluto de Plenilunio, danza sinfónica de Rogelio Groba, en la que se pone de manifiesto su personal sentido del tratamiento orquestal, se llevó a cabo en presencia del compositor, que fue calidamente homenajeado por los presentes, por cierto que no muy numerosos. Nos quejamos de programaciones demasiado convencionales y cuando algún concierto se sale de lo más trillado, una buena parte de los abonados no aparecen. La segunda parte comenzó con el poco frecuente Concierto de Scriabin, actuando como solista el joven Javier Perianes, un valor cada vez más sólido, que fue muy atentamente acompañado por Zumalave. Se cerró la velada con las danzas de Estancia, obra que parece gustarle mucho a la orquesta, aunque necesite verse reforzada en las secciones de metales y percusión. Sus componentes nos lo hicieron pasar muy bien con los variados ritmos estancieros y todas las secciones volvieron a demostrar su alcanzada calidad. El ultimo concierto de la temporada tampoco era muy convencional, pero quizás por ser el último o por el atractivo que ejercen las hermanas Labèque, hubo bastante público. El Concierto para dos pianos y percusión de Bartók se expuso con claridad, pero con un cierto desequilibrio dinámico entre los dos grupos solistas a favor de la percusión. El clima nocturnal y misterioso del movimiento central, tan característico del genial húngaro, fue lo mejor, quizás por ser más adecuado a las cualidades de las pianistas, elegantes y muy compenetradas pero un tanto faltas, al menos en esta ocasión, de la energía precisa en muchos pasajes de la obra. La Segunda Sinfonía de Schumann estuvo muy bien controlada por Josep Pons, un director que siempre ha sabido resolver papeletas difíciles. Muy buena respuesta de la orquesta. José Luis Fernández ACTUALIDAD VALENCIA El joven Mozart MÁS ASOMBRO QUE ADMIRACIÓN cente que admiración por la calidad objetiva de las obras, y por otra de desperdicio de una ocasión estupenda de haber oído a unos magníficos instrumentistas en un programa de más fuste. El único que realmente se lo tuvo que “currar” de veras fue el fagotista Alberto Grazzi, que en el Concierto para fagot (escrito en 1774) confirmó con creces el grato recuerdo que de él teníamos en sus anteriores visitas con el no menos impagable Ensemble Zefiro. Por belleza de sonido, virtuosismo mecánico y capacidad expresiva, en su instrumento se trata sin duda de uno de los grandes del momento. Benjamín Ealovega Al menos en Valencia, este “año Mozart” está siendo muy provechoso en cuanto a ampliación de repertorio. Y cuando se ha recurrido a lo de siempre, lo inaudito ha sido el nivel: por ejemplo, las tres últimas Sinfonías por Gardiner y los Solistas Barrocos Ingleses. Sin embargo, una monografía sobre lo infrecuente quizá sea excesiva. De hecho, a este concierto de The English Concert exclusivamente dedicado al “joven Mozart” no llegó a llenar al sala de cámara del Palau y la impresión final era doble: por una parte de más asombro por lo que consiguió el genio adoles- ANDREW MANZE VALENCIA Palau de la Música. 18-V-2006. Alberto Grazzi, fagot. The English Concert. Director: Andrew Manze. Obras de Mozart. Del resto gustó, cómo no, encontrar anticipaciones más o menos ocultas como la del Ein Mädchen oder Weibchen de La flauta mágica en la primera obra mozartiana de que se tiene noticia (para clave, tocado y muy bien por cierto por Silas Standage), o deslumbrarse ante el dominio de la forma demostrado en una Primera Sinfonía escrita a los diez años. Pero ni estas obras ni la Casación K. 63 o el Galimathias Musicum, K. 32 dieron pie a muchos más goces que el producido por el sonido de una buena orquesta en la que, pese a todo, la pareja de trompistas, Anneke Scott y Christian Rutherford, merecen mención de honor especial. Alfredo Brotons Muñoz Ciclo de la Orquesta de Valencia LA RESISTIBLE ASCENSIÓN DE YARON TRAUB Valencia. Palau de la Música. 26-V-2006. Michal Kanka, violonchelo. Orquesta de Valencia. Director: Yaron Traub. Obras de Evangelista, Dvorák y Stravinski. 2-VI-2006. Director: Leopold Hager. Obras de Haydn y Bruckner. 9-VI2006. Director: Miguel Ángel Gómez Martínez. Mahler, Sinfonía nº 9. 16-VI-2006. Ana María Sánchez, soprano; Dagmar Pecková, mezzosoprano; Francisco Casanova, tenor; Kwangchul Youn, bajo. Cor de la Generalitat Valenciana. Orquesta de Valencia. Director: Yaron Traub. Verdi, Misa de Réquiem. T ras los progresos conseguidos con Manuel Galduf y Miguel Ángel Gómez Martínez, la Orquesta de Valencia ha encontrado en su nuevo titular, Yaron Traub, a un director también en muy resistible ascensión y que galvaniza a los músicos con un carisma que trasciende a un público cuya única preocupación empieza a ser que su titularidad acabe pronto: en cuanto aparezca un agente con una oferta irrechazable. En la velada del día 26 de mayo, luego concluida con una Consagración interpretada con pasmosa facilidad, se contó para el Concierto para violonchelo de Dvorák con Michal Kanka (Praga, 1960), un solista magnífico por timbre, técnica y musicalidad. Particular- YARON TRAUB mente conmovedora resultó, por ejemplo, la forma en que solista y acompañamiento lloraron por la ilusión perdida al llegar el poco accelerando de un Adagio ma non troppo sensiblemente emparentado con el de la Sinfonía “del Nuevo Mundo”. Con Leopold Hager (Salzburgo, 1955) en cambio, tras una Militar de Haydn antiestilística amable a todo trance, la Sexta de Bruckner sólo “respiró” como debía en el Adagio, mientras en el resto fueron corrientes los desequilibrios. Y tampoco Gómez Martínez acabó de encontrar salvo muy esporá- dicamente el tono cromático y de fraseo adecuados para la Novena de Mahler. Estos precedentes inmediatos no hicieron sino redoblar el interés con que desde que se anunció la programación de esta temporada de abono se esperaba lo que Traub sería capaz de hacer con el Réquiem de Verdi. Y en verdad que logró mucho tanto del coro como de la orquesta, no así de un cuarteto solista ninguno de cuyos componentes, cada uno por razones diferentes, consiguió nunca niveles de emoción como los, por ejemplo, logrados por los coristas en el Lacrimosa o por las cuerdas en el comienzo (formidables violines) y el final del Ofertorio. Alfredo Brotons Muñoz 39 ACTUALIDAD VALLADOLID Esterno de una cantata de Atehortúa HOMENAJE A COLÓN VALLADOLID Auditorio de la Feria de Muestras. 13-V-2006. Alexei Volodin, piano. Obras de Schubert, Chopin y Beethoven. 14-V2006. Orquesta Sinfónica de Eslovaquia. Director: Vladimir Valek. Jiri Barta, violonchelo. Obras de Rimski-Korsakov, Schumann y Brahms. Plaza Mayor. 20-V-2006. Orquestas Sinfónicas de Colombia y Santo Domingo. Coro RTVE. Director: Luis Biava. Emilio Gutiérrez Caba, narrador. Juan Jesús Rodríguez, barítono. Obras de Atehortúa y Dvorák. Sala Delibes. 4-VI-2006. Jaime Martín, flauta. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Franck Ollu. Obras de Sibelius, Mozart, Nielsen y Beethoven. 40 Un gran pianista. Alexei Volodin de 29 años, lo demostró en un programa alejado del virtuosismo fácil, que incluía la difícil Sonata “Hammerklavier” beethoveniana. Su versión fue esplendida, no sólo desde la técnica y el precioso sonido, potente y cristalino según los momentos, sino también desde su musicalidad, penetrando hasta el fondo de la obra, alcanzando su culmen en el portentoso Adagio sostenuto que creó una especial emoción en la sala. Muy bien asimismo la interpretación de los Impromptus de Schubert, que tuvieron variedad y unidad a la vez y de la difícil Polonesa-Fantasía, brillante y también intima y sosegada. Tres propinas de Rachmaninov, Chopin y Chaikovski rubricaron el gran éxito. También lo tuvo la Orquesta Eslovaca, conjunto musical en el que sobresale la cuerda, dirigida con competencia y cierta rigidez, sobre todo en el Capricho español. La Segunda brahmsiana fue vertida desde una excesiva placidez, casi pastoral aunque las cosas estuvieron en su sitio y los temas surgieron con naturalidad y fluidez. Barta interpretó el bello Concierto de Schumann de forma personal y excesivamente arrebatada, alternando momentos magníficos con otros más ásperos. Las Danzas eslavas de Dvorák, ofrecidas como propina, mostraron la otra cara de director y conjunto, vitalidad e idiomatismo como meritos fundamentales. Mientras la Orquesta Sinfónica de Castilla y León estaba de gira por Colombia y Santo Domingo, el 500 aniversario de la muerte de Colón en Valladolid convoca dos orquestas de allí, el Coro Concierto en la Plaza Mayor de Valladolid de RTVE, un narrador y un barítono para estrenar Colón, el gran navegante, cantata de 24 minutos, un tanto enfática y triunfalista, compuesta con oficio en un lenguaje musical un poco híbrido, que fue interpretada con suficiencia. Luis Biava, maestro interesante, dirigió una Sinfonía del “Nuevo Mundo” bien planteada desde la sucesión de los temas para culminar en un brillante tiempo final. Temas caribeños en las tres propinas que marcaron el ritmo festivo de la tarde en la conmemoración del Almirante. Me hubiera gustado oír a estas orquestas en un lugar Presidenta de honor Montserrat Caballé II SEMANA LÍRICA DE TARAZONA Ayuntamiento de Tarazona CURSO DE CANTO Y FESTIVAL Del 2 al 11 de septiembre de 2006 TARAZONA (Zaragoza) CANCIÓN ESPAÑOLA, ZARZUELA ISABEL PENAGOS Profesora de canto, Madrid ÓPERA, ZARZUELA CELSA TAMAYO Teatro Real, Madrid TÉCNICA VOCAL DAVID MASON Profesor de canto, Madrid y Londres STEFAN PAUL SÁNCHEZ ESCENAS DE ÓPERA Director artístico European Chamber Opera DARREN ROYSTON MOVIMIENTO Y TRABAJO CORPORAL Royal Academy of Dramatic Art, Londres LIED ALEMÁN, CANCIÓN FRANCESA ROBIN BOWMAN Catedrático de canto, Guildhall School of Music, Londres TÉCNICA VOCAL SHEILA BARNES Profesora de canto, Londres y Nueva York RICARDO ESTRADA CANCIÓN ESPAÑOLA Compositor, pianista EMMANUEL SIFFERT ÓPERA Director de Orquesta MARCELLO MARASCHALCHI COMBATE ESCÉNICO Director de lucha Las clases tendrán lugar en el Seminario Diocesano de Tarazona. Las inscripciones serán limitadas. Los conciertos tendrán lugar en el Teatro de Bellas Artes de Tarazona con la participación de solistas invitados y los alumnos del curso. SINGING IN ARAGÓN Valverde 39, 1º C. 28004 Madrid. Tfno. 91 531 53 59. EMAIL: [email protected] WEB: www.singinginaragon.com adecuado. La Plaza Mayor y la necesidad de la megafonía, aunque sea aceptable, desvirtúa gravemente el resultado sonoro. El público se lo pasó en grande. Jaime Martín en sus dos conciertos demostró que es uno de los grandes flautistas del panorama internacional. Su Mozart, tanto en el Concierto para flauta nº 1 como en la sesión de cámara, con los cuatro cuartetos, es nítido, sentido y natural, fluido sin aspavientos, con un sonido perlado en los tiempos lentos y con fuerza en los allegros, sin el menor problema de ejecución a pesar del lógico esfuerzo. La flauta cantó la música, con romanticismo y con buena estética mozartiana. En la poco conocida Serenata op. 25 de Beethoven para flauta, violín y viola lució su poderío y su musicalidad como en los regalos que concedió en los conciertos orquestales en los que impuso sobre todo su matiz poético. Franck Ollu que acompañó correctamente el Concierto es un director peculiar, especialista en música contemporánea, con maneras directorales cercanas a las de Boulez, sin batuta y con un juego vertical de los brazos, marcando el compás con el izquierdo y diseñando con el derecho. Sus versiones de Una Saga y la Sinfonía inextinguible fueron interesantes en su objetividad, aunque resultaran un tanto secas, haciéndose notar la ausencia de legato y la contención pasional. La Orquesta respondió bien, lo que prueba su adaptabilidad a batutas muy diversas. La claridad con la que se mostraron las estructuras de estas dos obras nórdicas fue la mejor virtud del maestro. Fernando Herrero ACTUALIDAD INTERNACIONAL 44 Michail Jurowski dirige una poderosa versión musical de El gallo de Oro ¡CUIDADO CON LOS RESBALONES! Monika Rittershaus Komische Oper. 3-VI-2006. Rimski-Korsakov, El gallo de oro. Valentina Farcas, Carsten Sabrowski, Thomas Ebenstein, Nanco de Vries, James Creswell, Jochen Kowalski, Mirka Wagner, Diane Pilcher. Director musical: Michail Jurowski. Director de escena: Andreas Homoki. BERLÍN ACTUALIDAD ALEMANIA El teatro de la Behrenstrasse va a dedicarse en el futuro con intensidad a las óperas de RimskiKorsakov —una loable iniciativa, que esperemos que tenga más fortuna que el montaje de Andreas Homoki de El gallo de oro. El compositor denominó a su obra “una simple fábula”, pero en realidad escribió una incisiva sátira política sobre la Rusia zarista. El director de escena ha tratado de fomentar esta idea llevándola al límite de lo grotesco, pero el conjunto termina por resultar demasiado reiterativo y exagerado. La escenografía de Hartmut Meyer — la semiesfera de un submarino con un larguísimo periscopio, del que salen los personajes en un permanente ir y venir— ofrece durante más de dos horas una peligrosa fiesta de resbalones para los actores y una gran pobreza teatral para el espectador. Únicamente la tienda de la reina de Shemakha, con sus mágicos colores, produce una agradable variedad visual, aunque la escena no tiene ningún encanto. La intervención de la reina, uno de los momentos más atractivos de la obra, nos es incluso ahorrada. La primera parte de su aria la canta fuera de escena, y en la segunda aparece sucesivamente como danzarina del vientre, geisha japonesa, Pippi Langstrumpf y por último Cleopatra. Valentina Farcas sonó al principio algo agria en el agudo, pero su claro timbre alcanzó poco después tonos ensoñadores. También el cansado zar Dodon estuvo expuesto a una transformación —desde héroe doméstico con pantuflas y camisón hasta chica hawaiana, pasando por vaquero del oeste. Carsten Sabrowski cantó el papel con sonora voz de bajo y se implicó abiertamente en la Valentina Farcas y Carsten Sabrowski en El gallo de oro tontería general. Sus hijos (Guidon/Thomas Ebenstein y Afron/Nanco de Vries, con potentes voces) se dedican más al golf y a otras diversiones que al bien del Estado, y el general Polkan, caracterizado como Che Guevara, estuvo planteado con vigor por James Creswell. El papel del astrólogo — realmente una parte para un tenor de carácter— fue adecuado a las actuales posibilidades del contratenor Jochen Kowalski, que están ahora en el ámbito del Sprechgesang. En el prólogo, es un anciano llevado en silla de ruedas por una enfermera (que será después la ambiciosa reina), pero en la ópera lo vemos con el pelo oxigenado, gafas de sol y pantalones metálicos, como venido del espacio a traer el gallo de oro, una figura brillante que empieza a graznar cuando se acerca el peligro, y que debe ser la salvación del zar. Mirka Wagner cantó el papel fuera de escena con una amplificación que le confería el adecuado toque metálico. Diane Pilcher dio a la ambigua sirvienta Amelfa una drástica presencia. La orquesta del teatro tocó bajo la batuta de Michail Jurowski con mucho impacto, subrayando las turbulencias de la acción, si bien el director supo extraer también los iridiscentes melismas orientales y todo el rico espectro tímbrico de la partitura. Bernd Hoppe ACTUALIDAD ALEMANIA Estreno de una cantata de tema quijotesco LA DULCINEA DE PALOMO, ACLAMADA EN BERLÍN Berlín. Konzerthaus. 15-V-2006. Ainhoa Arteta, Cheri Rose Katz, Burkhard Ulrich, Arutjun Kotchinian. Pepe Romero, guitarra. Coro y Orquesta de la Deutsche Oper. Director: Miguel Ángel Gómez Martínez. Obras de Palomo y Rodrigo. C omo es propio de la música de Lorenzo Palomo, en su cantata Dulcinea, compuesta sobre un escueto y bello texto de Carlos Murciano, predomina la melodía, el canto, el elemento lírico. La gran protagonista es la ideal —irreal— Dulcinea, cuya aparición se reserva para el último tramo de la obra, pero a cuya imagen tienden desde el principio los pensamientos de Don Quijote y hasta sus diálogos con Sancho. El papel del hidalgo, de noble y ancho trazo vocal, se encomienda a un barítono-bajo, mientras que Sancho es un tenor de escritura vocal muy lograda para dar el punto de rusticidad que contrasta y complementa la figura de Don Quijote. Estos personajes, así como el papel menor de Teresa Panza (mezzo) fueron bien compuestos por los solistas arriba referidos. La dicción e inteligibilidad del texto fue más problemática en el caso del coro, pero, salvado este aspecto, la aportación del Coro de la Deutsch Oper fue sobresaliente, entregada a la causa y con alta calidad en la afinación y el empaste. Otro tan- to cabe decir de la Orquesta, gobernados todos por la batuta dominadora y segura de Miguel Ángel Gómez Martínez, quien montó admirablemente un programa tan largo y complejo. Mención especial merece la protagonista vocal, la soprano donostiarra Ainhoa Arteta, en excelente momento artístico: hizo una cálida y finísima interpretación del personaje, cantando con calidad y aportando la justa dimensión “teatral” a la cantata. Desde su aparición en escena y hasta la reaparición, al final de la obra, de su parte ariosa más significativa, Ainhoa Arteta fue una Dulcinea de ensueño. La apoteosis de Palomo en la histórica Konzerthaus de Berlín había comenzado en la primera parte, pues el gran guitarrista Pepe Romero, en la misma sala donde once años atrás había estrenado los Nocturnos de Andalucía, volvió a ser aclamado como solista de esta obra concertante de Lorenzo Palomo que se dio la mano con el “inevitable” Concierto de Aranjuez. José Luis García del Busto Achim Freyer vuelve a La flauta mágica UN MUNDO DE COLOR DRESDE Semperoper. 3-V-2006. Mozart, La flauta mágica. Wookyung Kim, Annette Dasch, Markus Marquardt, Christiane Hossfeld, Agnete Munk Rasmussen, Kyung-Hae Kang, Stephanie Atanasov, Christa Mayer, Georg Zeppenfeld, Jürgen Commichau, Timothy Oliver, Oliver Tringelhahn, Hans-Joachim Ketelsen, Klaus König, Rolf Tomaszewski. Director musical: Sebastian Weigle. Director de escena, decorados y vestuario: Achim Freyer. Achim Freyer ya había montado la ópera alemana de Mozart en varias ocasiones, encontrando siempre nuevas lecturas. A diferencia de su producción salzburguesa, el reducido escenario no muestra aquí la pista de un circo, sino una especie de teatro de guiñol con su telón de color rojo fuego. La puesta en escena es fascinante, está llena de hallazgos y de una fantasía imposible de describir con palabras. Ya con la aparición de Tamino y las Tres Damas nos quedamos maravillados ante la alegría, el humor y la poesía con que es narrada la obra. Como en Salzburgo, Papageno es también aquí un divertido clown con su pantalón bombacho verde y rojo, al que acompañan unos felices pajarillos. Markus Marquardt canta el papel con una bella y consistente voz de barítono y una simpática presen- cia. Su anhelada Papagena fue una encantadora, aunque algo justa en el agudo Christiane Hossfeld. Agnete Munk Rasmussen, como Reina de la Noche, sorprendió con los ataques inusualmente dramáticos de su oscuro timbre. Sus tres Damas (Kyung-Hae Kang, Stephanie Atanasov, Christa Mayer) resultaron más armónicas en conjunto que por separado. De Sarastro da Freyer una imagen bastante triste, aunque Georg Zeppenfeld, con su voluminosa voz, sus rotundos graves y su elegante fraseo fue todo lo contrario a un héroe fatigado. También los Sacerdotes solistas, Jürgen Commichau y Timothy Oliver, con sus largas túnicas blancas y montados sobre coturnos, exhibieron poderosas voces. En sus tocados mostraban la debilidad de Freyer por los atributos fálicos; este símbolo de potencia sexual vuelve a aparecer en la gorra de Monostatos, que Oliver Tringelhahn cantó con una bonita voz, aunque podía haber sido más intencionado en la expresión. Más problemático resultó el Orador de HansJoachim Ketelsen, con un instrumento pálido y quebradizo. Los Tres Muchachos del Kreuzchor no sólo brillaron por su alegre actuación, sino también por su cuidada entonación. Los dos Guardianes (Klaus König, Rolf Tomaszewski) convencieron en sus recias intervenciones. La pareja de jóvenes estuvo liderada por el tenor Wookyung Kim como Tamino, sin duda la sensación de la velada. Su voz es enérgica y luminosa, llenando sin problemas la sala y haciéndonos recordar la época dorada de Fritz Wunderlich. El imponente material es empleado a veces casi con excesiva prodigalidad, y los piani deberían de ganar algo más de cuerpo y de color. Pero esto es sólo una anotación marginal ante una brillantísima actuación. Desgraciadamente, no tuvo una compañera adecuada en Annette Dasch. Su Pamina tuvo numerosos problemas de entonación y mostró demasiada tendencia a lo lacrimógeno. Sólo su entrega escénica y la naturalidad de sus diálogos nos convencieron. Al frente de la Sächsische Staatskapelle, Sebastian Weigle logró una lectura mozartiana muy animada: sin pretensiones, complaciente con las voces y elegante. Destacó el aterciopelado sonido de las cuerdas, la belleza de las maderas y, en conjunto su maravillosa ligereza. El Coro de la Ópera, preparado por Matthias Brauer, cantó de forma vigorosa y homogénea. Bernd Hoppe 45 ACTUALIDAD ALEMANIA Bienal de Múnich UN JARDÍN DE LETRAS MÚNICH Ingo Höhn Muffathalle. 19-V-2006. Sánchez-Verdú, Gramma. Jardines de la escritura. Simone Stock, Daniel Johannsen, Howard Quilla Croft, Tom Sol. Orquesta Sinfónica de Lucerna. Director musical: Rüdiger Bohn. Directora de escena: Sabrina Hölzer. Gramma es letra en griego y de eso va la ópera de José María Sánchez Verdú. De la lucha del hombre por plasmar organizadamente su pensamiento en paredes, lápidas, tabletas de arcilla, papiros o papeles. Las letras son las flores de este jardín al que Verdú nos invita. En mi opinión, Gramma es una obra maestra. Representa, en primer lugar, una visión verdaderamente nueva de la ópera como género. La vieja situación de un escenario con artistas y una sala con espectadores separados por un arco proscenio, queda completamente desbordada. Los espectadores están sentados, no en butacas, sino en pupitres de biblioteca, o más bien de scriptorium medieval, cada uno con su lamparita individual. La orquesta toca en plataformas suspendidas encima de los espectadores. ¿Y dónde está la escena? ¿Qué hay delante del espectador? Nada, salvo el pupitre y, sobre él, un libro. Un libro de verdad, una edi- ción cuidadísima que recibimos al llegar y nos llevamos a casa después. Ese “es”, en todos los sentidos, el espacio escénico, obra de Verdú y de Sabrina Hölzer. La voz de los cantantes, que están aún más arriba, nos llega cenitalmente, como caída de las alturas. Llueven las palabras de Platón, Homero, San Agustín, Ovidio, Dante y San Juan Evangelista. Es una idea original, pero Gramma no es obra maestra por eso, sino por la perfección minuciosa con que está hecha. Tanto en la escena, o sea, en el libro, como en libreto, que refunde en un fascinante espacio poético la pasión de escribir. La música de Gramma la conocemos bien: es la del último Verdú. Un rosario de susurros, un conjunto de asombrosas riquezas que transcurren en voz baja. Esta vez, la seducción que nos producen es más completa, porque, al tener la orquesta encima, los oímos de cerca. Álvaro Guibert Haendel en la sala de operaciones EL LUGAR DEL HORROR HALLE Gert Kiermeyer Festival Haendel. 9-VI-2006. Haendel, Admeto, re di Tessaglia. Romelia Lichtenstein, Matthias Rexroth, Mechthild Bach, Tim Mead, Raimund Nolte. Director musical: Howard Arman. Director de escena: Axel Köhler. Decorados y vestuario: Roland Aeschlimann. 46 El dramma per musica de Haendel Admeto, re di Tessaglia se había visto por última vez en el Festival Haendel de Halle en 1999, en una historicista y muy bella producción ofrecida en el Teatro Goethe de Bad Lauchstädt. El director de escena Axel Köhler ha seguido un camino muy diferente en su actual montaje para la Ópera de Halle. Ha situado la acción en torno al rey de Tesalia que tiene que decidirse entre dos mujeres en una sala de operaciones. El decorado de Roland Aeschlimann muestra un interior único con camas de hospital y aparatos médicos, aderezado con imágenes de radiografías del cerebro. El moribundo rey es tratado por médicos y enfermeras con todo detalle en su agonía. Cuando su esposa Alces- te, acompañada por su séquito totalmente vestido de negro, se ofrece a él con una inyección letal, la producción alcanza la gravedad de una tragedia griega. Pero pronto se acaba esta atmósfera, ya que el repentinamente curado Admeto se pone a hacer ejercicios gimnásticos. En el Hades, envuelto en la agresiva luz verde de un laboratorio, el perro Cerbero, con sus tres cabezas, arranca violentamente los órganos de los cuerpos, pero Ercole vuelve a recolocarlos en su sitio y puede escapar con Alceste. Al final, después de haber coronado a la princesa troyana, el rey se sienta entre sus dos mujeres, que al principio se lanzan miradas asesinas pero luego se unen con agrado al ménage à trois. En lo musical, esta coproducción entre el Festi- val Haendel y la Ópera de Halle alcanzó un alto nivel. Aunque Howard Arman, al frente de la Orquesta del Festival, no accediese al último grado de sutileza a la hora de expresar los afectos musicales, logró una versión muy sólida. Romelia Lichtenstein fue una patética Alceste, y en el papel titular Matthias Rexroth aportó una equilibrada voz de contratenor. Mechthild Bach fue una encantadora Antigona, y el joven contratenor Tim Mead encarnó con brillantez al hermano del protagonista, Trasimede. El bajo Raimund Nolte compuso un imponente Ercole, que en su traje metálico aparece como una figura del espacio. Al final, el público aplaudió generosamente el espectáculo. Bernd Hoppe ACTUALIDAD FRANCIA Juego y relato L’ELISIR D’AMORE EN CINECITTÀ Entre la ascesis política de Simon Boccanegra y el universo psicoanalítico de Iphigénie en Tauride, la Ópera de París ofrece una bocanada de aire fresco con L’elisir d’amore de Donizetti confiado a Laurent Pelly, un director de escena cuyas mayores cualidades son la capacidad para la narración y el espíritu lúdico, que hacen de cada uno de sus trabajos un espectáculo regocijante, pese a ciertas constantes en sus puestas en escena que, si bien le otorgan un sello personal, a veces rozan el tic de lenguaje. Pelly ha escogido trasladar esta vez la acción del melodramma giocoso de Donizetti a la Italia de los años 1950-1960, con su carretera rural, scoo- Eric Mahoudeau PARÍS Opéra de Paris. Opéra Bastille. 30-V-2006. Donizetti, L’elisir d’amore. Heidi Grant Murphy, Paul Groves, Laurent Naouri, Ambrogio Maestri, Aleksandra Zamojska. Coro y Orquesta de la Ópera de París. Director musical: Edward Gardner. Director de escena y vestuario: Laurent Pelly. Decorados: Chantal Thomas. Ambrogio Maestri como Dulcamara en L’elisir d’amore en la Ópera de París ters, bicicletas, ciclomotores, tractores, el camión de un vendedor ambulante, postes électricos, el patinillo de una granja y una heroína que toma el sol sobre una montaña de paja. Se imagina uno en medio de una película de Gardner, joven director de la English National Opera, propone una lectura sensible de la obra, sin forzar en ningún momento la partitura y dejando sólo el terreno preciso a la expresión de los cantantes. Pero la visión pierde a menu- Fellini trasplantada al inmenso escenario de la Bastilla, si bien a la orquesta le cuesta hacerse oír en esta nave excesivamente grande para una partitura de 1832. Para su debut en la Ópera de París, el británico Edward Electrizante Minkowski IFIGENIA EN EL ASILO París. Opéra de Paris. Palais Garnier. 8-VI-2006. Gluck, Iphigénie en Tauride. Maria Riccarda Wesseling, Russell Braun, Yann Beuron, Franck Ferrari, Salomé Haller. Coro y Musiciens du Louvre-Grenoble. Director musical: Marc Minkowski. Director de escena: Krzysztof Warlikowski. Decorados y vestuario: Malgorzata Szczesniak. 48 Eric Mahoudeau O bra áspera y de extrema violencia, Iphigénie en Tauride es una absoluta obra maestra. Tras su paso por la Bastilla en el montaje de Achym Freyer presentado en 1995, la obra llega al Palais Garnier, más adecuado a sus dimensiones. Sustituyendo a la actriz Isabelle Huppert anunciada inicialmente, el equipo polaco formado por Krzysztof Warlikowski y Malgorzata Szczesniak ha realizado la puesta en escena y escenografía de esta nueva producción, trasladando el argumento a un asilo de ancianos; mientras la acción es un sueño de la heroína, a la que otorga presencia escénica una actriz (la sobresaliente Renate Jett) el Maria Ricarda Wesseling y Yann Beuron en Ifigenia en Tauride coro y las sacerdotisas quedan relegados al foso de la orquesta. La presencia de sillas de ruedas, sobre todo la que utiliza el tirano Thoas para moverse, subraya con insistencia el horror del drama, mientras el empleo de un inmenso espejo que devuel- ve al espectador la imagen de la sala donde se encuentra, ya ha sido demasiado explotado, especialmente en obras relacionadas con la mitología griega. El decorado ilustra el drama del aislamiento en que se encuentran los personajes, tanto físico como intelectual, moral o psicológico —la escenógrafa es a su vez psiquiatra—, y permite ver mediante imágenes de vídeo el matricidio incestuoso de un Orestes desnudo apuñalando a su madre Clitemnestra. Al fondo de la escena, discretamente expuestos, se encadenan episodios de la tragedia de los átridas (sacrificio de Ifigenia, asesinato de Agamenón, matricidio de Orestes, etc.). ACTUALIDAD FRANCIA Festival Agora UNA CAJA DE ZAPATOS París. Ateliers Berthier. 29-V-2006. Furrer, Fama. Isabel Ostermann (narradora). Eva Furrer, flauta contrabajo; Bernhard Zachhuber y Manfred Spitaler, clarinete bajo. Neue Vocalsolisten Stuttgart. Klangforum Wien. Director musical: Beat Furrer. Director de escena: Christoph Marthaler. Escenografía: Wolfgang Bürgler. Vestuario: Sarah Schittek. Eric Mahoudeau do su gracia; asimiladas las sorpresas visuales, se cansa uno enseguida de escuchar estas páginas, a pesar de todo siempre divertidas. El reparto vocal contribuye a esta impresión, los colores y la elasticidad de las voces no se corresponden exactamente con el estilo belcantista, especialmente en el caso de Heidi Grant Murphy, una Adina con comportamiento de soubrette y voz ácida que no siempre consiguió cantar afinada. Pese a su bella prestación de cómico bufo en Belcore y una voz amplia y sólida, Laurent Naouri alcanza sus límites en este repertorio. Paul Groves tampoco se muestra más a gusto como Nemorino, a pesar de su seductora musicalidad, que alcanza la perfección en la universal Una furtiva lagrima. Sólo Ambrogio Maestri se encuentra verdaderamente en su sitio en el papel truculento y jovial de Dulcamara, servido por una voz impecablemente proyectada. Bruno Serrou Escena de Fama de Beat Furrer En el aspecto musical el éxito es indiscutible. La cancelación de Susan Graham, repentinamente afónica, proporcionó la oportunidad de escuchar a su joven colega suiza Maria Riccarda Wesseling, de presencia resplandeciente y un temperamento de auténtica trágica, realzado por una voz rica y cálida, magistralmente proyectada. A su lado, Russell Braun es un Orestes conmovedor, flanqueado del radiante Pylade de Yann Beuron y un impresionante Franck Ferrari como Thoas. En el foso, Salomé Haller encarna con su voz de terciopelo a una Diana suprema, en medio de un suntuoso conjunto coral al que acompañan los instrumentistas de Louvre-Grenoble, de sonoridades ardientes y rugientes graves; todos magníficamente dirigidos por la batuta electrizante de Marc Minkowski, al que la música de Gluck sienta a la perfección. Bruno Serrou D edicado a todas las formas contemporáneas de expresión musical, del teatro a la danza, de la ópera al vídeo, el Festival Agora 2006 organizado por el IRCAM proponía este año, en colaboración con la Ópera de París, el monodrama Fama del compositor austríaco de origen suizo Beat Furrer. Nacido en 1954 en Schaffhausen, Furrer vive desde 1975 en Viena, donde estudió dirección de orquesta con Otmar Suitner y composición junto a Haubenstock-Ramati, antes de fundar el Klangforum Wien, uno de los más prestigiosos conjuntos instrumentales de música contemporánea. El libreto de Fama, “teatro de la escucha” para ocho voces, narradora, veinte músicos y construcción sonora, estrenado en Donaueschingen en 2005, se inspira en las Metamorfosis de Ovidio, De rerum natura de Lucrecio y La señorita Else de Arthur Schnitzler. La obra se desarrolla en el interior y alrededor de una gigantesca caja de zapatos imaginada por el compositor, concebida por Wolfgang Bürgler y animada por Christoph Marthaler, un lugar dentro del lugar en el que se dispone el público y por el que se mueven cinco instrumentistas y la narradora. Las paredes móviles ocultan o muestran a la orquesta y el coro, diseminados por el exterior. El deseo del compositor consistente en transformar el sonido variando la orientación de las paredes —con la caja convertida en un gigantesco instrumento capaz de modular los sonidos de los músicos mediante la apertura y cerramiento de sus tabiques— queda anulado por las diferentes inclinaciones del panel acústico situado encima del público que provoca, a fin de cuentas, una difusión frontal del sonido. Reducida a su más simple expresión, la dramaturgia confiada a Christoph Martha- ler e iluminada continuamente con luces de un azul intenso, hace difícilmente inteligibles los meandros del pensamiento de la señorita Else. El texto, que alterna francés y alemán, es más comprensible en esta segunda lengua. Soberbios pasajes, murmullos de la naturaleza, sonoridades inmateriales obtenidas con pianísimos que llegan hasta la evanescencia sonora, un impresionante crescendo de tam-tam, sorprendentes aleaciones tímbricas, una flauta contrabajo dialogando (durante demasiado tiempo) con la actriz y resonancias estilo Pink Floyd años setenta dejan asomar en ocasiones un cierto sofoco que pronto se olvida al defender la partitura los mejores intérpretes de Furrer: la actriz alemana Isabel Ostermann, Klangforum Wien y los Neue Vocalsolisten de Stuttgart dirigidos por el propio compositor. Bruno Serrou 49 ACTUALIDAD GRAN BRETAÑA Terfel triunfa como Scarpia LA SUSTITUTA DE LA VIEJA DAMA Después de 230 representaciones y un catálogo de divas que se arrojaban en picado, la producción de 1964 de Tosca de Zeffirelli, diseñada para la Callas, ha sido jubilada, provocando gran conmoción entre el publico del Covent Garden que, al parecer, estaba convencido de que era eterna. Ahora el director de teatro británico Jonathan Kent ha creado un nuevo vehículo para Angela Gheorghiu y para Marcelo Álvarez en el papel de Cavaradossi y Bryn Terfel como Scarpia. Los tradicionales pero incómodos decorados de Paul Brown son un problema, especialmente en el primer acto donde la fatal simetría de la doble balaustrada congela la acción y fuerza el ojo hacia el vacío que hay en el centro del escenario. El segundo acto se ve dominado por una escultura de tal tamaño que hasta Damien Hirst podría tener envidia y el tercer acto es simplemente gris. La puesta en escena de Kent es neutra, lo cual significa que casi toda la energía emanaba de las interpretaciones individuales con algunos mal aconsejados cantos que procedían del fondo del escenario que, dado el tamaño de los decorados, amortiguaban el sonido. Aunque los decorados y la producción no tuvieron gran éxito, el reparto alcanzó un nivel que entusiasmaba. Gheorghiu no mostró la fuerza de siempre y a Álvarez le costó algún tiempo ponerse en forma. Pero cuando Terfel se puso a cantar las amenazadoras primeras notas de Scarpia, el impacto fue tan electrizante como meter los dedos mojados en un enchufe. Su inter- Catherine Ashmore LONDRES Royal Opera House Covent Garden. 13-VI-2006. Puccini, Tosca. Angela Gheorghiu, Marcelo Álvarez, Bryn Terfel. Director musical; Antonio Pappano. Director de escena: Jonathan Kent. Escenografía y vestuario: Paul Brown. Gheorghiu y Terfel en Tosca pretación fue fascinante durante toda la ópera. Las obras de Puccini forman parte del repertorio fundamental del director musical del Covent Garden, Antonio Pappano. Muy apre- ciado por los cantantes, tiene un toque especial a la hora de tratar a la complicada, según se dice, Gheorghiu. Cantó Tosca para Pappano en 2002 en la película de Benoît Jacquot, pero ésta era su primera representación escénica. Su Vissi d’arte ofreció toda la belleza y exquisitez que esperamos de esta cantante incomparable, aunque su caracterización fue floja. Si algún día Gheorghiu llega a estar más desenvuelta y voluptuosa, triunfará. El Cavaradossi que cantó Álvarez sonó con unas emocionantes notas agudas, y una exquisita E Lucevan le stelle. El publico prorrumpió en entusiastas ovaciones. Pero hace falta trabajar mucho con la producción antes de que llegue al nivel de la gran dama vieja que ha sido jubilada. Fiona Maddocks Mackerras regresa a la ENO NOSTÁLGICA INMORTALIDAD Londres. English National Opera. 18-V-2006. Janácek, El caso Makropulos. Cheryl Barker, Robert Brubaker, Graham-Hall, Neal Davies, Graham Clark. Director musical: Charles Mackerras. Director de escena: Christopher Alden. C 50 ada representación que dirige Sir Charles Mackerras es un portento, como han demostrado los fuertes aplausos que recibió al volver al Coliseum después de una ausencia de siete años. Dirigió a Janácek, un compositor cuyo encumbramiento actual se debe en gran parte a él. En 1964, Mackerras, entonces un joven director, dirigió la primera representación en el Reino Unido de El caso Makropulos. Ahora, con 80 años, aún sigue siguiendo un niño al lado de Emilia Marty, la heroína de 327 años de edad de la inquietante ópera de Janácek. La ópera lució una nueva puesta en escena hecha por Christopher Alden, con decorados que mezclan la elegancia del art déco con la austeridad del bloque soviético. El trabajo de Alden fue demasiado neutro e inflexible, poco ágil a la hora de adaptarse a los cambios centelleantes de la partitura. La iluminación fue buena, pero tan fuerte que a veces oscureció los rostros dejando al espectador con una impresión de distanciamiento de la obra. Cheryl Barker, que hizo un dinámico debut en el papel principal, cantó con convicción pero a su interpretación le faltó dominio y seducción. Sin embargo, fue una tarde de lucimiento musical, tanto en el escenario como en el foso, porque estaba claro que todos los músicos estaban encantados con esta obra maestra escrita en la madurez de un versado compositor capaz de saltar de la ternura a la brutalidad en un segundo. Una nueva edición, que es la que se tocó esta vez, ha proporcionado a la orquestación de Janácek un enfoque más vívido, subrayando los contrastes que hay muchas veces entre las relucientes e iridiscentes cuerdas y las estridentes trompetas o los resonantes instrumentos del metal grave. La orquesta de la ENO tocó soberbiamente. El reparto funcionó bien, aunque a menudo no se entendían las palabras. El musculoso Prus de John Wegner, el preocupado Gregor de Robert Brubaker y el pálido y delicado Vitek de John Graham-Hall estuvieron bien retratados. Como lo estuvo también el lastimoso Hauk-Sendorf de Graham Clark, cuya música entrecortada y nostálgica es la más inolvidable de la partitura. En la edad de Botox, el estudio de Janácek de la soledad, la vanidad y la lucha contra la muerte nos habla con más elocuencia que nunca. Fiona Maddocks ACTUALIDAD HOLANDA Festival de Holanda TRIUNFO PARA JANSONS ÁMSTERDAM A.T. Schaefer Het Muziektheater. 3-VI-2006. Shostakovich, Lady Macbeth de Mtsensk. Eva-Maria Westbroek, Lani Poulson, Carole Wilson, Christopher Ventris, Ludovit Ludha, Valentin Jar, Alexandre Kravets, Anatoli Kotscherga, Vladimir Vanejev. Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Director musical: Mariss Jansons. Director de escena: Martin Kusej. Decorados: Martin Zehetgruber. Vestuario: Heide Kastler. Tanto los críticos como el público esperaban con gran entusiasmo la nueva producción de Lady Macbeth de Mtsensk, que era la contribución más importante al Festival de Holanda de la Ópera de los Países Bajos. No sólo porque es la primera ópera que dirige Mariss Jansons como el nuevo director titular de la Real Orquesta del Concertgebouw, sino también es la primera ópera que dirige después del infarto que sufrió en los años noventa durante una representación de La bohème en Oslo. También fue el debut de la soprano holandesa Eva-Maria Westbroek, y la primera producción en Holanda del polémico director de escena austríaco Martin Kusej. Ya cuando bajó el telón después de que parecía como si los dos primeros actos hubieran pasado como un solo y veloz movimiento, el desenlace quedó claro. Es la primera vez en la historia del Muziektheater que un intermedio comienza con una atronadora aclamación para el director musical y la orquesta, y cuando el público se puso de pie, aplaudiendo y vitoreando, fue obvio que el coro, los solistas y la producción eran destinatarios de esa ovación. Y realmente es una producción admirable, incluso durante el último acto en el que hubo una ligera discrepancia entre el libreto y la escenificación, cuando los presos intentan sobornar a los guardias. La verdad es que no hacía falta ningún soborno ya que los hombres y las mujeres están continuamente juntos. El virtuosismo de la orquesta convirtió la ricamente orquestada partitura de Shostakovich Westbroek y Kotscherga en un modelo transparente, en el que Jansons también reveló muchos momentos de sublimes delicadeza y melancolía. Pero también mostró un fino oído para los elementos satíricos, y aquí se encontró con la horma de su zapato, Martin Kusej. Esta Lady Macbeth fue una lucha por el poder con el sexo y la muerte como las armas principales, y la puesta en escena visualmente explícita de Kusej que no dejó nada a la imaginación, transformó la obra en una demolición total de los valores humanos. Eva-Maria Westbroek hizo un soberbio debut, prodigando su calurosa voz de soprano para resaltar los extremos emocionales de Katerina. Christopher Ventris, en el papel de su amante Sergei, se mostró incluso más vulgar que en las anteriores producciones de la ópera en las que había cantado y Anatoli Kotscherga caracterizó con gran fuerza el malicioso y libidinoso suegro. Y al final el publico reservó una parte muy merecida de su entusiasmo para la representación llena de virtuosismo del Coro de la Ópera Holandés, cuyo director, Winifried Maczewski, ya se va. Paul Korenhof 51 ACTUALIDAD HOLANDA Festival de Holanda LOS MOMENTOS IMPORTANTES DE LA VIDA Hans van den Bogaard Ámsterdam, Muziekgebouw ann het IJ. 2-VI-2006. Van der Aa, After Life. Yvette Bonner, Claron McFaddon, Margriet van Reisen, Helena Rasker, Roderick Williams, Richard Stuart, Karl Daymond, Mitchell Sandler. Asko Ensemble. Director musical: Otto Tausk. Director de escena: Michel van der Aa. Decorados: Dries Verhoeven. Vestuario: Robby Duiverman. Escena de After Life de Michel van der Aa E 52 n pocos años Michel van der Aa (1970) se ha establecido como uno de los compositores holandeses más originales y distinguidos. Después de recibir el Premio Gaudeamus (1999), recibió el prestigioso Premio holandés Matthijs Vermeulen por su ópera de un acto One (2004), y en mayo el Festival de Música de SchleswigHolstein le concedió el Premio Paul Hindemith de 2006. El 2 de junio Van der Aa inauguró el Festival de Holanda de este año con la ópera After Life, que representó una oportunidad para mostrar su carácter polifacético. Conocido oficialmente como el “compositor”, este alumno de Louis Andriessen también estudió en la New York Film Academy, donde afloró su talento como montador de vídeo y director de cine. Esta combinación de varias capacidades quedó patente con One, una ópera de cámara para soprano, vídeo y banda magnética y un monólogo alucinante para la soprano canadiense Barbara Hannigan. Después de esta producción, Pierre Audi, el director del Festival de Holanda, que había encargado la obra, propuso a Van der Aa que también dirigiera la escenificación de su propia ópera. Para el tema de la ópera, el joven “compositor multimedia” aprovechó la película After Life del director japonés Hirokazu Kore-Eda. Se trata de personas que acaban de morir, y que llegan a una estación intermedia entre la vida y la muerte. Allí tienen que elegir el momento más importante de su vida para poder llevarlo consigo para la eternidad. Para algunos no es nada fácil e incluso una joven recalcitrante (espléndidamente interpretada por la contralto Margriet van Reisen) se niega a elegir un solo momento. Después nos enteramos de que el personal de la estación está formado por personas que no podían —o se negaban— a escoger ese momento y gradualmente la trama empieza a centrarse en dos de ellas, Aiden y Sarah (los difíciles papeles de Roderick Williams e Yvette Bonner), que han trabado una relación After Life, o después de la muerte. Aiden de repente encuentra su “momento”, pero Sarah se niega a elegir y se queda en esta etapa con todas las memorias de su recién encontrada felicidad, porque “no quiere que más gente se olvide de ella”. Michel Van der Aa añadió al libreto original unas entrevistas filmadas de “gente real” que —al igual que los personajes de la ópera— declaraban que los pequeños acontecimientos son los que representan su “momento más importante”. La intimidad de sus sentimientos produjo un asombroso impacto emocional, tanto es así que durante la primera mitad de After Life superó la acción del escenario. Posiblemente esto tiene que ver con la estructura algo fragmentaria de la partitura que tiene un fondo electrónico continuo, con el Asko Ensemble añadiendo un relleno en algunos momentos, lo cual marginó la verdadera “dirección musical” de Otto Tausk, porque la cinta de vídeo marcaba la música. Al mis- mo tiempo, la simpatía que Van der Aa siente por el cine le había movido a escribir una partitura que seguía claras líneas musicales con un fuerte elemento melódico, y que dejaba más bien a los cantantes romper estas líneas con sus intervalos (aquí estuvo admirable la soprano Claron McFadden como la Jefa). After Life resultó ser muy interesante, incluso, tal vez, importante como la obra que inauguró el Festival de Holanda de 2006 y sería para sentirse satisfecho si esta ópera llegase a ser una obra duradera. Se repitió One tres veces durante el mismo festival, pero la decisión de Barbara Hannigan de dejar de interpretar la obra, después de una gira para representarla en once países, significa que dejará de existir, ya que Hannigan es también la cantante del vídeo, el esfuerzo esquizofrénico de una soprano cantando consigo misma sería imposible con cualquier otra solista interpretando la partitura. Paul Korenhof ACTUALIDAD ITALIA Sasha Waltz mezcla ópera y danza PURCELL AMPLIADO Teatro Comunale. 16-VI-2006. Purcell, Dido and Æneas. Aurore Ugolin, Reuben Willcox, Deborah York y Céline Ricci. Director musical: Attilio Cremonesi. Directora de escena y coreógrafa: Sasha Waltz. FERRARA Una original escenificación de la única ópera auténtica de Purcell, Dido and Æneas, ha nacido de una coproducción europea de la Staatsoper Unter den Linden de Berlín con los teatros de Ferrara (donde he podido verla) Luxemburgo y Montpellier. Es un espectáculo al mismo tiempo de ópera y de danza, firmado por la coreógrafa alemana Sasha Waltz y por la parte musical por Attilio Cremonesi, que dirigió a la Akademie für Alte Musik Berlin y el Vocalconsort Berlin. La idea de Sasha Waltz era la de narrar la historia no sólo a través de los cantantes, “sino también con imágenes y gestos, por medio del lenguaje particular de la danza que se integra en la música”, fundiendo los diversos planos de la representación. La fusión alcanzó resultados de gran relieve, aunque con algunas discontinuidades y ciertos momentos discutibles. Waltz sostiene que la historia de Dido y Eneas se desarrolla demasiado rápidamente, e involucra a Cremonesi para ampliar la duración de la ópera de una hora a hora y media. Al menos dos ampliaciones tienen un fundamento preciso en el libreto de Nahum Tate, respecto del cual en la partitura falta la música del Prólogo (del que no sabemos si llegó a tenerla) y la del final del segundo acto. La reconstrucción de Cremonesi tiene obviamente tan sólo un valor ejemplificante, hipotético; pero funciona, aunque no llegamos a comprender el significado de un largo episodio sin música añadido por Waltz al final del primer acto. En compensación, muy sugestivo el Prólogo, con los bailarines que se zambullen en una pequeña piscina de vidrio para evocar a náyades y tritones. Otros momentos memorables se encuentran sobre todo cuando la coreógrafa se ajusta a la milagrosa música de Purcell. Todos los protagonistas aparecen desdoblados en cantantes y bailarines. Pero los cantantes no están sentados aparte, como en la Salomé con dirección de Bob Wilson, o el famoso Gallo de oro de Diaghilev montado en París en 1914. Por el contrario, todos los intérpretes vocales, solistas y coro, están profundamente involucrados, con una gestualidad original que establece relaciones muy variadas y articuladas con los movimientos de los danzantes, logrando una auténtica fusión de gran intensidad, particularmente compleja cuando se encuentra en escena el coro mezclado con grupos de danzantes. El planteamiento escénico no impidió a Aurore Ugolin (Dido), Reuben Willcox (Eneas), Deborah York (Belinda) y Céline Ricci (Segunda mujer) cantar con finura e intensidad, y los bailarines no estuvieron a menor nivel. Cremonesi dirigió los estupendos conjuntos berlineses con admirable convicción y conciencia estilística. Paolo Petazzi Una producción fallida CABEZAS DE MARMOL Teatro della Pergola. 21-V-2006. Vivaldi, L’Atenaide. Paola Leggeri, Anicio Zorzi Giustiniani, Julija Samsonova, Romina Tomasoni, Anna Tobella. Modo Antiquo. Director musical: Federico Maria Sardelli. Director de escena y vestuario: Massimo Gasparon. FLORENCIA La ópera de Vivaldi L’Atenaide, con libreto de Apostolo Zeno, ha regresado al florentino Teatro della Pergola, para el que fue compuesta, después de 278 años de distancia y olvido. La operación ha nacido de una feliz conjunción: Federico Maria Sardelli la había programado para una edición anterior del Festival Opera Barga, que luego fue cancelada, Massimo Gasparon encargó en 2006 la transcripción del manuscrito —llegado íntegro hasta nosotros— al musicólogo Bernardo Ticci, además de la Asociación Ópera Barga, donde se retomará dentro del festival de agosto, y la Associazione Maggio Musicale Formazione, junto a la disponibilidad del Teatro della Pergola y de las administraciones locales. Las premisas eran, por lo tanto, las de un gran regreso a la escena, y sin embargo el infierno está empedrado de buenas intenciones. Cómplices fueron la mezcla de un reparto modesto y una dirección de escena fea, que provocaron una decepción. Aun cuando se quisiera ser indulgente con un reparto de jóvenes cantantes, que sólo tres meses antes no habían cantado nunca un aria del XVIII y no sabían lo que era un recitativo y que no han mejorado mucho en el intervalo. La escenografía, un depósito incoherente de cabezas de marmol, escaños de piedra y esculturas que van de un lado para otro sin que se sepa para qué, hizo el resto. Ahora bien, es justo ser benévolo con los jóvenes Paola Leggeri en L’Atenaide cantantes de las producciones de ópera del XVIII, tan poco amada ahora en Italia. Pero operaciones como ésta implican el riesgo de la desafección del público de pago, bien que éste empiece a ser raro. Vivaldi escribió una partitura bellísima, en la que se suceden las arias comprometidas, incluso si no son muchas las originales, acompañadas de música sublime. Pero para conseguir el efecto que deseaba el autor, que tanto le pedía a las voces, son indispensables cantantes consumados, expertos en el repertorio y dotados de una técnica perfecta. Se puede uno consolar con la estupenda interpretación del maestro Sardelli, a cuya invención se debe la escritura de la sinfonía inicial, que se ha perdido. Y con la probable grabación en disco, para la que será escogido seguramente un reparto adecuado. Entonces será cuando renazca L’Atenaide verdaderamente. Franco Soda 53 ACTUALIDAD ITALIA Martone monta Un ballo in maschera UNA GRAN AMELIA Teatro Carlo Felice. 14-VI-2006. Verdi, Un ballo in maschera. Indra Thomas, Marco Berti, Marco Vratogna, Larisa Diadkova, Ulrica, Serena Gamberoni. Director musical: Nicola Luisotti. Director de escena: Mario Martone. GÉNOVA Confieso que en el Baile de máscaras representado en Génova mis expectativas y mi mayor curiosidad se referían a la dirección de un hombre de teatro del nivel de Mario Martone en una de las obras maestras de Verdi que quizá sea de las más difíciles de poner en escena; pero las mejores sorpresas del espectáculo procedieron sobre todo de la parte musical. La soprano Indra Thomas, que ya ha tenido importantes éxitos internacionales, pero cantaba por primera vez en Italia, ha demostrado dotes vocales hoy rarísimas, una voz en verdad fascinante y de gran sensibilidad musical, que ofreció de la parte de Amelia una interpretación de magnífico relieve, aun si en algunos detalles podría ser todavía más refinada. A su lado, el tenor Marco Berti poseía una facilidad de emisión y una belleza de timbre que hacían olvidar algunas limi- Larisa Diadkova en una escena de Un ballo in maschera de Verdi en el Teatro Carlo Felice de Génova taciones en cuanto a profundización interpretativa. El barítono Marco Vratogna reveló gran autoridad vocal y una búsqueda de refinamiento expresivo y autorizadísima apareció Larisa Diadkova como Ulrica. Serena Gamberoni fue un elegante Oscar; apreciables los comprimarios. La dirección de Nicola Luisotti se atuvo a una línea de noble tradición y reveló una gran pertinencia en su apoyo a los cantantes. ¿Pero y la dirección de escena? Martone trabajaba con sus colaboradores habituales, el escenógrafo Sergio Tremonti y los figurines dieciochescos de Bruno Schwengl. Fueron muy sugerentes las escenas del segundo y tercer actos. En el segundo, en vez del campo horrible, había un vasto edificio en ruinas; en el tercero, el esplendor de la fiesta se resolvía con un fascinante juego de espejos, que entre otras cosas permitían ver al grupo de músicos que tocan en el baile y que no se colocan sobre las tablas. La dirección pareció incluso más convincente en el tercer acto, aunque en conjunto se mostró bastante genérica y tradicional en la profundización de los personajes, algo que suele ser el punto clave en Martone. Paolo Petazzi Ópera en Santa Cecilia DON ALFONSO BAILA EL HIP-HOP ROMA Auditorium Parco della Musica. Sala Petrassi. 19-VI-2006. Mozart, Così fan tutte. Adriana Damato, Nuccia Folcile, Laura Polverelli, Alex Esposito, Saimir Pirgu, Andrea Concetti. Coro y Orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia. Director musical: Roland Böer. Director de escena: Daniele Abbado. Escenografía, vestuario e iluminación: Gianni Carluccio. 54 El professor Cagli, presidente de la Academia Nacional de Santa Cecilia, no pierde ocasión de reivindicar el teatro musical, legítimo campo de acción de la entidad. ¡Al fin una ópera puesta en escena! En el año mozartiano, sólo podía ser de este compositor. Por primera vez, la Academia colaboraba con la Fundación Música para Roma en la producción de una obra lírica; por primera vez, Coro y Orquesta de Santa Cecilia se empeñaban en una ópera en su forma escénica. Bautismo de la Sala Petrassi, pequeño teatro con escenario y bastidores, pero sin camerinos, así que los cambios de vestuario deben ser en escena o en la sala. Così fan tutte presenta un actualísimo cambio de parejas como prueba para el amor de dos virtuosas muchachas por sus galanes, que apuestan acerca de su fidelidad bajo la forma de un juego orquestado por el filósofo aprendiz de brujo Don Alfonso. Escena fija, una caja en blanco “vestida” por proyecciones, cuya utilidad, si no su sentido, se escapaba. Vestuario de los años cincuenta y turquerías. Una coreografía sintética entre el hip-hop y la danza musculosa moderna. Aguda dirección de escena muy teatral que exaltaba el aspecto paródico de la comedia. Y una verdadera maravilla la interpretación musical del joven reparto. El director Roland Böer dirigió brillantemente una orquesta cristalina, donde cada color individual emergió nítidamente. Nuccia Focile, desbordante Despina, una verdadera característica, de voz dúctil y suave; Adriana Damato, una soprano de bella extensión y fulgurantes agudos. Laura Polverelli, voz ágil idealmente melódica. Alex Esposito, actor consumado, de cálido timbre baritonal. Andrea Concetti fue un Don Alfonso perfecto. El coro, en estado de gracia, brilló por volumen sonoro y entonación. No puede sino esperarse que la Academia se adentre más aún en el teatro musical. Franco Soda ACTUALIDAD ITALIA La ópera de Rossini regresa a Roma EL TURCO FELIZ C.M. Falsini Roma. Teatro dell’Opera. 1-VI-2006. Rossini, Il turco in Italia. Carlo Lepore, Ángeles Blancas Gulín, Gregory Kunde, Paolo Rumetz, Mario Cassi, Nadia Pirazzini, Davide Cicchetti. Director musical: Donato Renzetti. Director de escena: Stefano Viziali. Escenografía y vestuario: Susanna Rossi Jost. Iluminación: Patrizio Maggi. Ángeles Blancas y Carlo Lepore en Il turco in Italia de Rossini D espués de veintitrés años regresa a Roma Il turco in Italia, la ópera de Rossini con libreto de Felice Romani, estrenada con poco éxito en la Scala de Milán el 14 de agosto de 1814. ¡En agosto y sin aire acondicionado, los tiempos cambian! El drama bufo, pronto olvidado, lo resucitó Gianandrea Gavazzeni en 1950 en el Teatro Eliseo de Roma con Maria Callas: maravilló el valor musical y dramático. Se ha reincorporado al repertorio, aunque su ejecución sea rara, como demuestra que sólo se haya puesto tres veces en el Teatro de la Ópera. Espectáculo agradabilísimo, ligero, divertido, el más exitoso de la temporada. El director Stefano Vizioli impuso a los cantantes actores ritmos animadísimos y una vivaz gestualidad inspirada en los manierismos del cine mudo de los años veinte, época en la que se ambienta felizmente la comedia; una suma burguesa, con pleno respeto del libreto. Las turquerías rossinianas se adaptan bien a la fascinación por oriente de esos años un poco locos. Ajustada puesta en escena “a la italiana” con fondos pintados con luminosas vistas del Vesubio con los colores de las acuarelas napolitanas del XIX e ingeniosa: el volcán entra en erupción en consonancia con el estado de ánimo de Fiorilla. La lectura de Donato Renzetti no exalta la brillante partitura, pero siempre está atenta al equilibrio de las voces con la orquesta, que trabajó bien, aun si los difíciles solos de trompeta y trompa de la obertura no brillaron por su virtuosismo. Un reparto vocal homogéneo. Carlo Lepore, aunque no es una auténtica voz rossiniana posee vis cómica. Desatada Gulín, estrepitosa Fiorilla que se hace perdonar agudos y coloratura dudosos. El joven Mario Cassi tiene una voz ácida bien entonada que suscita grandes esperanzas. Paolo Rumetz, adecuado para el papel, al igual que Nadia Pirazzini. Gregory Kunde, oscilante. Buena prestación del coro. Lo mejor, la labor de conjunto. El espectáculo merece reponerse o al menos editarse en DVD. Finalmente, tuvimos sobretítulos. Franco Soda 55 ACTUALIDAD PORTUGAL Comienza el Anillo lisboeta UN RIN DE ORO Alfredo Rocha Teatro São Carlos. 28-V-2006. Wagner, El oro del Rin. Stefan Ignat (Wotan), Will Hartmann (Loge), Judit Németh (Fricka), Tatiana Serjan (Freia), Gabriela May (Erda), Michael Vier (Donner), Peter Keller (Mime), Friedemann Röhling (Fafner), Keel Watson (Fasolt), Stefan Margita (Froh), Cornelia Entling (Flosshilde), Dora Rodrigues (Wellgunde), Johann Werner Prein (Alberich). Director musical: Emilio Pomárico. Director de escena: Graham Vick. Escenografía: Timothy O’Brien. LISBOA Stefan Margita, Michael Vier, Judit Németh, Will Hartmann, Stefan Ignat y Tatiana Serjan en El oro del Rin de Wagner. 56 La tetralogía del Anillo del nibelungo, de Wagner, que el Teatro Nacional de San Carlos pretende representar hasta 2008 lo coloca en una posición privilegiada frente a otros teatros de Europa. No sólo por el contenido, por demás conocido y elogiable, sino por la forma: la primera ópera de este ciclo, El oro del Rin mostró una puesta en escena completamente original, que subvirtió todas las reglas de un teatro construido en pleno siglo XIX, que anuló su división jerárquica y transformó, con una audacia cada vez menos frecuente, el significado de lo que es asistir a un drama wagneriano. Primero, donde antes estaba el escenario fue colocada la platea. El espacio de ésta, por su parte, fue ocupado por el escenario. Como resultado, todo el drama se desarrolló en una especie de anfiteatro circundante a la acción teatral, lo que permitió que cada espectador tuviera acceso a un ángulo de visión propio —cada uno vio el espectáculo que le tocó ver desde el asiento donde se encontraba. A la superior riqueza de una experiencia así puede sumársele la elección absolutamente medida y certera de los accesorios de la escena, y un guardarropa muy especial que en su homogeneidad pudo dar a cada personaje un toque personal y único. Esta obra de arte —tal vez muy cercana de lo que Wagner consideraba el “arte total” —tiene una firma, la de Graham Vick. El director de escena —uno de los fundadores de la Birmingham Opera Company— crió para nuestros ojos un Wagner altamente teatralizado, en el cual la música y el drama se entrelazan como si jamás se hubiesen separado, como si no se pudiera concebir una sin el otro. Claro que Vick tuvo la preciosa ayuda de un escenógrafo de primer nivel, Timothy O’Brien. Y tuvo también la experiencia de haber hecho tres Anillos antes de éste —dos de ellos, portadores de un claro mensaje democrático, se realizaron en escuelas, gimnasios, cines y pistas de patinaje. Supo, a lo largo de toda la ópera, transmitir su osadía y creatividad a los cantantes, quienes demostraron, sin excepción, admirables dotes dramáticas. No se puede nombrar a unos sin ofender a los otros, por eso aquí están los nombres: Stefan Ignat, Hill Hartmann (un Loge burlón e inteligente), Judit Németh, Tatiana Serjan, Gabriela May, Michael Vier, Stefan Margita, Johann Werner Prein (un Alberich cómico y desamparado), Keel Watson, Friedemann Röhlig, Andrea Dankova, Cornelia Entling y Dora Rodrigues. Todos ellos fueron llevados, como por un túnel invisible, hacia los secretos de la inmensa partitura de Wagner por un director de genio, Emilio Pomárico, italiano nacido en Buenos Aires, cuyo trabajo al frente de la Sinfónica Portuguesa —preciso y simple, y por ello extremadamente complejo— se destacó como el punto clave de unificación entre todos los elementos. Este ha sido, sin duda, uno de los grandes acontecimientos del año en Portugal. Y algo nos dice que su grandeza lo convierte en uno de los mejores momentos operísticos de 2006 en toda Europa. Luciana Leiderfarb ACTUALIDAD SUIZA Un pasticcio de Haendel en el casino ENTRE EL BARROCO Y LA BELLE ÉPOQUE LUCERNA El contraste es picante y pintoresco. Por un lado, una obra de principios del siglo XVIII, que se interpreta con instrumentos originales. La historia tiene unos dos mil años y medio, pero aquí transcurre en las primeras décadas del siglo XX. La solución al enigma: Oreste de Haendel no se representa en el familiar Theater an der Reuss, sino en el Grand Casino junto al Lago de los Cuatro Cantones. En concreto, en una sala con la atmósfera de la tardía belle époque, ligeramente decorada por el escenógrafo Werner Hutterli. El espacio constituye el propio montaje. Al director del Tea- tro de Lucerna, Dominique Mentha, le gustan este tipo de trasposiciones; hace dos años, justamente llegado a la ciudad, trasladó la obra de Ullmann Der Kaiser von Atlantis a unos astilleros. Ocho bailarines, elegantemente vestidos a la moda de la época de entreguerras, se mueven danzando por el suelo de la sala. Algunos números se resuelven como intencionadas canciones. Por supuesto, no puede faltar el bar, donde los protagonistas se recuperan o afirman su carácter a través del alcohol. De algún modo, todo esto no le va mal a la obra escogida: un pasticcio es precisamente una obra que se compone de Ingo Höhn Theater. 18-V-2006. Haendel, Oreste. Caroline Vitale, Teodora Gheorghiu, Madelaine Wibom, Gregor Dalal. Director musical: Rick Stengards. Director de escena: Dominique Mentha. Decorados: Werner Hutterli. elementos preexistentes. Haendel contó con un nuevo libreto, pero empleó exclusivamente piezas musicales de creaciones anteriores. Algo así como un puzzle sonoro. Y como sólo incluyó “lo mejor de Haendel”, todo es de primera clase. El momento más conmovedor es el único y melancólico dúo en medio de la cadena de arias. En este decorativo nightclub se presentó una novedad: el conjunto barroco La Gioconda. Músicos de la propia orquesta del teatro tocan instrumentos históricos y ejecutan la música antigua con la mayor autenticidad posible. Su director, Rick Stengards, cuenta con una gran experiencia en el violín barroco y lidera soberanamente el conjunto desde el primer atril. Un afortunado debut, con su estilo impulsivo y flexible, quizá todavía un punto excesivamente plano en lo dinámico. Mario Gerteis Aida con vestuario del siglo XIX EN BUSCA DEL INTIMISMO El director musical Adam Fischer quería indagar en la partitura de Aida, sobre todo, los momentos más íntimos y delicados, para que, como él mismo había afirmado, “los seres humanos no fueran pisoteados por los elefantes”. Por supuesto, en el reducido escenario de la Ópera de Zúrich no hay elefantes, y la celebérrima marcha triunfal es solucionada de forma bien discreta. Con todo, este refinamiento, que busca alejarse de los amenazadores fortísimos de las escenas de masas, no es lo suficientemente flexible. El gran drama se impone a la profundización psicológica —incluso en el conmovedor final, que alcanza pocas veces ese sempre dolcissimo deseado por el compositor. Esto radica también en la elección de los cantantes, que hasta en los bien defini- Suzanne Schwiertz ZÚRICH Opernhaus. 28-V-2006. Verdi, Aida. Nina Stemme, Luciana D’Intino, Salvatore Licitra, Juan Pons, Matti Salminen. Director musical: Adam Fischer. Director de escena: Nicolas Joël. Decorados: Ezio Frigerio. Vestuario: Franca Squarciapino. Matti Salminen en Aida de Verdi en la Ópera de Zúrich dos papeles menores (Juan Pons como Amonasro, Matti Salminen en Ramfis) acude a voces poderosas. Con sus rotundos graves, Luciana D’Intino es una experimentada Amneris, al igual que Salvatore Licitra como Radames, que hace resonar sin problemas su opulento timbre. El retrato más diferenciado lo ofreció la cantante que cuenta, sin duda, con el instrumento más poderoso: Nina Stemme. La renombrada cantante wagneriana (Isolda en Bayreuth y también en el Tristán en CD con Plácido Domingo) ha interpretado hasta el momento poca ópera italiana, y su timbre no suena realmente muy latino. Sin embargo, en su primera Aida ha demostrado nuevamente ser una artista preparada a conciencia, con enérgicos ataques y luminosos agudos, pero también con momentos recogidos y conmovedores. El director de escena Nicolas Joël comparte la extendida tendencia actual a trasladar una obra a la época de su composición, en este caso a finales del siglo XIX, con sus jardines llenos de palmeras y brillantes uniformes. Todo esto deriva en una serie de bellas imágenes con escaso sentido teatral: un decorativo palacio de cristal, un lujoso vestuario y una bella colocación del coro. Pero también dominó una escasa dirección de actores. Los conflictos humanos se vuelven anecdóticos, incluso inverosímiles. Al final, viejo teatro puramente decorativo —¿orientado quizá hacia la anunciada filmación televisiva? Mario Gerteis 57 ENTREVISTA Marc Minkowski Katja Lösönen “SOY HIJO DEL DISCO” M úsico cálido, jovial y vitalista, Mark Minkowski es un artista apasionado y singularmente comunicativo. Músico desde la adolescencia, director de su propia orquesta a los veinte años, nacido en una familia de melómanos e intelectuales, Minkowski es a los cuarenta y cinco años uno de los directores de orquesta más solicitados. Famoso por sus interpretaciones de los repertorios alemán, inglés, austríaco, francés e italiano de los siglos XVII y XVIII, a la cabeza de sus Musiciens du Louvre-Grenoble con los que ha tocado en todas las salas de conciertos y teatros del mundo, es ya un invitado habitual de las grandes orquestas internacionales y sueña con ser titular de una de ellas a fin de explorar nuevos espacios sonoros. SCHERZO le ha entrevistado en París, a principios de junio, poco antes de que llegue con su grupo a España, en donde actuará de nuevo la próxima temporada. 58 ENTREVISTA MARC MINKOWSKI Usted nació en una familia rica intelectualmente y, sobre todo, abierta a las artes y a la cultura. De hecho provengo de una amalgama de religiones de todos los orígenes, pues mi padre procede de una familia judía polaca emigrada a comienzos del siglo XX, primero en Suiza, donde los hermanos de mi abuelo se instalaron y alcanzaron una gran reputación como científicos y médicos, después en Francia, en cuyo ejército combatió mi abuelo en 1914-1918, participando en la batalla de Verdún. Esta familia judía cuenta con un cierto número de convertidos, que vivieron a veces bajo el mismo techo. Por el lado materno, somos católicos. Mi madre, descendiente de una gran familia burguesa americana de raíces inglesas, me hizo bautizar. Mi abuela materna, que se había casado con un hombre de negocios checo protestante, era una gran violinista americana a la que conocí poco y que debió renunciar a la música a consecuencia de un accidente en un brazo. Además de su abuela violinista, su padre, el célebre pediatra Alexandre Minkowski, uno de los fundadores de la neonatología, amaba especialmente la música. Era un melómano apasionado y había estudiado el violín y la flauta, instrumento al que se dedicó durante mi infancia, recibiendo clases particulares en el hospital donde trabajaba. Soñaba con ser músico, al extremo de desear que su primer hijo, mi hermana Marianne, se hiciera intérprete. Al final se hizo investigadora… y la musa se fijó en mí. Tuve por tanto mi fan número uno en casa, e incluso me ayudó a interrumpir mi curso escolar para que pudiera consagrarme por completo a la música. ¿Cómo es que eligió el fagot? Tuve la suerte de entrar a los trece años en una de las rarísimas instituciones escolares francesas dotadas de dos orquestas. Se trataba de la Escuela Alsaciana, en la que se educó mi padre. Había allí un maravilloso profesor de música, Michel Rottenmüller, antiguo pianista niño prodigio. Su curso era un verdadero lugar de comunión y su fuerza de persuasión era tal que le escuchábamos con avidez. La música era mi destino y no hizo falta nada más para que mordiera el anzuelo. Me fijé primero en la flauta de pico, en la orquesta de principiantes, antes de inclinarme por un instrumento más evolucionado. Con anterioridad a la Escuela Alsaciana, ¿tanteó algún instrumento? Toqué un poco el violín a los nueve o diez años. Mi profesor era Régis Pasquier, que enseñaba en el conservatorio de mi barrio, pero no conseguí dominarlo, y ése es uno de los mayores disgustos de mi vida; el violín es el instrumento que más me interesa… y que más me irrita. La Escuela Alsaciana tenía también una orquesta y yo quería tocar un instrumento grave, el contrabajo o el trombón, hasta que un estudiante tocó delante de mí el fagot, por el que experimenté un auténtico flechazo. Recibí clases particulares, se demostró que estaba dotado para el instrumento y muy pronto me convertí en semiprofesional, obteniendo mis primeros ingresos antes de los dieciocho años. ¿La fama de su padre interfirió en el desarrollo de su carrera? Me preguntaban a menudo si era su hijo, pero no hubo interferencia. En esta orquesta de alumnos de la escuela, después de menos de un año de practicar con el fagot, pude tocar la Sinfonía n° 104 de Haydn y las oberturas de Coriolano y Egmont de Beethoven. Lo que me motivó especialmente, tanto más pues la orquesta reunía a alumnos y profesores. Nulo en matemáticas, yo tocaba al lado de mi profesor, que era un clarinetista muy flojo [risas], lo que me servía de revancha. Entre los alumnos se encontraban Sonia WiederAtherton, que tocaba como solista en los conciertos de violonchelo, y Christian Brière, nuestro primer violín, hoy miembro de la Orquesta de París, y entre los profesores el director del colegio, que lo mismo tocaba los timbales que el clave; lo cual era muy simpático. Tan chiflado estaba por la música que no encontré la energía necesaria para proseguir seriamente mis estudios escolares y aunque mis padres hubieran deseado verme hacer el bachillerato, no les quedó más remedio que sufrir mi pasión por la música. Enseguida, a los veinte años, crea usted su propia orquesta. ¿Cómo puede realizar un músico semejante deseo tan pronto? El mundo orquestal me sedujo inmediatamente y la función de director de orquesta era el desenlace natural. Pero para mí constituía un sueño y un divertimento más que un objetivo. Me encantaba tocar mi instrumento en una orquesta y observar al director, y fue así como, en una academia de verano, tras dos años de práctica musical, elegí un concierto para flauta de Vivaldi para el que reuní una decena de estudiantes a los que dije: “Quiero dirigiros en un concierto de Vivaldi, venid”. Y lo hice [risas]. Después dirigí, casi balbuceando, algunos conciertos, en especial Acis y Galatea de Haendel, durante un congreso de medicina organizado por mi padre. Estaba obsesionado en esa época por la grabación de John Eliot Gardiner; realicé numerosos cortes e invité a un tenor que era cantante solista en el Moulin Rouge. Como instrumentista, participaba frecuentemente en los conciertos de un excelen- te coro aficionado, el Ensemble Vocal Françoise Herr, que más tarde dirigiría en algunos registros, como Platée. Este conjunto vocal al que me sentía muy próximo y que me apreciaba como solista, sabía de mi afición por la dirección. Algunos de ellos habían ido al concierto de Acis y Galatea, al final del cual me propusieron dirigirles en Dido y Eneas. Dudé pues no conocía perfectamente la obra, pero hice de tripas corazón. Estábamos en 1982 y yo acababa de fundar Les Musiciens du Louvre a raíz de un pequeño concierto gratuito que había organizado en una iglesia parisina donde reuní, sin apenas presupuesto, un puñado de músicos. ¿Cómo los conoció? A los dieciocho años, yo tocaba con muchas orquestas, tenía una libreta de direcciones con gente importante a la que logré convencer. Dido y Eneas fue el verdadero punto de partida. Comencé a pagar a los músicos, hice pagar la entrada al público y repartí los ingresos. Paralelamente, desarrollé una labor sinfónica como fagotista, y me interesé por las sonoridades de los instrumentos antiguos, lo que me incitó a montar ese Dido y Eneas con instrumentos de época, y comencé a especializarme a mi pesar. En medio de todo esto, una de las enfermeras de mi padre era vecina de Charles Bruck, célebre por su compromiso en favor de la música contemporánea, a quien ella me recomienda. Voy a su encuentro. Yo estoy medio asustado y medio divertido —supe después que era una verdadera esfinge que aterrorizaba a todo el mundo— y comienza a explicarme la academia de verano en la que ha sucedido a Pierre Monteux, cerca de Boston, en Maine. Me pregunta qué hago, me planteaba dos o tres cuestiones a las cuales no puedo responder —era su especialidad—, pero una chispa se enciende entre nosotros y me dice: “¡Venga!”. Yo tenía dieciocho años. De improviso permanecí durante dos meses en los Estados Unidos, por primera vez en mi vida. La estancia fue muy dura pero extraordinariamente instructiva. Como todos los alumnos, tenía que tocar en la orquesta, donde había increíbles desniveles de calidad. Estaba constituida por estudiantes que servían como material de trabajo a los aprendices de director. La primera obra que dirigí allí fue El carnaval romano de Berlioz. No volví a esta academia, lo cual lamento, y me dejé invadir un poco por la moda barroca y por el hecho de que pocos intérpretes jóvenes estuvieran asociados a ese repertorio. Después conocí a Michel Garcin, director artístico de discos Erato y, con la ayuda del éxito, abandoné paulatinamente mi instrumento para consagrarme a la dirección, 59 ENTREVISTA MARC MINKOWSKI sobre ciertas obras se han sentido decepcionadas. Así, mi paso por la Orquesta Filarmónica de Berlín fue difícil porque, conforme a lo que Simon Rattle me había pedido, dirigí en la primera parte del concierto una obra barroca de Jean-Ferry Rebel, después la Sinfonía en do de Bizet y el Réquiem de Fauré. Creo que la segunda parte se desarrolló mucho mejor pues los músicos se esperaban en la primera pieza una conferencia, algo que, de todas formas, no tenía tiempo de dar [risas]. Pienso, de todas formas, que tengo alma de pedagogo y me gusta trabajar con los jóvenes. ¿Por qué llamó a su orquesta con el nombre de Musiciens du Louvre? Fue pura casualidad. Yo vivía en la rue de Rivoli, en casa de mis padres, frente al Louvre [risas]. Me pareció que ese nombre sonaba bien para nuestro pequeño concierto inaugural en una iglesia. Fue algo instintivo porque, después de haber explorado la historia de la música, se ha comprobado que en el Louvre, si pensamos en Luis XIII y los ballets de cours, el Concert spirituel, que era la institución de conciertos más importante en el París de su tiempo, estaba instalada en el recinto amurallado del castillo de las Tullerías. Allí se dieron las primeras audiciones de muchas piezas extranjeras, motetes y conciertos. Se trataba de hecho de la segunda institución musical, después de la Academia Real de Música. Así, el azar justificó este nombre. Michel Garnier A menudo, en las producciones que dirige, participa en la acción, en el vestuario, disputando con la heroína, etc. ¿Se encamina hacia la dirección de escena? Minkowski y Les Musiciens du Louvre y aparecer como invitado en orquestas sinfónicas. Los holandeses de la Filarmónica de Rotterdam fueron los primeros en confiar en mí y a continuación las compañías de ópera británicas. Por tanto, he construido paralelamente un repertorio sinfónico y lírico, barroco. Pero lo he hecho poco a poco, tomando mi tiempo antes de grabar. ¿Le interesa la investigación musicológica? 60 Está claro que soy un intérprete instintivo. Detesto el dogmatismo, las afirmaciones del tipo “blanco o negro”. Pero, al mismo tiempo, soy muy respe- tuoso, y sumerjo mi inspiración y mi instinto en la musicología, la lectura, el trato con los musicólogos. Poseo una importante colección de partituras y libros de más de tres siglos que crece de año en año. Sin embargo, no leo todo el día, pero los hojeo y me inspiro. Digamos que practico la musicología instintiva [risas]. Lo que puede provocar equívocos, porque la gente se imagina que los que se dedican al barroco son obligatoriamente doctores, algo que yo no soy; a veces grandes orquestas que esperaban disertaciones En el momento en que descubrí la música en la Escuela Alsaciana, una vocación de actor estaba a punto de nacer en mí. Estaba dotado para recitar poemas y para el estudio de obras teatrales. La música se superpuso y de ahí que la ópera se inscribiera de forma natural en esa trayectoria. A menudo se ha dicho que soy un director teatral porque consagro buena parte de mi energía a la ópera, que tengo ganas de otorgarle su justa expresión, de hacer hablar a la música de la manera más elocuente posible, lo que provoca asociaciones a veces extraordinarias con directores de escena que están más o menos frustrados de tener a su lado a un simple marcador de compás. Pero esto puede también provocar desacuerdos de intereses, incomprensiones. Estamos en una sociedad lírica donde los papeles cada vez están más compartimentados, como lo confirman los plannings de los teatros: se otorga un tiempo considerable para los ensayos de los directores de escena, si bien mucho más reducido con relación al ENTREVISTA MARC MINKOWSKI Además de Bruck y Gardiner, ¿qué directores de orquesta le resultan más cercanos? Junto a mi colección de libros y de partituras, tengo otra, que es tan importante para mi cultura y mi instinto: mi colección de discos. Soy hijo del disco y, gracias a él, he dado a conocer rápidamente a mi orquesta, en Erato y después en Deutsche Grammophon. En tanto que intérprete, está de una parte el encuentro con Charles Bruck, y de otra los encuentros discográficos que han nutrido mi estilo que, creo, es absolutamente personal. Pero es verdad que mis favoritos en el repertorio barroco, y después en el romántico, han sido Gardiner y Harnoncourt. Primero sus discos y enseguida sus conciertos. Siempre con una mezcla de respeto y de irritación, sobre todo con Harnoncourt, pero los dos me han aportado mucho. También soy un gran admirador de Monteux, quizá a causa de Bruck y de la academia que había fundado en Maine, donde acabó su vida y en donde está enterrado. Monteux quizá no apreciaría lo que yo hago, a juzgar por la manera en que comenta los conciertos de Leonard Bernstein a los que asistió, pero me gusta su honestidad con respecto al texto, su sinceridad, su trayectoria de músico de orquesta convertido en el director más importante de comienzos del siglo XX comprometido con la música de su tiempo, la espontaneidad, la nobleza de sus interpretaciones. También me gustan los extremos, como Hermann Scherchen, que me electriza en Beethoven y, a veces, en Haydn; Toscanini, porque su dirección desprende una energía, una fuerza, un mordente que yo busco continuamente; Fritz Reiner y en ocasiones Leopold Stokowski, por su curiosidad y sus excesos; Furtwängler, por la dimensión de sus interpretaciones extremadamente profundas y sobrecogedoras, sus opciones tan libres, tan radicales que iluminan con toda su evidencia la relativa estabilidad de la interpretación del repertorio sinfónico. Un día, estaba ensayando en Alemania con una orquesta de radio la Sinfonía de Bizet. En el movimiento inicial, escrito por un jovencísimo compositor, los temas son todos muy diferentes, cada uno de ellos tiene su célula rítmica y su tempo, que yo cambiaba de buena gana durante la lectura. Un músico me dice “pero ¿por qué?”, y le respondo “¿Y por qué no?” Ahora bien, al escuchar los discos de Furtwängler, la cuestión no se plantea ni, por lo demás, cuando se oye un cuarteto de cuerda o un quinteto con piano. Otro director libre, Charles Münch. Adoro a Münch. Mi padre, en su libro Le mandarin aux pieds nus, recuerda haberle escuchado a menudo en Boston. Uno de mis últimos modelos, que también es un amigo, es Simon Rattle. Le admiro sobre todo por la diversidad y la flexibilidad de su estilo, que se adapta a todos los repertorios. La primera vez que le vi dirigir fue en Francfort, donde tocaba una Sinfonía “Londres” de Haydn, El mandarín maravilloso de Bartók, una suite de Les Boréades de Rameau y La Mer de Debussy. Su musicalidad me fascinó en tal medida —se olvida demasiado a menudo que el director debe tener una musicalidad excepcional, por encima de la precisión o la técnica— que, al acabar el concierto, me precipité en su camerino y, sabiendo que le gustaba la música barroca, pensé que quizá hubiera oído mis discos y sabría quién era yo. Inmediatamente, una complicidad se estableció entre nosotros. ¿Les Musiciens du Louvre disponen de tantos instrumentos como los repertorios que abordan? Hace algunos años, todos hacíamos un poco de todo. Ahora nuestros efectivos se han repartido en dos o tres categorías. La formación barroca, con ciertos instrumentos y ciertos músicos en ciertos puestos; la clásica, para nuestra grabación de las dos últimas sinfonías de Mozart o para la integral de las Sinfonías londinenses de Haydn que vamos a abordar, para las cuales cambiamos a la vez de instrumentos, de arcos, de diapasón, y en donde algunos atriles se alternan un poco; finalmente, un efectivo romántico, bastante cercano al clásico, pero con otros instrumentos entre los vientos, y otros arcos. Es con este último con el que tocamos Offenbach, con el que daremos Carmen el año que viene, y con el que tengo ganas de acercarme a las primeras óperas de Wagner. Para la música contemporánea empleamos otro conjunto. Las óperas de juventud de Wagner se representan muy poco, con excepción de El holandés errante. ¿Qué le interesa de estas obras? Son apasionantes y muy difíciles de realizar, pero con la cultura del clasicismo, de Gluck y de Berlioz, es posible evolucionar de modo natural hacia este repertorio. Usted grabó Iphigénie en Tauride hace siete u ocho años. ¿Son las actuales funciones del Palais Garnier las primeras que dirige de esta obra en el teatro? La interpreté en Inglaterra, el país que me ofreció mi primera producción lírica en escena, como director invitado, en 1989. El English Bach Festival, Michel Garnier teatro dramático, pero se da muy poco tiempo a los músicos y a los directores de orquesta. Por lo demás, no siempre se tiene la costumbre de que un director de orquesta dé su opinión. que estaba dirigido en aquella época por Lina Lalandi, me pidió dirigir Alceste de Gluck. Por entonces carecía totalmente de experiencia en ese terreno y disponía de muy poco tiempo para preparar una partitura tan exigente. Conociendo bien el estilo de Rameau, pensaba que el de Gluck no me plantearía problemas, lo que era un error. Tuve que recuperar el tiempo perdido a cada representación y las dificultades fueron considerables pero la experiencia, que habría podido transformarse en odio, se convirtió en devoción por Gluck. Estaba al frente de una orquesta británica, que no tiene tiempo que perder en ensayos demasiado largos y yo era un joven director, en su primera producción lírica, con cantantes a los que no está acostumbrado. Después de esta primera experiencia gluckista, los británicos me confiaron Iphigénie en Tauride, la obra que ahora reencuentro en París por segunda vez. Claude Debussy y Pierre Boulez rechazan a Gluck y alaban a Rameau. ¿Cuáles son las diferencias entre ambos compositores? 61 ENTREVISTA MARC MINKOWSKI Gluck es la negación de la ciencia de compositor. No pone en su música más que la simplicidad, el despojamiento, casi podría decirse que la facilidad. Pero, al mismo tiempo, se encuentra en él tamaño genio teatral que resulta irresistible. Y es así como su simplicidad y su nobleza han atravesado todo el XIX. En diez años de estrenos en la Ópera de París, de Les Boréades de 1764 a las primeras obras parisinas de Gluck en 1775, hay todo un universo. El lenguaje de la escuela italiana clásica se ha transmitido en el estilo de Gluck, de Pergolesi, después en el de Haydn, al final en el de Mozart y Beethoven. El clasicismo vienés toma así su fuente en Italia, para llegar a ser la punta de lanza de la ópera de la reforma francesa, de la gran declamación y del estilo romántico, berliozano, entre otros. Un mundo separa a Gluck y Mozart, el primero más sombrío que el otro, más enérgico y deslumbrante. Puede verse en el tercer acto de Mitridate, re di Ponto cómo la fuerza de Gluck ha dictado el estilo de Mozart, la manera en que este último ha aportado su toque personal, como si renovara la ciencia perdida de Rameau adoptando la forma gluckista. La apoteosis de todo esto es Idomeneo, re di Creta. En adelante, Mozart es ante todo él mismo, liberado de ese yugo, pero también con argumentos más ligeros: Mitridate incurre en el género romano, Idomeneo es una tragedia griega, pero incluso el estilo de La clemenza di Tito, al final de su vida, es mucho más ligero. Entre medias, Mozart se deja seducir por el drama burgués, por la cotidianeidad de la vida; las tres óperas sobre libretos de Da Ponte son intemporales, con sus personajes de la época que entonces, y siempre serán modernos. En Die Zauberflöte, incluso si los protagonistas son oníricos, encontramos a la vez el lado popular de Papageno, cercano al hombre de la calle, y una majestuosidad que conduce al compositor a retomar el estilo gluckista, sobre todo en la música de los sacerdotes, las marchas solemnes, los recitativos, en especial del Sprecher: Gluck renace. Las dos sinfonías de Mozart que acaban de aparecer publicadas por Deutsche Grammophon, las nºs 40 y 41 “Júpiter”; ¿son anticipo de una integral? 62 No soy un admirador ferviente de todas las sinfonías de Mozart. Sin embargo, lo que sí me gustaría grabar, y que a priori parece imposible —pero conservo la esperanza—, es la integral de las Sinfonías londinenses de Haydn, que dirigiré en España en uno o dos años. Me gustan tanto estas obras que he decidido darlas todas en cuatro sesiones: cinco horas de música, doce sinfonías, o sea tres sinfonías por concierto. mos Roussel. A usted, que le gusta Haydn, ¿no tiene intención de abordar a Mahler algún día? Este verano interpreta en el Festival de San Sebastián Mitridate y la Júpiter de Mozart, así como dos sinfonías de Haydn. ¿Qué representan estas obras para usted? Ya llegará, pero es que hoy todos los directores de orquesta hacen Mahler. ¿Y Wagner, más allá de las óperas de juventud? Ya he dirigido El holandés errante en Holanda, en una producción muy experimental. Pienso volver a poner la maquinaria en marcha el próximo año. Esperaba encontrar la madurez antes de reencontrarme con el lirismo wagneriano. Se olvida demasiado a menudo que Wagner era un admirador de Gluck, de Mozart, de Bellini, de Donizetti. Es muy ambiguo de hecho, porque parece detestar a Donizetti cuando habla de él en Mi vida, pero su transcripción de La favorita es absolutamente encantadora. Se ve bien que la forma de esta obra y su orquestación para la Ópera de París, que presenta a un Donizetti más masivo, influyeron a Wagner en su composición del Holandés que, de hecho, hubiera debido ser una ópera francesa compuesta en Meudon, pero la Ópera de París tuvo el descaro de no comprar más que el libreto. Es evidente que su lirismo pertenece plenamente al estilo de Wagner, y hoy tenemos las voces idóneas, como Nina Stemme u otras, que saben cantar Mozart y no tienen miedo de llegar hasta Wagner. ¿Y Richard Strauss, que alía Wagner, Mozart y la música barroca? Sus óperas no me atraen especialmente. Por el contrario, he probado con los Cuatro últimos lieder, que he hecho con gran placer junto a Mireille Delunsch. Me gustaría dirigir Till Eulenspiegel, Don Quijote y todos los poemas sinfónicos. Pero voy poco a poco. Si accedo a dirigir una orquesta sinfónica, podré planteármelo y tomar el tiempo necesario para ampliar mi repertorio de forma constructiva. ¿Desearía comprometerse en la dirección musical de una gran orquesta? Sueño con ello. He tenido algunas proposiciones que he rechazado; he sido director musical de un teatro de ópera, hace algunos años, en Gante y Amberes, pero no tenía suficientes responsabilidades para ejercer esta actividad como yo esperaba. Ya he vivido con una orquesta sinfónica. Algún día se podrá hacer. ¿En qué consiste su colaboración con la Ópera de París? Tengo la posibilidad de trabajar con mi grupo en producciones barrocas o clásicas, como Platée e Iphigénie en Tauride, y colaboro con la orquesta del teatro en el marco de los conciertos sinfónicos, en donde abordamos la sinfonía francesa posterior a Franck y Chausson; la próxima temporada hare- Igual que Gluck es un puente tendido hacia el siglo XIX y el romanticismo en la ópera, la Júpiter me parece que representa idéntico papel para la sinfonía. Tengo la impresión de que se produce un cosquilleo en los dedos de los pies de Beethoven. Y al mismo tiempo hay una grandeza y una especie de caleidoscopio barroco en ese final que me fascinan. En los siglos XVII y XVIII el diapasón no estaba fijado. ¿Cómo fija el suyo? En el repertorio francés de los siglos XVII y XVIII adopto el diapasón de la Ópera de París, que era muy bajo, tanto para Lully como para Rameau — 392 Hz, es decir un tono por debajo del diapasón actual— y un poco más alto pero casi el mismo para Gluck, en el que las vibraciones son a 400 Hz. Hay pruebas abrumadoras de esto en los escritos de Berlioz, de Castil-Blaze y otros que se lamentan, en su época, de la elevación del diapasón en un tono, que se produjo por varias razones, especialmente debido a los instrumentos de viento empleados en las músicas militares, que tocaban muy alto para hacerse oír al aire libre antes de que se escucharan en la orquesta de la Ópera de París. Está claro que estas obras, para lograr su sonoridad propia y permitir a los cantantes declamar sin vociferar deben ser ejecutadas con ese diapasón, que está un tono completo por debajo del diapasón moderno. Cuando interpreto Haendel o el repertorio barroco europeo, lo hago a menudo a 415 Hz, si bien siempre un poco más alto en Inglaterra, Alemania o Austria que en Francia, y cuando toco música clásica, adopto un diapasón vienés, para Mozart, por ejemplo, que era siempre casi un tono más alto que el diapasón francés, a 430 Hz. En Carmen, emplearé el diapasón del siglo XIX, que está a 440 Hz. Si dirigiera hoy Monteverdi, propondría el diapasón del norte de Italia, a 460 Hz, o sea medio tono por encima. El órgano de San Juan de Letrán, en Roma, en el que Haendel trabajó de joven, está a 392 Hz, un tono y medio más bajo… Parece alejarse de Monteverdi. ¿Por qué? Es imposible hacerlo todo. He dirigido L’incoronazione di Poppea, pero no soy verdaderamente un intérprete del XVII. Admiro a este compositor, me gusta escuchar la música de ese siglo, y me han solicitado un Orfeo, lo que he hecho con mucho placer, y después L’incoronazione, en Aix-enProvence, con un reparto memorable y una puesta en escena de Klaus- ENTREVISTA MARC MINKOWSKI Michael Gruber, pero no es mi mundo; otros lo hacen mejor que yo. No he dirigido Bach durante años, y me consagraré a ello el año que viene. Todo el mundo cambia un día. En el marco de una gira europea que me llevará a España, daré la Misa en si menor con ocho solistas para soli y coro, conforme a la corriente musicológica que prueba de forma cada vez más convincente que Bach no disponía más que de un cantante que atendía a su parte a solo y como parte del coro. Este desafío me interesa mucho para conseguir a la vez la transparencia, la polifonía, el intimismo y la grandeza contenida en estas obras. He tocado mucho a Bach como fagotista. Lo he grabado con Philippe Herreweghe en su orquesta; he admirado las versiones masivas de Peter Schreier, Gunther Ramin, etc., pero tengo ganas de hacerlo a mi manera, y mi amor por la ópera me llevará también hacia las Pasiones, pero me gusta tanto la Misa en si menor, la obra que mejor conozco como instrumentista, que la he elegido para empezar. Esa opción musicológica recuerda al coro antiguo y tiene relación, por ejemplo, con lo que hizo Britten en The Rape of Lucretia, que destinaba el coro a cantantes solistas. He estudiado a Britten pero nunca lo he dirigido. He tenido proyectos en torno a The Turn of the Screw que no llegaron a concretarse, pero adoro la obra. He trabajado Phaedra, me han propuesto igualmente Peter Grimes, en Polonia, pero no sé si el proyecto se formalizará. He escuchado las grabaciones de Britten dirigiendo obras de Purcell, y me siento cercano a su universo. Eso me lleva a pensar que llegaré a él. ¿Cómo ve la creación contemporánea? Es una pasión que ha nacido hace algunos años. Pero mis gustos son clásicos [risas], y me gusta la música de John Adams. He dirigido dos o tres veces Shaker Loops, y la vuelvo a dirigir a finales de año. En esa corriente, Steve Reich, Philip Glass y Michael Nyman me interesan, lo mismo que Arvo Pärt, Henryk Górecki, etc. Uno de mis mayores sinsabores ha sido la desaparición de Olivier Grief, con el que me entendía muy bien. Habíamos proyectado juntos una ópera que habría compuesto sobre un libreto escrito por Quinault en el siglo XVII, que es la más bella literatura lírica de toda la historia de la ópera francesa. Sabiendo que Quinault fue puesto en música por Gluck un siglo después de Lully, Olivier Grief encontraba interesante volver a retomarlo en el siglo XX. Bruno Serrou Traducción: Juan Manuel Viana Álvaro Yáñez ¿Desearía trabajar con los compositores? 63 D I S C O S EXCEPCIONALES LOS DISCOS XCEPCIONALES DEL MES DE JULIO DE 2006 La distinción de DISCOS EXCEPCIONALES se concede a las novedades discográficas que a juicio del crítico y de la dirección de la revista presenten un gran interés artístico o sean de absoluta referencia. ARRIAGA: Arias de Œdipe à PUCCINI: Gianni Schicchi. FELICITY Colone y Médée. Cantatas Herminie y Agar dans le désert. Dúo de Ma tante Aurore. VIOLET SERENA NOORDUYN, ROBERT GETCHELL. IL FONDAMENTO. DIRECTOR: PAUL DOMBRECHT. PALMER, MASSIMO GIORDANO, ALESSANDRO CORBELLI, E.A. ORQUESTRA FILARMÓNICA DE LONDRES. Director musical: VLADIMIR JUROWSKI. Directora de escena: ANNABEL ARDEN. OPUS ARTE OA 0918 D. FUGA LIBERA FUG 515. Una publicación que sin duda hará historia y que empieza a colocar a Arriaga en su justo lugar. A.R. Pg. 67 BEETHOVEN: Concierto para violín y orquesta op. 61. MENDELSSOHN: Concierto para violín y orquesta op. 64. NIKOLAJ ZNAIDER, violín. ORQUESTA FILARMÓNICA DE ISRAEL. Director: ZUBIN MEHTA. RCA 82876 6917 2. DDD. Una impronta personal que sitúa a Znaider de pleno derecho en la élite del instrumento. C.V.N. Pg. 80 DOHNÁNYI: Konzertstück op. 12. ENESCU: Sinfonía concertante op. 8 D’ALBERT: Concierto para chelo op. 20. ALBAN GERHARDT, violonchelo. O. S. DE LA BBC ESCOCESA. Director: CARLOS KALMAR. HYPERION CDA67544. La aportación del chelo es técnicamente irreprochable y su discurso mantiene un timbre aterciopelado y cálido. J.A.G.G. Pg. 85 RUEDA: Cuartetos de Cuerda I-III. Jardín mecánico. Love songs. Diario de Fausto. Bitácora. Memoria del Laberinto.CUARTETO ARDITTI. ANANDA SUKARLAN, piano. 2 CD AUTOR SAO1191. Una sonoridad que, de tanto mirar hacia el abismo, produce un vértigo indescriptible. F.R. Pg. 68 SALLINEN: Barabbas Dialogues op. 84. Solistas vocales. MIKKA VÄYRYNEN, acordeón; ELINA VÄHÄLÄ, violín; ARTO NORAS, violonchelo; IPO MANSNERUS, flauta; MICHEL LETHIEC, clarinete; ARI-PEKKA MÄENPÄÄ, percusión; RALF GOTHONI, piano y director. CPO 777 077-2. Una obra inclasificable, una auténtica genialidad en tiempos de pocas alegrías al respecto. J.P. Pg. 95 HAYDN: Las siete últimas palabras SCARLATTI: Sonatas K. 32, 43, 45, de Cristo en la cruz. SANDRINE PIAU, RUTH SANDHOFF, ROBERT GETCHELL, HARRY VAN DER KAMP. ACCENTUS. AKADEMIE FÜR ALTE MUSIK BERLIN. Directora: LAURENCE EQUILBEY. 49, 93, 133, 144, 213, 216, 220, 282, 291, 308, 386, 391, 481, 490, 517. ALINE ZYLBERAJCH, fortepiano. NAÏVE V 5045. DDD. Una lectura dramática, con acentos poco menos que beethovenianos en no pocos pasajes. E.M.M. Pg. 88 AMBRONAY AMY002. Una impresionante gama de matices. El mejor recital de Scarlatti al fortepiano que yo pueda recordar. P.J.V. Pg. 96 MAHLER: Sinfonías. Adagio de la VIVALDI: In furore iustissimæ iræ Sinfonía nº 10. La canción de la tierra. SINFÓNICA DE LONDRES. FILARMÓNICA DE VIENA. FILARMÓNICA DE ISRAEL. DIRECTOR: LEONARD BERNSTEIN. 9 DVD DEUTSCHE RV 626. Sinfonía en si menor RV 169 Al Santo Sepolcro. Concierto para violín y órgano RV 541. e.a. SANDRINE PIAU. STEFANO MONTANARI, VIOLÍN. ACCADEMIA BIZANTINA. DIRECTOR: OTTAVIO DANTONE. NAÏVE OP 30416. GRAMMOPHON 00440 073 4088. Publicación excepcional, recomendable para todo el mundo medianamente interesado en esta música. E.P.A. Pg. 70 MAHLER: Sinfonía nº 8. BARBARA KUBIAK, IZABELA KLOSINSKA, MARTA BOBERSKA, JADWIGA RAPPÉ, E.A. CORO Y ORQUESTA DE LA FILARMÓNICA NACIONAL DE VARSOVIA. Director: ANTONI WIT. 2 CD NAXOS 8.550533-34. La interpretación de Wit resulta, por calidad y precio, una opción tan excelente como inesperada. J.L.P.A. Pg. 73 64 Una versión musical que descansa en una compañía de canto muy bien trabajada, que funciona sin pestañear. A.R. Pg. 108 Dentro de una serie ya de por sí magnífica, este disco es sin duda de los mejores. P.J.V. Pg. 99 DISCOS Ifkovits EDITA GRUBEROVA THOMAS HAMPSON Le Ble PLÁCIDO DOMINGO DOROTHEA RÖSCHMANN Año XXI – nº 210 – Julio-Agosto 2006 Novedades operísticas CON Y SIN IMÁGENES P SUMARIO ACTUALIDAD: Con y sin imágenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 ESTUDIOS: Petita Jiménez. A.R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 Arriaga vocal. A.R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 Rueda de cámara. F.R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 Kaikhosru Sorabji. F.R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Bernstein dirige Mahler. E.P.A.. . . . . . . . . . . . 70 Shostakovich: tres ciclos de cuartetos. S.M.B. 72 Mahler: La Octava de Wit. J.L.P.A.. . . . . . . . . 73 REEDICIONES: EMI Encore. C.S.M. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Berlin Classics. J.G.M. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Mullova reeditada. S.M.B. . . . . . . . . . . . . . . . 75 Thomas Hampson en Warner. B.M. . . . . . . . . 75 EMI Great Recordings of the Century. E.P.A. . 76 Philips Artist’s Choice: Brendel. R.O.B. . . . . . 77 DISCOS de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . 78 DVD de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS . . . . . 111 NEGRO MARFIL. P.E.M. . . . . . . . . . . . . . . . . 112 ese a que la actual situación del mercado discográfico ha afectado especialmente a los nuevos registros de ópera — sobre todo a los efectuados en estudio, escasos desde hace ya un lustro— la avalancha de novedades líricas, con y sin imágenes, prosigue sin desmayo. La flauta mágica, la más reciente entrega operística que Deutsche Grammophon añade al multitudinario aniversario mozartiano, tiene como protagonistas a Claudio Abbado (en su primera grabación de esta obra) al frente de la Orquesta de Cámara Mahler y las voces de Dorothea Röschmann, Erika Miklósa, René Pape y Hanno Müller-Brachmann. También de Mozart pero esta vez con imágenes, TDK ha lanzado en DVD el hermoso Così fan tutte de Muti/Hampe representado en el Festival de Salzburgo de 1983. Margaret Marshall, Ann Murray, James Morris, Francisco Araiza, Kathleen Battle y Sesto Bruscantini son sus solistas. Plácido Domingo encabeza el cartel de dos nuevas grabaciones de DG: el juvenil Edgar de Puccini, registrado en estudio con Alberto Veronesi en el podio de la Academia de Santa Cecilia y Adriana Damato, Marianne Cornetti y Juan Pons y el Parsifal wagneriano dirigido por Thielemann —esta vez en vivo desde la Ópera de Viena— junto a Waltraud Meier, Falk Struckmann, Franz-Josef Selig y Wolfgang Banal. Siguiendo con el músico alemán, Warner nos ofrece un Tristán e Isolda dirigido por Donald Runnicles a la Sinfónica de la BBC con John Treleaven y Christine Brewer mientras en formato DVD hace lo propio con el Sigfrido de Bayreuth del tándem Barenboim/Kupfer. Opus Arte pone en circulación dos jornadas del Anillo que la Ópera holandesa realizara en 1999: producción escénica de Pierre Audi, dirección musical de Hartmut Haenchen y las voces de Kurt Rydl, Nadine Secunde, Jeannine Altmeyer y Graham Clark. En el repertorio francés sobresalen dos óperas de Massenet: Le Roi de Lahore, recogido en DVD desde La Fenice veneciana por Dynamic (Giuseppe Gipali y Ana María Sánchez dirigidos por Marcello Viotti con regia de Arnaud Bernard) y, también en formato DVD, el Werther “versión barítono” (1902) con Thomas Hampson, Susan Graham y Sandrine Piau dirigidos por Michel Plasson en el Capitolio de Toulouse (Virgin). Además de La Gioconda, registrada por Dynamic en la Arena de Verona con Andrea Gruber, Marco Beti y dirección de Donato Renzetti, y Norma (en DVD con Theodossiou y Palacios, desde el Teatro Massimo) el sello italiano ofrece dos rarezas: Lo sposo di tre e marito di nessuna de Cherubini (en primera grabación mundial) y el belliniano I Capuleti e i Montecchi en la denominada “versión Scala 1830”, defendido por Patrizia Ciofi y Clara Polito y procedente de la pasada edición del Festival de Martina Franca. Y para concluir, más belcanto: Roberto Devereux de Donizetti en DVD por Edita Gruberova y Roberto Aronica; Friedrich Haider y Christof Loy dirigen esta producción de la Ópera de Baviera para DG filmada por el veterano Brian Large. 65 D I S C O S RENACIMIENTO ALBÉNIZ: Pepita Jiménez. PLÁCIDO DOMINGO (Don Luis de Vargas), CAROL VANESS (Pepita), JANE HENSCHEL (Antoñona), ENRIQUE BAQUERIZO (Don Pedro de Vargas), CARLOS CHAUSSON (Vicario), JOSÉ ANTONIO LÓPEZ (Conde de Genahazar), FEDERICO GALLAR Y ÁNGEL RODRÍGUEZ (dos oficiales). CORO DE NIÑOS. CORO Y ORQUESTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID. Director: JOSÉ DE EUSEBIO. 2 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 6234. DDD. 91’02’’. Grabación: Torrelodones, Madrid, VII/2004; VI/2005. Productor: Michael Haas. Ingenieros: Stephan Flock, Wolf-Dieter Karwatky. Coproducción: ORCAM, Tritó y Consejería de Cultura Comunidad de Madrid. Distribuidor: Universal. N PN P 66 odemos disfrutar —hasta donde es posible–, por fin, de una versión original, auténtica, de esta ópera de Albéniz, estrenada en el Liceo de Barcelona en 1896, en traducción italiana del libreto inglés de Money-Coutts; reestrenada un año más tarde, con el añadido de un segundo acto, en Praga, en traducción alemana. 1905 fue el año de la definitiva orquestación, acogida por la Moneda de Bruselas. Movimientos que demuestran la veleidosa naturaleza del compositor, también su perfeccionismo, en busca siempre de la redacción más afortunada de una ópera que partía de la drástica poda realizada por el libretista inglés en la conocida novela de Juan Valera, reducida a un momento, a un día, en la vida de los personajes, con lo que éstos no llegan a evolucionar psicológicamente. Albéniz debió de tener muchas dudas respecto a su capacidad como orquestador, y esto es algo que se ha comentado hasta la saciedad, al practicar semejante trasiego en la partitura. Sus limitaciones, nunca ocultadas por algunos, negadas por otros, se mostraban más claras en su labor aplicada a las wagnerianas óperas artúricas, anteriores a la versión definitiva de Pepita. Se sigue discutiendo acerca de si hubo manos amigas que le ayudaron en tal trabajo. Lo cierto es que durante bastantes años estudió ese aspecto compositivo con Dukas; provechosamente, como se puede apreciar escuchando la presente grabación, que nos restituye, y nos lo explica concienzudamente José de Eusebio en sus notas, la voluntad del músico, para evidenciar la cual el autor de la edición crítica ha contado con las partituras de la Biblioteca de Cataluña, la partitura editada por Breitkopf de 1904 y la versión de canto y piano de la propia editorial de 1896. El trabajo del en este caso musicólogo madrileño, auténtico apóstol del compositor, es espléndido, a lo que podemos columbrar; y sigue las mismas respetuosas pautas de los que ya ha realizado en relación con Merlín o Henry Clifford, asimismo grabadas. Lo importante es que por ello es posible escuchar lo que Albéniz realmente escribió —aconsejado o no— y lo que quiso que fuera su pensamiento musical. Precedentemente, en el año 1964, los más viejos tuvimos ocasión de presenciar en el Teatro de la Zarzuela de Madrid un arreglo de Sorozábal, en el que los pentagramas quedaban seriamente trastocados, ampulosamente retocados, y cambiado el final por otro más edificante. Estábamos en pleno franquismo: Pepita se suicidaba y el seminarista se supone que volvía al seminario para ordenarse. Una relación tan impura no podía prosperar. De tal forma se contravenía lo previsto tanto por Valera como por Albéniz y su libretista. Años más tarde, en 1996, Peralada y el mismo Teatro madrileño representaban un nuevo arreglo, éste de Josep Soler, que, a instancias del ICCMU, llevaba a cabo un curioso, aunque realmente atractivo arreglo camerístico, que introducía nuevos instrumentos de percusión escasamente albenicianos, que otorgaban sin duda nuevas luces a la música, dotada de esta guisa de un espectro tímbrico singular, aunque alejado del carácter más sinfónico, más denso, propio del estilo postwagneriano, con ribetes afrancesados y con toques y acentos veristas, que practicaba por entonces el compositor de Camprodón. Lo que escuchamos es, por tanto, con las reservas pertinentes, lo que De Eusebio nos dice que escuchamos: la versión del autor, sin trampa ni cartón. La ópera así tiene evidentemente un sabor hispánico, pero pasado por ese nacionalismo internacional que buscaba el cosmopolita artista y que apunta Clark. Todo se desarrolla en un amplio recitativo dramático, que sigue la estela del romanticismo germano y que tuvo sus consecuencias, prácticamente en paralelo, con las apuestas de Musorgski y, más tarde, de Janácek, cultivador, a su aire, de un verismo equiparable, por su carácter dramático, más que por su tímbrica o su poética, al de D’Albert o los italianos, Puccini a la cabeza. Las frases de ese continuum, que constituyen la entraña, la nervadura, de Pepita Jiménez, se van enlazando en un discurso bien ligado, en el que los temas, alusivos en muchos casos, chisporrotean y brillan incandescentemente. Giros folclóricos de nuestra península, algunos claramente andaluces —la acción de desarrolla en un pueblo de Andalucía—, empastados Javier del Real José de Eusebio JOSÉ DE EUSEBIO ESTUDIO con esa pátina y colorido europeos, animan una activa y precisa orquesta, con la que se funden las voces, en ocasiones intérpretes de melódicos ariosos. Nos suenan muy verdianos ciertos pasajes, como ese coro del segundo acto Pepita! Sweet lady! Pepita. Evocamos un coro del segundo acto de Otello. Hay momentos de notable lirismo, muy cuidados, como ese tan romántico solo de Luis Love moves by night!…, algo estropeado por un esforzado y agostado Domingo, que parece estar sin resuello las más de las veces, con notas altas tirantes y destimbradas, engoladas, que difícilmente sugiere el carácter del apasionado joven seminarista. Claro que Carol Vaness, otrora interesante instrumento de lírica ancha, está también muy disminuida, con un vibrato más bien bailón. Ataca con valentía ciertos agudos, pero le falta frescura. Se nos ocurren varios nombres de cantantes españoles actuales, masculinos y femeninos, que hubieran dado mejor juego. Pero el reclamo y la política discográfica de los grandes sellos es así. Henschel es aguerrida, aunque ya tiene asimismo problemas; como pone de manifiesto en su sentencia postrera, con la que acaba la ópera y en la que la orquesta la tapa inmisericordemente. Baquerizo otorga empaque al padre del seminarista, pero no puede evitar esas sonoridades ya leñosas, fibrosas, que afean la emisión. Chausson, algo mate, está más entonado. Queda por hablar de la labor como director musical de José de Eusebio. Si le hemos dado nuestra confianza y le aplaudimos como musicólogo, recuperador e investigador, la calificación es igualmente positiva en este aspecto, aunque nos parece que en determinados instantes en los que participan varias voces se produce un cierto confusionismo de planos, lo que puede ser culpa de las tomas. Como la del apuntado final. Pero, sin que denotemos en su batuta el refinamiento que siempre se espera para dar forma a una música que, después de todo, tiene algo de preimpresionista, domina el discurso y trabaja muy bien los conjuntos madrileños, que realizan a sus órdenes una muy cumplida y en ocasiones brillante labor. Arturo Reverter D I S C O S ESTUDIO Paul Dombrecht NECESARIA PRIMERA PIEDRA FUGA LIBERA FUG 515. DDD. 74’08”. Grabación: Bruselas, III/2006. Productor: Paul Dombrecht. Ingeniero: Lo de Klerk. Coproducido con la Fundación Caja de Madrid. Distribuidor: Gaudisc. N PN U na larga salva de aplausos a la aparición de este compacto en el que se contienen algunas obras de Arriaga que no habían tenido nunca la fortuna de ser grabadas de acuerdo con las partituras autógrafas. Especialmente, esas cinco piezas vocales, dos arias, un dúo y dos cantatas o escenas, en las que tanto talento desplegó, muy pocos meses antes de su prematura muerte, el compositor bilbaíno y a quien esta publicación recordaba ampliamente en el nº 204, editado en enero de este año. Ahí nos hacíamos amplio eco del valor musical, en algunos casos sorprendente, de estas composiciones, de las que realizábamos un estudio bastante exhaustivo; al que remitimos para conocer o recordar sus características y poder así seguir de la mejor manera los juicios que a continuación exponemos acerca de las calidades de este registro. Ha sido el oboísta, musicólogo y director belga Paul Dombrecht quien, culminando una singular dedicación durante los últimos tiempos a la creación de Arriaga, de la que hemos venido teniendo claras muestras en nuestro país, ha llevado, por fin, al disco las obras referenciadas; y lo ha hecho, como cabía esperar conociendo los antecedentes, con altura musical, claridad de ideas, adecuado tratamiento estilístico y respeto a lo escrito. Aunque en estas interpretaciones no todo es maravilloso, como enseguida veremos, el nivel es más que notable y se cubre con creces una laguna ya histórica. Nos admira la bella sonoridad, espléndidamente gra- hacia arriba, aprovechando los calderones. Son apuntes, ornamentos elegantes que complementan la redacción original y que Noordbuy sirve con atenta disposición. En esa última escena compuesta por el músico vasco la parte de Ismael se confía a un niño. Es una decisión que no deja de tener su lógica, aunque no hay nada aparentemente que la postule; todo indica que va destinada a un tenor. De todas formas, la tesitura, escrita en clave de sol, es muy estrecha y una voz blanca puede abordarla en este sentido sin problemas. Otra cosa es la afinación: Brieuc Wathelet a veces se va de tono. Robert Getchell se ve aquejado de las mismas limitaciones que la soprano; no en sus intervenciones en las dos obras religiosas, que no entrañan dificultades de ningún tipo, sino, sobre todo, en el aria de Œdipe, en la que se precisa una voz de tenor oscuro, muy típica de la época; la de este cantante norteamericano es en exceso blanca y su estilo demasiado lánguido. Claessens es un bajo-barítono descolorido; simplemente, cumple. El otro tenor está presente, sin especiales relieves en su insulsa parte del O salutaris y del Stabat Mater, que habían sido grabados alguna vez con coro, pero nunca con voces solistas, solución quizá más adecuada. Recordemos que los manuscritos se extraviaron hace tiempo. PAUL DOMBRECHT ARRIAGA: O salutaris Hostia. Stabat Mater dolorosa. Arias de Œdipe à Colone y Médée. Cantatas Herminie y Agar dans le désert. Dúo de Ma tante Aurore. VIOLET SERENA NOORDUYN, soprano, ROBERT GETCHELL Y MIKAEL STENBAEK, tenores, HUBERT CLAESSENS, barítono; BRIEUC WATHELET, voz blanca. IL FONDAMENTO. Director: PAUL DOMBRECHT. bada, de la reducida pero suficiente orquesta, constituida por 36 excelentes instrumentistas de época. La tímbrica global es formidable, como lo son la transparencia de todo tipo de texturas, los claroscuros tan atractivos —motivados por las frecuentes modulaciones de la música—, el impecable fraseo y la nitidez de las figuraciones; lo que ocasiona un espectro sonoro entre agresivo y dulce, muy propio para acercarnos a estos pentagramas, en los que alumbra un romanticismo juvenil emparentado con el de Schubert o Beethoven, y en las que reside, en lo más hondo de la concepción, un clasicismo de la mejor ley heredado de Gluck, Haydn, Mozart y los maestros parisinos del compositor como Fétis o Cherubini. El talón de Aquiles de estas interpretaciones radica en las voces elegidas para expresar esos sentimientos protorrománticos de las escenas operísticas o con vocación de serlo. Son instrumentos empleados con musicalidad, gusto y hasta expresión, que atienden puntualmente las demandas de la dirección, con la que parecen entenderse bien, pero de características muy modestas. Cortos, pequeños, líricos, de timbres no especialmente ricos. La soprano, Violet Serena Noorduyn, es una lírico-ligera, más lo segundo que lo primero, dotada de un cierto metal y poder de penetración, pero, pese a los comedidos acompañamientos, no puede ofrecer el dramatismo que pide la música, singularmente la de Herminie y Agar, aunque la línea grave de Médée le plantea también notables problemas. Sin una zona inferior sólida, un médium ancho y sonoro y unos agudos consistentes, firmes y squillantes, bien que la cantante ande por ahí con solvencia, el carácter de las piezas se difumina. Se precisa una voz de una lírica muy ancha, una lírico-spinto o una spinto capaz de sortear sin problemas las agilidades y dibujar las fioriture con elegancia y nitidez, cosa que Noordbuy hace casi siempre bien, pero, repetimos, sin la robustez necesaria. En pasajes de Agar, en los que ha de hacer la voz de abajo a su hijo Ismael, pasa apuros. Lo mismo que en los instantes en los que la música expresa los sentimientos más desbocados, en Allegros agitato de energía restallante. Aquí un timbre tan debilucho, falto de carne, de vibración dramática, se queda a años luz de esa buscada expresión alucinada. Esas palabras de Agar, “Dieu clément, prends pitié”, y todas las que cierran la cantata, necesitan una fuerza y una presencia lo más demoledora posible. Dombrecht ha previsto, aquí y allí, en momentos muy estratégicos, dentro de una lectura fiel a lo escrito por Arriaga, la realización de discretos adornos, mínimos, con algún dibujo cadencial Las notas que acompañan al disco, bien intencionadas, no dejan de tener algunos errores de cierto bulto; y las traducciones no son impecables. Pero, en fin, con todo, estamos ante una publicación más que digna, que sin duda hará historia y que empieza a colocar a Arriaga en su justo lugar; no sólo como creador de música de cámara o sinfonista. Es una primera piedra esencial; mejorable, pero valiente y necesaria. De ahí que le otorguemos nuestra “e” de excepcional. Arturo Reverter 67 D I S C O S ESTUDIO Cuarteto Arditti LA CONSAGRACIÓN DE JESÚS RUEDA RUEDA: Cuartetos de Cuerda I-III. Jardín mecánico. Love songs. Diario de Fausto. Bitácora. Memoria del Laberinto. CUARTETO ARDITTI. ANANDA SUKARLAN, piano. 2 CD AUTOR SAO1191. DDD. 59’15’’, 55’44’’. Grabación: Londres, V/2005. Ingeniero: François Eckert. N PN S 68 igno inequívoco de los tiempos más encarnizados de la vanguardia fue el intento de conciliación, por parte de un grupo de compositores, entre los nuevos aportes y las formas derivadas de la tradición clásica. Jean Barraqué y André Boucourechliev y, hasta cierto punto, Brian Ferneyhough (el de las Sonatas for string quartet) resumen este propósito de conservar, en la base, el discurso ligado a la Gran Forma, representado por el movimiento interno del material y el crecimiento continuo, típicos del Beethoven de los últimos cuartetos, y la apertura hacia nuevos modos de articulación. Más recientemente, Pascal Dusapin emplea, en sus cuartetos de cuerda, un lenguaje preciso en la forma y enormemente rico en la expresión. Las formas de la tradición las arropa con una escritura de gran densidad. Pero quizás nadie como Elliott Carter personifica mejor esta actitud de búsqueda de una alianza perfecta entre la huella del clasicismo, su claridad formal y la planificación de un sentido temporal del discurso tal que el material sonoro se presenta en una continua progresión y en donde los instrumentos parecen mantener un conflicto interior (suerte de dramaturgia) de alto voltaje. Jesús Rueda (n. 1961) no es ajeno a toda esta aportación. Con el tiempo, se ha convertido en un compositor que aborda la obra a gran escala como prácticamente no lo había hecho nadie hasta ahora entre los autores españoles contemporáneos. Sus tres sinfonías escritas hasta la fecha son una buena muestra de ello. Si el sentido del pulso y la unidireccionalidad, típicos del clasicismo, se transmutaban allí por Rueda en una sonoridad totalmente propia, en el conjunto de obras de cámara recogidas en el presente doble CD (admirable iniciativa de la Fundación Autor, servida, además, en la esplendorosa interpretación del Cuarteto Arditti), se observa un mayor dominio del material, lográndose así un registro fonográfico de alto calado. Si bien el primero de los cuartetos (compuesto en 1990) evidencia cierta dispersión y se halla apoderado por una escritura excesivamente nerviosa, como si las enseñanzas de Francisco Guerrero no se hubieran apaciguado, los dos restantes cuartetos, el Segundo “Desde las sombras”, de 2003 y Tercero “Islas”, de 2004 (estrenado en el marco del Festival de Alicante) han de ser recibidos con admiración. Del mismo trazo, en donde se impone, además, una mirada meditativa, reflexiva, son las dos obras que abren y cierran el segundo disco, Jardín mecánico, para quinteto con contrabajo (1999) y el inmenso trío de 2000 Memoria del Laberinto, para chelo, violín y piano. Quedan en un plano de menor envergadura el quinteto con piano Bitácora y, sobre todo, las Love songs, para viola y piano, que son meramente formalistas, y el insustancial dúo Diario de Fausto. Esos son los escasos momentos débiles de un programa exigente, en el que Rueda parece decidido a que su obra asuma ese papel de síntesis que compositores como los antes señalados han llevado a cabo en el afán por conducir el armazón camerístico hacia zonas en las que la transparencia del tejido sonoro no ha de estar reñida con la complejidad de la forma. El ejemplo más ostensible lo transmite el quinteto con contrabajo Jardín mecánico. Ahí, Rueda, partiendo de un conglomerado de micropartículas en movimiento y variación incesantes, alcanza, ya en la sección central, una especie de planicie en la que las notas tenidas comunican un momento de tensión insostenible. Los nueve minutos de la pieza no pueden estar manejados de una manera más precisa. Rueda domina todos los tiempos: el agitado del principio y la profunda abstracción de la segunda mitad. Esa suspensión del sonido preside el trío para violín, chelo y piano y el formidable Segundo Cuarteto. El trío, sin embargo, agrega un punto de enorme crispación. El fragor de técnicas percutidas y la inestabilidad mostrada por los tres objetos sonoros puestos en juego producen una obra de una rara densidad. Rueda se muestra de nuevo como un soberano administrador de los tiempos: la pieza sólo dura diez minutos y es imposible que ocurran en ella más cosas. Es en el Segundo Cuarteto donde la abstracción parece dominarlo todo, al contrario que en el Tercer Cuarteto “Islas”, de un vuelo mucho mayor y que se abre a perspectivas más ricas. No obstante, es en la concisión donde el Cuarteto “Desde las sombras” logra toda su fortaleza. También de duración ajustada, las tres secciones de este Segundo Cuarteto se mueven en una red muy intensa de emociones, tal vez el instante más apegado a la profunda y pesimista mirada del gran Francisco Guerrero. El conocer previamente por parte del receptor que esta obra se inspira en el suceso que da origen, a su vez, a la pieza de Haydn Las siete palabras de Cristo, que corresponden, como se sabe, a los tres últimos días de Cristo, puede llevar al oyente a pensar que estamos ante una composición de estilo programático. El logro de Rueda consiste en ofrecer una música pura a la que sólo se le podrá añadir, en la escucha, un componente “incidental” una vez que se sepa el motivo que le da origen. Compuesta con títulos muy explícitos en sus tres secciones (Isla de los unicornios, Isla de las sirenas, Isla de los confines), el Tercer Cuarteto “Islas”, es una summa y, con ella, se tiene la impresión de estar ante un autor al que le interesa hacer sentir al receptor un JESÚS RUEDA torbellino de ideas y emociones que, aunque muy caros al pensamiento romántico (la búsqueda de un clímax y que sólo se resolverá en el final arrasador), no es menos cierto que las formas pertenecen al tiempo presente. No de otra manera hay que ver la continua y explosiva relación de los cuatro instrumentos: de su conflagración, nace una sonoridad que, de tanto mirar hacia el abismo (literal, emocional) produce un vértigo indescriptible. Francisco Ramos D I S C O S ESTUDIO Geoffrey Douglas Magde LOS EXCESOS DE SORABJI SORABJI: Opus clavicembalisticum. GEOFFREY DOUGLAS MADGE, piano. 5 CD BIS 1062-64. ADD. 234’23’’. Grabación: Chicago, IV/1983. Ingeniero: Don Smith. Remasterización: Jeffrey Ginn. Distribuidor: Diverdi. N PN R eciente la opinión de Félix de Azúa en las páginas de El País, en donde sostenía que la música de la vanguardia (Schoenberg a la cabeza) no había triunfado, en parte, por haber sido compuesta “sin tener en cuenta los gustos del público”, se distribuye al fin en España la ya veterana macro obra de Kaikhosru Sorabji (1892-1988) Opus clavicembalisticum, a cargo del esforzado pianista Geoffrey Douglas Madge. En su aseveración, Azúa tal vez ignoraba que un compositor como Sorabji, y con él tantos otros representantes de una línea estética que nunca fue considerada de “vanguardia”, no componía precisamente “a favor” del público. Más aun, es conocido que Sorabji se imponía la creación de obras de extrema duración y complejidad justamente para distanciarse de los gustos de un público al que el autor de origen persa no tenía en cuenta en absoluto. Se cae con demasiada frecuencia en España en la creencia de que el “fracaso” de la vanguardia se debe exclusivamente a la postura del compositor enfrentado a la audiencia, olvidándose que son legión el número de autores que, sin abrazar un lenguaje “a la contra”, son poseedores de una obra musical de un acceso nada fácil. A este grupo pertenecería Sorabji, el compositor de Opus clavicembalisticum, una de las piezas más extrañas de que hay noticia. Su halo de obra inejecutable saltó a mediados de los años 80 del siglo XX a partir de la publicación de distintos ensayos musicológicos en los que se trataba, por fin, acerca de la verdadera aportación de este músico indómito. Pronto fue presentado como uno de los grandes excéntricos de la centuria, sobre todo a raíz de su fallecimiento en 1988, que coincidió, precisamente, con el de Scelsi. De padre persa y madre de origen siciliano-español, Sorabji, tras una educación musical autodidacta, intenta desarrollar, a partir de creencias místicas en sus poderes como demiurgo, un lengua- je compositivo de extraordinaria complejidad, capaz de abarcar el espectro armónico occidental combinado con muy distintos tipos de melodías y configuraciones rítmicas asimétricas procedentes de Oriente, con el fin de crear un enorme y rico edificio sonoro, macizo y sólido. Es precisamente en esa complejidad y en la consecuente dificultad casi insalvable para los intérpretes donde hay que hallar las causas de la prohibición que hiciera el mismo Sorabji de la ejecución pública de su obra desde 1936 y la razón también de su posterior apartamiento a una mansión fortificada en el norte de Inglaterra, poco menos que asqueado de la sociedad de su tiempo, aislado en su torre de granito, bien provisto, por lo que se cuenta de él, de buenas cantidades de aceite para hervir con idea de arrojarlo desconsideradamente desde las almenas de su castillo sobre cualquier indeseable que osara penetrar en su “sancta sanctorum”. Efectivamente, la profusión ornamental, la desmesurada longitud y las dificultades técnicas que contiene el grueso de la producción de Sorabji acabarían, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, por ahuyentar a todos los potenciales intérpretes de un catálogo del que su pieza más significativa, Opus clavicembalisticum, sobresale por su extrema duración: casi cuatro horas de ejecución. Tal predilección por lo desmesurado puede resultarnos anormal en Occidente, pero en las ejecuciones musicales persas e hindúes, que es de donde bebe Sorabji, el concepto de duración poco tiene que ver con los estereotipos de Occidente. En la fascinación por la profusión del detalle y la naturaleza improvisatoria de buena parte de la elaborada ornamentación del arte y la música asiáticos, hay que encontrar las claves de la música de Sorabji, particularmente en lo que hace referencia a la organización métrica, muy libre según los cánones europeos. La música de Sorabji, que en su mayor parte corresponde a una escritura tonal, y que raramente cae dentro de los patrones regulares de métrica y expresión, encuentra múltiples problemas de asimilación en el receptor. En las complejísimas fugas con las que Sorabji construye la mayor parte de sus piezas destinadas al teclado, en las que la métrica está en función siempre de la expresividad, es difícil captar una tonalidad precisa, un polo de gravedad o asidero al que poder agarrarse. Se asiste, en una obra como Opus clavicembalisticum, a una intrincada red de arabescos y ornamentaciones que siempre parten de un esquema formal ya consolidado en Bach. No en vano, las secciones (algunas de hasta 57 y 45 minutos de duración, como son los casos del Interludium alterum y el Interludium primum. Thema cun variationibus) llevan los títulos de Preludio-Corale, Fuga II duplex o Tocata. KAIKHOSRU SORABJI La atracción tan poderosa que ha ejercido sobre los pianistas la obra de Sorabji puede radicar en el carácter de síntesis de influencias que subyace en ella. En el lenguaje de Sorabji, que exige una técnica extrema, están presentes, de una parte, el sentido de la complejidad estructural y de textura, la solidez contrapuntística propias de los compositores románticos —Liszt a la cabeza—, y de otra, la tímbrica sensual, fluida, del impresionismo de Debussy y Ravel, constatable en el tono imaginativo, improvisatorio, de sus piezas, sin descontar la influencia de aquellos compositores a los que admiraba Sorabji (Scriabin, Ives, Busoni y el ruso Nicolai Medtner), en lo que se puede llegar a calibrar como algo más que una simple amalgama de estilos. Opus clavicembalisticum es, pues, su obra paradigmática; creada entre 1929 y 1930, la obra más extensa del pianismo moderno, con sus 248 páginas de partitura, significa todo un reto para el ejecutante y para el oyente, abrumado ante el impresionante desfile de materiales: división en doce secciones (deudoras, en efecto, de las formas del barroco: introito, coral, fantasía, fuga…), sucesión de 24 diferentes temas melódicos y de 16 motivos fugados. En este ambiente de continua especulación con la escritura, se mueve perfectamente Douglas Madge, quien ha dejado este reto de la interpretación en el sello BIS y que ahora es distribuido normalmente en España. Pero queda el desafío para el oyente y no se trata de algo baladí. A la profusión de arabescos y entrecruzamientos de notas, se añade la dificultad que supone la extrema duración. Es música sin concesiones perteneciente a un lenguaje que no corresponde, oficialmente, a la etiqueta de “vanguardia”, sino que es vanguardia por sí misma, es decir, que es compuesta siguiendo unos cánones marcados por la tradición, pero en donde el autor aplica signos que pertenecen a la época en la que vive: desmesura y sentido exacerbado de la improvisación. Música libre. Francisco Ramos 69 D I S C O S ESTUDIO Leonard Bernstein VEAN Y ESCUCHEN MAHLER: Sinfonías. Adagio de la Sinfonía nº 10. La canción de la tierra. ARMSTRONG, BAKER, LUDWIG, MATHIS, MOSER, BLEGEN, ZEUMER, MAYR, BALTSA, RIEGEL, PREY, VAN DAM. LUDWIG, KOLLO. CORO DEL FESTIVAL DE EDIMBURGO. NIÑOS CANTORES DE VIENA. CORO DE LA ASOCIACIÓN DE CONCIERTOS DE LA ÓPERA ESTATAL DE VIENA. SINFÓNICA DE LONDRES. FILARMÓNICA DE VIENA. FILARMÓNICA DE ISRAEL. Director: LEONARD BERNSTEIN. Director de vídeo: HUMPHREY BURTON. 9 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4088. 803’ (+ 152’ DVD ensayos). Grabaciones: 1971-1976, Viena, Ely (Inglaterra), Berlín y Tel-Aviv (en vivo). Formato imagen: NTSC / Color / 4 : 3. Formato sonido: PCM Stereo / DTS 5.1. Código región: 0. Subtítulos en español. Producción de Unitel y Co. KG Múnich en asociación con Amberson Productions, Nueva York. Distribuidor: Universal. N PN I 70 mpresionante legado mahleriano que tenemos que añadir a los otros dos ciclos protagonizados por este mismo director en soporte audio (Sony y DG) ya conocidos por todos los aficionados, además de otros documentos sueltos que sin duda hacen de Bernstein uno de los principales apóstoles y valedores de esta música, aunque no todos estén de acuerdo y muchos hayan discutido y puesto en tela de juicio este aserto (recordemos a Norman Lebrecht en su Mito del maestro, no sin cierta razón: la patraña de que Bernstein era una reencarnación de Mahler venida de América para recordar a la Filarmónica de Viena cómo se tocaban sus Sinfonías, no pasa de la hipérbole de una poderosa fábula que todo el mundo ha aceptado sin reflexionar). Ya es sabido que antes de la llegada de Bernstein a Europa a mediados de los sesenta, la orquesta había interpretado a Mahler en muchas ocasiones con los más diversos directo- res después de la Segunda Guerra — citemos a Krips, Kubelik, Walter, Klemperer, Mitropoulos y Solti como los más destacados—, pero hay que admitir la evidencia de que nadie como él logró influir tanto en la conciencia de la orquesta y del público en la traducción de esta música. Los medios de comunicación se pusieron todos a su disposición, dio charlas, conferencias y ensayos con orquesta que frecuentemente se filmaron, salía en televisión a la menor oportunidad, además de hablar sobre la obra jugaba con los vocablos judío, músico, libertad y opresión política con sorprendente habilidad, y su indiscutible fascinación de showman y de pedagogo excepcional hicieron el resto. Ahora, transcurridos ya más de treinta años de aquellos conciertos, podemos comprobar que la exageración sólo es un punto a observar entre los muchos que caracterizan estas filmaciones, y aquí tenemos para demostración una serie de documentos que con pocas dudas podemos juzgar como una de las mejores contribuciones hechas en favor de la música de Gustav Mahler, el que suscribe se atreve a afirmar que hoy por hoy no existe nada mejor y más emocionante, aunque para determinado público ver a Bernstein dirigir no suponga un plato de gusto. Sólo un interrogante a considerar: ¿por qué no se han incluido las series de Lieder que Bernstein interpretó con Thomas Hampson y de las que también existen películas? (hay que suponer que en un futuro no muy lejano también se publicarán). El primer álbum contiene las tres primeras Sinfonías en dos DVDs. La Primera fue filmada durante un concierto en la Konzerthaus de Viena en octubre de 1974: interpretación extrovertida, crispada y brillante, en ocasiones refinadísima e idiomática como pocas (Trío del Scherzo, Marcha fúnebre en su totalidad), con una precipitación e intensidad nunca puestas de manifiesto con tan claras intenciones (tempestuoso último movimiento). Una versión de referencia (con permiso de Walter, Mitropoulos y Horenstein), unitaria y muy bien tocada, aunque se dé la sensación de poema sinfónico antes que de sinfonía en el sentido ortodoxo de la palabra, muy bien grabada y cuidadosamente filmada. La Segunda es la misma del ciclo Sony, grabada en vivo en la Catedral de Ely, Inglaterra, en septiembre de 1973 con el Coro del Festival de Edimburgo, la Sinfónica de Londres y las solistas Armstrong y Baker (por cierto, que cuando escuchen a Janet Baker en el Lied del cuarto movimiento, Urlicht, no se les olvidará en la vida). La interpretación, volcánica, fogosa y bien concebida y planificada, a veces da la sensación de una cierta fácil extroversión que otras lecturas pasan por alto (Klemperer, Kubelik/Audite, Walter), pero que merced al magnetismo de la batuta y a la magnífica filmación de Humphrey Burton, seguro que hace mella indeleble en el buen aficionado a esta obra. La Tercera está filmada durante un concierto celebrado en la Musikvereinsaal vienesa en abril de 1972, lectura en la que se pone de manifiesto el variopinto y caleidoscópico mundo que Mahler intenta reflejar en la obra con una lucidez visionaria, rigor analítico y pureza expresiva que Bernstein capta con una convicción digna de los más insignes traductores de esta música y que frecuentemente venimos citando (Horenstein, Mitropoulos, a los que en esta ocasión habría que añadir Barbirolli y Adler). Christa Ludwig está soberbia en la canción nietzscheana, la orquesta parece estar en su salsa y la mezcla de mundos vulgares y sublimes es expuesta con raros refinamiento y emoción. A destacar el sensacional y paladeado Adagio conclusivo. La filmación, como siempre, espectacular. El segundo álbum, asimismo de dos DVDs, comienza por la Cuarta, también filmada en la Musikvereinsaal en mayo de 1972 en concierto público, contando en esta ocasión con Edith Mathis como soprano solista en el cuarto movimiento y que tal como quería Mahler, canta con expresión ingenua, infantil y dicción particularmente buena. La versión conjuga admirablemente el mundo idílico y sereno de la obra con matices irónicos y humorísticos que casan particularmente bien en el mensaje expresivo, una especie de versión concebida a la vez por Walter y por Klemperer, valga esta discutible semejanza. La interpretación, en su equívoco y ambiguo carácter apacible, pone en evidencia ciertos matices de tristeza que de todas formas no afectan a su simplicidad clara y estilizada. La orquesta, siguiendo la línea de las anteriores, está magnífica, lo mismo que la cuidada y precisa filmación. La Quinta fue interpretada en la misma sala en abril de 1972 y naturalmente también con la Filarmónica de Viena, una versión perturbadora, ensoñadora y a veces tiernamente sentimental (precioso Adagietto), sin que falten los consabidos matices de crispación (nunca como aquí se hace tan evidente el “tempestuosamente agitado y con la mayor vehemencia” del segundo movimiento) y optimismo en el Allegro conclusivo. La orquesta está soberbia, con milagrosas intervenciones solistas (sensacional solo de trompa en el Scherzo) y una cuerda suave y aterciopelada que dejará pasmado a cualquier oyente que conozca medianamente esta obra. Toma sonora y filmación espectaculares, facilitando esta concepción tan paroxística y de tan abruptos contrastes, idónea para los modos exagerados y a la vez profundos de esta batuta única. La Sexta se interpretó en esta misma sala y con la misma orquesta cuatro años después, concretamente en octubre de 1976, siendo la última interpretación de esta serie para Unitel. Una D I S C O S versión neurótica, dura, intensa y más trágica que nunca, aunque no tan tremenda y de tan demoníaca lobreguez como las protagonizadas por Mitropoulos, Horenstein, Solti o Abbado II, quizá las interpretaciones más ominosas y visionarias de la discografía. A destacar el imponente último movimiento, de carácter profundamente catastrofista e incluso hostil y de mensaje esencialmente pesimista (Bernstein incluye un tercer golpe de martillo poco antes de la coda, de resonancia sorda y no metálica, como el golpe de un hacha, tal como quería su autor). La batuta consigue también satisfacer dos exigencias contradictorias, la unidad y la diversidad (como dice Henry-Louis de la Grange “obtención de un máximo de caracteres diferentes con un mínimo material de origen”). La Filarmónica de Viena se nos muestra con la tímbrica y el color adecuados para la obra, mientras que la magnífica filmación de Humphrey Burton hace plena justicia a esta recreación. Quizá se podría pedir una toma de sonido un punto más clara, especialmente en el movimiento final. Con el tercer álbum, también de dos DVDs, seguimos en Viena con la Séptima en primer lugar en un concierto filmado en la Musikvereinsaal en octubre de 1974. La obra, habitual caballo de batalla de Bernstein de la que ya nos había dejado dos versiones maestras con la Filarmónica de Nueva York (Sony y DG), vuelve a ser una de sus claras afinidades electivas y consigue de la orquesta vienesa todavía más variedad tímbrica y expresiva en un clima fundamentalmente afirmativo, aunque su complejo lenguaje y su contenido espiritual y emocional nos hablen a menudo de sombras y crisis que, claro está, son expuestas por la batuta con precisa mano maestra. Una versión que puede servir para que la obra logre por fin el grado de popularidad que hasta hace muy poco no había conseguido ni entre el público ni entre los directores de orquesta. A destacar como lo más llamativo la difícil unidad sinfónica conseguida, el fantasmal colorido del sombrío Scherzo y la respuesta orquestal de una Filarmónica de Viena en estado de gracia. Al nivel de los mejores, esto es, Horenstein, Kubelik, Maazel y Haitink/Concertgebouw. Sonido y filmación extraordinarios. La Octava procede de dos tomas efectuadas en dos conciertos celebrados en la Konzerthaus vienesa durante los meses de agosto y septiembre de 1975: nada que envidiar a las más famosas versiones de esta mastodóntica partitura (Horenstein, Tennstedt, Solti), con una apasionada convicción y unos resultados interpretativos que incluso superan la recreación del propio Bernstein en audio para DG tomada ese mismo año en vivo en el Festival de Salzburgo con los mismos solistas e idénticos conjuntos. Aquí destacan también la milagrosa claridad de texturas orquestales, los estupendos coros y los extraordinarios solistas (algún reparo a Kenneth Riegel en cuanto a cierta tosquedad y apurados medios, no desluce LEONARD BERNSTEIN para nada el competente conjunto). La excepcional y precisa filmación y la buena toma sonora completan esta versión, sin duda una referencia indiscutible en la fonografía de la Sinfonía de los mil, especialmente el Veni Creator inicial, de una atmósfera especial y una exaltación nunca sentida así en el movimiento. El siguiente doble álbum contiene la Novena, el Adagio de la Décima y La canción de la tierra. La Novena fue filmada en la Philharmonie de Berlín durante una gira de la Filarmónica de Viena en marzo de 1971 (recuerdo haberla visto por televisión en alguna oportunidad), otra versión excelente de esta obra particularmente afortunada en los conciertos y estudios de grabación, que en manos de este director resulta trágica, intensa y expresiva como pocas, una de las mejores contribuciones de Bernstein a la música de Mahler. La batuta acentúa acertadamente desde el sombrío y lóbrego movimiento inicial hasta el desvanecimiento melódico final en un arco de impresionante y sobrecogedora atmósfera. La orquesta, como siempre, irreprochable, aunque haya que observar cierta confusión de planos en la grabación del movimiento final, dejando que desear en el aspecto técnico, siempre dentro de un nivel de calidad aceptable para el año en que fue interpretada. Versión importante, en suma, mejor filmada que grabada, una memorable recreación de Bernstein, cuya cuarta versión de esta obra (las tres restantes, con Nueva York, Ámsterdam y Berlín, están disponibles actualmente en CD) pueden ver y oír en este memorable concierto. El Adagio de la Décima proviene de una toma hecha en la Konzerthaus de Viena en octubre de 1974, una versión exaltada, trágica y atormentada que nos describe particularmente bien el penoso estado anímico de su autor en los últimos días de su vida. Orquesta espectacular y dirección concienzuda y profunda que extrae además con ácido expresionismo el verdadero final de la sinfonía como género. La canción de la tierra fue filmada durante un concierto en Tel-Aviv en mayo de 1972 con la Filarmónica de Israel y los solistas René Kollo y Christa Ludwig, una interpretación fuertemente emotiva, de atmósfera sombría y trágica, seguramente un punto Reinhard Friedrich ESTUDIO culminante de todos estos conciertos aun contando con que la orquesta, a pesar de ciertas individualidades, no tiene ni la calidad general ni el refinamiento de la Filarmónica de Viena. René Kollo, que canta de memoria tanto en los ensayos como en el concierto, estaba entonces en plenitud vocal de potencia y emisión (eran los tiempos de su Tannhäuser y su Parsifal con Solti, y también de sus Meistersinger con Karajan), y sorprendentemente canta el endemoniado primer Lied con una facilidad increíble. La Ludwig está como siempre, magnífica, de canto sugestivo y de sutil melancolía, singularmente bien adaptado para estos Lieder (a destacar sus traducciones maestras del segundo, El solitario en otoño, y del último, La despedida). La propia Ludwig hablaba maravillas de sus grabaciones de esta obra con Klemperer, Karajan y Solti, “pero sólo con Bernstein, añadía, se te escapaban las lágrimas”. Para los compradores del álbum completo, es decir, la caja que contiene los cuatro álbumes dobles reseñados hasta aquí, Deutsche Grammophon incluye un DVD gratis con ensayos de Bernstein de la Quinta, la Novena, La canción de la tierra y una introducción hablada a esta última con el propio director al piano, documentos tan importantes o más que las propias recreaciones; su ensayo Four ways to say farewell revive con emoción sus legendarias emisiones anteriores hechas para la televisión americana. Hay que apuntar que todos estos documentos vienen con los correspondientes subtítulos en español, por cierto, muy bien traducidos, lo mismo que todos los textos cantados (se podría poner quizá alguna pega a la versión castellana de los poemas de la Segunda, lo cual no oscurece en lo más mínimo el importante trabajo de todas estas traducciones). En suma, más de 150 minutos de lecciones fascinantes debidas a este pedagogo excepcional hablando de las obras y del autor que más profundamente amaba, complemento idóneo a todas las versiones incluidas en este álbum y que por supuesto no deben dejar pasar de largo. En resumen, publicación excepcional, recomendable (diríamos que obligatoria) para todo el mundo medianamente interesado en la música sinfónica de este autor. A las espectaculares filmaciones, buenas tomas de sonido (aun contando con los movimientos finales de Sexta y Novena) y excelente presentación, hay que insistir otra vez en las magníficas interpretaciones de Bernstein, un director que, a pesar de todos los pesares, podemos calificar como pilar fundamental en la difusión moderna de Gustav Mahler, al mismo o superior nivel (aunque sólo sea por la cantidad de material existente) que Walter, Klemperer, Mitropoulos, Kubelik o quien se les ocurra. Para los escépticos, les rogamos vean y escuchen detenidamente alguno de estos DVD, seguro que fácilmente cambiarán de parecer. Enrique Pérez Adrián 71 D I S C O S ESTUDIO Danel, San Petersburgo, Emerson TRES MONUMENTOS PARA DIMITRI SHOSTAKOVICH: Cuartetos de cuerda. CUARTETO DANEL. 5 CD FUGA LIBERA FUG 512. DDD. 386’22’’. Grabaciones: Múnich, X/2001, II/2003, XII/2004, V/2005. Productores: Pauline Heister, Jörg Moser, Wolfgang Schreiner. Distribuidor: Gaudisc. N PN SHOSTAKOVICH: Cuartetos de cuerda. Trío con piano op 67. Quinteto con piano op 57. CUARTETO DE SAN PETERSBURGO. IGOR URIASH, piano. 6 CD HYPERION CDS440091/6. DDD. 437’. Grabación: San Petersburgo, 1999-2003. Productor: Alexander Gerutski. Ingeniero: Gerhard Tses. Distribuidor: Harmonia Mundi. R PM SHOSTAKOVICH: Cuartetos de cuerda. Adagio. Allegretto. CUARTETO EMERSON. 5 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 475 7407. DDD. 369’33’’. Grabaciones: Aspen, VII-VIII/1994; VII/1998, VI-VII/1999. Productores e ingenieros: Da-Hong Seetoo, Max Wilcox, Nelson Wong. Distribuidor: Universal. R PM A 72 l pundonor del crítico se le plantea un problema importante cuando le llegan tres integrales como éstas. Al mismo tiempo, se pone contento, para qué vamos a decir otra cosa. Estamos ante tres ciclos de un nivel tan elevado que no caben recomendaciones sólo por la calidad, aunque acaso habrá quien, con razón y con razones, pondere la del Emerson como mejor entre las mejores. Estamos, en cambio, ante tres opciones tan distintas y, dentro de la amplitud de la serie, tan mantenidas a lo largo de cada uno de los ciclos, que podemos referirnos a tres humores, tres sentidos, tres iconografías sonoras, sin temor a ser inexactos. Porque es normal encontrar que un recital de un solo CD, de una sola sesión, tenga tal o cual tendencia; pero ya es más problemático encontrar un mismo sentido en toda una serie de cinco discos, en quince cuartetos, en tandas que rozan las seis horas y media. ¿390 minutos de idéntico carácter? Caramba. Pues bien, después de escuchados estos tres espléndidos álbumes una y otra vez, hay que aceptar que sí, que cada cual tiene su sentido, su humor, su opción, su dramática y su poética. Y que estas tres integrales vienen a ponerse al lado de las otras cuatro, excelentes, que ya han circulado en CD: Borodin, Fitzwilliam, Brodsky y Beethoven. Hace muchos años, en 1993, hicimos en esta revista una comparación entre las tres primeras, que estaban más o menos disponibles en ese momento. Vino más tarde la integral de Melodia con el Beethoven, formación amiga, y más que amiga, cómplice, del maestro Shostakovich. Llegó algo después la integral del Emerson, que parecía destinada al Olimpo, más que a poner los puntos sobre las íes, y menos que a poner nada patas arriba. Al contrario, era Apolo, que unas veces perseguía a Dafne y otras se enfadaba con la incumplidora, mientras que en ocasiones remedaba con elegancia la embriaguez de las bacantes de su pequeño hermano y rival. Esperamos ahora la del Cuarteto Rubio, registros de 2002 que van a venir en la Edición Shostakovich de Brilliant y que desconocemos aún. Y de repente, en pleno centenario del que parece ya que es uno de los grandísimos compositores del siglo XX, el camarada Dimitri Dmitrievich, surgen estas tres integrales, una que es novedad y dos que son reediciones. Salvo error u omisión, tendríamos que celebrar la presencia latente o manifiesta de nueve integrales; no olvidemos la primera del Borodin, grabada en vida del compositor, que no parece que haya aparecido nunca en formato CD. Dirá el lector: ya está esta gente dando vueltas para no decirme qué álbum tengo que comprarme y cuál no. No, por favor. Yo le diría que cualquiera de estos tres álbumes le va a colmar como aficionado; pero que comprenda que en esta revista de aparentes maníacos abunda la especie del hombre justo y ponderado que no quiere restarle mérito a quien lo tiene, atributo a quien lo ostenta ni respeto a quien de él se hace acreedor. Y estas tres formaciones tienen cada una cuatro instrumentistas de un nivel superior y, juntos en su grupo, reúnen sentidos y propuestas que, por diferentes que sean con los ajenos, constituyen una filosofía, una sugerencia o acaso afirmación de lo que es el Shostakovich amplio y rico, apenas sin resquicios, del cuarteto de cuerda. Que es paralelo al de las Sinfonías, aunque a veces se encuentre con él (luego, no es plenamente paralelo). En los Cuartetos, el movimiento lento cumple función distinta al de las sinfonías, porque los timbres de la orquesta forman un paisaje sonoro de otra índole, con más honda geografía y más populosa especie (humana, y no sólo humana); mientras que aquí se trata de un retrato, como mucho, de familia, como mucho de interior de isbá (si queremos ponernos castizos), pero sobre todo de individuo. Soy yo quien protesta, grita Shostakovich cuando le proponen que a través de su Octavo Cuarteto protesta no sé cuánta gente por la paz y todo eso. Igual podría decir, de tal o cual otra obra, y sobre todo de determinados momentos, movimientos, episodios, desarrollos: soy yo quien “me estremezco” (Danel), soy yo quien “me lamento” (San Petersburgo), soy yo quien “se retira herido” (Emerson). Y ustedes perdonen: no, claro que la cosa no se limita a eso. Pero va por ahí. El San Petersburgo opta de manera permanente por lo crispado, quejumbroso, y a menudo es muy aristado. Una tensión que a veces es febril, y que no se atiene a los movimientos agitados, sino que informa el sentido y el clima de los lentos, sean líricos, sean sombríos, sean esas tensas tristezas paisajísticas que constituyen uno de los dos o tres aspectos del alma-música de Shostakovich. Enfrente, el Emerson es de menor agresividad, dentro de la agresividad que hay en estas piezas. No es quejumbroso. Pero el Emerson es magistral en los movimientos lentos, cuando adelgaza, disminuye o aleja el sonido. Es la lectura general más refinada en trazo, sin renunciar a la fuerza de las páginas. El Danel, en su opción, está más cerca del Emerson que del San Petersburgo; también renuncia a lo ostensible; pero sus movimientos lentos no pueden compararse con los del Emerson, no llegan a tanto nivel, pese a todo. Le recomendaría al aficionado que, si puede, haga pruebas. Que cate aquí y allá, si le es posible. Por ejemplo, el conocidísimo Octavo Cuarteto; escuche dos de los cinco movimientos, el segundo y el cuarto, el Allegro molto y el Largo; o el Adagio del Decimocuarto, movimiento central de tres que siempre estremece, sea por una razón o sea por un golpear de sensaciones. Deguste el aficionado todo el Séptimo Cuarteto, un réquiem por Nina Vasilievna lo bastante breve y en tres movimientos (aunque ligados, de forma que es uno solo) como para que la comparación nos dé resultados inmediatos: en tres cuartos de hora, listas las tres audiciones del Séptimo, de sobra. El Emerson mantiene una relativa serenidad, una finura de trazo que es más evidente en el Lento central, pero eso es marca de fábrica, porque en el Emerson el dolor y el desgarramiento son latentes cuando pueden serlo, y dejan de serlo cuando ya no puede más la página; esto, el San Petersburgo lo convierte en espectáculo doliente, lo que no quiere decir exageración ni pose, sino expresión que para quienes estamos lejos nos puede parecer muy, pero que muy rusa; y vaya usted a saber si lo es, o no. Acaso hay una menor energía, dentro del virtuosismo, en la manera de leer, decir, acelerar y correr, de exclamar y de condolerse, del Cuarteto Danel. Como si rehuyeran el espectáculo; ahora bien, ¡qué lento central del Séptimo! Decíamos “espectáculo”: después de todo, tanto el trazo fino del Emerson como la encendida pintura del San Petersburgo son espectáculo, sonoro o D I S C O S ESTUDIO en vivo, pero espectáculo. No, desde luego que no: esos tres o cuatro momentos no dan plena idea de cada integral; pero son indicativos, y ahí o acaso en otros momentos puede el público hacerse una idea de qué prefiere como icono, porque la categoría, el nivel, la calidad, todo eso está garantizado en cualquiera de estos tres magníficos ciclos. Advirtamos que el San Petersburgo tiene un CD más, pero que a cambio nos regala lecturas preciosas del Quinteto op. 57 y del Trío op. 67. Y que el Emerson incluye dos muy bellas y conmovedoras piezas breves en medio de su integral: el Adagio suelto y el Allegretto que viene de la Katerina de Lady Macbeth de Msensk. En fin, tres lecturas magistrales. Santiago Martín Bermúdez Antoni Wit VISITANTE SORPRESA MAHLER: Sinfonía nº 8. BARBARA KUBIAK, IZABELA KLOSINSKA, MARTA BOBERSKA, SOPRANOS; JADWIGA RAPPÉ, EWA MARCINIEC, CONTRALTOS; TIMOTHY BENTCH, TENOR; WOJTEK DRABOWICZ, BARÍTONO; PIOTR NOWACKI, BAJO. CORO DE LA RADIO POLACA, CRACOVIA. CORO DE LA UNIVERSIDAD CARDENAL STEFAN WYSZYNSKI. CORO DE NIÑOS DE VARSOVIA. CORO Y ORQUESTA DE LA FILARMÓNICA NACIONAL DE VARSOVIA. Director: ANTONI WIT. 2 CD NAXOS 8.550533-34. DDD. 80’51’’. Grabación: Varsovia, VI/2005. Productores: Andrezj Sasin, Alexandra Nagórko. Distribuidor: Ferysa. N PE S in avisar, completando un ciclo Mahler heterodoxo, realizado con dos directores y —hasta ahora— una agrupación sinfónica, se publica esta interpretación de la Sinfonía de los mil que constituye una grata, inopinada sorpresa, que vivifica un territorio de la producción mahleriana extrañamente baldío en los últimos años. Y es que, como muy ajustadamente explicara Enrique Pérez Adrián en su artículo Tres mil (véase SCHERZO, nº 199, julio-agosto de 2005, pág. 67), al comentar conjuntamente las ediciones de la obra a cargo de Rattle, Nagano y Kubelik (su concierto de 24 de junio de 1970, previo a la grabación discográfica para DG), sólo el último de los citados, y en una opción de hace 35 años, aportaba una “admirable recreación, sin falsos trascendentalismos y de economía ejemplar, a pesar de los imponente efectivos”. Permítame el lector apuntar que soy un poco más benévolo —pero no mucho— que mi compañero frente a la traducción de Sir Simon Rattle (Birmingham, 2004; EMI) y bastante menos ante el trabajo de Kent Pagano (Berlín, 2004; Harmonia Mundi), y que suscribo por completo su admiración ante el registro de Rafael Kubelik publicado por Audite. Otras interpretaciones recientes, no han satisfecho las expectativas previas: sería el caso de la grabación de Riccardo Chailly en Concertgebouw (Amsterdam, 2000; Decca) o de Andrew Litton (Dallas, 2000; Delos) —aunque más virtuosa y directa la primera de estas—, o la menos difundida de Neil Mantle con la Scottish Sinfonia (Edinburgh, 2003; SS)1: y es que la Octava Sinfonía abunda en complejidades que van mucho más allá de la disparidad y cantidad de los elementos concitados por el autor en su vasta partitura, o de la coalición de fuentes textuales tan teóricamente alejadas como un himno latino del s. VIII y el final del Faust II de Goethe de 1832, amén de la perentoria necesidad por parte de coro, solistas y —sobre todo— director de entender perfectamente (no es una broma, por favor) qué se está cantando en la obra; la Octava recaba, además, una honda complicidad con las inquietudes personales-espirituales de su autor, para aprehender su afinidad (enésima) con el tema de la resurrección/ recurrencia/renacer a través de un “impulso femenino” que abarca desde la inspiración a través de la mujer (su mujer: “mi Almschl, ‘spiritus creator’”, ha escrito Mahler en su primer borrador de la obra) hasta la fascinación por la Virgen María (el segundo nombre de Alma, la esposa), tanto más sorprendente si se considera el origen judío del músico converso. Antoni Wit pasa, en esta nueva interpretación, de la Orquesta Sinfónica de la Radio Nacional Polaca, en Katowice, su conjunto durante 17 años (19832000) a la formación que comanda como titular artístico desde 2002, la Filarmónica de Varsovia o Nacional de Polonia, que, sin figurar en un nivel primerísimo dentro de las agrupaciones europeas, es una institución técnicamente superior a la que, de otra parte, el sexagenario (1944) maestro de Cracovia había elevado considerablemente. Es difícil mantener en el Veni Creador un impulso como el de Kubelik — Pérez Adrián lo glosa perfectamente en el artículo citado—, pero Wit sabe guiar con pulsación cuidada ese arco que arranca en punta y, tras recogerse, termina en clímax aún mayor. Además, se revela buen conocedor de la materia en detalles como utilizar tipos distintos de campanas en la secuencia: campanólogo en los compases 5 a 10 del nº 18 y 1-4 del nº 19 (segundos 7 a 30 del corte 3 del CD) y campana grave en los 9 primeros compases del nº 24 (segundos 17 a 24 del corte 4). Pero Wit destapa el frasco de la esencia en la amplia escena del Fausto, especialmente al llegar a la presentación del Doctor Marianus y su apasionada invocación a la Mater Gloriosa. Wit cuenta con un solista húngaro-americano, Timothy Bentch, que se deja la piel en el personaje, en la línea del inefable John Mitchinson (Bernstein, 1966, London Symphony – CBS/Sony; Morris, 1972, Symphonica of London – SYM [LP]) o de Kenneth Riegel (Bernstein, 8/1975, Filarmónica de Viena – DG/CD; Bernstein, 9/1975, Filarmónica de Viena – DG/DVD); Tennstedt, 1991, London Philharmonic – EMI/DVD), desde que inicia su apelación (“Höchste Herrscherin der Welt”: “¡Alta soberana del mundo!”) (corte 10), que llega al arrobamiento —exactamente lo que pide la partitura, “entzückt”, “arrobado, inflamado”— en la exaltada estrofa “Jungfrau, rein im schönsten Sinn / Mutter, Ehren würdig”: “Virgen, pura en el más alto grado, / Madre venerable”) (c. 4 y siguientes del nº 99; minutos 2’45’’ a 3’55’’ del citado corte 10), resuelto en la inmediata irrupción —arpas, violines— de la más amplia melodía compuesta por Mahler (más dilatada que el tema del Adagietto de la Quinta Sinfonía) (nº 106, Adagissimo; corte 11), la descripción, precisamente, de la aparición de la Virgen (“La Madre Gloriosa se aproxima volando”, en la acotación pentagramática), expuesta/cantada por Wit con limpidez y unción reservadas a muy pocos (Horenstein, Kubelik, Bernstein/DG, Tennstedt/DVD); en esos 8 minutos, el músico polaco pisa fondo interpretativo y, lo que es más importante, mantiene un clima de fervor que llega hasta el Chorus Mysticus conclusivo. Con sonido claro y sólido 2 —un poco al estilo LP de los 60—, la interpretación de Wit resulta, por calidad y precio —a pesar de ocupar 2 CD—, una opción tan excelente como inesperada. José Luis Pérez de Arteaga 1 Se puede adquirir en los comercios especializados de Internet o a través de la propia Web de la orquesta, home.freeuk.com/sinfonia/about.htm. 2 Es previsible que habrá posterior edición en SuperAudio CD o DVD-Audio. 73 D I S C O S ESTUDIO EMI Encore RECORRIDOS L a serie económica EMI Encore, que se identifica con la popular imagen del perro Nipper frente al fonógrafo, reedita diez nuevos registros que rescatan una buena parte de su inmenso fondo de catalogo. Todos ellos conteniendo música orquestal desde Johann Sebastian Bach hasta Samuel Barber, y con una presentación magnífica que sorprende encontrar en una serie de este tipo. El primer volumen (3 41407 2) incluye los Motetes BWW 225-230 de Bach a cargo del Coro de Cámara Eric Ericson y el Conjunto Barroco de Drottningholm dirigidos por Eric Ericson. Se trata de una grabación de 1992 donde el coro presenta un sonido empastado y realiza de manera transparente toda la bella escritura polifónica de estas obras que no se prodigan excesivamente en los estudios de grabación. Los dos siguientes registros tienen como protagonistas a dos pianistas que interpretan obras concertantes. El primero de ellos (5 86632 2) contiene dos conciertos para piano y orquesta de Mozart con el pianista argentino-israelí Daniel Barenboim (1942) como solista, procedente de la integral grabada a finales de los años sesenta con la English Chamber Orchestra y que durante muchos años ha sido una referencia en este tipo de repertorio. Los conciertos incluidos son los nºs 21 y 27, este último interpretado de una manera muy expresiva y musical. El pianista ruso Andrei Gavrilov (1955) realiza en el siguiente registro (5 86880 2) interpretaciones vibrantes del Primer Con- cierto de Chaikovski con dirección de Riccardo Muti y el Primer Concierto de Prokofiev con dirección de Simon Rattle. Se incluyen también obras para piano, entre las que destaca una técnicamente irreprochable versión del Islamei de Mili Balakirev. La música orquestal de Bizet ocupa todo el volumen siguiente (4 76785 2), incluyendo la Sinfonía en do y las dos suites de La arlesiana. Sir Neville Marriner y la Academy of St. Martin in the Fields son los responsables de una versión distendida, donde se muestra la calidad de la sección de cuerda de este conjunto instrumental. Procedente de la integral de las sinfonías de Mahler que Klaus Tennstedt grabó en los años ochenta con la London Philharmonic, nos ofrece el siguiente disco (5 86629 2) la Cuarta Sinfonía y el popular Adagietto de la Quinta, interpretando la desaparecida soprano Lucia Popp el cuarto movimiento, donde exhibe su bello timbre y su manera de cantar muy natural. De Erik Satie queda recogida una buena parte de su obra orquestal en el siguiente volumen (0946 3 41443 2 2), donde se incluyen dos Gymnopedies orquestadas por Debussy, y otras obras entre las que se encuentra el ballet Relâche. Todas las obras están interpretadas por la Orquesta del Capitole de Toulouse dirigidas por Michel Plasson, pudiéndose considerar unas excelentes versiones dentro este tipo de repertorio. James Colon dirige a la Orquesta Gürzenich de Colonia en el siguiente registro (3 41445 2) que contiene las dos primeras Sinfonías de Zemlinsky, obras que no han frecuentado excesivamente los estudios de grabación. La versión es de 1996 y puede considerarse como uno de los registros de referencia de estas obras del romanticismo tardío. La Orquesta Filarmónica de Berlín y Herbert von Karajan nos ofrecen en el siguiente volumen (3 41439 2) una versión clásica de la Segunda Sinfonía de Sibelius y el poema sinfónico En Saga, donde nos encontramos con la sonoridad amplia y opulenta de uno de los mejores conjuntos orquestales europeos. Riccardo Muti dirige a la Orquesta de Filadelfia en el siguiente disco (5 86641 2) que incluye las dos suites del ballet Romeo y Julieta de Prokofiev y los Pinos de Roma de Respighi. El director milanés logra extraer toda la brillantez orquestal de estas obras que son tan complicadas desde el punto de vista técnico; las grabaciones proceden de los años ochenta, siendo el sonido magnífico. Finalmente el último volumen (3 45285 2) incluye obras de Samuel Barber dirigidas por Michael Tilson Thomas y la London Symphony Orchestra, entre las que encontramos el popular Adagio para cuerdas. Completándose con partituras de Aaron Copland, entre las que se encuentran los Ocho poemas de Emily Dickinson interpretados por Barbara Hendricks, que se muestra pletórica desde el punto de vista vocal. Carlos Sáinz Medina Berlin Classics LA BUENA ESENCIA R 74 emedando lo de “el buen vino, en odres viejos”, Berlin Classics resucita antiguas grabaciones que, además de conservar su alto nivel de calidad, certifican que no siempre lo actual deja por obsoleto lo anterior, entre otras cosas porque, además de la tecnología, el estilo y el rigor también cuentan. Y mucho. Tal ocurre con las Serenatas op. 1 y op. 16, y las Danzas húngaras nºs 1-7, 17-18 y 20-21 de Brahms (0013592BC), registros en ADD, hechos entre 1962 y 1966, que pese a la cierta opacidad de la grabación transmiten las excelencias interpretativas del desaparecido Heinz Bongartz (Dresdner Philharmonie) y del gran maestro checo Václav Neumann (Gewandhausorchesdter Leipzig). Obras menores del compositor hamburgués, las de este doble CD, pero gratas y amables, en las que el autor parece probar combinaciones tímbricas y querer penetrar en los secretos de la instrumentación. Parecido es el caso de los Conciertos para piano y orquesta nº 1 en mi menor, op. 11 y nº 2 en fa menor, op. 21, de Chopin, grabaciones asimismo en ADD, hechas entre 1982 y 1984 (0013372BC), donde la misma magnífica orquesta de Leipzig, aquí dirigida por Kurt Masur, acompaña a una espléndida Annerose Schmidt, de cuyo profundo dominio del periodo romántico hay sobrada constancia desde sus grandes éxitos en las competiciones de piano que llevan el nombre de Chopin (Varsovia) y Schumann (Berlin). También Vivaldi está excelentemente servido a través de los instrumentos antiguos italianos del Dresdner Barocksolisten, dirigido por Peter Schneider. Los siete Conciertos para flauta RV 104, 106, 108, 428, 441 y 443, en grabación DDD, de 1990 (001352BC), tienen en Eckart Haupt al virtuoso que hace gala de un extraordinario dominio del fiato, de las gradaciones más insospechadas, de transformaciones sonoras de gran poder de seducción y de una ductilidad y una maleabilidad asombrosas. De 1984, en DDD, es la grabación de las Seis Sonatas de cámara con dos oboes y fagot, ZWV 181, de Zelenka (0013542BC), música profana en la que el depurado arte de los veteranos Burkhard Glaetzner e Ingo Goritzki (oboes) y Knut Sönstevold (fagot), expertos creadores de formaciones especializadas en el repertorio que dominan, nos hace reafirmar en un gran compositor —sumido en el olvido tras su muerte— de una amplia imaginación armónico-tonal, vasta inventiva, mezcla estilística y síntesis de elementos alemanes, italianos y franceses. Finalmente, un festín barroco para goce de gourmets de este periodo en general y del oboe en particular. Andreas Lorenz (oboe y oboe d’amore) es el gran oficiante, con la colaboración del no menos solvente trompetista Ludwig Güttler y de los Virtuosos de Sajonia. Conciertos de Bach, Vivaldi, Telemann, Pisendel y Hertel que confirman lo acertado de la fórmula: reunir grabaciones realizadas en diferentes épocas, con la línea argumental de una determinada estética y sobre la base de un instrumento solista (0013532BC). Seriedad programadora, competencia ejecutiva y placer para el escucha. José Guerrero Martín D I S C O S REEDICIONES Philips RETORNOS DE MULLOVA P hilips reedita tres álbumes dobles con protagonismo de la magnífica violinista Viktoria Mullova, a precio medio. Dos de estos álbumes son monográficos, y cada uno de ellos contiene bellezas indiscutibles junto a lecturas que pueden sorprender por no llegar al nivel que prometen sus intérpretes. Por ejemplo, en el álbum Brahms (475 7454), Mullova y el pianista Piotr Anderszewski desgranan las tres Sonatas opp. 78, 100 y 108 con delicadeza, con fuerza y con auténtico sentido artístico. En cambio, Mullova, con Previn y Schiff, dan un tan sólo correcto Trío op. 8, que a veces resulta algo escolar, algo “fin de curso”; y eso es muy poco en artistas tan grandes. Por suerte, el álbum culmina y concluye en una magnífica lectura del Concierto op. 77, con una Mullova cantabile, dramática, virtuosa en el adelgazamiento, el fraseo, el crescendo, el forte, es decir, en todo; y un acompañamiento de Abbado y la Filarmónica de Berlín de sorprendente complicidad y gran altura. El Concierto y las Sonatas hacen que este disco sea plenamente deseable. El álbum Bach de Mullova (475 7451) puede irritar a los partidarios de la autenticidad de sonidos bachianos en lo histórico, aunque sabemos que lo histórico por sí mismo no garantiza nada. El caso es que el criterio historicista ha dejado bastante atrás el contenido del primero de estos dos CD, que contiene lecturas algo pálidas hechas, sin embar- go, por buenos músicos, como la propia Mullova o como el oboísta François Leleux (Conciertos BWV 1041, 1042, 1056 y 1060). El segundo CD contiene las tres Partitas para violín solo (1002, 1004, 1006), y ahora sí estamos ante un sonido y una propuesta espléndidos, generosos, virtuosos y con gran sentido. Al fin y al cabo, las Partitas son “otra cosa” en la obra de Johann Sebastian, por su carácter acaso ajeno a cualquier presentación pública, por su uso inédito de la polifonía aplicada al violín solo, por su abstracción y su carácter pedagógico y desafiante al mismo tiempo. Es tan interesante y satisfactorio este segundo CD que lamentamos que el primero no contuviera las Sonatas BWV 1001, 1003 y 1005 en lugar de unos piezas concertantes sin gran relieve. El álbum de Sonatas para violín del siglo XX (475 7460), en el que Mullova se enfrenta al repertorio de los clásicos de la primera mitad de un siglo especialmente feraz, satisface en general los paladares exigentes. Es cierto que Mullova le da un romanticismo algo inadecuado a la Sonata de Janácek, con resultados bellos en el viejo sentido (el propio Janácek tiende trampas en este sentido, o acaso ni se da cuenta de ellas), pero a cambio la violinista ofrece a solas un Bartók lírico y objetivo, de referencia, 25 minutos de música para violín solo a la altura de los Bach ya comentados. La intensidad y la modernidad de concepto se dan la mano en la Sonata de Debussy, que carece de trampas, pero no de tentaciones de mirar hacia el pasado. No es ahí donde miran Mullova y Anderszewski, sino a un lago impresionista que limitara con aguas de otros tiempos. No sé si me explico. La vena romántica la admite Prokofiev mejor que Janácek, y ahí se vierte Mullova como si se tratara de un continuador de Brahms. Y no es del todo inadecuado; es más, puede resultar justificado. Pero el resultado de ambos Prokofiev es una especie de tercera vía que desmiente el pasado y se funde con lo moderno. Concluye el recital siglo XX con un delicioso Divertimento, suite preparada por Dushkin para él y para Stravinski, a partir de El beso del hada, ballet chaikovskiano del compositor. Mullova y Anderszewski dan aquí una lección de musicalidad basada en el crecer y decrecer expresivo del sonido. Santiago Martín Bermúdez Warner UN FESTIVAL HAMPSON L legado a la cincuentena con la plena y lozana disposición de sus facultades, Thomas Hampson se sitúa cómodamente entre los mayores barítonos de cámara de la historia. En esta serie de recuperaciones de Warner Classics se puede evaluar lo central de su repertorio, que es también la deriva del Lied moderno, desde el romanticismo hasta nuestra época. Vaya por delante que para tamaño solista se exigen acompañamientos proporcionales, pues sin ellos la tarea de Hampson se vería estropeada sin remedio. En efecto, resulta imposible tratar a Mahler, por ejemplo, sin pianistas de la altura magistral que exhiben Geoffrey Parsons, Armen Guzelinian y David Lutz. Tampoco desmerece Luciano Berio dirigiendo sus propios arreglos orquestales a las Canciones tempranas del mismo Mahler. Es el compositor austríaco el más favorecido por la selección, con las versiones originales para piano y voz de El cuerno de la abundancia (9031 74726-2), las Canciones del compañero de viaje y dos conjuntos de Canciones tempranas (9031 74002-2), junto a piezas sueltas de aquella serie en un compacto muy espe- cial que reúne obras de Mendelssohn, Brahms, Weber, Schoenberg, Schumann, Zemlinsky, Strauss y Loewe, basadas en los textos que recopilaron en su día von Arnim y Brentano (2292 44923-2). La singular querencia mahleriana de Hampson, de la que disfrutamos en Madrid una integral estrictamente memorable, puede explicarse porque Mahler sintetiza y culmina la parábola de la canción romántica, dado oportunidad —al artista que los tenga— para articular sus recursos expresivos y líricos, amplio abanico de la dicción y las armonizaciones del repertorio camerístico en el siglo XIX. Hampson tiene una voz naturalmente seductora de barítono lírico, que puede tensar y vibrar heroicamente y degradar hasta la emisión mixta de un viril enternecimiento, pasando por todos los instantes expresivos del género, con un tratamiento exacto de los acentos en el verso, un elegante control sentimental y una administración de caracteres de opulenta riqueza. De Schumann se incluyen dos menús entre los menos trajinados, con poemas de Justinus Kerner y Hans Christian Andersen traducido por Adelbert Chamisso (2292 44935-2). Aún con menor frecuencia aparecen en los programas las canciones de los norteamericanos Charles Ives, Edward Mac Dowell y Charles Tomlinson Griffes (9031 72168-2). Llevan letras alemanas y pertenecen al mismo espacio estético, la canción estrófica de un romanticismo tardío e intimista, de gratos resultados. Imposible resulta decidir qué hace mejor Hampson porque su maestría se distribuye con infalible proporción en cuanto canta. Las grabaciones fueron registradas entre 1989 y 1994. Blas Matamoro 75 D I S C O S REEDICIONES EMI Great Recordings of the Century MUCHO MÁS QUE REEDICIONES O 76 tro lanzamiento más de la espléndida serie Grandes Grabaciones del Siglo (EMI), si mal no recordamos el decimosexto desde que la multinacional británica comenzó con la colección hace algunos años. En esta oportunidad, a destacar en primer lugar el doble álbum dedicado a Sinfonías de Mozart por Otto Klemperer (2 CD 3 45810 2, grabaciones de 1956, 1960, 1962 y 1965. Contiene las Sinfonías nºs 29, 35 y 38 a 41), comentadas en diversas ocasiones desde estas mismas páginas. Recordemos su claridad de texturas, imponente construcción, límpido y exquisito fraseo, perfectos contrapuntos y comedidos dramatismo y expresividad, ésta coloreada a veces con un peculiar humor característico de muchas versiones mozartianas de este gran director. Faltan otras tantas Sinfonías (en concreto las números 25, 31, 33, 34 y 36) grabadas por Klemperer en esos años y que suponemos se reeditarán en próximas remesas de esta colección. Versiones, en suma, que cuanto más escuchamos, más nos emocionan y más admiramos. Al mismo nivel, o sea, en lo más alto, el acto primero de La walkyria más las escenas tercera y quinta del acto segundo por Bruno Walter, la Filarmónica de Viena y los solistas Lehmann, Melchior, List, Flesch y Jerger (3 45832 2, grabación de 1935 reprocesada de nuevo en 2006), registro también reseñado en otras oportunidades en esta revista. Nada nuevo que añadir a la hipersensible, inspirada e intensa dirección de Walter y a la participación de tres grandes voces de la gran época dorada del canto wagneriano (Flesch y Jerger fueron voces secundarias en las dos escenas del acto segundo). Como es sabido, las circunstancias políticas (anexión de Austria al Tercer Reich) impidieron seguir grabando esta Walkyria histórica. Todo lo que se pudo hacer, lo tienen ahora en este CD: un pilar fundamental en la discografía wagneriana de todos los tiempos. De igual importancia, la legendaria grabación de Pelléas et Mélisande hecha por Roger Désormière en 1941, en pleno París ocupado (3 CD 3 45770 2, completado por diversas Melodías, también de Debussy, cantadas por Maggie Teyte y Mary Garden, acompañadas nada menos que por Alfred Cortot y el propio compositor en registros de 1936 y 1904). Désormière tiene sentido de la figuración melódica, y su dirección, finamente delicada, elegante, refinada y misteriosa, es una de las grandes aportaciones a la obra del gran compositor francés (escúchense los interludios orquestales, que como dice Marinelli, “parecen señalar el paso de un tiempo sin dimensiones”). La elección de la pareja protagonista (Joachim y Jansen) es otro de los aciertos de esta gran versión, ambos están frescos y espontáneos, frágiles y radiantes, suaves y melancólicos; la Mélisande de Joachim es incomparable por emisión, color y timbre; y el Pelléas de Jansen tiene una voz que parece haber sido creada por la naturaleza ex profeso para el personaje. Etcheverry (Goulaud) acentúa el dramatismo del papel, Cabanel hace un Arkel emotivo y afectuoso, y el resto cumple sin problemas. El nuevo reprocesado hecho este 2006 beneficia la grabación original y mejora la anterior publicada en la serie Références. A la serie de la música orquestal de Strauss por Rudolf Kempe y la Staatskapelle de Dresde se añade ahora otro volumen con las siguientes obras: Don Juan, Till, valses de El caballero de la rosa y Metamorfosis (3 45826 2, grabaciones: 1973-1975), todas ellas referencias indiscutibles en este repertorio tan sobado; la minuciosidad, el puntillismo y a la vez la cálida expresividad y el refinamiento de la batuta, son los principales elementos para que el sonido suntuoso y bellísimo de la orquesta sajona deslumbre a todos los que se enfrenten a estas espléndidas recreaciones. La reedición del programa francés por Victoria de los Ángeles (3 45821 2, grabaciones de 1962 y 1966) con canciones de Ravel, Debussy y Duparc, también ha sido reseñada en otras ocasiones desde estas páginas. Recordemos su magnífica dicción (¿quién decía que el francés no era un idioma cantable?), su exquisita y moderada expresividad, su contenida emoción, su melancolía y sus deliciosas variaciones de color y de atmósfera, todas esas características que hacen de estas melodías algo único. A destacar, entre las 24 que se encuentran en este CD, las tres de Schéhérazade (buen acompañamiento de Prêtre), el monólogo en tres partes de Debussy, Tres canciones de Bilitis, en donde Victoria se muestra virginal, sensual y enigmática respectivamente, y las dos de Duparc, especialmente Phydilé, de una belleza sensual que conviene singularmente a nuestra soprano. Indispensable. Seguimos con un francés más joven pero contemporáneo de los tres citados más arriba, aunque de ritmos y colores totalmente distintos, Darius Milhaud (1892-1974), con tres obras dirigidas por Leonard Bernstein a la Orquesta Nacional de Francia más una dirigida por el propio compositor a la Concert Arts Orchestra de Hollywood (3 45808 2, grabaciones de 1976 y 1956). Las obras son La creación del mundo, El buey sobre el tejado y cuatro danzas de Saudades do Brasil, todas ellas con Bernstein, más la grabación completa de esta última obra dirigida por el propio Milhaud. Por cierto, es muy curioso comparar los cuatro fragmentos en los que coinciden ambos, y en donde la paleta colorista de la orquesta de Bernstein, su visión romántica y en technicolor, deja algo empequeñecido al más clásico y controlado autor de la obra. A destacar el irresistible ritmo y formidable energía del Buey sobre el MOZART: Sinfonías nºs 29, 35 y 38-41. ORQUESTAS PHILHARMONIA Y NEW PHILHARMONIA. Director: OTTO KLEMPERER. EMI 3 45810 2. Grabaciones: Londres, 19561965. WAGNER: La walkyria (selección). LEHMANN, MELCHIOR, LIST. ORQUESTA FILARMÓNICA DE VIENA. Director: BRUNO WALTER. EMI 3 45832 2. Grabación: Viena, 1935. DEBUSSY: Pelléas et Mélidande. Canciones. JOACHIM, JANSEN. Director: ROGER DÉSORMIÈRE. EMI 3 45770 2. Grabación: París, 1941. tejado del que, por cierto, existe documento visual por estos mismos intérpretes (fue un concierto retransmitido por televisión). Suponemos que más pronto que tarde aparecerá en DVD. D I S C O S REEDICIONES Al menos dos de los cuatro últimos CDs también son de consideración extraordinaria, mientras que la Segunda de Mahler por Simon Rattle (2 CDs 3 45794 2, grabación de 1986), su segundo registro mahleriano tras la Décima con la Sinfónica de Bournemouth (1980), es una notable opción para escuchar esta obra, una traducción juvenil y vibrante, aunque algo deslavazada, de tempi muy oscilantes y sin demasiada unidad. Puede ser una buena elección, teniendo siempre en cuenta que Walter, Klemperer, Kubelik o la reciente de Bernstein en DVD dejan al bueno de Sir Simon en pañales, en el mejor de los casos solamente como discípulo aventajado. Excelentes los coros y la orquesta de Birmingham, así como las dos solistas: Augér y Baker. El violín infalible de David Oistrakh protagoniza el siguiente CD con el Doble Concierto y la Obertura trágica de Brahms, más el Primero de Bruch (3 45758 2, grabaciones de 1954 y 1956). Dirigen Alceo Galliera en Brahms y Lovro von Matacic en Bruch, con Pierre Fournier de solista de violonchelo. Magníficos el Doble Concierto y la Obertura trágica, desconocidos para quien esto escribe en estas versiones de Alceo Galliera, estupendo director, equilibrado, elegante, clarísimo, natural y de un lirismo que bien podría haber estado protagonizado por un Kubelik o un Schuricht. De Oistrakh y Fournier ya está dicho todo, baste apuntar que ésta era la versión favorita del gran violinista ruso que, según cuenta el libreto, escuchaba en casete el mismo día de su muerte. La versión irreprochable del Concierto de Bruch con Oistrakh y von Matacic hace que incluso podamos oírlo sin sufrir ningún ataque de empalago (recordemos que el propio Bruch renegaba a menudo de esta composición romanticona y sentimental). Emil Gilels protagoniza el siguiente CD con dos conciertos de repertorio, el Tercero de Rachmaninov y el Segundo de Saint-Saëns, acompañado en ambos por André Cluytens y la Orquesta del Conservatorio de París (3 45819 2, grabaciones de 1954 y 1955). Elocuente, lírico, noble, siempre de un pianismo trascendente, estas fulgurantes recreaciones son de una plenitud romántica y una aparente facilidad técnica que seguramente fascinarán incluso a los que se muestran críticos con estas dos obras. Dos impresionantes Preludios y fugas de la Op. 87 de Shostakovich, especialmente el nº 24, completan el CD. Finalmente, un programa de autor e intérpretes británicos: la Introducción y Allegro más el Concierto de violín, de Elgar, con Nigel Kennedy y la Filarmónica de Londres dirigida por Vernon Handley (3 45792 2, grabaciones de 1983 y 1984), ambas versiones irreprochables, especialmente la obra concertante, de una convicción, idioma, invención y maestría técnica que podría permitir rivalizar con cualquier otra de las más conseguidas, incluida la propia de Kennedy con Rattle, también en EMI. En suma, diez registros que suponen, artísticamente hablando, mucho más que simples reediciones. De entre ellos hay que destacar especialmente el Mozart de Klemperer, el Wagner de Walter y el Debussy de Désormière, absolutamente imprescindibles. Del resto, según los gustos de cada cual, siempre teniendo en cuenta que son, efectivamente, Grandes grabaciones del siglo. Enrique Pérez Adrián Philips Artist’s Choice BRENDEL, A LOS 75 L anza Philips una nueva serie bajo el título genérico Artist’s Choice, y lo hace coincidiendo con el 75 cumpleaños de uno de sus artistas más señeros, Alfred Brendel. No es pues de extrañar que dedique a él sus cuatro primeros ejemplares dobles. Este pequeño homenaje se verá complementado con un par de DVDs, uno de Philips y otro de DG. El pianista moravo ofrece en el folleto un pequeño prólogo explicando que él mismo ha seleccionado estas grabaciones — y otras que vendrán, algunas no editadas con anterioridad— como las más apreciadas por él mismo, y las considera complementarias a las —también seleccionadas por él— incluidas en la macro serie Grandes pianistas del siglo XX. Los cuatro ejemplares dobles que se comentan están dedicados, lógicamente, a repertorio bien trillado por el artista. El dedicado a Liszt/Schumann (Sonata en si menor, Totentanz, Vallée d´Obermann y Concierto nº 2 del primero, y Kreisleriana y Fantasía op. 17 del segundo, 475 7188PX2), tiene interés sobre todo por la intelectualizada pero tremendamente sólida lectura de la Sonata, además de una muy interesante interpretación del Vallée d´Obermann. Su Schumann es, frente a otros, quizá menos caleidoscópico en la expresión, aunque siempre muy bien construido. Pero los platos fuertes de esta entrega son, sin duda, los otros tres. El dedicado a Haydn y Mozart (Sonatas Hob. XVI: 34, 40, 42, y 52 más Sonata K. 332, Fantasía K. 397, Rondó K. 511, Rondó de concierto K. 382 con Marriner y Concierto nº 20 con Mackerras, 475 7185PX2), es marca de la casa. Pocos pianistas han afrontado la música de Haydn con la gracia y luminosidad del moravo, que a su conocimiento enciclopédico de esta música une su particular desparpajo y gracia. Por otra parte, el último Brendel se está reencontrando cada vez más con Mozart y estas grabaciones (las tomas mozartianas proceden del año 2000 en adelante, excepción hecha del Rondó K. 382, grabado en 1976) demuestran más que bien hasta qué punto. Parecida recomendación puede hacerse del doble disco de Beethoven (Bagatelas op. 126, Sonatas nº 21, 30 y 32, Concierto nº 4 con Rattle, 475 7182PX2), grabaciones en su mayoría procedentes de los 90, interpretaciones excelentes que culminan en una soberbia versión del Cuarto Concierto procedente de su justamente aclamado ciclo con Rattle y la Filarmónica de Viena. El Schubert (Sonatas D. 784, D. 840, D. 894, D. 959 y D. 960, 475 7191PX2) de Brendel, también en su mayoría procedente de los 90 (excepción hecha de las D. 784 y 840, grabadas en el Festival de Salzburgo en 1984), tiene un carácter especial. Autor particularmente querido por el moravo, su música adquiere en estas manos un equilibrio especial, alejado por igual del intenso dramatismo de Richter y de las versiones un tanto aligeradas de un Schiff. Brendel canta a Schubert con elegancia e intensidad expresiva, pero más que el drama o el dolor (Richter) él ve la luz de un lirismo y poesía extraordinarios. Las tomas de este álbum son todas en vivo (el segundo disco —D. 959 y D. 960— se edita por acuerdo con la BBC), lo que añade “atmósfera” al acontecimiento. Una reedición, en resumen, de altísimo interés. Recomendación absoluta para todos, pero especialmente a los de Haydn/Mozart, Beethoven y Schubert. Presentación y tomas de sonido impecables. Aguardamos con ganas más entregas de esta prometedora serie. Rafael Ortega Basagoiti 77 D I S C O S CRÍTICAS de la A a la Z DISCOS ANONIMO-BERIO ANÓNIMO: Misa de Tournai. Piezas del Códice de las Huelgas. MIEMBROS DE LA ESCUELA CORAL DE LA CAPELLA DE LA CORTE DE VIENA. CLEMENCIC CONSORT. Director: RENÉ CLEMENCIC. OEHMS OC 361. DDD. 60’59’’. Grabación: Viena, X/2003. Productores e ingenieros: Elisabeth y Wolfgang Riethofer. Distribuidor: Galileo MC. N PM La variedad de fuentes y estilos que convergen en la Misa de Tournai, fechada en la primera mitad del siglo XIII y encontrada en la biblioteca de la catedral de Tournai en el XIX, hace de ella un ejemplo cabal de lo que era la música polifónica en Occidente en el período anterior a la entrada en escena de la colosal figura de Machaut. Como se sabe que era costumbre en la época y prácticamente se ha convertido en obligación hoy en día, el ordinario de la misa no se ofrece tal cual, sino que, a fin de producir la apariencia de lo que podría haber sido un oficio real celebrado, se lo combina con otras páginas asimismo de diversa procedencia. En esta ocasión, todos menos uno de esos complementos tienen su origen en el Códice de las Huelgas, estrictamente contemporáneo. Como director y al teclado de un órgano positivo gótico tardío, el venerable René Clemencic (Viena, 1928) firma una grabación presidida por la sobriedad, una cualidad que aumenta la verosimilitud del producto. Frente a alternativas más fantasiosas que estrictamente imaginativas como, por ejemplo, la del Trio Mediæval (véase SCHERZO, nº 165, pág. 78), el cambio se agradece. Las voces corren igualmente con agilidad exenta de gestos gratuitos y luciendo un empaste muy bien recogido por unas tomas profundas y de reverberación controlada. Alfredo Brotons Muñoz BACH: Variaciones Goldberg BWV 988. Cánones Goldberg BWV 1087. RICHARD EGARR, clave. 2 CD HARMONIA MUNDI HMU 907425.26. DDD. 99’16’’. Grabación: Haarlem, III/2005. Productora: Robina G. Young. Ingeniero: Brad Michel. N PN A juzgar por las notas del cuadernillo, debidas al propio artista, Egarr era plenamente consciente de los peligros que entrañaba para él abordar una nueva grabación de las Goldberg, cuando existen numerosas traducciones señeras, entre ellas, por ejemplo, las de Leonhardt, Hantaï o Gould, éste al piano. Como una forma de hacer más atractiva la propuesta, Egarr y Harmonia Mundi ofrecen también los Cánones BWV 1087, descubiertos en 1975, y ligados obviamente a las Goldberg, puesto que se basan en las ocho primeras notas del bajo del aria. Reinhard Goebel y Musica Antiqua Köln ya habían brindado una solución interpretativa a estas piececitas tan enigmáticas por más de un concepto. Egarr demuestra que la opción del clave es ya no sólo lógica sino enormemente musical. Las páginas cobran una vida asombrosa para lo que acaso no sean más que pequeños juegos de familia. Pero naturalmente el interés de los dos discos no se queda sólo en algo que pudiera ser meramente anecdótico, sino que éstos contienen una soberbia versión de las Goldberg. Egarr ha optado por una interpretación decididamente virtuosista, pero austera, basada en la portentosa sonoridad del instrumento —un Joel Katzman (1991), a partir de un Ruckers de 1638— no menos admirablemente captado por la grabación. Claridad, rigor, naturalidad de los tempi, serenidad que evita el peligro de la crispación —en el que cayera Asperen—, el sentido unitario y el de la progresión son algunas de las características de esta notable nueva versión de las Goldberg. Enrique Martínez Miura BACH: El arte de la fuga. LA GRANDE ÉCURIE ET LA CHAMBRE DU ROY. Director: JEAN-CLAUDE MALGOIRE. K617 173. DDD. 77’20’’. Grabación: Lanvellec, XXI/1993. Productor: Dominique Daigremont. Ingeniero: Manuel Mohino. Distribuidor: Harmonia Mundi. R PN Si es que alguna vez El arte de la fuga fue concebido como una mera investigación de carácter contrapuntístico de carácter casi absoluto, entre los teclistas (al órgano, al clave o al piano), sólo los grandes han podido descubrir el poso de cálida y revolucionaria humanidad que envuelve la maraña de cánones y fugas. Las instrumentaciones lo han tenido a un tiempo más fácil y más difí- TIPO DE GRABACIÓN DISCOGRÁFICA N H R Novedad absoluta que nunca antes fue editada en disco o cualquier otro soporte de audio o vídeo Es una novedad pero se trata de una grabación histórica, que generalmente ha sido tomada de un concierto en vivo o procede de archivos de radio Se trata de grabaciones que ya han estado disponibles en el mercado internacional en algún tipo de soporte de audio o de vídeo: 78 r. p. m., vinilo, disco compacto, vídeo o láser disco PRECIO DE VENTA AL PÚBLICO DEL DISCO PN Precio normal: cuando el disco cuesta más de 15 € PM Precio medio: el disco cuesta entre 7,35 y 15 € PE Precio económico: el precio es menor de 7,35 € 78 D I S C O S ANONIMO-BERIO cil: lo uno por la variedad infinita de posibilidades cromáticas de que disponían, lo otro por la dificultad en ella misma implícita de acertar con las soluciones más adecuadas. Hasta ahora, la grabada en 1974 por la Academy of St Martin-in-the-Fields con Neville Marriner (véase SCHERZO, nº 191, pág. 71) entre aquellas realizadas con instrumentos “modernos” y la firmada en 1986 por Jordi Savall al frente de Hesperion XX (véase SCHERZO, nº 160, pág. 93) entre las historicistas han compartido la palma. La versión dirigida por Jean-Claude Malgoire a La Grande Écurie et la Chambre du Roy no las acaba de desbancar, fundamentalmente porque ni cuenta con instrumentistas tan inspirados como los que sirven al catalán y este mismo, ni sabe evitar como el inglés la sensación de, precisamente, estar oyendo una y otra vez lo mismo sólo que armónica y tímbricamente disfrazado. Claro que, si lo que se prefiere es una versión seria y objetiva, la cosa cambia. Alfredo Brotons Muñoz BACH: Suites para orquesta BWV 1066-1069. BACH COLLEGIUM DE JAPÓN. Director: MASAAKO SUZUKI. 2 SACD BIS-SACD-1431. 99’45’’. Grabación: Kobe, X/2003. Productor: Jens Braun. Ingeniero: Thore Brinkmann. Distribuidor: Diverdi. N PN En un mercado tan saturado de ofertas ventajosas como el de las Suites para orquesta de Bach, no parece probable que ni siquiera los entusiastas muchachos del Bach Collegium de Japón hayan previsto convertir la suya en un éxito de ventas sin precedentes. Sin embargo, lo que sus lecturas aportan como novedades peculiares no es baladí; ni muy frecuente, al menos en la combinación en que ellos las presentan. Por un lado, nos encontramos con oberturas brillantes, de ritmos muy marcados pero exentos de sequedad merced a la ligereza relativa de los tempi, la claridad en la distinción de los planos sonoros y la también considerable reverberación asumida por los técnicos de sonido. Por otro, en las danzas se juega la baza de las líneas tersas, los fraseos nada agresivos y en definitiva, el discurso amable que supuestamente debía acompañar y favorecer las buenas digestiones de los burgueses que por la tarde se reunían en el Café Zimmermann de Leipzig, si el tiempo lo permitía en su terraza. En ese contexto, quedan un tanto fuera de juego el aria de la Tercera, de timbres fríos y escansión cálida y toda la Segunda, donde la flauta de Liliko Maeda, secundada por una orquesta reducida a su mínima expresión posible, apuesta por cualquier cosa menos la exhibición virtuosista. Seguramente por motivos de la menor capacidad de los discos SACD, la Cuarta, 24’01’’, aparece sola en el segundo: una incómoda rareza. Alfredo Brotons Muñoz BECK: Seis Sinfonías op. 1. ORQUESTA DE CÁMARA DE NUEVA ZELANDA. Director: DONALD ARMSTRONG. NAXOS 8.554071. DDD. 59’. Grabación: Nueva Zelanda, VIII/2001. Productor: Stephen Managh. Distribuidor: Ferysa. N PE La vida de Franz Ignaz Beck (Mannheim, 1734-Burdeos, 1809) se torció pronto cuando tuvo que escapar de su ciudad natal (donde había estudiado nada menos que con Stamitz), como consecuencia de la muerte en duelo con él fingida por un rival musical. En Venecia fue alumno de Galuppi hasta que huyó a Nápoles con la hija de su casero. Tras aparecer en Marsella en la década de 1750, pasó en Francia el resto de su vida. De su obra en disco conocíamos tres Sinfonías del Op. 3 (véase SCHERZO, nº 105, pág. 78) y otras cinco “sueltas” (véase SCHERZO, nº 112, pág. 80), en las cuales sí se justifica, hasta cierto punto, la fama de romántico avant la lettre de que en las enciclopedias especializadas goza. No así por las seis que constituyen su Opus 1, publicadas en 1758, pero no se sabe dónde ni cuándo compuestas y que, en cualquier caso, nos hacen más bien pensar en las consecuencias provechosamente extraídas de las enseñanzas obtenidas en Mannheim. Todas siguen el modelo italiano rápido-lento-rápido y la combinación de ímpetu y delicadeza es en todas, al menos, notablemente equilibrada. La interpretación, en lo que bien podría ser por fin el inicio de una integral, se produce con instrumentos modernos, pero con una fidelidad a los patrones estilísticos que asegura, más que suficientemente, una escucha algo más que simplemente grata. Alfredo Brotons Muñoz BEETHOVEN: Sonatas para piano nºs 16-26. KUN-WOO PAIK, piano. 3 CD DECCA 475 6909. DDD. 180’32’’. Grabación: Monmouth, IV-V/2005. Productor: Dominic Fyfe. Ingeniero: Philip Siney. Distribuidor: Universal. N PN Primer volumen de lo que se convertirá en los próximos meses en la integral de sonatas para piano de Beethoven. Se completará con un volumen triple dedicado a las quince primeras y otro triple con las seis últimas. El veterano KunWoo Paik no ha transitado excesivamente por los estudios de grabación, pero los buenos aficionados recordarán el espléndido volumen dedicado a la música pianística de Fauré aparecido hace ya unos años. Las versiones de estas sonatas, piedra de toque del postclasicismo y premonitorias del romanticismo, resultan fallidas por muchos motivos. Los principales hay que buscarlos en una cierta tendencia al mecanicismo y una ausencia de fantasía y libertad expresiva. El pianista coreano se fabrica un corsé en el que cabe la corrección y la literalidad, entendidos ambos como único objetivo. Sus ataques y variaciones en los tempi se antoja un capricho absurdo carente totalmente de coherencia. A la postre, todo resulta demasiado mecanizado y aséptico. Sólo hay que escuchar la Waldstein o el celebérrimo Minueto de la Op. 49, nº 2 que abre el primer disco para darse cuenta. Es difícil hacerlo con menos sentido de la fantasía, con mayor implicación. Pero entre tantas obras, a veces sale a relucir su verdadero talento, pero son tan escasas las ocasiones que no merece la pena ni destacarlas. Carlos Vílchez Negrín BEETHOVEN: Sinfonía nº 1 en do mayor op. 21. Sinfonía nº 2 en re mayor op. 36. ORQUESTA DE CÁMARA DE BASILEA. Director: GIOVANNI ANTONINI. SACD OEHMS OC 605. DSD. 52’40’’. Grabación: Lucerna, XI/2004 y VI/2005. Productor: Dieter Oehms. Ingeniero: Andreas Werner. Distribuidor: Galileo MC. N PM B rillo orquestal, brillo en la toma de sonido (es un Super Audio CD) y brillo en la batuta. Demasiado brillo. ¿Y los contenidos, la música? Vista y dirigida, para mi gusto, con una tendencia al fuoco y a la latinidad un tanto obsesivos. Todo esta ahí, muy bien reproducido, muy bien tocado. Loor a los músicos de la orquesta, pero el joven Antonini, que en la fotografía promocional inserta en la carpetilla pone esa mirada sagaz, no ha entrado con esa sagacidad en los pentagramas del genial sordo. Hay un apresuramiento innecesario, una premiosidad en el fraseo que resulta inconveniente. No es que apetezcamos ya tempi furtwänglerianos —muchas veces sólo de aparente lentitud— ni morosidades innecesarias, pero el acercamiento de este director sobrevalora la cualidad fulgurante “per se” y en eso y en obtener una cuidada ejecución se acaba todo. Como en tantos directores que vemos día a día en las salas de conciertos, bien es cierto. Más de un oyente puede quedar deslumbrado por este disco y creo que esa y sólo esa es su finalidad última. Y lo consigue, si se hace caso omiso del momento y los antecedentes estilísticos con los que Beethoven compuso estas obras y también de la ejecutoria de tantos y tantos excelentes directores, por cuya batuta han pasado. Y no se aduzca el antecedente de Toscanini, porque aquello era otra cosa y tenía su porqué. José Antonio García y García BERIO: Folk Songs. GOLIJOV: Ayre. DAWN UPSHAW, soprano. THE ANDALUCIAN DOGS. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00289 477 5414. DDD. 62’. Grabación: Nueva York, VIII/2004. Productor: Gustavo Santaolalla. Ingeniero: Richard King. Distribuidor: Universal. N PN La obra de Golijov que este compacto nos ofrece en primicia discográfica se centra en la España medieval, en una 79 D I S C O S BERIO-BOISMORTIER Wilhelm Furtwängler UN TESORO BEETHOVEN: Sinfonía nº 9. (Tres versiones). ORQUESTA FILARMÓNICA DE BERLÍN. ORQUESTA DEL FESTIVAL DE BAYREUTH. ORQUESTA PHILHARMONIA. Director: WILHELM FURTWÄNGLER. (+ análisis de cada interpretación por Sami Habra con ejemplos musicales de versiones de Furtwängler y de otros directores). 4 CD TAHRA FURT 1101-1104. ADD. Mono. 74’18’’, 74’22’’, 74’52’’ y 57’20’’. Grabaciones: Berlín, 1942; Bayreuth, 1951; Lucerna, 1954 (en vivo). Distribuidor: Diverdi. H PM Enésima reedición de estas tres versiones de la Novena por Furtwängler, comentadas una y mil veces desde estas páginas. Añadamos que los reprocesados de las dos primeras benefician sus tomas sonoras, oyéndose ahora mejor que nunca (la interpretación de Lucerna ya estaba remasterizada anteriormente). En cuanto a las recreaciones y a pesar de que la Novena no varió tanto como la Quinta en la historia interpretativa del maestro, recordemos una vez más, la verdadera plasmación de las horas trágicas de Alemania en la versión de 1942 (quizá una apreciación extramusical que no por ello deja de sobrecoger al enfrentarse a este auténtico fin del mundo), la profunda expresividad de la versión de 1951, de la que se ha dicho que era el verdadero ideario de Schiller o, en fin, la interioridad y trascendencia de la de 1954, un auténtico canto del cisne en la fonografía de este director. El escrupuloso análisis de las tres hecho por Sami Habra, de la Sociedad Francesa Wilhelm Furtwängler, comparándolas entre sí y con otras de diversos directores, supondrá un verdadero tesoro para los amantes de las versiones comparadas. En el cuarto CD pueden encontrar ejemplos musicales del propio Furtwängler más otros de Toscanini, Karajan, Mengelberg, Jochum, Stokowski y muchos otros que complementan esta magnífica publicación, un modelo en su género. Enrique Pérez Adrián Nikolaj Znaider y Zubin Mehta EL VIRTUOSISMO CERCANO BEETHOVEN: Concierto para violín y orquesta en re mayor op. 61. MENDELSSOHN: Concierto para violín y orquesta en mi menor op. 64. NIKOLAJ ZNAIDER, violín. ORQUESTA FILARMÓNICA DE ISRAEL. Director: ZUBIN MEHTA. RCA 82876 6917 2. DDD. 71’17’’. Grabación: Tel Aviv, VII/2005. Productor: Andreas Neubronner. Ingeniero: Stephan Schellmann. Distribuidor: SonyBMG. N PN N ikolaj Znaider es un portento y no sólo desde el punto de vista técnico. Hacía años que no se escuchaba al joven valor con tanta personalidad como él. Desde que hace cinco años lo escuché por primera vez en directo haciendo un fabuloso Concierto de Beethoven hasta estos días, su figura no ha hecho otra cosa que crecer. A partir de ahí, Chaikovski, Sibelius… siempre mostrando, al igual que ha hecho en su, todavía corta, discografía, una impronta personal y un estilo que le sitúa de pleno derecho en la élite del instrumento. 80 mitificada Sepharad en la que convivían en práctica armonía cristianos, árabes y judíos. Como marco, la música surgida de esa época y la que fue generándose a raíz de la expulsión de la población hebrea a finales del siglo XV, una música que llegó a otras latitudes y echó raíces. Por eso la composición está jalonada de melodías sefardíes y árabes, y de textos de diversa procedencia. Golijov está convencido de que “mediante algunas distorsiones, una melodía judía deviene árabe o cristiana” y así lo ha reflejado en esta ecléctica obra en la que Si al principio de su carrera eligió para Beethoven unos tempi bastante morosos, pero muy tensos, ahora parece decantarse por una versión más ortodoxa. La profundidad analítica y el desentrañamiento del lenguaje beethoveniano, unido a la capacidad de disección de la partitura, nos recuerda a Heifetz pero, a diferencia de aquél, el joven danés resulta mucho más cercano al oyente. Es un virtuosismo más humano, más entregado a la pura pasión desde el inicio hasta las cadenzas de (¿casualidad?) Fritz Kreisler. Una lectura poderosa y magnética, que engancha y sorprende por su frescura y lucidez. El Concierto de Mendelssohn resulta exquisitamente romántico, de una delicadeza extrema. Realizado con una naturalidad pasmosa, su sonido cantabile encaja con la solidez orquestal impuesta por Zubin Mehta, quien más que un mero acompañante, se convierte en un protagonista activo que permite que el diálogo entre el violín solista y la orquesta sea fluido y activo. Aquí, en todo el bagaje musical y personal de su autor está puesto a su servicio. Se trata de una composición en la que el klezmer, los cantos judíos tradicionales, el rock y diversas músicas conviven no sin problemas (en algún momentos parece algo forzada la inclusión de determinadas audacias, como la electrónica rockera en el corte nº 3, aunque su interés no se discute). Una obra sorprendente que no dejará indiferente a nadie y que constituye un ejemplo de auténtica globalización (no sólo geográfica sino también histórico-temporal) en la música; un ir y contraste con la obra anterior, el violinismo de Znaider prima la exploración de la sonoridad pura del instrumento y su capacidad estrictamente melódica. Se deleita en la fina musicalidad del alemán sin que suponga ningún obstáculo para redondear una ejecución pasmosa por su madurez y escasa arrogancia. Carlos Vílchez Negrín venir de una orilla a otra del Mediterráneo y del pasado al presente. Relacionada con la anterior, la obra de Berio ha inspirado no sólo a Golijov sino también a diversos autores de nuestro tiempo para crear obras similares, basadas en músicas populares aportando mayor o menor creatividad según el caso y mayor o menor compromiso con esos materiales o con el estilo de cada compositor que se ha enfrentado a la música tradicional. Las Folk Songs de Berio son ya suficientemente conocidas y no nos vamos a D I S C O S BERIO-BOISMORTIER extender sobre este auténtico clásico de nuestro tiempo que conoce aquí una versión que debemos situar entre las indiscutibles referencias de esta obra. Por cierto, la versión de la peculiar y sorprendente obra de Golijov es, asimismo, buenísima, la mejor que su autor pudiera soñar, y una y otra composiciones se dirigen a un público amplio. Aunque la obra de Golijov quizá no sea del gusto de parte de quienes leen habitualmente esta revista, cabe reconocer que estamos ante un compacto que podría ser un éxito y desde aquí debemos defenderlo. Si su contenido se divulgara mediáticamente podría incluso llegar a ser un sorprendente éxito de ventas y sería una magnífica oportunidad para acercar a un amplio sector del público a un tipo de música que habitualmente no escucha. De ahí a profundizar en la gran música no hay más que un paso. Ojalá los publicistas (o como se llamen) de DG se lo propongan. Josep Pascual BERLIOZ: Réquiem. La muerte de Cleopatra. Obertura del Carnaval Romano. VIOLETA URMANA, soprano; GIUSEPPE SABBATINI, tenor; CORO ACADÉMICO DE VIENA. CORO DE LA ÓPERA DE VIENA. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE VIENA. Director: BERTRAND DE BILLY. 2 CD OEHMS OC 906. DDD. 60’10’’ y 52’57’’. Grabación: Viena, IV/2003; Salzburgo VIII/2003 y Viena I/2004. Productora: Malgorzata Kragora. Ingeniero: Anton Reininger. Distribuidor: Galileo MC. N PM Un variado abanico berlioziano propone Billy, experto director de masas y, en especial, de espectáculos operísticos. En el Réquiem ha preferido destacar la imponente arquitectura sonora de una obra protagonizada por los coros, con una breve intervención del tenor solista, aquí servido con su habitual maestría por Sabbatini. Billy explora con limpieza la compleja trama de la polifonía en Berlioz, la ordena y construye su catedral vibrátil. Apaga los contrastes, huyendo del otro Berlioz posible, el del frenesí y el desmelene. Billy racionaliza su lectura todo lo posible, sin olvidarse de que estamos ante un revolucionario romántico. Lo mismo cumple en el agitado y colorido canto del Carnaval romano. Otro mundo es el de la cantata o escena con Cleopatra de primera figura. Se trata de una serie de contrastes dramáticos que conducen a un final exhausto y agónico. La limpieza del fraseo y la cuidada intención de las expresiones destacan la orquesta como un personaje sin palabras sobre el cual monologa la voz solista. Urmana está descollante, pletórica de timbre y registros, nítida de recitación, llevando a su personaje con aire de gran trágica francesa. Las masas, siempre en un nivel de excelencia. Blas Matamoro BERNSTEIN: Candide. Adaptación con textos alemanes adicionales por Loriot. JERRY HADLEY, SYLVIA KOKE, THOMAS GAZHELI, MARJANA LIPOVSEK, ROBERT CHAFIN, ROBIN HOHANNSEN. ERNST SENFF CHOR BERLIN. DEUTSCHES SYMPHONIEORCHESTER BERLIN. Director: DAVID STAHL. 2 CD CAPRICCIO 71 056. DDD. 128’20’’. Grabación: Berlín, 20-III-2005 (en vivo). Productor: Florian Schmidt. Ingeniero: Thomas Monnerjahn. Distribuidor: Gaudisc. N PN Es Candide, adaptación de la novela de Voltaire, una de las aventuras musicales menos afortunadas de ese gran compositor que fue Leonard Bernstein, aunque tenga detalles y números de interés (como la prodigiosa obertura), y ciertos momentos francamente menores se salven por lo paródico (aunque, en fin, todo tiene un límite). Convencionalismo en los lyrics, concesiones a la comedia musical, escasa inspiración, todo eso lleva al libreto de Lily Hellman, a las canciones con letra de Richard Wilbur y a la música de Lenny a un callejón sin salida que, además, dura muchísimo (casi tres horas, si ponemos todo el material dramático), y ni siquiera es un afortunado trasunto del magnífico original volteriano. Candide fracasó en su estreno, en vísperas del exitazo de West Side Story. Con el tiempo, Bernstein echó mano de un montón de gente que le fue añadiendo o quitando cosas al libreto, hasta llegar en 1989 a una versión definitiva, y a grabar entonces —cuando le quedaban unos meses de vida— una lectura fonográfica para Deutsche Grammophon (Jerry Hadley, June Anderson, Della Jones, Christa Ludwig, Nicolai Gedda, Neil Jenkins, Coro y Orquesta Sinfónicos de Londres), la misma que dio lugar a una puesta en escena de Humphrey Burton que está por ahí en VHS, pero que desconozco. Circula por nuestro país un DVD de quioscos que no está mal (Planeta De Agostini), pero apenas relaciona responsables artísticos, ni teatro, ni fecha, y yo diría que cae en algún error curioso: miramos por Internet, y se deduce que sólo en nuestro país es posible conseguir ese DVD; increíble. En éstas, llega este curioso producto medio en alemán, medio en inglés. Al fin y al cabo, la obra de Bernstein tiene un elemento narrativo importante, y se le confía al personaje que actúa como Pangloss o como Martin (puesto que la obra suprime al entrañable Cacambo de Voltaire por economía de medios, y adjudica a éstos sus hazañas con Cándido). Cándido es alemán (Westfalia), Pangloss es alemán, Martin debe de ser holandés, y Loriot es un reputado actor cómico alemán que sirve de intermediario entre un excelente reparto y el público de habla alemana al que este concierto y este doble CD van dirigidos. Loriot asegura en esta lectura la continuidad narrativa, mientras los cantantes y el director dan la comedia musical (pues no es una ópera, por mucho que se haya dicho). Así, pues, si nos creemos que Loriot tiene realmente tanta gracia y no nos molesta oír continuamente que Voltaire se pronucia “Foltíe”, o si estamos dispuestos a pasar por alto toda esas palabras que no entendemos a cambio de un reparto francamente interesante y una realización musical muy justa y de gran comicidad, entonces acaso llenemos un hueco de nuestra discografía con este Cándido. Tenemos a un excelente Jerry Hadley como protagonista, en un cometido primo hermano del Rakewell que ha paseado ya por Salzburgo, Lyon y más teatros. También es excelente Sylvia Koke en una Cunegonde de timbre infantil al tiempo que ágil soprano ligera. Junto a la pareja protagonista, un buen plantel de secundarios omnipresentes: Gazheli en un magnífico y risible Pangloss desdoblado en Martin, Lipovsek es un lujo en la anciana dama, Johannsen en la entrañable Paquette, y así la mayoría, que suele doblar cometidos por lo dilatado del periplo geográfico y humano del joven Cándido. David Stahl concierta con tino esta partitura que a veces es una delicia y que a menudo resulta tediosa, en especial cuando Lenny se pone “lírico” con los lyrics. En resumen: una obra menor, con aciertos parciales innegables; una realización musical de considerable nivel; un formato (Loriot como narrador) que tira para atrás a un público no germano-parlante. Ustedes decidirán. Santiago Martín Bermúdez BOISMORTIER: La Veloutée: Sonatas para flauta y clave. LES BUFFARDINS. 2 CD ACCENT ACC 24168. 90’52’’. Grabación: Haarlem, X/2004. Productor: Hanno Pfisterer. Ingenieros: Adelheid y Andreas Glatt. Distribuidor: Diverdi. N PM Contiene este doble CD las Seis Sonatas para clave y flauta traversa op. 91, obras de plena madurez de Joseph Bodin de Boismortier. Como introducción a cada una de ellas, la grabación incluye un preludio en la misma tonalidad extraído de diversas Suites para flauta y continuo del propio Boismortier. A su vez, se incluye también la IV Suite para clave del Op. 59, a cuya pieza inicial denominó Boismortier La Veloutée y se cierra con un arreglo de esta pieza para flauta, viola da gamba y clave hecho por los propios intérpretes. De La Veloutée recibe su título muy acertadamente el álbum, pues todo en él es aterciopelado: el carácter de las obras, el sonido de la flauta que toca magníficamente Frank Theuns y los comentarios de la carpetilla, hechos en un estilo literario que parece propio de los salones del mecenas Jean Le Riche de la Pouplinière, en ella mencionado. Nada que reprochar en el aspecto interpretativo a esta grabación que recoge una música tan característica de la primera mitad del XVIII francés, con un aire que recuerda sobremanera al Rameau de las Pièces de clavecin en concerts. El sonido es también excelente. Lo que no acaba de entenderse es la utilización 81 D I S C O S BOISMORTIER-DEBUSSY de dos CDs que duran en total 91 minutos. Si se hubieran suprimido la Suite para clave y el arreglo, todas las obras con flauta y clave hubieran entrado en un solo CD. Eso sí, se hubiera quedado sin un título tan sugerentemente francés, pero ello supone un precio extra poco justificable. José Luis Fernández BOISMORTIER: L’Hyver. Obertura y suite de danzas de “Don Quichotte chez la Duchesse”. CORRETTE: Concierto cómico nº25 “Les Sauvages et la Fürstemberg”. CLÉRAMBAULT: Orphée. KARINA GAUVIN, soprano. LES BORÉADES DE MONTRÉAL. Director: FRANCIS COLPRON. ATMA Baroque ACD 2 2352. DDD. 63’22’’. Grabación: Quebec, I/2005. Productora: Johanne Goyette. Ingeniera: Anne-Maria Sylvestre. Distribuidor: Gaudisc. N PN Con su notable voz de soprano, vibrato más generoso de lo que sin duda aceptarán los puristas, Karina Gauvin interpreta un par de cantatas barrocas francesas, bien conocido el Orfeo de Clérambault, obra de la que había ya varias versiones discográficas, entre ellas una estupenda de Sandrine Piau con Hervé Niquet en Naxos; casi desconocido el Invierno de Boismortier, una de las Cuatro estaciones op. 5 del compositor, de la que no conozco ninguna grabación anterior. El disco se completa con el más famoso de los conciertos cómicos de Corrette y con una suite de la óperaballet Don Quijote en casa de la duquesa de Boismortier. La belleza del timbre de Gauvin, la intensidad de sus acentos, el magnífico pulso teatral de sus interpretaciones son bazas muy positivas a la hora de valorar este disco, aunque el acompañamiento del equipo de Colpron quede un poco por detrás. El sonido resulta en ocasiones demasiado esquelético. Así, pese al buscado vigor rítmico, los violines suenan siempre demasiado leves y faltos de fuerza, hasta el punto de que Los salvajes de Corrette parecen civilizados burgueses jugando al bridge. En las cantatas, brillan especialmente las contribuciones del impetuoso clavecinista Alexander Weimann, así como la cuerda grave y las partes escritas para flauta dulce, que toca con sonido delicado y elegantemente articulado Francis Colpron, que obtiene bonitos contrastes entre las partes líricas y pastoriles (Boismortier) y las más dramáticas (Clérambault). Pablo J. Vayón BOITO: Nerone. BRUNO PREVEDI (Nerone), AGOSTINO FERRIN (Mago), ALESSANDRO CASSIS (Fanuèl), ILVA LIGABUE (Asteria), RUZA BALDANI (Rubria). CORO Y ORQUESTA DE LA RAI DE TURÍN. Director: GIANANDREA GAVAZZENI. 82 2 CD BONGIOVANNI GB 2388/89-2. ADD. 149’51’’. Grabación: Turín, 1975. Producción: RAI de Turín. Distribuidor: Diverdi. N PN Arrigo Boito fue uno de los grandes animadores culturales de su época, en su juventud como promotor de nuevas tendencias, luego como libretista, colaboró con Verdi en sus dos últimas obras y finalmente como compositor, dejó una ópera muy inspirada como es Mefistofele. Trabajó durante muchos años en su testamento vocal, que era Nerone, pero al final, quedó inacabada. Se trata de una partitura muy ambiciosa, quizá demasiado, donde el artista intenta acoger las tendencias musicales de su época, consiguiendo momentos muy inspirados, en especial los corales y generar una fuerte tensión dramática. Por ello la grabación es muy interesante, ya que nos permite conocer la evolución de Boito, con un reparto de cantantes profesionales que superan las dificultades existentes. Bruno Prevedi es un tenor valiente, seguro y entregado, mientras que Ilva Ligabue mantiene una buena línea y una cierta intención, destacando especialmente Ruza Baldani, por la brillantez que imprime a su personaje. Completan el reparto los correctos Alessandro Cassis y Agostino Ferrin y da empaque al personaje de Tigellino el bajo Antonio Zerbini. La dirección de Gianandrea Gavazzeni, al frente de los elementos estables de la RAI de Turín sabe reflejar la fuerza e intensidad de la partitura. Albert Vilardell BRUCKNER: Sinfonía nº 4 en mi bemol mayor. ORQUESTA DE LOS CAMPOS ELÍSEOS. Director: PHILIPPE HERREWEGHE. HARMONIA MUNDI HMC 901921. 64’42’’. Grabación: Dijon, X/2005. Productor: Andreas Neubronner. Ingeniero: Markus Heiland. N PN Nuevo acercamiento de Herreweghe al complejo mundo del sinfonismo bruckneriano. Evidentemente, la Cuarta Sinfonía plantea el problema añadido de haber sido llevada al disco en multitud de ocasiones. Naturalmente, todavía hay un espacio libre para las versiones con instrumentos de época. Herreweghe ha escogido la versión Nowak, acaso con la idea de que ésta es una de las mejores alternativas posibles dentro de la intrincada selva de las existentes. La interpretación en sí, dentro de los parámetros escogidos, es magnífica, ligera y transparente, abriendo un camino diferente del de la tradición monumentalista. Hay sentido del misterio y un hábil manejo de las masas sonoras en el Allegro inicial; el Andante es probablemente el movimiento más logrado por su atmósfera poética. Un Scherzo de juegos rítmicos y volumétricos muy precisos da paso a un Finale marcado sobre todo por el lirismo. Enrique Martínez Miura BUSSOTTI: The Rara Requiem. ALDA CAIELLO, soprano; LUISA CASTELLANI, mezzo; EZIO DI CESARE, tenor; ROBERTO ABBONDANZA, bajo; MARIO BRUNELLO, violonchelo; DARIO BISSO, guitarra. CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO LA FENICE. Director: ARTURO TAMAYO. COL LEGNO WWE 20221. DDD. 58’41’’. Grabación: Venecia, X 1998. Productor: Wulf Weinmann. Ingeniero: Nacho de Paz. Distribuidor: Diverdi. N PN El paso del tiempo ha redimensionado en parte la obra de Sylvano Bussotti. En ocasión de su estreno, este Rara Requiem (1969, rev. 1970) fue recibido por algunos como una auténtica obra maestra. Se trata desde luego de una pieza repleta de detalles exquisitos, recorrida por un lirismo sutil, construida como un mosaico de fragmentos heterogéneos que establecen una compleja red de relaciones visibles y ocultas con otras piezas (anteriores y futuras) del músico florentino. La peculiar plantilla —cuarteto de voces solistas, sexteto vocal, coro, violonchelo y guitarra solos, orquesta de vientos, piano, arpa y percusión— es tratada con parsimonia y acierto (las intervenciones del violonchelo solo son, por lo general, espléndidas). Aun así, y a pesar de que Rara Requiem constituye una de las mejores partituras de Bussotti —desde el punto de vista musical como gráfico–, quizá su importancia en el contexto de la época haya sido un tanto sobrevalorada. Tamayo tiene un concepto de la obra menos distendido que Sinopoli (DG, 1977). Su lectura es más tensa y dramática, aunque por ello pierda algo en la definición de los detalles. Hay que considerar que la grabación se efectuó en vivo en la Iglesia de San Esteban en Venecia. Por lo tanto, el enfoque escogido busca presentar The Rara Requiem desde una óptica más bien propia de la experiencia del concierto que de una grabación en estudio. Bajo este aspecto, no cabe duda de que Tamayo logra otorgar a The Rara Requiem un carácter menos fragmentario, lo que resulta de gran ayuda para el oyente. Toma de sonido un poco nebulosa. Stefano Russomanno CABEZÓN: Obras de música para tecla, arpa y vihuela. Vol. 2. HARMONICES MUNDI. LA MORANDA. Director: CLAUDIO ASTRONIO. STRADIVARIUS STR 33452. DDD. 62’29’’. Grabación: Italia, 1997. Ingeniero: Michael Seberich. Distribuidor: Diverdi. N PN L a referencia para los “originales” de Cabezón sigue siendo la integral a diversos teclados de Antonio Baciero comentada en la pág. 79 del nº 131 de SCHERZO, donde la casualidad quiso que diez páginas más allá Pablo Queipo de Llano Ocaña saludara con parabienes el segundo volumen de esta integral dirigida por Claudio Astronio que se inscribe en la tradición de siempre, aceptada según la cual, se trata de obras que D I S C O S BOISMORTIER-DEBUSSY admiten la interpretación por cualquier instrumento polifónico, incluidos naturalmente los grupos. Claro está también que en esto hay arreglos más o menos afortunados o dicho más benévolamente, para todos los gustos. La solución de Astronio, que se reserva para sí mismo al órgano, al clave y al regal algunas piezas (los seis motetes tientos aquí incluidos, por ejemplo), resulta de las más moderadas. Es decir, no arriesga más que allí donde con más insistencia parece la música pedir la multiplicación de colores. Entre éstos, además de las de los teclados, a Harmonices Mundi corresponden los de las cuerdas (dos violines, una viola contralto, una viola tenor, un violonchelo, más el órgano) y a La Moranda los de los metales (dos cornetas, dos trombones contralto contraltos y un trombón bajo). Sin que, de ninguna a las otras “soluciones”, se puedan oponer reservas graves, personalmente creo que lo más admirable en el disco, Cabezón aparte, es la competencia de Astronio a los mandos del estupendo órgano del convento de S. Magno ad Amelia. paisaje emocional descrito por Chaikovski comienza a ocultarse hasta desaparecer casi por completo en una poco respirada Sexta, donde yace cierta sensación de prisa, como si se quisiese poner punto final cuanto antes al último lamento. No encontramos en estos discos la profundidad de un Leonard Bernstein o el idioma de un Evgeni Mravinski, eso es evidente, mas el arte de Zubin Mehta es bien distinto, camina hacia sus fines por vías dispares, combinando fuego y lirismo, y sin duda tiene su encanto. Seguramente los admiradores del director hindú agradecerán esta integral. Alfredo Brotons Muñoz Joan Baptista Comes (ca. 1582-1643) ha sido uno de esos grandes compositores que mayoritariamente se han conocido por el nombre antes que por su obra. En la tarea de recuperación de ésta, en los últimos tiempos, sin embargo, Josep Ramón Gil-Tàrrega se viene distinguiendo por una prolífica tarea al frente de varias agrupaciones vocales e instrumentales locales, entre ellos Victoria Musicæ, de su propia fundación. Aún caliente el dedicado a villancicos y otras composiciones navideñas (véase SCHERZO, nº 198, pág. 85), aparece este otro disco, en el cual se imagina cuál pudo ser la contribución del introductor de la música policoral en Valencia a la celebración del cuarto centenario de la entrada del rey Jaime I en la ciudad el año 1238. A pesar de que se había tratado de una “liberación” o conquista incruenta, bien pudo ser que uno o el principal de los oficios religiosos que con toda solemnidad se sabe que se celebraron en la catedral fuera la llamada Misa de batalla. Envueltos por la reverberación bien dominada por los técnicos de sonido en la Capella de la Sapiència de la Universidad de Valencia, músicos y coristas ponen en práctica de una manera muy hermosa las últimas conclusiones aportadas por José Climent, que se ha convertido en el musicólogo de cabecera en estas lides. CHAIKOVSKI: Sinfonías y otras obras para orquesta. ORQUESTA FILARMÓNICA DE LOS ANGELES. ORQUESTA FILARMÓNICA DE ISRAEL. Director: ZUBIN MEHTA. 5 CD DECCA 475 7315 ADD/DDD. 70’14’’, 73’36’’, 74’51’’, 66’10’’, 63’26’’. Grabaciones: Los Angeles y Tel Aviv, 1969-1980. Productores: Ray Minshull, Christopher Raeburn y John Mordler. Ingenieros: James Lock, Michael Mailes y Gordon Parry. Distribuidor: Universal. R PM El ya septuagenario Zubin Mehta pasea hoy las sinfonías de Chaikovski por las salas del planeta como si tal cosa, diríamos que aparentemente deseoso de reivindicar sus méritos artísticos por encima de una atención mediática algo desleal con su verdadera valía. La realidad es que al director hindú le va la música del compositor ruso, le ha ido siempre, y valen como prueba de ello estos cinco discos en los que caben sus seis sinfonías, las suites de El cascanueces y El lago de los cisnes, la obertura fantasía Romeo y Julieta, la Marcha eslava, la Obertura 1812 y el Capricho italiano, un verdadero festín de obras maestras. Son grabaciones realizadas entre 1969 y 1980, unas con la Orquesta Filarmónica de Los Angeles y otras con la Filarmónica de Israel. Lo mejor de la antología se halla tal vez en la lectura de Romeo y Julieta, pues Mehta descubre en ella una magia abierta a todo vuelo poético, y lo hace por medio de un lirismo fascinante apoyado en un trabajo orquestal verdaderamente magnífico, de diez. La cuerda israelí canta bien en un Capricho italiano bastante vigoroso, pero para brío el impuesto a las fuerzas angelinas en la Obertura 1812 y en las seis sinfonías, expuestas aquí con grandes alardes de virtuosismo. Las tres primeras resisten bien ese juego, pero ya en la Cuarta el Asier Vallejo Ugarte COMES: Misa de batalla. VICTORIA MUSICÆ. Director: JOSEP RAMON GIL-TÀRREGA. LA MÀ DE GUIDO LMG2072. DDD. 62’12’’ Grabación: Valencia, I/2005. Productora: Mònica Perales. Ingeniero: Gerard Font Espí. Distribuidor: Gaudisc. N PN Alfredo Brotons Muñoz CORELLI: Sonatas op. V, nºs 7-11. La Follia. ENSEMBLE FITZWILLIAM. ZIG-ZAG TERRITOIRES ZZT 050903. DDD. 58’23’’. Grabación: Versalles, III/2005. Productores: Sylvie Brély y Franck Jaffrès. Ingeniero: Franck Jaffrès. Distribuidor: Diverdi. N PN Las Sonate a violino e violone o cimbalo op. 5 es la única recopilación de Corelli para un instrumento solista. Consta de dos partes, la primera conteniendo seis Sonate de chiesa y la segunda cinco Sonate de camera más una última denominada Follia y consistente en veinticuatro variaciones sobre el célebre tema de danza La follia d’Espagna, aunque parece que su origen es portugués, y que ya era popular en Europa desde hacía mucho tiempo. Tras su publicación en Roma en el año 1700, el Op. 5 de Corelli tuvo un éxito fulminante, demostrado en las numerosas reediciones llevadas a cabo en distintos países europeos, cosa entonces nada frecuente. Estas reediciones comportaban en ocasiones transcripciones y arreglos del original para otros instrumentos solistas e incluso para orquesta. La primera de aquellas fue editada en Londres por John Walsh tomando como instrumento solista la flauta dulce, el inglés recorder, muy popular entonces en Inglaterra. La edición se limitaba a transcribir solamente la segunda parte del Op. 5 corelliano, es decir, las cinco sonatas de cámara mas la Follia. Según manifiesta el flautista JeanPierre Nicolas en el cuadernillo unido al disco, la trascripción de Walsh comporta numerosas deformaciones del original, particularmente en las Sonatas IX y X, por lo que utiliza para estas una llamada flauta de voz en re, mas adecuada al carácter de las mismas. Nicolas es un auténtico virtuoso de su instrumento y ello puede apreciarse a lo largo de todas las obras para culminar en el esplendor de la Follia final con sus variaciones. Está muy bien acompañado y particularmente por Cocset, pero salvo que se tenga un interés especial en la flauta dulce, es muy preferible la versión original con violín. La flauta destaca en exceso sobre el acompañamiento y resulta un tanto fatigosa, particularmente en los movimientos señalados allegro. A ello contribuye también una toma de sonido que la privilegia demasiado y con una reverberación mal controlada, que aumenta la sensación de fatiga. José Luis Fernández DEBUSSY: Images I y II. Children’s Corner. Deux arabesques. Suite bergamasque. ALAIN PLANÈS, piano. HARMONIA MUNDI HMC 901893. DDD. 71’52’’. Grabación: Briosco, III/2005. Productor: Martin Sauer. Ingeniero: Tobias Lehmann. N PN En 1999 graba Planès por segunda vez los dos cuadernos de Preludios de Debussy. De tres años antes es su recital con los Estudios y otras piezas. Nos llega ahora este registro de 2005 con otros tres de los grandes ciclos del compositor, más la juvenil Suite bergamasque y los Dos Arabescos. Planès es un artista enorme que se toma su tiempo, que ensaya y repite, que busca y se diría que tarda en decidirse. La integral está a punto de concluir, si es que la concluye. Le faltaría otro disco con las demás piezas sueltas, con las Estampas y las Imágenes olvidadas. La Suite bergamasque es para Planès un plato delicado y sutil pero relativa- 83 D I S C O S DEBUSSY-FELDMAN Grzegorz Nowak NO TAN PEDANTE CZERNY: Sinfonías nºs 2 y 6. ORQUESTA DE LA SWR DE KAISERSLAUTERN. GRZEGORZ NOWAK. Director: HÄNSSLER CD 93.169. DDD. 73’41’’. Grabación: II/2005 y VI/2004. Productores: Sigurd Krumpfer y Ralf Kolbinger. Ingenieros: Rainer Neumann y Angela Öztanil. Distribuidor: Gaudisc. N PN Sí, Carl Czerny, ese nombre tan temido por todos los estudiantes de piano como autor de incontables estudios técnicos para el instrumento, también compuso sinfonías. Y atención, porque escuchadas estas dos, no son ninguna tontería… Al contrario, estamos ante unas obras que constituyen una auténtica sorpresa. Es cierto, son conservadoras para su época, incluso bastante académicas, pero al lado de un incuestionable oficio técnico, que demuestra el conocimiento de los modelos clásicos, Mozart, Haydn y Beethoven, presentan también una inspiración melódica encantadora y una ciencia instrumental que sólo podría calificarse de deliciosa. La Sinfonía nº 2 data de 1835 y lleva nada menos que el estratosférico número de opus 781… Beethoven y Schubert ya han muerto para entonces y la escena musical empieza a estar dominada por los jóvenes románticos, como Robert Schumann y Felix Mendelssohn, quien precisamente parece impregnar algunas de estas páginas, a pesar de ser más joven que Czerny. El modelo es el de una sinfonía de Haydn, con introducción lenta incluida en el primer movimiento, pero el autor de los peligrosos estudios pianísticos dista mucho de ser un simple epígono. La inventiva con la que varía 84 mente sencillo, que lee con ternura, con su poquito de canto y de danza, y con algo de lógica ensoñación en el Claro de luna. Los Arabescos, piezas sencillas para la escucha, son una transición hacia los tres espléndidos ciclos que vienen a continuación. La grandeza de Planès se nota en las piezas infantiles para Chouchou (¿infantiles?) y en las dos tríadas de Imágenes. El Debussy de Planès no es brumoso; ese camino ya se ha recorrido muchas veces, hace mucho tiempo. Pero tampoco es especialmente percutivo. No ignora Planès que el piano es percusión, pero no pierde de vista que Debussy es sugerencia, rumor, matiz; que surgió, para negarlo, del viejo pianismo de salón, y de ahí brotan unas Imágenes insinuantes en las que no se niega el título de cada una, pero no se lo toma en serio, como no se lo tomaba el propio compositor. Hay mucha imagen en estas imágenes, y lo que Planès imagina es lo que está en Debussy, pero objetivado con respecto a la tradición. Dentro de la concepción moderna del pianismo de Debussy, este ciclo ya avanzado de Planès se va a convertir en una referencia por su capacidad de integrar objetivismo y fantasía, sus temas y, sobre todo, la fantasía con la que hace dialogar a los instrumentos convierten la audición de esta partitura en una pequeña fiesta. Escúchese por ejemplo el delicadísimo Andantino gracioso un poco moto, con su grácil tema inicial a cargo de los violines, con un aire a lo Boccherini que nos lleva a esos salones dieciochescos y galantes. El Scherzo es una página llena de nervio rítmico, prodigiosamente orquestada, mientras que el Finale es un verdadero tour de force para la cuerda, que ha de abordar pasajes que requieren una agilidad y una velocidad denodadas. Aquí, además, el contrapunto adquiere una importancia considerable, lo que en parte ahoga la frescura demostrada hasta entonces. La Sexta Sinfonía en sol menor, de 1854, sin número de opus, sigue unos parámetros similares: esquema haydniano, con introducción lenta al movimiento inicial, un Andante un poco sostenuto de hermosa y noble factura, con un evocador solo de trompa de inequívoco aliento romántico, que recuerda al Mendelssohn del Sueño de una noche de verano; un Scherzo alado, en el que los instrumentos de madera literalmente vuelan, y un Finale fogoso y apasionado. Lo dicho, no es una música original, ni tampoco extraordinariamente profunda (ni siquiera lo pretende), sino una que busca ese ideal clásico que es la belleza, el hacer una obra de arte homogénea y equilibrada, pero que al mismo tiempo sea algo más que una simple demostración de talento técnico por parte del compositor, que sea algo que pueda aportar algo al oyencomo si el uno matizara al otro, y todo ello por una manera de rozar el teclado muy propia, muy personal, que no está a mitad de camino entre la bruma y la rotundidad, sino en otra parte, el mundo sonoro propio de Planès, en su profunda y fecunda relación con este grandísimo compositor. Al que corresponde con grandeza semejante. Santiago Martín Bermúdez ESPLÁ: Sonata del Sur. Sonata Española. ALICIA DE LARROCHA, piano. ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA. Director: RAFAEL FRÜHBECK DE BURGOS. COLUMNA MÚSICA 1CM0128. AAD. 41’’. Grabación: Madrid, 1965 (en vivo) y s. f. Ingenieros: Albert Moraleda y Jens Jamin. Distribuidor: Diverdi. R PN Forzoso es en este caso empezar por el tipo de grabación ante el que nos encontramos pues, según se nos dice explícitamente, el contenido del presente CD fue registrado al principio de los años 50 del pasado siglo (aunque figura 1965 como año de grabación en directo te, un instante de felicidad. Estamos, pues, ante una auténtica sorpresa, inesperada en alguien con la reputación de serio y pedante pedagogo de Czerny. Las dos sinfonías son espléndidas, sí, pero a esa imagen contribuye decisivamente también la labor de Grzegorz Nowak, un director que en 2002 estrenó la Sexta Sinfonía (efectivamente, casi 150 años después de haber sido compuesta) y que desde ese momento quedó prendado por esta música. Hasta tal punto que la idea de grabar este disco fue suya… Su entusiasmo se traduce en una lectura viva, desbordante de ideas y detalles, secundada por una orquesta que hace que todo fluya con absoluta naturalidad y gracia. Entre todos, y Czerny el primero, logran que deseemos escuchar más sinfonías de este creador austriaco. ¿Las abordará Nowak? Ojalá sea así. Recomendación plena. Juan Carlos Moreno de Sonata del Sur) y editado en formato LP. Sin conocer el estado en que se encontraba el material original —se nos anuncia que estaba en muy malas condiciones—, cabe deducir que se ha hecho un magnífico trabajo de restauración, limpieza y remasterización, de manera que el oyente, al principio, percibe que el sonido no es el de las actuales grabaciones, pero el oído se acostumbra enseguida y la calidad es más que aceptable, con sólo algún tenue, pero pasable, emborronamiento en algún pasaje orquestal. Tenemos ante nosotros un documento de gran valía, momentos históricos congelados y ahora felizmente salvaguardados. Una espléndida Alicia de Larrocha, joven y vital, sabia y dominadora, con una gran frescura de sonido, pleno de matices, y servidora fiel del estilo requerido, es el eje sobre el que gira este compacto, que parece formar parte de la revisión al alza de ciertos autores, entre los cuales el alicantino Óscar Esplá, en su día infravalorado e incluso desdeñado. De él dijo su buen amigo —que de alguna manera se consideraba discípulo— Xavier Montsalvatge que “después de la muerte de Falla y D I S C O S DEBUSSY-FELDMAN Alban Gerhardt y Carlos Kalmar IRREPROCHABLE DOHNÁNYI: Konzertstück en re mayor op. 12. ENESCU: Sinfonía concertante en si bemol menor op. 8 D’ALBERT: Concierto para violonchelo y orquesta en do mayor op. 20. ALBAN GERHARDT, violonchelo. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA BBC ESCOCESA. Director: CARLOS KALMAR. HYPERION CDA67544. DDD. 68’52’’. Grabación: Dundee, XII/2004. Productor: Andrew Keener. Ingeniero: Simon Eadon. Distribuidor: Harmonia Mundi. N PN En tres partituras donde los tiempos sucesivos se tocan sin solución de continuidad se nos dan obras para el violonchelo muy de finales del siglo diecinueve bajo la denominación de primer volumen de El concierto romántico para violonchelo, volumen que ha merecido el Premio Especial del Jurado en los Premios Clásicos Midem 2006. El húngaro Dohnányi, aunque andando los años germanizara su nombre, se produce en su Konzertstück en re mayor op. 12 en tres movimientos sin interrupción en una escritura muy afín a Brahms, centrada la obra en el precioso Turina, ha sido el primer compositor español. Y el que inició el despegue estilístico de las servitudes nacionalistas y sobre todo andalucistas”. Su universalismo levantino, como se ha dado en llamar, acorde con las palabras del compositor catalán, queda reflejado en Sonata del Sur, op. 52, con la colaboración de una Orquesta Nacional de España dirigida por un aún más joven Frühbeck de Burgos, y en Sonata española, op. 53, aquí con Alicia de Larrocha en solitario y en plena forma. Lo dicho: un documento para disfrutar. Como complemento, añadido, propina o bonus —como se ha dado en decir ahora—, tres breves piezas (Danzas de España) de Joaquín Rodrigo. José Guerrero Martín FAURÉ: Piezas breves op. 84. Tema y variaciones op. 73. Nocturnos. Preludios op. 103. JEAN-PAUL SEVILLA, piano. 2 CD TIMPANI 2C2083. DDD. 142’10’’ Grabaciones: París, II/2002 (op. 84); París, 19971998 (op. 73). La Muse en circuit, XI/1995 (op.103). Productor: Armin Firouzmande. Ingenieros: Franck Rossi y Philippe Wojtowicz. Distribuidor: Diverdi. N PN E stos dos compactos contienen obras para piano de Gabriel Fauré, esencialmente, los Nocturnos y Preludios, aunque también incluyen otras piezas. Si bien la misma palabra sugiere introspección, en Fauré, esta forma musical bucea hacia adentro, intimando en las posibilidades expresivas del intérprete a Adagio aunque entre los dos primeros tiempos sumen en tiempo la extensión del tercero que, tal vez por eso, decae algo en una obra concertante muy redonda que también hace pensar en la celebérrima obra de Dvorák para violonchelo y orquesta. En la de Enescu, escrita con veinte años (terminada en noviembre de 1901) el protagonismo es preferentemente para el instrumento solista. No es que la orquesta sea remitida a un papel de gris acompañante, sino que la parte solista está próxima al asombro para el oyente atento, por línea, vuelo y dificultad. Resulta curioso que esta partitura de la Sinfonía concertante fuera rebautizada por la crítica en su incomprendido estreno como “Sinfonía desconcertante”. D’Albert, en lo que a la obra aquí grabada concierne, abre su discurso manejando el chelo en forma rapsódica para pasar a un pasaje de bravura y establecer un diálogo temático con la orquesta, muy especialmente con las maderas, a lo largo de la obra, como ocurre de forma más marcada en el través de la partitura. Fauré era amante de la soledad, del silencio, y aunque en algunos de ellos sí existe tensión dramática, generalmente, buscan la calma sugerente. Todas las piezas que el compositor francés dedicara al piano son un mundo aparte, donde reina lo magnífico, donde impera lo sensible, donde cada intérprete ha de buscar dentro de sí para poder plasmar lo que hay en el papel. Esta es una buena ocasión para escuchar al Fauré poeta del piano, al Fauré que trabaja las densidades del sonido. Las finas interpretaciones del pianista Jean-Paul Sevilla nos acercan a la obra del francés con respeto y devoción. Aunque no se trata de grabaciones actuales (la grabación de los Preludios data de 1995, los Nocturnos de entre 1997-1998 y el resto de 2002) el sonido es bueno. El pianista explora el repertorio con atención y sumo cuidado, a su paleta sonora le echamos en falta un poco más de riqueza colorística, tan necesaria en la música francesa, mas su trabajo es poético (tal y como sugiere la música) y sensible. A pesar de que no sean especialmente sorprendentes, Jean-Paul Sevilla ofrece en estos dos compactos unas versiones muy correctas de la música. Emili Blasco FELDMAN: Cuarteto de cuerda. THE GROUP FOR CONTEMPORARY MUSIC. NAXOS 8.559190. DDD. 78’35’’. Grabación: Nueva York, I/1993. Productora: Judith Sherman. Ingeniero: Howard Stokar. Distribuidor: Ferysa. R PE Molto tranquillo hasta que la orquesta propone el Allegro vivace final con forma de tocata. La aportación del chelo es técnicamente irreprochable y su discurso mantiene un timbre aterciopelado y cálido envuelto por la orquesta que con un sentido magnífico del estilo rige Kalmar atento a la esencia musical. No se lo pierdan. José Antonio García y García Para la colección American classics, el sello Naxos edita ahora la misma grabación que la alemana Koch lanzara en 1994 del String Quartet de Morton Feldman. Antes que proponer una nueva interpretación de la obra, los responsables de Naxos han optado por la vía más fácil, probablemente convencidos de que la versión a cargo del Group for Contemporary Music sigue vigente hoy día y de que, de todas formas, la escasa difusión de aquella grabación de Koch puede ahora compensarse con una distribución más amplia. Llega, pues, el Cuarteto de Feldman casi en calidad de estreno. Efectivamente, la edición de Koch apenas tuvo repercusión en su momento, tal vez porque coincidía en el tiempo con el fulgurante ciclo de grabaciones que hiciera del corpus feldmaniano la suiza Hat Art. De cualquier forma, es muy probable que el aficionado interesado en las composiciones de Feldman esperase, en esa época, con mucha más expectación una grabación del Segundo Cuarteto antes que este “pequeño” String Quartet. Con el paso de los años, se ha venido creando un halo especial en torno al Segundo Cuarteto, quizás más por su duración desmedida que por su valía real, lo que no ha hecho sino perjudicar a este más modesto cuarteto de 1979. Por la fecha de composición, se observa claramente que la obra pertenece al inicio del último período en el catálogo del autor americano, inaugurado por la pieza dramática Neither y que se caracteriza, como se sabe, por la extrema duración de muchas de sus obras. Al lado de esas piezas, los casi ochenta minutos del String Quartet apenas son nada, pero 85 D I S C O S FELDMAN-J.M.HAYDN significan un primer paso en el camino de Morton Feldman hacia la elaboración de obras que supusieran un auténtico pulso a la resistencia del receptor, una invitación a otras formas de escucha. El Cuarteto nace, pues, como primer eslabón, primer ensayo de consideración en esta carrera por desmontar el sentido del tiempo en la ejecución musical y en la escucha, que es el gran reto que se impone el autor. El resultado es tan fascinante como en cualquier otra composición feldmaniana y, aunque una escucha implacable pueda echar en falta el aporte del pedal del piano con el fin de dar una mayor profundidad y riqueza al tejido sonoro, hay que convenir en que el conjunto no se resquebraja por esa ausencia, por cuanto Feldman potencia otros aspectos, como el empleo sistemático de las dinámicas suaves, el tono dulce de todas las secuencias de motivos aquí reunidos y las largas mesetas en las que el flujo sonoro se estanca y parece detener el tiempo. Este último aporte, que en el Segundo Cuarteto se da en diversos momentos y que son los que sostienen la atención del receptor, se convierte aquí en hilo conductor del discurso. Nace así una obra de signo mucho más meditativo que el Segundo Cuarteto, demasiado alterado éste por los repentinos cambios de dinámica. Estas igualmente extasiantes mesetas sonoras, de una formidable expresividad, son las que dan cuerpo a las zonas centrales de obras no menos extensas de este período, como Clarinet and string quartet y Piano and string quartet, con la diferencia de que, en estas últimas, las secuencias repetitivas significan un momento cumbre de la composición, un punto de inflexión, mientras que en el cuarteto de 1979 se erigen en fuente generadora de todo el discurso. Francisco Ramos FURRER: Drei Klavierstücke. Viocelessness. Phasma. NICOLAS HODGES, piano. KAIROS 0012382 KAI. DDD. 51’05’’. Grabación: Colonia, XII/2004. Productor: Harry Vogt. Ingeniero: Mark Hohn. Distribuidor: Diverdi. N PN E n líneas generales, el presente CD dedicado a la música para piano de Beat Furrer (n. 1954) es de los más interesantes que nos han llegado del compositor austriaco, sin embargo se observan en las obras demasiados altibajos como para considerar el registro como excepcional. En cada una de las piezas hay detalles extraordinarios, grandes soluciones sonoras que evidencian el estado de forma en alza de Furrer, pero, por otro lado, el autor es presa de un afán de trascendencia que echa por tierra las grandes expectativas que crea, por ejemplo en una pieza como Phasma, que lo tiene todo para ser una obra mayor, pero el exceso de material acaba ahogando el propósito inicial. Mucho más moderado, con un gusto exquisito en el trato de las numerosas influencias que se dan cita aquí (Debussy, Messiaen, Feldman), las Drei Klavierstücke (de 2004) brillan poderosamente en este programa defendido por Nicolas Hodges, un pianista que demuestra con creces sus credenciales. Posee un tacto especial para insuflar poesía en una obra tan rica como Klavierstücke, pero que, al mismo tiempo, exige al intérprete un tempo justo para no apartarse de la extrema delicadeza de todo el trazado sonoro. Hay en las Drei Klavierstücke un uso del pedal tan constante que se convierte en efecto esencial en la pieza, hasta el punto de que hace pensar en la teoría que defendía Morton Feldman a propósito de su obra Piano and orchestra, a la que consideraba una obra “para pedal y orquesta”. Evidentemente, el pedal sería aquí la orquesta. Este sonido crea un ambiente sórdido que choca con la luminosidad de las partes en que Furrer da rienda suelta a una línea melódica de fuerte influencia debussysta. El tono impresionista, que es perceptible en esa obra, al igual que en Phasma, en Voicelessness se vuelca hacia un discurso más lleno de figuras rítmicas, de arabescos, forjando, en definitiva, un tejido más expansivo, siempre de mucha menos sustancia que en las otras dos obras. Todo lo que tienen de interrogante, de mirada interior las Drei Klavierstücke y, por momentos, Phasma, tiene de efusión Voicelessness, que queda claro que es la composición más vieja, de 1986, con un lenguaje aun por madurar. La notable belleza que llevan dentro las Drei Klavierstücke hace recomendable el CD. Es una de esas obras con las que habrá que contar a la hora de hacer un recuento de la mejor música para piano de nuestra época. Francisco Ramos GORRITI: Obras para órgano. ESTEBAN ELIZONDO, órgano; ARANTZA EZENARRO, soprano. 2 CD AEOLUS 10521/10531. DDD. 67’47’’, 60’02’’. Grabaciones: Pamplona y Tolosa, VIII/2004. Productor e ingeniero: Christoph Martin Frommen. Distribuidor: Gaudisc. N PN 86 E l compositor navarro Felipe Gorriti, nacido en Huarte-Araquil en 1839, obtuvo a los veinte años el puesto de organista de las parroquias unidas de Santa María y San Pedro de la localidad navarra de Tafalla, donde durante casi una década compuso gran parte de su pro- ducción para órgano barroco de dos teclados. El primero de los dos volúmenes que comentamos aquí recoge precisamente obras relativas a dicho periodo, a saber: dos Sonatas para órgano, tres Elevaciones y plegarias, y extractos de la Salmodia orgánica de género libre para Primeras Clases. Ya en 1867 Gorriti se hizo con la plaza de organista y maestro de capilla de la tolosarra parroquia de Santa María, donde hasta su fallecimiento en 1896 vio evolucionar su estilo hacia un romanticismo pleno en su lirismo. Esa evolución, una y otra vez defendida por el propio Esteban Elizondo en las documentadas notas, queda reflejada en el segundo volumen, pues éste acoge obras escritas en Tolosa como los Cinco versos para el Magnificat, la Esperanza y Plegaria en fa mayor, Sub tuum prœsidium y O salutaris para soprano y órgano, la transcripción de un cuarteto de cuerda compuesto por el propio Gorriti, y dos profundas e impresionantes marchas fúnebres. Varias de estas obras fueron reconocidas y premiadas en los concursos convocados mensualmente por la Sociedad de Organistas y Maestros de Capilla de París en los primeros años ochenta. Por supuesto, el guipuzcoano Elizondo sirve a esta música con un rigor inatacable, bien al órgano barroco del convento de Santo Domingo de Pamplona (para las obras tafallesas) o bien al órgano Stolz-Frères de la Iglesia de Santa María de Tolosa (para las tolosarras), se beneficia del buen canto de la joven soprano Arantza Ezenarro en las dos obras en las que se requiere su colaboración y dibuja con nitidez la línea que parte del barroco para llegar al romanticismo, sin poner reparos a un arte que entiende de fraseo, de transparencia y de matices. Asier Vallejo Ugarte GRIEG: Suite Holberg op. 40. Dos melodías elegíacas op. 34. Dos melodías op. 53. Dos melodías nórdicas op. 63. Dos piezas líricas op. 68. ORQUESTA FILARMÓNICA DE BERGEN. Director: OLE KRISTIAN RUUD. BIS SACD-1491. DSD. 59’15’’. Grabación: Bergen, VI/2004. Productores: Hans Kipfer y Thore Brinkmann. Ingeniero: Jens Braun. Distribuidor: Diverdi. N PN Como bien se encargan de recordar las notas introductorias a este disco, Edvard Grieg no fue violinista, sino pianista, a pesar de lo cual escribió bastante, y muy bien por cierto, para cuerdas. Ahí están para confirmarlo sus tres sonatas para violín y piano, su sonata para violonchelo y piano, el cuarteto de cuerda o las obras que se recogen en esta grabación. En lo que se refiere a éstas, se trata en todos los casos de instrumentaciones de originales pianísticos, o para voz y piano, composiciones que denotan el gusto de este maestro noruego por el arte de la miniatura, por pequeños movimientos en los que dar rienda suelta a su inspira- D I S C O S FELDMAN-J.M.HAYDN ción melódica y a su amor por los aires de su tierra natal. O, en el caso de la Suite Holberg (1884), sin duda la partitura más célebre de todo el disco, a una visión estilizada y romántica del pasado barroco… Que esta música es hermosa es algo innegable. Es, además, de una belleza que está ahí bien presente, que salta como quien dice a la vista, por lo que cualquier intento de subrayarla puede acabar resultando contraproducente. Y eso es lo que pasa en la versión que nos ofrece Ole Kristian Ruud al frente de la sección de cuerdas de la Filarmónica de Bergen, con el añadido de un oboe y una trompa en las Dos piezas líricas (1899). En unos pentagramas que ya por sí solos muestran una clara tendencia hacia el sentimentalismo, el director incide en ese aspecto, ralentizando y estirando el tempo de una forma innecesaria. Ello se evidencia sobre todo en el Air de la Suite Holberg (1884) y en las Dos melodías elegíacas (1880), pero es un detalle presente a lo largo de todo el registro. Una lástima, porque la orquesta posee un sonido bello, equilibrado y bien empastado, es dúctil, flexible y sabe transmitir un conseguido tono popular a páginas como Kulokk & Stabbelaten, de las Dos melodías nórdicas (1895). Pero ese afán “expresivo” que desemboca en amaneramiento acaba perjudicando gravemente este trabajo. Juan Carlos Moreno GUTIÉRREZ DE PADILLA: Música de la catedral de Puebla de los Ángeles. ARS LONGA DE LA HABANA. Directora: TERESA PAZ. ALMAVIVA DS-0142. DDD. 68’28’’. Grabación: La Habana, VI/2006. Productor: José María Martín Valverde. Ingeniero: Guillermo Martín Gámiz. Distribuidor: Diverdi. N PN Aunque son ya varias las grabaciones misceláneas dedicadas a la música colonial en Nueva España, Juan Gutiérrez de Padilla es una de las personalidad que más atraen, pues éste es, salvo error, el tercer disco que se le dedica íntegramente. Padilla es una de esas figuras que simbolizan la fusión de elementos de la música europea con rasgos de las culturas precolombinas y el proceso de aculturación de éstas. Así, el uso de los instrumentos de percusión en algunas de las obras de este disco es algo que está plenamente documentado. Las interpretaciones de Ars Longa suponen un notable esfuerzo que, en la mayor parte de los casos, pese a la modestia de algunas voces, aparece recompensado por resultados estéticos más que aceptables. Se produce un poco de confusión en algunos tutti, pero las versiones cuentan con una frescura y gracia considerables. Por ejemplo, en ¡Ah, siolo Flasiquiyo!, donde la parodia del habla de los esclavos negros obliga a tener mucho cuidado para no incurrir en el ridículo, peligro que Paz y sus músicos evitan con acierto. La gitanilla a tres Oye niño hermoso cuenta con una fluida lectura, en tanto que la negrilla Tambalagumbá es divertida y vivaz. Una grabación interesante. Enrique Martínez Miura pretencioso, y termina por convertirse en un pastiche. El trabajo realizado por los miembros de St. Lawrence String Quartet, al margen de la calidad de las obras, es notable. Miguel Morate HATZIS: Cuartetos de cuerda nºs 1 y 2. ST. LAWRENCE STRING QUARTET. EMI 5 58038 2. DDD. 61’21’’. Grabación: Alberta, XII/2004. Productora: Theresa Leonard. Ingeniero: Mark S. Willsher. N PN La palabra que mejor definiría la música que contiene este disco podría ser la de mezcla. Mezcla como combinación de elementos que no llegan a fundirse en una misma unidad estilística o musical. Y es que los recursos empleados por este compositor griego-canadiense de nombre Christos Hatzis van desde el minimalismo al estilo de Philip Glass, que recorre todas las piezas, al canto gutural de los Inuit. Ello pasando por músicas populares, bizantinas y recursos propios del jazz. Hace uso de los medios que cree necesarios para transmitir los mensajes planteados en cada obra. Denuncias bélicas o antiglobalización, que se anteponen a prácticas más formalistas y que conforman la opción de este compositor en su planteamiento de la función de la música de nuestro tiempo como arte de carácter socialconceptual. Este registro ofrece sus dos primeros cuartetos de cuerda. En el Primero, escrito en un solo movimiento, además de los instrumentos musicales el compositor emplea sonidos pregrabados que reproducen el paso de una obstinada locomotora entremezclada con el canto de los Inuit. Según las notas de Hatzis incluidas en el disco, se trata de una metáfora de la pugna entre el progreso y los intentos de pervivencia de las culturas nativas de un país. Algo más interesante es el Segundo Cuarteto. Con una duración de 40 minutos, que duplica la del Primero, está articulado en cuatro movimientos. Cada uno de ellos lleva un título de carácter programático, que sirve para desarrollar el discurso musical a modo de denuncia contra la masacre acaecida en la pasada guerra de la antigua Yugoslavia. Las repeticiones mecánicas y las referencias a músicas balcánicas y bizantinas conforman aquí este nuevo crisol que propone una metamorfosis espiritual en su último movimiento, en lugar de las devastadoras guerras balcánicas. El rango de sensaciones y sentimientos que proporciona la música de Hatzis, así como de sistemas musicales, es muy amplio. Encontramos pasajes líricos claramente tonales, no exentos de cierto sentimentalismo fácil y empalagoso, y al mismo tiempo violentos clusters o glissandi evocando sonidos bélicos en contextos atonales. A pesar de algunas ideas atractivas que posee la música, el discurso no es tan interesante como podría ser. El resultado final que obtiene es algo vacuo y HAYDN: Tríos para clave, violín y bajo. L’ENTRETIEN DES MUSES. CALLIOPE CAL 9348. DDD. 76’41’’. Grabación: París, VIII/2004. Productores: Jacques le Calvé, Michaël Adda. Ingeniero: Igor Kirkwood. Distribuidor: Harmonia Mundi. N PN C inco tríos se recogen compuestos entre 1755 y 1765, nada timoratos a pesar de haber sido compuestos en plena juventud, sino al contrario, llenos de madurez: cambios frecuentes de ritmo, imaginación, alusiones a lo popular, independencia instrumental. No se adapta a un esquema convencional, transgrediendo el orden habitual de los movimientos según conviene al autor. Sí hay ímpetu juvenil, frescura y una fluidez y variedad en el discurso que Haydn conservaría siempre, y es curioso analizar la enorme inventiva con tan cortos dispositivos. Escritos para clave con acompañamiento de violín y violonchelo, esto no es totalmente cierto como denota la escucha, porque aunque manda el instrumento de teclado, los comentarios del violín vuelan desde el arranque del Trío en fa mayor Hob. XV 37, y otro tanto hace el chelo hasta con atisbos de línea propia además de su misión contrapuntística en el segundo tiempo. Se da una variedad desbocada en el Finale del Trío en sol menor Hob. XV 1 y resulta fulgurante el del Hob. XV 40. Tienen tres tiempos salvo el Trío en sol mayor Hob. XV 41, ocupando el minueto uno u otro lugar, como he citado. La ejecución de L’Entretien des Muses es con instrumentos históricos y un ejemplo de bien hacer: lo bordan. Y la grabación resulta impecable y de una definición pasmosa, de modo que es imprescindible hacerse con el disco. José Antonio García y García J. M. HAYDN: Réquiem MH 155. MOZART: Davide penitente K. 469. IRIDE MARTÍNEZ, ANNA BONITATIBUS, sopranos; CHRISTOPH STREHL, tenor; LUCA PISARONI, bajo. CORO BACH DE SALZBURGO. ORQUESTA DEL MOZARTEUM DE SALZBURGO. Director: IVOR BOLTON. OEHMS OC 538. DDD. 79’44’’. Grabación: Salzburgo, VIII/2004 (en vivo). Productor: Helmut Scharinger. Ingeniero: Reinhard Prosser. Distribuidor: Galileo MC. N PM Este disco es la plasmación del exitoso concierto del Festival de Salzburgo 2004 donde se hermanaron dos obras de diferente significado, separadas temporalmente por 14 años (la del hermano del Haydn es de 1771 y la de Mozart de 87 D I S C O S J.M.HAYDN-KORNGOLD 1785) y estrenadas, respectivamente, en Salzburgo y Viena, unidas sin embargo por un algo más que la propia contemporaneidad, si se tiene en cuenta que algo del espíritu y las formas del Réquiem haydniano continuaron en el de la futura e inacabada partitura mozartiana (en especial el Dies iræ). Tanto la cantata del salzburgués (texto del ínclito Da Ponte), que comparte algo más que climas con la Misa en do menor K. 427, como la obra religiosa del hermano menor del más famoso de los Haydn cuentan con pocas grabaciones. De la primera se recuerda sobre todo la lectura del bicentenario, de Louis Devos, aunque existan otras de Marriner o Kuijken; de la segunda, las de Rilling y King, razones por las que estas ejecuciones, dirigidas cuidadosa y firmemente por Bolton, al frente de una orquesta ideal para el proyecto y un coro (en las dos obras, muy importante y en la de Haydn decisivo) de paralela estatura. El equipo vocal redondea el proyecto, con la consecuencia directa de que ambas versiones pueden ser consideradas dignas de los más ecuánimes elogios. Con uno más que especial para la costarricense Iride Martínez que en la muy dramática y luego brillante Tra l’oscure ombre funeste de Davide penitente, página destinada a la Cavalieri, como se sabe, la primera Konstanze y Mme. Silberklang, está realmente espléndida, tanto por la poderosa interpretación como por el alarde de posibilidades vocales. La Bonitatibus, oficialmente mezzo pero aquí en papel de soprano II, se luce igualmente en Lungi le cure ingrata, que no es otra cosa que el trasvase casi literal del Laudamus te del K. 427, mientras que Strehl saca con algo de dignidad la plácida A te fra tanti affani. El Réquiem de Haydn, escrito a la muerte del arzobispo Sigismundo predecesor en Salzburgo del tristemente célebre Colloredo, es una partitura a considerar por la excelente escritura contrapuntística, por los climas auténticamente fúnebres y por las oportunidades expresivas más que de lucimiento que ofrece a los solistas en obra donde, se repite, la “voz” primordial es la del coro, sin que la trivialidad de algunos pasajes altere la calidad del conjunto. Aquí, al terceto anterior que sigue demostrando su particular valía, se une sin perturbar al grupo el bajo cantante Luca Pisaroni (los solistas cantan siempre en cuarteto, sin arias), quien pese a su juventud es ya bien reconocido por sus interpretaciones rossinianas y mozartianas. Fernando Fraga HINDEMITH: Das lange Weihnachtsmahl. RUTH ZIESAK, URSULA HESSE VON DEN STEINEN, HERMANN WALLÉN, ARUTJUN KOTCHINIAN, CHRISTIAN ELSNER, REBECCA MARTIN, MICHAELA KAUNE, CORBY WELCH. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RSO DE BERLÍN. Director: MAREK JANOWSKI. 88 WERGO WER 6676 2. DDD. 47’30’’. Grabación: Berlín, VIII/2004. Productor: Wolfram Nehls. Ingeniero: Henri Thaon. Distribuidor: Diverdi. N PN Laurence Equilbey PRERROMÁNTICO HAYDN: Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz. SANDRINE PIAU, soprano; RUTH SANDHOFF, mezzo; ROBERT GETCHELL, tenor; HARRY VAN DER KAMP, bajo. ACCENTUS. AKADEMIE FÜR ALTE MUSIK BERLIN. Directora: LAURENCE EQUILBEY. NAÏVE V 5045. DDD. 53’14’’. Grabación: Poissy, XII/2005. Productor: Jean-Pierre Loisil. Ingeniero: Pierre-Antoine Signoret. Distribuidor: Diverdi. N PN N o existía una versión de primer orden de las Siete palabras haydnianas en la versión de oratorio, debida al autor mismo, una de las manifestaciones de esta obra multiforme, si bien la primera redacción, la surgida por el encargo gaditano, fue la puramente orquestal. Esta adaptación para solistas, coro y orquesta y texto cantado en alemán es más bien funcional, con duplicaciones y otros recursos que apenas afectan al esqueleto de la música y son fácilmente resolubles por un compositor atareado. Pues bien, Equilbey hace justicia a la originalidad de la partitura y a su lenguaje a las puertas del Romanticismo. Ya la tensa introducción anuncia el mundo por el que se va a El escritor estadounidense Thorton Wilder (1897-1975) fue autor de algunas de las obras más originales y ambiciosas del siglo XX. En narrativa, destacan Los idus de marzo, novela epistolar de 1948 alrededor de César, el poeta Catulo y los bellos y perversos hermanos Pulcher; o El puente de San Luis Rey (1927), en la que trata uno de sus asuntos favoritos, la coincidencia en el tiempo, o la casualidad fatal como elemento de coincidencia temporal. En teatro, su obra más ambiciosa es tal vez La piel de nuestros dientes (1942), que pretende abarcar la historia de la Humanidad en una aparente unidad de lugar y tiempo; pero no le van a la zaga Nuestra ciudad (1938) o La larga cena de Navidad (1931), en las que el tiempo vuelve a concentrarse en un solo ámbito escénico. Esta última es la que nos interesa, porque nos llega ahora un excelente registro de la versión operística que Paul Hindemith compuso en 1960 a partir del libreto que sobre el texto original le preparó el propio Wilder, y que el compositor tradujo al alemán. Wilder nos presenta a la familia Bayard en una sola cena de Navidad que dura casi un siglo, varias generaciones entrando por la puerta de la vida y saliendo por la de la muerte, sin solución de continuidad, con alusiones históricas permanentes. Todo ello en un solo acto, apenas una hora. Hindemith le pidió a Wilder un libreto que respetara lo esencial, pero que tuviera determinados conjuntos y ariosos; y que prescindiera de las alusiones a la actualidad de cada momento. Aun así, permanece mover la versión, una lectura dramática, con acentos poco menos que beethovenianos en no pocos pasajes. Lo que se pierde en concentración, acostumbrados a la versión para cuarteto de cuerda, se gana en variedad y una paleta de colores mucho más amplia. Magníficos solistas vocales y de todo punto sensacionales coro y orquesta. Excelente aproximación, por lo tanto, a esta alternativa casi olvidada de una obra maestra. Enrique Martínez Miura la alusión a la primera gran guerra. Estrenada a finales 1961, La larga cena de Navidad es la última ópera de Hindemith, una obra de menos de 50 minutos de quien compuso grandes frescos lírico-dramáticos como Mathis el pintor o La armonía del mundo, mas también obras breves en su época más “respondona”, como las escritas entre Asesino, esperanza de las mujeres (1919, con texto del pintor Kokoschka) y Noticias del día (1929). De todas estas óperas hay referencias en el sello Wergo. La economía de medios no impide el despliegue de momentos vocales brillantes, siempre limitados en duración (atención al espléndido sexteto). La brillantez del planteamiento de Wilder se traduce en una disposición muy medida, muy camerística, muy ajustada por parte del compositor. El resultado es una auténtica obra de arte de gran brevedad para lo ambicioso del planteamiento líricodramático. La obra de Wilder la representaron por Navidad en la madrileña sala La Guindalera, con espléndida puesta en escena también camerística de Juan Pastor; volverá en diciembre próximo. Ahora nos llega esta referencia de la ópera con un planteal de ocho solistas brillantes, muy bien conjuntados en su dramático itinerario por Marek Janowski. Aunque con personajes individuales, estamos ante una pieza de carácter polifónico, con una épica que surge de los destinos individuales y del trayecto de la familia Bayard. Los cantantes son excelentes y el conjunto alcanza momentos de especial emotividad, a pesar de la D I S C O S J.M.HAYDN-KORNGOLD voluntad distanciadora que imprime Hindemith. La realización de Janowski, la Sinfónica de la Radio de Berlín y estos ocho magníficos cantantes nos permite un acceso privilegiado a una pequeña obra maestra que nunca ha tenido ni la influencia ni la acogida que merece. Santiago Martín Bermúdez KODÁLY: Missa brevis. Salmos 121 y 114. Jézus és a kufárok. Székely Keserves. Székely Keserves. The Musicmakers, an ode. Norvég Leányok. CORO DE LA RADIO FLAMENCA. PETER THOMAS, órgano. JOHAN DUIJCK, piano y director. SACD GLOSSA GCDSA 922202. DSD. 64’57’’. Grabación: Heverlee, Bélgica X/2004. Productores: Manuel Mohino y Carlos Cister. Ingeniero: Manuel Mohino y Gregory Beaufays. Distribuidor: Diverdi. N PN El sello Glossa ha decidido ampliar sus horizontes al extender el repertorio de sus registros al de músicas del siglo XX. Ejemplo de esto han sido sus dos recientes lanzamientos discográficos en colaboración con la Orquesta y el Coro de la Radio Flamenca. Uno de ellos está dedicado a Stravinski, con El pájaro de fuego y el Canto del ruiseñor, y el otro —que es aquí motivo de reseña— al repertorio coral de Kodály, incluyendo su Missa brevis para coro, solistas y órgano. En este último el diseño resulta de lo más atractivo; y al margen de la calidad musical e interpretativa, que la tiene, logra que uno quiera disponer de él simplemente por su belleza como objeto. Además, contiene un cuidado interior con fotos y notas traducidas a cuatro idiomas, inclusive el español. Lástima, por otra parte, que los textos de las piezas no se hallen en el folleto sino únicamente en Internet. También es de destacar la utilización de los últimos adelantos en lo que respecta a grabación sonora como son el Super Audio CD y el Direct Stream Digital que proporcionan una extraordinaria calidad de sonido. La labor de Zoltán Kodály (18821967) impresiona por su diversidad así como por su amplitud y extensión al abarcar géneros tan diversos como son la composición, la etnomusicología y la pedagogía. Dentro de su trabajo compositivo, que cuenta con un amplio catálogo, la voz ocupa un lugar primordial, prestando además una especial atención a la música religiosa con numerosas misas, salmos o piezas de diversa índole como son un Miserere y un Stabat Mater. Su Missa brevis para coro, solistas y acompañamiento de órgano fue creada entre 1942 y 1944 y estrenada al término de la segunda guerra mundial en la Ópera de Budapest, en donde pasaron refugiados Kodály y su mujer los últimos días de la contienda. Se trata de una obra de gran belleza y desolación que escapa a toda intencionalidad de innovar y que se centra más bien en las posibilidades expresivas de un sistema —la tonalidad— que muchos creían agotado. El simple acompañamiento de un órgano consigue resultados de los más sorprendentes, logrando cotas de máxima expansión o de enorme recogimiento. Aunque se trata de la obra más extensa e interesante del disco, también se incluyen otras piezas corales con acompañamiento de órgano o de piano y a cappella, además de una obra para piano solo interpretada por el director del coro, Johan Duijck. En cuanto al veterano Coro de la Radio Flamenca, fundado en 1937 y dirigido desde 1999 por Duijck, su labor es asombrosa. La claridad en la dicción es perfecta y sus veinticinco voces suenan como cuatro, sacando el máximo partido a las posibilidades expresivas de las piezas. Recomendable por lo tanto este disco, por la calidad y belleza de la música que contiene, por la brillante interpretación y por la elegancia de su diseño. Miguel Morate KOECHLIN: Les heures persanes op. 65. RADIOSINFONIEORCHESTER STUTTGART DES SWR. Director: HEINZ HOLLIGER. HÄNSSLER CD 93.125. DDD. 58’05’’. Grabación: Stuttgart, I/2004. Productor: Andreas Priemer. Ingeniero: Wilfried Menzl. Distribuidor: Gaudisc. N PN E n cierto modo, se trata de música impresionista. La gramática así lo indica: propuesta armónica, sonido, timbre. Si acaso, más horizontal, más “desarrollista” en cuanto a lo temático (esto es, Koechlin desarrolla o mantiene los temas; Debussy los cambiaba de manera permanente, ajeno habitualmente al concepto de desarrollo). Pero se trata de música descriptiva, y eso procede del romanticismo pleno, por mucho que aquí no haya romanticismo, sino orientalismo de nuevo cuño, basado en fuente literaria también reciente (Pierre Loti). Como sabemos, Koechlin no es el impresionista puro, aunque pertenece a esa generación que está entre Debussy y Ravel. Acaso el impresionismo no exista, y sí el simbolismo. En tal caso, Koechlin pertenece más a otro ámbito creativo, o eso nos parece. Recordemos que las olas, sirenas, huellas en la nieve, ministriles y otros referentes del Debussy abundante en ellos son disculpas, o títulos a posteriori. Koechlin, sin embargo, describe, sugiere. Por lo demás, estos 16 números de una hora de duración son de una belleza intensa, pero en la que abundan los pianos; sugerente, pero clara y neta; de una horizontalidad sin ambigüedades, porque sugerir no significa indefinición. Por suerte, se trata de la versión para orquesta; hay otra con elementos vocales. La obra es de 19131919, años trágicos; la revisión es de 1921, cuando Europa creía estar en paz. Heinz Holliger y la Orquesta de la Radio de Stuttgart parecen más franceses que nadie en esta realización de gran calidad interpretativa y sonora. Se trata de 16 pequeños poemas sinfónicos unidos por una temática que atraviesa una geografía y en la que timbres, líneas y armonías pretenden, sobre todo, sugerir un mundo lejano, que no tiene por qué ser imaginario, pero que no se pretende real. Una interpretación muy bella de una partitura que, como tantas bellezas de Koechlin, andaba medio oculta por ahí. Santiago Martín Bermúdez KORNGOLD: Concierto para violín. Gesang der Heliane aus “Das Wunder der Heliane” para violín y piano. Much ado about nothing op 11, cuatro piezas para violín y piano. Suite op 23 para dos violines, violonchelo y piano. BENJAMIN SCHMID, violín. FILARMÓNICA DE VIENA. Director: SEIJI OZAWA. BENJAMIN SCHMID, HANNA WEINMEISTER, VIOLINES; QUIRINE VIERSEN, violonchelo; SILKE AVENHAUS, piano. OEHMS OC 537. DDD. 79’22’’. Grabación: Festival de Salzburgo, 24, 27-VII, 12-VIII-2004. Productor: Gottfried Graus. Ingenieros: Gernot Hoffmann y Reinhard Prosser. Distribuidor: Galileo MC. N PM Este CD recoge tres sesiones salzburguesas dedicadas a Erich Wolfgang Korngold como compositor recuperado. No vamos a insistir en ello, ya hemos insistido lo suficiente sobre Korngold en estas páginas. El plato fuerte es esta nueva lectura del Concierto para violín, que no es música de películas en forma concertante, sino una obra concertante compuesta por alguien que compuso la gran música cinematográfica de su tiempo. Deliberadamente, es una pieza tardorromántica, intensa, lírica, con momentos dramáticos; esto es, música con sugerencias extramusicales permanentes, pero música pura cien por cien, aunque varios temas procedan de al menos cuatro partituras fílmicas del compositor (Another Dawn, Juárez, Anthony Adverse, The Prince and the Pauper). La estrenó Heifetz en 1947 y estaba dedicada a Alma Mahler-Werfel. La lectura de Benjamin Schmid con acompañamiento de Ozawa y la Filarmónica de Viena es un prodigio no sólo de virtuosismo, sino también de claridad, de intensidad y hasta de inteligencia. La emoción sube tanto que el público no se priva de aplaudir después del caliente primer movimiento (Moderato nobile). Una maravilla que no necesita comparaciones. Schmid insiste unos días después con Korngold, con la Suite op. 23 para dos violines, chelo y piano (mano izquierda), obra de 1930 en cuyo estrenó participó Paul Wittgenstein, el pianista que había perdido el brazo derecho en la guerra. Es la época de Heliane, la ópera más encendida de Korngold, y aquí se permite el respiro y la elegancia de las formas clásicas. Schmid y sus tres compañeras consiguen una exquisita secuencia de cinco movimientos en la que casi sospechamos que el compositor quisiera acercarse a las modernas sonoridades que en rigor él nunca frecuentó. Se completa el disco con una sesión de por esos mismos días, con dos obras para violín y piano: un fragmento de El milagro de Heliane, precisamente, y una secuencia de cuatro movimientos que 89 D I S C O S KORNGOLD-MUFFAT Santiago Martín Bermúdez KRAUS: Obras completas para piano. MARIO MARTINOLI, fortepiano. STRADIVARIUS STR 33697. DDD. 77’41’’. Grabación: Rovereto, VII/2003. Productor: Sergio Ciomei. Ingeniero: Matteo Costa. Distribuidor: Diverdi. N PN Puede entenderse la actual atención que se presta a la música de Joseph Martin Kraus como una de las derivaciones favorables de la saturación del Año Mozart, no de otra forma cabe interpretar la tardía edición de este disco. Martinoli propone en primicia mundial la obra para piano sobre un instrumento de época. La toma de sonido agiganta en demasía el volumen del fortepiano, un Granziera de 1990 basado en un Stein de hacia 1782, que suena de condición bastante modesta. El ejecutante toca con gracia —y en ocasiones una innegable proximidad mozartiana— la música de Kraus, de entidad e interés variables. Versiones finas, de no demasiado vuelo poético, que destacan aquí o allá, como en la agilidad de articulación de la Danza sueca en do mayor, una pieza seductora pero innegablemente menor, y utiliza con eficacia los recursos de cambio de sonoridad y de color que le brinda el instrumento. Enrique Martínez Miura KURTÁG: Kafka-fragmente. JULIANE BANSE, soprano; ANDRÁS KELLER, violín. ECM 476 3099. DDD. 59’41’’. Grabación: Reitstadel, Neumarkt, IX/2005. Productor: Manfred Eicher. Ingeniero: Peter Laenger. Distribuidor: Nuevos Medios. N PN A parece 90 en el mercado una segunda grabación del ciclo de Kurtág KafkaFragmente, tras la ya antigua edición de Ondine. La grabación de ECM, en una primera impresión, parece la elegida entre estas dos versiones del que es el más vasto ciclo de canciones de Kurtag, pero también el más radical y austero en sus formas. La lectura que hacen Juliane Banse y András Keller seduce en primera instancia por la gran ocupación que hacen del espacio sonoro, por la esplén- dida toma de sonido que recoge perfectamente el muy amplio registro vocal desplegado por Banse. Pero una escucha atenta y la pertinente comparación con la prestación de la soprano Anu Komsi y el violinista Sakai Oramo en Ondine, permiten observar que allí donde en la grabación finlandesa el canto y el tejido trazado por el violín se sumergen en el auténtico sentido de la obra de Kurtág, en ECM la brillantez del canto y el prístino juego del violín sitúan a la obra en un campo estético neutro. La suya es una clara aportación liederística, mientras que Komsi y Oramo penetran en el mundo de Kurtág atendiendo a una mirada más introspectiva, potenciando los silencios y los matices más recónditos de la obra. Aunque la toma de sonido de Ondine deja que desear, en cuanto a una escasa presencia de las dos fuentes sonoras, su propuesta es preferible al lado de la de ECM, en la que el brillo de la grabación no puede ocultar que, por el camino, se ha perdido la sutileza suficiente como para transmitir el verdadero sentido de esta música inquietante. No es la de Kurtág una escritura como quieren Banse y Keller, nacida de las formas consagradas por un Bartók, sino del tormento interior de un músico que sólo sabe apoyarse en el lacerante puntillismo posweberniano para poder atrapar el dilema en el que se debate Kafka, expresado por él en sus diarios y en las cartas a Pollak y Felicia Bauer. Para ello, Kurtág fragmenta, disecciona el discurso en multitud de células que se proyectan en todas direcciones, reflejando el espíritu expresionista que late alrededor de Kafka y que es, en definitiva, del que se nutre el compositor en sus grandes dramas vocales. Es precisamente ese peso de la sociedad de su tiempo sobre la figura atormentada del escritor lo que consigue expresar con criterio y finura el dúo de Ondine, Komsi-Oramo, mucho más penetrante que el trabajo pulcro, pero falto de profundidad de Banse-Keller en ECM. Francisco Ramos LEVY: A Summer Overture. Concierto para violonchelo nº 2. Rondó Tarantella. Sinfonía nº 3. SCOTT BALLANTYNE, violonchelo. ORQUESTA SINFÓNICA NACIONAL DE IRLANDA RTÉ. Director: TAKUO YUASA. NAXOS 8.559234. DDD. 64’53’’. Grabación: Dublín, IX/2004. Productor e ingeniero: Tim Handley. Distribuidor: Ferysa. N PE Frank Ezra Levy nació en París en 1930, pero llegó a Nueva York en 1939. Su padre fue el compositor y pianista suizo Ernst Levy, y según propia declaración de Frank Ezra, éste fue su primera gran influencia. Frank Ezra es chelista y profesor, y este CD presenta tres obras muy recientes y otra más lejana. La lejana es la sorprendente Sinfonía nº 3, de 1977; las otras son de 1997 (Obertura), 2002 (Concierto) y 2003 (Rondó). Las cuatro obras dan impresión de una nueva ultra- objetividad, una música que no quiere tomarse en serio, pero que es formalmente rigurosa. La Summer Overture es un Vivace que a menudo parece una broma musical. La densidad de la Sinfonía nº 3 hace contraste en cuanto a talante, pero no en la propuesta, que es tan estrictamente formalista como la de la otra pieza (atención al tenso Lento, primero de los movimientos en que se divide la obra). Los veinte minutos del Concierto para violonchelo están a menudo cerca de la Obertura, pero hay mucho de la tradición concertante occidental, que emparenta esta obra con las grandes piezas concertantes para chelo desde la de Dvorák. El Rondó Tarantella proviene al parecer de una ópera que Levy compuso a partir de las Tesmoforias de Aristófanes, con un muy intencionado libreto de Frank Ledlie Moore, que falleció cuando ya estaba escrito casi todo el libreto: “En la radical interpretación de Aristófanes por Moore, un grupo de obreras proyecta montar una protesta en Washington D.C. con el intento de convencer al presidente de que él mismo se convierta en madre de manera que pueda apreciar realmente sus problemas”. La ópera promete. Lástima que sólo conozcamos este interesante y sugestivo final del acto segundo. La RTÉ vuelve a sonar francamente bien en un nuevo disco de Naxos. Dirige con rigor y con inspiración el japonés Takuo Yuasa, artista de la casa, que pasó del Ulster a Dublín, que al fin y al cabo le pillaba muy cerca. Yuasa consigue cuatro piezas de gran interés a partir de un material que puede parecer ecléctico, pero que denota una personalidad fuerte, un itinerario creativo que debe de tener bastante interés a juzgar por estas cuatro muestras. Santiago Martín Bermúdez MARTINU: Memorial por Lidice. KLEIN: Partita para cuerda. BARTÓK: Concierto para orquesta. ORQUESTA DE FILADELFIA. Director: CHRISTOPH ESCHENBACH. ONDINE ODE 1072-5. DDD. 68’52’’. Grabación: Filadelfia, V/2005. Productora: Martha de Francisco. Ingeniero: Everett Porter. Distribuidor: Diverdi. N PN MARTINU primero fueron obra orquestal, una juvenil música incidental para Mucho ruido y pocas nueces (que en la versión alemana se llamaba Viel Lärmen um nichts), la deliciosa comedia shakespeareana que inspiró a Berlioz, una partitura contemporánea de La ciudad muerta. Aquí el violinista es otro virtuoso, el joven David Frühwirth, sencillamente espléndido, agudo, saltarín, sinuoso, lírico, lo que se tercie; acompañado por otro joven instrumentista que sin duda dará que hablar, Henri Sigfridson. Un disco muy completo, un recital variadísimo pese a su carácter monográfico, unas interpretaciones de lujo, y casi ochenta minutos de música. La parte del león de este CD se la lleva una versión interesante y honesta del Concierto para orquesta de Bartók. Pero hay demasiadas referencias portentosas de obra tan grabada, y no será ésta la que descubra nuevos horizontes. En cambio, la Partita de Gideon Klein es una novedad lo bastante importante como para que el disco reclame nuestra atención. Klein fue uno de los muchos músicos del campo de concentración de Theresiendstadt, el que el cinismo nazi D I S C O S KORNGOLD-MUFFAT usaba como arma de propaganda para disimular su vesania. Esta obra, arreglada necesariamente por las condiciones en que fue compuesta, es una suite en tres movimientos, con un lento central dilatado y ambicioso, una serie de variaciones a partir de un canto moravo. Una pequeña maravilla. Klein, desde luego, fue asesinado en otro campo “especializado” en ese tipo de cosas. Abre el disco una obra que algo tiene que ver con esto. Es Memorial por Lidice, un treno por las víctimas de la represión nazi en aquel pueblo, asesinadas indiscriminadamente porque unos partisanos habían dado muerte al gran criminal Reinhard Heydrich, gobernador del Protectorado de Bohemia y Moravia, gran diseñador de la solución final, un angelito. Sobrecoge aún hoy esta obra de doce minutos, un canto fúnebre a menudo en valores amplios, una de las obras maestras del gran compositor checo. En ambas obras Eschenbach tiene menos rivales y, desde luego, mucho más que decir en comparación. Es un disco espléndido con obras compuestas en los años finales de la segunda guerra, por gentes que estaban al otro lado del gansterismo legitimado con sede en Berlín. De nuevo, tres obras forman en rigor un concierto monográfico. Por su parte, Three Times Form (1983) muestra un desarrollo orgánico y gran claridad estructural, a la vez que Vae Victis (1997) se presenta bastante enmarañada y abrupta. Lugar aparte merece Cockamamey (1990), con la superposición sonora de cinco pianos, en esta versión, que irrumpen simultáneamente configurando distintos caracteres, entre autistas y expansivos, y un denso tejido motívico de extraño atractivo. Desde aquí felicitamos al pianista James Clapperton quien, según se nos informa, ha efectuado estas arduas interpretaciones en una sola toma, sin interrupción alguna (salvo en el caso de Cockmamey, claro está). Y sigamos con moderada expectación las posteriores entregas de esta integral de Minciocchi. Santiago Martín Bermúdez Debut mozartiano de Pletnev en DG y, MINCIACCHI: Obras para piano, vol. 1: Klavierstück nº 1: Intermezzo da “Danza dell’ Angelo”, Klavierstück nº 2: Three Times Form, Klavierstück nº 3: Cockamamey, Klavierstück nº 4: Vae Victis, Klavierstück nº 6: La connesione disumana —then— Sequitur clades, forte an dolo principis incertum. JAMES CLAPPERTON, piano. COL LEGNO WWE 20239. DDD. 66’46’’. Grabación: 2003. Productor: Wulf Weinmann. Ingeniero: Curtis Roads. Distribuidor: Diverdi. N PN De Diego Minciacchi, compositor italiano que ha cultivado un extenso abanico de lenguajes —donde la electroacústica ocupa un espacio bien significativo—, colaborador a lo largo de su carrera con Stockhausen, Nono o H. Radulescu, se nos ofrece el primer volumen de sus trabajos para piano. La selección arranca en 1979, con Intermezzo da “Danza dell’ Angelo”, y llega hasta 2003, año de La conessione disumana. Entre ambas fechas y composiciones se ha ido desarrollando una trayectoria no lineal sino más bien discontinua o salteada, en donde no puede hablarse de evolución o progreso puesto que cada obra parece responder a cierto estímulo, impulso o problema suscitado en un momento concreto. Así, la primera pieza de las citadas da prueba de una sencilla y casi ascética gramática armónica, de muy estrictas indicaciones modales y dinámicas, mientras la segunda, una de las más interesantes, revela una larga complejidad arquitectónica, con varios planos sonoros aislados entre sí e irrupción de imprevisibles micro-acontecimientos. Javier Palacio MOZART: Sonatas para piano en do mayor K. 330, en fa mayor K. 332, en la mayor K. 331 y en do menor K. 457. MIKHAIL PLETNEV, piano. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00289 477 5788. DDD. 70’36’’. Grabación: Basilea, VI/2005. Productor: Christian Gansch. Ingeniero: Rainer Maillard. Distribuidor: Universal. N PN al menos para el firmante, decepción de primera. Pletnev, que elige, supongo que por razones tímbricas (que al menos al firmante no le quedan nada claras), un gran cola Blüthner para esta grabación, despliega su portentosa técnica y su no menos estupenda gama dinámica, pero, ay, también despliega sus caprichos, que en estos repertorios no suelen ser pocos. Y el resultado es un Mozart amanerado, exagerado en rallentandi y accelerandi extremos. Es como un coche que va a tirones, tirones imprevisibles y exagerados. No se trata de las inflexiones lógicas y deseables que hacen de un fraseo algo expresivo y no lineal, sino de algo que parece encaminado a levantar las cejas del personal. Queda así el discurso entrecortado, distorsionado, con un pulso difícil (por no decir que imposible) de seguir, con algún tempo verdaderamente desquiciado de partida (Allegretto final de la K. 330). Es una verdadera lástima que un pianista tan extraordinario, capaz de tantísimos colores y matices, con un mecanismo y articulación tan perfectos, termine estropeando unas interpretaciones a base de romper el discurso con este alud de caprichosos amaneramientos. No parece el mismo que nos deslumbrara en otras ocasiones con atinadísimas lecturas del repertorio ruso, con Chaikovski a la cabeza. En resumen, disco espléndidamente ejecutado y grabado, pero gravemente malogrado por un caprichoso discurso interpretativo. Prescindible. Para un Mozart de los de no olvidar, acudan a Pires (Brilliant, DG), Brendel (Philips), Barenboim (EMI) o Gulda (sólo algunas, DG). Rafael Ortega Basagoiti MOZART: Conciertos para piano. MITSUKO UCHIDA, piano. ENGLISH CHAMBER ORCHESTRA. Director: JEFFREY TATE. 8 CD PHILIPS 475 7306. DDD. 65’38’’, 77’31’’, 75’39’’, 67’58’’, 74’04’’, 76’09’’, 73’28’’ y 77’54’’. Grabaciones: 1985-1990. Productores: Wilhelm Hellweg, Erik Smith, Una Marchetti. Ingeniero: Ommo Scholtze. Distribuidor: Universal. R PE Reedita Philips el integral de los conciertos mozartianos por Uchida y Tate, grabado en la segunda mitad de los ochenta. Lo hace en una de esas cajitas tan cómodas, de las que ocupan poco y salen baratillas (no tanto como los chollos de Brilliant, pero sí para los precios que suelen gastarse las grandes multinacionales). La pianista japonesa luce sus virtudes, que son muchas, y también sus limitaciones, que en este repertorio, y en mi humilde opinión, no son pocas. Entre las primeras encontramos un pianismo límpido, impecable en la línea de fraseo y articulación, perfecto legato, bonito colorido sonoro y permanente elegancia. Absolutamente todo está en su sitio, y no se puede decir que no tenga sentido cantable. Pero… pero Mozart no es sólo bonito, no es sólo cantarlo bien, no es sólo lucir un sonido dulce y vestirlo con elegancia. Es también resaltar sus contrastes, extraer la riqueza vital que esconden sus pentagramas, presentar sus luces y sombras sin suavizar aristas, saber extraer la carga dramática cuando la tiene (y en algunos casos la tiene bien intensa). Y en esto, ay, la japonesa “se queda”, como dirían los ciclistas cuando un colega se escapa y ellos no pueden seguirle. Ni ella ni Tate, también muy “bien parecido” en sus formas, consiguen que cada concierto suene diferente. Y es evidente que no es lo mismo el triunfal K. 175 que el camerístico pero lucidísimo K. 271 o el dramático K. 491, por poner sólo tres ejemplos. El resumen podría ser: un integral excelentemente ejecutado, que ofrece una sensación lineal en cuanto a interpretación, una sensación que, en mi opinión, termina por cansar. La discografía tiene distinguidas alternativas: Barenboim (EMI y Teldec), Perahia (Sony), Brendel (Philips, con Marriner, aunque es más interesante la que tiene en curso con Mackerras) y Zacharias (EMI) entre ellas. Alguna de las citadas está a un precio similar a esta. Ustedes mismos. Rafael Ortega Basagoiti MUFFAT: Apparatus musico-organisticus. JOSEPH KELEMEN, órgano. 2 SACD OEHMS OC 604. DDD. 64’29’’, 52’40’’. Grabación: Ebersmunster, X/2004 y Klosterneuburg, XI/2004. Productor: Michael Kempff. Ingenieros: Thomas Schinko (Ebersmunster) y Marko Kaminsky. Distribuidor: Galileo MC. N PM Georg Muffat (1653-1704) fue un entusiasta de la mezcla de estilos. En ello debió de influir no poco su origen alemán y sus estudios con Lully en París y 91 D I S C O S MUFFAT-DEL PUERTO Friedrich Gulda CASERO Y GRANDIOSO MOZART: Sonatas K. 330, 332, 333, 279-282, 283, 545 y 311. Fantasía K. 475. FRIEDRICH GULDA, piano. 3 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00289 477 6130. 78’05’’, 70’48’’ y 63’40’’. ADD. Stereo/Mono. Grabaciones: Weissenbach am Aterres, 1980. Productor: Rico Gulda. Ingeniero: Hans Klement. Distribuidor: Universal. N PM U na historia digna de Gulda, la que nos cuenta Claus Spahn en el folleto que acompaña a este álbum. Gulda interpretó en concierto las Sonatas de Mozart (el ciclo completo) tres veces en 1981 (Múnich, París y Milán). Nunca volvió a hacerlo, lo que no deja de ser extraño en quien dejó unas inolvidables lecturas de algunos conciertos pianísticos del genio de Salzburgo (junto a Abbado y Harnoncourt). En el invierno del año anterior, grabó de forma algo “casera” las Sonatas, llamando a un ingeniero de sonido para que le hiciera las tomas en el Hotel Zur Post de Weissenbach, al este de Salzburgo, lugar donde el pianista tenía una casa para sus vacaciones, y que albergaba un Bösendörfer Imperial al que tenía especial aprecio. Ignoramos si Gulda pretendió o no en algún momento una salida comercial para estas grabaciones, pero en todo caso en determinado momento cedió las cintas al ingeniero Hans Klement, que había estado en las sesiones de grabación. Gulda falleció en 2000 y el ingeniero se fue de este mundo también poco después, antes de que las cintas salieran a la luz. Cuando la esposa de éste las descubrió, las cedió al hijo de Gulda, Rico. Lamentablemente, las cintas originales se dan por perdidas, y lo que llegó a Rico Gulda fue una copia en cassette, que es la utilizada como fuente del presente álbum. Esto ha tenido sus consecuencias. Por ejemplo, las Sonatas K. 284 y K. 310 fueron tan mal transferidas a estas cintas que con Corelli en Roma. El Apparatus musico-organisticus, su gran obra dedicada al teclado, fue publicada en 1690 y está formada por doce tocatas, una Passacaglia, una chacona y una pieza titulada Nova Ciclopeias Harmonica. En las tocatas se usan modelos tanto franceses como italianos, la Passacaglia responde al género típicamente francés de la passacaglia en rondeau, mientras que las otras dos piezas son de ascendencia claramente italiana. 92 su nivel técnico se juzgó no presentable y no han sido incluidas en el álbum. La grabación tiene el “soplido” propio de las cassettes, y también algún mínimo rastro, apenas perceptible, de la oscilación de velocidad propia de este medio. Por otra parte, Gulda pidió los micrófonos muy próximos al instrumento, y el sonido es demasiado inmediato y seco, sin atmósfera, un tanto duro (escuchen por ejemplo el tiempo final de la K. 333) y próximo a la saturación. Ahí, supongo, reside la razón de que DG haya decidido lanzar este jugoso álbum a precio medio, ya que desde luego la calidad del sonido es indigna de una grabación de 1980 (la Sonata K. 283 está incluso en una toma monoaural). En lo que a la interpretación se refiere, estamos ante algo prototípico de Gulda. Las versiones tienen un nervio e impulso que hará levantar bastantes cejas. Algunos tempi (el final de la K. 332, el primero y el último de la K. 279, por ejemplo), son decididamente arrebatados, frenéticos, literalmente en línea con lo que hubiera suscrito su alumna Argerich (pocas veces he escuchado el Allegro final de la K. 281 a esta velocidad). Tampoco “se corta” en los acentos. Los sforzati tienen una agresividad beethoveniana, contundente y sin remilgo alguno. Este no es un Mozart con la riqueza de claroscuros de Pires ni el desparpajo más sereno de Brendel, y desde luego se sitúa en los antípodas del de Uchida. Es un Mozart nervioso, impulsivo, brillante, de indudable fuerza y contagioso magnetismo, como en el Presto de la K. 280, un prodigio de vitalidad y alegría, (aunque en otros momentos la dureza, resaltada por la toma, parezca excesiva a quien esto firma), que puede disfrutarse muchísimo cuando uno “se mete” en él, aunque también nos lamentemos de lo que podríamos haber tenido con otra toma de sonido. De la obra existía ya una estupenda grabación integral de Martin Haselböck para el sello Naxos, a la que esta de Joseph Kelemen sirve de buen complemento, pues se trata de una interpretación más reflexiva y pausada que aquella, acaso sin su chispa rítmica, pero con el mismo cuidado por los detalles y el contraste de colores. Buscando reforzar la variedad estilísitica, Kelemen usa dos instrumentos, uno construido por Johannes Freundt con tem- Los movimientos lentos merecen capítulo aparte. En ellos sale a relucir una elegancia cantable y una emotividad extraordinarias (escuchen el Adagio inicial de la K. 282, el de la K. 332 o el delicioso Andante amoroso de la K. 281, por ejemplo). Curiosamente, la Fantasia K. 475 aparece más contenida, en línea con su versión “oficial” para este mismo sello. En fin, una lástima que Gulda no se decidiera a grabar estas obras en mejores condiciones, y más lástima aún que las cintas originales se hayan perdido y haya habido que recurrir a las cassettes para recuperar este valiosísimo documento, que los buenos mozartianos, y más a este precio, no querrán dejar pasar. Como casi todo lo de Gulda, tiene sus rasgos extravagantes, ya apuntados, pero es una interpretación luminosa, intensa, bien contrastada y llena de energía y vitalidad. En suma, pese a estas pequeñas pegas, en todo caso perfectamente soportables, es un álbum apasionante, de los que vale la pena no dejar pasar. Qué raro era este hombre, pero qué forma de tocar el piano y qué forma de entender a Mozart. Rafael Ortega Basagoiti peramento mesotónico para la Stiftskirche de Klosterneuburg, en la Baja Austria, en 1642, en el que interpreta las piezas en las que dominan las influencias de los compositores del sur de Alemania e Italia, y otro con temperamento igual y obra de Andreas Silbermann en 1732 para la Iglesia Abacial de la ciudad alsaciana (hoy francesa) de Ebersmunster. Pablo J. Vayón D I S C O S MUFFAT-DEL PUERTO NIELSEN: Sinfonías nºs 1-6. ORQUESTA FILARMÓNICA JANÁCEK DE OSTRAVA. Director: THEODOR KUCHAR. 3 CD BRILLIANT 92885. DDD. 65’55’’, 71’04’’, 69’45’’. Grabación: Ostrava, 2005. Productor e ingeniero: Jaroslav Stranavsky. Distribuidor: Cat Music. N PE Sabido es que en la República Checa los músicos aparecen como las setas. Así, no es de extrañar que cualquier villa medianamente grande tenga una orquesta o un teatro de ópera, cuando no las dos cosas. La morava Ostrava es un ejemplo de ello: una población industrial de 300.000 habitantes que desde 1954 cuenta con una orquesta, la Filarmónica Janácek, ciertamente estimable, que por aquí hemos tenido oportunidad de escuchar en alguna ocasión. Fue ella, sin ir más lejos, la encargada de interpretar el concierto de inauguración del órgano del Palau de la Música Catalana de Barcelona, en el que ofreció el Concierto para órgano de Poulenc y la Misa glagolítica de Janácek… Es también una centuria a la que no le falta valor para enfrentarse a algunas de las obras más ambiciosas del repertorio sinfónico del pasado siglo, como son las sinfonías de Carl Nielsen que aquí nos traen bajo la batuta de Theodor Kuchar, una batuta joven, pero avezada en la interpretación del repertorio menos difundido. El maestro danés compuso estas seis sinfonías entre 1887 y 1925, y si bien la Primera es una obra de juventud en la que el peso del modelo beethoveniano ahoga cualquier tipo de originalidad, no es menos cierto que las cinco posteriores son obras extraordinarias, pilares fundamentales del sinfonismo moderno, en las que, a pesar de mantenerse las formas tradicionales, el género es renovado a partir del uso de una tonalidad evolutiva que unifica todos los movimientos. A pesar de ello, no han conquistado la celebridad de las de su contemporáneo finlandés Jean Sibelius, ni en lo que se refiere a las programaciones de conciertos ni a su presencia en los estudios de grabación. Qué duda cabe, son partituras extremadamente complejas, en las que la tonalidad convive con pasajes modales e incluso atonales y en las que, como en la Cuarta “La inextinguible”, incluso Nielsen llega a prescribir una libre improvisación de la pareja de timbales… La Filarmónica Janácek logra salir airosa de este empeño. Efectivamente, no es una orquesta de primer nivel, por lo que a veces el sonido se resiente, se pierden matices de la interpretación que otros conjuntos, como la Filarmónica de Nueva York con Leonard Bernstein o la Sinfónica de San Francisco con Herbert Blomstedt, logran destacar. Pero aun así estamos ante unas versiones fulgurantes, de esas que arriesgan poniendo toda la carne en el asador, mérito que sin duda cabe atribuirle a un Kuchar que, por encima de todo, destaca el componente épico y dramático de estas composiciones. De este modo, las principales beneficiarias son la Cuarta y la Quinta Sinfo- nías, las dos más monumentales y contrastadas, en las que también hay espacio para el guiño neoclásico, como en el encantador Poco allegretto de esa Inextinguible, con sus delicadas intervenciones de las maderas. Y, a su lado, la Sexta, la llamada “Sinfonia semplice”, nombre que disfraza con un aire amable una composición que en realidad es tan apasionante como desconcertante, pues toda ella se construye a partir de materiales heterogéneos que anuncian con décadas de antelación los collages sonoros del último Shostakovich o de Schnittke. Hay entrega y fuerza en estas interpretaciones, y si a ello se uniera una mayor implicación y densidad en los movimientos lentos estaríamos hablando de unas lecturas referenciales. No lo son, pero teniendo sobre todo en cuenta su ínfimo precio, son plenamente recomendables. Una oportunidad excelente, pues, para descubrir, o redescubrir, a un compositor muy valorado, pero no tan escuchado… Una sola pregunta ante la edición: ¿quiénes son la soprano y el barítono que cantan las vocalizaciones del Andante pastorale de la Tercera Sinfonía? Ni el estuche ni el cuadernillo, con unas breves pero ilustrativas notas sólo en inglés, dan cuenta de ello… Juan Carlos Moreno ORDONEZ: Sinfonías. TORONTO CAMERATA. Director: KEVIN MALLON. NAXOS 8.557482. DDD. 61’53’’. Grabación: Toronto, I/2004. Productores: Norbert Kraft y Bonnie Silver. Ingeniero: Norbert Kraft. Distribuidor: Ferysa. N PE Este vienés de nombre Karl (1734-1786), compositor sin éxito de cerca de setenta sinfonías a pesar de no ser considerado profesionalmente como músico, aunque fuera conocido por su habilidad con el violín y el clave. Cuentan en su haber dos óperas, veintisiete cuartetos para cuerda, un concierto para violín y setenta y tres sinfonías. De ellas, cinco se recogen en el disco presente y con gran habilidad en el tratamiento del contrapunto, se ciñen al concepto más clásico de sinfonía. En la Sinfonía en do mayor (Brown C2) hay una parte de violín y violonchelo obbligati y —curiosamente— la obra comienza con un Adagio, técnica de gran novedad por entonces. Curiosa también su frecuente preferencia por la clave menor, de tal manera, que de las cinco sinfonías registradas en la ocasión presente, tres están en tono menor. Como definición, a grosso modo, Ordonez está en la línea que va de los Stamitz, Benda, etc. a Haydn y su música se disfruta aunque no sea trascendente. Los intérpretes, la Camerata de Toronto, tocan estas sinfonías como si de obras de incursión frecuente se tratase, con familiaridad y dominio, llevados convincentemente por el irlandés Kevin Mallon, director que ha trabajado abundoso en la música barroca. José Antonio García y García PANISELLO: Trio II. Japanese Pictures. Moods II. Fulgurar. Presencias transparentes. I don’t feel low. Cuatro poemas de Alejandra Pizarnik. PLURAL ENSEMBLE. ENSEMBLE VARIANTI. Director: FABIÁN PANISELLO. COL LEGNO WWE 20209. DDD. 65’41’’. Grabaciones: Bremen, 1995-2004 (en vivo). Productor: Wulf Weinmann. Ingenieros: Hermann y Roberto Sebastian. Distribuidor: Diverdi. N PN F abián Panisello (n. 1963) empezó su formación musical en su Buenos Aires natal. Después, amplió conocimientos en Salzburgo y terminó por recalar en Madrid, donde reside actualmente y donde es director titular del Plural Ensemble y de la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Su carrera está jalonada de premios y de fructíferos contactos con nombres señeros de la vanguardia de nuestro tiempo (Carter, Stockhausen, Donatoni, Ferneyhough, de Pablo, Eötvös…). En este compacto tenemos una muestra de su obra, con composiciones que datan de entre 1990 y 2001, todas ellas interpretadas bajo la dirección de su autor. La música de Panisello es innegablemente vanguardista y está impecablemente organizada. En acertadas palabras de Álvaro Guibert, “evoluciona desde la estructura a la expresión” y no se nos ocurre mejor definición que ésta, pues Panisello parece empezar mostrando los materiales que irá empleando a lo largo de cada composición, los organiza y después alcanza la expresividad, yendo, pues, más allá de la pura especulación para crear realmente música que pueda ser escuchada más que simplemente analizada. No es una música fácil de escuchar, desde luego, pero no debe producir el habitual rechazo o indiferencia que composiciones de estética similar generan en determinado sector del público. Más allá de lo mucho o poco que a uno le plazcan o le interesen las propuestas de Panisello, no puede discutirse la solidez de su obra y el que el autor es dueño de un seguro oficio que redunda en composiciones de impecable factura. Las referencias (que el oído puede identificar sin acudir a notas explicativas) a músicas muy anteriores en el tiempo a ésta y sus vínculos evidentes con la vanguardia ya “clásica” resultan sumamente atractivas para el oyente interesado en este disco. El hecho de que el propio autor dirija sus obras ante su grupo habitual garantiza la máxima fidelidad a la idea original. Josep Pascual DEL PUERTO: Sinfonía nº 1. Fantasías primera y segunda. Mito. Adagio. ORQUESTA DE LA RADIO FINLANDESA. Director: SAKARI ORAMO. ORQUESTA DE LA RTVE. Director: PABLO HERAS. JOVEN ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA. Director: JOSÉ CABALLÉ. ORQUESTA REAL FILARMONÍA DE GALICIA. Director: PEDRO HALFFTER. TRITÓ TD 0025. DDD. 66’53’’. Grabación: Las Palmas, I/200, Madrid, IV/2004, Zaragoza, I/2001, Santiago de Compostela, V/2005. Producción: Tritó S. L. Ingeniero: Albert Moraleda. Distribuidor: Gaudisc. N PN 93 D I S C O S DEL PUERTO-SCHOECK En el posmodernismo, se ha llegado a crear un estilo internacional entre algunos de los autores que abordan la composición a partir del entramado de raíz sinfónica. Precisamente, la coexistencia en una misma obra de diversas estéticas ha creado un estilo claramente distintivo entre unos autores que, nacidos a partir de 1960, consideran la composición como una despreocupada mixtura de gestos y acciones provenientes de la historia. Del clasicismo se toma el pulso motórico, la unidireccionalidad del discurso y su impulso hacia adelante. Del modernismo, el trabajo sobre la proliferación polifónica y el sentido extremo de la movilidad del material. Un poco a la manera de autores posmodernistas, como John Adams o Mark Anthony Turnage, el español David del Puerto (n. 1964) adopta un material que se dispone en dos capas, la tradicional y la de revestimiento modernista. Aquí, en el registro de obras orquestales de Del Puerto, en la Sinfonía nº 1, en el Adagio y mucho menos en las Fantasías y en Mito, en el basamento se percibe claramente la dependencia con respecto a la práctica expresionista de un Alban Berg. A la proliferación de células motívicas que nunca llegan a resolverse y a la intervención determinante de la cuerda para alcanzar la extrema tensión expresiva, se añade en la Sinfonía nº 1 (subtitulada “Boreas”) una segunda capa que, no por casualidad, es de raíz posminimalista, la defendida precisamente por Adams y Turnage. El torbellino que se crea es considerable y la obra gana en densidad y en movilidad. El aparato rítmico consigue que la obra crezca de forma poderosa, sumamente atractiva. El material de partida, de claro matiz expresionista, se metamorfosea gracias al aporte minimalista. El resultado es de gran brillantez en la forma y de seguro impacto en la escucha, debido sin duda a que la transparencia es el fin perseguido por el autor en todo momento. Reducida a un conjunto de densidades y volúmenes, las obras de Del Puerto grabadas en este disco son de una gran abstracción, pero no por ello excluyen la fácil comunicación con el oyente. Del Puerto inserta, pues, sus obras dentro de este estilo internacional en el que se mueven ciertos autores en la actualidad para los que la obra musical ha de presentarse ante el receptor como una suma de gestos tomados de diferentes estéticas y modelos (Beethoven, Stravinski, Berg) y en donde el efecto en la escucha ha de ser inmediato. Sin embargo, al lado de las muy primorosas Sinfonía y Adagio (siete años separan estas obras, compuestas en 2004 y 1997), el resto del programa es desigual. Concebidas como obras de amplio aliento, la Sinfonía y el Adagio se benefician de unas grabaciones de extraordinaria calidad. La sensación de espaciali- dad es admirable en la versión que hace la Orquesta de la Radio Finlandesa de Boreas, dentro del Festival de Canarias, pero, en lo que hace al resto del programa, se asiste a tomas de sonido de evidente deficiencia, como es el caso de la primera de las Fantasías, a cargo de una poco comprometida orquesta de la RTVE. El sonido aquí es sorprendentemente pobre, con excesiva presencia de ruidos procedentes de la sala. Mito, compuesta en 1999, defendida con mejor suerte por la ONE, aparece como el eslabón más pobre de esta cadena de obras orquestales de Del Puerto. Y es que el autor, en lugar de emplear la orquesta como un ente compacto, opta por la individualización de los timbres. Mal grabada, con momentos de saturación evidentes, Mito deja claro que Del Puerto se maneja mejor con el que hemos definido como estilo internacional. El puntillismo, con presencia excesivamente protagonista de las percusiones, hace que el resultado global no sea del todo convincente. El sosiego del material, mostrado al final de la pieza, con la relevancia dada a flautas y oboes, cae en un ensimismamiento melódico difícilmente sostenible. Fantasías y Mito parecen obras menores que preparan el camino a la redondez y la plenitud de la Sinfonía nº 1. Francisco Ramos RAUTAVAARA: Sinfonía nº 1. Adagio celeste. Book of Visions. ORQUESTA NACIONAL DE BÉLGICA. Director: MIKKO FRANCK. ONDINE ODE 1064-5. DDD. 75’43’’. Grabación: Bruselas, VI/2005. Productor: Seppo Siirala. Ingeniero: Manuel Mohino. Distribuidor: Diverdi. N PN Rautavaara no deja de sorprendernos. En este compacto encontramos nada menos que una nueva (y suponemos que definitiva) revisión de su Sinfonía nº 1, compuesta en 1955 y revisada en 1988 y, finalmente, en 2003. En un principio, la obra tenía cuatro movimientos que en 1988 fueron reducidos a dos, y ahora, entre esos dos movimientos, el compositor ha situado un movimiento lento (Poetico) basado en una idea musical propia que data de aquellos años, opción ésta que puede deberse al hecho de asegurarse así la unidad en el aspecto melódico. La novedad, pues, es ese movimiento lento que encaja perfectamente con el ambiente de los dos que lo flanquean a la vez que propone un cierto contraste que da mayor coherencia al conjunto, inevitablemente unido a la admiración que el Rautavaara de entonces sentía por Shostakovich. Sigue a la sinfonía, el bellísimo Adagio celeste (sólo para cuerdas), compuesto entre 1997 y 2000 que, al escucharlo, nadie diría que se basa en una serie dodecafónica y que es genuino Rautavaara del de ahora mismo y sobre el cual ya hemos hablado en diversas ocasiones en estas mismas páginas. Y finaliza el programa con el reciente Libro de las visiones, compuesto entre 2003 y 2005. Cada uno de los cuatro fragmentos de que se compone se basa en recuerdos del autor. Desfilan así visiones relacionadas con la noche, el fuego, el amor y el destino. Curiosamente, al día siguiente de componer el último (sobre el destino) Rautavaara sufrió un ataque al corazón y tuvo que ser hospitalizado por espacio de seis meses. La obra surgió por encargo del director Mikko Franck, que es merecedor de todos los elogios por parte de Rautavaara en tanto que “magnífico intérprete de mi música”. Por supuesto, no podemos estar en desacuerdo con Rautavaara. Josep Pascual G. B. SAMMARTINI: Seis Sinfonías en la mayor J-C 62, do menor J-C 9, re mayor J-C 16, fa mayor J-C 36, re menor J-C 23 y do mayor J-C 4. ARADIA ENSEMBLE. Director: KEVIN MALLON. NAXOS 8.557298. DDD. 60’23’’. Grabación: Toronto, VI/2003. Productores: Norbert Kraft y Bonnie Silver. Ingeniero: Norbert Kraft. Distribuidor: Ferysa. N PE Hermano menor de Giuseppe, el milanés Giovanni Battista Sammartini (1700/01-1775) es considerado como uno de los responsables de la creación del género sinfónico, del que dejó numerosas muestras, 67 de las cuales han llegado hasta nosotros y seis, escritas antes de 1750, se incluyen en este CD. Las sinfonías de Sammartini conservan aún la forma tripartita de la obertura italiana y están escritas en su mayoría para cuerdas y continuo, aunque algunas incorporan instrumentos de viento, como la J-C 62, con dos trompetas (que en un final alternativo, que también se propone en este disco, se convierten en dos trompas), o la J-C 4, con dos trompas. El violinista irlandés Kevin Mallon ofrece al frente de su conjunto Aradia Ensemble interpretaciones vivaces y elegantes, de sonido nítido y bien contrastado, muy atractivo por ejemplo en el paso del dramático primer movimiento de la Sinfonía en do menor al exquisito Affettuoso que le sigue. De la otra obra en menor destaca el segundo movimiento, un Grave con carácter de Pastoral del que el grupo de Mallon logra extraer todo su sabor entre rústico y melancólico. Muy interesante resulta también la Sinfonía en do mayor, que presenta ya su primer movimiento en forma sonata y se cierra con un distinguido minueto. Pablo J. Vayón www.scherzo.es 94 D I S C O S DEL PUERTO-SCHOECK SÁNCHEZ-VERDÚ: Ahmar-aswad. RADIO-SINFONIE-ORCHESTER FRANKFURT. Director: PASCAL ROPHÉ. Arquitecturas de la ausencia. OCTETO DE VIOLONCHELOS CONJUNTO IBÉRICO. Director: ELÍAS ARIZCUREN. Qabriyyat. ENSEMBLE ORIOL BERLIN. Director: ILAN VOLKOV. Machaut-architektur V. TALLER SONORO. Trío III “Wie ein Hauch aus Licht und Schatten”. TRÍO DHAMAR. Arquitecturas del silencio. ESTEBAN ALGORA, acordeón. Paisajes del placer y de la culpa. RADIOSINFONIE-ORCHESTER FRANKFURT. Director: PETER RUNDEL. COLUMNA MÚSICA 1CM0142. DDD. 72’39’’. Grabaciones: 2002-2005. Productores: Edo Wüstendörfer, Paul Janse, Hans Bernhard Bätzing, José María Martín Valverde, Esteban Algora y Christoph Franke. Ingenieros: Rüdiger Orth, Tom Peters, Adolfo Castilla y Esteban Algora. Distribuidor: Diverdi. N PN Son muchos los compositores actuales fascinados por el sonido en sí mismo. Sánchez-Verdú es uno de ellos pero para apreciar su música no basta con constatar esa fascinación; hay en ella algo más que una mera sucesión de sonidos más o menos curiosos o de sonidos más o menos originales, aunque también. Es cierto que en sus obras se aprecia tal fascinación y que el timbre es algo primordial en ellas, bien como objeto bello en sí mismo o bien como punto de partida para la investigación y para un trabajo de cierta originalidad. La influencia de Donatoni, pues, es bien evidente. Pero hay algo más en SánchezVerdú, como un claro empeño en dar forma a lo informe, de dotar de coherencia a un lenguaje de una libertad casi total. Los referentes, en este sentido, se hallan en las obras plásticas del arte musulmán y en la música renacentista, si bien el estilo es de una absoluta modernidad, claramente vinculado a la vanguardia “oficial”. El mismo diálogo que en las obras de Sánchez-Verdú, de modo natural, se establece entre lo puramente sonoro y la complejidad que caracteriza necesariamente a la obra musical digna de tal nombre, se extiende a las relaciones entre lo plástico y lo sonoro, entre imágenes y sonido, llegando a identificarse vínculos con la arquitectura —no en vano, alguien dijo que la arquitectura era música petrificada. Los intérpretes convocados para estas grabaciones evidencian un compromiso personal con una música que, sin ser de fácil audición, puede atraer a un amplio y heterogéneo público. Josep Pascual SCHOECK: Concierto para violonchelo. Sommernacht. BRITTEN: Lachrymæ. ANTOINE LEDERLIN, violonchelo; MARC DESMONS, viola. ORQUESTA DE AUVERNIA. Director: ARMIN JORDAN. SAPHIR LVC 001052. DDD. 62’48’’. Grabación: Brioude, IX/2004. Productor e ingeniero: JeanMartial Golaz. Distribuidor: LR Music. N PN Ralf Gothoni UNA GENIALIDAD INCLASIFICABLE SALLINEN: Barabbas Dialogues op. 84. PETTERI SALOMAA, RIIKKA RANTANEN, JUHA KOTILAINEN, MARI PALO, TOPI LEHTIPUU, VOCES. KALLE HOLMBERG, narrador. MIKKA VÄYRYNEN, acordeón; ELINA VÄHÄLÄ, violín; ARTO NORAS, violonchelo; IPO MANSNERUS, flauta; MICHEL LETHIEC, clarinete; ARI-PEKKA MÄENPÄÄ, percusión; RALF GOTHONI, piano y director. CPO 777 077-2. DDD. 56’34’’. Grabación: Naantali, VI/2004. Productor: Burkhard Schmilgun. Ingeniereo: Stephan Reh. Distribuidor: Diverdi. N PN Este compacto nos presenta una obra inclasificable de Sallinen, una auténtica genialidad en tiempos de pocas alegrías al respecto cuando parece que ser original implique despropósitos o el que crear algo hermoso suponga, necesariamente, volver al pasado de un modo casi mimético. Esta obra de Sallinen podría ser un ciclo liederístico, podría ser un oratorio de cámara, una cantata, una pieza músico-teatral (llámese ópera o como quiera llamársele), pero también, y según su autor, podría ser “nada de esto”. Uno se limitaría a llamarla obra de arte sin más, un golpe de genio. Con textos extraídos de la Biblia, de Lassi Nummi y del propio Sallinen, esta composición para cinco cantantes, narrador y siete intérpretes instrumentales (uno de ellos, el pianista Ralf Gothoni, también el director), se articula en torno a siete diálogos sobre el personaje de Barrabás, uno de los malos-malísimos de la historia universal oficial. El lenguaje de Sallinen es, en esta obra, moderno y arcaico a un tiempo, algo que sorprende de entrada. Es decir, que nos suena a actual (aunque sallinen no renuncia nunca a la melodía y no tiene problemas en evocar con claridad la tonalidad si ello responde a sus fines expresivos) pero también tiene algo de medieval, como esos misterios medievales tan misteriosos, tan hieráticos, pero de innegable efecto dramático. Igualmente, el gran operista Dos tendencias distintas en dos compositores coetáneos. Schoeck se afinca en un romanticismo muy evolucionado y muy tardío, mientras que Britten está más en su tiempo, recogiendo la herencia de todo lo históricamente pasado y revitalizándola con la mirada evidentemente hacia delante. Muy válidos ambos, con obras suyas —sobre todo de Schoeck— se ha llevado a cabo este disco, que habrá que escuchar una y otra vez, porque lo merece. Al comienzo de los años 30 del pasado siglo Schoeck tuvo la idea de componer un concierto para el violonchelo, pues no en vano su hermano era un excelente especialista del instrumento, pero no lo hizo hasta 1947. Se trata que es Sallinen asoma por aquí; en este sentido, atención, por ejemplo, al segundo diálogo, una auténtica escena operística hasta la entrada del narrador, que parece que nos acerque al mundo del melodrama clásico-romántico. Y es que los diálogos a los que hace referencia el título parece que también aludan (y esto es una apreciación personal y, por tanto, discutible) a la mutua influencia o convivencia entre géneros. Y lo mismo en lo que al lenguaje se refiere, diálogo entre tradición y vanguardia, entre lo actual y lo arcaico, sin acudir al recurso fácil del neomedievalismo. Esta circunstancia hace que, precisamente, sea su lenguaje accesible una de las bazas a su favor, dado que podría interesar a un público amplio. Lo dicho, una obra tan inclasificable como fascinante, de lo mejor que uno ha escuchado últimamente en el ámbito de la música dramática (entiéndase música dramática en un sentido amplio) además de alguna sorpresa muy agradable pero no de tanta trascendencia como pueda ser otra composición también inclasificable e interesante, la —en principio ópera— I was looking at the ceiling and then I saw the sky de John Adams (Naxos 8.669003-04). Versión probalemente ideal que se ha beneficiado del compromiso del propio autor con el resultado final. Josep Pascual de una obra tardorromántica, donde reposa toda la sabiduría del suizo en materia de melodismo como gran compositor de música para la voz que fue. Los motivos temáticos se suceden en un equilibrado intercambio entre solista y orquesta, quedando una obra de envergadura y conocimiento obligado para todo aquel que guste del concierto sinfónico, sea o no sea para el violonchelo. En Sommernacht (Noche de verano) se buscan la sugerencia y la evocación a través de una paleta cromática que Schoeck dominó como creador de microclimas musicales. Distintas en espíritu son las Lachrymæ de Benjamin Britten, para viola y orquesta, en las que toma como 95 D I S C O S SCHOECK-SHOSTAKOVICH Aline Zylberajch DULZURAS DE SCARLATTI SCARLATTI: Sonatas K. 32, 43, 45, 49, 93, 133, 144, 213, 216, 220, 282, 291, 308, 386, 391, 481, 490, 517. ALINE ZYLBERAJCH, fortepiano. AMBRONAY AMY002. DDD. 65’15’’. Grabación: Walbourg, IX/2003. Productora: Anne Decoville. Ingeniero: Michel Pierre. Distribuidor: Harmonia Mundi. N PN C on un instrumento construido por Denzil Wraight (interesante información aquí: http://www.denzilwraight.com) basado en un modelo de CristoforiFerrini de hacia 1730, Aline Zylberajch ofrece un estupendo recital con dieciocho sonatas de Scarlatti. El sonido del instrumento es pequeño, pero delicado, refinadísimo, su timbre es cálido y dulce, mate y acogedor. Seguramente será inutilizable en un gran teatro o enfrentado a una orquesta, pero para un buen ingeniero de sonido (como parece ser el caso de Michel Pierre aquí) debe de suponer un manjar muy apetecible. Zylberajch obtiene de él un legato y una base una melodía de John Dowland, como hizo con temas ajenos en otras obras suyas, modernizando el trabajo sin que pierda un aire arcaizante en cierto modo. Los dos solistas en el disco hacen labores descollantes, el ambiente musical es perfecto —como la toma de sonido— y Jordan extrae de la orquesta las mejores esencias. José Antonio García y García SCHUBERT: cantabilidad ciertamente extraordinarios. Es el suyo un recital lleno de intimidad y lirismo, en el que los contrastes entre las piezas rápidas y las lentas, entre las escritas en modo mayor y las compuestas en menor, entre forte y piano se resuelven siempre con una impresionante gama de matices intermedios. La agógica no está nunca forzada, pero el discurso fluye con absoluta naturalidad. Las sonatas rápidas pasan con ligereza, pero quedan lejos de ser ese simple ejercicio de dedos de otras interpretaciones, así, la K. 49 resulta admirablemente articulada y equilibrada, incluso el Prestissimo de la K. 517 tiene una lógica interna que va más allá de la mera demostración virtuosística; en las lentas, Zylberajch explota al máximo las posibilidades líricas del instrumento con una pulsación nítida y una articulación relajada y muy ligada, alargando los compases con algún ritardando colocado siempre con distinción y buen sentido, ejecutando los trinos con excepcional claridad y una pausa de gran valor ras de Schubert en congeniar música y forma, con sus extensos desarrollos, no encuentran en este pianista a un justo estandarte: su ejecución no logra arrancar el vuelo. En cambio, su Op. 25 de Schoenberg sí deja una estela y un rastro de buen gusto. Su interpretación, como hemos dicho, es detallista y en este caso, el arte sonoro es un vivo reflejo de la creatividad de este pianista. Perl aquí es conciso en sus ataques y articulaciones, desenvolviéndose en esta partitura con naturalidad y soltura. En fin, un disco más. Sonata D. 959. SCHOENBERG: Suite op. 25. ALFREDO PERL, piano. OEHMS 550. DDD. 54’56’’. Grabación: IV/2005. Productores: Dieter Oehms y Helmut Schaarschmidt. Distribuidor: Galileo MC. N PM 96 Alfredo Perl protagoniza este disco, junto a Schubert y Schoenberg en lo que es un producto de dos caras opuestas. Las dos caras de la moneda son precisamente las interpretaciones que el pianista ofrece de los dos autores: mientras que su Schoenberg es brillante, diestro, fruto de una acertada identificación con dicho compositor, su Schubert (aunque probablemente también se sienta identificado) no alcanza las mismas alturas. La visión de Alfredo Perl de la sonata de Schubert antes anunciada no brilla precisamente por sus reflejos estilísticos, ni formales, ni expresivos. Perl concibe dicha música de manera un tanto pesante, con un timbre blando en demasía, arrastrando excesivamente los temas, con unas articulaciones amaneradas que, más bien, entorpecen la marcha del discurso musical, su fraseo no fluye entre las luminosas armonías del compositor austríaco. Las dificultades que entrañan las partitu- Emili Blasco SCHUBERT: Imágenes nocturnas. CHRISTIAN GERHAHER, barítono; GEROLD HUBER, piano. RCA Red Seal 82876777162. DDD. 70’02’’. Grabación: Múnich, IX/2005. Productor: Wilhelm Meister. Ingeniero: Christian Böhm. Distribuidor: Sony-BMG. N PN Seguramente, estamos viviendo la más brillante generación de barítonos de cámara en la modernidad, al menos, la que va quedando documentada en el disco. Gerhaher ocupa uno de los puestos delanteros. En este caso, se ha diseñado una antología schubertiana —diecisiete piezas— con temática nocturna (algo nada difícil de hallar en el romanticismo), sobre el magistral pianismo de Huber, cuyo sonido de exacta nobleza se une a un canto concentrado y expresivo, a la altura de su ilustre compañero. Las cualidades de Gerhaher son de todos conocidas pero no sobra recordar su voz de barítono juvenil, manejada con todos los matices del canto camerístico, en especial una afinación impoluta expresivo, de donde se derivan versiones cargadas de emotividad, como en la extraordinaria K. 481, en la breve pero elegantísima Aria de la K. 32 o en la K. 291, que pone fin al programa con serena y mórbida sensualidad. El mejor recital de Scarlatti al fortepiano que yo pueda recordar. Pablo J. Vayón y un dominio de los volúmenes que le permite vibrar dramáticamente y degradar la intensidad hasta el susurro más íntimo. Un fraseo de extrema certeza conduce la nitidez de su recitación al servicio de una sensibilidad anhelosa y viril que instrumenta su arte para personificar actitudes de incontable variedad. Baste comparar, por ejemplo, la introspección de Dicha de amor del pescador con la saltarina diversión del otro pescador, el de Canción del pescador. Lo mismo en cuanto a la meditación contemplativa de En el crepúsculo o el éxtasis de Eres la paz y la olímpica alegría goetheana de El hijo de las Musas. Entre medias pasa todo el arte y toda la historia del Lied romántico. Si se pudiera pedir más, con seguridad, Gerhaher colmaría la demanda. Blas Matamoro SCHUBERT-MAHLER: Cuarteto D. 810 “La muerte y la doncella”. MAHLER: Adagietto de la Sinfonía nº 5. ORQUESTA DE CÁMARA DE KIEV. Director: ROMAN KOFMAN. MDG Scene 601 1315-2. DDD. 55’47’’. Grabación: Bad Godesberg, XI/2003. Productores: Werner Dabringhaus, Reimund Grimm. Ingeniero: Werner Dabringhaus. Distribuidor: Diverdi. N PN Aunque no sea ni mucho menos imprescindible ni lo más relevante, si bien sí importante, y mucho, es la característica que presentan los discos de MDG Scene y que hace que se diferencien de muchos otros: la toma sonora que esta casa discográfica practica. En sus discos se explica el cómo y el porqué de sus tomas naturales. Y esto se aprecia y disfruta en compactos como éste, en los que la orquesta D I S C O S SCHOECK-SHOSTAKOVICH luce un exquisito sonido y una brillante interpretación. Roman Kofman, que está ejerciendo una intensa labor tanto a nivel pedagógico en la Academia Nacional Chaikovski de Ucraina como director a la batuta de varias orquestas (además de la protagonista del disco, director del Teatro de la Ópera de Bonn, y director artístico y principal director de la Beethovenhalle de Bonn) posee un elevado nivel de exigencia que le permite obtener unos resultados francamente increíbles. La cuerda de la Orquesta de Cámara de Kiev es una formación muy cuidada, bien cohesionada, con un sonido precioso de gran amplitud que se caracteriza por su color cálido. En la versión ofrecida del Cuarteto de cuerda “La muerte y la doncella” de Schubert, transcrito para orquesta de cámara por Gustav Mahler (está claro que la orquestación juega a favor de la obra) tenemos ocasión de disfrutarlo. En esta partitura, llena de fuerza y matices, Kofman trabaja la música al detalle; articulaciones, matices y tempi unidos en favor de una versión memorable que no se aparta del espíritu original. Completa este bello disco el Adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler, cosa curiosa en nuestros tiempos el ofrecer movimientos separados de sinfonías… aunque el disco en sí sea diferente. Kofman, que igualmente destila intensidad y un trabajado fraseo, extrae de la orquesta un sonido excepcional que es el que caracteriza a este disco. Emili Blasco SHOSTAKOVICH: Sinfonía nº 11 op. 103. REAL ORQUESTA NACIONAL ESCOCESA. Director: ALEXANDER LAZAREV. LINN CKD 247. DDD. 60’36’’. Grabación: Edimburgo, I/2004. Productor: Ben Turner. Ingenieros: Philip Hobbs y Calum Malcolm. Distribuidor: LR Music. N PN Los “grandes frescos históricos”: así se denominaban a las Sinfonías Undécima y Duodécima de Shostakovich, porque una se refería a la masacre frente al palacio de invierno (la Once, “Año 1905”) y la otra nada menos que a la Revolución con mayúscula (la Doce, “Año 1917”). Después de aquellas profesiones de fe, vinieron las sinfonías vocales que al sistema le gustaron todavía menos y que pusieron en un aprieto a quienes defendían al compositor eminente, que pese a serlo no acababa de comprender lo que se esperaba de él. Hoy vemos con más distancia la Once y la Doce, y comprendemos que cada vez se programen y se graben más. Son grandes frescos, desde luego, pero sobre todo como sinfonías. No son el equivalente de la pintura realista y monumental, de la plástica soviética tan a lo Valle de los Caídos; sino formas y fórmulas sinfónicas que (bendita sea la polisemia de la música) pueden tomar como disculpa una u otra realidad ajena al mundo de los sonidos, e incluso suponer un homenaje a la jerarquía o quién sabe si todo lo contrario. Aquello que parecía celebrar algo, hoy Baiba Skride CONTRASTES SHOSTAKOVICH: Concierto para violín op. 77. JANÁCEK: Concierto para violín “Alma errante”. BAIBA SKRIDE, VIOLÍN. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE BERLÍN. Director: MAREK JANOWSKI. SONY 82876731462. DDD. 52’40’’. Grabación: Berlín, 25-VIII-2004 (en vivo). Productor: Florian B. Schmidt. Ingeniero: Martin Eichberg. Distribuidor: Sony-BMG. N PN Atención a estos registros en vivo. Otra referencia excelente del Primer Concierto para violín de Shostakovich, en su versión originaria como Op. 77. Una maravilla de contrastes sonoros, con un acompañamiento que es una serie de dibujos de paisajes por los que se pasea el talento, el virtuosismo y la sensibilidad de la jovencísima violinista letona Baiba Skride. Compárense los dos movimientos internos, el infernal Scherzo y el Passacaglia, que comienza como un coral y crece hasta el dramatismo, con una impresionante cadencia que conduce al Allegro final. Ahí, Skride y Janowski están pendientes el uno del otro para obtener un todo que tiene mucho de sinfónico, sin dejar de ser concertante. Los movimientos extremos están al mismo nivel, desde luego; sólo tratábamos de llamar la atención en esos dos puntos a quien tenga la suerte de escuchar esta esplendorosa lectura. A continuadía sirve para recordarlo no como celebración, sino como denigración, aunque sólo sea porque la masacre húngara le era más contemporánea. Como en toda sinfonía de Shostakovich, el equilibrio formal es retrato de un desequilibrio dramático, con una contrastada pero internamente motivada relación entre los adagios y los allegros, que a veces se transforman en diabólicos episodios scherzantes. Priman aquí los adagios, sobre todo en los tres movimientos primeros, aunque no están ausentes en el despliegue de cierre. Apoyado en una orquesta de excelente nivel medio y en una toma de sonido espléndida, Alexander Lazarev consigue una nueva referencia de esta sinfonía en alza, todavía rezagada en las preferencias del público. Lazarev prima la desolación y el dramatismo sordo de los pasajes lentos para buscar el sentido de esta obra que, contra lo que creyó en tiempos, es lo contrario de un equivalente a una reunión del Comité central del partido, porque en ella priman los interrogantes y la angustia, es decir, un lenguaje ajeno a la aquiescencia maquinal de ese tipo de encuentros. Lazarev sabe que esta música es libertad, libertad consternada y acosada, y como tal la trata. El sinfonismo no es un humanismo, pero a menudo es trasunto de cosas humanas: así, Lazarev con Shostakovich. Santiago Martín Bermúdez ción, el pequeño Concierto de Janácek (reconstruido, a partir de materiales inconclusos, por Leos Faltus y Milos Stedron, en parte con fragmentos de De la casa de los muertos) queda como una bella propina, que no sobra, pero que queda algo deslucida frente a una obra tan magistral y perfecta, tan redondamente humana como la de Shostakovich. Aunque, como sabemos, Janácek ocupa, por otras muchas obras suyas, un lugar en el mismo Parnaso que el compositor ruso. En cualquier caso, una violinista sensacional y un acompañamiento inspirado y dramático. Santiago Martín Bermúdez SHOSTAKOVICH: La ejecución de Stepan Razin op. 119. Octubre op. 131. 5 fragmentos op. 42. CHARLES ROBERT AUSTIN, bajo-barítono. CORO Y O RQUESTA S INFÓNICA DE S EATTLE . Director: GERARD SCHWARZ. NAXOS 8.557812 DDD. 52’22’’. Grabaciones: Seattle, VI/1996 (Razin); II/2000 (Octubre); II/2005 (Fragmentos). Productores: Adam Stern y Christian Knapp. Ingeniero: Albert G. Swanson. Distribuidor: Ferysa. N PE Aunque La ejecución de Stepan Razin es una de las obras más impresionantes, dramáticas y al mismo tiempo maduras de Shostakovich, no abundan sus registros. Realizada a partir de un poema de Evtuchenko, hay en ella un protagonista vocal, el barítono, que es narrador y al mismo tiempo el mártir Stenka Razin, un cosaco rebelde que se levantó contra el zar Alexis, a finales del siglo XVII, y sufrió un suplicio atroz. Pronto se convirtió en héroe legendario. Un coro en perpetuo estado de exaltación y de indignación y una orquesta en la que abundan los momentos chirriantes tan característicos de la expresividad de Shostakovich constituyen el terrible paisaje sonoro que rodea al barítono y le da sentido. La obra sobrecoge por momentos, y es la traducción en música de quien ha conocido el triste destino de su país en manos de una tiranía terrorífica. Octubre es una obra posterior, un poema sinfónico breve, de circunstan- 97 D I S C O S SHOSTAKOVICH-S.WAGNER cias, pero eso en Shostakovich no significa que se trate de una obra menor: celebró los 50 años de la Revolución con la discreción y la inspiración que eran posibles en 1967, al comienzo de la lamentable era Brezniev. Utilizó en parte temas de obras anteriores, y concluyó con la inevitable marcha, como si todavía creyera en esas cosas. Era al menos la tercera vez en que celebraba aquel octubre revolucionario con una obra suya (recordemos las Sinfonías Segunda y Duodécima). Los Cinco fragmentos de 1935 son miniaturas para hacer mano ante la que sería su Cuarta Sinfonía, la que tardará 25 años en estrenarse. Estamos ante una velada Shostakovich de muy distintos calibres, con obras experimentales juveniles y un plato fuerte, Razin, mientras que Octubre, en medio, es una pieza de menor entidad en comparación. Como puede verse, la Orquesta de Seattle y Gerard Schwarz abordan estas obras en momentos muy distintos, a lo largo de nueve años. Octubre y los Fragmentos son interpretaciones de gran interés, mientras que Stenka Razin constituye una realización extraordinaria, tanto por la prestación del bajo-barítono Charles Robert Austin como por la coral de Seattle; y, desde luego, la propia orquesta dirigida con mano firme y muy dramática por Schwarz. Un disco realmente sobresaliente, sobre todo por Razin. que en cierta medida parece provenir del territorio de lo folclórico (Tartini era un enamorado de las canciones populares eslavas). La violinista dota de una respiración muy profunda a movimientos como el Largo andante de la Sonata nº 9, por ejemplo, o a esa Siciliana con que se abre la Sonata nº 2, ralentizando sus tiempos pero captando incisivamente sus líneas maestras, poniéndolas al descubierto con gesto escueto pero a la vez con singular elucuencia. Se trata, pues, de unas versiones bien personales pero sugestivamente hermosas. Con estas obras dialogan sin asperezas dos piezas del norteamericano Donald Crockett, To Be Sung on the Water (dedicada a Makarski) y Mickey Finn; la intérprete, en compañía de Ronald Copes a la viola, nos hace acceder en ellas a territorios de espejeantes reflejos, de luminiscencias, de discretas disonancias, que no dejan de tener su atractivo (más convincente la primera, de presencia más inmaterial). Santiago Martín Bermúdez ARCHIV 00289 477 6145. DDD. 68’28’’. Grabación: Dresde, I/2006. Productor: Hans-Ulrich Bastin. Ingenieros: Daniel Schleef y Andrew Wedman. Distribuidor: Universal. N PN TARTINI: Sonatas para violín nºs 2, 9 y 13. CROCKETT: To Be Sung in the Water. Mickey Finn. MICHELLE MAKARSKI, violín; RONALD COPES, viola. TARTINI ECM New Series 1871 4763102. 52’47’’. Grabación: 2004. Productor: Manfred Eicher. Ingeniero: Stephan Schellmann. Distribuidor: Nuevos Medios. N PN 98 La violinista Michele Makarski (interesada en los repertorios antiguo y contemporáneo, aunque también en las facetas improvisatorias de la escena actual) ha confeccionado un notable programa con obras de Giuseppe Tartini (1692-1770) y Donald Crockett (1951). Este disco pone de manifiesto sus principales bazas interpretativas, como son una refinada sensibilidad melódica, acusado sentido para la componente rítmica y una expresividad que, despojada de cualquier retórica, tiende a lo esencial. En este sentido resulta sintomática esa especie de tarea deconstructiva que Makarski emprende con las sonatas de Tartini aquí incluidas, reduciéndolas a sus líneas melódicas fundamentales e insuflándoles al mismo tiempo una marcada vibración rítmica, Javier Palacio VIVALDI: Dixit Dominus RV 807. GALUPPI: Laetatus sum. Nisi Dominus. Lauda Jerusalem. ROBERTA INVERNIZZI Y LUCIA CIRILLO, sopranos; SARA MINGARDO, contralto; PAUL AGNEW Y THOMAS COOLEY, tenores; SERGIO FORESTI Y GEORG ZEPPENFELD, bajos. KÖRNESCHER SING-VEREIN DRESDEN. DRESDEN INSTRUMENTAL-CONCERT. Director: PETER KOPP. C onsiderada obra de Galuppi desde que el sacerdote veneciano Giuseppe Baldan la remitiera a la corte de Dresde con esa autoría mediado el siglo XVIII, el Dixit Dominus que figura en este disco como primicia fonográfica mundial ha sido atribuido recientemente a Vivaldi (igual que otras tres obras llegadas a Dresde en las mismas circunstancias lo fueran ya anteriormente) merced a los trabajos de la musicóloga australiana Janice Stockigt. En palabras del gran especialista vivaldiano Michael Talbot, se trata del más importante descubrimiento relacionado con el petre rosso desde los años 20 del siglo pasado. La adscripción vivaldiana de la pieza parece inequívoca según las pruebas presentadas por Stocking y que Talbot desgrana con admirable talante didáctico en las notas de este disco, y de hecho la obra ha sido incluida ya en catálogo con el número RV 807. De origen incierto, esta tercera versión vivaldiana del salmo Dixit Dominus (teníamos ya las RV 594 y 595), de unos 23 minutos de duración, está compuesta en la brillante y expansiva tonalidad de re mayor, con pareja de oboes junto a la cuerda y el continuo e inclusión de una trompeta en el Judicabit in nationibus, y es una obra desde luego estupenda. Su presentación discográfica es buena, pero podría haber sido mejor de caer en manos más hábiles. No es que Peter Kopp no haga un trabajo solvente, pero ni el coro ni la orquesta empleados pueden considerarse de primer nivel en el panorama de la interpretación vivaldiana de hoy. Aquél, de una cuarentena de voces, resulta por momentos espeso, demasiado seco y plano en la expresión, mientras que ésta demuestra buenas maneras, pero no consigue la claridad de texturas ni la agilidad de las articulaciones que requiere esta música para que brille en todo su esplendor, al menos en la forma en que lo han logrado últimamente otros conjuntos (sin ir más lejos, la Accademia Bizantina en su reciente recital con Sandrine Piau para Naïve). Entre los solistas, destaca muy especialmente la muy expresiva contralto Sara Mingardo. En muy buena línea también Paul Agnew, mientras que Roberta Invernizzi, magnífica otras veces, parece aquí algo fuera de sitio. Los tres salmos de Galuppi que completan el disco son obras de perfiles preclásicos, pero también de notable interés. Las versiones se mueven en parámetros parecidos, si bien el coro de Dresde parece sentirse algo más cómodo aquí. Pablo J. Vayón VIVALDI: Música religiosa completa. THE KING’S CONSORT. Director: ROBERT KING. 11 CD HYPERION CDS44171/81. DDD. 773’. Grabaciones: Londres, 1994-2003. Productor: Ben Turner. Ingenieros: Philip Hobbs, Neil Hutchinson y Jonathan Stokes. Distribuidor: Harmonia Mundi. R PM Hace bastante tiempo que Vivaldi dejó de ser el autor de varios cientos de conciertos casi iguales, como pretendía cierto tópico que tuvo algún arraigo en importantes sectores del mundo musical en el siglo XX. La riqueza de su música vocal continúa descubriéndose día a día, y ahí está la impresionante colección que le dedica la discográfica Naïve para demostrarlo. En esta línea, durante una larga década, Robert King exploró de forma exhaustiva el catálogo religioso del cura pelirrojo, y ahora Hyperion ha reunido los once discos que nacieron de ese empeño en una cómoda caja, con sobres individuales de cartón para cada CD. La colección es más completa que la que en su día grabase, con concepto bien diferente, Vittorio Negri para Philips, aunque King no incluye algunas variantes (por ejemplo, se ofrece el Magnificat RV 610a, pero no sus dos derivados, catalogados como RV 610b y RV 611; o el Laudate pueri RV 602a, pero no su versión original, RV 602, de la que éste es modificación). Se beneficia en cambio King de descubrimientos recientes, como el Beatus vir RV 795 o el Nisi Dominus RV 803, e incluye igualmente el Gloria RV Anh 23, obra del dilettante Giovanni Maria Ruggieri, algunos de cuyos números fueron adaptados por Vivaldi en sus dos célebres Glorias catalogados como RV 588 y RV 589, ambos igualmente incluidos. Con un amplio equipo de solistas, D I S C O S SHOSTAKOVICH-S.WAGNER Ottavio Dantone VIVALDI SACRO-PROFANO VIVALDI: In furore iustissimæ iræ RV 626. Laudate pueri RV 601. Sinfonía en si menor RV 169 Al Santo Sepolcro. Concierto para violín y órgano en re menor RV 541. Concierto para violín, cuerdas y continuo en fa mayor RV 286 per la Solennità di San Lorenzo. SANDRINE PIAU, soprano; STEFANO MONTANARI, violín. ACCADEMIA BIZANTINA. Director: OTTAVIO DANTONE. NAÏVE OP 30416. DDD. 62’56’’. Grabación: Abadía de Saint-Michel en Thiérache, VII/2005. Productor: Jean-Pierre Loisil. Ingeniero: PierreAntoine Signoret. Distribuidor: Diverdi. N PN En la obra de Vivaldi, muchas veces es difícil distinguir lo sacro de lo profano, las obras escritas para la iglesia (litúrgicas o no) de las concebidas para el teatro. Así, la primera aria del motete RV 626 podría pasar perfectamente por un fragmento operístico de bravura. Pocas voces como la de Sandrine Piau parecen más adecuadas para afrontar este impresionante despliegue de agilidad vocal, magníficamente contrastada luego con el carácter de la segunda aria, de afectuosa piedad, en un juego que incluye los nombres, entre otros, de Maria Cristina Kiehr, Carolyn Sampson, Deborah York, Susan Gritton, Ann Murray, Joyce DiDonato, Nathalie Stutzman, Hilary Summers, James Bowman, Robin Blaze, Charles Daniels, David Wilson-Johnson o Neal Davies, un coro que no ha dejado de crecer en estos años y un sólido conjunto instrumental, King ofrece interpretaciones globalmente magníficas, luminosas, brillantes, intensas, exuberantes y ricas en detalles. La colección incluye una de las versiones más apreciadas de la Juditha triumphans, único oratorio conservado del músico, con unas soberbias Kiehr y Murray. Interesantes las contribuciones del veterano James Bowman (Claræ stellæ, scintillate RV 625, Filiæ mæstæ Jerusalem RV 638), aunque me parece más destacable el delicadísimo, sutil y elegante Stabat Mater que canta Robin Blaze o el profundo y ágil Nisi Dominus RV 608 que interpreta Nathalie Stutzman, responsable igualmente de dos Salve Regina (RV 616 y 618) de excepcional dramatismo, que pueden contrastarse con el también magnífico, pero de mayor ligereza (RV 617) que canta Susan Gritton. En los cuatro últimos volúmenes, la irrupción de una voz de la pureza y belleza tímbrica de Carolyn Sampson realza obras como el Gloria RV 589, los dos Laudate Pueri RV 601 y 602 (en el segundo de ellos formando pareja con una Joanne Lunn de mórbida sensualidad) o el Nisi Dominus RV 803. Muy recomendable. Pablo J. Vayón muy del gusto barroco, antes de terminar en un fulgurante y alígero Aleluya. La cantante francesa despliega un fastuoso repertorio de recursos que se apoyan en un timbre hermoso y brillante, de generosa tesitura, que fluye en la región aguda de manera portentosa, lo que queda demostrado de forma palpable en el excepcional Laudate pueri RV 601, en el que salva figuraciones de todo tipo y escalas rapidísimas con asombrosa facilidad, incluyendo ascensos estratosféricos, como en el bellamente retórico “A solis ortu”. Su canto sabe hacerse además expresivo en los tiempos lentos, plegándose de forma admirable a los matices más tiernos, dulces y melancólicos como en el singularísimo Gloria, marcado Larghetto y que incluye una parte escrita para traverso obligado. Stefano Montanari es uno de los mejores violinistas barrocos de la actualidad, y así lo demuestra en los RV 541, para violín y órgano concertado, y RV 286, una de las más célebres piezas que Vivaldi dedicó a Anna Maria, la gran virtuosa de la Pietà. Su sonido es de un lirismo y una delicadeza que pueden recordar a los de Enrico Ono- S. WAGNER: Sonnenflammen. ROMAN TREKEL (Alexios), MICHAELA SCHNEIDER (Irene), RICHARD BRUNNER (Fridolin), JÜRGEN TREKEL (Albrecht), NIELS GIESECKE (Gomella), EVA BÁTORI (Iris), ULRIKE SCHNEIDER (Eustachia), ULRICH STUDER (Gottfried). CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE HALLE. Director: ROGER EPPLE. 2 CD CPO 777 097-2. DDD. 132’50’’. Grabación: Halle, I/2003 (en vivo). Coproducción de la Mitteldeutscher Rundfunk y la Deutschlandradio Kultur. Distribuidor: Diverdi. N PN Continúa CPO con otro de sus valientes y arriesgados proyectos, en este caso consistente en dar a conocer la música de Siegfried Wagner, cuyas Sonnenflammen (Llamas solares), octava ópera del compositor, terminada en 1912, publica ahora con un equipo de muy buen nivel y con unos resultados generales muy satisfactorios. Como acostumbraba este autor, la historia se desarrolla en la época de las Cruzadas, en concreto en la decadente Bizancio del siglo XIII, que castigada por su indolencia y sus costumbres disolutas acabará sucumbiendo bajo las llamas. Mediante una trama algo espesa y poco clara, algunos han visto en esta obra ciertas reminiscencias de las óperas de Franz Schreker donde son evidentes algunos paralelismos con la historia contemporánea, así como elementos autobiográficos, resonancias psicoanalíticas y mezcla de elementos spenglerianos (la decadencia de Occidente). La música sufre evidentes influencias del gran padre Richard, pero sin su innovadora y fascinante genialidad (escúchense a título de ejemplos alguno de los temas del preludio, construido fri, algo más ácido acaso el de Montanari. Su virtuosismo queda plenamente de manifiesto en la agilidad de los dedos, en la variedad de los ataques con el arco, en la exquisitez de los adornos. Dantone y su Accademia Bizantina acompañan de manera ejemplar, con un sonido flexible y de notable profundidad y un bajo continuo de extraordinaria presencia. Dentro de una serie ya de por sí magnífica, este disco es sin duda de los mejores. Pablo J. Vayón sobre un motivo muy próximo a la oración de Rienzi; las intervenciones de Iris a comienzo del acto segundo parecidas a las de Waltraute; la escritura de los coros muy similar a la de los del acto segundo del Ocaso; la vocalidad de Gomella, aproximada a la de Mime en dos de las óperas de la Tetralogía; o el final, que evoca muy claramente la muerte de Sigfrido) y con ciertas combinaciones de sonoridades postrománticas e impresionistas de evidente atractivo. En cuanto a la interpretación, como ya se ha dicho más arriba, es de convincente solvencia artística. La dirección del joven Roger Epple, coordina y aglutina habilidosamente todo el conjunto de coro, orquesta y solistas en una versión tomada en concierto público. El reparto vocal, sin ser nada del otro mundo, se muestra cumplidor y profesional, los respectivos personajes están bien definidos y el conjunto (en el que hay un español entre los comprimarios, Jordi Molina) saca a flote sin dificultad todos estos papeles, en ocasiones muy exigentes desde el punto de vista vocal. La toma de sonido es excelente, el espléndido estudio del libreto es un modelo de información y análisis, y también se incluye el texto original alemán de la ópera y su traducción inglesa. Por tanto, exhumación operística que supone una aportación cultural de evidente interés, un documento hecho con dedicación y entusiasmo para dar a conocer la sólida y artesanal música de Siegfried Wagner, que muchos consideran que debería estar mucho más arriba de lo que está (recordemos que ésta es la segunda ópera de este compositor que CPO ha grabado y publi- 99 D I S C O S S.WAGNER-RECITALES cado hasta la fecha). Ocasión idónea para ampliar repertorio fonográfico. Enrique Pérez Adrián WILLI: Eirene. Räume. Geraume Zeit. Begegnung. Rondino. REINHOLD FRIEDRICH, trompeta; WOLFGANG SCHULZ, flauta; HANSJÖRG SCHELLENBERGER, oboe. ORQUESTA DE LA RADIO DE SAARBRÜCKEN. Directores: GÜNTHER HERBIG, PETRI SAKARI, MICHAEL STERN. WERGO 6673 2. DDD. 78’14’’. Grabaciones: Halberg, IX/1999, V/2003 y V/2004. Producción: Saarländischen Rundfunk. Ingenieros: Erich Heilgold, Ralf Schnellbach. Distribuidor: Diverdi. N PN El Concierto para trompeta y orquesta con el que se abre el presente registro de Wergo lleva a pensar, en un principio, que estamos ante un seguidor de la música de Bernd Alois Zimmermann, en lo tocante a insertar ritmos de jazz en la masa orquestal. El gusto por lo desmesurado, por un cierto toque grotesco, parece emparentar, efectivamente, a este Herbert Willi, el compositor austriaco nacido en 1956, con el autor de Die Soldaten. Pero la frescura de escritura de Zimmermann sólo se queda aquí en la superficie. El carácter virtuosístico que cobra esta pieza (Eirene), como, en buena parte, el resto del programa, está al servicio de un lenguaje que quiere ser claro, transparente a toda costa, no derivando nunca hacia las zonas de conflicto que sí interesaban a Zimmermann. Willi muestra en todo este recital de obras para solista y orquesta un talante posmoderno: escritura pretendidamente simple, de rápida asimilación, tratamiento muy preciso de la orquesta, pidiéndole una gama de colores muy netos y de fuertes y abruptos saltos de dinámica. En ese contraste se origina lo peor de todo este programa, pues el receptor ya no sabe si está ante un autor que refuerza el lado danzable de la orquesta (el concier- to para trompeta, Eirene) o si se interesa por la descripción de la naturaleza (Geraume Zeit), con sus evocaciones de cantos de pájaros. Más aun, Willi intenta complicar el discurso queriendo homenajear al cineasta Tarkovski en la pieza Räume, especie de variante musical de la misteriosa “zona” en la que se pierden los personajes del film Stalker. Es tan reiterativo el recurso que hace Willi de los ostinatos, aquí y en la práctica totalidad de las obras, que la escucha se hace insufrible. Por fortuna, en una pieza como Rondino se hallan dos secciones, dos momentos de calma, que ayudan a pasar el mal trago. Es excesiva la ligereza con que Willi trata todo el material de que dispone. Es demasiado obvio el planteamiento de contraste entre “luz” y “oscuridad”, entre calma y energía, con un uso plano de los timbres y el empleo siempre previsible de los patrones rítmicos. ELINA GARANCA. Mezzosoprano. Mozart: Chi sa, chi sa qual sia K. 582. ordenada homogeneidad y equilibrios, el que ha de caracterizar al buen intérprete mozartiano, y la coloratura que de improviso puede el salzburgués exigir a su intérprete es límpida y fluida; la extensión se demuestra generosa, si observamos que Garanca, que fue en el disco anteriormente recordado un Sesto de sólida estatura, es aquí la terrorífica (como personaje y como tesitura) Vitellia de la primera página solista (Deh se piacer mi vuoi), solventada espléndida de posibilidades y certera de intenciones. Para remate, del Così pasa sin ningún tipo de problemas (de tesitura, de concepto o de tan variadas y difíciles exigencias instrumentales) del aria de Dorabella (Smanie implacabili) a la de Fiordiligi (nada menos que el Come scoglio, de sobresaliente realización). Otro momento de los muchos destacables del recital es el de Ramiro de La finta giardiniera, donde de nuevo medios y temperamento se intercomunican sin fisuras. Pianista (obviamente en el K. 505), director y conjunto orquestal están a la altura y al servicio de la solista vocal, como cabía esperar y desear. Francisco Ramos RECITALES VICTORIA DE LOS ÁNGELES. Soprano. Live al the Teatro Colón. Obras de Scarlatti, Pergolesi, Haendel, Marcello, Galuppi, Schumann, Schubert, Fauré, García Lorca, Montsalvatge, Rodrigo, Ovalle, Anónimo y Giménez. MIGUEL ZANETTI, piano VAI AUDIO VAIA 1246. ADD. 79’17’’. Grabación: Buenos Aires, VIII/1972. Distribuidor: LR Music. R PN La inteligencia de Victoria de los Ángeles era fuera de lo común y lo demostraba tanto sobre los escenarios, como en los recitales de lieder. Pero además tenía la gran virtud, sobre todo en el mundo del recital, de dar una gran variedad de autores, con lo que se permitía ver una amplia gama de músicas y se evitaba, lo que a veces olvidan los cantantes, una cierta monotonía de estilo. En su actuación en el teatro bonaerense empezó con autores italianos antiguos, donde mostró su exquisita musicalidad, dio a Haendel una concepción moderna, mostró su total dominio de la expresión en los autores alemanes y confirmó que canta y dice mejor las melodías francesas que los propios artistas galos. Como era habitual, el recital incluía obras de autores españoles desde las Canciones españolas antiguas de García Lorca, hasta la Canción de cuna para dormir a un negrito de Montsalvatge o De los álamos vengo de Rodrigo, a la que se añadió una bella canción de Ovalle y una canción sefardita, cantada con una profundidad espectacular para mostrar la cima de su arte con el zapateado de La Tempranica de Giménez, consiguiendo una total diferenciación de estilos con un fraseo preciosista. Le acompañaba Miguel Zanetti que mostraba su total inmersión en el difícil camino de hacer arte. 100 Albert Vilardell Basta, vincesti K. 486a. Alma grande e nobil core K. 578. Misero me! K. 77. Ch’io mi scordi di te K. 505. Páginas de La clemenza di Tito, La finta giardiniera y Così fan tutte. FRANK BRALEY, piano. CAMERATA DE SALZBURGO. Director: LOUIS LANGRÉE. VIRGIN 332631. DDD. 62’15’’. Grabación: Salzburgo, V y VII/2005. Productores: Etienne Collard y Alain Lanceron. Ingeniero: Koichiro Hattori. Distribuidor: EMI. N PN Esta joven mezzo letona (pronúnciese “Garancha”) es uno de los valores más sólidos del mezzosopranismo actual, presentada oficialmente en el medio grabado a través de una exuberante Adalgisa al lado de la Gruberova, y una concluyente Charlotte con el importante Werther de Marcelo Álvarez, además de un recital (Ondine) donde se repartía entre, de nuevo Mozart, a Rossini, Bellini, Donizetti con un cualitativo salto final hasta aquella heroína massenetiana cantada en Viena. La Garanca tiene cualidades para convertirse en una figura. Aparte de la nórdica belleza física (rubia de cristalinos ojos azules), acorde con su vocalidad “natural” la voz es ancha, carnosa, sana, voluminosa, de colorido algo más oscuro y denso que el de las últimas mezzos ascendidas a la celebridad, con registros equilibrados, o sea, sin esa ruptura entre ellos que tanto puede o suele molestar a los puristas. Tiene la musicalidad precisa para entender y traducir el mundo mozartiano al que dedica el disco, oportunidad de montarse al tren de la celebración actual, siendo capaz de exhibir diferentes estados de ánimo, como los que pueden separar la intensa nobleza del K. 578 de la íntima emoción que impregna el K. 505. El canto es el de Fernando Fraga HELEN JAHREN. Oboísta. ELISABETH WESTENHOLZ. Pianista. Britten: Temporal Variations. Six metamorphoses after Ovid. Two insect pieces. Doráti: Cinco Piezas. Dúo concertante. Krenek: Sonatina. Cuatro Piezas. BIS CD-737. DDD. 72’18’’. Grabaciones: Malmoe, V/1994 y Estocolmo, VI/2001. Ingenieros: Robert von Bahr y Torbjörn Samuelsson. Productores: Robert von Bahr y Lennart Dehn. Distribuidor: Diverdi. N PN D I S C O S S.WAGNER-RECITALES T res compositores de alguna manera contemporáneos y tan distintos como Benjamin Britten, Antal Doráti y Ernst Krenek aparecen aquí unidos mediante el poderoso nexo de la extraordinaria oboísta Helen Jahren, a cuya mayor gloria ha sido diseñado el CD que nos ocupa. Con acierto y para goce de los buenos catadores de música. Porque las obras de los autores seleccionados, unas para oboe solista y otras para oboe acompañado por el piano, en su amplio abanico de posibilidades técnicas y estéticas permiten a Helen Jahren hacer una demostración de su depurado arte con un sonido positivamente apabullante, bello, pleno, homogéneo, dúctil, aterciopelado, contundente. Irresistible. Sin que el piano de Elisabeth Westenholz desmerezca en absoluto. El repertorio escogido —heterogéneo, complementario y vasto en su conjunto— ofrece al oboe múltiples posibilidades de lucimiento, que esta amante de la música contemporánea pero al mismo tiempo gran intérprete de los periodos barroco, clásico y romántico, no desaprovecha. Sean las obras del periodo serial de Krenek Sonatina (para oboe solo) y Cuatro Piezas (para oboe y piano); sea la apuesta por la exploración de la amplia paleta expresiva del oboe (Cinco Piezas, para oboe solo) o la incursión en el mundo perfumado por Bela Bartók y la música de componentes populares y tradicionales de la Europa del Este (Dúo concertante, para oboe y piano) de Dorati, en su faceta de compositor oscurecida por la de director; sea el eclecticismo de Britten, siempre capaz de la sorpresa, del reto técnico o de la singularidad dentro de un estilo tan flexible y abarcador como el suyo (Two Insect Pieces, para oboe y piano; Temporal Variations, para oboe y piano; Six metamorphoses alter Ovid, para oboe solo), el aficionado medio y el exigente escucha reciben todas las composiciones con una calidad interpretativa difícilmente superable. José Guerrero Martín ALINA KABANOVA. Pianista. Bach: Chacona. Rachmaninov: Momentos musicales op. 16, nº 3 y nº 4. Rubinstein: Estudio nº 2 op. 23. Schumann: Estudios sinfónicos op. 13. Beethoven: Sonata op. 111. OEHMS 520. DDD. 77’30’’. Grabación: Bürgerhaus Telgte, VII/2005. Productor e ingeniero: Johannes Müller. Distribuidor: Galileo MC. N PM Los aficionados al piano están de suerte ya que hay una nueva pianista a quien de verdad hay que tener en cuenta, pues sólo vemos en ella virtudes y aciertos. La cuestión es que el sello Oehmsclassics sigue apostando por jóvenes intérpretes, jóvenes pianistas con algo más que virtuosismo que ofrecer. El caso que nos ocupa es el de Alina Kabanova, excelente pianista y música que se expresa a través del teclado con elegancia y vigor, con destreza y delicadeza, con poesía y fervor. Esta joven de apenas 23 años, muestra Göran Söllscher LA NECESIDAD DEL DIÁLOGO GÖRAN SÖLLSCHER. Guitarrista. The Renaissance Album. Obras de Mudarra, Philips, Francesco da Milano, Dowland, Schlick, Neusidler, Molinaro, Milán, Narváez, Holborne y Ballard. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00289 477 5726. DDD. 65’17’’. Grabación: Mol, V/2005. Productor: Sid McLauchlan. Ingeniero: HansUlrich Bastin. Distribuidor: Universal. N PN E n estos tiempos en que parece que cada uno tiene un repertorio asignado y se tienda a la hiperespecialización (aquello de saber mucho de poco; lo contrario del espíritu del Renacimiento), vuelve Göran Söllscher a la discografía de la lamada música antigua para animar un poco este paisaje musical que muestra una cierta tendencia a la uniformidad. Söllscher se sirve para ello de su guitarra de once cuerdas, instrumento que ya conocemos por sus anteriores aproximaciones al barroco (¿recuerdan sus maravillosos discos bachianos para el sello amarillo?) y que parece reservar preferentemente para abordar la música para laúd. Es, desde luego, un instrumento muy adecuado para ello pues su parenteso con el laúd salta a la vista al escucharla. Esta guitarra, conocida también como guitarra contralto, tiene su origen en los trabajos del maestro de Söllscher, Per-Olof Johnson, quien, con la ayuda del luthier sueco Georg Bolin pudo disponer hace unos cuarenta años de ese instrumento cuyas seis cuerdas más agudas están afinadas como las del laúd. Pero el instrumento (éste y cualquier otro, sea “histórico” o “moderno”) es un medio que sirve al intérprete para exponer su concepción musical y lo que cuenta realmente es el uso que éste haga de él por muy oportuna que sea su utilización si nos atenemos a ciertos criterios históricamente bien informados. Ciertamente, es importante contar con el instrumento adecuado pero el protagonismo siempre debe recaer en ya en su haber un currículo impresionante (véase información en el libreto que acompaña al disco), pero como esto no tiene por que ser definitivo, les invito al riesgo que supone escuchar a alguien nuevo, a alguien no conocido, a alguien que tiene por delante lo que puede ser una gran carrera. Alina Kabanova no se corta y escoge un repertorio sencillamente impresionante, obras de gran dificultad tanto técnica como musical que suponen un atrevimiento y un compromiso que ella asume segura de sí misma. El éxito es clamoroso. La forma de tocar de la joven dista mucho de lo esperable en estos casos y en cambio, sorprende muy gratamente: equilibra un sonido noble y cuidado con una concepción de las obras sabia y nada precipitada. La solista sabe imprimir a cada autor su propio sello. lo interpretado y en la interpretación. Así pues, Söllscher, grandísimo guitarrista que no vamos a descubrir ahora a nadie, sirviéndose de un instrumento de convincente sonoridad pero sobre todo de una sensata concepción musical que une objetividad y subjetividad (bien informada históricamente y personal a la vez, como debería ser siempre) nos ofrece una fascinante aproximación al renacimiento musical para laúd. Encontramos obras que pueden interpretarse sin la necesidad de las transcripciones y otras que escuchamos en versiones de Gunnar Spjuth y Per-Olof Johnson, y hasta tenemos aquí un dúo de laúdes que el propio Söllscher interpreta gracias a los artificios de la técnica tal como hizo hace ya años en su sensacional versión del Concierto para dos mandolinas y orquesta de Vivaldi (también en DG). Un compacto buenísimo con un repertorio que pertenece a todo el mundo y no sólo a unos pocos que lo tienen prácticamente secuestrado, como pasa con el barroco y, cada vez más, con el clasicismo. A la vista está, y este compacto es un ejemplo, que el diálogo entre historicismo e interpretación tradicional (por llamarla de algún modo) puede ser fructífero. Josep Pascual Sencillamente impresionantes son sus versiones de Rachmaninov, virtuosas, plenas, rebosantes de luz y energía cálida. En cuanto al Bach-Busoni (siempre delicado en estos casos), la joven compensa muy bien estilo y expresión, ofreciendo una versión parca más justa. Su Bach es generoso, vivo y comunicativo. Todo el CD es memorable y puestos a subrayar, una alabanza a su Schumann, que es poético y elaborado, pulcro y nada ensimismado. La artista interpreta los Estudios sinfónicos con ideas y con unos tempi, que a pesar de rápidos, mantienen la música con todo el sentido. Kabanova, pianista muy dotada técnicamente, sabe en todo momento lo que se tiene entre manos, y pone sus recursos al servicio de la música. Igualmente su Op. 111 tiene garra, fuerza, aplomo, aunque quizás 101 D I S C O S RECITALES-VARIOS peca un poco de inocente su visión de esta partitura. Poca imaginación y demasiado academicismo, que son una anécdota porque el CD merece un sobresaliente. Los devotos al instrumento no deben perderse este disco, habrá que estar ojo avizor, y seguir a Alina Kabanova. Emili Blasco JENNIFER LARMORE. Mezzosoprano. Bravura Diva. FILARMÓNICA DE LONDRES. ACADEMY OF ST. MARTIN IN THE FIELDS. Directores: DAVID PARRY, ANTONELLO ALLEMANDI Y GIULIANO CARELLA. Páginas de I vespri siciliani, I lombardi, Attila, Nabucco, La forza del destino. Evgeni Onegin, Kovantchina, Boris Godunov, Faust y La tabernera del puerto. DILETTA RIZZO MARIN, soprano. CORAL SALVÉ DE LAREDO. ORQUESTA FILARMÓNICA DEL 900 DEL TEATRO REGIO DE TURÍN. Director: OTTAVIO MARINO. 2 CD RTVE MÚSICA 65251. 50’36’’, 41’22’’. Grabación: Santander, VIII/ 2005 (en vivo). Productor: Juan Manuel Pérez Morales. Ingenieros: Javier Morales y Félix Vallejo. N PN C on la oportunidad de escuchar un recital de uno de los bajos de mayor rodaje actual, Scandiuzzi, el pasado Fes- LARMORE OPERA RARA ORR231. DDD. 78’11’’. Grabación: Londres, s. f. Productor: Patrick Schmid. Ingeniero: Chris Braclik. Distribuidor: Diverdi. N PN Bajo el titulo genérico Bravura Diva, la presente grabación del sello británico Opera Rara repasa el trabajo de la mezzosoprano norteamericana Jennifer Larmore dentro de esta casa discográfica dedicada exclusivamente a rescatar operas olvidadas del repertorio belcantista. La voz de Jennifer Larmore es de bello timbre, no cambia de color dentro de su amplio registro y tiene facilidad para la coloratura excepcional, lo que la ha situado como una de las mezzosopranos de referencia en el repertorio belcantista de la pasada y presente década. Se incluyen en este registro varias páginas calificadas de bravura o especialmente complicadas técnicamente por el exceso de coloratura. Se comienza por la escena y aria Suon profondo de la ópera Eloisa de Michele Costa, donde la mezzosoprano americana exhibe su depurada línea de canto, cerrando su interpretación con una ejecución de la complicada cabaletta Gemo, sospiro e tremo electrizante. De Rossini se incluyen dos arias de Bianca e Faliero y de Elisabetta Regina D’Inghilterra, curiosamente la cabaletta Questo cor ben lo comprende de esta última contiene la misma melodía que la popular aria Una voce poco fa de Il barbiere di Siviglia. La soprano Majella Cullagh acompaña a Jennifer Larmore en el dúo de la ópera Andronico de Mercadante y en el complicado duetto de bravura denominado Il desio de Luigi Arditi donde las dos voces se complementan de manera admirable. También el tenor Bruce Ford interpreta un dúo de la ópera Carlo di Borgogna de Pacini, ofreciéndonos conjuntamente una ejecución excelente de esta hermosa pagina. La presentación es magnífica con un libreto muy extenso conteniendo letras, notas críticas y comentarios de las obras incluidas, así como un abundante material fotográfico. 102 ROBERTO SCANDIUZZI. Bajo. Carlos Sáinz Medina tival Internacional de Santander promociona su Coral Salvé de Laredo, uno de los grupos corales más importantes de nuestro país, dominado por la parte femenina de las cuerdas. Se van sucediendo páginas orquestales, coros y arias en un ambiente de progresivo entusiasmo, con las inevitables oberturas verdianas de I vespri (cortado su inicio no se sabe por qué) y La forza y coros del mismo compositor tan representativos como el Va, pensiero u O, Signore, dal tetto natio. Lecturas convencionales y rutinarias pero no exentas de atractivo, por la presencia del coro sin duda pero también por una orquesta que no excede los límites de la corrección pero sabe Frédéric Zigante MÁS ALLÁ DEL IDIOMA FRÉDÉRIC ZIGANTE. Guitarrista. Obras completas para guitarra de Falla, Turina y Mompou. STRADIVARIUS STR 33707. DDD. 58’55’’. Grabaciones: Turín, 2003-2004. Productores: Frédéric Zigante y Roberto Elli. Ingeniero: Andrea Chenna. Distribuidor: Diverdi. N PN En un solo compacto las integrales guitarrísticas de tres de los más importantes compositores hispánicos: Falla, Turina y Mompou; tres mundos musicales distintos unidos en esta ocasión por un instrumento al que dedicaron pocas pero extraordinarias páginas. Cabe hablar también del acierto de Zigante en este disco en, más allá del repertorio elegido (que es sensacional), la propia interpretación, realmente digna de ser considerada entre las más interesantes que puedan encontrarse. Lo del idiomatismo ligado a la geografía ya es, afortunadamente, cosa del pasado, pues la guitarra de Zigante suena tan genuina como la que más. No vamos a hacer comparaciones, ni siquiera con Segovia, pero no podemos dejar de referirnos a este gran guitarrista andaluz y universal. Gracias a Segovia el horizonte de la guitarra se amplió de un modo increíble; los mejores compositores (y los “no tan mejores” también) compusieron para él, para la guitarra. Del rescate del repertorio del pasado más o menos lejano (ya fueran los vihuelistas, Sor o Tárrega) y de las transcripciones, Segovia pasó a contar con un repertorio nuevo, expresamente concebido para él y para su instrumento, ya convertido en clásico y universal. Uno de los compositores más importantes del siglo XX (un verdadero genio) como fue Falla compuso una sola obra para la guitarra, una obra en la que la influencia francesa se mezcla felizmente con las raíces andaluzas del gran maestro en un entorno de innegable vanguardismo que honora a su autor, pues no era fácil entonces, cuando fue creada, defender posturas novedosas y musicalmente arriesgadas desde la pretendidamente modesta guitarra. Esta composición, tan breve como densa, absolutamente genial, es un auténtico punto de partida para la música de algunos autores más o menos posteriores, incluso por el modo de abordar la escritura, no precisamente fácil, para este instrumento. Y ahí tenemos el ejemplo de otro de los compositores convocados, Turina, quien sí dedicó más (aunque no mejores) páginas a la guitarra. Quizá Turina resulte el más guitarrístico de los tres compositores cuyas obras conforman este programa, por un foclorismo elegante muy adecuado a las propias características del instrumento, por el propio lenguaje… pero no puede pasarse por alto la fundamental aportación de Falla. Y después tenemos a Mompou, de una indiscutible personalidad, con una música pensada desde el piano, sentida desde el silencio tan sólo roto por poéticas y delicadas resonancias, la fascinación por el sonido mismo, con vínculos en esta ocasión con el folclore gallego en el caso de la célebre Suite compostelana. En fin, un hermoso recital, con un Zigante expresivo, de gran riqueza dinámica y tímbrica, con un fraseo admirable y de alto vuelo lírico en más de un momento. Es este el undécimo volumen de la colección que el propio Zigante dirige y que ahora él se encarga de interpretar. Muy bueno. Josep Pascual D I S C O S RECITALES-VARIOS conectar con el estilo y el ánima del repertorio. Scandiuzzi, en buena forma, hace alarde de su hermosa y moderadamente potente vocalidad de bajo noble, con graves muy sonoros, de levadura esencialmente mediterránea, modales atractivamente latinos, canto dentro del estilo y además más saneado que en otras interpretaciones escuchadas cercanas, en las que un molesto vibrato ensombrecía bastante más sus notas agudas. Así, el cantante, turnándose con el selecto y dúctil coro, ofrece muy dignas lecturas de páginas de tres papeles de bajo a lo grande: Zaccaria, Attila y Padre Guardiano, aquí con la discreta colaboración de la soprano arriba citada que tiene a su cargo nada menos que La vergine degl’angeli. En el segundo disco se cambia bruscamente de tercio, con páginas rusas rubricadas por el aria de Simpson en la zarzuela de Sorozábal, un cariñoso homenaje al lugar, ya que la Cantabreda del libro de Fernández-Shaw alude sin duda a la Cantabria real. Momento solucionado con brío por Scandiuzzi que, además, se acerca al mundo ruso, que puede sonarnos a una novedad en (aunque ya cantó Gremin, por ejemplo, en Viena y Toulouse), con bastantes buenas intenciones y suficientes resultados, aunque algo blandos en la escena de la coronación de Boris Godunov, con ese inquietante monólogo interior del Zar bien captado por el solista (las frases de Shuiski no se nos indica quién las dice). Otra positiva calificación para la escena de Faust, síntoma de que Scandiuzzi ha frecuentado al divertido demonio de Gounod. fuelle, así como sus variantes la cabrette, la chabrette y la musette que tanto le gustaba, entre otros, al gran Rameau y que en la cornisa atlántica europea recibe el nombre de gaita. Bajo el punto de vista etnológico puede tener mucho interés esta serie y este disco en particular, el cual incluye pequeñas obras de tradición popular de regiones del centro de Francia y de la Auvernia. Algunas son danzas festivas, otras rituales y otras parece ser que desde tiempo inmemorial se utilizaban por pastores y aldeanos para espantar a los lobos. Desconocía que los lobos tuvieran tan buen oído musical y refinado gusto. Y eso que las escuchaban al aire libre, porque de ser en su casa, como nos ocurre a nosotros, no resulta extraño que se fueran a toda pastilla. En resumen, que en pura audición musical no vamos a decir que este disco es una gaita, porque resulta demasiado fácil, pero sí recomendar que se escuche poco a poco si se tiene interés en ello. Por lo demás, es un producto bien cuidado, como no podía ser menos tratándose de Alpha. Lalo, Capricho español, op. 34 de Nicolai Rimski-Korsakov y Cuatro versiones originales de La Ritirata Notturna di Madrid de Luigi Boccherini de Luciano Berio. No se puede pedir más en cuanto a música asequible. No lo es menos la de los compositores que realizan los retratos desde dentro: Jesús Guridi, con sus Diez melodías vascas; Julio Gómez, con Seis poemas líricos de Juana de Ibarbouru; Eduard Toldrà, con sus Vistas al mar; y Rafael Rodríguez Albert, con Cinco piezas. Satisface y llena de esperanza comprobar la calidad de las versiones, incluidas las tomas de sonido. Pero es en el capítulo interpretativo donde queremos hacer hincapié porque esa cantera de músicos que es la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE), creada en 1983, merece parabienes sin reserva. Aquí son cuatro las formaciones diferentes que actúan de la JONDE, porque el material sonoro del doble CD procede de cuatro grabaciones distintas en el tiempo. Pues bien, el nivel en cuanto a expresión y comunicabilidad siempre permanece alto, cualidades extensivas asimismo a los cuatro directores y a los tres solistas, entre los que nos ha llamado la atención el homogéneo y bello sonido del violín de Leticia Moreno, si acaso con un vibrato demasiado perceptible en algunos momentos. Porque si bien es verdad que, de entrada, está prácticamente garantizada la complicidad del oyente por el resultón contenido de las obras interpretadas, no es menos cierta la solvencia y hondura de las interpretaciones, con un balance global notable y versiones especialmente felices como la de Vistas al mar. Fernando Fraga VARIOS BRITISH TUBA CONCERTOS. Obras de Gregson, Steptoe, Vaughan Williams y Golland. JAMES GOURLAY, tuba. ROYAL BALLET SINFONIA. Director: GAVIN SUTHERLAND. NAXOS 8.557754. DDD. 64’15’’. Grabación: Wembley, I/2004. Productor: Philip Lane. Ingeniero: Mike Ross-Trevor. Distribuidor: Ferysa. N PE Comprarse un disco de conciertos británicos para tuba y orquesta es para nota. Pero quien se decida —y aunque no sea practicante del instrumento— encontrará una interesante antología que le hará pasar un buen rato y aumentar su erudición en poco más de una hora. La única pieza relativamente conocida de las que aquí se recogen es la de Vaughan Williams, estupendamente escrita, marca sin duda de la casa, y un capricho que se permitió un compositor que el día de su estreno tenía 83 años. Edward Gregson (1945) escribe un concierto en el que destaca la buena factura de su tiempo lento. Roger Steptoe (1953) se propone y consigue que la tuba cante y John Golland (1946-1993) suma a la tuba nada menos que un vibráfono en el Adagio de su concierto. Raro y curioso todo pero interesante. Y muy bien tocado por James Gourlay con el acompañamiento de un experto en Light Music — algo de ello se encuentra en estas músicas pero también un cierto compromiso, siquiera leve, con la estricta contemporaneidad— como es Gavin Sutherland. Claire Vaquero Williams DANSES DES BERGERS, DANSES DES LOUPS. Músicas tradicionales del corazón de Francia. FRANÇOIS LAZAREVITCH, cornamusas, canto; BASILE BRÉMAUD, violín; ANNE-LISE FOY, viola de rueda; GILLES POUTOUX, acordeón diatónico; DOMINIQUE PARIS, cabrette (cornamusa). LES MUSICIENS DE SAINT-JULIEN. Director: FRANÇOIS LAZAREVITCH. ALPHA 516. DDD. 50’16’’. Grabación: Waimes (Bélgica), V/2005. Ingeniero: Sylvain Thévenard. Distribuidor: Diverdi. N PN Este CD es el primero de una serie que el sello Alpha tiene intención de grabar bajo el título genérico de 1000 años de cornamusa en Francia. La cornamusa es un instrumento de viento provisto de José Luis Fernández ESPAÑA DE DENTRO A FUERA. Obras de Lalo, Rimski-Korsakov, Berio, Guridi, Gómez, Toldrà y Rodríguez Albert. LETICIA MORENO, violín; CRISTINA LUCIO-VILLEGAS, piano; SUSANA CORDÓN, soprano. JOVEN ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA. Directores: JOSÉ LUIS TEMES, XAVIER PUIG, JOSEP VICENT Y JOSÉ ANTONIO PASCUAL. 2 CD VERSO VRS 2033. DDD. 59’48’’ y 68’26’’. Grabaciones: Albacete, Zaragoza, Madrid y Weikersheim, I/2002-VII/2005. Ingenieros: Javier Monteverde y Olaf Mielke. Productores: Pilar de la Vega y José Miguel Martínez. Distribuidor: Diverdi. N PN E ste doble CD plantea, simplificando aunque sin traicionar por ello su espíritu, una doble visión de España y sus gentes: desde fuera (primer compacto) y desde dentro (segundo). Y lo hacen con obras más que conocidas, populares incluso y hasta pegadizas. Los responsables de la programación se han querido asegurar el éxito. Y bien que lo celebramos. Hay que hacer afición. De los que nos pintan desde fuera se nos ofrecen la Sinfonía española, op. 21 de Edouard José Guerrero Martín LA GUITARRA EN EL MÉXICO BARROCO. Obras provenientes del Códice Saldívar IV. ISABELLE VILLEY, guitarra barroca; ENRIQUE BARONA, jaranas y guitarra huapanguera. QUINDECIM 509708 970163. DDD. 65’. Grabación: México, V/1996. Productor: Antonio Corona. Ingeniero: Eliseo Fernández. Distribuidor: LR Music. N PN Interesantísimo compacto que, más allá de su innegable interés musicológico e incluso enciclopédido (todo tenemos 103 D I S C O S VARIOS 104 Josep Pascual LUX FEMINÆ 900-1600. MONTSERRAT FIGUERAS. Soprano. Con acompañantes. ALIA VOX AVSA 9847. DDD. 70’53’’. Grabación: Franc-Waret (Bélgica) y Abadía de Fontfroide (Francia), VIII/2005. Ingeniero: Manuel Mohino. Distribuidor: Diverdi. N PN FIGUERAS lagunas que llenar, faltaría más), es además un hermoso y atractivo recital si lo que se quiere es, simplemente (que ya es mucho), disfrutar con buena música interpretada con convicción, gran conocimiento de aquello que se tiene entre manos y con un no escondido entusiasmo. En primer lugar es toda una reivindicación de la figura, no suficientemente atendida, del gran compositor español Santiago de Murcia, de quien se nos dice en los comentarios que de no haber sido por él, “nuestro conocimiento de la música para este instrumento (la guitarra barroca en México) sería prácticamente inexistente, ya que todas las fuentes conocidas tienen alguna relación con este músico”. Sabemos que Santiago de Murcia (ca. 1682- inicios del siglo XVIII) viajó a México y que él fue el autor del llamado Códice Saldívar IV (ca. 1732), que toma su nombre por el hecho de que en 1943 un musicólogo llamado Gabriel Saldívar lo adquirió en León, Guajanato. Este códice contiene sesenta y ocho composiciones, la mayoría variaciones sobre canciones y danzas populares, pero también danzas francesas y una sonata en estilo italiano, aunque merece destacarse la inclusión de obras originales de Corelli, Visée, Corbeta y otros autores que gustaban a Murcia, según era costumbre en la época tal como queda de manifiesto en antologías similares como las debidas a Miguel de Fuenllana e incluso al mismísimo Johann Sebastian Bach (recuerden el famoso Álbum de Ana Magdalena, por ejemplo). Un aspecto que llama la atención en esta grabación es el instrumentario empleado, que tiene su origen en las copias de los instrumentos barrocos españoles que creaban los indígenas en México. Algunos de estos instrumentos eran más que copias fieles y presentaban características propias aunque estaban muy relacionados con los instrumentos españoles y con algunos otros legados de Europa, como la chitarra battente, instrumento éste concebido sobre todo para el rasgueado y que pasó a modelar la jarana, la quinta huapanguera y alguno más. La combinación de rasgueado y punteado, tan habitual en la época más allá del repertorio popular, pues también se halla en el culto (recordemos las obras de Corbetta, por ejemplo) se combinan en las interpretaciones, auténticas reconstrucciones, que podemos escuchar en esta grabación. El empeño de recuperar antiguas prácticas y dotarlas de vida se ha conseguido con brillantez, prestando atención para ello tanto al historicismo como a las tradiciones todavía vivas en el folclore. Es éste uno de tantos ejemplos de feliz convivencia entre lo culto y lo popular, algo que avanzando el tiempo devino casi insalvable, tal como quedó de manifiesto en la práctica prohibición del rasgueado en la música culta para guitarra. Tipo de disco que parece haberse puesto de moda últimamente: agrupación temática (en torno a la mujer, en este caso) de piezas de diversas tradiciones culturales y diferentes épocas (andalusíes, sefarditas, la Sibila latina, el Códex las Huelgas, una cantiga de amigo de Martín Códax, villancicos de Cárceres y de los Cancioneros de Palacio y de Calabria, una canción trovadoresca, una nana en euskera, una saeta andaluza) unificadas por una interpretación que busca los perfiles más dulces y relajados, las agrupaciones tímbricas siempre sugerentes y sensuales. Montserrat Figueras, figura crucial en el desarrollo de la música antigua en España, se rodea de un equipo habitual, que incluye a otras cuatro cantantes (Tina Augaard, Arianna Savall, Begoña Olavide y Laurence Bonnal) y un conjunto instrumental próximo a Jordi Savall: además del propio violagambista de Igualada, Pierre Hamon, Andrew Lawrence-King, Fahmi Alqhai, Pedro Estevan o Rolf Lislevand. La peculiar emisión de Figueras termina por hacer demasiado uniforme un repertorio que habría requerido una mayor amplitud de matices y de atmósferas sonoras. Hay momentos, en cualquier caso, interesantes, como el de la Sibila latina, con las voces desnudas sólo matizadas por un salterio, o los anónimos andalusíes, muy bien reforzados por la viola de Alqhai y el oud de Driss El Maloumi, pero del resto de las piezas hay muchas opciones en disco preferibles a éstas, en muchos casos (villancicos, especialmente) en versiones protagonizadas por los propios Figueras y Savall. La edición es preciosa, con un librito que incluye una exquisita iconografía de figuras femeninas en el arte universal. Pablo J. Vayón THE ROSE, THE LILY & THE WHORTLEBERRY. Canciones, motetes y madrigales con motives florales en Francia, Inglaterra, Borgoña, España, Italia y Paises Bajos. ORLANDO CONSORT. HARMONIA MUNDI HMU 907398. DDD. 76’34’’. Grabación: Haddington, Escocia XI/2004. Productora: Robina G. Young. Ingeniero: Nicholas Parker. N PN Este libro-disco tiene el bonito título de La rosa, el lirio y el arándano y está dedicado por el Orlando Consort a música vocal de la Edad Media y del Renacimien- to que contenga citas florales o más exactamente, motivos de texto relacionados con la jardinería y la horticultura. Es el segundo de lo que pudiera ser una serie de discos temáticos, pues hace unos años pusieron en el mercado otro denominado Food, Wine & Song respondiendo a un concepto de edición semejante al que tiene el que comentamos. Este concepto llama la atención por el exquisito cuidado puesto en la concepción y en la realización del libro, con interesantes artículos del especialista en jardinería Sir Roy Strong y de la especialista en literatura medieval Susan Hitch, conteniendo también unas tan excelentes como oportunas reproducciones pictóricas. Se complementa así muy bien todo lo que se quiere decir sobre el jardín en las épocas históricas mencionadas. Los textos se encuentran completos en inglés, con traducción al francés y parcialmente al castellano y las canciones están en sus idiomas originales con traducción a los otros idiomas. En cuanto a los aspectos musicales, son proverbiales en el Orlando Consort la compenetración y complementariedad de las voces, aunque el tenor Charles Daniels, ya veterano, haya sido sustituido por Mark Dobell. Quizás pueda ponerse algún reparo a la sensación de frialdad que, como ocurre generalmente con los conjuntos ingleses especializados, parece derivarse de su búsqueda de la perfección. Bien es cierto que con solamente cuatro voces (un contratenor, dos tenores y un barítono, reforzados en algún caso por un bajo) y sin acompañamiento instrumental alguno es difícil conseguir una mayor variedad interpretativa. En resumen, es este un disco-libro de verdad, no una simple carpetilla en forma de libro, toda una joya editorial tanto musical como literaria. Y además, con una muy buena encuadernación, tan necesaria por el grosor del libro. José Luis Fernández STELLA MARIS. Obras de Pérotin, anónimos y Hong. TRIO MEDIÆVAL. ECM New Series 1929 4763021. DDD. 65’46’’. Grabación: 2005. Productor: Manfred Eicher. Ingeniero: Peter Laenger. Distribuidor: Nuevos Medios. N PN Anna Maria Friman, Linn Andrea Fuglseth y Torunn Østrem Ossun son las componentes de Trio Mediæval, conjunto vocal noruego de sugestivo equilibrio tímbrico y sonoridades hermosamente transparentes, tal como se nos demuestra en esta grabación, Stella Maris. La primera parte del disco está constituida por piezas de los siglos XII y XIII de autores anónimos —aunque se incluye Dum sigillum, del gran Pérotin—, mayormente conductus ingleses y franceses polifónicos —por más que sea monofónica la composición que titula el compacto, O Maria, stella maris. Son obras de las que existen por lo general diversas versiones disponibles, piezas no obstante de singular belleza como Flos regalis virginalis (anónimo inglés, s. XIII), Veni creator D I S C O S VARIOS spiritus (Escuela de Notre Dame, principios s. XIII) o, por supuesto, la propia O Maria (también Escuela de Notre Dame). En cualquier caso su escucha no deja de resultar siempre grata, especialmente si las versiones, como es el caso, son no sólo correctas sino incluso apreciables: el Trio Mediæval despliega con delicada fluidez melodías y líneas polifónicas, faltando tan sólo quizá un punto de intensidad expresiva, de mariana emoción (por decirlo de algún modo) para satisfacer por completo. Aún así uno no puede dejar de confesar su fascinación ante Dou way Robyn/Sancta Mater, precioso motete al que las tres cantantes confieren extrañas propiedades hipnóticas. Por lo demás, la segunda parte del programa está dedicada a Missa Lumen de Lumine (2002), obra de la compositora Sungji Hong escrita a partir de ‘’técnicas medievales’’ pero que acaba por demostrarse simple pastiche sin excesivo poder ascensional y desarrollo algo plúmbeo (Gloria, Credo y Sanctus), aunque interpretado de manera convincente, eso sí, por Trio Mediæval. compartida con los “sucesores” y más en segundo plano John Ravenscroft, Francesco Mancini, Domenico Sarri, Francesco Barbella, o el nacido ya en pleno XVIII Domenico Gallo. Son versiones de indiscutible solvencia, precisas y de un exquisito sonido; sin embargo, parecen envueltas en una severidad a veces excesiva; les falta calor, vitalidad, ese color mediterráneo del Nápoles al que se refiere el título del disco. Británica elegancia, pues, que agradecería un poco más de fantasía. Un disco en todo caso de un nivel muy notable. Las notas buenas aunque escasas, y la grabación, magnífica. Javier Palacio La leyenda del absoluto y trágico amor de Tristán e Isolda se extendió desde tiempos remotos por lo que podemos llamar países celtas, Bretaña, Gales e Irlanda y por tradición oral, contada por bardos y ministriles. Como es lógico, ello dio lugar a múltiples versiones aunque coincidentes en lo fundamental, tal como se refleja ya en los primeros textos escritos que la recogen, aparecidos hacia 1170. La célebre Marie de France la extiende por tierras francesas y el no menos célebre Gottfried de Estrasburgo por los territorios de habla alemana, pero la leyenda llega también a Italia y Dinamarca. De los numerosos manuscritos que recogen la leyenda a través de varios siglos y diferentes territorios, el más STRAVAGANZE NAPOLETANE. Obras de Mancini, Corelli, Sarri, A. Scarlatti, Barbella, Gallo y Ravenscroft. DAN LAURIN, flauta. LONDON BAROQUE. BIS CD-1395. DDD. 58’53”. Grabación: VII/2003. Productor e ingeniero: Jens Braun. Distribuidor: Diverdi. N PN Diversas sonatas del período barroco, con protagonismo en casi todas de la flauta, se unen en este CD que interpreta el ya veterano conjunto (se fundó en 1978) London Baroque; música de los “pioneros” y más agraciados de cara a la posteridad Corelli y Alessandro Scarlatti, Daniel Álvarez Vázquez TRISTAN ET YSEUT. ALLA FRANCESCA. Directores: BRIGITTE LESNE Y PIERRE HAMON. ZIG-ZAG TERRITOIRES ZZT051002. DDD. 60’48’’. Grabación: Ecole Sainte-Geneviève de Versalles II/2004. Producción: Alla Francesca/Centro de Música Medieval de Paris. Ingeniero: Igor Kirkwod. Distribuidor: Diverdi. N PN importante se conserva en la Biblioteca del Estado de Viena y es el utilizado básicamente para esta grabación de Alla Francesca, como lo fue en su día por Joel Cohen y su Boston Camerata. El manuscrito de Viena contiene 17 lais; inicialmente, el lai lírico era una forma musical constituida por estrofas de cuatro versos octosílabos con un tema que se repetía en los dos primeros versos de cada estrofa siendo los otros dos libres. Dado que algunos de los de Viena son muy largos, Alla Francesca ha grabado todos los breves y seleccionado estrofas de los mas largos, de forma que recogen, en todo o en parte, 11 de los 17 que constituyen la totalidad. La instrumentación escogida es variada. Las imprescindibles arpas en música de origen celta se completan con las no menos imprescindibles gaitas o cornamusas, diversos tipos de flautas, violas y percusiones. La adecuada mezcla de los mismos en cada uno de los lais y en los números meramente instrumentales como el Lamento de Tristán, la Rotta y la danza llamada Nota que inicia el CD, producen una sensación de absoluta delicadeza, muy adecuada para los relatos de amor cortés, de los que el correspondiente a los míticos amantes es paradigma. Las voces de Brigitte Lesne y Emmanuel Vistorky dan, muy adecuadamente, vida a lo narrativo. Es un poco extraño que el Lai du chèvrefeuille de Marie de France, que desarrolla la metáfora, tan apropiada al tema, del avellano y la madreselva que no pueden vivir separados durante mucho tiempo, sea recogida al final en una versión puramente instrumental, pues el texto es una preciosidad. Hay una edición bilingüe de los lais de Marie en Editora Nacional a cargo del conocido especialista Luis Alberto de Cuenca. José Luis Fernández BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN c/ Cartagena 10, 1ºc - 28028 MADRID Tel. 91.356 76 22 - Fax 91.726 18 64 E-mail: [email protected] - www.scherzo.es Rellene y envíe este cupón por correo, fax o correo electrónico. O llámenos por teléfono de 10 a 15 h. Nombre…………………………………………… ………………………………………..…………… Domicilio…………..…………………………….. .......................................................................... CP………Población……………………………… Provincia……………………………..…………… Transferencia bancaria a la c/c 2038 1146 95 6000504183 de Caja de Teléfono…………………………………………… Madrid, a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Fax…………...……………………….…………… Cheque a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. E-mail……………………………………………… Deseo suscribirme, hasta nuevo aviso, a la revista SCHERZO por períodos renovables de un año natural (11 números) comenzando a partir del mes de ………………… nº…… El importe lo abonaré de la siguiente forma: Giro postal. VISA. Nº: …………………………………………… Caduca … /… /… Firma………..…………… Con cargo a cuenta corriente ………… ………………………………… ………… El importe de la suscripción será: España: 63 € - Europa: 98 € por avión - Estados Unidos …… y Canadá: 112 € - America Central y del Sur: 118 € El precio de los números atrasados es de 6,30 € Tratamiento automatizado de datos personales.- Los datos recabados formán parte de los ficheros de la empresa, y son necesarios para la formalización de las suscripciones, su facturación y seguimiento posterior. Los datos se tratarán y protegerán según la LO. 15 /1999 de 13 de diciembre de Datos de Carácter Personal y el titular de los mismos podrá ejercer los derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición ante las oficinas de la Sociedad sita en Madrid, calle Cartagena nº 10 1º C, 28028 Madrid. 105 D I DS VC D O S BEETHOVEN: CRÍTICAS de la A a la Z D V D BEETHOVEN-MOZART Fidelio. ELISABETH SÖDERSTRÖM (Leonora), CURT APPELFREN (Rocco), ELIZABETH GALE (Marcelina), IAN CALEY (Jacquino), ROBERT ALLMAN (Don Pizarro), ANTON DE RIDDER (Florestán), MICHAEL LANGDON (Don Fernando). CORO DE GLYNDEBOURNE. ORQUESTA FILARMÓNICA DE LONDRES. Director musical: BERNARD HAITINK. Director de escena: PETER HALL. Director de vídeo: JOHN BURY. ARTHAUS 101099. 120’. Grabación: Festival de Glyndebourne, 1979. Formato imagen: 4:3. Formato sonido: PCM Stereo. Código región: 0. Subtítulos en español. Distribuidor: Ferysa. N PN La película de esta representación se ha quedado algo añeja, lo mismo que la nitidez de la filmación y la discreta puesta en escena de Peter Hall. Del reparto sobresale la señora Söderström con buenos medios vocales y correcta actuación, así como, la notable pareja MarcelinaJacquino; el resto, sin especial relevancia, aunque logran dar a sus respectivos cometidos adecuada convicción dramática (en algunos casos, como en la intervención final del Ministro, casi se roza la catástrofe vocal). Lo mejor, la dirección de Haitink, con firme pulso narrativo, diversidad expresiva, cuidadoso acompañamiento a los cantantes y fenomenal respuesta orquestal de una estupenda Filarmónica de Londres. Pero, en conjunto, la versión queda muy por detrás de la de James Levine (DG) en cualquier aspecto, a considerar, ya sea técnico o artístico, dando la impresión de estar ante una representación digna y provinciana destinada casi exclusivamente a los habitantes de Glyndebourne. El precio, además, casi duplica a la citada versión de DG. Por tanto, no hay mucho más que añadir. Enrique Pérez Adrián CHAIKOVSKI: El cascanueces. NATALIA ARKHIPOVA (Clara); IREK MUKHAMEDOV (El príncipe Cascanueces); YURI VETROV (Drosselmeyer). BALLET Y ORQUESTA DEL TEATRO BOLSHOI. Director: ALEXANDR KOPILOV. Coreografía: LEV IVANOVYURI GRIGOROVICH. Escenografía y vestuario: SIMON VIRSALADZE. Director de vídeo: MOTOKO SAKAGUCHI. ARTHAUS 101 119. 101’. Grabación: Moscú, 1989. Distribuidor: Ferysa. R PN 106 Es tópico y previsible elogiar lo impecable (si la perfección existiera: lo perfecto) de cualquier ballet clásico abordado por los conjuntos del Bolshoi. Aquí cabe apuntar cierta renovación en los decorados, que acusan una sutil y elegante influencia expresionista, tan rusa y de vanguardia, por otra parte. Un vestuario suntuoso, de ilimitada imaginación y funcionalidad, completan el dispositivo material del espectáculo. Sí, claro, el cuerpo es de una precisión y un geometrismo arquitectónico impecables. Cada solista podría ser una estrella. Vayan citados para hacer justicia a sus brillantes y deliciosas apariciones: Andrei Sitnikov, Ilze Liepa, Mijaíl Shar- kov. Queden al final los protagonistas, la ingrávida Clara y el siniestro y seductor Drosselmeyer. Mukhamedov que, por su maciza y estatuaria figura heroica, pareciera poco apropiado a su príncipe, lo sirve de modo deslumbrante con sus saltos apolíneos, su velocidad, lo flexible de su musculatura, su perfil de medalla imperial y sus finezas de actor. Kopilov borda de colores esmaltados, tiempos funcionales y atmósferas contrastadas la inconmovible partitura chaikovskiana. ¿Hace falta también elogiar la ansiosa y constante presencia del público, que puntúa de aplausos cada cláusula del baile? Sí, y también los planos inclinados que permiten disfrutar con la viva ingeniería de los conjuntos. Blas Matamoro CHOPIN: Sonata nº 2. Balada op. 23. Andante spianato y Gran Polonesa brillante op. 22. Fantasía op. 49. Valses op. 69, nº 1; op. 34, nº 1 y op. post. en mi bemol mayor. Scherzo nº 2. Mazurkas op. 68, nº 2; op. 33, nº 4 y op. 30, nº 3. Berceuse op. 57. ARTURO BENEDETTIMICHELANGELI. BBC OPUS-ARTE OA 0940 D. 106’. Formato audio: LCPM Mono. Formato imagen: 4:3. Blanco y negro. Grabación: RAI, Turín, 1962. Distribuidor: Ferysa. N PN T ercer documento perteneciente a la serie de recitales que Michelangeli accedió a grabar para la RAI de Turín en 1962, imponiendo las rígidas condiciones sobre realización visual que he comentado con ocasión del DVD dedicado a Debussy. Las características son en todo parejas. Pluscuamperfecto en la técnica, este Chopin asombra por su agilidad, elegancia y facilidad de discurso (¡qué forma de tocar la Gran Polonesa o la coda de la Primera Balada!), por su claridad y belleza sonora, por la riqueza de sus matices, antes que por una fuerza emotiva que arrastre, porque el italiano no se desmelena en la expresión y tampoco en la interpretación, y el ímpetu, con todo considerable, no deja de parecer siempre contenido. De todas formas, este comentario siempre es relativo. Porque lo cierto es que obras como las citadas o como el Segundo Scherzo o la Segunda Sonata obtienen traducciones soberbias. Pero también lo es que podría haber más tensión y misterio en alguna de las transiciones de la Fantasía op. 49, dibujada sin embargo con una perfección mecánica inverosímil, y cantada en sus partes lentas con un intimismo y sencillez envidiables. Ese intimismo y sencillez parecen desplegarse con inusual naturalidad en unos Valses excepcionales (el Op. 69, nº 1 es un ejemplo magistral:¡qué maravilla de nostalgia e intimidad!) y unas Mazurkas de un refinamiento exquisito. El D V D BEETHOVEN-MOZART recital se cierra con una Berceuse también magistral de elegancia e intimidad. Se diría que es en esas piezas donde el introvertido Michelangeli se encuentra más a gusto, como si en ellas no le trastornara ningún impulso de asomarse al exterior, parafraseando a Jardiel. En suma, un recital de altísimo interés y realizado con extraordinaria perfección. Eso sí, este es un Chopin que se sitúa en los antípodas del joie de vivre de Rubinstein o el también más apasionado Krystian Zimerman. Pero estamos ante un documento de los que vale la pena no perderse. Rafael Ortega Basagoiti MOZART: Réquiem en re menor K. 626. Misa en do menor K. 427. BARBARA BONNEY, soprano; ANNE SOFIE VON OTTER, mezzo; ANTHONY ROLFE JOHNSON, tenor; ALASTAIR MILES, bajo. MONTEVERDI CHOIR. ENGLISH BAROQUE SOLOISTS. Director: JOHN ELIOT GARDINER. Director de vídeo: JONATHAN FULFORD. PHILIPS 074 3121. 101’. Grabación: Barcelona, Palau de la Música Catalana, XII/1991. Productora: Martha de Francisco. Ingeniero: Barry Luckhurst. Distribuidor: Universal. R PN Era esperable la reedición en DVD de este concierto aparecido originalmente en el tan efímero como nefasto formato del Láser Disc. La película reproduce el concierto celebrado en el Palau barcelonés —cuyas bellezas son resaltadas por la cámara— con motivo del bicentenario de la muerte de Mozart en 1991. Quince años son mucho tiempo en lo que a tecnología se refiere, porque aunque la calidad de los primeros planos sea impecable, las tomas del público aparecen fugazmente un punto borrosas. El sonido ha mejorado y se ha eliminado el ligerísimo desfase entre imagen y sonido que aquejaba a los LDs. En cuanto a la dimensión puramente musical, la versión de Gardiner del Réquiem es una de las más grandes que conoce el sonido grabado, con o sin instrumentos antiguos. El cuarteto solista se encuentra en estado de gracia y el coro, entregadísimo, no en vano canta sin partitura, lo que es mucho más que una anécdota. Apenas es posible destacar algo, porque la interpretación fluye de principio a fin a semejante altura, pero escúchese la asombrosa fuga del Kyrie, el brioso Dies iræ, la fuerza trágica en toda la obra, la dulzura de Bonney, el timbre penetrante de Rolfe Johnson, el cortante Rex tremendæ, la claridad contrapuntística. Este punto puede entenderse como una mirada hacia el barroco, en concreto a Bach, lo que es aún más notorio en la formidable Misa en do menor, que no por ello, obviamente, pierde lo más mínimo de su adecuación estilística mozartiana. En esta pieza sobresale la contribución de Von Otter. Una velada que ya se ha convertido en parte de la historia. Enrique Martínez Miura MOZART: Così fan tutte K. 588. EDITA GRUBEROVA (Fiordilgi), DELORES ZIEGLER (Dorabella), FERRUCCIO FURLANETTO (Guglielmo), LUIS LIMA (Ferrando), TERESA STRATAS (Despina), PAOLO MONTARSOLO (Don Alfonso). CORO DE LA ÓPERA DEL ESTADO DE VIENA. ORQUESTA FILARMÓNICA DE VIENA. Director: NIKOLAUS HARNONCOURT. Director de escena y de vídeo: JEAN-PIERRE PONNELLE. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4237, 209’. Grabación: Múnich, VI/1988. Formato imagen: 4:3. Formato audio: PCM Stereo, DTS 5.1. Subtítulos en Inglés, alemán, francés, español y chino. Productor: Roland Ott. Distribuidor: Universal. R PN Pocos podrían imaginar que no muchos meses después de filmar esta magnífica película fallecería su director, Jean-Pierre Ponnelle, un verdadero superdotado (para los idiomas también: en el documental acompañante nos ofrece demostraciones variadas en italiano, alemán e inglés, cambiando de uno a otro como si tal cosa). La filmación, en línea adecuadamente bufa, se distingue por una dirección magistral de actores (lo minucioso del trabajo de Ponnelle puede apreciarse en el sabroso documental que acompaña a la grabación, de más de media hora sobre “cómo se hizo”) y un no menos magistral manejo de la cámara. A su trabajo ayuda un buen despliegue teatral de los cantantes, excepcional en los casos de Stratas —soberbia— y Montarsolo —en su socarrona línea habitual, extraordinario. En resumen, una filmación estupenda, sin boutades escénicas, con un sentido del humor exquisito, divertida a más no poder. Musicalmente las cosas ruedan muy bien, especialmente por una magistral dirección musical de Harnoncourt, por una Filarmónica de Viena en estado de gracia, un trío femenino excelente y un Montarsolo que llena la escena con una presencia vocal —y física— imponente. Las cosas ruedan peor en los protagonistas masculinos, especialmente por el lado de Luis Lima, que no maneja bien las agilidades y las pasa de a kilo en Un aura amorosa, donde su entonación queda en entredicho. Pero casi todo se compensa con un balance global estupendo. Años después Harnoncourt volvió a grabar un Così, esta vez con Jürgen Flimm en la escena (TDK), en una representación en vivo en Zúrich. Vocalmente es ésta última preferible, porque Chausson está soberbio como Don Alfonso, el tándem Bartoli-Nikiteanu es sobresaliente y la pareja Sacca-Widmer es bastante mejor y más equilibrada que la de Furlanetto y Lima. Pero a cambio perdemos una Filarmónica de Viena gloriosa y una escenografía de Ponnelle inolvidable. Personalmente, no tendría dudas en que este de Ponnelle es un documento a tener, porque el balance general es espléndido. Como se aprecia en el documental citado, él se lo pasó en grande haciendo la película, y les puedo asegurar que yo también lo he pasado en grande viéndola. Una delicia. Dicho esto, lo mejor, si se puede, es hacerse con los dos, porque la escenografía de Flimm es convincente y el reparto vocal de Zúrich es superior. Como anécdota, debo reseñar que TVE emitió esta película, en la que colaboró en su día (¡qué tiempos!), y como la cosa se alargaba, al salir los títulos de crédito en los dos minutos finales de música, cortó la emisión, hurtando a los estupefactos telespectadores (entre los que se contaba quien esto firma) la música del final de la obra. Una prueba de cómo se hacían las cosas entonces. Ahora es peor. Ahora ni se hacen. Rafael Ortega Basagoiti MOZART: Idomeneo. STUART KALE (Idomeneo), ANITA SOLDH (Elettra), DAVID KUEBLER (Idamante), ANN CHRISTINE BIEL (Ilia), JOHN-ERIC JACOBSEN (Arbace), LARS TIBELL (Nettuno), OLLE SKÖLD (La Voz). CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO DE CORTE DE DROTTNINGHOLM. Director musical: ARNOLD ÖSTMAN. Director de escena: MICHAEL HAMPE. Director de vídeo y productor: THOMAS OLOFSSON. Escenografía: MARTIN RUPPRECHT. ARTHAUS 102 011. 143’. Grabación: Drottningholm, 1991. Subtítulos en español. Distribuidor: Ferysa. R PN El DVD testimonia lo que seguramente fue una función perfectamente disfrutable en el delicioso teatrito sueco. Sin embargo, la cámara es inflexible y congela las deficiencias teatrales, aproximando los gestos que a cierta distancia se integran de manera mucho más natural en el conjunto. Hampe propone, sobre los fondos más bien ingenuos y pobretones de Rupprecht, una lectura que no sólo no escapa del estatismo del género, sino que lo acentúa. Por lo demás, Östman, quizá condicionado por la no extraordinaria calidad de su orquesta, propone un Idomeneo a gran distancia de la fuerza trágica que nos reveló Harnoncourt en esta partitura. El coro, por su parte, pierde en no pocas ocasiones el empaste. La función tiene buenos momentos de canto, debidos sobre todo al Idomeneo de Stuart Kale —quien pasa algunos apuros en Fuor del mar— y el Idamante de David Kuebler, pero cae a un nivel provinciano en las contribuciones de la Ilia de Ann Christine Biel, el Arbace de John-Eric Jacobsen y la Elettra de Anita Soldh, quien hace un desdibujadísimo retrato de su malvado personaje. Momentos concretos consiguen elevarse muy por encima de las limitaciones generales, caso de los coros Corriamo, fuggiamo, que cierra el segundo acto, y de O voto tremendo! Mas en este último caso la escena no responde, porque la acción se detiene completamente y más que producir un instante de tensión provoca todo lo contrario. Enrique Martínez Miura 107 D V D PUCCINI-WAGNER Vladimir Jurowski VISIÓN CORROSIVA PUCCINI: Gianni Schicchi. FELICITY PALMER (Zita), MARIA MCLAUGHLIN (La Ciesca), RICARDO NOVARO (Marco), MASSIMO GIORDANO (Rinuccio), LUIGI RONI (Simone), OLGA SCHALAEWA (Nella), ADRIAN THOMPSON (Gherardo), ALESSANDRO CORBELLI (Gianni Schicchi), SALLY MATTHEWS (Lauretta). ORQUESTRA FILARMÓNICA DE LONDRES. Director musical: VLADIMIR JUROWSKI. Directora de escena: ANNABEL ARDEN. Director de vídeo: FRANCESCA KEMP. OPUS ARTE OA 0918 D. 74’. Grabación: Glyndebourne, 15-VII-2004. Incluye: Galería de artistas, sinopsis ilustrada y entrevistas. Subtítulos en inglés, francés, alemán, español e italiano. Distribuidor: Ferysa. N PN Esta tercera ópera del Trittico de Puccini es sin duda más acabada, concisa, fluida e inspirada que las otras dos, Il tabarro y Suor Angelica, la primera melodramática y de un verismo reconcentrado y casi violento y la segunda en exceso sensiblera y de un misticismo algo rancio. La gracia, el ritmo casi cinematográfico que el músico de Lucca supo imprimir a esta farsa, que tanto debe al Falstaff verdiano y que fue compuesta en los oscuros años de la primera guerra mundial, hicieron de ella una obra que puede estimarse maestra. Nada falta, nada sobra en este cuento aleccionador extraído del Inferno de Dante y que requiere un movimiento escénico preciso y fantasioso, claro y ágil; y una dirección musical vitalista, transparente, de rápida acentuación y nítido subrayado de los cortos temas, de las frases breves que van construyendo la narración, entremezcladas con episódicos y amplios fragmentos líricos, tan propios del compositor: así ese célebre O mio babbino caro o la irónica cantilena Addio, Firenze. Son exigencias que hallamos en esta cuidada e inteligente puesta en escena del Festival de Glyndebourne, que recibía por primera vez la obra. ROSSINI: La Cenerentola. RUXANDRA DONOSE, mezzosoprano (Angelina); MAXIM MIRONOV, tenor (Don Ramiro); LUCIANO DI PASQUALE, bajo (Don Magnifico); SIMONE ALBERGHINI, bajo (Dandini); NATHAN BERG, bajo (Alidoro); RAQUELA SHEERA, soprano (Clorinda); LUCIA CIRILLO, mezzo (Tisbe). ORQUESTA FILARMÓNICA DE LONDRES. CORO DE GLYNDEBOURNE. Director musical: VLADIMIR JUROWSKI. Director de escena: SIR PETER HALL. Director de vídeo: ROBIN LOUGH. 2 DVD OPUS ARTE OA 0944 D. 187’. Grabación: Glyndebourne, VI/2005. Productor: James Whitbourn. Subtítulos en inglés, francés, italiano, español, alemán. Distribuidor: Ferysa. N PN Glyndebourne tuvo mucho que ver en la 108 recuperación moderna de Rossini y La Cenerentola en concreto ha sido un título bien considerado por el veraniego festival, donde fue dirigida escénicamente Jurowski, director artístico de la muestra, expone de nuevo sus credenciales: rigor en la exposición, claridad en la dicción, orquestal y vocal, magnífico engarce de voces, ritmo trepidante, férreo, pero elástico, finura en la tímbrica, exactitud en los ataques, sin un solo desfallecimiento. Una versión musical que descansa en una compañía de canto muy bien trabajada, que funciona sin pestañear. Corbelli, de voz en la línea de un Bruscantini pero de timbre más claro y, también, un tanto nasal, es un eficaz comediante y aquí lo prueba de nuevo; sin las exageraciones de otros; también sin la solvencia de otros en la zona aguda, donde anda cortito. Pero lo importante es la vis teatral. Muy atractiva la Lauretta de Matthews, tanto en lo físico como en lo vocal; una lírico-ligera amplia, con su no excesivo vibrato, y su buena línea. Apiana bien la última frase de su aria. Más problemas tiene en la suya Giordani, de timbre algo pecorino pero con franqueza emisora, simpático y juvenil. Excelente actriz-cantante, ya en las últimas, Palmer y rotundo y adecuadamente caracterizado el también veterano Luigi Roni; bien los demás en un conjunto sin fisuras, bien engrasado. Que está coordinado en sus movimientos, pensando en la lógica —aunque no siempre respetada— unión de lo musical y lo escénico, por Annabel Arden, que tiene las cosas muy claras, y aplica sus ideas sin dudarlo, con decisión, con ágiles y casi coreográficos desplazamientos. Intenta, y lo consigue en parte, dar a la representación un toque en cierto modo siniestro —desde luego, el asunto, con un cadáver de quita y pon (graciosa la manera en que lo representa Matilda Leyser), tiene mucho de humor negro—; en una línea vecina a ciertas comedias americanas. Estamos pensando en Arsénico, por compasión de Capra, por ejemplo. Todo está medipor uno de sus pioneros, Carl Ebert. Peter Hall trabajó en el festival en los años setenta y ochenta (y fue luego director artístico durante seis años), dejando varios testimonios de sus siempre interesantes y sensatos montajes (muchos de ellos conservados en soporte videográfico: Bodas de Fígaro, Orfeo, Traviata, Carmen, Albert Herring, Fidelio…), regresa tras algunos años de alejamiento al útil invento de los Christie. Con esta, como era de esperar, lúcida lectura teatral, donde destaca más el lado sentimental que el cómico de la obra, una producción felizmente convencional en decorados y vestuario, resulta y no es una sorpresa una magnífica puesta en escena ambientada en la época del estreno de la ópera, con una soberbia dirección y movimiento de actores, como es habitual en los trabajos del regista inglés. Enérgica y diligente concepción la de Jurowski, algo ruidosa a do al centímetro en esta visión corrosiva para que la función se siga con interés y para que la música, hay que repetirlo, forme parte indisoluble del discurso teatral. Se puede discutir que en este planteamiento, bastante aceptable por otra parte, se haya llevado la acción a la época de Puccini, más o menos, con lo que se ocasionan las consiguientes contradicciones con el texto. Pero no hay duda de que era la forma de expresar ese toque morboso, acerbo, que, efectivamente, es muy propio de esos años duros de la Gran Guerra. Lo explican estupendamente el director de orquesta y la directora de escena en las correspondientes entrevistas. Muy buena toma de sonido, con la posibilidad de aplicar —hay que contar con los medios para ello— el sistema The Surround Sound y espléndida definición de la imagen, captada, en largos travelings y en minuciosos planos, por Francesca Kemp para la televisión. Arturo Reverter veces, pero muy controlada y conforme al estilo y significación. El equipo vocal es digno y ha elaborado sus respectivas partes con atención. La mezzo rumana Donose, que describe una Angelina nada complaciente con su situación familiar, hace gala de una voz potente y sensual, capaz de soportar todas las exigencias del papel, aunque en conjunto es una Angelina con un algo como de impersonal o escolar. A Mironov ya se le conocía como integrante del Teatro Helikon de Moscú, cumpliendo responsabilidades con cierta pero discreta solvencia estilística y vocal. Alberghini pone la nota pesarense (aparece a menudo en los repartos del festival adriático, en personajes de no demasiada responsabilidad) en este reparto babélico con un Dandini mejor actuado que cantado y a De Pasquale le queda bien, por medios y personalidad un Don Magnifico, bufonescamente con- D V D PUCCINI-WAGNER James Levine VERDI EN EL MET VERDI: Don Carlo. NICOLAI GHIAUROV (Filippo II), PLÁCIDO DOMINGO (Don Carlo), LOUIS QUILICO (Rodrigo di Posa), FERRUCCIO FURLANETTO (Il Grande Inquisitore), MIRELLA FRENI (Elisabetta), GRACE BUMBRY (Principessa di Eboli). CORO Y ORQUESTA DE LA METROPOLITAN OPERA HOUSE. Director musical: JAMES LEVINE. Director de escena: JOHN DEXTER. Director de vídeo: BRIAN LARGE. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4085. 213’. Grabación: Nueva York, 23-III-1992. Subtítulos en español. Distribuidor: Universal. N PN VERDI: La forza del destino. LEONTYNE PRICE (Donna Leonora), GIUSEPPE GIACOMINI (Don Alvaro), LEO NUCCI (Don Carlo di Vargas), BONALDO GIAIOTTI (Padre Guardiano), ISOLA JONES (Preziosilla), ENRICO FISSORE (Fra Melitone). CORO Y ORQUESTA DEL METROPOLITAN OPERA HOUSE. Director musical: JAMES LEVINE. Director de escena: JOHN DEXTER. Director de vídeo: KIRK BROWNING. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4076. 180’. Grabación: Nueva York, III/1984. Subtítulos en español. Distribuidor: Universal. N PN Deutsche Grammophon presenta dos espectáculos verdianos muy propios del Metropolitan de Nueva York, con sus grandezas y sus excesos. El Don Carlo de John Dexter (1992), con sus monumentales decorados de David Reppa y un lujoso vestuario, de bastante fidelidad histórica, diseñado por Ray Diffen, es ante todo un gran espectáculo, magníficamente recogido en la realización de Brian Large. La dirección musical de James Levine no es especialmente sutil, pero mantiene el sentido teatral y tiene a su favor la inclusión del acto de Fontainebleau (con el coro inicial, que casi siempre se suprime), que, aparte de su indiscutible belleza musical, es fundamental para comprender la posterior relación entre Don Carlo y Elisabetta. No es la primera vez que esta producción aparece en formato de DVD. Anteriormente podía adquirirse en el mercado americano distribuida por Pioneer, pero la edición de DG es considerablemente mejor, con una mayor definición y una imagen más contrastada, lo cual nos permite disfrutar de un elenco glorioso, cuyos integrantes conocen trolado, dando la sensación de que va a ser capaz de mejorarlo en rodajes posteriores. Convincentes pero bastante sobrias actoralmente las dos hermanitas y bien sin más el Alidoro de Berg. En un reportaje añadido, de casi media hora, los dos directores, el musical y el escénico, dan sus opiniones sobre el montaje, sobre las relaciones entre ambos (profesionales por supuesto) y sobre la partitura de Rossini, muy interesantes a veces, pero eso: opiniones. Fernando Fraga a la perfección unos personajes con los que llevan años conviviendo. A pesar de que, obviamente, Nicolai Ghiaurov no posee el poderío vocal de sus grabaciones con Solti o incluso con Karajan, su retrato de Filippo II, beneficiado por una imponente presencia escénica, resulta conmovedor. Plácido Domingo como Don Carlo es el enamorado romántico, sin el menor atisbo de neurosis, pero arrebatado hasta la médula por Elisabetta, a la que Mirella Freni concede toda su dignidad pero también una profunda tristeza por la imposibilidad de expresar sus sentimientos. Sólo Louis Quilico, en un Posa bastante altisonante, desmerece del resto del reparto, puesto que Ferruccio Furlanetto utiliza muy bien sus dotes histriónicas como Gran Inquisidor y Grace Bumbry aporta su conocida fiereza como Eboli, sabiendo cómo hacer bramar a las masas neoyorquinas. Ocho años anterior es La forza del destino, que, si nuestra información y nuestra memoria no nos falla, constituye el único testimonio videográfico de una ópera completa a cargo de una de las más grandes sopranos verdianas de las últimas décadas, Leontyne Price. La producción, del mismo John Dexter, con decorados de cartón-piedra de Eugene Berman y vestuario de Peter J. Hall, resulta muy antigua (poco después sería sustituida por la de Giancarlo del Monaco), algo que un genio como Brian Large al menos habría sabido disimular, pero su colega Kirk Browning no pasa de la más pura rutina. Sin embargo, Levine dirige aquí con el fuego de sus primeros años, que nos remontan a sus excelentes versiones discográficas de otros títulos del compositor como Giovanna d’Arco o I vespri siciliani, logrando vencer las desigualdades de la irregular partitura en un discurso animado y sin desmayos. La primera aparición de Leontyne Price nos la presenta bastante deteriorada, con sólo algunos restos de su magnífico timbre y sus defectos potenciados, para deleite de sus detractores (graves guturales, agudos estridentes, escasa articulación…), a pesar de lo cual es aclamada hasta el delirio por su adorado público (se trataba de su despedida de un papel que la había acompañado desde 1967). Sin embargo, a medida que va avanzando la representación, y en especial desde el dúo con el Padre Guardián, la diva americana, que contaba aquí contaba, es aún capaz de mantener bellas medias voces y delicados pianísimos, hasta llegar a una grandiosa escena final. Giuseppe Giacomini encontró siempre en Don Alvaro uno de sus papeles más convincentes, gracias a sus acentos generosos y viriles, a pesar de un fraseo un tanto monolítico y con escasa sutileza, y de pronto nos sorprende con detalles de gran cantante, como en su escena en la enfermería. Leo Nucci brinda un Don Carlo arrogante, de voz sana y fraseo intencionado, bien adecuado a la línea verdiana, aunque con esa típica tendencia a enfatizar y engolar la voz para dar un mayor dramatismo a su instrumento. Hay que señalar que se recupera el dúo de Alvaro y Carlo después del Rataplán, donde Giacomini se muestra muy valiente y arrojado. Demasiado envejecido y tremolante el Padre Guardiano de un bajo antaño tan apreciable como Bonaldo Giaiotti, y muy guapa, con una belleza exótica y sensual, Isola Jones como Preziosilla, que recuerda algo (aunque muy de lejos) a Shirley Verrett. Exagerado —y peor cantado— el Melitone de Enrico Fissore. Rafael Banús Irusta WAGNER: HOHFELD. El oro del Rin. JOHN TOMLINSON (Wotan), BODO BRINCKMANN (Donner), KURT SCHREIBMAYER (Froh), GRAHAM CLARK (Loge), GÜNTER VON KANNEN (Alberich), HELMUT PAMPUCH (Mime), MATTHIAS HÖLLE (Fasolt), PHILIP KANG (Fafner), LINDA FINNIE (Fricka), EVA JOHANNSSON (Freia), BIRGITTA SVENDÉN (Erda), HILDE LEIDLAND (Woglinde), ANNETTE KÜTTENBAUM (Wellgunde), JANE TURNER (Flosshilde). ORQUESTA DEL FESTIVAL DE BAYREUTH. Director musical: DANIEL BARENBOIM. Director de escena: HARRY KUPFER. Director de vídeo: HORANT H. WARNER 2564 62318-2. 154’. Grabación: Bayreuth, VI-VII/1991. Formato imagen: 16 : 9. Formato sonido: LCPM Stereo. Dolby Digital 5.1 Surround. DTS 5.1 Surround. Código region: NTSC 2345. Subtítulos en español. R PN Reedición en DVD de este Oro del Rin comentado ya en dos ocasiones más desde las páginas de crítica discográfica de SCHERZO al ser editado en CD y VHS. Volvamos a recordar algunas de sus características esenciales: la escena es desigual, efectiva en algunas ocasiones 109 D V D WAGNER-VARIOS (aceptable utilización del láser en la escena de las Hijas del Rin y en el robo del oro) y fea de solemnidad en otras (bajada al Nibelheim), llegando al disparate final con la subida de los dioses al Walhalla en un ascensor luminoso. De los peculiares trajes y vestuarios, para ser comedidos, se tenía que haber replanteado su utilización. El reparto vocal es aceptable dentro de lo que se podía encontrar al principio de la década de los noventa, de correcta discreción y evidente cortedad de medios, si bien como actores están francamente bien. La dirección musical, práctica y segura, aunque poco variada y escasamente imaginativa, saca a flote el conjunto de la versión (grabada en estudio y después filmada en Bayreuth en la sala sin público mediante el correspondiente montaje, exactamente igual que el Anillo de Chéreau/Boulez). En suma, hay opciones preferibles y desde luego más conseguidas (cualquiera de las dos más famosas existentes hoy en DVD protagonizadas por Boulez y Levine); quizá en un futuro más o menos cercano, Barenboim nos dé una grata sorpresa volviendo con renovados bríos sobre estas obras y ayudado por otro soporte escénico. Pero digamos que hoy por hoy su Wagner no es el más indicado para nadie exceptuada su legión de incondicionales, para quien seguramente esto será el no va más de la interpretación wagneriana (no hace mucho, en la revista Gramophone lo calificaban como “The Lord of the Ring” y lo situaban al mismo nivel que Furtwängler. Si lo quieren comprobar, no tienen más que comprarse este DVD, aunque el firmante declina toda responsabilidad). Buenos subtítulos en español, por cierto, los mismos que los empleados en las interpretaciones de los citados Boulez y Levine. Uri Caine UNA TRAGEDIA ICH BIN DER WELT ABHANDEN GEKOMMEN. Una biografía cinematográfica de Gustav Mahler. Música de Uri Caine. Director de vídeo: FRANZ WINTER. Voz en off en alemán y en inglés. WINTER & WINTER 915 003-7. 52’. 4:3. Productor: Stefan Winter. Todas las regiones. Subtítulos: inglés, francés, alemán, japonés, español. Distribuidor: Diverdi. N PN Este film de 50 minutos no es una biografía exhaustiva de Gustav Mahler. Su ambición es otra. Se trata de un retrato mediante varias pinceladas, y el resultado es acaso impresionista. Al menos, son posibles dos lecturas: la del hipotético aficionado que no conoce gran cosa de la vida de Mahler, y que acude a este DVD atraído por el compositor de unas cuantas obras turbadoras, que tanto han crecido con el tiempo; mas también la del que sabe algo o mucho de esa vida y esa obra y quiere nuevos puntos de vista. Ambos aficionados saldrán enriquecidos de este cuadro breve e intenso, y acaso comprendan mejor aún en qué medida es inquietante esa obra. El film de Franz Winter, contado por él mismo en la versión alemana, es un acierto por la iconografía, por las palabras sencillas y acertadas, mas también por la música de fondo y las imágenes elegidas en aquellos lugares en que vivió y trabajó y sufrió Mahler. La música se la debemos a Uri Caine, que plantea un Mahler sorprendente, distinto, reconstruido y deconstruido, más diversas propuestas sonoras de ori- gen mahleriano. Caine es la voz que narra en la versión inglesa, y este film se confiesa “basado en el compromiso de Uri Caine como compositor con la música de Gustav Mahler”. También es posible prescindir de las voces y escuchar sólo esa música. El itinerario vital de Mahler se nos presenta como el del genio visionario de origen humilde, de origen marginal, de origen también judío, que alcanza soberbias alturas para sufrir una catástrofe temprana. Es una visión que tiene que ver con la tragedia antigua. Por los resultados sonoros de Caine, y por la secuencia de Winter, este planteamiento resulta un acierto rotundo. Santiago Martín Bermúdez Enrique Pérez Adrián VARIOS DAVID OISTRAKH & SVIATOSLAV RICHTER PLAY SONATAS BY BEETHOVEN & BRAHMS. Beethoven: Sonata para violín y piano nº 6 en la mayor op. 30, nº 1. Scherzo de la Sonata para violín y piano nº 5 en fa mayor op. 24 “Primavera”. Brahms: Sonata para violín y piano nº 3 en re menor op. 108. DAVID OISTRAK, violín; SVIATOSLAV RICHTER, piano. Director de vídeo y productor: ROGER ENGLANDER. VAI 4369. Mono. 52’. Grabación: Nueva York, Alice Tully Hall, 18-III-1970. Distribuidor: LR Music. N PN 110 Un documento que testimonie la grandeza artística de estos dos músicos es siempre bienvenido, aunque como en este caso las condiciones técnicas no sean, ni de lejos, las idóneas. La imagen, en color, es granulosa y desvaída, con perfiles dobles, y el sonido, chillón. La realización tampoco ayuda en su estatismo. Por lo demás, Oistrakh y Richter se entregan a fondo, proponiendo una grá- cil Sexta beethoveniana. Con todo, Oistrakh presenta un sonido algo ácido, lo que aumenta en la ciertamente vehemente lectura de la obra de Brahms. Lo mejor se encuentra probablemente en el cantado Adagio de la primera composición y en el concentrado lento y el fogoso Finale de la segunda. Como propina, un juguetón Scherzo de la Primavera. Aun con sus defectos, un documento muy interesante sobre estos dos colosos. Enrique Martínez Miura PROMETEO. Variaciones Musicales sobre un mito. Obras de Beethoven, Liszt, Scriabin y Nono. MARTHA ARGERICH, piano. ACADEMIA DE CANTO DE BERLÍN. ORQUESTA FILARMÓNICA DE BERLÍN. Director: CLAUDIO ABBADO. Director de vídeo: CHRISTOPHER SWANN. ARTHAUS 101 717. 57’. Grabación: Berlín, 27-IX2004. Formato Sonido: PCM Estéreo. Formato Imagen: 4:3. Código Región: 0. Distribuidor: Ferysa. N PN El contenido de este DVD es la película realizada por Christopher Swann en la que explora el mito de Prometeo desde la interpretación de cuatro obras: Las criaturas de Prometeo, de Beethoven, Prometeo, de Liszt, Prometeo, de Scriabin, y Prometeo, de Nono. A estas cuatro piezas el director superpone una serie de imágenes estáticas y dinámicas y las combina con algunas escenas (pocas, la verdad) de los músicos berlineses. El resultado, desde un punto de vista visual, es más bien discreto. No logra enganchar al espectador en ningún momento. Resulta rutinaria y aburrida. En la vertiente estrictamente musical, las interpretaciones son magníficas, sobre todo de Beethoven, Scriabin y Nono (absolutamente referencial). La capacidad de generar atmósferas musicales, unido a la incandescencia del piano de Argerich obran el milagro de un Poema del fuego casi milagroso. Lo mismo ocurre con la pieza de Luigi Nono, de la que sólo se interpreta Hölderlin (la Isola seconda de la partitura). En fin, dos partes bien diferenciadas con resultados muy distintos. Juzguen ustedes. Carlos Vílchez Negrín IÍ N D I C E ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS Albéniz: Pepita Jiménez. Domingo, Vaness/De Eusebio. DG. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 Ángeles, Victoria de los. Soprano. Obras de Pergolesi, Haendel y otros. VAI. . . . . . 100 — Obras de Ravel, Debussy y Duparc. EMI. . . . . . . . . . . . . . 76 Anónimo: Misa Tournai. Clemencic. Oehms. . . . . . . . . 78 Arriaga: Obras vocales. Dombrecht. Fuga Libera. . . . . 67 Bach: Arte de la fuga. Malgoire. K 617. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78 — Motetes. Ericson. EMI. . . . . 74 — Suites para orquesta. Suzuki. BIS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 — Variaciones Goldberg. Egarr. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . . 78 Barber: Adagio y otras. Tilson Thomas. EMI.. . . . . . . . . . . . . 74 Beck: Sinfonías. Armstrong. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 Beethoven: Concierto para violín. Znaider/Mehta. RCA. . . . . . . . 80 — Fidelio. Söderström, Ridder/Haitink. Arthaus. . . . 106 — Sinfonía 9. Furtwängler. Tahra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80 — Sinfonías 1, 2. Antonini. Oehms. . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 — Sonatas 16-26. Paik. Decca.79 Berio: Folk-Songs. Upshaw. DG. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 Berlioz: Réquiem. De Billy. Oehms. . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 Bernstein: Candide. Stahl. Capriccio. . . . . . . . . . . . . . . . 81 Bizet: Sinfonía. Marriner. EMI. 74 Boismortier: Invierno. Colpron. Atma.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 — Sonatas para flauta. Buffardins. Accent. . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 Boito: Nerone. Gavazzeni. Bongiovanni. . . . . . . . . . . . . . 82 Brahms: Doble concierto. Oistrakh, Fournier/Galliera EMI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77 — Serenatas. Bongartz. Berlin. 74 Brendel, Alfred. Pianista. Obras de Liszt, Schumann y otros. Philips. . . . . . . . . . . . . . . . . . 77 British Tuba Concertos. Obras de Gregson, Steptoe y otros. Gourlay/Sutherland. Naxos.. 103 Bruckner: Sinfonía 4. Herreweghe. H. Mundi.. . . . . 82 Bussotti: Rara requiem. Tamayo. Col Legno. . . . . . . . . . . . . . . . 82 Cabezón: Obras para tecla. Astronio. Stradivarius. . . . . . . 82 Chaikovski: Cascanueces. Sakaguchi. Arthaus. . . . . . . . 106 — Concierto para piano 1. Gavrilov/Muti. EMI. . . . . . . . . 74 — Sinfonías. Mehta. Decca. . . 83 Chopin: Conciertos para piano. Schmidt/Masur. Berlin. . . . . . 74 — Sonata 2. BenedettiMichelangeli. Opus Arte.. . . 106 Comes: Misa. Gil-Tárrega. Mà de Guido. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 Conciertos barrocos para trompeta. Güttler. Berlin. . . . 74 Corelli: Sonatas 7-12. Fitzwilliam. Zig Zag. . . . . . . . 83 Czerny: Sinfonías 2 y 6. Nowak. Hänssler. . . . . . . . . . . . . . . . . 84 Danses des bergers. Lazarevitch. Alpha. . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Debussy: Imágenes. Planès. H. Mundi.. . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 — Pelléas et Mélisande. Désormière. EMI.. . . . . . . . . . 76 Dohnányi: Pieza de concierto. Gerhardt/Kalmar. Hyperion. . 85 Elgar: Concierto para violín. Kennedy/Handley. EMI. . . . . . 77 España de dentro a fuera. Obras de Lalo, Berio y otros. Temes. Verso. . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Esplá: Sonatas. Larrocha. Columna Música. . . . . . . . . . 84 Fauré: Obras para piano. Sevilla. Timpani. . . . . . . . . . . . . . . . . 85 Feldman: Cuarteto. Contemporary Group. Naxos. 85 Furrer: Obras para piano. Hodges. Kairos. . . . . . . . . . . . 86 Garanca, Elina. Mezzo. Obras de Mozart. VAI. . . . . . . . . . . . . 100 Gilels, Emil. Pianista. Obras de Rachmaninov, Shostakovich y otros. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . 77 Gorriti: Obras para órgano. Elizondo. Aeolus.. . . . . . . . . . 86 Grieg: Suite Holberg. Ruud. BIS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 Guitarra en el México barroco. Obras del Códice Saldívar. Villey. Quindecim. . . . . . . . 103 Gutiérrez de Padilla: Música de la catedral de Puebla. Paz. Almaviva. . . . . . . . . . . . . . . . 87 Hampson, Thomas. Barítono. Obras de Mahler, Schumann y otros. Warner. . . . . . . . . . . . . 75 Hatzis: Cuartetos 1, 2. St. Lawrence. EMI. . . . . . . . . . . . 87 Haydn, F. J.: Siete palabras. Equilbey. Naïve. . . . . . . . . . . 88 — Tríos con clave. Muses. Calliope. . . . . . . . . . . . . . . . . 87 Haydn, J. M.: Réquiem. Bolton. Oehms. . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 Hindemith: Cena de Navidad. Janowski. Wergo.. . . . . . . . . . 88 Ich bin der welt abhanden gekommen. Biografía de Mahler. Caine. Winter & Winter. . . . 110 Jahren, Helen. Oboísta. Obras de Britten, Doráti y Krenek. BIS. 100 Kabanova, Alina. Pianista. Obras de Bach, Rubinstein y otros. Oehms. . . . . . . . . . . . . . . . . 101 Kodály: Misa breve. Thomas. Glossa. . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 Koechlin: Horas persas. Holliger. Hänssler. . . . . . . . . . . . . . . . . 89 Korngold: Concierto para violín. Schmid/Ozawa. Oehms. . . . . 89 Kraus: Obras para piano. Martinoli. Stradivarius.. . . . . . 90 Kurtág: Kafka-fragmente. Banse/Keller. ECM. . . . . . . . . 90 Larmore, Jennifer. Mezzo. Obras de Mercadante, Rossini y otros. Opera Rara. . . . . . . . . . . . . . 102 Levy: Sinfonía 3. Yuasa. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 Lux feminæ. Figueras. Alia Vox. . . . . . . . . . . . . . . 104 Mahler: Sinfonía 2. Rattle. EMI.76 — Sinfonía 4. Tennstedt. EMI. . 74 — Sinfonía 8. Bernstein. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 — Sinfonías. Bernstein. DG. . . 70 Martinu: Memorial para Lidice. Eschenbach. Ondine.. . . . . . . 90 Milhaud: Creación del mundo. Bernstein. EMI. . . . . . . . . . . . 76 Minciacchi: Obras para piano. Clapperton. Col Legno. . . . . . 91 Mozart: Conciertos para piano. Uchida/Tate. Philips. . . . . . . . 91 — Conciertos para piano 21, 27. Barenboim. EMI. . . . . . . . . . . 74 — Così fan tutte. Gruberova, Furlanetto/Harnoncourt. DG.107 — Idomeneo. Kale, Soldh/Östman. Arthaus. . . . . 107 — Réquiem. Gardiner. Philips. . . . . . . . . . . . . . . . . 107 — Sinfonías. Klemperer. EMI. . 76 — Sonatas para piano. Pletnev. DG. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 — Sonatas para piano. Gulda. DG. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 Muffat: Apparatus musicoorganisticus. Kelemen. Oehms. . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Mullova, Viktoria. Violinista. Obras de Bartók, Janácek y otros. Philips.. . . . . . . . . . . . . 75 Nielsen: Sinfonías. Kuchar. Brilliant.. . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Oistrakh y Richter. Obras de Beethoven y Brahms. VAI. . . 110 Ordonez: Sinfonías. Mallon. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Panisello: Trío, Moods. Panisello. Col Legno. . . . . . . . . . . . . . . . 93 Prokofiev: Romeo y Julieta. Muti. EMI.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Prometeo. Obras de Beethoven, Liszt y otros. Argerich/Abbado. Arthaus. . . . . . . . . . . . . . . . . 110 Puccini: Gianni Schicchi. Palmer, Novaro/Jurowski. Opus Arte. 108 Del Puerto: Sinfonía 1. P. Halffter. Tritó. . . . . . . . . . . . . 93 Rautavaara: Sinfonía 1. Franck. Ondine. . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 Rose, Lily and Whortleberry. Orlando. H. Mundi.. . . . . . . 104 Rossini: Cenerentola. Donose, Mironov/Jurowski. Opus Arte.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108 Rueda: Cuartetos. Arditti. Autor. . . . 68 Sallinen: Barabbas. Gothoni. CPO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Sammartini: Sinfonías. Mallon. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 Sánchez-Verdú: Arquitecturas, Paisajes. Rundel. Columna Música. . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Satie: Gimnopedias. Plasson. EMI.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Scandiuzzi, Roberto. Bajo. Obras de Verdi, Chaikovski y otros. RTVE. . . . . . . . . . . . . . . . . . 102 Scarlatti: Sonatas. Zylberajch. Ambronay.. . . . . . . . . . . . . . . 96 Schoeck: Concierto para chelo. Lederlin/Jordan. Saphir. . . . . . 95 Schubert: Lieder. Gerhaher/Huber. RCA. . . . . . 96 — Sonata D. 959. Perl. Oehms. . . . . . . . . . . . . . . . . . 96 Schubert-Mahler: Muerte y la doncella. Kofman. MDG.. . . . 96 Shostakovich: Concierto para violín. Skride/Janowski. Sony. 97 — Cuartetos. Danel. Fuga Libera. . . . . . . . . . . . . . . 72 — Cuartetos. San Petersburgo. Hyperion. . . . . . . . . . . . . . . . 72 — Cuartetos. Emerson. DG. . . 72 — Ejecución de Stepan Razin. Austin/Schwarz. Naxos. . . . . . 97 — Sinfonía 11. Lazarev. Linn. . 97 Sibelius: Sinfonía 2. Karajan. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Söllscher, Göran. Guitarrista. Obras de Mudarra, Philips y otros. DG. . . . . . . . . . . . . . . 101 Sorabji: Opus clavicembalisticum. Douglas Madge. BIS. . . . . . . . . . . . . . . 69 Stella maris. Mediæval. ECM. 104 Strauss: Don Juan, Till. Kempe. EMI.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76 Stravaganze napoletane. Laurin. BIS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 Tartini: Sonatas para violín. Makarski. ECM. . . . . . . . . . . . 98 Tristan et Yseut. Lesne. Zig Zag. . . . . . . . . . . . . . . . 105 Verdi: Don Carlo. Ghiaurov, Domingo/Levine. DG. . . . . . 109 — Forza del destino. Price, Giacomini/Levine. DG. . . . . 109 Vivaldi: Conciertos para flauta. Haupt/Schneider. Berlin. . . . . 74 — Dixit Dominus. Kopp. Archiv. . . . . . . . . . . . . . . . . . 98 — In furore. Dantone. Naïve. . 99 — Música religiosa. King. Hyperion. . . . . . . . . . . . . . . . 98 Wagner, R.: Oro del Rin. Tomlinson, Clark/Barenboim. Warner. . . . . . . . . . . . . . . . . 109 — Walkyria. Lehmann, Melchior/Walter. EMI. . . . . . . 76 Wagner, S.: Llamas solares. Epple. CPO.. . . . . . . . . . . . . . 99 Willi: Eirene. Herbig. Wergo. 100 Zelenka: Sonatas. Goritzki. Berlin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Zemlinsky: Sinfonías. Conlon. EMI.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Zigante, Frédéric. Guitarrista. Obras de Falla, Turina y Mompou. Stradivarius.. . . . . 102 111 NEGRO MARFIL ANOUAR BRAHEM TÚNEZ Y SUS ALREDEDORES CADA VEZ MÁS LEJANOS “La música me acuna, así la nodriza al niño con su leche” Ibn Barak Inflexible la piedra cae en el mar, produce ondas en un largo, lento e interminable despliegue de recuerdos, con sus pérdidas de memoria, su lasitud, su cansancio. Es una música que he oído infinidad de veces, podía oír, no sabía leer. Quiero a veces escribirla, para volver a oírla, una música que proviene de la infancia, que viaja hacia el silencio, que anda en sueños, inmóvil, haciendo frases largas, envolventes, en la dulzura de una lengua sonámbula. “Soñar, es despertar el pasado” Reb Agam músico forja unos sonidos nuevos, una segunda lengua: proviene de la primera, una lengua personal, suya, que sin embargo no pertenece a nadie, lengua del instante y de la duración de esos sonidos nuevos. Y esa u otra Halfaouine es la infancia nunca colmada, la infancia que construye el músico adulto para poder volver lentamente a ella, acceder a ella, pues el niño que la vive no la conoce. Halfaouine, ese barrio, la infancia, es el corazón que late con una infinita debilidad, un corazón indestructible, y los sonidos de ese latir, acaso los más lentos, permanecen, no se deciden a desaparecer, prolongan ese deseo por un paseo infinito, no el viaje, no el conocimiento del viaje, sino el olvido, la pérdida, la vuelta, solitaria. Los viajes de Anouar Brahem: irse hoy, volver ayer. Ningún relato de uno de sus viajes que no sea volver, ninguno de sus recuerdos de viaje que no consista en traer la lejanía. Unos viajes entre los lugares y el tiempo que devuelven al viajero en el punto de partida de lo que ama todavía. En Túnez, al inicio del siglo IV, cerca de Dar Shaban, Moshe Braítu escribe una colección de consejos que dedica a su hijo. El texto empieza por “La belleza del sonido está ligado al mar, a la lana cuando se desgarra. El ritmo, en cam“La ley es el huevo. bio, no es fluido, nada tiene que ver La ley es el ala”. con el canto movedizo de las olas; el Reb Nessim ritmo de la música encadena al hombre, le impide soñar, le impide oír el canto Lo que Anouar Brahem conoce, el que oía de niño, el canto suave del gran gran libro de la música árabe, lo calla y pez de ojos verdes”. toca lo que no conoce y esa música resEn sus viajes, el viaje de Sahar, el peta el silencio, el bello silencio que viaje a Astrakán, Anouar Brahem formuduerme en el oyente. Así las leyes del la lo que oye en un lugar preciso donde urbanismo en Túnez respetaban antaño ya no está; lo transmite bajando la voz, a los vecinos, las leyes eran sencillas, hablando misteriosamente de lo que sabían decir lo que no querían: “consevoca, Halafouine un barrio de la Meditruye como quieres mas sin sobrepasar na de Túnez donde nació, describiendo en altura los árboles que tienes al lado”; círculos cada vez más grandes a su alreleyes sabias, leyes dulces. Así las leyes dedor. En ambos discos, en ambos viade la música tunecina son sencillas: “no jes, en ese mismo viaje desdoblado, una escribas, no cantes y no toques nada obra llamada Halfaouine ocupa el cenque no puedas susurrar al oído de un tro. En uno de los discos, Halfaouine EL VIAJE DE SAHAR. enfermo” (La poesía ha nacido acaso de está flanqueada por dos habitaciones, ANOUAR BRAHEM, ’ud; FRANÇOIS COUTURIER, esa manera: alguien se acerca al enferdos obras llamadas cada una La champiano; JEAN-LOUIS MATINIER, acordeón. mo y empieza a contarle, a cantarle, a bre que son envueltas por dos sueños ECM 1915 987 4651. DDD. 64’. Grabación: inventar. La poesía, la música, han nacide Andalucía (Córdoba y Été andalous) Lugano, 2005. Productor: Manfred Eicher. Ingeniero: do acaso para que el otro siguiera a su vez rodeados por dos aguas que Stefano Amerio. Distribuidor: Nuevos Medios. PN viviendo). En ese país, el de Anouar abren (Sur le fleuve) y cierran (Vague: Brahem, el de la más bella arquitectura ola y vaga) el viaje. El otro viaje empieASTRAKAN CAFÉ. del mundo (según Julio Maruri, pero se za y acaba en una mesa del Café AstraANOUAR BRAHEM TRIO. sabe que los poetas a veces exageran), kán, y sorbo a sorbo, de historia en hisECM 1718 159 494-2. DDD. 78’. Grabación: las casas como las músicas no son palatoria (Blue jewels, Astara), de amores en Monasterio de St. Gerold, Austria, 1999. Productor: ciegas, están hechas para los que sufren amores (Parfum de gitane y Ashkabad Manfred Eicher. Ingeniero: Markus Heiland. fiebres, son espacios que no tienen the city of love), de recuerdos de viaje Distribuidor: Nuevos Medios: N PN nada y a la vez parecen llenos a rebo(The Mozdok’s train) en recuerdos de sar, rebosan silencio y lentitud las viaje (Dar es Salam), el músico se acerarquitecturas, rebosan espacio y ausenca y se aleja de Halfaouine, de Halfacia las músicas, y así ambas prevén en ellas un sitio donde ouine, uno y otro Halfaouine: los compañeros de viaje han deslizarse el vagabundo. Dejar venir. ¿Os acordáis? Eso se llacambiado el piano y el acordeón por el clarinete cíngaro y la maba la civilidad. darbuka con piel de pez; los mismos sonidos oídos en lugares diferentes no son los mismos, llegan en otro orden que no es el del músico, que no es el del oyente… Con ese desorden, el 112 Pierre Elie Mamou D O S I E R PAUL SACHER E l 28 de abril de 1906 nació en Basilea Paul Sacher, director de orquesta y mecenas y una de las personalidades más influyentes de la música del siglo XX. Sus encargos promovieron muchas obras maestras que ahora son parte de la historia. SCHERZO dedica las páginas que siguen a esta figura extraordinaria. Agradecemos a la Fundación Paul Sacher el material fotográfico facilitado. 113 D O S I E R PAUL SACHER PAUL SACHER: UNA VIDA POLIFÓNICA O EL HOMBRE DE UN SIGLO ¿Qué tienen en común Paul Sacher y un gato? ¿La independencia, la fiereza, la elegancia, el secreto? Ciertamente todas esas cosas, pero aún habría más. Según la tradición popular, un gato tiene siete vidas. Pues bien, en Paul Sacher podemos encontrar hasta una docena. Y las ha vivido todas al mismo tiempo, bien es verdad que disponiendo de casi un siglo para ello. Y por eso la tarea de emprender su retrato biográfico es casi inabarcable. Bien lo sé, pues llevo trabajando en él durante años. En su momento, cuando me hizo el honor de encargármelo, le insistí en que para rendir cuentas de semejante existencia, una y múltiple, sería necesario, al menos, tanto tiempo como para vivirla. S 114 u secreto fue el dominio total de una colosal energía al servicio de una ambición no menos colosal. De muy pequeño, su madre le repetía que tratara de alcanzar aquello que quería a condición de tener verdadero deseo y verdadera voluntad. Y este niño, salido de un medio muy modesto —su padre era un simple empleado en una firma de mudanzas— supo muy pronto lo que quería. Nacido en Basilea el 28 de abril de 1906, pero de origen campesino por parte de sus dos progenitores, permaneció siempre fiel a su ciudad natal, identificándose con su secular tradición humanista que contribuyó a perpetuar y de la que siempre estuvo orgulloso. Por petición propia, pues sabía que su realización llegaría a través de la música, sus padres le permitieron aprender violín. Pero él se sentía ya potencialmente animador de los demás y, desprovisto del genio creador de un compositor, decidió que sería director de orquesta. Reunió a estudiantes como él pero enseguida comprobó que su nivel no era suficiente y decidió, con apenas veinte años, fundar su propia orquesta de profesionales. ¿Dónde encontrar el dinero? Con el aplomo y la tranquila determinación —otros lo llamarían la frescura— que conservó toda su vida, se fue a ver a un rico industrial de la sedería que le permitió realizar su proyecto —intencionadamente no digo “su sueño”. Estamos en 1926, seis años antes del crack de Wall Street que, sin embargo, no afectaría gravemente a Suiza. El 21 de enero de 1927 daba su concierto inaugural la B.K.O. (Basler Kammerorchester u Orquesta de Cámara de Basilea). De repente, Paul Sacher se había fijado metas precisas. Continuó durante un par de años perfeccionando su técnica asistiendo a los cursos de dirección de orquesta de Felix Weingartner, que presidía entonces los destinos de la Orquesta de la Ciudad y de quien subsisten numerosos testimonios fonográficos. Era un temperamento apolíneo, más clásico que romántico, más un descendiente de Mendelssohn o de Brahms que de Wagner, lo que encajaba bien con la naturaleza del joven discípulo a quien no le atraía demasiado el repertorio de la orquesta, que se extendía, grosso modo, como el de todas las formaciones sinfónicas tradicionales, de Beethoven a Strauss y Mahler. Por el contrario, el repertorio preclásico y clásico, de Bach a Haydn y Mozart permanecía ampliamente al margen —la mayoría de las sinfonías de Haydn ni siquiera estaban editadas— y la creación contemporánea prácticamente dejada de lado. Ambos terrenos podían ser explotados con D O S I E R PAUL SACHER los medios de una orquesta de cámara, sin competencia en la época en Basilea y raramente representada en otros lugares. Al ser una formación más ligera, más dúctil, podía tocar en salas más pequeñas o en iglesias y resultar, además, menos onerosa. El concierto inaugural del 21 de enero de 1927 reunía simbólicamente páginas clásicas y preclásicas —todavía no se decía barrocas— con un estreno del compositor basiliense Rudolf Moser, el profesor de Sacher en el Conservatorio. Su objetivo era ya hacer revivir la música antigua u olvidada y promover la creación contemporánea, con prioridad para los compositores suizos y especialmente de Basilea. Para realizar sus proyectos le faltaba un coro. Abandonando la formación de aficionados de su época de estudiante, fundó en 1928 el Basel Kammerchor (Coro de Cámara de Basilea). En 1930, con los modestos medios de que disponía entonces, puede por vez primera presentar una obra encargada por él mismo, la Quinta Sinfonía del joven compositor basiliense Conrad Beck, primero de una serie de, exactamente, 222 encargos, casi todos estrenados bajo su dirección y con las formaciones que él mismo había fundado. A partir de ese momento, invita a Stravinski, Honegger, Hindemith y otras celebridades cuyas obras dirigirá, principio de una inmensa red de amistades cuya huella pervive en decenas de miles de cartas. La música antigua era entonces prioritaria para él. El papel irremplazable de Paul Sacher en la creación viva de su tiempo ha ensombrecido injustamente su trabajo capital en aquel terreno. En 1933 funda la Schola Cantorum Basiliensis, floreciente todavía, donde se formaron los primeros intérpretes dedicados a los instrumentos antiguos, de los que Sacher fue el verdadero pionero. En aquellos días se negaba a dirigir Bach si no disponía de un clave en lugar del piano todavía casi siempre de rigor. Y fue él quien, en 1931, resucitó la partitura original y completa de Idomeneo de Mozart, que impuso igualmente en París. Mozart fue su compositor preferido y, según las estadísticas, el que dirigió más a menudo. En 1934 su matrimonio con Maja Stehlin, joven viuda de Emmanuel Hoffmann —de quien había heredado la colosal fortuna que suponía el trust farmacéutico Hoffmann-La Roche, hoy Roche— supone un giro decisivo en su vida personal y profesional. Maja era diez años mayor que Paul y a este se le acusó de ser un parvenu y de haberse casado con ella por dinero. Hubo algo de eso pero fue, esencialmente, un matrimonio de amor que duró más de medio siglo —hasta la muerte de Maja—, de un compañerismo y una complicidad ejemplares. Era ella una mujer excepcional, artista —escultora—, mecenas y representaba para los pintores y escultores una figura semejante a la de su marido para los músicos. Un museo y una fundación lo testimonian. Ciertamente, esta unión tuvo también su lado más sombrío. Él, que sabía que ella no podría darle hijos —aportaba dos de su primer matrimonio que Paul adoptó como suyos— poseía, por otra parte, un temperamento que atraía a las mujeres. Dos hijas nacieron de una relación fuera del matrimonio y, pasados los setenta y cinco, realizaría el sueño de toda su vida cuando una de sus jóvenes colaboradoras le dio un hijo. Ella murió trágicamente poco después, el mismo año que Maja, y él se encontró solo con su pequeño, al que educó con amor y cuidado hasta el punto de modificar su estilo de vida, lo que, a cambio, le gratificaría con una vuelta a la juventud. Pero nos hemos adelantado demasiado y es preciso retomar el hilo de los acontecimientos. Una misión Convertido en el hombre más rico de Suiza, no asumió su situación como un privilegio sino como un deber, una responsabilidad ante Dios y ante los hombres, y consideró su inmensa fortuna como un depósito del que debía rendir cuentas. Ciertamente, se hizo construir una suntuosa propiedad, Schönenberg, sita en un vasto terreno campestre que dominaba las afueras de Basilea, de cara a la cercana Selva Negra, y llevó desde entonces un gran tren de vida, del que hacía que se beneficiaran sus amigos y sus huéspedes, sobre todo los creadores, a los que protegía con magnífica generosidad. Pudo en adelante poner en práctica la política sistemática de encargos que ambicionaba desde hacía largo tiempo y, así, el concierto del décimo aniversario de su orquesta, el 21 de enero de 1937, presentó el estreno de la Música para cuerdas, percusión y celesta que Béla Bartók había compuesto para la ocasión. Fue la primera de tres obras maestras que el compositor húngaro escribió para él, antes de la Sonata para dos pianos y percusión y el Divertimento. Pronto Bartók se convertiría en un exiliado víctima del nazismo hitleriano, como tantos otros, como, por ejemplo, Bohuslav Martinu, uno de los primeros y más fieles huéspedes de Sacher en Schönenberg, donde terminará su obra maestra, el Doble Concierto para dos orquestas de cuerda, piano y timbales, el 29 de septiembre de 1938, el mismo día en el que los vergonzosos acuerdos de Múnich entregaban su país a Hitler. Nunca afiliado a ningún partido, Paul Sacher, que fue durante toda su vida un anticomunista virulento, era también hostil al nazismo y a cualquier forma de dictadura. Conforme a su situación de fortuna y a su rango social, fue naturalmente un gran burgués liberal de derechas pero, ante todo, un ardiente demócrata en la mejor tradición suiza. En los comienzos del nazismo dirigió alguna vez en Alemania, generalmente para defender a los compositores suizos, pero comprendió rápidamente que el régimen quería hacer de él un rehén y un fiador, y después de una experiencia traumática en las nazificadas Jornadas de Música de Donaueschingen, en 1938, cortó los puentes y no volvió a poner los pies en Alemania hasta el fin de la Guerra. Esto suscitó, por otra parte, un cambio radical en su carrera. Extendió su boicot a todos los países ocupados o dominados por las potencias del Eje y se confinó voluntariamente en Suiza durante todo el conflicto, tratando de ayudar a artistas perseguidos —sobre todo a la cantante italiana de origen judío Ginebra Vivante— y haciéndoles acudir a Suiza. Se puede comprender el peso de este compromiso en un hombre desbordante de energía e iniciativas y que, con sólo treinta y tres años al comienzo de la Guerra, veía abrirse ante él una brillante carrera internacional. Así, en 1941, fundó una nueva orquesta de cámara, el Collegium Musicum Zurich, que completaría la acción de la BKO en la otra gran ciudad de la Suiza de habla alemana. En 1942, el CMZ estrenaría la magistral Sinfonía para cuerdas que su amigo Arthur Honegger le había hecho llegar por caminos tortuosos desde el París ocupado. Poco después del fin de la guerra, sería el CMZ quien estrenaría las Metamorfosis para 23 cuerdas encargadas por Paul Sacher a un Richard Strauss octogenario y refugiado en Suiza. Durante aquellos años, Sacher desarrolló igualmente su actividad en el seno de las instituciones musicales suizas (Asociación de Músicos Suizos, Sección Suiza de la SIMC, etc.) donde jugaba un papel importante ya desde el inicio de su carrera. El fin de la guerra le permitió retomar sus actividades internacionales, prosiguiendo su política de encargos y extendiéndola poco a poco a los compositores más jóvenes: Britten, Tippett, Fortner, Petrassi; luego Henze, Holliger, Berio, Lutoslawski, Cristóbal Halffter y decenas de otros. Fue un huésped asiduo del Festival de Glyndebourne, abordando por vez primera el terreno de la ópera, sobre todo su querido Mozart, y dirigiendo muy a menudo a la Sinfónica de la BBC de Londres. Pero siempre rehusó acudir a los países del Este caídos en la órbita de la Unión Soviética. El 115 D O S I E R PAUL SACHER Conrad Beck, Béla Bartók y Paul Sacher en Schönenberg, 1937 programa del concierto del vigésimo aniversario de la BKO, el 21 de enero de 1947, resultó especialmente significativo por la reunión de tres obras maestras dadas en estreno mundial: el Concierto en re de Stravinski, Toccata e due canzoni de Martinu y la Cuarta Sinfonía (Deliciæ Basiliensis) de Honegger. Si los compositores más próximos a la sensibilidad de Sacher, los que dirigía más a menudo, fueron los grandes “clásicos del siglo XX” y, particularmente, aquellos con los que tuvo una profunda amistad personal cimentada en las largas estancias en Schönenberg —Honegger, Frank Martin, Martinu y otros menos conocidos como Willy Burkhard—, nunca se cerró a la evolución de la música y estuvo siempre atento a las tendencias más avanzadas. Cuando en 1960 llamó al joven Pierre Boulez, muy controvertido entonces, a dar clases de composición y dirección de orquesta en la Musikakademie de Basilea —fusión de la Schola Cantorum Basiliensis y del Conservatorio—, de la que asumió la dirección de 1954 a 1969, desencadenó el furor de los medios reaccionarios, pero acertó, y su profunda amistad con Boulez fue ciertamente la más hermosa e intensa de la segunda mitad de su vida. Lo dos poseían un profundo pudor para con sus sentimientos, pero el día del funeral de Sacher se vio, por primera y única vez, al impasible Boulez incapaz de contener las lágrimas. A partir de 1971, Sacher fue un miembro influyente del consejo de administración del IRCAM, institución que se beneficiará de su mecenazgo, como la Fundación Siemens en la que desempeñará, igualmente, un papel fundamental. Los años no parecen pasar por las vidas múltiples y simultáneas de Paul Sacher, fundador y director de varias orquestas y formaciones vocales e instrumentales —a las que se sumó también el Grupo de Percusión de Basilea—, hombre de negocios de los más activos en el consejo de administración de Roche —actividad ella sola que merecería un estudio detallado, pero me considero totalmente incompetente en la materia—, hombre público presidente de importantes instituciones musicales suizas e internacionales, poseedor de una vida privada plena, rodeado pronto de niños —un aspecto que, celosamente guardado en su intimidad, ocupa un plano de igual importancia—, amante de la buena vida, experto en los mejores vinos, hombre de inmensa cultura, gran lector y amante apasionado del universo de las artes plásticas, terreno privilegiado de su mujer… ¿Qué le faltaba todavía en tan pletórica existencia? El legado 116 A decir verdad, la clave de bóveda que perpetuará su nombre a través de los siglos, mejor sin duda que su herencia sonora —su legado discográfico es relativamente modesto, aunque MGB acaba de publicar, con ocasión del centenario, un antología en cuatro compactos de grabaciones de archivo—, es la Fundación. Paul Sacher fue durante años un coleccionista apasionado de partituras, manuscritos originales —sobre todo de obras nacidas de sus encargos—, fragmentos, cartas, fotos, toda clase de documentos relacionados con los compositores que amaba. Con el fin de asegurar la custodia de todos esos tesoros, creó la fundación que lleva su nombre en 1973. Quedaba encontrar un lugar digno para preservarlos. Fue una gran casa particular situada en la plaza arbolada de la Catedral de Basilea. Tras largos años de obras, se inauguró en 1986, con ocasión de su octogésimo aniversario. Mientras tanto, los archivos se enriquecieron vertiginosamente con la aportación, sobre todo, del legado Stravinski de Nueva York, adquirido por 5.250.000 dólares. Los archivos engloban actualmente la obra —completa o en parte— de setenta compositores. Entre ellos, Bartók, Berio, Birtwistle, Boulez, Carter, Dutilleux, Eötvös, Feldman, Ferneyhough, Grisey, Gubaidulina, Cristóbal Halffter, Henze, Holliger, Honegger, Klaus Huber, Kagel, Kurtág, Lachenmann, Ligeti, Lutoslawski, Maderna, Frank Martin, Martinu, Pousseur, Rihm, Stravinski, Varèse, Webern… Es, con mucho, la concentración de creación musical del siglo XX más importante del mundo y las colecciones continúan enriqueciéndose constantemente. Muchos de los compositores están vivos y sus nuevas obras llegan a la Fundación a medida que se concluyen. Todos estos archivos son accesibles a los investigadores y a los músicos, que disponen de las mejores facilidades para consultarlos así como de un amplio sistema de becas. Prosiguiendo una carrera muy activa, tanto a la cabeza de sus orquestas como actuando como invitado por el mundo entero, manteniendo lazos privilegiados con intérpretes ilustres —en cabeza de ellos su gran amigo Mstislav Rostropovich— y jóvenes cuya carrera lanzó —ante todo hay que citar aquí a su protegida Anne-Sophie Mutter—, a los que pasaba los encargos de sus compositores, Paul Sacher fue poco a poco delegando sus apariciones en el podio en directores más jóvenes, sobre todo en lo que tuviera que ver con obras nuevas de las que apreciaba plenamente su importancia pero cuyo estilo y sensibilidad no concordaban plenamente con los suyos. Por ejemplo, no dirigió nunca la música de Pierre Boulez. Desde 1964, Sacher había contratado frecuentemente al joven y brillante oboísta Heinz Holliger, para quien Frank Martin, Lutoslawski y Elliott Carter habían escrito conciertos. Luego, Holliger sería uno de los más grandes compositores y directores de orquesta de su generación. A partir de 1977 dirigirá cada vez con más frecuencia la BKO, de la que fue el principal director invitado durante diez años. Sacher deseaba visiblemente hacerle su sucesor, pero Holliger, demasiado absorbido por sus múltiples actividades, temió perder su independencia. Pero, inaugurada la Fundación y considerando completa su tarea, Paul Sacher decidió poner fin a la actividad de sus orquestas. La BKO fue la pri- D O S I E R PAUL SACHER Paul Sacher con Anne-Sophie Mutter y el Collegium Musicum Zurich en el concierto del 19 de agosto de 1990 en Lucerna mera en morir, en el curso de un doble concierto los días 7 y 8 de mayo de 1987, ofreciendo Dido y Eneas de Purcell y Les malheurs d’Orphée de Darius Milhaud, un compositor que había dirigido muy raramente. Programa simbólico y ejemplar reuniendo lo antiguo y lo moderno. El último concierto del CMZ tuvo lugar cinco años después, el 13 de junio de 1992, e incluía el estreno del último encargo de Sacher, para Anne-Sophie Mutter, Gesungene Zeit de Wolfgang Rihm. Pero todavía durante algunos años, reunió cada verano a los músicos de su orquesta de Zurich para uno de sus famosos conciertos cerca del monumento del León en el marco del Festival de Lucerna. El Grupo de Percusión de Lucerna no fue disuelto y Sacher lo dirigió cuando tomó la batuta por última vez, sólo un año antes de su muerte. Este hombre de una energía vital formidable, verdadera fuerza de la naturaleza, sufrió diversos problemas de salud durante toda su vida: cólicos nefríticos en su juventud y, sobre todo, incesantes manifestaciones alérgicas de las vías respiratorias, con anginas, bronquitis y neumonías. Mucho de psicosomático había en ello, con un cuerpo tan duramente exigido. Ese cuerpo que él, sin embargo, cuidaba escrupulosamente, con hospitalizaciones que otros no hubieran considerado. Su salud le era de todo punto indispensable para poder continuar afrontando sus múltiples vidas y jamás relajó su férrea disciplina. Un año antes de morir, fui testigo, todavía aparecía todas las mañanas, a las nueve, para dictarle a su secretaria y revisar el abundante correo. Al fin, el destino común a todos los hombres le atrapó al salir definitivamente debilitado de una larga hospitalización en otoño de 1998, y cuando no pudo moverse normalmente, incluso con un bastón, este hombre orgulloso, no soportando las contrariedades y la dependencia de una existencia infernal, perdió el gusto por la vida. Los escasos íntimos que asistieron a sus últimas semanas, entre ellos Pascale, la hija de Arthur Honegger, hablan de verdaderos gritos de rabia impotente ante el deterioro de su cuerpo. Dios le ahorró una decadencia demasiado larga, y al mes de su nonagésimo tercer aniversario moría el 26 de mayo de 1999, simbólicamente al fin de un siglo que había ocupado enteramente. Ciertamente, su papel en la música del siglo XX comporta inevitables lagunas —este superhombre era, a pesar de todo, un hombre— y, voluntariamente o no, pasó al lado de Messiaen y Xenakis, de Hartmann y de Zimmermann, de Roberto Gerhard y de Luis de Pablo. Pero muchos otros estuvieron próximos a él y se beneficiaron de la generosidad del mecenas y —se olvida demasiado a menudo— de su eminente talento como músico. A pesar de ciertas calumnias de sus detractores — más políticas que artísticas, por ejemplo de ciertos marxistas militantes y otros adornianos— fue un director de orquesta de gran clase y los compositores a los que encargó obras consideraban siempre sus interpretaciones como de referencia. Por eso es indispensable que el disco lo preserve. ¿Qué sería de la música del siglo pasado sin las docenas de obras maestras de primera fila que le deben la vida? Enumerarlas es, prácticamente, resumir la música de ese mismo siglo. Harry Halbreich Traducción: Claire Vaquero Williams 117 D O S I E R PAUL SACHER UN MECENAS POLITEÍSTA Podemos imaginar que uno de los momentos más felices de la vida de Paul Sacher fue el homenaje que se le rindió con motivo de cumplir los setenta años. Fue en 1976, y para celebrar el aniversario el violonchelista ruso Rostropovich le encargó una pieza para violonchelo nada menos que a doce compositores. Si una de las virtudes de Sacher había sido la de tener muy en cuenta la música de su tiempo, y haber hecho encargos a numerosos compositores, Rostropovich emulaba al maestro suizo y le encargaba obras a creadores de primera fila para una fiesta de cumpleaños del mecenas. Eran estos compositores el suizo Conrad Beck, el italiano Luciano Berio, el francés Pierre Boulez, el británico Benjamin Britten, el francés Henri Dutilleux, el alemán Wolfgang Fortner, el argentino Alberto Ginastera (el único no europeo), el español Cristóbal Halffter, el alemán Hans Werner Henze, el suizo Holliger, el también suizo Huber y el polaco Witold Lutoslawski. El propio Sacher les había hecho a todos ellos, o les hará más tarde, encargos para Basilea o Zúrich. Faltaban algunos de los favoritos de Sacher, que ya no vivían: Bartók, desde luego, pero también Stravinski, Casella, Honegger o Martinu. P 118 aul Sacher, que fundó su orquesta a los veinte años de edad, en 1926, sabía perfectamente que un intérprete no puede dedicarse tan sólo a la música del pasado. Y junto a su intento de recuperar un repertorio descuidado en los períodos Pre-clásico y Clásico, llevó a cabo una política permanente de encargos, que le convirtió en uno de los puntales de la música de su tiempo. Siguió esa política con el Collegium Musicum de Zúrich, que él mismo fundó en 1941. Es cierto que nunca le encargó nada a los vieneses, o al menos nada de ellos llegó a estrenar (tampoco a los soviéticos: nada de Prokofiev, nada de Shostakovich), pero lo compensó más tarde con encargos a compositores de vanguardia como Luciano Berio (Corale, en 1982) o Wolfgang Rihm (Gebild, en 1984), esto es, la vanguardia radicalísima de posguerra y uno de los nombres más radicales de la generación posterior. Es posible que sus preferencias fueran hacia el neoclasicismo de autores como Stravinski, según veremos. O como Martinu Sacher y Rostropovich en 1980 y Alfredo Casella, compositor de Scarlattiana, pieza para piano y conjunto que obedece de manera carácter, pero mejor así, porque son lo último en comodiclara a los postulados del Neoclasicismo, movimiento tan dad. Incluso trajeron de Berna un piano para mí. Me dijeron contrario a la sensibilidad y la expresión románticas como a que llegaría el 2 de agosto a las 10 en punto, y te puedes la emancipación de la tonalidad. ¿Eran Basilea y Sacher un imaginar, no llegó a mediodía o en algún momento de la reducto del conservadurismo? Así lo pretendieron Schoentarde (como suele suceder entre nosotros), sino realmente a berg y algunos de sus seguidores, pero hoy sabemos que el las 9.45”. Esta carta que denota agradecimiento está escrita politeísmo es lo más adecuado al arte, y que el siglo XX fue, por uno de los mayores compositores del siglo XX, que le felizmente, politeísta en creación musical, pese a los intentos debe a Sacher y a Basilea el encargo de dos partituras de imponer una línea, una estética, una escuela. Así que orquestales de lo más importante que compuso el músico podríamos decir que, aunque se mostrara algo restrictivo húngaro, Música para cuerda, percusión y celesta, y el con Viena, Sacher supo resistir a esos embates desde su por Divertimento para cuerda (1936 y 1939); y también una obra otra parte privilegiada atalaya suiza. de cámara trascendental, la Sonata para dos pianos y percusión, de 1938. Sólo por esos encargos podrían pasar Basilea y Sacher a la historia de la música, como Krasner pasó graBartók y Stravinski cias a ser el dedicatario que estrenó el Concierto para violín de Alban Berg. Las tres obras basilienses de Bartók son somEn una carta de 18 de agosto de 1939, cuando faltan dos brías, incluso violentas. La palabra Divertimento no es sino semanas para la invasión de Polonia, le escribe Bartók a su una ironía acre para titular una de las obras más agitadas del hijo Béla: “En cierto modo me siento como un músico de los compositor. La Sonata prosigue la búsqueda de sonoridades viejos tiempos, soy un invitado de un patrón de las artes. percutivas en el piano, ahora con auténticos instrumentos de Pues como sabes aquí soy en todos los sentidos el invitado percusión como continuidad de las líneas de ambos pianos de los Sacher; que se cuidan de todo, pero a distancia. En solistas. Tres maravillas que hizo posible Sacher antes de una palabra, vivo solo, en un objeto etnográfico, una genuique Bartók abandonara Europa, y en especial la triste Hunna casa rural campesina. Los muebles no tienen demasiado D O S I E R PAUL SACHER gría de Horthy, que confiaba en el Reich para revisar el Tratado de Trianón y recuperar Transilvania. Otro compositor que gozó de los favores de Sacher fue Igor Stravinski. Sin embargo, Stravinski no le dedica ni una sola palabra en ninguno de sus libros con Robert Craft; que fueron nada menos que seis. Esto no quiere decir nada, porque es sabido que Stravinski estaba muy agradecido por recibir el encargo basiliense de componer una pieza para Sacher y su conjunto justo después de la guerra. El Concierto en re para orquesta de cuerda es contemporáneo del Ebony Concerto, pero su sonoridad es por completo distinta. Es la primera obra sólo para cuerdas de Stravinski desde el lejano Apolo. La compuso en 1946 y está dedicada a la Orquesta de Cámara de Basilea y a Paul Sacher, que con ésta y otras obras celebró el vigésimo aniversario de la orquesta. Es la primera obra que le encargan a Stravinski en Europa desde 1934. Ha terminado la época en que parecía fatal que la hegemonía del continente pasara a una u otra potencia totalitaria, y parece que se pretende regresar a la normalidad. Tardará, pero la tendencia es ésa, y el encargo suizo es todo un síntoma de la mejoría. El Concierto en re era una muy stravinskiana reformulación del concerto grosso, con intenciones semejantes a las del Concierto “Dumbarton Oaks”. De menor densidad, si queremos, pero sería una densidad más de tamaños que de contenidos. Al tiempo que una exquisita escritura para las cuerdas, despliega el Basilea un superior placer danzante; es sólo cuerda, sí, pero con una tímbrica en la que está desterrada la monotonía. Años después, Sacher estrenaría con su orquesta y su coro una obra stravinskiana de formato desudado y elementos seriales, A Sermon, a narrative and a prayer (Un sermón, un relato y una plegaria). Estamos ya en 1962, apenas le quedan cuatro años de vida creativa al compositor, que escribe por entonces algunas de sus obras más hondas y sentidas, sus despedidas, sus Réquiem privados; y que vivirá hasta 1971. Alrededor de una guerra El mismo día que se toca el Concierto en re, durante el mismo concierto de 21 de enero de 1947, estrena Sacher con la Orquesta de Cámara de Basilea otras dos obras de dos compositores que cuentan entre sus favoritos: Tocata e due Canzoni, de Martinu; y la Sinfonía nº 4 “Delicieæ basilienses” de Arthur Honegger. Vamos a detenernos un poco en este gran compositor suizo del Grupo de los Seis, que desde muy pronto mostró distancia con respecto a la estética general (si es que la había) de los otros miembros del supuesto grupo. El 12 de mayo de 1938 estrena Paul Sacher en Basilea, en versión de concierto, Juana de arco en la hoguera, de su compatriota Arthur Honegger. No es un encargo suyo. Estrenarlo ha sido toda una hazaña, porque Ida Rubinstein, que tenía los derechos, no se decidía a ello. No fue posible en el Palais Garnier parisiense, y Sacher convenció a la gran dama de que aceptara el estreno de Basilea. El texto era de Paul Claudel, poeta, dramaturgo, alto funcionario y católico demostrativo. Digamos de paso que en 1944 Claudel y Honegger le añadirán un prólogo a la obra y harán algunos cambios. En la visita suiza, Claudel quedó conmovido por la Danza de la muerte de Holbein, y tuvo la idea de un oratorio. La música la encargó inmediatamente Sacher al propio Honegger, y es una de sus obras maestras: Danse des morts. La hemos comentado al menos en dos ocasiones en estas páginas con motivo de sendos registros, por tratarse de una obra conmovedora, emotiva, lúcida, poco menos que implacable, como las imágenes a las que debe su nacimiento. Esta obra la estrenó Sacher con solistas, la Orquesta de Cámara de Basilea y el Coro de Cámara de la misma ciudad, el 2 de marzo de 1940. Había guerra en ese momento, Sacher junto a Honegger 1938 pero casi nominal y se había instalado lo que se llamó la “drôle de guerre”. Una calma sólo aparente, porque tres meses y medio después caía París en manos alemanas. El tema no podía ser más adecuado; no ya de actualidad, como suele decirse para encomiar una obra indebidamente, sino de verdadera urgencia. En 1942 estrena Sacher la Segunda Sinfonía de Honegger, obra para cuerda y trompeta ad libitum, especialmente conmovedora. Sacher la hubiera querido para celebrar los diez años de la orquesta, en 1936, pero no fue posible hasta 1941, y unos meses después, en el ominoso año 1942, se estrenaba la sinfonía, primero en Basilea, en la neutral Suiza; y pronto en París, dirigida por Charles Munch a la Orquesta del Conservatorio, en plena ocupación. Es el año en que Desormière graba la primera gran integral, tal vez insuperada, de Pelléas et Mélisande. Es también el año de circunstancias mucho más desdichadas. La Cuarta Sinfonía, como hemos visto, se estrenó en 1947, cuando la guerra había terminado y Europa estaba en ruinas. Suiza era una isla, un remanso, en medio de la destrucción y la miseria. Todavía estrenará Sacher en 1953, menos de dos años antes de la muerte del compositor, su Cantata de Navidad. El resultado final de la guerra llevó a Richard Strauss a componer una obra elegíaca, triste, emotiva: Metamorfosis, para cuerdas. Era un obra para Paul Sacher. Metamorfosis es, junto con los Cuatro últimos Lieder, el testamento de Strauss, ese no-héroe, como se ha dicho, ese músico que se dejó querer por el Tercer Reich, aunque tuvo sus pequeños momentos de coraje. Metamorfosis es el lamento por las ruinas de Dresde, la bellísima ciudad bombardeada por los 119 D O S I E R PAUL SACHER aliados, después de años y años de sufrir los ataques crueles y a menudo cobardes (las bombas volantes, V-1 y V-2) de la aviación del Reich en diversas ciudades, y en especial Londres. Estamos en 1946, al compositor le quedan menos de tres años de vida, y le ha dado a Paul Sacher una de sus muchas obras maestras. El Doble Concierto de Martinu es una de las obras más importantes que estrenó y encargó Sacher. Una maravilla dramática, intensa, que se sale en buena medida del límite que se impone todo compositor clasicista. Es un estreno de 1940, el mismo año en que Martinu, súbdito checoslovaco, tiene que huir ante el ímpetu de la guerra relámpago, pasar en condiciones precarias la frontera con España, y pasar a Portugal para dirigirse a Estados Unidos. El encargo del Concerto da camera, obra más clasicista, lleva a un estreno en 1942. Es, como hemos dicho, el año ominoso, pero para Martinu es ya un tiempo a cubierto, en relativa seguridad, allá en la privilegiada América que por fin ha tomado el partido de los aliados. También él, como Stravinski, recibirá un encargo de posguerra, un mensaje de paz desde Suiza, que dará lugar a otra obra clasicista, Toccata e due canzoni. Todavía no ha estallado la guerra fría. Está a punto de alzarse lo que Churchill denominó el telón de acero, falta poco para el putsch de Praga de febrero del año siguiente; falta Los matrimonios Sacher y Martinu en 1948 120 poco para que se den las circunstancias que harán que Martinu no regrese nunca a Checoslovaquia. Por esos años, Martinu es a menudo invitado de Sacher. Hay una fotografía de 1948 en la que posan ambos matrimonios: de izquierda a derecha, Paul, Charlotte Martinu, Maja Sacher y Bohuslav. Pero la muerte de Martinu en 1959 no termina la relación de Sacher y el compositor checo. A Martinu lo enterraron primero en la finca de Maja y de Paul. Hasta 1979 no regresó Martinu a su país; en fin, regresaron sus restos, mas también los de Charlotte, muerta unos meses antes. En 1961, Sacher estrenaba póstumamente la última ópera de Martinu, La Pasión griega, compuesta en inglés. Tampoco esto es un encargo suyo, como no lo fue la Juana de Arco de Honegger y Claudel, sino un deber para con el gran amigo; fue en la Ópera de Zúrich, el 9 de junio de 1961. Otros grandes nombres en Basilea y Zúrich No podemos sino referirnos a toda prisa a algunos encargos importantes, a estrenos como la Sexta Sinfonía de Malipiero, en 1949; o la Sinfonía concertante para oboe, de Jacques Ibert, en 1951. En 1952 estrena Sacher la espléndida Sinfonía “Armonía del Mundo”, de Paul Hindemith, titulada como una ópera suya nunca muy bien conocida alrededor de la figura de Kepler. Ese mismo año estrena el Segundo Concierto para orquesta, de Goffredo Petrassi. Hans Werner Henze también es de la generación de la vanguardia, pero sabemos bien que sus postulados son muy distintos. Henze supo resistir a la implacable ola vanguardista que soplaba en estudios de radio y festivales como el de Donaueschingen. Sacher supo apreciar muy pronto su música, y repitió encargos: Sonata per archi (1958), Cantata Della fiaba estrema (1965), Segundo Concierto para violín (1972). Otro alemán que ha repetido ha sido Wolfgang Fortner, con Prismen (1975) y las Variaciones para orquesta de cámara (1980). Desde luego, para el suizo Sacher, los suizos tenían especial importancia. Junto a Honegger, da a conocer pronto las obras de Frank Martin: Der Cornet, nada más terminar la guerra; al año siguiente, en 1946, la Pequeña Sinfonía concertante. En 1952, el Primer Concierto para violín; en 1956, los Estudios para cuerda; en 1967, el Concierto para violonchelo. Otro suizo favorecido por Sacher fue el oboísta Heinz Holliger: Cuarteto (1973), Atembogen (1975). En fin, y a riesgo de que este escrito parezca una lista de teléfonos en la que pretendemos que nadie falte (faltan, ya lo creo), digamos que autores de la talla de Lutoslawski también recibieron encargo de Sacher (Doble Concierto para oboe y arpa), lo mismo que Takemitsu, Krenek, Liebermann, Tippett, Boris Blacher… No olvidemos que muy a menudo los compositores le regalaron a Sacher los manuscritos de las obras que él les encargaba, y con el tiempo esto se convirtió en la base de la gran Colección Sacher. En 1983, el maestro adquirió el legado de Igor Stravinski para su Fundación, y más adelante los de Anton Webern (un ausente en sus conciertos durante la vida del vienés) y Bruno Maderna, el malogrado gran compositor e intérprete de la generación de la vanguardia, que falleció demasiado pronto. El legado de las más de doscientas piezas estrenadas por Sacher encierra una buena parte de lo más importante que se ha compuesto en un siglo como el pasado, que fue especialmente rico, prolífico, generoso. Gracias, desde luego, a generosidades como la del longevo Paul Sacher. 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Euros ❑ Pago por transferencia bancaria: La Caixa 2100 2965 9802 0000 1380 ❑ Con cargo a mi tarjeta de crédito: AMEX ❑ VISA ❑ MASTERCARD ❑ N° Firma: Caducidad: D O S I E R PAUL SACHER PAUL SACHER Y SU OBRA C 122 onocí a Paul Sacher en el año 1968 durante las reuniones del Jurado Internacional de la SIMC (Sociedad Internacional de Música Contemporánea) y desde entonces mantuvimos una estrecha relación, que si al principio fue fundamentalmente por motivos profesionales, poco a poco fue convirtiéndose en una profunda amistad en el más alto concepto de esta palabra. De esta relación con un hombre excepcional aprendí muchas cosas que me han servido en mi vida y doy profundas gracias por el hecho no sólo de esta amistad, sino también por el haber sido consciente —siempre y no ahora solamente— de que Paul Sacher es quizá la figura mas importante de la creación musical del siglo XX. Sin él mismo haber compuesto ninguna obra, fue el promotor y el instigador de una gran parte de la creación del siglo que se pudo realizar gracias a su ayuda, tanto material como espiritual. Para Paul Sacher “la historia de la música es, fundamentalmente, la historia de la obras realizadas por los compositores”. Todo lo demás que se mueve en torno al mundo de la música debe estar al servicio de la creación y sólo cuando se respeta esta idea conscientemente, esta noble actividad cumple la trascendental misión que tiene en nuestra sociedad. Para desarrollar este concepto, que comparto al cien por cien, primero encargó y estrenó como director o hizo posible su estreno, un sinfín de obras desde los años veinte y más tarde, en los años ochenta, creó la Fundación Paul Sacher en Basilea, en la que se depositan, se cuidan y se estudian desde los bocetos y los apuntes hasta las partituras manuscritas de más de medio centenar de compositores del siglo XX, elegidos por él, que hace que esta Fundación sea imprescindible para el historiador que quiera conocer a fondo la realidad de lo que se creó en este periodo de nuestra historia. Sería erróneo pensar que sólo desde la Fundación Paul Sacher puede conocerse esa realidad, pero aquel historiador que no se detenga a estudiar los fondos que están depositados en la Münsterplatz de Basilea hablará de esa historia sin conocer la parte quizá más importante de la creación musical del siglo XX. Vivimos en un tiempo en el que lo que importa es el espectáculo y cuanto más de masas sea, será más importante. En esta industria —el “show-business” con visos de cultura— se juega con Mozart, con Bach, con Verdi o con lo que sea y se hace de todo ello un “objeto”, un “paquete”, que hay que vender para poder obtener más y mejores beneficios, sin importar demasiado ni el respeto a la creación y la tradición, ni el rigor que la —insisto— trascendente misión de poner en contacto a la sociedad con la creación artística de todos los tiempos, debe llevar en sí misma. En este “objeto” —en el que tienen mucho poder también los interpretes divos de todos los géneros— la música que los compositores vivos crean en el momento tiene difícil cabida ya que si es verdaderamente nueva en el más exacto concepto que la palabra”nueva” significa, será al principio de difícil asimilación por parte de los públicos masivos, que son los únicos a los que importa atender para hacer rentable el espectáculo. El problema no es de hoy, pues esto ha sucedido siempre en la historia de nuestra cultura. Ahora bien, los medios de comunicación de nuestro tiempo son de tal manera poderosos y mueven tal cantidad de intereses, que el problema se presenta hoy con aspectos mucho más graves y difíciles de combatir que en el pasado, ya que la situación Partitura manuscrita de A sermon, a narrative, and a prayer de Stravinski dedicada a Paul Sacher. ha llegado a tal punto que se está poniendo en peligro la lógica evolución del pensamiento creativo y receptivo, tanto en el específico mundo de la creación de nuestro momento, como el de la percepción de la música del pasado. Pienso que lo que planteo es suficientemente importante para que se me permita poderlo tratar en otro espacio con la profundidad y el rigor que requiere. Hoy solamente me gustaría insistir en la idea de que aquel que tenga interés o necesidad de saber lo que fue y es la creación musical del siglo XX y de conocer lo que se está creando ya en estos años del siglo XXI, que se instale en Basilea unas semanas y comprobará viendo los manuscritos de las partituras, cotejando los apuntes, las correcciones, los comentarios, las dudas que surgen durante el difícil parto de una obra musical, que ahí esta la “sonoridad”, la representación sonora de todo un siglo magnífico, quizá el más importante de nuestra civilización, pero que está a punto de sumergirse en el olvido sin poder tener las lógicas consecuencias, por la unión diabólica de la banalidad con el negocio, fusión que impone su ley y mando en la mayor parte de la industria del espectáculo musical. Existe un grupo de continuadores que mantienen vivo el concepto de Paul Sacher y su obra y desde la institución que él creó siguen desarrollando la idea de fomentar, ayudar, estimular y ordenar, posibilitando la continuidad de la creación musical en nuestros días hoy y en un futuro. Con su misión hacen posible a los compositores su difícil tarea de mantener la lógica sucesión y evolución del pensamiento musical en nuestros días en el rigor que impone la tradición y el auténtico Zeitgeist de nuestro tiempo. Y esta realidad se debe a un hombre excepcional que se llamó Paul Sacher, con el que tuve la suerte de que me uniese una profunda amistad, amistad que continuará invariable mientras Dios me dé vida y me mantenga el entendimiento necesario para así acrecentar mi admiración por su obra. Cristóbal Halffter MUSICALIA SCHERZO Novedades: EL VELO DEL ORDEN Conversaciones con Martin Meyer. Alfred Brendel El desarrollo de las conversaciones de Alfred Brendel con Martin Meyer da forma a un libro revelador, no sólo para los admiradores del gran pianista moravo, sino para todos aquellos a los que les interese entrar en los aspectos técnicos y emocionales de la interpretación musical. Precio: 15 euros (IVA incluido) EL FUROR DEL PRETE ROSSO La música instrumental de Antonio Vivaldi. Pablo Queipo de Llano Este libro, el primero en lengua castellana dedicado a la música de Vivaldi, constituye un profundo estudio de la obra instrumental vivaldiana, la parcela más revolucionaria y emblemática de la producción del compositor veneciano. Desde la música de cámara a la obra concertante y sinfónica, de la sonata al concierto, de las obras publicadas a las páginas manuscritas. Precio: 20 euros (IVA incluido) Títulos anteriormente publicados en esta colección: CANCIONES DE VIAJE CON QUINTAS BOHEMIAS Noticias biográficas. J. S. BACH Una estructura del dolor. Josep Soler Hans Werner Henze Una reflexión sobre el sentido último de la obra del genial compositor alemán. Un acercamiento musical, existencial y metafísico. Precio: 13 euros (IVA incluido) Un apasionado y fascinante recorrido en el tiempo, con episodios de su vida y claves de gran parte de su producción artística. Precio: 34 euros (IVA incluido) Rudolf Mitterer D O S I E R PAUL SACHER MEMORIA VIVA DE CIEN AÑOS DE MÚSICA: LA FUNDACIÓN PAUL SACHER Tanto si accede a la Münsterplatz ganando altura por la serpenteante Augustinergasse como si decide afrontar la más breve subida de la Münsterberg para hallar frente a sí la fachada de piedra rojiza de la catedral de Basilea, es muy probable que el viajero no repare en la presencia de un austero edificio, de portada clasicista, en un rincón del recogido espacio arbolado que completa la plaza, rara vez perturbada en su silencio. P 124 robablemente se asome a la vista del Rin que fluye tranquilo a espaldas del claustro del templo, ocupada su mente en los recuerdos del pasado humanista que pueblan la ciudad en las figuras de Erasmo de Rotterdam o Hans Holbein el Joven, residentes en ella largos y fecundos años; o, tal vez, contemple admirado el dinamismo industrial, financiero y mercantil que se presenta a sus ojos en la “Pequeña Basilea” del otro lado del centenario Mittlere Brücke, alcance a vislumbrar el Tinguely Museum, dedicado a la obra del inclasificable escultor francés, o a imaginar la prestigiosa colección de arte contemporáneo de la Fundación Beyeler en la cercana localidad de Riehen. Pero allí, en esa discreta casa conocida como “Auf Burg”, se custodia buena parte de la memoria viva de la música de la centuria pasada y de estos albores del siglo XXI: ésa es la sede de la Fundación Paul Sacher1. Establecida en 1973 como extensión natural de la amplísima labor del músico suizo en el campo de la música contemporánea desde fines de la década de los veinte, la Fundación Paul Sacher (Paul Sacher Stiftung) partió, en la constitución de sus fondos, de la propia colección privada de manuscritos musicales de su fundador, fruto de sus relaciones con numerosos compositores y de su cometido como director de orquesta. Sólo a partir de 1983, con la adquisición en reñida competencia con diversas instituciones estadounidenses del legado musical de Igor Stravinski —orgullosamente expuesto en el Kunstmuseum de Basilea durante el verano de 1984—, y tras el establecimiento en 1986 en su actual sede, adquirida doce años antes, se vivió un cambio de orientación de la colección hacia una dimensión institucional que, como ha señalado el director de la Fundación Paul Sacher, Felix Meyer, buscaba construir el contexto documental íntegro de la obra musical más allá de la mera posesión del manuscrito; la creciente “conciencia de colección” a partir de esta fecha amplió el campo de búsqueda y compra de nuevos fondos hacia compositores menos ligados a la trayectoria vital de Sacher, al tiempo que comenzaban a establecerse acuerdos con autores vivos para el depósito progresivo de sus archivos personales y se tendía esforzadamente a completar, de modo sistemático, las tendencias creativas y ámbitos geográficos y culturales ya presentes en la colección y a tender lazos históricos y estéticos entre los legados existentes. En la actualidad, la Fundación Paul Sacher conserva más de noventa colecciones diferentes, desde las pioneras de Paul Sacher, Igor Stravinski —y, poco después, Anton Webern y Bruno Maderna— hasta la de más reciente compromiso, en octubre del pasado año, depositada por el compositor y director de orquesta húngaro Peter Eötvös; la Fundación Paul Sacher, Basilea. extensión y profundidad de cada colección es muy variable, y a ello contribuye el intenso ritmo de incorporación y actualización de las colecciones de compositores en activo y de compra de nuevos documentos para las de aquellos ya desaparecidos, sustentado financieramente por el legado económico de Paul Sacher, supervisado por las autoridades suizas y orientado por un consejo asesor de incontestable autoridad. ¿Cuál es la naturaleza de estas colecciones? De manera general, en este enorme acervo documental solemos hallar, junto a manuscritos musicales en diversos estadios de definición —apuntes preliminares, borradores, manuscritos parciales, obras completas, pruebas de imprenta corregidas—, manuscritos de textos teóricos, estéticos o literarios, correspondencia, programas de mano, recortes de prensa, fotografías e, incluso, en ocasiones la biblioteca personal del compositor; buena parte de estos fondos, en proceso de microfilmación y prevista digitalización, son, todavía, consultables directamente a partir del documento original. Una colección única La mera relación de creadores cuyos legados se custodian en la Fundación es impresionante, casi tanto como la sensación de vértigo, verdadero mal de Stendhal, que provoca en el investigador o en el simple melómano saberse rodeado de los ecos de sus voces, de los testimonios de su trabajo y de los objetos que acompañaron su existencia cotidiana. Allí están representados protagonistas de la música del pasado siglo de la talla de Béla Bartók, Igor Stravinski, Edgar Varèse, Anton Webern, Arthur Honegger, Stefan Wolpe o el “degenerado” Viktor Ullmann, “clásicos” de nuestro tiempo, ya fallecidos —Goffredo Petrassi, Conlon Nancarrow, Witold Lutoslawski, Alberto Ginastera, George Rochberg, Roman Haubenstock-Ramati, Bruno Maderna, Luciano Berio, Morton Feldman—, ya felizmente activos como (y optamos por la simple enumeración alfabética) Harrison D O S I E R PAUL SACHER Birtwistle, Pierre Boulez, Elliott Carter, Henri Dutilleux, Brian Ferneyhough, Vinko Globokar, Sofia Gubaidulina, Hans Werner Henze, Heinz Holliger, Mauricio Kagel, György Kurtág, Helmut Lachenmann, György Ligeti, Henri Pousseur, Aribert Reimann, Dieter Schnebel, Valentin Silvestrov o Galina Ustvolskaia… configurando un auténtico who’s who de la creación musical contemporánea al que se han incorporado también autores más jóvenes, caso de Wolfgang Rihm o del prematuramente fallecido Gérard Grisey, y, único en el ámbito hispánico pero de intensa actividad europea y dilatada amistad con Sacher desde fines de los años sesenta, Cristóbal Halffter2. Aún faltaría por añadir a esta nómina dos grupos bien diferenciados de colecciones: uno, orientado hacia la creación suiza —pues la Fundación Paul Sacher no renuncia a su vocación de estandarte de la memoria sonora de la Confederación Helvética—, en la que figuran compositores como Frank Martin, Conrad Beck, Klaus Huber, Rudolf Kelterborn o Jürg Wyttenbach; otro, el constituido en torno a personalidades del mundo musical del pasado siglo desde perspectivas como la interpretación (el cuarteto de cuerda LaSalle, los directores de orquesta Ernst Bour y Antal Doráti, este último también en su faceta de compositor, el director de coro Clytus Gottwald) o la musicología (André Schaeffner, Massimo Mila, Leonard Stein). No obstante, la ingente tarea de preservación y catalogación llevada a cabo en el edificio de la Münsterplatz no se resigna en modo alguno a convertir estos fondos en “letra muerta”; por el contrario, y tal y como establecen los propios estatutos de la fundación, objetivo fundamental de la institución basiliense es la puesta a disposición de los investigadores, a menudo becados por la propia Fundación en una convocatoria anual, de sus colecciones; con este fin, la entidad se ha dotado de unas riquísimas biblioteca (de libros y partituras), hemeroteca, fonoteca y videoteca de música del siglo XX y de creación contemporánea, parte de cuyos fondos se encuentra a libre disposición del usuario en tres salas de lectura —aunque haya que solicitar con prudente antelación una plaza reservada… y tener en cuenta el cierre de las instalaciones en julio— y cuya relación puede consultarse en red a través de la Informationsverbund Deutschschweiz (IDS) Basel-Bern, que reúne los catálogos de bibliotecas y centros de investigación de estas dos ciudades. Al mismo tiempo, la difusión internacional del patrimonio conservado, en forma de libros, celebración de simposios y organización de exposiciones temáticas, se asegura mediante la edición de varias series musicológicas: se han publicado ya veinticinco inventarios de colecciones —los más recientes (2004) en torno a Adolf Busch e Ivan Wyschnegradsky— y la serie Publicaciones de la Paul Sacher Stiftung, inaugurada en 1991 y asumida desde 1998 por la editorial Schott, ha impreso, entre otras, la correspondencia entre Boulez y Cage (1998), revisada por R. Piencikowski, así como escritos de A. Webern y W. Rihm y un volumen dedicado a Paul Sacher en este año en curso. Y no podríamos dejar de lado su revista anual Mitteilungen der Paul Sacher Stiftung, que en 2006 ha alcanzado el número 19 y que recoge investigaciones llevadas a cabo en el archivo, y el goce plástico y bibliófilo que suponen las ediciones facsímiles de obras de Stravinski (Tres piezas para cuarteto de cuerda, Sinfonías para instrumentos de viento), Bartók (Música para cuerda, percusión y celesta) y, muy recientemente, Boulez (El martillo sin dueño). Exposiciones Mención aparte en esta actividad de divulgación merecen las exposiciones que, sobre fondos de la Fundación se han celebrado desde su inauguración y cuyo contenido se reco- ge en voluminosos catálogos de referencia obligada en sus temas: a la ya señalada sobre el legado de Stravinski habría que sumar las celebradas en 1986 como presentación de la institución (Compositores del siglo XX en la Paul Sacher Stiftung), en 1996 sobre el complejo fenómeno de los “neoclasicismos” musicales y artísticos (Canto d’amore. Modernos clasicistas en la Música y las artes plásticas: 1914-1935, comisariada por Hermann Danuser), en 1998 “desembarcando” en la Pierpont Morgan Library de Nueva York en 1998 (Ajustando nuevas cuentas. Manuscritos musicales de la Paul Sacher Stiftung) y en el año 2000 sobre la música suiza en el siglo XX, preparada por Ulrich Mosch (“Entre Denges y Denezy”. Documentos sobre la historia de la música suiza: 1900-2000). No es de extrañar que en este 2006 el esfuerzo de la Fundación Paul Sacher se reduplique en conmemoración del centenario del nacimiento de su mentor, desplegando un abanico de iniciativas, algunas de ellas aún en marcha, que puede consultarse en detalle en la página web institucional (www.paul-sacher-stiftung.ch). Pasaron ya el concierto-homenaje celebrado el día exacto del centenario (28 de abril) en el Stadtcasino de Basilea y protagonizado por Anne-Sophie Mutter y el Ensemble InterContemporain bajo la dirección de Boulez (con obras del propio Boulez, Varèse y Rihm) o la serie de conciertos primaverales a cargo de varias orquestas y agrupaciones suizas, con el estreno de obras encargadas por la Fundación Musical Ernst von Siemens a compositores como Heinz Holliger o Thomas Adès3; todavía es posible, por el contrario, ser testigo de las exposiciones dispuestas por la Fundación sobre una de las facetas más lúdica de la actividad del siempre sorprendente Mauricio Kagel [Musikmuseum, Kind+Kagel. Mauricio Kagel y sus instrumentos para niños, hasta el 9 de julio] o el singular universo creativo de Edgar Varèse [Tinguely Museum, Edgar Varèse. Compositor, investigador sonoro, visionario, hasta el 27 de agosto]). Tras una jornada de trabajo en la Paul Sacher Stiftung, se abandona el edificio con la intención de disfrutar de lo que queda de la tarde antes de que la oscuridad confunda cielo y tierra sobre el río; podríamos inclinarnos por recorrer su ribera camino del barrio de St. Alban o bien, callejeando en sentido contrario, descender hacia la Marktplatz, con su magnífico ayuntamiento y el ajetreo bullicioso de cafés y comercios, confundirse en el gentío de la Barfüsserplatz, nudo del tráfico céntrico de la ciudad o, algo más lejos, alcanzar la Spalentor, puerta medieval de imponente presencia… Si se permanece, sin embargo, con el oído atento, una portada lateral de la catedral, enfrente mismo de “Auf Burg”, nos invita, desde la falsa ingenuidad románica de sus esculturas, a permanecer a la escucha de cómo “álamos y campanas ascienden implorando/noche” en el crepúsculo de Basilea. Germán Gan Quesada Agradecemos a la secretaria de la Fundación, Johanna Blask, su gran amabilidad en el envío de documentación para la redacción del presente texto. 2 Como dato interesante, señalemos que también se conserva en la Paul Sacher Stiftung, por lo que respecta a compositores españoles, el manuscrito de las Trois mélodies (1909/10), sobre textos de T. Gautier de Manuel de Falla. 3 En este ciclo ha intervenido, por ejemplo, Cristóbal Halffter al frente de la Basel Sinfonietta, interpretando en Basilea, Friburgo y Berna su Adagio en forma de rondó y Tiento del primer tono y batalla imperial, así como el estreno absoluto del Concierto para percusión y orquesta de Johannes Schöllhorn (23-25 de abril). 1 125 ENCUENTROS FIORENZA CEDOLINS, VERDIANA DE CORAZÓN L a carrera de Fiorenza Cedolins se ha desarrollado de una manera coherente y sin altibajos, uniendo la inteligencia en la selección del repertorio a una completa preparación musical y estilística, convirtiéndose hoy en día en la principal heredera con que cuenta el canto italiano en el campo de las sopranos. Ha abordado con especial sensibilidad papeles tan exigentes como Norma o Tosca, si bien posee una especial afinidad con las heroínas verdianas como Aida o la Leonora de Il trovatore. Triunfadora en el Teatro Real, donde causó una excelente impresión su interpretación de su primera Luisa Miller , ahora acaba de obtener un nuevo éxito con su retrato de la infortunada Cio-Cio-San en Madama Butterfly en el Gran Teatre del Liceu barcelonés. Luisa Miller constituyó para usted un doble debut, en Madrid y en el papel. ¿Cómo se ha sentido en el Teatro Real? Ha sido una experiencia maravillosa, porque este teatro tiene un nivel auténticamente profesional, de teatro internacional de primer nivel. Todo el personal, desde los técnicos, el coro y la orquesta hasta la dirección, son gente muy competente y muy seria. Pero sobre todo he encontrado una calidad humana, algo rarísimo de hallar hoy en día en los teatros. En general, cuanto más importante es un teatro, más frías son las relaciones humanas. Son formales, pero no tan afectuosas. El Teatro Real es como una gran familia, y me he sentido muy feliz. Además, he tenido la suerte de cantar mi primera Luisa Miller con un elenco maravilloso y con los mejores colegas posibles. Marcelo Álvarez es un tenor fabuloso, que canta realmente con todo el corazón, no sólo con la voz. Roberto Frontali hace un padre de una enorme dignidad y humanidad, y en mi escena con Wurm tengo a Philip Ens, que es un actor magnífico, muy auténtico. El maestro López Cobos, que es un gran director de orquesta, tiene la enorme humildad de estar siempre disponible para los cantantes, que es también algo muy raro. ¿Le ha gustado la producción de Francesca Zambello? Creo que Luisa Miller es difícil de poner en escena porque la historia es un poco farragosa. El drama de Schiller es interesante como teatro, pero en la ópera resulta muy prolijo. Y pienso que Francesca Zambello consigue de manera ideal hacer un espectáculo moderno y a la vez respetuoso con la tradición. Es teatro moderno, limpio, sin retórica, sin la pesantez del estilo antiguo pero al mismo tiempo muy respetuoso con la historia que cuenta y también con los artistas. 126 Siempre se afirma que Luisa Miller marca un punto fundamental en la evolución estilística de Giuseppe Verdi. El papel protagonista es largo y difícil, exige una línea belcantista en la primera parte y termina siendo muy dramático. ¿Cómo ve la evolución del personaje? Para mí, ha constituido un paso fundamental para madurar mi modo de interpretar a Verdi. Empezando por la propia técnica del canto, con esa necesidad de unir la limpieza, el refinamiento técnico del canto a lo Donizetti en el acto I, que vuelve de nuevo en el acto III, con una coloratura que debe ser lo más precisa posible, y al mismo tiempo ofrecer un canto generosísimo, en el acto II y sobre todo en el final, que debe ser un canto de pleno naturalismo romántico, con la voz sfogata, y con una técnica bastante diferente a la del principio. En lo teatral tampoco es un personaje fácil, porque existe el riesgo de que resulte demasiado débil. No está construido de una manera tan eficaz como el de Violetta en La traviata, que dramáticamente es maravilloso y ya está todo escrito. En el de Luisa Miller tienes que buscar dentro de él. Pero, una vez que has profundizado en su interior, te enamoras del personaje. Hablemos de sus comienzos. Usted debutó, sorprendentemente, como Santuzza en 1992. Sí, fue mi primer papel como protagonista. Realmente, puede decirse que no he tenido maestros de canto. Sí tuve un profesor con el que trabajé durante unos años, que fue importante como maestro de interpretación, pero puede decirse que he estudiado sola. Antes de Santuzza, yo canté en los coros de diversos teatros (Trieste, Venecia, la RAI de Milán…) e hice algunos pequeños papeles (como una muchacha en Turandot, etc.). Mi auténtico debut como protagonista fue como Rosalinde en Die Fledermaus, a los 22 años, y resultó una experiencia estupenda. Mi primer papel de ópera seria ya fue Santuzza, un enorme ries- go. Es curioso, pero en mis comienzos muchos pensaban que era una mezzosoprano o una soprano spinto. Porque mi voz era más pesada, sencillamente porque no dominaba la técnica necesaria para dar notas altas, aligerar la voz al atacar los agudos, etc. Pero después, con el estudio, se vio claramente que era una voz de soprano lírica o lírico-dramática, o más bien lírico-coloratura y un poco dramática. Hice un recorrido un tanto a la inversa de otras voces. En 1996 ganó el Concurso Pavarotti en Filadelfia. Aquello fue muy importante para mí, porque ante todo supuso la confirmación de todos aquellos sacrificios que había hecho. Cuando eres joven y estás empezando, te preguntas si realmente tienes cualidades. Porque todos creemos tenerlas, pero hasta que no ves el resultado siempre tienes la duda. Además, me permitió conocer a gente muy importante que me ha ayudado a crecer como cantante. Canté con Pavarotti en la gala de vencedores, que constituyó un espectáculo con tres actos de tres óperas diferentes. El último era el acto III de Tosca y lo interpreté junto al propio maestro, lo que fue una experiencia maravillosa. Uno de sus primeros papeles fue la protagonista de Gloria de Cilea, una ópera rarísima. Sí, una obra un tanto desigual en cuanto a inspiración. Se ve que Cilea había perdido esa frescura, esa naturalidad de Adriana, aunque en esta ópera hay una búsqueda de un estilo nuevo. Probablemente ese era el problema de todos los compositores de la época, renovar el lenguaje operístico en contraposición al gran sinfonismo. Le ocurrió lo mismo a Mascagni después de Cavalleria. Es la crisis del melodrama italiano, en oposición al sinfonismo alemán postwagneriano. Digamos que, en el fondo, el único que salió vencedor de toda esta batalla ENCUENTROS 127 Luciano Romano ANTONIO PAPPANO ENCUENTROS FIORENZA CEDOLINS aunque muy bello, y hay que cantarlo con mucho entusiasmo, porque tiene una gran exaltación. Luciano Romano Ha cantado también Aida. Desdemona en Otello fue Verdi con Otello, porque incluso Falstaff, que es maravillosa, yo la veo más cercana a Mozart que al sinfonismo alemán. La propia Turandot de Puccini es una ópera inmensa, pero le falta la naturalidad de Bohème o de Manon Lescaut. Con Turandot no es tan fácil conmoverse. Usted ha cantado bastante el primer Verdi: I masnadieri, La battaglia di Legnano… Y también I lombardi, que es quizá la primera ópera de Verdi que canté. El papel de Giselda es dificilísimo, Sí, pero no la he interpretado muchas veces. Debuté en el papel en Nápoles, luego la he hecho en la Arena de Verona, en el Metropolitan y en Turín, y también en concierto en Detroit. Intento no cantarla demasiado, porque, sinceramente, creo que hay que hacerla con mucha precaución, ya que resulta muy pesada para la voz. He hecho también la Elisabetta de Don Carlo, en dos ocasiones en Japón, y lo encarnaré próximamente en Zúrich. Tengo previsto debutar la Leonora de La forza del destino en octubre de 2006, en la inauguración de la temporada del Carlo Felice de Génova, en una nueva producción con grandes colegas y un excelente director. Es un papel que tengo especiales ganas de hacer. ¿Se siente especialmente bien en Verdi? Amo mucho a Verdi, porque pienso que es un compositor que tiene una profunda inspiración y una gran humanidad. Todo lo que dice está expresado siempre con mucha nobleza y una enorme dignidad. Esto me gusta mucho, porque me apasiona interiorizar los sentimientos. Siento un poco de pudor al manifestar los sentimientos con demasiada “italianidad”. Esto puede apreciarse también en sus interpretaciones. No creo que sea tanto un mérito como una cuestión de carácter. Yo soy del norte, no sólo del norte de Italia, sino del norte de la región de Friuli, y digamos que, por mi manera de ser, encuentro una gran afinidad con la estética de Verdi. A veces me parece que, sin necesidad de decir tanto como los demás, su música resulta más conmovedora, más intensa, más fuerte. Un papel que ha interpretado muchas veces es la Leonora de Il trovatore. Haciendo el cálculo estadístico, creo que es el personaje que más veces he cantado. Es un papel realmente muy complejo, en el que nunca dejas de profundizar, tanto por en el aspecto técnico como en el interpretativo. Actualmente trato de no aceptar demasiadas ofertas, y de hacerlo sólo cuando creo que las razones artísticas son interesantes. Roberto Ricci También ha cantado bastante a Puccini, incluso algunos papeles bastante dramáticos como Suor Angelica o Tosca. 128 Leonora en Il trovatore Sí, y también Manon Lescaut y, sobre todo, Madama Butterfly, con el que debuto ahora en Barcelona. Los personajes puccinianos son siempre muy bellos, con esa exhibición tan explícita de los sentimientos, al contra- rio que en Verdi. En Puccini la exaltación viene dada por esa especie de mar en borrasca, esa tempestad de los sentimientos que te remueve el alma. Como intérprete, el personaje que prefiero es Madama Butterfly, porque me parece el más interiorizado. Aunque, como oyente, la ópera que más me gusta en su conjunto es Manon Lescaut. Sólo la he cantado dos veces, en Bolonia y en Florencia, porque quiero estar segura de que se hace de una manera refinada, y muchas veces se exagera demasiado y existe el peligro de caer en la vulgaridad. Necesitas un gran tenor y un gran director de orquesta. Suor Angelica la he hecho sólo una vez, en el San Carlo de Nápoles, y es también una ópera bastante difícil. Aunque la más bella del tríptico es posiblemente Il tabarro, que abordé una vez en concierto con Chailly. Tosca es, posiblemente, la que me gusta menos como personaje, Creo que es una mujer un poco tonta. Me enfrento mucho a ella cuando la canto, porque es muy diferente a mí y la comprendo muy poco. Vocalmente, ¿cómo alterna a estos dos autores? Tengo mucho cuidado en dosificar mi actividad. Es necesario un tiempo de reposo entre las representaciones, y dejo al menos una semana de descanso entre una producción y la siguiente. Mi método es este: primero dejo que mis cuerdas vocales descansen, tres o cuatro días de reposo total, sin cantar absolutamente nada, y luego vuelvo a empezar con mis ejercicios, las vocalizaciones rossinianas, es decir, con la voz muy recogida, muy controlada, con sonidos pequeños y agilidades. Cuando siento que mi voz se ha limpiado, entonces empiezo a dar un poco más de energía al canto. Pero me gusta regresar siempre al repertorio de agilidad, porque sirve para la higiene vocal, para mantener la voz elástica, porque Puccini tiende a hacerla pesante, se expande mucho el centro, se pierden los agudos, aparece un vibrato incontrolado y al final todo es un desastre. Es cuestión de método. Usted no ha cantado mucho a Mozart. No, sólo he cantado sus arias, el Exsultate, jubilate en conciertos de Navidad, etc., pero nunca en teatro. Me gustaría mucho hacer algunos papeles como la Condesa de Le nozze di Figaro. En cuanto a Don Giovanni, aunque mi aria preferida es Non mi dir, Doña Elvira me parece mucho más interesante como personaje que Doña Ana. Ha abordado el repertorio francés. Adoro el repertorio francés, y tengo la suerte de hablar bastante bien la lengua, porque siempre me ha gustado ENCUENTROS FIORENZA CEDOLINS muchísimo la literatura francesa, y la estética francesa en general. Hasta ahora no he tenido ocasión de cantar ninguna ópera, pero estoy muy decidida a adentrarme en este campo, por ejemplo con obras de Massenet, Gounod o Bizet. Lo que pasa es que los directores de los teatros me conocen sobre todo como una cantante de repertorio italiano, que afortunadamente es vastísimo y maravilloso, pero también me gustaría hacer algo en francés. Es una música tan refinada. Usted cantó su primera Norma en Catania hace algunos años y recientemente ha vuelto al personaje. Lo dejé durante unos años porque no estaba contenta, sentía la necesidad de madurar, también como mujer, porque una interpretación gana también con la experiencia de una vida. Entonces llegó una de esas invitaciones que no se pueden rechazar, porque existía el proyecto de un nuevo montaje con grabación en DVD, con puesta en escena de Hugo de Ana, dirección musical de Bruno Campanella y una compañía estupenda, y esto volvió a hacer surgir en mí el deseo de cantar esta ópera. La experiencia de Catania no había sido positiva, especialmente desde el punto de vista humano, porque no hubo un buen feeling con el director musical, que finalmente tampoco dirigió. Yo sólo canto si soy feliz. Si no lo soy, no canto. Y soy feliz porque canto. Si todo esto no se da, la cosa no funciona. Por el contrario, en Tokio fue una experiencia maravillosa, porque el maestro Campanella es un director realmente grandísimo en este repertorio, con una gran sensibilidad. Hugo de Ana hizo un trabajo sobre el personaje realmente espléndido. Vincenzo La Scola fue un excelente Pollione, y tuvimos a una estupenda y joven mezzo que hizo una Adalgisa realmente delicada, una muchacha pura y muy creíble. Después hemos vuelto a hacer esta misma producción en Ancona y en Génova. ¿Cómo ve el personaje? Lo veo desde una perspectiva muy belcantista. Honestamente, no me gusta un corte verista del personaje. No soy musicóloga, pero pienso que si Bellini es el compositor de óperas como I puritani o La sonnambula, que son de una perfección formal y de una transparencia tan absoluta, de pronto no podemos poner en escena el final de Carmen (aunque también aquí habría mucho que matizar, porque incluso Carmen es una opéracomique y no Cavalleria rusticana). Digamos que todo el teatro musical parte de un principio de armonía y de perfección, y la interpretación también tiene que ir orientada hacia ese princi- pio. No es teatro de prosa. La voz tiene que ser siempre un instrumento, como en la orquesta. No podemos sonar como en el pop o el rock. No debemos romper los tímpanos. Yo veo Norma, ante todo, como una obra maestra del bel canto. Y, a partir de esta premisa, hay que dar veracidad al personaje, pero sin traicionar la estética belcantista. ¿Cómo ha enfocado el papel? Me gusta representar a Norma como una mujer moderna y humana. En definitiva, la ópera trata del final de una relación entre dos personas, algo que sucede también hoy. Las relaciones se terminan, con los hijos por medio, dando origen a auténticas tragedias. Por eso no debemos convertirla en una farsa, en una caricatura. Norma no es La guerra de los Rose. Los personajes deben conservar siempre una dignidad, una grandeza moral. Para mí, Norma es una mujer con una enorme estatura moral, no puede convertirse en una salvaje. La violencia, para mí, empequeñece a las personas, también en la vida. Los violentos, los brutales son personas moralmente pequeñas. Norma es una persona de una gran altura moral. De otro modo, Bellini no hubiera escrito para ella una música tan sublime. Por eso no debe convertirse en una mujer pequeña, debe ser siempre una gran mujer. La grandeza y la nobleza están casi siempre acompañadas de una gran capacidad de sufrimiento, pero siempre conservando la dignidad. Usted no ha interpretado muchos papeles belcantistas. No, pero espero hacerlo en el futuro. Me estoy planteando hacer una Anna Bolena o una Maria Stuarda. Próximamente cantaré la Paulina de Poliuto en Bilbao, donde tengo compromisos hasta el año 2010 para Il trovatore, Norma y la versión francesa de Don Carlos, dentro del gran proyecto verdiano de la ABAO. Tengo que decir que siempre me he sentido muy bien en este país, desde mis primeras actuaciones en los Festivales de Santander y San Sebastián con el Réquiem de Verdi con Daniele Gatti y ese magnífico coro que es el Orfeón Donostiarra. Ha cantado Adriana Lecouvreur. ¿No es un título demasiado verista? Depende de cómo se enfoque. Yo pienso que hay muchos modos de poner en escena un personaje, y quizá la originalidad es un precio que hay que pagar. Antes que ser una mala copia de otros cantantes, yo trato más bien de hacer los trajes a mi medida. Sinceramente, el exceso de verismo es algo que no me gusta en el teatro. Creo que va muy bien únicamente para ciertas óperas, como Wozzeck de Berg o Lady Macbeth de Mtzensk de Shostakovich, que son obras donde se habla realmente de violencia, y la violencia, por desgracia, como en la guerra, no puede ser tratada de otra manera. En Adriana, por el contrario, debe conservarse siempre la belleza del canto, de la ejecución instrumental, porque contiene páginas de una música maravillosa, por lo que no creo que sea necesario acentuar demasiado el verismo para expresar toda la belleza de esta ópera. Ha sido también Hanna Glawari en La viuda alegre. Sí, fue el verano pasado, para celebrar el centenario del estreno de la obra. Yo estoy muy ligada al teatro de Trieste, porque soy de esa región y empecé a trabajar en el coro del teatro, donde se organiza ese famoso festival de opereta, tan particular. El maestro Daniel Oren dirigió La viuda alegre para esta ocasión, y nos divertimos muchísimo. La hicimos en italiano, porque es un vodevil y es necesario que la gente se entere de lo que ocurre. Además, hay una larga tradición de hacer la opereta en el idioma de cada país. ¿Cuáles son sus próximos compromisos? Después de mi debut como Desdémona en Nápoles y de Madama Butterfly en el Liceo, me voy a la Arena de Verona para una nueva producción de Tosca con Marcelo Álvarez, que será sin duda una bellísima experiencia porque me encanta cantar con él. En septiembre, Don Carlo en la Ópera de Zúrich y un recital en La Coruña, a lo que seguirá Madama Butterfly en La Scala. Ya en 2007, iré a Nueva York para la Misa de Réquiem de Verdi con Lorin Maazel y la New York Philharmonic, con cuatro conciertos en el Avery Fisher Hall; Adriana Lecouvreur en Las Palmas, Il trovatore en el Teatro Real, y Norma y Aida en el Liceu, para cerrar el año. Va a ser una temporada muy española. Rafael Banús Irusta DISCOGRAFÍA Y VIDEOGRAFÍA CILEA: Gloria. Marco Pace. Kikko Classic CD KC 013CD1/2. PUCCINI: Tosca. Zubin Mehta. Decca CD 473 920-2. — Madama Butterfly. Daniel Oren TDK DVD OPMBUT. VERDI: Aida. Daniel Oren. Brilliant DVD 92272. — Il trovatore. Daniele Callegari. Fonè CD 2035-36. Concierto de Año Nuevo en La Fenice 2006. Kurt Masur. TDK DVD CONYC6V. 129 ESTUDIO Orquesta Filarmónica de Japón 1956–2006 C umple medio siglo y resume todo aquello que, casi siempre de manera borrosa, intuimos de la vida musical japonesa: una suerte de providencia colectiva de la que sólo trasciende su organización eficaz. Sin embargo, aunque el consenso que la articula así lo decide, la Filarmónica de Japón (OFJ) asume un notable riesgo al optar por la autogestión y, diría, hasta por la independencia. Como luego veremos, si perdura con tanta salud, es menos por la estima gubernamental que por el espíritu colaborador de cuantos rinden obediencia a su proyecto. En todo caso, y a pesar de su fama, esta orquesta no aspira a ser halagada por el Estado o por las grandes corporaciones. Le importa, en cambio, el aprovechamiento de un privilegio: la evidente simpatía que despierta en una sociedad melómana, de la que obtiene poder e identidad. A la vista de su trayectoria, la Filarmónica bien podría ser considerada un paradigma del desarrollismo isleño. La suya es una historia más de este Japón que se occidentalizó por propia necesidad, donde los músicos, sin abandonar del todo algunas lecturas tradicionales, cargaron su obra de adherencias foráneas y reivindicaron, desde la periferia, una lustrosa estirpe europea. Paradójicamente, nada de esto anima a distinguir lo esencial. Entre las ruinas de Babel, la pureza es un mero fetiche, uno de tantos, y el arte japonés vive y sigue vivo porque, con todo su valor de síntoma, se despliega entre claroscuros. El destino de Akeo Watanabe 130 La fecha, 22 de junio de 1956. Después de innumerables ensayos, la Filarmónica de Japón comenzaba su andadura. El aire de la época favorecía en particular al maestro Akeo Watanabe, un músico de gran calibre al que presentaremos como el principal promotor de la OFJ. Quienes sigan su currículo, notarán que éste cobró energía al paso de los años: formado en el conservatorio de la capital y en la escuela Juilliard de Nueva York, Watanabe pertenecía a esa zona del patriciado japonés que suele afirmarse en el pasado imperial. La suerte se cruzó en su camino en 1946, cuando subió al podio de la Filarmónica de Tokio. Ello reviste sus inicios de contenido políti- co, pues dicha orquesta figuraba en los planes del protectorado americano. Con un empeño que se diría nacido de tiempos crueles, Watanabe ejerció la titularidad de manera admirable. Pero aunque logró bandearse como nadie en aquellos años de fogueo, muy pronto diagnosticó un problema que aquejaba a esta y a otras agrupaciones: la falta de confianza en el repertorio nacional. Su punto de partida como titular de la OFJ fue, precisamente, interpelar a sus compatriotas. Ahí es nada: frente al centrifugado espiritual que implicaba la posguerra, Watanabe defendió la música como lugar de encuentro y de llegada, como una escuela de afectos donde, por emanación del nuevo régimen, era inaceptable el plexo de valores autoritarios. Había mucho que hacer por el país, y el maestro, rugidor en distintos frentes, dio lo mejor de sí en los despachos administrativos y en los pasillos de las casas discográficas. A partir de 1959, respaldó la Serie de Encargos de la Filarmónica, gracias a la cual se divulgaron obras originales de los mejores autores del archipiélago. Repasar ese listado de estrenos, especialmente en su tramo inicial, da mucho juego al cronista y confirma que una orquesta puede ocupar el cuarto de calderas de la historia. A mediados de los cincuenta, Watanabe ya era consciente de que la música es una metonimia del Japón contemporáneo, un país heterogéneo y pendular, en el que la actualidad más desordenada se superpone a esa excitación arcaica que nunca terminan de digerir los forasteros (sobre todo cuando siguen la vereda del tópico sin distraerse). Según y cómo, estudiar las piezas del repertorio local no era, en su opinión, muy diferente de analizar otras manifestaciones de la vanguardia. Hoy evaluamos como un inciso privilegiado el siglo XX japonés, pero a nadie le interesa superar sus límites, porque en el terreno orquestal no hay otras centurias adonde acudir. A decir verdad, si bien esta es una crónica breve, Watanabe supo encontrarle una lógica. La suya, creo yo, fue la perspectiva de quien ya no busca limpiezas de sangre. Con todo, no resultaba insólito. Por de pronto, en 1956 aún vivía Kosaku Yamada, alumno de Max Bruch, marcado por la extranjería y autor de las dos primeras piezas orquestales AKEO WATANABE EFEMÉRIDES JAPONESAS que fueron escritas en Japón, la Obertura en re mayor (1912) y la Sinfonía en fa mayor “Triunfo y Paz” (1912). Para sorpresa de sus colegas más jóvenes, el anciano Yamada se había sobrepuesto, en parte, a una hemorragia cerebral que padeció en 1948. Claro que, por aquel entonces, eran menos los que le creían digno de cumplidos por emular al último Puccini en su ópera Ocaso (1940). Esta frialdad tiene su razón de ser. Aunque muy a destiempo, sólo hay dos matices que ligaban al viejo león con la historia inicial de las vanguardias. A saber: su aprovechamiento de un estímulo wagneriano que, por accidentada continuidad, le llevó a pensar en Berg; y su anhelo de crear un teatro musical expresionista, con ideas dispersas que recibió de Kandinski, Hindemith y Schoenberg. En prudente —y más bien tímida— consonancia con la novedad, llegó incluso a dirigir el estreno japonés de Fundición de acero, de Alexander Mosolov. La modernidad y sus estaciones Lejos de ese dominio de frases hechas que frecuentaron Yamada y algunos de sus alumnos, prosperaron los autores contagiados por el futurismo. No en vano, para comprender a los músicos de la segunda mitad del siglo XX, hay que entender el efecto que ejerció sobre sus antecesores el manifiesto de Marinetti, traducido por Ogai Mori en 1909. Por supuesto, cuando tocó desci- ESTUDIO frar su parte, incluso Schoenberg fue catalogado como futurista. A partir de ese desmontaje, brilla una fascinación que al maestro Watanabe le pareció razonable. Al cabo, el suyo era un país embargado por dos ansias confluyentes: el mecanicismo y el adelanto del porvenir. Meiro Sugahara, cercano al Grupo de los Seis, lo supo expresar poéticamente en su Motor de combustión interna (1929), y fue uno de sus discípulos, Shiro Fukai, quien arrancó notas de la misma idea, pero avanzando por senderos menos familiares. De modo intencionadamente heterogéneo, Fukai concibió la cantata Torohanrokuhanroku (1930) a partir de las melodías de una minoría étnica, los aínos. Brioso y primitivista, el diseño rítmico de dicha obra exigía el concurso de once percusionistas —entre ellos, varios ejecutantes de angklung, instrumento del gamelán javanés— que arropaban un diálogo entre el piano y la celesta. En otro sentido, Fukai se nos aparece como un autor más importante en la austera Composición (1930), pieza inaugural del dodecafonismo nipón. Sobre ese mismo discurso, Yoshikazu Ishikawa alcanzó a refinar un lenguaje musical basado en las ondulaciones cromáticas y el empleo sistemático de glissandi, tal y como se advierte en Torbellino (1933). Tras la puesta en marcha de la Federación Japonesa de la Música Proletaria (1929) por parte de Masayoshi Morita y Takako Yoshida, el serialismo encontró a nuevos adeptos. Sin ir más lejos, Kunihiko Hashimoto, quien renegó de su pasado impresionista para convertirse en un apóstol schoenbergiano, a cuya sombra crecieron pupilos como Yasushi Akutagawa, Toshiro Mayuzumi y Akio Yashiro. Otro coetáneo de Watanabe fue Akira Ifukube, discípulo y camarada de Cherepnin. Esa amistad sirve para explicar por qué a Ifukube le cautivaba la Suite escita, de Prokofiev, y por qué luego escribió páginas de colorido stravinskiano (verbigracia, la Rapsodia japonesa de 1935). Al buscar ciertos valores ambientales, Ifukube también demostró su afecto por ese nacionalismo que era dominante en Música para orquesta sinfónica (1950), de Yasushi Akutagawa, y en Kobiki-Uta para orquesta (1957), de Kiyoshige Koyama, dos piezas claramente legibles de acuerdo con la conciencia histórica del archipiélago. Tal vez con un dejo de melancolía, estos tres compositores habían orientado lo esencial de su pesquisa hacia los sones teatrales del no y el kabuki, las formas folclóricas propias de los conjuntos kayashi, la música ceremonial de la corte (gagaku) y el canto de los ritos budistas (shomyo). Todo ello nos da la medida de un esfuerzo de relectura que también tuvieron en cuenta Makoto Moroi, Ikuma Dan y Fumio Hayasaka. Frente a esa sensibilidad de anticuario, orillada en un punto crítico, otros compositores encontraron naturalísimo el trato con las vanguardias. De forma consecuente, la utilización de estructuras seriales definió el programa musical de la postguerra. A esta actitud contribuyó en gran manera Yoritsune Matsudaira, cuya obra cumbre, Tema y variaciones para piano y orquesta (1951), habilitó un juego de referencias donde dialogan y se refractan la música occidental (yogaku) y la aborigen (hogaku). Respetado por Boulez y Messiaen, Matsudaira era alguien incómodo para las mentalidades clasificatorias, pues optó, finalmente, por el desarrollo del gagaku en el campo serial. Esta postura le llevó a fundar la Nueva Escuela de Compositores junto a Fumio Hayasaka y Yasuji Kiyose. Otro impertinente, el joven Toru Takemitsu, trabajó a favor de Kiyose, quien le proporcionó una salida novedosa y un positivo ejercicio de libertad. En adelante, el recuento de escenas avanza en una dirección que, no por previsible, deja de ser fructuosa. Al tiempo que Matsudaira cruzaba el arco triunfal de la modernidad —varias de sus piezas participaron en los festivales de la SIMC—, Yoshiro Irino escribía su Sinfonietta (1953) inspirado por Messiaen y Boris Blacher. De otra parte, las sucesivas lecciones llegadas desde Darmstadt fueron defendidas por Toshiro Mayuzumi, cuya Sinfonía Nirvana (1957-1958) anticipó el collage polifónico que se avecinaba. Muy audaz en su acomodo estructural, dicha obra recuerda el mundo sonoro de Messiaen, pero dentro de un discurso pormenorizado y evanescente, donde el dispositivo electroacústico sintetiza la urgencia por reactualizar el pasado musical. Un pasado lleno de fantasmas inatrapables, que Mayuzumi expresó por medio de campanas y cantores budistas. Esperando a John Cage Cuando Akeo Watanabe estrenó los primeros encargos de la OFJ, el prestigio experimental ya no correspondía a los serialistas del Círculo 20.5, sino a los músicos reunidos en torno a Toru Takemitsu y al grupo Jikken kobo. Constituida oficialmente en 1951, esta cofradía incorporó, entre otros, a los compositores Joji Yuasa, Hiroyoshi Suzuki, Kazuo Fukushima y Keijiro Sato. No le faltó razón a la crítica al señalar que una de las dificultades que implicaba este grupo era la heterogeneidad de sus influencias. Desde luego, se hace patente que admiraron la musique concrète de Pierre Schaeffer, los hallazgos electrónicos de Stockhausen y el teatro gestual de John Cage. En esa equívoca confluencia, Takemitsu y compañía fueron de los primeros en valorar el puntillismo y la improvisación. Semejante audacia resultó muy fecunda. De golpe, los discípulos arrastraron a sus maestros, y el mundo musical japonés asistió, fascinado, a experimentos tan solventes como Música concreta estereofónica (1955), de Minao Shibata. Para que eche a andar un discurso colectivo hace falta una escuela. Eventualmente, cumplió esa labor el Centro de Estudios de la Música del Siglo XX (1957), reflejo nipón de Darmstadt y germen de un festival que asumió el esquema de los Conciertos del Domaine Musical. En lo efectivo, Boulez y Messiaen desempeñaron un papel inspirador, pero menos lucido que el de Cage. Parece obvio que la visita de éste a Japón, en 1962, sirvió para enfatizar su imagen seminal. Una pose admitida, entre otros, por Toshi Ichiyanagi: ignorar la divisa del californiano era, a su juicio, un rasgo de indisciplina. Para constatarlo, baste decir que los peritos de la crítica arrinconaron a moderados como Akira Ifukube, Fumio Hayasaka y Urato Watanabe, tres autores de sintaxis convencional, cuya orquestación aún se teñía con aires folclorizantes. Desasido de toda experiencia innovadora y fiel a los procedimientos tardorrománticos, tampoco obtuvo justo aprecio Hiroshi Ohguri, un nacionalista en la estela de Kodály. No es que le faltara mérito, pero su repertorio se valía de una vuelta atrás —con la vista hacia el Japón inmarcesible de las viejas xilografías—, según queda patente en la bulliciosa Fantasía sobre temas folclóricos de Osaka (1955). En las antípodas de esa oferta crepuscular podemos situar a los creadores que se aglutinaron en torno al Grupo Música (1961), definido como neodadá, o entre quienes formaron el colectivo Nueva Dirección (1963), aullando a la luna de Berio, Boulez y Kagel. A la vez avergonzado y extrañado por tener que elegir una sola bandera, Takemitsu aceptó finalmente un encargo de la OFJ, y como un libertador elegíaco, resolvió poner de acuerdo a moderados, renovadores y tradicionalistas. Tras decir aquello de que “los japoneses no tienen sentido del allegro”, clausuró con nostalgias el hueco de su discurso juvenil. De hecho, ya era evidente en sus partituras la aceptación de una continuidad entre el 131 RYUSUKE NUMAJIRI KINO MASAYUKI ESTUDIO 132 TORU TAKEMITSU KEN-ICHIRO KOBAYASHI gagaku (la esfera de lo mítico, lo sagrado) y los protocolos más azarosos de la vanguardia (de nuevo, por aproximación a Cage y a Morton Feldman). En este plano, quizá sus tres obras más abarcadoras fueran En un jardín de otoño (1973) y la neoimpresionista y bellamente difuminada Quotation of Dream (1991). Con el tiempo, los mismos tribunos que habían defendido la actividad investigadora del Centro de Arte Sogetsu —diócesis de la aleatoriedad, el maquinismo y la electroacústica— aprendieron a disfrutar con el recurrente ostinato del patriarca Ifukube, desagraviado durante el auge del minimalismo. Ya lo dijo Boulez: la música contemporánea no puede ser ni perpetuamente difícil ni perpetuamente contemporánea. Quizá por ello, el moderno punto de mira —el de la crítica, se entiende— valora con el mismo respeto el lirismo posromántico de Akira Yuyama, el pastiche historicista de Toyohiko Satoh y los atrevidos floreos gramaticales de quienes concursan en el Premio de Composición Toru Takemitsu. Como mediadora entre los compositores y el público, la OFJ siempre ha tomado nota de ese eclecticismo. Por fidelidad a esta premisa, en 1988 comisionó a Toshio Hosokawa su Concertino para flauta, impulsando de esa forma la carrera de un músico audaz, opulento y permeable a cuanto le rodea, cuyo mundo sonoro amalgama el dominio completo de la forma orquestal y una certera comprensión del dramma in musica. A este devenir creativo de Hosokawa le corresponde una generación de autores que también obedecen sus propias fidelidades. Al irradiar esa diversidad, los archivos de editoriales musicales como Zen–on y Ongaku no tomosha son más que generosos en partituras recientes. Ello, claro está, puede dificultar el criterio selectivo. A corto plazo, arriesgo esta opinión: entre los vivos, el mejor nivel lo alcan- za Tokuhide Niimi. Concertador de alta eficacia, versátil en un estilo que avanza desde el pos–serialismo, muestra su inteligencia en piezas como El dios del viento y el dios del trueno (1997), donde el tambor japonés incorpora el arquetipo nacional como una realidad ineludible. Siempre es noche de estreno en Tokio Maestro de la mercadotecnia musical, respetado entre sus compañeros de oficio, insistente, enérgico y seguramente fascinado por sus propios aciertos: el rasgo clave de Hiroshi Kobayashi es que invierte grandes dosis de imaginación en un negocio que plantea problemas de primera magnitud. Y aunque las reuniones en las que participa están llenas de proclamas financieras, todos saben que a este mentor del marketing hay que agradecerle la actividad diaria de veintiocho orquestas a pleno rendimiento. Hace poco más de una década, Kobayashi, el mayor optimista de las islas, hizo con los recuerdos de su carrera un libro sobre dirección ejecutiva de sociedades musicales. Según anuncia la contraportada, nuestro personaje intervino en el diseño de tres formaciones de primer nivel: la Filarmónica de Nagoya, la Sinfónica Yomiuri Nippon y, bajo el patronago de Watanabe, la Filarmónica de Japón. Nada de lo que Kobayashi opina en su manual carece de interés. De hecho, muestra una habilidad irreprochable a la hora de extraer lecciones de la historia. En un principio, quizá su verdadera ambición fuera la de parecerse a Kosaku Yamada, que reunió a infantes de marina y a estudiantes para fundar en 1914 la primera orquesta del país. Al año siguiente, Yamada repitió la hazaña con la Orquesta de la Sociedad Filarmónica de Tokio. Y en 1926, gracias al empeño de Hidemaro Konoye, dio su primer concierto la Nueva Orquesta Sinfónica. Un cambio en el lote de accio- nes de esta última condujo a su refundación en 1951 como Orquesta Sinfónica de la NHK. Cuando la NHK inició su reclutamiento de músicos, el reloj mental de Kobayashi ya se había adaptado al ritmo capitalista de la posguerra. Hasta que él puso en marcha su plan, la asistencia a conciertos se perfilaba como una costumbre de minorías selectas. He ahí su agudeza: encarnar el esfuerzo democratizador en un país emergente y sin compromisos doctrinarios. Hoy sabemos que trabajaba con el fin de situar el espectáculo concertístico entre las modas perdurables. Desde la cima de su proyecto, diseñó mecanismos originales de publicidad y captación. Ha pasado mucho tiempo, pero los melómanos no olvidan aquel periodo en que la música dejó de mostrarse como expresión de clase. Por influjo de Kobayashi, las orquestas crearon sociedades, contentaron a los patrocinadores, reforzaron sus planes educativos y persuadieron a su audiencia —ciudadanos corrientes— con una frenética promoción. Akeo Watanabe supo imponer esta nueva disciplina en la OFJ, y su vecino Kazuyoshi Akiyama hizo lo propio en la Sinfónica de Tokio (1946). En lo sucesivo, el ejemplo cundió en otras prefecturas. Cualquier disculpa era útil para la puesta al día: incluso la vieja Orquesta Sinfónica de Kansai (1947) modernizó en 1960 su organigrama y pasó a llamarse Orquesta Filarmónica de Osaka. Sin embargo, aún había desafíos pendientes. En busca de un modelo rentable, Kobayashi defendió el empleo de la música culta como seña de prestigio corporativo. Al hilo de esta iniciativa, en el consejo de la Sinfónica Yomiuri Nippon (1962) asomaron la cabeza tres benefactores: la editora de prensa Yomiuri Shimbun y las corporaciones Nippon Television Network Corporation y Yomiuri Telecasting Corporation. Para no quedar atrás frente a la iniciativa privada, el patrocinio institucional hizo posible la ESTUDIO puesta en marcha de la Orquesta Sinfónica Metropolitana de Tokio (1965), a cuyo atril subieron Tadashi Mori, Kazuhiro Koizumi y el incombustible Watanabe. Cuestión de reciclaje: aunque se presentó como un proyecto municipal, la Metropolitana también acabó liberalizándose con escrupulosa puntualidad. En este panorama, rentabilizado por managers y publicistas, sobresale la quijotesca experiencia de la OFJ. En sus inicios, fue costeada por el consorcio Bunka Hoso. Desde 1959, triunfó como la orquesta residente de la Fuji Television. Pero llegaron tiempos peores, y en 1972 más de un contable se horrorizó al comprobar lo evidente: apenas quedaban yenes en la caja. Contra todo pronóstico, la quiebra financiera se convirtió en una razón para luchar. Es fácil imaginar que una orquesta menos orgullosa de sí misma hubiera desistido. Pero no fue éste el caso. Cumpliendo (en clave apócrifa) los mandamientos de Kobayashi, la Filarmónica se transformó en cooperativa bajo un orgulloso lema, “La orquesta crece con el pueblo”. De ahí en adelante, Watanabe tuvo que cronometrar el tiempo de cada ensayo, porque sus músicos convirtieron en rutina las tareas burocráticas y publicitarias. El desastre pudo evitarse, pero las consecuencias del ajuste fueron ineludibles. Y esto aún exige sacrificios. Un profesor de la moderna OFJ no sólo debe cumplir con multitud de compromisos sociales. Debe, además, participar en la logística de larguísimas giras, sosteniendo, en horario de oficina, el prestigio de un proyecto que sobrevive a bajo coste. Apoteósis del melómano japonés La música clásica genera en este país un entusiasmo que el común de los ciudadanos reclama como suyo. Importa decirlo porque, si bien es verdad que la melomanía figura entre los rasgos de buen gusto, no ha de creerse que los japoneses la cultivan por simple urbanidad. Muy sensible desde la infancia a esta manifestación artística, el público demuestra su interés en un grado que se valora en términos mercantiles. ¿Lo clásico, un imperativo popular y, a la vez, un negocio? El tema, desde luego, se presta al entusiasmo. Recordaré, de pasada, cómo suelen abarrotarse allí las salas de concierto —por ejemplo, el imponente Suntory Hall. Otro tanto digo de cadenas televisivas como la NHK, que retransmiten los acontecimientos musicales en horario de máxima audiencia. Como si no bastaran estos indicios, las numerosísimas tiendas del ramo se encargan de distribuir una oferta discográfica apabullante. Por inquietud empresarial, algunos comercios —es el caso de Mittenwald— acaban transformados en sellos independientes. Y lo que es mejor: su competitividad cede algún espacio al idealismo. De lo anterior se desprende que los japoneses disfrutan de una buena formación musical. Pruebas no faltan. Los colegios difunden esta enseñanza desde que lo impuso la Academia Imperial de Ueno (1868). Ni siquiera la guerra privó a los lugareños de este afán —el violinista Shinichi Suzuki perfeccionó su método en un cochambroso orfanato—, y no es poco logro haber conservado ese mismo entusiasmo en los conservatorios. Por ejemplo, el de la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música (1949), en cuyas aulas dio clases Ifukube y estudiaron, entre otros muchos, Norio Ohga —presidente de Sony, firme apoyo de Herbert Von Karajan— y los compositores Akio Yashiro, Teizo Matsumura y Taichiro Kosugi. Lo mismo vale para la Escuela Toho–Gakuen, fundada por el violonchelista Hideo Saito y famosa porque en ella se graduó Seiji Ozawa en 1959. (En homenaje a su tutor, Ozawa fundó en 1984 la Orquesta Saito Kinen). Quedó atrás la era de Watanabe y Kobayashi, pero la OFJ sigue participando de este celo pedagógico y cordial por medio de seminarios, talleres y galas familiares. Nadie ignora que toda esta actividad ha desprovisto de divismo a tres figuras principales de la orquesta: Ken–ichiro Kobayashi y Ryusuke Numajiri, sus directores, y Kino Masayuki, el soberbio concertino. En sintonía con esta experiencia, el examen sucesivo de otras formaciones sinfónicas conduce a una conclusión similar: para los artistas y para quienes manejan el talonario de cheques, el deseo de llenar los teatros es poco estimulante si no va acompañado por inquietudes sociales y educativas. En rigor, esta economía desregulada y veloz admite la posibilidad de mejorar al ciudadano por medio de la música. Basta con bajar un peldaño para convencerse de ello ¿Qué no diríamos de las innumerables formaciones amateurs? El favor alcanzado por las más importantes —la Nueva Orquesta Sinfonía, por caso— legitima su entrada en el circuito profesional, y pensándolo bien, me lleva a confirmar que en las muestras de orgullo cívico —un viejo y manoseado ideal— despunta lo mejor del carácter japonés. Guzmán Urrero Peña 133 EDUCACIÓN MUSICOTERAPIA EN UNA UNIDAD DE ONCOLOGÍA PEDIÁTRICA En los últimos años ha habido un importante desarrollo de la aplicación de la musicoterapia en medicina, manifestado de manera evidente por el aumento de investigaciones publicadas, el interés mostrado por los médicos y la atención de los medios de comunicación en varios países. E 134 ste auge es debido por un lado a la creencia generalizada de que la mente, el cuerpo y la influencia del entorno social en el paciente están íntimamente relacionados y por otra parte a la convicción de muchos de que el paciente tiene una parte activa en el tratamiento y prevención de la enfermedad. Desde hace menos de un año estamos desarrollando en la Unidad de Oncología Pediátrica del Hospital San Rafael de Madrid una investigación en musicoterapia en oncología pediátrica. Este proyecto forma parte del grupo de trabajo que coordina Patxi de Campo, director del Instituto Música, Arte y Proceso de Vitoria para la Investigación en Musicoterapia y Oncología. La Doctora Blanca López-Ibor, jefe de esta unidad y directora también de esta investigación, decidió llevar a cabo este proyecto porque tuvo “la intuición de que la música aportaría a los niños enfermos la oportunidad de desarrollar ese “músico” que todos llevamos dentro y al que no tenemos tiempo de dejar salir. La música llenaría sus tiempos vacíos de infancia y llenos de hospital, quimioterapia y transfusiones… la música les daría la seguridad en sí mismos que en ese momento de su existencia se tambaleaba, y la música devolvería la sonrisa a sus caras y por tanto a la de sus padres”. La musicoterapia busca la relación que se establece entre la música y el ser humano. En este proceso de búsqueda y de encuentro el musicoterapeuta ofrece el espacio y los instrumentos adecuados para que esta relación favorezca la confianza, la seguridad y la mejora de la capacidad expresiva y comunicativa con uno mismo y con el otro. En musicoterapia utilizamos la música como elemento principal para relacionarnos con los niños. Mediante el ritmo, la melodía, la armonía y el sonido vamos a desarrollar objetivos tales como facilitar la comunicación, promover la expresión individual y favorecer la integración de la enfermedad en la vida del niño. La música es un medio de expresar las inquietudes, disminuir el aislamiento, ayudar en la participación con otros niños y servir como entretenimiento y diversión. Cuando un niño llega a una unidad de oncología pediátrica se encuentra con un entorno completamente nuevo, donde no están sus hermanos, su habitación, sus compañeros del cole, sus juegos… y tiene que adaptarse a este nuevo entorno en el que las personas con las que se va a relacionar son médicos, enfermeras, auxiliares. Su cuerpo se ve de pronto invadido por los tratamientos que esta enfermedad necesita. Son agujas, sueros, mascarillas, tiritas, gasas… y su cuerpo que sufre y que cambia. Y ante todo necesitamos que el niño confíe. Es necesario que el niño confíe en que todo eso es necesario y que es bueno. Es necesaria su participación y su lucha activa contra la enfermedad. Todos trabajamos para crear este clima de confianza en el niño. El musicoterapeuta utiliza la música como instrumento para crear esa confianza. Es la persona que da la posibilidad de llegar a la música y llevar a cabo la experiencia musical. Crear para construir Según Patxi del Campo: “Cada día se hace más necesario utilizar de un modo más explícito el proceso de creación artística como marco terapéutico. Desde la musicoterapia debemos concretar los procesos de improvisación y creación, en el tiempo y dentro de parámetros que nos permitan conocer en todo momento no sólo el significado del producto, sino también los cambios que el paciente va operando durante el proceso y de este modo poder intervenir como contenedores y posibilitadores de nuevas redes de relación y comunicación. En el trabajo musicoterapéutico la música es un objeto intermediario que vehiculiza y metaforiza la dinámica creativa. Por medio de la improvisación musical creamos un área intermedia, donde la improvisación del paciente y la del musicoterapeuta interactúan en una inestabilidad continua donde sonido y silencio crean el dialogo y la escucha”. Una de las características fundamentales de la música y que la definen como arte es su capacidad de crearse constantemente. La hipótesis principal de la que parte el musicoterapeuta en una unidad de oncología pediátrica es que la musicoterapia permite al niño una actitud activa y constructiva que compensa los efectos secundarios del tratamiento. Dentro de las posibilidades creativas se trabaja: * La construcción de instrumentos musicales: cada instrumento que construimos permite al niño crear algo nuevo y algo que suena y puede sonar con otros instrumentos nuevos creados. Da al niño la oportunidad de hacer algo único y suyo. En musicoterapia los instrumentos creados son aquellos fabricados, improvisados por el paciente o el musicoterapeuta con el objetivo de establecer un vínculo a través de los mismos. Estos instrumentos son fabricados con los más diversos materiales EDUCACIÓN naturales, elementos de la cotidianidad y permiten a quien los fabrica una proyección libre. Los instrumentos creados tienen características que los colocan entre los de más importante aplicación en musicoterapia. En una ocasión pudimos cantar juntos padres, niños y personal de hospital en un encuentro que organizaba la Asociación Española contra el Cáncer. Cada niño llevaba el instrumento que había construido y cantamos una canción que habíamos compuesto entre todos. Los instrumentos de aquellos niños que no pudieron acudir a la fiesta sonaron junto a los de los otros niños. Ellos estaban allí donde sonaba su instrumento. * Componer canciones: el niño se convierte por un momento en músico con un teclado lleno de sonidos grabados que le facilitan componer pequeños esquemas musicales con ritmo, melodías y diferentes instrumentos. Después viene la opción de poner letra a esa música. Las letras de las canciones dan la oportunidad de hablar sobre su situación actual, situaciones temidas, experiencias pasadas o acontecimientos determinados como pueden ser la Navidad, la primavera, un cumpleaños o un fin de tratamiento. También la música permite emprender nuevos aprendizajes y muchos niños comienzan a aprender pequeñas melodías en el piano o en la guitarra. Estos nuevos aprendizajes trabajan su atención, su afán de superación, y los niños disfrutan sintiéndose capaces de aprender cosas nuevas. “Qué suerte he tenido” dijo un niño tras tocar Cumpleaños feliz en el piano durante la fiesta que se organizó a otro niño, pensando que de no ser por su paso por el hospital eso nunca hubiera ocurrido. Sonar para llegar La música permite hacer cosas en común mientras se escucha, mientras se canta, mientras se toca. Todos pueden participar escuchando o cantando. Y mientras esto sucede, se comparten experiencias que unen y favorecen el que después vengan las palabras y los juegos. Permite que los niños salgan de la habitación para participar de una experiencia grupal que es placentera y que por un momento le traslada a esas experiencias que ha dejado fuera del hospital y se construye una nueva experiencia, una nueva relación y a veces un nuevo amigo. En la Unidad de Oncología Pediátrica acuden niños desde recién naci- dos hasta 18 años. Precisamente con los adolescentes estos espacios de encuentro son muy importantes. Cada uno acude al hospital con su mp3 y disfruta con momentos en los que se pone en común la música de cada uno, reflejo de sus vivencias. Es presentarse ante el otro a través de su música. Seleccionamos textos de esas canciones y creamos pequeños cancioneros. Vamos añadiendo significados a las letras de esas canciones y así se convierten en nuestras compañeras en los momentos de soledad. Una experiencia muy bonita fue que estando un día en la habitación de un niño tocando el piano sonó la puerta. En un hospital el sonido de la puerta llega a formar parte de los sonidos cotidianos, pero lo que nos sorprendió fue ver aparecer a otro niño que estaba en la habitación de al lado y que al escuchar el piano desde su habitación se decidió a pasar con nosotros. Pudieron tocar juntos tocando uno la melodía y otro el acompañamiento y pasar un buen rato. Esos momentos cobran mucho sentido e importancia en la vida de un niño enfermo. Otro proyecto en colaboración con el Instituto Música, Arte y proceso de Vitoria y el Teatro Real es un taller educativo y terapéutico en el que se desea que la ópera sea “un vehículo para sentir y comunicar, para crear y aprender”. El proyecto contempla la posibilidad de que el niño que acude al hospital mantenga un vínculo con el colegio a través de una tarea común que viene marcada por la ópera (realizar alguna parte del decorado, crear una música, diseñar una guía didáctica, etc.). El último paso de este proceso sería acudir a la ópera los niños junto con sus compañeros de clase y poder ver aquello que se ha trabajado durante la preparación de la ópera. Ya hemos asistido a la ópera Dulcinea y se ha trabajado mucho la importancia de tener sueños, de la imaginación y la fantasía y hemos podido profundizar en unos textos del libreto en concreto. También estamos creando una canción para Dulcinea. Escuchar para soñar La música nos traslada a lugares y a experiencias que podemos recordar o que podemos fantasear. Podemos elegir la música que queremos en función de nuestro estado de ánimo y que nos traslade allí donde deseamos estar. Pensar en experiencias futuras, en lo que haremos después de los largos días de hospital. Traer a esas personas que están fuera, sus caras, sus sonrisas, sus palabras a través de las cancio- nes que cantábamos con ellos. Podemos convertir una sala como la UCIP llena de ruidos de máquinas y sin apenas voces humanas en el mejor paisaje o en la mejor reunión familiar. En este apartado son muy importantes las técnicas de imagen guiada y ensueños dirigidos de Helen Bonny empleadas en musicoterapia. Su capacidad de relajación permite que podamos utilizar el ritmo, el tempo, los timbres y determinados parámetros del sonido para acompañar las respiraciones y disminuir estados ansiosos y de agarrotamiento ante determinadas pruebas diagnósticas (punciones de medula ósea o lumbares) complementando el efecto de la sedación farmacológica que se administra al niño para que no sienta dolor durante la prueba. Acompañar para despedir Cuando la enfermedad puede con el cuerpo del niño, cuando llega esa etapa última de la vida, que es la agonía, la musicoterapia ha resultado ser una parte muy importante de los cuidados del niño en situación terminal, ya sea en su casa como en el hospital, ya sea en planta como en la UCIP. Mediante la musicoterapia, recuperamos su capacidad de escucha y permitimos que le acompañe la música en esa situación de soledad. La música permite acariciar su cuerpo al compás de las caricias de los padres. Ser capaces de escuchar las respiraciones del niño y acompañar su respiración como un diálogo, rescatando esa parte viva del niño, entrando en comunicación a través de los sonidos que aún nos quedan y entrar en unión con esa parte más espiritual del ser humano donde ya no tenemos lenguaje, donde no tenemos los argumentos que nos sostienen ni las melodías que nos unen. Tenemos la respiración y la escucha y cuando uno es capaz de entrar en ese mundo sonoro entra en relación con algo que va mucho más allá, entra en unión con el niño. En ocasiones podemos trabajar con esa parte que aún está viva para recuperar y activar el resto de su cuerpecito y en otras ocasiones trabajamos para acompañar, para acariciar. Para los padres poder compartir música con su hijo les hace permanecer unidos los tres de nuevo, les hace recuperar esa parte viva de su hijo y les da tranquilidad, amor, paz, sin perder el verdadero sentido de apego con su hijo, lo que ayudará después en la calidad de vida de estos padres. Camino Bengoechea Menéndez Musicoterapeuta de la Unidad de Oncología Pediátrica del Hospital San Rafael 135 JAZZ Fotos: Hyon Vielz MARKUS STOCKHAUSEN, UNA MIRADA FUERA DE PLANO M 136 arkus Stockhausen, que desde los dieciséis años interpreta la obra de su padre Karlheinz Stockhausen, es un músico de itinerario tan interesante como irregular. A diferencia de otros colegas de generación, quizás más especializados en estéticas de razonable calado comercial, Markus trabaja el género de la improvisación, algo que en el marco estricto de la popularidad ha jugado siempre en su contra por cuanto no son precisamente legión aun los iniciados con los que cuenta ese estilo. Es de la quinta de Conrad Schnitzler, es decir, un año mayor que Wolfgang Puschnig y bastante más joven que Uri Caine. Sin embargo, y aun teniendo un predicamento tan sólido como el de aquellos —y no sólo por su apellido—, apenas ha logrado destacar media docena de veces en una carrera en solitario orientada al deseo de conciliar los idiomas más libres que ofrece la música, popular y culta, de fin de siglo; desde el rock a la psicodelia electrónica berlinesa de los setenta, del jazz progresivo a la música contemporánea. Es parte muy importante de la aristocracia de la escena de culto alemana y, aunque mantiene muy alto el nivel de autor, siempre ha sabido dosificar acertadamente su protagonismo en beneficio del de sus acompañantes. La propia indefinición expresiva que se desprende de su mencionado trabajo de rastreo sonoro le lleva a seguir alternando una carrera a espaldas de su padre con otra en solitario bastante más irregular por espaciada, aunque eso sí, siempre, alejada de los vicios de la mercadotecnia, las patologías del virtuosismo y los incómodos academicismos. No obstante, la sonoridad de su trompeta no es del todo desconocida para el aficionado. En 1974, cursando estudios de piano y trompeta en la Escuela Superior de Música de Colonia, su ciudad natal, Markus comenzó a despuntar gracias a su trabajo con diversas formaciones de jazz de la escena alemana. Diez años después, su quehacer fue objeto de atención de la prestigiosa escudería alemana ECM, con la que publicó el disco Continuum junto a dos aliados de lujo: el baterista Fredy Studer y el teclista Rainer Brünninghaus. Esta firma, en cuyo altar yantan los espíritus más inquietos de la música fuera de formato, no ha sido la única en cambio en la que el intérprete ha elaborado sus invenciones. En su ya dilatada singladura, existen también algunas veleidades rockeras como la que registró en 1991, Flux and mutability, pergeñada junto a las dos luminarias rockeras Holger Czukay y David Sylvian, ambos procedentes de tan emblemáticas formaciones de rock experimental de los setenta y ochenta como Can y Japan, respectivamente. Asimismo, conviene no olvidar tampoco las sesiones registradas durante el desarrollo de sus proyectos Lila y Kairos, de 1986 y 1987, y menos todavía las del álbum Sol mestizo, resuelto en 1996 para el sello alemán ACT que dirige el productor Siegfried Loch, en la que Markus interpretaba exclusivamente composiciones del folclorista chileno Enrique Díaz. Las estéticas de coloratura radical y libre son la especialidad de Markus Stockhausen desde que, en 1973, debutó en la pieza Sirius, compuesta por su padre, obra a la que siguieron Donnerstag, Licht, Michaels Reise y así hasta agotar un largo rosario de clásicos en los que su hermano Simon también ha tenido su cuota de responsabilidad; diez años más joven que él, Simon es otro de los personajes decisivos para entender las claves por las que su música goza de un reconfortante predicamento y la última explicación de ello nos llegaba el año pasado gracias al explícito álbum Nonduality. Su proyecto conjunto, Aparis, —que incluye el aliciente añadido de la presencia del baterista Joe Thones, discípulo de Mauricio Kagel y James Blood Ulmer— , conoce un par de trabajos discográficos que, todavía para muchos, son capitales en la evolución de la improvisación eléctrica resuelta en las fronteras del jazz y el rock alemanes. En efecto, Despite the fire-fighters’ efforts…, de 1993, y un registro homónimo aparecido tres años antes, son piezas antológicas. Estructuradas en capítulos que esconden verdadera savia aventurera, su compromiso parece estar puesto en explorar un lenguaje llegado de una enormidad de bloques temáticos, que moldean una compleja malla sonora de rebotes orquestales, ecos y tratamientos revolucionarios del silencio, sin desbaratar por ello el concepto de obra-composición. A Markus, que, como ya se ha sugerido digo, le estimulan la aventura y el trabajo de espeleología sonora — todas herencias de su padre— también ha podido oírsele en los discos Cosi lontano… quasi dentro, grabación en cuarteto de 1988, junto al contrabajista Gary Peacock, el pianista Fabrizio Ottaviucci y el batería Zoro Babel, y en aquel City of eyes que grabase dos años después en la neoyorquina Power Station, junto al guitarrista Ralph Towner como titular de una formación que JAZZ también incluía los nombres de Paul McCandless y Jerry Granelli. Igualmente, y ya en la presente década, el trompetista nos ha entregado otros registros como Karta (ECM, 2000), Electric Sufi (Enja, 2001), Mozart, la nuit (Nocturne, 2002), Joyosa (Enja, 2004), Thinking about (Aktivraum, 2004) o Lichtblick (Aktivraum, 2005), elaborados junto a cómplices amigos de la talla del guitarrista Terje Rypdal, el laudista Dhafer Youssef, el pianista Angelo Comisso, la clarinetista Tara Bouman, el contrabajista Arild Andersen o el baterista Christian Thomé. Todos ellos, aunque no sean obras redondas, le han permitido dedicar esfuerzos y sacar adelante los mejores ataques agudos de su trompeta, que, por cierto, ya ganaron un premio nacional de interpretación cuando tenía veinticuatro años. En consecuencia, se puede y se debe defender a Markus Stockhausen por su postura de elaborar siempre proyectos inteligentes y coherentes, en el polo opuesto al empacho renovador en el que a menudo incurre el jazz actual. Y se puede y se debe defender a Markus Stockhausen porque sus perspicaces exploraciones sonoras son desarrolladas en medio de un estimulante y agradecido riesgo, sea cual fuere el origen y la diana de éstas. No en vano, en un mundo en el que la verdadera independencia, la de crear obras distintas con recursos diferentes, resulta cada vez más difícil en la pasta niveladora de la industria y de las exigencias del público, dispuestas una y otra a someter a sus hijos adoptivos más díscolos, parece bueno que músicos como Markus Stockhausen no se sientan en la disyuntiva de aceptar chapuzas resultonas con la presumible esperanza de recuperar alguna vez la verosimilitud y la credibilidad perdida. Pablo Sanz EL JAZZ SE PONE EL BAÑADOR E n contraste con la verdad musical de Markus Stockhausen, los festivales veraniegos de jazz se preparan para recibir un desembarco monumental de artistas más o menos evidentes, nombres que cada año figuran en los catálogos de venta de las distintas agencias de management. Como ya es tradicional, los certámenes vascos vuelven a reclamar la hegemonía de este tipo de acontecimientos, correspondiendo el primer saludo a Getxo (www.getxo.net). Su filosofía se define a través de una firme apuesta por los nuevos talentos y las figuras del jazz europeo; este año entre sus máximos reclamos figuran el guitarrista Philip Catherine y el dúo Vitous-Abercrombie. VitoriaGasteiz (www.jazzvitoria.com), por su parte, sacará pecho con la visita exclusiva de un coloso del jazz y el saxofón, Sonny Rollins, además de programar un encuentro entre el guitarrista Paco de Lucía y el trompetista Wynton Marsalis, que además estrenará un suite original dedicada al festival. Por último, el donostiarra Jazzaldia (www.jazzaldia.com) hará lo propio al ofrecer generosos protagonismos al actual patriarca del pianismo del jazz moderno, Keith Jarrett, así como a algunos de los máximos valores de la vanguardia, caso de Uri Caine, Joachim Kühn o Louis Sclavis. Otra de las citas ineludibles de la temporada jazzística estival es el festival Imaxina Sons de Vigo (www.imaxinasons.com). Ya el año pasado, en su primera edición, el certamen vigués se distanció del resto de las programaciones con una inteligente y arriesgada propuesta de jazz avanzado, acentuando su interés en los remites de la vanguardia europea. En este sentido, su segunda convocatoria ofrece las interesantes actuaciones de grupos como el Art Ensemble of Chicago o la Italian Instabile Orchestra y creadores mayores como Paolo Fresu, Michael Riessler, Carlo Actis Dato o Rabih Abou-Khalil. No obstante, en su menú destaca una iniciativa pionera y ambiciosa, la fundación de la Imaxina Sons Orchestra, una formación integrada exclusivamente por músicos gallegos y con repertorio propio que tiene en su delantera a nombres capitales de nuestro jazz como los pianistas Abe Rábade y Alberto Conde, el saxofonista Roberto Somoza y el contrabajista Baldo Martínez. Al igual que Euskadi, Madrid también se ha convertido en destino ineludible de jazzistas, gracias a la celebración de los festivales de Móstoles (www.mostoles.es), Fuenlabrada (www.ayto-fuenlabrada.es) o Boadilla del Monte (www.aytoboadilla.com), la única cita veraniega que se nutre exclusivamente de la excelencia del jazz español; así, este año cuenta con la participación de artistas como Raynald Colom y grupos como D’3, Ortophonk, Marc Miralta New York Flamenco Reunion y el Iberia Trío, el triángulo vanguardista que dan vida el pianista alemán residente en Ibiza desde tres lustros, Joachim Kühn, el contrabajista Baldo Martínez y el baterista Ramón López. A todos ellos, luego se suman otros certámenes con mayor presupuesto como los de Collado Villalba (www.viajazz.com), Galapagar (www.galapajazz.com.es) y la Universidad Complutense (www.ucm.es), donde desfilarán artistas de peso como B. B. King, Al Jarreau, Bob Dylan, Ornette Coleman, Herbie Hancock y Oregon, entre otros. Otras citas clásicas del oriente español son las que desde hace años se realizan en la granadina Almuñécar (www.jazzgranada.net), la murciana San Javier (www.jazz.sanjavier.es) e Ibiza (www.eivissa.org). La lista de festivales sería imposible de reproducir aquí, ya que toda nuestra geografía se viste de swing en esta época. No quisiéramos finalizar sin felicitar al riojano Festival Villa de Ezcaray (www.jazzezcaray.es), que cumple su décimo aniversario apoyado en el recuerdo de su principal instigador, el que fuera pionero y maestro en la prensa jazzística española y antiguo colaborador de SCHERZO, el periodista y poeta danés Ebbe Traberg. Así, han invitado a la celebración a uno de los colectivos más poderosos del momento, la Pierre Dorge New Jungle Orchestra, y a instrumentistas cercanos como Raynald Colom, Ramón Quadrada o los hermanos De Diego. 137 LIBROS Una indagación cultural UNA MENTE QUE NO SABE QUE CALCULA D esde que Forkel publicase en 1802 la primera biografía de Bach, la imagen del compositor ha sufrido tal cantidad de vaivenes que dependiendo de la fuente a la que uno acuda puede encontrarse con un destacado y refinado representante de la Ilustración germana, un nacionalista acérrimo, partidario de la creación de una gran Alemania, un místico sólo preocupado por encontrar el camino de la ascesis del alma hasta la divinidad, un cabalista que de vez en cuando, además de jugar con los números, también componía música, un improvisador de extraordinario virtuosismo al teclado que escribía obras artificiosas, anticuadas y pedantes o una mezcla de todo ello en proporciones casi tan variadas como el volumen (ingente) de lo publicado sobre el compositor. En este libro, Ramón Andrés se une a todos aquellos que alguna vez han tratado de desvelar el origen de las ideas (artísticas o no) de uno de los grandes mitos de la cultura occidental, y lo hace indagando con notable lucidez en el entorno cotidiano del músico y en las corrientes de pensamiento a las que pudo tener acceso como lector. Un primer acercamiento a la biblioteca del Cantor a través del inventario de sus bienes que se hizo al poco de su muerte, resulta acaso poco significativo: apenas 80 volúmenes, todos de RAMÓN ANDRÉS: Johann Sebastian Bach. Los días, las ideas y los libros. El Acantilado, Barcelona, 2005. 338 páginas. contenido religioso y moral, aunque es bien posible que la biblioteca de Bach hubiera sido esquilmada antes del inventario (Christoph Wolff ha sugerido que los familiares del músico pudieron tomar antes del inventario las lecturas más ligeras y por eso sólo quedaron las más abstrusas obras teológicas) e incluso que éste fuera, como advierte Roger Chartier, un documento impreciso y lleno de lagunas, ya que los tasadores despreciaban a simple vista aquellos objetos que pudieran considerarse de bajo precio, aunque, en el caso de los libros, pudieran tener importancia desde el punto de vista del contenido. Pero Andrés no se conforma con el horizonte mental que podrían dibujar esos 80 libros y hace un breve recorrido por el tipo de educación que Bach recibió en Ohrdruf y Lüneburg y por el acceso que pudo tener a otras bibliotecas, entre ellas, la de Ernesti, el célebre y polémico rector de Santo Tomás de Leipzig. Con todos esos elementos en sus manos, el escritor navarro traza un retrato del músico que se lee con pasión, prácticamente de una sentada, y en el que, por encima de cualquier otra consideración, emerge la figura del compositor práctico, con una mente privilegiada para pensar el mundo en tanto que abstracción sonora, un hombre de su tiempo, cuya actividad se nos desvela en relación con la tradición numerológica, las matemáticas, la religión popular o la piedad intelectual, por lo que el libro de Andrés se convierte también en un fresco perspicaz y brillante del pensamiento europeo de toda una época. El texto principal se acompaña de un largo anexo (ocupa casi la tercera parte del volumen) convertido en un auténtico Quién es quién de los compositores que tuvieron relación con Bach. Interesantísima aportación a la escueta bibliografía bachiana en castellano. Pablo J. Vayón Rattalino inicia una serie sobre pianistas TRES GIGANTES PIERO RATTALINO: Grandi Pianisti. Vol. 1: Vladimir Horowitz. Il mattatore. Zecchini Editore, Varese, 2005. 159 páginas. Vol. 2: Wilhelm Backhaus. Il pastore. Zecchini Editore, Varese, 2005. 119 páginas. Vol. 3: Sviatoslav Richter. Il visionario. Zecchini Editore, Varese, 2005. 239 páginas. T 138 res pequeños —el de Richter no tanto— volúmenes del gran estudioso Piero Rattalino, dedicados a otros tantos pianistas célebres del siglo XX, todos ellos desaparecidos. Se trata de estudios un tanto informales en su escritura (a menudo con un fino sentido del humor) pero exhaustivamente documentados y sumamente ilustrativos sobre la personalidad, el estilo, el repertorio y los valores que hicieron de estos artistas figuras especialmente célebres. Los aspectos biográficos no constituyen un bombardeo de fechas y datos, sino un ingrediente fundamental introducido con habilidad en el relato-estudio-descripción, lo que convierte a estas monografías en unos análisis que, lejos de lo académico, pero sin abandonar nunca el rigor, entretienen tanto como ilustran. Monografías, pues, que sin duda atraerán a los admiradores de estos artistas, pues contienen además información exhaustiva sobre el repertorio cultivado (una tarea ingente, por cierto, dado que en el caso de Richter incluso se contabilizan las veces que interpretó muchas de las obras) y sobre el legado discográfico y videográfico de sus protagonistas. El principal obstáculo es que, a falta de una traducción al castellano, hay que entender algo de italiano para poder seguir con un mínimo de coherencia el interesantísimo discurso de Rattalino. Estos tres volúmenes, que no dudamos en recomendar a cuantos pianófilos puedan leer con cierta facilidad la lengua de Dante, parecen ser el comienzo de una serie, ya que se anuncian otros tres ejemplares, dedicados a Rachmaninov, Glenn Gould y Arturo Benedetti-Michelangeli. Libros deliciosos en verdad. Rafael Ortega Basagoiti Reflexiones sobre temas inagotables UNA BÚSQUEDA ROMÁNTICA A rnoldo Liberman, autor inclasificable que se autodenomina “musicóloco”, afronta en su última obra una búsqueda personal en torno al misterio del arte. Bajo un título poco explícito que deja intuir el carácter subjetivo del texto, se presenta una reflexión en torno al pensamiento romántico centroeuropeo. El libro resulta muy variado por la manera en que Liberman expone sus opiniones; intercalando múltiples citas y referencias a personajes históricos y de la actualidad, va construyendo un relato intimista salpicado de ideas que constituyen un cuaderno de notas de gran densidad. Los contenidos se estructuran en varios capítulos, siendo los tres primeros una aproximación al mundo interno del autor, quien se presenta como alguien en inquietud constante. Poco a poco va ahondando en sus creencias metafísicas y su intención de desentrañar el secreto de la música y los sentimientos humanos, diciendo: “El hombre es, esencialmente, un sujeto capaz de experimentar alegría. Y, claro está, sufrimiento”. En esos términos encuadra su visión del mundo. La sección llamada “La vida no puede estar equivocada” constituye el grueso del libro. Tras una serie de agradecimientos y un apartado donde expone su postura ambivalente, comienza escribiendo sobre la actitud del artista; partiendo de los pensadores del XIX, crea una elucubración en torno a la belleza en el arte y la naturaleza, la imaginación, etc., que desemboca en la figura de Kafka, muy admirado por el autor entre otras cosas por la multiplicidad de significados posibles de sus obras literarias. Siguiendo los pensamientos y relatos kafkianos, Liberman plantea preguntas existenciales sobre el destino y la identidad del hombre, divagando sobre lo grandioso y lo eterno en el arte, sobre la música como modelo de lo enigmático en el arte… Y llega a Gustav Mahler, a quien asemeja con Kafka debido a su ambivalencia (como su juego de contrarios al usar distintos estilos musicales en una misma obra), la relación de ambos con el judaísmo, o la perdurabilidad de sus obras de arte. Habla también del silencio mahleriano, o de cómo los distintos tipos de música suponen un repaso del autor a su vida (por ejemplo, interpretar la Novena Sinfonía como su propio réquiem). Más adelante se interna en la cuestión universal sobre las relaciones ARNOLDO LIBERMAN: Previamente, la alegría. Música y palabra ante sus límites. Madrid, Plugia Ediciones, 2005. 190 págs. entre música y palabra, abordando el asunto a través de Richard Wagner y su forma de acercar lo cantado a lo hablado mediante el uso del leitmotiv, la utilización de un texto enriquecedor como un instrumento más, etc. A partir de aquí, se plantean las contradicciones habituales en torno a este tema: si se puede hablar de la supremacía de la música o de la palabra (como en la música “filosófica” de Wagner), si debemos ver las obras como un todo… El autor vierte distintas opiniones y citas sobre esto, revisando cómo los músicos usan la palabra para expresar lo que la música sola no puede, o cómo la música aporta a la palabra un significado inédito al margen de su propia imprecisión. Todo esto nos lleva de nuevo a la parte irracional y subjetiva de la música y el arte en general. Y, aunque el autor se pregunta si puede hablar de la música con palabras, mantiene su apuesta y escribe sobre la llegada al límite de lo cognoscible, al “presentimiento de lo infinito” gracias a las obras musicales y su interpretación; de hecho, dice que la unión de la música con el pensamiento conforman el absoluto. Evidentemente, para él la música habla de las emociones humanas individuales, y pone el máximo énfasis en este aspecto emocional y metafísico, dejando siempre a un lado los detalles técnicos más objetivos. En el tramo final se mencionan varios intelectuales como Nietzsche, “el filósofo enamorado” de la música, o Wittgenstein, y a autores del panorama musical como Robert Schumann, de quien se hace un bello retrato que ahonda en su faceta de músico-poeta en cuya obra muestra la importancia del amor, lo efímero, lo espontáneo o la melancolía… También se recuerdan “las contradicciones de un humanista burgués” como fue Thomas Mann, o la figura de Rossini, el “maestro de la alegría”, cuya búsqueda del goce de la vida sirve de broche final a este bloque. El propio autor concluye con algo evidente: que música y palabra pertenecen a lo inefable, lo que se traduce en una búsqueda eterna sin respuesta… En definitiva, sin ser un libro de consulta ni un manual sobre estética romántica, el texto de Liberman da pistas sobre el pensamiento de una época, buscando la empatía del lector y queriendo provocar su propia reflexión. María Sánchez-Archidona 139 GGUUÍ A ÍA LA GUÍA DE SCHERZO CAPILLA DEL PALACIO REAL 8-VII: Aline Zylberajch, fortepiano. Scarlatti, Sonatas. Siglos de Oro. BARCELONA FESTIVAL GREC WWW.BARCELONAFESTIVAL.COM 1/31-VII. 1/5-VIII: Carles Santos. Visca el piano! (Fundación Joan Miró). 4-VII: Cuarteto Ysaÿe. Mozart. (Auditori. [www.auditori.com]). 12: Cuarteto Prazak. Brenno Ambrosini, piano. Janácek, Shotakovich, Borodin. (Auditori). 14: Cuarteto Kuijken. Mozart. (Auditori). 17: Orquesta Mundial de Juventudes Musicales. Orfeó Gracienc. Yaron Traub. Planas, Cabero, López. Beethoven, Novena. (Teatre Grec). 18: Cuarteto Pavel Haas. Toldrà, Haas, Shostakovich. (Auditori). 19: Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Martín y Soler, Chaikovski, Mozart. (Auditori). 21: Cuarteto Casals. Haydn, Ligeti, Beethoven. (Auditori). 23: Joven Orquesta Nacional de Cataluña. Bach, Stravinski, Beethoven. 28: Zukerman Chamber Players. Kodály, Mozart, Dvorák. GRAN TEATRE DEL LICEU WWW.LICEUBARCELONA.COM MADAMA BUTTERFLY (Puccini). Abel. Leiser y Caurier. Cedolins, Leech, Álvarez, Shkosa. 2,3,4,5,10,22,25,26,28,29-VII. LOHENGRIN (Wagner). Weigle. Konwitschny. Treleaven, Magee, DeVol, Hagen. 21,24,27,30-VII. EL ESCORIAL TEATRO AUDITORIO WWW.FESTIVAL-ESCORIAL.ES MUTI 3,5-VII: Coro y Orquesta del Mayo Musical Florentino. Riccardo Muti. 140 ÓPERA LA CONQUISTA DI GRANATA de Emilio Arrieta. Julio: 7, 9. 20:00 horas. Domingo a las 18:00 horas. Ópera en concierto. Director musical: Jesús López Cobos. Director FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA Y DANZA WWW.GRANADAFESTIVAL.ORG 1-VII: Hespèrion XXI. La Capella Reial de Catalunya. Jordi Savall. Triana, Morales, Correa. TEATRO DE LA ZARZUELA Información: 91/ 516 06 60. Venta Telefónica: 902 24 48 48. Venta en Internet: teatro-real.com. Visitas guiadas: 91 / 516 06 96. GRANADA del coro: Jordi Casas Bayer. Solistas: Mariola Cantarero, Ana Ibarra, José Bros, Ángel Ódena. Coro y Orquesta Titular del Teatro Real (Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid). ZARZUELA — Heinrich Schiff, chelo. Bach, Suites. — Ballet Flamenco de Sara Baras. — Trasnoche flamenco. Marco Flores, baile. 2: Micrologus. Cantigas. — Monteverdi Choir. English Baroque Soloists. John Eliot Gardiner. Mozart. 3,4,5,6,7: Israel de França, violín; Petr Vit, guitarra; Tiago Alves, percusión. Piazzolla, Domínguez, VillaLobos. 4,6: Stattsballet Berlin. Ein Lindentraum. 5: Cuarteto Canales. De la Merced, Oliver, Ferreo, Martos. Martín y Soler, Andromaca (versión de concierto). — Derviches Mevlevi de Estambul. 7,8,9: Staatskapelle Berlin. Daniel Barenboim. Angela Denoke, soprano. Schoenberg, Mahler. / Mozart, Mahler. / Dalayman, DeYoung, Heppner, Pape. Wagner, Tristán e Isolda, acto II (versión de concierto). — Trasnoche flamenco. Patricia Guerrero, baile. 8,9: Il Fondamento. Paul Dombrecht. Arriaga. 8: Belén Maya, baile. LA CORUÑA Barbara Frittoli, Sonia Ganassi, Ferruccio Furlanetto. Verdi. 4: Monteverdi Choir. English Baroque Soloists. John Eliot Gardiner. Mozart. 6,7: Experimentum mundi. Ópera de Battistelli. 7,8,9: Ballet del Covent Garden. Prokofiev, Romeo y Julieta. 13,14: Sinfónica de Galicia. Víctor Pablo Pérez. Enrique Pérez de Guzmán, piano. Martín y Soler, Mozart. / Sylvia Torán, piano. Arriaga, Mozart. TEATRO REAL LÓPEZ COBOS ARANJUEZ 18: Concerto Italiano. Rinaldo Alessandrini. Monteverdi. 19: Orquesta de París. Christoph Eschenbach. West, Vogel, Rydl. Wagner, Siegfried (versión de concierto). DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Davis. D. Abbado. Sinfónica de Londres. Coro de la Comunidad de Madrid. Reiter, Turay, Harnisch, Ulivieri. 20,22,24-VII. 25: Orquesta de la Comunidad de Madrid. José Ramón Encinar. Marco, Casella, Halffter. LA VERBENA DE LA PALOMA (Bretón). Roa. Bollaín. López, Navarro, Suárez, Sánchez. 30,31-VII. 1-VIII. SAVALL NACIONAL FESTIVAL MOZART WWW.FESTIVALMOZART.COM 1-VII: Isabel Rey, soprano; Alejandro Zabala, piano. Martín y Soler, Mozart, Gluck. LE COMTE ORY (Rossini). Pérez. Pasqual. Spagnoli, Cordón, Zapata, Rodríguez-Cusí. 2-VII. MADRID VERANOS DE LA VILLA LUISA FERNANDA de Federico Moreno Torroba. Julio: 1, 3, 11, 12, 13, 14, 15*, 16, 18, 19. 20:00 h. Domingos a las 18:00 h. *Función fuera de abono. Director musical: Jesús López Cobos. Director de escena y diseñador de elementos escénicos: Emilio Sagi. Figurinista: Pepa Ojanguren. Solistas: María José Montiel (26, 1, 11, 13, 15, 18)/ Nancy Herrera (28, 3, 12, 14, 16, 19), Elena de la Merced (26, 1, 11, 13, 15, 18)/ Mariola Cantarero (28, 3, 12, 14, 16, 19), José Bros (26, 28, 1, 3, 11, 13, 14, 16, 18)/ Israel Lozano (12, 15, 19), Plácido Domingo (26, 28, 11, 13, 14, 16, 18)/ Ángel Ódena (1, 3, 12, 15, 19). Coro y Orquesta Titular del Teatro Real (Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid). DOÑA FRANCISQUITA (Vives). Osa. Fernández de Castro. Puéertolas, Casariego, Perelstein. 4,5,6-VII. (Matadero). FOR SAMUEL BECKETT (Feldman). Lubman. Freyer. Ensemble musikFabrik. Freyer Ensemble. 8,9-VII. (Teatro Español). 13: Cuarteto del Mozarteum de Salzburgo. (Plaza de Oriente). 14: Orquesta Sinfónica Armonía Sphærarum. (Plaza de Oriente). 15: Orquesta Madrid Barroco. (Plaza de Oriente). 20,21,22: Ballet Béjart de Lausanne. (Matadero). 22: Cuarteto Assai. (Plaza del Conde de Miranda). 29: Micrologus. (Plaza del Conde de Barajas). 4-VIII: Spanish Brass Luur Metals. Jovellanos, 4. Metro Banco de España. Tlf.: (91) 5.24.54.00. Internet: http://teatrodelazarzuela.mcu.es. Director: Luis Olmos. Venta localidades: A través de Internet (servicaixa.com), Taquillas Teatros Nacionales y cajeros o teléfono de ServiCaixa: 902 33 22 11. Horario de Taquillas: Venta anticipada de 12 a 17 horas. Días de representación, de 12 horas, hasta comienzo de la misma. La Boda de Luis Alonso y El Baile de Luis Alonso, de Gerónimo Giménez. Hasta el al 23 de julio de GERÓNIMO GIMÉNEZ 2006 (excepto lunes y martes ) a las 20 horas. Domingos, a las 18 horas. Dirección Musical: Miguel Roa. Dirección de Escena: Santiago Sánchez. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de La Zarzuela. (Plaza Vázquez de Mella). LA TRAVIATA (Verdi). Stefanelli. Zeffirelli. Mei, Armiliato, Brusson. 8,9VIII. (Matadero). 9: Torres-Pardo, Greco, Gallardo del Rey. Albéniz, Iberia. (Matadero). 10: Orquesta Diván de Oriente y Occidente. Orfeón Donostiarra. Daniel Barenboim. (Plaza Mayor). ADIÓS A LA BOHEMIA/BLACK EL PAYASO (Sorozábal). Gas. Gas. García. 10/27-VIII. 12: Ara Malikian Ensemble. (Templo de Debod). PERALADA FESTIVAL CASTELL DE PERALADA WWW.FESTIVALPERALADA.COM 14-VII: Orquesta Juvenil Luigi Cherubini. Riccardo Muti. Verdi, Mozart, Dvorák. LUISA FERNANDA (Moreno Torroba). Coro y Orquesta del Teatro Real. López Cobos. Sagi. Herrera, Cantarero, Bros, Álvarez. 22,23-VII. 6,8-VIII: Philharmonie de Praga. Jakub Hrusa. Mozart. / Marco Armiliato. Rolando Villazón, tenor. Mozart, Verdi, Bizet. 11: Orquesta Diván de Oriente y Occidente. Orfeón Donostiarra. Meier, Fritz, Fischesse. Daniel Barenboim. Beethoven, Novena. 14: Jessye Norman, soprano. Tete, Coleman, Lovatt. Ellington. 19: Les Arts Florissants. William Christie. Agnew, Semmingen, Debono, Noordyn. Mozart, Idomeneo (ver- GGUUÍ A ÍA Arteta, Arruabarrena, Prunell-Friend, López. Arriaga, Mozart. 23: Cuarteto Casals. José Luis Estellés, clarinete. Haydn, Mozart, Brahms. 24: Joven Orquesta Gustav Mahler. Philippe Jordan. Susan Graham, soprano. Webern, Berg, Shostakovich. BASTIAN UND BASTIENNE (Mozart). Osa. Tambascio. Sinfónica de Euskadi. 25-VIII. 25: Isabel Monar, soprano; Marina Rodríguez-Cusí, mezzo; David Menéndez, piano; Rubén Fernández Aguirre, piano. Mozart. 26,27: Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Dutilleux, Strauss, Dvorák. / Schubert, Mahler, Henze. 28: Cuarteto Diotima. Webern, Dutilleux, Ibarrondo. 28,29: Sinfónica de Londres. Valeri Gergiev. Vadim Repin, violín. Brahms, Chaikovski. / Rimski-Korsakov, Chaikovski. 29: Taller Sonoro. López. Del Puerto, Sánchez-Verdú. 30: Les Musiciens du Louvre. Mark Minkowski. Croft, Persson, Mehta. Mozart, Mitrídates, rey de Ponto (versión de concierto). 31: Sinfónica de Euskadi. Gilbert Varga. Arcadi Volodos, piano. Rachmaninov, Strauss, Bernaola. SANTANDER FESTIVAL INTERNACIONAL WWW.FESTIVALSANTANDER.COM LA TRAVIATA (Verdi). Steffanelli. Zeffirelli. Vasileva, Aronica, Meoni. 1,3-VIII. 4: Orquesta de la Fundación Arturo Toscanini. Miguel Ángel Gómez Martínez. Violeta Urmana, soprano. Verdi, Ponchielli, Puccini. 10: Sinfónica de Sevilla. Pedro Halffter. María Esther Guzmán, guitarra. Falla, Rodrigo, Rachmaninov. 12: Orquesta Diván de Oriente y Occidente. Daniel Barenboim. SANTIAGO DE COMPOSTELA VIA STELLÆ WWW.COMPOSTELACULTURA.ORG 5-VII. Europa Galante. Fabio Biondi. Vivaldi, Haendel, Geminiani. 9-VII: Àlex Garrobé, guitarra. 10: Vienna Brass Quintet. 14: Cuarteto Endellion. SEMPEROPER WWW.SEMPEROPER.DE TORROELLA DE MONTGRÍ FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICAS WWW.FESTIVALDETORROELLA.ORG 15-VII: Coro Vivaldi. Ars Longa de La Habana. Teresa Paz. Pagueras, Cabanilles, Salas. 30: Concerto Italiano. Rinaldo Alessandrini. Monteverdi, Bononcini, Cavalli. 31: Sinfonia Finlandia. Patrick Gallois. Joaquín Achúcarro, piano. Sibelius, Schumann, Mozart. 1-VIII: La Fenice. Coro de Cámara de Namur. Jean Tubéry. Mammel, Rial. Monteverdi, L’Orfeo (versión de concierto). 10: Sinfónica de Praga. Petr Vronsky. Brotons, Haydn. 12: Orquesta de Cámara Franz Liszt. Janos Rolla. Haydn, Dvorák, Liszt. 17,18: Philharmonia de Praga. Jakub Hrusa. Isabelle Faust, violín. Mendelssohn, Mozart, Beethoven. / Fazil Say, piano. Mozart. INTERNACIONAL BAYREUTH 6: Sinfónica de Galicia. Giovanni Antonini. Haydn, Mozart, Beethoven. 7: L’Arpeggiata. Christina Pluhar. Tarantelas, chaconas y fandangos. 10: Cappella della Pietà de’ Turchini. Collegium Compostellanum. Zanfardino, Foresti, Schiavo. Mozart, Betulia liberata. 11: Al Ayre Español. Eduardo López Banzo. Carlos Mena, contratenor. Cantada española en América. 14: Orquesta Barroca de Venecia. Andrea Marcon. Kermes, Cencic, Rosique. Vivaldi, Andromeda liberata. 16: Les Musiciens du Louvre. Marc Minkowski, Haydn. 18: Ensemble Matheus. Jean-Christophe Spinosi. Bejun Mehta, contratenor. Vivaldi. 19: Cécile van de Sant, soprano; Laurence Cummings, clave. 20: Concerto Italiano. Rinaldo Alessandrini. Monteverdi, Madrigales. 22: Céline Frisch, clave. Bach, Variaciones Goldberg. 25: Manuel Vilas, arpa. 26: Gli Incogniti. Amandine Beyer. Bach. 27: Real Compañía de Ópera de Cámara. Juan Bautista Otero. Martín y Soler, Ifigenia en Táuride (versión de concierto). 28: Real Filharmonía de Galicia. Antoni Ros Marbà. TARRAGONA FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA DEAD MAN WALKING (Heggie). Reck. Lehnhoff. Papoulkas, Ulrich, Schwarz, Lewis. 2-VII. DIE ZAUBERFFLÖTE (Mozart). Weigle. Freyer. Zeppenfeld, Kim, Ketelsen, Commichau. 3-VII. MACBETH (Verdi). Gatti. Allemandi. Gallo, Marrocu, Lister. 5-VII. DIE LIEBE DER DANAE (Strauss). Luisi. Krämer. Ketelsen, Homrich, Nasrawi, Gould. 8-VII. DER ROSENKAVALIER (Strauss). Schneider. Laufenberg. Nylund, Sigmundsson, Papoulkas, Schulte. 9VII. DROTTNINGHOLM DROTTNINGHOLMS SLOTTSTEATER WWW.DTM.SE ZOROASTRE (Rameau). Rousset. Audi. Dahlin, Alexiev, Bundgaard, Panzarella. 13,15,17,19,21,23,25,27-VII. EDIMBURGO FESTIVAL INTERNACIONAL WWW.EIF.CO.UK 13-VIII: Real Orquesta Nacional Escocesa. Edward Gardner. Charbonet, Paterson, Storey, Hynes. Strauss, Elektra (versión de concierto). 14: András Schiff, piano. Beethoven. DER LINDBERGHFLUG/DIE SIEBEN TODSÜNDEN (Weill). Minczuk. Girard. Streit. 14,16-VII. 15,17,19,22,24,26,27,30: Orquesta de Cámara Escocesa. Charles Mackerras. Beethoven, Sinfonías. RICHARD WAGNER FESTSPIELE WWW.BAYREUTHER-FESTSPIELE.DE DER FLIEGENDE HOLLÄNDER (Wagner). Albrecht. Guth. Ryhänen, Dugger, Wottrich, Priew. 25-VII. 4,7,18,20,24-VIII. DAS RHEINGOLD (Wagner). Thielemann. Dorst. Struckmann, Lukas, Shore, Fujimura. 26-VII. 11,22-VIII. DIE WALKÜRE (Wagner). Thielemann. Dorst. Wottrich, Watson, Struckmann, Pieczonka. 27-VII. 12,23-VIII. SIEGFRIED (Wagner). Thielemann. Dorst. Gould, Siegel, Struckmann, Watson. 29-VII. 14,25-VIII. GÖTTERDÄMMERUNG (Wagner). Thielemann. Dorst. Gould, Watson, König, Fontana. 31-VII. 16,27-VIII. TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Schneider. Marthaler. Smith, Yuon, Stemme, Welker. 1,5,9,17,21,28VIII. PARSIFAL (Wagner). Fischer. Schlingensief. Holl, Eberz, Wegner, Herlitzius. 2,6,10,19-VIII. MACKERRAS MARRINER 5-VIII: Ensemble Dialogos. Katarina Livijanic. La visión de Tondai. 7: La Colombina. Victoria, Oficio de Semana Santa. 8: Ensemble Durendal. Fortuna desperata. 9: Pedro Estevan, percusión; Xavier Díaz, guitarra. Sanz. 10: The Harp Consort. Andrew Lawrence-King. Arte de la fantasía. — Isabel Rey, soprano; Alejandro Zabala, piano. Martín y Soler, Mozart. DIE ENTFÜHRUNG AUS DEM SERAIL (Mozart). Hager. Strehler. Cantarero, Bros, Rosique, Alves. 11,13-VIII. 17: Fazil Say, piano. Mozart, Say. 21,22,23: Orquesta de Cadaqués. Orfeón Donostiarra Neville Marriner. DRESDE 15: Real Orquesta Nacional Escocesa. Stefan Anton Reck. Mahler, Canción de la Tierra. — Sinfónica de la Radio de Finlandia. Sakari Oramo. Bruckner. 17: Sinfónica Escocesa de la BBC. Ilan Volkov. Bruckner. 18: Orquesta de Cámara Escocesa. Coro del Festival de Edimburgo. Maurizio Benini. Bardon, Kunde, Tarver. Rossini, Donna del lago (versión de concierto). 19: Real Orquesta Nacional Escocesa. Günther Herbig. Bruckner. HERBIG QUINCENA MUSICAL DONOSTIARRA WWW.QUINCENAMUSICAL.COM WWW.CMUSICATGNA.ALTANET.ORG ALESSANDRINI SAN SEBASTIÁN Mozart, Bottessini, Brahms. 16,19: Orquesta Nacional de Ucrania. Coro Intermezzo. Antonio Pirolli. Casolla, Fiorillo, Cassian, Berti. Ponchielli, La Gioconda (Versión de concierto). 17: Orquesta de Cámara Bach de la Gewandhaus de Leipzig. Christian Funke. Telemann, Vivaldi, Bach. 18: Marta Zabaleta, piano. Mozart, González Pastor, Schumann. 20: Orquesta Nacional de Ucrania. Michele Mariotti. Juan Diego Flórez, tenor. Rossini, Bellini, Donizetti. 21: Christian Zacharias, piano. Mozart, Ravel, Schubert. 22: Coro y Orquesta Nacionales de España. Arturo Tamayo. Rodríguez, Pardo, Silva, Hölzer. García Román, Réquiem. 23,24: Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Henze, Shostakovich. / Mahler. 26: Orquesta Nacional del Capitolio de Toulouse. Orfeón Donostiarra. Tugan Sokhiev. Dúo Vital, Stravinski, Berlioz. 29: Real Orquesta Filarmónica de Londres. Charles Dutoit. Chantal Juillet, violín. Sibelius, Stravinski, Chaikovski. BIONDI sión semiescenificada). BERLÍN STAATSOPER WWW.STAATSOPER-BERLIN.ORG CARMEN (Bizet). Ettinger. Kusej. Villazón, Vinogradov, Domashenko, Queiroz. 1,3,5-VII. DIE LUSTIGE WITWE (Lehár). Carydis. Mussbach. Fischesser, Queiroz, Jerusalem, Michael. 2,4-VII. 20: Joven Orquesta Gustav Mahler. Philippe Jordan. Webern, Berg, Mahler. 21: Sinfónica Escocesa de la BBC. Ilan Volkov. Schumann. 22: Real Orquesta Nacional Escocesa. Stéphane Denève. Bruckner. 22,23: Orquesta del Festival de 141 GUÍA GLYNDEBOURNE GLYNDEBOURNE FESTIVAL OPERA WWW.GLYNDEBOURNE.COM HAÏM COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Fischer. Hytner. Lehtipuu, Pisaroni, Rivenq, Garmendia. 1,7,10-VII. DIE FLEDERMAUS (J. Strauss). Jurowski. Lawless. Allen, Opie, Veira, Tear. 6,15,21,24,28-VII. A MIDSUMMER NIGHT’S DREAM (Britten). Volkov. Hall. Mehta, Martínez, Robinson, Holt. 9,14,16,22,27VII. 1,7-VIII. FIDELIO (Beethoven). Elder. Warner. Kampe, Kerel, Sherrait, Milne, Kennedy. 2,5,8,11,19,29-VII. 3,6,10,13,16,19,24,27-VIII. OBRUCHENIYE V MONASTIRE (Prokofiev). Jurowski. Slater. Voinarovski, Gunn, Petrova, Grivnov. 23,26,30VII. 4,9,12,15,18,22,25-VIII. GIULIO CESARE (Haendel). Haïm. McVicar. Daniela, Mingardo, Karnéus, Niese. 5,8,11,14,17,20,23,26VIII. INNSBRUCK INNSBRUCKER FESTWOCHEN WWW.ALTEMUSIK.AT 142 DON GIOVANNI (Mozart). Jacobs. Boussard. Weisser, Fink, Doneva, Im. 12,14,16,18-VIII. IL RE PASTORE (Mozart). Polverelli, CARLOS NOS (Shostakovich). Renzetti. Lourenço. Vaneev. 2,3,6,7-VII. LONDRES PROMENADE CONCERTS WWW.BBC.CO.UK/PROMS 14-VII: Coro y Sinfónica de la BBC. Jirí Belohlávek. Mozart, Dvorák, Shostakovich. 15: London Mozart Players. Isabel van Keulen. Schnittke, Mozart. 16: Orquesta de París. Christoph Eschenbach. West, Vogel, Rydl. Wagner, Siegfried (versión de concierto). 17: Orquesta Hallé. Mark Elder. Debussy, Matthews, Sibelius. 18: Orchestra of the Age of Enlightenment. Coro de Glyndebourne. Iván Fischer. Persson, Vondung, Lehtipuu, Garmendia. Mozart, Così fan tutte (versión de concierto). 19: Sinfónica de la BBC. Jirí Belohlávek. Maxwell Davies, Mozart, Dvorák. 20: Filarmónica de la BBC. Gianandrea Noseda. Prokofiev, Shostakovich. 21: Northern Sinfonia. Thomas Zehetmair. Ligeti, Schumann, Brahms. 22: Orquesta de la BBC de Gales. Richard Hickox. Paul Lewis, Till Fellner, pianos. Janácek, Mozart, Dvorák. 23: Coro y Orquesta Nacional de Gales. Richard Hickox. Bryn Terfel, barítono. Elgar, Bliss, Walton. 24: Kate Royal, soprano; Roger Vignoles, piano. Purcell, Chausson, Brahms. 25: Orquesta de Conciertos de la BBC. Barry Wordsworth. Juan Diego Flórez, tenor. Rossini, Falla, Lecuona. 26: Sinfónica de la Ciudad de Birmingham. Sakari Oramo. Leila Josefowicz, violín. Webern, Shostakovich, Brahms. 27: Sinfónica de Bamberg. Jonathan Nott. Hélène Grimaud, piano. Rihm, Schumann, Mahler. 28: Sinfónica Escocesa de la BBC. Marc Albrecht. Brahms, Strauss. 29: Sinfónica Escocesa de la BBC. Martyn Brabbins. Bernstein, Poulenc, Gershwin. 30: Filarmónica de la BBC. BBC Singers. Gianandrea Noseda. Haydn, Schubert. 31: Filarmónica de la BBC. Vasili Sinaiski. Tasmin Little, violín. RimskiKorsakov, Glazunov, Shostakovich. 1-VIII: Coro y The English Concert. Andrew Manze. Haendel-Mozart, Alexander’s Feast. 2: Sinfónica de la BBC. Andrew Davis. Prokofiev, Britten, Elgar. 3: Orquesta de la BBC Nacional de Gales. Kazushi Ono. Hosokawa, Mahler, Shostakovich. 25: Sinfónica de la BBC. Jukka-Pekka Saraste. Lindberg, Mendelssohn, Sibelius. 26: Sinfónica de la NDR de Hamburgo. Christoph von Dohnányi. Gil Saham, violín. Ravel, Stravinski, Chaikovski. 27: Orquesta de los Campos Elíseos. Collegium Vocale Gent. Philippe Herreweghe. Mozart. 28: Orquesta del Mozarteum de Salzburgo. Ibor Bolton. Lars Vogt, piano. Mozart. 29: Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Henze, Shostakovich. 30: Sinfónica de Pittsburgh. Andrew Davis. Lang Lang, piano. Ives, Chopin, Strauss. 31: Sinfónica de la BBC. Jirí Belohlávek. Richard Goode, piano. Mozart, Bruckner. ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN WWW.ROYALOPERAHOUSE.ORG LUCERNA LUCERNE FESTIVAL WWW.LUCERNEFESTIVAL.CH 10,11-VIII: Orquesta del Festival de Lucerna. Claudio Abbado. Cecilia Bartoli, mezzo. Mozart, Mahler. / Martin, Mahler. 13: Orquesta de Cámara Mahler. Daniel Harding. Emmanuel Pahud, flauta. Bach-Webern, Pintscher, Schubert. 14: Thomas Quasthoff, barítono; Graham Johnson, piano. Schubert, Winterreise. 18,19: Orquesta del Festival de Lucerna. Claudio Abbado. Maurizio Pollini, piano. Brahms, Bruckner. 20: Sinfónica de la BBC. H. K. Gruber. Gruber. — András Schiff, piano. Mozart. 21: Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Schubert, Mahler Chaikovski. 22: Orquesta de los Campos Elíseos. Collegium Vocale Gent. Philippe Herreweghe. Mozart. 23,24,27: Anne-Sophie Mutter, violín; Lambert Orkis, piano. Mozart, Sonatas. MUTTER PRODANÁ NEVESTA (Smetana). Böer. Winge. Mayer, Fontosh, Does, Neubauer. 1-VII. LA FINTA SEMPLICE (Mozart). Jones. Loy. Adams, Montvidas, Phan, Carlstedt. 2-VII. AGRIPPINA (Haendel). Carignani. McVicar. Lascarro, Bailey, Kang, Lavalle. 2-VII. TEATRO NACIONAL DE SÃO WWW.SAOCARLOS.PT TOSCA (Puccini). Pappano. Kent. Gheorghiu, M. Álvarez, Terfel. 1,3,5,8-VII. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Pappano. McVicar. Schrott, Persson, Röschmann, Finley. 4,6-VII. TURANDOT (Puccini). Soltesz. Serban. Lukács, Kelesidi, Heppner, Lloyd. 10,11,13,14,15,18,20,21VII. DON PASQUALE (Donizetti). Campanella. Miller. Corbelli, Cutler, Kurzak, Maltman. 17,19,22-VII. ABBADO OPER FRANKFURT WWW.OPER-FRANKFURT.DE LISBOA 4: Real Orquesta Nacional Escocesa. Stéphane Denève. Ravel, Szymanowski, Berlioz. 5: Academy of Ancient Music. Richard Egarr. Bach, Mozart. 6: Coro y Sinfónica de la BBC. Andrew Davis. Anderson, Ravel. 7: Coro y The King’s Consort. Robert King. M. Haydn, Mozart. 8: Filarmónica de la BBC. Yan Pascal Tortelier. Ravel, Roussel. 9,10: Sinfónica Escocesa de la BBC. Ilan Volkov. Stephen Kovacevich, piano. Harvey, Mozart, Schumann. / Noriko Kawai, piano. Sibelius, Dillon, Stravinski. 11: Sinfónica de la BBC. John Adams. Adams. 12: Joven Orquesta de la Unión Europea. Vladimir Ashkenazi. Janine Jansen, violín. Schnittke, Mozart, Shostakovich. 13: Orquesta UBS de Cámara del Festival de Verbier. Maxim Vengerov. Mozart. 14: Sinfónica de la Radio de Finlandia. Sakari Oramo. Sibelius, Strauss, Bartók. 15: Sinfónica de la BBC. Jirí Belohlávek. Christian Tetzlaff, violín. Schumann, Beethoven, Mendelssohn. 16: Orquesta del Festival de Budapest. Iván Fischer. Garrick Ohlsson, piano. Dohnányi, Bartók, Stravinski. 17: András Schiff, piano. Mozart. 18: Sinfónica de Londres. Valeri Gergiev. Yuri Bashmet, viola. Shostakovich, Schnittke, Chaikovski. 19,20: Coro y Orquesta del Teatro Mariinski. Valeri Gergiev. Vadim Repin, violín. Liadov, Sibelius, Shostakovich. / Shostakovich, Lady Macbeth (versión de concierto). 21: Sinfónica de Londres. Colin Davis. Berlioz, Macmillan, Elgar. 22: Joven Orquesta Gustav Mahler. Philippe Jordan. Strauss, Chausson, Shostakovich. 23: Coro y Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski. Turnage, Prokofiev, Rachmaninov. 24: Orquesta de Minesota. Osmo Vänskä. Barber, Golijov, Mahler. VÄNSKÄ FRANCFORT Hansson, Milanesi, Droy. 24,26VIII. ZEHETMAIR Budapest. Iván Fischer. Richard Goode, piano. Brahms. / Bartók, Stravinski. MAZEPPA (Chaikovski). Petrenko. Stein. Drabowicz, Kotscherga, Tarasova, Samuil. 22,24-VII. 24: Filarmónica de Rotterdam. Ingo Metzmacher. Bruckner. 25: Christian Zacharias, piano. Mozart, Ravel, Schubert. — Orquesta de Minnesota. Osmo Vänskä. Barber, Beethoven, Stravinski. 26: Sinfónica Escocesa de la BBC. Donald Runnicles. Bruckner. 27: Real Orquesta Nacional Escocesa. Claus Peter Flor. Bruckner. 30: Orquesta Philharmonia. Herbert Blomstedt. Bruckner. 31: Filarmónica de Berlín. Simon Rattle. Szymanowski, Mahler. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Abbado. Abbado. Zeppenfeld, Cutier, Concetti, Miklósa. 31-VIII. 24: Mihaela Ursuleasa, piano. Beethoven, Ravel, Ginastera. 25,26,27: Orquesta de Filadelfia. Christoph Eschenbach. Beethoven, Pintscher. / Beethoven, Mahler. / Beethoven, Chaikovski. 27: Ensemble InterContemporain. Susanna Mälkki. Pintscher, Berio, Donatoni. 28,30: Capella Andrea Barca. András Schiff, piano y dirección. Mozart. 29: Sinfónica de Lucerna. Coro de la Radio de Berlín. Kai Uwe Zirka. Weill, Schoenberg, Bernstein. 31: Staatskapelle Berlin. Daniel Barenboim. Anja Silja, soprano. Strauss, Schoenberg, Brahms. LYON OPÉRA NATIONAL DE LYON WWW.OPERA-LYON.COM MÚNICH FESTIVAL ROSSINI DE ÓPERA WWW.ROSSINI.OPERAFESTIVAL.IT TORVALDO E DORLISKA (Rossini). Pérez. Martone. Fischer, Takova, Alberghini, Meli, Pertusi. 7,10,13,16,21-VIII. FILARMÓNICA DE MÚNICH WWW.MUENCHNERPHILHARMONIKER.DE OPERN-FESTSPIELE WWW.STAATSOPER.DE MOSES UND ARON (Schoenberg). Mehta. Pountney. Tomlinson, Daszak, Reiss, Jansen. 1,4-VII. LA FORZA DEL DESTINO (Verdi). Palumbo. Alden. Humes, Urmana, Delavan, Farina. 2-VII. RINALDO (Haendel). Bicket. Alden. Taylor, York, Rice, Lemalu. 5-VII. GIULIO CESARE (Haendel). Bolton. Jones. Murray, Rieger, Prina, Sindram. 7-VII. TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Mehta. Konwitschy. Franz, Moll, Meier, Titus. 8-VII. IL RITORNO D’ULISSE IN PATRIA (Monteverdi). Moulds. Alden. Allen, Fulgoni, Visse, Hagley. 10-VII. ORPHÉE ET EURYDICE (Gluck-Berlioz). Bolton. Lowery. Kasarova, Mikolaj, Reiss. 11-VII. KÖNIGSKINDER (Humperdinck). Luisi. Homoki. Gambill, Dasch, Gantner, Pecková. 12-VII. RODELINDA (Haendel). Bolton. Alden. Gritton, Mehta, Nilon, Mingardo. 13-VII. L’INCORONAZIONE DI POPPEA (Monteverdi). Bolton. Alden. Jansen, Reiss, Köhler, Moll. 14-VII. DIE ENTFÜHRUNG AUS DEM SERAIL (Mozart). Joel. Duncan. Kaiserfeld, Reiss, Trost, Conners. 15-VII. DER FLIEGENDE HOLLÄNDER (Wagner). Fischer. Konwitschny. Moll, Kampe, Gould, Conners. 16VII. ORLANDO (Haendel). Bolton. Alden. Daniels, Joshua, York, Miles. 17-VII. ALCINA (Haendel). Moulds. Loy. Harteros, Kasarova, Cangemi, Prina. 18-VII. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Mehta. Dorn. Mattei, Stoyanova, Koch, Lemalu. 19-VII. LA CALISTO (Cavalli). Bolton. Alden. Visse, Gens, Bacelli, Gantner. 20- ELEKTRA (Strauss). Schneider. Wernicke. Henschel, Schnaut, Dussmann, Humes. 25-VII. XERXES (Haendel). Bicket. Duncan. Murray, Robson, Stutzmann, Gritton. 26-VII. TANNHÄUSER (Wagner). Mehta. Alden. Moll, Gambill, Keenlyside, Fox. 27-VII. PARSIFAL (Wagner). Fischer. Konwitschny. Uusitalo, Bayley, Salminen, Ventris. 29-VII. DON CARLO (Verdi). Mehta. Rose. Salminen, Vargas, Gavanelli, Mescheriakova. 30-VII. DIE MEISTERSINGER (Wagner). Mehta. Langhoff. Rootering, Salminen, Roberson, Rieger. 31-VII. ORANGE CHORÉGIES WWW.CHOREGIES.COM AIDA (Verdi). Plasson. Roubaud. Thomas, Cornetti, Alagna, Ko. 8,11VII. PLASSON TAN DUN 7,8,9-VII: Coro Filarmónico. Dennis Russell Davies. Dagmar Peckova, soprano. Kancheli, Prokofiev. 12,13: Tan Dun. Anssi Karttunen, chelo. Shostakovich, Borodin. LUCIA DI LAMMERMOOR (Donizetti). Guidarini. Fourny. Ciofi, Villazón, Frontali, Scandiuzzi. 29-VII. 1-VIII. CYRANO DE BERGERAC (Alfano). Guidarini. Alagna. Alagna, Manfrino, Rivenq, Ferrai. 10-VII. PARÍS 1-VII: Orquesta Nacional de Francia. Bernard Haitink. Deborah Voigt, soprano. Wagner. (Teatro de los Campos Elíseos [www.theatrechampselysees.fr]). 4: Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Mahler. (T.C.E.). OPÉRA BASTILLE WWW.OPERA-DE-PARIS.FR LA DAMNATION DE FAUST (Berlioz). Lavin. Lepage. De Young, Sabbatini, van Dam, Fel. 1,4-VII. L’ELISIR D’AMORE (Donizetti). Gardner. Pelly. Murphy, Groves, Naouri, Maestri. 3,5,7,10,12,15-VII. PALAIS GARNIER WWW.OPERA-DE-PARIS.FR DIE SCHULDIGKEIT DES ERSTEN GEBOTS (Mozart) / LA CAMBIALE DI MATRIMONIO (Rossini). Benedetti Michelangeli. Squarzina. Bertagnoli, Mologni, Bordogna, Capitanucci. 8,11,14,18-VIII. SALZBURGO SALZBURGER FESTSPIELE WWW.ASALZBURGFESTIVAL.AT IL RE PASTORE (Mozart). Hengelbrock. Spicer, Dasch, Petersen, Karasiak. 24,27,29-VII. LUCIO SILLA (Netopil. Flimm. Saccà, Massi, Bacelli, Cangemi. 25,27,30VII. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Harnoncourt. Guth. Skovhus, Röschmann, Netrebko, D’Arcangelo. 26,28,31-VII. 4,6,9,13-VIII. BASTIEN UND BASTIENNE/ DER SCHAUSPIELDIREKTOR (Mozart). Fuchs. Reichert. Zamojska, Berchtild, Cojocariu, Metaxaki. 28,29,30-VII. 4,5,6,18,19,20-VIII. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Muti. Audi. Pape, Groves, Damrau, Kühmeier. 29-VII. 4,10,13,19,21,26VIII. LA FINTA SEMPLICE (Mozart). Hofstetter. Schlömer. Hartelius, Camparato, Ovenden, Turk. 1,5,9,13-VIII. ASCANIO IN ALBA (Mozart). Fischer. Herrmann. Kupke, Prina, Sandis, Reid. 3,5-VIII. COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Honeck. U. y K.-E. Herrmann. Martínez, Koch, Degout, Allen. 3,9,12,16,23-VIII. DIE ENTFÜHRUNG AUS DEM SERAIL (Mozart). Bolton. Herheim. Aikin, Farcas, Strehl, Hawlata. 5,8,10,12-VIII. DON GIOVANNI (Mozart). Harding. Kutej. Hampson, D’Arcangelo, Schäfer, Moll. 11,15,18,20,24,27,30VIII. LA CLEMENZA DI TITO (Mozart). Harnoncourt. Kusej. Schade, Bonney, Kasarova, Pisaroni. 16,19,21,23,26,29-VIII. ZAIDE (Mozart) / ADAMA (Czrnowin). Bolton/Kalitzke. Guth. Erdmann, Lehtipuu, Reuter, Girolami. 17,19,20-VIII. BETULIA LIBERATA (Mozart). Poppen. Trost, Mijanovic, Kleister, Selig. 18-VIII. IL SOGNO DI SCIPIONE (Mozart). Ticciati. Sturminger. Nacoski, Fribo, Bobro, Trucco. 18,20-VIII. IDOMENEO (Mozart). Norrington. K.-E. Herrmann. Vargas, Kozená, NORRINGTON LUCIA DI LAMMERMOOR (Donizetti). R. Abbado. Alli. Ciofi, Devia, Vargas, Filianoti. 3,5,7,10,11,13,15,18,20,21-VII. DIDO AND ÆNEAS (Purcell). Hogwood. Bourne. Connelly, Jovanovich, Arnet, Kucerova. 4,6,8,12,14,17,19VII. PÉSARO Harteros, Francis. 22,24,27,30-VIII. MITRIDATE, RE DI PONTO (Mozart). Minkowski. Krämer. Croft. Or, Persson, Mehta. 23,26,28-VIII. LA FINTA GIARDINIERA (Mozart). Bolton. Dörrie. Hall, Ainsely, Donose, Werba. 26,29,31-VIII. APOLLO ET HYACINTHUS/DIE SCHULDIGKEIT DES ERSTEN GEBOTS (Mozart). Wallnig. Dew. Watanabe, Berchtold, Lim, Karg. 25,27,28-VIII. 22,24-VII: Filarmónica de Viena. Daniel Barenboim. Heinrich Schiff, chelo. Mozart, Staud. 5,6-VIII: Filarmónica de Viena. Roger Norrington. Mozart. 12,15,16: Filarmónica de Viena. Riccardo Muti. Mozart, Vacchi. 14: Maurizio Pollini, piano. Mozart. 17: Alfred Brendel, piano. Programa por determinar. 18: Cuarteto Arditti. Dusapin, Ferneyhough, Kyburz. 20,22: Filarmónica de Viena. Pierre Boulez. Lang Lang, piano. Mozart, Neuwirth. 25,27: Filarmónica de Viena. Nikolaus Harnoncourt. Mozart, Sinfonías 39-41. 28: Filarmónica de Berlín. Simon Rattle. Saariaho, Pintscher, Turnage. 29: Filarmónica de Berlín. Simon Rattle. Mozart. 31: Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam. Mariss Jansons. Alfred Brendel, piano. Mozart, Henze. TURÍN TEATRO REGIO WWW.TEATROREGIO.TORINO.IT DON CARLO (Verdi). Bichkov. De Ana. Giordani, Urmana, Furlanetto, Frontali. 2,15,18,21,23,25,27,28,29-VI. VENECIA TEATRO LA FENICE WWW.TEATROLAFENICE.IT LUCIO SILLA (Mozart). Netopil. Flimm. Saccà, Massis, Bacelli, Cangemi. 1-VII. ZÚRICH OPERNHAUS WWW.OPERNHAUS.CH TIEFLAND (D’Albert). Welser-Möst. Hartmann. Schnitzer, Kohl, Chuchrova, Liebau. 1,4,6,9-VII. DON GIOVANNI (Mozart). Welser- WELSER-MÖST TEATRO ALLA SCALA WWW.TEATROALLASCALA.ORG IPHIGÉNIE EN TAURIDE (Gluck). Minkowski. Graham, Braun, Beuron, Ferrari. 1,4,7,10-VII. PÉREZ MILÁN VII. RIGOLETTO (Verdi). Mehta. Dörrie. Gipali, Gavanelli, Kotyscherega, Maximova. 21-VII. MEDUSA (Felice). Mazzola. Stiehl. Stoicheva, Walther, Jansen, Salter. 22,24-VII. FIDELIO (Beethoven). Mehta. Mussbach. Gantner, Uusitalo, Smith, Meier. 23-VII. ARIODANTE (Haendel). Bolton. Alden. Chiummo, Rodgers, Murray, Nilon. 24-VII. BOLTON DER LINDBERGHFLUG/DIE SIEBEN TODSÜNDEN (Weill). Minczuk. Girard. Streit. 4-VII. Möst. Bechtolf. Mei, Hartelius, Jankova, Keenlyside. 2,5,8-VII. AIDA (Verdi). Miller. Stemme, D’Intino, Kohl, Licitra. 7-VII. 143 CONTRAPUNTO EL PROBLEMA SON LOS CHICOS E 144 n cualquier parte de Europa se observa el orgullo por los artistas nacionales. Hace algunos años, durante los diez días que pasé en Praga y Brno, asistí a nueve de las dieciséis óperas de Bohuslav Martinu, y a tres de Dvorák. Strauss y Pfitzner son presencias fijas en Berlín y Viena. En París, Gérard Mortier da la máxima prioridad al reestreno de las obras maestras de la ópera francesa, empezando con Louise de Charpentier y La juive de Halévy. Todo correcto, cumplidor y tal y como se espera de las instituciones subvencionadas por el estado para velar por el apartado de la lírica dentro del genio nacional. En el Reino Unido, para vergüenza nuestra, se puede buscar por todo el país un año tras otro sin encontrar más que dos puestas en escena de las diez óperas de Benjamin Britten, el único compositor nativo de la época moderna que merece el título de genio. Ninguno de nuestros teatros de ópera, ni públicos ni privados, ha ofrecido las obras completas de Britten. El Coliseum había prometido tratarle como su principal “compositor invitado” pero el reestreno de una ópera al año está muy lejos de presentar su obra ordenadamente y en su contexto. La única compañía que nos ha brindado un ciclo Britten es, que yo sepa, La Monnaie de Bruselas, un encantador teatro de la ópera sin las inhibiciones de la reserva británica. Cualquiera que haya estado en un consejo de las artes sabe que cuando se toca el tema Britten hay una pudorosa ambivalencia, un rubor y una descarga de pretextos en contra que no tienen nada que ver con el valor de la obra y todo con el manido cuento de siempre. El problema son los muchachos. No es ningún secreto que a Britten le gustaban los chicos, y cuanto más jóvenes mejor. Los incluyó en unas treinta obras. En sus óperas son fundamentales, desde el principio al fin, con la muerte de un muchacho empieza y termina Peter Grimes. Fijarse en un muchacho en la playa es lo que precipita La muerte en Venecia. Es imposible disfrazar la afinidad del compositor por lo infantil, una fascinación enmascarada como el síndrome de Peter Pan mientras vivía, pero hoy sorteada por un muy extendido y justificado miedo a la pedofilia, un vicio maligno llevado por las alas de internet. Es el amor de Britten por los muchachos lo que provoca nuestra incomodidad y cuanto antes ataquemos las raíces del problema, mejor ya que entonces podremos comprender su obra sin escrúpulos. Un nuevo libro editado por Faber, que aparece este mes, da un gigantesco paso en esa dirección. Los niños de Britten empezó en 2004 como un insólitamente inteligente y estimulante documental hecho para BBC2. Su productor, John Bridcut, lo ha desarrollado en el nuevo libro como un estudio clínico y exhaustivo del gran compositor y su interés en los niños, ampliado con nuevos encuentros y revelaciones basados en materiales de archivo. Bridcut entrevistó a un par de docenas de muchachos que habían tenido una estrecha relación con Britten. A muchos de ellos Britten los ayudó en sus carreras musicales: los compositores Michael Berkeley y Robert Saxon, el director Benjamin Zander, el tenor Adrian Thompson. El más famoso de sus muchachos fue David Hemmings, que tenía doce años cuando hizo el papel de Miles en Otra vuelta de tuerca en su estreno en Venecia en 1954, un excelente lanzamiento para su posterior transformación en estrella de cine. Otros amigos eran los hijos de los compañeros y colegas de Britten, que no veían nada extraño en dejarles bañarse en el tonificante mar en Aldeburgh con el desnudo y maduro compositor que gozaba abiertamente de la compañía juve- nil. Aquellos fueron, desde luego, tiempos más candorosos. Britten ayudó en la enseñanza de los muchachos y mantuvo el interés en su progreso como si tratara de un tío suyo. Hasta les enviaba un regalo el día de su boda. Se habla de que había algunos besos, nada más. Ninguno de los muchachos entrevistados fue dañado ni física ni moralmente. La mayoría seguía teniendo en gran estima la relación, incluso después de que Britten rompiera abruptamente su amistad, como pasó con Hemmings al cambiar su voz. Es cierto que había celos algo mezquinos cuando un muchacho veía que Britten estaba con otro pero nunca ese rencor que dominaba muchas de las amistades de Britten con los adultos, a los que tenía mucho recelo y despachaba con brutalidad. Bridcut opina que Britten fue en el fondo un niño, inocente y represivamente puritano, pero en ningún sentido un depredador. Su veredicto se ve confirmado por las óperas en las que el muchacho siempre necesita protección, nunca está ahí para ser seducido. En la novela corta de Thomas Mann, Tadzio demuestra más amaneramiento hacia Aschenbach de lo que se permitió Britten en su versión de Muerte en Venecia. El libro de Bridcut no es la última palabra acerca de la cuestión pero es alentador saber que las investigaciones del autor se deben en parte al albacea de Britten, el compositor Colin Matthews, que quiere que se despeje ese aire viciado en torno al compositor y redimirle de la taimada actitud de muchos, de ese “tu ya me entiendes”. Sí, es cierto, estaba interesado en los muchachos, pero este interés estribaba en los reflejos del chico que él mismo era, una voz interior que fue, como a veces Britten insinuó, la fuente de su inspiración, un ideal de belleza y bondad. Recibí una carta recientemente de alguien al que dos cazatalentos que representaban a Benjamin Britten se dirigieron después de una función escolar en 1945. El hombre que me envió la carta no consiguió el papel del aprendiz en Peter Grimes (lo hizo Leonard Thompson) pero es imposible imaginar que el respetable libretista Eric Crozier o el maestro de coro Arthur Oldham hubieran actuado como dos proxenetas de Britten si existiera cualquier sospecha de que iba a aprovecharse de los muchachos. Más tarde, Crozier y Britten riñeron y aquel acusó al compositor de “corromper” a los chicos, pero excluyó específicamente el abuso físico. Ya ha llegado el momento de enterrar los rumores y concentrarse en el valor del legado de Britten. Aparte de la música, el compositor dejó un festival y un retiro en Aldeburgh donde los músicos van para trabajar con ideas y buscar colaboradores. Es uno de los pocos lugares de Europa donde un pianista puede ensayar con cantantes y un solista encontrar nuevos colaboradores. La empresa, dirigida por Lord Stevenson, está en expansión. Pero después de hacer campaña y recibir donaciones de parte del Arts Council, de la Fundación Britten-Pears y de unos mecenas particulares, todavía le faltan 2, 3 millones de libras para llegar a la meta de 12 millones, y está resultando cuesta arriba conseguirlos, ya que Aldeburgh no está de moda y Britten, para algunos, sigue siendo una palabra obscena. Ya basta. Estamos en un nuevo siglo y se ha sacado la ropa sucia para que se airee. Debemos aceptar a Britten tal como era, un inocente atormentado, y encontrar el valor para poner en escena por primera vez sus obras de forma coherente en un ciclo integral. Norman Lebrecht Fundación Siglo para las Artes de Castilla y León Arte Organica Órganos de Castilla y León 18 conciertos Junio/julio agosto 2006 Diseño: Zubiria Tolosa de órgano 30 junio • 20’00 hs. Dúo Artigas/Sánchez Burgos • Catedral Capilla Santa Tecla 16 julio • 20’00 hs. Wolfgang Rübsam Salamanca Conservatorio Superior 30 julio • 20’30 hs. Luis Pedro Braviz Burgos Colegiata de Lerma 11 agosto • 20’00 hs. Dúo Tuberi/Jansen Burgos Catedral 20 agosto • 20’00 hs. Miguel A. García Fdez. Villafranca del Bierzo (León) Coleg. Sta. María 2 julio • 20’00 hs. Luis Dalda Cevico de la Torre Palencia) San Martín 22 julio • 20’00 hs. José Vicente Giner Villasandino (Burgos) Ntra. Sra. de la Asunción 5 agosto • 20’00 hs. José Mª Más i Bonet Sotillo de la Ribera (Burgos) Sta. Águeda 12 agosto • 20’30 hs. Jordi Vergés Palacios Rubios (Salamanca) San Andrés 26 agosto • 20’30 hs. Jesús Fernández Maíllo Villalón de Campos (Valladolid) San Miguel 8 julio • 20’00 hs. Mª Jesús García Alonso Fontiveros (Ávila) San Cipriano 23 julio • 20’00 hs. Guido Lotti León Santa Marina La Real 6 agosto • 19’30 hs. Luca Purchiaroni Castrojeriz-San Juan Burgos 13 agosto • 20’30 hs. Andreas Arand Carrión de los Condes (Palencia) • San Andrés 15 julio • 20’30 hs. Mónica Melcova La Seca (Valladolid) Ntra. Sra. de la Asunción 29 julio • 20’00 hs. Antonio Duarte Valladolid Mon. Huelgas Reales 10 agosto • 20’30 hs. François H. Houvart Burgos Iglesia de la Merced 19 agosto • 21’00 hs. Luis A. González El Espinar (Segovia) San Eutropio Información: Fundación Siglo • c/María de Molina 3 - 1º • 47001 Valladolid • Tel. 983 213 886 • www.fundacionsiglo.org A. Organica (Scherzo).indd 1 12/5/06 14:01:51