Cambio Climático: Propuestas Humanistas desde América Latina Francisco Javier Jara y Frank Priess | Editores Cambio Climático: Propuestas Humanistas desde América Latina Francisco Javier Jara y Frank Priess| Editores Fundación Konrad Adenauer Río Guadiana No. 3 Col. Cuauhtémoc 06500, México, D.F. México Tel. +52 55 55 66 45 11 Fax +52 55 55 66 44 55 [email protected] www.kas.de/mexiko/es/ Diseño editorial y producción La Décima Letra S.A. de C.V. Calle Hidalgo 61 oficina 5 Col. San Jerónimo Lídice 10200, México, D.F. México [email protected] www.ladecimaletra.com Imagen de portada: Víctor Manuel García Bernal ÍNDICE introducción Frank Priess 9 Representante de la Fundación Konrad Adenauer, México Palabras de bienvenida Sergio Araya Alvarado Coordinador de Proyectos de la Fundación Konrad Adenauer, Costa Rica Jorge Ocejo Moreno Presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América Senador del Partido Acción Nacional, México La Propuesta Humanista sobre el Medio Ambiente y Cambio Climático Exposición inaugural Gerardo Vargas Rojas 11 11 15 19 Partido Unidad Social Cristiana, Costa Rica Posición de México frente al cambio climático Sandra Herrera Flores 33 Subsecretaria de Fomento y Normatividad Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, México Cambio Climático y Desafíos para la Región Leonardo Merino Trejos 41 Representante del Programa Estado de la Nación, Costa Rica La Ley de Cambio Climático en México Exposición de Clausura Alberto Cárdenas Jiménez Partido Acción Nacional, México 73 Taller de Trabajo de los Legisladores Demócrata Cristianos y del Centro Político Humanista 85 DECLARACIÓN DE PARLAMENTARIOS DE PARTIDOS DEMÓCRATA CRISTIANOS Y DE CENTRO POLÍTICO HUMANISTA DE AMÉRICA LATINA SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA SUSTENTABILIDAD DEL DESARROLLO 89 Discurso sobre Medio ambiente y Cambio Climático 101 San José, Costa Rica, 26 de noviembre de 2011 Carlos Alberto Carranza Partido Justicialista, Argentina Propuesta para una Política Energética para la Sustentabilidad del Desarrollo en Chile Patricio Vallespín López 109 Partido Demócrata Cristiano, Chile Semblanzas 125 introducción Frank Priess Representante de la Fundación Konrad Adenauer, México Desafortunadamente en muchas ocasiones, por la naturaleza de la materia, es que cuestiones de enorme importancia de mediano y largo plazo caen muy pronto en el olvido. Mientras que el tema de políticas climáticas y medioambientales tuvo hace dos años una coyuntura muy favorable con las cumbres de Copenhague y Cancún, en el periodo siguiente las preocupaciones sobre probables desafíos para el mundo financiero y económico suprimieron el “tema del futuro” de los titulares de prensa. Por esto, quien cree sin razón que hay que solucionar primero las dificultades actuales candentes antes que preocuparse por el medio ambiente, está equivocado. Temáticas climáticos y medioambientales son de una importancia vital para el futuro de la humanidad. Hoy en día ya se sienten –pese a todas las voces que quieren quitarle peso– las consecuencias del cambio climático en todas partes del mundo, en unos países menos pero en otros de forma muy grave. Cuando los cambios climáticos quitan en algunos lugares a la población rural sus medios de vida, cuando los precios para alimentos básicos aumentan dramáticamente, cuando ya no se puede excluir la probabilidad de conflictos transfronterizos por recursos escasos como el agua, entonces se necesita una reacción política específica que figure en primera plana del orden del día. Para la Fundación Konrad Adenauer es de suma importancia fomentar el diálogo internacional, aportar experiencias exitosas a través de un intercambio constante de ideas entre amistades políticas y apoyar la aplicación de políticas sostenibles, y con ello también recurrir a lo que en Alemania se encaminó a partir del gobierno de la cdu-csu con el cambio de modelo 9 energético: una prioridad clara para energías renovables, inversiones en innovaciones ecológicas, seguridad energética por medio del ahorro de energía como instrumentos conforme al mercado hacia “green growth”. Incluso aquí se encuentran oportunidades económicas. Que empresas alemanas del sector de energías renovables sean hoy en día líderes mundiales, no es una causalidad, es el resultado de una consecuente política medioambiental. Para un país con pocos recursos naturales –como nota aparte y con relación al mapa político internacional–, no es propicio con respecto de su seguridad energética el tener que apoyarse de la importación de combustibles fósiles de regiones en crisis. Pertenece especialmente a los Partidos Políticos Cristiano Demócratas el aseguramiento del futuro, es decir, la preservación de la creación como la equidad intergeneracional en el centro de sus convicciones políticas. Esto demuestran los partidos-odca de América Latina con su encuentro de Legisladores Centro Humanistas sobre Medio Ambiente y Cambio Climático. De aquel encuentro y de sus consideraciones se conforma esta importante publicación. Ellos quieren ser promotores e impulsores de este tipo de preguntas y no pretenden estar como espectadores ante el lento movimiento del buque de vapor. En este sentido, le deseo al lector nuevas e interesantes comprensiones, como resultado de un debate cautivador con argumentaciones e iniciativas políticas de países muy diferentes de toda América Latina y no menos importante deseo que de este compromiso se encienda una activa participación política. 10 Palabras de bienvenida Sergio Araya Alvarado Coordinador de Proyectos de la Fundación Konrad Adenauer, Costa Rica Estimados señores y señoras: En nombre del señor Claudius Schlumberger, representante de la Fundación Konrad Adenauer para Costa Rica y Panamá, y en el mío propio, me es grato extender una cordial bienvenida a todas y todos los distinguidos visitantes que hoy nos acompañan, así como a las y los amigos costarricenses y residentes en este país, que también nos honran con su participación en esta actividad de inauguración del Encuentro Internacional de Legisladores Centro Humanistas sobre Medio Ambiente y Cambio Climático, del que Costa Rica es digna sede. Un especial saludo al señor Frank Priess, representante de la Fundación Konrad Adenauer en México, así como al señor Jorge Ocejo, presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América, entidad responsable de la organización de la actividad, y al señor Gerardo Vargas Rojas, presidente del Partido Unidad Social Cristiana, institución anfitriona en esta oportunidad. Amigas y amigos todos: El mundo contemporáneo encara múltiples desafíos de carácter universal, muchos de los cuales marcan un punto de inflexión con lo vivido por la humanidad desde que tenemos registros históricos de nuestro paso por el Globo Terráqueo. Resalta entre todos, por su impacto y efecto permanente, el fenómeno conocido como Cambio Climático. Desde que fue advertido por expertos de la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente 11 (pnuma) en 1988, cuando crearon el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (ipcc, por sus siglas en inglés) y, especialmente desde 2007, cuando reciben en forma compartida el Premio Nobel de la Paz, el ex vicepresidente de Estados Unidos de América, señor Al Gore, y el citado ipcc, por su denodado esfuerzo en difundir el efecto devastador del fenómeno, el tema del cambio climático provocado por la acción de la humanidad, es hoy uno de los principales temas que ocupan el interés de las principales agendas políticas vigentes en el concierto mundial de naciones, tanto a escala intergubernamental como en el ámbito de la sociedad civil organizada. Es imposible minimizar la realidad ante un problema que está con nosotros hoy y que, de no adoptarse las políticas públicas y los grandes acuerdos políticos y sociales requeridos, seguirá avanzando en forma demoledora hasta producir un colapso planetario que afectará para siempre el destino de toda forma de vida en la faz de la Tierra, incluida nuestra propia especie. Diversas catástrofes naturales que hoy ocupan los titulares de connotados medios de comunicación son tan sólo el reflejo más evidente de un problema que amenaza, reitero, la sobrevivencia del entorno natural y social que conocemos y al que, en su momento, supusimos inalterable y resistente a cualquier forma de intervención humana. Desde el enfoque esencialmente humanista que orienta el quehacer de las comunidades políticas hoy aquí representadas y que, en lo medular, parte de la protección de la Creación y de la vida como el eje central de su accionar integral, el tema del cambio climático y su impacto presente y futuro en el medio ambiente, debe ubicarse en una posición prioritaria de sus respectivas rutas de navegación política. Éste es un tema al que no se le puede seguir aplazando la búsqueda de soluciones definitivas. Empero por su complejidad, multicausalidad y por la interrelación de intereses de diversa naturaleza y origen, que subyacen a su reproducción, es un problema mayor que debe ser abordado con especial sensibilidad 12 política, creatividad y sujeción a un espíritu de diálogo social y plural, de apertura y respeto a potenciales propuestas de solución, provenientes de distintos actores, gubernamentales y no gubernamentales. La tarea acometida no es sencilla, como no lo es el problema. En la capacidad y visión de los responsables políticos encargados de llevar adelante las decisiones más relevantes en este tópico, descansa una proporción importante del abordaje del tema, mas ello no es suficiente. Éste es un asunto que convoca a todos los distintos actores políticos, sociales, económicos, culturales e intelectuales que conformamos el tejido social global, a buscar una suerte de articulación efectiva y duradera, conducente a la construcción, puesta en práctica y evaluación constante, de las acciones encaminadas a detener el cambio climático provocado por el propio ser humano, y a revertir un futuro nada halagador para la existencia misma de toda forma de vida en el planeta. El compromiso debe ser con nuestro entorno, con las generaciones futuras y con nosotros mismos. La oficina de la Fundación Konrad Adenauer en Costa Rica desea que esta actividad contribuya en forma decidida y concreta, a la búsqueda y definición de las propuestas de solución requeridas para enfrentar este problema, afirmando su compromiso con todas y todos aquellos que asumen con seriedad, ética y responsabilidad, el papel que les corresponde desempeñar en este vital esfuerzo por sanar al planeta: el único y verdadero hogar que posee la Creación desde su inicio. Muchas gracias. 13 Palabras de bienvenida Jorge Ocejo Moreno Presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América Senador del Partido Acción Nacional, México Honorables y distinguidos Legisladores Humanistas de América Latina Sr. Frank Priess y Sr. Sergio Araya, representantes de la Fundación Konrad Adenauer Sr. Gerardo Vargas, presidente del Partido Unidad Social Cristiana Estimados amigos y amigas de Costa Rica Es para mí un gusto estar aquí con ustedes en este Encuentro Internacional de Legisladores Centro Humanistas sobre Medio Ambiente y Cambio Climático, particularmente porque esta segunda reunión tiene lugar en Costa Rica, un país comprometido con la defensa y la preservación de la naturaleza. Costa Rica es un país reconocido internacionalmente por su liderazgo en Centroamérica y en el continente en esta materia. Según los últimos datos de 2010, ocupa el tercer lugar a nivel mundial en la clasificación del índice de desempeño ambiental y el primer lugar entre los países del continente americano. Además, es uno de los países que más esfuerzos realiza para enfrentar los desafíos del cambio climático. Hoy, Costa Rica, es un ejemplo por su decisión de convertirse en el primer país del mundo neutral en carbono o carbono neutral para el año 2021 al cumplir su bicentenario como nación. Me alegra, por cierto, que Costa Rica tenga una alta conciencia nacional sobre la importancia de preservar el medio ambiente y de enfrentar las nuevas amenazas de este siglo. Ello es producto de una convicción colectiva, que no es patrimonio de un gobierno o de un partido político, sino de un valor compartido por todos los sectores y por cada uno de sus ciudadanos. 15 Esta convicción compartida constituye también un sello distintivo de este país: considera su patrimonio natural y su conciencia ambiental como parte de su propia identidad nacional. Por ello me entusiasma que los legisladores de América Latina realicen este encuentro de la Organización Democrática Cristiana de América (odca) aquí en Costa Rica, porque es también un reconocimiento a su pueblo y porque es nuestra aspiración transmitir esta conciencia a todos los pueblos de la región. En los próximos días, tendrá lugar en Sudáfrica la Conferencia de las “Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” (cop 17), con la finalidad de adoptar medidas y generar una estrategia global para combatir los efectos nocivos del cambio climático. Para muchos, estas reuniones parecen algo lejano, sin embargo sus efectos son directos en la calidad de vida de todos; en la preservación de la propia vida, en la lucha contra la pobreza, en la seguridad mundial, en la producción agrícola, en la prevención de desastres naturales, en fin, en el propio desarrollo humano. Por ello, esta reunión de la odca –con el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer, el Partido Unidad Social Cristiana y el Instituto Costarricense de Estudios Políticos– no tiene un objetivo político partidista limitado, sino un sentido mucho más amplio, es decir, tiene que ver con la viabilidad de un proyecto de vida realmente humanista. En estos encuentros esperamos impulsar acuerdos y consensos en América Latina para enfrentar todos juntos de manera decidida el presente desafío de salvaguardar nuestro entorno y de preservar la vida futura en el planeta. Tal como en la primera reunión, queremos también contribuir y aportar en los debates y reflexiones de la próxima Conferencia sobre Cambio Climático. En Durban, esperamos continuar con el espíritu de Cancún: queremos ver un acuerdo jurídicamente vinculante, aunque sabemos que es difícil y 16 sabemos que muchos otros estados no necesariamente están a favor, pero vamos a trabajar muy duro para lograrlo. Han pasado ya 19 años desde que se adoptó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y casi 14 desde la firma del Protocolo de Kyoto, y aún falta mucho para una estrategia integral al problema del cambio climático. Pero también debemos reconocer que se han alcanzado avances. Cada año los países se comprometen a reducir sus niveles de emisión de gases contaminantes, cada día se impone más la utilización de energías limpias y renovables y cada día se impone más la idea de una economía verde. Esperamos que la aspiración mundial por un planeta sano y un desarrollo humano y sustentable sean una realidad. Para impulsar esta lucha, desde la odca contamos con un proyecto de centro humanista que considera que todas las actividades deben estar orientadas al logro del pleno desarrollo de las personas, y éste sólo es posible en plena armonía con la naturaleza. Como demócratas cristianos estamos verdaderamente preocupados por impulsar soluciones internacionales a este problema. Creemos que el medio ambiente es un patrimonio común del hombre y, por lo tanto, existe un deber de salvaguardarlo con una visión de presente y futuro. Creemos que un elemento esencial del bienestar es contar con un entorno bien preservado, y que el desarrollo económico y humano sustentable debe comprender armónicamente la economía, la justicia social y la ecología. Ante la situación de deterioro ambiental que estamos viviendo, es indispensable la acción solidaria y subsidiaria internacional, como consecuencia de la responsabilidad tanto de los países desarrollados como en vías de desarrollo, ya que ambos parten de la solución y del problema. La solución debe ser integral, no sólo en cuanto a los temas, sino en la fundamental participación de todos. Se requiere del compromiso de los países desarrollados para asumir las implicaciones de una industria sustenta- 17 ble, como de su apoyo a los países en vías de desarrollo. Así también, de un compromiso de los países en vías de desarrollo para adoptar modelos de desarrollo sustentables. Y a su vez, se necesita la participación tanto de gobiernos como de la sociedad civil. Hay que dar el paso para dejar atrás los acuerdos parciales que no han logrado soluciones contundentes y firmar compromisos que atiendan de manera integral el problema. Tenemos que lograr los instrumentos legales, económicos, informativos y educativos que los retos del cambio climático nos imponen. Este Encuentro representa un paso más en este camino. Tenemos la convicción que nuestros principios y valores –los de los partidos que comparten el proyecto centro humanista– son el sustento para orientar propuestas y medidas mundiales que enfrenten los nuevos problemas mundiales. También estoy convencido de que la contribución de los integrantes social cristianos de Costa Rica, comprometidos con la propia identidad de este país, puede ser fundamental para impulsarnos con el ejemplo de construir una nueva conciencia colectiva mundial. Comencemos a construir el cambio necesario, aquel que nos permita un mundo más humano. Un cambio que debe comenzar en nuestras propias actitudes y nuestros propios estilos de vida. Cada uno puede hacer una contribución fraternal y solidaria con la continuidad de este planeta. Este Encuentro en Costa Rica pretende precisamente eso: en la contribución de la odca y de los legisladores centro humanistas para que tengamos un mundo donde sea posible vivir y de realizar nuestras más altas aspiraciones. A los hermanos costarricenses, muchas gracias por acogernos en su casa y permitirnos reflexionar todos juntos y para todos. A los legisladores de América Latina, mis deseos que esta nueva jornada de trabajo sea un impulso importante para comenzar desde Costa Rica el cambio necesario que hoy, todos los pueblos del mundo, nos demandan. Muchas gracias. 18 La Propuesta Humanista sobre el Medio Ambiente y Cambio Climático Exposición inaugural Gerardo Vargas Rojas Partido Unidad Social Cristiana, Costa Rica I. Saludo y bienvenida En mi carácter de presidente del Partido Unidad Social Cristiana, y en el mío propio, me es grato extender una cordial bienvenida, a esta su casa, a todas las distinguidas personas y organizaciones que nos visitan del exterior, así como a las amigas y amigos costarricenses, que de igual forma nos honran con su participación en este Encuentro Internacional de Legisladores Centro Humanistas sobre Medio Ambiente y Cambio Climático. Un especial saludo y agradecimiento al señor Frank Priess, representante de la Fundación Konrad Adenauer en México, al señor Sergio Araya Alvarado, quien representa en este día al señor Claudius Schlumberger, representante de la misma Fundación para Costa Rica y Panamá, así como al señor Jorge Ocejo Moreno, presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América, y en general a todas las organizaciones y personas que hicieron posible la realización de este evento. II. Introducción: La preocupación por el medio ambiente Tratándose de la Conferencia Inaugural, pretendo estimular la discusión en la que abordaré una serie de planteamientos, a lo mejor arriesgados, que para nada pretendo defender como verdad absoluta, así que si alguno de los próximos expositores no está de acuerdo, desde ahora le agradezco sacarme de mi ignorancia. Por gran suerte, me ha correspondido ser de los primeros. Increíblemente, hace no tantos años, las preocupaciones por la conservación del medio ambiente no eran muy comunes. Se creía, e incluso a 19 nivel de enseñanza primaria, y se les instruía a los niños que existían recursos naturales “inagotables”… Quienes manifestaban sus preocupaciones por el medio ambiente eran percibidos como “románticos”. Sin embargo, el tiempo nos ha demostrado que éstas van más allá de un simple romanticismo: hoy nuestra sociedad está cada vez más convencida de que se trata de un asunto de responsabilidad y de subsistencia, no sólo de las demás especies, sino de la misma especie humana. La conservación del medio ambiente no es un tema de algún sector social o político, no es un contenido exclusivo de los denominados “ambientalistas”, no es tópico propio de los gobiernos, sino que sencillamente es una necesidad de todas y todos. La comunidad internacional, los estados, los actores políticos, la empresa privada, los trabajadores y en general cada habitante del planeta tiene mucho que decir y sobre todo mucho que hacer. III. La mayor amenaza Actualmente tenemos una gran amenaza que día con día, literalmente, “nos roba terreno”. Esa amenaza es más seria, y aunque algunos se niegan a afrontarla, está aquí y se llama calentamiento global. Esta amenaza es un lamentable incentivo que entre más estudiamos y conocemos, nos hace tomar más conciencia y nos debe llevar a ser responsables, no sólo con el planeta, con las demás especies, sino con nosotros mismos y con nuestras futuras generaciones. La evidencia del calentamiento del sistema climático se manifiesta en aumentos observados en la temperatura en la tierra y en el océano, el derretimiento generalizado de la nieve y el hielo, y el aumento del nivel del mar. Las temperaturas han aumentado en años recientes con mayor rapidez que en ningún otro momento en los últimos mil años. Los científicos nos dicen que el nivel del mar ha aumentado en promedio 1.8 milímetros cada año y desde 1993 se ha incrementado a 3.1 milímetros por año. La temperatura promedio mundial en el aire cerca de la superficie de la Tierra aumentó en 0.74°C ± 0,18°C durante el periodo 1906-2005. La tem- 20 peratura se incrementó de forma importante a partir de 1950; así, la tasa de calentamiento en los últimos 50 años fue casi el doble que en el periodo conjunto de 100 años (0,13°C ± 0,03°C por década, frente a 0,07°C ± 0,02°C por década). Las mediciones por satélite confirman el calentamiento, pues establecen que las temperaturas de la zona inferior de la atmósfera se han incrementado entre 0,13°C y 0,22°C por década desde 1979. En el IV Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (ipcc), a través de una serie de escenarios de emisiones futuras, las estimaciones basadas en modelos del incremento del nivel del mar para el final del siglo xxi (años 2090-2099, respecto del periodo 1980-1999) el rango es de 0,18 a 0,59 metros. A estas estimaciones, sin embargo, no se les concedió un nivel de riesgo debido a la falta de conocimiento científico. A lo largo de los próximos siglos, el derretimiento de las capas de hielo podría dar lugar a la elevación del nivel del mar de 4 a 6 metros o más. Se espera que los cambios en el clima a nivel regional sean mayores en las latitudes altas del norte, menores en el océano Antártico y partes del océano Atlántico Norte. Se calcula que disminuyan las zonas cubiertas de nieve y la extensión del hielo en el mar, especialmente en el Ártico, que se espera esté en gran parte libre de hielo en el año 2037. La frecuencia de episodios de calor extremo, olas de calor y fuertes precipitaciones muy probablemente aumentará. En los ecosistemas terrestres, los prematuros eventos de primavera, así como el desplazamiento hacia los polos de varias especies de plantas y animales, han sido vinculados con el alto grado de certitud al calentamiento reciente. Se espera que en el futuro el cambio climático afecte en particular ciertos ecosistemas (la tundra, los arrecifes de coral y los manglares). También se espera que la mayoría de los ecosistemas se vean afectados por el au- 21 mento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, combinado con las altas temperaturas globales. En general, el cambio climático dará lugar a la extinción de muchas especies y la reducción de la diversidad de los ecosistemas. La vulnerabilidad de la especie humana reside principalmente en los efectos de fenómenos meteorológicos extremos en lugar del cambio gradual del clima. Hasta la fecha, se incluyen efectos adversos en islas pequeñas, sobre las poblaciones indígenas en zonas de altas latitudes y pequeños pero perceptibles efectos en la salud humana. Durante el siglo xxi, el cambio climático puede traer consecuencias a cientos de millones de personas a través del aumento de las inundaciones costeras, las reducciones en los suministros de agua, el aumento de la desnutrición, afectaciones a la seguridad alimentaria y el incremento de impactos en la salud. El futuro calentamiento de alrededor de 3°C (para el año 2100, en comparación con 1990-2000) podría dar lugar a un aumento en el rendimiento de los cultivos en zonas de media y alta latitud, pero en las zonas de latitudes bajas los rendimientos podrían disminuir, intensificando el riesgo de desnutrición. Con la magnitud del calentamiento, la mayoría de los estudios económicos sugiere pérdidas en el Producto Interno Bruto mundial (pib). Queda más claro que, como se manifestó al principio, la amenaza no es sólo asunto de los “ambientalistas”; es un legítimo ejercicio de responsabilidad. IV. El papel de la Comunidad Internacional Desde la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en 1992, son muchos los esfuerzos que se han desplegado por parte de la Comunidad Internacional, sin que ello necesariamente haya logrado impactar en la forma deseada y requerida. Las líneas de acción han sido claras, partiendo de una visión compartida, que necesariamente debería llevar consigo mitigación, adaptación, 22 transferencia de tecnología, financiamiento y reducción de emisiones por deforestación y degradación (redd). No obstante, algunos actores clave no han actuado con la responsabilidad que deberían a la hora de tomar decisiones clave o ejecutarlas. El Plan de Acción de Bali, que resulta de la XIII Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en Bali, Indonesia, en diciembre de 2007, generó una valiosa discusión no sólo respecto de cómo potenciar la conservación de los bosques y la lucha contra la deforestación en los esfuerzos globales de mitigación y adaptación, sino que además permitió constatar que para atender en forma integral la lucha contra el cambio climático, el paradigma de desarrollo del planeta debe dar un viraje hacia el crecimiento económico bajo en emisiones de gases de efecto invernadero, con la participación solidaria de todos los países y bajo el precepto de responsabilidades compartidas pero diferenciadas. En la actualidad está claramente establecido que más que perseguir la carbono neutralidad como objetivo individual de cada país –que sigue siendo una meta “aspiracional”–, y con miras a aprovechar plenamente las oportunidades que se generan en el diálogo global y bilateral, debemos unirnos y alentar un esfuerzo por construir una ruta de desarrollo bajo en emisiones donde cada país asuma sus responsabilidades de acuerdo a sus capacidades y sus circunstancias, pues los efectos netos de los esfuerzos nacionales en las necesidades globales de mitigación del cambio climático son realmente insignificantes. Las decisiones adoptadas durante la XVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en Cancún, México, en diciembre de 2010, empiezan a delinear un marco regulatorio apropiado para avanzar conjuntamente en la dirección esperada por el país, pues además de las oportunidades de ampliar el alcance de nuestros programas de conservación de bosques y pagos por servicios ambientales, a través de redd, y la conservación y 23 mejora de los reservorios de carbono forestal, nos brinda orientaciones específicas para iniciar el diseño de esfuerzos concertados con el sector productivo y con la participación de la sociedad civil, para robustecer nuestra contribución a los esfuerzos globales de mitigación y adaptación. Al mismo tiempo, se empiezan a concretar expectativas para recibir recursos financieros frescos que apoyen tales esfuerzos, mediante programas de transferencia de tecnología, creación de capacidades institucionales y acciones de mitigación nacionalmente apropiadas, que permitan un trabajo articulado de los diversos sectores de las economías nacionales interesados en emprender o continuar esfuerzos productivos con crecimiento bajo en emisiones y a su vez aprovechar las ventajas competitivas propias de los mercados globales, sin dejar de lado las necesidades de fortalecer las políticas y acciones para mejorar la capacidad de adaptación del país ante los impactos del cambio climático. Las recientes negociaciones sobre cambio climático celebradas en Bang­ kok, Tailandia, y Bonn, Alemania, durante este año, han dejado claro que persisten dificultades aún muy grandes hasta que se logre un acuerdo global para instaurar un nuevo régimen de compromisos obligatorios de reducción de emisiones, pues importantes países emisores como los Estados Unidos, Japón, Rusia y Canadá, siguen reacios en aceptar un segundo periodo de compromisos en el marco del Protocolo de Kyoto, mientras que las grandes economías emergentes como China, India, Brasil y otras, tampoco están dispuestas a asumir compromisos jurídicamente vinculantes. Lo anterior significa que a partir de 2012, cuando pierda vigencia el primer periodo de compromiso del Protocolo, estaremos ante un vacío de compromisos jurídicamente vinculantes. Lo anterior nos deja ante la alternativa de seguir avanzando mediante esfuerzos voluntarios que también tienen un gran potencial de aportar a las necesidades globales de mitigación del cambio climático, pero no garantizan ni la sostenibilidad de los esfuerzos, ni la generación de los flujos de financiamiento necesarios para fortalecerlos. Aunque lo más importante es 24 que está claro que si los esfuerzos no se hacen será aún más difícil acceder a recursos financieros frescos. V. Humanismo y medio ambiente Sin duda el humanismo cristiano tiene mucho que decir y mucho que hacer con relación a esta situación, pues, como es sabido, la prioridad de nuestra ideología es la persona, y no podríamos aducir defenderla, si no protegemos el hogar de todos los humanos. Y es por eso que nuestro pensamiento político debe ser cada vez más cuidadoso en este tema; por ejemplo, hoy ya no hablamos de “economía social de mercado”, sino de “economía social y ecológica de mercado”; hoy, el equilibrio del Centro Humanista nos hace ser más cercanos a las ideas de la sustentabilidad. Nuestros objetivos de conservación del medio ambiente para nada son apasionados, son racionales. Nuestras metas deben de estar en la promoción del equilibrio entre la sostenibilidad ambiental, el desarrollo humano y la atención de las necesidades. Para ello, debemos tener claro que el medio ambiente, además de ser nuestro hogar, es el motor de cualquier estrategia de desarrollo; por eso debe tomarse en cuenta en todas las estrategias de planificación sectorial e intersectorial, el trabajo en la recuperación del ambiente –no sólo el natural, sino también el urbano–, fomentar el valor agregado de la producción limpia, propiciar un manejo integral de los recursos y de los desechos, mejorar las capacidades locales y nacionales de adaptación y mitigación mediante inversión pública y privada, promoción de políticas internacionales sensatas y solidarias, y la culturalización y concientización de las personas. Nos tocó vivir tiempos muy interesantes. Si hubiéramos vivido hace unos siglos, a lo mejor nos hubiera tocado luchar contra la esclavitud, o luchar por la independencia patria, pero en este tiempo debemos ser claros que nuestra responsabilidad principal –máxime como social cristianos– está en la conservación misma de la vida en el planeta, y para ello debemos reducir los impactos sociales, ambientales y económicos del cambio climáti- 25 co, y promover el desarrollo sostenible mediante el crecimiento económico, el progreso social y la protección ambiental por medio de la mitigación y la adaptación. La posición del Centro Humanista debe ser de vanguardia con relación a la necesidad de fortalecer los esfuerzos globales, para propiciar el desarrollo humano sostenible y buscar el balance entre el crecimiento económico, la inclusión social y el mejoramiento de la salud de los ecosistemas, que son pilares para mejorar las oportunidades de lucha contra la pobreza y mejoramiento de la calidad de vida. Para tratar de aportar y lograr los objetivos de mitigación y de adaptación, los social cristianos consideramos oportunas las siguientes acciones: • Incorporar la perspectiva de cambio climático en las estrategias o planes nacionales, sectoriales e institucionales de desarrollo. • Revisar las prioridades, buscando nuevos criterios de racionalidad para las políticas fiscales. • Mejorar la información, conocimiento y reflexión, tanto en el sector público como en el privado, sobre los alcances del cambio climático como fenómeno integral de desarrollo. • Incorporar los enfoques de cambio climático en las políticas actuales de inversión pública. • Generar orientaciones para el sector privado a efectos de minimizar el impacto del cambio climático en la competitividad. A efectos de alcanzar el financiamiento necesario para la adaptación y la mitigación del cambio climático pareciera necesario tomar en cuenta lo siguiente: • Los países industrializados deben generar más recursos para ser destinados a actividades y proyectos nacionales de adaptación. • Promover mecanismos para incorporar el principio de “contaminadorpagador”, generando recursos (vía precios o impuestos a industrias altas en carbono). 26 • Fortalecimiento de los Fondos de Adaptación existentes y simplificación de los mecanismos de acceso a los recursos. • Mecanismos de financiamiento para la adaptación del sector privado. • Todos aquellos mecanismos de financiamiento a nivel internacional deberían incluir una línea dedicada exclusivamente a la adaptación. Para optimizar el financiamiento de la mitigación y de la adaptación al cambio climático, se debe mejorar el acceso y ampliar el alcance de los actuales mecanismos, tales como: Desarrollo limpio, Implementación conjunta y Transacción de emisiones; pero también se deben buscar nuevas fuentes de financiamiento y cumplir dos objetivos: a) generar recursos financieros adicionales para los países en vías desarrollo, y b) estos recursos deben dirigirse a los sectores relevantes, en los cuales pueden reducirse emisiones ya sea forestal, energético, transporte, agropecuario y turístico. Sin querer agotar el tema, tratando de estimular la discusión me atrevo a hacer las siguientes propuestas de financiamiento que parecieran estar apegadas a los Principios del Humanismo Cristiano: • Impuestos globales a los bienes y servicios de carbono intensivos. • Impuesto a los bienes y servicios de uso bélico. • Internalización en los precios de uso de fuentes energéticas no renovables en los países desarrollados. • Canon de emisiones por eventos masivos organizados en países desarrollados. • Políticas comerciales que incentiven la producción de bienes y servicios descarbonizados y desincentiven los bienes de carbono intensivos. VI. Costa Rica: Hacia un desarrollo humano bajo en emisiones Como costarricense, no puedo dejar de compartir un breve análisis de la situación nacional con relación al tema ambiental y de cambio climático, así como un vistazo a los principales retos del país. 27 Históricamente, Costa Rica ha sido líder mundial en la conservación del medio ambiente y en la lucha contra el cambio climático. Cuenta con una institucionalidad ejemplar, con una envidiable capacidad técnica y con extraordinarios logros en el campo ambiental, especialmente en la agenda verde, aunque en otras, como la café, no seamos lo exitosos que quisiéramos. El país cuenta con fortalezas debido a sus esfuerzos tempranos en el campo, pues ya hace más de tres décadas el tema es de la más alta prioridad, y hemos sido ejemplo en cuanto al mecanismos de redd. Se cuenta con una matriz energética de más de un 90% de fuentes renovables –aunque para ser correctos debemos indicar que lastimosamente las últimas administraciones han retrocedido–, se han desarrollado esfuerzos sobresalientes en cuanto a la protección y aumento de la cobertura forestal, así como iniciativas por incrementar modelos de producción bajos en emisiones tanto en el sector industrial como en el de servicios y el agropecuario, y se han impuesto metas exigentes –para muchos, algo irreales– como lo es ser carbono neutrales para el año 2021. En este momento, aparte de Costa Rica, sólo existen dos países que han declarado oficialmente la meta de carbono neutralidad. Las Maldivas, debido a su geografía, pretende alcanzar la meta en el año 2020, mientras que Noruega, a pesar de ser un país altamente industrializado, lo pretende en el año 2030. Según Reuters, “las emisiones de gases de efecto invernadero en Noruega son de 7% por encima de su meta de 2012 en el marco del Protocolo de Kyoto, mientras que las emisiones están aumentando en Costa Rica, especialmente en el sector del transporte”. Y Las Maldivas puede estar peor aún: “planean ser un escaparate tropical para la energía solar y la energía eólica en el océano Índico, superando la dependencia del petróleo, y tendrá un estimado de 1,1 mil millones en inversiones en más de una década por sus 310 mil habitantes”. Como costarricense debo sentirme honrado de la iniciativa, sin embargo, honestamente, siento que nos falta mucho. Además, cuando se estable- 28 ció dicha meta –debemos ser claros– no fue respaldada por ningún estudio técnico indicando su viabilidad. Más bien, el hecho de coincidir con el Bicentenario Patrio, me hace pensar que se estableció por razones políticas y no por razones técnicas. La aspiración de convertirnos en un país carbono neutral se lanzó en 2007, en el marco de un escenario internacional señalado por los más recientes hallazgos de la ciencia en torno a las innegables consecuencias del calentamiento global y su naturaleza antropogénica, y por otra parte, ante la escasa ambición manifestada, tanto por los países desarrollados –que tienen la obligación de asumir el liderazgo en la lucha contra el cambio climático–, como por parte de los países en desarrollo –que en su mayoría no han sido responsables como se quisiera y más bien muchas veces parecieran actuar con oportunismo–, para aportar mayores esfuerzos a los requerimientos globales de mitigación del cambio climático conforme lo indica la ciencia y que a su vez logre un balance con las necesidades de adaptación actuales y futuras a los impactos del cambio climático. Costa Rica es parte de un pequeño grupo de países que, en el marco de las negociaciones internacionales de cambio climático, ha abogado por una participación más activa de parte de la comunidad internacional en los esfuerzos para atacar las causas de cambio climático y a la vez fortalecer la capacidad de respuesta ante las necesidades de adaptación a sus impactos. En la actualidad, el país está llamado a realizar nuevos esfuerzos en materia de mitigación que pueden derivarse de los estudios de mercado y de los análisis preliminares sobre costos de mitigación y adaptación en el país, que a su vez sean susceptibles de generar recursos financieros vía la comercialización de bienes y servicios, los mercados voluntarios o los mercados regulados por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, actuales y potenciales. Deben impulsarse iniciativas de políticas públicas y marcos regulatorios para promover y facilitar la más amplia participación de la sociedad civil en los esfuerzos nacionales. 29 Costa Rica tiene condiciones para incrementar su presencia en los mercados voluntarios de reducción de emisiones, pero debe hacerlo en el marco de una estrategia de desarrollo nacional que potencie la participación amplia y consistente de los actores públicos y privados, y que claramente responda también a las necesidades de continuar avanzando en los esfuerzos nacionales por mejorar el desarrollo humano. El camino a un desarrollo humano bajo en emisiones que permita operacionalizar las aspiraciones nacionales de carbono neutralidad requiere del concurso de las entidades de planificación sectorial e intersectorial y del apoyo de una clara línea de política exterior que venga a generar condiciones políticas para aprovechar de la mejor manera las oportunidades que se presentan en las fuentes de financiamiento, tanto públicas como privadas. Ya no podemos seguir con un discurso teórico sobre la carbono neutralidad, y debemos pasar al diseño de estrategias específicas que identifiquen los esfuerzos concretos que se van a desarrollar en el ámbito políticoinstitucional y a lograr los acuerdos con el sector social y productivo –incluyendo la generación de incentivos apropiados– para avanzar hacia el cumplimiento de la meta. En efecto, la operacionalización de la meta aspiracional de lograr la carbono neutralidad a través de acciones concretas, requiere como punto de partida la definición de un marco de política nacional que permita articular el accionar gubernamental de manera armoniosa, y promover y facilitar la participación de los diversos sectores económicos y sociales en estos esfuerzos. Esta “estrategia de desarrollo bajo en emisiones” debe ser clara y proactivamente compartida por todas las entidades del sector público, pues desde hace mucho tiempo es evidente que el cambio climático debe asumirse integralmente como un desafío al desarrollo y no simplemente como un problema ambiental. En este esfuerzo hay sectores de la planificación nacional que deben jugar un papel prioritario dadas sus competencias específicas en materia 30 ambiental: energética, transporte, agricultura, que es donde se produce el mayor volumen de emisiones y donde se requiere una mayor atención a las necesidades de adaptación. Estos sectores están identificados dentro de la estrategia nacional. Mitigación Adaptación • Energía • Hídrico • Transporte • Energía • Agropecuario • Agropecuario • Industrial • Pesca y zonas costeras • Residuos sólidos • Salud • Turismo • Infraestructura • Hídrico • Biodiversidad • Cambio de uso de tierra Soy consciente de que he agotado mi tiempo y que aún queda mucho trabajo por hacer. Por eso concluyo, esperando haber sido un buen provocador para muchas discusiones, y deseo que este evento sea de gran utilidad para todos sus participantes y, principalmente, que logremos hacer algún aporte al gran desafío que nos ocupa. 31 Posición de México frente al cambio climático Sandra Herrera Flores Subsecretaria de Fomento y Normatividad Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, México Estimados: Sergio Araya, representante de la Fundación Konrad Adenauer en Costa Rica Senador Jorge Ocejo, presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América Gerardo Vargas, presidente del Partido Unidad Social Cristiana Buenos días a todas y a todos: Hemos escuchado de quienes me antecedieron en el uso de la palabra, que el cambio climático es un fenómeno que no podemos negar que existe; y cómo los Partidos de Centro, los Partidos Humanistas, los demócrata cristianos hemos de hacer un fuerte compromiso para evitar el mal evitable, proponiendo la disminución de emisión de gases de efecto invernadero y cambiando nuestro esquema económico de alto consumo a costa del medio ambiente, así como mitigar los efectos de los fenómenos extremos. Por un lado, debemos estar conscientes que los países de América Central y el Caribe junto con México estamos en una región en la que año con año se presentan huracanes, fenómenos que se dan en mayor número y sus impactos tienden a ser mayores; asimismo, se están padeciendo intensas sequías que, sólo en nuestro país, no se habían registrado tan graves y por tiempo tan prolongado desde hace 70 años. Por otro lado, debemos seguir propiciando el crecimiento económico, que tenga como fin principal el combate a la pobreza y la igualdad de oportunidades, que además aproveche de manera sustentable los recursos 33 naturales y disminuya los impactos ambientales. Es decir, debemos aspirar al Desarrollo Sustentable que, en México, el presidente Felipe Calderón Hinojosa lo ha llamado Desarrollo Humano Sustentable, y alcanzarlo es, sin duda, la acción de solidaridad más trascendente de esta generación con la siguiente. Esto nos deja en el escenario de trabajo atender continuamente las emergencias que cuestan dinero, mucho dinero, y enderezar el camino para no seguir cometiendo los errores que precisamente hacen que las emergencias nos cuesten tanto, y buscar las nuevas formas de crecimiento que garanticen calidad de vida a la presente y futuras generaciones. En el contexto internacional, es importante seguir trabajando en el marco de las Naciones Unidas, y si bien los avances en la pasada cop 16 de Cancún no señalan grandes avances; el simple hecho de dejar muy claro que es en este marco internacional donde se deben seguir explorando las alternativas, es en sí mismo lo más valioso de esa cop. Algunos de los acuerdos alcanzados en Cancún son: • Limitar el incremento de la temperatura por debajo de los 2°C. • Fortalecer el mecanismo de transferencia de tecnología. • Diseñar un marco de adaptación con un programa de trabajo para enfrentar daños y pérdidas. • Implementar estrategias nacionales para la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (redd+), que reconozca y promueva una amplia gama de actividades forestales (reducción de la deforestación, degradación forestal, conservación y manejo sustentable de los bosques). • Implementar el Fondo Verde para el Clima, con un esquema de financiamiento de arranque rápido a 2012 (30 mil millones de dólares) y a 2020 (100 mil millones de dólares), para financiar acciones de mitigación y adaptación en países en desarrollo. • Mitigación, reconociendo y registrando Acciones Nacionales Apropiadas de Mitigación (nama´s) hacia 2020. 34 En cuanto al Protocolo de Kyoto, en la cop 16 se hizo un llamado para que el Grupo sobre Compromisos futuros de las partes del Anexo I concluya su trabajo tan pronto como sea posible, y asegure que no haya un vacío entre el primero y segundo periodo de compromiso. Rumbo a la cop 17 de Durban, se han registrado algunos avances, que permiten pensar que este foro internacional no se ha agotado. México ha seguido trabajando en sus compromisos de reducción de emisiones plasmados en el Programa Especial de Cambio Climático. El presidente Calderón tiene la plena convicción de que siendo nuestro país tan vulnerable al cambio climático, y aunque su contribución a las emisiones globales es menor, debe poner el ejemplo de que con voluntad política sí se pueden hacer las cosas. En Cancún se comprometió, además, a la creación del Centro de Economía Sustentable, y se está trabajando fuertemente en ello, así como en un Programa de Crecimiento bajo en Carbono. Con relación a la Economía Verde o Economía Sustentable, recientemente tuve la oportunidad de asistir a un seminario en Perú, organizado por la Fundación Konrad Adenauer, donde se discutía si los Partidos de Centro, los Partidos Humanistas, los demócrata cristianos debíamos adoptar el término de Economía Verde o el de Economía Sustentable. Si bien en los foros internacionales se están discutiendo y definiendo los temas de “Economía Verde”, encabezado por las Naciones Unidas, y “Crecimiento Verde” en el seno de la Organización para la Cooperación de Desarrollo Económico (ocde), el adjetivo de sustentable nos sirve para subrayar la importancia de la solidaridad de esta generación con la siguiente, como ya mencioné anteriormente, y además nos da una sana diferencia con los “partidos verdes”. Es importante no quedarnos en esa discusión, sino ir al fondo del reto que significa transitar hacia una Economía Sustentable. En México, por ejemplo, no podemos pensar que el ser una economía con bajas emisiones de carbono nos hace sustentables, ya que el agua es también un tema crí- 35 tico, y el hecho de ser el cuarto país megadiverso, nos debe significar un plus para alcanzar el desarrollo sustentable. Otra discusión importante es entender que la Economía Sustentable es un medio para alcanzar el Desarrollo Sustentable, no un fin en sí misma. Transitar hacia una Economía Sustentable, pasa necesariamente por la eficiencia energética tanto en la obtención de energía como en sus usos cotidianos, así como la generación de energía eléctrica por fuentes sustentables o renovables como el sol, el viento, la geotermia o la biomasa. Ir a esquemas de Producción y Consumo Sustentables, donde por un lado tengamos a una industria que incremente el reciclaje y sustituya químicos de alto impacto por otros de menor daño; que minimice o elimine sus emisiones, descargas y generación de residuos, además de hacer un uso eficiente del agua y la energía; que mida su huella hídrica y de carbono, esta última no sólo con el fin de permanecer competitivo en el mercado internacional o por el mercadeo de bonos de carbono, sino para buscar en dónde puede reducir sus emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Hay que promover que los consumidores estén más enterados de los impactos de los bienes que consume para que por un lado exija productos amigables con el ambiente y, por otro, modifique sus hábitos de consumo. También en el sector servicios se puede ser sustentable, como en el turismo, y no nada más se trata del turismo de naturaleza o ecoturismo; es necesario que el turismo tradicional busque ser más eficiente en el uso del agua y de energía, que garantice un buen manejo de los residuos que produce, que ofrezca un plus al haber respetado la naturaleza y modificado sus proyectos originales de devastación del mangle o de las dunas de arena para poder convivir con ellos. Las ciudades deben cambiar y ser más eficientes, por lo que se requiere que sean más compactas y con mayor densidad poblacional, que no permitan la urbanización en zonas de riesgo ya sea por deslave o por inundaciones. Que den preferencia a la movilidad no motorizada y en transporte 36 público eficiente por sobre el auto privado. Que atiendan con mayor celeridad, eficacia y eficiencia el manejo integral de residuos y el tratamiento de aguas residuales, no sólo para frenar contaminación a los medios receptores, sino para controlar también el gas metano, que es aún más agresivo que el dióxido de carbono. Se debe reconocer la importancia que tienen los servicios ambientales para las ciudades, como son las zonas de recarga de acuíferos, las zonas intermedias de salvaguarda, las zonas de amortiguamiento y/o conservación que no son áreas verdes para la recreación, son definitivamente mucho más que eso. Las prácticas de la agroindustria también deben cambiar, empezando por generar una nueva capacidad de planeación donde internalicen como costo el riesgo de heladas y sequías, y que con base en la disposición anual de agua, puedan decidir sembrar esto o aquello en vez de insistir con un monocultivo. Todo lo anterior significa nuevos empleos o transformación de empleos que pueden ser catalogados como “empleos verdes”. Hacer estos cambios cuesta dinero. Sí, nadie lo ha negado, así lo manifiesta el estudio Stern de Economía del Cambio Climático. También lo señala el estudio símil de México conocido como el “Informe Galindo” donde destaca que se requiere del 1% del Producto Interno Bruto (pib) para lograrlo, mientras que la inacción llegará a costar en el mediano plazo, 10% del pib. Finalmente, y no menos importante, un tema que debe ser prioritario para nosotros como Partidos Humanistas es el de Mujer y Cambio Climático, y es que pareciera que no es importante hacer diferencia entre hombres y mujeres cuando se toman las decisiones para atender los efectos de este fenómeno natural. La realidad nos dice que son indispensables las políticas públicas con perspectiva de género, sobre todo en el tema de adaptación y en el de atención a los desastres naturales, sin que por ello deban escaparse también los de mitigación, financiamiento y tecnología. 37 Permítanme explicarme mejor. En los lugares donde el agua es escasa, son las mujeres las encargadas de salir a buscar este líquido vital. En nuestra región, estos trayectos pueden ser de hasta tres horas caminando, y en época de sequía pueden duplicarse, lo que provoca que las mujeres se hagan acompañar de sus hijas para dividirse esta ardua tarea. Esto trae como consecuencia que las niñas abandonen temporal o definitivamente la escuela provocando una desventaja en el futuro desarrollo de ellas. Por eso es necesario que en las políticas públicas de abastecimiento de agua en zonas rurales se tome muy en cuenta la opinión y experiencia de las mujeres. Son ellas también las que están en la región mientras que los hombres emigran buscando oportunidades de trabajo; se percatan de cuáles son las plantas salvajes o domesticadas que mejor sobreviven a los tiempos de seca, por lo que se debe aprovechar este conocimiento y enriquecerlo con una orientación nutricional para mejorar su alimentación, recoger ese conocimiento y compartirlo con mujeres de otras comunidades. En el caso de desastres, las cifras muestran que cuando los huracanes llegan, el mayor número de decesos son de mujeres, niñas y niños. Experiencias documentadas por los equipos de Naciones Unidas después del huracán Mitch de 1998, señalan que las mujeres fueron las más afectadas en el desastre ya que por ser analfabetas no podían leer los avisos de evacuación, o vivían en comunidades sin acceso a la electricidad y nunca escucharon las alarmas vía radio. En países donde las mujeres portan vestimenta muy larga y/o voluminosa se han ahogado después de una venida de agua. También son importantes en la parte de mitigación, porque las decisiones de compra son tomadas en su mayoría por mujeres, sobre todo en los niveles socioeconómicos de alto nivel, y son ellas entonces las que deben estar informadas de los impactos que producen los bienes que consumen y propiciar hábitos que garanticen la sustentabilidad, como son el ahorro de agua en casa, el ahorro de energía, la separación de los residuos, por mencionar algunos. 38 El financiamiento y las nuevas tecnologías deben ser accesibles tanto a los hombres como a las mujeres. Deliberadamente tienen que señalarse los financiamientos y tecnologías pero es importante que lleguen a las mujeres, pues de otra forma no llegan. Por lo tanto, los hacedores de políticas públicas no pueden dejar de lado la obligación de pensar diferenciadamente y detectar dónde es urgente e indispensable el diseño de políticas con perspectiva de género. Muchas gracias. 39 Cambio Climático y Desafíos para la Región* Leonardo Merino Trejos Representante del Programa Estado de la Nación, Costa Rica Esta ponencia revisa las potenciales repercusiones del cambio climático en Centroamérica y los desafíos que implica enfrentarlo y mitigarlo desde la perspectiva ambiental, social, económica e institucional. Para ello se recopiló y analizó parte de la información científica producida en el Istmo, con el fin de apoyar los esfuerzos por conocer y entender sus posibles efectos en términos del riesgo, las amenazas físicas y la vulnerabilidad que lo constituyen, así como promover la consecuente acción política –pública y privada– que demanda este reto. El resumen acerca del desafío de enfrentar el cambio climático en Centroamérica está conformado por tres secciones principales: en la primera se hace un recuento de las evidencias científicas y las proyecciones sobre el posible impacto del cambio climático en Centroamérica. La segunda explora los efectos esperados a nivel social y económico, con énfasis en dos sectores clave: agricultura y energía. Por último, se presenta un análisis sobre las características y alcances generales de las políticas y estrategias regionales que se han formulado. * Esta exposición es un resumen de los resultados del IV Informe del Estado de la Región y específicamente del capítulo 9: “El desafío de enfrentar el cambio climático”. Un trabajo colectivo de expertos del Programa Estado de la Nación 2011. Éste es un programa de investigación y formación sobre desarrollo humano sostenible que brinda información relevante para la formulación de políticas públicas y opinión crítica de la ciudadanía sobre temas estratégicos para el desarrollo humano sostenible, tanto en Costa Rica como en los demás países centroamericanos. Para la lectura in extensa, consultar en la web del Programa Estado de la Nación: http://www.estadonacion.or.cr 41 Resumen ejecutivo El cambio climático pone en evidencia los rezagos en el desarrollo humano de la región. Las proyecciones indican que habrá cambios significativos en la temperatura promedio y los patrones de precipitación, lo que podría exacerbar los impactos de la cantidad creciente de desastres que afectan al Istmo. También se prevén efectos sobre la seguridad alimentaria, la productividad agrícola, el manejo del agua, las costas, la biodiversidad y los ecosistemas, entre otros. Este fenómeno profundiza las amenazas y vulnerabilidades históricas de Centroamérica, generadas por la degradación ambiental, la ausencia de ordenamiento territorial, la exposición y riesgo de desastres para las poblaciones –principalmente las más pobres–, la ineficiencia energética y la dependencia de combustibles fósiles, el mal manejo del agua y las debilidades institucionales para la gestión ambiental. El cambio climático plantea una situación contradictoria: el Istmo es responsable de menos del 0,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero es reconocido como el “punto caliente” más prominente de los trópicos; es decir, la zona del mundo potencialmente más vulnerable a sus impactos. Aunque se trata de una factura, en gran parte ajena, la región también ha aportado degradación ambiental, que no la eximen de responsabilidad global. Sin descuidar las acciones para disminuir esos aportes, prepararse para mitigar las repercusiones de este fenómeno es el desafío más apremiante en la débil institucionalidad y capacidad de adaptación de Centroamérica. Dos sectores que sobresalen, tanto por su importancia económica y social como por su vulnerabilidad ante el cambio climático, son la agricultura y la energía. A mediano y largo plazo se prevé la afectación de cultivos como maíz, frijol y arroz, fundamentales para la alimentación y la economía en la región. En energía, los retos apuntan en dos sentidos: la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un marco de alta dependencia 42 de hidrocarburos, y los problemas que puedan presentarse en la disponibilidad y manejo del agua para la generación futura de energía eléctrica. Centroamérica ha creado espacios de debate y coordinación, así como un conjunto amplio de políticas y estrategias nacionales y regionales para enfrentar el cambio climático, pero con dos debilidades centrales: por un lado, el enfoque prevaleciente ha sido el de la mitigación (ámbito en el que existe la posibilidad de acceder a recursos financieros internacionales), mientras que el tema crítico de la adaptación no ha sido prioritario; por otro lado, la mayoría de las políticas ha definido tareas y metas clave, pero no responsabilidades y recursos para su concreción. El reciente lanzamiento de la Estrategia Regional de Cambio Climático parece marcar un avance en esa dirección. Por el momento, urge consolidar la generación de indicadores ambientales, colocar la adaptación en el centro de los esfuerzos –articulándola con la gestión del riesgo–, fortalecer la gestión de los bosques y zonas protegidas –cruciales para encarar el fenómeno– y construir de manera participativa instrumentos de ordenamiento territorial y de educación ciudadana. Hallazgos relevantes: • Centroamérica produce menos de 0,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta. • El cambio de uso del suelo genera el 74% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la región. • Guatemala y Honduras son responsables del 76% de las emisiones en la región, principalmente como resultado de cambios en el uso del suelo y la quema de hidrocarburos y leña. • Centroamérica es señalada como el “punto caliente” más vulnerable al cambio climático entre las regiones tropicales del mundo. Las proyecciones señalan que, tanto para los escenarios más optimistas como para los más pesimistas, el planeta mantendrá una tendencia al calentamiento en su superficie para finales del siglo xxi. 43 Una gran parte de los estudios usan tres escenarios base, que a menudo se presentan según el nivel de estabilización de dióxido de carbono, medido en partes por millón, o ppm: B1, crecimiento con bajas emisiones a un nivel de estabilización del CO2 de 550 ppm; A1B, crecimiento moderado de emisiones a un nivel de estabilización de CO2 de 720 ppm, y A2, escenario en el que no hay estabilización de CO2 en la atmósfera (Serreze, 2010). Como referencia, el nivel actual en el mundo, a marzo de 2011, es de 392 ppm. Al analizar los valores de cambio promedio de la temperatura para el periodo 2090-2099, con respecto a 1980-1999, se prevén aumentos de entre 1,8°C y 4,0°C (cuadro 1). Esta tendencia se identifica también para América Latina. Según diferentes modelos, para finales de siglo se proyecta un calentamiento del orden de 1°C a 4°C para el escenario B2, y de 2°C a 6°C para el escenario A2 (Conde y Saldaña, 2007). En este marco, Centroamérica sobresale como el “punto caliente” más prominente de los trópicos del mundo, así se deriva del análisis de un índice de cambio climático regional (Giorgi, 2006). Éste se calcula para 26 regiones y se basa en los cambios en la precipitación promedio, la temperatura superficial y la variabilidad interanual de ambas, utilizando 20 modelos de circulación global y tres escenarios (A1B, B1 y A2), y buscando las áreas más sensibles al fenómeno. Además de identificar a Centroamérica como el punto más susceptible, las simulaciones estiman un pronunciado decrecimiento de la precipitación y un aumento en su variabilidad, lo que generaría condiciones más secas en el futuro (Rauscher et al., 2008; Giorgi, 2006; Neelin et al., 2006; Aguilar et al., 2005). • De acuerdo con las proyecciones, el calentamiento global estaría asociado a aumentos o reducciones de la precipitación en diversas zonas y estaciones en Centroamérica, con los consecuentes problemas para la gestión de los recursos hídricos. 44 Cuadro 1. Calentamiento medio mundial proyectado para la superficie terrestre, 2090-2099 (°C en relación con la base de 1980-1999) a/ Cambio de temperatura Caso Mejor cálculo Margen probable Concentraciones durante el año constante 2000b/ 0,6 0,3 – 0,9 Escenario B1 1,8 1,1 – 2,9 Escenario A1T 2,4 1,4 – 3,8 Escenario B2 2,4 1,4 – 3,8 Escenario A1B 2,8 1,7 – 4,4 Escenario A2 3,4 2,0 – 5,4 Escenario A1F1 4,0 2,4 – 6,4 Estos cálculos se realizan a partir de una jerarquía de modelos que abarca un modelo sencillo de clima, varios modelos de sistemas terrestres de complejidad intermedia y una gran cantidad de modelos de circulación general atmósfera-océano. b/ La composición constante para el año 2000 se deriva solamente de modelos de circulación general atmósfera-océano. Fuente: ipcc (2007). a/ Asimismo, en escenarios desarrollados se estimaron recientemente en el marco del proyecto “La economía de cambio climático en Centroamérica”, cambios de temperatura y precipitación al año 2100, usando cuatro modelos climáticos en cada caso. En un escenario de emisiones inferior a la tendencia actual (escenario B2), la temperatura se incrementaría de 2,2°C a 2,7°C, con variaciones por país y un promedio regional de 2,5°C con respecto al promedio de 1980-2000. En el escenario A2, que mantiene la tendencia actual de emisiones crecientes, la temperatura podría aumentar entre 3,6°C y 4,7°C, con variaciones por país y un promedio regional de 4,2°C. La trayectoria esperada de los niveles de precipitación es más incierta. En el escenario B2 disminuiría 3% en Panamá, 7% en Guatemala, entre 10% y 13% en Costa Rica, Belice, El Salvador y Honduras, y 17% en Nicaragua. Para el Istmo en su conjunto la reducción promedio sería de 11%. El escenario A2 sugiere una disminución de 18% en Panamá, 35% en Nicaragua y entre 45 27% y 32% en Costa Rica, Belice, El Salvador, Guatemala y Honduras, con un promedio regional de 28% (cepal et al., 2010). Otro grupo de investigadores realizó proyecciones para Mesoamérica utilizando escenarios diseñados por el Programa Mundial de Investigación sobre el Clima (wcrp, por sus siglas en inglés). Se encontró que para el periodo 2070-2100, en todos los escenarios, la temperatura aumentaría en un rango de 2,5°C (promedio del escenario B1) a más de 3,5°C en la parte noroeste (escenario A2). La precipitación se incrementaría o reduciría dependiendo de la ubicación y el escenario; las anomalías promedio indican que, en general, la disminución de las lluvias sería del orden de 4% a más de 20% en las zonas secas (mapa 1). • Estudios realizados en Costa Rica y Panamá reportan descensos en poblaciones de anfibios y reptiles, así como un menor crecimiento de especies forestales, debido a cambios en las variables de temperatura y precipitación en los bosques. Efectos diferenciados sobre la biodiversidad. Se han realizado algunas investigaciones en torno al vínculo entre el cambio climático y el estado actual o futuro de las especies. Uno de los grupos más estudiados en la región es el de los anfibios, como en el ya mencionado caso de Whitfield et al. (2007), que reportaron el declive de las poblaciones de anfibios y reptiles en los bosques de la estación La Selva, en Costa Rica. En ese mismo país, estudios realizados por Pounds et al. (1999) encontraron cambios en la demografía de anfibios, reptiles y aves de la zona de Monteverde, asociados a cambios en el clima local. Además, argumentan que la disminución en las poblaciones de anfibios en tierras altas está asociada a los ataques del hongo Batrachochytrium dendrobatidis, favorecidos aparentemente por un aumento en la temperatura mínima. Hoy en día quedan pocas dudas de que las poblaciones de anfibios en la región están 46 Mapa 1. Rangos esperados de anomalías en temperatura y precipitación, según escenario a/ 2070-2100 a/ Utilizando un modelo acoplado con 23 modelos de circulación global para los escenarios B2, A1B y A2. Fuente: Corrales (2010), con datos del Proyecto de Intercomparación de Modelos Acoplados (fase 3), del wcrp, y el IV Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. La reducción de escala fue realizada por la organización The Nature Conservacy (tnc) a una resolución de 5 km. 47 decreciendo, y de que existe un vínculo estrecho entre esa situación y el calentamiento global (Corrales, 2010; Lips et al., 2003; Corn, 2005; Pounds, 2001; Pounds et al., 2007; Anchukaitis y Evans, 2010). En cuanto al futuro, Deliso (2008) señala que los cambios de clima reportados en Monteverde podrían tener consecuencias sobre las distribuciones espaciales y temporales de las especies de colibríes y plantas. El citado análisis de Anderson et al. (2008) se basó en la riqueza de especies de anfibios, anfibios endémicos, aves y mamíferos, e identificó hábitats críticos. Se generó un mapa del escenario A2 para el año 2050, que muestra las áreas en las cuales el cambio climático se proyecta como una amenaza a la biodiversidad terrestre, en relación con el índice de severidad climática (mapa 2). Las zonas extremadamente críticas se encuentran en Costa Rica y Panamá; no obstante, todos los países presentan zonas con áreas críticas y muy críticas. Otro aporte en este sentido se realizó en Costa Rica, a partir de los escenarios elaborados por el Instituto Meteorológico Nacional (con la línea base 1961-1990 y escenarios al año 2030). Bajo un conjunto de supuestos, se analizaron las variaciones esperadas en la distribución potencial de 16 especies, con base en tres variables: precipitación anual, temperatura mínima y temperatura máxima; se determinó que todas las especies sufrirían algún tipo de impacto (diferenciado) en la pérdida o ganancia de hábitat con respecto al escenario base (INBio, 2009). • En los escenarios más pesimistas de cambio climático, se espera que para el año 2050 casi un millón de kilómetros cuadrados del territorio mesoamericano (México, Centroamérica y República Dominicana) habrá sido afectado en cuanto a las condiciones que hoy sustentan la biodiversidad y los ecosistemas. Las estimaciones de cambio en los patrones climáticos han generado la necesidad de conocer sus implicaciones territoriales para la región. Un acer- 48 Mapa 2. Áreas críticas para la biodiversidad terrestre a/ en el escenario A2 al año 2050 a/ A partir de la riqueza de especies y el índice de severidad climática, con el modelo de circulación global HadCM3. Fuente: Anderson et al. (2008). camiento a esos efectos esperados se realizó con un modelo de predicción llamado índice de severidad climática (Cathalac et al., 2008). Éste utiliza el criterio de “zona de confort del clima”, entendiendo por ello un rango dentro de cuyos límites los cambios climáticos no afectarían el comportamiento de los ecosistemas. Se trabajó con horizontes de predicción al año 2020 y 2050, para Centroamérica, República Dominicana y México. Para presentar los resultados de ese ejercicio se emplearon seis categorías, que representan la distancia en que el nivel de severidad afecta 49 Mapas 3. Índice de severidad climática proyectada al año 2050, en los escenarios B2 y A2 Escenario B2 Fuente: Cathalac et al. (2008). la “zona de confort”, del más leve al más severo. El estudio concluyó que las tres categorías de mayor severidad generarían impactos serios en los ecosistemas. En los resultados se observa (mapas 3) que en el escenario B2 al año 2020 –es decir, el más optimista y de menor plazo–, el área afectada severamente alcanzaría los 50 mil kilómetros cuadrados. En cambio, en el escenario pesimista A2 y con un horizonte al año 2050, el impacto abarcaría casi un millón de kilómetros cuadrados. • Bajo el supuesto de que el nivel del mar habrá aumentado un metro a fines del siglo xxi, se estima que todas las costas de Centroamérica, 50 Escenario A2 tanto del Pacífico como del Caribe, serían afectadas con impactos particularmente severos en las ciudades y puertos ubicados en esas zonas. • Escenarios de cambio climático indican vulnerabilidad costera. Dada la falta de información, pocos países (incluso de América Latina y el Caribe) han abordado el tema de los impactos ante el aumento del nivel del mar en las comunicaciones nacionales entregadas a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En Centroamérica se han realizado esfuerzos puntuales. En un estudio de 2008 (Pnuma et al.) construyeron escenarios en los que se incluyó el 51 Mapa 4. Centroamérica: zonas vulnerables a una elevación de un metro en el nivel del mar Fuente: Pnuma et al. (2008). aumento en el nivel del mar, con base en un modelo de elevación digital de 90 metros. Los resultados se muestran en el mapa 4, en el cual, en color gris obscuro, se observan las zonas costeras que serían afectadas si a causa del cambio climático el nivel del mar se elevara un metro, con los consecuentes problemas para las poblaciones locales y sobre todo para las islas pequeñas que son especialmente vulnerables. • Posibles impactos sociales y económicos. Un fenómeno de dimensiones globales como el cambio climático no sólo tendría efectos en los sistemas naturales analizados en la sección prece- 52 dente, sino también en las condiciones de vida de la población, a través de su impacto en actividades productivas, el uso del territorio y el aprovechamiento sostenible de recursos como el agua, la energía y las tierras cultivables, cruciales para el desarrollo de los países más rezagados y vulnerables. En “The Economics of Climate Change”, en The Stern Review, se señala que las medidas para reducir las emisiones que generan el cambio climático podrían alcanzar un costo del 1% del pib mundial anual, pero los daños a la economía global, de no ejecutarse tales acciones, alcanzarían niveles de entre 5 y 20% de ese mismo indicador (Stern, 2007). En Centroamérica, sumado al impacto recurrente que ya reciben sus sociedades, el cambio climático profundizaría las amenazas existentes, que se convierten en desastres por la alta vulnerabilidad social y los débiles esquemas de gestión. Desde hace décadas, los embates tanto de la naturaleza como del desequilibrio ambiental generado por la acción humana, han golpeado profundamente la infraestructura productiva, deteriorando las condiciones y medios de vida –en particular de los sectores más pobres– y ha cobrado la vida de gran cantidad de personas. En una región con limitada gestión de riesgos y poca planificación del uso del territorio, el cambio climático podría llevar este panorama a una intensidad y gravedad aun mayores que las ya vividas. En este sentido, la Estrategia Regional de Cambio Climático reconoce que “los déficits permanentes, como la seguridad alimentaria, la disponibilidad del agua y los desplazamientos de población por la vulnerabilidad, ya están siendo agudizados por la creciente variabilidad climática asociada al cambio climático. Los factores de riesgo asociados a la inestabilidad social están manifestándose con fuerza; tal es el caso de la falta de acceso al agua, migraciones forzadas, pérdidas de cosechas y hambrunas” (ccadsica, 2010). Por otra parte, en lo concerniente a los Objetivos del Milenio, se ha señalado que la meta de garantizar la sostenibilidad ambiental se complica 53 por el hecho de que, a nivel global, el cambio climático alterará la calidad y la productividad de los recursos naturales y ecosistemas, reducirá la biodiversidad y acentuará la degradación ambiental. En cuanto al objetivo de erradicar la pobreza extrema y el hambre, se prevé que el fenómeno afectará los modos de vida de la población más pobre, a raíz de las mayores dificultades de acceso a los recursos naturales, en especial el agua, y las alteraciones en la seguridad alimentaria por la baja en la productividad agrícola de subsistencia, sobre todo de granos básicos. Además, habría tensión social por el uso de los recursos, ingobernabilidad rural y migraciones masivas en busca de refugio y mejores condiciones de vida (Samaniego, 2009). • Riesgo, cambio climático y pobreza: vínculos identificables. Históricamente, Centroamérica ha destacado por sus altos niveles de riesgo de desastres, como resultado de la interacción entre una amplia gama de amenazas físicas (geológicas, geomorfológicas, meteorológicas e hidrometeorológicas), los grados de exposición de la sociedad, por su reducido territorio y la consecuente densidad de población, producción e infraestructura, y la gran vulnerabilidad de sus habitantes y sus medios de vida, relacionada con la pobreza, la exclusión social y sus efectos en la llamada “construcción social del riesgo”. Los índices elaborados por distintas agencias y organismos coinciden en señalar la existencia de altos niveles de riesgo y el carácter incipiente de los esquemas de gestión (Lavell y Lavell, 2010). • El índice de riesgo climático (calculado para 176 países entre 1990 y 2008, con base en fenómenos meteorológicos extremos) ubica a Honduras y Nicaragua entre las naciones en mayor riesgo (tercera y quinta posición, respectivamente). 54 • El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático señala que en el futuro los huracanes serán más intensos en toda la región, con vientos de mayores velocidades máximas y precipitaciones más abundantes. • Aunque no se ha establecido una relación clara con el cambio climático, desde las décadas de los ochenta y noventa se registra un notable crecimiento en el número y la magnitud de los daños y pérdidas asociados a los desastres de origen hidrometeorológico en la región. Si bien la relación entre el cambio climático y las tendencias actuales en materia de desastres aún es objeto de estudio, es claro que ya de por sí esas tendencias entrañan un alto costo para la región. En las últimas décadas, Centroamérica ha experimentado un aumento en el número e impacto de los desastres asociados a eventos meteorológicos e hidrometeorológicos, especialmente por tormentas, inundaciones y deslizamientos. En los registros sobre el tema tienen un peso desmedido las cifras relativas al huracán Mitch de 1998; sin embargo, el incremento de eventos extensivos de pequeña y mediana magnitud en la década posterior fue tan significativo, que generó pérdidas y daños similares a los reportados para ese caso en particular (Lavell y Lavell, 2010). También existen motivos de preocupación en lo concerniente a eventos extremos. El clima centroamericano es moldeado por diversas manifestaciones atmosféricas: las ondas provenientes del este, los frentes fríos y la intrusión de masas de aire frío, las oscilaciones de la zona de convergencia intertropical, el tránsito de ciclones tropicales en el océano Atlántico y el mar Caribe, y los sistemas ciclónicos que viajan paralelos al Istmo en el océano Pacífico. Cuando estas condiciones se acoplan con otras de distinta escala temporal y espacial, surgen eventos extremos como fuertes lluvias, inundaciones, deslizamientos y sequías (Corrales, 2010). Uno de los disparadores de eventos extremos son los ciclones tropicales. 55 Mapa 5. Trayectoria de los ciclones tropicales en Mesoamérica. 1851-2009 Fuente: Corrales (2010), con datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. Centroamérica está localizada en una zona de gran actividad ciclónica, que afecta la mayoría de su superficie y que anualmente ejerce acción directa o indirecta sobre sus dos costas (mapa 5). El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, ipcc (2007), señala que, sobre la base de una gama de modelos, probablemente los ciclones tropicales futuros sean más intensos, con vientos de mayor velocidad máxima y precipitaciones más intensas, asociadas a los aumentos que se están registrando en la temperatura superficial de los mares tropicales. 56 El aparente aumento en la proporción de tormentas muy intensas desde 1970 en algunas regiones, es mayor que el simulado en los modelos para ese periodo; por ello, se puede esperar que en el futuro se incremente la frecuencia de fenómenos extremos, así como la cantidad e intensidad de huracanes en la cuenca del Caribe (Emanuel, 1987; ipcc, 2007). Asimismo, en los últimos 35 años ha aumentado la intensidad de los ciclones en las categoría 4 y 5 en el Pacífico Norte, el océano Índico y el Pacífico sudoccidental (Webster et al., 2005), aunque no así su número; de ahí que Trenberth (2005) plantee que la interrogante para los científicos no es si estos fenómenos serán más frecuentes o cuál será su trayectoria, sino más bien cómo están cambiando sus características. Existen limitaciones en las bases de datos disponibles para identificar las zonas específicas más afectadas por los desastres en la región. Aunque los países muestran números similares en la cantidad de eventos meteorológicos e hidrometeorológicos, hay patrones independientes para aquellos que históricamente registran las cifras más altas y más bajas en este rubro. En las naciones con más altos niveles de pérdidas, según la base DesInventar (El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua), es relativamente aleatorio cuál de ellas sufrirá el próximo evento de tamaño suficiente para detonar un desastre intensivo (Lavell y Lavell, 2010). Un tema en el cual sí se han identificado zonas geográficas vulnerables es el de la propensión a sequías e inundaciones, que amenazan amplias franjas de territorio, sobre todo cercanas a las costas (mapa 6). • Pobreza y vulnerabilidad, debilidades para enfrentar el cambio climático. Como se ha venido mencionando, la amenaza del cambio climático surge en un contexto regional de alta vulnerabilidad y construcción social de riesgos. Estos factores están asociados a persistentes índices de pobreza, la precariedad de muchos medios de vida rural, la inadecuada institucionali- 57 Mapa 6. Áreas propensas a sequías e inundaciones en Centroamérica Fuente: Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (uicn), 2000. dad para enfrentar el riesgo de desastres y bajos niveles de aseguramiento, tanto en la esfera pública como en la privada y en la sociedad civil, lo cual dificulta el financiamiento de la rehabilitación y reconstrucción pos impacto (Lavell y Lavell, 2010). • Incipientes esquemas de gestión para un riesgo significativo. El tema de la gestión del riesgo ha cobrado auge desde la catástrofe provocada por el huracán Mitch. Sin embargo, aunque el discurso ha cambiado, en la práctica sigue dominando la priorización de la respuesta humanitaria, por encima del concepto de reducción del riesgo en el marco de la plani- 58 ficación del desarrollo. El debate centrado en este enfoque es clave para acercar el tema a la agenda de cambio climático, dadas las vinculaciones ya señaladas entre cualquier amenaza física y el contexto de vulnerabilidad y exposición socialmente construidas. En tal sentido, resulta alentador que los gobiernos de la región hayan reconocido la necesidad de integrar y generar sinergias entre la gestión del riesgo y la adaptación al cambio climático (Lavell y Lavell, 2010). • Un debate en desarrollo: cambio climático y salud pública. Entre los riesgos asociados al cambio climático se ha señalado la reaparición y propagación de enfermedades tropicales. Ya la Organización Mundial de la Salud (oms) ha atribuido la muerte de miles de personas al año, a la tendencia al calentamiento y las variaciones en la precipitación debidas al cambio climático generado por la acción humana en los últimos 30 años (Patz et al., 2005). Muchas enfermedades humanas son vinculadas a la fluctuación del clima. No obstante, existe incertidumbre en cuanto a que su expansión o reaparición se deba a ese fenómeno, tanto por la carencia de datos de alta calidad y de largo plazo, como por la incidencia de factores socioeconómicos y las variaciones en la inmunidad y la resistencia a medicamentos. Mientras algunos estudios le imputan al cambio climático un rango muy amplio de desastres medioambientales y de salud pública, otros plantean que tendrá efectos sobre las enfermedades transmitidas por insectos, pero con consecuencias específicas inciertas (Shetty, 2009). • Implicaciones esperadas para la agricultura regional. El debilitamiento o pérdida de productividad en la agricultura es uno de los posibles efectos del cambio climático, que con más claridad tendría implicaciones económicas y sociales, dado el papel que juega esta actividad 59 en la supervivencia de la población rural, la dinámica de diversos sectores de consumo y exportación, y en la seguridad alimentaria. Históricamente, la agricultura ha sido una actividad primaria de alto riesgo ante las condiciones del clima, la volatilidad de precios y la incertidumbre de los mercados. Estas condiciones por lo general se derivan de factores externos cuya gestión requiere esfuerzos amplios y de múltiples actores. A nivel mundial, se ha invertido en desarrollar tecnologías para controlar ese tipo de variables –como el clima y las respuestas naturales de los cultivos–, así como para generar formas de mercado que reduzcan los riesgos económicos. Sin embargo, éste no parece ser el caso para la mayor parte de la agricultura centroamericana, dado que tales esfuerzos requieren una capacidad de respuesta que el sector y el Estado no suelen tener. En términos globales, se estima que para el año 2080 la producción agropecuaria mundial sufriría una caída de 16% como resultado del cambio climático; de ese total, un 25% corresponderá a pérdidas en los países en vías de desarrollo y sólo un 6% a los países desarrollados (Stern, 2007). Paralelamente se señala que los cambios en las condiciones climáticas tendrían un impacto sobre la seguridad alimentaria y nutricional. • Escenarios proyectados al año 2050 muestran una significativa reducción en el área disponible para la producción de café en Nicaragua. • Los cultivos más sensibles al cambio climático son caña de azúcar, yuca, maíz, arroz y trigo –maíz, frijol y arroz son los cultivos más importantes en Centroamérica. • La región tiene cerca de dos millones de pequeños productores de granos básicos, con una alta concentración en agricultura de subsistencia y cultivos vulnerables al cambio climático. 60 • Diversos estudios identifican a Centroamérica entre las regiones del mundo con mayores problemas de seguridad alimentaria ante el cambio climático. Lobell et al. (2008) identificaron las 12 regiones del mundo con mayores problemas de seguridad alimentaria, tomando en cuenta sus similitudes en términos de dieta, sistemas agrícolas y proporción de población desnutrida, a partir de estimaciones de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (fao, por sus siglas en inglés). Tres de esas regiones se encuentran en América Latina, y Centroamérica y el Caribe conforman una de ellas. Jiménez (2010a) describe algunas posibles consecuencias del fenómeno sobre la agricultura que tendrían efectos en la seguridad alimentaria, a saber: • Cambios en la adaptabilidad de la tierra para diferentes tipos de cultivos y pasturas. • Cambios en la salud y productividad de los bosques. • Cambios en la distribución, productividad y composición comunitaria de los recursos marinos. • Pérdida de la biodiversidad y deterioro del funcionamiento de los ecosistemas en los hábitats naturales. • Cambios en la distribución de agua de buena calidad para los cultivos, el ganado y la producción pesquera continental. • Pérdida de tierras arables debido a la creciente aridez y la salinidad asociada; disminución del agua subterránea y aumento del nivel del mar. • Cambios en el acceso a los medios de subsistencia. • Entre 65 documentos de políticas y estrategias de alcance nacional elaborados en todos los países, en los cuales se definen medidas ante el cambio climático, sólo en siete se identificaron responsabilidades y recursos para su implementación. 61 Valoración general El desafío del cambio climático pone a Centroamérica de cara a todas sus debilidades en desarrollo humano sostenible, pues la reta a enfrentar con profundos rezagos un proceso que magnifica las amenazas que ya han golpeado persistentemente a la región. La intensidad y gravedad de los riesgos esperados sacan a la luz las deudas en materia de ordenamiento del territorio, gestión del riesgo, deterioro ambiental, articulación institucional, seguridad alimentaria y, sobre todo, vulnerabilidad social derivada de la pobreza y la desigualdad, que requieren planificación y compromiso con el desarrollo. Afrontar estos retos bajo el marco del cambio climático sólo puede generar efectos positivos, y abre una oportunidad para “ordenar la casa” en áreas urgentes. Sin embargo, la acción regional en estos ámbitos se muestra similar a otros esfuerzos por el desarrollo: se da con retraso, sin claridad ni información suficiente, dependiendo de recursos externos y con medidas aisladas, fragmentadas y no siempre sostenibles. Hoy en día el cambio climático es una certeza para la comunidad científica, y se atribuye, por una parte, a una alteración de la composición de la atmósfera derivada –directa e indirectamente– de la actividad humana y, por otra, a los ciclos naturales de cambio en el planeta. Sus principales manifestaciones se relacionan con la variación de los promedios o normas de temperatura, precipitación y otras variables climáticas y el aumento en el número o la intensidad de los eventos, tanto extremos como potencialmente dañinos en diversas magnitudes, con el consecuente incremento del riesgo de desastres. La medición de sus alcances se apoya en metodologías y proyecciones complejas, que arrojan resultados con distintos grados de certidumbre. Además, en ocasiones se le imputan a este fenómeno los efectos de otras condiciones preexistentes de amenaza y vulnerabilidad, lo que genera confusión y exime a los actores políticos y económicos de su rol en la forma en que los eventos climáticos golpean a la población. Sin embargo, sólida infor- 62 mación científica aporta elementos suficientes para entender la gravedad de la situación y la necesidad de impulsar acciones en dos dimensiones: la mitigación –centrada en la reducción y fijación de emisiones de gases de efecto invernadero– y la adaptación en respuesta al estímulo climático o a sus efectos. La evidencia internacional muestra que, por su conformación física y sus niveles de vulnerabilidad, Centroamérica se constituye en el “punto caliente” más prominente de las zonas tropicales del planeta frente al cambio climático, es decir, un área con alta probabilidad de ser la más impactada por los efectos del fenómeno. Como en otros aspectos de la realidad mundial, esta amenaza se levanta sobre el Istmo para cobrar una factura mayoritariamente ajena: la región es responsable de menos del 0,5% de las emisiones que contribuyen al efecto invernadero. En términos globales, aunque los mayores aportes de gases contaminantes provienen de las economías desarrolladas, las regiones que reciben los mayores impactos son las más pobres. Esta situación ha sido reconocida en el marco de las negociaciones internacionales, en las que se ha adoptado el principio de “responsabilidades comunes, pero diferenciadas”. Lo anterior no exime a los países de su responsabilidad particular ante este proceso, que también es producto de cambios en el uso del suelo, deforestación, concentraciones urbanas y otros desequilibrios en los cuales Centroamérica ha sido prolífica; sin importar la escala en que se manifiestan, también son frentes abiertos que deben ser atendidos. Los estudios del ipcc y diversos análisis locales plantean que Centroamérica podría sufrir cambios significativos en sus condiciones climáticas. Según los escenarios pesimistas de emisiones futuras, se estima que la temperatura regional promedio aumentaría hasta cerca de 4,2ºC para finales del siglo xxi, y que los patrones de precipitación (con importantes diferencias entre los países) podrían mostrar reducciones e incrementos significativos según la zona y el periodo. Esto podría exacerbar la ten- 63 dencia creciente en el número de desastres por fenómenos meteorológicos e hidrometeorológicos y la intensidad de eventos extremos como los huracanes. Históricamente, ésta es una región con poca experiencia en la planificación del territorio y débil gestión de los riesgos. Un ejemplo drástico fue el huracán Mitch en 1998, responsable de 20 mil víctimas muertas o desaparecidas y una severa destrucción de infraestructura. Pese a la activación de esfuerzos regionales tras esa experiencia, algunos expertos consideran que la persistencia de la pobreza y la fragilidad de la gestión hacen que hoy Centroamérica tenga similares o mayores condiciones de vulnerabilidad que en aquel momento. En su dimensión más general, los estudios señalan que el cambio climático puede ocasionar graves impactos en la región, tales como el aumento de la inseguridad alimentaria, problemas para el manejo y disponibilidad del agua, merma de la actividad turística, pérdida de recursos e integridad territorial marino-costeras, destrucción o empobrecimiento de la biodiversidad y los ecosistemas, mayor riesgo de desastres y para la salud humana, dependencia energética, afectación en los medios de vida y la cultura de los pueblos indígenas. A nivel natural, en el escenario más pesimista se proyecta que se verían afectados los ecosistemas de más de un millón de kilómetros cuadrados en México, Centroamérica y República Dominicana. En este sentido, las áreas protegidas, que cubren cerca de una cuarta parte del territorio centroamericano, así como los bosques, pueden jugar un rol decisivo tanto en la mitigación como en la adaptación, por sus efectos en la fijación del suelo, el control de inundaciones y la protección de fuentes de agua, entre muchos otros. Además, el cambio climático tendría serias implicaciones sociales y económicas en áreas clave. En la agricultura, los estudios prevén afectación a mediano y largo plazo en cultivos sobre los que descansa gran parte de la seguridad alimentaria y la economía de muchos pequeños productores; esto se daría además en 64 un marco de grandes debilidades para la adaptación, la capacitación y la transformación tecnológica. En el sector energético también se presentan desafíos: la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en una región que depende de fuentes contaminantes y muestra impactantes cambios de uso y degradación de tierras, a los que se suman los riesgos de disponibilidad y manejo del agua para su aprovechamiento en la generación de energía limpia. Análisis de las políticas y estrategias regionales La matriz energética centroamericana ha estado marcada por la dependencia de hidrocarburos, tanto para el transporte como para la producción de electricidad en varios países, por lo que es urgente una política que privilegie el desarrollo de energías renovables bajas en emisiones. Al analizar la situación de la energía en Centroamérica, el Informe del Estado de la Región (2008) evidenció, en términos generales, una región con una dependencia significativa de las fuentes fósiles importadas, un extendido uso de leña, y un consumo energético alto, creciente y poco eficiente. Los esfuerzos por diversificar la matriz energética son incipientes y limitados, pese al alto potencial de generación con fuentes limpias –al menos en materia eléctrica– aún sin desarrollar. En 2008, un 44% de la energía consumida en el Istmo correspondió a derivados del petróleo, un 43% a biomasa (principalmente leña), un 12% a electricidad y un 1% a otras fuentes. Los sectores doméstico y de transporte figuran como los de mayor peso, aunque esto varía de manera significativa entre países. En la producción de electricidad, la utilización de fuentes limpias era de 91% en 1990, pero bajó a 63% en 2008 (Programa Estado de la Nación, 2008; cepal, 2009). Ante este panorama, la región es prolífera en declaraciones, políticas y estrategias; sin embargo, en ellas se señalan tareas que en su mayoría carecen de definición en cuanto a responsables y recursos, y pocas se han traducido en acciones concretas y sostenibles. 65 Asimismo, las primeras iniciativas en este campo se han centrado en la reducción de emisiones, motivadas por la disponibilidad de recursos internacionales para apoyar los esfuerzos que realicen los países en desarrollo. En cambio, el trabajo de adaptación, clave para que Centroamérica se ajuste al embate del cambio climático, apenas comienza. La reciente aprobación de la Estrategia Regional de Cambio Climático podría significar un avance en ese sentido, que habrá que analizar conforme progrese su implementación. Se ha calculado que la estabilización de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera requiere que las emisiones actuales de origen energético se reduzcan, como mínimo, en un 25% para el año 2050 (Stern, 2007). Esta meta exigiría una revisión de las políticas económicas, energéticas y de transporte del mundo desarrollado. Igualmente, se sabe que la demanda energética de los países en vías de desarrollo –cerca del 80% de la población mundial– tendría un crecimiento del orden de 4% o 5% anual. Esto lanza el reto de lograr menos emisiones sin descuidar las necesidades de esta población, muy lejanas a los niveles de consumo de los países desarrollados. Una tarea clave en esta dirección es aprovechar el potencial de fuentes limpias con que cuenta la región señalado en diversos estudios (cepal y sica, 2007). El informe “The Economics of Climate Change” señaló que las medidas para reducir las emisiones alcanzarían un costo de 1% del pib mundial anual, pero que, de no hacerse nada, los daños a la economía global podrían llegar a niveles entre 5 y 20%. En Centroamérica este reto es mayor y requiere acciones conectadas con la agenda de desarrollo. Desde una perspectiva práctica y realista, y sin descuidar la mitigación, es necesario colocar la meta de la adaptación en el centro de los esfuerzos, articulándola en una relación sinérgica con la política de gestión del riesgo. En consecuencia, urge crear y consolidar sistemas de información sobre las actividades productivas, de protección ambiental y de prevención de riesgos, principalmente a partir de instrumentos de ordenamiento terri- 66 torial, y, en forma paralela, desplegar campañas de divulgación educativa dirigidas a la población. También se requieren mecanismos de manejo y planificación para la disponibilidad futura del agua. En mitigación es crucial reforzar la protección y reducir la degradación de tierras, así como encaminarse a la soberanía energética y tener un mayor acceso a tecnologías que permitan un uso eficiente y limpio de los recursos. Y por último, es imperativo poner en marcha una reorganización institucional que garantice sinergia entre gestión del riesgo, adaptación y gestión ambiental. Son tareas complejas, pero que refieren a deudas históricas y que se han integrado en el gran tema del cambio climático, dándole una dimensión inédita a la necesidad de relanzar el desarrollo humano sostenible, con participación e integración de todos los actores sociales. Estrategia Regional de Cambio Climático Centroamérica ha creado espacios de debate y coordinación, así como un conjunto amplio de políticas y estrategias nacionales y regionales para enfrentar el cambio climático, pero con dos debilidades centrales: por un lado, el enfoque prevaleciente ha sido el de la mitigación (ámbito en el que existe la posibilidad de acceder a recursos financieros internacionales), mientras que el tema crítico de la adaptación no ha sido prioritario; por otro lado, la mayoría de las políticas ha definido tareas y metas clave, pero no responsabilidades y recursos para su concreción. El reciente lanzamiento de la Estrategia Regional de Cambio Climático parece marcar un avance en esa dirección. El establecimiento de un marco de objetivos de Política Regional sobre Cambio Climático se concretó en la Declaración del Comité Consultivo del Sistema de la Integración Centroamericana (cc-sica) de 2009, en la cual se preparó la posición centroamericana para la Conferencia de las Partes de Copenhague, que se celebró a finales de ese año. Este documento plantea 67 un conjunto de propuestas, algunas de alcance global y otras específicas para la región (cuadro 2), que combinan manifestaciones muy abstractas en algunos casos, con ciertos requerimientos clave para efectos de mitigación y adaptación, tales como la modificación de las matrices energéticas, la protección de bosques, el ordenamiento territorial y la gestión del riesgo. En materia de financiamiento, básicamente se señala la necesidad de acceder a fuentes externas, sin mucha claridad sobre las posibilidades de dar sustento regional a los esfuerzos apuntados. Sí se recomienda incorporar en los presupuestos nacionales acciones relacionadas con la transferencia de tecnología y el mejoramiento de capacidades técnicas. A partir de estos enfoques y principios, en 2010 Centroamérica oficializó su Estrategia Regional de Cambio Climático, aprobada por el Consejo de Ministros de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo, en cumplimiento del mandato de la Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado celebrada ese mismo año en San Salvador. El documento se basa en el objetivo de “contribuir a prevenir y reducir los impactos negativos del cambio climático, mediante el aumento de la capacidad de adaptación, a fin de reducir la vulnerabilidad humana, social, ecológica y económica, crear las capacidades para incidir y contribuir a la reducción de las amenazas climáticas y además contribuir voluntariamente a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero según lo permitan las circunstancias nacionales”. La Estrategia Regional de Cambio Climático tiene la virtud de dar un paso importante hacia el posicionamiento del enfoque de la adaptación como el tema clave para Centroamérica, y contempla acciones de los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil, según un conjunto de áreas programáticas estratégicas (cuadro 3). De éstas se derivan medidas específicas, con base en un conjunto de principios centrales: • Responsabilidad compartida, pero diferenciada, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. • Justicia ambiental y compensación por deuda ecológica. 68 Cuadro 2. Propuestas del cc-sica en materia de vulnerabilidad, adaptación y mitigación • Transformar la matriz energética de los países, de las fuentes móviles y fijas, en otra orientada a un sistema de producción más limpia y acelerando la introducción de las fuentes de energía renovables y su uso más eficiente, lo cual contribuya en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. • Establecer un sistema de movilidad de transporte integral, el cual sea sostenible, equitativo, ambientalmente justo, brinde seguridad a los usuarios y contribuya a mitigar el cambio climático. • Promover un sistema de economía social, cuyo resultado permita la generación de empleo pleno y digno, facilitando a su vez la formación de sociedades bajas en carbono. • Crear un sistema de pago por servicios ambientales que incentive la protección de las áreas silvestres bajo conservación, asegurando conjuntamente la reducción de gases de efecto invernadero, la protección del ciclo hidrológico, la biodiversidad y la protección de los ecosistemas. • Fortalecer la gestión pública local con un mecanismo de ordenamiento territorial y planificación estratégica, que incluya, entre otros, la gestión integral del riesgo, el agua y el medio ambiente. • Desarrollar un sistema de seguridad territorial para el uso y manejo de los ecosistemas, integrando y respetando el conocimiento, el rescate y aplicación de tecnologías tradicionales y ancestrales de los pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos. • Garantizar la participación de las mujeres en las estrategias de cambio climático, como sujetos y actoras proactivas de los procesos económicos, sociales, políticos y ambientales que se emprendan, en torno a la reducción de la vulnerabilidad, en la adaptación y la mitigación del cambio climático. • Fortalecer el desarrollo de los cultivos agroforestales y agrícolas, vitales para la provisión de alimentos, generación de empleo y prestación de servicios ambientales, que a su vez contribuyen en la mitigación del cambio climático y los servicios ambientales. Fuente: Declaración del cc-sica, San José, noviembre de 2009. • Contribución al logro de los Objetivos del Milenio. • Transversalidad, intersectorialidad e interculturalidad; uno de los principales ejes transversales es la equidad e igualdad de género. • Coherencia de políticas de gobernabilidad y solidaridad, equidad, igualdad de género y justicia social. • Reconocimiento de que las poblaciones más vulnerables de la región incluyen las comunidades indígenas, las poblaciones afrodescendientes, las mujeres rurales y urbanas, los niños, las personas adultas mayores y las familias en condición de pobreza (ccad-sica, 2010). Contrario a otros instrumentos regionales, la Estrategia Regional de Cambio Climático plantea al menos un esquema básico para dar seguimiento a la implementación y cumplimiento de sus objetivos. También menciona los mecanismos de financiamiento, aunque no asigna recursos específicos, 69 Cuadro 3. Estrategia Regional de Cambio Climático: objetivos estratégicos y operacionales Objetivo estratégico Objetivo operacional Área estratégica 1: Vulnerabilidad y adaptación a la variabilidad y cambio climáticos, y gestión del riesgo Reducir la vulnerabilidad y promover la adaptación de la población y los sectores socioeconómicos al cambio y la variabilidad del clima. 1.1. Impulsar las capacidades de la institucionalidad regional para reducir la vulnerabilidad de la población frente a los impactos de los eventos extremos, con miras al desarrollo sostenible de la región en congruencia con la Política Centroamericana de Gestión Integral de Riesgo de Desastres y el Plan Regional de Reducción de Desastres. 1.2. Reducir la vulnerabilidad de la agricultura a la variabilidad y los cambios del clima, incorporando la adaptación en las políticas regionales relevantes. 1.3. La sociedad reconoce la importancia de los ecosistemas forestales y la biodiversidad para la adaptación al cambio climático. 1.4. Reducir la vulnerabilidad al cambio y la variabilidad del clima de los recursos hídricos y la infraestructura asociada a ellos. 1.5. Reducir la vulnerabilidad del sector de salud pública a la variabilidad y el cambio climáticos 1.6. Fortalecer las capacidades institucionales y humanas de la región para generar conocimiento sobre la relación entre el cambio climático y los ecosistemas costero-marinos y su gestión sustentable. 1.7. Promover la adaptación necesaria para minimizar el riesgo derivado del cambio climático y contribuir a la mitigación de sus efectos, incidiendo en sectores y actores que se entrelazan con la actividad turística, propiciando una mayor competitividad del multidestino turístico centroamericano. 1.8. Fortalecer los sistemas tradicionales indígenas y de comunidades locales enfocados a las prácticas para la mitigación y adaptación al cambio climático, propiciando la activa participación de sus poblaciones. 1.9. Promover el blindaje de la infraestructura pública estratégica, para el desarrollo social y económico de los países del Sistema de la Integración Centroamericana ante el cambio climático. 70 Aumentar las capacidades de la región para diseñar e implementar políticas, programas y medidas para la adaptación y “resiliencia” de la población y los sectores socioeconómicos al cambio y la variabilidad del clima. Generar investigaciones, sistemas y redes de comunicación, para implementar una gestión integrada del riesgo que mejore la previsión y la preparación frente a eventos climáticos extremos, de acuerdo con los mandatos emanados de la Política Centroamericana de Gestión Integral de Riesgo de Desastres y los lineamientos establecidos en el Plan Regional de Reducción de Desastres. Fortalecer la implementación de la Estrategia Regional Agroambiental y de Salud, con énfasis en su área programática dirigida al cambio climático, la variabilidad climática en la agricultura y el manejo sostenible de tierras. Reducir la vulnerabilidad de los ecosistemas forestales y la biodiversidad por medio de políticas, incentivos y generación de conocimiento científico acerca de ellos. Fortalecer la implementación de la Estrategia Regional de Gestión Integrada de Recursos Hídricos a nivel regional, en el futuro inmediato. Mejorar el nivel de conocimiento técnico-científico de la relación entre el clima, su variabilidad y sus cambios, y la salud pública en la región. Desarrollar una agenda de investigación/acción sobre cambio y variabilidad del clima, su relación con los ecosistemas y recursos costero-marinos, e integrar sus resultados en las políticas costeromarinas de la región. Reducir la vulnerabilidad del sector turismo y promover su adaptación al cambio climático. Fortalecer la implementación de los conocimientos y prácticas tradicionales y ancestrales, en los planes, programas y proyectos de mitigación y adaptación al cambio climático. Fortalecer e incorporar los criterios de gestión de riesgos y adaptación al cambio climático en los procesos de planificación, diseño, supervisión y ejecución de la obra pública. Área estratégica 2: Mitigación Fortalecer el marco normativo legal e institucional, y crear un entorno que viabilice las acciones nacionales adecuadas de mitigación en los países del Sistema de la Integración Centroamericana a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Aprovechar los fondos para la mitigación en el contexto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y las oportunidades disponibles en distintos mercados de carbono, para impulsar programas de energía renovable, eficiencia energética, ahorro de energía, transporte sostenible, conservación y ampliación de la cobertura forestal, agricultura sostenible y tratamiento de desechos sólidos, líquidos, industriales y agroindustriales para la captura de metano. Área estratégica 3: Fortalecimiento de capacidades institucionales Aumentar y mejorar la capacidad para enfrentar los retos del cambio y la variabilidad del clima. Aumentar las capacidades institucionales y humanas en la región para un mejor entendimiento del clima y las amenazas climáticas. Área estratégica 4: Educación, concienciación, comunicación y participación ciudadana Involucrar a la sociedad civil por medio de la educación y socialización, para que participen en la toma de decisiones en torno al cambio climático. Área estratégica 5: Transferencia de tecnologías Establecer acuerdos cooperativos con las entidades pertinentes, para desarrollar programas y acciones de educación y concienciación sobre cambio climático dirigidos a la ciudadanía, y facilitar la participación de ésta en las acciones de adaptación, mitigación e incidencia política. Conformar el sistema de generación y transferencia Desarrollar centros regionales de innovación de tecnologías de mitigación y adaptación al cambio tecnológica en mitigación y adaptación al cambio climático. climático. Área estratégica 6: Negociaciones y gestión internacional Mejorar la efectividad de la participación de los países del Sistema de la Integración Centroamericana en las negociaciones internacionales sobre cambio climático. Fuente: ccad-sica (2010). Aumentar la movilización de recursos y decisiones políticas en favor de los países que integran el Sistema de la Integración Centroamericana. sino que señala algunas fuentes existentes e instruye a diversas entidades regionales para que comiencen a gestionar recursos, sobre todo para la creación de un Fondo Regional de Adaptación. A la fecha no hay una evaluación formal de los logros de la Estrategia Energética Sustentable Centroamericana 2020; sin embargo, un informe de la cepal (2009) sobre fuentes renovables de energía señala algunas tendencias que, en alguna medida, contribuyen a la mitigación; por ejemplo, 71 la participación de la energía renovable en la generación eléctrica pasó de 59% a 63% entre 2007 y 2008. En términos de eficiencia energética, en 2008 la región registró pérdidas de 16% y no mostró mejoras sustantivas con respecto a 2006. Lograr el 12% planteado en la Estrategia será un esfuerzo enorme para Guatemala, Honduras y Nicaragua, que mantienen niveles altos de pérdidas de 17,1%, 23,5% y 27,3%, respectivamente. No hay datos confiables para evaluar el descenso del consumo de leña para cocción de alimentos, pero se asume que, luego de las crisis de precios del petróleo, estas cifras podrían haberse deteriorado. La meta de disminuir en un 10% este consumo mediante el uso de cocinas eficientes parece difícil no sólo de cumplir, sino también de medir. Por su parte, las emisiones de gases de efecto invernadero por quema de combustibles fósiles –principalmente en los sectores de transporte e industria–, mostraron un ligero aumento entre 2006 y 2008, dirección contraria a la meta de 20% de reducción planteada por la Estrategia para el año 2020 (Iarna, 2010). En este sentido, el sector transporte también requiere de acciones sustantivas. Se han reportado algunos esfuerzos de alcance regional para explorar oportunidades de reducción de emisiones contaminantes y mejorar la eficiencia de la flota de transporte de carga y de pasajeros. 72 La Ley de Cambio Climático en México Exposición de Clausura Alberto Cárdenas Jiménez Partido Acción Nacional, México Agradezco la invitación de la Organización Demócrata Cristiana de América, la Fundación Konrad Adenauer y del Partido Unidad Social Cristiana para compartir con ustedes la gestación y los aspectos relevantes de la Ley de Cambio Climático en México. Esta exposición abordará de manera resumida la nueva legislación para enfrentar al cambio climático, y para una adecuada comprensión de la misma la dividiré en tres secciones: 1. Acciones en México. 2. El esfuerzo del Senado y el proceso legislativo. 3. La Ley General de Cambio Climático. 1. Acciones en México Por lo que se refiere a las acciones emprendidas en México para combatir el cambio climático a nivel internacional, el Senado reconoce el papel proactivo de nuestro país no sólo por implementar acciones para dar cumplimiento a los compromisos contraídos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y su Protocolo de Kyoto, sino también por impulsar el avance de las negociaciones internacionales. Al respecto, mención especial merecen las siguientes acciones: • Firma de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático el 13 de junio de 1992 y ratificación de la misma el 11 de marzo de 1993. • Firma del Protocolo de Kyoto el 9 de junio de 1998 y ratificación del mismo el 7 de septiembre de 2000. El Protocolo entró en vigor el año 73 • • • • • • de 2005, cuando se llegó a la ratificación de países desarrollados que sumados incluían por lo menos el 55% de las emisiones de 1990. Presentación de cuatro Comunicaciones Nacionales, en las que se incluye el Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero. Actualmente está en proceso de elaboración la 5ª Comunicación Nacional que presentará al Secretariado de la Convención año 2012. Asociación al Acuerdo de Copenhague en enero de 2010, para presentar su propuesta de reducción de emisiones por acciones nacionales de mitigación apropiadas en el corto y mediano plazo, que respectivamente son: la reducción de hasta un 30% al año 2020 conforme al escenario tendencial, y al 2050 reducción de 50% con respecto a las emisiones del año 2000, sujeto a la recepción de asistencia económica y tecnológica. Estas metas fueron incorporadas oficialmente a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Cancún. Organización, junto con el Secretariado de la Convención, de la XVI Conferencia de la Partes, y la VI Reunión de las Partes del Protocolo de Kyoto (cop 16-mop 6). Liderazgo del presidente Felipe Calderón y de la canciller de México, Patricia Espinosa, como presidenta de la cop 16-mop 6, para la adopción en diciembre de 2011 del paquete de decisiones conocido como “Los acuerdos de Cancún”. Apoyo a la implementación de la Agenda de Durban. Impulso de la Agenda de Cambio Climático dentro de G-20. A nivel nacional, destacan las siguientes acciones y políticas: • Integración de un Comité Intersecretarial para el Cambio Climático en 1997, con el objetivo de analizar la ratificación mexicana del Protocolo de Kyoto y fijar su postura en las negociaciones internacionales. • Reconocimiento en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 de los efectos negativos de los gases de efecto invernadero y el compromiso de promover medidas de mitigación de emisiones de esos gases. 74 • Establecimiento de un programa piloto de límites de emisión e intercambio virtual de emisiones entre las unidades productivas de Petróleos Mexicanos en 2001. • Instalación de la Comisión Mexicana para Proyectos de Reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (comegei) quien funge como Autoridad Nacional Designada para Proyectos del Mecanismo para un Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto, en enero de 2004. • Establecimiento del Programa Nacional Voluntario de Contabilidad y Reporte de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero, comúnmente conocido como Programa gases de efecto invernadero México, en el año 2004. Hasta noviembre de 2010, 86 empresas reportaban sus emisiones al registro. • Establecimiento del Comité Directivo de la iniciativa Metano a Mercados que forma parte de la iniciativa internacional para recuperar y aprovechar el metano como energía alternativa. • Publicación en abril de 2005 del Acuerdo por el que se crea con carácter permanente la Comisión Intersecretarial de Cambio Climático que incorpora las funciones de la Comisión Mexicana para Proyectos de Reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero y se encarga de la elaboración de programas y estrategias nacionales contra el cambio climático. • Implementación del Fondo Mexicano de Carbono (fomecar), que a la fecha apoya diversos proyectos de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero. • Suscripción de 10 Memorandas de Entendimiento con países Anexo I y con el Banco Japonés de Cooperación Internacional en el periodo 20042006, para apoyar el desarrollo de proyectos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, susceptibles de adquirir Certificados de Reducción de Emisiones. • Alusión específica al cambio climático en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, en el Eje 4 “Sustentabilidad”. Éste incorpora dos objetivos de 75 política nacional asociados al cambio climático: la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero e impulsar medidas de adaptación a los efectos del cambio climático. • Presentación de la Estrategia Nacional de Cambio Climático en mayo de 2007. • Publicación en el Diario Oficial de la Federación en agosto de 2009 del Programa Especial de Cambio Climático. Éste establece las políticas, estrategias, objetivos y metas que la Administración Pública Federal se compromete a llevar a cabo durante la presente administración para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, reducir la vulnerabilidad y favorecer la adaptación a los efectos de este fenómeno. Al año 2012 la meta establecida de mitigación es de 50.6 Mt CO2e, lo que pone a México en una ruta adecuada para lograr la meta indicativa de reducción de 30% de sus emisiones con respecto a la tendencia en el año 2020. • Registro de 136 proyectos en el marco del Mecanismo para un Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto y se han otorgado a México 13,661,683 toneladas de CO2 eq. de Reducciones Certificadas de Emisiones, al 8 de febrero de 2012. 2. El esfuerzo del Senado y el proceso legislativo Senadores de prácticamente todas las fracciones parlamentarias coinciden en que la política nacional en materia de cambio climático adolece de disposiciones normativas concretas que coadyuven a enfrentar las múltiples amenazas que se imponen a nuestro país y al mundo. Por ello, desde 2007 se han presentado en el Senado varias iniciativas legislativas para impulsar una ley que combata en forma integral al cambio climático. El 8 de diciembre de 2011, el Senado de la República aprobó un dictamen de Ley General de Cambio Climático que incluye seis propuestas legislativas de senadores en el tema, presentada por diferentes fracciones 76 parlamentarias y que también considera puntos de una propuesta que se mostró en la Cámara de Diputados. Esta propuesta actualmente se encuentra a discusión en la Cámara de Diputados. En caso de que se apruebe sin modificaciones, el Ejecutivo podría publicarla casi de inmediato, tal y como ha demostrado ser su interés, y para mediados de 2012, México contaría con una legislación de avanzada para enfrentar el cambio climático. Con voluntad política, la presión de la sociedad a través de sus organizaciones y la de los líderes y conocedores del tema –que son patentes debido a la urgencia y necesidad de que México cuente con una ley que ayude o logre la coordinación y eficacia para combatir el cambio climático–, la aprobación legislativa podría estar lista pronto y la publicación de la misma antes de que termine el año 2011. Para la elaboración de la propuesta que se presenta, su enriquecimiento y la elaboración del dictamen final, un servidor junto con mi equipo de colaboradores y con la Comisión Especial de Cambio Climático que presido (misma que por su estatus de “Especial” no tiene la facultad de dictaminar iniciativas), se realizaron más de 100 reuniones a través de foros y talleres en los que participaron organizaciones no gubernamentales, centros de investigación, universidades, cámaras empresariales, dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, estatal y de organismos internacionales. Algunos de los participantes fueron: el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, Greenpeace México, Pronatura A.C., el Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza, Environmental Defense Fund, The Nature Conservancy, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la Comisión Económica para América Latina, el Centro de Estudios del Sector Privado para el Desarrollo Sustentable, Ecosecurities México, el Centro de Ciencias de la Atmósfera, el Instituto de Ecología, el Programa de Investigación en Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México, El Colegio de México, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey campus Ciudad de México, El Instituto Nacional de Ecología A.C., 77 El Colegio de la Frontera Norte, El Instituto de Protección al Ambiente de Nuevo León, la Universidad Iberoamericana A.C., la Fundación Humanismo Político y la Fundación Konrad Adenauer, entre otros. En dichas reuniones se escucharon y recibieron las preocupaciones, propuestas y opiniones de los participantes, la mayoría de las cuales se ven reflejadas en la propuesta de Ley. 3. La Ley General de Cambio Climático El objeto de la propuesta de Ley es: • Definir la concurrencia de facultades de la Federación, las entidades federativas y municipios en la elaboración y aplicación de políticas públicas; • Regular las Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero; • Regular las políticas y acciones para la mitigación y adaptación al cambio climático; • Reducir la vulnerabilidad; • Fomentar la educación, investigación, desarrollo y difusión; • Establecer las bases para la concertación con la sociedad, y • Favorecer la transición hacia una economía competitiva, sustentable y de bajas emisiones de carbono, propiciando beneficios ambientales, sociales y económicos. La minuta de la Ley General de Cambio Climático consta de 123 artículos organizados en nueve títulos, más 16 artículos transitorios. A continuación resumo los propósitos e implicaciones de cada título de la Ley: Títulos de la Ley General de Cambio Climático: Primero. Disposiciones preliminares En este título se establecen definiciones y el objeto de la ley ya mencionados anteriormente. Vale la pena resaltar que la ley incluye la regulación 78 de compuestos con efecto invernadero, que además de los gases de efecto invernadero considera al hollín (“black carbon” en inglés) del cual, en estudios recientes, se ha demostrado que a pesar de su relativa corta estancia en la atmósfera tiene impactos muy importantes en el clima y particularmente en la salud. Segundo. De la distribución de competencias La ley asigna facultades y responsabilidades concurrentes a los municipios, los estados, al gobierno federal y al gobierno de la Ciudad de México así como la obligación de legislar en la materia. Prácticamente no queda actividad importante de cualquier orden de gobierno que no tenga que implementar acciones para combatir el cambio climático. Tercero. Del Instituto Nacional de Medio Ambiente y Cambio Climático Los senadores llegamos a la conclusión de que resulta muy conveniente para el país contar con un grupo de especialistas al servicio del Estado y la sociedad en temas de medio ambiente y cambio climático para que: • Realice estudios de impactos económicos y políticas públicas sobre medio ambiente y cambio climático; • Coordine la investigación y transferencia de tecnología; • Coadyuve en la preparación de recursos humanos; • Realice análisis de prospectiva sectorial y colabore en la elaboración de estrategias, planes, programas, instrumentos y acciones, y • Evalúe, bajo la dirección de un grupo colegiado independiente, la Política Nacional en Cambio Climático. Se partiría de las funciones, capacidades y experiencia que tiene el actual Instituto Nacional de Ecología quien se transformaría en el Instituto Nacional de Medio Ambiente y Cambio Climático (inmacc), tomando la figura de organismo público descentralizado. 79 Cuarto. Política Nacional de Cambio Climático Este título contiene tres capítulos: el de Disposiciones generales, Adaptación y Mitigación. Se describen las disposiciones, principios, objetivos, actividades y obligaciones específicas a las que ciudadanos, empresas e instituciones deberán sujetarse para combatir al cambio climático. Al aplicar los principios e indicaciones señaladas en el presente título y las metas que para algunas de estas actividades se señalan en los artículos transitorios, la sociedad y el gobierno mexicano serán capaces de transitar hacia una economía baja en emisiones y cumplir las ambiciosas metas que se requieren para minimizar los efectos del cambio climático. Quinto. Sistema Nacional para el Cambio Climático Para lograr implementar las acciones de adaptación, las reducciones de emisiones y la capacitación, la transferencia tecnología y el financiamiento de proyectos que se esbozan en la ley, se requiere de un grupo de herramientas y disposiciones que hemos denominado el Sistema Nacional para el Cambio Climático cuyas reuniones bianuales las coordina la Secretaría de Gobernación (segob). La Figura 1 muestra esquemáticamente los componentes del dicho sistema. Cabe destacar que el Fondo Verde Mexicano daría transparencia a las acciones mexicanas en cambio climático, poniendo mayor énfasis en proyectos de adaptación. Sexto. Evaluación de la Política Nacional para el Cambio Climático • La Política Nacional de Cambio Climático estará sujeta a evaluación periódica y sistemática a través de la Coordinación de Evaluación (inecc). • La Coordinación de Evaluación emitirá recomendaciones a los integrantes del Sistema Nacional de Cambio Climático. • Los resultados de evaluaciones y recomendaciones serán públicos y entregados al Congreso de la Unión. 80 Figura 1. Sistema Nacional para el Cambio Climático Título Quinto. Sistema Nacional para el Cambio Climático (Art. 42-104) inecc Evaluación (Art. 24-28; 105-112) Sistema de Información sobre Cambio Climático Estrategia Nacional Programas, Inventarios (nacional y estatales) (Art. 64-80) Comisión de Cambio Climático Formulación e instrumentación de las políticas nacionales A3 (Art. 49-55) (Art. 81-84) Consejo de Cambio Climático Registro Nacional de Emisiones (Art. 94-99) Participación ciudadana A3 (Art. 56-63) segob inecc Investigación Asesoría (Art. 13-23) Fondo para el Cambio Climático (Art. 85-93) Estados, DF y Municipios Corresponsabilidad y obligación en la planeación e implementación de acciones A3 (Art. 49-55) noms (Art. 103-104) Comercio de Emisiones (Art. 100-102) • Los resultados deberán ser considerados en la Estrategia y el Programa. • Se establecen los objetivos de las evaluaciones en temas de adaptación y de mitigación. Séptimo. Transparencia y Acceso a la Información En este título se ratifica el derecho a la información de todos los ciudadanos y se instruye a que la Comisión Intersecretarial de Cambio Climático, en coordinación con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (inegi) y el inmacc, elaboré y desarrollé una página de Internet, que incluirá el informe anual detallado de la situación general del país en materia de 81 cambio climático. También se establece la obligación de transparentar los fondos aplicados por los estados en la materia. Para garantizar la necesaria participación y coordinación de la sociedad y todos los órdenes de gobierno, en una materia tan importante y transversal, el acceso a la información y transparencia de los recursos utilizados así como el informe sobre el cumplimento de la Ley debe ser total. Octavo. Participación social Los tres órdenes de gobierno deberán promover la participación corresponsable de la sociedad en la planeación, ejecución y vigilancia de la Política Nacional de Cambio Climático a través de: • Convocar a las organizaciones de los sectores social y privado; • Celebrar convenios de concertación para emprender acciones conjuntas; • Promover el otorgamiento de reconocimientos, y • Concertar acciones e inversiones. Noveno. Inspección y vigilancia, medidas de seguridad y sanciones Se faculta a la Procuraduría Federal para la Protección al Medio Ambiente (profepa) para realizar actos de inspección y vigilancia a las personas físicas o morales sujetas a reporte de Emisiones y a las Normas que en la materia se generen. Se establecen multas en caso de no entregar la información en tiempo y forma. Se remite a la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos para los funcionarios que incumplan disposiciones de la ley. ARTÍCULOS TRANSITORIOS En los artículos transitorios se fijan una serie de metas muy importantes que, en conjunto con la aplicación de las demás disposiciones de la ley, 82 pondrá a México en el camino adecuado para transitar claramente hacia una sociedad sustentable de bajas emisiones de carbono, para minimizar los costos inevitables del cambio climático que ya estamos experimentando y cumplir con nuestros compromisos internacionales. Como podemos observar, la aplicación de la Ley General de Cambio Climático tendrá una serie de impactos prácticamente en todos los ámbitos de las actividades de la sociedad y programas de los tres órdenes del gobierno, entre ellos destacan los siguientes: • La Ley General de Cambio Climático presenta un esquema general y transversal para la adaptación y mitigación del cambio climático. • Establece un marco de planeación a largo plazo que deberá ser respetado por los tres órdenes de gobierno y la sociedad en su conjunto. • Asegura continuidad y reforzamiento de acciones ya emprendidas. • Crea instituciones con capacidades sobre adaptación y mitigación y refuerza las ya existentes. • Establece un Fondo Verde para el financiamiento y apoyo a programas y proyectos de combate al cambio climático. • Establece el Registro de Emisiones e institucionaliza los Inventarios de Emisiones para medir, reportar y verificar de manera transparente las emisiones y avances en el tema de México. • Crea mecanismos novedosos de mercado, probados con éxito en otros países, para impulsar proyectos de mitigación, como la compra de reducciones certificadas de emisiones –documentadas en el Registro Nacional– y un mercado de carbono para ser usado por los generadores de energía con base en combustibles fósiles. • Preparar a México para que participe con liderazgo y autoridad moral en la necesaria implementación de acuerdos internacionales mucho más ambiciosos que los vigentes. En resumen, la Ley General de Cambio Climático es una iniciativa integral que promueve el desarrollo sustentable, la transición hacia una economía 83 verde baja en emisiones y nos prepara para minimizar los impactos del cambio climático que ya comienzan a ser evidentes y que inevitablemente crecerán conforme se calienta el planeta y en la medida que no estemos preparados para afrontarlo. Su aprobación es urgente para México. La dilación de su aplicación acabará causando costos innecesarios y pérdidas irreparables, afectando particularmente a los mexicanos más vulnerables, haciendo más difícil el combate a la pobreza y la inequidad. 84 Taller de Trabajo de los Legisladores Demócrata Cristianos y del Centro Político Humanista Los días 25 y 26 de noviembre de 2011, los parlamentarios invitados al Encuentro Internacional de Legisladores Centro Humanistas sobre Medio Ambiente y Cambio Climático compartieron un análisis sobre la situación de ambas materias en sus respectivos países, las nuevas medidas e iniciativas legislativas, los cambios institucionales y los avances o retrocesos experimentados en los últimos años. Igualmente debatieron sobre propuestas a nivel regional e internacional, particularmente para las reuniones de las Conferencias de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, también denominadas Conferencias de las Partes (cop) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En los debates participaron con aportes e intervenciones: Senador Jorge Andrés Ocejo Moreno. Partido Acción Nacional, México. Senador Alberto Cárdenas Jiménez. Partido Acción Nacional, México. Diputado Matías Walker. Partido Demócrata Cristiano, Chile. Diputado Víctor Torres. Partido Demócrata Cristiano, Chile. Diputado Patricio Vallespín López. Partido Demócrata Cristiano, Chile. Diputado Juan Diego Gómez. Partido Conservador, Colombia. Diputado Salvador Valeriano. Partido Nacional de Honduras, Honduras. Diputada Sadia Argueta. Partido Demócrata Cristiano, Honduras. Diputado Antonio Chiesa Bruno. Partido Nacional, Uruguay. Diputado Carlos Carranza. Partido Justicialista, Argentina. 85 Diputado Luis Fishman, jefe de Fracción Partido Unidad Social Cristiana, Costa Rica. Diputado Rodolfo Sotomayor, subjefe de Fracción Partido Unidad Social Cristiana, Costa Rica. Diputado José Roberto Rodríguez Quesada, Partido Unidad Social Cristiana, Costa Rica. Diputado Luis Alberto Rojas Valeriano, Partido Unidad Social Cristiana, Costa Rica Invitados: Srta. Sandra Herrera Flores, subsecretaria de Fomento y Normatividad Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, México. Sr. Gerardo Vargas Rojas, presidente del Partido Unidad Social Cristiana, Costa Rica. Sr. Frank Priess, representante de la Fundación Konrad Adenauer, México. Sra. Catalina Soberanis, directora general del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos. Sr. Francisco Javier Jara, secretario ejecutivo de la Organización Demócrata Cristiana de América. Sr. César Varela Díaz-Infante, secretario adjunto de la Organización Demócrata Cristiana de América. El Taller de Trabajo del Encuentro Internacional de Legisladores sobre Medio Ambiente y Cambio Climático concluyó con los siguientes documentos que presentamos en esta sección: • Declaración de Parlamentarios de Partidos Demócrata Cristianos y de Centro Político Humanista de América Latina sobre el Cambio Climático y la Sustentabilidad del Desarrollo. 86 Igualmente incluimos como anexos los siguientes aportes para el debate: • Intervención sobre Medio Ambiente y Cambio Climático, del diputado Carlos Carranza (Partido Justicialista, Argentina). • Propuesta para una Política Energética para la Sustentabilidad del Desarrollo, del diputado Patricio Vallespín López (Partido Demócrata Cristiano, Chile). 87 DECLARACIÓN DE PARLAMENTARIOS DE PARTIDOS DEMÓCRATA CRISTIANOS Y DE CENTRO POLÍTICO HUMANISTA DE AMÉRICA LATINA SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA SUSTENTABILIDAD DEL DESARROLLO San José, Costa Rica, 26 de noviembre de 2011 I. Contexto político para la sustentabilidad del desarrollo En los inicios del año 2012, nuestro planeta sigue enfrentando el creciente deterioro ambiental y las amenazas del cambio climático, producto que el mundo político no ha tomado las decisiones pertinentes para modificar el actual patrón de desarrollo económico. Esta grave situación que amenaza la propia continuidad de la vida humana, requiere urgentes acciones globales y tanto la cop 17 como otros foros internacionales, pueden representar espacios importantes para reactivar este esfuerzo. Actualmente, otros asuntos concentran el interés público en la mayoría de los países, restando presencia a este urgente tema mundial, entre ellos la eventualidad de una crisis económica europea y una nueva recesión mundial. Como políticos humanistas cristianos entendemos también la relevancia de esas temáticas, pero eso no puede ser un pretexto para seguir postergando decisiones y acciones para enfrentar el cambio climático y avanzar hacia la sustentabilidad del desarrollo. Por ello, estamos conscientes que debemos seguir siendo proactivos en este tema, porque las amenazas siguen agravándose día a día, y nuestra responsabilidad ética y política es impostergable para generar un cambio de conducta global hacia la sustentabilidad que permita preservar nuestro planeta y la existencia humana. El estandarte de la sustentabilidad del desarrollo y la preocupación por el medio ambiente es una bandera de todos y es parte de nuestro patrimonio humanista cristiano, por lo cual debemos realizar un aporte significativo en este ámbito. 89 Los Partidos de Centro Humanista siempre hemos tenido como norte la persona y hemos sido defensores de la calidad de vida para todos y todas, desde ahí se justifica nuestra preocupación por el medio ambiente, pues si el desarrollo no es sustentable no es desarrollo humano. Si nos hubiera tocado vivir en otros tiempos, nuestra responsabilidad a lo mejor hubiera sido luchar contra la esclavitud o por la independencia, pero como nos toca vivir en estos tiempos, nuestra principal responsabilidad es luchar por la sobrevivencia humana y para ello, como humanistas cristianos, debemos comprometernos a luchar por la conservación de nuestro planeta y la sustentabilidad del desarrollo. Es una causa que debe ser parte fundamental de nuestra carta de navegación para construir un desarrollo humano más justo y solidario. La demanda alimentaria, la demanda energética, la protección del agua, la producción y la economía se deben orientar hacia el desarrollo sustentable, pues implica alcanzar la protección del medio ambiente y la conservación de la vida para las actuales y futuras generaciones. Las decisiones de los próximos años serán estratégicas, por lo tanto los partidos de concepción humanista cristiana, deben tener una posición clara y contribuir hacia la protección del medio ambiente, el entorno, la protección de la vida y toda acción ligada a la supervivencia humana. Ello se logra impulsando legislaciones e institucionalidad, pero también a través de una acción conjunta y relevante en todos los organismos y foros multilaterales a nivel mundial, continental y regional. Hoy constatamos un heterogéneo comportamiento de los países latinoamericanos en la generación de normativas, institucionalidad, promoción de conciencia ambiental y compromisos en la reducción de sus emisiones. Algunos registran avances en el cumplimiento de metas, otros están impulsando estrategias nacionales de mediano y largo plazo, y una gran mayoría presenta retrocesos y un aumento en sus emisiones de efecto invernadero, aunque, por cierto, aún lejos de los niveles generados por las grandes potencias. En este contexto, el diverso nivel de decisiones y accio- 90 nes orientadas hacia el desarrollo sustentable en nuestros países, sugiere la necesidad y la pertinencia de coordinar una acción o estrategia continental como parlamentarios de Partidos Políticos de Centro Humanistas. De esta forma, la presente Declaración es fruto del trabajo realizado en el Segundo Encuentro Internacional de Legisladores Centro Humanistas sobre Medio Ambiente y Cambio Climático, celebrado en San José, Costa Rica, los días 24, 25 y 26 de noviembre de 2011, y que contó con la presencia de legisladores y representantes de partidos de varios países latinoamericanos, representantes de la Fundación Konrad Adenauer, el Instituto Centroamericano de Estudios Políticos, el Partido Unidad Social Cristiana de Costa Rica, la Organización Demócrata Cristiana de América así como diversos académicos y especialistas en desarrollo sustentable y cambio climático. El propósito de este documento es coordinar una posición y un mensaje de los legisladores y representantes de Partidos Centro Humanistas sustentado en los principios de libertad y dignidad humana, solidaridad, subsidiariedad y bien común; para todas las instancias de discusión política tanto a nivel global como continental donde participen los legisladores de nuestra corriente de pensamiento, de manera que se establezca una red de intercambio de información entre legisladores que compartimos la misma visión sobre esta materia. II. Principios que fundan la Declaración a) Los Partidos Políticos Demócrata Cristianos y del Centro Político Humanista de América Latina aspiramos a que nuestros países sean globalmente competitivos, pero ambientalmente comprometidos. Esta visión de la sociedad que queremos –basada en nuestro proyecto humanista–, busca que todos los aspectos políticos, económicos, sociales, culturales estén orientados en generar las condiciones para el desarrollo integral de la persona. En ese sentido, no puede existir un desarrollo económico que destruya las condiciones de vida en el planeta, pues imposibilita el desarrollo humano. Esto obliga a construir una nueva 91 competitividad que se comprometa con la sustentabilidad del desarrollo. Nuestra prioridad es la persona y su vida en comunidad hoy y mañana, por lo cual nuestra opción es el desarrollo sustentable. b) La política y los valores como sustento de Políticas Públicas Humanistas: • Los Partidos Políticos Demócrata Cristianos y del Centro Político Humanista de América Latina relevamos el sentido de la política y su acción transformadora, basada en principios y valores, y expresada en propuestas concretas y políticas públicas específicas. Para nosotros, la política sin contenidos que se expresen en políticas públicas es sólo demagogia y discurso para que nada cambie; pero, a la inversa, la política pública sin política es mera tecnocracia, que podrá lograr la eficiencia pero jamás la trascendencia de la persona. • En ese sentido, nuestros partidos políticos que comparten el Proyecto Humanista de Centro Reformista y los valores del humanismo cristiano, aspiramos a generar políticas públicas humanistas orientadas al logro final del desarrollo integral de las personas, que sólo se alcanza con la vida en comunidad y en la relación armónica y respetuosa con el medio ambiente y eso no es otra cosa que el desarrollo sustentable. c) Calidad de la Democracia y de la Política para el Desarrollo Sustentable: • Los Partidos Políticos Demócrata Cristianos y del Centro Político Humanista de América Latina consideramos imprescindible los mecanismos del sistema democrático para generar acciones y políticas públicas compartidas o consensuados por todos los actores sociales. La buena calidad de la democracia garantiza también una efectiva participación y una legitimidad más amplia de las decisiones que se tomen en materia de políticas públicas para el desarrollo sustentable. Por ello, todas las iniciativas que contribuyan a una mejor democracia tanto para dar cumplimiento a las políticas públicas, 92 como para asegurar su control y su evaluación, deben ser promovidas y apoyadas por nuestros legisladores, pues serán un claro aporte al desarrollo sustentable. III. Compromiso de los legisladores y representantes de Partidos Centro Humanistas El cambio climático ha sido identificado como la mayor amenaza a los ecosistemas mundiales y al desarrollo de la humanidad. La evidencia científica mundial, establecida por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (ipcc) y el Informe Stern sobre la economía del cambio climático han advertido la gravedad y seriedad del problema. Para afrontar este reto se requiere de una transición hacia una economía que no dependa del uso de energía basada en combustibles fósiles ni en la explotación de recursos naturales que generan emisiones atmosféricas de compuestos con efecto invernadero. Asimismo, se ha podido demostrar que debido al aumento de las concentraciones de gases con efecto invernadero en la atmósfera, producto de actividades humanas, se está experimentando un calentamiento global que requiere urgentemente de acciones y políticas de adaptación acordes a los diversos grados de vulnerabilidad al cambio climático que presentan regiones y comunidades. Por consiguiente, los parlamentarios y representantes de Partidos Centro Humanistas de América Latina, conscientes de la responsabilidad que tenemos con los ciudadanos de nuestros países y de nuestro continente, proponemos para afrontar el reto que nos impone el cambio climático y la sustentabilidad del desarrollo las siguientes iniciativas: 1. Los Partidos Políticos Demócrata Cristianos y de Centro Político Humanista de América Latina proponemos –a partir de nuestros principios y proyecto político internacional– una Agenda Ambiental Humanista, con la finalidad de promover políticas públicas en nuestros países y la región para avanzar hacia el desarrollo sustentable. Nuestra propia Agenda Verde contempla políticas públicas, tales como: 93 a) Economía Verde es buena para todos: Fomentar y Fortalecer el Concepto de Diseño Integrado Sustentable, que considera que la Protección Ambiental no sólo genera empresas más eficientes y más competitivas, sino que también representa un buen negocio para los emprendedores, aportando, a la vez, al desarrollo sustentable. b) Establecer incentivos/impuestos verdes y exigencias adicionales para la producción y el consumo sustentable: las empresas deben cooperar a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes en general, tanto a través de incentivos como de estándares adicionales para cumplir mayores exigencias ambientales. Asimismo, se deben evaluar alternativas de impuestos verdes del tipo Carbon Tax, de manera que se promueva el uso de nuevos procesos y tecnologías de producción más limpia. c) Avanzar en la creación de Políticas Energéticas que contribuyan a modificar la composición de la matriz basada en combustibles fósiles hacia una predominantemente de energías renovables, limpias y no convencionales. d) Elaborar legislaciones que sean un real incentivo para el uso de las energías renovables y no el establecimiento de un mínimo que se convierte en un techo para su utilización, dado que nuestra América Latina es una región rica en fuentes alternativas de energía no contaminantes que debemos aprovechar. e) Establecer políticas de eficiencia energética, destinada a promover el uso eficiente y el ahorro de energía y reducir las emisiones de CO2 en aspectos como consumo de energía, iluminación, aislamiento, calefacción, climatización, agua caliente, certificación energética de edificios, etcétera. f) Estimular –a través de subsidios o exenciones– la generación y uso de productos estratégicos no contaminantes como los vehículos eléctricos o los sistemas de transporte no contaminante. 94 2. Desarrollar marcos jurídicos efectivos y eficaces ante el problema de cambio climático, que comprendan la participación responsable de todos los niveles de gobierno y de la sociedad, de tal forma que cuenten con una legislación sistemática e integral para que los países transiten hacia la reducción significativa en la emisión de gases de efecto invernadero y la reducción de la vulnerabilidad de los sistemas naturales y humanos. 3. Impulsar en materia de cambio climático en cada país iniciativas, tales como: a) El compromiso de elaborar, reportar y actualizar con periodicidad definida Comunicaciones e Inventarios Nacionales utilizando metodologías del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y de acuerdo a las capacidades de cada país. b) El establecimiento y diseño de estrategias, programas e incentivos para realizar medidas apropiadas de adaptación y mitigación al cambio climático, así como aprobar presupuestos y políticas fiscales conducentes para su aplicación efectiva. c) Sistemas de información y gestión del riesgo que identifiquen zonas de vulnerabilidad, diseñados de acuerdo a los criterios establecidos por la Convención Marco, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y los instrumentos existentes, buscando minimizar los impactos sociales, culturales, económicos y ambientales resultantes del cambio climático. d) La investigación en temas de cambio climático con la participación de las universidades, los centros de investigación locales y los posibles afectados. e) El diálogo multisectorial que respete la diversidad e integre las aspiraciones, preocupaciones e intereses de todos los actores involucrados. f) La interacción con programas de inclusión social, considerando el combate a la pobreza como fundamental para el éxito de las medidas de mitigación y adaptación del cambio climático. 95 g) La adopción de legislación general en la materia y/o la armonización de la normatividad vigente, buscando avanzar hacia una legislación especial o un programa nacional sobre cambio climático, en la línea de lo realizado por México. h) Definir o especificar las metas concretas de reducción de gases de efecto invernadero, buscando incorporarlas en los respectivos programas de gobierno. i) Promover que los países de la región se comprometan a ser carbono neutral es un plazo de tiempo determinado. A partir de ello, se deben redefinir políticas, generar nuevas normas, incentivos y sanciones. 5. Promover la educación ambiental para involucrar a la población y a todos los sectores de la sociedad en la preservación y recuperación del medio ambiente, la protección de los recursos naturales, la lucha y la denuncia contra el daño ambiental y el logro de las metas para enfrentar el desafío del cambio climático, para así avanzar decididamente hacia el desarrollo sustentable. 6. Impulsar la protección del agua –a nivel constitucional– como bien nacional de uso público u otras alternativas jurídicas que permitan garantizar el acceso al agua para ponerlo a disposición del desarrollo nacional sustentable, de manera de preservarlo para las futuras generaciones y priorizar su uso para el consumo humano y la producción alimentaria. 7. Los Partidos Políticos Demócrata Cristianos y de Centro Político Humanista de América Latina y sus parlamentarios acordamos generar las condiciones para elaborar planes de acción de alcance continental y de interés común para disminuir los efectos de gases invernadero, estableciendo una estrategia, metas y plazos compartidos, acorde a los compromisos posibles de asumir como continente. Para ello, creemos necesario consolidar la dinámica anual de encuentros internacionales de legisladores y representantes de Partidos Centro Humanistas para identificar retos de carácter regional, definir agendas de trabajo, com- 96 partir experiencias y evaluar resultados, de modo que aportemos al proceso de discusión y negociación a nivel multilateral. IV. Medidas urgentes que la comunidad internacional debe emprender para enfrentar el cambio climático Los parlamentarios participantes en este Encuentro de Costa Rica, hacemos un llamado a la responsabilidad ética y política de los representantes de todos los países que concurren a las diferentes instancias multilaterales que abordan el problema del cambio climático, para que asuman compromisos explícitos para la reducción de gases de efecto invernadero. Por eso, exhortamos a las Partes a que pongan todos sus buenos oficios para evitar retrocesos y avanzar en la construcción de caminos hacia la definición de mecanismos más justos y eficientes, y establezcan metas de mitigación y adaptación relevantes como parte de un acuerdo internacional pos Kyoto. Por lo anterior, en materia de presupuesto y financiamiento para emprender acciones y enfrentar el cambio climático proponemos: 1. Cumplir en tiempo y forma los compromisos adquiridos en todas las instancias internacionales referidos al cambio climático, especialmente la cop 15 y la cop 16. 2. Crear e impulsar los mecanismos de financiamiento innovadores y predecibles basados en principios de eficiencia, equidad, eficacia y efectividad, con acciones que sean medibles, reportables y verificables. El financiamiento internacional deberá ser adicional al actualmente otorgado a los países para su desarrollo bajo el marco de los programas de Naciones Unidas (onu) y organismos multilaterales, lo que implica: a) La implementación del Fondo Verde Internacional como modelo financiero derivado de la responsabilidad de los países desarrollados con las naciones en vías de desarrollo, con el objeto de: apoyar proyectos, programas, políticas y otras actividades de mitigación y adaptación; incluida la reducción de emisiones por deforestación y 97 degradación, la construcción de capacidades nacionales, desarrollo y transferencia de tecnología. b) La discusión sobre el establecimiento de un impuesto mundial al consumo de combustibles fósiles y/o a la emisión por tonelada de CO2e derivado del ciclo energético, aplicado a cada una de la Partes y con efectos redistributivos del fondo captado por dicho impuesto hacia los países en desarrollo. 3. La asignación ágil y oportuna de recursos internacionales comprometidos en beneficio a países en desarrollo para implementar medidas que incidan de manera efectiva en la mitigación y adaptación, y que garanticen el desarrollo de capital humano; la seguridad energética, ambiental y alimentaria, entre otros. Asimismo, en el ámbito de medidas de mitigación y adaptación, nos parece fundamental avanzar en las siguientes acciones: a) Establecer metas de mitigación de emisiones que eviten que la temperatura del planeta se incremente más de 2°C. b) Promover el desarrollo de capacidades que favorezcan el surgimiento de una sociedad con patrones de producción y consumo sustentables. Para lograrlo, se deberán desarrollar e implementar objetivos y metas concretas que sean evaluadas periódicamente con sistemas que incluyan su monitoreo, reporte y verificación. c) Desarrollar mapas nacionales, regionales y locales de vulnerabilidad, mapas de riesgo epidemiológico y sistemas de alerta temprana ante eventos meteorológicos. d) Fortalecer el ordenamiento territorial, los sistemas de gestión de riesgo y regular las actividades de cambio de uso de suelo para salvaguardar la vida de las poblaciones y su infraestructura en las zonas más vulnerables, priorizando las inversiones en éstas. e) Exhortar a que cada país, de acuerdo a sus capacidades y apoyos internacionales recibidos, intensifique las medidas de mitigación en el 98 sector forestal mediante la reducción de las emisiones por deforestación y degradación; a partir de la conservación de la biodiversidad, el mantenimiento e incremento de los sumideros de carbono y el manejo sostenible de los bosques. f) Exhortar a que cada país cuente con un plan de transición energética baja en carbono a corto, medio y largo plazo, con el objetivo de mantener el crecimiento económico sostenible. g) Impulsar la difusión y educación en temas de cambio climático. Agradecimientos: Agradecemos y valoramos el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer, la coordinación de la Organización Demócrata Cristiana de América y la colaboración del Instituto Costarricense de Estudios Políticos y el Partido Unidad Social Cristiana de Costa Rica que hicieron posible la realización de este encuentro parlamentario. Suscriben el presente Posicionamiento legisladores y representantes de Partidos Demócrata Cristianos y de Centro Político Humanista de América Latina. 99 Discurso sobre Medio ambiente y Cambio Climático Carlos Alberto Carranza Partido Justicialista, Argentina Señores legisladores y representantes parlamentarios: Además de la importancia del evento en sí misma, por los temas a abordar, quiero destacar su oportunidad, y agrego la urgencia en emitir un comunicado que fije una posición de los Partidos Políticos Demócrata Cristianos y del Centro Político Humanista de Latinoamérica nucleados en la Organización Demócrata Cristiana de América (odca) ante la nueva cumbre sobre cambio climático que comienza en estos días en Durban, Sudáfrica, en la COP 17. Desde la ECO ´92 en Río de Janeiro hasta el presente, los encuentros celebrados para tratar el tema del cambio climático han avanzado mucho en términos declarativos, y con el objetivo de instalar la necesidad de aumentar fuertemente la intervención estatal a través de las agencias burocráticas y, me atrevo a decir, que también sirvió para generar la cultura de la toma de conciencia respecto del peligro de supervivencia de la humanidad, atento el aumento de las temperaturas, el efecto invernadero y la necesidad de limitar las emisiones globales que impacten negativamente en el medio ambiente. El tema de por sí ha logrado la atención de los pueblos y gobiernos del mundo entero, como consecuencia de ello se firmó el Protocolo de Kyoto, con el propósito de impulsar políticas de mitigación y adaptación al cambio climático ante el aumento y la mayor intensidad de la polución industrial, sobre todo en los países en desarrollo, que requieren cada día más de mano de obra ocupada y la generación de energía para el progreso económico y social de sus naciones. 101 Quiero también destacar que si ha sido esta ciudad donde se firmó la Convención Americana de Derechos Humanos, también es posible, que en la misma dirección, los legisladores representantes de diversos países de América Latina podamos acordar un documento que nos permita colectar voluntades políticas para trabajar juntos por el medio ambiente y el cambio climático en el mundo; conscientes de nuestra importancia estratégica en el concierto de las naciones, es hoy más que nunca. Como dijimos, se trata de plasmar en nuestros ordenamientos constitucionales postulados, como el de ejercer el derecho fundamental de gozar y disponer de un medio ambiente sano y de salvaguardar o proteger a las futuras generaciones. Desde los Partidos de Centro Humanistas lo que debemos hacer, a partir de nuestra concepción basada en la Doctrina Social de la Iglesia, es dirigir nuestras acciones a salvar todo tipo de vida en este planeta, no sólo la vida humana, sino tomar el concepto en su total dimensión y en su máxima expresión totalizadora y universal concebida por el creador. Esos valores existenciales, la visión antropocéntrica y la necesidad de proteger al hombre y su entorno, nos impone ser más activos en la defensa de lo que nos rodea, del ecosistema, del medio ambiente; y para ello quiero centrar mi postura en tres ideas fuerza que seguro todos ustedes estarán de acuerdo. En primer lugar es que ha pasado la hora de GENERAR CONCIENCIA como fenómeno cultural, algo que algunos definen como la etapa romántica, y creo que ha llegado el momento de pasar a la acción concreta de ejecutar los programas, las estrategias y los instrumentos para que los gobiernos pongan manos a la obra en las políticas de mitigación y adaptación al cambio climático, definan en tiempo y espacio las metas y las prioridades, y se ajusten a un cronograma a corto o mediano plazo de alcanzar objetivos bien definidos, como lo ha hecho Costa Rica, de alcanzar en el año 2021 el punto CERO en contaminación del dióxido de carbono. El proceso de debate entre el proteccionismo y la sustentabilidad ya lleva muchos años, y a mi entender fue superado porque los efectos del 102 impacto ambiental aumentan mucho más rápido, a pasos agigantados, en perjuicio del conjunto; los hechos superan a las ideas y el debate queda varios cuerpos atrasado respecto de la realidad. Ahora nos empezamos a dar cuenta que la falta de agua potable, energía, alimentos, hidrocarburos, es decir, de elementos esenciales para la vida del hombre, puede generar conflictos y alterar aún más la convivencia humana a corto plazo. Ésta es una lamentable conclusión. En otras palabras, las urgencias derivadas del cambio climático ahora se agregan aspectos de política estratégica que alteran la cuestión de las autonomías y las soberanías de los estados por la escasez de elementos vitales, que impactan de lleno en el medio ambiente; de allí las urgencias. Se ha dicho aquí que hace un par de semanas se festejó el nacimiento del niño número 7 mil millones en el mundo, lo que, unido a algunos pronósticos serios, nos colocan en un escenario de 9 mil millones de habitantes dentro de 50 años en todo el mundo. Además, se sostiene que las dos terceras partes de ese crecimiento se localizará en las zonas más densamente pobladas, o sea en las grandes ciudades. Lo que ello significa. Pues bien, eso debe entenderse como la aparición de tensiones entre los habitantes del planeta por la búsqueda no sólo de más agua potable, más alimentos y energía, sino que requerirán más seguridad, educación, justicia, etc., y los problemas irán en aumento por los desechos industriales, urbanos, la contaminación de los ríos y afluentes, y el impacto sobre el aire que se respira. Ante esta situación concluyo una primera idea, en el sentido que debemos terminar en las recomendaciones y declaraciones, sin que eso signifique dar por agotado o finalizado el debate, pero es necesario desde Latinoamérica pasar de la etapa deliberativa entre ambientalistas, científicos, políticos, empresarios, sindicalistas, etc., a la etapa en que los diplomáticos y los encargados de las relaciones internacionales coloquen ya mismo en la agenda la ejecución inmediata de convenios y tratados entre los países del continente que impliquen una estrategia de conjunto en el concierto de las 103 naciones frente al embate de quienes quieren suspender o neutralizar los logros obtenidos en las cumbres anteriores de cambio climático, y sobre todo fortalecer el Protocolo de Kyoto en el cual se deriva a las metas de emisiones que impacten negativamente en el medio ambiente. Así lo solicito. En segundo lugar, quiero decirles que las decisiones de los estados se deben tomar con la presencia de la mayor cantidad de actores y protagonistas para que sean estables y permanentes, es decir, identificando la prioridad y el objetivo, y se plasmen las acciones gubernamentales y no gubernamentales hacia políticas de Estado, que todos deben respetar y controlar. La participación de la sociedad civil es de vital importancia en estos tiempos, por el volumen y la velocidad que requisen los cambios. Es muy frecuente en algunos países el choque de facultades, poderes y atribuciones entre los estados locales y el poder central, sobre todo en los que adoptan el sistema federativo, pero sin duda hay que definir bien las áreas de competencias para evitar conflictos. En ese sentido, en nuestro país, luego de la reforma constitucional de 1994, se estableció en el artículo 41 que las políticas nacionales en materia de medio ambiente las fije el gobierno central a través de los presupuestos mínimos, y el control o ejecución de esas políticas quede en manos de las provincias y los gobiernos locales en forma descentralizada. Esto obedece a recomendaciones de la cumbre de 1992 en Brasil, y es una fórmula que sintetiza correctamente los objetivos generales de la nación con el poder de la policía o contralor directo que tienen los gobiernos regionales y los comunales o municipales sobre el terreno de manera concreta. Otro elemento a tener en cuenta es el concepto de quien contamina paga, es decir, la posibilidad de sancionar a quienes impactan el medio ambiente con cotizaciones de carácter tributario, fiscal o condenatorio (multas), ya que muchos países han avanzado con carácter preventivo mediante el establecimiento de servicios ambientales o pagos, que en ocasiones han 104 reconvertido el uso indebido o contraambiental y lo han diseccionado hacia la responsabilidad social de la empresa, y ello también debe estar plasmado en las legislaciones locales de cada país latinoamericano. Esto significa que se manifieste en los ordenamientos constitucionales locales de nuestros países las normas que vayan en ese sentido, y esto es una propuesta concreta. Así lo hago. En tercer lugar quiero dedicar un párrafo al aspecto estratégico. Atento la necesidad de seguir polucionando durante algunos años más, en los países en vías de desarrollo o emergentes, quizá imbuidos por políticas de pleno empleo y también porque muchos países latinoamericanos cuentan con reservas estratégicas en materia energética, agua potable, recursos mineros, hidrocarburos, etc., lo que a veces los hace susceptibles de tensiones ante las políticas de los países centrales que, de forma permanente, buscan obtener beneficios a expensas de dichos recursos y reservas. En América del Sur, tanto el aire puro que nos genera el Amazonas, el gas que posee Bolivia, el acuífero guaraní que está por debajo de Argentina y Paraguay, la llanura pampeana que nos provee de alimentos, el cobre de Chile, la madera de Uruguay, el petróleo de Venezuela, son elementos vitales por demás codiciados y es probable que en un tiempo más comiencen a ser, además de una solución, un problema. Es por ello que se debe estar muy preparado para la toma de decisiones políticas que impliquen una fuerte protección de dichas variables estratégicas, que van de la mano con el medio ambiente y el cambio climático. En este aspecto, del tema ambiental pasamos al tema geopolítico. Toda vez que Latinoamérica está llamada a ser en los próximos años un subcontinente de recursos y reservas de carácter estratégico, es necesario que nuestros países se integren todo lo más que puedan en su propia defensa: la de su seguridad y de su soberanía. También que generen instrumentos multilaterales que pongan en protección los elementos vitales, cuando la 105 curva del crecimiento poblacional comience a cruzar las posibilidades de asistencia de los demás pueblos del planeta; para eso se requiere de un fuerte compromiso estratégico que, como lo dije al principio, puede generarse desde aquí donde se firmó el Pacto de San José de Costa Rica, que es la máxima Convención sobre Derechos Humanos de toda América a pesar que no lo hayan ratificado Estados Unidos ni Canadá. De allí que la dimensión medioambiental cobra una relevancia estratégica por el uso del suelo, los precios y controles de los mercados, por la importancia del comercio hemisférico y la regulación de los flujos de capitales e inversiones, sostengo que debemos pasar del estado cultural o emocional a la etapa del compromiso, ya que no queda más tiempo y las medidas son urgentes. Es probable que haya que cambiar los modelos de producción y consumo por una nueva concepción de la preservación y respeto por la biodiversidad, y que las empresas, sobre todo las de mayor desarrollo industrial y la tecnología, hacen que estemos presentes desde la política, desde los partidos políticos y desde los parlamentos en la definición de los ejes centrales del nuevo diseño institucional para la defensa de estos postulados. Las reservas son agotables, y ni que hablar de las industrias extractivas, que son las que más impactan en el medio ambiente, con los procesos a cielo abierto y con el uso de millones de millones de litros de agua para los procesos de clasificación industrial. Por ese motivo hay políticas que deben ser tomadas por organismos supraestatales especializados, y es mi propuesta en concreto, no sólo en materias jurisdiccionales sino en de actuación preventiva, control y monitoreo, sanciones y, sobre todo, en materia de normativa de sustentabilidad y desarrollo. El paradigma ha mutado del conservacionismo a la defensa de la soberanía ambiental, energética y alimentaria, y éstos son los tres retos centrales de las políticas para definir a corto plazo en Latinoamérica. Mi propuesta en este encuentro es trabajar sobre la coordinación y centralización infor- 106 mativa, política e institucional para que en los próximos eventos podamos avanzar en forma concreta los objetivos comunes entre los países al sur del río Bravo, y afianzar y fortalecer nuestros lazos para los tiempos que se vienen. El medio ambiente y las políticas de mitigación y adaptación al cambio climático deben ser un factor de unión y defensa que nos permita actuar en bloque en las cumbres mundiales que se celebran todos los años, y por eso propongo que se ponga de manifiesto en forma urgente e inmediata nuestro objetivo de mantener el Protocolo de Kyoto ante los embates de los países desarrollados de contener sus alcances. Por ello debe haber un párrafo sobre el tema en el documento final de este evento. El calentamiento global y el efecto invernadero están ocasionando algunos problemas sobre la mayor o menor extensión de nuestras fronteras agrícolas y ganaderas (cultivo o crianza de ganadería), y además vulnera los sectores de menores ingresos, que son los que sufren las catástrofes y los desastres naturales en mayor medida, de modo que lo debemos resolver. Además de ser un tema político y económico, es un problema social, es decir, de cómo afecta a las naciones estos nuevos problemas derivados del aumento de la temperatura en nuestro subcontinente. El desarrollo humano se mide también en cómo estas personas no sufren las consecuencias de las emisiones descontroladas que han llevado adelante los países desarrollados durante décadas; y cómo, por el solo hecho de ser pobres o no poder vivir en lugares seguros desde todos los puntos de vista, los hace más vulnerables. Al menos, el Estado debe intervenir para que no aumente el riesgo y la brecha desigualitaria, y la potencialidad gubernamental reconvierta en oportunidades para todos en un ambiente sano que permita el desarrollo en plenitud de todos y cada uno de los habitantes de esta parte del sur de América. La pobreza y la desigualdad se van a incrementar, y la vulnerabilidad social sólo generará mayor exclusión y expulsión; eso es algo que los humanistas cristianos no debemos tolerar y poner todo nuestro esfuerzo en lograr mejores estándares para la convivencia de nuestros pueblos y regiones, por 107 más que la naturaleza no los favorezca en determinadas ocasiones o en determinados lugares del subcontinente. La conciencia del mundo científico y del mundo político ya han cedido paso a la conciencia social, porque el pueblo ha entendido que la defensa del medio ambiente tiene relación directa con el desarrollo y el progreso social de los pueblos. Hoy no hay control estatal sobre las emisiones de dióxido de carbono, sobre todo en materia energética, que son extraordinariamente tóxicas o nocivas para la salud humana, como son las termoeléctricas (a gas o gas oil), las nucleares, o las extractivas, y no se protegen las llamadas energías limpias o no contaminantes, como las geotérmicas (volcanes), eólicas o solares. Ante esta situación, es necesario acordar también un protocolo de protección mínimo para nuestros países latinoamericanos, sabiendo lo difícil que es en esta materia, pero debemos hacer el esfuerzo. Las plantas o centrales nucleares, que no se les cuestiona por ser sucias o costosas, quizá todo lo contrario, sino por la peligrosidad que se genera en su entorno como ha ocurrido recientemente en Japón donde están localizadas en zonas de movimientos marítimos y volcánicos y que ponen en riesgo la propia seguridad, la vida y la salud de esos pueblos. Y tampoco hay que olvidarse del impacto que genera la producción y transporte de la energía que se produce a veces a grandes distancias de los centros urbanos o de necesidad industrial; su impacto también es negativo. Es necesario actuar pronto. Las decisiones políticas no pueden ir detrás de las reglas del mercado o de los intereses de los países centrales que cada vez son más dependientes en materia energética. Es hora de que nos pongamos de acuerdo en los aspectos estratégicos y tengamos a América Latina en la mesa de las decisiones antes que los condicionamientos y requerimientos de las grandes potencias, como China e India, Europa o los Estados Unidos nos impongan sus puntos de vista en los organismos internacionales. 108 Propuesta para una Política Energética para la Sustentabilidad del Desarrollo en Chile Patricio Vallespín López Partido Demócrata Cristiano, Chile BASES DE UNA POLÍTICA ENERGÉTICA PARA LA SUSTENTABILIDAD DEL DESARROLLO EN CHILE Energía y el nuevo escenario mundial y nacional La energía es un factor crítico para la vida económica y social de un país. No sólo es un bien de consumo para diferentes fines, sino que está directamente relacionado con la calidad de vida de las personas, pues es un insumo esencial para la producción manufacturera, la minería, la agricultura y gran parte de los servicios que consumimos. En efecto, la energía es fundamental para el transporte, el calentamiento o la refrigeración de nuestros hogares o el funcionamiento de toda actividad productiva y domiciliaria, es decir, es parte de la cotidianeidad de toda persona, y cualquier país requiere de ella para poder progresar; pero ahora no basta con producirla, también se debe resguardar el cómo lo hacemos y el tipo de fuente que utilizamos. Para nadie es un misterio que tanto el desarrollo actual del planeta como el de nuestro país no ha sido sustentable, pues el cambio climático que hoy se vive es producto de la manera en cómo hemos generado y usado la energía, cuya modificación es un imperativo ético y político impostergable si queremos que nuestras generaciones futuras vivan en un mundo mejor. En materia de energía la situación de las tres últimas décadas es radicalmente distinta al contexto que se proyecta para las próximas tres décadas. El escenario de los últimos 30 años estuvo marcado por una relativa estabilidad global del escenario energético, marcado por los hidrocarburos como 109 la fuente de energía abundante, barata y única respuesta a los desafíos que el desarrollo económico mundial requería. Sin embargo, como lo señala la Agencia Internacional de Energía (aie) en las últimas décadas, también se ha propiciado un escenario mundial y energético inédito en la historia mundial. La irrupción de China e India1 como grandes consumidores de energía ha significado que las proyecciones revelen un escenario de escasez, volatilidad y altos precios de la energía. La sostenida alza del precio del petróleo desde el año 2004 refleja un ajuste de oferta y demanda que supera aspectos coyunturales: los especialistas hablan de la primera crisis de “oferta” de petróleo. Chile no es un país productor de hidrocarburos. Al contrario, al importar cerca de un 75% de su energía primaria, es un país dependiente de la volatilidad de los mercados y las restricciones de abastecimiento que se produzcan por fenómenos políticos, climáticos o de mercado. Asimismo, el cambio climático será otro de los aspectos que marcará el desarrollo energético del mundo en las próximas décadas. El consenso científico generado en torno al Panel del Grupo Intergubernamental de Cambio Climático (ipcc), ha establecido los desafíos que el mundo debe abordar en materia de mitigación del cambio climático. Para evitar un calentamiento superior a 2ºC en la tierra, en un esfuerzo global deberemos evitar superar las 450 ppm de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera en los próximos 20 años2. En materia energética, esto exigirá, de acuerdo a las proyecciones de la aie, satisfacer un 57% de las necesidades “La economía china ha crecido tan rápido, que ha agregado en promedio, 70 GW de capacidad instalada anual en los últimos años, equivalente a la capacidad instalada de Francia”, en “China Shuts Small Plants”, The Wall Street Journal, 31 de julio de 2009; “Actualmente, China usa más carbón que los Estados Unidos, Europa y Japón juntos”, en “China Outpaces U.S. in Cleaner Coal-Fired Plants”, The New York Times, 10 de mayo de 2009; “India, segunda gran economía de mayor crecimiento luego de China, espera agregar 13 GW de nueva capacidad eléctrica al año (capacidad instalada sic Chile)”, Bloomberg, 1o de julio de 2009. 2 Intergovernmental Panel on Climate Change (ipcc) Special Report Renewable Energy Sources (srren), mayo de 2011: “Since approximately 1850, global use of fossil fuels (coal, oil and gas) has increased to dominate energy supply, leading to a rapid growth in carbon dioxide (CO2) emissions.” 1 110 adicionales de energía con eficiencia energética; y un 23% con energías renovables y biocombustibles3. La competitividad de la economía nacional estará marcada por nuestra respuesta a los desafíos que nos presenta el cambio climático. En efecto, una economía exportadora como la del país, requerirá demostrarle al mundo, por barreras comerciales o arancelarias, cuánto carbono contienen sus productos, y el valor de éstos será medido en parte por este factor4. Otro de los aspectos que debemos considerar se relaciona con el creciente empoderamiento ciudadano, facilitado por el amplio acceso a Internet y las redes sociales en Chile, y los conflictos por el uso del territorio. No contamos en nuestro país con información pública y validada en cuanto a líneas de base sobre disponibilidad de recursos energéticos en Chile y territorios (contaminación, patrimonio cultural, indígena, otras actividades económicas). Finalmente, Chile es un país que se ha integrado a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde), y como tal se encontrará permanentemente sujeto al escrutinio de “pares” en tanto se acerque o se aleje de las mejores prácticas en materia de desarrollo sustentable, lo cual le obligará a un proceso de mejoramiento continuo de sus políticas y normativas en materia de energía, produciendo así una oportunidad única para repensar su política energética. GHG emissions resulting from the provision of energy services have contributed significantly to the historic increase in atmospheric GHG concentrations. The ipcc Fourth Assessment Report (AR4) concluded that “Most of the observed increase in global average temperature since the mid-20th century is very likely due to the observed increase in anthropogenic greenhouse gas (ghg) concentrations”. Recent data confirms that consumption of fossil fuels accounts for the majority of global anthropogenic GHG emissions. Emissions continue to grow and CO2 concentrations had increased to over 390 ppm, or 39% above preindustrial levels, by the end of 2010. There are multiple options for lowering GHG emissions from the energy system while still satisfying the global demand for energy services. Some of these possible options, such as energy conservation and efficiency, fossil fuel switch, RE, nuclear and CCS were assessed in the AR4. A comprehensive evaluation of any portfolio of mitigation options would involve an evaluation of their respective mitigation potential as well as all associated risks, costs and their contribution to sustainable development. 3 World Energy Outlook, aie, 2009. 4 Tesco, la principal cadena de supermercados de Inglaterra, ha resuelto exigir a partir del año 2012 una etiqueta con la “huella de carbono” a todos los productos que se expendan en sus estanterías. 111 Consideraciones relevantes para una nueva política energética para Chile desde una mirada humanista cristiana Una rápida revisión de la conducta de Chile en materia de energía nos indica que carece de una política energética explícita y rectora, pues lo que posee es más bien una política de oferta y de corto plazo donde el criterio es “más vendo más gano”, sin importar el cómo se genera esa energía ni cómo se usa ésta. En términos simples, el Estado ha renunciado a su rol rector y de liderazgo estratégico en el desarrollo del sector energético en general y en particular. Ésta no política ha llevado al país a una situación de vulnerabilidad y dependencia energética evidente, donde casi el 80% de la matriz es sobre la base de petróleo, leña y carbón y un 20% electricidad, con el efecto obvio en la emisión de gases de efecto invernadero. El principio imperante ha sido responder a los requerimientos energéticos centrándose en aumentar la oferta, desechando la gestión de la demanda. Esta situación ha derivado en una matriz energética que muestra indicadores críticos en términos de una extrema concentración en la generación y distribución, altos precios para los sectores productivos y consumidores en general, rentabilidad extraordinarias de las empresas eléctricas (incluso en tiempos de crisis), altas emisiones de gases y graves impactos socio-ambientales en los territorios donde se han instalado diversos proyectos. Bajo este complejo contexto, el Partido Demócrata Cristiano (pdc) en su V Congreso Ideológico se comprometió con el desarrollo sustentable como modelo a promover en nuestro país. Así, en materia de energía y medio ambiente postula que: “Sin energía no hay desarrollo. Es un elemento clave para el crecimiento económico y la lucha contra la pobreza, por lo tanto debe conseguirse a los costos más convenientes y bajos para los consumidores finales y productivos, incorporando la dimensión ambiental en dicho proceso. La Democracia Cristiana tiene el desafío de combinar la cuestión técnica con un sentido social de desarrollo, considerando la voz de la ciudadanía y poniendo la opción por los pobres en el centro del debate. Al mismo 112 tiempo, debemos enfrentar el tema con una mirada ética, de futuro, considerando el desarrollo sustentable que asegure que el medio ambiente será perfectamente habitable por nuestros descendientes. Nuestro Congreso Ideológico precisa también que: Las políticas energéticas son decisiones de largo plazo que tienen efectos geopolíticos, económicos, sociales y ambientales. El Estado tiene la obligación de orientar una política energética que al mismo tiempo vele por el bienestar de los ciudadanos y contribuya al desarrollo sustentable. Para eso debe promover la desconcentración y la efectiva competencia en el mercado energético, muy especialmente en lo que se refiere a generación, transmisión y distribución eléctrica. Finalmente, en materia de cambio climático, el V Congreso concluye que: la Democracia Cristiana trabajará para que Chile haga éticamente lo correcto en disminuir sus emisiones y que, como país candidato a sobrevivir relativamente bien el escenario del calentamiento global, genere políticas públicas para el cuidado de nuestros recursos hídricos, del suelo y el mar, y la protección de la salud de las personas. La nación chilena debe hacer esfuerzos para acceder a mecanismos de desarrollo limpio, adelantándonos a los problemas del futuro con acciones concretas en el presente. En el marco de esta concepción ideológica, podemos señalar que le Democracia Cristiana tiene mucho que hacer, reflexionar y aportar a la existencia de una política energética para la sustentabilidad del desarrollo, con objetivos claros y con un rol rector estratégico del Estado, desafío aún pendiente en la mayoría de nuestros países de América Latina. Mientras tanto, a nivel mundial, los objetivos que persigue una política de desarrollo energético y eléctrico se centran en tres aspectos: seguridad de abastecimiento, costos y sustentabilidad. Lamentablemente no existe un diseño de matriz ideal, es decir, el mayor peso que le asignemos a cualquiera de estos objetivos necesariamente afectará el “peso” que le asignamos al otro. La pregunta esencial del debate en torno a una política de desarrollo energético y eléctrico está centrada en torno a quién y cómo se definen 113 estos “pesos relativos”. En teoría, la política eléctrica vigente le concede un mayor peso al objetivo “costo”, lo que se traduce en un marco regulatorio que le asigna a las empresas la definición de cuáles son las mejores tecnologías y proyectos que permitan contar con una electricidad de precios “lo más bajos posible”. En este sentido, la “piedra angular” del desarrollo eléctrico del país en los últimos 30 años, ha sido el principio de “neutralidad tecnológica” que establece la ley eléctrica. De acuerdo al marco regulatorio vigente, diseñado a principios de los ochenta, las empresas toman las decisiones de inversión en generación eléctrica de acuerdo a las señales que el mercado entrega, por lo tanto definen la combinación de nuestra matriz de generación eléctrica. Así, la autoridad energética en Chile no tiene atribuciones para establecer “escenarios eléctricos” deseados, de acuerdo a las prioridades sociales, ambientales o económicas del país. El efecto de esta regulación ha tenido consecuencias positivas y negativas: por una parte, la iniciativa privada ha significado un vigoroso desarrollo de nuestro mercado eléctrico, acceso a la energía eléctrica para muchas familias y empresas y, durante muchos años, costos que facilitaron la competitividad de nuestra industria. Sin embargo, también ha implicado efectos negativos para la sociedad: concentración de la generación en tres actores que han definido un desarrollo eléctrico a la medida de su conveniencia, la que no necesariamente corresponde a la mejor conveniencia de todos los chilenos. La participación de las tres más grandes empresas (Endesa, Colbún y aes Gener) significó un 83% del mercado total en el año 2008. En otras palabras, el mercado de la generación puede considerarse como altamente concentrado5, lo que se ha mantenido invariable en los últimos 10 años. Por otra parte, en los recientes 12 años hemos enfrentado serios problemas de seguridad del abastecimiento eléctrico: racionamiento en 1998 5 Sólo Endesa abastece casi la mitad de la energía, haciendo que no tenga un competidor equivalente. 114 y decretos preventivos de racionamiento en 2008 y 2010. Asimismo, los altos costos de la electricidad que vienen enfrentando las empresas en los últimos años han generado un grave problema de competitividad, como también un costo social grave para nuestras familias6. Nuevo paradigma de desarrollo eléctrico para la sustentabilidad Este nuevo contexto exige nuevas respuestas. Como ya lo señalamos, la pregunta esencial de toda política de desarrollo eléctrico está centrada en torno a quién y cómo se define el “peso relativo” de los objetivos de seguridad, costo y sustentabilidad. El nuevo contexto nos obliga a debatir sobre el paradigma de neutralidad tecnológica y la supremacía del mercado sobre el que se ha construido el desarrollo eléctrico de Chile. Creemos que la respuesta debe provenir de una decisión política de Estado, a largo plazo, sustentada por los mejores criterios técnicos y de acuerdo a los principios de una economía social de mercado. No puede ser la sola respuesta del mercado: ¿por qué?, porque la decisión estará marcada exclu El costo marginal (al que se transa la electricidad en el mercado spot) subió de 135 dólares por MWh, entre enero y mayo de 2010, a 228 por MWh en el mismo periodo de 2011. • De acuerdo a lo señalado por Francisco Aguirre, experto y socio de Electroconsultores: “las eléctricas no tienen grandes incentivos, ni interés en que los precios de la energía bajen en Chile, lo que refleja la falta de competencia”, en La Tercera, 1 de junio de 2011. • Afirma que las generadoras están cómodas con los precios a los que venden la energía. Los clientes regulados (hogares y comercio) pagan en promedio US$90 MWh y varias de las grandes empresas tienen contratos de suministro a costo marginal. Según el consultor, los niveles que pagan las empresas superan con creces los costos de producción de energía, que estima en un promedio cercano a US$90 MWh. Aguirre explica que una central hidroeléctrica tiene costos de operación bajo US$ 10 MWh y las carboneras entre US$40 y US$60 MWh. La generación más cara viene del gnl con unos US$110 por MWh y turbinas a diésel que pueden superar los US$250 MWh. Dado este escenario, afirma, las generadoras que tienen excedentes de energía no tienen incentivos para que bajen los precios, porque venden bastante sobre lo que le cuesta generarla. Es más, les conviene vender a costo marginal. Tampoco ve que tengan incentivos las generadoras que son deficitarias, es decir, las que deben comprar la energía en el mercado spot para cubrir sus contratos de suministro. Aunque les sale caro comprar energía a costo marginal, estas eléctricas en los últimos años han incorporado en los contratos que tienen con las empresas (grandes clientes), el valor del costo marginal. • Por su parte, la ex secretaria ejecutiva de la cne, María Isabel González, señala que “desde la crisis del gas se tomó la ‘costumbre’ de traspasarle los costos marginales a todo el mundo. Los clientes libres se vieron obligados a aceptar indexaciones con costo marginal. No hay ningún incentivo a la eficiencia, el total lo paga el cliente. El incentivo a bajar el costo marginal es ninguno”. 6 115 sivamente por la utilidad del inversionista, sin que los intereses generales de las personas y la sociedad, el medio ambiente y las familias se tomen en consideración, es decir, no respondería a nuestro objetivo central, como la Demócrata Cristiana, de alcanzar el desarrollo sustentable. Nuestra perspectiva ética y política es que este desafío no puede ser resuelto por la mano invisible del mercado, ni tampoco caeremos en la trampa de que es un tema de “técnicos” que tiene “soluciones técnicas”. Hay bastante experiencia acumulada en el mundo que nos indica que tras las soluciones técnicas hay profundas decisiones políticas que las mandataron. El desarrollo eléctrico de California de los últimos 30 años ha significado un menor consumo de electricidad cercano al 50% respecto al resto del promedio de Estados Unidos (y por consiguiente ahorros para las familias y empresas de California), por decisiones que implican políticas y regulaciones que guían las decisiones del mercado eléctrico. Chile necesita tomar definiciones políticas en materia energética. Los factores más relevantes que marcarán nuestra competitividad como país serán los costos de la energía eléctrica y la huella de carbono que tienen nuestros productos. Muchos consumidores y corporaciones que han anunciado que adoptarán exigencias en materia de huella de carbono. Eso será pronto un estándar de competitividad sustentable al que estarán sometidos nuestros procesos productivos. Asimismo, situaciones de extrema contaminación local es algo que no podemos seguir permitiendo. Creemos que las empresas por sí solas no son capaces de construir un “óptimo social”. Por ello debe ser la sociedad, a través de un procedimiento público, con fundamentos técnicos, mediante los organismos de representación democrática (gobierno) y garantizando procesos de participación efectivos, la que debería tomar acuerdos a largo plazo en relación a los objetivos que debería privilegiar nuestra política energética para la sustentabilidad del desarrollo. En otras palabras, la sociedad y el Estado deben establecer los “pesos relativos” de los objetivos de seguridad, costos y sustentabilidad, de acuerdo a múltiples factores, tales como competitividad de los sectores 116 productivos (por costos y emisiones), equidad social, innovación, competencia y concentración en el mercado eléctrico, etcétera. Conforme a estas prioridades, será posible acordar escenarios dinámicos de matriz y tecnologías, lo que debe traducirse en regulaciones e instrumentos de política pública que direccionen las decisiones privadas en función de los objetivos trazados. Esto implica no excluir a priori ningún tipo de tecnología, sino que con base en los diversos avances tecnológicos, costos y exigencias ambientales, económicas y sociales, la sociedad vaya definiendo objetivos que se traducen en escenarios de “matriz”. En otras palabras, los privados podrán seguir tomando las mejores decisiones de inversión, pero no sólo con base en sus tasas internas de retorno de sus proyectos (tir) y sin priorizar el uso de energías más limpias, sino que a partir del escenario de consenso a largo plazo que la sociedad defina sobre la base del rol rector estratégico del Estado. Necesitamos sentar las bases para una política energética integral: limpia, segura, saludable y a costos razonables, de manera que no se acople el crecimiento del Producto Interno Bruto (pib) con el crecimiento de la demanda de energía. Cincos puntos estratégicos de una política energética para la sustentabilidad del desarrollo Creemos que el contexto que hoy enfrentamos debe enfocar los desafíos en materia de desarrollo energético y eléctrico, con una nueva mirada donde se le asigne una mayor importancia y prioridad a los objetivos de sustentabilidad y seguridad del suministro, en un marco de precios (y estabilidad de ellos) que no implique perder competitividad a los sectores productivos ni dañar a nuestras familias. Primero: cuidemos la energia: ¿cuánto necesitamos? No sólo en términos de generación o como un problema de oferta se debe plantear el desarrollo energético y eléctrico, sino que la dimensión de consumo es parte relevante de la visión. No da lo mismo para Chile lo que 117 hagamos para evitar el derroche de energía. Chile y todos los países de América Latina debemos asumir un objetivo claro de eficiencia energética para los próximos 15 años. Esto implicará, para cumplir con el desafío, cambiar también el paradigma que ha marcado el negocio de la distribución eléctrica (más vendo más gano). Chile y toda América Latina somos países que queremos crecer, llegar al desarrollo y seguir incorporando a más chilenos en los beneficios que esto trae. Eso requiere más energía. Según las estimaciones del Ministerio de Energía, la demanda eléctrica subirá un 5,14% anual en los próximos años, lo cual, si bien puede estar sobredimensionado, establece una tarea sumamente compleja. De acuerdo a los estudios encargados por el Ministerio de Energía (Plan de Acción en Eficiencia Energética para 2020), Chile puede asumir un objetivo de ahorro de un 15% del consumo de energía eléctrica proyectado al año 2025, lo que implica reducir el consumo de electricidad en unos 19,500 GWh, lo que equivale a 2,600 MW menos de capacidad de generación instalada7. El uso eficiente de la energía es la fuente más limpia, económica y accesible de contar con energía, contribuyendo simultáneamente a los objetivos de seguridad de suministro (reduce dependencia), sustentabilidad (menos emisiones locales y globales) y costos (internacionalmente se ha demostrado que un “Negawatt” cuesta un tercio de lo que cuesta producir un MW). Si cumplimos este objetivo, se requerirá expandir la capacidad en unos 15,000 MW entre 2010 y 2025. Es decir, duplicar la capacidad en 15 años (tasa de crecimiento de 4,5% anual en el Sistema Interconectado Central, sic, y de 5,5% en el Sistema Interconectado Norte Grande, sing). 7 Con base en centrales de carbón con factor de planta de 0,85, este ahorro es muy significativo, ya que equivale a cinco centrales térmicas como Barrancones, o el ahorro supera la generación eléctrica que proyecta Hidroaysén (18,430 GWh). 118 Para lograr este objetivo se debe concretar: • Modificación al marco regulatorio de las compañías distribuidoras eléctricas, para introducir en su esquema de negocio la eficiencia energética (modelo California, eua). • Establecer estándares de desempeño energético a los artefactos eléctricos que se comercializan en el país, facultad que tiene el Ministerio de Energía y no ha utilizado. • Un Plan Nacional de Acción en Eficiencia Energética eléctrica –ya elaborado por el Ministerio de Energía, pero que no se ha aprobado aún– con metas, líneas de acción, programas y acciones específicas y financiamiento fiscal acorde con las metas. Segundo: Impulso a las energías renovables no convencionales: investigación y desarrollo La diversificación de las fuentes de suministro energético y eléctrico, como el desarrollo de fuentes propias que nos permitan mantener una relativa independencia energética, son estrategias para aumentar la seguridad del suministro. El estímulo al desarrollo de las Energías Renovables No Convencionales (ernc) forma parte de estas estrategias, pues permite incorporar a la matriz de generación eléctrica nacional fuentes de energía primaria autóctonas y tecnologías de generación que hoy no están presentes en ella –o marginalmente–, las que contribuyen a mitigar el impacto que las variaciones internacionales de los precios de los combustibles tienen en el país. Adicionalmente, una mayor participación de este tipo de fuentes en la matriz energética nos permitirá avanzar en el desarrollo sustentable de nuestra economía, pues ellas son menos invasivas para el medio ambiente que las fuentes tradicionales de generación eléctrica, producen escasa o nula contaminación atmosférica local, son compatibles o complementarias con otras actividades económicas, permiten un desarrollo descentralizado y regional del sector energético, y contribuyen a mitigar emisiones de dióxido de carbono. 119 El nivel actual de los precios nacionales e internacionales de la energía, así como los altos grados de desarrollo y eficacia que han alcanzado algunas tecnologías, permiten la existencia de proyectos de ernc que deberían ser competitivos en el país con las fuentes tradicionales de generación. Adicionalmente, la propia experiencia desarrollada en el país a partir de la emisión de la Ley 20.275 ha demostrado que no sólo son competitivas estas energías, sino que contribuyen a disminuir los costos de la electricidad a los clientes finales8. Por ello, creemos que para contar con una matriz más segura, sustentable y económica debemos: • Subir el objetivo dispuesto en la Ley 20.275, garantizando que no implique aumentos de costos para los usuarios finales: • 10% de ernc en nuestra matriz eléctrica a 2017 (adelanto de ocho años la meta de la Ley 20.275); • 20% de ernc para 2025, validando un panel de expertos esta cifra en 2017, de acuerdo a los resultados logrados a la fecha y los avances tecnológicos. • Cada cinco años, a partir del año 2023, se realizará una revisión “al alza” del objetivo dispuesto para la década siguiente (2025-2035), mediante un procedimiento que contemple el panel de expertos y la participación ciudadana; permite incorporar un avance tecnológico, información de recursos y evolución de cartera de proyectos. • Esto debe ir acompañado de instrumentos de política pública activos, focalizados en las tecnologías con mejores perspectivas en el país y cuyos costos sean competitivos: mini hidráulica, eólica, geotérmica y solar. De acuerdo a la Asociación Chilena de Energías Renovables A.G. (acera) –presentación en Elecgas 2011–, la generación ernc disminuyó en el año 2010 los costos de operación del sistema. El ahorro del sistema para una inclusión de 3,10% (escenario real) fue de US$ 129 millones anuales. Para el hipotético caso de una participación de 5% ernc en la generación, el ahorro hubiera sido de US$ 163 millones anuales. 8 120 • Innovación y competitividad del país: inversión real de recursos de fondos del royalty para transformar a Chile a partir de 2025 en una potencia en el desarrollo solar (proveedor de servicios y tecnología). • Cambio a la ley eléctrica para facilitar el desarrollo de la generación distribuida en hogares. • Introducir en la ley eléctrica la figura del comercializador de energía, que permita desarrollar “paquetes de energía verde” conforme los requerimientos y necesidades de los clientes. • Establecimiento de un Programa de Investigación y Desarrollo para la producción de combustibles no contaminantes para el transporte sobre la base del uso del hidrógeno, ámbito donde Chile tiene una enorme potencialidad. Tercero: internalización de costos generados por proyectos térmicos para la etapa de transición Si bien las normas de emisiones han ido aumentando, las exigencias para los proyectos termoeléctricos aún generan externalidades negativas en el entorno, tanto en la salud de las personas como en el entorno productivo, además de seguir carbonizando nuestra matriz energética. Por eso será necesario establecer un periodo de transición para la coexistencia de este tipo de proyectos pues, a corto plazo, no parece realista su eliminación, pero sí su rigurosa regulación. Asimismo, el contexto generado por el cambio climático, especialmente los desafíos de competitividad para nuestro sector productivo exportador y el aporte a la reducción de emisiones, necesita traducir este efecto en un costo de desarrollo del proyecto. Para ello proponemos: • Fijar una tasa en beneficio municipal que compense las externalidades negativas del proyecto en el ámbito sanitario y productivo. • Fijar un impuesto especial por emisiones de CO2 a los proyectos de generación eléctrica. Un monto similar al que se recaude por este concepto 121 debería ser destinado a financiar programas de eficiencia energética, dirigidos a la industria exportadora para bajar su huella de carbono. Cuarto: Fortalecer las atribuciones del Ministerio de Energía en materia de desarrollo eléctrico Para poder fijar adecuadamente las decisiones de “óptimo social” de desarrollo energético y eléctrico, el Estado no puede abstenerse de jugar un rol estratégico para incidir en el peso relativo de seguridad, costos y sustentabilidad, para lo cual se requiere: • Generación de líneas de base sobre: disponibilidad de recursos energéticos en Chile, territorios, externalidades –contaminación, patrimonio cultural, indígena, otras actividades económicas– y costos. • La autoridad debe contar con facultades legales para definir un escenario de desarrollo tecnológico dinámico, que determine la combinación capaz de equilibrar los objetivos de protección ambiental, costo para el usuario final y seguridad energética. Esto se debe desarrollar en un proceso que garantice información clara y transparente; participación –de verdad, con financiamiento público–; consenso técnico, en aspectos como: precios, riesgos, efectos sobre medio ambiente, entre otros, y que radique en un comité de ministros –Hacienda; Economía, Energía; Medio Ambiente– la decisión de escenarios. • Para ello, se deberá dotar a los ministerios correspondientes de las facultades que les permitan realizar esta planificación integrada de recursos que refleje de manera pública: • Usos del territorio conocido por todos los actores. • Precios proyectados y riesgos aceptados de volatilidad del sistema. • Escenario de impactos locales y emisiones globales aceptadas. • Seguridad de abastecimiento. • Rechazo a la propuesta del presidente Sebastián Piñera de fusionar los ministerios de Energía y Minería. 122 De esta manera, se podría mantener la libre iniciativa privada (y en competencia) para el desarrollo de los proyectos de generación, pero de acuerdo a “la cancha” que la sociedad establezca y no sólo la mano invisible del mercado. En consecuencia, la autoridad podrá rechazar el desarrollo de proyectos que se salgan del marco, lo cual hoy es prácticamente imposible. Quinto: Revisión del funcionamiento del mercado eléctrico de generación Como lo señalamos, los especialistas del sector eléctrico han detectado una serie de problemas de funcionamiento del mercado de generación, fundamentalmente asociado a la falta de incentivos para reducir los precios de generación del sistema (problemas de competencia). Por eso creemos que es necesario: • Revisar el marco de competencia en el mercado eléctrico y estudiar los mecanismos que permitan intensificarla. • Revisar el funcionamiento del sistema marginalista de precios del mercado spot (incentivos que genera de acuerdo a la realidad de mercado). • Revisar los marcos contractuales entre productores de energía y clientes libres. • Generar información pública de precios para fomentar la competencia. • Evaluar los procesos de licitación entre generadores y distribuidores eléctricos de 2006 en adelante, a fin de mejorar el proceso. Éstos son un conjunto de tareas y desafíos que Chile debe emprender para avanzar hacia una política energética que contribuya en aumentar nuestra independencia energética, aporte a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y consolide el desarrollo sustentable como el modelo de desarrollo que los Partidos Humanistas Cristianos debemos promover para cumplir nuestros ideales. Esta ruta que Chile debe seguir también puede orientar el accionar de otros países de América Latina que desean alcanzar la sustentabilidad del desarrollo. 123 semblanzas Sergio Araya Alvarado. Licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica. Ha ejercido el cargo de director de Formación Política y director general del Instituto Costarricense de Estudios Políticos (icep) y director ejecutivo del Instituto de Estudios Ideológicos. Actualmente es el coordinador de Programas de la Fundación Konrad Adenauer en Costa Rica. Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Centroamérica. Alberto Cárdenas Jiménez. Ingeniero Industrial Electricista en el Tecnológico de Ciudad Guzmán, Jalisco. Doctorado en Ingeniería Industrial en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid. Ex catedrático del Instituto Tecnológico de Ciudad Guzmán y de la Universidad de Colima. Gobernador de Jalisco (1995-2001). Secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales (2003-2005). Precandidato para la elección interna a la Presidencia de la República en el Partido Acción Nacional (pan) en 2005. Actualmente es senador por el Estado de Jalisco para el periodo 2006-2012 y presidente de la Comisión Especial de Cambio Climático del Senado de México. Carlos Alberto Carranza. Abogado. Egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Rosario. Ex ministro de Gobierno, Justicia y Culto de la Provincia de Santa Fe. Ha sido catedrático de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral y consultor de varios programas de las Naciones Uni- 125 das. Ex secretario de la Cámara de Diputados y de la Cámara de Senadores de la Provincia de Santa Fe. Actualmente es diputado nacional y miembro de la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados de la Nación. Sandra Herrera Flores. Ingeniera industrial egresada de la Universidad Iberoamericana. Diplomada en “Ecología, Desarrollo Sustentable y Gestión Ambiental” (1995) y en “Mejora Regulatoria”, Universidad de Bath, Gran Bretaña (2009). Se ha desempeñado en los sectores privado y público en las áreas Medio Ambiente y Perspectiva de Género. Fue impulsora del Programa de Verificación Vehicular en la Ciudad de México y la Cruzada Nacional por un México Limpio. Actualmente es subsecretaria de Fomento y Normatividad Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (semarnat) y es co-presidenta de la Red de Mujeres Ministras y Líderes de Medio Ambiente. Leonardo Merino Trejos. Politólogo. Maestro en Estudios Latinoamericanos y egresado de la Maestría en Manejo de Recursos Naturales. Se ha especializado en el tema ambiental; fue investigador principal del capítulo “Armonía con la naturaleza” durante cuatro años y del capítulo de “Cambio climático para el Estado de la Región”, además de participar como investigador y editor en varios capítulos ambientales a nivel nacional y regional en este periodo. Actualmente es coordinador general de investigación para el XVIII Informe Estado de la Nación. Jorge Ocejo Moreno. Ingeniero mecánico y eléctrico de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Ex empresario, ex secretario general de la Confederación Latinoamericana de la Mediana y Pequeña Industria, y ex presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (coparmex). Fue diputado federal (1994-1997); ex secretario de Relaciones Exteriores y ex secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del pan. 126 Actualmente es senador para el periodo 2006-2012, vicepresidente del Parlamento Latinoamericano (parlatino) y presidente de la Organización Demócata Cristiana de América por el periodo 2010-2013. Patricio Vallespín López. Político chileno. Licenciado en Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Maestro en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente. Post Título en Economía y Políticas Públicas de la Comisión Económica para América Latina y en Planificación y Gestión Estratégica en la Sociedad de Cooperación Técnica Alemana (gtz, Alemania). Consultor internacional en medio ambiente. Ex intendente de la Región de Los Lagos. Actualmente es diputado por el Partido Demócrata Cristiano y miembro de la Comisión de Recursos Naturales, Bienes Nacionales y Medio Ambiente. Gerardo Vargas Rojas. Licenciado en Derecho, especialista en Derecho Ambiental, abogado litigante, notario público, empresario, vicepresidente de la Organización Demócrata Cristiana de América (odca) y presidente del Partido Unidad Social Cristiana de Costa Rica. Ha sido profesor universitario, asesor parlamentario, asesor legal de varias instituciones públicas, presidente de la Fundación para el Desarrollo Sostenible del Pacífico Central, presidente ejecutivo del Instituto de Desarrollo Agrario, presidente del Tribunal Ambiental Administrativo, presidente de la Fundación Costarricense de Derecho Ambiental. 127 Cambio climático: Propuestas humanistas desde América Latina es una publicación que reúne las exposiciones centrales y las conclusiones del Encuentro de Legisladores De- mócrata Cristianos y del Centro Político Humanista sobre Medio Ambiente y Cambio Climático realizado en San José de Costa Rica. El cambio climático está hoy en la agenda mundial porque sus efectos, entre ellos el calentamiento global, son percibidos por el hombre común. Las noticias y algunas películas como El día después de mañana (2004), Una verdad incómoda (2006), La última hora (2007) y la Era de la estupidez (2009), han extendido la afi rmación que el cambio climático representa una “amenaza para la supervivencia de la raza humana”. El cambio climático no es, sin embargo, un problema nuevo: ya en 1896, el científico sueco, Svante Arrhenius, advirtió que los combustibles fósiles podrían aumentar el calentamiento de la tierra. A pesar de ello, este “viejo” problema sólo se ha convertido hoy en una “nueva” amenaza, como sostuvo el Informe Brundtland en Nuestro futuro amenazado (1987) y, más notorio, desde las Conferencias de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente a partir de Río de Janeiro en 1992. El 2012 se conmemoran 20 años desde que la comunidad internacional asumió oficialmente el desafío del cambio climático, en ese marco la Fundación Konrad Adenauer y la odca desean presentar este libro como una contribución a este nuevo esfuerzo global, con la esperanza de que nunca será demasiado tarde para empezar a construir un mundo más humano.