Discurso íntegro de Cándido Méndez en el acto de apertura

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Intervención de Cándido Méndez
Apertura del 42º Congreso Confederal de UGT
Buenas tardes. Gracias compañera presidenta.
En primer lugar quiero agradeceros a todos y a todas vuestra presencia en este acto. A aquellas personas
que están aquí físicamente y a quienes están en una sala adyacente observando este Congreso de la Unión
General de Trabajadores.
Quiero agradecer la presencia de representantes de partidos democráticos, instituciones.. Creo que su
presencia aquí acredita que UGT es una organización muy importante porque estamos en miércoles,
miércoles por la tarde, y en las administraciones y los partidos políticos, las organizaciones empresariales
hay muchas tareas, y en el Congreso de los Diputados, especialmente. Creo que podríais haber cumplido
con el protocolo y hubiéramos tenido que aceptar efectivamente, vuestra ausencia y creo, honestamente,
que habéis venido empujados por algo que va mucho más allá del protocolo. Por eso os quiero agradecer
profundamente este gesto de apoyo y de respeto a la UGT, que es lo que verdaderamente me importa.
Yo, como sabéis, voy a desarrollar esta intervención, que es la primera que voy a desarrollar en este
Congreso pero también es la última intervención pública que voy a desarrollar como Secretario general de la
UGT. En mi caso no “probablemente”, como ha dicho el compañero Cubillo, sino con seguridad, la última
intervención pública y os puedo decir que, para mí, este es un momento muy especial, un momento muy
importante.
Creo que, prácticamente a todos los que tenemos que hablar en público, nos ha sucedido que tenemos
temblores en las piernas y temblores en la voz. Yo al menos, desde el principio, he tenido temblores en las
piernas y temblores en la voz, y creía que se me iban a ir quitando con el tiempo. Creo que se me ha
quitado el temblor de la voz, aunque sigo tenido voz poquita pero desagradable, eso no lo he podido
corregir. Pero los temblores en las piernas los sigo teniendo, y en este momento, de manera especial. Eso
es simplemente, un gesto de consideración, de respeto y de afecto a aquellas personas que están oyendo
mi intervención, pero especialmente a los y las representantes democráticos de mi organización, de la
Unión General de Trabajadores: Los delegados al 42 Congreso Confederal de UGT.
Yo desarrollo una actividad muy importante: la actividad sindical. Ya lo decía mi compañero y amigo Ignacio,
yo lo voy a decir de otra manera, el sindicalismo, la acción sindical, es como el aire que respiramos.
Prácticamente nadie lo nota, salvo cuando le falta. Si en algún momento el sindicalismo confederal y de
clase, faltara a las trabajadoras y los trabajadores de este país lo iban a notar de manera dramática.
Lo importante en las organizaciones sindicales, lo importante en organizaciones democráticas de
trabajadores y trabajadoras como la nuestra, es reconocer si el objeto político, el objeto democrático, el
objeto social, el objeto laboral, los sujetos a los que te dirigías, a los que crees representar, tienen vigencia.
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Y tenemos que manifestar que tienen absoluta vigencia. A pesar de las luces, de las sombras, el
movimiento sindical tiene absoluta vigencia.
Este año se cumplen 150 años de la celebración de la primera reunión de la Asociación Internacional del
Trabajo. Fueron 70 trabajadores, la mayoría eran suizos porque se celebró en Ginebra y había otro puñado
de franceses. Se reunieron para hablar de la explotación del trabajo de los hombres, particularmente de los
niños y las mujeres, para hablar de las jornadas agotadoras y para hablar, particularmente, del instrumento
de defensa en el progreso y en la mejora de las condiciones laborales en la asociación obrera.
Aquella asociación tuvo un desarrollo efímero. Pero 140 años después, nos reunimos en Viena 304
sindicatos de 153 países representando a 168 millones de trabajadores y constituimos la gran
Confederación Sindical Internacional. Allí nos reconocimos, en el ámbito del movimiento sindical, por
encima de las diferencias ideológicas porque coincidíamos en el objetivo fundamental que era la defensa de
la dignidad del trabajo.
El sindicalismo ha evolucionado pero sigue siendo aquella cadena noble de unión en la lucha por la
dignidad de los seres humanos. Y en esa lucha, en la que participan millones y millones de trabajadoras y
trabajadores, hay desgraciadamente, a nivel mundial, situaciones que son prácticamente idénticas a las de
1866, a las de hace 150 años. Eso nos debe servir de particular acicate para seguir defendiendo el trabajo
sindical.
Hace 128 años que se creó la Unión General de Trabajadores, en Barcelona. Una organización vinculada a
la solidaridad. Enemiga de los populismos. Enemiga del racismo y la xenofobia. Avance de la fraternidad. La
Unión de Proletarios.
Fue Pablo Iglesias, el 14 de agosto de 1888, el que propuso, frente al nombre “Federación Nacional
Española”, el de la Unión General de Trabajadores de España.
Yo soy Secretario General desde el año 1994 y estoy aquí porque me lo propuso mi compañero y amigo
Nicolás Redondo. Y yo me comprometí con él, con aquella Comisión Ejecutiva Confederal y para mí aquello
fue un gran honor.
De hecho, como en la UGT, a veces pasan esas cosas, tuvimos que hacer una especie de repetición del
Congreso y fuimos a un Congreso Extraordinario un año después, en 1995 en el que hubo dos
candidaturas. Y yo recuerdo que dije una frase que fue a siguiente: A mí al menos, aunque sólo lleve un
año en el ejercicio de mi cargo, no me van a arrebatar haber sido el sucesor de Nicolás Redondo. Y, bueno,
aquí seguimos.
Yo quiero agradecerle a la Comisión Ejecutiva del compañero Nicolás, y al resto de Comisiones Ejecutivas,
el afecto, el respeto y el apoyo que han mantenido con las Comisiones Ejecutivas Confederales que yo he
ido encabezando, en situaciones muy complicadas y muy difíciles.
El discurso de una Secretario General saliente para mí, al menos, es muy complicado porque no se trata de
elaborar una serie de propuestas o de dar consejos, para equivocarse nadie necesita ayuda, así que, os voy
a comentar algunas vivencias y algunas reflexiones que creo que pueden tener interés de futuro.
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He tenido vivencias magníficas. Este país, España, en el año 2016 y a pesar de los pesares y los graves
problemas, es mejor que el de 1994. Es mejor. Aunque sólo sea por una razón, porque entre 1994 y el 2016
ha habido un cambio espectacular hacia la diversidad en nuestro país. La llegada de 5 millones de
trabajadores y trabajadoras inmigrantes, a compartir con el pueblo trabajador español, un destino común. Y
ese ha sido uno de los grandes cambios en sentido de progreso que ha habido en este país.
Otro elemento importante, que tiene una relación, lógicamente circunstancial con mi cargo, yo estuve no en
la primera manifestación del Orgullo Gay, que ha habido muchas y muy duras, estuve en la primera que
tuvo potencia y expansión democrática al 100%, que creo que fue la de 2001 o 2002. Aquello significó
también un salto cualitativo en el reconocimiento de la igualdad desde, a su vez, el reconocimiento de la
dignidad en la diversidad. Y quiero ponerlo aquí de manifiesto.
Tengo que destacar también algunos elementos como es mi experiencia en relación con el valor del Diálogo
Social en la búsqueda del consenso. Y, en ese sentido, creo que yo, al menos, he hecho un aprendizaje y
para mí es muy importante el deber de defender tus intereses, tus posiciones pero intentando ponerte en
lugar del interlocutor.
Porque si te pones en lugar del interlocutor, es más fácil llegar a acuerdos y nosotros, sinceramente, ni
nosotros ni CCOO, hemos utilizado la técnica de implantación de cordones sanitarios. Porque nunca hemos
considerado como contaminados o apestados ni ellos nos han considerado a nosotros del mismo jaez. Y
eso, creo que ha sido importante para consolidar una cultura de diálogo y consenso social en el ámbito
laboral que creo que sigue siendo fundamental y nos permite explicar avances, probablemente insuficientes,
en nuestro país en materia económica, social y laboral, etc.
Nosotros hemos vivido una crisis durísima, lo decía Ignacio. Desde 1994 he vivido episodios de crisis, pero
creo que ha sido la crisis en la que más hemos sufrido porque, a su vez, era en la que estábamos menos
preparados. Estábamos embarcados en una especie de espejismo colectivo, en el que el crecimiento
económico se iba a mantener de manera permanente y que el sentido del progreso de la nación iba a ir
siempre en la dirección positiva. Y creo que la recesión económica ha sido tan brutal que las defensas
psicológicas que tenía el pueblo español, como estaban debilitadas, ha provocado que el impacto sea
mayor. Sin duda, el impacto ha sido brutal en el plano de los derechos y las condiciones económicas
concretas: reducción de salario, aumento de la precariedad laboral, debilitamiento de servicios públicos
esenciales, etc.
En ese sentido, decir que en esta última etapa, nuestra valoración del papel y la actuación del Gobierno es
una valoración negativa. Lo que pensamos no es, en ningún caso, una expresión de falta de respeto y
menoscabo a la ministra de Empleo, que está aquí con nosotros.
Ha habido un Gobierno con mayoría absoluta en muchos ámbitos, que ha desarrollado una política
autoritaria muy fuerte, políticas ultraconservadoras, y no solo no se tomaron medidas para amortiguar los
efectos de la recesión económica y los de las políticas que emanaban de Bruselas, sino que agravaron la
situación económica y social en nuestro país.
En estas fechas, los Gobiernos envejecen muy pronto, y años después, en 2014, el Gobierno ya nos
necesitaba y nos tuvo que llamar. Es verdad que en 2012 tuvieron que producirse dos huelgas generales.
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Incluso se dio una circunstancia muy singular, que la Presidenta del Gobierno alemán nos recibió con
anterioridad al Presidente del Gobierno de España, y yo creo que todo aquello ayudó a que pudiera cambiar
la situación. El Gobierno llegó a la conclusión de que necesitaba al movimiento sindical para impulsar un
cambio en el modelo de crecimiento, para relanzar la industria y para poner en marcha programas muy
importantes, vinculados a iniciativas europeas, como era el plan de garantía juvenil. Pero tengo que decir
que los resultados, a la postre, han sido poco significativos.
Y ahora, tras las elecciones generales del 20-D, hay una situación política inédita en nuestro país. Las
mayorías absolutas ya no existen. La mayoría absoluta ha muerto, viva el diálogo, el pacto y la transacción.
Y lo digo para el cambio, sin ningún tipo de matices. Para imprimir un cambio de rumbo en la situación.
Nosotros no hubiéramos llegado a un acuerdo en materia, por ejemplo, de pensiones o de salarios con el
presidente de CEOE, Juan Rosell, y con el presidente de CEPYME, Antonio Garamendi, si hubiéramos
intentado pactar descalificando. Es decir, si primero hubiéramos descalificado y luego hubiéramos tendido la
mano. Esa es una situación que, normalmente, no funciona.
Estamos en una situación en la que hay partidos que están en edad de desaprender viejos hábitos y
partidos que necesitan aprender y generar una nueva cultura de relaciones políticas en nuestro país ante
esta situación inédita.
Es urgente el cambio de rumbo a favor de la regeneración democrática. Recuperar el ejercicio de un
derecho fundamental, como es el ejercicio del derecho de huelga. Aquí se han mencionado a los 8 de
Airbus, pero aún quedan casi 300 personas perseguidas por el ejercicio de un derecho fundamental como
es el derecho de huelga. Y eso forma parte de la regeneración democrática de nuestro país.
Hay una situación que también hay que tener en cuenta. El partido del Gobierno acumuló una mayoría
absoluta aplastante, con un programa. El movimiento del 15-M fue seguido de una serie de elecciones
donde fue el PP el que acumuló una mayoría absoluta. Pero lo que ocurrió es que 8, 9 ó 10 días después de
las elecciones empezó a hacer justo lo contrario de lo que prometió en la campaña electoral.
En ese sentido, esa traición al programa que presentó a la ciudadanía, creo que ha sido, junto con la
corrupción, uno de los orígenes de la desafección democrática que hay en nuestro país. Y eso, a mi juicio,
hay que tenerlo en cuenta. Que a partir de aquella situación la gente quiera participar, que la gente hable de
decidir, tiene todo el sentido. Porque si emites un voto en una urna y luego se hace lo contrario de lo que
indicaba el programa de aquel partido en el que has depositado tu confianza la gente no se fía, y la gente
quiere vigilar, participar y decidir.
Pero yo digo decidir todos juntos, el conjunto del pueblo trabajador español. Ese tiene que ser,
necesariamente, el camino. Y desoír políticas populistas y demagógicas, que piensan que por caminos
parciales, por un apartadero, se puede llegar a un mejor destino. En el marco de la globalización económica
no se puede llegar a un mejor destino si nos rompemos o nos fragmentamos. Ya lo decía el compañero
Emilio Gabaglio, no es la época de crear muros, ni en Europa, ni en España, ni en ningún sitio. Es la época
de la igualdad, de la unión y de la solidaridad entre las trabajadoras y los trabajadores de nuestro país. Y
creo que en UGT está fuera de toda duda. Eso es un valor que compartimos de manera unánime el
conjunto de afiliadas y afiliados de UGT.
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Hay temas para los que nos van a llamar. Se forme o no se forme Gobierno ya hay una comisión
parlamentaria del Pacto de Toledo. Tenemos que defender el sistema de pensiones, como siempre lo
hemos hecho, como un derecho subjetivo, vinculado a las personas, un sistema de solidaridad
intergeneracional que hay que interpretarlo en términos de la cohesión social entre las personas de nuestro
país.
Y lo que tendremos que discutir no es cómo recortar pensiones, al contrario. En la crisis económica hemos
comprobado que es un pilar fundamental para la subsistencia de cientos de miles de familias de
trabajadores y trabajadoras españolas. Hay que hablar de cómo mejorar la financiación. Y todo eso, dentro
de la Constitución española.
Porque, ¿sabéis una cosa? Tenemos una Constitución magnífica, magnífica. Nos protege, nos protege
incluso de las resoluciones del Tribunal Constitucional. Es la Constitución española una Constitución que
incorpora la huelga como el ejercicio del derecho fundamental. Creo que no hay ninguna Constitución en
Europa que tenga estas características. Probablemente tampoco que reconozca a las organizaciones
sindicales y patronales como representantes del interés general.
Probablemente tampoco haya una Constitución que reconoce la negociación colectiva como un mecanismo
colectivo de carácter general para todas las trabajadoras y trabajadores. No habrá muchas Constituciones
donde se especifique el objetivo del pleno empleo.
Yo me siento protegido por la Constitución. Y cualquier modificación de la Constitución hay que hacerla
dentro de la Constitución. Porque, efectivamente, la Constitución, como cualquier cuerpo social vivo,
necesita ser actualizado para darle respuestas a los anhelos de las trabajadoras y trabajadores de nuestro
país.
Es urgente, compañeras y compañeros, la reconstrucción social. Urgente el reconocimiento de un derecho
subjetivo para resolver la problemática de más de dos millones de trabajadoras y trabajadores de nuestro
país, la mayoría (dos tercios) son mujeres, vinculada a la Seguridad Social. Urgente reconstituir los servicios
públicos, es muy importante consolidar el crecimiento económico con la creación de empleo de calidad. Ha
habido ya un tiempo excesivamente largo por el cual se ha pretendido anteponer la cantidad de empleo en
relación con la calidad del empleo, y ha sido un error manifiesto. Porque está claramente comprobado que
los países de alta calidad laboral, como pueden ser los países nórdicos (Suecia, Dinamarca, etc.) tienen una
alta tasa de ocupación y una gran calidad en empleo y salarios. Y los países que tienen una baja calidad
laboral, como es el caso de EEUU, tienen unos niveles aterradores de precariedad laboral.
Necesitamos impulsar iniciativas para el fortalecimiento de la industria, que está fuertemente vinculada al
progreso de la ciencia y la formación. Y cambios laborales.
En relación con la reforma laboral, un grupo de abogados publicó un artículo alertando de lo que esta
reforma suponía y dándole relevancia a lo que significa el derecho del trabajo y la Seguridad Social.
Decían, en ese artículo: “El derecho del trabajo, juntamente con la Seguridad Social, se había convertido en
el recambio civilizado de las revoluciones sociales decimonónicas y vino a conquistar pacíficamente, con
sus normas, nuevos espacios de justicia social. El derecho del trabajo trataba de canalizar la confrontación
que comporta la misma naturaleza del trabajo por cuenta ajena y proporcionaba amparo al trabajador, que
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se proponía a establecer una relación laboral desde una posición solitaria, aislada y, por tanto, débil. El
derecho disciplinaba, además, la acción colectiva de los trabajadores a través de la dinámica social”.
Este grupo de abogados afirmaba, y yo comparto, que con la reforma laboral corríamos el riesgo de que en
muchas empresas las relaciones laborales vuelvan a parecerse más a un sistema feudal que a una
democracia plena.
Por lo tanto, hay que derogar la reforma laboral. Y hay que reponer derechos. Y, a partir de ahí, hay que
negociar un nuevo Estatuto de los Trabajadores.
Y creo que hay otro elemento importante, urgente, en torno al cual creo que se podrían establecer
coincidencias. Yo creo que todos reconocemos que la política macroeconómica y la política económica en
general tiene un límite, que son las políticas que se enmarcan en la Unión Europea. Por lo tanto, un cambio
de Gobierno sería muy importante para recuperar, en otra dirección, el peso y el protagonismo político por
parte de nuestro país en Europa. Lo creo sinceramente.
Creo que para provocar ese cambio de rumbo en la UE, que haya un cambio de Gobierno en España
significa que podríamos propiciar una alianza entre Francia, Italia, Grecia, Portugal y España, que acumulan
más del 50% del PIB en Europa. Y podríamos propiciar un cambio de rumbo y un compromiso efectivo por
el relanzamiento de la economía.
Y hay otro elemento fundamental, recuperar la conciencia moral de Europa. ¿Qué significa esto? Tratar con
humanidad y con dignidad, reconociéndoles el derecho de asilo, a las refugiadas y refugiados que vienen
huyendo de la guerra y la miseria. Acabar con esta vergüenza, con la postración moral de los Gobiernos de
la UE, acabar con el doblegamiento de estos Gobiernos a las políticas xenófobas y populistas, que son los
fantasmas que recorren Europa.
Eso sería muy importante, estas cuatro tareas, para propiciar un cambio de Gobierno en nuestro país.
Y, para ir ya concluyendo, decir que estamos ya en la restauración del papel de las organizaciones
sindicales. Ya estamos en esa fase. Primero, porque en el ámbito de la negociación colectiva somos
insustituibles. En segundo lugar, porque para los cambios que hay que propulsar somos muy necesarios, no
sé si imprescindibles.
En ese sentido, los cambios internos en UGT, el gran cambio organizativo que ya está en marcha, se revela
como fundamental. Tres federaciones fuertemente sectorializadas, éste es un cambio estratégico de
primera magnitud en UGT. Para mantener esos cambios, puesto que ya hemos decidido llevarlos hacia
adelante, hay que alcanzar un fuerte consenso en el ámbito de la organización.
Nuestra misión tiene que ser recuperar, a toda potencia, el trabajo por la base. Y hay tres problemas
fundamentales que tenemos que resolver: cómo volcamos los recursos económicos de la organización en
las trabajadoras y trabajadores de la pyme, porque en las grandes empresas, en los grandes núcleos, en los
grandes servicios tenemos una sección sindical; cómo garantizamos la asistencia jurídica a estas afiliadas y
afiliados; y cómo abrimos las sedes del sindicato. Es el A, E, I, O, U. Pero en una situación de restricción
económica como la que tenemos, estos son elementos absolutamente fundamentales.
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Y cómo llega la organización a este punto. Hay algunos datos importantes. Cuando alcancé la Secretaría
General, el número de mujeres que había en la organización, con representación en el Congreso, era del
8% y, sin embargo, teníamos un 27% de afiliación femenina. Había una cuota de sobrerrepresentación de
los hombres en relación con las mujeres. Ahora estamos a la par. Queda camino por recorrer sí, pero hay
que reconocer los avances, porque estimulan.
Sabéis que visito las empresas y son los momentos más agradables en los que desarrollo mi actividad. He
observado que hay mucha más renovación del sindicato por abajo que por arriba. Tenemos potencialidad,
ya os lo digo yo. De hecho, este Congreso también es un exponente de la renovación.
Hemos perdido afiliación, sobre todo y fundamentalmente, por el impacto de la crisis económica. También
por nuestros errores, pero sobre todo por el impacto de la crisis. Pero ha ocurrido una situación paradójica.
En 2009, la afiliación a UGT era el 5,6% del total de la población asalariada en España. En la actualidad es
el 6,2%. Ha sido tan brutal la destrucción de empleo en nuestro país, que en términos porcentuales respecto
a la población asalariada nuestro porcentaje ha mejorado levemente.
Hemos perdido presencia en las elecciones sindicales, el 3%. Seguimos siendo, junto con CCOO, dos
organizaciones que acumulan el 70% de la representación sindical de este país y se puede decir, por lo
tanto, que el fenómeno de diversificación del mapa político no se ha producido, y mira que lo han intentado,
en el ámbito sindical confederal.
Nosotros sabemos que esa cifra la podemos mejorar, porque aún quedan miles y miles de delegados de
UGT por elegir. Hay un 24,5% de actas menos, por lo que, aun teniendo menos recursos, tenemos más
posibilidades de trabajar. Y creo que esta reducción del 3% se debe también a un cierto relajamiento del
trabajo del sindicato.
En este periodo, quiero agradecer también un manifiesto de apoyo a UGT que se produjo el 27 de marzo de
2014. El manifiesto se llama “En defensa de la actividad sindical y de UGT”. Quiero hacer un reconocimiento
de agradecimiento leyendo un párrafo a los impulsores de este manifiesto. Uno de sus párrafos dice lo
siguiente: “Por todo ello, resulta inaceptable que hoy haya quienes pretendan olvidar u ocultar la
imprescindible función económica y social que desarrollan los sindicatos, o que pretendan ponerla en
cuestión con indudable ánimo de debilitarla o, aún peor, de hacerla desaparecer. Sin contar con que, en
demasiadas ocasiones, aquellos que pretenden deslegitimar a los sindicatos son los primeros que
pretenden legitimarse mediante acuerdos con ellos. Determinados grupos de interés conservadores deben
desistir de su empeño de deslegitimación de las organizaciones sindicales aprovechando casos concretos y
reprobables que pretenden elevar a una categoría general que no responde, en absoluto, a la realidad”.
Esto no fue un asunto menor. Para nosotros no fue un manifiesto más. Queremos reconocer la importancia
de este gesto porque tuvo mucho valor para UGT.
Compañeras y compañeras, esto creo que lo conocéis bien. En la organización ha habido actitudes
reprobables. Pero inmediatamente hay que decir que en UGT no hay ni un solo imputado que se mantenga
en su cargo. Es más, mucho antes de que se produjera la imputación, se le cesó, dimitió o fue expulsado de
manera fulminante, tuviera el carisma que tuviera.
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Ésta es una enseñanza. Segunda. Esta organización, por abajo, tiene una capacidad de resistencia más
que acreditada. La flojedad, anecdótica, ha estado más por arriba que por abajo. La organización ha
resistido en pie.
Otra enseñanza. Nuestros enemigos, a los que nosotros no consideramos como tales, no tienen límite
cuando toman algún tipo de determinación contra UGT.
Por último. UGT puede fallar, no acertar, en la firma de un convenio colectivo. Pero no puede fallar en la
gestión y control de los fondos públicos y en la gestión y control de las cuotas de afiliados y afiliadas.
Tenemos confianza en que no ha habido ilegalidades en casos como los ERE o la formación. Ha podido
haber opacidades, falta de transparencia o errores, pero tenemos confianza en que se acreditará la verdad
y se restituirá, por lo tanto, la buena imagen en UGT.
Por último, creo que debemos ser muy cuidadosos con las normas de justificación, porque las normas son
frágiles. Nosotros nos atenemos a esas normas y luego si se revisan las normas nos dejan en situación de
indefensión, porque se puede producir cuatro o cinco años después. Por lo tanto, hay que ser
extremadamente cuidadoso en la participación y gestión de programas de formación y orientación, sobre
todo y fundamentalmente en el marco de la concertación social. Esa es otra enseñanza que quiero
depositar en la organización.
Y, por último, nuestro gran activo, la unidad de acción. Están aquí con nosotros nuestro compañero y amigo
Ignacio, Antonio Gutiérrez, Fidalgo me llamó por teléfono y me dijo que os trasladara un saludo. Yo llevo
tanto tiempo que he conocido tres Secretarios Generales de CCOO. Pero he aprendido a corregir errores y
una gran experiencia en el trato con mis compañeros y compañeras de CCOO. Creo que la gran potencia
del movimiento sindical en nuestro país es la unidad de acción. El reconocimiento, desde la pluralidad, del
trabajo conjunto. Creo que eso nos permite explicar que en una etapa de resistencia, los daños a los
trabajadores hayan sido menores, igual que en etapas de crecimiento, se explica que haya podido haber
avances sustanciales en beneficio del progreso de la clase trabajadora de nuestro país.
Por último, con agradecimientos profundos, que también se lo diré personalmente, a mis colaboradores más
estrechos, a Tina, a Carmen, a Jorge, a mi amigo Joaquín, a todas las trabajadoras y trabajadores de UGT,
a todas las trabajadoras y trabajadores de organismos como el IFES, el ISCOD, la Fundación Largo
Caballero, que han padecido con nosotros situaciones muy complicadas y han aguantado muy unidos con
su organización, con UGT.
Le quiero agradecer a los medios su profesionalidad. Yo he visto cómo han ido evolucionando. Cuando yo
llegué aquí, había secciones que se llamaban laboral, o economía, o trabajo. Ahora se llaman Bolsa o
Dinero. Cuando llegué aquí, había trabajadoras y trabajadores de los medios de comunicación que eran
fijos, con buenos salarios y especializados en el ámbito laboral. No tenían que atender multitud de
actividades. Ahora la precariedad se ha enseñoreado, de manera tal que el freelance, el trabajador
autónomo, en los medios ya es la norma, y estos están supliendo la precariedad con una gran
profesionalidad.
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No he tenido ni buenas ni malas relaciones con las direcciones de los medios, pero me he esforzado en
tener buenas relaciones con el periodista y la periodista de base. No sé si lo habré conseguido, que no les
quepa la menor duda de que lo he intentado.
Y hoy aquí han venido un grupo de amigos míos de Jaén también, y quiero agradecerles su presencia.
Y, por último, a mi familia. A mi mujer y a mis hijos. Encarna, Cándido, Joaquín y Sara, porque esto es muy
absorbente y solo es posible mantener estabilidad emocional si tu familia te apoya, suple las carencias y
está como el último baluarte que te da seguridad. Yo he aguantado aquí veintidós años por mi familia y
también porque hasta en siete veces habéis decidido apoyarme con vuestro voto, vosotros sabréis. Esa es
la verdad.
Por último, agradecerle su compromiso a todos mis compañeros y compañeras de las diferentes
Comisiones Ejecutivas, que lo quiero simbolizar en la Comisión Ejecutiva actual de UGT.
Y dedicarle unas palabras de cariño muy directo a mi compañero Manolo. Porque yo aprendí a
desenvolverme en la jungla de las relaciones internacionales con él. Yo no habló ni una papa de inglés,
maltrato el francés, y tener una persona como Manolo que me ha podido abrir camino y entre él y Emilio
Gabaglio que perpetró aquella estratagema, me hicieron presidente de la Confederación Europea de
Sindicatos (CES). Por cierto, España es el único país que ha tenido dos presidentes de la CES, Ignacio y
yo.
Y a las afiliadas y los afiliados, que sois los que nos representáis. Sin las afiliadas y los afiliados no somos
nada. Por lo tanto, a las afiliadas y los afiliados de UGT.
VIVA LA UGT
Madrid, 9 de marzo de 2016
Cándido Méndez
Secretario General de UGT
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