DIDACTICA MAGNA Juan Amós Comenio Elaboró: José Antonieto

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DIDACTICA MAGNA
Juan Amós Comenio
Elaboró: José Antonieto Vázquez Gordillo.
La editorial Porrúa edita esta obra en español en 1922, en el año 2007 publica la 17ª
edición, a continuación se hará una pequeña reseña del prólogo que hace a este libro Gabriel
de la Mora.
Esta obra significa:
El que la pedagogía pasa a ser Ciencia de la Educación y el Pedagogo, un profesional.
El niño ahora será el centro del fenómeno educativo.
Precursor del actual Jardín de Niños, pues quiso que cada hogar fuera una escuela
materna.
Precursor de la ONU y la UNESCO, ya que quería a la humanidad como una sola familia,
con una sola lengua, una misma educación y un solo gobierno. “Consideraba a la educación
como uno de los medios más importantes para establecer una mejor comprensión de los
pueblos” (ONU, Resolución 2412).
Juan Amós Comenio nació en Nivnice, Checoslovaquia, el 28 de marzo de 1592. Fue
bautizado en la Hermandad Morava, iglesia evangélica. El nombre de Juan, lo llevó en honor
de Juan Hus (reformador checo del siglo XIV). Amós es un apellido de ascendencia judía.
Comnio es un vocablo latinizado de Komenshy ( de la localidad Komna de donde era oriunda la
familia). Queda huérfano a los doce años. Por su relevancia como estudiante, es becado para
estudiar.
Influyeron en su pensamiento, Ratke, pedagogo alemán que escribió el “Memorial” en
el que expone un nuevo método de enseñanza. También Copérnico con su heliocentrismo que
convirtió en paidocentrismo. Hizo métodos para aprender idiomas, con frases y hasta
posteriormente, las reglas. La gente acudía junto con sus hijos a las clases, era un promotor de
la comunidad.
Su método activo comprende:
1°- Comprender, para lo que explicaba la lección.
2°- Retener, para ello ayudaba a los alumnos a que ellos mismos elaboraran los
conceptos explicados.
3°- Aplicar, realizaba ejercicios en sosas prácticas de la vida.
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Recibió el Orden Sacerdotal a los veinticuatro años de edad. En Fulnek lo nombraron
obispo de la Hermandad Morava y Rector del Colegio Alemán.
En 1620 Carlos V invadió Fulnek para destruir el protestantismo, Comenio se tuvo que
refugiarse en los bosques dejando a Magdalena de Fulnek, su esposa y su hijo. Poco después
murió su esposa al dar a luz, también murieron sus hijos y quemaron sus libros.
Se estableció en Polonia, contrajo nupcias con su amanuense Dorotea, estuvo bajo la
protección del conde Leszcz Leszczynski. Fue a Inglaterra y a Suecia, ahí fue su alumna la
reina Cristina en estudios lingüísticos e inició la reforma educativa en ese país. Conoció a
Descartes en la ciudad sueca de Leyden.
Por razones económicas escribió manuales y libros de texto, y no llegó a escribir la
enciclopedia Pansófica como le sugerían en Inglaterra.
En 1645 convocó al Congreso de Torun para unificar a todos los hombres. No resultó y
creó una reacción nacionalista sueca que lo hizo volver a Checoslovaquia en donde se dedica
nuevamente a la docencia, ahora introduciendo el teatro como recurso auxiliar de la docencia.
Una de sus obras fue “Orbis Pictus”, primer texto de educación audiovisual.
En 1654, Comenio vuelve a Leszno, donde lo retiene la Hermandad, los polacos
invadieron esa ciudad y tuvo que huir nuevamente, en esta desgracia se perdieron
manuscritos valiosos. Después de varios años el holandés Lorenzo de Greer, lo recibió en
Ámsterdam. Ahí escribió las “Obras Didácticas Completas” que dedicó a su mecenas, incluía la
“Didáctica Magna”.
Después de la guerra entre Holanda e Inglaterra, para buscar la paz, se realizó la Junta
de Breda, a la que Comenio envió una ponencia titulada “El ángel de la paz” en donde
manifiesta la importancia de ese tratado de paz, para beneficio de toda Europa y en especial
de Checoslovaquia. En ella afirmaba “Si todos somos conciudadanos de un mundo en donde
los hombres se unen en conjuntos cada vez más grandes, ¿qué nos impide esperar que algún
día logremos constituir una comunidad duradera, bien organizada, unida por los lazos de una
ciencia común y unas mismas leyes?”.
Murió un 15 de noviembre de 1670, a los 78 años, dejando múltiples obras, entre
ellas:
La escuela materna (1631): La educación por la madre durante los seis primeros años.
Precursor de los jardines de niños a los que él les dio ese nombre.
La puerta abierta a la sabiduría (1637): El científico es erudito, acumula
conocimientos, el sabio es contemplativo, rumia lo conocido.
El aprendizaje del latín: inicia con frases, después las reglas.
La Didáctica Magna (1627-1630): Primer manual de la técnica de la enseñanza,
basada sobre principios científicos, que hacen a la educación una ciencia.
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Resumen y comentarios del libro: Didáctica Magna de Juan Amós Comenio.
En los primeros cuatro capítulos trata de la dignidad humana y la trascendencia del
hombre a una vida eterna después de la muerte, dando fundamentos teológicos. Aún cuando
no se esté de acuerdo con esa fundamentación, sí debemos tener en cuenta previo a un
pronunciamiento pedagógico, cuál es nuestra concepción de hombre, si educar es conducir a
una persona, debemos definir hacia dónde se le conducirá.
En el capítulo V, titulado: “La Naturaleza ha puesto en nosotros la semilla de los
elementos antedichos (erudición, virtud y religión)”, además de la divinidad, hace referencias a
la naturaleza y cita además de textos bíblicos, a clásicos griegos y romanos, así como a Luis
Vives (1492-1540) iniciador del humanismo español, con este autor se identifica por su
tendencia a la paz y optimismo respecto a la naturaleza humana.
Afirma que “Es inmanente en el hombre el deseo de saber, y no solamente tiene
tolerancia en los trabajos, sino inclinación a ellos. Resulta esto de un modo visible en la
primera edad y no nos abandona durante toda la vida.”
Para fundamentar este tipo de afirmaciones recurre a una argumentación más secular,
nos dice: “Los ejemplos de quienes se instruyen por sí mismos demuestran con toda evidencia
que el hombre puede llegar a investigarlo todo con el solo auxilio de la Naturaleza.”
Para Comenio, el hombre no solamente tiene una inclinación natural a saber, sino que
su capacidad de saber “…jamás hallará término, porque es ilimitado.”
Su optimismo sobre la naturaleza del hombre lo lleva a concebir una tendencia natural
hacia la virtud y basa su argumentación en la razón: “Dos son las razones en que nos
fundamos para asegurar que son innatas en el hombre ciertos gérmenes de virtud: primero,
que el hombre se complace con la armonía, y segundo, que el mismo hombre no es sino
armonía por dentro y por fuera.”
Puede haber autores que también basándose en citas bíblicas planeen el que la
naturaleza humana tiende a la maldad, el optimismo sobre la naturaleza humana de Comenio,
más que una inspiración en textos sagrados, busca el sostener su propio pensamiento con
argumentos teológicos.
En el capítulo VI, titulado: “Conviene formar al hombre si debe ser tal”, plantea los
casos de “niños salvajes”, criados fuera de una sociedad humana, para fundamentar que el
hombre debe ser educado en la sociedad y una cultura. Concluye este capítulo afirmando:
“Quede, pues, sentado que a todos los que nacieron hombres les es preciso la enseñanza,
porque es necesario que sean hombres, no bestias feroces, no brutos, no troncos inertes…”
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Está convencido de que la niñez es una etapa privilegiada para la educación, al
capítulo VII, lo llama: “La formación del hombre se hace muy fácilmente en la primera edad, y
no puede hacerse sino en esta”.
En síntesis, para él, las metas de la educación serán el formar n hombre racional,
sabio, honesto y piadoso, que reserva sus sentidos a la “contemplación de las cosas, lo cual
tiene mucho que conocer, experimentar y conseguir.”
Para lograr esto es importante aprovechar la primera edad: “El que pretenda ser buen
escribiente, pintor, sastre, artesano, músico, etc., debe dedicarse al arte en la primera edad,
durante la cual la imaginación es ágil y los dedos flexibles; de otra manera jamás llegará a
serlo.”
En cuanto al momento adecuado para lograr los conocimientos con solidez y
estabilidad, es durante la primera edad, de otra manera habrá espacio para cosas vanas y aun
nocivas.
En el capítulo VIII “es preciso formar a la juventud conjuntamente en escuelas”, explica
que la responsabilidad natural para educar a la juventud son los padres, sin embargo, por
razones prácticas, desde la antigüedad se han abierto escuelas y se ha establecido que
“…personas escogidas, notables por el conocimiento de las cosas y por la ponderación de
costumbres, se encargasen de educar el mismo tiempo a los hijos de otras muchas. Y a estos
formadores de la juventud se llamaron preceptores, maestros, profesores…”
Fundamenta el que se eduque a la juventud conjuntamente: “…es mucho mejor que se
eduque a la juventud reunida, porque el fruto y satisfacción del trabajo es mayor cuando se
toma el ejemplo e impulso de los demás.”
El capítulo IX se titula: “Se debe reunir en las escuelas a toda la juventud de uno y otro
sexo. Expresa ideas que para su tiempo se nos antojan avanzadas, ya que en fechas
posteriores a la publicación de su obra, se han sostenido ideas y hechos, contrarios a los
principios que nos presenta Comenio. Inicia este capítulo afirmando: “Lo que a continuación
expondremos nos demostrará cumplidamente que no sólo deben admitirse en las escuelas de
las ciudades, plazas, aldeas y villas a los hijos de los ricos o de los primates, sino a todos por
igual, nobles y plebeyos, ricos y pobres, niños y niñas.
En primer lugar, porque todos los que han nacido hombres lo fueron con el mismo fin
principal, a saber para que sean hombres; esto es, criaturas racionales…”
Este derecho a la educación también lo sostiene para quienes tienen discapacidad
intelectual: “…Por lo mismo que hay quien es de naturaleza más tarda o perversa, hay que
ayudarle más para que en lo posible se vea libre de su brutal estupidez […] la experiencia
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atestigua que muchos tardos por naturaleza han llegado a dominar la ciencia de las letras de
tal modo que han aventajado a los de mayor ingenio; con gran verdad exclamó el poeta: todo
lo vence el trabajo continuado.”
Actualmente, el lema de la exitosa compañía Mc Donald´s, en un cartel llamado “Sigue
adelante” dice algo que parecería recién ideado, pero guarda gran paralelismo con lo escrito
por Comenio hace más de tres siglos. El texto publicado por esta trasnacional nos dice:
Nada en el mundo puede sustituir a la perseverancia.
No el talento; no hay nada más común que hombres de talento sin éxito.
Ni el genio; el genio sin recompensa está en boca de todos.
Ni la educación; el mundo está lleno de fracasados educados.
Sólo la perseverancia y la determinación son omnipotentes.
Esta idea aplicada a la educación de los menos dotados intelectualmente o con otras
discapacidades, se antoja “omnipotente”, como la fuerza de la constancia y determinación de
Comenio.
“No existe ninguna razón –escribe más adelante- por la que el sexo femenino deba ser
excluido en absoluto de los estudios científicos…” Estas ideas las defiende al final del capítulo
con lucidez y emotividad: “Si alguno dijera: ¿Qué va a ser esto si se hacen literatos los
artesanos, los campesinos, los gañanes y hasta las mujercillas? Respondo: Ocurrirá que
formada de un modo legítimo esa universal instrucción de la juventud, a nadie han de faltarle
ideas para pensar, desear, conseguir y obrar el bien; todos sabrán en qué hay que andar y
cómo proteger la posición de cada uno…” (Añade algunas consideraciones más de tipo
teológico).
El capítulo X lo titula: “La enseñanza en la escuela debe ser universal”. Afirma que se
debe enseñar a todos, y para sostener este principio argumenta: “…todos los que hemos
venido a ese mundo, no sólo como espectadores, sino también como actores, debemos ser
enseñados e instruidos acerca de los fundamentos, razones y fines de las más principales
cosas que existen y se crean […] durante nuestro paso por el mundo, que no sea tan
desconocido que no lo podamos juzgar modestamente y aplicarlo con prudencia a su uso
cierto sin dañoso error”.
Señala tres facultades del hombre que tienen que educarse: la voluntad, el
entendimiento y la memoria. Las tres facultades deben cultivarse armónicamente. Prevé una
enseñanza general a los jóvenes aunque algunas cosas “…hayan de ser después de mayor uso
para unos que para otros”.
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En el capítulo XI. “Hasta ahora hemos carecido de escuelas que respondan
perfectamente a su fin”, cita a Lutero cuando en el 1525, exhortó a las ciudades del Imperio
para que erigiesen escuelas, exigiendo dos requisitos:
Primero: “Que en todas las ciudades, plazas y aldeas se creen escuelas para educar a
toda la juventud de uno y otro sexo; de tal manera, que aun aquellos que estuviesen
dedicados a la agricultura o a los oficios, acudiendo a la agricultura o a los oficios, acudiendo
diariamente a la escuela durante dos horas, se instruyesen en letras, costumbres y religión.”
Segundo: “Que se establezcan las escuelas con algún método, mediante el cual, no
sólo no se les hagan huir de los estudios, sino que, por el contrario, se les atraiga con toda
suerte de estímulos; y conformes, dice, que no experimenten los niños menor placer en los
estudios que el que gozan jugueteando el día enero a las nueces, la pelota o la carrera.”
“En cambio –dice Comenio- vemos todo lo contrario, puesto que todavía no se han
creado escuelas en las localidades pequeñas, aldeas o lugares.
Donde existen escuelas no son justamente para todos, sino para algunos pocos, los
más ricos, en realidad; porque siendo caras, los pobres no son admitidos a ellas…”
Siglos después en México, el Lic. Benito Juárez, siendo gobernador del Estado de
Oaxaca, en 1848 durante un informe de gobierno, afirmaba “…No obstante que la instrucción
es gratuita, hay menos concurrencia de niños que la que era de esperarse, atendida la
población; de manera que, aunque se multipliquen el número de escuelas y cátedras en un
grado excesivo, dotadas completamente, habrá siempre escasez de alumnos, mientras no se
remueva la causa que, especialmente en nuestro Estado, impide la concurrencia de los niños
a la enseñanza. Esa causa es la miseria pública. El hombre que carece de lo preciso para
alimentar a su familia, ve la instrucción de sus hijos como un bien muy remoto, o como un
obstáculo para conseguir el sustento diario […] Quítesele las trabas que la miseria y el
despotismo le oponen, y él se ilustrará naturalmente, aun cuando no se le dé una protección
directa”. Desgraciadamente ambos han tenido razón a través de diversos siglos y lugares.
Otra característica que señala para que las escuelas sean adecuadas a su fin, es el
que puedan ser agradables para los niños y no que les produzcan terror.
Capítulo XII. Las escuelas pueden reformarse para mejorarlas. Propone educar a toda
la juventud, pero “…Con tal procedimiento, que se verifique sin castigos ni rigor, leve y
suavemente, sin coacción alguna y como de un modo natural”. Apela a la racionalidad y
autonomía del hombre.
Reconoce la diferencia de capacidades de cada ser humano, sin embargo “Todos los
hombres, sea cualquiera la diferencia que presenten en sus cualidades, tienen una única e
igual naturaleza humana dotada de los mismos órganos”. Ante los niños problema para
aprender propone: “…así el remedio más a propósito para los vicios del entendimiento humano
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será un método tal que los excesos y defectos del espíritu se compensen y se ordenen todas
las cosas a la consecución de la mayor armonía y concierto”, toda su obra será la confianza en
el método didáctico. También propone el que un alumno ayude a otro, esta idea
posteriormente sería retomada en varias partes del mundo.
Capítulo XIII. El fundamento de la reforma de las escuelas es procurar el ORDEN en
todo. Exalta el orden del universo, de las máquinas y de las organizaciones. Aquí el orden no se
refiere al que tendrían que observar los alumnos, sino al que tienen que seguir las formas de
enseñar “No requiere otra cosa el arte de enseñar que una ingeniosa disposición del tiempo,
los objetos y el método. Si podemos conseguirla, no será difícil enseñar todo a la juventud
escolar, cualquiera que sea su número…”
Capítulo XIV. El orden que establezcamos para las escuelas debemos tomarlo de la
naturaleza; y ha de ser tal, que ninguna clase de obstáculos pueda alterarle. Señala cinco
obstáculos que existen para poder llegar a la cumbre de la ciencia y que para superarlos
debemos seguir el orden de la naturaleza, aquí sólo los enumera y los trata más
detenidamente en los siguientes capítulos. Estos obstáculos son los siguientes:
I.
II.
III.
IV.
V.
La brevedad de la vida, lo que se debe contrarrestar con la prolongación de la
vida.
La extensa y difusa multitud de cosas que presentan a nuestro entendimiento,
por lo que deben abreviar para que correspondan a la duración de la vida.
La falta de ocasiones para aprender, por ello deberá haber una sujeción de las
ocasiones, aprovecharlas.
El embotamiento de nuestro entendimiento y la obscuridad del juicio, para que
penetren las cosas con facilidad ha de haber apertura del entendimiento.
La observación incierta, para lo que debemos tener la determinación de un
fundamento que no pueda engañarnos.
Capítulo XV. Fundamento de la prolongación de la vida. Para iniciar, cita de Séneca su
De breviate vitae: “No recibimos breve la vida, sino que la hacemos, y no somos escasos de
ella, sino pródigos. La vida es larga si sabes usarla […] Bastante larga es la vida y nos ha sido
ampliamente otorgada para el cumplimiento de grandes cosas si se emplea bien.” Por otra
parte, Comenio da mayor importancia a los logros en la vida, más que a los años que se viven,
pone de ejemplo la biografía de Alejandro Magno que en los pocos años de su vida, conquistó
el mundo. Ante la pregunta del número de años que es conveniente vivir, responde: “Vivir
hasta la sabiduría. El que a ella llega consigue un fin no larguísimo, sino máximo.”
Dos aspectos debe la escuela tener en cuenta para propiciar una vida suficiente: 1°”El
cuerpo se defienda de las enfermedades y la muerte. 2°”Preparemos nuestro entendimiento
para administrar sabiamente todas las cosas.
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Da una recomendación práctica para “la cuidadosa división del tiempo”: dedicar ocho
horas al sueño; ocho para actos externos como tomar alimentos, recreación, cuidado de la
salud, hacer ejercicio, etc.; para el trabajo serio que se deberá “hacerse intensamente y sin
desmayo”, las ocho restantes del día. Pone a consideración el número de horas que se podrían
dedicar a un trabajo serio en treinta años, por ejemplo, siguiendo esta recomendación.
Capítulo XVI. Requisitos generales para aprender y enseñar. Esto es, de qué modo
debemos enseñar y aprender con tal seguridad que necesariamente hayan de experimentarse
los efectos. Lo fundamental para Comenio es buscar fundamento en la observación de las
operaciones de la Naturaleza. Explica nueve fundamentos a manera de requisitos para
enseñar con eficacia.
Fundamento I. La naturaleza aprovecha el tiempo favorable. No es el invierno sino la
primavera en la que florecen los campos. “La formación del hombre debe empezarse en la
primavera de la vida; en la niñez […] las horas de la mañana son las más adecuadas para los
estudios”
Fundamento II. La Naturaleza prepara la materia antes de empezar a adaptarle la
forma. “…las cosas son la substancia y las palabras el accidente; las cosas el cuerpo, las
palabras el vestido; las cosas la médula y las palabras la corteza y la cáscara. Deben
presentarse juntamente unas y otras al entendimiento humano; pero en primer lugar las
cosas, puesto que son el objeto, tanto del entendimiento como de la palabra […] que los
ejemplos precedan a las reglas”.
Fundamento III. La Naturaleza toma para sus operaciones los sujetos apropiados. Se
debe iniciar por “… despojar de impedimentos a los discípulos […] excitar el deseo de aprender
en aquellos a quienes la Naturaleza no se lo despertó”.
Fundamento IV. La Naturaleza procede con claridad. Debe cuidarse que en las
escuelas “…los discípulos no se ocupen en cada momento sino de una cosa sola.”
Fundamento V. “Debe formarse primero el entendimiento de las cosas; después la
memoria, y, por último, la lengua y las manos”.
Fundamento VI. La naturaleza parte en la formación de todas sus cosas de lo más
general y termina por lo más particular. Por ejemplo “…cualquier idioma, ciencia o arte se
enseñe primero por los más sencillos rudimentos para que tengan de ella total idea. Luego,
más intensamente los preceptos y ejemplos. En tercer lugar, el sistema completo con las
excepciones.”
Fundamento VII. La Naturaleza no da saltos, sino procede gradualmente. “El núcleo de
los estudios debe distribuirse cuidadosamente en clases, a fin de que los primeros abran el
camino a los posteriores y les den sus luces” También recomienda hacer una correcta
distribución del tiempo durante el año y cada día.
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Fundamento VIII. La Naturaleza así que comienza no cesa hasta terminar. “Al que haya
de ir a la escuela reténgasele en ella hasta que se convierta en hombre erudito, de buenas
costumbres y religioso”. Hoy en día hablamos del problema de la deserción escolar y la
eficiencia terminal.
Fundamento IX. La Naturaleza evita diligentemente lo nocivo. Recomienda que los
discípulos, solamente tengan los libros de su clase y no se distraigan con otros. Más
tajantemente afirma que “No deben tolerarse compañías disolutas ni en las escuelas ni cerca
de ellas”. Actualmente, al menos en las zonas metropolitanas, el problema es mayúsculo.
Termina asegurando que si se observan estos principios las escuelas llegarán a su
finalidad con seguridad.
Capítulo XVII. Fundamentos de la facilidad para enseñar y aprender. En este capítulo
reitera los fundamentos del capítulo anterior añadiendo algunos tintes y pormenores, así
afirma: “Lo que han de aprender los discípulos se les debe proponer y explicar tan claramente
que lo tengan ante sí como sus cinco dedos […] Aumentarás la facilidad en el discípulo si le
haces ver la aplicación que en la vida común cotidiana tiene todo lo que le enseñes […] Para
aprender todo con mayor facilidad deben utilizarse cuantos más sentidos se pueda. Por
ejemplo: Deben ir juntos siempre el oído con la vista y la lengua con la mano. No solamente
recitando lo que deba saberse para que lo recojan los oídos, sino dibujándolo…”
Capítulo XVIII. Fundamento de la solidez para aprender y enseñar. Lamenta el que la
gente y los hechos lo confirmen, afirman que pocos son los que adquieren en la escuela
sólidos conocimientos. Actualmente en México se ha planteado la misma problemática.
Comenio se pregunta: ¿Habrá remedio para este mal? Él mismo propone una línea de solución
y las condiciones para poder llevarla a feliz término. El principio general es el siguiente: “…no
sólo reproduciendo íntegramente lo que los preceptores y autores le enseñan, sino juzgando él
mismo de las cosas por sus principios.” Esto se obtendrá si
I.
II.
III.
No se tratan más que las cosas sólidamente provechosas. “No deben tratarse
otros asuntos sino aquellos que tienen una aplicación segurísima para esta
vida y la futura […] Debe, pues, ser norma de las escuelas no entretener a la
juventud sino en cosas serias.”
“Enseñarse, por tanto, en las escuelas no solamente las letras, sino también
las buenas costumbres y la piedad…”
La Naturaleza no hace cosa alguna sin fundamento o raíz. “…el pintor prepara
una base para sus pinturas […] Al empezar cualquier estudio debe excitarse en
los discípulos una seria afición hacia él, con argumentos tomados de su
excelencia, utilidad, hermosura, etc. […] Antes de descender a su particular
estudio, debe siempre fijarse en el entendimiento del que aprende las ideas
general de la lengua o arte objeto del mismo…”
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IV.
V.
VI.
VII.
VIII.
IX.
X.
“…que nadie pase al estudio más intenso de un arte o de una lengua, sin
asegurarse antes de que ha sido bien concebida y arraigada la idea general de
dicha enseñanza”.
La naturaleza produce todo de sus raíces propias, no de ningún otro origen.
“¿Por qué –pregunta Comenio- hemos de utilizar los ojos ajenos mejor que los
nuestros propios?” Si sólo se memorizan las cosas tal y como nos las
presentan, equivale a ver con ojos de otro. Es como adornar un árbol con las
ramas de otro. Se debe “conocer e investigar las cosas mismas no las
observaciones y testimonios ajenos acerca de ellas […] No se debe enseñar
nada por la mera autoridad, sino que todo debe exponerse mediante la
demostración sensual y racional”.
Se distingue por artículos o capítulos lo que deba distinguirse. “Al educar a la
juventud deben hacerse todas las cosas con gran claridad de manera que no
sólo el que enseña, sino también el que aprende, se dé cuenta sin confusión de
ningún género del lugar a donde llegan y lo que han de ejecutar”. No sólo busca
el orden y la armonía de los contenidos sino la comunicación con el educando.
Todo lo posterior se funda en lo anterior. Primero debe entenderse algo y
después memorizarse.
Todo lo coherente se enlaza siempre. “Todas cuantas cuestiones se resuelvan
han de ser de tal manera racionalmente fundamentadas que no dejen lugar ni
a la duda ni al olvido. Las razones son los clavos, las cuñas, las
ensambladuras, que sujetan con fuerza la cuestión y no la dejan vacilar ni
caer”.
Todo se dispone en relación con el entendimiento, la memoria y el idioma. “…
que lo que se aprende a entender se aprenda también a hablar y obrar, o sea
ejercitarlo, y viceversa […] Tu saber no es sino que otro sepa lo que tú sabes”.
Aquí aborda atinadamente la relación teoría- práctica relacionándola con la
comunicación de los saberes.
Todo se corrobora con ejercicios constantes. “…no es posible esperar solidez en
la instrucción, sin repeticiones y ejercicios en extremo frecuentes y hábilmente
preparados”. Esto último significa para él, hacer participar a los alumnos en
clase: “…como si hubiera de enseñar a los demás […] debiendo ser corregido
cada vez que incurra en error”. Así además de aprender se motivarán: “Como
de este modo el discípulo hallará en la escuela como una especie de ocupación
o empleo, se desarrollará en los espíritus una extraordinaria actividad y deseo
de aprender…”
Capítulo XIX. Fundamentos de la abreviada rapidez en la enseñanza. Planea el
problema de lo arduo y tardado que resulta educar durante largo tiempo y obtener pocos
resultados:“…gastar toda su juventud en las escuelas y apenas …”; pero advierte: “No siempre
es propio de la fuerza efectuar algo grande, sino de arte”. En primer lugar analiza ocho causas
por las que, en su opinión, se vuelve lento el lograr los aprendizajes:
Primero, no había objetivos determinados.
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Segundo, no se determinaban los caminos adecuados.
Tercero, no se consideraban las cosas conjuntamente, sino por separado.
Cuarta, se han enseñado las artes las ciencias fragmentariamente.
Quinta, se emplean diferentes métodos en cada escuela.
Sexta, faltaba el modo de instruir simultáneamente a todos los discípulos de una misma clase.
Séptima, si los maestros eran muchos, se ocasionaba una mayor confusión.
Octava, se pensaba que cuantos más fueran los autores consultados más se aprendería.
Para contrarrestar estos obstáculos propone otros ocho “modos de obrar para
relacionarlos con los procedimientos que en las escuelas se requieren”:
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
Cómo un solo preceptor puede ser suficiente para cualquier número de discípulos.
Propone organizar al grupo en pequeños subgrupos, “decurias” que tendrán como
encargado a un alumno destacado: “decurión”, que auxiliará al maestro. Por otra
parte las intervenciones del preceptor deberán ser amenas, alabará a los alumnos
que provoquen cuestiones útiles, en ocasiones los organizará por pares para que
trabajen y se corrijan mutuamente… (Esta sugerencia de organización, evoca a las
Escuelas Lancasterianas que desarrollara en Inglaterra Joseph Lancaster hacia el
1801 y que se iniciara en México durante la década de 1820).
Los libros no serán de diversos autores y difíciles de entender, sino fáciles, breves y
fundamentados. Preferentemente redactados en forma de diálogo, como lo hizo
Platón.
Cómo puede hacerse que a un mismo tiempo todos hagan lo mismo en las escuelas.
Ahora nos parece lo más natural y pareciera que así ha sido siempre, el trabajar
programas por años escolares, pero no siempre ha sido así, Comenio propone: “No
comenzar la labor de la escuela sino una vez al año, de dar igual modo que el sol,
una vez al año (en la primavera), empieza a ejercer su operación en los vegetales.
Disponer de tal manera cuanto haya de hacerse que cada año, mes, semana, día y
hasta hora tenga su trabajo determinado…”
Existe un solo método natural y de seguirlo se hará gran ahorro de tiempo (en el
capítulo XX lo expone detalladamente).
Se deben escribir libros fundamentales, pequeños por su tamaño, pero notables por su
utilidad.
Cómo deben enseñarse las cosas para obtener doble o triple resultado con un solo
trabajo. Para lograrlo hace propuestas prácticas: “Procúrese asociar cada cosa con
su correlativa […] no deben enseñarse y aprenderse las palabras sin las cosas […]
Todos deben saber exponer lo que han aprendido y recíprocamente entender lo
que exponen […] La escritura ha de practicarse tomando como materia la de la
ciencia o arte que en la clase se estudia”. Sugiere también tratar los asuntos de la
vida diaria, simulándola en forma recreativa, ya sean profesiones u oficios, de tal
forma que en forma atractiva para los alumnos se estudien cosas útiles.
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VII. Hacerse todo gradual. Este aspecto lo explicó en capítulos anteriores.
VIII. Remover las cosas que no sean necesarias, “…no debe aprenderse cosa alguna
solamente para la escuela, sino todo para la vida…”
Capítulo XX. Método de las ciencias en particular. Éste constituye, en mi opinión, la
parte medular de su obra, en él resume su pensamiento respecto a cómo debe enseñarse
“ingeniosamente las ciencias, las artes, las lenguas, buenas costumbres y piedad” y aclara:
“Decimos ingeniosamente; esto es, con facilidad, solidez y brevedad”.
Para expresar didácticamente su idea sobre la enseñanza, utiliza un modelo en el que
los elementos esenciales son: EL OJO, EL OBJETO Y LA LUZ. El ojo es el alumno con su visión
externa e interna que es su entendimiento, el objeto son todas las cosas colocadas dentro y
fuera de nuestro entendimiento, la luz la atención debida.
Para mantener limpios los ojos del entendimiento se debe quitar el polvo que “son las
ociosas, vanas e inútiles ocupaciones del entendimiento”. Esta idea pedagógica parece
arcaica, sin embargo es frecuente que los profesores lamenten las circunstancias actuales que
distraen a los alumnos: la televisión, los juegos electrónicos, los teléfonos portátiles, las fiestas
y reuniones de fin de semana, la farmacodependencia, el alcoholismo, el tabaquismo, el cine
comercial, la música comercial, las revistas de moda con temáticas irrelevantes, la moda del
vestido y del habla, la pobreza de vocabulario y el alejamiento de los libros. Exhorta nuestro
autor para que el maestro induzca “a la juventud a que se aparte de las ocupaciones vanas y
se entregue a las útiles y honestas”. A este aspecto dedica, aunque con un enfoque
predominantemente religioso, los últimos capítulos de su obra.
El objeto se ha de presentar a la juventud en forma real y no sombras de las cosas,
deberá ser la “regla de oro para los que enseñan que todo se presente a cuantos sentidos sea
posible”. Si no es posible llevar a los alumnos a la realidad, deberán hacerse reproducciones
de cosos con el fin de que estén al alcance de las escuelas.
La luz del conocimiento es la atención, el maestro deberá motivar la atención del
discípulo “para que reciba la enseñanza con inteligencia ávida y codiciosa”, para ello se le
presentará el objeto de tal manera que pueda percibir la cosa entera, “luego la examine
separadamente por partes, ordenadamente de principio a fin […] Hasta distinguir rectamente
todas por sus diferencias […] Lo que se enseñe, debe enseñarse tal y como es, a saber: por
sus causas […] la causa es la guía de la inteligencia”. (En esta parte recapitula principios
expuestos en capítulos anteriores).
Capítulo XXI. Método de las artes. Insiste en el aspecto práctico: “Lo que ha de
hacerse, debe aprenderse haciéndolo […] de este modo las escuelas no serán sino talleres
destinados a los trabajos…”. Compara la escuela con los talleres de los artesanos y sus
aprendices que enseñan con la práctica más que con la teoría: “Debe enseñarse el empleo de
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las herramientas con ellas mismas, no con palabras; eso es, con ejemplos mejor que con
preceptos […] han abrumado de tal manera a los alumnos de Gramática con preceptos,
reglas, excepciones de las reglas y limitaciones de las excepciones, que muchas veces no
saben los pobres qué han de hacer…”. El alumno deberá primero seguir fielmente los ejemplos
del maestro, después en forma más libre, “…efectuar los trabajos por su propio ingenio”. Pone
un ejemplo de la enseñanza de la escritura que muchos años después se sigue encontrando:
“Los que aprenden a escribir deben usar un papel fino y algo transparente y colocarle sobre
una muestra de la escritura que deban imitar; así, guiados por las letras que se transparentan,
podrán reproducirla con facilidad…”
Exhorta a estar abiertos a las cosas nuevas: “Aquí pretendemos que los aficionados a
las artes estén dispuestos para entender los nuevos inventos, no para utilizar solamente los ya
conocidos…”.
Capítulo XXII. Método de las lenguas. Comenio fue un destacado profesor de lenguas,
lo que le da una autoridad moral por haber practicado la docencia en general y en lo particular
en esta rama del saber, así recomienda: “El estudio de las lenguas debe ir paralelo al
conocimiento de las cosas, principalmente en la juventud, a fin de que aprendamos a entender
y expresar tantas cosas como palabras. […] Cada lengua debe aprenderse por separado. En
primer lugar, desde luego, la lengua corriente: luego aquellas que se emplean con frecuencia
en lugar de la usual, como son las de loa países circundantes”.
Las líneas didácticas van acordes con las que señala para otras áreas del
conocimiento: “Toda lengua debe aprenderse más con el uso que por medio de reglas, […]
añadiendo preceptos muy fáciles que señalen tan sólo las diferencias respecto a la lengua
conocida, y con ejercicios sobre materias que sean también conocidas.”
Es interesante una división de edades que plantea para la enseñanza de una lengua
de la que se desee un aprendizaje perfecto, actualmente los métodos modernos de la
enseñanza de las lenguas, también contemplan una gradación, de la que la presentada por
Comenio, podría ser antecedente, él propone cuatro edades:
Primera
Infantil, balbuciente:
en la
De cualquier modo
Segunda
edad, ha
Pueril, adolescente:
cual
Con propiedad
Tercera
de ser
Juvenil, florida:
aprende
Con elegancia
Viril, potente:
rán a
Con energía
Cuarta
hablar
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Capítulo XXIII. Método de las costumbres. En algunos sectores de la sociedad se ve
como una necesidad actual la educación en valores. Este aspecto lo concibe como
fundamental: “Todo lo que precede es de orden secundario; lo que verdaderamente es
importante es lo que sigue: las buenas costumbres y la piedad”. Recomienda educar en todas
las virtudes, pero debe iniciarse por las fundamentales: Prudencia, templanza, Fortaleza y
justicia. La prudencia se refiere a “…las diferencias verdaderas de las cosas y su exacto valor”.
La regla de oro de la templanza, para él es la siguiente: “nada con exceso”. El fundamento de
la fortaleza “estriba en que todo debe hacerse movido por la razón, no por la pasión o el deseo
[…] dejarse conducir por la razón”. En la enseñanza de la justicia los jóvenes “aprenderán no
dañando a nadie, dando a cada no lo que es suyo; huyendo de la mentira y el engaño y
comportándose atenta y amablemente”. Todo esto parece un ideal utópico, pero entonces ¿en
qué debería consistir la educación?
Da algunas normas para alcanzar la educación de las costumbres:
-“La virtud se fomenta con hechos, no con palabras”.
-“Los jóvenes tendrán resistencia para los trabajos si están siempre haciendo alguna
cosa, ya en serio, ya por recreo”. Quien verdaderamente tiene experiencia de tratar con niños y
jóvenes con el fin de educarlos, sabe que esta es una regla práctica fundamental y que implica
mucho trabajo y dedicación por parte de los educadores.
-“Las virtudes se aprenden ejecutando constantemente obras honestas”.
-Deben valorarse a quienes son virtuosos: “Continuamente se pondrán de relieve los
ejemplos de la vida de los padres, madres, preceptores y condiscípulos”.
Capítulo XXIV. Método de inculcar la piedad. Aquí se refiere a la devoción religiosa
exclusivamente, conserva en el renglón de la didáctica su idea de aprender con la práctica y el
buen ejemplo. Un aspecto que evoca el actual principio educacional de la reflexión sobre la
práctica, es cuando nos habla de la meditación como un medio para alcanzar la piedad, la
entiende como la frecuente consideración, atenta sobre las obras y las palabras, aunque él le
da un sentido místico.
Capítulo XXV. Si queremos reformar las escuelas conforme a las normas verdaderas
del cristianismo, hemos de prescindir de los libros de los gentiles o, por lo menos, usarlos con
más cautela que hasta el presente. Este capítulo, en comparación con otros, es amplio.
Contiene un entusiasta espíritu proselitista hacia la religión cristiana, su fe y sus costumbres.
Capítulo XXVI. De la disciplina escolar. Después de resaltar la importancia de la
disciplina escolar, aclara: “No hay que inferir tampoco de esto que la escuela deba estar
siempre llena de gritos, golpes y cardenales, sino por el contrario, colmada de vigilancia y
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atención, tanto por parte de los que aprenden como de los que enseñan. […] Los azotes y los
golpes no tienen eficacia alguna para despertar en las mentes el amor a las letras; poseen, por
el contrario, la virtud de engendrar en gran cantidad el tedio y odio del espíritu hacia ellas. Por
lo cual, si alguna vez se advierte la enfermedad del espíritu, que repugna los estudios, debe
tratarse con régimen y remedios dulces, mejor que exacerbarla más con asperezas.”
Hace una excepción: “La disciplina más rigurosa no debe emplearse con motivo de los
estudios o las letras, sino para corrección de las costumbres”.
Capítulo XXVII. De la división de las escuelas en cuatro especies conforme a la edad y
aprovechamiento. A Comenio se le llama el Padre de la Didáctica Moderna, con lo que expone
en el presente capítulo y los siguientes, también se le puede considerar uno de los
antecesores de la educación en el sistema escolarizado, por documentar de manera formal,
cuatro etapas de la educación (infancia, puericia, adolescencia y juventud), en distintas
escuelas especificando lo que se debe lograr en cada una de ellas:
 “Que en la primera escuela materna se atenderá principalmente el ejercicio de los
sentidos externos, para que se habitúen a aplicaros con exactitud a sus propios objetos y
distinguir unos de otros”. (Sentencia: “…habrá una escuela materna en cada casa”).
α “En la escuela común se ejercitarán los sentidos interiores, la imaginación y la
memoria, con los órganos ejecutivos, la mano y la lengua leyendo, escribiendo, pintando,
cantando, numerando, midiendo, pensando…” (Al respecto afirma que deberá haber una
escuela pública en cada población, plaza o aldea).
β “En el Gimnasio se procurará formar el sentido de la reunión de todas las cosas, el
entendimiento y el juicio …” (Sugiere que haya un Gimnasio en cada ciudad).
γ “Las Academias atenderán principalmente a la formación de cuanto procede de la
Voluntad; esto es, enseñando a conservar las facultades en perfecta armonía…” (Habrá una
Academia en cada Reino o provincia mayor).
En los siguientes capítulos rata de los cuatro períodos de edades y tipos de escuelas.
Capítulo XXVIII. Idea de la escuela materna. Esta etapa se refiere a los primeros seis
años de edad. Presenta veinte grupos en las que se pueden resumir los conocimientos que
deben enseñar en cada una de las etapas en forma cada vez más compleja. En esta primera
etapa en forma rudimentaria:
1.- Metafísica. Aquí inician a comprender los términos generales: Algo, nada, ser, no
ser, así, de otro modo, dónde, cando, etc., semejante y diferente…
2.- Física. El niño aprenderá qué es el agua, tierra, aire fuego, lluvia, nieve, hielo,
piedra, hierro, árbol, hierba, ave, pez, buey, etc. Los miembros de su cuerpo, a lo menos los
externos.
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3.- Óptica. Aprenderá a nombrar y distinguir la luz y las tinieblas, la sombra y la
diferencia de los colores principales…
4.- Astronomía. Conocerá a qué se le llama cielo, sol, luna, estrellas y advertir su salida
y puesta cotidiana.
5.- Geografía. Aprenderá los rudimentos de lo que son un monte, un valle, un campo, el
río, la aldea, la fortaleza, la ciudad, conforme a la oportunidad que para ello ofrezca
6.- Cronología. En lo fundamental el niño aprenderá a qué se le llama hora, día,
semana, año; qué es el estío y el invierno, etc. Y lo que se entiende por ayer, anteayer,
mañana y pasado mañana, etc.
7.- Historia. Podrá referir qué ha ocurrido hace poco; cómo se han portado éste o el
otro, esta o aquélla en un asunto; aunque se exceda del alcance de los niños.
8.- Aritmética. Entenderá lo que significa poco y mucho; saber los números hasta diez,
por lo menos, y observar que res son más que dos y que uno añadido a tres son cuatro, etc.
9.- Geometría. Lo que llamamos grande y pequeño, largo y corto, ancho y estrecho,
grueso y delgado, lo que es una línea cruz, círculo, etc. Medir por palmos, codos, varas, etc.
10.- Estática. Tener noción si ven pesar las cosas con la balanza y aprender a sopesar
las cosas ellos mismos con su mano para conocer si son pesadas o ligeras.
11.- Mecánica. Enseñarles por ejemplo, a llevar una cosa de un lado a otro, ordenarlo
así o de otra manera, hacer y deshacer, atar y desatar, no prohibiendo, sino dirigiéndolo con
prudencia.
12.-Dialéctica. Se efectuarán las conversaciones interrogando él también y
contestando a lo que se le pregunta, para que se habitúen a fijar su pensamiento en el tema
propuesto sin perderse en divagaciones.
13.- Gramática. Debe consistir en hablar rectamente la lengua materna; esto es,
pronunciar clara y distintamente las letras, sílabas y palabras.
14.- Retórica. En primer lugar se entenderá a que la mímica al hablar y la entonación
sean las adecuadas a la cualidad de la oración…
15.- Poesía. Versillos, ya rítmicos, ya métricos, como cada lengua tiene por uso
corriente.
16.- Música. Aprender algunos tozos fáciles de los salmos e himnos sagrados…
17.- Economía. Nombrar a las personas que constituyen la familia, las partes de la
casa y los instrumentos domésticos con su respectivo uso, como son la mesa, el plato, el
cuchillo la escoba, etc.
18.- Política. Las funciones de algunas personas en la ciudad como el Cónsul, el Pretor,
Notario… ( Actualmente podríamos hablar del policía, el bombero, la enfermera…)
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19.- Ética. Afirma que para que en la juventud puedan tenerse virtudes, deben
empezar a cultivarse a esta edad; enumera las siguientes virtudes: templanza, limpieza,
veneración hacia los superiores, obediencia, veracidad, justicia, caridad, trabajo, silencio,
paciencia, cortesía y urbanidad.
20.- Religión y piedad. Comprende la enseñanza del catecismo, practicar y entender
“cuanto su edad les permita”.
Para propiciar la actividad educadora de los padres “…pueden hacerse dos cosas que
presten aquí extraordinaria utilidad: Primera, escribir un librito de advertencias a los padres y
las madres para que no desconozcan sus obligaciones. En él se describirá minuciosamente
todo lo que es necesario para educara la infancia. […] En segundo lugar, habrá un libro de
imágenes que sirva para los ejercicios de esta Escuela materna y que, desde luego, se maneje
por los mismos niños…” Este libro ilustraría todas las materias. “Y como las estampas (de este
libro) de las cosas llevan escrito su nombre encima, se podrá empezar por aquí el aprendizaje
de la lectura”.
El contenido de este capítulo evoca los programas oficiales de preescolar, las escuelas
para padres y los libros de texto actuales.
Capítulo XXIX. Idea de la Escuela Común. Deben enviarse a todos los jóvenes de uno y
otro sexo, está en desacuerdo en que sólo se eduque en las escuelas a quienes ha de
dedicarse a las artes, argumenta el que la educación debe ser para todo ser humano, no sólo
para los ricos, y a todos deben inculcarse las virtudes; por otra parte, decidir el no enviar a un
niño de seis años a la escuela es pretender a esa edad determinar su vocación.
Comenio está a favor de que se enseñe en la escuela común en la propia lengua (y no
en latín), que será la base para el aprendizaje de otras. Este período será de los seis a los doce
años (o trece) y se le ha de instruir “en todo aquello cuya utilidad abarca la vida entera”.
Enseguida enumera una serie de aspectos que deben ser materia de estudio: leer con
facilidad, numerar cifras y operaciones, medir, cantar melodías muy conocidas, saber los
himnos sagrados, el catecismo, practicar la doctrina moral, conocer lo que ven hacer
diariamente en la casa y en la ciudad, historia, la extensión del océano, los principales reinos
de Europa y principalmente las ciudades, montes, ríos, etc. de su patria y lo que haya de
notable.
La organización de esta escuela (ahora es parte de lo obvio) puede “dividirse en seis
clases […] a cada clase corresponderán sus libros propios […] Todos ellos versarán acerca de
todo, pero los primeros tratarán solamente lo más general, conocido y fácil, y los posteriores
guiarán el entendimiento a lo más particular, desconocido y difícil […] habrá que mezclar en
todo lo útil a lo agradable […] No dedicar a los estudios más que cuatro horas…”
Capítulo XXX. Bosquejo de la Escuela Latina. El objetivo es que los jóvenes, dominando
las siete artes liberales lleguen a ser:
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.- Gramáticos, capaces de expresar los conceptos de todas las cosas, con perfección
en idioma patrio y en latín.
II.- Dialécticos, peritos en definir, distinguir, exponer argumentos y resolverlos.
III.- Retóricos, aptos para hablar con elegancia de cualquier materia.
IV.- Aritméticos y V.- Geómetras, ya por las diversas necesidades de la vida, ya porque
estas ciencias sirven para despertar y avivar el entendimiento.
VI.- Músicos, prácticos y teóricos.
VII.- Astrónomos, por lo menos en lo más fundamental.
“Pero, como queremos que nuestros discípulos lleguen más arriba, pretendemos que
sean además:” Físicos, geógrafos, cronólogos, historiadores, éticos y teólogos. Para lograr todo
esto propone seis años de estudio en las que se cursarán otras tantas materias: Gramática,
Física, Matemáticas, Ética, Dialéctica y Retórica. En este orden, ya que lo básico es la
Gramática y se ha de culminar con la Retórica, después de estudiar las demás asignaturas, así
tendrán materia de la cual hablar con elegancia.
Especifica lo que debe revisarse en cada materia y la forma de impartirla, aclarando:
“Ahora bien, si los argumentos ajenos o la práctica misma demostrasen lo opuesto, nosotros
no tenemos intención de llevar la contraria, lo hemos dispuesto conforme nos lo aconsejan los
motivos que acabamos de reseñar”. Muestra así una apertura a otras mejores opiniones.
Capítulo XXXI. De la Academia. A esta se deberá reservar “el más elevado conocimiento
y desarrollo de todas las ciencias y todas las superiores enseñanzas”. Los profesores serán los
más sabios, eruditos y que sepan comunicar su sabiduría. Otro elemento importante en este
tipo de escuelas será “una Biblioteca selecta de diversos autores para el uso común”. Los
alumnos, los más inteligentes y más escogidos. “Cada uno debe dedicarse con preferencia a
aquellos estudios a que, según todos los indicios, puede deducirse que le inclina la Naturaleza.
Por natural instinto, uno es mejor músico, poeta, orador, etc., y otro por el contrario, es más
apto para la Teología, la Medicina o la Jurisprudencia”. Cada uno deberá seguir su vocación.
Además él propone una “Escuela de Escuelas o Colegio Didáctico, establecido entre
todos los países, […] a lo menos entre los eruditos […] sin moverse ninguno del lugar en que se
hallase. Los trabajos asociados de todos ellos habrían de tender a descubrir más los
fundamentos de las ciencias y purificar y esparcir la luz de la sabiduría con éxito feliz por todo
el humano linaje y promover el mejoramiento de los negocios de los mortales mediante nuevos
utilísimos inventos”. Esta escuela sería alimentadora de todas las demás.
Capítulo XXXII. Del orden general de las escuelas rectamente guardado. Afirma que el
método expuesto en su obra es universal, es aplicable para todos “incluso a quienes están
dotados de entendimiento más torpe y sentidos más tardos”.
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Hace una comparación de la didáctica con un importante invento de esa época, el arte
tipográfico: “…El papel son los discípulos cuyas inteligencias ha de ser impresas con los
caracteres de las ciencias. Loa tipos o caracteres, son los libros didácticos y demás
instrumentos preparados para este trabajo, gracias a los cuales ha de imprimirse en los
entendimientos con facilidad todo cuanto ha de aprenderse. La tinta es la voz viva del Profesor
que traslada el sentido de las cosas desde los libros a las mentes de los discípulos. La prensa
es la disciplina escolar que dispone y sujeta a todos para recibir las enseñanzas”. Respecto al
símil de la tinta hace la siguiente precisión: “así como la tinta de la imprenta es diferente a la
de escribir, porque no está formada con agua, sino con aceite ( los que se dedican con
empeño al arte tipográfico emplean aceite purísimo con carbón de nueces pulverizado),
también la palabra del Preceptor, merced a su manera suave y llana de enseñar, debe
infiltrarse en el alma de sus discípulos a modo de aceite suavísimo, inculcando en ellos al
mismo tiempo el conocimiento de todas las cosas”.
Propone un calendario escolar anual en el que se tendían cerca de mil horas de trabajo
escolar, que asegura serán suficientes para enseñar lo necesario, si “se procede siempre
ordenadamente”. En las escuelas primarias de México, si se cumplen los doscientos días del
calendario oficial de la SEP, con cinco horas diarias de labores escolares también se cubrirían
mil horas.
Capítulo XXXIII. De los requisitos necesarios para comenzar la práctica de este método
universal. Inicia recordando que “Hace ya más de cien años, en efecto, que no han cesado de
oírse lamentaciones sobre el desorden y falta de método que reinaba en las escuelas, y
especialmente en estos últimos treinta años se han buscado remedos con empeño decidido.
¿Pero con qué resultados? Las escuelas han continuado como eran…” Añade cinco
impedimentos para que las escuelas se reformen y mejoren:
“Primero, la falta de hombres peritos en el método…”
Segundo: el aumento constante de la población a la que se debe educar.
Tercero, la pobreza: “¿cómo se conseguiría que los hijos de los pobres pudieran asistir
a las escuelas?
Cuarto, la resistencia al cambio: “eruditos aferrados con placer al antiguo compás y
hallando toda clase de defectos en el nuevo, manteniendo en ellos pertinaz resistencia…”
Quinto, la falta de recursos didácticos adecuados, sobre todo libros de texto:
“…PROVISIÓN SUFICIENTE DE LIBROS PANMETÓDICOS […] de poco precio, pero de gran
utilidad…” Para lograr la producción de estos libros reconoce que no es trabajo de un solo
hombre “Luego es necesaria la asociación colegial”.
A través de la Historia de la Educación en México, por ejemplo, estos cinco puntos,
haciendo las actualizaciones correspondientes, han sido constantes.
Propone algunos aspectos que sí llevarían a una mejora de las escuelas:
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En principio, es necesario el apoyo decidido de las autoridades: “se requiere la
autoridad y liberalidad del Rey, de un príncipe o de alguna República: un lugar alejado de
bullicio, una buena biblioteca y lo demás que se precise”.
La participación de los padres de familia, los exhorta a secundar las reformas en pro de
la educación y hacer: “reiteradas instancias a los Magnates y eruditos; educando entre tanto a
vuestros hijos…”
A los formadores de la juventud les recuerda que su vocación consiste en “que la
confianza de los padres que os entregan a sus prendas queridas, sea fuego para vuestros
huesos no dejando descanso en vosotros ni en los demás, gracias a vosotros, hasta que toda
la tierra se halle encendida en el fuego de esta luz y sea dichosamente iluminada”
A los eruditos: “¡ay de aquel que pudiendo aportar algo para levantar estas llamas (de
la luz del saber), no lo trae, sino tal vez los humos de la envidia, la dificultad y la oposición!”
Todos deben participar en la mejora de la educación: “Aunque alguno crea que no ha
nacido para la escuela, o se encuentre muy ocupado con el ejercicio de su vocación
eclesiástica, política o médica, pensará erróneamente si juzga que está exento del común
propósito de reformar las escuelas”. La razón que esgrime para afirmar lo anterior es que para
corresponder a la vocación se ha de “procurar con empeño que haya quienes hagan lo mismo
después que tú”.
Concede gran valor a la labor educativa, cita a Sócrates que afirmaba que “es mucho
más útil a la República el que hace a muchos aptos para gobernarla que el que por sí la
gobierna”. Invita a los mandatarios invertir en la educación, citando a Lutero: “Por cada
moneda de oro que se gasta en edificar ciudades, fortalezas, monumentos y arsenales, deben
gastarse cien en instruir rectamente a un solo adolescente, que hecho hombre para todo lo
honrado, pueda servir de guía a los demás…”
Termina su “Didáctica Magna” con una entusiasta plegaria en la que dedica su obra a
Dios, de esta gran oración, considero rescatable lo que pide para que podamos servir en la
medida que a cada uno nos sea posible: “…Concédenos Señor Dios nuestro un corazón
alegre…”
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