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SEMANARIO DE LA VIDA NACIONAL
Núm. 10 Qs
•—Dicen que a todo se acostumbra uno, pero esta Germania... Tantos meses oyendo hablar
de ella, v aún no me parece bonita.
NÚM.
51.—2.
ESPAÑA
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REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: CALLE DEL
PRADO, I I . —APARTADO DE CORREOS NÚM. 139
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TELÉFONO 5.233
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AÑO II.-NÚM.
51.
1916
SEMANARIO DE LA VIDA NACIONAL
LA VIDA REAL DE ESPAÑA
LAS SUBSISTENCIAS
UNA ESPAÑA QUE RENACE
E
PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN: MADRID Y PROVINCIAS, UN SEMESTRE, 2,50 PESETAS.-UN AÑO/5
PESETAS. —EXTRANJERO: UN AÑO, 12 PESETAS.
N la fría y desapacible tarde del domingo pasado congregáronse unos miles de ciudadanos en el ámbito, abierto al cielo, de un frontón. Estaban convocados por los gremios madrilefios ; prestaban su adhesión centenares de gremios de toda España. El punto concreto a tratar era la carestía de las subsistencias.
Fueron pasando por la tribuna los oradores. Nosotros representamos—decía uno—a uiki parte considerable del jDueblo que
trabaja. Nosotros producimos la riqueza española ; nosoti'os pagamos los impuestos ; sostenemos el Estado. ¿ Y quienes manejan lo que nosotros costeamos? Unos políticos profesionales que
que no sabemos de dónde vienen, que ignoramos con qué preparación cuentan, y que para nada se cuidan sino de sus intereses
personales. ¿Es esto justo?
Otro orador exponía las consecuencias de que estuviesen al
frente del Poder público gentes incompetentes, y, además de
incompetentes, en patente consoi'cio con monopolistas, acaparadores, y, en fin, con todas las empresas que precisamente daban
origen a las crisis populares. Explicaba la labor oficial durante
toda esta larga crisis que arruina a Europa. España no está en
guerra. Bien administrada, no hubiera tenido por qué sentir
los efectos de la perturbación mundial en casi ninguno de los
artículos de producción nacional. Y, sin embargo, los cereales,
las legumbres, el aceite, los alcoholes, la carne, el carbón, el
azúcar, habíanse encarecido con la guerra enormemente. El año
pasado, mucho ; este año, más aún ; j quiénes eran los, culpables ? Los gobernantes que no tomaron a tiempo medidas para
evitar que nuestros productos, al poder escapar por las fronteras, adquiriesen precios internacionales, y quedase, por tanto,
nuestra economía sometida al régimen de guerra.
Otro orador contaba el resultado de las gestiones que habían
Venido haciendo cerca del Poder público desde el comienzo de la
crisis. Primeramente habían visitado al Sr. Bugallal, que era
^ la sazón ministro de Hacienda, y habíanle insistido principalmente en la cuestión del azúcar. El Sr. Bugallal les respon•iió que todo cuanto podía hacer era ponerles en comunicación
''on la Sociedad General Azucarera. Fueron a ver a su presidente, el Sr. Sánchez de Toca. El Sr. Sánchez de Toca les dijo
que la culpa de la subida de los precios no era de los fabricantes ; éstos venían vendiendo el azúcar a 80 céntimos, que era el
precio convenido j>or el Sindicato ; quienes hacían valer el azú•^s-i" a mejor precio eran unos cuantos almacenistas que lo tenían
*ii grandes cantidades acaparado. Entonces la comisión gremial
preguntó al Sr. Sánchez de Toca si estaba dispuesto a venderÍes 50 vagones al precio que él decía tenían los fabricantes esta"lecidos. Pero el Sr. Sánchez de Toca se excusó. Y los represenantes gremiales perdieron el tiempo y se enteraron de que los
políticos no tomaban el hambre del país en serio.
Lambió el partido gobernante. Los representantes de las cla-
MADRID
13 ENERO.
ses mercantiles e industriales fueron a visitar al Sr. Urzáiz.
Acababa eh señor ministro de levantar varias prohibiciones de
exportación. La comisión gremial quejóse de aquella medida que
se tomaba precisamente cuando los precios iban elevándose. Y,
al decir del orador, el Sr. Urzáiz sostuvo que era preciso respetar la libertad de comercio, que aquel asunto que llevaban era
muy pequeño, y que no se explicaba lo que traían con lo de las
importaciones y exportaciones, pues ninguna de las dos veces
que anteriormente había pasado por el ministerio había oído
nada de semejante cuestión.
Otro orador afirmó que las recientes disposiciones arancelarias
del señor ministro de Hacienda no bajarían los precios, que es
lo que al pueblo le importa ; que no es ya hora de andarse con
tanteos y que si se sigue permitiendo exportar alimentos, de
cualquier manera que sea, nos quedaremos sin ellos, y así como
en otros países la guerra ha traído hambre, en España el hambre traerá guerra.
El interés del mitin estuvo principalmente en el carácter del
auditorio y de los organizadores. Si la agitación gremial que desde hace algún tiempo se observa en España fuese creciendo y
llegase a formar una fuer-sa social potente y eficaz, la política
incapaz que tiene al diablo vendidos el cuerpo y alma de l a n a ^
ción mucho había de enderezarse. No seguirían rigieindo a tontas y a locas, los abogados, la agricultura, el comercio,- la indus^
tria y la hacienda del país.
EL HAMBRE AMENfZA
STE año, como el pasado, a medida que avanza el invierno llega el hambre y empiezan a recoger nuestros gobernantes la
cosecha de desazones que fatalmente cultivan siempre la imprevisión y la frivolidad.
Falta trabajo. En Madrid el Estado ha contribuido con
50.000 pesetas y el Ayuntamiento con otras 50.000, para reniediar ei conflicto social. El ministro de la Gobernación, señor
Alba, esfuérzase en organizar la beneficencia. La clásica política : hacer los pobres y luego darles limosna. No es culpa solamente del ministro ; es culpa de la fauna entera política.
En Barcelona, en Cataluña, va progresando pavorosa huelga.
No hay causa ostensible, manifiesta y ciará. Sólo se sabe que no
se puede vivir, que todo está muy caro ; y los obreros,se inquietan, se agitan. La'huelga se extiende. Las tropas están acuarteladas. El invierno pasado pudo salvarse el peligro porque algunos países beligerantes hicieron grandes encargos a aquella
industria. Pero ya no los hacen j por qué no los hacen ? Ese es
un rastro a seguir para derivar parte de la responsabilidad. Los
alimentos están cai-os. Un año entero tuvieron los gobernantes
para evitar que tal ocurriese después de la experiencia del invierno pasado. ¿ Qué hicieron ? No sabemos ; sabemos únicamente
que este año los alimentos están más caros. Son productos nacionales que da la tierra española al mismo precio que en tiempo normal, y, sin embargo, llegan al consumidor a doble, a triple precio.
Las tropas están preparadas en Barcelona. Pero es probable
que esta grotesca previsión de nuestros políticos tampoco dé re^
sultado. Aquel conflicto acaso ya no pueda resolverse a tiros. Los
huelguistas se disponen a emigrar a los países beligerantes. Huyen de una paz mortal, sin pan y sin trabajo.
E
ESPAÑA
Nuaí. 51. —4.
LOS DOCE MEJORES LIBROS
ACE ya de esto algunos años.
Dos obreros de Barcelona leían, en un mismo ejemplar,
un libro de Historia Natural. El vulgo ilustrado no comprendería nunca la pasión con que aquellos dos hombi-es estudiaban.
Sentían por la Ciencia, apenas entrevista, una fixtraña devoción. Al aprender en el volumen que había substancias de color «opalino», este adjetivo nuevo les pareció tan bello que uno
de los dos lectores, albañil de oficio, al insc>il;ir a un hijo en el
Registro civil, le puso este mismo nombre: Opa'ino. El niño es
hoy un muchacho muy inteligente, con vocación de artista,.
Muchos se sonreirán leyendo este hecho. Confío, sin embargo,
en que habrá quienes, al sonreírse, no lo harán sin cierta emoción. '
A los dos entusiastas, pronto se juntó un tercei'o, liipgo un
cuarto... Pero se daban cuenta de que, por sí solos, no lograbui
instruirse como querían. Buscaron el concur.so de algún joven
intelectual. Y se propusieron
^"
fundar, entre todos, una sociedad de mutua cultura, paia
emancipar
internamente
al
pueblo.
El primer día se reunieron en
un local que les prestó la Asociación de los Coros de Clavé.
Uno de aquellos fundadores, el
de más edad, maestro carpintero, hizo por sus manos una mesa
de pino. Cuando ya se congregaron alrededor de esta mesa, tuvieron la sensación de que su
proyecto no era un sueño.
Así nació en Barcelona el
Ateneo Enciclopédico Popular.
Con más o menos acierto, con
más o menos eíicacia, ha realizado siempre una obra honrada
de educación. Siempre ha permanecido fiel, en el fondo, al
impulso puro que le dio la vida.
Por eso, ahora plantea una
cuestión, si no nueva, muy interesante. Hay muchos jóvenes,
obreros, estudiantes, dependientes de comercio, que con el mejor deseo, devoran atropelladamente cuantas obras caen en sus
manos. Los grandes pensadorio,
ios filósofos, los poetas inmortales, los reformadores de la so
ciedad, son ansiosamente buscados por miles y miles de lectores en esos tomos populares
de peseta y de cincuenta céntimos.
¿ Quién no ha visto con si mjDatía alguno de aquellos jóvenes revolviendo los libros de un
puesto de lance 1 Muchas ve(tes
ha tenido uno que dominarse
LUIS DE
para no decirle: Amigo mío
H
desconocido, ¡ yo hice tantas veces lo mismo que t ú ! También
compré este libro que ahora tomas, pero no pude sacar provecho
de él. ¡ Si, en cambio, llevaras ese otro!...
El At;neo Enciclopédico, de Barcelona, dirige a varias personas dedicadas al estudio y a las letras, esta consulta : j Cuáles'
son para esos jóvenes los diez o doce mejores libros ? ¿ Cuáles son
los que más podrían contribuir a llenar su vida interior y a poner los fundamentos de una cultura general humana?
Como la consulta me parece interesante, voy a contestarla, por
mi parte, piíbliraoiente, ¡jara estimular a otros a pensar sobre
el mismo t3ma. Y creo que los lectores de ESPAÑA agradecerían
al Ateneo EnciclojiédJci) que nos permitiera resumir en nuestra
i ( \ ' ' ! a los resúltades de «u enquéte.
lli'biá quien piense quizás que, por una esi^ecie de olfato
mental, cada uno escoge mejor que nadie sus propias lecturas.
No siempre es verdad. Con frecuencia influyen en la elección
el título y hasta las cubiertas.
S i r John Lubbock, que foiTnó
una lista de «cien libros buenos», dice que aquel criterio le
rccuei'da la recomendación de
no entrar en el agua antes de
jiaber ajorendido a nadar.
Pensemos con dolor del alma
en la mitad de los españoles
;u!i''h'S que no sabe leer. Pero
11' i'r< elvidemos de que la otra
mitid, en general, no sabe qué
Isp..
IJO.S doce libros que señalo no
s. n los que, en absoluto, me paivcen m"jnres. Una especie de
eettaxcn sobre el viérito de las
coras m-iestras sería de una
ij'esi>nei'''n estéril. Se trata sólo
de ind'car los libros más a pro])i')sito |).aT-a unos lectores determinados en un determinado mojr'e'nto do su vida.
El escrito más sublime nada
le dice a quien no está preparado para entenderlo. Cuando al
inea Atahualpa le presentaron,
eonio la palabra de Dios, un
ejemplar de la Biblia, lo apliC() a su oído, rechazándolo en seguida con un ademán de desdén ;il ver que el volumen permanecía mudo.
ZULUETA
Del mundo clásico, • acaso no
encentremos otro libro más cía-'
ío y más bello que la Odisea.
Fácil, grato, da una impresión
neble de aquella civilización
primitiva. Es el libro en que
ESPAÑA
NuM. 51.—5.
Herbart, el gran pedagogo, quiere basar la educación de la
juventud.
Pondría yo después las Vidas, de Plutarco. No hay lectura
más sana que la, de las biografías de los grandes hombres. Son
un ejemplo y un estímulo. Al grave y fuerte Plutarco se le sigue, además, con vivo interés. Nos familiariza con las inmortales figuras de la antigüedad clásica. Si, como pensaba Carlyle,
una biblioteca es la verdadera universidad democrática, las Vidas constituyen en ella las Humanidades del pueblo.
También incluiría a Marco Aurelio, emperador filósofo, el
más sereno, el más elevado, el más humano de los moralistas.
Su obra A sí mismo (Pensamientos), leída en la juventud, queda para toda la vida como una firme columna romana que lieTara en lo alto una hoguera resplandeciente.
Del mundo cristiano, recomendaría, en primer término, los
lüvangelios. Ni toda la Biblia ni siquiera todo el Nuevo Testamente me parecen adecuados para el fin concreto que nos proponemos ahora. Pero los cuatro Evangelios tienen, para el caso,
un valor insustituible, incomparable, único.
Hay que leerlos, en, este sentido, sin demasiadas preocupaciones eclesiásticas ni excesivos intentos de crítica científica históri'Ca Son la buena nueva para el espíritu.
Dice San Agustín, refiriéndose a las diversas interpretaciones que se daban a determinados pasajes de la Biblia: «Si alguien me pregunta cuál de esas opiniones creo que fué realmenl e la de Moisés, habré de responderle con franqueza, para ser
tan sincero como debo en estas confesiones, que no sé de ello
una palabra. Lo que sé bien, es que todos esos pareceres son verdaderos, excepto los de los hombres bajos y carnales, y aun los
•de éstos se asemejan a^„los de unos niños de quienes puede espejarse que'adelanten en el camino del conocimiento. (Confesiones,
libro X I I , capítulo 30.)
Después de esto, colocaría en la lista el Quijote, algunos de
los mejores dramas de Shakespeare, por ejemplo : Hamlet, Bigardo III, El rey Lear, Ótelo, Macheth... y el Guillervio Tell,
de Schiller, en el que palpita un espíritu social, moderno, que
310 está igualmente expresado en las tragedias shakespirianas.
Luego, citaría tres libros, obras admirables, originales, poderosas, que inician una nueva época y constituyen el punto de
partida de todo el pensamiento contemporáneo en los tres campos
•quizás hoy más cultivados de la actividad humana : El Umilio,
de Rousseau, para la educacióji; El capital, de Carlos Marx,
p a r a el problema obrero, y Del oriíjen de las especies, de Darwin, para el estudio de la Naturaleza.
Añadiría, a continuación, Los primeros, principios, de Spencer, obra de conjunto y dé una gran claridad.
Y completaría esta biblioteca de obras fundamentades con la
novela de Tolstoy, Eesurrección, que cerraría perfectamente la
serie .abierta por la Odisea. Son dos libros bien distintos. Este es
clásico, visión luminosa de mares y de verdes costas : aquel es
romántico, cristianó, bañado en la claridad de la vida interior.
He
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
aquí, pues la lista :
La Odisea.
Plutarco, VidMS.
Marco Aurelio, Pensamientos
Los Evangelios.
Cervantes, Don Quijote.
Shakespeare, Di-amas.
Schiller, Guillermo Tell.
Rousseau, Emilio.
Marx, El capital.
Darwin, Del origen de las especies.
Spencer, Los primeros principios.
Tolstoy, Besurrección.
Pienso que, si no los mejores, son doce libros excelentes, cada
uno de los cuales abre un horizonte. Pueden ser leídos, sin especial estudio ni dificultades invencibles, por aquella juventud
entusiasta, sedienta de saber. La lista no está hecha para uso de
esos señoritos y señoritas de los que decía Channing que se figuran que la inteligencia les ha sido dada para divertirse. Leen
para pasar el rato, como hacen sus visitas.
Cuenta Sir John Herschell que un herrero de aldea, sentado
sobi-e el yunque, en las siestas del verano, leía un ejemplar de
Pamela ante un auditorio numeroso de gentes buenas y sencillas. La novela no es corta. Al llegar al desenlace, cuando Pamela, al fin, se une con su novio, el auditorio comenzó a lanzar
¡hurras! frenéticos y buscando las llaves de la iglesia hizo repicar las campanas.
¡ Ah! Esas campanas celebraban la conquista más grande de
l.i Historia : el libro en las manos de todos.
Los tiempos son ahora de prueba para la cultura y para los
sentimientos humanos. No importa. La guerra es una razón
más para ocuparnos en pensamientos como esos que suscita, con
su CDusulla, el Ateneo Enciclopédico de Barcelona.
i Que pronto los herreros de todos los países, puedan volver a
sus yunques y a sus libros! Y no faltará, de cierto, en los viejos
cañones bronce con que fundir las campanas que hayan de anunciar al mundo las alegrías de la paz.
LUIS DE ZULÜETA
LA GUERRA ANECDÓTICA
1. Muñeco y perro hechos a mano por los marUieros del
«Iroii Duke» y piemiados en un concurso de Sonth -End.—
2. lil reverendo Percival Meckenzie, que ha convenido en
fábrica de armas su casa rectoral.—3.—El suizo de la
iglesia de Zendscoste, de gran inifornie.
ESP'AÑA
NuM. 5 1 . — 6 .
UNA<$~NOTA<S
DE
ANDAFty-VER
VAGA OPINIÓN
SOBRE ASTURIAS
III (1)
EL OTRO PAISAJE
STA capacidad que la tierra asturiana posee de mantener a!
E
hombre en la campiña ha influido hondamente en el alma
del pueblo que la habita. El florecimiento económico va erigiendo urbes deliciosas, sobre todo el haz del principado; hay
en él ciudades viejas y proceres—como Oviedo y Gijón—que
prolongan una brillante tradición de cultura refinada. Y, sin
embargo, yo encuentro más o menos oculto en todos los asturianos un fondo rural que perdura. Bajo los modales de la
ciudad continúan latiendo corazones aldeanos.
Me interesaría no poco averiguar si al leer esto algún lector
asturiano frunce el ceño. Porque esto demostraría la enorme
diversidad de maneras de pensar que Dios ha puesto sobre la
Tierra. Acaso existan asturianos que quisieran ver a Asturias,
convertida de punta a punta, en un París cantábrico. En cambio, sobre todo un manojo de mis esperanzas españolas yo tengo prendida esta etiqueta: ruralismo asturiano.
La tesis, llamémoslo así, no es fácil de explicar en pocas palabras. Porque hacen falta muchas no he hallado nunca buena
ocasión de exponer este pensamiento por medio de la pluma (2). Ignoro cuándo podré hacerlo, pero se trata, en resumen, de que yo no creo en otro camino para llegar a la prosperidad de España que el que pasa por el campo. La ciudad
contemporánea es una forma económica e ideológica, creada
por el capitalismo del siglo xix. Las razas que acertaron a producir, cuando era su tiempo, ese tipo de ciudad, adquirieron
la supremacía. Nadie puede dudar que si nosotros hubiéramos
tenido la virtud de hacerlo, habría sido lo mejor. Pero lo mejor es enemigo de lo bueno. No hemos sabido, no hemos podido organizar el cuerpo de España según el sistema de la
ciudad nueva. Violentando los modos íntimos de nuestro pensamiento y nuestra economía, hemos creado unas cuantas ficciones de urbes octocentistas, como islas de modernidad rodeadas de desierto por todas partes. Al espíritu de esas ciudades,
que eran la excepción, hemos entregado el gobierno moral y
material de España. De un lado unas cuantas calles con tranvías eléctricos y unos cuantos miles de ciudadanos que en ellos
van y vienen. De otro las leguas de campiña y los millones de
españoles que aran su vega, escardan su huerta y empujan su
ganado en la dehesa. Y para aquel poco están preparados todos
los instrumentos de socialización: códigos, parlamento, prensa,
escuela... Y para esta inmensidad española, para el campo, para
los hombres del campo, para los pensamientos y los nervios
del campo, nada. Semejante desequilibrio es fatal.
(1> Véase los números 11 y 18 de Noviembre y 6 de Enero.
(2) En conversaciones privadas lo he hecho frecuentemente y a ello alude
Juan G'ilxé en su libro Idea de España, que rebosa patriótica curiosidad.
Y no es que vaya yo ahora a cantar una vez más la melopea
del pobre labriego desamparado. No se trata de compadecer al
labriego, sino todo lo contrario. Se trata de explotarlo socialmente, nacionalmente, humanamente. Un pueblo es una suma
de deseos, de intereses, de pasiones y de inteligencias. Cuantomayor sea la muchedumbre de conciencias vivas que actúen
por intercambio, en foima de solidaridad o en forma de lucha,,
dentro de una unidad social, más fuertes serán las potencias de
ésta. Pues bien, cuatro quintas partes de los españoles no contribuyen a la síntesis nacional. Poco me importa que sus votosno lleguen al Parlamento, pero me importa sobremanera que
su sentir y su pensar se evaporen vanamente sin llegar a articularse en sentir y pensar nacionales. Yo, que soy profesor de
la Universidad, necesito de la colaboración de los pensamientos aldeanos, mucho más que ellos de los míos; merced a la
ausencia espiritual de esos cuatro quintos de España es nuestravida una inepta ficción y, por grandes que fueran mis esfuerzos, sé muy bien que las cuatro quintas partes de mis ideasestán condenadas a ser puro artificio.
Nuestro primer problema en orden de urgencia debiera titularse así: «realización de la vida española». A un siglo xx ficticio prefiramos un siglo xvni real. Para ello yo no veo otro remedio que una transitoria inversión de la influencias actuales:
corregir a Madrid con las capitales de provincia y las capitales
de provincia con las aldeas (1). El tema es, creo yo, inagotable. En su exposición adecuada
convendría poner también de manifiesto los peligros que trae
consigo el ruralismo. Más adelante haré referencia a alguno de
ellos. Pero ahora sólo me tocaba señalar desde lejos esta opinión, tiempo hace en mí formada, para que se comprenda el
sincero entusiasmo con que me pareció hallar en Asturias una
raza de hombres capaces de intervenir en la vida contemporánea sin perder la solidaridad de espíritu con el campo nativo.
«Este vuelve tan vaquero como se fué»—oía yo decir en un
colmado de Pravia a cierto comensal mientras designaba a un.
mozancón cuadrado y recio, de jocundo semblante pueril y^
según las trazas, recién desembarcado de América (2).
Esos hombres que vuelven tan vaqueros, en el fondo, como
el día que partieron, son los que están haciendo de Asturias
—sin retórica, sin tópicos sonoros, sin gesticulaciones, sin vanidades—, un pueblo apto para realizar con vigor y plenitud
en el ambiente aldeano de España aquel mínimum de modernidad que es imprescindible para flotar sobre la corriente de
los tiempos.
¡El valle, el valle húmedo y hento, con sus castaños densos
en las laderas y sus vacas rubias que mugen en el prado, con
su hórreo peraltado sobre cuatro espigones y la casina pintada
de añil y sangre de toro... Y junto a ella —no en la ciudad
junto al Gobierno civil—, la villa espléndida del emigrante que
un día se fué y otro volvió, lo mismo que en los cuentos.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET
,1) No prescindir de esta última y decisiva Instancia es lo que nos separa a
los verdadeíos regionalistas de la doctrina «catalanista». Yo voy temiendoque los «catalanistas» hagan de Barcelona no más que un Madrid protestatario y fantasmagórico.
(2) Véase el cuento de Clarín titulado «Borona».
ESPAÑA
NuM. 5 1 . — 7.
LAS FUTURAS CORTES
Por PABLO IGLESIAS
de hccho la vida
TERMINADA
de las actuales Cortes, no
¿Qué labor deberían acometer inmediatamente que se reupasará mucho tiempo sin que
nieran las futuras Cortes? Aunde derecho dejen de existir y
que hay muchas cuestiones de
sean convocadas las que han de
grande interés, a todas ellas se
sucederías.
impone por su urgencia la ecoCorta labor, y nada buena,
nómica en sus diversos aspec•realizaron aquéllas; ¿será mejor
tos y principalmente en lo que
la que efecti'ien las que funciose refiere al abaratamiento de
narán dentro de algunos meses?
las subsistencias y a la crisis de
Las circunstancias p o r q u e
trabajo, relacionada ésta con el
atraviesa el país, agravándose
desarrollo de la producción.
•cada vez más, inclinan a creer
Ni la cuestión de la enseñan•que sí; ios antecedentes de nuesza, ni la reorganización del
tros gobernantes, los pequeños
ejército, ni ninguna otra, puemóviles en que generalmente se
den reclamar razonablemente
inspiran y lo equivocadamente
la prioridad sobre aquélla.
•que suelen apreciar ia realidad,
Lo primero para un pueblo
ponen la d u d a en n u e s t r o
es vivir, y no vive si los precios
ánimo.
»'
de los artículos alimenticios es¿Habrá diferencias importantán por las nubes y los salarios
tes entre las Cortes ya muertas
de los que trabajan son cortísiy las que han de sustituirlas?
mos; no vive si muchos, muchíCreemos que no. Su composisimos de sus hijos no cuentan
ción, por fuerzas políticas, será
con la ocupación regular que
aproximadamente la siguiente:
les permita obtener los recursos
Los liberales o ministeriales
con que poder alimentarse y
-<partidarios de Romanones y
alimentar a los suyos; no vive
partidarios de Qircía Prieto)
tampoco si en vísperas de una
•constituirán una mayoría capaz
situación internacional en que
de hacer frente a todos los dela escasez de brazos para el tramás grupos de la Cámara, mabajo va a sentirse en grado exyoría que se verá robustecida
traordinario, no procura retener
PABLO IGLl'SIAS
muchas veces por los votos de
en su propio suelo, mediante la
ilos reformistas.
creación o el fomento de obras
de toda naturaleza, los brazos y
Los datistas o conservadores
Al artículo d¿ Pablo Iglesias, que aparece en esta
los capitales que en él hay.
idóneos compondrán la minopágina, seguirán otros de nuestros principales homd a más importante, aunque no
Ante esta suprema necesidad
bres políticos, a quienes se ha dirigido 'España^
tanto como lo era en la feneciante
esta urgentísima demanda
en solicitud de ojinión acerca de la labor más ur•da Cámara la formada por los
nacional,
y lo que con ella digente que, a su juicio, están llamadas a realizar ¡as
•dos grupos liberales.
rectamente
se relacione, todo lo
próximas Cortes.
demás debe ser relegado a seLos mauristas serán más que
gundo término.
ahora, si bien su número no se
¿Lo entenderán así las futuras Cortes? Pues se colocarán a
elevará mucho, a no ser que el Gobierno, procediendo torpela altura de las circunstancias y se pondrán en camino de hacer
mente, les eche una mano.
Los reformistas también tendrán un pequeño aumento, que obra fructífera para la nación. ¿Siguen rumbos opuestos, se ense lo proporcionará no su propaganda ni su influencia en el golfan en cuestiones de mucho menor interés y aun en asuntos
menudos que sólo importan a unos cuantos individuos? Pues
país, sino sus buenas relaciones con el partido liberal.
entonces
despertarán contra ellas la odiosidad del pueblo y
Los elementos propiamente de la izquierda (conjunción reacaso
logren
que de esa odiosidad salgan protestas ruidosas y
publicanosocialista y otros grupos republicanos) contarán con
manifestaciones
violentas, rayanas en movimientos revolucioigual número de diputados que hoy, de no haberse fijado el
narios.
país en la declaración de quiebra hecha recientemente en las
Cortes por los monárquicos con motivo de la discusión de las
Aunque vivimos en un período excepcional, preñado de direformas militares. Si el país se ha hecho cargo de declaración ficultades, si las futuras cortes quisieran trabajar bien, si se sinían grave, la cifra de los diputados de la izquierda será mayor tieran inspiradas .por anhelos verdaderamente patrióticos, por
que la de ahora.
afanes de calmar al país los dolores que experimenta y de proy los carlistas, integristas y de defensa social no experimen- curar su restablecimiento, podrían hacerlo.
tarán en el número que hoy tienen alteración sensible.
Ansiosos todos los ciudadanos de llegar ahí, contados serían
NuM.
ESPAÑA
51.—8.
los que pusieran dificultades a tan laudable y provechosa labor.
Sólo los grandes parásitos que viven a costa de la nación, intentarían creárselas; pero sus esfuerzos serían anulados por la
acción arrolladora que contra ellos emplearía la casi totalidad
del pueblo español.
Si el partido liberal llevase a las futuras Cortes el firme propósito de servir con celo al interés general, estaría libre de que
en ellas surgieran conflictos o dificultades graves que pusieran
en peligro la vida del actual Gobierno o de algún otro que saliera de dicho partido.
De no tener esos ánimos, de vivir como han vivido casi todos nuestros Gobiernos, desinteresándose de lo que más conviene al pueblo español, surgirán en la mayoría las disidencias
fomentadas por las ambiciones personales, y la minoría más
fuerte, la de los conservadores idóneos, no sólo procurará avivarlas, sino que trabajará cuanto pueda para tomar el desquite
del golpe que contra ellos asestaron poco ha los liberales.
Y en este caso, o el partido liberal caerá pronto del Poder,
experimentando grave quebranto, o sólo continuará en él uno
de sus grupos, pero teniendo las Cortes cerradas.
Algo podría cambiar esta situación el que se vieran señales
—cosa para nosotros muy dudosa—de que la brújula política,
mejor dicho, las inclinaciones de la Corona, apuntasen al maurismo. Si eso ocurriera, la corriente de opinión implacablemente adversa al hombre de IQOQ, imposibilitaría la exaltación
de éste al Poder y contribuiría, por tanto, a la continuación en
él de los liberales.
De todos modos, si éstos siguen los rumbos de otras veces,
sobre hacer poco duradera su estancia en el Gobierno, podrían
dar motivo a que se produjera un movimiento insurreccional
que librase a España de los grandes males que la ha infligido
el régimen político imperante.
PABLO IGLESIAS
DE LA POLÍTICA
LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUDUAXDO el Sr. Burell, poco hace, derogó el decreto del Sr. Bergamín con un ademán demasiado sobrio, temimos que el
actual ministro de Instrucción pública no se hubiese hecho cargo de la importancia que tenía. Pero ahora tenemos que rectificar. El último decreto del Sr. Burell suprimiendo al fin y al cabo
ese resto de uso cuartelero que en la Universidad quedaba—laobligación de asistir a las clases—es una buena iniciación de
campaña ministerial. Claro es que estaban los tiempos más quemaduros para ello y que el problema es tan sencillo que de todos
los que gravitan sobre la Pedagogía nacional es el que suponí
menos quebraderos de cabeza. Mas no escatimemos el aplauso'
cuando algo bueno pasa delante de nosotros. El Sr. Burell ha suprimido la forzada asistencia a las aulas con tal valentía y decisión que del texto del decreto casi se desprende el derecho por
parte de los alumnos de llevar a la cárcel al catedrático que pretenda imponerles la audición. Y esto nos parece maravillosamente bien.
C
¿ Podremos decir lo mismo de lo que el ministro haga mañanay pasado ? La verdad, la verdad ; con el Sr. Burell tenemos siempre el alma en vilo.
UN MINISTRO POPULAR
AS recientes disposiciones del Sr. Urzáiz con respecto a importación y exportación de artículos alimenticios han suscitado protestas y aplausos. Comenzaron protestando los arroceros de Valencia ; y mal hicieron porque inmediatamente se pusieron en frente los obreros de aquella población. Otros productores y traficantes perjudicados también j^or las medidas del ministro se han puesto a clamar contra ellas, pero tampoco han
conseguido sino fomentar el movimiento popular de simpatía.
hacia el Sr. Urzáiz. Con todo lo cual el Sr. LTrzáiz está comprobando que no le faltará el apoyo de la opinión si persiste en su
saludable intención de evitar se esjDecule con las subsistencias.
Sin embargo, ya dijimos, y ahora repetimos, que las medidas
arancelarias adoptadas por el Sr. Urzáiz eran un poco extrañas.
Los nuevos derechos dé exportación, considerados como renta,
. EEVOLUCIONES EN CHINA nadie puede aceptarlos en cuanto a los productos indispensables
para el consumo nacional. Sólo pueden ser aceptados en cuanto
iCE unas cuantas semanas que, tranquilamente, por mandaobstáculos que impidan la exportación, que eviten sean regulato electoral de las provincias, fué proclamado Emperador
' en China, contra su propia voluntad, el Presidente de la Repú- dos los precios interiores por los altos precios de los países beliblica, Yuan Shih-Kai. Pero el general Tsaiao, uno de los jefes gerantes. El Sr. Urzáiz ha declarado que irá aumentando los
revolucionarios que cooperaron a la instauración de la Repú- derechos a medida que vayan saliendo los productos. Pero eso
blica, se ha levantado en armas contra la nueva Monarquía, pro- es poner el carro delante del caballo. Por ese procedimiento el
Tesoro alcanzaría su provecho, pero el pueblo se quedaría' sin
clamando la independencia de la provincia de Yunnan, de la
cual es gobernador militar. Antes de la proclamación telegrafió alimentos. ¿ No era más sencillo y seguro prohibir neta y llanael general al Gobierno de Pékin pidiendo fuese restaurada la mente ciertas exportaciones, como antes se hacía ? No podemos
República y ejecutados los culpables del cambio de régimen. El negar la buena y simpática intención del señor ministro, y desde luego puede afirmarse que en sus colisiones con arroceros y
Gobierno respondió enviando dos divisiones de tropas a Yunnan.
Se supone que las demás provincias no responderán al llama- • otros negociantes merece el apoyo del pueblo. Pero con que la
miento del general republicano y que ya tiene China monarquía intención sea buena no basta ; en cuestiones religiosas puede ser
que baste, pero en política, no.
parar una temporada.
'
¿ Y el azúcar 1 insistimos j y el azúcar ? Hay una opinión considerable en España que se está ya impacientando. La Cámara,
de Comercio ha reclamado ; los gremios han reclamado ; la genESPAÑA seguirá publicando sucesivameníe las ente está maliciando y cree que adrede no se toman medidas contrevistas que su redactor-corresponsal en París celebra,
tra el inaudito abuso de los azucareros. E l Sr. Urzáiz respondeque el asunto está en estudio. En Francia, donde hay guerra,
por encargo especial, con las personalidades más sael
Gobierno acaba de amenazar con sacar al mercado un consilientes de la vecina República. Tenemos en cartera las
derable stock que tiene en reserva si no baja el precio a 75 frande los señores Baudrillarl, Briand, Rodin, etc. Análocos los cien kilos. En España, donde no hay guerra y se producegas entrevistas nos proponemos celebrar en diverazúcar de sobra, lo tenemos a 115 pesetas los cien kilos. Esperamos que el Sr. Urzáiz termine pronto el estudio.
sos países con los más significados personajes de
¿MONARQUÍA O REPÚBLICA?
H
todos ellos, correspondiendo
asi al interés con que
nuestro público ha acogido esta iniciativa.
L
ESPAÑA
NUM.
5Í-—9-
ÉIIiaEE^ECmiIIKZaiHSSHl
II
UNA CIUDAD LEVANTINA
hay una pequeña ciudad blanca colocada sobre una colina
orillas del Mediterráneo y en el fondo de una ensenada,
y rodeada por una sierra que forma un gran anfiteatro de montes desnudos y pedregosos.
Esta ciudad, Ondara, nombre que unos consideran de origen
griego y otros de origen ibérico, se repliega en la falda de un
cerro, que es un promontorio destacado de la sierra y que penetra en el mar.
.,
Este promontorio, llamado por los romanos. Promontorio Ondaroe, tiene un viejo castillo en la cumbre y debió ser en otro
tiempo una Acrópolis donde se encerraban las tropas y los caudillos a la llegada, del enemigo y se guardaban los dioses lares de
la ciudad.
La gran sierra en ^anfiteatro de Ondara formada por rocas,
9'Zules a las mañanas y moradas al anochecer, se levanta al acercarse al mar en un monte más alto que se llama el Monsant.
El Monsant cierra la ensenada de Ondara por el Norte. Hacia
•el interior tiene un picacho cónico y desnudo, gigante abrumado
*n la soledad, que debió ser en otro tiempo un volcán, con sus
aristas y surcos por donde corrió la lava. Hacia el mar avanza
formando un cabo, como una proa formidable rota por alguna
Convulsión ígnea en láminas negras, hendidas por rajaduras en
Cuyo fondo golpea el agua como un ariete.
El desmoronamiento del Monsant ha formado islotes, tritones
íiegros que se bañan entre los meandros blancos de las olas y de
las espumas."
Neptuno y Anfitrite parecen presidir estos locos desvarios
del mar.
La ensenada de Ondara limitada al Norte por el Monsant, terínina hacia el Srir en una punta baja y arenosa con ün faro.
Tiene esta ensenada dos playas grandes, abiertas, ennegrecidas
por las algas y un puerto natural al pie mismo de las casas.
Durante el primer tercio del siglo xix Ondara era todavía
pueblo de alguna importancia estratégica ; tenía un castillo y
Illa muralla.
El castillo había sufrido mucho durante la guerra de la Independencia, los cañones estaban desmontados, las casamatas destruidas ; por todas partes quedaban reliquias de una lucha violenta y tenaz.
La muralla general del pueblo, de poco valor defensivo, era
^3'] a, sin fosos ni obras exteriores, a trechos aspillerada y a trenos no, interrumpida por baluartes y torreones circulares con
sus correspondientes garitas.
Este muro moderno, blanco y de poca altura que rodeaba !a
luclad se unía a las murallas del castillo y tenía hacia el puer0 una explanada grande llamada la Glorieta, con un hornabeque
«on baterías.
•Habla además de la pared baja y moderna, que circunvalaba
Undara, restos de fortificaciones, antiguos lienzos de muralla
e color de ámbar dorados por el sol de los siglos. Uno de éstos
erraba un barranco abierto entre el castillo y el barrio de pes-
A
cadores. Este muro unos lo consideraban construido por los
etruscos, fundadores de la ciudad, otros por los romanos, y tenía
parte reedificada por los árabes.
La cortina de murallas de Ondara, levantada en distintas épocas, se unía trazando un 8 encerrando en sus dos círculos el castillo y la ciudad.
Se comprendía que antiguamente Ondara debió de ser fortaleza importante, casi inexpugnable ; del lado del mar tenía que ser
muy difícil su conquista y difícil también del lado de tierra guardando los pasos de su anfiteatro de montañas.
Todavía fuera de su recinto la ciudad presentaba vestigios
de defensa y a la entrada del puerto sobre unas rocas se levantaban dos torrecillas negras, una llamada el Fortín y la otra la
Torreta.
La ciudad de Ondara era muy vieja en sus ruinas y muy nueva en sus construcciones ; excepción hecha de la iglesia mayor y
de algunas oasuchas próximas a la muralla, lo demás estaba
construido hacía poco tiempo.
La iglesia mayor era de traza gótica aunque por fuera no lo
pareciese.
Esta iglesia se levantaba en el centro del pueblo en una plazoleta y tenía una torre cuadrada y una cúpula de azulejos verdes. Su fachada hallábase pintada de un color azul claro, ostentaba una portada barroca y una galería con remates en forma
de jarrones.
Por dentro la alta nave mostraba las nervaduras de sus columnas, y de sus ojivas pintadas de amarillo y en las claves tenía
escudos también coloreados.
En las capillas había grandes altares barrocos, resplandecientes y retorcidos y algunas tablas antiguas pintadas por maestros
imitadores de los flamencos.
Otra iglesia existía en Ondara hacia el puerto ; los arqueólogos no hubiesen encontrado en eUa belleza alguna, sin embargo,
pintada de azul y de rosa, tenía el aire de juventud y de frescura de una aldeana rozagante.
El caserío de Ondara tendido en la colina del castillo agrupado en torno de la iglesia, tenía un aire de inocencia, de beatitud,
parecía un rebaño blanco que rodease a su pastor. En casi todas las casas del pueblo había azoteas en donde se secaban al sol,
trapos de mil colores. A los pocos tejados del pueblo la humedad
del mar los llenaba de musgo verde y hacía brotar en ellos hierbales fuertes y frondosos.
Ondara no tenía nada de caprichoso ni de pintoresco. El centro lo formaban dos o tres calles bastante anchas, con comercios
importantes. Paseaban por ellas los señoritos desocupados, los
militares arrastrando el sable y los curas con su gran teja y las
manos a la espalda, recogiendo los manteos por detrás. A ciertas
horas cruzaban grupos de mocitas muy garbosas, muy limpius
y pizperetas que trabajan embalando naranjas.
De vez en cuando pasaba algún coche o una tartana de familia rica que vivía en una de estas calles y los jóvenes sabían inmediatamente si era Vicenteta o Doloretes o el padre o la madi-e
de una de éstas la que iba en el carruaje.
Fuera de las calles céntricas y comerciales, las demás eran rec-
ESPAÑA
NuM. 5 1 . — I o.
tas, bastante anchas y desiertas. Las casas bajas de grandes
puertas y rejas pintadas, de verde, se alineaban unas tras otras
con regularidad monótona.
Los transeúntes eran escasos.
Sólo por las mañanas se veían algunas viejas vestidas de negro, de ojos desconfiados y a veces con algo de barba, que sacaban una llave de debajo del manto, abrían un postigo y cerraban
después dando un gran portazo como manifestando íu desprecio
para el resto de los mortales.
El barrio de pescadores era lo más pintoresco de Ondara, allí
se veían calles estrechas y en cuesta, con casuchas pequeñas, chozas, barcas metidas en los corrales y una población marinera expresiva, exagerada y gesticulante. Los hombres trabajaban, hablando, gritando en su lengua mediterránea, las viejas ennegrecidas por el sol componían redes y velas y los chiquillos haraposos, con harapos rojos, amarillos, verdes, de los colores más vivos, correteaban con los pies descalzos.
Si Ondara no tenía nada extraordinario desde el punto de vista arqueológico, tenía una luz mágica que la doraba, la hermoseaba, la convertía a ciertas horas en una ascua de oro, en una
ciudad de fuego, y en otras le daba un aire de pueblo oriental,
de inmovilidad, de calma y de luz.
Como todas las ciudades del Mediterráneo nacidas del beso
suave de la tierra con el mar, Ondara tenía algo armónico por
encima del caos producido por la mezcla de muchas razas y de
diversas gentes.
Era ciudad provinciana y cosmopolita, campesina y pescadora.
Allí el ser más humilde, el pescador más mísero, tenía como
en todo el Mediterráneo, por, la misma limitación del mar interior, una idea del mundo. Allí cerca estaba el África con sus misterios, más lejos Grecia, Roma, Egipto, con sus ciudades opulentas de cielo incomparable y de suelo fecundo.
El habitante obscuro del Atlántico mira el mar como un final,
ilimitado ; el habitante obscuro del Mediterráneo, mira el mar
como un camino.
De aquí su superioridad colectiva, su sentido social.
P a r a un hombre venido de las costas del Atlántico, las orillas del mare nostrum guardan siempre una sorpresa, que a veces
toma aspecto de lección. Aquí en estas aguas azules del mar latino, que cantan eternamente en las costas, el hombre vive una
vida ligera y elástica ; aquí a veces parece superficial lo que en
otras partes parece profundo ; aquí la marea no amenaza constantemente al hombre como en el Océano, y la vida humana se
desarrolla en el contacto plácido de la tierra con el mar, de la
tierra que es la patria y la ciudad, del mar que por el remo o
por la vela se convierte en el camino del mundo...
A pesar de esto, la misma magia de la decoración, la misma
esplendidez del fondo, hace erí estos lugares que el hombre parezca de contornos más limitados, más acusados y quizás por esto
más pequeño
III
EL CASTILLO
t Castillo era un peñón árido que se destacaba de la sierra y
avanzaba hundiendo en el mar sus acantilados rojos y
amarillos.
Desde lejos apenas se advertía en él más que alguno que otro
lienzo de muralla de color de ceniza, la torre de señales y las baterías altas de su cumbre.
Desde el puerto aparecía imponente con sus murallas grandes
de piedra doradas por el sol, sus torres, sus baterías, sus fortines, sus garitas verdinegras, los traveses que iban trazando zig
zags por los glacis y los viejos cañones que miraban al mar.
La tierra rojiza que se veía entre muralla y mu.ralla tenia
rincones con almendros, que en primavera se llenaba con la nieve de sus flores, y taludes con viñas y hierbas salvajes esmaltadas
de colores amarillos y azules.
"Subiendo al Castillo y entrando en su recinto se veía que era
ya una ruina, un amontonamiento cgnfuso de murallas y de
construcciones griegas, romanas, visigodas, árabes y modernas.
Los militares consideraban la restauración de la fortaleza casi
inútil, y el Gobierno no tenía intenciones de artillarla.
E
El Castillo tenía tres puertas, la puerta de Tierra, que salía
cerca de la plaza de la Iglesia ; la de la Marina, que miraba al
muelle, y la del Socorro, que daba al camijo.
Esta puerta del Socorro, que salía extramuros, servía para
recibir refuerzos y auxilios del exterior en el caso de que la ciudad estuviese rebelada contra el Poder o se hallara ocupada por
el enemigo.
Entrando por la puerta de la Marina y pasando por un puente levadizo limitado por cadenas y flanqueado por dos garitas,
se atravesaba un arco a uno de cuyos lados había una puerta
que daba al cuerpo de guardia.
Allí en unos bancos solían estar los soldados sentados mientras que el oficial paseaba fuera de la puerta o fumaba tendido
en una mecedora.
Del arco de entrada partía una cuesta muy agria que pasaba
por debajo de un túnel de ocho o diez pasos de largo y al salir de
él desembocaba en un anchurón con casamatas, parque de municiones y almacén de pólvora.
Desde aquí el camino se bifurcaba ; uno iba por la izquierda
mirando a la sierra ; el otro por la derecha frente al mar. Los
dos se encontraban en una batería y daban la vuelta a la cindadela.
El camiito de la izquierda pasaba por encima del pueblo amenazándole con sus viejas torres rojizas con matacanes y sus baluartes del tiempo de Vauban ; luego iba la contra escarpa dando vista a la campiña limitada por el anfiteatro de montañas
que comenzaba en el Monsant y seguía por las otras alturas que
formaban la sierra.
El camino de la derecha presentaba puntos de vista admirables ; tenía al principio una batería enlosada : la batería de la
Marina encima mismo del puerto. •
Los cañones de esta batería eran de bronce verde con sus escudos y sus letreros y sus pesadas cureñas llenas de adornos. Era
aquel lugar uno de los más pintorescos del .Castillo. Por entre las
almenas se veía el mar. Había una garita de piedras vacilantes
colgada en el vacío con un agujero redondo en el suelo, por el
que se .divisaba el puerto a vista de pájaro.
Dejando la batería de la Marina el camino escalaba una cuesta, cori-ía por encima de los acantilados, pasaba por delante
de la Cueva del Pastor, que terminaba en el mar y llegaba a la
batería de las Damas. Aquí la vista se había alargado, ensanchado, enriquecido. Más arriba se hallaba la batería de San
Antonio, donde se encontraban los dos caminos que daban la
vuelta al monte y desde esta batería subía otro camino que escalaba lo más alto del promontorio, en donde había dos o tres pabellones, una torre grande y cuadrada : el Macho y una última
batería, la batería del Rey, sin muralla ni troneras, desde la
cual los cañones podían disparar en todas direcciones.
De lo alto de aquella altísima explanada se abarcaba el paisaje y el pueblo, excepto algunas rinconadas muy próximas al castilló.
Desde allí se dominaba como de ninguna otra parte, la sierra,
Ondara, el mar azul y las rocas del cabo de Monsant.
El pueblo, acurrucado debajo del castillo, tenía un aire soñoliento, centelleaban sus luceros de cristal, la cúpula de azulejos
de su iglesia, sus tejados verdosos y sus azoteas llenas de ropas
blancas. En los alrededores, al borde de las sendas, crecían las
grandes piteras entrecruzando sus láminas verdes cubiertas de
polvo.
Hacia la sierra el campo se mostraba ardoroso y requemado,
tenía tn las partes bajas algunos pequeños huertos de hortalizas
regados por acequias y otros más grandes de naranjos, en cuyo
follaje obscuro brillaban en invierno las constelaciones de sus
frutos dorados. En los repechos y faldas de la sierra se respaldaban alquerías rodeadas de bosquecillos, de olivos y de almendros.
En las cumbres los montes aparecían secos y pedregosos como formados por ceniza y piedra pómez, y los caminos blancos parecían
sembrados de yeso.
P í o BAROJA
{Continuará en el próximo número.)
ESPAÑA
NuM.
51.—II.
<Sos personajes de Francia hablan de Sspaña
lll.^^isita
a ^ . Buis '-Barlhou, expresidente del Consejo.
UN ARAGONÉS DE FRANCIA
N la mansión de D. Luis Barthou hay dos saloncitos gemelos,
separados por un ancho vano, y el espíritu del visitante
•que ellí se encuentra, salta jugueteando de uno al otro compartimento. Todo está allí dispuesto sutilmente para la bagatela. En
una rinconada, una mesa sin esquinas y coquetona, con sayas y
sombrero—la pantalla de la lámpara—se hace cortejar, a la redonda, por varios sillones enanos, de brazos y espaldas repletos. En otro lado, las sillas parecen damiselas bailando un minué. Si se me permite semejante
humanización del mobiliario,
diré que en ese sarao de muebles
310 falta la bufonada de un tahurete. Jarrones, flores, telas,
todo puebla más que decora la
íntima amabilidad de los dos
-saloncitos gemelos. A./, igual de
los cuadros de Patinir, que son
•una sucesión de escenas, estas
habitaciones de D. Luis Barthou pueden ser, a un mismo
tiempo, lugar de escenas diversas.: son el ámbito amable de la
•volubilidad. Me detengo en estos detalles porque el arte del
mobiliario es el menos permanente y el más característico.
En toda habitación aparece hecho en huellas el retrato del habitante ; a condición, natural,
de que el habitante pueda hacerse su habitación y, además,
de que tenga carácter para impregnarla. Ambas condiciones
no le faltan, felizmente, a don
Luis Barthou. P a r a completar
l a huella de su personalidad en
los dos saloncitos donde espero,
paseando, el momento de verle,
se fija mi atención en una puertecilla abierta y que deja ver en
DON LUIS
el fondo de otro cuarto una librería, al parecer, de libros esmerados. El dueño de la casa tiene fama de bibliófilo.
D. Luis Barthou es un político bearnés, de la tierra de Enrique IV. El Rey de Francia Enrique IV tiene cierto parecido
'Con nuestro Rey aragonés Fernando el Católico. El Bcarn está
•separado de Aragón por los Bajos Pirineos. Los reyes son n:ás de
familia que de países ; por lo tanto, en ellos no importa saber
de dónde son para conocer su carácter. Pero es el caso que lo
mismo Enrique IV de Francia que antes Fernando V de España encarnaron el carácter de secretarios de despacho, es decir,
de políticos de sus respectivos tiempos.
F.ernando V y Maquiavelo fueron contemporáneos, y, recuerdo haber oído, me parece que a Ortega y Gasset, una observación
histórica muy justa y es que el maquiavelismo fué la" política
que sacaron de Maquiavelo los políticos aragoneses. Polític x
más de perspicacia que de ideas.
D. Luis Barthou es un político bearnés que quiere horadar los
Pirineos. Está orgulloso de su amor a España, y raro es el dis-
E
curso en que no hace una cita española. Es moreno y vivo, color
y calidad que para los franceses son constitutivos de los españoles. Y su perspicacia política ha sido un acierto : recuérdese
que es el autor de la famosa «ley de tres años». Para el público
francés esta ley es como un mito. Y efectivamente, la ley que
au'.nentaba a tres años el servicio militar, más que aumentar
los armamentos y los primeros efectivos era, cuando la guerra
aun no estaba encima, el signo de una previsora política de
unión francesa y de defensa nacional.
D. Luis Barthou veía claro
en el mapa político de Europa,
y su perspicacia ha sido tan audaz que aparece como voluntad
férrea en la ruda campaña que
sostuvo para sacar adelante la
-•ley de tres años». De actualidad está ahora esa campaña y
no olvidadas las que vinieron
después : lucha de políticos franceses, antes de la guerra. Y para
que se vea si la lucha política
en Francia no es farsa sino
dura y sincera, obsérvese que
D. Luis Barthou, el político de
la «ley de tres años», esto es,
del corazón de una política de
defensa nacional, ha tenido que
quedarse fuera del Gobierno de
defensa nacional que hay actualmente en Francia.
Llegada la ocasión para la
que D. Luis Barthou fortalecía
el brazo de su patria, la muerte
j ugando a los dados, con obuses y
balas, sobre el tapiz de la guerra, le ha dejado sin su únicc
hijo...
DE C A S T E L A R
•
A DON ALFONSO
ABEÁ usted que yo soy bearnés—dice con simpático orBARTHOU
gullo D. Luis Barthou.—El distrito que represento en las Cortes hace frontera con la provincia española de Huesca. Soy uno
de los que han puesto más empeño en ese ferrocarril de Canfran'V,
nueva arteria del cuerpo hispano-francés. Hace ya años que estuve por primera vez en España ; era yo mozo y recuerdo la impresión que me produjo el gran tribuno Castelar, a quien eonocí. Yo no he visitado Toledo como un turista cualquiera ; Castelar fué mi nrernne. Nunca lo olvidaré ; con la memoria aun me
vibran los oídos. A la catedral, tan ancha, tan amplia, la llenaba con su elocuencia el gran tribuno. Actualmente, tengú amist.id con otro político español: el conde de Romanones. Eramos
lo3 dos presidentes del Consejo, respectivamente de España y
Francia, cuando el viaje de Don Alfonso a París. Vivimos, por
lo tanto, algunos días en intimidad. Me pareció el Conde persona de espíritu muy abierto. La misma impresión liberal me ha
producido el Rey Don Alfonso. Siendo yo jefe de Gobierno, ful
a San Sebastián a inaugurar unas escuelas francesas. Me hicieron un entusiasta recibimiento; hubo manifestaciones... Allí es
donde tuve os-i.'ii'in de hablar a solas, largo rato, con el Rey de
S
NUM. 51.
12
ESPAÑA.
España. Le diré a usted sinceramente la idea que me ha quedado
de él. Es un espíritu juvenil y amplio, poseído de una extensa,
de una simpática curiosidad; ante nada se detiene, nada le
asusta, todo quiere saberlo... Me honró haciéndome un sinfín
da preguntas sobre las más diversas y atrevidas materias...
D. Luis Barthou toma reposo en una pausa. Estamos en su
despacho ; él sentado a su mesa y con muchos libros al alcance de
la mano. Repárece que D. Luis Barthou tiene de España una
idea contraria de la que nosotros suponemos que tienen los franceses. A él no se le presenta España, en las personas que ha conocido, luego veremos en las cosas, no se le presenta la España negi-a, tétrica, inquisitorial... Ve una España liberal y
abierta, de Castelar a Don Alfonso, pasando por Romanones.
GRANADA, LA BELLA
I de las personas pasamos a las cosas—continúa D. Luis Barthou,—lo que rae ha hecho más impresión de España y del
mundo, como ciudades, es Granada. Mire usted, si ahora nos dijesen a mi mujer y a mí que teníamos que salir de viaje ahora
mismo y nos preguntasen que adonde quisiéramos ir, nuestra
respuesta, alegremente, sería : a Granada. En Sevilla hay que
vivir más tiempo, hay que conocerla más, para saborear lo que
S3 espera de ella. Pero nada iguala a la ciudad del Dari'o. Es
€l lugar que construido por nuestra fantasía lo vemos representado en la realidad. La ciudad, con todos sus rincones, parece
que viene solícita a ,dar abrigo a nuestra imaginación, a dar razón a nuestro sueño, a que nuestra fantasía sea justificada...
D. Luis Barthou cita lugares de Granada y habla algunas frases en castellano (por cierto, mejor de lo que él piensa). Yo dedico este culto granadino, de una personalidad como la de don
Luis Barhou, a nuestro Ganivet, el autor de Granada, la helio.
ARTE ESPAÑOL
ERO la joya de España—dice D. Luis, el bearnés—está en
Madrid y es el Museo del Prado. Mis preferencias artísticas en pintura, van a los pintores españoles y a los holandeses.
Velázquez y Rembrandt son jjara mí lo supremo. Claro que en
arte estas preferencias no son juicios ci'íticos ; ¿qué se va a decir contra el Ticiano o contra el Veronés? Son los que mi mujer prefiere, los pintores italianos, y, sin embargo, cuando la
llevé al Museo del Prado y vio a Velázquez, quedó como venci-
da... En cuanto a los libros, aquí está una de las tres o cuatro.
más grandes obras de la humanidad...
Y D. Luis Barthou alarga la mano a una librería donde se
alinea en dos tomos una valiosa edición del Quijote.
YO SERIA NEUTRAL
LEGA el momento en que interrumpo las espontáneas manifestaciones del ex presidente del Consejo.
—¿ Podría usted decirme, Sr. Barthou, su opinión sobre la.
actitud adoptada por España ante la guerra ?
—Le diré a usted, francamente, que si yo fuera esijañol sería,
partidario de la neutralidad española, aunque fuese un español
que amase a Francia tanto como amo a España siendo francés^
No creo que pueda ser otra, en estos momentos, la política deEspaña. Cuando ha subido al Poder el conde de Romanones, en
prueba de mi amistad me he apresurado a felicitarle. He recibido una contestación llena de cortesía. Yo sospecho los sentimientos que respecto a los beligerantes abriga el conde. Pero sé:
que la política española seguirá guardando la neutralidad IOJ
mismo que hasta ahora. Si yo fuera el conde de Romanones haría, en ese punto, exactamente igual; porque claro es que la
neutralidad no excluye la simpatía ni la benevolencia. Dirémás : no sólo sí me coloco en el punto de vista español, aun como
francés me parece bien la neutralidad guardada por Espiaña.
Me isarece bien, pues obedece a imposiciones de la realidad. E s l^aña no se ha visto desplazada, no ha salido de su órbita, con:
la conmoción europea. ¿ No es ésta una seguridad para su vecina Francia ? ¿ No es quizá el mejor aiDoyo que a los franceses,
podía prestarnos'!
MARRUECOS;
L
qué opina usted, Sr. Barthou, de las futui'as relaciones,
franco-españolas ?
—Opino que pueden llegar a ser muy estrechas. Acaso surjan
todavía rozamientos y quisquillosidades en Marruecos. Todos
.los Tratados donde ha puesto su firma Alemania están invalidados. Mas las dificultades capaces de surgir entre España y
Francia son también capaces de resolverse en amistad y conveniencia de los dos países...
Y no ha dicho otra cosa el sutil político bearnés.
CORPUS BARGA
París y Diciembre.
Y
CONSEJOS DE HAMLET
A LOS CÓMICOS
Y, sobre todo, en este año 1916, no
expongáis mucho a Don Quijote, que
bastantes desventuras le esperan...
ESPAÑA
NuM. 51.—13,
ÉCOMENTARIO-^-^LA-GUEFlRA
E
L Órgano del E s t a d o M a y o r .ruso, llusskii Invalid, publicó el
23 de Diciembre u n a nota de carácter oficial en que se afirmaba que parecía que los auStro-alemanís h a b í a n t r a n s p o r t a d o
algunas de sus t r o p a s de Servia al frente de Galitzia y que era
probable que la g u e r r a se recrudeciera en dicha provincia austríaca.
E l d í a de Nochebuena por la t a r d e comenzaba el a t a q u e de los
moscovitas.
L a batalla final e n t a b l a d a por el grupo de ejércitos del ala izq u i e r d a r u s a m a n d a d a por Iwanoff se h a extendido, del Strypa, hacia el N o r t e y h a c i a la Bukovina y frcntcra de la Bci-'iiabia. Se pelea desde el Bajo Styr, donde los -cldados czarislaj,
adelantándose al Oeste de dicho río, en u n a región dificilítíiíjia,
p a n t a n o s a y a b u n d a n t e en m a t o r r a l e s y bosques, h a n c.ciq'.adí el
pueblo de K u k h o t s k a Volia, a Bojan, al siuli'slc de ('y,;i m w i í
c a p i t a l de la Bukovma.
L a táctica empleada por Iwanoff es la de los movimientos la
báscula, ú l t i m a evolución d^ aquella m a n i o b r a de Leuthcn, <• n
que m a r a v i l l a r a eh g r a n Federico a los r u t i n a r i o s generales (I'.M a r í a Teresa. Mackensen la empleó en Galii/.i 1, d m a n t e la pasada p r i m a v e r a , con éxito indiscutible.
Figurémonos que u n ejército es u n gigante de í u é í z a s híuciileas, que pretende forzar u n obstáculo a p a r e n t c m e n t o infranqueable. Ese t i t á n apoya uno de sus hombros en el obstáeiilo en
cuestión y e m p u j a furiosamente p r o c u r a n d o quebranlai',1. Cu,indo h a conseguido su propósito, se va u n poco m á s a r r ü í a y i m p u j a de nuevo con el otro hombro y de ese modo, siendo i'l más
fuerte en el p u n t o dado, logra romper la b a r r e r a que se opone a
Sus progresos.
Así procedió Mackensen en el D u n a j e i y el B r i a l a , en el S a u r ,
al N o r t e y - a l S u r de Przemysl, y, por ú l t i m o , en Kraswostaw,
entre el W i e p r z y el Bug, cuando el comienzo del a t a q u e al
t r i á n g u l o de P o l o n i a .
——
Claro que ese modo de combatir es m u y arriesgado, porque si
el enemigo se entera a t i e m p o de la debilidad defensiva del cencío y el a l a a d v e r s a r i a s que no acometen, pueden, por medio de
Un golpe r á p i d o , destruirlos y c a m b i a r en breves h o r a s el aspecto de la lucha. P e r o Mackensen sabía que los rusos no t e n í a n
municiones n i a r m a m e n t o p a r a sus reservas. E s t a b a seguro de
que su falange no sería a r r o l l a d a en u n momento crítico. Sin
embargo, sufrió serios fracasos parciales, como la d e r r o t a que
c a u s a r a Ivminoff en el Bajo S a n a l a r c h i d u q u e José F e r n a n d o ,
Como los verdaderos desastres e x p e r i m e n t a d o s por Linsingen- y
Pflanzer-Baltin en el Dniéster y el P r u t h y como la segunda
batalla de K r a s n i k , p e r d i d a por los desventurados austríacos,
«•ncallejonados desde el W i e p r z al V í s t u l a , a l S u d de Lublin. E l
so, ensangrentado., casi e x á n i m e , a u n se revolvía y asestaba mortales zarpazos.
E l ejército de P f l a n z e r - B a l t i n se extiende desde el curso medio
e S t r y p a a las r i b e r a s del P r u t h y g u a r d a u n a s líneas que míen 120 kilómetros. Ese ejército h a sido reforzado por las divi_ iones de Salwitz, v e t e r a n a s del Narew, del D a n u b i o y de los
oravas. Comienza su naneo izquierdo en B u r k a n o w , burgo gaziano, sobre el S t r y p a , en cuyas inmediaciones a c a b a n las u n i dades del caudillo b á v a r o Bothmer.
^
wanoff lanzó tres divisiones, con 200 piezas de a r t i l l e r í a , so-
fre f
^^'^^°^. ^^ Toporus, en Bukovina. C a d a división c u b r í a un
e de kilómetro y medio. Los rusos a t a c a r o n en formaciones
profundas, de diez y seis a diez y ocho filas. Los austríacos, p r o tegidos por sus a l a m b r a d a s y t r i n c h e r a s , resistieron catorce asaltos consecutivos.' E s el método alemán de los h u r a c a n e s de p r o yectiles seguidos de los a t a q u e s en m a s a , de los arietes de c a r n e
y acero que golpean sin t r e g u a sobre l a m u r a l l a enemiga, p a r cialmente a r r u i n a d a por el bombardeo previo.
Esos asaltos h a n sidrf íepctidos d i a r i a m e n t e poco a poco, los
ruF,03 h a n ido p e n e t r a n d o en las o)>ias fie ean e.ina defendidas
por la derecha de l M ! a n z e r - E ; ' í ' H : } • ' s a ,
ir,.pis del ejército de C.aüwitz. La:- a l l i n a s (• i .Nuile, iSejiiesle y Noroeste de
Cz'jinowilz fi;n y . sn;, •:•„ ^'•^< i • ' ''' MIOS a ittrercdor, los auslroaliie.nii • l:;ii a!;, ul,, : u e:;i:'in,i '• • iavd.í.del lado de B ' j a n .
r
0 C'Hí
LONDRE?. —1.5L0 INüI.lism H.M.iENDO COLA l'AR.\ ALISTARSE
E n , G a l i t ; : i u la, acción p i i n e i p a l se ( I s a i t o l l a entre Burk.anow
y Buczacz y algo m á s al S u r de esta a'iH iaia ciudad, por Baslowice. E l p a í s es ondulado y, según el di(;!]o de un crítico de Berlín, constituye por sus condiciones topográficas el p,avaíso de los
artilleros. De creer las noticias m á s recientes, u n a column,i
rusa h a ocupado Biskowince, interponiéndose de t a l m a n a r a ent r e Bothmer y Pflanzer-Baltin. Ambos caudillos, p a r a no p e r d e r
el contacto, deberán rehacer su línea a r e t a g u a r d i a de las p e r d i das posiciones.
E n W o l h y n i a , la p u g n a es t r e m e n d a en el m e a n d r o q a e form,a el S t y r en la p a r t e de su curso j a l o n a d o por lá c i u d a d de
Tchartorysk y el pueblo de Rafalowok.
Las columnas moscovitas iniciaron su ofensiva el 31 de D i ciembre desde la aldea de Kolodia, al Oeste de B,afalowok a
Tchartorysk. L a s colinas de la m a r g e n occidental del río fueron conquistadas, no obstante las diversiones tácticas e n s a y a d a s
por P u h a l l o en la región de Kolki, h a c i a Bercstiany. T c h a r t o rysk fué tomado, perdido y vuelto a t o m a r . I g n o r a m o s que h a
ocurrido luego.
H a habido acciones menores en otros pasajes. H a y que consid e r a r l a s como ataques de fijación. Boehm-Ermolli .está inm.ovilizado sobre el I w k a y B o t h m e r al Oese de Tarwopol.
El p r i m e r efecto de la ofensiva rusa, que n a d i e esperaba, h a
sido i m p e d i r provisionalmente la m a r c h a sobre Salónica y alent a r a los aliadófilos de R u m a n i a , m u y decaídos desde los sucesos
de Servia. Se t r a t a , en cierto modo, de u n a operación de o r d e n
político. No h a y mejor diplomático que el cañón, en ocasiones.
FABIÁN
VIDAL
ESPAÑA
NuM. 51.—14.
UN LIBRO VIEJO
CRÍTICA
PROFANA
Ricardo
León),
(Valle-Inclán,
por
drid, Imprenta
JULIO
«Azorín»,
CASARES.-—Ma-
Colonial, 1916.
VALLE-INCLAN
les i^oesías pueden reducirse totalmenICEN que este libro ha dado que hati a sus fuentes clásicas y bíblicas ; de
blar a la gente ; que los periódicos
un Corneille, en cuyo Cid hay tanto
se han apresurado a difundir la doctriliteralmente tomado de nuestro Guina en sus páginas contenida ; que en
llen de Castro. La originalidad evitorno a él se ha armado cierto rebullicio de pasiones o pasioncillas, j Cosa
RICARDO LEÓN
dente de estos escritores, como la eviíxtraña, cuando a diario vemos jjasar
dente originalidad de Valle-Inclán,
casi inadvertidas las obras más originales y valiosas ! Acaba uno hay que explicarla por caminos mucho más difíciles que aquede leer el libro y se queda pensando que quizá lo único que hay en llos por donde se ha logrado encontrar lo que en ellos no era ori«1 son estas condiciones de que se ha visto rodeada su aparición. ginal. Aquí no se trata ya del paciente pero sencillísimo procePorque de su lectura queda t a n sólo la impresión, evidente, se- dimiento de cotejar textos y frases; no se trata 'tampoco de recura, inconfundible, de que se trata de un libro típicamente contar palabras, giros, modos de expresión (trabajos ambos que,
viejo. No atrasado; sino viejo. Todo en él—ideas, procedimien- hechos con método, si de por sí no explican nada, son muy útitos, noticias, intenciones—está recogido del desecho del pensa- les para la verdadera crítica) ; aquí se trata de llegar a sentir
miento, de lo olvidado de puro sabido, de lo abandonado por in- primero, a comprender y explicar después, lo único que del eslitil, de lo cien veces arrinconado al. empuje de las ideas nuevas critor es importante, el valor estético de su creación.
j vivaces. Pero los muertos vuelven. Vuelve la crítica cominera,
. y sin haber llegado a esto, es decir, a la crítica estética, no
externa, superficial, que quiere oficiar de juez, después de un tiene sentido querer interpretar y juzgar los aspectos externos de
siglo que crea la filología y la historia como ciencias, sin que ha- la obra, los medios de expresión ; hay que limitarse a catalogaryan intentado ni logrado más que saber como son las cosas y no los y clasificarlos cuidadosa y metódicamente como hace el filólocerno deben ser. Vuelve la delación del plagio, de la reminiscen- go. Pero el Sr. Casares no profesa en esta obra ni de filólogo ni
cia, de la analogía, como algo criminoso, cuando durante un si- de estético, profesa—él mismo lo dice—de aficionado. De aficioglo la historia literaria no ha hecho apenas otra cos.a, y desde nado a las ideas viejas.
luego ninguna ha hecho mejor, que el estudio y la interpretaAsí, viene a engrosar las filas de los puristas ; y aunque las
ción de las fuentes ; no para darse el gusto de saber lo que los más de las páginas de su libro están dedicadas a debatir cuestiogrand'^s escritores hayan robado voluntaria o involuntariamente nes referentes a la pureza de la lengua, no hay en todas ellas una
•(que la misión de la ciencia no es precisamente policíaca), sino sola idea ni un solo dato apreciables que no fueran del dominio
para encajar al escritor en su marco histórico y ver pui'o y sin vulgar. Si tuviera tiempo y humor y el lector aguante, contaría
mezcla cuanto en él haya de original. Y nadie que no esté ciego
aquí las veces que se han señalado idénticos defectos gramaticadejará de ver ni de sentir la emoción nueva, profundamente oriles. Y, sin embargo, no crea el lector profano que se sabe tanto
ginal, de un Luis de León, por ejemplo, algunas de cuyas mejode estas cosas, que no se pueda decir nada nuevo de ellas. Las
D
NuM.
ESPAÑA
51.—15.
por un patriota que siente todos los dolores de su patria.—
gentes que se dedican a estos estudios, no como aficionados sino
L. SALMERÓN.
como especialistas, nos dicen a todas horas qué no se sabe casi
nada de historia de Ja lengua castellana; que la lengua de la
NRIQUE GrbNZÁLEZ MARTÍNEZ. — JARDINES DE F R A N C I A . - ^ M Ó mayoría de nuestros clásicos está sin estudiar ; que carecemos do ;
.xico, PornUí Hermanos.—Reúne ahora el Sr. González Marun diccionario de la lengua medieval, de la lengua clásica y de
tínez sus versiones de poetas franceses, uniendo a las que dio en
la lengua hablada ; que la gramática y el diccionario de la Academia son algo de lo que más vale no hablar ; que no hay mono- libros anteriores otras que andaban dispersas. No es una antolografías aceptables en que se estudien las relaciones mutuas de gía orgánica lo que se ha propuesto hacer, ni ese el aspecto en
nuestra lengua y las extranjeras. En una palabra, que casi todo que se' ha de considerar su libro. Pero es una bellísima colección
con méritos más que suficientes para ser leída y gustada. El verestá por decir ; y que la lengua tendría mucho que agradecer a
los puristas si el fervor que ponen en repartir palmetazos a dies- so de González Martínez distingüese entre los de sus compañeros
tro y siniesftro lo pusieran en aplicarse seriamente a llenar esos mexicanos por una compostura y nobleza constantes ya en la
elección de la palabra justa, ya en la rima nunca vulgar pero jagrandes vacíos que ofrece el conocimiento de la lengua castellana.
más ostentosa, ya en la mesura y suavidad del ritmo : condicioNo hay más que dos modos de servir y honrar a la lengua : en
primer lugar el de Cervantes o Luis de León antaño, el de Azorin nes todas que se echan de ver no sólo en sus obras propias sino en
o Valle-Inclán hogaño, o sea, escribir en ella páginas inmortales ; los trasuntos poéticos que forman el libro de que hablamos. De
aquí que luzcan más, cuando se las compara con los originales,
en segundo lugar, contribuir a su conocimiento científico.
por
lo aj ustado de la expresión, las que se refieren a poetas comí)
No es cosa de discutir con motivo de este libro cuestiones tan
viejas como esta del purismo. Confieso el terror intelectual de Henri de Regnier, por ejemplo, de temperamento análogo al del
traductor que aquellas otras en que su verso más seguro, parece
pensar en tener que habérmelas con ideas fantasmas. Yo escricomo que rectifica y apuntala el del original, más incierto y
biría, si pudiera, unas páginas de crítica comprensiva y exacta
sobre Azorin y Valle-Inclán, que con Unamuno y Baroja son los sinuoso en su idioma : así en las piezas que traduce de Francis
Jammes. Pero González Martínez, todo inteligencia, es en el admejores prosistas españoles del siglo xx. Pero esto no es tan
jetivar, escrupulosísimo, persuadido de que la gracia ornamenhacedero como llegar a la convicción de que el Sr. Casares en su
tal
del adjetivo es buena parte en la fisonomía de una composilibro tampoco ha logrado hacerlo.—FEDERICO DE ONÍS.
ción, y así los conserva como, en general, el metro y la estrofa
originales.—E. D-C.
L SOCIALISMO y EL CONFLICTO EUEOPEO.—Editorial Prometeo,
Valencia.—El nombre de Fabra Ribas apenas si es conocido
ARTÍN Luis GuzMÁN.—LA QUÉRELLA DE MÉXICO.—Madrid,.
entre nosotros. Emigrado de España por motivos políticos, pasó
Imprenta Clásica Española.—Un mexicano a quien los azamuchos años en el extranjer%-<donde adquirió popularidad y maduró una sólida cultura. La justicia española al lanzarle más res de la política han sacado de su país, trayéndole a España,
allá de la frontera creyéndole un hombre de peligro lo convirtió nos da, en este folleto, un agudo análisis de las causas que h a n
en un hombre de provecho. En la actualidad, no es otra cosa Fa- determinado en su país el actual estado de cosas, harto lamenbra Ribas. Hoy nos brinda un libro : El socialismo y el conflicto table : causas espirituales, principalmente; problemas que giran en torno de uno capital, del concepto de educación nacional,
europeo. No sabemos de otro libro de la- guerra, escrito por un
en
sentir del autor. Entre la pasividad del indio y la falta de
español, que pueda codearse con el presente. Blasco Ibáñez abre
el prólogo con estas frases: «He aquí un libro hermoso y justi- moralidad, mal encubierta por una suficiencia petulante, del
ciero que llega a su hora». Nada más exacto. Por nuestra parte criollo, el país, mero espectador de lo de afuera, no sabe hallar
I1 substancia propia. En tres momentos se pudo constituir sobre
podríamos agregar que no conocemos otro más denso, más compacto, más nutrido de doctrina y provisto de elementos de prue- base sólida la nacionalidad : cuando la Independencia, si más
que movimiento espontáneo ineludible no hubiera sido contagio
ba más terminantes. Es casi todo él irrefutable. Más de una
tercera parte del libro está escrita entre comillas ; pero no im- superficial; en los días sobrado fugaces de la Reforma y en los
porta : eso, lejos de quitarle mérito lo avalora. Cuando la prue- largos años de la paz Porfiriana que desviaron la cuestión del
plano espiritual para trasladarla artificiosamente al económico.
ba de los hechos está en las causas mismas que los determinan,
basta una exposición metódica de estas causas para que los hechos Hecha la Revolución ¿ qué horizontes se ofrecen 1 ¿ Otra tiranía
queden comprobados. En este caso la demostración de un hecho como la de antaño ? ¿ Ha de pesar siempre en la constitución del
cualquiera es el corolario de otro hecho que no necesita demos- IDaís, como algo fatal, la intervención yanqui ?—Obra de tonos
pesimistas, escrita en un lenguaje nervioso y limpio, dura en el
trarse. Con ese criterio ha escrito su obra Fabra Ribas? Por otra
análisis, decorosamente contenida en lo personal, es ésta, cuyo
parte él lo declara con sencillísima modestia: «Mi libro está
autor ha sabido ir en derechura a su fin, sin temor a que alguien
escrito para obreros y lo que más me interesa es aportar el mayor
número de datos que me sea posible». Y en efecto, así lo ha he- eche de menos en sus páginas ese «ardid retórico de ir escribiendo un elogio al lado de cada censura». Parte de una obra más excho. Podría creerse que un libro de la estructura del que habíatensa,
excita, por sí sola, el interés y contribuye en gran manlos exime a su autor de esa noble función del cerebro que se llama razonar ; nada más erróneo. Lo primero que es preciso es nera al esclarecimiento de algo que para España tiene mayor aliestar en posesión de una enorme cantidad de datos y luego arti- ciente que el de la mera curiosidad. Y quién sabe si algunas de
cularlos, coordinarlos de suerte que conduzcan al punto final del las enseñanzas que ofrece no tocan de pasada, sin que el autor
i'azonamiento. Aquí, el escritor, dispone de un cierto número de haya llegado a tener sospecha de ello, en algunos de nuestros propios problemas.—E. D-C.
eslabones y tiene que construirse su cadena. En esta labor, Fabra
E
E
M
Ribas se nos muestra sereno, ecuánime, equilibrado; conoce
perfectamente los materiales que maneja y da cima a su obra
con reposo y solidez.
Divídese este libro en cuatro partes. La primera comprende
Kn estudio histórico de la labor pacifista realizada por la Internacional desde su fundación hasta que los socialistas alemanes
votaron los créditos de guerra en el Reichstag. En la segunda se
ocupa de la culpabilidad de Alemania y Austria en la presente
conflagración. La tercera es un análisis de la política alemana,
del militarismo y del kaiserismo.
La última parte está dedicada a España. Todas ellas merecen
un estudio por separado. Especialmente lo que escribe Fabra soi'e España es para que nuestros hombres de Estado lo mediten.
"^on unas páginas llenas de bizarría y de entusiasmo, escritas
FÁBRICA DE CORBATAS
12, C A P E L L A N E S , 12
Camisas, guantes, pañuelos, géneros de punto.
ELEGANCIA.-SURTIDO.-ECONOMÍA.- PRECIO FIJO
EDITORES
No pongan a la venta ningún libro sin
.
anudarse en ESPAÜÍA ^ ^ —
NuM. 51.—16.
ESPAÑA
IV
CERVANTES
SANCHO, GOBERNADOR
De aquella edad, cuyo rigor abruma,
Por tu indulgencia no pareces hijo :
Nada turbó tu estoico regocijo,
Ni el hado adverso acibaró tu pluma.
Fuiste una luz en medio de la bruma.
En torno tuyo el pensamiento fijo.
Retrataste tu época, amasijo "
De grandeza y ruindad, con gracia suma.
¡ Con qué ingenio relatas las proezas
De tu loco inmortal! \ Cómo improvisas
Hondos decires, lances y agudezas
En páginas vibrantes y concisas !
Mas i quién, que sabe lo que son tristezas,
No oye el sordo sollozo de tus risas ?
Movido de codicia estrafalaria
Por donde quiera a Don Quijote sigue.
Sin que el hambre le rinda y le fatigue
Aquella vida errante y visionaria.
Poco le aflige la pendencia diaria
Y que el amo le insulte y le castigue
Si, como premio de su afán, consigue
Gobernar en la isla Baratarla.
Cada nueva fantástica pi'oeza
Del hidalgo, a sus ojos simboliza
El cercano poder y la riqueza,
Y cuando, al fin, su anhelo se realiza,
Le cura de sus sueños de grandeza,
¡ Pobre gobernador, una paliza !
II
V
EL VENCIMIENTO DE DON QUIJOTE
ROCINANTE
Don Quijote, después de la pelea
En que le vence sin piedad alguna
E l caballero de la Blanca Luna,
Retorna melancólico a su aldea.
De su rocín escuálido se apea ;
En el lecho le tienden : una a una
Recuerda sus hazañas sin fortuna
Y se duerme pensando en Dulcinea.
Duerme largo y profundo. Al fin, despierto.
Con palabras acordes y sinceras
Deplora su delirio. Plañideras
Voces suenan en fúnebre concierto,
Y alrededor del inquietante muerto
Zumban revoloteando las quimeras.
Pusilánime, tísico y hambriento,
En vano Don Quijote le espolea :
Ni se espanta, ni muerde ni cocea.
Ni sale de su paso de jumento.
Casi nunca responde al ardimiento
Que en la riña al hidalgo aguijonea ;
Y al más leve tropiezo bambolea
Como una planta que sacude el viento.
Fatigado de andar leguas y leguas,
Del instinto sexual no oye las voces ;
Pero una vez excítanle unas yeguas
Que a mordiscos su amor pagan y a coces...
No es tu sino más triste \ oh Rocinante,
Que el de tu pobre caballero andante !
in
VI
DULCINEA
EL FAMOSO ESCRUTINIO
El cura, el ama y el barbero un día,
Mientras duerme el hidalgo como un justo.
Erigidos en jueces, a su gusto
Revuelven su andantesca librería.
P a r a el ama no hay libro de valía :
Todos van al corral; menos adusto.
Libra el cura de fallo tan injusto
Algunos que Cervantes firmaría.
—¡ A la hoguera, al corral!—también exclama
El envidioso Zoilo que condena
Todo aquello que ignora y que no ama...
Mas nunca falta crítica serena
Que el mérito legítimo proclama
Salvando del olvido la obra buena.
Entregada a tus rústicos quehaceres
No sabes que un hidalgo que te adora
Afirma que eres, zafia labradora,
La más bella de todas las mujeres.
Tú originas sus penas y placeres ;
Por ti en abruptas soledades llora ;
Por ti le vencen y vencido implora
Que le quiten la vida. ¡ Su honra eres !
De una ilusión, como la fe, naciste ;
Febril ensueño te adornó de galas
Y de virtudes que jamás tuviste...
¡ No sé qué aroma de lirismo exhalas.
Qué influjo tienes sobre el alma triste,
Que vuela a ti con invisibles alas !
EMILIO BOSADILLA
(Fray
IM:
:m:
'w:
Candil.)
ESPAÑA
UN "MACANEADOR,,
El Dr. Ingenieros es un amiguito que nosotros tenemos en
la Argentina. Lo conocimos aquí hará un par de años. Era un
muchacho, ya algo viejo, parlador, con movilidad ratonil. Era
también lo que hace muchos años se llamaba «un hombre originad. En los concursos de genios, a que él asistía —genios
de café con media— era frecuente oírle metido a descubridor
de nuestros grandes prestigios científicos, o bien proclamarse
futuro «dictador» intelectual de su'país. Y ante las personas serias tampoco era raro verle simular la suerte del volapié, o hacer la apología de Pravatz, a quien decía que iba a levantar un
monumento en señal de gratitud por hplata que había ganado
con su jeringuilla y el agua de Buenos Aires, excelente para
inyecciones.
Un día nos sorprendió a todos los que aquí le tratábamos
con la pérdida de una de las ges de su apellido. Se había acostado llamándose Ingegnieros; y aconteció que a la mañana siguiente ya no se llamaba más que Ingenieros... Un «rico tipo»
como dicen en su tierra. Un verdadero rico tipo lo mismo cuando hablaba en broma que en serio.
Lo peor era en ciertos momentos de seriedad, realmente terrible, cuando le colocaba a uno todo lo que había leído de la
Biblioteca Alean y aseguraba, con los brazos en cruz, que era
un gran filósofo el Sr. Bonilla San Martín. Pero aun los menos pacientes, nos habíamos juramentado para oirle sin protesta, como quien paga lo que debe. —«También, pensábamos,
los argentinos habían padecido al Sr. Cavestany, y era justo
que, para vengarse, nos mandasen a Ingenieros.»
De improviso, este hombre «se mandó mudar», como él decía. Había ido a la Argentina a recoger los lauros de un libro
que publicó con el título de El hombre medíocie. Desde el
punto de vista científico y literario. El hombre mediocre era
una obra de «quiero y no puedo», como otras muchas del
mismo autor. Pero Ingenieros organizó bien la reclame; dio a
entender que había pretendido retratar a D. Roque Sáenz Peña,
por entonces Presidente de la República Argentina, y al olor
del escándalo, parece que llegaron a venderse cinco o seis mil
ejemplares. Lo malo es que los compradores, gente lista y algo
burlona, no quisieron guardar el secreto y en lugar de lauros se
encontró nuestro hombre con que todo el mundo decía que su
Hombre mediocre era una autobiografía...
A esto, y a otras cosas parecidas, se debe acaso ciertas posturas que Ingenieros ha tomado. Cuando vino a España salió
renegando de su país. El mismo día en que se embarcó para
Europa declaró en La Razón de Buenos Aires, que aquél era
un país despreciable. Aquí se ha logrado averiguar que la ¿"de
NÚM. 5 1 . — 1 7 .
su apellido no fué una pérdida casual, sino algo así como la
dimisión de su origen italiano, a consecuencia de una visita
que hizo a Italia. Y ahora, en que aún le dura la irritabilidad
y necesita un nuevo objeto donde calmarla, se vuelve contra
nosotros y dice a un periodista chileno que le ha interviuvado:
«España es un país que está totalmente atrasado: nosotros tenemos veinte veces más ferrocarriles que ellos; veinte veces más
escuelas que ellos; trabajamos más que ellos, nuestra riqueza
es inmensamente mayor que la de ellos y nuestra cultura científica otro tanto. Cualquiera de entre nuestros países americanos
está más adelantado que España. Cuando se acuerdan de los
indios de acá es para sacarles dinero: sino ahí está el caso de
Blasco Ibáñez que se enriqueció de un modo tan poco digno.
¡Pobres españoles! Acabaremos por conquistarlos a ellos, no
por necesidad sino por caridad».
En la tierra de Ingenieros—tierra noble y hospitalaria, progresiva, buena y culta—, hay una palabra muy expresiva para
calificar a hombres como éste. De ellos se dice que son unos
«macaneadores». Y eso es lo único que nosotros tenemos que
decir de nuestro amiguito. Ingenieros es un «macaneador»...
muy «ingegnioso».
COLECCIONES
DE
"ESPAÑA"
Estamos preparando unas tapas, muy sencillas y
económicas, para la encuademación de los números
publicados el primer año de ESPAÑA.
Podremos servirlas a los lectores que tengan la colección, o bien colecciones encuadernadas por nosotros
a los que no se hayan cuidado de guardar los números
o no quieran tomarse la molestia de darlos a encuadernar.
Las '•tapas* sueltas costarán a 2pesetas,y la «^colección encuadernada» a 7,50 pesetas, debiendo todo el
que las desee remitirnos una u otra suma, mas los
gastos de envío, al hacernos su encargo, bien por Giro
Postal, en libranza del Giro Mutuo o en la forma que
le sea más cómoda.
También tenemos algunas existencias de números
atrasados y podemos remitirlos sueltos al que los necesite, a razón de 0,15 pesetas cada uno.
]NuM. 51.—18:
ESPAÑA
VIDA-'EXTRAN^ERA
EL SERVICIO MILITAR EN INGLATERRA
rios para fines industriales y militares pueden ser reclutados si
se prosigue con el método voluntario.
A. crisis del reclutamiento en la Gran Bretaña ha entrado en
«Esta Asamblea considera además que los propósitos del Goel último y más agudo período. En la sesión de la Cámara
bierno serían económicamente desastrosos para la vida de la nade los Comunes, del día 6, el primer ministro, Sr. Asquith, hizo ción, y declara su oposición al proyecto, recomendando a los dipúblico el resultado de la reciente campaña de reclutamiento, putados laboristas se opongan también y empleen todos los redirigida por Lord Derby y secundada por todas las organizacio- cursos parlamentarios.»
nes políticas inglesas. Se alistaron en ella cerca de tres millones
A consecuencia del acuerdo del Congreso obrero presentaron
de hombres. Deducidos 400.000 que fueron desechados por inúti- su dimásión los miembros laboristas del Gabinete Sres. Henderles, quedan dos millones y medio ; cifra importantísima que, son; Brace y Roberts, quedando rota la coalición política inaunque deberá sufrir importantes reducciones, proclama el éxi- glesa.
to de la campaña. Sin embargo, han quedado sin alistarse voPor otra parte los ferroviarios decidieron en otra Asamblea
luntariamente 650.000 solteros, y como el Sr. Asquith tenia impedir a todo trance que llegue a ser ley el proyecto. La Fedeprometido a los casados alistados que no serían llamados al ser- ración de mineros fué convocada a una Asamblea que ha de cevicio sino después de aquéllos, el Gobierno se ha visto en la ne- lebrarse hoy.
cesidad de presentar un proyecto de ley estableciendo para los
Ignórase el efecto que esta actitud de las masas obreras ha de
solteros el servicio militar obligatorio.
cavisar én el Gobierno de Londres. Hasta ahora nada hay que
El proyecto fué leído el mismo día en la Cámara por el señor confirme los rumores de crisis del Gabinete ni de nuevas eleccioAsquith. Establece el servicio obligatorio para tg.dos los hom- nes, que el telégrafo ha hecho circular.
bres solteros y viudos sin hijos, que se hallen entre los diez y
ocho y los cuarenta años. No es aplicable a Irlanda.
LO QUE V I E N E TRAS DE LA GUERRA
Acto seguido comenzó la discusión. Fué combatido por el miN el penúltimo número de nuestra revista anunciábamos que
nistro del Interior dimisionario, Sir John Simón ; por el señor
en el mes de Febrero se reunirán en Londres, en Asamblea,
Redmond, jefe de los nacionalistas irlandeses ; por varios larepresentaciones
de 120 Cámaras de Comercio del Reino Unido
boristas y por algunos diputados radicales. Los argumentos
principales que contra el proyecto se esgrimieron fueron: que y delegados de las potencias aliadas, para tratar de los conno es necesario, dado el resultado del sistema de voluntariado, y ciertos económicos que convendrá establecer entre los países aliados, después de la guerra, con objeto de hacer frente a la unión
que no tenía otra finalidad que la de militarizar a Inglaterra.
En su defensa pronunciaron discursos los señores Asquith, Sa- aduanera que Alemania proyecta en combinación con Austriamuel, general Seely y varios diputados liberales y unionistas, Hungría, Bulgaria y Turquía.
Uno de estos días el diputado inglés Mr. Hewins, presidente
y cerró el debate el ministro de Marina, Sr. Balfour, diciendo
que el militarismo no podía ser creado por una ley del Parla'- del Comité comercial del partido unionista, presentará una promento. «Es el espíritu del.pueblo quien crea las instituciones; posición en la Cámara de los Comunes concebida en estos término son sus instituciones quienes crean su espíritu». En primera nos : «El Gobierno debía entablar inmediatamente negociaciones
votación fué aprobado el proyecto por 403 votos contra 105. Vo- con los Gobiernos coloniales solicitando su ayuda con objeto de
taron en contra : 58 nacionalistas irlandeses, 34 liberales, 11 la- organizar toda la fuerza económica del Imperio británico y de
los países aliados en una política dirigida contra el enemigo.»
boristas y dos nacionalistas independientes.
Al mismo tiempo que se discutía el proyecto en la Cámara ce- Dicho diputado ha declarado a un redactor de The Times que, a
lebrábase en Londres, con idéntico fin, un Congreso nacional su juicio, no es una unión aduanera del tipo de la que Alemania
obrero. En él hicieron algunos diputados laboristas, y especial- proyecta la que conviene a los aliados, pues dicha unión requemente el ministro de Instrucción pública, Sr. Hehderson, gran- riría una unidad económica con respecto a sistemas internos de
des esfuerzos por convencer a sus compañeros de que la nueva ley tributación y política exterior. P a r a los aliados sería preferible
tenía carácter transitorio y era indispensable para librar a Eu- un sistema eficaz y elástico al propio tiempo, dentro del cual
ropa de la tiranía prusiana, pero la Asamblea acogió con ma- quedasen garantidos los derechos autónomos y el desenvolvimiennifiesta hostilidad todas las razones en pro del proyecto y aca- to económico de los diferentes Estados.
Por otra parte se prepara en París para el 6 de Marzo próxibó aprobando por 1. 998.000 votos contra 783.000 la resolución
siguiente: «Esta Asamblea ratifica la decisión del Congreso de niQ una Conferencia comercial interparlamentaria a la que acuBristol que protestó unánimemente, en nombre de más de tres dirán delegados de todos los Parlamentos aliados, y comisionados
millones de trabajadores, contra todo servicio militar obligato- de las colonias británicas. Los puntos que han de discutirse estario ; lamenta que la unidad y solidaridad de la nación haya sido rán relacionados con la protección contra la invasión comercial
puesta en grave peligro, y haya sido amenazada la libertad in- alemana después de la guerra, reducción de tarifas postales, tedustrial y política, por el propósito de introducir un sistema legráficas y telefónicas, establecimiento de una tarifa postal mícontra el cual protesta de la manera más enérgica y al cual ha nima en favor de los aliados, creación de una oficina internacional de patentes, establecimiento de una clearing-house interde oponerse por todos los medios que pueda.
«Esta Asamblea ve con satisfacción el éxito magnífico del nacional y de una tarifa preferente entre los aliados, aplicable a
principio voluntario que en tan poco tiempo ha permitido a la las colonias.
Todos estos detalles hacen pensar que se hallan en camino de
nación formar un ejército de cuatro millones de hombres, y expresa su opinión de que no existe motivo para tomar ninguna realización transformaciones fundamentales económicas en Eumedida coactiva, ya sea parcial o temporal, en la cual no ve- ropa.
mos sino el primer paso para Uegar a la aplicación general de
un principio vicioso. Declaramos que todos los hombres necesaArtes Gráficas «Mateu».—Paseo del Prado, 34,
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la sabiduría humana abrillantada por toda la sabiduría divina; un libro que la veneración de los pueblos llama «El
libro» ¡La BibHai:—\iCTOK HUGO.
«Cuanto más grandes sean los progresos de la civilización, tanto más evidentes verán los que son sabios que La
Biblia es el verdadero fundamento de la Sabiduría y la
Maestra universal de la humanidad».—GOETHE.
*La Biblia no nos fué dada para que sepamos cómo es
el cielo, sino cómo ir al cielo».—QALILEO.
*La Biblia reanima las mentes y los corazones de los
hombres, hace temblar los montes, profetiza con grandes
y trágicos símiles la igualdad humana, y anticipa la desaparición de la guerra, la pacificación de las naciones
oprimidas y de la naturaleza misma, la reconciliación del
lobo con el cordero».—JEAN JAURÉS.
«No hay ñlosofía más sublime que la designada con el
nombre de Sagrada Escritura».—ISAAC NEWTON.
«¡Cuan despreciables son, con toda su pom^a, los libros
de los fílósofos comparados con los Evangelios!»-JUAN
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