ven verás AÑO 1 oaxaca ejemplar gratuito gaceta miscelánea de oaxaca y universos paralelos / SEPT. 2015 el chato \0 BLOQUEOS DIVáN de Lecturas ÉPICA CONTRACULTURAL A En Mundo verde mostraremos algunos consejos sobre el cuidado de la naturaleza, los animales y la conciencia cívica. Gaceteando, una columna miscelánea que comente e informe sobre las actividades culturales y sociales ocurridas o por ocurrir en la ciudad y sus alrededores. El tono será jocoso, agudo y al mismo tiempo divertido. Mezcaleando. Los lectores enviarán su selfie y en un párrafo la historia del mismo, y serán elegidas por el editor por la calidad de la foto y la historia detrás de la misma. También podremos encontrar fotos antiguas que muestren tanto a personajes como escenarios de la ciudad. El pasado y el presente oaxaqueño enfrentados en un espacio visual de diálogo y reflexión con el tiempo. En esta ocasión el Negro Ibáñez propone su propio ejercicio. En la contraportada de nuestra gaceta los invitamos a Épica Contracultural, un día de festejo y encuentro entre creadores y sus audiencias. No te lo puedes perder. Ahí tiene, estimado lector, ¡venga a ver! editorial P resentamos a ustedes, queridos lectores, el número cero de la Gaceta Miscelánea de Oaxaca y Universos Paralelos Ven verás: una publicación que busca el diálogo con la cultura y sociedad oaxaqueña de ayer, hoy y del futuro; una gaceta mensual que tiene como objetivo la divulgación de los libros, la vida cultural, la conciencia ecológica y, sobre todo, el ejercicio de lectura como un entretenimiento y un motor de cambio social. El título surge de una frase utilizada de manera coloquial en Oaxaca, como cuando alguien quiere mostrarnos algo especial. Eso queremos. Contamos en este primer número con colaboraciones de Fernando Lobo, Rodrigo Islas Brito, Alberto Ibáñez “El Negro”, Karime Unda, Gustavo Cruz, Bibiana Camacho y J.M. Servín. En A pie, columna ligera y variopinta, diferentes autores nos brindarán algunas reflexiones sobre algún aspecto o suceso de la ciudad desde el punto de vista cultural y social. El Salón de la Fama, es un espacio para homenajear y reconocer lugares o personajes emblemáticos de nuestra ciudad o nuestro estado, siendo en esta ocasión Don Chato, de la cantina El Salón de la Fama, nuestro personaje central. En el Diván de lecturas y Butaca, contaremos con algunas recomendaciones literarias y cinematográficas. “El Chato”, Humberto Hernández Martínez. Foto: Alberto Ibáñez “El Negro” El Consejo Editorial del Universo Paralelo. editori a l A EL CHATO L a ciudad de Oaxaca va a extrañar su adiós definitivo. En noviembre de 2014 decidió jubilarse, pero aburrido en su domicilio, decidió regresar al oficio que lo volvió célebre. Uno de los personajes más emblemáticos de esta ciudad está ahora mismo en El Salón de la Fama, preparando y atendiendo con ayuda de su aventajada discípula Gaby, los que probablemente serán los últimos tragos antes de su retiro irrevocable, luego de su larga carrera de casi setenta años como cantinero. Los últimos dieciocho, en el bebedero de Porfirio Díaz y M. Bravo. Mejor conocido como “El Chato”, Humberto Hernández Martínez, de ochenta y ocho años de edad, goza de buena salud y conserva una memoria prodigiosa que alimenta su largo anecdotario cantinero. Es, en muchos sentidos, un cronista oral que vierte a través de una bebida y un comenta- negro del Chato en diferentes etapas de su vida y oficio. En los demás muros, galería fotográfica de celebridades de la “Época de oro” del cine mexicano. Sin decirlo, el Chato se identifica con ellas, forma parte de la época de oro de los cantineros mexicanos. Un espejo de su legendaria biografía. Conversar sin el agobio de rocolas o televisores a todo volumen, hoy en día es un privilegio en una cantina que se precie de tradicional. Es lo que ofrece el Chato, aparte de su atención personal rotulada en la vetusta fachada de la cantina. Tipos como yo, chilangos de cepa, aprecian esas bondades cada vez que atravieso las puertas abatibles de El Salón de la Fama desde aquella primera vez hace ya unos diez años. Desde entonces, es mi lugar preferido para sanar el alma y el cuerpo de los excesos a los que me arrastra esta ciudad y su trajín delirante. Esta cantina no J. M. Servín salón de la fama cias, confesiones, halagos, efusiones del ego, lamentos y olvidos a conveniencia de los parroquianos. A quienes llegan al Salón con la brújula extraviada, indispuestos, les aconseja: “sigue tu camino”. Hace unos meses, en su domicilio, El Chato llegó a la conclusión que se aburría, algo le estaba haciendo falta: los ecos de las conversaciones, recibir el saludo de su clientela habitual, el claqueo del cubilete, sentir la energía eufórica o introspectiva de los parroquianos y preparar una Pantera Rosa, el coctel que distingue a la casa con jarabe, vodka y jugo de “pomelo”: toronja, reconocimiento al patrón español que lo inició en el oficio. Por ahora ha regresado al Salón de la Fama, no sabemos hasta cuándo, de 12 a 5 pm. En ese horario sigue siendo el rincón apacible de los bebedores santos y de los otros. Mejor conocido como “El Chato”, Humberto Hernández Martínez, de ochenta y ocho años de edad, goza de buena salud y conserva una memoria prodigiosa que alimenta su largo anecdotario cantinero. rio oportuno, la memoria etílica y social de la ciudad. El Chato es tan modesto como la cantina que administra. No hay olores nauseabundos, basura en el piso ni borrachos tirados sobre la mesa componiendo el reloj de su tiempo arrebatado por la borrachera. Moreno, delgado, pulcro, de atuendo sencillo, estatura media, canas bien peinadas hacia atrás y fijas con brillantina, a la vieja escuela, como todo el Chato y su cantina apacible. Experto en cubilete: “ya a nadie le interesa jugarlo, de pronto sale alguien que quiere ver cómo muevo los dados”. Habilidad de tahúr que aprendió muy joven motivado por su primer patrón, español, para jugar el popular “doble o nada” para pagar o no la cuenta. Nunca apostó más allá de unos cuantos tragos y prácticamente se mantiene invicto. Arriba del mostrador de bebidas, fotos en blanco y es el cuchitril que alimenta mitos bohemios ni reputaciones de literatos rudos. Escritores como yo no seríamos nada sin cantinas como el Salón, todo lo que sé y me gusta transcurre aquí, aunque no sea verdad. En el Salón de la Fama no hay cocteles que parecen dieta vegana ni parroquianos esclavizados a los horarios y la vida saludable. Aquí nadie se compadece de sus miserias, al contrario, brinda por ellas en perfecta armonía sin jerarquías ni títulos nobiliarios. Escritores y cronistas oaxaqueños como Fernando Lobo y Ulises Torrentera han escrito con agudeza de este personaje y su centro de operaciones. Lo que escribo tiene más qué ver con mi escuela de bebedor en cantinas habitadas por curanderos expertos del malestar físico y del alma. El Chato es un clarividente y nos ofrece una bebida reparadora mientras sobrelleva impertinen- Cuando El Chato parte de regreso a casa, acompañado de su mejor aprendiz, Gaby, se lleva con él una parte de la historia más amable de la ciudad, y uno nada más se queda mirando al fondo de ese vaso vacío, entre frescas paredes altas, hospitalarias, como si fuéramos fantasmas de nuestra propia nostalgia. La inflación es como el pecado, cada gobierno la denuncia y cada gobierno la practica. Georg Christoph Lichtenberg 3 blo queos H a pie 4 ace ya algunos años, caminando por la calle Morelos me topé con un grupo de ciudadanos que bloqueaban el tránsito vehicular en el crucero con Crespo. Habían amarrado cuerdas delgadas a los postes, formando una barrera simbólica y al mismo tiempo infranqueable, bloqueando el acceso vial del Ayuntamiento. De las cuerdas colgaron unas cartulinas anaranjadas, como en un tendedero donde escribieron sus demandas, detalle que, por cierto, se agradece. No siempre es fácil conocer las causas específicas de un bloqueo. Una de las cartulinas decía: “SÍ A LOS ENTIERROS VESPERTINOS”. Y en otra podía leerse: “LA COSTUMBRE ES LEY”. Los demandantes eran empleados sindicalizados del gobierno, adscritos al área de panteones. Por el contenido de otras cartulinas comprendí que el personal a cargo de los entierros realizados después de cierto horario, cobraba horas extras por ley. El municipio canceló tales actividades, supongo, para evitar el gasto. Puedo estar de acuerdo con el derecho que tengan los muertos a ser enterrados por las tardes. El argumento escrito en la cartulina me pareció revelador: la costumbre es ley. De algún modo, eso explica el modo de vivir en esta ciudad. Entre agosto y noviembre de 2006, vecinos de las colonias colocaron ba- rricadas que bloquearon totalmente la circulación. Poco después, el gobierno decidió levantar el asfalto por todo el centro histórico, para efectuar las remodelaciones que no hizo durante el conflicto que provocó las barricadas. El primer cuadro estuvo cerrado al tránsito unos meses más. Recuerdo que las obras en Independencia terminaron a principios de diciembre del 2007. Cuando se fueron los obreros, de inmediato se instaló la feria que anualmente bloqueaba la calle, desde el parque Madero hasta Crespo. Finalmente, un día retiraron toda esa infraestructura de juegos mecánicos, molotes, buñuelos, juguetes chinos, y al tipo que vende cobijas con un micrófono pegado a las fosas nasales. Fue realmente extraño escuchar el ruido de los autos avanzando. Cada verano, los estudiantes organizan sus fiestas de fin de año apegados a una arraigada tradición oaxaqueña: la calenda. Una calenda es básicamente una fiesta que se realiza caminando en la calle. La gente ocupa la vialidad con banda de música, cohetería, marmotas y, en el mejor de los casos, garrafas de mezcal. La versión colegial de la calenda incluye camiones patrocinados por alguna cervecera trasnacional, y cantidades industriales de alcohol barato. La juventud se dispone a ingresar en el mundo laboral, bebiendo hasta la inconciencia mientras camina y bloquea el tráfico. He visto 400 moto taxis, todos fabricados en India, invadir como un alud las arterias aledañas al Ayuntamiento. Por unas horas me sentí en Mumbai. He visto a las organizaciones de transportistas disputar sitios y concesiones mediante procedimientos estandarizados: se enfrentan a tubazos en alguna avenida importante mientras los agentes de tránsito bloquean el tráfico en los alrededores. Los ganadores voltean los vehículos del grupo derrotado. He visto a los taxistas “encapsular” la ciudad. De aquí no salían ni los perros. He visto bloqueos organizados para protestar por los bloqueos. He visto, en fin, la imagen del Cristo muerto, cubierta de rezos y estandartes y copal y cirios, bloqueando la calle y avanzando en solemne procesión hacia el templo de La Soledad, patrona de la ciudad, virgen de luto. Tal vez por eso, cada vez que escucho a un político hablando de “movilidad”, o de “regular las protestas”, tengo la impresión de que algo está por derrumbarse estrepitosamente. Algo grande, como el imperio romano o el muro de Berlín. Esta mañana vi siete helicópteros de fuerzas federales sobrevolando la ciudad. Abajo, la calle Independencia estaba bloqueada. Foto: Alberto Ibáñez “El Negro” Fernando Lobo diván de lecturas E n Conjunto vacío novela de Verónica Gerber Bicecci, recién publicado por Editorial Almadía, la madre de la protagonista se esfuma, así tal cual. Un buen día desaparece sin dejar rastro, pero no ha muerto y tampoco ha salido del departamento; de hecho a veces se escucha su andar en las habitaciones, cambia cosas de lugar, las tira. Sin embargo ella no está ahí. Verónica y su hermano menor han quedado con un vacío inexplicable, inasible y misterioso; pero es Verónica quien tiene que lidiar con la situación, pues ha vuelto a casa, luego de una ruptura amorosa. En esta novela no sólo las palabras, sino su acomodo, el juego de las mismas, los dibujos, las líneas, las páginas blancas; todo transmite una emoción. Conforme se desarrolla la trama, nos damos cuenta que Verónica se ha quedado sin conjunto al cual pertenecer o más bien se ha convertido en un conjunto vacío, carente de elementos; y por lo tanto sin personalidad definida. Después los elementos llegarán poco a poco a la vida de Verónica, incluso su madre; lo cual estará representado con líneas y figuras; como cualquier conjunto. ¿Para qué sirve hoy en día un periódico impreso con tanta información en Internet? Umberto Eco en su recién publicada novela Número cero de editorial Lumen, propone la historia de un periódico que jamás será leído por el público; su propósito consiste en extorsionar y chantajear a los poderes establecidos. La labor de los pocos periodistas contratados será crear contenidos intimidatorios, sacar trapitos al sol, anticiparse a los eventos; todo con muy mala leche. Todo se complica cuando asesinan al reportero Braggadoccio (algo así como “valientote”) quien investigaba la historia de Italia y descubrió que Mussolini no murió y que todo estaba concatenado hasta el presente para permitir la corrupción. El periódico desaparece. El protagonista, Colonna, un cincuentón fracasado que se enamora de Maia, otra periodista involucrada en Número cero; huye desesperado sólo para descubrir que las noticias ya no importan y que la historia demuestra una vez más que pase lo que pase, no pasa nada. Pocas escritoras como Patricia Highsmith logran crear un suspenso tan agobiante en sus novelas. En A pleno sol, publicado por Anagrama, bajo el sello de Bolsillo, Tom Ripley un buscavidas sin oficio ni beneficio, que se dedica a estafar gente sin mayores éxitos, se topa con el multimillonario Herbert Greenleaf. Debido a una confusión, Herbert cree que Tom es amigo íntimo de su hijo Dickie, quien se niega a hacerse cargo del negocio familiar y prefiere dedicarse al arte. Tom aprovecha la confusión y acepta un viaje a Italia con todo pagado para tratar de convencer al rebelde hijo de que regrese a casa y se haga cargo de los negocios familiares. Al principio Tom trata de convencer a Dickie, pero después se da cuenta que prefiere vivir como rico que como un simple estafador. Ahí inicia una serie de acontecimientos maquiavélicos, mediante los cuales Tom se hará con la personalidad de su supuesto amigo. Suspenso garantizado. con junto vacío La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa. Albert Einstein 5 GACETEANDO las ex pos y el faquir Rodrigo Islas Brito Viniles La Expo Vinylo 2015 pasó dos días por Oaxaca y con sus charlas, talleres y DJs, comprobó que puede que ésta sea una ciudad de caos, pero que también es un lugar al que le sobra vida. Diferentes en edades, orígenes, vestimentas, pero iguales en su amor por la buena música cientos de aficionados al sonido etéreo del vinyl pasaron por el Museo de los Pintores Oaxaqueños (MUPO) para comprar, intercambiar y subastar elepés que iban desde la oscuridad de un King Crimson hasta las proyecciones operísticas del más extraño Soda Stereo. Un grupo de estudiantes de prepa se apareció el día de la inauguración para mirar en acción un formato que tal vez ya no les tocó ni a sus padres, al mismo tiempo que el director del MUPO era recibido con un “¡por fin hay artistas en este sitio!”. La razón, el actor estrella de TV Azteca, Víctor González, daba un recorrido por la expo acompañado por un perro Hampshire con gesto de trágame tierra, seguidos a su vez por un crew chilango de grabación que registraba un recorrido en el que el actor tomaba viniles hablando de ellos con seguridad de un actor de telenovelas, mientras su anfitrión se esforzaba por encajar en un guión que nunca le presentaron. A su alrededor compradores los miraban de reojo mientras un grupo de empleadas del Museo hacían cola para tomarse una foto con el galanazo e ídolo de las comedias, cosa que al final pasó frente al gesto del Hampshire quien tuvo que hacerle la competencia a González al momento de ver quién se retrataba más galán para el recuerdo. González estaba ahí como parte de las futuras cápsulas publicitarias de la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico, simulando interés por una expresión cultural entre una audiencia genuinamente interesada en ella. 6 Toro Goya y el México negro Anécdota ideal de simulación para uno de los Pedimentos que forman parte de una de las propuestas de exhibición más interesantes que actualmente se pueden encontrar en la ciudad de Oaxaca, la de Milagreros, la exposición del mexicano-chileno Mauricio Toro Goya que se muestra en unos de las primeras salas del Museo de Arte Contemporáneo (MACO) Goya revisita en Milagreros aquellos cuadros de representación que tuvieron su auge en la primera mitad del siglo pasado, que eran llevados a las iglesias y donde alguien daba las gracias por no haber muerto cuando su compadre lo cachó con la comadre, o por haber librado un asalto, una golpiza o una apendicitis. Y lo hace mediante composiciones visuales rebosantes de una negra inventiva que se cuela en el inframundo de un país, de un planeta, que ya pernocta en él. Ayotzinapa y otras matanzas oficiales, políticos corruptos, revoluciones trans, estudios de masculinidad y falso sometimiento, suicidios con cables de luz, encargos a virgencitas retemilagrosas a las que también se las termina madreando. Goya Toro le aplica a sus pedimentos un humor negro que se agazapa en su esperanza de algo más. Un canto nihilista sobre gente que ya no tiene nada que cantar. Con cuadros donde muxes oxigenados perviven con mujeres desnudas echando tiros, con Cristos cristaleados por madrizas oficiales que nunca existieron, con Zapatas que quedaron buenos para el retrato oficial pero truncos para la verdad actual. Con chavas y chavos que pueden tener una ilusión en el futuro si no fuera porque este no existe y lo único que se les ofrece es un presente caníbal y convulso en donde ellos son las primeras monedas de cambio y los voluntarios a fuerzas para fungir como mondadientes de paladares asesinos. Donde maridos payasos se vuelven más payasos cuando se enteran que sus esposas les pintaron un cuerno y huyeron con el vecino, abandonándose a la tersura de uno cables que han de usar como corbata mientras sus hijos los observan ceremoniosos haciendo un cálculo de resistencia. Con quinceañera en pleno coito en una fiesta donde no se celebra nada pero en la que todo explota al ritmo del acordeón, de los brindis, de la rocola, de los muertos, de la sangre de un país que ha abierto la llave y no la va a cerrar. Huelga de hambre light Como subsistió el supuesto pintor Markoa en una supuesta huelga de hambre que duro más de mes y medio, y de la que literalmente salió caminando, juzgando que su lucha por la recolección de firmas por la no construcción del Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca (CCCO) en el Cerro del Fortín, no era para arriesgar la vida. Aunque al final pocos fueron los que realmente creyeron que alguna vez la vida del hoy célebre faquir estuviera en peligro. Con sus desapariciones a la hora de la comida, con los muchos antecedentes de que noventa días sin comer no son un asunto del que al final todavía te puedas mantener en pie. Markoa fue un factor más de armonización dentro de una realidad conceptualmente absurda, como la es la de esta ciudad y este estado. Realidad en el que la verdad siempre es un supuesto y el humor involuntario es el gran condimento de una ensalada de verdaderos locos. Foto: Ka mundo verde Tierra Ka ERES H oy en día los términos verdes como cambio climático, sobrepoblación, extinción de especies, productos orgánicos, crueldad animal, etcétera, son comunes en charlas familiares o en la televisión. Sin embargo habría que ser más reflexivos y congruentes en relación a estos temas. Es necesario que como sociedad nos involucremos de manera más comprometida en los temas ambientales, que no sólo ayudarán a recuperar el equilibrio de los ecosistemas, sino que nos brindarán beneficios tangibles de bienestar en nuestras comunidades. Pensemos en el consumo excesivo de productos que nos brindan comodidades que creemos vitales para nuestra existencia, así como de conductas y acciones que pueden ser fácilmente reemplazables por otras más sencillas, que logran hacer una gran diferencia. La tecnología nos ha brindado grandes beneficios, facilitándonos el trabajo, disminuyendo tiempos, proporcionándonos salud y comodidad. Por otro lado, la tecnología contribuye al deterioro al medio ambiente, por ejemplo, extracción inmoderada de recursos naturales, contaminación del suelo, agua, aire y daño a seres vivos. Para contribuir a mejorar las condiciones ambientales, no es necesario ser biólogo o ecólogo, tampoco jipi o abrazaárboles, es cuestión de que creemos consciencia de nuestro ser y estar como parte del conjunto que llamamos Planeta Tierra, haciendo a un lado el egoísmo. Recordemos: tierra eres, y a la tierra volverás. Qué tal si: -Al bañarte, colocas una cubeta mientras el agua se calienta. El agua colectada, úsala para jalar el inodoro, para hacer limpieza en casa o para llenar la lavadora. -Compras productos locales, tratando que sean orgánicos y de comercio justo. Así, apoyas a la economía local y se disminuyen las emisiones al aire que el transporte de las mismas originan. Lleva una bolsa o mochila para colocar tus productos. -Separas los residuos sólidos en materia orgánica, envases de tretrapack, vidrio, latas de aluminio, papel y cartón. Actualmente es fácil contactar empresas que compran materiales para reciclar, así como también encontrar diversas maneras de reúso de dichos materiales para tu hogar. El separar los residuos, ayuda a generar consciencia de la cantidad de material innecesario que se produce y consume. diario. -Optas por prácticas sencillas como el uso de lombricomposta o composta para tus jardines y plantas. Así podrás disponer de la materia orgánica que generas, evitando líquidos contaminantes que se originan al mezclarse con materia inorgánica. -Evitas el uso excesivo del automóvil, usando más el transporte público, la bicicleta, o simplemente camina. -Disminuyes el consumo de productos derivados de animales, en la actualidad existen muchas alternativas en cuestión de alimentos y productos sin origen animal. ¿Haz adoptado en tu rutina diaria una, dos o todas estas prácticas? Si no lo has hecho ¿qué estás esperando? Contacto: [email protected] Centros de acopio: https://oaxacarecicla.wordpress.com/acopio/ Soluciones reciclables de Oaxaca: [email protected] Toda cruda es un colofón J.M. Servín 7 viento aparte Gustavo Cruz A E n México sólo los gobernantes están dispuestos a negar la violenta realidad en la que está sumido el país. Eso nadie lo pone en duda. Intentando hacer frente a este intento de olvido oficial, la comunidad cultural (en un esfuerzo paralelo al de los periodistas más comprometidos) ha asumido como suya la tarea de hacer visible el desmoronamiento del aparato de seguridad estatal, o su alarmante descomposición. El cine no se ha desentendido de este proyecto. Viento Aparte, de Alejandro Gerber Bicecci, da la impresión de querer ser la obra cinematográfica definitiva en la denuncia del carácter cotidiano que la muerte ha adquirido a lo ancho del territorio mexicano. La película busca ofrecer un retrato crudo y totalizador del estado general de las cosas. Y para lograrlo, elige el recurrente formato del roadtrip, para abarcar con esto el norte, el sur y el centro del país. Sin embargo, desde el planteamiento del viaje que detona la historia, la fidelidad que la cinta quiere tener con respecto al tema que trabaja la hace caer en una especie de realismo inverosímil, que opaca por completo la validez de su esfuerzo. Quizás por querer hacer crítica sobre la aparente miopía que la clase media capitalina tiene con respecto a la violencia imperante en provincia, o quizás por motivos personales (como la dedicatoria final de la película sugiere), Gerber hace protagonistas de su travesía a un par de hermanos pubertos. Esto tiene consecuencias. Los niños viajan de Oaxaca a Chihuahua sin compañía adulta por una crisis familiar ocurrida en medio de unas vacaciones en la playa. En matanza de campesinos, un prostíbulo a orillas de la carretera, la intransigencia militar y una narcoejecución. Milagrosamente, los hermanos salen ilesos del peligro gracias a soluciones casuales, que entran en rampante contradicción con el planteamiento general de la película: en este país no hay ley, mucho menos milagros. Estéticamente, la primera secuencia está manipulada por un filtro de postproducción que da una sensación onírica a la imagen. Con el tiempo, vemos que este recurso es utilizado como flashblacks, que representan momentos de las vacaciones familiares interrumpidas por la crisis, y que son intercalados a lo largo de toda la película. Esta estrategia es bastante torpe y no es mas que un lugar común que intenta dar la impresión de experimentación visual. Gerber Bicecci pasa por alto que estos recursos digitales son de la más reducida vigencia, la velocidad de los avances tecnológicos los vuelven obsoletos en un abrir y cerrar de ojos. En cuanto al resto de la cinta, no ofrece ninguna apuesta narrativa de consideración, el estilo busca ser de lo mas clásico. Esto no tiene por que ser una falta per se; intentemos huir del esnobismo. Pero elegir estas estrategias es contraproducente cuando hay una puesta en escena como la de Viento aparte. Por ejemplo, es evidente que los protagonistas no son actores profesionales, y nada de malo hay en ello. El problema es seguir el canon y recurrir al closeup en los momentos de mayor carga dramática; el encuadre cerrado hace violentamente evidentes las carencias de la interpretación. Fallas como esta son la constante en la película, que no logra dar soluciones cinematográficas a situaciones complejas de la trama, cayendo así en el simple melodrama. No es una tarea fácil hacer frente a la realidad social de este país, y tampoco lo es encontrar una forma de representar dicha realidad en cualquier expresión artística. Se agradecen los esfuerzos, pero seguimos en espera de una cinta que cumpla con esta dolorosa tarea de manera estéticamente eficiente. BUTACA 9 Consejo de redacción: Guillermo Quijas, Vania Reséndiz, Bibiana Camacho, J. M. Servín, Alberto Ibáñez “El Negro” y Andrea León Arte y diseño: Taller de Alejandro Magallanes / Fotografía: Alberto Ibáñez “El Negro” / Maquetación: Daniela F. Belmonte Colaboradores: J. M. Servín, Fernando Lobo, Bibiana Camacho, Rodrigo Islas Brito, Gustavo Cruz, Ka, Darío Castillejos Encuentro la televisión muy educativa. Cada que alguien la enciende, me voy a otra habitación con un libro. Groucho Marx Foto: Alberto Ibáñez “El Negro” mezcaleando Payaso mezcalero en la cantina Garibaldi por las calles de Colón. “Soy un triste payaso” Oaxaca 2014. Este es tu espacio, te invitamos a enviar tu selfie o tu fotografía antigua con una breve descripción, al correo: [email protected] El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos lo han visto. François de la Rochefoucauld 11