ENERGIA NUCLEAR - Facultad de Ciencias Económicas

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Energía nuclear
Hugo Palamidessi*
Resumen
La toma de conciencia sobre el fin de la era del petróleo barato, el crecimiento
sostenido del consumo mundial de energía y la necesidad de mitigar el efecto
invernadero, obligan hoy a reconsiderar a las centrales nucleares como una
alternafiva importante para la generación eléctrica. Paralelamente se han reducido los
costos relativos de instalación y operación de las centrales y aumentado su seguridad,
y ha mejorado la gestión de los residuos.
La Argentina ha tenido, desde la creación de la Comisión Nacional de Energía
Atómica (CNEA) en 1950, un desarrollo temprano de las ciencias y de las tecnologías
nucleares. Desde fines de la década de los ‘60 ha venido adquiriendo experiencia en
el diseño, montaje, construcción y operación de las centrales nucleoeléctricas y la
fabricación de combustibles nucleares, lo que aportó experiencia también a empresas
del país. Hoy empresas argentinas exportan productos y servicios técnicos de diversa
aplicación, originados en desarrollos de CNEA y de las empresas por ella generadas.
No obstante, desde los años ‘80 los logros de CNEA se fueron deteriorando, al tiempo
que se reducía el apoyo del Estado a la actividad nuclear. A partir de 1994 se intentó,
infructuosamente, privatizar la operación de las centrales nucleares y se redujeron los
planteles profesionales y técnicos del sector nuclear.
Hoy la actividad nuclear se encuentra frente a un desafío importante: finalizar la obra,
largamente demorada, de la central nuclear CNA II. Pero junto a la dedicación a este
objetivo, no se debe soslayar la necesidad de que ya, desde el Estado, se planifique
la instalación de nuevas centrales nucleares de modo de sostener y ampliar su
participación en el parque energético, apuntando a una más adecuada diversificación
de las fuentes. Al mismo tiempo esto asegurará la consolidación de las tecnologías y
la industria de fabricación de combustibles nucleares y de agua pesada. Además
deberá recuperarse la provisión nacional de uranio con la reanudación de la
explotación del yacimiento de Sierra Pintada, y la puesta en explotación del
yacimiento Cerro Solo.
Una condición es ineludible para asegurar estos pasos: alentar el desarrollo de la
plena potencialidad de los recursos humanos del sector a través de la recuperación de
la carrera profesional y de la incorporación de científicos y tecnólogos jóvenes.
Estamos llegando al fin de la era del petróleo barato y el aumento incesante del
consumo energético mundial obliga a intensificar el desarrollo de todas las fuentes
primarias accesibles. El gas, en gran medida, y el carbón –éste en los países que
poseen grandes reservas del mismo y utilizando las técnicas más avanzadas- son las
fuentes principales que sostendrán gran parte de ese consumo, sustituyendo
progresivamente al petróleo. Detrás de ellas, la energía nuclear se ha convertido en la
fuente de mayor contribución para la producción de energía eléctrica en forma masiva
y disponible regularmente en prácticamente cualquier punto geográfico del planeta. La
atención del problema de la contaminación ambiental y el calentamiento global
también impulsan, además de las "nuevas" energías renovables -solar, eólica- el uso
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de las centrales nucleares, que no emiten gases de efecto invernadero ni
componentes de lluvia ácida.
Luego de más de 40 años de experiencia, se han reducido los costos de instalación,
puesta en marcha y operación de las centrales nucleares, y en muchos países que no
poseen reservas importantes de otras fuentes primarias, se comparan ventajosamente
en términos económicos con otras centrales, si se consideran los costos del impacto y
la reparación ambiental. La nucleoelectricidad supera el 50% en la producción eléctrica
en varios países de Europa y promedia el 17% en el mundo, en el que hay,
aproximadamente, 430 centrales funcionando. En varios países se modernizan las
existentes aumentando su potencia o prolongando su vida útil por 20 años más (más
de 30 centrales en EEUU están en ese proceso). Al mismo tiempo ha ido aumentado
la eficiencia: en el año 2004 el factor de carga de más del 40% de todas las centrales
nucleares ha superado el 85% .
Argentina ha experimentado –desde la creación de la Comisión Nacional de Energía
Atómica (CNEA) en 1950- un considerable desarrollo de las ciencias básicas y la
tecnología relacionadas con la energía nuclear. Desde mediados de la década de los
´60 ha venido adquiriendo experiencia en el diseño, montaje, construcción y operación
de las centrales nucleares con reactores moderados y enfriados con agua pesada y
elementos combustibles de uranio natural. La central nuclear Atucha I (CNA I, de 357
MW) entró en servicio en 1974 y la central nuclear Embalse (CNE, de 648 MW) en
1983. Paralelamente se desarrolló la explotación del uranio, la tecnología de
fabricación de los elementos combustibles y se adquirió la planta de producción de
agua pesada. En este proceso -financiado por el erario nacional, y liderado por CNEAdiversas empresas privadas argentinas proveyeron equipos y servicios a la actividad
nuclear y asimilaron tecnologías desarrolladas y experiencia en gestión de grandes
obras que aplicaron luego en emprendimientos propios. Para la producción en el
sector nuclear se crearon empresas mixtas de CNEA con firmas privadas para la
fabricación de combustibles (Fábrica de Aleaciones Especiales -FAE- y Combustibles
Nucleares Argentinos -CONUAR-) o en sociedad con provincias (ENSI, para la
producción de agua pesada, INVAP constructora de reactores experimentales, equipos
de medicina nuclear y otros). Hoy día empresas argentinas exportan productos y
servicios técnicos de diversa aplicación, con tecnologías originadas en desarrollos de
CNEA y, en algunos casos, en buena medida, con su participación directa.
No obstante, desde mediados de los años ‘80 varios de los proyectos propios de
CNEA se fueron demorando y algunos finalmente se abandonaron, en gran medida
por la reducción del presupuesto. Más tarde, el proceso de privatización de empresas
y organismos estatales impulsó la división de CNEA (1994) con la creación de
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Nucleoeléctrica Argentina –la empresa operadora de las centrales nucleares- y la
Autoridad Regulatoria Nuclear, a cargo del control de la seguridad y de la regulación
sobre las instalaciones nucleares. Finalmente el intento de privatización -que apuntaba
principalmente a las centrales nucleares, pero abarcó también otras actividades
(producción de radioisótopos, plantas de irradiación)- fracasó. Pero la ofensiva contra
los organismos del Estado en el sector se tradujo -a lo largo de la década pasadaentre otras consecuencias, en una fuerte reducción del personal (de más de 6000 a
3300 personas en la actualidad), el abandono de la minería del uranio, la paralización
total de la obra, ya muy demorada, de la tercera central nuclear Atucha II (CNA II, la
postergación del programa de gestión de residuos). A pesar de la buena performance
que mantuvieron en ese lapso las centrales CNA I y Embalse (factor de carga
promedio 1990-1999 de 75,5% y 89,4%, respectivamente), al crecer sólo el parque
térmico convencional e hidráulico, se redujo la participación de la nucleoelectricidad en
la generación, del 17% aproximadamente en 1990, a la mitad en el período 20002004.
Hoy, la meta principal y urgente de la actividad nuclear, es retomar la obra de la
central nuclear CNA II, que incorporaría 730Mw en un plazo aproximado de 4 años y
medio. La Secretaría de Energía ha expresado que la decisión es definitiva en ese
sentido, pero dos años después de iniciados los estudios, no hay todavía pasos
definitorios en la organización de cómo se gestionará la obra, ni sobre la participación
de los proveedores del diseño original de la planta. Este último es un punto crucial
porque, si bien la S. de Energía ha asegurado que la obra se hará con o sin dicha
participación, la alternativa puede influir apreciablemente en el plazo y costo, y
también en el plantel de personal profesional y técnico argentino que debe participar.
Es de reconocer las dificultades que presenta reprogramar una obra de esta magnitud,
aún estando bastante avanzada su construcción, teniendo en cuenta la complejidad
del diseño y el prolongado atraso que arrastra su culminación. Sin embargo, en todo el
lapso de estancamiento de la obra, las autoridades no han tomado las acciones
necesarias para preservar adecuadamente los planteles de profesionales.
Para sostener en el mediano plazo la participación de la energía nuclear también es
importante decidir a la brevedad, si será factible y económico realizar una
modernización de las centrales CNA I y Embalse, y obtener autorización regulatoria
para prolongar la operación aún más allá de la vida útil teórica, lo cual debe
programarse con antelación.
Pero no debe condicionarse a estos primeros pasos la actividad en el sector.
Simultáneamente se debe avanzar hacia una participación adecuada de la
nucleoelectricidad en la oferta de energía eléctrica, programando desde ya la
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incorporación de nuevas centrales. Para contar con un parque armónico de generación
eléctrica conviene contar con un peso relativo de una fuente de energía de base que,
como la nuclear, sea confiable en cuanto a su performance técnica y con costos de
operación relativamente estables. En el parque térmico convencional la mayoría de las
centrales son operadas con gas natural, cuyo suministro está sujeto a las restricciones
que en nuestro país provocan primordialmente la falta de inversión en gasoductos y la
atención de los compromisos de exportación asumidos por los operadores privados.
Cuando debe recurrirse al fuel oil, el costo del combustible altera sensiblemente los
costos de producción de la energía eléctrica. La hidroelectricidad está condicionada
por la irregularidad de los regímenes hidrológicos, aún cuando contribuyen centrales
de distintas cuencas.
En nuestro país la potencia instalada y la energía generada en el Sistema Argentino
De Interconexion (SADI) están divididas como indica la tabla siguiente (enero-mayo
2005). Las cifras señalan la mayor eficiencia de la potencia instalada nuclear, ya que
su disponibilidad casi duplica la del resto del parque en su conjunto.
Tipo de fuente
% Potencia instalada
% Energía generada
Térmica (c/hidrocarburos)
55.0
63.3
Hidráulica
40.7
28.9
Nuclear
4.4
8.1
El consumo de energía eléctrica en el país aumenta en una proporción mayor que el
crecimiento del PBI y del consumo energético global. Una proyección de la evolución
económica de los últimos años permite esperar en los próximos años un aumento del
consumo entre 5000 y 8000 Gwh anuales. Si se estableciera como mínimo sostener
una participación de la fuente nuclear del orden del 15 al 17% de dicho incremento,
esto implicaría un aporte adicional promedio de entre 800 y 1200 GWh anuales de
origen nuclear. (entre el 15% y 17% es el máximo histórico, alcanzado entre 1984 y
1991). Con los módulos actuales de centrales nucleares esto resulta en la necesidad
de instalar, a partir de los niveles de consumo actuales, una central nuclear cada
4 años aproximadamente. Con el crecimiento del parque, el incremento será mayor y
este período se irá acortando. Con este ritmo, sólo se lograría ir recuperando
paulatinamente la participación de la nucleoelectricidad en la generación eléctrica. Aún
considerando la entrada en servicio de CNA II, dados los tiempos de diseño,
construcción y puesta en marcha de una central, ya debería estar en ejecución el
proyecto de la cuarta central nuclear.
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Argentina produce el combustible nuclear que consume, a través del aporte de las
empresas Dioxitek (fabricación del dióxido de uranio), FAE (aleaciones especiales) y
CONUAR (elemento combustible). Al mismo tiempo se continúa trabajando en el
desarrollo de nuevos combustibles y en elevar el rendimiento con el uso de uranio
levemente enriquecido (ULE), que ya se ha incorporado al elemento combustible de
CNAtucha I. Sin embargo la materia prima básica, el concentrado de uranio, se
importa desde 1995 cuando CNEA decidió suspender la explotación de la mina y de la
planta de concentración de Sierra Pintada en San Rafael, Mendoza, que abastecían el
total del producto. En ese momento el concentrado de uranio costaba en el mercado
mundial U$10/libra ($22/kg), en 2005 cuesta U$29/libra ($169/kg). Sin embargo,
todavía hoy, después de intentarlo desde el 2002, CNEA no ha conseguido
autorización para reactivar Sierra Pintada, donde podría producirlo a un precio muy
inferior y contribuir al desarrollo de la zona. Tampoco se ha podido avanzar en la
evaluación del yacimiento de Cerro Solo en Chubut, cuyas reservas se estima que
serían suficientes para abastecer, junto con Sierra PIntada, el combustible para toda la
vida de las centrales CNA I, Embalse y CNA II. Es perentorio que CNEA reinicie la
explotación y concentración de mineral de uranio de Sierra Pintada y el
desarrollo del yacimiento Cerro Solo. Si ello no se encara urgentemente, se corre
ya el riesgo de que empresas mineras privadas extranjeras -que ya hacen cateos
alrededor de las zonas mencionadas y otras ya reconocidas por CNEA, p.ej. en
Chubut, Santa Cruz, Córdoba- accedan a la explotación del uranio. A partir de la
reforma de 1991 de la Ley de Minería, el uranio no es ya un mineral estratégico: el
Estado ya no es el dueño del mineral extraído y CNEA, en su representación, sólo
retiene la primera opción de compra a las empresas, por lo cual podría tener que
pagar el uranio nacional a precios internacionales. En vista de la evolución del
mercado mundial de energéticos y de la experiencia argentina en la privatización
de los hidrocarburos, se estima necesario una reforma del Código de Minería
que revierta esta situación.
La ampliación propuesta del parque nucleoeléctrico requerirá aumentar la producción
de uranio y elementos combustibles y disponer de diversos servicios tecnológicos e
insumos que puede proveer la industria nacional para la instalación y posterior
operación de las centrales. Pero la previsión más urgente es la de conservar la
capacidad técnica para el desarrollo de las actividades de la industria nucleoeléctrica,
así como de las de otras aplicaciones de la energía nuclear: reactores de
investigación, equipos de diagnóstico y terapia radiante, radioisótopos y equipos de
uso industrial y agropecuario. El plantel de científicos y técnicos de la actividad nuclear
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sufrió una importante disminución, en su mayor parte en la CNEA; además la edad
promedio del personal supera los 50 años.
Es urgente, en paralelo con la reactivación de las actividades, recomponer la
carrera profesional e incorporar científicos y tecnólogos jóvenes para sostener
la expansión de la energía nucleoeléctrica así como la capacidad de proveer
bienes y servicios tanto al mercado nacional como internacional. La actividad
nuclear, es uno de los pocos sectores productivos que atesora saber científico y
técnico en manos del Estado en su mayor parte, y no debe perderlo.
Recapitulando, las tareas a encarar son :
En el corto plazo (2005-2006): reanudar la obra de CNA II, reactivar la explotación
de Sierra Pintada por CNEA, y avanzar en el fortalecimiento de los planteles
profesionales.
En el mediano plazo (2006-2008): resolver (y de estimar conveniente, comenzar)
la extensión de vida de CNA I y Embalse, iniciar las obras de la cuarta central nuclear,
y comenzar a definir un plan de construcción de centrales en un plazo de 15 a 20 años
(con la previsión de los recursos humanos y la provisión de uranio -yacimiento Cerro
Solo y otros- y
de elementos combustibles, agua pesada). Continuar con los
desarrollos de elementos combustibles y de reactores avanzados de investigación y
baja potencia.
En el largo plazo: ejecutar el plan de incorporación regular de nuevas centrales
nucleares, definiendo los tipos y módulos de centrales a instalar, desarrollando el tipo
de combustible y de los elementos combustibles, para conservar un alto grado de
autoabastecimiento.
* Ingeniero electromecánico, UBA. Docente y jefe de Laboratorio de Electrónica en Facultad de Ingeniería,
UBA. Investigador del grupo Laser en CITEFA (Inst. de Investigaciones Científicas y Técnicas de las
FFAA). Miembro del Comité de Asuntos Nucleares del Consejo Argentino de Relaciones Internacionales.
Miembro del Grupo MORENO (Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora).
Secretario General de la Asociación de Profesionales de CNEA y la Actividad Nuclear (APCNEAN).
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