[Extracto] S/PV.5705* Naciones Unidas Consejo de Seguridad Sexagésimo segundo año 5705ª sesión Lunes 25 de junio de 2007, a las 10.20 horas Nueva York […] Mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales Sr. Embajador Alfredo Suescum Representante Alterno de Panamá ante las Naciones Unidas Sr. Suescum (Panamá): La decisión del Gobierno de Bélgica de presentar el tema de hoy a la comunidad internacional es un reconocimiento de la importante correlación que a menudo hallamos entre los recursos naturales y los conflictos armados. La abundancia, si bien es un elemento importante de la paz y la estabilidad, puede conllevar resultados onerosos si los frutos no se invierten en el futuro, o si los Estados no aseguran beneficios al pueblo en general mediante una reglamentación transparente de los contrapesos políticos o la institucionalidad del Estado. Este Consejo ha abordado violentas disputas donde la explotación de riquezas fue aliciente a la brutalidad y al desprecio de los derechos más elementales. Sin embargo, limitarse a la reacción incumple la responsabilidad preventiva del Consejo frente a las amenazas a la paz y la seguridad internacionales. En un primer estadio, corresponde a los gobiernos asegurar una gestión participativa e incluyente en la riqueza natural, para impedir que las ambiciones se desborden en un conflicto. El Consejo debe colaborar luego con los gobiernos y promover sus esfuerzos por lograr mayores grados de transparencia y responsabilidad, y evitar que se den historias de familias arrancadas de sus hogares, de millones de muertes y de la más desnuda crueldad. 1 De la cooperación entre los organismos no gubernamentales, la comunidad internacional y la empresa privada, han surgido valiosas iniciativas para restringir el tráfico ilegal de recursos naturales, y normalizar las acciones de los gobiernos y la empresa privada en la explotación de los inventarios minerales y naturales. El proceso de certificación de Kimberley, por ejemplo, hoy se enorgullece en afirmar que el 99% de los diamantes en circulación no tienen relación con los conflictos. Éxitos como este nos deben instar a asumir nuevos retos. Lamentablemente, instrumentos como el Proceso de Kimberley son compromisos voluntarios. Existe un peligro real de que su implementación resulte menos que apremiante. Por lo tanto, no obsta que la comunidad internacional, haciendo uso de vehículos como la Comisión de Consolidación de la Paz, actúe de forma más enérgica para promover mayor vigilancia y transparencia, así como en darle seguimiento al comportamiento de los actores privados y públicos. Las lecciones que desprendemos de iniciativas recientes para minimizar el trasiego de recursos en conflicto reclaman identificar formas para reforzarlas en los contextos que corresponden al Consejo de Seguridad. Un punto controversial consiste en el desacato de las sanciones impuestas por este mismo Consejo. Aún con avances en la formulación de sanciones denominadas inteligentes, es necesario explorar qué medidas podrían adoptarse con aquellos que violen estas disposiciones. Así podremos, tal como declararon nuestros países en 1945 al firmar la Carta, “promover el progreso social y elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”. 2