Abolicionismo y trafico de esclavos en Montevideo

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Abolicionismo
y tráfico de esclavos
en Montevideo tras la
fundación republicana
(1829 - 1853)
Alex Borucki
Borucki, Alex, 1976Abolicionismo y tráfico de esclavos en Montevideo
tras la fundación republicana (1829-1853) / Alex
Borucki. – Montevideo : Biblioteca Nacional : Universidad
de la Republica, Facultad de Humanidades y Ciencias de
la Educación , 2009.
218 p. ; 22 cm.
ISBN 978-9974-550-55-1.
.
1. ESCLAVITUD EN MONTEVIDEO- HISTORIA, 1829-1853
2. AFRODESCENDIENTES- MONTEVIDEO- HISTORIA
I. Título
F2799.B7.A2
CDD 989.504
Primera edición: noviembre de 2009
Montevideo, Uruguay
© Biblioteca Nacional (Ministerio de Educación y Cultura) y Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Educación (Universidad de la República)
Ministra de Educación y Cultura: Ing. María Simón
Director Biblioteca Nacional: Dr. Tomás De Mattos
Rector Universidad de la República: Dr. Rodrigo Arocena
Decano Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación: Dr. José Seoane
Coordinación Biblioteca Nacional (diseño e impresión): Rafael Varela
Ediciones de la Biblioteca: [email protected]
Diseño gráfico editorial: Adriana Cardoso ABC/D
Diseño de portada: Rodolfo Fuentes
Queda hecho el depósito que marca la ley.
Impreso en Uruguay, 2009.
Resolución de la Biblioteca Nacional
y la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Abolicionismo
y tráfico de esclavos
en Montevideo tras la
fundación republicana
(1829 - 1853)
Alex Borucki
Nota del autor y agradecimientos
El manuscrito que aquí se presenta fue terminado en el año 2003.
Una beca del llamado “Jóvenes con Propuesta de Investigación 2002” de
la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la
República (CSIC-UdelaR) hizo posible la realización de este estudio. El
texto resultante fue galardonado con el Primer Premio en la categoría obra
inédita Ensayo de Historia del Premio Anual de Literatura concedido por
el Ministerio de Educación y Cultura en su edición 2004. Este preámbulo
sirve para precisar que esta investigación fue realizada a partir de la labor
académica de este autor en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación, y no desde su posterior experiencia como doctorando en Historia en Emory University, Atlanta, que fue iniciada en el año 2005.
Vale aclarar también que los resultados de investigación aquí presentados continúan siendo vigentes a pesar del tiempo trascurrido. El único
cambio que he realizado a este trabajo ha sido la incorporación de fuentes
británicas y brasileñas sobre los “colonos” africanos de Montevideo, que
realicé durante mis primeros años de investigación en Emory. Asimismo, he incorporado algunos apuntes bibliográficos sobre la finalización
del tráfico de esclavos y la esclavitud en las Américas que no estaban en
el manuscrito original. Desde 2003, año en que terminé la redacción de
este trabajo, mucho se ha avanzado en el estudio de la historia de los afrodescendientes en Uruguay. Por ejemplo, existen tres libros y un par de artí� BORUCKI, Alex, “The ‘African Colonists’ of Montevideo. New Light on the Illegal ��������� ������ ����� ��������� ����������� ��� ������������ ���� ������ ��� ���� ��������
Slave Trade to Rio de Janeiro and the Río de la Plata,” Slavery and Abolition, 30, 3 (2009):
427-444.
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
culos sobre Jacinto Ventura de Molina (1766-1841), un negro libre nacido
en Rio Grande, Brasil, que vivió en Montevideo hacia fines del período
colonial, tras la independencia uruguaya, y que dejó un registro extenso
sobre su vida y su tiempo. En este trabajo, las citas de los textos de Molina
proceden directamente de la consulta de sus manuscritos, realizada antes
o durante 2003, y no de las posteriores ediciones de sus escritos. También
vale aclarar que he conservado la sintaxis y ortografía original en los documentos que he reproducido, realizando sólo pequeñas modificaciones
que ayudan a su comprensión por los lectores de hoy.
Aprovecho esta oportunidad para agradecer a Natalia Stalla y Karla
Chagas, con quienes he compartido los últimos diez años de alegrías y
tristezas. El trabajo en equipo y la realización de nuestros proyectos retribuyeron en parte las horas robadas a nuestros cariños y afectos. También
agradezco a quien fue el tutor de este trabajo, Prof. Carlos Zubillaga y a la
Prof. Ana Frega, sin cuyo concurso nada de lo que se generó junto a Natalia y Karla hubiera sido posible. Asimismo, agradezco al Prof. José Pedro
Barrán por la lectura de este trabajo y sus valiosos comentarios. Su reciente desaparición física nos deja huérfanos. Debo reconocer que los estudios
de Óscar Montaño me brindaron firmes indicios sobre la existencia de
las fuentes que buscaba. También agradezco a Wilson González Demuro
por sus observaciones sobre la prensa del período luso-brasileño y por la
bibliografía sobre el espacio público decimonónico en América Latina. Mi
agradecimiento también está dirigido a los funcionarios del Archivo General de la Nación y particularmente de la Biblioteca Nacional, de donde
procede la mayoría de las fuentes que sustentan este estudio.
Quiero agradecer especialmente al Prof. David Eltis, mi orientador en
Emory University. Es una pena que su obra aún no esté traducida al español, lo cual constituye un enorme vacío para los investigadores de habla
ACREE, William, “Jacinto Ventura de Molina. A Black Letrado in a White World of Letters, 1766-1841” Latin American Research Review, 44, 2 (2009): 37-58; ACREE, William, y BORUCKI, Alex, Jacinto Ventura de Molina y los caminos de la escritura negra en el Río de la Plata.
Montevideo, Linardi y Risso, 2008, 256 pp.; GORTAZAR, Alejandro (coord.), Jacinto Ventura de Molina. Antología de Manuscritos (1817-1837). Montevideo, FHCE-CSIC, 2008, 145 pp.;
GORTAZAR, Alejandro, El licenciado negro: Jacinto Ventura de Molina. Montevideo, Trilce, 2007, 86 pp., y del mismo autor “Del aullido a la escritura. Voces negras en el imaginario nacional,” En: ACHUGAR, Hugo, (coord.), Derechos de memoria. Nación e independencia en
América Latina, Montevideo, FHCE, 2003, pp. 189-263.
10
castellana sobre el tráfico de esclavos y la esclavitud en las Américas. Eltis
orientó mi mirada sobre la frondosa bibliografía inglesa y norteamericana
sobre estos temas, y guió mi búsqueda de fuentes británicas sobre el tráfico de esclavos hacia el Plata. Si bien no conocía a Eltis ni a sus trabajos
antes de iniciar el doctorado, justamente por la falta de traducciones al
castellano, no quiero creer que fue una casualidad que mis pasos se hayan
dirigido hacia Emory. Asimismo, agradezco al Departamento de Historia
y al Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, ambos de Emory
University, por el apoyo para mi investigación en Montevideo y Rio de
Janeiro sobre los “colonos” africanos.
Por último, quiero agradecer a Alex y Alicia, mis padres. El camino
itinerante que inicié en el año 2005 me ha alejado en forma intermitente
de ellos. Nunca hubiera soñado hablar con ellos desde mi computadora
portátil, temporalmente en Londres, con su teléfono, siempre en La Blanqueada. Por fortuna, la investigación en los archivos históricos uruguayos
me ha conducido a la casita de mis viejos en cada crudo invierno montevideano. A ellos dedico este libro.
11
Introducción
Este trabajo constituye la continuación natural de estudios previos sobre la población de origen africano en el Uruguay independiente. Después
de haber esclarecido las prácticas de reclutamiento militar que habían impulsado las disposiciones abolicionistas durante la Guerra Grande (18391851), y las estrategias individuales y colectivas de la población esclava
ante esa coyuntura, restaba analizar el contexto político y cultural que
había propiciado la abolición de la esclavitud. De igual modo, luego de haber estudiado la participación de los esclavos en la economía de la frontera
durante la década de 1830, quedaba pendiente ampliar la investigación
sobre la continuidad del tráfico de esclavos luego de su prohibición constitucional. En esta instancia, se establece una aproximación al discurso abolicionista, desde el establecimiento del Estado Oriental del Uruguay hasta
la promulgación de las leyes de abolición, así como analizar la continuidad
de los argumentos que legitimaban la esclavitud. También se ofrece una
mirada de conjunto sobre los variados procedimientos a través de los cuales perduró la introducción de esclavos durante este período.
Si bien los argumentos contra el tráfico y a favor de la abolición se vincularon a los compromisos con la libertad e igualdad generados durante la
revolución, la trata de esclavos resurgió activamente tras el establecimiento de la soberanía republicana. Hacia los años treinta del siglo XIX, la liberalidad de la sociedad “patricia” era puesta a prueba en los debates sobre
esclavitud y abolición. Los discursos esclavistas y abolicionistas exponían
BORUCKI, Alex; CHAGAS, Karla y STALLA, Natalia, Esclavitud y trabajo. Un estudio sobre
los afrodescendientes en la frontera uruguaya (1835 – 1855). Montevideo, Pulmón, 2004. 13
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
los complejos procesos de continuidad y ruptura que ligaban al naciente
Uruguay con el mundo colonial. En la nueva república, algunos líderes
tenían cierta obsesión en torno a la inmigración europea y su aplicación a
la creación de colonias agrícolas en el interior del país. Ambas cuestiones
se vinculaban a la escasez de la mano de obra, su alto costo para los procesos productivos y su disciplinamiento luego de dos décadas de guerra casi
continua. La reactivación del tráfico de esclavos fue en el corto plazo una
de las soluciones ensayadas para traer brazos al Uruguay independiente.
La prensa, los debates parlamentarios y algunos documentos políticoadministrativos ofrecieron las respuestas a las interrogantes planteadas en
esta investigación. La prensa montevideana constituyó nuestra fuente principal, pues se relevaron los contenidos de varios periódicos a la búsqueda de
los debates sobre la esclavitud y la situación de los afrodescendientes. No se
pretendió realizar un estudio exhaustivo de la prensa entre 1829 y 1853, pues
se investigaron sólo acontecimientos o períodos bien delimitados, que podían ofrecer respuestas más precisas sobre el abolicionismo y la continuidad
del tráfico de esclavos.
El inicio del período analizado coincide con acontecimientos que fijaron el rumbo de la región, como la formación del Estado Oriental del
Uruguay (1830) y el Pacto de la Confederación de las Provincias del Litoral (1831), que otorgó carácter institucional provisorio a la Confederación
Argentina hasta 1853. En Brasil, la renuncia de Pedro I dio comienzo a
la Regencia (1831-1841). En ese lapso se generaron varios levantamientos
provinciales contra la Regencia imperial. La Guerra de los Farrapos (18351845) fue el más importante de ellos para el Río de la Plata, constituyendo
la tentativa más seria de establecer un gobierno independiente y republicano en Rio Grande do Sul. El período se cierra al inicio de la década de
1850, con el fin de la Guerra Grande en el territorio oriental (1851) y el
derrocamiento del primer gobierno de la posguerra (1853). Asimismo, con
la derrota del ejército de la Confederación Argentina leal al Gobernador
Juan Manuel de Rosas (1852) a partir de la alianza conformada por el
Para un panorama sobre los proyectos de colonización en el período 1830-1860, ver el voluminoso prólogo de Juan E. Pivel Devoto a los escritos económico-sociales de Francisco Bauzá: PIVEL DEVOTO, Juan E., “Prólogo” en: BAUZÁ, Francisco, Estudios sociales y
económicos. Montevideo, Colección Clásicos Uruguayos, 1972.
14
Imperio del Brasil, el Gobierno de la Defensa (Montevideo), la Provincia
de Entre Ríos y la Provincia de Corrientes.
Las estadísticas sobre población en este período son bastante variadas,
pues si bien es posible obtener información precisa sobre jurisdicciones específicas, es difícil elaborar datos sobre el conjunto del país o incluso sobre
un departamento. Se cree que hacia 1829 vivían en el territorio oriental
aproximadamente 74.000 habitantes, siendo la población de Montevideo
de 14.000. No se poseen datos sobre la adscripción étnica o racial de esos
totales. No obstante, en 1830 El Caduceo publicó un padrón de los cuatro
primeros cuarteles de la capital, que contabilizó a 9.660 habitantes. La
población esclava alcanzaba el 25%. De seguro la dimensión de la población afrodescendiente era algo superior, pues no se detalló el “color” de los
sujetos anotados como libres. Según estimaciones de Andrés Lamas, en
1835 vivían en Montevideo 23.404 personas, representando la población
de origen africano entre el 20% y el 25% de esa cifra. Se debe advertir que
durante la década de 1830 la dimensión de la población negra debió haber
variado notablemente debido a la continuidad de la trata de esclavos, a
través de los arribos de “colonos” africanos y de esclavos “de servicio”. Por
último, la Guerra Grande generó la disminución de ese porcentaje, entre
otros factores, a partir de la “militarización” forzada de los afrodescendientes. En 1853, El Comercio del Plata publicó los datos del padrón levantado
el año anterior, en donde se establecía que la población de Montevideo era
de 33.994 individuos y que los habitantes de origen africano eran el 11%.
El último dato procede de cifras del gobierno publicadas por la prensa, y
no del necesario estudio directo de las hojas de los padrones.
En esa época la participación política no sólo se definía por el sufragio
en los recientes regímenes republicanos. Había mecanismos informales de
participación que conferían cierta densidad social a la vida política rioplatense, y que tampoco estaban limitados a las lealtades caudillescas. Hilda
VILLA, Oscar y MENDIVE, Gerardo, La prensa y los constituyentes en el Uruguay de 1830.
Montevideo, Biblioteca Nacional, 1980, pp. 85 y 146.
ARREDONDO, Horacio, “Los ‘apuntes estadísticos’ del Dr. Andrés Lamas” Apartado de la Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay. Montevideo, Tomo VI, Nº1, 1928, pp. 25 y 56.
El Comercio del Plata, Montevideo, Nº 2165, 5 de mayo de 1853, suplemento especial.
15
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Sábato sugiere que hacia la década de 1860 fue necesaria la definición de
un espacio público ampliado en Argentina para quienes desde la sociedad
pretendieran intervenir o influir en la esfera del poder. El espacio público a
la vez se constituía como legitimación del poder, del soberano, en la interpretación contractualista de la vida política. En ese sentido, la transformación de una sociedad de Antiguo Régimen a una moderna sociedad civil a
imagen del sistema republicano, requería el desarrollo de la prensa, la vida
asociativa y la cultura de la movilización. Es posible señalar algo similar
para la década en que se estableció la soberanía republicana en el territorio oriental, con la creación del Estado Oriental del Uruguay. Durante los
primeros años de vida republicana pudo haberse iniciado la formación de
una esfera pública separada del Estado, que “privatizó” a la sociedad civil,
apuntándose como protagonista de la misma al individuo. Los hombres
que interactuaban en la esfera pública debían necesariamente ser iguales,
pues sólo las partes iguales podían suscribir el “contrato social”, para lo
cual era esencial reunir dos requisitos: propiedad y cultura. Eso definió la
esfera pública como ámbito eminentemente burgués.
La promoción de la prensa y su control eran temas cruciales tanto para
la legitimación como para la estabilidad de los gobiernos republicanos. Sin
embargo, como señaló Juan Pivel Devoto para el Uruguay de la década
de 1830: “Si se considera la indiferencia de las masas especialmente en
materia electoral o el grado de impresionabilidad de las mismas, no puede
hablarse de que existiera en la época lo que propiamente se llama opinión
pública.” En aquel período, las deficiencias de la producción (dependencia
de materiales elaborados en el extranjero), así como de recepción (vacío
demográfico, pocos centros urbanos, problemas de transporte, baja alfabetización), constituyeron las mayores limitaciones de la prensa local.10
Aunque se conocen algunas referencias en torno a las prácticas de lectura, como la lectura en voz alta en las pulperías o en los campamentos
militares, así como sobre la circulación de los diarios, hasta el momento
SÁBATO, Hilda, “Participación política y espacio público en Buenos Aires, 1860-1880”
En: El reformismo en contrapunto, Montevideo. CLAEH-EBO, 1989, pp. 16-17.
PIVEL DEVOTO, Juan E., Historia de los partidos políticos y de las ideas políticas en el Uruguay. La definición de los bandos (1829-1838). Montevideo, García & Cía, 1942, p. 233.
10 VILLA, Oscar y MENDIVE, Gerardo, op. cit., pp. 56-92.
16
existen pocos datos concretos sobre los tirajes de aquellos años. No obstante,
es posible cuantificar la variedad de periódicos publicados en Buenos Aires
y Montevideo. La visualización de esa dinámica, aunque imprecisa, es útil
para identificar la conexión entre la política y los vaivenes de la prensa
escrita en ambas márgenes del Plata.
Cuadro 1
Número de periódicos de Montevideo (1830-1852)
16
14
12
10
8
6
4
2
1852
1851
1850
1849
1848
1847
1846
1845
1844
1843
1842
1841
1840
1839
1838
1837
1836
1835
1834
1833
1832
1831
1830
0
Fuente: ZINNY, Antonio, Historia de la prensa periódica de la República Oriental del Uruguay
1807-1852, Buenos Aires, Casavalle, 1883.
Los primeros años tras el establecimiento del Estado Oriental se caracterizaron por los conflictos entre los partidarios de Fructuoso Rivera y
Juan A. Lavalleja. En ese período hubo gran variedad de “papeles públicos”, hasta que la insurrección lavallejista de 1832 obligó al gobierno de
Rivera a desplegar una política más estricta sobre la prensa. Los años de
mayor variedad de periódicos en Montevideo fueron entre 1838 y 1842,
que coincidieron con el período conocido como el “terror” rosista en Buenos Aires. Los emigrados argentinos en Montevideo emplearon la prensa
contra el régimen de Juan Manuel de Rosas, haciendo circular clandestinamente en Buenos Aires los diarios publicados en la capital oriental. Luego
de haberse establecido el Sitio Grande en Montevideo (1843) una parte
de los diaristas argentinos adoptaron otros destinos, como Chile o Europa.
La cifra de publicaciones decayó, aunque con ciertas oscilaciones, hasta
la década de 1850. Por otra parte, el declive en la variedad de la prensa
porteña se vinculó a las sucesivas leyes impuestas por el rosismo en 1833
17
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
y 1834, para sujetarla a controles más estrictos. La disminución de periódicos se acentuó entre 1838 y 1840, durante el bloqueo naval francés a
Buenos Aires.
Cuadro 2
1852
1851
1850
1849
1848
1847
1846
1845
1844
1843
1842
1841
1840
1839
1838
1837
1836
1835
1834
1833
1832
1831
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42
40
38
36
34
32
30
28
26
24
22
20
18
16
14
12
10
8
6
4
2
0
1830
Número de periódicos de Buenos Aires (1830-1852)
Fuente: MYERS, Jorge, Orden y Virtud. El discurso en el régimen rosista, Buenos Aires, Universidad
Nacional de Quilmes, 1995.
Los editores de los “papeles públicos”11 en Montevideo tenían variada
procedencia. Algunos estaban vinculados al espacio público generado durante la ocupación luso-brasileña.12 Otros, ya fuesen argentinos, orientales
11 Los datos sobre la prensa montevideana entre 1829 y 1852 proceden de: ZINNY, Antonio, Historia de la prensa periódica de la República Oriental del Uruguay 1807-1852. Buenos Aires, Casavalle, 1883. PRADEIRO, Antonio, Indice Cronológico de la prensa periódica del Uruguay. 1807-1852. Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias-UdelaR, 1962.
12 Wilson González ha contabilizado para Montevideo una treintena de periódicos entre 1818 y 1828, aunque unos pocos fueron publicados en Buenos Aires, Río de Janeiro y Canelones. GONZALEZ DEMURO, Wilson, Prensa e ideas en la sociedad montevideana durante la
18
o europeos, acompañaban a las tropas que habían combatido contra el
ejército imperial entre 1825 y 1828. Una vez establecido el gobierno provisorio, éste requirió de un periódico para difundir las leyes y decretos de
la naciente república. Durante varios años ese rol lo cumplió El Universal
(1829-1838) del español Antonio Díaz, que había sido editor previamente
en el Montevideo de la ocupación brasileña y en Buenos Aires. El Universal mantuvo una línea extremadamente oficialista, desde la asunción a la
presidencia de Fructuoso Rivera hasta la caída del gobierno de Manuel
Oribe (1838), a quien Díaz acompañó durante la Guerra Grande.
La mayoría de los periódicos de aquellos años tenían una duración
que se limitaba a unos meses. Algunos alcanzaban un año o más de tiraje, como El Indicador (1831-1832), de los argentinos Bernardo Guerrero
Torres y José Rivera Indarte, que tuvieron una prolífica labor editorial
en Montevideo. Previamente, Guerrero Torres había publicado algunos
periódicos en Buenos Aires junto al oriental Manuel de Araúcho. Según
Antonio Zinny, Guerrero Torres fue responsable en Montevideo de más de
una docena de publicaciones entre 1830 y 1847. Sus editoriales estuvieron
alineados al bando de Fructuoso Rivera en los conflictos de facciones.
Otro de los periódicos que redactó Guerrero Torres fue El Compás (18401842), que se opuso a la abolición general, prefiriendo la emancipación
parcial de los esclavos.
Durante la primera presidencia de Fructuoso Rivera hubo gran variedad de periódicos de muy breve duración. Entre ellos se hallaba La Diablada o el robo de la bolsa (1832), editado por Bernardo P. Berro, Juan F.
Giró, Francisco J. Muñoz y Miguel Barreiro. Ese “papel público” expresaba
la oposición al gobierno de Rivera, siendo clausurado luego de la insurrección de Lavalleja. En esos años, los debates estaban dominados por la oposición entre “imperiales” y “patriotas”, entre quienes habían colaborado
con el régimen luso-brasileño (que ocuparían los principales ministerios
de la nueva república) y quienes habían luchado contra el mismo. Durante
el gobierno de Oribe, la voz oficialista fue ejercida primero por El Estandarte Nacional (1835-1836), que se dedicó inicialmente a censurar a la
administración anterior, y luego por El Defensor de las Leyes (1836-1838),
dominación luso-brasileña (1817-1828). Proyecto de tesis, Maestría en Historia Rioplatense, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación-UdelaR, 2004.
19
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
redactado por Pedro F. Cavia, Manuel de Araúcho, Manuel Errasquin,
Carlos Villademoros y Avelino Lerena.
El espacio público local se ensanchó hasta adquirir verdadera dimensión rioplatense, a partir de la intensa labor periodística del exilio
argentino. En 1835, El Moderador de Ángel Navarro, Julián S. de Agüero, Francisco Pico, Valentín Alsina y Manuel B. Gallardo fue clausurado
por el gobierno de Oribe, a causa de sus artículos contra Juan Manuel de
Rosas. La prensa anti-rosista floreció durante la segunda presidencia de
Rivera, y aún más tras el inicio de la Guerra Grande. El Nacional (18351836 y 1838-1846), que estaba inicialmente ligado al gobierno a través
de su editor Andrés Lamas, contó entre sus redactores con varias figuras
del exilio unitario, como José Rivera Indarte, y con representantes de la
“generación romántica” como Juan B. Alberdi, Miguel Cané, Félix Frías
y José Mármol. Asimismo, contó con la colaboración de Bartolomé Mitre y Luís L. González.
Durante la Guerra Grande, los principales periódicos en el Montevideo de la Defensa fueron El Constitucional (1838-1847), de Isidoro de
María, El Nacional y El Comercio del Plata (1845-1868), redactado por Florencio Varela, que fue asesinado en 1848 por orden del campo sitiador. La
redacción de ese periódico quedó a cargo de Valentín Alsina, recibiendo
en ocasiones la colaboración de Miguel Cané y Félix Frías, entre otros.
En el campo sitiador se publicó El Defensor de la Independencia Americana
(1844-1851), que tuvo como redactores a Carlos Villademoros, Antonio
Díaz y Eduardo Acevedo Maturana. Bernardo P. Berro también fue articulista en esa publicación del Gobierno del Cerrito.
¿Cómo era representada la población negra en la prensa de Montevideo? En primer lugar, los esclavos aparecían en forma cotidiana como “cosas”, en los avisos de compra y venta, y de denuncias de huida y robo, que
se concentraban en la primera o la última página. Asimismo, se publicaban sentencias judiciales, en especial en los casos de asesinato, que tenían
a los esclavos como víctimas o victimarios. Algunos redactores prestaron
atención a las denuncias de malos tratos, iniciando campañas contra los
amos que aplicaban crueles castigos. Las noticias internacionales también
incluyeron referencias esporádicas a la situación de los esclavos en otras
regiones del continente. Las rebeliones esclavas, principalmente en Bahía, merecieron el destaque de los diarios locales, así como las sucesivas
20
prohibiciones contra el tráfico de esclavos en Brasil. La prensa también
incluyó reseñas sobre los debates en torno a la esclavitud y su abolición
en Estados Unidos, en especial sobre las acciones de los abolicionistas. Lo
mismo ocurrió con los conflictos sobre jurisdicción marítima internacional generados por los buques de la armada inglesa, que interceptaban a los
navíos dedicados al tráfico de esclavos.
Las prácticas de sociabilidad de origen africano también figuraron en
los periódicos, pero con una nota desaprobatoria. Es posible resumir con
tres palabras las referencias a las fiestas de las “salas de nación” o “candombes” entre 1830 y 1853: crítica, reglamentación y prohibición. La mayoría
de las reseñas señaló genéricamente como objeto de su diatriba a los “bailes de negros” que tenían lugar todos los días festivos en Montevideo. Salvo
durante el Sitio Grande (1843-1851) casi una vez por año se mencionaron
las celebraciones de los africanos con el objeto de movilizar el celo de la
policía. De este modo, la población de origen africano también figuró en
la prensa a través de los edictos policiales que restringían el tiempo y el
espacio de sus festividades.13
Los debates sobre la continuidad del tráfico de esclavos, la esclavitud,
y su abolición también tuvieron lugar en la prensa, incluso en ocasiones
a través de la publicación de las actas de las Cámaras Legislativas. No
obstante no haber encontrado evidencias de la formación de asociaciones
abolicionistas en Montevideo, se han hallado profusas manifestaciones de la
prédica abolicionista entre 1841 y 1842. La riqueza de esos textos también
radicó en su calidad más rioplatense que oriental, debido a la actividad periodística —y política— de los exiliados argentinos. De entre los propulsores
de la abolición, los más fervientes fueron los escritores de la “generación
romántica” que redactaban El Nacional. Si bien la igualdad fue uno de
los aspectos principales del ideario “socialista” de esos intelectuales, ese
13 Originalmente, este trabajo incluía un capítulo dedicado a las salas de nación, organizaciones étnicas de origen africano en Montevideo. Las características de esas sociedades se vinculaban a las tradiciones africanas, siendo visibles para el resto de la población a través del baile y la música durante los días de fiesta religiosa o patria. También se ofrecían en ese capítulo algunos apuntes sobre la participación de los negros en el teatro rioplatense durante la primera mitad del siglo XIX. Un avance de este trabajo es: BORUCKI, Alex, “Tensiones raciales en el juego de la representación. Actores afro en Montevideo tras la fundación republicana (1830-1840)”, en GOLDMAN, Gustavo, (org.) Cultura y Sociedad Afrorioplatense. Montevideo, Perro Andaluz, 2008, pp. 243-270.
21
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
concepto se empleaba en forma por demás imprecisa.14 La lucha contra la
trata africana y a favor de la abolición expresaba una sólida adhesión a la
causa de la libertad y de la igualdad de los hombres ante la ley, pero ¿ese
dogma también incluía a la igualdad política o social? Por otra parte, se
debe advertir que esa corriente intelectual también estaba impregnada, en
cierta forma, de la mirada “racialista” o “racista” que dominaría el pensamiento europeo de la segunda mitad del siglo XIX. Esteban Echeverría expuso en su segunda lectura en el Salón Literario de Marcos Sastre (1837),
el futuro venturoso que aguardaba a los argentinos a partir de pertenecer
a una “raza privilegiada”:
Pertenecemos a una raza privilegiada, a la raza caucásica,
mejor dotada que ninguna de las conocidas, de un cráneo extenso y de facultades intelectuales y perceptivas. Dejamos atrás
pocos recuerdos y ruinas, tenemos delante, como el joven adolescente, un mundo de esperanzas y una fuente inagotable de
vida y marchamos a la vista de Dios en busca de un porvenir.15
Una vertiente de pensamiento racial de corte más biológico-genético, fue expuesta por Andrés Lamas en un manuscrito de 1850 sobre la
evolución demográfica de Uruguay. Los datos de la población que Lamas
ofrecía provenían de las dos décadas anteriores. El autor consideró que
las “razas blancas” poseían cierta superioridad sobre la “raza negra”, a partir de una relación de “fecundidad” muy elevada de las primeras sobre la
segunda. Lamas llamaba “fecundidad” al cociente de dividir el número
de nacimientos sobre la cifra de matrimonios legítimos, dejando fuera de
la estadística a quienes habían nacido de uniones ilegítimas. Además, se
preguntó si esa “superioridad” era causada por las condiciones de vida de
la población negra en Uruguay o por factores biológicos:
¿Tan notable superioridad de fecundidad en las razas blancas, depende de un mejor vigor orgánico inherente a sus constituciones físicas, ó es un resultado de las conveniencias materiales
14 MYERS, Jorge, “La revolución en las ideas: la generación romántica de 1837 en la cultura y en la política argentinas” En: GOLDMAN, Noemí. Nueva Historia Argentina. Revolución
República, Confederación (1806-1852). Buenos Aires, Sudamericana, 1998, pp. 427-428.
15 Citado en: WEINBERG, Félix, El Salón literario de 1837. Buenos Aires, Hachette, 1977, p. 176.
22
de que ellas disfrutan, colocadas, como están, en una condición
social más favorable á todos respectos que aquella en que se
halla la raza negra? No se puede ciertamente desconocer el poderoso influjo que ejerce en la fuerza generativa del individuo
blanco el buen régimen alimenticio que le sustenta, las comodidades materiales de que disfruta, las fruiciones morales y los
goces del alma que son consiguientes al ejercicio espontáneo de
todas sus facultades. Pero es fácil apercibirse de que esa causa,
por grande que sea la energía que se le suponga, no puede, p.r
si sola, producir la notable diferencia que queda demostrada.
En primer lugar, por que tal causa no obra sobre la totalidad de
la población blanca, pues es un hecho que una parte de esta,
bastante considerable para deber tomarse en cuenta, no disfruta aquí de mejores conveniencias materiales que la población
negra. En segundo lugar, por que la condición servil á que está
sujeta la mayoría de esta ultima no le impone, en este país de
costumbres dulces y de instituciones protectoras, aquellas privaciones ni aquellos trabajos que, en otros países menos propicios, menoscaban su físico, abaten su espíritu y postran todas
sus facultades. Aquí el esclavo se alimenta con los mismos manjares que él sirve a la mesa de su dueño; duerme bajo techo; su
vestido le preserva de las impresiones penosas; y leyes tutelares
le amparan y aun le vengan de los malos tratamientos. Fuera de
todo esto hay una parte emancipada de la población negra, y no
pequeña comparada con la totalidad, que, mas o menos, cuenta con los recursos y participa de las conveniencias de la clase
acomodada. Todo ello, pues, parece concurrir a probar que la
desigualdad de condición y posición sociales, no es la sola causa
de esa inferioridad de rigor generativo que se nota en la raza
negra; y que en la producción de este fenómeno, entra, como
causa primordial, cierta debilidad radical, o sea una deficiencia
de vitalidad en su constitución orgánica. El clima –¿insuficiencia de Calor?16
Al final Lamas se preguntó si la diferencia de clima podría haber causado esa “deficiencia” de la población negra en Montevideo. No obstante,
en otro pasaje se despachó sobre la “inferioridad” de la “raza negra” debido
16 ARREDONDO, Horacio, op. cit., p. 55.
23
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
a su mayor mortalidad. Como conclusión, el autor señaló que la inmigración africana era inapropiada para el país. Otro tanto se extendió sobre los
inmigrantes de las Islas Canarias, a quienes consideraba de la peor clase
entre las “razas blancas”.
Luego de la abolición, Eduardo Acevedo Maturana (1815-1863) representó un caso excepcional para la prensa local, al plantear algunos de los
problemas que afectaban a la población de origen africano. Su periódico,
La Constitución (1852-1853), denunció la introducción de esclavos brasileños
por parte de sus amos para trabajar en las estancias de la frontera, a través
de una práctica conocida como los “contratos de peonaje”. También levantó
una colecta para beneficiar a una familia “de color” cuyo rancho se había
incendiado. El único sustento de esa familia era la mujer, que era lavandera,
pues su marido había quedado lesionado en la guerra. Acevedo Maturana
denunció la discriminación contra los niños afrodescendientes, pues se les
negaba la entrada a las escuelas públicas de la capital, así como los edictos
policiales dirigidos hacia las mujeres negras. Una vez eliminada la esclavitud, los vecinos de Montevideo reclamaron la creación de un reglamento
policial para la servidumbre doméstica (1852), que inicialmente sólo afectaba a las afrodescendientes.17 En esa ocasión, la única opinión contraria
al edicto en la prensa provino de La Constitución. En lo relativo a la educación, el periódico promovió la fundación de una escuela para adultos
“de color”, que se estableció en 1852. Incluso en la sección de noticias
internacionales Acevedo Maturana incluyó notas vinculadas a la población negra, como historias edificantes sobre religiosos y artistas “de color”
que sobresalían en Europa. Desde luego que los debates sobre esclavitud y
abolición en Estados Unidos figuraron en La Constitución, en especial tras
la publicación de La cabaña del Tío Tom de Harriet Beecher-Stowe, que se
difundió en Montevideo como folletín por entregas en abril de 1853.
No todos los simpatizantes de la abolición eran eminentes políticos o
letrados, o ambas cosas a la vez, sino que también hubo diaristas de variada
trayectoria, cuya vida es difícil de rastrear a través del Río de la Plata. Tal
17 BORUCKI, Alex, “Después de la abolición... La reglamentación laboral de los morenos y pardos en el Estado Oriental 1852-1860” En: BENTANCUR, Arturo; BORUCKI, Alex y FREGA, Ana (comps.) Seminario Estudios sobre la Cultura Afro-Rioplatense. Historia y Presente. Montevideo, Depto. de Publicaciones de la FHCE, 2004.
24
el caso del español José María Márquez, que publicó algunos periódicos en
Buenos Aires entre 1826 y 1828.18 Al parecer, Márquez había desertado del
ejército españolista de Chile, tras lo cual se dirigió a Buenos Aires. Allí se
vinculó a Juan A. Gelly y Santiago Vázquez, que habrían de ocupar cargos
de gran relevancia en el primer gobierno de Fructuoso Rivera. Luego de
haber llegado a Montevideo, Márquez se desempeñó como Defensor de
Menores y Esclavos, abandonando ese cargo el 23 de setiembre de 1829.
Se ignora desde cuándo se encontraba en la capital oriental. Entre 1829
y 1830, los periódicos que Márquez redactó o editó en Montevideo fueron los únicos que mantuvieron un énfasis sostenido sobre la liquidación
de la trata, la emancipación de los esclavos-soldados de la guerra contra
Brasil y la denuncia de maltratos contra los esclavos. Asimismo, parecen
haber sido los únicos en donde se especuló con la posibilidad de abolir la
esclavitud hacia 1830. Salvo por La Gaceta Mercantil (editada durante tres
períodos entre 1829 y 1830), la duración de esas publicaciones fue muy
limitada: Las Cuestiones o sean las Cartas Orientales (18 números en 1829),
El Clasificador (4 números en 1829), El Montevideano (8 números en 1829)
El Observador Oriental (40 números entre 1828 y 1829) y El Tribuno (11
números en 1830).19 En 1831 Márquez murió ejecutado en España, como
lo informó la prensa de Buenos Aires.20 La figura de Márquez es representativa, en cierto modo, de los letrados de segundo orden que empuñaron o bien
un arma o una pluma, a favor de la revolución en el Río de la Plata. Como lo
testimonia su final adverso, la persistencia en pos de establecer la soberanía
republicana, la libertad de los pueblos, movilizó su accionar en el Viejo y el
Nuevo Mundo.
18 ZINNY, Antonio, Efemeridografía Argirometropolitana hasta la caída de Rosas. Buenos Aires, Imprenta del Plata, 1869, pp. 20, 47 y 110.
19 ZINNY, Antonio, Historia..., op cit. p. 37. Márquez compartió la redacción de algunos periódicos con José María Arzac, que fue una figura destacada de la prensa de los años treinta, y con Joaquín Culebras y Fernando Quijano, que pertenecían a la compañía teatral de la capital.
20 Márquez “Fue fusilado en Cartagena del Levante, según unos, por desertor a las banderas españolas en Chile, y según otros, por perturbador del orden y juzgado por haber encabezado una sedición de la plebe, a favor del sistema constitucional. Si no hay duda que le ha cabido esa suerte infausta, la causa es al menos digna y en este sentido su desgraciado fin ha sido acaso el mas noble de todos los infortunios.” La Gaceta Mercantil de Buenos Aires, el 7 de noviembre de 1831, y citado en: ZINNY, Antonio, Efemeridografía...,op. cit., p. 110.
25
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Por último, resulta aún más difícil rastrear la participación de esclavos y
negros libres en los debates de prensa sobre esclavitud y abolición. Letrados
negros como Jacinto Ventura de Molina existieron en Montevideo durante
la década de 1830.21 También había un número no estimado de habitantes
de origen africano que podía leer, escribir, o que al menos escuchaba la lectura de la prensa.22 Unos breves apuntes sobre ese problema, que parece estar
lejos de resolverse, se realizaron al analizar las cartas de “Quindongo Candituyose”, y de los “Mozambiques, benguelas y congos”, así como el “Dialogo
entre un moreno libre que se halla en la carcel y un libre blanco”, que fueron
publicados por la prensa montevideana.
21 Según su relato, Jacinto Ventura de Molina nació libre en 1766 en la villa de Río Grande (Brasil). Llegó a Montevideo acompañando a José Eusebio de Molina, que había sido Gobernador Militar de Río Grande durante la transitoria ocupación española. En Montevideo, Jacinto trabajó como zapatero y letrado, dejando una importantísima colección de manuscritos que datan del tiempo de la ocupación luso-brasileña y de los primeros cinco años del período republicano. ACREE y BORUCKI, op. cit.
22 El 19 de diciembre de 1852 se fundó una escuela de adultos “de color” en una de las salas de instrucción primaria en la universidad montevideana. De entre los 53 alumnos, había algunos que “...conociendo ya la lectura y escritura, con mas o menos propiedad, formaron la clase de instructores.” Además de los maestros blancos, un grupo de afrodescendientes enseñó a leer y a escribir en esa escuela. La Constitución, Montevideo, Nº 141, 22 de diciembre de 1852, p. 2.
26
Capítulo 1
Derechos de propiedad
vs.
derechos de libertad
La fundación de la república
Las guerras de independencia en la América continental española
cuestionaron las bases de la esclavitud. La prédica revolucionaria y las
prácticas impuestas por la guerra generaron espacios propicios para el discurso y la acción de la población de origen africano. La militarización de
un sector numéricamente relevante de los hombres “de color”, generó un
marco favorable para el planteamiento de sus reclamos de libertad ante
los nuevos gobiernos republicanos. Sin embargo, la retórica libertaria e
igualitarista que proclamó la emancipación de las colonias fue empleada
tanto por esclavos como por amos para defender sus situaciones. Amos y
esclavos compartieron un conjunto de referencias vinculadas a la revolución, que utilizaron o bien para fundamentar sus derechos de libertad o de
propiedad. Algunos esclavos relacionaron la fractura de las relaciones de
dependencia colonial con la ruptura de sus propias las cadenas. El discurso de las elites criollas habría de proclamar la libertad, e incluso su firme
disposición a liquidar el tráfico transatlántico de esclavos, pero al mismo
tiempo defendió el derecho de propiedad sobre los esclavos. A pesar de los
compromisos con la libertad e igualdad proclamados, ninguna de las revoluciones del Nuevo Mundo —salvo la haitiana— devino en la abolición
de la esclavitud. La presión de los amos de esclavos y los compromisos de
la dirigencia de los recientes estados a favor de los derechos de propiedad,
contribuyeron a que la emancipación absoluta no se planteara como un
tema que requería definición inmediata.23
23 BLANCHARD, Peter, “The Language of Liberation:
����������� ������� ����� ��������� ��� ��������������������������
Slaves Voices in the Wars of Inde��� ��������� ��� �����
pendence.” Hispanic American Historical Review 82, 3 (2002): 499-523.
29
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
No obstante, las guerras de independencia y los conflictos civiles representaron oportunidades inéditas para los esclavos, pues se debilitó el
control de los amos, aumentando las ocasiones propicias para la huída. La
militarización forzada (y voluntaria) de miles de esclavos implicó su liberación. Su participación en las guerras también generó cierto compromiso
de los gobiernos revolucionarios hacia los esclavos, lo cual devino en la
aplicación de programas graduales de emancipación general.24
La independencia de Haití (1804) representó un caso paradigmático,
pues la constitución de una “república de esclavos” que había expulsado
a la población blanca, fue uno de los mayores temores de las elites criollas durante la revolución, contribuyendo a frenar el proceso abolicionista
en las nuevas repúblicas. Las fuerzas españolistas, más que las rebeldes,
emplearon los sucesos de Haití (levantamiento de esclavos e inversión
del orden social) como argumento para apartar a las elites criollas de los
proyectos independentistas. La revolución haitiana (1791-1804) tuvo gran
impacto en Hispanoamérica,25 particularmente en sociedades esclavistas
como Cuba, Puerto Rico y Brasil, que se mantuvieron apartadas de las
guerras independentistas en la primera mitad del siglo XIX. Conspiraciones y revueltas de esclavos surgieron en varias localidades de Cuba (17951799), Coro (1795), Luisiana (1795), Bahía (1798) y Cartagena (1799).
Andrews señaló: “Las enseñanzas que las clases dominantes de todo el
hemisferio extrajeron del caso haitiano eran obvias: en cualquier parte en
donde grandes poblaciones no blancas vivieran bajo condiciones de trabajo
24 ANDREWS, ��������� George R.,
������� ��� Afro-Latin America 1800-2000. New York, Oxford University
Press, 2004, p. 57.
25 La irradiación de la experiencia haitiana en Hispanoamérica también constituyó una de las facetas del impacto de la Revolución Francesa en el proceso de independencia de América Latina. “Las únicas excepciones significativas al carácter minoritario y elitistas de las adhesiones [a la Revolución Francesa en Hispanoamérica] fueron, en sociedades esclavistas, las conjuraciones o levantamientos en que estuvieron implicados negros o pardos. La ‘libertad de los franceses’ sirve de bandera a las revueltas de esclavos y la igualdad de denominador común a las de negros libres y pardos y, a veces, a los blancos pobres. Estos movimientos son, a pesar de todo, minoritarios, ya que esas sociedades ni son mayoritariamente negras, ni las diferencias sociales tan fuertes como en Santo Domingo. Su
principal consecuencia será la gran prudencia de las élites locales cuando se trate de aplicar los nuevos principios.” GUERRA, François-Xavier, Modernidad e independencia.
Ensayos sobre las revoluciones hispánicas. Madrid, MAPFRE, 1992, p. 41. 30
forzado, una revolución política podía muy fácilmente convertirse en una
revolución social.”26 En 1790 se prohibió la introducción en el Virreinato
del Río de la Plata de todo esclavo o “persona de casta” procedente de las
colonias francesas, para evitar la difusión de las medidas sobre la esclavitud emanadas de la Asamblea Nacional de Francia. En 1803 hubo una
insurrección de esclavos en Montevideo, cuyo objetivo era fugar de la villa
para formar una comunidad independiente en el medio rural (quilombo).
Luego del incidente, el Cabildo señaló con preocupación el contacto que
los esclavos locales mantenían con los esclavos y negros libres embarcados
en las naves francesas surtas en el puerto.27
En el período de independencia también emergió el discurso del estado, que defendió la causa de los esclavos en tanto ellos sirvieran a su
defensa armada. En Buenos Aires, la Revolución de Mayo planteó la extinción de la esclavitud mediante la paulatina transformación de la población esclava en libre. Pero en los cuarenta años que mediaron entre 1813
y 1853 no sólo desaparecieron lentamente los esclavos, sino que también
disminuyó notoriamente la población de origen africano.28 Es necesario
resaltar la coyuntura bélica que abarcó casi todo este período para entender la progresión de medidas contra la esclavitud. En 1812 el gobierno
de Buenos Aires prohibió el tráfico de esclavos, declarando libres a todos
los esclavos de amos extranjeros que arribaran al país. Esta disposición se
promulgó al año siguiente de la invasión portuguesa a la Banda Oriental,
que iba en auxilio de los españolistas de Montevideo. Las autoridades lusitanas condenaron esta medida, pues amparaba la huida de los esclavos
de Río Grande do Sul hacia las Provincias Unidas del Río de la Plata. De
este modo, la corona portuguesa solicitó la mediación inglesa para torcer
la voluntad del gobierno de Buenos Aires. Finalmente, la prohibición del
tráfico se enmendó, exceptuándose a los esclavos fugados del territorio
26 ANDREWS, George R., Afro-Latin America, op. cit., pp. 37-38 y 54-55.
27 MARTINEZ MONTERO, Homero, “La Esclavitud en el Uruguay Contribución a su estudio histórico-social.” En: Revista Nacional, año IV, tomo XV, número 45, pp. 398-400.
28 Las disposiciones del gobierno republicano no se encaminaron a la abolición sino hasta la constitución argentina de 1853, la cual no se aplicó en Buenos Aires sino hasta 1861. ANDREWS, George R., Los afroargentinos de Buenos Aires. Buenos Aires, Ed. de la Flor, 1989, pp. 58-69.
31
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
portugués, quienes serían extraditados, así como a los que arribaran con
sus amos en calidad de sirvientes.29
En 1813, la ley de libertad de vientres (con el reglamento de los libertos) y el comienzo de las levas de esclavos complementaron las medidas
orientadas a extinguir la esclavitud en los territorios del gobierno revolucionario. Como resultado, hacia 1827 el 60% de la población negra de
Buenos Aires era libre,30 pero el 43,2% de la misma estaba constituido por
menores de 14 años, quienes eran libertos y no libres, y que continuaban
bajo el control de sus antiguos amos mediante el sistema de patronato.
Su situación fue regulada por el Reglamento de la Educación y ejercicio de
libertos, que estableció que los menores debían trabajar para sus patrones,
a cambio de su completa emancipación, hasta cumplir los dieciséis años
de edad las mujeres y los veinte los hombres. El patronato también finalizaba si el pupilo contraía matrimonio. El liberto no podía ser separado
de su madre antes de cumplir dos años de edad, prohibiéndose el traspaso
o venta de los derechos de patronato durante el período de lactancia. El
tutor debía asegurar alimento, vivienda y educación al pupilo, así como un
peso de salario mensual a partir de los catorce años de edad para las mujeres y de los quince para los varones. El reglamento dispuso otras medidas
de protección y de sostén económico para los libertos, como el otorgamiento de un predio de labranza. Por otra parte, según Andrews, las levas
de esclavos liberaron a dos mil hombres mediante su incorporación a los
ejércitos entre 1813 y 1818. A pesar de estas medidas, la abolición de la esclavitud estaba fuera de discusión, lo cual se plasmó en los periódicos. En
1812, un artículo de prensa sostuvo que la abolición no era posible debido
a la defensa de los derechos de propiedad de los amos, así como a la incapacidad de los esclavos para hacerse cargo de su libertad. Se decía que una
vez liberados, los esclavos habrían de transgredir los derechos de los otros
ciudadanos. Si bien la revolución terminó de barrer el poder español de la
región, no aniquiló los prejuicios vinculados al sistema de “castas”.
29 FREGA, Ana, “Caminos de libertad en tiempos de revolución. Los esclavos en la Provincia Oriental Artiguista, 1815-1820” En: BENTANCUR, Arturo; BORUCKI, Alex y FREGA, Ana (comps.) Seminario Estudios sobre la Cultura Afro-Rioplatense. Historia y Presente. Montevideo, Depto. de Publicaciones de la FHCE, 2004, p. 46.
30 ANDREWS, George R., Los afroargentinos, op. cit., pp. 58-61.
32
El gobierno artiguista aplicó la ley de libertad de vientres y las levas
de esclavos en la Banda Oriental. Ana Frega analizó la extensión de estas
medidas durante la segunda fase de la revolución artiguista, entre 1815 y
1820.31 La situación excepcional del territorio oriental, a causa del dominio simultáneo y a veces superpuesto de diferentes jurisdicciones (española, porteña, oriental y portuguesa) generó mayores oportunidades de
fuga para los esclavos durante la coyuntura bélica. La ley de libertad de
vientres fue aplicada en el territorio oriental, no obstante continuar la
venta de niños esclavos. Las madres debieron recurrir con frecuencia a
los tribunales para reclamar la libertad de sus hijos esclavizados. Algunos
amos emplearon a su favor la autonomía política de la Provincia Oriental
con relación al gobierno porteño, para argumentar en contra de la libertad
de vientres en los tribunales. Sin embargo, la libertad de vientres fue ampliamente aplicada por el gobierno artiguista hasta el advenimiento de la
ocupación luso-brasileña.
El Directorio de las Provincias Unidas dispuso en 1815 una leva de
esclavos en Montevideo, ante los tropiezos de la guerra contra los españolistas en las provincias del norte y el avance de las tropas artiguistas
en la Banda Oriental. Una medida similar fue ejecutada por el gobierno
artiguista ante las invasiones portuguesas (1816), cuando formó un nuevo
Batallón de Morenos a través del reclutamiento de una parte de los esclavos de Montevideo. En ese año, las tropas integradas por ex-esclavos
fueron leales al gobierno artiguista, derrotando la revuelta que algunos
notables de la ciudad organizaron en contra del Delegado Miguel Barreiro.32 No obstante, en 1817 buena parte de ese batallón se plegó a la oferta
de libertad del comandante portugués Carlos Lecor. Paradójicamente, el
mismo régimen que había atacado las disposiciones de Buenos Aires para
alentar la fuga de esclavos, ahora empleaba esa misma herramienta para
debilitar al ejército artiguista. Entre otras conclusiones, Frega consideró
que por el momento es imposible establecer si las autoridades artiguistas
tenían mayores miramientos hacia los reclamos de libertad de los esclavos,
en comparación con las coloniales o con las portuguesas. El Reglamento
31 FREGA, Ana, op. cit.
32 También hubo algunas insurrecciones del Batallón de Morenos contra sus mandos, ocurriendo una de ellas en 1817. Ibídem, p.54.
33
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
de Tierras (1815) ofreció posibilidades de beneficiar a “los más infelices”
mediante el otorgamiento de predios de buena calidad entre la población
libre de origen africano. En síntesis, la revolución fue percibida por los
esclavos como una oportunidad excepcional para obtener la libertad.33
En lo concerniente a la esclavitud, la ocupación luso-brasileña (18171829) se encaminó hacia una dirección distinta a los planteos de la revolución. No se reconoció la libertad de vientres, se reactivó la introducción
de esclavos africanos en Montevideo y aumentó la población esclava en
la frontera debido al establecimiento de estancieros brasileños.34 Si bien
la administración luso-brasileña respetó las leyes referentes a la relación
amo-esclavo, atendiendo a algunos reclamos de los últimos, la continuidad de ese gobierno implicaba la perpetuación del sistema esclavista en el
territorio oriental.35 La reanudación de las operaciones militares contra la
ocupación brasileña brindaría nuevas oportunidades de libertad. En diciembre de 1825, Juan A. Lavalleja recibió una carta firmada por diez morenos y pardos que se comprometían a luchar contra la tropa invasora. De
esa nota, reproducida en forma fragmentaria por publicaciones sobre este
tema, en general se cita sólo el inicio: “Comprometidos nosotros los del
33 “La coyuntura revolucionaria posibilitó que los esclavos encontraran un espacio de libertad y, en lo inmediato, pudieran ‘descontar’ una parte del tiempo de opresión y discriminación. Pese a la inexistencia de medidas generales de corte abolicionista, el orden provisorio que proclamaba la revolución privilegiaba a los ‘más infelices’ y así fue interpretado por los esclavos, aunque supieran que el respeto a su libertad iba a depender de la fuerza que individual o colectivamente tuvieran para defenderla.” Ibídem, p. 58.
34 En 1825, el cónsul inglés en Montevideo realizó una descripción sobre la población oriental, en la cual incluyó a los esclavos. Allí se percibe la opinión de que la revolución habría promovido la indisciplina de los últimos: “De los esclavos se dice que fueron muy
numerosos antes de la guerra revolucionaria, pero como la Patria encontraba en ellos una fácil y económica manera de levantar tropas, ofrecía la manumisión a aquellos esclavos que tomaran las armas; se conducían muy bien y fueron la única Infantería de la Patria. Su número disminuyó considerablemente por estas medidas, los propietarios fueron forzados a relajar la disciplina, y ahora se han vuelto tan arrogantes y perezosos que no pueden ser impelidos a trabajar igual que una persona libre. Ha habido un pequeño incremento por la importación desde Río de Janeiro, y con los colonos Brasileños, pero no de importancia.” BARRÁN, José P.; FREGA, Ana y NICOLIELLO, Mónica. El cónsul británico en
Montevideo y la independencia del Uruguay. Selección de informes de Thomas Samuel Hood.
Montevideo, Depto. de Publicaciones de la UdelaR, 1998, p. 67.
35 Sobre este período ver APARICIO, Fernando y BENTANCUR, Arturo. Amos y esclavos en
el Río de la Plata. Montevideo: Planeta, 2007.
34
color bajo a tomar armas para defender nuestra Patria [...]”.36 Sin embargo,
en pocas ocasiones se ha analizado el plan de los patriotas montevideanos
de origen africano:
“[...] se pone de dho color bajo, 400 a 500 hombres solamente para defender el Pabellón de nuestra Patria: y con el mayor
silencio sorprendiendo las dos Guardias princip.s q.e que son la
del Muelle y del Portón, y en el mismo instante, presentado V. E.
las tropas q.e le paresca sean bastantes p.a asaltar la Plaza, con
lo q.e creemos sera suficiente para romper las cadenas de nuestra esclavitud, y así suplicamos a V.E. sea servido mandarnos
un guiador por el cual podremos ser dirigidos a la gran empresa.
V.E. podrá discurrir un modo por, el cual pueda mandarnos armas y municiones, para librar la plaza de los tiranos. Tambien
tenem.s los Libertos preparados, y solo esperan el más minimo
mov.to p.a declararse contra el tirano Emperador [...]”
Morenos y pardos, tanto esclavos como libres, se proponían dar pelea
a las tropas brasileñas acantonadas en la ciudad. En forma coordinada Lavalleja debía atacar la plaza, que se sometería debido a la combinación de
la revuelta interna y del asalto exterior. Desde mayo de 1825 las fuerzas al
mando de Manuel Oribe ocupaban el Cerrito, emplazando su base a poca
distancia de Montevideo. Asimismo, luego de las victorias de Rincón y
Sarandí, los habitantes de la plaza especulaban sobre el avance final hacia
la ciudad. Al parecer fue imposible armar a los efectivos que pretendían
organizar la revuelta o incluso enviarles un jefe. Tal vez se desestimó la
propuesta por su peligrosidad, pues momentáneamente la capital quedaría
bajo control de los esclavos. Es posible que los revolucionarios de 1825
temieran que se los vinculara con vertientes de radicalismo social, lo cual
desprestigiaría su causa ante la elite montevideana.37
El discurso de los esclavos nuevamente superpuso la concreción de la
libertad política a su propia emancipación, pues solicitaron a Lavalleja el
36 Carta al Gral. Juan Antonio Lavalleja, 10 de diciembre de 1825. La nota fue reproducida en toda su extensión en: PEREDA VALDES, Ildefonso, Línea de Color. Santiago de Chile, Ed. Ercilla, 1938, p. 243.
37 Esto nos fue sugerido por el Prof. José P. Barrán. Montevideo y Colonia fueron los últimos reductos de la ocupación brasileña. El gobierno provisorio entró a la capital el 1º
de mayo de 1829, poco después de la retirada de las últimas tropas imperiales.
35
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
asalto a la ciudad para “romper las cadenas de nuestra esclavitud”. Desde
su inicio, la guerra contra Brasil tuvo la participación de los morenos y
pardos, reconociéndose dos criados de Pantaleón Artigas y Manuel Oribe
en la nómina de los “Treinta y Tres Orientales”.38 En noviembre de 1825
el Batallón Libertos Orientales, que había sido creado reclutando libres y
esclavos, poseía 300 efectivos de tropa y 90 oficiales.39 Los esclavos enrolados en ese cuerpo obtenían una oportunidad para liberarse. Una vez
que las tropas orientales se acercaron a Montevideo y luego de las sucesivas victorias contra las fuerzas imperiales, algunos esclavos de la capital
pudieron percibir que se estaba generando una coyuntura favorable para
emanciparse a través de las armas. El plan para la toma de Montevideo
tenía por objetivo final hacerlos merecedores de la libertad.
1.1. La emancipación de los soldados de la independencia.
Las levas raciales de las tropas orientales se reanudaron en febrero de
1829, ordenándose la reunión de los “morenos que se hallan diseminados
por los pueblos y campaña”40 para su remisión a la villa de Durazno. El
decreto del 18 de mayo de ese año y su complemento del 10 de junio regularizaron la situación de los esclavos alistados. Se dispuso la emancipación
de los esclavos que habían participado en la guerra con Brasil y que habían
servido al menos tres años. El gobierno provisorio pagaría el valor de su
rescate a sus amos. Quienes no hubieran alcanzado ese plazo de servicio
debían retornar a la esclavitud, a excepción de los soldados cuya foja de
servicio tuviese “algún acto distinguido o de mérito particular”. Esta cláusula facilitó la emancipación de quienes no habían cumplido los tres años
de servicio. El introito del decreto señaló la predisposición de la nueva
república hacia la liquidación de la esclavitud: “[...] [el gobierno] propenderá [a] la emancipación de todos los hombres sujetos a aquella condición
38 MARTINEZ MONTERO, Homero, op. cit., Revista Nacional. Montevideo, año IV, tomo XV, número 45, p. 421.
39 El Batallón de Libertos Orientales custodió a los prisioneros de guerra tras las batallas de Rincón y Sarandí e intervino en operaciones contra las posiciones brasileñas de Colonia del Sacramento. Asimismo, una parte de ese cuerpo rechazó en 1826 el intento brasileño de ocupar la villa de Soriano. Ibíd.
40 Ibídem, p. 422.
36
[esclavitud] y muy particularmente a los que se hayan hecho merecedores
por sus servicios a la Causa Publica [...]”. Sin embargo, en aquel momento
sólo se liberó a algunos esclavos que habían participado directamente en
la guerra.
El gobierno provisional también atendió las solicitudes de los amos
que pretendían obtener una retribución o gestionar la restitución del esclavo fugado. Entre setiembre de 1829 y febrero del año siguiente se tramitaron favorablemente varios reclamos, pagándose entre 250 y 300 pesos
por el rescate de cada esclavo.41 No todos los pedidos fueron resueltos. En
algunos casos, las autoridades aguardaron una resolución de la Asamblea
General del Estado Oriental. En junio de 1833, Pedro Gonzales reclamó
el pago por un esclavo suyo, quien a pesar de no haber cumplido los tres
años de servicio continuaba en la tropa.42 Una investigación posterior
fundamentó la emancipación del esclavo debido a su foja de servicios. Se
liquidaron 250 pesos a González, procediéndose a pagar una tercera parte
al contado, el otro tercio a los dos meses y el saldo restante a los cuatro
meses. Esa misma fórmula de pago se aplicó a otros casos.
Algunos esclavos cambiaron de nombre después de fugarse para incorporarse a la tropa. El esclavo de Manuel Fernández, Juan Marcos, pasó
a llamarse Juan Correa al incorporarse al Batallón Nº1 de infantería en
1825.43 Fernández había iniciado su reclamo en 1830, pero luego de la
pérdida de algunos documentos probatorios sobre la condición de su exesclavo, debió aguardar hasta 1833 para obtener una retribución.
Otras solicitudes fueron más complejas, pues se vinculaban —o habrían de hacerlo— a levas raciales del pasado y del futuro. No sólo los
amos se dirigieron a las autoridades, sino también algunos esclavos que
reclamaban su libertad. El Defensor de Menores y Esclavos presentó el
caso del pardo Andrés Saturnino Piris para su resolución por el Ministro
41 PELFORT, Jorge, Abolición de la esclavitud en el Uruguay, Montevideo, Ed. de la Plaza, 1996, pp. 135-139. 42 Archivo General de la Nación, Fondo Ex Archivo General Administrativo, Ministerio de Guerra (en adelante AGN-AGA, MdeGue), Caja 1216, junio de 1833, [Expediente de Pedro Gonzales], 19 de junio de 1833.
43 AGN-AGA, MdeGue, Caja 1219, setiembre de 1833, [Expediente de M. Fernández], 23 de agosto de 1833.
37
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
de Guerra en 1833.44 Piris había sido enrolado por el gobierno artiguista,
participando en la batalla de India Muerta, Paso del Cuello y en otros encuentros menores con los portugueses en 1817. Los amos de Piris le habían
prometido su libertad pero no cumplieron su palabra. Por tanto, Piris quiso
ampararse en la ley que emancipaba a los soldados de la independencia.
El Defensor de esclavos argumentó: “[...] aunq.e dha ley no escluye se crea
dictada solo p.a los de la ult.a grra p.a arrojar la dominacion extranjera,
como no excluye a los q.e pelearon contra esta cuando invadia deben estos
gozar igual beneficio.” Asimismo, adjuntó el testimonio de oficiales que
recordaban la participación de Piris. El Fiscal General falló a favor del
pedido pues: “[...] consta q.e los soldados q.e sirvieron contra la invasion
portuguesa nunca fueron pagados con regularidad [...]”. Los amos de esclavos afectados por las levas del gobierno artiguista también se beneficiaron
de las medidas emancipadoras de la naciente república. Antonio Arraga
constituye un caso extremo, pues en 1833 acreditó una deuda de 6500
pesos contra la Contaduría General, que le reconoció los derechos de retribución sobre 26 esclavos, casi todos alistados por la revolución oriental.
Arraga inició sus reclamos en 1826 ante el gobierno de Buenos Aires —lo
cual explicaría la pérdida de una parte de la documentación— continuando sus demandas en Montevideo en 1829, a partir de la ley de emancipación de los soldados-esclavos.45 Arraga no documentó la situación de todos
los esclavos que imputó como soldados. Por tanto, recurrió a Rufino Bauzá,
que había sido jefe de uno de los regimientos de libertos de aquel tiempo.
Bauzá sostuvo que: “no p[odía] recordar el nume.o de criados pertenec.s a
este interesado q.e servian en el Bat.on en el año 815: p.o le consta[ba] de
un modo indudable q.e habia porcion de ellos con su apellido.” Por otra
parte, es probable que detrás de este expediente se encuentre otro tipo de
negocio, vinculado a los papeles de crédito del Estado.
Algunas situaciones no habrían de resolverse en forma concluyente
sino hasta la abolición de la esclavitud. El esclavo Tomás Pereira había
fugado con su familia desde Brasil al territorio oriental en 1825. Su intención había sido alistarse en las tropas orientales, “[...] a efecto de obtener
44 AGN-AGA, MdeGue, Caja 1219, setiembre de 1833, [Expediente de Andrés Saturnino Piris], 31 de agosto de 1833.
45 AGN-AGA, MdeGue, Caja 1219, setiembre de 1833, [Expediente de Antonio Arraga], 23 de mayo de 1833.
38
por ese medio la libertad que una Ley Patria habia ofrecido, a los que de su
condicion y pertenecientes a Brasileros, se amparasen en las banderas del
Ejercito.”46 De este modo, participó en el asedio de Colonia del Sacramento, continuando en campaña hasta que su condición física le impidió permanecer en la infantería. Como hombre libre se estableció con su familia
en San José, hasta que fue esclavizado nuevamente en 1836, por un sujeto
que se presentó como el nieto de su antiguo amo. Luego Pereira y su familia fueron vendidos a cambio de un rodeo vacuno a Pedro Echart. La ley
de abolición de 1842 terminó por liberar a Pereira y a su mujer. Sin embargo, sus hijos continuaron bajo el patronato de Echart. Por tanto, Pereira
reclamó —exitosamente— la devolución de sus hijos al año siguiente.
El 11 de marzo de 1830 la Asamblea General Constituyente declaró la
libertad de los esclavos brasileños que durante la guerra hubiesen fugado
del territorio imperial y de quienes en ese período hubiesen sido confiscados por las autoridades orientales.47 En 1833, el brasileño Juan Quirino
Viñas solicitó la devolución de un esclavo que se había fugado en 1829. El
esclavo no había huido durante la guerra aunque se encontraba en ese momento sirviendo en el ejército. El Defensor de Menores y Esclavos sostuvo
que Francisco —así se llamaba el fugado— no necesitaba: “[...] apoiarse,
aunque podia hacerlo, en haberse hallado...en la gloriosa jornada de Ituzaingo al servicio del Gral en Gefe D Carlos Alvear, a quien se presento al
otro lado de Bayes”48 pues bastaba aplicar la medida del 11 de marzo. Por
tanto, el antiguo esclavo mantuvo su libertad sin disponerse una retribución a su amo.
La situación de los esclavos huidos del Brasil no se resolvió fácilmente.
La Asamblea Constituyente consideró incluir a los esclavos en los casos
en los que se había pactado restituir los bienes de los súbditos imperiales.
Finalmente, se optó por saldar esa cuenta defendiendo tanto la propiedad
como la libertad. El Estado pagaría por la libertad de esos esclavos
46 Archivo General de la Nación, Fondo Ex Archivo General Administrativo, Ministerio de Gobierno (en adelante AGN-AGA, MdeGob), Caja 946, agosto de 1843, [Expediente de Tomas Pereira], 26 de agosto de 1843.
47 El Fanal, Montevideo, 3 de abril de 1830, p. 2. 48 AGN-AGA, MdeGue, Caja 1220, octubre de 1833, [Expediente de Juan Quirino Viñas], 16 de octubre de 1833.
39
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
(no de todos los esclavos brasileños fugados) cuya condición de libre no
sería objetada. Asimismo, se habría de devolver en dinero su valor al propietario brasileño, cuyos bienes debían ser reparados. También se debatió
sobre los efectos de la confiscación de esclavos brasileños por parte de los
jefes orientales. Algunos esclavos fugados o confiscados por oficiales de
tropa no habían sido emancipados, sino que fueron integrados a su servicio personal.49 Tomás Diago sostuvo que le “[...] consta[ba] que varios Jefes
militares tienen como esclavos a varios que han tomado durante la guerra
y para evitar tamaño abuso creo que debe tomarse una medida pronta.”50
Los esclavos confiscados incluso eran utilizados como valor de cambio por
los jefes militares, quienes así pagaban deudas pendientes. El fondo del
debate consistía en que el Estado no podía participar ni aprobar el esclavizamiento de seres humanos, pues era contrario a los principios republicanos.
No obstante, debía respetar las prerrogativas militares vinculadas al derecho
de confiscación durante la guerra. Se resolvió que los esclavos confiscados y
empleados por los militares como forma de pago, serían emancipados por la
república, que solventaría el costo de esa operación.
No sólo los esclavos-soldados se beneficiaron del escenario patriótico
que estableció la fundación republicana, sino también algunas mujeres.
Las celebraciones vinculadas al poder desde el período colonial y durante
la revolución, habían generado modalidades de festejos tales como liberar
presos, emancipar esclavos o montar representaciones teatrales. El 17 de
julio de 1830 dos esclavas fueron entregadas a disposición del Cabildo,
pues habían sido puestas como premio de una rifa y el ganador no se había
presentado. Las esclavas peticionaron al Cabildo que: “... como es proximo
el dia en que nuestra Rep.ca sera libre a V.E. pedimos nos de tambien libertad a nosotras.”51 Las esclavas intentaron beneficiarse del clima de fiesta
cívica por la Jura de la Constitución, para obtener su libertad. Se ignora
cuál fue la respuesta a su pedido.
49 MONTAÑO, Oscar, Yeninyanya. Historia de los afrouruguayos, Montevideo, Mundo Afro, 2001, p. 130.
50 Actas de la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado, Montevideo, Tipográfica de la Escuela Nacional de Artes y Oficios, 1897, Tomo 3, p. 248, sesión del 10 de marzo de 1830.
51 MARTINEZ MONTERO, Homero, op. cit., Revista Nacional, Montevideo, año IV, tomo XV, número 45, p. 408.
40
A pesar de la coyuntura festiva, no todos los soldados de la independencia fueron emancipados. Eduardo Acevedo señaló que las limitaciones
del erario público impidieron extender ese beneficio a todos los esclavos
alistados.52 De este modo, los amos hicieron retornar a la esclavitud a algunos antiguos soldados. Un sector de la prensa denunció la indefensión
en que había dejado la república a sus antiguos defensores. Las Cuestiones o sean las Cartas Orientales y El Tribuno, redactados por Juan María
Márquez, intentaron movilizar los sentimientos de la población hacia la
situación de los esclavos-soldados. La prensa hizo referencia al levantamiento de una suscripción para emancipar un esclavo.53 Es posible que se
organizaran otras colectas con el mismo cometido.
En sintonía con esos reclamos, Juan María Márquez sostuvo que la
Asamblea General y el gobierno debían garantizar la libertad de los soldados-esclavos con nuevas medidas, a costa de emitir papeles de crédito público, pues las autoridades orientales no debían ser ingratas con
quienes habían defendido la independencia.54 Algunos soldados-esclavos
debido a las heridas recibidas fueron parcialmente incapacitados para
trabajar, disminuyendo su capacidad para emanciparse a través del conchabo.55 Márquez destacó la conducta de los oficiales Bernabé Magariños y Rufino Bauzá, quienes no habían reclamado la restitución de sus
esclavos a su propiedad: “[...] vemos que de las casas de los SS Magariños, y Bauza que era, uno gefe del cuerpo, y el otro oficial, hay porcion
de soldados, y que andan libres sin que se les molesten, reservando sus
acciones para reclamarlas en oportunidad [...]” Al parecer, ambos militares aguardaban una mejor ocasión para iniciar sus reclamos contra el
erario público. Mientras tanto, sus antiguos esclavos permanecían libres
pero bajo su mando en la tropa.
52 ACEVEDO, Eduardo, Anales Históricos del Uruguay, Montevideo, Barreiro y Ramos, 1933, T. I, pp. 351-352.
53 “Se hace una apuesta de 200 pesos para libertar algun esclavo de los que han defendido la libertad del pais [...]”. Las Cuestiones o Sean las Cartas Orientales, Montevideo, 5 de setiembre de 1829, p. 103 [paginado en el encuadernado].
54 El Tribuno, Montevideo, 10 de abril de 1830, p. 2. 55 Los esclavos podían trabajar para terceros, siendo la paga retenida por sus amos. Si el esclavo trabajaba en domingo o feriado, la paga iba para él. A partir de esta práctica podía adquirir bienes, y después de cierto tiempo, comprar su libertad. 41
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
La Gaceta Mercantil —también redactada por Márquez— publicó una
nota sobre el esclavo Santiago Casavalle, quien en 1827 tras haber herido a otro esclavo fugó a Cerro Largo, en donde se incorporó al ejército
oriental. Al retornar a Montevideo fue encarcelado y entregado a su amo.
Santiago no había cumplido tres años de servicio ni tampoco tenía hechos
excepcionales en su foja de servicio. Según se anotó en el periódico:
Santiago expuso con toda la veemencia de que es capaz un
oprimido, que él habia servido a la Patria, en concepto, de ser
libre, que sino se habia hallado en acciones, fue por accidente,
que entre tanto desde el momento de entrar a ser uno de los
que componian las filas de las tropas libertadoras del Estado
estubo expuesto a morir en accion, o ser prisionero de guerra,
que por este principio y el del tácito consentimiento de su amo
en permitirle sirviera durante la guerra y aun despues de ella
habia adquirido su libertad de hecho [...]56
Finalmente se estableció que Santiago entregara 200 pesos a su antiguo amo a cambio de su libertad, dando cuatro pesos mensuales. La suma
que debía pagar Santiago era menor que el valor de un esclavo adulto
(entre 300 y 400 pesos), así como que el monto que debía entregar por mes
constituía entre la mitad y un tercio del conchabo mensual de un peón
de estancia o labranza. En el momento del acuerdo, Santiago entregó una
suma a cuenta del total, comprometiéndose a pagar el resto a razón de cuatro pesos mensuales. Esta fórmula fue celebrada por el autor del artículo,
que sostuvo que podía aplicarse para establecer un sistema de patronato
que concluyera en la abolición de la esclavitud.
Márquez fue Defensor de Menores y Esclavos en Montevideo durante
1829.57 Su labor como defensor y “publicista” se manifiesta en el “Diálogo
entre un moreno libre que se hallo en la carcel, y un libre blanco”.58 El
diálogo, que fue publicado en dos números consecutivos de El Tribuno,
evidenció las injusticias que sufrían los soldados de la independencia vueltos a la esclavitud. Uno de los participantes fue el moreno Lora, que estaba
56 La Gaceta Mercantil, Montevideo, Nº 83, 26 de enero de 1830, p. 2.
57 ZINNY, Antonio, Historia..., op. cit. p. 37.
58 El Tribuno, Montevideo, 5 de abril y 10 de abril de 1830.
42
en prisión. El interlocutor de Lora de seguro fue el propio Márquez en
su condición de Defensor de esclavos. Al parecer, Márquez se interesó
por este caso al iniciar su labor judicial. De nuevo se recrearon las palabras de la víctima a través de la escritura del redactor. Así describió
Lora su situación:
[...] antes que se formase el regimiento de Libertos Orientales, ya servía yo a las banderas patrias. Formado aquel, serví en
el hasta la accion del Paso de la Arena o Cuello, en la que fui
herido y prisionero ultimamente: conducido en clace de tal, los
portugueses me pasaron a su escuadra en la que permanesi año
y medio: al cabo de este tiempo me arrojaron, como inutil, diciendome que fuera libremente donde quisiera. Venido a tierra
me toman por la fuerza y D. L...de las C...me vendio por 55 o 60
pesos al señor M... ¡el infeliz nunca halla o pocas veces amparo,
ni en los encargados de ejercer justicia! Asi fue que yo libertado vajo la oferta del gobierno patrio, inutilizado por defender
el pais, y suelto libremente, despues de mi infortunio de año y
medio de prision, volvi a la esclavitud.[...]”
Lora permaneció con grillete y cadenas en la panadería de su nuevo
amo hasta la entrada del gobierno provisorio a Montevideo en mayo de
1829. En ese momento le fueron quitados los hierros, ante lo cual escapó
para presentarse ante su antiguo oficial para reincorporarse al ejército
oriental. Su jefe le recomendó presentarse al Defensor de Menores y
Esclavos para tramitar su libertad, pero la solicitud generó los efectos
contrarios a los esperados. Una vez citado judicialmente, el amo pidió
que se remitiera a Lora a la cárcel debido a que había fugado. El moreno
tampoco obtuvo auxilio del defensor que ejercía en ese momento, quien
argumentó que el monto o valor de la causa no lo ameritaba. De este
modo, Lora fue encarcelado por la voluntad de su antiguo amo. Al final,
el interlocutor de Lora pagó la fianza para sacarlo de la prisión, mientras
intentaba reunir elementos probatorios, como informes de jefes militares, para emanciparlo completamente.
El diálogo también manifiesta que la capacidad de ejercer justicia del
naciente estado, se agotaba en la voluntad de sus funcionarios. El anterior
defensor no se había preocupado por la causa de Lora, como tampoco
lo habían hecho las autoridades judiciales ante las cuales Lora se había
43
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
presentado. Al final del diálogo Lora preguntó cómo podía retribuir a su
interlocutor por haber defendido su causa, quien respondió:
Estoy mas que recompensado por el placer que experimenta
mi alma al ver que he contribuido a ver libre tu persona, terminada tu condicion de esclavo, y remunerada, en parte, la sangre
que has derramado por la defensa de la patria. Ahora ocurriremos al gobierno para que, ya que no puedes ganar tu vida de un
modo suficiente por la pérdida de tu brazo derecho, te conceda
una recompensa que asegure tu subsistencia. Aun eres joven, y
esclamarás entre tus amigos. ‘Yo me inutilicé sirviendo a este
Estado, pero él rompió la cadena de mi esclavitud, me sostiene
y soy libre e independiente.
El texto también ofrece cierta aproximación a la defensa de la virtud
republicana, pues se concebía la emancipación de individuo y del colectivo
como un deber moral. En esa dirección, el discurso abolicionista encontró
mejores fundamentos en la retórica republicana que en los principios del
liberalismo clásico, pues entre los últimos la defensa de la propiedad constituía una roca en donde naufragaban las propuestas emancipadoras. La
exaltación patriótica constituyó otro recurso de quienes, como Márquez,
defendieron la libertad de los esclavos-soldados. Mover la compasión de
los lectores sobre situaciones concretas, aproximándolos a los padecimientos de quienes habían defendido la independencia, parece haber sido la
estrategia del diarista. En lugar de emplear discursos abstractos sobre la
libertad, se denunciaban casos específicos. Márquez anunció en el mismo
ejemplar en el que concluyó el caso de Lora que: “En el siguiente num. nos
ocuparemos en defender la libertad del moreno Manuel Velazco, soldado
que fue del batallon de Libertos Orientales, herido en India Muerta y esclavizado actualmente [...]”.59 No obstante, esta práctica fue interrumpida,
no publicándose noticias de nuevos casos.60
Los soldados-esclavos tuvieron que documentar su participación en la
guerra, mediante listas de revista o testimonios de sus jefes, así como la
59 El Tribuno, Montevideo, 10 de abril de 1830, p. 4.
60 Se ignora el motivo de ese silencio. Montaño lo atribuye a “una lluvia de críticas” que habría recibido el periódico. MONTAÑO, Óscar, Yeninyanya, op. cit., p. 130. Márquez permaneció en Montevideo al menos hasta julio de 1830.
44
duración de su servicio en las armas. De otra forma, podían retornar a la
esclavitud. La capacidad de apelación ejercida por los antiguos esclavos, al
emplear argumentos republicanos y patrióticos, fue una herramienta eficaz
cuando coincidía con la actuación de funcionarios que atendían favorablemente sus reclamos. Al agotarse las instancias judiciales, sólo quedaron
las suscripciones patrióticas como salida legal para obtener la libertad. En
la prensa no surgieron voces contrarias a emancipar los soldados de la
patria. Sin embargo, los amos persiguieron activamente la retribución monetaria prescripta por el Estado, o la devolución del soldado a su antigua
condición de esclavo.
1.2. El debate constitucional: libertad de vientres y prohibición
del tráfico
Como señala Andrews, la guerras de independencia en Hispanoamérica fueron, en buena medida, conducidas por los amos de esclavos y dirimidas en el campo de batalla por los esclavos-soldados, que formaban una
porción importante (en ocasiones central) de las fuerzas revolucionarias.61
A la hora de las recompensas ambos sectores esperaban ser considerados.
Los intereses de los amos fueron casi absolutamente resguardados por el
régimen republicano. Sin embargo, el compromiso con la libertad de los
esclavos se plasmó en las leyes de libertad de vientres y en la liquidación
del tráfico africano, que proclamaban la libertad de las próximas generaciones de afrodescendientes que nacieran en el continente americano. A
pesar de que la inmediata abolición general fue invariablemente denegada,
la liquidación de la esclavitud estaba en el horizonte político de los nuevos
gobiernos republicanos.
La disposición simultánea de prohibir la introducción de esclavos y
declarar la libertad de quienes nacieran de madre esclava, implicaba a
largo plazo la abolición. Se impedía la introducción de nuevos esclavos y se
proclamaba que los hijos de madres esclavas nacerían como libertos. Con
ese objetivo la Revolución de Mayo, luego de prohibir el tráfico, promulgó
la ley de libertad de vientres (1813), que fue aplicada en la Banda Oriental
durante el gobierno artiguista. En ese plano, la ocupación luso-brasileña
61 ANDREWS, George R., Afro-Latin
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America, op. cit., p. 64.
45
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
hizo retroceder la situación de los esclavos al período colonial. La guerra
para liberar al territorio oriental del Imperio del Brasil también generó la
reanudación de medidas contra la esclavitud.
El 2 de setiembre de 1825 Luís E. Pérez propuso en la Sala de Representantes de la Provincia Oriental la prohibición del tráfico de esclavos y
la declaración de libertad de vientres “[...] a imitacion de lo practicado en
todos los payses libres de la America [...]”.62 Además de apelar a la generalidad de esta medida en las repúblicas hispanoamericanas, Pérez sostuvo
que la misma se correspondía a los cánones de libertad y humanidad que
predominaban en el mundo civilizado, “[...] y desterraria del pays con el
tiempo el menor vestigio de tan ominosa servidumbre a que la desmedida
ambicion de los hombres habia conducido a sus semejantes [...]”. Se sostuvo que ambas disposiciones habrían de liquidar la esclavitud en el futuro.
Luego de la discusión, la Sala encomendó a Luís E. Pérez y Gabriel Pereira
la presentación de un proyecto de decreto que incluyera ambas medidas.
La Sala sancionó el 5 de setiembre la ley que prohibía el tráfico de esclavos, declarando simultáneamente la libertad de vientres. Además, se
señaló que: “Se reserva la Sala formar un reglamento sobre los objetos de
esta ley, luego que las circunstancias lo permitan.” La reglamentación de
esta medida tardaría varios años, lo cual contribuyó a su incumplimiento.
Esta disposición fue casi exclusivamente declarativa, pues unos pocos años
después se debatió su aplicación en Montevideo y Colonia, que continuaban bajo dominio brasileño cuando la Sala había sancionado estas leyes.
Hasta la abolición, en general se consideró la Jura de la Constitución de
1830 como fecha de prohibición del tráfico y punto de partida para la
libertad de vientres.63
La inclusión de estas medidas en la Carta Magna fue debatida por la
Asamblea General Constituyente. Luego de haberse presentado a estudio
62 Actas de la Honorable Junta de Representantes de la Provincia Oriental (Años 1825-26-27).
Montevideo, Imprenta El Siglo Ilustrado, 1920. p. 88. Ver también: MONTAÑO, Óscar, Yeninyanya, op. cit., pp. 75-77.
63 La ley de abolición de 1842 mencionó como antecedentes la ley de 1813 de las Provincias Unidas del Río de la Plata y la Jura de la Constitución de 1830. El texto de la abolición de 1846 no hizo referencia a ninguna disposición previa. La ley de 1837 reglamentando el Art. 131 de la Constitución sobre la introducción de esclavos reconoció como único antecedente a la Carta Magna.
46
el proyecto de constitución en marzo de 1829, se analizó la inclusión de la
libertad de vientres y la prohibición del tráfico el 11 de agosto. A pesar de
la voluntad general de aprobar estas medidas, se originaron algunos reparos.64 Lázaro Gadea advirtió la diferencia entre libertad e independencia
en el caso de la esclavitud, pues las nuevas generaciones que nacían de
madres esclavas serían libres pero no independientes. Consideró que se debía detallar el modo de su dependencia, estableciendo un reglamento en el
futuro, cuya mención al menos debía incorporarse al texto constitucional.
José Ellauri agregó: “[...] que es muy distinto ser libre a ser independiente:
que por lo primero no podrá enajenar a aquel infante, el dueño de su madre, pero si ejercer para con él una autoridad paternal, lo mismo que un
patrono con su pupilo.” Ante la posibilidad de que los amos separasen a
los hijos de las madres esclavas, Miguel Barreiro propuso incorporar en el
texto el derecho de aquéllas sobre la crianza de sus hijos. Esto fue objetado
por Ellauri, que sostuvo que debía disponerse una ley reglamentaria y que
el tema no podía figurar en el texto constitucional. Julián Álvarez apoyó
la opinión de Ellauri, exponiendo la situación en Buenos Aires, en donde
el Reglamento de Libertos frenó los abusos que podían generarse tras la
ley de libertad de vientres. La opinión de Ellauri de posponer la regulación
de la condición de los libertos y la liquidación del tráfico, primó en la mayoría de los debates. En el Uruguay independiente no se estableció ningún
reglamento sobre los derechos de los libertos, al estilo de Buenos Aires, lo
cual fue solicitado por la prensa.65
La discusión prosiguió el 2 de setiembre de 1829, cuando Ramón Masini objetó el intento de incorporar una referencia a la legislación previa
sobre el tema.66 Eso podría haber causado efectos retroactivos, estableciendo como fecha de corte del tráfico el 7 setiembre de 1825, cuando aún
continuaba la introducción de esclavos en el Montevideo ocupado por
las tropas brasileñas. Ese problema fue resuelto eliminando la mención a
la legislación previa. De este modo, el texto propuesto por José Ellauri se
transformó en el artículo 131 de la Constitución uruguaya, que estableció:
64 Actas de la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado, op. cit. Tomo II, pp. 181-182.
65 El Patriota, Montevideo, Nº40, 10 de abril de 1832, p. 1, editorial.
66 Actas de la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado, op. cit., Tomo II, pp. 252-253.
47
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
“En el territorio del Estado nadie nacerá ya esclavo, queda prohibido para
siempre su tráfico e introducción en la República.”
La fijación de una fecha límite del tráfico en Montevideo produjo otro
debate, pues aunque los brasileños se habían retirado a fines de abril de
1829, prosiguió la introducción de esclavos. El 20 de enero de 1830 la
Asamblea se propuso resolver la situación, presentándose una minuta que
disponía la extensión de la libertad de vientres y la prohibición del tráfico
a los puntos del país en donde no había tenido ejecución.67 Lázaro Gadea
sostuvo que el texto original podía generar confusiones, pues dejaba entender que la ley tenía efectos retroactivos a 1825. Argumentó que las leyes
constituían expresión de la voluntad general de la población y que la ley de
libertad de vientres y contra el tráfico no podía ser aplicada a Montevideo
y Colonia pues no había sido generada por la “expresión de la voluntad de
los habitantes”. No habían participado representantes de esos lugares en la
Sala de 1825. Esa medida podía extenderse a ambos Departamentos desde
una fecha determinada, lo cual era el objeto de esa sesión, pero asimismo
era imposible darle carácter retroactivo. En cambio, Tomás Diago señaló
que el debate radicaba en fijar cuanto antes la fecha en que se adoptaban
como válidas las medidas de la Sala de Representantes contra la esclavitud. Diago advirtió que esa decisión tenía efectos inmediatos:
“El Bergantín Goleta Santo Domingo Eneas introdujo meses anteriores veintitantos esclavos y el Bergantín Río de la Plata introdujo el 22 de Diciembre del año pasado veintidós [...] yo
pregunto al Honorable Representante miembro de la Comisión
si adoptando la Minuta cuyo sentido tan ambiguo equivale en
mi concepto a dar efecto retroactivo a la ley, preguntaba, repito si los esclavos introducidos en estos dos Bergantines queda
libres o ¿no? Mi opinión esta formada a este respecto, me inclino a la piedad; la filosofía y la ilustración abran el grito contra
el tráfico de seres desgraciados y envilecidos por el interés y
el egoísmo, mis principios son que sufra un pequeño ataque la
propiedad y que triunfe la humanidad oprimida; [...] el pueblo
de Montevideo y Colonia han sido y son esencialmente liberales, permanecieron sujetos al carro de la ignominia porque
no tuvieron la dicha de salvarse y sino concurrieron con sus
67 Ibídem, Tomo III, p. 41.
48
representantes a la sansión de las leyes que se dictaban en el
territorio libre de la influencia y el poder enemigo, fue porque
los invasores de nuestra tierra no les dejaron libertad para ello;
en el fondo de sus corazones aprobaron cuando hicieron los
Representantes del territorio libre, porque es constante que un
pueblo esclavo no puede dejar aprobar los esfuerzos que el resto
del país hubiese hecho por salvarlo de la esclavitud; el país alzó
el grito de libertad y consiguientemente proscribió esa bárbara
costumbre que afrenta los pueblos Modernos por que el saber
y la filosofía reprueban el comercio de carne humana, fuera de
que juzgo que es caer en una estraña contradicción consentir
que en un país donde morían los hombres por ser libres naciesen
al mismo tiempo hombres esclavos.”68 [subrayado A.B.]
En la disputa entre los derechos de propiedad y libertad, Tomás Diago
optó por los últimos. Su opinión no predominó en la Asamblea. Diago
denunció la introducción de esclavos en Montevideo, que debía frenarse,
sosteniendo que también era necesario liberar a los africanos introducidos
desde 1825. Adujo que si bien no habían participado representantes de
Montevideo y Colonia en la Sala de Representantes, eso no invalidaba a
las decisiones de ese cuerpo. El argumento de la falta de representantes
constituía una cuestión de forma que enmascaraba, suprimiendo, el fondo
republicano de la medida. Diago extendió el ámbito de aplicación de los
términos libertad y esclavitud, desde la situación política de la naciente
república a la condición de los africanos esclavizados. Las contradicciones
entre el régimen republicano y la esclavitud se hacían más notorias durante la guerra, la cual forzaba la muerte de quienes pretendían asegurar la
libertad. No obstante, continuaban naciendo generaciones de esclavos en
el territorio de la república.
A la sugerencia de Diago se opusieron Francisco Llambí, Miguel Barreiro y Luís Lamas. El primero sostuvo que se había preferido evitar la discusión
sobre la retroactividad. Aseguró que luego de aprobada la medida, que sólo
pretendía “[...] que los hijos de los esclavos que nazcan mañana sean libres
y privar que se introduzcan ningunos en esta Capital y la Colonia [...]”, se
podía proponer un proyecto que elucidara los casos del período 1825-1830.
68 Ibídem, Tomo III, p. 43.
49
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Barreiro señaló que luego de haber sancionado el artículo 131 (referido a la
libertad de vientres y prohibición del tráfico), la Asamblea se había comprometido a no ocuparse de ese asunto hasta la Jura de la Constitución.
El tema debía ser resuelto por la legislatura del Estado Oriental, una vez
que ésta se estableciera, quedando fuera de la competencia de la Asamblea
General Constituyente. Lamas agregó argumentos decididamente a favor
de la propiedad: “[...] el mejor medio de evitar todos estos inconvenientes
y privar ese tráfico escandaloso de esclavos que se hace, será el de declarar
vigente desde esta fecha la ley de la Legislatura de la Provincia para el
efecto, en este concepto es que hice yo esta moción, pues de otro modo
sería un ataque a la propiedad.” Finalmente esta opción predominó. Sin
embargó, quedó una puerta abierta para una futura resolución sobre los
casos del período 1825-1830.69 A ese respecto, José Ellauri sostuvo que
“[...] era lo más acertado dejar al Cuerpo Legislativo tomar las medidas
que creyese convenientes sobre la libertad de los esclavos, tanto más precisa por cuanto había dos consultas de las Justicias de la campaña para el
efecto [...]” El debate confirma que había situaciones judiciales pendientes,
cuya resolución había quedado a la espera de las decisiones del cuerpo
legislativo. Asimismo, se relegó nuevamente la reglamentación de la prohibición del tráfico de esclavos. Ellauri propuso agregar al texto de la ley
de ampliación: “que esta resolución era sin perjuicio de resolver sobre los
casos anteriores.” Este agregado dejaba cierto intersticio para que en el
futuro se resolvieran los casos previos a 1830. Sin embargo, el pasaje no
fue incluido en la redacción final de la Constitución.70
Otras cuestiones vinculadas a la esclavitud tampoco fueron resueltas
por la Asamblea. El gobierno de Buenos Aires había concedido patentes
de corso contra los buques del Imperio de Brasil durante la última guerra
(1826-1828). Los corsarios capturaron más de 1700 esclavos que fueron
69 Algunos constituyentes hicieron mención a la ley de la Asamblea General de la Provincias Unidas del Río de la Plata (1813) como un antecedente de la libertad de vientres.
70 “La Ley de la Junta de Representantes de la Provincia, sancionada en la Asamblea de la Florida a 5 de setiembre de 1825, que declara a todos los que nacieron en el Estado y prohibe el tráfico de esclavos y su introducción, se hace extensiva desde esta fecha a todos los puntos del territorio en que no ha estado aún en observancia, sin perjuicio de declararse oportunamente el valor que haya de darse a las leyes que hablan de la materia.”
La Gaceta Mercantil, Montevideo, Nº 82, 25 de enero de 1830, p. 1.
50
convertidos en libertos. En Buenos Aires los libertos eran vendidos a sujetos que desde ese momento poseían los derechos de patronato sobre los
primeros. La operación fue una forma de introducir mano de obra forzada, pues los antiguos esclavos eran obligados a trabajar entre 4 y 20 años
para emanciparse de sus patronos. La situación se degeneró hasta asemejarse al tráfico de esclavos, que estaba prohibido en Buenos Aires desde
1812. Díaz de Guerra señaló que la venta de esclavos de buques brasileros
apresados se extendió a la costa oriental. En 1828, el corsario argentino
Libertador Bolívar arribó a Maldonado, en donde vendió los derechos de
patronato de los esclavos capturados en el bergantín brasileño Adamantor.
Según Liliana Crespi, en 1828 el Libertador Bolívar desembarcó en Salado
(Buenos Aires) 357 esclavos del Adamantor. ¿Es posible que ese corsario
haya vendido parte de su “botín” en Maldonado, antes de arribar al Salado, para evadir el control de las autoridades de Buenos Aires? ¿Cuántos
corsarios pudieron haber vendido parte de los contingentes de esclavos
en las costas orientales? La acción de los corsarios argentinos se extendía
desde el Río de la Plata hasta las aguas próximas a Río de Janeiro. Su ruta
de retorno al puerto de Salado pasaba bastante cerca de las costas orientales. Se debe advertir que durante la guerra entre Argentina y Brasil,
el territorio oriental bajo control de los ejércitos argentino-orientales era
jurisdicción de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Por último, cabe
preguntarse cuál fue la situación en que quedaron los africanos del Adamantor en Maldonado, si como libertos o como esclavos. La última opción
parece la más probable.71
La prensa montevideana acompañó el debate sobre la ampliación de
la libertad de vientres y de la prohibición del tráfico en la Asamblea Constituyente. Un editorial de La Gaceta Mercantil, dirigido al Defensor de
Menores y Esclavos, señaló los abusos cometidos contra la población de
origen africano. Se denunció la publicación de un aviso de venta de una
esclava, en el cual se incluía en el precio a su hijo recién nacido.72 El hijo
71 DÍAZ DE GUERRA, María A., Documentación relativa a esclavos del Departamento de
Maldonado, Montevideo, IMCO, 1983, pp. 77-39. CRESPI, Liliana, “Negros apresados en operaciones de corso durante la guerra con el Brasil (1825-1828)”. Temas de África y Asia 2,
1994, p.119.
72 “Sr. Horrorícese Ud. del último aviso que se lee en la Gaceta de ayer sobre la venta de una negra como de 20 años, con un hijo de 2 meses. ¡Qué alma tan negra, bárbara y tiránica, 51
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
de esa esclava seguramente había nacido en Montevideo antes de sancionarse la ampliación de la ley de libertad de vientres (20 de enero), por lo
que fue bautizado como esclavo y no como liberto. Este inconveniente no
impidió que las madres o padres de libertos esclavizados llevaran sus casos
ante los tribunales, en donde se aguardó infructuosamente una resolución
del cuerpo legislativo a ese respecto. El editorial de La Gaceta también evidenció la indolencia de los representantes nacionales, así como de los tribunales, sobre la reciente introducción de nuevos contingentes de esclavos.
Estamos seguros, Sr. Que ya que nuestra representación
mira con tanta calma la reproducción de la esclavitud en nuestro suelo, ya con estos anuncios tan escandalosos, como por la
indiferencia a las introducciones que nos hacen los bárbaros extranjeros que comercian haciendo su fortuna con la venta de la
especie humana [...] no hemos de ceder en esta materia, y otras
muchas de igual trascendencia, mientras podamos escribir, y
hablar aunque sea en un patíbulo a donde nos arrastre nuestro
celo por dignidad, libertades y defensa de los derechos todos los
hombres habitantes del pais [...]”
El editorialista señaló que debían establecerse penas severas contra los
traficantes de esclavos que aún operaban en la capital, ofreciendo las páginas de La Gaceta para denunciar cualquier infracción relativa a la libertad
de vientres o a la trata de esclavos. Una solución al caso antes citado,
hubiera sido confirmar la validez de las medidas sancionadas por la Sala
de Representantes a ese respecto. Con el objetivo de cortar tales abusos, el
editorialista de La Gaceta celebró que la Asamblea General Constituyente
analizara el tema.
Los infelices que hoy disfrutan de los beneficios que esperamos les otorgue la ley, y sus generaciones venideras, sabrán,
elevando sus bendiciones al cielo, remunerar las fatigas de un
pueblo heroico, y el celo de sus nobles R.R., si como creemos,
sobreponiéndose a sus mismos intereses particulares aseguran
será la que quiere, a que presencia de un pueblo que tanta sangre a derramado por su
libertad, y hacer libres a todos los que nacen en el Estado, la que con infracción de los votos de este mismo pueblo quiere hacernos todavía el insulto de vender como bestias a un desgraciado moreno que ha nacido ahora dos meses bajo la protección de nuestro pabellón e instituciones!!” La Gaceta Mercantil, Montevideo, Nº 78, 20 de enero de 1830, p. 1.
52
la libertad de una masa de hombres que no tienen más delito
que haber nacido en una zona diferente a la nuestra, para que
a efecto del color, originado de un clima, y la bárbara ambición
de sus remotos semejantes, e ideas atrasadas, e incultas, se les
considere como destinados a la cruel situación de bestias y a no
gozar de libertad ni pensamiento propio.73
Más allá del tema en debate, es posible advertir cierta “ingenuidad”
sobre los fundamentos de la esclavitud, vinculada a cuestiones de “color”.74
Por otra parte, el editorialista señaló ciertos intereses particulares, tal vez
vinculados a la defensa de la propiedad privada, que obstaculizarían la
ampliación de la libertad de vientres y la prohibición de la trata de esclavos. La crítica a la forma mezquina en que se ampliaron ambas medidas a
Montevideo, nuevamente unió el discurso patrio sobre la independencia a
la situación de la población esclava. Tiranía y libertad constituían opuestos que definían la situación política reciente tanto como la lucha contra
la reproducción de la esclavitud. Se argumentó que la libertad de vientres
y la lucha contra la trata habían sido estandartes de la guerra contra Brasil. Tales consignas, defendidas por los combatientes, no fueron de igual
modo resguardadas por los representantes en la Asamblea.
73 La Gaceta Mercantil, Montevideo, Nº 80, 22 de enero de 1830, p. 1.
74 Según el autor, el origen de la esclavitud radicaría en el clima, que habría generado las diferencias de color, y en el atraso cultural de las sociedades africanas. Este tipo de determinismo geográfico hunde sus raíces en la reflexión ilustrada sobre los vínculos entre el clima, la geografía y las sociedades humanas. No se encuentra el concepto de “raza”, de diferencia, lucha y superioridad de unas razas sobre otras, que habría de caracterizar al pensamiento conservador europeo de la segunda mitad del siglo XIX, pues entre otras cosas, los planteos evolucionistas aún no habían calado en el análisis de la sociedad. El racismo europeo, además de provenir de una matriz contrarrevolucionaria, se vinculó al desarrollo del saber normativo de la medicina y al impacto de los planteos evolucionistas:
“En realidad, el discurso racista no fue otra cosa que la inversión, hacia fines del siglo XIX, del discurso de la guerra de razas, o un retomar de este secular discurso en términos sociobiológicos, esencialmente con fines de conservadurismo social y, al menos en algunos casos, de dominación colonial. [...] Se trata de un racismo que se caracteriza por lo siguiente: el tema de la guerra histórica —con sus batallas y sus invasiones, sus saqueos, sus victorias y derrotas— es sustituido por el tema biológico, pos-evolucionista, de la lucha por vida. No habrá más batallas en sentido guerrero, sino lucha en sentido biológico: diferenciación de las especies, selección del más fuerte, conservación de las razas mejores.”
FOUCAULT, Michel, Genealogía del racismo, Buenos Aires, Caronte, 1995, pp. 59, 70-73.
53
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
[...] este decreto es poco generoso, es mezquino, es depresivo de los derechos imprescriptibles de la naturaleza, obligando
violenta y forzadamente a la esclavitud a una multitud de hombres que han nacido libres bajo el pabellón de la libertad que
conducía en pos las leyes de ella: conquistada por los comitentes
que les dieron aquella investidura a los que les representan; y
que tenían entre ellas la de la libertad de vientres y la prohibición de introducción de esclavos, que nadie, nadie a podido
hacer derogar sin transgredir los sentimientos, votos y deseos
del pueblo soberano, y del cual es una parte muy pequeña Montevideo y la Colonia [...]75
El debate se instaló en la prensa, pues el editorialista de El Universal
criticó la opinión de La Gaceta. Antonio Díaz, redactor de El Universal, se
cuidó de no emplear argumentos a favor de la esclavitud, sino que denunció “el lenguaje chocante” utilizado por La Gaceta para criticar las medidas del cuerpo legislativo.76 Por último, si bien se fijó la fecha de la libertad
de vientres (18 de julio de 1830), no ocurrió lo mismo con la liquidación
de la trata. Entre 1831 y 1841 se reiteraron denuncias sobre la persistencia
del tráfico. Tales acontecimientos impidieron la extinción “natural” de
la esclavitud ideada por la Sala de Representantes y la Asamblea Constituyente. La introducción de esclavos no cesó, sino que se incrementó
durante ese período.
75 La Gaceta Mercantil, Montevideo, Nº 82, 25 de enero de 1830, p. 1.
76 El Universal, Montevideo, Nº 183, 27 de enero de 1830, p. 2. 54
Capítulo 2
La persistencia del tráfico de esclavos
La prohibición constitucional de la trata de esclavos no se practicó en
Uruguay durante la mayor parte de la década de 1830. La introducción
ilegal de pequeños grupos de africanos persistió y se idearon modalidades
para permitir el arribo de grandes contingentes, que reactivaron en parte la dinámica esclavista del período colonial. Como se ha señalado, la
esclavitud no concluyó en Uruguay debido a su declive económico, pues
tanto la trata como la participación de la mano de obra esclava en el comercio y la producción, continuaron siendo redituables para traficantes y
propietarios.77 Luego de la fundación republicana se dinamizó la actividad
comercial y de la construcción en Montevideo, así como se reactivó el
complejo ganadero debido al acceso a la pradera oriental tras la guerra. La
economía rural y urbana requirió la participación de un número mayor de
trabajadores. Las fuentes de la época consideraban que el trabajo remunerado era caro, lo cual sumado al virtual vacío demográfico de la campaña,
acrecentaba el beneficio de los traficantes de esclavos. La reactivación de
la trata se superpuso y restó efectividad al proceso de abolición a largo
plazo, que los sectores dirigentes habían pretendido iniciar en 1825 y 1830.
La situación local sólo se volvió decididamente hacia la liquidación del
tráfico y la abolición luego de 1839. La Guerra Grande, iniciada ese año,
generó nuevas levas de esclavos, que en esta ocasión devinieron en la abolición de la esclavitud. Por otra parte, ese año se firmó un tratado entre el
gobierno uruguayo y el de Gran Bretaña para prohibir la trata. El tratado
fue ratificado en Montevideo hacia fines de 1841, tan sólo un año antes de
declararse la abolición de la esclavitud.
77 BORUCKI, Alex; CHAGAS, Karla y STALLA, Natalia, op. cit., pp. 11-28.
57
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Las restricciones del gobierno británico dejaron su impronta sobre la
trata de esclavos del siglo XIX. Luego de las guerras napoleónicas una parte de la marina inglesa fue destinada a luchar contra el tráfico, vigilando
la costa africana a la búsqueda de factorías esclavistas, así como capturando barcos esclavistas. Al tornarse completamente ilegal, la operativa esclavista se tornó cada vez más compleja para sortear la vigilancia británica.
En ocasiones se embarcaban a los cautivos en buques que hacían amarras
en factorías esclavistas portuguesas de África. Esos navíos cruzaban el Atlántico, tras lo cual trasbordaban parte de los africanos a naves de menor
calado, que no despertaban las sospechas inglesas, siendo éstas las que
finalmente llegaban a los puertos americanos.
Los límites impuestos al tráfico esclavista suscitaron nuevas estrategias al promediar el siglo XIX. La práctica de trasbordos era conocida en
Montevideo, pues en 1832 la prensa denunció que los traficantes se valían
de ella para introducir esclavos. El Recopilador señaló que: “[...] la ley se
ha hecho ilusoria y según vemos, pueden los que se empleen en este vil
y escandaloso tráfico continuarlo, transbordando los infelices negros de
los buques en que los conducen desde África a aquellos en que vienen
sus dueños a nuestros puertos, e introducirlos como esclavos destinados
a su servicio [...]”78 De este modo, los esclavos aparecían introducidos por
sus amos, lo cual no estaba prohibido. También se sospechó que el arribo
de ocho o diez barcos portugueses a Montevideo en enero de 1835, encubría una operación de tráfico de esclavos. Los navíos, que provenían
de Angola, sólo trasportaban lastre.79 Esas naves habían llevado africanos esclavizados a Brasil, como lo detallamos en el apartado dedicado a
los “colonos” africanos de Montevideo. En enero de 1841 se descubrieron
cinco operaciones de tráfico que manifiestan que el reembarque de africanos se empleó para introducirlos a Montevideo.80 Es probable que la costa
atlántica del Estado Oriental, así como la del sur de Brasil, fuesen utilizadas como zonas de reembarque de esclavos desde buques provenientes
de África, hacia Montevideo, Maldonado, Porto Alegre, Santa Catalina o
78 El Recopilador, Montevideo, Nº 36, 21 de febrero de 1832, p. 3, correspondencia “El Rudo”.
79 El Universal, Montevideo, Nº 1614, 23 de enero 1835, p. 2.
80 BORUCKI, Alex; CHAGAS, Karla y STALLA, Natalia, op. cit., pp. 24-27.
58
incluso Río de Janeiro. Aún en 1853 los diplomáticos ingleses residentes en
Brasil y Uruguay sospechaban que en la costa de Rocha se reembarcaban
africanos hacia Brasil. Ese año, el gobierno oriental a instancias de una
petición inglesa, promulgó una ley declarando que el tráfico de esclavos se
asimilaba al delito de piratería.
El carácter clandestino también empeoró las condiciones de transporte de los africanos. Durante el período de auge de la trata transatlántica,
se asignaba a los esclavos la mitad del espacio destinado a los viajeros
europeos de clase baja. Ambos estaban afectados por las pésimas condiciones sanitarias de las naves. Con relación a la mortalidad, Herbert Klein
señaló: “Aunque la mortalidad de estos pasajeros de clase baja fue a veces
tan alta como la de los africanos, sus tasas cayeron, entre fines del siglo
XVIII y principios del XIX, por debajo del 1 por 100, índice que nunca
consiguieron los negreros para su cargamento.”81 Las epidemias causaban
las bajas más importantes entre los esclavos embarcados, siendo la viruela
la más mortífera. En el siglo XIX los marineros eran vacunados contra
esa afección, no así los esclavos. La prensa de la época señaló que las
medidas contra el tráfico habían empeorado las condiciones del traslado
y desembarque de los africanos, aumentando su mortalidad. En 1841, El
Compás expuso que las trabas al tráfico terminaban pesando sobre los
africanos esclavizados.
El comercio de negros se hizo mucho mas atroz, desde
que le pusieron trabas con prohibiciones ineficaces. Cuando
se permitía, la autoridad que lo toleraba ejercia una vigilancia
sobre las embarcaciones negreras y sobre los infelices asesinados en los funestos almacenes, lo mismo que en la salubridad
de los alimentos destinados a prolongar la triste existencia,
y aun conocían tambien de los castigos que les infligían sus
bárbaros verdugos. Pero desde que se prohibió el comercio de
carne humana, los buques empleados en este trafico indigno,
son construidos para substraerse a las más prolijas investigaciones: y aunque estrechos, encierran mayor numero de cautivos que los que antes conducían. Tambien los encierran en
81 KLEIN, Herbert S., La esclavitud africana en América Latina y el Caribe, Madrid, Alianza, 1986, p, 95.
59
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
cajas o toneles para arrojarlos al agua con las victimas cuanto
temen que una visita rigurosa los descubra.82
Las medidas anti-tráfico también afectaron las características de los
buques esclavistas, pues se construyeron navíos de menor capacidad y más
veloces —la mayoría de fabricación norteamericana— que permitían una
rápida huida. Asimismo, se utilizaban variedad de procedimientos para
evadir el control de la armada británica. El tráfico del siglo XIX empleó
principalmente buques de bandera de Estados Unidos, Hamburgo, Francia
o Cerdeña.83 Los navíos ingleses solían capturar embarcaciones, aunque
no transportasen esclavos, bajo la sospecha de haberlo realizado. La existencia de escotillas removibles o de una excesiva reserva de agua e implementos de comida con relación al número de tripulantes, evidenciaba la
condición de un barco esclavista.
La situación de los mercados africanos de esclavos también varió durante el siglo XIX. En el período de auge de la trata arribaban más esclavos
del sexo masculino que del femenino. Esto no lo determinaba la demanda
americana sino la situación africana. Klein señaló que: “Aunque el precio
variara con el sexo, la diferencia no explica por qué la proporción fue de
dos hombres por mujeres[...]. Las mujeres, libres o esclavas, eran en verdad
muy solicitadas en África. En ciertas sociedades africanas, se tenía a la
mujer en alta estima porque por ella se adquirían posiciones y relaciones familiares.”84 William Phillips señaló que la demanda de esclavos del
norte de África musulmán requirió principalmente de mujeres, quienes
eran empleadas como sirvientas y concubinas.85 En el Montevideo de la
década de 1830 se practicó una modalidad de tráfico singular. Los “colonos” africanos que arribaron en contingentes de 200 a 300, no podían
superar los 16 años de edad según los contratos entre los introductores
y el Estado Oriental. Más abajo se describen las características de esa
82 El Compás, Montevideo, Nº143, 16 de octubre de 1841, pp. 1-2. 83 CLEMENTI, Hebe, La abolición de la esclavitud en América Latina, Buenos Aires, La Pléyade, 1974, pp. 138-139.
84 KLEIN, Herbert S., op.cit., p. 98.
85 PHILLIPS, William, La esclavitud desde la época romana hasta los inicios del comercio
atlántico, Madrid, Siglo Veintiuno, 1989, p. 185.
60
forma de tráfico. Al parecer, el requisito sobre la edad de los “colonos” se
correspondía a la situación de la oferta africana. Por otra parte, se debe
advertir que algunos navíos que habían trasladado esclavos a Montevideo
en los últimos años de la ocupación brasileña y durante el gobierno provisorio, como el bergantín Río de la Plata, lo continuaron haciendo al menos
hasta 1835.
2.1. ¿Esclavos de servicio o esclavos de peculio? (1831-1837)
Las disposiciones constitucionales contra el tráfico de esclavos requerían la sanción legislativa de un reglamento que resolviera las situaciones
no previstas, y que fijara los procedimientos para combatir la introducción. Quedaba por definirse una solución legal para aplicar a los esclavos
que arribaban al país con sus amos, quienes no se ajustaban a la aplicación
de la ley contra la trata. Los traficantes podían aprovecharse de ciertas
irregularidades, de “arreglarse” con los funcionarios del puerto o la policía, haciendo pasar esclavos recién sacados de África como sirvientes de
los pasajeros. Al año siguiente de la Jura de la Constitución, se generó
una polémica sobre la diferenciación entre esclavos de “servicio” (cuya
propiedad generaba lucro a su amo debido a su trabajo) o de “peculio”
(introducidos para la venta). El fondo del debate radicaba en cuánto más
se podían aflojar los derechos de libertad proclamados en la Constitución, a favor de los derechos de propiedad de los particulares, también
expresados en la Carta Magna.
El arribo frecuente de argentinos y brasileños debido a la coyuntura
regional favoreció esta modalidad de tráfico clandestino. Luego del ascenso de Juan Manuel de Rosas (1829), sucesivas oleadas de opositores
al régimen se refugiaron en Montevideo. Por otra parte, el 7 de abril
de 1831 una revuelta se levantó contra Pedro I de Brasil. El Emperador abdicó ese año, quedando el gobierno en manos de una regencia de
tendencia liberal hasta 1841, cuando fue coronado Pedro II. Tanto los
sucesos de 1831, como la Guerra de los Farrapos (1835-1845) impulsaron
a algunos riograndenses a establecerse en Montevideo. Esos inmigrantes
en varias ocasiones traían a sus esclavos. La originalidad de una de las
primeras denuncias contra esa situación, radicó en que fue redactada en
lengua bozal, una modalidad que reproducía el español hablado de los
61
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
africanos. La nota, firmada por “Quindongo Candituyose”, fue incluida
en El Indicador en octubre de 1831.
Mi quexa, señolo litole, min quexa, siñolo pueba di Motivedio contla ele plocedimiento dele cangadole o pulipietalio dele
bligantino argentino Esperanza vinida din Janeilo ne dia dele
11, ne quale viene teleinta neglo seclavo uno sebolase e otlo
ladino no ene calilale de silivientes de difelente samo, segun se
secula nene papeleta, sino como seclavo veldadelo pala comecia, como se comecia con le bueye ye eli canelo: pala cuyo ifeto,
ya lo encarregado de elles, tene tlatado con uno sujeto fidelino
pala li compla quanto se quielo.
Yo so uno polobe neglo monyolo qui goza din libetade nesta
tiela, polque aigo tlabajando tambien po libetala a ello: e mi
caigo la cala de vingueza de vea utalajado polete foma contitucione quie julemo con tanto lintusiamo, ata le setlemo de introducile de uno solo vece teleinte poble seclavo.86
El texto señaló cierta connivencia de algunos funcionarios y la existencia de un comerciante local que se encargaba de la venta de los esclavos. El tenor de la carta denota que su autor consideraba a la prensa como
ámbito “superior” de representación y debate, el cual era excluyente de los
letrados. Esta impresión se evidencia al cierre: “Yo non puele facé ma, que
apuntá, pala U. Que forme uno selmon bonita, que face llolá len pecalole,
e qui tiengo mase rispeto á la leye e ale humanitá. Li pido min pidona mi
safalulia, e qui manda á ese su malungo quiliano e sinvidole. [Firma]”87
86 “Mi queja, señor, editor, mi queja, señor prueba de Montevideo contra ese procedimiento de los encargados o propietarios del bergantín argentino Esperanza venido del Janeiro el día 11, en el cual vienen treinta negros esclavos unos bozales y otros ladinos, en calidad de sirvientes de diferentes amos, según se circula en la papeleta, sino como esclavos verdaderos para comercio, como se comercia con los bueyes y los carneros: para cuyo efecto, ya los encargados de ellos, tiene tratado con un sujeto fidedigno para comprar cuanto quiera. Yo soy un pobre negro monyolo que goza de libertad en esta tierra, porque he trabajado también por libertarla a ella: y se me cae la cara de vergüenza de ver ultrajada de esta forma la Constitución que juramos con tanto entusiasmo, hasta el extremo de introducir de una sola vez treinta pobres esclavos.” El Indicador, Montevideo, Nº98, 13 de octubre de 1831, p. 3, correspondencia “Quindongo Candituyose”.
87 “Yo no puedo hacer más, que apuntar, para que Ud. que forme un sermón bonito, que hace llorar a los pecadores, y que tengan más respeto a las leyes de humanidad. Le pido me perdone mi zafaduría, y que mande a ese su amigo querido y servidor”
62
“Quindongo” había participado en las guerras de independencia, razón
por la cual era libre. Su condición de antiguo soldado también lo autorizaba a dirigirse al editor, para participar en el debate letrado.
El editor de El Indicador, Bernabé Guerrero Torres, si bien condenó
la trata, también defendió el derecho de los emigrados a conservar sus
esclavos. De este modo, expuso su opinión en una serie de artículos que
se prolongó hasta mayo de 1832. En el editorial que acompañó la carta
de “Quindongo”, se limitó a señalar las sospechas generadas en torno a la
situación del bergantín Esperanza y su cargamento humano, advirtiendo
la reiteración de estos sucesos, luego de pocos meses de haberse jurado la
Constitución, así como la ineficacia de las autoridades para reprimirlos:
“La repetición de estos actos debían haber hecho más cautos a los que
deben prohibirlos. En estos ultimos tiempos han sido mas comunes y por
informaciones que no han dado, pueden acender a mas de cincuenta los
esclavos que se han introducido [...]”88 Pocos días después Guerrero desarrolló su opinión sobre el resguardo de la propiedad de quienes migraban
hacia Montevideo.89 El editorial consideraba que se podía favorecer el progreso de la industria con el aumento de los capitales y los esclavos que
traían consigo los brasileños.
El Estado limitrofe convulsionado por tantos motivos que
no es el caso analizar va a obligar a huir de él a muchos propietarios y capitalistas. El habito o la necesidad de brazos hizo aumentar en ese pais los capitales productores con esos infelices:
Precisados a dejarlos sus amos y a no separarse mucho de donde
tienen tantos bienes raices, es presumible que busquen proteccion y acogida donde las leyes y la tranquilidad las ofrezcan.
Nuestra Republica parece indicada para fomentar esta emigracion pues que nos traerá brazos e industria; y como ellos han
de traer el principal elemento que la constituye nos parece que
seria preciso no confundir esta propiedad con los esclavos que
se introduzcan por conservar ese jiro barbaro.
Se planteó la necesidad de no obstaculizar la migración brasileña, que
traería progreso, a partir de no levantar trabas contra la introducción de
88 El Indicador, Montevideo, Nº 98, 13 de octubre de 1831, p. 2.
89 El Indicador, Montevideo, Nº 102, 18 de octubre de 1831, p. 3.
63
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
los esclavos conducidos por sus amos. El editorialista estimó que se debía
aprovechar la coyuntura en Río Grande, para incrementar la afluencia de
capitales y mano de obra, factores indispensables para la expansión del
país. En cierta forma, se debía permitir un mal menor (la introducción de
esclavos) para subsanar un mal mayor (el atraso de la economía nacional).
El Indicador también denunció que la educación que habían recibido los
hombres ilustrados menospreciaba el trabajo y el capital, cuando era vital
para el país la afluencia de hombres de industria. No era prudente colocar
obstáculos a esa corriente migratoria, tales como la ley contra la introducción de esclavos.90 El editorialista también analizó los beneficios y perjuicios generados por la prohibición de introducir esclavos, advirtiendo que
los únicos inconvenientes se vinculaban a las trabas a la inmigración. “Los
esclavos que forman una parte de ellas [de las riquezas de los inmigrantes]
marcharán con sus amos, no seguramente como objetos de especulacion
mercantiles, ni manofacturas, sino como una parte de las cosas y capitales
que constituyen su riqueza.”91 A pesar del establecimiento de la soberanía
republicana, los esclavos continuaban siendo conceptuados como “cosas”.
Un mismo editorial de prensa denunciaba a la trata africana como afrenta
a la humanidad y “cosificaba” a los esclavos, reputándolos como el rubro
más importante entre los activos de los emigrados brasileños. En ese país
no había: “[...] un solo capitalista que su riqueza y opulencia no la manifieste en el aparato de una reunion crecida de esclavos.” Guerrero Torres
no dejó de señalar que los esclavos en el Imperio eran “[...] víctimas de
la barbarie y la codicia.” También se reiteraron las denuncias contra la
introducción de africanos como “esclavos de servicio”. En El Indicador, un
corresponsal señaló que:
[...] esta para llegar un buque de Brasil que conduce de 20
a 25 de estos desgraciados bajo el pretesto consabido. Siendo
asi que a mi me consta que los traen por especulacion lo mismo
que cualquier clase de manofactura [...] El objeto que me he
propuesto [al] dar aviso del arribo de este buque, es el de que
90 “La emigración de Brasil ha empezado y la concurrencia a nuestro puerto también. Una ley ofrece obstáculos, sino en su verdadera inteligencia y en su espíritu, al menos en la de las masas y de los hombres que por celo y mezquindad se oponen a recibir un bien que se lo presentan las circunstancias [...]”. El Indicador, Montevideo, Nº 106, 22 de octubre de 1831, p. 2.
91 El Indicador, Montevideo, Nº 110, 27 de octubre de 1831, p. 1.
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los encargados de velar esta clase de introducciones, sean mas
cautos y no se dejen alucinar con pretesto alguno.92
El autor de esta denuncia no atacó la opinión de El Indicador, sino
que se limitó a apoyar su punto de vista sobre la liquidación del tráfico de
esclavos. Al parecer, otros acometieron contra la introducción de esclavos
de los brasileños, intentando publicar —sin éxito— algunas líneas en ese
periódico.93 El Universal publicó ataques más directos a la opinión de El
Indicador, que señalaban la actitud esquiva de Guerrero Torres ante las
críticas: “Hemos visto la evasión con que el SR. Indicador en su nº 112, ha
querido eximirse a las preguntas de dos enemigos de la infracción de la ley
sobre la esclavitud, que se nos está introduciendo desde el Brasil a pretesto
de la inmigración.”94 El autor dudó sobre la condición de esos inmigrantes,
quienes se establecían en Uruguay sólo para mejorar su fortuna, pues “[...]
no serán tan emigrados cuando hasta pueden emigrar sus esclavos.” El
editor de El Indicador respondió a estas críticas, señalando que su opinión
se limitaba a la defensa de la propiedad y el progreso del país, no constituyendo un alegato a favor de la esclavitud.95
Algunos han creido que somos afectos a la esclavitud, por
que respetamos el derecho a la propiedad, queremos restringir
una ley, que seria buena y util en otro caso, cuanto en el presente perjudicial [...] Nacidos en un país libre y republicano, la
idea de esclavitud no es tal vez mas alarmante que el mismo
que nos [la] atribuye. No protegemos esa reliquia de los delirios
de nuestros padres. No Sr. deseamos que la ley que prohibe la
introducción de esclavos no prohiba tambien la de capitales,
industria y brazos.”
92 El Indicador, Montevideo, Nº106, 22 de octubre de 1831, p. 3, correspondencia “Un amigo del cumplimiento de las leyes”.
93 El editor señaló que: “El comunicado firmado por un Morenito, su autor nos disculpará si no satisfacemos a sus deseos insertándolo en nuestras pajinas. Su contenido ofende demasiado al honor de algunas personas [...]” El Indicador, Montevideo, Nº 109, 26 de octubre de 1831, p. 2.
94 El Universal, Montevideo, Nº 686, 28 de octubre de 1831, p. 3, correspondencia “Dos enemigos de la infracción de la ley”.
95 El Indicador, Montevideo, Nº 112, 29 de octubre de 1831, p. 1.
65
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Los argumentos antiesclavistas provenían del discurso republicano,
mientras que los más “dudosos” sobre la libertad de los esclavos se generaron en la periferia del discurso del liberalismo clásico. Al parecer, los
contemporáneos no advertían esta cesura entre principios republicanos y
liberales. El editorialista de El Indicador no respondió directamente a las
críticas, pues consideró que él no había defendido el tráfico de esclavos. En
el número siguiente Guerrero Torres dedicó un extenso párrafo a diferenciar el comercio de esclavos realizado por traficantes, condenándolo, de
la introducción efectuada por sus amos. Al comprar un esclavo en forma
legal, su amo adquiría el imprescriptible derecho de propiedad sobre él, lo
cual debía ser respetado por el Estado Oriental.96 Por otra parte, despejó el
temor de quienes consideraban que permitiendo a los emigrados traer sus
esclavos, la población negra aumentaría peligrosamente: “[...] A los que se
asustan de las sombras, les parecerá ver ejércitos de esclavos, y transformada la patria en otro Brasil o otro Santo Domingo, pero una presunción
tal no pasará de un sueño, de un temor fingido [...]” También dedicó un
párrafo a alabar la migración, considerándola palanca del progreso. Por
último, señaló que las zonas de América de mayor despliegue industrial,
eran las regiones en donde más intensamente se había empleado la mano
de obra esclava. Industria y esclavitud parecían tomarse de la mano para
sacar a los pueblos del estancamiento económico.
Así es que en los puntos de América en donde ha hecho
más progresos la industria, en esos precisamente han concurrido más esclavos. Las islas del Atlántico, el Brasil, algunos
estados del norte, y aún el Bajo Perú, sus mercados han tenido
mayor concurrencia de esa manofactura de hombres africanos,
mas no ha sucedido lo mismo en las Provincias Unidas a que
perteneció este Estado, porque sus trabajos fueron naturalmente el pastoreo y la agricultura que no es propia de los africanos.
Si en los progresos del giro, no se conoció un exceso en esta
parte de la América, a su término ¿Por qué razón deberá temerse que reciba un impulso después de haber mejorado nuestra condición, corregido las ideas, y empezado a gustar de la
libertad? [...] Si ellos vienen a servir a sus amos, aumentarán
los productos porque multiplican los brazos, el comercio, porque habrá más capitales y por consiguiente el poder y la riqueza
96 El Indicador, Montevideo, Nº 113, 31 de octubre de 1831, p. 1.
66
pública. Pero aún hay más, esa clase mejorará de suerte, porque
sus amos corregirán la costumbre de oprimir, si [se] uniforman
con los habitos del pais, con el carácter dulce de sus hijos, y las
leyes podrán protegerlos a ellos, lo mismo que ofrecer garantías
y goce a sus amos.
El autor argumentó que la situación resultante de la revolución en el
Río de la Plata era un freno a la reproducción de la esclavitud. Este factor
impediría que el escenario local, tras el arribo de los inmigrantes con sus
esclavos, terminara pareciéndose a Brasil. Esa misma condición habría de
“mejorar” la situación de los esclavos brasileños traídos al Uruguay, pues
sus amos se “contagiarían” de las costumbres locales, “mejorando” el trato
hacia sus esclavos. En el texto emerge la creencia de que los esclavos en
Brasil eran peor tratados que en Uruguay, lo cual en general se empleaba
como argumento para realzar el buen trato que aquí gozaban los esclavos.
Por tanto, las leyes republicanas podrían amparar a los esclavos brasileños
una vez que arribaran junto a sus amos al territorio oriental. De esta situación todos habrían de resultar favorecidos. Se aseguraba el derecho de
los amos brasileños sobre su propiedad, se mejorarían las condiciones de
vida de los esclavos, y se reactivaría la economía uruguaya. Luego de este
extenso editorial, El Indicador publicó otros dieciocho artículos sobre el
mismo tema hasta mayo del año siguiente. Para reforzar la exposición de
Guerrero Torres, un representante nacional escribió una nota a ese diario.
Allí reconoció el incremento de la población esclava desde 1830, así como
el beneficio que esto constituía, pues la actividad económica de Montevideo y la frontera habían florecido.
Desde que se ha publicado la Constitución, han ingresado
a nuestro territorio por mar y tierra centenares de esclavos. A
nadie se le oculta que todos los barcos que llegan de la costa
del Brasil consiguen introducirlos sin riesgos: así como no se
le oculta que el gobierno ha concedido permiso para el efecto.
¿Resulta un mal positivo y trascendental tolerar la introducción de esclavos? Cuestión es esta que no pretendo delucidarla
hoy, pero si lo haremos en la próxima reunión de la Asamblea.
Por ahora, consideradas, como de las presentes circunstancias, opinamos que tolerando la introducción de esclavos a los
que migran del Brasil, elegirán nuestro territorio como patria
adoptiva y emplearán sus capitales y brazos esclavos en una
67
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
ocupación productiva. Montevideo y nuestros puntos limítrofes al Brasil suministran ejemplos numerosos de esta verdad y
conveniencia.97
Al argumento económico se agregó el ataque a las probables acciones
judiciales contra los introductores de africanos. El autor consideró injusta
la apertura de procesos judiciales contra quienes habían introducido esclavos, pues no había reglamentos sobre esa materia, y además, porque varias
familias montevideanas se habían beneficiado de la compra de esclavos
introducidos ilegalmente. De acuerdo a esta opinión, un crimen realizado
por la comunidad entera podía ser tolerado por los jueces.
Si se abre la puerta a la acusación de los introductores, si a
los centenares de esclavos introducidos se les concede su manumisión, ¿NO será una calamidad lamentable causada por evitar
un mal menor? ¿No veríamos perecer familias enteras al verse
privadas de una propiedad en la que tiene cifrada su existencia?
[...] hay algunos reclamos pendientes en consecuencia a la introducción de esclavos. V. lo asegura y debemos creerlo; hemos
oido decir, es verdad, que en el Juzgado del Crimen se sigue una
causa a este respecto; pero podemos asegurar moralmente que
ni el Sr. Juez del Crimen ni la Exma Cámara fallarán contra
ningún introductor [...]”
De todos modos, hubo algunos jueces que no toleraron la corrupción
sobre este tema. La nota anterior se había vinculado a dos situaciones
concretas: al decomiso de esclavos que había realizado el Juez del Crimen
Domingo A. Costa y a la discusión en las Cámaras Legislativas de un
reglamento para prohibir el tráfico. A partir de un caso comprobado y
de los rumores que circulaban entre la población, Domingo A. Costa le
exigió al Fiscal General mayor dedicación en la defensa de los esclavos introducidos.98 La situación colocó en bandos opuestos al juez —que quería
cortar los abusos— y a algunos miembros de la legislatura que se oponían
a sancionar a los introductores. El debate parlamentario iniciado en 1832
97 El Indicador, Montevideo, Nº 169, 11 de enero de 1832, p. 3, correspondencia “Los Dudosos”. 98 El Indicador, Montevideo, Nº 152, 20 de diciembre de 1831, p. 3, aviso.
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recién concluyó cinco años después. Los únicos perjudicados con esa postergación fueron los africanos traídos al país durante ese interregno.
Otros también se opusieron a la introducción de los esclavos brasileños declarados de “servicio”. No obstante, su opinión se fundaba tanto en ideales humanitarios como en el miedo racista. “Los amigos de la
Humanidad y la Ley” luego de una extensa introducción condenando la
esclavitud, consideraron que: “En nuestro tiempo en que la Ilustración ha
suavizado esas bárbaras costumbres haciendolas más justas, mas acomodadas al interés común [...] ¿Por qué atendemos más a las ideas ficticias de
bien y utilidad del país que a la justicia que se debe a esos miserables?” 99 La
utilidad y el beneficio no podían servir como fundamentos para reproducir
la esclavitud en el Estado Oriental, lo cual se dirigía contra el discurso de
El Indicador de progreso económico. Además, se atendió la situación de las
recientes revueltas de esclavos en Brasil.
Nosotros no hallamos las ventajas que pueda reportar el
país con la introducción del Brasil, antes por el contrario, la juzgamos perjudicial, porque las continuas rebeliones que no hace
mucho tiempo se han experimentando allá causando mayores
desastres, esos sucesos tan repetidos como fáciles de hacerse
sentir nuevamente, nos advierten que debemos alejar de nosotros esos males. Nada hay más verosimil, que los blancos del
Janeiro, ya sean emigrados o comerciantes, se hayan propuesto la especulación de trasportar todos los negros sublevados a
nuestra República [...]”
El temor a una sublevación de esclavos parecía estar latente. El “contagio” de la violencia de los esclavos brasileños hacia la esclavatura local,
habría de producir estragos en Montevideo. El articulista denunció algunos casos, señalando la venta de esclavos sublevados. También se evidenció que la venta de esclavos en lugares públicos no constituía un evento
excepcional, sino más bien cotidiano.
“[...] muchos de esos negros principalmente de los sublevados en el campo de Santa Ana se han introducido en esta
ciudad, y aun se han puesto en venta en lugares públicos, con
la mayor desvergüenza. ¿Y podrá resultar algún bien al pais
99 El Universal, Montevideo, Nº747, 14 de enero de 1832, pp. 2-3.
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
tolerando este comercio? ¿No se perdería nuestra esclavatura
con el contacto de esos negros? ¿No acabaría de desmoralizarse
la multitud que hay entre nosotros, y que esta siempre animada
de un odio temible contra todo el que no se iguala en color?
¿Podremos creernos seguros en medio de esa clase de gente?”
Estos párrafos fueron escritos un año antes de la conspiración de esclavos de 1833.100 La percepción negativa sobre la inmigración forzada de
100 La noche del 25 de mayo de 1833 once morenos libres y esclavos fueron encarcelados, acusados de conspirar para iniciar una revuelta de esclavos. Entre los implicados también se hallaba un alemán de nombre Guillermo Guirtanner, que al parecer las autoridades no pudieron detener. Uno de los líderes de este movimiento, el esclavo Antonio Rodríguez alias Duplessis fue deportado a Buenos Aires. El otro, Félix Laserna alias Santo
Colomba, que era libre, fue puesto en prisión, en donde lideró en setiembre una revuelta de los prisioneros. Como resultado del último evento, Laserna fue sentenciado a muerte el 18 de octubre de 1833. El episodio de mayo es confuso, pues aún no se ha hallado en el AGN el consejo de guerra levantado contra los acusados. Archivo General de la Nación, Fondo Ex Archivo y Museo Histórico Nacional (en adelante AGN-AyMHN), Caja 26, [Nota de José M. Navajas a Fructuoso Rivera], 27 de junio de 1833. AGN-AGA, MdeGob, Caja 842, [Informe del Jefe Político y de Policía de Montevideo], 28 de mayo de 1833. AGN-AGA, MdeGue, Caja 1220, [Relación del consejo de guerra contra los sublevados de la cárcel pública], 8 y 18 de octubre de 1833. No obstante, quedan dudas de que Laserna haya sido ejecutado en esa fecha, pues en los libros policiales de presos fue consignado su arresto, a causa de haber retornado tras su destierro, el 19 de setiembre de 1836. AGN-AGA, Libro 949, [19 de setiembre de 1836]. Asimismo, en otro libro de presos se consignó la captura de Antonio Rodriguez, esclavo apodado Duplessis, el 31 de octubre de 1835. AGN-AGA, Libro 945, [31 de octubre de 1835]. En sus escritos, Molina incluyó el episodio de 1833, pues luego del cierre de la sala Congo de Gunga él solicitó su reapertura ante el gobierno: “Muy a principios de aquel año, combocó Felis Columbio una Junta de los Gefes de la Nación Africana Congos de Gunga […] ocurrió llegar Feliz Columbio a la puerta y patio de la habitación de Juan Sosa: Gregorio Juanicó me dijo en secreto lo que trataba Feliz y
yo repugné allarme [en] un acto, que me es tan odioso […] pero viendo Juanicó que no podría omitirlo hallándome en la pequeña pieza del aposento con todos los nombrados, y Feliz ya a la puerta de la Sala, contestado por Sosa, Me pidió que dicimulara ... la proposición innoble y baja: de ofrecerlos 4000 p.s por la revolución y levantamiento de los etiopes congos quienes por su vibeza, loquacidad genérica, someterían los mas a todos los esclavos, y gentes de color...” El rey de los congos gunga negó el apoyo de la sala, pues:
“Todos nosotros tenemos familia en la ciudad y ci erramos no solo nosotros, pero ellas quedan perdidas.” Escritos de Jacinto Ventura de Molina, “Instructiva instancia oratoria a las Camaras del Estado Oriental” [1834]. Tanto Félix Laserna (Santo Colomba) como Antonio Rodríguez (Duplessis) eran de Buenos Aires. ¿Por qué dos afroporteños pretendían sublevar a los esclavos de Montevideo en 1833? ¿Y de dónde sacarían 4000 pesos para pagarles a los congos? La respuesta no es fácil. ¿Es posible que el gobierno de Buenos 70
origen africano queda en evidencia. Argumentos similares fueron empleados para denunciar los males que traía aparejada la introducción de los
“colonos africanos” en 1835.
Hacia fines de 1831, durante el primer gobierno de Juan M. de Rosas,
se liberalizó la introducción y venta de esclavos “de servicio” en Buenos
Aires.101 Esto iba a contrapelo de las disposiciones de la Revolución de
Mayo, siendo restituida la prohibición del tráfico en 1833. Esto alimentó
el debate montevideano. El Indicador consideró que esa medida contribuiría a la especulación vinculada a la trata. No recomendaba su aplicación al Estado Oriental, pues podía ocurrir que “[...] se llenase el país de
esclavos sin venir esa industria y capitales [...]”.102 Asimismo, se señaló
que las autoridades brasileñas podían tomar ventaja, deportando a los
esclavos “indisciplinados”. Por último, consideró que la liberalización de
la venta constituía un freno para la disminución de la población esclava
a partir de su emancipación. Ante esta situación el editorialista también
advirtió que el tema iba a tratarlo la legislatura uruguaya en 1832. En
ese año El Indicador publicó nuevos y extensos editoriales a favor de la
introducción de esclavos que venían con los brasileños, lo cual era reputado como progreso.
Aires hubiera intentado “desestabilizar” la situación de Fructuoso Rivera en Montevideo?
Además, ¿eso hubiese sido posible mediante una revuelta de esclavos? Juan Manuel de Rosas, que mantenía una relación clientelar con la comunidad afroporteña, no ocupaba el gobierno de la Provincia de Buenos Aires en aquel momento. Al parecer, Rosas había apoyado la revuelta lavallejista en 1832. El gobierno oriental vigilaba las operaciones de Juan A. Lavalleja en el litoral entrerriano, tras su fallido intento de deponer a Rivera. En junio de 1833 Julián Laguna, desde el litoral uruguayo, informó que: “... D.n Manuel Lavalleja se hallaba en las puntas del Gualeguaychú con cien hombres y q.e en el mismo punto de su permanencia esperaban a Dn Juan Ant.o Lavalleja q.e debia llegar con treinta y tantos presos que en la bajada se le habian dado en auxilio. La mayor parte de la fuerza de Don Man. l son negros.” AGN-AyMHN, Caja 26, [Nota de Julián Laguna a Fructuoso Rivera], 1º de junio de 1833. PIVEL DEVOTO, Juan E., Historia..., op. cit., p. 101. La única narración de la conspiración de 1833, cuyo autor sostuvo que leyó el sumario militar contra Laserna y
los otros acusados, es la de: PEDEMONTE, Juan C., Hombres con dueño. Crónica de la esclavitud en el Uruguay, Montevideo, Independencia, 1943, pp. 61-69. Allí se afirmó que Laserna pretendía constituir una república negra, libertar a los esclavos y sojuzgar a la población blanca. El episodio continúa abierto, a la espera de hallazgos documentales que puedan echar alguna luz sobre las incertidumbres.
101 El Indicador, Montevideo, Nº114, 2 de noviembre de 1831, p. 1, diarios de Buenos Aires. 102 El Indicador, Montevideo, Nº114, 2 de noviembre de 1831, p. 2. 71
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
En muchos puntos de América (y en más que todos en el Imperio del Brasil) es innumerable la porción de esclavos, con que
se hace toda clase de servicio. En aquel Imperio de grandísima
riqueza, las fábricas de azúcar, yerba, lienzo, aguardiente, etc. etc.
son servidas por esclavatura instruida completamente. La explotación de minas se hace con negros; y por último, puede decirse
sin exageración, que el valor que encierra Brasil en esclavatura y
el que con su trabajo produce en la industria y el comercio es por
lo menos de $200.000.000 anuales. Y pregunto yo ahora, si una
parte de esa riqueza se traslada a esta República, ya por la paz que
gozamos y sostenemos, ya por la vecindad, o ya por los sacudimientos políticos siempre horribles, a que se ve puesto aquel Imperio.
¿Sería para nosotros un bien o un mal? ¿Un gran comerciante que
se vea precisado a abandonar su país, sacrificará una parte de su
fortuna para dirigirse al nuestro, cuando sin tan sacrificio puede
hacerlo a otro? Un fabricante, un agricultor, un estanciero, cuyos
brazos para el trabajo son por lo general esclavos propios, ¿le sería
fácil en un caso urgente o conveniente aumentar nuestra riqueza,
nuestra población? Es muy difícil. Siendo sus siervos el alma de
sus faenas, y no pudiendo ellos entrar en puertos nacionales, una
necesidad aún más imperiosa que aquella por la que se separaría
de su patria, los dirigiría a puertos más dichosos.103
El autor parecía haber estado más admirado por la prosperidad económica brasileña, que dolido por la base del trabajo coactivo que la había desarrollado. La discusión parlamentaria sobre la introducción de esclavos fue
seguida por El Indicador, incluso a través de la publicación de propuestas de
proyectos de ley. La introducción de esclavos no cesó durante los días en que
la Cámara de Representantes discutió ese tema, lo cual fue denunciado:
Acaban de llegar del Janeiro dos bergantines brasileros, entre los dos traen 61 esclavos bozales y ladinos, de ambos sexos,
so la capa que son de pasajeros portugueses, que por su utilidad,
y por comercio los introducen, y no viene barco del Brasil que
no los traiga. [...] Los 61 esclavos bajo este título parece que ni
un solo real pagan de derechos.104
103 El Indicador, Montevideo, Nº239, 6 de abril de 1832, p. 2.
104 El Recopilador, Montevideo, Nº 35, 18 de febrero de 1832. p. 3, correspondencia “Orientales que observan su Constitución”.
72
Otra particularidad de la trata clandestina es que no realizaba ningún
aporte a las arcas del Estado, pues estaba prohibida. La tradicional alcabala pagada por la transferencia de la propiedad de esclavos, no se tributaba debido a la prohibición constitucional. Nuevamente la clandestinidad
constituía un factor que incrementaba las ganancias de los traficantes. El
fragmento también evidencia que esta modalidad de introducción no sólo
se practicaba con pequeños contingentes humanos.
El caso del bergantín toscano Triunfante devela, más allá de los discursos, la política seguida por el gobierno con los esclavos de “servicio”.
El 30 de junio de 1833 ese navío, anclado en Montevideo, fue inspeccionado por el Capitán interino de Puerto “...por creerse que conducía Negros...”105 Preguntado el capitán del buque si existían africanos a bordo,
contestó que no tenía ninguno, pero: “...hubo nuevos registros después
de alguna resistencia por el Piloto, en el rancho de proa se hallaron
9 negros, 8 mayores y 1 jovencito.” Todos fueron decomisados por la
Capitanía de Puerto. No obstante, el menor y la única mujer del grupo
lograron sustraerse del control de las autoridades, siendo devueltos dos
días después por Lázaro Luís de María, que era el consignatario local del
buque. El capitán Juan Bautista Parodi expuso que había partido de Bahía para cargar carne en Montevideo, con el objeto de venderla en Santa
Catalina y otros puertos brasileños. Tenía a bordo diez esclavos, unos
iban destinados como marineros de un buque, y otros para ser vendidos.
Con relación a su introducción sostuvo: “Que se le habia informado de
la prohibición que habia aquí, pero q.e tambien se le habia dicho q.e este
gobierno en atención a los pocos brazos del Pais, miraba aun remota aq.a
epoca. Que en esta confianza arribó aquí [...]”106 Parodi expuso que en
casos similares se había permitido a los capitanes de buques que conducían esclavos, reembarcarlos para otros puertos, si se impedía su arribo a
Montevideo. Esto le había ocurrido al bergantín 28 de Noviembre, siendo
los esclavos que trasportaba reembarcados hacia Buenos Aires. Pero esa
no era la situación del Triunfante. Parodi no había declarado a los africanos a las autoridades del puerto. Por tanto, le correspondía al Capitán
105 AGN-AGA, MdeGue, Caja 1818, julio de 1833 [Expediente del bergantín Triunfante], 1º de julio de 1833.
106 AGN-AGA, MdeGue, Caja 1818, julio de 1833 [Solicitud de Juan B. Parodi al Ministro de Guerra], 1º de julio de 1833.
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
de Puerto una recompensa por el hallazgo de bienes no declarados. La
situación era excepcional, pues se había intentado introducir esclavos, lo
cual estaba prohibido. Así lo reconoció el Ministro de Hacienda en su
informe:
[...] convendría tener presente al resolver este asunto q.e el
Gob.no en todos los casos semejantes ha procurado conciliar la
ley con la necesidad que el pais tiene de brazos. Que el 30 de
noviembre de 1831 permitió a Dn F.co Mello da Gama desembarcar 5 esc.s que traía en el Bergantín Sto Domingo Eneas, y
el 16 de feb.o del año pp.o se previno al Colector q.e permitiera la introducción de esclav.s de los pasageros, p.a promover la
emigración & q.e p.a evitar abusos se dio interv.n a la Policia
fijando las reglas p.a la transferencia del Patronato. Pero q.e en
el caso q.e nos ocupa seg.n la cond.ta del Cap.n del buque no se
debe perjudicar al aprensor de la parte que le toca, conforme al
Reglamento de Resg.o.107
La opinión del Ministro de Hacienda aclara, por si quedaban dudas,
que todos los esclavos declarados de “servicio” fueron introducidos sin
problemas al país por sus amos. El Capitán interino del Puerto obtuvo su
prima y el caso pasó al Juzgado del Crimen. Recién en 1835 la situación de
los negros del Triunfante fue resuelta. En el ínterin, uno de ellos apareció
muerto en la playa, ahogado posiblemente al intentar huir del barco.108 El
examen del cadáver evidenció que sus manos habían estado atadas durante largo tiempo. Sus pies continuaban sujetos con cordajes alquitranados.
El Triunfante también había introducido cinco esclavos en Maldonado antes de arribar a Montevideo. Uno de ellos fue confiscado por la policía
en setiembre de 1833, cuando un sujeto intentó venderlo en la capital.
El africano declaró haber sido esclavo en Bahía, embarcándose junto a
otros, a quienes se les había prometido su libertad. No obstante, fueron
conducidos a Uruguay para volverlos a esclavizar.109 Estos casos no eran
107 AGN-AGA, MdeGue, Caja 1818, julio de 1833 [Expediente del bergantín Triunfante], 1º de julio de 1833.
108 AGN-AGA, MdeGob, Caja 848, Noviembre de 1833 [Nota del Jefe Político de la capital al Ministro de Gobierno], 26 de noviembre de 1833.
109 AGN-AGA, MdeGob, Caja 846, Setiembre de 1833 [Nota del Jefe Político de la capital al Ministro de Gobierno], 3 de setiembre de 1833.
74
inusuales, pues en ocasiones se capturaban esclavos en forma individual
para venderlos en otros puertos.110
Al parecer, los esclavos del Triunfante fueron defendidos por un particular, quien publicitó algunas características del caso. Bajo el seudónimo de “Un amigo de sus semejantes” el defensor se quejó de la lentitud
del proceso: “[...] su expediente corriendo los trámites duerme en el Juzgado del Crimen, así como estamos informados, cuyo consignatario es D.
Lázaro de María y por cuyo negocio estoy presentando y he reclamado
en favor de esos esclavos, pidiendo que quedaran libres sin perjuicio de
declarar el decomiso.”111 Cabe preguntarse si el defensor pleiteaba a favor
de los esclavos para obtener su patronato y después traspasar ese derecho, o si en verdad defendía su liberación. La resolución del caso tardó
otros dos años. El 17 de noviembre de 1834 la Cámara de Justicia resolvió que los esclavos del Triunfante (de los cuales cuatro permanecían
en Maldonado) debían ser puestos a disposición del gobierno, para que
éste vendiera sus derechos de patronato. El importe de la venta quedaría
como depósito, previéndose que alguno de sus antiguos amos reclamase
su propiedad.112 En 1835, se intentó ubicar a los esclavos restantes en
Maldonado. De los cuatro, uno había sido retenido por un sujeto que se
negaba a entregarlo, pues el capitán del Triunfante se lo había dado como
prenda de un préstamo.113
Un registro policial expone la suerte de los ocho cautivos del Triunfante que quedaron en Montevideo.114 Sus edades iban de 19 a 35 años. Siete
de los ocho fueron entregados en patronato de ocho años a cambio de 250
pesos. El restante fue directamente liberado, pero se ignora el nombre de
110 En 1832 un “negrito” de doce años quedó detenido en el almacén naval de la capital, pues decía haber sido traído desde Río de Janeiro mediante engaños. El Universal, Montevideo, Nº 754, 23 de enero de 1832, p.1. 111 El Universal, Montevideo, Nº 1261, 4 de noviembre de 1833, p. 3. 112 AGN-AGA, MdeGob, Caja 861A, Noviembre de 1834, [Oficio de Julián Álvarez a Lucas Obes], 17 de noviembre de 1834.
113 Archivo General de la Nación, Archivos Judiciales, Juzgado letrado de Maldonado leg. 23, 1836 [Comunicación del Juez del Crimen Francisco Araúcho al Jefe Político de Maldonado], 11 de octubre de 1835.
114 AGN-AGA, Libro 946, Jefatura Política y de Policía de Montevideo. Anotación del 27
de noviembre de 1835.
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
quien pagó por su libertad. Es sorprendente advertir que en cuatro de
siete casos, fueron otros morenos libres quienes adquirieron los derechos
de patronato de los esclavos del Triunfante. Tal vez esto se vinculó a las
formas de manumisión dispuestas por las salas de nación, que en ocasiones compraban la libertad de alguno de sus miembros.115 Por otra parte,
se debe señalar que aunque inusual, algunos negros libres de la capital
poseían esclavos. Otro detalle singular fue que ninguno de los esclavos
conservó el apellido de su antiguo amo, sino que se identificaron como:
Benito Ahuza, Antonio Congo, Cayetano Mina, Francisco Ahuza, Felisberto, Manuel Mollambi, Domingo Mina y Ventura Carabaro. Salvo
en el caso del esclavo liberado, cada apellido constituía una designación
africana de origen. Tal vez los africanos, luego de haberse desligado de
sus amos brasileños, optaron por identificarse de acuerdo a su origen. En
algunos saladeros de Montevideo los esclavos no se apellidaban como
su amo, sino de acuerdo a una región africana. Lamentablemente no
poseemos los datos necesarios para resolver las incógnitas que presenta
este caso.
Los últimos debates sobre la diferencia entre esclavos de “servicio” y
de “peculio”, se vincularon al arribo de propietarios riograndenses al Uruguay durante la Guerra de los Farrapos. Este conflicto generó el aumento
de la población esclava en la capital y en el espacio fronterizo, lo cual estaba en contra de la política anti-tráfico del gobierno de Manuel Oribe. El
Fiscal General Francisco Solano Antuña envió una consulta al Ministro
de Gobierno en junio de 1837 sobre ese tema.116 Antuña señaló que debía
reglamentarse la prohibición de introducir esclavos de una forma que beneficiara al país y que al mismo tiempo contribuyera a la emancipación de
la población esclava.
Conmovida enteramente la Provincia limítrofe del Rio
Grande por efecto de la guerra civil en que se encuentra: suspendieron por consecuencia sus trabajos todos los mas de los
saladeristas, y por lo pronto condujeron algunos de ellos sus
esclavos a nuestro Estado. El Fiscal no sabe, si para tolerar las
Autoridades de la Frontera esta introducción han consultado
115 MARTINEZ MONTERO, Homero, op. cit., Revista Nacional, año IV, tomo XV, número 45, p. 410.
116 El Universal, Montevideo, Nº 2308, 5 de junio de 1837, p 2, documentos oficiales.
76
y recibido instrucciones de V. E. y observa que en el caso de
haberse permitido al amparo de una resolución del Gobierno
(no publicada en el Registro Nacional) para que se consienta
a los transeúntes la introducción de los esclavos de su servicio,
ha sido arbitraria la interpretación: en razon de que tal disposición se refiere a los esclavos de servicio doméstico, y de ningun
modo a aquellos que son peones o maestros de fabricas y en
gran número.
Nuevamente la distinción entre esclavos de “servicio” y de “peculio” se
empleaba como argumento para introducir esclavos. Esa categoría sólo se
aplicaba al servicio doméstico que acompañaba a los viajeros. Con la inmigración riograndense fueron introducidos en Montevideo y en Arredondo (Cerro Largo) decenas —tal vez cientos— de esclavos que trabajaban
como operarios y maestros saladeristas. Algunos amos habían conchabado
a sus esclavos en los saladeros de la capital, los cuales fueron finalmente
vendidos a los compradores locales. Otros establecieron sus propios saladeros, transportando esclavos, ganados y herramientas a Montevideo.
Según Antuña, la instalación de esos saladeros esclavistas perjudicaría a
los saladeristas uruguayos, por el tipo de elaboración que hacían los esclavos con la carne y por los costos comparativamente menores de la mano
de obra esclava.117
La complejidad del problema nuevamente radicó en la supuesta
contradicción entre las disposiciones constitucionales que resguardaban la libertad y la propiedad. Se entendía que una prohibición terminante no resolvería la situación, pues no eliminaría la introducción
clandestina ni contribuiría a emancipar a los esclavos de los brasileños.
El fiscal propuso que se permitiera la introducción de los esclavos de
los riograndenses, con la salvedad de que debían ser liberados después
117 “[...] los saladeros de Brasileros servidos enteramente de esclavatura, vendrán a destruir necesariamente los nuestros: 1º por que sus carnes parece que merecen por los beneficios de la elaboración mas estimación en los mercados y 2º por que aun mejoradas las nuestras no pudieran aventajarse en precio con aquellas, por la enorme diferencia que hay del costo de manufactura entre peones y esclavos propios.” Cabe preguntarse si en verdad los saladeros a base de mano de obra esclava eran más económicamente rentables y eficientes que los que trabajaban con mano de obra libre en Montevideo, lo cual constituye una buena pregunta para un historiador económico.
77
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
de trabajar ochos años para sus amos. Antuña enumeró los beneficios
de esta medida:
1º La observancia del espíritu de la Constitución asegurando la libertad de aquellos infelices. 2º La observancia de la
letra y espíritu del artículo 147 citado. 3º La seguridad de que
los Brasileros diesen un trato más humano a sus esclavos; pues
que en otro caso tendrían estos el derecho de exigir que los
vendieran sus dueños por tasación judicial, arreglada al tiempo
que debiesen de servicio. 4º La oportunidad de que en los casos
preindicados adquiriesen los saladeristas del pais peones permanentes y maestros en la salazón, con cuyo auxilio se pondrian
con el tiempo al nivel de los saladores brasileros en todo respecto y 5º la adquisición para la Republica de estos brazos útiles y
completamente subordinados.
El fiscal anticipó que la ejecución de esta medida traería inconvenientes pues afectaba a la propiedad. La policía debía investigar las cifras
de esclavos introducidos y asegurarse de que los amos concedieran las
escrituras de libertad con el plazo de ocho años. El Ministro de Gobierno
elevó la propuesta de Antuña a la Cámara de Representantes para su
estudio. Mientras se establecía un reglamento definitivo, el Poder Ejecutivo prohibió la venta de los esclavos recientemente introducidos de Brasil, bajo la pena de emanciparlos. También dispuso el levantamiento de
padrones para recabar la información sobre los esclavos. La propuesta de
Antuña fue el detonante de la discusión legislativa que concluyó con la
creación de la reglamentación definitiva de la prohibición del tráfico de
14 de julio de 1837. Sus sugerencias fueron rechazadas y generaron duras
críticas, adjudicándose a Antuña una opinión favorable a la esclavitud.
Debemos señalar que en el discurso del fiscal los términos utilidad y
libertad parecen haberse confluido. Unos pocos años antes esos mismos
conceptos habían sido empleados para fundamentar la mayor empresa
de traslado forzado de africanos hacia el Uruguay independiente, la cual
se había generado para saldar las cuentas de caja y de crédito del primer
gobierno legal de la república.
78
2.2. El Estado Oriental participa del tráfico: los “colonos” africanos
(1832-1842)
Una de las disposiciones más importantes para finalizar el tráfico
transatlántico de esclavos ocurrió en 1830, cuando Brasil y Gran Bretaña
implementaron un tratado para finalizar el vasto tráfico de esclavos brasileño.118 Poco después, entre 1832 y 1838, misteriosos barcos portugueses
arribaron a Montevideo desde África, teniendo lastre como única carga.
La prensa local sospechó que estos navíos habían desembarcado esclavos
en Río de Janeiro antes de llegar a Montevideo, y que estas actividades
violaban de alguna manera la prohibición del tráfico de esclavos en Uruguay, en donde la trata se había ilegalizado sucesivamente en 1825 y 1830.
El cónsul británico en Montevideo tomó nota de alguno de estos barcos
y los denunció como navíos esclavistas vacíos que estaban en ruta desde
o hacia Brasil. No obstante, la bien conocida lista de viajes esclavistas
publicada por la cancillería británica en 1845 registró a estos barcos como
desembarcando esclavos en Montevideo en lugar de en Rio de Janeiro.119
De hecho, estos navíos eran parte de una operación que trajo esclavos a
Brasil y también disfrazó el envío de africanos a Montevideo bajo el título
de “colonos” para evadir la legislación antiesclavista uruguaya.
Antes de la liquidación formal de la trata en Brasil (1830), los traficantes de esclavos brasileños se apuraron a traer tantos esclavos como fuera
posible al Imperio. Estos mercaderes también comenzaron a desarrollar
nuevas estrategias para evadir las patrullas británicas en el Atlántico. Algunos traficantes planearon introducir “colonos africanos libres” al Brasil
inmediatamente después el final de la trata establecido para 1830. Estos
comerciantes se proponían comprar esclavos en África, luego liberarlos,
y embarcarlos hacia Brasil, en donde los africanos tendrían que trabajar
para pagar su manumisión y el costo del pasaje transatlántico. El término
“colono” designaba una especie de inmigrante contratado que trabajaba
en su lugar de destino para pagar su trasporte. A través de esta operación,
118 Sobre las nuevas miradas en torno a la ley de 1831 y su aplicación a la prohibición del tráfico de esclavos brasileño ver “Dossiê – ‘Para inglês ver’? Revisitando a Lei de 1831”
publicado por Estudos Afro-Asiáticos, ano 29, nos 1/2/3, Jan-Dez 2007, pp. 87-340.
119 ������
GREAT BRITAIN, Parliamentary
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Papers, 1845, XLIX. Philip D. Curtin aceptó este registro como prueba genuina de arribos esclavistas en Montevideo. CURTIN, Philip D., The Atlantic Slave trade: A Census. Madison: Univ. of Wisconsin Press, 1969, p. 249.
79
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
los traficantes anticiparon poder eludir las patrullas navales británicas ya
que los africanos en teoría viajarían por su propia voluntad.120 Los representantes británicos en Brasil señalaron al gobierno británico que sería
difícil impedir este tráfico de esclavos disfrazado.121 El canciller británico
Lord Aberdeen consideró esta cuestión simplemente como un subterfugio
para la continuación del tráfico esclavista, y advirtió al gobierno brasileño
que todas las naves brasileñas que llevaran grupos de africanos a Brasil,
ya fueran esclavos o colonos, serían consideradas como una violación al
tratado de 1826 contra la trata.122 No obstante, los comerciantes brasileños de esclavos aplicaron el esquema de “colonos” africanos al vecino
Uruguay, que había logrado su independencia tras la guerra ArgentinoBrasileña (1825-1828).
En Uruguay, el gobierno local contrató con mercaderes brasileños la
introducción de “colonos” africanos en 1832-1834. Los traficantes pagaron
una enorme suma al gobierno para obtener la licencia para introducir estos “colonos,” que tenían que ser menores de 16 años. Una vez en Uruguay,
los mercaderes vendían el derecho sobre el trabajo de estos “colonos” para
cubrir los gastos de su transporte más los dividendos. Este operativo permitió el desembarco de niños africanos en Montevideo para servir como
esclavos. En Montevideo, las contradicciones entre la edad de estos colonos, la mayoría niños, y la condición de colonos libres, dejaba en evidencia
a la empresa esclavista. Asimismo, los traficantes brasileños utilizaron el
subterfugio de los “colonos” africanos para defenderse en los casos en que
sus naves fueran capturadas y enviadas a la Corte de Comisión Mixta Anglo-Brasileña, y de este modo recuperar los navíos esclavistas capturados
por la armada británica.
Este apartado explora los eventos que durante y después de la independencia de Uruguay influenciaron en el arribo de esclavos hacia Río de
Janeiro y Montevideo. En los años 1830s, varios barcos esclavistas llegaron
a Montevideo, pero pocos desembarcaron esclavos allí. La mayor parte de
120 British National Archives, Foreign Office 84 (en adelante BNA, FO 84) /95, Aberdeen a Aston, 7 de diciembre de 1829; BNA, FO 84/112, Pennell a Aberdeen, 23 de enero y 30 de Abril de 1830.
121 BNA, FO 84/95, Pennell a Aberdeen, 30 de abril de 1830.
122 BNA, FO 84/95, Aberdeen a Aston, 7 de diciembre de 1829.
80
estos navíos ocultaban su participación en el tráfico de esclavos hacia Río
de Janeiro, ya fuera recalando en Montevideo luego de desembarcar los
esclavos en la costa brasileña o antes de dirigirse a África para continuar
con la trata. Este patrón de tráfico de esclavos surgió luego de la independencia de Uruguay y tras la negociación del único y posteriormente
incumplido tratado anglo-brasileño contra la trata (1826), que tomó efecto
en 1830. Tanto la independencia de Uruguay como el tratado contra el
tráfico de esclavos eran cuestiones centrales para las relaciones diplomáticas anglo-brasileñas. De hecho, las negociaciones que dieron lugar al
tratado anglo-brasileño contra la trata y las que llevaron a la creación
de Uruguay como estado independiente generaron el escenario que hizo
posible la ruta esclavista entre Montevideo y Río de Janeiro durante la
década de 1830.
El esquema de estos barcos esclavistas de mediados de la década de
1830 evidencia el dinamismo de la trata hacia Río de Janeiro con escala en
Montevideo y en segundo término, la introducción de esclavos africanos
a Montevideo bajo el título de “colonos.” Ambas operaciones estaban vinculadas a la hegemonía comercial brasileña en Montevideo. En Uruguay,
el fracaso del gobierno local para aplicar las leyes vigentes contra la trata
permitió el arribo de esclavos bajo el nombre de “colonos.”
La política exterior británica contra el tráfico de esclavos —iniciada
en 1808 al terminar Inglaterra su propia trata— enmarcó estos eventos.
Inglaterra había sido el imperio atlántico que había trasladado el mayor
número de esclavos en el siglo XVIII, y sólo fue superado por los lusobrasileños en la historia del tráfico de esclavos transatlántico. No obstante, desde 1808 Inglaterra promovió la abolición internacional de la
trata a través de la firma de tratados con otros países y de destinar un
escuadrón de la marina a la persecución de barcos esclavistas. Este nuevo
arribo de africanos esclavizados también complicó las primeras relaciones
diplomáticas entre Gran Bretaña y Uruguay. Mientras que la llegada de
los “colonos” africanos benefició económicamente al primer gobierno del
Uruguay independiente, este factor impidió al segundo gobierno uruguayo
la obtención de un préstamo de Londres que era central para su propia
subsistencia.
Desde el siglo XVII, Brasil y el Río de la Plata tuvieron relaciones
basadas en el comercio y el contrabando, en donde uno de los rubros más
81
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
lucrativos fue justamente el tráfico de esclavos.123 Entre 1777 y 1812, el Río
de la Plata recibió al menos 60.000 esclavos desde Brasil y África.124 Este
comercio no solo fue importante para los rioplatenses, sino también para
los brasileños y portugueses a ambos lados del Atlántico sur.125 El movimiento de independencia rioplatense interrumpió el tráfico de esclavos
hacia Montevideo y Buenos Aires. Después de 1810, lo que se convertiría
en Uruguay se mantuvo bajo el dominio consecutivo y a veces superpuesto del régimen español, del gobierno revolucionario de Buenos Aires, del
líder oriental José Artigas, y de la ocupación luso-brasileña. Este territorio
experimento la guerra casi en forma continua entre 1810 y 1830, cuando
se promulgó la primera constitución uruguaya. Luego de la independencia de Uruguay, las relaciones entre Montevideo y los traficantes cariocas
de esclavos se continuaron bajo una nueva estructura. En este apartado
analizamos cómo luego de la prohibición del tráfico esclavista en Brasil,
tras 1830, los traficantes brasileños crearon una nueva ruta esclavista en
coordinación con sus vecinos rioplatenses.
Dado que Rio de Janeiro era el puerto esclavista más importante en
América, la política inglesa se centró primero en Brasil. Las discusiones
entre Gran Bretaña y Brasil comenzaron desde la independencia del último en 1822, y terminaron sólo en 1850 cuando Brasil suprimió definitivamente la trata.126 Entre las medidas del tratado de 1826, se encontraba la creación de una Comisión Mixta anglo-brasileña, situada en Río
de Janeiro, que juzgaría el destino de los barcos esclavistas capturados
por la armada inglesa y brasileña. Los dueños de seis barcos portugueses, capturados en 1834 y 1835, declararon en esa comisión que sus naves
trasladaban “colonos” africanos a Montevideo, y no esclavos hacia Brasil.
123 MOUTOUKIAS, Zakarías, Contrabando y control en el siglo XVII, Buenos Aires: CEAL, 1988; JUMAR, Fernando, Le Commerce atlantique au Río de la Plata 1680-1778, Paris: Tesis de doctorado, École des Hautes Études en Sciences Sociales, 2000; PRADO, Fabrício, A Colônia do Sacramento: o extremo sul da América Portuguesa, Porto Alegre: Fumproarte, 2002.
124 BORUCKI, Alex, “The Slave Trade to the Río de la Plata: Trans-imperial Networks and ��������� ������ ����������� ������ ��� ���� ���� ��� ���������� ��������������� ��������� ����
Atlantic Warfare,” Colonial Latin American Review, 20, 1 (2011): en prensa.
125 ��������
MILLER, Joseph, Way
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of Death. Merchant Capitalism and the Angolan Slave Trade 17301830, Madison: Univ. of Wisconsin Press, 1988, pp. 486 y 493-6.
126 BETHELL, Leslie,
��������� ������� The Abolition of the Brazilian Slave Trade, Londres. Cambridge Univ. Press, 1970.
82
Las naves Dois de Março, Santo Antonio, Duquesa de Bragança, Aventura,
Amizade Feliz, y Angelica ofrecieron esta misma explicación.127 En verdad,
esas naves eran parte de una operación que envolvía a Montevideo en el
tráfico de esclavos.
El cónsul británico en Uruguay Thomas S. Hood, anotó el arribo de
dos navíos portugueses en 1832 y 1833 que habían desembarcado esclavos
en Brasil y llegaron sólo con lastre a Montevideo.128 Luego, Hood anotó el
arribo de otras dieciséis naves entre julio de 1834 y marzo del 1835. Hood
identificó estas naves como esclavistas pues habían llegado en lastre desde
África, luego de haber desembarcado los esclavos en la costa brasileña.
Estas naves tenían bandera portuguesa, pero Hood sostenía que eran brasileñas y que estaban disfrazadas para evadir la patrulla naval británica.
En la tabla 1 (ver en la página siguiente) se emplean los reportes de Hood,
los libros de entrada y salida del puerto de Montevideo, así como la base de
datos sobre el tráfico trasatlántico de esclavos,129 para ilustrar el desarrollo
de esta ruta. Los cálculos sugieren que entre 1831 y 1839 doce por ciento
de los esclavos que arribaron a Rio de Janeiro fueron conducidos a través
de una ruta que empleó a Montevideo como escala. Hasta 1835, tanto la
armada brasileña como la británica vigilaban la costa brasileña para capturar barcos esclavistas, pero durante los dos años siguientes el gobierno
brasileño gradualmente dejó de acosar a los traficantes de esclavos, lo cual
permitió el crecimiento enorme de la trata desde 1837.
La ruta principal de los 49 viajes esclavistas detallados en la Tabla 1
partía de Angola o Mozambique para luego desembarcar clandestinamente esclavos en la costa cercana a Rio de Janeiro pero sin entrar a ese puerto. Luego, la nave salía en lastre a Montevideo para allí ser reparada, levantar carga, y salir hacia el puerto de Río de Janeiro, en donde declaraba
como origen Montevideo y no África. En Montevideo, las naves “lavaban”
su participación en la trata al levantar carga y documentación uruguaya.
Esta ruta fue diseñada para ocultar el origen africano del viaje anterior a
127 Irish University Press Series of British Parliamentary Papers. Slave
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Trade. Shannon: Irish Univ. Press, 1969, Vol. 14, S. 1835, Class A, 143-144, 148-149, 155-157, S. 1835, Class A, 268, y 288.
128 BNA, FO 84/141, Hood a Palmerston, febrero 10 y Mayo 10 de 1833.
129 BEHRENDT, Stephen;
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ELTIS, David;
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FLORENTINO, Manolo y RICHARDSON, David, Voy��������� ������������ �������
ages: The Transatlantic Slave Trade Database, www.slavevoyages.org
83
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Tabla 1
Comparación de viajes esclavistas y del estimativo de esclavos
llegados a Rio de Janeiro a través de la ruta de Montevideo
y directamente desde África
Año
Arribos a Rio de Janeiro Arribos a Rio de Janeiro
vía Montevideo
desde África directo
Esclavos
Viajes
Esclavos
Viajes
Total de arribos
a Rio de Janeiro
Esclavos
Viajes
1831
-
-
565
(1)
565
(1)
1832
720
(2)
116
(2)
836
(4)
1833
444
(1)
1.121
(3)
1.565
(4)
1834
4.102
(11)
471
(4)
4.573
(15)
1835
5.656
(14)
2.328
(10)
7.984
(24)
1836
4.749
(12)
11.319
(32)
16.068
(44)
1837
2.829
(7)
34.851
(77)
37.680
(85)
1838
904
(2)
40.899
(94)
41.803
(96)
1839
-
-
46.914
(111)
46.914
(111)
Total
19.404
(49)
138.584
(334)
157.988
(383)
Fuentes: Voyages: The Transatlantic Slave Trade Database, www.slavevoyages.org; Archivo General
de la Nación, Fondo Ex–Archivo General Administrativo (en adelante AGN-AGA), Libro 346,
1829-1835; Libro 103, 1835-1838; Libro 555, 1835-1840; Libro 373, 1841-1843.
la entrada oficial de la nave al puerto de Rio de Janeiro. De entre estos
49 casos hay seis excepciones: tres barcos que partieron de Río de Janeiro,
recalaron en Montevideo y siguieron rumbo a África, y otras tres naves
que llegaron a Montevideo después de desembarcar los esclavos en Brasil,
y luego siguieron hacia África en lugar de retornar a Rio de Janeiro.
De estos 49 viajes esclavistas que se detuvieron en Montevideo, 40
salieron de Angola (principalmente de Luanda) y 5 de Mozambique (incluyendo a Quelimane y Lourenço Marques). Un barco declaró São Tome
como puerto de origen, otros dos Cabo Verde (en donde el tráfico esclavista estaba prohibido) y otro barco no tenía procedencia africana conocida.
La relación de 8 a 1 entre África Centro-Occidental y el África del Sureste en estos 49 viajes muestra un vínculo más fuerte con Angola que en
los viajes que navegaban directamente entre África y Rio de Janeiro. En el
tráfico directo, la relación de navíos de África Centro-Occidental con la
de África del sureste llegó a un máximo de 6 a 1 en 1826, pero durante el
84
tráfico masivo hacia Rio de Janeiro en los cuatro años siguientes esa relación se acortó a 2 a 1 en 1830.130 Tal vez, la gran participación de Angola
en la ruta esclavista carioca que empleaba a Montevideo como escala indica que los traficantes brasileños que operaban en Luanda fueron los responsables de la creación de este subterfugio a la legislación anti-tráfico.
La escasa información que poseemos sobre las redes comerciales detrás de estos viajes esclavistas apunta a algunos traficantes que operaban
en Rio de Janeiro y a comerciantes brasileños de la plaza de Montevideo.
Sólo tres capitanes aparecen en dos ocasiones en la lista de naves esclavistas que usaban a Montevideo como escala. Sólo conocemos la identidad
de 27 propietarios de los barcos esclavistas, tres de los cuales eran dueños
de más de un navío. Esto se corresponde con algunas características del
tráfico de esclavos hacia Rio de Janeiro, en donde muchos propietarios
conducían ocasionalmente viajes esclavistas, y sólo unos pocos tenían una
presencia dominante en la trata antes de 1830.131 La información sobre
los consignatarios también aporta algunas conexiones con Rio de Janeiro
y con el anterior tráfico interno entre esa plaza y Montevideo durante
la dominación luso-brasileña. Conocemos la identidad del consignatario
en 18 de estos viajes esclavistas, diez de los cuales fue Manuel da Costa
Guimarães. Al menos 16 individuos con el apellido Guimarães estuvieron
involucrados en el tráfico de esclavos hacia Rio de Janeiro entre 1811 y
1830.132 Manuel da Costa Guimarães contrató con el gobierno uruguayo
la introducción de “colonos” africanos a Uruguay en 1832. Otro consignatario en Montevideo, Antônio Castro de Queirós, envío 141 esclavos
desde Río de Janeiro hacia Montevideo durante la ocupación brasileña a
ese puerto, a mediados de los 1820s.133 Manuel Gonçalves da Costa, otro
consignatario, introdujo 73 esclavos a Montevideo en 1826-7. Estos datos
fragmentarios, por tanto, relacionan algunos consignatarios de los navíos
de la década de 1830 con la comunidad comercial brasileña en Montevideo.
130 www.slavevoyages.org
131 FLORENTINO, Manolo, Em costas negras. Uma
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historia do tráfico de escravos entre a África e o Rio de Janeiro (séculos XVIII e XIX), Rio de Janeiro: Companhia das Letras, 2002, p. 151.
132 Ibid., 205
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y 255��. ELTIS,��������
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David, Economic Growth and the Ending of the Transatlantic Slave
Trade, New York: Oxford Univ. Press, 1987, p. ����
151.
133 FRAGOSO, João y
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FERREIRA GUEDES, Roberto, Tráfico
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de escravos e relações comerciais
no Sudeste do Brasil: primeira metade do século XIX, (Rio de Janeiro: Inst. de Pesquisa Econômica Aplicada - Univ. Federal de Rio de Janeiro, 2000) [Database].
85
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Razones geopolíticas habían llevado a los traficantes brasileños a elegir Montevideo como puerto de escala. La independencia uruguaya transformó a Montevideo en el puerto extranjero más cercano a Río de Janeiro.
En cambio, Buenos Aires no podía proveer la misma seguridad a los traficantes brasileños dada la ascendencia británica allí y la acción más energética del gobierno porteño. En marzo de 1837, el gobierno de Buenos Aires
confiscó la nave brasileña Eloísa antes de su partida hacia Montevideo y
África.134 Su consignatario en Montevideo era Manuel Gonçalves da Costa. Luego de su arribo desde Rio de Janeiro, este barco había procedido a
la construcción de escotillas adicionales. Hacia el tiempo de su partida, el
Eloísa cargaba cadenas y grillos, 80 a 90 cascos vacíos para agua, pólvora,
medicinas, textiles, dinero, y grandes cantidades de arroz, porotos y fariña,
todo lo cual implicaba a este barco en el tráfico de esclavos. El gobierno
porteño no solo confiscó a la nave, sino que prohibió a su capitán y piloto
servir a bordo en naves que arribaran o partieran de Buenos Aires. Estas
sanciones jamás fueron aplicadas en Montevideo a los barcos portugueses
esclavistas que llegaban en lastre.
La coyuntura de los inicios de los años 1830s, cuando del gobierno
brasileño aplicó una política efectiva contra la trata, permitió la creación de la ruta Montevideo-Rio de Janeiro. Una vez que las autoridades
brasileñas dejaron de perseguir el tráfico, luego de 1837, esta ruta perdió
razón de ser y desapareció. En 1832, el gobierno de Fructuoso Rivera firmó contratos con traficantes brasileños para trasladar a Uruguay “colonos africanos”. Seis naves esclavistas capturadas por la armada británica
y brasileña emplearon documentos emitidos por el gobierno uruguayo
como defensa ante la Comisión Mixta de Rio de Janeiro en 1834 y 1835,
por lo cual este artilugio fue efectivamente empleado por los traficantes
esclavistas. El gobierno de Manuel Oribe, segundo presidente uruguayo, repudió esos contratos y prohibió el arribo de “colonos africanos”
a Uruguay en 1835, pero nunca detuvo el arribo de barcos esclavistas
en lastre a Montevideo entre 1835 y 1838. Estos hechos despertaron la
preocupación británica e integraron la agenda (1833-1842) que terminó
con la firma y ratificación del tratado anglo-uruguayo contra el tráfico
de esclavos.
134 BNA, FO 84/225, Arana a Mandeville, 29 de abril de 1837.
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86
En otra oportunidad hemos realizado apuntes sobre la demanda y
aplicación de trabajo coactivo (esclavos, inmigrantes contratados, cautivos indígenas) en Buenos Aires, Montevideo y Porto Alegre en la década
de 1830.135 La dinamización de las economías de las ciudades-puerto y
su entorno rural requirieron mayores contingentes de mano de obra, así
como la fijación de un núcleo estable de trabajadores. En 1825, la Provincia Oriental prohibió el tráfico de esclavos y aprobó una ley que declaraba
libres a los niños nacidos de madre esclava. Ambas medidas fueron incluidas en la constitución uruguaya de 1830. No obstante, la prohibición de
la trata era sólo declarativa, pues el gobierno debía crear procedimientos
para regular casos especiales como la introducción de esclavos juntos a sus
amos. Los registros de Río de Janeiro muestran que al menos 201 esclavos
fueron embarcados desde ese puerto hacia Montevideo entre 1830 y 1833,
luego de la prohibición constitucional de la trata.136 Aparte de una docena
de casos en los cuales las autoridades uruguayas actuaron, no hay registros
sistemáticos del arribo de esclavos en pequeños grupos entre 1830 y 1841,
sólo un año antes de la abolición de la esclavitud en Montevideo.137 Por
otra parte, existen datos específicos sobre grandes arribos de esclavos africanos introducidos con el nombre de “colonos.”
Redes políticas y comerciales entre brasileños y uruguayos facilitaron
la continuidad de la trata hacia Montevideo. El primer presidente uruguayo, Fructuoso Rivera (1830-1834), había sido Comandante Militar de la
campaña durante buena parte del régimen luso-brasileño. Otras figuras
prominentes de ese gobierno habían sido imperiales, personalidades que
habían apoyado al dominio brasileño. Tal fue el caso de Nicolás Herrera, José Ellauri, Julián Álvarez y Juan Gelly, quienes estaban casados con
cuatro hijas de Lucas Obes, el Ministro de Gobierno de la administración
Rivera. Estos lazos facilitaron el entendiendo entre el gobierno uruguayo y
los comerciantes brasileños que introdujeron a los “colonos” africanos.
En el período colonial el tráfico de esclavos había generado ganancias
a los comerciantes y entradas al fisco, lo cual era conocido por la primera
administración uruguaya y sus prestamistas. Domingo Vázquez y Teodoro
135 BORUCKI, CHAGAS, STALLA, op. cit., pp, 14-22.
136 FRAGOSO y
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FERREIRA GUEDES, op. cit.
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137 BORUCKI, CHAGAS, STALLA, op. cit., pp. 22-28.
87
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Vilaça realizaron préstamos al gobierno uruguayo y fueron los primeros
contratistas responsables por el arribo de los “colonos africanos.” Vázquez
y Vilaça pagaron 30.000 pesos al gobierno a cambio de introducir 650
“colonos africanos.” Los traficantes estaban autorizados a embarcar 150
africanos sobre la cuota permitida debido a la mortalidad prevista en el
viaje. Los “colonos” debían trabajar 12 años para la persona que había
comprado el derecho sobre su trabajo. Este tipo de contratos se asemejaba al arreglo establecido entre comerciantes locales y colonos canarios y
vascos traídos a Uruguay en esos mismos años. No obstante, los precios
pagados por los “colonos africanos” se asemejaban al valor de un esclavo
adulto, entre 300 y 400 pesos, lo cual evidencia el fondo esclavista del
asunto.138 En 1834, Manuel da Costa Guimarães firmó otro contrato con
el gobierno por el cual se ofrecía a pagar 42 pesos a las arcas fiscales por
cada esclavo introducido.139 La tabla 2 detalla los cinco desembarcos de
“colonos” africanos en Uruguay, así como los otros dos que fueron impedidos de finalizar su viaje.
Esta operación disfrazó la introducción de esclavos africanos como
colonos para evadir la prohibición constitucional contra la trata y a las
patrullas navales británicas. En Montevideo, la Policía abrió un registro
con el nombre de cada “colono” y su patrón. Este era el único documento
oficial que refería a los africanos en su condición de “colonos”. En ese
registro sólo se anotaron 220 individuos, pues la mayoría de los africanos
fueron simplemente vendidos como esclavos.140 Menos de la quinta parte
de los africanos desembarcados fueron sujetos al sistema de colonato, lo
cual demuestra el carácter esclavista de la operación.
El viaje de Montevideo a la costa africana, incluyendo la provisión de
africanos y el retorno, podía llevar 7 meses. El 3 de agosto de 1833 partió hacia
Angola el bergantín Río de la Plata, sólo con lastre.141 Aunque debía desembarcar en la capital uruguaya, el navío arribó a Maldonado el 14 de febrero
138 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 14, enero 26 de 1835, p. 3.
139 PIVEL DEVOTO, “Prologo,” op. cit., pp. XVII-XVIII.
140 AGN-AGA, Libro 938, Policía de Montevideo, Libro de Africanos introducidos en el país 1833-1835.
141 AGN-AGA, Ministerio de Guerra, Caja 1818, Agosto de 1833, [Pasaporte del Río de la
Plata], 3 de agosto de 1833.
88
Tabla 2
Navíos dirigidos hacia Uruguay con “colonos africanos”, 1833-1835
Nave
25/10/1833
Aguila I
Montevideo (Santa
Lucía)
14/02/1834
Rio de la
Plata
Maldonado
*450
04/04/1834
Porfia
Montevideo
*300
28/12/1834
Río de la
Plata
30/01/1835
16/03/1835
13/06/1835
Lugar de desembarco
Número
de africanos
desembarcados
Fecha
Capturado por la armada
británica y llevado a Río
de Janeiro
Esperanza
Montevideo (Buceo)
Oriental
Delfina
Maldonado
Paquete
El gobierno no permitió
Africano(a)
desembarco, salió al
Cesar
Brasil
Augusto
Total
239
-
Agentes
Platero
Vázquez
y Vilaça
Vázquez
y Vilaça
Vázquez
y Vilaça
350
Guimarães
251
Vázquez
y Vilaça
-
Guimarães
1.590
Notas: *Hood señaló que 450 y 300 africanos fueron desembarcados por el Río de la Plata y por
el Porfia, mientras que los registros de la policía muestran sólo 336 y 164. IUP, Vol. 14, S. 1836,
Class B, 82-83, 149.
Fuentes: DÍAZ DE GUERRA, pp. 40-44; AGN-AGA, Libro 938, Policía de Montevideo, Libro de
Africanos introducidos en el país 1833-1835; El Universal, Montevideo, Nº 1260, Noviembre 2 de
1833, 3; El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 21, Febrero 4 de 1835, 3; El Nacional, Montevideo,
Junio 13 de 1835, 2
de 1834. Trasladaba al menos 336 “colonos”, 40 libras de carey y 200 cocos de
bálsamo.142 La escala en Maldonado se debió al aprovisionamiento de víveres,
pero también fue provocada por la revuelta de algunos marineros. La insurrección fue reprimida, tras lo cual los africanos fueron desembarcados.
En Maldonado fueron vendidos los derechos de patronato de 209 africanos del patacho Delfina, otros cinco fueron entregados a los oficiales
encargados del operativo. Por último, 37 fallecieron de enfermedades y por
142 DÍAZ DE GUERRA, op. cit., p. 40. La autora señala 338 africanos.
89
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
efecto del clima tras el desembarco.143 Sobre las condiciones en que viajaban los africanos del Esperanza Oriental la prensa advirtió que: “[...] han
llegado a nuestras playas cargados de cadenas, que ocho ú diez han muerto
en el viaje y que sesenta se han ahogado al desembarcarlos por causa del
mal tiempo y sobre todo de la torpeza de sus conductores.”144
Es posible hallar referencias consistentes sobre las edades de los “colonos” africanos de Montevideo. El primer embarque consistía en 239 niños
y jóvenes, habiendo sido contabilizados por la policía sólo 141. El resto
había sido vendido antes de la llegada de las autoridades. Casi el 90% de
los africanos registrados por la policía no alcanzaba los 10 años de edad. El
56% era de sexo masculino y el 44% del femenino. Las tablas 3 y 4 evidencian la presencia abrumadora de niños en dos de estos navíos esclavistas.
Tabla 3
Edad y sexo de 141 africanos
desembarcados por el Águila I (1833)
Edad
Sexo
8 a 9 años
14 a 18 años
Femenino
56
6
Masculino
68
11
Nota: Uno de los africanos de mayor edad murió luego del desembarque
Fuente: AGN-AGA, Ministerio de Gobierno, Caja 848, Noviembre de
1833, [Relación de 141 de los 239 africanos desembarcados en Santa
Lucía] 2 de noviembre de 1833.
Tabla 4
Edad y sexo de 194 africanos desembarcados por el Delfina (1835)
Sexo
Edad
4 a 7 años
8 a 11 años
Mayores de 12 años
Femenino
18
25
12
Masculino
76
58
5
Fuente: DÍAZ DE GUERRA, María, op. cit., p. 44.
143 Ibid, p. 44.
144 El Estandarte Nacional, Montevideo, 3 de febrero de 1835, p. 2.
90
Los recibos de traspaso del patronato que transcribió Díaz de Guerra de los africanos llevados por el Río de la Plata a Maldonado en 1834,
corresponden a menores de 9 años, e incluso a un “colono” que tenía 5
años.145 En el caso del Delfina, el 72% de los africanos eran del sexo masculino y el 28% del femenino, lo cual superaba la cuota máxima de varones
estipulada. No obstante, se debe advertir que este grupo constituía sólo el
77% del total de africanos desembarcados en esa ocasión.
Las fuentes británicas confirman la enorme presencia de africanos
muy jóvenes entre los africanos embarcados como “colonos” hacia Montevideo. En 1834, Thomas S. Hood reportó sobre el desembarque del navío
Porfia que: “Estos esclavos, principalmente niños, fueron abiertamente
llevados a tierra, y ahora están en exhibición pública para la venta en un
mercado establecido a las puertas de la ciudad.”146 Al año siguiente, Hood
describió a los africanos traídos por el navío Esperanza Oriental como:
“principalmente niños de ocho a doce años de edad”.147 Los africanos del
último viaje del Río de la Plata, capturado por la marina inglesa, eran mayoritariamente niños: 269 niños y 179 niñas, o el 85 por ciento de los 522
africanos sobrevivientes.148 La alta proporción de niños en estos navíos
esclavistas corresponde con la tendencia del último período del tráfico
esclavos hacia Cuba y Brasil, cuando los niños y los hombres adultos predominaban. Los niños africanos estuvieron más involucrados en el último
periodo —e ilegal— del tráfico de esclavos hacia Rio de Janeiro que hacia
cualquier otra región del mundo atlántico, y el caso de los “colonos” africanos de Montevideo es consistente con esta tendencia.149
Este ensayo no intenta esclarecer los debates sobre la significativa participación de niños en los navíos esclavistas durante el siglo XIX, pero la
145 DÍAZ DE GUERRA, op. cit., pp. 42-43.
146 IUP, Vol. 14, Sessions 1835, Class B, 83.
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147 BNA, FO 84/182, Hood to Wellington, 16
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Feb. 1835.
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148 IUP, Vol. 23, Sessions 1843, Class B, 475. La lista incluye 94 hombres.
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149 KARASCH, Mary, Slave Life in Rio de Janeiro, 1808-1850, Princeton, Princeton Univ. Press, 1987. Ver ELTIS, David, “Fluctuations in the Age and Sex Ratios of Slaves in the NineteenthCentury Transatlantic Slave Traffic.” Slavery & Abolition 7:1 (1986): 257-72; ELTIS, David y
ENGERMAN, Stanley, “Was the Slave Trade Dominated by Men”, Journal of Interdisciplinary
History 23:2 (1992): 237-57; y “Fluctuations in Sex and Age Ratios in the Transatlantic Slave Trade, 1663-1864”, Economic History Review 46:2 (1993): 308-23.
91
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
evidencia de los “colonos” africanos de Montevideo puede ayudarnos a
���
ilustrar algunos puntos. 150
Parte del debate se centra en dilucidar si fueron
causas originadas en África o en las Américas las que llevaron a este incremento en niños esclavizados embarcados. Si el tráfico transatlántico
de esclavos tenía una correspondencia directa con el tráfico interno africano de esclavos, entonces debemos buscar las razones de este cambio
en África. No obstante, eventos en el Nuevo Mundo tales como la prohibición y continuación ilegal del tráfico, pudieron haber contribuido a
este aumento de niños embarcados hacia las Américas.
Paul Lovejoy recientemente ha revisado la literatura sobre los niños y
el tráfico de esclavos, centrándose en el Golfo de Benín.151 Lovejoy revela
algunos casos en que naves esclavistas embarcaron únicamente mujeres y
niños justo antes del inicio del siglo XIX. Sobre esa centuria, Lovejoy especula que el trabajo en las plantaciones cafetaleras brasileñas puede haber
llevado a este incremento de niños en el tráfico transatlántico pues los
niños podían ser empleados para recoger granos de café. Asimismo, eventos en el Nuevo Mundo pudieron haber ocurrido justo al mismo tiempo
que causas en África llevaron a este aumento de la presencia de niños en
las embarcaciones esclavistas. Las patrullas británicas anti-esclavistas en
el Atlántico llevaron a los traficantes de esclavos a probar nuevas tácticas
vinculadas a la compra, el crédito y la venta de esclavos. Lovejoy sugiere
que embarcar más niños en la nave esclavista permitía una mayor carga
de esclavos dentro de la nave y disminuía los costos de controlar los esclavos a bordo.152 Debemos señalar que esta estrategia de comprar todos los
esclavos que se pudiera en el menor tiempo posible puede haber llevado al
incremento de niños en estos navíos esclavistas en tanto hubiera mercados
disponibles en la costa africana que permitieran esta escala y rapidez en la
operativa de carga de esclavos.
Los registros de una de las naves que embarcó “colonos” africanos
ilustran los procedimientos y tiempo de la compra de esclavos en la costa
150 Ver el dossier de la revista ���� ��� �������� ��� ��� �������� Slavery & Abolition, “Children in European Systems of Slavery” de agosto de 2006.
151 LOVEJOY, Paul, “The Children of Slavery
��������� ������ ����� ��������� �������������– The Transatlantic phase”, Slavery
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& Abolition,
27:2 (August 2006): 197-217.
152 Ibid., p. 207.
92
angolana. Antes de su captura por la marina inglesa, el bergantín Río de la
Plata había embarcado 552 africanos esclavizados. Los traficantes brasileños a cargo de esa operación habían comprado 74 esclavos en Benguela, 35
en Novo Redondo, 100 en Luanda, y 343 en Ambriz. Estos traficantes comenzaron la compra de esclavos hacia fines de agosto de 1834, y la terminaron sólo hacia fines de noviembre de ese año.153 Las actividades de estos
traficantes no presentan apuro alguno, pues ellos se detuvieron en cuatro
puertos de la Angola portuguesa para embarcar en el bergantín una carga
muy grande de africanos esclavizados. No resulta claro si el ritmo lento
de compras de esclavos fue una característica o una anomalía del tráfico
angolano de esclavos en este período. David Eltis y Stanley Engerman
señalan que el aumento de la presencia de niños en las naves esclavistas
fue particularmente pronunciado en África Centro-Occidental, que fue la
región principal que suministraba esclavos a Rio de Janeiro y sus puertos
de cercanías.154 Una muestra mayor de estudios de caso sobre el tráfico
angolano del siglo XIX es esencial para poder resolver este dilema.
Tanto la participación británica como la iniciativa uruguaya terminaron con este breve resurgimiento del tráfico de esclavos a gran escala. Las
dos últimas naves que intentaron desembarcar esclavos no tuvieron éxito.
Mientras que la armada británica detuvo al bergantín Río de la Plata y lo
envió ante la Comisión Mixta de Rio de Janeiro, el gobierno de Oribe no
permitió el desembarco de los africanos arribados en el Paquete Africano (a) Cesar Augusto. Luego de unos días, este barco partió hacia Brasil
debido a la imposibilidad de vender sus esclavos en Montevideo y ante
noticias de que una nave inglesa había sido enviada desde Buenos Aires
para detenerla.155 Aunque en 1835 el gobierno detuvo definitivamente el
desembarco de esclavos africanos como “colonos”, la cuestión del tráfico
de esclavos estaría en la agenda de Uruguay y Gran Bretaña durante los
próximos siete años.
Las fuentes inglesas evidencian la resistencia de las autoridades uruguayas a firmar un tratado con Gran Bretaña contra la trata desde 1835
153 Arquivo do Palacio de Itamaratí, Rio de Janeiro, Lata 28, Maço 1, Pasta 2, Río de la Plata.
Lista de compra de esclavos, Agosto 24, 1834.
154 ELTIS
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y ENGERMAN, “Fluctuations in �������������� ��� Sex and Age Ratios in the Transatlantic ���� ���� ���� ������� ��� ���� ��������������������
Slave Trade, 1663-1864.”
155 IUP, Vol. 14, S. 1836, Class B, 149.
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93
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
en adelante.156 Ese tratado fue firmado en 1839 y ratificado en 1841. En
ambas instancias una coyuntura apremiante en el Río de la Plata obligó al
gobierno de Rivera a ceder ante la presión británica. Entre 1835 y 1841,
tanto el gobierno de Oribe como el de Rivera intentaron obtener una
compensación económica a cambio de la firma del tratado y su ratificación. Esto no era excepcional, dado que Gran Bretaña había pagado
12 millones de libras a los propietarios de esclavos tras la abolición de
la esclavitud en sus colonias del Caribe en 1837. Asimismo, algunas de
las primeras notas sobre el Uruguay independiente en el Times de Londres versaron sobre la continuidad del tráfico de esclavos en ese país.157
El tratado anti-tráfico era esencial para la política comercial británica
dado que Inglaterra, por su propia legislación, estaba imposibilitada para
firmar un tratado comercial con un país que previamente no hubiese
firmado un tratado bilateral contra la trata. En 1842, se firmó el primer
tratado anglo-uruguayo de comercio, pocos meses después de que el tratado anti-tráfico de esclavos entre Uruguay e Inglaterra fuera ratificado
por las cámaras uruguayas.
En Montevideo, las primeras noticias sobre los “colonos” africanos se
conocieron en noviembre de 1833, pero los debates sobre su situación recién habrían de surgir en 1835. El 25 octubre de 1833 a la medianoche
fueron desembarcados los africanos del Águila I en la barra del Río Santa
Lucía. El comisario Pablo Ordóñez tomó conocimiento el día 30, sorprendiendo esa misma jornada a Francisco Ylla, que los estaba vendiendo en
las cercanías del Arroyo Pantanoso. Allí el comisario decomisó a 136 africanos.158 Ordóñez afirmó que: “Los 103 esclavos restantes han sido vendidos, como tales, a varios; uno de los compradores ha sido D. José Lapuente, que tiene un matadero en el Pantanoso, el cual ha comprado 8 a 200
156 El archivo del Foreign Office, de la cancillería británica, conserva documentos relativos al tráfico de esclavos en varios países desde 1807 hasta 1866 recolectados por el Slave
Trade Department. Allí he consultado el material sobre Uruguay para los años 1830-1843. BNA, FO84/141, 160, 182, 206, 225, 259, 294, 330, 375, 417, 482.
157 The Times, Londres, Nº 15931, Octubre 27 de 1835, p. 2; Nº 15935, Octubre 31 de 1835, p. 1.
158 En el documento de devolución de los africanos al vendedor, firmado por Ordóñez
e Ylla el día 2 de noviembre, figura la cifra de 141 africanos. Probablemente Ordóñez encontró otros cinco africanos luego de decomisarle los 136 a Ylla. AGN-AGA, Ministerio de Gobierno, Caja 848, Noviembre de 1833, [Relación de 141 de los 239 africanos desembarcados en Santa Lucía], 2 de noviembre de 1833.
94
pesos cada uno. Nada hay de patronato.”159 El comisario, luego de pasar el
caso al Juez del Crimen, envió una nota a El Universal. Otras denuncias se
publicaron hasta que el gobierno ofreció una explicación.
El contrato entre el Estado y los particulares no fue publicado, pues
aún estaba a estudio de la Asamblea General. Ese pretexto fue empleado
por el gobierno para mantenerlo en reserva. A pesar de carecer de ratificación legislativa, los efectos del contrato fueron cumplidos. La policía
debía tomar razón de los africanos del Águila I como procedentes de ese
contrato, interviniendo en el traspaso de los derechos de patronato. El
documento de “venta” expresaría los años de servicio que debía prestar
el “colono”, así como que su situación y la de su tutor quedaban sujetas
a una resolución, que habría de sancionar el Poder Legislativo. De este
modo, la policía debía formar un registro de los traspasos de patronato, especificando el nombre y vecindario de cada tutor. Toda acción de
compra en la que no interviniese la policía sería anulada.160 El libro de
“colonos africanos” de la Jefatura Política y de Policía de Montevideo
sólo registra 220 asientos, habiendo sido fechado el último el 19 de marzo
de 1835.161 A la capital arribaron al menos 753 africanos bajo este sistema, lo cual demuestra la dimensión de la evasión, como lo señalamos
más arriba.162
En enero de 1835 comenzó una campaña del periódico El Estandarte
Nacional contra de la introducción de los “colonos” africanos. Algunos
lectores se identificaron como “Los secretarios de los reyes africanos” o “El
Rey negro Constitucional” al enviar cartas denunciando esta situación.
Detrás de esos seudónimos estaba el grupo vinculado a Bernardo P. Berro
y Carlos Villademoros, quienes ejercerían cargos de importancia durante
el gobierno de Oribe. Un corresponsal denominado “Un ciudadano” expresó sobre el contrato de “colonos” que:
159 El Universal, Montevideo, Nº1260, 2 de noviembre de 1833, p. 3, correspondencia de Pablo Ordóñez.
160 El Universal, Montevideo, Nº1264, 7 noviembre de 1833, p. 3.
161 AGN-AGA, Libro 938, Policía de Montevideo, Libro de Africanos introducidos en el país 1833-1835.
162 Algunos “colonos” fueron vendidos en el litoral. En 1835 se tenía noticias de que algunos africanos del Esperanza Oriental habían sido trasladados a Paysandú. El Estandarte
Nacional, Montevideo, 12 de febrero de 1835, p. 2.
95
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Es ciertamente doloroso que no se haya elevado del seno
de nuestra Representación ninguna voz contra ese escandaloso convenio. Centenares de negros y aun pudiéramos decir
millares, se han introducido desde entonces y se han vendido
públicamente. Pero lo mas odioso de este asunto es la apariencia de legalidad y filantropía que los interesados en este tráfico
quieren darle ¿a quien engaña ese título de colonos con que se
introducen? Pues que ¿no se sabe que a pesar del zelo de la policia los mas de ellos son vendidos absoluta y perpetuamente?163
Al autor le sorprendió el manto de legalidad con que se pretendía cubrir la operación. Al día siguiente “El Rey negro Constitucional” denunció
que los “colonos” eran vendidos por sumas de entre 300 y 450 pesos, lo
cual constituía un doble engaño, pues se vendían los “colonos” como esclavos y por un precio mucho mayor que el declarado en el documento de
venta, que era de 200 pesos. Algunos notarios suministraban papel sellado
de años anteriores, con lo cual la operación de venta parecía haberse realizado en tiempos en que la introducción de esclavos era legal, bajo el dominio brasileño, quedando el fraude completado.164 En su siguiente nota, “Un
Ciudadano” señaló que el bergantín Río de la Plata había sido interceptado
por la marina inglesa. El buque poseía una tripulación que poco más de
una docena de hombres, pero trasladaba 500 niños africanos a Montevideo.165 De haber llegado a su destino, ese habría sido el mayor contingente
de africanos traídos forzadamente durante la década de 1830.
El 3 de febrero de 1835 El Estandarte Nacional inició la publicación de
una serie de artículos editoriales sobre los “colonos” africanos, que se extendió hasta marzo debido al arribo del patacho Delfina. El primer artículo
atendió a la polémica sobre la liquidación del tráfico en el hemisferio norte.
En particular, se detuvo en la situación de la revolución norteamericana,
que si bien había proclamado la independencia fue omisa ante la libertad
de los esclavos. El editor citó un texto del inglés Edward Ruston sobre esa
circunstancia: “[...] justificais vuestra revolucion por el derecho natural de
la libertad, pero los esclavos negros os oponen el mismo argumento y este
163 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 14, 26 de enero de 1835, p. 3.
164 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 15, 27 de enero de 1835, pp. 2-3.
165 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 16, 28 de enero de 1835, p. 3.
96
es sin réplica: ¿tan quisquillosos en puntos de vuestros derechos, como podeis olvidaros de los suyos.”166 Cabía a los lectores extrapolar esa situación
a Uruguay, en donde se estimaba a Estados Unidos como modelo de libertad republicana. En este debate se señaló la situación norteamericana en
varias ocasiones, tanto por quienes denunciaban la corrupción local como
por quienes defendían la legalidad del arribo de “colonos” africanos.167
El contrato entre el Estado y los primeros introductores fue inicialmente publicado por El Estandarte Nacional. El redactor señaló que los
africanos que había traído Costa Guimaraens no estaban amparados por
ese acuerdo, siendo su situación completamente ilegal. Por otra parte, se
presentó un extracto de la vista fiscal de Lucas Obes favorable al contrato
con Vázquez y Vilaça. Allí figuró una frase —que habría de hacerse célebre— sobre la utilidad y la legalidad:
[...] no habiendo ley que se oponga a la propuesta y si razones de interes político que abogan por su aprobación, el fiscal
tiene por inútil detenerse en enumerar todas las ventajas que
promete al exausto Erario de la República el pronto y seguro
percivo de treinta mil pesos, aunque la historia de todos los
tiempos nos enseñe que la UTILIDAD para las naciones cultas, es un sinónimo de lo LICITO, y que a no ser apoyadas en
esta regla jamas hubieran pensado en comerciar hombres negros
cuando tenian Colonias. 168
Lucas Obes no percibió que la Constitución fuera un impedimento
para la celebración de un contrato que habilitaba veladamente la trata.
Igualmente, consideró que el beneficio económico había impulsado a Gran
Bretaña a perseguir la trata transoceánica. Sala y Alonso señalaron que en
Lucas Obes se combinaban sin contradicciones aparentes la impronta del
progresismo ilustrado con la mentalidad esclavista, lo cual era representativo de la elite montevideana.169 Se debe advertir que la moral utilitarista
166 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 20, 3 de febrero de 1835, p. 2.
167 Ver entre otros artículos: El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 24, 7 de febrero 1835, p. 3.
168 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 21, 4 de febrero 1835, p. 2.
169 SALA, Lucía y ALONSO, Rosa, El Uruguay comercial, pastoril y caudillesco, Montevideo, E.B.O., 1989, T.II, p. 171.
97
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
del enciclopedismo impregnó a un sector importante de las clases letradas
durante el proceso revolucionario.170 Luego de la independencia uruguaya, la prédica liberal de los sectores altos no tenía mayores perplejidades
en incluir a la esclavitud entre las propuestas para impulsar la actividad
económica, lo cual se enfrentaba al discurso republicano emergente de la
última guerra. Pero aún quienes defendían los derechos de los africanos
estaban impregnados de una actitud discriminatoria hacia ellos. El mismo
editorial que había denunciado la situación de los “colonos” del Esperanza
Oriental, su encierro a las afueras de la ciudad y sus padecimientos, también ironizó sobre la propuesta de un diario de Buenos Aires, de llamar
al Cerro de Montevideo “Villa Angola”, sosteniendo que Uruguay debía
cambiar su nombre por “República de Angola”:
...porque a la verdad tal afluencia de colonos negros que
aborda todos los dias nuestras playas, y se difunde por todos los
angulos de nuestro territorio, que dentro de poco la población
será casi del todo negra, y el extranjero que desembarque gozará
del gracioso espectáculo que presentara nuestra ilustrada capital con tanta cara negra contrastando con la blancura esterior
de sus edificios.171
El temor racista fue empleado por quienes se oponían a la introducción
de africanos, quienes no obstante se interesaban por mejorar la situación
de los africanos en Uruguay, tratando de aliviar una circunstancia negativa. El Estandarte Nacional se concentró en los días siguientes en despejar
los problemas legales en torno a la situación de los “colonos” africanos y de su
arribo. Este diario evidenció la diferencia entre la condición de colono y la de
esclavo, sosteniendo que los africanos no habían partido voluntariamente de
170 CHIARAMONTE, José C., La crítica ilustrada de la realidad. Economía y sociedad en el
pensamiento argentino e iberoamericano del siglo XVIII, Buenos Aires, CEAL, 1994, pp. 94-95. El caso de Lucas Obes era excepcional, pues en 1821 había defendido a dos esclavas que habían dado muerte a su ama. El caso de Celedonia Wich había conmovido a los habitantes de Montevideo, dada la notoriedad de la víctima, la crueldad que ejercía sobre sus esclavas, y el hecho de que éstas la hubieran asesinado. BARRIOS PINTOS, Aníbal. “Historias privadas de la esclavitud” En: José P. Barrán, Gerardo Caetano y Teresa Porzecanski, (dirs.)
Historias de la vida privada en el Uruguay. Entre la honra y el desorden 1780-1870, Montevideo, Taurus, 1996, T.1, p. 184.
171 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 21, 4 de febrero 1835, p. 3.
98
su tierra, sino que habían sido esclavizados por sus congéneres y comprados por negociantes.172 La libertad era requisito para suscribir un contrato
y los africanos traídos al Uruguay indudablemente carecían de ella. De
este modo, los contratos de “colonos” que hipotéticamente se rubricaron
eran totalmente ilegales.
La prensa también señaló que la infracción del gobierno uruguayo a
las disposiciones de la Constitución contra la trata, podían ser utilizadas
por los países garantes de la independencia (Argentina, Brasil e Inglaterra) para negar su reconocimiento definitivo. Luego de haber pasado cinco
años de la Jura de la Constitución esos países debían proceder al reconocimiento definitivo de Uruguay.173 Esta situación no carecía de verosimilitud. En esos días la prensa difundió que el Ministerio de Negocios Extranjeros de Brasil había pasado una nota a su consulado en Montevideo, para
recabar información sobre el tráfico de esclavos, demandando que si eran
ciertas las noticias que habían llegado a Río de Janeiro, se protestase ante
el gobierno uruguayo y se exigiese la firma de un tratado para prohibir la
trata.174 La temida intervención brasileña también sobrevoló este asunto.
Asimismo, se advirtió que Uruguay era la única república en el continente
que aún continuaba practicando el tráfico africano.
La prensa también publicó en sucesivas entregas la propuesta que Vázquez y Vilaça habían realizado al gobierno, así como la vista de Lucas
Obes. Los editores criticaron ambos escritos. Obes señaló que: “Es preciso...que la población se multiplique, que los consumos se agranden, que las
necesidades adquieran todo su imperio, que la falsa caridad desaparezca
y que el orgullo heredado pierda su fuerza, para que la clase proletaria
entre sin violencia a ocupar el puesto de los esclavos.”175 Sin embargo, la
inmigración no arribaba en las cifras deseadas, la población del Uruguay
no era numerosa y no se sujetaba fácilmente al trabajo. A partir de esos
supuestos era conveniente el ingreso de “colonos” africanos. En el pasado
reciente se habían firmado contratos para el arribo de pobladores vascos
172 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 23, 6 de febrero 1835, p. 2.
173 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 22, 5 de febrero 1835, p. 2.
174 El Estandarte Nacional, Montevideo, 9 de febrero 1835, p. 3, correspondencia “Unos ciudadanos”.
175 El Estandarte Nacional, Montevideo, 13 de febrero 1835, p. 2, Vista Fiscal de Lucas Obes. 99
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
y canarios, ¿qué impedía aceptar contratos de inmigración con “colonos”
africanos? El fiscal también opinó sobre el origen del tráfico de esclavos y
la continuidad de la esclavitud en las repúblicas latinoamericanas:
Aquel comercio justamente proscripto por las naciones mas
ilustradas puede considerarse como una plaga con que ellas
mismas infectaron la América en un principio, y que perpetuada por la activa codicia de todos los pueblos comerciantes,
llegó a ser para nosotros lo que ciertos males que la medicina se
ve obligada a respetar temerosa de causar otros mayores con su
improvisada curación.
Según el fiscal, la esclavitud constituía un resabio del período colonial
que había sido introducido por las potencias europeas cuando a éstas les
reportaba utilidad. Al alterarse la situación del continente, tras la independencia de los Estados Unidos, Inglaterra persiguió el tráfico de esclavos
pues ya no le causaba ningún beneficio. Lucas Obes vinculó su discurso
sobre el progreso económico y la soberanía nacional a la vista favorable a
la introducción de africanos.
Tendremos lo que gozamos y seremos contribuyentes perpetuos de aquella potencia que nos suministra desde la legumbre
y los laticinios para la mesa, hasta el tejido que ha de cubrir
nuestra cama; y desde la azada que ha de romper la tierra hasta
el alfiler que ha de clavarse en el tocado de nuestras damas. ¿Por
ventura es independiente el pueblo que en tantas y tan variadas
necesidades no depende de si mismo y de sus brazos? El Fiscal
General, así discurriendo, ha llegado a persuadirse que entre los
grandes absurdos a que hemos sido arrastrados por el espiritu
de imitación servil y vestigio revolucionario, uno sin medida fue
esa ley que cerró la entrada al comercio de esclavos; pero una
vez existente la prohibición, nada mas grato que respetarla.
Obes consideró que el cese del tráfico esclavista fue una acción perjudicial para el país, no teniendo reparo en sostener esa opinión. Se hace
difícil pensar en un bando de tono nacionalista-esclavista contra uno
abolicionista-extranjerizante en Uruguay. No obstante, ese escenario fue
instalado por quienes defendían la perpetuación de la esclavitud en las
repúblicas de América Latina. La prédica de Obes no sólo manifiesta la
100
capacidad de mutación de los argumentos esclavistas en el siglo XIX, sino
también la importancia que las elites aún asignaban a la esclavitud como
práctica generadora de riqueza. Contra esos asertos el editorialista de El
Estandarte Nacional consideró que: “No es solo la supresión del comercio
de esclavos [lo] que vitupera el Sr. Fiscal, este acto de liberalismo de los
hombres de la revolución no sea tal vez, el que mas ha dolido ha nuestro
aristocrático magistrado.” El apunte estaba dirigido a la activa colaboración de Obes con el régimen luso-brasileño, hacía referencia a la división
entre los “imperiales” y “patriotas” durante el inicio de vida independiente
de Uruguay.
En febrero de 1835, la Comisión Permanente del Poder Legislativo
exigió al gobierno la suspensión de la venta de los “colonos”, lo cual no
fue acatado. En marzo, tras la asunción del nuevo gobierno, se inició el
trámite legislativo del tema. El diputado Alejandro Chucarro no creía que
los africanos introducidos fueran esclavos, pues consideró legítima su condición de “colonos”. Bernardo P. Berro escribió una extensa nota con el
seudónimo “Un imparcial” en El Estandarte Nacional, ironizando sobre la
opinión de Chucarro.
Supongamos que el honorable Sr. diputado, llevado de su
selo patriótico por el fomento de nuestra industria [e] imposibilitado de tomar creces a falta de población proletaria se marcha
a Londres, y allá compra a los ladrones centenares de inglesitos
y vuelve con ellos al puerto de Montevideo diciendo que son
colonos por que el Gobierno ha estipulado con él que les de libertad después que los introduzca. No hay que arquear las cejas
y escandalizarse [...] ¿Qué tiene que ver el color o la barbarie
con los derechos de naturaleza y con las determinaciones de
justicia?176
Este fragmento es uno de los pocos en el que se denunció la edad de
los “colonos” como otro rasgo de la iniquidad de la operación. Berro expresó que no se podía fundamentar en cuestiones de “color” o cultura la
sujeción de los africanos a la condición de “colonos”, pues era tan criminal
176 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 45, 10 de marzo 1835, p. 2, correspondencia “Un imparcial”. 101
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
el secuestro de niños ingleses como el de africanos. En varias ocasiones los
defensores de esta operación señalaron que los “colonos” vivirían más a gusto en una cultura civilizada como en Uruguay que en sus sociedades nativas.
Esta nota le valió a Berro un juicio de imprenta iniciado por Chucarro.
Otras expresiones, como la poesía, fueron empleadas para denunciar
la trata. El propio Bernardo P. Berro remitió una composición a El Estandarte Nacional, con el seudónimo “Un republicano escandalizado”.177
En esa línea se situó La madre africana, de Francisco Acuña de Figueroa,
publicada en El Universal. Esta pieza se difundió en forma simultánea al
debate sobre los “colonos” africanos, durante el gobierno de Oribe, y al día
siguiente de haberse conocido en Montevideo el arribo del Delfina. Si bien
Acuña de Figueroa aprovechó esta oportunidad, se debe advertir que en
otras ocasiones denunció situaciones vinculadas al tráfico y a la población
negra, lo cual era inusual para los escritores de esa época.178 La introducción de La madre africana situaba a la poesía en el debate:
Mi intención es solo pintar con los colores de la poesía (si
tal modo me es dado) los efectos, la desolación y los sentimientos que la practica de aquel comercio debe causar en el corazon
177 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 22, 5 de febrero de 1835, p. 3, correspondencia “Un patriota escandalizado”. BASSAGODA, Roger, “Don Bernardo P. Berro poeta. Dos poesías desconocidas y otros comentarios” Revista Nacional, Montevideo, año VII, tomo XXV, nº 73, enero de 1944.
178 El tratamiento de este tema por Acuña de Figueroa merece un estudio aparte. ACUÑA DE FIGUEROA, Francisco, Nuevo Mosaico Poético, Montevideo, Claudio García, 1944, pp. 33, 90 y 113, entre otras. Además de La madre africana, el poeta compuso A la negrita
Remedios y tradujo el salmo Super Flumina Babilonis, referido a la esclavitud de los judíos en Babilonia, que podía extrapolarse a la condición de los africanos en Montevideo dado su contexto. En las poesías A Juan Copete y Los decretos pilatunos, Acuña de Figueroa incluyó denuncias contra el tráfico de esclavos y el resguardo que los brasileños hacían de sus esclavos durante el inicio de la Guerra Grande. En Sáficos y adónicos. A la memoria de la
excelente niña dona Mercedes Antuña y del joven poeta don Adolfo Berro, Acuña de Figueroa señaló la vocación de Adolfo Berro con relación a la libertad de los esclavos. También de su autoría, el Canto patriótico de los negros (1834), que fue escrito en lengua bozal, constituye un homenaje a la ley de libertad de vientres en donde los negros aparecen festejando la libertad declarada para sus hijos. Allí figuró por primera vez en la prensa el vocablo “candombe.” Para un análisis de esa composición como simulacro del habla de los negros ver GORTÁZAR, “Del aullido a la escritura. Voces negras en el imaginario nacional” op. cit., pp. 221-225. Gortázar fechó la pieza en 1830, pero su primera publicación fue el 27 de noviembre de 1834 en El Universal.
102
de una infeliz africana, a quien le hayan arrebatado sus hijos
y su esposo, con el pretesto (aunque fuese plausible para nosotros) de hacerlos Colonos involuntarios de un pais que no
conocen.179
El 13 de marzo de 1835 se difundieron en la capital las primeras noticias
sobre el desembarco del patacho portugués Delfina en Maldonado.180 Los
introductores habían escondido a 67 africanos en la Isla de Gorriti, desembarcando al resto en Maldonado para presentarlos ante las autoridades.
Posteriormente, intentaron conducir en carretas a los africanos dejados en
Gorriti hacia Montevideo, pero esa operación fue descubierta por la policía.
Ante esto, se confiscaron los “colonos” para sujetarlos a un patronato que
administraría el gobierno.181 Los derechos de patronato se traspasarían a los
vecinos de Maldonado, a razón de 200 pesos por “colono”, prolongándose
el plazo de servicio hasta los 25 años de edad para los menores y durante
3 años para los mayores. El gobierno de Oribe obtuvo 41.230 pesos por la
venta de derechos de patronato. Se dispuso que ese dinero fuera entregado
a los africanos una vez que cada uno hubiera terminado el plazo de servicio,
pero es difícil que esto último se haya practicado.
Las autoridades no pudieron evitar el desembarco de los “colonos” del
Delfina. A causa de las prácticas ilegales de los introductores, el gobierno
tomó control sobre los africanos, sujetándolos a un patronato —ahora sí—
garantido por la policía. Tampoco se los podía dejar en plena libertad pues
eran niños y jóvenes. El Uruguay no poseía los medios como para reembarcar a los “colonos” hacia África, ni tampoco podía dejarlos a merced de
sus conductores, quienes intentarían venderlos en otros puertos. En cierta
forma, la presidencia de Oribe representó un cambio sustancial en la política sobre los “colonos” africanos. El nuevo gobierno intentó reencauzar al
país en el camino de la abolición, restringiendo casi totalmente el arribo
de nuevos esclavos. La nueva administración intentó hacer cumplir más
eficazmente la constitución uruguaya, desplegando mayores contralores
179 El Universal, Montevideo, Nº 1656, 17 de marzo de 1835, p. 3, introducción a “La madre africana”.
180 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 48, 13 de marzo de 1835, p. 2.
181 El Estandarte Nacional, Montevideo, 20 de marzo de 1835, p. 2, documentos oficiales.
103
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
políticos y económicos sobre la cosa pública.182 Como resultado, este gobierno reglamentó la prohibición constitucional del tráfico de esclavos.
El 13 de marzo de 1835 se prohibió que la patente de navegación expedida por el gobierno uruguayo fuera utilizada para traficar africanos.183 El
13 de octubre de ese año el gobierno decretó la anulación de toda patente
de navegación que permitiera a un buque, ya fuera nacional o extranjero, el tráfico de africanos bajo cualquier denominación.184 Al parecer,
el último barco esclavista arribó a Montevideo el 11 de junio de 1835.
El bergantín portugués César Augusto traía “colonos” africanos en razón de un contrato de la administración anterior con Domingo Vázquez.
Sus consignatarios no pudieron comunicarse con la nave para cambiar su
rumbo hacia otro puerto.185 Se prohibió el desembarque de los africanos,
estableciéndose que el barco podía permanecer un mes como máximo en
el puerto, sólo para cargar provisiones. Se realizaría un recuento de los
africanos. Si alguno de ellos era desembarcado sin permiso de las autoridades, se procedería a embargar a todo el contingente. Igualmente, si
fallecía alguno de los africanos a bordo, no se podía bajar el cuerpo sin
el consentimiento de la policía. El César Augusto partió de Montevideo
sin desembarcar a sus cautivos, pero se ignora qué rumbo siguió. Ante la
posibilidad de que los africanos fueran dejados, y vendidos como esclavos
en otras zonas de la costa uruguaya, el Ministro de Gobierno Francisco
Llambí envió oficios a los jefes políticos de Maldonado, Canelones, Soriano y Colonia, para impedirlo.186
La opinión de la sociedad local hacia los “colonos” africanos fue en
general negativa. Como caso extremo, se los inculpó de haber introducido
enfermedades, especialmente en Montevideo y Maldonado.187 Paradójicamente, la vacuna contra la viruela llegó a Montevideo a comienzos del
siglo XIX en los brazos de esclavos que habían sido inoculados en Río de
182 SALA y ALONSO, op. cit., T. II, p. 197.
183 El Universal, Montevideo, Nº1658, 19 de marzo de 1835, p. 2.
184 El Nacional, Montevideo, Nº 159, 15 de octubre de 1835, p. 2.
185 El Estandarte Nacional, 13 de junio de 1835, p. 2 y El Nacional, Montevideo, Nº 59, 13 de junio de 1835, p. 2.
186 PIVEL DEVOTO, “Prólogo,” op. cit., p. XXX.
187 El Nacional, Montevideo, Nº 35, 14 de mayo de 1835, p. 2.
104
Janeiro, práctica que se habría de reiterar en otras ocasiones.188 Por otra
parte, el contagio debido a la comunicación de “castas” constituía uno de
los debates sobre el empleo de nodrizas negras por los sectores altos. Más
allá de estas consideraciones, la prensa consideraba perjudicial la proliferación de los habitantes de origen africano para la sociedad.
El periódico El Moderador, fundado por un grupo de argentinos exiliados en Montevideo,189 condenó la introducción de esclavos y se pronunció
a favor de la humanidad y la civilización.190 Pero más que oponerse a la
esclavitud, sus editoriales parecían haber estado escritos contra la proliferación de la población negra en Uruguay. Refiriéndose al africano recién
arribado, señaló: “Lo que él trae al pais cuando no sea el jermen de los
contagios inherentes al clima que habita, es nada mas que una fuerza corporal pero inepta como la de cualquiera potencia física que no se mueve
sino por el arte.” Además sentenció: “El negro nada sabe, todo es preciso
enseñarle y lo que llega a aprender siempre carece de la perfección que
da la capacidad propia cultivada por una educación que sigue al hombre
en sociedad desde la infancia”. Por último, advirtió que si los africanos
se integraban a la sociedad “adoptiva” y alcanzaban cierta complejidad
de pensamiento, se generaban los excesos cometidos por el abolicionismo norteamericano. Por el contrario, si los dominaba la brutalidad y la
violencia, habrían de desatarse sangrientas revueltas, como la ocurrida
en Pará en 1835. El editor señaló que las diferencias de color constituían
barreras objetivas insalvables, cuidándose de no emitir un juicio de valor
sobre ellas.
Con razón o sin ella, la diferencia sola del color pone a gran
distancia a un blanco de un negro: nadie sin creerse envilecido
lo sentaría a su mesa por ejemplo; y se sublevaría la sociedad
entera, si a la hija del último proletario blanco se le ocurriera dar la mano a un negro. Esto es practico: y de acuerdo con
tales ideas la educación que reciben a los hijos de aquellos ya
libres, no pasa mucho más allá de la que se da al servicio mismo.
188 MARTÍNEZ MONTERO, Homero, “La Esclavitud en el Uruguay Contribución a su estudio histórico-social.” Revista Nacional, Montevideo, año IV, tomo XV, número 45, p. 406.
189 ZINNY, Historia de la prensa periódica de la República Oriental del Uruguay 1807-1852,
op. cit., p. 221.
190 El Moderador, Montevideo, Nº 4, 26 de noviembre de 1835, p. 3.
105
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
¿Qué es, pues lo que se hace con multiplicar imprudentemente
los hombres de color? Aumentar una población enteramente
eterojenea, y que hemos de tener deprimida sin remedio: una
población, cuyos derechos, aspiraciones y goces sociales han
de desmentir siempre la liberalidad de nuestras instituciones y
principios [...].191
El autor comparó el desempeño de la inmigración vasca con los “colonos” africanos, realzando a los primeros y anotando las complicaciones
de los segundos. Pronosticó que los “colonos” no podrían superar la inferioridad de condiciones que provenía de su arribo forzado desde África, lo
cual tampoco sería logrado por su progenie: “[...] pero no serán sus hijos
ciudadanos útiles, sino jornaleros con la degradación de sus padres y que
participarán muy luego de la indolencia comun del paisanaje pobre.” Ante
estas apreciaciones, se percibe cuán difícil pudo ser la integración de los
“colonos” africanos en la sociedad uruguaya.
El caso de los “colonos” africanos ilustra tanto la continuidad como la
renovación de las redes comerciales entre los imperios portugués y español
en el Atlántico sur. Estas redes, que habían canalizado la llegada legal e
ilegal de bienes y esclavos al Río de la Plata colonial, habrían de continuar
vigentes hacia los años 1830 y facilitaron el arribo de esclavos a Rio de
Janeiro justo cuando la política anti-esclavista británica y el gobierno brasileño estaban tratando de cortar este tráfico. Los comerciantes esclavistas
canalizaron sus viajes a través del Río de la Plata para llevar ilegalmente
esclavos a Rio de Janeiro. No obstante, ellos también enviaron africanos
esclavizados a Uruguay. De este modo, algunos traficantes brasileños crearon una operación coordinada de tráfico de esclavos, bajo el nombre de
“colonos africanos,” que involucró a comerciantes de Luanda, Mozambique, Rio de Janeiro y Montevideo hacia mediados de la década de 1830.
El arribo de los “colonos” africanos iba a contramano de la tendencia
anti-esclavista establecida en el Río de la Plata postrevolucionario. Primero, las guerras de independencia y las posteriores guerras civiles llevaron
a los gobiernos locales a enrolar a cierto número de esclavos, y eventualmente a prometer la libertad de los esclavos que forzadamente tomaban
191 El Moderador, Montevideo, Nº 5, 27 de noviembre de 1835, p. 3.
106
las armas. Segundo, la presión británica sobre estas nacientes repúblicas
era significativa en tanto ellas necesitaban reconocimiento internacional
y apoyo financiero. Tercero, la retórica de la revolución y la participación
de los esclavos en la guerra contribuyeron a crear un ambiente propicio
a la liquidación de la esclavitud. No resulta extraño que no hubiera opiniones abiertamente pro-esclavistas en la prensa montevideana durante
este período. Tanto el tráfico de esclavos como la esclavitud se habían
vuelto ideológicamente inaceptables debido a factores locales como internacionales en la América española continental. Debemos señalar que
los “colonos” africanos de Montevideo fueron los últimos esclavos traídos
directamente de África a alguna de las repúblicas de la América española
continental.
La existencia de estos “colonos” africanos de Montevideo simbolizaba
la debilidad de Uruguay como estado de derecho y la corrupción de sus
autoridades. Asimismo, constituye la muestra más brutal de una ideología utilitarista que insistía en llenar el vacío demográfico a toda costa,
incluso a través de la compra de niños africanos. También representaba
la continuidad de viejos negocios, como el tráfico de esclavos, para salvar
las exhaustas arcas públicas y atraer financistas. Para impedir el ingreso
de nuevos africanos esclavizados se libró durante la década de 1830 una
batalla en los ámbitos de representación política, las Cámaras Legislativas
del Estado Oriental.
2.3. La reglamentación de la prohibición constitucional del tráfico
(1832-1837)
La introducción de esclavos en 1831 y el amplio tratamiento de esa
cuestión por la prensa montevideana exigieron el pronunciamiento de la
primera legislatura uruguaya. Aún estaba pendiente la creación de los procedimientos que regularían la prohibición constitucional de la trata. El
debate parlamentario iniciado en 1832 concluyó cinco años después. Cabe
preguntarse si esa dilación se debió a la indolencia de los representantes
o a los intereses en juego, pues varios se beneficiaban de esa brecha en la
legislación anti-esclavista. De haberse resuelto este asunto en 1832, difícilmente se hubiera llevado a cabo la operación de los “colonos” africanos.
Una vez frenado el arribo de los “colonos” africanos, fueron necesarios
107
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
otros dos años para arribar a un acuerdo sobre la reglamentación de la
prohibición anti-tráfico.
En marzo de 1832 una comisión de la Cámara de Representantes
presentó el primer proyecto articulado sobre la prohibición de introducir esclavos al Estado Oriental. Su intención era “[...] conciliar el riguroso cumplimiento del artículo constitucional con lo que dicta la equidad respecto de los esclavos introducidos hasta cierto punto con buena
fe, y con lo que puede redundar en beneficio del país y de los mismos
esclavos.” 192 Si bien la comisión mencionó la defensa de la libertad de
los africanos, consideró ciertas estrategias que podrían, en su opinión,
beneficiar al país a partir de la introducción de esclavos. El proyecto establecía que los esclavos introducidos luego de haber trascurrido
tres meses de promulgada la ley se convertirían en libertos, quedando
sujetos a servir a sus antiguos amos por seis años, tras lo cual serían
libres. El patronato sobre esos libertos podía ser traspasado, de igual
modo que se practicaba la venta de esclavos, pero sin pagar derechos
de alcabala al erario público. Quienes hubiesen introducido esclavos
luego de la Jura de la Constitución tenían un plazo de tres meses para
sacarlos del país, si querían evitar que sus esclavos se transformasen
en libertos. Esa misma alternativa poseían los amos que introdujesen
sus esclavos en los tres meses posteriores a la publicación de la ley.
Los esclavos de los viajeros que permaneciesen en forma transitoria
y los esclavos del país, que luego de viajar al exterior retornaban con
sus amos, continuarían como esclavos. Por último, la adulteración de
la documentación vinculada a los esclavos introducidos generaría su
liberación como forma de castigo a los introductores.
En la práctica, el proyecto contribuía a liberalizar la introducción y
venta de esclavos. La única medida dispuesta para frenar su introducción era el establecimiento de un patronato de seis años. Hacia fines del
año anterior, Juan Manuel de Rosas había liberalizado la introducción
y venta de esclavos “de servicio” en Buenos Aires.193 Los impulsores del
proyecto debieron haber considerado las acciones del gobierno porteño.
192 Actas de la Honorable Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay.
Montevideo, Imprenta El Siglo Ilustrado, 1905, T. I, sesión del 13 de marzo de 1832, p. 356.
193 El Indicador, Montevideo, Nº 114, 2 de noviembre de 1831, p. 1, diarios de Buenos Aires. 108
El proyecto también se avenía a la línea editorial de El Indicador, que
propugnaba la libre entrada de esclavos de “servicio”.
Francisco Llambí rechazó el proyecto durante su discusión en la Cámara. Señaló que la comisión había evaluado los beneficios de permitir
cierta introducción de esclavos debido a la necesidad de mano de obra,
pero advirtió que la llegada de nuevos esclavos de “servicio” frenaría la
venida de inmigrantes europeos, así como alborotaría a los esclavos del
país.194 En ese período, se impulsaba la radicación de inmigrantes vascos
y canarios bajo contratos de colonización de carácter semi-coactivo. Por
otra parte, se habían difundido noticias alarmantes sobre las revueltas de
esclavos en Brasil, que podrían trasplantarse al Estado Oriental de arribar
los esclavos expulsados del Imperio.195 Llambí denunció la amplitud con
que el proyecto permitía la entrada de esclavos, señalando que de no levantarse ciertas trabas: “[...] al cabo de seis años nos encontraríamos con
una población inútil y perjudicial.”196 Al parecer, Llambí no sólo consideró
alarmante la proliferación de los esclavos, sino también el aumento de la
población negra. En la siguiente sesión Llambí advirtió que se debía redactar un proyecto más restrictivo:
[...] la base del proyecto debía variarse prohibiendo absolutamente la introducción de esclavos, pues que esto sería consultar los verdaderos intereses del país. Que su introducción,
como la proponía el proyecto, por un tiempo determinado, lejos
de ser benéfica, no haría otra cosa que acarrearnos los esclavos
más malos e incorregibles de los demás países, y no aquellos
cuyas costumbres pudieran disciplinarse, pues que ningún amo
se desprendería a esta altura de un buen esclavo. [...] Que en
los últimos años se habían introducido un gran número de esclavos no sólo de servicio de las personas que han llegado, sino
también por negocio, y que cuanto mayor fuese la masa de estos
libertos tanto más se excluiría la concurrencia de brazos infinitamente más útiles al país.197
194 Actas de la Honorable Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, op. cit., T. I, sesión del 13 de marzo de 1832, p. 358.
195 El Universal, Montevideo, Nº 747, 14 de enero de 1832.
196 Actas de la Honorable Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, op. cit., T. I, sesión del 13 de marzo de 1832, p. 358.
197 Ibídem, sesión del 14 de marzo de 1832, p. 360.
109
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Es posible advertir que las medidas contra el tráfico esclavista en el
ámbito internacional debieron contribuir al incremento del precio de los
esclavos. Un esclavo era una propiedad muy valiosa para su amo por el
tiempo invertido en el perfeccionamiento de su trabajo.
El debate legislativo nuevamente devino en la discusión entre los
derechos de libertad y propiedad. Juan María Turreiro luego de citar el
art. 131 de la Constitución (sobre el tráfico de esclavos), evaluó el art.
147 (sobre la propiedad), estimando que el último: “[...] dejaba libre la
entrada a todo individuo en el territorio, su permanencia en él, y su
salida con sus propiedades; que por el tenor de este último artículo parecía no podía prohibirse a las personas que viniesen a establecerse en
el país la introducción de esclavos de su servicio [...]”198 A continuación
Alejandro Chucarro señaló que: “[...] el artículo 131 de la Constitución
era susceptible de excepciones; y que por lo mismo era necesario fijar a
la Comisión la clase de excepciones que iban hacerse, si se ha de prohibir la introducción absoluta.” Chucarro entendía que los derechos de
propiedad no tenían excepciones, pero no tenía la misma opinión con
relación a la libertad personal. La solución encontrada fue redactar un
nuevo proyecto más restrictivo en lo referente a la introducción de esclavos, pero con ciertas excepciones que garantizaran la propiedad de los
extranjeros.
El nuevo proyecto establecía la emancipación de los esclavos introducidos luego de su promulgación. Los esclavos de los buques extranjeros que
constaban en la lista de marineros y los de los agentes diplomáticos quedaban exceptuados. En ambos casos se prohibía la venta de tales esclavos.
También se excluía a los esclavos de los viajeros hasta seis meses después
su introducción y a aquellos que perteneciesen a propietarios orientales
en su retorno del exterior. Se señaló que los esclavos introducidos al Estado Oriental luego de la Jura de la Constitución y hasta la promulgación
del proyecto, continuarían en ese estado. Por tanto, el proyecto no tenía
carácter retroactivo. Además, los esclavos que arribasen al país hasta tres
meses después de haberse publicado la ley, podían ser reembarcados hacia
el exterior en un plazo de dos meses.199
198 Ibíd.
199 Ibídem, sesión del 26 de marzo de 1832, p. 377.
110
La situación de los esclavos introducidos entre 1830 y 1832 generó
mayores críticas, pues no se reconocía la validez del artículo constitucional
que prohibía su introducción. Julián Álvarez reconoció “[...] las dificultades que presentaba este negocio, porque aparentemente se complicaban en
él la necesidad de brazos que tenía el país y el interés de las personas que
hubiesen comprado esclavos introducidos después de publicada la Constitución, muchos de los cuales habían pasado ya a quinta mano.” 200 Algunos representantes advirtieron que el Poder Ejecutivo había realizado una
consulta sobre ese problema y que la comisión había entendido que era
necesario darle una solución definitiva.201 Luego de haber sido estudiada
por otra comisión la inclusión o no de una solución para los esclavos introducidos entre 1830 y la promulgación de la nueva ley, esta cuestión fue
finalmente extraída.202 Tras estas modificaciones se pasó el proyecto a la
Cámara de Senadores.
Luego de su publicación el proyecto generó varias críticas, objetándose
el tiempo dedicado a la discusión de “un punto tan insignificante”, así
como la ligereza con que los diputados decidían sobre la propiedad ajena.203 Según esa opinión, los procedimientos previstos para las situaciones
excepcionales debían aplicarse a toda la población. También se publicó un
proyecto alternativo, que establecía en su primer artículo: “Declarar libre
la introducción de esclavos, no siendo bozales ni para comercio.”204 El mismo era una variante del que había sido presentado por primera vez en la
Cámara de Representantes, que establecía un patronato de seis años para
los esclavos introducidos. El editorialista de El Indicador también salió en
defensa de los derechos de propiedad: “[...] si el Senado aprueba la sanción
de la Cámara de Diputados o da paso a una Ley que llevando por objeto
respetar la opinión dominante del siglo, abre una brecha al edificio de las
garantías estrellándose contra la propiedad.”205 Se ignoran los efectos de
la campaña de El Indicador contra la sanción de ese texto. Durante el
200 Ibíd.
201 Ibídem, T. I, sesión del 29 de marzo de 1832., pp. 382-383.
202 Ibídem, sesión del 4 de abril de 1832, pp. 393-394.
203 El Indicador, Montevideo, Nº 235, 2 de abril de 1832, p. 2.
204 El Indicador, Montevideo, Nº 240, 7 de abril de 1832, pp. 2-3.
205 El Indicador, Montevideo, Nº 244, 12 de abril de 1832, p. 2.
111
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
gobierno de Rivera el proyecto no fue tratado por la Cámara de Senadores,
que no atendió la propuesta de los diputados.
El 9 de febrero de 1835, durante la presidencia interina de Carlos Anaya, la Comisión Permanente convocó al Ministro interino de Gobierno y
Hacienda para explicar la situación de los “colonos” africanos del Esperanza Oriental.206 El ministro expuso el proceder del Ejecutivo: “El Gobierno
creyó que era consecuente con su dignidad y con la fé pública el dar entrada a este cargamento y mandar desde luego, suspender los efectos de este
contrato hasta haber dado cuenta al Cuerpo Legislativo de los motivos y
circunstancias que le impulsaron a formarlo.” Ante las preguntas de los
legisladores sobre la publicación del contrato con Costa Guimaraens, el
ministro sostuvo que no había sido divulgado pues era idéntico al anterior
(el de Vázquez y Vilaça). Por otra parte, Juan María Pérez sostuvo que los
“colonos” habían llegado sin haberse firmado contrato alguno, pues éste
habría sido rubricado luego del arribo del Esperanza Oriental. Señaló que
el gobierno al enterarse del desembarco de los africanos envió a la policía
para controlar la situación. Sólo después de tres o cuatro días se dejó a los
africanos al cuidado de los consignatarios, tiempo durante el cual el gobierno y los últimos habrían llegado a un acuerdo. El ministro no desmintió esa versión de los acontecimientos. Uno de los puntos más discutidos
fue la aprobación del primer contrato por la Asamblea General. Ramón
Masini sostuvo que el gobierno no poseía ninguna autorización del Poder
Legislativo sobre ese acuerdo.
“Siento mucho ver que se quiera disfrazar la infraccion,
cambiando el nombre de los esclavos con el de colonos, suponiendo que esto es bastante para eludir aquel articulo, y llevar
a cabo esos contratos, que el Gobierno no estaba autorizado a
celebrar. La Asamblea General no le ha dado facultades y se ha
visto salir a un individuo diciendo en un periódico que estaba
aprobado por el Cuerpo Legislativo.”
El ministro expuso que el gobierno al considerar la respuesta de la
Asamblea General al último mensaje del Poder Ejecutivo, había entendido
206 La versión taquigráfica de la sesión fue publicada en tres números de El Estandarte
Nacional, Montevideo, Nº 38-40, 24 al 26 de febrero de 1835.
112
que el asunto había sido aprobado. Asimismo, reiteró que el gobierno había suspendido los efectos futuros del segundo contrato hasta obtener la
aprobación legislativa. Masini replicó que el primer contrato de “colonos”
africanos “Fue uno de los [asuntos] que la Asamblea relegó para el último
periodo, con otros de igual naturaleza y sobre los que no se tomó resolución alguna.” Sostuvo que la respuesta de la Asamblea General al mensaje
del Poder Ejecutivo sólo podía ser considerada como una expresión general de aprobación hacia el gobierno, no aplicable a los asuntos concretos.
Además, propuso suspender inmediatamente los efectos del contrato con
Costa Guimaraens, dejándose a los africanos en depósito tras el pago de
una fianza. Juan María Pérez mocionó la suspensión de los efectos de ese
contrato hasta una resolución de la Cámara, y la colocación en depósito
de los colonos, lo cual fue aprobado. Por otra parte, Masini planteó la creación de una comisión que recabase datos de los africanos del Esperanza
Oriental, interrogándolos por medio de un intérprete, para averiguar de
dónde procedían y si habían sido comprados como esclavos. La propuesta fue desestimada, pues todos los miembros de la Comisión Permanente
entendían que los africanos habían sido comprados como esclavos en su
tierra, y como tales habían sido trasladados. A pesar de los planteos de la
Comisión Permanente al gobierno, no se impidió la venta de los africanos
del Esperanza Oriental durante febrero de ese año.207
El 5 de marzo de 1835, bajo un nuevo gobierno, se inició el tratamiento de este tema por la Cámara de Representantes. El problema fue inicialmente estudiado por otra comisión que presentó el siguiente proyecto:
“Desapruébense los contratos sobre la introducción de esclavos africanos,
bajo la denominación de colonos, celebrados por el Poder Ejecutivo en
contravención del artículo 131 de la Constitución de la República.”208 La
propuesta generó objeciones de parte de Alejandro Chucarro, quien consideró ofensivo fijar en el texto que el Poder Ejecutivo había contravenido la
Constitución, por lo que sugirió quitar esa parte. Si bien estaba de acuerdo
en suspender los efectos de los contratos, expresó que se debía agregar una
disposición que garantizase los derechos de patronato de quienes habían
207 Actas de la Honorable Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay,
Montevideo, [s.p.i.], [s.f.], T. I, 15 de febrero de 1835, pp. 342-343.
208 Actas de la Honorable Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, op. cit., T. II, sesión del 7 de marzo de 1835, p. 220.
113
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
adquirido la tutela de los africanos. Al desaparecer la legalidad del contrato, la situación de los “colonos” quedaría en un vacío legal. El proyecto
volvió a la comisión para su estudio, presentándose la nueva redacción el
9 de marzo.209
El nuevo proyecto establecía la validez de los derechos de patronato
adquiridos sobre los africanos introducidos hasta esa fecha y rescindía la
parte remanente de los contratos que permanecía sin ejecución. Si se verificaba la introducción de nuevos contingentes de africanos, ellos serían
puestos en patronato a cambio de una suma de dinero que les sería restituida al terminar el plazo de servicio como libertos. Alejandro Chucarro
se congratuló ante la nueva redacción, pues no mencionaba la infracción a
la Constitución. Confirmar esa contravención habría implicado deshacer
los acuerdos de compra, así como reembarcar a los “colonos” a África, lo
cual al parecer estaba fuera de discusión. Además, consideró que en el
texto no debía figurar ningún pronunciamiento sobre la “aprobación o
reprobación” de los contratos. Chucarro pretendía impedir que se abriera
una evaluación del anterior gobierno. En cambio, Masini y Pinilla señalaron que: “[...] el objeto de la Comisión, al presentar el artículo que se
discutía, era salvar el honor del Cuerpo Legislativo, el del país y la conservación de las disposiciones constitucionales y que por consecuencia la
Cámara no podía prescindir de pronunciarse sobre los contratos [...]”. Eso
habría implicado una sanción sobre el gobierno de Rivera. No obstante,
el artículo quedó en su forma original. También se preparó una resolución
para regular el patronato de los “colonos” africanos, que fue la primera
versión del proyecto que habría de promulgarse en 1837, para reglamentar
la prohibición constitucional a la introducción de esclavos.
El reglamento de 1835 establecía la libertad de los esclavos introducidos en el territorio oriental, sin detallar si los esclavos eran de “servicio”
o de “peculio”. Los menores de 25 años serían puestos bajo tutela hasta
alcanzar esa edad, cumpliendo los mayores un plazo de servicio de tres
años. Los tutores debían pagar 20 pesos al Estado por cada año de
patronato sobre el pupilo, debiendo devolverse el dinero al último una
vez finalizado el patronato.210 El procedimiento sería fiscalizado por
209 Ibídem, sesión del 9 de marzo de 1835, p. 223.
210 Ibídem, sesión del 17 de marzo de 1835, p. 253.
114
comisiones departamentales, que debían mantener un registro de tutores
y pupilos. Además se establecían las obligaciones del tutor, vinculadas a la
alimentación, vestimenta, buen trato y a la instrucción religiosa y moral.
La contravención de alguno de esos compromisos generaría el traspaso
del patronato a otro tutor. Por último, se estableció que los esclavos que
fugaran del extranjero para asilarse en el país serían devueltos y que se
castigaría a los traficantes de esclavos con una multa de 100 a 200 pesos
por persona introducida. Durante la discusión se agregó un artículo para
castigar con una multa, a quienes intentaran sacar del país a los libertos
sujetos a patronato. El proyecto pasó a la Comisión de Legislación de la
Cámara de Senadores, en donde permaneció durante dos años
En 1837 se reavivó el debate debido a la introducción de esclavos desde
Rio Grande do Sul, y a la propuesta del Fiscal General Francisco S. Antuña de liberalizar la entrada de esclavos brasileños.211 El 5 de junio Manuel
Errasquin condenó la propuesta Antuña en la Cámara de Representantes,
planteando otro proyecto: “1º Todo hombre desde el momento de pisar el
territorio del Estado es libre, y será considerado como tal. Y solo se reconocerán como esclavos los que hubiese en el país antes de la sanción de
esta ley. 2º Se prohíbe la introducción de los africanos llamados colonos.
3º Comuníquese, etc.”212 En esa ocasión, Bernardo P. Berro reconoció que
otros dos proyectos similares permanecían en las carpetas de la Comisión
de Legislación. Uno de ellos se había generado a partir del debate sobre los
esclavos de “servicio” y de “peculio” (1832) y el otro —más reciente— al
intentar reglamentar la situación de los “colonos” africanos. Masini propuso que en lugar de crear un nuevo proyecto, la Comisión de Legislación
debía enviar al Senado para su aprobación el último presentado, lo cual
fue aceptado.213
El proyecto sufrió pocas modificaciones en el Senado,214 siendo la
más importante la relacionada al plazo de estadía de los esclavos de los
211 El Universal, Montevideo, Nº 2308, 5 de junio de 1837, p 2, documentos oficiales.
212 El Defensor de las Leyes, Montevideo, Nº 226, 15 de junio de 1836, p. 2.
213 Actas de la Honorable Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, op. cit., T. III, sesión del 5 de marzo de 1837, p. 263.
214 Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores de la República Oriental del Uruguay. Montevideo, Tipografía a vapor La España, 1882, T. III, pp. 113-116.
115
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
extranjeros. La nueva redacción contempló tres excepciones: a) los morenos y pardos libres o libertos que arribasen al país b) los esclavos fugados
de sus amos que llegasen al territorio oriental, que serían extraditados y c)
“Los esclavos, que se introdujeran con sus amos viniendo estos emigrados
con sus intereses, o al servicio de personas transeúntes; pero no pueden
ser vendidos ni enajenados con ningún título y deben ser extraídos en
el término de un año contado desde su introducción.” De no sacar a los
esclavos introducidos al país en el plazo de un año, ellos quedarían bajo
el patronato establecido por ley. Por último, se agregó un artículo sobre
las facultades que tenía el Poder Ejecutivo para extender ese plazo, si los
amos presentaban justificativos. No obstante, se señaló que esa prórroga
no podía superar un año. Aunque con reparos vinculados al extenso plazo
otorgado a los amos para sacar a los esclavos, la Cámara de Representantes
aprobó las modificaciones realizadas en el Senado el 14 de junio de 1837.215
Luego de cinco años de análisis legislativo y después de siete de haberse
jurado la Constitución, finalmente se reglamentaba la prohibición del tráfico de esclavos.
Al parecer, la ley tuvo ejecución durante el gobierno de Oribe. En
setiembre de 1837 se creó en Montevideo una comisión integrada por un
funcionario del Ministerio de Gobierno, un miembro de la Junta Económico Administrativa, el cura párroco de la Iglesia Matriz y el Defensor
General de Menores y Esclavos. La Comisión publicó en la prensa una
nómina de 29 patronos que aún no habían presentado 43 libertos para su
emancipación. Esos africanos habían cumplido su plazo de servicio, por lo
que debían ser liberados del patronato.216 Las disposiciones del gobierno
no impidieron que continuaran los abusos contra los “colonos” africanos.
En 1837, un funcionario público de la campaña denunció la forma en que
se vendían “colonos” como esclavos:
“[...] un vecino de aquel mismo departamento había comprado cuatro colonos pero no como tales, sino como esclavos
sin las condiciones de costumbre [...] habiendo aquel comprado dichos esclavos en el mes de Abril del corriente año, ha
presentado sus escrituras no solo en papel simple, sino tambien
215 Actas de la Honorable Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay,
op. cit., T. III, sesión del 14 de junio de 1837, pp. 298-299.
216 El Defensor de las Leyes, Montevideo, Nº 294, 9 de setiembre de 1837, pp. 2-3.
116
aparecen fechadas en Julio del año 26 siendo por estas comprados seguramente antes de nacer aquellos, porque puedo asegurar a Vds. que el mayor de los colonos tendrá apenas diez a once
años, siendo los otros tres como de seis a siete años”217
La falsificación del documento de traspaso había fijado la datación de
la compra del africano antes de su propio nacimiento. Por otra parte, tampoco pudo evitarse totalmente el arribo de nuevos grupos de africanos. En
octubre de 1837, la policía descubrió una nueva introducción de esclavos
en la capital: “Verificada una introducción clandestina de esclavos en el
Departamento a fines de la semana pasada, [...] hallándose en un estado la
información levantada, que casi es difícil puedan ocultarse el autor, cómplices y buque en que se han introducido, se les invita a que presenten dentro
de 24 horas en el Departamento los negros que ha dicho cargamento pertenecen.”218 Este aviso se publicó durante dos semanas, pero no se conocieron
mayores novedades sobre el hecho. En diciembre de ese año se advirtió a
las autoridades de Maldonado que se esperaba el arribo de otro navío que
conducía africanos, por lo que se debía extremar la vigilancia costera.219
Es improbable que el número de africanos introducidos en 1837 haya
sido importante, pues la clandestinidad complicaba su desembarco, que se
realizaba a través de lanchas en las playas cercanas a la capital. De todas
formas, la policía capturó algunos africanos introducidos ilegalmente ese
año, lo que se demostró por el otorgamiento de africanos en patronato. A
mediados de noviembre un corresponsal de El Defensor de las Leyes se quejó de la forma en que había sido otorgado el patronato de algunos libertos.
Al parecer, sólo se había favorecido a policías y miembros de los sectores
altos, que fueron los únicos que obtuvieron los derechos de patronato. El
cronista denunció que no se había cumplido lo establecido por la ley de
1837, pues la comisión de clasificación de libertos no se había creado.
“Los Colonos, que segun se nos dice, han sido dados en patronato sin las formalidades que establece la ley de 14 de junio
de este año, es decir, con arreglo al artículo 4º y 5º de ella; y por
217 El Defensor de las Leyes, Montevideo, Nº 261, 29 de julio de 1837, p. 3.
218 El Defensor de las Leyes, Montevideo, Nº 336, 30 de octubre de 1837, p. 3, avisos.
219 DIAZ DE GUERRA, María, op. cit., p. 54.
117
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
consiguiente los Colonos han sido entregados a los empleados
de Policia y a los caballeros de copete en esta forma. [...] dicen
que llovían ordenes de los SS. de Copete: entregue Usted uno
a fulano, mande && En fin, hay quien diga, valga la verdad,
que solo estos fueron atendidos, pues varios carpinteros y varios
empleados (subalternos) que pidieron como de gracia (cuando
estos pagan el patronato como cualquier hijo de familia) el que
se les diesen un colono, tuvieron el si, pues de aquellos si que
nunca llegan.” 220
De acuerdo a ley de 1837, el tutor que adquiría el patronato de un liberto mayor de 25 años recién introducido al país, debía pagar en total 60
pesos al Estado. En el caso de los menores de edad ese monto podía variar
entre 100 y 400 pesos, según la edad que le fuera asignada al africano,
pues se obligaba al tutor a abonar 20 pesos por cada año de duración del
patronato. Una comisión decidía cuantos años debía quedar el liberto sujeto
a su patrono. Se debe advertir que el precio de los esclavos adultos oscilaba
entre los 300 y 450 pesos. Por tanto, las esporádicas —y ahora totalmente
clandestinas— introducciones de esclavos podían constituir una ocasión
para obtener un “negrito” o una “negrita” a muy bajo precio. La queja del
corresponsal de El Defensor de las Leyes evidencia que esa oportunidad seguramente quedó reservaba a los sectores más cercanos al gobierno.
2.4. Presión británica y liquidación de la trata (1835-1841)
Para el caso uruguayo, se ha señalado generalmente que Gran Bretaña
contribuyó a la finalización del tráfico interoceánico de esclavos a través
de una presión más firme en el plano de las ideas que en el de las acciones
punitivas. No obstante, los cañones de la marina inglesa también se hicieron oír en el Río de la Plata. Como señaló Pivel Devoto: “El tráfico de
esclavos realizado con el consentimiento de las autoridades uruguayas entre 1832 y 1835, en algunos casos en embarcaciones de bandera nacional,
nos creó serios problemas, en particular ante el gobierno británico, erigido
entonces en campeón del abolicionismo.”221
220 El Defensor de las Leyes, Montevideo, Nº 351, 17 de noviembre de 1837, p. 3, correspondencia “Los curiosos útiles”.
221 PIVEL DEVOTO, Juan E., “Prólogo”, op. cit., p. XXX.
118
Hebe Clementi distinguió tres etapas en la imposición de prohibiciones
a la trata, que se enmarcaban en las relaciones de las nacientes repúblicas
hispanoamericanas y Gran Bretaña. La primera se corresponde al período
de independencia, a partir de las leyes de libertad de vientres y contra
el tráfico que figuran entre las primeras disposiciones republicanas. Los
nuevos estados buscaban que Inglaterra reconociera su soberanía y además mediara para obtener el reconocimiento español. La segunda etapa se
inició hacia 1823, cuando Inglaterra comenzó a reconocer a esos países,
firmando tratados de amistad, comercio y navegación que incorporaban
disposiciones contra la trata. El tercer período se inició con la reactivación
del tráfico, tras haberse sosegado las declaraciones revolucionarias y ante
los reclamos de los sectores altos. Durante la década de 1830 Gran Bretaña intimó a las repúblicas latinoamericanas a firmar nuevos tratados,
que incluían el permiso para que sus naves inspeccionaran los barcos de
las naciones firmantes para capturar a los traficantes. De este modo, se
establecieron tratados recíprocos que habrían de terminar con la trata.222
Al promediar la centuria, el tráfico de esclavos empleaba banderas y patentes de navegación de varios países para evadir la vigilancia británica.
El gobierno inglés se empeñó en que su armada pudiera abordar las embarcaciones de todas las repúblicas hispanoamericanas, a través de la firma
de esta nueva modalidad de tratados. Es posible percibir esa progresión de
medidas en el Río de la Plata desde la Revolución de Mayo hasta el inicio
de la Guerra Grande.
En el Estado Oriental, los episodios de 1835 impulsaron la reglamentación del artículo constitucional contra el tráfico. La marina inglesa también contribuyó a liquidar la trata de africanos en esta región. El 30 de
enero de 1835 el bergantín uruguayo Esperanza Oriental —cuyo nombre
anterior había sido J. Ashman y su bandera la estadounidense— desembarcó 350 africanos en la costa del Buceo. El paquebote inglés Hornet al percibir la proximidad del barco esclavista al puerto capitalino, le envió una
señal y al no obtener respuesta le disparó dos cañonazos que lo obligaron
a fondear cerca del Buceo. Al parecer, el navío inglés intentó acercarse a
la costa, pero al no conseguirlo optó por continuar su rumbo.223 Dada la
222 CLEMENTI, Hebe, op. cit., pp. 31-32.
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223 El Estandarte Nacional, Montevideo, Nº 38, 24 de febrero de 1835, p. 2, Declaración del Ministro interino de Gobierno y Hacienda ante la Comisión Permanente del Poder Legislativo en su sesión del 9 de febrero de 1835.
119
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
proximidad de Montevideo, la resolución del incidente dependía de las
autoridades uruguayas. Probablemente la situación no hubiese tenido ese
final de haber ocurrido en alta mar, en donde los ingleses habrían interceptado y confiscado el buque. Eso le ocurrió al bergantín oriental Río de
la Plata. El navío, que conducía africanos hacia Montevideo, se encontró
en alta mar con la corbeta de guerra británica Raleigh. Luego de su confiscación, se cambió el rumbo del buque oriental hacia Sierra Leona, en
donde se hallaban los tribunales ingleses que arbitraban en los casos de
barcos esclavistas capturados. Una abertura de aguas en el Río de la Plata
impulsó a la tripulación inglesa a cambiar su rumbo hacia Río de Janeiro.
En enero de 1835 el caso comenzó divulgarse en Montevideo.224 El
Universal salió en defensa del gobierno oriental, como tradicionalmente lo
hacía, señalando que el incidente constituía una afrenta al pabellón nacional y un ataque a los derechos de propiedad sobre el navío. La cuestión
de los africanos parecía secundaria. Ante las acusaciones que provenían
de La Gaceta de Buenos Aires, que advertían que El Universal defendía la
esclavitud, se respondió: “[...] si nosotros aborrecemos la tiranía en este
sentido, aborrecemos también la injusticia y la arbitrariedad de los que
a título de liberales abusan de la fuerza en el desierto de los mares para
cometer atentados [...]”225 El editor no admitió que la causa de fondo era
el tráfico de esclavos, reiterando en todos los artículos que los pasajeros
del Río de la Plata eran “colonos” y no esclavos. Se señaló que Uruguay no
había firmado ningún tratado que autorizase la inspección de la marina
inglesa a los navíos orientales, como lo habían hecho otras naciones. El
Estandarte Nacional sostuvo una opinión opuesta, difundiendo una nota
que planteaba tres respuestas ante las preguntas reiteradamente publicadas en El Universal:
“1 ¿Cómo estamos acerca del bergantín Nacional Rio de
la Plata?
Respuesta. Se halla detenido en el Río de Janeiro y probablemente los negros no pisarán nunca el territorio de esta República.
224 Se publicaron versiones diversas, que presentaban a un navío brasileño como buque agresor, que había salido de Montevideo para esperar al Río de la Plata a la altura del cabo de Santa María (Rocha), en donde habría ocurrido el incidente. El Universal, Montevideo, Nº 1602 y Nº 1603, 9 y 10 de enero de 1835, p. 2.
225 El Universal, Montevideo, Nº 1613, 22 de enero de 1835, p. 2.
120
2.¿La corbeta de S.M.B. que lo agarró viniendo del África,
hizo buena presa, o cometió un atentado?
Respuesta. Hizo buena presa.
3.¿Procedió en virtud del derecho marítimo o adquirido por
algun pacto con esta República, o hizo un insulto a su pabellón,
y nos ha considerado en el hecho algo mas o algo menos que los
negros que apresaba?
Respuesta. Procedió en virtud de órdenes muy terminantes
de su gobierno, y los Orientales no pueden quejarse de insulto
hecho a su pabellón porque son públicas las disposiciones tomadas por la Inglaterra y la Francia, para abolir el tráfico de
negros. El modo único de evitar hechos de esta clase en lo sucesivo, es que este Gobierno no permita que buques de bandera
Oriental se empleen en él, de otro modo muy a menudo sufrirá
semejantes ultrajes, pues los oficiales de la marina Inglesa saben
cumplir estrictamente las disposiciones de su gobierno.”226
El autor subrayó que el tema se centraba en el tráfico de esclavos realizado por navíos orientales y no en la intervención británica. El Río de la
Plata fue declarado buena presa por un tribunal anglo-brasileño en Río de
Janeiro. El incidente generó el envío de un emisario del gobierno inglés,
Lord Hamilton, que arribó ese año a Montevideo para concretar un acuerdo contra el tráfico de esclavos.
El caso del Río de la Plata se convirtió en uno de los mayores escándalos del año 1835. El Eco Oriental sostuvo que si bien el propietario del
buque tenía que apelar el veredicto, el gobierno oriental debía reclamar
una satisfacción a la bandera nacional por la afrenta. Incluso si los pasajeros eran efectivamente esclavos, se le debía una reparación al estandarte
uruguayo, pues no existía ningún tratado que permitiera el abordaje de
un buque oriental por parte de la marina inglesa.227 El editorial también
criticó el rol desempeñado por Gran Bretaña en la lucha contra el tráfico
interoceánico de esclavos, ya que sus acciones menoscababan la soberanía
de otros países.
226 El Estandarte Nacional, Montevideo, 7 de febrero de 1835, p. 2, correspondencia “Un inglés”.
227 El Eco Oriental, Montevideo, Nº 9, 22 de julio de 1835, p. 2.
121
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
¿Por qué razón pues o porque principio se han creído autorizados los buques ingleses para apresar los nuestros? [...] ¿consta
que las independientes naciones africanas haya querido recibir
por sus protectores a los ingleses y brasileros? Si las Republicas
Americanas hubiesen permitido este trafico y si las naciones de
Africa se conformasen en venderle sus cautivos ¿tendrían derechos los buques ingleses para registrar los nuestros y apresarlos?
El caso es idéntico, pero no hay en esto más justicia ni más
derecho que el de la fuerza, con la cual han atacado tan alevosamente el derecho internacional los que pretende sostener el
de la humanidad, transformados en Quijotes para enderezar los
entuertos de las demas naciones.228
En esa línea de argumentación, los defensores de la libertad de los africanos eran acusados de antipatriotas. También se criticó al nuevo gobierno,
que no exigió una compensación para el consignatario del Río de la Plata, ni
tampoco una reparación a la bandera uruguaya, antes de recibir al emisario
inglés. La prédica de El Eco Oriental molestó a los influyentes comerciantes
ingleses —o a las autoridades consulares— pues en el número siguiente el
editorialista publicó una aclaración.229 El redactor descargó la culpa sobre
los miembros de la “clase subalterna” que en ocasiones comandaban las naves inglesas. Se sostuvo que por fortuna “los individuos de las principales
familias” en general capitaneaban los barcos ingleses. El editor se disculpó
atribuyendo los excesos cometidos a las diferencias de clase.
La resolución del caso del Río de la Plata, junto a otros asuntos, fue
encomendada a Juan F. Giró, que se encontraba realizando gestiones diplomáticas en Inglaterra y España. Una parte esencial de su misión era
obtener un empréstito en Londres para financiar las cuentas públicas uruguayas, que se hallaban exhaustas luego de la generosa administración del
gobierno de Rivera. En forma simultánea a las negociaciones de Giró, The
Times publicó en Londres una serie de artículos sobre la continuidad del
tráfico de esclavos en Uruguay, así como referidos al caos económico que
imperaba en el país, lo que no contribuyó al éxito de la misión de Giró.
228 El Eco Oriental, Montevideo, Nº 13, 13 de agosto de 1835, p. 4, correspondencia “Un amigo de la dignidad del gobierno”
229 El Eco Oriental, Montevideo, Nº 14, 17 de agosto de 1835, p. 3.
122
Difícilmente los prestamistas ingleses financiarían la emisión de bonos de
un país sindicado por su activa colaboración con el tráfico de esclavos.
La marina inglesa y el gobierno de Oribe impidieron la introducción
de nuevos contingentes de africanos. No obstante, el tráfico en pequeña
escala subsistió hasta 1841, pues el negocio era en extremo rentable. La
demanda de trabajadores se manifiesta en los avisos de prensa del “Agente
de Negocios de la Campaña” Manuel Correa, quien intermediaba en los
negocios de compra y venta. Entre otros rubros se dedicó al tráfico interno de esclavos: “El Agente de Negocios de la campaña compra hasta 20
esclavos con preferencia los que sean de campo o entiendan de trabajos
de saladeros. Compra también tres criadas. Para tratar estará en su oficina
cita en el Portón Viejo.”230 No sólo se requirieron servidores domésticos,
sino también esclavos para las estancias y los saladeros. En algunos avisos
sólo se anunció la compra o venta de esclavos, mientras que en otros los
esclavos figuraron junto a variados “rubros comerciales”.231 Manuel Correa
también realizaba compras de acuerdo a las solicitudes de los promitentes
compradores.232 El dinamismo del mercado de esclavos, que abarcaba también a la campaña, posibilitó la aparición de este tipo de intermediarios.
Tras reinstalarse Fructuoso Rivera en el gobierno se reanudó la política de permitir la introducción de esclavos de “servicio”. Francisco Díaz
viajó a Río de Janeiro en 1839, para comprar esclavos para su negocio
de cigarrería en Montevideo. Al retornar, los esclavos fueron transitoriamente decomisados como efectos de contrabando. Díaz explicó su
caso públicamente, debido a la campaña en su contra de El Nacional y
El Constitucional:
Yo había comprado en el Río de Janeiro, pública y solemnemente cuatro negros oficiales de cigarrería, pues que este
es mi oficio; y los embarqué con el correspondiente pasaporte, pagando en aquella aduana los respectivos derechos. A mi
230 El Defensor de las Leyes, Montevideo, Nº 2, 13 de setiembre de 1836, p.4.
231 “El agente de Negocios de la Campaña COMPRA: Negritos aunque sean colonos de 10 o 12 años ARRIENDA [una chacra] VENDE [carretas] Un negro cocinero de buenas costumbres [una casa] [ganado] OFERTAS [carretas, préstamos, ganado, letras, arrendamientos, apoderado en pleitos, servicio de correo].” El Defensor de las Leyes, Montevideo, Nº50, 13 de noviembre de 1836, p.4.
232 El Defensor de las Leyes, Montevideo, Nº 55, 16 de noviembre de 1836, p.4.
123
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
llegada aquí presenté todo a las visitas del buque; y no de noche,
sino a las 3 y media de la tarde, desembarqué en el tablado del
muelle con mis negros (eran efectivamente cinco, contándose
uno ajeno, por el que responderá su dueño) y acompañado de
otros cuatro pasajeros y de dos vecinos de esta Capital. Con
dichos negros me apersoné y entré a la Capitanía del Puerto, en
solicitud del pasaporte con que debía presentarme a la Policia;
y el cual no se me entregó, porque en aquel momento no estaba
todavía registrado en los libros ¿Y es este el modo, Sr. editor de
hacerse un contrabando?233
Finalmente los esclavos le fueron devueltos. No se aplicaron las medidas previstas por la ley de 1837 sobre la introducción de africanos, pues los
esclavos de Díaz continuaron bajo esa condición al menos hasta la abolición. En cinco casos descubiertos de introducción de esclavos en enero
de 1841, los africanos fueron reembarcados en los navíos que los habían
conducido a Montevideo para sacarlos del país, contrariando la ley de
1837.234 Aún a mediados de julio de 1841, cuando se discutían los planteos
para abolir la esclavitud, la prensa montevideana señaló algunos incidentes vinculados al tráfico. En esa ocasión le fueron decomisados 18 esclavos
a un brasileño llamado Labrador, que había intentado introducirlos al país.
Labrador interpuso una apelación hasta que consiguió que los esclavos le
fueran devueltos para reembarcarlos.235 El propietario expuso que los había traído para trabajar en un saladero que quería instalar en la capital. Su
intención era establecerse en Montevideo debido a la situación inestable
en Rio Grande do Sul. Si bien la presión británica trabó la reanudación de
la trata interoceánica a gran escala, no pudo impedir el tráfico costero de
esclavos, que casi por goteo incrementó la población esclava de la capital.
Este parece haber continuado sin mayores inconvenientes.
Las tratativas iniciadas en 1835 por Lord Hamilton fructificaron cuatro años después. El tratado anglo-uruguayo para la supresión del tráfico
233 El Nacional, Montevideo, Nº 147, 17 de mayo de 1839, p. 3, correspondencia de Francisco Díaz.
234 BORUCKI, Alex; CHAGAS, Karla y STALLA, Natalia, op. cit., pp. 24-27.
235 El Compás, Montevideo, Nº 117, 10 de julio de 1841, p. 1 y Nº 120, 24 de julio de 1841, pp. 2-3.
124
de esclavos fue firmado en Montevideo por José Ellauri y por el representante del Reino Unido en Buenos Aires, J.H. Mandeville. La parte central
del acuerdo se refería al derecho de visita que poseían recíprocamente ambas naciones, así como al de enjuiciar a los barcos capturados.236 Los tres
anexos del tratado se referían a los procedimientos que debían practicarse
durante la inspección de los buques, la constitución de los tribunales que
juzgarían los casos de infracción, así como el proceso de emancipación de
los africanos detenidos. Cada uno de los anexos estaba cuidadosamente
articulado, detallando las operaciones que debían realizarse tras el encuentro de los buques, la visita, confiscación, juicio y libertad de los africanos.
Las Cámaras Legislativas del Uruguay recién ratificaron el tratado el 10
de diciembre de 1841, siendo canjeadas las ratificaciones el 21 de enero del
año siguiente. La sanción del tratado no fue un trámite rápido ni sencillo.
El Poder Ejecutivo envió un mensaje a las Cámaras el 30 de octubre de
1841 solicitando, entre otros asuntos, su ratificación.
El editor de El Constitucional sostuvo que el acuerdo lesionaba la soberanía oriental.237 En cambio, El Nacional consideró que debía ser ratificado, pues constituía un compromiso del gobierno hacía el representante
británico, J. H. Mandeville.238 Se debe advertir que en enero de 1841, El
Nacional había considerado que un tratado idéntico, pero entablado entre
el gobierno de Rosas y el inglés, atentaba contra la soberanía argentina.239
Los pragmáticos escritores argentinos de El Nacional utilizaron ópticas
opuestas para analizar acontecimientos similares.
Antes de presentarse para su ratificación ante las Cámaras, el tratado anglo-uruguayo fue estudiado por una comisión parlamentaria que
recomendó su aprobación, no obstante advertir que la reciprocidad del
acuerdo era ilusoria.240 El Estado Oriental no tenía una fuerza naval capaz de hacerlo cumplir. La desigualdad de medios entre los países signatarios
conspiraba contra la legalidad del tratado. Durante la sesión de la Cámara de
236 �������
ARMAND UGÓN, ������ ����
E., et al., ��� ����� Compilación de Leyes y Decretos, Montevideo, 1930, T. II (1835-1843), p. 338.
237 El Nacional, Montevideo, Nº 886, 19 de noviembre de 1841, p. 2.
238 El Nacional, Montevideo, Nº 871, 2 de noviembre de 1841, p. 3.
239 El Nacional, Montevideo, Nº 630, 18 de enero de 1841, p. 3.
240 Actas de la Honorable Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, op. cit., T. IV, sesión del 6 de diciembre de 1841, p. 41.
125
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Representantes que debía proceder a la ratificación, se levantaron voces
de crítica. Francisco Araúcho señaló, tras enumerar las medidas constitucionales del Estado Oriental contra la trata de esclavos, que: “[...] si para
hacer ejecutar el artículo de una ley fundamental hemos de pactar con
una nación para obligarnos y que nos obligue a cumplir con ella, él juzgaba
este tratado indecoroso y humillante; y que en este concepto se oponía y
negaba a que se autorizase al Poder Ejecutivo a su ratificación.”241 Nuevamente se esgrimió la defensa de la soberanía para rechazar el tratado. Por
la comisión respondió Joaquín de la Sagra, que expuso que el tratado no
se vinculaba a dar fuerza legal a la Constitución del Estado, sino que se
relacionaba a las acciones de Gran Bretaña contra el tráfico interoceánico
de esclavos.
Que una nación europea (la Inglaterra), atendiendo el clamor de otras que solicitaban la cesación de tan vergonzoso tráfico, se comprometió a llevar a cabo tan filantrópica empresa,
formándose un deber de ello y conseguir con la extinción hacer
desaparecer borrón tan feo en las sociedades cultas. Que para
llevar a cabo tan noble objeto ha hecho leyes, tratados y sostiene escuadras y no cesa de buscar socios y cooperadores para tan
nobilísimo fin.
También se señaló que el rechazo del tratado no sólo colocaría a la Cámara en contra del Poder Ejecutivo, sino que generaría la antipatía de las
naciones que perseguían la trata (Inglaterra y Francia) justo en momentos
en que la guerra contra Rosas hacía necesario su apoyo. Sagra advirtió que
si la Cámara requería mayores explicaciones la comisión podría ofrecerlas,
pero en una sesión reservada. De este modo, se pasó a operar en esa modalidad, desalojándose las barras. Una vez reanudada la sesión ordinaria
se aprobó la ratificación. De seguro las razones expuestas no debían tomar
estado público. Sin embargo, fueron suficientemente eficaces como para
decidir la aprobación del acuerdo.
Por último, no se debe dejar de mencionar la forma en que la prensa de
habla inglesa de Montevideo reaccionó ante estos eventos. The Brittania
and Montevideo reporter surgió en 1842 como diario para la comunidad
241 Ibídem, sesión del 10 de diciembre de 1841, p. 45.
126
inglesa local, publicando principalmente información comercial, portuaria, así como las últimas novedades que arribaban desde Inglaterra.
En su primer número aplaudió la campaña abolicionista realizada desde El Nacional.
Hemos leído con la más vívida satisfacción una serie de
artículos aparecidos en el diario ‘Nacional’, cuyo Editor atrae
claramente los sentimientos e intereses de sus compatriotas,
hacia una propuesta legislativa para producir la manumisión
inmediata de los Esclavos aún existentes en el País, anticipando
el proceso gradual de emancipación establecido por la Constitución. En nuestro próximo número volveremos sobre este tema
con más extensión, pues no podemos sentir sino un profundo
interés en observar los efectos de una propuesta tan similar a
nuestros propios sentimientos.242
No obstante, en los números siguientes no se continuó esa línea editorial. El Brittania también celebró la abolición de la esclavitud.243 En ese
momento, el periódico declaró que no había continuado la línea abolicionista impulsada en su primer número, debido al calor que adquiría el
debate local. Perseverar en ese tema hubiera implicado inmiscuirse demasiado en los asuntos locales. El editor también echó una mirada sobre la
situación de la esclavitud en el Uruguay. Su opinión tendía a simplificar el
problema, dulcificándolo. Sostuvo que el porcentaje de la población esclava con relación a la libre era mínimo, que trabajaba casi exclusivamente en
la servidumbre doméstica, y que el trato de los amos era proverbialmente
bueno. El artículo también estableció una síntesis sobre el proceso de extinción gradual de la esclavitud, desde la Constitución hasta la abolición.
Si bien la marina británica impidió el arribo de nuevos contingentes
de “colonos” africanos, la trata de esclavos en pequeña escala entre los
puertos de la región persistió casi hasta la abolición. La introducción clandestina de grupos reducidos de esclavos a la capital no se prolongó más
allá de 1841. Sin embargo, a través de la frontera brasileña la introducción
242 The Brittania and Montevideo reporter, Montevideo, Nº1, 4 de junio de 1842, p. 2. [Traducción A.B.]
243 The Brittania and Montevideo reporter, Montevideo, Nº28, 17 de diciembre de 1842, p. 2.
127
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
de esclavos se prolongó durante las décadas de 1850 y 1860, por lo que esta
cuestión subsistió tras la abolición de la esclavitud. Es necesario señalar
que el arribo de grandes partidas de africanos a Montevideo y Maldonado
a través de los contratos de “colonos”, el tráfico ilegal en pequeña escala,
así como la introducción de esclavos a las estancias fronterizas, constituyeron los últimos aportes de población de origen africano a la constitución
demográfica del Uruguay.
128
Capítulo 3
El abolicionismo
Comúnmente se establece una pareja de pautas explicativas para entender el declive de la esclavitud en el continente americano. Por una
parte, se resalta la importancia de factores económicos vinculados a la
rentabilidad del trabajo esclavo y a la situación de los cultivos de azúcar y
algodón en el mercado mundial, o por otra, se subraya el clima intelectual
de la época, a partir de la veta emancipadora de la Ilustración y de la Revolución Francesa. En la actualidad predomina la visión que interpreta que
factores culturales o intelectuales, más que los económicos, condujeron a
políticas que liquidaron el tráfico de esclavos y la esclavitud en el Nuevo
Mundo.244 En la América continental española el proceso abolicionista se
desarrolló casi invariablemente bajo una coyuntura bélica.
Rolando Mellafe señaló que eventos generados fuera de la región contribuyeron a la liquidación de la trata en América Latina: “[...] a pesar
de la existencia de una fuerza de trabajo asalariada, existían sectores de
Hispanoamérica que aún necesitaban de la esclavitud. La verdad es que si
no hubieran sucedido importantes acontecimientos exteriores a las colonias y a sus necesidades regionales, la supervivencia de la trata habría sido
más larga.”245 Entre los factores extraeconómicos, se menciona la difusión
de la Ilustración y el sacudimiento provocado por la Revolución Francesa, que fue determinante en Haití. Tulio Halperín Donghi consideró que
en algunas regiones la esclavitud perdió su eficacia económica luego de
244 Ver ELTIS, David, Economic Growth and the Ending of the Transatlantic Slave Trade, New York, Oxford Univ. Press, 1987.
245 MELLAFE, Rolando, La esclavitud en Hispanoamérica, Buenos Aires, EUDEBA, 1964, p. 96.
131
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
la revolución, durante el período 1825-1850. En el largo plazo, el sistema
esclavista no parece haber sobrevivido a la liquidación del tráfico, pues el
precio de los esclavos subió desmesuradamente luego del establecimiento
de trabas a la trata: “Antes de ser abolida (en casi toda Hispanoamérica
hacia mediados del siglo) la institución de la esclavitud se vacía de su
anterior importancia.”246 Es probable que el nacimiento de nuevas generaciones de libertos y la prohibición de introducir africanos esclavizados
hayan quitado importancia a la institución esclavista luego de la década
de 1810. No obstante, la abolición a largo plazo que primó en la mayoría
de las repúblicas de la América continental española contribuyó a que la
esclavitud perviviera hasta mediados de siglo XIX.
La prohibición del tráfico y la ley de libertad de vientres fueron instrumentos ideados por las elites para establecer un proceso gradual de
emancipación. Es posible percibir una fuerte disminución de la población
esclava —así como de origen africano en general— en el período comprendido entre las leyes de libertad de vientres y de abolición, en países
como Colombia, Venezuela o Argentina. Este fenómeno no sólo se vinculó
al nacimiento de los libertos, sino también a la militarización —y consiguiente liberación— de la población negra masculina, a la disminución
demográfica debido a las guerras y las altas tasas de mortalidad, e incluso a
causa de factores insospechados, como el tráfico de esclavos entre los estados.247 El objetivo de las manumisiones militares no sólo fue aumentar los
efectivos, sino que “[...] en algún caso muy explícitamente salvar el equilibrio racial, asegurando que también los negros dieran su cuota de muertos
a la lucha; es el argumento dado alguna vez por Bolívar en favor de la
medida, que encuentra la hostilidad de los dueños de esclavos.”248 Desde el
inicio de la revolución en el Río de la Plata, no sólo disminuyó la población
esclava, sino la de origen africano en general. En 1810, la población negra
de Buenos Aires constituía el 29,5% del total de habitantes, reduciéndose
a 19,5% hacia 1827.249 En forma paralela a la disminución de la población
246 HALPERIN DONGHI, Tulio, Historia contemporánea de América Latina, Buenos Aires, Alianza, 1992, 13ª ed., p. 145.
247 En 1840 Colombia vendió 800 esclavos a Perú. �������
KLEIN, Herbert. Op. cit., p. 160
��������� ���� ������ ��� ������y CLEM�����
ENTI, Hebe. Op. cit., p. 59. 248 HALPERIN DONGHI, Tulio, op. cit., p. 144. 249 ANDREWS, George R., Los afroargentinos, op. cit., pp. 61-64.
132
negra en Buenos Aires, se intentaron otras formas de introducir esclavos,
a través de las acciones de corso contra los navíos brasileños (1826-1828)
o mediante el restablecimiento temporal de la introducción de esclavos de
“servicio” (1831). Para el caso uruguayo, Ana Frega señaló la disminución
de la población esclava de Montevideo desde el 30% de los habitantes,
previo a la revolución, hasta poco menos del 25% hacia 1819. Asimismo, el
índice de masculinidad de la población esclava descendió desde 119 hasta
78 en el mismo período, lo cual probablemente manifiesta el impacto de
la militarización.250
La primera declaración de abolición de la esclavitud en el Nuevo Mundo ocurrió en Haití (1804). Ese fue el único país de América en donde el
movimiento independentista fue también abolicionista, así como motor
de cambios revolucionarios en la estructura social. La siguiente abolición
que afectó grandes poblaciones afrodescendientes ocurrió en las colonias
británicas de América Central y el Caribe (1834). Las primeras repúblicas
hispanoamericanas en abolir la esclavitud fueron Chile (1823), las Provincias Unidas del Centro de América251 (1824) y México (1829), pero allí el
porcentaje de población esclava era pequeño y tenía poca incidencia en el
mercado laboral.252 En regiones en donde la esclavitud conservaba cierta
importancia económica, así como en donde aún vivían gran número de
esclavos, los amos retardaron el proceso de abolición tanto como pudieron.
De este modo, la eliminación de la esclavitud en Argentina, Uruguay, Perú,
Ecuador, Colombia y Venezuela se extendió hasta mediados del siglo XIX.
La situación generada por las guerras civiles en las nuevas repúblicas propició
la finalización de la esclavitud a través de la militarización de los esclavos.
El desarrollo de la abolición fue diferente en Estados Unidos (1863),
Puerto Rico (1873), Cuba (1886) y Brasil (1888). Luego de la guerra civil
norteamericana, cuyo detonante fue la eliminación de la esclavitud, se organizaron movimientos abolicionistas en Brasil y Cuba. Klein señaló que
en las regiones en donde la esclavitud había adquirido un dinamismo e
intensidad mayor, a causa de la economía de plantación y de la inserción
en el mercado mundial: “Los propietarios de esclavos enfrentaron [...] a los
250 FREGA, Ana, op. cit., p. 57. 251 Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
252 ���������
ANDREWS, George R., Afro-Latin
������� ����
America, op. cit. p. 65.
133
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
partidarios de la emancipación; y en cada caso ésta fue ganada sólo gracias
a intervenciones políticas o militares.”253 Asimismo, es posible extender
esa afirmación a gran parte de las repúblicas latinoamericanas, en donde
sólo soluciones políticas determinaron la abolición.
La población de origen africano de los Estados Unidos y la de América
Latina tenían varias diferencias, siendo una de ellas el carácter nativo de
la primera con relación a un origen africano más marcado en la segunda.
En 1808 se prohibió la trata de esclavos en los territorios de la Unión. Desde inicios del siglo XIX la población negra norteamericana creció como
comunidad nativa, mediante el nacimiento de nuevas generaciones de esclavos, hasta la abolición.254 En cambio, en Brasil y Cuba la liquidación de
la trata transatlántica fue tardía, no habiendo trascurrido el nacimiento
de más de una generación hasta la abolición. El caso uruguayo fue extremo, pues a pesar de que la Sala de Representantes de la Provincia Oriental
(1825) y la Asamblea General Constituyente (1830) dispusieron el fin de
la trata, aún arribaban africanos a Montevideo un año antes de la ley de
abolición de 1842.
La “reafricanización” de la población negra en Cuba, Puerto Rico y
Brasil durante la primera mitad del siglo XIX tuvo grandes consecuencias para las sociedades adoptivas. El arribo de numerosos contingentes
de esclavos impulsó la actividad de asociaciones étnicas africanas, de las
cuales existen pocos paralelos en las colonias británicas o en los Estados
Unidos.255 Aunque de origen dieciochesco o incluso anterior, los cabidos
afrocubanos en La Habana, las confrarias de Río de Janeiro, las naciones
africanas de Buenos Aires, y las salas de nación de Montevideo, proliferaron hacia mediados de siglo XIX a partir de la transfusión de nueva sangre
africana. En las regiones que dependían de la economía de plantación,
el arribo de grandes grupos de esclavos, algunos con previa experiencia
militar, renovó los intentos de constituir comunidades independientes de
africanos en el medio rural.
253 �������
KLEIN, Herbert S., op. cit., p. 158.
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254 ��������
GUTMAN, Herbert, The
���������
black family in slavery and freedom 1750-1880, New York, Vintage Books, 1980.
255 ���������
ANDREWS, George R., Afro-Latin
������� ����
America, op. cit., pp. 67-70. Ver también: CHASTEEN, John C., National Rhythms, African roots, Albuquerque, University of New Mexico Press, 2004, pp. 92-95.
134
Otra diferencia vinculada al abolicionismo y a las organizaciones étnicas africanas se constituyó a partir de la modalidad de cristianismo que se
difundió en las sociedades locales. En Estados Unidos hubo grupos religiosos que defendieron posturas en extremo abolicionistas, involucrándose
intensamente en la lucha contra la trata y luego a favor de la abolición.
En América Latina, si bien la Iglesia Católica denunció el tráfico y se
sumó a las acusaciones contra el maltrato, no expuso una vertiente resueltamente abolicionista.256 Por otra parte, en los territorios de la Unión
se organizaron iglesias protestantes africanas administradas por la comunidad negra. En América Latina los afrodescendientes no formaron
una rama separada del catolicismo, pues se mantuvieron en los canales
de participación religiosa impuestos por las jerarquías eclesiásticas y volcaron su participación religiosa a través de las cofradías católicas.257 El
abolicionismo en algunas regiones de América Latina no tuvo ningún
sostén religioso, sino todo lo contrario, pues en ocasiones fue percibido
como representante de una corriente de pensamiento extranjerizante,
anticlerical, y de tendencia liberal anglófila.
3.1. Las voces aisladas (1830 – 1840)
Hay evidencias de la circulación de libros contra la esclavitud —y también a su favor— en las bibliotecas rioplatenses,258 así como de la acción de
algunos operadores del campo cultural durante el período tardocolonial y en
los tiempos de la independencia. No obstante, se desconoce en el Río de la
Plata la existencia de asociaciones abolicionistas. Silvia Mallo señaló que la
prensa porteña prerrevolucionaria tenía cierto tono abolicionista —o al menos contrario a la trata— que allanó el camino de la dirigencia bonaerense
256 Clementi señaló que: “La sordera de la Iglesia ante el problema es realmente patética, aun cuando se inserte en el programa de redención en la otra vida, sobre el que se apoyaría el ‘criterio igualitario postergado’ de la sociedad católica esclavista.” ����������
CLEMENTI, Hebe, ������
op. cit., p. 175.
257� ANDREWS, George R., Los
��������� ������� ����
afroargentinos, op. cit., p. 171.
258 ISOLA, Ema, La esclavitud en el Uruguay de sus comienzos hasta su extinción (1743-1852), Montevideo, Publicaciones de la Comisión de Homenaje del Sesquicentenario de los Hechos Históricos de 1825, 1975, p. 303.
135
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
para proclamar las primeras medidas contra el tráfico.259 Se debe agregar
un factor no menor para evaluar el tono del abolicionismo rioplatense en
la década de 1830: la moda. El reputarse abolicionista en general no pasaba
de ser un acto declarativo, que no generaba acciones particulares, pero que
situaba al declarante en sintonía con la intelectualidad liberal de su tiempo.
La prédica de la generación romántica era abolicionista, pero la misma no
maduró en la generación de asociaciones en pro de la emancipación, no
provocando acciones fuera del campo periodístico. La liquidación del tráfico
de esclavos constituyó un tema importante en la prensa montevideana de la
década de 1830. En cambio, lo relativo a la abolición se mantuvo silenciado.
Sólo algunas voces reclamaron la abolición de la esclavitud antes de 1841.
Antes hemos señalado que La Gaceta Mercantil publicó una carta titulada
“Esclavatura” en 1830, que planteaba el caso de Santiago Casavalle, esclavo de
Pedro Casavalle. El protagonista había luchado en la guerra con Brasil, pero
no poseía los tres años de servicio requeridos para su emancipación. Santiago
prefería “[...] la muerte a la esclavitud, pues en su corazon tenia gravado el
[l]ema de LIBERTAD O MUERTE [...]”260 Se intentó un arreglo entre Santiago y su amo que contemplara la liberación del primero, conviniéndose
que Santiago pagase cuatro pesos mensuales a Pedro Casavalle hasta completar los 200 pesos de su emancipación. Hasta aquí esta exposición constituía sólo la descripción de un caso. Pero el objetivo de la carta se amplió,
proponiendo que ese sistema se aplicara en Uruguay para terminar con la
esclavitud. Dependiendo de la tasación de cada esclavo, éste pagaría por
su liberación a través del establecimiento de un patronato general.
“Si esta medida fuera una leccion no despreciable, el sistema
tendría mas partidarios, sin perjudicarse el Gobierno ni los propietarios. En los Gobiernos civilizados no hay esclavos, ni humanidad aflijida, si la H. A. lejos de prohibir la introducción de ellos,
sancionara una ley para que dentro de 5 o 6 años no existiera
en el Estado esclavo alguno y el que lo pisara siendolo quedara
LIBRE, entre las almas sensibles, tendrian mejor lugar sus indicaciones de filantropia, en convinacion con otras repúblicas.”
259 MALLO, Silvia, “La libertad en el discurso del Estado, de amos y esclavos. 1780-1830.”
Revista de Historia de América, Buenos Aires, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1993, p. 123.
260 La Gaceta Mercantil, Montevideo, Nº 83, 26 de enero de 1830, p. 2, correspondencia. 136
El artículo también señaló la incompatibilidad entre civilidad y esclavitud, que debía ser resuelta por los gobiernos republicanos. La instauración de la soberanía republicana debía en el corto plazo liquidar la esclavitud. Por otra parte, el artículo se insertaba en una discusión más concreta.
En ese mes, la Asamblea General Constituyente decretó la ampliación a
todo el territorio oriental de la ley de libertad de vientres y contra la introducción de esclavos que había declarado la Sala de Representantes de la
Provincia Oriental en 1825, lo cual generó un debate sobre la fijación de
una fecha para el corte del tráfico de esclavos hacia Montevideo. Al día
siguiente de la publicación de este artículo, El Universal lanzó una filípica
contra la crítica de La Gaceta a las medidas de la Asamblea General Constituyente. Los editores de La Gaceta consideraban que se debía fijar como
fecha límite del tráfico y del inicio de la libertad de vientres el 5 de setiembre de 1825.261 En cambio, la Asamblea Constituyente pretendía establecer
el 20 de enero de 1830. La Gaceta replicó a El Universal, señalando que:
“[...] la ley de esclavatura es una de las primeras que se han ocupado todas
las repúblicas nacientes, bien que después advertidos, perjudiciales a los
mismos para quienes se promulgó, han sido corregidos oportunamente.”
El editorial agregó que la emancipación total para ese momento no estaba
en la mente de los autores, sino el establecimiento de un patronato general
que fijara un plazo para la abolición de la esclavitud.
“Nosotros convenimos con las ideas de algunos SS. RR.
sobre que declarada la absoluta abolición de la esclavatura, lejos
de ser útil sería perjudicial a los mismos a cuyo beneficio se
acordaba, pero pudiendo salvarse todo con la declaración de un
patronato racional no alcanzamos la razón porque se demore su
discusión y sanción, que tanto interesa a esta parte de la sociedad, y que ha contribuido con su sangre y padecimientos a la
salvación del país. Continuará.”262
Sin embargo, la discusión no continuó. La importancia de este breve
debate radicó en su existencia, pues el mismo no había salido a la superficie
antes, ni habría de hacerlo de nuevo sino hasta 1841. La Gaceta, aunque
261 El Universal, Montevideo, Nº 183, 27 de enero de 1830, p. 2. 262 La Gaceta Mercantil, Montevideo, Nº 86, 29 de enero 1830, p 2.
137
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
orientada hacia una abolición gradual, establecía la fijación de un horizonte
concreto para terminar con la esclavitud. En aquel momento ese horizonte
no estaba claro ni siquiera en lo concerniente al tráfico de esclavos. Por
último, se señaló la deuda histórica contraída con la población de origen
africano, a partir de su participación en la última guerra de independencia.
En otra ocasión, la prensa estableció que la progresión de leyes contra
la esclavitud constituía un capítulo de la historia de la revolución en el
Río de la Plata. En 1832 El Patriota, del argentino Juan Cruz Varela,263
solicitó al cuerpo legislativo que aplicara una medida similar al Reglamento de la Educación y ejercicio de libertos. En 1813 se había promulgado esa
disposición en Buenos Aires para velar por la educación y el bienestar de
quienes a causa de las leyes patrias nacían libres de madres esclavas. El
autor vinculó el despliegue de las medidas abolicionistas con el avance de
la revolución y de la posterior independencia oriental.
“Cuando la Asamblea General de las Provincias Unidas del
Río de la Plata decretó la libertad de vientres en febrero de 1813,
este país era parte integrante de aquella República, y sujeto por
consiguiente a sus leyes. Posteriormente la desgracia de haber
sucumbido a un yugo extranjero, nos hizo admitir involuntariamente las leyes del vencedor. Mas recuperada, por los esfuerzos del patriotismo, la libertad política, y conquistada la independencia nacional, fue de los primeros cuidados de nuestros
cuerpos legislativos, restablecer en su vigor las leyes antiguas,
aquellas al menos que eran compatibles con nuestra existencia
independiente. La ley de libertad de vientres fue de las primeras
que se sancionó de nuevo, y no era de esperar otra cosa de la
filantropía de los representantes del pueblo oriental.”264
La promulgación de disposiciones que beneficiaran a los afrodescendientes, así como de medidas más eficaces con relación al tráfico y a la
abolición, constituía el camino natural del proceso de emancipación en el
Río de la Plata.265 En cambio, otros consideraron que la causa abolicionista
263 ZINNY, Antonio, Historia…, op. cit., p. 376.
264 El Patriota, Montevideo, Nº 40, 10 de abril de 1832, p. 1.
265 En ese número de El Patriota se publicó un artículo referido al espíritu de asociación, uno de los tópicos por excelencia del liberalismo decimonónico. Entre los ejemplos de 138
formaba parte de cierto radicalismo que podía afectar al orden social. En
1837, El Universal denunció los efectos de la abolición en las colonias británicas de América Central y el Caribe, criticando que el peso financiero
de la operación hubiera caído sobre toda la población libre: “El público
ha de pagar cien millones de pesos por la gratificación de ver establecida
una ley, que ya era casi inevitable a causa de los alborotos causados por los
argumentos anti-esclavizadores, propagados entre los esclavos por medio
de la imprenta y misioneros.”266 La prensa abolicionista y los misioneros
protestantes eran caracterizados como alborotadores que constituían un
peligro para el orden. El artículo también establecía que el único camino
hacia la emancipación general era el gradual, con un sistema de patronato
que prolongara la sujeción sobre los esclavos. La pretendida naturaleza
inmoral de los africanos servía como fundamento a este discurso:
“La emancipación de un solo esclavo puede ser inmediata y
absoluta en una familia o casa; pero la emancipación de todos los
esclavos en un pais debe ser precisamente gradual, para que tanto
los amos como los esclavos tengan amplia oportunidad de prepararse para la mudanza [Esta medida] que consideramos ventajosa
para el esclavo, vendrá a serle inutil, opresiva e injuriosa, si no
se toman las medidas convenientes para educarlo, no solo en la
moral, mas en todo lo conducente para que pueda despues mantenerse por si y a su familia en la vida social e independiente.”
El articulista entendía que la educación moral y material del esclavo
sólo podía realizarse en el marco de un patronato que extendiese, en cierto
modo, los lazos esclavistas. Al final, se expusieron otros argumentos contra
la abolición general: el derecho a la propiedad y el miedo. El terror a vivir
en una sociedad dominada demográficamente por los afrodescendientes,
lo cual evocaba la experiencia haitiana, pudo haber generado inquietud
entre los lectores.
“¿Qué hariais vosotros si no tuvieras mas propiedad que
el beneficio ese dado de unos esclavos que heredasteis? ¿Qué
asociaciones inglesas, se mencionó a: “[...] la Sociedad Africana, que ha roto las cadenas de una parte considerable del género humano y que lucha a brazo partido con los intereses más fuertes, con los gabinetes más poderosos.”
266 El Universal, Montevideo, Nº 2187, 5 de enero de 1837, p. 3.
139
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
pensaríais de una tal medida si estuvierais obligados a residir
entre millares de hombres, de bajos pensamientos por naturaleza, y corrompidos por la costumbre, hechos libres en un día,
sin saber conducirse en el siguiente y abusando de la libertad
probablemente en perjuicio de tercero?”
Esas palabras no eran lanzadas al vacío. En ese mismo año se reglamentó la prohibición constitucional del tráfico de esclavos en Uruguay. El
análisis de la abolición en las colonias británicas comprendía temas caros
para un probable debate local, vinculado a la definición de una abolición
gradual o general y al modo de resarcir a los amos. La prensa capitalina en
ocasiones ofreció perfiles extremadamente negativos del abolicionismo en
el hemisferio norte. El editorialista de El Moderador, luego de transcribir
un extenso artículo sobre los partidarios de la abolición y de la esclavitud
en Estados Unidos, abrió un espacio para su opinión:
“...los abolicionistas inmediatos no perdonan medio alguno
de conseguir sus imprudentes fines. Hacen circular impresos
injuriosos y subversivos: reparten ajentes que sublevan la esclavatura; y cometen cuantas violencias pueden contra los amos de
esclavos; mientras que éstos, organizados también [en] sociedades, les vuelven la hostilidad, persiguiendo de muerte a todos sus
ajentes y cooperadores. Estos son los funestos efectos que produce la contradicción que existe entre los principios políticos y
religiosos de aquella República, y la necesidad de conservar su
esclavatura. Deseamos que estos ejemplos no sean inútiles, y que
los recuerden siempre nuestros hombres de estado.”267
La situación norteamericana de la década de 1830 era descripta como
una guerra civil soterrada en donde la violencia se incrementaba a cada
paso. En ese caso, así como en el anterior, se consideró particularmente
peligrosa la circulación de impresos entre los esclavos.
Por otra parte, algunos letrados afrodescendientes intentaron refutar
los argumentos esclavistas. El licenciado negro Jacinto Ventura de Molina
analizó los fundamentos bíblicos de la esclavitud, sosteniendo que los africanos no descendían de Cam: “[...] los Negros no decienden de Cam ijo de
267 El Moderador, Montevideo, Nº 22, 18 de diciembre de 1835, p. 2.
140
Noe el ultimo: decienden de Sem ijo 2º de aquel Patriarca: Por esa linea
resultan Abraham, Isac, Jacob, Esau de este no trata el Ebangelio y es su
Ermano: quien nego Jamas que en la Particion con Jacob le tocó a Esau el
África [...].” Ciertos patriarcas de la Iglesia habían basado la esclavitud en
el pecado, sin mayores disquisiciones teológicas. Otros concibieron un origen histórico, al enraizar el fundamento de la esclavitud en la maldición
de Noé hacia uno de sus hijos, Cam, cuya descendencia debía convertirse
en sierva de la progenie de sus hermanos. Luego del diluvio Noé distribuyó
los continentes conocidos entre sus tres hijos, Sem (Asia), Jafet (Europa)
y Cam (África). Se atribuyó a los africanos haber sido la descendencia de
Cam, lo cual creaba una génesis bíblica a la dupla negritud-esclavitud.268
El discurso de Molina contra el argumento bíblico legitimante de la esclavitud manifiesta que éste era aún de recibo en la década de 1830.
Molina expuso otros argumentos en un escrito dirigido al Fiscal General Lucas Obes en 1834, incorporando expresiones de Isidoro de Antillón,269 miembro de las Cortes de Cádiz, que imprimió un folleto que
adjuntaba un “[...] Tratado del Consejo de Inglaterra: para abolir el Comercio de Negros Guineos como ympio e ynumano”270 A través de la obra
de Antillón, Molina también citó al Espíritu de las Leyes de Montesquieu:
“El Doctor Dn Icidoro de Antillón expone allí al Doctor Montesquieu en
barios puntos de sus obras de Exposicion de las Leyes en los quales decide
ser ympio el uso de la Esclavitud y concluye Montequieu. Pero cuando
fuere tolerable que pudiera ser bendido un ombre y su muger, podra jamas
onestarse que puede ser esclava su Posteridad”. No se podía tolerar moralmente la esclavitud, pero en caso de permitirse, Molina sostiene que no
se debía consentir la esclavitud hereditaria que sujetaba a los hijos de los
268 GARCÍA AÑOVEROS, Jesús M., El pensamiento y los argumentos sobre la esclavitud en
Europa en el siglo XVI y su aplicación a los indios americanos y a los negros africanos, Madrid, CSIC, 2000, p. 127.
269 Isidoro de Antillón y Marzo (1778-1814). Fue oidor de la Audiencia de Palma y jefe de los liberales mallorquinos. Participó de las Cortes de Cádiz y estando en funciones sufrió
un atentado que causaría su muerte. Escribió obras de astronomía, cartografía, geografía, historia, política y jurisprudencia. Nueva Enciclopedia Sopena, Barcelona, Editorial Ramón Sopena, T. 1, p. 400.
270 Escritos de Jacinto Ventura de Molina...[Nota al Fiscal General Lucas Obes 16 de agosto de 1834] manuscrito. El vocablo “onestarse” proviene de “onecer”, término de Salamanca para “Favorecer”. Ibídem, T. 4, p. 326.
141
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
esclavos a la esclavitud. En esa ocasión, no sólo se evidencia la circulación
de la literatura abolicionista, sino también su utilización para resolver situaciones concretas. Ese manuscrito —firmado por Joaquín Martínez y
Miguel Piñeyro pero escrito por Molina— era una solicitud de autorización para restablecer la sala de nación Congo de Gunga, cuyas reuniones
habían sido prohibidas en mayo de 1833, a causa de haberse descubierto
una conspiración de esclavos y morenos libres.
El estudio de la literatura rioplatense, como mencionamos para el caso
de Acuña de Figueroa, ofrecería una perspectiva más rica sobre el abolicionismo y la percepción de los letrados en torno a la esclavitud y a la
población negra. El examen del contexto intelectual concurrente al proceso de abolición, a partir de la generación de cierta “sensibilidad abolicionista”, también remite a la emergencia del romanticismo en la región. Su
mayor exponente oriental fue Adolfo Berro (1819–1841), cuyos intereses
se orientaban a la temática social y a la simpatía con el exilio porteño.
Formado en Derecho en la Academia de Jurisprudencia, fue asesor del
Defensor de esclavos (1839). Sus obras fueron publicadas en 1842, tras su
inesperado deceso.271 El Nacional publicó en octubre de 1841 una serie de
composiciones en honor a Berro.272 El poeta fue proclamado, prematuramente, primera figura del romanticismo oriental: “...su imagen de genio
malogrado es el atildado constructo de un patriciado que busca su vate, y
el malogrado Berro deviene así el poeta que pudo haber sido.”273 El prólogo
de la edición póstuma, realizado por Andrés Lamas,274 señala un proyecto
de emancipación de esclavos que habría elaborado Berro. El poema El
Esclavo (1839) discurre sobre el inicial esclavizamiento en África, el tráfico y los padecimientos de los africanos en el Nuevo Mundo: “Escucha la
plegaria, / ¡Oh Padre de natura! / Que el llanto y amargura / Eleva el alma
271 Tras su muerte, Berro fue objeto de homenajes por parte de la asociación “Juventud
Oriental”. El acta de esa reunión, incluida en la edición póstuma, tiene tres páginas de rúbricas que reúne a la mayor parte de la juventud patricio-liberal de la ciudad.
272 Se publicaron composiciones de Luis Velasco, José María Castillo, Juana P. Manso, Francisco M. Lebrón, José Rivera Indarte, José Mármol, Francisco Acuña de Figueroa y una con el pseudónimo “H. A.”
273 TRIGO, Abril, “La República de los sentimientos: La sensibilidad romántica al servicio de la imaginación nacional” En: ACHUGAR, Hugo y MORAÑA, Mabel (eds), Uruguay: imaginarios culturales, Montevideo, Trilce, 2000, T. I, p. 151.
274 BERRO, Adolfo. Poesías, Montevideo, Imprenta Nacional, 1842. p. V.
142
a ti. / Destroza con tu soplo, / Que abate las naciones, / Las bárbaras prisiones / Del hombre de color.”275 Según Abril Trigo, “Este antiesclavismo
de índole humanista cristiana, que presumiblemente interpelara fuertemente la conciencia culposa del patriciado montevideano, al ser planteado en términos universales y abstractos, ofrece la ventaja de eludir toda
alusión política.”276 Las referencias de Berro sobre la esclavitud procedían
de la antigüedad clásica o de la Biblia, lo cual también se manifiesta en
otros letrados, pero no de la situación montevideana. Acuña de Figueroa
constituye una de las pocas excepciones a esta regla, pues en algunas de
sus composiciones describió situaciones vividas por la población de origen
africano en Montevideo. Otro tanto se puede decir de Bernardo P. Berro.
No obstante, esta cuestión merece un análisis independiente.
Sólo en forma esporádica se publicaron referencias a la abolición de la
esclavitud durante la década de 1830. La polémica sobre la aplicación de
medidas concretas, con campañas de varios meses en la prensa, recién se
inició en 1841. Al parecer el tema era evitado. Si el consenso en torno al
abolicionismo avanzó durante los años treinta —lo cual parece evidente
al revisar los debates de 1841 y 1842— ese proceso no se plasmó en los
periódicos. No ocurrió lo mismo con la liquidación del tráfico de esclavos,
que concitó alta adhesión, ocupando varias páginas de los periódicos de
la década de 1830. Sin embargo, esa cuestión tenía un fondo político más
redituable, pues las denuncias de irregularidades en torno a la trata fueron
utilizadas desde 1835 como crítica contra la primera presidencia de Fructuoso Rivera.
3.2. Del “armamento de los negros” a la “abolición de la esclavitud”
(1841-1842)
El título de este apartado señala el trayecto de los debates de prensa,
desde enero de 1841 hasta la ley de abolición del 12 diciembre de 1842. Las
discusiones se iniciaron a partir de los planteos de defensa ante una invasión inminente desde la Confederación Argentina, pero paulatinamente
abarcaron aspectos vinculados a la libertad e igualdad. Luego de derro275 Ibídem, p. 12.
276 TRIGO, Abril, op. cit., p. 156.
143
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
tar a las fuerzas del gobierno de Manuel Oribe, Fructuoso Rivera asumió
un mandato provisorio (11/11/1838), siendo luego proclamado formalmente
presidente (01/03/39). Poco después, Rivera declaró la guerra a Juan Manuel
de Rosas (11/03/1839). Un ejército compuesto por fuerzas partidarias de Oribe y pertenecientes a la Confederación Argentina fue derrotado por Rivera
en Cagancha (29/12/1839), tras lo cual los combates se desarrollaron básicamente en territorio argentino. No obstante, la situación en 1841 se presentaba favorable para una nueva incursión de las fuerzas federales en el Estado
Oriental. En enero se difundieron algunas opiniones sobre la emancipación
de los esclavos, tras la publicación en Montevideo del mensaje anual del Gobernador de Buenos Aires: “Rosas anuncia a sus representantes la resolución
a intervenir en los destinos de la República, de restablecer la administración
de Oribe [...]”277 Se planteó, entonces, la necesidad de reforzar la defensa del
Estado Oriental ante una invasión que parecía inmediata.
El Compás, de Bernabé Guerrero Torres, proclamó que el gobierno
debía enrolar a los libertos y a los “colonos” cuyo plazo de patronato hubiese expirado, pero que continuaban sujetos a sus patrones.278 A partir de
denunciar varias irregularidades, tales como la venta de libertos como si
fueran esclavos, el bautismo de libertos orientales en Río Grande como esclavos brasileños y la postergación de la fecha de finalización del “colonato”, Guerrero Torres señaló que “[...] existen hombres de color sumidos en
la esclavitud, estando incluidos en el numero de los Colonos y libertos que
no debieran seguir bajo el patronato o tutela legal.” El autor no proclamó
el avance de la abolición, pues sugirió sacar a los afrodescendientes nominalmente libres de una situación de sojuzgamiento para que sirvieran en
el ejército. Los morenos y pardos que años antes habían sido liberados por
las leyes, debían servir en la defensa del Estado que les había otorgado su
libertad nominal y ahora los sacaba de una indebida esclavitud. En cierto
modo, el servicio militar aparecía como nexo civilizador, que constituía el
vestíbulo desde la esclavitud hacia la vida en libertad.
“El paso de la esclavitud a la libertad, el cambio de estado, se habría preparado bien llamando al servicio de las armas
a cuantos resultasen haber salido del patronato o tutela: a los
277 El Compás, Montevideo, Nº 71, 13 de enero de 1841, p. 1. 278 El Compás, Montevideo, Nº 70, 9 de enero de 1841, pp. 2-3.
144
que la autoridad arrancase de las garras de un codicioso. [...]
El liberto, el colono en quienes los principios, la filosofía y los
poderes, derramaron con superabundancia bienes y libertad,
la gratitud a mas de las obligaciones comunes, le imponen el
deber de retribuir a la sociedad con sus servicios al tamaño inconmensurable de la libertad que le devolverían y la injusticia
estraña que repararan.”
En verdad, el liberto y el colono que habían cumplido con el plazo
de patronato ya habían “pagado su deuda” con la sociedad que los había
emancipado, a través del servicio a su patrono. Era injusto que continuaran bajo el servicio de sus patronos tras haber terminado el patronato,
pero también lo era sujetarlos a un nuevo tipo de tutela al incorporarlos al
ejército. Guerrero Torres señaló que en Maldonado y otros departamentos
había “colonos” próximos a finalizar su patronato y libertos que estarían
a punto de salir de la tutela de sus antiguos amos. De este modo, propuso
al gobierno implantar su enrolamiento, sin menoscabar los derechos de
los patrones y tutores. El editorialista consideró que los derechos de los
“colonos” y libertos no se lesionaban con esa medida. Por último, Guerrero Torres señaló la practicidad de esa propuesta, en oposición a otras
opiniones que parecían “sueños e ilusiones fantásticas”. Se advierte que
la emancipación general de los esclavos debió haber estado presente en el
debate montevideano. Sin embargo, el editorialista no se extendió sobre
esa cuestión pues estaba en franca oposición. Una carta publicada en ese
número planteó una variante a la propuesta anterior, pues sugería enrolar
a los esclavos introducidos ilegalmente al Estado Oriental:
“La cantidad de hombres de color introducida burlando
las leyes, es mas numerosa de lo que comúnmente se imagina:
la campaña y la capital estan cubiertos de esas víctimas infelices de la codicia, de esos instrumentos públicos que acusan la
falta de celo de las autoridades subalternas y de cumplimiento
de las leyes. No habría derecho para que el particular elevase
sus quejas al tribunal de la opinión o ante los administradores
de justicia; porque la ley que violaron no les prestaba su protección, no les favorecía: mas como entre nosotros es tanta y
tan ilimitada la extensión que se da al derecho de propiedad; y
por otra parte la posesion quieta y no interrumpida de hombres
esclavizados contra el mandato espreso de la ley, les ha dado a
145
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
los poseedores titulos semejantes a los de propiedad, ya que la
tolerancia dejo sin efecto el pensamiento de las Cámaras [...].”279
[subrayado A.B.]
El autor se quejó de la extensión otorgada al derecho de propiedad en
desmedro de los africanos esclavizados, así como confirmó la producción
de papelería notarial que regularizaba la adquisición de esclavos recién
llegados de África tras las leyes anti-tráfico. También mencionó dos tipos
de tribunales que dictaminaban sobre esos actos: la opinión y la justicia, manifestando el rol que había adquirido la prensa como ámbito de
discusión política. Su argumento central fue sostener que si el gobierno
podía decomisar “efectos que se introdujeron clandestinamente” al país y
ponerlos al servicio de su defensa, podía hacer lo mismo con los africanos
ilegalmente esclavizados. El impedimento que representaba el derecho de
propiedad fue franqueado con un argumento que habrían de reiterar los
abolicionistas. Si Juan Manuel de Rosas invadía el territorio oriental no
respetaría propiedad alguna a través de la confiscación. En última instancia, la disminución de una parte de la propiedad constituía un mal
menor antes que perderla en toda su extensión. El autor consideró que si
eran respetados los derechos de propiedad en el caso de las introducciones
ilegales, se debía organizar una colecta pública para resarcir a los amos.
La propuesta de “El Patriota” tenía un inconveniente, en ese momento no
enunciado, que radicaba en decidir qué fecha se consideraba válida como
corte para la introducción de esclavos. En ese mes se intentaron introducir
varias decenas de africanos a Montevideo lo cual generó un escándalo. El
gobierno de Rivera decretó el 3 de febrero de 1841 una nueva prohibición
de introducir esclavos, quitando validez a las leyes anteriores.280
El editor de El Compás secundó la nueva propuesta señalando que en
el territorio oriental se habían introducido más esclavos entre 1832 y 1840
que en el período colonial.281 Además consideró beneficioso que el gobierno
279 El Compás, Montevideo, Nº 70, 9 de enero de 1841, p 4, correspondencia “El Patriota”.
280 Este problema habría de presentarse en julio de 1842, cuando se sortearon 300 esclavos para integrar el ejército, debiendo los amos presentar sus títulos de propiedad. En esa ocasión las autoridades tuvieron dificultades para decidir cuál era la fecha legalmente válida de corte de la introducción de esclavos.
281 El Compás, Montevideo, Nº 72, 16 de enero de 1841, pp. 2-3.
146
tomara conocimiento del número de esclavos que vivían en el país, detallando el tiempo de arribo y la validez de las escrituras de propiedad.
Guerrero insistió sobre la retribución a los amos de africanos introducidos
en infracción, que si bien poseían esclavos ilegalmente, parecían quedar
absueltos por esa falta. Con relación al pago a sus amos, sostuvo:
“Defensores celosos de las garantías sociales, habriamos sido
desterrados de filas tan honrosas, si al convenir con el Patriota
en el pensamiento de recoger esclavos que no podían ni debian
serlo legalmente, olvídasenos que habia un derecho que respetar:
valores invertidos para reproducir capitales que por esa operación
iban a perderse para el poseedor de los esclavizados.”
Además, señaló que el gobierno debía rescatar a los esclavos introducidos ilegalmente de modo que no fuera oneroso para los propietarios, ni
imposible de ejecutar para el Estado. Por lo tanto, propuso el rescate de un
número de esclavos para enrolarlos. Otros proyectos más radicales comenzaron a plantear la emancipación de la esclavatura. El diario El Nacional
apoyó la abolición general e inmediata. El primer artículo que expuso una
posición favorable a la emancipación masculina se tituló “Medios de salvar
la República y la causa de la libertad”.282
“Los hombres de color estan mas en aptitud que ningunos
otros para prestar un activo servicio militar. Sus almas estan puras y la corrupción no ha prendido en ellas. Ellos seran valientes
defensores de la libertad, que es el don que mas deben apetecer;
que todos pues empuñen el acero para defenderla. La República
debe declarar que emancipa a todos los esclavos varones, reconociéndose deudora de su precio.”
Se argumentó que la naturaleza “ignorante” del esclavo lo convertía
en un individuo más puro, evocando la figura del “buen salvaje”. Los esclavos emancipados habrían de prestar ardientemente su servicio a la república, pues así defendían su propia libertad. También se consideró que
los esclavos no eran tan numerosos como podría parecer, sugiriéndose que
no sería tan onerosa para el Estado la retribución a los amos. En esa línea,
282 El Nacional, Montevideo, Nº 645, 16 de enero de 1841, p. 2.
147
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
se planteó que los soldados-esclavos cobrarían un sueldo menor que el
resto de la tropa y la diferencia se destinaría a la formación de una caja de
amortización. Ese fondo, que habría de administrarse por una comisión
elegida entre los antiguos amos, se destinaría a resarcirlos. El Nacional
reiteró que los derechos de retribución habrían de garantizarse, lo cual no
ocurriría si Rosas ocupase el territorio oriental. Se consideró que en caso
de urgencia, el interés colectivo debía primar sobre el individual, pero sin
lesionar el derecho a la propiedad. Por otra parte, se desestimó el plan de
El Compás, sobre enrolar a los esclavos introducidos en forma ilegal y a
aquellos cuyos amos no tuvieran títulos de propiedad en regla. El autor lo
consideró impracticable, debido a los recursos judiciales que serían presentados, el tiempo que requeriría dilucidar la legalidad de los títulos, así
como los chismorreos y pujas entre sectores contrarios a la medida, lo cual
retrasaría la operación.
Los planteos de El Nacional no sólo se referían a la guerra, sino que
también preveían la situación de los esclavos emancipados en tiempos de
paz: “Asi lo unico practico es declarar a todos los esclavos libres para ser
soldados de la República; para ser después de la victoria pequeños propietarios, cuando salvada la patria de los que la amenazan pueda premiar con
lotes de sus tierras públicas a sus valientes defensores.” Es probable que
el origen argentino de los redactores haya pesado en este aspecto, pues el
Reglamento de la Educación y ejercicio de libertos de Buenos Aires (1813),
preveía que los libertos luego de su emancipación podían acceder a un
pequeño terreno para explotarlo.283 De este modo, la abolición no estaría
limitada al enrolamiento de los esclavos, sino que se pretendía favorecer
su progreso material.
“Tomando esta medida la Republica tendría un ejército formidable; una gran masa de miserables habitantes se convertiría
en miembros utiles y dichosos; almas condenadas a vivir esclavas podrán alzarse a la altura en que marcha el genero humano; las leyes de la Republica tendran aplicación y este suelo se
verá libre de la esclavitud, de esa lepra con que nos contagia el
Imperio vecino, y que no puede curarse radicalmente sino por
operación absoluta.”
283 RAVIGNANI, Emilio (Selecc. y anot.), Asambleas Constituyentes Argentinas, Tomo I.
1813-1833, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras, 1937, p. 11-13.
148
Luego de la abolición la población de origen africano comenzaría
un camino hacia la igualación con el resto de los habitantes. El progreso
general del país requería la liquidación de la esclavitud. Como resultado,
la abolición habría de constituirse como un logro nacional, que daría
prestigio al país en el ámbito internacional. Incluso se sugirió que la
difusión de la esclavitud, cual enfermedad social, provenía del contagio
desde Brasil.
Desde El Compás, Guerrero Torres planteó la emancipación parcial.
Argumentó que los esclavos participaban intensivamente en la vida productiva. La abolición podía generar la ruina de la agricultura y la industria
local. La necesidad de trabajadores y el elevado costo de la mano de obra,
habían provocado la introducción de africanos esclavizados. Por tanto, la
escasez de mano de obra habría propiciado las violaciones a las medidas
contra el tráfico.284 Guerrero Torres concibió un camino intermedio para
la abolición, emancipando a la mitad o la tercera parte de la esclavatura
masculina. De esta forma conciliaba la defensa armada del país con su
economía. El Estado podría afrontar la retribución a los amos, lo cual sería
imposible de practicarse si la abolición era general.
De este modo, el debate se instauró entre los partidarios de la abolición general y de la parcial. El Compás defendió la segunda opción, sosteniendo que no generaría las dificultades expuestas por El Nacional, pues
el Poder Ejecutivo podría ejecutarla sin necesidad de consultar al cuerpo
legislativo. Asimismo, consideró que los reclamos de los amos infractores
no tendrían espacio de apelación. El redactor de El Compás se cuidó de no
defender la esclavitud al señalar el carácter impracticable —en lo económico— de la emancipación.
“Nadie tanto como nosotros quisiera se extinguiese la esclavitud; pero como no todo lo que se quiere se puede conseguir, comparamos las dificultades practicas, los recursos del
Tesoro nacional, las facultades y las resistencias que producirían ambos pensamientos; y la razón, el bien entendido interés de la sociedad, nos inclinaron a preferir el consejo que
dimos.”285
284 El Compás, Montevideo, Nº 74, 23 de enero de 1841, p. 1.
285 El Compás, Montevideo, Nº 75, 27 de enero de 1841, p. 1.
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Por último, Guerrero Torres consideró que la medida propuesta por
El Nacional era una disposición “a lo Rosas”: autoritaria, sin meditación,
que trastornaría el Estado de Derecho. Durante los tres días que siguieron a ese artículo, El Nacional publicó una fundamentación de la abolición general. En primer lugar, reiteró que la salvaguarda de la propiedad
—y de los derechos individuales— ante la invasión de Rosas, sólo podría
efectuarse con el levantamiento de una defensa eficaz. La emancipación
parcial sería doblemente peligrosa, pues no lograría incorporar suficientes
soldados, y asimismo, a la llegada del ejército de Rosas, él liberaría a los esclavos que quedasen. Además, expuso una lista de dificultades que traería
la emancipación parcial.
“...habrá traspaso de propiedades: fingidas ventas: ocultaciones, infamias que no tendremos el poder de castigar. Los
extranjeros nos fatigaran con su impertinencia y audacia; y
como siempre sucede, les cederemos lo que pidan para no
entrar en disputas peligrosas en nuestra crítica y complicada
situación.”286
En cambio, la abolición general sólo demandaba soluciones simples. El
gobierno debía proclamar una ley que aboliera la esclavitud y que garantizase el derecho de indemnización de los amos y la presentación de los
esclavos ante la autoridad, lo cual debían cumplir los amos si pretendían
obtener su retribución. También se enumeraron los beneficios de la abolición general. En primer lugar, mejoraría la estima internacional sobre el
gobierno de Rivera: “La abolición completa de la esclavatura daría en el
exterior un extraordinario crédito de ilustración y filantropía a la administración del General Rivera.” El gobierno crearía un lazo clientelar con
la población de origen africano: “Una clase numerosísima de la sociedad,
deudora de su justicia del mas grande de los beneficios: de la Libertad: le
sería ciegamente adicta [a Rivera], y se dejaría exterminar antes que ceder
a las hordas de Rosas.” El Nacional argumentó que Rosas había establecido
ese tipo de relación con la población afroporteña, y que debía impedirse
que reiterara esa maniobra en Montevideo. Por último, la abolición general habría de generar efectivos para la infantería y la marina, mientras que
286 El Nacional, Montevideo, Nº 647, 28 de enero de 1841, p. 2.
150
una medida parcial rendiría poco a la defensa. Con relación a la inminente
invasión, se señaló que la abolición general constituiría una medida preventiva, contribuyendo a que Rosas desestimara el ataque.
Nuevamente se mencionó que la abolición debía acompañarse de
medidas de bienestar para los esclavos emancipados, que debían tener la
oportunidad de convertirse en pequeños propietarios: “No basta hacer
soldados a los hombres. Es necesario inspirarles interés en serlo. Trabajar
para que cuando se batan, defiendan una causa que sea la suya. Por eso a
los esclavos emancipados debería ofrecerse después de la guerra, tierras y
medios de cultivarlas: todo lo necesario en fin para ser acomodados labradores.” El soldado-esclavo no sólo pelearía para retribuir su liberación, sino
también para perseguir un futuro status.
En esas líneas también se perciben algunos temas caros para las clases
dirigentes, como el establecimiento de colonias agrícolas, y la necesidad
de proveer al país con una abundante inmigración europea. El Nacional
afirmó que aunque la esclavitud aún era redituable por el costo de la mano
de obra, a largo plazo traería la ruina del país, pues inhibiría la llegada de
europeos. Ningún inmigrante habría de trabajar a la par de los esclavos,
por el desprecio hacia ellos y porque los trabajadores libres no querrían degradarse realizando labores de esclavos.287 Es posible percibir algunos principios sobre el “mejoramiento de las razas americanas” en torno a los cuales se desarrolló la reflexión de los intelectuales argentinos luego de 1852.
Se estimaba que la reforma de las costumbres se aceleraría si la mayoría
de los trabajadores fuesen inmigrantes europeos. La esclavitud alejaba del
trabajo productivo a esos inmigrantes, que en su lugar eran atraídos por el
comercio y la especulación. Ya que no se podía transformar a los esclavos
287 “No ganaran en esta abolición las costumbres nacionales? No se mejorará con ella la clase obrera de nuestro país? La emigración de Canarias y de las provincias Vascas, que traerá la República Oriental a vuelta de pocos años a un admirable estado de prosperidad, que doblará nuestra población: será eventual, seguirá una marcha lentísima, mientras tenga que hombrear[se] con una raza esclava, que envilecerá la clase blanca que se resuelve a desempeñar los oficios que ella desempeña. Nos quejamos a menudo de que los emigrados europeos que vienen a nuestro país, se ocupan poco de labrar la tierra, del pastoreo y de otros afanes directamente productivos, y que apetecen ser vendedores al menudeo, pulperos, mercachifles, que sirven solo para corromper e infundir perniciosas habitudes en los rangos humildes de nuestra sociedad: cuando la causa de esta mala tendencia esta en la esclavitud [...]”. El Nacional, Montevideo, Nº 648, 29 de enero de 1841, p. 2. 151
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
negros en blancos libres —lo cual era la conclusión de este razonamiento— al menos había que convertirlos en hombres libres. Para reforzar
ese argumento, se sostuvo que la inmigración europea no arribaba masivamente a Brasil debido a la proliferación de la esclavitud. También se
señaló que la introducción de esclavos al Uruguay no se detendría sino
hasta la abolición, pues el tráfico en la frontera era imposible de controlar. Se profetizó que en pocos años Uruguay habría de tener el mismo
porcentaje de población negra que Río Grande debido a la introducción
fronteriza: “Levantemos un muro que impida esa funesta importación
[...] opongamos a la esclavitud vecina la libertad de todos los hombres
de cualquiera color, de cualquier clima o nación a que pertenezca: la
libertad es el único dique, la abolición absoluta, que puede detener la
inundación de esclavos africanos.” El autor parece haber querido azuzar
el temor de los habitantes blancos de Montevideo hacia el incremento
de la población negra.
El Nacional también se opuso a la propuesta de Guerrero de reclutar
forzadamente a los libertos. Si los libertos tenían que ser soldados era “[...]
porque todo oriental, todo habitante, está en la obligación de correr a las
armas para salvar la patria: pero que por razon de libertos deban servir,
es una atroz injuria a la dignidad humana.” En su opinión, el Estado no
le cedía u otorgaba el derecho de libertad a los niños nacidos de madres
esclavas, sino que les devolvía un derecho natural que les había quitado el
régimen anterior, la dominación española. La soberanía republicana restablecía el orden natural quebrantado por la tiranía. Al mismo tiempo, se
argumentó que el alistamiento de los esclavos habría de liberar del servicio
a una porción de hombres blancos. Las vacantes producidas por la militarización de los esclavos habrían de ocuparse por quienes fueron dados de
baja, por lo que no se afectaría la economía nacional, haciendo innecesario el enrolamiento de los libertos. Además, El Nacional consideró que los
orientales y extranjeros tenían poco interés en alistarse como voluntarios,
debido a los elevados sueldos que se percibían en el medio local.288 El dinero no podría levantar una defensa contra la invasión rosista. Sólo la
abolición brindaría soldados numerosos y leales.
288 “En este país en que los salarios son tan altos en que hay falta de brazos, muy pocos querrían alistarse en la milicia por interes pecuniario. La mayoría de los que lo hiciesen serían gente inmoral [...]” El Nacional, Montevideo, Nº 649, 30 de enero de 1841, p. 2.
152
“Por el plan sencillo de emancipar los infelices esclavos, se
tendrían batallones que se alimentarían con carne y agua: que
con una gorra, una camiseta, una ancha divisa punzó con el
lema: soldado para ser libre: estarían suficientemente equipados, y prontos para hacer cualquier campaña, para batirse en
la ciudad y fuera de ella, en la Republica y fuera de los límites
de la Republica. Estos incorruptibles soldados serían como ningunos otros leales y patriotas: sordos a otra voz que la del General Rivera, unicamente exterminándolos podrían los rocines
triunfar...”
Se estimaba que los esclavos necesitarían un equipamiento militar
más simple y raciones más baratas que los soldados criollos o europeos.
Se emplearon argumentos discriminatorios para ponderar la utilidad de
los soldados-esclavos, pues resultarían más “económicos” para el Estado.
Asimismo, se proclamó que su instrucción militar podría realizarse en dos
meses por parte de sargentos veteranos o “multitud de jóvenes orientales”
que actuarían como oficiales de la nueva infantería.
El Compás continuó con su prédica a favor de la emancipación parcial,
fundamentándose en consideraciones económicas y financieras, pues las
filosófico-morales parecían inadecuadas.289 El editorialista destacó el papel
de los esclavos en la economía local, señalando las múltiples injusticias
vinculadas al resarcimiento a los amos.
“La mayor parte de los esclavos varones, los vemos consagrados a trabajos útiles, en Saladeros, fabricas de ladrillo, cultura de la tierra y otros ejercicios materiales, productivos para
la industria y en beneficio y sustento de sus poseedores; que
declarada la emancipación en muchos establecimientos sus propietarios suspenderan sus trabajos por falta de brazos; algunas
familias pobres de improviso perderan el recurso de los jornales
que servían a su manutención o subsistencia. Por otra parte,
encontramos que la promesa de pagarlos, si impone una obligación al gobierno, abriendo crédito contra el tesoro nacional,
289 La abolición general era considerada “[...] tan realizable y justa a los ojos de un filósofo como inverosímil a los del economista que calcula la suma de los beneficios de un pensamiento por los frutos que deja a la reproducción de la industria nacional.” El Compás,
Montevideo, Nº 77, 3 de febrero de 1841, p. 3.
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
no por eso repondrá la pérdida real de los particulares, desde el
instante que la emancipación se verifique en la forma propuesta
por un diarista.”
El planteo reducía a los esclavos a cosas, mudando la naturaleza de
la discusión. No se consideraba tanto la justicia o injusticia de la abolición como los desarreglos económicos que causaría a los amos y a la
producción. El Compás propuso en razón de equidad —y también de pago
efectivo a los amos— que primero se realizara una colecta pública, siendo
el aporte de cada contribuyente proporcional a su riqueza. Ese dinero se
destinaría al rescate de los esclavos. De este modo, no se hacía un daño especial a los amos de esclavos —no sujetándolos a letras del Estado a pagar
quién sabe cuándo— y la imposición en dinero recaía con cierta equidad
sobre la población libre. Los partidarios de la emancipación parcial desecharon la idea de sólo enrolar a los esclavos introducidos en infracción,
para considerar el establecimiento de un rescate de esclavos sustentado en
una colecta pública: “Nos ha parecido mas previsora esta frase [Rescate
de Esclavos]: menos espuesta a inconvenientes en su realización. Debemos
sustituir con ella la halagüeña de EMANCIPACIÓN tan repetida en estos
últimas días en los diarios de la Capital.”290 La frase devela que el tema de
la abolición había ganado a la prensa montevideana, lo cual, no obstante,
habría de generar algunos efectos negativos para los esclavos. El Constitucional —redactado por Isidoro de María— denunció que algunos “rocines”
del bando blanco que aún vivían en Montevideo, estaban vendiendo sus
esclavos a los extranjeros para evitar su rescate por el ejército. El diarista
propuso que el gobierno anulara esas enajenaciones e investigara las ventas de esclavos “...desde que se agita la cuestion de la emancipación.”291
La difusión adquirida por el tema, así como la virtual inexistencia de un
bando que defendiera netamente la continuidad de la esclavitud, pudieron
haber inquietado a los amos. Tal vez los propietarios ensayaron estrategias
para librarse de sus esclavos —aún a buen precio— cuando éstos adquirieron la calificación de “bienes pasibles de confiscación” a partir de 1841.
Isidoro de María también abogó por la emancipación de los esclavos, sin
pronunciarse por la opción general o parcial. Sostuvo que si la abolición
290 El Compás, Montevideo, Nº 82, 20 de febrero de 1841, p. 1.
291 El Constitucional, Montevideo, Nº 607, 10 de febrero de 1841, p. 2. 154
no ocurría, cuando Rosas dominase Montevideo liberaría a los esclavos y
se serviría de ellos para vigilar y controlar a los antiguos amos:
“[...] la autoridad nacional debe romper sus cadenas en nombre de la humanidad y civilización del pueblo oriental, haciendo
buenos ciudadanos y guerreros esforzados, de esos esclavos a
quien la enorme torpeza de sus amos reserva para Rosas, es decir para que algun dia se conviertan en terror de las familias y
señores de los bienes de los malvados que ahora los esconden y
los consagran a las maz horca.”
El texto manifiesta que el temor a la inversión del orden social también constituyó un argumento a favor de la emancipación. Se advirtió que
la población negra de Buenos Aires vigilaba a las familias de la “gente
decente”, incluso integrando la Mazorca, la policía secreta rosista. Esto
habría de reproducirse en Montevideo si la ciudad sucumbía a las tropas
de la Confederación. Se advierte que el debate abolicionista se había desarrollado muy próximo al período del “terror rosista” luego de 1838.
Los diaristas que impulsaban la emancipación parcial fueron los únicos que en la prensa se oponían a la abolición general. El Compás sostuvo
que la “emancipación” no constituía una novedad, sino que había sido
impulsada sin éxito desde hacía siglos en los países del “mundo civilizado”.
Asimismo, se preguntó si el Estado Oriental podría disponer la emancipación de sus esclavos cuando las naciones más poderosas del orbe aún debatían ese tema.292 Luego de plantear el plano filosófico-político, situando
a la emancipación general como una tarea imposible de realizar para los
orientales, estableció la discusión en el plano económico, en los perjuicios
materiales que la abolición causaría. De este modo, enumeró nuevamente
la participación de los esclavos en los distintos rubros de la producción.
El redactor consideró que había demasiados asuntos de política práctica
en juego y quienes defendían la emancipación general no conocían estas cuestiones. La razón de Estado se empleó como argumento contra la
abolición, siendo la misma menospreciada como una creación ilusoria de
una afiebrada mente poética. Se consideró que la “inspiración política” de
los abolicionistas carecía de originalidad, pues era copia de las fórmulas
292 El Compás, Montevideo, Nº 82, 20 de febrero de 1841, p. 1.
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
europeas contra la esclavitud, sin aportar nuevos elementos de juicio para
aplicar esa política al Estado Oriental. A la palabra “emancipación” Guerrero Torres opuso “rescate”, sosteniendo que esa medida sería más ajustada a la situación del país. Por lo tanto, propuso la creación de un impuesto
sobre la tierra a través del cual se recaudarían los fondos para el rescate
de esclavos. Esa propuesta le ahorraría al Estado pagar la libertad de los
esclavos que no podían incorporarse al ejército por ser ancianos, jóvenes o
enfermos, quienes continuarían en régimen de esclavitud. Tampoco se escribió palabra alguna sobre la liberación de las mujeres. Las ventajas para
los amos y el gobierno radicaban en que no se perjudicaría a la producción
pues no habría carencia de brazos, las familias conservarían parte de sus
esclavos, y los amos afectados recibirían una retribución a partir del nuevo
impuesto. La propuesta de emancipación parcial, si bien no se fundamentaba en argumentos esclavistas, se orientaba a perpetuar la esclavitud.
En varios momentos de febrero de 1841 se publicaron noticias sobre la
situación de los esclavos, en vistas de lo que aparecía como una próxima
abolición. El gobierno dio algunas señales a favor de la emancipación. A inicios de ese mes el Presidente Rivera liberó a sus esclavos para incorporarlos
al ejército, lo cual fue exaltado por la prensa capitalina.293 El Nacional señaló
que Rivera había previsto una contribución para sus antiguos esclavos, que
les sería entregada al terminar la guerra. Se proclamó su generosidad para
con ellos, al otorgarles la libertad y un apoyo económico. El Nacional había
solicitado al gobierno ese auxilio para todos los esclavos liberados e incorporados al ejército. A fines de febrero los impulsores de la emancipación general plantearon que mientras se estudiaban las disposiciones abolicionistas,
se renovase “una saludable práctica de nuestra revolución contra España”, la
cual se vinculaba al ejercicio militar de los esclavos.
“[...] los esclavos que se enrolen en un cuerpo especial, cuya
sola obligación sea asistir a una hora de cada Domingo a ejercitarse en las evoluciones mas sencillas de la milicia, para que en
293 “El desprendimiento con que el presidente Rivera ha dado libertad a todos sus esclavos, poniéndolos a disposición del gobierno para que sean soldados del ejercito; el premio que sobre su fortuna les ha señalado para después de concluida la guerra; demuestran bien la facilidad con que el ilustre campeon de la independencia nacional, comprende y
resuelva las grandes cuestiones vitales para su país.” El Nacional, Montevideo, Nº 634, 6 de febrero de 1841, p. 2.
156
un caso de apuro sea[n] armado[s] en defensa de la república.
En esto nada pierden los amos: el esclavo gana en moralidad:
el Estado en fuerza y conocimiento de la calidad y número de
activos brazos de que pueden disponer.” 294
Según el diarista, esa medida también beneficiaría a los amos, pues los
esclavos serían disciplinados a través de los ejercicios de infantería. Con
relación a las irregularidades en torno al comercio de esclavos, El Nacional
vaticinó —acertadamente— que: “Se está preparando para lo futuro inmensos materiales de corrupción para la buena fe de este vecindario y de
escandalosos e interminables litigios.”295 Ante la perspectiva de una futura
emancipación, los especuladores comenzaron a movilizarse para aprovechar esa circunstancia. Se encomendó al gobierno extremar la vigilancia
sobre los asuntos de amos y esclavos.
En enero y febrero de 1841 se difundieron los primeros debates sobre
la abolición, iniciándose la polémica en el campo periodístico. El tema
reapareció en noviembre de ese año, cuando el gobierno dispuso el levantamiento de un padrón de esclavos, libertos y colonos del sexo masculino
en la capital. Se pretendía evaluar la fuerza que se podía levantar a partir de la emancipación de los esclavos. Asimismo, un listado de ese tipo
constituía el paso previo para el rescate de un número de esclavos, lo cual
habría de efectuarse en julio de 1842. El Compás denunció el ocultamiento de morenos libres que eran anotados en el padrón como esclavos para
evitar su enrolamiento.296 El número de libertos habría disminuido sospechosamente desde el inicio del empadronamiento, pues varias familias que
tenían libertos bajo su tutela, los habrían declarado como esclavos para
conservarlos a su servicio.297
El redactor de El Nacional confió en el celo de los empadronadores, recomendando al gobierno “aterrar” con severas penas a los evasores.298 Ese
periódico intentó instalar el clima de fervor patriótico de los tiempos de la
294 El Nacional, Montevideo, Nº 666, 29 de febrero de 1841, p. 2.
295 Ibíd.
296 El Compás, Montevideo, Nº 150, 10 de noviembre de 1841, p. 4.
297 El Compás, Montevideo, Nº 151, 13 noviembre de 1841, pp. 2-3.
298 El Nacional, Montevideo, Nº 873, 4 de noviembre de 1841, p. 3.
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
independencia, pero sumándole una impronta civilizadora, pues el rosismo
era caracterizado por su “barbarie”. Para el exilio porteño en Montevideo,
Rosas era sinónimo de esclavitud y despotismo. Por lo tanto, la abolición
en Uruguay era una acción doblemente liberadora, pues se emancipaba a
los esclavos para derrocar al “tirano de Buenos Aires”. Durante la revolución los esclavos habían asociado la libertad política con su propia situación, intentando beneficiarse de la crisis para emanciparse. Esa asociación
entre libertad política y personal se reiteró en la coyuntura de 1841, pero
integrando el discurso de algunos letrados, en este caso los exiliados porteños. En tanto se representó al rosismo como una tiranía esclavizante,
los argumentos confluían en la abolición de la esclavitud y en la oposición
armada a la tiranía.
Aparte de alguna solicitud aislada para un rescate de esclavos luego
de la realización del padrón,299 la polémica sobre la emancipación resurgió
en mayo de 1842. Un largo editorial de El Nacional se dedicó a enunciar
los beneficios y desventajas de la emancipación.300 Luego de resaltar la
importancia de la infantería, el diarista enumeró las dificultades de alistar como infantes a emigrados europeos, que requerían ropa, variedad
de alimentos y una paga atractiva. Además carecían de patriotismo y no
conocían el idioma ni las costumbres del país. En cambio, los “infantes
negros” eran “mas baratos, mas cómodos, más seguros, mas entusiastas,
mas nacionales”. El fragmento reproduce los beneficios comparativos de
“nuestros negros”:
“Debe pagárseles un sueldo, pero será tan reducido como
lo exigen las circunstancias. Con unos pantalones, un par de
zapatos, una camiseta y una gorra, estarán completamente uniformados: comeran un pedazo de carne a la par que nuestros
demás soldados y no exigiran como los europeos pan, vino y
legumbres. Instruidos más o menos en el idioma del país, y sus
costumbres, cualquier oficial de infantería podría dirigirlos [...]
Acostumbrados los negros a la obediencia, tienen la disciplina
en el corazon, y no tienen ese espiritu independiente e inquieto
que se nota en los cuerpos de hombres que aprenden la obediencia a la par que el manejo de fusil. Los negros son, pues, mas
299 El Compás, Montevideo, Nº 181, 26 de febrero de 1842, pp. 3-4.
300 El Nacional, Montevideo, Nº 1035, 24 de mayo de 1842, p. 2.
158
comodos para su organización que los europeos blancos. Seran
tanto o más valientes que ellos, porque son tan robustos como
ellos, y por que estan animados del entusiasmo de la libertad de
que aquellos carecen. Trabajan por afianzar su libertad: saben
que el enemigo si los vence los volverá amarrar la cadena de la
esclavitud [...] Son, en fin, mas nacionales: saben que han de vivir y morir en esta tierra, no suspiran por otra allende de el mar,
tienen aquí sus mugeres y sus hijos; una carrera abierta a las riquezas y honores militares, [...] estan instruidos mas o menos en
nuestras cuestiones políticas, conocen a sus gefes y sus pechos
vibran como los otros ijos del pais. Con el amor nacional, son
en una palabra Orientales: pelean por causa propia y son mas
seguros que los que combaten por paga.”
Los requerimientos de los soldados-esclavos serían muy pocos y su
entusiasmo ilimitado. Consideraciones discriminatorias —como las vinculadas a su “natural” obediencia y sumisión— así como nacionalistas,
alimentaban el discurso abolicionista. La militarización de los negros,
que se había producido desde la revolución, era otro punto a favor de la
emancipación, pues los esclavos requerirían poco tiempo de instrucción:
“Nuestros negros, que casi todos han servido en la milicia, o que estan familiarizados con el espectaculo de ejercicios militares, que son inteligentes
y atentos, adquirirían en cincuenta dias de ejercicio tesonero esa instrucción [...]” Además había una diferencia vinculada al mundo del trabajo
entre los emigrados blancos y los negros esclavos. Los primeros trabajaban
motivados por su interés de lucro individual, por lo que pelearían con
desgano en las tropas nacionales. En cambio, los segundos trabajaban con
desgano para sus amos, pero lucharían en forma entusiasta por asegurar su
libertad y su bienestar futuro. Se agregó que El Nacional hacía ocho meses
había impulsado el “armamento de los negros”, tiempo en el cual podría
haberse instruido en las armas a los esclavos emancipados. También se
advirtió el carácter excepcional de la medida, afirmando que era propia
de tiempos de revolución. La crisis sólo podía resolverse a partir de disposiciones extraordinarias. Se sumaron otros argumentos sobre la esclavitud
como lepra de la humanidad y de la producción industrial. El editorialista
sostuvo que el problema de la esclavitud y el abolicionismo en Uruguay no
tenía la misma gravedad que en Brasil, mencionando múltiples diferencias
entre ambos países en lo concerniente a esos temas:
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
“Aquí no se puede defender la esclavitud por ninguno de
los argumentos que en el Brasil. No por la legislación, porque la
nuestra proscribe la esclavitud. No por las costumbres, porque
la nuestra no se aviene con tan barbaro sistema. No por el clima, que demanda para el cultivo del terreno el sacrificio de una
raza infeliz; porque nuestro clima es templado y hermoso, y una
de las condiciones para asegurarse una larga vida es trabajar en
el campo. La esclavitud había muerto de hecho y de derecho
entre nosotros, y la codicia la ha hecho renacer con mengua de
la dignidad y del interés nacional.”
Se afirmó que las bases para la extinción de la esclavitud se habían establecido a partir de la soberanía republicana. El “carácter nacional” constituido por el clima y el suelo local, las costumbres hispánicas y el legado
de la revolución, era substancialmente opuesto a la esclavitud. También
se mencionaron los vejámenes que la marina inglesa hacía a los barcos
de las naciones en donde persistía la esclavitud, así como los obstáculos a
la inmigración europea hacia esos países. Este fue el primer editorial que
mencionó a las esclavas, a partir de establecer un sistema de patronato que
fijara un plazo para su liberación: “Libertar a los varones sin pensar en las
mugeres sería un contra sentido.” Sobre los extranjeros, se sostuvo que el
gobierno les debía impedir sacar sus esclavos del país y que tras establecerse la emancipación, les debía pagar en metálico por la exacción.
Por último, se explicaron las cuestiones financieras de la operación.
Se convocó al comercio de la capital para apoyar la medida, que serviría
para defender sus propiedades de la campaña. El sistema de retribución
previsto estaba basado en boletos admisibles en pago de impuestos u otro
tipo de documento de pago a plazo. Se afirmó que toda la operación no
costaría demasiado al tesoro nacional, pues sólo se pagaría por los esclavos legítimamente introducidos, debiendo los amos presentar los títulos
de propiedad. No se pagaría por los esclavos ilegalmente traídos al país.
Como medidas excepcionales se planteó rematar la mitad de las rentas de
aduana, para que la tesorería percibiera el monto en efectivo de las contribuciones y establecer un impuesto sobre quienes no hubiesen entregado
ningún esclavo.
Hacia fines de mayo, El Nacional estableció someramente el peso de
los bandos que debatían en torno a la emancipación: “Pocos son los que
160
no convienen en la necesidad de armar los esclavos emancipándolos con
este objeto: pero en lo que hay diverjencia es sobre si esta emancipacion
ha de ser de la totalidad de los esclavos que existen o solamente de una
parte de ellos.”301 La existencia de un bando que se resistía a la abolición es
evidente, pues ésta sólo se declaró tras la aplastante derrota de Rivera en
Arroyo Grande (06/12/1842). Si bien durante dos años el tema fue objeto
de debate, sólo cuando se tuvo absoluta certeza de la invasión se procedió
a la abolición.
El Nacional refutó los tres principales argumentos que se blandían contra la emancipación general. Primero, se decía que la abolición liberaría
a una cifra mucho mayor de hombres que los necesarios para el combate.
Por el contrario, El Nacional sostuvo que se necesitaban 10.000 efectivos
para defensa y la emancipación general otorgaría 6.000. Segundo, se sostuvo que no todos los esclavos eran aptos para la guerra. Ante eso se concibió que los “inútiles para las armas” se destinaran a los talleres militares,
lo cual efectivamente habría de practicarse al momento de la abolición. En
tercer lugar, se argumentó que la medida iba a paralizar la actividad agropecuaria, ante lo cual el editorialista preguntó: “¿Pero cuando invada Oribe podrán trabajar esos establecimientos de campo?” Por otra parte, el país
habría de progresar al sustituir el trabajo esclavo por la mano de obra libre,
que habría de “uniformizar la condición de los trabajadores”. También se
hicieron varias objeciones a la emancipación parcial, afirmándose que no
había suficientes funcionarios para realizarla, así como que tan delicada
disposición no podría confiarse a empleados subalternos, abriéndose una
vía para la corrupción.
En los últimos días de mayo, El Nacional denunció —en tono de
autocrítica— la relación clientelar entre Rosas y la población negra de
Buenos Aires. El diarista meditó sobre la actitud de los sectores letrados
porteños hacia la esclavitud, concluyendo que de haberse abolido antes
del ascenso de Rosas, el Restaurador no hubiera “seducido” a los morenos
y pardos, ni alcanzado el poder absoluto. Los afroporteños con sobrado
derecho preferían a Rosas antes que al bando de la “civilización y progreso”, que si bien proclamaba la libertad, los continuaba sumiendo en la
esclavitud. Para el autor, el Estado Oriental vivía una situación análoga.
301 El Nacional, Montevideo, Nº 1038, 28 de mayo de 1842, p. 2.
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
Una clase ilustrada gobernaba —resistiendo la amenaza de Rosas— pero
no se arriesgaba a liquidar la esclavitud, con lo cual hacía peligrar su seguridad y cometía una injusticia contra la población esclavizada.302 La amarga reflexión del exilio argentino se reflejó en esas líneas, que provenían
del sentido de fracaso dejado por el gobierno rivadaviano, antecesor del
rosismo. Se criticó a la administración de Rivadavia por no haber logrado
una articulación satisfactoria de las clases dirigentes, como también por
haber fracasado en la sujeción de los sectores populares. Ese gobierno, que
ostentaba un progresismo ilustrado, no había dispuesto ninguna medida
para terminar con la esclavitud, lo cual hubiera quitado a Rosas el apoyo
de la población negra. Los argentinos de El Nacional percibieron que una
situación similar se establecía en el Estado Oriental, en donde se discutía,
ahora sí, la abolición de la esclavitud. La emancipación de los esclavos
generaría una deuda de fidelidad entre la población negra y el bando que
los había liberado, los colorados:
“La emancipacion es reclamada por los colorados netos.
Ellos conocen su importancia y por eso la piden: conocen que
solo con sancionarla se va alcanzar victoria. Ella nos ganará
enteramente a la gente de color: las interesaremos en nuestra
causa, y este será un nuevo elemento de orden y un escollo para
los conspiradores”
302 “Que [hubiera sucedido si quienes] han precedido a Rosas, hubieran proclamado la libertad de los hombres de color, y los hubieran atraido a su causa de civilización, haciendoles participar de los beneficios de la civilización; hoy no estuviera Rosas en el poder: no tendría partidarios en las gentes de color. [...] Las gentes de color que le deben la libertad, aun que interesada, creen todas estas cosas: porque menos les repugna las contradicciones de Rosas, que esas en que incurren los que han inscripto en su bandera civilización y progreso
y que dejan estacionaria la esclavitud, dictando leyes protectores del siervo, que nunca se cumplen y que al reconocer y proclamar la iniquidad de la esclavitud, consagrándola, no disminuyen su crueldad y la hacen ademas irrisoria. ¿Qué diríamos de un país que proclamase la libertad y los derechos del hombre, y que condenase a una parte de sus habitantes a ser de otros, a trabajar para otros: a vivir para otros: que ordenase que los hijos no fuesen de sus padres, aunque estos fuesen libres, y como tales pudiesen ser electores y elegibles para los primeros destinos de la Republica, sino que fuesen de un extraño, que con el título de patrono tuviese el derecho de servirse de ellos y venderlos como caballos, por un precio en dinero, pretestando que no los vende sino que vende el patronato: como si este no arrastrara a la persona, que diriamos de semejante país? Pues ese pais es el nuestro, esas leyes brutales existen en el y esos tiranos usurpadores somos cada uno de nosotros. [...] al sancionar la abolición de la esclavitud, nos lavamos de tanto pecado, nos emancipamos de tanta sinrazón.” El Nacional, Montevideo, 31 de mayo de 1842, p. 2. 162
La abolición también se erigía como un tema de Estado pues aceleraría el proceso inmigratorio. El enrolamiento de la inmigración europea
perjudicaría los intereses del país, ya que “[...] se hará entender en Europa,
que los emigrados directa o indirectamente estan obligados a batirse en
nuestras cuestiones internas, esto enfriará el deseo de emigrar y dara pie
para que los que tienen alli intereses en impedir la emigracion, en mantener a los habitantes clavados sobre un suelo ingrato saquen un gran partido [...]” Alistar a los europeos aunque fuera a costa de sueldos gravosos,
era perjudicial a largo plazo, pues quitaría impulso a la inmigración. Ese
editorial también se detuvo en cuestiones prácticas vinculadas a la abolición, las que despertaban las mayores resistencias de sus detractores. Se
sostuvo que sólo se debía ser pagado en el acto el valor de los esclavos de
los extranjeros, las viudas y los pobres, siendo acreditada la deuda por los
demás esclavos, que sería pagadera con descuentos en las contribuciones
y derechos de aduana. También se estableció que los esclavos debían ser
clasificados en tres franjas según aptitud y tasación, con lo cual se evitaría
que el erario público pagara más por esclavos no aptos para las armas.
Tal vez la propuesta de financiamiento más original fue la de solicitar un
crédito en Inglaterra, en donde el movimiento abolicionista había generado sociedades que apoyaban la lucha contra el tráfico y la esclavitud. El
gobierno británico estaba embarcado en una campaña similar, de ribetes
militares. Por tanto, facilitaría la concesión del empréstito. Esa deuda sería
pagable fácilmente, pues la paz y el bienestar generados por la abolición,
incrementarían la producción y el comercio local. Luego de desarrollar argumentos económicos, se reiteraron al final los de carácter filosófico-político, resaltando los honores que descenderían sobre Rivera y su gobierno a
causa de la abolición, entendiéndose la misma como un signo de progreso
para la humanidad:
“Cuanto credo no dará al país la abolición de la esclavitud.
Que gloria no cabrá al general Rivera y sus ministros por haber
llevado a cabo esta exigencia sagrada de humanidad y civilizacion! Cuantas bendiciones no decenderan sobre sus cabezas bienhechoras! El general Rivera que ha merecido ya el titulo de Libertador de su pais, tendría ademas el de amigo de la humanidad.”
Este editorial fue uno de los primeros que tuvieron el título “Abolición de la esclavitud”. Hasta ese momento los artículos se encabezaban:
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
“Rescate de esclavos”, “Armamento de los negros” o “Emancipación”. En
su número siguiente, El Nacional publicó una carta con el título “Abolición de la esclavitud en el Estado Oriental”.303 El autor se interrogaba
sobre la legitimidad de la abolición: “¿Será permitido restituir al negro
la libertad que le corresponde como hombre, y que viene de Dios, para
conseguir la libertad de la patria, tan santa como la libertad del hombre?”
En su argumento, se articulaban los derechos del hombre, sobre cierta
base religiosa, con la defensa armada. También sostuvo que la situación
apremiante de país no era original, pues durante el período revolucionario
se habían practicado manumisiones parciales de esclavos para alistarlos.
El autor expuso que así había obrado Rosas, reeditando acciones de San
Martín, Belgrano y Bolívar. Si la abolición no la ejecutaba el gobierno
de Rivera, la habría de efectuar Rosas tras la invasión. En esa dirección,
sugirió confiscar los esclavos de quienes pertenecieran al bando de Oribe
y aún permanecían en Montevideo, pues no se podía dejar recursos en manos del enemigo. Se concebía que los esclavos eran un “artículo de guerra”,
que como los caballos, el ganado o la pólvora, no podía dejarse al alcance
del bando contrario.
Además, refutó otro argumento de quienes se oponían a la abolición,
que era negar la voluntad de los esclavos de alistarse: “Objetan los enemigos de la medida que para ser soldado, el negro prefiere ser esclavo. Mentira: la libertad puede ser una palabra, una quimera, pero no hay negro
esclavo que no dé sus ahorros de 20 años por conseguir esa quimera, y
poder decir –yo soy igual a todo hombre.” De nuevo emergió un discurso
vinculado a la libertad y los derechos del hombre, el cual sin embargo fue
situado en el texto después de otro que reducía a los esclavos a “cosas”,
pasibles de ser enajenadas por el gobierno. También se estableció que los
esclavos no aptos para la guerra continuarían sujetos a sus amos, lo cual
ocurrió tras la abolición. Es posible que se intentase aquietar el ánimo de
los amos, pues si los no aptos para la guerra (esclavas incluidas) quedaban
a su servicio, la abolición no les era tan “onerosa” en el corto plazo.
El Nacional había señalado que la abolición debía ser ejecutada “revolucionariamente” y “de frente” pues percibía que la situación era crítica.
Ante esto, el autor aclaró que el término no se vinculaba a la ilegalidad:
303 El Nacional, Montevideo, 1º de junio de 1842, pp. 2-3.
164
“Revolucionariamente, si, pero en el sentido que la medida es tomada a
favor de la revolución. Por lo demas, en esto no se quiere decir anticonstitucionalmente. Yo estoy con los amigos de la Constitucion y de las formas, porque la medida esta al alcance de la Constitución.” De este modo,
citó el artículo 144 de la Constitución, que confería al Estado la capacidad
de enajenar los bienes de particulares en caso de crisis. Nuevamente se
vislumbra una paradoja del discurso abolicionista. Si bien se invocaba la
común pertenencia de todos los seres humanos a la Humanidad, debiendo
gozar todos de los derechos inherentes al hombre, se continuaba entendiendo a los esclavos como “objetos” que podían ser enajenados por el
Estado. Paradójicamente, situar a los esclavos como “cosas” también se
empleó como argumento para la abolición. Por último, el autor apeló al
miedo a la inversión del orden social, citando la situación de Buenos Aires,
en donde los antiguos esclavos integraban ostensiblemente los aparatos de
control político del rosismo: “...Conservamos nuestros esclavos, para que
mañana sean nuestros amos...”. Otros partidarios de la abolición también
recurrieron al temor, pero subrayando las violaciones contra la vida, propiedad y libertad que traería aparejada la invasión de Oribe.304
Hacia mediados de junio El Constitucional se pronunció en contra de
la abolición general e impulsó la emancipación de un número de esclavos.
Al parecer, los sectores más próximos al gobierno optaron por medidas
parciales, lo cual se manifestó en el rescate de 300 esclavos en julio de ese
año. Se conocen los principales puntos de la prédica anti-abolicionista a
través de la crítica que hizo de ellos El Nacional.305 El discurso de El Constitucional fue así resumido: “1º El servicio doméstico se compromete con la
abolición absoluta. 2º Ella importará sumas ingentes que el Erario no podrá pagar. 3º Bastan cuatro mil infantes para hacer frente a los invasores.
4º El país no está maduro para la emancipación absoluta.”306 El editorialista denunció la mezquindad de quienes se cuidaban de continuar bien
servidos en sus casas antes que defender al país. Asimismo, reiteró que no
todos los esclavos se integrarían al ejército, quedando algunos al servicio
304 El Nacional, Montevideo, 3 de junio de 1842, p. 2.
305 Los ejemplares de El Constitucional del período 31/07/1841-01/08/1842 no se encuentran en la Biblioteca Nacional, no hallándose en otro repositorio uruguayo. Algo similar ocurre con los ejemplares de El Compás correspondientes al segundo tercio de 1842.
306 El Nacional, Montevideo, 14 de junio de 1842, p. 2.
165
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
de los amos. A partir de ese argumento, resultó original haber opuesto la
presunta eficacia del servicio doméstico libre ante la desobediencia e ineptitud de la servidumbre esclava. El diarista terminó por admitir la validez
de la resistencia esclava ante sus amos, pues esta prerrogativa se inscribía
entre los derechos del hombre:
“En Europa una sola persona, o cuando más dos, hacen
perfectamente el servicio domestico de una gran casa de familia y aquí y aun mas en el Brasil donde abundan los esclavos,
cualquier familia de mediana comodidad tienen una docena de
esclavos y esta pésimamente servida a pesar de que el latigo y
la palmeta estan siempre enarboladas. Porque el hombre que no
recibe recompensa, para hacerlo trabajar es preciso azotarlo, y en
este ultimo caso, aunque oprimido por una fuerza invencible, defiende su usurpada libertad como puede, no combate pero opone
la fuerza de inercia, hace maña gana tiempo, busca reposo, trabaja lo menos que puede: ultimos arbitrios de una santa resistencia
que una sociedad tiránica castiga como delitos: Y suele llamarse
bondad la del esclavo que por un fenómeno de degradación o
de martir resignación, trabaja como si fuera libre. Para nosotros
semejante conducta no es sino una abdicación del deber de resistencia que tiene todo hombre privado de su libertad.”
La resistencia ante la opresión y la tiranía —tanto personal como política— constituía uno de los derechos del hombre. Esa lógica se aplicó a
las relaciones entre los patrones y el servicio doméstico, cuyo vínculo no
debía regularse mediante relaciones esclavistas.
El Nacional reiteró las soluciones propuestas desde 1841 para resolver
las limitantes económicas de la abolición. En esa ocasión también objetó
la propuesta de una emancipación parcial, pero con cifras más afinadas.
El Constitucional sugería liberar 4000 hombres. Se respondió que la cifra
constituía las 2/3 partes de la población esclava, según estimaciones. Resultaba improcedente liberar 2/3 de la población esclava cuando se podía
emancipar a todos y así atraer a la población negra a la causa del gobierno.
Se sostuvo que en caso de aplicar la emancipación parcial el interés personal reinaría y causaría estragos. El Nacional dedicado mayor espacio
de respuesta a fundamentar la madurez del país para adoptar la abolición. Se subrayó la participación de los esclavos en la emancipación de
todo el continente:
166
A los negros emancipados se debe la Independencia Americana. Las juntas de Buenos Ayres emanciparon millares de
negros que enviaron al Peru y las crestas y las pendientes de sus
montañas aun blanquean con sus huesos, pues casi todos ellos
cayeron gloriosamente peleando por la libertad. ¿Quién decidió
la batalla del Cerrito, a la que dejara su libertad este Estado
sino los infantes negros? [...] ¿Como hizo soldados Bolivar sino
aboliendo la esclavitud en Colombia, empezando por los de su
casa, a los que en numero de seiscientos dio la libertad?
El autor advirtió la pertinencia de la abolición en el proceso revolucionario y reiteró la oposición entre el trabajo libre y el esclavo, asumiendo
que la economía local podía ser provista por brazos libres y que la esclavitud impedía el incremento de la inmigración europea. El editorialista también se nutrió de la bibliografía anglosajona, citando algunos fragmentos
de Emancipation in the west Indies A six months tour in Antigua, Barbadoes,
and Jamaica in the year 1837 by Jas A. Theme and J. Horace Kimball para
apaciguar los miedos a la abolición. El temor —convocado por los esclavistas— emergía al señalar que una vez liberados, los esclavos desatarían
su venganza contra la población blanca. Ante eso, el redactor mencionó
algunos aspectos de la abolición en el Caribe inglés. Si las diferencias numéricas entre el Caribe y el Uruguay en cuanto al porcentaje de esclavos
no serenaban a los lectores, también se apelaba a que la población negra
oriental era más ilustrada que su similar caribeña. Los extractos citados
contribuían a afirmar, a través de la experiencia, lo que se mantenía en el
terreno de la especulación. La conclusión —que exaltaba la educación de
la población negra local— desestimaba la emergencia de una insurrección
tras la abolición.
La emancipación de los esclavos también constituía una solución a
largo plazo para el país, previéndose que no pasarían cincuenta años antes
de que la esclavitud fuera extirpada del planeta. Ese horizonte, que en ese
momento se percibía incierto, tendría su capítulo oriental. El Nacional
especuló que el sur del continente habría de irradiar la abolición hacia el
norte del continente:
El pais esta maduro para la emancipacion: porque sino
emancipamos nuestros esclavos, nos han de forzar a emanciparlos: todas las sociedades civilizadas se estan coligando para
167
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
estirpar este gran pecado. Antes de cincuenta años no habrá un
solo esclavo en el mundo! La cruzada contra los tiranos de una
raza humana, marcha gradualmente, ganando las posiciones
mas faciles para trepar a las mas dificiles: empezará por nosotros para clavar al fin su bandera libertadora en el Brasil, en la
Habana y en los Estados Norte Americanos del Sud.307
El desembozado optimismo y la mirada cosmopolita manifiesta que
la reflexión abolicionista rioplatense no se redujo a proclamar el “armamento de los negros”, sino que se articuló a ciertas especulaciones sobre
el mejoramiento de la condición humana. Algunos teóricos de la idea del
progreso consideraron que la Humanidad adelantaba a través de épocas y
civilizaciones, asumiendo el progreso cierta direccionalidad, de sur a norte
y de este a oeste. Desde las antiguas civilizaciones egipcias y mesopotámicas, pasando por Grecia y Roma, hasta llegar a la Época Moderna, en
donde Europa septentrional paulatinamente había alcanzado la hegemonía. El editorial de El Nacional consideraba que el progreso de la abolición
en América tendría una trayectoria similar, desde Montevideo, pasando
por Río de Janeiro, La Habana, hasta llegar al sur de los Estados Unidos.
Algunos abolicionistas concibieron que la emancipación de los esclavos
constituía un capítulo que evidenciaba el sentido oculto de la historia de
la Humanidad. El Nacional publicó una extensa carta de El Libertador en
junio de 1842.308 Luego de repasar el derrotero de la guerra contra Rosas
y de analizar las operaciones bélicas en las provincias argentinas, este articulista sostuvo que: “En la cuestion actual de los negros depende todo.
Su peso es decisivo en el éxito de la gran lucha que se prepara.” También
desplegó el más original y complejo discurso sobre la abolición publicado
por la prensa montevideana.
“Digan y piensen lo que quiera sobre este grande hecho [la
abolición] los blancos y colorados: ambos son impotentes para
detener el carro revolucionario. Desgraciados los que quieran
pararlo en sus progresos de emancipacion, porque serán estrellados y molidos bajo sus ruedas. La libertad de los negros es una
cosa ya resuelta por el fatalismo revolucionario, es un hecho que
307 El Nacional, Montevideo, 14 de junio de 1842, p. 2. 308 El Nacional, Montevideo, Nº 1055, 17 de junio de 1842, pp. 2-3.
168
va a cumplirse dentro de poco, no por voluntad del Presidente
Rivera, ni por Rosas u Oribe, sino por la voluntad de una cosa
cien veces superior a la voluntad de los hombres, de sus pasiones
y mezquindades, superior a los intereses de los partidos, superior
a todo porque todo lo domina en el orden social, y todo, hombres, pasiones y partidos le sirven de instrumentos, y este hecho
cuya voluntad es ciegamente cumplida, que hoy se nos presenta
como la necesidad de la revolucion, es la ley eterna, ascendente
y siempre victoriosa de la igualdad. Se engañan miserablemente
los que creen que la libertad de los esclavos depende de tal o
cual hombre, de tal o cual Ministro, de este o aquel cuerpo Legislativo [...] ella depende unicamente de la fuerza irresistible de
los principios de la revolución Americana y de esa idea constante y suprema de emancipacion y progreso, que la sociedad moderna ve y vera triunfar por todas partes bajo formas diferentes
y con medios y en epocas distintas. Esta idea inmensa depositaria del triunfo de las clases populares a la sombra de la igualdad entre los hombres, dotada de un poder providencial, que la
lleva al través de las revoluciones de que se vale, es la que va
a romper con mano irresistible la cadena de nuestros esclavos,
a despecho del egoismo individual y de la incapacidad política,
de los que no vean en los grandes hechos providenciales, sino
accidentes tan pequeños y menguados como su inteligencia. Se
acabaron los esclavos! La abolición esta ya resuelta: solo falta
un paso para que sea solemnemente decretada en nombre de la
revolución. Si los amigos de la libertad no quieren rendirle este
servicio, ella lo recibirá de sus enemigos, porque unos y otros le
sirven para el cumplimiento de sus grandes progresos. El grande
hecho que ya no habrá mas esclavos en la República. Los hombres no son sino agentes, medios, instrumentos para que esto se
cumpla.” [subrayado A.B.]
Un sector de los letrados concibió la abolición como otro capítulo de
la historia entendida como el proceso de emancipación del hombre en el
sentido de la filosofía de la historia decimonónica. El devenir se movilizaba sobre un providencialismo o predeterminismo —según se colocara el
acento en la Providencia o la Razón— en el cual el hombre era un medio
para la realización de una idea. De este modo, los hombres no conocían
la historia que protagonizaban, pues una “mano invisible” impulsaba sus
acciones. Se proyectaba un progreso ascendente y lineal, que se desplegaba
169
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
en diferentes etapas. Utilizar un vehículo de trasporte para “materializar”
la biografía de una idea, mediante el “carro revolucionario”, constituía
un dispositivo generalizado en la novela del siglo XIX.309 Se empleaban
ese tipo de alegorías para hacer visible entidades ideales —la Nación o
la Libertad— que discurrían desde el pasado hacia el futuro. Pocos intelectuales rioplatenses podían haber articulado esta reflexión de matriz
historicista. Menos aún podían haberle dado cierto tono igualitarista. Este
texto también manifiesta cierto sentido americanista, pues allí se consideró que la igualdad progresaba en las revoluciones del Nuevo Mundo. Es
posible que el autor hubiese intentado conciliar los principios de igualdad
reclamados por algunos sectores revolucionarios con las nuevas especulaciones filosófico-históricas europeas.
El autor también mencionó que los hombres de Estado debían salir al
cruce de las oportunidades históricas que se les presentaban. Si el gobierno colorado no emprendía la abolición sería barrido por el ejército de Rosas, quien liquidaría la esclavitud. El Libertador también se extendió sobre
otras cuestiones vinculadas a la abolición. Esa operación era indispensable
para asegurar la afluencia de créditos al país. La estabilidad haría posible
dinamizar la economía y concretar empréstitos en el extranjero. “Así pues
para tener dinero es necesario tener dinero, es necesario tener soldados,
es necesario presentar garantias de victoria. Sin esto no habrá nada y quedaran esteriles los mas hermosos planes de Hacienda.” Sólo el crecimiento
económico, tras la pacificación, aseguraría la afluencia de capitales.
Una nueva etapa del debate se inició tras la publicación en El Nacional
de un proyecto de abolición a mediados de junio.310 Los editorialistas de
ese diario descartaron ese plan por proponer una emancipación parcial
(con patronato y pupilaje) y una mecánica de aplicación compleja. Cabe
preguntarse si los suscriptores del proyecto, Los enemigos de la esclavitud,
pueden ser considerados como una sociedad abolicionista, pero no hay
más evidencias de su actividad que el artículo publicado. Si bien algunos
individuos pudieron haber agitado a la opinión pocos meses antes de la
abolición, no es posible emplear el rótulo de asociación abolicionista, pues
309 Ver ANDERSON, Benedict, Comunidades Imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la
difusión del nacionalismo, México, FCE, 1991, pp. 283-286.
310 El Nacional, Montevideo, Nº 1057, 20 de junio de 1842, pp. 2-3, correspondencia “Los enemigos de la esclavitud”. 170
éstas se caracterizaban por levantar suscripciones, llevar a cabo planes de
acción y poseer cierto peso político. El proyecto publicado constaba de una
introducción de diez párrafos, un cuerpo de veinticinco artículos y un decreto reglamentario de trece artículos. Los diez asertos de la introducción
pueden ser resumidos en el primero, que sostiene: “... que la existencia de
la esclavitud en la República es una violacion cruel a las leyes sagradas de
la naturaleza y un profano abandono del espíritu de la Religion Santa que
profesamos.” También se establecía que la esclavitud era opuesta al régimen
republicano y a los intereses políticos, económicos y morales del país.
Además de declarar abolida la esclavitud, el proyecto fijaba una compensación para los amos. Los esclavos debían comprometerse a trabajar
para solventar los gastos generados por la retribución a los amos, y asimismo, participar en la defensa del país. Una parte de la esclavatura quedaría
reservada para el ejército, mientras que el resto sería puesto bajo el patronato de una Sociedad Central de Emancipación de Esclavos. Esa asociación,
cuya creación había sido propuesta en uno de los debates de 1841, estaría integrada por los antiguos amos. La administración del patronato de
los esclavos no útiles para el ejército y la vigilancia sobre la retribución a
los amos serían sus objetivos. La duración del patronato para cada esclavo oscilaría entre los cuatro y seis años, según su edad. Las esclavas que
finalizasen el plazo del patronato pero que tuviesen menos de 25 años,
continuarían siendo pupilas hasta alcanzar esa edad, salvo algunas excepciones. Los esclavos que fuesen incorporados al ejército una vez terminada
la guerra serían asignados a la Sociedad de Emancipación, rebajándoles el
plazo de patronato de acuerdo a los años de servicio militar. No tendrían
derecho de retribución los amos de esclavos introducidos tras 1825, con
la excepción de quienes arribaron a Colonia o Montevideo hasta el 4 de
octubre de 1828.311 A los amos se les entregarían boletos a modo de documento de crédito contra la Sociedad de Emancipación, que tendrían un
interés anual. El proyecto y su decreto reglamentario preveían la creación
de comisiones departamentales para clasificar a los esclavos y evaluar la
retribución a los amos. Se liberaba al Estado de financiar la abolición, lo
cual recaía sobre los esclavos, quienes a partir de su trabajo generarían
311 El autor del proyecto desconocía la resolución de la Asamblea General Constituyente, que determinaba que el 20 de enero de 1830 era la fecha de corte para el tráfico de esclavos hacia Montevideo y Colonia.
171
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
los recursos necesarios, siendo el proceso fiscalizado por la Sociedad de
Emancipación. La cuestión económica generaba los mayores inconvenientes para la causa abolicionista, al punto que este proyecto concebía que los
propios esclavos pagasen por su liberación, tanto al servicio de las armas
como al de sus nuevos patrones.
La polémica continuó hacia fines de junio, cuando El Constitucional
objetó en tres números el proyecto publicado en El Nacional y la postura
de ese periódico sobre la abolición general.312 El Constitucional afirmó que
la abolición era un tema delicado, que no debía ser tratado a la ligera por
la prensa, alegándose que sólo las autoridades podían estudiar las modalidades de emancipación. El Nacional fue acusado de perturbar el orden
social, al excitar a los esclavos con sus discursos. Ante esto, El Nacional
contestó que: “No es cierto que nuestros escritos puedan despertar en los
esclavos el sentimiento de sus derechos. Embrutecidos por la esclavitud,
nuestras discusiones politicas pasan muy alto por sobre sus cabezas, y si tocan sus oidos, son como los ecos de un idioma misterioso.” Es posible que
el editorialista pretendiese exorcizar el temor a una revuelta de esclavos.
De todos modos, aprovechó la ocasión para reorientar el miedo hacia la
inversión del orden social:
Otra clase de agitacion ha podido conmover las fibras de
su corazon [el de los esclavos] amortecido: –la que producen
las promesas de los agentes de Rosas y Oribe, que les cuentan
que en Buenos Aires hay una vasta empalizada que se llama
Campamento de los Santos Lugares; y que allí el esclavo y la
esclava que llegan son libres, visten armas y pasan de servir a
ser servidas por prisioneros blancos.
Se agregó una referencia a la experiencia de un tal Víctor Barrant [sic]
en Santos Lugares: “Por muchos dias el y sus compañeros, pertenecientes
a las primeras familias argentinas, estuvieron sirviendo de criados a las
negras del campamento.” La inversión social sólo podía ser conjurada si
el gobierno colorado declaraba la abolición antes de la invasión de Rosas.
Se reiteró que la emancipación general era una cuestión de hecho y que
el gobierno debía adelantarse a Rosas. También se vaticinó que antes de
312 El Nacional, Montevideo, Nº 1060, 23 de junio de 1842, pp. 2-3.
172
que terminase el año se efectuaría la emancipación general, ya fuera por
los colorados o por Rosas. El diarista consideró que se debía aprovechar el
invierno de 1842 para entrenar a los esclavos emancipados, pues la invasión no habría de ocurrir en esa estación debido a la crecida del Río Negro.
Además se expusieron argumentos vinculados a las contradicciones entre
el régimen republicano y la esclavitud:
La esclavitud tiende naturalmente a destruir todo sentimiento de justicia y equidad. Subleva el animo con orgullo; enseña el hábito de mirar a nuestros semejantes con menosprecio
colocándolos en la linea de perros o seres malignos, y que nos
imaginamos seres de mas alta dignidad e importancia a quienes
todo es debido. Ella destierra la idea y hace incapaz al animo
para la practica de la justicia universal. Si me he acostumbrado
a vivir todos los dias a costa de los hombres de color, sin pagarles ninguna compensación, ni considerarme su deudor, no
creeré sea un gran crimen vivir a costa de los hombres blancos.
Si me he acostumbrado a pensar que un hombre de color ha
sido hecho para mi, no sera dificil se me ocurra que tambien lo
ha sido el hombre blanco.
Esta cita de Henri Gregoire se adjuntó a algunas frases de abolicionistas norteamericanos e ingleses.313 Por otra parte, la emancipación se
vinculaba a la historia de la revolución en el Río de la Plata. Sin embargo,
aunque los revolucionarios de 1810 habían sostenido que en veinte años
se extinguiría la esclavitud, la misma había persistido gracias a medidas
parciales, como el patronato y el pupilaje. El autor denunció la iniquidad
de sujetar a los “menores de color”, quienes no obstante haber sido liberados por las leyes patrias, continuaban bajo el control de sus antiguos amos.
Los gobiernos republicanos habrían generado condiciones propicias para
el nacimiento de nuevas “generaciones serviles”, de las cuales se estaba
valiendo la tiranía de Rosas. Según esta opinión, una población ignorante le
hacía el juego a un gobierno despótico. También se afirmó que la liquidación
313 Henri Gregoire (1750-1831) sacerdote y político francés, presidió la Asamblea Constituyente de la Convención durante el período revolucionario. La instrucción pública fue objeto de la mayor parte de su producción literaria. Es posible mencionar citas de John Brown, abolicionista norteamericano nacido en 1800 y ejecutado en 1859 por comandar acciones armadas del abolicionismo en los estados sureños. 173
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
de la esclavitud contribuiría a disminuir la cifra de crímenes, asociándose
pobreza, negritud y criminalidad: “[La abolición] aseguraría nuestro orden domestico, agotando el germen de los crimenes, de los robos y de los
asesinatos: la esclavitud.” El patronato sobre las mujeres fue igualmente
criticado, vinculándolo a la prostitución. En síntesis, se consideró que el
patronato era un sistema perverso que sólo servía para prolongar el servicio de los hijos de los esclavos, agotando a hombres y mujeres en sus años
de formación. El patrono recargaba con tareas a los menores antes de que
salieran de su sujeción, impidiendo su desarrollo como ciudadanos. Los
patronos también podían vender el derecho de patronato, comerciando
seres libres como esclavos. Frente a este abanico de situaciones el editorialista preguntó: “¿Puede un país mantener instituciones democráticas a la
par de esas leyes verdaderamente salvajes?” Además señaló la faz positiva
de Rosas, al haber liberado a quienes estaban sujetos a la servidumbre y el
pupilaje. Paradójicamente, Rosas también se constituía como difusor de la
libertad entre la población de origen africano, puesto que autoridades que
se autodenominaban liberales había fallado en ello. De nuevo se advierten
rastros del fracaso de los grupos letrados de Buenos Aires, en pos de hacerse con el apoyo de los sectores populares.
El sentido de frustración de los ideales republicanos emergió en otros
fragmentos. El Nacional señaló, criticando a Isidoro de María, que: “El
Constitucional llama a los esclavos y pupilos la pleve de este pais y tiene
mucha razon. En el pais de la democracia una ley absurda, una costumbre
codiciosa, han creado una aristocracia y una pleve, que repugnan a nuestros
habitos y que son el material de la anarquia y de la opresión.”314 Los principios constitucionales declaraban a todos hombres iguales ante la ley, pero
las autoridades estuvieron omisas ante la reactivación del tráfico esclavista,
abriendo una oportunidad para el enriquecimiento de unos y el esclavizamiento de otros. Por otra parte, el argumento económico se centró en las intenciones de saqueo de Rosas hacia el Estado Oriental. De este modo, valía
la pena detener la actividad de los saladeros por un mes o dejar a la “gente
decente” sin servidumbre, pues así lo requería el destino del país.
El gobierno se orientó inicialmente hacia la emancipación parcial.
El 21 de julio 1842 decretó la leva de 1000 esclavos, colonos y libertos,
estableciendo que serían sorteados 300 para enrolarlos de inmediato.
314 El Nacional, Montevideo, Nº 1060, 23 de junio de 1842, pp. 2-3.
174
El Constitucional elogió que se evitara la abolición, pero sin recurrir a argumentos esclavistas.
Celebramos sinceramente que la abolicion de la esclavatura
no haya sido total, porque siempre creimos que una medida de
tal naturaleza, habria encontrado muchas dificultades que vencer
para llevarla a cabo. Y no decimos esto, porque gustemos que el
hombre viva esclavo, como siervo de los demas, por que haya nacido en otro clima, y tenga un color distinto al nuestro, sino porque nuestras necesidades ni nuestras costumbres, no permitian
aun que se consumase la completa libertad de los esclavos.”315
Nuevamente se esgrimía la preservación del orden social y la defensa
de la propiedad. Según el editorialista, la abolición era un tema de futuro.
También estimó que la emancipación parcial conciliaba el interés público
y el privado, pues se prometía la retribución a los amos en cinco meses y se
otorgaba la libertad a un número de esclavos a cambio de cuatro años en
el ejército. El Constitucional dedicó mayor espacio de análisis a la situación
de los amos, señalando las situaciones en que aparecieran —según el diarista— despojados arbitrariamente de su propiedad.316
En esos días comenzó a ventilarse la evasión que realizaron algunos
amos brasileños a las medidas del sorteo. Mientras que El Constitucional
no daba crédito a los rumores, El Nacional denunció que algunos saladeristas brasileños habían embarcado sus esclavos en buques de guerra del
Imperio, la noche posterior al sorteo.317 El Nacional sostuvo que “...todos
estos disgustos y otros que se han de sucitar de medidas parciales de abolición, no tendrían lugar de adoptarse la gran medida humanitaria de la
abolición de la esclavitud.” También señaló que la evasión podría haberse
efectuado antes —de modo legal— pues desde 1841 la abolición había
tomado estado público. El Nacional difundió las circulares del Ministerio de
Relaciones Exteriores en donde el gobierno comunicaba a los representantes
de los países extranjeros que advirtieran a sus compatriotas sobre las
intenciones de confiscación del gobierno en caso de guerra. Se había
315 El Constitucional, Montevideo, Nº 1031, 23 de julio de 1842, p. 3. 316 El Constitucional, Montevideo, Nº 1038, 1 de agosto de 1842, p. 3. 317 El Nacional, Montevideo, 13 de agosto de 1842, pp. 2-3. 175
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
recomendado en dos ocasiones a los extranjeros sacar sus esclavos fuera del
país.318 La última advertencia había llegado a los consulados a fines de mayo
de 1842. Por otra parte, El Nacional criticó a las autoridades brasileñas, solicitando una reparación.
La anuencia de las autoridades navales brasileñas, que dejaron a algunos amos embarcar a sus esclavos, fue igualmente denunciada. Se señaló
que en otras ocasiones esas autoridades habían servido a la libertad, al
auxiliar a los opositores del rosismo a escapar de Buenos Aires. Sin embargo, las naves brasileñas servían ahora como asilo de la esclavitud. Una
respuesta fue publicada a los pocos días, la cual señaló la protección de
la armada brasileña, que en el Río de la Plata “...principalmente desde
1838 para acá, presta[ba] muchos servicios a la humanidad, sin temor de
comprometerse, tomándose de tierra a su bordo y de bordo para tierra algunas personas comprometidas...”.319 Con esto se aludía a la huida del exilio anti-rosista de Buenos Aires, particularmente al inicio del “terror” en
1838. Esa situación era más evidente cuando los redactores de El Nacional
constituían, tal vez, el núcleo de mayor visibilidad entre los argentinos de
Montevideo. La polémica alcanzó a la prensa de Río de Janeiro. El Nacional reprodujo un texto del Diario do Rio de Janeiro que criticó el proceder
del gobierno oriental sobre la libertad de los esclavos, así como al diario
que impulsaba la abolición: El Nacional.320
3.3. La ley de abolición de 1842: del discurso a la acción
Luego del sorteo de julio, y salvo algunas menciones, la cuestión de la
emancipación reapareció en la prensa tras la proclama de la ley de abolición del 12 de diciembre. El Nacional hizo la crónica de esa jornada en
su ejemplar del día siguiente.321 La Asamblea General había recibido el
mensaje del Ejecutivo sobre la derrota de Rivera en Arroyo Grande. Ante
ese panorama, el Ejecutivo proponía completar la nómina de enrolamiento
318 El Nacional, Montevideo, 17 de agosto de 1842, p. 2.
319 El Nacional, Montevideo, Nº 1105, 19 de agosto de 1842, p. 2. correspondencia “Un brasilero”. 320 El Nacional, Montevideo, 10 de octubre de 1842, p. 2. citando al Diario do Rio de Janeiro.
321 El Nacional, Montevideo, Nº 1200, 13 de diciembre de 1842, p. 2. 176
de 1000 esclavos, libertos y colonos. La propuesta fue desestimada por
la Asamblea, sustituyéndola por la abolición.322 La premura con que se
dispuso la medida se aprecia, entre otros factores, por el hecho de que
no fue discutida. El diputado Joaquín de la Sagra justificó la ausencia de
debate en que: “La Honorable Asamblea acaba de pronunciarse declarando sancionado el proyecto y dictamen por aclamación; y después de una
demostración tan unánime, tan espontánea, parece que la discusión puede suprimirse.”323 El proyecto fue aclamado por los presentes, lo cual fue
señalado por El Nacional como signo de aprobación. Asimismo, vinculó la
abolición al proceso emancipador iniciado por la Revolución de Mayo: “Y
como ponderar debidamente la magnifica ley que quiebra las cadenas de
la esclavitud en esta capital? Que completa el gran pensamiento de Mayo,
que realiza los votos ardientes de las naciones civilizadas para la abolicion
del trafico de carne humana!”324
El panegírico de El Nacional continuó por varios números, pues desde
el 13 al 21 de diciembre publicó editoriales diarios sobre la abolición. Uno
de los más extensos fue dirigido a los “Hombres de color”. En este caso, el
autor concibió a la población negra como lectora o escucha de su prédica.
A pesar de que el redactor había considerado pocos meses atrás que sus
palabras eran “ecos de un idioma misterioso” para los esclavos, en ese
momento escribió “para ellos” con el mismo léxico con el cual se dirigía a
la opinión pública. ¿Es que los esclavos una vez liberados se transformaban en parte de la opinión pública, convirtiéndose de masa en pueblo? Al
parecer eso se pretendía representar. El Nacional condenó el pupilaje o patronato al cual se sometía a las mujeres, a los no aptos para la guerra y a los
menores de edad. Se recomendó a los antiguos esclavos que fueran bravos
en el campo de batalla y obedientes a sus superiores, ya que la estima que
generarían impulsaría la liberación del patronato del resto de los esclavos
emancipados.325 Asimismo, El Nacional reiteró que los antiguos esclavos
habrían de transformarse en pobladores laboriosos de la campaña. El
322 Para un análisis de la ley ver: BORUCKI, Alex; CHAGAS, Karla y STALLA, Natalia, op cit, p. 44.
323 Actas de la Honorable Asamblea General de la República Oriental del Uruguay, op. cit. T. I, p. 119.
324 El Nacional, Montevideo, Nº 1200, 13 de diciembre de 1842, p. 2.
325 El Nacional, Montevideo, Nº 1201, 14 de diciembre de 1842, p. 2.
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
artículo enumeraba los factores positivos que los esclavos-soldados habrían
de hallar en el ejército, animándolos para que se alistaran si aún no lo
habían hecho. El portar las armas de la República les brindaría honores,
los llenaría de riquezas, así como en cierta forma, los igualaría al resto de
la población:
[...] cada golpe profundo que abra el corazon de un defensor
de Rosas os recomendará a la patria: y los hechos famosos con
que os distingais en esta campaña haran llover sobre vosotros
galones, charreteras y riquezas. [...] Por unos pocos meses sereis
soldados. ¿pero quienes de los que han nacido en esta República
no lo serán? Blancos, cobrizos, rubios, negros, todos se mezclaran de grado o por fuerza en una misma falanje para salvar la
Independencia Nacional. [...] Y no es mejor tener en las manos
un fusil que no una escoba? No es preferible estar en un batallon por unos pocos meses, que arrastrarse toda la vida como
gusanos tras de otros hombres y por ellos ser vendidos cambiados y azotados como caballos?
En última instancia, el artículo enfrentaba las penurias del servicio
militar —el cual se decía que iba a durar unos meses cuando en verdad
se prolongó por nueve años— a la esclavitud. Se señaló que de obtener
Rosas la victoria, degollaría a los colorados que abolieron la esclavitud,
devolvería a los soldados a su condición de esclavos y los enviaría a Brasil,
en donde los esclavos eran tratados peor que los animales. El editorial
también señaló que debía azotarse a los “negros gallinas” que no quisieran
integrar el ejército, por desagradecidos. En otros números se advirtió que
los nuevos derechos traían aparejados sacrificios y trabajos. Por tanto, el
servicio militar era la contrapartida por el disfrute de la libertad. Además,
la gratitud de los antiguos esclavos tenía destinatarios forzosos, estableciéndose un lazo de fidelidad entre la población negra y el caudillo Fructuoso Rivera:
...todo negro y hombre de color es amigo del general Rivera que constantemente ha sido el amigo de los pobres y de los
hombres de color, que les ha dado la libertad [...] todo negro y
hombre de color se unirá al general Rivera que nunca los ha
despreciado por su color, y que los ha elevado a los puestos mas
altos de la milicia según ha sido su merito.
178
De nuevo se señaló que gracias a Rivera y a los colorados, los afrodescendientes podrían ascender socialmente —a través de la militarización— en forma concurrente a sus talentos y virtudes. También se manifiesta que negritud y pobreza se amalgamaban en el discurso que enaltecía
a Rivera como líder popular.
El editorial del día 15 denunció las vías de evasión, en especial la ocultación de esclavos por parte de los amos. Allí se señaló no sólo la multa de
50 pesos contra los ocultadores, sino la incorporación forzada del denunciado a los batallones de esclavos. También se advierte cierta alusión a la
inversión social. El antiguo amo podía convertirse en subordinado de su
ex-esclavo, ya que “[...] probable es que el denunciante sea cabo o sargento,
y el denunciado su soldado.”326 Asimismo, se advirtió que el objetivo de los
ocultadores era vender a los recién emancipados en Brasil, condenándolos
a la esclavitud perpetua. Incluso habría de solicitarse el auxilio de la marina británica para impedir la extracción de esclavos emancipados hacia
Brasil, equiparando esta vía de evasión con la trata africana. Una nota
publicada en El Constitucional fue dirigida al cónsul inglés. Luego de haber
mencionado el embarque de varios esclavos por parte de sus amos tras la
abolición, estableció que: “El Gobierno de esta República tiene firmado un
tratado con la Inglaterra, con la Reyna de V. Sr. Consul, sobre la abolicion
de esclavos: a V. pues a mi juicio, toca el hacer desembarcar todos esos
seres que arrastrados por el egoismo, van a sufrir el castigo de los enemigos
de la Humanidad.”327 No obstante, la marina inglesa no impidió las operaciones de traslado de esclavos hacia Brasil.
El Nacional recomendó a la Comisión Clasificadora de esclavos aflojar
los criterios de selección en lo referido a la minoría de edad: “La comisión debe recordar que los muchachos de 7 a 13 años sirven para tambores, pitos y clarines, de que hay una gran falta en el ejército y que con
los de 13 hasta 16 años se harán excelentes cazadores.”328 De este modo,
se pretendía incluir a los niños afrodescendientes en el enrolamiento, al
menos como músicos. Se señaló que la Comisión sólo debía devolver a
los antiguos amos los esclavos muy ancianos o casi imposibilitados para
movilizarse. Por otra parte, se denunciaron las principales modalidades
326 El Nacional, Montevideo, Nº 1202, 15 de diciembre de 1842, p. 2.
327 El Constitucional, Montevideo, Nº 1149, 14 de diciembre de 1842, p. 3.
328 El Nacional, Montevideo, Nº 1203, 16 de diciembre de 1842, p. 2.
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Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
de evasión, como la ocultación de los esclavos en los buques extranjeros o
la inscripción consular de antiguos esclavos como hombres libres de otros
países, amparándose en la excepción a los extranjeros. Se encomendó a
las autoridades consulares que tuvieran cuidado al expedir papeletas de
nacionalidad y a la policía que revisara la situación de los “hombres de color” que tuvieran escarapela de ciudadano extranjero. También se suplicó
a los capitanes de los buques de guerra de otros países, en particular a los
ingleses, que colaboraran con las autoridades para concretar la abolición.
El diarista reiteró que la esclavitud frenaba la inmigración europea.
Como efecto de la abolición no sólo se esperaba incrementar la población
gracias a la inmigración, sino hacerla homogéneamente blanca: “La esplendida ley del 13 va a doblar la poblacion de la República, y con poblacion civilizada, blanca, homogenea a la nuestra.” En números siguientes,
El Nacional reiteró esos argumentos, al igual que las denuncias contra las
evasiones. Se advirtió que la policía debía iniciar inspecciones domiciliarias para encontrar los esclavos escondidos, así como impedir el tráfico
marítimo de esclavos hacia Brasil. 329 Incluso se propuso la creación de una
comisión en la Asamblea General, que habría de poner fin a las excepciones a la ley de abolición. También se planteó que la Asamblea derogara el
artículo relativo a los “inútiles para la guerra”, pues usualmente era empleado como excusa por los amos para conservar a sus antiguos esclavos
como pupilos.330 El Constitucional propuso que el gobierno dispusiera un
premio para los emancipados que habiendo sido falsamente exceptuados,
se presentasen por su voluntad al ejército denunciando su situación.331
También se sugirió al gobierno que liberara del patronato a un número
de esclavos no aptos para la guerra para asignarles diferentes trabajos.332
De este modo, el gobierno ahorraba el pago de jornales y al mismo tiempo terminaba de liberar a algunos pupilos del patronato. La lógica de la
abolición aún podía echarse a andar, profundizándose, pues al igual que
los no aptos para la guerra, las mujeres y los niños continuaban bajo esa
forma de sujeción.
329 El Nacional, Montevideo, Nº 1205, 18 de diciembre de 1842, p. 2.
330 El Nacional, Montevideo, Nº 1211, 26 de diciembre de 1842, p. 2.
331 El Constitucional, Montevideo, 17 de diciembre de 1842, p. 3.
332 El Nacional, Montevideo, Nº 1205, 18 de diciembre de 1842, p. 2.
180
Algunos condenaron la incorporación fraudulenta de esclavos en las
legiones extranjeras, como en el caso argentino: “Hemos notado de cuatro
dias a esta parte varios negros que han ido a enrolarse en la Legion. Si
son argentinos porque antes no lo hicieron? [...] Entre los negros alistados
en estos dias, se cuentan dos que seguramente no son argentinos y que
pertenecen a la casa de un rosines de calibre.”333 De esta estrategia se debieron valer quienes no querían entregar sus esclavos al ejército colorado.
Otra nota estableció que los traidores al gobierno habían extraído una
cifra considerable de esclavos y que aún lo hacían con éxito en febrero de
1843. Se subrayó que: “[...] el gran número de esclavos que se han estraido
del pais despues de la ley que estingió la esclavitud: los negros que vemos
pasear hoy [por] nuestras calles con escarapelas de varios colores: los que
aun estos ultimos dias han sido embarcados, cuando ya no pueden ser sino
desertores.”334 También se advirtió la situación de los afrodescendientes
que estaban exceptuados del servicio por poseer papeleta de extranjero.
En junio, otro lector comunicó que el Jornal do Comercio de Río de Janeiro
hacía referencia a la llegada de un buque desde Montevideo que trasportaba algunos esclavos.335
El Nacional indicó que los colorados debían poseer un amplio espíritu
nacionalista ante la abolición, pues tenían que constituirse en ejemplos
de probidad, obligándose a estar entre los primeros que entregaran sus
esclavos.336 Ante la emergencia de las primeras solicitudes de retribución
de los amos, el editorialista sostuvo que los compromisos de resarcimiento
habrían de contemplarse tras la guerra y que no era digno de los colorados iniciar esas peticiones: “Los colorados por su honor e interes deben
ruborizarse de molestar a las autoridades con empeños, ya para la soltura
de hombres de color en servicio, ya empeñandose para que se den certificados de su inutilidad, ya haciendo valer su importancia personal o sus
servicios para exigir esas indignas concesiones.” No estaba a la altura de
los colorados beneficiarse de su proximidad al gobierno para obtener tales
excepciones. De este modo, se intentó impedir la corrupción del pequeño
333 El Constitucional, Montevideo, Nº 1162, 29 de diciembre de 1842, p. 3.
334 El Nacional, Montevideo, 1º de marzo de 1843, p. 3. 335 El Nacional, Montevideo, Nº 1361, 28 de junio de 1843, p. 2. Correspondencia “Enemigo de los negreros”.
336 El Nacional, Montevideo, Nº 1204, 17 de diciembre de 1842, p. 2.
181
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
funcionariado y también de las figuras destacadas. Los colorados además
debían colaborar en el “adoctrinamiento” de la población antes esclava,
para concientizarla del goce de la libertad que les había otorgado el gobierno y de las obligaciones que esto generaba.
Los colorados deben [...] levantar el espíritu publico imprimiendo en el corazon de los emancipados sentimientos patrioticos, gratitud por el beneficio que han recibido: pintandoles la
campaña no como escabrosa y terrible sino como un camino
de gloria para llegar a un venturoso porvenir: deben trazar a
los hombres de color el cuadro de su abyecta, abrumadora esclavitud de ayer y el que les depara el pais emancipandolos en
cambio de un facil y honroso sacrificio, libertando con ellos a
sus mas remotas generaciones [...]
Al parecer, se pretendía incorporar a todos los “hombres de color” al
bando colorado, generando y reforzando un lazo de fidelidad. La acción
de los jefes de los batallones también debía ser ponderada. Al igual que
los ciudadanos colorados, ellos debían adoctrinar a los antiguos esclavos,
indicando los beneficios que podían alcanzar a través de su fuero militar.
Era conveniente comunicar a los subordinados que la carga del servicio
militar era sólo temporal, siendo oportunamente remunerada y plena de
satisfacciones materiales y morales.
Los gefes y oficiales de los emancipados en armas, impriman
en el animo de estos por discursos apropiados a la capacidad de
cada individuo, las grandes verdades relativas a la ley del 13 del
corriente: que los emancipados comprendan que la asamblea
nacional ha roto sus cadenas: que el pequeño servicio que en
canvio de este beneficio les exije es temporal, y que será ademas
recompensado con los sueldos que corresponden a la clase que
les toque en el ejercito, y con los premios extraordinarios que la
patria decretara a sus salvadores, y que tanto en consideracion
a los inmensos beneficios que reportaran con que se presenten
a los depositos militares a aquellos de sus compañeros que esten
ocultos, como a que mientras se reparta el servicio, mas ligero
será a los que estan en armas [...]337
337 El Nacional, Montevideo, Nº 1206, 20 de diciembre de 1842, p. 3.
182
Además, se pretendía emplear a los soldados-esclavos para revelar el
ocultamiento forzoso por parte de los antiguos amos, o en cambio, torcer
la voluntad de los emancipados que no querían alistarse. En última instancia, se perseguían las bases de una relación clientelar entre la población de
origen africano y el partido de gobierno. Para eso, no sólo se recurrió a los
artículos de opinión de los letrados, sino que también se emplearon modalidades comunicativas que caracterizaban a los esclavos. En ese contexto
es posible encuadrar la carta publicada en El Constitucional, suscrita por
los Mazambiques, Banguelas, Congos:
Siñoli litole le Cotitucional
Etamos mu contento poque ya somo libles pole gobieno le
Lon Fluto Livela, y poque son tamien libles nuetas nengras y
ninglitos pala siemple. E julio Losas quele lobal este pai y matanos a tolitos poque glitamos ¡Viva la libetá ¡muela el tilano!
Pero nosotlos siñole Litole con el favol de San Binito, hemo
de matá a eso picalos qui viene con Olibe a lobar y escupil lon
santos le la iglesia, y lal muzinga a los neglos como ante, poque
le amo blanquillos-rocines etan enocados poque lon Fluto non
lá la libeta y non quita las calenas.
Masambique, Banguela Congos, tolos los neglos vamo a pilial pol la Patlia y pol e gobielno que nos ha lalo libles, y luego
lonque la guela si acabe, vivilemos sosegado con nuetas negras
y nigritos, como hombles libles, y no como eclavos, y le alemos
una funcion a San Binito pol nueta libetá y por la vida le genelal
Livera que lefiende la Patlia y a nosotlos, le esos picalos lalones,
legolialoles y julios que vienen con Olibe le buenos Ayles.
Masambique, Banguela, Congos, ¡viva la libelá! ¡Viva la
Samblea! ¡Viva el Plesilente Livela! ¡Viva el gobielno! ¡Viva el genelal Paz! –¡Muela el picalo Lozas y tolos los tilanos le la tiela!338
El empleo del habla bozal tal vez implique que este artículo fue escrito más para ser escuchado que leído. Las modalidades de lectura no se
agotaban en la lectura personal en este período. Pilar González Bernaldo
señala que en Buenos Aires, algunos diarios eran leídos en voz alta en las
pulperías, así como en las salas de las naciones africanas y distribuidos por
338 El Constitucional, Montevideo, Nº 1150, 15 de diciembre de 1842, p. 2.
183
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
la facción de gobierno entre los soldados durante el rosismo.339 Debemos
señalar que los escritores de origen africano también podían escribir en la
lengua de los letrados cuando se dirigían al gobierno, pues así lo hacían al
reclamar por sus derechos. El empleo del habla bozal tal vez se relaciona a
los escuchas a quienes se pretendía destinar el mensaje, a través de tender
un vínculo de empatía con un público mayoritariamente iletrado. González Bernaldo también advirtió que en artículos publicados en los diarios
populares del rosismo —tales como El Negrito o La Negrita— se mezclaba
la cuestión política con referencias morales y religiosas. La política no aparecía como un aspecto independiente, sino que integraba otros postulados
más generales, vinculados a la formación moral y religiosa de los lectores o
escuchas. Este señalamiento es fundamental para analizar el texto citado.
Allí se etiquetó de “judíos” a Rosas y a los federales —quienes asimismo
recalcaban el catolicismo de la “Santa Federación”— y se denunció que
los invasores pretendían “robar y escupir los santos de la iglesia”. Además
se sostuvo que esos “pícaros” iban a “robar todo el país” y a “matar a toditos”, esclavizando nuevamente a los emancipados. Se hizo referencia a San
Benito, con cuyo favor se terminaría derrotando a los “pícaros ladrones,
degolladores y judíos” y en honor a quien se habría de realizar una función
celebrando la emancipación, así como la vida del presidente Rivera, el
agente de la libertad. Política, moral y devoción se superponían, tornándose las fidelidades personales y religiosas en adhesiones políticas. Por último, la firma de la nota por los mozambiques, benguelas y congos remite
a los ámbitos de participación predominantes entre la población de origen
africano, las salas de nación. Era relevante que los morenos y pardos pudieran reconocerse al escuchar el texto, creando —o recreando— un lazo
fidelidad hacia el bando de la emancipación.
3.4. La ley de abolición de 1846: la mirada “blanca” sobre la
abolición “colorada”
Al producirse la invasión de las fuerzas de la Confederación Argentina comandadas por Manuel Oribe, el ámbito de aplicación de la ley de
abolición de 1842 se fue reduciendo a Montevideo, al cual quedó limitado
339 GONZÁLEZ BERNALDO, Pilar, Civilidad y política en los orígenes de la Nación Argentina.
Las sociabilidades de Buenos Aires, 1829 – 1852, Buenos Aires, FCE, 2001, pp. 149-150.
184
tras el inicio del Sitio Grande en febrero de 1843. El gobierno de Oribe,
conocido como Gobierno del Cerrito, dispuso medidas de enrolamiento
hacia los afrodescendientes entre 1844 y 1846, que concluyeron en una
nueva ley de abolición en 1846, que se aplicó en los territorios ocupados
por sus tropas.340
La ley de abolición fue publicada en El Defensor de la Independencia
Americana, periódico en donde el Gobierno del Cerrito daba difusión a
disposiciones políticas y militares. Al contrario de lo que había ocurrido
en Montevideo en 1842, la prensa no discutió previamente la emancipación de los esclavos. Incluso la ley fue publicada luego de cinco días de haber sido promulgada por el Ejecutivo y tras siete de haber sido sancionada
por el Legislativo. Es probable que la experiencia montevideana, en donde
el debate sobre la abolición contribuyó a la corrida de los amos para sacar
a los esclavos del país, imprimiera cierta moderación en la difusión de la
medida. Tal vez se resolvió dar publicidad a esa ley a la par que era aplicada. Uno de los principales argumentos para la abolición era la oportunidad
política de liquidar un asunto que había quedado trunco desde la Jura de
la Constitución.341 Se estableció que la continuidad de la esclavitud generaba fraudes que debían acabar mediante la abolición. El primer editorial
sobre la emancipación no mencionó la continuidad del tráfico durante
la década de 1830 ni tampoco las disposiciones abolicionistas del enemigo, el gobierno colorado de Montevideo. Se señalaron dos cuestiones no
menores para la compleja mecánica de la manumisión: el patronato y la
retribución a los amos. A diferencia de la ley de 1842, la abolición de 1846
no sujetó al patronato de sus antiguos amos a las mujeres ni a los hombres
no aptos para la guerra. Sólo los menores de edad quedaron sujetos a ese
régimen, hasta cumplir los 25 años de edad. El editorialista de El Defensor
cuestionó el patronato de los esclavos emancipados, que contemplaba la
abolición “colorada”:
Libertad a los esclavos y dejar una parte considerable de
ellos, bajo cualesquiera denominacion que fuese, sujetos a servidumbre, sería echar abajo con una mano lo que se hubiese edificado con la otra. Reconocida la atroz injusticia de la esclavitud
340 BORUCKI, Alex; CHAGAS, Karla y STALLA, Natalia, op cit., pp. 63-74.
341 El Defensor de la Independencia Americana, Miguelete, 3 de noviembre de 1846, p. 2.
185
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
¿con que apariencia siquiera de razon se podrían sostener que
fuese justo retribuir a los unos el goce de sus derechos naturales,
mientras que a los otros se les mantuviese en el hecho privados
de él? [...] Penetrados, sin duda, de estas graves consideraciones
es que han querido los legisladores estirpar de golpe y con mano
fuerte la esclavitud, sin dejar restos ningunos de ella para lo
sucesivo
Se reconoció que la base de la retribución a los amos radicaba en la
“ficción” de continuar considerando a los esclavos como “cosas”. Si bien el
fundamento de la abolición se hallaba en reconocer la igualdad y libertad
de todos los hombres, la “ficción” esclavista habría de mantenerse en lo
referente a los derechos de propiedad de los antiguos amos. La proclamación de la libertad natural de los esclavos quitaba validez a los reclamos
de quienes habían sido sus propietarios. Pero esta situación excepcional,
en la cual se reconocía a la vez la libertad del hombre y la legitimidad del
derecho de propiedad sobre otros hombres, constituía una de las ambiguas
combinaciones del discurso liberal con el esclavista. Este problema no fue
resuelto por los gobiernos sin el recurso de acciones políticas o militares de
carácter excepcional.
El redactor también empleó referencias a la revolución, pues al referirse a quienes se resistían a la emancipación se preguntó: “¿Los que han erigido altares en sus corazones a esa misma libertad, los que tantas pruebas
han dado de su odio a la esclavitud, podrán ahora tomar a mal que se les
ponga en el caso de reconocer en otros los derechos que en ellos quieren
que se reconozcan?” Nuevamente se concibió la libertad como un derecho
otorgado por la divinidad, inherente al hombre, siendo la conducta de este
último la que había despojado de ese derecho a los esclavos. El contenido
humanista de la abolición radicaba en que “[...] restituye su libertad al
hombre que Dios creo libre, y que otro hombre, su igual, barbaramente
esclavizó...”. Además señaló los beneficios económicos de la emancipación, vinculados al progreso y los relacionados al orden social, pues la
continuidad de la esclavitud constituía una amenaza latente. La abolición
“[...] quita de la vista este espantoso porvenir que amenaza a las naciones
donde masas colocadas en situaciones opuestas marchan a devorarse con
el tiempo.” La esclavitud generaría tensiones sociales que tarde o temprano iniciarían violentas reacciones.
186
El Defensor también publicó cartas de partidarios de Oribe que presentaban sus esclavos para las armas, negándose a percibir una retribución
por ello.342 Algunos esclavos habían sido equipados por sus antiguos amos
y éstos últimos les habían provisto de armas, vestimenta y montura para
el ejército, por lo que servirían en la caballería. Esa modalidad de propaganda servía para animar a los propietarios leales para que entregaran a
los esclavos emancipados.
La prensa del Montevideo sitiado criticó la ley de abolición del Cerrito. Los colorados se atribuían el logro de la emancipación, denunciando
que los blancos proclamaban la abolición debido a los apremios de la guerra y a la escasez de soldados.343 El Defensor replicó que la ley de abolición
“colorada” se había aplicado sólo en la capital y que constituía una medida de guerra. Asimismo, denunció la ilegitimidad de esa ley, pues había
sido creada por un gobierno usurpador, tal como era reputada la segunda
presidencia de Rivera. El autor repitió los argumentos sobre la ilegalidad
del gobierno de Rivera, que en 1838 había interrumpido el mandato constitucional de Oribe. También reiteró la prédica contra la extranjería de
quienes tenían el control de Montevideo, apuntando hacia la coalición
anglo-francesa que sostenía al Gobierno de la Defensa. En contraposición,
señaló la nacionalidad y americanismo de los sitiadores, quienes eran tildados como el gran “torrente nacional”. El editorialista también invocó las
medidas antiesclavistas dispuestas desde la fundación republicana. Anotó
que la proclamación de la libertad de vientres y del fin de la trata de esclavos en la Constitución representaba una “verdadera abolicion para tiempo
indeterminado”. El principal obstáculo para la abolición radicaba en: “...el
considerable numero de los esclavos y en la falta de fondos en que subvenir
los costos de la emancipación.” A pesar de que la opinión ilustrada se había encaminado a erradicar la esclavitud, los gobiernos de Rivera habían
ido en la dirección opuesta al reactivar el tráfico:
Testigo es todo el país, del tráfico escandaloso de esclavos
que se hacia bajo la protección del Gobierno intruso ¿De donde provienen esos millares de esclavos jovenes de que se halló
plagado el pais, sino de las introducciones que se hicieron
entonces; [...] Sabíanse los nombres de los introductores: los
342 El Defensor de la Independencia Americana, Miguelete, Nº169, 15 de noviembre de 1846, p. 2; Nº171, 23 de noviembre de 1846, p. 2; Nº200, 19 de Marzo de 1847, p. 2. 343 El Defensor de la Independencia Americana, Miguelete, 25 de diciembre de 1846, pp.2-3.
187
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
mercados donde se vendian las victimas de una codicia infernal: eran conocidos por todos.
Se afirmó que luego de la batalla de Arroyo Grande no les quedó a los
colorados otro recurso que armar a los extranjeros y arrebatar a los esclavos
para convertirlos en soldados. El gobierno de Montevideo se habría valido de la simpatía hacia la causa abolicionista para ejecutar esa operación.
La abolición constituyó una contribución forzosa disfrazada, “[...] el vestido
filantrópico liberal que se le puso no fue mas que un disfraz indecente”.
Incluso se estimó conveniente repasar la prensa capitalina del año 42, que
evidenciaba el verdadero tenor de las medidas abolicionistas coloradas:
[...] allí se verá al través de los bombásticos encomios que la
tributaban, que el gozo y la satisfaccion de los salvajes unitarios
no era porque veian a los esclavos en posesion de sus derechos
naturales, sino porque se contemplaban con algunos millares de
bayonetas que oponer a los restauradores de las leyes y defensores de la independencia y libertad de la patria.
El editorialista consideró el carácter únicamente militar de la abolición “colorada” pues tras su declaración no se habían creado medidas
complementarias para reglamentar su aplicación. Asimismo, criticó que
los esclavos no aptos para la guerra hubiesen sido dejados en poder de sus
antiguos amos. Por último, reiteró que eran evidentes los beneficios y el
carácter humanista de la abolición “blanca” con relación a la “colorada”,
al comparar ambos textos legislativos y situaciones de aplicación. Ambas
leyes tenían diferencias en lo concerniente al patronato de los esclavos
que no fueron incorporados al ejército. No obstante, más allá de que la
ley de 1846 no incluyó el enrolamiento forzado de los esclavos, su decreto
reglamentario así lo dispuso. En ambas situaciones se crearon comisiones
clasificadoras de esclavos, aunque en Montevideo éstas no figuraron en el
reglamento de la ley, como aconteció en el Cerrito. En lo referido al patronato, la ley de 1842 generó contradictorias interpretaciones, que afectaron a los menores y las esclavas emancipadas. En cambio, el Gobierno
del Cerrito respetó los límites que estableció al patronato.344 Por último, es
344 BORUCKI, Alex; CHAGAS, Karla y STALLA, Natalia, op cit., pp. 72-74. 188
necesario mencionar que la historiografía de tendencia blanca-nacionalista ha reproducido hasta el presente el enunciado sobre la mayor justicia y
humanidad de la abolición “blanca” en comparación con la “colorada”.345
3.5. Las cuentas pendientes tras la abolición
Luego de haberse declarado en la capital la abolición en 1842, los no
aptos para la guerra, las mujeres y los menores de edad continuaron sujetos
a sus antiguos amos como pupilos, quedando pendiente su emancipación
total. Ese problema se reflejó en la prensa a través de los avisos de traspaso
del derecho de patronato. En ocasiones, esos anuncios no se acomodaban
a las nuevas formas, redactándose de igual modo que los avisos de venta
de esclavos: “Se vende una mulata que se halla en la carcel por no querer
servir a su amo: costó 500 pesos y se dara por 300. el que la quiera vease
con D. Alonso que el dara noticia de su dueño.”346 Este anuncio, de marzo
de 1843, generó la protesta del Ministro de Guerra Melchor Pacheco y
Obes, que era conocido defensor de los derechos de los antiguos esclavos.
Pacheco publicó en El Nacional una carta que dirigió al Ministro de Gobierno Santiago Vázquez:
Colocado el que suscribe al frente del departamento de la
guerra y por consecuencia en estado de apreciar debidamente la
lealtad y bravura con que sostienen la independencia nacional
los hombres de color emancipados por ley de 13 de Diciembre
del proximo año pasado [...] no puede mirar con indiferencia la
violacion de esa ley de libertad, y el escándalo con que en un
periodico de esta capital se anuncia la esclavitud de una persona libre, los sufrimientos a que se le condena y la venta que de
ella se ofrece al primero que se presente.347
Pacheco y Obes fue más breve en otra nota —no publicada— dirigida
también al Ministro de Gobierno, en donde solicitó reprender al redactor
345 ���������
PELFORT, �������
Jorge, op. cit., ���� ������ passim. Ver también: El País, Montevideo, 1 de noviembre de 1998, tercera sección, p. 6, “El fin de la esclavitud: una ley que afianzó la libertad” de Enrique MENA SEGARRA.
346 El Constitucional, Montevideo, Nº 1235, 6 de marzo de 1843, p. 1.
347 El Nacional, Montevideo, 10 de marzo de 1843, p. 2.
189
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
de El Constitucional por la publicación de avisos esclavistas.348 Isidoro de
María deslindó su responsabilidad por el aviso, sosteniendo que éste había
sido entregado directamente por un repartidor del diario al encargado de
la imprenta que armaba esa sección.349 Además, reconoció que no se fijó
en el contenido del aviso hasta que lo vio publicado. También argumentó
que no había prohibición alguna en torno a la publicación de avisos de
traspaso de patronato, siendo notorio que El Nacional los publicaba y que
incluso algunos miembros de la Asamblea General los habían remitido. El
redactor de El Constitucional pretendía librarse de culpas denunciando la
generalidad de la situación, pues hasta los legisladores habían empleado la
prensa para vender los derechos de patronato de sus pupilas. Esas circunstancias llegaron a tal punto que durante algunos días se había anunciado
en la prensa el remate público de un esclavo. Isidoro de María también advirtió los antecedentes de El Constitucional que había publicado denuncias
contra el tráfico de esclavos y el maltrato de parte de los amos.
Quien ha levantado la voz, mas de una vez contra el infame
trafico de carne humana, y contra la introduccion de esclavos
en la Republica, prohibida y condenada por nuestra Constitución politica: quien ha clamado una y tantas veces contra la
costumbre barbara de algunos amos de martirizar con prisiones
o con horrorosos castigos a sus esclavos, ¿podria hoy, que una
ley benefica ha sancionado su emancipacion, propender a desvirtuarla? De ninguna manera. Somos muy amigos de la libertad, para poder pretenderlo al apoyarlo.
No obstante, Isidoro de María no señaló la postura de El Constitucional en torno a la abolición, pues había apoyado la emancipación parcial.
A pesar del debate, los avisos sobre la venta de pupilos continuaron, pero
detallando las condiciones de patronato: “Se traspasa el patronato de una
colona sin vicios: buena cocinera y labandera la cual se dara un precio
moderado. El que se interese ocurra a la Agencia de Servidumbre que
hallaran con quien tratar.”350 Incluso surgieron algunos intermediarios en
ese negocio, como la Agencia de Servidumbre. De los cuatro avisos de ese
348 BORUCKI, Alex; CHAGAS, Karla y STALLA, Natalia, op. cit., p. 54.
349 El Constitucional, Montevideo, 10 de marzo de 1843, p. 3. 350 El Constitucional, Montevideo, Nº 1285, 7 de mayo de 1843, p. 4.
190
tenor publicados en el número de El Constitucional del 9 de mayo de
1843, tres habían sido remitidos por la Agencia de Servidumbre y otro
por un particular.351 Una de las mujeres en esa situación, de 24 años,
tenía un hijo de seis meses. Se anunciaba que podía trabajar como ama
de leche. En ese caso, se supone que se traspasaron los derechos de
patronato de la mujer y de su hijo, pues desde el período republicano
se prohibía la separación por venta de una esclava y de su hijo durante
la lactancia. Por otra parte, el conchabo de las pupilas como amas de
leche fue ampliamente utilizado por los antiguos amos.352 Las esclavas
emancipadas que no poseían familiares en el ejército (esposos, padres
o hijos) difícilmente podían salir del patronato. Algunas intentaron
fugarse para alcanzar la libertad.353
Los avisos también reflejan la situación que soportaron los menores
sujetos al patronato. La sección “Pérdidas” de El Constitucional del 12 de
junio de 1843 hizo referencia a la búsqueda de un perro, unas camisas
robadas, dos niñas perdidas, una “negrita” de cuatro años y además: “Se
dará una onza de oro a la persona que diera noticia cierta, siendo dentro
de la linea de forticaciones, del paradero de una mulata llamada Nieves
como de 18 años de edad de bastante estatura, y no mal parecida, que se
fugó el 4 del corriente llevando unos atados de ropa.”354 En algunos avisos
se insertó la descripción de las fugadas, detallándose las señas y cicatrices, lo cual podría remitir a situaciones de maltrato, de marcas del tráfico
esclavista o de marcas rituales africanas: “Huyose antenoche una negrita criolla, como de edad de doce años, llamada Prudencia, color medio
fulo, estatura regular, y conserva en el cachete debajo de la oreja izquierda
una señal de una cicatriz, el vestido que lleva es de listado obscuro.”355
En ocasiones excepcionales, algunas pupilas lograron que su derecho de
351 El Constitucional, Montevideo, Nº 1286, 9 de mayo de 1843, p. 4.
352 “Hay una morena recien parida se conchavará para criar de leche quien desee obtenerla ocurra a la casa Núm 68. Calle 25 de Mayo.” El Comercio del Plata, Montevideo, 17 de noviembre de 1845, p. 3.
353 “El comisario de la 1º sección remite con calidad de presa a la negra Catalina, pupila de Da Modesta Peirallo, por haber fugado de la casa, llevándose gran cantidad de ropa que ha sido restituida.” El Comercio del Plata, Montevideo, 24 de octubre de 1845, p. 3.
354 El Constitucional, Montevideo, Nº 1327, 12 de junio de 1843, p. 4.
355 El Constitucional, Montevideo, Nº 1305, 1 de junio de 1843, p. 4.
191
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
patronato se traspasara a otro patrono,356 pues si era imposible para ellas
obtener la libertad mediante reclamos al gobierno, al menos podían conseguir cambiar de patrono.
En 1846, la prensa denunció el feroz maltrato hacia una pupila de 12
años, cuyo patrono era un médico al servicio de la marina brasileña. La
pupila estaba “[...] atada por un pie a una cadena de fierro, de las que se
usan en los algibes, como de vara y media de largo, a la que estaba fija
por el otro lado un trozo de madera muy pesado [...]”357 Mientras que la
policía sostenía que hacía nueve meses que la pupila se encontraba en ese
estado, su patrono afirmaba que sólo había estado así durante dos meses y
“[...] que la tenía en esa prision por huidora y ladrona. La muchacha confesó ante la policía que, hace algún tiempo que, estando suelta, robó una
escobilla y la vendió en el mercado, para comprar que comer porque tenia
hambre.” Ante el hambre y el maltrato, la pupila optó por el robo y la fuga.
Por último, se denunció que continuaba el tráfico de servidores domésticos
hacia Brasil. La pupila declaró que un hermano suyo “[...] estuvo preso del
mismo modo en la propia casa, hasta que, según dice sus amos fue llevado al
Cerro, de donde se pasó al enemigo, pero qe ella cree que fue llevado al [Río
de] Janeiro, vendido a un oficial brasileño.” El fragmento también manifiesta
que según el patrono de la pupila, él continuaba siendo su amo.
Desde mediados de 1845 circulaban rumores sobre el tráfico de servidores domésticos hacia Brasil. Eso fue confirmado hacia fines de ese año,
cuando se denunció que tres pupilas habían sido conducidas forzadamente
a Río de Janeiro.358 De las tres pupilas, una había sido esclava de un negro
libre. Las tres fueron embarcadas en un navío de guerra brasileño mediante engaños de sus patronos.359 Al parecer, los barcos de la armada brasileña
sirvieron durante la mayor parte del conflicto para realizar este tipo de
operaciones clandestinas.
356 “Se enajena el patronato de una criada joven, de todo servicio y sin vicios conocidos, a pedimento suyo [...]” El Comercio del Plata, Montevideo, 16 de diciembre de 1846, p. 4.
357 El Comercio del Plata, Montevideo, 10 de marzo de 1846, p. 2.
358 “Hace bastante tiempo que uno de nuestros amigos nos informó que una Señora de la Capital se entendía con oficiales de la marina imperial, para embarcar clandestinamente negras y negrillos pequeños, libres por las leyes de la República [...]”. El Comercio del
Plata, Montevideo, 30 de diciembre de 1845, p. 2.
359 El Comercio del Plata, Montevideo, 27 de febrero de 1846, p. 2.
192
Tal vez la situación más difícil —ya que afectó a los afrodescendientes
en todo el país— era la de los menores de edad que no poseían padres
legalmente casados, pues si bien eran libres permanecían sujetos a sus antiguos amos. El patronato sobre los menores “de color” se eliminó en 1853,
tras el final de la guerra.360 Esa situación fue analizada en una monografía
de Adolfo Rodríguez en 1850, escrita para sus estudios de Derecho en la
universidad montevideana. La tesis de Rodríguez consistía en que: “La
tutela establecida por nuestras leyes, y conocida bajo la denominación de
patronato, no puede enajenarse, por ser un acto odioso y contrario al espíritu que ha dictado esas mismas leyes.”361 A partir de una sucinta relación
de los fundamentos de la esclavitud antigua, así como del impacto de la
Ilustración, Rodríguez enumeró las disposiciones contra la esclavitud generadas luego de la Revolución de Mayo. El patronato se asemejaba a la
tutela según el Reglamento de Libertos de Buenos Aires de 1813.362 En el
caso de los hijos de los esclavos, a causa de no poder la madre atender la
alimentación y la educación del niño, se recurría a la figura del patrono,
que recaía sobre el amo de la madre. La ley de abolición habría acudido a
esa figura jurídica para proteger a los menores “de color”. No obstante,
“...la tolerancia del abuso y la falta de precision en las leyes de la materia,
ha dado lugar a la práctica de contratos ilícitos, porque no puede calificarse de otro modo el de compra venta del derecho de patronato, desde que él
no es otra cosa que una verdadera tutela”. Se estableció que la compra de
los derechos de patronato era inadmisible pues remedaba el comercio de
esclavos. La figura jurídica del patronato se había generado a partir de la
extinción de la esclavitud en una nueva generación que hombres nacidos
libres: “Enajenar el derecho de tutela equivale a hacer de ella una esclavitud disimulada; –importa la desnaturalización del patronato, la violación
completa de los objetos de esta institución y de los de las leyes que la han
creado.”363 Una vez liquidada la esclavitud, el patronato era sólo aplicable a
los menores de edad que no poseían madre natural o padre legítimo que los
360 BORUCKI, Alex; CHAGAS, Karla y STALLA, Natalia, op. cit., pp. 120-125.
361 RODRIGUEZ, Adolfo, Tesis sobre la tutela de los libertos, presentada a la Universidad de
la República para obtener el grado de doctor por Adolfo Rodríguez el día de marzo de 1850,
Montevideo, Imp. francesa, 1873, p.4.
362 Ibídem, p. 13.
363 Ibídem, p. 15.
193
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
reclamara a su patrono. El autor recomendó prohibir la libre enajenación
de los derechos de patronato, sosteniendo que se debía establecer una ley
que enunciara las causas justificadas para ese traspaso (faltas del patrono
o solicitud de los familiares del liberto). Asimismo, Rodríguez consideró
que el Estado debía actuar con más vehemencia en pos de asegurar que los
patronos cumplieran con las obligaciones relacionados a la educación y a
dar un oficio a los libertos. Por una parte, se asimilaba casi por completo el
patronato a la tutela, lo cual finalmente se realizó por la vía legislativa en
1853, y por otra, se encomendó velar por la inserción laboral de los jóvenes
de origen africano. No sólo se pretendía asegurar la subsistencia de los
menores “de color”, sino también su sujeción al mundo del trabajo.
El trámite legislativo del patronato no generó debates de prensa en los
años 1852-1853. En cambio, la situación de los esclavos introducidos por
los brasileños en sus estancias produjo un intercambio de opiniones. En
agosto de 1852, La Constitución de Eduardo Acevedo Maturana, publicó un
comunicado del Presidente de la Provincia de Río Grande.364 Allí se advertía a los propietarios brasileños que poseían estancias en territorio oriental,
sobre la forma de introducir esclavos al Estado Oriental, los propietarios “[...]
deben antes de salir del territorio del Imperio, libertarlos por la cantidad determinada, celebrando con esos libertos contratos, que se reconoscan deudores de la cantidad en que fue tasada su libertad, declarando haber recibido
esa cantidad [...]”. El documento detalló los pasos legales para introducir los
esclavos, ahora transformados en “peones contratados”, a Uruguay. También
se indicó que los tratados del 12 de octubre de 1851 no habrían de amparar
a los amos que condujeran sus esclavos al territorio oriental, siendo pasibles
los esclavos de ser confiscados por las autoridades orientales. Los tratados
sólo se aplicaban para extraditar a los esclavos fugados contra la voluntad de
sus amos. Eduardo Acevedo se limitó a publicar este comunicado, sin abrir
espacio para su opinión. Hacia fines de año, La Constitución publicó la nota
de un corresponsal en Cerro Largo.365 La situación de los “peones contratados” merecía este comentario:
[...] me he fijado con especialidad en la desventaja en
que se encuentra nuestros compatriotas dedicados a la cria
364 La Constitución, Montevideo, 28 de agosto de 1852, p. 2. 365 La Constitución, Montevideo, 28 de diciembre de 1852, p. 2.
194
de ganados, respecto de los hacendados Brasileros. Mientras
que uno de nuestros estancieros se ve obligado a pagar diez o
doce pesos mensuales por el salario de un peon, los Brasileros tiene ese peon por el insignificante precio de cinco pesos;
pues que traen sus negros contratados desde el Brasil, donde
aprovechados del ascendiente de amos, obligan a los infelices
esclavos a celebrar un contrato en que carecen absolutamente
de libertad.
Además de la ruina económica de las estancias orientales, debido crecido costo de la mano de obra, el autor señaló las irregularidades en torno
a libertad de quienes se sujetaban a los “contratos de peonaje”. No había
garantías sobre la libertad de esos hombres, si sus antiguos amos los conducían nuevamente a Brasil, reesclavizándolos. El editorial de Acevedo
fue más categórico, pues entendió que “No puede permitirse que se hagan
ilusorias las leyes que abolieron la esclavitud en la República; y lo serían
indudablemente si las cosas siguiesen como hasta aquí.” Se solicitó que el
Poder Ejecutivo fiscalizara las condiciones de los “contratos de peonaje”.
Acevedo también reclamó una medida general, aplicable a todo el territorio nacional, sobre las características que debían guardar estos contratos.
El Comercio del Plata replicó las acusaciones de Acevedo, señalando
que su artículo no había mencionado los reclamos del gobierno brasileño
sobre la situación de sus súbditos en territorio oriental.366 Asimismo, advirtió que El Constitucional no reflejaba la opinión del país, sino la de uno
de sus “extinguidos partidos”, que estaba fortuitamente en el gobierno. En
este debate afloraron las diferencias entre los bandos blanco y colorado,
que habrían de terminar con el gobierno de Juan Francisco Giró en 1853.
El autor sostuvo también que el costo de mano de obra de los estancieros brasileños era similar al que pagaban los propietarios orientales, pues
consideró que al salario del “peón contratado” se debía sumar su valor
monetario como esclavo, que se perdía o amortizaba al emanciparlo para
introducirlo a Uruguay. Por otra parte, señaló que no había impedimentos
legales para esa operación, la cual no sólo era beneficiosa a la economía
—al contribuir al poblamiento— sino también a la causa abolicionista:
366 El Comercio del Plata, Montevideo, 31 de diciembre de 1852, p 2.
195
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
“Si hay en el pais falta de brazos para el servicio de sus estancias, ¿puede condenarse como pernicioso a los nacionales el que los brasileros los
introduzcan por su cuenta y riesgo, y de modo que al mismo tiempo favorece la causa de la abolición de la esclavitud?” En este caso se empleó
la prédica abolicionista para enmascarar irregularidades vinculadas a la
libertad. Al igual que lo ocurrido con los “colonos” africanos traídos en
los años treinta, operó una inversión del discurso sobre la introducción
ilegal de esclavos, argumentándose que las víctimas de ese tráfico eran en
verdad sus beneficiarios, pues habrían de obtener a futuro su libertad en
el territorio oriental.
196
Conclusiones
La fundación republicana generó una coyuntura para el debate sobre
los principios que debían imperar en el nuevo Estado Oriental del Uruguay. En el caso de la esclavitud, se debían establecer las bases para la abolición. No obstante, los constituyentes de 1830 sólo se limitaron a incluir
la libertad de vientres y la prohibición del tráfico de esclavos en la Carta
Magna, refrendando y ampliando a todo el territorio las disposiciones establecidas por la Sala de Representantes de la Provincia Oriental en 1825.
Hubo un acuerdo tácito de no abrir el debate sobre la esclavitud, pues se
entendió que las Cámaras Legislativas uruguayas debían regular la aplicación de las medidas contra el tráfico y proyectar para el futuro una fórmula
para la abolición de la esclavitud. Al parecer los constituyentes prefirieron no generar conflictos sobre un tema que consideraban delicado pero
no urgente. El debate en la Asamblea Constituyente sobre la ampliación
de las medidas contra la esclavitud a Montevideo, manifestó la dificultad
para idear soluciones que contemplaran simultáneamente los derechos de
libertad de los esclavos y los de propiedad de sus amos. En esa dicotomía
los últimos nunca salieron perjudicados. Las Cámaras Legislativas recién
aprobaron en 1837 un reglamento para la prohibición constitucional del
tráfico. En el ínterin, se asistió a la reactivación de la introducción de esclavos directa desde África a Montevideo.
En 1830 también se estableció una política limitativa sobre la emancipación de los esclavos que habían luchado en la guerra de independencia
contra Brasil. Cada caso fue evaluado por las autoridades, pues esa cuenta
podía resultar muy gravosa para el gobierno oriental. Además de los esclavos militarizados en la reciente guerra, también se amparó a antiguos
199
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
soldados de las fuerzas artiguistas, así como a algunos esclavos fugados
de Brasil. A pesar del patriotismo exaltado por la fundación republicana,
varios soldados morenos y pardos debieron volver al servicio de sus amos
como esclavos.
Durante la década de 1830 se manifestó un consenso general contra
la trata y la persistencia de la esclavitud. No obstante, algunos diaristas
no sólo abogaron por permitir algunas formas de entrada de esclavos, sino
que hicieron negocio con ello. Pero el nuevo discurso esclavista no se reconoció como tal, pues no se nutrió de los argumentos bíblicos o de “guerras
justas” para fundamentar la introducción de esclavos al país. Se sustituyó
la retórica del Antiguo Régimen que sustentaba el sistema de “castas”, por
conceptos tales como mercado, progreso, industrialización y falta de mano
de obra, que eran propios del utilitarismo. Se entendía que las economías
de Brasil y Estados Unidos eran las más pujantes del continente, atribuyéndose ese dinamismo a la esclavitud. Uruguay necesitaba de brazos para
el trabajo, y estos diaristas entendían que la migración de africanos esclavizados sería solución que a corto plazo proveería al país de trabajadores.
No parecía incompatible denunciar la barbarie de la trata y al mismo
tiempo considerar que el arribo de esclavos a Montevideo impulsaba el
progreso. Para el caso de los “colonos” africanos y de los esclavos brasileños
de “servicio”, se postuló que los primeros —que habían sido esclavizados
originariamente por otros africanos, lo cual era subrayado— eran introducidos al Estado Oriental mediante un patronato que habría de liberarlos
tras algunos años de servicio. Los esclavos africanos y brasileños gozarían
del “buen trato” que caracterizaba a los orientales —a diferencia de Brasil,
en donde los esclavos eran víctimas de una extrema crueldad— y “aprenderían” a constituirse como hombres libres en un estado republicano. De
este modo, éstos autores entendían que el arribo de esclavos “contribuiría”
a su emancipación, a la vez que dinamizaría la economía. Por otra parte, se
advierte que quienes se oponían a la introducción de esclavos, consideraron que era perjudicial la inmigración de africanos y de “indisciplinados”
esclavos brasileños. Estos diaristas sostenían que el Uruguay se iba a “llenar de negros”, de una población inútil y propensa al delito y que esto sólo
podía causar perjuicios para el país.
Las disposiciones sobre libertad de vientres y prohibición del tráfico
recién se aplicaron en Montevideo y Colonia en enero de 1830, lo cual
200
propició el continuo arribo de esclavos. De esta forma, se “legalizó” la
introducción de esclavos desde 1825 hasta esa fecha. Luego de la Jura de
la Constitución, la introducción de pequeños contingentes de esclavos de
“servicio” siguió —casi sin control alguno— hasta 1837. Los introductores
y quienes los defendieron se ampararon en el artículo constitucional que
garantizaba el respeto de la propiedad de los inmigrantes, situándose indefectiblemente a los esclavos como propiedad inajenable. La polémica entre
los derechos de libertad y propiedad también fue afectada por el discurso
sobre los beneficios que los “brazos esclavos” podrían generar al país, lo
cual comúnmente dirimía el problema a favor de los amos.
El gobierno oriental también participó del tráfico de esclavos, colaborando con el mayor operativo de introducción forzada de africanos al
Uruguay independiente. Más de 1500 niños y jóvenes africanos arribaron
como esclavos a la nueva república. Ante la dimensión que adquirió esta
operación, la marina inglesa desplegó medidas de fuerza contra los navíos
que hacían este tráfico. El gobierno inglés presionó durante la segunda
mitad de la década de 1830, a partir de la firma de un tratado contra
el tráfico esclavista, para que los navíos orientales no pudieran evadir la
vigilancia británica.
En reiteradas ocasiones durante la década de 1830, el Poder Legislativo
intentó reglamentar la prohibición de la trata. Sucesivos fracasos dejaron
abierta una brecha para la introducción de esclavos. Recién en 1835 el gobierno implementó medidas efectivas contra el tráfico. El corolario de ese
impulso fue la creación de un reglamento que preveía aplicarse sobre todos
los esclavos introducidos sin excepción. No obstante, esa medida habría de
tener particular vigor luego de la abolición de la esclavitud. La ley de 1837
se aplicó en especial a las mujeres y niños que aguardaban la emancipación
total de sus antiguos amos en Montevideo, quienes convertidos en patronos aún los sujetaban a su servicio durante la Guerra Grande —en el caso
de las mujeres— y hasta 1853 —en el de los menores de edad—.
Sólo algunas voces aisladas propusieron la abolición de la esclavitud
durante los años 1830. Se entendía que la abolición general sería perjudicial para sus propios beneficiarios, los esclavos. La lucha contra el tráfico
de esclavos —no el abolicionismo— se estableció como tema de debate
para la prensa. El discurso abolicionista recién se instaló en la opinión
pública en 1841. La prensa montevideana, y particularmente los exiliados
201
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
argentinos, debatieron en torno a diferentes proyectos para de emancipación. Esa medida era percibida como la única capaz de poner freno a la
inminente invasión rosista. El debate se inició en torno al “armamento de
los negros”, pero pronto devino en respaldar la “abolición de la esclavitud”.
Las leyes de abolición no liquidaron todas las situaciones de sometimiento, pues aún quedaron cuestiones pendientes que fueron denunciadas por
quienes habían defendido los derechos de los esclavos.
La prédica abolicionista en Montevideo intentó estrechar el vínculo
entre el bando en el gobierno —los colorados— y los esclavos emancipados. Para eso, se utilizaron algunos rasgos de identificación propios de
la población de origen africano, como el habla bozal, que fue empleada
en artículos de prensa para alentar la fidelidad de los soldados-esclavos
hacia Rivera. Esa relación clientelar habría de perdurar a través de la militarización de los hombres “de color” y de la transformación del bando
colorado en partido de gobierno durante la segunda mitad del siglo XIX.
Esto terminó de reforzar las redes de relacionamiento entre las autoridades
coloradas —jefes de tropa— y sus subordinados de origen africano en el
ejército uruguayo.
202
Fuentes y Bibliografía
Fuentes inéditas
URUGUAY
Archivo General de la Nación – Fondo Ex Archivo General Administrativo,
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REINO UNIDO
British National Archives, Foreign Office, London, (Archivo del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Inglaterra), Slave Trade Department, FO 84 / 141,
160, 182, 206, 225, 259, 294, 330, 375, 417, 482 [la consulta se realizó a
través de los microfilms de FO/84] [1830-1843].
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EL CONSTITUCIONAL, Montevideo [1839-1843].
EL DEFENSOR DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA, Paso del Molino,
[1844-1851].
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LA DIABLADA O EL ROBO DE LA BOLSA, Montevideo [1832].
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EL ESTANDARTE NACIONAL, Montevideo, [1835-1836].
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213
Índice
Nota del autor y agradecimientos . ....................................................... 9
Introducción ........................................................................................ 13
Capítulo 1
Derechos de propiedad vs. derechos de libertad.
La fundación de la república .............................................................. 27
1.1. La emancipación de los soldados de la independencia . .............. 36
1.2. El debate constitucional: libertad de vientres y prohibición
del tráfico . ................................................................................. 45
Capítulo 2
La persistencia del tráfico de esclavos . .............................................. 55
2.1. ¿Esclavos de servicio o esclavos de peculio? (1831-1837) . ........... 61
2.2. El Estado Oriental participa del tráfico: los “colonos”
africanos (1832-1842) ................................................................. 79
2.3. La reglamentación de la prohibición constitucional del
tráfico (1832-1837) ................................................................... 107
2.4. Presión británica y liquidación de la trata (1835-1841) ............. 118
Capítulo 3
El abolicionismo ................................................................................ 129
215
Abolicionismo y Tráfico de Esclavos en Montevideo tras la Fundación Republicana (1829 - 1853)
3.1. Las voces aisladas (1830-1840) ................................................. 135
3.2. Del “armamento de los negros” a la “abolición de la
esclavitud” (1841-1842) ............................................................ 143
3.3. La ley de abolición de 1842: del discurso a la acción ................ 176
3.4. La ley de abolición de 1846: la mirada “blanca” sobre la
abolición “colorada” ................................................................. 184
3.5. Las cuentas pendientes tras la abolición.................................... 189
Conclusiones ...................................................................................... 196
Fuentes y Bibliografía ..................................................................... 203
216
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