La nueva Ley de Enjuiciamiento Civil y las medidas precautorias y

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La nueva Ley de Enjuiciamiento
Civil y las medidas precautorias
y la ejecución provisional de
sentencias en la Ley de
Procedimiento Laboral
JOSÉ MARÍA MARÍN CORREA *
1. INTRODUCCIÓN
deben tomarse en consideración cuando se piden medidas cautelares».
L
Y poco después se nos reafirma en el criterio
de que una y otra tienen como finalidad la plausible búsqueda de la «efectividad de la tutela judicial y de la necesaria protección del crédito».
a redacción de un apartado específico,
dentro de una obra conjunta da lugar
al riesgo de reiteraciones poco útiles
para el lector, y molestas para el estudioso.
Ha de procurarse, por tanto, un autolímite
que impida aquellas repeticiones. La atribución a este apartado concreto de las llamadas
medidas precautorias (cautelares en la LEC),
y de la ejecución provisional de las Sentencias, excusan cualquier reflexión que exceda
de tan concretos temas, que, por otra parte,
ven justificado su tratamiento unitario (que
no conjunto), porque ya desde la Exposición
de Motivos de la nueva Ley aparecen las analogías entre las dos instituciones, y se nos
dice que: «parece conveniente caer en la cuenta de que la decisión del órgano jurisdiccional
sobre dicha oposición (a la ejecución provisional) no es más difícil que la que entraña resolver sobre la petición de medidas cautelares.
Los factores contrapuestos que han de ponderarse ante la oposición a la ejecución provisional no son de mayor dificultad que los que
*
Magistrado de la Sala 4.ª del Tribunal Supremo.
Es claro, además que la nueva Ley de Enjuiciamiento civil (desde ahora LEC) dota a la Disposición Adicional Primera del Texto Articulado
de la Ley de Procedimiento Laboral (desde ahora LPL), de más amplitud en su remisión supletoria, ahora reforzada por el artículo 4 de
la LEC, en cuanto que confiere a ésta eficacia
supletoria, entre otros, respecto del procedimiento laboral. Los silencios de la LPL deben
verse suplidos por el nuevo texto procesal civil, y aquí se deberá medir el alcance modificativo que introduce en relación con las dos
reiteradas instituciones: medidas cautelares
y ejecución provisional.
2. MEDIDAS PRECAUTORIAS
2.1. Consideraciones generales
Resultan imprescindibles unas breves reflexiones, inicialmente para concretar los
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anunciados autolímites, proporcionados respecto de las medidas precautorias por el artículo 79 de la LPL, situado en la sección 2ª del
breve capítulo primero del Título primero del
Libro II homologable con las aludidas «cautelares». Y, debe adicionarse el artículo 178 que
contiene la muy restringida y referida a la
modalidad procesal especial de defensa de los
derechos de libertad sindical y demás derechos y libertades fundamentales. A una y a
otra de estas dos medidas cautelares una el
llamado «embargo preventivo», y otra de suspensión de efectos de determinadas conductas, se dirige esta reflexión. En cuanto a la
LEC (versión 2000) será el Titulo VI de su Libro Tercero, el que nos proporcionará la nueva normativa.
E, inmediatamente, para asumir la doctrina que el Tribunal Constitucional ha establecido en relación con estas medidas. Doctrina
que entiendo puede sintetizarse así: En primer lugar que se está custodiando el Derecho a
la tutela judicial efectiva, proclamado en el artículo 24 del Texto Fundamental del Estado, del
que constituyen un contenido indispensable.
Después, que estamos ante una actividad meramente instrumental; que no busca un determinado resultado del litigio (que es el objeto de
otras medidas previas al procedimiento), sino a
asegurar el cumplimiento del que resulte proclamado por la Sentencia, que siempre defenderá un derecho o interés legítimo, sin
necesidad de que se trate de Derechos fundamentales o libertades públicas (Sección 1ª del
capítulo II, Título Primero de la CE). En este
propósito las medidas no tienen que ser necesariamente suspensivas, sino que pueden limitarse a un efecto simplemente modificativo.
Estos conceptos los encontramos en las siguientes Sentencias del Tribunal Constitucional: la S 29-04-1993, núm. 148/1993, de la
Sala 2ª, (Vid. «Actualidad Laboral», rfcia.
472/1994) con ponencia del Sr. López Guerra:
«Es cierto que el cariz instrumental y provisional de las medidas cautelares presupone la
pendencia del proceso principal y, por consiguiente, poseen generalmente una vigencia
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temporal que se extingue cuando emana la
sentencia».
Sobre la finalidad de preservar la eficacia
del fallo, se nos dice en esta misma Sentencia
«que los defectos o errores cometidos en incidentes cautelares del procedimiento son relevantes desde la perspectiva del art. 24.1 CE,
si imposibilitan la efectividad de la tutela judicial, implican la desaparición o pérdida
irremediable de los intereses cuya protección
se pretende...»
Y que no son únicamente los derechos fundamentales los que merecen esta protección
precautoria, se afirma en la STC de 17-121992, núm. 238/1992, ponencia del Sr. López
Guerra, y votada en pleno del Tribunal: «el
derecho enunciado en el art. 24.1 CE tiene, en
cuanto límite frente al legislador, una sustantividad propia derivada de su contenido esencial, lo que impide suscribir la afirmación
—que el abogado del Estado efectúa según su
interpretación de la citada sentencia— de que
tales límites operan únicamente en la defensa
procesal de un derecho fundamental. Por el
contrario, la efectividad de la tutela judicial
es exigible, en favor de cualesquiera «derechos
e intereses legítimos» (art. 24.1 CE) y no sólo
de los derechos incluidos en la Sec. 1ª del Capítulo II del Título I CE».
El contenido no siempre y forzosamente
suspensivo, sino posiblemente modificativo
aparece en un razonamiento de la citada Sentencia de 29 de Abril de 1993: «La objeción no
es convincente. De una parte, como se ha señalado en el antecedente 2, b), la Audiencia Territorial denegó la suspensión de cuatro de las
ordenes impugnadas y acordó la suspensión de
las restantes en todo lo que excedieran de determinados parámetros, por rebasar abusivamente los límites admisibles en la imposición de
servicios mínimos, esto es, las suspendió parcialmente reduciendo su imperatividad hasta
nivel en que, a su juicio, ya no se ocasionaba
una lesión irreparable al ejercicio del derecho
de huelga ni a los intereses de la comunidad.
De otra, más que terciar en el debate de si se
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produjo una suspensión parcial o en realidad
una modificación de las disposiciones impugnadas, importa destacar que la medida cautelar a adoptar en cada caso ha de ser
adecuada a su finalidad de garantizar la
efectividad de la tutela judicial que en su día
se otorgue, y aquí parece incuestionable que la
acordada era idónea para no frustrar la efectividad de la sentencia final y salvaguardaba
al propio tiempo el interés general involucrado. Idoneidad extensible a la modulación introducida en el procedimiento previsto en el
art. 7.3 de la L 62/78».
Podemos concluir, por tanto, que nos encontramos ante una actuación judicial que no
«declara» nada, que actúa sobre la voluntad del
titular de bienes y derechos pero que, por su finalidad subalterna «de servicio a», es provisional y está limitada a procurar la posibilidad del
cumplimiento, o sea, como entiende el común
de la doctrina (Alonso Olea, Montero Aroca, Rodríguez-Piñero, etc.), que procura la «efectividad» de la ejecución del pronunciamiento.
Y cuya entidad tiene, si se valora la letra
del artículo 79 de la LPL, cuando determina
la posibilidad del embargo preventivo de:
«bienes del demandado en cuantía suficiente
para cubrir lo reclamado en la demanda y lo
que se calcule para las costas de ejecución...» ,
tanto en la LPL como en la LEC, un sustrato
—general aunque no imprescindible—, a saber, el previo ejercicio de una pretensión procesal, en el amplio sentido de que se haya iniciado
una vía de reconocimiento de un derecho frente
a alguien, puesto que será contra el destinatario pasivo de la pretensión contra quien puedan
solicitarse las medidas precautorias, cuya
adopción dependerá, precisamente, de la situación o conducta de dicho sujeto pasivo, y cuyo
contenido tendrá como módulos cuantitativos
el importe del suplico de condena y de los gastos
procesales accesorios a la misma.
Lo que no es obstáculo para que la LEC
prevea la posibilidad de anticipar la solicitud
y el acuerdo de medidas precautorias a la interposición de la demanda, que debe seguir,
en breve plazo, da las propias medidas. Precisamente este breve plazo se ve ampliado por
la nueva LEC desde el anterior de ocho días
al nuevo de veinte.
2.2. Novedades concretas
a) Nueva ordenación
Coincidiendo la LPL con la anterior LEC
en regular el embargo preventivo como instituto autónomo de las restantes medidas precautorias, no había lugar a acudir a la ley
supletoria, para aplicar esta medida; sin embargo, dado que la LEC regulaba también las
restantes medidas, silenciadas por la LPL,
podía acudirse a la ley supletoria para alcanzar la aplicación de las omitidas. Como se nos
anuncia en la Exposición de Motivos (parágrafo
XVIII), la nueva Ley regula las medidas cautelares «en un conjunto unitario de preceptos»,
(aunque con alguna excepción), porque —se explica— «Se supera así una lamentable situación, caracterizada por escasas e insuficientes
normas, dispersas en la Ley de 1881 y en otros
cuerpos legales». Por tanto, si una ley especial,
como es la LPL respecto de la LEC silencia medidas y regula otras, que en la ley general forman un conjunto, no aparece ya tan claro que
tal silencio haya de ser suplido, pues cabría
entender que la voluntad del legislador es limitar las medidas precautorias de dicha ley
especial. En cualquier caso, la razón antes
existente no podrá ser esgrimida con la nueva
LEC.
b) Criterios de aplicación judicial
Es muy útil para el intérprete contar con
orientaciones contenidas en el propio texto
legal en orden a valorar el sentido, alcance
y finalidad de sus preceptos. Esta función
aparece cumplida por el artículo 726 de la
nueva LEC, que proporciona criterios en orden a aplicar tanto las medidas cautelares de
la LEC como las influidas por la subsidiariedad general de la misma. En apretada sínte-
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sis, podríamos significar que las medidas tienen una finalidad única justificativa de su
aplicación y que consiste en garantizar la
efectividad de la tutela judicial proporcionada, en su caso, mediante una sentencia estimatoria de la pretensión de condena. A
contrario sensu, la medida precautoria no
debe ser útil para presionar o coaccionar al
demandado en orden a forzar conciliaciones,
mediaciones, etc. 1; y, tampoco debe gravar en
exceso al sometido a ellas, de manera que
nunca deberán superar el contenido de la
propia de la pretensión más los gastos procesales previsibles.
Criterio al que resulta extremadamente
sensible la nueva LEC es el de la menor onerosidad, salvando, por supuesto, la eficaz
adecuación de la medida al propósito legal.
En este criterio ya abunda la LPL, cuyo artículo 243.1 permite que la ejecución definitiva
se demore, y dice que, cuando «pudiera ocasionar a trabajadores dependientes del ejecutado perjuicios desproporcionados en relación
a los que al ejecutante se derivasen del no
cumplimiento exacto, por poner en peligro
cierto la continuidad de las relaciones laborales subsistentes en la empresa deudora, el órgano judicial podrá, previa audiencia de los
interesados y en las condiciones que establezca, conceder un aplazamiento por el tiempo
indispensable». Si este es el efecto sobre dicha ejecución definitiva, cuanto mayor será
respecto del sometimiento de los medios de
producción a medidas precautorias. Y asimismo hay una característica reseñada en la
LEC de fácil trasvase al procedimiento laboral. Se trata de la que podríamos nominar
como «homologación» o semejanza entre el
contenido del suplico de condena y la medida
precautoria. Prototipo de esta medida sería
la suspensión de la conducta o de la decisión
1
Debe tenerse en cuenta el propósito del legislador,
plasmado en la «audiencia previa» de los arts. 414 a 430
de la LEC, de evitar —si es posible— la prosecución del
litigio, propósito que podría verse apoyado por la presión
de embargos, cauciones, etc. sobre el demandado.
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impugnada en el procedimiento, porque si el
fallo va a obtener la desaparición o ineficacia
de la decisión o de la conducta y la remoción
de sus efectos, cuanto antes queden impedidos estos efectos, menor será la restauración
o reparación necesaria. Y aquí hay una aplicación directa del artículo 178 de la LPL, que,
como se sabe, regula la suspensión de la conducta o de la decisión atentatorias contra un
Derecho constitucional.
c) Competencia para su adopción
El artículo 79 de la LPL es un fiel reflejo
de la naturaleza instrumental respecto del
fallo definitivo que corresponde a estas medidas. Por eso las medidas quedan limitadas por
el contenido de la pretensión; esta pretensión al
ser actuada ante un determinado órgano judicial, determina la competencia para el acuerdo
sobre la adopción y alcance de las medidas; el
ejercicio de la pretensión confiere la legitimación activa (y la pasiva de quien es sujeto pasivo
de la pretensión actuada) para solicitar las medidas 2. Circunstancias todas ellas predicables
con mayor fundamento si se contempla la específica medida de «suspensión», regulada por el
artículo 178 de la LPL.
d) Ámbito
Todo lo dicho con referencia a una demanda, un accionante, un demandado, etc. en un
procedimiento laboral, resulta aplicable a los
procedimientos arbitrales, y a los procedimientos que siendo competencia del Orden Social de
la Jurisdicción (debe entenderse que con arreglo a nuestras legislaciones orgánica y procesal)
estén pendientes ante tribunales extranjeros.
No cabe entender inaplicable el artículo 722 de
la nueva LEC en su ampliación de la legitimidad para solicitar medidas cautelares, confiriéndola a «quien acredite ser parte de un
proceso arbitral pendiente en España», y re2
Sin desconocer la legitimación activa específica del
Fondo de Garantía Salarial.
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gulando la competencia para conocer de esta
solicitud (art. 724) en atención a la futura
ejecución del Laudo, o bien en atención al
lugar donde las medidas cautelares debieran producir su eficacia 3. Puede anticiparse, en apoyo de esta extensión, que cuando
en lugar de en un procedimiento judicial,
las medidas se solicitan con referencia a un
procedimiento arbitral, el artículo 730.3 de la
nueva LEC no exige —obviamente— la presentación de la demanda sustituida por «que
la parte beneficiada por ésta (la medida cautelar) lleve a cabo todas las actuaciones tendentes a poner en marcha el procedimiento
arbitral».
Igualmente puede concluirse que el artículo 79 de la LPL propicia la adopción de
medidas que tiendan a la salvaguardar la
eficacia de una sentencia o de un laudo arbitral sobre cuestiones atinentes a la materia «social», cuya pendencia radique en el
extranjero, pues así lo preceptúa el artículo
722 de la nueva LEC, cuyo artículo 724 se
ocupa de deferir la competencia correspondiente al tribunal español que haya de ejercerla.
e) Mantenimiento temporal de la
medida cautelar anterior a la
demanda
Ya quedó constancia de la ampliación desde ocho a veinte días del plazo para solicitar
las medidas antes de la presentación de la demanda (artículo 730.2.segundo de la LEC de
2000).
f) Necesidad de la instancia de parte
La LPL admite en su art. 79 que el embargo preventivo se acuerde a instancia de parte
3
Equiparados los Laudos Arbitrales a las Sentencias
por el artículo 65 y por la Disposición Adicional 7ª de la
LPL, para encomendar su ejecución a los órganos del Orden Social de la Jurisdicción., no se les configuraba como
merecedores de la adopción de medidas precautorias en
favor de su eficacia definitiva.
interesada y permite que sea acordado «de
oficio». La LEC mantiene con firmeza la negación de un acuerdo de adopción de medidas
cautelares adoptado «de oficio». Ha de entenderse que la ordenación de la LPL no se ve
afectada por la nueva LEC, porque no hay silencio que suplir.
Para las restantes medidas cautelares, silenciadas por la LPL hay que acudir a la eficacia supletoria de la LEC, que no puede
fraccionarse, o sea que no puede asumirse para
acordar la adopción de esas medidas y desecharse para negar la actuación «de oficio». Luego, la adopción, en el procedimiento laboral, de
medidas cautelares silenciadas por la LPL podrá ampararse en la LEC, pero exigirá la solicitud o instancia de parte, por virtud de la ley que
propicia su aplicación.
g) Reglas procesales
Aunque escuetas, las reglas de procedimiento contenidas en la LEC aparecen como
consecuencia de la protección del derecho de
defensa y de audiencia de parte. De ahí que
deba entenderse que rige la LEC, en cuanto a
los trámites formales, por lo cual, la audiencia del sujeto a la medida cautelar, la posibilidad de que éste ofrezca caución suficiente,
para sustituir la medida. No es tan claro que
sea exigible al demandante trabajador, a las
Entidades Gestoras de la Seguridad Social,
etc. la caución a prestar por quien solicita la
medida.
Para la suspensión (o modificación, según el
Tribunal Constitucional) de la conducta tildada
de atentatoria contra una libertad pública o
un derecho fundamental, la LPL dispone un
itinerario procesal específico sin silencios que
necesiten ser suplidos. Habrá de darse la intervención del Ministerio Fiscal, y no será
aplicable el número 2 del artículo 733, o sea
que, en el procedimiento laboral no podrá ser
adoptada la medida sin audiencia del afectado, y menos aún sin la aludida intervención
del Ministerio Fiscal.
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En cuanto al embargo preventivo, el tribunal laboral se verá exento de las diligencias
previas a la adopción de su acuerdo. No así en
cuanto a las actuaciones encaminadas a su
sustitución, modificación, etc.
2.3. El artículo 727 de la LEC
Repasando la relación de las medidas «específicas» que se contienen en el artículo 727
de la LEC y poniendo a cada una de ellas en
relación con el Texto procesal laboral, se sugieren las siguientes interdependencias:
1. Nada que añadir a lo ya expuesto sobre
el embargo.
2. En cuanto a la intervención o administración de bienes judiciales, merece ser recordado lo también dicho sobre la prevención
procesal laboral de procurar la continuidad
de la actividad productiva de la empresa, evitando una paralización que podría originar
perjuicios a más trabajadores y más graves
que los soportados por quien o quienes solicitan la medida cautelar.
3. El depósito de la cosa mueble. Aunque
la previsión de la LEC se relaciona con el suplico de condena a la entrega de la cosa, cuyo
depósito se solicita, esta medida sería útil si se
atiende al privilegio crediticio establecido en el
artículo 32.2 del Estatuto, en los siguientes términos: «Los créditos salariales gozarán de preferencia sobre cualquier otro crédito respecto de
los objetos elaborados por los trabajadores
mientras sean propiedad o estén en posesión
del empresario». Quiere decirse que para dejar a salvo este privilegio será directamente
eficaz que los bienes refaccionados sean depositados y se impida que salgan de la propiedad o de la posesión del empresario.
4. En cuanto a la formación de inventario
sería un complemento muy eficaz cuando se
suspenda la realización de los bienes para no
paralizar la actividad productiva de la Empresa (supra número 2).
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5. Nada que observar sobre las anotaciones registrales, sin duda utilizables en el procedimiento laboral.
6. Sobre la suspensión de conductas (medida 7ª del precepto civil) ya se ha observado
que se trata de una medida precautoria específicamente prevista en la modalidad procesal de tutela de Derechos fundamentales,
pues el ya mencionado artículo 178 de la LPL
dispone que el demandante en defensa de
cualquier derecho fundamental puede en el
mismo escrito de demanda «solicitar la suspensión de los efectos del acto impugnado».
La LPL es muy estricta en la admisión de su
práctica, habida cuenta de que sólo permite que
sea solicitada cuando los actos «impidan la participación de candidatos en el proceso electoral o
el ejercicio de la función representativa o sindical respecto de la negociación colectiva, reestructuración de plantillas u otras cuestiones de
importancia transcendental que afecten al interés general de los trabajadores y que puedan
causar daños de imposible reparación». No parece que la LEC permita una aplicación ampliatoria de esta medida a otras conductas ni
en ocasiones distintas de las de la LPL.
7. La intervención de lo ilícito es más aconsejable que la intervención de los ingresos lícitos, por lo que la medida sería aplicable en
un procedimiento laboral donde aparecieran
trabajadores cooperando con actividades
contrarias al ordenamiento, y respecto de los
cuales se incumplieran obligaciones contractuales.
8. Las medidas específicas 9ª y 10ª podrían
ser supletorias en el procedimiento laboral
cuando se litigara por derechos de invención del
trabajador o por responsabilidad de los Administradores de la Compañía mercantil titular
de la Empresa; pero con riesgo de incompetencia del tribunal de trabajo. Y en cuanto a
la genérica 11ª es un innecesario límite a la
eficacia derogatoria de la propia ley, que conservará todas las medidas cautelares previstas en otras leyes, aunque las silencie la
nueva LEC.
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3. LEY DE ENJUICIAMIENTO CIVIL
Y EJECUCIÓN PROVISIONAL EN
EL PROCEDIMIENTO LABORAL
3.1. La difícil supletoriedad
El laudable propósito de la Exposición de
Motivos de la LEC, expresado en los párrafos
que dedica a dicha ejecución, entre los que
cabe destacar el que dice: «La regulación de
la ejecución provisional es, tal vez, una de las
principales innovaciones de este Texto Legal.
La nueva Ley de Enjuiciamiento Civil representa una decidida opción por la confianza en
la Administración de Justicia y por la importancia de su impartición en primera instancia y,
de manera consecuente, considera provisionalmente ejecutables, con razonables temperamentos y excepciones, las sentencias de condena
dictadas en ese grado jurisdiccional», que
puede entenderse completado con la expresión de la utilidad de esta nueva regulación, al decir que «Este nuevo régimen de la
ejecución provisional deparará, a buen seguro, muchos más beneficios directos que perjuicios o casos injustos y serán muy positivos
tanto los efectos colaterales de la innovación
radical proyectada, como la disminución de recursos con ánimo exclusivamente dilatorio», no
puede enervar la realidad de que la LEC regula
fundamentalmente un quehacer judicial desarrollado entre intereses privados (incluso con titular público), lo que determina la ausencia de
instituciones públicas intervinientes como sujetos de los trámites procesales, precisamente
por su condición de públicas. Mientras que el
procedimiento laboral, en razón a su finalidad
y a su naturaleza tuitivas respecto de quien
permanece valorado como «parte más débil»,
apoya la eficacia provisional de sus sentencias en tres pilares básicos: El depósito necesario para recurrir 4; la intervención del
4
Del que prescinde la LEC precisamente por su regulación nueva de la ejecución provisional. A este respecto, también se lee en la E. de M.: «Establecido un
nuevo sistema de ejecución provisional, la Ley no considera necesario ni oportuno generalizar la exigencia de depósito para el acceso al recurso de casación (o al recurso
Estado, como responsable solidario con el trabajador en el reintegro de lo percibido provisionalmente, si el fallo es revocado; y la eficacia
ejecutoria de diversas de las Sentencias dictadas
en dicho procedimiento. Por el contrario, LEC silencia cualquier responsabilidad que no sea la
del propio ejecutante, si su derecho de crédito es
revocado por la Sentencia del órgano superior.
Tan diferentes concepciones del contenido y
del efecto de la ejecución provisional limitan
muy firmemente la subsidiariedad, o aplicación
supletoria, de la LEC respecto de la LPL en
esta materia. De ahí que las normas en que, genéricamente, se proclama la aplicación subsidiaria de la LEC respecto de la LPL e una
mínima eficacia real. Incluso, como se verá, la
remisión expresa del artículo 303 de la LPL a la
supletoria LEC no amplía sensiblemente aquel
resultado general inicial.
El sistema que parece aconsejable para el
estudio de tal eficacia supletoria es un recorrido de los artículos del nuevo texto procesal
civil que tratan esta ejecución. No, evidentemente, para profundizar en su alcance intrínseco —tarea que corresponde a quienes se
adentren en el estudio de la nueva Ley— sino
para investigar hasta cuanto y de que forma
inciden en los artículos 287 a 303 de la LPL,
que regulan la ejecución provisional en el
procedimiento laboral.
3.2. La supletoriedad expresa y
concreta
La consideración concreta de aquéllos preceptos de la LEC nos lleva a las siguientes
conclusiones:
extraordinario por infracción de ley procesal). El depósito
previo, además de representar un factor de encarecimiento de la Justicia, de desigual incidencia sobre los justiciables, plantea, entre otros, el problema de su posible
transformación en obstáculo del ejercicio del derecho
fundamental a la tutela judicial efectiva, conforme al principio de igualdad. La ejecutividad provisional de las sentencias de primera y segunda instancia parece suficiente
elemento disuasorio de los recursos temerarios o de intención simplemente dilatoria».
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Artículo 524: Nada hay en él que modifique el ordenamiento procesal laboral. Ni siquiera la preferencia establecida en favor de
los fallos en que se tutelen derechos fundamentales puede sobreponerse a la previsión
del artículo 301 de la LPL que confiere eficacia ejecutiva a las Sentencias recaídas en estos procesos (así como a las de conflictos
colectivos, y a las de impugnación de convenios colectivos) por lo que resulta imposible
la supletoriedad.
Artículo 525: En principio puede ser el
precepto nuevo que ofrezca más cuestiones
de aplicación extensiva al procedimiento
laboral. Porque este artículo niega la ejecución
provisional de las sentencias («no firmes», dice
el precepto con evidente redundancia, puesto que
se trata de ejecución provisional) extranjeras. Si se
aplica el criterio interpretativo de que «exclussio
unius inclussio alterius», deberá concluirse que
esta exclusión expresa, deja incluídos a los laudos no firmes, puesto que para la adopción de
medidas cautelares así está previsto en el artículo 722 de la LEC 5. Sin embargo la eficacia de
estas decisiones (laudos arbitrales) en el procedimiento laboral viene limitada, según la
Disposición Adicional Séptima de la LPL, a
los «laudos igualmente firmes», de donde no
puede conferirse, dentro del reiterado procedimiento laboral, eficacia provisional a un
laudo que no haya alcanzado dicha cualidad
de «firme».
Y surge el interrogante de si, ante la negativa directa de la ejecución provisional del laudo
no firme con fundamento directo en la LPL, podrá obtenerse tal ejecución provisional con fundamento en la aplicación subsidiaria de la LEC.
Que merece respuesta negativa, porque la subsidiariedad de la LEC, en materia de ejecución
provisional, viene establecida en el citado artículo 303 de la LPL; y la eficacia de los laudos
viene condicionada a su firmeza, en la mencio5
Como se ha visto antes, también en esos procedimientos (arbitrajes y procedimientos en el extranjero) el
tribunal de trabajo va a poder adoptar medidas precautorias, si resultares aconsejables.
150
nada Disposición Adicional Séptima, por lo
que no hay silencio que suplir, sino ordenamiento propio de la ley especial en que no
debe penetrar la ley general.
Artículo 526: La dificultad técnica es profunda, porque este precepto proclama la generalización del derecho a la ejecución
provisional, salvo las contadas y razonables
excepciones del artículo 525. De otro lado la
LPL abre también un cauce general de ejecución provisional, mediante su artículo 303;
pero este precepto contiene una limitación
muy importante y sensible a la regla de generalidad, y es que únicamente reconoce legitimación activa para solicitar esta ejecución
provisional «al trabajador o beneficiario» 6
con lo que la nueva LEC estaría concediendo
facultades de ejecución provisional a quienes
les son negadas por la LPL. La doctrina que
apoya la decisión de la LPL en el principio
tuitivo supondría dejar sin efecto la subsidiariedad de la LEC al respecto, porque su aplicación podría desnaturalizar la finalidad
esencial de estos ordenamientos sustantivo y
procesal especiales. Decididamente (y guiados por el Tribunal Constitucional) ha de asumirse el criterio restrictivo para no admitir
otras ejecuciones provisionales regidas por la
LEC que aquellas en que la LPL establece la
expresa remisión, como hace en su mencionado art. 303, o sea la ejecución provisional de
sentencias favorables al trabajador o al beneficiario de la Seguridad Social, que no sean
6
IGLESIAS CABERO se plantea la cuestión de enfrentamiento con los arts. 14 y 24 de la Constitución, al negar
este derecho a empresarios, Entidades Gestoras, Mutuas,
etc. que él salva partiendo de que se trata de nivelar
una desigualdad inicial entre los litigantes. «Comentarios a la Ley de Procedimiento Laboral», VVAA Civitas
1993, pág. 1651. Este criterio aparece avalado por el Tribunal Constitucional, entre otras en S. de 2 de Junio de
1997, («El Derecho», rfcia. 1997/2631) en la que razona
que la ordenación de la ejecución provisional, en el procedimiento laboral, «actúa, por tanto, como mecanismo compensador de la desigual posición material existente entre las
partes, en el contexto de un proceso como el laboral, dirigido precisamente a garantizar la igualdad efectiva y no meramente formal de aquéllas».
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susceptibles de tal eficacia provisional mediante los cauces concretos establecidos por
la propia LPL.
En conclusión, tampoco este artículo 526
de la nueva LEC tiene eficacia modificadora
del texto de la LPL.
Artículo 527: Precepto que resultará
aplicable subsidiariamente en tanto que el
artículo 303 de la LPL abra el cauce de tal
aplicación concreta de la LEC. Antes de entrar en la consideración de estos supuestos,
debe dejarse aquí constancia de la extrañeza
que produce la decisión del número 2 del precepto, también parcialmente reiterada en el
artículo 550 de la LEC. Se trata de que el texto de estos preceptos parece desconocer lo dispuesto en el artículo 265 de la LOPJ. El Libro
de Sentencias, obrante en cada Juzgado o Tribunal, excusa la necesidad de acudir a cualquier otro Tribunal para que expida testimonio
de la que es objeto de la solicitud de ejecución
(tanto provisional como definitiva). Cuestión
diferente puede surgir cuando —en viciosa
práctica— la sentencia a ejecutar omita datos
imprescindibles, sustituidos por la remisión a
documentos obrantes en el procedimiento y que
tiene por reproducidos, con la consiguiente insuficiencia en el caso de que el fallo adolezca de
las misma imprecisiones, sin caer en la falta de
carecer de cantidad líquida de condena, porque
sea «liquidable» mediante elementales operaciones aritméticas, inalcanzables a quien carece de los datos básicos de tales operaciones.
Esta carencia no se subsanará mediante el
testimonio de la Sentencia (se insiste que
está a disposición del órgano que la dictó y
conserva en su Libro), sino mediante el conocimiento oficial de los documentos a los
que se remitió la Sentencia, y que podrán ser
identificados por el texto mismo de la incompleta Sentencia.
Cuales sean los supuestos en que un trabajador o un beneficiario de la Seguridad Social
precise del cauce la LEC para hacer efectivo
provisionalmente el fallo favorable, es cuestión
ardua, a la que no siempre aparece respuesta
en la doctrina, incluso la más autorizada 7. Y
es que la eficacia ejecutiva de las Sentencias
dictadas en tantas de las modalidades procesales especiales de la LPL (entre otras las de la
Seguridad Social) y la amplitud del anticipo
reintegrable en todas las que haya condena al
pago de cantidad impiden la concreción de un
supuesto de aplicación del mencionado artículo 303.
Tampoco el párrafo 4 de este precepto podrá
tener eficacia para enervar la norma de la LPL
conforme a la cual no se admite recurso contra
las decisiones adoptadas en materia de ejecución provisional, sino los («remedios») de reposición o de súplica. Si el Tribunal Supremo, en S.
de 23 de Septiembre de 1997 («El Derecho»
rfcia. 1997/6623), reiteró su doctrina de negación del recurso extraordinario, razonando que
«y así se ha pronunciado reiteradamente esta
Sala en numerosas sentencias, entre las que
pueden citarse las de 9 de octubre de 1989, 9 de
abril, 14 y 24 de diciembre de 1.990, 3 de junio y
23 de julio de 1.991, 9 de abril de 1.992 y 26 de
julio de 1.993, entre otras. En esta última se dice
expresamente que la exclusión es absoluta —
siempre que se trate materialmente de una decisión comprendida dentro de los límites de la
ejecución provisional— y se aplica tanto a la
decisión principal que abre esta modalidad
de ejecución como a los actos posteriores que
la instrumentan. la negativa legal del acceso
al recurso extraordinario en esta fase procesal»; con lo que, como se ve establece que la
improcedencia del recurso extraordinario no
actúa únicamente respecto de la decisión inicial, sino también de las que se adopten a lo
largo de la ejecución. Pero «siempre que se
trate materialmente de una decisión comprendida dentro de los límites de la ejecución
provisional», porque el Tribunal Supremo, en
S. de 17 de Julio de 1993 («El Derecho» rfcia.
7
ALONSO OLEA y MIÑAMBRES nada dicen; IGLESIAS alude, como posible, la sentencia de extinción indemnizada
del contrato ex art. 50 del ETT, «Ibidem», pág.1651, supuesto en que podría actuar el anticipo reintegrable sobre la indemnización fijada.
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ESTUDIOS
251/1994) había atendido al contenido del
pronunciamiento para declarar la admisión
del recurso extraordinario porque no era aplicable la restricción legal cuando la ejecución
provisional era negada por incompetencia de
jurisdicción, con el siguiente razonamiento:
«...toda cuestión atinente a la competencia de
los Juzgados y Tribunales está sometida al
sistema de recursos devolutivos establecido en
la Ley y por tanto puede ser revisada a través
del recurso extraordinario correspondiente y,
en el presente caso, el auto del Juzgado declarando la falta de jurisdicción para conocer de
la ejecución provisional era recurrible en suplicación, de acuerdo con lo dispuesto en los
artículos 188.1,e) y 4 y 5.4 de la Ley de Procedimiento Laboral, lo que no infringe el mandato del artículo 302 de la ley procesal, pues
el pronunciamiento de la Sala se limita a declarar que existe competencia de jurisdicción
para llevar a efecto los acuerdos adoptados
por el Juez con anterioridad a la declaración
de falta de jurisdicción, sin que se resuelva sobre las concretas medidas de ejecución provisional solicitadas, que es la materia sobre la
que no cabe recurso».
Artículo 528: Cabe distinguir, de acuerdo
con la estructura del propio precepto, entre
las condenas dinerarias y las consistentes en
«hacer». Para las primeras, la posible oposición del ejecutado está prácticamente vacía en
el procedimiento laboral. Se trata de una actividad del órgano judicial (ciertamente atendien-
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do una instancia del ejecutante) cerca del Estado, sin afección directa del ejecutado, que es
ajeno a su tramitación y no es alcanzado por su
resultado definitivo, puesto que es el propio
Estado garante del resarcimiento de un hipotético perjuicio.
Para las condenas a «hacer», queda muy
restringida en la LPL su aplicación, porque
está preceptuada la inmediata eficacia ejecutiva (ya tratada) de las sentencias recaídas en
procedimientos de tutela de derechos fundamentales; las que consistan en obligaciones «de
hacer o no hacer» en materia de Seguridad Social, están normadas en el artículo 294 de la
LPL, con un criterio inicialmente coincidente
con la LEC consistente en la no exigencia de
fianza al ejecutante. Como quiera que se deja «a
criterio judicial» despachar o no esta ejecución,
quedará también al criterio judicial la prudente audiencia del condenado, en orden a la
eficacia provisional de la sentencia.
Los restantes preceptos de la LEC, artículos 529 a 534, referidos aún a la ejecución
provisional de las sentencias condenatorias
dictadas en instancia, y los artículos 535 a
537 referidos a la ejecución provisional de
sentencias condenatorias dictadas en segunda instancia carecen de virtualidad en el procedimiento laboral, por las obvias razones ya
expuestas, que quedan reafirmadas en cuanto a la segunda instancia, pues es sabido que
en este procedimiento la instancia.
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JOSÉ MARÍA MARÍN CORREA
RESUMEN El examen unitario, aunque no conjunto, de dos institutos coincidentes en su finalidad de
garantizar el cumplimiento del fallo condenatorio, en uno aún probable; y en la segunda ya
real, pero no firme, debe centrarse en el alcance de la función supletoria de la Ley de Enjuiciamiento Civil en relación con la de Procedimiento Laboral, función reforzada por el artículo 4 de la nueva Ley procesal común.
Para una mayor claridad se introducen cada una de las dos instituciones, con criterios generales y después se van analizando las redacciones literales de los preceptos atinentes a fin
de relacionar entre sí los que regulan respectivamente en cada texto cada una de las posibles medidas cautelares o la eficacia provisional de las sentencias recaídas en las diferentes
modalidades procesales laborales.
El resultado puede valorarse como una breve guía práctica de un no nuevo, pero sí «renovado» procedimiento laboral. Es de particular interés la ampliación del ámbito de aplicación
de una y otra medidas a los Laudos y a las Sentencias dictadas por tribunales no españoles.
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