Edipo y violencia contra la mujer. La internalización de las

Anuncio
Edipo y violencia contra la
mujer. La internalización de las
asimetrías y desigualdades.1
TERESA LARTIGUE DE VIVES
La violencia contra la mujer -ampliamente documentada en el Informe del Banco
Mundial para la Reconstrucción y el
Desarrollo y de la Organización Panamericana
de la Salud 2, en el que se analizan estudios
provenientes de diferentes países, se define
como "todo acto de fuerza física o verbal,
coerción o privación amenazadora para la
vida, dirigida al individuo mujer y niña, que
cause daño físico o psicológico, humillación o
privación arbitraria de la libertad y que
perpetúe la subordinación femenina" (Heise,
Pitanguy y Germain, 1994, p. 69)3.
Recientemente se ha puntualizado que se
considera violencia al uso de la fuerza física o
moral que atente contra la integridad física,
psíquica o ambas, independientemente de que
pueda producir o no lesiones (Ley de
Asistencia y Prevención de la Violencia
Intrafamiliar, artículo 232 ter., citado en Doble
Jornada, 1998, p.12).
Las dimensiones de la violencia de
género incluyen la violación, estupro, mutilación, homicidio, la violencia doméstica (en
su acepción de lo privado, familiar) en sus
siete modalidades: abuso sexual y/o incesto;
abuso físico; abuso verbal o moral;
explotación, severa indiferencia, descuido o
abandono; o el ser testigo de violencia,
además la interrupción voluntaria de
embarazos femeninos (frecuentes en la India y
en China). Comprende también la violencia de
género en la educación y/ o en el trabajo en
sus
cuatro
formas:
segregación,
discriminación, hostigamiento sexual y
hostigamiento psicológico, así como las
prácticas culturales
lesivas para la mujer como la excisión y la
infibulación , al igual que el maltrato en los
distintos servicios de salud, principalmente
hacia las mujeres pobres. La carga oculta para
la salud física, mental y social de las mujeres
varía dependiendo de tipo de violencia,
intensidad de la misma, etc., pero representa
casi un año de vida perdido por cada cinco
años de vida saludable, o bien la muerte a
edades mas tempranas4 (Heise, Pintanguy y
Germain, 1994). La violencia contra la mujer
puede ser conceptualizada desde la teoría
psicoanalítica como lo traumático, como un
trauma acumulativo o sumativo, como un
evento abrumador en sí y como la consecuencia mental de ese hecho; como "esa
inscripción violenta de una escrituración
desgarrante, que junto con el deseo y su
escenificación constituyen la esencia de la
realidad psíquica en términos de Kolteniuk
(1997). También como ese factor accidental diferente del constitucional- que puede dar
lugar, en el mejor de los casos, a una neurosis
traumática, o a la formación de síntomas
diversos, o como lo han demostrado los
estudios del apego puede estar en la génesis de
una organización borderline de la personalidad, dependiendo del grado de alteración del
Yo y de otros factores.
Aquí cabe recordar, los señalamientos
de Freud (1937) casi al final de su vida en
donde señala que la "etiología de cualquier
trastorno neurótico es mixta. O bien ocurre
que los instintos son excesivamente intensos es decir, recalcitrantes a ser do-
TERESA LARTICUE DE VIVES
triados por el Yo~ o bien es el resultado de
traumas prematuros que el Yo inmaduro fue
incapaz de dominar. Por lo común existe una
combinación de ambos factores, el constitucional y el accidental. Cuanto mas intenso
es el factor constitucional, mas fácilmente
llevar un trauma a una fijación y dejar detrás
un trastorno del desarrollo; cuanto mas
intenso es el trauma, con tanta mayor
seguridad se manifestarán sus efectos
perjudiciales, aun cuando la situación instintiva sea normal. No hay duda de que una
etiología traumática ofrece una campo mas
favorable para el psicoanálisis" (Ibid.,
p.3342) 5.
El objetivo de esta presentación es
doble, uno referido a la práctica psicoanalítica,
el otro a la teoría y a la metapsicología. En lo
que se refiere a nuestro quehacer, constituye
un intento de salir de la conspiración del
silencio al traer la violencia contra la mujer
como un problema de ética en el tratamiento
psicoanalítico de nuestras pacientes mujeres.
Podernos cuestionar si, por una parte,
perpetuamos la subordinación femenina (con
nuestros actos e interpretaciones efectuadas
desde
reacciones
contra-transferenciales
teñidas por la ideología, o desde
representaciones inconscientes de género); o
por la otra, si reproducimos las modalidades
de la violencia doméstica en el tratamiento,
como sería el abuso sexual, la explotación de
las pacientes, etc. problemas éticos
subrayados por Manuel I. López en nuestro
medio (1988,1994,1995).
Respecto de la teoría y metapsicología,
es una invitación a repensar a la luz de algunos
acontecimientos recientes, la organización
pulsional de los , seres humanos, a partir de los
textos freudianos; esto es, la dualidad de la vida
instintiva en donde la libido es la manifestación
de los instintos sexuales, del Eros y el
sadismo/masoquismo de los instintos de
destrucción o Tánatos, descrita magistral-mente
por Freud (1919-20; 1923; 1938). Asimismo,
repensar la polaridad sexual fálico/ castrada,
que emerge después de la crisis edípica, como
un aspecto de la cultura, como resultado de la
construcción social de la identidad de género,
condicionada tanto históricamente como por la
ubicación que
84
la familia, principalmente los padres -primeros objetos de amor e identificación- y el
entorno, le dan a una niña o niño, a partir de la
simbolización cultural de la diferencia sexual
que es el género.
Los supuestos sobre los cuales se basa
el presente escrito es en primer término que
las mujeres y los hombres comparten las
características de los sistemas complejos
descritos en la teoría del caos (en donde cada
nivel tiene una organización significativa y
requiere de disciplinas y leyes especiales, ver
Burín. 1995; Cereijido, 1996; Glocer de
Fiorini, 1994; Wayman, 1996). En segundo
lugar, destacar que la pulsión sexual, la
sexualidad se puede entender mejor desde seis
líneas de desarrollo: la identidad subjetiva, la
identidad de género, la identidad psicosexual,
esquema o imagen corporal, vinculación
afectiva e identidad reproductiva. Freud nunca
mencionó la palabra género en sus diversos
escritos sobre la masculinidad y feminidad,
por lo es importante enfatizar que esta identidad es diferente de la psicosexual que se
conforma mediante la reacción individual ante
la diferencia sexual, y también distinta de la
identidad subjetiva que posesiona a las
personas en la masculinidad o feminidad
desde un punto de vista psíquico (ver Brennan,
1992; Lamas, 1993; Lartigue 1997a, 1997b).
Tercero, no se analiza el debate de los años
veinte y treinta respecto de la sexualidad
femenina (descrito por Chasseguet-Smirgel,
1964 y recientemente por Fernández del Valle,
1998) en virtud de que la categoría analítica
género desde una dimensión holística/ societal
surge hasta los años setenta, por lo que dichos
autores y autoras no disponían de esta
herramienta conceptual (el género en su
dimensión individual surge antes en los años
cincuenta con John Money, después con
Stoller y retomado por Phillis Tyson). En este
sentido, mi propuesta es muy simple, consiste
únicamente en ubicar las observaciones y
deducciones de Freud respecto de la castración
de la mujer dentro de la identidad de género, y
no como parte de la identidad psicosexual.
Cuarto, no existe la mujer, ni el hombre, sino
las mujeres
EOIPO Y VIOLENCIA CONTRA LA MUIER
y los hombres, por lo que sólo a través de la
clínica podremos comprender como cada
mujer construye sus diversas identidades,
desde su realidad psíquica e ir documentando
las diversas maneras, formas y modalidades,
esto es, las diferencias al interior de las
mujeres, y también las diferencias al interior
de los hombres. La única que se puede
estudiar en lo colectivo es la de género, por
justamente ser producto de la cultura
(evidentemente habría que estudiar los
diversos sistemas sexo/género coexistentes al
interior de cada grupo cultural y familiar).
En quinto lugar, dejar asentada
que mi línea teórica es la de Freud y no de
Lacan, como lo hecho otras psicoanalistas que
han abordado la relación género/psicoanálisis
como Cixous, Irigaray, Kristeva, etc., en
virtud de que comparto con Kolteniuk (1990)
y Elliot (1992) que el inconsciente no está
estructurado a la manera del lenguaje, sino
con pulsiones que se infieren a través de sus
representaciones como lo señaló Freud.
Por último, pienso que castración
es el concepto psicoanalítico que mejor
expresa los efectos de la violencia contra la
mujer desde la Antigüedad hasta nuestros días.
Castración es un término mas exacto y puntual
de la condición de las mujeres en los ámbitos
público y privado que opresión, subordinación
o cultura de la inferioridad femenina como ha
sido designada por otros especialistas de las
ciencias sociales (Rubin, 1975; De Maio,
1988: Riquer, 1995). Castración psíquica y
social de la mujer, que en algunos países es
además castración física -lo que se conoce
como circuncisión femenina o mutilación
genital. 6 En el nivel inconsciente los hombres
temen profundamente a la sexualidad de la
mujer, por lo que estas son lo telúrico, lo
misterioso, lo siniestro, la evidencia palpable
de la castración. Paso ahora al desarrollo de
argumentos que podrían ayudarnos a pensar.
I
Freud (1919-20) al reflexionar
sobre el desarrollo humano nos dice textualmente "me parece no necesitar expli-
cación distinta del de los animales, y lo que de
impulso incansable a una mayor perfección se
observa en una minoría de individuos
humanos puede comprenderse sin dificultad
como consecuencia de la represión de los
instintos, proceso al que se debe lo mas
valioso de la civilización" (Ibid., p. 2528). Mi
hipótesis al respecto es que sólo una minoría
de hombres, principalmente en el ámbito
doméstico reprimen sus instintos de
apoderamiento, destrucción y muerte hacia su
pareja sexual y hacia las y los hijos. En virtud
de ser el hogar, el sitio en donde el hombre -y
también la mujer- desreprimen lo que la
sociedad obliga a inhibir, liberan en
consecuencia los impulsos, tanto los agresivos
como los libidinales. Sin embargo, como
señala Freud (1923) "los instintos eróticos me
parecen en general, mas plásticos, desviables
y desplazables que los de destrucción" (Ibid.,
p. 2719), por lo que estos últimos aparecen en
mayor proporción en este ámbito. En casa, en
familia, tiende a surgir el verdadero Self,
distinto del (necesario) falso Self social.7
Retomando a Freud (1919-20, p.
2535) el subrayaba que su concepción "era
dualista desde un principio y lo es ahora aun
mas desde que denominamos la antítesis (no
ya instintos del Yo e instintos sexuales) sino
instintos de vida e instintos de muerte (...)
Sospechamos que en el Yo actúan instintos
diferentes de los instintos libidinosos de
conservación, mas no podemos aportar
prueba alguna que apoye nuestra hipótesis.
Es de lamentar que el análisis del Yo se halle
tan poco avanzado, que tal demostración nos
sea difícil en extremo".
Considero que una prueba de la
expresión directa de los instintos de muerte, se
encuentra en las estadísticas respecto de las
causas de muerte diferenciadas por sexo y por
grupos de edad y que están en íntima
interrelación con el proceso de socialización
diferencial para hombres y mujeres, en el cual
se estimulan, fomentan o intensifican en los
hombres la expresión de los impulsos
agresivos y/o destructivos (a diferencia de las
mujeres a las que se les educa para reprimir la
agresión) desde el nacimiento, en la manera
de mirarlos, cargarlos,
85
TERESA LARTICUE DE VIVES
acunarlos, criarlos, educarlos, etc. Tomemos
como ejemplo el caso de México y el análisis
de Keijzer (1994) respecto de la mortalidad
general (para el año de 1986) en donde
aparecen los accidentes como la segunda
causa de muerte entre los hombre con 35,000
muertes en una proporción cuatro veces
mayor que las mujeres. Asimismo, el
homicidio está como la cuarta causa de
muerte con 14,500; aquí la proporción es once
veces mayor que en las mujeres. En contraste,
en padecimientos comunes a ambos sexos
como son las diarreas, neumonías o diabetes,
la mortalidad es muy parecida en ambos sexos
8
.
La socialización diferencial implica la no neutralización de las pulsiones
agresivas como parte de la educación que las
familias imparten a los hombres. Esta
modalidad de agresión, también implica, por
una parte, una grave falla materna en la
neutralización y espejeo de la agresión del
bebé (posiblemente por no poder ella misma
neutralizar su agresión al estar involucrada en
una relación de dominio/ sumisión con su
pareja,
y
por
albergar
fantasmas
transgeneracionales de maltrato); y, por la
otra, la internalización de la manera de ser del
padre y del tipo de relación que establece con
la madre, con las mujeres en general y con los
hombres mas débiles o vulnerables, o aquellos
que se asemejan a las mujeres como los
homosexuales. 9
"En el estadio oral de la organización de la libido coincide aun el apoderamiento erótico con la destrucción del
objeto, pasando tal estadio es cuando tiene
lugar la expulsión del instinto sádico (en la
fase sádico anal), el cual toma por último al
sobrevenir la primacía genital, y en interés de
la procreación, la función de dominar al
objeto sexual, pero tan sólo hasta el punto
necesario para la ejecución del acto sexual"
(Freud, 1919-20, p. 2535). Aquí podríamos
añadir, que la función de dominar se extiende
a todos los ámbitos (principalmente cuando el
desarrollo ha sufrido alguna alteración,
desviación o distorsión), no se queda sólo en
el espacio de la sexualidad. Continúa
diciendo: "Pudiera decirse que el sadismo,
expulsado del Yo le ha sido marcado el
camino
86
por los componentes libidinosos del instinto
sexual, los cuales tienden luego hacia el
objeto. Donde el sadismo primitivo no
experimenta una mitigación y una fusión
queda establecida la conocida ambivalencia
amor-odio de la vida erótica" (Ibid.). Este
podría ser uno de los factores que explicara la
violencia en la relación de pareja y el
establecimiento del ciclo del abuso conyugal
que puede terminar en homicidio o suicidio.
Posteriormente añade que "los
peligrosos instintos de muerte son tratados por
el individuo de muy diversos modos. Parte de
ellos queda neutralizada por su mezcla con
componentes eróticos, otra parte es desviada
hacia el exterior como agresión, y una tercera,
la mas importante, continúa libremente su
labor interior" (Freud, 1923, p. 2725). La parte
que es desviada al exterior, es la que se
intensifica en el proceso de socialización
diferencial y que daría cuenta también de los
homicidios hacia otros hombres, mientras que
la que sigue libremente su labor interior es la
que explicaría parte de la conducta
autodestructiva que se expresa en las
adicciones o abuso de sustancias y en los
suicidios. Valdría la pena explorar si el
suicidio es un homicidio y viceversa, al igual
que la dialéctica sadismo/masoquismo.
II
Por otra parte, la observación
analítica permite reconocer las relaciones
existentes entre la organización fálica, el
complejo de Edipo, la amenaza de castración,
la formación del Superyó y el periodo de
latencia. Estas relaciones justifican la
afirmación de que el complejo de Edipo
sucumbe a la amenaza de castración en el
varón y a una castración ya consumada en el
caso de la mujer (Freud, 1925, p. 2901-02).
En relación con los hombres,
resalta dos reacciones. La primera es de horror
frente a la criatura mutilada, la segunda es de
menosprecio triunfalista hacia ella (el
machismo estaría conectado con esa segunda)
y si éste menosprecio es muy intenso, puede
darse una dispo-
EDIPO Y VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
sición a la homosexualidad (Freud, 1923). Es
importante mencionar que estas "reacciones
pueden fijarse y luego por separado reunirse, o
bien conjugadas con otros factores, determinar
su "relación con la mujer". Aquí cabría
preguntarse si serían posibles otras reacciones,
y también de cuáles son los otros factores que
determinan la relación con la mujer. Recordar
también que Freud atribuye la génesis del
Superyó a dos factores: "biológico uno y de
naturaleza histórica el otro: de la larga
indefensión y dependencia infantil del hombre
y de su complejo de Edipo" (Freud, 1923, p.
2714).
En un trabajo anterior (Lartigue,
1995) formulé la hipótesis de que esta larga
indefensión y dependencia infantil -principalmente hacia la madre preedípica, podría ser
uno de los factores que explicara la fragilidad
masculina y su transformación en una actitud
de dominio frente a la mujer, como una
venganza, "ojo por ojo y diente por diente".
Asimismo, que el embarazo se constituye en la
máxima expresión de los impulsos libidinales
como creación, y también de los instintos de
muerte, como destrucción, en el sentido de que
la mujer puede decidir -con o sin el
consentimiento del hombre- interrumpir o no,
la gestación; con lo cual el temor, el pánico y
la angustia a la madre dadora de vida o muerte
queda inscrito en el inconsciente, como lo
podemos ver en los diversos mitos relativos al
origen de la humanidad, provenientes de
distintos países. Asimismo, los estudios
longitudinales escandinavos de hijos(as) de
mujeres a quienes se denegó el aborto por dos
veces consecutivas, muestran los estragos
sobre su salud mental; por lo que se ha
planteado la hipótesis de que los intentos o
maniobras abortivas favorecen la intensificación de los instintos de muerte en los
hijos o hijas que logran sobrevivir. Habría que
preguntarse
cuántos
de
los
abortos
arrepentidos -en términos de Luis Federdevinieron hombres y/o mujeres abusivos o
maltratadores. Por su parte Welldon (1988)
hace notar que la perversión en la mujer se
dirige a atacar al propio cuerpo o a sus
productos, estos es a sus hijos o hijas.
Es importante señalar que Freud
(1924, 1925) concibe la "catástrofe" del
complejo de Edipo -la prohibición del incesto,
la institución de la conciencia moral y de la
moral misma- como un triunfo de la
generación sobre el individuo. Aquí cabría
interrogarse, ¿cuántos hombres han realmente
internalizado la prohibición del incesto? y
pregunto por hombres, debido a que datos de
la realidad exterior muestran que un alto
porcentaje de padres han cometido incesto, en
mayor proporción que las mujeres (Informe
del Banco Mundial, así como datos
provenientes de mi práctica psicoanalítica
respecto de incesto por parte del padre, o bien
abuso sexual por parte de tíos o hermanos,
amen de mozos, choferes, etc., datos
concordantes con lo reportado por Norma
León en México, 1997). Retomando lo del
incesto, ¿cómo transitan por el complejo de
Edipo estas hijas? ¿cómo determina esta
experiencia traumática la estructuración de su
psiquismo? ¿cuáles son sus efectos sobre la
salud mental? ¿qué tipo de organización
adquirirá o consolidará? Evidentemente, el
daño dependerá de la etapa del desarrollo en
que tuvo lugar, de la intensidad de la
experiencia, etc., ¿cómo se liberan del
sentimiento de culpabilidad, de vergüenza y de
ser un estigma? ¿pueden acaso reconocerse
como sujetos con derechos? Valdría la pena
revisar de nueva cuenta nuestros historiales
clínicos para responder a estas preguntas. 10
En la fase fálica, cuando tiene
lugar el descubrimiento de la diferencia
anatómica entre ella y un hermano (o compañero de juegos), la niña pequeña -al contrario de lo que sucede en el caso del varóndiscierne que el pene es "superior a su propio
órgano, pequeño y escondido; a partir de ahí
cae víctima de la "envidia fálica" (Freud,
1925, p. 2890). "Lo ha visto, sabe que no lo
tiene y quiere tenerlo". Las consecuencias
psíquicas de la envidia fálica derivada del
sentimiento de inferioridad del clitoris pueden
ser tres: complejo de mas-culinidad,
sentimiento de inferioridad, desvinculación
afectiva de la madre. "
Freud enfatiza también que "la
divergencia que en esta fase existe entre el
desarrollo sexual masculino y el feme-
87
TERESA LARTIGUE DE VIVES
nino es una comprensible consecuencia de la
diferencia anatómica entre los genitales, y de
la situación psíquica en ella implícita;
equivale a la diferencia entre una castración
realizada y una mera amenaza de castración"
(Freud, 1925, p. 2901-02).
Si bien Freud en este mismo artículo, recomienda no dejarse extraviar por las
objeciones de las feministas, es importante
destacar que un buen número de feministas
han acudido al psicoanálisis para explicarse
precisamente cómo se reproducen y perpetúan
los mecanismos de dominación de los
hombres sobre las mujeres, precisamente a
través del tránsito por la crisis edípica. Un
artículo clásico en este sentido es el de la
antropóloga norteamericana Gay le Rubin
(1975). Por mi parte, considero que en el
intercambio dialéctico de los niveles
microsocial y macrosocial en el que se
encuentran insertos los sistemas sexo/género,
en cualquiera de las cuatro perspectivas en
que se han estudiado, bien sea como división
social del trabajo, como sistema de status o
prestigio social, como organización de poder o
como sistema de representaciones (de
Barbieri, 1996) la posición de las mujeres es
de asimetría, desigualdad, de desventaja frente
a los hombres, tanto en el pasado como en el
presente y en la mayoría de las culturas.
Si a esta posición de asimetría y
desigualdad, se añade la institucionalización
de la violencia contra la mujer en lo social (en
las estructuras sociales, políticas y económicas) y si en el interior de un buen número de
familias priva o prevalece la violencia doméstica, en donde la pequeña advierte los abusos
de que es objeto su madre -ya sea en forma
activa o pasiva-, y de que es objeto ella misma
(que se manifiesta en un patrón de apego
ansioso al año de edad, cuando ella es la
víctima, Liotti, 1995; Fonagy et al., 1995; o
bien, a los dos años cuando es su madre la que
es abusada -como lo demuestran los estudios
transculturales de Raguz, 1997 quién señala
que las niñas en su incipiente lenguaje dicen
que la mujer llora y el hombre pega),
encuentra en un segundo tiempo, una
explicación del maltrato por parte del padre o
pareja sexual de la madre al advertir la
ausencia de pene en ella y en su madre, con lo
cual se cierra el círculo y
88
comprende la inferioridad de su posición en el
seno de la familia.
Si a lo anterior se añade que tanto
la madre como el padre, le brindan al hermano
o hermanos, mejor alimentación, educación y
cuidados, ella muy pronto se sentirá no sólo
inferior en lo biológico, sino también en lo
psíquico. Con el transcurrir del tiempo,
advertirá también su inferioridad social y la
escasa participación de las mujeres en el
ámbito político, económico y jurídico. La
castración está consumada. La persecución, el
control y el sometimiento se han internalizado
(evidentemente según el tipo, intensidad y
combinaciones de las modalidades de abuso.
De esta manera tanto la madre como el padre
han construido un ser mutilado con menores
derechos que sus hermanos, que estará mas
propensa a presentar cuadros depresivos
(Burin, Moncarz y Velazquez, 1987)
histéricos (Dio Bleichmar, 1985) o una
organización borderline en mayor proporción
que los hombres. (Guzder et al, 1996).
Para finalizar, sería interesante
explorar cómo actúan los instintos de muerte
en el complejo de Edipo, cómo se entrelazan
con los sexuales, cómo y de qué manera
podríamos advertir su presencia, ya no tan
silenciosa en este final de milenio, cuál es el
peso de la envidia. Asimismo, explorar la línea
que va de la ansiedad de separación a la ansiedad de castración, el papel del complejo de
padre en la identidad de género del varón, y
de la madre preedípica, principalmente el eje
Yo ideal-Ideal del Yo para ambos sexos, la
relación entre violencia y masoquismo
erógeno, femenino y moral.
Por otra parte, al ser la castración
construida socialmente, el psicoanálisis se
constituye en la mejor opción para las mujeres, para recuperar el poder sobre sí mismas,
para acceder a la autonomía y al conocimiento. El psicoanálisis ha sido un campo propicio
para el desarrollo de teorías por parte de las
analistas, entre estas cabe destacar a Melanie
Klein, Margaret Mahler- a diferencia de la
filosofía y otros campos del saber. Debido a la
posibilidad de recuperar la potencialidad
perdida, cada vez mas mujeres ingresan a la
formación psicoanalítica y colaboran al
establecimiento de relaciones equitativas de
f
género, así como a la prevención de la violencia contra la mujer.
Referencias
BARBIERI, T. DE.
_ (1996) Certezas y malos entendidos sobre la
categoría género, en Guzmán, S. y Pacheco,
L.G. (comps.) Estudios básicos de Derechos
Humanos IV, San José Costa Rica: Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Comisión
de la Unión Europea.
BRENNAN, T.
(1992). The Interpretation of the Flesh, Freud
and Femininity, London: Routhledge
BURÍN, M.
_(1995). Subjetividad femenina y salud mental,
en: Perez Gil, S.E., Ramírez, J.C. y Ravelo, P.
(coord.) Género y salud femenina. Experiencias de investigación en México, México:
CIESAS/Univ. de Guadalajara
BURÍN, M; MONCARZ, E. Y VELAZQUEZ S.
(1987). El malestar de la mujeres. La tranquilidad recetada. Buenos Aires: Paidós, Ia.
Reimpresión 1991
CEREIJIDO, M.
_ (1996). Del caos de los demonios al caos de los
biólogos, Rev. de la Universidad de México,
540: 3-7
CHASSEGUET-SMIRGEL, J.
(1964) Introducción, en La sexualidad femenina. Nuevas aportaciones psicoanalíticas, Barcelona, Laia, pp. 7-84
DE MAIO, R.
(1988). Mujer y Renacimiento, España: Editorial Mondadori
DE KEIJZER, B.
_ (1994). Morir como hombres. La enfermedad y
muerte masculina desde una perspectiva de
género, ponencia para el seminario de Masculinidad, México: PUEG/UNAM
DIO BLEICHMAR, E.
(1985). E! feminismo espontáneo de la histeria, Madrid: Adrotaf
ELLIOT, A.
(1992). Teoría social y psicoanálisis en transición. Sujeto y sociedad de Freud a Kristeva, trad,
de J.L. Etcheverri, Buenos Aires, Amorrortu,
1995
FERNÁNDEZ DEL VALLE, E.
_ (1998) La "envidia del pene" entonces y aho
ra. Las primeras polémicas en torno a la sexua
lidad femenina, en Palacios, A. (comp.): Freud,
su legado un siglo después, México, Sansores
& Aljure, pp. 123-143
FONAGY, P. STEELE, M., STEELE, H., LEIGH, T.,
KENNEDY, T., MATTOON, G. Y TARGET, M.
(1995). Attachment, the reflective Self, and
borderline states: The predictive specificity of
the Adult Attachment interview and
pathological emotional development, en:
EDIPO Y VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Golberg, S., Muir, R. y Kerr, J. (eds.)
Attachment Theory. Social, developmental and
clinical perspectives, Hillsdale, NJ: The
Analytic Press, pp. 233-278 FREUD, S.
_ (1919-20). Mas allá del principio del placer, en
Obras completas, trad. Luis López-Ballesteros,
Biblioteca Nueva, 3a éd., Madrid,Tomo III, pp.
2507-2541
FREUD, S.
_ (1923). El Yo y el Ello, Ibid., pp. 2701-2728
FREUD, S.
_ (1924). La disolución del complejo de Edipo,
Ibid., pp. 2748-2751
FREUD, S.
_ (1925). Algunas consecuencias psíquicas de la
diferencia sexual anatómica, Ibid., pp. 28962903
FREUD, S.
_ (1937). Análisis terminable e interminable, Ibid.,
pp. 3339-3364
GLOCER DE FIORINI, L.
_ (1994). La posición femenina. Una construc
ción heterogénea, Rev. de Psicoanálisis, 587603
GUZDER, J. PARIS, J. ZELKOWITZ, P. Y
MARCHESSAULT, K.
_ (1996). Risk Factors for Borderline Pathology
in Children, J. Am. Acad. Child Adolesc,
Psychiatry 35 (1): 26-33
HEISE, L., PÍTANGUY, J. Y GERMAIN, A.
_ (1994). Violencia contra la mujer: La carga ocul
ta de salud, Washington: Organización Pana
mericana de la Salud/Banco Mundial
KOLTENIUK, M.
_ (1990). Ubicación epistemológica del Psicoa
nálisis Cuadernos de Psicoanálisis, XXIII (34): 107-124
KOLTENIUK, M.
_ (1997). Lo traumático, el deseo y su esceni
ficación, Cuadernos de Psicoanálisis, XXIX, (34): 139-142
LAMAS, M.
_ (1993). Usos, dificultades y posibilidades de la cate
goría "género", en: Lamas, M. (comp.) El género:
La construcción cultural de la diferencia sexual,
México: PUEG/UNAM, pp. 327-366,1996
LARTIGUE, T.
_ (1995). Los retos de la mujer contemporánea
desde la perspectiva de las relaciones de género, Cuadernos de Psicoanálisis, XXVIII, (1-2):
67-77
LARTIGUE, T.
(1997a). La diferencia sexual en la obra de Freud,
Cuadernos de Psicoanálisis, XXX (1-2): 73-89
LARTIGUE, T.
_(1997b) La identidad subjetiva, identidad de gé
nero e identidad psicosexual, Memorias Congre
so Regiomontano de Psicoanálisis, Monterrey,
Asoc. Regiomontana de Psicoanálisis
89
TERESA LARTIGUE DE VIVES
LEÓN DE LÓPEZ, N.
_ (1997). Efectos del abuso sexual en el desarro
llo psicológico de la niña Cuadernos de Psi
coanálisis, XXX, (3-4):
LIOTTI, G.
_ (1995). Disorganized/disoriented attachment
in the psychotherapy of the dissociative disorders, en
Golberg, S. Ibid., pp. 343-363
LÓPEZ, M.
_ (1988). La supervisión como parte de la for
mación psicoanalítica, Cuadernos de Psicoa
nálisis, XXI, (3-4): 117-127
LÓPEZ, M.
_ (1994). Ética en la psicoterapia. ¿Direfencias
culturales?. Cuadernos de Psicoanálisis, XXVII: (34): 235-251
LÓPEZ, M.
_ (1995). Ética en la práctica del psicoanálisis y
de la psicoterapia. ¿Hay diferencias culturales?
Cuadernos de Psicoanálisis. Suplemento al Vol.
XXVIII: 137-162
MUSTAFA, ABUSHARAF, R.
(1988). Madre, virgen, puta. Idealización y
denigración de la maternidad, España, Siglo
veintiuno, 1993
NOTAS
1 Ponencia
Oficial
de
la
Asociación
Psicoanalítica Mexicana, leída durante el XXII
Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis: "El analista
ante el nuevo milenio: violencia social, sexualidad y
creatividad", Cartagena de Indias, Colombia, agosto de
1998.
2 Señalan las autoras, que la estimación exacta de
la carga global sobre la salud por violencia contra la
mujer se ve dificultada por la falta de datos sobre la
incidencia y el impacto del abuso sobre la salud, así
como por el subregistro de los mismos. Ante la
imposibilidad de resumir los datos de este informe de
setenta y dos páginas, quisiera destacar únicamente
algunas estadísticas, con objeto de poder plantear la
pregunta central de este trabajo y las hipótesis que he
desarrollado al respecto.
En lo referente a la prevalencia de la
violación y agresión sexual, seis estudios realizados en
Estados Unidos de Norteamérica revelan que entre una
en cinco y una en siete mujeres serán víctimas de una
violación consumada durante su vida. Datos consistentes
con lo encontrado en Canadá, Nueva Zelandia y el
Reino Unido que
90
(1998). Unmasking tradition. A Sudanese
Antropologist on Confronts female "Cincunsiciom
an its terrible tenacity Sains Marzo/Abril pp.23.27
RAGUZ, M.
(1997). Concepciones sociales y psicológicas de
mujer, hombre, masculinidad y femineidad, en:
Givadaun, M. y Venguer, T. (eds.) Conferencias
magistrales, Congreso Regional de Psicología para
Profesionales en América, México, D. F.
RUBIN, G.
_ (1975). Tráfico de mujeres. Notas sobre la eco
nomía política del sexo, en Lamas, M. Ibid.,
pp. 35-96
Riquer, F. (1995) El feminismo como humanismo,
Prometeo, 8: 38-44
WAYMAN, K.
_ (1996). Chaos Science: Implications for the Care
of Children in Hospital, Signal, 4 (1): 1-9
WELLDON, E.
revelan tasas similares de violaciones consumadas. En
Corea, se encontró un índice ligeramente inferior de
violaciones consumadas, pero una tasa igualmente alta
de intentos de violación. En años recientes, se ha
documentado la violación masiva de mujeres durante la
guerra en Bosnia, Camboya, Liberia, Perú, Somalia y
Uganda.
En relación con el abuso infantil, datos de
Estados Unidos muestran que del 27 al 62 por ciento de
las mujeres recuerdan por lo menos un incidente de
abuso sexual anterior a los 18 años de edad. En Zaria
(Nigeria) se encontró que el 16 por ciento de las
pacientes que buscaron tratamiento para enfermedades
de transmisión sexual (ETS) eran niñas menores de
cinco años; otro estudio realizado en Ibadán arrojó que
el 22% eran niñas menores de diez años. En Perú, un
estudio efectuado en la Maternidad de Lima, reveló que
el 90% de las madres jóvenes de 12 a 16 años habían
sido violadas por su padre, su padrastro u otro pariente
cercano. Para Costa Rica se reportan datos similares,
95% de las mujeres embarazadas menores de 15 años
habían sido víctimas de incesto. En México, se encontró
un porcentaje de 23% de delitos sexuales para niñas
menores de 10 años, y de 36% menores de 15 años; en el
67% de los casos, las niñas conocían a su agresor.
EDIPO Y VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
En relación con el tratamiento
discriminatorio e infanticidio, los estudios muestran que
la desnutrición es casi tres veces mayor en niñas que en
niños en Bangladesh; en este mismo país, por el
contrario, los niños superan a las niñas en consultas a
centros de salud. En 45 países en desarrollo, la tasa de
mortalidad de las niñas de uno a cuatro años es mayor
que la de los niños en el mismo grupo etário en todos los
países, excepto en dos. En la India, la muerte de niñas
pequeñas excede a las de los niños pequeños en casi un
tercio de millón cada año. La política del hijo único
implantada en China desde 1979 ha provocado un mayor
infanticidio femenino o aborto selectivo de fetos
femeninos; lo mismo sucede en la India,, en donde el
95.5 fueron abortadas en un hospital de Bombay. En este
mismo país, se encontró que el 58% de muertes de niñas
pequeñas se debía a infanticidio, no se encontraron
infanticidios masculinos en los dos años y medio que
duró la investigación.
3 Esta definición tiene la ventaja sobre la de la
Organización de las Naciones Unidas en que permite
distinguir entre actos de violencia, políticas nocivas y
prácticas culturales lesivas que pueden perjudicar a las
mujeres en general, de aquellas que se refieren a una
mujer particular; asimismo, incluye el descuido
sistemático de las niñas en las culturas que valoran mas a
los hijos que a las hijas, descuido y privación que puede
conducir a la inanición y a la muerte. Por último, al
señalar que perpetúe la subordinación femenina, incluye
las consecuencias sociales de la violencia y permite
diferenciar as¡ la violencia aleatoria, de la de género. Se
enlaza de esta manera con el largo debate sobre la
subordinación femenina, que iniciara Christine de Pisan
en su libro Cité des Dames en el comienzo del humanismo francés durante el Renacimiento, en donde
cuestiona la inferioridad jurídica- política y la inferioridad moral de las mujeres, y por ende, la subordinación femenina en todas las esferas de la vida, tanto
individual como colectiva. Con Christine de Pisan se
inicia asimismo, el movimiento feminista cuyo objeto de
estudio es, precisamente, la subordinación femenina.
Desde entonces para acá, han existido diversas
tradiciones y maneras de ser feminista (Riquer, 1995).
Olympe des Gouges en 1791 lanza su
Declaración de los derechos de la mujer de cara a la
revolución francesa, inaugura la primera reedición del
feminismo que ya en el siglo XIX con el movimiento
sufragista, recibe el adjetivo de liberal. De cara a otra
revolución, la rusa, surge el feminismo socialista con las
propuestas de Clara Zetkin y Alejandra Kollontay. De
estas dos vertientes, en la segunda reedición del
feminismo en los años sesenta de este siglo, surgen una
multi-
plicación de tendencias: feminismo de la igualdad, de la
diferencia, culturalista o esencialista; feministas
maternalistas; estructuralistas y postestructuralistas;
posicionalistas e incluso postfeministas; utópicas o
históricas y populares. Del feminismo académico ha
surgido el campo de los estudios de género (Riquer,
1995).
4 En virtud de la carga oculta para la salud física,
psíquica y social de las mujeres, se ha vuelto un
imperativo para las y los profesionales de la salud el
elaborar una historia clínica y/o historia del desarrollo, o
historia de vida desde una doble perspectiva y que nos
atañe de manera particular a las y los psicoanalistas,
expertos en procesos inconscientes y conflictos
intrapsíquicos. La primera perspectiva longitudinal,
abarca el ciclo vital de cada mujer con objeto de valorar
los traumas o las experiencias traumáticas de las que ha
sido víctima desde su concepción hasta el momento
actual, desde si fue planeada o si fue producto de un
accidente por desconocimiento o mal uso de métodos
anticonceptivos, de si sus padres deseaban una mujer, o
por el contrario lo importante era continuar con el linaje,
la estirpe, el apellido, etc. Esta perspectiva incluye
también el abordaje de la transmisión transgeneracional,
esto es, ¿cuáles traumas experimentaron la madre y
abuelas de esta mujer? con objeto de identificar si está
presente una de las manifestaciones del instinto de
muerte que es la compulsión a la repetición. Asimismo,
el cómo todo esto se inscribe en el inconsciente y
determina a la mujer como sujeto. Nos permite ver
también la identificación masoquista y el problema del
"lugar" en el que se sitúa por el sólo hecho de ser mujer
(que es distinto del lugar del hombre). De igual manera si
están activos los mecanismos de defensa del Yo como la
identificación con el agresor, el sometimiento al objeto
malo, o la incorporación de un padre sádico, la
denegación del afecto asociada al trauma, la disociación,
escisión y su par inseparable, la confusión, etc., todos
ellos con altas probabilidades de ser transmitidos a la
siguiente generación a través del conocido proceso de la
identificación.
La segunda perspectiva es la transversal,
a través de la cual se pueden identificar los distintos
ámbitos en los cuales ésta mujer es agredida de manera
simultánea, por ejemplo, si estudia y/o trabaja ¿existe
segregación, discriminación, hostigamiento sexual por
parte de algún maestro o maestra, o alguna otra
autoridad? En el ámbito doméstico, es muy importante
distinguir si la paciente en cuestión es víctima de un solo
tipo de maltrato o de varios, por ejemplo: abuso físico,
abuso sexual, abuso psicológico o moral y explotación
que son las formas activas del mismo. También
investigar el abuso pasivo como la
91
TERESA LARTIGUE DE VIVES
severa indiferencia, descuido, abandono, trato
diferencial en cuanto a alimentación, salud, educación
en comparación con sus hermanos varones si se tratara
de una niña, o si es una mujer adulta el ser ignorada por
su pareja o cónyuge. Asimismo, si no ha sido objeto
directo de abuso, si ha sido testigo del mismo, debido a
que los efectos de haberlo vivenciado en el otro (mujer u
hombre), son muy similares a haberlo experimentado en
carne propia, principalmente si las relaciones de hostilidad son una constante del núcleo familiar.
5 Debido a que la castración y violencia contra de
la mujer es de naturaleza traumática, accidental,
construida por la cultura y no constitucional, es que el
psicoanálisis se ha constituido en la mejor alternativa
para que las mujeres podamos recuperar el poder sobre
nuestros actos, y por ello, las psicoanalistas han podido
producir conocimientos y teorías a diferencias de otros
campos como la filosofía en donde las principales
contribuciones provienen de los hombres.
6 Si bien, las tres modalidades de castración no
deben confundirse o equipararse, es importante dejar
consignado el dato de que han sido víctimas de esta
práctica cultural entre 85 y 114 millones de niñas y
mujeres principalmente de África, menos en Asia (y
recientemente en Europa, Canadá y los Estados Unidos
de Norteamérica), condenando a las mujeres a un ciclo
de dolor y sufrimiento . La creencia central que impulsa
esta tradición es que los hombres no se casarán con
mujeres no circuncisas, porque creen que ellas son
promiscuas, sucias y sexualmente indignas (Mohamud,
citado por Heise et al., 1994, p.16). Los riesgos
inmediatos de la clitoridectomía (remoción total o
parcial del clitoris y de otros genitales externos), la
excisión (extirpación del clitoris y los labios internos) y
la infibulación (extirpación del clitoris y los dos labios y
se cosen juntos ambos lados de la vulva dejándose sólo
un pequeño orificio para permitir el pasaje de la orina y
del flujo menstrual) son similares: hemorragia de la
arteria clitorídea, infección, retención urinaria y tétanos
o septicemia por el uso de instrumentos cortantes no
esterilizados y a menudo primitivos como un cuchillo,
hoja de afeitar, pedazo de vidrio roto, etc. Además el
dolor causado por la operación realizada con frecuencia
puede provocar un shock en las niñas pequeñas. En el
largo plazo las mujeres que son infibuladas sufren
consecuencias mas severas en virtud de que implica
incisión y suturas mas extensas, por lo que se presenta
un riesgo mas alto de hemorragia e infección; además el
cierre parcial de los orificios vaginal y uretral conduce a
mas problemas relacionados con la retención de orina y
sangre menstrual como, por ejemplo, infecciones crónicas del tracto urinario, cálculos en la uretra o en
92
la vejiga, dolores constantes de espalda y menstruales.
En algunos casos puede llevar a la esterilidad,
consecuencia devastadora para las mujeres, cuyo valor
se define en gran medida, en términos de su capacidad
para engendrar hijos (Heise et al., 1994, p.30; Mustafa
Abusharaf 1998).
7 Datos provenientes de diferentes países
muestran en lo que se conoce como "Cartilla so
bre la violencia contra la mujer" (verdades ela
boradas por grupos de mujeres sustentadas en
datos), que las niñas y las mujeres están mas ex
puestas al riesgo de violencia en sus hogares que
en cualquier otro lugar. Asimismo, que el proble
ma de la violencia doméstica ocurre en todos los
estratos socioeconómicos y educacionales (si bien
no con las mismas tasas de prevalência), y que es
tan dañina o más que la agresión proveniente de
parte de un extraño , al igual que el abuso psico
lógico implica los mismos daños o mayores que el
físico. También se ha hecho evidente que aunque
las mujeres pueden ser violentas, la mayor parte
de la violencia que provoca lesiones es cometida
por el hombre contra la mujer. Una hipótesis al
respecto, es que la pareja que no sabe pelear ver
balmente es la que tiende a lastimarse físicamen
te, y en virtud de la mayor masa corporal del
hombre (en la mayoría de los casos) y ejercitación
del sistema muscular, órgano por el cual se mani
festaría, "aunque sólo fragmentariamente, como
instinto de destrucción orientado hacia el mundo
exterior y hacia otros seres animados" (Freud,
1923, p. 2711), es mas fácil y común la descarga
por vía motora para los hombres. Un dato aun
mas preocupante es el hecho de que la violencia
dentro de las relaciones ya sea de pareja, o pater
no filiales, tiende a escalar a través del tiempo (lo
que implica que existen diversos problemas que
no permiten la solución de los conflictos conyu
gales, que surgen en las diferentes fases del ciclo
vital de la pareja y la familia). El alcohol y algu
nos fármacos al facilitar la expresión de las
pulsiones, exacerban la violencia pero no son la
causa de ella, y no se puede afirmar que la mayo
ría de los hombres violentos son enfermos menta
les (Heise et al., 1994, Riquer et al., 1996), por lo
que surge el interrogante de si la explicación tie
ne su fundamento en el modo silencioso de ac
tuar de los instintos de muerte.
8 En el análisis por grupos de edad, nos en
contramos que: a) En la infancia y edad escolar
hay una mortalidad similar entre niñas y niños,
b) En la adolescencia y juventud, principalmente
a partir de los catorce años se dispara la mortali
dad masculina siendo el doble que la femenina
entre los 15 y los 24 años; con el homicidio en se
gundo lugar -después de los accidentes- con una
frecuencia doce veces mayor en los hombres que
en las mujeres. Al parecer en Argentina las cau-
EDIPO Y VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
sas de muerte en jóvenes de 10 a 17 años sigue la misma
tendencia según Bonino (citado por de Keijzer, 1994,
p.5). Bonino, a su vez cita a Weinstein quién señala que
estas actividades implican "acciones que promocionan la
revisión operativa y desde lo cotidiano de los mitos, modelos y estereotipos de masculinidad vigentes,
condicionantes no sólo del sometimiento de la mujer, sino
además del descuido suicida por la propia vida del varón
(Ibid.). En este mismo grupo de edad el suicidio aparece
como la cuarta causa de muerte (400 hombres en 1986),
en una proporción cuatro veces mayor que el suicidio femenino. Cabe destacar que de cuatro intentos de suicidio,
tres de ellos corresponden a las mujeres, mientras que de
cada cuatro suicidios consumados, tres de los difuntos son
hombres, c) En la juventud y adultez, esto es el grupo de
edad de los 25 a los 44 años la diferencia en las tasas de
mortalidad es casi el triple para los hombres; y los
accidentes aparecen como primera causa de muerte con
12, 000 varones, en una proporción siete veces mayor que
la mujer, y el homicidio cono segunda causa, con 6,700
homicidios masculinos versus 480 homicidios femeninos
En este grupo hace su aparición la cirrosis del hígado
(3,400 hombres, versus 600 mujeres). Como quinta causa
de muerte aparecen los trastornos mentales sin mayor
especificación con 1,400 muertes de hombres contra 100
de las mujeres. Para estas últimas, la mortalidad materna
llega a su punto mas alto con 1,100 muertes, siendo la
cuarta causa de muerte en mujeres de este grupo de edad;
sin embargo, pese a su alto número y que podrían ser
prevenidas o evitables la mayoría de ellas, no deja de
llamar la atención las 24,000 muertes masculinas en los
distintos rubros ya señalados, d) Adultez, en el grupo de
edad de 45 a 64 años mantiene una mortalidad doble para
los hombres (con los accidentes en primer lugar, seguida
por la cirrosis). Cabe destacar también que en la mayor
parte de los estados de la República mexicana, el
homicidio aparece como segunda o primera causa entre
los 15 y los 24 y entre los 25 y 44 años, Asimismo, en un
estudio reciente en donde se comparan las muertes
violentas entre treinta y un países del mundo, México
ocupa un primer lugar con 45 homicidios masculinos por
cada 100,000 hombres, el doble que nuestros vecinos del
norte, y setenta veces mas que la frecuencia en Austria,
Noruega o Japón. Al parecer en nuestro país, la violencia
es un mecanismo central en la resolución de conflictos,
que no está relacionada directamente con la urbanización
o modernización, en virtud de que al analizar las
estadísticas de 1950 a 1980, se observa que las diferencias
por mortalidad entre hombres y mujeres han permanecido
básicamente' estables.
De Keijzer (1994) considera que trabajar sobre
el proceso de socialización del género masculino puede
aportar elementos de análisis para este fenómeno de
sobremortalidad de los hombres, en la medida en que se
dan conductas definidas como "masculinas" ligadas a las
formas como se relacionan con los automóviles donde
entran elementos como el disfrute de la velocidad, la
temeridad, la competencia y la combinación con el
alcohol (y otros fármacos). Asimismo, no se fomentan
conductas de autocuidado de la salud y de sí mismo, ni
de prevención. Desde la perspectiva psicoanalítica, si
bien estos factores son secundarios a los factores
dinámicos, intrapsíquicos y del desarrollo, cabe destacar
su contribución no para el análisis individual, sino para el
análisis social, tema caro a Freud. Llama la atención, que
si se restaran las muertes violentas y las cirrosis en
México, los hombres y las mujeres tendríamos unas tasas
de mortalidad muy semejantes. Los hombres pagan un
alto costo por la forma en que se les socializa, ya que en
lugar de buscar reprimir los impulsos destructivos, se les
exhorta a que los magnifiquen. Lo contrario ocurre en el
proceso de socialización de las mujeres, en donde la represión es la característica distintiva de la crianza y
educación; en síntesis los hombres dominan y se mueren
mas y mas tempranamente, las mujeres se someten y
duran mas tiempo enfermas.
9 Freud nos dice al respecto: "Hemos partido de la
antítesis de instintos de vida e instintos de muerte. El
amor objetal mismo nos muestra una segunda
polarización de este género: la de amor (ternura) y odio
(agresión). Sería muy conveniente poder relacionar
entre sí esas dos polarizaciones reduciéndolas a una
sola. Desde un principio hemos admitido en el instinto
sexual un componente sádico, que como ya sabemos,
puede lograr una total independencia y dominar en
calidad de perversión, el total impulso sexual de la
persona. Este componente sádico aparece asimismo
como instinto parcial dominante en las por mi
denominadas organizaciones pregenitales. Mas cómo
derivar el instinto sádico dirigido al
daño del objeto del Eros conservador de la vida. La
hipótesis mas admisible es la que este sadismo es
realmente un instinto de muerte que fue expulsado por
el Yo por el influjo de la libido naciente, de modo que
no aparece sino en el objeto" (Ibid., p. 2535).
A continuación Freud, habla de lo que
podría ser el primer esbozo de la línea de desarrollo del
instinto de muerte, que se mezcla y desmezcla con la
línea del desarrollo libidinal expuesta en Tres
Ensayos... y que tendríamos que integrar para dar
cuenta de la organización pulsional humana desde el
psicoanálisis, de la dialéctica de las pulsiones."Este
instinto sádico en-
93
TERESA LARTIGUE DE VIVES
traria pues, al servicio de la fusión sexual, pasando su
actuación por diversos grados"'.
10 Un hallazgo obtenido por Freud (1925) a través
de la investigación psicoanalítica, es que el complejo de
Edipo, es el lugar del proceso de desarrollo en donde se
hace evidente la diferencia de la niña respecto del varón.
En la etapa preedípica la «fantasía de deseo» de tener un
hijo del padre (en la que culmina la ligazón-padre) es la
fuerza pulsional del onanismo de la niña pequeña (así
como el descubrimiento en algún momento de la zona
genital). ¿Esta fantasía de deseo podría provenir de la
identificación con el objeto materno? Fantasía que se
advierte en el juego de las niñas pequeñas, fantasía
enclavada el inconsciente que repite una arcaica vivencia
filogenética; desde la antigüedad, en la mayoría de las
culturas las mujeres se han hecho cargo del cuidado de
los niños y niñas.
11 La primera es el llamado complejo de
masculinidad (Freud 1925, 1924), formación reactiva
que si no logra superar pronto puede traer grandes
dificultades al prefigurado desarrollo hacia la feminidad
que se bifurca: por un lado, puede suceder que la
esperanza de recibir un pene (igualándose así al varón)
puede conservarse hasta épocas tardías y ser motivo de
extrañas acciones (incomprensibles de otro modo). Por
el otro, puede sobrevenir el proceso que designa como
«desmentida», en el cual la niña se rehúsa a aceptar el
hecho de su castración y acaricia la convicción de que
posee un pene y se comporta en lo sucesivo como si
fuera varón.
La segunda consecuencia es que al admitir la
mujer su herida narcisista, se establece -como cicatrizun sentimiento de inferioridad (Freud,
94
1925). «Después de haber superado su primer intento de
explicar su falta de pene como castigo personal,
comprendiendo que se trata de una característica sexual
universal, comienza a compartir el desprecio del hombre
por un sexo que es tan defectuoso en un punto tan
decisivo, e insiste en su equiparación con el hombre, por
lo menos en lo que se refiere a la defensa de tal opinión»
(Freud, 1925, p. 2899).
La tercera consecuencia de la envidia fálica,
parece radicar en el «relajamiento de los lazos cariñosos
con el objeto materno» debido a que la madre es
responsabilizada por esa falta de pene, además de que la
madre supuestamente ama mas a otro niño, el preferido,
que pasa a ser el primer objeto de la fantasía de
flagelación.
Freud se explica la sublevación de la niña
pequeña contra el onanismo fálico mediante el supuesto
de que algún factor concurrente le vuelve acerbo el
placer que le proporcionaría dicha práctica; este factor es
la afrenta narcisista enlazada con la envidia al pene, el
aviso de abandonar la competencia con el varón, por lo
que el conocimiento de las diferencias anatómicas
esfuerza a la niña a apartarse de la masculinidad y del
onanismo masculino y dirigirse a nuevos caminos que la
lleven al despliegue de la feminidad.
En el periodo edípico, la libido de la niña se
desliza a lo largo de una ecuación simbólica: pene igual
a hijo, a una nueva posición en la que resigna el deseo
del pene para reemplazar por el deseo de un hijo y «con
este propósito» toma al padre como objeto de amor, la
madre pasa a ser objeto de los celos y la niña deviene
una pequeña mujer». Aclara Freud (1925) que si después
esta ligazón con el padre tiene que resignarse por malograda, puede estancarse en una identificación-padre
con lo cual regresa al complejo de masculinidad y puede
quedar fijada eventualmente a éste.
Descargar