El ámbito de aplicación temporal del Reglamento 44/2001

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unión
europea
El ámbito de
aplicación
temporal del
Reglamento
44/2001.
Aplicación en los
nuevos Estados
miembros de las
normas relativas
al
reconocimiento
de sentencias
extranjeras
(Comentario a
la STJUE 21 de
junio de 2012,
Asunto C-514/10)
Rebeca Varela Figueroa
Investigadora pre-doctoral de
Derecho internacional privado.
Universitat Autònoma de Barcelona
1 Regl. (CE) 44/2001, 22 dic. 2002, relativo a la
competencia judicial, el reconocimiento y la
ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil.
2 Regl. (CE) 1346/2000, 29 may. 2000, sobre
procedimientos de insolvencia.
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UNIÓN EUROPEA
El Tribunal de Justicia en su sentencia de 21 de junio de 2012 (Asunto C-514/10)
va demasiado lejos en su interpretación de la relación o vínculo existente entre
el proceso de armonización de los criterios de determinación de la competencia
judicial internacional y la aplicación de las normas relativas al reconocimiento y
ejecución de sentencias extranjeras. Es evidente que su regulación conjunta en el
Reglamento Bruselas I responde a motivos más complejos que una mera sistematización de la materia, pero parece exagerado hacer depender la regla del reconocimiento mutuo, presente no sólo en esta norma sino en numerosos ámbitos del
ordenamiento europeo, de la verificación de un proceso de desarrollo de normas
comunes en materia de competencia judicial internacional.
1. INTRODUCCIÓN
El 21 de junio de 2012, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitió
una sentencia en la que determinaba el ámbito de aplicación del Reglamento
44/2001, relativo a la competencia judicial, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil1, el denominado
Reglamento Bruselas I, con relación a aquellos países que no formaban parte
de la Unión en el momento en que se adoptó la norma. En esta decisión, el
Tribunal, en su interpretación de la naturaleza del Derecho transitorio, prioriza la seguridad en el tráfico jurídico internacional entre los Estados miembros,
así como las garantías procesales y libertades individuales de las partes en un
proceso. Sorprende constatar, sin embargo, que unos días después, en el Asunto
C-527/10, en relación con el ámbito de aplicación del Reglamento 1346/20002 en
materia de insolvencias, la conclusión alcanzada cambia de forma radical, pasando
a priorizar el reconocimiento, en los nuevos Estados miembros, de resoluciones
judiciales de apertura de procedimientos de insolvencia principales y llegando,
por lo tanto, a una decisión difícilmente compatible con la adoptada en el primer
asunto.
A partir de esta reciente jurisprudencia del Tribunal de Luxemburgo, procederemos
a realizar un análisis de la naturaleza de las disposiciones de derecho transitorio en
el marco del ordenamiento jurídico de la Unión Europea. Este ordenamiento presenta múltiples particularidades respecto de los ordenamientos nacionales clásicos,
entre las cuales es posible destacar la existencia de distintos tempos en el proceso
de accesión de los distintos Estados a la Unión y, por ello, a las distintas normas
que componen su ordenamiento. Más allá de las implicaciones políticas de este
complejo proceso no podemos olvidar los efectos que se producen en el espectro
jurídico, y, en concreto, con relación a la determinación del momento de entrada
en vigor de las normas de producción europea en el territorio de cada uno de estos
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unión europea
países. La cuestión es de especial relevancia si tenemos en cuenta que figuras
normativas como los Reglamentos producen efectos de manera directa e inmediata
generando derechos y obligaciones no solo para los Estados, sino principalmente
para los ciudadanos.
El denominado Derecho transitorio adquiere, por lo tanto, una importancia crucial en el ordenamiento europeo, exigiendo al legislador una especial atención y
cuidado en la redacción de las disposiciones relativas al ámbito temporal de aplicación de los Reglamentos, teniendo en mente la posibilidad de que se produzcan
sucesivas incorporaciones de Estados que habrán de aplicar dichas normas. Sin
embargo, este no es siempre el caso, como ocurre en el litigio que da lugar a la
STJUE de 21 de junio de 2012. La ausencia de claridad en la redacción del artículo
66 del Reglamento da lugar a la necesidad de recurrir al Tribunal de Luxemburgo
para solicitar la interpretación del término “entrada en vigor” contenido en dicha
disposición.
A partir del análisis de esta sentencia procederemos, en primer lugar, a estudiar
cuál es la naturaleza del Derecho transitorio en el marco legislativo de la Unión
Europea, centrándonos especialmente en la aplicación del mismo a los nuevos
Estados miembros que acceden a la Unión Europea y a la relación de estos con los
instrumentos normativos preexistentes.
A continuación, y ya en el ámbito más específico del Reglamento Bruselas I, pasaremos a comentar la existencia de un estrecho vínculo entre el bloque de disposiciones relativas a la determinación de la competencia judicial y el bloque correspondiente al reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras, un vínculo de
naturaleza jurídica que va más allá de los motivos de coherencia legislativa que
justifican la sistemática de esta norma. Un vínculo que se manifiesta de manera
especial en la conexión existente entre el procedimiento de armonización de las
primeras y la confianza mutua que justifica las segundas. Analizaremos la visión
manifestada por el Tribunal en esta cuestión desde la perspectiva de la literatura
en la materia.
Por último, se realizará un comentario de la STJUE de 5 de julio de 2012, en el
asunto C-527/10, relativa a la determinación del ámbito de aplicación temporal del
Reglamento (CE) n.º 1346/2000 del Consejo, sobre procedimientos de insolvencia, en
la que el Tribunal de Luxemburgo alcanza una decisión completamente divergente,
decantándose por una priorización del reconocimiento frente a la priorización de la
seguridad jurídica que caracteriza a la sentencia relativa al Reglamento 44/2001.
2. PRESENTACIÓN DEL CASO
El caso que nos ocupa se refiere a una cuestión prejudicial planteada por el
Nejvyšší soud, Tribunal Supremo de la República Checa, a finales de 2010. La cuestión se plantea en el marco de un litigio que enfrentaba a dos sociedades, Wolf
Naturprodukte, domiciliada en Austria, y Sewar spol, con domicilio en la República
Checa. Se trataba de un litigio relativo a un impago por parte de la sociedad checa
que motivó la presentación de una demanda por parte de la acreedora ante el tribunal competente en materia civil en la jurisdicción austríaca, el Landesgericht für
Zivilrechtssachen Graz. El resultado de este proceso fue la obtención por parte de
Wolf Naturprodukte de una sentencia en su favor que condenaba a Sewar al pago
de dicho crédito.
Siendo que los activos de la sociedad deudora se encontraban situados en territorio
checo, Wolf Naturprodukte presenta ante el órgano jurisdiccional competente de
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este país una solicitud de reconocimiento de la sentencia austríaca, con base en las
disposiciones contenidas en el Reglamento 44/2001.
El tribunal checo competente para resolver sobre la cuestión desestimó la petición
presentada por la demandante. En su argumentación procedió, en primer lugar,
a rechazar la aplicabilidad del Reglamento Bruselas I, y ello por considerar que
mientras la resolución cuyo reconocimiento se pretendía había sido dictada el 15
de abril de 2003, la norma europea no había entrado en vigor hasta el 1 de mayo
de 2004, fecha de la adhesión de la República Checa a la Unión Europea. Una vez
determinado que la ley aplicable al reconocimiento y ejecución era, por lo tanto, la
ley interna checa, y en concreto la Ley de Derecho Internacional privado y Derecho
procesal internacional se resolvió que, de acuerdo con las disposiciones contenidas
en la misma, la sentencia procedente del órgano jurisdiccional austríaco no podía
ser objeto de reconocimiento en territorio checo, puesto que en el procedimiento
original no se habían respetado las garantías procesales mínimas tratándose de una
sentencia dictada en rebeldía en la misma fecha en que se había producido la notificación a la sociedad demandada. Como criterio complementario manifestó que se
consideraba inexistente el requisito de reciprocidad entre la República Checa y la
República de Austria exigible de acuerdo con la ley del primer Estado.
Tras la confirmación de la sentencia desestimatoria por parte del tribunal regional
de apelación, Wolf Naturprodukte interpuso recurso de casación ante el Tribunal
Supremo checo solicitando del mismo el reconocimiento de la aplicabilidad del
Reglamento 44/2001 en todos los Estados miembros desde el momento en que
se produce su entrada en vigor originaria, en 2002. El Tribunal consideró que la
letra del artículo 66 de dicho Reglamento no especificaba con carácter absoluto el
ámbito de aplicación temporal de la norma y, por lo tanto, decidió presentar una
cuestión prejudicial ante el TJUE. La pregunta planteada se dirige a obtener del
TJUE una interpretación de dicho artículo en el sentido de determinar si requiere,
para poder ser aplicado, que se encuentre en vigor en el momento de dictarse la
resolución tanto en el Estado de origen de la misma como en el Estado del reconocimiento.
3. LA NATURALEZA DEL RÉGIMEN TRANSITORIO DEL REGLAMENTO 44/2001
3.1. El régimen transitorio del artículo 66
El régimen transitorio establecido en el Reglamento Bruselas I ha de entenderse
en la lógica de continuidad que esta norma mantiene respecto del Convenio de
Bruselas de 19683. La necesidad de proteger el legado de este Acuerdo internacional se manifiesta expresamente en los considerandos quinto y decimonoveno del
propio Reglamento, tal y como recuerda el Tribunal en la sentencia que nos ocupa4.
Sin embargo, el respeto hacia esta tradición no puede llevarse tan lejos como para
permitir una aplicación retroactiva de las nuevas disposiciones, y ello porque estas
incorporan considerables y relevantes novedades respecto del régimen anterior.
Por eso, el artículo 66 dispone, en su apartado primero, la regla general según la
cual las reglas del nuevo instrumento normativo se aplicarán únicamente a aquellos
procedimientos en que la acción judicial se haya ejercitado con posterioridad a la
entrada en vigor del Reglamento.
3 Convenio de Bruselas 27 sept. 1968, relativo
a la competencia judicial y a la ejecución
de resoluciones judiciales en materia civil y
mercantil.
4 STJUE 21 jun. 2012, Asunto C-514/10. Puntos
3 y 4.
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UNIÓN EUROPEA
Una vez establecida la regla general que garantiza la necesaria seguridad jurídica,
el legislador europeo incorpora la excepción que refleja el carácter de sucesor del
Convenio de Bruselas propio del Reglamento 44/2001. Esta se encuentra prevista en
el segundo apartado de este artículo 66, que permite la aplicación del Reglamento,
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aunque limitada a sus disposiciones en materia de reconocimiento y ejecución,
a aquellos procedimientos iniciados con anterioridad a su entrada en vigor, pero
en los que la competencia judicial internacional fue determinada de acuerdo a
las normas del Convenio de Bruselas, siempre que el Estado en que se solicita el
reconocimiento fuese igualmente parte del mismo. Esta posibilidad se extiende
igualmente a aquellos procedimientos que impliquen a dos Estados parte en el
Convenio de Lugano5. De la lectura del apartado b) de este segundo párrafo puede
extraerse la conclusión de que, en general, el Reglamento resultará de aplicación
al reconocimiento y ejecución de una decisión siempre que esta haya sido emitida
en un procedimiento en el que las normas de competencia judicial internacional
fuesen comunes entre el Estado de origen y el Estado requerido, con independencia
del origen de las mismas.
El problema fundamental que nos encontramos al analizar detenidamente el
artículo 66, problema que da origen a la cuestión prejudicial planteada por el
Tribunal checo en el caso que nos ocupa, es la ausencia de precisión a la hora
de referirse al momento de “entrada en vigor”. Se determina la aplicabilidad del
Reglamento a determinados procedimientos judiciales, de acuerdo con la relación
de estos con el momento en que la norma adquiere vigencia, pero no se tiene en
consideración la característica distintiva de la Unión Europea y su ordenamiento
jurídico, esto es, la posibilidad de que las normas entren en vigor en momentos
distintos en distintos Estados como consecuencia del proceso de ampliación de la
propia Unión. La redacción del artículo 66, tanto en la regla general contenida en
el primer apartado, como en la regla especial del segundo, responde a un estilo
clásico correspondiente a las disposiciones transitorias de un instrumento legislativo
nacional con un momento de entrada en vigor unitario, realidad distinta a la que
nos encontramos en el marco del Derecho europeo. Pues bien, procede plantearse
a continuación qué efectos habrán de predicarse de las disposiciones que componen
el régimen transitorio del Reglamento Bruselas I, respecto de los nuevos Estados
miembros, que acceden a la Unión Europea en un momento posterior a la adopción
de la norma.
3.2. El régimen transitorio, ¿naturaleza estática o dinámica?
La pregunta planteada al Tribunal se refiere, en consecuencia, a aquellos supuestos
en los que se solicita en un Estado miembro el reconocimiento de una decisión
adoptada tras la entrada en vigor del Reglamento en el Estado de origen, pero cuando este aún no había adquirido vigencia en el estado requerido. Es decir, se trata
de determinar, en cierto modo, si el régimen transitorio contenido en el artículo 66
limita su vigencia al momento de la entrada en vigor original de la norma, o bien
se produce su reactivación tras la accesión de nuevos Estados, respecto de estos y
para la aplicación del Reglamento por sus autoridades.
5 Convenio de Lugano 16 sept. 1988, relativo a la
competencia judicial y la ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil.
6 Cruz Villalón, P., Conclusiones del Abogado
General, Asunto C-514/10, 2 feb. 2012.
7 Ibíd., Punto 29.
El Abogado General Cruz Villalón, en sus conclusiones6, realiza un interesante análisis de la cuestión distinguiendo entre dos posibles interpretaciones, lo que denomina el “entendimiento estático” y el “entendimiento dinámico” del Derecho transitorio. Desde la perspectiva estática se consideraría, por lo tanto, que el Derecho
transitorio se aplica únicamente a aquellos Estados que “históricamente formaban
parte de la Unión en el momento de entrada en vigor del Reglamento”7. Por el
contrario, la aproximación dinámica supone que el Derecho transitorio se reactiva
a cada nueva accesión, respecto de las autoridades del nuevo Estado miembro. Esta
cualidad dinámica se predica no solo del Reglamento Bruselas I, o de la legislación
europea, sino por naturaleza, del Derecho transitorio.
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En cualquier caso, resulta claro que, en un sistema como el conformado por la
Unión Europea, el período transitorio no puede limitarse al primer momento de
entrada en vigor de la norma, ha de adaptarse y recuperar su vigencia tras la
incorporación de cada nuevo Estado soberano. Las normas que forman parte del
ordenamiento europeo pasan a formar parte del ordenamiento jurídico interno de
cada Estado miembro en el momento de su accesión, sin embargo dicha entrada
en vigor ha de hacerse siguiendo las pautas y respetando los criterios establecidos
originalmente para la vigencia de la norma. Es decir, no puede exigirse a los nuevos
miembros que apliquen un Reglamento en condiciones más gravosas de aquellas de
que se beneficiaron los Estados que ya formaban parte de la Unión en el momento
de su aparición.
La justificación de esta exigencia viene determinada por dos principios fundamentales a los que la Unión Europea ha dado especial relevancia en la construcción de
su espacio judicial. En primer lugar, el principio de no discriminación y, en segundo
lugar, el principio de la tutela judicial efectiva. La aplicación de la perspectiva
“estática” supondría un tratamiento diferenciado y no justificable entre, en primer
lugar, los diferentes Estados miembros y, en segundo lugar, los ciudadanos de los
mismos. Es precisamente el hecho de que la aplicación del Reglamento 44/2001
tiene como destinatarios directos a los individuos lo que hace necesario tener en
cuenta el principio de la tutela judicial efectiva. La justificación de la inclusión de
toda disposición transitoria en un texto legislativo no es otra que la de proteger la
seguridad jurídica. La aplicación de una nueva norma a situaciones jurídicas nacidas y desarrolladas con anterioridad a su adopción, cuyo contenido y resultados no
podían ser previstos por los operadores en el tráfico jurídico en aquel momento
supone una violación de esta seguridad jurídica. Cuando esta violación se produce
en el ámbito de la legislación procesal, el resultado es una privación de la tutela
judicial efectiva que corresponde a todo individuo. La necesidad de seguridad jurídica se acentúa cuando hablamos del tráfico jurídico internacional, como es el caso
que nos ocupa, así la aplicación del Reglamento Bruselas I al reconocimiento por
parte de las autoridades judiciales de un Estado, de una sentencia dictada de acuerdo con las disposiciones contenidas en el mismo, cuando este no estaba en vigor en
dicho Estado, supone una imposibilidad para el demandado de prever los resultados
de sus acciones. En el caso que nos ocupa, el demandado no podía adoptar una decisión informada respecto de su personación y actuación en el procedimiento ante los
órganos jurisdiccionales austríacos cuando no podía prever que el reconocimiento
de la decisión adoptada por los mismos sería sometido en su Estado de domicilio a
un mecanismo automático carente de los controles previstos por la norma nacional.
4. LA IMPORTANCIA DEL EQUILIBRIO EN LA PROTECCIÓN DE LAS PARTES
4.1. La armonización de las normas de competencia como fundamento del reconocimiento mutuo
8 Vid., Droz, G.A.L., Compétence judiciaire et
effets des jugements dans le marché commun.
(Etude de la Convention de Bruxelles du 27
septembre 1968), Bibliothèque de droit international privé, Volumen XIII, Dalloz, Paris. Una
referencia actualizada del concepto de texto
doble, ya referida al Regl. 44/2001 puede
encontrarse en, Droz, G.A.L. y GaudemetTallon, H., La transformation de la Convention
de Bruxelles du 27 septembre 1968 en Règlement du Conseil concernant la compétence
judiciaire, la reconnaissance et l exécution
des décisions en matière civile et commercial,
Revue critique de Droit International Prive,
2001, Vol. 90, núm. 4, págs. 601-652.
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UNIÓN EUROPEA
El Reglamento 44/2001 constituye lo que algunos autores han denominado un
texto “doble”8 es decir, contiene tanto normas relativas a la competencia judicial
internacional como al reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras. Esta
elección del legislador europeo no responde únicamente a intereses de ordenación
de los textos normativos, sino que deriva de la conexión intrínseca que existe entre
ambos tipos de disposiciones. Así, el Tribunal considera que el régimen simplificado
de reconocimiento previsto en el Reglamento exige el cumplimiento de una serie
de condiciones. Entre estas, la más importante derivaría de que las decisiones que
se sometan a este régimen provengan de procedimientos en los que la competencia
judicial haya sido determinada de acuerdo a normas y criterios comunes al Estado
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de origen y al Estado requerido. Tanto Cruz Villalón como el propio TJUE argumentan que la eliminación de los controles que tradicionalmente los jueces realizaban
ante una solicitud de reconocimiento se fundamenta en una confianza recíproca o
confianza mutua que, a su vez, deriva del hecho de que la resolución ha sido dictada en un procedimiento en el que la competencia judicial internacional ha sido
determinada de acuerdo a normas comunes, es decir, de acuerdo con los mismos
criterios aplicables en el Estado requerido.
9 La caracterización del principio de reconocimiento mutuo como “piedra angular” del
Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia aparece por primera vez en las Conclusiones del
Consejo Europeo de Tampere de 1999 (Consejo Europeo. Conclusiones de la Presidencia,
Tampere, 15 y 16 may. 1999) y a partir de ese
momento se convertiría en principio clave
en el desarrollo, entre otros ámbitos, de la
disciplina del Derecho Internacional Privado en
la Unión Europea. Vid. Kostoris Padoa Schioppa, F., The Principle of mutual recognition
in the European Integration process, Palgrave
MacMillan, 2005; Nilsson H.G., From classical
judicial cooperation to mutual recognition,
Revue internationale de droit pénal, V. 77,
N. 1, 2006, pág. 53 a 58; Hess, B., Mutual
recognition in the European Law of Civil Procedure, ZVglRWiss, N.º 111, 2012, pág. 21-37;
Vermeulen, G., How far can we go applying the
principle of mutual recognition?, en Fijnaut,
C.S.C.F., The future of police and judicial cooperation in the European Union, Nijhoff, 2010,
págs. 241-257.
10 Vid. Arenas García, R., Abolition of Exequatur: Problems and Solutions- Mutual Recognition, Mutual Trust and Recognition of
Foreign Judgments: Too Many Words in the
Sea, Yearbook of Private International Law,
Vol. 12, 2010.
11 Andersson, T., Harmonization and Mutual
Recognition: How to handle Mutual Distrust,
en Andenas, M., Hess B. y Oberhammer P.,
Enforcement Agency Practice in Europe, British Institute of International and Comparative
Law, Londres, 2005.
12 Satzger, H., The future of European Criminal
Law between harmonization, mutual recognition and alternative solutions, Journal of
European Criminal Law Report, Vol. 1, N.1,
2006, págs. 27-39.
13 Kramer, X., Cross-border Enforcement in the
EU: Mutual Trust versus Fair Trial? Towards
Principles of European Civil Procedure, International Journal of Procedural Law, Vol. 1, N.
2, 2011, pág. 218.
14 Vid. como ejemplos más recientes del desarrollo jurisprudencial del concepto de confianza mutua: STJUE 21 dic. 2011, Asuntos
acumulados C-411/10 y C-493/10, punto 79;
STJUE de 26 de abril de 2012, C-92/12
PPU, punto 102 y STJUE 5 jul. 2012, Asunto
C-527/10, punto 34.
Desde esta perspectiva, por lo tanto, el principio de reconocimiento mutuo,
en el marco del espacio judicial europeo y del Derecho internacional privado,
descansaría sobre la base de un proceso de armonización progresiva de este
ámbito. De este modo, la confianza que un juez deposita en la decisión procedente de un colega de otro Estado miembro se justificaría en la existencia de un
mínimo común denominador, unas normas comunes que garantizan un nivel de
protección de los individuos y una seguridad jurídica equivalente a la existente
en el país del reconocimiento. No parece, sin embargo, que sea esta la solución
correcta. La voluntad política y legislativa de la Unión Europea ha considerado
desde los orígenes de los trabajos en materia de justicia, que el principio del
reconocimiento mutuo constituye la “piedra angular” del denominado Espacio
de Libertad, Seguridad y Justicia9 en que se enmarca el Derecho internacional
privado europeo, un principio que a su vez descansaría sobre el principio de
confianza mutua entre los Estados miembros. En este marco teórico, la armonización de las legislaciones nacionales constituiría un mecanismo o instrumento
facilitador de dicha confianza mutua. La cuestión no es pacífica en la doctrina
pero, desde luego, la opción elegida por el TJUE en la Sentencia de 21 de junio
de 2012, es decir, el sometimiento del reconocimiento a la existencia de normas
comunes en otros sectores y su enunciación como regla general en la materia,
parecería excesivo.
Una de las grandes dificultades en el análisis de esta cuestión es la falta de precisión con que, tanto el legislador europeo como el Tribunal de Luxemburgo, han
hecho históricamente referencia a diferentes conceptos, tales como “confianza
mutua”, “reconocimiento mutuo” o “armonización”, y a las relaciones existentes
entre ellos, dando lugar a un importante problema de caracterización jurídica de
los mismos10. Desde un punto de vista teórico, la relación existente entre el reconocimiento mutuo y la confianza mutua parece clara, “mutual recognition requires
first and foremost mutual trust”11. La cuestión se complica cuando nos planteamos
la relación entre la confianza mutua y los procedimientos de armonización de las
legislaciones procesales nacionales. ¿Es la armonización una premisa para la existencia de confianza ente los órganos jurisdiccionales de los Estados miembros o es
simplemente un instrumento para el desarrollo del principio de confianza mutua?
Algunos autores han llegado incluso a considerar que la armonización constituye
un método en sí mismo, alternativo al reconocimiento mutuo y, por lo tanto, relacionado con el concepto de confianza mutua en un esquema horizontal y no vertical12. Xandra Kramer recoge la que constituye la tendencia más desarrollada en
la literatura, considerando que la armonización de estándares mínimos de Derecho
procesal ha de desarrollarse adecuadamente para “mejorar” la confianza mutua13,
caracterizando la armonización por lo tanto como un instrumento al servicio de la
confianza y, por ello del reconocimiento. La enunciación de la confianza mutua
como “principio” realizada por la Unión Europea, tanto al nivel legislativo como
jurisprudencial14 sirven como argumento de esta postura; la armonización vendría
a dar desarrollo a dicho principio, al contrario de lo que afirma el Tribunal en la
sentencia comentada.
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4.2. El respeto de las garantías procesales del demandado como límite al reconocimiento mutuo
La búsqueda de la seguridad jurídica y la protección del principio de tutela judicial efectiva son dos de los elementos caracterizadores del Reglamento Bruselas I.
Para alcanzar estos objetivos, el legislador ha empleado un sistema basado en el
establecimiento de un equilibrio en la protección de las partes. Así, las disposiciones correspondientes a la determinación de la competencia judicial internacional
tienden a proteger a la persona del demandado, a esta finalidad responde la elección del domicilio del demandado como criterio de conexión en el foro general;
limitando así las posibilidades de que un ciudadano venga demandado en un Estado
extranjero, con la consecuente carga de internacionalidad jurisdiccional que conlleva, a ciertos supuestos estrictamente tipificados. Para aquellos casos en que se
verifican conexiones de una situación jurídica con un determinado Estado miembro,
tales de justificar la competencia de sus tribunales, el legislador europeo ha previsto ulteriores garantías que protegen al demandado asegurando que sea notificado
en tiempo y forma, de modo tal que pueda organizar su defensa eficazmente15.
Por el contrario, la parte correspondiente al reconocimiento judicial de sentencias
extranjeras supone, por naturaleza, un beneficio o una protección de la parte
demandante, la seguridad de que una vez obtenida una decisión que le favorezca
podrá disfrutar de su reconocimiento y ejecución en cualquier lugar del territorio
de la Unión Europea sin necesidad de un nuevo procedimiento. Por supuesto, la
misma prerrogativa se reconoce al demandado cuando la decisión emitida por
el órgano jurisdiccional de origen le beneficie, en cuyo caso podrá oponer dicha
sentencia a un nuevo procedimiento por los mismos hechos, obteniendo así la protección derivada del principio non bis in idem.
En relación con el litigio que nos ocupa, es preciso tener en cuenta que, al tratarse
de un demandado domiciliado en la República Checa, en aquel momento aún un
tercer Estado, la aplicación del artículo 4 del Reglamento 44/2011 reenviaba a las
normas internas de determinación de la competencia existentes en Austria. Por lo
tanto, el Tribunal considera que si el demandado no se ha beneficiado de las garantías procesales previstas en el Reglamento, consecuentemente el demandante no
puede valerse del mecanismo simplificado de reconocimiento. Los dos bloques que
configuran el Reglamento Bruselas I están unidos por un vínculo tan estrecho que
el primero actúa como límite del segundo. Parece claro que la confianza mutua
entre órganos jurisdiccionales de dos Estados miembros no puede justificar la desprotección de una de las partes. El juego del Derecho transitorio y la existencia de
distintos momentos de entrada en vigor de la norma en los diversos países de la
Unión Europea, no pueden dar lugar a un vacío legal que permita la aplicación del
régimen de reconocimiento mutuo automático a decisiones adoptadas al margen de
las garantías procesales concebidas a favor del demandado. Es decir, no es posible
valerse del desarrollo temporal del proceso para determinar la competencia de
acuerdo a las normas nacionales porque el demandado tiene su domicilio en un
“tercer Estado” para, a continuación, solicitar el reconocimiento bajo las condiciones de las “normas comunes”.
15 Op. cit., Regl. (CE) 44/2001, art. 26.
42
UNIÓN EUROPEA
La relación existente entre la aplicación del principio de reconocimiento mutuo
y los derechos fundamentales y las libertades individuales ha sido estudiada con
mayor profundidad en relación con la cooperación judicial en materia penal, como
consecuencia lógica de la especial relevancia que la protección de los mismos tiene
en este ámbito del Derecho. Sin embargo, muchas de las conclusiones alcanzadas
por los autores de este sector son perfectamente extrapolables a la aplicación
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del reconocimiento mutuo en materia civil, en el que igualmente resulta clara la
necesidad de desarrollar el propio principio en el futuro, de modo que se produzca
un adecuado balance entre la protección de los derechos fundamentales de los
individuos y la necesidad de proteger la seguridad jurídica a través de un sistema
de cooperación judicial eficaz y eficiente16.
5. EL ÁMBITO TEMPORAL DEL REGLAMENTO 1346/2000 EN MATERIA DE
INSOLVENCIAS. UNA SOLUCIÓN DIVERGENTE
5.1. El ámbito temporal del Reglamento en materia de insolvencias
En una sentencia dictada el 5 de julio de 2012, en el asunto C-527/1017, el Tribunal
llega, sin embargo, a una conclusión completamente opuesta en un supuesto relativo al ámbito de aplicación temporal del Reglamento (CE) 1346/2000 del Consejo,
de 29 de mayo, sobre procedimientos de insolvencia. Si bien es cierto que el tenor
de dicha norma con relación al reconocimiento de decisiones extranjeras incluye
una particularidad desconocida en el Reglamento Bruselas I, es interesante observar
cómo la argumentación del tribunal y su interpretación de las disposiciones relativas al régimen transitorio abandonan por completo la línea jurisprudencial que se
había abierto con la decisión que nos ocupa tan solo unos días antes.
Sin detenernos a explicar con detalle el supuesto que da lugar a la cuestión prejudicial en esta sentencia —que merecería un comentario independiente— es interesante contraponer la solución aportada por el Tribunal en este caso a la analizada con
anterioridad. La cuestión planteada al Tribunal se pregunta en este segundo caso si
es posible aplicar el artículo 5 de dicho Reglamento, relativo a los derechos reales
de terceros, a una demanda que versa sobre la existencia de un derecho real, en
este caso un depósito en garantía, cuando el título valor que servía de garantía se
encontraba en un país (Hungría) en el que el Reglamento no estaba en vigor en el
momento de apertura del procedimiento de insolvencia, pero sí en el momento de
presentación de la demanda relativa al depósito. Con carácter previo a la resolución
de la cuestión relativa a los derechos reales, el Tribunal procede a aclarar cuál es
el ámbito de aplicación temporal de la norma europea. Son precisamente estas
reflexiones y argumentaciones las que nos interesan en este momento y, en concreto, la cuestión relativa a la aplicabilidad a los tribunales húngaros de la obligación
de reconocer la decisión de apertura de un procedimiento de insolvencia, procedente en este caso de un órgano jurisdiccional austríaco, adoptada con carácter
previo a la entrada en vigor del Reglamento en su propio territorio.
16 Vermeulen, G., Mutual recognition, harmonisation and fundamental (procedural) rights
protection, en Martin, M. (ed.), Crime, rights
and the EU, The future of police and judicial
cooperation, Justice, Londres, 2008.
17 STJUE 5 jul. 2012, Asunto C-527/10.
18 Regl. 1346/2000, op. cit., arts. 16.1 y 17.1.
El Tribunal afirma, en primer lugar, que resulta clara la aplicabilidad del Reglamento
al procedimiento de insolvencia principal puesto que éste se abrió en Austria con
posterioridad a la entrada en vigor del mismo. Es decir, nos encontramos ante el
mismo supuesto que en el caso al que se refiere este comentario, un procedimiento
de origen seguido bajo las normas de la regla cuya aplicabilidad se discute. La particularidad que presenta el Reglamento 1346/2000 respecto del Reglamento Bruselas
I, es la de que sus artículos 16.1 y 17.118 establecen que las decisiones de apertura
de un procedimiento tendrán que ser reconocidas con carácter retroactivo respecto
de sus efectos, esto es, habrán de reconocerse todos los efectos producidos por
la misma desde su adopción en el denominado Estado de apertura. Y el Tribunal
recuerda que este reconocimiento ha de hacerse de forma automática y sin que
quepa ningún tipo de control por parte del Estado requerido, como consecuencia
del principio de confianza mutua y de la armonización de los criterios de determinación de la competencia internacional, es decir, los mismos criterios a los que se
hace referencia en la Sentencia del 21 de junio de 2012.
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5.2. Divergencia de soluciones
La conclusión alcanzada por el TJUE es, sin embargo, diametralmente opuesta, ya
que considera que, a partir de la adhesión de su Estado a la Unión Europea el 1 de
mayo de 2004, los órganos jurisdiccionales húngaros están obligados a reconocer
“todas” las decisiones de apertura de procedimientos de insolvencia procedentes
de otro Estado miembro y basadas en el Reglamento 1346/2000, es decir, incluso
aquellas adoptadas con anterioridad a la entrada en vigor de este para el Estado
húngaro. Al contrario de lo que ocurre en la Sentencia relativa al reconocimiento de
acuerdo con el Reglamento Bruselas I, no se considera necesario que la norma esté
en vigor tanto en el Estado de origen como en el de reconocimiento en el momento
en que se ejercita la acción judicial, ni en el momento en que se dicta la resolución;
en el primer caso una sentencia condenatoria al pago de una deuda, en el segundo
una decisión de apertura de procedimientos de insolvencia. ¿Es posible que esta
discrepancia entre las dos sentencias encuentre su fundamento en la referencia de
los artículos anteriormente mencionados al reconocimiento con efectos retroactivos? Difícilmente, y ello porque estas disposiciones hacen referencia precisamente
a los efectos del reconocimiento, y no a este mismo. Siguiendo el razonamiento
planteado por el Tribunal en la Sentencia del 21 de junio de 2012, al procedimiento
de reconocimiento en sí mismo habría de aplicarse la ley nacional húngara y no el
Reglamento europeo, puesto que este no estaba en vigor en el Estado de reconocimiento en el momento de ejercitarse la acción judicial, ni en la fecha en que se
dictó la resolución.
Parece que en esta decisión el Tribunal hace suya la preocupación que llevó al
legislador europeo a la adopción del Reglamento 1346/2000, es decir, “[...] la
coordinación de las medidas que deberán adoptarse respecto del activo del deudor insolvente”19. Dos fueron las motivaciones fundamentales de este desarrollo
normativo, en primer lugar evitar el fraccionamiento de los procedimientos de
insolvencia y, en segundo lugar, luchar contra los supuestos de “carrera procesal”,
motivaciones que parecen estar detrás de la interpretación que encontramos en la
decisión en el Asunto C-527/10.
19 Ibíd. Considerando 3.
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UNIÓN EUROPEA
Los procedimientos judiciales de insolvencia se caracterizan por una gran complejidad derivada en parte de la presencia de un alto número de actores involucrados,
cada uno de ellos con un estatus distinto dentro del proceso. Esta complejidad se
multiplica en aquellos casos en que la sociedad afectada participa en actividades
de comercio internacional, o bien está presente en el mercado de diversos Estados,
incorporando en el proceso el elemento de extranjeridad. Es en este tipo de situaciones cuando pueden producirse los fenómenos de fragmentación del procedimiento y de “carrera procesal”. Fragmentación del procedimiento puesto que la existencia de distintas legislaciones nacionales, con distintos criterios de determinación de
la competencia permitiría a los deudores iniciar procedimientos en distintos Estados
miembros. La consecuencia de esta realidad es el segundo fenómeno, lo que puede
denominarse “carrera procesal”, es decir, el intento de obtener medidas sobre
los activos del deudor insolvente antes de que estas se produzcan en otro Estado
miembro y, por lo tanto, los mismos queden afectados a dicho procedimiento. El
establecimiento de normas comunes de determinación de la competencia, así como
de la adopción de un mecanismo simplificado de reconocimiento de resoluciones de
apertura de procedimiento de insolvencia vendría a resolver estas cuestiones. No
cabe duda que, especialmente en un momento económico como el actual, resulta
de vital importancia asegurar que los procesos de insolvencia y, concretamente,
aquellos que supongan acciones de liquidación sean lo más eficaces posible. Sin
embargo, esta búsqueda de la seguridad jurídica no puede llevarse tan lejos que
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unión europea
permita concluir la aplicación retroactiva de un Reglamento europeo en los nuevos
Estados miembros, dando lugar a una discriminación de estos y sus ciudadanos
respecto de aquellos que formaban parte de la Unión Europea en el momento de
adopción de la norma.
6. CONCLUSIONES
Tras el análisis realizado de la Sentencia de 21 de junio de 2012 se procederá a
realizar a continuación dos consideraciones positivas y dos comentarios críticos
respecto de la argumentación presentada por el Tribunal de Luxemburgo.
6.1. Consideraciones positivas
Como primera conclusión cabe referirse a la adecuada interpretación que el
Tribunal realiza de la naturaleza del Derecho transitorio, tanto en su dimensión
general como en su aplicación concreta a los nuevos Estados que acceden a la Unión
Europea y, por lo tanto, incorporan a su ordenamiento jurídico interno el acquis
europeo. Las disposiciones transitorias han de aplicarse en los mismos términos y
condiciones a los Estados miembros que forman parte de la Unión en el momento
de adopción de la norma y a aquellos que acceden con posterioridad. Es decir, que
existirá un primer período de régimen transitorio, seguido de sucesivos períodos
para cada uno de los nuevos miembros. Esta necesidad de reactivación del período
transitorio deriva del respeto de tres principios fundamentales en el desarrollo
del espacio judicial europeo: la protección de la seguridad jurídica en el contexto
de una Europa sin fronteras, la no discriminación entre Estados y ciudadanos, y la
tutela judicial efectiva.
El interés en la protección de las partes implicadas en el procedimiento procesal
y, en concreto, el respeto de las garantías procesales justifican igualmente el
argumento del Tribunal que considera que las mismas han de actuar como límite al
mecanismo simplificado de reconocimiento de decisiones extranjeras. La aplicación
del mecanismo de reconocimiento simplificado no es incondicional. El Reglamento
Bruselas I establece supuestos limitados y estrictamente tipificados en los que una
persona domiciliada en el territorio de un Estado miembro podrá ser demandando
en otro Estado, y aun en estas situaciones se prevén ulteriores garantías relativas
al procedimiento de notificación que garanticen la posibilidad de una defensa
efectiva. El respeto de estas condiciones se convierte en condición indispensable
para obtener el beneficio del reconocimiento y ejecución de la decisión original de
acuerdo con las disposiciones del Reglamento.
6.2. Comentarios críticos
El Tribunal va demasiado lejos en su interpretación de la relación o vínculo existente entre el proceso de armonización de los criterios de determinación de la
competencia judicial internacional y la aplicación de las normas relativas al reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras. Es evidente que su regulación
conjunta en el Reglamento Bruselas I responde a motivos más complejos que una
mera sistematización de la materia, pero parece exagerado hacer depender la
regla del reconocimiento mutuo, presente no sólo en esta norma sino en numerosos
ámbitos del ordenamiento europeo, de la verificación de un proceso de desarrollo
de normas comunes en materia de competencia judicial internacional.
Por último, resulta difícilmente justificable el cambio de posición del Tribunal de
Luxemburgo materializado en la Sentencia de 5 de julio de 2012. Reconociendo la
validez de los argumentos anteriormente desarrollados, el órgano jurisdiccional
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alcanza, sin embargo, una conclusión completamente opuesta, favoreciendo el
reconocimiento de decisiones de apertura de procedimientos de insolvencia por
encima de la protección de la seguridad jurídica y de previsibilidad de resultados
para los actores implicados. No parece que las características especiales que presentan los procedimientos de insolvencia y el objetivo de evitar la fragmentación
de procedimientos puedan justificar el “olvido” al que se someten la seguridad
jurídica, la tutela judicial efectiva y la no discriminación que habían fundamentando la interpretación del Tribunal respecto del ámbito de aplicación temporal del
Reglamento 44/2001 en relación con los nuevos Estados miembros.
Fuente: Diario La Ley N.º 7976, 30 de Noviembre de 2012
La propuesta
de Directiva
europea
sobre la orden
de investigación
penal:
valoración crítica
de los motivos
de denegación
Lorena Bachmaier Winter
Catedrática acreditada de Derecho
Procesal. Facultad de Derecho,
Universidad Complutense, Madrid
1 La iniciativa para una propuesta de Directiva
de la EIO se publicó el 29 abr. 2010 (COPEN 15,
CODEC 363, EUROJUST 47, EJN 12). En adelante utilizamos la abreviatura PD EIO para referirnos a la propuesta de Directiva, y EIO, sin
más, para hacer referencia a la orden europea
de investigación. Quizás otra abreviatura sería
más adecuada pero, por razones de simplicidad, utilizamos la terminología y abreviaturas
más habituales en el ámbito europeo.
2 Entre otros, vid. los informes elaborados por
CEPS (Centre for European Policy Studies, de
junio de 2011, escrito por D. Sayers, http://
www.ceps.eu/book/european-investigationorder-travelling-without-‘roadmap); Justice,
Briefing on the European Investigation Order,
de julio de 2011 (http://www.justice.org.
uk/resources.php/294/european-investigation-order); Statewatch, cuyos informes de
mayo y noviembre de 2010 los firma S. Peers
(http://www.statewatch.org/Targeted-issues/
EIO/eio-observatory.htm); el informe de la
Abogacía alemana (Deutscher Anwaltsverein)
de mayo de 2011; de la Bundesrechtsanwaltskammer, de enero de 2011 (http://www.brak.
de/zur-rechtspolitik/europa/strafrecht/erlangung-von-beweisen/richtlinienvorschlag-zur-
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UNIÓN EUROPEA
La orden europea de investigación pretende facilitar la cooperación judicial en
la obtención de pruebas en procesos penales transfronterizos. Este instrumento
basado en el principio de reconocimiento mutuo, todavía no ha sido aprobado por
el legislador europeo. El presente trabajo estudia los motivos de denegación o
no ejecución de una orden europea de investigación, tal y como se regulan en el
último texto de esta propuesta de directiva, con el fin de poner de manifiesto la
necesidad de clarificar su alcance y mejorar su redacción.
1. INTRODUCCIÓN
Desde que se presentó el primer texto de la propuesta de Directiva de una orden
de investigación europea en el año 20101, han tenido lugar numerosas sesiones,
discusiones y consultas que, a su vez, han originado una multitud de opiniones
e informes2 con el objetivo de llegar a un acuerdo acerca de la configuración
de este instrumento de cooperación en materia penal. No es cuestión ahora de
repasar el alcance de los debates que la PD EIO ha generado3, ni tampoco de dar
cuenta de todos los cambios operados en el texto inicial a lo largo de estos dos
años y medio. Baste señalar que, después de numerosas sesiones de trabajo, al
texto inicial le sucedió la PD EIO de junio de 20114 y un nuevo texto fue acordado
con fecha de 21 de diciembre de 20115. Desde entonces, el grupo de trabajo para
la cooperación en asuntos penales ha acordado algunos cambios menores que
afectan, fundamentalmente, al preámbulo, a los formularios y al anexo relacionado con el artículo 29.1 PD EIO6. Esas modificaciones no afectan al texto aprobado
el 21 de diciembre de 2011, por lo que este trabajo se refiere a la redacción
aprobada en esa fecha.
El objetivo de este trabajo es señalar cuáles son los puntos que creemos conviene
revisar, en particular, en relación con los motivos de denegación del reconocimiento y ejecución de una EIO. Antes, sin embargo, quizá sea conveniente situar este
análisis de concretos preceptos de la propuesta de Directiva de una EIO dentro del
contexto en el que se discute la aprobación de la orden de investigación europea.
2. LA ORDEN EUROPEA DE INVESTIGACIÓN Y EL PRINCIPIO DE RECONOCIMIENTO
MUTUO
Al margen de que el principio de reconocimiento mutuo deba ser el hilo conductor
de la cooperación judicial en Europa, y de que quizá sea la única vía para avanzar
en la creación de un espacio de libertad, justicia y seguridad común, no podemos
dejar de cuestionar la conveniencia, motivación, necesidad y diseño del texto de
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