Luis Simarro: precursor de la Neurología

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E.
GARCÍA-ALBEA
HISTORIA
Y HUMANIDADES
Luis Simarro:
precursor de la Neurología española y Gran Maestre de la masonería
E. García-Albea
LUIS SIMARRO: PRECURSOR OF SPANISH NEUROLOGY AND GRAND MASTER OF THE FREEMASONS
Summary. Luis Simarro is considered to be the great precursor of Spanish Neurology, Neurohistology and Psychology. Together
with Cajal he was one of the most outstanding figures of the Spanish freemasons in the field of medicine, where he reached the highest
rank: Grand Master of the Spanish Great Orient. These historical notes summarize the scientific contribution of Simarro and his
extensive work in the field of politics where he was influential in the modernization of Spain. [REV NEUROL 2001; 32: 990-3]
Key words. Freemasons. History of Neurology. Neurohistology. Psychology.
‘La libertad es condición necesaria para la ciencia; si los hombres
perdiesen el amor por la libertad y si a este amor no lo sacrificasen
todo, la vida incluso, veríamos al mundo volver a la barbarie’.
Luis Simarro (último diálogo antes de su muerte,1921)
Se considera a Luis Simarro, con justicia, padre de la Neurología,
la Neurohistología y la Psicología española y, sin duda, una de las
personalidades políticas y científicas más interesantes e influyentes
del primer tercio del siglo XX. Junto con Cajal, representa lo más
sobresaliente de la masonería española en el campo de la medicina.
Este trabajo intenta recordar el compromiso y la gran actividad de
Luis Simarro en la masonería española, donde alcanzó su mayor
rango, Gran Maestre.
LA MASONERÍA
Es tarea harto difícil resumir en unas líneas la historia de esta organización, tan fragmentada en múltiples logias y donde el secreto, la
leyenda y la persecución han incidido de forma constante sobre sus
actividades. De las muchas definiciones disponibles, una de ellas,
tomada del masón John Truth (La franc-masonería, traducción española, Madrid, 1870) [1], reza de esta manera: ‘…la francmasonería es una asociación universal, filantrópica, filosófica y progresiva, que procura inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, el
estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes, los
sentimientos de abnegación y filantropía y la tolerancia religiosa,
que tiende a extinguir los odios de raza, los antagonismos de nacionalidad, de opiniones de creencias y de intereses, uniendo a todos
los hombres por los lazos de la solidaridad y confundiéndolos en un
mutuo afecto de tierna correspondencia…’. El objetivo de la masonería, de acuerdo con la apología de este autor, ‘…predica la moral
universal, una e inmutable, más extendida, más universal que la de
las religiones positivas, todas ellas exclusivistas, puesto que califican a los individuos en paganos, en idólatras, cismáticos, sectarios, etc. Su objeto puede resumirse en estas palabras: borrar entre
los hombres las preocupaciones de casta, las distinciones convencionales de colores, orígenes, opiniones y nacionalidades, combatir el fanatismo y la superstición, extirpar los odios nacionales y,
con ellos, el origen de la guerra; llegar por el progreso libre y
Recibido: 01.12.00. Aceptado tras revisión externa sin modificaciones: 14.12.00.
Sección de Neurología. Hospital Universitario Príncipe de Asturias.
Universidad de Alcalá de Henares. Alcalá de Henares, Madrid, España.
Correspondencia: Dr. Enrique García Albea. Sección de Neurología. Hospital Universitario Príncipe de Asturias. Ctra. de Alcalá-Meco, s/n.E-28805
Alcalá de Henares, Madrid.
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pacífico a formular el derecho universal y eterno, según el cual
cada individuo debe, libre e integralmente, desenvolver todas sus
facultades y concurrir en toda la plenitud de su poder al bien de
todos, haciendo así del género humano una sola familia de hermanos, unida por el amor, la ciencia y el trabajo’.
La masonería es, pues, una organización universal, secreta
–aunque en la actualidad es en gran parte abierta, el secreto es
obligación ineludible que se exige bajo juramento–, de estricta obediencia y de carácter político, ‘…que procurará influir en el mundo
profano por el periódico, por la cátedra y por la reunión publica y
auxiliar a los hermanos para que puedan ocupar un puesto en los
municipios, en las diputaciones provinciales, en el Congreso o en
el Senado’. (Constitución del Gran Oriente Español, Madrid, 1889).
Su fe en la razón y el indiferentismo religioso contrastan con el
amplio y complejo lenguaje simbólico que se desarrolla en todos los
rituales y actividades masónicas. Los signos varían según la logia,
el rito iniciático y el rango. Los más difundidos son el triángulo, el
compás, la escuadra, las columnas o el mandil. Tienen una heráldica, un calendario y hasta un alfabeto propio. Esta simbología críptica, muy superior a cualquier iglesia convencional, es justificada
por los masones, no sólo por las ideas de la organización que revelan
(p. ej., el compás es signo de fraternidad), sino por la necesidad de
establecer la identificación de los miembros y no declarar su condición ante el resto de la sociedad.
La historia de la masonería se ordena en dos grandes etapas
–masonería antigua y moderna–, anterior y posterior a 1717, año en
que se funda la Gran Logia de Inglaterra. Los orígenes de la masonería primitiva son oscuros; las hipótesis se multiplican y tratan de
relacionarla con las sociedades clandestinas más relevantes de la
antigüedad (Zaratustra, Confucio, Pitágoras, cábalas judías, constructores romanos, templarios, etc.). Más aceptada es la teoría que
liga su nacimiento a los monjes –y posteriormente civiles– constructores de iglesias de los siglos XI y XII (Latomii Massonerii),los
cuales se organizaron corporativamente, obligando a los aprendices
a una conducta intachable, estableciendo niveles de maestría y exigiendo la obediencia y el secreto de las normas de construcción. Los
símbolos masones ya están presentes en muchas de las catedrales
góticas. La primera manifestación de la masonería en España parece identificarse en la iglesia de Nuestra Señora de La Anunciación
–también llamada capilla de Mosén Rubí–, construida en 1516 en
la ciudad de Ávila.
La masonería moderna se hace a imitación y con dependencia
de la Gran Logia de Inglaterra (1717) y las logias francesas. La Gran
Logia estableció en 1723 una Constitución y unas normas (rito
escocés), vigentes en gran parte en la actualidad. La masonería
francesa intervino activamente en la Revolución, se declaró anticatólica y divulgó en las logias europeas las grandes consignas ilus-
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tradas (libertad, igualdad, fraternidad). En 1726, y bajo la protección de la Gran Logia de Inglaterra, se constituye la primera logia
en Madrid, cuyo taller estaba en la calle de San Bernardo. Apenas
unos años después, se contabilizaban más de 200 en todo el territorio nacional. En 1760 los afrancesados Conde de Aranda, Campomanes y otros fundan la Gran Logia Española, dependiente de las
logias francesas, que se llamaría el Grande Oriente en 1780. En la
década siguiente, José Bálsamo (Cagliostro) fundó logias en toda la
geografía hispana, de carácter contrario a las anteriores, radicalizadas políticamente y que intervinieron de forma principal en los
pronunciamientos y conspiraciones republicanas posteriores1 .Tras
varios cismas, crisis y reunificaciones, en 1889 había en España 262
logias, encontrándose el mayor número en Cádiz (29), Madrid (25)
y Barcelona (18) [1]. Es en estas fechas y este contexto cuando a
Luis Simarro se le destierra a París (1880) y conoce a Salmerón,
quien posiblemente le introduce en la masonería. Digamos finalmente, que si bien su dimensión política transformadora se ha sobradamente valorado o denigrado, en leyendas blancas o negras, su
dimensión científica también atrajo a muchos jóvenes de la época.
Como afirma Amando Hurtado ‘... la apariencia de alineamiento
con la tradición masónica era buscada por muchos que deseaban
presentar su producto filosófico o científico como marchamo de los
nuevos tiempos’ [2].
LUIS SIMARRO, CIENTÍFICO
La obra científica de Luis Simarro Lacambra (Figura), aunque muy
amplia, se centró en la histología del sistema nervioso y la neuropsicología, de las que fue precursor influyente. Finalizada la carrera
de medicina en 1875 y el doctorado en 1876, con la tesis Relaciones
materiales entre el organismo y el medio como fundamento de una
teoría general de la higiene, inicia su contacto con la neurología en
el Hospital de la Princesa y en el Manicomio de Santa Isabel de
Leganés. Por entonces publica en Anales de Ciencias Médicas sus
primeros trabajos, en los que toma postura por las ideas positivistas
sobre el sistema nervioso que habían abierto un gran debate en
Francia. Afanado en encontrar las bases biológicas del alma humana y desgajar la psicología de su importante lastre filosófico, acude
en 1880 a París, donde permanecerá cinco años. Comienza su formación neurohistológica con el anatomista Duval –que en 1878
había redactado una monografía vanguardista en su tiempo, Precís
de technique microscopique et histologique, y que, postulando la
teoría celular de Virchow, se oponía a las teorías de Robin–. De
mayor importancia fue el magisterio de Ranvier, catedrático de
Anatomía en el Collége de France y discípulo de Claudio Bernard,
de quien recibe una orientación fisiológica (histología fisiológica).
Ranvier le instruye en la técnica de tinción histológica con nitrato
de plata publicada por Camilo Golgi en la Gazzeta Medica Italiana
en 1873 que permite identificar el cuerpo neuronal y sus ramificaciones. Con una buena formación histológica aplicará las técnicas
aprendidas –con desarrollos posteriores originales, como el ‘método fotográfico’, favorecidos por su afición a la fotografía–, a su
vuelta a España, en un pequeño laboratorio privado en la calle del
Arco de Santa María y, posteriormente, junto a Medinaveitia, en la
calle General Oráa. En esta época descubre –sin publicar–, simultáneamente con Fisher, las placas seniles. Su capacidad incitadora
1
Entre los muchos políticos masones de entonces destacamos a Riego, Alcalá Galiano, Argüelles, El Empecinado, Espartero, Evaristo San Miguel,
Jovellanos, Lacy, Mendizábal, Palafox, Porlier, Prim, Torrijos. Gran parte
de los libertadores americanos, como Bolívar, Martí, San Martín, se formaron políticamente en las logias españolas.
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Figura. Luis Simarro Lacabra (1851-1921) pintado por Madrazo.
le aproxima a un joven y capacitado anatomista, Ramón y Cajal.
Cajal, ‘fanático irreductible de la religión de los hechos’, como a sí
mismo se calificaba [3], acude en 1887 al Instituto Biológico y,
posteriormente, a su laboratorio privado, donde Simarro le muestra
sus preparaciones con impregnaciones argénticas y le muestra el
libro del ‘sabio de Pavía’. Como afirma Albarracín ‘…ha bastado
el azar de un minuto para que la escuela histológica española se
ponga en marcha…’ [4]. En Recuerdos de mi vida, Cajal glosa
agradecido la figura de Simarro: ‘Debo al Dr. Luis Simarro, el
afamado psiquiatra y neurólogo de Valencia, el inolvidable favor de
haberme mostrado las primeras buenas preparaciones efectuadas
con el proceder del cromato de plata y de haber llamado mi atención
sobre la excepcional importancia del libro del sabio italiano Camilo
Golgi, consagrado a la inquisición de la íntima estructura de la
sustancia gris’ [5]. Reconoce que en manos de Simarro se tiñeron
por primera vez las neurofibrillas y que estableció las diferencias
entre cilindroejes y prolongaciones protoplasmáticas. La colosal
figura de Cajal recibe en su juventud el impulso positivista de Simarro y tratará, al igual que su introductor en las técnicas tintoriales,
de buscar en las neuronas ‘las mariposas del alma’, el origen del
pensamiento y el batir de sus alas ‘…quien sabe si esclarecerá algún
día el secreto de la vida mental…’. Aunque la relación con Cajal se
enfrió debido a su confrontación en las oposiciones a cátedra de
Madrid en 1903, Luis Simarro escribió, en 1901, en la Revista
Trimestral Micrográfica, dirigida por Cajal, el trabajo Nuevo método histológico de impregnación por las sales fotográficas de plata. Cajal siempre reconoció su gran valía. A su muerte escribió, en
una carta al doctor Cortezo: ‘…murió sin haber leído mis Recuerdos
y sin saber lo mucho que yo le veneraba y quería’ [6].
Pero Simarro nunca se consideró histólogo sino clínico, (‘…yo
soy tan sólo un histólogo de ocasión, pues la histología no es para
mí fin, sino medio para estudiar la neurología, mi verdadero objeto’)
[7]. Otro de sus discípulos directos fue Achúcarro, que ya de estu-
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diante acudía al laboratorio de la calle General Oráa, como después
acudieron Pío del Río Hortega o Lafora. La combinación de ambas
facetas, clínico e histólogo, las supo transmitir al joven Achúcarro
y fue el modelo de la escuela española de neurología. Aunque trabajó gran parte de su vida en una copiosa y pingüe consulta de
neurología, su obra escrita fue mínima, lo que impidió una mayor
proyección de sus hallazgos. Lafora, otro de sus destacados discípulos, escribió con motivo de su muerte: ‘A su vuelta a España
trabajó muchos años en su pequeño laboratorio particular, haciendo magníficas colecciones de embriología, histología comparada
del sistema nervioso y, finalmente, estudios sobre la fina estructura
del cerebro y médula del mono y del hombre, empleando los métodos de Wright y de Golgi. Dibujaba primorosamente y aún se conservan en su laboratorio numerosas carpetas de dibujos excelentes.
Toda esta obra de años quedó inédita, pues Simarro tenía poca
afición a escribir. En sus últimos años de investigación histológica
ideó el método de impregnación argéntica del sistema nervioso,
utilizando ingeniosamente los principios de la fotografía, idea que
luego fue base, mediante perfeccionamientos y simplificaciones,
del método argéntico de Cajal’ (Diario El Sol, 24 de junio de 1921).
Se podría ampliar el repaso a su obra como pedagogo o jurisconsulto de vanguardia –introductor de las ideas de César Lombroso–
, pero nos detendremos apenas unas líneas para recordar su gran
labor en la psicología experimental, donde ocupó la primera cátedra
en el mundo de dicha disciplina (1902) y donde fue el primer cultivador competente de la nueva ciencia en España. Desde las ópticas
experimentales neurofisiológicas y evolucionistas europeas, impartió lecciones en la Institución Libre de Enseñanza, en el Ateneo
de Madrid y en la Escuela de Criminología, y fundó el primer Laboratorio de Psicología Experimental en España, en el Museo Pedagógico y, posteriormente, en la Universidad de Madrid. Como
afirma Yela, ‘…la obra docente, innovadora y divulgadora de Simarro fue sobresaliente y decisiva. Su personalidad desmesurada,
idealista, generosa, radical y quijotesca le impulsó a iniciar y tocar
muchas cuestiones’ [8], pero desgraciadamente su labor escrita apenas se reduce a una docena de trabajos y monografías. Cajal siempre
lamentó su escasa producción escrita y, siguiendo con Yela, ‘…entregó y tal vez malgastó su inmenso talento en conferencias divulgadoras y dedicó lo mejor de sus energías, con apasionado afán regeneracionista, a multitud de empresas culturales y de luchas políticas’
[8]. A esta faceta de su vida se dedican las siguientes líneas.
SIMARRO Y LA MASONERÍA2
Luis Simarro fue hijo del destacado pintor valenciano Ramón Simarro Oltra. Nació en Roma en 1851 durante uno de los viajes de su
padre, al que habían encargado los retratos de los papas Calixto III
y Alejandro VI. La muerte del pintor a los 33 años de tisis no pudo
sobrellevarla su esposa, quien se suicidó cuando Simarro tenía 3
años. En 1873, cuando era estudiante de medicina, participó de
forma activa en el movimiento cantonal valenciano, donde actuó
como tesorero en la Junta Revolucionaria, encargándose de exten2
Gran parte de la información sobre sus actividades masónicas procede del
legado de Simarro. En 1927 se constituyó la Fundación Simarro, por Medinaveitia, cuya labor se abortó a causa de la guerra civil. Un nuevo patronato
de la Fundación se encuentra en la actual Facultad de Psicología de Madrid
(Campus de Somosaguas), donde se archivan los documentos del maestro. La
carpeta número 6 guarda 163 documentos numerados sobre la masonería,
que los ha revisado el máximo experto en la historia de la masonería y profesor
de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, José A. Ferrer
Benimeli [14]; de ahí parten muchos de los datos para nuestra revisión.
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der los salvoconductos para permitir la entrada o salida de las barricadas. Sofocada la rebelión por Martínez Campos, tuvo que exiliarse a Madrid y, posteriormente, a París. Aunque no existen datos
sobre su ingreso en la masonería, posiblemente se inició en la capital
francesa, donde entabló una estrecha amistad con el gran político y
masón Nicolás Salmerón.
La primera referencia a su condición masónica es la afiliación
a la logia Ibérica n.º 7 de Madrid, dependiente del Grande Oriente
Español, el día 17 de octubre de 1912, con el sobrenombre de Franklin,
donde cotizó hasta el final de su vida. Por aquellos años, el número
de masones de la logia Ibérica n.º 7 superaba el centenar; entre ellos,
cinco médicos y nueve profesores [9]. El Venerable Maestro de la
misma era José Moreira Espinosa, distinguido médico gaditano. Se
sabe que en 1913 Simarro alcanzó el grado 33 –máxima dignidad
masónica–, lo que revela que su militancia venía de largo. En ese
mismo año fue elegido por unanimidad Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grande Oriente Español, relevando a
Moreira Espinosa que, a su vez, había sustituido al industrial relojero y socio fundador Jorge Girod. En 1917, al finalizar el cuatrienio
normativo de Gran Comendador, la Gran Asamblea le proclama por
unanimidad para el más alto cargo de la masonería, el de Gran
Maestre, ‘cuyo cargo desempeñó con gran entusiasmo y actividad
hasta su muerte’ [10].
La historia de la masonería de Cajal está en gran parte por
escribir pero influyó, sin duda, en el acercamiento de ambos sabios.
Ingresó en 1877, a los 25 años, en la logia zaragozana Caballeros de
la Noche n.º 68, incluida en el Grande Oriente Lusitano Unido,
donde tomó el sobrenombre de Averroes y le correspondió el número de orden 96 [11]. Su afiliación la hizo conjuntamente con otro
médico, Eduardo Romeo Soda, que adquirió el nombre simbólico
de Hipócrates. Poco más se sabe de sus actividades masónicas, pues
como Simarro y la mayoría de los masones guardaron secreto, a lo
largo de su vida, sobre sus compromisos.
La actividad cultural y política de Simarro en su fecunda trayectoria fue inagotable. Colaboró de forma activa con la Institución
Libre de Enseñanza –donde impartía clases de física– y la Junta de
Ampliación de Estudios. Su gran conocimiento en legislaciones
europeas le impulsó a defender de forma entusiasta al pedagogo
laico creador de la Escuela Moderna y ‘mártir de la libertad de
conciencia’, Ferrer Guardia (fusilado el 13 de octubre de 1909).Al
día siguiente de su afiliación a la logia Ibérica n.º 7 se adhiere a la
manifestación ‘para protestar por el fusilamiento del hermano Francisco Ferrer y Guardia, víctima de la intolerancia religiosa que, a
pesar del transcurso de los tiempos y avance de la civilización mundial, aún perdura desgraciadamente en nuestra amada España’ [12].
En un intento por actualizar en nuestro país los nuevos movimientos europeos sobre la defensa de los derechos humanos, funda
en 1913 la Liga Española para la Defensa de los Derechos del
Hombre y el Ciudadano, de la cual pueden ser miembros ‘todos los
que aspiren al fin concreto de afirmar y extender los derechos del
hombre, sin renunciar a sus compromisos de escuela, religión o
bando político’. El Comité Nacional estuvo presidido, además de
por Simarro, por Benito Pérez Galdós y Roberto Castrovido.
Defendió desde su tribuna masónica a Unamuno ‘atropellado
por la razón de exponer leal y noblemente en la prensa su pensamiento’ [13]. Unamuno fue condenado a 16 años de cárcel por dos
artículos críticos con la figura del rey, publicados en El Mercantil
Valenciano. La capacidad de convocatoria de Simarro era tal que
consiguió para la defensa de Unamuno la adhesión de lo más granado de la intelectualidad española, incluido Ortega y Gasset o el
gran fisiólogo catalán Augusto Pi Sunyer. Fue capaz de movilizar
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a más de 700 representantes del pensamiento hispano ‘consagrados
a las puras actividades del espíritu’, en un manifiesto de apoyo a la
causa aliada durante la Primera Guerra Mundial. También fueron
relevantes sus protestas por la condena a muerte, por un consejo de
guerra en Barcelona, del obrero sindicalista Manuel Villalonga,
símbolo de los ‘atropellos de que eran víctimas los proletarios catalanes y sus hermanos los obreros del campo andaluz’ [14].
Finalizada la Gran Guerra, la masonería internacional –como
ya lo hizo con la Cruz Roja– organiza, junto con la Liga de los
Derechos del Hombre, la Sociedad de Naciones, con objeto de
evitar nuevas contiendas sangrientas. Simarro promovió con Unamuno, Menéndez Pidal, Marañón, Pérez de Ayala y Azaña la constitución de la Unión Democrática Española para la Liga de la Sociedad de Naciones Libres.
En los últimos años de su vida, Simarro rechaza en dos ocasiones la candidatura de diputado a Cortes, aun en contra del deseo de
muchos masones. Pero, ‘amparado por el lema sacrosanto de nuestra Orden, la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad’, intensifica su
labor política tras la revolución bolchevique de 1917. De nuevo se
prodiga en reuniones y manifiestos y se opone al bloqueo internacional al nuevo régimen ruso ‘...sin que esto signifique adhesión
alguna a la causa que los rusos defienden, sino únicamente cumpliendo los deberes de la humanidad y coadyuvando a evitar derramamiento de sangre.., anhelando que en este período de renovación mundial se consiga la paz entre los hombres’, y ‘abominando
la Dictadura del Proletariado, no precisamente por ser proletariado, sino por considerar igualmente aborrecibles todas las dictaduras, sean las que fueren y cualquiera los fines que persiguieran’
[14]. De nada sirvieron sus esfuerzos contra el bloqueo, aunque sí
logró que el gobierno se integrara en la Sociedad de Naciones. Sin
embargo, la decadencia del protagonismo de la masonería coincide
con la III Internacional (1921), en cuyo congreso Trotsky prohibe
a sus militantes formar parte de las logias masónicas, pues ‘por sus
estatutos, su administración y la manera como son escogidos sus
miembros, la Masonería no representa otra cosa que la infiltración
de la pequeña burguesía en todas las capas sociales’. El internacionalismo proletario margina de forma contundente a la masonería en
la nueva época de reivindicaciones políticas. Simarro, en el mismo
año de su muerte, se opone decididamente al ideario de la III Internacional. Así escribe: ‘Que en este caso esta dictadura no es más
que una sustitución de la ejercida por la plutocracia en tiempo de
los zares, consistiendo tan sólo en un cambio de personas, ya que
en el puesto de aquellos, ejercen hoy ésta un Lenin, un Trotsky y sus
secuaces’ [15].
El 19 de junio de 1921 muere el Gran Maestre del Grande
Oriente Español, en un contexto social de grandes movimientos
huelguistas, agitaciones campesinas y grave enrarecimiento político. Por decisión propia, fue enterrado modestamente en el Cementerio Civil de Madrid. ‘Don Luis Simarro tenía madera de santo y de
sabio. Por eso vivió para el bien y para la verdad. Murió como un
justo’ (La Libertad, 21 de junio de 1921). En su testamento legó la
mitad de su fortuna –medio millón de pesetas de entonces y gran parte
de su patrimonio artístico– para la creación de una fundación que
permitiera el desarrollo de un laboratorio de Psicología Experimental, proyecto que quedó abortado en 1936. Su legado se custodia en
la Facultad de Psicología de Madrid (Campus de Somosaguas).
Al analizar su vida y su obra, debe considerarse a Simarro como
un quijote regeneracionista, comprometido en la modernización del
país en todos sus frentes. Su labor fue más extensa que intensa y,
aunque no logró crear escuelas estables, facilitó a otros su desarrollo. Como ‘sembrador de ideas’ le define Albarracín, y Excitator
Hispanie o Incitator; ‘incitador para que los españoles despierten
y empiecen a hacer algo dentro de la ciencia’, le califica Laín
Entralgo [16]. Quizás la frase que mejor describe su protagonismo
en la ciencia española y en la que sus biógrafos coinciden es aquella
de que ‘si no venció reyes moros engendró quienes lo hicieran’.
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LUIS SIMARRO: PRECURSOR DE LA NEUROLOGÍA ESPAÑOLA Y GRAN MAESTRE DE LA MASONERÍA
Resumen. Luis Simarro es considerado el gran precursor de la Neurología, Neurohistología y Psicología española. Junto con Cajal
representa lo más sobresaliente de la masonería española en el campo
de la medicina, donde alcanzó su máximo rango: Gran Maestre del
Grande Oriente Español. Este apunte histórico sumariza la labor
científica de Simarro y su extensa labor en el campo de la política
donde contribuyó de manera influyente en la modernidad de España.
[REV NEUROL 2001; 32: 990-3]
Palabras clave. Historia de la Neurología. Masonería. Neurohistología. Psicología.
REV NEUROL 2001; 32 (10): 990-993
LUIS SIMARRO: PRECURSOR DA NEUROLOGIA
ESPANHOLA E GRÃO MESTRE DA MAÇONARIA
Resumo. Luis Simarro é considerado o grande precursor da neurologia, neurohistologia e psicologia espanhola. Juntamente com Cajal,
representa o mais sobressalente da Maçonaria espanhola no campo
da medicina, onde alcançou o seu máximo nível: Grão-mestre do
Grande Oriente Espanhol. Este cargo histórico resume o trabalho
científico de Simarro e o seu extenso trabalho no campo da política,
onde contribui de maneira influente para a modernidade da Espanha. [REV NEUROL 2001; 32: 990-3]
Palavras chave. História da Neurologia. Maçonaria. Neurohisto-
logia. Psicologia.
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