15 eénts. BurodlotiA a Junio d« 1900 N ú m . 1S é 0 M © SE FORMAN L©S E e L I P ^ E ^ TEORÍA GENERAL DE LOS MISMOS Cosa sabida es, que debido al movimiento de que se encuentran animados todos los cuerpos celestes, la dirección de las líneas que pueden imaginarse trazadas de unos á otros varia de tiempo en tiempo, y á veces ha de ocurrir que tres de ellos se encuentren en línea recta. Cuando uno de los cuerpos extremos de esta serie de tres, es el Sol, el cuerpo intermedio priva al que se encuentra en el otro extremo, ya total, ya parcialmente, de la luz que de ordinario recibe. Cuando uno de los cuerpos extremos es la Tierra, el cuerpo intermedio intercepta total ó parcialmente, al otro cuerpo extremo, de la vista de los observadores situados en diversos puntos de nuestro globo, que se encuentren en la línea común de dirección, y el cuerpo intermedio se ve pasar sobre el otro extremo, cuando entra ó se separa de la línea común de dirección. Los fenómenos que resultan de estas contingencias de posición y de dirección se llaman Eclipses, Pasos y Ocultaciones, según las magnitudes relativas y aparentes de los cuerpos interpuestos y obscurecidos, y según las circunstancias en que se verifican. nnás eclipses lunares que de sol, y esto se debe á que los primeros son visibles en un hemisferio entero de la Tierra, mientras que los eclipses de Sol, ya sean totales ó anulares, solo marcan en la superficie terrestre una línea ó banda estrecha que no puede pasar de 72 leguas y que rara vez llega á56 leguas. Cuando se trata de eclipses parciales, es mucho más ancha la zona de visibilidad. En un eclipse solar atraviesa la sombra de la Luna la superficie terrestre con una velocidad de 730 leguas por hora ó más de 2 kilómetros por segundo; un eclipse solar puede durar desde el principio hasta el fin en el ecuador, 4 h. 29 m. 44 s., y en la latitud de París el período máximo es de 3 h. 26 m. 22 s., pero el intervalo de tiempo, en que puede permanecer el sol eclipsado centralmente M Teoría de los eclipses totales de Sol Refiriéndonos ahora á los eclipses debemos ante todo recordar que la órbita de la Luna no coincide exactamente con el plano de la órbita terrestre, sino que ambos planos forman entre sí un ángulo que varia entre 4°57' y 5°20', de modo que por término medio podemos tomar 5°y' como valor angular. Los dos puntos en donde su curso corta á la eclíptica se llaman nodos y la línea imaginaria que les une, línea de los nodos; cuando la Luna cruza la eclíptica de Sur á Norte, pasa por su nodo ascendente y el punto opuesto es el nodo descendente; si ocurre que la Luna pasa por uno de SUS nodos en la época de la conjunción ó novilunio, ó muy cerca de ella, necesariamente se interpondrá entre la Tierra y el Sol (véase nuestro grabado) y los tres cuerpos se encontrarán en una misma línea recta; de donde se deduce que en algunos puntos de la Tierra, se verá obscurecido el disco del Sol, total ó parcialmente, según el caso. Este sería un eclipse total de Sol si la Luna cubriese toda la superficie aparente del luminar del día; parcial, si solo ocultara una parte, y anular cuando el disco de nuestro satélite no es bastante grande para tapar al Sol por completo y se distingue un anillo lumino alrededor del cuerpo obscuro de la Luna. En un período de 18 años se verifican por lo común, 70 eclipses, divididos en 41 de Sol y 29 lunares. En un aao pueden ocurrir cuando más 7, cuando menos 2. En el primer caso 5 pueden ser solares y 2 lunares; en el segundo, ambos deben sei solares. En ninguna circunstancia puede haber más de 3 eclipses de Luna en un año, y también ocurre que en varios años no hay ninguno. Aunque los eclipses de bol son más numerosos que los de Luaa en la proporción de 41 á 29 ó de 3 á 2, sin embargo, en un lugar dado se observan ). Eclipse anular.—?. Eclipse total del 2S de Julio de 1831, observado por Dawes.—3. Eclipse anular del 15 de Ma yo de 18c6.—4, Eclipse total de 18 de Julio de It60.—5. Eclipse total del 6 de Julio de 1842.—6. Eclipse de 1858 observado por Liáis. es muy pequeño. La duración de la obscuridad total es mayor cuando la Luna se encuentra en su perigeo y el Sol en su apogeo, toda vez que como el diámetro aparente de la Luna obtiene entonces su valor máximo y el del Sol su mínimo, el exceso del primero sobre el último, del cual depende la totalidad, alcanza su mayor valor. El tiempo que dura la obscuridad total j^roducída por un eclipse de Sol varia con la latitud del punto en que se observe siendo menor mientras más diste el lugar del ecuador. En las circunstancias más favorables, la mayor duración posible de la fase de totalidad en el ecuador es de 7 m. 58 s, y en la latitud de París de 6 m. 10 s. S, G. y T, ]. Ccmibión del Ob;,tiVbtorio de S. Fernando, hacierdo los trabajos prepara.torios.—2. Electo del eclii se tr. ios palmerales. —M. Griipo de Dicenta, Dr. López Campello y oíros periodistas (msiantanea dtl distinguido escritor Manuel Pasoj.—4. La hacienda S. Antonio donde se baila instalada la Comisión de París.—5. Los astrónomos irg eses tn la playa de Santa Pola. EL ECLIPSE DE SOL ' MftR Y TIERRA en Elche Información de nuestro corresponsal especial) Tan pronto llegué á tsta poética ciudad de las palmas me dispuse á aprovechar el tiempo lo más posible "antes que se me echara encima la obscuriuad" por aquello de que the times is nioney. Al llegar supe que mi amigo el reputado lotógraío alicantino D. Manuel Cantos se encontraba en Elche instantunetsando astrónomos y al punto se me ocurrió la idea de, aprovechanau la buena amistad que nos une, pedirle me ayuaara en mi cometido. Por cierto que entre las curiosas revelaciones que me enseñó, me interesó mucho una instantánea obtenida por el fecundo Manuel Paso, el aplaudido autor que con la misma facilidad maneja la pluma que entoca una vista, revela su buen humor. Paso ha aado un gran tüem en ei arie de Dagüerre como lo prueba la adjunta vista en que aparecen: t n el centro el aplaudido autor ú&Juan José, á la derecha de Dicenta, Cantos el incansable fotógrafo que tan pronto se halla en Elche como en Murcia ó en el más apartado lugar donde pueda obtener una buena instantánea; jumo al criado que sostiene una bandeja está el Dr. López Campello, el fogoso orador y caracterizado republicano que estos días ha enviado á "El Liberal" cartas muy bien escritas y amenas; en el íondo inaividúos de la sociedad humorística "Los díscolos" que están demosiranao todo lo contrario; en último término con la cabeza descubierta el presidente de tan original sociedad y sentado sobre una orza, el primero de la derecha, el diputado provincial y abogado, D. Jusé Gómez Valdivia. Son muy numerosas las instalaciones de sabios, comisionados y particulares que aquí se pueden visitar pero ninguna tan importante como la inglesa montada en la playa de bania Poia bajo la dirección del respetable astrónomo británico Sir Norman Lockytr. No disponiendo en las páginas de MAR Y TIEHEA del espacio que fuera preciso para detallar cuanto aquí se puede ver, faltaría al objeto de mi viaje si olvidara lo mas interesante, y al electo nos trasladamos Cantos y yo á Santa Pola y visitamos la instalación inglesa antes ciíada. A la derecha del camino donde dejamos la tartana, en un espacio cerrado con cuerdas, encontramos á los astrónomos de loglaterra atareadisimos en su empresa preparatoria. Entre innumerables máquinas, aparatos de precisión, cajas por abrir y otros materiales que representan más de 4 millones de francos y cuya custodia ha sido encomendada a nuestra guardia civil, se ve un grupo en el que se distingue la venerable cabeza de Sir Norman Lockyer cubierta con un sombrero ancho examinando un aparato que se acaba de desembalar. La garita que se destaca á la izquierda es el improvisado taller fotográfico, y la tienda de campaña de la izquierda la destinada ai jefe de la comisión. Los palos hjados en la estación ocupada sirven para comunicarse con el crucero Theseus en el que llegaron materiales y comisionados y está anclado á corta distancia. Sensible es que la urgencia que implican las operaciones de confección de MAR y TIEPRA me impidan alcanzar el supremo instante del sorprendente fenómeno para esta crónica, escrita á la ligera. Así pues, hago punto para echar estas cuartillas al correo y mañana ¡Dios dirá! Sabe soy suyo muy aff mo, P. P. MANAU. plchp, 27 Mayo 1Q00. 276 El hougo de la alegría Dende los tiempos de Esculapio se ha hablado mucho azufre, pez y otros cuerpos resinosos se derretían debajo de licores y comidas que proporcionan al que los toma, la alegría que las tristezas le han arrebatado. Algo de esto se ha conseguido, pero por medios artificiales, expuestos á numerosos peligros y no siempre de resultados patentes. En cambio el Doctor Teiro acaba de descubrir un hong o que posee las extraordinarias cualidades que se apelecían. Crece de Octubre á Diciembre, en la Siberia oriental y en los sitios más obscuros. Es de color de escarlata ó vermellón, recubierto de una especie de b e r r u g a s blancas. Blanca también es su carne, y en extremo sabrosa. Ea Sabido es de todo el mundo que tanto los tapones de corcho como los de g o m a tienen sus ventajas especiales y que ninguno de ellos puede ser substituido por el otro, así como tampoco por ninguna o t r a substancia. No obstante un ingeniero inglés ha procurado combinar las ventajas de los dos, inventando un tapón de corcho cubierto de goma. Como la cosa puede resultar muy práctica, nos apresuramos á ponerla en conocimiento de aque'los á quienes pueda interesar. ¥¥ El boletín del Hatel Drouot. anuncia la venta en pública subasta de un libro que por su curiosidad, se lo han de disputar s e g u r a m e n t e los bibliófilos y anticuarios. Se t r a t a del libro de horas ó rezo del Mariscal de Boucicaut y que perteneció sucesivamente á Diana de Poitiers, Catalina de Médicis, Marquesa de Verneuil y la Reynie. Calcúlase que la puja de semejante curiosidad ascenderá á miles de francos. V del agua, ¥¥ Un pié cúbico de aire pesa solamente 523 g r a m o s , es decir, un poco más de una onza. Un pie cúbico de agua pesa mil onzas. Calcúlase que si pudiera establecerse una buena y perfecta red de alambre, un despacho telegráfico podría dar en solo dos segundos v a r i a s veces la vuelta al mundo, Botánica se ha dado á este hongo el nombre de "agaricus mo.scarius"; en italiano se le llama "el huevo maléfico" y en francés "fausse o r a n g e " . Los doctores 13. Grassi di Rovallasca y el citado Teiro atestiguan que con 20 g r a m o s de esta comida comenzaron á sentir cómo se les despejaba la melancolía que les abrumaba; una nueva toma, doblando la dosis les aument a b a la felicidad y cuando á la c u a r t a vez t o m a r o n cien g r a m o s , se apoderó de ellos un deseo irresistible de cant a r , reir, gozar, bailar, etc., considerándose más alegres que nunca y con la felicidad que habían visto perder con la juventud. Tiene además este hongo la ventaja de que no es venenoso como todas lis r e s t a n t e s especies, sobre todo tomado en dosis prudentes. Este hongo patece contener en su carne el elíxir de la vida. H a s t a el año 6.52 de la fundación de Roma no existió ley alguna contra el parricidio pues no se concebía fuese posible que el hombre pudiera cometer tan horrendo crimen. En ocasión ea que un tal Publicius Maleolus.mató á su madre se decidió que en adelante los parricidas serían metidos en un saco de cuero, y después de cosido arrojado al a g u a . El cónsul Pompeyo confirmó esta ley, añadiendo que se metiesen en el saco con los parricidas, un gallo, un perro, una serpiente y un mono, todos vivos por supuesto. Excusado es decir que los condenados á este castigo morían, m á s bien que por asfixia ó ahogados, por los furiosos ataques de los animales con él encerrados. ¥9 Hasta fines del siglo xv no les fué permitido á los médicos el casarse. ¥9 En los registros de la antigua C á m a r a de cuentas de l'rancia se encuentra un artículo de veinte sueldos, p a r a dos mangas nuevas p a r a recomponer un jubón viejo de l.iísXI. L a importancia del calor que acompaña á los r a y o s solares, puede explicarse por los experimentos verificados hace algunos años por M. B a k e r , de Fleet-street, en Londres, quien construyó un g r a n lente de t r e s pies y medio de diámetro y empleó otro lente p a r a reducirlos r a y o s del primero á un foco de una pulgada y media de diámetro. El calor producido fué t a n g r a n d e , que planchas de hierro, oro y hasta piedras se derretían instantáneamente, El El máximum de rocío se encuentra en las tierras calientes de la orilla del mar ó en las cercanías de los ríos ó lagos, como en las localidades del mar Rojo, del golfo Pérsico, en la costa de Coromandel, en Alejandría y en Chile. ¥¥ Un termómetro enterrado á cuatro pulgadas dentro de la nieve, está probado que señala una t e m p e r a t u r a nueve grados m á s elevada que la que reina en la superficie. ¥¥ L a iglesia de San J o r g e de Leicester fué derruida por una tempestad en 1.° de Agosto de 1846. El campanario apareció rajado de arriba á bajo y hubo piedras muy grandes que fueron arrojadas á una distancia de 40 pies. Entonces pudo calcularse que el r a y o que destruyó aquella, cayó con una fuerza de más de 12.000 caballos, siendo la fuerza de un caballo suficiente p a r a l e v a n t a r un peso de 32 mil libras en un minuto, por consiguiente la fuerza del r a y o debió resultar igual á la que puede levant a r 184.000.000 de libras ó lo que es igual, la fuerza unida de doce g r a n d e s vapores que e n t r e todos sumarán 24 máquinas de 500 caballos de fuerza cada una. ¥¥ El mayor granizo de que se tiene noticia en el mundo cayó en Kremo el año 1719, pues entonces hubo piedras que pesaban seis libras. Sigue á esta g r a n i z a d a en importancia la que descarg ó en Horseley condado de Stafford en 1828. Los pedazos de hielo que cayeron entonces tenían t r e s pulgadas de longitud por una de anchura y o t r a s presentaban t r e s pulgadas de circunferencia. ¥¥ Según leemos en el "Journal of t h e F r a n k l y n l n s t i t u t e , " el uso del trolley impone ciertas limitaciones que deben tener muy en cuenta los construcctores de ferro-carriles y tranvías. L a corriente no debe pasar de 150 amperes, p a r a no d a r ocasión á un exceso de chispas y g r a n d e s pérdidas y la velocidad máxima á la cual la rueda del trolley permanecerá en el alambre en momentos de t r a bajo especial como conmutadores etc., debe ser la de diez millas por h o r a . Marchando en línea r e c t a , la velocidad puede alcanzar á ser de 30 millas por hora, pero no mayor, pues en ese caso una ligera obstrucción h a r í a saltar la rueda del alambre. El progreso mercantil del comercio de pieles de un siglo á esta parte, h a sido considerable. Desde 1746 á 1867 solo en Alaska se vendieron p a r a los rusos 44.584.410 dollars y desde esa fecha á 1890 han sacado los americanos 48.518 929 dollars. D e seguir en esta proporción el comercio de pieles, pronto quedarán extinguidas las r a z a s de m a r t a s , c a s t o r e s , focas y demás animales árticos con cuyas pieles trafican los esquimales, LHS SIETE MHRÍlYILLaS Hoy, en los últimos días del siglo xix, en que á t a n alto g r a d o de adelanto han llegado ios progresos de l a s ciencias y sus aplicaciones industriales, no podemos apenas llegar á sospechar el g r a d o de magnificencia artística a que lleg a r o n las civilizaciones de la antigüedad. A t r a v é s de los siglos, se ha transmitido el recuerdo de algunas de aquellas obras de ar..< te que por su imponente g r a n diosidad, sus colosales dimensiones y su perfección llegaron á ser justamente célebres en todo el mundo. w Gracias á las descripciones , *' que de tales monumentos nos '-,-..,.dejaron los escritores contemporáneos es hoy posible el reconstituir estas maravillas, y ofrecer al lector su imagen tan imponente y verdadera cual en otro tiempo pudieran contemplarlas los hombres. mortales son los monumentos de la muerte. Levantados p a r a la eternidad muestran á la faz de los siglos la prueba más palmaria de nuestra vanidad y el mayor testimonio de n u e s t r a nada. El Faro de Alejandría En los. cuairo siglos que precedieron a la e r a cnsiiana, fué Alejandría un centro de civuizacíou y un puerto délos mas ricos del mundo. No contaüa entonces menos ae i;U,ÜUU casas, bajas y cuadradas pero de mármol blanco y diversamente orientadas de suerte, que al clocar los rayos del SOI en aquellas supeí 11cies brillantes producíanse sorprendentes juegos de luz. A Ptoiomeo jíiiaueiío, que reino en la primera mitad del siglo m antes de Jesucristo, se debe la construcción en la isla de i""aros, que cierra el puerto de Alejandría, de una "torre de luego" coü s t o s siete famosísimos monulosal, de donde viene ei nombre mentos que la antigüedad colode "taro" que se da á las conscaba en primera línea eran: L a s trucciones análogas a ésta. Pirámides de Egipto, el F a r o de Alejandría, los Jardines colganü l faro de Alejauaria, tormates de bemiramis, el l e m p l o de do de varias torres abovedadas, Uiana en lifeso,la estatua de Júsuperpuestas unai á otras, estapiter Olímpico de F i d i a s , la ba construido, cual las casas de Tumba del rey Mauseolo en Hala ciudad, con bloques de marlicarnaso, y el Coloso de Kodas. mol blanco, ¿.levábase a una al(Jomo obras de los hombres, t u r a de IbU metros próximamene r a n naturalmente perecederas, t e {V¿ m a s que el r e m a t e de la aguja de la catedral de b t r a s y todas desaparecieron excepto . burgo). L a construcción de este las Pirámides que todavía suomagniñcu edificio no costó mesisten, burlándose del tiempo y nos de SUO talentos (4 millones y sobreviviendo a l a ruina de las medio de nuestra moneaa). civilizaciones. Kemataba este taro en un fo^.K Pirámides de Egipto . ^ , .. gón cubierto, en donae ardía noche y día una inmensa cantidad El fellah de las orillas del Ni" Pirámides de Egipto de madera. L a luz que proaucia lo las vé surgir poco á poco, en se divisaba á 80 kilómetros de distancia, y i cuantos y las mañanas de invierno, del velo de vapores suspendidos cuántos marinos le debieron su salvación i en,el horizonte y recortarse límpidamente, más tarde, en el cielo como enormes triángulos. El las vé todospos días, Los jardines colgantes de Babilonia y los ancianos las han visto como él elevarse cual los colosos, dueños del desierto. Poéticajen extreQué magniñca mo es la figura de aparición la de las ¡semíramis en cuya ochenta pirámides semi-legendaria levantadas en una historia mézclanse extensión de más y confunden la ficde 30 kilómetros, ción y la realidad. en los confines del EsposadeNino,rey desierto de Libia de Asiría, ocupó el del que parecen introno á la muerte móvil e s guardiade éste, y supo con nes! Las más célesu energía fundar bres son las de Giun vasto imperio. zeh, entre las que Sus victorias puse encuentra la más sieron á su disposialta de todas, la de ción inmensas riChéops, l l a m a d a quezas que dícidió por los árabes Khut consagrarlas á un (la Brillante), Su m o n u m e n t o cuya base mide 232 memagnificencia trastros cuadrados y su mitiese su nombre altura p r i m i t i v a á la posteridad. Ese r a de 146 metros. t e monumento fueReducida hoy día á ron los jardines col139 por haberle desgantes. trozado la cúspide, Estos jardines cotodavía sobrepuja ronaban la cindadeen mucho á la mala. La base era un yor p a r t e de los cuadrilátero, cada monumentos m á s uno de cuyos lados elevados de Euromedia una longitud 'Faro de Alejandría pa, F u é edificada de 120 m e t r o s . Se Jardines colgantes'de Babilonia por Kufru primer fpylde la IV dinastía, hace próximamei^te 6120 años para subía á ellos por escalinatas tendidas sobre t e r r a z a s dispuestas unas só* que le sirviera de tumba. , bre otras, en anfiteatro, y sostenidas por columnas que se Y extraño contraste! Estas moles de piedra que han soelevaban gradualmente y de las que la más alta, que me« brevivido á los siglos, son tumbas. Estos moo^'i^entos in- Í:ÍÍ diría 50 metros, soportaba la cima del jardín. L a s plataformas de las terrazas estaban formadas por enormes bloques recubiertos de encañados mezclados con betún. Sobre este lecho descansaba doble serie de ladrillos cocidos, asegurados con yeso, y recubtertos á su vez con plomo. Sobre esta cu bierta había una m a s a de t i e r r a suficiente p a r a recibir las raíces de mayor desarrollo. Los árboles estaban plantados en líneas r e c t a s : plátanos de Oriente, olmos de estrechas h"jas. A uno y otro lado de estas alamedas se extendían bosquecíllos y macizos de flores que embaí ¡amaban el aire, y embriag'aban á Babilonia entera cuando llegada la noche soplaba la brisa y llevaba sobre la g r a n capital sus exquisitos perfumes. El coloso de Rodas Antiguamente la isla de Rodas, de creer á la tradición, e r a un foco pestilente de aguas estancadas, donde la vida se hacía imposible. Pero á la voz de Spolion, la isla quedó convertida en un verdadero jardín, de explendidez soberbia que recibió el nombre que hoy tiene y que quiere decir la rosa. Un oráculo había augurado á Rodas ser poseedora de inmensos tesoros y la predicción se cumplió; sus habitantes acumularon riquezas sobre riquezas, haciendo buena la p r e dicción del poeta que adivinó que sobre ellos c a e r í a una lluvia de oro. Tanta fortuna no pudo por menos de provocsr los celos de sus vecinos y estalló naturalmente la g u e r r a . Una vez vencedores, en señal de buena amistad y paz p a r a el porvenir, vendieron todos sus a p a r a t o s mortíferos en 300 talentos (1.500,000 ffancos), cuya suma fué totalmente consagfrada á la erección del célebre coloso, cuyas dimensiones habían de eclipsar las de todas las estatuas conocidas. Tomado el acuerdo se confió la construcción al célebre escultor Chares de Linde. El coloso fué colocado á la e n t r a d a del puerto de Rodas: sus dos pies reposaban sobre dos torres separadas 12 metros la una de la otra. L a erección del coloso tardó realizarse doce años. ucho p a r a obra — - - • « • * * ' ^ - * _ , - - ' - ' T ^ - •-? El coloso de Rodas £1 templo de Diana en Éfeso Éfeso, queriendo dar al mundo una prueba de la suntuosidad de su a r t e , acordó la creación del templo de Diana, E s t a maravilla del a r t e griego fué construida en una t e r r a z a artificial en el centro de la población. Se subía á él por una escalera monumental adornada con estatuas y sus dimensiones eran de 130 metros de ancho y 66 de alto. L e daban riqueza imponderable 127 columnas de orden jónico, que median 20 metros de altura. Desde la base á la cúspide, el templo era todo de mármol blanco, y cuando en las noches claras y seren a s la luna, es decir, la misma casta diosa que le había inspirado, le enviaba sus besos de plata, el efecto e r a soberbiamente grandioso. A la e n t r a d a del templo, estaba la estatua de Diana que era de oro macizo, llovido del cíelo según la tradición. Un pobre demente, llamado E r o s t r a t o , quiso pasar á la posteridad, incendiando el más grandioso monumento de Éfeso, lo que log^ró como se vé, pues h a s t a nosotros ha l'egado su nombre. La e s t a t u a de Júpiter olímpico El templo de Diana en Efeso La sexta maravilla, como las dos precedentes, e r a un grandioso h o m e n a g e del hombre á la divinidad pascana. Júpiter, r e y de la Olimpia poseyó en Grecia g r a n número de templos, pero el más frecuentado e r a el de Elide, donde todos los años de juegos olímpicos se congregaban los ñeles de todos los puntos de la Grecia. Olimpia, por unas y otras causas llegó á ser la capital mística del país, con cuyo resto la comunicaban siete g r a n d e s vías, artísticamente adornados con multitud de templetes y de tumbas coronadas con las e t e r n a s verduras de los olivos y los pinares, de los laureles y las r a m a s de los abetos. P e r o todos quedaban obscurecidos a n t e la grandio. sidad del templo de Júpiter, edificio de orden dórico, uno de los más espaciosos de la antigüedad y al cual daban acceso cuatro escalinatas. Todo alrededor 279 estaba orlado de jardines magníficos cuajados de olorosas flores. El primer deber de los vencedores en los juegos olímpicos e r a el de ofrecer un sacrificio solemie en presencia de la estatua colosal de Ji"ipiter, maravilla de las maravillas. E s t a estatua, sin contar el zócalo, no medía menos de t r e c e metros de alto. F u é la obra m á s grandiosa que produjo e' cincel de Fidias y puede a s e g u r a r s e que esta estatua del rey de los dioses modelada por el rey de los escultores no ha tenido igual en el mundo. El a r t i s t a supo interpretar con genio envidiable los versos de Homero; pero tomando de ellos solamente la grandiosidad del personaje r e t r a t a d o en momentos menos tremendos que los que el poeta describía, colocando el dios en disposición de lanzar sus r a y o s contra la humanidad. Fidias, como todos los g r a n d e s artistas, no quedó al t e r m i n a r su obra satisfecho de ella, y pidió consejo y parecer á los sabios de su tiempo. Estos comenzaron á hallar defectos á la e s t a t u a maravillosa, los cuales Fidias corregía al punto. Cuando hubo dado el último golpe de cincel, cuenta la tradición, que el artista imprecó al dios en estos términos: — "Oh rey de dioses, si estás satisfecho de mi obra haz alguna demostración que lo pruebe." Y en aquel momento el cielo se abrió, tembló la t i e r r a y el templo fué recorrido por un r a y o lanzado por Júpiter. L a obra de Fidias estaba consagrada por la divinidad. Los juegos olímpicos, verdaderos engendradores de La estatua de Júpiter olímpico nuestros Sports modernos, no constituían solo una diversión saludable, favorecedora de la belleza física á la cual los g r i e g o s rendían homenage t a n cumplido que h a s t a se dice que llegaban á sacrificar á los infelices que nacían contrahechos p a r a que con su ispecto triste no desv i r t u a r a n el espléndido espectáculo de la h e r m o s u r a plástica, sino que tenían también su aspecto re.igioso basado en la admiración á Júpiter, á cuyas plantas iban al fia y al cabo á rendirse todos los trofeos g a n a d o s en los ejercicios del salto, de la natación, del disco del pugi- ¡ato, y de las c a r r e r a s á pié y en carros. La tumba del Rey Mausoleo en Hallcarnaso En la primera mitad del siglo iv antes de Jesucristo, el pequeño reino de Cáril, en el Asia Menor, gozaba •• • sm igual, • ' merced. á. .la. sabia - jdominación _ „ . - .-x- (jgj jjgy Mausoleo y de la r e i í a Artemisa. de uQa p'rosperidad El r e y no vivía m á s que p a r a la reina: la reina no hacía sino a d o r a r al rey. Mas la m u e r t e cortó aquel amor y el rey murió una noche. Desde entonces la reina no pensó en o t r a cosa que h o n r a r la memoria de su esposo y en la realización del Mausoleo. E n él trabajaron los arquitectos, artífices y artistas más notables del mundo, con actividad febril p a r a su pronta conclusión. El edificio estaba colocado sobre una g r a d e r í a cuadrangular. Su p a r t e inferior tenía 30 metros de fachada front a l y 33 metros de lado. L e adornaban treinta y seis estat u a s de héroes y leones. L a altura total del monumento e r a de 43 metros. El mausoleo e r a pues una prueba g r a n í t i c a de un amor imponderable que proclamaba á t r a v é s de los tiempos t a n t o la grandiosidad á que había llegado el a r t e arquitectónico en Halicarnaso, como el dolor perenne de una viula. Artemisa no salió jamás de su palacio sino p a r a observar el desarrollo rápido que adquiría la construcción del Mausoleo, llegando á inspirar el respeto y á conquistar el cariño de propios y agenoi, de adeptos y de indiferentes. Un legítimo orgullo se apoderó de Artemisa cuando vio terminada la obra que inició: el Mausoleo e r a la única ilusión cjue la mantenía unida al mundo: e r a el inmenso y artístico sepulcro donde tenía enterrado su corazón. Cada una de estas siete maravillas envuelve un poema. L a s pirámides dicen: soy la eternidad. Los jardines de Semíramis exclamaban: somos l a belleza. El faro de Alejandría: soy la meta. El Coloso de Rodas: soy la encarnación de lo g i g a n t e , El Júoiter de Fidias: soy el orgullo del a r t e . El templo de Éfeso: soy la verdad, dura y blanca del mármol. El Mausoleo: soy la tumba palacio... el monumento al eterno dolor. ¿Qué extraño que los poet a s h a y a n buscado en ellos su inspiración, el a r t i s t a sus modelos, el historiador la base de sus estudios, el curioso el objetivo de su asombro?—O. y R, La tumba del Pey MausoUo en Hal carnaso ñ través del Egipto e . R. M. Ayub'el'Messafar Excursión al Egipto superior y á la Nubla Las soberbias ruinas de un pasado tan grande como remoto que en las márgenes del Alto^Nilo se levantan; los monumentos de los brillantes días del tiempo de los Faraones; las larguísimas campiñas con sus feracísimos campos, ciudades, pueblos y aldeas, de especialísimo carácter, y el estrecho de granito por el cual el Niio arremolinado, junto á Filé, entra á la fuerza en el Egipto propiamente dicho; ejercen tan irresistible atractivo, que el viajero que llega al Cairo no puede menos de dejar la ciudad de los Califas y remontar el n o hacia el Sur. Tres medios se le ofrecen hoy al viajero que se dispone á hacer esta larga excursión. Aquel que solo viaje por poder decir que 10 ha visto y llevar consigo á su país impresiones generales, puede ir en alguno de los vapores que la Compañía Cook tiene para este Ruinas del templo de Osiris en Abydos serviciodurante los meses de Diciembre á Marzo, ambos inclusives, y que son verdaderos hoteles flotantes ricamente alhajados y con esmerado servicio, donde bien tratado y hasta mimado durante las tres ó cuatro semanas (según lleguen á la primera ó á la segunda catarata) que emplean en el viaje de ida y vuelta, es llevado de un monumento á otro, contemplando, admirando y entusiasmándose al compás de la batuta del dragomen á cuyo cargo está la comitiva que tiene que atenerse á un programa fijo de antemano prescrito. Otros prefieren ir en ferr( • carril hasta Assiut del Egipto superior; de allí, ya en asnos ya en una embarcación de vela, llegan hasta Tebas donde encuentran una buena fonda en la que esperan la vuelta del vapor que Icconduce al Cairo. Pero los que desean viajar cual señores absolutos y detenerse en donde mejor les plazca y durante el tieraf-"" que tengan por coaveniente, contratan una de las embarcacioní ~ usadas en el Nilo llamadas dahabíes, buques de vela de muy v.s riadas dimensiones, con dos palos y casco de poca altura; en unos dos tercios de toda su longitud tienen una cámara e^^ con ventanas en su parte superior, en la que se encuentran el salón y los camarotes; la techumbre de esta cámara es la que constituye la cubierta, provista de toldo y alhajada con divanes y sillas de todo género, mesas, etc.; la parte de proa está destinada á los marineros, y allí se encuentra también la cocina. El panorama general del Nilo es, aunque algo monótono, encantador. En el centro del valle, deslizase el rio en tranquila corriente, con sus turbias aguas que de vez en cuando el viento riza en pequeñas olas. En ambas riberas levántanse diques de arena destinados á encerrar en profundo cauce la aguas que no obstante, suben y desbordan en la época de la inundación. Al otro lado del dique ex- , ,„„ .„ «i „«„t, tiéndense las verdes llanuras de trigo, de caña ó de ^''° ^' ^''''^^'"''" ^""""'^ v , alfalfa, de las cuales se ven sobresalir de vez en cuando poéticos grupos de palmeras ó solitarios sicómoros de copudo ramaje. Y por último, corriendo paralelas al Nilo, dos altas cordilleras que 281 forman por ambos lados los límites del desierto. A medida que se remonta el n o , el Egipto va estrechándose y puede mejor darse cuenta de la complicada trama de canales que cruzan el país y que son un elemento indispensable para el cultivo de los campos. Muchas veces los cauces de los canales están en seco por no haberlos limpiado ó porque el nivel del rio es bajo y no puede alimentarlos. En este caso los árabes usan un singularísimo modo de extraer el agua para el riego. Clavan dos troncos de palmera en la orilla á dos metros de distancia uno de otro, y los unen por la parte de arriba mediante otro tronco que sujetan con sogas ú hojas de palmera. En el centro de este travesano apoyan como punto de palanca un largo palo, á veces dos, que gira en el primer tercio de su longitud. En el extremo más largo tiene una soga de la que cuelga un odre en íorma de cesto que baja hasta el nivel del agua, y en el extremo opuesto una piedra que le sirve de contrapeso. Un fellah tira de la cuerda^ y se llena de agua el odre, que, por la fuerza que el contrapeso hace sube hasta el nivel de un estanque, ó de un Ingreso al gran templo de Hathor en Dendera estrecho canal, donde se vierte y del que pasa á los terrenos qte quieren regarse. Esta sencillísima máquina es lo que se llama un chaduf y que no deja de verse en todos los puntos del Egipto, á orillas de los canales, de las cisternas y pantanos y sobre todo en las orillas del Nilo en donde tal es su número que casi se tocan. La corriente del riü sigue un plano uniformemente inclinado desde la región délas cataratas hasta el Delta, siendo rápida en algunas partes y arremolinándose con impetuosa furia cuando encuentra algún obstáculo. Sobre sus aguas se deslizan las ligeras embarcaciones egipcias que con sus grandes veías blancas parecen inmensos j:ajaros. íslo Cabe en el mundo—ha dicho un escritor—mayor belleza que la vista del Nilo á la caída de la tarde. Piérdese á lo lejos el cántico que acompaña al pesado remo cayendo sobre el agua, mientras que en la llanura líbica se vé al sol marchando presuroso á envolverse en el manto de arena del aesierto. El que tiene la dicha de contemplarlos una sola vez, nunca jamás deja de recordar con deleite aquellos cuadros dulces y tranquilos, que inundan el alma de inefable goce, sin perturbarla con grandes emociones. La calma, la soledad y el aislamiento, invaden á la naturaleza y al que la contempla. Se diría que todo va á morir, que aquel ar tiquísimo mundo se extingue como acaban los viejos, sm pena ni dolor. Atrás quedaron ya el Cairo, las Pirámides, Memphis y gran número de aldeas rodeadas de bosluecillos de palmeras. De la aldea EC- Wasta arranca, en dirección á la rica provincia de El-Fayum un ramal del ferrocarril que aprovechan los que desean ver las ruinas del famoso Laberinto y del lagoMeris. Más arriba encuéntrase á Beni-Hasdn con sus célebres grutas sepulcrales, y á Roda que muestra las elevadas chimeneas de las reünerías de azúcar. Llaman después la atención las grutas sepulcrales de Tellel-Amarna y las de Maabdeh atestadas estas últimas de momias de cocodrilos, que se cuentaná millares; estos animales, lo mismo que los gatos,eran considerados como sagrados,y ásumuerte se les embalsamaba y envolvía en vendas, cual si se tratara de cadáveres humanos. Asiut, distante unos cuatrocientos kilómetros del Cairo y término del ferrocarril, es la ciudad qtie separa el Bajo del Alto Egipto. Tiene más de 30,000 habitantes, es industriosa, con ricos bazares, baños, cafés, y magníficos alrededores. Más arriba de Asiut se halla Guirghe, y ya desde este punto no se encuentra apenas una ciudad ó unas ruinas que no atraigan la atención sobre los restos de alguno de aquellos grandiosos templos levantados por los monarcas tebanos. El primero de estos magniticos, grandiosos, y suntuosos templos que se encuentra es el de Abydos, la ciudad más antigua del Egipto^ si no miente la tradición, y capital de las dos primeras dinastías. Dióle universal fama el templo y sepulcro de Osiris, el primero y más venerado de todos sus dioses, cerca de cuya tumba deseaban ser enterrados todos los egipcios que disponían de medios para que su cadáver fuese allí llevado. Ni del sepulcro de üsj. Templo de Ammón en Luxot ris ni de sus devotos se conserva rastro alguno; pero son grandiosas las ruiras del templo de Sell padre de Ramses á quienes se debe la construcción de este templo, célebre por la magnificencia de su ornamentación. Hállase hoy esta soberbia fábrica enteramente arruinada pues á la devastación que empezaron los bárbaros de la antigüedad ha seguido la de los arqueólogos modernos que arrancan las labradas piedras para llevarlas á los museos de Europa. {Se conUtmarü). EL enRNnvAL DE L O S A^LMALES Un pájaro que cambia de color en el verano y en el invierno. — Como se disfrazan los animales. Cuando se echa una mirada escudriñadora sobre las diversas manifestaciones de la vida, desde la base hasta la cima de la escala de los seres, no es uno de los asuntos que causan más extrañeza encontrar en la vida y desarrollo de los seres cualidades que perecían del dominio exclusivo de los hombres. El instinto de sociabilidad, la astucia, el ingenio, el lenguaje, se encuentran en grados diversos más ó menos desarrollados, pero su existencia es incontrastable. Siguiendo este orden de ideas, no hay nada tan curioso como el ver á los animales disfrazarse con singular perfección, ni más ni menos que la más alegre mascarita; solo varía el objeto, el fin. El hombre se disfraza para divertirse, el animal, v en esto hay que confesar que con un poco más de buen sentido, se disfraza para librarse de sus enemigos. Los detalles de cómo llevan á cabo estas transformaciones son bas tante interesantes. Cierto número de insectos encuentran en la naturaleza misma, lo que podríamos lia mar su sastrería, siempre abierta, siempre dispuesta á facilitar multitud de objetos con que formar variadísima.s Oruga cubierta de pajas. vestiduras. Así por ejemplo, las ornaras y las hembras de la mariposa, llamadas "psy qués" se fabrican una especie de manto tapizado exteriormente con finas pajitas colocadas á lo largo del niilr. Xenophora af-lutiuante del mar de las Indias. Cuando uno de estos animalitos se pasea por enmediu á devorarles sin piedad, pasan á su lado sin apercibirse de plantas bajas, es casi imposible distinguirlos; los pade su presencia. j a r i l l o s q e El insecto que llega al summum en este punto esula a c odestructora s t u m b r a n '^ ~^ conocidísima polilla; cuando ejerce su acción en nuestros vestidos, se cubre por completo de partículas del tejido que roe, dándose el caso si es de color, de pre sentar todo el aspecto de un diminuto traje de arlequín. No es solo entre los animales terrestres que esto suce de. En el mar se ven con frecuencia ejemplos semejantes. ¿Quién que haya visitado alguna playa no conoce las arañas de mar, esa especie de cangrejo espinoso de largas patas? Pues bien, este crustáceo, con el auxilio de sus pa tas, que son verdaderas pinzas, va recogiendo pedacitos de algas, de esponjas, polypos, bryozaires, etc., quedepo sita sobre su caparazón. Estas moléculas colocadas así, adquieren vida rápidamente y en poco tiempo el cuerpo del animal se ve cubierto por un verdadero museo zoológico y botánico. Araña de mar, cubierta por una capa de algas. Entre los grabados que publicamos reproducimos también dos especies de troques aglutinantes del mar de las Indias que se visten con los fragmentos de otros pequeños moluscos. Merecen también citarse entre los animales que cubren su parte exterior con otros aditamentos las larvas de los Phryganes, huéspedes de nuestros estanques, los cuales fabrican una funda protectora con desperdicios de plantas, pequeñas conchas, piedrecitas, etc., con lo cual resulta muy difícil distinguirlos. Conocidas son también las transformaciones que operan en su exterior el rodaballo, el pulpo y sobre todo el camaleón qne cambian de color con facilidad suma. Hay otros animales que cambian de color solamente en ciertas épocas del año. Entre ellos es muy notable el lagopedio, ave extraordinaria cuyo plumaje del negro más brillante en el verano, se vuelve de un hermosísimo blanco en invierno, hasta el punto de que se confunde de tal modo con la nieve, sobre la que vive, que, á estar quieta, es imposible distinguirla. Cuanto á esta clase de animales, que de modo tan ingenioPhryganes de los estanques en sus fundas. so se disfrazan, puede colocarse la de los que sé defienden por una actitud especial en el momento del peligro. Hé aquí, sobre la rama de un arbusto, varias orugas agrimensuras que se pasean tranquilamente; dése un golpe, é inmediatamente se las verá levantarse sobre sus patas traseras y adoptar una actitud curiosísima: tomaríaselas por ramitas desprovistas de hojas, siendo la itusión tanto más completa 283 cuanto que el color de estas orugas es tan pronto verde cual el de las hojas, tan pronto obscuro cual el de las ramas. Su inmovilidad no cesa hasta que el peligro ha desaparecido por completo. El instinto que tienen estos animales para imitar la muerte, es verdaderamente extraordinario, y uno de sus detalles más característicos. Su mímica no puede ser más macabra, resultando en este sentido unos verdaderos artistas. Los insectos que saben hacerse el muerto, forman una verdadera legión y dan las grandes desazones á los naturalistas que los encuentran en forma de cadáveres envueltos v ocultos por la hierba. Muchos de estos insectos hacen tan bien su papel, que hasta se dejan cortar sin protesta una pata ó una antena. Esta simulación de la muerte es característica en la mayoría de los animales especialmente de los reptiles, los pájaros y los mamíferos. M. G. Bidie, ha encontrado numerosos tipos de esta índole, sobre todo en los que se hallan residiendo en la región occidental del Mysore. Muchos de estos animaluchos los utilizan los hombres del campo para cazar con engaño á otros. Uno de los casos más raros que ha narrado el citadoM. BiEl lagopedio en invierno. die, se refiere á un toro brahamin, que según los colonos que habitaban la granja donde aquel se encontraba, apareció un día con todos los caracteres de haber fallecido. "Como era un animal—continúa diciendo dicho señor— al que profesaba gran cariño, sentí profundamente su muerte y al punto de saberla me puse á reconocerle para cerciorarme bien de la desgracia. Le examiné atentamente y llamé en mi auxilio á los veterinarios mas conocidos de la comarca, los c u a l e s certificaron la muerte del precioso animal. Pero ¿cuál no sería El lagopedio en v e r a n o . mi sorpresa al cabo de poco tiempo cuando unos hombres del campo vinieron á decirme que habían visto al toro corriendo, sano y iDuenopor los campos? Desptiés pudimos averiguar que el animal tenía de vez en cuando la humorada de hacerse el muerto, lo cual repitió con alguna frecuencia aunque ya con menos asombro por nuestra parie." En fin, para terminar esta serie de curiosidadades, solo nos resta dar cuenta de los animales que se transforman lentamente por espacio de muchos siglos, cambiando en cada una de su nueva fase de lo que pudiera llamarse traje exterior. El ó la phyllie aparece con la toilette de brillante rojo; el callima y el pterochoza con el aspecto de una hoja viviente; el bacillus se parece á un trozo de madera; el inocente gesie á un maligno abejorro; la gentil septale á una inmunda «YomeZ, etc., Todos cambian para luchar por la vida y engañar á sus semejantes! i Esto sí que puede calificarae de mascarada animal! _ La encina.— Ejemplares extraordinarios Existen nada menos que 150 clases de encinas. La importancia del cultivo de este árbol se com prenderá cuando digamos que la construcción de un navio de 70 cañones necesita cuarenta acres de tablones. Hay encinas que cuentan mil años de existencia. La circunferencia del tronco de una encina aumenta de 10 y li2 á 12 pulgadas cada año. El interior de una gran encina que hay en AUonville, (Normandía) se ha convertido en una capilla. Una encina de Kiddington servía de cárcel en aquella villa, y otro árbol del mismo género servía en Salcey de redil. También se han visto encinas que han desempeñado el papel de algibes, tumbas, prisiones y hasta de morada á una familia. El árbol mammut que figuró en el Palacio de Cristal, es una de las maravillas del reino vegetal. El gran monarca de los bosques de California, habita una comarca solitaria en las elevadas vertientes de Sierra Nevada, á 5.000 pies pterochoza mamUfoUa del Brasil. E L DOCTOR CLOCK. sobre el nivel del mar. En la circunferencia de una milla existen de 80 á 90 árboles de esta especie cuyos troncos varían de 250 á 300 pies de altura y de 10 á 20 pies de diámetro. La corteza tiene de 12 á 15 pulgadas de grosor. En 1853 cayó uno de estos árboles; cortáronse de él 21 pies de corteza de la base del tronco á la cual se dio la forma de una sala que podía contener un piano y sillas para cuarenta personas. En cierta ocasión hubo dentro de este salón 150 niños. Calcúlase que el árbol contaba 3 000 años, es decir, que debería ser una pequeña planta cuando Sansón daba muerte á los filisteos. ¡Una friolera! El primer puerto del mundo Lo fué hasta el año 1881, el de Marsella, pero algunos años después, le aventajaron Hamburgo y Amberes, y hoy no ocupa más que el cuarto lugar, debido á que Genova le ha sobrepujado en mucho con su tonelaje anual de nueve millones de toneladas. eomolviajan los feyes de incógnito Se ha hecho ya costumbre entre las testas coronadas, al viajar por el extranjero, adoptar un título de menor c a t e g o r í a al que por nacimiento ó por otras razones le corresponde. L a conveniencia de esta manera de proceder se comprende fácilmente si se tiene en cuenta que g r a c i a s al incógnito pueden librarse de las indudables / Ti^'\ molestias que t r a e n consigo apa•« vm 1 ' rejadas las recepciones oficiales, ' T \^^ 1 L a reina Victoria toma su incógnito de su residencia favorita Balmoral, y cuando todos los veranos visita la costa de F r a n c i a se presenta como la condesa de Balmoral. El príncipe de Gales cuando viaja de incógnito utiliza varios títulos. Uno de los que usa más es el de Conde d e C h e s t e r . Sin Condesa de Balmoral embargo, ha viajado b a s t a n t e con los títulos de Duque de Cornvrall, Conde Carrick y Barón Kenferr, A propósito de su titulo favorito se cita un episodio ocurrido en P a r í s hace muy poco. Estaba el príncipe visitando el soberbio museo del Louvre acompañado de su caballerizo, cuando se cruzaron con una partida de touristas americanos. Uno de ellos al verle dijo i sus compañeros: "Apuesto diez dcllars contra uno á que este caballero que ha pasado es el príncipe de Gales". "Aceptado" dijo uno de ellos. Poco después el americano se acercó Duque de discretamente al caballerizo del príncipe, y le preguntó quiéu e r a aquel señor. "El Conde de Chestei" fué la contestación. Y el tourista perdió bonitamente la apuesta. Nuestra reina regente y el joven Alfonso, como no han viajado todavía por el extranjero no tienen aun incógnito conocido. L a egregia madre de la reina regente, la Archiduquesa de Austria se oculta, cuando va de viaje, bajo é. nombre de ^j Condesa de Von Ezwanowitz, aunque á pesar de ello viaja con todo el boato que corresponde á un soberano. El rey de Bélgica, emplea el incógnito de Conde Kivenstein. Cuando va á París, que lo Conde de Hava hace con frecuencia, se hospeda invariablemente en el mismo hotel y su llegada pasa más desapercibida que la de un burgués cualquiera; no hay nada que le ofenda más cuando viaja así que oir que le llamen rey. L a difuata Emperatriz de Austria viajaba con el incógnito de Condesa de Hohenems. Varias veces visitó á F r a n Embden, la hermana de Heine, el poeta del que la emperatriz e r a admirador a entusiasta. Condesa de Chipiona El emperador Francisco José usa el mismo título de su esposa. No es posible con el c a r á c t e r del Emperador de Alemania que éste t e n g a incógnito asi es que en Palestina viaja con el título de Emperador de Prusia, El Czar y la Czarina aun no han viajado de incógnito. Su padre el emperador P e d r o el Grande viajó con el nombre incógnito de Bombardiev Mikhadov siendo tal incógnito tan riguroso que en vez de llevar él su séquito correspondiente, iba formando part e del séquito de uno de sus ministros enviado á Holanda é Inglaterra. El actual rey de D i n a m a r c a y la última reina casi siempre viajaban con el título de los Condes d e F a l s t e r . El príncipe heredero de Din a m a r c a ocasionalmente viaja con el incógnito de Conde de Kronborg. La reina Natalia , de Servia nunca está más satisfecha que c u a n d o Conde de Hohenems abandona sus títulos reales. En estos casos asume uno de los títulos de menos r a n g o . L a princesa Federico Carlos de Prusia viaja con el incógnito de Condesa Mark, El rey de Suecia viaja como el conde de Hava. El último rey de Noruega .padre de la joven reina, siempre tomó el título de Conde de Burén cuando viajó fuera de los confines de su reino. L a reina Emma no se sabe qué incógnito escogerá pues aun no se le ha ocurrido por no haber salido de los límites del reino de su padre. L a Infanta Eulalia viaja por el extranjero con el incógnito de Condesa de ChiChester piona, lo cual no obsta p a r a que como condesa y como Infanta t e n g a por donde quiera que va las simpatías y el cariño de todos. El incógnito no puede imponerse más que p a r a evitar ciertos y determinados actos que exige la etiqueta internacional. Los aficionados á chismes y cuentos saben una porción de detalles íntimos originados por estos incógnitos, de entre los cuales recordamos el siguiente: Viajaba el rey de P o r t u g a l D. Luís, de incógnito riguroso, con el título de Conde de Elvas. Al llegar á la frontera de Galicia, un carabinero, que por cierto no e r a modelo de educación paró bruscamente al Rey, que sin hacer caso de Conde Falster ninguna advertencia seguía su paso por la estación. Don Luís, al verse t r a t a d o de tal manera, no pudo contener un movimiento de ira é hizo saber á aquel custodio con uniforme de carabinero, quien era. —Bah, bahl no me la pega V.... desde que estoy d e s e r vicio aquí lo menos han querido pasar cinco individuos diciendo que e r a n el rey de Portugal —¿Y por qué los dejaste pasar? —Porque tenían trazas de reyes. -íYyo? Conde de Rivenstein El empleado por toda contestación le dijo: —Quite V, de ahí, pobrete! Líl VISION DEL R © J 0 Ast sucedió — dijo el coronel, encendiendo otro magnífico habano; — la mayor parte de nuestros soldados cuando nos encontrábamos en el fuerte de la batalla combatíamos desesperadamente, como locos, sin pensar en el peligro, sin reflexionar en el porqué de la lucha; en una palabra, veíamos rojo. — ¿Cómo que veían rojo? — exclamé, dando un salto d é l a silla. — ¿No comprendéis lo qae quiero decir? — No, por cierto. — Es un problema psicológico curiosísimo, del que yo mismo he podido hacer la ex leriencia. Mandaba una división de caballería en el hecho de armas de Jooppore, cuando de improviso el enemigo, nuestros soldados, el caballo que montaba, todo cuanto podía abarcar con la vista lo veía envuelto en una nube roja de vivísimo color de sangre. Todo lo veía igual; entonces se apoderó de mí un deseo furioso, irresistible, de luchar, de exterminar cuanto encontrara al p-iso, sin piedad ninguna. Me dijeron después que parecía una furia y no me resisto á creerlo porque en mi vida de soldado he tenido ocasión de observar idénticos casos en varios individuos. Pero esto no sucede, creo, más que en la guerra, es el solo caso en que se puede "ver rojo". — ¿Estáis seguro? — Segurísimo, ¿Pero qué teneis, querido Forbes? Parece que estáis extraordinariamente impresionado. — Oh—nada—nada, me apresuré á decir. Es que habéis traído sin quererlo un recuerdo á mi memoria... — ¿Có no? Nos iréis ahora á decir que habéis "visto rojo" también—exclamó el coronel echan dose á reir. — De todos modos no en el sentido en que habéis hablado vos, coronel; estoy seguro que si os refiriese la cosa os burla riáis de mí soberanamente. Se trata de un sencillo juego dk, imaginac ón. — Lo mejor que podéis hacei es anegar ésos presentimientos con un buen vaso de wisky j después ir á descansar de las fat'gas del trabajo y del viaje Pero si preferís coatarme todo eso que decíais, ya os escucho V también os prometo no reit me de vos á vuestras espaldas Animado por sus palabras le referí una extraña sensación expprimentíida al descender del ferro-carril. Venía de la ciudad con el propósito de pasar un par de días con el coronel Word en su quinta deManningford. Aunque le conocía desde muchos años y fuésemos antiguos amigos era la primera vez que me recibía como huésped en su casa. El me esperaba en el tren de la noche, pero como fuera que el día prometido me sobrase más tiempo del que pensaba, resolví salir de Londres al medio día ,.y me dirigí á la ventaniU a y llegar á Manninford cerca de las seis. No valia la pena de telegrafiar este cambio. Resolví tomar un carruaje al llegar á la estación, pues la distancia que mediaba entre estay la quinta del coronel, era bastante larga para recorrerla & pié, y con ello daría una agradable sorpresa a mi amigo. Manningford es una pequeña estación sin importancia alguna. No se apeó ningún otro viajero más que yo, y el solitario empleado de la estación que parecía asumir & la vez los distintos cargos de jefe, factor y casi mozo, me pidió con grosero ademán el billete. IVlientras alargaba la mano para entregárselo, el tren que me había conducido hasta allí púsose en movimiento, y el farol encarnado colocado en el último coche rae hirió la vista con su rojizo resplandor. Cogí la maleta y me disponía & alejarme, cuando se me ocurrió que podía haber preguntado al jete de estación qué medio de locomoción podría encontrar en aquel punto. Volví á atrás y me dirigí á la ventanilla donde se hallaba el aludido empleado y le pregunté: ~ HaríaV. el obsequio de decirme donde podré encontrar por aquí cerca algún carruaje? El empleado levantó la vista. Era muy rubio y la viva llama de la luz que alumbraba el desnacho hacía resaltar más aún el encendido color de su rostro. Además, conforme al reglamento de la Compañía ferroviaria, llevaba una corbata de un color encarnado brillante. Como yo le mirase con fijeza viendo que no me respondía, contestóme con tono brusco: ~No. — ¿Pero es posible que no haya manera de conseguir ningiín vehículo en los alrededores? volví á insistir. — Puede V. tal vez, alquilar una carretela desiubierta en la "Estrella". — ¿Dónde está eso? — Atraviese V. la linea férrea y prosiga en dirección contraria á la estación, el primer camino que encuentie, y en cinco minutos estará allí. — Dile las gracias y dirigime al sitio indicado. Caminaba despacio y como atolondrado por el predominio del color encarnado sobre todos los objetos que me rodeaban comenzaba á obrar sobre mis nervios de un modo extraño. La misma estación estaba circundada de un tinte marrón con una acentuada entonación rojiza; rojas eran las tejas de las casas esparcidas por el campo y mirando á lo lejos velase por un lado en el fondo del horizonte la aureola rojiza del crepúsculo y por el lado opuesto la luz encarnada de los discos de señales. Era una sensación curiosísima la que se insinuaba poco á poco en mi ánimo á la. vista de todo aquel rojo masó menos intenso. Bajo esta impresión extraña llegué á la posada que aunque parec'a hallarse cerca de la estación, estabaá más de medio kilómetro de ella.Encontré por fin lo que deseaba y después de una rápida carrera de cerca de dos millas descendía á la puerta de la quinta del coronel. La relación hecha después por él de los combatientes que "veían rojo" se avivó en mi la singular impresión experimentada que ya casi había olvidado. — Perfectamente—me dijo el bravo militar — despidiéndose hasta el día siguiente— vuelvo á repetiros que no me reiré á vuestras esjialdas por lo que acabáis de contirme, pues esas sensaciones extrañas son siem pre independiertes de la volunlad del individuo y vos no tenéis la culpa. Os aconsejo de nuevo el descanso y la tranquilidad, que buena falta os hacen después de lo macho que habéis trabajado este último tiempo y empero que todas esas visiones extrañas no tengan ulteriores consecuencias, es decir que no sean el preludio de una jaqueca más ó menos intensa. A la mañana siguiente, estábanlos charlando alegremente después de haber almorzado, cuando entró el criado diciendo que un hombre deseaba hablarle inmediatamete. Salió el coronel para ver quien era y volvió al cabo de un cuarto de hora visiblemente emocionado. — ¡Qué desgracia tan grandel exclamó con voz comovida. — Estoy atónico. Han asesinado á mi pobre amigo Godofredo donde se hallaba el aludido Austruthers.Unosdesconocidos criminales lo han matado junto á la vía férrea ayer noche cuando volvía á su casa. Quizá vuestra extraña visión tuviese después de todo algún significado, fuese una especie de aviso misterioso. — ¿Y cómo ha sucedido? ¿se sabe? -" Ya vtreis. El pobre Austruthers era mi vecino más próximo. Vivía en aquel hotelito blanco que ha->reis visto al venir, á la mitad del camino próximamente que hay desde la estación aquí. Era muy amigo, porque á parte de algunas pequeñas extravagancias suyas, tenía muy bellas cualidades y su carácter se avenía perfectamente con el mió. Volviendo al triste suceso, me han dicho que el cadáver fué descubierto jrnto á la vía muy cerca de la estación de Barton, que viene á encontrarse á igual distancia de Londres que de IWanningft rd. Lo lia encontrado un 01 erario e'ta mañana al amanecer, al hacer la inspección acostumbrada de la vía. El cuerpo de mi amigo presentaba señales de lucha y tenía dos profundas heridas de arma blanca. Se supore que cuando ocurrió el suceso se hallaba todavía en el tren y los asesinos después de matarle lo arrojaron por la portezuela dándose después á la fuga. — ¿Y s» sospecha cual ha podido ser el móvil del crimen? — Muy vagamente sí, pero hay algtln indicio. Como os he referido el desgraciado Austruthers era un hombre de costumbres excéntricas, y una de estas eia la de tener la obstinación de depositar to.los sus fondos exclusivamente en el Banco de Inglaterra. Además tenía otra extravagancia que era la de no pagar á nadie por medio de talonss; hacia todos los pagos en metálico y no liquidaba sus débitos más que cada trimestre, costumbre que seguía hasta con sus criados, no habiendo medio de hacerle 286 apartar de semejante manía. Cuatro veces al año iba á Londres y retiraba a'gunos millares de francos, parte en oro y pai te en billetes y lo traúi en una ligera maleta de mano. Ayer había salido con este objeti; y por eso no cabe duda que el móvil del crimen ha denidü ^er únicamente robarle. No se explica ' e ctra manera, porque ro tenia ningún enemigo, sus relaciones eran muy escasas, de ¡nodo que no hay que pensar siquiera que se tratase de una vengarza persona], — Es de suponer— agregué yo— que se habrán hecho las diligencias necesarias psra descubrir á los culpables. — Temo que no—dijo el coronel. — El pobre desgraciado no tenia familia, y les únicos parientes bastante lejanos con que contaba, se hallan de viaj* en el extranjero. Pero á falta de ellos estoy yo aqiii; al fin y al cabo era mi mejor amigo y estoy dispuesto á ocuparme inmediatamente de este desgraciado asunto. En el primer tren que pase me iré á Bai ton. ^ Si queréis, os acompai aré— dije yo. — Gracias, querido Forbes, me contestó el coronel — acepto vuestro ofrecimiento, pues es indudable que vue.^tro concurso ha de serme muy valioso, tanto más dados vuestros conocimientos y aficiones con todo loque se relaciona con los ferrocarriles. en el cadáver observé un ligero detalle que sin duda había pasado desapercibido á los ojos de la policía. Tenia una de las manos completamente cerrada y por uno de los lados asomaba un pt queñísimo pedazo de papel. Entre tanto que el inspec.or haMaba con el c lonel yo lo cogía con disimulo. Era el fragn.enio de una car.a. Estaba estrujado y se compreud.a que er<i había podido conservar aquel diminuto trozo despuéMie una lucha desesperada. En aquel pequeño pedazo de papel no habla irás que estos fragmentos de palabras—"one" y "ord". Aquello por sí solo nada indicaba pero no cabía duda que podía dar alna luz en el esclarecimiento del suceso. Pensando hacer de ello un estudio más detenido lo guardé cuidadosamente en la cartera. El inspector de policía nos aseguró que se hallaba ya sobre la p'Sta de los culpables y que no tardarían mucho en dar con ellos. Vimos después al médico que habia examinado ei cadáver. Su opinión acá dó de confii mar mis sospechas. Según ex aoctor, el crimen debia haber tenido lugar siete ú ocho hoias antes de la ma.irug da por lo menos. Hechas las díiigencias necesarias, volvimos á la estación para regresar á Manningford con el primer tren que salía para aquei sílio. C u a n d o descendimos del carruaje, el ruDicunPero cual no seria mi do jefe de estación esta sorpresa cuando al saba en su ventanilla como car el billete para ende costumbre. ti ar en ei anoén veo que la letra en que se haila—Ya estaréis enterado oa escrito tenia una sedel suceso, Sr, Monk— mejanza absoluta con el dijo el coronel.— Ha si fragmento hallauo sobi e do una aesgracii muj el caüáver del inlortunagrande. do Anstruthers. Saco de — Terrible, si señor, la cartera el papel, lo contestó el interpelado comparo con el billete y — ¡ Pobre .Sr. Anstru las letras que se leían thers! Lo conoc.a mu en aquél "ord" estaban chisim , Lo vi marchar trazauas por la misma se en el ti en de la mafla mano que habia escrito na y me sorpí endió mu en el billete. chisimo no verlo volveí Aquel descubrimiento en el de la noche como descifraba por completo siempre aco>tumbraba ei enigma. J\o sena ya ¿Supungo que irán ustemuy oiltol encontrar al des Á Londres?-añhdió. culpable. — SI, vamos á Baiton Sin ser mas explícito para enterarnos de los cogí por el brazo al codetalles del sucesa y haronel y le supliqué que cer las pesquisas neceme acompañase. Volvisarias para su esdarecimos á donde se hallaba mienio. Forlo tanto hael inspector de policía, ced el üosequio de darnos i-c expliqué en breves d^s billetes de pr,mera palabras lo que había dt; ida y vuelta. descuoierto. El jefe de estación fué El inspector no dudó A buscar los biUeies, peya ni un momento de la ro como aquella estación culpabilidad del jefe ae carece de importacia, estación. Pero se hacía sucede con frecuencia fuizoso que no mese el que no está muy provissolo el cuipable. La exista de biileles para todas tencia de un cómplice se las estacione» del tránhacia indispensable. Tosito y asi paso que enHallábanse en aquel sitio an agente de policía y dos operarios do venia á comprobar tonces no tCijia para la mi primera sospecha. El crimen se habí» perpetrado en ei tren estacón qu: solicitábamos. Subsanando esta falta cogió dos ce mercancías descendente ó por lo meuos desde él uebio s. r cañones en blanco y escribió sobre ellos la indicación correspondiente; "Barton manningford" y el precio de 9 francos 75 arroiadü el cadáver. Al descender en esta estación ei jete se hallaba en su pu. sto. El inspector se adelantó hacia él diciéndole: céntimoo. Los tomé en la mano y fijé maquinalmeute la vista en ellos; ¡estaban escritos con tinta encarnada! — Un deber bastante penoso me obliga á venir. De las pesquisas que se han hecho para aclarar el misterio.que envuelve el suce.-o de anoche resulta que recaen sobre vos graves sospechas. — ¿De qué pueden sospechar de mi? — balbuceó el empleaaoo, al mismo tiempo que su rostro adquiría una palidez de muerte. En seguida que llegamos á Barton tomamos un coche y nos hicimoe conducii al lugar del suceso. Hallábanse en aquel sitio —Yo no me he movido de .iquí. un agente de policía y dos operónos ocupados en hacer algu—Falta probarlo; de todos modos las sospechas que recaen sonas reparaciones en la vía. Uno de ellos era el que había descubre vos son bien evidentes. Ved:—dijo mostránaoie el billete mabierto el cadáver. nuscrito y el trozo de papel hallado en la mano de Austruthers. Por las eximcaciones que nos di6, parecía deducirse que el El jefe de estacón no supo que contestar. infeliz Ansiruthers fué arrojado todavía vivo sobre la vía, á -Ademas-añadió el inspector,-dos agentes han ido á vuesjuzgar por la fui nía en que fué hallado. Tenia un br«zo encima tra casa para proceder »> un registro. de uno de los rails, era por tanto indudable que debia haber hePocos instantes después entraban estos con una maleta de viacho algún mov,miento para colocarse en aquella posición, en la je. Al verla el coronel exclamo:—La conozco, es ia maleta que que de ninguna manera podía haber quedado al caer, porque usaba mi amigo. lasiuedas de los líltimos coches le hubieran destrozado el braAbierta se encontró en ella una cantidad en oro y billetes. zo, que no obstante conservaba perfectamente intacto. — Ante estas pruebas no se que tendréis que decir,—repuso el Esta circunstancia llamóme bastante la atención, . ,^ — ¿El tren en que la víctima viajaba era el último que pasaba inspector. No he sido yo, repetía, ha sido Sutton, el guarda freno del tren en esta dirección? — pregunté, de mercancías. El ha dado el golpe, ha arrojado sobre la vía el — Si señor — el iJItimo de viajeros, pero pasa después otro de mercanc as. cadáver, y se ha embolsado una buena parte de la suma, -- Si era as!, como podía ser que al pasar este último tren no Ya lo sospechaba— repuso el inspector. le hubiera deshecho el brazo? No habia duda que en aquello se Del careo entre el jefe y elguardnfreno se saeó en limpio que encerraba algún misterio. Monk, abrumado por las deudas concibió el plan de asesinai al Fuimos á ver el cadáver del infortunado amigo, que habían pobre Austruthers y apoderarse de los fondos que llevaba, espedepositado en una casa eercana. Allí se encontrauan un insp - c- ró la ocasión propicia y haciéndole entrar en su despacho se tor de policía y dos agentes instruyendo las primeras diligenarrojó sobre él puíial en mano, y tras desesperada lucha, en la cias. Después de manifestar quienes éramos nos franquearo.i ia que cogió el trocito de carta que había de revelar al asesino, caentrada en la hab:tación en que se encontraba el cadáver. Este yó al suelo vencido por la mayor fuerza del jefe de estación, Luepresentaba como j a nos habían dicho, dos profundas heridas en go el guardafreno qíie constantemente tenia una dtnuncia por el pecho y se veían en él claras señales de haber sostenido una repetidos robos en el tren que viajaba, se encargó medianluctia breve pero reñida. Mientras me fijaba con detenimiento sus te 50U trancos que el jefe le dio de llevar el cadáver en el tren y arrojarlo i, la vía en sitio oportuno, M Y E T R Un nuevo alfabeto para sordo«mudos Si ustedes han visto alguna vez á los sordo-mudos cambiar ideas en su extraño lenguaje de signos, se habrán maravillado ante la facilidad con que se entienden. Es un lenguaje significativo y simbólico, que para quienes no estén iniciados es incomprensible; ellos forman palabras y sentencias, se hacen preguntas, y se contestan con una rapidez asombrosa. La práctica y él hábito hacen que los movimientos imperceptibles para noísotros les den á ellos clara idea de lo que el uno guarda en su cerebro aun antes de acabarse de expresar. Y sin embargo, nadie puede negar que el alfabeto manual usado hasta la fecha es muy deficiente por varios conceptos; es pesado muy laborioso, y bastante difícil de interpretar, para cualquiera que no sea uno de esos desgraciados á quienes la necesidad ha obligado á ser expertos en él. No hay nadie que posea la facultad de hablar que tenga paciencia bastante para sostener una comunicación con un sordo-mudo, aunque conozca la manera de representar las letras del alfabeto, cosa bastante fácil, dado el parecido que hay entre la letra que se representa y la figura en que se colocan manos y brazos. Hacía tiempo que se notaba la falta de un alfabeto de sordo mudos, que á mas de hacer más sencilla la manera de entenderse pudiesen comprenderse con más rapidez. El tal alfabeto ha sido ideado por un americano, Mr. William Bridges, y una ojeada á los grabados adjuntos demostrará la simplicidad del método citado. En este nuevo sistema se ve que todos los caracteres del alfabeto así como los signos de puntuación, etc., están representados en ciertos espacios de la mano izquierda. El abecedario empieza en la falange superior del pulgar donde está la letra A, y se continua por las falanges de los demás dedos ordenadamente hasta la letra Q; la R está en la uña del pulgar; la S en la del índice; las T, U y V, por este orden en las uñas de los demás dedos. El centro de la palma de la mano representa punto y aparte. El mollejo del pulgar, punto y coma, la base del índice dos puntos, la del meñique coma, y la admiración está situada cerca de la muñeca. Para completar el sistema hay signos para los numerales. En la parte superior derecha lateral del pulgar está el número 1; en la misma posición del índice está el tres, y así sucesivamente el 5 el 7 y el 9, mientras en el lado opuesto están los pares ó sea 2, 4, 6, 8 y 0. La mejor explicación es un examen detenido de los grabados. Nada tan sencillo como utilizar e^te alfabeto. En la mano izquierda está todo el alfabeto, números y demás Signos, con el índice de la derecha se van señalando los lugares que representan las letras que se necesitan para formar la palabra. Tiene la ventaja que no hay que hacer tomar á las manos aquellas posturas hasta cierto punto grotescas cuando no difíciles, bastando indicar el espacio representativo de tal ó cual letra. Por ejemplo , en el sistema antiguo se representa la B cogiéndose una mano con la otra. En el nuevo sistema la B se representa señalando la parte anterior de la primera falange del índice de la mano izquierda. Al principio puede señalarse con un lápiz, pues siendo mas delgado se presta más á la observación. Pero á medida que se adelanta no solo se utiliza el índice sino que también los demás dedos de la mano derecna. En el caso excepcional de tener un manco que utilizar este sistema, enionces mdica con el pulgar de la misma mano y si¡la letra que ha de inüicar está sobre este dedo entonces puede indicarlo con el índice. Tampoco está vedado este nuevo sistema á los que á más de tener la desgracia de ser sordomudos, sean ciegos pues por ejemplo, dos ciegos pueden comunicarse sus impresiones indicando uno sobre la mano del otro y reciprocamente. La cabecera de esta página, como, podrán ver los lectores, dice en el nuevo lenguaje de que damos cuenta, el título de esta r e n s t a : MAK y TIERRAi sente tenemos exceso de origiinal; de todos modos, si tiene algo que sea una verd a d e r a curiosidad, puede remitírnosla.— T e n d r e m o s en cuenca su oportuna a d v e r tencia. Y g r a c i a s oor todo. El M. de V . — E s u t e d muy a m a b l e . Cuente con nosotros p a r a todo. A. S.—liem, eadem, ídem. D. Juan CTU3.—Sin suprimir l a sección á que alude, pues no dude V . que tier.e muchos lectores y sobre todo lectoras, la reforma que V . propone, es precisam e n t e una íie las que tenemos en c a r t e r a . D e modo que no t a r d a r á V. en v t r l a p l a n t e a d a . Como h a b r á podido o b s e r v a r publicamos lo menos posible los juegos (ie imaginación que tanto gusto daban en la ¿poca de Carlos IV, substituyéndolos por otros m á s nuevos. De modo que puede a h o r r a r s e el trabajo de enviarnos geroglificos, t a r g e t a s , acrósticos y demás inoc e n t a d a s . Si se le ocurre a l g u n a novedad, mándela. Hacemos extensiva esta última p a r t e de contestación á los señeres O ñ i v e r t a , T e t e , D. Sixto Ballena. D, E n r i q u e G a r cía, Cuadro, D." Leonor, Un noy de l a B a r c e l o n e t a , Chucharito, E l D r . Calae-uala, D. A. IVI. y A . Cantalpino (D. A.) R. S.—D". Manuela Gorria.—Sánchez y Sánchez y D", A n i t a Montejo, Chachupin. r í a el periódico en una edición i l u s t r a d a d» Vida Nueva. ¿No cree V. mejor que c a d a periódico teñera un medio ambiente BUZÓN V una ñnaiidad perfectamente determinadas y. no que sean igua'es? P o r q u e entonces... ¡con uno b a s t a b a ! Murga 6 A. Lurga (la cosa m e^tá M. T. H.—Linares.—Puede V . consulclara).— A g r a d e z c o t a r la o b r a que el D r . G r a s s e t escribió sus ofrecimientos, sobre enTermedades del sistema nervioso. pero m i e n t r a s escriTambién H e r b tiene un t r a t a d o de enferba U. baya, asi con m e d a d e s de la médu a. P a r a lo otro, pueb, del v e r b o ir de v e r l a Guia práctica de la electrotera¿qué juicio quiere pia, de Ominuv. que forme de sus L . F . A . R, T.—Eso se dijo, pero no h a tf a^uijos futuros? de r e s u l t a r cierto- Y a lo v e r á V . Rohinsón Croucet, — E n t e r a d o s , aunUn bibliómano.—Falleció en 16 Noviemq le parezca imposible, dada la sintaxis b r e de 16"7. Cuando la t e n g a completa inque usted se trae p a r a su uso p a r t i c u l a r . s e r t a r é aquí la lista de títulos que desea. D. 1. G. — Tdrtosa. — Muchas g:racias Una modista.—&\ señora; la h e c h u r a por la explicación y sus elogios y bondaPrincesa.—El canotier adornado con pludes p a r a con M R Y TIKRHA. m a s y frutas de sed i.—En todos los dedos. —La última moda son l a s pintadas.—PueUn suscriptor.— SevA V . atendido, tande s e r el plisse que la festonea de distinto más, cuanto que son varios los lectores to color, pero siempre de muselina de ^lue han coincidido con V, en esa petiseda. ción. Claudio.—L?iS b i c a r b o n a t a d a s sódicas. O. S.— Muy reconocidos á S'i atención, coníiimos en'qiiede atiora en a d e l a n t e no L . L. L,—Ya v é V . que no publicamos le f a l t a r á el periódico. versos. D . " A. G. de los R . — S e dice un bon Miss Infl.-- Paso aviso de su r e c l a m a gaulois, un vrai gaulois cuando se h a b l a ción al encargado de la sección corresde un h o m b r e c h a p a d o á la antigua, mísep.míiiente.— No podemos c o n t e s t a r p a r t i c u l a r m e n t e , a u n q u e se nos envíe, como D. Ricardo Falcó.—Se estima el aviso, r o y h o n r a d o . No h a y de qué. Usted V. ha hecho, el sello.— En la ocasión pre- p»ro de h a c e r lo que V . dice, se converti- m a n d e . NUESTRO pasariEMPOs Y AOivi^aNzas L e s p a r e c e r á á nuestros lectores que el g r a b a d o que a n t e c e d e r e p r e s e n t a bien poca cosa y sin e m b a r g o con un poco de habilidad y de paciencia pueden obtenerse con él 1^ dibujos diferentes. Los que quisieran h a c e r la p r u e b a no tienen m á s que c a l c a r el dibujo en un papel y cortándolo en seis pedaaos todo lo más, d a r l e v u e i t a s al magín h a s t a conseguir unir los trozos d m a n e r a que tomen l a f o i m a de vasos, á n f o r i s , cálices, etc. Si tienen paciencia v e r á n como encuent r a n h a s t a IL' dibujos diferentes. El reloj que r e p r e s e n t i n u e s t r o g r a b a do tiene un mecanismo muy ingeniosoDá con exactitud las h o r a s y los cuartosCada c u a r t o de h o r a , por medio de un complicado mecanismo a p a r e c e una l e t r a sobre la linea cue v a desde el centro á la cilra que marca el c u a r t o de h o r a que ha tocado. Al cabo de las doce h o r a s el conjunto de l e t r a s que h a salido, que son todas las c .nteniias en la esfera, forma dos refranes conocidos y de perfecta analogía el uno con el otroA p r i m e r a vista p a r e c e b a s t a n t e difícil la combinación, pero en realidad no lo es y podrá el Itctor v e r como es asi si se lija con un poco de atención. P a r a aclar a r más el enigma diremos que l a s l e t r a s v a n saliendo por el mismo orden que tienen en los refranes y siguen al salir una regla lija é invariable. A d e m á s uniendo por medio de line:is r e c t a s u n a s l e t r a s con o t r a s por el orden en que van saliendo. La p r i m e r a l e t r a sale cuando el reloj dá las doce y cuarto. P o d r á n nuestros lectores a v e r i g u a r A un c a r t e r o i n g e n i o s o : El t r a y e c t o más corto á seguir en línea horizontal, es el que se indica en el g r a bado. Fuga de consonantes Al piobloma acertijo: R-s.t. d . l m . s d . M... Q . . n t . h. q..t.d. .1 c.l.r .n p.l.d. m.r.n.r. C.n p.l.br.t.s ñ. .m r cuales son los dos rel:ranes que encierra la esfera y que figura se obtiene uniendo unas l e t r a s con o t r a s por medio de recfian enviado soluciones e x a c t a s á los tas. p a s a t i e m p o s publicados en el n." 16, los Sres. siguientes: J. de la Cruz, S a n t i a g o . — M - R e n a u , B a r c e l o n a . — A . de la Y.— V a l e n c i a , — U n noy, G e r o n a . — L . M. T., Ser dibujante sin saber dibujo Madrid- —Don Gil de los Calzas V e r d e s , Madrid.—M. T. Rio, Z a r a g o z a . — J . Luis López, Valladolid. - Antonio P a l o m a r , V i t o r i a , — E n r i q u e Bueno, M a d r i d . — A . Pons, B a r c e l o n a . — L u i s del Arco. I3arcelona.— A g a p i t o Pérez, Toledo. Y Solución á los pasatiempos del número anterior: 1 2 3 4 6 5 8 7 1 3 6 8 6 8 9 7 4 6 2 4 5 7 8 6 8 6 8 4 4 6 1 m Jnip. de Ma» y Tierra, Barcelona,