referencia a los procesos de amparo ante los Tribunales ordinarios.

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El Derecho al honor
CAPITULO 1.
Introducción: referencia a los procesos
de amparo ante los Tribunales ordinarios.
Lo primero que se advierte cuando hablamos del concepto de honor es
que nos encontramos, sin lugar a dudas, ante un Derecho Fundamental1,
primero porque lo es sustancialmente como manifestación de la personalidad del individuo2, y segundo porque así lo reconoce expresamente la CE
1.
2.
El catálogo de Derechos y Libertades en nuestra Constitución se reconoce ampliamente
en el Titulo I de la Norma Fundamental y al margen de consideraciones y clasificaciones
doctrinales, tal y como se estructuran en el texto constitucional podrían englobarse en
tres grandes apartados, teniendo en cuenta, eso sí, que Fundamentales en sentido estricto únicamente son los recogidos en los arts 14 y 15 a 29. En definitiva, dentro de los
derechos y libertades constitucionales habría que destacar: a) Los Fundamentales, es
decir, los recogidos en el Art. 14 (igualdad) y en toda la Sección 1ª, Capitulo II, Titulo
I, “De los derechos fundamentales y de las libertades públicas”; los demás derechos constitucionales que al no tener el rango de fundamentales no precisan en su desarrollo de
ley orgánica. Son los comprendidos en la Sección 2ª, Capitulo II, Titulo I, bajo el epígrafe “De los derechos y deberes de los ciudadanos” y, por último, se mencionan también lo previsto en el capitulo III, porque bajo el signo de Principios rectores de la
Política social y económica, compendian lo que se ha dado en llamar “derechos sociales”.
Y así se ha dicho expresamente en estos términos: los derechos regulados en el articulo 18 de
la Constitución Española son derechos con un significado personalista, estrictamente vinculados
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en su Art. 18.1, junto a otros no menos básicos como el de la intimidad
personal y familiar y el derecho a la propia imagen. Como tal son susceptibles de la protección que dispensa la Constitución a través de ese mecanismo especifico que es el recurso de amparo al que alude el Art. 53.23.
Este último no está concebido para la protección de cualquier derecho
subjetivo, tan solo para los constitucionales y no todos ellos, sino únicamente los contenidos en la Sección 1ª del Capitulo II del Titulo I, así
como el principio de igualdad del Art. 14 y el derecho a la objeción de
conciencia del Art. 30, todo ello, claro está, de la Constitución. Con ese
concreto ámbito de actuación, se define como un medio de impugnación
extraordinario y subsidiario, que cabe interponer ante el Tribunal
Constitucional contra la última resolución judicial definitiva emanada del
Poder Judicial por haber vulnerado dicha resolución (o la sentencia, acto
administrativo o vía de hecho que aquella resolución viene a confirmar)
alguno de los derechos fundamentales, y está dirigido a obtener la declaración de nulidad de tales resoluciones, el reconocimiento del derecho
fundamental infringido y la adopción, en su caso, de las medidas apropiadas para su restablecimiento.
Desde ese punto de vista eminentemente conceptual destaca, por tanto, su
carácter subsidiario pues únicamente cabe interponerlo cuando se ha agotado la vía judicial ordinaria para poner de manifiesto la vulneración del
derecho en cuestión. Precisamente por ello, puesto que la vía de amparo
se presenta, por así decir, como la “ultima ratio”, es por lo que cabe hablar
de los “otros procesos de amparo ante los tribunales ordinarios”. En este
contexto, el mentado principio de subsidiariedad que viene a consagrar la
CE en su Art. 53.2 en la protección de los Derechos Fundamentales, es
2.
3.
a la propia personalidad y derivados sin duda alguna de la dignidad de la persona. LOPEZ
DIAZ Elvira El derecho al honor y el derecho a la intimidad, Jurisprudencia y doctrina,
Dykinson, 1996, Pág. 27.
Cualquier ciudadano podrá recabar la tutela de las libertades y derechos reconocidos en
el artículo 14 y la sección primera del Capitulo II ante los tribunales ordinarios por un
procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad y, en su caso, a través del recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. Este último recurso será aplicable a la objeción de conciencia reconocida en el Artículo 30.
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propio de un sistema mixto de jurisdicción constitucional según el cual en
materia de derechos fundamentales, ostentan los Juzgados y Tribunales
ordinarios la “primera palabra”, en tanto que al Tribunal Constitucional le
asiste la “última”. Por consiguiente, nuestro sistema de tutela de los derechos fundamentales, tal y como recuerda GIMENO SENDRA4 se caracteriza, al igual que el austriaco y el alemán, porque el ciudadano debe acudir primeramente a su juez ordinario en busca de tutela y si no obtuviese
dicha tutela de manera que persistiere la vulneración del derecho, es
entonces cuando podrá acudir al TC. Lo anterior determina la convivencia en nuestro ordenamiento jurídico de dos tipos de amparo, cuando de
derechos fundamentales se trata, a saber: el ordinario y el constitucional.
El amparo ordinario presenta la ventaja de la inmediación del Juzgado,
pero si la pretensión de tutela de los derechos fundamentales no fuera
satisfecha por el Poder Judicial, corresponde al TC mediante el amparo
constitucional una doble función: subjetiva o de tutela, al convertirse en
el penúltimo bastión de protección de los derechos (el ultimísimo es el
que proporciona el TEDH) y, sobre todo, objetiva o nomofilactica de la
Constitución y de creación de su doctrina legal que en tanto que intérprete supremo de la que es nuestra Ley Fundamental, le corresponde efectuar, estando todos los tribunales ordinarios obligados a su más estricta
observancia en los términos establecidos en el Art. 5.1 LOPJ.
En síntesis, cuando se pluraliza y se habla de los procesos de amparo ante
los tribunales ordinarios, conviene distinguir: la Tutela Procesal Civil de los
derechos fundamentales, a través del proceso especial de amparo civil,
común a todos los derechos fundamentales, previsto en el Art. 249.1.2º de
5
la LEC. Es un procedimiento relativamente especial porque se desarrolla
según las normas comunes del juicio ordinario con la única, pero fundamental, salvedad de que su tramitación tendrá carácter preferente por exi4.
5.
GIMENO SENDRA Vicente y MORENILLA ALLARD Pablo, Los procesos de
amparo, Civil, Penal, Administrativo, Laboral, Constitucional y Europeo, 1ª edición 2003,
Colex, Págs. 21 y 22.
Si nos atenemos escrupulosamente a lo dispuesto en la LEC de 2000, procesos especiales son únicamente los regulados en su Libro IV, contexto en el que no se encuentran
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gencias de lo dispuesto en el Art. 53.2 de la CE. Aquí encaja la tutela del
derecho al honor cuyo concepto va a ocuparnos a lo largo del presente trabajo, y de los demás derechos reconocidos en el Art.18.1 de la CE, pues
al igual que ocurre con el resto de derechos fundamentales, el único procedimiento adecuado para deducir esta pretensión es el juicio ordinario de
la ley procesal común del Art. 249.1.2º. Destaca también el proceso civil
de amparo sumario del derecho de rectificación, cuyo objeto lo constituye la pretensión de reconocimiento del derecho de rectificación y la condena a un medio de comunicación social a publicar en dicho medio la rectificación pretendida. La pretensión ha de fundamentarse en la publicación de una noticia en un medio de comunicación, que carezca de veracidad y que ocasione un perjuicio al destinatario de la misma. El derecho de
rectificación solo puede ejercitarse a través del juicio verbal de la LEC.
Pero al margen de la Tutela en el ámbito estrictamente civil, debe considerarse, en función del marco en el que se haya producido la presunta vulneración del derecho fundamental, la tutela en otros órdenes como la procesal penal, (procedimiento de habeas corpus) , la Tutela procesal administrativa y la Tutela procesal laboral. Me limito tan solo a constatar su
existencia pues el objeto del presente trabajo de investigación se centra en
el concepto del honor como objeto procesal, y más concretamente, como
objeto del proceso de amparo civil “especial” y en ese contexto habrá que
aludir a ciertas notas estrictamente procesales, si bien, el concepto es
puramente sustantivo y con ello también la vertiente con que tiene que
presentarse este trabajo, que se reconduce básicamente, como digo, a lo
que es el mismo concepto de honor.
Por supuesto al margen de las vías legalmente establecidas no puede producirse una defensa del derecho al honor violentado, habiéndose negado
la legitimidad de la llamada “retorsión”, definida como la respuesta al ata5.
ubicados los atinentes a los derechos fundamentales. Por consiguiente, seria más propio
sostener que nos hallamos ante un proceso ordinario porque además ésta es la tramitación que ha de seguirse, si bien con elementales peculiaridades o especialidades como son
las derivadas del objeto sobre el que versan (derecho fundamental) y la preferencia en su
tramitación que viene determinada directamente por el Art. 53.2 de la CE.
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que verbal una vez que éste ha cesado. En este contexto VIVES ANTON
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señala que el “animus retorquendi” desplaza al “inuiriandi”7 (puesto que
el que responde a unas injurias con otras quiere también injuriar), ni la
retorsión puede identificarse con la legítima defensa.
6.
7.
Derecho Penal. Parte Especial, Tirant lo Blanch, Valencia, 1996, Págs. 275, 276.
El animus injuriandi es la intención especifica de injuriar, de promover en la sociedad
el rechazo social hacia una persona mediante una expresión de desprecio, vejativa, pretendiendo el autor causar un daño en el honor del ofendido a través de la imputación.
Léase en este sentido la STC 170/1994, de 7 de junio.
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