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DE
LAS
HONRAS
FUNEBRES
QUE Á SU AUGUSTA SOBERANA
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DE SAJONIA,
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EL M. I. AYUNTAMIENTO DE LA VILLA DE ALGIRA
EN EL DIA 18 DE JULIO DE 1829.
V A L E N C IA :
OFICINA D E JOSÉ F E R R E R DE ORGA.
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, N o es capaz la p lu m a m as elocuente de espresar
con viveza el sumo do lor y consternación q u e cau ­
só e n los vecinos de la populosa villa de A lcira,
el fatal anuncio de q u e su am ad a S oberana la v ir­
tuosa Señora D o n a M
a r ía
J
o sefa
A m a l ia
de Sa-
jo n ia era y a difun ta. H a b ía n tenido m u ch os la
dicha y p la c e r de v er y a d m ira r la h ero icid ad de
sus v irtu des en su trá n sito p a r a C a ta lu ñ a p o r las
poblaciones in m e d ia ta s , otros p o r la voz p ú b lica y
n o m b ra d la se h a lla b a n penetrados de iguales sen­
tim ientos de respeto y v e n e ra c ió n , y todos la cele­
b r a b a n como dechado de la mas sublim e perfección,
como u n ángel enviado del cielo p a r a consuelo de
su augusto Esposo el R e y nuestro Señor (Q. D . G.),
y p a ra q u e con el fervor de sus oraciones atrajese
las bendiciones del cielo sobre la N ación Española.
Su m u erte ta n im prevista y te m p ra n a , no podia
li
d ejar de causar u n duelo y llanto estraordinario y
universal. N u n c a em pero será llorada como corres­
pon de.
D istinguíanse en tan g en eral aflicción los indivi­
duos de su Ilu stre A yuntam iento. P o r cuyo m otivo
ta n luego como recibió la R eal carta en que S. M.
se dignó com unicarle la funesta n o tic ia , p a r a des­
ahogo de tam aña pena acordó tr i b u t a r á la ilustre
d ifu n ta el ú ltim o doloroso homenage q u e le resta­
b a 5 rogando al R ey in m o rta l de los siglos p o r su
eterno descanso en unas solemnes e x e q u ia s , las q u e
si no se hicieron de la m an era grandiosa q u e cor­
responde á la elevada gerarq u ía y m éritos de ta n
virtuosa R e in a , a l menos se celebraron con u n a
suntuosidad que jam as se vió en la villa de Alcira¿
V e rd a d es que el A yun tam iento supo ap ro v ech ar
la circunstancia mas b ella que le ofrecia el acred i­
ta d o celo y profundos conocimientos en las nobles
artes de su digno Presidente y G o b ern ad o r D. C ar­
los V argas M a c h u c a , Consiliario de la R eal Aca­
dem ia de San F e r n a n d o , y su Académico de m é ri­
to en la clase de A rq u ite ctu ra y de la de San Cárlos
de Valencia : quien tu v o á bien encargarse de la
p la n ta y construcción de u n prim oroso cenotafio.
P a r a los demás p rep arativo s y cu an to fuera nece­
sario comisionó á los Regidores D. B ernardo G e­
nis y D. Jo aq u in Bas. L a villa de A lcira no presen­
ta en la p a rte artística de escultura y p in tu ra los
medios que reún en las grandes capitales p a ra la
p ro n ta y fácil egecucion de la o b r a , p a ra d a r pues
el tiem po necesario , se resolvió hacer las H o n ra s
fúnebres el dia i 8 de julio.
E n la tard e del d ia q u e precedió q u ed ó g a lla r­
d am en te erigido en la g ra n Iglesia de S anta Catali­
n a M á r t i r , p rin c ip a l p a r ro q u ia y como la m atri»
de las de la v i l l a , u n magnífico cenotafio de figura
cuadrilonga. Sobre u n zócalo de tres pies y medio;
im itado á m árm o l n e g r o , en cuyos ángulos se veíart
m arciales tro fe o s, se lev an tab a u n hermoso cuerp o
arquitectónico con a lm o h a d illa d o , y cu atro lápidas
con los siguientes epígrafes o p o rtu n a m e n te sacados
d.e la san ta E s c r i t u r a :
e r a m u y c e l e b r a d a POR»iUE T E M IA MÜf.HO
i
DIOS Y NO
HUBO UNO QUE HABLASE MAL D E E L L A .
2?
EL TRÁ N SITO D E U N A SOMBRA ES N U ESTR A VIDA.
LO QUE H IC IÉ R E D E S CON E L MAS PEQUEÑO D E MIS HERM ANOS,
LO H A BEIS
H E C H O CONMIGO.
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4 -LLORA E L REY , Y LOS BRAZOS D E L PUEBLO A F L IG ID O CA E­
RÁN D E SEN CA D EN A D O S DE DOLOR.
E l basam ento y cornisa era correspondiente a l
o rd e n d ó r ic o , im itado a l de P o sid o n ia: en su fren­
te estaba colocado el escudo de arm as de la villa.
Alzábase sobre este cuerpo o tro segundo también^
c u a d r ilo n g o : tenia en cad a lad o u n g e n io : la d o ­
liente a c titu d del u n o rep resentab a al vivo la aflic­
ción , y el otro alzaba los brazos al cielo con gesto
y adem an estrem adam ente d o lo r id o : en los costa­
dos habia dos bajos relieves pintados; el de la dere­
cha representaba al Tiem po conduciendo de la m ano
á la R ein a vestida de vestal al sep u lc ro ; en el de la
izq u ierd a u n a m atro n a sentada sobre dos m undos
y reclinada sobre las colunas de H é r c u le s , con u n
león dorm ido á los pies y dos genios ll o r a n d o , r e ­
p resen tab a á la E s p a ñ a ; en los dos estremos aparecian en tallado s en oro los escudos de arm as de la
R e a l Gasa de S a jo n ia ; y en lo alto el sarcófago ó
u r n a sepulcral en form as c u r v a s , con labores y
demas adornos correspondientes : en el testero se
lev an tab a u n a aguja ü obelisco e n lu ta d o con drapen'a negra y flecos de o r o , y ei escudo de las
arm as de E s p a ñ a : todo era a b u lta d o de m adera,
solam ente el neto del cu erp o se fingió de a lm o h a ­
dillado y bajos relie v es: el to do de la o b ra tenia
tre in ta y dos pies castellanos.
L a escultura fue egecutada p o r D. José G il y
N a d a le s , Académ ico de m érito de la de San Carlos.
Llegado el dia i 8 de ju lio el clam oreo de las
cam p an as an un ció desde los prim eros albores la
m elancólica solem nidad. Se agolpó u n g ran gentío
con la m a y o r c o m p o s tu ra : el tem plo pareció p e ­
q ueñ o á vista del inm enso concurso q u e com ponian
los h ab itan tes de la villa y d e las poblaciones co­
m arcanas , q u e no son p o c a s , y de m u c h a vecin­
dad. Sobre la p u e rta p rin c ip a l del t e m p l o , en u n a
g ran láp id a de m árm o l a d o rn a d a de pabellones
negros con ñecos y borlas de o r o , se leía lo si­
guiente :
A
LA MEMORIA
DE DOÑA MARÍA JOSEFA AMALLA DE SAJONIA,
ESPOSA DIGNÍSIMA
DE NUESTRO REY Y
SEÑOR,
EL AFLIGIDO AYUNTAMIENTO DE ALCIRA.
L os actos de Religión se p ra c tic a ro n con la m a ­
y o r t e r n u r a , magestad y devocion. P o r el o rd en de
an tig ü ed ad co n cu rriero n á responsar las c u a tro Co­
m unidades Religiosas : inm ediatam ente comenzó la
M isa q u e can taro n profesores acreditado s, egecutand o u n a composicion m úsica m u y p a t é t i c a , cuyos
ecos a u m e n ta ro n los sentim ientos de dolo r y pena,
y celebró D. V icente M a r tí , V icario m a y o r y p e r­
p e tu o de la villa.
A cab ad a la Misa , el M . R . P. L o ren zo R a m o de
San B la s , P rov in cial de las Escuelas Pias del reino
d e V a le n c ia , p ro n u n ció la O ración fú n eb re con la
u n ció n y elegancia q u e a c o s tu m b ra , escitando los
m as vivos y tiernos afectos en el n u m ero so con cu r­
so q u e la oyó con p ro fu n d a atención.
D icha la O ración f ú n e b r e , el R everen do Clero y
«
C om unidades Religiosas c a n ta ro n el ú ltim o respon­
sorio. L a te r n u ra y devocion se veían pintad as en­
tre lágrim as y demostraciones d el m ay o r pesar en
los sem b lan tes, al tiem po de ofrecer al Señor sus
votos y súplicas, postreros homenages q u e era dado
t r i b u t a r á la piadosa y llo ra d a Soberana.
E l b rilla n te cu erp o de V o lu ntario s Realistas es­
tu v o sobre las arm a s, hizo la g u ard ia j u n t o al t ú ­
m u lo y las descargas de ordenanza.
E l A y u n tam ien to presidiò todos los a c to s , y to ­
m ó providencias ta n enérgicas y a c e r ta d a s , q u e en
m edio
de ta n estrao rd in aria co ncurren cia n a d a
acaeció q u e p u d ie ra in te rr u m p ir la devocion y m agestuosa g rav ed ad de las H on ras f ú n e b r e s , q u e se
h acían en sufragio de la a d o rad a R eina de las Esp añas D oña M a ría Josefa AiTialia de Sajonia , que
descansa en la m ansión e te r n a de la paz.
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Q U E EN L A S
SOLEMNES
EXEQUIAS
Q V £ CELEBRO
EL M. I. AYUNTAMIENTO DE LA VILLA DE ALCIUA,
EL DIA 18 DE JU L IO DE 1829,
POR LA SEÍÍORA
D O Ñ A MARÍA JOSEFA AMALIA,
PRONUNCIÓ
E L M . R . P. LO R E N ZO RAM O D E S A N B L A S,
Vicario Provincial ds las Escuelas Pias de V alenda ■, E xam i­
nador Sinodal del Arzobispado, Académico de Honor de la Real
de San Carlos^
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F ia m sapieutim m onstm ho ü b i , ducani te p e r semitas ccqmtatis. Pivov. c. 4 .° V. 1 1 .“
T e m ostraré
cam ino de la sab id u ría, te guiaré por las
sendas de la equidad.
C uando la Religión católica no nos in tim a ra con
ta n ta fuerza y c la r id a d , q u e n a d a hay gran de so­
b r e la tie rra sino seguir á Dios ; este fu n e b re ap a­
r a t o , el magnífico catafalco, el canto l ú g u b r e , las
augustas cerem o nias, las melancólicas antorchas
q u e sim bolizan la inconm ensurable eternidad , bas­
ta ría n p a ra nuestro desengaño. N o hay d u d a : c u a n ­
to el m undo estim a, cu an to el m u n d o a m a , c u a n ­
to a d o r a , cu an to abraza y ap lau d e es p u ram en te
vanidad. E ngríanse cu an to q u ieran los mortales;
p o r mas que se deleíte y engrandezca Creso con sus
riq u e z a s, imagine A lejandro que se au m en ta y estiende dilatan d o sus d om inios, m u ltip lica n d o sus
esclavos; ridículos y estravagantes son sus p roy ec­
to s , caducos y pasageros sus placeres. C u a n to in ­
t e n t a n , todo lo que m a q u in a n , lo que les a to r­
m enta y f a tig a , lo que poseen y d is f r u ta n , todo
es ilu s ió n , falsedad y en g añ o : no pueden a ñ a d ir
u n a línea á su e s ta tu r a , ni u n m om ento á los dias
de SU vida. Los q u e h a b ita n bajo dorados techos,
los q u e viven e n hum ildes c h o z a s , todo hom bre,
sin esceptnar condicion n i e s ta d o , €& esclavo de la
m u e r te , huésped de este m u n d o , c a m in a n te acele­
rado . L a tierra es como u n a casa de posada d o nd e
con tinu am en te e n tra n y salen los pasageros ; el
a i r e , ese inconstante elem ento g ira n d o con r a p i­
dez p o r todas p a r t e s , es la imagen p ro p ia de la
v o lu bilidad de las generaciones, q u e aparecen y se
o cu ltan casi a l m ismo tiem po : nu estro iin está
esencialmente u n id o co n e l p r in c ip io , la cu n a con
el fé re tro : grandes- y p e q u e ñ o s , semejantes á las
olas que com batiéndose Unas con otras salen del
m a r p a r a deshacerse sobre la p l a y a , como torren-»
tes impetuosos q u e perecen con su mismo estruen-r
d o , en tram os p recip ita d am en te e n los abismos de
la eternidad.
E n h o ra b u e n a sea a s í. Dios mÍo ; las generacio­
nes q u e d e s a p a re c e n , los im perios q u e se hu n d en ,
los cetros q u e se r o m p e n , las coronas q u e caen,
p u b liq u e n que sólo vos sois v erd ad era m e n te grande,
p o rq u e vuestra g randeza es in m e n sa , in m u ta b le y
e te r n a : sea a s í; que la gloria d e l m u n d o no tenga
d u ració n ni realidad v erd ad era ; q u e la vida mas
famosa sin la fe no sea mas q u e u n s u e ñ o , u n f a n ­
tasm a ; q u e el po tentado q u e orgulloso se levanta
como cedro del L í b a n o , desaparezca co n la r a p i­
dez de la e x h a la c ió n , y al vo lv er los ojos no se
« n cu en tre y a el lu g a r do fue sn existencia ; qué
nuestros v ic io s , nuestras pasiones, nuestras cos­
tu m b res estragadas abrevien los dias de nuestra
vida , como dice el Sábio ; p e ro q u e perezcan en el
dia de su m ayo r lucim iento y gloria aquellos h é ­
roes que h a n ilustrado á la P a tria con sus triunfos,
y añ ad id o á la Religión heroicos tro fe o s , y dad o
n uev o esplendor á la v irtu d p ú b lic a con santas ac»
ciones y adm irables egem plos; q u e ....¡a y de m i l e s
forzoso d e c irlo , au n q u e el corazon o p rim id o d el
d o lo r mas acerbo lo rehúsa y resiste fuertem ente;
q u e la a u g u s ta , la poderosa Señora D o n a M a r ía
J o s e f a A m a l ia de S a jo n ia , benéfica R eina de las
E s p a ñ a s , el egemplo de todas las v irtu d e s , y la
idea mas b rillan te y com pleta de todos los deberes
q u e prescribe y reverencia la Religión ; A m a lia , la
in com p arab le A m a lia , que n u n ca se mostrò en p ú ­
blico sino p a ra av iv ar la v irtu d ta n am o rtig u ad a
en nuestros d ia s , que a len tab a á los b u e n o s , confu n d ia á los malos con los actos de la p iedad mas
edificante, que p o r sus raras prendas y singular
t a le n to , p o r la am abilid ad y h erm o su ra de su es­
p íritu era las delicias y consuelo de su augusto
E s p o s o , la adm iració n y embeleso de sus vasallos;
u n a R eina que tenia su m ay o r complacencia e n
dispensar d o n e s, d e rra m a r la a b u n d a n c ia sobre los
necesitados; u n a R ein a prodigio de afabilidad y
pru dencia , q u e p re n d a b a con su p o r te , que g a n a b a
las voluntades con aq uella franqueza y sencillez in^
im itab le q u e le era como n a tiv a , y la conciliò mas
respeto y veneración que lo ilustre de su n acim ien­
to , la d ignidad de su p e r s o n a , la p o m p a de la
corte ; en f i n , una R eina famosísima en todo como
u n ángel 5 que debiera ilu stra r p o r lo menos u n
siglo e n te r o ; que esta g ra n R e in a , ¡ó d olor! os­
ten te como la rosa su b eld ad y lozanía p o r la
m a ñ a n a , y yazga p o r la ta rd e m arch ita y des­
h o jad a , desaparezca ráp id am en te de la tierra de
los vivientes en la p rim a v e ra de sus d ia s , lle n a n ­
do de a m a rg u ra y lu to la vasta estension de la
M o n a rq u ía Española.... ¡O sentim iento sobre todo
sentim iento! ¡ó pena m ay or q u e toda p en a! ¿Q ué
alm a ta n d u r a , q u é corazon d e m árm o l e n ­
ternecido y lastim ado con ta n recio golpe p o d rá
contener las lagrim as? ¡O vida gloriosa! ¡ó vida
eternam ente m em o rab le! P ero ¡ó vida demasiado
breve 1
¡Q ué! Dios m ío , ¿ n o era su co nducta p ú b lic a y
doméstica u n a ley viva de p ro b id a d ? A quel c ú m u ­
lo de v ir tu d e s , ta n ta b o n d ad y clem en cia, la p r o ­
digiosa liberalidad p ara con los p o b r e s , á los que
siem pre am ò como á h ijo s, abasteció largam ente
com o á su p ro p ia fa m ilia ; las lágrimas y gemidos
de los h u é rfa n o s , de las viudas y desvalidos ; la
m u d a tr is te z a , el llanto u n iv e r s a l, que escitó el
an un cio consternador de q u e ib a á desaparecer de
la haz de la tierra la q u e era las delicias del p u e ­
b lo e s p a ñ o l, la fragrancia de las oraciones y p le­
garias continnas y fervorosas de las alm as p u ras
sum am ente agradable á v o s , que de todas parles
su b ian hasta el em píreo como el oloroso perfum e
q u e evapora el incienso, ¿n o desarm ó vuestra ju s­
ticia? ¿n o fue poderosa p a ra e m b o ta r los filos de la
fatal g u a d a ñ a , que de u n golpe ha co rtado tantas
y ta n halagüeñas esperanzas? ¡O m entidas esperan­
zas de los m o rta le s ! ¡ ó castigo de D io s! \ ó justicia
divina l
S í: ju sto sois. S e ñ o r, y rectos son vuestros j u i ­
cios. D ueño de la vida y de los im p e rio s , disponéis
de todo como os place y castigais con ju sta severidad
los pecados de los pueblos. E l peso de nuestras in i­
q uidades oprim e escesivamente al E s ta d o , inflama
vuestra cólera : m andais irrita d o á la m u e r t e : des­
carga el golpe fatal , y cae la augusta víctim a 9 y
A m a lia , la virtuosa A m alia en ed ad lo z a n a , que
prom etia largos y felices d ia s , en medio del am o r
de su augusto Esposo y del respeto y veneración
de dos m undos-, es a rre b a ta d a de la cu m b re de la
gloria á la tenebrosa soledad, del trono al sepulcro.
Así es; fijad los ojos y vuestra atención en ese so­
b erbio cenotafio: la Reina de ambos m undos se con­
tem pla ah í red ucida á p o lv o ; n ad a le q u eda ya del
esplendor que la rodeaba sino el desam paro y la
soledad. G e m id , co ntristao s, desolado E spo so; ge-
inid, afligidos H e rm a n o s; llo ra d , hu érfano s, viudas
y: desvalidos; d erram ad lágrim as, españoles de to da
cla se , nobles y plebeyos, llorad.... P ero ¿ q u é es lo
q u e digo? Detened el lla n to , rep rim id los sentimien-tos q u e inspira la frágil n a tu r a le z a , reservad las
lágrim as p a ra llo ra r la m u erte de los impíos. Sin
p rev en ir los juicios de la Iglesia, y a catan d o h u ­
m ildem ente sus decisiones, podemos creer piadosa­
m ente que M aría Josefa A m alia no ha sido víctim a
to tal de la m u e r t e ; acabó como los ju s to s , y pasó
del estado de la m o rta lid a d y miserias de esta vida
al de la felicidad y g lo ria inmarcesible.
L a f e , esta v irtu d divina infinitam ente lu m in o ­
sa en su magestuosa o scu iúd ad, le mostró el camino
de la sa b id u ría : ella le representó a l m u n d o como
u n m ar tem p estuo so, con tinu am en te agitado del
flujo y reflujo de las pasion es, q u e no ofrece otro
p u e rto sino la m u e r te ; ella le enseñó q u e p a r a
e n tr a r en él con segu rid ad y a c a b a r dichosamente
la navegación, es necesario apercibirse m u y de a n ­
tem ano con la práctica de la v irtu d y buenas obras;
q u e es un enemigo a s tu to , falaz y perverso, á q u ien
venció y confundió Jesucristo en la c r u z , pero que
á pesar de su rota y confusion n u n ca escucha ni
ad m ite al espíritu de verdad y ju s t i c ia ; en u n a p a ­
la b ra , q u e su comercio es u n giro continuo de e n ­
gaños y falsedades. L o mir <5 , A m alia desde luego
con los ojos de esta fe viva y a n im a d a , que la guió
constantemente por las sendas de la equidad : cono­
ció su fa lse d a d , tem ió sus ilusiones, despreció los
halagos y esquisitos artificios que inventa para li­
sonjear los sentidos, b u rló las redes y lazos que la
ten ia dispuestos con astucia : prefirió la inocencia
d el corazon á la n o m b ra d ía del siglo : e n u n a carne
frágil vivió como u n espíritu p u r o , sin otros afecr
to s, sin mas deseos que los q u e hacen v ivir á la
t ó a t u r a únicam ente p a ra D io s , q u e hinchen el co­
razo n y espíritu de u n am o r s a n to , q u e ilum ina,
q u e pu rifica, que a c a l o r a , que e m b ria g a, q u e q u i­
ta la m em oria del m u n d o , que c o n tin u am en te la
tiene en agitación y embeleso, que form ó de la a u ­
gusta y poderosa Señora D oña M aría Josefa Am alia
de Sajonia u n a R ein a a f a b le , v i r t u o s a , ilustrada,
benéfica, una R ein a verdaderam ente católica^ seguii
s i corazon de Dios. V ed a q u í toda la gloria de nues:tra Soberana y el objeto d e mi oracion.
f P ARA lle n a r cu m p lid am en te el dictado de Reina
c a tó lic a , cortada á m edida del corazon de Dios,
-no basta la confesion de la f e , el a p a ra to esterior
de la f e , el lenguage y ceremonias de la f e ; nece^
saria es u n a fe anim ada p o r la c a r i d a d , q u e p ra c ­
tiqu e sin in terru p ció n las obras q u e prescribe y
■aconseja la R e lig io n : u n a fe sublim e q u e no sola-
m ente sea el fu nd am ento sobre que se apoya la es­
peranza , sino que los bienes q u e Dios p ro m ete y
todos los objetos que su p alab ra nos p r o p o n e , a u n ­
q u e invisibles á nuestros ojos, a u n q u e in co m p re n ­
sibles á nuestro e n ten d im ien to , se h agan mas creí­
bles p o r e l l a , que cu an to vemos en la lu z clara y
copiosa del medio dia : u n a fe em inente q u e arregle
constantem ente los sentidos del c u e r p o , las p o ten ­
cias del a lm a , los deseos del co razo n, los conceptos
del en tendim iento: u n a fe vivaz y m a g n á n im a , que
le itfentifíque con la verdad y con la virtud. P o r
m an era que au n q u e corra p elig ra l a v id a , au n q u e
f u lm in e , q u e l a m u ltitu d de los pérfidos secuaces
de Satanas intente m ezclar el cielo con la tierra,
n ad a tem a : m uestre im pávid am en te con sus obras
y p a la b r a s , como decia T ertu lian o , non adm itiit
status fid e i necessitatesi que la c ria tu ra asida tenaz­
m ente á la fe de Jesucristo no conoce peligros, ni
necesidad de poseer b ie n e s, ni de m an ten er fo rtu ­
n a , ni de conservar la v id a : que no h ay en tre c a ­
tólicos mas que u n a necesidad q u e es la precisión
indispensable de no p e c a r: que con el espectáculo
im ponente de las virtudes que inspira la fe , atierre
á la torpe grey de los m alvados q u e d esven turad a­
m ente allanan con sus p a la b r a s , con sus escritos y
obras tenebrosas los caminos del A n ticristo, y p r o ­
c u ra n b a la n c e a r á los cristianos, seduciendo la sen­
cillez de su fe : que tenga sujeta y u n id a indivisi-
hlem ente su v o lu n ta d á la obediencia de Jesucristo
y de su santa d octrina : q u e ni los halagos del m u n ­
do n i los placeres ni los encantos de la pro sp eridad
y o p u len cia, que el m u n d o en su m ay or grandeza,
el m u n d o de la corte no sean capaces de hacerla
vacilar u n m o m e n to ; en u n a p a la b r a , que conserve
siempre sin lu n a r ni m an cha la h u m ild a d de la fe,
la limpieza y herm osura de acciones que prescribe
la f e , la magestad de la f e , aquella virg in idad de
la fe, q u e según San A m brosio tem ía el Apóstol no
perdiesen los prim eros fieles : tim ehat ne virginitàtem fid e i a m itteren t
Preciosa y delicada integridad de f e , o b rad o ra
línica de estupendas m a ra v illa s , con la cu al los hé­
roes de la Religión co nq uistaro n rein o s, o b raro n
ju stic ia , cerraron la b o ca á los leones, apagaron la
violencia im petuosa de las lla m a s , y consiguieron
las prom esas; tu obras p o r la caridad : de tí recibe
to d a su escelencia y herm osura esta divina y con­
soladora v irtu d . E n efecto , si la carid ad que es
alm a y reina ju n ta m e n te de todas las v irtu des no
piensa m al de nadie , si se huelga del bien del
prógim o 5 y lo m ira y aplau d e como p ro p io , si es
d ulce y benéfica acomodándose en cu an to es posi­
ble á la v o lu n ta d y gusto de to d o s , es p o rq u e tií la
sirves de a n t o r c h a , t ú le enseñas y persuades que
la suma del Evangelio y testamento de Jesucristo
se reduce á estas palab ras : am a d á D ios, y amáos
IO
m ùtuam ente p or Dios :
t ii encendiste en Amalña
esta c a r i d a d , este fuego sagrado q u e a r d e en las
almas sublimes siempre p u r o é in c o rru p tib le ; t ú la
hiciste m ira r siempre como privilegio de su clase la
pu reza de co stu m b res, y la ex actitu d escrupulosa
en el desempeño de las obligaciones q u e prescribe
la R eligión : t á la persuadiste que la diestra del
Escelso la habia colocado sobre el tro n o para q u e
se mostrase a m o ro sa , a f a b le , em inentem ente com ­
pasiva d e las m iserias, p a r a rem ediar con soberana
largueza las necesidades de sus vasallos; tií hiciste
de la cán d id a A m alia u n genio celestial, que conti­
n u am en te respiraba el dulce am biente de la paz y
beneficencia, E x am in ad s i-n o su vida m u y breve
pero asom brosa; y p a ra ver mas d e cerca la bellez­
za y heroismo de su v irtu d , co rre d el velo con que
su modestia p ro cu rò siem pre ocu ltarla con estudio
á la vista de los hom bres. ¡Q ué p u reza de costum ­
bres! ¡Q u é,can d o r ta n in g èn u o é inconciliable con
el e n g a ñ o ! ¡Q ué Inocencia! ¡Q u é m an sed um b re!
D epositaria de las bellas calidades y preciosas v ir­
tudes que fo rm an u n m odelo famoso de heroismo
c r is tia n o , representaba al v iv o e n .s u co nd ucta p u ­
b lic a y p riv a d a la imagen an im ad a de las M atilr
d e s , de las H e d u v ig is, de las M a rg a rita s, de las
Isabelas , cam inand o siempre con paso igual y magesluoso^ al resp lan do r de la coluna de l u z , p o r
las sendas de la e q u i d a d , hasta acreditarse R eina
v erd aderam en te católica 5 según el corazon de Dios.
¿ L o d u d á is?
N a c id a Amalia en tre la p ú r p u r a , hija de P r ín ­
cipes estrecham ente enlazados con las coronas mas
b rillan tes de E u r o p a , circulaba p o r sus venas la
sangre esprim ida de tantas testas c o ro n a d a s, q u e
con todas las prendas reales q u e a d o rn a ro n á. la s
R einas mas famosas, com unicaba á sus descendien-.
tes la Religión Católica Apostólica R o m an a con la
heroicidad de virtudes q u e ella enseña. D estinada
p a ra o c u p a r un dia el trono e s p a ñ o l, al lado del
mas am ado de los M onarcas F e r n a n d o V I I , la pre­
vino el Señor con todas las bendiciones de dulzura^i
L a b ró un tem plo hermoso p a ra depositar en él u n
espíritu g r a n d e : u n talento m u y ra ro en las p e r ­
sonas de su sexo y clase, una imaginación vívisima.
y p e n e tr a n te , u n a disposición y bon dad de alma;
to davía mas b e lla , sensible y d elicad a, u n corazon
n o b le , tierno y sum am ente compasivo y benéfico..
Regida desde la infancia con m ano d ie s tra , quesupo apro vechar las relevantes p r e n d a s , los subli­
mes dones con q u e la enriq ueció el cielo , fue ta n
fiel á las obligaciones de cató lica, q u e en todos loS'
estados las desempeñó con pasmosa exactitu d.
E n la educación d e los sugetos de alta esfera, c o a
frecuencia suele o cu p ar la lisonja el lu g ar de da*
razón. E n vez de guiarlos hácia la cu m b re del ho-^
n o r p o r las sendas d e la m oderación y heroismo
c r is tia n o , persuadiéndoles eficazmente q u e e l n a ­
cim iento disting uid o, el ren o m b re mas famoso se
envilece y destruye cuando no se c u ltiv an n o b le ­
m ente los talen to s, n i p ractican las virtudes que
le hicieron ilu s tre ; la frívola su p erficialid ad , m a­
d re de la in d o le n c ia , el arte de a g r a d a r , u n siste­
m a de vida ociosa, divertida ó disip ad a, u n espec­
tá c u lo de vanidad in s o p o r ta b le , p a ra que con este
género de vida m uelle y afeminad-a, form en y se
arraig u en p a ra siem pre en sus tiernos corazones la
soberbia y fatal idea de la distancia q u e presum en
h ay de ellos á los dem as ho m bres ; son Jas mas sérias é im po rtantes lecciones q u e reciben. Saben ya
q u e son grandes y p rín c ip e s, y todavía ignoran que
son hom bres. Fam iliarizados con estas ideas agra­
d a b le s , q u e tan to lisonjean las p asio n e s, m iran
con desden y arrog ancia como ágenos de su alta
g e r a r q u ía , los estudios, el tr a b a jo , las útiles y p e ­
nosas tareas , q u e a b re n el camino al m érito y
pro du cen acciones heroicas: así se m alogran unas
p la n ta s preciosas q u e cultivadas con destreza y
te só n , d ieran u n dia frutos sazonados y opimos de
gloria á la Religión y á la P atria. P o r fo rtu n a en
la educación de Amalia nin gu na p a rte tu viero n las
preocupaciones de la v a n id a d , las m áxim as des­
preciables y perniciosas del siglo. Su enseñanza fue
e x a c ta , m e tó d ic a , todavía mas noble é ingènua
q u e su nacimiento. Bajo la sagaz vigilancia d e l
P rín cip e M axim iliano su augusto P a d r e , niaestros
de grandes lu c e s , p ro b id a d y p r u d e n c i a , y u n a
A ya v irtu o s a , entendida y d is c r e ta , p la n ta ro n en
el corazon de la n iña Amalia las prim eras semillas
de la p ro p ia y agena fe lic id a d ; im prim ieron en él
las m áxim as sublim es de la ciencia v e rd a d e ra , que
.consiste en el conocimiento de sí misma y d e la Re­
ligión , p a ra que entendiese desde luego q u e en la
tierra nada h ay q u e merezca el n o m b re de felicir
d a d y grandeza sino lo q u e viene d e D i o s , la recti­
t u d de c o r a z o n , la regla infalible de los deberes en
el orden m o ra l y p o lítico , que es el E v a n g e lio , y
el im perio absoluto sobre las pasion es, igualm ente
trabajoso y difícil á los Príncipes que á los vasa­
llo s , como q u e todos sin distinción descendemos,
todos heredamos forzosam ente los funestos resabios
que dejo la culpa del viejo Adán,
A las prim eras lecciones descubrió Am alia p re ­
ciosas minas y ab un d an tes r iq u e z a s ; inclinaciones
dignas de la sangre que circu lab a p o r sus venas,
elevación de pensam ientos, dom inio sobre los de­
seos y apetitos , u n entendim iento vivaz y sutil,
q u e le hacia com prender con asombrosa facilidad
cu an to se ia enseñaba, y tra s la d a b a á s u s lab io see n
adm irable gracia y exactitud c u a n to com prendía.
I n ú ti l será espresar a q u í la sorpresa agradable de
los Príncipes y Maestros advirtiendo que al asomar
las prim eras luces de la razón en A m alia , no era
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y a niñ a en el entendim iento la q u e m u y pocos
años antes había com enzado á vivir. L a gravedad
de su sem b lan te, la serenidad de su aspecto, la su^
b lim idad y precisión de sus discursos, la discreción
d e s ú s p re g u n ta s, su juicio s ó lid o , la m ad urez de
to das sus accio nes, m ostrab an q u e a q u e lla in o ­
c e n te alm a estaba llena de ideas m u y superiores á
su edad : crecía efectivamente con rapidez asom­
brosa la o b ra de la m isericordia divina.
N a d ie se m a ra v ille : la f e , dice el Crisòstomo^
es el cam ino p a ra la inteligencia , y da fuerzas
p a ra seguirlo con denuedo. ¡Q ué luces ta n prodi-*giosas com unicó á la dócil y virtuosa A m alia! L a
m ejor c ie n c ia , dice San Agustín , es unirse al que
todo lo sabe : n ad a le q u ed a entonces á la cria tu ra
q u e apetecer, n ad a q u e b u s c a r , p o rq u e lo encuen-»tr a todo en la fe. P o r eso Dios ha derram ado en
las palab ras de su H ijo u n no sé qué ta n venerable
y te rrib le , que tiene fuerza p a r a a b a tir los espíri­
tu s y c a u tiv a r dulcem ente los corazones. L a fe hace
nacer la h u m ild ad ; y esta preciosa v i r t u d , gloria
y h o n o r del cristianism o, lleva siempre en torno
de sí la celestial com itiva de todas las gracias y
b en dicion es, gobierna y em peña fuertem ente á la
v o lu n ta d p a ra que patentice y asegure la creencia
con las obras. Am alia pen etrad a de la gracia , y
lleno su espíritu de aqu ella luz q u e viene de lo
alto p a ra g u ia r á los m ortales p o r las sendas de la
■paz y de la e q u i d a d , en sus obras y p alab ras se
.-parecía al movim iento de los cu erp o s eléctricos,
■que arro jan fuego p o r todas p a r te s : no juzga ya
d e las cosas sino p o r la fe y según las reglas del
Evangelio. N i se aficionó jam as á objetos viles y
■ridículos, ni las ideas del lujo la fascinan , ni los
caprichos mugeriles la enloquecen. Despreciando a
los catorce años el fausto y los a d o rn o s, opuso a
los atractivos del m u n d o la vida del retiro , una
sucesión v e n tu ro s a , u n a preciosa cadena de ocu­
paciones nobilísimas. Los prim ores del hilo y de la
a g u ja , q u e m erecieron los sublimes elogios con q u e
lo s oráculos divinos canonizaron las domésticas la<bores de la m u g e r f u e r t e : el estudio de las lenguas
«ábias l a t i n a , e sp a ñ o la , alem ana, francesa é italia.íia 5 que a p ren d ió con la perfección q u e m uestran
sus escritos; el arte de analizar las id eas, d iscu rrir
c o n f in u r a , raciocinar con precisión é invencible
í r m e z a , q u e llam am os d ia lé c tic a ; la h is to r ia , que
a b re el comercio con los varones ilustres de la aa-tigüedad, y llena de u n a prud en cia a n tic ip a d a ; la
le c tu r a de los libros san to s, q u e eran todo su con■suelo y com o su cotidiano a lim e n to , la sencilla, la
¿nimltable , la divina narración de Moisés , que
releva en g ran d o r celestial el e s p ír itu , y le reforma
■viendo la im p ertu rb ab le magestad de la v i r t u d , las
•funestas consecuencias del vicio, la nada del poder
Jiumano-, y el triunfo p e r p e tu o y brillante de la
v e r d a d , y el egercicio frecuente de Ig altísim a con­
tem p lació n , que la encendia p o r instantes en el
a m o r de D i o s , llenab an deliciosamente todos los
m om entos de su vida. De a q u í , de a q u í es de d o n ­
de recibió Amalia aquella elevación de alm a , aque­
lla grandeza de e sp íritu que jam as p u dieron contra*restar ni a b a tir los sucesos mas terribles.
Y c ie rta m e n te , señores, ¡qu é nuevo género dé
prodigio fue ver á la regia virgen en la p rim av e ra
de los a ñ o s , cuan do la razón es d é b il, la im agina­
ción inconstante y volátil , cuando las pasiones
hierven h o rre n d a m e n te , y circula p o r las venas
el fuego voraz de la concupiscencia , y el p u d o r,
la m o d estia, las virtudes todas padecen lastimosos
n aufragio s; q u é espectáculo ta n agradable á los
ángeles y á los hombres fue ver á la jóven Amalia,
Princesa y o p u le n ta , inm óvil á los pies de los a l­
ta r e s , ó delante de la im á g e n de Cristo crucificado,
en u n o ratorio horas enteras exhalar en tiernas as­
piraciones u n corazon p u r o , recibiendo las c o m u n i­
caciones celestiales q u e in u n d a n sus potencias! ¡Ah!
N o , no e r a , señores, la oracion de Amalia como
las de los ju d ío s , que m oviendo friam ente los la­
b io s , glorificaban á Dios con la boca al mismo
tiem po q u e su corazon corria vagabundo p o r los
negocios y grangerías de la tie rr a : n i como la de
cierlas gentes que p ro n u n cian m uchas cosas, y re­
p iten m u ltitu d de p re c e s , jpero sia fijar su n a tu ra l
lig ereza, sin v a ria r n i a u n m om entán eam en te sus
afectos. L a oracion de A m alia era u n tra to suaví­
s im o , íntim o y delicado con Dios, p o r cuyo medio
in tro d u cid a su alm a en el santuario de la div in i­
d a d , le manifiesta sus tibiezas, le descubre las ten­
tacio n es, recoge todos los pensam ientos, s u jé ta la
im ag in ació n , y puesto su rostro ju nto á la pared
p a r a evitar hasta la mas ligera distracción , retirad a
de los sentidos, aten ta y recogida sube á la p arte
mas sublim e de su sér : allí gusta Dios que le in ­
v o q u e n , allí d erram a la llu v ia a b u n d a n te de sus
g racias, allí le m u estra á cam in ar con paso noble
y constante p o r las sendas rectísimas de la v irtud ,
a l l í la descubre las astucias del enemigo , allí la
enciende con p alab ras de fuego, allí la V erd ad d i­
vina con suavidad y compasion le hace sentir la
gravedad y el h o r ro r q u e merece la culpa. ¡Qué
impresiones tan activas y fuertes causa en el cora­
zon de Amalia el n o m b re sólo de cu lp a venial!
¡Qué aborrecim iento! ¡Q ué lágrim as! ¡Qué suspi­
ros! Liclita A m a lia , ¿ p o r q u é suspiras? ¿ C u á l es
la causa p o rq u e oscurecida la herm osura de t u
sem blante, ríos ardientes de lágrimas se despren­
d en de tus bellos ojos? O í d l o , señores, y asom^
braos. H a b e r proferido siendo todavía m u y niña
u n a ligera m en tira , tem iendo la reprensión p o r
h a b e r tom ado u n dulce sin consentim iento de su
A y a , y h a b e r danzado alguna vez p o r obedecer á
sus m ayores , y cediendo á las instancias de altos y
resp etab les perso nages, q u e se com placían en los
gracejos de la tierna In fa n ta . Estas eran las abom i­
naciones 5 estos eran los pecados ; pecados y abom i­
naciones que le causaron ta l h o r r o r , ta l confusion
y agonía de e s p ír itu , que co m p un gid a pedia al
S eñor p e rd ó n todos los días , y llo rab a continua­
m ente en la a m a rg u ra de su corazon. P o r estas fal­
tas Ügerísimas, si es q u e en edad tan tierna podían
«er fa lta s, i tantas lág rim asf ¡ta n to s suspiros! ¡tan
asombrosa penitencial.... ¡ G r a n Dios! ¡C uán altos
é inescrutables son vuestros consejos! ¡De qué modo
ta n asombroso vais form an do en esta augusta P r in ­
cesa aq u ella S o b erana m aravillosa , que siendo emi­
n entem ente c ristia n a , sea tam bién R eina católica
según la m edida de vuestro corazon !
¿ Q u ié n c r e y e r a , señores, quién crey era q u e ele^
v an do el Todopoderoso á tan g ran de a ltu ra de vii^
t u d á la cán d id a Amalia , q uería m anifestar ai
m u n d o que nuestra E spaña era la N ación mas
fa v o re c id a , que a p ia d a d o de la católica E spaña
q u ería d e rra m a r sobre ella con larga m ano sus mísex'icordias? Así es: corren los siglos, v uelan las
e d a d e s , llega el tie m p o , y tiene cum plim iento el
o ráculo d iv in o .¿ Q u é decís, divina s a b id u ría ? ¿ C o n
qu ién habíais? Al oír vuestras palabras se en g ran ­
dece mi e s p ír i tu , siento que un jú b ilo activo á m a ­
n e r a de llam a p en etra dulcem ente m i corazon. Los
p a d r e s , d ic e , p ro p o rcio n an la casa y Jos bienes;
p ero la m uger sábia y p r u d e n t e , la m ug er cab al
en el cum plim iento de la ley de Dios y gobierno
de su familia , á quien no le falte p re n d a ni v irtu d
n i n g u n a , p a ra que sea m odelo de b u en a esposa.
Dios la da. A labanza y loor eterno al P a d re de las
m isericordias, q u e enriquecia con dones ta n sobe­
ranos á la jóven Am alia , p a ra q u e brillase sobre
el trono de los R ecared o s, de los F e r n a n d o s , de
los J a im e s , de los Alfonsos y Felipes. A m alia , la
piadosa A m a lia , R eina de ambos m u n d o s , cual
jo y a r a ra y p re c io sa , como herm osa nave cargada,
de riquísim as m ercan cías, viene de países m u y dis­
tantes. E sp aña gloriosa ya por tener u n a R ein a
digna de com pararse con las mas ilustres y santas
Princesas que la precedieron, celebró el triunfo con
demostraciones patéticas de jú b ilo . N o mendigó
Am alia con vanas apariencias,las aclamaciones en-,
gañosas de los p u e b l o s : no ostentó a los ojos de la
N ació n y del M onarca ni f a u s to , ni jo y a s, n i . t r e ­
nes escesivamente lujosos : vestida sencillam ente
con la b lanca estola de la in o cen cia, y recam ada,
con el oro de la discreción y m o d e stia , hacía b r i ­
lla r en todas sus acciones la sab id u ría , la cle­
m encia , la augusta gravedad , la circunspección
y p ie d a d , q u e son los bellos adornos de la d ig ­
nid ad R e a l , y la alegría y embeleso de los v a ­
sallos.
Bien s é , señores, q u e en las cdrtes de los g ra n ­
des Principes se e n c u e n tra n las pasiones mas finas^
los intereses mas delicad os, los placeres mas esquisitos, las esperanzas q u e mas em peñan. L a lisonja,
la adulación , todos los vicios sucesivamente asal­
ta n al c o ra z o n , le p o n en delante los mas fuertes
a tra c tiv o s , los halagos mas p en etran tes : los ojos del
alm a y del cuerpo q u ed an á un mismo tiem po des­
lu m brado s y heridos al golpe de m il halagüeñas
perspectivas. N o re n d irse , precaverse del viento
abrasador de la c o r r u p c ió n , q u e se in tro d u ce con
sutileza casi im perceptible p o r todos los sentidos,
es un prodigio m uy semejante al de los tres jóvenes
famosos, que an d u v iero n en tre las llamas voraces
d e Babilonia sin la m enor lesión : p o r q u e a l fin , la
v o lu a ta d de suyo es f la c a , loca y p r e c ip ita d a , el
camino resbaladizo, todo conspira á d is tr a e r , divi­
d ir y c o rro m p e r: titu b e a la r a z ó n , dice SanA gustin , vacila la fortaleza en semejante ocasion : a c u ­
did , fe d iv in a , vos únicam ente sois poderosa de
sostener á la c ria tu ra deleznable en tan peligroso
com bate : titubât ra tio , a c c w r e , F id es, accurre*
N o temáis : la v irtu d triu n fa d o ra del m u n d o es
la fe , q u e gobierna á la virtuosa Amalia , y la
guia rá cuidadosamente por las sendas de la equidad.
¿E s necesaria u n a vigilancia sum am ente activa,
u n a atención c o n tin u a ? A m alia g u a rd a escrupulo­
samente los sentidos : no deja estas p uertas p o r
donde fácilm ente se in tern a la m u e rte del pecado,
sin la vigilante centinela del tem o r de Dios. M ira
de c o n tin u o hácia el oriente p o r donde nace el sol
de ju s tic ia , de qu ien viene la luz de la f e , q u e la
cerca dia y noche con su divino resplan do r. N o se
la acercan los influjos malignos de la v a n id a d , ni
la sorprenden los engaños artificiosos de la lisonja:
n o tendremos la desgracia de que se deje ver nu b e
alguna , ni la m eno r som bra que p ueda oscurecer
el brillo de u n a vida que tod a debe ser luz. L a fe
sirve de a y o , y la conduce con seguridad p o r el
in trin cad o l a b e r i n t o , y precisa al cortesano escesi­
vam ente crítico y m o rd a z , q u e n a d a p e rd o n a á los
P rín c ip e s , á sellar sus labios y re sp e ta r aso m brad o
la v irtu d p u r a de Amalia , m irán d o la respetuoso
como m odelo de R eina católica; la f e , m u estra que
debe llevar siem pre g rab ad a en su corazon y sem­
b la n te de u n m odo p a r t i c u l a r , co rresp o n d ien te á
la elevación de su g e r a r q u í a , la imágen de la m agestad divina. P o rq u e la au to rid a d soberana es el
m ayorazgo de la n atu raleza d iv in a , á la cu al p e r ­
tenece en propiedad la independencia y soberanía.
P o r la creación somos n a tu ra lm e n te sus vasallos,
p o r la redención hijos predilectos. D espreciando al­
tam en te las doctrinas profanas de tantos escritores,
ciegam ente apasionados por el lib e rtin a g e , que li­
sonjeando las pasiones tienen p o r único objeto in s­
p ira r h o r ro r á la R e lig ió n , y un. am o r frenético á
la in d e p e n d e n c ia , orilland o tam bién las ideas b r i ­
llantes de tro n o s , p a la c io s , e g é rc ito s , fortalezas,
todo el esplendor y p o m pa q u e cerca á los P r ín c i­
p e s; levanto mis ojos hasta aqu el Dios gran d e y
terri])le. Desde aquella magestad infinita veo des­
cend er sobre los M onarcas u n ray o de gloria y a u ­
t o r i d a d , á la que ju stam en te doy el no m b re de
s o b e ra n ía , cond ucto ra de todos los bienes q u e son
apetecibles en el o rden social : esta s o b e ra n ía , q u e
viene de D io s , es el p o d er universal y absoluto de
m a n d a r y hacer la felicidad de los pueblos q u e
están sujetos á su dom inación. P o r m an era q u e el
n o m b re de R eina c a tó lic a , es p ro p iam en te el de
m ad re t i e r n a , bienhechora g e n e r a l , espejo limpísi­
m o , de donde reflejan con vivaz actividad hacia
sus vasallos todas las v irtu des Reales y cristianas.
A ho ra b ie n : ¿ q u é v ir tu d quereis sea el objeto
de vuestra a d m ira c ió n ? E l corazon de Am alia fue
como el cen tro de la m isericordia, de donde salian
im petuosam ente rios caudalosos de beneficencia^
q u e in u n d a b a n con sus copiosas avenidas las espe­
ranzas de los infelices, sin q u e jam as lo p u d ieran
agotar. Allí puso la p ie d a d su s illa , la h u m ild a d
su dosel, la religión su tro n o , la devocion su a lta r,
su deliciosa habitación el coro de las v i r t u d e s , de
u n modo tan asom broso, que cada u n a parece p re­
ten de la p r im a c ía , y ser el mas ilustre orn am en to,
la mas esencial p r e ro g a tiv a , y el carácter bellísimo
d e là dignà Esposa del mas am ado de los M onarcas.
F ie l y solícita com pañera de F e r n a n d o V II ¿causó
jam as la m enor molestia al au gu sto Esposo? ¡E h !
n o lo diga y o : h a b l a d , h a b l a d , am able y angus^
tiad o M o n a r c a , d e c id : ¿Q u é observasteis en la c á n ­
dida A m alia? Enagenado á vista del c o n ju n to de
tan tas perfecciones, soliais re p e tir con frecuencia
q u e os hab ia d ad o el cíelo en A m alia u n a E spo sa
inocente como A na , com pasiva com o Ester , h u ­
m ilde y herm osa como S a r a , p r u d e n te como A bi­
g a i l , en todo ad m ira b le como u n ángel. E n efecto:
colocada al lado del R ey como u n genio celestial
p a ra end ulzar las am arg uras del m a n d o , p a r a im p ló r a r en su favo r las divinas b en d icio n es, era su
am o r conyugal e n c e n d id o , p u ro , tiern a m e n te p e r ­
fe c to , si ho igual acaso el mas p arecido al de la E s­
posa de los cantares : tenia en su corazon esculpida
la imagen del R ey F e r n a n d o : vivia ú n icam en te
p a ra Dios y p a ra su E sp o so ; en todas las cosas lo
veía y escuchaba ; ni u n sólo p u n to se separaron
su corazon y sus obligaciones. ¡C u á n solícita es­
tu d iab a la v o lu n tad del R ey p a ra co n fo rm ar ente­
ram en te la suya! ¡Con q u é p u n tu a lid a d p ro c u ra b a
p rev en ir sus deseos y c u a n to podia com placerle!
i Q ué do lo r ta n a c e r b o , q u é sobresaltos sentia su
espíritu en las dolencias que a lte ra b a n la salud del
R ey! ¡Con q u é exactitu d y cariño p ro p in a b a p o r­
si misma los remedios ! L e asistía todos los dias con
sus oraciones, jam as ofrecía al Señor el sacrificia
de su corazon y de sus labios sin p ed irle con lág ri­
m as que mirase con ojos de misericordia á su Es**
p o s o , que protegiese con brazo om nip otente sus
sinceros deseos, las sábias providencias q u e sólo
resp iran la felicidad de sus vasallos. N a , cierta-*
m ente no existia en toda la M o n a rq u ía vasallo
g ran d e ni p eq u eñ o p a r a q u ien la R eina n o fuese
m o d e la del a m o r , respeta y sumisión q u e se debe
a l Rey : obediente y d c k i l, ta n su b o rd in a d a estaba
su v o lu n ta d á la del R ey q u e sin su consentim ien­
to espreso n u n c a le p erm itió su delicadeza y pro-«
fu n d a h u m ild a d salir de palacio , n i a u n p a ra
egercitar obras de c arid ad en los hospitales y esta­
blecim ientos de beneficencia.
N a d a realza mas el m érito q u e la h u m i l d a d ; la
h u m ild a d hace am able la g ra n d e z a , y recíproca­
m en te la gran deza hace resp etab le á la h u m íld ad i
un idas am bas form an u n personage em inen tem en te
ag rad ab le y perfecto á los ojos de Dios y de los
h am b res. H e a q u í la causa de aq u el entusiasmotierno y afectuoso con q u e volaba de lengua e n
lengua el b u en n o m b re y santidad de A m alia , s ia
q u e la maledicencia y la calum nia se atreviesen
jam as á asestarla sus tiros. E lev ad a sobre el p i n á ­
c u l o , sentada en el t r o n o , su corazon sencillo y
h u m ild e n a d a apetece de lo h u m a n a y terrestre,,
d e n a d a se e n g ríe , á n a d a aspira. Insensible a l li­
sonjero m u rm u llo q u e lev an ta el aplauso en to rn d
de sus v ir tu d e s , desprecia con generoso desden el
v il incienso de la lis o n ja ; y el perfum e oloroso q u e
se la ofrece en los te m p lo s, lo en cam in a interior-*
m ente al S eñor com o debido prin cip alm en te á la
magestad divina. ¿ Q u é no p u d iera yo decir a q u í de
lo agena que v i v i ó , ó mas bien de su invencible
avei’sion á todo lo q u e respira fausto y magnificen-*
c ia ? Siem pre m iró como estraña la pom pa de que
ib a r o d e a d a : solamente se esplayaba libre y des^
em barazadam ente su a l m a , en los instantes en que
se h allab a sin la serv id u m b re y sin los aparatos de
respeto. Precisada en ciertos dias á vestir ricas y
delicadas te la s , q u e la hacian respetable á la vista
del p u b lic o , tenia puestos sus o jo s, su corazon y
8US afectos en solo Dios. [ C u á n ta s veces arrasados
sus ojos en lágrimas diria como E s te r al S e ñ o r : Vos
m e sois testigo del h o rro r con q u e m iro este a p a ra ­
to ostentoso de vanidad y lu j o , q u e m e veo preci­
sada á m o strar á la vista de m i p u eb lo en todos los
dias de c e r e m o n ia ! De su p ro fu n d a h u m ild a d , de
a q u í nacia aq u ella afable esterior m o d estia, aq u e ­
lla noble y h eroica tim idez , q u e e n c a n t a , q u e
e le v a , q u e electriza á los amigos de D io s, á los
que saben conocer y estimar justam ente el m é rito
y quilates de la v i r t u d ; heroica tim idez, que acos­
tu m b ra n g r a d u a r los políticos de cortedad de ge­
nio 5 de d eb ilid ad de carácter. ¡ O san ta tim idez.
g u a rd a de la i'nocénciai De ti nacià aqu ella re p u g ^
Jiancia á mezclarse en los negocios d el Gobierno^
fio obstante el cariño estraord inario q u e la mostra.*
b a su augusto E s p o s o ,.y la g rand e estim ación que
hizo siempre de su b u e n ju ic io , d e su singular pru*dencia y vastos conocimientos*
P ersu ad id a de. q u e el círculo de sus deberes reíduciase precisam ente a l cuidado vigilante y conti­
n u o de su p ro p ia santificación y de la d e sus do-*
m ésticos, p a ra que el b u e n olor de Jesucristo se
estendiese p o r todas p a r t e s , los desempeña con i n ­
decible d iscreció n , solicitud y p ru d en cia. Lejos de
lisonjearla la facilidad q u e la ofrecía el ser d u eñ a
del corazon del R e y , p a ra entrom eterse en el la ­
b erin to de p reten sio n es, solicitudes y negocios de
la M o n a r q u í a , estaba atem o riz ad a considerando sit
inm ensa estension y g r a v e d a d , com o u n peso el
mas m olesto y pelig ro so, como el gran d e escollo
de los R ey e s; deshacía su corazon en la presencia
de D io s, pidiénd ole com o D avid diese al au g u sta
E s p o s o , celestial inteligencia pai'a discernir los
m andam ientos , y reglar á ellos exactísim am ente
sus juicios y p ro v id e n cias: q u e le concediese como
á Salom on la s a b id u r ía , inspirase como á los L u i ­
ses , á los Recaredos j F e r n a n d o s , deseos, palabras
y resoluciones v erdaderam ente dignas de u n Sobe­
r a n o , q u e lleva consigo el n om b re y la gloria de
g r a a p ro s a p ia ; en f i n , que n a d a q u i e r a , piense.
ni obre sino 16 q u e sea del divino a g r a d o , p a ra daß
cu m plim iento á los designios de la Providencia.^
¡Q u é grand e me pareceis, in im itab le A m alia, en la
sencillez de vuestra co nd ucta ! ¡Q ué elevación, q u é
gloria ta n sòlida descubro e n los mismos pasos q u e
al parecer del m u n d o os ab aten ! ¡O pru d en cia so­
b eranam ente esquisita , jam as conocida de los so­
berbios hijos del siglo! ¡Ó h u m i ld a d , fuente c a u ­
dalosa de d u lz u ra s, piélago inm enso de luces! ¡Qué
tesoros d e sab id u ría derram aste sob re Amalia!
E r a en v e rd a d la R ein a sábia de E u ro p a y y acaso'
escedia á las m as ilustradas d e cuantas celebra la.
a n tig ü ed ad . Conozco bien el siglo en q u e vivimos^
y el género de erudición que precia y ap lau d e es-)
oesivamente. U n a tu r b a d e filósofos q u e á pretesto)
de hacer renacer el g u s tO ’ y delicadeza de la anti-g ü e d a d , tan to como ha ad elan tad o en las ciencias
n atu rales ha p e rd id o p o r p a rte de la sencillez de,
la f e , prodiga y d erram a á m a n e ra de diluvio u n a
porcion de obras despreciables, en las que se halla;
p re p a ra d o el veneno con m ano d ie stra , y se a p r e n ­
de únicam ente lo que se debia ig n o r a r : obras der
a b o m in a c ió n , q u e solicitan in u tiliz a r la r a z ó n , y
r e d u c ir á la condicion de bestia á la c ria tu ra ra^'
cional que nació p a ra ser hom bre. L a R eina pre-:
veía las funestas consecuencias, su talento vivo y
p en etran te que ella solia llam ar desgracia, le hacia
llevar la im aginación mucho m as lejos de lo que.
literalmente leía. D e te s ta b a , ab orrecía de m u e rte
estas obras hijas del espíritu d e las tin ie b la s ; en el
colmo de su ir a , p o r su R eal m an o las a rro ja b a c o a
indignación á las llamas. M ira b a ese trasto rn o de
la r a z ó n , el abuso escandaloso q u e se hace del in ­
genio y de la elocuencia como u n p re lu d io de la
apostasía que profetizó San P a b l o ; se aflígia según
la g ran fe y sinceridad de su corazon de v iv ir e n
tiem po de tam añ a perversidad: sus oraciones y de­
seos no tenían o tro o b je to , sino p ed ir con lá g r i­
mas dia y n o ch e, q u e desapareciese esta señal tan
funesta y sensible de la ira de Dios sobre su p u e­
blo . Así q u e , la sabiduría de A m alia era el estudio
constante de las verdades etern as, las ciencias sóli­
d a s , que guian al h om bre p o r los caminos de la
v e r d a d , destruyen el e r r o r , y p ro p o rcio n an bienes
sólidos y singulares á la h u m an id ad . H izo en ellas
adm irables progresos: diríase q u e p o r u n a gracia
p a r tic u la r del espíritu de luz q u e inflam a los e n ­
te n d im ien to s, hab ia asaltado los reinos de la in te ­
ligencia, y héchose d u e ñ a de lodos los conocim ien­
tos útiles.
V ed la en las casas de e d u c a c i ó n , en las u n i­
versidades y academ ias, en los establecim ientos y
talleres de las a r t e s , vedla haciendo indagaciones
p r o f u n d a s , preg u n tas csquisitas q u e lle n a n de
adm iración á los mas sábios profesores. C á d i z , V a ­
le n c ia , Barcelona y Zaragoza re c u e rd a n to d av ía
con asom bro los medios o p ortu no s y fáciles, que
sugerió p a ra m ejo rar y lle v a r á perfección los
establecimientos hasta en el mecanismo espedito,
delicado y p ro n to de los artefactos. E r a á la v e r­
d ad su imaginación fecundísima , m u y elevadas y
singulares sus ideas en todos los ram os de in stru c­
ción y felicidad publica.
N o h ab laré de su ingenio p o é tic o , de aq uel
espíritu divino creado p a ra decir cosas grandes y
sublimes. ¡ O ! leed , leed el cántico tierno y sublime
q u e dirigió á los V o lu ntarios Realistas de M a d rid
al entregarles la b an d era b o rd ad a prim orosam ente
p o r su R eal mano. T rasp o rtad o vuestro espíritu,
creereis estar viendo á los J o su e s , á los Davides,
á los E z e q u ía s , á Jiidas y á J o n a ta s , ínclitos m ach ab eo s, al frente de sus tr o p a s , de aquellos homJjres p rod igio sos, rayos en la g u e r r a , modelos de
d u lz u ra en la p a z , á u n tiem po soldados valerosos
y grandes santos. ¡ C uán a d m ira b le m e n te describe
la carrera lum inosa de gloria y p ro b id a d que
deben seguir p a ra llegar á la cu m b re del heroismo!
¡O máximas preciosas, dignas v erd ad eram en te de
u n a Reina católica!.... ¿P o d ré dejar de com pendia­
ros p a ra la utilid ad p ú b lic a , p ara h o n ra inm ortal
de la difu n ta A m a lia ? Veréis allí q u e el entusias­
m o del V o lu n tario que ciñe la e s p a d a , no ha de
ser un celo t u r b u l e n t o , ciego, sin orden ni razón:
debe ser la obediencia y s u m is ió n : le está pro hib i6
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_
do en lodo sentido ex am inar y critica r las p ro v i­
dencias y órdenes que em anan de la a u to rid a d so­
b e r a n a del M onarca : in tentarlo es un delito atroz,
es tan to como q u e re r rasgar el pecho de la m adre
P a tria con el acero que em p uñ ó p a r a defenderla.
L a piedad es necesaria p a ra t o d o : sin Religión no
h a y P a tr i a , ni Religión sin caridad. E l tem o r de
D ios, q u e es la sólida base sobre q u e estriba el am or
a l R e y , no es am bicioso, no es interesado ni ven^
g a t i v o : un corazon pacífico y sin h i e l , u n a alm a
san ta m e n te reconciliada es el regalo mas agradable
que podemos ofrecer al Todopoderoso. E l eslanid arte consagrado al gran Dios de los egércitos con
la sagrada b e n d ic ió n , es señal de s a n tid a d , m anci­
lla la Religión el V o lu n tario que se entregue á la
e m b ria g u e z , á la disolución y acciones ru in e s ; su
distintivo ha de ser inviolablem ente pu reza de
co stu m b res, honradez y decoro en los procedi­
m ie n to s , honestidad en las p a la b r a s , y exactitud
irrep ren sib le en el desempeño de las obligaciones.
¡ Ó santas m áxim as, bien mereceis que os lleven en
triu n fo p o r la vasta estension del im perio español;
dignas, m u y dignas sois de q u e d a r h o nd am en te gra^*
badas en lodos los c o ra z o n e s !
Leed la vida de San F e rn a n d o q u e escribió la
augusta A m a lia , las letrillas p a ra d a r gracias á
Jesucristo sacram en tad o , los versos al corazon de
Jesú s: la t i e r n a , la perfecta p lu m a de la Reina no
c u e n t a , p in ta con vivacidad y delicadeza la dui-“
z u r a , la efusión celestial de su encendido corazon,
recrea d ivinam ente las almas con lo b e l l o , con lo
s u b lim e , con lo honesto , con lo ú t i l , lo j u s t o , lo
m as santo : parece descub re la fisonomía pro pia del
am o r d iv in o , de la devocion á la Santísim a Virgen,
q u e habia m am ado con la l e c h e , la hace nacer en
los corazones ; la v irtu d en sys manos tom a nu ev a
b elleza, el d o lo r y arrep en tim ien to a rran ca lágri­
mas y sollozos; con tinu am en te arde el fuego que
tra jo del cielo el divino R eden tor , a b ra sa hasta los
yelos. L eed con atención los N ovenarios de la
Presentación , del Santísimo Cristo llam ad o del
P a r d o , de la E n c arn ació n del V erb o divino. ¡G ran
Dios! ¡Q ué inteligencia de las cosas mas aitasi
¡Con q u é magestuosa seguridad se la ve in te rn a r
p o r las sendas ard u as y difíciles de la mística! ¡Qué
sab idu ría tan llena de l u z , de celo y de fervor!
¡Q ué p u reza en u n lenguage q u e no era el nativo!
¡Q ué espresiones tan sublimes! ¿ P u d ie ra u n consu­
m ado teólogo esplicar con m ay o r c la r id a d , preci-»
sion y limpieza misterios tan e n cu m b rad o s? ¡C uán
adm irab le aparece este género de escritos en la
p lu m a de u n a Reina to d av ía jóven ! ¡ C u án noble,
c u án tie r n o , cu á n divinizado era necesario tuviese
el corazon p a ra escribir ta n delicadam ente! Diríase
q u e el espíritu santo le d ic ta b a , ó que la sublime,
la incom parable Teresa de J e s ú s , cuyos celestiales
escritos leía con a h in c o , placer y fre c u e n c ia , guia­
b a su p lu m a.
E scribía la Reina con ta l p rim o r y delicadeza,
p o rq u e la fe anim ada coloca al espíritu en u n a
certid u m b re infalible. Resueltas todas las dudas,
disipados todos los errores n o p o r la evidencia de
la r a z ó n , sino p o r la au to rid a d soberana irrefraga­
ble y firme mas que los sólidos raciocinios; descan­
sa el entendim iento tra n q u ilo en la lu z clara de la
v e r d a d , prefiere siem pre el d ictám en de la f e , que
es la razón del c ristia n o , al del a m o r p r o p i o , dis­
c u r r e como la s a b id u r í a , habla como la verdad,
o b ra en todo como la p ru d e n c ia y Religión. P o r­
que unida entonces la v o lu n ta d á la regla in m u ta ­
b le que corta todo lo superfino de los movimientos,
en cu entra u n a consistencia i n m u ta b le , u n a santa é
in alterable paz. Rectos s o n , decía el Profeta , los
juicios de D io s , y colm an de regocijo al corazon,
lo ponen en la disposición co nv eniente, en el ver­
d ad ero p u n to en que consiste la perfección. N i las
h o g u e ra s, ni los eciileos, ni los hierros hechos b r a ­
sa , ni la m u e r t e , ni la v i d a , n a d a es capaz^ de
ro m p e r la unión estrecha con D ios, n ad a p u ed e
desviar á la c ria tu ra de los caminos de la equidad.
E n v e r d a d , ¿ q u é cosa ta n a tr o z , tan terrible fue
poderosa de p e rtu rb a r la tra n q u ilid a d de la incom ­
p a ra b le A m alia? R e c o rd a d , recordad p o r un solo
m om ento aquellos dias de lu to y de h o r ro r , de
m engua y de o p r o b io , cuan do el genio de la revo­
lución como u n h u racan v io le n to , que se form a en
m edio de los dias mas serenos, y hace que la deso­
lación y estragos pasen can estrépito a te rra d o r d e
u n pais á otro ; semejante á los tem blores de tierra,
c u y a repercusión se siente en los pueblos mas dis­
ta n te s , agitando los ánim os con la engañosa espe­
ra n z a de u n a libertad im a g in a ria , y unidos sus
secuaces á m anera de gigantes, á viva fuerza socab a lía n el p alacia de la S oberanía y d e la Religion;
ved á la inocente R eina en el retiro de su p alacia
con un Crucifijo en las m anos, penetrad a de dolor,
sólo p o r v er sacrilegam ente ofendido á Dios , á
q uien ansiaba ver am ado de todos : n i u n a ligera:
señal de im paciencia ni resenlim iento se deja v e r
en su persona : jam as sus labios p ro n u n c ia ra n frase
q u e no fuese de paz, de a m o r y de concordia : com a
la sangre de Jesucristo derram ad a sobre la tierra,
no pide venganza sino misericordia y perdón. Sí,
candorosa A m a li a , tii eres la v erdadera Abigail,
q u e contienes y suavizas los enojos; t ú la q u e a n i­
velas los genios y concilias la p a z , p a ra que u n
lazo fuerte y precioso, que es el de la c a r i d a d , es­
treche de u n a m an era indisoluble todos los corazo­
nes. E n el lleno de la a m a r g u r a , en aquella jo r n a ­
d a m alh ad ada en q u e gimió m om entán eam en te su
degradación la magestad R e a l , y can tó e fím e ra
t r i u n f ó l a desaladora a n a r q u í a , la i m p e r t u r b a b l e
A m alia estaba o cu p ad a en solo D ios, y en consolar
á su augusto Esposo. |Q u é traspor*les , q u é d eli­
quios de la m as ferviente devocion! ¡Qué ruegos
ta n ardientes dirigía al cielo! ¡Q ué votos tan sen­
cillos y gratos á los santos! ¡Qué h u m ild e sum isión
á los terribles decretos de la Providencia! L a espe­
ran za hizo arro jar la áncora a l cielo, y la dió in ­
m u ta b le consistencia. L a trib u lació n es el crisol
donde se refina la v i r t u d : a u n q u e tiem ble la tierra
h asta sus c im ie n to s , y se tra sto rn e tod a la n a t u r a ­
le z a , perm anece firme la esperanza. E l ojo d e l
Señor vela sobre los justos: el mismo fuego hace
b r il l a r el oro y h u m e a r la paja : las mismas t r i b u ­
laciones consum en á los malos y purifican á los san­
tos. In m d b le A m alia á los pies del C ru cific ad o , se
c o n s u m e , sécase de p e n a , viendo los golpes fieros
y repetidos que sufre p o r todas partes el edificio
de la Religión y de la M o n a r q u í a ; su fervor se in­
flama poderosam ente; ora sin cesar, d erram a lágri­
m as c o n tin u a s : con v o lu n ta d resignada ofrece en
sacrificio su p ro p ia vida : M uera j o , dice , porque
tñva m i pueblo^ y se restablezcan en su vigor las
leyes que u n tiempo lo hicieron poderoso y feliz;
b rille la p ied ad . L a oracion fervorosa y h um ild e
de A m alia p en etra los cielos, y tru e n a el Dios de
los egércitos desde el e m p íre o , se conm ueven las
g en tes, cae h e rid a como de m u e rte la h id ra infer­
n a l , y renace la paz y la alegría. M ientras España
en to n a him nos de gracias al Dios de las misericor*
d ia s , el p ia d o s o , el am ado F e r n a n d o , testigo de
las virtudes y ardientes suplicas de A m alia , se
com place a trib u y e n d o la anticipación de los dias
tra n q u ilo s y serenos, y los demas sucesos próspe­
ros de su r e i n a d o , á los méritos y oraciones de su
angelical Esposa.
E n verdad q u e la fe viva tiene las llaves del cíe­
lo , tra sp lan ta los m o n te s, es á r b i tr a de la vida y
de la m u e r te , can al seguro p o r donde reciben los
h om bres el tesoro inagotable de d ic h a s q u e los hace
amigos de Dios. L a fe d iv in a , esta an torch a res­
p la n d e c ie n te , q u e p u r if ic a , que ilu m in a y abrasa
los co razo n es, h ab ia d ilatad o con los favores el de
la R ein a A m a lia , lo tenia pen etrad o hasta el cen­
tr o .p a r a que recibiese el rocío de las gracias celes­
tiales. N o , no es ya el corazon de Amalia como
u n a p iedra escrita p o r la superficie como las tablas
de la le y , es u n a céra d e rretid a ard iend o continua^
m ente en el fuego del divino am or. Jesucristo está
p ro fu n d am en te grabado en todas sus potencias: en
la m em oria p o rq u e la recu erda co n tin u am en te el
único objeto de sus te r n u r a s , q u e es C r is to ; en el
enten dim iento porq ue el am or d u l c e , el a m o r in­
saciab le, el am o r curioso y d ilig e n te , no tiene o tro
p lacer mas satisfactorio que co n tem p lar las perfec­
ciones del am ado : Jesús es p ro p iam en te su alm a y
su v id a .E ste fuego sagrado q u e a rd e y lu c e , activo
y veloz como el r a y o , se c o m u n ic a , pasa al cu e r­
po p o r el egercicio de las virtudes y santas o p era­
ciones. E n efecto , no conocemos lo que hay en el
corazon sino p o r las acciones, habla p o r las obras.
¡ C u á n a d m i r a b le , c u á n divino y herm oso es el
idiom a del corazon de A m aliaI ¡ C u á n tiernos los
egercicios de su piedad c r is tia n a ! ¡ Q uién p u d o p r o ­
n u n c ia r con mas a rd o r y sinceridad aquellas p a la ­
bras , q u e repetia con ta n ta fre c u e n c ia , Bios de nú
corazonl Dios era el de su corazon p o r la vehem en­
cia prodigiosa de aq u el santo a m o r , que contiene
y hace g u a r d a r escrupulosam ente toda la ley. Bios
era el de su corazon, c u an d o en los dias que los
altos personages destinan á la honesta diversión y
descanso, el r e t i r o , la reclusión q u e se gu ard ab a
en la habitación de la R eina c a tó lic a , parecia mas
p ro p ia de u n m onasterio que de alcázar de Sobe­
ranos. Intim am en te p ersuadida q u e p a ra D avid no
h u b o en el solio otro consuelo ni verdadera alegria,
sino c a n ta r acom pañado de su lira las divinas a la ­
b a n z a s ; tenia repugnancia invencible á los teatros
y públicas diversiones. Dios era el de su corazon^
cu an d o al ver la relajación y perversidad de cos­
t u m b r e s , los rápidos progresos de la incredulidad,
la ceguedad y locura de los que prefieren los ídolos
de b a r ro y de carne al Dios de la santidad y de la
s a b id u ría , llorando am argam ente pedia sin cesar al
Señor que se convirtiesen de todo c o ra z o n , que di-
sipase como el h u m o los errores c o n tra la Religión
y los hereges y lib e rtin o s , pertinaces sectarios de
S a ta n a s , p a ra que el catolicismo se dilatase veloz
como el relám pago p o r todas p a r te s , y el n o m b re
y gloria de Jesús hinchese to da la tierra. Dios era
el de su corazon^ cu an d o se le qu em ab a la sangre á
vista del fausto y lujo q u e rein ab a en medio de
ta n ta m iseria, y n ada om itia p a ra d e s te rra r este
m o n struo voraz que hace m o rir de h a m b re á m i­
llares de necesitados. C on la modesta sencillez de
su vestid o, con la severidad de su s e m b la n te , con
la g ra v e d a d de sus p a l a b r a s , hizo conocer q u e no
era prop io de la dam a d isc re ta , de la distinguida
m a t r o n a , hacer gala sino de la d ecen cia, de la h o ­
n e s tid a d , del recato y de la v i r t u d ; q u e eí b u en
ju ic io , la razón de E stado igualm ente q u e la R e li­
g ió n , condenan la p o m p a fastuosa de las org ullo sas, que sólo en el atavío q u e ciñe su cuello llevan
la subsistencia de mil familias desgraciadas, y cuyos
estravagantes vestidos se ven todavía bañados con
el honroso s u d o r , con las lágrim as y sangre del
angustiado artesan o , del tostado y mísero labrador.
Dios era el de su corazón^ cu and o se consum ia de
d o lo r considerando cuán sin rem ordim iento se en­
venenan los ojos con los b ailes, se vician los oidos
con músicas a fe m in a d a s, los corazones se corrom ­
pen con la m olicie, y millones de alm as son presa
del dragón in f e r n a l; y se ofrecia con heroica gene­
rosidad á sufrir todos los males de esta v i d a , y mil
m u e r te s , p o r evitar u n solo p e c a d o , p o r salvar
u n a sola alm a.
Dios era el del corazon de A m a lia ^ cu and o sia
re s e r v a , con indecible generosidad p e rd o n ab a á sus
enemigos. ¿P u es q u é Am alia , la inocente Amalia,
la benéfica Amalia tuv o enemigos? ¿ T a m a ñ a osa­
día , tan h o rrib le y m onstruosa in g ra titu d cabe en
pechos hum anos? ¿ N o llo ran los en ferm o s, los m i­
serables , las viudas , los pupilos , los españoles
todos sin esceptuar estado ni c o n d icio n , p o rq u e
m u rió la bienhechora u n iv e r s a l, la m adre tierna,
la g l o r i a , el consuelo de t o d o s , n u estra am abilísi­
m a S oberana? ¡Ah!.,.. Los enemigos del o r d e n , de
la tra n q u ilid a d p ú b l i c a , de la Soberanía de los
R e y e s , de las prácticas de la R e lig ió n , eran ú n i ­
cam ente los enemigos de la R e i n a : nadie fuera osa­
do á p o n er su lengua m o r d a z , su boca de áspid
en la p u reza de sus c o stu m b res, sin que recayera
al golpe el rayo de la indignación p ú b lica , y el
odio con q u e en todas partes es detestado el cono­
cido y vil calu m n iad o r. Dios pues era el de su co^
razón i cu and o generosamente p erd o n ab a á sus ene­
migos. ¡Qué! ¿E s lo mas d ifíc il, lo mas rep u g n an te
al hom bre sensible, es el colm o de la caridad cris­
tian a olv id ar enteram ente los agravios? ¿B e n d ecir
á los que nos llenan de m aldiciones? ¿ H o n r a r á los
q u e nos persiguen y c a lu m n ia n ? ¿V o lv er en todo
b ien p o r m al? L a R eina jam as conoció los senlrmiéntos de la v e n g a n z a ; h ija v erdadera de la paz,
se com placía p e rd o n a n d o ; su a m o r , su alianza con
el prógim o siempre fue santa , tan firme é in v io la ­
b le q u e nin gú n género de injuria fue capaz de q u e ­
b r a n ta rla . N o puedo reco rd ar sin g ran sensación
la cristiana paciencia y d u lz u ra con q u e los trató,
el jú b ilo especialísímo q u e sentía su c o r a z o n , cu a n ­
do les p ro p o rcio n ab a subsistencia , a c u m u la b a
sobre ellos socorros y favores. C om batía divina­
m en te al odio con la a fa b ilid a d , á la injusticia con
la clem en cia, á las injurias con beneficios. Sí to da­
vía se m ostraban insensibles á las bondades , r e ­
c u rría al que es d u eñ o de los corazones , y tiene
la gracia de a b la n d a r los bronces y los pedernales;
d erram ab a en la presencia de Dios lágrim as a b u n ­
dantes y tiernas p a ra conseguir su b ie n y su salva­
ción : no es b a s ta n te : su caridad los acom p añ a mas
allá del sepulcro. H acia ce le b ra r Misas p o r su des­
c a n s o , cu an do llegaba á sus oidos la noticia del
fallecimiento , co m p rab a Bulas de difuntos é inscri­
b ía sus nom bres. Dios era esclusivamente el de su
corazon^ cu an do o cu ltab a bajo la p ú r p u r a la m o r ­
tificación de Jesucristo , y recogida d e n tro de sí
m ism a , se engolfaba en la p ro fu n d a m editación de
los sublimes m isterio s, y gozaba u n a q u ietu d ine­
f a b le , u n a calm a deliciosa, q u e sólo p uede d a r
la gracia divina y la p ro x im id ad del sumo bien.
Dios era el del corazon de A m a lia ^ tíuando fijas las
dos rodillas en t i e r r a , g r a v e , modesta , inm óvil,
sin volver ja m a s los ojos á otra p a r t e , sin pesta­
ñ e a r asistía al saerificio in cru en to del A l t a r , con
u n fervor, u n a devocion in terio r a rd e n tísim a , m uy
semejante á la reverencia estáticam ente deliciosa
con q u e los ángeles asisten ante el trono del Coi*dero inm aculado. Dios era el de su corazon , cu an­
do con viva com punción confesaba defectos, que
acaso estaban m u y lejos de la cu lp a , y le p a re ­
cían abominaciones que apenas podían espiarse dig­
nam ente con tei-ribles penitencias. Dios era el de
su corazon^ cu an d o con p ro fu n d a religión llegaba
tantas veces á la sagrada mesa á recib ir el P a n
celestial ^ delicias de los Reyes , con apetito de
vida etern a: lo devoraba p o r los sentidos, ru m iab a
p o r el en tend im iento y digería p o r la fe. C o n fu n ­
dida en presencia de la magestad de D io s, la g r a n ­
deza de la tie rra le parecía u n á to m o , menos to ­
davía : nada existe ya p a ra A m alia sobre la haz
de la tierra que merezca atención delante del so­
b eran o dueño de su alm a. F o rm a en su in terio r
u n santo r e t ir o , en donde no veía objeto alguno
capaz de distraerla: allí le ofrece los tres grandes
sacrificios, sacrificio de u n corazon p u r o y h u m i­
lla d o ; sacrificio de alabanza y de g o zo ; sacrificio
de oración y de acción de gracias: entregada total• m ente al divino a m o r, desfallece como la Esposa
de los c a n ta r e s , gim e como la palom a , volando
con el espíritu á los celestiíiles tabern áculo s y p i­
d ie n d o , suplicando‘5 arrojando llam aradas y vol­
canes de fuego s a g ra d o , q u e confu nd e á los malos,
enardece á los tib io s, é infun de p artic u la rm e n te
en sus domésticos el santo tem or de Dios.
A q u í p u d iera rep resen tarla regulando con sumo
cu id ad o y p ru d en cia su familia ^ haciendo u n a
escuela de v ir tu d p a ra todos los que la com ponían,
m an ten ien d o u n orden pasm oso, q u e acaso llen ara
de ad m iración á la famosa R e in a , que de las estremidades- de la tie rra v in o á ver la sabidu ría de
S a lo m o n , y ab so rta h u b iera esclamado : feliz la
edad que dió u n a Princesa a d o rn ad a de tan rele­
vantes calid ad es, sencillez magestuosa, ingenio ag u ­
d o , cará c te r dulce , corazon noble y benéfico que
ta n al vivo representa la im agen bellísima de la vir­
t u d , de la a f a b ilid a d , toda la elevación é inocencia
de la edad prim era. ¡Q ué vigilancia tan activa p o r el
h ie n d e sus sirvientes! ¡.Quédulces p a la b ra s! ¡Guáíi
am able su com pañía! U na sèrie metòdica de ocup a­
ciones útiles nada fastidiosas , licuaba cu m plid a­
m ente los deberes cristianos y políticos que exige
la magestad cató lica: las conversaciones con que
la R eina h o n rab a frecuentem ente á su f a m ilia ,e r a n
lecciones sublimes de a g r a d o , de h u m an id ad y de
p ru d e n c ia : esparcia en sus palabras u n a graciosa
a m e n id a d , fru to delicado de su b uen a conciencia,
de su claro en ten d im ien to y bellísinao carácter:
jam as salió de su boca u n a espresion áspera ó
d e s a b rid a : lejos de h u m illa r con sus reconvenció»nes a l negligente ó al c u l p a d o , se h u m illab a á sí
m ism a en vista de la m isericordia de D io s, y su
celo y viveza se convertía en d u l z u r a , y descubría
u n a alm a n a tu ra lm e n te g e n e r o s a , benéfica y com ­
pasiva. Se anivelaba en cierta m an era á todos sin
d e b ilid a d n i bajeza ; su cortesía soberanam ente
fran ca y sincera c o n q u istab a los corazones. L a enT i d i a , los celo s, las a n tip a tía s , furias domésticas
q u e suelen destrozar con frecuencia las familias de
los p o te n ta d o s , n u n ca se conocieron entre su ven­
tu ro sa servidum bre.
P o rq u e fue siempre la m ansión règia inaccesible
á la m u rm u ració n : n u n ca p erm itió que en su
p resen cia, a u n q u e fuese con m o tiv o de p u ra d i­
v e rsió n , se introdujesen s á tira s , ni se dijese u n a
sola p a la b ra q u e p udiera ofender levem ente al
p r ó g im o ; jam as se hizo á vista de la R eina el me­
n o r agravio á la carid ad cristiana. Perseguía con se­
v erid ad inexorable á la d e tra c c ió n , á la vil intriga,
á la m e n tira , al chisme, a rm a de pechos viles, arm a
atro z y v ed ad a q u e asesina im p u n em en te el h on or
y reputación a g e n a , apoca las v irtu d e s , canoniza
los vicios, autoriza el d e s o rd e n , degüella á la v e r­
d a d , d e s tr u je el mérito.... Pero ¿á dónde voy? Día
v e n d rá si place al divino R e d e n to r , y acaso no
está-lejos el dia g lo rio so , en el q u e desatando
sus lenguas la equitativa posteridad , consagre con
solemne c u l t o , q u e M aría Josefa A m a lia , Reina
de am bos m u n d o s, con p lacer y jú b ilo de su alm a
fue m aestra no solamente de su dichosa servidum ­
b r e , sino q u e tam b ién de la desvalida y po bre
ju v e n tu d . ¿ Q u ién p o d rá represar las lágrimas de
t e r n u r a , viéndola ro deada ora de niños, ora de
cien niñas h u é rfa n a s, á las que in struy e detenida­
m ente con d u lz u ra y cariño de m ad re en las v er­
dades eternas y m áxim as esenciales de la m o ral del
E v a n g e lio , reconoce las labores propias de la edad
y sexo , exam ina y perfecciona el sistema de su
e n s e ñ a n z a , encendiendo en los tiernos corazones
con p r e m io s , con elogios y esp eranzas, vivos deseos
de servir u n dia con la ho nradez y fidelidad ca­
racterística de los antiguos españ oles, á Dios^ al
R e y y á la P a tr ia ? R eu n id a toda la fam ilia en los
dias festivos, m iradla esplicando con noble sencillez,
con adm irab le c larid ad y exactitud los misterios
q u e celebra la Iglesia, haciendo sobre ellos refle­
xiones sublim es, pero las mas vivas y naturales
p a ra q u e penetre en lo posible la p ro fu n d id a d de
los m isterios, descubra los tesoros de la infinita
sab id uría y b o n d ad de D ios, y a g ra d e c id a , em be­
lesada se revista del espíritu de J e s u c ris to , p ro c u ­
ra n d o eficazmente copiar las v irtu des heroicas que
b rilla ro n en los santos. M ira d la en el santo tiem po
de c u a r e s m a , enseñando con g ran tesón la do ctrina
cristia n a , sin fastidiarse, sin desistir, hasta que su
delicadísimo celo q u ed ab a enteram ente satisfecho
de su sólida instrucción. ¡Q ué asom bro! V e d , se­
ñ o r e s , ved á la s a b i a , á la i l u s t r a d a , á la poderosa
R eina de las E spañas presentarse al P árro co al
frente de su se rv id u m b re , p a ra q u e cum pliese los
deberes de su ministerio con severa e x a c titu d , sin
m ira r al rostro ni á los tra g e s , sin aceptación
de p e rs o n a s , prescindiendo absolutam ente de los
respetos que inspira la dignidad R e a l; en una p a ­
la b ra , p a ra q u e la examinase ju n to con la fa­
m ilia , com o si fuera la mas po bre y simple de
su feligresía, como c u alq u ier de las ovejuelas que
contenia en su redil. ¡O h u m ild ad p ro fu n d a! ¡Q u é
elevación de alm a! ¡ 0 alteza de la Religion cris­
tian a! V e n id , venid, grandes de la t i e r r a , q u e em­
briagados con el resp lan do r de la nobleza y grado
em inente en q u e os ha colocado e l nacim iento ó la
f o rtu n a , creeis que ciertas prácticas sencillas de la
Iglesia os degradan y envilecen. ¡ D esdichados! Si
es h o n o r servir con p u n tu a lid a d á los Reyes au n
en las cosas mas pequ eñas, ¿có m o p u ed e ser bajeza
y cobardía ser fieles en todo á Dios y á su Iglesia?
N i sois tan ilustrados ni de ta n alta g erarq u ía como
A m a lia ; no os desdeñeis pues a p r e n d e r de vuestra
R e i n a , nada hay mas g rand e e n tre los grandes que
la obligación de servir m ejor á D io s , y egecutar
las disposiciones de la Iglesia con suma exactitud.
Los Soberanos piadosos quieren se eclip se, y desaparezca tod a la gloria del m u n d o en presencia de
Dios: la h u m ild e sumisión á las ordenaciones y
prácticas de la Iglesia, lejos de dism inuir da m ucho
realce y au m en to á la magestad y grandeza de los
P rín c ip e s , y m u estra b ien á las c la r a s , q u e son
indeciblem ente m enguados y m ezquinos vuestros
p ensam ien to s, que no erais venidos a l m u n d o p a r a
estar en posicion ta n elevada.
V e n id , y a p ren d ed de la R eina á g u a rd a r con
exactitud las disposiciones y preceptos de la Iglesia.
Los dias festivos fuero n siempre p a r a Am alia so­
lem nidades p u r a s , castas, llenas de honestidad y
actos brillantes de Religión. O rillab a enteram en te
el trab ajo m a te r ia l, sin p e rm itir la mas ligera
trasgresion b a jo ning ún p re te s to , n i au n el de
p r e p a r a r lo que correspondia p a ra obsequiar dig­
n am en te á su R eal p erso n a; in terru m p ia la m archa
en los viages á pesar de las incom odidades que p o r
esta causa era necesario s u fr ir: únicam ente aten dia
con la m ay o r diligencia al servicio de Dios y p r o ­
vecho e s p ir itu a l, ocupándose en todo género de
obras de m isericordia y de piedad.
P racticab a la Reina Amalia con fervor y cons'
tan cia obras de piedad y misericordia, cam in ab a
con rapidez p o r las sendas de la e q u id a d ; pero su
corazon se h a lla b a siempre pen etrad o de un g ran
tem or. Conocía el vacío de v irtu d y m erecim ientos
p a ra c u b r ir la deuda inmensa que se co n trae para
con un Dios infinito au n p o r ligeras trasgresiones.
D é b ile s, m u y débiles y desproporcionadas son las
obras del hom bre p o r sí solas p a ra satisfacerla
cum p lidam ente. A m a lia , la religiosísima A m alia
acud ía al inmenso tesoro que nos dejó Jesucristo:
hacia ofrecer m il y m il veces al P a d re eterno lo
nías p recioso, lo mas rico y lo mas a c e p ta b le , el
bien sobre lodos los b ie n e s , que es á su mismo
h i j o , hostia de p ro p ic ia c ió n , q u e en el adorable
sacrificio del A lta r satisface plenam ente. N o tienen
n u m e ro las Misas que hizo celeb rar en v i d a , p a ra
q u e del tesoro riquísim o é inagotable de la precio­
sa sangre del R e d e n to r , recibiesen los lim itados
m éritos de sus obras y oraciones nuevos quilates,
frutos de inestim able valor. Puso siempre todo su
cuidado en no om itir jam as la práctica de las cosas
q u e parecen pequeñas á los espíritus fu e rte s , o rg u ­
llosos y vanos q u e se dejan a r ra s tra r ciegamente
del ím p etu de las pasiones, rezar con pausa y
tierna devocion el santísimo R osario, g a n a r in d u l­
g e n c i a s , leer con suma atención las vidas de los
S a n to s , a d m ira r aquellos prodigios de santidad,
h o n r a r con en trañ ab le y respetuoso cariño las reli­
q u ia s , p o rq u e tenia la sencillez y p ro b id a d de
nuestros mayores.
. ¡Con qué cu lto ta n p a r tic u la r venerò á la Santi-
sima V i r g e n , em peñándola con oraciones y gemidos
en su f a v o r , grangeando su asistencia p a ra que
fuese su m e d ia d o ra , p re n d a y sello de su reconci­
liación ! E n los p e lig ro s , en las aflicciones, en todo
tiem po el n o m b re dulcísimo de M a ría estaba c o n ­
tin u a m e n te en su b o c a , enardecía poderosam ente
su corazon: puso siempre en la intercesión de M a ría
u n a confianza sin límites. N o h a b la ré a q u í de
aq u el testimonio tan a u té n tic o , de la p ru e b a mas
irrefragable de a m o r f ilia l, de singu]ar te rn u ra ,
de especial veneración á esta p u i’ísima Señora que
dió en la im p erial Z a r a g o z a , presentándose en ei
prim ero y mas célebre san tuario de la R ein a de
los cielos casi en trage h u m ild e de penitencia nueve
d ia s , y exhalando a llí su devotísimo espíritu en
trasportes de a m o r y te r n u r a á vista de a q u e lla
angelical Im ágen y colu na sacrosanta. Los diversos
misterios de la vida de la m ad re de Dios eran p a ra
la R eina A m alia otros tantos m an an tiales de refle­
xio n es, de d u lz u r a s , de afectos encendidos y efica­
ces: se derretía su alm a dichosamente abism ada en
la co n tem p lació n , ad m ira n d o á la V irgen S an tí­
sima en su concepción lib re e n te ra m e n te de la
cau tiv id ad de J a c o b , herm osa á m a r a v illa , inm acu­
lada ; en su nacim iento b rillan te como se levanta
la a u ro ra an u n cian d o la próxim a venida del sol
de ju stic ia : en su p resen tació n , ofreciendo al T o ­
dopoderoso una víctim a la mas n o b le , la m as
p u r a , la más preciosa, que hasta entonces co m p a­
reció en los sagrados ta b e rn á c u lo s, ¡q u é gratos
recuerdos! ¡Prodigio m aravilloso de la g racia! ¡ O
presentación de M a r í a , tu venias todos los años á
refrescar en la Reina católica la m em oria de la
vocacion á la f e , del llam am iento á la gracia de
su augusta prosapia! C u n a u n tiem po y apoyo el
mas fuerte de la h e r e g ia , estaba de asiento en las
som bras de la m u e r t e , en la noche h ó rrid a del lu teranism o. Dios como P ad re misericordioso y gober­
n a d o r sáb io d el u n iv e rso , se m uestra p a rtic u la r­
m ente cuidadoso de la R eal casa de Sajonia: la fe
se in s in ú a , la gracia m u e v e , escita, a lie n ta , o b ra
poderosam ente: derrám ase u n to rre n te de lu z celes­
tial sobre el espíritu del g ra n E lec to r F ederico III,
las tinieblas se d is ip a n , desaparece la pertinacia : la
R eal familia de Sajonia se ve prodigiosam ente co­
locada en el sacro alcázar de la v e r d a d , en la luz
clarísim a d e la Religión. ¡C on tam años prodigios
pi"«paraba¡s, Dios m ió , naciese A m alia en el seno
de la Religión ! E r a el dia dichoso en q u e la Iglesia
celebra con jú b ilo singular la Presentación de la
R e in a de los ángeles y serafines en el templo.
A m a lia , la católica A m a lia , poseída en este m e­
m o ra b le dia de la mas cord ial a le g r i a , llena su boca
de las divinas alab an zas, no s a b e , no alcanza á
esplicar la dulce emocion que la enagena. E l cán ­
tico sublim e de Moisés, las espresiones patéticas de
E s t e r , de D éb ora y J u d i t no le parecen suficientes
p a ra espresar la fina g r a t i t u d , la m ayo r delicia que
in u n d a su alm a : levanta un a l t a r magnífico donde
se ofrezca co n tin u am en te al Altísimo el sacrificio
in c r u e n to , q u e p e rp e tú e hasta las ú ltim as genera­
ciones su agradecim iento 5 y las recuerde que h a b e r
nacido e n el seno del cristianismo fue p ara la R eina
A m alia el títu lo mas g lorioso , u n don del cielo ta n
ad m ira b le q u e exigia im periosam ente u n m o n u ­
m en to p ú b l i c o g r a n d i o s o , digno de la R eal m u ­
nificencia en justo reconocim iento.
E sta devocion ardentísim a ^ la sòlida piedad para
con D io s , e n te rn e c ia , liqu idab a sus entran as com­
pasivas á vista de los pobres. L a carid ad es la
corona de la fe. N a d ie p u ed e a m a r á Dios sin egercer la caridad con el p ró g im o , sin d e rra m a r ge­
nerosam ente la te r n u ra de su corazon y sus bie­
nes en alivio y consuelo de los necesitados. Sabido
es que Jesucristo escogió las obras de m isericor­
dia , p a ra celebrarlas altam en te á presencia de
todo el m u n do en e l dia gran de del Juicio u n iv e r ­
sal. L as atenciones q u e tiene el h om bre con los
a ñ ig id o s.5 deciden en cierta m anera su eternidad:
negarse á d a r lim o sn a , m ostrar aspereza con los
menesterosos 5 es delito capital que se castiga con el
m a y o r suplicio, / i , m alditos^ al fu ego eterno. L a
limosna es u n a especie de culto q u e trib u tam o s á
D io s, cuyo Hijo unigénito está padeciendo en toda
la un iversalidad de los p o b r e s : a q u í le aflige crueU
m ente la ham bre^ allí le molesta la s e d , o ra gime
b ajo el peso a b r u m a d o r de las c a d e n a s , o ra le de­
v o ran las c a le n tu r a s , a q u í le a to rm e n ta n y consu­
m en las enfermedades. A l i v i a d , ¡ ó m ortales! al
H ijo de Dios que padece en los desvalidos y enfer-i
m o s : ofrecedle estas víctimas vivas y racionales,
q u e perecieran sin vuestra beneficencia y limosnas.
L a v o lu n tad de d a r limosna debe ser g e n e r a l, debe
estenderse á todos los p obres de Je su c risto , sin
dejar uno solo con pro po rcion á los intereses. Todo
lo que merece el n o m b re de g r a n d e , n a tu r a lm e n ­
te es benéfico. L a b o n d a d con que el O m n ip o ten te
d e rra m a gracias y bendiciones sobre los m ortales
le es n a t u r a l , la severidad con q u e castiga le es
como forzosa y p r e s t a d a , dice T e rtu lian o . E n n in ­
g u n a cosa se parecen mas los h o m b res á D io s , q u e
haciendo toda suerte de b ie n á sus semejantes. E l
C riad o r de cielos y tie rra hizo príncipes y g ra n d e s
p a ra q u e tuviesen cu idado p a rtic u la r de lib r a r á
los pobres de los trabajos y m iserias, que su dies­
t r a alejó de sus personas y fam ilias: nada tienen
mas g r a n d e , mas envidiable los R e y e s, que la p o ­
testad de d istrib u ir gracias y f a v o r e s , de p o d e r
asegurar sobre sólidos cimientos la felicidad d u r a ­
d e ra de los pueblos.
V enid p u e s , pobres de J e su c risto , os anu ncio
u n g ran c o n s u e lo , u n sum o go zo: la inclinación
v e h e m e n te , la inclinación d u eñ a absoluta del co­
razon de la R eina católica es la beneficencia; su
a m o r a l p r ó g im o , señaladam ente al h u é r f a n o , al
m enesteroso , es t i e r n o , es u n iv e rs a l, liberalísimo.
N o p u e d e v er las miserias de los pobres sin que se
p a r t a su corazon de p e n a : no puede vivir sin d e ­
jarlo s de socorrer : en la persona de los pobres le
parece estar viendo á J e su c risto , al cu al se persua­
de v e s tir, cu an d o los viste, y alim en tar cuand o los
alim enta. Su caridad es compasiva y la hace sentir
de lleno todo el peso de las miserias ag en as: una
carid ad t i e r n a , que la hace gem ir con los que gi­
m en , llo ra r con los que l l o r a n ; u n a carid ad in tré ­
p i d a , que todo lo su fre , todo lo e m p re n d e , todo
lo allan a y consigue. ¿C arecen de educación las
niñas pobres y d e s am p arad as, piden el pan de vida,
que es la d o ctrina c ristia n a , sin que hallen qu ien
lo re p a rta ? L a R eina A m alia establece u n a escuela
g r a t u i t a , que pone á cargo de las acreditadas Hijas
de la C arid ad . ¿Y acen sumergidas en la am arg u ra
y llan to estas herederas del g r a n d e , del benéfico
espíritu de San V icente de P a u l , considerando q u e
la m ezquina h a b ita c ió n , la p en u ria de cu an to es
necesario p ara la asistencia y curación de los en­
ferm o s, no les perm ite lle n a r dignam ente el t í t u ­
lo glorioso de Hijas de la C a rid a d ? N o g im á is : de­
cidlo á la R ein a; o p o rtu n a m e n te llega al m enguado
albergue: provee al p u n to de habitación grandiosa.
de c a m a s , r o p a s , a lim e n to s , m edicinas, de todos
los medios p a ra que recobren la salud y sean con­
solados con generosidad los enfermos. ¿ M il y m il
h o n rad as fam ilias, víctimas de la vergüenza y r u ­
b o r , lu ch an desesperadamente en tre la h a m b r e , la
d esn u d ez, en los brazos descarnados de la m uerte?
C u anto la voz es mas d éb il^ está mas decaida y en­
f e rm a , se in te rn a con mas facilidad en el corazon
de la Reina : nadie se o c u lta al influjo lib eral de
su activa é ingeniosa caridad , q u e sabe p e n e tra r
las tristes y lóbregas m oradas adonde suele r e tir a r ­
se desesperada la miseria y el desam paro , y rep arte
secretamente cuantiosas limosnas. E l m ilita r c a r­
gado de fa m ilia , la viuda desconsolada, la jó ven
espuesta á las desdichas q u e suele a c a rre a r la in d i­
g en cia, jam as im p lo ra ro n vanam ente la p ie d a d de
la Reina. L a mansión règia era com o la casa de J o b
eiasilo de los necesitados., y el bolsillo de la R eina
la tesorería general de los indigentes. L a p rim e ra
gracia que dispensaba á los infelices era c o m p ad e­
cerse con afecto v erd aderam en te m atern al : su co­
razon oía la voz de la miseria que le e n te r n e c ia , y
al mismo tiem po alargaba ya el brazo p a ra socor­
rerla. Im itad o ra del divino R e d e n to r , hacia fam o­
sos los parages p o r donde pasaba con la profusion
de sus limosnas. V a l e n c i a , C a t a l u ñ a , Zaragoza,
P a m p l o n a , todos los pueblos que tu v ie ro n el p la­
cer y dicha de ver á la com pasiva A m a lia , en tre la
ab u n d an cia de tiernas lág rim is y rail bendiciones
la celebraron como un g ran p o rte n to de acen d rad a
caridad. Corrió efectivamente las provincias mas
con los beneficios que con los pasos, no p u d ie ro n
ig u alar éstos á los rasgos heroicos de su estraordin a ria liberalidad.
L a pob reza es h o n ra en el cristian ism o : Am alia
ponia su placer y gloria en hacer p o r Jesucristo la
causa de los p o b r e s , en ser como la c u ra d o ra u n i ­
versal de los indigentes. E n v id iab a á las Hijas de la
C a r i d a d , que cifran toda su am bición y felicidad
en ser las criadas de los enferm os, víctim as consa­
gradas p a ra aliviarlos. N o hay c a u d a l suficiente de
voces p a ra lo ar d ignam ente ta n cristianos pensa­
m ientos: el entendim iento se confunde y abism a,
piérdese de vista la a ltu ra de tan generosa y santa
emulación. ¡Cielos! ¡Q ué espectáculo tan digno de
los ojos de los h o m b re s, de los ángeles y de toda
la córte celestial presenta la b o n d o s a , la tiern a , la
em inentem ente compasiva Amalia en los hospitales
de la Pasión, de las In c u ra b le s , en la R eal casa dé
la Inclusa! Rodeada p o r todas partes de objetos
de aflicción, y de m il y m il imágenes tristes de
la m u erte y de la m iseria, confundida en tre las
inugeres destinadas á la custodia y lactancia de los
espósitos, desplega toda la te r n u ra y sensibilidad
de la m ad re mas interesada y c a riñ o s a ; besa á
u n o s , acaricia á otrosj d e s n u d a , lim pia y viste con
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aseo y delicadeza á las víctimas infelices, q u e a b o r­
tó el delito y la indigencia , sin q u e las molestias
q u e son indispensables la incom oden n i la re tra i­
gan : allí visita infatigable todas las c u a d ra s, todos
los lechos, asistiendo á todos con constante y egemp la r esm ero: a q u í h ace las cam as, p r e p a ra las me­
d icin as, sirve con jiíbilo angelical el alim ento: sor­
p re n d id a la d o lien te, asombi'ada viendo ju n to á su
lecho á la R eina del orbe católico em peñada en
servirla 5 q u ed a co n fu sa, te m b la n d o , no acierta....
H i j a ^ dice la consoladora A m alia: ¡ó palabras
dignas de grabarse con letras de oro en los p ó rti­
cos , en los públicos edificios, en todos los asilos
de la h u m an id ad afligidaI H ija ^ hazm e el fa v o r de
to m a rlo , que yo tengo gusto en servirte : seáis lo que
fuereis m i corazon está dilatad o p o r la c a rid a d : no,
de ninguna m anera estáis estrechos en él : cor no5tru m d ilatatum est : non angustiam iní in nobis : en
las entrañas de la caridad de D io s, que devora su
c o ra z o n , h alla reunidos todos los p obres: cupiovos
omnes in visceribus Christi : vedla inclinada sobre
aquel lecho , p re p a ra n d o á la pobrecita enferm a
p a ra la m u e r te , la consuela con suavidad y afecto;
llega el R ed e n to r sacram entado á fortalecerla con
su cu erp o sacrosanto p a ra el te rrib le tra n ce: ¡con
q u é presteza y aseo acomoda con sus Reales manos
la toballa sobre la cam a! H inca sus rodillas.... re­
tira d 5 nobles cortesanos, re tira d los almohadones:
lá h u m i l d e , la piadosa Reina' de am bos m undo?,
se an on ad a reverente en la presencia del R ey de
R e y e s; hincadas las dos rodillas sob re el d u ro sue­
l o , perm anece inm óble m ientras la enferm a recibe
la com union. C rece prodigiosam ente su actividad,
m ultiplicándose la elevación y te r n u r a de sus sen­
tim ientos y obras á m edida del infortunio y m ise­
rias del prógimo.... á ésta exhorta á la p a cien cia, á
aq uella á la conform idad con la v o lu n ta d de Dios,
al uno alienta con la confianza en la misericordia
de D ios, al otro.... Mas ¿ p a r a qiíé me canso? D e­
cidlo vosotros, espíritus celestiales , ángeles custo­
dios de esas míseras dolientes; decidlo vosotros, que
congregados en los asilos de la h u m a n id a d afligida,
y absortos á vista de los prodigios de su carid ad ,
trib u tab ais á la R eina Amalia las justas alabanzas,
q u e no es dado espresar á la rud eza de m i lengua;
decidlo vosotros, que contais sus pasos, que notáis
sus acciones, que escribís sus hechos p a ra que p u e ­
dan servir de noble m ateria á vuestros eternos cán­
ticos ; decidlo p o r fin v o sotros, q u e adm irais y a u n
veneráis á D oña M aría Josefa Amalia , R eina c a tó ­
lica de las Espaiias, como m odelo de heroísmo cris­
t i a n o , como á una perfecta im itadora de Jesucristo,
que va d erram an d o p o r do q u ie ra que pasa la
a b u n d a n c ia y el consuelo.
Con tales hostias se hizo á Dios p r o p ic io : en una
v ida cortísima llegó á conseguir la mas a lta per-
feccion, y fae hallada e a sazón p a r a la etern id ad .
A m odo jarn dicit spiritus ut requiescani à laboribm
s u h : descanse la inocente y piadosa A m a lia , y
vuele á recibir la recompensa q n e la inefable b o n ­
dad de Dios la tiene p rep arada : pasó ya el in v ie r­
no , desaparecieron los fieros n ublados ; m ira á la
verdadera |7 a tria d e los vivientes, se acerca con r á ­
pido vuelo el g ran dia que comienza p ara n u n ca
acabar. Como si resonára la voz del ángel en el co­
razon de A m a l i a , ó recibiera aviso del c ielo , se
olvida de todos los cuidados p a ra ocuparse en el
unico necesaiio; en tre el festivo bullicio y respe­
tuosos homenages que le trib u ta la córte mas dis­
ting uid a y b rillan te en la celebridad de sus dias,
firm a y sella con anticipación su testam en to : aviva
con nuevo f e r v o r , con divino entusiasmo sus pia­
dosos afectos, cu an d o la m u e r te , b urladas todas
las diligencias de la m ed icin a, se deja v er repenti­
n am en te con el lu g u b re ap arato y todos los h o rro ­
r e s , no á la R eina que la esperaba confiadamente,
sino al augusto y afligido E sp o so , á sus angustia­
dos H e rm a n o s, á la triste y desolada familia. N o
perm iten las circunstancias reco rd ar la a m a r g u r a y
g ran trib u lació n que q u eb ran tó los corazones en
aquellos dias sombríos. N o conviene a p a r ta r los
ojos de la virtuosa R e i n a , q u e en el lecho de k
m u erte ofrece un espectáculo bien digno de nues­
tra contem plación : a q u í , en esta dolorosa situa-
cion es cu an d o la fe se ostenta victoriosa del m u n ­
do. N o quiso el Señor acabase cou una m u erte
p ro n ta y a r r e b a t a d a , sino que viese muchas veces
tra n q u ila el pálido semblante de tan fiero persona^
g e , y mantuviese largos dias el com bate con. firm e­
z a , ó mas bien que santificase á la m u erte misma,
haciéndola preciosa delante de Dios con el m érito
de la paciencia y práctica fervorosa de todas las
virtudes. Brillò efectivamente en la m u erte de A m a­
lia lo mas v iv o , lo mas p a té tic o , lo mas tierno y
delicado que suele in sp irar la Religión á un espíritu
com pungido , á un corazon ardientem ente enam o­
ra d o de Dios. Sufre con serenidad im p ertu rb ab le,
sin pro ferir u n a sílaba de q u eja, sin p ro n u n c ia r un
solo ¡ ay ! los acerbísimos dolores que causan la en­
ferm edad y los remedios : solicita con instancias re*petidas no la oculten el p e lig ro , ni retard en u n
m om ento los ausilios espirituales y sacramentos de
la Iglesia: las p alab ras dulcísim as, los encendidos,
los celestiales coloquios con que exhala su endiosa­
do corazon á vista de Jesús s a c ra m e n ta d o , que vie­
ne á con solarla, obligan á d e r ra m a r lágrimas co­
piosas y tiernas á todos los asistentes : le adora coa
fé v iv a , a rd ie n te , eficacísima, y rebosando humil>
d a d , am or y co nfianza, le recibe en aquel pecho
m orada p u r a del espíritu de caridad. E l rio im p e­
tuoso alegra la ciu d ad de Dios , la a m e n iz a , la
herm osea, la e n riq u e c e , la s a c ia , la regocija. Su
corazon penetrado de aquel fuego d iv in o , á m a ­
n era de u n d iam an te en cu y o centro habitase el
s o l , b rilla h erm o sam en te, y goza delicias q u e ni
a u n c o m p re n d e r puede el entendim iento hum ano.
Abrázase luego con la imágen d e l Crucificado:
n ada ve en a q u e l divino Señor q u e no le inspire
s e g u rid a d , que no le cause consolacion : teme sus
terribles ju ic io s, pero los espera confiada en su
m isericordia : aplicándole á sus labios con grandes
gemidos y sollozos, dem anda perdó n al amabilísimo
R e d e n to r , al afligidísimo Esposo, á la desconsolada
serv id u m b re. ¿ Q u é d ecís, inocente A m alia? ¿ Q u é
pecados son e sto s? ¿ D ó n d e los has co m etido ? ¿P o r
v e n tu ra fue c u lp a el co ntinuo r e t i r o , la penosa
m o rtificació n ? ¿ H a b e r despreciado h eroicam en te
la m a y o r p om pa y vanidad del m u n d o ? ¿ N o h ab er
gustado jam as los placeres y delicias de la v id a?
¿ E s pecado u n cu id ad o vigilante, la cristiana m a n ­
sed u m b re con los domésticos? ¿ L a h u m a n id a d con
los vasallos? ¿ L a caridad com p asiv a, la carid ad ge­
nerosa sin térm ino con toda suerte de menesterosos?
Deshaciéndose sus corazones en lágrimas , ¿ n o oís
q u e os aclam an m adre u niv ersal, la mas dulce y ca­
riñ o s a ? ¿ A quién los dejais encom endados? ¿Q u ién
los consolará ? ¡G ran Dios, q u é m aravilloso sois en
v uestro s escogidos! Estos p rofundos sentimientos
de arrep en tim ien to y c o m p u n c ió n , que agitan el
e sp íritu de A m a lia , son beneficios singulares con
q u e vos coronáis á los huuiildes ^ poniendo el sello
de la gracia final al espirar dulcísim am ente. Le-?
v a n ta pues el vuelo h ácia la celestial S io n , ò alm a
v en tu ro sa de A m a li a , g lo ria de los Soberanos,
h o n o r y alegria de tu s v asallo s, o rnam en to del
tro n o e s p a ñ o l, perfecto m odelo de R eina católica;
e n tra en el eterno descanso d on de claram en te verás
lo que creiste con fe v i v a , recibirás lo q u e espe-»
raste con firme co nfianza, y poseerás eternam en te
el tesoro q u e con. tan to a r d o r y ansias codiciaba
tu corazon : abriéndose las p u e r ta s eternales de la
g lo r ia , saldrán á recibirte las H elenas^ las M a rg a ­
r it a s , las Heduvigis é Isabelas ; dán do te el ósculo de
paz e t e r n a , ceñiránte l a corona inm arcesible, que
jam as te será q u ita d a ^ p o rq u e la fe d ivina te mos­
tr ó el cam ino de la v e rd ad era sabiduría , y te guió
constantem ente p o r las sendas de la e q u i d a d , hasta
fo rm a r una R eina verdaderam ente católica ^ según
el corazon de Dios i viam sapientics monstrabo tibiy
ducam te p er sem itas aquitatis,.
S í , Dios m i o , las gracias q u e derram asteis sobre
su a l m a , el conjunto-m aravilloso de v irtu d e s , las
o b ra s -d e caridad y misericordia q u e practicó sin
in t e r r u p c ió n , nos persuaden el glorioso destino
que p o r vuestra p ied ad y clem encia ha ten ido
D oña M aría Josefa Am alia de Sajonia , en la J e r u salen celestial. Pero como no hay ju sto que no falte
m uchas veces, y vos pesáis las acciones y discernía:
los m éritos no p o r lo que a q u í decim os; si alguna
m a n c h a lig e ra , resto de Ja debilidad h u m a n a , la
im pide engolfarse en el Paraíso de las verdaderas
delicias, aceptad los votos y plegarias que hoy os
dirige este piadosísimo p u e b l o , recibid el sacrificio
del C ord ero q u e q u ita los pecados del m u n d o , que
os ofrece po r su espiacion : rom ped las cadenas é
in tro d u c id la luego e n la lu z santa p ro m e tid a á
A b ra h a n y á los herederos de su f e , p a ra q u e allí
in terc ed a y consiga la felicidad que siempre ha
deseado p a r a su augusto Esposo y amados vasallos,
y descanse eternam ente en paz.
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