52. AÑO DE LA FE - ANY DE LA FE

Anuncio
AÑO DE LA FE
ARCIPRESTAZGO
PALMA-4
PARRÒQUIA SANT ANTONI ABAT
SON FERRIOL
29 de Setembre de 2013
Lectura del profeta Amós (6, 1a. 4-7)
Esto dice el Señor todopoderoso: Ay de los que se fían de Sión, confían en el monte de Samaría. Os acostáis
en lechos de marfil, tumbados sobre las camas, coméis los carneros del rebaño y las terneras del establo;
canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales, bebéis vinos generosos, os ungís
con los mejores perfumes, y no os doléis de los desastres de José. Por eso irán al destierro, a la cabeza de
los cautivos. Se acabó la orgía de los disolutos.
Salmo 145
Alaba, alma mía, al Señor.
Él hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos,
liberta a los cautivos,
Alaba, alma mía, al Señor.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos.
Alaba, alma mía, al Señor.
Sustenta al huérfano y a la viuda,
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Alaba, alma mía, al Señor.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
Timoteo (6, 11-16)
Hermano, siervo de Dios: Practica la justicia, la religión, la
fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen
combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste
llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos
testigos. Y ahora, en presencia de Dios que da la vida al
universo y de Cristo Jesús que dio testimonio ante Poncio
Pilato: te insisto en que guardes el Mandamiento sin mancha
ni reproche, hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo,
que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único
Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único
poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz
inaccesible a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él
honor e imperio eterno. Amén.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
(16, 19-
31)
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: -Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y
banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto
de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Y hasta los
perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno
de Abrahan. Se murió también el rico y lo enterraron. Y estando en el infierno, en medio de los tormentos,
levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno, y gritó: -Padre Abrahán, ten piedad de mí y
manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas
llamas. Pero Abrahán le contestó: -Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro a su vez males:
por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además entre nosotros y vosotros se abre un
abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de
ahí hasta nosotros. El rico insistió: -Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre,
porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de
tormento. Abrahán le dice: -Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen. El rico contesto: -No, padre
Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán. Abrahán le dijo: -Si no escuchan a Moisés y a los
profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.
.
Meditemos la PALABRA
Sigue la tendencia y la afición de las gentes hacia las
“apariciones”. En cuanto se corre alguna noticia de
estas, a muchos les entra un “morbo”, una especie de
deseo incontrolado, de curiosidad y hasta de buena
voluntad, por comprobar si al final y de una vez
damos con el Mensaje de Dios.
“Las apariciones” son como la respuesta al deseo del hombre de que Dios le hable. En el
fondo de nuestro corazón todos queremos una prueba de Dios para creer en él y
convertirnos. Esta prueba es una especie de tentación o de reto: “Si todo lo puedes,
parece que le decimos a Dios, manifiéstate claramente”. La “aparición” se nos presenta
como una muestra de la benevolencia de Dios y una “prueba” del mundo sobrenatural,
del otro mundo. Las “apariciones” con sus mensajes cuantiosos, su tremendismo, su
carácter apocalíptico, su fantasía, su espectacularidad, mueven tal cantidad de
resortes humanos, de experiencias, de sentimientos, que nos pueden engañar.
La gente, muchos de buena voluntad, corren tras las imágenes, persiguen los lugares
tenidos por milagrosos, buscan con pasión gestos espectaculares. Se ve a las masas
ávidas de recibir una palabra, una revelación, algo definitivo, un mensaje personal que
trueque, en un abrir y cerrar de ojos, la vida. Rezan, peregrinan, andan de rodillas,
padecen inclemencias de tiempo y de camino, se bañan en aguas heladas, beben
líquidos milagrosos, compran recuerdos, dejan dineros y exvotos...
Demasiada ilusión, demasiada fantasía y demasiada facilidad para tener lo divino tan
visible y tan palpable. Yo no digo que todo esto sea bueno o malo, que venga del cielo o
no. Tampoco niego que haya
gente a las que estas cosas
les hacen bien: es un modo
de religiosidad popular, que
bien
orientada,
puede
producir frutos cristianos.
Pero, bueno... ¿y qué?
Me da que pensar la
respuesta del evangelio a la
insistencia del “rico”: “Te
ruego...
que
mandes
a
Lázaro a casa de mi padre,
porque
tengo
cinco
hermanos, para que con su
testimonio
evites
que
vengan también ellos a este lugar de tormento. Abraham le dice: Tienen a Moisés y los
profetas, que los escuchen. El rico contestó: ...Si un muerto va a verlos se
arrepentirán. Abraham le dijo: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso
ni aunque resucite un muerto”.
¿Qué necesidad tenemos de “apariciones”? ¿Qué buscamos con tantas “apariciones”?
Si lo divino se “aparece” en una o más ocasiones, ¿por qué no siempre que sea
necesario? Da que pensar que muchas de las “apariciones milagrosas” contengan
mensajes reaccionarios, como si el
cielo tuviera preferencias políticas o
estuviera a favor de alguna clase
dominante de la sociedad.
Tenemos a Moisés, a los Profetas;
sobre todo tenemos la Palabra de
Jesús y la Presencia constante de su
Espíritu en la Iglesia y en el mundo, tenemos a las comunidades cristianas y a los que
hoy nos anuncian con sencillez la Palabra de Dios. ¿Por qué no escuchamos a estos
testigos y nos lanzamos en manos de supuestos mensajes y apariciones?
Y la Palabra de Jesús está bien clara. ¿Quieres salvarte? ¿Quieres estar en relación
y comunión con Dios? ¿Quieres que se salve el mundo “tan perdido y que tanto ofende
a Dios”? Pues comienza a ser como Lázaro: pobre en el sentido de la pobreza
evangélica: abierto a Dios y a los demás. Estar disponible ante la voluntad de Dios que
quiere de nosotros: amor aun al enemigo; compartir sin esperar recompensa y
perseverar en la entrega aun sin recibir nada a cambio; renunciar al poder, para llevar
una vida de servicio; ayudar al que lo necesita; hacer el bien aunque nos hayan hecho el
mal, entregarse a Dios luchando contra el poder del mundo que oprime al hombre y le
hace llevar una vida inhumana.
Cuando se es así, uno se salva, disfrutará de la
vida en plenitud, aunque aquí haya carecido de
mucho por el amor a los demás.
La Palabra de Jesús, aun sin “apariciones”, nos
avisa de que no debemos ir por la senda del
“rico”: repleto de dinero, comilón, dado a la
buena vida y, sobre todo, insensible ante la
realidad de la pobreza que ronda su puerta y
que él mismo genera y mantiene.
Este mensaje está bien claro. Es cuestión de escucharlo, asumirlo, cumplirlo con todas
sus consecuencias personales, sociales, mundiales. Está tan claro, que no se necesita
que alguien de “otro mundo” venga a repetirlo. Y si hay alguna aparición lo único que
nos puede decir es esto. Todo lo demás son fantasías. El libro de todas las
“apariciones” ya está escrito: es el evangelio. Escuchémoslo en la sencillez del corazón.
REFLEXIONEMOS:
¿Mi fe tiene necesidad de “apariciones”?
¿Estoy abierto a Dios y a los demás, como el pobre Lázaro?
OREMOS:
Señor, haz que sepa escuchar en la sencillez de mi corazón tu Palabra
salvadora.
Símbolo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador
del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su
único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de
Santa María Virgen; padeció bajo el poder de
Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y
sepultado; descendió a los infiernos; al tercer
día resucitó de entre los muertos; y subió a
los cielos; está sentado a la derecha del
Padre, y desde allí ha de venir a juzgar a los
vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu
Santo, la Santa Iglesia católica, la Comunión
de los Santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
Símbolo Niceno-Constantinopolitano
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, de todo lo
visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único
de Dios, nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no
creado, de la misma naturaleza del Padre; por
quien todas las cosas fueron hechas; que por
nosotros los hombres, y por nuestra salvación
descendió del cielo, y por obra del Espíritu
Santo se encarnó en María La virgen, y se hizo
hombre; y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue
sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la
derecha del Padre; y de nuevo vendrá con
gloria, para juzgar a vivos y muertos, y su
reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de
vida, que procede del Padre y del Hijo, que con
el Padre y el Hijo recibe una misma adoración
y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia que es Una, Santa, Católica
y Apostólica. Reconozco que hay un solo
bautismo para el perdón de los pecados,
espero la resurrección de los muertos y la
vida del mundo futuro. Amén.
¿Qué es el purgatorio?
El purgatorio es el estado de los que mueren en
amistad con Dios pero, aunque están seguros de su
salvación eterna, necesitan aún de purificación para
entrar en la eterna bienaventuranza. (CCIC*, 210)
¿Cómo podemos ayudar en la purificación de las
almas del purgatorio?
En virtud de la comunión de los santos, los fieles que
peregrinan aún en la tierra pueden ayudar a las almas
del purgatorio ofreciendo por ellas oraciones de
sufragio, en particular el sacrificio de la Eucaristía,
pero también limosnas, indulgencias y obras de
penitencia. (CCIC, 211)
¿En qué consiste el infierno?
Consiste en la condenación eterna de todos aquellos
que mueren, por libre elección, en pecado mortal. La
pena principal del infierno consiste en la separación
eterna de Dios, en quien únicamente encuentra el
hombre la vida y la felicidad para las que ha sido
creado y a las que aspira. Cristo mismo expresa esta
realidad con las palabras “Alejaos de mí, malditos al
fuego eterno” (Mt 25, 41). (CCIC, 212)
¿Cómo se concilia la existencia del infierno con la
infinita bondad de Dios?
Dios quiere que “todos lleguen a la conversión” (2 P 3,
9), pero, habiendo creado al hombre libre y
responsable, respeta sus decisiones. Por tanto, es el
hombre mismo quien, con plena autonomía, se excluye
voluntariamente de la comunión con Dios si, en el
momento de la propia muerte, persiste en el pecado
mortal, rechazando el amor misericordioso de Dios.
(CCIC, 213)
*CCIC: Compendio del Catecismo de la
Iglesia Católica
ANY DE LA FE
ARXIPRESTAT
PALMA-4
PARRÒQUIA SANT ANTONI ABAT
SON FERRIOL
29 de Setembre de 2013
Lectura del llibre del profeta Amós (6, 1a. 4-7)
Això diu el Senyor, Déu de l'univers: -«Ai dels qui viuen tranquils a Sion, dels qui es creuen segurs en el turó
de Samaria! Són notables dins el primer dels pobles; els de la casa d'Israel acuden a ells. S'estiren en llits
de marfil, s'aclofen en els seus sofàs, mengen els anyells més tendres i els vedells engreixats a les estables,
improvisen al so de l'arpa, creen com David les seves melodies, beuen el vi en grans copes, i s'ungeixen amb
els perfums més fins, però no els fa cap pena el desastre de les tribus de Josep. Per això ara seran els
primers en les files dels deportats; així s'acabarà l'orgia dels vividors.»
Salm 145
Alaba el Senyor, ànima meva.
El Senyor fa justícia als oprimits,
dóna pa als qui tenen fam.
El Senyor allibera els presos.
Alaba el Senyor, ànima meva.
El Senyor dóna la vista als cecs,
el Senyor redreça els vençuts.
El Senyor estima els justs.
Alaba el Senyor, ànima meva.
El Senyor guarda els forasters,
manté les viudes i els orfes.
El Senyor regna per sempre,
és el teu Déu, Sion, per tots els segles.
Alaba el Senyor, ànima meva.
Lectura de la primera carta de sant Pau a Timoteu (6,
11-16)
Home de Déu, cerca de practicar sempre la justícia, la pietat,
la fe, l'amor, la paciència, la mansuetud. Lluita en el noble
combat de la fe i guanya't la vida eterna. És per a obtenir-la
que vares ser cridat i vares confessar noblement la fe en
presència de molts de testimonis. Davant Déu, font de tota
vida, i davant Jesucrist, que baix de Ponç Pilat donà testimoni
amb la seva noble confessió, et recoman que guardis
irreprensible i sense falta el manament rebut, fins que es
manifestarà Jesucrist, el nostre Senyor. Quan serà l'hora,
farà aparèixer la seva manifestació aquell qui és de ver feliç i
l'únic Sobirà, el Rei dels reis i el Senyor dels senyors, l'únic
que té com a pròpia la immortalitat, i habita en una llum
inaccessible: Cap home no l'ha vist mai, ni és capaç de veure'l.
A ell l'honor i el poder per sempre. Amén.
Lectura de l'Evangeli segons sant Lluc (16, 19-31)
En aquell temps Jesús digué als fariseus: -«Hi havia un home ric que anava vestit de púrpura i de lli finíssim,
i cada dia celebrava festes esplèndides. Un pobre que es deia Llàtzer, estava estirat vora el seu portal amb
tot el cos nafrat, esperant satisfer la seva fam amb les miques que queien de la taula del ric. Fins i tot
venien els cans a llepar les seves úlceres. El pobre morí, i els àngels el portaren a la falda d'Abraham. El ric
també morí i el varen sepultar. Arribat al país dels morts i estant en un lloc de turments, alçà els ulls, va
veure d'enfora Abraham, amb Llàtzer a la falda, el cridà i li digué: «Abraham, pare meu, apiada't de mi i
envia Llàtzer que mulli amb aigua la punta del seu dit i em refresqui la llengua, perquè sofresc molt enmig
d'aquestes flames.» Abraham li respongué: «Fill meu, recorda't que en vida et varen tocar béns de tota
casta, i a Llàtzer mals, però ara ell ha trobat consol i tu, sofriments. Pensa també que entre nosaltres i
vosaltres hi ha una fossa immensa, tant que si qualcú volgués passar del lloc on som jo cap on sou vosaltres,
no podria, ni tampoc del vostre lloc al nostre.» El ric digué: «Llavors, pare, et preg que l'enviïs a ca meva. Hi
tenc encara cinc germans. Que Llàtzer els advertesqui; perquè no acabin també en aquest lloc de turments.
Abraham li respongué: «Ja tenen Moisès i els profetes: que els escoltin.» El ric contestà: «No, pare meu
Abraham, no els escoltaran. Però si els anava a veure qualcú que torna d'entre els morts, sí que es
convertiran. Li diu Abraham: «Si no fan cas de Moisès i dels profetes, encara que ressuscitàs qualcú d'entre
els morts, no es deixarien convèncer.»»
Meditem la PARAULA
Segueix la tendència i l'afició de la gent cap a les
“aparicions”. Quan apareix alguna notícia d'aquestes, a
molts els entra una “morbositat”, una espècie de desig
incontrolat, de curiositat i fins de bona voluntat, per
comprovar si al capa i a la fi d'una vegada trobam el
Missatge de Déu.
“Les aparicions” són com la resposta al desig de l'home que Déu li parli. En el fons del nostre cor
tots volem una prova de Déu per creure en ell i convertir-nos. Aquesta prova és una espècie de
temptació o de repte: “Si tot ho pots, sembla que li deim a Déu, manifesta't clarament”. La
“aparició” se'ns presenta com una mostra de la benevolència de Déu i una “prova” del món
sobrenatural, de l'altre món. Les “aparicions” amb els seus missatges quantiosos, el seu
tremendisme, el seu caràcter apocalíptic, la seva fantasia, la seva espectacularitat, mouen tal
quantitat de ressorts humans, d'experiències, de sentiments, que ens poden enganyar.
La gent, molts de bona voluntat, cerquen les imatges, persegueixen els llocs tinguts per
miraculosos, cerquen amb passió gestos espectaculars. Es veu a les masses àvides de rebre una
paraula, una revelació, alguna cosa definitiva, un missatge personal que canviï, en un obrir i
tancar d'ulls, la vida. Resen, peregrinen, caminen de genolls, pateixen inclemències de temps i de
camí, es banyen en aigües gelades, beuen líquids miraculosos, compren records, deixen diners i
exvots...
Massa il·lusió, massa fantasia i massa facilitat per tenir el diví tan visible i tan palpable. Jo no
dic que tot això sigui bo o dolent, que vengui del cel o no. Tampoc nego que hi hagi gent a les
quals aquestes coses els fan
bé: és una manera de
religiositat popular, que ben
orientada, pot produir fruits
cristians. Però, be... ¿i què?
Em dóna que pensar la
resposta de l'evangeli a la
insistència de el “ric”: “Et
prego... que manis a Llàtzer a
casa del meu pare, perquè tinc
cinc germans, perquè amb el
seu testimoniatge evitis que
venguin també ells a aquest
lloc de turment. Abraham li
diu: Tenen a Moisés i els
profetes, que els escoltin. El ric va contestar: ...Si un mort va a veure'ls es penediran. Abraham
li va dir: Si no escolten a Moisés i als profetes, no faran cas ni encara que ressusciti un mort”.
¿Quina necessitat tenim de “aparicions”? ¿Què cercam amb tantes “aparicions”? ¿Si el diví
“s’apareix” en una o més ocasions, per què no sempre que sigui necessari? Dóna que pensar que
moltes de les “aparicions miraculoses” contenguin missatges reaccionaris, com si el cel tingués
preferències polítiques o estigués a favor
d'alguna classe dominant de la societat.
Tenim a Moisés, als Profetes; sobretot
tenim la Paraula de Jesús i la Presència
constant del seu Esperit a l'Església i al
món, tenim a les comunitats cristianes i als
que avui ens anuncien amb senzillesa la
Paraula de Déu. ¿Per què no escoltem a
aquests testimonis i ens llançam en mans de suposats missatges i aparicions?
I la Paraula de Jesús està ben clara. ¿Vols salvar-te? ¿Vols estar en relació i comunió amb Déu?
¿Vols que se salvi el món “tan perdut i que tant ofèn a Déu”? Doncs comença a ser com Llàtzer:
pobre en el sentit de la pobresa evangèlica: obert a Déu i als altres. Estar disponible davant la
voluntat de Déu que vol de nosaltres: amor àdhuc a l'enemic; compartir sense esperar
recompensa i perseverar en el lliurament àdhuc sense rebre res a canvi; renunciar al poder, per
portar una vida de servei; ajudar al que ho necessita; fer el be encara que ens hagin fet el mal,
lliurar-se a Déu lluitant contra el poder del món que oprimeix a l'home i li fa dur una vida
inhumana.
Quan s'és així, un se salva, gaudirà de la vida en plenitud, encara que aquí hagi mancat de molt
per l'amor als altres.
La Paraula de Jesús, àdhuc sense “aparicions”, ens
avisa que no hem d'anar per la senda de el “ric”:
replet de diners, golafre, donat a la bona vida i,
sobretot, insensible davant la realitat de la pobresa
que ronda la seva porta i que ell mateix genera i
manté.
Aquest missatge està ben clar. És qüestió d'escoltarho, assumir-ho, complir-ho amb totes les seves
conseqüències personals, socials, mundials. Està tan
clar, que no necessitam que algú de “un altre món” vengui a repetir-ho. I si hi ha alguna aparició
l'única cosa que ens pot dir és això. Tot la resta són fantasies. El llibre de totes les “aparicions”
ja està escrit: és l'evangeli. Escoltem-ho en la senzillesa del cor.
REFLEXIONEM:
¿La meva fe te necessitat “d’aparicions”?
¿Estic obert a Déu y als demés, com el pobre Llàtzer?
PREGUEM:
Senyor, fes que sàpiga escoltar en la senzillés del meu cor la teva
Paraula salvadora.
¿Què és el purgatori?
Símbol dels Apòstols
Crec en un Déu. Pare totpoderós, creador del cel
El purgatori és l’estat dels qui moren en l’amistat de
i de la terra. I en Jesucrist, únic Fill seu i
Déu, però, si bé estan segurs de la seva salvació eterna,
Senyor nostre; el qual fou concebut per obra de
encara tenen necessitat de purificació, per tal d’entrar
l’Esperit Sant; nasqué de Maria Verge; patí sota
a la felicitat celestial. (CCEC*, 210)
el poder de Ponç Pilat, fou crucificat, mort i
¿Com podem ajudar la purificació de les ànimes del
sepultat; davallà als inferns, ressuscità el tercer
purgatori?
dia d’entre els morts; se’n pujà al cel, seu a la
En virtut de la comunió dels sants, els fidels encara
dreta de Déu, Pare totpoderós; i d’allí ha de
venir a judicar els vius i els morts. Crec en
l’Esperit Sant; la santa Mare Església catòlica; la
comunió dels sants; la remissió dels pecats; la
pelegrins a la terra poden ajudar les ànimes del
purgatori oferint per elles pregàries de sufragi, en
particular el Sacrifici eucarístic, i també almoines,
resurrecció de la carn, la vida perdurable.
indulgències i obres de penitència. (CCEC, 211)
Amén.
¿En que consisteix l’infern?
Consisteix en la condemnació eterna dels qui moren,
Símbol Nicenoconstantinopolità
Crec en un sol Déu, Pare totpoderós, creador del
cel i de la terra, de totes les coses visibles i
invisibles. I en un sol Senyor, Jesucrist, Fill
per lliure elecció, en pecat mortal. La pena principal de
l’infern consisteix en la separació eterna de Déu, en qui
únicament troba l’home la vida i la felicitat per a les
Unigènit de Déu, nascut del Pare abans de tots
quals ha estat creat i a les quals aspira. Crist expressa
el segles. Déu nat de Déu, Llum resplendor de la
aquesta realitat amb les paraules: «Aparteu-vos de mi,
Llum, Déu vertader nascut del Déu vertader,
maleïts: aneu al foc etern» (Mt 25,41). (CCEC, 212)
engendrat, no creat, de la mateixa naturalesa del
¿Com es concilia l’existència de l’infern amb la
Pare: per ell tota cosa fou creada. El qual per
infinita bondat de Déu?
nosaltres els homes i per la nostra salvació,
Déu, encara que vol «que tothom arribi a la conversió»
davallà del cel, i per obra de l’Esperit Sant,
(2Pe 3,9), havent creat l’home lliure i responsable,
s’encarnà de la Verge Maria, i es va fer home.
Crucificat després per nosaltres baix el poder
de Ponç Pilat; patí i fou sepultat, i ressuscità el
tercer dia, com deien ja les Escriptures, i se’n
respecta les seves decisions. Per tant, és l’home mateix
que, en plena autonomia, s’exclou voluntàriament de la
comunió amb Déu si, en el moment de la seva mort,
pujà al cel, on seu a la dreta del Pare. I tornarà
persisteix en el pecat mortal, rebutjant l’amor
gloriós, a judicar els vius i els morts, i el seu
misericordiós de Déu. (CCEC, 213)
regnat no tindrà fi. Crec en l’Esperit Sant que és
Senyor i infon la vida, que procedeix del Pare i
del Fill, i juntament amb el Pare i el Fill és
adorat i glorificat; que parlà per boca dels
profetes.
I
en
una
sola
Església,
santa,
catòlica
i
apostòlica. Profés que hi ha un sol baptisme per
perdonar el pecat. I esper la resurrecció dels
morts, i la vida de la glòria. Amén.
CCEC: Compendi del Catecisme de l’Església Catòlica
Descargar