Resolución 11-Folio 13-Tomo 15 - Poder Judicial de la Provincia de

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SALA CIVIL PRIMERA
Resolución N°: 11
Folio: 13
Tomo: 15
En la ciudad de Santa Fe, a los 26
días del mes de Febrero del año dos mil catorce, se
reunió en Acuerdo Ordinario la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y
Comercial de Santa Fe, integrada por los Dres. Abraham L. Vargas, Edgardo I. Saux y
Estela Aletti de Tarchini, para resolver los recursos de nulidad y apelación -que fueran
concedidos libremente y con efecto suspensivo, v. fojas 263- interpuestos por el Defensor
de Ausentes (v. fs. 262) contra la sentencia de fecha 25.09.2012 (v. fs. 259/260) dictada por
el titular del Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial de la 10ma.
Nominación de esta ciudad, en los autos caratulados “MALISANI, MARIO JOSE
FEDERICO C/ PAGANI DE NUÑEZ, TERESA Y/O TITULAR S/ PRESCRIPCION
ADQUISITIVA” (Expte. Sala I N° 56 – Año 2013). Acto seguido el Tribunal estableció el
orden de votación conforme con el estudio de los autos -Dres. Vargas, Saux y Aletti de
Tarchini- y se planteó para resolver las siguientes cuestiones:
1era.: ¿Es nula la resolución recurrida?
2da.: ¿Es ella justa?
3ra.: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictarse?
Determinado el orden de votación en cuya virtud éstos pasan a estudio, a la primera
cuestión, el Dr. Vargas dijo:
El recurso de nulidad deducido no ha sido sostenido autónomamente en esta sede.
De todas maneras y a todo evento, las críticas que contiene el memorial (que no refieren a
vicios in procedendo sino in iudicando) pueden obtener suficiente respuesta en el
tratamiento que -a continuación- se realizará del recurso de apelación que también se ha
interpuesto.
Por lo demás, no advirtiendo irregularidades procesales ni vicios en el
procedimiento que justifiquen un pronunciamiento de oficio, corresponde desestimar el
recurso de nulidad enunciado precedentemente.
Así voto.
El Dr. Saux expresó, a su vez, iguales razones en parecidos términos y votó, por lo
tanto, en igual sentido.
A la primera cuestión, la Dra. Aletti de Tarchini dijo:
Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente
concordantes de dos jueces, de conformidad al art. 26 de la Ley 10.160 y a la jurisprudencia
de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, me abstengo de emitir opinión.
A la segunda cuestión, el Dr. Vargas dijo:
I. Antecedentes:
Por sentencia de fecha 25.09.2012, el A quo resolvió hacer lugar a la demanda y, en
consecuencia, declarar adquirido a favor del actor el dominio del inmueble objeto del litigio
(descripto en el escrito de demanda; inscripto en Tomo 86, Folio 76, N° 1658, ubicado en
calle Juan de Garay de la ciudad de Coronda), con costas al actor. Para así decidir consideró
que “en la presente causa don Mario José Federico Malisani promovió juicio de usucapión
contra doña Teresa Pagani de Núñez, pretendiendo que se declare adquirido en su favor el
dominio del inmueble que detalló … aduciendo tener posesión desde hace más de veinte
años en virtud de la cesión recibida de doña Nélida Ester Núñez (fs. 7/8). Habiéndose
declarado rebelde a la accionada (fs. 48) y efectuado el sorteo de ley, a fs. 75 se designó al
Defensor de Ausentes …, quien -corrido traslado- contestó la demanda a fs. 83 negando los
extremos invocados en ella por el actor. … Tramitada la causa, a fs. 252 se pasaron en
definitiva los autos a fallo, mediante providencia que se encuentra firme, por los que los
presentes han quedado en estado de ser resueltos. 2. Siendo que en autos se han observado
las reglas procedimentales y sustantivas aplicables (en particular, lo dispuesto en el articulo
24 de la ley 14.159) y considerando que el actor ha acreditado en grado suficiente los
extremos fácticos que invocara en sustento de su demanda de usucapión -en particular, la
requerida posesión veinteañal, que resulta de su accesión a la anterior de doña Nélida Ester
Núñez, instrumentada mediante cesión de fecha 30.9.2005 glosada en copia a fs. 4
[posesión que se remonta a la década del setenta, a tenor de los comprobantes de pago de
contribuciones municipales por los años 1971, 1972, 1973, 1974, 1975, 1976, 1977, 1978,
1979, 1980, 1981 -fs. 125/131-, de los convenios de pago de obra de gas natural en 1992(fs.
104), de los sucesivos contratos de alquiler celebrados como locadora (fs. 101, 111 y 120)],
arribo a la conclusión de que corresponde acoger la demanda de conformidad al artículo
4015 del Código Civil, declarando adquirido a favor del actor el dominio sobre el inmueble
objeto de este juicio...” (v. fs. 259/260).
II. Agravios:
1. Que contra dicha resolución, se alza el Defensor de Ausentes deduciendo
recursos de apelación y nulidad (fs. 262), los que son concedidos libremente y con efecto
suspensivo a fs. 263.
2. Ello así y radicados los autos en esta sede, se le corre traslado al apelante a fin
que exprese agravios (v. providencia de fs. 289), quien levantando dicha carga procesal a
fs. 291/292, manifiesta que “a. me agravia la sentencia apelada, en cuanto se hace eco de
las afirmaciones del actor haciéndose propias en su resolutorio, siendo que de las
constataciones efectuadas surge que el actor ha dado el comodato a su hijo, la esposa de
éste y sus nietos, reservándose el usufructo -mal puede reservarse el usufructo si no tiene
título del inmueble (fs. 96 y 182), siendo esto pasado por alto al momento de sentenciar. b)
Me agravia la sentencia apelada, siendo que la misma pasa por alto la absolución de
posiciones del actor a fs. 179 reconoce tener un boleto y que está haciendo los papeles,
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confiesa carecer de título legítimo … Malisani a la pregunta (2) afirma que ocupó el
inmueble desde que compró los derechos y acciones (fs. 179) … En el punto 5) del boleto
presentado en autos el señor Malisani se hace cargo de la Escritura traslativa de dominio
del inmueble -craso error- no posee título justo transmisible mediante escritura pública, no
obstante tener fecha cierta al ser certificada la firma en el Juzgado de Circuito Número Diez
y Siete- no pasaron los diez años requeridos para promover la acción por título justo. c. Me
agravia la sentencia apelada, toda vez que la misma pasa por alto los argumentos de la
demandada, con respecto a la documental presentada por la accionante, siendo los recibos
glosados en autos a nombre. En estos obrados el actor acreditó que ha sido mandatario de la
señora Nélida Esther Núñez de Nohara, pero no puede arrogarse las condiciones legales
para usucapir, siendo que la señora Nohara no acreditó jamás el vínculo con la titular
registral del inmueble. d. Me agravia la sentencia apelada, que pasa por alto las
testimoniales de la misma actora fs. 201, Eladio Córdoba, manifiesta “...que no recuerda a
quienes alquiló, solamente Castrodeza” y que “... la señora Nohara, le manifestó que era
familia de la dueña y … a fs. 204 la Señora Podilcincy, manifiesta “que no recuerda cuando
alquiló, porque hemos alquilados varias casas hasta que pudimos tener la nuestra. e. Me
agravia el punto dos de la resolución de fs., 259 al punto 2) donde manifiesta que se han
observado las reglas procedimentales de la ley 14.159 en su art. 24 y por lo tanto ... no
acreditó la posesión veinteañal del inmueble, todo este demostrado fehacientemente la
legitimidad de la documental presentada, no acredita que pertenecieran a la cesionaria, toda
vez que esa documentación no acredita haber cumplido con las cargas fiscales que no
acredita la posesión, sino el cumplimiento con el interés fiscal del estado, y no el animus
dominis es decir el carácter de poseerlo como dueño ...” (sic).
III. Contestación de agravios:
Corrido el pertinente traslado para contestar los agravios vertidos por el apelante, la
actora lo hace mediante libelo que corre glosado a fs. 295/296.
IV. Análisis:
1. Del libelo arrimado por el Defensor de Ausentes surge prístino que los agravios
vertidos no resultan una crítica razonada y concreta del razonamiento fáctico-jurídico en el
que el A quo basó la fundamentación de la sentencia puesta en crisis.
En esa tónica, es criterio reiterado de este Tribunal que “en materia de recursos, el
supuesto agravio que la decisión alzada ocasiona al recurrente, constituye el fundamento y
la medida del mismo, y que dicho agravio para poder ser dimensionado por el tribunal A
quem y obrar confirmando o reformando la decisión que le ocasiona, debe ser
oportunamente manifestado de una manera clara y concisa, ordenada y correctamente,
señalando, en base a argumentos y probanzas, porqué la sentencia no es justa, cuáles son
los motivos de su disconformidad, cómo el juez ha meritado la prueba, ha omitido alguna
que puede ser decisiva, ha aplicado mal la ley, en qué consiste el error del pronunciamiento
o cuál es el defecto que contiene el proceso lógico mental que exteriorizó el juez al
dictarlo, ya que de no procederse así se coloca al tribunal de segundo grado en la
posibilidad riesgosa de proceder a una revisión indiscriminada de la sentencia cuya alzada
se originó al interponerse el recurso, apartándolo de su esencialidad funcional de revisión y
control y no de creatividad, careciendo, en otras palabras de medida y de materia respecto
del cual debe emitir su pronunciamiento” (Cattaneo s/ Ausencia con presunción de
fallecimiento”, Acuerdo del 19/6/87; “Muttaner s/ Desalojo”, Acuerdo del 11/8/87; Corti c/
Merediz s/ Ejecutivo” Res. N° 71 F° 54 T° 43; “Santi c/ Santi s/ Colación”, Res. N° 193, F°
59, T° 46-F, entre otros)” (esta Sala, 5/12/2000, “Mestre, Carmen Francisca c/ Mesa,
Anastacio y otro s/ Juicio Ejecutivo”, F° 373 T° 48).
Frente a la exigencia de marras, es jurisprudencia consolidada -a nivel nacional y
provincial- la que predica que, cuando se trata del contenido de la expresión de agravios,
pesa sobre el apelante el deber de resaltar, punto por punto, los errores, las omisiones y
demás deficiencias que atribuye al fallo. No basta con disentir, sino que la crítica debe ser
concreta, precisa, determinada, sin vaguedades. Además, tiene que ser razonada, lo que
implica que debe estar fundamentada.
Y, al hablar de "crítica" hay que hacer la siguiente precisión: al hacer una
coordinación de las acepciones académicas y del sentido lógico jurídico referente al caso,
"crítica" es el juicio impugnativo u opinión o conjunto de opiniones que se oponen a lo
decidido y a sus considerandos. Luego, se habla de que la crítica sea "concreta y
razonada". Lo concreto se dirige a lo preciso, indicado, específico, determinado (debe
decirse cuál es el agravio). Lo razonado incumbe a los fundamentos, las bases, las
sustentaciones (debe exponerse por qué se configura el agravio)” (conf. CNCivil, sala H,
04/12/2004, Lexis Nº 30011227).
Por eso se ha dicho que en la expresión de agravios se deben destacar los errores,
omisiones y demás deficiencias que se asignan al pronunciamiento apelado, especificando
con exactitud los fundamentos de las objeciones. La ley requiere, con la finalidad de
mantener el debate en un plano intelectual antes que verbal, que la crítica dirigida a lo
actuado en la instancia de grado sea concreta, lo cual significa que el recurrente debe
seleccionar de lo proveído por el magistrado aquel argumento que constituya estrictamente
la idea dirimente y que forme la base lógica de la decisión. Efectuada esa labor de
comprensión, incumbe al interesado la tarea de señalar cuál es el punto del desarrollo
argumental que resulta equivocado en sus referencias fácticas, o bien en su interpretación
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jurídica (conf. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala G, 12/02/2009, La Ley
Online; AR/JUR/727/2009).
Es que no existe posibilidad de tener como expresión de agravios al escrito que
omite el análisis pormenorizado de la resolución apelada, no indica sus presuntos
defectos, ni impugna sus fundamentos legales, limitándose a reiterar en términos
aproximados las alegaciones ya formuladas y a la enunciación de meras apreciaciones
subjetivas de orden general y no jurídico, sin rebatirlas concretamente (conf. CNCiv., Sala
G, 10/02/1987, LL, 1987-B, 288).
Este escrito debe bastarse a sí mismo, sin que quepa remitirse a presentaciones
anteriores. Si no se introduce en el análisis pormenorizado del fallo ni cuestiona sus
fundamentos legales, limitándose, en otros términos, a reproducir circunstancias relatadas
con anterioridad o introducir otras que nada tienen que ver con la cuestión discutida, no
reúne los requisitos suficientes como para ser tenido como tal (conf. CNCiv., Sala G,
09/12/1983, LL, 1985-C, 643).
En sintonía con lo expuesto, de la lectura del memorial aludido se desprende
simplemente una radical divergencia con lo sostenido por el magistrado de la inferior
instancia, pero, de una manera generalizada y confusa, y en lo que importa sin atacar el
núcleo central de su fundamentación.
En esa tónica tiene dicho este Sala que “la simple disconformidad con el dispositivo
del pronunciamiento alzado y la reiteración de argumentos, así como la simple reseña de
actuaciones ... no son en sí suficientes para rever lo decidido, porque la carga procesal de
expresar agravios exige del apelante una crítica razonada y concreta de las afirmaciones del
sentenciante de baja instancia que se estiman no resultan ajustadas a derecho ... no siendo
apta para sostener la apelación la simple disconformidad con lo resuelto por el a quo (ídem,
17/11/80, “García c/ Trossero s/ Ejec.”) (fallo del 30/12/97 in re “Nistal, Juan Carlos C/
Nistal, Miguel Ángel s/ Ejecutivo” espigado en el Libro del Protocolo, T° 46, Fº 214).
Así las cosas, la falencia expuesta sella la suerte adversa del recurso bajo análisis.
2. Sin perjuicio de lo expuesto, al sólo efecto de evitar caer en los contornos difusos
del excesivo rigor formal, respondiendo al orden público que campea en la materia y a
mayor abundamiento, he de señalar que los escuetos agravios formulados por el Sr.
Defensor de Ausentes carecen de andamiaje tanto fáctico cuanto jurídico.
2.1. En efecto, cuando éste señala que de la constatación efectuada por el Sr. Oficial
de Justicia (v. fs. 96 de autos) surge que el actor ha entregado en comodato el inmueble
objeto de la pretensión de usucapión a su hijo, a la esposa de éste y a sus nietos,
reservándose el usufructo y critica que estas figuras son incompatibles con su situación
jurídica subjetiva (toda vez que carece de título) olvida que, precisamente tal préstamo de
uso en favor de sus familiares (más allá de la equivocada calificación que éste hubiera
podido utilizar -vgr. usufructo, derecho real que evidentemente aún no posee-) implica
claramente un acto posesorio “animus domini” que evidencia, conjuntamente con el resto
de las pruebas uno de los vértices que sustentan su reclamación judicial en torno a la
adquisición del título dominial del que se carece.
En ese sentido, puede destacarse que bien han resuelto otros tribunales del país que
“la entrega de un inmueble en comodato comporta el ejercicio y exteriorización de actos
posesorios de indudable significación a los fines de la adquisición del dominio por
usucapión” (C.Concep.Uruguay, Sala Civ.y Com., 7/7/99, “Alfonso, María F. y ots”, LLL
1998-1-133).
Es que como bien sostiene Lafaille “quien ocupa un inmueble reconociendo en otro
la posesión, representa a éste y prescribe a favor del mismo. Aunque tal estado de cosas se
prolongara indefinidamente, no podría llegar a obtenerla para sí; a menos de intervertir la
'causa possessionis'” (Lafaille, Héctor “Tratado de los Derechos Reales”, Buenos Aires, Vol
I, pág. 582).
Resulta, entonces, absolutamente improcedente la vía argumental de la que se sirve
el apelante, toda vez que se afinca en una perspectiva sesgada respecto de los actos
posesorios ejecutados por el accionante. Aquí también luce ostensible el defecto recursivo.
2.2. En otro orden también desbarra la argumentación del ocurrente en cuanto
pretende extraer de la confesión del actor [respecto a que carece de “título legítimo” y que
sólo compró los derechos y acciones que poseía la Sra. Nélida Ester Núñez] un
reconocimiento de la sinrazón de su reclamo.
Es que, antes bien, ello es coherente con la vía sustancial y procesal utilizada para el
ejercicio de la prescripción adquisitiva (donde suma posesiones, esto es la de quien le cedió
los derechos y acciones emergentes de la misma -antes del 2005- y la suya propia -luego de
esa fecha- lo que se conoce como el fenómeno de “accesión de posesiones”), esto es, aquí
la larga o “veintiañal” en lugar de la corta o “decenal” en un todo de acuerdo a que el
presupuesto es, precisamente y valga la redundancia la carencia de “título legítimo”.
Dentro de la línea que sostiene el recurrente y la cual deviene notoriamente
inadmisible, es dable aclarar que -precisamente- la “carencia de título legítimo” se
constituye como la causal impidiente para que el actor promueva lo que se conoce como
“prescripción decenal o breve”, en tanto ésta requiere el cumplimiento del plazo de 10 años,
buena fe, posesión pública, pacífica, continua y no interrumpida, más el “justo título” (art.
4010 del Código Civil).
En esa tónica luce irrazonable lo argumentado por el recurrente, en tanto prescinde
de los contornos delineados en la pretensión inicial que parten de la premisa que indica que
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el actor al no poseer un “justo título” que le permita echar mano a la prescripción breve, se
ve obligado -necesariamente- a transitar el plazo temporal de la “prescripción larga” o
“veintiañal” que prevé el artículo 4015 del Código Civil.
2.3. Tampoco alcanza ningún tipo de sustento la circunstancia de que al suscribir el
contrato de cesión de derechos y acciones (cuya copia luce a fs. 4/vta. de autos), el Sr.
Mario José Federico Malisani haya señalado que se haría cargo de formalizar la escritura
pública “traslativa del dominio del inmueble” (para lo cual dice el recurrente que aquél no
posee “título justo transmisible mediante escritura pública”).
Es que, en primer lugar, la mencionada cláusula no hace referencia a qué título de
transmisión se documentaría en la susodicha escritura pública (v.gr. cesión de derechos y
acciones, prescripción adquisitiva, etc.) y, por lo demás, entre las partes mencionadas sólo
podría referirse a formalizar (vía el instrumento aludido) los derechos personales que se
transmitieron.
2.4. Desde otro ángulo, el impugnante ataca el decisorio en crisis endilgándole la
circunstancia que si bien el actor acreditó ser mandatario de la Sra. Núñez de Nohara no
justificó el vínculo de ésta con la titular registral del inmueble. Nuevamente, lo expresado
no sólo se revela como un agravio carente de contenido alguno sino que tampoco encuentra
asidero en la normativa tanto de fondo como de forma que delinea la institución. Y ello es
así, en tanto luce prístino que cuando se demanda por prescripción adquisitiva o usucapión,
el proceso posee carácter contencioso debiéndose sustanciar respecto de quienes resulten
titulares del dominio conforme a las constancias registrales, a los fines de lograr la debida
certeza jurídica preservando el derecho de defensa y esta circunstancia se encuentra
debidamente acreditada en las presentes conforme lo preceptúa el art. 24 de la Ley 14159,
sin que -bajo ningún aspecto- sea necesario “exigir” como recaudo legal que el actor
justifique el vínculo que eventualmente unió a la cedente (Núñez de Nohara) con la titular
registral (Pagani de Núñez).
2.5. A lo expuesto suma como agravio el recurrente la falta de valoración de las
testimoniales de fs. 201 y 204 correspondientes a Córdoba y a Podilcincy. De la lectura de
las mismas se colige que en relación a la de Córdoba (v. fs. 201/201 vta.) reconoce que
tuvo una autorización para alquilar la propiedad por parte de la Sra. Nohara, que él le
remitía el dinero de la propiedad, que uno de los inquilinos era el Sr. Castrodeza hasta el
año 92 “luego yo no me encargué más del alquiler de esa propiedad”. En cuanto a la
testimonial de fs. 204 de la Sra. Podilcincy, reconoce un contrato de alquiler de fecha
29/01/97, afirmando que el dueño era Malisani, que cuando alquiló lo hizo con él. Lo
expuesto revela que los testigos deponen en función del hito temporal que los vinculara al
inmueble. Es decir, Córdoba dice que se desvinculó de la propiedad en el año 1992 y
Podilcincy expone a tenor de un contrato de alquiler del año 1997. Ahora bien, lo iterado
debe verse en vinculación con la cesión de derechos y acciones (v. fs. 4) que hiciera Nélida
Núñez a favor del ahora actor (fechada en 30.9.2005 -v. fojas 4 vta.), de tal suerte que es
coherente que antes de esa fecha el “animus domini” de los actos posesorios no
correspondía a Malisani sino a Núñez de Nohara.
2.6. A su vez el último agravio que formula el recurrente (en el que se constata una
redacción poco clara y -en algún sentido- ininteligible que, por lo tanto, dificulta su
interpretación), entiendo que se dirige a endilgarle a las constancias de recibos referidos al
pago de tasas, servicios e impuestos acompañados por el actor, la cualidad de que no fueron
librados a su nombre (es decir, de quien invoca la posesión), lo cual es rebatible fácilmente.
Y es así, por cuanto lo que determina la intención de poseer el inmueble -animus posesorioes la tenencia de los recibos -aunque no fuera del total de períodos- y no el nombre que
figura en la registración fiscal (v. C. Civ. y C. Santa Fe, Sala 2ª. 10/12/08. González, Ana
M. c/ Rebechi, César y otros s/ Prescripción adquisitiva; voto del Dr. Drago, espigado en
www.zeus.com.ar) ya que “no es requisito insoslayable que los comprobantes de pago de
impuestos, tasas y servicios figuren a nombre de quien invoca la posesión pues la tenencia
de tales comprobantes hace presumir el pago” (voto de la mayoría en idéntico
pronunciamiento).
Es que “la presunción de efectiva posesión del inmueble inducida por la
acreditación del pago de impuestos deviene fundamentalmente de la posesión de las
constancias de pago (boletas) siquiera fuera ininterrumpida, accidentada o esporádica en el
transcurso de la alegada posesión” (v. C. Apelaciones Civil y Comercial de Rosario, Sala 2,
mediante pronunciamiento de fecha 11.03.99 in re “Ariston S.A. s/ Prescripción
adquisitiva”, espigado en JS T° 40, pág. 133; v. en este sentido, voto de mi autoría de fecha
11/10/2013, “Rossler y ot. c/ Clement s/ Juicio Ordinario (Prescripción Adquisitiva)”, F°
276 T° 14).
3. Con relación a las costas, siendo que no hay en la causa contradictor
individualizado, atendiendo a la necesidad de soportar las mismas, no pudiendo quedar ello
supeditado a la aparición eventual de este último, y estimando que quien se beneficia con la
declaración de la prescripción adquisitiva es la parte accionante, cabe imponer las mismas
(entre las que se cuentan los honorarios del Defensor de Ausentes) a la parte actora, sin
perjuicio de su derecho al reintegro si se identificaran a los demandados (v. esta Sala,
14/11/01, “Rivas, Jesús Alberto y otra c/ Herederos de Felipe Peralta y/u otros s/
Usucapión”, F° 149 Fallos T° 49).
Por todo lo expuesto y si mi voto es compartido por mis distinguidos colegas,
cuanto corresponderá será no hacer lugar a los recursos de nulidad y apelación deducidos
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por el Sr. Defensor de Ausentes, con expresa imposición de costas a la parte actora, sin
perjuicio de su derecho al reintegro si se identificaran a los demandados.
Así voto.
El Dr. Saux expresó, a su vez, iguales razones en parecidos términos y votó, por lo
tanto, en igual sentido.
A la segunda cuestión, la Dra. Aletti de Tarchini dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir
opinión.
A la tercera cuestión, los Dres. Vargas y Saux manifestaron sucesivamente que,
de acuerdo a las consideraciones precedentes, cuanto corresponde es no hacer lugar a los
recursos de nulidad y apelación deducidos por la demandada con imposición de costas a la
actora, sin perjuicio de su derecho al reintegro si se identificaran a los demandados
A la tercera cuestión, la Dra. Aletti de Tarchini dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir
opinión.
Por todo ello, la SALA PRIMERA DE LA CAMARA DE APELACION EN LO
CIVIL Y COMERCIAL DE SANTA FE, RESUELVE: 1) No hacer lugar a los recursos
de nulidad y apelación deducidos por el Defensor de Ausentes, con imposición de costas a
la actora, sin perjuicio de su derecho al reintegro si se identificaran a los demandados. 2)
Los honorarios de Alzada se liquidarán en la proporción establecida en el artículo 19 de la
ley 6.767, modificada por la Ley 12.851, oportunidad en que se correrá vista a la Caja
Forense.
Concluido el acuerdo, firmaron los Señores Jueces de Cámara por ante mí, que
certifico.
Insértese, hágase saber, bajen.
VARGAS
SAUX
ALETTI DE TARCHINI
(En abstención)
PENNA
(Secretaria)
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