1 MEDICINA ENDOBIOGÉNICA: LES BONNES FEUILLES DE UNA PANACEA CON ENFOQUE CIENTÍFICO Jesús Armando Haro1 No resulta extraño que tanto en México, como en Europa y en Estados Unidos, los recursos terapéuticos contenidos en las plantas medicinales sean comúnmente considerados por galenos y pacientes como una especie de medicina complementaria, de utilidad especial para tratamientos exclusivamente sintomáticos o incluso como una suerte de placebo, ocupando el lugar de una determinada “alopatía verde”, en la cual se recetan sustancias derivadas de las plantas en forma alterna, coadyuvante y raramente sustituta de los fármacos sintéticos. Sin embargo, según un enfoque innovador desarrollado en forma relativamente reciente desde Francia, la fitoterapéutica posee en realidad un potencial mucho más relevante que el mero alivio sintomático o el interés anecdótico o paliativo, siempre y cuando los recursos vegetales sean empleados dentro de un sistema comprensivo e integral como pretende serlo la medicina endobiogénica, basada fundamentalmente en la identificación individualizada de patrones metabólicos y neuroendócrinos que son clave para el funcionamiento del organismo, los cuales constituyen según este paradigma los determinantes últimos de la salud y la enfermedad. La endobiogenia es el resultado de más de 30 años de actividad clínica cotidiana, desarrollada tanto en hospitales y consultorios públicos y privados, siendo definida por sus precursores como “la expresión funcional basal de las capacidades funcionales del ensamblaje viviente constitutivo del ser, estructurado a partir de la herencia genética y de su síntesis funcional en un cierto estado somático inicial, que le confiere su equilibrio biológico de referencia” (C. Duraffourd y J. C. Lapraz: 2002). A diferencia de la actual biomedicina dominante, que ha tendido históricamente hacia una descontextualización progresiva de los datos que ofrecen los casos clínicos, la medicina endobiogénica se ha venido interesando cada vez más en el estudio minucioso de est as Profesor investigador del Programa de Salud y Sociedad. El Colegio de Sonora. Correo electrónico: [email protected] 1 2 particularidades fisiológicas y estructurales que nos diferencian a los seres humanos. No solamente desde un punto de vista genético, como pretende la nueva medicina genómica, sino en la comprensión holística e integrada de nosotros como seres vivos y complejos, en estrecha relación con nuestros hábitos personales y con las condiciones de nuestros entornos físicos y sociales; y también, desde una reconstrucción acuciosa e histórica de los afrontamientos traumáticos de diversa índole que hemos sufrido en nuestro muy personalizado modo y suerte de andar por la vida, como propone su abordaje anamnésico y clínico. La endobiogenia constituye a nuestro ver un serio y refinado intento por conjugar esta visión dentro de un esquema diagnóstico y terapéutico lo suficientemente amplio y complejo como para contender con la especificidad que nos define, con la promesa agregada de eludir convenientemente la iatrogenia al respetar los límites fisiológicos -y también ecológicos- de las personas que somos. ¿Y porqué decimos esto?. Porque este paradigma alude a un sano y deseable retorno a las raíces de la naturaleza, en obvia concordancia con el antiguo anhelo de encontrar la panacea a todos los males, pero ya no en el arsenal farmacológico de laboratorio sino en un retorno inteligente a las plantas medicinales. Si bien en la endobiogenia este interés atañe a la búsqueda de un remedio absolutamente personalizado y debidamente temporizado, por lo que pareciera más bien ser la antítesis del concepto de panacea tal y como ha sido popularizado: como un remedio total capaz de curar todos los males. En realidad, el término de panacea procede del griego ?a?a?e?a, aludiendo a un significado original más bien plural que singular y que significa "la curación universal gracias a las plantas". Visto así, nada se opone a que la medicina endobiogénica pudiera adscribirse a este digno nombre que hace honor a la genealogía del concepto, derivado de la alusión a los dioses griegos. En esta mitología Panacea es hija de Esculapio (el que cura los cuerpos) y nieta de Apolo (dios de la curación del alma), tomando su nombre de dos partículas compositivas: pan (todo) y akos (remedio), en alusión al hecho de que las plantas de origen divino son capaces de curar todas las enfermedades. A su vez, su hermana Higia, al ser la tutora de la higiene y las prácticas saludables, ilustra el aspecto preventivo que es sustancial al legado hipocrático, estando toda la pléyade incorporada al tradicional juramento médico. 2 Aunque las plantas han sido origen de numerosos medicamentos hoy sintéticos (el ejemplo del sauce y de la aspirina), hay que considerar que en el caso de las panaceas botánicas empleadas por la endobiogenia esto implica como axioma la utilización de la planta natural y no de los “principios activos” producidos en forma sintética. A nuestro ver, este ánimo estaría en concordancia con una visión filosófica del quehacer médico como una labor que es respetuosa del orden "Juro por Apolo médico y por Asclepio y por Higía y por Panacea y todos los dioses y diosas, poniéndoles por testigos, que cumpliré, según mi capacidad y mi criterio, este juramento (...)". 2 3 natural creado por algún artífice del universo que hoy la ciencia médica tiende a ignorar en sus versiones públicas y oficiales, aun cuando los médicos en privado guarden sus devociones y acompañen con plegarias sus laicas intervenciones. A nuestro ver, existe una diferencia de fondo cuando el recurso de la fe forma parte integral de la experiencia terapéutica, por vías simbólicas que actualmente están siendo exploradas por la neuroinmunopsicología, la antropología médica y la fisiología del estrés. En analogía con otras tradiciones, tenemos que para los cabalistas judíos este anhelo vendría signado por la búsqueda del aliento original que todo lo cura, presente en la forma del “nigún” que anima a toda música con intenciones curadoras cuando se interpreta en forma directa, no mediada por imitaciones electrónicas; esfuerzo que también estaría patente en la terapéutica basada en extractos naturales de plantas con propiedades medicinales, los cuales conservan además del recurso de la eficacia química, el principio añadido que otorga su eficacia simbólica de base espiritual, inhabilitado en la síntesis de los principios activos que anima el interés de la moderna industria farmacéutica, ama y señora por ahora tanto de los médicos como de las vidas, empeñada en abolir la diversidad biológica y terapéutica en pos de una estandarización reductora y abusiva basada en la síntesis molecular y en el diseño de protocolos para cada enfermedad, despreciando el principio sagrado de Hipócrates de que “no existen enfermedades sino enfermos”. La medicina endobiogénica se basa en la fisiología, la patología, la biología del desarrollo y en varias especialidades que aquí convergen en forma integral, intentando superar el enfoque reduccionista de la medicina convencional mediante el estudio y la aplicación de tres ejes fundamentales: la noción de “medicina de terreno”, la lllamada “biología de funciones” y la fitoterapia tradicional y actual. En el caso del primer eje, la medicina de terreno, es este un concepto que relaciona las propiedades terapéuticas de la flora con la dinámica patofisiológica de cada paciente en particular. Siguiendo la secular tradición francesa este concepto considera que el factor primario subyacente a cada episodio de enfermedad es el estado interno del paciente, en estrecha relación con su vida psíquica, metabólica y neurológica. En el caso de las infecciones, por ejemplo, los gérmenes son solamente “marcadores” de la infección, pero no su causa. En cancerología este paradigma permite explicar porqué algunos pacientes son refractarios a los protocolos oncológicos mas eficaces, mientras que otros se curan espontáneamente, ayudándonos a comprender el porqué de la heterogeneidad de los distintos cursos. Consecuentemente, el principio terapéutico en este paradigma no se relaciona con una terapia para cada enfermedad, como sucede en la medicina convencional o en otras terapias llamadas hoy “alternativas” (medicines douces en Francia), sino de acuerdo a la condición interna de cada paciente, en su momento específico situacional. 4 En el modelo endobiogénico los pacientes son evaluados a través de una detallada historia clínica y una minuciosa y sagaz exploración física, que incluye la observación, la palpación, la prueba de reflejos y otros procedimientos que resaltan signos que no son observados ni reconocidos por la moderna medicina convencional, partiendo de un considerable desarrollo del método clínico. 3 Así, para la semiología endobiogénica cada signo o síntoma es expresión funcional de las capacidades del organismo para mantenerse en equilibrio, siendo su homeostasis construida a través de la herencia genética y de las reacciones a las agresiones sufridas en la vida. Para esta visión los desequilibrios de terreno son los responsables de las condiciones patogénicas, siendo el o los agentes agresores solamente detonadores de enfermedad. El paradigma se apoya en segundo término en un análisis exhaustivo de los exámenes convencionales de laboratorio y gabinete, bajo un concepto novedoso, basado en la moderna fisiología académica, que lleva como nombre el de biología de funciones. Este surgió de la constatación de que los exámenes paraclínicos no reflejan el estado clínico real de los pacientes: constituyen más bien una evaluación de riesgos. Basándose en doce parámetros comunes la endobiogenia ha desarrollado más de 150 índices que reflejan varios aspectos clave de las relaciones metabólicas. 4 Los índices brindan en su conjunto una visión “tras bambalinas” de las fuerzas dinámicas que subyacen en la condición del paciente, indicando y priorizando las intervenciones terapéuticas óptimas con un alto grado de especificidad, distinguiendo en esto “un perfil fisiológico único para cada paciente”. De esta manera, bien podemos decir que la biología de funciones es como un microscopio electrónico que permite apreciar como el organismo funciona en su adaptación, partiendo de algoritmos que comparan triangulando los resultados de los exámenes de laboratorio para visualizar indirectamente el estado tisular mucho más Un ejemplo lo constituye la inflamación del colon ascendente, que puede estar evidenciando un exceso secreción de hormona folículo-estimulante (FSH), ya que esta área es rica en receptores. La midriasis a su vez puede estar testimoniando un desequilibrio entre los sistemas nerviosos simpático y parasimpático. La congestión de parótidas es un signo reconocido por la endobiogenia como centinela de disfunción pancreática. 4 Algunos de estos índices son: el "de relaciones hormonales genitales," el "genitaltiroideo," los índices "estrogénico y androgénico”, el "índice de fibrosis," el índice de replicación celular," el de "fractura de DNA” y etc. De esta forma, si un paciente se encuentra en una condición simpáticotónica con una pobre regulación del eje hipótalamo-tiroideo, se le indican extractos o aceites vegetales que regulan la secreción de TRH (hormona liberadora de tirotropina). Los ín dices se organizan en grupos de evaluación endobiogénica: entre ellos, de riesgo carcinogenético o cardiogénico, de condición tiroidea, somatotrópica, o de corteza adrenal, etc. En cuanto a los exámenes que se requieren para calcular estos índices incluyen la biometría con diferenciales, la cuenta de plaquetas, los niveles de CPK, DHL, TSH, osteocalcina, fosfatasas alcalinas e isoenzimas, calcio y potasio séricos, VSG, T3 y T4 y CA 15/3, entre otros. 3 5 allá de los niveles plasmáticos. Así, la endobiogenia aunque se basa en información procedente de la biomedicina considera al individuo como una unidad global en la que se distinguen órganos y funciones que suponen una gestión general del organismo. Un tercer elemento clave lo constituye el recurso a la fitoterapia, basada en el uso de extractos y aceites esenciales de plantas medicinales y distinguiendo para ello de tres niveles de conocimiento y utilización factibles: el de la tradición, el de la farmacología y el del uso clínico de acuerdo con la teoría de la endobiogenia. Sus objetivos, además de individualizar la estrategia terapéutica con dietética y medidas generales, son los de apoyar los mecanismos fisiológicos del organismo, ejerciendo acciones directa de tipo sintomático solo cuando se requiere. Su base es lograr el equilibrio de los ejes endócrinos y el sistema nervioso autónomo, elevando a la vez el estado inmunitario y asegurando tanto un desempeño satisfactorio de las funciones emuntoriales como también la revitalización del organismo. Su eficacia ha permitido tratar bajo este enfoque a pacientes tiroidectomizados sin utilizar hormonas t iroideas y a diabéticos tipo I sin usar insulina.5 También es eficaz en tratar síntomas menopáusicos exclusivamente con extractos botánicos, como también suspender la dependencia a los fármacos en asmáticos. Rutinariamente, la endobiogenia se aplica exitosamente a problemas dermatológicos intratables, enfermedades cardiovasculares, problemas digestivos, hepatitis, trastornos genitourinarios, desórdenes musculoesqueléticos variados y muchos casos de cáncer, en algunos casos incluso sin el concurso de la quimioterapia o la radioterapia. En consecuencia, la endobiogenia constituye una oportunidad para recuperar una posibilidad confiscada por la industria químicofarmacéutica: la de utilizar e investigar los extractos de plantas autóctonas e importadas bajo la salvedad de que ofrecen tanto una mayor inocuidad como también una eficacia de signo interno a largo plazo, con la posibilidad agregada de desarrollar su empleo en un país rico en recursos botánicos, como lo es México (Hersch: 2000). En lo personal, a mi me parece que la endobiogenia es una medicina de filosofía hipocrática basada en lo que debería ser el principio fundamental de toda medicina: primum non nocere (ante todo, no dañar), respetando el kairós que significa encontrar la oportunidad terapéutica precisa, al distinguir el momento metabólico en que se encuentra todo paciente y también al relacionar en forma integrada el legado genético y la circunstancia fisiológica con el entorno específico en vertientes materiales y espirituales. De esta forma contextual, la anamnesis clínica logra ligar los distintos episodios de enfermedad con los traumas psíquicos y físicos en clave biográfica Aunque el sistema de diagnóstico y tratamiento de la endobiogenia se basa en la actividad hormonal y de los neurotransmisores, no es recomendable bajo su paradigma el utilizar sustitutos hormonales salvo en casos muy críticos, debido a la inhibición en la función normal del organismo que estos provocan, al igual que lo hacen la mayoría de drogas de patente. 5 6 como a la vez interpretar los momentos patofisiológicos actuales en forma profunda y racional. Sin embargo, no debe en justicia analogarse este enfoque a otras terapias hoy llamadas alternativas, como la aucupuntura y la homeopatía, ni tampoco asignarle solamente el estatus de una medicina basada en el uso de plantas medicinales, como corresponde de hecho a la medicina tradicional más pura y testamento de nuestros pueblos. Mas bien se corresponde con la noción de una aplicación terapéutica fundamentada en una mirada holística sobre el ser humano y sus circunstancias, en el mejor sentido ortegagassetiano, a partir del concepto clásico de terreno, rescatando la acuciosa agudeza clínica desarrollada en ese país, descartada y marginada inútilmente ante la hegemonía de una medicina que se dice basada en la evidencia, pero que en realidad es esclava de los intereses de la industria farmacéutica; especialmente a partir del tristemente famoso Informe Flexner de 1910, cuando inició la sustitución de la clínica por la paraclínica, como también la exclusión y condena de métodos no positivistas de practicar la medicina. A contracorriente de la biomedicina, la endobiogenia propone un retorno a la medicina clásica, entendida aquí como una hermeneútica que particulariza y amplia la visión del paciente sobre sus relaciones consigo mismo y con el mundo, superando el legado mecanicista de Descartes y su visión dual de mente y cuerpo. Las patologías en este tenor son vistas como repertorios posibles, los cuales poseen diversos caminos y un potencial nada ambiguo de predicción y prevención, que le permiten a la medicina endobiogénica diseñar en forma eficaz estrategias terapéuticas respetuosas de la fisiología particular, sin pretender por ello echar por la borda los avances conseguidos por la medicina convencional, los cuales son en ocasiones sustituidos pero también complementados y ampliados. ¿Y cómo lo hace?. Mediante un razonado ejercicio de retraducción y puesta en relación de expresiones semiológicas y biológicas que encuentran aquí un significado otorgado en el espacio y en el tiempo, en pos de redescubrir las potencialidades profundas que permiten al organismo reconquistar su estado de homeostasis y por lo tanto de salud. La endobiogenia es, por lo tanto, más que una fitoterapia clínica. Le corresponde una nueva concepción del arte médico de antaño, con el concurso estratégico y racionalmente selectivo de los recursos que posee la ciencia médica actual, incluyendo varias de sus estrategias diagnósticas y también terapéuticas, como son el uso de estudios de laboratorio y de gabinete y también el concurso colaborador –mediante referencia a especialistas en diversas áreas de la biomedicina- de varios procedimientos diagnósticos, quirúrgicos, farmacológicos y rehabilitadores. De esta forma, bien podemos afirmar que constituye una nueva concepción sobre lo que significan la salud y la enfermedad, de sus mecanismos de instalación y sus vías de reconquista, para beneficio integral de toda suerte de pacientes. Y lejos de negar a la medicina convencional, la medicina endobiogénica significa una recapitulación muy necesaria de 7 la vía de desarrollo tomada por la medicina de signo positivista, acorde con principios filosóficos y clínicos de raigambre muy antigua y venerable bajo conceptos más bien sinérgicos, no necesariamente antagónicos, como ocurre por ejemplo con los procedimientos específicos de drenaje desarrollados bajo este enfoque, que coadyuvan a la eficacia terapéutica de procesos infeccioso e inflamatorios de variado signo. Creada en 1971, la Société Française de Fitoterapia y d'Aromathérapie, SFPA) ha cambiado de nombre desde octubre de 2000 para denominarse Société Française d'Endobiogénie y Médecine, SFEEM), bajo el convencimiento de que no representa una forma de medicina alternativa ni complementaria, sino una práctica médica basada en la investigación rigurosa y científica. Esta asociación tiene por objeto hacer que el abordaje del enfermo se fundamente en la noción fundamental del terreno, instaurando para todo acto médico el estudio de la funcionalidad del hombre sano y enfermo de acuerdo a la sus teorías. A la vez, la Societé pretende promover y desarrollar la investigación médica básica y aplicada siguiendo sus principios teóricos, haciendo conocer y reconocer sus resultados; formar e informar a los médicos y otros profesionales oficiales de la salud sobre el uso razonable de nuevas prácticas diagnósticas y terapéuticas surgidas de estas investigaciones, organizando una enseñanza postuniversitaria, destinada a los practicantes y estudiantes de cada una de esas profesiones. La SFEEM aboga también por la unificación y coordinación en la defensa y enseñanza de una utilización farmacomédica de calidad de las plantas medicinales. 6 Los Doctores Jean-Claude Lapraz y Christian Duraffourd son los líderes de un grupo francés de residencia parisina, en cuyo seño se ha desarrollado la llamada “medicina endobiogénica”. Este sistema se ha venido construyendo desde inicios de la década de 1970 de acuerdo a un consenso largamente fraguado y brillantememnte logrado por la práctica de este grupo de médicos, como también del concurso de muy diversas y variadas organizaciones profesionales y facultades de farmacología y medicina en Francia, Bélgica, Italia, Suiza, Costa de Marfil, Turquía y México. Aunque el enfoque endobiogénico no se encuentra aún dentro de la corriente hegemónica de la práctica médica francesa tampoco puede decirse que este esfuerzo esté del todo aislado o excluido por la influencia de la práctica positivista que caracteriza a la biomedicina. Sus representantes de hecho han tenido 6 En concordancia propone utilizar todos los medios de estudio e investigación científica disponibles, incluido el establecimiento de análisis para identificar fraudes y falsificaciones en todas las preparaciones terapéuticas de uso médico y establecer los criterios para determinar la calidad de los productos. Finalmente, otro de los objetivos centrales es el de reagrupar a los médicos, farmacéuticos e integrant es de otras disciplinas científicas equivalentes que, de acuerdo con la tradición médica, lleven a cabo investigaciones y estudios sobre la fitoterapia y la aromaterapia y sobre todas las técnicas naturales, biológicas y físicas de mejoría de la salud. 8 contactos relevantes con el Ministerio de Salud y con el Departamento de Farmacia y Medicina en su país, amén del Ministerio de Educación, y algunas oficinas importantes de la Comunidad Europea. También han trabajado protocolos de investigación y tratamiento con varios hospitales, incluyendo el Departamento de Oncología del Hopitaux de Paris, donde se ha estado ensayando su concepto terapéutico en el tratamiento de varios tipos de cáncer desde hace más de ocho años. También han colaborado con el Instituto Pasteur en investigación sobre sida, y con otras instituciones en Francia, Suecia, Italia, Ukrania, Madagascar, Túnez y Mali para desarrollar protocolos terapéuticos para un amplio rango de patologías, incluyendo esclerosis lateral amiotrófica, lepra, ulceras en piel, cólera, diarrea infantil y sida.7 Como ya ha sido señalado por los historiadores, epistemólogos y sociólogos de la ciencia, todo nuevo paradigma se enfrenta a la llamada “ciencia normal” antes de que ocurra una nueva revolución científica capaz de instaurar una manera novedosa de abordar los problemas del conocimiento y las estrategias de investigación disciplinaria. Desde esta perspectiva, nos atrevemos a proponer que la endobiogenia se encuentra en condiciones muy favorables para florecer en concordancia con sus métodos terapéuticos; aunque la subsistencia de los recursos vegetales medicinales depende urgentemente del desarrollo sustentable y de una conciencia ecológica de signo planetario. Las oportunidades que hoy se ofrecen a la medicina endobiogénica estriban a nuestro ver en las cada vez más abundantes evidencias sobre los riesgos que la biomedicina misma representa para la salud, con su enfoque eminentemente curativo y cada vez más incosteable, el riesgo patente de su reduccionismo y las altas tasas de iatrogenia y mala praxis que ella conlleva, todos los cuales no son sino algunos de los indicadores centinelas de la llamada crisis del modelo médico. Constituye no obstante un hecho paradójico el que a pesar de esta crisis el modelo biomédico continúe expandiéndose por el orbe a pesar de la demostración reiterada de su insuficiencia para dotar a la población de mejores niveles de salud. Probablemente este hecho sucede no solamente porque no haya una alternativa más accesible ni 7 Los Drs. Lapraz y Duraffourd se han involucrado además muy activamente en la investigación sobre la actividad antibacteriana presente en los aceites esenciales de ciertas plantas, y en la evaluación de la actividad clínica de otras propiedades fitoterapéuticas, como es el caso de la actividad ansiolítica e hipnótica de la pasiflora (Passiflora spp.) y la melisa (Melissa officinalis), como también en la actividad metabólica y hepática de una amplia gama de agentes botánicos o fitoterapéuticos, explorando sus posibilidades en el tratamiento de cáncer de mama, adenoma prostático y otras entidades. Actualmente, tanto en la Universidad de California-Los Angeles como en la de Iowa en los Estados Unidos se están llevando a cabo sendos protocolos de investigación en casos de cáncer, incluyendo en la muestra más de 35,000 casos seleccionados. 9 más eficaz, aunque no podemos aquí soslayar el carácter decisivo que juega la industria de la salud en la mercantilización del ámbito sanitario. En este tenor, la endobiogenia se presenta como un paradigma que más que ser complementario o alternativo resultará en la práctica ser contrahegemónico a las corrientes dominantes, pero sin dejar de tomar lo más valioso del legado galénico occidental: la tradición crítica, patente en la investigación y en la experimentación que rigurosamente la sustenta. Saludamos pues a la endobiogenia como una saludable promesa de revisar nuestros supuestos aprendidos y repensar la salud desde una perspectiva naturalista, preventiva, social e individualizada, clínica y filosófica. 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