¿Obra maestra o fraude? La Bella Principessa de Da

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LATERCERA Miércoles 2 de diciembre de 2015
Sociedad
Cultura
¿Obra maestra o
fraude? La Bella
Principessa de Da
Vinci en tela de juicio
dice ser autor del retrato
atribuido en 2011 al
pintor de La Mona Lisa.
Denisse Espinoza
Para la historia del arte ha
sido uno de los hallazgos más
notables de los últimos años.
En 2011, el británico Martin
Kemp (1942) publicó una investigación donde reveló al
mundo la aparición de un
nuevo Da Vinci: era el retrato de perfil de una joven mujer, realizado sobre papel vitela (pergamino antiguo) con
tiza de colores y tinta que él
mismo bautizó como La Bella Principessa. No se trataba de un investigador cualquiera. Kemp, profesor emérito de la Universidad de
Oxford, es considerado uno
de los mayores expertos en la
obra de Leonardo Da Vinci, y
para este estudio en particular contaba con el respaldo de
Pascal Cotte, científico francés y fundador de la compañia Lumiere Technology Paris, quien determinó, tras
usar tecnología digital y carbono 14, que la obra habría
sido realizada en 1495, época en que el artista italiano
trabajaba bajo las órdenes del
mecenas y duque de Milán,
Ludovico Sforza. De ahí que
la teoría de Kemp es que la retratada sería nada menos que
su hija Bianca Sforza a la edad
de 13 años, quien moriría trágicamente pocos meses después de su matrimonio.
La noticia del hallazgo dio la
vuelta al mundo y desató más
de alguna polémica, no sólo
entre los expertos en la obra
de Da Vinci (varios no compartían la teoría de Kemp),
sino también porque hasta
ese momento el cuadro había
circulado en el mercado del
arte como una pieza alemana del siglo XIX, subastada
por Christie’s en 2007 en US$
21 mil. La pieza, de hecho, ya
estaba documentada en 1955
como propiedad de Giannino
Marchig, un restaurador de
arte, y su esposa Jeanne Marchig, quien decidió venderla
R En entrevista con La
Tercera, el experto
Martin Kemp defiende la
originalidad del cuadro.
tras la muerte de su marido.
Al enterarse de la nueva atribución a Da Vinci, la mujer
demandó a la casa de subastas por incumplimiento del
deber fiduciario, negligencia
y otros daños, pero el tribunal la desestimó.
Mientras tanto, la teoría de
Kemp siguió tomando fuerza cuando en 2011, junto a
Pascal Cotte, afirmaron que
el dibujo había sido una vez
parte de un antiguo libro sobre la familia Sforza, ejemplar que está en la Biblioteca Nacional de Polonia en
Varsovia, y que según los investigadores carece de una
página, la que coincidiría en
dimensiones y en material
con el dibujo de Da Vinci. La
versión sumó adeptos, entre ellos Carlo Pedretti, historiador del arte y experto
en Da Vinci de la Universidad
de Los Angeles, California;
Nicholas Turner, ex curador
del Museo Británico y del
Museo Paul Getty, y Alessandro Vezzosi, director del
Museo Ideale Leonardo Da
Vinci, en Italia.
Claro que la perfecta historia del Da Vinci fue amenazada por la dudas. Esta semana el conocido falsificador británico Shaun
Greenalgh, quien en 2007
fue sentenciado a cuatro
años y ocho meses por otras
falsificaciones de Paul Gauguin, Otto Dix y antiguas esculturas romanas, aseguró al
diario Sunday Times que era
él el verdadero autor de la
obra, la que habría realizado en 1978, reutilizando el
pergamino de un título de
propiedad de 1587 y pigmentos antiguos. La musa: Sally,
su vieja compañera de trabajo en un supermercado en
Bolton, Inglaterra.
La supuesta revelación forma parte de su reciente libro,
Historia de un falsificador
que acaba de llegar a librerías británicas.
Sombras sobre Da Vinci
Consultado por La Tercera, el
profesor Martin Kemp refuta los dichos del falsificador
británico. “Su afirmación es
hilarante por decir lo menos.
El está promoviendo eficazmente su próximo libro, pero
hay muchas razones por las
que esa historia es ridícula.
Me atrevo a decirlo porque
tengo evidencia documental, contextual, científica y
estilística de que es de Leonardo Da Vinci”, señala el
británico.
Entre sus razones está la
datación de plomo isótopo
que determinó que la obra
tenía una antigüedad mínima de 250 años; además, la
técnica de impresión de la
piel de la retratada, como revelaría el análisis multiespectral de Cotte, se desconocía antes de la década del 80.
Por último, Martin Kemp se
pregunta: “Si alguien está
imitando un Leonardo ¿Por
qué no promoverlo como tal?
Entre 1978 y 2007 no hubo
nadie que sugiriera que esta
obra era de Leonardo”.
Sin embargo, los dichos de
Shaun Greenalgh han logrado remover las dudas que
ya existían sobre la atribución de la obra. Jonathan Jones, columnista del diario
The Guardian, es incrédulo
sobre ambas versiones: dice
que si bien la obra podría
ser 250 años más antigua
que la mano de Greenhalgh,
también podría ser 250 años
más nueva que la de Da Vinci. Sugiere que La Bella
Principessa bien podría tratarse de una obra falsificada,
pero en 1650, por ejemplo.
“Leonardo ya era muy famoso entonces y sus obras
ya tenían una gran demanda, esa es la época en que la
familia real británica compró sus grandes dibujos. En
esos años habían muy pocas
formas de autentificación.
Sin ir más lejos, la pintura
FOTO: WIKICOMMONS
R Un célebre falsificador
RR La Bella Principessa, la obra en disputa pertenece a un coleccionista privado.
EXPERTO
FALSIFICADOR
Martin Kemp
Shaun Greenhalgh
Nace en 1945. Es profesor
emérito en historia del arte de
la Universidad de Oxford y
considerado uno de los mayores expertos en la obra de
Leonardo Da Vinci . Además
es especialista en temas de
arte y ciencia en el Renacimiento. Ha curado exposiciones del artista italiano para
instituciones como el Victoria
and Albert Museum, Barbican
Art Gallery, y la National Art
Gallery de Washington.
Nace en 1961. Es un falsificador de arte que entre 1989 y
2006 produjo una serie de
obras falsas, pinturas y esculturas de Paul Gaugin, Otto Dix,
Man Ray, Henry Moore, y una
pieza romana, Amarna Princess, que fue incluso autentificada por el British Museum y
Sotheby’s. En 2007 fue arrestado y condenado a cuatro
años y ocho meses de prisión.
Hoy está en libertad y acaba
de publicar un libro.
Cabeza de Medusa, que está
en la galería Uffizi, fue confundida con un Leonardo
hasta los tiempos modernos”, sostiene Jones. La teoría es interesante.
Los cuestionamientos a la
versión de Kemp son anteriores a la aparición de Gree-
nalgh en escena.
Otro erudito en Da Vinci,
Pietro Marani, ya había aludido a que, por ejemplo, el
pintor no usó papel vital en
ninguno de sus cuatro mil
dibujos sobrevivientes. Además, entre las pruebas de
Kemp está que el trazo de la
obra la realizó un zurdo,
como lo era Da Vinci; sin embargo, Marani descuenta el
dato y argumenta que los
imitadores del artista ya habían emulado esa característica desde antes.
A eso se suma, por ejemplo,
que la obra no fue solicitada
para la exposición 2011 de la
National Gallery en Londres,
sobre el periodo de Da Vinci en Milán. Mientras otras
autoridades como Klaus Albrecht Scroder, director del
Museo Albertina en Viena,
aseguró que “nadie está convencido de que sea un Leonardo”. Claro que Kemp no
fue el primero en atribuir
esta obra a Da Vinci, sino la
experta italiana Cristina
Geddo, de la Universidad de
Genova, quien ha estudiado
en profundidad el estilo del
pintor y sus materiales y sostuvo que el retrato coincide
con las primeras obras en
pastel de Da Vinci, técnica de
la que fue pionero en Italia.
Aunque la teoría de Kemp
parece estar más debilitada
ahora, para el historiador,
quien lleva más de 30 años
de carrera estudiando al autor de La Mona Lisa, con varios libros y exposiciones sobre el italiano, este es sólo un
bache en el camino. Su receta es tomarlo con humor: “El
lado positivo de todo esto es
que me proporciona otra
historia pintoresca para el
libro que estoy escribiendo
llamado Living with Leonardo, que será publicado
próximamente por la editorial Thames and Hudson.
¡Haha!”, ríe el británico.b
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