La comisión del delito de homicidio por omisión en la legislación penal venezolana y el principio de legalidad Manuel Antonio Trinidade Gomes Fiscal Auxiliar 4to. del Ministerio Público en el estado Aragua Dirección de Delitos Comunes Síntesis El presente trabajo establece un criterio que permite, tanto a operadores jurídicos, como a letrados y catedráticos, elaborar una sencilla explicación del fenómeno, problemático y polémico por cierto, referido a los delitos de comisión por omisión relacionado con el tema del homicidio, debido a que su regulación no aparece escrita en Código Penal Venezolano (2005) y dada la evidente significación y relevancia que involucra este delito cuyo resultado abarca la muerte de los seres humanos. Resumen La presenta obra estuvo enmarcada en un tipo de investigación documental a un nivel descriptivo en el que se estudió la procedencia legal de la comisión por omisión del delito de Homicidio en Venezuela, haciendo referencia a las más adecuadas fuentes de información doctrinarias y legales, relacionadas con el tema. La importancia de esclarecer la posibilidad de cometer el delito de homicidio a través de los medios de comisión por omisión, permite que los sujetos involucrados en su comisión sean juzgados acorde con los principios del debido proceso, obteniendo la justa retribución y reparación del mal causado al Estado y principalmente a la víctima del delito. Se concluye que, en la legislación penal venezolana, es perfectamente posible sancionarse los delitos de comisión por omisión en el caso de homicidio, sin necesidad de que exista una norma en especial que los regule. No obstante, a los efectos de respetar los demás criterios doctrinarios y permitir una más adecuada administración de justicia en favor de todos los miembros de la sociedad, se considera oportuno y necesario incluir, en un futura reforma del Código Penal, una regulación legal sobre los medios de comisión por omisión, que disipe cualquier duda sobre su inconstitucionalidad y permita la causación de estos casos en los estrados judiciales. Descriptores: Homicidio, comisión por omisión, principio de legalidad. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 [125] The Homicide Crime Commission by Omission in the Venezuelan Criminal Legislation and Legality Principles Abstract The present work was enshrined in a kind of a documentary research in a descriptive level in which it was studied the legal legitimacy in the homicide crime commission in Venezuela. It is making reference to the most suitable doctrinaire and legal sources connected to the subject. The importance of clarifying the possibility of committing homicide crime through the commission by omission permits the individuals involved in their commission being judged according to the principles of the process and getting a just retribution and reparation of the disservice caused to the state and, first of all to the victim of the crime. It is concluded that in the Venezuelan Criminal Legislation. It is possible to apply appropriate disciplinary measures by crime Commission by Omission in the case of homicide without needing the existence of a special regulation that controls it. However, to the effects of respecting others doctrinaire criteria and allowing a better suitable justice administration in favor of all society members. It is considered that is appropriated and necessary to include a Legal regulation in The Penal Code a future reform. A Legal regulation about means of commission by omission that dispels any doubts on its unconstitutionality and permits the criminal proceedings of these cases in the judicial law courts. Descriptors: Homicide, Commission by omission, Legality Principles [126] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 Introducción La omisión impropia o también conocida comisión por omisión, constituye una modalidad de ejecución de la conducta típica de reciente incorporación en la legislación penal venezolana. No obstante, los estudios y debates sobre su reconocimiento y aplicación ya había sido tratada por la doctrina nacional, pero no existen antecedentes de su tratamiento por los tribunales. Pues bien, mediante el presente estudio intentaré establecer un criterio que permita, tanto a operadores jurídicos, como a letrados y catedráticos, elaborar una sencilla explicación del fenómeno, problemático y polémico por cierto, referido a los delitos impropios de omisión, o de comisión por omisión si se prefiere, relacionado con el tema del homicidio, debido a que su regulación no aparece escrita en Código Penal venezolano (2005). Se habla de un tema polémico en virtud de que muchos autores consideran que la aplicación de los delitos de omisión impropia, violenta el principio de legalidad (nullum crimen sine lege), mientras que otros, expresan que todo radica en un conflicto interpretativo de corte gramatical, en lo que al verbo típico se refiere. Por otro lado, sólo se hará mención de los casos de delitos de homicidio a los fines de simplificar la visión y análisis del tema planteado, además de la evidente significación y relevancia que involucra este delito cuyo resultado abarca la muerte de los seres humanos. En otras palabras, la muerte del hombre, en toda época y lugar, es el atentado más grave que se puede cometer en contra de una persona. La historia del homicidio es, en el fondo, la misma historia del Derecho Penal. Por ello, el bien jurídico protegido de la vida humana, es un valor que se haya proclamado en el artículo 43 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2009) y establece que “el derecho a la vida es inviolable. Ninguna ley podrá establecer la pena de muerte, ni autoridad alguna aplicarla”. Este es pues, el primero y más importante de los derechos individuales, considerado como el presupuesto básico y fundamental del que depende la existencia y perfeccionamiento de los restantes derechos reconocidos en el texto constitucional. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 [127] De allí, la importancia de esclarecer la posibilidad de cometer el delito de homicidio a través de los medios de comisión por omisión, y permitir que los sujetos involucrados en la comisión de este tipo de delitos sean juzgados acorde con los principios del debido proceso, obteniendo la justa retribución y reparación del mal causado al Estado y principalmente a la víctima del delito. No obstante, para resolver esta situación, será necesario confrontar el castigo del delito de homicidio por comisión o por omisión con el principio de legalidad, a los efectos de determinar si su aplicación tiene o no cobertura constitucional y legal. La Omisión Impropia en la Doctrina Venezolana En Venezuela, en principio y antes de la entrada en vigencia de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (2007, LOPNNA), no existía ninguna obra dedicada específicamente al estudio de la omisión impropia. No obstante, los manuales de derecho penal general y especial, hacen referencia a ella como una forma de realización del hecho punible, pero sin entrar a profundizar en los detalles que al respecto ha realizado la doctrina de muchos otros países, como Alemania, España, Colombia, México y Argentina, por solo mencionar algunos. En este sentido, fue en el año de 1998 cuando en Venezuela se reconoce, legalmente, los delitos de comisión por omisión en la LOPNNA que dispone en su artículo 219 que: “Quien esté en situación de garante de un niño o adolescente por virtud de la ley, de un contrato o de un riesgo por él creado, responde por el resultado producido correspondiente a un delito de comisión”. No obstante, la novedosa regulación de los delitos de omisión impropia en la LOPNNA, la responsabilidad penal que puede derivarse por este medio de comisión, no se haya expresamente regulada en el Código Penal venezolano. Ahora bien, dado que, en otros países, el silencio de la ley no fue obstáculo para castigar este tipo de delitos (tal como sucedió en el caso de España), cabe preguntarse si será necesaria una disposición similar en el Código Penal que pueda aplicarse en los supuestos no contemplados en la LOPNNA, es decir, cuando los sujetos pasivos no sean niños ni adolescentes, sino que, sean personas adultas. Cuando se pasa a estudiar el delito de homicidio intencional, y muchos años antes de que existiera en Venezuela la LOPNNA, algunos autores venezolanos al referirse a los medios de comisión, incluyen los casos de omisión impropia, sin hacer distinciones de los sujetos pasivos. A tal efecto, se indica, brevemente, cuáles han sido sus explicaciones. Mendoza (1967:406) señala que la acción en el delito de homicidio voluntario, puede ser por comisión o por omisión, lo primero cuando se causa la muerte por acto positivo del sujeto activo, por ejemplo, con un disparo de revolver; lo segundo, cuando se deja de ejecutar un acto material necesario a la vida, no amamantar la madre a su hijo. [128] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 Grisanti y Grisanti (2009:23), cuando establece los medios de perpetración del homicidio intencional simple, en una de sus clasificaciones, habla de los medios de acción (disparar un revolver) o de omisión (la persona que está jurídicamente obligada a suministrar alimentos a una criatura de pocos meses, no se los da y así determina la muerte del infante). Así mismo, Arteaga (2006:149), al referirse a la comisión por omisión expresa que “realizar algo o producir un resultado omitiendo la conducta debida, constituye una acción en cuanto a la producción del resultado, aunque éste se obtenga por una omisión”. Es decir, en la omisión hay una realidad que puede ser valorada objetivamente por el ordenamiento jurídico como un comportamiento, como conducta. Otro autor venezolano que ha tratado el tema es Rodríguez (2007:220,221), para quien los delitos de comisión por omisión, son aquellos que versan sobre el incumplimiento de un deber propio de la persona que ha omitido, permitiendo la producción del resultado, que estaba obligada a evitar. Luego este mismo autor da a conocer la discusión en la dogmatica penal respecto a la legalidad de estos delitos, y mantiene su criterio en que no infringen el principio de legalidad, ya que, resulta insostenible afirmar que los tipos penales deban leerse de una forma meramente causal y en el sentido de exigir acciones en detrimento de la posibilidad, que puede verificarse en la realidad del delito, en cualquier momento de que ellos sean realizados a través de omisiones impropias dirigidas a producir el resultado o, lo que es lo mismo, a no evitarlo. Por su parte, Figueroa (2006:200), pareciera ser el primer autor en tratar, de forma específica, el tema de los delitos de omisión impropia en la legislación venezolana, y luego de hacer un acertado análisis de las distintas posturas en pro y en contra de este polémico tema, establece que: Las normas del Derecho Penal pueden transgredirse indiferentemente mediante acción u omisión, por lo que se justifica plenamente el castigo de ambas modalidades del comportamiento sin necesidad de regulación expresa de la comisión por omisión. Tanto la acción como la omisión pueden deducirse del mismo texto legal, porque lo prohibido en general son comportamientos que quebranten la norma como pauta de conducta (…), no la mera causación de resultados. Los Delitos de Comisión por Omisión En principio, se debe tener claro que los delitos pueden cometerse tanto en la forma de comisión como en la forma de omisión, los cuales son dos categorías o especies del género de la conducta del sujeto activo. En cuanto a la omisión, ella presenta diferencias entre sí, según se trata o no de delitos de resultado. Y en base a ello, se divide en delitos de omisión propia, y en delitos de omisión impropia. Existe la primera cuando, el autor no haga Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 [129] algo que debe hacer, es decir, se actualizan en la infracción de normas de tipo preceptivo; y existirá la segunda cuando, el legislador prevea expresamente la producción de un resultado con motivo de la conducta omisiva, se trata entonces de la infracción de normas de carácter prohibitivo. Sobre este aspecto, señala Gómez (1999:179) que el Código Penal aparecen dos clases de delitos de omisión: la pura o propia y la impropia o de comisión por omisión: “en los delitos de omisión propia la norma preceptiva obliga al sujeto a la realización de un determinado comportamiento, mientras que en los delitos de comisión por omisión obliga al garante a evitar la producción de un resultado típico” . Ahora bien, no puede afirmarse, a priori, que en los delitos de omisión impropia se equiparan los conceptos de acción y de omisión, sino que en cada caso, el tipo penal que se esté analizando brindará la posibilidad de establecer la forma de comisión delictiva, esto es, en la descripción típica, el verbo que utilice, dará la pauta para determinar si la conducta puede ser cometida solo mediante acción, únicamente por medio de omisión o si resultan aplicables ambas. En este sentido, al lado de los delitos de comisión por acción subsisten, con mayor relevancia, los casos de delitos de omisión no regulados expresamente por la ley, donde la doctrina considera que la mayoría de los delitos de comisión en cuyo tipo se incluye un resultado de lesión o peligro, pueden ser realizados también mediante la no evitación del resultado, siempre que haya un deber jurídico de intervenir. Así pues, para continuar correctamente el análisis, se debe significar las características principales de los delitos de comisión por omisión, a fin de posibilitar la cabal comprensión de la problemática en tratamiento. En consecuencia, se habla del cumplimiento de tres requisitos, a saber: a) Un elemento objetivo, que sería la omisión propiamente dicha, es decir, un no hacer, o hacer algo distinto a lo que ordena la norma; b) Un elemento subjetivo, que en este tipo de delitos estaría constituido por la voluntad dolosa; c) Un elemento normativo, que consiste en el deber de actuar, o lo que de seguida se explicará como la Posición de Garante. Como peculiaridades de esta figura de la comisión por omisión, Mir Puig (2005:317) señala que la posición de garante integra necesariamente “la situación típica” de los delitos de comisión por omisión no expresamente tipificados. A “la ausencia de acción determinada” debe seguir en ellos la producción de un resultado. Y a “la capacidad de acción” debe comprender la capacidad de evitar dicho resultado. En este sentido, explica Mir Puig (ob. cit.) que, la llamada posición de garante se da cuando le corresponde al sujeto activo una específica función de protección del bien jurídico afectado, o una función personal de control de una fuente de peligro en ciertas condiciones. Y aparte de esta fórmula general aquí planteada, se equipara la omisión a la acción: a) Cuando exista una específica [130] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 obligación legal o contractual de actuar y, b) Cuando el omitente haya creado una ocasión de riesgo para el bien jurídicamente protegido mediante una acción u omisión precedente. Así por ejemplo, tal deber legal lo tienen los padres para con sus hijos menores de 18 años, quienes pueden intencionalmente por omisión (dejar de alimentar a un hijo recién nacido) ocasionarle la muerte. Esto quiere decir, en consecuencia, que la ley o el contrato determinan en cada caso quién es la persona jurídicamente obligada a actuar para impedir la muerte de alguien. Asimismo, esta posición de garante, como explica Muñoz (2004:39), también puede fundamentarse en la prestación de servicios, asumida libremente, a personas desvalidas, ancianos, niños, enfermos, etc., cuando se encuentran en situaciones de peligro para la vida o la integridad física, como puede ser el caso del profesor de natación que el primer día de clase deja dolosamente que se ahogue el niño que le ha sido confiado. Y finalmente, también cabe el caso de la creación de una situación de peligro para el bien jurídicamente protegido mediante una acción u omisión precedente, que constituye la llamada idea de la injerencia, la cual como bien lo explica Buompadre (2003:102), significa que quien con su actuar genera un peligro de lesión de un bien jurídico ajeno, tiene el deber de procurar que ese peligro no se convierta en un daño. Quien con su hacer activo, aunque sea sin culpa, ha dado lugar al peligro inminente de un resultado típico, tiene la obligación de impedir la producción de ese resultado, como sería el caso de quien hace fuego en el bosque para calentarse y por ello tendrá la obligación de procurar que el fuego no degenere en el incendio del bosque. La Conducta típica del Delito de Homicidio El Homicidio consiste en matar a otro ya sea tanto en la modalidad de la comisión como de la omisión. En este sentido, caben las más diversas modalidades y medios de comisión, los cuales pueden ser directos como disparar un revolver, o indirectos, azuzar a una animal furioso contra el sujeto pasivo. Y tomando en cuenta que se está frente a un delito de resultado material en el que el legislador solo prohíbe la producción de un resultado sin determinar la clase de comportamiento típico, no importa el modo de su ejecución, sino que, la acción alude necesariamente el mismo resultado típico, que siempre será “el que intencionalmente haya dado muerte a alguna persona”, según lo establecido en el artículo 405 del Código Penal. Por otro lado, como se dijo al inicio, la comisión por omisión es posible en el delito de homicidio, siempre y cuando el sujeto activo tenga una posición de garante respecto del sujeto pasivo, fundada en un deber legal o contractual, o en la creación de un riesgo para la vida mediante una acción u omisión precedente. Sobre este aspecto, también ha sido claro Buompadre (2003:102) quien al referirse al delito de homicidio en la legislación penal de Argentina, señala que Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 [131] la acción en este delito consiste en “matar a otro”, lo cual implica la destrucción de una vida humana, y que además de la comisión, también puede cometerse por omisión impropia. Por ello, dice este autor que: La doctrina es uniforme en señalar que estamos frente a un delito de resultado material o de lesión del bien jurídico vida humana. Se trata de aquella clase de delitos que se denominan “tipos resultativos o tipos prohibitivos de causar”, en los cuales la ley se limita solo a prohibir la producción de un resultado sin determinar la clase del comportamiento típico. Son tipos de injusto que no especifican el modo de ejecución, se limitan a exigir la producción de un resultado sin indicar cómo o de qué modo debe arribarse a dicho resultado. En la gran mayoría de los delitos con estas características, la acción alude también al resultado típico, esto es, que cualquier forma que adopte la acción, siempre es una forma típica: “el que matare”. El problema del nexo causal Ahora bien, tratándose el homicidio de un delito de resultado, cobra especial relieve la explicación de la relación de causalidad. Es decir, las teorías sobre el nexo causal, han sido creadas y explicadas, como un aporte doctrinario y jurisprudencial, a los fines de poder vincular o relacionar la conducta humana con el resultado típicamente antijurídico. Así, para el caso específico del delito de homicidio, siempre será necesario conocer, ¿cuál es la causa del resultado de la muerte de una persona? Y luego establecer si como causa de ese resultado puede incluirse a las conductas omisivas. El principio general señala que, la acción si puede ser considerada como causa del resultado, mientras que, la omisión, desde el punto de vista natural comprende la frase “la nada, nada puede causar”, por lo que, no puede ser causa de ningún resultado. En efecto, explica Jiménez de Asúa (1984:232) que, en sus inicios, la opinión dominante consideraba imposible hablar de causalidad material en los delitos omisivos, ya que, la condición causal de un resultado encierra en sí la idea de “fuerza motriz”, que no existe en las omisiones. Pero luego reconoce, una nueva concepción de las omisiones, en la que el eje del delito es la “acción esperada”. La pregunta decisiva se formula así: ¿hubiera sido impedido por la “acción esperada” el resultado que el derecho desaprueba? Cuando esta pregunta se responde afirmativamente, la omisión es causal en orden al resultado (p.233). Desde otro punto de vista, el conflicto interpretativo que genera el tipo omisivo impropio es que, el hecho del autor no provoca el resultado, sino que el proceso causal corre paralelamente a la conducta omisiva del agente. Así, el ejemplo clásico, siempre recurrido por muchos autores, de la madre que deja de alimentar al niño para que muera, según explica Zaffaroni (2000), es una [132] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 afirmación dudosa, incluso en los textos legales que contienen una clausula de equivalencia, ya que, se reconoce que “dejar morir” tiene un contenido injusto menor que “matar” (p.553). En otras palabras, la madre que en lugar de amamantar a su hijo teje calcetines, su conducta “causa” calcetines, pero no así la muerte de su hijo, que sobreviene por un proceso causal independiente. Entonces, ¿cómo se puede imputar el resultado al agente, si su conducta no causa el resultado típicamente relevante? En el tipo activo, no se generan dudas de que la acción es la causa del resultado: si disparo a un órgano vital de una persona, seguramente provocaré su muerte, existiendo un clarísimo nexo causal. Ahora bien, el análisis de la comisión por omisión debe diferir, pues allí, no corresponde hablar de un nexo causal, sino de un nexo de evitación, es decir, implica un relacionamiento hipotético entre la conducta debida del agente y el resultado, no ya como su causación, sino como su evitación. Ahora bien, modernamente la dogmática jurídico-penal acepta que, la verificación del nexo causal entre la acción y el resultado no es suficiente para imputar ese resultado al autor de la acción. Sino que, se requiere examinar la relevancia del nexo causal que permita comprobar que ese resultado puede ser objetivamente imputado al comportamiento del autor. En consecuencia, son necesarios criterios de tipo normativo para fundamentar lo que, actualmente, se denomina como “imputación objetiva”, cuyo máximo exponente es el autor Claus Roxin (1999). Conforme a esta teoría, se puede brindar una solución a los inconvenientes interpretativos del proceso causal, proporcionando respuestas al caso de las omisiones impropias. De tal forma y a grandes rasgos, explica Roxin que existe imputación objetiva solo si se dan los siguientes requisitos: 1. Que el hecho del agente genere un riesgo prohibido para el bien jurídico. 2. Que, por lógica, ese riesgo no se encuentre permitido, y en su caso, que no se vulneren significativamente sus límites jurídicos. 3. Que ese riesgo no permitido se realice efectivamente en el resultado, es decir, que lo genere. Pues bien, a la luz de la teoría de la imputación objetiva, y tomando el célebre y conocido caso de la madre que no amamanta a su hijo, es claro que, su inacción, entendida normativamente como falta de realización de la conducta debida, claramente genera un riesgo relevante para el bien jurídico que tiene el deber de preservar, siendo evidente que ese riesgo no está permitido (siendo prohibido por contrario al régimen de la patria potestad), además que, ese riesgo prohibido finaliza realizándose el resultado de la muerte. En tal sentido, existe un indudable dominio del hecho, aún en el caso del homicidio cometido por omisión, ello en virtud de que, el agente ostenta el cómo de su realización, desde que claramente domina el proceso causal a su arbitrio, existiendo previsibilidad del resultado de la muerte y conociendo efectivamente que la generación del riesgo no permitido desembocará en el mismo, lo que se traduce en la comisión del verbo típico de los homicidios Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 [133] intencionales contemplados en el artículo 405 y siguientes del Código Penal venezolano. El Principio de Legalidad Partiendo del enunciado constitucional, que establece el numeral 6 del artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, conforme que “Ninguna persona podrá ser sancionada por actos u omisiones que no fueren previstos como delitos, faltas o infracciones en leyes preexistentes”, son muchos los autores que consideran que los casos de omisión se encuentran expresamente previstos en la Parte Especial del Código Penal, y que por ello, pretender aplicar los casos de comisión por omisión en los delitos de acción, significa hacer uso de una analogía desfavorable que violenta el principio de legalidad antes citado. En este sentido, se ha generado una larga discusión en la dogmática penal respecto a la legalidad de los delitos de comisión por omisión, la cual, conforme explica Silva Sánchez (citada en Rodríguez, ob.cit.), puede ser sintetizada en tres corrientes: 1. Infringe el principio de legalidad, al no estar previstos expresamente en las normas jurídico-penales, y que además la sanción de los mismos sería una analogía contra reo, toda vez que, los tipos penales ordinarios (v.gr. el homicidio), no están referidos a omisiones sino únicamente a acciones, a conductas positivas que causan un determinado resultado solamente. 2. No son ilegales, pero que en todo caso, su sanción general conforme a los tipos de la Parte Especial genera suspicacias, por lo que, resultaría preferible crear una formula en la Parte General destinada a admitir la realización de los tipos especiales a través de una omisión impropia. 3. No infringen el principio de legalidad ni constituyen analogía contraria al reo, toda vez que de la interpretación correcta y conforme al sentido común de los tipos de la Parte Especial se desprende que ellos pueden ser cometidos no sólo mediante conductas positivas o comisión sino también a través de omisiones impropias, sin que ello implique desvirtuar el contenido de tales tipos penales (p.221). Por sólo mencionar un autor, en argentina, Zaffaroni (ob.cit.) expresa que “habiendo tipos omisivos impropios escritos, no se explica la razón por la cual deba existir una fórmula general para elaborar analógicamente los que no han sido escritos” (p.552). Para este autor, las fuentes de la posición de garante son igual de inadmisibles y a tal efecto explica que: Es inadmisible que se pretenda salvar la legalidad penal con el deber de emerger de otras leyes, como puede ser la civil: el incumplimiento de un contrato no es materia del código penal, sino que constituye un injusto civil y nada autoriza a convertirlo en penal en ausencia de un tipo escrito (p.553). [134] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 Así refiere Zaffaroni que, en la ley argentina no existe una formula general de equivalencia que habilite la construcción analógica de los tipos no escritos y, de existir, ella misma sería inconstitucional frente a la general prohibición de la analogía in malam partem. Por ende, conforme a toda la tradición legislativa, no hay referencia alguna a la omisión que permita inferir la posibilidad de construir analógicamente estos tipos judiciales (p.553). En sentido contrario, en España los delitos de comisión por omisión fueron admitidos antes de que se establecieran expresamente en el Código Penal de 1995, y como ejemplo de ello, la Sentencia Nº 3958, del Tribunal Supremo de España, en Sala Penal, del 08 de julio de 1991, ya se manifestaba a favor de la comisión del delito de homicidio por la modalidad de la omisión, sin necesidad incluso de hablar de la posición de garante, siendo más relevante atenerse al dolo del sujeto activo, y explica que: En el homicidio cabe la modalidad de realización del tipo penal activa y omisiva, y también, por supuesto, cabe la de comisión por omisión, sin problema alguno respecto al principio de legalidad que no se ensancha en absoluto con esta interpretación. El Código se refiere al que matare a otro y, en estos términos, la muerte dolosa puede y debe ser imputada a cualquiera que ponga una condición suficiente para producirla. Lo importante es que se llegue, por una vía correcta, a la inferencia del “animus necandi” que en este caso aparece especialmente probado, como ya se dijo. La doctrina científica se refiere, al tratar del delito llevado a cabo mediante la modalidad de comisión por omisión, a que el sujeto estuviera en condiciones de evitar el resultado y que ocupara la llamada posición de garante, es decir, que hubiera en el sujeto activo una obligación de actuar para evitar el resultado lesivo o, como en este caso, letal. Ni siquiera hay que acudir, para llegar al resultado penal, a esta figura que, en este caso, se daba con exceso y que nadie podrá poner en tela de juicio: es quien se hace pasar por médico y gana la confianza de la enferma, mujer de 84 años, hasta el punto de autorizarle la extracción de todos sus ahorros, quien actúa de la manera que queda relatada. Y este actuar ni siquiera es de los que han de subsumirse en la modalidad de comisión por omisión, sino que alcanza una expresión específica de omisiva, porque se trata de un actuar entre activo y omisivo, según las circunstancias, conjugando directamente el verbo del delito porque él sabe que eliminando toda ingesta vitamínica y prescribiendo fármacos, como los que han quedado reflejados anteriormente, el resultado de muerte se produciría fatal e inmediatamente. Lo sabe y lo quiere y, de esta manera, la calificación de homicidio no ofrece duda. (Subrayado del autor) Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 [135] De acuerdo con la legalidad de los delitos de comisión por omisión, Rodríguez (ob.cit.) señala que: (…) la Constitución, al consagrar el principio de legalidad en el numeral 6 del artículo 49, hace referencia a actos u omisiones, por lo que entender que la comisión por omisión u omisión impropia no puede ser enmarcada en dicho principio de legalidad como especie de las omisiones, no es más que desvirtuar lo dicho por el constituyente venezolano. Así, el ordenamiento jurídico venezolano, en su ley suprema, ha entendido que no han de castigarse sólo las acciones sino también las omisiones, y dentro de éstas cabe subsumir tanto las propias como las impropias. (p.221). De igual modo se expresa Figueroa (ob.cit.) al afirmar que, no existe ningún obstáculo para sostener que toda prohibición abarca el hacer activo y el omisivo indistintamente, por lo que se justifica plenamente el castigo de ambas modalidades del comportamiento sin necesidad de regulación expresa de la comisión por omisión. Así, de la prohibición de matar se deduce que no solo está proscrito dar muerte mediante acción sino también por omisión (p.200). Planteamiento de un Caso de Homicidio Un caso que expone el profesor Rebollo (s.f.) de la Universidad Autónoma Barcelona y que merece ser analizado detalladamente es el siguiente: En el curso de una pelea entre Pedro y Manuel, sobre el muelle de un puerto: Pedro, en evidente estado de embriaguez alcohólica perdió el equilibrio al recibir un golpe en la cara, cayendo al agua con una momentánea pérdida de conocimiento. Era invierno y la temperatura del agua no superaba los cuatro grados. Manuel hubiese podido, sin gran esfuerzo, sacar personalmente del agua a Pedro, puesto que el cuerpo flotaba justo pegado al muelle. Pese a esto, decidió irse. Pedro recuperó momentáneamente la consciencia al marchar su agresor, pero no pudo salir del agua a causa de su estado etílico y la temperatura del agua, falleciendo por hipotermia. Luego de planteado el caso, el profesor Rebollo plantea las siguientes interrogantes: 1. ¿El caso nos plantea un supuesto de omisión propia del deber de socorro, o de comisión por omisión? Razone su respuesta. 2. ¿Cree que existe dolo de homicidio en la conducta de Pedro? En caso afirmativo, ¿De qué clase?. En el presente caso, es evidente que no se puede subsumir la conducta de [136] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 Manuel en un delito de omisión de socorro, descrito en el único aparte del artículo 438 del Código Penal, en concurso con el delito de lesiones según sea el caso, ni mucho menos hablar del homicidio preterintencional. Por el contrario, en atención a los anteriores criterios doctrinarios, se considera que se está en presencia de un delito de homicidio intencional simple con dolo eventual de comisión por omisión. El dolo eventual está claro en virtud de la actitud asumida por Manuel, quien debió representarse el resultado de la muerte de Pedro al verlo caer en el agua, en ese estado etílico y dada las condiciones climáticas del lugar; y aún a pesar de tal representación, le fue indiferente ese resultado, y actuando con desprecio al bien jurídico de la vida de Pedro abandona el lugar. En otras palabras, Manuel no tiene simplemente la intención de abandonar a su suerte a Pedro, sino que, ante la circunstancia de su caída en el agua, Manuel se representa su posible muerte y procede aceptarla anticipadamente en el caso de que se produzca. Por supuesto que, en este caso no existe un dolo directo de querer matar, pero sí el dolo eventual, el cual se materializa, no por una acción de Manuel sino, por la omisión de prestar la ayuda para sacar a Pedro del agua. En consecuencia, existe la comisión del delito de homicidio intencional por omisión, ya que, al inicio Manuel sólo tenía intención de lesionar a Pedro, pero cuando le da el golpe que lo hace caer al agua, crea una situación de peligrosidad para la víctima que lo convierte en posición de garante para evitar el resultado dañoso que podría producirse, y al no evitar este resultado, sino que, le es indiferente, se convierte en autor, en comisión por omisión, del fallecimiento posterior de Pedro. Siguiendo el planteamiento de Mir Puig (ob.cit.), sobre las peculiaridades de la figura de la comisión por omisión, al ser aplicadas al caso acá analizado quedarían expresadas así: a) A la situación típica, debe añadirse la posición de garante del sujeto activo. En efecto, Manuel asume una posición de garante debido a su conducta previa de golpear a Pedro, que crea una situación de peligro para el bien jurídico de su vida, cuando éste cae al agua y pierde momentáneamente el conocimiento. b) A la ausencia de una acción determinada, se añade la aparición de un resultado. En el caso planteado, es claro que ante la ausencia de ayuda de parte de Manuel, sobreviene la muerte de Pedro. c) A la capacidad de realizar la acción debida, debe comprender la capacidad de evitar la aparición del resultado. Así se establece que Manuel estaba en la capacidad de sacar, sin gran esfuerzo, a Pedro del agua, ya que, su cuerpo flotaba justo pegado al muelle. Ahora bien, el caso, muy ejemplificado por la doctrina nacional y extranjera, de la madre que deja de amamantar a su hijo, hoy en día, puede ser resuelto con la disposición del artículo 219 de la LOPNNA. Pero puede darse un caso Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 [137] de consecuencias jurídicas muy parecidas que necesitaría ser resuelto por el Código Penal, si se imagina que es una hija adulta que intencionalmente deja de alimentar y suministrar los medicamentos a su padre (quien es un anciano incapaz de proveerse a sí mismo) para ocasionarle la muerte. En este último caso, ya no se hablará de un dolo eventual, sino de un dolo directo homicida cuya modalidad de comisión no está representada por la acción sino por una omisión. Entonces cabe preguntar, ¿cómo ante tal intención, algunos autores no están de acuerdo en aplicar el delito de homicidio calificado previsto en el numeral 3, letra a, del artículo 406 del Código Penal? De tal forma y como se expuso al principio, la cuestión se relaciona con un conflicto de interpretación gramatical del verbo típico, ya que, cuando el artículo 405 ejusdem, dice “el que intencionalmente haya dado muerte a alguna persona”, es claro que, se puede “dar muerte” tanto por acción como por omisión. Y, a la luz de la teoría de la imputación objetiva, tanto la conducta prohibida (apuñalar) como la acción distinta a la debida (omisión de dar alimentos), provocan un estado de peligro no permitido para el bien jurídico de la vida humana, siendo que dicho riesgo típicamente relevante desemboca en el resultado típico. En definitiva, la cuestión vinculada a la presunta integración analógica en las omisiones impropias “no escritas” se resuelve en la fase de la conducta, dado que, es en ella donde el agente tiene la idea criminal, toma la decisión y selecciona los medios para cometer el delito que en este caso es un medio de omisión. En conclusión, es lógico que, cuando se quiere incorporar la comisión por omisión en los casos de homicidio intencional, se debe examinar detalladamente si se cumplen con todos los elementos o requisitos de este tipo penal en concreto. Y teniendo claro el resultado de la muerte del sujeto pasivo, otro elemento que siempre debe estar presente (antes de analizar la conducta omisiva) es el dolo de matar, es decir, la intención de causar la muerte por parte del sujeto activo con su actuar omisivo. Para culminar este punto, un caso parecido al explicado al inicio, fue resuelto por el Tribunal Supremo de España, en sentencia No.4106, del 12 de julio de 1991 (años antes de la reforma de 1995) de la misma forma: Es obvio, pues, que el ánimus necandi debe apreciarse cual hizo la Sentencia de instancia. La causa de la muerte fue la descomunal paliza que le propinaron los procesados, y que según los peritos médicos, fue la causa principal, porque aunque aisladamente consideradas las heridas no fueran mortales, el politraumatísmo global sí que era apto para producirla. Y las circunstancias concurrentes, frio, embriaguez y desnudez coadyuvaron a dicha muerte, pero no fueron causa determinante de la misma. Es por ello que con la multiplicidad de golpes que le propinaron con los puños e infiriéndole patadas, el propósito de muerte resulta evidente, al menos con dolo eventual. (…) [138] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 Por último, en todo caso, una vez que los propios procesados habían creado la situación tan gravosa para la víctima, se convirtieron en posición de garantes para obviar el resultado dañoso que pudiera producirse, y al no evitar aquél, son autores en comisión por omisión del fallecimiento posterior de la persona a la que previamente habían inferido múltiples golpes, que normalmente debieron producir su muerte, a lo que coadyuvaron las circunstancias ambientales, sin que los procesados hicieran nada por intentar reducir los riesgos que debían haber previsto. (Subrayado del autor) Conclusiones Cuando el Código Penal se refiere a las normas generales en su Libro Primero, son muchos los aspectos teóricos del derecho penal que se estudian para regular la correcta aplicación de los delitos y que, expresamente, no se hayan consagrados en la ley penal. Así por ejemplo, cuando muchas veces se ha discutido la culpa consciente y su cercanía con el dolo eventual, acaso deja de aplicarse una consecuencia jurídica por homicidio intencional u homicidio culposo, porque no existe una norma expresa en la constitución o ley penal que hable sobre ello. En estos casos, es evidente que el más respetado apoyo doctrinario y jurisprudencial ha sido la base fundamental para la aplicación de los conceptos de dolo y culpa, en la estructura del tipo penal de homicidio, sin que ello implique una violación del principio de legalidad antes expuesto. Igual consecuencia, se debe tener presente en la aplicación de los argumentos doctrinarios para que se logre la configuración del delito de homicidio a través de un medio omisivo de comisión. En este sentido, de acuerdo el tipo penal de resultado que implica el delito de homicidio, su transgresión puede efectuarse indiferentemente mediante una acción u omisión, por lo que, este autor considera, en respeto de las demás opiniones contrarias, que se justifica plenamente el castigo de este delito por un medio de comisión omisivo, sin necesidad de esperar que se produzca una regulación expresa en el Código Penal venezolano. En palabras de Figueroa (ob.cit.), cuyo criterio se comparte, de cualquier tipo penal de resultado puede deducirse la prohibición de cualquier conducta (activa u omisiva) con tendencia a la producción del resultado. Así, de la prohibición de matar se deduce que no solo está proscrito dar muerte mediante acción sino también por omisión (p.201). Por otra parte, muchos autores hablan de que existe una aplicación de analogía por parte del juez para poder encuadrar la conducta omisiva del agente como causa del resultado de la muerte. Siendo este un criterio que no se encuentra bien sustentado, ya que, el juez al resolver un caso sobre un delito de homicidio, para nada aplicaría la analogía, sino que, por el contrario, aplicaría sus conocimientos de la teoría del delito para poder encuadrar, perfectamente, Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 [139] la conducta omisiva del agente en los tipos penales de prohibición referidos a las distintas categorías de homicidio. Por ello, que el Juez, en un caso concreto, tenga que estudiar o analizar las fuentes de la posición de garante en otras leyes o por la vía del contrato, no significa que, se está creando un nuevo delito basado en leyes de carácter civil, sino que (como puede suceder en la aplicación de cualquier otro delito), el juez efectúa dicho análisis para poder encuadrar la conducta del agente en el tipo penal expresamente consagrado en el Código Penal venezolano referido al delito de homicidio. Así por ejemplo, para aplicar un delito de apropiación indebida (artículo 466 del Código Penal), en muchas ocasiones, se debe analizar la figura del depósito o de cualquier otro contrato, cuyas regulaciones están incluidas en las disposiciones del Código Civil, y no por ello se prohíbe su aplicación por considerar que se hace uso de la analogía en la creación de un nuevo delito. Por otro lado, algunos autores, como Zaffaroni (ob.cit.), planteaban la idea de que los casos de comisión por omisión tienen una menor gravedad, y que por ello, no podrían equipararse a los casos de pura acción. Es decir, para ellos, no es lo mismo matar a que dejar que se muera una persona. Estas ideas parten de un análisis parcial y sesgado, ya que, cuando se plantea la tesis de aplicar las conductas omisivas en la producción del resultado de la muerte de una persona, en estos casos, deben comprobarse plenamente la intención de matar del sujeto activo. Por lo que, no se trata de dejar morir, sino que, al igual que la acción, se trata de matar intencionalmente a una persona dejando de hacer una conducta a la que estaba jurídicamente obligado. Sobre este aspecto, Figueroa (ob.cit.), opina que podría apreciarse más grave el hacer omisivo, ya que el resultado se imputa a personas que eran garantes del bien jurídico, es decir, a sujetos sobre los cuales el ordenamiento jurídico había depositado su confianza, esperando que impidieran que se produjera el resultado (p.201). Asimismo, Figueroa plantea la necesidad político criminal de castigar penalmente estas conductas, ya que, “desde la perspectiva del ciudadano común es indiferente que sus derechos sean quebrantados de una u otra manera, ya que igualmente el bien jurídico ha sido lesionado” (p.201). En efecto, si se parte de la aceptación de que la muerte puede ser causada intencionalmente mediante una conducta omisiva, las víctimas del homicidio, que serán los familiares más cercanos al occiso, no van a examinar el comportamiento del sujeto activo para permitir que pueda surgir la impunidad del delito por violación del principio de legalidad. Para ellas, lo importante es que se produjo una muerte que ha quebrantado sus derechos. En este sentido, no es acorde a los principios fundamentales de un Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia (artículo 2 de la CRBV), que en Venezuela se reconozca la posibilidad de cometer un delito de homicidio por omisión, pero que, ante tales resultados de muerte dolosa, se premie al culpable con un delito de menor entidad (omisión de socorro) por considerar que no existe una norma legal expresa que permita la aplicación de la comisión por omisión. [140] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 Muy por el contrario, se reitera el criterio del autor, en el sentido de que, en la legislación penal venezolana, es perfectamente posible sancionarse los delitos de comisión por omisión en el caso de homicidio, sin necesidad de que exista una norma en especial que los regule. Pero, a los efectos de respetar los demás criterios doctrinarios y permitir una más adecuada administración de justicia en favor de todos los miembros de la Sociedad, se considera oportuno y necesario incluir, en un futura reforma del Código Penal, una regulación legal sobre los medios de comisión por omisión, que disipe cualquier duda sobre su inconstitucionalidad y permita la causación de estos casos en los estrados judiciales. En apoyo a lo enunciado, se culmina este estudio con las muy acertadas palabras de Figueroa (ob.cit.) quien, al referirse a la posibilidad de que se consagre legalmente los delitos de comisión por omisión en el Código Penal venezolano, ha expresado que: Aunque acción y omisión sean lo mismo desde el punto de vista normativo, con una previsión legal se despeja cualquier duda respecto a la prohibición de analogía. Además, se establece formalmente una reacción penal contra estos hechos, que tienen la misma gravedad que una acción cometida en las mismas circunstancias. En realidad, la ausencia de regulación es un factor que genera impunidad, ya que la omisión impropia se castiga únicamente cuando lo decide el juez, según su saber y entender, lo cual normalmente realiza sólo en casos muy graves y excepcionales, y a veces ni siquiera, tal como ha ocurrido en Venezuela. Además, una regulación expresa de la comisión por omisión favorece la actividad judicial, ya que ciertas pautas respecto a la comisión por omisión, sirven de guía para una mejor administración de justicia en la materia, impidiendo por lo menos formalmente que el juez pueda excederse en la incriminación de estos hechos, sobre todo en aquellos países que no gozamos de una amplia cultura jurídica. (p.204, subrayado del autor). Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 [141] Referencias Bibliográficas ARTEAGA S., Alberto (2006). Derecho Penal Venezolano. Décima edición. Colombia: Editorial Nomos S.A. BUOMPADRE, Jorge (2003). Derecho Penal. Parte Especial, Tomo I, Segunda edición, Mario A. Viera Editor, Buenos Aires, Argentina. FIGUEROA O., Yván J. (2006). Los Delitos de Omisión Impropia en la Legislación Penal Venezolana. Temas de Derecho Penal Económico. Homenaje a Alberto Arteaga Sánchez. Obras Colectivas OC 2. Caracas: Torino. GÓMEZ T., Ignacio B. (1999). Lecciones de Derecho Penal. Parte Especial. Segunda edición, Barcelona: La Ley. GRISANTI A., Hernando y Grisanti F., Andrés (2009). Manual de Derecho Penal. Parte Especial. Vigésima Cuarta edición. Valencia: Vadell hermanos. JIMÉNEZ de Asúa, Luis (1984). La Ley y el Delito. Principios de Derecho Penal. Decimotercera edición, Buenos Aires: Editorial Sudamericana. MENDOZA T. José R. (1967). Curso de Derecho Penal Venezolano. Compendio de Parte Especial. Tomos I y II. Octava edición, Caracas: Librería Destino. MIR P., Santiago (2005). Derecho Pena., Parte General. Séptima edición, Editorial B de F, Montevideo, Uruguay. MUÑOZ C. Francisco (2004). Derecho Penal. Parte Especial. Decimoquinta edición, Tirant lo Blanch, Valencia, España. RODRÍGUEZ M., Alejandro (2007). Síntesis de Derecho Penal. Parte General. Segunda edición. Caracas: Ediciones Paredes. ROXIN, Claus (1999). Derecho Penal. Parte General. Tomo I, Segunda edición. Madrid: Editorial Civitas. ZAFFARONI, Eugenio (2000). Derecho Penal. Parte General. Buenos Aires: Ediar. Referencias Documentales: Código Penal (2005). Gaceta Oficial No.5.768 Extraordinario del 13 de abril. Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2009), Gaceta Oficial No. 5.908 de fecha 19 de febrero. Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (2007). Gaceta Oficial No.5.859, Extraordinaria del 10 de diciembre. Referencias Electrónicas: REBOLLO, R. (s.f.). Casos Prácticos de Derecho Penal. Universidad Autónoma de Barcelona. Disponible: http://www.docstoc.com/docs/55203319/ casos-practicos-de-derecho-penal [Consulta: noviembre 4] [142] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 Tribunal Supremo de España, Sentencia No. 3958, Sala Penal. Disponible: http://www.poderjudicial.es/search/doAction?action=contentpdf&data basematch=TS&reference=3089463&links=comision%20por%20omision%20homicidio%20y%20Posici%F3n%20garante&optimize=20031018 [consulta: 2011, noviembre 4] Tribunal Supremo de España, Sentencia No. 4106, Sala Penal. Disponible: http://www.poderjudicial.es/search/doAction?action=contentpdf&data basematch=TS&reference=3171625&links=comision%20por%20omision%20homicidio%20y%20Posici%F3n%20garante&optimize=20030830 [consulta: 2011, noviembre 4] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 11 [143]