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Revista Anahgramas.
Número I.
Recibido: 13/05/2013
Año 2014. López-Cuevas pp. 161-207
Aceptado: 28/11/2013
LAS ALMUNIAS DE MADĪNAT QURṬUBA. APROXIMACIÓN PRELIMINAR
Y NUEVOS ENFOQUES
Fernando López Cuevas1
Email: [email protected]
Resumen:
Según las fuentes historiográficas andalusíes, el entorno de la Córdoba omeya
estaba poblado por multitud de almunias, grandes residencias aristocráticas, en
las que se aunaban los usos productivos con los de recreo. No obstante, desde el
punto de vista arqueológico, aún tenemos una imagen muy poco definida de su
materialidad. En este trabajo realizamos una síntesis de la información
arqueológica disponible, tratando de establecer pautas comunes. Además,
sistematizada la información, planteamos una serie de nuevas vías de trabajo
para entender cómo se insertan y qué papel juegan estas explotaciones en el
paisaje del entorno de la ciudad.
Palabras clave: Almunia, Córdoba, califal, emiral, arqueología del paisaje
THE MUNĀN OF MADĪNAT QURṭUBA. PRELIMINARY APPROACH AND
NEW RESEARCH LINES
Abstract:
According to historical sources Andalus, the Umayyad Cordoba environment was
populated by many munān, large aristocratic residences, combining productive
and leisure uses. On the other hand, from the archaeological point of view, we
still have a very poorly defined image of their material aspect. In this paper we
attempt to synthetize the available archaeological information, trying to establish
common guidelines. In addition, once systematized that information, we propose
new research lines to understand the role of these munān in the surrounding
landscape of the city.
Keywords: Almunia, Córdoba, califal, emiral, landscape archaeology
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Área de Arqueología, Universidad de Córdoba
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1. INTRODUCCIÓN
Aunque el término munya (pl. munān), adaptado al castellano como almunia, sea
omnipresente en las crónicas del emirato y califato, sabemos realmente poco
sobre este tipo de explotaciones agrícolas. Así, multitud de episodios de las
crónicas ocurren en lugares como Munyat al-Nā’ūra, Munyat Ruṣāfa o Munyat al‘Amiriyya, aunque apenas podamos asociar dicho término con una imagen
concreta. Dificulta además enormemente la aproximación desde los textos
medievales ya que esta voz munya, tiene un sentido específico en al-Andalus y
cambia enormemente en el tiempo y a lo largo del territorio, desde que aparece
a mediados del siglo VIII con la construcción de Munyat al-Ruṣāfa.
En los textos de las diferentes crónicas referidas al periodo se puede rastrear
cerca de una treintena de almunias. Estas, de todos modos, son denominadas
con diferentes términos (dificultando en ocasiones su identificación), incluyendo
además una información muy limitada2.
La mayor parte de trabajos realizados hasta el momento han tomado como
punto de partida la definición que realizó en 1965 Emilio García Gómez,
esencialmente a partir del análisis del Muqtabis de Ibn Ḥayyān:
«Munya […] designaba por lo general un ‘cortijo’: una casa de campo, rodeada
de un poco o un mucho de jardín y de tierras de labor, que servía de residencia
ocasional, y era, al mismo tiempo, finca de recreo y explotación» (GARCÍA
GÓMEZ 1965: 334)
Desde la arqueología, en los últimos años la cantidad de información disponible
ha crecido enormemente. Si bien la excavación de al-Rummāniyya, realizada por
Velázquez Bosco en 1910 supone uno de los hitos fundacionales de la
arqueología medieval española (VELÁZQUEZ 1912), hasta finales del siglo XX
sólo podíamos sumar a esto la aparición de los restos mal conocidos de un
recinto palatino en el Cortijo del Alcaide (CASTEJÓN 1957) y algún otro aún más
difícil de identificar (MORENO y COSTA 1989, 182).
2
Las descripciones con que contamos suelen estar insertas en composiciones poéticas, limitándose a
tópicos literarios.
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La llegada del siglo XXI trae consigo la multiplicación de intervenciones de
arqueología urbana, con lo que en apenas una década aparecen los restos de la
almunia del Vado de Casillas, (GALEANO 2002, GALEANO y GIL 2004), Fontanar
de Cábano (MURILLO, CASAL y CASTRO 2004, 267), la posible almunia de la
Carretera de Trassierra (RODERO-ASENSI 2006), el edificio de Vial Norte
(MURILLO et alii 2003, 2004, ARNOLD 2010), al-Ruṣāfa (MURILLO2009), así
como varias edificaciones aparecidas en el trazado de la Ronda Oeste
(CAMACHO-HARO 2007 y 2009, CAMACHO 2010) entre otras muchas.
Aunque son varios los investigadores que en la actualidad están abordando
desde diferentes ángulos las almunias de Córdoba (ANDERSON 2005 Y 2007;
MURILLO 2009 o ARNOLD 2008 Y 2009), falta aún una perspectiva de conjunto
que permita trabar la información emanada de la prolija historiografía medieval
con todo este conjunto de restos arqueológicos aún poco conocidos.
Por todo esto, hemos estimado pertinente la realización de una revisión global
del tema, sumando el estudio tanto de las fuentes escritas como arqueológicas,
teniendo en cuenta todos los posibles antecedentes de este fenómeno
arquitectónico. Esta revisión ha incluido tanto restos perfectamente identificables
con el tradicional concepto de almunia, como otros palacetes periurbanos más
difíciles de interpretar como el edificio de Vial Norte (Fig. 1). El objetivo del
trabajo ha sido, más que el de aclarar conceptos (tarea difícil dada la información
disponible), poder marcar unas pautas de investigaciones futuras que creemos
que permitirán conocer no sólo la realidad material de estas almunias, sino
también el marco social en el que se integran.
Así, en este texto estudiaremos en primer lugar la información arqueológica
disponible tratando, en la medida de lo posible sistematizarla. En segundo lugar
analizaremos las líneas de futuro que se abren ante nosotros avanzando ya
algunas conclusiones. Veremos cómo, si bien la información arqueológica es más
prolija en restos arquitectónicos, el futuro pasa por entender mejor la parte
cultivada de estos espacios que es la que parece definir el conjunto.
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2.
2.1
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LA ARQUITECTURA DE LAS ALMUNIAS Y PALACIOS
PERIURBANOS CORDOBESES
La estructura.
Aunque hemos señalado cómo conocemos en la actualidad un buen número de
almunias y palacetes periurbanos, hay que señalar como la información sobre
cada uno de estos conjuntos es, en líneas generales, muy escasa. La mayor
parte de ellos
llos han sido excavados sólo en parte de su extensión, dificultando la
interpretación de su estructura y, lo que es más problemático, sólo conocemos
sus fases finales, ya que no se ha agotado secuencia en la mayoría de los casos.
Por este motivo resulta harto
harto complicado comprender la evolución de unos
conjuntos edilicios muy condicionados por el desarrollo de los distintos arrabales
que paulatinamente los rodean.
2.1.1
La disposición externa y estructura general de los conjuntos.
Según la disposición global del
espacio
edificado,
podemos
distinguir dos grandes bloques de
construcciones. Por un lado
tenemos un grupo de edific
edificios
regulares con su estructura
inscrita en un rectángulo o
cuadrado
más
o
menos
aproximado. El ejemplo más
ilustrativo de esta disposición
regular sería el edificio de Vial
Norte (Fig. 1). Esta enorme
Fig. 1 Restitución volumétrica del edificio de Vial
estructura quedaría definida al
Norte según Arnold (2008, 202)
exterior como un compa
compacto bloque
casi cuadrado de unos 62 metros (MURILLO et alii. 2003, 367), con uno de los
lados deformado (80 metros) para adaptarse al camino con que limitaba. El
edificio, por lo tanto, se percibiría desde fuera como un bloque cerrado. Sólo
rompería esa monotonía
notonía desde el exterior un marcado juego de volúmenes en
altura (ARNOLD 2010, 261-263)
261 263) motivado por las diferentes dimensiones de cada
crujía. Para otros ejemplos del repertorio analizado, la imagen es muy similar,
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como para Naranjal de Almagro, Túnel de la Almunia, la gran residencia de
Cercadilla o al-Ruṣāfa (Fig. 3). Estos últimos casos contarían además con un
elemento común, los contrafuertes cuadrangulares dispuestos de forma regular
al exterior. Por supuesto, estas construcciones son sólo conocidas en parte,
faltándonos alguno de sus límites por su excavación inserta en actuaciones
urbanas. El caso de al-Ruṣāfa es aún más complicado, al conocer este enorme
edificio de 50 metros de lado solo por una prospección geofísica.
A parte de estas construcciones compactas, tenemos una serie de edificaciones
que escapan a este diseño. Una de ellas es la almunia de Calle Sta. Mª de
Trassierra. La estructura del conjunto es realmente complicada de leer ya que
tanto el expolio tras su abandono como obras de infraestructura contemporánea
alteraron mucho el registro (RODERO Y ASENSI 2006, 300). En esta almunia, el
espacio edificado ocuparía un sector dispuesto en forma de L en los lados norte y
oeste, rodeando un área sin estructuras, cerrada por muros y presumiblemente
cultivada. Similar a la edificación, enorme pero muy mal conocida, de Vado de
Casillas (GALEANO 2002, GALEANO y GIL 2004).
Fig. 2 Restos mencionados en el texto, sobre la red de caminos y la extensión máxima de la
ciudad califal.
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Fig. 3 Panorámica a escala de varios de los conjuntos analizados. Realizado a partir de
planimetrías publicadas por los respectivos autores
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Otro caso parecido, pero con peculiaridades es el de al-Rummāniyya. Aquí la
edificación se dispone en dos bandas perpendiculares que abrazan la ladera de la
montaña, pero que se encuentran perfectamente imbricadas con el espacio
abierto de las terrazas inferiores.
Sería interesante saber si estos dos grandes grupos de edificaciones responden a
diferentes tipologías. En un primer momento, cabría pensar que una de las
causas podría encontrarse en la saturación de la trama urbana. Es decir, es
previsible que una urbanización densa de la zona causara un aprovechamiento
más intensivo de la parcela, debido al menor espacio disponible. Los datos
conocidos descartan esto, ya que la mayor parte de estas edificaciones,
compactas o no, constituyen uno de los primeros elementos constructivos de su
inmediato entorno urbano3. Parece que este diseño cerrado es como se conciben
originalmente. Así ocurre en concreto con la residencia privilegiada de Cercadilla,
el edificio del Vial Norte, Naranjal de Almagro y Túnel de la Almunia. Por lo tanto,
vemos que parece existir una variada tipología de restos que son invisibles
rastreando la documentación escrita.
2.1.2
Disposición interna.
La disposición interna de todas estas edificaciones cuenta igualmente con una
serie de parámetros comunes detectables. El principal de ellos es la articulación
del espacio edificado en torno a patios, característica común a casi toda la
arquitectura andalusí. Estos espacios abiertos se encuentran conectados entre sí,
generando una serie de circuitos de transito con una permeabilidad decreciente.
Por lo general el patio más monumental se ubica en el centro de la edificación.
Este diseño recuerda mucho más a los llamados “Castillos Omeyas del Desierto”
que a otros paralelos orientales posteriores, con esquemas circulatorios más
lineales.
Este espacio central es perfectamente identificable en los restos prospectados
bajo tierra en la Arruzafa estudiados por Juan F. Murillo (Fig. 4). En esta almunia
de al-Ruṣāfa ya aparecería este enorme espacio ocupando la franja central de las
tres que dividen el conjunto. Túnel de la Almunia, Cercadilla o Vial Norte
muestran igualmente esta morfología, aunque con un diseño general
aparentemente más complejo.
3
Es decir, son las primeras construcciones de su entorno inmediato, tengamos ocupación previa en los
alrededores o no.
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Dentro, llama la atención la marcada
presencia de ejes de simetría en cada una
de estas células constructivas que son los
patios. Veremos más adelante como suelen
tener una disposición simétrica siguiendo
un eje N-S, eje que regirá la organización
global de los edificios, que en su mayor
parte se organizan en franjas con esa
alineación.
2.1.3 Relación interior/exterior.
Por último tenemos, respecto a la
estructura general, el tema un tanto
transversal de la relación dentro/fuera.
Varios autores han puesto ya de relieve el
carácter dual para el término munya
(MURILLO 2009, 455) referido tanto al
Fig. 4 Prospección geofísica de la Arruzafa
(MURILLO 2009, 460)
interior como al exterior.
En el repertorio vemos una patente división
entre las construcciones con una importante relación con el exterior y las
edificaciones que miran hacia dentro, limitando al máximo posible su
permeabilidad.
De estas últimas, el ejemplo más claro e ilustrativo es el edificio del Vial Norte,
una gigantesca edificación con sólo contaría con dos o tres pequeñas aberturas
en su fachada. Evidentemente, la razón más probable es que nos encontramos
ante un inmueble que ocupa toda la superficie de la propiedad, es decir,
decir sin
ningún área cultivada aneja.
Esta se aleja de lo que sería estrictamente una almunia, pero no es, como vimos
antes, la única edificación que tenemos con este patrón (Fig. 3). Ya señalamos
más arriba como la hipótesis de almunias que se modifican ante la intensa
presión urbanística, perdiendo sus áreas cultivadas, no casa con la
documentación arqueológica disponible.
El otro grupo de edificaciones es mucho más heterogéneo, y parece encajar
mejor con el concepto de munya que se desprende de los textos. En estas
residencias sí se encuentra mucho mejor imbricado el espacio cultivado con el
edificado, al margen de que este se encontrara cercado con altos muros. Por
supuesto al-Rummaniyya,
Rummaniyya, con sus terrazas cultivadas y sus salones
salones-mirador,
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encaja a la perfección
ción aquí. Pero al margen de esto tenemos el espacio abierto
que abraza la parte edificada de la almunia de C/ Sta. Mª de Trassierra (Fig. 5) o
el ejemplo de Vado de Casillas.
Tal vez todo esto no
haga
más
que
apuntar hacia la
existencia
de
realidades
que
copian a diferente
escala el ejemplo
arquitectónico
de
las
grandes
almunias y tomando
sólo parte de los
elementos.
Sólo
podremos
solucionar
la
incógnita con un Fig. 5 Almunia de C/ Sta. Mª de Trassierra (RODERO y ASENSI 2006)
mejor conocimiento
de lass grandes almunias como al-Nā’ūra
al
o al-Ruṣāfa, asíí como el de los casos
que se encuentran lo suficientemente alejados de la ciudad como para verse al
margen de la dinámica urbanizadora.
2.2
Los espacios.
2.2.1
Los espacios representativos.
Lo que aquí denominamos es
espacios
pacios representativos de estas almunias y
palacetes periurbanos es el lugar de la residencia aparentemente destinado a
usos sociales, el espacio más cuidado y ornamentado del complejo
arquitectónico. Aquel en el que el inquilino interactuaría con elementos
elemento externos
al núcleo familiar cercano. Sería por lo tanto la expresión monumental del
d
tradicional salón o salón
salón-alcoba (cfr. RUIZ 2005, 69 ORIHUELA 2007, FUERTES
2002) de las unidades domésticas más modestas. Sorprende, en lo que a día de
hoy conocemos, la enorme homogeneidad que presentan estos espacios,
especialmente si comparamos con la gran disparidad de formas de espacios de
representación identificables en Madīnat al
al-Zahrā’ (vid. VALLEJO 2007 y 2011;
ALMAGRO 2011 y ALMAGRO VIDAL 2008). Sólo el absolutamente original
planteamiento del estanque-patio
estanque
de al-Rummaniyya
Rummaniyya (Fig. 6) puede considerarse
al margen de esta norma.
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Este esquema similar de la mayor parte de estancias “de aparato” consiste en un
cuerpo constructivo de una, dos o tres naves siempre dispuestas de forma
transversal al eje del patio y abierto a él por uno o varios vanos. Se trata de una
tipología diferente a la de tradición oriental con salas dispuestas en perpendicular
a la fachada, esquema visible en los grandes salones protocolarios de Madīnat alZahrā’ y en casas como la de Ŷa’far en esta ciudad (VALLEJO 2010; ALMAGRO
2011, 14).
El ejemplo perfecto de espacio representativo “canónico” lo encontramos en el
complejo del Vial Norte, debido a la impecable labor de Felix Arnold (2010, 247272) reconstruyendo un edificio muy arrasado (Fig. 1). Especialmente el salón
central encarna el arquetipo califal (por desgracia aún estamos lejos de conocer
los modelos de salón representativo emiral). Este espacio, de 36 m2 estaría
precedido de un pórtico de anchura equiparable (3,5 m) con tres grandes vanos
abriendo al patio.
El esquema respeta de forma rigurosa el diseño axial. La gran sala representativa
se ubica en el lado corto del patio, privilegiando la vista de conjunto. Vemos
además una sucesión de elementos: patio con andén – alberca en lado norte –
pórtico – salón, que es prácticamente la norma en el repertorio.
Creemos que esta ubicación al norte obedece simplemente a ser la estancia más
cálida y sobre todo luminosa. Con unas residencias casi sin ventanas al exterior y
solo iluminadas desde el patio, estos salones con amplios pórticos y en la zona
más soleada de la casa deberían destacar al entrar en el patio. El estanque
refuerza la luminosidad de esta sala, reflejando los rayos del sol al interior. Sólo
en algún caso como el de Túnel de la Almunia detectamos varios salones
(aunque nunca con las mismas proporciones4), preludiando el estándar posterior
de salones enfrentados en los lados menores del patio.
4
El salón principal se encuentra, según nuestra hipótesis de restitución, en un bloque constructivo de 120
m2 (más un posible pórtico), una superficie con parangón sólo en grandes edificaciones de Madīnat alZahrā’ (ARNOLD 2010, 269) o en al-Rummāniyya.
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Fig. 6 Restitución del estanque y salón de alRummaniyya (ARNOLD et alii. 2008, 201)
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De todos modos, evidentemente
debieron existir un sinnúmero de
variantes que no conocemos por
nuestro fragmentado repertorio.
La portada monumental con un
solo arco del Cortijo del Alcaide
es una solución diferente, que
muestra que debió existir un
buen número de posibilidades en
la concepción de estos salones. Y
por supuesto, diferente es el caso de alRummāniyya. La almunia del fatà Durrī
constituye una pieza especialmente original
dentro
de
la
arquitectura
califal5.
Especialmente destaca el gran espacio
ubicado al sur de la alberca monumental,
abierta tanto al estanque como al valle del
Guadalquivir como un mirador. Este salón
comparte algunos de los elementos
esenciales que estamos viendo, pero su
carácter
propio
hace
más
sensato
considerarlo como un caso específico, «una
contribución autónoma a la arquitectura
islámica» (ARNOLD 2008, 192).
Por lo tanto, si bien tenemos una idea cada
vez más clara de esta tipología de espacios,
hay dos temas aún pendientes de aclarar.
En primer lugar, sorprende que el tamaño de
Fig. 7 Edificio singular de Cercadilla y
casa adosada al sur.
estos salones no parece, comparativamente,
mucho mayor que el de casas algo más modestas. Así, traemos el ejemplo
ilustrativo del edificio singular de Cercadilla. Aunque este palacete cuenta con
varios salones de gran entidad, el salón de la modesta casa que se adosa al sur
es mayor que cualquiera de ellos, con sus 33,7 m2 (Fig. 6).
5
Pese a que al diseño del salón-mirador responde al mismo patrón encontrado en la Dār al-Mulk,
la combinación con el gran estanque central con paseo volado es absolutamente novedosa.
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El otro asunto que queda sin resolver es la función de los diferentes salones
representativos en espacios que contaban con varios de ellos. La hipótesis
relativamente extendida de utilización de los espacios en relación con los sexos
encaja mucho peor con los datos disponibles que la de posibilidad de unidades
casi independientes asignadas a hijos del promotor del edificio. Así, en esta
familia que incluiría miembros de varias generaciones, habría que incluir a los
hijos con sus respectivas familias. Apuntan es esta dirección ejemplos como el
del edificio singular de Vial Norte (Fig. 1) Aquí, el menor de los patios
ajardinados tiene, al contrario que el principal, cuatro crujías rodeándolo,
formando una verdadera unidad doméstica independiente.
2.2.2
Los sistemas de acceso
Si sabemos poco sobre la estructura general de las almunias documentadas,
menos aún conocemos sobre los sistemas de acceso. En los textos encontramos
la sugerente aparición de puertas monumentales6, aunque apenas vislumbramos
en la documentación arqueológica algunos indicios como la portada de acceso
sugerida para el ángulo suroriental de al-Rummāniyya (Fig. 3).
Sí sabemos más sobre los esquemas circulatorios. Especialmente llamativo es un
diseño que se repite en varias edificaciones. Se trata de largos pasillos
perimetrales para conectar los diferentes bloques de estancias. Hemos
identificado la posible existencia de este esquema en tres conjuntos. El primero
de ellos es el de Vial Norte, donde Felix Arnold (2010, 252) identifica un largo
corredor utilizado, según este autor, para el personal de servicio. También en alRuṣāfa es detectable en las prospecciones geomagnéticas (MURILLO 2009, 460 y
482) una franja no edificada separando los bloques construidos del muro
externo, aunque a falta de excavación sea imposible interpretar estos pasillos.
Por otro lado, en el complejo de Túnel de la Almunia tenemos una serie de
estancias estrechas en el lado sur, pavimentadas con losas de calcarenita, que
podrían responder a algo similar.
2.2.3
Los baños
En el tema de los baños, sorprende ver la poca información con que contamos.
Apenas tenemos dos conjuntos en que se documente este tipo de estancia.
Además contamos con una referencia textual a los baños de Ruṣāfa, durante el
emirato de ‘Abd al-Raḥmān I (LAFUENTE 1867, 11).
6
«Cuando estuvieron todos congregados allí [al-Nā’ūra], salió el Príncipe de los Creyentes por la
gran Bāb al-Mansaba de dicho palacio, en compañía de su hijo el príncipe Hišam, con
dirección al Alcázar de Córdoba. » (GARCÍA GÓMEZ 1967, 252)
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De época emiral parecen ser los baños localizados en la posible almunia de
Fontanar de Cábano (LEÓN 2006, 421), de los que destaca la cuidada
ornamentación arquitectónica con revestimientos de placas de mármol. En este
caso, parecen formar parte de la almunia con bastante seguridad. No podemos
señalarlo con certeza para el otro gran conjunto de baños del repertorio, el que
se adosa al edificio residencial de Naranjal de Almagro (MURILLO, CASAL y
CASTRO 2004, 267; CAMACHO y HARO 2007).
Suponemos que, siendo el baño un uso social tan enormemente extendido entre
la élite andalusí, debieron existir en más almunias y palacios. Existen diversos
lugares propuestos para ello, en edificaciones como al-Rummāniyya, Ronda
Oeste o Calle Sta. Mª de Trassierra, aunque no existen datos que permitan
considerarlos más allá de hipótesis.
2.3
Los materiales
El tema de los materiales es complicado de estudiar en el actual panorama de la
investigación sobre la Córdoba omeya, ya que apenas está comenzando a
sistematizarse en profundidad. De nuestro repertorio, la mayor parte de
publicaciones se limitan a reseñar la presencia de elementos constructivos como
capiteles, atauriques o cualquier tipo de decoración arquitectónica.
Respecto a los diferentes aparejos y materiales constructivos, se trata de un
tema interesante, pero que excede las posibilidades de este análisis. No
obstante, es interesante señalar cómo en estas construcciones suelen aparecer
aparejos de sillería a soga y tizón, tan frecuentes en las obras oficiales. Este tipo
de técnicas constructivas parecen disponerse en las zonas externas de las
edificaciones, tal vez mostrando un mensaje sobre el estatus social, emulando
esta arquitectura oficial.
2.3.1
La decoración arquitectónica.
En arqueología urbana existe un problema con la decoración arquitectónica. Y es
que, debido a la continuidad de ocupación del entorno, el empleo como material
de acarreo es muy intenso. Esto es especialmente frecuente con elementos
sustentantes como fustes, basas y capiteles. Además, en la Córdoba andalusí
contamos con el problema de que la decoración de ataurique está realizada con
un tipo de roca muy susceptible de ser empleado en la fabricación de cal, motivo
que ayuda a que sea relativamente poco presente en las excavaciones. Por ello
contamos con muy poca información sobre las composiciones decorativas.
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El ejemplo mejor conocido es el de
Cortijo del Alcaide, cuya restitución
debemos a Félix Hernández. En este
conjunto, el repertorio formal de
elementos representados en los
paneles alcanza cotas inéditas con el
aporte de novedades del arte abbasí
(EWERT 1999, 131) (Fig. 8). Los
talleres parecen estar estrechamente
vinculados con talleres oficiales,
copiando incluso buena parte de los Fig. 8 Tablero del Cortijo del Alcaide (EWERT
1999, 126)
motivos ornamentales del Maŷlis alŠarqī de Madīnat al-Zahrā’ (EWERT 1999, 113). Glaire Anderson propone fuertes
similitudes igualmente en técnica y composición con otros paralelos de la ciudad
palatina como la Dār al-Mulk o la Vivienda de la Alberca (ANDERSON 2005, 48).
De todos modos, en esta edificación (probablemente privada) la composición
global no está cargada de un simbolismo tan complejo como en la ciudad
palatina. Lo interesante, al margen de la riqueza, es la vinculación con el arte
coetáneo del área Siria, aspecto en el que Christian Ewert hace mucho hincapié.
Para otras almunias y palacetes, conocemos
mucho peor el repertorio decorativo. El conjunto
de
atauriques
del
Museo
Arqueológico
proveniente
de
Huerta
de
Valladares
posiblemente provenga de un edificio de este
tipo. Anderson ha señalado que cuentan con una
calidad comparable igualmente a la de
producciones oficiales en Madīnat al-Zahrā’
(ANDERSON 2005, 47).
En al-Rummāniyya apareció un repertorio muy
reducido pero realmente interesante. Dentro del
pequeño conjunto de 5 fragmentos de mármol
que localizó Velázquez Bosco (CASTEJÓN 1954,
Fig. 9 Voluta de capitel con
157), destaca la curiosa abundancia de motivos
decoración
figurativa proveniente de
figurativos animales. Especialmente interesantes
al-Rummaniyya. MAECO
son el fragmento de capitel con pájaros y cabeza
de león (Fig. 9) y el fragmento de pila con cabezas de leones enfrentadas
(CASTEJÓN 1954, 155).
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Los demás motivos, esencialmente hojas de vid son muy similares a los comunes
en las composiciones de Madīnat al-Zahrā’ (ANDERSON 2005, 46). La presencia
de la decoración figurativa ha sido puesta de relieve y objeto de especulaciones
desde el mismo momento de su aparición (CASTEJÓN 1954, 155; ANDERSON
2005, 46-47 y 141-143; 2007, 67-69). La línea más interesante es la que vincula
estos motivos a un ambiente social muy concreto en el que se incluiría todo el
repertorio de decoraciones figurativas de la eboraria califal, iconografía que se
desarrollaría desde el califato de al-Ḥakam II (ANDERSON 2007, 67-69), aunque
la ausencia de estos motivos figurativos en otros conjuntos e incluso en el rico
programa de Cortijo del Alcaide deben matizar algo esta tesis.
Para otros conjuntos apenas contamos con información, por lo que resulta difícil
profundizar más. Queda por lo tanto pendiente un estudio detallado, aunque
está claro que se trata de talleres estrechamente vinculados con las producciones
oficiales, si no son los mismos grupos de artesanos que al mismo tiempo están
trabajando en toda esta serie de edificaciones.
2.3.2
El uso de spolia.
Al aproximarnos a las crónicas árabes, nos sorprendió la reverencia mostrada en
los textos árabes ante construcciones de civilizaciones anteriores. El empleo de
spolia romanos y tardoantiguos está bien constatado en construcciones como la
Mezquita Aljama de Córdoba (CRESSIER 2001; PEÑA 2003) con el recurso a
numerosos elementos arquitectónicos sustentantes previos y en una vertiente
más “anticuaria” en Madīnat al-Zahrā’ con la reutilización de sarcófagos
tardorromanos como pilas de fuentes (vid. BELTRÁN 1990).
En nuestro repertorio contamos con pocos ejemplos, aunque muy interesantes.
El único caso en que se constata con certeza una reutilización intencional clara
es el del conjunto de Túnel de la Almunia. Aquí aparece en uno de los patios un
gran capitel romano retallado para
ser utilizado como pileta (CAMACHO
et alii. 2009, 780 y 782; CAMACHO
2010, 175). Este, tallado respetando
el cesto de hojas de acanto, se
exhibe además en uno de los patios
con una edilicia más cuidada.
Otro caso que parece responder a
esta casuística es el de Turruñuelos.
El enorme recinto parece datar de
época califal, según se desprende de
Fig. 10 Capitel romano retallado como pila
(CAMACHO et alii. 2009, 782)
175
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Año 2014. López-Cuevas pp. 161-207
la única intervención realizada con metodología arqueológica (VALLEJO y
ESCUDERO 1999). Sin embargo, provienen del lugar un capitel emiral y otro
tardorromano conservados en las proximidades (ARJONA 2000).
Se trata de piezas llamativas, que posiblemente se emplearon por su valor
ornamental, traídas desde otros puntos de la ciudad.
2.3.3
Los pavimentos.
El análisis de los pavimentos parece ser una forma productiva de aproximarse al
esquivo tema de la funcionalidad de las estancias, y ha sido aplicado ya con
resultados interesantes al estudio de unidades domésticas (CAMACHO y HARO
2010). En nuestro repertorio se constatan algunas similitudes respecto a las
unidades domésticas más pequeñas. Así, los espacios de tránsito comparten
comúnmente el enlosado de sillares de calcarenita. Algo similar ocurre con los
patios, al estar los auxiliares pavimentados de esta forma mientras que los patios
con una vocación más representativa se dejan sin pavimentar, presumiblemente
para estar ajardinados.
Otros tipos de pavimentos son algo más complicados de documentar,
posiblemente debido al expolio más intensivo del material. Así, en contraste con
la abundancia en Madīnat al-Zahrā’, apenas tenemos datos sobre pavimentación
en mármol en al-Rummāniyya (VELÁZQUEZ 1912, 24) y Cortijo del Alcaide
(CASTEJÓN 1960, 165), en este caso en un patio.
Creemos, con lo visto en el registro, que esta puede resultar una interesante vía
para aproximarnos al tema de la funcionalidad de los espacios. Sobre todo, en
una arquitectura tan tendente a la adaptación de modelos edilicios a nuevos usos
constantemente. Tal y como ha señalado Almagro: «son los usos que se
desarrollan dentro de un espacio arquitectónico los que determinan la
adscripción funcional del mismo» (ALMAGRO GORBEA 2011, 7), ya que el
repertorio formal es limitado. Quizás sea un camino que nos pueda conducir a
una mejor comprensión de la organización social del espacio de las almunias y
residencias privilegiadas periurbanas. No olvidemos que, si apenas empezamos a
comprender espacios más lujosos de estas construcciones, no sabemos casi nada
sobre almacenes, cocinas o cuadras, estancias que ya empiezan a conocerse en
casas más modestas.
176
Revista Anahgramas.
3.
Número I.
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NUEVOS ENFOQUES
3.1 Almunias y edificios residenciales privilegiados y el paisaje de la Madīnat
Qurṭuba omeya
3.1.1
La distribución espacial. Patrones generales y cambios diacrónicos
Dentro de toda esta serie de nuevas perspectivas de investigación que se están
abriendo en la actualidad, el paisaje, entendido en sentido amplio, es el hilo
conductor de la mayor parte. Por ello conviene dedicar algunas líneas a la
descripción del marco geográfico y a reflexionar sobre los condicionantes que
han podido afectar a la distribución de los conjuntos analizados.
En primer lugar debemos señalar que el territorio de la ciudad de Córdoba está
enormemente marcado por la confluencia de tres grandes unidades geográficas.
El curso del Guadalquivir se acerca en esta altura de su recorrido a Sierra
Morena, que en esta zona forma un escalón de varios centenares de metros,
quedando al sur las formas suaves de la Campiña con suelos llanos arcillosos de
gran fertilidad. La zona de sierra cuenta con una serie de interesante
mineralizaciones explotadas desde la prehistoria, pero desde el punto de vista
edáfico los suelos muestran una escasa profundidad y poca susceptibilidad para
el cultivo.
La zona del Valle del Guadalquivir tiene un paisaje marcado por terrazas fluviales
cuaternarias. En nuestro área de estudio tenemos una terraza con unas cotas
anormales que van desde 110 a 170 msnm en la orilla norte debido a los
abundantes aportes de ladera que enmascaran y engrosan los aportes del río. Al
margen de esto existen una serie de pequeños peldaños de una visibilidad
menor.
La orilla derecha del río, en la que se asienta la ciudad, destaca por tener un
aporte mucho más regular de agua, tanto por abundantes veneros como por el
fácil acceso al nivel freático, al contrario que la orilla opuesta, por lo que
históricamente han predominado los cultivos irrigados en la orilla norte, frente al
predominio de secano en la sur.
El estudio del entorno de Córdoba desde la documentación arqueológica es
particularmente complejo debido a los avatares de su evolución diacrónica. Así,
la existencia de un casco histórico de enorme tamaño con una intensa ocupación
en el tiempo ha dificultado enormemente el conocimiento del entorno próximo
de la madīna, franja de terreno que parece ser de gran importancia en los
177
Revista Anahgramas.
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primeros años de ocupación islámica con edificaciones como Balāṭ Mugīṯ y Balāṭ
al-Ḥurr.
Para la franja que rodea el casco histórico, debido al desarrollo urbanístico del
siglo XX casi no contamos con información arqueológica. Así tenemos toda la
zona oriental de la ciudad, la zona al sur del río y parte de la occidental.
Es así previsible que la mayor parte de restos que tengamos se concentren todo
el arco noroccidental de la ciudad, con una enorme superficie recientemente
urbanizada y afectada por numerosas obras de infraestructura. Se trata, de todas
formas, de un enorme volumen de información muy desigualmente investigado y
publicado, debido a la coyuntura vivida por la arqueología cordobesa hasta
fechas muy recientes.
Para zonas algo más alejadas, como el entorno de Madīnat al-Zahrā’ o la zona
más oriental de la ciudad, vamos a contar solamente con algunos hallazgos
aislados y excavaciones antiguas. Por suerte, esta carencia de información se
complementa con el conocimiento de un paisaje mucho mejor preservado, en el
que parte de la infraestructura es incluso visible en superficie.
Por otro lado, tenemos un sesgo en la información muy importante con respecto
a la cronología. Esto hace que para los cerca de dos siglos de emirato contemos
con, proporcionalmente, muy poca información. Las razones son varias. En
primer lugar cabe señalar que esta zona más próxima a la ciudad casi sin datos
arqueológicos es aquella en que las fuentes escritas consignan buena parte de
las almunias emirales. También hay que contar con el problema de la continuidad
en buena parte de los conjuntos. Estos, por motivos de conservación, no han
sido en la mayor parte de casos excavados hasta agotar secuencia7, teniendo
sólo una panorámica de las últimas fases de vida del edificio. Por último
contamos con el problema de las dataciones. Fruto de una deficiente praxis que
fue demasiado habitual a caballo entre el siglo XX y el XXI, muchas de las
intervenciones cuentan con unas genéricas dataciones califales, interpretadas
además como secuencias monofásicas, en casos en los que la evidencia apunta a
lo contrario. Por fortuna hace ya bastantes años que los profesionales están
actuando con una metodología impecable, por más que aún siga siendo difícil
contar con unas dataciones precisas.
7
Entre estos casos podríamos citar el de C/ Sta. Mª de Trassierra, Fontanar de Cábano o Túnel
de la Almunia.
178
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3.1.2 El entorno de Córdoba como escenificación del poder. Los diferentes
paisajes
Zona sur. La plasmación de la legitimidad omeya
La zona ubicada justo al otro lado del puente sobre el Guadalquivir fue desde
época romana uno de los principales vectores de crecimiento de la ciudad. Esto
se potenciará especialmente durante las primeras décadas de ocupación islámica.
Así, esta orilla del río verá crecer el arrabal más populoso del momento asentado
en el antiguo vicus romano de Secunda.
Resultado de este uso desde un primer momento, será la construcción de la
primera almacabra, una muṣalla aneja y la urbanización del arrabal de Šaqūnda
desde mediados del siglo VIII (MURILLO el alii 2005, 190). Tras la célebre
revuelta de 818 contra el emir al-Ḥakam I, esta zona será arrasada. La rebelión
es duramente reprimida por la autoridad, decretándose la prohibición de volver a
construir en ese solar. Desde este momento esta zona va a mantenerse
inalterada como plasmación del poder omeya y del respeto a la tradición y
ortodoxia legal. Incluso Ibn Ḥayyān nos cuenta como Hišām II debe oponerse a
‘Abd al-Malik al-Muẓaffar cuando este pretende construir un arrabal en el antiguo
emplazamiento de Šaqūnda (fide. MURILLO et alii 2004, 271).
Sabemos por diferentes noticias que existe efectivamente una zona no edificada
a lo largo del emirato y del califato denominada “Desierto (sahrā’) del Arrabal” en
el antiguo solar del barrio arrasado en 818. La zona sin construir ha sido
identificada arqueológicamente en diversas intervenciones (CASAL et alii 2004 y
2006). Por lo tanto, se constata un sector destinado a conservar la memoria de
aquel castigo.
Otra parte sí será utilizada desde un momento muy temprano por el régimen
omeya, aunque no sabemos a qué distancia se ubicaba de este sector. Una de
las esposas del mismo al-Ḥakam I será la protagonista de la donación de la
almunia que lleva su nombre, Munyat ‘Aŷab. Esta estaría destinada a sostener
mediante la figura de un waqf, un servicio de interés público En concreto se
destina al mantenimiento de una leprosería, uso que evidentemente reitera la
alusión más tardía del Calendario de Recemundo. Esta derivación de las obras de
beneficencia a personajes secundarios, pero estrechamente ligados a la figura
del emir/califa como sus concubinas o sus fityan, será algo constante en la
dinastía omeya cordobesa.
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También se construirá aquí la portentosa almunia del fatà Naṣr. Es importante
señalar que este poderoso personaje es un eunuco, propiedad del emir.
Técnicamente las propiedades de Naṣr no eran nada más que el usufructo de
ellas. Así, cuando se cede este terreno al eunuco8, se hace contando con que
evidentemente revertirá de nuevo al emir. Volveremos a ver esta almunia usada
temporalmente para acoger a un invitado tan importante como Ziryāb y cómo
fue remozada por ‘Abd Allāh y utilizada en diferentes ocasiones.
Otro importante edificio ubicado en esta zona es algo anterior. Pero, pese a su
gran carga simbólica, sabemos muy poco sobre él, solo un par de referencias en
el Muqtabis (CORRIENTE y VIGUERA 1981, 22-23 y 25). Se trata de la Dār alMulk. Parece ser que se concibió como una pieza clave en la política dinástica, al
ser empleada desde inicios de la dinastía como residencia del heredero al trono.
Al margen de esto tenemos algún elemento algo más difícil de interpretar como
el huerto de Ṭarūb9 (favorita de ‘Abd al-Raḥmān II), que recalca el uso de esta
zona por parte del círculo inmediato al emir, por más que no conozcamos nada
sobre este. Este paisaje se complementaba con el papel que ejercía el
cementerio de arrabal, también conocido como Maqbarat Qurayš. Este
cementerio fue planificado por el gobernador al-Saḥm en 719/720 (LEÓN 2009,
35; LEÓN y CASAL 2010, 658), siendo el primero de la ciudad.
Aquí, en la Rawḍat Banū Marwān, descansaban los restos de los miembros de la
familia omeya (los de emires y califas no, pues estaban la rawḍa del Alcázar,
zona ajardinada en que se encontraban todas sus tumbas). Así quedaba
concentrado, en un lugar de paso y de gran contenido simbólico, todo el linaje
en el que el gobierno omeya buscaba su legitimidad. La arqueología constata
igualmente este uso aristocrático mediante un buen repertorio de epigrafía (vid.
ACIÉN y VALLEJO 1998, 116).
La conclusión es que se conjugaban diferentes fundamentos del régimen omeya
en un solo lugar, en el que se custodiaba la memoria del linaje, se respetaba la
legalidad impuesta por ellos10, una fundación pía actuaba como protectora de
desvalidos, y dos edificios residenciales al menos, servían para usos
protocolarios.
8
No tenemos constancia de bajo cuál de los emires se realiza la almunia, aunque por cronología y por el
mayor peso que gana Naṣr en este emirato debemos suponer que fue en tiempos de ‘Abd al-Raḥmān II.
9
Este huerto aparece en el Muqtabis II de Ibn Ḥayyān (ARJONA 1982, 45)
10
Posiblemente las fuentes incidan en este suceso del arrasamiento del arrabal más como una muestra del
respeto por las decisiones “legales” de su predecesor, que como muestra de castigo que a lo largo del
siglo X sería cada vez más anacrónico.
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El paisaje del entorno de Madīnat al-Zahrā’.
Otro sector en el que encontramos trazas de un uso simbólico del paisaje es la
zona entre Córdoba y Madīnat al-Zahrā’.
Este espacio es complicado de analizar por su enorme extensión, aunque queda
claro que los palacios y almunias cuentan con un papel especialmente importante
en él. Existe una voluntad de crear un paisaje jalonado de construcciones
palatinas en el camino entre Córdoba y Madīnat al-Zahrā’. Así tenemos la vía
protocolaria que accedería desde el sur a la ciudad palatina, en el que se
ubicarían algunas de las almunias más notables como al-Nā’ūra y Arhā’ Nāsih. Es
imposible asociar restos materiales con estos nombres, aunque es cierto que en
este sector han aparecido algunas de las evidencias arqueológicas más
interesantes11.
Deja patente la relación íntima de estas almunias y toda esta franja de tierra con
las dos ciudades el hecho de que un texto del Muqtabis de Ibn Ḥayyān nos narre
como muy poco después de la construcción de Madīnat al-Zahrā’ «se comenzó a
pavimentar la calzada tendida por al-Nāṣir desde su alcázar de la almunia de alNā’ūra, en la orilla del río de Córdoba, hasta la puerta del palacio que se había
erigido en Qarqarīt [al-Zahrā’]» (CORRIENTE y VIGUERA 1981, 359). Estas
obras, que apenas duran un mes, dan constancia de la importante vinculación
entre ambos enclaves.
Este camino será especialmente utilizado en buena parte de las comitivas
protocolarias que aparecen en las crónicas, especialmente a partir del califato
(en concreto, durante el de al-Ḥakam II). Contamos con buenos ejemplos, entre
los que destaca el de 971, en que se traslada un cortejo de invitados
acompañados de las cabezas de decenas de enemigos clavadas en picas. Tras
atravesar la ciudad, llegan hasta Munyat Ibn ‘Abd al-‘Azīz, siendo acompañado
por un gran número de personas. Luego, «por la puerta de la almunia salieron
entre dos filas alineadas de los hombres de los arrabales de Córdoba que habían
sido armados por el gobierno y cuyo número ascendía a 16.000 infantes, todos
ellos con escudos y lanzas» (GARCÍA GÓMEZ 1967, 64-72). La comitiva se dirige
así escoltada hasta el alcázar de Madīnat al-Zahrā’.
Es interesante cómo paulatinamente estas representaciones ganan
complejidad y teatralidad hasta llegar a este extremo de utilizar miles
cordobeses como figurantes en esta enorme representación. Además,
tradicional lugar de acantonamiento de tropas a oriente de la ciudad
11
en
de
el
va
En esta zona tenemos los restos del Cortijo del Alcaide, Vado de Casillas, Llanos del Castillo y elementos
como la alberca de Cañito de María Ruiz.
181
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abandonándose paulatinamente desde el comienzo del siglo X a favor de la zona
occidental.
Podríamos decir que toda la zona occidental de la ciudad se utiliza en diferentes
ocasiones como un gran escenario en el que representar el poder califal. Los
invitados y cortesanos se desplazan de almunia en almunia y de palacio en
palacio del mismo modo que dentro ya del alcázar cordobés o de al-Zahrā’ se
moverán de maŷlis en maŷlis. En ocasiones como la relatada de los 16.000
figurantes, toda la forma parte de esta enorme representación del poder omeya.
Evidentemente esto sólo ocurrirá en jornadas muy concretas y a lo largo de
recorridos perfectamente delimitados, pero toda la ciudad actuaría como un
enorme “palacio” en un concepto relativamente similar al de Bagdad o Samarra.
Más adelante desgranaremos algunas implicaciones de esto.
Fig. 11 Alineación de diferentes conjuntos con Madīnat al-Zahrā’ mencionados. Elaboración
propia.
La disposición de los caminos refuerza esta sensación global, con la presencia de
enormes vías pavimentadas, de una anchura sin parangón en al-Andalus,
conectando todos estos elementos. Esta domesticación del espacio por parte del
estado se refuerza con la presencia de puentes12 o las canalizaciones de arroyos
detectadas en varias intervenciones.
12
Estos puentes que salvan pequeños arroyos se cuentan entre los más anchos de al-Andalus.
182
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Por último, una llamativa muestra de esta planificación es la constatación de
sorprendentes similitudes en la alineación de diferentes conjuntos aislados entre
sí. Si nos detenemos a comparar las diferentes orientaciones de los conjuntos,
encontramos que desde los restos prospectados en la Arruzafa hasta los de alRummaniyya se extienden 9 kilómetros de construcciones con idéntica
orientación (Fig. 11). Así entre al-Rummaniyya, Las Pilas, Madīnat al-Zahrā’,
Turruñuelos, al-Ruṣāfa apenas varían 5 o 6 grados la orientación,
aproximadamente de 20º Oeste.
Las causas pueden ser muchas, aunque cabe pensar que se debe a algún interés
planificador. Se trata de un modo de hacer patente el poder del emir/califa, que
marca una pauta rectilínea y regular claramente apreciable en el paisaje,
mostrando su dominio. Una impresión que se vería reforzada por la visión de
grandes avenidas rectilíneas como la que conecta Turruñuelos con la ciudad
palatina, visible aún en la fotografía aérea.
Es de todos modos un tema complicado con diferentes factores que también
pueden explicar esto. No tenemos clara la secuencia diacrónica de la
construcción de estos conjuntos (ya que se conocen por pequeñas intervenciones
o prospección), de forma que no sabemos si son condicionantes previos (como la
disposición del parcelario) lo que da esta orientación o se planifican todos
intencionadamente siguiendo la misma alineación. Lo único seguro es que es una
anomalía difícilmente justificable por el mero azar.
El entorno de Madīnat al-Zāhira
Evidentemente, en el entorno de la ciudad que edifica al-Manṣūr emulando
Madīnat al-Zahrā’, se aprecia un fuerte componente simbólico. Aunque en este
caso debemos guiarnos mucho más por las fuentes árabes que por la
información arqueológica. Estas fuentes escritas se vuelven además bastante,
más tortuosas y difíciles de seguir al centrarse mucho más en las intrigas de
poder que tanto interesaron desde el plano de la teoría política (cfr. BALLESTÍN
2004) que a la descripción.
Contamos con poca información arqueológica, aunque los textos pueden ayudar
hacernos con una idea de lo que debió existir en este sector. Tras el vuelco de
poder que logra al-Manṣūr, necesita no solo manifestar externamente la nueva
situación política, sino igualmente asegurarse su posición y generar un escenario
para representar su autoridad. Por supuesto toma como referencia lo ya
existente en la zona occidental de Córdoba. Vemos por lo tanto que cuando alManṣūr se traslada a la nueva ciudad en 980, se nos dice que:
183
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«Allí se instaló con todos cuantos le rodeaban de cerca o de lejos […] después
dio en feudo los alrededores a sus ministros y a sus secretarios, a sus oficiales y
a sus chambelanes, para que ellos edificaran allí importantes residencias y
palacios considerables, y no descuidó las zonas intermedias que constituían
propiedades productivas y pabellones bien tenidos.»
Ibn ‘Iḏārī, Bayān al-Mugrib (traducción de Fagnan fide. SÁNCHEZ-ALBORNOZ
1973, 462).
Un poco más de detalle tenemos al saber que edifica un conjunto de alcázares y
almunias en el camino a Madīnat al-Zāhira. Es decir, el mismo fenómeno que
veremos en el ensanche occidental:
«Y construyó al-Manṣūr, sobre el camino de al-Zāhira, suntuosos y magníficos
alcázares y lugares de recreo, como La Dat al-Wadiyin [Entre dos ríos] y las
almunias Urtanilla [Huertecilla] y al-Surūr [Alegría] y otras instalaciones
insólitas.»
Ibn ‘Iḏārī, Bayān al-Mugrib, (ARJONA 1982, 197).
También veremos cómo antiguas edificaciones pasan a manos de la dawla
‘Amiriya, como en el texto de Ibn Baškuwāl que menciona «la ŷanna (jardín)
conocida por Rabanališ, que regaló Hišām a al-Muẓaffar bn. Abī ‘Amir» (OCAÑA
1984, 373-374).
Eso sí, no debemos olvidar el tema de la cronología, pues aquí se trata de
generar un paisaje en pocos años, mientras que todo el creado en la expansión
occidental se comienza a gestar incluso antes del califato. Aun así, la intención
de emular los antiguos centros de representación omeya queda clara. Por
ejemplo, desde el momento en que comienza el reinado de facto de al-Manṣūr,
las tropas comenzarán las campañas concentradas en al-Zāhira, partiendo de la
Puerta de la Victoria de esta ciudad (BARIANI 2003, 211).
Como hemos señalado, de todo este desarrollo quedan pocos restos que
hayamos podido documentar. El conjunto de cuatro puentes conocidos de
antiguo es interesante porque nos muestra un paisaje bien articulado por
caminos, probablemente debidos a iniciativa estatal. De todos modos, esta zona
resulta aún un enigma desde el punto de vista arqueológico, no hay que olvidar
que no conocemos ni la localización exacta de la propia ciudad de al-Manṣūr.
La conclusión es que en todos estos paisajes que rodean la ciudad existe una
expresa voluntad de hacer patente el poder del soberano. Y esto se realizará de
un modo muy similar al empleado en las representaciones a menor escala dentro
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de palacio. Nos resulta interesante el paralelo, ya que creemos que es la
extensión del mismo fenómeno.
Cuando Barceló estudió magistralmente el protocolo de los actos celebrados en
Madīnat al-Zahrā’, con toda la cúpula de la sociedad dispuesta ordenadamente en
el salón de recepciones, hablaba de que la intención última no era otra que
lograr «que todas las categorías dentro de la jerarquía del estado se identifiquen
y reconozcan. En cierto sentido, el ceremonial consensua esta jerarquización»
(BARCELÓ 1997, 148-159). Así, igual que estas recepciones en las que la
ubicación de cada personaje con respecto al califa representaba su estatus en la
jerarquía, los grandes desfiles invitarían a la población cordobesa formar parte de
esta escenificación. Y no cabe duda que, aunque no tengamos aún clara su razón
de ser primigenia, estas almunias son un elemento clave en esta proyección
hacia el paisaje del protocolo cortesano.
3.1.3
Papel en la islamización y urbanización de la Córdoba omeya
Otro tema a la par interesante y problemático es el del papel de las munān en la
génesis de los arrabales cordobeses y su papel como foco de islamización. Se
trata de una relación sugerente cuando varios los arrabales citados por las
crónicas13 toman su nombre de una almunia. Un buen ejemplo es al-Ruṣāfa que,
con el tiempo acaba dando nombre a un arrabal y un cementerio14 en su
proximidad.
Este asunto de la relación de las almunias con la urbanización de los alrededores
de Córdoba fue ya planteado en el estudio pionero de Manuel Acién y Antonio
Vallejo (1998). En este trabajo plantearon muchas de las líneas de investigación
seguidas por la arqueología medieval cordobesa hasta hoy día, y ya se
preguntaban por la relación entre las diferentes edificaciones promovidas por el
entorno del emir, como almunias, mezquitas, cementerios y baños (ACIÉN y
VALLEJO 1998, 121-122). Al mismo tiempo que utilizaban estos elementos como
indicador de los diferentes ritmos de expansión de la ciudad, estos autores se
planteaban el papel de las almunias con el desarrollo de la ciudad extramuros. La
conclusión que extrajeron en su momento apuntaba a que, dada la lejanía de
estas almunias, al menos en los primeros momentos esto no fue así (ACIÉN y
VALLEJO 1998, 122).
13
Los listados conservados son dos, el de Ibn Baškuwāl y el de Ibn al-Jaṭīb, ambos trasmitidos por alMaqqarī.
14
Denominada también Maqbarat Furānik (CASAL 2003, 58-59).
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Habrá que esperar poco, apenas 6 años, hasta la publicación de la síntesis de
Murillo, Casal y Castro, para encontrar un panorama muy diferente. Un enorme
caudal de información proveniente de actividades arqueológicas aportó un nuevo
elemento al debate. En diferentes excavaciones de la ciudad parecía
documentarse la relación entre edificaciones residenciales de gran tamaño y
espacios públicos como mezquitas, baños y almacabras, así como zonas de
arrabal densamente construidas (MURILLO et alii 2004, 266-267). Estos autores
hacen especial hincapié en el papel que las almunias habrían tenido en toda esta
dinámica urbanizadora.
Fig. 12 Restos de Naranjal de Almagro (Camacho y
Haro 2007).
la zona15.
Desde nuestra perspectiva, y
pasados ya algunos años, esta
relación sigue sin generando
dudas. Si bien tenemos casos de
proximidad
entre
estos
elementos,
algunos
sorprendentes
como
el
de
Naranjal de Almagro, con la
yuxtaposición
de
mezquita,
palacio y baño (Fig. 12); no hay
elementos de juicio suficientes
como para descartar que dichas
proximidades se deban a la densa
saturación urbanística que alcanza
Mucho más fructífero es relacionar estas construcciones con la urbanización del
entorno más próximo. Ya comentamos antes lo difícil que resulta contar con una
visión diacrónica de las intervenciones, consideradas monofásicas en demasiadas
ocasiones. La idea general que obtenemos es que, si bien parece que estas
almunias y palacetes son el primer elemento edificado de su entorno, no parecen
condicionar el trazado urbanístico de su entorno en exceso. La sensación es más
que los edificios englobados por el arrabal en su crecimiento que un urbanismo
que parta desde la almunia. Así tenemos el caso paradigmático de C/ Sta. Mª de
Trassierra, almunia que parece ser fagocitada en su última fase por el arrabal
circundante.
15
Así, en una zona reducida tenemos los palacetes y almunias excavados de Fontanar, PP-O7, Hospital Reina
Sofía y Túnel de la Almunia, así como varias mezquitas.
186
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También es problemático el tema más específico de la vinculación con
cementerios. Tenemos varios ejemplos en que aparece una estricta yuxtaposición
de almunia y almacabra como en una de las edificaciones de Ronda Oeste,
Fontanar de Cábano (CASAL et alii 2006) y tal vez en el gran edificio de Calle
Teruel (aún inédito).
La posibilidad de vincular estos casos con el mecanismo legal del waqf (legado
pío) es interesante, aunque en los textos sólo aparece la conocida mención a
Munyat ‘Aŷab. Queda por lo tanto la línea abierta, aunque en principio resulta
una idea prometedora. Será necesario, eso sí, contar con una documentación
mucho más exhaustiva de los espacios no edificados que nos permitan rastrear
un cambio desde un uso agrícola previo.
3.1.4
La almunia como elemento articulador del paisaje
En lo que hemos visto, ha quedado patente que estas algunas de estas
edificaciones son parte consustancial de todo el proyecto propagandístico omeya
desde sus propios orígenes. Escasos años después de la llegada de ‘Abd alRaḥmān I a al-Andalus, uno de los primeros gestos de fuerza que realiza es el de
la construcción de al-Ruṣāfa, emulando los modos cortesanos de sus antecesores
sirios. Del mismo modo que el cultivo de linajes aristocráticos trasplantados
(aquellas genealogías «largas como trenes de mercancías» que refiere Manzano)
a al-Andalus o que el desarrollo (algo más tarde) de una tradición jurídicoteológica perfectamente imbricada con el poder16, la imagen física de la ciudad
será empleada con este sentido.
Dentro de este sistema, los diferentes palacios y almunias impulsados desde el
entorno omeya formarán parte especialmente importante de este discurso
legitimador de la élite gobernante, tanto por sus posibilidades arquitectónicas
como por la ubicuidad de estas construcciones en el entorno periurbano
cordobés. Queda por saber hasta qué punto la iniciativa “estatal” está detrás de
un porcentaje mayor o menor de los conjuntos que documenta la arqueología.
Respecto a buena parte de estas construcciones, es lugar común el señalar que
nos encontramos ante un lenguaje arquitectónico perfectamente definido.
16
Como han señalado acertadamente muchos autores, los constantes enfrentamientos de los ulemas con el
poder no son sino la legitimación religiosa de este, que en estas biografías piadosas se muestra siempre
sumiso ante estos personajes (cfr. MANZANO 2006)
187
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Este código va a significar, según el contexto, una vinculación con lo omeya, lo
árabe, la ortodoxia suní, o de un modo más genérico, el poder en sentido amplio.
Entre estos elementos podríamos citar el característico aparejo de sillares
regulares dispuestos a soga y tizón o con alternancia de diferente número de
tizones y sogas, la utilización de torres cuadrangulares de escaso desarrollo o de
contrafuertes no estructurales a intervalos regulares o el empleo de la decoración
de ataurique.17
Fig. 13 Contrafuertes del muro externo del edificio de Túnel de la Almunia (CAMACHO et alii.
2010, 781).
Este lenguaje arquitectónico es compartido por diferentes construcciones, ya
sean civiles, defensivas o religiosas vinculando sutilmente todos estos ámbitos de
la esfera pública en el mismo marco ideológico. Entre todos estos elementos a
nosotros nos interesa especialmente el de la disposición exterior maciza con
contrafuertes realizada con el típico aparejo de sillería ya comentado, ya que
explícitamente se concibe como proyección al exterior del edificio.
Es imposible precisar la génesis de esta imagen “torreada” que presentan
muchas de nuestras construcciones. Sería interesante poder conocer en el futuro
la cronología y evolución del conjunto de al-Ruṣāfa, ya que es más que
sugerente el poder vincular este aspecto exterior de muchas edificaciones con los
quṣūr omeyas sirios. De todos modos, es seguro que el uso de dichos
contrafuertes se adopta de forma temprana, ya que son uno de los elementos
17
Esto no significa, evidentemente, una vinculación directa. Por supuesto muchos ejemplos se deberían a
simple emulación, aunque esta copia de modelos implica asumir de forma implícita este sistema de
valores.
188
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más característicos de la Aljama de Córdoba desde el exterior. Unos contrafuertes
que, transformados en pequeñas torres cuadrangulares, serán los que marquen
la imagen que proyectaba Madīnat al-Zahrā’ hacia fuera.
Como indicamos, son varios los edificios en los que se ha podido documentar
dichos elementos. En al-Ruṣāfa, por supuesto, pero también en construcciones
variadas como el conjunto de Túnel de la Almunia (Fig. 12), el edificio singular
de Cercadilla o una posible almunia, aun totalmente inédita, situada junto al
Hospital Reina Sofía.
Comprender el papel que juegan estas edificaciones en la configuración del
paisaje que hemos visto pasa también por un mejor conocimiento del medio
físico en que se insertan. La mayor parte de ellas están ubicadas en los límites
de las terrazas cuaternarias del Guadalquivir, únicos referentes visuales dentro
del valle y zonas con una buena visibilidad. Si existe una voluntad de “ver y ser
visto” en estas ubicaciones es algo que sólo se podrá saber profundizando en la
reconstrucción de la topografía que rodea dichos conjuntos, algo que
generalmente es obviado en las publicaciones arqueológicas.
3.2
La almunia como sistema productivo. Espacios agropecuarios y relaciones
productivas
3.2.1 Los problemas de la aproximación arqueológica a estos espacios
cultivados.
Tratar de aprehender como se organizaban estos espacios de cultivo desde la
arqueología resulta una tarea enormemente difícil. Casi la totalidad de la
documentación disponible proviene de actuaciones “de urgencia”, con lo que la
extensión excavada suele limitada. Un buen modo de aproximarnos a dichos
espacios productivos es tratar de predecir qué tipo de cultivos contendrían, para
rastrear la huella arqueológica de estas actividades. Una aproximación muy
interesante es la de Glaire Anderson, que bucea en los textos agronómicos
andalusíes del momento (estrechamente vinculados con la élite urbana) y, por lo
tanto, volcados en sus necesidades específicas. En concreto ella emplea el
Tratado Agrícola Anónimo Andalusí (Kitāb fī Tartīb). Siguiendo su trabajo, vemos
que a los que se dedica más atención y por los que comienza el libro son la
higuera, la vid y el olivo, también aquellos que aparecen con más frecuencia en
los posteriores libros de repartimiento (ANDERSON 2005, 86-89). No olvidemos
que, además, el olivo es el cultivo que aparece con más asiduidad en las
menciones a almunias en los textos, siendo una plantación de primer orden en la
economía andalusí (GLICK 1991). Al margen de esto, aparece un buen número
de árboles como nogal, almendro, avellano o pomelo, así como numerosas
189
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verduras y hortalizas. Las primeras que menciona (según Anderson se debería a
su mayor importancia), serán los nabos, zanahorias, lechugas, cebollas, ajos y
puerros.
De todo esto cabe extraer varias ideas. En primer lugar, respecto al olivo, se echa
en falta por su escasa frecuencia las almazaras en las intervenciones en la
Córdoba omeya. Una posible respuesta a este problema es la posibilidad de
medios de producción alternativos. Pedro Chalmeta, estudiando los procesos
extractivos ha señalado la calidad que parece merecer para las fuentes el zayt almā’, un aceite de gran calidad que había seguido un proceso extractivo sin
utilización de prensa que tal vez pudo estar más extendido de lo aparente
(CHALMETA 1996, 64-68), aunque no parece lo más apropiado para las
producciones intensivas que traslucen los textos. Especialmente cuando una de
las razones a las que alude Chalmeta para este uso es la de eludir el control
fiscal. Siendo las almazaras y los espacios de almacenamiento un elemento tan
fácilmente identificable, no hemos documentado nada de esto en los restos
analizados.
También es interesante el hecho de que la mayor parte de plantas parecen estar
vinculadas a cultivo irrigado, aspecto que la arqueología parece confirmar al
mostrarnos la gran importancia del agua en este contexto18. De todos modos, la
arqueología urbana (muy condicionada en la extensión de las intervenciones y
sujeta por lo general a unos plazos que limitan la investigación) no facilita la
labor de identificar con detenimiento espacios. Sólo una sola almunia cuenta con
un espacio irrigado perfectamente legible, la de al-Rummaniyya. En este caso se
ha podido estudiar un complejo sistema de riego que recorre las tres terrazas de
cultivo desde los estanques superiores, pero para las demás excavaciones
contamos sólo con elementos aislados.
Respecto a la extensión de los recintos hay algo llamativo que resalta a simple
vista. Existen diferencias abismales entre los situados en el entorno de Córdoba y
los que se encuentran más alejados. De ser cierta la hipótesis de Murillo respecto
a la adscripción de una serie de muros e infraestructura hidráulica, podríamos
estar hablando para la zona de la Arruzafa de un área de varias decenas de
hectáreas. Frente a esto, buena parte de los posibles espacios cultivados
detectados en relación con distintas edificaciones más próximas a Córdoba no
llegan ni a media ha. Sólo profundizar en el conocimiento de ambos tipos de
recintos cultivados desde perspectiva arqueológica podrá permitir establecer
hasta qué punto son realidades diferentes o simplemente distintas variantes de
18
Esta importancia se manifiesta en la continua presencia de pozos (siempre varios), pozos de noria, aljibes
y canalizaciones de diferente tipo.
190
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un mismo modelo de explotación.
3.2.2 La almunia dentro de la economía de las elites. Aproximación a la
economía del círculo social omeya.
Que la sociedad islámica es una sociedad eminentemente urbana es un tópico no
carente de razón, pero en muchas ocasiones mal comprendido. No cabe duda
que la base económica de la sociedad andalusí radicaba en la agricultura, como
ya señaló Miquel Barceló. Por ejemplo, los impuestos sobre las transacciones
comerciales supusieron un ínfimo porcentaje19 frente a las retribuciones que los
diferentes distritos rurales (BARCELÓ 1997, 103-126). Es innegable que la
descripción del paisaje periurbano andalusí dibujada por Thomas Glick de
«ciudad rodeada por un cinturón de campos irrigados» (1991, 90) debió
responder bien a la realidad, pero conviene contextualizar bien el valor real de
dicha actividad dentro de los ingresos del Estado y de las élites urbanas. La
verdadera base de los ingresos estatales (y posiblemente de buena parte de las
élites) provenía de las diferentes alquerías que se extendían por el territorio
(BARCELÓ 1997). A esto habrá que sumar la progresiva emergencia de una élite
“funcionarial” estrechamente vinculada a la figura del gobernante (los famosos
eslavos, entre otros), cuyas rentas parecen provenir esencialmente de las
dádivas del gobernante.
Desde el mismo momento de la conquista, con las celebérrimas referencias a las
1000 aldeas que, según Ibn al-Qutiyya, habían sido concedidas a cada uno de los
tres hijos de Witiza (SÁNCHEZ-ALBORNOZ 1973, 83-84; cfr. LAGARDÈRE 1993,
101-102) vemos ya la base de algunas de estas grandes fortunas. Por ejemplo,
es interesante también la referencia poco posterior al núcleo de la riqueza de alṢumayl, principal personaje de al-Andalus en los últimos años del gobierno
dependiente de Oriente. Sabemos que se nos destaca entre sus propiedades una
enorme finca, el Cortijo de los Olivos (‘Uqdat al-zaytūn) en Almodóvar con
10.000 de estos árboles (CHALMETA 1994, 332). Durante el emirato y califato,
será frecuente la aparición de episodios en que diferentes notables aparezcan
revisando sus propiedades fuera, o se mencione de pasada la posesión de
determinada alquería. Un texto de Ibn Ḥayyān, referido a los hijos de ‘Abd alRaḥmān III, es muy ilustrativo de esto, al entregarles tres tipos de propiedades:
19
En los datos de la carta de Ḥasdāy bn. Šabruṭ (953-961) se extrae un porcentaje para el zakāt al-sūq del
13%, y del 1’6% para los ingresos por aduanas (BARCELO 1997, 118-119).
191
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«El califa al-Nāṣir siguió con sus hijos varones esta tradición, aunque
superándolo y sobrepasando a sus antepasados […] de modo que no le nació
varón entre sus hijos a quien no construyese en la ciudad un alcázar, al que unía
una almunia en las afueras en buenos lugares amenos, doblándole además las
subvenciones mensuales y gratificaciones anuales y dándoles amplias fincas
rentables e inmuebles que tributasen» (CORRIENTE y VIGUERA 1981, 20-22).
Serán, por lo tanto, las «fincas rentables» y las «subvenciones mensuales» las
que realmente mantengan su nivel económico. Es decir, para analizar en su justa
medida el papel económico de las almunias, es necesario contar con las extensas
redes que conectan a la élite cordobesa con propiedades rurales, en ocasiones
muy alejadas. Esta variedad de propiedades y sobre todo lejanía se acentuará en
el caso de los emires y califas. Por ejemplo, sabemos por Ibn ‘Iḏārī (fide.
LAGARDÈRE 1993, 102-103) que al-Ḥakam II en 961-962 dedicó una serie de
fincas (ḍiyā’) dispersas por al-Andalus, incluyendo las zonas fronterizas, para
beneficio de la mezquita aljama bajo la figura de waqf.
Al hilo de este último texto sobre el tesoro particular del soberano (mustajlas), es
importante reflexionar sobre la separación entre las propiedades privadas del
emir y las que pertenecen al Tesoro propiamente dicho20. Esto por supuesto es
algo que queda totalmente fuera de nuestros objetivos y posibilidades21, aunque
en general existen indicios de que sí se cumplió dicha separación. Un interesante
fragmento de los Ajbār Maŷmū’a nos ilustra sobre esto. Habla de cómo ‘Abd
Allāh, tras rebelarse los aŷnād y no poder recuperar el control de los ejércitos:
«Decidió dedicarse al ascetismo y a hacer manifestaciones de devoción,
economizando el dinero de los musulmanes, puesto que la ŷibāya [rentas
públicas] había disminuido considerablemente, pues la sublevación se había
extendido por todas partes. ‘Abd Allāh no pagaba las soldadas (a’ṭayāt)»
Ajbār Maŷmū’a (trad. BARCELÓ 1997, 114-115)
En este contexto se enmarca la construcción de la única almunia edificada por
‘Abd Allāh, la (suponemos) imponente al-Nā’ūra. Justo la única almunia en que
se nos explica cómo se había realizado la compra de la tierra en que se
asentaba22.
20
Este mustajlas llegaría a ser tan cuantioso que implicaría una verdadera administración centralizada a
cargo del sahib al-diya’ (LÉVI-PROVENÇAL 1990, 115)
21
Lévi-Provençal se interrogaba sobre dicha separación, sin poder concluir hasta qué punto fue efectiva
(LÉVI-PROVENÇAL 1990, 115)
22
«Fue su compra en los días de su padre, el emir Muḥammad. La cultivó e hizo de ella un vergel hermoso,
192
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Ambas finanzas debían ir por separado, al menos en su mayor parte y, tal vez,
las almunias sí tuvieran durante algún periodo del emirato un papel de “seguro”
para la situación del emir, al margen de las fluctuaciones tributarias. No
debemos, por lo tanto, infravalorar la importancia de espacios de un nivel
productivo tan elevado como este tipo de huertas irrigadas que parecen haber
estado asociadas a estas almunias, sino simplemente ubicarlas en un contexto
más amplio de la economía de las elites cordobesas de época omeya.
3.2.3 Los mecanismos legales para la regulación de este sistema
productivo.
Un problema importante para poder comprender la formación de estas
propiedades, más o menos extensas como hemos visto, es el tema de la
posesión legal de la tierra. Legalmente esta estaba perfectamente estipulada. Ibn
Mas’ūd Kāšānī en su Libro de la Tierras, explica que:
« En principe, les terres sont de deux sortes: les terres appropriées (mamlūka) et
les terres permises (mubāḥa) ou non appropriées. Les terres appropriées
comprennent : les terres cultivées ou habitées (‘āmira) et les terres vagues ou
abandonnées (harāb). Les terres mubāḥa ou non appropriées sont également de
deux sortes : celles sur lesquelles s’exercent les droits d’usage des habitants de
localité voisine qui peuvent y prendre du bois et y faire paître leurs troupeaux, et
celles qui ne sont pas affectées à cet usage, que l’on appelle mawāt ». Ibn
Mas’ūd Kāšānī, Kitāb al-arāḍī (LAGARDERE 1993, 114).
Esta sencilla explicación de Ibn Mas’ūd nos ilustra sobre este problema. Es difícil
suponer que tierras en un entorno inmediato a la expansión de los arrabales
cordobeses se encontraran sin uso de ningún tipo. Tal vez esta sea una de las
causas subyacentes a la señalada tendencia a situar muchas de estas almunias
(Kintuš, al-Nā’ūra o Arhā’ Nāṣiḥ) en zonas que, en el momento de construirse,
están muy alejadas de la ciudad (MURILLO et alii 2004, 122). La posibilidad de
transformar en propiedad privada las tierras comunes sin usar, la tierra mawāt,
pasa por la vivificación (iḥyā), por más que esto sólo se pueda aplicar a aquellas
tierras que no están destinadas a ningún tipo de uso comunal. Esto, a efectos
prácticos, limitaría estas posibilidades a tierras muy marginales desde el punto
de vista productivo o a terrenos situados en zonas despobladas.
ampliamente delineado, pues su deseo era convertir su propiedad en lugar ameno y delicioso. Con ese
fin la ensanchó y pobló de árboles y plantas. Para ello hizo economía en los gastos. He tenido a la vista
la escritura del dominio, que comprendía también todas las vegas de los alrededores. La adquirió de
Jalid al-Baītar (el veterinario) en el año 253 [867-868]. Proclamó públicamente su compra y tomó
posesión de ella, su intención es oscura como en muchos actos suyos.» (ARJONA 1982, 63)
193
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Así, la mayor parte del entorno de la ciudad consistiría en superficie con estatus
legal de ‘āmira, en uso o habitada.
Esta situación legal nos lleva a preguntarnos cuál es la fórmula seguida. Si
existen grandes adquisiciones de tierra, estas son apropiadas de forma ilegítima
o hay algún tipo de “reserva de suelo” por parte de la administración es algo que
será muy difícil de demostrar.
Siguiendo con los temas legales, surge al revisar la bibliografía al respecto un
gran problema: parecen no existir disposiciones legales ni controversias en torno
al modo de relación económica que se daría en estas almunias. Prácticamente
todas las referencias, tanto en textos jurídicos como en formularios notariales, se
refieren a contratos de aparcería y asociaciones agrícolas. Así nos hablan de
multitud de contratos como muzāra’a, munāṣafa, jammās, musāqāt o qabāla23,
cada uno con unas especificidades concretas y una casuística propia (cfr.
LAGARDÈRE 1993, 123-174; VIDAL 1995; CAMARERO 2002, VALLVÉ 1982). Todo
este riquísimo corpus de figuras legales responde a una muy variada casuística
imaginable en pequeños propietarios, pero son fórmulas, en principio, poco
apropiadas para propiedades aristocráticas de gran tamaño.
Sólo podría encajar aquí en cierto modo el iŷāra, alquiler de servicio, que en los
ejemplos revisados consiste en un pago de un quinto o un décimo de la cosecha
para el trabajador según la dificultad. Aun así, sigue siendo un modelo más
propio de explotaciones minifundistas, por lo que se mantiene la incógnita.
Incógnita también muy presente es la existencia de mano de obra esclava.
Sabemos que cuando Durrī “regaló” al-Rummaniyya a al-Ḥakam, lo hizo con todo
lo que contenía: «jardines irrigados, tierras cultivadas, esclavos y esclavas (‘abd y
ama) y los animales (de carga o montura)» (ANDERSON 2005, 74). Pero
evidentemente no sabemos nada sobre la función de dichos esclavos. Es
interesante señalar que el especificar la existencia de ambos sexos quizás tenga
que ver con distinguir entre esclavos de servicio y de trabajo agrícola, aunque es
imposible saberlo. De hecho los esclavos en el mundo agrícola son (si cabe) aún
más desconocidos que los de otros ámbitos en la sociedad andalusí. Cristina de
la Puente sostiene, ante una desoladora ausencia de referencias en los textos
23
Jammās es un contrato poco coherente con la legalidad islámica, posiblemente heredero del colonato
romano, en el que se retribuye a un trabajador (que solo aporta su trabajo) con un quinto de la cosecha.
munāṣafa es un modelo de contrato en que una parte aporta la tierra, otra la mano de obra, y ambos la
simiente, repartiendo luego la cosecha con proporciones variables. muzāra’a es un sistema parecido al
anterior, en el que también se comparten riesgos e inversiones. Ambos aportan su trabajo en el
momento de la cosecha. Musāqāt es un contrato específico de aparcería aplicado a cultivos irrigados. Se
aplica especialmente a cultivos de frutales.
194
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(sólo puede mencionar una referencia clara)24 que cabe pensar que había
esclavos trabajando los campos, pero no se puede saber ni cuántos ni de qué
modo. Eso sí, compara el panorama con el de Ifrīqiya, donde la mano de obra
esclava parece haber sido un puntal de la economía (DE LA PUENTE 2010, 141).
Lévi-Provençal (1990, 116) habla de esclavos cristianos en el campo, aunque
realmente no aporte referencias textuales apoyando la afirmación. En
comparación con otros contextos de mano de obra esclava, el ámbito agrícola es
especialmente una incógnita (MARÍN 1992, 41).
Así pues, quién, cómo, bajo qué régimen legal y con qué situación personal
trabajaron en las grandes propiedades como las detectadas en el Tablero,
Rabanales o Cortijo del Alcaide, quedan como preguntas pendientes de
respuesta. Si podremos tener alguna respuesta concluyente o no algún día es
algo que queda por ver.
3.2.4 Continuidad de uso en grandes latifundios preislámicos. Indicios en
la infraestructura hidráulica.
La arqueología hidráulica ha demostrado ser en los últimos años una de las
líneas de trabajo más fructíferas en el análisis del territorio y paisaje andalusí. En
el caso cordobés, contamos con unos indicios únicos y apenas explorados, que
hacen esta perspectiva aún más interesante. Son muchos los sistemas
hidráulicos que muestran una continuidad funcional desde época altoimperial.
Uno de los mejor conocidos es el del entorno de la Arruzafa, que Murillo
describía como «un sistema hidráulico milenario» (MURILLO 2009, 461), con una
densa trama de infraestructuras hidráulicas que daban continuidad de uso como
gran latifundio irrigado a la zona desde, al menos, época altoimperial.
En este sistema se conoce uno de los puntos de abastecimiento, un manantial
abovedado construido en sillería en época romana, posteriormente reformado
(MURILLO 2009, 462 y 469) y conservado en el sótano de una casa.
No debería ser el único punto de abastecimiento, a tenor del enorme volumen de
las cisternas documentadas. La más espectacular contaba con unas medidas de
77 por 5 metros (CASTILLO 2011, 988), aunque se amortiza en época
tardoantigua (Fig. 14). Otras cisternas y canalizaciones no solo llegarán hasta
época medieval, sino que durarán hasta casi la actualidad con diferentes
reparaciones, incluyendo parches de cemento.
24
Apenas puede citar a Ibn al-‘Aṭṭār en cuyo formulario notarial se menciona un contrato para que alguien
efectúe un riego en jardín o huerto ajeno en el que se menciona la posibilidad de que un esclavo que
trabajase la finca huyera o muriera (DE LA PUENTE 2010, 141).
195
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Este enorme espacio irrigado rodearía el palacio de 2.500 m2 que hemos descrito
en las páginas anteriores (Fig. 4).
Fig. 14 Gran cisterna del Tablero (CASTILLO 2010, 988)
La extensión de esta propiedad parece ser notable. 500 metros al sur aparece un
muro con contrafuertes al interior y al exterior, con un metro de grosor y una
técnica de obra que en la ciudad se ha venido datando en torno al reinado de
‘Abd al-Raḥmān II (MURILLO 2009, 461).
Esta continuidad de grandes latifundios no parece ni mucho menos ser exclusiva
de al-Ruṣāfa. Tenemos casos como la enorme cisterna romana excavada por
Antonio Moreno Rosa hace pocos años en la zona de Huerta de Santa Isabel.
Este depósito que contaría con al menos 70 por 5 metros, se repara en época
islámica empleando sillares de calcarenita (MORENO y PIZARRO 2010).
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En el entorno de Rabanales, topónimo que parece corresponder a la almunia de
Rabanališ de las
as fuentes, aparecieron los restos de la pars rustica de una villa
romana25. Asociados a esta, se documentó en las proximidades un elaborado
sistema hidráulico. Destaca especialmente la enorme alberca de 16 por 22
metros realizada en opus caementicium. Esta cisterna en época posterior se forra
al interior por todo su perímetro con un cuidado paramento de sillares.
Ejemplos similares tenemos en otros lugares repartidos por todo el entorno de
Fig. 15 Arcos de ladrillo en alberca de Cañito de María Ruiz
Córdoba. En algún caso, incluso ese reaprovechamiento da un paso más,
incluyendo el factor ornamental, totalmente ajeno al funcionalismo de las
infraestructuras hidráulicas romanas. Así, la alberca de Cañito de María Ruiz,
depósito romano de caementicium, de 10 por 6 metros, se reforma en época
omeya adosando al interior en el lado sur unas arcadas de ladrillo entrelazadas
(Fig. 15). Estas forman un saledizo que lejanamente recuerda a aquel que rodea
la gran alberca de al-Rummaniyya
Rummaniyya (Fig. 6).
Este tipo de infraestructura
nfraestructura de grandes dimensiones apunta hacia la existencia
de extensas propiedades irrigadas en el entorno de Córdoba. Una gran propiedad
que, a tenor de su escasa incidencia en la historiografía arqueológica y de las
pocas apariciones en las fuentes legales (como vimos anteriormente), parecería
ser algo excepcional en el panorama de al-Andalus.
al
25
Los restos se encuentran aún inéditos, por lo que agradecemos a Sonia Vargas la información
suministrada.
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No creemos que dicha pervivencia de grandes latifundios romanos sea algo ajeno
a otras grandes ciudades, aunque hasta ahora las evidencias eran escasas. Será
necesario, por lo tanto, profundizar en dicha continuidad de usos, estudiando en
profundidad el territorio, buscando dónde y por qué se da este fenómeno, y
explorando hasta qué punto se asocia la edilicia residencial privilegiada a estas
grandes propiedades. Es decir, analizar la estructura social del paisaje de la
Córdoba omeya, superando el mero análisis de los restos arquitectónicos.
4.
CONCLUSIONES
Como conclusión, en primer lugar debemos señalar lo abierta que se encuentra
en estos momentos esta línea de trabajo. El ingente volumen de información
arqueológica generado en las últimas décadas aún está siendo interpretado.
Buena parte de las intervenciones aún se encuentran inéditas o apenas han sido
publicadas de una forma muy sumaria.
Poco a poco toma forma un repertorio de restos arquitectónicos en el que se
vislumbra una gran variedad de realidades mucho más compleja que lo que
reflejaban los textos medievales. En el conjunto de restos que hemos analizado
aparecen, junto con algunos ejemplos de almunia, un buen número de palacetes
periurbanos que responden a algo diferente. El problema es que la clave para
comprender estas almunias no parece estar tanto en la parte “palatina” o
edificada como en el espacio cultivado que la rodea. Un espacio cultivado difícil
de estudiar desde la información generada por la arqueología urbana.
Vemos que no solo la definición clara de qué es una almunia pasa por
profundizar en el conocimiento de la explotación agrícola que forma parte de
ella, sino que además el estudiar estos espacios cultivados nos puede dar una
perspectiva nueva sobre la estructura social del paisaje que rodea la capital. Un
entorno donde la llegada de los contingentes árabes no parece alterar
profundamente el funcionamiento de estos grandes latifundios que ahora
servirán de sustento material y, sobre todo, ideológico para el entorno de poder
de la familia omeya durante sus más de dos siglos de dominio de la ciudad.
198
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