1 118-2008 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de

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118-2008
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las trece
horas con cuarenta minutos del día quince de julio de dos mil diez.
El presente proceso de hábeas corpus inició a solicitud de la señora María
Concepción Torres Recinos, contra actuaciones del Tribunal de Sentencia de la ciudad de
Usulután y de la Policía Nacional Civil, a favor del señor José Carlos Turcios, quien fue
condenado a pena de prisión por el delito de secuestro.
Analizado el proceso y considerando:
I. La peticionaria expresó que el señor José Carlos Turcios fue condenado “injusta e
ilegalmente”, por los hechos y argumentos que a continuación se señalan:
El señor José Carlos Turcios fue procesado y luego condenado a pena de prisión por
el Tribunal de Sentencia de la ciudad de Usulután, el día ocho de junio del año dos mil
siete, por un delito de secuestro que –según la solicitante– “… se planeo, ejecuto y se
consumo (…) en la semana santa de mil novecientos noventa y ocho…” (sic). Ante ello, la
defensa técnica del favorecido el día veintiséis de junio de dos mil siete interpuso recurso
de casación contra la sentencia definitiva condenatoria; recurso que a la fecha de iniciación
del presente proceso constitucional de hábeas corpus –veintitrés de julio de dos mil ocho–
no había sido resuelto.
Sin embargo, la peticionaria afirma que la detención en la que se encuentra el
favorecido es ilegal, al expresar que por “…no haber causado ejecutoria la presente causa
penal hasta este momento la detención en que se encuentra mi esposo en el penal de
Jucuapa es ilegal…”, por dos motivos concretos:
1) Porque la sentencia condenatoria dictada en contra del ahora favorecido adolece
de nulidad “…volviéndose nula por ilegal la resolución que emitieron el día ocho de junio
del año dos mil siete que es cuando condenaron a mi esposo…”
La nulidad –alegada por la pretensora- se genera precisamente por la ilegalidad de
las diversas resoluciones judiciales -incluyendo la sentencia definitiva condenatoria- que se
emitieron en el proceso penal en contra del favorecido; y por la ilegalidad con la cual se
ordenó y ejecutó la captura del señor José Carlos Turcios, al expresar: “…ante tal
circunstancia de ser la detención y las resoluciones ilegales (…) adolecen de ser nulas…”.
Así, respecto a las diversas resoluciones judiciales la solicitante sostiene que son
ilegales porque “…dicho juicio (…) se efectuó bajo las reglas del código procesal penal
que entró en vigencia en mil novecientos noventa y ocho (…) cuando este debió haber sido
juzgado por el código procesal penal anterior (…) por tanto los tribunales tanto paz,
instrucción y sentencia de Usulután erróneamente le dieron tramite y conocieron de un
hecho que no podían conocer en esta nueva legislación y menos sentenciarlo un tribunal
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que no existía como lo es el de sentencia (…) en evidente negligencia administrativa no se
percato ser competente en razón de la materia puesto que no existía a la fecha del
delito…” (sic).
Y en relación a la captura del señor José Carlos Turcios la pretensora sostiene que
es ilegal, al expresar “…casi diez años después de estos hechos fue notificado por
elementos de la policía nacional civil que tenía esta causa pendiente no obstante recoger
dicha intimación circunstancias alusivas al actual código procesal penal…”, y porque
“…debieron haberle leído los derechos del imputado según lo establece el artículo once y
doce de la constitución y cuarenta y seis del código procesal penal derogado…” (sic).
2) Porque ha prescrito la acción penal a favor del beneficiado. Circunstancia que la
peticionaria la argumenta de la forma siguiente: “…bajo el principio de retroactividad de
la ley penal y procesal penal, no haberse juzgado a mi esposo conforme a derecho [por
haber sido procesado y capturado en aplicación del Código Procesal Penal vigente y por
el Tribunal de Sentencia de Usulután] hace prescribir las acciones en contra de este [por
haber transcurrido más de diez años desde que el hecho delictivo fue cometido, de
conformidad con el artículo 125 inciso 2° del Código Procesal Penal derogado]…”.
Los motivos antes indicados, la pretensora los fundamenta en los principios de
legalidad y de retroactividad de la ley penal y procesal penal, de conformidad con los
artículos 1 inciso 3°, 2, 3 y 11 inciso 1° de la Constitución de la República. En ese sentido,
la solicitante considera que el señor José Carlos Turcios “…debe ser puesto en libertad y
no tener pendiente acción legal alguna a favor del estado…”(sic).
Por todo lo anteriormente acotado, solicita a esta Sala auto de exhibición personal a
fin de restituir el derecho fundamental a la libertad del señor José Carlos Turcios, por ser
ilegal su restricción y en contra de lo previsto en la Constitución.
II. Según lo prescrito por la Ley de Procedimientos Constitucionales se nombró
como Jueza Ejecutora a la licenciada María Luisa Zamora Meléndez, quien en su informe
relacionó que el señor José Carlos Turcios fue procesado, entre otros preceptos legales, de
conformidad con los artículos 53 N° 2 y 453 del Código Procesal Penal vigente, por parte
del Tribunal de Sentencia de Usulután y condenado por el delito de secuestro de acuerdo
con el artículo 220 del Código Penal derogado; en consecuencia, es de la opinión que la
causa debe continuar según su estado.
III. Con el objeto de verificar las circunstancias alegadas por la señora María
Concepción Torres Recinos, esta Sala tuvo a la vista certificación emitida por el licenciado
José Raúl Vides Muñoz, Oficial Mayor de la Corte Suprema de Justicia, de las diez horas
con treinta minutos del día veintinueve de agosto del año dos mil ocho, del expediente
relacionado al proceso penal instruido en contra del señor José Carlos Turcios, registrado
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con el número U-55-05-07 en el Tribunal de Sentencia de Usulután. En la cual se pudo
constatar lo siguiente:
1) El señor José Carlos Turcios fue procesado penalmente por atribuírsele la
comisión de dos hechos delictivos calificados como secuestro, ocurridos el día ocho de
abril del año de mil novecientos noventa y ocho, en la jurisdicción de Jucuapa,
departamento de Usulután, en perjuicio de Gloria Esperanza de Corado y Zulma Lorena
Turcios; sin embargo, fue condenado a pena de prisión por uno de ellos.
2) El proceso penal en contra del señor José Carlos Turcios inició –el día once de
noviembre de mil novecientos noventa y ocho- y se desarrolló hasta la respectiva vista
pública en la que se dictó sentencia definitiva condenatoria –de fecha ocho de junio de dos
mil siete-, mediante la aplicación de las normas procesales del Código Procesal Penal que
entró en vigencia el día veinte de abril de mil novecientos noventa y ocho.
3) Durante el desarrollo del proceso penal en contra del señor José Carlos Turcios se
dictaron diversas resoluciones judiciales en las que se ordenaba su detención provisional,
por parte del Juez de Paz -en audiencia inicial que consta del folio 47 al 52–, del Juez de
Primera Instancia –en el auto de instrucción del folio 53 al 55, en la declaratoria de rebeldía
del folios 72 y 73 y en la respectiva audiencia preliminar del folio 95 al 99–, y de parte del
Tribunal de Sentencia de Usulután –sentencia definitiva condenatoria del folio 106 al 111–.
4) La captura del favorecido fue realizada el día veinticuatro de abril de dos mil
siete, por personal destacado en la División de Cumplimiento de Disposiciones Judiciales
de la Policía Nacional Civil, al hacerse efectiva la orden de captura girada por el Juez de
Primera Instancia de Jucuapa, de fecha once de diciembre de mil novecientos noventa y
ocho.
5) El Tribunal de Sentencia de Usulután pronunció sentencia definitiva condenatoria
contra el señor José Carlos Turcios, por uno de los delitos acusados, secuestro sancionado
y tipificado en el Art. 220 del Código Penal derogado, en perjuicio de Zulma Lorena
Turcios, ocurrido el día ocho de abril de mil novecientos noventa y ocho, en la jurisdicción
de Jucuapa, departamento de Usulután.
6) Finalmente consta que la sentencia definitiva condenatoria en contra del
favorecido no se encuentra firme, en virtud, de haberse presentado recurso de casación a
favor del beneficiado, el día veintiséis de junio del año dos mil siete, sin que a la fecha de
iniciación del presente hábeas corpus haya sido resuelto.
IV.- Respecto a la circunstancia expuesta en el número 6) del considerando anterior,
este Tribunal ha de aclarar que la jurisprudencia constitucional ha señalado que cuando
existe invocación de los mismos derechos y garantías fundamentales, mediante la
interposición de un recurso de casación –incoado ante la Sala de lo Penal- y un proceso de
hábeas corpus, esto es, que tanto en el recurso de casación como en el proceso
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constitucional de hábeas corpus se haya invocado la tutela de las mismas categorías
protegibles e idénticos motivos de vulneración, esta Sala estará imposibilitada de realizar
un estudio de fondo del asunto debatido, es decir, de llevar a cabo un análisis y
determinación de las infracciones alegadas como justificativas de la lesión al derecho de
libertad física del favorecido y de pronunciarse en el proceso de hábeas corpus respectivo.
Lo anterior, porque los hechos que motivan la queja constitucional han sido
planteados ante un tribunal ordinario, y debe por tanto agotarse la vía procesal
seleccionada, pues de lo contrario supondría desconocer la posibilidad que se satisfaga el
reclamo del interesado dentro del ámbito del proceso ordinario, a efecto de impedir
sentencias contradictorias o al menos encontradas. Por tanto, al advertirse manifiestamente
dicha circunstancia en la sustanciación de un proceso constitucional, deberá rechazarse la
demanda de hábeas corpus.
En el caso en análisis esta Sala ha verificado que los motivos alegados mediante el
recurso de casación interpuesto a favor del beneficiado –folios 115 y 116- no son
coincidentes con los invocados en este hábeas corpus; en consecuencia, este Tribunal no
está inhabilitado de conocer y resolver lo planteado en este proceso constitucional.
V.- Como se relacionó en el considerando I de esta sentencia, la pretensora ha
invocado como fundamento jurídico del presente hábeas corpus los principios de legalidad
y retroactividad de la ley penal y procesal penal, y los artículos 1 inciso 3°, 2, 3 y 11 inciso
1° de la Constitución de la República. De lo anterior se advierte:
1) En primer lugar, y no obstante que la peticionaria hizo mención de algunas
disposiciones constitucionales, esta Sala advierte que guardan relación con la cuestión
sometida a control, en razón de los actos por ella reclamados, los artículos 15 y 21 de la
Constitución de la República que contemplan, el primero, el principio de legalidad y la
garantía al juez natural, y el segundo, el principio de irretroactividad de las leyes.
En atención a ello, esta Sala analizará la cuestión sometida a su conocimiento en
contraposición con la garantía al juez natural y a los principios de legalidad e
irretroactividad de las leyes, regulados en los Arts. 15 y 21 de la Constitución de la
República, al igual que con los derechos regulados en disposiciones constitucionales
invocadas por la solicitante, por ser todas ellas las categorías jurídicas que de manera
evidente guardan relación con los actos reclamados en el presente hábeas corpus.
2) Y en segundo lugar, la pretensora alega que la acción penal en contra del
beneficiado ha prescrito por el transcurso del plazo legalmente estipulado en el art. 125
inciso 2 ° del Código Procesal Penal derogado, sin haber sido juzgado penalmente el
favorecido de conformidad con la ley.
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No obstante, la solicitante señala como ubicación de la disposición citada al Código
Procesal Penal, pero es preciso aclarar que este se encontraba regulado en el Código Penal
derogado.
VI.- Como se relacionó anteriormente, el primer motivo por el cual la peticionaria
sostiene que el señor José Carlos Turcios se encuentra detenido ilegalmente, radica
precisamente en que la detención ha sido impuesta por una sentencia condenatoria aún no
firme que adolece de nulidad por dos razones concretas: En primer lugar, porque la captura
y el proceso penal en contra del señor José Carlos Turcios no se llevaron a cabo con la
aplicación de las normas adjetivas reguladas en el Código Procesal Penal derogado, sino en
aplicación de las normas del Código Procesal Penal vigente, y en segundo, porque el
beneficiado no fue juzgado por un tribunal de sentencia existente al momento de ocurrir el
hecho delictivo, sino por el Tribunal de Sentencia de Usulután el cual fue creado con
posterioridad a la fecha que acontece el delito.
Previo a analizar el motivo antes relacionado, esta Sala considera viable en este
estadio hacer tres aclaraciones importantes en atención a los argumentos planteados en este
proceso de hábeas corpus, siendo las siguientes:
1) Respecto a la nulidad alegada, se aclara que si bien a este Tribunal no le
concierne entrar a conocer y declarar la misma, en razón que no está habilitado para
efectuar la interpretación de la legalidad que subyace en la cuestión sometida a su control,
en el caso concreto, dada la vinculación que lo reclamado guarda con el derecho
fundamental de libertad personal del justiciable, esta Sala si está legitimada para enjuiciar
la conformidad con la Constitución, por un lado, de la aplicación o no de una norma con
rango de ley –derogada o vigente–, y por otro, del juzgamiento que un tribunal determinado
efectuó en un proceso penal especifico, a los cuales se sujeta la validez de la actuación
demandada en el hábeas corpus.
Y es que ha de aclararse que la declaratoria de nulidad en el proceso penal le
corresponde en exclusiva al juez competente en materia penal. No obstante, se reitera,
debido a la vinculación que guarda lo reclamado con el derecho de libertad física de
beneficiado, esta Sala someterá a control el reclamo planteado con el fin único de
determinar si efectivamente ha ocurrido alguna vulneración de índole constitucional en el
mencionado derecho.
2) Con respecto a la fijación del acto o actos que han sido reclamados por la
pretensora en el motivo invocado, esta Sala advierte que estos son determinados en
atención a cada uno de los argumentos expuestos por ella, de la siguiente manera:
En relación al primer argumento planteado, esto es, la legislación que debió
aplicarse al proceso penal y captura del beneficiado, la peticionaria alude a dos tipos de
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actos, en primer lugar, a la ejecución de la orden judicial de captura, y en segundo lugar, a
las diversas decisiones judiciales emitidas en el proceso penal.
Respecto a las decisiones judiciales esta Sala aclara que la pretensora refiere de
forma general a todas las decisiones emitidas en el proceso penal, mediante el término
genérico de “resoluciones ilegales” al expresar: “…los tribunales tanto paz, instrucción y
sentencia de Usulután erróneamente le dieron tramite (…) las resoluciones ilegales (…)
adolecen de ser nulas…” (sic), lo cual significa que la peticionaria argumenta que todas las
resoluciones emitidas en el proceso penal adolecen de nulidad por haberse emitido en
aplicación a las normas procesales del Código Procesal Penal vigente y no del Código
Procesal Penal derogado.
Sin embargo, se advierte que la señora Torres Recinos limita su pretensión a las
siguientes resoluciones judiciales: a) la orden judicial de captura del señor José Carlos
Turcios –girada por el Tribunal de Primera Instancia de Jucuapa–; y, b) la sentencia
definitiva condenatoria impuesta contra el beneficiado -por parte del Tribunal de Sentencia
de Usulután-. Lo anterior, al expresar: “…me avoco a ustedes a pedirle que instruyan Auto
de Exhibición Personal y demandar a la Policía Nacional Civil por haberle restringido la
libertad ambulatoria a mi esposo de manera provisional [por orden de captura girada por
el Juzgado de Primera Instancia de Jucuapa] y al Tribunal de Sentencia de la ciudad de
Usulután por no haberse percatado de que no se le haya juzgado a mi esposo con las leyes
pertinentes y más aún haberlo condenado y hacerlo pagar una pena que no esta provista
de conformidad a derecho…” (sic).
Por tanto, el primer argumento planteado –nulidad del proceso penal y de la captura
del beneficiado por haberse llevado a cabo mediante la aplicación de las normas jurídicas
del Código Procesal Penal vigente-, los actos alegados a partir de los cuales se estima
estarse violentando la libertad personal del ahora favorecido son: i) la orden judicial de
captura del señor José Carlos Turcios –girada por el Tribunal de Primera Instancia de
Jucuapa-, ii) la ejecución de dicha orden judicial de captura -por agentes de la Policía
Nacional Civil-, y iii) la sentencia definitiva condenatoria impuesta contra el beneficiado –
por el Tribunal de Sentencia de Usulután–.
Y en cuanto al segundo argumento planteado, referido a que el Tribunal de
Sentencia de Usulután no era competente en razón de la materia para conocer y decidir la
situación jurídica del favorecido por no existir al momento de acontecer el hecho material
del delito, el acto reclamado recae en la sentencia definitiva condenatoria emitida en contra
del favorecido.
3) Finalmente, es de aclarar que la solicitante al manifestar “…y menos sentenciarlo
un tribunal que no existía como lo es el de sentencia (…) en evidente negligencia
administrativa no se percato ser competente en razón de la materia puesto que no existía a
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la fecha del delito…” (sic), confunde dos categorías jurídicas distintas –juez competente y
juez natural-, porque alega violación a la categoría jurídica de juez competente pero en su
fundamentación alude a la de juez natural.
Y es que la jurisprudencia constitucional ha sostenido que la categoría de juez
natural es una garantía para la persona en cuanto a que su juzgamiento se realice por un
juez ordinario predeterminado por la ley, es decir, por un tribunal creado previamente, y no
se extiende a garantizar que un determinado caso sea conocido por uno u otro juez.
(Sobreseimiento HC 70-2008, de fecha 08/02/2010).
Por tanto, esta Sala considera que la solicitante al referirse al argumento citado
alude a la categoría del juez natural y no a la incompetencia en razón de la materia, debido
a que su fundamento fáctico radica precisamente en que el Tribunal de Sentencia de
Usulután no existía a la fecha de acaecer el delito –fundamento propio de la categoría del
juez natural–, y no del conocimiento que tuvo este tribunal de la etapa plenaria y de la vista
pública del proceso penal respecto al delito de secuestro, con base en el cual emitió
sentencia definitiva condenatoria en contra del beneficiado.
Consecuentemente, esta Sala hará referencia, como antes de determinó en la
presente resolución, a la categoría jurídica del juez natural, regulado en el artículo 15 de la
Constitución, para resolver el argumento planteado.
VII.- Hechas las aclaraciones mencionadas, este Tribunal analizará el primer motivo
invocado, relacionado en el considerando anterior, a fin de dirimir la pretensión sometida a
conocimiento:
1) Respecto al primer argumento, esto es, la legislación procesal aplicable para el
juzgamiento y captura del señor José Carlos Turcios, este Tribunal estima importante traer
a consideración el contenido del artículo 15 de la Constitución de la República, con el fin
de establecer su alcance y determinar si en el caso en particular se ha infringido o
producido alguna incidencia en el derecho fundamental de libertad, objeto de tutela del
proceso constitucional de hábeas corpus, tal como lo afirma la peticionaria.
Así, la jurisprudencia constitucional ha considerado respecto del principio de
legalidad, contenido en la disposición antes referida, que el juzgamiento de una persona
debe realizarse "conforme" a los siguientes presupuestos: a) el derecho a la jurisdicción, en
cuanto significa la posibilidad de acceder a un órgano judicial, cuya creación, jurisdicción y
competencia proviene de una ley anterior al "hecho” de que se trate. El derecho a la
jurisdicción consiste precisamente, en tener posibilidad de acceso a uno de los jueces
naturales, cuya garantía no es privativa de la materia penal sino extensiva a todos los
restantes: civil, comercial, laboral, etc.; b) la existencia de una ley cuyo procedimiento
legislativo de discusión, aprobación, promulgación, vigencia, etc., se ha llevado a cabo
antes del "hecho” de que se trate; y c) debe también haber un juicio previo a la condena en
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el cual se cumplan las etapas fundamentales requeridas por el debido proceso legal, lo que
nos lleva a una sentencia que debe estar fundada en la ley. (Sentencia HC 261-2001 de
fecha 20/12/2002).
De acuerdo a la jurisprudencia constitucional el "hecho", al que se alude
anteriormente, debe interpretarse según la naturaleza jurídica de las normas a aplicar,
porque el artículo 15 de la Constitución al referirse a este –al hecho– indica que será aquel
“de que se trate”, es decir, acerca del hecho que haga surgir efectos jurídicos desde el punto
de vista material o sustantivo, o desde el adjetivo o procesal.
En lo que respecta a la materia penal sustantiva, la ley debe ser previa al “hecho” –
conducta humana- que da origen al proceso, esto es el hecho material del delito, pues en la
ley debe regularse la descripción típica del hecho punible con todas las situaciones
hipotéticas en que podría incurrir quien delinque y la pena o sanción que corresponde al
mismo. (Sentencia HC 261-2001 de fecha 20/12/2002).
Y con relación a las leyes de carácter procesal se ha señalado: "La aplicación de la
anterior noción a las normas procesales no presenta dificultad alguna, pero sí exige
distinguir entre hecho jurídico material y hecho jurídico procesal; ya que la norma procesal
regulará el último -hecho jurídico procesal- y no el hecho jurídico material. Dicho con otras
palabras, la aplicación de la nueva normativa procesal no queda excluida por la
circunstancia de que los hechos sobre cuya eficacia jurídica versa el proceso hayan ocurrido
mientras regía una norma procesal distinta; y esto es así porque la nueva norma procesal
regirá los hechos procesales pero no los hechos de fondo que se analizan en el proceso; o
para decirlo en términos carneluttianos, la norma procesal rige el proceso, no el litigio."
(Sentencia de Inc. 15-96, Considerando XXI 5 y 6, de fecha 14/02/1997). En tal sentido, las
normas procesales se aplican a los hechos procesales futuros, independientemente de la
ocurrencia del hecho material.
Aunado a lo antes referido, es imprescindible hacer alusión a la aplicación de la ley
procesal penal en el tiempo. Puesto que uno de los principios que rige en materia procesal
es la aplicación inmediata de las normas, es decir, el principio que establece que la
disposición procesal que entra en vigencia deberá ser aplicada desde ese preciso momento,
por tratarse de normas de orden público y, por lo tanto, de inmediato y obligatorio
cumplimiento.
En ese sentido, el legislador estableció en el artículo 453 del Código Procesal Penal
vigente: “Las disposiciones de este Código se aplicarán desde su vigencia a los procesos
futuros, cualquiera que sea la fecha en que se hubiere cometido el delito o falta”; vigencia
que inició el día veinte de abril de mil novecientos noventa y ocho, de conformidad con el
artículo 455 de ese mismo cuerpo normativo. Lo cual significa que los efectos de la norma
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derogada cesaron desde la entrada en vigencia del nuevo Código, con independencia de la
fecha en que acontece el hecho delictivo.
Visto así, esta Sala advierte que el hecho jurídico procesal –impulso de la acción
penal- nace en el presente caso durante la vigencia del actual Código Procesal Penal,
porque el primer acto jurídico procesal, esto es, la presentación del requerimiento fiscal
ante el Juzgado de Paz de Jucuapa –folios 1 al 4–, fue realizado el día once de noviembre
de mil novecientos noventa y ocho, es decir, con posterioridad a la derogatoria del anterior
Código Procesal Penal. En consecuencia, este Tribunal considera que el señor José Carlos
Turcios fue capturado y juzgado con aplicación de la ley adjetiva preexistente al hecho
jurídico que dio inicio al proceso penal en su contra.
Dicho en otras palabras, tanto la actuación policial y la judicial se realizaron
conforme a derecho, porque se llevaron a cabo en aplicación de las normas procesales
correspondientes.
Por tanto, en el presente caso no ha existido inobservancia al principio
constitucional de legalidad, en virtud que el proceso penal inició con posterioridad a la
promulgación y entrada en vigencia de la ley procesal adjetiva- Código Procesal Penal
vigente- que fue aplicada para fundamentar la orden de captura y el juzgamiento del señor
José Carlos Turcios; en ese sentido, este Tribunal estima no haber afectación al derecho
fundamental de libertad personal del ahora favorecido.
2) Por otra parte, con relación al segundo argumento planteado por la señora Torres
Recinos, respecto a la inobservancia de la categoría jurídica del juez natural, esta Sala
considera que deberá analizarse a la luz del artículo 15 de la Constitución de la República el
contenido de la categoría jurídica del juez natural.
En ese sentido, la jurisprudencia constitucional en reiteradas ocasiones ha señalado
que para cumplir con esta categoría jurídica deben cumplirse cuatro elementos: (i) que el
Órgano Judicial haya sido creado previamente por la norma jurídica; (ii) que ésta le haya
investido de jurisdicción y competencia con anterioridad al hecho motivador de la
actuación o proceso judicial; (iii) que su régimen orgánico y procesal no permita calificarle
de juez ad hoc, especial o excepcional, y (iv) que la composición del Órgano Judicial venga
determinada por ley, siguiéndose en cada caso concreto el procedimiento legalmente
establecido para la designación de sus miembros.
En el caso concreto, para determinar si el Tribunal de Sentencia de Usulután estaba
o no instituido legalmente como juez natural para juzgar penalmente al favorecido, al
momento de conocer del juicio plenario y decidir su situación jurídica, es necesario agregar
en este punto lo que la jurisprudencia constitucional ha señalado también respecto al
“hecho” al que alude el principio de legalidad regulado en el artículo 15 de la Constitución,
pues como ha sido señalado en párrafos atrás, al respecto se ha dicho: “Si se comprende
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integralmente el art. 15 Cn. –esto es, tanto para leyes materiales como para leyes
procesales–, el „hecho‟ contenido en esa disposición debe también entenderse en esa
amplitud; lo que significa que, respecto del hecho material a examinarse en el proceso,
debe existir ley previa; y, de la misma manera, respecto del hecho procesal ha de existir ley
previa, pero (...) respecto del hecho procesal, debe ser ley previa a éste, que es el regulado
por la norma procesal, y no ley previa al hecho material” (Sentencia de
Inconstitucionalidad 15-96, Considerando XXI 5 y 6, de fecha 14-02-1997).
En ese sentido, para satisfacer la exigencia constitucional regulada en el artículo 15
de la Constitución, respecto de la categoría jurídica del juez natural, cuya naturaleza
jurídica es eminentemente de carácter adjetiva o procesal, se requiere de la existencia de un
órgano judicial creado e investido de jurisdicción y competencia por ministerio de una ley,
cuyo procedimiento legislativo de discusión, aprobación, promulgación, vigencia, etc., se
lleve a cabo previo acontecer el hecho jurídico que origina la actuación o el proceso
judicial, sin necesidad que dicha ley sea anterior al hecho jurídico material.
En consecuencia, la jurisprudencia constitucional ha diferenciado tres aspectos
importantes: a) el momento de creación del tribunal por ministerio de ley como integrante
del Órgano Judicial, b) el momento que fue investido de jurisdicción y competencia, y c) el
momento en que ocurre el hecho motivador del proceso judicial en el caso concreto.
a) En cuanto al momento de creación del Tribunal de Sentencia de Usulután como
integrante del Órgano Judicial, esta Sala ha verificado que fue mediante Decreto
Legislativo N° 260, de fecha 23 de marzo de 1998, publicado en el Diario Oficial No. 62,
Tomo 338, del 23 de marzo de 1998, el cual entró en vigencia el día 20 de abril de ese
mismo año, al establecerse en su artículo 19: “Créase en el Departamento de Usulután un
Tribunal de Sentencia, cuya denominación y residencia será la siguiente: Tribunal de
Sentencia. Residencia: Usulután”.
b) En relación al momento en el que se otorga jurisdicción y competencia al
Tribunal de Sentencia de Usulután, entendida la primera –jurisdicción- como aquella
potestad del Órgano Judicial de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, de conformidad con el
artículo 172 inciso 1° de la Constitución; y la segunda –competencia- como el conjunto de
actividades que el órgano o entidad administrativa puede legítimamente realizar
(Improcedencia de Amparo 550-2004 de fecha 22/09/2004), esta Sala advierte que acontece
al momento de la entrada en vigencia del decreto legislativo que lo crea, porque el tribunal
por el hecho de ser tal posee jurisdicción, y su competencia está determinada por la ley
vigente al momento de su creación.
c) Con relación al momento en que ocurre el hecho motivador del proceso judicial
instruido en contra del señor José Carlos Turcios, esta Sala ha verificado que ocurrió el día
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once de noviembre de mil novecientos noventa y ocho –mediante la presentación del
respectivo requerimiento fiscal- tal y como se ha mencionado anteriormente.
De lo expuesto se colige que el Tribunal de Sentencia de Usulután estaba instituido
previamente por la ley para juzgar al favorecido porque el hecho jurídico que origina el
proceso judicial en el caso concreto ocurre aproximadamente siete meses después de que el
Tribunal de Sentencia de Usulután fuese creado e investido de jurisdicción y competencia,
y de haber entrado en vigencia el actual Código Procesal Penal, cuyo cuerpo normativo
constituye la ley adjetiva aplicable para juzgamiento del beneficiado, tal como se declaró en
esta resolución.
En consecuencia, el acto reclamado por la solicitante, esto es la sentencia definitiva
condenatoria, dictada por el Tribunal de Sentencia de Usulután en contra del señor José
Carlos Turcios, fue realizado por el tribunal previamente establecido por la ley. Además, tal
acto se llevó a cabo aproximadamente nueve años después de haber sido creado e investido
de jurisdicción y competencia dicho tribunal, pues consta en el proceso penal –a folios 106
a 111– que la sentencia referida se emitió el día ocho de junio del año dos mil siete.
Por tanto, esta Sala considera no haber existido inobservancia a la categoría jurídica
del juez natural, porque el señor José Carlos Turcios fue sentenciado a pena de prisión por
el tribunal que previamente había establecido la ley para conocer y decidir su situación
jurídica en juicio; por tal razón, no existe afectación alguna a su derecho fundamental de
libertad física.
VIII.- En cuanto a haberse alegado la prescripción de la acción penal en contra del
ahora beneficiado, en razón de haber trascurrido más de diez años desde que el hecho fue
cometido y no haber juzgado a este conforme a derecho, esta Sala considera que, si bien la
declaratoria de prescripción corresponde en exclusiva a los jueces competentes en materia
penal, en el caso concreto –como otros que ha resuelto esta Sala– se evidencia vinculación
del acto reclamado con el derecho de libertad física de beneficiado, pues se afirma que este
se encuentra privado de su libertad personal después de ser condenado a cumplir pena de
prisión, y que existe la posibilidad de que al momento de ordenarse la misma la acción
penal habría prescrito en los términos que han sido reclamados; en consecuencia, esta Sala
examinará el motivo alegado a efecto de determinar si el acto reclamado efectivamente
provoca alguna vulneración de índole constitucional en el derecho de libertad física del
beneficiado.
A ese respecto, este Tribunal advierte que el acto a partir del cual se alega
vulneración al derecho de libertad personal del ahora favorecido se origina en dos
cuestiones concretas: la primera, la cual ha sido dirimida anteriormente, en no haber sido
procesado el beneficiado conforme a derecho, debido a la nulidad del acto de captura y de
las diversas resoluciones judiciales adoptadas en el proceso penal en su contra; y, la
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segunda, en la no aplicación de un precepto normativo que se encontraba vigente al
momento de cometerse el hecho delictivo –artículo 125 inciso 2° del Código Penal
derogado–, y que conforme al principio retroactividad de la ley penal debía aplicarse en el
presente caso.
En ese sentido, el examen de constitucionalidad que esta Sala llevará a cabo en esta
oportunidad se limitará a la no aplicación de un precepto normativo que se encontraba
vigente al momento de cometerse el hecho delictivo –artículo 125 inciso 2° del Código
Penal derogado–, en atención a que la peticionaria alega que debió aplicarse dicha
disposición legal en cumplimiento del principio de retroactividad de la ley penal y por
haber transcurrido más de diez años desde que el delito fue cometido.
A ese respecto, es preciso establecer si a la luz de lo dispuesto en el artículo 21 de la
Constitución el artículo 125 inciso 2° del Código Penal derogado era o no aplicable para
declarar la prescripción de la acción penal del proceso en contra del señor José Carlos
Turcios. En ese orden, corresponde hacer una relación de la jurisprudencia de este tribunal
sobre esta figura –retroactividad- (a), así como de la prescripción de acción penal (b), para
contrastarlas con la queja planteada por la peticionaria (c).
a) El artículo 21 de la Constitución expresa que “…[l]as leyes no pueden tener
efecto retroactivo, salvo cuando la ley es de orden público, y en materia penal cuando la
nueva ley sea favorable al delincuente...”. Para el presente análisis interesa la segunda
excepción antes indicada –materia penal cuando la nueva ley sea favorable– por alegarse
aplicación retroactiva del artículo 125 inciso 2° del Código Penal derogado.
Entonces, la retroactividad de la ley significa una extensión de su vigencia hacia el
pasado, pues subsume situaciones de hecho pretéritas –reguladas por normas en vigor al
tiempo de su existencia― dentro del ámbito de nuevas normas creadas con posterioridad al
evento sometido a control. Así, la posibilidad de aplicar retroactivamente las leyes tiene un
carácter excepcional, delimitado expresamente por el artículo 21 de la Constitución.
Asimismo, se ha dicho que las reformas legales, al constituir materia procesal penal,
desde su vigencia podían aplicarse en el proceso penal, sin vulnerar la prohibición de
retroactividad de las leyes ―v gr. resolución de HC 124-2004 de fecha 18/12/2009―.
Ahora bien, el desarrollo de un proceso supone el transcurso de determinado espacio
temporal, en el cual las leyes pueden cambiar por decisión del legislador; de manera que el
control constitucional efectuado por esta Sala, debe ejercerse sin constreñir indebidamente
la función del legislador, quien está habilitado para modificar la normativa vigente, y optar
por la que mejor estime, debiendo acatarse de inmediato los mandatos legales establecidos
por la norma creada conforme a la Constitución. Por tanto, el legislador tiene plena
habilitación para regular, modificar o derogar, entre otras, normas como la relativa a la
prescripción.
12
Sin embargo, la derogación de una ley o de un precepto normativo puede suscitar un
conflicto en cuanto a su aplicación en el tiempo. En tal caso, ha de determinarse hasta
dónde llegan los efectos de la norma derogada.
Por otro lado, bajo ciertas circunstancias, la derogatoria de un precepto normativo
podría reñir con la seguridad jurídica, que desde la perspectiva del derecho constitucional
implica una garantía para los derechos fundamentales de la persona, y a la vez una
limitación a la arbitrariedad del poder público, en el sentido de que el destinatario del
Derecho tenga la certeza de que su estatus jurídico podrá ser modificado exclusivamente a
través de procedimientos regulares y autoridades competentes, ambos establecidos
previamente. Así vista, la seguridad jurídica implica una actitud de confianza en el derecho
vigente y una razonable previsibilidad sobre su futuro, que permite anticipar las
consecuencias jurídicas de las acciones del ser humano, y las garantías de orden
constitucional de que gozan tales actos.
Consecuentemente, la regla general es la aplicación inmediata de las normas y sus
efectos serán desplegados hacia futuro; sin embargo, en algunos casos surgen
circunstancias que precisan efectuar, en aras de garantizar de manera óptima los derechos
fundamentales de los justiciables, un análisis particular en cuanto a la norma que ha de
aplicarse para resolver la cuestión, pues en algunos supuestos la aplicación de una nueva
norma puede reñir con otros intereses constitucionales, cuya preservación requiere de una
ponderación específica, a efecto de escoger la norma que resguarde de mejor manera todos
los intereses constitucionales concernidos.
De lo anterior se colige que si bien el legislador posee facultad de configuración
normativa, y por tal razón cada supuesto de hecho a resolverse por las autoridades
respectivas, ha de dirimirse conforme a la normativa vigente al momento de su ocurrencia.
Los dictados legislativos no pueden afectar situaciones de hecho consumadas con
anterioridad a la modificación de la norma; e incluso tampoco pueden extenderse a aquellas
situaciones jurídicas no consolidadas pero que objetivamente estén prontas o inmediatas a
consumarse; pues la seguridad jurídica se ve afectada cuando la nueva ley incide en la
adquisición de un derecho cuya situación jurídica presentaba un razonable nivel de
proximidad o inminencia.
En caso de suscitarse un conflicto de leyes en el tiempo debido a la derogatoria o
modificación de una o varias normas las autoridades correspondientes deberán de aplicar la
norma vigente al momento de resolver el asunto concreto, siempre que, a partir de los
términos acotados arriba, ello no afecte la seguridad jurídica de los involucrados.
A ese respecto, ha de insistirse en que la afectación derivada de la derogatoria de
una norma podría colisionar con la seguridad jurídica, únicamente en caso de haberse
consumado materialmente el supuesto contemplado por la norma que pierde vigencia, o
13
bien, cuando se esté muy próximo a su acaecimiento; pues en materia de protección
constitucional, se salvaguardan aquellas situaciones jurídicas definidas y no aquellas que
tan solo configuran meras expectativas ―v. gr. resolución de HC 130/2005 de fecha
4/11/2009―.
b) Por otra parte, es de señalar que respecto a la prescripción esta Sala ha expresado
que se caracteriza por "…la imposibilidad de realizar la persecución penal de un hecho
delictivo por el transcurso de determinados plazos señalados en la ley (…) durante los
cuales el procedimiento no se ha seguido contra el culpable, o cuando dirigido contra una
persona determinada, se ha paralizado por el tiempo igualmente señalado en la ley…"
(Sentencia HC 386-2000 de fecha 15/10/2001).
Por tanto, el supuesto de hecho regulado por las normas relativas a la prescripción
es el transcurso de un plazo señalado en la ley sin que se persiga penalmente, o bien, sin
diligenciar el proceso penal ya iniciado. Consecuente, el hecho contemplado en las normas
en cuestión, no es el delito inculpado, si no el cumplimiento del término previsto
legalmente.
c) Así, de conformidad a lo apuntado en el parágrafo anterior, y en concordancia
con lo dispuesto por el artículo 21 de la Constitución, la normativa aplicable para resolver
lo concerniente a la prescripción cuestionada es la que estuviera vigente al momento de
ocurrir el supuesto de hecho, es decir, la legislación jurídica vigente al tiempo de cumplirse
el plazo legalmente señalado para la prescripción, o bien, cuando se esté muy próximo a su
acaecimiento.
En esos términos, esta Sala advierte que la prescripción para el delito de secuestro
de acuerdo con el artículo 125 inciso 2° del Código Penal derogado –cuya aplicación
requiere la solicitante– era de diez años, al señalar: “[…] La acción penal prescribirá,
salvo que la ley disponga otra cosa: […] 2° A los diez años, en los delitos sancionados con
pena de prisión cuyo máximo sea superior a quince años […]”. Sin embargo, tal
disposición fue derogada mediante el Decreto Legislativo No. 1030, de fecha 26 de abril de
1997, publicado en el Diario Oficial No. 105, Tomo 335, de fecha 10 de junio de 1997, que
entró en vigencia el día veinte de abril de mil novecientos noventa y ocho.
En consecuencia, en el caso concreto el inicio del proceso penal y el supuesto de
hecho previsto por la ley no acontecen durante la vigencia de la disposición cuya aplicación
se disputa, ni estuvo próximo su acaecimiento; porque, por un lado, el señor José Carlos
Turcios durante la vigencia del Código Penal derogado poseía únicamente la remota y mera
expectativa de ocurrencia del supuesto de hecho –cumplimiento del plazo legal– para que
prescribiera a su favor la acción penal respectiva, pues únicamente transcurrieron doce días
desde la comisión del hecho delictivo a la fecha que fue derogada la disposición aludida.
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Y por otro, el proceso penal contra el beneficiado inició aproximadamente siete
meses después de la entrada en vigencia del actual Código Procesal Penal, en cuyo cuerpo
normativo se regula la figura de la prescripción de la acción penal, la cual a la luz del
principio de legalidad constituye desde su entrada en vigencia la ley adjetiva previa al
supuesto de hecho de la prescripción aludida.
Por lo acotado, es impropio sostener que retroactivamente deba aplicarse una
disposición o precepto normativo que ha sido derogado antes de verificarse o esté próximo
a acontecer el supuesto de hecho contemplado por la ley –cumplimiento del plazo
legalmente estipulado– para tener por prescrita la acción penal, solo por suponer que es más
favorable al imputado, pues ello, significaría que tal disposición o precepto extienda su
vigencia hacia el futuro y no al pasado.
Por otra parte, este Tribunal advierte que no obstante haberse solicitado la
prescripción de la acción penal en el presente caso, dicha solicitud no se fundamentó en la
aplicación retroactiva del artículo 125 inciso 2° del Código Penal derogado, sino que tal
petición fue realizada, de forma genérica y sin fundamento legal alguno, el día cinco de
junio de dos mil siete durante la celebración de la vista pública (folio 104 vuelto), es decir,
en el momento en que las disposiciones relativas a la prescripción contenidas en el actual
Código Procesal Penal ya se encontraban vigentes.
En consecuencia, no ha existido violación constitucional al derecho de libertad
personal del señor José Carlos Turcios, porque el artículo 125 N° 2 del Código Procesal
derogado, por un lado, no es aplicable como ley más favorable a éste, pues el beneficiado
no se encuentra en una situación jurídica protegible constitucionalmente respecto de dicho
artículo, ya que durante su vigencia no se ubicó en el supuesto de hecho contemplado por la
norma, ni estuvo próximo a ello; y por otro, porque dicha disposición al momento de alegar
la prescripción de la acción penal respectiva ya había sido derogada, de manera que no
constituía ley vigente susceptible de ser empleada para declarar la misma.
/y con fundamento en los artículos/
Por todo lo antes expuesto, 11 inciso 2º, 15 y 21 de la Constitución, y 71 de la Ley
de Procedimientos Constitucionales esta Sala RESUELVE: a) No ha lugar el hábeas
corpus solicitado a favor del señor José Carlos Turcios, por no existir inobservancia a los
principios y garantías de legalidad, juez natural, retroactividad y seguridad jurídica con
incidencia en el derecho de libertad personal del beneficiado, por las razones antes
expuestas; y en consecuencia, continué este en la situación jurídica en la que se encuentra;
b) remítase la certificación del proceso penal marcado con el número U-55-05-07 al
Tribunal de Sentencia de Usulután; c) notifíquese; y d) archívese. Entrelíneas: y con fundamento en los artículos-vale.---J. B. JAIME---J. N. CASTANEDA S.---E. S. BLANCO R.---C. ESCOLÁN --PRO-
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NUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---E.
SOCORRO C.---RUBRICADAS.
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